“detenerse en el bosque´´

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Relatoría de “Detenerse en el bosque”, desde “Seis paseos por los bosques narrativos”: Umberto Eco Por Jennifer Cortés Jiménez Comunicadora Social “Detenerse en el bosque” es una revelación amistosa, contada sencillamente, desde la metaforización del recorrido de la narración en un texto literario, en el paseo por un bosque. Que brinda el escritor Umberto Eco a los lectores gomosos de la literatura para develarles ciertas formas que el autor utiliza para dirigir su lectura, ciertas estrategias textuales como la: analepsis (que "parece reparar un olvido del narrador"), prolepsis ("es una manifestación de impaciencia narrativa"), dilaciones, suspenses, alargamientos, entre otras. Dichas formas o estrategias ponen en evaluación ciertas competencias Y habilidades del lector, como su capacidad de suposición, identificación, comprensión, paciencia, sublevación o sumisión ante la imposición de determinados tiempos de lectura previstos por el escritor. Ya que reitera que: “Un texto es una máquina perezosa que le pide al lector que haga una parte de su trabajo”, en provecho del deseo que siente todo lector por averiguar el desarrollo y desenlace de la historia que provoca el accionar de sus personajes. En primera instancia, habla de la técnica de dilación, entendida como una moderación del ritmo de lectura, que normalmente se materializa por medio del suspense que permea una historia, indicando pausas implícitas, y motivando las que él denomina “lecturas inferenciales”, que no son más que lapsos imaginarios en los que el lector se atreve a prever el desarrollo de la historia con base en otros referentes. Estas inferencias normalmente se presentan en los conocidos como párrafos de transición, que contienen descripciones, datos, diálogos, y otros elementos inconexos al tiempo del discurso, y que como reconoce Eco, es normal que el lector sienta tentación de saltarlos, por lo menos en el primer recorrido, y este hecho, dice Eco, también representa un tiempo, y un efecto de dicha estrategia narrativa. Estos párrafos normalmente contienen información que ayuda a solidificar y contextualizar el trasfondo y referentes de la historia.

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Relatoría de “Detenerse en el bosque”, desde “Seis paseos por los bosques narrativos”: Umberto Eco

Por Jennifer Cortés Jiménez Comunicadora Social “Detenerse en el bosque” es una revelación amistosa, contada sencillamente, desde la metaforización del recorrido de la narración en un texto literario, en el paseo por un bosque. Que brinda el escritor Umberto Eco a los lectores gomosos de la literatura para develarles ciertas formas que el autor utiliza para dirigir su lectura, ciertas estrategias textuales como la: analepsis (que "parece reparar un olvido del narrador"), prolepsis ("es una manifestación de impaciencia narrativa"), dilaciones, suspenses, alargamientos, entre otras. Dichas formas o estrategias ponen en evaluación ciertas competencias Y habilidades del lector, como su capacidad de suposición, identificación, comprensión, paciencia, sublevación o sumisión ante la imposición de determinados tiempos de lectura previstos por el escritor. Ya que reitera que: “Un texto es una máquina perezosa que le pide al lector que haga una parte de su trabajo”, en provecho del deseo que siente todo lector por averiguar el desarrollo y desenlace de la historia que provoca el accionar de sus personajes. En primera instancia, habla de la técnica de dilación, entendida como una moderación del ritmo de lectura, que normalmente se materializa por medio del suspense que permea una historia, indicando pausas implícitas, y motivando las que él denomina “lecturas inferenciales”, que no son más que lapsos imaginarios en los que el lector se atreve a prever el desarrollo de la historia con base en otros referentes. Estas inferencias normalmente se presentan en los conocidos como párrafos de transición, que contienen descripciones, datos, diálogos, y otros elementos inconexos al tiempo del discurso, y que como reconoce Eco, es normal que el lector sienta tentación de saltarlos, por lo menos en el primer recorrido, y este hecho, dice Eco, también representa un tiempo, y un efecto de dicha estrategia narrativa. Estos párrafos normalmente contienen información que ayuda a solidificar y contextualizar el trasfondo y referentes de la historia.

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Luego procede a ilustrar los tres momentos en que emerge el tiempo en una narración y habla de: -Tiempo de fábula: es aquel que hace parte del contenido de la historia, el que se hace tangible en expresiones y datos temporales, y por ello es algo más fácil de identificar. -Tiempo del discurso: es el efecto de una estrategia textual en interacción con la respuesta del lector al que impone un tiempo de lectura. Y es por ello, más complicado de apreciar. -Tiempo de lectura: es la cantidad temporal que le toma al lector, leer comprensivamente la totalidad de la narración. Aclara Eco, que dichos tiempos suelen combinarse y hasta confundirse en las historias, que pueden tener una duración proporcional o inversamente proporcional, según la intencionalidad del autor modelo. Y que para reconocer al autor modelo es preciso leer muchas veces, y algunas historias hay que leerlas una e infinitas veces. El caso es, que si se desea expandir la lectura, se utiliza el “stretching”, llamado así por Chatman, y que se traduce como alargamiento, o “Slow motion”, como se conoce en los efectos del cine. En él, el recorrido es dirigido por el discurso, quien a su vez determina la velocidad, su aceleración o retención; que ejemplifica mediante el tiempo de circunnavegación que requiere por ejemplo la apreciación de una obra arquitectónica, que al igual que una narración, a más detalles, más tiempo de exploración. Recalca también, que cuando una obra literaria esta colmada de minuciosos detalles, es menester del lector disfrutarla lentamente siguiendo el ritmo de la narración y desplegando toda su capacidad imaginativa. Al no hacerlo, aclara Eco, que en este caso ya so se habla de tiempo de lectura, sino de tiempo de alucinación; ya que se dicho tiempo se usa como un mapa imaginario que estimula al lector, y éste último se transforma en un narrador con la capacidad infinita de inventar nuevas historias inspiradas en la primera. Para Eco, el dialogo representa el caso típico de identidad entre el tiempo de la fábula y tiempo del discurso, aunque existan otros ejemplos de diálogos extensos que duran más de lo que uno normal, tienen inconsistencia porque la quieren representar, y este tipo de dilaciones no son

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funcionales, sino pornográficas, que Eco denomina como tiempo de espasmo, usado según él, para dilatar la llegada de una solución dramática precedida por la acción trágica, la catástrofe, la catarsis y largas peripecias. Para éste escritor, los desenlaces violentos e inesperados que han sido preparados por largas dilaciones, adquieren en el desarrollo de la historia el valor de una catarsis plena. Este tiempo de espasmo no sirve sólo para capturar la atención del espectador ingenuo de primer nivel, sino también para estimular el goce estético del espectador de segundo nivel. Herramientas como la descripción de cosas, personajes o paisajes, forman parte de la dilación narrativa. Pero ésta estrategia se complejiza en el momento de identificar su fin, al que Eco ha deducido que: “Tienen la única función de convencer al lector de que está leyendo una obra de arte, puesto que se considera que la diferencia entre la literatura “alta” y la literatura “baja” radica en que la segunda abunda en descripciones, mientras la primera cuts to the chase”. Es decir, que pasa por alto los detalles y matices psicológicos. Referenciando las novelas de Ian Fleming, sobre James Bond, Eco destaca como él “reserva las descripciones a acciones que el lector ha podido o podría llevar a cabo, (…) mientras resuelve con brevedad lo que el lector no podría soñar hacer jamás”. Añade además, que: “la dilación sobre déjà vu sirve para permitirle al lector que se identifique con el personaje y sueñe ser como él” Con la intención de reconocer que: “las historias contadas en tono arrebatado son las más dramáticas”. Posteriormente, éste autor habla de tiempo de la insinuación, que es representado por una dilación descriptiva contenida por superfluidades o descripciones aparentemente inútiles, que hacen disminuir la velocidad de lectura del texto para hacer comprender que se debe interpretar lo que se describe, ya sea una alegoría o un símbolo. Luego, con otros ejemplos, Eco procede a ejemplificar el tiempo de extravío, un tiempo que suele presentarse en los textos que inducen a gran variedad de lecturas inferenciales, que en la relectura, producen olvido de lo que se conocía de él y un nuevo extravío en el laberinto del tiempo. Y es en éste lapso, según Eco, que: “este divagar y detenerse contribuye a encerrar al lector en ese bosque del tiempo del cual podría salir a precio de muchos esfuerzos (para luego desear volver a entrar una vez más)”.

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Contado a grandes rasgos, y ya para finalizar, Eco sugiere que: “una de las formas de dar la impresión del espacio es dilatar, con respecto al tiempo de la fábula, tanto el tiempo del discurso como el tiempo de lectura”. En conclusión, esta relatoría de “Detenerse en el bosque” puede finalizar retomando las oportunas apreciaciones de Edysa Mondelo escritora para la Revista de Estudios Literarios “Espéculo”, en su artículo “Umberto Eco: Seis paseos por los bosques narrativos” en el que ella concluye: “El conocimiento de estos "artificios" nos permitirá detectarlos con una cierta facilidad, nos hará ser más conscientes de las intenciones del autor sin por ello estropearnos un ápice el placer de la lectura (como el propio Eco sostiene que le ocurre, por ejemplo, con Sylvie, de Gerard de Nerval, obra a la que ha dedicado años de análisis y que sigue atrapándole y descubriéndole aspectos nuevos en cada nueva lectura), nos hará aproximarnos cada vez más a ese lector modelo que cada autor propone en su texto”. “Porque ser conscientes de cómo está construido un texto no debe en ningún caso impedir que admiremos el resultado, ni incluso que, una vez sumergidos en la narración, olvidemos todas estas estrategias textuales para disfrutar plenamente de la historia narrada. Podemos aplicar todo aquello que Eco nos explica al análisis de su propio discurso, pero esto no nos impedirá apreciar la sutileza con que están escogidos los ejemplos narrativos que ilustran cuanto dice, ni nos impedirá disfrutar de sus rasgos de humor y de ironía, ni sentir la contagiosa pasión con que lee determinadas obras”. BIBLIOGRAFÍA BÁSICA -Umberto Eco, Seis paseos por los bosques narrativos Barcelona, Editorial Lumen, 1996. 160 pp. - Edysa Mondelo, Umberto Eco: Seis paseos por los bosques narrativos, Revista Electrónica cuatrimestral de Estudios Literarios “Espéculo”, - Nº 5, Universidad Complutense (Madrid-España), Marzo-Julio1997. El URL de este documento es: "http://www.ucm.es/OTROS/especulo/numero5/u_eco6.htm"