dialogos de platon

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DIALOGOS DE PLATON - RESUMEN En este primer dialogo se habla principalmente de polis que fue la unidad social última del antiguo mundo griego: y que a tal centro de población vinieron a someterse a incorporarse después las aldeas circunvecinas. El vínculo original de los que constituyeron la polis debió de ser tribal,de sangre o parentesco, referido a un héroe ancestral, y efectivamente en todas partes quedaron instituciones y usos conformados con ese origen. Pero, en Atenas y en otros sitios, al correr del tiempo y sus azares, sintieron los ciudadanos la comunidad de habitación y de vida como rasgo capital de su unión. La estructura de la polis o ciudad-estado se vio favorecida por la disposición del territorio helénico, que cordilleras y golfos distribuían en pequeñas comarcas, y por la grata y sencilla creencia, recogida por Aristóteles, de que la comunidad política exige el conocimiento mutuo de todos sus miembros, sobrevive al imperio macedónico y a la constitución del romano y llega hasta el siglo II de nuestra era para resucitar en gran parte durante la Edad Media y alcanzar el umbral de la época contemporánea. La diferencia entre la polis y el Estado o nación actual es fundamentalmente cuantitativa, no cualitativa. De ahí el interés que para nosotros tiene cuanto sobre ella se discurrió y compuso. Dialogo II En este punto el comienza a hablar acerca de la separación del poder o la oligarquía que es para los ricos una condición previa para la buena marcha de la ciudad, pero no tiene por sí eficacia alguna. La democracia ateniense y la tiranía siracusana daban al filósofo modelos vivos de dos regímenes políticos existentes en su tiempo. Quedaba un tercero, la oligarquía lacedemonia, de la que Platón tenía menos directo conocimiento, pero que era objeto de frecuente consideración en los círculos cultos de la propia Atenas. Había sido ésta derrotada en la guerra contra Esparta;Por otra parte, la vida espartana aparecía como la primitiva y genuina de todos los griegos ya ella se volvían los ojos con la simpatía que inspiran, sobre todo en los tiempos de desgracia, los sanos y olvidados usos de la antigüedad. Pero, cuando no se mezclaba un interés político -y éste era el caso en el sereno ambiente de la sociedad socrática- la devoción consagrada a las cosas lacedemonias resultaba un tanto remota, contemplativa y nada operante. Sobre todo, no llegaba a ofuscar el sentimiento patrio ni la conciencia de la superioridad que conservaban los atenienses en la esfera del espíritu. Sócrates podía ciertamente lamentarse de que éstos no imitasen a los lacedemonios en el respeto a los ancianos, en la práctica de los ejercicios corporales, en la concordia mutua, en el estudio especializado del arte militar; pero su recuerdo de las glorias de antaño y aun otras realidades presentes le convencen de que, por debajo de estas deficiencias de hábito, hay en ellos una íntima excelencia que puede hacerles de nuevo, con fácil corrección, superiores en todo a sus rivales. Análogas son las ideas del Sócrates platónico donde, después de extenderse en consideraciones sobre la grandeza de Lacedemonia y Persia en linaje, fuerza y riquezas, termina aconsejando al joven sobrino de Pericles el cumplimiento del precepto «conócete a ti mismo», que le llevará a la convicción de que los atenienses sólo pueden vencer a sus enemigos mediante la aplicación y el sabe Dialogo III Platón en este dialogo plantea sus teorías políticas las cuales no surge sólo de la contemplación de las realidades de su tiempo y de la insatisfacción que le inspiran, sino de su repugnancia contra las teorías políticas corrientes. Hechos y doctrinas van siguiendo un proceso paralelo. El pensamiento griego se aplicó primeramente a la contemplación de la naturaleza, al estudio de sus leyes, a las conjeturas sobre la composición del mundo físico. El Estado queda incluido en el universo natural y, por lo tanto, resulta tan irreformable como la naturaleza misma; es indiferente que los conceptos de justicia y ley se transporten de lo físico a lo humano o se siga el proceso inverso: todo permanece dentro de lo fatal e inevitable. Podemos imaginamos a un supuesto labrador asiático que siente cómo llega hasta él la acción despótica del Estado, bienhechora o nociva, ya para defenderle, ya para cobrarle el tributo, pero en uno y otro caso la cree tan ineludible como la lluvia que fecunda sus mieses o el granizo que las destruye.

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DIALOGOS DE PLATON - RESUMENEn este primer dialogo se habla principalmentedepolis que fue la unidad social ltima del antiguo mundo griego: y que a tal centrodepoblacin vinieron a someterse a incorporarse despus las aldeas circunvecinas. El vnculo originaldelos que constituyeron la polis debideser tribal,desangre o parentesco, referido a un hroe ancestral, y efectivamente en todas partes quedaron instituciones y usos conformados con ese origen. Pero, en Atenas y en otros sitios, al correr del tiempo y sus azares, sintieron los ciudadanos la comunidaddehabitacin ydevida como rasgo capitaldesu unin.La estructuradela polis o ciudad-estado se vio favorecida por la disposicin del territorio helnico, que cordilleras y golfos distribuan en pequeas comarcas, y por la grata y sencilla creencia, recogida por Aristteles,deque la comunidad poltica exige el conocimiento mutuodetodos sus miembros, sobrevive al imperio macednico y a la constitucin del romano y llega hasta el siglo IIdenuestra era para resucitar en gran parte durante la Edad Media y alcanzar el umbraldela poca contempornea.La diferencia entre la polis y el Estado o nacin actual es fundamentalmente cuantitativa, no cualitativa.Deah el inters que para nosotros tiene cuanto sobre ella se discurri y compuso.

Dialogo IIEn este punto el comienza a hablar acercadela separacin del poder o la oligarqua que es para los ricos una condicin previa para la buena marchadela ciudad, pero no tiene por s eficacia alguna.La democracia ateniense y la tirana siracusana daban al filsofo modelos vivosdedos regmenes polticos existentes en su tiempo. Quedaba un tercero, la oligarqua lacedemonia,dela quePlatntena menos directo conocimiento, pero que era objetodefrecuente consideracin en los crculos cultosdela propia Atenas. Haba sido sta derrotada en la guerra contra Esparta;Por otra parte, la vida espartana apareca como la primitiva y genuinadetodos los griegos ya ella se volvan los ojos con la simpata que inspiran, sobre todo en los tiemposdedesgracia, los sanos y olvidados usosdela antigedad. Pero, cuando no se mezclaba un inters poltico -y ste era el caso en el sereno ambientedela sociedad socrtica- la devocin consagrada a las cosas lacedemonias resultaba un tanto remota, contemplativa y nada operante. Sobre todo, no llegaba a ofuscar el sentimiento patrio ni la concienciadela superioridad que conservaban los atenienses en la esfera del espritu. Scrates poda ciertamente lamentarsedeque stos no imitasen a los lacedemonios en el respeto a los ancianos, en la prcticadelos ejercicios corporales, en la concordia mutua, en el estudio especializado del arte militar; pero su recuerdodelas gloriasdeantao y aun otras realidades presentes le convencendeque, por debajodeestas deficienciasdehbito, hay en ellos una ntima excelencia que puede hacerlesdenuevo, con fcil correccin, superiores en todo a sus rivales. Anlogas son las ideas del Scrates platnico donde, despusdeextenderse en consideraciones sobre la grandezadeLacedemonia y Persia en linaje, fuerza y riquezas, termina aconsejando al joven sobrinodePericles el cumplimiento del precepto concete a ti mismo, que le llevar a la conviccindeque los atenienses slo pueden vencer a sus enemigos mediante la aplicacin y el sabeDialogo III

Platnen este dialogo plantea sus teoras polticas las cuales no surge slodela contemplacindelas realidadesdesu tiempo ydela insatisfaccin que le inspiran, sinodesu repugnancia contra las teoras polticas corrientes. Hechos y doctrinas van siguiendo un proceso paralelo. El pensamiento griego se aplic primeramente a la contemplacindela naturaleza, al estudiodesus leyes, a las conjeturas sobre la composicin del mundo fsico. El Estado queda incluido en el universo natural y, por lo tanto, resulta tan irreformable como la naturaleza misma; es indiferente que los conceptosdejusticia y ley se transportendelo fsico a lo humano o se siga el proceso inverso: todo permanece dentrodelo fatal e inevitable. Podemos imaginamos a un supuesto labrador asitico que siente cmo llega hasta l la accin desptica del Estado, bienhechora o nociva, ya para defenderle, ya para cobrarle el tributo, pero en uno y otro caso la cree tan ineludible como la lluvia que fecunda sus mieses o el granizo que las destruye.

Dialogo IVAquPlatnpone el origendela sociedad en la necesidaddeuna cooperacin entre los hombres para la satisfaccindelas necesidades humanas, esto es, en el principiodela divisin del trabajo. Este principio queda a su vez incluido en otro ms general, eldela funcin especfica. Labradores, albailes, tejedores, zapateros, carpinteros, herreros, pastores, comerciantes, traficantes, etctera, tienen forzosamente que ayudarse unos a otros con sus respectivas labores y productos: obreros asalariados que arriendan su fuerza fsica vienen a agregrseles. Todos ellos constituyen la ciudad original, primitiva y rudimentaria. Aumentadas las necesidades hay que aumentar tambin el nmerodelas profesiones: la ciudad se agranda y se complica. Lo singular es quePlatn, al explicar este desarrollo, no crea preciso establecer ninguna funcin pblica hasta que, por el crecido nmerodehabitantes y la insuficiencia del territorio, se siente la necesidaddeatacar a los vecinos y la inseparablededefendersedeellos. Entonces se crea la clase militardelos guardianes,dela que despus hadesalir ladelos gobernantes.Las diferenciasdenaturaleza entre las distintas clases estn representadas en el mitodelos metales.Platncree quedeordinario los hijos heredarn las cualidadesdelos padres; pero, en el casodeque no sea as, el nacimiento no tendr fuerza contra el inters comn y los hijos nacidosdeuna clase superior pueden ser relegados a otra inferior, mientras que losdela inferior sern ascendidos a la superior. Son, pues, clases abiertas y no castas; y si ms adelantePlatn, con su doctrina eugensica del nmero, cree poder asegurar la conservacin en los hijosdela ndoledelos padres, esto no entra ya en el campo propiodela ciencia poltica; siempre queda subsistente la normadeque handeser los ms aptos quienes ocupen el poder.

Dialogo VEste quizs es unodelosdilogosmas importantes ya que aquplatndemuestra su constitucin comunista, un Rasgo llamativo en todos los tiempos, sobre todo por lodela comunidaddemujeres; interesante antao, porque se le comparaba con prcticas y modosdela primitiva sociedad cristiana, e interesantsimo hoy, cuando el comunismo, realizado en ciertos pases, es tema capital y casi absorbente en las preocupacionesdelos dems. Toms Moro y otros muchos autores del Renacimiento creyeron que en la ciudaddePlatntodo era comn y, entendido ello as, las opiniones se dividieron en favor y en contradesemejante concepcin; pero la discusin vena yadeAristteles, que en el libro IIdesu Poltica impugn al maestro con argumentos que se han repetido luego hasta la saciedad. La verdad es, sin embargo, que la comunidaddepropiedad y familia, quePlatnimpone slo a las clases rectoras, es, por su carcter, fin y extensin, algo inconfundible y que en algn modo est en franca oposicin con el comunismo moderno. A diferenciadeste no alcanza a toda la sociedad, sino slo a una pequea partedeella; es medio y no fin; es sacrificio y no satisfaccin.gimen democrtico y no habiendodeser ejercido el poder por la sociedad misma, el temadela construccin platnica queda reducido a la determinacin del rgano propio para desempear las funciones pblicas. Este rgano hadeestar formado por un nmero relativamente cortodeciudadanos especializados y consagrados al serviciodelos dems. Para la mayor eficaciadesu desempeo,Platndesliga a estos hombresdelas preocupaciones y afanesdela propiedad ydela familia y los organiza en comunidad. Tal comunidad se asemeja en muchosdesus rasgos a ladeuna orden religiosa odecaballera; y, como da carcter y sello a toda la construccin. Fueradeaquella comunidad escogida, y es lo que con frecuencia no se ha echadodever, queda el grueso del cuerpo social.Platn, despusdedesposeer a la multituddetodo poder poltico, se preocupa slodeque tenga aquellas virtudes, templanza y justicia, que la mantengan satisfecha en su situacin y la deja vivir una vida corrientedefamilia, propiedad y trabajo. Ella es la principal beneficiaria del Estado, pues las cosasdeste no le imponen preocupacin ni molestia y, en cambio, las clases superiores handehacerla objetodesu solicitud. Todo para el pueblo, nada por el pueblo, es una frmula que se adapta bien al pensamientodePlatn. Los guardianes, en cambio, handevivir sin bienes propios, pagados a sueldo por la comunidad; no pueden tampoco tener mujer nicadesu propia eleccin. Su vida es, pues, doblemente sacrificada, y el autor mismo se da efectivamente cuentadela poco halagea condicindeestos hombres.

Dialogo VIEn este dialogo se trata principalmente la educacindelas distintas clases y su division.La educacin en los estados griegos se entenda como formacin del ciudadano y se haca por el Estado y para el Estado; claro es que no en todas las ciudades tena esta norma el mismo alcance y rigor. El Estado espartano tomaba al nio a los siete aos y lo arrancaba para siempredela familia; Atenas dejaba mucho ms margen a la formacin privada. Un pardeaos entre los dieciocho y los veinte eran all considerados suficientes para la instruccin militar que preceda a la entrada en el pleno ejerciciodelos derechos civiles; todo lo demsdela vida del nio y del joven quedaba confiado a la iniciativa educadora particular.Platn, como en otras cosas, toma para su Repblica lo externo y formaldela vida espartana y lo sustancial e ntimodela ateniense: si la educacin corre largamente a cuenta del Estado, las ideas que la informan sondelas nacidas al amparodeaquel sistemadeenseanza privada propiodeAtenas, del que el propio filsofo era ms deudor que otro alguno. Lo importante, sin embargo, es que tal vadeeducacin no se encierra en el cuadrodela formacin del hombre pblico, sino que constituye una teora idealdela vida humana que cada cual puede aplicarse a s mismo.Las tres partesdela educacin ateniense, gimnstica, letras y msica, quedan enPlatnreducidas a dos por la inclusin en la msicadelas letras. La gimnstica comprende todo lo que es cuidado del cuerpo y tiende a absorber la medicina o a suprimirla; entraa un rgimen no slodealimentacin, sinodeconducta, con condenacindelos excesosdegula ydelujuria. Lo ms significativo es que, en ltimo trmino, la gimnasia, como la msica, se endereza al provecho del alma mediante la ayuda que presta a la formacin del carcter (410 y sigs.) En todo caso, a quien siguePlatnesa Pitgoras: es el rgimen higinico e intelectualdela sociedad pitagricadeCrotn lo que aqul aplica a sus guardianes. En otros muchos puntos es difcil distinguir lo quePlatntomdelos pitagricos primitivos y lo que los neopitagricos tomarondel.La msica, en su acepcin ms estricta, es objetodeuna solicitud y una reglamentacin que nos pareceran excesivas si los tiempos modernos no hubieran trado algo semejante por partedealgunos estados, que tienden a absorber en su esfera todas las manifestaciones del arte. La condenacindedeterminados instrumentos y modos musicales por el efecto afeminador que producen en los hombres tiene en sustancia el mismo fundamento que la condenacindela poesa.Era sta entre los griegos depositaria y vehculodelas creencias religiosas que, superando primitivas concepciones locales, haban hallado aceptacin general; pero, cuando la filosofa alcanz una ms alta ideadela Divinidad, no pudo menosdecondenar las leyendas homricas en que se atribuan a los dioses toda suertedeflaquezas y maldades.Platn, cuyo supremo empeo es dar al Estado por l concebido una base teolgica, tuvo que preocuparse en primer trminodedesterrardela mentedesus hombres aquellas falsas representaciones tradicionales e imbuirles un concepto ms purodeDios: ste no es causa del mal y, por tanto, tampocodela mayor partedelas cosas que ocurren al hombre, que son malas (379b-c); la causa del mal hay que buscarla en otro lado. Igualmente indignos del concepto divino son aquellos enmascaramientos y transformaciones quedelos dioses se refieren (380d), y la condenacin se extiende a los cuentos y consejasdelas madres que hacendeaqullas cocos o bes para asustar a sus hijos. Dios es algo enteramente simple y verdadero en hecho y en palabra (382e), incapazdeengaarse nideengaamos

Dialogo VIIAqu se habla sobre una tesis moral, es el conceptodeimitacin el que predomina: la mesa que construye el carpintero est hecha a imitacindela mesa en s,dela ideademesa que l percibe. y en esta doctrina basaPlatnuna nueva condenacindela poesa, considerndola no ya en sus efectos morales, sino en su misma mezquina condicindeimitacindeimitaciones. No desconoca el filsofo el valor del arte y saba que ste puede obtener, por seleccin iluminada, algo superior a la misma naturaleza; pero aqu es presentadodeotra manera: el pintor que pinta una mesa imita la mesa del carpintero, que es a su vez imitacindela mesa en s. Esta mesa primigenia es obradeDios y la mesa pintada representa una doble degradacin con respecto a ella. Tal es tambin el puestodela poesa imitativa.Platnhaba admitido todava para los primeros guardianes la imitacindelo bueno en todo su aparato metafsico, lo que sigue teniendo ahora por delante es la poesadesu tiempo, perversa educadoradela juventud y, con ello, vieja rivaldela filosofa. A nuestro autor le consume el celo por la moraldesu Estado y l le inspira tambin aquella dura invectiva contra Homero que tan largos ecos tendr en la literatura posterior; pero para lanzarla hadereprimir la bien confesada y espontnea simpata por el poeta que le llevaba a citarlo aun en los pasos ms elevados y difcilesdesu razonamiento Con el cantordeTroya queda desterradadela ciudad toda poesa, salvo los himnos a los dioses y los elogiosdelos hroes

Dialogo VIIISe comenta sobre la contemplacin del Bien, que es en el mundo inteligible.Platnse ha expresado respecto a ldemanera entusiasta, pero misteriosa y en ciertos aspectos contradictoria, por lo que no es extrao que el Bien platnico quedara entre los antiguos como constante smbolodelo oscuro y enigmtico. El Bien procura el conocimiento y la verdad, pero es superior a ambos; a la manera que el sol da a los objetos sensibles no slo la posibilidaddeser vistos, sino la generacin, el medro y el sustento sin ser generacin l mismo, as a los objetos inteligibles o ideas otorga el Bien no slo la posibilidaddeser conocidos, sino la existencia y la esencia sin ser l esencia, sino algo superior a ella en majestad y poder.El Gnesis nos presenta al Creador dirigiendo su mirada a lo criado y comprobando la rectituddesu propia creacin. En esta partedela exposicin platnica no aparece el Creador; es el hombre, es la razn humana la que contempla los seres del Universo en sus modelos eternos y se aseguradela bondaddelos mismos. En qu consiste la bondad del ser nos ha dichoPlatnanteriormente: cada uno tiene una funcin especfica, y es bueno aquel que posee capacidad para realizarla. Esta capacidad, que es bondad, se hallademanera eminente en la idea y, por conformidad con ella, en los mltiples que la imitan: el carpintero hace una mesa buena, esto es, apta para realizar la funcindemesa, mediante la contemplacindela mesa modelo,dela mesa en s; puede ser ms alta o ms baja,deun color odeotro,demadera odehierro, pero ser buena mesa en cuanto venga a satisfacer la necesidad del hombre a que la mesa responde. Dentrodela doctrina platnica, la mesa o la cama, aunque son objetos fabricados por manos humanas, vienen a satisfacer necesidades propias y permanentes del hombre y se les supone por modelo una idea. La mente que concibe al hombre hadeconcebir tambin sus necesidades y asimismo los objetos capacesdesatisfacerlas. Y por la misma razn que la idea del hombre es real, handeserIo lasdemesa o cama. La dificultad empieza solamente cuando se contemplan cosas a las que no se las descubre funcin especfica; que son como excrecencias impuras e irracionalesdelos objetos sensibles y que se sabedednde nacen, pero no se sabe para qu. Tales los cabellos -cuya funcin fisiolgica, naturalmente, se desconoca en aquel tiempo-, el cieno, la suciedad. En el Parmnides Scrates se resiste a admitir que haya ideasdeestas cosas. Como no tienen funcin, son absurdas e incomprensibles, no forman parte del orden del Universo ni caben en el mundodelos modelos. La bondaddestos, es decir,delas ideas, est, pues, en su entera adaptacin a su funcin especfica y es, por tanto, causadeque existan ydeque sean como son. Es tambin la causadeque sean conocidos, porque slo se puede llamar conocido a aquello que lo es en la razndesu ser.

Dialogo IXAcercadela justicia el cual es un tema que se retomadelos primerosdilogos, Entendida all primeramente la justicia como principio rectordelas relaciones entre los hombres y causa, por tanto, del Estado, sostiene Trasmaco que no es otra cosa que el inters del ms fuerte; Scrates deriva luego la palabra hacia el concepto subjetivo, ordinario y moraldela justicia: temple, hbito y conductadela persona humana. Aceptado esto, Trasmaco afirma que el hombre justo es vctima del injusto y que ste triunfa, por lo menos cuando su injusticia es total, como en el caso del tirano. Con esto se suscita el problemadela relacin entre la justicia y la felicidad, que se extiende por todo el tratado. Tras refutar la doctrinadeTrasmaco y la del contrato social defendida ms tarde por Glaucn, Scrates ana los conceptosdela justicia considerada en el alma humana y en la sociedad mediante el principiodela funcin especfica; la justicia consiste en que cada ser desempee la funcin que le es propia, y esto se aplica tanto a las partes del alma como a las clasesdela ciudad. El paralelismo as establecido entre la comunidad social y el individuo se llevar adelante hasta el fin e informar la exposicindelos regmenes polticos: los gobernantes filsofos corresponden a la razndelos individuos; los auxiliares, a su principio colrico; la clasedelos artesanos, a sus apetitos y pasiones. El hombre y el Estado sern clasificados en razn del predominiodecada unodeestos elementos: el individuo ser feliz por la justicia, consistente en el imperiodela razn; la ciudad, por el mandodelos mejores ciudadanos, los gobernantes filsofos. La investigacin, pues, es doble y lo ms singular es que Scrates la conduce en sentido inverso a aqul que hara esperar el propsito expresado en el primer ttulodela obra, porque no aparece ya como fin ltimo el descubrimiento del mejor Estado, del Estado justo, sino que se empieza por estudiar la justicia en l para considerarla despus en el individuo; y esto se hace alegando que es ms fcil percibirla en lo que es por s mayor, la ciudad, que en lo que es menor, el hombre (368e y sigs.). En esta desviacin hay algo ms que una peticindeprincipio; es el problemadela felicidad individual lo que embarga el almadePlatn, que se da cuentadeque el ser humano, piense como piense y obre como obre, no puede jams renunciar deliberadamente a ella y siente que no se puede mover a los hombres a la justicia, que tantas veces es sacrificio, si en ltimo trmino no se la presenta acompaadadeese bien irrenunciabledela propia dicha. Y, aun cuando ha expuesto grandes cosas sobre las puras satisfacciones del justo en esta vida y la horrorosa existencia del tirano, se da cuentadeque ello no es suficiente. Hace falta una plenituddepremios para la virtud ydecastigos para el vicio que slo puede ponerse en el ms all. Las dos partes del dcimo libro, aparentemente tan inconexas entre s, condenacindela poesa y representacin escatolgicadeEr, tienen sin embargo una razn comn: la poesa es el espectculo desedificante al que se opone la edificacindeaquel cuadroderecompensasdelos justos y expiacindelos malvados unido como siempre a una explicacindela estructura del Universo. Cuando se establezca que la virtud es deseable en s y por s y no por motivodeesperanza o temor u otra causa externa, los estoicos como Crisipo ridiculizarn los mitosdePlatnconcernientes a los premios y castigosdeuna vida ulterior; pero la historia ensear que estas concepciones handeseguir viviendo en la mentedela mayoradelos hombres.

Dialogo XEn este ltimo dialogo habla sobre la desilusindeplatn,Platnafirma que el filsofo hadesentir una gran repugnancia a gobernar, pero habr que obligarle a que lo haga cuando le llegue el turno entre losdesu clase, bien que dejndole la mayora del tiempo para la contemplacin felicsima del Bien. Y donde expresa en tonos melanclicos sobre la posibilidad del gobiernodelos filsofos, que slo cabe por graciadeun divino azar. Mientras ste no ocurra, el modelo queda en el cielo y el filsofo debe limitarse a regular por l su propio Estado, es decir, el temple y conductadesu propia persona. No podemos sustraemos con ello a la impresindeque el propsito fundamental del tratado termina en un decidido fracaso: querer remediar los males que afligen a los estados por la fundacindeuna ciudad que est libredeellos y acabar confesando, tras una meditada y prolija seriedeprescripciones, que esa ciudad apenas puede concebirse en la tierra, constituye una triste renuncia final al empeo tan largamente acariciado. Triste y desafortunado remate que, sin embargo, es el resultado naturaldela vida y el pensamiento del filsofo. Toda aqulla, en efecto, est tejidaderenunciaciones: haba querido l ser unodetantos, seguir el camino normaldelos hombresdesu condicin ydesu tiempo e incorporarse a la vidadesu patria; la carta VII nos revela que aquel joven con el don fataldeuna viva sensibilidad y una reflexin precoz sinti como propias las desgraciasdesu noble maestro y los azaresdeste le infundieron un recelodela vida pblica, una tendencia a la huida y a la abstencin a que la generalidaddelos hombres slo llega mediante propia y dilatada experiencia.Se ha notado cmoPlatn, en estos mismos librosdeLa repblica, presenta msdeuna vez el tipo humano que recoge y aplica a su propia conducta las enseanzas derivadasdela observacindela suerte ajena, especialmentedeladeaquellos a quienes en alguna manera sucede o contina: si el hijodeun hombre parco y consagrado a la virtud se hace ambicioso, si eldeun padre ambicioso se hace avaro y eldeun avaro resulta con los caprichos y veleidades atribuidas al hombre democrtico, todo ello tiene por motivo la reaccin contra la conducta paterna, que se considera vana y fracasada; una reaccin que, por lo dems, el filsofo considera comn al procesodelas estaciones,delas plantas,delos hombres ydelos Estados (cf. 563e-564a). Si senta este fenmeno tan vivamente y le daba tan largo alcance era porque lo llevaba en s mismo: clave con que se explicaba la vidadelos dems, porque era la explicacindela suya. Muchas veces, sin embargo, estas desviaciones por reaccindela conducta del padre o del maestro no entraan una condenacin moraldela misma, sino una gran piedad hacia ella, una cordial e ntima simpata. La apropiacindesu experiencia es aprovechada para no ser vctimas, como lo fueron ellos,deun mundo malvado e impo. Casi toda la vida y la direccin general del pensamientodePlatnen los problemas prcticos se explicandeeste modo en relacin con Scrates. Es sin duda tan sincero como generoso cuando se cree continuadordeste y deja a su nombre lo mejor que ha creado su espritu; no obstante, su conducta y sus prescripciones nos parecen en gran parte no slo distintas, sino opuestas a las del maestro.Platnadmira a Scrates por su decisindesufrir la muerte antes que dejar la ciudad en que naci y cuyas leyes han sido las condicionesdesu existencia; pero l, por su parte, temerosodesufrir la misma suerte. Siente desde sus comienzos, y cada vez ms conforme aumenta su experiencia, un cierto miedo a la lucha y el riesgo y, sobre todo, a las complicaciones morales que le coloca en reiterada posicindeabstencin ydehuida. Es probable que la desgraciadeScrates como esposo y como padre fuera el motivo que retrajera aPlatndeconstituir familia ydeque formulara sobre sta las opiniones que quedan sealadas (cf. pg. 35). An ms patente es la reaccin en su conducta como maestro: qu diferencia entre el Scrates que iba propagando sus enseanzas por calles, mercados y gimnasios y elPlatnretirado en su Academia, en las afuerasdela ciudad, y que con un rtulo en la puerta limita la entrada a los no especialmente preparados! No hay, sin embargo, que acusarledeinfidelidad por ello; veamos ms bien un piadoso recuerdo para el maestro a cuya condenacin contribuyeron ms los discpulos atolondrados que los descarriados y perversos