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DOCUMENTO Acta mediática de un triunfo científico Los estallidos de las grandes guerras y violentas revoluciones políticas que caracterizaron al siglo XX no se dejan escuchar hasta su segunda década, con la contienda europea del 14 y la revolución rusa del 17. Pero las grandes revoluciones en el ámbito del arte, de la filosofía y de la ciencia, no menos típicas de dicho siglo, se producen desde su primer lustro, en el cual resplandece con luz única el año 1905, en que dio a conocer Einstein al mundo su teoría de la relatividad, que es, junto con la física cuántica, una de las dos principales revoluciones de la ciencia física en la pasada centuria. Pero la teoría de Einstein es, dicho en palabras de su autor, un edificio de dos plantas construidas con diez años de intervalo, la relatividad especial, cuyo centenario celebramos, y la relatividad general, comunicada en 1915. La revista teorema dedicará especial atención en su próximo número al legendario artículo, entregado a la revista Annalen der Physik el 30 de junio de 1905, “Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento”, en el cual expuso el joven Einstein su teoría especial de la relatividad. En éste reproducimos, como documento visualizador de la saga completa de la teoría, uno de los muchos escritos de divulgación de su hallazgo que compuso Einstein para el gran público. Se trata de un breve artículo enviado con el arrogante título de “Mi teoría” al diario británico The Times a instancias de su redacción, que lo publicó el 28 de noviembre de 1919. En opinión de Abraham Pais, historiador de la física del siglo XX y biógrafo de Einstein, ese año fue particularmente crucial en la trayectoria no tanto científica como mediática de su biografiado. Al doble impacto mundial de las dos teorías, la especial y la general de la relatividad, vino a sumarse en 1919 el de la confirmación observacional acometida por dos expediciones británicas, una de ellas dirigida por el astrónomo Eddington, para contrastar, aprovechando la circunstancia de un eclipse solar, una arriesgada predicción derivada de la teoría de Einstein. Ante los favorables resultados obtenidos, el Times de Londres se descolgó el 7 de noviembre con titulares de infarto. Y a partir de entonces el Leviatán mediático fue entretejiendo la imagen devenida canónica de Einstein, que nos brinda, conjugando el hecho con la ficción, el simpático perfil de un genio que nunca dejó de ser en el fondo el díscolo bohemio que fue en su juventud y que se sitúa por la magnitud de su saber a años luz del hombre medio, del que en nada lo separan, sin embargo, la afabilidad y la sencillez de su carácter. Antes del año 1919, constata Abraham 99

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Filosofía académica

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  • DOCUMENTO

    Acta meditica de un triunfo cientfico Los estallidos de las grandes guerras y violentas revoluciones polticas que

    caracterizaron al siglo XX no se dejan escuchar hasta su segunda dcada, con la contienda europea del 14 y la revolucin rusa del 17. Pero las grandes revoluciones en el mbito del arte, de la filosofa y de la ciencia, no menos tpicas de dicho siglo, se producen desde su primer lustro, en el cual resplandece con luz nica el ao 1905, en que dio a conocer Einstein al mundo su teora de la relatividad, que es, junto con la fsica cuntica, una de las dos principales revoluciones de la ciencia fsica en la pasada centuria.

    Pero la teora de Einstein es, dicho en palabras de su autor, un edificio de dos plantas construidas con diez aos de intervalo, la relatividad especial, cuyo centenario celebramos, y la relatividad general, comunicada en 1915. La revista teorema dedicar especial atencin en su prximo nmero al legendario artculo, entregado a la revista Annalen der Physik el 30 de junio de 1905, Sobre la electrodinmica de los cuerpos en movimiento, en el cual expuso el joven Einstein su teora especial de la relatividad. En ste reproducimos, como documento visualizador de la saga completa de la teora, uno de los muchos escritos de divulgacin de su hallazgo que compuso Einstein para el gran pblico.

    Se trata de un breve artculo enviado con el arrogante ttulo de Mi teora al diario britnico The Times a instancias de su redaccin, que lo public el 28 de noviembre de 1919. En opinin de Abraham Pais, historiador de la fsica del siglo XX y bigrafo de Einstein, ese ao fue particularmente crucial en la trayectoria no tanto cientfica como meditica de su biografiado. Al doble impacto mundial de las dos teoras, la especial y la general de la relatividad, vino a sumarse en 1919 el de la confirmacin observacional acometida por dos expediciones britnicas, una de ellas dirigida por el astrnomo Eddington, para contrastar, aprovechando la circunstancia de un eclipse solar, una arriesgada prediccin derivada de la teora de Einstein. Ante los favorables resultados obtenidos, el Times de Londres se descolg el 7 de noviembre con titulares de infarto. Y a partir de entonces el Leviatn meditico fue entretejiendo la imagen devenida cannica de Einstein, que nos brinda, conjugando el hecho con la ficcin, el simptico perfil de un genio que nunca dej de ser en el fondo el dscolo bohemio que fue en su juventud y que se sita por la magnitud de su saber a aos luz del hombre medio, del que en nada lo separan, sin embargo, la afabilidad y la sencillez de su carcter. Antes del ao 1919, constata Abraham

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    Pais, el New York Times no haba mencionado el nombre de Einstein ni una sola vez; ni uno solo dej de mencionarlo despus de 1919.

    El artculo del 28 de noviembre de ese ao, que hoy reproducimos con el ttulo que luego le dieron los libros, se desglosa en tres breves piezas de informacin. Tras rendir homenaje a la imparcialidad de los cientficos ingleses, que pasaron por alto la guerra que acababa de enfrentar a Inglaterra y Alemania para confirmar en aras de la ciencia la teora de un fsico germano, Einstein se introduce en el asunto mediante la distincin, que recurre en otros escritos suyos y que se remonta a Poincar, entre teoras fsicas constructivas, que proceden por va de deduccin matemtica de hiptesis generales a los hechos, y teoras de principios, que proceden inversamente, de los hechos a los principios, por va de anlisis y de fundamentacin emprica.

    Esta segunda va fue la elegida por Einstein para emprender el camino que haba de conducirlo a la teora de la relatividad. Si su facultad y su formacin matemticas distaban de alcanzar las elevadas cotas de Poincar o de Lorentz, los otros dos grandes campeones cientficos en la crisis de fundamento que viva por entonces la mecnica clsica, su perspicacia y sagacidad analticas le depararon el triunfo.

    El cuerpo principal del escrito se descompone en sendos resmenes de las dos partes de la teora de la relatividad. El sumario de la especial o restringida dibuja el perfil de la originalsima solucin a un dilema planteado por la incompatibilidad entre dos principios empricamente bien asentados: el postulado de la relatividad restringida y el de la constancia de la velocidad de la luz. Lo que maravill a los fsicos y alucin a los filsofos de su poca es que Einstein no resolviera el dilema por el clsico procedimiento de agarrarse a uno solo de sus cuernos, sino mediante una genial revisin del concepto de simultaneidad que dio al traste con la nocin newtoniana de tiempo absoluto. La saga de la relatividad general, que logr dar razn del componente gravitacional en el marco relativista a costa de descartar la vigencia fsica de la geometra euclidiana, vera luego su continuacin en el menos feliz sueo einsteiniano de la teora del campo unificado.

    Llevado de su irona, que ms de una vez ray en mordacidad, Einstein aadi una especie de coda a su artculo diciendo que por una aplicacin de la teora de la relatividad a los gustos de los lectores, en Alemania me llaman hoy un hombre de ciencia alemn y en Inglaterra me presentan como un judo suizo, pero si las circunstancias cambiaran muy bien podra suceder lo contrario. La redaccin del Times, que se haba despachado bien en anteriores ocasiones contra la persona de Einstein, se limit a responder con escaso humor en el mismo nmero del diario que prefera pasar de esa broma. Un par de dcadas despus el nazismo y la segunda guerra mundial convirtieron aquella broma en profeca.

    MANUEL GARRIDO