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RESEÑAS [... ] É l hizo el gesto de ced érm e lo y esperó hasta que me subí, en tonces ce rr ó la pu e rt a y se alejó. Por el vi - drio tr ase ro del ca rr o vi qu e también a él lo recogía un ta xi . [págs. 53 y 54] En Ceniza, una mujer sie nt e qu e la ciudad es muerta ; su alma se está co nvirtie nd o en cenizas. y lo descu- bre c uand o bajo un so l inclemente muerde una sa brosa fruta, la cual ti e- ne qu e desec har por su horrible sa - b or y su ce ntro p odri d o. Tod os Jos habita nt es y la ciud ad , s us f rut os. ti e- nen el alma y su cor azó n cenicie nt os. En Tango y en El parque ap are- ce n el am or, el d esa mor, el d esa pe- go y la trist eza infinita en diferen tes s itu acion es , pero para dej ar el mis- mo s abor a c eniza y dolor. Emm a Lucía Ardil a es tudió Filo- s ofía y Le tra s en la Uni ve rsid ad Pontificia Bolivariana y es ma gís te r en Filosofía con énf asis en art e de la Univ ersidad de Antioquia . Na c en Bu c ar a manga , pero vive d es de pe queñ a en Mede llín. Ha publica- do dos n ove las y cue ntos inf antil es y es prof es ora en la Univ ers idad Eafit y el Colegio Columbus Sch oo l. Brev es , jus tos, arm ad os co n des- tr e za , entrete nido s y d esga rr ador es , alguno s c on un de jo de humor soterrad o, acus an una autora co nsa- g rada y co noc e dor a del te rribl e o fi c io de esc ribir . Ardila tiene un estilo propio que el l ec tor deb e des- cubrir s in de jarse contamin ar por una es trec ha rese ña . JIMENA MONT A C U ÉLL AR Ni siquiera la muerte Ni siquiera la lluvia Al berto Duque López Edi ciones Ga viota. Bogotá. 2008 . 1 19 págs. Cuan do uno recorre todo el camino no debe s orprenderse si de vez en cuando cae s obre su culo. E. Hcmingway Am arili s se ll ama el person aje que monologa a lo largo de es te relato. h ec ho para se r leído de un solo ti - rón. Ganador del Premio quinque- nal a la cr eac ión liter aria de Edicio- n es Gav iota en 2008, el relato mima. en efecto, la forma varia y li bre del monó logo . seg ún la herencia de Jo yce. Particular ca ra cterísti ca de esta ob ra que quiere ser un home- naje al m ás bien s util y austero E rn es t He min gway. Hablo d es de luego del es tilo, pues, la vi da del es- crit or es tadouni dense se movió más bien en tre "e l fu ro r y el ruido. ,, para us ar una frase de quien fuera aca so su más c on no tado ri va l. La mu je r, un a ex emple ada do- més ti ca del escritor, qu e llegara a la lege nd a ria fin ca Vigía , e n Cub a, cua ndo ap enas tenía quin ce años. habla, ya vieja y enfe rm a, desde la habitación de un hospital al fa nt as- ma del mismo y és te le r es po nd e o le pide aclaracion es s obr e algunas cues- tiones que ignora o ha olvidado. Pa- sa n e nt onces, en el deso rden de las memo rias se nil es de Am arilis, las experiencias s c ono cidas del au - tor: su se ntido de heroicidad man i- fi es to en la cacería, la pesca, Jos ga- ll os, los tor os, en sus muj eres, en su obsesión gue rr era, en sus fi es tas con visos panta gru élicos. Pero también apar ece su carác ter de pres ivo, heren- cia de un padre "co barde" y de un a madr e " perra " qu e lo ves a de niña en a ñoran za de la hija qu e nun ca tuvo y qu e lo ll evaría al suicidio en la ma dru gada del 2 de julio de 196 1. Acaso se a la squ eda de una ex- pli cac ión para ese suicidio Jo qu e justifica la memoria de la anciana y el ejercicio de Duqu e Ló pez , re co - nocido admirador del autor de El U OLtiTI N CULTU MA I. Y BIBLI OO R Áf i CO. VOL. 4 6. NÚM. 82. 10 12 NA RR A ti VA viejo y el mar. qui en ya ha a ensa- yado una aproxi mación al mu ndo de l nove li sta en un cuento de 1995. ¿ mo un esc ritor qu e lo tuvo todo termina quitándos e la vida? No hay una res pu es ta clara en la realidad . Pero en la novela. p os iblemente la clave se ha-ll e en la co mbinación de dos ingredientes fuertes. com o un daiq u irí o un m ojit o. bebida s de c oc tel de las que tanto gust ar a: de un lado su Alzhe im er, suge ri do en la reiterada expresión ·'No lo recuer- do·· y. de ot ro. sus genes suicidas. que ya h abía n c ob rado la muerte del pa- dre y de un tío y que se pr olonga- rían e n un hi jo y en Mar ga u x. la nie- ta más af amada. también suicida el mismo día que él. 35 os des pu és . En el monó l ogo de Amar ili s no es el nove li sta quien tiene una res- pu es ta, s in o e ll a: ¿Por qué me mat é? El úni co qu e lo sab e eres tú, P ap á. ¿ , que estuviste tanto tiempo [conmigo, qu é cr ees? Que ya no podías escrib ir , que estabas perdiendo la vista. que estaba s muy enfer mo de los [riñones. que tenías la pi el ll ena de llagas por el so l de tantos os. porque ya no po as beber todo el wh is ky que que- rías. porque ya no po as comer toda la comida que qu erías. porqu e no podías caza r. porqu e te tembl ab an las manos. porque no podía s pescar por que te lo habían prohib ido. por- que no podías l ee r. porque ya no te interes aba n la s [mujeres. porqu e te preoc upa ban los [impues tos. porq ue no querí as se r pob re , [ 2 19] Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

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Page 1: Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco ... · Joyc e. P arti c ul r caracterís t ica d e e st a obr que ui e r se r un h o m e n aj e m ás b ie n s util a u

RESEÑAS

[ ... ] É l hizo el gesto de cedérmelo y esperó hasta que me subí, en tonces cerró la puerta y se alejó. Por e l vi ­drio trasero del carro vi que tambié n a é l lo recogía un taxi. [págs. 53 y 54]

En Ceniza, una mujer siente que la ciudad está muerta; su a lma se está convirtiendo en cenizas. y lo descu­bre cuando bajo un sol inclemente muerde una sabrosa fruta , la cual tie­ne que desechar por su horrible sa­bor y su centro podrido. Todos Jos habitantes y la ciudad, sus frutos. tie­nen el alma y su corazón cenicientos.

En Tango y en El parque apare­cen el amor, el desamor, el desape­go y la tristeza infinita en dife rentes situaciones, pero para dejar e l mis­mo sabor a ceniza y dolor.

Emma Lucía Ardila es tudió Filo­sofía y Letras en la Universid ad Pontificia Bolivariana y es magíster en Filosofía con énfasis en arte de la Universidad de Antioquia. Nació en Bucaramanga, pe ro vive desde pequeña en Medellín. Ha publica­do dos novelas y cuentos infantiles y es profesora en la Unive rsidad Eafit y e l Colegio Columbus School.

Breves, justos, armados con des­treza, entretenidos y desgarradores, algunos con un d ejo de humor soterrado, acusan una autora consa­grada y conoce dora d e l te rrible oficio de escribir. Ardila tie ne un estilo propio que el lector debe des­cubrir sin dejarse contaminar por una estrecha reseña.

JIMENA MONT AÑ A C U ÉLL AR

Ni siquiera la muerte

Ni siquiera la lluvia Alberto Duque López Ediciones Gaviota. Bogotá. 2008.

1 19 págs.

Cuando uno recorre todo el camino no debe sorprenderse si de

vez en cuando cae sobre su culo. E. Hcmingway

Amarilis se llama e l personaje q ue mo nologa a lo la rgo de es te re lato. hecho para ser le ído de un solo ti ­rón. G anador de l Premio q uinque­nal a la creación lite raria de Edicio­nes Gaviota en 2008 , e l re la to mima. en e fecto, la fo rma varia y libre de l mo nó logo . según la he re ncia d e Joyce. Particula r característ ica de esta obra q ue quiere se r un home­naje a l más b ie n s util y a uste ro E rnes t Hemingway. H ablo desde luego de l estilo , pues, la vida de l es­critor estadounidense se movió más bien entre "el furor y e l ruido.,, para usar una frase de quien fue ra acaso su más connotado riva l.

La mujer, una ex empleada do­méstica de l escritor, que llegara a la legenda ria fin ca Vigía, e n Cuba, cuando apenas tenía quince años. habla , ya vieja y enferma, desde la habitación de un hospital al fantas­ma del mismo y éste le responde o le pide aclaraciones sobre a lgunas cues­tiones que ignora o ha olvidado. Pa­san entonces, en e l desorden de las memorias seniles de Ama rilis, las experiencias más conocidas del au­tor: su sentido de he roicidad mani­fiesto en la cacería, la pesca, Jos ga­llos, los toros, en sus mujeres, en su obsesión guerre ra, en sus fiestas con visos pantagruélicos. Pero también aparece su carácter depresivo, heren­cia de un padre "cobarde " y de una madre "perra" que lo vestía de niña e n añoranza de la hija que nunca tuvo y que lo llevaría al suicidio en la madrugada de l 2 de julio de 1961.

A caso sea la búsqueda de una ex­plicación para ese suicidio Jo que justifica la memoria de la anciana y el eje rcicio de Duque López, reco­nocido admirador de l autor de El

UOLtiTI N CULTU MA I. Y BIBLI OO R Áf i CO. VOL. 46. N Ú M . 82. 10 1 2

NA RR A ti VA

viejo y el mar. quien ya había e nsa­yado una aproximación al mundo del nove lista en un cuento de 1995. ¿Cómo un escritor que lo tuvo todo te rmina quitándose la vida? No hay una respuesta clara en la realidad. Pero en la novela. posiblemente la clave se ha-lle en la combinación de dos ingredientes fue rtes. como un daiq uirí o un mojito. beb idas de cocte l de las q ue tanto gustara: de un lado su Alzheimer, sugerido en la re ite rada expresión ·'No lo recuer­do ·· y. de ot ro. sus genes suicidas. que ya habían cobrado la muerte de l pa­dre y de un tío y que se prolonga­rían e n un hijo y en Margaux. la nie­ta más afamada. tambié n suicida e l mismo d ía q ue él. 35 años después.

En el monólogo de A marilis no es el nove lista quien tiene una res­pues ta , sino e lla:

¿Por qué me maté? E l único que lo sabe e res tú, Papá. ¿Tú, que estuviste tanto tiempo

[conmigo, qué crees? Q ue ya no podías escribir, que estabas pe rdie ndo la vista. que estabas muy e nfe rmo de los

[riñones. que tenías la pie l lle na de llagas por e l sol de tantos años. porque ya no podías be ber todo e l whisky que que­rías. porque ya no podías comer toda la comida que que rías. porque no podías cazar. porque te temblaban las manos. porque no podías pescar porque te lo habían prohibido. por­que no podías lee r.

porque ya no te in te resaban las [muje res .

porque te preocupaban los [impuestos.

porque no querías se r pobre ,

[ 2 19]

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

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\ 1 R R .·1 1 1 1 1

rorqu..: t:<,tahas muy cansado de [todo.

porqut: ya no te rda . . porque ya no podías viaja r. porque tus lihros ~ tu artículos [eran destrondos por los cr íticos. po rq ue lm amigos te di e ro n la

[espa lda. porque preferías dc~nuda rte y acos­tart e y q ueda rte cuatro días e n la os­curidad si n come r ni beber y ni si­quiera levantarte pa ra ir al ha ño. por eso. Papá. [págs. 1 o6- H>7]

No sabemos si es así o no en la reali­dad. pe ro es lo que sugiere e l pe r­sonaje que Duque López recrea a tra­vés de Arnarilis. que como un oráculo habla con voz prestada: .. [ ... ] no estoy viva. soy un recuerdo de mí misma, solo me mantiene la adoración y la ad­miración y el amor y la fidelidad que siempre he sentido por ti" (pág. 1 17).

Por eso creo que Duq ue López ha creado en esta obra un personaje no de novela, sino de tragedia. de esos que no admiten, que no se resignan al deshonor, a eso que Borges lla­mara ·'e l ultraje de los años". Po r­que incluso e l Hemingway de este monólogo es más bien la sombra de H emingway. la sombra que como la de Hamlet padre no puede descan­sar en paz, ni siquiera en e l Más Allá:

[220]

¿Qué pasó? Fue algo que venías pre parando,

[desde muchos años atrás

¿Cómo así? C laro. ie mprc buscabas la muerte O al revés. ¿no e ra la mue rt e la

Q uizás. [pág. 1 15]

[que me buscaba a mí?

Un re la to intenso. sin cortes. agita­do e inquie to . como e l escri tor. que ni siqu ie ra tuvo la paciencia para esperar a la muerte . Como é l. me temo. sin embargo. que los lectores tengan la suficiente paciencia para asumirlo.

A N T ON I O S I LVE RA A R ENAS

Las trampas de la nostalgia

Como los perros, felices sin motivo María Castilla Editori al Pla neta . Seix Barral, Bogotá . 20 ' ' . 245 págs.

Sofía. una joven inte ligente y poco convencional se enamora de Eduar­do, sin sospechar hasta qué punto echará raíces en su alma esa rela­ción. Pero Eduardo decide abando­narla valié ndose de un pretexto fal­samente a ltruista, e l de servirle a la humanidad en el África. Es ahí don­de comienza la dolorosa pe regrina­ción de Sofía en busca de una razón que le pe rmita aceptar lo que ha ocurrido, y, en lo posible , olvidar aquello que las nuevas experiencias románticas no borran del todo.

Apela r a l recurso de la memoria, recrear una historia a través de l re­cuerdo mediante la utilización de una herramienta esquiva, imprecisa, como la pa labra , es un lugar común en la lite ratura. Algo que muchos autores ya han intentado, con ma­yor o menor éxito. Un riesgo que la au tora de esta novela asume con la conciencia de correrlo, y de poder fracasar en el camino tortuoso, pla­gado d e obstáculos literarios, que conduce al final de todo libro. Más peligroso aún , cuando el asun to que

RE SEÑAS

se rememora es nada menos que un cuento de amor. Una historia ya vi­vida. pasada por e l tamiz de los años, olvidada casi todo e l tiempo, recor­dada de manera involuntaria las más de las veces. de manera consciente cuando se escribe. a fin de conjurar precisamente e l paso del tiempo que amenaza con ponerle punto final a lo que ha dejado de ser.

E s la tare a que asume Sofía. exi liada en o tras latitudes, una jo­ven que se adivina agraciada, indu­dablemente inteligente , con inclina­ciones a la bo hemia y a una vida de improvisaciones. El exi lio no es e l primero , pues ya una vez lo fue en su propia ciudad. cuando se refugió en la historia imaginaria de una abuela que habita en el centro de la capital, e l marco para sus amores y sus desamores. U n lugar con histo­ria , pe rsonajes y modos de vida no solo caracte rís ticos sino únicos, y q ue reciben en medio de ellos a So­fía y a Eduardo, e l hombre que le hará conocer el amor, la infidelidad, e l olvido transitorio. E l que le per­miti rá volve r a comenzar, cuando todo se ha creído perdido. El que la llevará a un final inesperado, pe ro que no sorpre nde, porque es taba dentro de las posibilidades.

1 .) l '

La ciudad que aparece en la no­vela está poblada de sitios que se transforman en símbolos, en invita­ciones para explorar lo desconoci­do. Los preside el Teatro Embaja­dor, metáfora del amor perdido con su desaparición, o mejor dicho, su transformación modernista en un multiplex, algo ajeno a su naturale­za, pero que obedece a las leyes del cambio que influye, no siempre de manera poética, en el desarrollo de

BOLETÍN CULTU RAl. Y 818 L IOO R..(F I CO, VOl. . 4 6, NÚ M. 81 , 101 2

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