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  • MARA LA MUJER, ICONO DEL MISTERIO O VERDADERA HERMANA NUESTRA? *

    RESUMEN

    El objetivo de esta comunicacin es confrontar las propuestas mariolgicas de BrunoForte y Elizabeth Johnson, tanto en el aspecto metodolgico como en las figurasmarianas que cada una propone. As, metodolgicamente, se analizan y comparan dospropuestas mariolgicas, de un telogo y una teloga, las cuales recogiendo la crticafeminista difieren, sin embargo, en sus resultados. Lo que se quiere discutir es queBruno Forte, al proponer una Mariologa simblica-narrativa que recupera la nuevamanifestacin de lo femenino, caracteriza a Mara como Icono del Misterio, y lofemenino como acogida fecunda, gratuidad radiante, reciprocidad y anticipa-cin, lo que parece contrastar con los sobrios ttulos marianos propuestos porElizabeth Johnson verdadera hermana nuestra, amiga de Dios y profetisa. Enconclusin, las diferencias fundamentales de estas mariologas, no surgen tanto de laintencionalidad de ambas cuanto del contexto sociocultural de sus autores, sus res-pectivos mtodos teolgicos, su condicin de varn y mujer respectivamente, y elaporte distintivo y correctivo de la crtica feminista asumida por Elizabeht Johnson.Superando recelos y evitando una simbolizacin ahistrica que haga de Mara un serextrao y lejano, situndola decididamente en el contexto de la comunin de los san-tos, puede desplegarse en nuestro contexto latinoamericano una reflexin sobreMara, Madre de Dios y compaera en la esperanza.

    Palabras clave: mariologa, feminismo, mtodo teolgico, religiosidad, AmricaLatina.

    GUILLERMO ROSOLINO

    331Revista Teologa Tomo XLV N 96 Agosto 2008: 331-352

    * Las reflexiones de este artculo han sido presentadas inicialmente como comunicacin enel I Congreso de Telogas Latinoamericanas y Alemanas y editadas en Actas del 1 Congreso deTelogas Latinoamericanas y Alemanas Biografas, Instituciones y Ciudadana en Soporte CD-ROM, ISBN 978-987-24250-0-5. El texto ha sido revisado y ampliado para su publicacin en estarevista.

  • implicados todos por la fe comn en Jesucristo y Mara, los campesinosde Nazaret confesados respectivamente como Hijo de Dios y Madre deDios. Este ejercicio de dilogo e interpelacin entre teologas hechas porvarones y mujeres, por perspectivas y en contextos diversos es un desafoms urgente en la situacin globalizada donde la comunicacin y el mes-tizaje intercultural se constituyen en moneda corriente. La globalizacinimpacta sobre las identidades, lo que suscita al menos tres actitudes: decierre y defensa de la propia identidad o de olvido y prdida de la misma;un tercer camino posible es el de la apertura e intercambio fecundos, queno renuncia a lo propio ni niega lo otro sino que se deja interpelar e inter-pela en la bsqueda de horizontes y mestizajes nuevos. Este tringuloconstituido por un telogo europeo, una teloga norteamericana y la per-tenencia latinoamericana del autor, quiere motivar y avanzar por el tercercamino planteado.

    Bruno Forte y Elizabeth Johnson tienen, al menos, tres cosas encomn: escriben sus mariologas en el postconcilio hacindose cargo delas crticas feministas; son un telogo y una teloga potentes en sus res-pectivos desarrollos sistemticos; y son creativos y originales en sus pro-puestas. Las diferencias tambin saltan a la vista: la obra de Forte es uncompleto tratado de mariologa que corona significativamente suSimbolica ecclesiale en ocho volmenes,2 la de Johnson no es una obrade teologa dogmtica en sentido tradicional. No pretende presentar todala doctrina de la Iglesia sobre Mara,3 y, adems, est ligada muy estre-chamente a una obra anterior Amigos de Dios y profetas. Una interpreta-cin teolgico-feminista de la comunin de los santos.4 Mientras la telo-ga norteamericana hace suya la perspectiva feminista, el telogo italiano,en cambio, no se inscribe en dicha corriente pero ha recogido algunosaportes de las crticas feministas ms significativas y conocidas al momen-

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    2. La Simbolica ecclesiale es la obra mayor del telogo napolitano y est compuesta por lossiguientes ttulos de la coleccin: 1. La Parola della fede. Introduzione alla Simbolica ecclesiale,Cinisello Blsamo (Milano), San Paolo, 1996; 2. La teologia come compagnia, memoria e profe-zia. Introduziones al senso e al metodo della teologia come storia, 1987; 3. Ges di Nazaret, sto-ria di Dio, Dio della storia. Saggio di una cristologia come storia, 1981; 4. Trinit come storia.Saggio sul Dio cristiano, 1985; 5. La Chiesa della Trinit. Saggio sul mistero della Chiessa,comunione e missione, 1995; 6. Leternit nel tempo. Saggio di antropologa ed etica sacramen-tale, 1993; 7. Teologia della storia. Saggio sulla rivelazione, linizio e il compimento, 1991; 8.Maria, la donna icona del Mistero. Saggio di mariologa simbolico-narrativa, 1989.

    3. E. A. JOHNSON, Verdadera hermana nuestra. Teologa de Mara en la comunin de los san-tos, Barcelona, Herder, 2005, 13. En adelante, JOHNSON, Verdadera hermana nuestra.

    4. E. A. JOHNSON, Amigos de Dios y profetas. Una interpretacin teolgico-feminista de lacomunin de los santos, Barcelona, Herder, 2004.

    ABSTRACT

    The aim of this publication is to compare Bruno Fortes and Elizabeth Johnsonspositions on the figure of Mary, both in their methodological aspects as well as in theconcepts of Mary they propose. The mariological positions of a male and a femaletheologian are analyzed and compared; and it can be seen that although both of themtake feminist criticism into consideration, the conclusions they draw differ from eachother. By proposing a symbolic-narrative mariology, that reconsiders the new mani-festation of femaleness, Bruno Forte characterizes Mary as an Icon of Mystery,and femaleness as fecund embrace, radiant gratitude, reciprocity and anticipa-tion; in contrast to the restrained titles proposed by Elizabeth Johnson: true sisterof ours, friend of God and prophetess. In conclusion, the main differences bet-ween these two mariologies do not arise from the purpose of each author, but ratherfrom their sociocultural context, their theological methods, their condition of manand woman respectively, and the distinctive and corrective contribution of ElizabethJohnsons feminist criticism. It is proposed that, in order to study Mary, Mother ofGod and partner in hope in a Latin American context, it will be necessary to overco-me distrust, avoid an unhistorical symbolization of her as a distant person, and beable to consider her purely in the context of the Communion of Saints.

    Key Words: mariology, feminism, theological methods, Latin America, religiosity.

    La confrontacin propuesta en el ttulo remite a dos mariologas, ados expresiones de la teologa posconciliar. Se trata de una confrontacinporque la segunda, representativa de la teologa feminista se desarrollacrticamente respecto de la primera, que, por su parte, siendo representa-tiva de una teologa renovada que ha dado pasos significativos, segn lasegunda, no se ha despojado totalmente de un molde tradicional. La cr-tica feminista es contundente, en la Iglesia Mara es la mujer ejemplo desumisin, de oculta dedicacin y de silencio reverencial, Esto ha con-ducido a la prefiguracin, en la prctica, de un modelo de mujer en laIglesia muy adecuado a los intereses patriarcales y androcntricos que lacaracterizan.1 Qu sentido tiene confrontar estos autores?, qu bene-ficio puede traer este dilogo para una teologa hecha tanto por varonescomo por mujeres?, cul puede ser su fruto para la reflexin y la religio-sidad latinoamericana? Estos interrogantes guan la tarea de poner en di-logo autores y pensamientos de continentes diversos, interpelados, a suvez, desde un horizonte de compresin e inters tambin distinto, pero

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    GUILLERMO ROSOLINO

    1. T. LEN MARTN, Mara, arquetipo de lo femenino en la Iglesia, Selecciones de Teologa170 (2004) 150-160, 150.

  • La teologa de Mara desarrollada por Forte tiene una ntida distri-bucin en tres partes: Mara hoy (I), donde se describe el contexto socio-cultural de retorno a lo concreto y redescubrimiento del smbolo, lanueva manifestacin de lo femenino, y el lugar del tratado sobre Maraen la reflexin de la fe; La historia de Mara (II), donde se recuperan losdatos del nuevo testamento y del dogma; finalmente, Mara, la mujericono del misterio (III), donde, a travs de las categoras de Virgen, Madrey Esposa se plasma la reflexin sistemtica.

    1.1. Presupuestos metodolgicos y sistemticos

    La mariologa de Forte en su edicin italiana se agot en un mes;probablemente esto hable no slo del inters que ya despertaba el autory de la originalidad de su propuesta, sino tambin de la relevancia deltema para su contexto socio-cultural. Como queda registrado en variosvolmenes de la Simbolica, Forte concluye su reflexin teolgica, o mejorcabe decir, concluye-abriendo con una poesa: La reflexin se traduce enhimno, el razonamiento en asombro y plegaria.8

    La conclusin-apertura potica nos pone en la clave de Forte yremite al subttulo de su obra Ensayo de mariologa simblico-narrativa.El elemento simblico, segn el autor, caracteriza la reflexin sobreMara porque es la criatura ms prxima al lugar infinitamente denso dela revelacin, que es Jesucristo.9 De este modo, confluyen en una mario-loga simblico-narrativa el camino de la verdad y el camino de la belle-za, el relato argumentativo y el smbolo slidamente fundado se inte-gran para hablar cristianamente de Mara.

    El camino de la belleza, junto con el camino de la verdad, mueve entonces a reco-nocer en Mara el valor de un icono, de una figura que remite densamente a la tras-cendencia que ha entrado en la inmanencia del mundo, precisamente por la puer-ta de la salvacin que fue la Virgen Madre. De qu profundidades es icono Maraen relacin al misterio de Dios Trinidad, de la Iglesia, del hombre?, qu es lo quese nos ha revelado del Eterno en el tiempo y de sus relaciones en la femineidadconcreta de la mujer de Galilea.10

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    8. B. FORTE, Mara, la mujer icono del misterio. Ensayo de mariologa simblico-narrativa,Salamanca, Sgueme, 1993, 278. En adelante Mara, la mujer icono del misterio.

    9. FORTE, Mara, la mujer icono del misterio, 20.10. Ibd., 23.

    to de escribir su obra. Es llamativo que Johnson, habiendo escrito su obradespus de Bruno Forte y considerando la recepcin positiva que stehace de la crtica feminista, no haga ninguna alusin a la misma.

    A la presentacin de las mariologas de Bruno Forte Mara, mujericono del misterio (1) y de Elizabeth Johnson Mara, verdadera hermananuestra (2), atendiendo a sus presupuestos metodolgicos y sistemticos(1.1 y 2.1), y a la figura determinante de cada una de sus propuestas (1.2 y2.1), le sigue la conclusin Mara, Madre de Dios y amiga en la esperan-za (3), donde se concreta la confrontacin de estas teologas y la bsque-da de sus aportes para la reflexin y la religiosidad latinoamericana.

    1. Bruno Forte, Mara, mujer icono del misterio

    La mariologa de Bruno Forte constituye uno de los ocho captulos(volmenes) de su Simbolica ecclesiale;5 por ello, surgen naturalmentealgunos interrogantes por qu ha querido el autor dedicarle un volumende su programa teolgico a Mara?, qu lugar ocupa este captulo en suSimbolica ecclesiale?, cules son las fortalezas y los lmites de su pro-puesta? Para dar una respuesta inicial a estas preguntas hay que tener encuenta que la mariologa de Forte corresponde al ltimo volumen de suSimbolica ecclesiale, ello no significa que tenga un lugar poco destacado,al contrario Mara, virgen y madre, (es) icono de todo el misterio cris-tiano: profeca.6 La densidad de esta tesis Mara, icono de todo el mis-terio cristiano, que Forte anticip en una publicacin de 1987, es desa-rrollada en la mariologa publicada en 1989 cuando mediaba la realizacinde su obra mayor,7 despus de la cristologa (1981), la trinidad (1985), laintroduccin a la teologa (1987), y antes de la teologa de la historia(1991), la antropologa (1993), la eclesiologa (1995) y la introduccin a laSimblica (1996).

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    5. Para una visin de conjunto de la obra de Forte se puede consultar: G. ROSOLINO, La teolo-ga como historia. Aportes recientes a la relacin entre teologa e historia, Crdoba, EDUCC,2004, 213-302.

    6. B. FORTE, La teologa como compaa, memoria y profeca. Introduccin al sentido y almtodo de la teologa como historia, Salamanca, Sgueme, 1990, 198.

    7. Forte distingue en su produccin, adems de la Simbolica ecclesiale, dos grupos de obrasms: la Dialgica, de carcter ms filosfico y con una fuerte impronta de intercambio con pen-sadores de distintos mbitos, y la Potica, de carcter ms espiritual y pastoral.

  • paso histrico (de la mujer)..., del poseer la palabra de su vocacin femeninade la libertad a la que est llamada. 16

    En aparente contraste con Johnson, dedicando Forte un volumen desu Simbolica ecclesiale al tratado sobre Mara, parece inclinarse hacia lalnea cristotpica segn la categorizacin de Johnson; pero el planteoes ms complejo y el autor es muy consciente en su intencin de insertara Mara en la totalidad del misterio cristiano:

    Es precisamente en esta perspectiva de totalidad donde han de abordarse ademslos dos problemas metodolgicos decisivos para un tratado de mariologa: por unaparte, el de la fundamentacin de su consistencia autnoma; por otra, el de un prin-cipio de sntesis, en torno al cual organizar su desarrollo.17

    Por qu, en ltima instancia, queda justificado un tratado autno-mo sobre Mara? Reconociendo que la reflexin sobre Mara no puedeser ms que relacional, pero en coherencia con el postulado Mara,mujer icono del misterio Forte recurre al concepto del todo en el frag-mento para cimentar la particularidad de la teologa de Mara en el mis-terio cristiano.

    En otra palabras, precisamente porque remite a los diversos captulos de la dog-mtica cristiana, la mariologa puede constituir eficazmente su ltimo captulo, unaespecie de verbum abbreviatum, de compendio argumentativo, narrativo y sim-blico a la vez, rico en fuerza evocadora y en estmulos prctico-crticos.18

    En este sentido, Forte coloca la reflexin mariana en la via pulchri-tudinis, ya que por la humildad de un fragmento tan densamente huma-no se alcanza el corazn del misterio obteniendo una gran fecundidadexistencial como lo muestran innumerables historias de santidad evang-lica.19 La maternidad divina en su aspecto ontolgico y en el milagro degracia que la constituye es en ese sentido el punto de partida de todaprerrogativa y de toda funcin de la Virgen Madre.20

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    16. Ibd., 34. Forte cita a M. X. BERTOLA, Maria e le istanze del mondo femminile, oggi, en Ilruolo di Maria nelloggi della Chiesa e del mondo. Atti del II Simposio mariologico internaziona-le (Roma 1978), Roma, 1979, 179s.

    17. FORTE, Mara, la mujer icono del misterio, 42.18. Ibd., 43.19. Ibd., 44.20. Ibd., 45.

    En el segundo captulo de la primera parte titulado la nueva mani-festacin de lo femenino,11 Forte hace una recepcin positiva y decidi-da de la crtica feminista, aunque limitada en las referencias bibliogrfi-cas. Considera la emancipacin de la mujer como uno de los elementosms importantes del proceso de emancipacin en general, estrechamen-te vinculado con el proceso histrico ms amplio de liberacin de losoprimidos.12 Expresa clara conciencia de que no se trata de un fenme-no ajeno a la fe cristiana, sino vinculado tambin al cristianismo donde alos tpicos argumentos de razn varias tradiciones cristianas dentro dela historia del cristianismo han aadido presuntos argumentos de revela-cin, aunque en contraste evidente con el comportamiento de Jess conla mujer.13 As mismo, la ideologizacin de la dependencia histrica seha interpretado como condicin ontolgica instrumentalizando elbinomio hombre-mujer como correlativo de alma-cuerpo, espritu-materia, racional-irracional, e incluso bien-mal. De esta manera la mujeraparece como el revs de la realidad, lo negativo respecto de lo positivo,inclusive dada la concepcin negativa de lo femenino, la presunta com-plementariedad ha jugado sin embargo en descrdito de la mujer.14

    Descrito el contexto por el cual el movimiento de emancipacin dela mujer est justificado y constituye un camino ineludible de liberacin,Forte presenta la teologa feminista en su doble tarea al mismo tiem-po crtica y liberadora respecto de las teologas parciales pasadas y pre-sentes.15 Dando ampliamente la palabra a telogas feministas como L.Russell, R. Radford Ruether y M. Daly el telogo napolitano sintonizacon algunas de las crticas fundamentales tanto a la cristologa como a lareligin y a la Iglesia, reservando un especial desarrollo a las referidas a lamariologa. De esta manera se va decantando la propuesta de Forte haciauna mariologa cargada de promesas:

    La mariologa histrico-bblica y la mariologa simblica convergen en estamariologa proftica para contribuir a reconocer en Mara sobre la base de lasurgencias de la manifestacin moderna de lo femenino el verdadero sentido del

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    11. Ibd., 25-34.12. Ibd., 25.13. Ibd., 26-27.14. Ibd., 27.15. dem.

  • Con la meridiana y categrica expresin Mara es la mujer del mis-terio,25 la mariologa de Forte alcanza su buscada expresin trinitaria yqueda definitivamente enclavada en una nota caracterstica de toda suproduccin teolgica. Pero tambin aqu se cumple la formulacin anti-cipada de las notas con que pretendiendo evitar una ontologa de lofemenino queda, no obstante, caracterizada la dimensin antropolgicade lo femenino tal como se concreta en Mara. Una vez ms es necesa-rio mirar en detalle el ensamblado terico que contempla en cada encajeun significado teolgico, eclesiolgico y antropolgico, desarrolladospuntualmente en los captulos correspondientes de esta tercera parte:

    A las tres divinas personas vienen a referirse los aspectos de la nica Virgen-Madre-Esposa; en cuanto Virgen, Mara est ante el Padre como receptividad puray se ofrece por tanto como imagen de aquel que en la eternidad es puro recibir,puro dejarse amar, el engendrado, el amado, El Hijo, la palabra salida del silencio.En cuanto madre del Verbo encarnando, Mara se refiere a l en la gratuidad deldon, como fuente de amor que da la vida, y es por tanto el icono maternal de aquelque desde siempre y para siempre comenz a amar; y es fontalidad pura, puro dar,el engendrante, la fuente primera, el eterno amante, el Padre. En cuanto arca de laalianza nupcial entre el cielo y la tierra, Esposa en la que el Eterno une consigo ala historia y la colma con la novedad sorprendente de su don, Mara se refiere a lacomunin entre el Padre y el Hijo, y entre ellos y el mundo, y se ofrece por tantocomo icono del Espritu santo, que es nupcialidad eterna, vnculo de caridad infi-nita y apertura permanente del misterio de Dios a la historia de los hombres.26

    2. Elizabeth Johnson, Mara, verdadera hermana nuestra27

    La Teologa de Mara en la comunin de los santos de E. Johnson sedesarrolla en cinco pasos;28 el primero, Voces de mujeres en clave nueva(I), ofrece las dos clases de interpretaciones teolgicas de la tradicinmariana, la crtica y la creativa; Caminos nuevos (II), analiza dos propues-tas de mariologa androcntrica a evitar; Un camino para avanzar (III),

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    25. Ibd., 170.26. Ibd., 171.27. Para una breve visin de conjunto de la obra de Johnson, vase M. J. LLACH, Elizabeth A.

    Johnson, en V. R. AZCUY M. M. MAZZINI N. V. RAIMONDO (COORD.), Antologa de Textos de Autorasen Amrica Latina, el Caribe y Estados Unidos, Buenos Aires, San Pablo, 2008, 283-302.

    28. La teloga ha publicado un esbozo de su obra en: E. A. JOHNSON, Mary, friend of God andprophet: A critical reading of the Marian tradition, Theology Digest 47 (2000) 317-325.

    1.2. Mara, la mujer icono del misterio

    La formulacin programtica de Forte, Mara, la mujer icono delmisterio es desarrollada germinalmente por el autor en la introduccina la tercera parte de su obra,21 y desplegada totalmente en los captulosque la componen, titulados La Virgen, La Madre, La Esposa.22 Enla brevedad de esta presentacin no se hace referencia explcita a la segun-da parte La historia de Mara. Como ilustracin concreta y opcinmetodolgica de anlisis, valga entonces la presentacin de la expresinprogramtica Mara, la mujer icono del misterio en sus tres apartadosque contemplan a Mara como mujer, icono y misterio.

    La expresin programtica de Forte pretende recuperar densamentetanto la riqueza de la escritura cuanto los pasos dados por la transmisinviva de la fe, y se ofrece como lnea conductora de las resonancias teol-gicas del misterio de Mara: Esta frmula evoca de modo sinttico elfundamento bblico, narrativo y simblico juntamente, y el carcter tri-nitario, antropolgico y eclesiolgico que podra tener la propuesta.23 Asu vez, calificando en primer lugar a Mara como la mujer, se intentaresaltar la concrecin histrica de esta joven israelita que vivi la expe-riencia extraordinaria de ser la madre del Mesas.

    Por qu Mara puede ser considerada icono? Siguiendo algunasintuiciones de P. Evdokimov y en consonancia con el propsito de hacerconfluir el camino de la verdad con el de la belleza, Forte presenta a Maracomo la figura concreta y visible que remite a la profundidad invisible delmisterio, porque en concordancia con el testimonio bblico sobre Mara,ella acapara los caracteres propios del icono que es al mismo tiemponarrativo y simblico.

    La Virgen Madre es icono porque en ella se realiza la revelacin de lo escondi-do, el Apocalipsis de los ltimos tiempos, la presencia del Eterno en la historia; yal mismo tiempo porque en ella se ofrece a los ojos del corazn creyente la venta-na del misterio, el puente entre lo visible y lo invisible.24

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    21. Ibd., 163-178.22. Ibd., 179-279.23. Ibd., 164.24. Ibd., 168,

  • cia de que otros planteos como el ligado a la veneracin de los antepa-sados en frica, o el de la religin popular de los hispanos en EstadosUnidos y Latinoamrica, merecen respeto y tienen mucho que ense-ar. Johnson se ubica claramente en un contexto sociocultural hacia elcual enfoca su propuesta: Mi tesis es que el trabajo de las mujeres sobreMara como amiga de Dios y profetisa puede encontrar un camino paraperdurar en el futuro parte de la tradicin cristiana viva perdida en la cul-tura posmoderna.33 La tesis de Johnson se asienta en una observacinms sobre el contexto al que pertenece En los cnones contemporneosde fe ni Mara ni, tampoco, el resto de la compaa de los santos ha encon-trado acomodo, a tal punto que el captulo sobre Mara incluso puedeser considerado irrelevante frente a las candentes cuestiones religiosas delmomento, la principal de las cuales estn en la bsqueda de Dios en unmundo de sufrimiento y secularizacin.34

    Dado el marco sociocultural arriba diseado, la propuesta de unamariologa para el siglo XXI debera ser, segn la autora, teolgicamentevlida, frtil ecumnicamente, espiritualmente vigorizante, exigente tica-mente y socialmente liberadora.35 Pero tambin tiene que cumplir otrorequisito, en sintona con la perspectiva feminista, debe ser crtica contoda forma explcita o larvada de patriarcalismo. A esta tarea Johnsondedica buena parte de sus energas y de su obra que queda distribuida endos momentos, el primero de crtica deconstructiva y el segundo decarcter narrativo reconstructivo y propositivo. En este apartado se darespacio al primer momento, que incluye la tesis ya presentada y el coro-lario de Johnson, para avanzar en el segundo apartado sobre la propues-ta de una figura de Mara, verdadera hermana nuestra, amiga de Dios yprofetisa.

    En lo que hace a la figura de Mara, la crtica feminista implica la con-ciencia de que la diversidad comienza en la Escritura, en la que cada unode los cuatro evangelios la retrata de forma diferente segn la perspectivateolgica de los evangelistas.36 A partir de este momento es posible seguirel hilo rojo de las visiones oficiales de Mara, configuradas por hombresque han puesto el nfasis en su obediencia y virginidad, dando importancia

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    33. Ibd., 15.34. Ibd., 14.35. Cf. ibd., 19.36. Ibd. 19-20.

    desarrolla preliminarmente la propuesta de la autora y sus antecedenteshistricos; La imagen de un mundo (IV), describe el contexto sociocul-tural de Mara de Nazaret; Maria en la comunin de los santos (V), anali-za treinta relatos de la Escritura en los que aparece Mara, a modo de tese-las de color que van configurando el mosaico de esta mujer llena delEspritu en compaa de otras personas, para acabar con su propia ora-cin revolucionaria, el Magnificat.29

    2.1. Presupuestos metodolgicos y sistemticos

    Teniendo presente que Johnson no ha querido escribir un tratadodogmtico en sentido tradicional, ni exponer toda la doctrina sobreMara, es importante centrarse en su intencin positiva de explorar unava nueva de acercamiento a Mara basada en la Escritura, la liturgia y lapredicacin cristiana de la Antigedad y capaz de apreciar la presencia delEspritu de Dios en la comunidad de fe de hoy.30 Siguiendo la mismaintuicin original, no quiere empezar reflexionando sobre Mara comosmbolo religioso, sino interpretar su significacin como persona con-creta que tiene que realizar su propia vida.31 A diferencia de la exalta-cin exagerada de Mara como smbolo religioso, este camino permiteacercarse a ella como un ser humano real, como peregrina de la fe, yrecordarla en la gran nube de testigos que rodea la comunidad de los dis-cpulos. De hecho, el juicio de muchas mujeres involucradas en el movi-miento de liberacin feminista sobre el lugar que Mara ha ocupado en latradicin cristiana, tiene un doble aspecto: se critica la tradicin marianaporque ha funcionado negativamente, promoviendo un concepto demujer ideal obediente, ligada a la subordinacin de la mujer en la iglesia;pero se reconoce que el recuerdo vivo de Mara puede tener una funcinpositiva inspirando la lucha por la justicia compasiva y liberadora deDios.32 Otro aspecto que destaca la teloga norteamericana es el con-texto posmoderno en el que escribe donde la devocin tradicional aMara, forjada segn una horma premoderna, ha ido perdiendo terrenoprogresivamente, especialmente en las generaciones nacidas y crecidasdespus del concilio Vaticano II. Todava ms interesante, es su concien-

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    29. JOHNSON, Verdadera hermana nuestra, 15.30. Ibd., 13.31. dem.32. Ibd., 14.

  • denuncia el hecho de que dentro de la tradicin el centrarse en la mater-nidad de Mara ha servido para reforzar la doctrina de que la maternidades la razn de ser de la vida de la mujer, su nica realizacin aprobada porDios.43 En tercer, y ltimo lugar, se analiza la subordinacin sociolgi-ca generada por la perspectiva patriarcal. Cmo sucede esto? Una vezms, las consecuencias estn ligadas a la representacin exclusivamentepatriarcal de Dios:

    Jesucristo es el Salvador, Mara es asociada al misterio de la salvacin provenien-te de Dios a travs de Cristo en el Espritu. Pero esta idea teolgica fundamentalse ve corrompida por construcciones de gnero patriarcales. Dios es visto comovarn, y ella le obedece a l. Y adems dicha idea es traducida a construccionesnormativas que configuran la relacin entre mujeres y hombres dentro de laIglesia.44

    Johnson focaliza algunos intentos contemporneos que denominacallejn sin salida, bajo dos caractersticas: Mara como la cara ideal dela mujer o el femenino patriarcal donde quedan clasificados LeonardoBoff, Hans Urs von Balthasar y Juan Pablo II;45 y Mara como la caramaternal de Dios donde se hace referencia a autores como Teilhard deChardin y Edward Schillebeeckx, pero que fundamentalmente toma notade un largo proceso de la tradicin, en el cual la figura de Mara ha idoatrayendo sobre s notas que pertenecen propiamente al rostro maternode Dios. La relevancia que tiene este curso para la construccin de la pro-puesta de Johnson merita que se le preste ms atencin. Se trata de siglosde piedad y reflexin teolgico-espiritual,46 en oriente y en occidente, enel viejo y en el nuevo continente, que han producido este significativodesplazamiento:

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    43. Ibd., 55.44. Ibd., 58.45. La conclusin de Johnson al analizar estos intentos, que son valorados de manera diver-

    sa, es contundente: Ahora queda claro por qu considerar a Mara la cara ideal de mujer o la carafemenina de la Iglesia es un callejn sin salida en el que este libro no va a adentrarse. Ibd., 95.

    46. Animada por el principio Potuit, decuit, fecit, esta reflexin lleg muy lejos. Con fina iro-na, Johnson afirma Libres por la lgica de este axioma para imaginar lo que habran hecho parasus propias madres si hubieran podido, las mentes de los telogos varones medievales amonto-naron generosamente sobre la Madre de Dios dotes de perfeccin personal y de influencia pbli-ca./En este proceso, Mara, al comienzo, iba a la par que el principal, Dios, y luego, a veces, loeclips. El poder creador de Dios Padre se vea reflejado en Mara, que en la encarnacin trajo almundo al Salvador, convirtindose as en fuente de la renovacin universal. Como deca la ala-banza de Anselmo, Dios es el padre de todas las cosas creadas, y Mara, la madre todas las cosascreadas. Ibd., 103.

    primordial a la maternidad.37 La teologa patriarcal ha sabido capitalizar laescasez de datos histricos sobre Mara para configurar un smbolo maria-no funcional a sus propios intereses. Cmo ha operado, conciente einconscientemente, este mecanismo de simbolizacin religiosa?

    Analizando esta crtica bsica podemos darnos cuenta de que el pesado lastre dela teologa patriarcal se advierte por lo menos de tres maneras. Idealiza slo a estamujer en detrimento de todas las dems. Construye su santidad a base de virtudesque llevan a la sumisin de la mujer. Y de su relacin con Cristo saca leccionessociolgicas que apuntan a la subordinacin femenina.38

    Johnson pasa a desmenuzar cada uno de los tres mecanismos denun-ciados. En primer lugar, el patrn de mujer ideal resulta perjudicial en lamedida en que poniendo el ideal de mujer en la figura trascendente deMara, se ignora y subestima a las mujeres concretas con impunidad einmunidad.39 En segundo lugar, tomando a Mara como modelo de lofemenino, la estrategia consiste en crear un fuerte dualismo de gnerodando por supuesto que Mara es modelo espiritual slo para las mujeresy Cristo para los hombres; desde all, Su argumentacin la centra conparticular nfasis en Mara como esclava, como virgen y como madre.40

    Hay que advertir al respecto que Johnson no pretende negar estas condi-ciones de la madre de Jess, sino denunciar sus riesgos en el contexto deuna sociedad, una iglesia y una teologa patriarcal. En efecto, si la repre-sentacin de Dios dejase de pintarse tan predominantemente con metfo-ras masculinas, entonces dejar la figura de Mara de ser una construc-cin masculina: virgen, esposa y madre, un aadido del varn.41 Porello, en el clima de esta crtica tan fuerte no deja de percibirse lo revolu-cionario que fue la posibilidad de la virginidad para las mujeres; a talpunto que, mirado desde esta perspectiva la posicin oficial de la Iglesiasobre la virginidad perpetua de Mara, que dice que ella fue virgen antes,durante y despus del nacimiento de Cristo, toma una fuerza sorpren-dentemente liberadora.42 En el mismo orden de cosas, no se niega ni sesubestima que Miriam de Nazaret haya sido la madre del Mesas, sino se

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    37. Cf. Ibd., 24.38. Ibd., 43.39. Cf. Ibd., 46.40. Ibd., 46.41. Ibd., 48. Cita a KARI BORRESEN, Mary in Catholic Theology, en H. KNG-J. MOLTMANN

    (COMP.), Mary in the Churches, Edinburgh, Nueva York: Seabury, T & T Clark, 1985, 55.42. Ibd., 55.

  • La conciencia del desplazamiento operado en la tradicin, la necesa-ria reconduccin de estos elementos marianos a su fuente, dejan una lec-cin enormemente importante, en ello se manifiesta hasta qu punto sonlas mujeres realmente teomorfas.52 El camino queda claramente trazado, setrata de renovar la doctrina de un Dios liberador, despojndolo de losconstreimientos patriarcales, as las mujeres se sentirn plenamentehechas a imagen y semejanza de Dios. Por ello todas estas imgenes feme-ninas tienen que prolongarse ms all de Mara, hasta su fuente. Hagamosque Dios tenga su propia cara de Madre. Hagamos que Miriam la mujer degalilea entre a formar parte de la comunidad de los discpulos.53

    Inmediatamente se percibe la contra cara del programa de Johnson;una vez despojada Mara de la fuerte carga simblica que la ha caracteri-zado hay que recuperar su condicin de mujer y su condicin humana.Una vez ms, busca luces entre escombros y comienza a disear sumomento propositivo recuperando la figura de Mara como ideal de dis-cpulo perfecto. En principio, este parece un camino fecundo porquevincula a Mara con la comunidad de los creyentes, y tambin, porquepone el nfasis en su activa relacin con Dios en la fe y la caridad.

    Desde el punto de vista intelectual, la interpretacin simblica de Mara como eldiscpulo ideal arroja luz sobre todo tipo de afirmaciones, imgenes y prcticasmarianas, las cuales, a travs de este filtro, pueden apuntar en ltimo trmino a lagraciosa relacin de la humanidad con Dios Al final, al honrar a Mara, estamosdiciendo algo sobre nosotros 54

    Por este sendero la teologa de Mara queda estrechamente relacio-nada con la eclesiologa y tiene enormes frutos ecumnicos.55 Sin embar-go, Johnson encuentra una ulterior dificultad, revisando su propio cami-no que haba sido guiado por las intuiciones sobre el smbolo de PaulRicoeur, hoy ya no le resulta satisfactorio por las repercusiones de unaMara simblica en el renacer de las mujeres. Por ello, la teloga femi-nista se plantea Qu le pasa a una mujer cuando se convierte en un sm-bolo? Cunta parte se pierde de su propia realidad? En el caso de Mara,un prdida asombrosa ha sido la de su identidad histrica juda, quequeda absolutamente eclipsada en el smbolo de Mara como discpulo

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    52. Cf. Ibd., 119.53. Ibd., 12054. Ibd., 125.55. Cf. Ibd., 126.

    Gracias a esta dinmica, Mara ha funcionado estupendamente como icono deDios. Para innumerables creyentes su persona ha revelado un amor divino miseri-cordioso, cercano, interesado, siempre presto a escuchar y responder a las necesi-dades humanas, digno de confianza y profundamente atractivo, y lo ha hecho enun grado imposible si se concibiera a Dios simplemente como una persona o unaspersonas masculinas gobernantes.47

    Cmo entiende e interpreta este camino de la tradicin, que escapapor momentos a la intencin y a la enseanza oficial de la Iglesia? En lamedida en que esto revela la plena dignidad de la mujer como imagen deDios, la teloga feminista asume con gusto el proceso por el cual el sm-bolo mariano revela la cara femenina de Dios.48

    Mostrar en toda su riqueza y su fuerza teolgica la cara femenina deDios, es el programa de teologa feminista que Johnson comparte conSchssler Fiorenza, por ello, seguir este hilo permitira hablar a plena luzdel da, de forma directa, en trminos femeninos, de la compasin, elpoder y la solicitud de Dios.49 Sin embargo, hay que hacer una salvedad,no se trata de que Mara representa la dimensin, el lado, el aspectofemenino de lo divino porque al ser Dios simple, la imagen femenina ens misma apunta al Dios puro y simple. De lo contrario se cae nuevamen-te en estereotipos de gnero donde las cualidades de la mujer quedan redu-cidas a lo dulce, lo suave o lo compasivo; por lo tanto, tomando distanciade las propuestas de Congar, Schillebeeckx y Boff, se denuncia que porese camino Problemticamente, no se permite que lo femenino funcionecomo icono de lo divino en toda su plenitud, sino slo que complementelo que sigue siendo una imagen masculina predominante.50 Entonces,el camino viable es volver a las fuentes, es decir reconducir a su origenaquellas notas marianas femeninas que representan lo divino. Cules sonestas notas que deben reconducirse a su fuente para enriquecer la repre-sentacin de Dios, liberndola de su fuerte impronta patriarcal?

    Sin pretender ser exhaustiva, como mnimo, para esta vuelta a las fuentes, se presentancomo candidatos viables cinco elementos marianos: la maternidad con la calidez de susfunciones nutricias y su fiera actitud protectora; el amor compasivo; el poder que habi-lita, sana y libera; la presencia que lo invade todo; y la energa que recrea la tierra. 51

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    47. Ibd., 98.48. Ibd., 113.49. Ibd., 113.50. Ibd., 113.51. Ibd., 114.

  • crtica contra la injusticia, porque, al ser amigo de Dios, el corazn amaal mundo del modo en que Dios lo ama.60 Presentar a Mara comoamiga de Dios y profetisa habitada por el Espritu perteneciendo al crcu-lo de los discpulos, y en compaa de santos vivos y muertos permitesituarla dentro de la confesin cristiana sin distorsiones, potenciando lapraxis de fe liberadora a favor de las mujeres.61 Finalmente, siguiendouna expresin de Pablo VI en Marialis cultus 56, hay que comprender aMara como Verdadera hermana nuestra, que ha compartido en todo,como mujer humilde y pobre, nuestra condicin. Sin embargo, no setrata de elaborar una figura homognea de Mara, al contrario, la teologafeminista ha ido descubriendo cada vez ms la importancia del trminodiferencia, y el necesario respeto del juego de la diversidad.62

    Sin agotar aqu los antecedentes histricos que Johnson acerca a supropuesta, vale la pena rescatar algunos, como la insistencia de la predi-cacin de Agustn

    Mara es santa. Mara es bienaventurada, pero la Iglesia es algo ms que la VirgenMara. Por qu? Porque Mara es parte de la Iglesia, un miembro santo, un miem-bro muy excepcional, un miembro del todo maravilloso, pero no ms que unmiembro del conjunto del cuerpo. As las cosas, se sigue que el cuerpo es algo msgrande que un miembro.63

    Tambin el Vaticano II, juzga Johnson, ha puesto el acento en la vin-culacin de Mara con la Iglesia:

    En lugar de Mara como mediadora, el concilio se fue a la primera teologa cris-tiana y puso el acento en la idea de Mara como modelo de la Iglesia: como pensa-ba san Ambrosio: la Madre de Dios es modelo de la Iglesia en el orden de la fe, dela caridad y de la perfecta unin con Cristo (LG 63). Como modelo, ella marca loque la Iglesia est llamada a ser en su ptimo espiritual.64

    Siguiendo por el mismo camino, Pablo VI en Marialis cultus realizuna suerte de giro, pasando de los principios de singularidad, analoga,eminencia y conveniencia a acentuar los criterios bblico, litrgico, ecu-mnico y antropolgico.65

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    60. Ibd., 351.61. Cf. Ibd., 133.62. Ibd., 13563. Citado por JOHNSON, Ibd., 147.64. Ibd., 159-160.65. Cf. Ibd., 162.

    cristiano ideal.56 Siendo plenamente consciente de que las cosmovisionesreligiosas son inevitablemente simblicas, pero atendiendo a la ambigedaddel smbolo Johnson hace una opcin clave, para ser fiel a Mara y honrarla deforma liberadora, es necesario ajustarse lo ms posible a su realidad histrica.57

    De las revisiones y opciones hechas, se desprende un corolario que refleja nti-damente los rasgos de la mariologa que Johnson se apronta a proponer:

    Ante todo, Mara no es un modelo, un tipo, un arquetipo, un prototipo, un icono,una figura representativa, una idea teolgica, una cifra ideolgica, una metfora,un principio utpico, un principio femenino, una esencia femenina, la imagen deleterno femenino, un discpulo ideal, una mujer ideal, una madre ideal, un mito, unapersona, una persona corporativa, una mujer cualquiera, un artificio cultural, unelemento literario, un motivo, un ejemplar, un paradigma, un signo, o un smboloreligioso de cualquier otra clase. Todos estos trminos estn sacados de escritosreligiosos contemporneos. Por el contrario, como cualquier ser humano, comocualquier mujer, ella es ante todo ella misma. No estoy diciendo que la imagina-cin religiosa contempornea no pueda hacer uso de ella de forma simblica. Perolo que atrae mi atencin es la luminosa densidad de su existencia histrica comopersona humana agraciada. 58

    2.2. Mara, verdadera hermana nuestra

    La primer nota que caracteriza la propuesta de Johnson es que setrata de una teologa pneumatolgica de Mara, que encuadra la refle-xin mariana en la comunin de los santos segn el esquema del Credo,con una doble ventaja: Conecta en profundidad su vida con la de otroshombres y mujeres cuyas vidas se han hecho en respuesta al Espritu deDios. Y permite desempear un papel de gua en la interpretacin a laimagen femenina de Dios, tradicionalmente relacionada al Espritu. 59

    La segunda nota, estrechamente vinculada a la primera es motivada por laafirmacin segn la cual, la sabidura divina En todas las edades entra enlas almas santas; hace de ellas amigos de Dios y profetas (Sab 7,27). Seramigo de Dios implica entrar en mutua relacin con Dios libremente,con confianza y afecto; a su vez, ser profeta es elevar la voz en son de

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    56. Ibd., 127-128. El artculo revisado se public tambin en espaol: E. A. JOHNSON, Elcarcter simblico de las afirmaciones teolgicas sobre Mara, Selecciones de Teologa 104(1987) 256-264.

    57. Cf. Ibd., 129.58. Ibd., 129. La cursiva pertenece a la autora.59. Ibd., 131.

  • guo del Nuevo Testamento Gl 4,4-5. Quizs la resistencia a la simboli-zacin de Johnson, no le permiti concederle un lugar a este testimoniotambin muy sugerente.

    La teologa pneumatolgica de Mara, amiga de Dios y profetisa, ver-dadera hermana nuestra, se completa y se cierra explorando cinco dimen-siones que marcan la contribucin significativa realizada por la perspectivade la comunin de los santos. En primer lugar, la gracia de los que estnvivos, donde se recupera una vivencia de la Iglesia primitiva para la cualtodos eran pueblo santo, segn las races de la tradicin juda, lo que impli-caba estar bendecido con la verdadera vida de Dios a travs de Jesucristoen el poder del Espritu.72. De esta manera, entender la comunin de lossantos con los que hoy estn vivos, implica reivindicar el ambiente ordi-nario de la gracia y la nobleza de la lucha de cada da, a pesar de la cada ylos fracasos.73 En segundo lugar, una nube de testigos (Heb 12,1-2), hacereferencia no tanto a creyentes muertos que se proponen como ejemplos aimitar o ayudas a invocar, sino como aquellos que animan el caminar de losque todava luchan. Lo que importa es inspirarse por el conjunto de todosellos y por el admirable testimonio de sus vidas a favor del Dios vivo.74

    En tercer lugar corresponde a las figuras paradigmticas, aquellas que sedestacan dentro de la nube de testigos y donde hay que ubicar a Mara. Sudiferencia est en ser la madre de Jess. Nadie ms tiene con el mesas estarelacin fsica, psicolgica, social, y, como sucede con todos los sereshumanos, esa relacin es importante, irreemplazable, para ambos, para lamadre y para el hijo. Todas las teselas del evangelio advierten esta relacin,pero no se quedan en ella.75 En cuarto lugar se enfocan los tipos de rela-cin en la comunin de los santos; Johnson sintetiza en dos tipos predomi-nantes, el ms antiguo y bblico relaciona a dos grupos como socios rec-procos en el Espritu, el posterior, modelado segn el sistema de patronaz-go, considera los santos en el cielo como beneficiarios o patrones de los queestn en la tierra.76 La preferencia de Johnson no se hace esperar, es a la vezrealista y lcida, reconoce que el patronazgo no parece viable en el contex-to democrtico, pero ello no niega la necesidad de la compaa creyente dela nube de testigos. Bajo este tipo de relacin subyace un sentimiento de

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    72. Ibd., 352.73. Ibd., 354.74. Ibd., 356.75. Ibd., 358.76. Cf. Ibd., 359.

    El diseo de esta teologa de Mara encuentra, programticamente, unmomento intenso cuando bebe en los textos bblicos. Sin olvidar de que setrata de escritos profundamente teolgicos se recuperan trece escenasdonde Mara de Nazaret aparece como parte esencial de la accin. Pero ladiferencia en el abordaje bblico viene dada por la metodologa usada Alanalizar la memoria teolgica de Mara que estas escenas contienen, voy aemplear como herramientas principales dos campos de estudio: en concre-to, los estudios bblicos y la hermenutica feminista. Cada uno de ellosaporta hiptesis y mtodos que configuran la interpretacin teolgica de lamemoria de Mara.66 Ello implica en primer lugar, no ceder a la tentacinde ver en los evangelios un testimonio homogneo sino en reconocer ycelebrar sus diferencias.67 Pero adems, la interpretacin feminista planteael sesgo de gnero presente en dichos textos, que, aunque inspirados, estnmarcados por los pecados de la sociedad en que se produjeron.68 Por ellose recurre a diversos mtodos propios de la hermenutica feminista quearrojan nuevas luces y entresacan motivos e historias de mujeres encerra-das en cada relato.69 Un ejemplo sorprendente y revelador es la historiaque Lucas oculta detrs del relato sobre Marta y Mara.70

    Con este potente instrumental metodolgico, Johnson apuesta a uncamino creativo y sugerente, se trata de elaborar un mosaico como met-fora capaz de representar la unidad y la discontinuidad del relato bblico.En efecto, el mosaico est hecho de fragmentos, estos trocitos de colortodos juntos representan una imagen, Pero siempre es posible acercarsede nuevo y ver cada uno de los pequeos trozos de piedra. Como las pie-zas de un gran mosaico, los textos marianos de la Escritura son imgenesdiscontinuas que no forman un cuadro completo cada una en s.71 Lasteselas con que la teloga norteamericana va construyendo el mosaicomariano, son lo suficientemente ricas como para evitar aqu constreirlasen una presentacin estrecha. Constituyen el meollo de su propuesta y unaporte ineludible de hermenutica feminista a la hora de recuperar toda ladensidad de los testimonios bblicos sobre Mara. Llama la atencin queno haya tenido lugar entre estas teselas, el testimonio paulino ms anti-

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    66. Ibd., 248.67. Cf. Ibd., 249.68. Cf. Ibd., 250.69. Cf. Ibd., 250-252.70. Ibd., 253.71. Ibd., 254-255.

  • un balance provisional que permita establecer continuidades y discontinui-dades, encuentros y diferencias que abran a su vez espacios nuevos de di-logo en orden a explorar posibles mestizajes insospechados.

    Como se ha dicho, Forte realiza una recepcin positiva de la crticafeminista liberadora, aunque quizs en una fase inicial y no en todos susaspectos. Por ejemplo, en el mbito de la hermenutica bblica no parecereconocer las sospechas lanzadas desde el feminismo, y trata de manerademasiada homognea el dato bblico. Ya en este primer paso se produceuna divisin de aguas en el tratamiento de cada uno de los autores; por suparte, Johnson no da lugar al texto paulino ms primitivo que hace refe-rencia veladamente a Mara (Gl 4,4-5).80 Sin embargo, la teloga norte-americana inserta de manera explcita y sugerente a Mara en la comuni-dad de los discpulos, en vnculo estrecho con las dems mujeres y enespecial de Mara Magdalena; en cambio Forte, cae bajo la comn crticafeminista de aislar a Mara, en especial respecto de las dems mujeres dela comunidad primitiva.

    Forte ha transitado el difcil camino de recrear la comprensin einterpretacin del dogma, resaltando la importancia del primer milenioen la inteligencia cristolgica y del segundo milenio en la profundizacinantropolgica. Es cierto que en la propuesta de Forte hay una tendenciahacia el maximalismo tan criticado por Johnson, pero la tendencia de staal minimalismo plantea tambin sus interrogantes. En este sentido, acer-tadamente concluye su presentacin de la obra mariolgica de Johnson,la teloga argentina Mara Josefina Llach:

    En la tarea emprendida, ha resaltado ms la de-construccin que la re-construc-cin de la figura de la Madre de Jess, lo que oscurece la comprensin de su iden-tidad y misin dentro de la comunidad de la Iglesia y de la humanidad; la impos-tacin neumatolgica de Johnson podra prolongarse y profundizarse tambin conuna reflexin cristolgica y trinitaria. 81

    Forte ha encumbrado, desde la polivalencia del icono que remite a lahistoria concreta de Mara, pero tambin a su significado simblico, a lamariologa a un lugar extraordinario dentro de la complexio catholica que es

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    80. Como lo muestra V. Azcuy, y coincidiendo a su vez con ella, Mercedes Navarro da impor-tancia capital a este pasaje: cf. V. AZCUY, Reencontrar a Mara como modelo. Interpelacin femi-nista a la mariologa actual, Proyecto 39 (2001) 163-185, 178-180.

    81. V. AZCUY - G. M. DI RENZO - C. A. LRTORA MENDOZA (COORD.), Diccionario de Obras deAutoras: en Amrica latina, el caribe y Estados Unidos, Buenos Aires, San Pablo, 2007, 145.

    compaerismo. Los vivos y los difuntos juntos son un pueblo santo, peca-dores redimidos, en diferentes etapas del viaje. Cada uno da y recibe lo quele es apropiado, mientras todo el grupo de amigos de Dios y profetas per-manece centrado en el incomprensible misterio del amor divino derrama-do en Jesucristo por el bien del mundo.77 Finalmente, los santos son com-paeros de memoria y esperanza, pero no de una memoria nostlgica sinode una memoria crtica, de una memoria peligrosa ligada a la pasin yresurreccin de Jess de Nazaret. Como Dios se coloc del lado de la vc-tima de una ejecucin injusta y no del lado de sus jueces, esta memoria tras-toca la expectativa de que el poderoso siempre ganar. Dios se solidarizacon los que sufren, galvanizando la esperanza de salvacin.78 Las cincodimensiones exploradas plasman vivamente el sentido y la intencin de lamariologa de Johnson, un discurso sobre Mara a partir de experienciasfemeninas, particularmente de mujeres pobres que no quiere desarrollar unteologa de la mujer o consolidar estereotipos contraproducentes, sinoabrir espacios para que la mujer reivindique su historia de fe concreta yuna participacin en plano de igualdad en la Iglesia.79

    3. Mara, Madre de Dios y compaera en la esperanza

    Las mariologas de Forte y de Johnson parecen ubicarse en extremosopuestos; mientras el telogo italiano desarrolla una reflexin simblico-narrativa y caracteriza a Mara como mujer, icono del misterio, la telo-ga norteamericana quiere distanciase de toda simbolizacin recuperando larealidad concreta de Mara como mujer de Nazaret. Mientras Forte estruc-tura la reflexin en torno a las condiciones de Mara como Virgen, Madrey Esposa, Johnson pone bajo sospecha precisamente dichas categoras.Hay que concluir que la de Forte es una tpica mariologa patriarcal?Hay que considerar la propuesta de Johnson como imposible de injertardentro de la larga y asentada reflexin oficial sobre Mara? Hay interesesen comn ms all de estas grandes diferencias? Qu elementos podemosrecuperar de ambas elaboraciones para enriquecer y potenciar la fuerte tra-dicin mariana de la piedad latinoamericana, que Johnson dice tambinvalorar? Se trata de preguntas amplias y de respuestas inciertas. Intentar

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    77. Ibd., 362.78. Ibd., 364.79. Ibd., 365.

  • UNA PLEGARIA EUCARSTICA SIN LAS PALABRAS DE LA INSTITUCIN

    RESUMEN

    Mediante una presentacin histrica, el autor muestra la evolucin que se ha dado dela atencin centrada en la frmula de administracin a la Plegaria de Bendicin enla celebracin de los sacramentos. Se hace referencia, en particular, a la importancia dela Plegaria de la Anmnesis y Epclesis. Finalmente, se explica un cambio del magis-terio en la teologa sacramental de la escolstica: una Plegaria eucarstica sin las pala-bras de la Institucin; se enumeran los elementos del reconocimiento de esta Plegaria.Desde el Concilio Vaticano II ya no se habla de materia y forma, sino de elemen-tos principales de la celebracin sacramental.

    Palabras clave: Plegaria Eucarstica, Anmnesis, Epclesis, sacramentos.

    ABSTRACT

    In a historical presentation the author shows the change of attention placed in theform of administration to the Prayer of Benediction in the celebration of the sacra-ments. Reference is made in particular to the importance of the Prayer of theAnamnesis and Epiclesis. Finally the magisterial change in regard to the Escholasticin the theology of the sacraments is explained: a eucharistic Prayer without the wordsof the Institution; and the elements to recognize this Prayer are numbered. Since theII Vatican Council there is no mention of matter and form but of the main ele-ments of the sacramental celebration.

    Key Words: Eucharistic Prayer, Anamnesis, Epiclesis, sacraments.

    OSVALDO D. SANTAGADA

    353Revista Teologa Tomo XLV N 96 Agosto 2008: 353-365

    su Simbolica ecclesiale. Al caracterizar a la mujer Mara como icono del mis-terio, concentrando en ella la accin salvfica de la Trinidad toda, ha puestoa la mujer en un vnculo estrecho y fundamental con el misterio divino.Mara no es solamente la mujer del silencio; su mariologa proftica articulaconvenientemente el Fiat y el Magnificat. Mara es icono del misterio no porva de la tica, sino ms bien por el camino de la esttica y del resplandor dela verdad. Al desplegar el significado antropolgico de Virgen, Madre yEsposa lo femenino queda caracterizado como acogida fecunda, gratui-dad radiante y reciprocidad y anticipacin. Aunque la teologa feminis-ta podra levantar sospechas sobre el mismo hecho de establecer notas paralo femenino, tambin es cierto que estas notas no reflejan las tradicionalescaracterizaciones de pasividad, dulzura y maternidad. En cambio, al desple-gar el significado teolgico Mara aparece como icono del Hijo, del Padre ydel Espritu, en ella se concentra la potencia capaz de representar el miste-rio divino en su carcter trinitario no estara a gusto una teologa femi-nista con esta propuesta teolgica?, se ha producido, de una manera porcierto original y parcial, el esperado desplazamiento que Johnson anhelabade los cinco elementos marianos a su fuente trinitaria? Por otra parte, qui-zs sintonice menos con el programa de Johnson una cierta idealizacin deMara que va inevitablemente ligada a toda simbolizacin; en este punto,pienso que se puede asumir la crtica feminista y mantener ms viva la pola-ridad entre la mujer concreta de Nazaret y el smbolo que ella representa.

    Finalmente, coincido con Virginia R. Azcuy en que la fase de lapolmica va cediendo el paso a una etapa de confrontacin y reflexinms fructfera.82 Superando recelos y evitando una simbolizacin quehaga de Mara un ser extrao y lejano, pienso que sera fructfero paranuestro contexto latinoamericano, pensar a Mara como Madre de Dios ycompaera en la esperanza. La condicin de Madre de Dios, liberada delos riesgos que puede tener dentro de una mariologa patriarcal,83 cons-tituye una prerrogativa de Mara que no necesariamente la aleja de lasmujeres concretas. Especialmente, si a ese ttulo nico se lo reconoce enrelacin a la historia de Mara de Nazaret, y a la esperanza que ella susci-ta y alienta en las mujeres de nuestro continente.

    GUILLERMO ROSOLINO

    20.05.08/10.06.08

    Revista Teologa Tomo XLV N 96 Agosto 2008: 331-352352

    GUILLERMO ROSOLINO

    82. AZCUY, Reencontrar a Mara como modelo, 175.83. NAVARRO PUERTO