diego ayala persona

15
I.E MARIANOS SANTOS M. Diego Ayala Alarcón 5to “A” PERSONA Y FAMILIA

Upload: diego

Post on 13-Jul-2015

335 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

I.E MARIANOS SANTOS M.

Diego Ayala Alarcón

5to “A”

PERSONA Y FAMILIA

Unidad ILa pregunta por

el hombre

El ser humano se pregunta por sí mismo desde que es humano. Y este interrogante sella su existencia y orienta su quehacer.

Esta pregunta es universal: sin importar la cultura, todos los hombres se preguntan por el sentido de su existencia en el mundo, por su origen y finalidad, por el futuro y la muerte.

El olvido o la respuesta incorrecta a esta pregunta tiene como una de sus consecuencias la actual crisis moral y la compleja problemática del hombre de hoy. La noción del ser humano se ha oscurecido

Grecia antigua

Los presocráticos se preguntan en un principio por el ser y el “arché”, es decir, el principio fundante de la realidad. Los sofistas se plantean la cuestión del hombre básicamente distinguiéndolo de las demás cosas incapaces de interpretar, de juzgar la realidad. De allí la famosa afirmación de Protágoras que dará inicio al antropocentrismo: “el hombre es la medida de todas las cosas”.

Sócrates

En Sócrates lo esencial del ser humano es la interioridad y la razón de ser de la vida humana es el conocimiento de uno mismo, de allí la célebre expresión “conócete a ti mismo”.

Respuestas Clásicas

Platón

Platón en cambio propondrá un camino clásico para pensar lo humano: los arquetipos, las ideas que fundamentan el ser. El hombre es un ser inmaterial, un alma que por alguna desgracia primigenia que ya no recuerda ha caído al mundo de lo sensible, mundo decadente y pálido reflejo de la realidad más profunda. Es la idea de su célebre mito de la caverna.

Aristóteles

Aristóteles en polémica con Platón hace el recorrido inverso: las ideas son fruto de lo percibido por los sentidos. El hombre es cuerpo y alma pero ambos componentes forman una unidad.

Se centra más bien en lo que se llamará hilemorfismo, la doctrina por la cual materia y forma son los componentes esenciales de toda la realidad, el hombre incluido en ella. La forma es el alma, la materia el cuerpo.

Boecio

La gran tradición clásica griega es recogida por el cristianismo en la explicación que se hace de la revelación cristiana en los primeros siglos. La noción básica, que veremos más adelante un poco más en detalle es que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios.

Boecio acuña una célebre fórmula para expresar lo que es el ser humano: “una sustancia individual de naturaleza racional”.

Boecio y va a tener una enorme influencia en el pensamiento cristiano sobre la persona.

San Agustín

El gran Doctor de la Iglesia propondrá una visión del hombre similar en su forma con lo propuesto por Platón. La esencia de lo humano está puesta en el encuentro con Dios. El hombre aparece así como un buscador de su origen, principio y fin.

Santo Tomás

En el pensamiento de Santo Tomás se expresa la enseñanza de Jesucristo centrada en que el hombre es criatura a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto no es inmanente en el sentido aristotélico ni trascendente en el sentido platónico sino creado de la nada y sostenido sobre ella por Dios con su providencia.

Ilustración y Fragmentación

En el centro del pensamiento ilustrado está el subjetivismo que proviene de los razonamientos de Renato Descartes, quien maravillado por el paradigma matemático, intenta aplicarlo a la filosofía y llega a un postulado desde el cual pretende que se construya todo conocimiento cierto, claro y distinto: “pienso, luego existo”.

Otros intentos de respuesta

Ilustración y Fragmentación

Tal vez una de las claves para comprender la ilustración es ver su cerrazón al misterio de la existencia humana al que llamó simple y apasionadamente oscurantismo. El racionalismo se enseñorea del pensamiento y reduce todo al gran modelo de comprensión exacta.

A la ilustración seguirá el romanticismo (la exaltación de la pasión sobre la razón) y el positivismo (el triunfo de las ciencias positivas cuyo modelo último es la física y formalmente las matemáticas).

Desde la visión positivista todo se reduce a lo medible, lo experimentable.

Biologismo

Se trata de la reducción de la naturaleza humana a lo biológico y finalmente a lo físico. Cuando la teoría de la evolución sale de los límites, de su propios presupuestos su categoría de hipótesis no demostrada, se convierte en ideología y desenfoca el debate. Esto se puede ver claro en la conocida oposición entre evolucionismo y creacionismo.

Lo animal sería lo más natural mientras que la civilización sería lo artificial y en cierto sentido una suerte de corrupción de un estado ideal de naturaleza pura. Una consecuencia de este estilo de pensamiento es lo que podríamos llamar a su vez la reducción genetista El ser humano no sería más que una fórmula genética, una determinada combinación de los espirales de ADN.

Psicologismo

Este reduccionismo antropológico se centra básicamente en la conducta como fenómeno observable fruto de los procesos mentales.

Entre ellas el psicoanálisis tiene un lugar muy especial. Para Freud, padre del psicoanálisis, el impulso esencial que mueve a la persona humana es la libido. El otro es el instinto tanático, es decir el de agresión. Estos dos impulsos forman lo que Freud llama el “ello”, es decir el inconsciente, lo oculto detrás de los actos conscientes y expresado en los sueños.

Otra escuela muy difundida es el conductismo y sus diversas expresiones que en líneas generales reducen las acciones humanas al resultado de estímulos que si son bien manejados pueden darnos los resultados que se deseen. Así lo que resulta negado de plano es la libertad humana en primer lugar en su capacidad operativa de opción.

Espiritualismo

Existe también un reduccionismo pseudorreligioso.

Se trata en general de la afirmación de que en el ser humano lo inmaterial (espiritual anímico, extrasensorial, etc.) es su única y auténtica naturaleza, mientras que lo material (lo físico, biológico, existencial y concreto) sería una suerte de corrupción a la que hemos caído por alguna grave culpa escondida en la noche de los tiempos o es un simple vehículo de expresión espiritual.

Individualismo

Otro reduccionismo sumamente difundido es el que ve al ser humano fundamentalmente como individuo separado de los demás. Desde este punto de vista lo social se ve reducido a un contrato, una convención externa de segundo orden cuya finalidad es el bienestar del individuo.

El individualismo es un fenómeno muy amplio que tiene como concreción una lectura egocéntrica de la existencia. Se evidencia en la noción de competencia y de éxito que nos transmiten los medios de comunicación.

El perfil de éxito parece configurarse sobre el paradigma del triunfo individual, incluso cuando se trabaja en equipo. El modelo del triunfador es un modelo solitario, aún cuando sea social por contexto.

Sociocentrismo

Este reduccionismo ve a la persona básicamente como parte de un cuerpo social. La forma básica del sociocentrismo moderno se inicia con las ideologías del siglo XIX.

Se somete la educación al Estado con el afán de perpetuar la presencia de los determinados grupos ideológicos de turno.

Hay dos grandes tendencias del colectivismo en el siglo XX. De un lado, el comunismo como intento de plasmación histórica y social del marxismo y del otro, el liberalismo cuya exageración de la libertad individual desemboca de modo paradójico en una suerte de pensar único que hoy en día se expresa en lo “políticamente correcto”.

Sociocentrismo

Tal vez una de las mejores muestras de las inquietudes que el colectivismo despierta sean las sombrías reflexiones que sobre él se encuentran en varias novelas de la corriente denominada utopía negativa, antiutopía o distopía entre las que destacan especialmente “A brave new world” de Aldous Huxley y “1984” de George Orwell. En ambas el Estado ha suplido de modo absoluto la iniciativa individual.

El sociocentrismo cobra hoy forma de participación especializada en la que la persona humana concreta no es ni puede ser tomada realmente en cuenta y pesan más los intereses del subsistema (económico, político, científico, tecnológico, etc.)