desterrar el odio de tu corazón y te compromete, por lo pronto, a disponerte a un definitivo cese...
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Desterrar el odio de tu corazón
Y te compromete, por lo pronto, a disponerte a un definitivo cese al fuego, a un alto total a
cualquier hostilidad contra quien o quienes te lastimaron, y hacer todo lo que esté a tu alcance
para que tu experiencia no sea fuente de amargura sino de amor para ti y para los demás.
• Se dice fácil pero no lo es. Uno se puede ver tentado a preguntarse:
¿valdrá la pena el esfuerzo?
• Para sanar• Para liberarte y liberar al que te ofendió• Para rescatar a un hermano y darle una
nueva oportunidad.• Para crecer• Para amar• Para conseguir la paz
• Estas cinco etapas del perdón las descubrió la doctora Elisabeth Kübler-Ross al observar a sus pacientes terminales. Ella descubrió que sus pacientes terminales pasaban, típicamente, por cinco etapas de dolor: negación (en realidad no estoy enfermo), ira (el doctor tiene la culpa), regateo (Dios, si me dejas vivir no vuelvo a fumar) depresión (¿por qué no me revisé antes?) y aceptación (en verdad voy a morir y voy a aceptarlo).
• Esto lo trasladamos al proceso de salir de una herida: negación (pues en realidad no me molestó) ira (es culpa de ellos), regateo (los perdonaré si me ofrecen disculpas), depresión (es mi culpa), y aceptación (no estoy feliz por lo que pasó pero estoy feliz por los dones que trajo consigo).
• Al mismo tiempo extendemos la otra mano que tranquiliza lentamente al opresor.
Así, esta mano invita al amo que nos golpea, al terrateniente que nos explota y al soldado que nos utiliza a un momento de reflexión. Invitamos a nuestros opresores a la conciencia de que la opresión de los otros es fútil y los degrada a ellos y a sus víctimas. Con esta segunda mano no siempre podemos ofrecer amistad, pues hay situaciones en que tal cosa no sería segura para nosotros. Pero sí podemos ofrecer a nuestro opresor nuestro deseo de su bien.
CINCO ETAPASETAPA EN LA AGONÍA EN EL PERDÓN
NEGACIÓN Nunca voy a aceptar que me estoy
muriendo
No acepto que estoy herido
IRA Es culpa de ellos que me esté muriendo
Es culpa de ellos que esté herido
REGATEO Impongo condiciones que deberán
cumplirse antes de que me muera
Impongo condiciones que deberán
cumplirse antes de que está listo a
perdonar
DEPRESIÓN Es mi culpa que me esté muriendo
Es mi culpa que esté herido
ACEPTACIÓN Espero la muerte, que me liberará del dolor
que es la agonía
Espero crecer a partir de la herida
• Es una realidad que es mucho más difícil perdonarnos a nosotros mismos.
• Muchas personas tenemos introyectado un juez muy severo y un verdugo que está dispuesto a castigarnos por nuestros errores.
• Es algo que no nos enseñaron y hay que aprender.
• Las personas que nos han rodeado nos han transmitido mensajes falsos sobre quiénes somos, de qué somos capaces y qué merecemos.
Reflexiona sobre tu infancia. ¿Te suena alguno de los siguientes mensajes?
+ “No expreses tus verdaderos sentimientos”+ “No me preocupa lo que sientes ni lo que pienses”.+ “Haz lo que te digo”+ “Eres un imbécil”+ “ No se puede confiar en ti”+ “No me molestes”+ “Quítate de ahí que estorbas”+ “¿Es que no sabes hacer nada bien?”+ “No me decepciones”
¿Recuerdas haberte sentido repetidamente culpable por no ser capaz, por relajarte, por hacer lo que sinceramente creías que estaba bien, por disfrutar la vida y ser feliz o por no serlo?
¿Qué tenías que hacer o cómo tenías que ser para que te amaran y aceptaran las personas importantes de tu vida? ¿Cuáles eran los “Haz” y “No hagas” necesarios para conseguir amor y aceptación?
Ante esto necesitamos aceptar dos cosas: Primera: eras y eres una persona digna de amor. Tal vez algunos de tus actos no hayan sido o no sean dignos de amor, pero tú sí lo eres. Segunda: Eras y eres inocente. Tal vez eres culpable de ciertos actos. Sin embargo, en tu interior, en tu esencia, eres inocente, una buena persona.
Parte de esos mensajes falsos sobre nosotros mismos es el que resulta de soldar la conducta a la persona. Si el niño hace una travesura se le dice travieso. Por eso oímos a los adultos hablar de niños malos, sucios, perversos, idiotas, etc.
• Es llevar luz y misericordia a cada uno de los rincones oscuros de nuestra psiqué.
• Una muerte a los sentimientos de vergüenza, culpa, a la autocrítica destructiva, a vernos indignos y a vivir el papel de víctimas.
• Un nacimiento a la libertad de prejuicios sobre uno, a la reconciliación con uno mismo, a ser amigo de ti mismo.
• Aceptar el perdón de Dios y de los demás que me aman incondicionalmente, me respetan y me aceptan.
• Se hace realidad desenmarañando el sistema de pensamiento en el que se basan el rechazo y el engaño de nosotros mismos y poniéndonos del lado de la inocencia y la belleza fundamental de quiénes somos y hemos sido siempre.
• Esto es la inocencia, la belleza y la fuerza de nuestra naturaleza esencial, y la realidad espiritual que está despierta y nos acoge cuando nos hacemos el regalo del perdón.
• Puede sernos muy útil trabajar con una afirmación como ésta:
“Ahora acepto ser más consciente cuando siento culpa o vergüenza”.
Entonces, cuando adviertas que te sientes así, haz una pausa. Presta atención a lo que estás pensando y sintiendo, Sigue el sentimiento hacia atrás, hasta el momento en que aprendiste a sentirlo. Respira y acuérdate:
“Ahora tengo la opción de reaccionar ante la situación presente con conocimiento y con nueva claridad”
“En lugar de eso, ahora puedo elegir aceptarme y amarme”
• No hay en el mundo padres perfectos, solo hay padres humanos…
• La paternidad/maternidad está muy idealizada…• Los papás son una gran influencia en nuestra manera
de actuar, pensar y sentir. • Es una realidad que en todas las clases sociales hay
papás que abusan de sus hijos, los humillan, los desvaloran, los golpean, los maltratan y lastiman.
• Hay una dependencia a los padres (cortar el cordón umbilical)
• Necesidades y expectativas no satisfechas.
• Al principio son nuestros “dioses” figuras sagradas a las cuales les debemos todo, pues la dependencia es total. Los sentimientos nos empiezan a aportar datos significativos en esa relación. me siento querido o abandonado, acariciado o herido.
• Las ideas tratan de defender la autoridad y la sacralidad paternas. Por eso la confusión interior: unos papás que en teoría son buenísimos y, a la vez, una sensación de soledad profunda.
• Normalmente en el proceso de maduración se da una rebelión contra ese endiosamiento paterno y se cuestiona a fondo a los papás.
PAUSA Y REFLEXIÓN
Piensa en algo que desea recibir de tu madre, por ejemplo: amor, aceptación, afecto, aprobación… Imagínate que estás con ella. Acuérdate de respirar. Ahora dile lo que deseas que te dé: “Mamá (o como quiera que la llames), lo que deseo de ti es…………… y ………..….”.
Haz una lista de todo lo que necesitas hasta sentir que ya no queda nada más. Respira hondo. Después dile: “Mamá, ya no te hago responsable de darme ………. (lo que sea que hayas puesto en la lista).
Ahora imagínate que estás con tu padre y repite el ejercicio con él.
- No será fácil, el riesgo es sentirse culpable, pecador, ingrato. mal agradecida.
- Te vendrán pensamientos que justifiquen lo que ellos hicieron.
- Independientemente de su voluntad de no lastimarte tú tienes que declarar “culpables” a tus papás de las heridas que sientas en ti.
- Comprender su educación deficiente, las heridas de su infancia en el trato con sus padres, y otras causas hicieron que no nos atendieran suficiente ni adecuadamente.
- Tal vez hubo abandonos, descuidos, humillaciones, violencias, etc... que aplicados a un niño provocaron lastimaduras y heridas.
- Mientras no se experimente el dolor y la rabia, ellos permanecerán ocultos y seguirán siendo una amenaza.
- A veces son etapas largas, a veces cortas, pero sí se necesita paciencia.
- Hay que darse el permiso de sentir que no se quiere al papá o a la mamá.
- Esto se puede hacer lejos de ellos, trabajando individualmente o con la ayuda de alguien que te sepa acompañar.
- No se trata de cobrar venganza o desquitarse, de agredirlos y ofenderlos, sino de facilitar el perdón que tiene que atravesar por esta etapa.
- Para perdonar, es necesario estar dispuesto a abandonar la lucha que hay implícita en el resentimiento.
- La lucha nos hace sentir fuertes o que estamos vivos, y al abandonar la lucha con nuestros padres nos sentimos amenazados por una sensación de derrota y desvalidamiento.
- Más allá de estos sentimientos hay una fuerza interior profundamente arraigada en el Yo.
- Tal vez la lucha tenía como objeto separarnos de ellos, pero en realidad nos ha mantenido atados no sólo a ellos sino también a nuestra infancia.
PAUSA Y REFLEXIÓN
Piensa en la relación tensa y agotadora que tienes con tu padre o tu madre. Si no te ocurre eso con ninguno de los dos, piensa en otra persona con quien tengas una relación difícil desde hace mucho tiempo.
• ¿Qué significaría abandonar la lucha en esa relación?• ¿Cómo podrá ser diferente la relación?• ¿Qué quedaría en ella?• ¿Cómo sería tu comunicación con ese progenitor una
vez abandonada la lucha?• ¿Cómo te sentirías?• ¿De qué manera sería diferente tu vida?
- Se trata de reconocer que todos los seres humanos somos limitados y perjudicamos involuntariamente a los demás.
- Nuestros padres, igual que nosotros, tiene una historia difícil y solamente el perdón auténtico es lo que nos hace curarnos.
La relación matrimonial promete muchas fricciones pues se enfrenta cada día con las necesidades, los deseos y las expectativas de la otra persona.
Como el otro no siempre cumple con lo que yo espero, necesito y deseo de él, entonces viene la frustración y la decepción.Y con esos sentimientos se juzga y se condena a la pareja porque no da lo que se necesita y él tiene.
Los modelos de matrimonio con los que se ha crecido y la imagen de amor son sumamente pobres. ¿Cuál es el verdadero amor?
La idealización juega un papel clave: la otra persona se debe ajustar al ideal que yo tengo.
Una lucha para que el otro sea como yo quiero. Existe la fantasía de que el otro sea perfecto.
En el matrimonio además de dos adultos hay dos niños interiores que están todavía necesitando recibir lo que no se recibió en la infancia.
La forma de amar se aprende en la familia y en ambiente pero todavía puedo enriquecerlo más.
Si estamos resentidos o enfadados, o queda todavía algún otro conflicto pendiente en nuestra familia de origen, es necesario dar prioridad a la curación de esas relaciones, esto influirá positivamente en la relación con la pareja.
Cada persona lleva a la relación el amor y los obstáculos que ha aprendido. Las formas de amar se aprenden y se eligen.
Cuando dos personas se enamoran suelen ver el Yo puro de la otra persona y con el transcurso del tiempo, comienzan a surgir los yo parciales (las diferencias) en la dinámica de la relación y entonces suelen instalarse la desilusión, el resentimiento y la confusión.
• Si dentro de ti hay rabia y rencor hacia tu pareja, haz una pausa y reflexiona sobre cualquier ganancia que tal vez estés obteniendo.
• Si tu pareja te avergonzó delante de tus amigos o te fue infiel; si algún comportamiento o actitud del otro te resulta molesto e indeseable; no te ha prestado atención, ha sido poco amable, poco comunicativo, te responsabiliza de los quehaceres domésticos o parece insensible en las relaciones sexuales; desacuerdo en el manejo del dinero o la educación de los hijos, uno de los dos es adicto al alcohol, a las drogas, al sexo o al trabajo pueden generar rabia y resentimiento.
• Sin embargo, existe un compromiso y están juntos, hay una fuerza que une sus vidas, una atracción que ofrece la posibilidad de crecer… entonces hay una disposición para perdonar.
PAUSA Y REFLEXIÓN
Con amabilidad y una actitud exenta de críticas, observa y toma conciencia de tu reacción ante las siguientes preguntas:
• El rencor que guardas ¿es una manera de demostrar que tienes razón?
• El enfado al que te aferras, ¿es una forma de controlar la situación?
• ¿Es una manera de mantener una cierta ilusión de control?
• ¿Es una manera de eludir sentimientos más profundos de tristeza, desesperación, dolor, abandono y rechazo?
PAUSA Y REFLEXIÓN
• ¿Es una forma de hacerte oír?
• ¿Es una manera de aferrarte o de soltarte?
• ¿Es una forma de castigar y desquitarte?
• ¿Es una manera de insistir en que el problema no es tuyo sino de tu pareja?
¿Es una forma de hacer que la vida continúe tal como está y evitar la claridad que podría proporcionar un cambio que temes?
• Perdonar no supone que pasemos por alto los comportamientos o dinámicas que nos resultan inaceptable.
• Perdonar implica hablar francamente de esos problemas y, si son pautas habituales, establecer límites y consecuencias claras para el futuro.
• Dejar claro lo que para uno es aceptable o inaceptable es un testimonio de amor y respeto por la otra persona y por uno mismo. Permitir que continúen los comportamientos inaceptables mantiene el resentimiento, la culpa y el comportamiento problemático, a la vez que desautoriza a los dos miembros de la pareja.
• Si hay roces y fricciones en tu relación de pareja, tómate algún tiempo para examinar en profundidad cuáles son los verdaderos problemas, cuáles son los sentimientos que se ocultan bajo tu rabia, y qué cosas son aceptables e inaceptables para ti.
• Haz el ejercicio Descubrir la Verdad. Se amable contigo mientras lo haces. Hay que tener valor para reconocer los sentimientos y verdades más profundos. Valórate por tener la valentía de hacerlo.
• El problema es…• El verdadero problema es…• El problema es en realidad…
PAUSA Y REFLEXIÓN
Cierra los ojos. Haz unas cuantas respiraciones profundas de relajación y toma contacto con un lugar
de paz de tu interior. Con los ojos de tu imaginación,
ve a tu pareja o a cualquier persona que te haya ofendido y durante
estos momentos suspende todo juicio o crítica. Ve la realidad que hay más allá de su
personalidad, su apariencia física, sus sub-personalidades y sus temores.
Ve su luz, su integridad y su inocencia esencial. Abre tu corazón… no te refrenes.
• Aún y cuando uno no esté enfadado con su pareja, es muy útil y sanador hacer este ejercicio regularmente, como expresión de deseo de paz interior y crear una relación amorosa. Relacionarse de ese modo siempre favorece la ternura, la seguridad y la comunicación a un nivel más profundo.
• La comunicación más efectiva es una consecuencia de la buena disposición a recordar esta realidad del Yo esencial del otro.
• Si sientes que te falta algo y tienes necesidad de comunicarte para resolver un problema determinado, habla desde tu Yo al de tu pareja. Dile toda la verdad de tu experiencia. Comunícale tus percepciones; reconócelas como propias.
• La infidelidad sexual suele ser una de las experiencias más dolorosas y destructivas que ocurren en una relación monógama.
• Procura una ruptura de la confianza, destruye la intimidad de la pareja porque no puede haberla cuando hay mentiras y secretos.
• Su descubrimiento conduce a una crisis, y muchas personas traicionadas continúan sintiendo rencor durante toda la vida.
• Quizá todo esto lleve hasta una separación o divorcio, siempre es recomendable buscar apoyo en un consejero matrimonial.
• Por parte del que tuvo la aventura exige disposición para reconocer que es responsable de su comportamiento y aclarar su compromiso.
• El problema no es de emoción sino de elección: si se ha abandonado o no el compromiso del matrimonio.
• Si hay un compromiso mutuo para restablecer y recuperar la relación, es posible hacerlo… y se debe trabajar para lograrlo.
• Restablecer la confianza exige honestidad.
• Requiere mirar con sinceridad la relación y los sentimientos y verdades de cada miembro de la pareja.
Aún cuando la pareja esté presente físicamente, tal vez no es capaz de prestarle atención, escuchar o presenciar el dolor y la rabia.
Se necesita afrontar con valentía y perseverancia su sufrimiento y la conspiración de negación en su matrimonio, aprendiendo a ser sinceros consigo mismos y atender y preocuparse por el otro.
Con sinceridad y una auténtica disposición a volver a comprometerse en la relación y a trabajar con los problemas, la relación puede hacerse con el tiempo más fuerte e íntima que nunca.
En muchas relaciones, la aventura extraconyugal no es el problema sino el símbolo manifiesto de muchos problemas que ya existían en la relación.
• Para que un matrimonio prospere, cada miembro de la pareja ha de tener el deseo de construir una amistad mutuamente solidaria que se basa en generosidad para escuchar, generosidad en el afecto, generosidad en todo lo que se tiene y se es.
• En una amistad cada uno se preocupa de los deseos y las necesidades del otro, además de los suyos propios, se celebran mutuamente los éxitos y se ofrece un apoyo y un consuelo recíprocos cuando las cosas no van tan bien.
• Sin perdón no hay amistad, y sin amistad no hay verdadera vida conyugal.
• Sólo cuando damos un paso atrás para contemplarnos con más compasión a nosotros mismos y a la pareja, tenemos la fuerza y la claridad necesarias para actuar de maneras esencialmente más satisfactorias, sinceras y amorosas para los dos.
El término duelo procede etimológicamente del vocablo latino dolium, que a su vez deriva del verbo, doleo (dolerse). El duelo es la actividad y actitud de la persona ante la reacción emocional, espontánea y natural del sufrimiento producido por:
Pérdida de bienes, prestigio, posición, afectos, amores, amistad, identidad personal, autoestima, ilusiones, honor, verdad, posibilidades, salud, integridad corporal, raíces culturales, patria, trabajo... Omisión de lo que no se pudo tener, ser, hacer, amar o ser amado... Alejamiento o separación parcial o definitiva de alguien amado.... Muerte de seres queridos y la propia muerte cercana.
- Es mucho mayor por la muerte de seres queridos que por pérdidas de bienes apreciados.
- Lo definitivo de la pérdida o de la muerte.
- La ansiedad de la separación.
- El vacío o desconcierto de la ausencia.
- La causa y circunstancias que lo ocasionaron (acción o muerte impuesta, indigna, deshumanizada, con abandono, con negligencia, con violencia...)
- La hondura de la relación existente.
- El rol desempeñado por el difunto o ausente
- La fuerza del "apego": dependencia o independencia que se ha generado
- La actitud asumida: pasiva o activa
- La consideración sobre la realización, satisfacción y cumplimiento de la vida del fallecido.
- Los asuntos sin resolver entre dolientes y difuntos.
- La canalización y reinversión afectivas desplegadas.
- La utilización de los recursos humanos y religiosos de que dispone cada persona: carácter, salud mental, autoestima, capacidad adaptativa, experiencia de otros duelos, acción vincular y familiar, capacidad de expresar el duelo, vivencia espiritual. Sufrimos como somos, pensamos, creemos y esperamos, es decir según nuestra propia personalidad.
1. Muerte del hijo2. Muerte del cónyuge3. Separación o divorcio del cónyuge4. Encarcelamiento o pérdida de la libertad5. Muerte del familiar cercano6. Accidente o enfermedad7. Crisis familiar grave8. Expulsión del trabajo9. Pérdida económica importante10.Jubilación
• Dolor de cabeza.• Sequedad de boca.• Sensación de estómago vacío.• Falta de energía y debilidad.• Llanto.• Dolores agudos en el cuerpo.• Opresión en el pecho y garganta.• Taquicardias.• Anorexia y pérdida de peso.• Alteración en el sueño.
• Auto-aislamiento. • Hiperactividad.
• Hipersensibilidad a ruidos, risas... • Deseos de superprotección.
• Desconcentración en el trabajo.• Despreocupación por lo cotidiano.
• Ausencia de proyectos.• Desinterés por los acontecimientos externos.
• Confusión y aturdimiento • No aceptación de la realidad • Incredulidad • Alucinaciones visuales y auditivas. • Dificultad de atención y concentración. • Incapacidad de coordinación mental. • Obsesión por encontrar respuestas. • Acatar mensajes negativos del sufrimiento• Centrar la mente y la conversación en el
fallecido.
• Conciencia de la finitud humana.
• Sin esperanza de trascendencia.
• Crisis del sentido vital. • Crisis de fe. • Dudas del amor y bondad
divinas. • Sentirse abandonado por Dios. • Resentimiento contra Dios y
alejamiento de la Iglesia...
Los espacios vitales.
• En el hablar: rompiendo el aturdimiento inicial expresando el sufrimiento, comunicándose.
• En el corazón: desahogando la pena y canalizando la energía afectiva con un sano amor, en verdad y libertad.
• En la mente: esclareciendo y superando concepciones erróneas, ideas insanas.
• En la fe: esperanza en la Resurrección, vivencia de una fe madura, con sana concepción de Dios.
• En la acción: volver a reinsertarse en la vida con un proyecto significativo de vida, con futuro, siendo feliz.
• Aturdimiento inicial: el sufrimiento puede dejar anestesiado, perturbado, mudo, incluso privado de autonomía de pensamiento, palabra y acción.
• Lamentación: surgen las primeras expresiones inarticuladas,
las exclamaciones, abundan los gestos, viene la queja: "¡No lo puedo creer!"
• Negación: "¡No, no es cierto!"
• Rechazo: ¡No, no lo acepto!
• Miedo y ansiedad: "¡ Y si me sucediera...!"
• Culpa: "¡Si yo no hubiese...!"
• Bronca: "¿Por qué a mí?" "¿Por qué se lo hicieron, Dios?" - Tristeza profunda "¿Qué sentido tiene ya...?"
• Resignación: "¡Me tocó a mi. Es la fatalidad!"
• Recobrando serenidad interior: "¡Después de tanto sufrimiento, estoy recobrando la paz!"
• Integración y resignificación: "¡Hay que volver a vivir. Mi ser querido me quiere feliz!" La sabia psicología humana necesita de estas fases para encajar un golpe tan fuerte. Lo preocupante es estancarse en una de ellas y no llegar a la aceptación y superación.
Es dar expresión y cauce sano a los sentimientos, serenando el sufrimiento, dominado la pena de la separación, aceptando la realidad de la muerte, integrando la
extrañeza física, reorientando positivamente la energía afectiva con un proyecto pleno de sentido, amando con un nuevo lenguaje de amor al fallecido a quien, como
creyentes, ponemos en las manos misericordiosas de Dios en la esperanza firme de la resurrección, donde nos ama
con el amor purificado y pleno de Dios.
• Más que un problema es un misterio con el que hay que convivir y elaborar sanamente.
• Nadie muere solo. Nadie quiere que se mueran con el. No morirse con los muertos.
• Lo que no se asume, no se redime. El sufrimiento no tiene atajos.
• Después de perder mucho, no darse permiso para perder más. Hay que dejar de mirar lo perdido y optar por lo que se puede ganar.
• No se puede elegir la muerte pero sí que actitud tomar ante ella.
• El peor enemigo en el duelo es no quererse.
• El duelo elaborado nos enseña a vivir en verdad y libertad. Y sin apegos. Purifica el amor.
• La asignatura del duelo o se rinde o se deje previa. • El mejor regalo al ser querido muerto: ser feliz.
• La mayor tragedia: quedarse sin sentido en la vida.
• Dios es tu mejor amigo. No te hagas "el duro con él".
El duelo tiene sus tiempos (cfr. Ecl 3,1-8). • Se quiere salir rápidamente del sufrimiento, pero no siempre
es posible.
• Con el duelo hay que ser pacientes pero no pasivos.
• Hay que tomarse y conocer "sus tiempos".
• El acompañamiento en todo duelo es una disciplina y un arte que implican en el ayudante, también sanador herido, madurez afectiva, gran capacidad de escucha, habilidad en la relación ayudante-ayudado, acogida emotiva, control emocional, serena empatía, conocimiento de los tiempos y movimientos del alma sufriente, experiencia de vida espiritual...
• El duelo tiene su lógica y sus tiempos específicos en los que el dinamismo terapéutico ha de recorrer los pasillos interiores del hombre herido hasta sanarlo.
• Inicialmente, lo mejor es contener y acompañar, permitiendo los desahogos necesarios, haciendo acto de presencia y ofreciendo servicios concretos.
"Mira que la dolencia de amor no se cura sino con la presencia y la figura" (S. Juan de la Cruz).
Juan 11, 1-44
1. Compartir nuestro corazón con Jesús
2. Quitar las ataduras y sanar a los difuntos
3. Dar gracias por la nueva vida
• Únete a Jesús mientras ama a Martha y María y todos los que lloran con Lázaro.
• Pídele que te ayude a recordar un momento cuando murió un ser amado.
• Recuerda con gratitud los buenos tiempos que tuviste con tu ser amado. Dile a Jesús todas las maneras en las cuales tú extrañas a esa persona y llora si quieres. Enfrenta lo que has perdido.
• Con Martha y María, perdona a Jesús de cualquier manera en la cual sientas que Él no estaba contigo, y permite a Jesús estar contigo de cualquier manera que tú lo necesites ahora.
• Deja a Jesús que continúe amándote y que comparta contigo tu dolor por tu ser amado.
Dile a Jesús o a la persona muerta lo que deseas que hubiera dicho o hecho. “Si solamente yo hubiera…”
Ve como Jesús ama y quiere sanarlos tanto a ti como a la persona muerta. Mientras te mueves dentro de las profundidades de su amor sanador, ve si Jesús dice o hace algo por ti, o si guía a la persona muerta a hacer lo que traerá amor y perdón para ti, y acercamiento a Jesús.
Pídele a Jesús que te ayude a recordar algún difunto a quien necesitas quitarle las ataduras por medio de la reconciliación con ella o con él.
• Deja que Jesús los abrace a ambos.
• Mientras eres llenado con vida, exhala hacia la persona muerta. Deja que Jesús te diga cómo quiere que ustedes continúen amándose, de manera que una a ustedes tres para siempre.
• Luego únete a la persona muerta en exhalar el amor sanador de Jesús hacia aquellos que les hayan hecho daño a cualquiera de ustedes dos o a quienes ustedes hayan lastimado, de tal modo que ninguno de ustedes esté atado por cualquier relación no sanada.
Cuando nosotros, al igual que los discípulos, nos hacemos uno con Jesús en la Eucaristía, nuestro dolor también puede ser sanado.
Una de las formas más poderosas para sanar nuestra relación con una persona fallecida en la forma como fueron sanados los discípulos adoloridos de Emaús: reconociendo a Jesús al partir el pan (Lucas 24, 30-35).
Cuando Jesús se unió a sus discípulos en el camino de Emaús ellos comenzaron a desahogar sus corazones en él y aceptar si corazón conciliador. Pero fue el hacerse uno con el Jesús reconciliador al partir el pan lo que sanó su pena hasta el punto que pudieron regresar a su vida normal.
• Señal de la cruz: hágala invocando el poder de la cruz de Jesús para liberar a los vivos y a los muertos de todo mal. (Col 11, 19-21)
Rito de la Penitencia: Ore por el perdón. Pida perdón por cualquier manera en que usted y otros hayan herido a la persona fallecida. Pídale a Jesús que le muestre cualquier actitud o comportamiento que usted haya criticado al difunto que sean también parte suya. Luego con Jesús perdone a esa persona por las maneras en que usted u otros puedan haber sido heridos por ella.
Pídale a Jesús que le muestre cómo desea durante esta Eucaristía sanar y amar a la persona fallecida.
Ofertorio: Ofrezca el don de la persona fallecida a Dios y agradézcale por todo el bien que ha recibido tanto usted como otros a través de esa persona. Tal vez lo que usted verá serán las diferentes maneras en que las mismas heridas de la persona han atraído gran misericordia y perdón.
Oración Eucarística: Ore con Jesús. Permita que Jesús de pie frente a Dios, resucite al difunto en Dios de la misma manera en que él lo hizo en su propia muerte, cuando él oró para que todos nosotros fuéramos perdonados.
Comunión: Ore por sanación: al acercarse a recibir la comunión, deje que el difunto vaya con usted. Usted se lo puede imaginar a su lado, o si el muerto es un niño, puede llevarlo en sus brazos. Al recibir la comunión, pídale a Jesús que lo llene con su amor sanador en aquellas partes de su ser que aún extrañan a esa persona o que aún se sienten heridas por ella.
Luego permita que la sangre preciosa de Jesús sane todas las heridas que puedan bloquear en usted la plenitud de la vida de Jesús.
Inhale en Jesús y exhale todo lo negativo (miedo, ira, pensamientos negativos) hasta que ya no tenga más oscuridad para exhalar y también estará exhalando la vida de Jesús.
Bendición: Con agradecimiento reciba todas las bendiciones de Jesús y de la persona fallecida cuando oren por usted. Inhale su vida y con cada aliento acérquese más a Jesús y al difunto.
ORACIÓN POR EL DIFUNTO QUE MÁS EXTRAÑAMOS
Jesús, tu lloraste por la muerte de Lázaro.Muéstrame mi Lázaro, aquel que trae más llanto a mis ojos.
Muéstrame mi Betania, los buenos tiempos que extraño.Muéstrame cómo lloraste con Martha y María y ahora conmigo.
Jesús, tu amor llenó a Lázaro de nueva vida.
Muéstrame mi Lázaro junto a ti, respirando tu vida dentro de mi.Muéstrame cómo cada aliento llena
los espacios vacíos que hay dentro de mí.
Jesús, tú nos pediste desatar a Lázaro.Muéstrame cómo puedo desatar a mi Lázaro
con un perdón y un amortan profundos como los tuyos.
Muéstrame cómo debo desatar y amar a otros con este amor.Y muéstrame tu deseo de permitir que nos hagamos
más íntimos en tu abrazo ahora y siempre
• Una catequesis mal llevada
• Manipulación de los textos bíblicos
• Nos volvemos como el Dios al que adoramos
• Dar explicaciones piadosas sobre el misterio del mal como: “Está en los planes de Dios”, “es si voluntad”, “lo quería tener con él”, “te está probando tu fe como a Job”, “ya estaba madura y la quería tener a su lado”; que tratan de explicar lo inexplicable resulta contraproducente.
1. Cuando es todopoderoso: existe la dificultad de cómo reconciliarlo con las cosas horrorosas que tiene la vida.
2. Cuando es un Dios bonachón: cuando nuestra vida se torné difícil por el dolor, la muerte, la enfermedad, divorcios, accidentes, será inevitable el conflicto con Él.
• La cruz demuestra dos profundas realidades: la profundidad de la destrucción provocada por la conducta no amorosa y, la profundidad aún mayor del amor en la respuesta de Dios.
• Jesús compasivo otorga el perdón de su Padre a sus asesinos no arrepentidos con las palabras de un abogado defensor: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 34)
• San Pedro Crisólogo en uno de sus sermones, habla precioso de esta posibilidad de pelearnos con Él:
“Al ver al mundo oprimido por el temor, Dios procura continuamente llamarlo con amor; lo invita con su gracia, lo
atrae con su caridad, lo abraza con su afecto… por eso consuela en sus sueños a Jacob durante su huida, y a su regreso lo incita a luchar, a trabarse con Él en singular
combate; para que terminara amando, no temiendo, al autor de ese combate”.
Jeremías está al límite de sus fuerzas. Siente que Dios lo engañó y se reprocha a sí mismo por haberle escuchado, pues la gente lo espía y busca su perdición.
De pronto se da cuenta de que Dios ha estado con Él, le pide ver la vida desde su perspectiva y lo alaba. Pero esta toma de conciencia no le quita el coraje que siente.
La palabra de Dios y la autenticidad de su mensaje son tan poderosas que Jeremías continúa su misión a pesar de sus quejas y corajes.
• No siempre obtendremos lo que deseamos ni de la manera como lo pedimos. En ocasiones será en el dolor o en la frustración donde nos encontremos con nosotros mismos y con Dios; otras veces será en el gozo y el éxito de otra persona donde veremos su mano protectora. Lo importante es estar siempre dispuestos a ver las cosas desde la perspectiva de su amor a nosotros y a los demás por igual, sin distinción alguna.
• ¿Alguna vez te has enfadado con Dios porque las cosas no salen como tú quieres? Es posible que tu enojo brote de lealtades equivocadas. Deja que Dios sea Dios y que realice su plan de salvación te guste o no.
• Acepta las heridas que tienes por las imágenes de Dios. Permite salir el coraje o cualquier otro sentimiento que experimentes para sanar y finalmente, reconciliarnos con el Dios verdadero que nos ama profunda e incondicionalmente.
• Superar, por un lado, una imagen de un Dios demasiado grande y por otro, una imagen de un hombre demasiado pequeño pues nos infantiliza, nos hace dejar nuestra responsabilidad a otros y a Otro.
• Perdonamos a Dios cuando abandonamos las ideas rígidas sobre lo que debería ser la vida y entablamos con él una relación de co-creadores. Con esa actitud no le echaré siempre la culpa a Dios y me preguntaré: ¿De qué forma destruyo el amor y la paz en mi vida?
• El vivir la confianza en una relación basada en el amor, como Dios lo hace con nosotros.
• Perdonar a Dios es, en el fondo, perdonarme a mí y cambiar muchas cosas. aceptar que la naturaleza de la realidad es tal, que nuestra seguridad exterior va a flaquear con frecuencia. Muchas veces no hay respuestas absolutas para nuestros dilemas concretos, pero si hay un amor absoluto: Dios. Si nos abrimos al amor (no al temor) se nos iluminará la vida y tendremos fuerza para enfrentar los problemas.
• El amor es nuestra esencia y, cuando vivimos en plenitud, perdonamos.
• Recuerda: Dios nos ama por lo menos tanto como la persona que más nos ama.
Quizá la manera más fácil de cambiar nuestra imagen de Dios es intentando algo que nos lleva sólo un minuto.
1. Entrar en contacto con el amor de Dios en nuestro corazón.
2. Poner una sonrisa en nuestra cara que corresponda a ese amor.
3. Sonreír a una persona que nos ama y permitirle que a su vez nos sonría.
• Acoger la sonrisa de alguien que nos ama es muy simple y puede ser
una de las cosas más curativas de nuestra vida.
• La sonrisa de un amigo puede sanarnos si
sabemos que Dios nos ama…
por lo menos tanto como la persona que más nos
ama.
1. La oración.2. La meditación3. La gratitud4. La naturaleza5. El servicio6. La expresión creativa
Hay muchas formas de orar, entre ellas: dialogar expresándole a Dios
nuestras verdades, temores e inquietudes; pedir ayuda; callarnos y poner atención para escuchar con todo nuestro ser la orientación; ser
receptivos a la curación, sea cual sea la forma en que se presente.
1. Busca un momento y un lugar para estar en clama y en silencio.2. Centra la atención en tu respiración, simplemente observando las sensaciones de tu cuerpo.3. Enfoca la atención en la repetición de una frase espiritual ; sincroniza frase con tu respiración.
Es vaciarse de las ideas preconcebidas, de trascender la cháchara de la mente para
centrarnos.
Usar la gratitud para invitar a la gracia a que entre en nuestra conciencia es un proceso en el que reconocemos y agradecemos las bendiciones de nuestra vida. Esto lo podemos hacer directamente a las personas o a Dios.
Pasar momentos en la naturaleza para recrearse y permitirse experimentar,
con capacidad de asombro, su inmensidad y su maravilla.
Servir a los demás con generosidad, sin buscar
reconocimiento no recompensas externas.
Esto es particularmente útil cuando se sirve a alguien
menos afortunado que uno.
Si nos damos permiso, sin juzgarnos, para ser creativos por medio de
cualquier forma de arte, podemos abrirnos a lo que los artistas llaman inspiración, que es la afluencia de la
gracia.
Cuando una persona se enfrenta a un gran dolor y adversidad
puede aceptar y respetar la dignidad de
su agresor es un terrible testimonio de la
belleza y la generosidad del
espíritu humano y una afirmación de que
efectivamente vivimos en gracia.