dinámica cultural, comunicación y democracia · los patios interiores de la democracia....

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Dinámica cultural, comunicación y democracia Jorge luán Bonilla Vélez* 1 Los rostros del paisaje. Un contexto necesario En los tiempos que habitamos, la realidad no sólo está cambiando sino que también estalla ante nuestros ojos desbordando los antiguos mapas cog- nitivos de interpretación y las tradicio- nales formas de acción colectiva. Asistí- mosa undescentramientoen los modos convenciona les de representacion' social, política y ciudadana que no deja de producimos desazón. Vivimos tiempos de una compleji- dad cultural que, a menudo, raya con la perplejidad intelectual y la aceleración social. Los paisajes que nos eran familia- res se han movido y hoy explotan frente a ellos los desengaños con las promesas no cumplidas de la democracia? y las desilusiones ante los ofrecimientos in- conclusos de una razón formal, instru- mentalizadora y excluyente, que solía señalar, con impecable precisión, el ca- mino verdadero para acceder al conoci- miento, al futuro y a la redención.' La palabra clave parece ser la crisis, y su conjugación el desencanto; a esto se re- fiere la descentración. Este proceso, que más a Ilá de lo que afirman los apologistas posmodemos, no nació con ellos sino que viene de una larga duración, es el resultado de la hipersecularización de los modos de comprender en la modernidad,' aun- que también podría ser una resimboli- zación de la mirada que reta a su lógica formal y a su discurso racional. En cual- quier caso, se trata de un movimiento múltiple y complejo que evidencia, de un lado, una descomposición de la "to- talidad" social y su régimen productor de conocimiento, y de otro, una seg- mentación del Estado, la política, los partidos, las relaciones de prod ucción y .• Coniunicador Social, Universidad Pontificia Boliuariana 1. Un análisis sugerente al respecto puede verse en: [osetxo Beriain. Representaciones colectivas y proyecto de moderllidad. Barcelona, Anthropos, 1990. Capítulos 11y v. 2. Sobre esta noción véase: Norberto Bobbio. El futllro de la democracia. Barcelona, Plaza y [anés, 1985. p.19-43. 3. Véase a: Norbert Lechner. Los patios interiores de la democracia. Suujetiuidad y poluica. Santiago, FLACSO, 1988. p. 165-189. 4. ¡bid. p. 120 ss. 39

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Dinámica cultural, comunicación ydemocracia

Jorge luán Bonilla Vélez*

1 Los rostros del paisaje.Un contexto necesario

• En los tiempos que habitamos,la realidad no sólo está cambiando sinoque también estalla ante nuestros ojosdesbordando los antiguos mapas cog-nitivos de interpretación y las tradicio-nales formas de acción colectiva. Asistí-mosa undescentramientoen los modosconvenciona les de representacion' social,política y ciudadana que no deja deproducimos desazón.

Vivimos tiempos de una compleji-dad cultural que, a menudo, raya con laperplejidad intelectual y la aceleraciónsocial. Los paisajes que nos eran familia-res se han movido y hoy explotan frentea ellos los desengaños con las promesasno cumplidas de la democracia? y lasdesilusiones ante los ofrecimientos in-conclusos de una razón formal, instru-mentalizadora y excluyente, que solía

señalar, con impecable precisión, el ca-mino verdadero para acceder al conoci-miento, al futuro y a la redención.' Lapalabra clave parece ser la crisis, y suconjugación el desencanto; a esto se re-fiere la descentración.

Este proceso, que más a Ilá de lo queafirman los apologistas posmodemos,no nació con ellos sino que viene de unalarga duración, es el resultado de lahipersecularización de los modos decomprender en la modernidad,' aun-que también podría ser una resimboli-zación de la mirada que reta a su lógicaformal y a su discurso racional. En cual-quier caso, se trata de un movimientomúltiple y complejo que evidencia, deun lado, una descomposición de la "to-talidad" social y su régimen productorde conocimiento, y de otro, una seg-mentación del Estado, la política, lospartidos, las relaciones de prod ucción y

.• Coniunicador Social, Universidad Pontificia Boliuariana

1. Un análisis sugerente al respecto puede verse en: [osetxo Beriain. Representaciones colectivas y proyecto demoderllidad. Barcelona, Anthropos, 1990. Capítulos 11y v.

2. Sobre esta noción véase: Norberto Bobbio. El futllro de la democracia. Barcelona, Plaza y [anés, 1985.p.19-43.

3. Véase a: Norbert Lechner. Los patios interiores de la democracia. Suujetiuidad y poluica. Santiago, FLACSO,1988. p. 165-189.

4. ¡bid. p. 120 ss.

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la clase, como 1ugares privilegiados" quese constituían en los únicos portadoresdel fundamento-raíz de la vida en socie-dad.

Los nombres que hoy le damos adicha descomposición son: la globalíza-ción de la existencia ~xpresada enprocesos de transnacionalización cultu-ral-, la internacionalización económi-ca y la planetarización cada vez mayorde la nagenda mundial", losprocesos deprivatización de la experiencia e inicia-tiva social, la fragmentación ciudadanay la pérdida de fe en lb administrativoinstrumental y sus modelos para en-frentarel futuro, "hacer" política odotarde sentido la cuestión de las identidadescolectivas.

La confusión es doble y el descon-cierto no es menor. El signo de los tiem-pos está marcado por el surgimiento deaquello que nos "abre la visión" y nosvuelve habitantes planetarios sin salirde casa y por aquellos susurros que nosinvitan al encerramientoen loprivado yal elogio de lo íntimo. A este lado, laintegración con lo que nos llega de mu-chas partes y de ninguna; al otro, ladesafección por las virtudes públicas ylos ámbitos de deliberación colectiva.

Son las originarias certezas de corteracional-iluminista las que también hansufrido un profundo desacomodamien-to de sus lugares primigenios de signifi-cación." Lo han hecho, no sólo porque

hoy persistan cuestiones por resolver,sino porque algunas han escapado a laracionalidad formal moderna y a su"episteme representacional". Tal vez 10expuesto tenga que ver con el reverdeci-miento de losnacionalismos, los neofun-damentalismos y los "nuevos" movi-mientos energético-místico-religiosos.Igualmente, la derechización de la vidasocial --que se levanta irónica ante lacrisis del Estado de bienestar- podríaaludir a esas cuestiones que creíamosplenamente superadas por la historiade la modernidad.

Lo anterior nos obliga a preguntar-nos si se trata de obsolescencias no re-sueltas por el proyecto siempre continuode la modernidad, oelIas hacen parte detemporalidades, espacios y lógicas sim-bólicas no acotadas por su discurso filo-sóficoy por esa visión de la modernidadcomo entidad uniforme que, similar aun gran árbol, extiende sus ramas y seexpande con idénticos patrones de vidapolítica, económica, socia J y culturalhacia todas las sociedades?

En este contexto, surge el plantea-miento acerca de la posibilidad que tie-ne América Latina para integrarse almundo y apostar a la razón universalsin renegar de su memoria histórica eidentidad (es) cultural (es), tejida (s)conbase en constelaciones simbólicas queentrelazan elementos intolerantes, dog-máticos ausentes de reforma religiosa y

5. Para una mejor comprensión de lo planteado véase: Benjamín Arditi. "Una gramática posmoderna parapensar lo social". En: Norbert Lechner (Ed.). Cultura polfticn y democratizncíán. Santiago, FLACSO-CLACSO,1987. p. 169-188

6. Lo cual no significa proclamar su defunción osostener su invalidez en estos tiempos del "todo vale", sinoalgo más profundo: comprender que por sí mismas son insuficientes a la hora de pensar las mutaciones ytransformaciones que se verifican en el campo cultural.

7. Una critica a la noción homogénea de la modernidad puede verse en: José Joaquín Br unner. "AméricaLatina en la encrucijada de la modernidad". En: Luis Núi'lez y Beatriz Salís (Eds.). E" tamo" In identidadLnt;'lOnmericnn". Memorias del VII Encuentro Latinoamericano de Facultades de Comunicación Social. México,Felafacs, 1992. p. 7-33.

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revoluciones políticas coherentes conactitudes solidarias, comunitarias e ima-ginativas. El debate se centra en la posi-bilidad de pensar a América Latina re-conocida en el espejo universal de lahumanidad desde proyectos racionalesque enfrenten sus desigualdades y ca-rencias institucionales y posibiliten laexpresión de esa heterogeneidad" cultu-ral que la constituye; y desde la cual, nosólo se incorpora a la idea "externa" deser por fin modernos, sino que tambiénajusta la experiencia de lamodernidad asus condiciones "periféricas" de exis-tencia.

II. Los signos de lo leve:cultura y medios decomunicaciónHoy, la sensación de un leve vacío

-frustrante vacío-e-, parece apoderar-se de nuestros anhelos y esperanzascolectivas. Laconsigna, para muchos, sedirige hacia el repliegue en 10 privado,aquel jardín de vivencia compartida.Los miedos a la calle con sus maleantes,la desconfianza en el escenario estatal,político y partidista, la ausencia de pro-yectos de futuro, la disolución de lascertezas para pensar y actuar en socie-dad, cond ucen a las personas a "recluir-se en lo propio y desconocer lo de losotros, transformando aquello en que sematerializa el hecho colectivo en um-bral de peligros que acechan: la vidapública como algo indeseable"."

Para muchos, el imperativo es asu-mir la democracia en lo que ésta tiene deperímetro protector del individuo fren-

te a los tentáculos de 10 público. Es lalibertad del homus economicus la quesalta al escenario y, con ella, una nociónde autonomía pensada como algo quenos protege de la "totalidad" de la polí-tica, ese lugar plagado de desconfianzacon elcual sólo sería posible una peque-ña reconciliación a la hora de elegir, esdecir, en el momento de pensar la de-mocracia en tanto mercado de eleccióny de control.

Sin embargo, hay preguntas queconservan toda su carga: ¿quiénes so-mos? ¿Somos solos o con el otro? ¿Enqué radica nuestro interés por pregun-tar si la democracia puede o no sobrevi-vir a la levedad, que de la mano de lasindustrias culturales --en su versión demedios de comunicación y nuevas tec-nologías de la información, propios denuestra época- ha generado una sub-versión de los términos pero no su liqui-dación? ¿Acaso asistimos a la muerte dela seriedad y a la victoria de la levedado a una descomposición y recomposi-ción de lo que hasta hace poco eran dosrealidades siempre distintas, lo públicoy lo privado, mediante un múltiplemovimiento que abarca a los actores,lostemas, los escenarios y las formas a par-tir de las cuales una y otra constituyensus sentidos?

La afirmación más cómoda seríaresponder que, en efecto, la levedad esfruto de la cultura massmediática=-sobre todo en su lenguaje electrónicoy audiovisual- y de sus dosis dealienación e inmovilización de losanhelos colectivos. Afirmación bastante

8. (bid. p. 24 ss.9. Hugo Zemelman. "La cultura y el poder". En: Pablo Conzález Casanova (Coord.). América Latina, hoy.

México, Siglo Veintiuno, 1990. p. 238.

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temeraria y, por lo mismo, pocoexploradora de los retos que nos planteael porvenir. Venimos de una idea derepresentación cultural que indaga porlos signos de la impostura y ladegradación ocasionados por las'industrias massmediáticas, y deja delado otras formas de "sensibilidadcultural" expresadas desde allí. Estassensibilidades se articulan a esatraslación ambigua ycaótica de laépoca,en la medida en que operan sobre ladescentración de las cosmovisiones, lasmaneras de representar, sentir, conocery reconocer y en los modos de juntamoso alejamos, afirmamos o negamos. ¿Essólo la insolidaridad, el individualismoy elegoísmo más feroz loque allíhabita ?O ¿son otras formas de dotar de sentidoa la solidaridad, lo propio y lo ajeno, lolocal y lo universal? Entonces, ¿de quéformas se trata?

Estos interrogantes nos conectancon algo más difuso: habitamos unacoexistencia temporal'? en la que la ex-pansión de una industria cultural livia-na --esa misma que nos lleva hacia lafugacidad y la disolución del sentido-se yuxtapone, mezcla y convive con eldesarrollo de una industria cultural pe-sada" en un juego de doble vínculo en elque la esfera cultural se fracciona enmúltiples sentidos, unos lentos y otrosveloces, unos de fuga, otros de perma-nencia: "[...] Allá los estúnulos, las res-puestas, el condiciona miento operante,

el cómo y no el por qué; acá, por elcontrario, la profundidad y sus sínto-mas, el insight y el aprendizaje, la her-menéutica sin fin, la gramática yel de-seo. Allá la televisión, acá la novela. Elhoróscopo y la ciencia. Los efectos y lascausas. La táctica y la estrategia."?"

Admitir loanterior, a diferencia delenfoque instrumental que encandila atantosposmodemos, implica "salimos"del campo massmediático y sus pode-rosos tubos cat6dicos (hoy diríamosmicrochips) para regresar a él desde unescenario más amplio y contextualiza-do. En otras palabras, significa dejar depensar los sistemas de comunicaciónmasiva y sus redes tecnológicas comoun Rey Midas -que convierte en efectotodo loque toca-, para asumirlos comoparte integrante de "un movimiento másglobal de remodelación de las formas desociabilidad en una época de crecientecomplejidad urbana y notoria regula-ción tecnológica de la cotidianidad."13

Puede ser que, como piensan mu-chos, lo que estamos haciendo no es otracosa que llamar con otro nombre unavieja certeza de índole funcionalista: lade los efectos. Esa puede ser una de lastrampas que andan al acecho, sin em-bargo, se sostiene que la sociedad es laque cambia y por eso es posible com-prender las transformaciones sufridaspor los sistemas masivos de comunica-ción y sus usos. Con ello, fielproblema aafrontar es de qué modo cambia la rela-

1O.Sobre la coexistencia temporal entre lo liviano y lo pesado véase: José Joaquín Brunner. Un espejo trizado.E'III4YOS so/m! cultura y poUticas culturales. Santiago, F1acao, 1988. p. 15-41.

11. Al hablar de Industria cultural liviana, se alude a aspectos como: televisión, divulgación, lectura veloz,fotografía Instantánea, diccionario de citas, ready made, escritura en serie, arte ocasional, religiones terapéu-ticas. Por su parte, la industria cultural pesada es aquella de las ideologlas de larga duración: religiones rnilenartas,obras clásicas, educación formal, tabües, sentidos de culpa, autoridad, belleza, metodologla, saber acumulado.

12. J~ Joaquín Brunner. Op. Cit. p. 27.13. Mana Cristina Mata. "Entre la plaza y la platea". En' Hector Schmucler y Marfa Cristina Mata (Eds.)

PoUtica y comunicación. Buenos Aires, \Iet, 1992. p. 67

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ción de los usuarios con lo real y laexperiencia de los hechos por el contac-to continuo con la representación". Aldecir esto, "lo que hay que interrogar noes un «efecto», sino la nueva percepcióndel mundo que engendra la espectacu-larización: esa sensación de llenura en el .vacío, esa reducción de la tensión, esasensación de participación que engen-dra la satisfacción de ver."!"

111.Poder político y cultura:algunos desplazamientosque asumir.Ubicar la industria cultural en esta

perspectiva lleva a considerar los realin-deramientos del poder y las formas ac-tuales como se enfrenta desde las nece-sidades y expectativas de las muche-dumbres urbanas. Lo cambiante en es-tos tiempos no es solamente nuestrarelación con el saber, el arte, la ciencia ola cultura. También está en juego lareinterpretación de los anhelos, la ma-nera propia de percibimos a nosotros ya los otros, de pensar el sentido de lopúblico, las posibilidades de la demo-cracia, así como el significado mismo denuestra vida colectiva.

Lo cambiante en estos tiempos alu-de tanto al surgimiento de "nuevas"demandas sociales no atendidas por losmodos tradicionales de "hacer" política(partidos, parlamentos, sindicatos, aso-ciaciones económicas), como a la mani-festación de "nuevos" conflictos cultu-rales relacionados con las "gramáticas

de las formas de vida" ,15 esto es, con lareproducción cultural, la integraciónsocial y los procesos de socializaciónindividual y colectiva. Aspectos que for-man parte de un "orden social" contem-poráneo, entendido como el escenariodonde conviven y compiten diversasesferas de la vida y expresiones cultura-les alusivas a un problemático procesode diferenciación y segmentación de lasidentidades colectivas.

En América Latina, donde los pro-blemas de la debilidad institucional, ladesigualdad social y la crisis económicason el pan de cada día, es irónico eirresponsable afirmar que nuestros con-flictos no pasan por la distribución y lavida material. Loparadójico es que, aúnsin resolver estos problemas, han entra-do a competir con esas gramá ticas de lavida que dirigen su atención, de unlado, hacia los nuevos sujetos popularesy políticos (movimientos sociales extra-parlamentarios, extrapartidistas) y, delotro, hacia los nuevos conflictos sociales(sexuales, generacionales, ambientales,de defensa de los derechos humanos,étnicos, regionales y de identidades ur-banas de autogestión comunitaria, en-tre otros). Estos, a su vez, marcan laemergencia de diversos rostros y diná-micas culturales provenientes de unasocialidad "informal" no tenida en cuen-ta, ni mucho menos resuelta por la re-presentación política de la sociedad" for-mal"," generando formas no institucio-nalizadas de expresión y resolución desus demandas.

14. Jesús Martln Barbero. Procesos de (Ulllllllicació" y matrices de w/tl/ra. México, Felafacs, G. Gilli, 1987. p. 65.15. Josetxo Beriain. Op. Cit. p. 194.16. Sobre la tensión sociedad formal/sociedad informal, véase: Benjamín Arditi. Op. Cit. p. 81 ss. Este autor

propone una distinción entre la sociedad/lo social como una categoría metodológica para abordar la problemáticaen cuestión. Así mismo, Michell Maffesoli trabaja dicha perspectiva desde la relación sociedad/socialidad, ensu texto El tiempo de las tribus. Barcelona, Tcaria, 1990.

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Esta situación conduce a repensarlos desacomodamientos del poder y lasmaneras de enfrentarlo desde una reali-dad no menos cuestionadora: aquellaque señala la tensión entre elmundo de lo"social" _" ese vasto territorio de fenó-menos, identidades y formas de vidapoco institucionalizados y "nomádicos"que rebasan, eluden o desafían los es-fuerzos desplegados por el ''buen or-den" para codificarlos y someterlos?"- y el mundo de la sociedad -€se buenorden "en el cual se han cristalizadoinstitucionalmente las relaciones de po-der"," a través del lenguaje, las normas,las semánticas, las pragmáticas, los mi-tos y los ritos.

Se trata, pues, de una distinciónen tre lo "socia 1informal", expresado enesas gramáticas de vida que nombran aotros sujetos y conflictos societales, y la"sociedad formal" que transita por lossenderos de lo institucional, lo normati-vo y lo unificador.

¿Es posible la articulación de estasdos esferas, de modo que la diferencia-ción y la unión no operen como simplesruedas sueltas, aisladas y desconecta-das de un mundo vital común, o seconfundan con modos de ser y de sentirsiempre distintos pero jamás integra-dos a un orden colectivo? ¿Qué tipo deorden ?19El futuro de la democracia de-pende de la forma como encaremos laconstrucción de ese orden y ésto obligaa repensar la tensión entre unidad y

diversidad, totalidad y diferencia sin caeren el autoritarismo o en el túhilismocomo únicas medidas de solución.

Teniendo en cuenta que el propósi-to de este trabajo es mucho más modes-to, él se limita a precisar qué le dice todoesto a la comunicación. Los realindera-mientos del poder y las maneras deenfrentarlo pasan por el surgimiento de"nuevas" sensibilidades urbanas y re-gionales, sexuales y generacionales,públicas y privadas, individuales y co-lectivas, orales y escritas que se conv ier-ten en otras formas legítimas de cono-cimiento y desde las cuales la industriacultural liviana y sus saberes massmediá-ticosasumen elpapel central en la recons-titución y recomposición de lo social.

Habría un doble movimiento demediación comunicativa que ofrece al-gunas pistas en el análisis:"

1.Desde un movimiento sustitutivoque advierte la enorme desproporciónexistente entre el espacio ocupado porlos sistemas masivos de comunicación yla notable ausencia, en nuestros países,de "lugares adecuados para la expre-sión y negociación de unos conflictosque desbordan lo institucionalmenterepresentable, esto es, la no representa-ción en el discurso de la política y de lacultura de dimensiones claves de la viday de los modos de sentir de las mayo-rías.'?' Todo esto tiene que ver con lapresencia y capacidad de interpelación

17. Benjamín Arditi. Op. Cit. p. 182.18. fbid.19. Tal es la preocupación que subyace en los trabajos de Norbert Lechner, José [oaquín Brunner y [esús

Martfn Barbero a la hora de pensar en un orden democrático que de cuenta de un "nosotros" colectivo quereconozca lo otro sin exclusiones y viceversa.

20. Para desarrollar el análisis esbozado, coincidimos con el planteamiento que realizan Jesús MartínBarbero y Nestor Garcla Canclini, sobre los conceptos de "sustitución" y "constitución".

21. Jesús Martfn Barbero. "Notas sobre el tejido comunicativo de la democracia". En: Javier Estenlou (Ed.).Co,,.u,.icaci6n y democracia. México, Conneic, 1992.p. 23.

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social que gana la industria cultural,frente a la pérdida de representación,identificación y apropiación ciudadanaque experimentan otras esferas comolos partidos, la familia, la escuela, laciudad y la calle.

Asumir lo anterior no significa caeren una simple causalidad de efectos, esdecir, la discusión no puede centrarseen plantear si la comunicación masiva leganó la guerra a la escuela como pro-ductora del saber o a los padres comoinculcadores de valores. Lo sustitutivoalude más bien a esos otros espacios yesferas de la sociedad donde también seproducen transformaciones que reper-cuten en el tejido colectivo, en la vida encomunidad, en el repliegue hacia lo pri-vado, en el miedo a la calle y el refugioen la casa y en los medios. Unos mediosque dejan de ser instrumentos de ocio yesparcimiento laboral para convertirseen lugares de reconocimiento y encuen-tro cultural.F

De ahí el escozor que produce quelo massmediático, sobre todo en su ver-sión medios de comunicación, se 11apo-dere" de vastos campos de la vida coti-diana. Son amigos, consejeros, guíasespirituales, maestros, detectives y jue-ces. A ellos se acude para hablar deproblemas íntimos de la vida en pareja,para contar las penas, dedicar cancio-nes,buscar amores o familiares desapa-recidos, protestar por lo que sucede enla ciudad, encontrar soluciones "rápi-das" a los problemas de la existencia eincluso, para ganarse recompensas quecolocanprecio a la cabeza de peligrosos

delincuentes. Pareciera que han reem-plazado a los políticos, a los educadores,a los sacerdotes, a los padres, a los ami-gos y, peor aún, que han adquirido larepresentación ciudadana ante la caren-cia de escenarios democráticos de dis-cusión y deliberación pública.

. Lasustitución, además, nos invita aindagar por losdesacomodarnientos quese realizan en el campo político y en elterritorio que lo nutre de significación:el espacio de lo público. Es necesariopensar si presenciamos un eclipse de lopolítico, aquél escenario de la interpela-ción ciudadana e identificación social, ouna reconstitución de sus fronteras através de los dispositivos informativosy redes tecnológicas mediante los cualesoperan los sistemas masivos de comu-nicación. Así, lo que emerge en el centrodel debate es analizar hasta dónde elsentido primigenio de lo político ha su-frido variaciones, y hasta dónde conser-va sus cargas de significación en el mo-mento de convertirse en ''blanco'' pre-dilecto de las ocupaciones efectuadas,no sólo por la massmediatización de susdiscursos, sino por las múltiples violen-cias que recorren nuestra sociedad.

El profesor Jesús Martín Barbero'"ilustra sobre lo expuesto de la siguientemanera: ¿cómo pensar lo que en Colom-bia significó el asesinato de tres candi-datos políticos en las elecciones presi-denciales para el período 1990-1994 y elconsecuente clima de terror y zozobracolectiva que en el país se desató, abor-tando las posibilidades de que la políti-ca se desarrollara en su lugar de síem-

22. Al respecto véase: Jesús Martln Barbero. "Comunicación y ciudad: entre medios y miedos". Cauta No.8. Santaff de Bogotá, Colcultura, agosto-septiembre de 1990. p. 4.

23. Este ejemplo fue planteado durante el seminario "Mediaciones urbanas y nuevos escenarios de lacomunicación", celebrado en la Maestría en Comunicación de la Universidad Javeriana de Bogoté, julio 26-31de 1993.

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pre: la plaza pública. y que, ante estasituación, los medios de comunicación,con la televisión a la cabeza, se constitu-yeran en los escenarios hacia donde setrasladó el debate electoral? ¿Cómo sellevó a cabo ese realinderamiento de lopúblico desde otros formatos y génerosdiscursivos que -de la mano de lamassmediatización y su lógica de vi-deopolítíca-e-ímplícó no la muerte de lopúblico, pero si otros modos de repre-sentación discursiva?

Obviamente, para el tradicionalestudio sobre violencia y medios de co-municación, un cuestionamiento de talnaturaleza poco tendría que ver con suscoordenadas de intereso Obsesionado,como lo está, con un sólo tipo de violen-cia -la del conteo estadístico de losdisparos y la sangre- y una sola formaposible de relación entre ésta y los me-·dios -la de unos efectos sin contexto=-,es muy poca la imaginación metodol6-gica que otorga para indagar por laforma cómo éstos entran a llenar esosespacios abiertos por el miedo Yel terror.

2. Desde un movimiento constituti-vo de mediación comunicativa que nosconduce a considerar los siguientes as-pectos: a) los medios de comunicacióncomo espacios de reconocimiento cul-tural y, b) las mediaciones comunicati-vas como un componente clave en lareconstitución de la vida política y pú-blica contemporánea, la misma que hoyse juega su existencia no sólo transitan-do las anchas avenidas electorales y

parlamentarias, sino también sus másoscuros callejones: allí donde la demo-cracia es vida cotidiana, reconocimientoe identidad, es decir, proyecto cultural.

Los medios "[... ] se constituyendominantes del sentido «público» de laciudad [y]simulan integrar un imagina-rio dísgregado=" a partir de las infor-maciones sobre los sucesos con los queel país amaneció, las denuncias a me-diasde la corrupción admínistrativa, lasactuaciones de los gobernantes escenifi-cadas en forma tos noticiosos, las pro-gramaciones de farándula y melodra-ma, así como desde los discursos noti-ciosos que llaman a la salvación o ladesesperanza, al diálogo o la guerra.

En este sentido, los discursos de losmedios son tan fragmentarios como laciudad que habitamos y sus informacio-nes tan privatizadoras como la vida ur-bana. En esta relación, se instala esasensación de llenura en el vado que nosofrece el "estar informados", el saberqué sucedió en Medellín, en el Palaciode Nariño, en Ciudad Bolívar, en Urabá,en Londres, en New York, en Somalia oen la antigua Yugoeslavia. Yes allí don-de los medios adquieren sentido culturaly las muchedumbres urbanas se sientenpartícipes del acontecer público, aun-que sólo sea desde el "espejismo" de lainformación, dando lugar a eso queGianni Vattimo denomina una verdadmás simbólica que objetiva, tejida máspor el cruce de imaginarios, mundossimbólicos y experiencias estéticas, quepor producciones del saber científico."

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24. Nestor Garda Cancllnl. C.dturas hlbridas. Estrategins para entrar y salir de la modernidad. México, GriJalbo,1991. p. 268.

25. Gianni VatUrno. "Posrnodernldad: ¿una sociedad transparente?". En: Gianni Vattirno (Ed.). En torno alA posmodernidad. Barcelona, Anthropa., 1990. p. 15. Esw autor setl.ala la consolidación de una "sociedad de lacomunicación generalizada N para referirse al papel central que han asumido los sistemas masivos decomunkación e Infonnación en 1011 tiempos conternporáneos.

Con ambos movimientos, el de sus-titución y constitución, emerge unamultiplicidad de espacios uirtuales" queledan forma y contenido a los rostros dela mediación. Espacios virtuales surgi-dos en el vector que conecta a la plaza,lacalle, la ciudad y la "sociedad formal"con la platea, la pantalla de la televisión,el lugar de habitación y el mundo de lo11 social informal", y que integra el acon-tecerpúblicocon la espectacularización,la mercantilización y la banalización,pero también con la interpelación, lareapropiación y la recomposición quede éste se realiza a través de los génerosy forma tos que provienen de los mediosy su entramado tecnológico.

IV.A modo de final. En tornoa una "massmedfación"con significación en laculturaAlguien podría objetar el 11ciego

optimismo" de este trabajo al otorgar alomassmediáticoa tribuciones y respon-sabilidades que no lecorresponden. Esteenfoque 11 futurista" no pierde de vistauna cuestión fundamental: la democra-cia en su relación con el campo massme-diático va más allá de ampliar las fron-teras del mercado y las clientelas deconsumo de los bienes de cultura."

Una massmediación con significa-ción en la cultura no puede pensarse sintener en cuenta una noción de democra-cia que implique, además de unas reglas

de juego para actuar en lo corporativo-institucional, maneras deliberantes dereconstitución yreapropiación de losím-bólico que posibiliten la construcción deuna vida colectiva digna. No es posibleentender un acceso democrático a losespacios de comunicación masiva sincontemplar el problema de las oportu-nidades y formas de participación de lasdiferentes voces de la sociedad, no sóloen el lado de la recepción-consumo.sinoen el de la producción-creación de ofer-tas culturales. Se debe pensar en la for-ma de asumir una sociedad de produc-toscomunicativos que cuestione a aque-lla gobernada exclusivamente por lasleyes de un mercado que deja por fuerade la discusión valores fundamentalescomo los derechos humanos, el arraigocultural y la pertenencia colectiva; as-pectos que no operan bajo la fórmulamágica del marketing y sus consignas deinterpretación,"

La centralidad de la comunicaciónmediatizada, en tanto componente re-lievante en la reorganización de lo so-cial, no puede dejar de lado la búsquedade espacios simbólicos que ganen en sutarea constructora de sentidos y media-dora de conflictos. La edificación de unambiente democrático en cualquier so-ciedad pone en evidencia la participa-ción activa de instituciones y saberescolectivos que contribuyan a que unos yotros se reconozcan como instanciasvalederas de diálogo y reciprocidad en

26. Sobre este concepto véase: Paul Virilio. "El último vehículo". En: Videocllltllras definal de siglo. Madrid,Catedra, 1990. También los trabajos de: Beatriz Sarlo. "Estética y comunicación: la escena massmediática". En:Hector Schmucler y María Cristina Mata (Eds.). Op. Cit. p. 49-60. As! mismo, el trabajo de María Cristina Mataya reseñado.

27. Vna crítica 11 la noción de democracia entendida sólo desde una esfera de mercado, puede encontrarseen Osear Landi. "Campo cultural y democratización en Argentina". En: Nesror Garcla Canclinl (Ed.). PoUticasw/tllrales en Améric« Latina. México, Grijalbo, 1987. p. 115 5S.

28. Vn planteamiento sobre las carencias del mercado como núcleo articulador de la democracia en:Norbert Lechner. Op. Cit. p. 121 ss.

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la resolución de las contradicciones yconflictos.

Lo que se entiende por descentra-miento cultural es un cambio en el enfo-que: en lugar de preguntar ---a partir deunas formas de saber y de unidad su-puestamente dadas- cuánta comuni-cación media tizada soporta lasociedad,lo que está en el centro del debate esasumir la comunicación mediatizada-leve, fragmentada, audiovisual-como otra forma legítima de conoci-miento que debe estar articulad a con elorden colectivo.

Hoy no se puede pensar en proce-sos de democratización política y dedemocracia social pasando por alto lastransformaciones que la comunicación,

el conocimiento y la información verifi-can en el escenario societal y viceversa.De suerte que la levedad pasa a sermucho más que ligereza o superficiali-dad, pues en ella también habita esapesadez que se esconde tras las bamba-linas del descontento, las frustraciones ylosanhelos colectivos.Allíconviven esosusos y apropiaciones del sentido, quehacen del horizonte massmediático unespacio posible de integración de pro-yectos de mediación pública en los queel acto de comunicar no sólo señale lahomogenización y la persuasión indivi-dual, sino también la diversidad y elreconocimiento cultural, esto es, lanece-sidad de ampliar las voces que partici-pan en la democracia.

Almo Moler

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