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29 ¿cómoves? “EL MOTIVO DE mi vida fue la biología y las cactáceas. Dediqué casi mis 100 años a mi ciencia preciosa. Gracias a ella vivi- mos, gracias a ella conocemos la natura- leza de la que somos parte”. Así resume su extraordinaria labor científica la doc- tora Helia Bravo Hollis, pionera en diver- sas acciones que marcaron derroteros de la biología moderna: fue la primera bió- loga mexicana titulada, la fundadora del Jardín Botánico de la UNAM y de la So- ciedad Mexicana de Cactología y la pri- mera en hacer estudios taxonómicos de las cactáceas mexicanas. La maestra, como le gusta ser llama- da, hace una excepción y concede a ¿Cómo ves? una cálida entrevista, fecun- da en ideas y en imágenes evocadas, de sus andares por las selvas y las montañas recolectando plantas para sus estudios científicos. “Nací en 1901 en la Villa de Mixcoac, en el seno de una familia muy amorosa integrada por mi papá Manuel Bravo, mi mamá Carlota Hollis de Bravo y mis cua- tro hermanos. La Villa de Mixcoac era un Concepción Salcedo Meza Popocatépetl; al sureste se veían el Ajusco y el Xitle cubiertos de pináceas. Su atmós- fera era de un cielo profundamente azul, nítido y transparente, tanto que se podía ver el planeta Venus aún por la mañana”. Ese disfrute del paisaje fue alentado por sus padres. “Ellos amaban la natura- leza. Mi papá nos llevaba a jugar a río Mixcoac que venía con su agua cristalina desde las lomas de Becerra y a los lados había florida vegetación herbácea. Nos quitábamos los zapatos y chapoteábamos en el agua. Por la noche mi mamá nos lle- vaba a observar el cielo lleno de estrellas y nos indicaba dónde estaban Venus y la constelación de Orión. Siempre he dicho que Mixcoac era la región más transpa- rente del aire”. La maestra Bravo narra que durante sus estudios de primaria, en 1908, recibió un diploma de buen aprovechamiento, fir- mado por Porfirio Díaz —entonces Presi- dente de México— y por Justo Sierra, Secretario de Justicia e Instrucción Públi- ca y Bellas Artes. “No lo fui a recibir por- que tenía sarampión, pero cuando me lo enviaron también me regalaron dos libros: uno de poesía y otro de la naturaleza; yo me embelesaba con los animalitos y las plantas”. El padre de Helia Bravo, quien era maderista, murió fusilado en el Cerro del Foto: Dante Bucio Helia Bravo Hollis La pasión por la ciencia de una mujer centenaria lomerío con pinos y encinos en el ponien- te, en el oriente había una planicie muy verde donde pastaban las vacas; desde ahí se veían los volcanes Iztaccíhuatl y Foto: Arturo Orta

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Page 1: Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM - Helia … · 2014-07-08 · a Frida Kahlo, José Clemente Orozco y Diego Rivera, que estaban pintando los murales”

29¿cómoves?

“EL MOTIVO DE mi vida fue la biología ylas cactáceas. Dediqué casi mis 100 añosa mi ciencia preciosa. Gracias a ella vivi-mos, gracias a ella conocemos la natura-leza de la que somos parte”. Así resumesu extraordinaria labor científica la doc-tora Helia Bravo Hollis, pionera en diver-sas acciones que marcaron derroteros dela biología moderna: fue la primera bió-loga mexicana titulada, la fundadora delJardín Botánico de la UNAM y de la So-ciedad Mexicana de Cactología y la pri-mera en hacer estudios taxonómicos de lascactáceas mexicanas.

La maestra, como le gusta ser llama-da, hace una excepción y concede a¿Cómo ves? una cálida entrevista, fecun-da en ideas y en imágenes evocadas, desus andares por las selvas y las montañasrecolectando plantas para sus estudioscientíficos.

“Nací en 1901 en la Villa de Mixcoac,en el seno de una familia muy amorosaintegrada por mi papá Manuel Bravo, mimamá Carlota Hollis de Bravo y mis cua-tro hermanos. La Villa de Mixcoac era un

Concepción Salcedo Meza

Popocatépetl; al sureste se veían el Ajuscoy el Xitle cubiertos de pináceas. Su atmós-fera era de un cielo profundamente azul,nítido y transparente, tanto que se podíaver el planeta Venus aún por la mañana”.

Ese disfrute del paisaje fue alentadopor sus padres. “Ellos amaban la natura-leza. Mi papá nos llevaba a jugar a ríoMixcoac que venía con su agua cristalinadesde las lomas de Becerra y a los ladoshabía florida vegetación herbácea. Nosquitábamos los zapatos y chapoteábamosen el agua. Por la noche mi mamá nos lle-vaba a observar el cielo lleno de estrellasy nos indicaba dónde estaban Venus y laconstelación de Orión. Siempre he dichoque Mixcoac era la región más transpa-rente del aire”.

La maestra Bravo narra que durantesus estudios de primaria, en 1908, recibióun diploma de buen aprovechamiento, fir-mado por Porfirio Díaz —entonces Presi-dente de México— y por Justo Sierra,Secretario de Justicia e Instrucción Públi-ca y Bellas Artes. “No lo fui a recibir por-que tenía sarampión, pero cuando me loenviaron también me regalaron dos libros:uno de poesía y otro de la naturaleza; yome embelesaba con los animalitos y lasplantas”.

El padre de Helia Bravo, quien eramaderista, murió fusilado en el Cerro del

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Tepeyac, cuando asesinaron a Madero.Ella era todavía una niña, “Para mi esofue muy doloroso, pero mi familia salióadelante”. En 1918 ingresó a la EscuelaNacional Preparatoria de San Ildefonso.“El primer año lo cursamos en el edificioadjunto, y como a los alumnos de nuevoingreso los llamaban perros, ese edificiolo conocían como la perrera...” y agrega:“transitaban por ahí grandes maestroscomo Sotero Prieto, Nápoles Gardase,Erasmo Castellanos Quinto, LombardoToledano, Antonio Caso e Isaac Ocho-terena. Por sus corredores se veía tambiéna Frida Kahlo, José Clemente Orozco yDiego Rivera, que estaban pintando losmurales”.

La doctora Bravo no sabía que su en-cuentro con el maestro Isaac Ochoterenala conduciría por los caminos de la bio-logía en lugar de la medicina, que era suvocación inicial. Después obtendría en laUNAM todos los grados académicos.“Todo empezó cuando el maestroOchoterena decidió fundar el Departa-mento de Biología, llamó a sus alumnosmás brillantes y dio a cada uno un tema aestudiar. A la doctora Bravo correspondióel de los protozoarios. “Él me puso unamesa, un microscopio y un cultivo de in-fusión de paja y empecé a observar a esosmaravillosos seres vivos”.

“Mis trabajos sobre los protozoarioslos presenté en la Sociedad Antonio Al-zate, que era el centro de investigacióncientífica de excelencia. Me aplaudieronal concluir, pero escuché que atrás decían

unos científicos ‘ya empiezan a meterselas mujeres en la ciencia’. Posteriormen-te nunca tuve problemas con nadie por de-dicarme a la investigación científica.Los hombres siempre me trataron comocolega y me daban mi lugar”.

En 1929, cuando la UNAM se convier-te en autónoma, relata la doctora Bravo,los institutos científicos del gobierno pa-san a la UNAM, entre ellos, la Direcciónde Estudios Biológicos, semilla del Insti-tuto de Biología. El maestro Ochoterenafue nombrado director del Instituto y sellevó a sus discípulos a trabajar con él.“Me nombró encargada del herbario y mepidió que estudiara las cactáceas de Méxi-co. Empecé a recorrer el país para colec-tar material y tomar fotos. También visitéel Smithsonian Institute en los EstadosUnidos, y en 1937 terminé mi primer li-bro sobre el tema”.

Cuando el libro se agotó, el doctor Ig-nacio Chávez, siendo rector, le pidió queescribiera otro. La doctora Bravo amplióla investigación y escribió el texto, queconcluyó en 1960. Emocionada recuerdauna y mil anécdotas de sus viajes de campo:un día, rumbo a Tamaulipas, bajaron delas camioneta para observar cactáceas yun compañero le dijo: “...maestra, aquí hayuna planta muy rara”. Ella se acercó paraidentificarla, cuando de pronto salió co-rriendo... “La cactácea ¡era una víbora decascabel!”, comenta aún impresionada.

Su obra científica abarca 160 publica-ciones, 60 descripciones taxonómicas y 59cambios de nomenclatura. Es forjadora decampos de investigación como el de laprotozoología, la flora acuática, la vege-tación de zonas tropicales y áridas, y laelaboración de la taxonomía de lascactáceas. También formó a muchas ge-neraciones de biólogos.

A lo largo de su vida ha obtenido nu-merosos reconocimientos a su labor cien-tífica. La UNAM la designó DoctoraHonoris Causa e Investigadora Emérita.La Princesa Grace de Mónaco la distin-guió con el “Cactus de Oro, en 1980”. “Laprincesa amaba mucho las cactáceas ytuvo la gentileza de mandar hacer un jar-dín en su país dedicado a mí”, recuerdacomplacida.

El último honor se lo otorgó el expre-sidente Ernesto Zedillo por su labor en laReserva de la Biósfera de Metztitlán. Yes que la doctora Bravo siempre ha de-fendido la naturaleza. Al respecto advier-te a las próximas generaciones la urgenciade promover la conservación de nuestrosrecursos naturales, debido a que hay unsaqueo enorme de ejemplares para ven-derlos en el extranjero.

En su acogedor departamento, quecomparte con su hermana Margarita, conla serenidad de haber cumplido dice: “Asíha sido mi vida; he hecho todo con amor,pasión y coraje; nunca he trabajado porun sueldo, todo ha sido por la investiga-ción. Entregué mi vida a la UNAM, a miciencia, a mis compañeros y amigos.Cuando me toque, la muerte será bien re-cibida; para mí es sólo una cuestión pura-mente biológica”. Por ahora, la maestraBravo cierra un nuevo capítulo de susmemorias y, a punto de cumplir 100 años,el próximo 30 de septiembre, nos brindauna sonrisa plena de vida.

Autorretrato: Soy muy emotiva,tesonera.Virtud: Amar mucho a la gente, a mis com-pañeros.Secreto: Trabajar, trabajar y trabajar porla biología, ese es mi secreto para llegar alos 100 años.Arte: Me gusta Diego Rivera y Van Gogh.Pasatiempo: Dibujo paisajes.Deportes: Subí y bajé toda mi vida mon-tes, selvas y desiertos.

Personalmente

Foto

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