dialogos sobre el cine - cvc. centro virtual cervantes€¦ · cine, o más honesta que el cine;...
TRANSCRIPT
Los Cuadernos de Cine
DIALOGOS
SOBRE EL CINE
J. Ferrater Mora
Pantalla en negro. Empiezan las voces de los dialogantes: L (el critico literario) y C (el cineasta).
L.: ¿De qué quiere que hablemos? C.: De lo que quiera, pero tiene que ser algo
que interese al oyente. Como ... como en las antiguas barberias.
L.: ¿Las antiguas barberias? C.: Sí, cuando -eso he oído decir- el barbero
preguntaba al cliente mientras afilaba la navaja: «¿Política o toros?». Se suponía que estos asuntos interesaban a todo el mundo, y que todo el mundo tenía opiniones propias. Los temas pueden cambiar con los lugares y los tiempos: «¿Política o fútbol?», «¿Fútbol o mujeres?», y hasta «¿Mujeres u hombres?».
L.: Anda, vamos ...
Van apareciendo los títulos; primero, el de la película: DIALOGOS SOBRE EL CINE, y luego los de las fichas artística y técnica. El diálogo prosigue mientras la pantalla se cubre de letras.
C.: Bueno, hay que estar abierto a todas las novedades. Lo importante es que sean asuntos de interés común, o que interesen a todos los clientes del establecimiento. En una barberia de la I.B.M. -si hay barberias en esta institución- concibo laposibilidad de que el hipotético barbero pregunte:«¿Política o computadoras?», «¿Compras o ventas? La cuestión es contentar al cliente.
L.: Pero aquí se trata del oyente. C.: Da lo mismo: el oyente es el cliente.
En un primer plano, un dedo, del critico literario, se apoya sobre la tecla «Stop» de un magnetófono y lo para. Mientras prosigue el diálogo un lento « zoom» va dejando ver la escena: una habitación en la que departen el cineasta, sentado en un sofá, y el critico literario, sentado en un taburete junto a una chimenea. Ya establecida la escena, los planos van cambiando con la conversación: planos generales, planos americanos, primeros planos de los hablantes. Ocasionalmente, se levanta uno de los dialogantes, seguido por la cámara. Alguna que otra panorámica de un hablante al otro.
L.: ¿Qué le parece? C.: Me parece muy artificioso. Se oye la voz de
usted y la mía cuando aún no se ve nada y luego cuando van pasando los títulos. Se espera que los hablantes aparezcan en la pantalla mientras discurren, pero lo que han hecho ha sido escuchar su
73
propio diálogo hasta que usted, siguiendo instrucciones previas, para el magnetófono. Después prosigue el diálogo a viva voz, pero lo está grabando otro magnetófono con el fin de reproducirlo más tarde. La verdad que es que es muy artificioso.
L.: Pero, ¿Cómo? Después de todo, fue idea suya.
C.: La verdad es que me parece muy bien, y no porque haya sido idea mía. Muy requetebien, porque el cine, como todo arte, tiene mucho de artificio.
Howard Hawks
L.: Creo que en esto hay un peligro: el de que ese artificio, justamente por serlo tanto, no interese nada al oyente.
C.: Por descontado, pero no olvide que el tal oyente está ya predispuesto. No ha venido a ver « Una noche en la ópera» o, en otro género -¡y tan otro!- «Garganta profunda», sino algo que se titula justamente «Diálogos sobre el cine».
L.: Si el oyente estuviera predispuesto, no sería necesario administrarle artificios. Bastaria vemos hablar, más o menos espontáneamente, como en un diálogo de verdad, que los oyentes escucha.I]., mirando a los hablantes, o no mirándolos, o distrayéndose viendo a los demás oyentes, o contemplando una mosca que discurre sobre el bolso de una dama sentada en la primera fila. En realidad, lo mejor sería escribir el diálogo y esperar a que alguien lo leyera, total o parcialmente, seguido o a saltos. En este sentido, la «literatura» me parece inmensamente superior al cine. Más honesta. En primer lugar, no necesita tantos artificios ....
Mientras el crítico literario habla, y el cineasta le responde se ve el proceso de filmación: las cámaras, enfocando a los hablantes; la bobina de un magnetófono; colocación de micrófonos; la script girl, tomando notas; el director, dando instrucciones; el cinematógrafo, comprobando la temperatura de la luz, etc.
Los Cuadernos de Cine
... y, en segundo lugar, y sobre todo, no mete a los lectores en un local para colocarles implacablemente un guisado, o un desaguisado, de imágenes y palabras.
C.: Yo no diría que la literatura es superior al cine, o más honesta que el cine; basta con que sea diferente. No hay duda de que se podrían leer, o escucharse la lectura de, unos «Diálogos sobre el cine», y que esto entraría en el dominio de la literatura, o cuando menos de cierto género de literatura. Pero no sería igual que filmar unos «.diálogos sobre el cine», aunque en ellos se dijera lo mismo. Para filmar estos diálogos se necesitan artificios, algunos de los cuales pueden estar muy bien y otros; no voy a negarlo, bastante mal.
Reaparecen los dialogantes.
L.: ¿Qué artificios le parece que podrían estar bien?
C.: Tratándose de lo que se trata, pues todos los que contribuyan a dar la impresión de que los diálogos están siendo, efectivamente, filmados.
L.: Ya veo. El conocido truco de la película dentro de la película.
C.: En parte ... en parte. L.: Es lo que llamo un artificio. ¿ Y cómo se va
a armar? C.: Pues ya se ha empezado a armar. Se nos ha
oído, sin vernos, escucharnos a nosotros mismos. Se nos ha visto luego juntos, o separadamente, en varios planos. Se ha visto un magnetófono que se suponía reproducía parte de nuestro diálogo, pero a lo mejor no reproducía nada. Se ha visto otro magnetófono que se suponía grababa nuestro diálogo, pero quién sabe si estaba grabando otra cosa, o no grababa nada y hacía como si grabara. Se ve a uno que habla y a otro que escucha, pero no siempre es necesario que el segundo oiga lo que el primero dice. Se ven objetos diversos, algunos de los cuales están aquí, y otros quién sabe dónde. Se insertan tomas de alguna manera relacionadas con nuestro diálogo, pero no necesariamente ilustrativas de él, al modo como al decir «silla» se presenta una silla. Se ven cámaras sacando tomas, algunas de las cuales serán justamente las que van a aparecer en la pantalla, y otras serán perfectamente gratuitas. Nuestro diálogo va a ser interrumpido por alguna secuencia que ...
L.: Insisto en que la literatura no necesita tantos artificios.
C.: Puede ser, pero ....
El diálogo se interrumpe con una secuencia de montaje. El cineasta está trabajando, con su ayudante, sobre una ancha mesa en la que se corta la película y se sincroniza. Bobinas, bandas sonoras, visores, etc.: la mesa desborda. Diálogo del cineasta con su ayudante:
C.: La toma 1 empieza con un primer plano y termina con un plano general. Lo clásico es empezar con un plano general y terminar con un primer plano. ¿ Ves alguna diferencia?
74
A.: Ninguna: todo son convenciones . C.: De todos modos, deben tener algún funda
mento. A.: Claro: en la toma 1 no se empieza con
cualquier primer plano, sino con uno que «establece» la situación y la acción: el objeto-clave es ahí el magnetófono.
Siguen trabajando. La película pasa una y otra vez por el visor.
A.: Hay alguna diferencia de luz en las tomas interiores por posibles variaciones de temperatura. ¿Crees que se nota?
C.: No se nota, y, además, muchas de estas tomas están separadas por alguna secuencia. Me preocupan más las diferencias de sonido entre las tomas sincronizadas y las no sincronizadas.
A.: He escuchado la cinta sonora varias veces y no he notado diferencias apreciables. En realidad, convendría que hubiera algunas, porque los hablantes no están presentes en las tomas no sincronizadas.
C.: Bueno, esto es otra convención: la de la llamada «voz sobreimpuesta».
A.: De todos modos, esta convención debe de tener algún fundamento.
C.: Claro. Sigue el trabajo de montaje. El cineasta se levanta, consulta el guión, se sienta en un sillón y dice:
C.: He pensado que esta secuencia de montaje
Car/ T. Dreyer
Los Cuadernos de Cine
Laszlo Szabo
intermedia debería terminar en el momento en que el crítico literario dice: «Pero, ¿qué?».
Reaparece la escena en donde dialogan el critico literario y el cineasta. Como haciendo eco a las palabras del último, el primero dice, a su vez:
L.: Pero, ¿qué? C.: Estaba pensando en algo que no es nada
profundo, pero que tiene el mérito de ser verdadero: en el cine, cada toma es un golpe contra el aburrimiento.
L.: Esto prueba la inferioridad del cine; en literatura no hay que tomar tantas precauciones.
C.: ¿Quiere decir que la literatura se puede permitir el lujo de ser aburrida?
C.: No diría tanto, aunque la palabra «aburrido» es bastante equívoca: lo que para unos es aburrido para otros es divertidísimo ... Y viceversa.
C.: También en el cine ... A quienes no intere-sen unos «Diálogos sobre el cine» les resultarán mortalmente aburridos.
L.: Lo que quiero decir es que, en condiciones similares, la literatura no tiene que luchar tan empeñosamente contra el posible aburrimiento, porque deja al lector en libertad en dos sentidos: puede tomar o dejar la obra en cualquier momento; y da más alas a la imaginación.
Se sigue oyendo la voz del critico literario mientras se le ve en su estudio, rodeado de libros. Escribe, se detiene un momento, enciende un pitillo, sigue escribiendo ...
L.: Mire: en el cine, al espectador -o al espectador-oyente- se le da todo hecho. No puede imaginar una ... imagen de otro modo que como el cineasta se la presenta. Si leo que Fulano fuma un cigarrillo, puedo imaginarme, aún si el autor me lo describe con bastante detalle, muy diversos Fulanos, y desde luego puedo imaginarme muy diversas maneras de fumar un cigarrillo. En el cine le presentan a uno no sólo tal determinado Fulano, sino, además y aún sobre todo, una ristra de imágenes: el rostro del fumador, su mano, las volutas de humo ...
75
Se ven las volutas de humo ascender por el aire .
... y no digamos el color, la luz, la atmósfera, qué sé yo ... No se puede elegir; la imaginación queda comprimida. En la literatura, el aburrimiento -o el entretenimiento- se lo hace en gran parte el propio lector; en el cine, se lo prepara el cineasta. Las películas son como los trajes de confección que, además, no se pueden ni siquiera «arreglar».
Vuelta a la habitación donde hablan el critico literario y el cineasta. Primer plano del cineasta para pasar luego a otros planos.
C.: Mire usted: cuando estaba usted hablando de un Fulano fumando un cigarrillo, aparecería usted mismo en la pantalla como si estuviera escribiendo algo y fumando, además, un cigarrillo. Todo eso, además, desde varios ángulos y en diversos planos (por eso se le pidió un día sentarse en su estudio, hacer como quien escribe algo y prender un pitillo). El cineasta armó esas imágenes con el propósito de insertarlas en cierto lugar de esta película-diálogo. Reconozco que las técni-
Luis Buñuel y Jeanne Moreau
cas usadas son muy distintas de las que se emplean en la literatura, pero lo que se hace no es, en principio, tan diferente de lo que hace el escritor cuando da al lector, preparadas, las palabras y las frases.
L.: Pero las imágenes no son palabras, ni frases. C.: Seguro. La imagen de un árbol no es la
palabra «árbol». Pero la imagen de un árbol no es tampoco un árbol; es una interpretación del árbol.
L.: La interpretación que le da el cineasta. C.: Y que el cineasta brinda al espectador con el
fin de abrirle los ojos y sugerirle que «la realidad» se·puede ver de muchas maneras.
Los Cuadernos de Cine
Cuando el cineasta comenzó a hablar de la imagen de un árbol, apareció en la pantalla un árbol. Con éste comienza una secuencia que va siendo cada vez más puramente visual, y a la vez musical. El esplendor ·de la Naturaleza: los árboles, las flores, las rocas se van deslizando por la pantalla en movimiento lento; se funden con el desmayo de una cascada, con niños que se balancean cadenciosamente, con capullos que se abren. El diálogo queda suspendido, barrido por las imágenes y las notas del piano. Se reanuda cuando va a terminarse la secuencia, unida con un fundido a la habitación en la que departen los dialogantes.
L.: Todo eso es muy vago. C.: Luego ... luego: aunque confeccionadas, y
combinadas, para suscitar una idea o producir una impresión, o emoción, las imágenes son -como una pauta sobre la cual el espectador, o el espectador-oyente, puede bordar sus propias interpretaciones. Lejos de no dejar lugar para la imaginación, el cine la espolea. La prueba es que una película puede describirse en palabras de muy distintas maneras sin que ninguna equivalga a la película.
L.: Y una obra literaria puede trasladarse al cine de muy diversas maneras sin que ninguna de ellas equivalga a la obra.
C.: Exacto. Lo cual demuestra ... L.: Lo cual no demuestra nada más que, como
decía un filósofo a quien usted seguramente recuerda, «cada cosa es lo que es, y no otra cosa».
C.: Recuerdo el filósofo, y recuerdo su frase, pero creo que no viene a cuento. Se trataba de saber si, a diferencia de la literatura -pero, ¿qué es «la literatura»?, ¿la poesía?, ¿el teatro?, ¿la novela?, ¿los ensayos sobre la literatura?-, a diferencia, digo, de la literatura, el cine, al darlo todo hecho, como usted pretende, no pone cortapisas a la imaginación -digamos, para ser más exactos, a la posible imaginación- del espectador. Y o le sostenía que no, pero ...
L.: Pero ... C.: Pero he de reconocer que en esto hay gra
dos, como los hay también en la literatura.
Ella: So ... El resto del equipo sigue filmando. El diá
logo de los dos continúa: Ella: So, we'll meet at Gary's as soon as
this is over. El: J don't know if it's ever going to be
over. There are a lot of retakes. The actors seem to forget most of their lines.
Ella: J have filming on location and with non professionals.
El: Me, too. Ella: This movie is going to be a flap. El: Sure! that was a silly idea. Have you
heard what these people are sayng? Pompous as ses!
L.: ¡Oh, claro! Cuando se empieza a hablar de grados, se soluciona todo, porque todo es cualquier cosa en mayor o menor grado.
P. P. Pasolini
C.: ¿Por qué no? Pero no es necesario formular conclusiones tan espaciosas. Lo que quería decir es muy sencillo.
L.: No parecía tan sencillo. La escena cambia súbitamente. Ahora se ve el equipo filmando. Dos miembros del equipo hacen gestos como de disgusto y, separándose de sus compañeros, recalan en una puerta. Se ven sus siluetas destacándose, en el quicio de la puerta, mientras entablan un breve diálogo en inglés:
Ella: What are your plans after filming? El: Go to bed. Ella: Me, too. El: J mean, sleep. Ella: Me, too. El: So ...
76
Ella: J could't e are les s. Let' s go back; Ithink there' s going to be another take soon.
El: Probabably, a retake. Ella: God! Traducido al castellano, este breve diálogo
-o subdiálogo- aparece en la pantalla bajo forma de subtítulos. Dice así.
Ella: ¿ Qué planes tienes para después del rodaje?
El: Irme a la cama. Ella: También yo. El: Quiero decir, acostarme. Ella: Yo, igualito. El: Entonces .. . Ella: Entonces .. . Ella: ... entonces, nos vemos en lo de Gary
cuando esto termine. El: No parece que va a terminar jamás. Hay
Los Cuadernos de Cine
que repetir un montón de tomas. Los actores se equivocan cada dos por tres.
Ella: Estos rodajes fuera del estudio y con aficionados, son una lata.
El: Un asco. Ella: Esta película va a ser un fiasco. El: Seguro. ¡Que idea tan estúpida! ¿Has
oído lo que dice esa gente? ¡Vaya fantasmones!
Ella: Me importa un rábano. Vamos para allá; creo que van a sacar otra toma.
El: Seguro que van a repetir la misma. Ella: ¡ Qué gansada! De nuevo, la habitación en la que tienen
lugar los «Diálogos sobre el cine».
C.: Mire: el cine, lo mismo que «la literatura», son palabras muy holgadas. Hay muchas clases de cine.
L.: Y con esto querrá decir seguramente que algunas clases de cine dan alas a la imaginación, y otras no.
C.: Ni más ni menos. Y esto no tiene que ver necesariamente con el que el cine sea bueno o malo, aunque lo más probable es que el mal cine dé menos alas a la imaginación. O, lo que a menudo viene a ser lo mismo, a la interpretación.
C.: Me gustarla saber qué tiene que ver esto con lo que se discutía antes respecto al aburrimiento. ¿ Por qué tiene el cineasta que luchar contra el aburrimiento?
C.: No completé mi idea. El cineasta ha de luchar por igual contra el aburrimiento y contra el entretenimiento o, mejor dicho, el mero entretenimiento. Los dos son enemigos de la imaginación. Si un cambio de plano es un golpe contra el aburrimiento, pero es a la vez una palmada al hombro del entretenimiento, entonces habrá que pensar si no será mejor no cambiar de plano.
L.: En este caso, ¿por·qué no un solo plano, como en el escenario de un teatro?
C.: En primer lugar, y como han propuesto muchos escenógrafos (y casi todos los clásicos), el escenario de un teatro pueden ser muchos escenarios a la vez. En segundo lugar, si un solo plano bastara en una película, no habría por qué cam-
lean Yanne
77
biarlo .... Pero no creo que baste, aunque concibo la posibilidad de películas con planos muy largos -que, por lo demás, pueden tener sentido sólocomo contrapartida de otros extremadamente breves, los cuales ...
L.: Pero, entonces, parece que en una película se permite todo.
C.: Casi todo ... El cineasta sigue hablando, pero ahora se lo
Norman Jewison
ve a la puerta de un cine en el que se anuncia la película de Terrence Malick, «Badlands».
... el cine es proteico. Se parece a la novela en que no tiene ninguna forma determinada, pero no porque sea informe, sino más bien porque admite muchas formas. El cine «normal», que por serlo tanto no tiene precisamente nombre, el cine de ficción, o cine dramático, que se exhibe en esos locales llamados precisamente «cines», es sólo una de sus muchas formas, que, además, pueden diversificarse. ¿Son los «diálogos» de los personajes cine?¿ Son cine unos «Diálogos sobre el cine»? Sólo puedo decir que cabe tomarlos como ingredientes para hacer cine, por «poco convencionales» que sean, o parezcan ser.
El crítico literario, sentado en la butaca de un cine, el rostro iluminado por los resplandores intermitentes de una pantalla en la que se proyecta una película -¿cuál?, ¿los propios «Diálogos sobre el cine»?- contesta al cineasta:
L.: Bueno; si entiendo bien algo de lo que se está haciendo, o de lo que me anuncia usted que se está haciendo, yo creo que son bastante convencionales.
Panorámica de la fachada del cine desde el cual el cineasta había hablado al crítico.
C.: Sí, lo son en el sentido de que están en considerable medida «pre-fabricados»: escritos, ensayados, montados, todo lo que usted quiera ...
Los Cuadernos de Cine
Vuelta, por última vez, a la habitación en la que han tenido lugar la mayor parte de los «Diálogos»:
. .. Seguramente saltarán sorpresas, pero las líneas generales, y muchas secundarias, están trazadas de antemano. Están escenificadas. Esto no es una garantía contra la falta de calidad o de interés, pero puede serlo contra el caos o la incoherencia.
L.: Todo eso me dice mucho más que otras cosas que he oído -o que (mejor no ocultar ya nada, ¿ verdad?), se han escrito para que las oigasobre el cine acerca del cual estamos «prefabricadamente» dialogando. Pero no me con-vence.
C.: Esto es, naturalmente, sólo una de las muchas maneras de hacer cine. Una manera, ni que decir tiene, bastante «intelectualizada», pero ... Pero tiene que haber de todo o, como se dice en inglés ... vamos a preguntarle a la script girl -que, o nos entiende perfectamente, o no nos entiende,pero tiene (¡otro artificio!) ya preparada su respuesta ... preguntémosle cómo se dice en inglés loque yo quería decir.
Imagen de la script girl, con lápiz en mano, revisando el guión. Levanta la cabeza y mira a la cámara diciendo:
SG.: lt takes ali kinds of things to make a world.
Sobreimpuesta a la imagen aparece la traducción al castellano:
SG.: Se necesita de todo.
Vuelve la imagen al cineasta y luego al crítico literario:
C.: Ya ve usted. L.: Ya veo.
El cineasta y el crítico prosiguen el diálogo paseando por un jardín.
C.: No puedo evitar pensar que si cada cambio de plano es un golpe contra el aburrimiento, el final de la película va a ser el golpe definitivo.
78
L.: Una idea que si se le ocurre también al espectador-oyente puede hacer naufragar la película .
C.: Hay naufragios gloriosos. L.: Siempre queda un consuelo. De todos mo
dos, como a mí no me importa la película, pero sí el diálogo ...
C.: No he olvidado sus proclividades «literarias».
Franc;ois Truffaut
L.: ... como no me importa la película, pero sí el diálogo, y creo que el diálogo es una cosa, justamente «literaria», y la película o el cine, otra, que aún no sé qué es, creo que es una lástima no haber tocado otros asuntos.
C.: Como, por ejemplo ... L.: Como, por ejemplo, el teatro, en compara
ción con el (y, mi modo de ver, en oposición al) cine. Aunque no la he visto aún, tengo la sospecha de que esta película que estamos haciendo, «Diálogos sobre el cine», va a resultar demasiado larga. Pero, como diálogo, me parece más bien corto. Han quedado muchas cosas en ...
C.: Va a decir «en el tintero», ¿no? L.: Pues, sí, en el tintero. C.: No vamos a discutir sobre palabras, porque
eso sería «literatura», pero el que hayan quedado cosas que decir no es ningún mal. Primero, por lo de la imaginación del espectador-oyente; y, segundo, porque el diálogo queda abierto. Ni siquiera es menester que lo continuemos nosotros. O que sea en forma de diálogo. Ya estoy viendo -bueno: imaginando- unos «Diálogos sobre el cineII», con un documental sobre un cineasta. O concualquier otra cosa ...
L.: ¿Cualquier otra cosa? C.: Bueno: casi cualquier otra cosa.
Los dialogantes se pierden en la lejanía, y con ello se pierden sus voces. Del paisaje se pasa, mediante un fundido, a un patio. Los miembros del equipo cinematográfico van saliendo, uno tras otro, y empiezan a bailar al son de una «salsa» santanera. En la habitación que había servido de escenario principal, el cinematógrafo y su ayudante se afanan por meter los rollos de película en grandes sacos o negros. Fuera, continúa el baile salsero. La película ha terminado.