destellos de plata y tierra (pastorales de jrj en la distancia)
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Artículo sobre el libro PASTORALES de Juan Ramón Jiménez, con motivo del centenario de su edición realizado para el Círculo de la Amistad de Córdoba.TRANSCRIPT
Destellos de plata y tierra A ciento y un años de la edición de Pastorales de Juan Ramón Jiménez
En 1911, tras una gestación larga y discontinúa, Juan Ramón Jiménez editaba
Pastorales en la ‘Biblioteca Renacimiento’ que dirigía Martínez Sierra. La edición
constaba de 225 páginas, divididas en tres secciones: “La tristeza del campo”, “El valle”
y “La estrella del pastor”. Era el libro un volumen importante de poemas –casi un
centenar-, mayoritariamente romances líricos, con cierta narratividad implícita, marcada
por escenas de idilio y desamor. Del libro recordamos versos imperecederos: “No es
así, no es de este mundo / vuestro son…” y una atmósfera romántica, tocada viola de
Bécquer en romance nuevo.
El diálogo implícito con los libros del propio Juan Ramón (Rimas, Arias tristes,
Jardines lejanos) le sitúa perfectamente en la fecha de 1905 que figura en la portada,
fecha de escritura del primer borrador, anterior a la de su edición en 1911. Entre ambas
fechas, como recordara Cardwell (Obra poética, 2005: 869 y sigs.) seis libros de muy
distinto carácter, libros característicos del JRJ que solemos identificar con la “reina
fastuosa de tesoros” del poema de Eternidades. Frente a esos libros Pastorales contiene
perlas de poesía lírica y popular, por medio de la vuelta al romanticismo y el
modernismo más intimista, sin abandonar cierta atmósfera decadentista característica
del poeta en los libros editados antes de 1915 (edición de Estío): “¡Qué tristes son los
caminos / polvorientos por la tarde”.
Esta veta de la poesía contemporánea (de un romanticismo intimista y
simbolista) es compartida con los libros de JRJ editados entre 1901 y 1905 y con
Antonio Machado y sus Soledades, y retomada nuevamente aquí por JRJ anticipando el
abandono de la estética de sus libros amarillos. Ambos sientan las bases del romance
lírico –y narrativo- en la poesía española contemporánea, un romance nuevo (como de
Lope pasado por Bécquer) que es motor y modelo del posterior romance lorquiano:
“¡Granados en cielo azul! / ¡Calle de los marineros!”.
La suerte de Pastorales sin embargo fue escasa (suerte efímera de tantos libros de
poesía). En vida de Juan Ramón Jiménez, una edición, la primera de 1911, y nada más. Bueno,
nada más siempre es mucho decir para un libro de JRJ: 15 poemas fueron editados, en sus partes
correspondientes, en la Segunda Antolojía Poética (de 1922), algún poema como “La que
habla” en Canción (de 1935). En el exilio reeditó la Segunda Antolojía, ahora solo Antolojía
Poética, por colisión de derechos editoriales entre Espasa-Calpe y la editorial Losada de Buenos
Aires que lo cobijaba. Finalmente, en la Tercera Antolojía Poética (de 1956) se recogieron estos
mismos 15 poemas sin apenas variantes.
Juan Ramón Jiménez en los años anteriores a la Guerra Civil es el poeta señero y central
de nuestra edad de plata, poeta de importantes libros –libros como el Diario de un poeta
reciéncasado, central a todas luces, Eternidades o Platero y yo, imborrable elegía-, pero sobre
todo es, para los lectores de poesía, el poeta de la Segunda Antolojía. Y por ella se conoce
Pastorales fundamentalmente, pues de ella son los poemas que más recordamos, desde la
primera “Tristeza dulce del campo” hasta el último “Cállate, por Dios, que tú / no vas a saber
decírmelo” que cierra la selección.
La recepción de Pastorales en su época ha de asociarse por tanto a la lectura antológica
del poeta, más que al conocimiento del libro por parte de sus contemporáneos, libro de escasa
tirada y no excesiva difusión.
Tras su muerte, el libro fue editado en 1965, nuevamente en Argentina, con un apéndice
recopilado por Francisco Garfias que aumentaba el libro en varios textos hasta entonces
desconocidos. Desgraciadamente, esta edición fue apenas conocida en España y hoy en día es
rara de encontrar. Richard Cardwell, que firma la edición más solvente del libro hasta la fecha
(Obra Poética: 2006), no la tiene en cuenta y solo atiende, para el establecimiento del texto, a la
primera edición de 1911 y a la interesante edición de 1981, realizada por Ricardo Gullón con
motivo del Centenario de su nacimiento. La suerte póstuma ha corroborado la importancia del
libro en el desarrollo interno de su poesía y ha situado perfectamente la lectura del libro en los
acercamientos citados (Gullón: 1981; Cardwell: 2006). A ellos os remito.
PASTORALES REVIVIDO.
En los años anteriores a la Guerra Civil, el proceso de la escritura de Juan Ramón
Jiménez llega a un punto de no retorno. Su corrección, ordenación e, intensísimo, trabajo de
redacción y composición dan pie a un proyecto de edición de obras completas que se materializa
en un primer volumen, Canción, de 1935. En ese proceso de revisión y composición, truncado
por la Guerra Civil y el abandono en Madrid de sus archivos, el poeta inicia el proceso de
reescritura de sí mismo que conocemos con el nombre de “revivencia”. Esta relectura completa
de sus libros, unida a su elevada exigencia estética, provoca una inestabilidad textual importante
en el proceso posterior de edición y escritura. Muchos de los poemas tempranos del poeta
fueron reescritos, de memoria o a partir de copias enviadas desde España, por Juan Ramón
Jiménez en sus años americanos (1936-1958).
En este proceso de reescritura, que Juan Ramón Jiménez quiso completo y que
finalmente no pudo realizarse, Pastorales corresponde al periodo de “revisión” profunda que
conllevaba cambios sustanciales en muchos (o todos) los poemas del libro. Algunos de los
libros de este periodo fueron reescritos poema por poema, en diversas ondas de composición
relacionadas con sus intentos de edición de obras completas. De nuevo, sus proyectos quedaron
truncados y las versiones no fueron editadas ni acabadas en la mayor parte de los casos.
En 1976, Antonio Sánchez Romeralo editó Leyenda, “reconstrucción de la antología
última de JRJ”, con muchas de esas versiones revividas posteriores y otras tantas que Romeralo
“revivió” para unificar el volumen según criterios supuestamente establecidos por el poeta. Sus
errores y aciertos han sembrado la recepción de esta revisión de JRJ de un importante número
de confusiones y malas interpretaciones. Hay libros, como las Rimas de 1901, que fueron
reescritos completamente y así se conservan: de un “libro” el poeta hizo dos, de diversa
intención, y de fechas dispares (de 1901 y de los años 40). En la reedición de Leyenda (2006) se
puede constatar la labor que Romeralo estaba realizando justo antes de morir, anotando uno a
uno los originales manejados. Es, Pastorales en esa Leyenda, un buen intento de subsanar los
errores de su primera versión. Aunque solo a medias. Quizás por eso no ha sido suficiente para
conseguir una edición de las Pastorales revividas convincente.
En los libros de su primera época, que fueron largamente “manoseados” por el poeta,
nos encontramos con una importante variedad de versiones y redacciones que son ejemplo
perfecto de la obra en marcha de JRJ, de ese ‘work in progress’ que le situa en la estela marcada
por la modernidad literaria a nivel internacional. La riqueza de este proceso no debería ser
transformada en un solo libro, como instante congelado que no sirva para comprender ni retener
el interés ni la intención de la película.
El proceso de reescritura planteado por JRJ entre los años 20 y los años 40 es un
proceso complejo, lleno de vacilaciones, idas y venidas, que no pueden recogerse en una mera
edición de variantes, ni mucho menos en ediciones planas sin referencias. El libro histórico, de
1901, es ejemplo de los primeros pasos de un poeta central para la Edad de Plata, pasos en los
que sigue a los maestros de la poesía de este periodo (Bécquer, Darío, Unamuno) redefiniendo
el estilo característico de las primeras décadas del siglo. El libro revisitado, revivido, es ejemplo
sin par de la problematicidad implícita a la modernidad declinante de la posguerra mundial,
ejemplo de la dialéctica entre el hombre y la obra, de la imposibilidad del uno y la muerte de
cualquier trascendencia. Los poemas revividos, sin embargo, también son complejos y muestran
idas y venidas de su concepción del poema (del romance temprano al posterior romance
moderno de los 40, y a sus últimas versiones en verso largo), pero aún más de la siempre
compleja evolución de su pensamiento estético y vital.
SUS HOJAS COMO LA TIERRA.
Invitamos, por tanto, a problematizar primero; después, a nadar, bucear y sumergirse en
sus libros para entender los poemas y la magnitud del intento juanramoniano, sin privilegiar el
instante único, sino el proceso histórico completo, lo que dará quizás la medida del poeta.
En 1904, por ejemplo, editó la primera versión conocida del poema “La niña estaba
soñando” (en la revista Alma española y en El Cojo ilustrado), versión temprana recogida
posteriormente en la edición de Pastorales (1911, poema 37). La última estrofa del mismo
resulta característica de la ingenuidad romántica de entonces:
“-Ayer pasó por aquí
Galán el pastor, abuela.
y me dijo: No me olvides;
volveré a la primavera”.
En las versiones posteriores, en verso, de los años 40, ‘la niña’ se convierte en ‘María’,
en un intento de hacer tangible el recuerdo muy propio de la poesía exiliada. Pero al mismo
tiempo, las variantes sustanciales de estos textos apuntan hacia una mayor abstracción y
universalidad:
“Ayer pasó por aquí
Cirilo el pastor – abuela,
Y me dijo: - No me olvides,
Te daré la primavera.
Primavera de quererte,
Con la otra primavera,
Cuando tus ojos derramen
Sus hojas como la tierra”.
(Original de la Sala Zenobia-JRJ, 145 (2) 36).
Pocos dudarán de la profundidad de esta revisión y del interés de estos poemas hoy por
hoy solo conocidos a través de una visión simplificada de la revivencia. Las versiones últimas
en verso largo son la muestra última de un proceso de reescritura que, en ocasiones, tiene más
de una cara y es índice de la insatisfacción y la exigencia perpetua del poeta consigo mismo y
con su obra, a pesar de los indudables logros que jalonan su trayectoria:
“-Ayer pasó por aquí el pastor perdido, abuela,
y me dijo: ¡No me olvides, te daré la primavera!
Primavera de quererte con la otra primavera,
Cuando tus ojos me abran sus hojas como la tierra.” (Leyenda, 2006: 141)
Frente a una concepción estática (modernista primero y reviviscente último) Juan
Ramón Jiménez se multiplica en completa metamorfosis ante los ojos de los lectores. Cuanto
más conocemos de su obra, mayor es la riqueza de matices y destellos que se vislumbra.
El poeta JRJ, en su madurez (entre 1922 y 1956), quiso escribir, vivir y hacerse,
cantando ante nuestros ojos, esos ojos que abren sus hojas de cielo y tierra.
Carlos León Liquete,
Poeta, profesor, filólogo. ______________________________________________________________ BIBLIOGRAFÍA: Juan Ramón Jiménez (1957), Tercera Antolojía poética, Madrid, Biblioteca Nueva. Juan Ramón Jiménez (1969), Segunda Antolojía poética. (1898 – 1918), Madrid, Espasa Calpe. Juan Ramón Jiménez (1978), Leyenda, preparado y prologado por Antonio Sánchez Romeralo, Madrid, Cupsa-Editorial. Juan Ramón Jiménez (2005), Obra poética, edición de Javier Blasco Pascual y Teresa Gómez Trueba (coord.), Madrid, BLU, Espasa. Juan Ramón Jiménez (2006), Leyenda (1896-1956), edición de A.S. Romeralo y Mª Estela Harretche, Madrid, Visor.