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DIAGNÓSTICO DEL SUB-SECTOR ACUICULTURA A NIVEL NACIONAL
1.1 Rubro Crustáceos
El cultivo de crustáceos esta primordialmente representado por la camaronicultura,
específicamente con la producción del camarón marino Litopenaeus vannamei, una especie
“introducida” conocida como Camarón Blanco del Pacífico. El desarrollo alcanzado por este
rubro, han convertido esta actividad en la más importante dentro de la producción acuícola
nacional, cuya superficie de cultivo y capacidad de procesamiento rebasa muy por encima a
los demás rubros acuícolas.
El cultivo de camarón en Venezuela se inicia a escala experimental en el año 1972 con
especies nativas de camarón blanco (L. schmitti) y camarón rosado (L. brasiliensis), pero es
a partir de 1980 que se inicia las importaciones de postlarvas de L. vannamei (desde Texas,
USA), obteniendo el primer desove de reproductores en el año 1987, estimulado por las
inversiones privadas incentivadas ante las perspectivas de generar divisas mediante la
exportación. En la década de 1990, se aceleró el crecimiento de este rubro, como
consecuencia de la disminución de las exigencias burocráticas de la permisería,
domesticación de la especie, ausencia de enfermedades virales importantes, consolidación
de nuevas inversiones privadas y las atractivas condiciones que brindaban los mercados
internacionales (Novoa y colaboradores, 2003).
La promulgación del Decreto con Fuerza de Ley de Pesca y Acuicultura, en noviembre del
2001, reforzó aún más la tendencia creciente de la camaronicultura en el país, ya que se
establecieron condiciones adecuadas para promover su desarrollo, en especial en materia
arancelaria, resultando para el año 2002 una participación del 67 % del total de la
producción acuícola nacional, y logrando alcanzar en apenas dos (2) años posteriores su
1
máximo registro de producción, reportando 24.000 TM, en aproximadamente 6.500
hectáreas de cultivo, distribuidas en los estados Zulia (60%), Falcón (30%), Anzoátegui
(7%), Sucre (2%) y Nueva Esparta (1%).
Hasta el año 2005, Venezuela era el único país en Latinoamérica libre de infecciones virales
específicas. La aparición del virus del Síndrome del Taura a finales del 2004, trajo consigo la
caída de la producción, como consecuencia del cierre sanitario por un período aproximado
de seis (6) meses en los principales estados afectados (Zulia, Falcón y Nueva Esparta).
El virus del Taura o TSV (por sus siglas en inglés), causó mortalidades de hasta el 70% de
los cultivos, resultando en grandes pérdidas del sector privado. Como respuesta a esta
situación, el Estado Venezolano desarrolló un plan de atención el cual incluyó la importación
de reproductores libres de patógenos (SPF), así como la promulgación de una normativa
legal apropiada y la propuesta para la formulación de un proyecto de un Centro de
Mejoramiento Genético, el cual se encuentra actualmente en ejecución por el INSOPESCA.
Desafortunadamente, la importación de los reproductores como principal medida de
mitigación, no se ha consolidado en la recuperación tan esperada de la industria, debido
principalmente a la desatención de aspectos de bioseguridad, sanidad y genética que
impactan en los niveles de producción. Durante el segundo semestre del 2008, se reportaron
promedios de rendimiento de 1.800 Kg/Ha y sobrevivencias del 50%, los cuales resultan
evidentemente muy inferiores a las presentadas en el 2004, de 2.700 Kg/Ha y 80%,
respectivamente.
Este aspecto en particular, aunado a los frecuentes cambios de las condiciones ambientales
(específicamente en el Lago de Maracaibo), y factores gerenciales (internos y del entorno)
de la industria, han traído como consecuencia la contracción de este rubro y la consecuente
desocupación de cientos de puestos de trabajo, teniéndose para el inicio del 2009 un total
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de 46 granjas de engorde instaladas en todo el territorio nacional, representando unas 8.622
hectáreas de cultivo; de las cuales sólo 3.900 hectáreas (16 granjas) se encuentran
operativas, equivalente al 45% de la capacidad total de producción.
Entre los aspectos gerenciales internos de la industria nacional, se destacan el
incumplimiento de los compromisos con proveedores y entes crediticios adquiridos, incluso
antes de la aparición del Taura, y el erróneo manejo administrativo que ha derivado en
frecuentes conflictos laborales. En cuanto al entorno de la industria, se resalta el aumento
constante del precio del alimento balanceado, la caída constante del precio internacional del
camarón y la actual recesión de la demanda en los principales mercados mundiales (Europa
y los Estados Unidos).
Por otro lado, a nivel de larvicultura, se consta de una capacidad instalada para producir
31.200 millones/año de nauplios (primer estadio larval), que pudieran rendir unas 15.600
millones/año de postlarvas (a un 50 % de sobrevivencia), sin embargo, actualmente se
cuenta con 14 laboratorios de larvicultura con capacidad para producir aproximadamente
unas 6.300 millones/año de postlarvas, de los cuales sólo nueve (9) laboratorios se
encuentran operativos representado la fuente de tan sólo 4.700 millones/año de postlarvas
para el mercado nacional.
A pesar de obtener este panorama no tan optimista, el cultivo de camarón representó en el
año 2008 el 85% del total de la producción originado por acuicultura, y vale mencionar que
tiene todavía un potencial enorme de desarrollo y expansión si se superan las barreras
genéticas, sanitarias, gerenciales y del entorno de la industria camaronícola.
Esta proporción entre el cultivo de peces y camarón, pareciera seguir la misma tendencia
para los próximos años sino se aplican políticas efectivas que favorezcan al alcance de un
equilibrio entre los pequeños productores (campesinos y pescadores) y las empresas
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privadas, reactivando las unidades de producción existentes y consolidando paralelamente
la ejecución de proyectos que impulsen la camaronicultura social, de tipo comunal o
cooperativista, para la producción de camarón en pequeña y mediana escala, logrando
romper viejos paradigmas referente a la camaronicultura nacional como la generación de
verdaderos beneficios sociales para las comunidades mucho más allá de la generación de
un puesto de trabajo bajo la remuneración salarial que establece la legislación nacional.
Teniendo esta previsión, desde hace dos (2) años el Estado, a través del INSOPESCA, está
promoviendo la construcción de un laboratorio para la producción de larvas de Litopenaeus
schmitti cuya finalidad será la de repoblar lagunas costeras en toda la línea de costa del país
como una medida de mitigación al impacto sobre el recurso como consecuencia de las
pesquerías, así mismo, la creación de granjas comunitarias para el cultivo de camarón L.
vannamei en pequeñas unidades de producción y de Artemia franciscana en sistemas
lagunares de salinas, con una visión de proyecto piloto y socio-productivo, con el objeto de
diversificar los rubros actuales de la acuicultura, asegurar algunos insumos utilizados para la
producción de semillas (alevines para el caso de peces, y postlarvas para el caso de
camarones) y desarrollar una actividad socio-productiva en las zonas costeras que otorgue
al colectivo (comunidades tradicionalmente salineras y pesqueras) ser dueño de los medios
de producción.
Todos estos proyectos, están tomando mayor impulso y respaldo debido a la promulgación
del actual Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Pesca y Acuicultura, que otorga
prioridad especial al desarrollo de Unidades de Producción Socialistas de Acuicultura Rural,
a fin de que los campesinos y pescadores tengan alternativas distintas a las establecidos por
los viejos esquemas de desarrollo que privilegian los intereses económicos particulares
sobre lo social y lo colectivo.
Por último, es necesario resaltar la existencia del cultivo del camarón de agua dulce
Macrobrachium rosembergii hasta principio de este siglo. Los primeros reportes datan de
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1988, siendo la máxima producción alcanzada de tan sólo 31 TM para 1991. En 1995 se
contaba con un área aproximada de cultivo de 40 hectáreas (SARPA-MAC, 1995).
Actualmente este rubro ha desaparecido y sólo se tiene referencia de un proyecto privado
para la instalación de un centro de producción de larvas de esta especie.
1.2 Rubro Peces
El cultivo de peces en Venezuela está documentado desde la época en la cual el General
Páez decretó la siembra de peces “marinos” en el lago de Valencia, lo cual no fue viable.
Luego para 1887 se importaron “Goldfish” con fines ornamentales, ambos antecedentes
interesantes para la época.
Cronológicamente (1937), el Gobierno venezolano promovió la importación de truchas para
poblar cuerpos de agua en el estado Mérida, actividad ésta que impulsó el aprovechamiento
piscícola de los ríos y lagos andinos, para posteriormente consolidar unidades de producción
o piscifactorías dedicadas a este rubro, el cual hasta la fecha se ha mantenido con valores
de producción que alcanzan a contribuir con la demanda del rubro aunado a los valores de
captura por pesca, sin incluir la pesca deportiva que ha impactado en el recurso, aún cuando
el Estado aplica medidas de ordenación (veda) y programas de repoblamiento constante.
En cuanto a la producción por piscicultura, de 1991 a 1998 se mantuvo un nivel de
producción de aproximadamente 500 TM/año, pero en el 2004 obtuvo el nivel mínimo de 25
TM, alcanzando un promedio de 200 TM cosechadas para el 2008. Los problemas que más
han incidido en el estancamiento de la truchicultura venezolana son el alto costo y la
fluctuante disponibilidad del alimento concentrado, los costos de inversión en infraestructura
y, últimamente, la poca variabilidad y disponibilidad de material genético que ha traído como
consecuencia problemas de endogamia en los cultivos (hibridación intergenérica).
Con respecto a la carpa (Cyprinus carpio), para 1940 se importa a la Colonia Tovar
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(Aragua), cuyo cultivo actualmente no está documentado ni autorizado.
En 1959 se importa Tilapia (Oreochromis mossambicus), y se siembran alevines en el Lago
de Valencia y Cumaná (en cuerpos de aguas naturales). Posteriormente este rubro agrícola
se mantuvo relativamente estancado durante un largo período, aproximadamente hasta
1989, cuando la iniciativa privada instruyó inversiones en los cultivos de Tilapia y Camarón,
los cuales para finales de los ‘90 se habían convertido en las actividades más importantes
del sector. El cultivo de la Tilapia se mantuvo restringido hasta el año 1992, cuando se
legalizó la introducción de este cíclido africano, alcanzando su máximo nivel de producción
en 1998 con 2.280 TM. El boom del cultivo de la Tilapia Roja o Pargo Rosado (Oreochromis
spp.)se diseminó en muchos estados del país, pero en los últimos años se ha perdido interés
en su cultivo, motivado principalmente a problemas relacionados con su complicado manejo
y a la precaria calidad genética de los alevines, descendiendo sus valores de producción
apenas a 65 Tm para el año 2008.
Entre las especies autóctonas con uso acuícola se encuentran la Cachama (Colossoma
macropomum), el Morocoto (Piaractus brachypomus), el Coporo (Prochilodus mariae) y el
híbrido conocido como Cachamay o Cachamoto (C. macropomum x P. brachypomus). Entre
1974 y 1977 se inician en la Estación de Piscicultura de Guanapito (INIA) del estado
Guárico, las primeras investigaciones con especies autóctonas, que dieron sus frutos con la
reproducción artificial y producción masiva de alevines de Cachama (Colossoma
macropomum), Morocoto (Piaractus brachypomus) y Coporo (Prochilodus mariae).
Las cachamas y sus híbridos se están cultivando con relativo éxito en prácticamente todo el
territorio nacional y en especial en los estados llaneros, alcanzando el máximo histórico de
producción en el año 2002 con 4.800 TM, pero en el año 2007 desciende la producción a
menos de la mitad (2.020 TM). La principales limitantes para la expansión de la
cachamicultura venezolana son la baja disponibilidad de alevines (ver figuras 4 y 5) y la baja
disponibilidad y calidad del alimento, entre otros.
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En 1985 en la Estación Piscicultura de la Universidad Centrooccidental “Lisandro Alvarado”
se logró la reproducción inducida del Bagre Rayado (Pseudoplatystoma fasciatum) y de
otros bagres pimelódidos comerciales. En relación al grupo de los bagres se han realizado
avances en la generación de paquetes tecnológicos para el cultivo de este importante grupo
de peces en el país, pero la gran limitante la constituye la ausencia de alevines por el efecto
del canibalismo.
A pesar de ser el cuarto país con la mayor diversidad de peces de agua dulce en el mundo
(1.198 especies), hasta 1996 sólo se habían detectado unas 40 especies autóctonas de
agua dulce con potencial real para la piscicultura de aguas cálidas, entre las que resaltan la
Palambra (Brycon amazonicus), la Palometa (Mylossoma duriventre), el Manamana
(Potamorhina laticeps),el Curito (Hoplosternumtto littorale), la Sierra Negra (Oydoras
sifontesi),el Armadillo Cuyuní (Hypostomus watwata), el Bagre Mapurite (Calophysus
macropterus), el Bagre Yaque (Leiarius marmoratus), el Bagre Blanco Pobre (Pinirampus
pirinampu),la Pavona (Astronotus cf. Ocellatus), los Pavones (Cichla orinocensis y Cichla
temensis), y la Curvina de Río (Plagioscion squamosissimus).
La piscicultura marina en Venezuela, es incipiente. En años recientes se han presentado
proyectos relativos a la construcción de laboratorios para la producción de larvas de peces
así como su engorde en sistemas de jaulas para las especies asociadas al género Lutjanus,
sin embargo no se encuentra en ejecución alguno de ellos. Últimamente se han dado los
primeros intentos para la producción de la Pagüara (Chaetodipterus faver) y del Bacallao,
mejor conocido internacionalmente como Cobia (Rachycentron canadum).
Existen además algunas limitantes que necesariamente deben ser superadas, entre las que
podemos mencionar: un mercado de productos piscícolas altamente deficitario, escasa
diversificación de la oferta piscícola, una inadecuada red de intercambio y distribución,
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desorganización de los productores piscícolas y desconocimiento por parte de éstos de las
políticas regionales y nacionales en materia de piscicultura, y un inadecuado asesoramiento
técnico.
Sin embargo, Venezuela cuenta con condiciones naturales para el desarrollo de la
piscicultura, al punto de que dispone de 700.000 hectáreas de espejos de agua en embalses
que han sido escasamente aprovechados con fines piscícolas y con la implementación de
algunos sistemas de producción (como jaulas flotantes y corrales), los cuales podrían
incrementar la oferta de pescado para la población (ver figura 4). Asimismo, el país posee
condiciones climáticas apropiadas, disponibilidad de fuente de agua de buena calidad,
centros de producción de alevines con potencial de producción de semillas (ver figuras 5) y
un plantel de profesionales e instituciones dedicadas a la investigación del sector.
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Fig. 1: Potencialidad de Embalses por hectárea (Elaborado con datos del MPPAMB, 2007)
Fig. 2: Productores (Públicos y Privados) de Alevines por Estado (Elaborado con datos de
INSOPESCA, 2009)
Es importante resaltar los programas de repoblamiento de cuerpos de agua que se han
llevado a cabo en el país. Desde el año 2004 el INSOPESCA ha realizado actividades de
repoblación, las cuales han significado el aumento paulatino del número de cuerpos de agua
y alevines sembrados. Para el año 2006 se crea el Proyecto Operativo Anual
“Repoblamiento de Cuerpos de Agua de Uso Público”, donde se han sembrado más de
2.000 millones de alevines de peces ( cachama blanca, cachama negra, coporo y truchas)
en embalses, lagunas parameras y lagunas costeras de todo el país (ver figura 6).
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1.3 Rubro Moluscos
En Venezuela, los moluscos bivalvos son un grupo importante desde el punto de vista
económico, ya que algunas especies sostienen pesquerías de primer orden e importancia.
Esta situación ha favorecido la expectativa desde los años ’60 de cultivarlos masivamente,
particularmente en el nororiente del país. No obstante, fue sino hasta la década de los 70 y
80 que se alcanzó cierto desarrollo con producciones entre 200–300 toneladas/año,
particularmente con el mejillón marrón Perna perna y las especies de las ostras Crassostrea
rhizophorae y Crassostrea virginica. En la actualidad, solo existen actividades de cultivo a
pequeña escala y en estado de desarrollo, por lo cual no podría considerarse que los
cultivos de molusco bivalvos se haya consolidado.
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Fig. 3: Peces sembrados durante el proyecto de "Repoblamiento de Cuerpos de Agua de Uso Público" durante el período 2006-2008 (Elaborado con Datos de INSOPESCA, 2009)
El cultivo del mejillón marrón se desarrolló como una pequeña industria en la década de los
años 70 con producciones anuales de unas 200 toneladas/año. A partir de 1977 una elevada
incidencia de turbios o floraciones algales nocivas causaron la acumulación de biotoxinas en
los mejillones (particularmente de los bancos naturales), que causaron la muerte de nueve
personas (Ferraz-Reyes et al., 1979), lo cual condujo a un control estricto por las
autoridades gubernamentales, limitando el mercado y la producción en los subsiguientes
años. Al reducirse la incidencia de mareas rojas a principios de los años 80, la producción se
incrementó llegando a unas 150–200 toneladas/año, pero en 1985 reincidieron los efectos
biotoxicológicos, lo cual produjo la pérdida de 200 toneladas, y con ello, una gran
desconfianza en el consumidor, colapsando el mercado y la industria de cultivo de mejillón
en Venezuela. En la actualidad, las producciones son próximas a una (1) tonelada, gracias
a un productor del estado Sucre con dos pequeñas balsas o bateas y cuyo producto es
dirigido a un restaurante de su propiedad.
Si bien, el cultivo del mejillón marrón en Venezuela ha tenido una factibilidad biológica y
económica adecuada, éste no ha tenido éxito principalmente debido a factores ambientales
(floraciones algales nocivas) y posiblemente también debido a la competencia de precios
que se establece con la pesca artesanal. No obstante, desde hace unos años, el Gobierno
Nacional, a través del Instituto de Investigaciones Agrícolas (INIA), INSOPESCA y la
Fundación para la Ciencia y la Tecnología (FUNDACITE) del Estado Sucre, en concordancia
con el Ministerio del Poder Popular para la Salud y Protección Social (MPPSDS), han
establecido un monitoreo continuo de biotoxinas en productos marinos, con especial énfasis
en los moluscos bivalvos, lo cual ha sido una plataforma adecuada para un mejor manejo de
los cultivos.
Por otra parte, FUNDACITE Sucre tuvo la iniciativa de crear una fundación para desarrollar y
promover la acuicultura, en función de la seguridad alimentaria, como es la Fundación para
la Investigación y Desarrollo de la Acuicultura del Estado Sucre (FIDAES), con este objetivo,
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la fundación está transfiriendo a las comunidades costeras tecnología para el desarrollo del
cultivo de mejillones, destinados a crear una industria comunitaria suplidora del producto a
empresas procesadoras.
La ostra de mangle Crassostrea rhizophorae se inició principalmente en el golfo de Cariaco y
en la isla de Margarita. Las dos empresas que se establecieron en la década de los 70
producían un total de unas 20 toneladas/año, que se comercializaban en restaurantes y
hoteles en la ciudad de Caracas (Vélez y Lodeiros, 1990). La producción de este rubro
usualmente se ha visto afectada biológicamente por la alta competencia por espacio y
alimento de los organismos del perifitón ( microorganismos acuáticos que se adhieren a
plantas enraizadas) y los incrementos del costo laboral asociados con su control.
Adicionalmente, el fácil acceso a los bancos naturales y los elevados precios en sitios
turísticos, generó una sobrepesca acompañada con acciones irresponsables (corte de raíces
de mangles), que conllevaron a graves consecuencias ambientales y con ello a una baja
disponibilidad de semilla del recurso fuera de las zonas protegidas, lo cual constituye
actualmente una de las principales limitantes para el desarrollo de la actividad.
Recientemente, el cultivo se ha desarrollado con comunidades de pescadores de Cuare, en
el Parque Nacional Morrocoy del estado Falcón en el occidente del país, utilizando tejas
dispuestas en parques fijos, haciendo del cultivo una actividad alternativa a la pesca.
Adicionalmente, instituciones como Fundación la Salle y el Instituto Oceanográfico de
Venezuela promueven la actividad a través de estudios orientados a definir estrategias de
cultivo.
A principios de la década de los 80's, en Guariquen se desarrolló un cultivo basado en
cuerdas de caucho suspendidas en balsas o bateas, el Gobierno Nacional estableció una
empresa de cooperativa con 10 familias de pescadores, operando durante 3 años, con una
proyección teórica de 1000 toneladas/año. La producción no llegó a alcanzar el 25 % de lo
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programado y la empresa comunitaria quebró por falta de comercialización del producto
(Vélez y Lodeiros, 1990). Aunque se han realizado esfuerzos en reiniciar los cultivos en la
zona de Guariquen, éstos no han tenido éxito, debido, entre otros factores, al poco
financiamiento dirigido a los proyectos, falta de adiestramiento adecuado de las
comunidades para la transferencia de tecnología y problemas de comercialización del
producto. Si bien existe una gran factibilidad biológica del cultivo de Crassostrea virginica en
los caños tributarios del golfo de Paria, la ostra por ser de agua salobre no posee una
calidad adecuada, aparte de poseer una carga bacteriológica elevada (Serrano, 1982).
Algunos estudios realizados por el Grupo de Investigaciones sobre Biología de Moluscos de
la Universidad de Oriente, muestran que haciendo depuraciones de la ostra por un tiempo
prolongado de 12–24 horas en salinidades más altas (28–30 ppm), se puede bajar la carga
bacteriológica notablemente y la ostra adquiere un sabor mucho más agradable, comparable
al de Crassostrea rhizophorae. Este tratamiento, surge como una alternativa atractiva para la
disposición de un mejor producto.
Adicionalmente, muchas otras especies de moluscos bivalvos muestran ser adecuadas para
la producción por acuicultura; de esta manera, el mejillón verde Perna viridis y las ostras
perlíferas Pteria colymbus y Pinctada imbricata muestran una aceptable recolecta de semilla
en el medio natural y tasas elevadas de crecimiento y supervivencia en condiciones de
cultivo. En los pectínidos Euvola ziczac y Nodipecten nodosus las técnicas de producción
masiva de semillas y estrategias de cultivo se encuentran establecidas y validadas. El cultivo
de estas dos especies de pectínidos (al igual que el de Crassostrea rhizophorae) podría
inclusive coadyuvar al mantenimiento de las poblaciones nativas, ya que estas especies
están en riesgo de extinción como recurso natural explotable.
Debido al aumento paulatino del consumo de productos marinos en Venezuela y a la
disponibilidad de financiamiento que está implementando el Gobierno de la República
Bolivariana de Venezuela como política de seguridad alimentaria, particularmente para el
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desarrollo de la acuicultura con las comunidades costeras, se perfila un escenario favorable
para el desarrollo del cultivo de moluscos en Venezuela (Lodeiros y Freites, 2008).
1.4 Cultivo de Algas
Las primeras experiencias sobre el cultivo de Macroalgas para uso industrial datan de la
década de los ‘60, cuando se identifica el contenido de agar en dos (2) especies del género
Grasilaria. Para los años ‘80 se inician los primeros cultivos escala piloto con Gracilaria
cornea, y en 1986 se instala en Venezuela la empresa Geles del Caribe con una planta
piloto de agar incorporando el cultivo de Gracilariopsis lemaneiformis obteniéndose valores
de 7 % de incremento diario, y debido al éxito se instala en 1991 una granja de 1,5 Has. con
productividad de 5 Kg/m2, incrementándose las unidades de producción de esta especie
aun cuando el rendimiento no era el esperado.
Para el año 1996 se incorpora el cultivo de Kappaphycus alvarzii y Eucheuma denticulatum
con tasa de crecimiento entre 4 y 7,55% diario para alcanzar 30 Tm/Ha/año. Las
metodologías de cultivo fueron sistemas de fondo y sistema flotante. Los promotores del
proyecto (BIOTECMAR) alegaron argumentos en relación a la acción ecológica sobre los
ecosistemas debido a la presencia de estas especies exóticas, sin embargo funcionarios del
Ministerio del Ambiente y los Recursos Renovables (MARN) no aprobaron la introducción de
estas especies ni las actividades conexas a ella. El producto no tenía mercado nacional
motivo por el cual su procesamiento y comercialización estaba sujeto a tecnologías
extranjeras y su exportación, por una sola empresa en el país.
1.5 Aspectos Sociales
La acuicultura en Venezuela, desde el ámbito social se ha venido desarrollando con base a
los lineamientos emanados del Gobierno Nacional, los cuales han dirigido sus esfuerzos al
fomento de la actividad como alternativa ante el descenso que ha venido experimentando el
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subsector pesca.
En Venezuela, la acuicultura posee un gran potencial para las comunidades rurales y
pesqueras, por cuanto puede contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida del
productor en el campo, disminuyendo la pobreza, suministrando proteína animal de bajo
costo y perfilándose como una fuente de empleo y de ingresos. Por consiguiente, su fomento
ayudaría o evitaría la disminución del éxodo a las grandes ciudades y el consecuente
incremento desordenado de las capitales.
Algunas zonas deprimidas, tanto de estados occidentales como de orientales, presentan
tierras con condiciones adecuadas para el desarrollo acuícola, no obstante, a menudo no se
tienen acceso a las tierras para su aprovechamiento. En estos casos, la práxis de la
piscicultura en colectivo de aguas comunes contribuye con la reducción de la pobreza.
La anterior situación se evidencia en el Gobierno del Comandante Hugo Chávez Frías, el
cual se fundamenta o se sustenta en un sistema político socialista, el cual da relevancia a la
atención de las comunidades menos favorecidas, al proporcionarle las herramientas
necesarias para alcanzar ese bienestar colectivo al ser humano. Tal bienestar se asume a
través de la presentación de las mismas oportunidades a todos y cada uno de los individuos,
sin discriminaciones económicas, sociales, religiosas, políticas o ideológicas.
En tal sentido, lo que se intenta es generar la igualdad y equidad entre quienes conforman
las comunidades y quienes participan en las organizaciones de coordinación, de
autogobierno o cogobierno, a los fines de que se atiendan con mayor precisión y pertinencia
las dificultades a las cuales se enfrentan los productores a pequeña escala en nuestros
campos.
El Gobierno Nacional considera prioridad la atención a los productores acuícolas a pequeña
escala, situación esta que es jurídicamente apoyada a través del Decreto con Rango, Valor
y Fuerza de Ley de Pesca y Acuicultura, mediante el cual se establece en el Título III: Del
Régimen Económico y Social de la Pesca, Acuicultura y Actividades Conexas, Capítulo I:
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“Del Fomento de la Acuicultura, Artículo 18: “El Ministerio con competencia en materia de
pesca y acuicultura promoverá, incentivará y brindará financiamiento a la acuicultura,
especialmente, las actividades a pequeña escala, como una de las actividades aptas para la
producción de proteína de origen acuático”.
De igual manera, en la precitada Ley, en su Título III: Del Régimen Económico y Social de la
Pesca, Acuicultura y Actividades Conexas, Capítulo I: “Del Fomento de las Unidades de
Producción Social de Acuicultura Rural”, Artículo 19, estos productores a pequeña escala
con disposición a conformar esta forma de organización social, el Estado les da prioridad
especial...” a fin de que los campesinos, campesinas, pescadores artesanales y otros
productores tengan alternativas distintas a la actividad agraria o pesquera, o la sustituyan.
Las Unidades de Producción Socialista están dirigidas a garantizar la disponibilidad
suficiente, estable, oportuna y permanente de productos y subproductos de la pesca para
atender las necesidades básicas de la población local y nacional, entre otros, a través de la
distribución e intercambio de los mismos por medio del trueque, los precios justos y
solidarios”.
En el país, la acuicultura desde el punto de vista organizativo ha transitado por la
conformación de Asociaciones de Productores, Asociaciones Cooperativas, Frentes de
Acuicultores, voceros de acuicultura en el interior de los Consejos Comunales, entre otros,
sin embargo, en los dos (2) últimos años han erigido formas o maneras de organizar el poder
popular enmarcadas en el quinto Motor Revolucionario: “Explosión revolucionaria del Poder
Popular”, así como en lineamientos emanados del Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007-
2013.
Dicho proyecto, en su espíritu conserva lo importante de fomentar la capacidad de toma de
decisiones de la población, a partir de promover su formación y organización social. De esta
manera, tomando en cuenta el nuevo modelo de producción socialista planteado por
Gobierno, el INSOPESCA impulsa la conformación se Consejos del Poder Popular de
Acuicultores y Acuicultoras.
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Los Consejos del Poder Popular de Acuicultores y Acuicultoras, de acuerdo a la definición
desarrollada por la Gerencia de Fomento del Desarrollo Pesquero y Actividades Conexas,
adscrita al INSOPESCA, considera que los mismos “Son medios genuinos de participación
popular orientados a promover, impulsar y organizar el desarrollo integral (social, económico,
político, cultural y productivo), que permita a los/las pescadores/as artesanales y
acuicultores/as rurales, generar propuestas para la formulación, ejecución, evaluación y
control de la gestión socialista en materia de pesca, acuicultura y actividades conexas;
garantizar la soberanía y seguridad alimentaría de la nación, y transformar las condiciones
de vida de este sector”.
Por otra parte, las organizaciones sociales antes citadas tienen como principios básicos 1.
Inclusión; 2. Igualdad y libertad plena, 3. El ser humano como epicentro de las políticas
(Universalidad); 4. Emancipación y autodeterminación (Soberanía), 5. Humildad, solidaridad
y altruismo; 6. Convicción, compromiso y unidad de pensamiento y en la acción y 7.
Eficiencia, efectividad y corresponsabilidad.
El proceso de conformación de los Consejos de Acuicultores está en una etapa incipiente.
Entre el año 2008 y 2009 se han conformado diez y ocho (18) Consejos, en los estados
Barinas, Mérida, Monagas, Portuguesa y Táchira, lo cual representa la organización de 617
productores (ver tabla 2).
Tabla 1: Consejos de acuicultores y acuicultoras conformados a escala nacional durante el período 2008-2009 (Elaborada con datos de INSOPESCA, 2009)
ESTADON° DE CONSEJOS
CONFORMADOS N° DE MIEMBROS
BARINAS 3 64
MÉRIDA 2 59
MONAGAS 1 39
PORTUGUESA 10 413
TÁCHIRA 2 42
TOTAL GENERAL 18 617
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Con respecto al tema de la formación, desde el año 2004 hasta el 2008 el INSOPESCA, ha
venido ejecutando varios proyectos vinculados con los temas de capacitación y formación,
cuyo objetivo principal ha sido el de proporcionarle herramientas, tanto sociopolíticas como
técnicos – productivas a los pescadores y acuicultores a escala nacional (ver fig.7). Dichos
proyectos han beneficiado a diez (10) estados del país, entre los cuales se pueden
mencionar: Anzoátegui, Apure, Aragua, Barinas, Bolívar, Falcón, Guárico, Mérida, Sucre y
Táchira; logrando formar a 967 acuicultores a través de 44 cursos y/o talleres vinculados a
aspectos básicos de pisciculturas, cultivo de trucha, sanidad y piscicultura, manipulación de
productos pesqueros y acuícolas, construcción y fertilización de lagunas piscícolas, entre
otros (ver tabla N° 3).
Tabla 2: Talleres de capacitación impartidos a acuicultores y acuicultoras durante el período 2004-2008 (Fuente: INSOPESCA, 2009)
ESTADO N° DE CURSOS O TALLERES
N° DE PARTICIPANTES/ BENEFICIARIOS
ANZOÁTEGUI 1 24
APURE 1 10
ARAGUA 1 30
BARINAS 14 261
BOLÍVAR 9 235
FALCÓN 1 48
GUÁRICO 3 79
MÉRIDA 8 117
NUEVA ESPARTA 4 123
SUCRE 2 40
TOTAL 44 967
Ahora bien, para el año 2008 la Gerencia de Fomento del Desarrollo de la Acuicultura dictó
14 cursos-talleres en los estados Aragua, Falcón, Guárico, Yaracuy, Nueva Esparta, Barinas
y Táchira, capacitando a un total de 330 Pescadores y Acuicultores. Entre los temas
socializados con estos productores se se mencionan: (1) Curso Básico para el cultivo de
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Artemia salina, (2) Creación de Unidades de Producción Socialista (UPS) para la gestión de
granjas acuícolas (Comunidad de las Cumaraguas, Falcón); (3) Nociones Básicas de
Acuicultura (Aragua, Guárico, Yaracuy, Barinas y Táchira); (4) Empleo de Ensilados de
Pescado como alimento complementario de las Cachamas (Barinas); y (5) Determinación de
la Calidad de Agua para el cultivo de Cachamas (Barinas).
1.6 Sanidad acuícola e inocuidad de productos acuícolas
A nivel nacional, se han realizado varios estudios sobre patologías e igualmente como lo
realizan otros países inscritos en la OIE, Venezuela reporta semestralmente la aparición de
alguna epizootia y enfermedades en peces, moluscos y crustáceos.
Con referencia a las investigaciones en este campo, el INIA ha estudiado la fauna
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Fig. 4: Personas capacitadas en talleres/cursos acuícolas por estado (Elaborado con datos de INSOPESCA, 2009)
ectoparasitaria asociada a Colossoman macropomun y al híbrido C. macropomun x
Piaractus brachypomus, relacionada con el incremento y expansión de los cultivos en el
país. En este estudio, se identificaron 6 especies de parásitos y una mayor prevalencia de
infección en la cachama.(Centeno et al., 2004).
Adicionalmente dicho Centro de investigación, a través del Laboratorio Bacteriología de
Peces y Crustáceos, realizó una investigación, en la cual se identificaron los patógenos en
granjas acuícolas a nivel nacional y se iniciaron los estudios para su detección con técnicas
moleculares. En este estudio se identificaron varios géneros y especies de virus y bacterias
que afectan los cultivos acuícolas y la sanidad humana, por ejemplo: en camarones se
identificó al virus Baculovirus penaei; en truchas arco iris se aislaron miembros de la familia
Enterobacteriaceae, Pseudomonas, Aeromonas, Plesiomonas, Yersinia, Alcaligenes y
Citrobacter; en cachamas, se aislaron Aeromonas, Plesiomonas, Pseudomonas,
Achromobacter, Acinetobacter y Alcaligenes; en tilapias, los géneros predominantes fueron:
Aeromonas, Plesiomonas, Pseudomonas, E. Coli, Proteus vulgaris y también algunas
Mycobacterias. Finalmente, en los camarones marinos se identificaron los siguientes
géneros: Vibrio, Aeromonas, Enterobacterias, Pseudomonas, Alcaligenes y Plesiomonas.
Este estudio del 2002 al 2005, financiado por el Fondo Nacional de Ciencias, Tecnología e
Innovación (FONACIT), concluyó que en Venezuela están presentes agentes patógenos de
importancia sanitaria para peces y camarones de cultivo, de declaración obligatoria ante la
OIE (Álvarez et al., 2006).
Finalmente, el INSOPESCA, a través de la Gerencia de Sanidad Pesquera y Acuícola, y con
el apoyo del INIA, formuló el proyecto “Implementación de un programa de Vigilancia y
Control Sanitario de animales acuáticos y Desarrollo de las líneas de investigación que este
generará”, que tendrá como objetivo general efectuar el seguimiento epidemiológico del
cultivo de cachamas (Colossoma macopomun), trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss) y
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camarón del género Litopenaeus, que permitirá el desarrollo y la ejecución de líneas de
investigación aplicadas, así como, el establecimiento de acciones efectivas para la
prevención y el control.
1.7 Genética acuícola
A nivel nacional, en el área de genética en especies acuícolas, el INSOPESCA ha dado sus
primeros pasos al aprobarse la ejecución de proyecto “Instalación de un Centro de
Mejoramiento Genético del camarón Litopenaeus vannamei”, cuyo objetivo general es
instalar un Centro de Mejoramiento Genético del camarón L. vannamei en Venezuela, con
capacidad de producir reproductores genéticamente mejorados, que permitan obtener
animales con alto índice de crecimiento, baja tasa de conversión de alimento, resistencia a
condiciones ambientales y enfermedades.
Adicionalmente, el INIA esta formulando un proyecto de mejoramiento genético de la trucha
arco iris Oncorhynchus mykiss.
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