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  • Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=41411852005

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y PortugalSistema de Informacin Cientfica

    Rafael Andrs Alema BerenguerEvolucin y Diseo Inteligente: una perspectiva lgica

    Revista Colombiana de Filosofa de la Ciencia, vol. IX, nm. 18-19, 2008, pp. 87-106,Universidad El Bosque

    Colombia

    Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Revista Colombiana de Filosofa de la Ciencia,ISSN (Versin impresa): [email protected] El BosqueColombia

    www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

  • 87

    Revista Colombiana de Filosofa de la Ciencia Vol. IX - Nos. 18 y 19 2008 Pgs. 87-106

    Evolucin y Diseo Inteligente: una perspectiva lgica

    1Rafael Andrs Alema Berenguer

    Resumen

    La controversia mantenida en el primero tercio del siglo XX entre evolucionistas y creacionistas ha sido reemplazada desde la dcada de 1990 por la confrontacin con quienes apoyan el llamado Diseo Inteligente. En este artculo se trata de examinar la fuerza lgica de los razonamientos aducidos por ambas partes. Especficamente se analizarn las nociones de 'adaptacin' y 'diseo', as como la supuesta necesidad de un diseador externo para explicar la existencia de sistemas complejos. Tambin se demostrar que no existe necesidad lgica alguna de ese supuesto diseador, aunque los sistemas biolgicos aparentan estar asombrosamente bien adaptados.

    Palabras clave: evolucin, complejidad, adecuacin, diseo inteligente, lgica, adaptacin.

    Abstract

    The controversy maintained in the first third of the XX century between evolutionists and creationists, has been replaced from the decade of 1990 by the confrontation with those in favour of the so-called Intelligent Design. In this article it is intended to examine the logical force of the reasonings adduced by both parts. There will be specifically analyzed the notions of 'adaptation' and 'design', as well as the supposed necessity of an external designer to explain the existence of complex systems. It will be proved that there exists no logical necessity of that designer, even though biological systems appear to be amazingly well-fitted.

    Key Words: evolution, complexity, fitness, intelligent-design, logics, adaptation.

    1 Licenciado en Bioqumica por la Universidad de Valencia y en Fsica por la UNED. Miembro del Grupo de Biomateriales, Dpto. Ciencia de Materiales, ptica y Tecnologa Electrnica, Divisin de ptica, Universidad Miguel Hernndez (Alicante). Email: [email protected]

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    de oxgeno y de agua son las pertinentes, la composicin qumica del planeta es lo suficientemente variada; pero esto no es motivo para que nos inquietemos por esa feliz serie de coincidencias. La vida, por definicin, emerger -si es que lo hace- en aquellos planetas que sean aptos para sostenerla. De no haber presentado la Tierra estas condiciones favorables, cualquier otro planeta en esta u otras galaxias podra hacerlo. De hecho, todos los programas de contacto radio-astronmico con civilizaciones extraterrestres parten del supuesto de as ha sido. De un modo u otro queda claro que, dados los procesos fsicos que conocemos en la naturaleza, no debemos extraarnos de que la vida surja donde sea mxima la probabilidad de su aparicin.

    2. El 'argumento del relojero

    Sin embargo, se replica con frecuencia que las objeciones precedentes slo son vlidas para situaciones locales -como la emersin de la vida en un lugar u otro- mas no lo sera para la cuestin global de por qu existe en el universo el tipo de orden que podemos constatar en las leyes fsicas. Parece razonable postular que toda ordenacin compleja implica una planificacin o diseo, y pasar de ello a inferir la existencia del Creador. Esta versin fuerte del argumento cosmolgico merece una consideracin mucho ms cuidadosa que la anterior, restringida a la adecuacin de nuestro planeta para la vida. El telogo William Paley (1743-1805), en su libro Teologa Natural (1802), compendi esta lnea argumental en uno de los ms contundentes desafos a los escpticos religiosos:

    Supongamos que al pasear por el campo me tropiezo con una piedra y me pregunto cmo lleg hasta all: puedo responder que, dado que no tengo razones para pensar lo contraro, la piedra ha permanecido all desde siempre. No sera quiz fcil demostrar lo absurdo de esta respuesta. Pero supongamos que encontrara un reloj en el suelo y me preguntase cmo lleg hasta all. Difcilmente se podra aceptar la repuesta que he dado antes (es decir, que de acuerdo con mis conocimientos, el reloj podra haber estado eternamente all). Por qu no es aceptable esta repuesta en el caso del reloj si lo es en el de la piedra? (Paley & Paxton, 2003, p. 5)

    De ello el reverendo Paley deduce que el conjunto de los seres vivientes -y el hombre entre ellos- ha sido creado por un diseador inteligente, pues la complejidad de cualquier organismo vivo sobrepasa con creces la del ms perfecto mecanismo de relojera. Ntese que el llamado 'argumento del relojero' consta en realidad de dos partes:

    1) El delicado mecanismo de un reloj, a diferencia de la piedra, no puede deberse tan slo al mero concurso de las fuerzas naturales; ha de ser producto de un diseo deliberado.

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    Evolucin y Diseo Inteligente: una perspectiva lgica

    1. Introduccin: el argumento del diseo csmico

    Entre las discusiones ms profundas e interesantes de las suscitadas por los fundamentos epistemolgicos de la biologa evolutiva, sobresale la controversia entre quienes sostienen que la complejidad de los organismos vivos surge de procesos puramente naturales, y quienes quieren ver en ello una intervencin sobrenatural. Los llamados 'creacionistas' a comienzos del siglo XX se transmutan en los defensores del 'diseo inteligente' a finales de ese mismo siglo y comienzos del siguiente. En ambos casos se trata siempre de buscar argumentos que demuestren la imposibilidad de explicar el orden existente en la naturaleza sin apelar a una actuacin externa y deliberada. Uno de los ms usados se apoya en la presunta excelencia de las leyes naturales, siendo llamado por ello 'argumento cosmolgico'.

    El argumento cosmolgico viene a decirnos, en pocas palabras, que el orden existente en la naturaleza, desde las galaxias hasta las partculas elementales, se debe a la voluntad de un Creador omnipotente. Esta lnea de razonamiento ha variado en el transcurso del tiempo con el objeto de adaptarse a los continuos descubrimientos cientficos. Mas lo que no ha cambiado en ella es la premisa de que 'toda ley precisa un legislador', de la cual se pasa a deducir el resto del argumento. Puede sealarse, para empezar, que esa mxima primordial es de por s defectuosa, en tanto que atribuye a las regularidades de la naturaleza un carcter que no poseen. Las leyes humanas son categricas y normativas mientras que las leyes naturales son hipotticas y descriptivas, y slo por un abuso del lenguaje se acostumbra a usar la expresin 'leyes de la naturaleza'. Los principios de la ciencia son hipotticos en la medida en que se hallan sujetos a permanente revisin y mejora, y son descriptivos porque el cientfico trata nicamente de explicar los hechos cuyo acaecimiento l observa. Los hombres de ciencia no dictan a su antojo qu es lo que ha de ocurrir, y es en ese sentido en el que el trmino 'ley' resulta terriblemente inadecuado. Slo desde el punto de vista de un Dios creador tendra significado hablar de leyes, pues seran las prescripciones de la divinidad las que nosotros interpretaramos como regularidades naturales. Pero justamente es la existencia de Dios lo que se busca probar con base en esas leyes, de lo que se desprende que el argumento cosmolgico disfraza de nuevo un razonamiento circular.

    La exquisitez de la adaptacin entre las condiciones de nuestro planeta y los seres que lo pueblan es, no obstante, muy fcil de parodiar. La vida evoluciona para adaptarse al entorno que la envuelve, as que parece lgico esperar despus de todo que los seres vivos estn tan adaptados a sus circunstancias como en realidad lo estn. Es por esto que sera necio contemplar nuestro mundo de manera finalista y admirarse de lo favorable de sus condiciones para la vida. Desde luego, la distancia al Sol y el clima son los apropiados, la cantidad

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    de oxgeno y de agua son las pertinentes, la composicin qumica del planeta es lo suficientemente variada; pero esto no es motivo para que nos inquietemos por esa feliz serie de coincidencias. La vida, por definicin, emerger -si es que lo hace- en aquellos planetas que sean aptos para sostenerla. De no haber presentado la Tierra estas condiciones favorables, cualquier otro planeta en esta u otras galaxias podra hacerlo. De hecho, todos los programas de contacto radio-astronmico con civilizaciones extraterrestres parten del supuesto de as ha sido. De un modo u otro queda claro que, dados los procesos fsicos que conocemos en la naturaleza, no debemos extraarnos de que la vida surja donde sea mxima la probabilidad de su aparicin.

    2. El 'argumento del relojero

    Sin embargo, se replica con frecuencia que las objeciones precedentes slo son vlidas para situaciones locales -como la emersin de la vida en un lugar u otro- mas no lo sera para la cuestin global de por qu existe en el universo el tipo de orden que podemos constatar en las leyes fsicas. Parece razonable postular que toda ordenacin compleja implica una planificacin o diseo, y pasar de ello a inferir la existencia del Creador. Esta versin fuerte del argumento cosmolgico merece una consideracin mucho ms cuidadosa que la anterior, restringida a la adecuacin de nuestro planeta para la vida. El telogo William Paley (1743-1805), en su libro Teologa Natural (1802), compendi esta lnea argumental en uno de los ms contundentes desafos a los escpticos religiosos:

    Supongamos que al pasear por el campo me tropiezo con una piedra y me pregunto cmo lleg hasta all: puedo responder que, dado que no tengo razones para pensar lo contraro, la piedra ha permanecido all desde siempre. No sera quiz fcil demostrar lo absurdo de esta respuesta. Pero supongamos que encontrara un reloj en el suelo y me preguntase cmo lleg hasta all. Difcilmente se podra aceptar la repuesta que he dado antes (es decir, que de acuerdo con mis conocimientos, el reloj podra haber estado eternamente all). Por qu no es aceptable esta repuesta en el caso del reloj si lo es en el de la piedra? (Paley & Paxton, 2003, p. 5)

    De ello el reverendo Paley deduce que el conjunto de los seres vivientes -y el hombre entre ellos- ha sido creado por un diseador inteligente, pues la complejidad de cualquier organismo vivo sobrepasa con creces la del ms perfecto mecanismo de relojera. Ntese que el llamado 'argumento del relojero' consta en realidad de dos partes:

    1) El delicado mecanismo de un reloj, a diferencia de la piedra, no puede deberse tan slo al mero concurso de las fuerzas naturales; ha de ser producto de un diseo deliberado.

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    Evolucin y Diseo Inteligente: una perspectiva lgica

    1. Introduccin: el argumento del diseo csmico

    Entre las discusiones ms profundas e interesantes de las suscitadas por los fundamentos epistemolgicos de la biologa evolutiva, sobresale la controversia entre quienes sostienen que la complejidad de los organismos vivos surge de procesos puramente naturales, y quienes quieren ver en ello una intervencin sobrenatural. Los llamados 'creacionistas' a comienzos del siglo XX se transmutan en los defensores del 'diseo inteligente' a finales de ese mismo siglo y comienzos del siguiente. En ambos casos se trata siempre de buscar argumentos que demuestren la imposibilidad de explicar el orden existente en la naturaleza sin apelar a una actuacin externa y deliberada. Uno de los ms usados se apoya en la presunta excelencia de las leyes naturales, siendo llamado por ello 'argumento cosmolgico'.

    El argumento cosmolgico viene a decirnos, en pocas palabras, que el orden existente en la naturaleza, desde las galaxias hasta las partculas elementales, se debe a la voluntad de un Creador omnipotente. Esta lnea de razonamiento ha variado en el transcurso del tiempo con el objeto de adaptarse a los continuos descubrimientos cientficos. Mas lo que no ha cambiado en ella es la premisa de que 'toda ley precisa un legislador', de la cual se pasa a deducir el resto del argumento. Puede sealarse, para empezar, que esa mxima primordial es de por s defectuosa, en tanto que atribuye a las regularidades de la naturaleza un carcter que no poseen. Las leyes humanas son categricas y normativas mientras que las leyes naturales son hipotticas y descriptivas, y slo por un abuso del lenguaje se acostumbra a usar la expresin 'leyes de la naturaleza'. Los principios de la ciencia son hipotticos en la medida en que se hallan sujetos a permanente revisin y mejora, y son descriptivos porque el cientfico trata nicamente de explicar los hechos cuyo acaecimiento l observa. Los hombres de ciencia no dictan a su antojo qu es lo que ha de ocurrir, y es en ese sentido en el que el trmino 'ley' resulta terriblemente inadecuado. Slo desde el punto de vista de un Dios creador tendra significado hablar de leyes, pues seran las prescripciones de la divinidad las que nosotros interpretaramos como regularidades naturales. Pero justamente es la existencia de Dios lo que se busca probar con base en esas leyes, de lo que se desprende que el argumento cosmolgico disfraza de nuevo un razonamiento circular.

    La exquisitez de la adaptacin entre las condiciones de nuestro planeta y los seres que lo pueblan es, no obstante, muy fcil de parodiar. La vida evoluciona para adaptarse al entorno que la envuelve, as que parece lgico esperar despus de todo que los seres vivos estn tan adaptados a sus circunstancias como en realidad lo estn. Es por esto que sera necio contemplar nuestro mundo de manera finalista y admirarse de lo favorable de sus condiciones para la vida. Desde luego, la distancia al Sol y el clima son los apropiados, la cantidad

    Revista Colombiana de Filosofa de la Ciencia Vol. IX - Nos. 18 y 19 2008 Pgs. 87-106

  • nuestro; entre otras cosas para asegurarnos de que realmente las fuerzas naturales ciegas son incapaces de configurar mecanismos como el de las relojeras.

    Esta respuesta de Hume s que resulta devastadora para la posicin de los adalides del diseo deliberado. No basta, para desacreditarla, recordar que los cientficos hallan convincentes explicaciones basadas en hechos singulares ocurridos una nica vez sobre la Tierra (como la extincin masiva de los dinosaurios por un impacto cometario). Esas explicaciones se admiten porque en ellas, pese a su carcter nico y contingente, no entran en juego poderes sobrenaturales, como s ocurra en el caso de una inteligencia diseadora de las formas vivas. Paley pudo estar en lo cierto al suponer que su argumento implicaba escoger la mejor explicacin disponible, pero su atractivo se basaba en la pura analoga entre elementos -objetos inanimados y seres vivientes- cuya equivalencia esencial no es en absoluto evidente.

    En nuestros das disponemos de una rplica mucho ms inmediata y definitiva para las argucias dialcticas de Paley. No estamos obligados a escoger entre el azar y la benevolencia creativa de un diseador inteligente desde que Darwin nos ilustrara la potencia de la seleccin natural como mecanismo moldeador del cambio en los seres vivos. La seleccin natural acta a modo de relojero ciego, como adujo Richard Dawkins en la celebrrima obra a la que esta expresin dio ttulo (1993). No es fruto del azar la acumulacin de mutaciones beneficiosas para el organismo que las posee, pues en cada etapa del proceso la seleccin natural retiene los cambios ventajosos y elimina los desfavorables. La sucesin de descartes -digmoslo as- permite que finalmente obtengamos la mejor mano posible (no la mejor imaginable) de entre todas las que cabra conseguir con la baraja gentica existente.

    3. El 'diseo inteligente

    El mismo argumento de Paley late bajo las prdicas de los modernos creacionistas, quienes a partir de la dcada de 1990 decidieron presentarse ante el pblico incauto con un aspecto doctrinalmente ms aseado. De nuevo trataron de hacerse pasar por autnticos cientficos, y propugnaron esta vez una curiosa puesta al da de las ideas de Paley, a la que denominaron 'Diseo Inteligente'.

    La hiptesis del Diseo Inteligente se basa en dos premisas relativas a la configuracin del universo y de la vida. La primera de ellas es que algunas estructuras o procesos en la naturaleza se caracterizan por una 'complejidad irreducible', por lo cual no cabe suponer que se originasen mediante pequeos

    91

    2) La materia viva exhibe una complejidad inconmensurablemente mayor que la de un reloj.

    3) Por consiguiente, la vida muestra tambin la huella de una planificacin intencionada atribuible al divino creador.

    El punto primero esconde una extrapolacin injustificada -al menos en tiempos de Paley- sobre la actuacin de las fuerzas naturales. Todo cuanto el telogo britnico hubiese tenido derecho a decir, es que l desconoca un mecanismo por el cual los procesos fsicos, abandonados a s mismos, pudiesen lograr construcciones de complejidad comparable a los entresijos de un buen reloj. Pero an concediendo esto, tampoco es imperativo someterse sin escapatoria a la conclusin de Paley. La refutacin ms famosa del argumento del relojero vino de la pluma del gran filsofo britnico del escepticismo, David Hume (1711-1776). Su respuesta, publicada tras la muerte del filsofo (1776), viene a decir que el razonamiento de Paley obtiene su poder de persuasin de la analoga entre los mecanismos de relojera y los sistemas biolgicos. Ahora bien, las analogas son tanto ms convincentes cuanto ms semejantes resulten los objetos comparados. Y ah reside la clave de su refutacin: los organismos vivos son demasiado diferentes de los relojes para admitir la legitimidad de la analoga en la que Paley se apoya. Luego, al rechazar la premisa, no estamos obligados a aceptar la consecuencia. Hume, empero, no tuvo en cuenta la subjetividad de la decisin sobre cules de las diferencias entre los objetos comparados son relevantes para el propsito de la analoga. Cabra aducir, por ejemplo, que los aspectos que manifiestan la disparidad entre un reloj y un organismo vivo -tantos como se desee- no son verdaderamente pertinentes para el asunto del debate. Y al final el resultado de la controversia volvera a ser materia de gusto y opinin.

    El argumento del relojero no era en realidad tan novedoso en tiempos de Paley y Hume. Ya apareca en la Suma Teolgica de Santo Toms de Aquino (12251274), quien a su vez reuna lneas dialcticas que se remontaban a Platn y Aristteles. En su obra magna, Santo Toms ofreca al lector cinco vas para la deduccin racional de la existencia de Dios, la ltima de las cuales era precisamente una elaboracin de las idea del diseo que ms tarde sera recogida por Paley. El telogo ingls y sus seguidores pensaban que el argumento del diseo consista tan solo en escoger la explicacin ptima, que a su juicio era la del diseador sobrenatural. Hume, cuya agudeza intelectual siempre fue universalmente reconocida, advirti otra debilidad de este argumento en el hecho -ya mencionado al descomponer ms arriba el argumento de Paley- de que la conclusin se funda en un solo caso conocido, el de nuestro planeta. A fin de garantizar que los organismos vivos de nuestro mundo son resultado de un diseo inteligente, deberamos haber comprobado la actuacin de ese mismo diseador en otros mundos con los cuales compara el

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  • nuestro; entre otras cosas para asegurarnos de que realmente las fuerzas naturales ciegas son incapaces de configurar mecanismos como el de las relojeras.

    Esta respuesta de Hume s que resulta devastadora para la posicin de los adalides del diseo deliberado. No basta, para desacreditarla, recordar que los cientficos hallan convincentes explicaciones basadas en hechos singulares ocurridos una nica vez sobre la Tierra (como la extincin masiva de los dinosaurios por un impacto cometario). Esas explicaciones se admiten porque en ellas, pese a su carcter nico y contingente, no entran en juego poderes sobrenaturales, como s ocurra en el caso de una inteligencia diseadora de las formas vivas. Paley pudo estar en lo cierto al suponer que su argumento implicaba escoger la mejor explicacin disponible, pero su atractivo se basaba en la pura analoga entre elementos -objetos inanimados y seres vivientes- cuya equivalencia esencial no es en absoluto evidente.

    En nuestros das disponemos de una rplica mucho ms inmediata y definitiva para las argucias dialcticas de Paley. No estamos obligados a escoger entre el azar y la benevolencia creativa de un diseador inteligente desde que Darwin nos ilustrara la potencia de la seleccin natural como mecanismo moldeador del cambio en los seres vivos. La seleccin natural acta a modo de relojero ciego, como adujo Richard Dawkins en la celebrrima obra a la que esta expresin dio ttulo (1993). No es fruto del azar la acumulacin de mutaciones beneficiosas para el organismo que las posee, pues en cada etapa del proceso la seleccin natural retiene los cambios ventajosos y elimina los desfavorables. La sucesin de descartes -digmoslo as- permite que finalmente obtengamos la mejor mano posible (no la mejor imaginable) de entre todas las que cabra conseguir con la baraja gentica existente.

    3. El 'diseo inteligente

    El mismo argumento de Paley late bajo las prdicas de los modernos creacionistas, quienes a partir de la dcada de 1990 decidieron presentarse ante el pblico incauto con un aspecto doctrinalmente ms aseado. De nuevo trataron de hacerse pasar por autnticos cientficos, y propugnaron esta vez una curiosa puesta al da de las ideas de Paley, a la que denominaron 'Diseo Inteligente'.

    La hiptesis del Diseo Inteligente se basa en dos premisas relativas a la configuracin del universo y de la vida. La primera de ellas es que algunas estructuras o procesos en la naturaleza se caracterizan por una 'complejidad irreducible', por lo cual no cabe suponer que se originasen mediante pequeos

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    2) La materia viva exhibe una complejidad inconmensurablemente mayor que la de un reloj.

    3) Por consiguiente, la vida muestra tambin la huella de una planificacin intencionada atribuible al divino creador.

    El punto primero esconde una extrapolacin injustificada -al menos en tiempos de Paley- sobre la actuacin de las fuerzas naturales. Todo cuanto el telogo britnico hubiese tenido derecho a decir, es que l desconoca un mecanismo por el cual los procesos fsicos, abandonados a s mismos, pudiesen lograr construcciones de complejidad comparable a los entresijos de un buen reloj. Pero an concediendo esto, tampoco es imperativo someterse sin escapatoria a la conclusin de Paley. La refutacin ms famosa del argumento del relojero vino de la pluma del gran filsofo britnico del escepticismo, David Hume (1711-1776). Su respuesta, publicada tras la muerte del filsofo (1776), viene a decir que el razonamiento de Paley obtiene su poder de persuasin de la analoga entre los mecanismos de relojera y los sistemas biolgicos. Ahora bien, las analogas son tanto ms convincentes cuanto ms semejantes resulten los objetos comparados. Y ah reside la clave de su refutacin: los organismos vivos son demasiado diferentes de los relojes para admitir la legitimidad de la analoga en la que Paley se apoya. Luego, al rechazar la premisa, no estamos obligados a aceptar la consecuencia. Hume, empero, no tuvo en cuenta la subjetividad de la decisin sobre cules de las diferencias entre los objetos comparados son relevantes para el propsito de la analoga. Cabra aducir, por ejemplo, que los aspectos que manifiestan la disparidad entre un reloj y un organismo vivo -tantos como se desee- no son verdaderamente pertinentes para el asunto del debate. Y al final el resultado de la controversia volvera a ser materia de gusto y opinin.

    El argumento del relojero no era en realidad tan novedoso en tiempos de Paley y Hume. Ya apareca en la Suma Teolgica de Santo Toms de Aquino (12251274), quien a su vez reuna lneas dialcticas que se remontaban a Platn y Aristteles. En su obra magna, Santo Toms ofreca al lector cinco vas para la deduccin racional de la existencia de Dios, la ltima de las cuales era precisamente una elaboracin de las idea del diseo que ms tarde sera recogida por Paley. El telogo ingls y sus seguidores pensaban que el argumento del diseo consista tan solo en escoger la explicacin ptima, que a su juicio era la del diseador sobrenatural. Hume, cuya agudeza intelectual siempre fue universalmente reconocida, advirti otra debilidad de este argumento en el hecho -ya mencionado al descomponer ms arriba el argumento de Paley- de que la conclusin se funda en un solo caso conocido, el de nuestro planeta. A fin de garantizar que los organismos vivos de nuestro mundo son resultado de un diseo inteligente, deberamos haber comprobado la actuacin de ese mismo diseador en otros mundos con los cuales compara el

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    opinin, la ciencia puede inferir la actuacin de un diseador en la naturaleza, pero ello no la faculta para determinar la clase de entidad inteligente responsable del diseo.

    William Dembski, matemtico y filsofo asociado con el Discovery Institute de la escuela de Diseo Inteligente, sostiene que debemos aplicar un criterio de seleccin -l utiliza la palabra 'filtro'- a todo proceso natural que consiste, esencialmente, en dos preguntas. La primera de ellas es si el proceso en cuestin se puede explicar con nuestro conocimiento actual de las leyes naturales. Cuando la respuesta es negativa pasamos al siguiente estadio, que sera el intento de explicarlo como un incidente al azar, una desviacin ocasional de las leyes establecidas por la ciencia. Si la tentativa es nuevamente infructuosa, arguye Dembski, nos veremos forzados a reconocer en ese aspecto de la naturaleza la huella de un diseador inteligente dotado de intenciones conscientes (1998).

    Se trata una vez ms de la tan manida falacia lgica de considerar que la ausencia de pruebas es prueba de ausencia: de nuestra ignorancia actual sobre la explicacin de un fenmeno no se sigue necesariamente que dicho fenmeno sea inexplicable en s o producto de un diseo consciente. El conocimiento cientfico que la humanidad acumula sobre la naturaleza aumenta de continuo, y asimismo sucede con los procesos evolutivos. Todo cuanto sabemos hasta ahora apunta en la misma direccin: la evolucin es una propiedad bsica de todos los organismos vivientes, que transcurre durante extenssimos perodos de tiempo a lo largo de generaciones en toda poblacin de individuos con variacin gentica, por medio de una combinacin de alteraciones fortuitos en el material gentico y de procesos altamente selectivos -no aleatorios- como la seleccin natural. Los cambios posibles en cualquier instante se hallan restringidos y encausados por la historia previa de cambios evolutivos ya acaecidos. Pero las variaciones futuras carecen de una orientacin predeterminada, pues el cambio evolutivo se da con total autonoma dentro de sus propios mecanismos, sin necesidad de apelar a la intervencin externa de un diseador inteligente.

    Los especialistas conocen muy bien la enorme complejidad que los mecanismos evolutivos naturales pueden generar, sin que haya motivos para pensar que la complejidad de los sistemas moleculares sea de distinta ndole. Tanto Dembski como Behe admiten que la evolucin pueda ser responsable de las caractersticas de la vida en todos los niveles de organizacin, con excepcin del nivel molecular interno a las clulas. Pero su error metodolgico es el mismo: incapaces de concebir las magnificente complejidad del mundo natural sin una intervencin intencionada, tratan de imponerle sus ideas preconcebidas de una creacin divina bajo el manto del diseo inteligente. El hecho de que la

    cambios a travs de largos perodos de tiempo. Su segundo postulado consiste en que algunas estructuras o procesos existentes en la naturaleza son expresiones de una 'programacin especfica compleja' que solamente puede ser debida a una entidad planificadora con inteligencia. Fundamentado en estas ideas, Michael Behe, profesor de bioqumica en la Universidad de Lehigh, escribi La caja negra de Darwin (1996). La buena acogida que disfrut por parte de un sector de la crtica y el engaoso atractivo de sus argumentos lo convirtieron en un xito de ventas entre un pblico mayoritariamente indocto en cuestiones biolgicas. Es entonces cuando podemos situar el comienzo de la contienda entre los defensores del Diseo Inteligente y el evolucionismo cientfico.

    Behe pertenece a ese sector de los creacionistas que dicen no rechazar la teora de la evolucin en su totalidad. Acepta, por ejemplo, la evidencia de cambios evolutivos de pequea escala que se dan continuamente con el paso de las generaciones en las poblaciones de cualquier especie, a partir de la seleccin de mutaciones y recombinaciones genticas. Pero encuentra un escollo insalvable para la evolucin en el mbito de la bioqumica molecular. Behe se maravilla ante la complejidad de las delicadas arquitecturas moleculares que se conciertan en el interior de las clulas para producir, digamos, la secuencia de reacciones qumicas encadenadas responsables del movimiento del flagelo en los espermatozoides, o la sucesin de reacciones qumicas coordinadas que obran en la coagulacin sangunea.

    Behe aduce que estos procesos moleculares altamente complejos no pueden ser un mero resultado de mecanismos evolutivos aleatorios. A su parecer, la existencia de tan exquisita complejidad es en s misma una evidencia concreta de diseo inteligente. O en otras palabras, una inteligencia consciente (entindase esta expresin en el sentido de bsicamente un 'poder sobrenatural') hubo de intervenir en algn instante con el propsito de crear este grado de complejidad en los organismos vivos.

    La nocin bsica de estos nuevos creacionistas -expuesta con brillantez en el libro de Behe- es la complejidad irreducible antes mencionada. Muy sucintamente explicada, esta idea concierne al tipo de complejidad molecular y bioqumica que poseen los seres vivos, supuestamente inexplicable sobre la nica base de variaciones aleatorias y seleccin natural, la cual sera la explicacin darwinista ms simple.

    Slo cabe deducir de ello, concluye Behe, que tales sistemas existen porque son el resultado de una intencionalidad consciente capaz de disear su estructura y proporcionarles su complejidad inherente. Con un amago de prudencia, quizs no del todo sincera, este autor finaliza en este punto su razonamiento. En su

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    opinin, la ciencia puede inferir la actuacin de un diseador en la naturaleza, pero ello no la faculta para determinar la clase de entidad inteligente responsable del diseo.

    William Dembski, matemtico y filsofo asociado con el Discovery Institute de la escuela de Diseo Inteligente, sostiene que debemos aplicar un criterio de seleccin -l utiliza la palabra 'filtro'- a todo proceso natural que consiste, esencialmente, en dos preguntas. La primera de ellas es si el proceso en cuestin se puede explicar con nuestro conocimiento actual de las leyes naturales. Cuando la respuesta es negativa pasamos al siguiente estadio, que sera el intento de explicarlo como un incidente al azar, una desviacin ocasional de las leyes establecidas por la ciencia. Si la tentativa es nuevamente infructuosa, arguye Dembski, nos veremos forzados a reconocer en ese aspecto de la naturaleza la huella de un diseador inteligente dotado de intenciones conscientes (1998).

    Se trata una vez ms de la tan manida falacia lgica de considerar que la ausencia de pruebas es prueba de ausencia: de nuestra ignorancia actual sobre la explicacin de un fenmeno no se sigue necesariamente que dicho fenmeno sea inexplicable en s o producto de un diseo consciente. El conocimiento cientfico que la humanidad acumula sobre la naturaleza aumenta de continuo, y asimismo sucede con los procesos evolutivos. Todo cuanto sabemos hasta ahora apunta en la misma direccin: la evolucin es una propiedad bsica de todos los organismos vivientes, que transcurre durante extenssimos perodos de tiempo a lo largo de generaciones en toda poblacin de individuos con variacin gentica, por medio de una combinacin de alteraciones fortuitos en el material gentico y de procesos altamente selectivos -no aleatorios- como la seleccin natural. Los cambios posibles en cualquier instante se hallan restringidos y encausados por la historia previa de cambios evolutivos ya acaecidos. Pero las variaciones futuras carecen de una orientacin predeterminada, pues el cambio evolutivo se da con total autonoma dentro de sus propios mecanismos, sin necesidad de apelar a la intervencin externa de un diseador inteligente.

    Los especialistas conocen muy bien la enorme complejidad que los mecanismos evolutivos naturales pueden generar, sin que haya motivos para pensar que la complejidad de los sistemas moleculares sea de distinta ndole. Tanto Dembski como Behe admiten que la evolucin pueda ser responsable de las caractersticas de la vida en todos los niveles de organizacin, con excepcin del nivel molecular interno a las clulas. Pero su error metodolgico es el mismo: incapaces de concebir las magnificente complejidad del mundo natural sin una intervencin intencionada, tratan de imponerle sus ideas preconcebidas de una creacin divina bajo el manto del diseo inteligente. El hecho de que la

    cambios a travs de largos perodos de tiempo. Su segundo postulado consiste en que algunas estructuras o procesos existentes en la naturaleza son expresiones de una 'programacin especfica compleja' que solamente puede ser debida a una entidad planificadora con inteligencia. Fundamentado en estas ideas, Michael Behe, profesor de bioqumica en la Universidad de Lehigh, escribi La caja negra de Darwin (1996). La buena acogida que disfrut por parte de un sector de la crtica y el engaoso atractivo de sus argumentos lo convirtieron en un xito de ventas entre un pblico mayoritariamente indocto en cuestiones biolgicas. Es entonces cuando podemos situar el comienzo de la contienda entre los defensores del Diseo Inteligente y el evolucionismo cientfico.

    Behe pertenece a ese sector de los creacionistas que dicen no rechazar la teora de la evolucin en su totalidad. Acepta, por ejemplo, la evidencia de cambios evolutivos de pequea escala que se dan continuamente con el paso de las generaciones en las poblaciones de cualquier especie, a partir de la seleccin de mutaciones y recombinaciones genticas. Pero encuentra un escollo insalvable para la evolucin en el mbito de la bioqumica molecular. Behe se maravilla ante la complejidad de las delicadas arquitecturas moleculares que se conciertan en el interior de las clulas para producir, digamos, la secuencia de reacciones qumicas encadenadas responsables del movimiento del flagelo en los espermatozoides, o la sucesin de reacciones qumicas coordinadas que obran en la coagulacin sangunea.

    Behe aduce que estos procesos moleculares altamente complejos no pueden ser un mero resultado de mecanismos evolutivos aleatorios. A su parecer, la existencia de tan exquisita complejidad es en s misma una evidencia concreta de diseo inteligente. O en otras palabras, una inteligencia consciente (entindase esta expresin en el sentido de bsicamente un 'poder sobrenatural') hubo de intervenir en algn instante con el propsito de crear este grado de complejidad en los organismos vivos.

    La nocin bsica de estos nuevos creacionistas -expuesta con brillantez en el libro de Behe- es la complejidad irreducible antes mencionada. Muy sucintamente explicada, esta idea concierne al tipo de complejidad molecular y bioqumica que poseen los seres vivos, supuestamente inexplicable sobre la nica base de variaciones aleatorias y seleccin natural, la cual sera la explicacin darwinista ms simple.

    Slo cabe deducir de ello, concluye Behe, que tales sistemas existen porque son el resultado de una intencionalidad consciente capaz de disear su estructura y proporcionarles su complejidad inherente. Con un amago de prudencia, quizs no del todo sincera, este autor finaliza en este punto su razonamiento. En su

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    Evolucin y Diseo Inteligente: una perspectiva lgica Revista Colombiana de Filosofa de la Ciencia Vol. IX - Nos. 18 y 19 2008 Pgs. 87-106

  • sola vez. Adems, aade Behe, la evolucin tampoco puede generar sistemas irreduciblemente complejos en etapas sucesivas a lo largo del tiempo, dado que la seleccin natural slo permite sistemas que son completamente funcionales en cada momento. Un sistema bioqumico que no tenga todos sus ingredientes necesarios perfectamente organizados, no funcionar y la seleccin natural lo eliminar, afirma Behe.

    Aunque algo de este asunto ya se coment al tratar los mecanismos embriolgicos y la teora del equilibrio interrumpido en la formacin de las especies, nuestros conocimientos actuales sobre evolucin demuestran que los sistemas complejos con nuevas funciones, suelen evolucionar de sistemas menos complejos con funciones diferentes. El argumento de todos los simpatizantes del diseo -desde el reverendo Paley hasta Behe o Dembski- no se sostiene puesto que la seleccin natural pudo haber preservado los componentes preliminares de cualquier sistema biolgico cuando tenan funciones distintas a las que desempearan ms adelante como parte de un organismo ms evolucionado. Las variaciones genticas previas pueden generar funciones limitadas pero ventajosas para los organismos, como una versin primitiva de lo que ms adelante sera un carcter complejo, o modelar caracteres que cumplan funciones enteramente distintas.

    Acogindonos al ejemplo que Behe nos propone, lo cierto es que algunas protenas del flagelo en los espermatozoides s resultan funcionales separadas de ese orgnulo; numerosas bacterias las utilizan para inyectar toxinas en otras clulas. Es decir, la seleccin natural pudo operar sobre estas protenas cuando realizaban funciones distintas de las que luego acabaron desempeando en el flagelo espermatozoidal. Igualmente ocurre con las protenas de coagulacin sangunea, las cuales provienen por modificacin evolutiva de versiones similares que aparecen en el sistema digestivo. Precisamente en relacin con ello, un equipo investigador del Centro de Gentica Molecular de la Universidad de California en san Diego (La Jolla), publico en 2003 un magnfico trabajo donde demostraban el curso evolutivo que duplic, modific y reasign estas protenas hasta constituir el sistema de coagulacin sangunea en los vertebrados (Jiang y Doolittle, 2003). Asimismo, es posible mostrar el modo en que las protenas evolucionaron hasta ser capaces de desplazarse y transportar productos metablicos dentro de los compartimentos celulares (Rothman, 1996), en contra de las expectativas de Behe.

    4. Adaptacin y diseo

    Si los minuciosos ensamblajes que requiere un mecanismo de relojera como el del ejemplo de Paley constituyen una prueba abrumadora de diseo inteligente, qu decir, pues, de la tremendamente ms compleja organizacin que impera

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    naturaleza nos parezca maravillosa en su funcionamiento y complejidad, no nos obliga adjudicarle un origen sobrenatural.

    Behe y Dembski tambin especulan con la posibilidad de que el diseador inteligente -fuera ello lo que fuese- insertase en las primeras clulas vivas sobre la Tierra la informacin molecular necesaria para llegar a construir con el tiempo todos los sistemas bioqumicos complejos que hoy existen en diferentes organismos. Desde ese punto de vista se supone que la informacin gentica preinstalada (a la cual no se recurrira durante cientos de millones de aos) permaneci en estado latente gracias al control de un gen regulador, como los que activan y desactivan multitud de mecanismos genticos o celulares. El defecto fatal de esta hiptesis se relaciona con las mutaciones fortuitas que inevitablemente sufre el material hereditario cuando se transmite de generacin en generacin.

    La acumulacin a largo plazo de esas mutaciones altera las instrucciones genticas bsicas de cualquier organismo con respecto a las de sus predecesores remotos. Es ms, se sabe por experiencias de laboratorio que los genes reguladores inactivos -como el imaginado por estos autores- muestran una tasa de mutacin ms elevada que los genes activos. Esta mayor velocidad de cambio en los genes inactivos tiene una sencilla explicacin evolutiva: la seleccin natural no acta sobre modificaciones en genes latentes que todava no se expresan en un organismo, ya que esos cambios no repercuten en ventajas ni desventajas competitivas. En consecuencia, si un diseador inteligente hubiese preprogramado la informacin necesaria hace ms de cuatro mil millones de aos en los primeros organismos vivos, dejando despus que la evolucin procediera segn su curso, es del todo imposible que las instrucciones genticas asociadas con la complejidad bioqumica posterior se hubiera conservado intacta en su estado original.

    Los organismos irreduciblemente complejos son aquellos que requieren unos componentes mnimos para ser funcionales, de modo que la ausencia o descoordinacin de uno solo de esos componentes torna inservible el sistema en su conjunto. A ojos de estos nuevos creacionistas, esa complejidad irreducible constituye el testimonio de cargo a favor de un diseo inteligente. En su opinin, las mutaciones aleatorias jams podran haber engendrado todos los componentes de un sistema complejo, y sus interacciones finamente concertadas, al mismo tiempo. Y exponen un ejemplo seductor: si un aspecto del metabolismo celular necesita, digamos, diez reacciones qumicas sincronizadas para cumplir una funcin, no puede haber evolucionado a partir de una secuencia con ocho o nueve etapas de reaccin, porque ese sistema precursor simplemente no funcionara. Es por ello inconcebible que ocurran suficientes mutaciones al azar para configurar un sistema tan complejo de una

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  • sola vez. Adems, aade Behe, la evolucin tampoco puede generar sistemas irreduciblemente complejos en etapas sucesivas a lo largo del tiempo, dado que la seleccin natural slo permite sistemas que son completamente funcionales en cada momento. Un sistema bioqumico que no tenga todos sus ingredientes necesarios perfectamente organizados, no funcionar y la seleccin natural lo eliminar, afirma Behe.

    Aunque algo de este asunto ya se coment al tratar los mecanismos embriolgicos y la teora del equilibrio interrumpido en la formacin de las especies, nuestros conocimientos actuales sobre evolucin demuestran que los sistemas complejos con nuevas funciones, suelen evolucionar de sistemas menos complejos con funciones diferentes. El argumento de todos los simpatizantes del diseo -desde el reverendo Paley hasta Behe o Dembski- no se sostiene puesto que la seleccin natural pudo haber preservado los componentes preliminares de cualquier sistema biolgico cuando tenan funciones distintas a las que desempearan ms adelante como parte de un organismo ms evolucionado. Las variaciones genticas previas pueden generar funciones limitadas pero ventajosas para los organismos, como una versin primitiva de lo que ms adelante sera un carcter complejo, o modelar caracteres que cumplan funciones enteramente distintas.

    Acogindonos al ejemplo que Behe nos propone, lo cierto es que algunas protenas del flagelo en los espermatozoides s resultan funcionales separadas de ese orgnulo; numerosas bacterias las utilizan para inyectar toxinas en otras clulas. Es decir, la seleccin natural pudo operar sobre estas protenas cuando realizaban funciones distintas de las que luego acabaron desempeando en el flagelo espermatozoidal. Igualmente ocurre con las protenas de coagulacin sangunea, las cuales provienen por modificacin evolutiva de versiones similares que aparecen en el sistema digestivo. Precisamente en relacin con ello, un equipo investigador del Centro de Gentica Molecular de la Universidad de California en san Diego (La Jolla), publico en 2003 un magnfico trabajo donde demostraban el curso evolutivo que duplic, modific y reasign estas protenas hasta constituir el sistema de coagulacin sangunea en los vertebrados (Jiang y Doolittle, 2003). Asimismo, es posible mostrar el modo en que las protenas evolucionaron hasta ser capaces de desplazarse y transportar productos metablicos dentro de los compartimentos celulares (Rothman, 1996), en contra de las expectativas de Behe.

    4. Adaptacin y diseo

    Si los minuciosos ensamblajes que requiere un mecanismo de relojera como el del ejemplo de Paley constituyen una prueba abrumadora de diseo inteligente, qu decir, pues, de la tremendamente ms compleja organizacin que impera

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    naturaleza nos parezca maravillosa en su funcionamiento y complejidad, no nos obliga adjudicarle un origen sobrenatural.

    Behe y Dembski tambin especulan con la posibilidad de que el diseador inteligente -fuera ello lo que fuese- insertase en las primeras clulas vivas sobre la Tierra la informacin molecular necesaria para llegar a construir con el tiempo todos los sistemas bioqumicos complejos que hoy existen en diferentes organismos. Desde ese punto de vista se supone que la informacin gentica preinstalada (a la cual no se recurrira durante cientos de millones de aos) permaneci en estado latente gracias al control de un gen regulador, como los que activan y desactivan multitud de mecanismos genticos o celulares. El defecto fatal de esta hiptesis se relaciona con las mutaciones fortuitas que inevitablemente sufre el material hereditario cuando se transmite de generacin en generacin.

    La acumulacin a largo plazo de esas mutaciones altera las instrucciones genticas bsicas de cualquier organismo con respecto a las de sus predecesores remotos. Es ms, se sabe por experiencias de laboratorio que los genes reguladores inactivos -como el imaginado por estos autores- muestran una tasa de mutacin ms elevada que los genes activos. Esta mayor velocidad de cambio en los genes inactivos tiene una sencilla explicacin evolutiva: la seleccin natural no acta sobre modificaciones en genes latentes que todava no se expresan en un organismo, ya que esos cambios no repercuten en ventajas ni desventajas competitivas. En consecuencia, si un diseador inteligente hubiese preprogramado la informacin necesaria hace ms de cuatro mil millones de aos en los primeros organismos vivos, dejando despus que la evolucin procediera segn su curso, es del todo imposible que las instrucciones genticas asociadas con la complejidad bioqumica posterior se hubiera conservado intacta en su estado original.

    Los organismos irreduciblemente complejos son aquellos que requieren unos componentes mnimos para ser funcionales, de modo que la ausencia o descoordinacin de uno solo de esos componentes torna inservible el sistema en su conjunto. A ojos de estos nuevos creacionistas, esa complejidad irreducible constituye el testimonio de cargo a favor de un diseo inteligente. En su opinin, las mutaciones aleatorias jams podran haber engendrado todos los componentes de un sistema complejo, y sus interacciones finamente concertadas, al mismo tiempo. Y exponen un ejemplo seductor: si un aspecto del metabolismo celular necesita, digamos, diez reacciones qumicas sincronizadas para cumplir una funcin, no puede haber evolucionado a partir de una secuencia con ocho o nueve etapas de reaccin, porque ese sistema precursor simplemente no funcionara. Es por ello inconcebible que ocurran suficientes mutaciones al azar para configurar un sistema tan complejo de una

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  • sencillez engaosa de las tergiversaciones premeditadas. La causa misma de Big Bang est sujeta a controversias, aunque ya se apuntan soluciones plausibles. Dado que al retroceder en el tiempo el tamao del universo disminuye hasta el nivel subatmico, caemos bajo la jurisdiccin de la mecnica cuntica, regin sta de la fsica en la que el concepto clsico de causacin se halla ausente. En la fsica cuntica las relaciones tpicas de causa-efecto carecen de significado salvo en un sentido muy restrictivo. Es por esto que no sera sorprendente que el origen mismo del universo entrase en esa categora de sucesos que no precisan causa alguna, por muy duro de aceptar que ello fuese para nuestros hbitos mentales.

    Una controvertida aproximacin al problema del orden csmico nos lo suministra el denominado 'principio antrpico'. Este principio, en su versin ms aceptada, puede considerarse como una extensin de lo discutido con respecto a la adaptacin de la vida en nuestro planeta; lo que ocurre es que dicha argumentacin se ampla en el intento de abarcar la relacin del hombre con el cosmos. En sntesis, el principio antrpico enuncia que el universo resulta ser tal como es porque si fuese de otro modo no estaramos aqu para asombrarnos de su ordenamiento. En efecto, un universo organizado conforme a las leyes fsicas que conocemos permite la aparicin de vida inteligente en algn lugar o lugares de su interior bajo ciertas condiciones. Esta vida inteligente evolucionar con el tiempo hasta alcanzar un nivel intelectual que la capacite para preguntarse por la ordenacin csmica. De idntico modo como no nos sorprenderamos de que la vida estuviese tan bien acoplada a las condiciones de la Tierra (puesto que de ser otras las condiciones no hubiese surgido la vida en el planeta), tampoco debemos hacerlo al contemplar el universo en su conjunto. Se trata del mismo razonamiento: no es que el cosmos est proyectado con el fin de albergarnos; es que debido a esas circunstancias favorables ha podido brotar la vida en algn momento.

    A poco que se examine es fcil comprender que el principio antrpico es una simple tautologa: una proposicin cuyo predicado se deduce del sujeto. Ya que la vida slo surge bajo determinados requisitos, no parece tan intrigante que cuando lo haga se constate que el universo en el que habita es precisamente del tipo que satisface sus necesidades. Expresado de una forma que aclare mejor la tautologa subyacente, cabra decir que el universo en el que estamos viviendo es justamente el universo en el vivimos. Un mundo en el que las estrellas y los planetas no llegasen a constituirse, en el que la gravedad fuese mucho ms fuerte o el electromagnetismo mucho ms dbil, o en el que las partculas elementales resultasen altamente inestables, difcilmente habra llegado a ser asiento para cualquier tipo de vida. En esos hipotticos universos no habra nadie que se interrogase acerca del origen y la motivacin de las leyes fsicas, por lo cual nuestra inquietud por estas cuestiones aparenta ser un tanto

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    en el universo?, no ser tambin producto de un intelecto superlativamente sabio? La respuesta que muchos daran a este interrogante sera un completo asentimiento, pero conviene estudiar las cosas con mayor prevencin antes de pronunciarse de manera definitiva. Un examen minucioso nos descubre en primer lugar que esta argumentacin procede por analoga: puesto que todos los mecanismos complicados que conocemos han sido proyectados por una mente, lo mismo ha de ocurrir con los sistemas fsicos.

    Las analogas siempre son arriesgadas ya que se basan en una semejanza ms o menos incompleta. Un buen ejemplo de este equvoco lo encontramos en que los creacionistas sealan que el origen del universo, segn la moderna teora del Big Bang ('Gran Explosin'), no resulta entendible sin la intervencin divina. Si el Big Bang hubiese sido catico -cual sera de esperar en una explosin incontrolada- difcilmente hubiese producido ms que desorden y desorganizacin, se nos dice. Las explosiones naturales slo engendran ruina y devastacin, no el esplendoroso ordenamiento del universo, por lo cual -sigue el razonamiento- no podemos menos que atribuir un origen sobrenatural al Big Bang.

    La nocin de desorden se describe cientficamente mediante una magnitud llamada entropa, que es proporcional al grado de desorganizacin de un sistema fsico; esto es, a mayor desorden, mayor entropa. De acuerdo con esto los creacionistas pareceran estar cargados de razones, de no ser porque la extrapolacin que lleva de las explosiones ordinarias al Big Bang es un fraude argumental. La explosin primigenia que dio lugar al universo entero fue un acontecimiento singular con caractersticas propias que no puede enjuiciarse con los patrones de nuestro sentido comn. En el Big Bang, en efecto, se dio un estado de mnima entropa a pesar de la inconcebible violencia del estallido, a causa de la gravitacin. Los resultados de aumento entrpico a los que nos tiene acostumbrados nuestro entorno diario no son trasladables al Big Bang por la simple razn de que en los sistemas fsicos comunes, cuyo estudio origin la ley de la entropa, los efectos gravitacionales son irrelevantes. En estos casos -gases que se expanden, motores que se enfran, mquinas que se desgastan- el efecto de la gravedad es nfimo si se compara con otros como la dispersin

    2trmica, las fricciones, etc. Empero, la interaccin gravitacional compens la entropa del equilibrio trmico inicial y posibilit la aparicin de un cosmos como el que hoy conocemos.

    Este es un bosquejo a grandes rasgos de lo que sucedi, por supuesto, pero evidencia cunto ms costoso resulta comprender la realidad frente a la

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    2 Concretando para los expertos, seran los grados de libertad asociados a la curvatura conforme de Weyl.

    Evolucin y Diseo Inteligente: una perspectiva lgica Revista Colombiana de Filosofa de la Ciencia Vol. IX - Nos. 18 y 19 2008 Pgs. 87-106

  • sencillez engaosa de las tergiversaciones premeditadas. La causa misma de Big Bang est sujeta a controversias, aunque ya se apuntan soluciones plausibles. Dado que al retroceder en el tiempo el tamao del universo disminuye hasta el nivel subatmico, caemos bajo la jurisdiccin de la mecnica cuntica, regin sta de la fsica en la que el concepto clsico de causacin se halla ausente. En la fsica cuntica las relaciones tpicas de causa-efecto carecen de significado salvo en un sentido muy restrictivo. Es por esto que no sera sorprendente que el origen mismo del universo entrase en esa categora de sucesos que no precisan causa alguna, por muy duro de aceptar que ello fuese para nuestros hbitos mentales.

    Una controvertida aproximacin al problema del orden csmico nos lo suministra el denominado 'principio antrpico'. Este principio, en su versin ms aceptada, puede considerarse como una extensin de lo discutido con respecto a la adaptacin de la vida en nuestro planeta; lo que ocurre es que dicha argumentacin se ampla en el intento de abarcar la relacin del hombre con el cosmos. En sntesis, el principio antrpico enuncia que el universo resulta ser tal como es porque si fuese de otro modo no estaramos aqu para asombrarnos de su ordenamiento. En efecto, un universo organizado conforme a las leyes fsicas que conocemos permite la aparicin de vida inteligente en algn lugar o lugares de su interior bajo ciertas condiciones. Esta vida inteligente evolucionar con el tiempo hasta alcanzar un nivel intelectual que la capacite para preguntarse por la ordenacin csmica. De idntico modo como no nos sorprenderamos de que la vida estuviese tan bien acoplada a las condiciones de la Tierra (puesto que de ser otras las condiciones no hubiese surgido la vida en el planeta), tampoco debemos hacerlo al contemplar el universo en su conjunto. Se trata del mismo razonamiento: no es que el cosmos est proyectado con el fin de albergarnos; es que debido a esas circunstancias favorables ha podido brotar la vida en algn momento.

    A poco que se examine es fcil comprender que el principio antrpico es una simple tautologa: una proposicin cuyo predicado se deduce del sujeto. Ya que la vida slo surge bajo determinados requisitos, no parece tan intrigante que cuando lo haga se constate que el universo en el que habita es precisamente del tipo que satisface sus necesidades. Expresado de una forma que aclare mejor la tautologa subyacente, cabra decir que el universo en el que estamos viviendo es justamente el universo en el vivimos. Un mundo en el que las estrellas y los planetas no llegasen a constituirse, en el que la gravedad fuese mucho ms fuerte o el electromagnetismo mucho ms dbil, o en el que las partculas elementales resultasen altamente inestables, difcilmente habra llegado a ser asiento para cualquier tipo de vida. En esos hipotticos universos no habra nadie que se interrogase acerca del origen y la motivacin de las leyes fsicas, por lo cual nuestra inquietud por estas cuestiones aparenta ser un tanto

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    en el universo?, no ser tambin producto de un intelecto superlativamente sabio? La respuesta que muchos daran a este interrogante sera un completo asentimiento, pero conviene estudiar las cosas con mayor prevencin antes de pronunciarse de manera definitiva. Un examen minucioso nos descubre en primer lugar que esta argumentacin procede por analoga: puesto que todos los mecanismos complicados que conocemos han sido proyectados por una mente, lo mismo ha de ocurrir con los sistemas fsicos.

    Las analogas siempre son arriesgadas ya que se basan en una semejanza ms o menos incompleta. Un buen ejemplo de este equvoco lo encontramos en que los creacionistas sealan que el origen del universo, segn la moderna teora del Big Bang ('Gran Explosin'), no resulta entendible sin la intervencin divina. Si el Big Bang hubiese sido catico -cual sera de esperar en una explosin incontrolada- difcilmente hubiese producido ms que desorden y desorganizacin, se nos dice. Las explosiones naturales slo engendran ruina y devastacin, no el esplendoroso ordenamiento del universo, por lo cual -sigue el razonamiento- no podemos menos que atribuir un origen sobrenatural al Big Bang.

    La nocin de desorden se describe cientficamente mediante una magnitud llamada entropa, que es proporcional al grado de desorganizacin de un sistema fsico; esto es, a mayor desorden, mayor entropa. De acuerdo con esto los creacionistas pareceran estar cargados de razones, de no ser porque la extrapolacin que lleva de las explosiones ordinarias al Big Bang es un fraude argumental. La explosin primigenia que dio lugar al universo entero fue un acontecimiento singular con caractersticas propias que no puede enjuiciarse con los patrones de nuestro sentido comn. En el Big Bang, en efecto, se dio un estado de mnima entropa a pesar de la inconcebible violencia del estallido, a causa de la gravitacin. Los resultados de aumento entrpico a los que nos tiene acostumbrados nuestro entorno diario no son trasladables al Big Bang por la simple razn de que en los sistemas fsicos comunes, cuyo estudio origin la ley de la entropa, los efectos gravitacionales son irrelevantes. En estos casos -gases que se expanden, motores que se enfran, mquinas que se desgastan- el efecto de la gravedad es nfimo si se compara con otros como la dispersin

    2trmica, las fricciones, etc. Empero, la interaccin gravitacional compens la entropa del equilibrio trmico inicial y posibilit la aparicin de un cosmos como el que hoy conocemos.

    Este es un bosquejo a grandes rasgos de lo que sucedi, por supuesto, pero evidencia cunto ms costoso resulta comprender la realidad frente a la

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    2 Concretando para los expertos, seran los grados de libertad asociados a la curvatura conforme de Weyl.

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  • primera vista pareca. En primera instancia podemos dividir las concepciones de la probabilidad en dos grandes grupos: estadstica e incertidumbre. El concepto estadstico de probabilidad es el mejor conocido de los dos y el susceptible de ser formulado con mayor precisin.

    Segn la clebre definicin de Laplace, la probabilidad de un suceso vienen dada el cociente del nmero de casos favorables en los que el suceso podra darse, entre el nmero de casos posibles que podran acaecer ocurriese o no el suceso deseado. Si una baraja contiene cincuenta y dos cartas, por ejemplo, y queremos saber la probabilidad de sacar un siete de copas, es fcil calcular que se trata de uno entre cincuenta y dos. Solo hay un siete de copas (caso favorable) mientras que tenemos un total de cincuenta y dos cartas extrables (total de casos posibles) salga lo que salga. Esta es la definicin laplaciana de probabilidad apriorstica. En otras ocasiones no nos es dado conocer el nmero de casos posibles, favorables o no, con lo que debemos emprender otra estrategia. Es entonces cuando procedemos a realizar numerosos ensayos y calculamos la frecuencia con que ocurre el suceso deseado. De no saber, siguiendo con el ejemplo anterior, el nmero de cartas que compone el total de la baraja ni la cantidad de sietes que sta contiene, habramos de efectuar un gran nmero de extracciones (cuanto ms grande mejor), a tenor de lo cual calcularamos el cociente del total de veces que sale un siete en relacin al nmero de extracciones llevadas a cabo. En teora, y para una serie muy grande de ensayos, comprobaramos que el siete de copas aparece con bastante aproximacin una vez de cada cincuenta y dos. A esto se le llama la frecuencia relativa del suceso tratado.

    Hasta aqu todo va bien, en tanto que nos movemos en el terreno de la probabilidad estadstica con la esplndida pulcritud de la que goza toda rama de las matemticas. Pero cuando abandonamos las pulidas abstracciones de la teora para adentrarnos en la prctica, nos vemos inmersos en un panorama muy distinto. En la vida cotidiana es palmario que todos nos sentimos ms seguros de unas proposiciones que de otras: lo cierto es que se da entre nuestras creencias una relacin que podra denominarse 'grado de credibilidad' o 'grado de incertidumbre', a la que con frecuencia se llama equivocadamente probabilidad. Si alguien que trata de hacer negocios con l nos interroga sobre la fama de honradez de nuestro amigo Jos Prez, responderemos: Es muy probablemente cierta. La expresin 'probablemente cierta' usada aqu no guarda ms que una remota relacin con el sentido matemtico de la probabilidad. En realidad contestamos con base en una estimacin subjetiva de nuestros conocimientos y creencias, todos ellos a su vez sujetos a su propia incertidumbre. De las cosas que nos parecen altamente crebles decimos que son 'muy probables' y viceversa, independientemente del significado matemtico de la nocin de probabilidad.

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    provinciana cuando de contempla desde una perspectiva ms amplia. Por otro lado, el hecho de que el principio antrpico demuestre ser tautolgico no supone en absoluto un desdoro. A cuantos les agrada la imagen de un universo autosuficiente, capaz de prescindir de cualquier intervencin sobrenatural, el principio antrpico les proporciona el argumento definitivo. Una tautologa es una afirmacin que se contiene a s misma, y esa caracterstica, que la invalidara para otros fines, la convierte en candidata perfecta a explicacin de un universo que no precise de nada externo.

    La idea esencial del principio antrpico descansa sobre la estrecha vinculacin entre la existencia de regularidades en el comportamiento de la naturaleza (leyes fsicas) y la posibilidad de vida autoconsciente (en nuestro caso, vida humana). Esta idea fue anticipada en el pasado por algunos pensadores que no le dispensaron la atencin dada al principio antrpico a causa de la pobreza de conocimientos disponibles entonces sobre la naturaleza del cosmos. El filsofo alemn Kant, por ejemplo, destac que el concepto mismo de mundo real quedara desprovisto de significado de no existir leyes naturales. En ausencia de cualquier legalidad natural el comportamiento del mundo sera completamente catico, nuestras experiencias se tornaran un revoltijo de sensaciones inconexas, y de este marasmo resultara imposible extraer conceptos tan fundamentales como el de 'objeto material', que exigen una persistencia en nuestras percepciones. Gracias a la existencia de regularidades fsicas somos capaces de identificar la presencia de 'cosas' que existen con independencia de nuestras impresiones y emociones. A partir de ello avanzamos hacia la creencia en una realidad exterior a nosotros mismos en relacin a la cual definimos nuestro propio 'yo'. La alternativa sobre la que Kant llamaba la atencin hubiese bloqueado este proceso, imposibilitndonos a distinguir entre la realidad (si es que la hubiere) y nuestras propias ensoaciones. Es gracias a la existencia de las leyes naturales, garantes de una cierta uniformidad en la naturaleza, que nuestra conciencia puede desarrollarse, evadiendo un mundo fantasmagrico mucho ms enloquecedor que cualquier fantasa imaginada por Lewis Carroll.

    5. Probabilidades

    A pesar de todo, el razonamiento del principio antrpico no convence a mucha gente, sean o no creacionistas. El conjunto de las leyes fsicas representa un edificio intelectual demasiado perfecto, dicen los crticos, cuya grandeza y majestuosidad no pueden ser resultado del ciego azar. En otras palabras, arguyen, la organizacin del cosmos es demasiado brillante para ser producto de un origen fortuito. Esta objecin gravita por entero alrededor del concepto de 'improbabilidad' y a l habremos de dedicar por unos momentos nuestra atencin. Apenas comenzamos a pensar sobre ellas, advertimos que las ideas de 'probabilidad' e 'improbabilidad' encierran una mayor confusin de lo que a

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  • primera vista pareca. En primera instancia podemos dividir las concepciones de la probabilidad en dos grandes grupos: estadstica e incertidumbre. El concepto estadstico de probabilidad es el mejor conocido de los dos y el susceptible de ser formulado con mayor precisin.

    Segn la clebre definicin de Laplace, la probabilidad de un suceso vienen dada el cociente del nmero de casos favorables en los que el suceso podra darse, entre el nmero de casos posibles que podran acaecer ocurriese o no el suceso deseado. Si una baraja contiene cincuenta y dos cartas, por ejemplo, y queremos saber la probabilidad de sacar un siete de copas, es fcil calcular que se trata de uno entre cincuenta y dos. Solo hay un siete de copas (caso favorable) mientras que tenemos un total de cincuenta y dos cartas extrables (total de casos posibles) salga lo que salga. Esta es la definicin laplaciana de probabilidad apriorstica. En otras ocasiones no nos es dado conocer el nmero de casos posibles, favorables o no, con lo que debemos emprender otra estrategia. Es entonces cuando procedemos a realizar numerosos ensayos y calculamos la frecuencia con que ocurre el suceso deseado. De no saber, siguiendo con el ejemplo anterior, el nmero de cartas que compone el total de la baraja ni la cantidad de sietes que sta contiene, habramos de efectuar un gran nmero de extracciones (cuanto ms grande mejor), a tenor de lo cual calcularamos el cociente del total de veces que sale un siete en relacin al nmero de extracciones llevadas a cabo. En teora, y para una serie muy grande de ensayos, comprobaramos que el siete de copas aparece con bastante aproximacin una vez de cada cincuenta y dos. A esto se le llama la frecuencia relativa del suceso tratado.

    Hasta aqu todo va bien, en tanto que nos movemos en el terreno de la probabilidad estadstica con la esplndida pulcritud de la que goza toda rama de las matemticas. Pero cuando abandonamos las pulidas abstracciones de la teora para adentrarnos en la prctica, nos vemos inmersos en un panorama muy distinto. En la vida cotidiana es palmario que todos nos sentimos ms seguros de unas proposiciones que de otras: lo cierto es que se da entre nuestras creencias una relacin que podra denominarse 'grado de credibilidad' o 'grado de incertidumbre', a la que con frecuencia se llama equivocadamente probabilidad. Si alguien que trata de hacer negocios con l nos interroga sobre la fama de honradez de nuestro amigo Jos Prez, responderemos: Es muy probablemente cierta. La expresin 'probablemente cierta' usada aqu no guarda ms que una remota relacin con el sentido matemtico de la probabilidad. En realidad contestamos con base en una estimacin subjetiva de nuestros conocimientos y creencias, todos ellos a su vez sujetos a su propia incertidumbre. De las cosas que nos parecen altamente crebles decimos que son 'muy probables' y viceversa, independientemente del significado matemtico de la nocin de probabilidad.

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    provinciana cuando de contempla desde una perspectiva ms amplia. Por otro lado, el hecho de que el principio antrpico demuestre ser tautolgico no supone en absoluto un desdoro. A cuantos les agrada la imagen de un universo autosuficiente, capaz de prescindir de cualquier intervencin sobrenatural, el principio antrpico les proporciona el argumento definitivo. Una tautologa es una afirmacin que se contiene a s misma, y esa caracterstica, que la invalidara para otros fines, la convierte en candidata perfecta a explicacin de un universo que no precise de nada externo.

    La idea esencial del principio antrpico descansa sobre la estrecha vinculacin entre la existencia de regularidades en el comportamiento de la naturaleza (leyes fsicas) y la posibilidad de vida autoconsciente (en nuestro caso, vida humana). Esta idea fue anticipada en el pasado por algunos pensadores que no le dispensaron la atencin dada al principio antrpico a causa de la pobreza de conocimientos disponibles entonces sobre la naturaleza del cosmos. El filsofo alemn Kant, por ejemplo, destac que el concepto mismo de mundo real quedara desprovisto de significado de no existir leyes naturales. En ausencia de cualquier legalidad natural el comportamiento del mundo sera completamente catico, nuestras experiencias se tornaran un revoltijo de sensaciones inconexas, y de este marasmo resultara imposible extraer conceptos tan fundamentales como el de 'objeto material', que exigen una persistencia en nuestras percepciones. Gracias a la existencia de regularidades fsicas somos capaces de identificar la presencia de 'cosas' que existen con independencia de nuestras impresiones y emociones. A partir de ello avanzamos hacia la creencia en una realidad exterior a nosotros mismos en relacin a la cual definimos nuestro propio 'yo'. La alternativa sobre la que Kant llamaba la atencin hubiese bloqueado este proceso, imposibilitndonos a distinguir entre la realidad (si es que la hubiere) y nuestras propias ensoaciones. Es gracias a la existencia de las leyes naturales, garantes de una cierta uniformidad en la naturaleza, que nuestra conciencia puede desarrollarse, evadiendo un mundo fantasmagrico mucho ms enloquecedor que cualquier fantasa imaginada por Lewis Carroll.

    5. Probabilidades

    A pesar de todo, el razonamiento del principio antrpico no convence a mucha gente, sean o no creacionistas. El conjunto de las leyes fsicas representa un edificio intelectual demasiado perfecto, dicen los crticos, cuya grandeza y majestuosidad no pueden ser resultado del ciego azar. En otras palabras, arguyen, la organizacin del cosmos es demasiado brillante para ser producto de un origen fortuito. Esta objecin gravita por entero alrededor del concepto de 'improbabilidad' y a l habremos de dedicar por unos momentos nuestra atencin. Apenas comenzamos a pensar sobre ellas, advertimos que las ideas de 'probabilidad' e 'improbabilidad' encierran una mayor confusin de lo que a

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  • Existe otro argumento repetidamente usado por los creacionistas que tiende a enmascarar de igual manera el concepto genuino de probabilidad. Se trata de la 'falacia del razonamiento a posteriori'. Una persona que resulte agraciada por la lotera en un sorteo en el que hay, digamos, veinte millones de participantes, juzgar acertadamente que la probabilidad de recibir el premio era en verdad nfima. Efectivamente, en el caso citado la probabilidad de ganar es de uno entre veinte millones. Un nmero tan sumamente pequeo puede inducir al ganador a sentirse sealado por el dedo de Dios, mientras que otros no vean en lo acontecido ms que un suceso aleatorio cualquiera. La clave aqu est en que carece de sentido el intento de estimar la probabilidad o improbabilidad de un suceso una vez que ste haya tenido lugar. El jugador sabe que las probabilidades de victoria en el sorteo son minsculas, pero tambin sabe que al fin y al cabo alguien debe resultar ganador, estando todos los participantes en las mismas condiciones. Es a causa de esa extrema pequeez probabilstica (adems de por el premio, claro est) por lo que el triunfo en los juegos de azar es tan celebrado. Por muy afortunado y feliz que sea desde la perspectiva del agraciado, el hecho en s no tiene mayor trascendencia desde el punto de vista estadstico: se trata de un caso aleatorio ms. Lo extraordinario hubiese sido predecir el nmero ganador con antelacin, siendo ste un empeo al que se dedica infructuosamente una legin de adivinos desde la invencin de las loteras. Y la esterilidad de sus esfuerzos nos exime de tenerlos en cuenta en nuestros comentarios.

    Especular sobre el grado de improbabilidad de una cadena de sucesos que ya han tenido lugar, exige un cuidado que generalmente no se muestra. Cuanto mayor sea la finura con la que analizamos los hechos, tantas ms circunstancias particulares encontraremos que podran haber sido de otro modo, sin que ello encierre por s mismo ningn significado trascendental. De todas maneras, los creacionistas no cejan en asignar una gran improbabilidad al universo como tal sin comprender la inutilidad de sus tentativas. Toda vez que la probabilidad en cualquiera de sus acepciones es un propiedad de las relaciones entre sucesos, no hay mtodo concebible por el que pueda cuantificarse la 'improbabilidad intrnseca' de un suceso aislado, cual es la existencia de nuestro universo. Dicho esto, cualquier aclamacin a lo asombroso o improbable que pueda parecer la estructura interna de las leyes naturales queda reducido a una simple manifestacin emotiva, todo lo conmovedora que se quiera pero bsicamente irrelevante.

    6. Un poco de lgica

    A pesar de todo, no nos es fcil librarnos de una extraa incomodidad interna. Algo grita en nuestro interior que hay una diferencia, difusa pero autntica, entre el ajuste derivado de la adaptacin espontnea y el que se desprende de un

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    Nos enfrentamos ahora al nudo de la discusin en el tema que nos ocupa, esto es, la improbabilidad de que el orden csmico haya surgido sin necesidad de intervencin externa. La frase Es demasiado improbable que el universo que conocemos no sea producto de un diseo inteligente, tpica entre los creacionistas, se halla expuesta a las mismas objeciones que las consideradas antes.

    El trmino 'demasiado improbable' introduce en el debate un matiz emocional que no resulta sencillo de concretar. Si nos decidimos a aplicar la versin intuitiva de probabilidad como grado de incertidumbre, nos encontramos con que los prejuicios intelectuales en los que se cimentan nuestras creencias cotidianas no son vlidos en el nivel cosmolgico. Esto es anlogo a lo que se discuti con respecto al argumento del relojero y el sentido comn.

    nicamente en los cuentos de hadas es que palacios, castillos y toda clase de objetos aparecen surgidos de la nada ante los ojos de los individuos. En la vida real, si una persona desea construir una cabaa sabe que habr de trabajar duramente para conseguirlo o pagar a otros para que lo hagan por l; en ningn caso la ver edificarse sbitamente ante s. Como es bien sabido, esto se debe a que la segunda ley de la termodinmica -la ley de la entropa- rige despticamente el mundo fsico a escala humana. Esta circunstancia constituye una parte tan integrante del pensamiento ordinario que ha llegado a enquistarse en nuestra psicologa hasta un punto que es difcil de reconocer. Puesto que en el rango de sucesos fsicos en los que se desenvuelve la humanidad domina el desorden espontneo, nos sentimos irresistiblemente inclinados a creer que en todos los niveles de la naturaleza ocurre igual. Y como en el mbito de nuestra existencia todo mecanismo complejo exige un diseo previo, nos encontramos dispuestos a creer que la complejidad del cosmos requiere tambin una intencionalidad diseadora por parte de algo o de alguien.

    Esta falacia se pone en evidencia en cuanto advertimos la insuficiencia de nuestro sentido comn para enfrentarse en solitario a los problemas cosmolgicos. Una vez hemos asumido que los prejuicios psicolgicos engendrados por la vida corriente son inaplicables a estos asuntos, la perplejidad desaparece o por lo menos se amortigua.

    Si mal nos fue al aplicar la nocin intuitiva de probabilidad, peor nos ir con la concepcin estadstica. Este tipo de probabilidad solo posee un significado claro en tanto que sea factible estimar el cociente de los casos favorables entre los posibles, o bien de realizar numerosos ensayos experimentales. Ciertamente no es ese nuestro caso, no disponemos de una coleccin de universos realmente existentes cuyas caractersticas estudiar y en referencia a los cuales determinar la improbabilidad del nuestro propio.

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  • Existe otro argumento repetidamente usado por los creacionistas que tiende a enmascarar de igual manera el concepto genuino de probabilidad. Se trata de la 'falacia del razonamiento a posteriori'. Una persona que resulte agraciada por la lotera en un sorteo en el que hay, digamos, veinte millones de participantes, juzgar acertadamente que la probabilidad de recibir el premio era en verdad nfima. Efectivamente, en el caso citado la probabilidad de ganar es de uno entre veinte millones. Un nmero tan sumamente pequeo puede inducir al ganador a sentirse sealado por el dedo de Dios, mientras que otros no vean en lo acontecido ms que un suceso aleatorio cualquiera. La clave aqu est en que carece de sentido el intento de estimar la probabilidad o improbabilidad de un suceso una vez que ste haya tenido lugar. El jugador sabe que las probabilidades de victoria en el sorteo son minsculas, pero tambin sabe que al fin y al cabo alguien debe resultar ganador, estando todos los participantes en las mismas condiciones. Es a causa de esa extrema pequeez probabilstica (adems de por el premio, claro est) por lo que el triunfo en los juegos de azar es tan celebrado. Por muy afortunado y feliz que sea desde la perspectiva del agraciado, el hecho en s no tiene mayor trascendencia desde el punto de vista estadstico: se trata de un caso aleatorio ms. Lo extraordinario hubiese sido predecir el nmero ganador con antelacin, siendo ste un empeo al que se dedica infructuosamente una legin de adivinos desde la invencin de las loteras. Y la esterilidad de sus esfuerzos nos exime de tenerlos en cuenta en nuestros comentarios.

    Especular sobre el grado de improbabilidad de una cadena de sucesos que ya han tenido lugar, exige un cuidado que generalmente no se muestra. Cuanto mayor sea la finura con la que analizamos los hechos, tantas ms circunstancias particulares encontraremos que podran haber sido de otro modo, sin que ello encierre por s mismo ningn significado trascendental. De todas maneras, los creacionistas no cejan en asignar una gran improbabilidad al universo como tal sin comprender la inutilidad de sus tentativas. Toda vez que la probabilidad en cualquiera de sus acepciones es un propiedad de las relaciones entre sucesos, no hay mtodo concebible por el que pueda cuantificarse la 'improbabilidad intrnseca' de un suceso aislado, cual es la existencia de nuestro universo. Dicho esto, cualquier aclamacin a lo asombroso o improbable que pueda parecer la estructura interna de las leyes naturales queda reducido a una simple manifestacin emotiva, todo lo conmovedora que se quiera pero bsicamente irrelevante.

    6. Un poco de lgica

    A pesar de todo, no nos es fcil librarnos de una extraa incomodidad interna. Algo grita en nuestro interior que hay una diferencia, difusa pero autntica, entre el ajuste derivado de la adaptacin espontnea y el que se desprende de un

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    Nos enfrentamos ahora al nudo de la discusin en el tema que nos ocupa, esto es, la improbabilidad de que el orden csmico haya surgido sin necesidad de intervencin externa. La frase Es demasiado improbable que el universo que conocemos no sea producto de un diseo inteligente, tpica entre los creacionistas, se halla expuesta a las mismas objeciones que las consideradas antes.

    El trmino 'demasiado improbable' introduce en el debate un matiz emocional que no resulta sencillo de concretar. Si nos decidimos a aplicar la versin intuitiva de probabilidad como grado de incertidumbre, nos encontramos con que los prejuicios intelectuales en los que se cimentan nuestras creencias cotidianas no son vlidos en el nivel cosmolgico. Esto es anlogo a lo que se discuti con respecto al argumento del relojero y el sentido comn.

    nicamente en los cuentos de hadas es que palacios, castillos y toda clase de objetos aparecen surgidos de la nada ante los ojos de los individuos. En la vida real, si una persona desea construir una cabaa sabe que habr de trabajar duramente para conseguirlo o pagar a otros para que lo hagan por l; en ningn caso la ver edificarse sbitamente ante s. Como es bien sabido, esto se debe a que la segunda ley de la termodinmica -la ley de la entropa- rige despticamente el mundo fsico a escala humana. Esta circunstancia constituye una parte tan integrante del pensamiento ordinario que ha llegado a enquistarse en nuestra psicologa hasta un punto que es difcil de reconocer. Puesto que en el rango de sucesos fsicos en los que se desenvuelve la humanidad domina el desorden espontneo, nos sentimos irresistiblemente inclinados a creer que en todos los niveles de la naturaleza ocurre igual. Y como en el mbito de nuestra existencia todo mecanismo complejo exige un diseo previo, nos encontramos dispuestos a creer que la complejidad del cosmos requiere tambin una intencionalidad diseadora por parte de algo o de alguien.

    Esta falacia se pone en evidencia en cuanto advertimos la insuficiencia de nuestro sentido comn para enfrentarse en solitario a los problemas cosmolgicos. Una vez hemos asumido que los prejuicios psicolgicos engendrados por la vida corriente son inaplicables a estos asuntos, la perplejidad desaparece o por lo menos se amortigua.

    Si mal nos fue al aplicar la nocin intuitiva de probabilidad, peor nos ir con la concepcin estadstica. Este tipo de probabilidad solo posee un significado claro en tanto que sea factible estimar el cociente de los casos favorables entre los posibles, o bien de realizar numerosos ensayos experimentales. Ciertamente no es ese nuestro caso, no disponemos de una coleccin de universos realmente existentes cuyas caractersticas estudiar y en referencia a los cuales determinar la improbabilidad del nuestro propio.

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  • simtrica. Est justificado decir que los esques se disearon para deslizarse por las pendientes nevadas de las montaas; su tamao, su perfil y otras muchas caractersticas de un par de esques muestran con claridad este propsito. En cambio, no parece igualmente lcito decir que las montaas nevadas se disearon para permitir que los esquiadores se deslizaran por ellas.

    Tanto las elevaciones montaosas como las precipitaciones de nieve son fruto de fenmenos naturales escasamente misteriosos, sin que stos aparenten estar ligados a la aficin de los esquiadores por lanzarse ladera abajo. En el diseo siempre hay implcito un aspecto intencional en un sentido de la relacin que no se da en el sentido inverso. Los esques han sido fabricados para acomodarse a una condicin preexistente -las laderas nevadas- mas no al revs; las laderas nevadas no han sido diseadas por nadie con la intencin de hacer felices a los esquiadores.

    Asimismo, es preciso notar que toda relacin de diseo implica adaptacin en tanto que se da un ajuste entre las propiedades de los trminos involucrados (la adecuacin entre las propiedades de rozamiento de la nieve y el esqu permite un buen deslizamiento). Por contra, no toda adaptacin implica diseo: nadie ha diseado los picos de los pjaros carpinteros con el fin de facilitarles la perforacin de la madera. El ingrediente de intencionalidad, presente en todo diseo pero no en toda adaptacin, es el que convierte el concepto de diseo en una relacin en cierto modo asimtrica. As pues, en referencia a sta ltima nocin cabe establecer que si 'x est diseado para y' implica que 'y est diseado para x' es falso.

    Todo indica, por tanto, que 'estar diseado para' es una relacin ms restrictiva que 'estar adaptado a', pues la primera, y no la segunda, precisa adems de la faceta intencional. Visualizaramos mejor la situacin si imaginamos la adaptacin como un conjunto de relaciones entre las cuales unas cuantas forman un subconjunto caracterizado por poseer, adems, la componente intencional que junto con la adaptacin simple constituye el diseo.

    En resumen:

    (1) Para todos los elementos de la naturaleza definimos las relaciones de adaptacin y diseo.(2) Los elementos del diseo forman un subconjunto de los de la adaptacin.(3) La relacin de adaptacin es simtrica entre dos elementos.(4) La condicin de intencionalidad no es simtrica.

    (5) La relacin de adaptacin mas la condicin de intencionalidad constituyen la relacin de diseo.

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    diseo intencionado. Si logrsemos aquilatar esa distincin seguramente seramos capaces de comprender entonces esa irrefrenable tendencia que nos empuja a atribuir una intencionalidad a todo ajuste mutuo. Es posible caracterizar con mtodos lgicos los trminos de este problema?

    El esclarecimiento deseado comienza en cuanto usamos el concepto de adaptacin mediante una funcin proposicional. De acuerdo con nuestros propsitos, buscaremos una funcin proposicional que exprese una relacin de adaptacin mutua entre dos trminos, tomando como referencia el significado de 'adaptacin' en el sentido amplio usual en biologa. Como existen muchas parejas de elementos mutuamente adaptados, no nos es dado fijar inicialmente ninguno de los dos trminos. Nuestra funcin proposicional incluir pues, dos argumentos. La relacin didica ms simple que cumple nuestros propsitos es 'x est adaptado a y'. El punto crtico de nuestra disquisicin radica en advertir que la propiedad crucial de esta funcin es la simetra de la relacin que representa. Esto es, tenemos que si 'x est adaptado a y' ha de cumplirse necesariamente que 'y est adaptado a x' (entendiendo aqu la adaptacin, hay que repetirlo, con cierta laxitud). El ejemplo ms claro de estas proposiciones lo hallamos en la correlacin entre una cerradura y la llave que la abre. Sustituyendo en nuestra funcin vemos que 'la llave est adaptada a la cerradura', si y solo si, 'la cerradura est adaptada a la llave'. Igualmente ocurre en la relacin de algunas especies animales y vegetales con su entorno: los seres vivos se amoldan paulatinamente al medio ambiente y, a su vez, la propia presencia de estos organismos modifica correlativamente el entorno.

    Es necesario destacar que es indiferente a efectos de nuestra discusin si el acoplamiento mutuo se da realmente o no. Lo nico importante es que el ajuste se produzca de manera adecuada tal que al final exista un acoplamiento mutuo perfectamente simtrico. El caso de la adaptacin de la especie humana, las condiciones de nuestro planeta es un buen exponente de ello. La evolucin de la especie humana sobre la corteza terrestre no ha modificado para nada las caractersticas bsicas de nuestro mundo. Por el hecho de albergar seres vivos el planeta no ha variado la inclinacin de su eje, su velocidad de rotacin o la composicin de sus materiales. Sin embargo, el resultado final del proceso ha sido un estado de adaptacin conjunta, en el que un hipottico observador externo carente de c