dieterlen - derechos, necesidades basicas y obligacion institucional

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Derechos, necesidades básicas y obligación institucional c Paulette Dieterlen * Introducción E n la actualidad, quizá debido a la aparente crisis del Estado de Bienestar, las discusiones filosóficas sobre justicia distributiva han cobrado un im- portante vigor. Dichas discusiones versan desde las propuestas de teorías generales de la justicia que defienden principios universales como la de John Rawls 1 , hasta el énfasis en el análisis de los mecanismos particulares de asigna- ción tomando en cuenta las características de los beneficiarios y de los recursos escasos susceptibles de ser distribuidos como lo propone Elster (Elster, 1994). Otros temas relevantes que han formado parte de la discusión sobre justicia dis- tributiva son, por ejemplo, los principios y las pautas de la distribución, las carac- terísticas de los agentes que reciben los beneficios, la eficiencia y la justicia de los mecanismos de asignación. En el seno de esas discusiones ha cobrado rele- vancia el concepto de “necesidades básicas”, puesto que designa un elemento pri- mordial que debe ser atendido por cualquier política social. Este tema, que ha ocupado varias páginas en los textos de ética, filosofía política y economía, al- canza en México una dimensión dramática ya que se relaciona con el problema social más difícil de solucionar: el de la pobreza. El asunto no es trivial ya que, según datos oficiales, de aproximadamente 96 millones de habitantes, en la ac- tualidad 40 millones se encuentran en estado de pobreza, de los cuales 26 millo- 13 * Doctora en Filosofía. Investigadora y Coordinadora del Posgrado en Filosofía del Instituto de Inves- tigaciones Filosóficas, UNAM.

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dieterlen - derechos, necesidades basicas

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Derechos, necesidades bsicas yobligacin institucional Paulette Dieterlen*IntroduccinEn la actualidad, quiz debido a la aparente crisis del Estado de Bienestar,las discusiones filosficas sobre justicia distributiva han cobrado un im-portante vigor. Dichas discusiones versan desde las propuestas de teorasgeneralesdelajusticiaquedefiendenprincipiosuniversalescomoladeJohnRawls1, hasta el nfasis en el anlisis de los mecanismos particulares de asigna-cin tomando en cuenta las caractersticas de los beneficiarios y de los recursosescasossusceptiblesdeserdistribuidoscomoloproponeElster(Elster,1994).Otros temas relevantes que han formado parte de la discusin sobre justicia dis-tributiva son, por ejemplo, los principios y las pautas de la distribucin, las carac-tersticas de los agentes que reciben los beneficios, la eficiencia y la justicia delosmecanismosdeasignacin.Enelsenodeesasdiscusioneshacobradorele-vancia el concepto de necesidades bsicas, puesto que designa un elemento pri-mordialquedebeseratendidoporcualquierpolticasocial.Estetema,quehaocupadovariaspginasenlostextosdetica,filosofapolticayeconoma,al-canza en Mxico una dimensin dramtica ya que se relaciona con el problemasocial ms difcil de solucionar: el de la pobreza. El asunto no es trivial ya que,segndatosoficiales,deaproximadamente96millonesdehabitantes,enlaac-tualidad 40 millones se encuentran en estado de pobreza, de los cuales 26 millo-13*Doctora en Filosofa. Investigadora y Coordinadora del Posgrado en Filosofa del Instituto de Inves-tigaciones Filosficas, UNAM.Pobreza, desigualdad social y ciudadananes estn situados por debajo de la lnea de la pobreza extrema. La situacin depobreza extrema se detecta por varios indicadores, entre los que sobresalen las ca-ractersticas del hogar y la familia, el grado de desnutricin, y la posibilidad deadquirir la Canasta Normativa Bsica2.Ahora bien, en Mxico existen derechos constitucionales relacionados con lasatisfaccin de necesidades bsicas, como por ejemplo el artculo 3, que garan-tiza el derecho a la educacin, y el 4, que prescribe el derecho a la salud. En laactualidad se habla de incorporar a la Constitucin Mexicana el derecho a un m-nimo de bienestar, que comprendera el derecho a la alimentacin. Existe en la mayora de los pases un inters en combatir la pobreza por suaspecto disfuncional, puesto que los pobres constituyen un freno para el desarro-llo econmico de un pas. Sin embargo, es indispensable tomar en cuenta el as-pecto tico del problema. Desde este punto de vista, la pobreza es un mal en smismo: quienes la padecen carecen de lo indispensable para ejercer el ms mni-mo grado de autonoma y de capacidad para llevar a cabo ciertos planes de vida.En este trabajo nos referiremos a la definicin de las necesidades y a la rela-cin que guardan con los derechos y las obligaciones. Cabe aclarar que el con-cepto de necesidad que nos interesa es el de necesidad bsica, ya que es el rele-vanteparalosestudiosdelapobrezaextrema.Pornecesidadbsicaentendere-mos, con Wiggins, aquello que ... en todos los mundos posibles en donde exis-tan las mismas leyes de la naturaleza, las mismas condiciones ambientales y unadeterminada constitucin humana, los seres humanos sufriran un dao si no tie-nen acceso a los bienes que las satisfagan... (Wiggins, 1985: p. 167). Segn l,...caracterizarlasnecesidadesbsicasdeesamaneraesconcebirlascomounconcepto modal de cierto tipo que lleva consigo la idea de una situacin y de unbien no negociable (o en las circunstancias no negociable) que juntos sean la ni-ca alternativa real... (Wiggins, 1985).La discusin sobre las necesidades se ha bifurcado en dos grandes vertientes:porunlado,existenpensadoresquelasconsideranuniversales,yporotrohayquienes las consideran relativas al contexto cultural. Los defensores de la prime-raposicinpiensanqueesposiblehablardenecesidadesbsicasaplicablesacualquier ser humano independientemente de su historia y cultura. Por su parte,aquellos que defienden las segundas piensan que las necesidades son relativas alascircunstanciashistricasyculturalesyqueporellounapolticadistributivadebe, como lo menciona Walzer, proporcionar a las comunidades tnicas ayudafinancieraparaprogramasdeeducacinbilingesyserviciosdebienestarquetengan una orientacin de grupo (Walzer, 1996: p. 149). Podemos distinguir dosclases de posiciones relativistas. En la primera posicin se encuentran los pensa-doresquerechazanunanocindenecesidadesconpretensionesesencialistasouniversalistas, puesto que sta dejara de considerar las particularidades de cadacultura, provocando as actitudes paternalistas en los responsables de aplicar las14polticas sociales. Esto se debe a que no es lo mismo distribuir los bienes que laspersonasdesean,queaquelloquelosfuncionarioscreenquenecesitan.Losde-fensores del relativismo cultural pregonan que ciertas polticas nacionales despo-jan a los individuos de su identidad al soslayar su pasado histrico y su entornocultural.Enlasegundaposicinrelativistaseencuentranaquellosqueafirmanque los conceptos que usamos en los discursos sobre las polticas sociales, talescomonecesidades, desigualdad, pobreza, dependen del sujeto que hace la eva-luacin.Porejemplo,AmartyaSenserefierealasocilogaamericanaMollieOrshansky, quien argument que la pobreza es un juicio de valor citando el afo-rismo la pobreza, como la belleza, est en el ojo de quien la percibe. Si bien escierto que conceptos como pobreza, desigualdad y necesidades bsicas tienen unadimensin valorativa, tambin es cierto que primeramente tienen contenido des-criptivo, puesto que se refieren a una condicin de bienestar material en un tiem-po determinado, susceptible de ser medido. Amartya Sen ha criticado las posicio-nes relativistas mencionadas anteriormente, y refuerza su posicin recurriendo aMarx, quien respecto a este tema acept la existencia de una medida de subsis-tencia. Sen cita un pasaje del autor deEl Capital en el que reconoce que las lla-madas necesidades bsicas tienen un elemento histrico y moral, ... sin em-bargo, en un pas determinado, en un perodo determinado, el promedio de canti-dad de medios de subsistencia es prcticamente conocido... (Sen, 1982: p. 446).Ahorabien,acontinuacinmencionaremoslaposicindedosautoresque,negando las posiciones relativistas, defienden el esencialismo y la universalidaddelasnecesidadesbsicas.NosreferiremosporunladoaMarthaNussbaum,quien descansa en la filosofa aristotlica, y por otro a Len Doyal, quien se adhie-re a una visin kantiana. Martha Nussbaum (Nussbaum, 1998: p. 60) propone una teora de las funcio-nes ms importantes del ser humano que, una vez identificadas, servirn de pun-to de partida de las polticas sociales. Su posicin comprende tanto los fines quepersiguen los hombres, como una idea del contenido general de la vida humana.Nussbaumnosproporcionaunalistanormativadelasfuncioneshumanas,ysibien admite que dicha lista es vaga, piensa que es mejor acertar vagamente queerrar con precisin (Nussbaum, 1998: p. 61). Para argumentar a favor del esen-cialismo de las necesidades bsicas, Nussbaum parte de dos supuestos: el prime-ro consiste en afirmar que siempre reconocemos a otros como humanos, a pesarde las diferencias de tiempo y lugar; el segundo se refiere a que existe un consen-so general y ampliamente compartido sobre ciertas caractersticas cuya ausenciasignifica el fin de una forma de vida humana. Entre las funciones humanas bsi-cas destacan las siguientes: poder vivir hasta el final de una vida humana comple-ta; tener buena salud, estar suficientemente alimentado, tener alojamiento y liber-taddemovimiento;evitareldolorinnecesarioyperjudicial,tenerexperienciasplacenteras; usar los cinco sentidos, imaginar, pensar y razonar; relacionarse conpersonas y cosas fuera de nosotros mismos, amar a quienes nos aman y se preo-15Paulette DieterlenPobreza, desigualdad social y ciudadanacupan de nosotros, sentir pena por su ausencia; formarse una concepcin del bieny comprometerse a una reflexin crtica acerca de la planificacin de la propia vi-da; vivir con y para otros, reconocer y mostrar preocupacin por otros seres hu-manos,comprometerseenvariasformasdeinteraccinfamiliarysocial;vivirpreocupado por animales, plantas, y el mundo de la naturaleza; rer, jugar, disfru-tar de actividades recreativas; vivir la propia vida y la de nadie ms en el propioentorno y contexto (Nussbaum, 1998: p. 71).Segn Nussbaum, si rechazamos la nocin de las necesidades bsicas esen-ciales rechazaramos una gua crucial para construir una teora de la justicia dis-tributiva que nos sirva para implementar las polticas pblicas. Piensa que el gru-po de necesidades bsicas mencionado anteriormente es lo suficientemente am-plio como para incorporar diferencias culturales y sociales. Tambin cree que unapoltica social no debe guiar la conducta de los ciudadanos, sino procurar que s-tostenganlosrecursosylascondicionesnecesariasparaactuarcomomslesconvenga para garantizar, de esta manera, que las oportunidades estn efectiva-mente disponibles (Nussbaum, 1998: p. 72).Ahora bien, la posicin radical esencialista de Martha Nussbaum puede pro-vocar controversias. Por un lado no es claro que una propuesta semejante puedaincorporar las diferencias culturales. Por otro lado, como afirma Onora ONeill,... no genera controversias el hecho de que los seres humanos necesitan una die-ta adecuada de vivienda, ropa adecuada para el clima, servicios sanitarios y cuida-dos mdicos. Sin embargo, provoca controversias la necesidad de educacin, com-paa, actividades polticas, culturales y alimento para el espritu...(ONeill,1998: p. 95). Una posicin menos radical es la que asume Len Doyal.Doyal (Doyal, 1998: pp. 157-172) piensa que los intentos de ciertos pensado-res por negar la existencia de necesidades bsicas han sido populares pero plausi-blemente superficiales. Dichos intentos son populares porque no es difcil sostenerque las personas tienen sentimientos fuertes sobre sus necesidades bsicas y sobrelos cambios que stas sufren dependiendo de las culturas. Sin embargo, cree quelos sentimientos subjetivos no constituyen una fuente confiable para atender lasdemandas sobre las necesidades. Ello obedece a que en ocasiones podemos desearfuertemente cosas que nos hacen dao, ypodemos desconocer aquello que se re-quiere para evitar dicho dao. Por esta razn, es indispensable aceptar la idea deque las necesidades bsicas tienen una base objetiva y universal. Una base objeti-va es aquella que, emprica y tericamente, es independiente de los deseos y laspreferencias subjetivas. Una base universal significa que el dao provocado por laausencia de un bien determinado es igual para todo el mundo.Segn Doyal, la palabra necesidad se usa, explcita o implcitamente, parareferirnos a una categora particular de metas pensadas como universalizables. Esimportantedestacarque,enestesentido,lasnecesidadessedistinguendeotrasmetas que se refieren a lo que las personas quieren o desean, y que dependen de16laspreferenciasparticularesydelmedioambientecultural.Lossereshumanostienen metas universales que corresponden a las necesidades bsicas, y es nece-sario alcanzarlas para que no sufran un dao especfico y objetivo. As, segn Do-yal, las necesidades bsicas son precondiciones universalizables que permiten laparticipacin, tan activa como sea posible, en aquellas formas de vida que tantolos hombres como las mujeres pueden elegir si tuvieran la oportunidad de hacer-lo (Doyal, 1998: pp. 157-172). Para Doyallas necesidades bsicas son la salud y la autonoma personal. Deesta manera, para que las personas puedan actuar y sean responsables, deben te-ner determinada capacidad fsica y mental consistente en la posesin de un cuer-po que est vivo, gobernado por todos los procesos causales relevantes, y debentener asimismo la competencia mental para deliberar y elegir. La competencia yla capacidad de eleccin constituyen el nivel ms bsico de autonoma personal.As, la supervivencia fsica y la autonoma personal son precondiciones para quelos individuos puedan actuar, independientemente de su entorno cultural. Doyalexamina la salud fsica y afirma que puede ser definida de una manera negativa,es decir, como aquello sin lo cual sera imposible tener una expectativa de vida ycuyaausenciaprovocaralaaparicindeenfermedadesfsicasquepuedenserconceptualizadas en trminos biomdicos (Doyal, 1998: p. 159). En cuanto a la autonoma, distingue tres ideas indispensables para compren-derla. La primera se refiere a la comprensin que las personas tienen de s mis-mas, de su cultura y de lo que se espera de stas en ella. La segunda se relacionacon la capacidad psicolgica que tienen los hombres y las mujeres para crear suspropiasopciones.Porltimo,laterceraserefierealasoportunidadesobjetivasque permiten que una persona acteo deje de actuar. La autonoma se relacionantimamente con la educacin formal y, segn Doyal, sus niveles mnimos pue-den describirse mediante las siguientes caractersticas: los agentes tienen la capa-cidad intelectual para fijar metas de acuerdo con su forma de vida;poseen la su-ficiente confianza en s mismos para desear actuar y participar en la vida social;pueden formular fines consistentes y son capaces de comunicarlos a los otros; losagentes perciben sus acciones como propias; tienen la posibilidad de comprenderlas restricciones empricas que dificultan o impiden el logro de sus metas; pue-densentirseresponsablesdelasdecisionesquetomanydesusconsecuencias(Doyal, 1998: p. 160).As, al igual que la salud, la autonoma personal puede entenderse por la vanegativa, esto es, resaltando el dao objetivo que resultara si las caractersticasanteriormente sealadas no se dieran. Ahora bien, suponiendo que aceptamos la existencia objetiva de las necesi-dades bsicas, veremos la conexin que guardan con los derechos que todo ciu-dadano debe gozar. La pregunta que surge es: una vez que hemos dilucidado lanocindenecesidadesbsicas,podemosafirmarquelaspersonastienendere-17Paulette DieterlenPobreza, desigualdad social y ciudadanacho a exigir que les sean satisfechas? En general, es posible distinguir tres posi-cionessobrelarelacinqueguardanlasnecesidadesconlosderechos.Existenpensadores que defienden la conveniencia de incorporar las necesidades en un es-quema de derechos llamados de bienestar. As, una teora de la justicia compren-de el establecimiento de derechos a las libertades, como el derecho a la vida, a lalibertad de expresin, de asociacin, etc. Pero tambin la teora necesita incorpo-rar ciertos derechos que en trminos generales suelen denominarse de bienestar,como el derecho a la salud, la educacin, la vivienda, alimentacin, etc. Los fil-sofos que sostienen estas teoras defienden los derechos de no-interferencia y losderechos que posibilitan el desarrollo de la autonoma personal.La segunda posicin critica el punto de vista de la primera, afirmando que s-lo los derechos a las libertades son universales, y slo la no-interferencia en lasacciones de las personas -mientras stas no daen a terceros- debe suscitar corres-pondientes obligaciones. Podemos resaltar dos argumentos en contra de los dere-chos de bienestar: primero, para cumplir las exigencias de los derechos de bienes-tar es necesario intervenir en los derechos a las libertades de los otros, por ejem-plo violentando el derecho de utilizar ntegra y libremente el fruto del trabajo porlaobligacindepagarimpuestos.As,esdifcilcombinarelniveldebienestareconmicoconunalibertadirrestrictadeintercambioenelmercado(ONeill,1998: p. 105); segundo, y ms importante, el respeto a los derechos que amparanlas libertades debe generar obligaciones en el Estado y en los dems ciudadanos.Esto significa que la violacin de un derecho debe generar una demanda por par-te del que la ha sufrido, y un castigo para aquel que no ha cumplido la respectivaobligacin. Por el contrario, la relacin entre derechos y obligaciones correspon-dientes no se da con los derechos de bienestar. Si bien en algunos casos ciertosderechosdebienestarseencuentranplasmadosenlasconstituciones,comoporejemplo en Mxico el derecho a la salud y a la educacin, el Estado no tiene re-cursos suficientes para garantizar el servicio a todo aquel que lo demande, o bienno tiene mecanismos para vigilar no slo la cantidad de servicios que se requie-ren para cubrir la demanda sino tambin la calidad. Los defensores de esta posi-cin concluyen que las teoras de la justicia no tienen manera de incorporar lasdemandas de los derechos de bienestar. stos pueden funcionar como manifies-tos, normas programticas o contenidos importantes de programas polticos, ysu cumplimiento es ms bien una cuestin de beneficencia que de justicia. La tercera posicin, si bien no comparte el primer argumento de la segundaya que es simplemente de carcter econmico, reconoce las dificultades que pre-senta el segundo argumento, es decir, el de la falta de relacin entre los derechosy las obligaciones. Adems de la falta de adecuacin entre los derechos y las obli-gaciones, destaca un problema prctico y emprico: hay una relacin asimtricaentre la existencia de necesidades bsicas y la posibilidad de exigir el respeto alos derechos. Es prcticamente imposible que los pobres tengan acceso a las ins-tancias legales pertinentes. Sin embargo, los defensores de esta posicin no con-18cluyen que las teoras de la justicia deban dejar de lado los derechos de bienestar.Piensan ms bien que el lenguaje de los derechos es insuficiente para incorporarlas necesidades, y que por lo tanto debemos recurrir a un lenguaje que incorporeobligaciones. La dificultad con este enfoque radica en encontrar una obligacinuniversal y aplicable tanto a los Estados como a los ciudadanos. Onora ONeill(ONeill, 1998: pp. 95-110) piensa que una obligacin que cumple con estas con-diciones es la de no ejercer coercin contra nadie. Si bien considera que el trmi-no coercin es problemtico, afirma que est indisolublemente ligado a la ideade amenaza. Por su parte, la amenaza depende del poder que se tiene para infli-gir un dao y de la vulnerabilidad que existe para sufrirlo. Y una forma de vulne-rabilidad consiste en tener necesidades bsicas, puesto que las personas que care-cen de los medios necesarios de subsistencia dependen del ejercicio del poder deaquellos que pueden proporcionarles o negarles los medios de vida. Las necesi-dades bsicas reflejan una falta de poder, y por lo tanto una situacin de vulnera-bilidad. Cuando un sector de la poblacin tiene necesidades, puede ser coercio-nado mediante el lenguaje del intercambio comercial o la negociacin poltica. Sise carece de lo bsico, es imposible rechazar aquello que ofrecen los que deten-tan el poder. Segn ONeill, una vez que descubrimos el aspecto vulnerable de lanaturaleza humana, debemos tomar en cuenta lo que se requiere para que aque-llos que tienen necesidades no se encuentren en una situacin de coercin. Unamanera de evitar que las personas que se encuentran en una situacin de pobrezaextrema no sean vulnerables consiste en ofrecerles beneficios que puedan acep-tar o rechazar (ONeill, 1998: p. 108). La idea de la justicia que ella propone re-quiere de cambios en los principios fundamentales de las instituciones para eli-minar las situaciones que ponen a las personas en un grado tal de vulnerabilidadque no pueden tener la capacidad de elegir o de rechazar aquello que se les ofre-ce. El cambio ms importante consiste en abolir las necesidades materiales. Si ob-servamos la posibilidad de rechazo que tiene una persona, est ntimamente co-nectada con el principio de autonoma mencionado por Doyal, puesto que permi-te que los agentes puedan sentirse responsables de las decisiones que toman y desus consecuencias. Eliminar las situaciones de vulnerabilidad constituye una obli-gacin tanto de las instituciones que implementan polticas sociales como de losciudadanos. El cambio del lenguaje de los derechos a las obligaciones quiz per-mita que las instituciones encargadas de satisfacer las necesidades bsicas tenganuna actitud activa y responsable y no se conformen con sentir, pasivamente, quecumplieron con la demanda de un derecho.Ahora bien, el lenguaje de los derechos presenta una aparente ventaja sobreel de las obligaciones consistente en la fuerza que de hecho tienen las demandasen su carcter, como dira Ronald Dworkin, de cartas de triunfo de los ciudada-nos. Sin embargo, no debemos olvidar que en un sistema poltico democrtico losciudadanos deberamos contar con mecanismos que nos permitieran ejercer pre-sin, para con ello lograr que los responsables de las instituciones cumplan con19Paulette DieterlenPobreza, desigualdad social y ciudadanasusobligaciones.Desdeluego,lasinstanciasdepresinmsimportantesdebe-ran ser el poder legislativo y el judicial. Pero tambin, siguiendo a Jon Elster, po-demos pensar primero en los grupos organizados que promueven metas comunesparatodoslosmiembrosdelasociedad(Elster,1994:p.153);ysegundoenlaopinin pblica, es decir, en el deber de pronunciarnos sobre asuntos que la so-ciedad no puede aceptar (Elster, 1994: p. 155). Ninguna sociedad puede aceptarque existan en su seno personas que aun tengan necesidades bsicas: ste es unasunto de moralidad social.Paraterminar,esconvenientesealarlaimportanciadealgunosproblemasrelacionadosconelfuncionamientodelosprogramassocialesinstitucionales.Quiz el ms importante sea que con frecuencia los programas de combate a lapobreza extrema se convierten en botn de los polticos para adquirir beneficioselectorales o para probar la eficiencia de sus administraciones. Otro problemaserelacionaconlosmecanismosparaseleccionaralosbeneficiariosyconlosmedios disponibles para denunciar las deficiencias que se presentan en la imple-mentacin de los programas. Tambin es indispensable que la oferta de los servi-cios, por ejemplo de salud y de escolaridad, responda a la demanda tanto en can-tidad como en calidad. Otro asunto se refiere al deber que tienen las institucionesresponsables de poner en marcha los programas sociales y de exigir que los in-gresos destinados al combate a la pobreza y a la satisfaccin de las necesidadesbsicas no se vean afectados por las crisis econmicas que enfrente el pas. Tam-bin es indispensable pensar en polticas sociales integrales, es decir, que com-batan la pobreza desde todos los flancos y no slo desde un punto de vista. Paraesto se necesita la colaboracin de diversas instituciones gubernamentales y la vi-gilancia permanente de la ciudadana, a travs de los poderes legislativo y judi-cial, de los grupos organizados, y de la opinin pblica. La pobreza no es un problema exclusivo del Estado. Nuestra responsabilidadcomo ciudadanos consiste por un lado en buscar medios alternativos para comba-tirla, y por otro en conocer las obligaciones del Estado para exigir que las cum-pla. Si nos mantenemos al margen de las polticas destinadas a combatir la pobre-za, las obligaciones de procurar bienestar seguirn teniendo un nivel de simplesmanifiestos, y slo aparecern en el discurso de las campaas polticas de aque-llos que aspiran a tener o mantener un cargo pblico. El problema de la pobrezaha sido estudiado, principalmente en su dimensin funcional, por los economis-tas. Los programas para combatirla han sido discutidos por los polticos. Es tiem-po de que los filsofos nos empecemos a preocupar por ello, de que pensemos enello seriamente. 20BibliografaDoyal,Len1998A theoryofhumanneed,enBrock,Gillian(ed.)Necessarygoods, Ourresponsibilitiestomeetothers needs (NewYork:Rowman & Littlefield Publisher). Elster, Jon 1994 Local justice (Cambridge: Cambridge University Press).Nussbaum, Martha 1998 Capacidades humanas y justicia social. En defen-sa del esencialismo aristotlico, en Riechmann, Jorge (comp.) Necesitar, de -sear, vivir. Sobre necesidades, desarrollo humano, crecimiento econmico ysustentabilidad (Madrid: Los Libros de la Catarata).ONeill, Onora 1998 Rights, obligations and needs, en Brock, Gillian (ed.)Ourresposibilitiestomeetothers needs (NewYork:Rowman&LittlefielPublisher).Rawls, John 1995 A theory of justice (Mxico: Fondo de Cultura Econmica).Sen, Amartya 1982 Choice, Welfare and Measurement (Oxford: Blackwell).Walzer, Michael 1996 Pluralism: a political perspective, en Kymlicka, Will(ed.) The rights of minority cultures (Oxford: Oxford University Press).Wiggins, N. 1985 Claimsof needs, en Honderich, Ted (ed.) Morality andObjectivity (London: Routledge and Kegan Paul).Notas1 El ejemplo ms importante de esta propuesta la constituye A theory of jus -tice (Rawls, 1995).2 El valor de la Canasta Alimentaria Normativa desde diciembre de 1997 esde $241,70 mensuales. Si se incluye el factor de expansin en donde se con-sideran gastos que no se destinan al consumo de alimentos la Canasta aumen-ta a $323,32.21Paulette Dieterlen