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Discurso de todos los diablos, o Infierno Emendado Francisco de Quevedo

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  • DDiissccuurrssoo ddee ttooddoossllooss ddiiaabbllooss,,

    oo IInnffiieerrnnoo EEmmeennddaaddoo

    Francisco de Quevedo

  • [PRELIMINARES]

    CENSURAS

    Censura al Libro que ha Estampado enGerona, Año de 1628, Don Francisco deQuevedo, cuyo Título es «Discurso de Todos losDiablos, o Infierno Emendado»1

    Mándame V. E. Ilsma. diga qué siento dellibelo, o librillo (todo es uno, porque estelibrillo es libelo) que ha dado a la estampa donFrancisco de Quevedo con el título de Discursode todos los diablos, o Infierno emendado. Enejecución de su mandato de V. S. Ilsma.significación de mi obediencia, protestación dela fe católica que professo, defensa de susverdades, que por especial título debodefender, digo por mayor que el asumpto de la

    1 En algunas versiones aparece titulado como «El peorescondrijo de la muerte» y, a partir de 1631, en la versiónexpurgada de «Juguetes de la niñez», dónde aparecentambién expurgados los «Sueños», muda título por «Elentremetido y la dueña y el soplón».

  • obra de Todos los diablos es sátira; su principalartificio, hablar del infierno como cosa de burla,como de lugar donde los condenados dicenchistes, gracejan y se entretienen Esto tieneconocido escándalo, no sólo para losignorantes, sino para los doctos. Para doctos,viendo que se permite en la Iglesia de Dioshacer donaire de lo que es castigo de los malos,freno de los buenos; debe ser escarmiento detodos los que viven: es pena preparada por elmismo Dios para los demonios y susimitadores, viendo que haya un católico que lehaga tan poca disonancia a la voluntad y alentendimiento el lugar donde perpetuamentese carece de la vista de Dios y que juegue conél, se entretenga, le tome por instrumento demanifestar sus conceptos burlescos, comopudiera de lo que fuera burla o juego. Aunque,para explicar conceptos tan infernales, ¿quéinstrumento se podía tomar sino el infierno, sino fuera católico el que los explica?

  • Es escándalo a ignorantes, porque creeránque en el infierno pasa así todo lo que aquí diceeste autor; que no son las penas como nosenseña la fe, pues les dan lugar a loscondenados a tales conversaciones; que hayestado peor que el infierno, y se puede apeteceréste mejor que otros.

    Es todo el tratado injurioso a los másprincipales estados de la República christiana,pues no es más que una sátira impía yescandalosa de todos en general, sin exceptaralguno de todos, ni a uno de cada estado enparticular. Particularizando las proposiciones ycláusulas del libelo, comienzo por el título, quees Discurso de todos los diablos, o Infiernoemendado. Lo que quiere decir este título secolige del contexto del librilio; es decir, queestaban mal ordenados los castigos y penas delinfierno; se ordenaron mejor; se castigaron conpenas más ajustadas a las culpas. Consta sereste el pensamiento del folio 4, página 2, donde,después de haber satirizado a los jueces y

  • letrados, dice que repartió Lucifer a lossenadores entre Minos y Rodamanio, para quefuesen asesores de los demonios, dividiendo elinfierno en chancillerías.

    Fol. 6, pág. 1. Que «los casados los mandóllevar al Jarama del infierno».

    Y así de todos estados.Decir que se enmiendan las penas por

    Lucifer, es decir que están mal ordenadas; queél tiene autoridad en ellas. Ambasproposiciones son errores en la fe. Porque laspenas de fe católicas las ordenó Dios con sumasabiduría y justicia. Nadie puede arbitrar enellas; el demonio es condenado y ministroatormentador de los hombres que se condenan,deputado por Dios sin más autoridad en laspenas que obedecerle.

    La aprobación de fray Ramón Rovirollconfiesa que el título escandaliza. Eso bastapara que no se permita, aunque no contengadoctrina contra la fe y buenas costumbres.

  • Juzgo que es supuesta esta aprobación, por nosentir lo mismo de un religioso que del autor.

    El prólogo, que llama «Delantal del libro»,habla con menosprecio indecente de losdoctores y sabios de la Iglesia que califican lasproposiciones arrojadas y licenciosas,escarneciéndolos porque las califican. Debe sersentimiento de las que le condenaron en otrolibrillo semejante a éste, que intituló Política deDios y tiranía de Satanás.

    En este prólogo dice le pueden hacer unargumento contra el título del libro loscalificadores, y que remite la absolución aLucifer. Los argumentos que se pueden hacerya quedan hechos en la censura del título. Nose le debieron ofrecer, que a ofrecérsele, nodiera un católico tal título a obra suya. Si se leofrecieron, disimulólos mal con el donaire quedijo contra los calificadores.

    Juzgo que se puede presumir quiere seguirtoda la doctrina del demonio, quien da pordefensa de sus escritos, por solución a los

  • argumentos que los sabios de la Iglesia lehicieren, lo que el demonio responde a ella y aellos. Fol. 1, pág. 1. Dice que «los demonios nose conocían». Es contra el común sentir de lospadres y santos, que afirman no perdieron losángeles malos nada de lo natural; y así, que seconocen unos a otros.

    En la misma pág. 1. Que el infierno es «casarevuelta y confusa». Trae el lugar de Job: ibinullus est ordo. No lo entiende, porque losdemonios tienen sus órdenes y jerarquías; laspenas su orden y concierto, pues determinóDios los castigos a la medida de los pecados.Quien no sabe la Escritura, no se le ha deconsentir juegue con ella.

    En el mismo fol., pág. 2. Que «mire por siSatanás, que le quieren quitar al diablazgo».Satanás no es nombre particular de Lucifer,sino común a hombres y a demonios: quieredecir el que contradice.

    Y aunque en nuestro vulgar está recibidollamar así a todo demonio, nótase para que se

  • vea que erró este autor en todo. Decir«adiablazgo» es irrisión de lo que se debetemer.

    En la misma pág. 2. «¡Ermitaño, letrado,médicos y tiranos, qué confección para reventaruna resma de infiernos!» Injurioso a los tresestados, que de suyo son buenos y aprobados,decir que son los que bastan a descomponer elinfierno en cuanto es malo y nocivo. La mesmainjuria es igualarlos con los tiranos. «Resma deinfiernos», impropiedad burladora.

    En la misma pág. 2. «Algunos trataban dehuirse del infierno.» Es dar a entender a losignorantes que puede ser. Es contra la fe.

    Fol. 2, pág. 1. Que tiene Lucifer «guarda detudescos y alemanes»; que el Entremetido hacíacortesías a las almas en el infierno y se voseabacon ellas. Todo es irrisión de los castigos deDios: ocasión que los tengan por burla losignorantes.

    Pág. 2, el mismo fol. Que se condenó unhombre, por no ver otro entremetido.

  • Encarecimiento necio; en materia de salvación,escandaloso; que pues no hay pena mayor quecondenarse. Los demás de esa plana todo esirrisión de las penas del infierno.

    En la misma pág. 2. Que un Emperador«tenía el cuerpo lleno de heridas y la cabeza desangre». Si éste fuera sueño como otros que hatenido su autor, mal pensados y peorconsentidos, pudiera pasar decir que habíavisto cuerpos en el infierno; pero, en realidadde verdad, no se puede decir, pues no lospuede haber de ley ordinaria hasta la universalresurrección.

    Fol. 3 y 4. Desde donde comienza a hablarJulio César, hasta donde dice que «Luciferdividió el Infierno en Chancillerías», es unasátira osada, injuriosa, escandalosa, malsonante de los letrados, tribunales, leyes,jueces, sin distinción de personas. Ocasión alpueblo de menospreciar los superiores,oponerse al estilo de Dios y de los hombresjustos, pues Él manda y ellos ejecutan juzgar

  • por las leyes, sin que haya otro modo másajustado a las de Dios administrar justicia.

    Dicho este Discurso en una conversaciónparticular, es digno de grave enmienda. ¿Queserá impreso en lengua vulgar? Mal se queja deleyes y jueces quien gana dineros a imprimircontra ellos. Fol. 6, pág. 2. Que un maridoechaba la culpa de los excesos de su mujer a losfrailes. Escandaloso, injurioso a todo el estado.

    Fol. 6, pág. 1. Que echaron a los maridosque habían sido ofendidos de sus mujeres «alJarama del Infierno». Irrisión de las penas.

    En la misma página. Que los vengativos,invidiosos y presumidos decían que sivolvieran a nacer, o a la vida, se enmendaran.

    Es dar a entender que en el infierno hayalgún género de arrepentimiento.

    Es error en la fe. Porque ésta enseña que enel infierno no puede haber amor de Dios, ni delprójimo, sino obstinación perpetua yaborrecimiento continuo de Dios.

  • Fol. 6, pág. 2. hasta fol. 9, pág. 1. Discurreque es mejor ser condenado que volver a nacer,y lo afirma tres veces. Parece que se ríe delinfierno, o no cree que le hay, quien tal dice.Por lo menos, ignora que dijo Cristo que esmejor no nacer, que condenarse un ser el no serdesdicha sobre todas las naturales. Es discursogentílico, herético, asquerosamente discurridoy hablado.

    Fol. 9, pág. 2. «Clavar espinas en unEccehomo», «Paternostres molidos».

    Irreverencia gentílica hablar de las cosasdivinas y sus representaciones como de lashumanas más indecentes.

    Fol. 11, pág. 1. «óigame vuestradiablencia.» Mucho juega con los demonios.

    Puédese temer que han de jugar allá muchocon él.

    Pero si le sucede, allá verá que no es juego.En el mismo fol., pág. 2. Que a un diablo

    que no supo tentar, «lo pongan en casa de unjuez para que aprenda a condenar». Injurioso.

  • En el mismo fol., pág. 2, hasta fol. 18. Todoel discurso de los príncipes y privados es sátiracontra ellos, bañada en lisonja.

    Lisonja torpe. Satiriza atrevido; y, si bien,dicho con modestia en un tratado gravepudiera enseñar, dicho en lengua vulgar, elestilo civil, en unas relaciones entremesadas,escandaloso y sedicioso.

    Fol. 18, pág. 2, hasta fol. 20. «Oyóse unavoz de un espíritu que decía estas palabras deHabacuc hablando con los poderosos.»

    Y trae dos lugares de este profeta. O las dijoalgún espíritu bueno, o alguno de loscondenados. Cualquier cosa destas que confiesees falsedad; es mostrar la osadía que tiene detratar las cosas asgradas, pues usa dellas paraindecencias tan inútiles. El espíritu bueno nopuede decirlas en el infierno, ni había para qué;porque lo que dice en ellas el profeta esquejarse Dios de las tiranías de un poderosoinsolente. Esto, ¿a qué propósito se había dehacer en el infierno, cuando el infierno,

  • murmurando, las acaba de referir? Y mássiendo el sentir de los condenados acerca dellastan encontrado con el de los justos. Espíritumalo no podía decirlas, pues no les duele a losque están condenados que los príncipesprocedan mal, que la ley no se cumpla, que nose haga justicia; y si no les duele, ¿de qué sehabían de quejar? ¡Y dice, ay, que las almas lasrepetían! El segundo lugar que trae del cap. 2,del mesmo profeta, dice que le dijo el espíritu«para consolar las almas del infierno».

    El lugar a la letra contiene los castigos queDios ha de hacer a los poderosos queoprimieron a los buenos. Decir que esto se dicea los condenados para consolarlos, esignorancia. Ellos no pueden tener consuelo, nialivio. Saber que otros han de ser castigadoscomo ellos, no se les puede dar, antes si con sumal ejemplo pecaron, aumentárseles penaaccidental. Lo que juzgo desto es, que poratreverse a todo este autor, se atreve a la

  • Sagrada Escritura, tanto que la llena de infiernopara murmurar con ella y mancillarla.

    Fol. 20, pág. 2. Comienza con un «hondosgemidos» donde dice la enmienda que dioLucifer a príncipes y privados, ordenando quevayan unos al cuartel de la perlesía, otros al delas mujeres hermosas. Allí se verá el donaireque hace de las penas del infierno, y en quéocasión tan grave trajo los lugares de laEscritura antecedentes.

    Parece tiene la Escritura Sagrada porpatraña, el infierno por sueño, quien había ansíde cosas tan formidable la una, tan venerable laotra. Fol. 21 hasta 23. Condena la loablecostumbre, santa obligación de hacertestamento. Es discurso escandaloso, puesreprueba lo que la Iglesia Santa tiene recebido yaconseja para bien de las almas; doctrina impíay sediciosa a los fieles, que se abrazará más queotras, pues aún muy persuadidos de lasconsecuencias que tiene cumplir estaobligación, no la ejecutan.

  • Fol. 23 hasta 26. Entremés ridículo.Fol. 26 hasta 32. Murmuración de príncipes;

    que puesto que el vulgo lo aplica a los que depresente gobiernan, es injurioso y malpermitido.

    Fol. 32 y 33. Sátira disimulada de religiosos,pues murmura de los tres votos, y de dejar elmundo.

    Fol. 33, pág. 2. Dice que van contentas alinfierno las mujeres.

    Si lo dice de veras, es error; si por donaire,irrisión de las penas, engaño de los ignorantes.

    En la misma página. Que un pregonero a lapuerta del infierno decía: Ibi erit fletus, et stridordentiun, y que las mujeres dijeron:

    «NO habla con nosotras, que no lostenemos.» Si es veras, es herejía decir que nohabla con todos los condenados. Si es burla yjuego, es ireverencia blasfema y hereticalinterpretar así las palabras que dijo él mismoJesucristo: Matth. 8, v. 12.

  • Fol. 34, pág. 1. Habla de materias muylaxas con metáforas eclesiásticas y del oficiodivino. «Ofrecer paliza de difuntos», y cosasasí. Es irisión de las cosas divinas.

    Todo lo restante y antecedente es una sátirade los más principales estados de. la Iglesia, sinperdonar religiosos, sacerdotes y confesores. Esconocido escándalo del pueblo cristiano,porque le enseña a pecar y a desenfrenarse (queel decir que se hacen en la República todospecados, es dar aliento para hacerlos, aun dichocon mucho espíritu en un púlpito, ¿qué será enuna fábula entremesada y malsonante?); hacerdonaire el pecar; menospreciar los superiores,con ocasión de saber que pecan en todo; hacerdescarados a los que pecan, pues impresos yhechos entremés sus pecados, ni aun derecatarse en ellos cuidarán.

    Juzgo que este autor es digno de enmienda;de que se le prohíba escribir en todas materias;que lo que ha escrito se sepulte todo; que no seadmita aun después de expurgado, pues dejar

  • correr escritos corregidos, es privilegio de losque estándolo de lo que tienen contra fe ybuenas costumbres, enseñan algo de lo que sedebe saber y edifican los fieles. Pero los desteautor, cuando más azarandados, siempre sonofensa de los más principales estados de laRepública cristiana, enseñanza de todo mal, ypecar al pueblo.

    La salida que tiene el autor para disculparel libelo, es decir, que es discurso enigmático yfigurativo para significar su concepto; que larealidad, la verdad, no se menoscaba por él, sequeda entera y en su lugar. Esto no lo saben losignorantes, antes creerán que pasa así en elinfierno. No dice fue sueño, ni que es parábola,sino que pasa así como lo cuenta.

    Y cuando hiciera esa salva, juzgoescándalo, impiedad, irreverencia, injuria de laIglesia, blasfemia de la justicia de Dios, irrisiónde sus castigos, hacerlos instrumentos demurmuraciones atrevidas, valerse dellos para laexplicación de pensamientos mundanos,

  • indecentemente satíricos y sangrientamenteinfamadores de las cabezas de la Repúblicacristiana.

    Esto es lo que me parece, salvo meliorejudicio.En primero de julio de 1629.

    CENSURA DEL DOCTORBARTOLOMÉ DE LA FUENTE

    Este librillo de don Francisco de Quevedo,que tiene por título Discurso de todos los diablos,o Infierno emendado, he visto, y puesto que eldiscurso es de cosas fingidas y compuestas porsu imaginación, no hallo que las proposicionesdél tengan cualidad de oficio, porque a todas sesatisface con decir que el Discurso es fingido,enigmático y figurativo, para declarar suconcepto por enigmas y figuras.

    Solamente hallo qué reparar en el título dellibro y en el asumpto del autor. Y cuanto altítulo, me parece que, ut jacet, sin averiguar lacualidad del Discurso, no solamente es

  • malsonante y escandaloso, sino que contieneerror contra la fe, porque da a entender en élque las penas y castigos del infierno estabanmal ordenadas y que se ordenaron mejor,porque la enmienda supone falta y desorden enlo que se ha de enmendar, siendo como es de feque por justo juicio de Dios están ordenadas laspenas conforme a las culpas de los condenados,como la gloria conforme a los méritos de losbienaventurados: Justa illud, Paul, Ad Rom. c. 2,«qui reddet inicuique justa opera sua», lo cual se serepite en otros muchos lugares de la Escritura.Y lo que más agrava esta censura es que,ofreciéndosele al autor esta dificultad, en elprólogo, que él llama «Delantal del libro», yviendo que habían de reparar en ella loscualificadores, burla y mofa dellos, remitiendola solución a Lucifer, de quien se quiere valerpara defensa de su título y solución delargumento que contra él se puede hacer.

    Cuanto al asumpto del autor, me pareceque es satírico y escandaloso, porque da

  • ocasión de errar a los ignorantes y gente vulgarcerca de la materia del artículo de la de laspenas del infierno, pensando que son como éllas cuenta, y en lugar de poner espanto y terror,como le pone la Sagrada Escritura y los sanctasy la Iglesia católica para que sean formidables yfreno para que no ofendan a Dios, pone en ellasconsuelo, alivio, entretenimiento y donaires yotras cosas repugnantes al estado de loscondenados.

    Bien sé que Luciano, a quien imita el autor,hizo un Diálogo en que finge haberse abierto latierra y por un boquerón della haberdescendido al infierno y visto muchas cosasque después refirió en él, y Virgilio en susEneidas hace mención del infierno y de lostormentos de los malos, del río Flagetón y de labarca de Acherón, en que pasaba las almas;pero éstos eran gentiles sin fe, y así se tiene porfábula lo que cerca desto dicen; mas un hombrecatólico, que debe sentir fielmente de las cosasde la fe, diga cerca de la materia dellas cosas

  • fingidas y donaires, no se puede excusar de lacensura sobredicha, especialmente que las tomapor rebozo para infamar los estados másprincipales de la república de graves y enormesvicios y pecados, generalmente sin exceptar aninguno; porque aunque no usa deproposiciones universales, sino indefinitas,pero en materias morales equivalen a lasuniversales; y así, es una sátira disfrazada,injuriosa a los dichos estados: lo que no tiene ellibro de Lazarillo ni de Celestina, porque tratande personas singulares y de defectos leves ycomunes; y añádase a esto que el autor usa depalabras y sentencias de la Sagrada Escriturapara estas murmuraciones y donaires, cosaprohibida por el concilio tridentino, sesión 4,llamando a los autores deste abuso temeratoreset violatores fidei. Por todo lo cual me parece queni este Discurso ni otros semejantes que cerca dealgún artículo de la fe dicen cosas fingidasfabulosas, chistes y donaires se deben permitir,y en especial se han de vedar a este autor,

  • porque es muy mordaz y satírico, y usa destasficciones para infamar sangrientamente losestados de la república. Y esto me parece, salvosem miliori censura.

    En Toledo, 19 de marzo, 1630.El Dr. BARTOLOMÉ DE LA FUENTE.

    DELANTAL DEL LIBROY SÉASE PRÓLOGO O PROEMIO QUIEN QUISIERE

    Estos primeros renglones, que suelen, comoalabarderos de los discursos, ir delantehaciendo lugar con sus letores al hombro, píos,cándidos, benévolos o benignos, aquídescansan deste trabajo, y dejan de ser lacayosde molde y remudan el apellido, que por lomenos es limpieza.

    Y a Dios y a ventura, sea vuesa mercedquien fuere, que soy el primer prólogo sin tú ybien criado que se ha visto u lea, u oiga leer.Este tratado es de todos los diablos; su título: ElInfierno emendado. No se canse vuesa merceden averiguar lo uno ni en disputar lo otro; que

  • ya oigo a los pelmazos graduados el «no puedeser»; que enmendarse sumitur in bonam partem,y el infierno.. .; ergo remito la solución aLucifer, que él dará cuenta de sí, pues en cosatan menuda se atollan tan reverendashopalandas y un grado tan iluminado y unabarba tan rasa. Esta es de mis obras laquintademonia, como la quitaesencia. No seescandalice del título; créame y hártese deinfierno vuesa merced, que podría serdiligencia para excusarle. Si le espantare,conjúrele y no le lea, ni le dé a los diablos, quesuyo es. Si le fuere de entretenimiento, buenprovecho le haga; que aquél sabe medicina quelos venenos hace remedios; y agradézcamevuesa merced que por mí le enseñan losdemonios que a todos tientan. Si vuesa mercedjuese murmurador, sería otro tanto oro, que apuras contradicciones y advertencias me daríaa conocer, y no ha de haber Zoilo, ni invidias nimordaz, ni maldiciente, que son el Sodoma yGomorra, Datán y Avirón de la paulina de los

  • autores. Y si fuere título quien leyere estosrenglones, tráguese la merced y haga cuentaque topó con un señor de lugares por madurar,o con un hermano segundo que no se pideprestado; que suelen rapar a navaja tasseñorías.

    CHISTE A LOS BELLACOS PÍCAROSCON QUIEN HABLO

    Tacaños, bergantes, embusteros, perversosy abominables: todo lo escrito en este discursohabla con vuestras vidas, muertes, costumbresy memorias: no hay que rempujar nada haciatos buenos.

    Lo que han de hacer es no tomarlo ningunopor sí, sino unos por otros; y con esto ellosquedarán por quien son, y mi libro serábienquisto de los propios que abrasa ypersigue; y porque no me antuvie alguno, tomopor mí lo que me toca, que no es poco ni bueno.

    Dios los confunda, si perseveran.

  • DISCURSO DE TODOS LOS DIABLOS,O INFIERNO EMENDADO

    Soltáronse en el infierno un Soplón, unaDueña y un Entremetido, chilindrón legítimodel embuste; y con ser la casa de suyo confusa,revuelta y desesperada y donde nullus estordo, los demonios no se conocían ni se podíanaveriguar consigo mismos; los condenados sedaban otra vez a los diablos; no había cosa concosa, todo ardía de chismes, los unos se metíanen las penas de los otros.

    Mirad quién son entremetidos, dueñas ysoplones, que pudieron añadir tormento a loscondenados, malicia a los diablos y confusiónal infierno. Lucifer daba gritos, y andaba portodas partes pidiendo minutas y juntandocartapeles. Todo estaba mezclado, unosandaban tros otros, nadie atendía a su oficio,todos atónitos.

    El Soplón dijo a Lucifer que había muchosdiablos que no salían al mundo y se estabanmano sobre mano, y que otros no habían vuelto

  • mucho tiempo había. La Dueña, por otra parte,andaba con un manto de hollín y unas tocas deceniza, de oreja en oreja, metiendo cizaña.Decía que mirase por sí Satanás; que habíaconjura para quitarle el diablazgo, y queentraban en ella dos tiranos, tres aduladores,médicos y letrados, mitad y mitad, y un casiermitaño.

    No le quedó color al gran demonio cuandooyó decir el casi ermitaño.

    Parecióme a mí que lo daba todo porperdido

    Calló un rato, y luego dijo:—¿Ermitaño, letrados, médicos, tiranos?

    ¡Qué confección para reventar una resma deinfiernos con una onza!

    En esto que iba a visitar su reino, vio venira sí el Entremetido.

    —Esto me faltaba —dijo Lucifer—. ¿Quéquieres contra mí? Y empezó a mosquearse délcon toda su persona: mas él venía vaciándosede palabras y chorreando embustes. Díjole muy

  • allá lo de que algunos trataban de huirse delinfierno, y que otros querían dar puerta francapara que entrasen unos mohatreros yhipócritas, con que el mundo estaba rogando alos demonios, y otras cosas, que si no se huyepor no le sufrir, lo anega en embelecos y encláusulas.

    Viendo Lucifer el alboroto forastero de suimperio, y advertido destos peligros, con suguarda y acompañamiento (que le sobrantudescos y alemanes para ella después queLutero y Calvino ladraron las almas de losultramontanos), empezó la visita de todas susmazmorras, para reconocer prisiones, presos yministros.

    Iba delante el Soplón, haciendo aire, queatizaba y encendía sin alumbrar.

    La Dueña, en zancos de fuego, se siguía,atisbando (como dicen los pícaros) todo lo quepasaba.

    El Entremetido, mirando a todas partes, nodejaba anima sin gesto y reverencia.

  • A cuál decía:—Bésoos las manos.A cuál:—¿Es menester algo?Voseábase con los precitos, llamábase de tú

    con los verdugos y los dañados; a cada cortesíade las suyas decían: «Oxte», más recio que a lallamarada. —Más quiero fuego —decía una.

    Otra le llamaba añadidura a las penas; otra,sobregüeso del castigo.

    Estaba un testigo falso entre infinita catervadelios, en lugar más preeminente que todos,hecho maestro de falsos testimonios como decapilla.

    Llevábales el dicho como el compás, ytodos juraban a un son. Tenían los ojos en lasfaldriqueras, mirando, lo que no vían, y en lacara por los ojos dos bolsas de fuego.

    Y así como vio al Entremetido, dijo elmaestro:

    —Por no verte me vine al infierno; y siadvirtiera en que éste había de venir acá, fuera

  • bueno, no por salvarme, sino por ir donde nopodía entrar.

    En esto estábamos, cuando oímos grantumulto de voces, armas, golpes y llantosmezclados con injurias y quejas. Tirábanse unosa otros, por falta de lanzas, los miembrosardiendo; arrojábanse a sí mismos, encendidoslos cuerpos, y se fulminaban con las propiaspersonas.

    No se puede representar tan rigurosabatalla.

    Uno andaba disparándose a todos; parecíaemperador: la cabeza tenía coronada de laurel;el cuerpo, lleno de heridas; el cuello, lleno desangre.

    Estaba cercado de consejeros, que, conalmaradas afiladas en leyes, mal se defendíande su rabiosa furia y cruel enojo.

    Llego a él Lucifer, y dando un trueno quehizo temblar todo el infierno, le dijo:

    —¿Quién eres, alma, aún aquí presumida?

  • —Yo soy —le respondió— el gran JulioCésar; y después que se desbarató y mezcló tureino, di con Bruto y Casio, los que me matarona puñaladas con pretexto de la libertad, siendopersuasión de la invidia y cudicia propia destosperros, el uno hijo y el otro confidente. Noaborrecieron estos infames el imperio, sino elemperador. Matáronme porque fundé lamonarquía; no la derribaron, antesapresuradamente ellos instituyeron la sucesióndella. Mayor delito fue quitarme a mí la vidaque quitar yo el dominio a tos letrados, pues yoquedé emperador y ellos traidores; yo fuiadorado del pueblo en muriendo, y ellos fueronjusticiados en matándome.

    —Perros —decía la grande alma de JulioCésar—, ¿estaba mejor el gobierno en muchossenadores que lo supieron perder, que en uncapitán que lo mereció ganar? ¿Es más digno decorona quien preside en la calumnia y es doctoen la acusación, que el soldado gloria de supatria y miedo de los enemigos? ¿Es más digno

  • de imperio el que sabe leyes, que el que lasdefiende? Éste merece hacerlas, y los otrosestudiarlas. ¿Libertad es obedecer la discordiade muchos, y servidumbre atender el dominiode uno? ¿A muchas cudicias y ambicionesjuntas llamáis padres, y al valor de uno tiranía?¡Cuánta más gloria será al pueblo romanohaber tenido un hijo que la hizo señora delmundo, que unos padres que la hicieron conguerras civiles madrastra de sus hijos!Malditos, mirad cuál era el gobierno de lossenadores, que habiendo gustado el pueblo dela invención de la monarquía, quisieron antesNerones, Tiberios, Calígulas y Eliogábalos queleyes y senadores.

    En esto Bruto, con voz turbada y rostroavergonzado, dijo a gritos:

    —¡Ah, senadores!, ¿no oís a César? ¿Esamaldad añadís a las otras contra el príncipe,siendo autores de la maldad: culpar a quien oscreyó? Hablad responded, consejeros, convosotros habla el divino Julio. Tales sois, que yo

  • y Casio fuimos traidores porque os creíamosignorando que vosotros siempre anheláis a quevuestro ceño y vuestras barbas y lo prolijo devuestras togas tengan la obediencia y el mando,y el príncipe el peligro. Si en las repúblicas,multiplicando dominios, ejercéis la soberanía,la cudicia de repetir la primera dignidad oshace negociar y no regir, o la consideración dela suerte alternativa os amedrenta, paradisgustar al que puede tener alguno capaz delmismo puesto por pariente o amigo. Si asistíasa príncipe, de tal manera empináis vuestrooficio, y tanto autorizáis vuestra vanidad, quele viene a ser más peligroso al monarca noobedeceros, que al vasallo no obedecer almonarca. ¿Qué pretendistes con vuestroengaño o nuestra traición? Responded a César;que nosotros padecemos castigo en nuestrasafrentas, Uno de los senadores, que sepultadoen ascuas enfadaba a las penas, con sobrecejosevero, muy ponderado de facciones, con vozdesmayada y trémula, dijo:

  • —¿Qué habláis los príncipes, si Ptolomeo,rey, mató vilmente al gran Pompeyo por tucausa, a quien debía el reino que tenía? ¿Quédelitos fue en los consejeros matarte a ti paracobrar los reinos que nos arrebataste?¿Desquitar a Pompeyo es maldad? Júzguenlolos diablos. Achillas mató al Magno pormandato de su rey, y era un bergante quecomía de sus delitos. Más infame fuiste tú, queviendo la cabeza de Pompeyo lloraste; mástraidor fue tu Ilanto que su espada; sentimientomandado fue el tuyo; de la piedad hicistevenganza; más atroz fuiste mirándole muertoque venciéndole vivo: ojos hipócritas no han deestar en la primera cabeza del mundo; nosotrosempezamos la restauración con tu muerte; noapresuramos la venida de Nerón; el pueblo nosupo escoger. Tal fuiste, tirano, que tu sangresalieron, como de imperio hidra, de una cabezacortada, doce.

    Tornáranse a embestir si Lucifer nomandara con amenazas que César se fuera a

  • padecer los castigos de su confianza,despreciadora de avisos y advertencias, y aBruto y Casio invió a que fuesen escándalo delas almas políticas, y a los senadores repartióentre Minos y Radamanto, para que fuesenasesores de los demonios.

    Y nombrando infinitos buenos consejerosen todos los tiempos, los atormentaban, y cadaletra de sus nombres era un tizón para aquellosmalditos senadores, serpientes que, a imitaciónde Lucifer, dan a los cudiciosos lo que Dios lesvedó y ya ley les niega; y dividió enchancillerías el infierno.

    Cuando entendieron que todo estabaacabado, asomaron por un cerro unos hombrescorriendo tras unas mujeres; ellas gritaban quelas socorriesen, y ellos decían:

    —Ténganlas.Mandólos Lucifer asir.—¿Qué es esto? —preguntó.Y uno dellos, muy asustado, dijo:

  • —Somos los padres sin hijos, y estasbellacas . . .

    Díjole un diablo sumiller dellas que hablasemás bien criado y verdad, que padres sin hijosno podía ser. Él replicó:

    —Pues todos nosotros somos padres, quefuimos en el mundo casados, hombres derecato, de los de «en mi casa me como», y otrashidalguías celosas, cartujos de alojamiento,atusados de visitas, calvos de amigas, que sontodos los calzadores con que una frente calza elcuerno que la revienta en las sienes. Con estonos echamos a dormir; cada año nos nacen hijosque criamos; por sustentarlos rozamos nuestrasalmas, y, a pura condenación, arañamos quédejarlos. Y ahora, habiendo muerto ellas, se hasabido que los hijos fueron concebidos a escoteentre los criados y los amigos, y algunasconcibieron, como comadrejas, por el oído.

    En esto salió un maridillo, que parecía cabode hombre como de hacha, muy cercenado decarnes, con unas barbas de orozuz mascado, la

  • habla entre ladrido y cinfonía, que parecía quehabía comido gozques, y dijo:

    —¡Voto a N, infame, que me has dedesempadrar! Yo he sido ayo del hijo de minegro; un real sobre otro me han de volver milegítima. Y yo, que nunca entendí que hiciera lainfame pecados tintos, teniendo tanto mozuelomoscatel en qué escoger, echaba la culpa a losfrailes, de que estoy arrepentido. Y era que labellaca, para encantusarme, todos los días seiba al convento: decía que a confesar. Yo mevolvía loco, y al mismo negro le decía:«Domingos, voto a N., que yo no sé dónde pecatu ama esto que confiesa cada día, ni con quiénlo peca .» Y el negro, riéndose, con una jeta deun palmo, respondía: «Mi alma con la suya.» Yesto sonaba alabanza, y era pulla.

    —Bien mirado, bueno es —decían todos lospadres güeros—, que un hombre pasase suvida sufriendo una preñada regalando unaparida, tragando un niño, pagando unbautismo, sufriendo amas, oyendo taíta,

  • llorando de risa por las barbas abajo de que dijococo, mama; y desto estamos corridos, queandábamos contando por las casas: «Mi hijodijo hoy putenor pare. ¡Hay tal cosa! Ha de sergrande hombre.» Y vive Dios, que pareciéndosea bulto nuestros hijos a sus padres, nos decíanlas malditas: «A fe que no niegue a su padre.»Hijo de padre si lloraba, hijo de padre si reía.

    Y nosotros, la boca abierta y el moco tanlargo, comprando babadores y dijes, y ahoranos hallamos en los infiernos condenadoscuquillos. No ha de pasar así.

    Fuéles mandando que se retirasen apadecer su credulidad; lleváronlos al Jaramadel infierno.

    Gran revolución se vía en una sima muyhonda, de almas y diablos. Paróse la visita aentender lo que era; no se vio tal cosa en elinfierno.

    Estaban atormentándose unos presumidosy otros vengativos y algunos invidiosos: «Si yo

  • volviera a nacer; si yo volviera a la vida; simuriera de dos veces.»

    Los demonios estaban tan enfadados deoírlo, que les decían:

    —¡Ladrones, embusteros, infames, queestáis quebrándonos las cabezas con sivolviérades a nacer! Si volviérades a nacer milveces, cada vez tronárades a morir peor, y apalos no os podremos echar de aquí. Mas, paraque se vea quién sois, ya tenemos orden paraque volváis a nacer. ¡Ea, picaños, alto a nacer,alto a nacer! Cosa extraña, que los malditos quetanto lo blasonaban, así como oyeron decir«alto a nacer», se consumieron, y afligidos ytristes se sepultaron en un silencio medroso.

    Unos dellos, que parecía más entendido,con mucho espacio, suspenso de cejas, empezóa decir:

    —Si me han de engendrar bastardo, haypecado y concierto y paga y alcagüeta y terceraparte como casa. Si ha de ser de legítimomatrimonio, ha de haber casamentero y

  • mentiras y dote, que son epítetos, y no doscosas. Yo he de estar aposentado en unosriñones, y dellos, con más vergüenza que gusto,diciendo que se hagan allá los orines, he de ir aser vecino de la necesaria; nueve meses he dealimentarme del asco de los meses; y la regla,que es la fregona de las mujeres, que vacía susinmundicias, será mi despensera; andaré sinsaber lo que me hago; antes de ver, lleno deantojos; para nacer traeré más dolores que elmal francés; saldré revuelto en la sábana de laposada, como quien da madrugón; lloraréporque nací; viviré sin saber qué es vida;empezaré a morir sin saber qué es muerte;envolveráme la comadre en mantillas, que mela jurarán de mortaja; enjugaré los pechos de unama. Aquí entra lo de tener la leche en loslabios; pónenme en una cuna; si lloro llaman alcoco; si duermo me cantan:

    con la grande polvareda...

  • »La mu llaman al sueño las mujeres, y elmu al que se duerme; pónenme un babador,cuélganme dijes, nácenme los dientes. Voto aN; por no aguardar eso, y unas viruelas y elpalomino muerto, y que no me rasque: «Ay, elangelicos», y «A ro, ro», me esté en los infiernossiempre jamás. ¡Pues qué, si paso delsarampión, y ya mayor voy a la escuela eninvierno, con un alambique por nariz, tomadostodos los cabos del cuerpo con sabañones, dospor arracadas, uno a la jineta en el pico de lanariz, dos convidados a comer y cenar en loszancajos, llamando señor al maestro; y si tardome toman a cuestas, y como si el culoaprendiera algo o le encomendaran al lición, leabren a azotes! Maldito sea quien tal quierevolver a nacer.

    »Pues consideraos mancebos, acechados dela lujuria dc las mujeres en toda parte y sitiadosde su apetito, haciendo vuestras vidas yvuestras almas alimento de su desorden.¿Ahora había yo de volver allá a calzar justo y

  • andar mirándome a la sombra, trotando con losojos las azuteas y los terrados, suspirando dcnoche, hecho mal agüero en competencia de laslechuzas, abrigando esquinas, recogiendocanales, adorando cabellos, y dando mipatrimonio por la cinta de un zapato, y llamarfavor que me pidan lo que no tengo? volver a!¡Oh, maldito sea, sobremaldito, quien tal quiererepasar! Pues qué, ya hombre, cargado decuidados, entre arrepentimientos y desengaños,empezando a sentir el montón de lasenfermedades que la mocedad acaudaló,haciendo el noviciado para viejo, mandandoentresacar capas al barbero, que mejor se puedellamar canario, introduciendo en jordán lanavaja, diciendo que son lunares yachacándoselas a los trabajos, negando años apasar de la jaqueca y dolor de mueles y ijada!¡Pues qué se compara con haber de serforzosamente hipócrita de miembros, y decir,cayéndome a pedazos: «Nunca estuve paramás; yo lo haré; aquí me las tengo», y otras

  • cosas que cuestan caro a los que las dicen! Mastodo es burla con haber de estar enamorado ysolicitar en competencia de los muchachos,retar a toda una mujer entera, y dejarla másamagada que harta, habiendo gastado la nocheen achaches y en disculpas y en requiebrosvacíos, y ser forzoso ponerme colorado de quedigan:

    «Días ha que nos conocemos, amigo viejo»;y otras cosas así. Quien por esto pasare dosveces, puede echar a diablos con cuantos lo son.¡Pues qué si la vida adrede porfía hasta queuno envejezca, y le labra de calavera, con calvade pie de cruz, cáscara de nuez por pellejo, jibade requiem, muletilla que vaya llamando a lassepulturas, sueño en pie, vejiga empedrada, yel músito de braguero que se sigue luego, quecanta pronósticos, astrólogo de orinal; espiadode herederos, rondado de responsos, heredadde médicos, ocupación de barberos y alegrónde boticarios, llamándome tío los labradores,agüelo los muchachos! Infierno vale más una

  • ven que barriga dos. ¡Pues la gentecilla que hayen la vida y las costumbres! Para ser rico habéisde ser ladrón, y no corno quiera, sino quehurtéis para el que os ha de invidiar el hurto,para el que os ha de prender, para el que os hade sentenciar y para que os quede a vos. Siqueréis ser honrado, habéis de ser adulador ymentiroso y entremetido. Si queréis medrar,habéis de sufrir y ser infame. Si os queréiscasar, habéis de ser cornudo. Si no lo queréisser, lo seréis (si os descuidáis) sin parte, ydonde se pudiere. Para ser valiente, habéis deser traidor y borracho y blasfemo. Si sois pobre,nadie os conocerá; si sois rico, no conoceréis anadie. Si uno vive poco, dicen que se malogra;si vive mucho, que no siente. Para serbienquisto, habéis de ser mal hablado ypródigo. Si se confiesa cada día, es hipócrita; sino se contiesa, es hereje; si es alegre, dicen quees bufón; si triste, que es enfadoso. Si es cortés,le llaman zalamero y figura; si descortés,desvergonzado. ¡Válate el diablo por vida y por

  • vivo! No volviera por donde vine, por cuantotienen el mundo. Renegados precitos,habiéndome oído, ¿hay alguno de vosotros quequiera volver al nacer por donde vino, y recularla vida hasta el vientre de su madre?

    —Nones, nones —decían todos—: infiernoy no mama; diablos y no comadres.

    Sólo uno, mal encarado, barbinegro, carasalpicada y zurdo, dijo:

    —Yo quiero volver, no por tornar a vivir,sino porque me estoy atormentando aquí con lamemoria de los pícaros y mentirosos yenredadores, que en la vida me contabanmentiras, y yo, de puro cortés callaba, y ellosquedaban muy ufanos de que yo los habíacreído. Voto a N, que no creía a nadie nada, ypiensan los bribones guiñapos que los creí. DonFulano, que me dijo muy estirado de cejas: «Porla misericordia de Dios, señor mío, puedo decirque en mi vida he pedido nada a nadie»; y elladrón decía verdad, porque pedía algo; quenada no se pide; y porque él no pedía, sino

  • tomaba; era una demanda con don y tenía másdeudas que Eva, y nadie le prestó dineros queno prestase paciencia, y era a puras trampasratonera, y decía que no. ¡Pues la muchacha,que me dijo que era doncella, habiendo tenidomás barrigas que un corro de pasteleros, y,habiendo parido la procesión de las amas, y mequería hacer creer que era virgo, siendo ellacáncer y yo escorpión! Y el tenderete,vendiéndome fidalguía, más grave que milquintales, y más cansado que yo dél, me decíaque todos los otros eran judíos, y sé yo que supadre se murió de asco de un torrezno, y quesu merced anda de mala con la Pascua deResurrección, y que en los caniculares echa enremojo toda su casa porque no se le encienda, yque clava una espina a diez pasos de un EcceHorno, y él piensa que se le pueden fiarpaternostres molidos; y voto a N, que sé yo queguarda su dinero y la ley de Moisén. Él diceque espera un hábito, yo digo que al Mesías.Pues el bellaco, pícaro, chancero, que con su «a

  • Dios gracias» por empuñadura, muy entornadode ojos, con su cabeza torcida remendando suintención, me decía: «Yo, señor, me como tresmil ducados de renta limpios de polvo y depaja, éstos sin joyas y menaje y algúncontantejo, y todo es de mis amigos; que a míno me engorda sino lo que doy: que si hoycobrase lo que me deben...; mas al fin... Y entrechillido y suspiro remataba sacudiendo losgüesos a manera de temblor. Pensó elmohatrero ganapán que yo lo entendí así; yotros mil infiernos padezca vos si, cuando melo estaba diciendo, no me daban vuelcos desusto dos reales que tenían en la faldriquera, demiedo de sus embestiduras, y que rezumaba demientes por los ojos. Sé yo que si le prestan lasespadas todas, no tendrán vuelta, con decir queno hay ninguna sin ella; y aun el día de SanAntón, en su poder no tendrá vuelta lo que ledan: aunque sea viejo, nunca es traído, sinollevado. Él no paga nada, mas todo lo pagarácon las setenas. Vendióseme el picarillo muy

  • acicalado de facciones, muy enjuto de talle,muy recoleto de traje, pisador de lengua,haciendo gambetas con las palabras y corvetascon las cejas, cara bulliciosa de gestos ymisteriosa de ceño, por gran ministro, hombresevero, y de lo que llaman de adentro, pláticade arriba. Decíame: «¿Qué hay de nuevo poreste lugar?», porque yo dijese: «¿Quién lo sabecomo vuesa merced?» Y al punto, muyesparrancado de ojos, decía: No hay sino dejarde correr, Dios lo remedie, que tal y cual, lo delcamino carretero; sí por sí, no por no»; y aldecir «ello dirá,, ponía una boquieta escarolada,como le dé Dios la salud, y zurcíame unembuste a cada oreja cada día: «Harto estoy dedecirlo; mi parecer dije, y con eso cumplo; lodemás Dios lo haga; pues esto no es nada;presto se verán grandes cosas.» Y hablaba unaspalabras con la barriga a la boca, de puropreñadas. Yo las oía en figura de comadre; y,con tanto, se despedía de mí, diciendo: «Si algose ofreciere, amigos tenemos arriba; ya vuesa

  • merced sabe qué sabe Caratulilla, matachín depalacio, títere de arriba como Caramanche!» Loque yo sabía era que andabas remendandoprivanzas, y contrahaciendo validos, ycopiando ministros, pasando a escuras favoreschanflones entre pretendientes y pleiteantes,imitando lisiones por lisonjear, y todo el añotrasladando de los poderosos y validos ajes,barbas, meneos, tonillos, figuritas y escorzados,apareciéndote por las escaleras, entrándote enlas audiencias, y siendo para todo el lugar finde paulina. Éste tengo en los güesos; que no mele sacarán con unciones. Déjenme volver almundo, andaréme tras este muñeco hecho deandrajos de toda visión, diciendo a gritos a losque se llegan a él: «Ox, que no pica»; y no lodejen por decir, que siendo condenado no he deir a hacer tan buena obra a todos; que yo no lohago sino por hacérsela muy mala a él yderrengalie la hipocresía.

    Entretenidos tuvo esta gente a todos.Estábase Satanás embobado oyéndolos.

  • Vino el Soplón, abanico del infierno,resuello de las culpas, y dijo a

    Lucifer señalándosele:—Aquel demonio que allí va despeado,

    acaba de llegar del mundo, y ha veinte añosque no ha venido.

    Mandóle llamar; llegó muy congojado.—¿Cómo te has atrevido —le preguntó— al

    faltar de aquí tanto tiempo, sin venir a darcuenta, ni traer alma alguna ni avisar de nada,y diablo me soy?

    El diablo le dijo que no le reprehendieseantes de oírle; que «quien condena no oyendola parte, puede hacer justicia, mas no ser’justo».

    —Óigame vuesa diablencia —decía—.Señor, yo recibí en guarda un mercader: losdiez años le tuve persuadido que hurtase; losotros diez que no restituyese.

    Dóise Lucifer una gran palmada en lafrente, y dijo:

  • —¡Miren qué traza de diablo ésta! Ya no esel infierno lo que solía, y los demonios no valensus orejas llenas de agua.

    Y volviéndose al diablillo, le dijo:—Mentecato, con los mercaderes hase de

    gastar el tiempo, y ese muy poco, enpersuadirles a que hurten; pero en hurtando,ellos se tienen cuidado de no restituir. Esto estanto y no sabe lo que se diabla.

    Llamó un ministro, y dijo:—Lleva ese demonio, y ponle pupilo de

    algún juez, donde aprenda a condenar: que éstese debe de haber alquilado en los autos paradiablo.

    Grande rumor y vocería se oyó algoapartada; parecía que se porfiaba entre muchossin orden y con enojo. Estaban en diferentescorrillos; en algunos eran modestas las réplicas,en otros se mezclaban injurias y afrentas. Habíaquien, encendiendo la pasión, acompañaba conarmas sus razones. Víanse golpes, heridas, ycuanto más se llegaba la visita, más de cerca se

  • conocían los movimientos precipitados delenojo.

    Esto puso más cuidado en los pasos; masno fue tan apresurado, que cuando llegamos yala ira lo había mezclado todo, y sin orden sedespedazaban unos a otros. Las personas erandiferentes en estado, mas todos gentespreeminente y grande; emperadores ymagistrados y capitanes generales.

    Suspendiólos la voz del príncipe de lastinieblas; volvieron todos a él, padeciendotormento en no ejecutar unos el odio y otros lavenganza.

    El primero que allí habló fue un hombreseñalado con grandes heridas, y alzando la voz,dijo:

    —Yo soy Clito.—Más honrado soy —dijo otro que estaba a

    su lado—, y he de hablar primero. Oye alemperador Alejandro, hijo de Dios, señor de losmundos, miedo de las gentes, magno ymáximo.

  • Y no acabara de ensartar epítetos yblasones de su locura, si no le dijera el fiscalque callase: que ya aquel papel le habíarepresentado en la vida, y que, acabada lacomedia del mundo, era yo reo acusado.

    Hable Clito.Y él, que tenía gana, despejando mal la risa

    de su sentimiento, dijo:—Yo, señor, fui gran privado deste

    emperador; que para ver cuán poco caso hacenlos dioses de las monarquías de la tierra, bastaver a quién se las dan. Hicieron a este malditoinsensato, de quien la soberbia aprendiófurores, señor de todo, con título de rey de losreyes. Persuadióse que era hijo de Dios; aJúpiter Ammon llamaba padre, y porautorizarse con el sello de Júpiter, se introdujoen esta de carnero y se rizó de cuernos, y nofalta sino torearle en las monedas y llamarseAlejandro Morueco. En balde porfiaban en éllas pasiones naturales, tan doctas endesengañar la presunción humana: dióle lo que

  • tuvo la fiereza, hízole grande la temeridad,creció del robo, no era capaz de advertencia.Presento por testigo al filósofo envasado,vecino de una tinaja, que le tuvo por bufón y serió de verlo, y para la vuelta le dijo,estorbándole el sol que le calentaba: «No mequites lo que no me puedes dar.» Yo le serví enlo que me mandaba, y no me dio la privanza miobediencia diligente, sino el entender él que yosería partícipe de sus insultos, séquito de suslocuras y aumento de sus adulaciones. Yo (¡desdichado de mí! ) quise tener lástima dél;atrevíme a ser leal al tirano (esto que no esnada), y viéndole desacreditar las cosas de supadre Filipo y desnacerse, con la lengua y lasobras, de tan gran príncipe que le dio el sér,desengañábale de la divinidad. Traté de quedescornase su descendencia: referíale losesclarecidos hechos y virtudes de su padre,entre muchos que adorándole con incienso, ledecían que era hijo de Dios; y había aduladorque le aseguraba de vista la generación divina,

  • y consejero que por línea recta de varón lehallaba mayorazgo del cielo y heredero forzosodel rayo y el trueno. Yo le hacía tales recuerdosde las cosas de su gran padre, que le decía:«Poco le falta a esta decendencia para divina. »Pues para ver quién fue este desatinado tiranoy cuál su violencia, por testigo de su grandeza,por voz de las alabanzas de su padre, con suspropias manos me mató a puñaladas, más élmurió en la mesa y vivió en la guerra.Concertadme estas medidas. Su maestro, dequien no quiso aprender a vivir, enseñó conqué le matasen, y una uña de asno disimuló elveneno, y él se quedó cornudo, sin Dios, sinreino y sin vida. A mí me dio el fin que hedicho por lo que habéis oído, y a Abdolonymo,mondapozos, estándolos mondando, le hizorey de Sidonia, no por ensalzar la virtud, sinopor mortificar con afrenta la soberbia de losnobles de Persia después de la muerte de Darío.Topéme aquí con él, porque los privados queha habido en el mundo nos juntamos a tomar

  • satisfacción de nuestros príncipes, y díjele quedónde había dejado lo de Dios, y que si estabadesengañado; y en razón desto nos asimoscuando llegaste. Matóme porque alabé a supadre. Mira lo que es delito digno de muerte enun tirano, siéndolo sólo en el padre haberleengendrado. A Parmenion y Filotas, susprivados, también los mandó matar, aunque leadoraban y tenían por hijo de Júpiter. AAmyntas, su prima, y a su madrastra yhermano, y a Callisthenes, su privado, mandómatar. De suerte, ¡oh Lucifer!, que el delito esser privado, no ser malo ni bueno, y es como loque pasa en la vida humana, que todos muerende hombres, y no de enfermos; que ése esachaque.

    —¿Ahora sabes —dijo Satanás— que laprivanza es tropezón y todo príncipezancadilla; que los tiranos lo aborrecen todo: alo bueno porque no es malo, y a lo malo porqueno es peor? ¿Qué privado han hecho que no lehayan precipitado? ¿Qué digo? Acuérdeseos de

  • la emblema de la esponja: todos sois esponjasde los príncipes; déjanos chupar hasta queestáis hinchados, y luego os exprimen y sacanel zumo para sí.

    A estas razones se oyó grande alarido, yllegándose a Lucifer un hombre blanquecino,desangrado, viejo y venerable y digno derespeto, dijo:

    —Parece que hablan conmigo esas razonesde la esponja, por los muchos tesoros yriquezas que tuve. Yo soy Séneca, español,maestro y privado de Nerón. Los desperdiciosde su grandeza cargaron mi ánimo, no lellenaron. En recibir lo que me dio sinpretenderlo no fui cudicioso, sino obediente.Quiere el príncipe en honras y haciendasmostrarse magnánimo, generoso y agradecidocon un privado. Contradecir al príncipe talesdemostraciones es desamor y atención a lautilidad propia; pues rehusarlas es querer queel acto de virtud sea el suyo, y preferir laadmiración de la modestia y templanza del

  • criado a la esclarecida generosidad delpríncipe. Recibir el valido lo que el príncipe leda es querer que se vea su grandeza antes quela virtud y humildad propia, y dar luz a lavirtud del príncipe es el más reconocidovasallaje que puede darle un vasallo. DiómeNerón cuanto es decente a tal príncipe: elprecio y mérito desto fue la enseñanza;permitía tantos bienes no la demostración depremio, no la presunción de hacienda ni eldesvanecimiento de patrimonio; no emperezóel tesoro darme conocimiento del séquito quetiene forzoso en la invidia, que ejecutiva meprocesaba por las calles, afirmando quepersuadía a otros el desprecio de los tesorospor desembarazar de competidores la sed míade riquezas. Yo vi adolecer mi opinión yenfermar mi buena dicha, no mi culpa, sino micrecimiento, porque el escándalo no está en elque priva, sino en todos los que no privan; ynunca puede ser bienquisto de todos quientiene puesto que los que son como él desean

  • para sí, y los que no, para otro en quien tenganmás afianzada la medra. Determiné, adestradocon estas consideraciones, desembarazar miánimo y descansar de todos estos odios: fuimeal príncipe, y volvíle cuanto me había dado; yporque la restitución fuese cortés y no grosera,la acompañé con palabras que Tácito refiere ymejora, persuadiéndole a que en darme tantocaudal se mostró espléndido, y en recibirloprudente, pues mostraba que lo había dado elbenemérito, pues lo sabía despreciar. Yo tuvetan grande amor al príncipe, que noacobardaron mi buen celo las amenazas de sucondición; batalla, no comunicación eraconmigo la suya, según las grandescontradicciones con que siempre le disgustaba.No acallaron mi verdad su locura ni su fuerza,ni menos derramó sangre que a mireprehensión se adelantase el desvelo de miconciencia. Mató a su madre, quemó a Roma,éste que despobló todo el imperio debeneméritos con el cuchillo; y estas cosas

  • pudieron persuadir a Pisón la conjuración, quese llamó de su mismo nombre pisoniana, muybien propuesta, pero mal callada, dondemurieron los mismos que habían de matar. Sonpasos de la Providencia el guardar al tirano delpeligro de la vida, por no venir colmado de lasmuchas afrentas y desesperación que merecía.Aseguróse el príncipe déstos, pero no de susvicios, y luego al punto mandó matar a Lucanoporque era mejor poeta que él, y a mí tambiénme dio a escoger muerte: mas eso no lo hizopor piedad, antes bien fue fuerza mañosa,pareciéndole a él que la padecería muchasveces repetida en la elección della, y quepadecería, la que escogiese, con el efeto, y lasque dejase, con el miedo que las rehusaba. Yo,metido en un baño, cortadas las venas, medespaché para este puesto que hoy tengo,donde este maldito aún no se harta decrueldades y lee cátedra de martirios a losdiablos. En el Senado cuando mató a su madre,hicieron votos y sacrificios públicos, y osaron

  • adularle con las aras y los templos; y cuando sedifirió de la conjura de Pisón, hicieron lomismo por la salud del príncipe, y mandaronque al mes de abril, en honra suya, le llamasenNerón. ¡Mirad qué senadores, que luego lesentenciaron a muerte ellos propios siendo supríncipe, y le hicieron morir como merecíaporque los creyó! Mas los senadores malosmuchas veces aconsejan al príncipe lo que lepueden acusar.

    »Y hay alguno que, en viendo propuestaalguna gran maldad, desea que todos suscompañeros sean justos y santos, sólo porquesu bellaquería sea única y su iniquidad elapoyo de la perdición.

    Llevantáronse Quinto Hateria y MarcoEscauro, diciendo:

    —Y esos que tú acusas, ¿bastan a profanartantos grandes senadores cuyo ánimo nuncatemió los peligros de la verdad ni las amenazasde los príncipes? Los malos ministros seescriben, y se cuentan, y se maldicen: todo para

  • imitarlos. De los buenos nadie hace memoria,porque el bien no se aprende, y el mal se pega,de la manera que un enfermo pega el mal aveinte sanos, y mil sanos no pegaron jamássalud a un doliente.

    Nerón, ceñudo y con los ojos en el suelo, yavoz delgada y temerosa, dijo:

    —Saber más que el príncipe el privado ymaestro es necesario, y conveniente disimularlocon el respeto. Presumir con el príncipe estaventaja es delito; pues ¿qué será porfiar aconvencer el criado a su señor a que sabe másque él? En tanto que me enseñaste a mí con lomás que sabías, te preferí en todo, y fueestimación de tu prudencia mi imperio, y llegóa escándalo del mundo. Luego pasaste aenseñar a todos que sabías más que yo, cosaque debiste excusar, y aquí fue mi enojo; yquiero antes sufrir lo que padezco, que privadoque hace caudal de mi descrédito; y si no,díganlo todos esos príncipes.

    Y dio voces:

  • —¡Ah, reyes! ¿Ha pasado algún privadovuestro más adelante, en llegando a presumiren sí suficiencia y discurso superior al vuestro?En tanto que los pueblos creen que el príncipetiene talento y que obra por sí, se sustenta elprivado que lo persuade; mas, endesarrebozándose la verdad y en desmayandoel engaño, muere súpito todo valimento. Decidsi esto es así. Y a una voz dijeron todos:

    —No, no, ni pasará adelante de aquí a la findel mundo; que así dejamos tomada la palabraa nuestros sucesores y encargada esa acusacióna la invidia.

    —¿Qué tengo yo que ver con eso —dijoSeyano—, que supe y disimulé menos queTiberio, y habiéndole obligado con misservicios, me mandó adorar y me hizo estatuasy las concedió privilegios sagrados? Fue minombre aclamación del pueblo romano, mifelicidad lisonja de todo el imperio; mi saludvoto de las gentes y ruego común; y siendo elprivado de mayor dominio en el alma de su

  • señor, este maldito y siempre abominableTiberio me hizo prender y despedazar, siendomérito en el furor de los amotinados traer enlos chuzos algún pedazo de mi cuerpo. Congarfios me arrastraron de las quijadas por lascalles, y la crueldad infanda no se detuvo en lasepoltura: más allá pasó, que a mis hijos hizomorir afrentosamente, y una hija, que por elprivilegio de la virginidad no podía morirjusticiada, mandó que el verdugo la violaseprimero y que luego la degollase. Testigostengo de mi abono: Veleyo Patérculo encarecemi valor, mi ingenio, mi maña y mi asistencia; yTácito, que con la malicia se hizo bienquisto delos letores a costa de los difuntos, él tampocome niega las alabanzas. Nadie me dijo verdad;y con ser tantos los que acababan con mi caída,nadie se enojó de mí ni tampoco me osó enojar.Mi ruina empezó desde que quise prevenirtodos los hados, quitar a la fortuna el poder,burlar sus diligencias a la providencia de Dios.Entonces, más sacrílego que prudente, me

  • fortalecí contra la maña de los hombres,haciendo morir los buenos y los atentos,desterrando a los ociosos y advertidos, yprovoqué por enemigo al cielo, a quien quiseexcluir de mi causa. También es verdad que yome valí y acompañé de gente ruin: del médicopara los venenos, del sedicioso para lavenganza, del testigo falso y del mal ministroventero de las leyes; mas no fue elección de mivoluntad, fue necesidad de mi puesto. Yo usabade los que son siempre trastos del poder; ycomo sabía que, en cayendo, así me habían defaltar los malos como los buenos, usaba de losmalos como de cómplices, huía de los justoscomo de acusación. Cada virtuoso para el quepuede es un dedo a la margen, y cadaentendido un espía y un testigo en buenlenguaje, que si habla, persigue, y si calla,culpa. No inventé la tiranía, ni sus malascostumbres. Tiberio las aprendió de mí, quemás las padecía aprobándolas lisonjero, que enlas cárceles y el cuchillo los sentenciados. Si

  • dicen que yo le aconsejé crueldades paraquitarle el amor del pueblo y disponer milevantamiento, ¿quién le aconsejó las que hizoconmigo? El caso es, Lucifer, que los príncipestienen por disculpa de lo que permiten, la rumadel medio que para ello escogieron, y quenuestra culpa es ser sola. mente la suficientesatisfacción de los odios nuestras muertes; y alcabo, reyes, la nota cae sobre vosotros y vuestrainconstancia, y la lástima sobre nuestroscastigos. Las historias, contando nuestrascaídas, dicen siempre: «Este fin tienen los quese llegan al favor de los reyes y príncipes»; ynuestra desdicha en cada corónica esadvertencia de un mal paso. Hacer un privadopoderoso, rico, es mostrar el poder; conservarlees acreditar el juicio que dél hiciste y tuelección; deshacer es desdecirte y darte apartido con los mal contentos. Mirad, mirad loque somos.

    Y volviendo, jugaban a la pelotaSantabareno, favorecido del emperador

  • León, a quien mandó sacar los ojos; yPatricio, favorecido de Diocleciano, a quienhizo pedazos. Decía Santabareno, tomando lapelota:

    —Esto es el poderoso hinchado de viento.Pone al príncipe toda su fuerza en levantarlo deun voleo, y andan en el aire, mas siemprebamboleando; y mientras le dan, dura en loalto, y en no le dando cae, y en descuidándosese pierde; y si le dan muy recio revienta, y en loalto se sustenta a puros golpes.

    Mas Plauciano, favorecido que fue deSevero, a quien despeñó por una ventana paraque fuese espectáculo del pueblo, decía:

    —Fui cohete, subí aprisa, y ardiendo y conruido en lo alto, me calificó por estrella la vista;duré poco, y bajé desmintiendo mis luces enhumo y ceniza.

    Fausto, favorecido de Pirro, rey de losepirotas; y Perenne y Cleandro, favorecidos deCommodo; y Cincinato, favorecido de Vitelio,emperador; y Rufo, favorecido de Domiciano, y

  • Amproniaso, de Adriano, estaban oyendo lavoz temerosa y venerable del gran Belisario,favorecido de Justiniano, que ciego, habiendodado con el bordón dos golpes y meneado lacabeza entorno para prevenir silencio, dijo:

    —¿Es posible, príncipes, que todos vuestrosvalidos han sido malos? Peor es en vosotros serverdugos de los yerros de vuestra elección quenuestras desgracias. Yo serví a príncipecristiano y justo y que enseñó qué era justicia yhacerla, y debiendo a mi valor el imperio,despojos, y monarquía y triunfos, me hizocegar, y me dejó pidiendo por las esquinas elsustento con los miserables; y el nombre que seoía animando los estandartes y espantando losenemigos, y que valió por ejército apellidadoandaba por las plazas y calles pidiendo sinsaber a quién. El favor de los príncipes esazogue, cosa que no sabe sosegar, que se va deentre los dedos, que en queriendo fijarle se vaen humo; cuanto más le subliman es másvenenoso, y de favor pasa a solimán;

  • manoseándole se mete en los güesos, y el quemucho le comunica y trabaja por sacarle, quedasiempre temblando, y anda temblando hastaque muere, y muere dél.

    Siguieron luego a estas palabras quejaslastimosas y terribles alaridos, señalando todoscon ¡ay! dónde tenían el azogue del favor; yempezaron todos a temblar, que parecía familiade Almadén.

    Mas Belisario tornó otra vez a hablar ytodos atendieron:

    —Ved la infamia de Justiniano, queacobardados sus premios del exceso de misméritos y servicios, me cegó; y mi virtud tansolamente me negoció la desdicha. Y habiendode dejarme, temió . mi razón y acabó conmigo.Y todos vosotros lo habéis hecho de la mismasuerte, y en vuestras corónicas somos manchascoloradas de vuestra reputación.

    Y un afligido, que no se dio a conocer, dijo:—No estéis ufanos de la miseria de los que

    os creen y pueden con vosotros, que príncipes

  • no habido constantes, y privados firmes: esto esecharos el agraz en el ojo. Josef en las sagradasletras; Eleázaro, conde y príncipe, fue privadode Roberto, rey de Francia, y ni tropezó niresbaló ni cayo, ni otros muchos cuya alabanzavivió igual hasta su fin, cuyo aplauso nodescaeció, cuya dicha nunca la enfermaron losinvidiosos, y vivos y muertos y escritos fueron.exaltación de sus reyes, como nosotrosacusación y escándalo y queja.

    En esto se oyó una voz de un espíritu, quedecía estas palabras de Habacuc, profeta,hablando con los poderosos:

    —Quare respicis super iniqua agentes, ettaces devorante impio justiorem se?

    Et facies homines quasi pisces maris, etquasi reptile non habens principem.

    Et factum est judicium, et contradictiopotentior.

    Propter hoc Iacerata est lex, et non pervenitusque ad finem judicium.

  • —¡Despedazóse la ley, no llego el juicio alfin! —repetían todas aquellas almas cuando elespíritu, para consolarlos desta nulidad quealegaban en el otro mundo contra los que losatropellaron, dijo con el mismo profeta,capítulo II:

    —Como el vino engaña al que bebe, asísucederá al varón soberbio, y no será ensalzadoel que extendió su alma como el infierno; y élmismo, como la muerte, no se harta, y congregóa sí todas las gentes, y aunóse con todos lospueblos.

    »¿Por ventura todos éstos no tomaránparábola contra él y hablilas de sus enigmas; yse dirá: Desdichado de aquel que multiplica loque no es suyo ? ¡Hasta cuándo agravará contrasí lodo pegajoso.

    »¿Por ventura, de repente, no se levantaránlos que te han de morder, y despertarán los quete han de hacer pedazos, y serás su despojo?

    »Porque tú despojaste muchas ciudades, tedespojarán todos los demás que quedaren de

  • los pueblos, por la sangre del hombre, y lamaldad de la ciudad de la tierra y de todos losque en ella habitan.

    »Pensaste confusión a tu casa, acabastemuchos pueblos y pecó tu ánima.

    »Por lo cual la piedra de la pared darávoces, y el madero que está entre las junturasde los edificios responderá, o el escarabajo de lamadera lo parlará.

    —Yo —dijo el espíritu— no os pondero lasamenazas del profeta; sólo os advierto que nohace Dios tanto caso de vosotros, que remita elcastigo de los tiranos a grandes príncipes, ni asucesos prodigiosos, ni a mayores fuerzas: elcastigo está en las cosas de que no hacéis caso.Mirad con qué gente hace Dios liga contravuestras prevenciones, soberbias y vanidades;con la piedra de la pared y el escarabajo de lamadera y el leño podrido que está entre lasjunturas de los edificios. Artillería de Dios es lacarcoma, y el gusano, y la mosma, y la rana, y

  • otra infinidad de sabandijas. La palabra de Dios,malditos, es aquí mancuerda de todos vuestros oídos.

    Hondas gemidos daban los monarcas, yalaridos bestiales y espantosos.

    Formáronse a mezclar con amenazas yheridas; mas Lucifer mandó que los privados sefuesen al cuartel de la perlesía, y los príncipes,reyes y monarcas entre las mujeres hermosas,hasta en tanto que se averigüe quién escogepeor y es más mudable y más desagradecido.Todos apelaban; mas ejecutóse, sin embargo.

    Los períátícos decían:—Nosotros tenemos cura; lleven a los

    privados, por temblones, con la hoja en el árbol.Las mujeres gritaban «que llevasen a los

    monarcas con la loba; que ellas en el escogertenían disculpa, pues en vida huían de losseñores hacia los mercaderes».

    Y en ninguna parte los querían, y unos aotros se despedazaban.

    En esto estaban ocupados todos, cuandovimos un hombre que en las insinias parecía

  • herrador; con un silencio podrido estabaembolsado en sí propio, muy cerrado decampiña: conocíase en la atención y los gestosque hablaban allá dentro dél.

    —¿Quién eres —dijo el fiscal—, con eseyunque y ese martillo y esos clavos?

    Él, con voz de grito por azote, en tono deox, dijo:

    —Yo me entiendo.Salió la Dueña hecha otra dueña, por no

    decir un rejalgar, y dijo:—Entendido para ti mismo: habla claro;

    que aunque no te entienda, te chismaré todo. Ditu nombre, y qué hierras aquí, donde no haybestias; y dilo luego, que si no lo dices luego, tepondré otra dueña buida a los pechos hasta quelo digas.

    El pobre, que entendió que estaba ya en losprofundos de la dueña, dijo:

    —En esto conoceréis que yo me entiendosolo, pues preguntándome quién soy y mioficio y habiéndolo dicho claro, no me habéis

  • entendido. Yo soy aquel desdichado yo meentiendo que anda en el mundo paladeandoconfiados, disculpando necios y entreteniendobellacos. Si me reprehenden los vicios, digo queYo me entiendo; si me aconsejan en los peligros,Yo me entiendo; si me tienen lástima en loscastigos, siempre soy Yo me entiendo. Yo soy elcoloquio entre cuero y carne y el porfiado entresí; y como yo me entiendo y no quiero entender aotro, ni que me entienda nadie, todo lo yerro, yéste es mi oficio. Y la dueña no sabe lo que sedueña, pues dice que no hay bestias donde hayYo me antiendo, que es todos los arres y joes concapa negra. No hubo acabado, cuando otrohombre muy enojado, dijo:

    —¿Quién fue el maldito que juntó a esteentendido a escuras conmigo, que soy Nadie meentiende?

    Aquí se revistió de sí mismo elEntremetido, y dijo:

    —Dígote culto, y si apelas dígotebenemérito.

  • —Pues no soy —dijo el tal figura— sinocasamentero. Soy sastre de hombres y mujeres,que zurzo y junto, y miento en todo y hurto lamitad. Yo soy embelecador de por vida,inducidor de divorcios; vivo de engordar dotesflacos, añado haciendas, remiendo agüelos,abulto apellidos, pongo virtudes postizas comocabelleras; confito condiciones y desmochoaños a los novios. Tenga una relación Jordánque remoza las bodas. En mi boca los partos ylos preñados son doncellas, y no hay hombretan callado en hijos, pues acomodo agüelas pornietas. Al fin, yo hago suegros y suegras, queno hay más que hacer. Y llamándome Nadie meentiende, porque si me entendiera el maridocuando le doy yo más dote con lo que mientoque la novia con el que lleva, cuando le doyvirtud con lo que callo, calidad con lo que finjo,hermosura con lo que encarezco, ninguna bodase concertara. Y si la esposita me entendiera:

    Él es un pino de oro, más aplicado que otrotanto; jugar, ni por sueños; otros vicios, ni por

  • lumbre; en la condición es hecho de cera; muyrico; ya se ve, con el etcétera de las expectativas(que es la hojarasca que gastamos loscasamenteros, y todo para en pino de oro, nipor sueños, ni por lumbre y ya se ve, hojaldrede bergantes), antes la triste diera con sudoncellez en unas tocas que embodarse. ¡Puesverme prometer infinito y no traer nada,diciendo muy flechado de cejas: «Señor, vuesamerced no repare en hacienda, pues Dios se laha dado; calidad, harta sobra a vuestra merced.Pues hemosura, en las mujeres propias antes escuidado y peligro. Cierre vuesa merced los ojosy déjese gobernar; que yo le digo lo que leconviene!»

    —¿Hay ladrón como éste? —dijo elSoplón—. Pues demonio, ¿qué me traes, si nitiene calidad, ni hacienda, ni hermosura, yquieres que cierre los ojos?

    Embistiera con él, sino que la Dueña sepuso en medio, diciendo:

  • —No hay tal hombre: por otra relacióncomo ésta me tragó a mí por mujer quien secasó conmigo.

    —¡Maldito sea yo —decía un testador—,que me veo desta suerte por mí culpa! Voto a N—decía (y llamaba a todos)—, que si sé hacertestamento, que estoy vivo ahora, y que no mehe condenado.

    La enfermedad más peligrosa, después deldotor, es el testamento: más han muerto porquehicieron testamento, que porque enfermaron.¡Ah, vivos! —gritaba—, sabed hacertestamento, y viviréis como cuervos.¡Desdichado de mí, que enfermé de mi exceso ypeligré de mi dotor y expiré de mi testamento!Dejáronme los médicos, mandándomeprevenir; yo, con mucha devoción y mesura,ordené mi testamento con mi In Dei nomine,Amén, lo de su «entero juicio», «el cuerpo a latierra» y las demás cláusulas del boquear. Yluego (nunca yo lo dijera) empecé los Item más;

  • A mi hijo dejo por heredero. Item, a mimujer dejo esto y esto. Item más, a Fulano, micriado, tanto y cuanto.

    Item más, a Fulana, mi criada, esto y elotro. Item más, a Fulano, mi amigo, porque seacuerde de mí, un vestido. Item más (simuriere), dejo libre a Mostafá, mi esclavo.Mando al señor dotor Fulano una taza de plataque tengo, dorada, por el cuidado con que meha curado. Y al instante que firmé eltestamento, la tierra, a quien mandé el cuerpo,tuvo mujer de monjil, mi criado de lágrimas yvestido, mi amigo de acordarse; y todosandaban dados al diablo. Si yo pedía la pócima,mi mujer respondía: tocas; el criado: ropilla; elesclavo, horro Mahoma. Por darmeconfortativos me daban zupia. El dotor, desdeallí adelante, cuando venía me pedía la taza porpedir el pulso, y de mala gana tomaba uno porotro. Si le preguntaba cómo ha de ser la cena,decía que pesada y honda. Si daba un gritodecía mi hijo: ya expiró; mi mujer, descuelguen;

  • el criado, daca; el amigo, veamos; el esclavo,vaya. Y como nada de lo que. mandaba sepodía cumplir sin mi muerte, en mandar atodos algo, mande que me matasen todos. Si yovolviera a la vida, éste fuera mi testamento:

    Item, mando a mi hijo heredero, que malprovecho le haga cuanto comiere, y que mimaldición caiga, y que cuanto le dejo es demala gana y por no poder más. A él y a ellos selos lleve el diablo; y a mi mujer, que malapestilencia le dé Dios, y duelos y quebrantos. Ya Fulano, mi criado, si yo muriere, mando quele persigan y se gaste mi hacienda en destruirle;y si viviere, le daré dos vestidos. Y a Fulano, miamigo, si falleciere, mando que no le dejenparar ni a sol ni a sombra, y que declaro que esun perro.

    Item más, si me muero, niego todas misdeudas (¡y sólo considerad, demonios, cuálesandarían los mohatreros por resucitarme a mí!).

    Al esclavo, si muero, mando que cada díale pringuen tres veces. Al dotor que me curó,

  • que mi mujer se muestre parte y le pida mimuerte. Y a mi heredero, que haga tasar lo quejustamente vale el haber acabado conmigo,porque me ha encarecido el ser calavera, comosi yo se lo rogara, y me lo ha hecho desear, ypido a todos que lo apedreen. Y voto a N, quesólo estoy sentido aquí del dotor, que nosolamente me persiguió sano, me matóenfermo, sino que pasa la ojeriza de lasepoltura; y en expirando uno, por disculparsedicen dél mil infamias: «Dios le perdone, que elmucho beber le acabó; ¿cómo le habíamos decurar, si era desordenado? Él era insensato,estaba loco, no obedecía a la medicina, estabapodrido, era un hospital; él vivió de suerte, quele ha sido mejor; esto le convenía (¡miren qué«convenía» éste a mi costa!); llegó su hora» ;pues tomen el dicho a la hora de todos losdifuntos, y ella dirá que ellos la llevan y laarrastran, y que ella no se llega. ¡Oh, ladrones!¿No basta matar a uno y hacerle que pague sumuerte, costumbre de los verdugos, sino tener

  • la disculpa de la ignorancia en la deshonra delpobre difunto? Aprended a saber hacertestamento y llegaréis los mozos a viejos, y losviejos a decrépitos, y moriréis todos hartos devida, y no os podaran en flor las hocesgraduadas y el dotor Guadaña.

    Tales palabras dijo aquel difunto pormadurar, que Lucifer y sus ministros a gritosdijeron:

    —No dice mal este condenado; mas si leoyen y le creen, a los médicos y a los diablos (elruin delante) los ha de destruir.

    Mandáronle tapar la boca, y a pocos pasosque anduvieron fue tal el alarido y la grita, quecon prevención y susto se pusieron en defensa.

    Habia gran número de gente de todosestados.

    —Ellos son —decían—; sáquenlos.—¿Habíamos de dar con ellos?—¡Oh, infame mujer! ¡Oh, maldito pícaro!—Aquí te tengo.

  • Y otras palabras tal alborozadas comoéstas.

    Unos se asían de otros, y apenas se víansino dos bultos: uno con un manto, señas demujer; y otro hecho pedazos y lleno de alcuzasy jarros y trastos.

    —¿Qué es esto ? —dijo la guarda.Llegó la ronda, bien ordenado el tribunal;

    respondieron:—Señor, aquí hemos hallado escondida la

    disculpa de muchos chismes y laaveriguación de muchas insolencias.—Aquí están —decían con gran alegría.—Aquí los tenemos.Pedían albricias a Lucifer:—Aquí están, señor, la mujer tapada que

    dice todas las cosas, y et poeta de tos pícaros.No se puede explicar la demostración que

    Lucifer hizo de haber hallado en su reino estasdos figuras tan perniciosas. Mandó sacar a lamujer tapada; estaba hecha un ovillo, liada con

  • su manto; dio grandísimos gritos, diciendo queno la destapasen, porque se perdería el mundo.

    —Déjenme; basta, que estoy aquí sóloporque me tapé; yo tengo infinitas caras, ymuchos me acusan que debajo deste mantotienen la suya; mi delito es mi manto. Yo, lapobre mujer tapada, dije al rey pasando unchiste y a la reina otro; yo dije a los privados,yo a los ministros, yo a los señores, yo a losclérigos, yo a los frailes, y a los obispos; y estenegro manto ha sido de lenguas, y no desoplillo. No tengo yo la culpa, sino bellacos,que como me ven tapada, se me meten debajodel manto y dicen lo que quieren, y luego nohay sino: «una mujer tapada dicen que dijo»:«¿Saben vuesas mercedes lo que dijo una mujertapada?» «Cuentan que una mujer dio talmemorial.» Y yo, pobre de mi, soy una tontaque apenas sé pedir siendo mujer. Si fuera yoeste bellaco pícaro que está a mi lado.. .

    Y él respondió:—¿Qué culpa es la mia, mala hembra?

  • —¿Qué culpa? —dijo un demonio—. Ser túpeor que todos nosotros: ¿tú no eres el poeta delos pícaros, que has llenado el mundo dedisparates y locuras ? ¿Quién inventó elTengue—tengue y Don gotondrón, y Pisare yo elpolvillo, Zarabanda y dura, y Vámonos a chacona, yQué es aquello que relumbra, madre mía, laGatatumba, y Naqueracuza? ¿Qué es naqueracuza,infame? ¿Qué quiere decir Gandi; y Hurrúa, queen la ventana está; y Ay, ay, ay (y traer todo elpueblo en un grito); y Ejecutor de la vara, y daca aEjecutor de la vara; y Señor boticario, deme unacala; y Válate Barrabás el pollo; y Guiriguirigay, yotras cosas que sin entenderlas tú ni el que lascanta, ni el que las oye, al son de las alcuzas yde los jarros y de los platos las cantan losmuchachos y mozas de fregar con tonillos deaceite y vinagre y dos de queso, y pella y pastel,que tú compones, y no hay recado que nochilles, ni calle que no aturdas, obligando a quese enfurezcan las repúblicas, y con pregonesrestañan tus letrillas y hues y ayes y arrorros,

  • cuzas y pipiritandos? Nadie está en los infiernoscon tanta causa ni con tan sucia causa.

    El pobre poeta de los pícaros, que no pudonegarse y se vio descubierto y conocido, pidióque le diesen licencia para hablar.

    Fuéle concedida, y dijo:—¿Es mejor lo que hacen los poetas de los

    honrados? ¿Está mejor ocupado un ingenio engastar doce pliegos de papel de entradas ysalidas y maranas para casar un lacayo sinamontestaciones, que yo, que con un cantarilloy un Cachumba, cachumba, y un ¡Oh, qué lindito!,al muchacho que trae un pastel a su amo, leembarazo la boca con el tonillo para que no déun bocado al plato, y al jarro un sorbo? Mássisas excusé con el Zambapalo y con laMarigarulleta, que letras tienen mis cantares.¿Con qué me pagarán que a la niña que trae elcuarto de mondongo la embarace la gargantacon el Naqueracuza, y no con una morcilla?¿Fuera mejor matar de hambre a todos losgraciosos, hacer gallinas a todos los lacayos, y

  • en los entremeses deshonrando mujeres,afrentando maridos y cachando costumbres, yentreteniendo con la malicia, acabando conpalos o con músicos, que es peor? ¿Es mejorhacer autor, y andar dando qué decir a Satanás,y pidiendo el alma, y lloviendo ángeles a puranube, y tener a vuesa merced quejoso siempre?—dijo mirando a Lucifer, y que no daba a unpoeta una ánima, que siempre se la lleva elbuen pastor—. ¿Es mejor andar sacando lospecados propios y mis amancebamientos a lajineta, en los romances, de garganta engarganta, y que canten todos lo que yo había dellorar; y que, si Doris escupe, ande su gargajode boca en boca? ¿Es mejor que Gil y Pascualanden siempre en los villancicos, el uno conmil, y el otro con portal, tirando las navidades,envueltos en consonantes sin pelo ? ¿ES mejorandar gastando auroras en mejillas y perlas enlágrimas, como si se hallasen detrás de lapuerta; y estando España sin un real de plata,gastarla en fuentes y en cuellos torneados,

  • valiendo a setenta por ciento, y sin que se veauna onza gastada en lámparas por los poetas,teniendo repartidos millones en orejas ytestuces? ¡Pues lo que hacen con el oro! Acarretadas fo echan en cabellos, como si fuerapaja donde no aprovecha nadie: ¿y llamándomea mí poeta de pícaros, porque sin gasto ni dañoalegro y entretengo barato y brioso con Vengode Panamá, y De qué tienes dulce el dedo, y Dondon camaleón, y otras letrillas traviesas de son ycomederas.? No, sino escribiré coruscos, lustros,joven, construyendo, adunco, poro, con trisulca,alcuza, naquera cuza; y libando, aljófar, con si bien,erigiendo piras, canoro con centodeliras:

    Zarabullí, ay bullí, bullí, dezarabullí.Bullícuzcuz de la Veracruz;Yo me bullo y me meneo,me bailo, me zangoteo,me refocilo y recreopor medio maravedí:Zarabullí.

  • «Júzguenlo los diablos, cuánto es mejorzarabullí que adunco, y cuzcuz que poco; ymeneo que pira, y zangoteo que lustro; y refocilo que trisulca; lo uno es culto y lo otropimiento. Cuál hará mejor caldo, dígalo uncocinero. Ello bien puedo ser yo, el poeta de lospícaros; mas ellos son los pícaros poetas; y porlo menos a mi no me vela la Inquisición nitengo examinadores; y míreseme bien mi causa,que soy el mejor de todos; y Dios me haga biencon mis seguidillas y jacarandinas, que no meentiendo con octavas ni con esotras historias, nise hallará que haya dicho mal de otro poeta.

    El culto se iba a embestir con él, armado decede en joven como de punta en blanco.

    Mandóle Satanás detener, yreconociéndole, hallaron que lle vamaescondidas y desenvainadas dos paludesbuidas y un adolescente de chispa. MandóLucifer que, pues cada uno de por sí bastaba arevolver el mundo, que entre sí tuviesen paz, y

  • que se repartiesen el uno a ser confusión delenguas y el otro sonsonete.

    El culto, con dos piras de ayuda entreconstruyes y eriges, se fue a matar candelas, digolas luces de todos los escritos de España, y aenseñar a discurrir a buenas noches; y desdeentonces llaman al culto, como a vuestradiabledad, príncipe de las tinieblas.

    El poeta de los pícaros se fue concomiendo dechistes a festejar la boca de noche, y el miedo delos niños, y a revestirse en el cuerpo de lospoetas mecánicos, ingenios cantoneros y musasde alquiler como mulas.

    Con gran risa quedó la vista; mas sucediólano menor espanto en la tabaola (así la llamanlos contracultos) que se oyó.

    Todo era voces y gritos; los que los dabanparecían gente de cuenta y puesto, diferentesen los trajes y en las edades.

    Unos andaban encima de otros; víase unabatalla desigual: los unos herían con puñales

  • desnudos; los otros, viejos y caídos seadargaban con libros y cuadernos.

    —Tenéos —dijo un ministro.Suspendieron su ejecución violenta, no sin

    enojo, y la obediencia no disimuló el motín,respondiendo:

    —Si supiérades quién somos y la causa yrazón que tenemos, sin duda os añadiérades alcastigo.

    Y cuando menos vi a Nino y a Yugurta y aPirro y a Darío, todos reyes; y, siendo infinitos,todos eran majestades y altezas.

    Iba Lucifer a satisfacerlos, cuando selevantó un hombre viejo, y con él otros muchos,que arrastrados de los príncipes, tenían el suelolleno de canas y de sangre.

    —Yo soy —dijo— Solón; aquellos los Sietesabios; aquel que maja allí aquel tiranoNicocreonte, es Anaxacro; éste, Sócrates; aquelpobre cojo y esclavo, Epicteto; Aristóteles, elque detrás de todos saca la cabeza con temor;Platón, aquel que no puede echar la habla del

  • cuerpo; Sócrates, el que no ha vuelto en sí ytiene, como veis, dudosa vida. Los que veisarrinconados son otros muchos que (comonosotros) han escrito políticas y advertimientos,diciendo en libros cómo han de ser lospríncipes y cómo han de gobernar, que amen lajusticia, que premien la virtud, que honren lossoldados, que se sirvan de los doctos, que seescondan a los aduladores, que busquen losministros severos, que castiguen y premien conigualdad, que su oficio es ser vicarios de Diosen la tierra y representarle; y por esto, sinnombrar a ninguno ni meternos con ellos, nostienen en el estado que veis, porque losservimos de guía y de camino. Aquellosgloriosos reyes y emperadores en quienestudiamos esta dotrina, diferente patria tienenque nosotros. Numa está entre los dioses:Tarquino, tizón ahuma; Sardanápalo diferentememoria tiene que Augusto, y Nerón queTrajano.

    Y otro detrás dél dijo:

  • —Acerca más el discurso a los tiempos deahora: don Fernando el Santo y don Fernandoel Católico y Carlos V tienen corónica; Rodrigoy don Pedro paulina con sobrescrito de historia.La mitra en fray Francisco Jiménez es diademay en Olpas coroza.

    —Mientes, infame filósofo —dijo Dionisioel Siciliano y Fálaris, a veces, y con ellos JulianoApóstata y otros muchos—: mientes por todos;que vosotros sois causa de nuestras infamias yacusaciones y deshonras y muertes violentas yruinas; pues por mentir en vuestros escritos yhablar de lo que no tenéis noticia y darpreceptos en lo que no sabéis, estamos los másdifamados en muerte y perseguidos en vida.

    —¿Cómo, señor —dijo Juliano Apóstatamirando a Satanás, que un hombre déstos,soplón y mendigo, que pasa su vida con lassobras de las tabernas y vive de la liberalidadde los bodegoneros, despreciado en el traje,solo en la dotrina, sin comunicación ni ejercicio,haciendo de lo vagabundo mérito y de la

  • desvergüenza constancia, sin saber qué esreino, ni rey, escriban cómo han de ser reyes yreinos, y pretendan que su dotrina los elija y suopinión los deponga, y que en su imaginaciónesté lo durable de las coronas? ¿Puede todo elinfierno dar mayor cuartana al poder, ni másasquerosa mortificación a la grandeza delmundo, que rascándose uno destos bribones,con una cara emboscada en su barba, y unosojos reculados hacia el cogote, con habla malmantenida, diga: «Quien mira por sí es tirano,quien mira por los otros es rey»? Pues, ladrón,si el rey mira por los otros y no por sí, ¿quiénha de mirar por él? No, sino aborrecerémonoscomo a nuestros enemigos; tendremos odio connosotros, y nuestra enemistad no pasará denuestra persona, y la guerra nos tendrá porlímite. Perros, decid la verdad y escribid de díay de noche; no escribáis lo que había de ser, queesa es dotrina del deseo; no lo que debía ser,que esa es lición de la prudencia, sino lo quepuede ser. ¿Y es pusible, respondedme, podrá

  • uno ser monarca y tenerlo todo sin quitárselo amuchos? ¿Podrá ser superior y soberano, ysubordinarse a consejo? ¿Podrá sertodopoderoso, y no vengar su enojo, no llenarsu codicia, no satisfacer su lujuria? ¿Podrá, parahacer estas cosas, servirse de buenos y dejar losmalos? No; porque eso tiene lo malo peor; quenecesita de ruines para su efecto y ejecución.¿Podrá premiar los méritos quien en ellos tienesu acusación y su temor? ¿Podrá dejar de rogara los mentirosos y entremetidos y facinorososcon las dignidades y consulados, si tiene suabrigo en sus demasías, su calidad en suimitación, su disculpa en su exceso? No. Pues,picarones barbudos, ¿por qué no escribís laverdad? ¿Sería buena dotrina si uno dijese queel buen carnicero engorda las ovejas y que eldesollador las pone pellejo, y que el buenbarbero cuando sangra cierra las venas? Pues lomismo es decir que los tiranos han de guardarpalabra, ser justos y verdaderos y humildes. Ycomo decís esto que había de ser y nosotros

  • somos lo que se usa, y no puede ser menos enlos tiranos, todos nos aborrecen por hombresque no cumplimos con nuestro oficio. Decid yescribid lo