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LEVI-STRAUSS, FRENTE A LAS ESCUELAS ANTROPOLOGICAS* Pedro Gómez Garcia En las ciencias del hombre, se encuentra la atmósfera pro- pia de la antropología estructural. Pero muchos métodos e ideolo- gías pueblan ese espacio. Con anterioridad al estructuralismo, ya existían templos y pontífices dedicados al conocimiento antropo- lógico, así como buscadores de toda inspiración. Raro es el que no reaccionó ante la irrupción del nuevo método en sus dominios. Cada cual desde la propia perspectiva ha interpretado, se ha de- fendido o ha atacado. No han faltado los conversos, y los seguido- res laxos, ni tampoco los herejes. Se ha entendido lo específico del estructuralismo, con al- cance ecuménico, como una actividad intelectual. Así lo hace Ro- land Barthes: "Puede decirse, pues, que en relación con todos sus usuarios, el estructuralismo es esencialmente una actividad, es de- cir, la sucesión regulada de un cierto número de operaciones men- tales". 1 Esta actividad implica un doble momento: descodifica- ción y recodificación, o lo que es lo mismo, el recorte de las uni- dades significativas y su nuevo ensamblaje de acuerdo con ciertas "reglas de asociación". De este modo, se elabora la estructura como simulacro del objeto indagado. La actividad estructuralista . Las obras mayores de Lévi-Strauss aludidas en este artículo se citan, en el texto, según el sistema de siglas que sigue: EEP =Les structures elé- mentaires de la paren té. P.U.F., París, 1949 (Trad. Cast.: Paidós, 1969); TA =Le totémisme aujourd'hui. P.U.F., 1962 (Trad.: F.e.E.,1965);AE 1= Anthropologie structu rale. Plon, París, 1958 (Trad.: EUDEBA,1968); AE II =Anthropologie structurale deux. Plon, 1973; M I =Mythologiques l. Plon, 1964 (Trad.: F.e.E., 1968); M II =Mythologiques l/. Plon, 1967 (Trad.: e.E., 1972); M III = Mythologiques l/l. Plon, 1968 (Trad.: Siglo XXI, 1970); M IV = Mythologiques IV. Plon, 1971. Aparece una doble paginación: francesa y española. 29 ---

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  • LEVI-STRAUSS, FRENTE ALAS ESCUELAS ANTROPOLOGICAS*

    Pedro Gmez Garcia

    En las ciencias del hombre, se encuentra la atmsfera pro-pia de la antropologa estructural. Pero muchos mtodos e ideolo-gas pueblan ese espacio. Con anterioridad al estructuralismo, yaexistan templos y pontfices dedicados al conocimiento antropo-lgico, as como buscadores de toda inspiracin. Raro es el queno reaccion ante la irrupcin del nuevo mtodo en sus dominios.Cada cual desde la propia perspectiva ha interpretado, se ha de-fendido o ha atacado. No han faltado los conversos, y los seguido-res laxos, ni tampoco los herejes.

    Se ha entendido lo especfico del estructuralismo, con al-cance ecumnico, como una actividad intelectual. As lo hace Ro-land Barthes: "Puede decirse, pues, que en relacin con todos sususuarios, el estructuralismo es esencialmente una actividad, es de-cir, la sucesin regulada de un cierto nmero de operaciones men-tales". 1 Esta actividad implica un doble momento: descodifica-cin y recodificacin, o lo que es lo mismo, el recorte de las uni-dades significativas y su nuevo ensamblaje de acuerdo con ciertas"reglas de asociacin". De este modo, se elabora la estructuracomo simulacro del objeto indagado. La actividad estructuralista

    .Las obras mayores de Lvi-Strauss aludidas en este artculo se citan,

    en el texto, segn el sistema de siglas que sigue: EEP =Les structures el-mentaires de la paren t. P.U.F., Pars, 1949 (Trad. Cast.: Paids, 1969);TA =Le totmisme aujourd'hui. P.U.F., 1962 (Trad.: F.e.E.,1965);AE 1=Anthropologie structu rale. Plon, Pars, 1958 (Trad.: EUDEBA,1968);AE II =Anthropologie structurale deux. Plon, 1973; M I =Mythologiques

    l. Plon, 1964 (Trad.: F.e.E., 1968); M II =Mythologiques l/. Plon, 1967(Trad.: e.E., 1972); M III =Mythologiques l/l. Plon, 1968 (Trad.: SigloXXI, 1970); M IV =Mythologiques IV. Plon, 1971. Aparece una doblepaginacin: francesa y espaola.

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    30 Lvi-Straussfrente a lasescuelasantropolgicas

    se apoya en una visin del hombre como "horno significans,,:2hom-bre que reconstruye el sentido latente remontndose al punto departida del "camino del sentido". No obstante, Roland Barthespiensa que semejante actividad responde a una actividad pasajera,a un talante de poca que, en ltima instancia, se ir con el tiempo.

    A los ojos del historiador de la antropologa Paul Mercier,lo destacable de la teora estructuralista levistraussiana es el mto-

    do, idneo para analizar conjuntos culturales relativamente homo-gneos. Subraya los lmites de este mtodo, que "~orre el riesgode convertirse en demasiado conjetural al desbordar el estudio detales conjuntos".3 Advierte que, sobre la base del estudio de so-ciedades arcaicas y minsculas, tal vez se ha edificado una cons-truccin "demasiado grande y prematura".4 Es evidente que elriesgo existe, pero se debe al uso del mtodo? Jean Viet, por suparte, no tiene reparos en 10 que al mtodo se refiere, como apa-rece en su trabajo relativo a los mtodos estructuralistas en lasciencias sociales -aunque sigue siendo un criterio muy amplio enla demarcacin del estructuralismo. Constata cmo el mtodo es-

    tructural se impone hoy en las ciencias humanas y sociales. Sos-tiene que la "base fIlosfica" del estructuralismo se agota en labsqueda de una ms plena inteligibilidad, de modo que "el es-tructuralismo puede defmirse en su totalidad por su mtodo". 5En cambio, lo que Viet se cuestiona es si las ciencias del hombrearraigan en l, o bien slo existe ciencia del hombre fuera delhombre. Pregunta que deja sin responder.

    Lo que parece incuestionable es que el estructuralismo su-pone, por lo menos, como seala Roger Bastide, un avance paralas ciencias humanas, en orden a la constitucin de su vocabulariotcnico. El concepto de estructura, "sistema relacional.latente enel objeto", no confundible con el ncleo del objeto,6 es una apor-tacin no slo para la etnografa, sino para posibilitar el paso en-tre sta ,Y las otras ciencias colindantes -lingstica, psicologa,economla, esttica, religin-, comprendidas como sistemas rela-cionales.

    Jean Guiart ve en Lvi-Strauss Y su estructuralismo ungran logro de la etnologa francesa, puesta felizmente a la alturade la circunstancias, Yque debe marcar la pauta para el futuro.7

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  • r Lvi-8trauss frente a las escuelas antropolgicas 31Descendiendo a los anlisis estructurales concretos, realiza-

    dos por Lvi-Strauss, enseguida surgen las impugnaciones. A pro-psito del parentesco y la mitologa, Dan Sperber cree descubriruna contradiccin, cada vez mayor, entre la teora metodolgicaque Lvi-Strauss formula y el mtodo que de hecho aplica.8 Porsi fuera poco, critica radicalmente la defmicin levistraussiana de"modelo". No es este el lugar para desarrollar su argumentacin,demasiado especializada. En sntesis, 10que intenta es probar quepuede haber cambios sectoriales del sistema que no afectan a latotalidad, y que, adems de las reglas generales, puede haber re-glas particulares que expliquen casos excepcionales.9 Respecto al"grupo de transformaciones", da las razones por las que no le re-sulta epistemolgicamente necesario: indican slo posibilidadeslgicas que habra que justificar empricamente; segn l, los mo-delos de permutacin slo son parcialmente adecuados a la reali-dad y sus criterios de adecuacin son muy difusos.10 A estas cr-ticas replica Luc de Heusch, antroplogo belga y estructuralistaadicto a Lvi-Strauss: Sperber proyecta una serie de equvocos so-bre la obra de Lvi-Strauss. Precisamente "lo genial de Lvi-Straussreside en una demostracin, que me parece decisiva (a pesar de lasreservas emitidas recientemente desde un punto de vista formal,por Dan Sperber): la extraordinaria variedad de los sistemas deparentesco empricos no es inteligible sino a condicin de reducidaa un nmero limitado de modelos, que componen juntos un meta-sistema (una estructura), en el seno del cual cada sociedad parti-cular conserva, por razones que no alcanzamos, una forma parti-cular" .11 La nocin de "grupo de transformaciones" quiz sea ap-ta para integrar tambin la dimensin diacrnica. Sale en defensa,frente a sus detractores, de la legitimidad del proyecto estructura-lista, que mira al "descubrimiento de la razn humana universalen todos sus aspectos" 12 y en cuya consecucin las investigacio-nes de Lvi-Strauss -en los niveles del parentesco, el totemismo yel mito- han supuesto un enorme progreso.

    En lo que toca a los anlisis mitolgicos, hay autores quesimplemente aceptan el proceder de Lvi-Strauss, por citar slouno: A. Glucksmann. Otros, como Joseph Courtes lleva a cabouna aproximacin semitica inversa y complementaria a la que se

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    desarrolla en Mitolgicas; completa la lectura paradigrntica conotra que opta por una perspectiva sintagrntica. Se mueve en lamisma lnea que Lvi-Strauss. Rechaza, con l, la acusacin deque Mitolgicas no sea ms que "la sintaxis de un discurso que nodice nada" (M IV, p. 571); "por el contrario, son sin duda el re-conocimiento de una riqueza semntica hasta aqu poco explora-da" .13 Desde el rea cultural inglesa, el profesor G.S. Kirk juzgaque Lvi-Strauss ha conseguido un notable equilibrio entre rigorpositivo y especulacin terica, alcanzando una "correcta com-prensin" de la infraestructura relacional. Objeta, no obstante,que yerra en una cuestin, en creer que todos los mitos cumplenuna funcin similar en todas las culturas. Esto se le antoja una con-cepcin platnica del mito. Y frente a ella, trata de demostrar en sulibro, la tesis de que la forma y funcin social del mito difierenenormemente de una sociedad a otra.14 Uno se queda con la inte-rrogante de si, en realidad, Lvi-Strauss ha negado alguna vez esto.

    y olviendo sobre la cuestin del modelo estructural, Ray-mond Boudon lleva a cabo una investigacin muy clarificadoraacerca de la nocin de "estructura". Muestra que cabe un doblesentido de esta nocin, segn el contexto donde se emplee. Enprimer lugar, intencional, en un contexto de defmiciones inten-cionales: ah la palabra "estructura" se utiliza para sealar el ca-rcter sistemtico de un objeto, pero no "en el marco de una teo-ra de los sistemas" .15 En segundo lugar, el sentido efectivo, enun contexto de defmiciones efectivas: el trmino se "inserta enuna teora destinada a dar cuenta del carcter sistemtico de un

    objeto" .16 La nocin de estructura slo puede ser cientfica cuan-do se le confiere un empleo "efectivo" de alcance expresamenteterico. Pero, an as, es preciso que el analista no se quede en lacoherencia interna del modelo, sino que ste debe someterse a de-mostracin. Aqu, R. Boudon se acoge a la propuesta de Karl R.Popper de reemplazar la nocin de "verificacin" por la de "falsa-cin"; ser cientfica la teora cuya falsedad pueda demostrarse,aquella que sea "falsable", mientras que las teoras no falsables seconsiderarn "metafsicas" .17 Sobre la base de este criterio poppe-riano, Boudon afina an ms: "supongamos dos teoras falsablesT y T', ambas teoras iguales, por tanto, desde el punto de vista

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  • Lvi-Straussfrente a lasescuelasantropolgicas 33

    de Popper. Si de T se sacan numerosas consecuencias Cl' C2, oo. Cn,compaginables con la realidad, mientras que de T' no se puede sa-car ms que una sola consecuencia compaginable con la realidad,habr que otorgar mayor confianza a T que a T' ".18 De ah quese establezcan cuatro tipos d"eteoras estructurales, en funcin delos niveles de verificacin/falsacin que les son aplicables:

    1) Teoras parciale~ que explican cada una un pequeo n-mero de hechos, sin ser falsables tales teonas.

    2) Teoras parciales numerosas, que explican cada una un pe-queo nmero de hechos, siendo falsables.

    3) Teora general nica, que explica con probabilidad un grannmero de hechos, siendo falsable.

    4) Teora general nica, que explica con exactitud un grannmero de hechos, siendo falsable por el cotejo de sus consecuen-cias con la observacin emprica. 19

    La gradacin va de menor a mayor cientificidad. En elgrado 4, se encuentran las estructuras del parentesco analizadopor Lvi-Strauss. Boudon recusa, por este derrotero positivista, larealidad de un mtodo estructural genrico, al que se deberanciertas teoras verdaderas y eficaces. La lingstica y la antropo-loga se han beneficiado fundamentalmente de un cmulo de in-vestigaciones oo.Concluye que no existe un mtodo estructural ge-neral, que "hay solamente teoras estructurales particulares. Unasde importancia cientfica fundamental. Otras, menos logradas.Otras, en fm, (oo.)apenas son hiptesis gratuitas e ingeniosas queno dejan entrever la menor posibilidad de verificacin" .20 La cua-lidad de estas teoras depende del objeto estudiado y de las posi-bilidades de verificacin (falsacin). Los anlisis cientficos nohan progresado por el simple hecho de apelar a supuestos mto-dos estructuralistas "mgicos". Si ciertas disciplinas se han desa-rrollado es debido a "la creacin paciente y acumulativa de instru-mentos de investigacin ms eficaces y el perfeccionamiento pro-gresivo de los mtodos de observacin". 21 En pocas palabras, lasconsecuciones de Lvi-Strauss resultan vlidas no por el uso de unmtodo privilegiado, sino tanto cuanto respondan al criterio deverificacin reseado.

    Algunos comentaristas, como Peter Worsley, Harold W.

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    Scheffler y Edmond Leach, han destacado el sistema binario so-bre el que se funda la construccin de las estructuras.22 Para elprimero, el binarismo sera arbitrario, como lo fue, desde Vicohasta Hegella trada, siendo as que -en su opinin- la forma l-tima sera la unidad. Para el segundo, le parece un tanto forzado,demasiado constrictivo. Para el tercero, no es siempre adecuado.Pero Lvi-Strauss concibe que la lgica binaria, fundamentada porJakobson, queda ratificada por su operatividad explicativa, no s-lo a nivel cultural sino en el mismo universo natural.

    Ms interesante que esa cuestin bizantina, me parece larelacin que Jean Piaget se esfuerza por instituir entre la estructu-ra y la gnesis. Tras defmir la estructura como "sistema de trans-formaciones que implica leyes como sistema" y de atribuirle "lostres caracteres de totalidad, transformacin y autorregulacin",23desglosa los diversos tipos de estructuras: matemticas y lgicas,fsicas y biolgicas, psicolgicas, lingsticas, sociales y antro po-lgicas, filosficas. Al fijar su atencin en Lvi-Strauss, destaca lapermanencia del intelecto como constituyente de la naturalezahumana, y el anlisis de las estructuras culturales como sistemasde esquemas que se intercalan entre infraestructuras y superestruc-turas. Pero observa que estos anlisis se enclaustran en un "espln-dido aislamiento,,24 del que quisiera sacados. Con este fm, sostie-ne que el estudio de las estructuras no puede ser exclusivo: a lasestructuras mentales, que Lvi-Strauss considera en estado de aca-bamiento, ha precedido una gnesis; una gnesis que va de la na-turaleza a la cultura, y -en lo cultural- de la infancia a la adultez.Esta es quiz una de las pocas crticas que Lvi-Strauss acoge be-nevolentemente, y responde que su postura sera, a fm de cuen-tas, compatible con la de Piaget, toda vez que el estado de una g-nesis lo forma en cada momento una estructura (cfr. MIV, pp.560-61). Ambos coinciden en la indisociabilidad de gnesis y estructu-ra; toda gnesis arranca de una estructura para desembocar en otra,de la misma manera que toda estructura representa el trmino deuna gnesis. Lo que niega Lvi-Strauss es la posibilidad de estudiarsimultneamente el punto de vista gentico y el estructural, pesea reconocerlos complementarios.

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    Respuesta a objeciones ingenuas

    El chaparrn de discusionesse intensific nada ms salir ala luz el primer volumen de Mito lgicas.Sin embargo,a comienzosdel segundo, Lvi-Straussescriba: "no parece llegadoel momen-to de responder". Emplaza a sus objetores al fmal del recorrido:"en vez de dejar que el debate adquiera un sesgofilosfico quepronto lo tomara estril, preferimos continuar nuestra tarea yenriquecer los testimonios. Adversariosy defensores dispondrnas de ms pruebas convincentes.Cuando la empresa se acerqueal trmino y hayamos exhibido todos nuestros testimonios, pre-sentado todas nuestras pruebas, podr realizarseel proceso" (M11,p. 7/9). En efecto, al fmal de El hombre desnudo se apresta acontestar a todo el pliegode cargosque se le han ido acumulando,empezando por los ms infundados. Lo hace con tono de lamento,irona y desenfado. Desgraciadamente"no es el terreno de la et-nografa el que en generalhan escogidomis crticos. Msbien mehan puesto objeciones de mtodo; algunas tan pobres que seradescortsnombrar a sus autores" (M IV, p. 564).

    Frente a quienesle objetan que no efecta una crtica tex-tual de los relatos mticos en buscade una presunta versinorigi-naria, Lvi-Straussreaf11111asu "conviccin de que, salvopruebasevidentes en apoyo, no existen versiones'buenas' ni 'malas' de unmito; en todo caso, que no pertenece al anlisisdecidido en fun-cin de criterios extraos a la materiade suestudio" (MIV,p.565).Antes bien, son los mismos mitos los que, en el curso del anlisis,dejan entrever ciertos itinerarios de su desarrollo. Por lo dems,en lo estrictamente textual, siempre "he tenido cuidado de com-pulsar la traduccin con el original". Para iniciar el anlisis,hayque tomar los mitos tal como se presentan, por desfiguradosquese antojen.

    Otros le achacan el realizarsu estudio sobre mitos abrevia-dos (as se leen en el texto de Mitolgicas).Esto es, sin embargo,pura apariencia. Tiene bien experimentada "la imposibilidadenque uno se encuentra de penetrar el espritu de un mito a menosque se sumerja en las versiones originales" .As 10 ha hecho en rea-lidad. Y si en su obra aparecen resumidoslos mitos, "el resumen

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    no cumple ninguna funcin analtica, sino que sirve de punto departida para una exposicin sinttica" (M IV, p.565). Equvocoaclarado.

    Igualmente errados van aquellos que creen haber descubier-to una contradiccin interna entre la afirmacin de que no existetrmino verdadero para el anlisis mtico, de que los mitos son"in-terminables" (M 1, p. 14/15), Y por otro lado, la frecuentsi-ma aseveracin de que el conjunto de mitos estudiado constituyeun sistema clausurado. Quienes razonan de este modo manifiestan"desconocer la diferencia entre el discurso mtico de cada socie-

    dad, que, como todo discurso, permanece abierto -a cada mito sele puede dar una continuacin, pueden aparecer variantes nuevas,ver la luz mitos nuevos-, y la lengua que este discurso pone enobra y que, en cada momento considerado, forma un sistema". Elhecho de que quede siempre abierta "este habla, en el sentidosaussureano del trmino, no excluye que la lengua de la que de-pende est clausurada por referencia a otros sistemas percibidostambin en la sincrona" (M IV, pp. 565-6). La razn es impeca-ble para quien mnimamente se halle familiarizado con los rudi-mentos del estructuralismo.

    Hay quienes, como D. Sperber, E. Leach, P. Cressant -yalo he indicado-, han pretendido denunciar una incesante regresindel mtodo utilizado, con 10 que quedara demostrada su inefica-cia. Aluden concretamente a los cuadros donde se esquematiza-ban las homologas entre diversos mitos, tan frecuentes en los dosprimeros tomos de la tetraloga mitolgica y que posteriormentese abandonan. La verdad es que "esos cuadros son ilustraciones,no medios de prueba; su funcin es principalmente didctica". Silos fue suprimiendo paulatinamente, era para ahorrar espacio, "pe-ro hasta el fm de mis anlisis -asegura- no he cesado por micuenta de establecer estos cuadros, tan numerosos como al prin-cipio; slo que me pareci que ya era til reproducidos" (M IV,p. 566). Lvi-Strauss no reconoce ninguna clase de cambio subrep-ticio en su procedimiento.

    Con respecto al recurso a smbolos lgico-matemticos,cuya falta de estricto rigor se le querra imputar, no hay que olvi-dar lo que el mismo Lvi.Strauss ya advirti desde el comienzo

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    (cfr. M 1, p. 39/39), que se cometera un error tomndolos en se-rio, que esas frmulas "no pretenden probar nada" , sino tan sloresunr la exposicin o simplificar sus contornos. No se trata fo-davia de un anlisis lgico-matemtico verdadero, en esto del mi-to. Algo ms s se ha logrado con la matemtica del parentesco.Pero el caso de los mitos "suscita problemas mucho ms difciles" .Por una parte, los mitos arrastran, en su transmisin oral, unos ni-veles probabilistas muy elsticos y unos niveles deterministas muyrestringidos. No obstante, el verdadero obstculo con que tropie-za el tratamiento lgico-matemtico estriba "primeramente en elatasco en que uno se encuentra para defmir sin equvoco las uni-dades constitutivas del mito, sea como trminos sea como relacio-nes; pues segn las variantes consideradas y en diferentes etapasdel anlisis, cada trmino puede aparecer como una relacin y ca-da relacin como un trmino". En segundo lugar, los tipos de si-metra que aparecen desbordan todas las categoras habituales; ypara mayor dificultad, "los elementos defmidos como tales porlas necesidades del anlisis son la mayora de las veces conjuntosya complejos que se ha renunciado a seguir desenredando por fal-ta de procedimientos apropiados. El anlisis mtico maneja as,sin darse siempre cuenta, no tanto trminos y relaciones simplescuanto paquetes de trminos o paquetes de relaciones, que enclasay define de manera inevitablemente grosera y desmaada" (M IV,pp. 567-8). Con todo, parece desprenderse del reciente desarro-llo de nuevos instrumentos matemticos, en Francia y en EstadosUnidos (p. ej., la "teora de las categoras") que nos acercamos aposibilidades ms prometedoras. Este trabajo tocar a otros. Puesqueda mucho camino por andar, antes de que se pueda hablar deautntica ciencia.

    Finalmente, no ha faltado quien devuelva a C. Lvi-Straussla acusacin de "etnocentrismo": puesto que el conocimientocientfico es irrebatiblamente superior, sus investigaciones -seataca- no salen del cuadro epistemolgico de la cultura occiden-tal. Lvi-Strauss hace ver, en su rplica, cmo el saber cientfico,en vez de recluirse en los supuestos ideolgicos de nuestra cultura,va cada vez ms legitimando otras formas de pensamiento que an-tes haba rechazado por irracionales. Consiguientemente, adoptar

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    el punto de vista de la ciencia "no conduce a reintegrar subrepti-ciamente los cuadros epistemolgicos propios de una sociedad pa-ra explicar las dems; es, al contrario, constatar, como me lo ense- por primera vez el estudio de los sistemas de parentesco austra-lianos, que las formas ms nuevas del pensanento cientfico pue-den sentirse en plan de igualdad con las andaduras intelectuales delos salvajes desprovistos por lo dems de los medios tcnicos que,en el curso de sus fases intermedias, habran permitido adquirir elsaber cientfico" (M IV, p. 569). La ciencia significara, entonces,la va hacia el descentramiento de todo etnocentrismo.

    En defmitiva, ninguna de las objeciones enumeradas y re-futadas llega a tocar el fondo de los problemas que se ventilan enla produccin etnolgica de Lvi-Strauss. Tampoco afectan, enningn punto importante, al mtodo del anlisis estructural, sobreel que precisamente ahora vamos a organizar el debate: lo plantea-mos alrededor de la impugnacin de tres mtodos adversos, comoson el historicismo, el funcionalismo, el formalismo.

    Contra el historicismo

    En el mtodo de las escuelashistricas culturales confluyenlos mismos presupuestos ideolgicos que en la interpretacin di-fusionista y la evolucionista. Todas ellas se apoyan en una presun-ta continuidad entre las culturas, sea en el espacio, sea en el tiem-po. El difusionismo postula que los inventos culturales se han trans-mitido -difundido- de un grupo social a otro, de regin en regin.El evolucionismo, por su lado, se presenta como una rplica del evo-lucionismo biolgico: la civilizacin occidental representar la eta-pa ms avanzada de la humanidad. todas las sociedades habran de,ser colocadas en flla, desde las ms primitivas a las ms avanzadas;todas se consideran como etapas necesarias de una nica evolucin;de modo que las sociedades no occidentales de la actualidad seran"supervivencias" de etapas anteriores ya sobrepasadas. El historicis-mo, fmalrnente, significaslo una matizacin de lasmismas tesis.

    Muy pronto demuestra Lvi-Straussla insuficiencia radical

    d~ l~ ex~~caci?~.difusionista: 4O'unaconcepcin difusionista de ladlStnbucl0n astattca de los sistemas de parentesco est condenadaal fracaso desde un principio" (EEP, p. 482/460). Un sistema con-

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    creto que funcione efectivamente en el seno de una sociedad, lo ha-ce en relacin con el conjunto de su estructura y "jams puede ex-plicarse exclusivamente por hiptesis difusionistas"; su razn de serno estriba en las migraciones y los contactos culturales, sino que hayque buscar los "caracteres intrnsecos de esa sociedad". "Hablar dedifusin, en relacin con hechos de este tipo, equivaldra a decir quela sociedad entera se difundi, lo que slo sera desplazar el proble-ma" (EEP, p. 484/461). La interpretacin difusionista, aparte suexcesivo simplismo, deja sin explicar hechos esenciales.

    Emparentado con el difusionismo, el evolucionismo cultu-ral se esfuerza en ver "relaciones de fl.liaciny diferenciacin pro-gresiva", como la que la paleontologa descubre en la evolucinde las especies vivas, no slo entre una cultura y otra, sino inclusoentre elementos sueltos de culturas distintas. En esto reside la equi-vocacin de E.B. Tylor. Est claro que, en semejantes reconstruc-ciones, falta "la garanta del lazo biolgico de la reproduccin".Zoolgicamente, del "hiparion" desciende de modo real el "equuscaballus". Culturalmente, sin embargo, "un hacha no engendranunca otra hacha"; entre ambos utensilios, por muy similares quesean, media una "discontinuidad radical derivada del hecho deque uno no ha nacido del otro, sino que cada uno de ellos ha na-cido de un sistema de representaciones" (AE 1, 1949, p. 7/4). Ade-ms de esto, al no disponerse de una "historia detallada" de lassociedades en cuestin, se cae en extrapolaciones o generalizacio-nes carente s de todo cimiento firme.

    Por consiguiente, "al igual que los 'estadios' del evolucio-nismo, los 'ciclos' o los 'complejos' culturales del difusionismoson el fruto de una abstraccin que carecer de testimonios corro-borativos. Su historia no pasa de ser una historia conjetural e ideo-lgica" (AE 1, 1949, p. 8/5). Esta descalificacin se aplica no sloa Tylor, sino tambin a otros trabajos ms modernos, como los deLowie, Spier y Kroeber sobre los indios norteamericanos. Nadanos ensean de los verdaderos procesos por los que se ha adquiri-do tal o cual institucin.

    Franz Boas lleg a darse cuenta de esas dificultades: en loconcerniente a la historia de los pueblos primitivos, no pueden ha-cerse ms que reconstrucciones, por 10que el etnlogo trabaja en

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    psimas condiciones. Las teoras del difusionismo y del evolucio-nismo propugnan un intento explicativo demasiado ambicioso,con un alcance "macrohistrico" que peligra no explicar absoluta-mente nada. Es preciso concentrarse, ms bien, en el estudio delas costumbres de una tribu y sus relaciones con las circunvecinas,dentro de una sola regin, al objeto de "determinar por un ladolas causas histricas que han conducido a su formacin, y por otrolos procesos psquicos que las han facilitado" (AEI' 1949,p.10/6).As, Boas utiliza un mtodo ms estricto, "microhistrico", paraobtener el conocimiento de los hechos sociales, inductivamente, apartir del conocimiento particularizado de un grupo social, a travsdel cual reconstruye un momento histrico, con un grado elevadode probabilidad. A pesar de ello, este historicismo apenas consigueexplicaciones defmitivas, ya que, en cualquier caso, no supera uncierto nivel donde nicamente subsisten reliquias fragmentarias.

    En conclusin, para que fuera legtima la hiptesis de quese da evolucin de un tipo a otro, "sera necesario estar en condi-ciones de probar: [1] que uno de los tipos es ms primitivo que elotro; [2] que, dado el tipo primitivo, se produce necesariamenteuna evolucin hacia la otra forma; en fm, [3] que esta ley operams rgidamente en el centro de la regin que en su periferia. Fal-tos de esta triple e imposible demostracin, toda teora de las su-pervivencias es intil" (AE 1, 1949, p. 11/7). Resulta, pues, in-viable una etnologa historicista.

    Ulteriormente, en El origen de las maneras de mesa, Lvi-Strauss reemprende sus crticas a la escuela histrica. El mtodode sta difiere muchsimo del mtodo estructural, con desventajapara el primero. Lvi-Strauss ejemplariza, en el anlisis del mitosobre las esposas de los astros, lo que es capaz de lograr cada unode los citados mtodos. En 10tocante a la "recopilacin de los he-chos", no cabe objecin, pues no hay anlisis que no exija partirde los datos. "Las dificultades comienzan con la defmicin de loshechos". El mtodo histrico se contenta con inventariar trmi-nos, sin llegar a relacionarlos: "Nunca o casi nunca se intenta unareduccin de la que resultara que dos o varios motivos, separadosen un plano superficial, estuvieran en relacin de transfonnacin,de suerte que el carcter de hecho cientfico no pertenece a cada

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  • Lvi-Straussfrente a lasescuelasantropolgicas 41

    motivo o a tales o cuales de ellos, sino al esquema que los engendra,aunque pennanezca en estado latente" (M 111,p. 186/192-93).

    Lo verdaderamente cientfico se esconde en un nivel msprofundo que la aparente dispersin de los acontecimientos suce-sivos. No es ya la diacrona la que da cuenta de la sincrona. Es elestudio sincrnico, a saber, el estudio del sistema, del aspecto es-tructural, el que hace inteligible el aspecto diacrnico de los fen-menos. "Donde la escuela histrica busca dar con nexos contin-gentes y rastros de una evolucin diacrnica, hemos descubiertoun sistema inteligible en la sincrona. Donde hace inventarios detnninos, no hemos discernido ms que relaciones" (M 111,p.216/223). As se verifica analizando una serie de mitos sobre lasesposas de los astros: lo importante ah son las diferencias y opo-siciones que se organizan en sistema. Por eso, en lugar de entresa-car restos exgenos o ver conglomerados fortuitos, el anlisis es-tructural escruta los "contrastes significativos", hasta restituir elnexo preexistente entre las cosas mismas -como seal Saussure.

    Bien es cierto que "no podra eludirse el problema histri-co" (M lB, p. 216/224). Los datos histricos constituyen el prin-cipio del anlisis y el objeto de la explicacin estructural. Ahorabien, el mtodo estructural no se limita a yuxtaponer una varie-dad de tipos extrados de la realidad histrica; tampoco atribuyesus diferencias ya a transfonnaciones lgicas, ya a accidentes his-tricos, oscilando segn sea ms cmodo en cada caso. El mtodoestructural "slo es legtimo a condicin de ser exhaustivo". Si sujustificacin terica "reside en la codificacin, a la vez nica y mseconmica, a la que sabe reducir mensajes cuya complejidad eraharto repelente y que antes de que l interviniera parecan imposi-bles de descifrar", entonces, o bien "el anlisis estructural consi-gue apurar todas las modalidades concretas de_su objeto, o se pier-de el derecho a aplicado a cualquiera de esas modalidades" (M 1,p. 155/149). De ah que no quepa invocar hiptesis histrico-cul-turales para tapar huecos explicativos. Slo las conclusiones hist-ricas y lingsticas bien fundadas pueden, y deben, tenerse en cuen-ta escrupulosamente. Por supuesto. Pero la perspectiva de explica-cin estructuralista es otra. Ante los tipos histricos variantes, elmtodo estructural los "anticipa a todos con la fonna de un siste-

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    ma de relaciones que funcionan, y por operacin de las cuales sonengendrados dichos tipos. Que algunos aparezcan simultneamen-te, otros en pocas diferentes, es cosa que plantea problemas cuyointers no menospreciamos. A condicin, eso s, de que se nosconceda que tipos cuya emergencia concreta parece tarda no sa-lieron de la nada, y no aparecieron tampoco bajo la exclusiva in-fluencia de factores histricos o en respuesta a solicitaciones ex-ternas. Ms bien hacen pasar a la existencia actual posibilidadesinherentes al sistema y en este sentido son tan viejas como l" (MIII, p. 223/231). Por contraste con el mtodo histrico, no se ad-mite ningn elemento gratuito o carente de significacin: es im-prescindible reintegrar todas las variables, y todas las particulari-dades, en un sistema coherente.

    En el ltimo volumen de Mito lgicas, Lvi-Strauss da porrefutados los principios de la escuela histrica (cfr. M IV, p. 52).Recuerda su arbitrariedad miope a la hora de definir el mito, cuyonivel real de anlisis se sita -desde el punto de vista estructural-al nivel del grupo de transformaciones. No es raro, por tanto, queel anlisis estructural no refrende determinadas conclusiones de

    la escuela histrica, por recaer sta en la especulacin.Con respecto a la realidad histrica, es frecuente compro-

    bar, en la apreciacin del propio Lvi-Strauss, cmo "el anlisisestructural aporta ayuda a las reconstrucciones histricas" (M Il,p. 295/286). No es raro observar, asimismo, que "felizmente elanlisis estructural suple las incertidumbres de las reconstruccio-nes histricas" (M III, p. 169/174), en ciertas ocasiones. Lvi-Strauss llega a reivindicar para su mtodo un papel subsidiario enla investigacin histrica: "haciendo aparecer entre los mitos lazosinsospechados, y clasificando las variantes en un orden que sugiereal menos la direccin obligada de ciertos pasajes, plantea problemasa la historia, que incitan a sta a considerar hiptesis en las cualesquiz nunca habra pensado, y le aporta as una ayuda ms fecundaque si uno se hubiera limitado a registrar sinms sus resultados" (MIV, p. 33). De manera que, por ejemplo, el anlisis de la mitologaindoamericana ha servido para determinar, en algunos casos, el itine-rario de ciertas migraciones de las que no se tenan datos seguros.

    En suma, s el mtodo del anlisisestructural rechaza el

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  • Lvi-Straussfrente a /asescuelSantropolgicas 43

    mtodo de la escuela historicista, es por sus insuficiencias cientfi-cas y su implcita ideologa; no recusa, en cambio, los hechos his-tricos, de los que toma el punto de partida y a cuyo esclarecimien-to contribuye, no slo en su aspecto estructural, sino incluso, aveces, en su aspecto gentico.

    Contra el funcionalismo

    Frente a la postura historicista se levanta no slo el estructu-ralismo sino tambin el funcionalismo, aunque de distinta manera.Por eso hay que fijar las distancias respecto al mtodo funcionalista.

    El funcionalismo designa la orientacin ms moderna de laantropologa anglo-norteamericana. Entre sus principales figurasse encuentran Bronislaw Malinowski y A.R. Radcliffe-Brown. Sumetodologa pone entre parntesis la perspectiva histrica y abor-da el estudio sincrnico de una sociedad particular, buscando sucoherencia interna, a fin de comprender su concreto funciona-miento. Al estudiar una cultura, los funcionalistas tratan de ponerde manifiesto las relaciones concretas existentes entre sus elemen-tos. El problema surge por la excesiva particularizacin del anli-sis, que, por muy penetrante que sea sobre tal cultura singular, re-sulta dudoso que pueda plenificar el conocimiento de su objeto, sino se tiene en cuenta el desarrollo histrico precedente y el colin-dante. La investigacin se circunscribe a una sola regin y llega amagnficos resultados, pero al precio de tener que recortar la va-lidez de sus conclusiones a la sociedad analizada y a su estado pre-sente, sin posibilidad de concluir nada sobre otras pocas de lamisma sociedad, y mucho menos sobre las dems sociedades.

    Sin recaer en el historicismo, "slo el desarrollo histricopermite sopesar los elementos actuales y estimar sus relacionesrespectivas" (AE 1, 1949, p. 17/13). Lo histrico es un factor in-dispensable para conocer el mismo presente. Porque, por ejemplo,en las formas actualmente observables en una sociedad, se suelendar unas que desempean una "funcin primaria", es decir, quegozan de plena vigencia, en tanto que otras tiene slo una "fun-cin secundaria", ya que se conservan por pura rutina -y se expli-can nicamente por un sistema pasado.

    Hecha esta puntualizacin, aadamos que los funcionalis-

  • 44 Lvi-Straussfrente a lasescuelasantropolgicas

    tas admiten la sistematicidad de la sociedad humana, e incluso loshay que hablan de estructuras sociales (Radcliffe-Brown). Sin em-bargo, su nocin de estructura no se debe confundir con la del es-tructuralismo. En el funcionalismo, la "estructura" coincide conel mismo sistema social, a nivel emprico, considerado al modo deun organismo vivo; se trata de una nocin de estructura que pagatributo a dos caractersticas incompatibles con el estructuralismo:es naturalista y empirista.

    En este punto vena insistiendo Lvi-Strauss con anteriori-dad. El naturalismo imagina que las estructuras sociales son anlo-gas a las estructuras orgnicas, que basta describirla como se haceen la morfologa y la ftsiologa. Presume que los lazos biolgicospueden constituir el modelo vlido para entender los lazos familia-res. No advierte la diferencia entre sistemas culturales y sistemasnaturales, al menos suficientemente, por lo que interpreta los pri-meros desde la ptica de los segundos. Se le escapa la mediacinde la mente y de unos sistemas de representacin, en la conforma-cin de los sistemas culturales. Estos no son meramente fcticos,sino que poseen un carcter simblico. Ya vimos que justamente"debido a su carcter de sistema simblico, los sistemas de paren-tesco ofrecen al antroplogo un terreno privilegiado en el cual susesfuerzos pueden casi alcanzar (insistimos sobre este "casi") losde la ciencia social ms desarrollada, es decir, la lingstica. Perola condicin de este acercamiento, del que puede esperarse un me-jor conocimiento del hombre, consiste en no olvidar nunca que,tanto en el estudio sociolgico como en el estudio lingstico,nos hallamos en pleno simbolismo". Aqu est la clave. Una vezque, en el mundo natural, ha emergido el pensamiento simblico-y con l, la cultura-, "la explicacin debe cambiar de naturale-za tan radicalmente como el nuevo fenmeno aparecido difiere deaquellos que lo han precedido y preparado". De modo que "a par-tir de este momento, toda concesin al naturalismo compromete-ra los inmensos progresos ya cumplidos en el dominio lingsticoy los que comienzan a insinuarse tambin en la sociologa familiar,y condenara a sta a un empirismo sin inspiracin ni fecundidad"(AE 1, 1945, p. 62/49-50).

    .La nota del empirismo se relaciona estrechamente con la

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    Lvi-Straussfrente a lasescuelasantropolgicas 45

    naturalista; radica en no distinguir las "relaciones sociales" con-cretas, situadas en el plano de 10 observable experimentalmente,y la "estructura social", perteneciente al plano de los modelos te-ricos que las explican. Segn el estructuralismo, de esa realidadsocial emprica se extrae el "sistema de relaciones" que la inteligi-biliza mediante una mayor generalizacin y simplificacin.

    Se ve claro que Lvi-Strauss quiere acorralar al funcionalis-mo, cuando le plantea el siguiente dilema: "O bien los funcionalis-tas proclaman que toda investigacin etnolgica debe resultar delestudio minucioso de las sociedades concretas, de sus institucio-nes y de las relaciones que stas mantienen entre s y con las cos-tumbres, creencias y tcnicas; de las relaciones entre el individuoy el grupo, y de los individuos entre s dentro del grupo" (AE 1,1949, p. 16/11), Y en tal caso no superan todava la posicin te-rica de F. Boas. "O bien los funcionalistas pretenden hallar en suascetismo la salvacin y, haciendo lo que todo buen etngrafo de-be hacer y hace (...), intentan alcanzar de un solo golpe, replega-dos en su interioridad, por un milagro inusitado, esas verdades ge-nerales cuya posibilidad Boas nunca haba negado (pero que l co-locaba en la etapa final ...)" (AE 1, 1949, p. 16/12). En realidad,slo son capaces de hacer inteligible el caso particular que han ana-lizado, y esto de forma limitada, ya que no cuentan con mediospara llegar a una generalizacin vlida en otros casos.

    El funcionalismo queda demasiado prendido a lo emprico,a 10 descriptivo de los datos. Para Radcliffe-Brown, "la estructuraes del orden de los hechos; est dada en la observacin de cada so-ciedad particular" (AE II, 1960, p. 28). En contraposicin a se-mejante concepto empirista de estructura, para Lvi-Strauss la es-tructura es del orden de los modelos, ya sea de los modelos incons-cientes que efectivamente regulan el funcionamiento de un siste-ma concreto, o de los modelos elaborados por el antroplogo co-mo elucidacin consciente de aqullos.

    Con respecto al modelo de estructura que Lvi-Strauss ma-neja, han menudeado todo tipo de interpretaciones y crticas. Aalgunas de ellas se ha dignado contestar nuestro autor, p. ej., a lasde G. Gurvitch, que proyectaba sobre la estructura lvistraussianael concepto empirista de la misma (cfr., AE 1, cp. XVI), y a las

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    46 Lvi-Strauss frente a las escuelas antropolgicas

    de A.G. Haudricourt y G, Granai, que se figuraban que el mtodoestructural ambiciona un "conocimiento total de las sociedades" ,cosa absurda, dado que slo busca extraer unas constantes (cfr "AE 1, cp, V), Otro censor al que, a su debido tiempo, respondeLvi-Strauss es el antroplogo britnico Edmund Leach, En unprincipio ferviente admirador de las orientaciones metodolgicasde Lvi-Strauss, se convirti aos ms tarde en apasionado inquisi-dor. Arrepentido de sus coqueteos estructuralistas, arremete con-tra su antiguo maestro, achacndole un cierto "acento idealista,,25 ,desde su recuperada atalaya funcionalista; le interesa ms el com-portamiento real que los sistemas simblicos.

    Leach ataca por varios flancos: valora negativamente losresultados de los anlisis de las estructuras elementales del paren-tesc026; impugna que el tab del incesto se reduzca simplementea la reciprocidad de la exogamia27;denuncia la falta de una prolon-gada estancia de Lvi-Strauss en el terreno etnogrfico, el que seinfonnara por medio de terceros, el ser poco exigente con sus fuen-tes28; le reprocha portarse, a veces, ms como abogado, fllsofo ypoeta que como cientfic029. No escatima lindezas para resaltar laprecariedad de la base emprica y la hipertrofia especulativa deLvi-Strauss.

    Aunque el punto de partida de sus teoras arranque de loshechos, de documentos, "en cuanto los datos vayan a la inversade la teora, Lvi-Strauss o bien negar la evidencia, o bien movili-zar todos los recursos de su poderosa vena para barrer la here-ja~,3o. Se sirve de los testimonios etnogrficos ms bien como~'i1ustracin"de su teora,

    Seala cmo Lvi-Strauss busca caractersticas universales

    aplicables a toda la humanidad. Pero, para l, lo universal slo exis-te a nivel de la estructura, no en el de los hechos brutos, "Ntese

    en particular su menosprecio del 'fenmeno emprico', El 'objetogeneral del 1i" 1 .an SIS o concIbea la manera de una matriz algebrai-ea de permutaciones Y C b " ,. om maclonesposIblescuyo lugar es el1>ensanuento humano' m' conscl' ent ' 1 ' d ' , .. , . e, a eVI enCla emplnca no esJamas smo una Posibilidad t .., . en re otras, Esta preferencIade la abs-tracclongeneralizadaa expensas del hecho e ' , t sI, mplnco se ra uce enmuchas ocasIonesen los escritos de LVl' Strauss~,31 M h- . ac acona-

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    Lvi-Straussfrente a lasescuelasantropolgicas 47

    mente repite la misma objecin: Lvi-Straussle parece poco em-prico; su concepcin es grandiosa,pero pone en tela de juicio suutilidad. Sus mtodos estructurales "no estn en condiciones demostramos la verdad; no hacen ms que arrastramos a un mundodonde todo es posible y donde nada es verdadero" 32.Al generali-zar tanto, al buscar siempre la simetra perfecta de sus moldes,aldar tal prioridad a su teora, expulsade un "escobazo" la realidadde los hechos empricos.

    Para Leach, "el objeto de la antropologa socialsiguesien-do siempre el comportamiento social efectivo de los seres huma-nos"33, no la estructura lgicainterna de unos sistemaso conjun-tos simblicos,con sus transformaciones.

    Lo capcioso de Lvi-Strausses ese estilo tan sinuosamenteelegante, ese "malabarismo verbal" que hace dificultossimo dis-cernir en qu punto empieza a extraviarseel razonamiento. A pe-sar de ello, "desde mi punto de vista -sostiene Leach- el produc-to fmal es en amplia medida errneo"34, sin negar la gran riquezade su aportacin. Incluso las estructuras que Lvi-Straussdesvelacomo "manifestacin de un proceso mental inconsciente, por 10que a m se refiere no estoy ya de acuerdo cuando pretende con-cebir este inconsciente como un atributo comn a toda la huma-nidad ms que como un atributo de individuosparticulares o deun grupo cultural particular,,35 . Acusa, por ltimo, a Lvi-Straussde haber convertido en dogma el "que sus descubrimientosen tor-no a los hechos representan caractersticasuniversalesdel procesoinconsciente del pensamientohumano"36. En estaltimainculpa-cin constato una no s si pretendida ambigedadde E. Leach:las estructuras cuya universalidadse discute, son las estructurasde tal o cual sistemaconcreto? En este caso, por supuesto, no sonuniversales. Son las llamadas "estructuras de estructuras"? En-tonces, tampoco. Pues la universalidadslo se predica de las "es-tructuras del espritu humano" que regulan -eso s- la configura-cin de todos los demsnivelesestructuralesque desciendenhacia10concreto; estn presentes en todos, pero sin identificarsecom-pletamente con ninguno: son slo su cdigobsico.

    Por su parte, Lvi-Straussse ha hecho eco ms de una vezde las crticas que le dirige Leach. De ellas se ha defendido en la

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  • 48 Lvi-Straussfrente a lasescuelasantropolgicas

    segunda edicin de Las estructuraselementales y tambin en Elhombre desnudo. No voy a entrar en la disputa acercade divergen-cias en determinados pasos del anlisis;eso queda a la competen-cia de los especialistasen etnologa. En lo tocante a la actitud me-todolgica ms general, s convieneaportar una muestra de las r-plicas contra Leach: "Es preciso que la reflexin crtica tome elrelevo de los inventarios empricos" (M IV, p. 32), si se quierenresolver no pocos problemas. Por encima del nivel de la observa-cin emprica, hay que detectar el sistemade "diferencias" signi-ficativas sobre las que se basa el modelo estructural. La estructurano es nunca lo observable;puede ser demostrable; exige todo un"trabajo de demostracin" que va ms all del empirismo.

    A toda costa, Uvi-Strauss pugna por sacudirseel sambeni-to de "idealismo" o "mentalismo" que se le cuelga en los pasesde lengua inglesa.No le gusta nada ese despectivohablar de "uni-versaleslvistraussianos"refirindose a las estructuras. Contraata-ca: "Es ya tiempo, para la etnologa, de liberarsedela ilusincrea-da de cabo a rabo por los funcionalistas, que toman los lmitesprcticos donde los encierra el gnero de estudios que preconizanpor propiedades absolutas de los objetos a los que se aplican. Noes razn el que un etnlogo se acantone durante uno o dos aosen una pequefia unidad social, banda o aldea, y se esfuerce porcaptarla como totalidad, para creer que, en otros nivelesdistintosde se donde la necesidado la oportunidad lo colocan,estaunidadno se disuelvaen diversosgradosdentro de conjuntos que quedanla mayora de las veces insospechados" (M IV, p. 545). No bastacon encerrarse en un grupo social para comprenderlo adecuada-mente, porque, de muchasmaneras,este grupo social forma parteintegrante de un conjunto ms amplio. Sin agrandar el campo devisin, el antroplogo corre el riesgode no ver mucho ms all desus propias narices. "Como mnimo se deben distinguir dos nive-les discretos de actividaden la vida de lospueblossinescritura.Poruna parte, lo que namaremosel campo delasinteraccionesfuertes,que son a las que, por esta razn, se ha prestado atencin princi-palmente: consisten en las migraciones,las epidemias, las revolu-ciones y las guerras, y se hacen sentir intermitentemente, en for-ma de sacudidasprofundas cuyos-efectosson ampliosy duraderos.

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    Lvi-8trauss frente a las escuelas antropolgicas 49

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    Pero junto a ellas, se ha despreciado demasiado el campo de las in-teracciones dbiles, que se producen con una frecuencia muchoms rpida y con una periodicidad muy corta, en forma de encuen-tros amigables u hostiles, de visitas y de casamientos. Son las quemantienen el campo en agitacin permanente" (M IV, p. 545). Portodo esto, no es suficiente explicar una estructura aislada y dete-nerse ah. Importan las interrelaciones.

    De una punta a otra de ese campo ms vasto, aparecer unagama de variantes -desplegadas hasta geogrficamente, en ocasio-nes privilegiadas, o bien situadas en pocas y regiones diferentes-que el funcionalista desconoce, al tiempo que ignorara cmo rela-cionadas. El mtodo estructural, en cambio, gracias a la operativi-dad del modelo de estructura, concebida como "grupo de transfor-maciones", es capaz de dar una explicacin vlida en un nivel msgeneral. Tal explicacin se consigue por medio de la "experimenta-cin con los modelos" (AE 1, 1952, p. 307/252) que, como ya sevio, marca la fase fundamental del mtodo estructuralista.

    Lleva razn J .R. Llobera cuando secunda a Lvi-Strauss:

    el empirismo "imposibilita toda estrategia dirigida a la formula-cin de leyes,,37. Por eso, el estructuralismo supone un notorioavance hacia la conversin de la antropologa en ciencia.

    Paradjicamente, quedan an autores en los que tropeza-mos con opiniones opuestas a las anteriores. J. Courts objeta aLvi-Strauss el "haber quedado demasiado cerca de los datos et-nogrficos,,38; se aferra -segn l- excesivamente a la realidademprica, aludiendo directamente al material mtico. Por su par-te, C. Tullio-Altan piensa que C. Lvi-Strauss se mueve dentro delfuncionalismo "aunque nominalmente lo refute" 39; es funciona-lista "a pesar suyo,,40; sencillamente porque es imposible liberar-se del funcionalismo, que "constituye una categora ineliminablede nuestros procedimientos mentales,,41. Al fmal, acaba aconse-jando que la investigacin estructural debe completarse con lafuncional, cuando ya nos haba hecho creer que no diferan.

    Con todo, tal vez est en la complementaridad el arreglodel pleito entre ambas corrientes y mtodos. El mismo Lvi-Strausslo sugiere: "Quiz las escuelas inglesas y francesas sean comple-mentarias en este sentido: nosotros somos imprudentes, temera-

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    ros, nos lanzamos a ciegas hacia todas las construcciones especu-lativas y nos perderamos completamente si ellos no estuviesensiempre dispuestos a criticamos y moderamos,,42 . Quiz.Lo cier-to es que quedan bien subrayadas sus diferencias, as como lasinequvocas preferencias de nuestro autor.

    Contra el formalismo

    Desde ciertos ngulos, el intento estructuralista se podrainterpretar como un cierto formalismo. As lo han hecho algunos.Aunque se le pudiera emparentar con el mtodo de los formalistasrusos, el hecho es que la nocin de estructura y la nocin de formaresultan netamente diferentes. En su estudio sobre Lvi-Strauss,ya deja claro Yvan Simonis que el estructuralismo, si bien comien-za por ser un formalismo43, no es un formalismo.

    Al afirmar que no se trata de un formalismo se quiere de-cir, en una primera aproximacin, que el estructuralismo no va conesquemas previos a imponrselos desde fuera al objeto mismo. Nose puede confundir la estructura con una especie de lgica a priori,resultado del juego terico de posibilidades, sino que se obtiene aposteriori, de los sistemas culturales concretos. Desde esta base, setiende a alcanzar "un plano en que las propiedades lgicas se mani-fiestan como atributos de las cosas tan directamente como los sabo-

    res o los aromas" (M 1,p. 22/23). Por ejemplo, en el caso de la mito-loga, el cdigo es inherente a sta y no se hace ms que descubrirlo.

    Ni siquiera el mtodo se tiene como algo exterior a la rea-lidad analizada: ha de irse constituyendo en el estudio.

    A fin de deslindar mejor las posturas, vamos a echar unaojeada a las reflexiones de Lvi-Strauss sobre una obra del forma-lista ruso VIadimir Propp, tal como aparecen en La estructura y laforma (1960). Este artculo dar lugar a la airada contestacin dePropp, afos despus. Ms que la polmica, es el texto de Lvi-Strauss el que nos aclara mejor la identidad del estructuralismo."Al contrario que el formalismo, el estructuralismo se niega a opo-ner lo concreto a lo abstracto y a conceder a este ltimo una posi-cin de privilegio. La/orma se defme por oposicin a una materiaque le es extrafa, pero la estructura no tiene distinto contenido:es el mismo contenido, recogido en una organizacin lgica con-

  • Lvi-Strauss frente a las escuelas antropolgicas 51 r.~cebida como propiedad de lo real" (AE 11,1960, p. 139). Para elanlisis estructural, lo concreto no se opone a lo abstracto, comotampoco lo abstracto se impone a lo concreto.

    Si a lo abstracto llamamos forma, y a lo concreto, conteni-do, "forma y contenido tienen la misma naturaleza y son de la in-cumbencia del mismo anlisis". Ms an: "El contenido deriva surealidad de la estructura y 10que se defme como forma es la 'pues-ta en estructura' de las estructuras locales en que consiste el con-tenido" (AE 11, 1960, p. 158). En otras palabras, todo contenidoes tal contenido respecto a la forma que lo envuelve, y es formarespecto al contenido que l incluye; o dicho de otro modo, todaforma es tal por respecto a un contenido que, a su vez, es formade otro, y as sucesivamente. Depende del nivel de significacinen que nos situemos. Cada nivel posee su estructura, que se integraen la estructura de otro nivel. Lo mismo que un significado se ar-ticula con su significante, y ste a su vez puede convertirse en sig-nificado de un nuevo significante. Etctera. No cabe distincinentre forma y sustancia.

    El formalismo disocia la forma y el contenido, al no poderreintegrar aqulla a ste. En consecuencia, la forma "se ve conde-nada a permanecer en un nivel de abstraccin tal que acaba porno significar nada y no tener ningn valor heurstico. El formalis-mo aniquila su objeto" (AE 11, 1960, p. 159). Propp llega a des-cubrir que todos los cuentos tienen algo en comn, que en rea-lidad existe un solo cuento; pero no se sabe cmo clasificar lamultiplicidad de los cuentos con los que de hecho tropezamos.Ah est el fallo. "Antes del formalismo, ignorbamos sin duda loque tenan en comn estos cuentos. Despus de l, estamos sin me-dios para comprender en qu difieren. Hemos pasado, as, de lo con-creto a lo abstracto, pero ya no podemos volver de lo abstracto a 10concreto" (AE II, 1960, p. 159). De ahla superioridad del mtodoprogresivo-regresivo del estructuralismo, que permite la ida de 10concreto a lo abstracto, e igualmente la vuelta de lo abstracto a 10concreto, esto es, del modelo terico al caso emprico.

    Puesto que la validez del anlisis tiene su piedra de toqueen la posibilidad de sntesis con la realidad concreta, si esto resul-ta imposible, el anlisis deja de ser fiable: "Nada puede convencer

  • 52 Lvi-Straussfrente a lasescuelasantropolgicas

    mejor de las insuficiencias del formalismo que su incapacidad parareintegrar el contenido emprico del que, con todo, ha tomado im-pulso" (AE 11, 1960, p. 161). Segn Lvi-Strauss, el anlisis for-malista pierde, por el camino, el contenido.

    Propp ha desvelado que el contenido de los cuentos es"permutable", por relacin a un esquema que permanece fijo; pe-ro ha pasado de ah, precipitadamente, a creer que es "arbitrario".En vez de reducir el contenido a permutaciones azarosas de cadacontexto, urge reconocer que "las permutaciones estn sujetas aleyes". "Nuestra afmnacin de que la permutabilidad del conteni-do no es algo arbitrario equivale a decir que, a condicin de llevarel anlisis hasta un nivel suficientemente profundo, se acaba porhallar, tras la diversidad, la constancia. Inversamente, la pretendi-da constancia de la forma no debe ocultamos que las funcionesson tambin permutables" (AE Il, 1960, p. 163). A pesar de suvariable apariencia, el contenido de unos cuentos puede ser el mis-mo, por esconder una misma estructura profunda. Mientras que,por la razn inversa, una funcin tipificada, aparentemente idn-tica en una serie de cuentos, puede en realidad ser distinta.

    Lvi-Strauss atribuye el extravo del fonnalismo, su insufi-ciencia, al "desconocimiento de la complementaridad entre signi-ficante y significado, que se reconoce en todo sistema lingsticodesde Saussure" (AE Il, 1960, p. 169). A lo que hay que aadirtodo lo que la visin estructuralista conlleva. A Propp le falta con-siderar el campo de estudio como sistema de significacin, lo quele permitira la integracin de lo concreto y lo abstracto, y el pasode lo uno a lo otro en todos los planos significativos. Pues en to-dos est presente -y operante- la estructura.

    La rplica de VIadimir Propp lleg en 1964, con aires dehallarse vivamente ofendido y hasta agresivo. Tanto que Lvi-Strauss public una nota expresando que haba habido un malen-tendido, que su estudio sobre la "obra proftica de Propp" sloquera ser "un homenaje hacia un gran descubrimiento que prece-de en un cuarto de siglo a las tentativas que otros y yo mismo he-mos hecho en el mismo sentido" (AE 11,1964, p. 173). En efecto,en el texto de su estudio, Lvi-Strauss llegaba a subrayar cmo elmismo Propp, en ciertos pasajes, se diriga a s mismo esas crticas

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    Lvi-Strauss frente a las escuelas antTopolgicas 531

    que l estaba sugiriendo. Qu arguye Propp?-Veamos: "El pro-fesor Lvi-Strauss elabora abstractamente mis generalizaciones.Deplora el hecho de que de los esquemas abstractos por m pro-puestos no se pueda volver a los materiales, pero si toma cualquiercoleccin de cuentos de magiay los confronta con mi esquema, po-dr darse cuenta de que ste tiene una correspondencia perfectacon el material y palpara con sus manos las leyes de la estructurade los cuentos,,44. El formalista ruso defiende que a partir de su"esquema" del cuento se puede llegar a componer una infinidadde cuentos al estilo de los cuentos populares. Reivindica tambinla indisociabilidad entre "su" forma y "su" contenido.

    Ms adelante prosigue rearguyendo: "Tambin el profesorLvi-Strauss afirma lo mismo, 'forma y contenido tienen la mismanaturaleza y son de la incumbencia del mismo anlisis'. Sin duda esas, pero reflexionemos sobre esta afmnacin: si forma y conteni-do son inseparables, e incluso de idntica naturaleza, quien analizala primera est por eso mismo analizando el segundo. Pero enton-ces, cul es el delito del formalismo y en qu consiste mi crimencuando analizo el argumento (contenido)yla composicin (forma)en su indisociable unidad?,,45. Para terminar, alega en defensa pro-pia que el "profesor Lvi-Strauss" no ha sido capaz de sealarleningn caso concreto en el que se evidencien las conclusioneserrneas de su anlisis de los cuentos. Pase lo que pase con esasconclusiones, lo que no queda oscurecido es la diferencia demtodo entre el formalista y el estructuralista. Tampoco coincide,al parecer, su nocin de contenido y forma.

    De manera muy peculiar Lvi-Straussha resaltado cmo"enmateria de anlisis estructural es imposible disociar la forma delcontenido. La forma no est fuera sino dentro" (TA, p.130/ 133).As pues, "en el anlisis estructural, contenido y forma no son enti-dades distintas sino puntos de vista complementarios que es indis-pensable adoptar para profundizar en un mismo objeto"(M I,p.l 06/10 1). Contenido y forma se interconvierten a lo largo del anlisis.

    Por lo dems, cada interpretacin de un mito o un cuentose agrega como una variante ms que a su vez admite otra inter-pretacin. Si esto es as, "no nos encerramos entonces en un cr-culo, al convertirse de pronto cada forma en un contenido que re-

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  • 54 Lvi-Straussfrente a lasescuelasantropolgicas

    quiere hasta el infinito otra forma que d cuenta de l?" Es Lvi-Strauss quien se pregunta y se responde: "De lo que precede resultapor el contrario que el criterio de la interpretacin estructural esca-pa a esta paradoja, por el hecho de que ella sola sabe dar cuenta a lavez de s misma y de las dems. Pues, en tanto que consiste en expli-citar un sistema de relaciones que las dems variantes no hacen msque encarnar, se las integra y se integra en ellas, en un nuevo planodonde se opera la fusin definitiva del fondo y de la forma, y que en-tonces no es ya susceptible de nuevas encarnaciones. Revelada a smisma, la estructura del mito pone tnnino a sus cumplimientos"(M IV, p. 561). Esto significa que el modelo del grupo de transfor-maciones es el nico capaz de explicar todas las variantes.

    Gracias a la homologa estructural, que el anlisis descubre,se integran el fondo y la forma, as como el pensar humano y elobjeto social, el mtodo y la realidad misma. La confusin del es-tructuralismo con el formalismo se desvanece tan pronto como seexaminan de cerca.

    A estas alturas, es de esperar que la peculiaridad del nuevomtodo estructuralista haya quedado ms a la luz, tras la confron-tacin de recursos con las metodologas del historicismo (dema-siado ideolgico), del funcionalismo (demasiado empirista) y delformalismo (demasiado abstracto). Muchas objeciones permanece-rn, no cabe duda, todava en el aire. Ante ellas, contra viento ymarea, seguir Lvi-Strauss convencido -y convencindose, quiz-de que, como alguna vez dijo en forma de apotegma, "un poco deestructuralismo aleja de lo concreto; mucho, conduce a ello".

    NOTAS

    1 R.Barthes, Ensayos cr(ticos. Barcelona: Seix Barral, 1973, p. 256.2 bid., p. 256.

    3 P.Mercier, Historia de la antropologzll. Barcelona :Pennsula, 1969p.144.

    4 bid., p. 149.

    5 J. Viet, Los mtodos estructuralistas en las ciencias sociales. BuenosAires: Amorrortu. 1970, p. 258.

    6 R.Bastide, en Sentidos y usos del trmino estructura. Buenos Aires:Paids, 1971, p. 13.

    7 Cfr. J .Guiart, "Sobrevivir a Lvi-Strauss", en Lvi-Strauss. estructu-ralismo y dialctica. Buenos Aires: Paids, 1968. pp. 114-20.

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    Lvi-Straussfrente a lasescuelasantropolgicas 55

    8 D.Sperber, "El estructuralismo en antropologa", en Qu es el es-tructuralismo? Buenos Aires: Losada, 1971, p. 220.

    9 bid., p. 235.

    10 [bid., pp. 244-45.

    11 L.Heusch, Estructura y praxis. Ensayos de antropologz'a terica.Mxico: Siglo XXI, 1973, pp. 113-14.

    12 [bid., p. 11.

    13 J.Courtes, Lvi-Strauss et les contraintes de la pense mythique.Tours: Mame, 1973, p. 176.

    14 Cfr. G.S. Kirk, El mito. Su significado y funciones en las distintasculturas. Barcelona: Barral, 1973, p. 21.

    15 R.Boudon, A quoi sert la notion de "structure"? Paris: Gallimard,1968, p. 35.

    16 [bid., p. 36.

    17 [b id ., p. 19 1.

    18 [bid., p. 193.

    19 Cfr. [bid., pp. 201-3.20 [bid., p. 215.

    21 [bid.,p.217.

    22 Cfr. P.Worsley, en Estructura/ismo, mito y totemismo. B.Aires:Nueva Visin, 1970, p. 204-5; H.W.Scheffler, en Estructuralismo y antro-pologza. B.Aires: Nueva Visin, 1969, p. 19; E.R.Leach.Lvi-Strauss. Pars:Seghers, 1970, p. 173.

    23 J.Paget. El estructura/ismo, B.Aires: Proteo, 1968, p. 10.24 bid., p. 102.

    25 E.R.Leach, "Claude Lvi-Strauss, antroplogo y filsofo", en Es-tructura/ismo y antropologza. B.Aires: Nueva Visin, 1969, p. 151.

    26 Cfr. E.R.Leach, Lvi-Strauss. Pars: Seghers, 1970, pp. 11 Y 146.

    27 [bid., pp. 156 Y 159.

    28 bid., pp. 26-7.

    29 [bid., p. 28.

    30 bid., p. 28.

    31 bid., pp. 65-6.

    32 [bid., p. 127.

    33 [bid., p. 151.

    34 [bid., p. 171.

    35 [bid., p. 174.36 bid., p. 179.

    37 J.R.Llobera, "A manera de presentacin", en C.Lvi-Strauss, El fu-turo de los estudios del parentesco. Barcelona: Anagrama, 1973, p. 35.

    38 J .Courtes, Lvi-Strauss et les contraintes de la pense mythique.Tours: Mame, 1973, p. 176.

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  • 56 Lvi-Straussfrente a lasescuelasantropolgicas

    39 C.Tullio-Altan, en Estructuralismo y antropologl'a. B.Aires: NuevaVisin, 1969, p. 63.

    40 Ibid., p. 81.

    41 Ibid., p. 71.

    42 Lvi-Strauss, entrevistado por Paolo Caruso, en Conversaciones conLvi-Strauss, Foucault, Lacan. Barcelona: Anagrama, 1969, p. 36.

    43 Cfr., y.simonis, Claude Lvi-Strauss, o la "pasin del incesto ".Barcelona: Ed. de Cultura Popular, 1969, p. 165.

    44 V.Propp, "Estructura e historia en el estudio de los cuentos", enPolmica con C. Lvi-Strauss., Madrid: Fundamentos, 1972, p. 66.

    45 bid., pp. 69-70.

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