distritos industriales ybarra

6
EL DISTRITO Y LAS NUEVAS POLÍTICAS INDUSTRIALES EN ESPAÑA 359 >Ei 89 Valorar desde España el alcance y el efecto del dis- trito como instrumento de análisis y quizás de políti- ca industrial exige una consideración previa: la valo- ración de lo que ha significado para el pensamiento económico español la aparición del concepto de distrito. Una cosa es el impacto que el concepto de distrito tiene como instrumento de análisis y de políti- ca, y otra la influencia que ello haya tenido en la nue- va concepción que sobre el desarrollo industrial se puede tener. Sin pretender una valoración exhausti- va en ninguno de los dos aspectos mencionados, se van a plantear algunas consideraciones que cree- mos pueden ayudar en un examen crítico necesa- rio. El desarrollo de este artículo se ha dividido en cuatro partes. En una primera se expone la realidad actual de los Sistemas Productivos Locales (SPLs) en España. Una segunda nos situará en el nacimiento del con- cepto en España. En una tercera se tratará de anali- zar el funcionamiento de los distritos en nuestro país. Y ya, por fin, en el último apartado se harán algunas precisiones sobre la política llevada en España en torno a los distritos industriales. Se acabará con una breve conclusión sobre el significado y el alcance del concepto para la economía española. LA REALIDAD CUANTITATIVA DEL DISTRITO INDUSTRIAL EN ESPAÑA Parece obligado hacer una valoración cuantitativa de aquello que consideramos como objeto principal de estudio: los distritos industriales. Sin embargo, ¿exis- ten éstos?, ¿cuán puros o perfectos son los distritos que existen?, ¿dónde están, cómo se desarrollan? Al margen de lo amplia y compleja que pueda ser la respuesta, no cabe duda de que el distrito industrial es un concepto para perfeccionar, una idea que per- mite analizar realidades y, sobre todo, un instrumento que puede justificar una política de desarrollo. Dicho esto, entendemos que los distritos industriales en tér- minos puros son eso, instrumentos que permiten ana- lizar la realidad concreta, no pura, exixtente. LA EXPERIENCIA ESPAÑOLA EN DISTRITOS INDUSTRIALES. REALIDAD DE UN CONCEPTO PARA LA PYME Y EL TERRITORIO Una iniciativa como la propuesta por esta revista para el caso español es sumamente opor- tuna; en contados momentos se ha tenido ocasión de hacer un examen sobre el distrito in- dustrial, advirtiendo dónde se estaba, así como por dónde se podría continuar. Vaya, por tan- to, la felicitación a los organizadores del evento que va a permitir hacer este tipo de balance. JOSEP-ANTONI YBARRA Universidad de Alicante

Upload: sebas-ruiz

Post on 01-Dec-2015

10 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: Distritos Industriales Ybarra

EL DISTRITO Y LAS NUEVAS POLÍTICAS INDUSTRIALES EN ESPAÑA

359 >Ei 89

Valorar desde España el alcance y el efecto del dis-trito como instrumento de análisis y quizás de políti-ca industrial exige una consideración previa: la valo-ración de lo que ha significado para el pensamientoeconómico español la aparición del concepto dedistrito. Una cosa es el impacto que el concepto dedistrito tiene como instrumento de análisis y de políti-ca, y otra la influencia que ello haya tenido en la nue-va concepción que sobre el desarrollo industrial sepuede tener. Sin pretender una valoración exhausti-va en ninguno de los dos aspectos mencionados, sevan a plantear algunas consideraciones que cree-mos pueden ayudar en un examen crítico necesa-rio.

El desarrollo de este artículo se ha dividido en cuatropartes. En una primera se expone la realidad actualde los Sistemas Productivos Locales (SPLs) en España.Una segunda nos situará en el nacimiento del con-cepto en España. En una tercera se tratará de anali-zar el funcionamiento de los distritos en nuestro país.Y ya, por fin, en el último apartado se harán algunas

precisiones sobre la política llevada en España entorno a los distritos industriales. Se acabará con unabreve conclusión sobre el significado y el alcancedel concepto para la economía española.

LA REALIDAD CUANTITATIVA DEL DISTRITO INDUSTRIALEN ESPAÑA

Parece obligado hacer una valoración cuantitativade aquello que consideramos como objeto principalde estudio: los distritos industriales. Sin embargo, ¿exis-ten éstos?, ¿cuán puros o perfectos son los distritosque existen?, ¿dónde están, cómo se desarrollan? Almargen de lo amplia y compleja que pueda ser larespuesta, no cabe duda de que el distrito industrial esun concepto para perfeccionar, una idea que per-mite analizar realidades y, sobre todo, un instrumentoque puede justificar una política de desarrollo. Dichoesto, entendemos que los distritos industriales en tér-minos puros son eso, instrumentos que permiten ana-lizar la realidad concreta, no pura, exixtente.

LA EXPERIENCIA ESPAÑOLAEN DISTRITOS INDUSTRIALES.

REALIDAD DE UN CONCEPTOPARA LA PYME

Y EL TERRITORIO

Una iniciativa como la propuesta por esta revista para el caso español es sumamente opor-tuna; en contados momentos se ha tenido ocasión de hacer un examen sobre el distrito in-dustrial, advirtiendo dónde se estaba, así como por dónde se podría continuar. Vaya, por tan-to, la felicitación a los organizadores del evento que va a permitir hacer este tipo de balance.

JOSEP-ANTONI YBARRA

Universidad de Alicante

Page 2: Distritos Industriales Ybarra

J. ANTONI YBARRA

Por ello se puede advertir un volumen abundante detrabajos, estudios, análisis y propuestas que sobre dis-tritos industriales y sobre SPLs se han podido hacer enEspaña. Desde los pioneros de Vázquez Barquero,Maite Costa Campi, Paco Celada, Juanjo Castillo olos míos, hechos a finales de los ochenta, hasta losmás recientes, propuestos por el gobierno vasco, elgrupo andaluz de Inmaculada Caravaca, las múlti-ples tesis sobre clusters, etc., son prueba del interésque desde hace casi veinte años tienen los distritos ylos SPLs en España.

¿En qué sectores y en dónde se sitúan estos SPLs enla actualidad? Esta pregunta la respondemos a par-tir de un trabajo de investigación reciente, hecho porun equipo de la Universidad de Alicante, en el que seanalizan todos los SPLs españoles. Al margen de la es-pecificidad que requeriría el análisis, baste ahora de-cir tres cuestiones concretas sobre estos SPLs:

1|— En el conjunto de los SPLs españoles en el año2000 se llegan a localizar el 40 % de las empresas in-dustriales españolas, lo que, en términos de empleo,significa el 56 % del empleo industrial español.

2|— Estos SPLs responden a una triple dinámica indus-trial. Unos deben ser considerados como tradiciona-les (textil, calzado, juguete, mueble); otros respondena dinámicas derivadas de los ajustes productivos delos años setenta y ochenta (corredor de Madrid, con-fección junto a los grandes núcleos poblacionales omaquinaria); y en otros casos resultan SPLs emergen-tes en torno a la química, electrónica y óptica, así co-mo distritos en el sector turístico, que requerirían unanálisis específico y no serán el objeto de nuestra ob-servación en este momento.

3|— Hay una gran disparidad de situaciones; SPLs máso menos consolidados, próximos a los prototipos máscaracterísticos, etc.

LA INTRODUCCIÓN DEL CONCEPTO DE DISTRITO ENESPAÑA

La introducción del concepto de distrito en España hatenido dos vías: la teórica y la de los hechos. Cabeadvertir que fue por la vía de los hechos por la queprimero se manifestó la existencia de distritos en Es-paña; después se racionalizó esa figura con el con-cepto teórico de distrito industrial.

Los hechos se pueden agrupar en dos grandes blo-ques:

❑ En primer lugar están los hechos de la tradición. EnEspaña había un conjunto de áreas en el que la tra-dición había mantenido unos núcleos de industriali-zación dispersa en el territorio. En ellos se daban ac-tividades con su origen en los recursos endógenos;

eran núcleos que habían mantenido el hilo industriala través de la historia y la tradición. Estos núcleos detradición en la industrialización rural (como los califi-có algún que otro autor) posteriormente van a en-marcarse en lo que será una línea de trabajos con-ceptuales de milieux innovateurs.

❑ El segundo gran bloque es el que surge a finalesde los setenta y mucho más extensamente a lo lar-go de los ochenta. En ese momento se produce enEspaña un proceso de descentralización productiva,resultado de una reconversión más o menos encu-bierta. Esta descentralización se deriva tanto de ra-zones técnico-productivas, como de reajustes labo-rales; hay entonces una expulsión laboral de sectoresestructurados verticalmente. La consecuencia inme-diata es la aparición de pequeñas unidades pro-ductivas en las periferias de las grandes concentra-ciones a la búsqueda de abaratamientos de costesdirectos de producción.

Ya sea por la tradición o por la descentralización, en-tonces son conocidos en algunos sectores y territoriosde la economía española aspectos relativos a la pre-ponderancia de las pymes, a la concentración in-dustrial, a la especialización territorial, a la importan-cia de las pequeñas y medianas empresas en losmercados exteriores, a la fuerza de la tradición, al tra-bajo de la mujer, al trabajo bien hecho como señasde identidad de las artesanías, al conocimiento pro-ductivo localizado, etc.

Todos ellos eran aspectos parciales de algo que noalcanzábamos a identificar o a interpretar como uni-tario. Nuestra interpretación era parcial; veíamos as-pectos aislados, pero no se llegaba a hilvanar un dis-curso que uniera todas esas piezas del tapiz y quehasta finales de los años ochenta no supimos cosertodas esas piezas con la teoría de los distritos indus-triales. Es el concepto de distrito industrial el modeloteórico que permite unir todas esas caras y cosas deun mismo fenómeno que conocíamos. En Españadisponíamos de elementos parciales de la teoría ydel concepto, pero la interpretación general vino dela mano del distrito industrial, proporcionado por latradición analítica italiana de la mano de Becattini.

Hasta entonces, las interpretaciones que se tenían dela existencia de núcleos de pymes especializados enproducciones determinadas se debían a la tradicióncientífica. Fundamentalmente se había partido de latradición de «desarrollo endógeno», algo que GiorgioFuà, en los años sesenta, había tratado de mostrar, deacuerdo con las potencialidades de los recursos lo-cales.

Por su parte, los analistas de la descentralización pro-ductiva trataban de explicar la aparición de las nue-vas estructuras de empresas de pequeña dimensión,de acuerdo con la tradición más laboral y sindicalis-

>Ei35990

Page 3: Distritos Industriales Ybarra

LA EXPERIENCIA ESPAÑOLA EN DISTRITOS INDUSTRIALES...

ta. Otras ponían el énfasis en explicar la aparición deredes de pymes como un elemento innovador en lareestructuración organizativa que se estaba produ-ciendo. Así, cada cual tenía sus razones.

Y ésta es otra de las características de los análisis dedistrito en la experiencia española: cada visión y ca-da análisis lo ha hecho de forma aislada del resto. Deesta forma, ocurre que la interdisciplinariedad, tannecesaria para analizar e interpretar aspectos socia-les como es la figura del distrito, es algo que ha sidoexcepcional en la tradición investigadora de los dis-tritos en España. Los puntos de vista han sido visionesseparadas; la economía del trabajo ha estado lejosde la economía regional; la economía regional, po-co ha dicho de la economía industrial; la economíalaboral ha estado ausente de la economía de la em-presa; la historia, esa vieja desconocida para la eco-nomía industrial, etc.

A pesar de ello, estas actividades no centrales de lasituación industrial española podían llegar a repre-sentar un tercio o más de la industria en general, aun-que localizadas en determinadas áreas, llegan aocupar más de la mitad de su actividad general. Endeterminados momentos, la capacidad competitivade estas áreas ha contribuido a que la balanza depagos de la economía española llegase a equili-brarse. De esta forma, y aunque puede parecer unaexageración, en determinados momentos la pros-peridad general de España se ha derivado de la deestos enclaves productivos que llamamos SistemasProductivos Locales.

Al margen de la importancia relativa que se le quie-ra dar, lo que resulta indiscutible es que los sistemasproductivos en España han supuesto una vía alterna-tiva al modelo de desarrollo que podría presentarsecomo homogéneo. No es ninguna exageración ad-vertir que las formas de desarrollo han sido múltiplesy que el Distrito Industrial (DI) puede ser una de ellas.Sin embargo, para el caso español, estas vías de de-sarrollo, al menos las que se derivan del modelo delDI, se han interpretado como anecdóticas, como ex-cepciones o como casos, y no como elementos avalorar en un modelo interpretativo que pretende al-canzar el rango de teoría explicativa y predictiva dedinámicas de desarrollo económico.

¿Y ello por qué?, ¿por qué los distritos industriales enEspaña se han analizado como anécdotas más quecomo variables a considerar de un modelo más am-plio y consistente? Para responder a esta preguntacaben varias interpretaciones.

La primera se refiere al peso de las corrientes analíti-cas y su importancia en el pensamiento económicoespañol. Así, en los análisis económicos españolesno se ha destacado en ningún momento la impor-tancia de las pymes y ni siquiera se ha debatido. Es-

to es, en la tradición analítica española sobre orga-nización industrial, son las variables económico-fi-nancieras las que van a prevalecer sobre los ele-mentos que van a decidir en cualquier estrategia atomar. En el pensamiento analítico español una fun-ción de costes es un sumatorio de variables econó-mico-financieras. Sólo excepcionalmente puede ad-vertirse que esa función esté influida por elementosdel entorno y de la historia.

Desde la academia era difícil entender, sin llegar adesentonar o a exagerar, que la historia y el lugar tie-nen algo que decir al explicar la conformación, lasventajas, las capacidades que una empresa tienepara competir. Y la gravedad del tema reside en que,al igual que la academia, tampoco la política loaceptaba. Ésta sería la segunda de las razones queargumentamos como explicativa de la poca o nulapresencia que la pyme ha tenido en el discurso eco-nómico de la realidad española: la política ha esta-do alejada de las necesidades de las pymes.

Es cierto, no obstante, que en algunos momentos yen algunos territorios esta postura no era tan genera-lizada, caso de las propuestas de las ZURs en el mar-co de los planes de reconversión de los años ochen-ta o en el impulso de la conformación de institutostecnológicos en el País Valenciano, durante la épocadel gobierno regional socialista, si bien, en general,cabe afirmar sin temor a equivocarse ni a exagerarque, en España el diagnóstico en torno a la pyme nose ha introducido en el debate corriente político y nisiquiera en el técnico-económico. De hecho, aúnhay quien piensa indiscriminadamente sobre las des-ventajas y los costes inherentes a la pyme para ser efi-ciente técnicamente. Se puede afirmar, entonces,que los SPLs y los distritos en España nacen de formaautónoma, se desarrollan sin intervención y se llegana reestructurar sin apenas directrices políticas.

EL FUNCIONAMIENTO INTERNO DE LOS DISTRITOSINDUSTRIALES EN ESPAÑA

Los distritos industriales básicamente han sido focos deactividad, empleo, cambio, reformas, adaptación alos mercados exteriores, e incluso, en algunos casos,hasta de modernización, tal y como se pretendía deforma global como objetivo general de la política es-pañola. Al margen de la madurez o no de estos distri-tos, lo que a nuestro juicio destaca en los SPLs espa-ñoles es su forma de funcionar. Así, son distritos que engeneral basan su competitividad en la subcontrata-ción que encuentran en las empresas de su entorno,pero que alcanzan la competitividad externa del dis-trito a través de la competencia interna vía precios.

Esta subcontratación podría haber sido un elementode innovación. Sin embargo, la subcontratación ydescentralización españolas se convierten en un pro-

359 >Ei 91

Page 4: Distritos Industriales Ybarra

J. ANTONI YBARRA

ceso de abaratamiento de costes directos de pro-ducción vía precios. No está en la mente práctica, enel debate científico, o en las propuestas políticas laidea de compatibilizar la competencia con la coo-peración. Esto es, la fórmula española es diferente delo que podría ser la fórmula estándar y más pura dedistrito, como pueda ser alcanzar la competitividadexterna derivada de la cooperación interna para lainnovación.

De una manera esquemática y un tanto simplista sepuede decir que en los distritos españoles la com-petencia prevalece sobre la cooperación, y el preciosobresale sobre cualquier otra variable competitiva.¿Y ello por qué? Porque como advertíamos anterior-mente, la concepción que ha existido en España so-bre la pyme ha sido la de la marginalidad, la excep-ción, la anécdota. Y un distrito o un SPLs en el casoespañol es un sumatorio de empresas de pequeñadimensión, en donde puede haber economías ex-ternas, pero la idea funcional que prevalece es otra,es la de la empresa aislada. Y ante la concepción dela empresa aislada —competitiva de forma extensi-va— es evidente que la gran empresa siempre serámás competitiva que la pequeña y mediana.

Ello ha conducido a que aparezcan lo que puedencalificarse como distritos bloqueados, en los cuales,su incapacidad de competitividad más que vía pre-cios y ante un nivel tan exigente de competenciacomo el que se da en el interior del distrito, descubri-mos deseconomías considerables. Todo ello condu-ce a una esclerosis-endurecimiento organizativos quese traduce en más costes y en más tiempo para darrespuesta a los cambios de mercado y, sobre todo,a la pérdida de competitividad frente a otras áreas.

Quizás este panorama es excesivamente exagerado,pero se requiere pensar con realismo sobre las nuevascircunstancias en las que se está desenvolviendo laidea de distrito en España. Y es que aún, y a pesar deque las anteriores consideraciones que se han hechosobre el distrito en España puedan ser relativizadas, nocabe duda de que estamos ante unas nuevas cir-cunstancias ya no sólo políticas sino económicas.

Así, el modelo económico español ha cambiado sen-siblemente; este era un modelo en el que en el mejorde los casos la cultura industrial estuvo presente y en elque podrían definirse, entre las variables competitivas,elementos tales como el trabajo bien hecho, el cono-cimiento, la cooperación, la identidad productiva, lacohesión social, las expectativas profesionales, etc.,aspectos todos ellos de los que se han podido servir losdistritos para funcionar durante un largo periodo. Sinembargo, elementos como la globalización, la deslo-calización, el turismo de masas o la construcción, hanhecho cambiar ahora los valores productivos del distri-to. ¿Qué hacer? ¿pueden resistir aquellos valores in-dustriales tradicionales a los nuevos?

¿QUÉ POLÍTICA INDUSTRIAL HA HABIDO EN ESPAÑAPARA LOS DISTRITOS INDUSTRIALES?

Dos consideraciones previas. La primera considera-ción que hay que hacer en el caso español gira entorno a la política distritual en el marco y en la con-cepción de la política en general y de la industrial enparticular. ¿Qué opinión le puede merecer a los diri-gentes y a los ideólogos sindicales, políticos y em-presariales españoles la pretensión de llevar a cabouna política para la pyme, y más concretamente pa-ra las situadas en territorios específicos no política-mente sensibles?

Quiero recordar que en España no hemos tenido unTogliati, y que los planteamientos de la izquierda oficialespañola han sido de corte fordista y estatalista, has-ta que en 1977 se rompe con el Partido Comunista dela Unión Soviética. La concepción sindical tradicionalde la empresa es la típica verticalmente organizada,propia de la concentración fordista, cuya fortaleza sin-dical se desprendía del tamaño empresarial.

Esa concepción respondía a una doble razón: por unlado, político-ideológica, sobre la fortaleza de la con-centración obrera identificada con la dimensión em-presarial; y por otro, a la idea económico-financierade que la gran empresa es más fuerte que la pyme.

Por su parte, la derecha nunca ha entendido el por-qué de la participación de los trabajadores y autó-nomos en los procesos productivos, su política siem-pre se ha basado en planteamientos centralistas delos grandes sectores y grandes empresas, nada depymes ni de aspectos regionales.

A estas dos concepciones, tanto de derecha comode izquierda, hay que sumar el enorme peso de la dic-tadura franquista y la herencia que ello supone a cual-quier nivel de la organización socio-productiva se de-ja sentir. En el franquismo imperaba un funcionamientobasado en el paternalismo económico a todos los ni-veles (patronal y sindicalmente), lo que ha reprimido ycastrado a una sociedad civil fuerte, articulada y bienorganizada, para que pueda desarrollar un capital so-cial necesario en el desarrollo del distrito.

La segunda consideración es que, en el caso de quepudiésemos afirmar que ha habido algún tipo de po-lítica distritual española, ésta se ha visto solapada porlas medidas de apoyo a la pyme, y a su vez, la políti-ca para la pyme se ha entendido en España comoun instrumento para la generación de empleo fun-damentalmente. Es evidente que si esta secuenciahubiese sido efectiva, los resultados hubiesen sidootros muy distintos. En cualquier caso, la política de fo-mento, de apoyo a la pequeña y mediana empresa,se ha entendido prácticamente como sustitutiva y úni-ca de lo que podría ser un elemento impulsor de lageneración de empleo. Estas consideraciones son

>Ei35992

Page 5: Distritos Industriales Ybarra

LA EXPERIENCIA ESPAÑOLA EN DISTRITOS INDUSTRIALES...

importantes para entender los difíciles derroteros porlos que ha podido discurrir la política pensada y he-cha para la pyme y el distrito.

Centrándonos ya en esa política, caben ahora dos ob-servaciones. La primera, sobre la política distritual enEspaña, que, salvo en casos muy excepcionales, se hahecho con retraso. Ello se justifica sobre la base de quelos distritos y los SPLs han funcionado sin política; no lahan necesitado para ir adaptándose a las nuevas co-yunturas y han sobrevivido sin esa política. Entonces¿qué necesidad hay de hacer política en unas reali-dades productivas que han logrado funcionar?

Una segunda observación en torno de la política dis-tritual española es que ha estado dirigida a la pyme deforma genérica. De esta manera, la política industrialpara la empresa más pequeña se ha diseñado tradi-cionalmente para la empresa singular, para la unidadsingular, como si se tratase de una gran empresa. Sinembargo, la política distritual no puede ser otra que deayuda y promoción específica a los «sistemas pro-ductivos» y no un discurso genérico de servicio «a laempresa».Y este último ha sido el que se ha oído re-petidamente en el caso español, sin que en la mayo-ría de las ocasiones ni siquiera se haya materializado.

Como se advierte, para el desarrollo del distrito esimportante hacer una política común. De esta forma,la pyme competitiva es incomprensible fuera delmarco de referencia, fuera de un sistema de em-presa, o fuera de un sistema territorial integrado. Portanto, la política distritual se concreta en el ámbito dellugar en el que se desenvuelve la empresa, y no enel terreno de la dimensión empresarial.

Todo ello ha sido prácticamente irrelevante e incom-prensible, tanto para los sujetos económicos comopara los políticos españoles. Y, sin embargo, las opor-tunidades para haber cambiado las concepcionespolíticas en España en pro de una política industrialactiva de carácter territorial y local han sido conside-rables.

Así, la ocasión fundamental la brinda el reparto com-petencial que ofrece la Constitución Española de1978 para poder llevar a cabo una política industrialen el ámbito regional y la aprobación de los diferen-tes estatutos de autonomía con la potestad de dise-ñar políticas industriales diferenciadas atendiendo alas distintas regiones españolas. Los estatutos de au-tonomía permiten llevar a cabo políticas mucho máslocalizadas y focalizadas de las que hasta ese mo-mento habían sido las habituales en España, salvo enel período de las ZURs de los planes de reconversiónde los años ochenta, propuestos por el PSOE

A pesar de todo, esta potestad no se ha traducido enla práctica en que se desarrolle una política más lo-calizada, por varias razones. La primera, porque los

estatutos de autonomía permitían desarrollar políti-cas regionales, pero la región debía, a su vez, des-centralizar para poder ser consecuente con los obje-tivos iniciales, y ello en la mayoría de los casos no seha producido. Descentralizar la política de formación,reciclaje, innovación, comercialización, promoción,etc., son requisitos necesarios para poder llevar a ca-bo una política industrial en el distrito y todo ello resultaen la práctica imposible de impulsar. La capacidadfinanciera de las entidades locales para promoverpolíticas de desarrollo industrial es muy limitada, que-dando reservada su influencia práctica a los aspec-tos relacionados con el suelo y su uso.

Por otro lado, cabe advertir, igualmente, que en Es-paña hay problemas por resolver entre los agenteseconómicos, al considerar la política industrial en suámbito territorial en tanto que ésta generalmente senegocia a través de dos frentes:

1|— Institucionalmente, los agentes, sindicatos y em-presarios ofrecen su representatividad a escala na-cional (central).

2|— Igualmente cabe advertir cómo la política indus-trial se ha basado muchas veces en concertacioneshechas desde ámbitos globales a través de «conve-nios oficiales».

Todo ello impide que se adviertan las «especificida-des» que tienen sectores y/o territorios en los que losdistritos industriales exigen una especificidad en estasinstituciones.

Frente a estas propuestas centrales aparecen las delos distintos gobiernos regionales, que, en el mejor delos casos, a través de los centros tecnológicos estánllevando a cabo políticas en cuanto a prestación deservicios, asesoramiento técnico e investigación apli-cada. Éstas son las políticas más próximas y realistasque se llevan a cabo en España dirigidas a los distri-tos industriales, lo cual no significa que tengan ungran alcance, ya que en la práctica se concentran,quizás en exceso, en aspectos formativos fruto de lalimitación presupuestaria en la que se desenvuelven.

Frente a esto, llama poderosamente la atención lainexistencia de acciones, de programas y de políticasdistrituales por parte de los propios distritos existentesy por parte de los agentes situados en estos distritos.Ni las patronales ni los sindicatos ni los entes localesestán visualizando y externalizando la realidad exis-tente, promocionando sus productos, reivindicandosus necesidades específicas.

Y ya, por último, y con objeto de completar el panora-ma, cabe mencionar una enorme confusión, por laclusterizacion de la economía española, como si en ellonos fuera la vida y la política para las pymes y los terri-torios especializados en un tipo de actividad determi-

359 >Ei 93

Page 6: Distritos Industriales Ybarra

J. ANTONI YBARRA

nada. La proliferación del fenómeno del cluster en laeconomía española obedece más a una operacióncomercial y de marketing que de auténtico análisis delas capacidades que los distintos territorios pueden te-ner.

A MODO DE BREVE CONCLUSIÓN

El concepto de distrito en España se ha caracteriza-do por su compromiso. Compromiso teórico y com-promiso social. Es cierto que los niveles de entusias-mo y adhesión no son generalizables para lacolectividad científica ni para el mundo político y so-

cial español. No obstante, no es menos cierto que enla medida en que se avanza con la intención de me-jorar las condiciones de vida de los conciudadanos,el concepto de distrito industrial en España ayudatanto en los análisis como en la práctica política. Portodo ello, debemos concluir con un agradecimientoal hecho de haber podido compartir el conceptocon sus generadores e impulsores (el grupo del pro-fesor Becattini) y de haber participado de los análisisque de ese concepto se han podido derivar, por-que, en definitiva, vienen a permitirnos mejorar no só-lo el nivel de conocimiento, sino las perspectivas debienestar material de la sociedad en la que vivimos.

>Ei35994