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DIEZ VISIONES SOBRE LA VEJEZ: DEL ENFOQUE DEFICITARIO Y DE DETERIORO AL ENFOQUE POSITIVO ANTONIO VICTOR MARTiN GARCIA (*) RESUMEN. EI art(culo trata de ofrecer una imagen amplia sobre la vejez y el enveje- cimiento en el momento actual, construida a partir de un conjunto de visiones más particulares que van desde los enfoques más tradicionales representados en las visio- nes biológico-conductual y funcionalista, que ofrecen una imagen negativa sobre esta etapa, hasta visiones más actuales como las que ofrecen la Perspectiva del Desa- rrollo del Ciclo Vital, la visión historicista o la denominada Gerontolog(a Cr(tica, que proyectan nuevos modos de entender y conceptuar la vejez, y que abren también nuevas perspectivas de análisis y de intervención educativa para este grupo de edad. De manera más espectfica, se analiza la imagen de la vejez como deterioro, como de- pendencia y ruptura social, como tiempo productivo y de oportunidad o corno cmancipación e hibridación cultural. INTRODUCCIÓN: NECESIDAD DE UN PLANTEAMIENTO INTEGRAL Y MULTIDIMENSIONAL EN EL ESTUDIO DEL ENVEJECIMIENTO El ob'etivo en este traba'o es ofrecer el re- sulta^o del análisis de di^erentes modos de conceptualizar la vejez y que presentamos en forma de visiones de las cuales se deri- van particulares modos también de apro- ximación e intervención educativa en este tramo de edad. El propósito fijado no es sencillo porque, desde nuestro punto de vista, resulta cada vez más claro que el es- tudio del envejecimiento humano está acaparando la atención de diversas pers- pectrvas teóricas y disciplinares, algunas de las cuales se com p lementan y comuni- can, pero otras resultan contrartas y hasta contradictorias entre st, lo que acaba ge- nerando una evidente confusión. Por ello creemos necesario estudiar algunas de las contribuciones quc, procedentes de ámbi- tos disciplinares dispares, mayor rclevan- cia están teniendo en el proceso de defini- ción actual del envejecirniento y de la vejez. En concreto, nos referimos a las aportaciones realizadas en las últimas dé- cadas desde la biomedicina, la psicolog(a o la socio(ogfa. Una primera aproximación al tema permite apreciar en el seno de la gerontologta, dentro de un marco de ge- neral convivencia multiparadigmática ca- racterfstico del conjunto de las Ciencias (*) Universidad dc Salamanca. Revitta de kilraación, ntírn. 323 (20U0), pp. 1 G 1-182 I G 1 Fecha dr rntrada: 14- I 2-1999 Fecha de acrptacidn: ^ 1-5-2000

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DIEZ VISIONES SOBRE LA VEJEZ: DEL ENFOQUE DEFICITARIO YDE DETERIORO AL ENFOQUE POSITIVO

ANTONIO VICTOR MARTiN GARCIA (*)

RESUMEN. EI art(culo trata de ofrecer una imagen amplia sobre la vejez y el enveje-cimiento en el momento actual, construida a partir de un conjunto de visiones másparticulares que van desde los enfoques más tradicionales representados en las visio-nes biológico-conductual y funcionalista, que ofrecen una imagen negativa sobreesta etapa, hasta visiones más actuales como las que ofrecen la Perspectiva del Desa-rrollo del Ciclo Vital, la visión historicista o la denominada Gerontolog(a Cr(tica,que proyectan nuevos modos de entender y conceptuar la vejez, y que abren tambiénnuevas perspectivas de análisis y de intervención educativa para este grupo de edad.De manera más espectfica, se analiza la imagen de la vejez como deterioro, como de-pendencia y ruptura social, como tiempo productivo y de oportunidad o cornocmancipación e hibridación cultural.

INTRODUCCIÓN: NECESIDAD DEUN PLANTEAMIENTO INTEGRAL YMULTIDIMENSIONAL EN ELESTUDIO DEL ENVEJECIMIENTO

El ob'etivo en este traba'o es ofrecer el re-sulta^o del análisis de di^erentes modos deconceptualizar la vejez y que presentamosen forma de visiones de las cuales se deri-van particulares modos también de apro-ximación e intervención educativa en estetramo de edad. El propósito fijado no essencillo porque, desde nuestro punto devista, resulta cada vez más claro que el es-tudio del envejecimiento humano estáacaparando la atención de diversas pers-pectrvas teóricas y disciplinares, algunas

de las cuales se complementan y comuni-can, pero otras resultan contrartas y hastacontradictorias entre st, lo que acaba ge-nerando una evidente confusión. Por ellocreemos necesario estudiar algunas de lascontribuciones quc, procedentes de ámbi-tos disciplinares dispares, mayor rclevan-cia están teniendo en el proceso de defini-ción actual del envejecirniento y de lavejez. En concreto, nos referimos a lasaportaciones realizadas en las últimas dé-cadas desde la biomedicina, la psicolog(a ola socio(ogfa. Una primera aproximaciónal tema permite apreciar en el seno de lagerontologta, dentro de un marco de ge-neral convivencia multiparadigmática ca-racterfstico del conjunto de las Ciencias

(*) Universidad dc Salamanca.

Revitta de kilraación, ntírn. 323 (20U0), pp. 1 G 1-182 I G 1Fecha dr rntrada: 14- I 2-1999 Fecha de acrptacidn: ^ 1-5-2000

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Sociales y Humanas, evidentes signos depluralidad, indeterminacián y cambioque se traduce en diferentes modos de en-tender y acercarse al envejecimiento. Eneste caso particular, unas visiones tratande imponerse a otras, con la complejidadahadída de que hablamos de una realldad,la del envejecimiento, multidisciplinar ynecesariamente interdisciplinar, dadas lafuerte interrelación existente entre las di-mensiones biológica, psicológica y socialen los procesos que explican el envejecerde los individuos.

Precisamente, y en última instancia,en este art[culo nos proponemos dife-renciar la visión tradicional dominantesobre la vejez, basada en los plantea-mientos del modelo del déficit y del de-terioro, de la visión más actual que res-ponde a lo que damos en llamar comoenfnque ositivo sobre el envejecimiento.Pretendémos en suma analizar con cier-to detalle la evolución teórica y aplicadaque en las últimas décadas se ha seguidoen el estudio de la vejez y, de maneraparticular, sus consecuenclas para laconceptualización de la educación enesta etapa de la vida.

DEL ENFOQUE DE LOS D>~ FICITS ALENFOQUE POSITIVO

Sin ninguna duda, el patrón de conoci-miento tradicional sobre la vejez, la ima-gen social históricarnente dominante so-bre los ancianos podrfa cesumirse en tres<^visiones» o modos de conceptualizarla:«la vejez como deterioro», la «vejez comoruptura» y la «vejez como carga social».Aunque las describimos de forma se^ara-da, las tres están (ntimamente relaciona-das y conducen a un mismo punta: el én-Fasis en los efectos más negativos delenvejecimiento que tiene como resultadola marginación y la segregación social deeste sector de edad.

VISIÓN 1: LA VEJEZ COMO DETERIORO

En cierta ocasión dijo Unamuno quetodos los seres humanos «sentimos un an-sia de no morir», «un hambre de inmortali-dad», «un anhelo de eternidad». Desdesiempre, el ideal de la humanidad ha sidola búsqueda de la inmortalidad, impedirel envejecimiento, derrotar a la muerte.Tal vez sea por esta obsesión del ser huma-no por la muerte que durante muchotiempo ha prevalecido una visión sobre elúltímo tramo de la vida que la ha identifi-cado con el deterioro y el declive ffsico. Esevidente que cuando envejecemos se pro-ducen una serie de cambios fisiológicosindiscutibles: el diámetro de los vasos san-gufneos se estrecha las paredes de las arte-rias se endurecen y pierden elasticidad, lapresión sistólica aumenta en un 20-25%.Aproximadamente a partir de los 50 afiosse produce un declive en la secreción de lahormona del crecimiento, lo que hace quelos músculos se encojan y la grasa aumen-te (glándula pituitaria e hi potálamo). Lamasa múscular disminuye (bien es verdadque en parte por falta de ejercicio). El ren-dirniento cardiovascular es menor. Loshuesos empiezan a debilitarse (después delos 40) por efecto de la osteoporosis (espe-cialmente en las mujeres que sufren unamayor degeneración ósea). EI timo em-^ieza a encogerse, por lo que la respuestammune va disminuyendo poco a poco.También se ve afectada la secreción de de-terminadas glándulas adrenales como laDHE (dihidroxiepiandrosterona), algu-nas de 1as cuales se encargan de ralentizarel cáncer y estimular la inmunidad y laproducción de cortisol, que es la hormonadel estrés, aumenta (sobre todo a partir los70). Se producen también otros cambiosfísicos que son aún más visibles y que afec-tan por ejemp lo a la cafda o encaneei-miento del pelo, la disminución de la agu-deza visual y auditiva o la pérdida dcolfato, la deformación de la cara y la apari-ción de arrugas...

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Es J ustamente sobre este tipo de cam-bios sobre los que se ha ido construyendo,prácticamente a lo largo de la historia de lahumanidad, una imagen de las personasmayores notablemente determinada porestos y otros estragos físicos y biológicosque acompañan al paso de los años. Desdeprincipios de siglo, el principal marcocrentífico que ha sustentado esta visión hasido el derivado de la orientación Biológi-co-Conductual, que acomodó la investi-gación adulta y gerontológica al estudiode distintas y amplias disminuciones ypérdidas f(sicas (problemas respiratorios,cardiovasculares, déficits sensoriomoto-res, pérdida de agudeza visual o auditi-va...) y pslquicas que acontecen durante lamadurez y la vejez (déficits en procesoscognitivos como la memoria, la atención,la percepción). Desde este planteamientoparecía Ibgico que la edad cronol6gica fue-ra considerada como la unidad de análisisfundamental, relacionándola con la gene-ralización universal de dichos déficits y enúltima instancia, como el factor explicati-vo de determinados comportamientos delas personas de edad avanzada, entre ellos,la inhibición en la interacción personal, elcompromiso y la participación social ocultural.

La base teórica de esta visión no fuesino una simple proyección del marco deanálisis derivado de las ciencias naturales:la búsqueda de un mundo real, exterior eindependiente de los individuos, el carác-ter «objetivo» y «externo» del conocimien-to; el propósito de la investigacián por ela-borar una teoría como explicaciángeneralizada del mundo, capaz de «uni-versalizar» y «homogeneizar» cualquiertipo de hechos... La aplicación de al gunosde estos presupuestos llevó a la teoría y alestudio del enveJ ecimiento a desarrollar yreforzar el modelo deficitario o de declive so-bre la vejez, al amparo del paradigma demaduraciórt.

A^artir de ahí, se ha ido reforzandoesta vrsrón, genuínamente conductista,

centrando el análisis especialmente en losefectos más visibles, las patologfas y los«síntomas» propios del envejecimiento yha tenido como objetivo la universaliza-ción de los deterioros ue acontecen conel paso del tiempo, con^undiendo y entre-mezclando de un modo notable, los decli-ves (envejecimiento normal) con los dete-rioros (envejecimiento patológico). Estaperspectiva es la que algunos autores,como Carrol Estes, han llamado «biome-dicalización de lagerontologta^^, es decir, latendencia a mantener un rnterés y una vi-sión médica y biológica en el estudio delenvejecimiento y que ha tenido como co-rolario social el rechazo y la marginaciónde la vejez por lo que significa: enferme-dad, fealdad y muerte.

La actitud más inmediata y simpleque sustenta esa marginación es la nega-crón de la vejez y el rechazo, que cierta-mente y más o menos encubierto, ha esta-do presente en todas las culturas y ciemposhistóricos. Corno sefiala José Ma. Fericgla(1992, p. 49) la respuesta a esta visiónpone de relieve «una de las contradiccio-nes más caracter(sticas de la sociedadesmodernas: el mantener sanos y vivos a losviejos permiciendo que tengan acceso a loscentros médicos y a los servicios asisten-ciales, al tiempo 9ue se les tiene en un es-tado de margrnaclón propia de colectivosanómicos».

VISIbN 2: LA VEJE`L COMO RUPTURA

Muy próxima y de modo paralelo a la vi-sión de la vejez como deterioro, durancemucho tiernpo ha estado vigente ( lo cstáaún hoy) una visión que conce^tualiza lavejez en tanto que ruptura socrcrl. Podríadecirse que la base teórica de esta visiónprocede de dos de las teortas con mayorarraigo en el campo de la C.^erontología yque presentan innegables implicacionespara la teoría y la práctica educativa en lavrjez. Nos rcf^rimos a las Trorí^ts del Xol y

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de la Desvinculación social. En ambos ca-sos se ha considerado el envejecimientocomo una forma de distanciamiento so-cial y como un proceso de pérdida progre-siva de funciones y papeles sociales. He-mos analizado ambas teorías en otrosespacios, merece la pena siquiera señalar elnúcleo teórico que las sintetlza.

En primer lugar, la utilización de laTeorfa del Rol en gerontolo^(a apunta laidea que la perdida y el camblo de algunosroles a lo largo del ciclo vital puede aca-rrear importantes desajustes personales ysociales en individuos de edad avanzada.En especial, el abandono del rol de traba-jador supone, de un lado, la pérdida de los«beneficios» asociados al desempefio pro-fesional (contacto personal con compafie-ros y colegas, estimulación flsica y mental,estructuraclón temporal y espacial, expec-tativas de futuro, mayores Ingresos econó-micos...) y por otro, implica asumir susefectos más negativos (prlncipalmente lainternalización de las normas y expectati-vas vinculadas al rol de jubilado o pensio-nista). Se entiende en consecuencia queesta situación puede conducir a un ^roce-so de desestructuración vital, conslstenteen la pérdida de las sefias de identidad so-cial y personal. En definitiva, se consideraque la carencia del desempe6o de deter-rnlnados roles (en especial los relaciona-dos con el mundo laboral) tiene un efectonegativo sobre la totalidad de la vida delos jubilados y dificultan su adaptación vi-tal, y termina or ejercer unos efectos ne-gativos inmedpatos que hacen disminuirlos niveles de autonomfa personal y depertenencia social y aumentan los de de-pendencia familiar social, Ilegando in-cluso al desarrollo dé sentimientos de in-satisfacción personal, de ansiedad odepresión.

Por su parte, la denominada Teorfa dela Desvinculación (Cumming y Henry,1961) explica un doble proceso de carác-ter individual y social que converge sobreel mismo punto: el distanciamiento gra-

dual y progresivo de los viejos de otrossectores de población de menor edad. Porun lado, el individuo mayor paulatina-mente va orientando su conducta y suspreocupaciones más Intimas hacia sus in-tereses particulares> en un proceso de in-trospección que le hace sentirse menosobligado con los sistemas sociales y fami-liares a los que pertenece, siguiendo todoun proceso de interiorización que en oca-siones se expresa en forma de una mayorespiritualidad, mayor interés religioso 0incluso en forma de egocentrismo. Almismo tiempo y de manera complemen-taria, la sociedad no sólo acepta este pro-ceso como normal y natural, sino que dis-^one los elementos ambientales eInstltucionales necesarios para apoyarlo,con objeto de que los viejos no obstaculi-cen el normal desarrollo económico y so-cial. EI ^rincipal mecanismo institucionalque Iegltima a los individuos para romperlazos y ataduras y abandonar el desem^e-6o de molestos roles sociales es, preasa-mente, la jubilación laboral.

En consecuencia, la vejez como ru p-tura social significa básicamente asumir la

visión de los viejos en tanto que seres fal-tos de función social y la vejez como unaetapa de preparación y antesala de lamuerte.

VIS16N 3: LA VEJEZ COMO DF.PENDENCIA

ESTRUCTURADA O CARGA SOCIAL

La tercera de las «visiones» de las que nosocupamos recoge algunos de los plantea-mientos de las antenores: se trata de unaconcepción en la que, en el más puro esti-lo funcionalista, se percibe la vejez comoun perfodo de pérdidas y ensimismamien-to ^ersonal progresivo, y a los jubilados yvie^os como una categorfa social inferior,constituida por individuos improductivosy poco comprometidos con el desarrollode la comuntdad, con dificultades deadaptación a los rápidos cambios y a la

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evolución social, y que supone por tantouna car^a para el conjunto de la sociedad.Esta visrón presenta a los jubilados con se-rios problemas económicos y de adapta-ción y, en consecuencia, con im ortantesíndices de dependencia hacia los démás (fa-milia, servicios de asistencia pública> pen-siones...), dependencia que es aún másacusada en la cuarta edad, en la llamadapor algunos como ancianidadprofunda.

Este tipo de dependencia tiene comoorigen varias causas. En primer lugar, al^u-nos factores como la antrcipación de la ^u-bilacián (por efecto de los nuevos sistemasde producción), la prolongación de la ju-ventud y la adultez hasta edades bien avan-zadas, junto con unas mejores condicionesde vida, de alimentación y cuidados, haceque la gente llegue a la vejez en mayor nú-mero y en mejores condiciones que las degeneraciones pasadas. A1 aumentar el nú-mero de sujetos que forman parte de ungrupo determinado de edad, lógicamenteaumenta el número y la complejidad de to-dos los problemas asociados al mismo. Ensegundo lu^ar, el desarrollo industrial y laconcentracrón urbana de la mayor parte dela población, en términos absolutos, ha ge-nerado, desde hace ya bastantes decenios,formas de residencia y formas de vida en lasque los ancianos quedan rnarginados. Estehecho se aprecia muy especialmente en lascondiciones de las vrviendas unifamiliaresque, cada vez menos, permiten la presenciaffsica de los abuelos en las mismas. De estetipo de situaciones se deriva muchas veces

ue la convivencia del abuelo con la familia(^ijos, sobrinos...) sea asumida únicamenteporque no existen posibilidades materialesde intentar otras alternativas, y el ancianoes aceptado como una carga, máximecuando las necesidades económicas de lasociedad actual obligan prácticamente a to-dos los adultos a dedicarse a actividades deformación o laborales, y no queda nadie enla familia que pueda cuidar a los rnayores.

l..a respuesta social a esa situación decarga social que representa este colectivo

es el desarrollo de políticas de atención co-munitaria que crean lo que Townsend(1981) llama un «sistema social de de^en-dencia estructurada» , en el que los vrejosasumen el papel de «receptores agradeci-dos y pasivos».

Esta visión sobre la vejez y los viejos,de carácter marcadamente funcionalista,está siendo cada vez más contestada, espe-cialmente en el marco de la llamada ge-rontología critica. Autores como Estes(1991); Townsend ( 1981); Walker(1981); McMulin ( 1996) entienden queen el fondo todo este tipo de razonamien-tos no son sino un arma ideológica pormedio de la cual se justifican determina-dos argumentos sobre el carácter cada vezmás problemático de los viejos, lo que llevaa promover acciones para tratar de limitarla «carga social» que suponen dado su ca-rácter funcionalmente improductivo y«no comprometido» con el desarrollo dela sociedad. Es decir, se critica la insisten-cia funcionalista en destacar el proceso dedesvinculación social y los roblemas deadaptación personal del adúlto de edadavanzada a los cambios sociales. En últimainstancia, la cr(tica a la visión de la vejezcomo carga social (familiar, sanitaria, eco-nómica) lo que está negando es que ese fe-nómeno de dependencia sea fruto de lapérdida de funciones, por mor del retirolaboral activo, o por el deterioro físico ymental asociado al aumento de la edad,sino que está relacionados con la estructu-ra social en su conjunto.

De rnanera más concreta, por ejem-plo Townsend (1981) mantiene que elori^en de esa dependencia no está en el in-divrduo como intencionadamente quierehacerse creer, sino que la ^<dependencia es-tructurada» de los mayores es un productofundamentalmente de origen social, crea-do par la sociedad y en menor medida,consecuencia de los deterioros y deticien-cias individuales rop ias de la vejez. Para`1'ownsend (1981^ el origen de esta ^^de-pendencia estructurada» en la vejer esr.í en

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la estructura y organización de la produc-ción económica y procede de cuatro fuen-tes principales que se sitúan en:

• I,os efectos de la política de jubila-ción practicada en la rnayor partede los pa(ses occidentales (en espe-cial la que afecta a los trabajadoresde mediana edad).

• Una situación generalizada de po-breza y de falta de recursos econó-micos en la cJue un importante nú-mero de anclanos se encuentran entodo el mundo.

• Los efectos negativos de la institu-cionalización en la vejez (la crea-ción de centros especiales y espec(-ficos para los viejos: asilos y clubes,residencias de ancianos, vacacio-nes, universidades o aulas de terce-ra edad...).

• La tendencia de la pol(tica deatención comunitaria a crear lo

ue en palabras de Townsend^1991) llama «receptores agrade-cidos y pasivos» gracias al desarro-llo de pol(ticas de corte meramen-te asistenciales y «asistencialistas»:política de pensiones, asistenciadomiciliaria, teleasistencia, etc.

En la misma línea, Walker (1980,1981) llama !a atención sobre la construc-ción social de la dependencia de los ancia-nos, la relación estructural entre los dis-tintos grupos de edad y el impacto de ladivisión del traba)'o y del mercado laboralen los jubilados, defendiendo una «econ0-mía política de la ancianidad». Para Wal-ker, la principal conclusión que se extraede todo esto es que los efectos de una posi-ción poco sólida en el mercado de trabajoantes de la jubilación supone una limita-ción del acceso a«un amplio conjunto derecursos» y se traduce en «la imposición deuna categoria social deprímida» en la vejez(Walker, 1981, p. 8$). Estes y Binney(1989, I 991) de modo semejante recla-

man un nuevo enfoque en la política eco-nómica dirigida en especial a las mujeresmayores> que evite la situación de condi-cionamiento a la que se ven sujetas por lasrelaciones creadas por la producción eco-nómica, en especial el carácter marcadopor el género en la división del trabajo(Estes, 1991, p. 2 I ).

En suma, para estos autores, el factordeterminante de la calidad de vida en lavejez es fruto de la influencia del mercadode trabajo adulto antes del momento de lajubilación y sus efectos posteriores comoseñala Walker ( 1981, pp. 74-85) «la po-breza en la vejez es, ante todo, una funa6nde la baja categorta eronómica y social ante-rior o previa a la jubilaci6n».

En resumidas cuentas, parece bastanteclaro que el modelo deficitario o de declive,construido sobre los pilares sefialados, ha te-nido como resultado el desarrollo de unconjunto de prácticas y modos de entenderla educación en la que aparec(an privilegia-dos los nifios y la relación educativa estricta-mente escolar, quedando así marginados losadultos, y muy particularmente los viejos,cercenando incluso los recursos necesanos^ara su estudio e inhibiendo una práctica demtervención especializada y profesionaliza-da. Resulta evidente cJue el resultado de es-tos presupuestos ha s ►do entender el papelde la educación en la vejez, en el mejor delos casos, en tanto que entretenimiento,como una forma de ocupar el abundantetiempo ocioso y vac(o que caracteriza a estegrupo de población, sin mayores pretensio-nes sociales.

HACIA UN NUEVC) ENFOQUEPOSITIVO SOBRE LA VF.JI:"1.

VIS16N 4: LA VEJE7. COMO CAMRIO Y COMO

CONTINUIDAD

Una de las grandes controversias en elestudio del desarrollo humano ha sido y

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sigue siendo hoy la discusión sobre si estedesarrollo, cn su paso por la edad adultapermanece estable o sufre cambios simila-res a los que tienen lugar en otras edades,como en la infancia, la juventud o la vejez.EI debate se ha planteado en términos deestabilidad versus cambio en la edad adultay tiene importantes consecuencias a lahora de analizar la vejez.

La visión estática sobre el desarrolloadulto encontr^ar(a su máxima concreciónen la expresión freudiana de que el niñoes psicológicamente el padre del adulto.Como sehala Juan Antonio Cabezas (1989)la edad adulta es la más larga y a la vez la másdesconocida de la vida. Se trata de una etapacompleja en la que los cambios no son tanperceptrbles como en las anteriores, y a laque se ha visto como una época plana, esta-ble, sin apenas cambios psicoló^icos. Ensfntesis, la idea que se ha defendido desdeaqu( es que, cerrado el ciclo de la madura-ción biológica, la estructura básica de la per-sonalidad de un individuo permanece bas-tante estable a lo largo de amplios perfodosde tiempo. Esta estabilidad es es pecialmenteacusada durante la adultez, y só(o la entradaen la vejez, aproximadamente a partir de lossesenta y cinco años marca el comienzo decambios progresivos importantes. Efectiva-mente, algunos estudios ernpfricos han apo-yado esta idea. En particular, en el terrenode la personalidad, estudios clásicos comalos de Costa y McCrae ( 1989) no encontra-ron evidencias de las ftmos^rs «crisis demediados de la vida» en sus estudios realiza-dos con hombres'. Ue igual modo, autorescomo Labouvie-Vicf y (:handlcr (1 ^)74,1978, I 980a, 1980b) o Schaie ( l 979) tam-poco encontraron cambios signific:ativosde dcclive cognitivo cn los individuos has-ta hien avan^.^ida la década de los sescntaañoti.

A los argumentos anteriores se añadeel hecho de que las as iraciones personalesy los roles sociales ^paternidad, empleo,ciudadanía,..) se encuentran relativamen-ce estabilizadas en las sociedades económi-camente avanzadas, con lo que son fácil-mente predecibles los principales eventosy preocupaciones de los más importanteperfodos de la vida de las personas (Hu-berman, 1974, p. 121), y en especial en laadultez. Sin embargo, esto no quiere decirque algunas personas puedan tener másprobabilidades que otras para experimen-tar cambios considerables en sus vrdas enfunción de patrones distintivos de su per-sonalidad y, más aún, en función del pe-r(odo histórico vivido, en el que se reflejanaspectos como son el tipo de nutrición, demedicación y los cuidados sanitarios, lasinfluencias y procesos de enculturación,determinados mediadores socioculturales,etcétera.

La defensa de la existencia de una re-lativa estabilidad y continuidad en el desa-rrollo adulto contrasta con la visión quedetiende cambios importantes duranteeste perfodo, en Ifnea con los modelos deldesarrollo por esradios de autores comoErikson (19C8, 1982) Biihler (1968),Nuberman (1974), Levinson (1978), etc.Para estos modelos, se entiende que losadultos na sólo son mucho más complejosque los niños, sino que además, están m^ísdiferenciados y sun rnenos dependienresde las influencias inmediatas del amhicn-te. C:ahe iensar, desde esra posicián, quela capaci^ad de emocionarse, las ilusionesy los proyectos vitales de cada persona va-rían de unas edades a otras y, por suptres-to, de unos individuos a otros. Por eso esposible rncontrar fises, etapas o estadiosde estancamienro, v otras de cambios, al-ternadas en un movimiento dialéctico en

( I) I^n c^rho, G^s rn v Mr t;unt ( 1')N^), ^^. (^,1, cn I(nra:^^n I:r i^1ra ^Ic la rnntinui^l.rd..uncht^^rn rn sustrahajus yuc la tcuría dcl Jrsarrull^^ dchrria .rntrar,c mrn^^s ^^^hrc I,^.^ c.tmhi,^. dr ea:r ctaE^:^ ^ má+ wbrc I,^s ra+í;us c^ ^aractrrístiras yur pcrmanrrcn csrrhlcs ^lurantr I,t adultcz.

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donde se conjugan momentos de progre-so con los de retroceso personal. En elfondo, se entiende que los procesos yprincipios del cambio psicológrco huma-no pueden tener un carácter universal,aunque las particularidades de cada indi-viduo a los que se aplica sean únicas, y porlo tanto cualquier generalización resulteinexacta. De este modo, se defiende desdeaqut que el desarrollo es plural al comien-zo en diferentes puntos, y sigue diferentescursos dependiendo de determinados fac-tores diferenciales.

Ambas posturas encuentran apoyosteóricos y empfricos y se traducen en rm-plícaciones de notable interés en la con-ceptualización de la veJ'ez. Para unos,mantener la idea que durante la edadadulta apenas si se producen cambios im-portantes en la personalidad de los indivi-duos implica, de alguna manera, adjudi-car a la etapa de vejez la «responsabilidad»de los cambios (generalmente poco positi-vos) que acontecen como consecuencra delos procesos de envejecimiento, contribu-yendo asf a negativizar esa fase de la vida.Para otros, es justamente lo contrario:aceptar el modelo de estabilidad durantela edad adulta implica asumir tambiénque aunque se acepte c^ue a partir de losprrmeros afios de la velez se ^roduce unProgresivo declive en el funcronamientof[sico y cognitivo, las caracterfsticas de lapersonalidad no varlan de modo significa-uvo, por lo que un individuo puede serpsicológicamente el mismo en la adultezque en la vejez, de modo que ciertos este-reotipos que achacan a los viejos rasgosdepresivos, rtgidos, esquivos, retra(dos oextravagantes no tendrían fundamentoempfrico (Costa y McCrae,1989, p. 67).

Kimmel ( 1990) apunta que, sin em-bargo, las contradicciones entre los mode-los de estabilidad sobre el desarrollo adultoy los modelos basados en etapas pueden sermenos significativas de lo que parece. Seentiende que existen aspectos como laemocionalidad, la ilusión y los proyectos

vitales que pueden ser diferentes en edadesdiferentes. Pero las caracter(sticas impor-tantes de los individuos permanecen relati-vamente estables a lo largo de la vida. Esdecir, la gente puede tener algunos cam-bios importantes, pero normalmente nocambian tanto como para convertirse enpersonas distintas a como eran antes.

Esta es precisamente una de las tesisbásicas de la perspectiva de la teor[a del ci-clo vital que considera el proceso de enve-ecimiento como un proceso dual de cam-

^io y continuidad a l01argo de la vida, enel que se conjugan los factores internos(de tipo biológico y psicológico) con losfactores externos (de trpo socral y cultu-ral). Se llega as1 a una linea de trabajo que,hoy por hoy, mayor aceptación tiene, alcontemplar el envejecimiento de unmodo más completo y también más com-plejo, valorando el efecto del cambio so-ciocultural sobre el cambio personal, demanera 4ue éste no es sólo asunto de lamaduracrón biopsicológica. Existe porello un importante consenso en la comu-nidad cient(fica en considerar que ha sidola perspectiva de la psicologfa del Desarrollodel Ciclo Vital una de las corrientes cient[-ficas que más ha ayudado a equilibrar eldebate precedente y a modificar el estadode opinión dominante en el estudio sobrelas etapas de la madurez y la vejez. Frutode las aportaciones de esta perspectiva sonhoy algunas ideas básicas y de gran trasce-dencia para la teorfa y especialmente la in-vestigacrón gerontológica:

• En primer lugar, la edad cronológi-ca deja de ser la unidad de análisisevolutiva prioritaria y fundamen-tal, sustituyéndose por la conside-ración conjunta de todos aquellosfactares óiagráfrcos individuales (lahistoria de eventos o sucesos no-tables en la vida de cualquier per-sona), conju^ados con eventosnormativos hrstóricos que afectana determinadas generaciones o

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cohortes de población. Dicho deotro modo, la edad cronológicacede protagonismo en favor de laconsideración de la noción deno-minada «carreras» tanto «normati-vas» como «no normativas». ParaMaddox y Wiley (1976) se justifi-caba de este modo el intento de es-tudiar los procesos madurativosbásicos a través de todo el ciclo vi-tal con una necesaria interrelaciónentre los aspectos sociales y los in-dividuales o psicológicos

• En segundo lugar, el énfasis que seconcede a los efectos generaciona-les y los «efectos cohorte» que, jun-to a los sefialados eventos no nor-mativos, individuales, ofrecen unaimagen más precisa del por qué delas drferencias en los niveles de eje-cución entre individuos jóvenes ymayores (uno de los soportes delmodelo deficitario).

• Por último, un declarado apoyo ala tesis que mantiene la importan-cia de los antecedentes motivacio-nales y educativos sobre el a rendi-zaje de ciertas habilidadés, losniveles de ejecución ante determi-nadas tareas, y en general sobre elcrecimiento y el desarrollo perso-nal. En apoyo a esta idea se señalala evidencia encontrada en el im-pacto de variables no cognitivas,motivacionales y situacionales, ta-les como por ejem plo la fatiga(Furry y Baltes, 1973); la ansiedadante la tarea; el enfrentarse a situa-ciones educativas novedosas; etc., yque explicaban las diferencias de-tectadas en muestras de su'eros conedades diferentes en el ^ogro deciertas ejecuciones y en la capaci-dad para responder con éxito a al-gunas pruebas y rests.

En sfncesis, puede decirse que la pers-pectiva del desarrollo del Ciclo Vital ha

ayudado a una mejor redefinición del es-tudio sobre el desarrollo, asentandodefinitivamente la idea que los cambios enla edad adulta y en la vejez no se reducen aun proceso inverso del crecimiento du-rante la infancia y la adolescencia, ni tansolo como un progresivo deterioro, sinoque también en estas etapas se producencambios y desarrollos es pecfficos. De estemodo, queda clara para la práctica educa-tiva la necesidad de potenciar, remediar ocompensar el potencial cognitivo de laspersonas de edad, mediante programas es-pecfficos y, muy especialmente, mediantela modificación de las condiciones con-textuales que impiden o inhiben ese po-tencial.

De ahf que esta visión trate de promo-ver la idea de que si se acepta que la socie-dad está en permanente cambio cambiénlo están los patrones sociales de envejeci-miento. La gente de hoy, de cualquieredad, es muy diferente a la de hace 50afios y serán muy diferentes a las de dentrode otros 50. Es muy diffcil percibir en elpresente los Itmites de ese cambio, pero s(se sabe que adecuadas intervenciones polf-ticas y socioculturales pueden ampliar lasposibilidades de vida en la vejez y ayudar amejorar la adaptación a la rnisma.

VISIC^N $: LA VEJE`l. COMO PRODUCTO

CULTURAL E HISTÓRICO

Antes del si ,glo xix las actitudes de la rna-yor parte de la gente hacia el envejeci-miento estaban basadas en las creenclasreligiosas dominantes. La gence aceprabael enveJ'ecimiento y la muerte como unaparte del orden cósmico o eterno dc lavida, como los misterios que no puedenser explicados, en cualyuier caso, ► nflui-dos por la mentalidad colecciva del mo-mento. Por e11a, algunos autores (Cole,1993) entienden yuc no es posible reali-zar una interpretacicín adecuada sobre elenvejecimiento o sobre la vejez en un

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momento dado si ésta no es fruto de unanálisis histórico.

Los defensores de la visión de la vejezcomo proyecto histórico se o^onen tantoa las teorfas de la desvinculacton y del rolcomo a la hipótesis de }a dependencia es-tructurada que comentábamos más atrás.EI argumento principal que utilizan esque la situación de marginación, de exc}u-stón social de los ancianos obedece a cau-sas inherentes al propio desarrollo de lassociedades contemporáneas. Se trata de lo

ue algunos autores como Peter Laslett^1987, 1989)> desde el punto de vista de laSociolog[a histdrica, denomina «conse-cuencias no buscadas» del envejecimien-to. En nuestro contexto presente esas con-secuencias no deseadas, ni planificadas,son fruto de problemas sociales más am-plios como por ejemplo la explosión de-mográgica y el progresivo enve^ecimientode la población (debido básicamente alcambio histórico actual4ue ha provocadotasas muy bajas de fertihdad, de mortali-dad y una creciente mejora y elevación dela expectativa y esperanza de vida).

De este modo, entender la vejezcomo producto histórico, es considerarque los problemas relacionados con elenve^ ectmiento no son de origen indivi-dual, sino que tienen que ver con loscambios sociales y culturales de una socie-dad en constante movimiento y evolu-ción y que afectan a la permanente modi-ficación de los niveles de oportunidadesque los mayores tienen en el seno de lamisma. A pesar de ello, y aunque es ciertoque las itnágenes y referentes mentales y

los estereotipos sociales sobre la vejezmantienen hoy }a misma consideraciónambivalente, de respeto y burla hacia losviejos que la existente a lo largo de prácti-camente toda la historia de la humani-dad, sin embargo, para al^unos nuncacomo hasta ahora la valoractón social so-bre la vejez ha sido tan negativa. ^Por quéha sido esto asf? Los sociólogos y antro-pólogos tratan de explicar este hechoapuntando algunos datos en los que secompara }a sociedad actual con la tradi-cional (en realidad, la sociedad de hacetan sólo unas décadas)2. La tesis básica esque la sociedad actual presenta proble-mas nuevos en relación con los mayores,fundamentalmente en orden a dos tiposde fenómenos: por un lado, la acelera-cián del cambio social y tecnológico, quepor ejemplo, convierte en obsoletos losconocimientos en períodos muy brevesde tiempo y donde apenas da tiempopara el relevo generacional. Y por otro, elaumento demográfico espectacular delnúmero de ancianos, tanto en términosabsolutos como relativos, de manera quela proporción de personas mayores sobreel total de }a población mundial alcanzahoy en dta niveles muy superiores a los decualquier otra é^oca de nuestra historia'.Este envejectm ►ento demográfico tieneunas repercusiones muy claras en el pla-no económico y en el de la atención pú-blica y asiscencial. Sin embar go puede te-ner otras implicaciones que ahora sólo seintuyen como por ejemplo la contigu-ración de toda esta masa social como gru-po de presión y como fuerza polftica (se

(2) 1'uedr verse al respecto V. A1.^tn: Historia sorrul de l^r rreje2. Aarcrlona, Larrtrs, 1992; M. tine;kt k^:fiY rdadisma. (_^ntra jhv<^us y viejo.c. l.n diJCrimina^iórJ universal. Madrid, Editorial Fundamrntus, 1992;J. M. F[t^t^ccl n: Fnvrjrcer. Una antropalogla de G^ an^iarrrdad. Barcrlona, Antrophos, 19')2; VV.AA.: F'nveje^^rr enfspnña. Marrrui! ested/stir•n sobr< el envtjeeimirntn dt Gt pofilrtción. Madrid, Fundación Caja Madrid, 199G; rtc.

( i) Según un Infi^rrne dr la Asarnblra Genrral de las Nacionrs lJnidas de I^)92, cada mcs, un millcSn drprrsonas cruzan el umhral dr los 65 afios. ne ellos, cl 80'%, vivic en lus pa(srs drs;urullados (más aún, hoy día,uno dc cada tres europeos tiene más de 50 años. Para el año 202o se prevé que el 25°/u dr los ruro^eos may^^rrssuprrará la cuarta parte de la población rotal).

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trata de lo que algunos comienzan a de-nominar como el podergris), o el desarro-llo de determinados confllctos inter-ge-neracionales.

Este protagonismo que muchos aveci-nan de la «tercera edad» en los próximosaños como consecuencia de los factorescomentados introduce, en nuestra op i-nión, un aspecto nuclear para el desarrolloconceptual de la educación en la vejez.Esto es, la necesidad de desarrollar unnuevo estatuto social para los ancianos. Dec^ué modo y con qué contenidos son cues-tlones de diffcil concreción aún. Al gunosautores han avanzado ya algunas ideas alrespecto. Por ejemplo, Peter Laslett(1989, p. 4) plantea un nuevo modo deconce tualizar el curso vital en el que pue-dan dpstinguirse cuatro niveles o tramosde edad:

a) Una época de dependencia, socia-lización, inmadurez y educación.

b) Una edad de independencia, ma-durez y responsabilidad, comodice él «de ganar y ahorrar».

c) Una época de realizacián perso-nal; y finalmente:

d) Una época de dependencia final,decrepitud y muerte.

La «auténtica novedad» de este plan-teamiento (compartido también por au-tores como Youngy Schuller, 1)91), y loque implica en el fondo, es la considera-ción de la tercera edad como la del apogeode la vida, como el momento para la plenarealizacián personal y el desarrollo de lacreatividad, «liberado de las limitacionesde la «segunda edad» y no aquejado toda-vfa por las sombras de la «cuarta». Resultaevidente que este planteamiento, perfec-tamente englobado dentro del marco quevenimos denominando como «entóquepositivo» sobre la vejez permite un intere-

sante modo de enfrentar y concebir la ve-jez; sin embargo, ^ara ello, es preciso quese produzcan varlas cosas. Por un lado,una radical modificación de actitudes ha-cia la esta etapa sobre la base del desarrollode conceptos como los de creatividad, ac-tivación ffsica y mental, crecimiento per-sonal, etc. Por otro, y por encima de todo,el desarrollo de posibilidades reales deelección, por medio de la modificación ycreación de nuevas instituciones, sobretodo en los ámbitos de la educación y elempleo.

VISIÓN G: I.A VEJEZ COMO OPORTUNIDAD

En lfnea con lo anterior, aparece cada dfamás nttida la imagen de la vejez comotiempo de oportunidad, como tiempo yespacto ara el desarrollo de renovadosmodos dé encarar la vida4. En el fondo setrata de un planteamiento que enfatiza losaspectos más ositivos de esta etapa, unavislón decididámente amable sobre la ve-jez que toma hoy nuevas formas. Comohemos visto hasta ahora, una vez que secambia el marco teórico, surge una Ima-gen diferente, máxime si se asume ya queel declive cognitivo no es inevitable niuniforme sino que depende significativa-mente de la naturaleza y de la calidad de lainteracción en los contextos. De estemodo, la «nueva» teorfa psicológica y so-ciológica sobre la vejez permite estudiar al«individuo en desarrollo», según su capa-cidad para una evolución a lo largo detoda la vida, con lo que es posible asumirtambién la necesidad de mayores posibili-dades de intervencián educativa.

Sin duda es en esta visión sobre la vejezcoma oportunidad donde más se aprecialas contribuciones procedentes de la Pe-dagogía. En general, fundamentalmente

(4) E?I rrfranrro espafiul rs ricu rn srntencias y exprrsionrs yue rerogrn con ^ran apruximación rsta idra:^Mirntrrrs Grry vidn, huy esperanzlr, hastn Gr mutrte lltx^rrrmns vivos... u

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esto se debe al desarrollo y avance de lasnuevas conceptualizaciones de la educa-ción en el terreno de la Educación Perma-nente, en especial, la Educación de Perso-nas Adultas, el desarrollo de la PedagogíaSocial, o en menor medida, la Pedago gíaAmbiental, la expansión de determinadosprincipios educativos como los de educa-ción intercultural, respeto a la igualdad y ala diferencia, etc. A pesar de esto, convie-ne sefialar también que si hubiera que de-cir con una palabra cuál ha sida la actitudde la Pedagogla hacia la vejez, puede de-cirse que sería indiferencia. Es decir, hastahace muy poco tiem^o, la vejez y los ma-yores no han sido ob eto de consideraciónpor parte de los pro^esionales de la peda-gogía. Tal vez esto explique las escasasa ortaciones educativas teóricas o aplica-dás respecto a este grupo de ^oblación. Lomismo ^abe decir de la políaca institucio-nal educativa la cual ha mantenido al mar-gen del sistema educativo a los mayores,probablemente influida por la visión fun-cionalista.

Con todo, en los últimos años, lapuesta en marcha de los nuevos planes deestudios pedagógicos universitanos hapermitido la inclusión en los mismos dematerias que abordan el tema del enveje-cimiento y la educación en la vejez. Porotro lado, la polftica global de corte asis-tencial, excepciones a^arte, ha creadotambién espaclos insutuctonales comoson los centros, aulas y universidades parala Tercera Edad; el desarrollo de diversasopciones y estructuras de apoyo como losCfrculos de Estudios (en los países nórdi-cos); Aulas y Universidades de la TerceraEdad, Universidades Populares, Centrosde Cultura, etc. Todo ello ^ermite enfo-car la vejez hoy como un ttempo para eldesarrollo personal a partir de ese tipo deestructuras de apoyo que ayudan a orien-tar determinadas actividades e interesesvitales y con una amplia oferta lúdico-for-mativa: cursos de todo tipo, viajes, turis-mo, disfrute creativo del tiempo libre y

del ocio... En definitiva, la educación, ensu sentido más académico, adquiere eneste caso el ob)'etivo de intentar promoverun esp íritu abierto, dinámico, lúdico...que abra posibilidades de desarrollo per-sonal y formativo a todas las personas, in-cluidas las de edad avanzada.

VISIÓN %: LA VEJEZ COMO TIEMPO

PRODUCTIVO

Hoy dIa son evidentes las mejoras en losniveles materiales de bienestar asistencial,económico, de salud, de educación y deesperanza media de vida (al menos, cuan-titativa y cualitativamente, superiores alos de épocas anteriores), sin embargo,como señala Sicker (1994:201) la actitudobsesiva hacia el trabajo de la sociedad ac-tual hace que apenas se den oportunida-des fuera del mundo laboral que ^ermitanutilizar de forma activa la capactdad pro-ductiva de los adultos mayores, inhibien-do las posibilidades reales de éstos de in-tervenir en temas de interés social. Porotro lado, muchos adultos Ilegan a la vejezsin estar suficientemente preparados paraasumir el cambio de situación y la consi-guiente sustitución de roles que acontecetras el tránsito a la jubilación. Especial-mente esto es as( hoy cuando los entornoslaborales fuerzan a muchos trabajadores aabandonar prematuramente sus puescosde trabajo, o dificultan la consecución deuno nuevo.

Esta situación se manifiesta en ocasio-nes generando todo un proceso de usincro-nizact6n entre los cambios psicológicospersonales y la nueva situación de cambiosociolaboral a la que el individuo se en-frenta con la jubilación. En algunos casos,si este proceso es prolongado, puede llegara impactar en la salud física y mental delos individuos. Algunos especialistas sue-len denominar a esta situación (en laque no existe un rol que sustituya la acti-vación y estimulación que proporcionaba

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el ambiente de trabajo) con la expresión«roleless role» (Rosow, 1967); esto es, de-sempeñar un papel (el de «ser jubilado,viejo» ) que carece de papel real en la socie-dad actual.

En palabras de Riley y Riley (1994)este retraso estructural pone de manifiestolo absurdo de asignar casi todo el tiempode ocio a las personas mayores al retirarsey casi todo el trabajo remunerado (ademásde las tareas familiares) a adultos más jó-venes. La idea que se baraja es que si los ju-bilados pudieran asumir algunas de lasresponsabilidades de las personas que seencuentran en la etapa de madurez se ^o-drfa reducir este retraso, lo que permitirfaa las personas intercalar per(odos de traba-jo, educación y tiempo libre durante todasu vida. De este modo los jubilados serlanpercibidos como un grupo útil y produc-tivo para la sociedad. Esto es precisamentelo que se denomina con el término vejezproductiva. La tesis básica en suma es quelos ancianos en la actualidad constituyentoda una fuente de capacidades producti-vas que pueden ser mucho mejor aprove-chadas con fines sociales constructivos(Sicker, 1994).

En otro lugar (Martfn Garcfa, 1997,pp. 231-232) hemos hecho alusión a estefenómeno en el que el avance en cuanto aldesarrollo de posibilidades y capacidadesde todo tipo de las personas de no ha idoen paralelo con el avance en el terreno dela polftica social y educativa. Y esto seaprecia en la falta de determinadas estruc-turas sociales e institucionales, o en lacreación y dotación de centros y espaciosque proporcionen, en su conjunto, opcio-nes reales de participación a este sector dela población.

Esta situación contrasta con el grannúmero de oportunidades de orientaciánindividualista que son utilizadas por losmayores para participar en la sociedad deforma pasiva, a través de la realización deactividades de ocio o de voluntariado so-cial. Efectivamente, este hecho es fácil-mente constatable si se analiza el grado deimplicación de muchas personas mayoresen actividades relacionadas por ejemplocon el voluntariado o con el seguimientode programas y cursos ofertados desdecentros, aulas y universidades de terceraedad. También en el caso del mundo la-boral, existen e)emplos en ciudades comoMadrid o San Sebastián donde asociacio-nes de profesionales jubilados (seniors) sededican a asesorar profesionalmente a pe-yueñas em resas o a empresarios jóvenesen temas fí^nancieros y fiscales, de formagratuita (un caso es el SECOT que agrupaa más de 622 jubilados en más de 20 dele-gaciones en toda España)s.

Todo esto indica que los adultos ma-yores buscan fórmulas con las que dotarde signiticado su tiempo libre y su vida^'.En definitiva, desde este ^unto de vista laeducación ad quiere el ob^etivo de promo-ver la idea y el desarrollo de la vejez comotiempo de ocio, pero de un ocio producti-vo y constructivo, que su one la realiza-ción de funciones y actividádes con conte-nido de ayuda a la comunidad y consentido principalmente contributivo.Desde este punto de vista se entiende queel ocio es un recurso que se encuentraprincipalmente en manos de las personasde más edad, que rienen la oportunidadde invertirlo en colaborar con otros gru-^os sociales. En resumen, la educación^uega un papel clave: el de desarrollar y

(5) Srniors Fspañoles para la Cooprración " I'écnica: 1 as u^trvidirdrs rronónairvr d^ Lu p^rron.u mayorrs.Madrid, SECOT, 1995.

(C) 'I'ambién la ^NC^CZ ^rOÚLLCtIV3.^ purdr rntrndrrsr drsdr la considrracidn drl ^;ran númrru dr emprr-sas, srrvicios, ramiticaciones disciplinares, docrntes y de invesrigación yur rstá avayendo. En algunos casoscomo nrgocio, rn orros como una opción m:fs de conocimirnro sobrr una rrapa de la vida humana.

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promover iniciativas comunitarias quepermitan la participación de todas aque-llas ^ersonas mayores que demandan unsenudo y significado a sus vidas.

Pero ese esfuerzo es aún insuficiente,y de ahí se deriva la necesidad de prestar,una vez más, una atención especial en laspoliticas de intervención sobre el envejeci-miento al cambio de actitudes y creenciassociales sobre la vejez y sus implicacionespara el funcionamiento social y psicológi-co. Una de estas creencias, fuertementearraigada en la sociedad es la que entiendeque los ancianos han perdido su curiosi-dad, creatividad y habilidad para aprendery que por tanto no son capaces de adaptar-se a las nuevas ideas y, en consecuencia,imcapaces de aportar productos de interéssocial.

Como apuntan Neugarten y Neugar-ten (1989, p. 165) el resultado de este ra-zonamiento, en momentos de fuerte en-vejecimiento de la población, es llegar a^ensar que nuestra sociedad envejecidaInevitablemente declinará social, intelec-tual y culturalmente. Sin embargo, si seasume que los rasgos de personalidad noaumentan ni decrecen de manera impor-tante a lo largo de la adultez en la mayorfade la gente, y si la edad, en sí misma, nornarca un tipo de comportamiento ad hnc,parece razonable pensar c^ue la distribu-ción por edad de una socledad tampocodeber(a seFialar las caracterfsticas, poten-cialidades y posibilidades de desarrollo dela misma. Además de eso, los múltiplesejemplos y experiencias personales ofreci-

das por grandes personajes de la historia ydel presente desmienten esta visión de lavejez como período de inutilidad, impro-ductividad o falta de creatividad^, en favorde una idea más positiva sobre el carácterpotencialmente contributivo de esta edad.

VISIÓN S: LA VEJEZ COMO AJUSTE VITAL

POSITIVO^ «EL ENVEJECIMIENTO EXITOSO»

O LA VEJEZ AJUSTADA

En los últimos afios vienen apareciendoen el mercado biblio^ráfico, especialmen-te en el de gran difuslón comerclal, textosde diverso tipo sobre «la alegr(a de la ve-jez», «las claves del envejecimiento exito-so», etc. Responde esta corriente al deseode determinados sectores socioeconómi-cos de transmitir una imagen desenfadaday entusiasta de los viejos, de modo que secanalicen determinados intereses de éstoshacia actividades de carácter consumista.En el terreno más espec(fico de la invesci-gación gerontológica, desde esta visión so-bre la vejez se ha tratado de analizar losprincipales factores que inciden en una uste adecuado a esta fase de la vida. Parae^lo se parte de la idea que los ancianos noconstituyen un grupo homogéneo, noforman una subculrura (al contrario de loque sefialaban autores como Rose en losafios sesenta). Como apuntamos en otrolugar (Mart(n Garcfa, 1997, p. 233), algu-nos autores han puesto de manifiesto c^uecuando se analizan de manera sistemáucapatrones diferentes de ajuste entre grupos

(7) Los casos de pensadores como Marcuse, Unamuna, Ortega y Gasset...; de creadores como MiguelAn^el (yuien trabajó en su Pietá Rondanini hasta dos dfas antrs de su murrtr, a los 89 años); Goya, Rodin, Pi-casso, Miró; Bufiuel, Chaplin...; de rscritorrs como Miguel de Crrvantes, Pardo BazSn, Mar(a Soriano, LóprzArangurrn, Saramagv, Giintrr Grass, Cannen Martfn Gaite, Ana M^. Maeutr, Doris Lrssing, (;arc(a Máryucz,Renrdeni, (;rla, Buero Vallejo...; dr aryuitectos y escuhores como Gehry, Fisac, Bahigas, Oteiza, Chillida...; drcirnt(ficos cotno Paulov, Ramón y Cajal, Freud, F.instein...; etc. Todos ellos son sin duda rxcrprionalrs por rlconjunto y el valor dr su ohra, pero también poryur demurstran yue si ellos lo han hrcho, si han sido I(derrs endiferentes campos de la pol(tica, la ciencia, el arte o la cuhura en genrral, tamhién purden yuizá a otros nivrlrs)hacrrlo otros muchos, amén de miles de personas andnimas yue han mantenido y mantienen hasta rdadrsavanradas altos niveles dr funcionatniento f(sico e intelrctual.

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de ancianos heterogéneos (en función desubgrupos demográficos como por ejem-plo la edad de jubilación, el estatus socioe-conómico, el estado civil, el énero o lapertenencia étnica o religios^ aparecenrasgos distintivos de ajuste vital. Estos ras-gos pueden explicar determinados patro-nes de comportamiento y actitudes quediferencialmente, de unos sujetos a otros,ayude a comprender mejor la adaptacióna la vejez e intervenir en consecuencia. Esprecisamente esta lfnea la que están asu-miendo hoy dfa muchos gerontólogoseducativos.

De este modo, el análisis de los poten-ciales factores explicativos de ajuste al enve-jecimiento y de satisfacción vital en la vejez>que aparecen en gran parte de los informesde investigación, termman necesariamenteresumiéndose en tres grandes grupos de fac-tores: la salud, el apoyo socioafectivo y losrecursos económicos que, por otro lado, sonlos mismos para cualquier tramo de edad.En el primer caso, estudios como los de Sec-combe y Lee (1986); Braithwaite y Gibson(1987); Bergman ( 1990); Herzog, House yMorgan ( 1991); etc., son ejemplos empiri-cos que apoyan la importancia de la saludcomo prediaor exitoso de envejecimiento.Además, el nivel de salud en la vejez ha sidorelacionada con otros determinantes más es-pecfficos como por ejemplo con determina-dos esquemas de atnbución o sistemas decreencias, que hacen que la gente se auto-perciba con mejor o peor salud en funciónde una serie de factores de diffcil modifica-ción que repercuten en la satisfacción vital yen el ajuste general". La adaptación a la ve^ezo envejecimiento exitoso depende tambiénde las posibilidades de satisfacer determina-das necesidades materiales y/o de esparci-

miento personal. Es decir, depende de lacuantía de los in^resos económicos que seobtienen vía pensión o subsidio. De hecho,algunos estudios (Antonovs y otros1990); Atkins y Erbs, 1989) in ican que lareducción de ingresos afecta a la satisfacciónvital después de la jubilación. En tercer lu-gar, depende de la calidad de las interrela-ciones y las redes de apoyo familiar y social.La presencia de elementos como la pervi-venvta del cónyuge(Keith, 1985); Bach-man y Pillemer, 1991), un buen nivel deapoyo informal (familiares, ami os o veci-nos) (Bosse, Aldwin, et al., 199(^, resultandecisivos.

La importancia de los factores ante-riores se aprecia aún más porque están enla base de otras variables que, en últimainstancia, son las que facilitan o inhiben lasatisfacción y el aj uste vital en la vejez. Enespecial, nos refenmos a cuestiones rela-cionadas con la actividad y la participa-ción social y con determinadas actitudeshacia la vejez. En el caso de la actividad fí-sica y/o intelectual, estudios como porejemplo los de Barke y Nicholas (1990);Beck y Page(1988); Carp ( 1990); Con-ner, Dorfman y Tompkins ( 1985); Dorf-man (1992) ponen claramente de mani-fiesto su importancia en a poyo de lacanocida Teorfa de la Actividad ( Havig-hurst y Albrecht, 1953; Lemon, Bengstony Peterson, 1972), que ^ropone una rela-ción positiva entre actividad y satisfacciónviral en la vejez. En sfntesis, la actividad ff-sica y mental es vista como el mejor pre-dictor de envejecimiento exitoso. En estaIfnea, la participación social, el volunta-riado, etc. han sido frecuentemente rela-cionados con el ajusre vital a la vejez(Anderson y Weber 1 c)93)`'. Por último,

(8) Un ejemplo llamativct de esto rs el caso de los juhilados espa`ioles, para los que drtrrminados factorescomo el tener un alto estaats econámico, ser varón, casadu y, por encima dr u^do, wt alto nivrl instructivo, pro-porciona mejorex autupercepciones sobre I:t salud prctpia (vid. VV.AA., 1996, p. 54).

(9) Uno de los estudios cl:(sicos en rstr sentidu es realizado cn f'.l^:.UU. por Paltnore y rolahuradores, cnrl yur comprobaron su importancia cumu predictura dr hirnrstar subjrtivo tras la jubilación.

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parece que también las actitudes y creen-cias sobre la vejez generan sentimientosmitificados que influyen en la adaptacióna la misma. Una actttud positiva puedeconcretarse en sentimientos de autocon-fianza, y si además de positiva es realista,ese tipo de actitud se convertirá en unabaza clave de cara al futuro. Pueden verseal res ecto trabajos como los Belgrave(1988^ o Keddy y Singleton (1991).

En resumidas cuentas, desde esta vi-sión se ^ro^one la idea de enfatizar el ca-rácter vltallsta y activo de los vie'os, paraello se trata de potenciar los ef^ectos deajuste positivos y/o de inhibir aquellosf^actores que contrtbuyan a dificultar susatisfacción y bienestar subjetivo.

VISIÓN 9 : LA VEJEZ COMO EMANCIPACIÓN

La Teorfa Social Cr[tica asociada a losnombres de Adorno, Horkheimer y, másreciencemente, Habermas ha servido(además de su influencia en diversos cam-pos de las Ciencias Sociales) para inspiraruna corriente cr(tica en el seno de la teorfay la práctica gerontológica. Es lo que algu-nos autores denominan como «Geronto-logfa Crftica» (Moody, 1988; Esces y Bin-ney, 1991; Kastenbaum, 1993; Weiland,1995; Cole, Achenbaum; Jakobi, etc.),cuya princlpal característica puede decirseque viene dada por entender que las de-más visiones sobre la vejez no son sino for-mas de enmascararla.

De manera breve> la GerontologíaCrftica representa el objetivo de buscar laemancipación de la gente mayor, consis-tente en la liberación de los sistemas deataduras representados en la edad crono-lógica, la cultura juvenalista, los mitos(depreciación del significado de la vejez) yla deQendencia económica estructurada(dommación económica impuesta por elsistema capitalista.

Esta corriente sociocrítica se caracte-riza fundamentalmente por ofrecer una

visión frontal a la perspectiva funcionalis-ta y positivista. Por un lado, rechaza elpositivismo convencional y el empirismotradicionalmente dominantes en el terre-no de la investigación gerontológica (bási-camente por considerar que se apoya enun tipo de razón meramente instrumen-tal), ^ero su análisis critico se amplía a ladomtnación social ejercida sobre los an-cianos a través de determinados instru-mentos sociales como son la burocracia oel puro mercantilismo (unido a ampliosprocesos de modernización y de racionali-zación de la sociedad) considerados comomodos caracterfsticos del pensamientopositivo. Para autores tan significadoscomo R. H. Moody esta crftica a la razóninstrumental es necesaria porque gracias aella se puede apreciar la conexión entre elconocimiento y la dominación, y descu-brir cómo nuestros intereses ^or explicarun fenómeno (la vejez) están llgados a unaestrategia encubierta de control social.«La raz6n instrumental sólo sirve para miti-

frcar estructuras de dominio social. Por símisma no puede proporcionar un funda-mento racional» (1Citoody, 1993, p. xvi).

Pero no sólo se enfatiza la negacióndel cientificismo o la racionalidad tecno-lógica e instrumental, la Gerontologfa crf-tica supone también un importante re-chazo a la visión liberal, por su simplistaoptimismo sobre la vejez al enfatizar <^lobonito del envejecer» , as( como a los mo-delos de envejecimiento exitoso o produc-tivo. En todos ellos, la visián crfnca tratade descubrir la ideologfa y los inceresesocultos, buscando los conflictos enmasca-rados y las contradicciones que se encuen-tran detrás de esta superticial armonfa deideas. Es desde esta base desde la que seanalizan críticamente todas las anteriaresvisiones. Sin duda, una de las principalescrlticas de esta perspectiva se ha orientadohacia el enfoque de medicalización de lagerontologfa, puesto que se entiende queha servido para oscurecer las imágenes po-sitivas de la vejez en favor de modelos dc

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enfermedad y de reduccionismos biológi-cos. A pesar de esto, se entiende que tam-poco se trata de promover una imagenstmplemente superficial, positiva y opti-mista sobre las posibilidades de las perso-nas mayores (como lo muestra el creci-miento de programas de supuestoenriquecimiento co nitivo o físico dirigi-dos a este colectivo^ puesto que esto enocasiones no es sino una estrategia ideoló-^icamente coyuntural y económicamente[nteresada. Por ejemplo, en el caso del lla-mado «envejecimiento productivo», seentiende que no es sino una nueva modaque en el fondo refleja dos nuevas realida-des en la economia: por un lado, la emer-gencia del colectivo de ancianos como un^oderoso instrumento consumidor, cuyosmgresos hay que optimizar: viajes, oclo,cultura, cuidados de salud... Por otro, laemergencia del envejecimiento como un«pool» de capital humano o«reserva defuerza laboral» que puede ser utilizada(Moody, 1988; Pifer y Bronte, 1986).

En definitiva, los defensores de laperspectiva critica entienden que cons-truir el conocimiento social, en este casoen el ámbito de la Gerontología, sin un es-píritu critico sólo tiene como resultado laperpetuación de estructuras de domina-ción, estructuras que mantienen el statusquo de la vejez en la sociedad. Desde estepunto de vista, una vejez dotada de unaverdadera visión positiva corresponderiaal intento emancipatorio de la teorfa críti-ca. Y de aht también que el papel de laeducación en este proceso sea reconocidode gran transcendencia contribuyendo aesa emancipacián a través de:

- La ncgociación> la relativización dela objetivación de la vejez y un ma-yor apoyo a las dimensioncs sub^eti-vas e Interpretativa del envrlecl-miento.

- La primacia de la praxis sobrc la teo-ría, el diálogo como primera razónde comunicación frence a la tecno-

log(a y la razón instrumental,favoreciendo un nuevo modelo pe-dagógico que preconice nuevas re-lactones entre la teoria y la práctica,entre el mundo académica y elmundo de los prácticos (educado-res).

- La liberación de los sistemas de ata-duras y represión representados enla edad cronológica, la cultura juve-nalista, la dependencia económica ylas creencias estereotipadas sobre lavejez.

La aplicación de estas ideas a la educa-ción en la vejez marca im portantes objetivostendentes a contribuir a la relativización dela influencia considerada excesiva de la eco-nomia sobre la acción y toma de decisiónpolitica ( Economía Polftica), el desarrollode nuevos patrones de socializacián, espe-cialmente en funcidn del género, y una ma-yor concienciación sobre los efectos «ideoló-^icos» suhyacentes a determinadas visionesinteresadas sobre esta etapa de la vida.

ULTIMA VISIÓN: LA VEJEZ COMO

HIBRIDACION

EI último enfoque sobre la vejez que yue-remos comentar aquf tienc yue ver con loque podrlamos Ilamar la «visión postmo-derna sobre la vejez». Supone básicamentetrasladar el debace postmoderno al campode la C^erontologia, reba'ándolo de partede su carga ideológica y filosófica. Ue estemodo, es posible enconcrar una serir derasgos que completan el cuadro descripti-vo que entremezcla ras gos positivos y ne-gatrvos en la imagen de conjunto actualsobre la vejez y sobre los viejos.

EI eminente antropólogo Julio (;aroBarc.^ja señalab^t recientemente que en eltema de la vejez se cstá imponiendo ^^cl mo-delo utilitarista de los pafses anglos,ljones yla tercera cdad se ha convertido en tu^a edadde tercera, para la yue sdlo se contem E^lanresidencias/asilos, hogares de reposo. I'ar.t

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este autor resulta cruel reunir a todos los vie-jos juntos con todas sus manlas, extravagan-cias y miserias y dejar a los viejos con los vie-jos. En su opinión a los «viejos les gusta másestar con jóvenes que con viejos». En el fon-do, lo que ueremos decir (con palabras deCaro Baroja^ es que «se están creando com-partimentos estancos entre las edades y se haperdido la posibilidad de que los nietos crez-can junto a sus abuelos».

Puede decirse que es este uno de lospostulados básicos de la visión postmo-derna sobre la vejez: la oposición a la «es-tanquización» de la vida humana, inspira-da en la modernidad por la revoluciónindustriaí y los mecanismos burocratiza-dores e institucionales de los sistemas pú-blicos (sistema escolar, laboral-empresa-rial, asistencial...), en la que el curso vitalqueda delimitado linealmente por unaedad para aprender (educación), otra paraejercer trabajo) y otra para descansar (ju-bilación y desvinculación social).

Parece que cada vez más, la cr[tica aesta visión excesivamente recta está siendoasumida en el campo de la gerontolog[a.Por ejemplo, algunos eminentes gerontó-logos como el citado Moody (1993) sefia-lan que el curso vital de la modernidad es-tuvo anclado en la primacla de laeconomfa y en la subordinación del Yo alos requerimientos racionalizados del or-den social: permanecer en la escuela, tra-bajar duro, fundar una familia, prepararsepara el retiro..., es decir, un curso vital li-neal que aparecfa claramente reflejado enesa lógica. Superada esa fase, hoy dta esnecesario un cambio de visión que trate deerosionar los limites culturales que hanmantenido separados a la juventud, a laadultez y a la vejez. De esto se deduce queel curso vital postrnoderno implica sobretodo el incento de ruptura con los patro-nes normativos de la educación, el traba-jo, el ocio y la jubilación. Implica funda-mentalmente una flexibilización en loslimites entre las diferentes edades de la vida.

Este «relajamiento» de las normas y delas expectativas sociales relacionadas conla edad cronológica supone desarrollar unnuevo «ethos» que refleje el esplritu de lacultura postmoderna, dominada por unsentido de juego ^ relatividad, por unapérdida de definiciones claras o en los lí-mites. Más ampliamente, el estilo post-modernista refleja una desmasificación enla economla, en los medios de comunica-ción, en la pol(tica y la cultura. Todo elloen favor de una postura individualizadorade la persona, o en favor de una postura

ersonalista del individuo. Para Moody(1993) lo que propone la cultura postmo-derna a los mayores es un verdadero esca-pe de los constreñimientos y estereotiposde la vejez, basados en normas de todotipo. Para este autor esto significa que seestá produciendo una reestructuración dela socialización del ciclo vital para estar ala altura de la llegada de la llamada «socie-dad de la información», la «sociedad pos-tindustrial» o, más recientemente, de la«cultura postmoderna».

Por su parte, autoras como Feathers-tone y Hepworth (1989) han planteado laaparición de lo que llaman la «desjerarqui-zación y pluralismo» de las culturas post-modernas. Estas autoras basan la contri-bución de la cultura postmoderna envarias caracteristicas principales: por unlado, el cultivo de estilos de vida y de hábi-^tos de consumo en un amplio conjunto degrupos de edad ( incluidos el sector de losadultos mayores); por otro, el enfoque ju-venil de la cultura en el que los medios decomunicacián y de turismo ofrecen nue-vos estímulos que atraviesan las barrerasde la edad. De hecho hay quienes señalanque la importancia de las modas, del con-sumismo masivo es tal que, dado quepuesto que el consumo va asociado a labelleza y a la juventud, veremos a los an-cianos hechos unos mozos, por obra y gra-cia de la publicidad. En el fondo, esta ideapuede corroborarse cuando se analizanlos múltiples modelos culturales nuevos y

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específicos sobre la ancianidad, nacidos aimagen de la cultura juvenil y relaciona-dos con la diversión y el consumo de ocioque están apareciendo hoy10.

A pesar de esto, parece claro que losnuevos movimientos sociales han cogido amuchos con el pie generacional cambia-do: la mayorfa de la población actual noestá preparada para afrontar la vejez y susimphcaciones desde un punto de vistacultural y de modelos de conducta (cam-bios en las dietas alimenticias; en los hábi-tos de higiene y de consumo; en los ritmosde vida, en el tipo de relaciones personalesy sociales que hoy se establecen; en las po-sibilidades y los recursos de aprovecha-miento de los adultos mayores de deter-minados espacios y tiempos de ocio y/o detiempo libre; etc. Por ello, entendemosque la educación y la pedagogla de la vejezdebe no sólo participar en todo este deba-te, sino de manera muy particular, contri-buir a ayudar a los adultos y a los mayoresa encontrar sus modos particulares deafrontar la vida en cualquiera de los tra-mos de edad del todo el ciclo vital, en unmundo en constante movimiento.

A MODO DE CONCLUSIÚN

Puede decirse como conclusión general alanálisis anterior, que hoy día persiste unavisión dual sobre el envejecimiento y lavejez: una considerable discriminacióncontra los viejos frente a una aparenteexaltación de sus ca^acidades para seguircreciendo como indrviduos.

En el primer caso, el cambio social ycultural yue caracteriza a la sociedad ac-tual genera modos de vida en los que nocaben ni los vieJ'os ni los enfermos. Por esose les oculta o disfraza con objeto de silen-ciar este abandono. Por ejemplo, muchas

familias tratan de ocultar a los niños lavejez, sobre todo si es decré p ita o se acom-paña de una enfermedad degenerativa(esto es especialmente comprobable en fa-milias con algún anciano senil o conAlzheimer).

En el segundo, la Gerontología, encualquiera de sus ramificaciones, está tra-tando de pasar de un modelo catastrofistabasado en la enfermedad, en la dolencia oen el mal; de un modelo que describe el en-vejecimiento básicamente como un decliveintr(nseco, biológicamente fijado, a unmodelo contextual, que enfatiza la interac-ción entre el organismo y sus ambientes ex-ternos e internos, concediendo mayor im-portancia a múltiples factores de carácterflsico, social, cultural, histórico económi-co, a las influencias sociales de la educaciónrecibida y la profesión ejercida, las diferen-cias por cohorte, la personalidad, etc.

En todo caso, el papel de la educaciónen la vejez en los albores del tercer mileniose nos antoja decisivo para el cambio dementalidades que ayude a desterrar defini-tivamente los modelos de decrepitud en fa-vor de modelos de competencia y de desa-rollo, que permita la construcción depatrones de envejecimiento que traten decanalizar intereses, expectativas, limitacio-nes y posibilidades de desarrollo personal yde interrelación para los mayores. En otrosespacios hemos insistido que esto uedehacerse mediante programas socioedpucati-vos que busquen como objerivos priorita-rios modificar las actitudes sociales negati-vas sobre la veJ'ez, derribando mitos yprejuicios hacia los mayores, potenciar lasrelaciones intergeneracionales, enseñandoa los niños y jóvenes el significado del ciclovital en su integridad y el sentido de la ve-ez, a través de un mayor acercamiento con

^os ancianos, diseñar e im^lemenrar pro-gramas sanitarios, asistenctales y recursos

(10) Un raso re4^resrntativo dc rstu sun pur cjcmplo Ias Ilatn.tdas ^^rutas drl pasoiluhlc•^ rn (;alicia.

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sociales y educativas de carácter gerontoló-gicos, acompañado, todo ello, de la investi-gación de calidad para que se contribuya,en conjunto, a garantizar un me or marcosocial que pueda acoger adecua^amente aeste grupo de edad.

Si, como señalaba la escritora francesaSimone de Beauvoir, la revolución cienti-fico y tecnológica ha dejado a los ancianossin rol social; si en la sociedad actual (fun-damentalmente en los pa[ses menos desa-rrollados) miles de ancianos viven la an-gustia de la soledad, el abandono, lapenuria; si muchos de ellos se consumenen aparcamientos geriátricos (a modo deguetos o«reservas» de diverso tipo, al u-nos con escaso control institucional^ ymuchos otros esperan largos años para en-trar en ellos; si además la sociedad actualestá orientada para los adultos jóvenes; sitodo Cso es cierto, también lo es que todaesta situación contrasta con el dato queindica que los viejos son cada vez más jó-venes, viven cada vez más afios, son mássanos, más cultos, más conscientes... ytambién más exigentes. Hay quien diceque la rebelión de los mayores será el granrevulsivo cultural del siglo xx[. Esperare-mos a verlo, y en algunos casos, hasta pue-de que algunos de nosotros seamos prota-gonlstas de la misma.

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