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Albeiro Arias Desterrados de la Luz Alcaldía de Ibagué Secretaría de Cultura, Turismo y Comercio de Ibagué Premio de poesía Juan Lozano y Lozano en el marco de los Estímulos Artísticos y Culturales 2013 Poesía

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  • Albeiro Arias

    Desterrados

    de la

    Luz

    Alcalda de IbaguSecretara de Cultura, Turismo

    y Comercio de Ibagu

    Premio de poesa Juan Lozano y Lozano

    en el marco de los Estmulos Artsticos

    y Culturales 2013

    Poesa

  • Desterrados de la Luz de Shannon Abril Carvajal

  • ALBEIRO ARIAS

    DESTERRADOS DE LA LUZ

    Poesa

    Premio de poesa Juan Lozano y Lozanoen el marco de los Estmulos Artsticos y Culturales 2013

    Alcalda de IbaguSecretara de Cultura, Turismo

    y Comercio de Ibagu

  • Albeiro [email protected]@ALBEIROARIAS Alcalda de Ibagu Secretaria de Cultura, Turismo y Comercio de Ibagu

    ISBN: 978-958-8822-22-8

    Diagramacin: Caza de Libros EditoresDiseo de cartula: Caza de Libros Editores

    Impreso en Colombia

    Talleres de Caza de Libros - FundaproempresaIbagu. Carrera 7A # 19 - 41 Telfono: (8) 2621965 Cel: 310 [email protected]

    Ninguna parte de esta publicacin, incluido el diseo de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o trasmitida de manera alguna ni por ningn medio, ya sea electrnico, qumico, mecnico, ptico, de grabacin o de fotocopia, sin permiso previo del editor y autor.

  • No tenemos nada nuestro, salvo el tiempo,del que gozan hasta quienes no tienen morada

    Baltasar Gracin, El Cortesano

  • Desplazados del paraso 1.

    Ese lugarque t mencionas en tus sueos,

    sigue ah, donde siempre estuvo.

    Pero la lluvia an no llegapara lavar las cenizas ni la sangre coagulada

    de lo que un da fuera el dintel de tu casa.

    Antonio Mara Flrez

  • 9Cuando el vuelo del pjaro se apaga, la casa se llena de palabras

    Dos versos entresacados del poemario Desterrados de la luz, de Al-beiro Arias, sirven de ttulo para este breve texto. De la misma ma-nera podran entretejerse y parafrasearse muchos otros para desta-car el grave lamento y leve canto ante el dolor y la esperanza de los densos y sugestivos poemas de este libro.

    Uno tras otro, los poemas se defienden por s solos, tanto por su tono como por la capacidad de generar una atmsfera que crece mientras se avanza por cada una de sus partes. Y desde el comien-zo apelan de manera alusiva, poniendo de presente la tensin gene-rada por la violencia y sus consecuencias y fantasmas, y la manera como se convoca e invita a creer en la escritura como palabra que no sirve para redimir pero s de puerta que fija huellas y da salida al profundo malestar que agobia.

    Desterrados de la luz habla del dolor. No cualquier dolor, sino del espritu del dolor. El de una experiencia que se contiene, en el sentido ms profundo del trmino, sin permitirse desbocar el mie-do, el horror, la angustia, la orfandad y el sentimiento de desolacin. Nada ms significativo que cada expresin que se amasa y amansa con el lenguaje creativo, como lo propone ese yo potico que habla en cada verso para dar constancia del mundo desmantelado, de las ausencias, del tiempo y de los espacios vacos ante la muerte que amenaza. Y tampoco es cualquier muerte: es la de la violencia que

  • 10

    Albeiro Arias

    persigue con la zozobra que conduce al exilio, al desplazamiento, al destierro, a la prdida y a los abandonos. Muerte que de manera se-mejante cantaron Wilslawa Szymborska, Mahmud Dawirsh, Marina Stvietieva o Juan Gelman en otros territorios. Temas y tonos que nos resultan prximos.

    Es la potica de un mundo desmantelado que se nombra con el sintagma de Eugenio Montejo cuando defini la relacin del poe-ta con la vida: alfabeto del mundo. Este alfabeto tambin apresa vida y dolor a travs de la escritura. Y no lo hace desde una poesa encubierta donde sobresalen las metforas, sino de manera revela-dora en la que las realidades estn ah mientras cae una lluvia por entre agujeros negros. El dolor habla y sin embargo, no se aguarda redencin a travs de la palabra potica, sino ms bien compaa, pues ella, escritura o palabra, como una eterna Penlope al cons-truir la espera, camina por los rastros, sigue huellas y da refugio. La palabra es la huella de los desheredados del paraso, dice uno de los versos, mientras en otros afirma que el poeta ha decidido ex-tirparse los ojos y que sus lgrimas no pueden apagar el incendio del mundo.

    Los miedos, los ejrcitos invisibles, los nios que jams intima-ron con la travesura, o lo amenazante que acaba con la infancia y sus muecos de felpa, en fin, se presentan en claroscuro y ante una luna siempre a la intemperie. Esa necesidad de llorar hacia adentro, de exiliarse, de estar forzado a borrar recuerdos, o a percibir que no queda una gota de aire en ellos, se relaciona con cielos clausurados, hogueras apagadas, lucirnagas derribadas, ciudades enmaraadas que agonizan mientras se oyen disparos que espantan de los ojos el cielo y se confirma que el camposanto atrapa/ el tiempo que muere con cada hombre, o que los cementerios se llenan con la vida de sus muertos.

    Como en un largo juego de contrarios o un oxmoron juguetn, el camino que se forja con el canto de una naturaleza potica cuya atmsfera de desolacin y desconsuelo compete a un estado de nimo slo posible a travs de la experiencia. En esta diversidad de figuras opuestas, la luz tiene oscuridad, el hielo tiene fuego, da

  • 11

    Desterrados de la Luz

    es noche, lo visible es invisible, el paisaje natural se desdobla en el urbano y la palabra puede ser silencio.

    La experiencia propuesta no es privativa de un individuo sino forma parte de un legado histrico y universal, que Albeiro Arias logra transmitir desde un sentimiento particular frente a esa reali-dad propia e inmediata donde los ocobos de octubre se deshojan, y se extiende a una verdad universal: la de estar condenado a vivir en medio de la violencia, el horror y de la muerte. Todos somos desheredados del paraso y expulsados de la luz, como el primer ngel, el cado, y la primera pareja. He aqu una simbologa univer-sal y unas analogas que superan la temporalidad. En este no poder caminar, sentir el miedo ajeno, sentirse paralizado y exange, sub-yacen los arquetipos que muestran la tensin entre la luz y la os-curidad, la libertad y la prisin, la ciudad y la diversidad natural, la memoria y la desmemoria. As como Luzbel da paso a Lucifer para mostrar el contrario de la luz, Eva y Adn viven la condena a la in-felicidad con la expulsin del Paraso, Can vive la condena de estar errante sobre la tierra. Si en el pasado estaba la abuela destejiendo ponientes en el patio, en el presente se llevan flores a los sepulcros y queda la duda sobre la existencia de los pjaros: Talvez, nunca hubo risa sino pjaros, pjaros que nadie vio. Queda la esperanza, a veces escptica, de la palabra que da refugio aunque no salve, en ese Mundo desmantelado, en Las tumbas del almanaque, en el Anaquel de ausencias, en El stano de tus ojos. Cuando el vuelo del

    pjaro se apaga, la casa se llena de palabras

    Luz Mary Giraldo

  • 13

    INTROITO Criaturas del aire

    F.S.

    Acabo de sentir un aterrador momento de miedo.

    Ese que pocas veces me convengo abrigar, y cuando sucede, debe ser breve, aunque vivido como inagotable puesto que el miedo paraliza y en mi bosque eso se traduce en muerte. Trep hasta la copa del rbol ms alto, ese que sobresale como una isla en el verde mar de hojas y sent desasosiego. No fui capaz de regresar al rincn de la selva que es mi refugio, al que he retornado desde lugares inimaginables.

    Acabo de sentir un aterrador momento de miedo.

    No es el miedo del cervatillo, cuando da sus postrimeros saltos antes de caer bajo las zarpas del felino. Ni el miedo del fastuoso elefante y su manada, cuando el fuego devasta el horizonte y arropa el cielo magno con su crujir letal. No es el miedo ancestral a las creaturas invisibles que reptan, gruen, rugen, saltan, nadan o zumban en la penumbra.

    Acabo de sentir un aterrador momento de miedo.

    Llegaron a mi bosque los civilizados con sus ejrcitos de muerte.

  • MUNDO DESMANTELADO

    Manos crispadas me confinan al exilio.

    Aydame a no pedir

    ayuda. Me quieren anochecer,

    me van a morir.

    Alejandra Pizarnik

  • 17

    Desterrados de la Luz

    1.

    No he visto letreros de nen ni autobuses,

    pero ya soy todo metrpoli.

    Aqu comienza el nomadismo para m,

    que se alimenten mis pies con el asfalto,

    que nadie me acoja como la ruina a donde nada llega,

    que todo sea soledad y extraeza,

    cartografa que no indica un lugar para existir.

    Hoy un mundo comienza y otro acaba,

    esa es mi certeza, criaturas que zarpan

    y se adentran en la oscuridad de los callejones.

    Cuando todo suceda, espero no olvidar la flor

    que alguna vez le dio luz a tu mirada.

    Porque ya soy como cualquier ciudad,

    destierro, hambre y muerte.

  • 18

    Albeiro Arias

    2.

    S,

    he sido testigo de todo.

    Ejrcitos invisibles destruir todo lo visible.

    Las garras del miedo arrasando bosques como un diluvio nuevo.

    La noche enferma

    y unos pies vencidos sosteniendo soledades para no morir.

    El fuego enloquecido mordisquea el croquis

    de un pas ciego donde los nios ya sin recuerdos

    abandonan para siempre sus muecos de felpa.

  • 19

    Desterrados de la Luz

    3.

    El nmada camina oscuro y las estrellas se coagulan.

    Evado todas las sombras, camino la asechanza y la fuga,

    guardo un pedazo de hambre para el hambre,

    buitres famlicos anhelando avivarse con mis males.

    La luna tiene el fro en la piel de los muertos.

    Lloro hacia adentro, me exilio,

    borro los recuerdos,

    no deseo otra cosa que este no hallarme,

    este no saberme, huirme en la oscuridad.

    Con cada paso descubro el camino.

    Toda la vida me abandono resignadamente

    como las aves emigran resignadamente.

    Todo el camino huyo para encontrarme.

    Paso a paso construyo mi noche.

  • 20

    Albeiro Arias

    4.

    Me consta.

    Un ro de plata fina, dilatado e ntimo,

    bordeaba mis das inocentes.

    Doy fe.

    Con desigual pulsacin, montaas adentro, mi aldea el paraso

    que Dios so.

    Lo juro.

    Con pocos disparos al aire

    me espantaron de los ojos ese cielo.

  • 21

    Desterrados de la Luz

    5.

    En esta noche de alfileres, sin apetito para el hambre,

    la radio con sus msicas ajenas ignora los gritos desamparados.

    El bosque se desvanece bajo el fuego de las antorchas

    mientras los pies del nmada agitan la luz del polvo lunar.

    El camino agnico se desangra sobre el ro.

    El cadver baja sobre el lomo de la cordillera

    y la nia con su llanto desamparado impide el sueo de los muertos.

    Las mujeres desconocen un arrullo,

    sus hijos amamantados con abandono

    nunca conocieron la felicidad.

    El primer hlito en los ojos de la parturienta,

    la cancin de cuna, el que ser un pavoroso verdugo

    y no aquel nio que todos pensaron que amaran.

    La naranja que nunca fue dulce y la guerra que nunca debi ser.

    Otros embalsaman a sus caudillos

    mientras profetizan un mundo nuevo

    con sus hordas de incertidumbre.

    El poeta ha decidido extirparse los ojos:

    sus lgrimas no pueden apagar el incendio del mundo.

  • 22

    Albeiro Arias

    6.

    Cunto desierto debe atravesar el reptil

    antes de cavar su tumba en la arena?

    Cuntas ciudades debe andar un hombre

    antes de poder llamarse a s mismo nmada?

  • 23

    Desterrados de la Luz

    7.

    Palpitan los ojos de pesadilla su desvelo eterno.

    En la mochila reposan los gemidos

    de la otra humanidad: los desterrados de la luz.

    En las bancas de la noche

    los recuerdos se abrigan con sabanas de sangre.

    La madrugada ha de encontrarme

    con el hambre masticando mis das.

    El camposanto atrapa

    el tiempo que muere con cada hombre.

  • 24

    Albeiro Arias

    8.

    Hay que buscar un camino distinto para la bella

    metfora que se cautiva con el poder.

    Una senda ms humana para los amaneceres ciegos,

    una morada menos infame

    para los esqueletos sembrados por el mundo,

    tu sonrisa tatuada en la piel de los ausentes.

    Una mirada alternativa, otros ojos, quiz,

    que iluminen la noche y la recorran as,

    sin destino.

  • 25

    Desterrados de la Luz

    9.

    Bajo la palabra huella

    otros caminantes dejaron sus marcas,

    los desheredados del paraso.

    Igual, el mismo miedo les sealaba el camino.

  • 26

    Albeiro Arias

    10.

    Como las ondas en el estanque,

    mi camino es slo eso,

    pies que se deslizan fugazmente en la superficie.

    Luego, hundirse.

  • 27

    Desterrados de la Luz

    11.

    Lo andado no te hace propietario de tus pasos.

    El hirviente asfalto,

    el caliginoso viento en el rostro;

    esa imagen sepia, incierta,

    tatuada en los nublados ojos del alma.

    Paisaje distante acumulado en las jornadas del cuerpo.

    Cuando lo ausente est ah,

    cuando las cicatrices en el zapato, debajo del sol,

    sin duda, tus despojos.

    Los cadveres empalados se deshacen de lejana.

  • 28

    Albeiro Arias

    12.

    Voy a escribir la palabra ventana

    por donde pienso escapar.

    Derribar los muros

    a golpe de colores imaginados.

    Es tan subterrneo el alfabeto del mundo

    con su inalcanzable oscuridad.

    Siempre asustndonos.

    Hay un resquicio

    por donde an puedo ver la palabra luz

    y respiro metforas recin cortadas.

    O son prisioneros con sus alas de vidrio

    volando hacia la palabra libertad?

  • 29

    Desterrados de la Luz

    13.

    Es un imperio

    esa luz que se apaga

    o una lucirnaga?

    Jorge Luis Borges

    Traigo flores a tu sepulcro en esta noche de luna vana.

    Borges deca que los imperios se apagan como las lucirnagas.

    A este rgimen le llegar su noche.

    Podr, entonces, trartelas en el da.

  • LAS TUMBAS DEL ALMANAQUE

    El nmada no se ha movido es

    el tiempo el que pasa sin

    meta ni destino.

    Toms Segovia

  • 33

    Desterrados de la Luz

    1.

    Ciega lucirnaga alumbrada

    en la eternidad de un cielo sin estrellas.

    Un ala es de hielo y danza hacia atrs.

    Su otra ala es de fuego y gira hacia delante.

    Deja caer escamas que fulguran los paisajes

    de su existir en un orden ajeno al de la historia.

    Es la historia del da fluyendo hacia la muerte.

    Historia de la oscuridad avanzando hacia la vida.

    Visible oscuridad, luz invisible.

    Da o noche, ambos, mi destino.

  • 34

    Albeiro Arias

    2.

    Los das llegan bravos sin el sonido incierto de los bosques.

    Vieras qu agnica la ciudad.

    Supieras qu desconsuelo andar,

    ir y venir sin el nctar de los rboles

    y la esperanza del felino hambriento.

    Hay fechas de hielo en el calendario,

    tristes cuerpos sin aferrarse al tacto.

    Aqu t presencia en mis ojos cansados:

    Noche lejana y agua espesa, venado desorientado

    yo mismo-

    en la enredada maraa de la ciudad.

  • 35

    Desterrados de la Luz

    3.

    Pasar del canto de los rboles al mutismo de los andenes.

    De llevar a cuestas,

    bajo la mirada curiosa de las ventanas,

    los cuerpos entrados en otro tiempo.

    Entender as que la vida se proyecta en el teln de los das

    que uno tras otro son una funcin olvidada.

    Con el cuerpo rasgado y este andar a tientas

    ya mi esperanza no tiene calendario.

    Con las manos tembleques

    escribo otra vez mi vida, la que nunca fue.

  • 36

    Albeiro Arias

    4.

    Escombro de lucirnaga derribada,

    esa que vuela en los sueos ancestrales

    y despliega sus alas de silencio eterno, verdadero.

    Un aleteo y otro aleteo,

    y la noche avanza en un pequeos aleteos,

    da a da un viento nuevo hasta que el cielo

    nos destierre con sus cuchillos de luz.

    Y an sin cielo, volar a tu lado.

    Te mostrar los das blancos que anuncian la felicidad.

  • 37

    Desterrados de la Luz

    5.

    Frgiles pies en trnsito por los tejados de pesadilla.

    Majestuosa luna,

    ilumina con sus escombros de luz

    el camino de los desterrados. Majestuosa.

    Yo aqu.

    Estrellas los sueos. Aqu.

    -Mis sueos, tal vez, con aromas de olvido.

    Abrazos del grito extrao, testimonio,

    que la vida se me escapa, huye, de la mano-.

  • 38

    Albeiro Arias

    6.

    Slo escucho desmoronarse una lluvia de guillotinas

    y el grito de los fusiles guindonos hacia tierras desconocidas,

    lugar donde nos espera la obligada muerte.

    El hambre, hiena traidora, asecha los cuerpos frgiles.

    Hay orfandad en la mano que llama desde la oscuridad

    como el pjaro, desabrigado, de patria.

    Hay sombras.

    Calladas sombras: noche inquieta.

    As se despean los das en las tumbas del almanaque,

    calabozos rebosantes de infortunio

    y la voz cerca al odo que te dice:

    hay mariposas y nos estamos muriendo.

    Cruel la noche que me sofoca con su lacnica luna. Cruel.

    Y mi vida

    -mi despojada vida-

    noche imperiosa.

  • 39

    Desterrados de la Luz

    7.

    Tres veces hizo de mi cuerpo su blanco,

    y fui algo ms que sangre en sus manos,

    ms que muerte, lo presiento.

    Este su cuerpo,

    su manera de ser.

    Escasamente su forma de tararear sus das en el calendario.

    Para el verdugo, la soledad.

    La muerte terminar conmigo.

    El tiempo va a cubrir con su manto de estrellas

    este cuerpo desnudo de justicia.

    No quedarn mis rastros en tu pupila

    ni una gota de aire en tus recuerdos.

    El olvido ser el abrigo de este cuerpo frgil.

    Para el asesino, la vida.

  • 40

    Albeiro Arias

    8.

    Escucho en mi vigilia reptar los manantiales,

    la luna en que todo fue hermoso;

    la profeca hiertica de los abuelos.

    Hoy presiento el miedo en los ojos de los nios que han muerto.

    La casa que se desvanece

    como un oleaje de polvillo sobre la distancia.

    Los astilleros donde se asolan renunciadas embarcaciones,

    la amante esperando a quien nunca va a llegar.

    Cadveres pendiendo como los relojes olvidados en las gavetas.

    No me atormenta el silencio que llega desde la muerte misma,

    sino el silencio del miedo con sus ejrcitos oscuros;

    cuyos sables ultrajan las flores del camino que ya no podrn

    atestiguar el s de la novia o arrullar el sueo del cadver.

  • 41

    Desterrados de la Luz

    9.

    Para tus pies alados

    hay un cielo de encierros.

    Un camino forjado con tu canto, herraduras de sangre.

    Para ti siembro una moneda de oro

    en la maraa de la selva que nunca hallar el conquistador.

    Al despertar no tendrs memoria

    ni sabrs que alguien te espera desde la oscuridad.

  • 42

    Albeiro Arias

    10.

    De tu cuerpo bastaba suprimir los disparos.

    Desamarrar los tobillos para intentar la huida.

    Arrancar de los ojos su abrigo para observar

    la lucirnaga con cuernos que alumbra el paisaje.

    Restaba arrancarle a los dientes su sonrisa.

    Borrar de su memoria todo recuerdo

    para asegurar en su nombre la fiesta de los vencidos.

    Pero no hubo tiempo, nos quitaron de tus pies el camino.

  • 43

    Desterrados de la Luz

    11.

    Cuando el incierto camino termine para nosotros

    y no inhalemos el aire de la memoria.

    Cuando ya no sangremos los colmillos del hambre

    ni los buitres se sacien con nuestros infortunios,

    entonces mi mano sostendr en la madrugada

    las banderas de silencio que el olvido agita sobre los torreones.

  • 44

    Albeiro Arias

    12.

    Ocurre que ya no puedo caminar;

    pasa que me resulta inverosmil todo acto de olvido.

    Una a una las huellas regresan,

    se desvan de los pies cansados y, entonces,

    el cuerpo desorientado busca un lugar ntimo,

    sin encontrar una morada.

    Ningn abrazo; pocos pies para el dolor.

    Absurdo llegar, absurdo irse todava.

  • ANAQUEL DE AUSENCIAS

    Un poco de hambre

    y el cansancio de llenar la estantera de ausencias.

    Federico Daz-Granados

  • 47

    Desterrados de la Luz

    1.

    La palabra casa est al final de la calle.

    All donde los ocobos de octubre se deshojan

    y las hiedras abrazan lentamente cada reja del jardn.

    El tiempo aminora los colores vivos en las paredes.

    No conocemos su historia ni su fantasmal olvido.

    De algo estamos seguros, en algn tiempo,

    corrieron nios en sus rotondas,

    hubo risas en sus dormitorios

    y la abuela desteja sus ponientes en el patio.

  • 48

    Albeiro Arias

    2.

    Para la muerte vive el hombre.

    El hogar, con el sol de la huida, se atesora.

    Desterrado que se resguarda con los colores de una bandera.

    Cuando el cementerio se llena de vida con el que muere,

    se hace una fiesta triste,

    baile sin msica.

  • 49

    Desterrados de la Luz

    3.

    Como los suburbios en los ojos del desterrado,

    caminar la sofocada hambre en das iguales,

    sus dientes hundidos a la espera de un pedazo de pan,

    que apacige con sus migas tanto llanto atragantado.

  • 50

    Albeiro Arias

    4.

    Esqueletos vacos de la palabra implacable de los das.

    Las alas del pjaro en un cielo de races y el gato ronronea,

    ajeno, tras la ventana, sosegado en su universo.

  • 51

    Desterrados de la Luz

    5.

    Los zancudos persiguen la piel despierta an,

    esquiva de pesadilla.

    Merodean, alunizan sobre la tez.

    La mano ciega intenta silenciar lo desconocido.

    Una vez, otra.

    Los pies se agitan poco,

    comprenden lo que se siente ir tras algo que no se sabe.

  • 52

    Albeiro Arias

    6.

    Desmanteladas las osamentas

    la vida adentro como una flor se desluce.

    La memoria y sus destellos como un siseo,

    alas de mariposa.

    Trae el viento el rumor de tu nombre en la distancia.

    Tan cerca siempre del sombro resplandor de la muerte.

    El miedo es perpetuo,

    por l,

    la noche toda sangre,

    por l.

  • 53

    Desterrados de la Luz

    7.

    Oigo repicar la lluvia de alfileres que se despean en mi sueo.

    Siento la soledad morder mi cuerpo.

    Mis pies huyen como el camino yo huyo.

    Escribo en mis huellas la forma de mi ausencia.

    Escapo en mis retornos, olvido los recuerdos.

    En los ojos del nmada ya se desmantela el mundo.

  • 54

    Albeiro Arias

    8.

    El nmada pisa el adoquinado

    y su desasosiego agita en el cielo nocturno una estrella fugaz.

    Convulsa es la luna en su mirada,

    ntimo el dolor en los huesos.

    La lengua para arrinconar el hambre

    sigue vocalizando, canta.

  • 55

    Desterrados de la Luz

    9.

    Deshabitado y de pie frente al espejo del mundo,

    la carne viva de pesadilla nos recuerda el otro bosque:

    el afligido y espantado.

    El incierto camino se entreteje

    con sus rizomas, ensordeciendo los ojos y el deseo.

    Arrinconar aquello que nos ha sido grato:

    el canto de las aves que abre zanjas en el cielo

    para los odos encandilados por la hoguera.

  • 56

    Albeiro Arias

    10.

    Dirs que el sueo es sosiego,

    alegra que nos retorna al mundo de los bosques.

    Sucede as, en el correr de un nio inacabable;

    su sonrisa abre un aguacero de pjaros

    que vuelan impacientes sobre un cielo clausurado.

  • 57

    Desterrados de la Luz

    11.

    Debo creer en las promesas que no hago

    y que son todas las letras de tu nombre.

    Porque el camino desconoce los pasos que lo transitan.

    Puedo pensar en el futuro adoquinado

    con los huesos de tu cuerpo.

    Debo imaginar que soy un poco de silla,

    jardn en el patio, un pedazo de vuelo en la jaula,

    algo de ventana en la casa de tus ojos.

  • 58

    Albeiro Arias

    12.

    Los despojados nunca acaban de desmantelar su mundo.

    De trazar, inclusive, en nuestros terrenos su desasosiego;

    de sembrar en el aire sus pensamientos,

    nuestro abandono su desarraigo eterno.

    Me da patria todo lo que se va,

    me da fro toda carta sin direccin.

  • 59

    Desterrados de la Luz

    13.

    Olvidar que de una hoja de papel se hicieron barcos,

    pensar que la lluvia floreci en la risa hasta ahogarla.

    Tal vez, nunca hubo risa sino pjaros, pjaros que nadie vio.

    Nios que jams intimaron con la travesura.

  • EN EL STANO DE TUS OJOS

    Vendr la muerte y tendr tus ojos

    C. Pavese

  • 63

    Desterrados de la Luz

    I

    La bala emerge de su nido

    y el vuelo del pjaro se apaga.

  • 64

    Albeiro Arias

    II

    Desplazado como nosotros,

    otro su camino.

  • 65

    Desterrados de la Luz

    III

    El crneo vaco de sonrisas

    y una flor que le crece entre los dientes.

  • 66

    Albeiro Arias

    IV

    En los glaciales ojos del nmada

    la luna est a la intemperie.

  • 67

    Desterrados de la Luz

    V

    En el stano de tus ojos

    la casa an se llena de palabras.

  • 68

    Albeiro Arias

    VI

    Afuera llueve.

    Hay sed de venganza.

  • 69

    Desterrados de la Luz

    VII

    La ventana abierta,

    una cortina mecida por la brisa

    y un durazno cortado en dos partes sobre la mesa.

    La soledad del cadver.

  • 70

    Albeiro Arias

    VIII

    De hambre muere el cuerpo sobre el camino.

    Esqueltico, el carroero llena sus intestinos de esperanza.

  • 71

    Desterrados de la Luz

    IX

    El muro de la noche ha muerto.

    Sobreviven, victoriosos, los ladrillos.

  • 72

    Albeiro Arias

    X

    T y yo, bajo las mismas alas,

    dejamos que la muerte nos enseara a volar.

  • 73

    Desterrados de la Luz

    XI

    Sed de tus aguas, beber de tu ausencia.

    Un derrumbe de aguaceros negros.

  • 74

    Albeiro Arias

    XII

    Ante la oscuridad,

    lucirnaga cada respiro.

  • 75

    Desterrados de la Luz

    XIII

    Dijiste mar.

    Naufragu en tus orillas.

  • CONTENIDO

    PRLOGO

    Cuando el vuelo del pjaro se apaga, la casa

    se llena de palabras.................................................11

    INTROITO...................................................................15

    MUNDO DESMANTELADO1..............................................................................212...............................................................................223...............................................................................234...............................................................................245..............................................................................256................................................................................267..............................................................................278................................................................................289................................................................................2910............................................................................3011...........................................................................3112.............................................................................3213............................................................................33LAS TUMBAS DEL ALMANAQUE1...............................................................................392................................................................................403...............................................................................414..............................................................................425..............................................................................436..............................................................................447................................................................................45

  • 8................................................................................469...............................................................................4710............................................................................4811..............................................................................4912..............................................................................50ANAQUEL DE AUSENCIAS1................................................................................552...............................................................................563................................................................................574..............................................................................585..............................................................................596..............................................................................607................................................................................618...............................................................................629................................................................................6310.............................................................................6411............................................................................6512...........................................................................6613...........................................................................67EN EL STANO DE TUS OJOSI.................................................................................73II...............................................................................74III.............................................................................75IV.............................................................................76V.............................................................................77VI ...........................................................................78VII...........................................................................79VIII..........................................................................80IX.............................................................................81X..............................................................................82XI.............................................................................83XII...........................................................................84XIII...........................................................................85

  • Desterrados de la Luzde Albeiro Arias

    Se termin de imprimir en Noviembre de 2013en los talleres de Caza de Libros - Fundaproempresa

    (Ciudad de Ibagu, Tolima - Colombia)

    Impresin de 1000 ejemplares.

  • Desterrados de la Luz de Shannon Abril Carvajal

  • 9 7 8 9 5 8 8 8 2 2 2 2 8

    El poeta suea, en Desterrados de la luz, con aromas de olvido y paso a paso construye su noche. La luz evoca el paraso ancestral y los territorios de la infancia y la felicidad primera. Albeiro Arias, en este sugerente ejercicio de nomadismo y soledad, sabe que sus lgrimas no pueden apagar el incendio del mundo, pero anuncia ventanas que se abren, caminos que nacen, muros que caen, vuelos que se ofrecen. Aqu, la mera evocacin del mar testimonia naufragios, pero tambin la penumbra se anochece en el miedo y las lucirnagas se magnifican en la luz de cada hlito versal, con fuerza y enjundia vital.

    Antonio Mara Flrez

    La experiencia propuesta no es privativa de un individuo sino forma parte de un legado histrico y universal, que Albeiro Arias logra transmitir desde un sentimiento particular frente a esa realidad propia e inmediata donde "los ocobos de octubre se deshojan", y se extiende a una verdad universal: la de estar condenado a vivir en medio de la violencia, el horror y de la muerte. Todos somos "desheredados del paraso" y expulsados de la luz, como el primer ngel, el cado, y la primera pareja. He aqu una simbologa universal y unas analogas que superan la temporalidad.

    Luz Mary Giraldo

    Alcalda de IbaguSecretara de Cultura, Turismo

    y Comercio de Ibagu

    Desterrados

    de la Luz

    Albeiro Arias

    Portada.pdfPgina 1

    contraportada.pdfPgina 1