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  • Fernando DiezUtilidad, deseo y virtud

    La formacinde la idea moderna del trabajo

  • FERNANDO DEZ

    UTILIDAD, DESEO Y VIRTUDLA FORMACIN DE LA IDEA MODERNA

    DEL TRABAJO

    Ediciones Pennsula

    Barcelona

  • Quedan rigurosamente prohibidas, sin ia autorizacin escrita de los rimiares del copyright, bajo las sanciones establecidas en ias leyes, la reproduccin total o pardal de esta obra por

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    Diseo de la cubierta:Albert i Jordi Romero.

    Primera ed idn : febrero de io o i. Femando Diez Rodrguez, zooi.

    de esta edicin: Ediciones Pennsula s.a.,Peu de Sa Creu 4,08001-Barcelona.

    e- m ail : correu@ grupi.com in te rn e t : http://www.peninsulaedi.com

    Fotocompuesto en Vctor Igual s.I,, Crsega 137, hados, 08036-Barcel Impreso en Hurope s.I., Lima 3, 080 30-B amelona.

    depsito legal: b . 1.598-1001. isb n : 84-8307-319-3.

  • CONTENIDO

    Prlogo 9I. TRABAJO PRODUCTIVO Y SOCIEDAD OCUPADA 212 . LA UTILIDAD DF. LA POBREZA 693 - TRABAJO Y LUJO i 34. TRABAJO Y VIRTUD 1655 - CRTICA DE LA IDEA DE TRABAJO 215

    Eplogo 279Bibliografa 289Indice onomstica 301

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  • PRLOGO

    Escribir sobre el trabajo y, todava ms, sobre los lenguajes y las representaciones del trabajo, es terciar en un asunto problemtico y polmico. Es difcil obviar la ubicuidad de un debate que proyecta su reflejo en los medios de comunicacin, en ensayos ms o menos oportunistas y en serias y sesudas investigaciones. Un problema sobre el que circulan los pronsticos ms diversos y dispares, fcilmente velados por una sombra de inquietud. La disensin sobre e! trabajo en nuestras sociedades resulta, a la postre, una mezcla, un tanto confusa, de grandes esperanzas y de ilusiones perdidas.

    Existe una abundante literatura sobre la peculiar situacin del trabajo en las sociedades ms industrializadas que alienta ia preocupacin y la discusin. Mencionemos tres de las posiciones ms representativas. Hay quienes defienden la tesis que llamaremos del fin del trabajo, utilizando el ttulo de un libro de impacto. Posiblemente sea la propuesta ms divulgada, y tambin la ms discutida, sobre los problemas actuales del trabajo. Sostiene que estamos ya en un proceso de brutal y definitiva reduccin del trabajo remunerado, la forma de trabajo de referencia en los ltimos siglos, precisamente en economas con una capacidad intensa y creciente de generar bienes y servicios. El movimiento destructivo afectara tanto al sector productivo como al sector terciario, lo que finalmente provocara la crisis irrecuperable del trabajo, es decir, el fin de una larga poca en la que la problemtica relacin entre la mquina y el trabajo se sald siempre a favor de este ltimo: la destruccin creciente de trabajo en algn sector o rama de la produccin fue largamente compensada por el aumento de la demanda masiva de trabajo en otros sectores productivos y en un vasto sector de servicios en continua expansin. El fin del trabajo sera, pues, un fenmeno del todo novedoso: la mquina destruira el trabajo de manera absoluta y global, sin posibles movimientos de restitucin de parecida importancia. Como consecuencia se producira la paradoja de unas sociedades con trabajo escasa, con una alta productividad y eficiencia econmica y administrativa y con la perentoria necesidad de un consumo intensivo de bienes y servidos.

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  • PRLOGO

    La segunda tesis sobre la crisis del trabajo tambin pronostica una desaparicin, esta vez la de !a sociedad del trabajo. El trabajo ha dejado de ser, en su consideracin tanto objetiva como subjetiva, un fenmeno decisivo a la hora de estructurar y pensar, de manera efectiva, nuestras sociedades contemporneas. Est afectado, en su conjunto, por un grado tan alto de polarizacin y de segmentacin que, finalmente, se muestra incapaz para ser la referencia, de algn modo universal, sobre ia que se pueda configurar y cimentar el conjunto de la estructura social. El trabajo y el no trabajo se presentan, ambos, como fenmenos con tal consistencia que nos hacen dudar de que el trabajo sea verdaderamente el referente estable y estabilizador de nuestras sociedades y el no trabajo una mera anomala, un estado accidental necesariamente transitorio, contra el que debemos y podemos luchar con esperanza segura de victoria. Ciertamente, en la medida en que esto pudiera ser as, se tratara de una transformacin verdaderamente revolucionaria, pues el trabajo ha desempeado, a lo largo de los ltimos trescientos aos, un papel central en la articulacin de los discursos sociales y las polticas reales en las sociedades del capitalismo naciente y consolidado, as como en las del socialismo y, en general, en cualquier sociedad industrializada.

    Pero hay ms. El trabajo ve comprometida su posicin central e indiscu- rida como dispositivo bsico en la motivacin de los trabajadores para la realizacin de sus aspiraciones en las facetas ms diversas de la vida. As, pierde su relevancia subjetiva y, con ella, valor para los seres humanos. Se apuntara aqu una cierta dislocacin de la esfera del trabajo respecto a otras esferas de la vida, siempre en perjuicio de la primera, de manera que el trabajo perdera importancia subjetiva al tener que compartir su antigua posicin dominante con otras actividades no remuneradas y con un ocio redivivo que mostrara, para asombro de nuestros antepasados, una inusitada vitalidad y una desconcertante aceptacin social.

    La crisis de la sociedad del trabajo es el inapelable responso del trabajo como categora sociolgica de primer orden: la crisis del trabajo como concepto epistemolgico central, tal y como aparece en las monumentales propuestas de los maestros de la teora social contempornea, en Marx, Durk- heim y Weber. En este caso, la crisis del trabajo y de la sociedad del trabajo decretan la incapacidad del trabajo para la construccin intelectual de modelos de estructura social y de socializacin vlidos para el presente y, sobre todo, para un futuro bien prximo.

    La ltima propuesta que vamos a recoger podra denominarse tesis de la crisis del trabajo como valor. En este caso el trabajo, el trabajo tal y como lo

    io

  • PRLOGO

    hemos disfrutado o padecido en los ltimos siglos, deja de tener alguna relevancia respecto al objetivo de vivir una buena vida o, si se quiere, una vida que merezca la pena ser vivida. Detrs de esta tesis se sitan quienes ven, en los graves males que aquejan al trabajo en estos tiempos, el peligro de extincin de mi valor importante. Encamaron este, hasta hace bien poco, las aspiraciones seculares de una ciudadana que buscaba encontrar, en el propio desempeo de los trabajos productivos y de servicios, la posibilidad de realizacin de una vida activa que contribuyese, de manera decisiva, a dar un sentido a toda la vida. Se trata de gentes que ven, en Ja crisis del trabajo remunerado, la crisis del trabajo como profesin y como principio de autonoma personal. Gentes que no se resignan a dejar de pelear por la dignidad del trabajo como empleo siempre tan buscada, siempre tan frustraday se revuelven, bien contra la desesperanza definitiva del trabajo escaso, precario e indigno para una mayora, bien contra la promesa incierta de una sociedad feliz sin trabajo.

    Frente a la crisis del trabajo, la prdida de su centralidad como realidad y como concepto y el adelgazamiento de sus representaciones intelectuales e ideolgicas en general, hay quienes desearan preservar el trabajo tan preado como fuera posible de significados, de los significados de variado signo de los que el trabajo se ha revestido en los tres ltimos siglos. Utilizando una expresin de Dominique Mda, desearan preservar el encantamiento del trabajo, el amplsimo espectro de su patrimonio de referencias, acumulado a lo largo de los tiempos en los que ocup la posicin centra!, del que apenas escapa alguna faceta de la vida material, social y espiritual del hombre. Otros, ms modestos en sus aspiraciones, se deciden por el realismo, por el desencantamiento del trabajo. Denuncian su desmedida ambicin de totalidad respecto a la vida de los seres humanos, su desmedido imperialismo. Denuncian el crecimiento ilimitado del trabajo remunerado 3 costa de cualquier otra actividad humana que permanezca fuera del empleo y del mercado de trabajo. Separan trabajo remunerado de actividad y apoyan la recuperacin del significado y el sentido de las actividades, aunque no podamos recuperar ya el significado y el sentido de la mayor parte del trabajo remunerado. Y todava cabra mencionar a aquellos que, desde una posicin bien distinta, ni encantada ni desencantada, piensan que el verdadero problema, el tnico problema, es la propia consolidacin y pervivencia del trabajo remunerado y, en consecuencia, se esfuerzan por descubrir los nuevos yacimientos del empleo abundante, canteras apenas visibles que podran asegurar, de nuevo, la ocupacin para todos.

  • PRLOGO

    Los problemas del trabajo son la consecuencia de las novedades espectaculares de la tercera fase del proceso de industrializacin, de la globalizacin de la economa de mercado y de la inusitada importancia que ha alcanzado la mundial i zacin del capital financiero. (Recientemente un prestigioso semanario internacional afirmaba: El capitalismo global arruina la cohesin social, perturba sistemticamente a las naciones y a las comunidades, arrasando lo que alguna vez fue familiarel trabajo, una tienda, una carrera profesionaly sustituyndolo por un conjunto de arreglos sometidos a un cambio incesante). Son los problemas producidos cuando las transformaciones estructurales contemporneas y sus manifestaciones reales en las condiciones del trabajo chocan con los conceptos, los argumentos, los lenguajes, las retricas y los significados de un concepto polimorfo de trabajo elaborado en la rica variedad de las propuestas, contrapropuestas y reconceptualizacio- nes forjadas en los tiempos modernos. Difcilmente podremos saber lo que hoy nos ocurre con el trabajo si no tenemos una imagen, suficientemente clara y distinta, de la prolijidad de significados que histricamente han conformado nuestra actual idea del trabajo. Las transformaciones de nuestros das comprometen nuestro concepto de trabajo remuneradoel trabajo como dispositivo primario de percepcin y distribucin de rentamientras que este es, sin embargo, el concepto bsico de trabajo sobre el que se levanta la idea plural de trabajo desde los comienzos de su formacin moderna. La crisis del trabajo remuneradoincluyendo las serias repercusiones en la seguridad y estabilidad de los puestos de trabajo y sus efectos sobre el paquete de derechos aparejados histricamente al trabajo remunerado establecompromete las mltiples representaciones del trabajo, conservadoras o crticas, que, en ltima instancia, siempre se configuraron referidas al fenmeno del trabajo como instancia prioritaria y universal para el acceso a los bienes que hacen posible y deseable la vida. Pero, a su vez, estas mltiples representaciones de variado signo han consolidado discursos sobre el trabajo, cargados de significacin, que no estamos dispuestos a abandonar o modificar radicalmente sin examen y prevencin.

    No sera muy oportuno, en estas circunstancias, obviar o ignorar todo lo que el trabajo, como discurso y representacin, ha hecho por nosotros, para bien y para mal, en los tiempos de la modernidad. El trabajo se revisti, ciertamente, con los ropajes ms diversos y dispares. El trabajo como nico fundamento de la riqueza de las naciones y de la felicidad personal de sus ciudadanos; el trabajo como actividad fundadora de la conciencia de uno mismo, de la pertenencia a una sociedad y de la alten dad respecto a la natu

  • PRLOGO

    raleza; el trabajo como trampa de la alienacin individual y social, como medio imprescindible para la recuperacin de la autenticidad personal y para el desarrollo de la conciencia crtica que abre el camino a la liberacin social; el trabajo como expresin de espiritualidad religiosa y como categora inexcusable de la teologa de las realidades mundanas; el trabajo como manifestacin de la virtud patritica del ciudadano nacionalizado; el trabajo como dispositivo privilegiado para la configuracin del hombre motivado, movido por los deseos e intereses a los que el trabajo promete satisfaccin; el trabajo como garanta de la autonoma y de la libertad personales; el trabajo como realizacin de las capacidades creativas, o simplemente habilidosas e industriosas, de unos seres humanos perspicaces e inteligentes, a las que sistemticamente reaiimenta; el trabajo como actividad esforzada que satisface moralmente como deber cumplido; el trabajo como lazo de socializacin y de sociabilidad de los que lo comparten y, en general, de los que se necesitan para la realizacin de una obra o la prestacin de un servicio; el trabajo como conformador de lxicos especficos, facilitador de relaciones dialgicas con un alto nivel de implicacin de los hablantes; el trabajo como referente bsico de la solidaridad social; el trabajo como arma para la liberacin de colectivos discriminados u oprimidos. Y podramos continuar mencionando las variadas significaciones del trabajo, las numerossimas facetas de su representacin y, por lo tanto, todo aquello que se conmueve, en mayor o menor grado, cuando hablamos de la crisis del trabajo.

    Los problemas del trabajo y, en concreto, su manifestacin ms dramtica, es decir, la extensin y la persistencia de la ausencia de trabajo remunerado, as como la progresin alarmante de condiciones de especial precariedad en el ejercido de] trabajo realmente existente, ha propiciado, de momento, que la realidad del paro se haya apoderado, en buena medida, de la idea de trabajo. En la medida en que esto es as, el vado y la ausencia terminan por esbozar, de manera burda, los perfiles de la propia figura del trabajo. El trabajo, por el apremio de su carencia y de su deterioro, termina por pensarse como mera ausencia de trabajo, como paro o como amenaza sistemtica de paro. El mal, la pura negatvidad, condiciona cada vez ms la representacin del trabajo, generaliza, en la opinin pblica, la imagen ms reduccionista posible del trabajo y dificulta la visin de todo lo que la historia reciente ha hecho por el lenguaje del trabajo, todas las esperanzas, todos los significados que pudo soportar aquel en su peripecia moderna.

    La historia intelectual del trabajo no slo deber informamos sobre los lenguajes y las imgenes del trabajo propios de cada perodo histrico y su

  • PRLOGO

    proceso de formacin, tambin nos dir mucho sobre la sensibilidad y el tono intelectuales de una poca, sobre sus esperanzas, sus frustraciones, sus inquietudes y la particular potica con la que las gentes de pensamiento y de pluma, y todos los que buscaban crear opinin, se imaginaban el pasado, el presente y el futuro. Pero, adems, los problemas actuales en tomo al trabajo slo podrn formularse, en sus debidos trminos, si disponemos de una buena historia de los avatares y peripecias de las representaciones sociales del trabajo de las que somos herederos, de sus tradiciones, de sus argumentaciones, de sus formulaciones en los discursos continuistas y rupturistas, cientficos e ideolgicos. La labor del historiador es de decantacin, de distincin, de explicacin. Se tratar de rescatar los lenguajes y las imgenes del trabajo, en el contexto de las realidades histricas y de las tradiciones intelectuales donde se forjaron, para hacerlas visibles, para identificarlas, para tenerlas a mano y alcanzar un grado de consciencia ms esclarecido respecto a las ideas y a los lxicos del trabajo con los que pensamos y disertamos sobre su significacin y sus problemas actuales.

    Este libro propone al lector un examen del discurso moderno del trabajo en los aos de su formacin. Su autor abrig, en un principio, la ambicin de hacer un recorrido mucho ms amplio por la historia del concepto de trabajo, pero pronto comprendi que esta ambicin era desmedida y que perda mucho en precisin, rigor y matices sugestivos cuando bata ms terreno. Adems, pudo constatar que si la investigacin sobre el concepto de trabajo en los siglos xrx y xx contaba, en general, con abundantes y especficas fuentes primarias y secundarias y con estudios parciales, pero de indudable calidad, nada de esto ocurra cuando buscaba hacerse una idea suficientemente perfilada de sus orgenes modernos y de su peripecia formariva. Un vaco sorprendente. Por otra parte, pareca harto difcil alcanzar un conocimiento sistemtico y bien fundado de la abigarrada historia intelectual del trabajo en el siglo xrx, si carecamos de una historia de sus orgenes y primeras manifestaciones en los crculos intelectuales del Siglo de las Luces, as como de las reacciones que las propuestas ilustradas desencadenaron. La decisin de limitar el estudio a los aos de formacin de! lenguaje moderno del trabajo sefimpuso por s misma, lo que plante, a su vez, la necesidad de encontrar el corte cronolgico ms adecuado y operativo para llevar a buen trmino la empresa.

    Hay dos novedades decisivas que marcan el arranque del discurso moderno del trabajo. La primera es la aparicin, en el ltimo cuarto del siglo

  • PRLOGO

    xvii y en el contexto de la economa poltica de tradicin mercantilista, del concepto de trabajo productivo. Lo que en estos aos primeros es, todava, un concepto un tanto vago e impreciso ser reelaborado, a lo largo de todo el siglo xvm, abriendo una de las lneas de reflexin y dilogo llamadas a tener ms impacto en la formacin del lenguaje moderno del trabajo. La segunda novedad, de la que tambin pueden rastrearse sus orgenes indirectos en el mismo perodo, aparecer muy vinculada a los comienzos de la reivindicacin de una dimensin psicolgica universal para el ser humano. Se construye esta con la plena aceptacin de las pasiones humanas como vivero natural de los deseos y de los intereses, fundamento de la accin y, en su caso, del activismo, y factor indispensable de la motivacin. La teora del hombre de pasiones, tan decisiva para el desarrollo y la consolidacin de la potica de la modernidad, se apoderar del trabajo para proporcionarnos el concepto del trabajo animado, es decir, del trabajo subjetivamente motivado, estrechamente vinculado al deseo, movido por la pulsin anmica de las pasiones y capaz de una sostenida laboriosidad.

    Las figuras del trabajo productivo y del trabajo animado resultan una verdadera novedad frente a las imgenes del trabajo dominantes anteriormente. Pueden estas reducirse, en ltimo trmino, a la dea asctica del trabajo y a la del trabajo como obligacin del estado social, es decir, como obligacin religiosa, poltica y moral para todos aquellos individuos encuadrados social mente en los rangos estamentales que se ocupan de los negocios, de las fabricaciones artesanales y de las actividades agropecuarias. Dos ideas bsicas del trabajo que fueron elaboradas por la teologa cristiana, una para los que se comprometan e iniciaban la va de la perfeccin, la otra para todos los que se debatan en el trfago de los negocios del siglo.

    El cierre del perodo de formacin del discurso moderno del trabajo sern los aos finales del siglo xvm. Para esta poca han alcanzado todo su desarrollo las concepta lizaciones del trabajo de la economa poltica del setecientos y las propuestas que surgieron en el contexto general de la filosofa y la antropologa filosfica de las Luces. Pero, adems, en estos aos han cobrado un impactante nivel de expresin las notables reacciones que ha provocado este discurso del trabajo, con lo que veremos consolidarse la primera crtica moderna de la idea de trabajo. Una crtica formulada no desde una tradicin puramente retroactiva, sino desde la deteccin proactiva de algunos de los problemas ms emblemticos del trabajo en la modernidad.

    La historia del discurso del trabajo ser, en estas pginas, la historia de las propuestas y los significados del trabajo que, elaborados en el marco cro

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  • PRLOGO

    nolgico de referencia, pasarn ai acervo dei polimorfo lenguaje del trabajo vigente hasta nuestros das. Pero ser, tambin, la historia de las propuestas y significados de las imgenes crticas del trabajo, de las contrapropuestas que formularon quienes, desde tradiciones intelectuales divergentes de la corriente central de la Ilustracin, alimentarn, a su vez, el patrimonio vigente de nuestras representaciones del trabajo. En cualquier caso, ambas corrientes, la dominante y la crtica, resultarn totalmente inexcusables, y aun determinantes, para comprender el futuro decimonnico del discurso del trabajo: el futuro representativo del trabajo en un siglo en el que, progresivamente, ocupar un papel cada vez ms decisivo y central en la teora y en la ideologa social.

    El lenguaje del trabajo, tal y como lo consideraremos, no slo es moderno por los lmites cronolgicos propuestos. El lector podr comprobar que tambin lo es, a su manera, por el propio contenido de sus proposiciones: por su indeclinable desacralizacin y por la consciente autolimitacin de sus ambiciones en la teora, en la ideologa y aun en la peculiar potica de su expresin; en general, por su carcter humano, quiz demasiado humano para nuestro yo decimonnico. Es posible que los hombres ms sagaces del Siglo de las Luces, obsesionados como estaban por la experiencia de los males del despotismo, de la crueldad y de la supersticin, tuvieran una seria restriccin intelectual y moral para dar a luz ideas y significados del trabajo que fueran mucho ms all de la prosa de las pasiones personales (escasamente virtuosas o romnticas, pero ciertamente benficas); de los intereses privados (frecuentemente egostas y alicortos); de la motivacin por el estado de deseo (fundada en aspiraciones tan poco heroicas y poticas como la bsqueda de la comodidad y la suficiencia como condiciones necesarias de vida); de la felicidad entendida como un prudente y modesto equilibrio entre el placer, la accin y el reposo; de la sociabilidad pacfica y dialogante propia de la prctica sistemtica de una economa de mercado de libre concurrencia y de la divisin del trabajo; y de un largo etctera de condiciones bsicas para la formacin de su discurso sobre el trabajo.

    FJ libro se organiza en cinco captulos que, a su vez, pueden ser agrupados en dos partes. La primera est formada por los captulos primero a cuarto. En ella encontrar el lector el proceso de formacin del concepto de trabajo en la economa poltica y en la filosofa ilustrada en general. Forman ei cuerpo central del texto y nos proporcionan los lxicos y las figuras del tra

  • PRLOGO

    bajo que constituyen el verdadero arranque de su expresin moderna. El captulo quinto est dedicado, por entero, a las primeras formulaciones de la crtica del discurso anterior, tanto a la crtica producida desde fuera del discurso dojninante, como a la que surge desde su propio interior. Mientras que la primera tendr un tono abiertamente contestatario, la segunda pretender reducir las perturbaciones producidas por algn serio problema detectado en la idea de trabajo alumbrada, sin poner a esta en tela de juicio.

    La primera tarea, en la primera parte, ser un detenido examen de la elaboracin de! lenguaje del trabajo en el marco de las tres propuestas de economa poltica que se suceden entre el ltima cuarto del siglo xvu y finales del siglo x v iii: Mercantilismo evolucionado, Fisiocracia y sistema de libertad natural de Adam Smitb, Es el contenido del captulo primero. Nos aproximaremos, despus, a la polmica sobre la retribucin del trabajo en la literatura mercantilisracaptulo segundopara rescatar de ella la imagen negativa del trabajador manual que slo puede proporcionar un trabajo sostenido forzado por la cruda necesidad. Esta imagen negativa ser, precisamente por su negatividad, el adecuado punto de partida para plantear, en el captulo tercero, uno de los temas mayores en la formacin del lenguaje moderno del trabajo, la figura del trabajo suficientemente remunerado y la figura, correlativa, del trabajo subjetivamente motivado. Finalmente, la primera parte se cerrar con el captulo cuarto dedicado, todo l, a la construccin de un nuevo mbito de moralidad para el nuevo concepto de trabajo. Dibujaremos los fluidos contornos de la tica del trabajo ilustrada, tal y como se perfila en el contexto de una filosofa mora! de la felicidad y de la utilidad.

    El examen de la crtica del discurso del trabajocaptulo quintonos conducir a Jean-Jacques Rousseau. El solo soportar, es nuestra opcin, toda la labor de la crtica desde fuera y lo har de manera impresionante. No hay ningn otro autor de la segunda mitad del siglo xvm que haya sabido formular tal cmulo de contrapropuestas a la imagen del trabajo dominante en el Siglo de las Luces. Ningn otro ha sido capaz de abrir tantas rutas para la creacin de nuevos lenguajes e imgenes nuevas del trabajo, que slo mostrarn plenamente su capacidad y alcance a medida que el siglo xix corrija las Luces, o reaccione violentamente contra ellas. La crtica desde dentro, es decir, la crtica que busca atajar algunos problemas detectados en el discurso inercantiiis- ta e ilustrado del trabajo, precisamente para asegurar su solvencia y perviven- cia, se centrar en ios problemas que crea el imparable y, por otra parte, indispensable y deseado proceso de la divisin del trabajo. A la vez que sus variadas y admiradas capacidades, aparecen sus serios inconvenientes que ame

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  • PRLOGO

    nazan la entidad moral, poltica y social de los trabajadores sometidos, progresivamente, a una parcelacin de las tareas productivas cada vez ms intensa.

    El lector comprobar que el discurso del trabajo es presentado, en este libro, como un elemento significativo de un escenario intelectual muy amplio en el que se manifiesta y alcanza toda su relevancia y sin el cual difcilmente podra ser comprensible. As, el trabajo subjetivamente motivado se elaborar en el vasto contexto de la apologa ilustrada del lujo, entendida como una filosofa del consumo en las condiciones de la sociedad comercial que busca, entre otras cosas, configurar la dimensin psicolgica del hombre segn las pautas antropolgicas de lo que denominaremos figura universal del hombre burgus. Lo mismo ocurre con las imgenes crticas del trabajo. Sera harto difcil no ya slo comprender sino aun detectar las diferentes variaciones crticas de la propuesta rousoniana sobre el trabajo sin iluminarlas desde los planteamientos generales de su filosofa crtica, desde su denuncia del hombre social de pasiones, desde su rechazo de los principios fundamentales de la economa poltica del siglo xvm, desde su reivindicacin de la virtud como deber sustantivo del ciudadano polticamente activo, desde su combate por la autenticidad y la transparencia del ser humano y su violenta recriminacin del reino de la opinin, de la desigualdad y la subordinacin sociales.

    Nuestro examen del lenguaje moderno del trabajo est construido, directa e indirectamente, sobre textos de poca, sobre un abundante patrimonio intelectual encamado en lxicos y discursos cultos que se fijaron en un texto por la decidida y expresa voluntad de un autor. Nos interesan los autores y los textos. Nos interesa el texto como una especie de nodulo que concita una o varias tradiciones para afirmarlas, reelaborarlas o negarlas, y sin las cuales resultara indecible. Nos interesan los textos como las etapas privilegiadas a travs de las cuales fluyen las tradiciones o corrientes intelectuales, y por la posibilidad que ofrecen, siguiendo las etapas, de reconstruir un itinerario intelectual. Pero tambin nos interesa la personificacin del texto, pues vemos en la autora uno o muchos momentos extraordinarios en los que las tradiciones recibidas alcanzan su re formulacin, su mejor adecuacin o una expresin especialmente afortunada. Sin embargo, nos mantendremos lejos de abrigar alguna creencia sobre la radical autonoma del texto y su capacidad demirgica para fundar nuestras realidades. Eso sera exorbitar el papel de la palabra, sera trabajar sin restriccin, y sin razn, por el imperio absoluto de la pura contingencia.

  • PRLOGO

    Los textos histricos sobre los que hemos levantado esta investigacin son textos de autores europeos pertenecientes a los mbitos anglosajn y latino. Me he esforzado, sin embargo, en prestar una atencin especial, dentro de las posibilidades del tema, a los autores espaoles del momento. No ser difcil comprobar cmo la intelectualidad espaola del setecientos reciba, comparta y terciaba en la discusin general sobre las nuevas representaciones del trabajo, produciendo, en algn caso, importantes contribuciones. El lector de hoy comprende fcilmente que, en materia de polticas de desarrollo, los pases subdesarrollados suelen producir figuras intelectuales dotadas de una particular sensibilidad para detectar y analizar los problemas del atraso econmico y tas trabas que la estructura social y el sistema de valores aparejado pueden suponer para mi mayor bienestar.

    Terminemos con una precisin sobre las citas. Los textos de poca aparecern siempre anotados por el ttulo completo o, ms frecuentemente, por ma expresin abreviada del mismo que no deje lugar a dudas. Es una muestra de respeto a los maestros pensadores y una forma de destacar las fuentes primarias. Todas las referencias secundarias aparecern identificadas, en las notas a pie de pgina, por el autor, el ao de publicacin del libro o artculo y, en su caso, la pgina citada. En la bibliografa que acompaa al libro constan los datos bibliogrficos completos y, en el caso de las fuentes primarias, las ediciones que hemos empleado.

    Este libro es el fruto de un trabajo largo en el tiempo trufado de satisfacciones y de desnimos, como la vida misma. He contado, sin embargo, con el alien- to, con las sugerencias, con la dedicacin de un grupo de personas que me han favorecido con una lectura atenta de sus diferentes versiones previas. El texto definitivo se ha beneficiado de su generoso esfuerzo, se ha hecho ms ordenado y claro, se ha enriquecido con nuevas ideas y desarrollos, siempre con el lmite de mis capacidades. Conste aqu mi agradecimiento a Rafael Aliena, Jos Carazo, Carlos Fernndez Pantoja, Josep M. Fradera, Carmen Garca Mone- rris, Toms Polln, Marisa Ferrandis, Gonzalo y Jaime Diez. Charo Alonso, ella misma sometida a las satisfacciones y los desnimos de una investigacin larga y complicada, siempre fue la confiada voz de la confianza.

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  • ITRABAJO PRODUCTfVO Y SOCIEDAD OCUPADA

    i

    El discurso moderno del trabajo fue elaborado en un largo y complejo proceso de formacin en el que la ciencia nueva de la economa poltica desempe un papel decisivo. Si algo caracteriza a la representacin del trabajo que se apunta, todava de manera incierta, en los comienzos de la modernidad es el intento de rescatarlo de los medios cristianos de la asctica y de la doctrina eclesistica sobre las obligaciones del estado, para integrarlo en el crculo de las preocupaciones que interesaban al nuevo discurso de la economa poltica inercantilista. Ciertamente este proceso de integracin fue largo y laborioso. Segn ia periodizacin del Mercantilismo que vamos a utilizar encontramos, en su primera etapa, una sensibilizacin progresiva respecto a la importancia prctica del trabajo para hacer poderosas, ricas y pobladas a las naciones, junto con una muy deficiente elaboracin terica del papel del trabajo en la consecucin de este empeo. Ser en su segunda etapaen el segundo Mercantilismocuando el trabajo obre como el dispositivo central y efectivo de las propuestas prcticas para la promocin de la riqueza y prosperidad pblicas, y cuando se elabore una teora del fundamento de la riqueza nacional en la que el trabajo revalidar intelectualmente su posicin central.1 i.

    i. Vamos a utilizar una periodizacin del Mercantilismo que establece su punto de inflexin en turno al ltimo cuarto del siglo xvn. Hay, pues, una primera etapa mereantilista el primer Mercantilismo que comienza a principios del siglo xvt, detectndose desde principios del siglo m i claros sntomas de evolucin que culminarn en el arranque de la segunda etapael segundo Mercantilismo, al que tambin denominaremos Mercantilsino evolucionado que se extiende desde el ltimo cuarto del seiscientos hasta finales del siglo xvm, hasta la progresiva anulacin del Mercantilismo por efecto de la aparicin de nuevas propuestas de economa poltica, la escuela de la Fisiocracia y, especialmente, el liberalismo econmico de Adam Smith. El segundo Mercantilismo es un conjunto de anlisis y propuestas econmicos que, a pesar de su diversidad y falta de sistematizacin, mantienen suficientes puntos comunes

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  • UTILIDAD, DESEO Y V] RTUD

    Tendremos sobradas ocasiones de comprobar que la nueva conceptual i- zacin que del trabajo hace la economa poltica no es, desde luego, la nica de las novedades decisivas que se producirn en la formacin del lenguaje del trabajo.1 Sin embargo, tambin constataremos hasta qn punto los escritores que hablan sobre el trabajo, desde finales del siglo xvn hasta finales del siglo xvm, se esforzaron por elaborar un concepto de trabajo que, en sus mltiples facetas, fuera del todo congruente con lo que, desde el punto de

    z. La economa poltica es, en el siglo xvm. el saber dirigido a los magistrados y gobernantes que ofrece las mejores artes para procurar la riqueza y prosperidad de la nacin. N o puede ser considerada, en esta poca, como un saber sobre la realidad autnoma de la esfera de lo econmico. La pretendida autonoma de lo econmico no se ha producido ni con respecto a la esfera de lo poltico, ni con respecto a la de lo moral. En todo caso, caben matizaciones significativas, segn los variados discursos de poca. As, podemos detectar desde una dependencia muy marcada de lo econmico respecto a lo poltico, hasta una decidida limitacin de dicha dependencia que refuerza, sin embargo, el estrecho maridaje entre economa y moral. Si el primer caso caracteriza, con diferencia de grados, a la economa poltica mercantil isla, el segundo alcanza una excelente representacin en la economa poltica del sistema de libertad natural de Adam Smith, De manera general, podemos decir que la economa poltica del siglo xvm, en sus tres expresiones tpicasMercantilismo, Fisiocracia y Liberalismo econmico smithiano , es el arte de dirigir la administracin prudente de las cosas y de los sujetos en un Estado. James Stewart afirmaba, en An hufmry into the Principies of Poltica! Economy, obra publicada en 1 767, que la economa poltica es el arte !a tcnica producto de saberes cualificadosde proporcionar a todos los ciudadanos de un Estado los bienes que necesita una familia. La economa poltica se entenda, pues, como la transposicin de la economa del oikos al mbito del gobierno. Convierte, por lo tanto, en materia de preocupacin poltica aquello que los clsicos pensaban como pura preocupacin domstica. Debemos insistir en que esta nueva perspectiva de lo econmico no predetermina, en teora, el grado de subordinacin o de independencia de lo econmico respecto a lo poltico, pues siempre cabe sostener que hay un orden natural en la esfera de la economa que tiene que ser preservado y, generalmente, retocado por la actuacin del gobierno. Stewart estableci algunas diferencias esenciales entre la economa poltica y la economa domstica. La primera, que mientras en el mbito domstico hay hijos y tambin criados o miembros serviles, en el Escado todos los ciudadanos son hijos. La segunda, que mientras el cabeza de familia decide a su mejor arbitrio su plan de economa, el estadista tiene que respetar el funcionamiento de una poltica econmica en la que intervienen numerosas y complejas circunstancias, lo que supone la necesidad de un arte en el manejo de tan delicada maquinaria. Para estas cuestiones, vase Mitcheil Deane 1991: taz-iz). *

    como para englobarlos en una tradicin dinmica que supo desarrollar importantes innovaciones en el tiempo de su vigencia, [zas novedades de la economa poltica del segundo Mercantilismo han dado pie a que a veces se le denomine Mercantilismo itberal, una caracterizacin que nos parece desafortunada por precurso rista.

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  • TRABAJO PRODUCTIVO V SOCIEDAD OCUPADA

    vista particular de la economa poltica, se haba dicho y se deca sobre este importante asunto.

    El recorrido por el discurso moderno del trabajo va a comenzar por una detenida consideracin del trabajo desde la economa poltica del Mercantilismo evolucionado o segundo Mercantilismo, pasando despus a revisar, de manera ms breve, algunas de las novedades ms significativas que, en esta materia, aportaron las restantes propuestas de economa poltica elaboradas en la segunda mitad del siglo xvni. Espero que la propia trama del captulo justifique el pape! relevante concedido al discurso del trabajo del segundo Mercantilismo. Despus de todo ser en este medio intelectual donde aparezca, por vez primera, una denodada preocupacin por fijar el papel y la importancia del trabajo en el discurso general de la economa poltica, establecindose conceptual izaciones y distinciones fundamentales que sern adoptadas por las siguientes escuelas.

    Las pginas de este captulo estn escritas desde una especfica interpretacin de la larga tradicin intelectual del Mercantilismo que rompe con una lectura reduccionista, equvoca y esttica de la misma. Desde la perspectiva que aqu se asume, el Mercantilismo recupera la imagen de un pensamiento econmico dinmico, con importantes desarrollos en algunos de los conceptos y anlisis centrales que le son propios, y pertinente, es decir, inteligentemente adaptado a los retos y las posibilidades que planteaban las economas histricas de la Europa de su tiempo. Esto le permiti elaborar un elenco de conceptos y anlisis tericos interesantes y algunas lneas maestras de poltica econmica adecuadas para fijar medidas generales y particulares de promocin de la riqueza de las naciones.

    El Mercantilismo ha tenido mala fama terica por el empeo de algunos estudiosos en reducir su idea de riqueza a una teora simplista y equivocada de la balanza comercial positiva. Por esta va se termina por adjudicar al Mercantilismo la identificacin entre riqueza de la nacin y tesoro nacionalriqueza y moneday el principio de que el comercio exterior es la instancia privilegiada para el incremento del tesoro nacional al hacer fluir hacia l la moneda de la balanza comercial positiva. Hoy sabemos que esta interpretacin es totalmente desafortunada y que el Mercantilismo, especialmente en su segunda etapa, desarroll, adems de una compleja teora de la balanza comercial que precisaba con correccin el papel necesario y parcial del comercio internacional en el desarrollo econmico nacional, una teora del valor-utilidad como explicacin del valor econmico de los bienes, una idea primitiva de la acumulacin entendida como un supervit de bienes

    *3

  • UTILIDAD, DESEO Y VIRTUD

    tiles en el que se sustancia la verdadera riqueza de la nacin, una somera idea de los precios o del valor de mercado de los bienes tiles, y una definicin, la primera definicin histrica, del trabajo productivo, factor inexcusable de la creacin de bienes tiles, es decir, de bienes con valor econmico y precio en el mercado y dispositivo decisivo para la promocin de la riqueza de la nacin. La revisin de la dilatada tradicin mercantilista ha sido imprescindible para rescatarla de los tpicos reduccionistas y deformantes y, en lo que a esta investigacin se refiere, para restuar el trabajo, el trabajo creador de bienes tiles, en un lugar central de la teora econmica del Mercantilismo,

    Nuestra tarea, en este primer captulo, ser examinar cmo elabor el Mercantilismo el discurso del trabajo productivoocupaciones y oficios productivos, los criterios que estableci para la distincin entre trabajo productivo y trabajo improductivo y comprender por qu la categora de trabajo productivo se convirti en uno de los elementos tericos centrales de la economa poltica mercantilista. Una vez esta labor est cmnplida, daremos un paso adelante para comprobar cmo el concepto de trabajo productivo permiti ia elaboracin de una figura fundamental en la formacin del discurso moderno del trabajo, la idea de sociedad ocupada. Presentaremos esta como una primera y primitiva formulacin histrica de la sociedad del trabajo, aunque tendremos que matizar en qu condiciones peculiares la sociedad ocupada mercantilista es una sociedad del trabajo, as como las ocupaciones productivas mercantilistas son trabajo productivo. Finalmente, esta

    j . La recuperacin de una interpretacin del Mercantilismo que supera las simplificaciones y parcialidades a las que lo ha sorneado toda una tradicin acadmica, hasta despacharlo en los casos ms extremos, como un conjunto de errores tericos y debilidades pre-analticas, ha tenido su propia trayectoria desde las dcadas de los aos veinte y treinta de este siglo, con un repunte en los aos sesenta y una obra de referencia, publicada en 1988. Se trata del trabajo de Csimo Perrotta Praduiitmc e Lavara Productivo ne Mercantilismo e tuinilummismo. En esta obra, el lector podr encontrar la reconstruccin de una tradicin interpretativa del Mercantilismo frecuentemente obviada por los estudiosos y por los textos de divulgacin, v un detallado examen de la idea mercantilista de riqueza. Los conceptos de produccin y trabajo productivo son estudiados como conceptos centrales del Mercantilismo, al menos desde finales del siglo xvu. Por otra parte, este mismo autor ha demostrado la complejidad de la teora de la balanza comercial mercantilista, acabando con la posibilidad de repetir acrticameute los estereotipos al uso sobre el papel concedido por el Mercantilismo al comercio exterior en el desarrollo de las economas nacionales. Perrotta identifica tres teoras distintas de la balanza comercial; de ellas la denominada balanza de trabajo activa resulta la ms novedosa y es la que tiene ms relacin con los desarrollos que el lector encontrara en este captulo. Esta ltima cuestin, en C. Perrotta (1991: 301-336).

  • TRABAJO PRODUCTIVO Y SOCIEDAD OCUPADA

    parte del captulo se concluir con una consideracin de las definiciones que del trabajo productivo ofrecieron las nuevas propuestas de economa poltica del siglo xviii y su relevancia para la formacin del nuevo lenguaje del trabajo.

    La primera aproximacin al discurso moderno del trabajo considera lo que denominaremos y/g7/rrtj- objetivas del trabajo mercan ti lista e ilustrado en general.4 Son las figuras definidas desde la supuesta y buscada objetividad de la consideracin del trabajo que promueve e! anlisis de la economa poltica del siglo xvm. Se presenta el trabajo productivo como la nica forma objetiva de ocupacin que es capaz de crear la riqueza nacional. Es decir, se asume que el trabajo productivo, en su consideracin cada vez ms abstracta, es el requisito inexcusable e indiscutible para conseguir a riqueza y la prosperidad de las naciones, tanto en las economas ms retrasadas como en las ms avanzadas de la Europa del momento. Por otra parte, la sociedad ocupada, definida desde el criterio del trabajo productivo, aparece como la nica forma objetiva de ordenamiento de la sociedad del todo congruente con el fomento de la riqueza y prosperidad nacionales. As, al principio objetivo de la creacin de riquezatrabajo productivocorresponde necesariamente la reorganizacin de la sociedad segn una estructura ocupacional que garantiza objetivamente su capacidad productiva ms acusada.

    La correcta comprensin del contenido de este primer captulo necesita de una aclaracin previa. El examen de las dos figuras objetivas del trabajo trabajo productivo y sociedad ocupadase realizar de modo y manera que

    4. Vamos a utilizar coa Frecuencia en nuestro texto la expresin genera] figuras de trabajo y las expresiones particulares figu ra del trabajo productiva, figu ra de la sociedad ocupada, figu ra deI trabajo animado o motivado, etc. El vasto mundo de la formacin de la idea moderna de trabajo, considerado tanto en su corriente principal como en su corriente critica, puede ser reducido a una serie de figuras o imgenes sintticaslas figuras de la idea ilustrada de trabajo, las figuras de la crtica a la idea ilustrada de trabajoque, pienso, Facilitarn la identificacin rpida y unvoca de amplios v complejos desarrollos analticos y discursivos. Adems, las figuras del trabajo permitirn establecer las necesarias relaciones en un dilatado panorama conceptual que aparece necesariamente fragmentado en el discurso de poca. 1.a ventaja de las figuras o imgenes del trabajo est en su plasticidad, en su capacidad para identificar, con facilidad, las formas complejas v, a veces, confusas de la dea moderna de trabajo. El lector podr, al terminar la lectura del libro, establecer la nmina de las figuras del trabajo conformadas en el periodo que consideramos en esta investigacin. Esto le permitir disponer de un inventario completo de las imgenes que constituyeron la idea moderna de trabajo, tanto en su vertiente prepositiva como en la reactiva o crtica.

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  • 1/TIi.lDAD, DESEO Y VIRTUD

    prescindir de ir ms all del contesto especfico y limitado de la economa poltica en el que ambas figuras aparecieron. De todas formas, el lector debe ser advertido de que estas figuras objetivas del trabajo encontrarn su acomodo, a lo largo del siglo, en un contexto intelectual ms amplio. En los captulos siguientes, el segundo y el tercero, tendremos sobradas ocasiones de comprobar cmo las figuras objetivas del trabajo funcionaron como conceptos inexcusables lo mismo en los medios intelectuales ms comprometidos con el individualismo, y por lo tanto con la perentoria necesidad de construir una idea subjetiva del trabajo, como en los medios caracterizados por el holismo, en los que si el Estado y la sociedad entendidos como un todo necesitaban indefectiblemente del trabajo productivo, se considerar que slo podrn disponer de l mediante la compulsin indirecta que hace trabajar forzadamente a los que deben y tienen que trabajar manualmente.

    Para el examen del concepto mercantilista de trabajo productivo utilizaremos la que creo es su elaboracin ms acabada, la que encontramos en textos que vieron la luz hacia mediados del siglo yvtii. Ciertamente hasta este momento, al menos desde tas primeras formulaciones de Willam Petty sobre la distincin entre trabajo productivo e improductivo en los aos setenta del siglo xvii, se puede seguir con relativa facilidad el rastro de esta figura del trabajo y reconstruir los anlisis y desarrollos que la fundamentaron y configuraron. Tambin es posible ir ms atrs y espigar, en una serie de autores de finales del siglo xvi y principios del siglo x v ii , la progresiva apertura de los economistas del primer Mercantilismo a la consideracin del trabajo como requisito necesario de una economa nacional dinmica y progresiva. Sin embargo, he optado por ahorrar al lector la exposicin y discusin de cuestiones colaterales que interesan particularmente al estudioso de historia de las ideas econmicas, y por presentar la expresin ms acabada de un discurso fruto de un largo proceso de fermentacin en los medios intelectuales europeos interesados por el fenmeno de la riqueza de las naciones y las polticas de desarrollo de las economas nacionales. Conviene advertir al lector de que tal formulacin debe ser interpretada precisamente as, como la expresin ins completa disponible de ideas y preocupaciones que, en realidad, son patrimonio comn de una importante y dilatada tradicin, aunque frecuentemente obren en la misma sin la voluntad de sistematizacin con que aparecern en estas pginas.

    Ser un importante escritor napolitano, Antonio Genovesi, quien nos guiar en el examen de la figura seminal del trabajo productivo y en la derivada de la sociedad ocupada. No slo supo comprender toda la importancia

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    econmica de ambas figuras y su operatividad intelectual en el terreno de la economa poltica, sino que, adems, fue quien mejor supo expresarlas en un discurso suficientemente estructurado. Acompaar a Geitovesi un autor espaol, Antonio Muoz, que si no lleg a la formulacin sistemtica del napolitano nos servir como excelente constatacin de la difusin de unas mismas preocupaciones intelectuales que, por una parte, circulan como tradicin intelectual que transciende a los autores que la sustentan y, por otra, encuentra en algunos de ellos la contribucin de la innovacin terica o el sello personal de la afortunada expresin literaria. La presencia, ciertamente ilustrativa, de Muoz nos permitir, adems, cumplir con el compromiso de dedicar una particular atencin al reflejo que la discusin europea sobre el trabajo encuentra entre los autores espaoles del momento y su contribucin a esta. La presentacin de las figuras ohjetivas del trabajo segn el Mercantilismo tendr que ser completada con las variaciones que introdujeron las nuevas propuestas de economa poltica formuladas en la segunda mitad del siglo. Esta necesaria ampliacin de la consideracin de las figuras del trabajo ser imprescindible para aquilatar y valorar la importancia de su contribucin a la formacin del discurso del trabajo.

    Finalizada la primera parte del captulo, ms terica, pasaremos, en una segunda, a constatar la operatividad prctica, las aplicaciones discursivas criticas de la teora del trabajo productivo y de la sociedad ocupada. Estas dos figuras del trabajo, si en su origen fueron constituidas con un marcado acento econmico, pronto mostraron su interesante capacidad para repensar crticamente realidades sociales que se deseaba transformar. As se utilizarn como poderosas herramientas tericas para elaborar el discurso crtico de las Luces sobre las condiciones generales de la estructura social del Antiguo Rgimen, cuestin que veremos ejemplificada en el caso de la crtica de la nobleza y de la pobreza, es decir, en la crtica de las dos realidades sociales que marcan los Emites del sistema tradicional de diferenciaciones que estaba siendo sometido a una despiadada revisin. Esta segunda parte busca evitar que las figuras del trabajo productivo y de la sociedad ocupada sean entendidas como figuras puramente tericas e ideales, preservadas de su encarnadura en el discurso combativo para el que, al menos en parte, fueron elaboradas.

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    II

    La primera figura objetiva del trabajo, ciertamente decisiva, es la del trabajo productivo. Podemos considerarla como una figura predominantemente analtica, esto es, en la que el tono del discurso viene dado por las consideraciones econmicas tericas. Asume las preocupaciones por el trabajo, bastante ambiguas, del primer Mercantilismo para situarlas en un nivel terico ms concreto y coherente valindose de una somera teora de la produccin como creacin de bienes tiles con valor econmico en los que se sustancia la riqueza de la nacin. La definicin de! trabajo productivo se realizar con una clara intencin discriminatoria, lo que permitir establecer la importante distincin entre los principios de la productividad y de la improductividad, cuestin que ser determinante, a su vez, para formular una segunda figura del trabajocoral y con una mayor carga retricaque se sustancia en lo que hemos optado por denominar sociedad ocupada. La relacin que liga ambas figuras es la que hay entre el principio y sus posibilidades operativas. El principio del trabajo productivo desplegar toda su capacidad operativa en el terreno de la crtica econmica y social, propia del Siglo de las Luces, construyendo la figura de la sociedad ocupada.

    El examen del principio del trabajo productivo requiere, para su correcta comprensin, algunas precisiones sobre la teora d el valor-utilidad , teora del valor econmico ampliamente aceptada y extendida entre los tratadistas econmicos del segundo Mercantilismo. El valor econmico de los bienes est referido a la capacidad que estos tienen para satisfacer las necesidades humanas. El valor descansa, pnes, en la utilidad de los bienes y esta no es otra que su misma capacidad para satisfacer necesidades. La idea del valor-utilidad es comn en el segundo Mercantilismo, lo que determina una concepcin general de la riqueza entendida como conjunto de bienes que tienen capacidad para satisfacer nuestras necesidades o, dicho con otras palabras, como conjunto de valores de uso.5 Es muy frecuente encontrar proposiciones de este tipo en textos econmicos del setecientos: Las necesidades son el origen de! valor de todas las cosas, formulacin simple de la

    5. La teorizacin sobre la utilidad como cualidad de los bienes con valor de uso y, en general, sobre el valor-utilidaA como principio sustancial de la riqueza, fue promovida por los autores de la segunda Escolstica, filtrndose, de manera casi simultnea, en el pensamiento econmico de la poca, un pensamiento cultivado, en parte, por autores de tradicin escolstica. La segunda Escolstica se inicia en el siglo jvi y en ella alcanza una especial relevancia la

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    teora del valor ampliamente difundida entre los economistas pre-smithianos.El concepto de riqueza como valor de uso de los hienes se articul pron

    to con una teora del precio o valor de mercado de estos. Precisamente, la distincin analtica entre valor y precio permiti establecer una clara diferencia entre riqueza y dinero, operacin mediante la cual los escritores de la tradicin mercantilista pretendan disipar cualquier duda sobre una identificacin entre ambos que consideraban totalmente desafortunada y errnea. La riqueza de la nacin no se identificaba con la disponibilidad de buena moneda, por ejemplo con la que reverta al tesoro nacional por efecto de una balanza comercial positiva, sino con la disponibilidad de un fondo de valores de uso. La prevencin frente a la confusin de riqueza y dinero es un tpico ampliamente difundido en los textos de poca. Antonio Muoz nos ofrece una formulacin suficientemente representativa:

    Quien tiene abundancia de las cosas de cualquier modo necesarias, es rico o est opulento. Y quien tiene dinero, supuestas las oportunidades del comercio, consigue las cosas que necesita. De aqu ha nacido el equivocar el dinero con la verdadera riqueza, o con los productos de la naturaleza y la industria, que es lo que entiendo yo por las cosas de cualquier modo necesarias.

    Si el valor es una cualidad inherente a la utilidad de los bienes, el precio es una funcin derivada de la abundancia o escasez de los mismos. Esta distincin permite superar la paradoja del valor, segn la cual hay bienes de extremada utilidad que no alcanzan ningn precio y, al revs, bienes de muy es-

    6. Discurso sobre h Economa Poltica, 75. Antonio Muoz es el seudnimo de Enrique Ramos, uno de los economistas ms importantes y menos reconocidos de nuestro siglo xvm. 1 loinbre de muchos nombres, parece que fue militar, acadmico y, desde luego, economista con un pensamiento sugestivo y puesto al da. Su Disamo es de 1769. Muoz expresa, en esta cita, una idea repetida por multitud de escritores econmicos de los siglos xvu y xvm: Serra, Mis- selden, M un, Child, Eortrey, Petty, Davenant, Barbn, Bandini, Gajiani y un largo etctera. *

    escuela teolgico-iusnarurnlista espaola. La sntesis de escolasticismo econmico y Mercantilismo tiene un representante temprano en Toms de Mercado, a mediados del siglo xvi. Jo- seph Schumpeter ( 19 7 1:133 ) afirma que el pensamiento econmico de los escolsticos absorbi con facilidad los fenmenos del capitalismo naciente y sirvi perfectamente de base para el trabajo analtico de los autores posteriores, hasta Adam Smith. Marjorie Grice-Hutehin- son (1982: 135 -14 1 y 14 9 -i i) estudia la teora del valor-utilidad de la Escuela de Salamanca y ofrece una panormica general, por pases, de la larga trayectoria de la teora escolstica del valor, que pervivi, ai menos, hasta finales del siglo xvm.

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    casa utilidad que alcanzan altos precios. La utilidad no es, pues, para los mercantilistas una cualidad de los bienes en abstracto, sino una cualidad de los bienes disponibles o producibles en una economa concreta." Se considerar que el precio natural de cualquier mercanca es una fundn de su estimacin en virtud de su utilidad para satisfacer necesidades y de la accin de las fuerzas de la oferta y de la demanda en cuanto determinan la abundancia o la escasez de la misma.

    La idea de riqueza del segundo Mercantilismo le permite establecer las condiciones en las que tiene que cumplirse el objetivo de la consecucin de la riqueza de la nacin, preocupacin bsica que mueve todo su esfuerzo terico. Estas condiciones vienen a concretarse en la acumulacin de un superv it de bienes econmicos definidos por su utilidad y, en su caso, capaces de alcanzar un precio en los mercados. La riqueza de la nacin radica en su capacidad para producir bienes tiles, siempre entendidos como valores de uso a los que un grado relativo de escasez dota de su entidad econmica. Lo que en estas pginas interesa subrayar es que, en este contexto doctrinal, el trabajo alcanzar la condicin de dispositivo inexcusable para la creacin de bienes tiles y la idea de productividad se entender como la movilizacin extensiva e intensiva de la capacidad labora! de la nacin para producirlos. Ambas categoras llegarn a ser as dominantes en el discurso econmico mercanti lista.

    La afirmacin, comn en los autores de poca, de que la riqueza de la nacin es su trabajo, o aquella otra, todava ms frecuente, que identifica la riqueza de la nacin con la disponibilidad de una poblacin abundante y debidamente ocupada, alcanzan su exacto sentido referidas al papel del trabajo y la productividad en la promocin de la riqueza de la nacin.7 8

    La representacin de la riqueza de la nacin como un fondo de bienes

    7. J . A. Schamperer(i97i: 137).8. Cosimo Perro tu sostiene que los autores del segundo Mercantilismo, caracterizados

    por su idea del trabajo como creador de nueva riqueza y por su decidido empeo por extender la produccin y acrecentar la productividad, desarrollaron una idea, ciertamente muy incompleta y confusa, de la idea de supervit capitalista. Un supervit entendido corno un excedente de riqueza traducible en la acumulacin de un fondo de valores de uso que, si no les permiti desarrollar un anlisis claro de la acumulacin capitalista, s les facilit destacar la importancia del trabajo produce. El supervit mereantilista se sustancia en la acumulacin de un monto de valores de uso generado por la actividad productiva. Toda la riqueza producida al final del ciclo productivo se descompone en dos partes. La primera restituye la riqueza producida en el ciclo precedente, que se consume en este tiempo en forma de consumo humano, bienes de consumo, o en la actividad laboral como materias primas y medios de produccin. Esta pri-

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    tiles excedentes y acunuilables resulta determinante para comprender la progresiva importancia de la categora de trabajo productivo en el pensamiento econmico mercantilista. Ya desde los aos sesenta del siglo xvn, detectamos la preocupacin de algunos tratadistas por establecer diferencias operativas entre ios conceptos de ocupacin productiva y ocupacin improductiva.9 Una preocupacin que hay que entender como el intento de establecer un criterio de discriminacin bien fundado para articular una adecuada poltica de promocin de la riqueza nacional. La distincin pretende abrir un cauce de solucin al problema de dilucidar qu ocupaciones contribuyen a crear la riqueza de la nacin y cules no lo hacen y aun pueden dificultar este objetivo y, por lo tanto, qu tipo de asignacin ocupacional de la poblacin es la ms eficiente desde el punto de vista econmico. El planteamiento histrico de esta cuestin slo puede producirse si la idea de riqueza dominante aparece directamente referida a la produccin de bienes tilesproductos del trabajo humano y de la prodigalidad de la naturalezay a su sus- tanciacin en un supervit que es, a su vez, e! nico criterio apropiado para valorar el dinamismo y la fortaleza de la economa nacional. Es en este contexto intelectual en el que la categora de trabajo productivo adquiere una posicin suficientemente central como para actuar como principio de clasificacin y de ordenacin de las diferentes clases de ocupaciones y, por ex-

    9. Los textos del setecientos hablan de ocupaciones y oficios productivos e improductivos. En estas pginas utilizaremos, en una primera aproximacin, tanto estas denominaciones de poca como otras posteriores que han llegado a ser tpicas en los textos econmicos: trabajo productivo y trabajo improductivo. Esta distincin, destinada a tener una larga y complicada vida en la literatura econmica decimonnica, con importantes variaciones en su significado, -alcanza su primera expresin histrica en la teora mercantilista sobre las ocupaciones productivas e improductivas. El lector dehe ser advertido de que, un poco ms adelante, en este mismo captulo, tendremos que volver sobre esta cuestin y establecerla debida distancia entre las ocupaciones y los oficios productivos, trminos con los qnc se expresa por primera vez la idea de trabajo productivo en el .Mercantilismo, y el propio concepto de trabajo productivo, mucho ms abstracto. Trmino que slo aparece en posteriores escuelas de economa poltica del siglo xvm.

    mera parte reintegra toda la riqueza consumida, incluso la destruida por el consumo no necesario. La segunda parte es la que excede la simple sustitucin de riqueza consumida en el ciclo anterior y mide el crecimiento de la riqueza total respecto a la precedente. Esta segunda riqueza es la que provee mi fondo de valores de uso que mide el crecimiento de l:l riqueza total de la nacin respecto al ciclo precedente, Perrotta entiende que los fisicratas dieron un paso decisivo para la comprensin del supervit capitalista, pero no fueron los primeras descubridores de la idea de supervit, como suele pensarse. C. Perrotta (1988: cap, 3),

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    tensin, de los diferentes grupos sociales que las desempean. Es decir, es la categora econmica que posibilita la construccin del concepto y de la imagen de la sociedad ocupada.

    El concepto de trabajo productivo define como ocupaciones productivas aquellas que crean un supervit de riqueza en trminos de valores de uso, o, expresado de otra forma menos precisa pero con mayor capacidad retrica, aquellas que, hablando con propiedad econmica, son socialmente tiles. Este es el tipo de trabajo que acrecienta la riqueza de la nacin al generar todo tipo de bienes, dispuestos para cumplir funciones tanto reproductivas y sus- titutivas tiles, como excedentarias y acumulativas.

    La figura del trabajo productivo, la distincin entre ocupaciones segn el criterio de la productividad y la utilizacin de estas categoras para una reordenacin de la sociedad que exprese la peculiar racionalidad econmica que implican alcanzarn sus formulaciones ms elaboradas en torno a las dcadas centrales del siglo xvm. Si en Espaa es Antonio Muoz quien ofrece la versin ms acabada de la teora, es el napolitano Antonio Genovesi quien perfila su elaboracin ms sistemtica.

    Muoz formula, con rotundidad, la tesis del trabajo productivotrabajo que produce bienes tilescomo fundamento de la riqueza de a nacin.

    Las cosas (los bienes) y sus signos (el dinero) forman la esencia de la opulencia; pero los Estados no pueden conseguir la opulencia sino por medio de las cosas; esto es, de hombres empleados en trabajos tiles, que aumenten la suma de productos y les den todo el valor que puede aadirles la industria.10

    Partiendo de este principio, una de las preocupaciones de nuestro autor es la reordenacin de la estructura de las ocupaciones existente para desactivar la contradiccin flagrante entre el orden ocupad onal y el orden econmico que persigue la prosperidad nacional. Muoz no nos ofrece la elaboracin discursiva acabada de la figura de la sociedad del trabajo productivo o, lo que es lo mismo, de la sociedad ocupada. Sin embargo, esta impregna de manera inequvoca sus pginas. As, cuando propone la restriccin de la cantidad de efectivos que se desempean en ocupaciones necesarias pero improductivas.

    io. Discurro sobre a Economa Poltica, 79. Muoz utiliza indistintamente las expresiones ocupaciones tiles y trabajos tiles, por otra parte comunes en la poca. Tambin utiliza, con ciea frecuencia, la locucin oficios tiles o productivas. La cursiva es ma.

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    Para mantener el buen orden en un vasto dominio son menester muchas personas; pero como estos empleos, aunque necesarios, no son productivos por s, es muy importante en ellos la economa.11

    La reordenacin de la sociedad segn el criterio del trabajo productivo presenta en Muoz una doble cara. Por un lado, de manera muy concisa, se apunta una consideracin sociolgica- general del problema. En este caso, la argumentacin descansa en la idea de que los grupos ocupacionaes improductivos, aunque sean imprescindibles, no deben convertirse, de manera efectiva, en una va indeseable para la sangra de efectivos productivos. Por aqu, la teora del trabajo productivo apunta su potencial crtico respecto a !a configuracin real de la sociedad estamental, vista como una sociedad que alienta por s misma el trabajo improductivo intil. Por otra parte, Muoz defiende la necesidad de una correcta ordenacin de los distintos sectores productivosentre los que l incluye el comerciosegn un criterio de je- rarquizarin econmica que garantiza la viabilidad de una poltica acertada de desarrollo y ofrece, adems, una pauta correcta para la asignacin de los trabajadores productivos.

    Muoz es un claro defensor de la primaca del sector agrario, sin que esta relevancia tenga matiz fisiocrtico alguno.11

    Esta pmporcin indispensable para conseguir slidamente la opulencia, se verificar siempre que entre los oficios de los hombres se atienda con predileccin los ms necesarios, cuales son sin duda los de la agricultura. Ella debe ser ei cimiento de edificio. 11 12 13

    La relevancia del sector agrario se defiende con tres tipos de argumentos, de ios que aqu interesa principalmente el ltimo.14 Muoz parte de un princi

    1 1 . Discurso sobre a Economa Poltica, j 2.12 . Para nuestro autor, las manufacturas, el artesanado, ks fabricaciones, son sectores tan

    productivos como la agricultura. Su intento jerarquizador es la bsqueda del mejor ordenamiento racional de los sectores productivos para garantizar la mxima creacin de riqueza posible y la mejor asignacin de los efectivos humanos productivos.

    i j . Discurso sobre la Economa Poltica, 84.14. El primero es monetario y dice que el sector agrario es, a la postre, el garante de una

    tasa de precios moderada, y econmicamente saludable, de los bienes ms necesarios. El segundo argumento es poblacionista. El sector agrario es el nico fundamento del crecimiento de los efectivos de la poblacin nacional en cualquiera de los dems sectores productivos. I.a disponibilidad de bienes de subsistencia es la verdadera medida del crecimiento de la poblacin. Adems, las materias primas agrcolas son las que reciben valor en los dems sectores productivos, sustentando en ellos la generacin de poblacin ocupada.

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    pi comn en la poca que dice que la promocin de la riqueza de la nacin est en relacin directa con el aumento del nmero de sus individuos empleados en algn trabajolase siempre trabajo productivo. Sin embargoinsiste nuestro autortoda poltica de promocin del empleo nacional tiene que considerar las condiciones especficas del trabajo en cada sector econmico para que d los frutos deseados. Estas condiciones establecen un principio de movilidad entre sectores ocupacionales que corre, necesariamente, del sector agrcola a los dems, entendindose que la movilidad es imprescindible para el mantenimiento de! grado mximo de ocupacin nacional en trabajos productivos. Hay condiciones naturales, estructurales y culturales, o de mentalidad, que explican la direccin nica de esta movilidad desde el sector agrcola a las fabricaciones, al comercio y a! transporte y que, por lo tanto, niegan que pueda funcionar en sentido contrario.'5 Si la poblacin ocupada comienza su ampliacin por el comercio, el transporte o las fabricaciones, no se cumplir este requisito, pues de un Artesano, jams saldr un labrador [...]. De un labrador, al contrario, podr salir un Marinero, un Artesano, un Comerciante-.

    Hay en Muoz un doble discurso construido a partir de las posibilidades analticas que ofreca el concepto de trabajo productivo. Por un lado, el discurso, apenas insinuado, de una masiva crtica del ordenamiento social existente, configurado desde una nueva posicin retrica que se beneficiaba del rigor que le transfera la racionalizacin econmica del problema de la riqueza nacional, es decir, la idea de trabajo productivo. Por otro, el discurso, ms perfilado, del correcto ordenamiento jerrquico de los sectores econmicos productivos para el incremento de la productividad nacional, cuestin que supona una ms eficiente asignacin de trabajadores productivos, lo que, a su vez, slo poda hacerse mediante la comprensin de la racionalidad que rige la movilidad sectorial del trabajo.1* 15

    15. La dase de los labradores, siendo una de las que viven con ms frugalidad y menos comodidades, dar todas tas manos que le sobren a las dems, que irn necesitando de ellas segn crezca la ocasin de emplearlas, Discurso sobre la Economa Poltica, 84.

    t. La importancia en Muoz del trabajo productivo y de la reordenacin de la sociedad segn el criterio de productividad no es, desde luego, un hecho excepcional entre los escritores espaoles de la poca. Nicols de Arriquibar se ocupa tambin, en su Relacin Poltica de 1779, de parecidas cuestiones cuando argumenta sobre las clases o sectores ms productivos y, dentro de estos, sobre el que ostenta una mayor potencialidad productiva. Martn Fernndez Navarrete (179 1:18 -19 ) establece distinciones entre clases de poblacinocupaciones y dedicacionescon condiciones econmicas positivas, neutras y negativas. El criterio de productivi-

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    Si la figura de la sociedad reordenada segn el principio del trabajo productivola sociedad ocupadaaparece en Antonio Muoz slo parcialmente dibujada, en Antonio Genoves llegar a su expresin ms perfilada. No hay otro autor que, en el siglo xvui, exponga de manera ms ntida y sistemtica una doctrina cuyas voces y ecos resuenan por todos lados.17

    r j, Antonio Genovefi (17 11-176 9) fue un clrigo napolitano ilustrado. Su peripecia intelectual le llev de la teologa a la moral y de esta a la economa. En 1754, se hizo cargo de la ctedra para el estudio de la nueva ciencia de la economa que Bartolomeo Inrieri cre en la Universidad de aples. Sus ideas econmicas cristalizaron en contacto con los mercantilis- tas tardos, aunque tambin ley a los primeros liberales. Su visin econmica tiene dos polos de referencia: Inglaterra, que representa la eficiencia y los logros cientficos y tcnicos, ms el poder efectivo, y Espaa, que ejemplifica, a los ojos del napolitano, la voluntad de reforma de un pas decadente. Genoves tiene una dramtica conciencia de la decadencia napolitana. Su acusada preocupacin por la teora del trabajo productivo y su perfilada idea de la sociedad ocupada seran difciles de entender sin el teln de fondo de la propia imagen que se haba forjado de los males de su patria. En este sentido, podra decirse que Genoves alcanz una especial sensibilidad para los problemas del desarrollo, precisamente por su experiencia dramtica del subdesarrollo napolitano. Ya en 1754, Genoves dio a la prensa un importante Discurso sui xierafine delle kttere e delie sdenze, verdadero manifiesto de la nueva sensibilidad intelectual del

    dad es el que articula estas distinciones. La proporcionalidad de la estructura ocupacin! aparece como consecuencia de la necesidad de fomentar el crecimiento de las ocupaciones positiva.v, que no son otras que las que se desempean en trabajos directamente productivos. La riqueza y el engrandecimiento de una Nacin est en razn directa de los primeros (clases de poblacin positiva) e inversa de los ltimos (clases de poblacin negativa). Por consiguiente, es necesario fomentar aquellos y reducir todas las clases de stos con sabia economa. Y, por ltimo, que si el nmero de frutos que producen las cantidades positivas es igual al que arrancan y consumen las negativas, entonces quedar igual a cero el resultado de las riquezas que una Nacin laboriosa pudiera proporcionarse con los sobrantes del trabajo de los individuos industriales. Bernardo Ward basa sus anlisis y propuestas econmicas en el principio de que el empleo til (trabajo productivo) de los hombres es el punto ms fundamental de todo sistema econmico, y considera la existencia de grados notables de utilidad, segn ocupaciones. La mayor utilidad corresponde a las manufacturas y, especialmente, a la agricultura. Son las ocupaciones productivas por excelencia. Ward subraya la directa responsabilidad del Estado en la promocin de la poblacin productiva y en la limitacin de los efectivos improductivos: El ser intiles los hombres, siempre consiste en el gobierno superior, y en la falta de una buena polica (entindase administracin). Proyecto econmico (1787: 35 y 5). F. Roma i Rosell, en Las seales de la felicidad de Espaa de 1768, comparte la idea de la extensin ilimitada de a poblacin productiva y del colectivo ocupacionai que se dedica a realizar el valor de los bienes tiles en el mercado, y la restriccin de la poblacin improductiva. Mientras estas clases aumenten (labradores, artesanos, comerciantes), poco importa que disminuyan las dems [...]. Qu perjuicios sentira el Estado de la prdida de unos hombres que, excediendo del nmero necesario y prescindiendo del mrito personal de algunos, constituyen tina verdadera carga?-

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    Genovesi desarrolla su discurso a partir de la idea comn del valor como capacidad de los bienes para satisfacer las necesidades y de la riqueza nacional como fondo de bienes tiles. Las riquezas de un pasdice se hallan siempre en razn directa con la suma de las labores. Es e) trabajo el que genera los bienes que satisfacen las necesidades de los individuos y del Estado. Partiendo de esta premisa, uno de los asuntos principales de la poltica econmica es determinar la ley que debe presidir la correcta distribucin de la poblacin en funcin del criterio central de la productividad.

    Una sociedad con una vasta gama de ocupaciones productivas e improductivas es una sociedad en un avanzado grado de divisin social del trabajo. La historia conjetural del progreso por estadios, definidos segn las formas materiales del modo de vida, es la imagenuna de las grandes invenciones ilustradasque permite a Genovesi presentar la divisin del trabajo como un fenmeno de civilizacin. Posibilita una narracin historizada de la enorme capacidad que el proceso de divisin del trabajo tiene para generar prosperidad y, una vez asegurada su potencialidad positiva, permite una consideracin relativistaes decir bistoristade los aspectos negativos que lleva aparejados. El devenir general de la civilizacin discurre desde la simplicidad de las sociedades primitivas, donde todos sus miembros producen necesariamente de manera directatodos son trabajadores productivos para el autoconsumo, hasta nuestras sociedades complejas, en las que la divisin del trabajo es un fenmeno caracterstico. El proceso de civilizacin agudiza gradualmente la diferenciacin entre ocupaciones productivas y ocupaciones improductivas, lo cual supone intensificar los efectos beneficiosos del proceso, aunque tambin abra un amplio espacio para el desarrollo histrico de las disfunciones, cuando las sociedades y gobiernos no presenten una

    importante grupo de Intieri, a! que tan vinculado estuvo, al servicio de la modernizacin del reino, Vase al respecto Rosario Villari (1981: 135-159). En 1765, Genovesi public sus Lesin/ di Commenio, sin duda la obra econmica ms importante e influyente de la Ilustracin italiana hasta mitad de siglo. Franco Venturi (199: 6 n ) la considera como una enciclopedia, una suma, del saber moral, poltico y econmico de toda una importante generacin ilustrada italiana, una obra que resume La labor realizada hasta pasada la mitad del siglo y abre el camino a todo el complejo movimiento de las reformas ilustradas del segundo Setecientos. La obra ms importante de Genovesi tuvo una muy buena acogida en Espaa. Las Lecciones se tradujeron completas en 1785 y, en 1800, Dnvila y Villagrasa public una versin resumida para uso acadmico. Cosimo Pcrrotta opina que Genovesi es quien ha dejado el anlisis ms estructurado del trabajo productivo de los valores de uso.

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    constitucin aceptable.1** De hecho, el desarrollo histrico de la divisin del trabajo ha trado consigo importantes perturbaciones en la correlacin real entre ocupaciones productivas e improductivas, favoreciendo procesos reales de decadencia. Para atajar este mal, que afecta a las sociedades histricas evolucionadas, la nica poltica correcta es la que establece y aplica, mediante un sabio ordenamiento legislativo, el principio racional de la reduccin al menor nmero posible de todos los que no producen inmediatamente, rectificando, bajo el dictado de la razn, el serio desorden que en la divisin social del trabajo ha introducido la ambicin y el orgullo de los improductivos:

    lodos los hombres, que por s no producen inmediatamente y se mantienen de lo que los otros trabajan, deben reducirse al menor nmero posible, regulndose esto con las necesidades y las fuerzas del Estado. Este mnimo posible es la gran ley poltica en este nmero de personas, pues si es excesivo debilita las rentas y minora los operarios que deben emplearse en las artes; y si es demasiado pequeo, no es suficiente para la defensa del Estado y puede por esto ocasionarse una gran prdida en e) comercio y en la industria.19

    La propuesta de Genovesi compromete tres cuestiones capitales. La primera apunta a una decidida poltica de desarrollo econmico nacional, del que

    jfi. Es un hecho de civilizacin la aparicin y la extensin de aquella parre de la poblacin que no produce inmediata mente. Desde el punto de vista econmico, es necesaria para un crecimiento sostenido de la produccin de bienes y, por lo tanto, de la riqueza de la nacin. La civilizacin supone el aumento de gentes que, no produciendo nada inmediatamente, y mantenindose de las producciones de las primitivas (clases de gentes), se han hecho con todo tan necesarias como stas, sirviendo o para defenderlas, o para instruirlas, o para ayudarlas; cuyos oficios bien entendidos, y ejecutados, aprovechan infinitn para el aumento de las rentas de la Nacin. Lecciones de Comercia o de Economa Civil, 1, 17 1 y ss. Sobre el rastro, en Genovesi, de la idea de los estadios, cff. PII, Elugero. 1984.

    19. Lecciones de Comercio, 1, 1 72. La cursiva es de Genovesi. La ley del mnimo posible se aplica a militares, magistrados, jueces, abogados, procuradores, escribanos, etc. Respecto a los mdicos, cirujanos, boticarios, qumicos, etc. seala que, contribuyendo a la salud y sanidad de los cuerpos, sirven indirectamente a aumentar la suma de los trabajos metdicos y por consiguiente son tiles, no excediendo su nmero de lo preciso para las necesidades de los pueblos, 1, 177. En cuanto a los eclesisticosseculares y regulares, son de institucin divina, pero el nmero de ellos se debe regular por la prudencia humana. Tanto su nmero excesivo como su taita es causa de muchos desrdenes, 1 , 177, La nobleza tambin centra su atencin, encontrando una justificacin social a proporcin de su valor y utilidad. De hecho esta utilidad slo es posible en la medida en que la nobleza se integre, desde su rcordenamieuto econmico, en la clase de los indirectamente productivos, cumpliendo funciones tales como el estudio de las ciencias tiles, la investigacin, la judicatura y la milicia. III, 298.

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    aqu slo aparece su aspecto social, basada toda ella en una idea de riqueza que convierte al trabajo productivo en la categora determinante y crtica. La segunda remite al poblacin ismo de Genovesila gusta popuiazwne, que hace especial hincapi en el pleno empleo de la utilidad de los efectivos nacionalesproductividad directa e indirectaen una sociedad cada vez ms rica y que administra su riqueza de manera que beneficie realmente a los trabajadores productivos.*0 La tercera cuestin tiene que ver con las consecuencias sociales de la aplicacin del principio de racionalidad econmicael principio de productividad. La estructura social pasa a ser redefinida econmica y polticamente en virtud del principio establecido. Los mercantil is- tas e ilustrados tuvieron plena conciencia de la potencialidad y el mordiente crticos que, en lo relativo al ordenamiento de! sistema social, tema la teora del trabajo producrivo. Encierra esta una poderosa carga reactiva que ser sistemticamente utilizada para perfilar los contornos de un hombre burgus universal que se configura, en buena parte aunque no slo, mediante su confrontacin con las figuras representativas de !a inutilidad econmica y social de la estructura social del Antiguo Rgimen y con los eontravalores que se les adjudican, El lector debe tener presente que el nico uso del trmino burgus que utilizaremos en estas pginas es el referido a un hombre universal, paradigma del ser humano tpico de la sociedad comercial, y no el del burgus como paradigma sociolgico de una clase social especfica. Quiere esto decir que el concepto de burgus abriga una ambicin de universalidad, quiz desmedida para nuestra sensibilidad histrica, que choca frontalmente con la idea sociolgica y vulgar que solemos tener del mismo. El burgus detectable en la mayor parte de los textos ilustrados es ms una figura antropolgica que una categora sociolgica. Un prototipo de hombre que se desea predicar de todos los hombres y no un tipo social especfico que se quiere discriminar del resto de as categoras sociales para bosquejar alguna

    jo. El nmero de los hombres que hacen producir la tierra y las aguas y sostienen las rentas del Estado, sea el may'or que pueda ser, atendida la extensin del pas [...] y, al contrario, que las clases de los que gastan y consumen sin dar utilidad inmediata y productiva, se reduzca a la menos cantidad posible, Lecciones, I, 180-181. El pohlacionismo de Genovesi contiene una notable carga psicolgica, poltica y moral. La ginsta popnlazhm no es slo una cuestin de cantidad, sino de calidad de rada de las clases trabajadoras. La prosperidad del Estado depende del nmero de habitantes y de la prosperidad relativa de todas sus clases. La defensa de la motivacin positiva del trabajo se combina con las medidas de reforma poltica y social a cargo de la destra soverana y la reivindicacin de un programa de educacin como factor imprescindible del desarrollo. Pii, Elugero, 1984, 180-181.

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    propuesta de teora de la estratificacin. Entre nosotros y el burgus del Siglo de las Luces se interpone siglo y medio de deconstruccin y ferocidad intelectual antiburguesa. La construccin del burgus universal del siglo xvm requera, por arriha, su contraposicin con las mentalidades y formas de vida tpicas del noble y del eclesistico y, por abajo, con las del pobre ocioso y del trabajador manual escasamente previsor y laborioso, inclinado a formas de vida que alternaban desordenadamente el trabajo y la ociosidad. Adems, como tendremos sobradas ocasiones de comprobar a lo largo de estas pginas, el burgus universal requera la universalizacin del hombre de pasiones de la psicologa ilustrada y del hombre moral de la utilidad y la felicidad. Un modelo de hombre activo y motivado, tambin prudente y moderado, que encontraba su encarnacin en cualquiera de las clases que defina la economa poltica del siglo xvm.

    El criterio del trabajo productivo permite una especfica ordenacin de las distintas clases de la sociedad, segn ocupaciones, que contrasta fuertemente con el orden tradicional del estatus.1' El discurso econmico resultar una poderosa arma para el combate ideolgico y poltico en las postrimeras del Antiguo Rgimen. La clasificacin de la sociedad segn a teora del trabajo productivo asume la necesidad de diversas funciones sociales, pero reclama un principio de proporcionalidad como garanta del nico orden social aceptable que, en definitiva, apunta a un principio de racionalidad econmica. La traduccin de este principio se realiza mediante la utilizacin de categoras tales como: personas que producen inmediatamente, personas que no producen inmediatamente y personas no productivas.

    La primera clase es la formada por los cazadores, pescadores, labradores, pastores, mineros, artesanos, fabricantes, etc.11 La segundapersonas que no producen inmediatamentela componen los que distribuyen y conservan los bienes. Si estos son escasos decae la industria y se alienta el monopolio comercial; si excesivos, faltarn los brazos a la primera clase. De todas 3

    3i. Genovesi habla, por vez primera, de la divisin de la sociedad en clasesdassien su obra Elemevt! del Cammenio anterior a las Melonesen el captulo dedicado a la industria. El concepto de clase se utiliza para la divisin social segn dedicaciones ocupacionales y dedicaciones ociosas. Se acua un trmino novedoso y, por lo tanto, escasamente poluciunado semnticamente para introducir la diferenciacin social entre grupos ocupacionales productivos e improductivos.

    22. Importa mucho que los que se ocupan en estas artes no solamente sean el mayor nmero posible, sino que se hallen bien instruidos y estimados.

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    formas, e! exceso no es muy temible en esta clase si se deja obrar a ia naturaleza del inters, que mantendr a los negociantes en una justa proporcin de manera natural. La tercera clasetambin de efectivos tiles que no producen inmediatamentees una clase de servicio: proteccin, educacin, religin, etctera. Finalmente hay una ltima clase, la de los puramente improductivos y socialmente dainos.

    La recta distribucin de las ocupaciones y de los trabajos dice que los directamente productivos deben aumentarse lo mximo posible, sin otros lmites que los que marca la g is s ta popul/izione. Los indirectamente productivossegunda y tercera clase, siendo necesarios, tienen que limitarse para no generar efectos indeseados y negativos para el desarrollo nacional. Los considerados como trabajos improductivos y socialmente dainos deben restringirse drsticamente o erradicarse absolutamente. A los improductivoscaso de los criados, sirvientes, regatones, etc.tiene que aplicrseles, con un rigor desusado, la ley del mnimo. En cuanto a las ocupaciones dainascomediantes y msicos de la legua, prostitutas y dems dedicaciones de este tipodeben ser erradicadas del cuerpo social.

    La decidida intervencin del gobierno es imprescindible para adecuar la proporcionalidad de los trabajos indirectamente productivos: un marcador mercantilista del pensamiento del napolitano. Esta intervencin supone, por una parte, tomar las medidas adecuadas para atenuar progresivamente los privilegios estamentales y corporativos que atenazan directamente la realizacin del mximo posible de trabajo productivo, por ejemplo medidas contra la amortizacin de tierras en manos de los privilegiados y contra el abusivo corporativismo gremial. Adems, tiene un campo directo de actuacin en aquellas ocupaciones de la tercera ciaseocupaciones tiles no productivasque no se regulan por la demanda de sus servicios, esto es, aquellas ocupaciones que dependen mucho de las costumbres y de las leyes, en las que el criterio ltimo de proporcionalidad es de ndole poltica. Es el caso de los militares, jueces, eclesisticos y administradores en general, aunque no tanto el de mdicos, abogados, cirujanos, boticarios, etc., es decir, todas aquellas profesiones que crecen y menguan segn las necesidades o, dicho con otras palabras, sobre las que la demanda puede ejercer, si se quitan los obstculos, alguna restriccin.23

    23. Seria interesante establecer algunas consecuencias de la tesis de Gen oves i sobre la efectiva regulacin del trabajo en la dudad del setecientos. Ciertamente, la critica del greinia- lisrno el aparato institucional para a regulacin del trabajo y de la produccin urbanos

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    La diferenciacin entre 'abajo productivo e improductivo obra como dispositivo central de un programa de desarrollo para sociedades con un moderado crecimiento econmico autosostenido, programa que implica una