después de la tormenta por daymelis r. wing

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Después de la traición de su mejor amigo, Ciara Aldridge es la persona más insegura y temerosa del mundo. Aún triste y decepcionada, escapa del instituto sin saber que el destino pondrá en su camino al enigmático y atrevido Trenton Lombardi. A pesar de vivir en mundos distintos y con personalidades desiguales, la química y atracción que surge entre ellos es espontánea y tan potente que ambos se ven abrumados por la intensidad de sus sentimientos; sin embargo, el miedo y la inseguridad de Ciara no le permite abrirse al verdadero amor. Acorralados por sus propios sentimientos, ambos jóvenes deberán aprender el significado del amor, sobre todo, cuando el malvado futuro alcalde de Detroit, amenaza con cumplir una venganza en contra de la familia Aldridge, además de que el mismo oculta un oscuro y estremecedor secreto que puede separar a ambos protagonistas, sin haber consumado su amor. ¿Podrá la obsesión de un hombre ser más fuerte que el amor de Ciara y Trent? Cuando encuentras a la perso

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Después de la tormenta

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Después de la tormenta

Daymelis R.

Edición y corrección: Mireya R.C.

5 | Página

Titulo original: Despues de la tormenta

Autor: Daymelis R.

Del texto: Daymelis R. 2014®

Correccion y edición: Mireya R.C

Diseño:Cassandra Castillo

Editorial Raining Words ®

Número de registro: https://www.safecreative.org/work/1406141231010-despues-de-la-

tormenta-por-daymelis-r

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QUEDA PROHIBIDA LA DISTRIBUCIÓN CON ANIMOS DE LUCRO DE ESTE

MATERIAL SIN EL PERMISO CONCEDIDO POR LA EDITORIAL.

POR FAVOR DI NO AL PLAGIO.

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"Algunas caídas son el medio

Para levantarse a situaciones más felices".

William Shakespeare.

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Después de la traición de su mejor amigo, Ciara Aldridge es la persona más insegura y

temerosa del mundo. Aún triste y decepcionada, escapa del instituto sin saber que el destino

pondrá en su camino al enigmático y atrevido Trenton Lombardi. A pesar de vivir en

mundos distintos y con personalidades desiguales, la química y atracción que surge entre

ellos es espontánea y tan potente que ambos se ven abrumados por la intensidad de sus

sentimientos; sin embargo, el miedo y la inseguridad de Ciara no le permite abrirse al

verdadero amor.

Acorralados por sus propios sentimientos, ambos jóvenes deberán aprender el

significado del amor, sobre todo, cuando el malvado futuro alcalde de Detroit, amenaza con

cumplir una venganza en contra de la familia Aldridge, además de que el mismo oculta un

oscuro y estremecedor secreto que puede separar a ambos protagonistas, sin haber

consumado su amor.

¿Podrá la obsesión de un hombre ser más fuerte que el amor de Ciara y Trent?

Cuando encuentras a la persona que te da razones para amar... ¿qué harías con tal de

evitar su sufrimiento?

Ciara siempre se sintió carente de algo; no obstante, cuando conoció a Trent estuvo

completa; pero lo que ella no sabe es que el destino podría arrebatarle a su otra mitad por

medio de una enfermedad que también amenaza con quitarles lo que han construido dentro

de sus corazones desde que se vieron por primera vez.

¿Jamás te has permitido sopesar el tiempo que te queda en este mundo? ¿Tu vida ha

sido lo suficientemente tranquila como para pensar en que tal vez en el futuro te esperan

situaciones tan difíciles que, posiblemente, te dejen en medio de una encrucijada?

A menudo él se lo pregunta, cuando su alma se siente como la más solitaria que puede

existir sobre la faz de la tierra. Y, mientras observa fijamente el suave y grueso papel

perfectamente blanco, que serviría para plasmar su obra mientras escoge qué hacer a

continuación.

No necesita dibujar a una chica, pues la musa que tanto anhela y espera no ha llegado a

su desastrosa y nada ordenada vida, aunque quizás jamás llegue; por lo tanto, el muchacho

de ojos llamativamente verdes, decide trazar un hermoso y apacible paisaje de la ciudad de

Florencia. Mientras trabaja, los recuerdos invaden su mente, causando que un intenso hueco

aparezca en su pecho al recordar la manera en la que perdió a su hermano, la persona que

éste solía ser antes.

Trenton se encuentra en un avión con destino a los Estados Unidos, donde aspira

construir una nueva vida, alejándose finalmente de su madre, quien no merece los

dolorosos acontecimientos que se acercarán dentro de poco. Ella no lo sabe, no tiene ni idea

que está a punto de perder a su segundo hijo; Trenton, con el ceño fruncido, mira a su

madre y se pregunta internamente si ella lo echará de menos, o lo dejará quedarse en

aquella ciudad sin mirar atrás. Desde hace años, Theodore se marchó de casa, decidido a

tomar un rumbo distinto al que su difunto padre había pensado para él, dejándose llevar por

el egoísmo y la ambición que estaban incrustados en lo más profundo de su ser; Trenton

antes comenzaba a ser así, por eso él sopesa en lo que hubiera ocurrido si seguía a su

hermano y se convertía en la réplica del mismo. Sin embargo, la idea de aquello no dura

mucho en su mente, sólo se limita en continuar dibujando, mientras que numerosas

preguntas invaden su mente.

¿Por qué su madre tiene que ir a asistir a Theodore, cuando éste tiene millonarios jefes

que no tardarían en sacarlo de la cárcel tan sólo con un chasquido de dedos?

Su madre es tan ingenua que ni siquiera se pregunta aquello, sólo viaja con la idea de

ser la salvadora de su hijo, alcahueta de sus fechorías, sin importarle los errores que él

cometa. La madre de Trenton siempre ha sido así con Theodore.

¿Qué pasará cuando Theodore le diga que no pretende regresar a Milán?

Ella va a desmoronarse; no obstante, no tardará en perdonarlo. Su madre siempre ha

sido así, no importa cuántas veces su hijo le rechace, ella no se deja influenciar por aquello.

Ella espera, pacientemente, que su hijo la adore sólo ella y no al dinero, las estafas o a las

prostitutas. Trenton ha estado enterado de esto desde hace muchísimo tiempo, pero, intenta

no importarle. Con todo, el chico ni siquiera se atreve a sentir celos, quiere a su madre, y

aunque a ésta poco le importen las decisiones que él tome en su vida, él la respeta, y se

comporta como el hijo que ella necesita, aunque ella esto no lo note la mayoría de las

veces.

Quizás no lo note jamás.

Mientras sigue transando líneas que definen su dibujo, Trenton no puede evitar

preguntarse el porqué de muchas cosas. ¿Por qué recibir noticias malas en los mejores

momentos de tu vida? ¿Por qué? ¿Es el precio de soñar no poder hacer los anhelos

realidad? ¿O es que su sueño es tan estúpido que el mismo destino le grita que no vale la

pena seguir de pie en esa nube suya?

Él siempre estuvo rodeado de problemas, peleas, discusiones, desastres, fue tan rudo a

veces que en ocasiones se odiaba a sí mismo por no saber manejar su carácter; fue tan

impertinente, siguiendo el ejemplo de su hermano pues en ocasiones para Trenton él era un

héroe. Entonces, cuando cambia y decide recuperar su vida y hacer las cosas por el camino

del bien, el karma se encarga de él.

Trenton sabe que ha hecho cosas horribles.

Quizás lo que está ocurriendo se lo merece.

Cuando había decidido dejar la universidad de periodismo y lanzarse de lleno en la

aventura del arte, estudiando por fin lo que más anhela, una terrible notica cae sobre sus

hombros, una que cambia todo, una que lo deja sin aliento, que le dice: «te queda poco

tiempo» y que grita: «¡es demasiado tarde para enmendar tus errores!» y le susurra en voz

más baja, casi confidencialmente: «lo que sembraste, ha traído finalmente sus frutos»

mentalmente asiente, porque es cierto, quizás para otras personas les sirva aquello de

arrepentirse, intentar enmendar sus errores, para después borrar su pasado y comenzar

desde cero, construyendo un maravilloso futuro, limpio e inmaculado, sin ninguna cicatriz

de los errores que alguna vez se cometieron; mas, para él está claro que no ocurrirá lo

mismo, y quizás no es a la primera persona que le ocurre, sus errores le perseguirán por el

resto de su vida, sólo por ser el hermano, y la sombra de un delincuente.

Siempre ha sido sometido a comparaciones.

Ser el hermano de un delincuente es una mierda.

—No repudies a tu familia —le dijo un profesor una vez—. No vaya a ser que tu

familia te reniegue a ti.

Pero él no puede hacer lo contrario cuando sabe todo el daño que le ha hecho Theodore

a su madre. Y a él también.

Y, aunque gran parte de lo que más le preocupa no es culpa de Theo, no puede evitar

odiarlo, y odiarse a sí mismo y odiar al destino, al karma, a sus propias acciones; sin

embargo, mientras continúa dibujando en su cuaderno de bocetos, descubre que el odio no

le servirá de nada. El odio sólo hará que se pierda a sí mismo, convertirá su enfermedad en

algo más fuerte, y luego, su vida se esfumará, se irá de sus manos, porque el odio causa

aquello, te destroza la vida, como el cáncer.

Y quizás Trenton muera, quizás su vida se vaya, quizás se está yendo en este mismo

instante mientras sopesa sobre lo que hará futuramente; más, Trenton sabe que no será el

odio el que se llevará su vida, quizás tampoco el cáncer, lo que se llevará, posiblemente su

vida, será la lucha.

Si va a morir, morirá luchando.

Si va a morir, morirá después de vivir.

Su madre lo mira, y le dedica una sonrisa tensa, que va cargada de las más intensas

preocupaciones que una madre puede sentir por su hijo preferido. ¿Si ella supiera lo que

está atravesando su hijo menor, qué haría? Lo único que Trenton considera es el bienestar

de su madre, y es mejor que ella no sepa que, con cada respiración, el cáncer que padece se

vuelve más fuerte, si ella no se entera jamás lo que sufre su hijo, y no lo acompaña en la

lucha dolorosa contra una enfermedad que está destinada a deteriorar, sufrirá menos.

Y así lo decide, nadie va a enterarse de su osteosarcoma. Ni su madre, ni su tío, ni su

primo. Lo único que tiene que hacer es llegar a Detroit, buscar un trabajo, tratar de

sobrellevar las circunstancias, pero no condenar a su familia al sufrimiento y la desdicha,

pues nadie lo merece. Seguiría viviendo como está acostumbrado a hacerlo, a lo mejor con

más intensidad de la necesaria, ¡si va a morir tiene que celebrar la vida! Entonces, con un

suspiro trata de recomponerse a sí mismo, infundiéndose ánimos, aunque su subconsciente

le grita «me voy a morir, me voy a morir, me voy a morir».

Él sólo es un chico de diecinueve años, no sabe lo que le depara el destino, no se

imagina ni por un santiamén que sus planes se verán arruinados desde el momento en que

salga del aeropuerto.

El amor nos alcanza a todos, hasta en los peores momentos, y cuando pensamos que lo

que necesitamos es soledad para intentar resolver los contratiempos que la vida nos

imponga, la realidad nos golpea con fuerza, gritándonos con brío que lo único que

necesitamos es el amor. El amor da fuerzas, da vida, da esperanzas.

—¡Lunática! —grita un hombre que va conduciendo un Miata1 de color rojo brillante.

Su dedo corazón es lo único que veo cuando doy un respingo ante el sonido de su bocina.

Corro hacia la acera pues acabo de pasar la calle al otro lado, percatándome de que me

encuentro en una de las zonas más abarrotadas de gente en la ciudad; sin embargo, no es

aquello lo que me desconcierta, sino que, definitivamente, no sé dónde carajos estoy.

Es tan sorprendente la magnitud del orgullo en el ser humano.

Por el orgullo me encuentro aquí, en este lugar, pues huí como una cobarde de una

escena que aún no decido si me pareció dolorosa o humillante. Suspiro mientras observo a

los lados, tratando de descubrir algún indicio que me diga dónde estoy o a dónde me puedo

dirigir, porque lo cierto es que estoy perdida, como Tarzán en Nueva York.

El cielo grisáceo y el clima nublado me indican que debería buscar un refugio rápido,

porque quizás, la llovizna se avecina; no obstante, me quedo en mi sitio, murmurando sobre

mi estupidez ante la mirada estupefacta de las personas que pasan por mi lado. Quizás sea

mejor que llames a Flavius, pienso, y cuando hago el intento de buscar mi pequeño bolso

rosa, ¡me percato de que no está! Observo a los lados desesperada, mis ojos oscuros

recorren cada centímetro de la calle. Busca algo rosa, busca algo rosa, ¡allí está! Abro los

ojos como platos cuando descubro que el bolso ridículamente rosa lo ha tomado entre sus

manos un atractivo chico alto y casi emito un grito cuando veo cómo comienza a revisar

mis pertenecías deliberadamente.

Él se ríe, y aunque esté al otro lado de la calle, puedo estar segura de cuán varonil y

musical es su risa. Veo sus hombros sacudirse, y me pregunto qué demonios habrá

encontrado en mi bolso. Yo aprieto mi mandíbula con fuerza cuando intento atravesar la

calle y reparo en el montón de autos que pasan frente a mí a una velocidad considerable,

por lo cual emito un gruñido al mismo tiempo que observo al chico comenzar a alejarse, ¡y

con mi bolso! La espalda ancha del chico alto es lo único que veo, él viste una holgada

1Es un automóvil deportivo con carrocería descapotable.

camiseta blanca, que muestra sus anchos y proporcionados músculos, los cuales pueden

verse cómodamente en la distancia.

Entonces comienzo a seguirlo cuando tengo la oportunidad de atravesar la calle sin que

nadie me atropelle.

Él voltea un par de veces conforme yo me acerco a él, decidida a quitarle mi bolso,

agradecerle por no robarlo y largarme; mas, mi timidez es tan gigantesca que no posee

limites. Y vamos, con un chico como ese, al hablarle, estoy segura que saldría corriendo

como una gatita asustada. En síntesis, lo sigo sin saber cómo proceder, y como no tengo

algo mejor que hacer en esta mañana... ¡lo sigo hasta que sea capaz de hablarle!

Lo cierto es que soy lo más cercano a una lunática.

Cojo un periódico y finjo leerlo cuando vuelvo a notar como el atractivo chico observa

hacia mi dirección con una expresión burlona. Casi me quedo sin aliento al ver su rostro

perfecto de perfil: con rasgos varoniles, mandíbula ancha, labios carnosos, y un lunar cerca

de su mejilla que invita a ser besado..., su cabello es castaño con algunos mechones dorados

rebeldes; su andar varonil y despreocupado causa que mis rodillas tiemblen; a pesar de la

distancia que nos separa, esta persecución trae efectos desconocidos para mí: un hormigueo

incontrolable cuando sus ojos verdes como un resplandeciente jade se clavan en los míos.

Recuerdo la razón por la que huí del instituto e intento recomponerme, retirando mis

ojos de los de él. La verdad es que si me preguntas cuántos hombres hermosos y

extremadamente sexys he conocido, te respondería sonrojada que muchos, pero, ninguno

como este Dios griego que se burla de mí a carcajada suelta mientras reanuda su marcha.

Estoy a punto de armar un berrinche cuando recuerdo lo que ha acontecido con mi

bolso, así que opto por continuar siguiéndolo mientras me indico mentalmente que sólo

debo pedirle mi bolso y regresar a mi perfecta vida, donde debo aprender a ser valiente y

enfrentar a mi ex novio y ex mejor amigo.

Nunca debí huir. Aquello es la estupidez más grande que he cometido pues sabía que en

todo el instituto se burlaban de la estúpida y mojigata Ciara Aldridge que ha sido engañada

vilmente por su primer amor y mejor amigo; la misma que ha sido burlada, destrozada y

lastimada de la forma más malvada y cruel. Apenas tengo diecisiete años, sí, quizás soy

muy joven y tonta, pero todos tenemos un poco de orgullo dentro, y el diminuto que me

quedaba se vio destrozado cuando vi a Eric Sanders y a Stella Miller juntos, en el almuerzo,

besándose apasionadamente en mis narices. Dime tonta e ingenua, di todo lo que quieras,

pero, la forma en que todos se burlaron de mí en el almuerzo, el gesto de lástima que

apareció en el rostro de mi hermano Andrey y en algunos otros chicos destrozó el poco

orgullo que me quedaba.

Ciara Aldridge ha sido humillada una vez más.

Eric Sanders había sido mi mejor amigo desde que nacimos; sin embargo, hace

aproximadamente diez meses que todo entre nosotros cambió, y en un determinado tiempo

él y yo habíamos manifestado sentimientos diferentes el uno por el otro. Él supo

deslumbrarme con su enorme sonrisa y su belleza extraordinaria, acompañada sutilmente

con sus delicados modales dignos de un chico nacido en una cuna de oro, y con el mundo a

sus pies, él me escogió a mí de entre muchas. Te juro que aquello fue demasiado para mi

débil corazón, y aquellos diez meses se convirtieron en los mejores de mi vida... hasta el

verano.

En el verano caí de aquella nube, golpeándome de lleno en mi pecho, mientras

manifestaba mi primera desilusión amorosa, de la mano de quien fue mi mejor amigo

durante toda mi vida.

Soy muy joven para asegurar que no me enamoraré nunca más, pero lo cierto es que no

pretendo hacerlo en estos momentos, aunque la tentación se encuentre tan cerca. Yo sé que

tengo prioridades más relevantes, y el ballet se ha apoderado de mí completamente, y en

Brazil decidí, en circunstancias difíciles, que me dedicaría plenamente al baile, para entrar a

Julliard, aquello es lo que necesito —por ahora— para ser feliz.

Ensimismada en mis propios pensamientos mientras asecho al atractivo chico como la

psicópata y obsesiva admiradora de éste, me sobresalto al percatarme en dónde rayos me he

metido por seguir con mi tontería de perseguir a un desconocido y no pedirle mi monedero

como una chica normal.

Por alguna razón las calles están más desiertas en esta parte de la ciudad, además las

calles son más estrechas y desaliñadas; las personas visten de forma más humilde y los

pocos autos estacionados, a un lado de un restaurante de dudosa categoría, están maltrechos

y viejos. Me escondo cuando veo que el chico se ha detenido frente a un establecimiento de

comida rápida, mientras ayuda amablemente a una anciana a atravesar la calle. Antes de

que siga con su camino, sus ojos se encuentran con los míos y de un momento a otro, él me

guiña y continúa andando hasta que lo pierdo de vista.

¡¿Y ahora cómo demonios voy a regresar a mi casa?!

Mi madre se caerá de bruces cuando se entere de esto.

Doy unos cuantos pasitos tímidos hacia adelante, desconcertada por la manera en la

tierra pareció tragarse al chico sin yo darme cuenta y, antes de que tenga la oportunidad de

mirar hacia los lados y sopesar mis opciones, una mano fuerte y callosa, atrapa la mía,

causando que yo suelte un chillido de pánico y posteriormente mis pulmones se queden sin

aliento al encontrarme con una mirada profunda y caliente que ocasiona que mis piernas se

debiliten y tiemblen como gelatina.

¡Madre mía, él está tan cerca!

Oh. Dios. Mío.

Mandíbula cuadrada.

Sonrisa infantil y destellante.

Ojos jade.

Mi corazón comienza a latir velozmente mientras yo observo cómo su mano está

rodeando la mía. Su tacto es suave y varonil a la vez, y me percato de la sonrisa burlona

que aparece en sus labios hinchados y rojizos, que contrastan deliciosamente con su rostro

varonil y joven. Es más apuesto de lo que pensaba.

Y él está aquí, mirándome, a sabiendas de que yo le he estado persiguiendo por casi

todo el camino, quizás sabiendo también que soy la dueña del monedero que ha guardado

dentro de su mochila. Sin lugar a dudas a este chico, con un maldito cuerpo de infierno con

músculos por doquier a pesar de su delgadez, se está divirtiendo con este juego. Sin

embargo, son sus ojos los que ocasionan que mi corazón de un vuelco desconcertante para

mí.

La hermosura, el brillo, el sentimiento que transmite su intensa, potente y penetrante

mirada deposita una emoción desconocida en mi pecho.

—¿Se puede saber qué intentas hacer persiguiéndome desde que llegué a este lugar? —

inquiere, con un suave acento que no reconozco. Su sonrisa jamás abandona su rostro, y yo

siento el mío arder por la vergüenza—. ¿Esto es lo que acostumbran hacerle a los

extranjeros? ¿Intentas secuestrarme? Porque créeme, no voy a resistirme, cariño. —Me

guiña un ojo.

Sacudo la cabeza, alejándome de su mirada.

¡Pequeño idiota! ¡Él sabe que sólo quiero mi monedero! Aunque... su belleza atrayente

ha deslumbrado mis ojos y la curiosidad crece cada vez más. Jamás me había ocurrido algo

similar, a pesar de verme rodeada de figuras importantes y reconocidas, este chico es como

un diamante exótico que atrajo mi atención desde que puse mi mirada sobre él por primera

vez, sin contar con la electricidad que recorre mi mano en la que él ha colocado la suya

para detenerme.

—N-no... y-yo... —No tengo palabras, a pesar de que la mayor parte del tiempo que

gasté en seguirlo ensayé arduamente para cuando fuera el momento de enfrentarlo; sin

embargo, aquello de nada sirve cuando tienes a un hombre como él frente a ti.

—Eres la acosadora más deprimente que he conocido en mi vida —dice riéndose de mi

expresión desconcertada—. Me quedaría hablando contigo, pero supongo que debes

terminar bien tu trabajo y seguirme por el resto del camino. —Sonríe ampliamente, al

mismo tiempo que deja mi mano libre, y reanuda su marcha, y cuando abro la boca para

decirle algo, me percato de que ha entrado a un establecimiento moderno, con un cartel por

encima de la entrada que reza: “Lombardi GYM”.

Pero no es el cartel lo que me detiene a continuar siguiéndolo.

Es el desorden.

El ritmo de la música se adueña de casi todo el barrio donde me encuentro. Una

multitud de adolescentes están recargados en sus autos cercanos a Lombardi GYM.

Observo mis ropas con el ceño fruncido, comparando mi atuendo con el de ellos pues

está claro que no encajo en este lugar.

Chicas de piel morena —mucho más oscura que la mía—, visten cortitos shorts que

muestran sus torneadas piernas, largas y bronceadas; sus cabellos largos y rizados caen en

cascada por su espalda. Caminan de aquí para allá como dueñas del lugar y yo no encuentro

la manera de salir de aquí, ¡qué idiota! Menuda estupidez he hecho el día de hoy, todo lo

que consigo es obtener la atención de todo mundo.

¡Mierda santa!

¡Tengo que salir de aquí!

Un gigante hombre me señala con su barbilla, por lo cual yo me enderezo e intento

mirar hacia otro sitio e incluso fingir que espero a alguien; sin embargo ya todo está hecho,

yo estoy aquí, y ellos ya me han notado. Entonces advierto en que todos han dejado de

bailar, que las chicas de piernas largas me miran y sonríen de oreja a oreja, con esa sonrisa

de tiburón que tanto miedo me ha dado; algunos chicos están serios y me evalúan en

silencio, otros silban por lo bajo y otros simplemente sonríen.

¡Vamos, Ciara!

¡Corre, corre!

—Bueno, ¿qué tenemos aquí? —pregunta una chica con cejas tatuadas, cuya sonrisa

burlona no pasa desapercibida.

Creo que mi segunda humillación se avecina.

—¿Qué quieres, niña? —me interroga alguien con el mismo acento del chico de ojos

verdes. Se trata de un chico alto y fortachón, con algunos tatuajes en la parte baja de su

cuello. El joven me sonríe, y debo admitir que es apuesto, aunque no tanto como el

atractivo y juguetónn dueño de aquel cuerpo de infarto inolvidable—. Creo que estás

perdida, ¿no es así?

Aunque es amable, no puedo evitar temblar ligeramente de miedo al verme rodeada de

tantos extraños con aspectos desaliñados y la notable diversión plasmada en sus rostros.

—Eh… yo… —Balbuceo sin sentido alguno—. Yo…

¿Qué rayos puedo decirle?

En realidad yo puedo decirle la verdad: que me escapé de clases, perdí mi monedero, un

chico encantador lo consiguió, y yo no pude arrebatárselo, sino que se me ocurrió la

maravillosa idea de perseguirlo como una lunática; mas, no puedo confesar esto, se

burlarían de mí y lastimarían el poco orgullo que me queda.

Por eso miento.

—He quedado con alguien… pero al parecer… al parecer me he equivocado. —Todos

me miran por unos segundos y me incomodo porque pocas veces soy sometida a un

escrutinio como este; ellos son alrededor de quince adolescentes rebeldes y fieros,

parecidos a una manada de lobos hambrientos que olisquean a su presa antes de

mordisquearla.

Y después de un instante, todos se mofan de mí por medio de estruendosas carcajadas

que resuenan en mis oídos.

—Ella miente —grita alguien al fondo del grupo.

—¡Oh, pero por supuesto! —exclama el chico del tatuaje. Observo con el rostro

hirviendo de vergüenza al muchacho de unos veinte años, fortachón, de piel morena y

cabello rizado. Sus ojos color marrón alegres se entrecierran un poco y añade—: es

realmente obvio que no eres de aquí, chica. ¿De donde has venido? ¿Estas interesada a

entrar al GYM? Aunque yo juraría que te entrenas muy bien… —Me mira de pies a cabeza

y sonríe, cruzándose de brazos mientras continúa analizándome.

—Me he perdido —explico con un hilo de voz.

El moreno muchacho alza sus cejas antes de responder:

—¿Cómo es posible? —La desconfianza plasmada en sus palabras causa que mi

corazón se acelere. El chico se acerca sigilosamente hasta mí, y con un tono de voz muchos

más bajo, dice—: mira, yo sé quién eres, y créeme que de verdad es absurdo que estés en

un sitio como éste. —Sacude la cabeza, está desconcertado—. ¡Te has metido en la boca

del lobo! ¡Alguien puede reconocerte e intentar secuestrarte!

¡Madre mía!

Miro a los desconocidos que están muy interesados en la plática que el muchacho

moreno y yo intercambiamos. Algunas chicas me miran y ríen, dando a entender que mi

aspecto es lo más gracioso que han visto en su vida.

Frunzo el ceño, lo cierto es que debería irme, ¡pero necesito mi dinero y mi móvil!

—¡Es la hora Gioele! —exclama alguien desde el interior del GYM—. ¡Lombardi ya

está preparado para patear tu maldito trasero!

Gioele me observa con preocupación plasmada en sus marrones ojos. Después de unos

segundos, perdido en sus pensamientos, suspira y toma mi mano, halándome al interior del

establecimiento mientras susurra cerca de mi oído:

—¿Cómo es que te llamas? No logro recordarlo.

—Ci… —Me quedo sin aliento al ver el interior del lugar al que me han metido en

contra de mi voluntad.

—Bien, Cici —me dice burlescamente, colocando sus enormes brazos sobre mis

hombros—, es mi deber decirte que si apareces sola en este lugar estás realmente jodida, así

que mi deber también es protegerte, ¡pero tienes que hacer lo que yo te diga! —habla como

si le explicara algo a una niña de tres años—, es peligroso, y no es agradable que te

encuentren temblando de miedo, pues pensarán que cargas millones de dólares encima, ¡y

ambos sabemos que tu familia es tan rica que transpira billetes verdes!

Me muerdo el labio mientras asiento con la cabeza.

Lombardi GYM es un lugar tan gigante y modesto a la vez que me deja paralizada. El

aspecto desaliñado que puede admirarse desde afuera no es para nada parecido al interior.

Mis ojos revolotean por todo el sitio, también estudiando a las pocas personas que han

reparado en mi presencia.

Ya no hay forma de huir, a mi lado se encuentra Gioele, sin soltar mi mano y cerca de

él está una chica pequeña, de cabello corto y rojizo, sus ojos son de un suave color gris;

primeramente me parece una chica tierna, pero al ver su mueca de fastidio en su rostro dejo

de observarla. Evidentemente no soy de su agrado.

A mi izquierda hay una serie de máquinas típicas de un gimnasio, y aunque el lugar no

se encuentra atestado de personas, puedo percibir los diferentes murmullos de voces que me

hacen retroceder y preguntarme si alguien a parte de Gioele me ha reconocido.

Mi padre es uno de los hombres más influyentes de Detroit, dueño de una cadena

hotelera reconocida mundialmente, una constructora, y también dueño y fundador de una de

las empresas automotrices más destacadas del país. Y, por supuesto, el resto de la familia es

tan reconocida como él, mi hermano Andrey algún día se hará cargo de la presidencia de la

empresa, mi madre es una respetada dama de la sociedad y yo aspiro convertirme en una de

las bailarinas más relevantes de Julliard.

—¡Oye! —Chillo en cuanto noto cómo Gioele comienza a marcharse de mi lado—. ¿A

dónde vas? ¡No puedes dejarme aquí! —Él sólo sonríe y me hala de la mano hasta que me

sitúa frente a un enorme ring de boxeo, el cual causa que mis extrañas se retuerzan, al

verme rodeada de un gran número de hombres sudorosos, musculosos, ¡y que me están

mirando de pies a cabeza! Santo Dios, líbrame de esta pesadilla, te lo ruego.

—Estate quieta, joder, estos tipos no saben nada de ti, sólo quédate dónde estás y

cuando gane esta mierda te llevaré a tu casa. —Me hizo saber Gioele, gesticulando

graciosamente. Él señala el ring con su pulgar mientras se encoge de hombros—. Ahora

tengo que irme, o seré un cobarde por el resto de mi vida, ¡y no te muevas de aquí, Cici!

Y se marcha. Se saca su camiseta negra hasta que su pecho queda completamente

desnudo frente a mí, ¡mierda! Gioele tiene un cuerpo de infarto, pero igualmente me

encuentro suspirando al recordar los pectorales de otro chico.

Suspirando por la mirada que me ha brindado y la intensidad que me ha transmitido a

pesar de que es la primera vez que nos vimos.

El ambiente se vuelve más denso a mi alrededor cuando Gioele sube al ring al mismo

tiempo que otro chico de un metro ochenta se sitúa frente a él, y al mismo tiempo que mis

ojos se posan en ese rostro, tengo la certeza de que este día jamás podré olvidarlo, porque

una cosa es mirarlo a los ojos, sentir diferentes emociones que se supone no debo

manifestar por un desconocido; sin embargo verlo en un ring de boxeo, sin camisa y con

una actitud altanera, desafiante y engreída, es algo completamente distinto. Él es la mezcla

intensa de lo que debo evitar para cumplir mis metas. Y aunque sé que debo mantenerlo lo

más lejos que pueda, correr y huir de él cuánto antes, sus ojos verdes, su sonrisa

maravillosa y la perfección física que posee, me atraen y me cautivan con cada mirada que

le dedico.

Ambos flexionan sus brazos a los lados, y cierran sus manos en puños. Gioele comienza

a saltar mientras observa con detenimiento a su oponente, quien no deja su actitud petulante

en ningún momento. El chico de ojos verdes proporciona el primer golpe, y al instante

ambos hombres entran en una calurosa pelea que me deja sin aliento. Ambos gruñen,

golpean, gimen y en ocasiones se ríen, mofándose del otro como dos hermanos que están

jugando algo de lo más divertido; yo estoy aterrorizada y temblorosa, pero igualmente no

aparto la vista, pues toda mi atención se centra principalmente en solo una persona.

Es como si los demás no existieran.

¡Carajo, tienes que largarte de aquí!

Pero no puedo, mis piernas no me lo permiten, mis ojos no se mueven de su agraciado

rostro.

En este momento me pregunto si alguna vez estuve enamorada de Eric Sanders, dudo

en todos los sentimientos acumulados en mi pecho, los cuales ya son inexistentes. El dolor

permanece, pero, ¿cómo sabes con certeza si estuviste enamorada de verdad alguna vez?

Entonces él me mira, cuando la pelea ha terminado y se declara ganador. Sus ojos

verdes se funden en los míos y descubro que, aunque este chico apuesto quizás no se fije

jamás en mí, yo lo encuentro atrayente y atractivo como la mayoría de las chicas presentes

en este lugar que gritan por él enloquecidas, y siento que es una atracción potente que

puede arruinar mis planes, e igualmente a una parte de mí le da igual, cuando en realidad,

con Eric jamás pensaba de esa manera.

Sin duda alguna, aunque Eric haya roto mi corazón alguna vez, y aunque yo no quiera

sufrir una desilusión nuevamente, no puedo evitar sentirme atraída instantáneamente por

una persona, la misma que me trae respuestas con sólo mirarme a los ojos.

Ya no quiero a Eric.

Porque ya no tengo ojos que sólo para él, aquello quedó en el pasado, muerto y

enterrado. Este es el presente, el que revela, el que nos enseña, el que nos trae sorpresas, y

la sorpresa de este día fue esta, conocer a un chico que nunca podré tener, porque soy lo

suficientemente complicada como para mantenerlo cerca.

Pensar en lo que podría ocurrirme si alguien se entera de que he escapado del instituto,

me hace reaccionar; apartando mi atención de Gioele y compañía; mi mirada divaga hacia

otro de los extremos de Lombardi GYM, donde un grupo de adolescentes se divierten y ríen

entre ellos, recordándome mis días felices donde era una chica con amigos.

Cuando intento alejarme de la multitud para esperar a Gioele en un lugar más apartado

y tranquilo, una mano súbitamente toma la mía, impidiendo que me aleje del ring.

Descubro que se trata de Gioele, quien permanece a mi lado con una mueca de fastidio en

su agraciado rostro, y aunque no está exageradamente herido, parte de su mejilla se

encuentra dolorosamente hinchada y roja. Aparto la mirada de aquello pues ha causado que

me estremezca.

Una voz suavemente musical, amable y varonil se hace escuchar a mi espalda,

ocasionando que me sobresalte al percibir su tórrido aliento cerca de mi oído.

—Veo que satisfactoriamente has terminado de acosarme, ¿quieres tu monedero o

prefieres seguirme hasta mi casa? —inquiere observándome, su cabeza inclinada a un

lado—. Pudiste haberla pedido, admito que me resultas interesante. —Ríe y se dirige a

Gioele—. ¿Puedes creerlo, primo? Llego a este país después de tanto tiempo, consigo un

monedero con unos cuantos billetes verdes, cartas de amor, y luego la preciosa dueña me

persigue, ¡en la madre! ¡Soy un jodido afortunado!

Sus palabras suenan lejanas, y aunque siento su mirada en mí, mis ojos divagan por

todo su corpulento aspecto. Cerca de su tórax se puede admirar un misterioso tatuaje que

consta de una rosa negra, y debajo, en la parte del tallo de la misma, se hallan numerosas

espinas que están ensangrentadas, según puedo ver, mientras escudriño su cuerpo sin

ningún tipo de cautela. Me sonrojo al descubrir que no sólo el tatuaje me ha desconcertado,

sino también él dueño… él es tan hermoso que duele.

Gioele se ríe de mi expresión avergonzada cuando ambos me pillan observando el

aspecto de su primo. Luego, analizo arduamente lo que el chico excepcionalmente hermoso

acaba de decir y me intranquilizo.

—Tú… ¿Leíste mis cartas? —chillo, mi rostro enrojeciendo por la vergüenza.

—Sí, y deberías decirle al idiota que las escribió que mejore su ortografía y redacción,

¡porque esa carta es una mierda! —exclama negando con la cabeza, mientras comienza a

registrar en uno de sus bolsillos hasta que extrae un pequeño papel, cuya firma reza: “E.S”.

Yo, consternada, contengo el aliento cuando Gioele y su primo dan comienzo a una lectura

en voz alta de la carta de “amor” mientras se burlan abiertamente de mí y de alguien que ni

siquiera conocen.

—¡Juro por Dios que voy a vomitar! —gruñe Gioele, quien rápidamente se marcha

corriendo, simulando que va al baño cuando en realidad va a encontrarse con dos chicas

morenas que han estado sonriendo sólo para él desde que bajó del ring con su actitud

extrovertida y encantadora.

Todo ocurre extremadamente rápido a partir de ese momento. Lombardi GYM es un

absoluto desastre, lo único que deduzco es que he llegado a una fiesta sin ser invitada,

puesto que cerca de nosotros distintos chicos han empezado a bailar al ritmo de una canción

de Usher; cuando estoy desconcertada porque no sé qué demonios celebran, recuerdo que el

chico de ojos verdes ha llegado de otro país, y supongo que ésta es su fiesta de bienvenida.

La gente baila, hay peleas en el ring con sus respectivas apuestas y, al otro lado de mi

ubicación, algunas personas juegan futbol y al mismo tiempo que me percato de esto,

escucho un grito lejano:

—¡Oye! —exclama alguien, y yo no sé a quién pertenece la voz, pero igualmente no

volteo a averiguarlo—. ¡Cuidado con la pelot…!

Un fuerte golpe se impacta en mi cien y veo el mundo desmoronarse. Lo único que mis

ojos pueden ver es un borroso rostro, por eso pestañeo, tratando así de enfocar mi vista.

Sólo soy consciente de un «mierda» que alguien masculla mientras yo tomo mi cabeza con

mis manos pues un pitido malditamente molesto ha aparecido en mis oídos.

No reconozco las voces o la voz que me habla. Estoy mareada, desorientada, confusa.

—¿Te encuentras bien? —pregunta una masculina voz a mi lado, a la vez que suelta un

gruñido.

Es él.

—S-solo… —comienzo a balbucear, ¡maldita sea!, no soy buena hablando, nunca lo he

sido en realidad, y no ayuda tampoco la cercanía de este chico apuesto que al parecer logra

controlar mis emociones—. Creo que ya es hora de marcharme.

—¿Cómo te irás?

—Saliendo por la puerta.

Ríe y el sonido retumba en mi cabeza.

—Oye, eres realmente brusca. —Coloca su mano en su pecho, fingiendo estar ofendido,

su sonrisa burlona aún en sus labios—. Supongo que las apariencias engañan.

Me aparto de él inmediatamente.

Un dolor se instala en mi pecho al oír aquella frase con el sonido de su voz. Recuerdos

humillantes aparecen en mi cabeza, causando que me sienta mareada por el dolor del

impacto de la pelota de futbol contra mi cien, y el peso de aquellas palabras que rompieron

mi corazón en un verano soleado en Sao Conrado, Brasil.

Entonces una parte de mí se estremece. Mientras proceso lo que este chico frente a mí

ha dicho: «Supongo que las apariencias engañan», su voz toma un tono más acusatorio y

se trasforma en uno más fuerte en mi mente, convirtiéndose en otra voz, la misma que había

escuchado desde mi infancia: «No eres lo que yo creí, ¡no lo eres! con tu actitud de niña

buena me has engañado, ¡todo fue una actuación barata de tu parte!».

Percibo mi corazón se arrugarse y mi garganta se cerrarse. Y me siento estúpida, pues

ahora que ya sé que no quiero a Eric como a un novio, el amor de amigos persiste instalado

en mi pecho, sin dignarse en marcharse, sin molestarse en desaparecer.

Unos fuertes y reconfortantes brazos rodean mi cintura, y en consecuencia, un

estremecimiento inunda mi cuerpo cuando estoy segura de quién me está tocando, cuando

reparo en la manera preocupada en la que sus ojos buscan los míos.

Sé que él está hablando, que intenta saber si me encuentro bien, pero no logro

escucharlo, sólo soy capaz de deleitarme con el lento y suave movimiento de sus labios

hinchados y apetecibles.

¡Detente, Ciara!

Me obligo a enfocar mi atención en lo que dice:

—Ciara... ¿estás bien? —me pregunta él, atropelladamente—, ¿estás mareada? ¿Busco

a un médico?

Niego con la cabeza; no obstante, no sé muy bien a cuál de las preguntas estoy

respondiendo… tal vez a todas.

Lo único que sé es que él se ha percatado de mi repentina tristeza, lo veo en sus ojos,

veo que lo ha notado, veo que se está preguntando internamente qué es lo que ha dicho para

que yo adapte una expresión mortificada y nostálgica.

Cuando estoy preparada para hablar, una voz que conozco muy bien se hace escuchar

en medio del bullicio de la multitud:

—¿Me puedes explicar qué mierda haces tú aquí? —pregunta mi hermano mayor,

Andrey; sus ojos azules como un zafiro destilan preocupación acompañado de la rabia—.

¡Demonios! ¿Te has vuelto loca? ¡Estás lejos de casa, estás donde puede ocurrirte algo

peligroso! ¡Muy peligroso! —Mi hermano me coge del brazo y me aleja del chico de ojos

jade. El paso de Andrey es terriblemente apresurado y a pesar de mi lentitud él no se

detiene ni un instante—. ¡He estado preocupado por ti durante todo este tiempo!

Mientras salimos de Lombardi GYM, pregunto:

—¿Cómo me encontraste? —hablo, sin aliento.

—¡Trenton! —chilla una chica de cabello rojizo, y yo no puedo evitar pensar: «Oh, el

dueño de tan bello rostro se llama Trenton, interesante». Ella sigue chillando cuando

descubre que Trenton me está persiguiendo conforme nos mira a mi hermano y a mí, con el

ceño fruncido.

—¡Oye! ¿Qué haces? —pregunta Trenton acercándose conforme deja a un lado a la

pequeña adolescente de ojos grises—. ¿Por qué te la llevas así? —Frunce el ceño a Andrey,

cuando se encuentra frente a nosotros.

—¿Quién eres? —le pregunta Andrey con su ceño fruncido.

—¿Quién eres tú? —inquiere Trenton de vuelta, con su actitud desafiante.

Al ambiente se convierte en tensión pura y palpable.

Detrás de Trenton aparece Gioele, el cual noto muy incómodo por la situación; acto

seguido, Andrey cuidadosamente me coloca detrás de él de una forma protectora y, unos

segundos después en los que nos sucumbimos en un profundo silencio, el motor del auto

cercano a nosotros gruñe impacientemente, y yo ignorando el espectáculo que está por

presentarse frente a mis ojos, le pregunto a Andrey:

—¿Quién está dentro del auto?

—Suzanne.

Intento no gruñir.

Suzanne Sanders es la hermana gemela de Eric y anteriormente ambas habíamos sido

amigas, aunque ella la mayoría de las veces terminaba ignorándome; no obstante, desde mi

ruptura con su hermano, ella me odia completamente, sin una razón aparente, porque

después de todo, la única que salió sufriendo soy yo y no su egoísta y mezquino hermano.

No sé exactamente cuál es mi expresión al recibir semejante respuesta, pues Andrey me

mira dubitativo por unos minutos, luego se encoge de hombros para después escudriñar con

la mirada a Trenton y Gioele que permanecen frente a nosotros.

—¿Los conoces? —Su voz es baja, para que el resto no escuche—. Aunque no entiendo

cómo sería eso posible. ¿Cómo demonios has llegado aquí? Gracias al cielo que papá ha

colocado el rastreador GPS en tu collar. —Señala mi collar con un dije en forma de estrella.

Debí haberlo supuesto.

Sólo me encojo de hombros en respuesta, conforme de soslayo veo la mandíbula tensa

de Trenton, quien al parecer no ha escuchado la plática con mi hermano.

—¿Es tu novio? —me pregunta Trenton con el ceño fruncido.

Algo en la forma en que elabora aquella pregunta me confunde.

—Él es mi hermano Andrey —respondo en voz baja y monótona—. Ha venido a

buscarme.

Trenton nos mira a los dos, comparándonos el uno con el otro, tratando así de encontrar

algún parecido físico, aunque por supuesto no encontrará nada, pues mi hermano y yo no

nos asemejamos en lo absoluto. Andrey es alto, sus ojos son de un hermoso tono azul

zafiro, su piel es más clara que la mía, casi traslúcida, su cabello es negro como el

azabache, además de medir casi un metro ochenta y dos de estatura, con un cuerpo fornido

pero esbelto. Y yo, soy todo lo contrario, mido aproximadamente un metro sesenta, mis

ojos son completamente negros, mi cabello es achocolatado con algunos mechones

dorados, soy delgada, quizás demasiado para mi gusto, y no soy tan bonita, aunque muchos

me aseguren lo contrario; sin embargo, si alguien compara el carácter de Andrey y el mío,

sin duda alguna encontraría unas cuantas similitudes, aunque difícilmente sean muchas.

—Como sea, ¿por qué les explicas? —Andrey está completamente enfurecido y

celoso—. ¿Si querías largarte del instituto por qué no me avisaste? ¡Me has matado del

susto! ¡Tenemos que hablar y lo sabes muy bien, sólo debes confiar en mí y explicarme qué

te ha ocurrido para irte de esa forma en el almuerzo! ¡Porque yo sé que hay algo más que

no me has dicho!

En mi mente se reproduce nuevamente aquella escena a la hora del almuerzo, sin duda

todo es confuso para mi hermano pues al momento en el que comencé a buscarlo con la

mirada en la multitud de estudiantes, sentí varios ojos fijos en mí y cuando descubrí la

razón, me sentí idiota y perdida. Stella Miller siempre ha sido el motivo de mis

humillaciones públicas, pero estar allí besuqueándose con mi ex y que todos se burlaran de

mí conforme murmuraban: «Tú te lo has buscado, zorra» sin que mi hermano escuchara

aquel insulto absurdo mientras presenciaba la escena con confusión, me desarmó, y corrí al

mismo tiempo que escuché a mi hermano gritarle a Eric: « ¡¿Qué es lo que pasa contigo?!»

para luego correr en mi busca cuando ya era demasiado tarde.

Sin embargo lo que ha dicho Andrey es cierto, por eso comienzo a sentirme mal por él,

pero, ¿qué otra cosa podría haber hecho? Eric estaba ahí, con él, yo no pude llegar

simplemente a su mesa y decirle: «Oye hermano, me largo porque Eric está aquí y lo

detesto porque me engañó con una zorra, ¡y todos me tratan como la traidora! ¿Sabes? Así

que nos vemos en casa».

No, no, no. ¡Por supuesto que no!

Todo lo que ha ocurrido con Eric, también mejor amigo de mi hermano, ha quedado en

el pasado, por eso decidí desde el principio no dar a conocer los motivos de nuestra ruptura,

pues sé que la mejor forma de olvidarlo es no hablar de aquello todo el tiempo. Sin duda mi

hermano sabe que ha ocurrido algo, él se ha percatado de que la amistad entre Eric y yo es

nula, aunque hoy fue la primera vez que lo vi después del fatídico verano.

—Lo siento, en serio.

—¿Tú, pequeña sinvergüenza, te has pirado del instituto? —exclama consternado

Gioele—. ¿Es que te has convertido en la nueva Miley Cyrus? ¿Ahora las chicas buenas se

transforman en malas? ¡Esto es tan caliente!

Trenton y Andrey lo fulminan con la mirada.

—Ciara, entra al maldito coche ahora mismo —anuncia Andrey, ya que Suzanne no ha

dejado de tocar la bocina de su ostentoso automóvil—. Si quieres despídete de tus amigos,

te espero dentro, ¡pero no tardes!

Pongo los ojos en blanco y asiento con la cabeza. Andrey entra al auto con su mirada

penetrante fija en la mía, como si estuviera tratando de advertirme algo.

—Bueno, creo que esto es una despedida —dice Trenton acercándose lentamente a mí.

Yo asiento tímidamente, y no puedo dejar de preguntarme si será cierto lo que dice. ¿Es una

despedida? ¿No lo es? Lo cierto es que continúa sin camisa, como si no le importara que

muchas chicas cercanas estuviesen locas por él y sus ardientes bíceps y pectorales.

Él continúa hablando:

—¿Te incomoda? —Mira sus músculos con la misma sonrisa engreída pero hermosa.

Yo me remuevo incómoda y él se ríe—. Porque lo cierto es que a ellas no. —Señala a las

chicas que no lo quitan la mirada de encima.

Sacudo la cabeza por su actitud, aunque una tímida sonrisa aparece en mis labios, por lo

cual él vuelve a reírse.

—Bueno, supongo que no eres chica de muchas palabras —menciona sin retirar su

mirada de mis ojos, jamás había estado tan hipnotizada como lo estoy ahora, por Dios, él

debe tener algún tipo de poder sobre las chicas, porque es ardiente, atractivo y sus ojos son

como el cielo, el paraíso, el edén, la gloria. Tras un diminuto de silencio, Trenton dice—:

eres un enigma, Ciara Aldridge. Un enigma que anhelo resolver.

Quiero manifestarle que pienso lo mismo sobre él; sin embargo, no es correcto. Poseo

una potente corazonada, la cual me dice a gritos, en lamentos bajos, en siseos, que

conocerlo aún más, saber lo que piensa, saber lo que le gusta…, causaría una fuerte colisión

en mi pecho, un torrente de emociones indebidas ya se están manifestando desde que lo

vislumbré por primera vez, conocer su interior sería un pecado, un error, un ataque terminal

para mi indigente corazón que no tiene la culpa de la existencia de una persona como

Trenton, destinado a cautivar a quien se atraviese en su camino.

—No lo creo —respondo a su comentario, sabiendo que es verdad, yo no soy un

enigma, ni soy interesante, sólo soy la chica más común y corriente que existe en este lugar;

pero, él no lo ve, no lo sabe, al menos no aún.

Gioele se une a nosotros y pasa un brazo por encima del hombro de su primo de forma

juguetona.

—Si quieres fiesta, cerveza y una juventud alocada, no dudes en buscarme, porque no

me vayas a negar que te ha encantado este lugar, aunque no tanto como los jodidos

músculos de mi primo, por su puesto. —Gioele me guiña un ojo, mientras yo río y me

ruborizo.

Me encamino al auto antes de despedirme, pues la muy insoportable de Suzanne no ha

dejado de tocar la bocina. Miro a Trenton y a Gioele despidiéndome con un gesto, y al

mismo tiempo no puedo evitar sentir añoranza y una tristeza absurda cuando me subo

finalmente.

Mientras la rubia coloca el auto en marcha, ambos chicos me sonríen, especialmente

Gioele que tiene una sonrisa extremadamente grande. Miro fijamente a Trenton y un

sentimiento, actualmente desconocido, se instala en mi pecho cuando descubro que su

imagen ha quedado tatuada en mi memoria, sobre todo, la manera en que Trenton me ha

mirado por última vez: sus hermosos ojos resplandecientes con una luz hermosa que no he

visto en nadie más.

Me pregunto si los volveré a ver. Supongo que no, ya que es completamente imposible;

mi madre va a castigarme por mi escapada, además, ella jamás me permitiría que

frecuentara un lugar humilde como éste, aunque el lugar que conocí hoy es extraordinario y

las personas dentro también lo son, aunque he sentido cosas inexplicables por un chico, mi

madre Miriam de Aldridge y mi padre Albert Aldridge, ni en un millón de años, permitirían

que yo me acerque a jóvenes como Gioele o... como Trenton…

La imagen de Trenton reaparece en mi mente al instante en el que pienso en su nombre.

¡Oh no, Ciara!

¡Por supuesto que no lo vas a volver a ver!

No puedo frecuentarlos, porque tarde o temprano me harán daño, eso es lo que hacen

los chicos, los amigos, y yo me encariño con las personas muy fácilmente, y todo el tiempo,

la única que se ve lastimada y herida, soy yo.

Soy una perdedora después de todo.

Percibo la tensión que hay entre Suzanne y yo desde el momento en que me mira, sus

ojos miel son tan acusatorios que me confunden. Ella es más hermosa de lo que recordaba,

con su cabello rubio cayendo en rulos por su espalda, su cuerpo perfecto y esbelto digno de

una supermodelo de la revista Vogue, y un rostro inmaculado, liso, sin ningún tipo de

imperfección.

Es una belleza desbastadora de autoestimas.

—Genial, ahora que ya rescatamos a tu adorada hermana, ¿podemos, por favor ir a

nuestra cita? ¡Ah no, no podemos ir porque nos la perdimos! —exclama Suzanne desde el

asiento del conductor con su atención puesta en el camino, pero su mirada desdeñosa

claramente dirigida a mí—. Bueno, supongo que debo ir a casa a prepararme ya que tú

madre nos ha invitado a cenar porque no nos hemos visto desde… ¿desde cuándo Ciara?

—me pregunta ella, recalcando mi nombre con cierta repugnancia.

Trago saliva.

—Desde que regresamos de Río —responde Andrey por mí, por la manera en que

contestó, sé que ha reparado en el tono irónico que ha utilizado la rubia conmigo.

—¿Una cena? Yo me siento un poco… enferma —digo, la verdad es que aquella idea

me enferma y mucho.

Frunzo el ceño, mi mirada fija en la ventana, sin prestar atención a algo en particular.

¿Cómo voy a cenar en la misma mesa que Eric y su hermana?

¡Sería un manojo de incomodidad!

«Tienes que hacerlo, Ciara —me dicta mi consciencia—. Debes aprender a estar cerca

de él sin que esto te dañe, no puedes huir. Si no le importas ni un poco a él, deberías

intentar que aquello sea recíproco. ¡Él es un idiota, y tú debes ser valiente!»

—¿Qué te sientes mal? —interroga Suzanne sarcásticamente—. ¿Por eso te escapaste

de clases y te fuiste con dos delincuentes? ¡De ninguna manera!

—Vamos, Suzanne, te estás pasando —le reprende Andrey, ceñudo—. No creo que

sean delincuentes a pesar del lugar en donde habitan. Y ella no se escapó, detén esto, no la

trates como si fuera una zorra, porque no lo es, ¡y no voy a permitir que continúes con esta

actitud absurda y estúpida!

Yo no digo nada, quizás ese ha sido mi error todo este tiempo, no decir nada.

—¡Es qué mírala, Andrey! —exclama, deteniendo el auto abruptamente—. ¡Tu madre

debería enviarla a un internado o algo así! ¡Es un desastre!

—¡No lo es! Y creo que eso no es asunto tuyo —contesta Andrey, mordaz.

Viendo las miradas fulminantes que me ofrece Suzanne por el retrovisor sé que ella está

en mi contra y no me extraña. Yo sé que ella está tratando que Andrey me dé la espalda en

esto, no me sorprendería si ella se atreve a decirle un sartal de mentiras con tal de lograrlo.

—¿No es asunto mío? —Repite Suzanne—. Eric es mi hermano, y todo lo que él haga

es asunto mío.

—¿Y qué? ¿Qué tiene que ver Eric con esto? —Andrey se quita el cinturón de

seguridad y coge sus cosas, abre su puerta y luego la mía—. Vamos Ciara, llamaré a

Flavius para que venga por nosotros —dice con expresión seria y ceñuda mientras yo me

bajo obedientemente, sintiéndome muchísimo más ligera.

Suzanne no dice nada, y al tiempo que cierro la puerta de su auto ella arranca el motor

con fiereza y se marcha.

—Tú y yo debemos hablar, y pronto —advierte Andrey y sé que estoy en problemas.

Flavius, el chofer, nos recoge al cabo de unos diez minutos. El camino a casa es

incómodo pues hay un rotundo silencio donde la tensión es casi palpable y las miradas

furtivas que Andrey me dedica no son muy cómodas para mí.

En cuanto estamos en casa, nos percatamos de la ausencia de nuestros padres, por lo

cual yo subo a mi habitación, lanzándome en mi cama y soltando un largo suspiro por todo

lo que ha ocurrido en mi día, que para mi sorpresa, no ha sido tan malo, al menos no

cuando conocí Trenton.

Trenton…

Su nombre causa un revoloteo en mi estómago.

***

Entre sueños Ed Sheeran me canta suavemente y su voz es el susurro de un ángel que

ha caído del cielo solamente para endulzar mi vida. Desgraciadamente despierto y ya no lo

escucho más, pero siempre se tiene un reproductor de música para seguir deleitándose con

una voz tan dulce y suave voz como la de él.

So kiss me like you wanna be loved2…

Un carraspeo se hace escuchar y yo salto del susto al reparar en la presencia de mi

madre en mi habitación.

¿Ha estado aquí desde hace cuánto tiempo?

Su comportamiento en ocasiones es tan escalofriante…

—Ya era hora de que la señorita se dignara a despertar —dice mi madre con sus ojos de

un azul gélido fijos en los míos—. Tienes media hora exactamente para estar lista, ni un

minuto más, la puntualidad es relevante.

¿Lista para qué?

Oh. La cena.

—Yo eh… yo… —balbuceo, buscando una excusa.

—Tú nada —me reprende, echando su cabello negro hacia atrás—. Y luego de la cena

tú y yo hablaremos muy seriamente.

Sale de mi habitación sin añadir nada más. Cierra de un portazo la puerta, y yo me

quedo estupefacta pues también tengo una conversación pendiente con Andrey, ¿y qué les

voy a decir? ¿La verdad? ¿No diré nada? ¿Escapo y no me presento a la cena? ¿Me rindo y

enfrento a Eric?

Tengo que ser valiente, ¿no?

¡Sí!

2 Así que bésame como si quisieras ser amada.

Me voy a rendir, eso es lo que hace falta. No importa lo que Eric piense de mí, me

presentaré en esa cena, no me importa, no importa cómo me trate, ni que diga, ni siquiera

me importa si lloro o me río esta noche, ¡ya! ¡Se acabó! Que pase lo que tenga que pasar.

Fin.

Camino al baño, dispuesta a darme una ducha, luego decido buscar la ropa que voy a

colocarme esta noche. Mi closet es sencillo, lo más predominante en él son vestidos de

colores pálidos, como rosa, azul cielo, verde mar, blanco, gris e incluso amarillo. No es de

sorprender que odie con todas mis fuerzas el color amarillo, pues el color ni siquiera

combina conmigo, soy de las que prefiere el violeta o el azul... o el verde jade…, detengo

mis pensamientos ya que Trenton vuelve a aparecer en mi mente y opto por sacudir la

cabeza y olvidarlo.

Escojo un vestido azul cielo y unas sandalias sencillas.

En un momento dado, cuando ya me he bañado y estoy arreglando mi cabello ya secado

en una coleta, alguien toca la puerta de mi baño.

—Ciara, ¿estás… estás aquí?

Me congelo, cerrando los ojos por un momento, mientras la incredulidad se ha

adueñado de mi sistema.

¿Qué es lo que quiere?

¿Decirme zorra sin ninguna razón? ¿Pedir disculpas? ¿Ser mi amigo de nuevo? No lo

creo.

—Eric —musito sin aliento y con reconocimiento.

¿Puede existir una persona tan descarada en el mundo? Es inverosímil cómo el universo

está repleto de personas crueles, calculadoras y egoístas que no piensan en el daño que

pueden ocasionar a otros con sus acciones, y luego tengan la desfachatez de mirarte a los

ojos como si no fuera ocurrido nada.

¿Te has enfrentado a una situación semejante a la mía? ¿Tu mejor amigo te ha

conquistado, logra que se conviertan ambos en algo más y, después de unos meses, te echa

como basura de su vida? ¿Y luego entra a tu habitación como si fuera una visita muy

agradable? ¡Definitivamente Eric Sanders es un imbécil descarado!

Cuando abro la puerta lo único que veo es su espalda. Eric está observando un cuadro

que está colgado cerca de mi cama. Su atención está plenamente centrada en la perfecta y

delgada figura de una bailarina con un tutú blanquecino. Eric no ha se ha percatado de mi

escrutinio, pues abrí la puerta sigilosamente; sin embargo, si él pudiera escuchar los latidos

de mi corazón en este momento, se enteraría de mi cercanía, porque estoy demasiado

nerviosa y éste late vertiginosamente.

Me encuentro irritada, con innumerables interrogantes que espero sean respondidas por

él, entonces carraspeo intencionalmente para que me explique de inmediato qué demonios

está haciendo aquí y por qué ha entrado sin mi maldito permiso.

¿Cómo se atreve? ¿Es que ha olvidado que me odia?

Sus ojos miel, están fijos en los míos; ciertamente son muy lindos, él tiene una mirada

amable e incluso noble, y ahora mismo, extrañamente, me hayo comparándola con la

mirada salvaje, hermosa y resplandeciente de Trenton.

Realmente sus ojos miel no me producen lo mismo que los verdes de aquel chico alto,

atractivo y espontáneo.

Frunzo el ceño cuando no veo absolutamente nada extraño en la mirada de Eric. Él sólo

está aquí, mirándome a los ojos sin mostrar un sentimiento de odio reflejado en su mirada,

y a pesar de que su agraciado rostro está sombrío, y sus labios presionados en una línea

dura, no aparenta estar molesto conmigo… no me desprecia, ¿de verdad estará arrepentido?

En mi mente se reproduce el eco de sus palabras en Sao Conrado; pero dejo todo esto a

un lado, es humillante y doloroso recordarlas.

Lo miro cohibida.

—Q-qué… ¿Qué haces aquí? —pregunto tartamudeando al principio, carraspeo

nuevamente—. ¿Quién te ha permitido entrar?

Eric suspira profundamente antes de comenzar a hablar:

—Mis padres y los tuyos se encuentran en el despacho. —Se encoge de hombros—, y

nuestros hermanos paseando por el jardín… así que...

—Ajá. —Intento no estar nerviosa y me remuevo incómoda en mi propia habitación—.

¿Y? —Jadeo.

Odio esto. Odio toda mi mierda. Odio no poder sonar intimidante, ¡y es que hasta doy

risa! La diferencia es que Eric no se ríe, esta vez no se burla de mí.

—¿Quería verte? —No suena muy convencido con su respuesta.

¡Maldita sea, sal de aquí!

El silencio que se instala entre nosotros me indica que efectivamente Eric no sabe qué

rayos está haciendo en mi habitación. Se ve incómodo e incluso busca mi mirada con la

suya; sin embargo, yo no quiero mirarlo. Ya no.

Tal vez sea mejor dar por terminado este incómodo encuentro. Con él aquí, frente a mí

y a solas, me siento hostigada, irritada, cansada.

Y joder, todo empeora cuando él pronuncia:

—Ciara tú... ¿Me extrañas?

Mi corazón se paraliza, y creo que mi boca se abre simultáneamente al escuchar

aquellas palabras tan estúpidas saliendo de sus finos labios. Su voz suena como la de un

niño que se lamenta, con un tono triste, vacío, mostrando añoranza contenida.

Y todo se transforma en algo tan confuso...

¿Qué si lo extraño? ¿Por qué rayos me pregunta eso? ¿Qué está intentando hacer?

Todas estas preguntas se arremolinan en mi mente y sinceramente no sé cómo es

posible que con sólo una pregunta como esa cause una furia tan monumental que siento mis

extrañas a punto de explotar.

El problema es que sí, en realidad lo extraño, lo echo de menos, fue mi amigo y alguien

muy importante para mí, pero me rompió el corazón y yo no puedo olvidarme tan

fácilmente de aquello.

Mis manos sudan, y yo sé que soy incapaz de responderle porque quiero mantener

intacto el poco orgullo que todavía me queda. Eric me sigue mirando con fijeza, esperando

una respuesta de mi parte, pero no, no la encontrará porque yo no voy a dársela.

—¿Piensas responderme? —exige, impacientemente.

Yo, incapaz de pronunciar palabra alguna, niego severamente con la cabeza,

preguntándome una y otra vez si la actitud de Eric se debe a su antinatural arrogancia o

simplemente lo ha preguntado por que... yo le importo.

Niego con la cabeza una segunda vez, pero esta vez respondiéndome a mí misma aquel

estúpido pensamiento.

—Bien, supongo que contigo ya no se puede hablar. —Eric estudia mi aspecto por unos

segundos, que parecen los más largos e incómodos de mi vida, esperando que yo reaccione

de mi estado catatónico; mas, no lo hago. Él duda y luego asiente—. Entonces… nos vemos

abajo.

Se marcha y me atrevo a exhalar.

Estoy en una guerra interna, donde mi cerebro aún procesa lo que acaba de acontecer.

No obstante, mi corazón está tan paralizado que comienzo a asustarme, Eric fue mi mejor

amigo de toda la vida, y quizás mi primer amor también, ¿me cree capaz de ser tan perra

para olvidar todo aquello? Aunque él me haya tratado como mierda, los recuerdos de

nosotros juntos, felices, siendo amigos, siguen conmigo. Demonios, por supuesto que lo

extraño; no obstante, me acostumbraré a su ausencia tarde o temprano, porque no puedo

perdonarlo, aunque quizás mi perdón él no lo necesite en lo absoluto.

En la cena, todo es tan fastidioso que la comida no me parece apetitosa pues todo lo que

miro a mi alrededor me causa arcadas: mi madre hablando sobre el futuro de sus hijos,

como si ya lo fuera planeado sin nuestro consentimiento; mi padre observando a mi madre

con el ceño fruncido a causa de sus palabras, Andrey aún enojado con Suzanne mientras

ésta le dedica miradas desdeñosas y, por supuesto, Eric que no ha dejado de quitarme la

mirada de encima desde que baje a cenar, y los padres de éste están tan maravillados con

esto que no dejan de sonreír como un par de tiburones hambrientos.

Ralph Sanders es socio de mi padre desde hace muchísimo tiempo, por ende mi

hermano y yo prácticamente nos hemos criado con sus dos hijos, aunque Suzanne estudió

en Italia desde que tenía doce años y regresó hace poco. Eric, al contrario, ha pasado toda

su infancia con nosotros, además de que los gemelos son de la edad de mi hermano, o sea,

mayores que yo por un año, igualmente todos estudiamos el mismo año en el instituto.

Ella Sanders me mira significativamente, estudiando mi aspecto como si yo fuese un

artefacto que está a punto de comprar.

—Ciara ha crecido bastante y miren lo hermosa y esbelta que está —comenta Ella

Sanders dirigiéndome una gran sonrisa, luego se vuelve a mi madre y susurra—: ¿no tiene

novio? Estoy segura de que sí. —Ella ríe de forma coqueta ante la mirada repulsiva que su

marido Ralph Sanders le dedica por un instante. Yo soy la única que ha notado esto.

Estoy ruborizada por el comentario mientras Andrey y Eric casi se atragantan con sus

bebidas.

—De ninguna manera. —Se ríe mi madre al decir, desechando la idea batiendo su mano

con desdén—. Ella está muy joven y centrada en sus estudios. Pero, querida, posiblemente

seamos consuegras algún día.

Pongo los ojos en blanco mientras Suzanne me fulmina con la mirada y Eric tose y se

disculpa tímidamente.

Si nuestros padres supieran...

Todavía estoy agradeciéndome a mí misma por no haber cometido un error al decirles a

nuestros padres que nosotros... Eric y yo... en realidad... éramos "algo" como las revistas de

chismes aseguraban hace unos meses.

—Querida —le reprocha mi padre, callándola discretamente—. Ciara es muy joven,

aún.

Mi sonrojo crece notablemente, siento todas las miradas fijas en mí y me percato de la

risita burlona que uno de los hermanos Sanders me ha dedicado. Sí, se trata de Eric, quien

se ríe y en sus ojos veo lo que está tratando de mencionarme: « ¿con que muy joven aún?

Ja, por favor».

Me disculpo con todos los presentes ante la mirada de reproche de mi madre. Me

levanto de la mesa sintiéndome observada por todos; sin embargo, no me importa en lo más

mínimo, sólo necesito respirar, y alejarme de aquel pequeño idiota, necesito que sienta mi

desprecio.

—Creo que de mí no podrás escaparte —murmura mi hermano acercándose a mí,

regalándome una sonrisa—. Pensé que te ibas a la cama.

—Sabes que Suzanne no me soporta, tenía que irme —«porque su hermano es incluso

peor», completo en mi mente.

—Lo sé perfectamente, Ciara. —Andrey suspira y me pasa un brazo por los hombros—.

Pero también sé que tú no soportas a Eric, ¿qué es lo que ocurre? Y… ¿por qué te has

pirado del instituto? Todavía mamá no se entera; mas es obvio que tu suerte no durará

demasiado.

Me reprendo mentalmente por retirarme de la cena ya que al dejar a mi madre con los

hermanos Sanders, me arriesgo a que ellos abran su boca en algún momento.

—No pasa nada, Andrey —le digo con desgana.

—A mí no me engañas más —dice severamente—. Desde el final del verano todos han

cambiado. Suzanne, Eric y tú parecen enemigos mortales y realmente comienzo a

preocuparme. Suzanne no deja de lanzarte mierda y tú pareces huir de Eric, así que dime...

¿es que él te ha hecho daño? Pensé que habían cortado por lo sano.

Me sorprendo cuando respondo duramente:

—Sí, sí me ha hecho mucho daño. —Frunzo el ceño.

Mi hermano no sabe cómo reaccionar con lo que he dicho, lo sé porque me mira

estupefacto y no pronuncia palabra en varios minutos, luego se vuelve a la casa a paso

apresurado, lo último que su rostro me indica es que Eric está en graves problemas.

¡Oh, mierda!

Corro detrás de mi hermano y él me lleva hasta la sala, donde se encuentran sólo

nuestros padres y los de los gemelos. Andrey se dirige respetuosamente a ambos señores

preguntando por Eric y estos les responden que se hallan en el jardín, por lo cual Andrey

asiente y agradece para después dirigirse a la ubicación de los gemelos, sin molestarse en

mirarme cuando pasa junto a mí, y yo temo que por esto, también se enoje conmigo.

¡Qué tonterías dices Ciara! —exclama mi consciencia—. ¡Si tú no has hecho nada!

Eric y su rubia hermana se encuentran sentados cerca de la fuente de nuestro jardín. Mi

hermano se acerca hasta ellos y la chica lo recibe con una gran sonrisa. Yo, por mi parte,

me quedo a una distancia considerable para no ser vista.

Andrey bufa y fija su vista en Eric.

—¿Qué es lo que ha pasado entre mi hermana y tú? —le pregunta sin tapujos.

Me quedo clavada en mi sitio, abrumada por la pregunta de mi hermano y la reacción

incrédula de Eric.

—No querrás decir… —comienza Eric calculadoramente—, ¿qué es lo que tu pequeña

y adorable hermana me ha hecho a mí? —Su voz es dolor y desprecio a la vez.

Yo me escondo un poco más temiendo que consigan descubrir mi escondrijo. Suelto un

suspiro sabiendo que no lo entiendo, sencillamente no logro comprender la actitud de Eric,

¿yo le he hecho algo? ¡Pero qué absurdez! Estoy tan contrariada que mi mente es un

revoltijo de ideas.

—¿De qué diablos estás hablando? —interroga Andrey con incredulidad—. Mi

hermana me acaba de espetar que la has dañado. —Eric alza una ceja y mi hermano

continúa—. Así que dime, ¿qué le hecho? Estoy aquí. Sé un hombre y dímelo en la cara de

una jodida vez.

Reprimo las ganas de salir corriendo, simplemente porque quiero saber qué es lo que

Eric va a responder. El muchacho sólo se limita en reírse de una forma irónica, aunque en

sus ojos se puede ver cierta angustia y yo me pregunto, ¿qué es lo que Eric oculta?

Pero él jamás responde.

—¡Tu hermana, mi querido Andrey —exclama Suzanne totalmente enfurecida—, es

una traidora y además una hipócrita! ¡Una mojigata!

Mierda.

Andrey se queda en silencio, y yo difícilmente puedo respirar. No logro ver el rostro de

mi hermano, e igualmente sé lo enfurecido que está.

—¡Te dije que no voy a permitir que te sigas expresando así de mi hermana! —le

recrimina Andrey, defendiéndome.

—¿Qué? —le pregunta Eric sin dejar atrás su actitud sarcástica—, ¿acaso crees que está

mintiendo? Si tan sólo supieras su verdadera personalidad, lo entenderías, amigo mío,

créeme que lo harías y de ser así, no estarías aquí enfrentando a la persona equivocada.

Me lleno de ira y sollozo corriendo hasta el interior de mi casa y después a mi

habitación, no puedo soportar ver cómo esos dos pondrán a mi hermano en mi contra con

algo tan absurdo.

De momento, cuando estoy en mi habitación, afuera, los gritos y el alboroto me asustan

mientras un par de lágrimas tontas se me escapan de la comisura de mis ojos mientras

cavilo en que quizás mi hermano me abandone, tal vez crea aquel sartal de mentiras sin

preguntarme primero.

Cierro los ojos e intento dormir, pero los gritos de mi madre y de mi hermano cerca de

mi habitación me devuelven a la realidad.

—¡¿Acaso estás loco?! —le grita Miriam con voz dura y enfurecida, se oye un portazo

y luego nuevamente la voz de mi mamá—: ¡Eric Sanders es el hijo del socio de tu padre!

¡Cómo te atreves a golpearlo y gritarle a su hermana en mi propia casa! ¡Estás loco!

¡Andrey! ¡Abre la maldita puerta ahora mismo! —Los gritos de mi madre ocasionan que yo

me levante de un salto de mi cama.

¿Mi hermano ha golpeado a Eric?

¿Le ha gritado a Suzanne?

En todos estos años, el chico más caballeroso y respetable que he conocido en mi vida

es mi hermano, e imaginarlo golpear a su mejor amigo y además gritarle a la chica que le

gusta es una blasfemia.

—¡Tú no te metas, mamá! ¡Ni siquiera sabes de qué se trata este maldito asunto, así que

no te inmiscuyas en esto! —grita Andrey de vuelta.

—¡¿Qué no me entrometa?! —pregunta ella de forma incrédula—. ¡Yo soy tu madre y

tengo todo el derecho de hacerlo! ¡Ahora mismo bajas a disculparte!

Miriam es una mujer difícil. Yo lo sé, y todos lo sabemos, pero esto sobrepasa los

límites.

—Si tanto apoyas a esos dos, ve a consolarlos, a mí no me pidas que me disculpe

porque no lo haré, ¡voy a arrancarle las pelotas a aquel imbécil en cualquier momento! ¡Así

que me vale un rábano de quién sea socio el padre de ese maldito! —Me congelo ante sus

palabras y Andrey después de aquello comienza a tocar mi puerta.

Cierro los ojos una vez más y posteriormente limpio mis lágrimas. Me dirijo a la puerta

y la abro para que mi hermano mayor entre. Él me mira con tristeza y me abraza

rápidamente, y yo desconcertada por su gesto, caigo en cuenta de que cree en mí y lo

abrazo tan efusivamente como puedo.

—¿Qué es lo que él te ha hecho? —me pregunta una vez más, llevándome a la cama y

sentándose a mi lado.

Muerdo mi labio inferior; estoy muy indecisa.

—Vamos, confía en mí —me insta.

Entones yo tomo aire profundamente y comienzo a contarle.

***

Brasil es el paraíso.

Estoy cerca de la gran piscina de uno de los hoteles de papá, sentada en una reposera

con un coctel muy ligero en mano. Con los ojos cerrados permito que el sol trabaje un

poco en mi pálida piel mientras escucho por medio de mi iPod "Give me love" de Ed

Sheeran.

—Ciara, ¿estás despierta? —me pregunta Suzanne tocando mi brazo ligeramente.

Abro los ojos y le sonrío antes de responder:

—Ya ves que sí lo estoy. ¿No estabas con Andrey?

Suzanne suspira y me dedica otra de sus sonrisas.

—Se fue con mi hermano a jugar voleibol con otros chicos, me preguntó si querías

venir y le dije que te buscaría —me explicó rápidamente—. ¿Vamos?

—¡Claro!

—Oh genial. Pero espera, debo ir a cambiarme, si deseas puedes adelantarte y nos

encontramos allá, ¿vale? —Asiento y la veo alejarse.

Camino a la plata tras colocarme encima de mi ropa de baño un vestido, blanco con

azul turquesa, que es moderadamente corto. Comienzo a buscar a los chicos pero no los

encuentro por ningún lado así que espero pacientemente.

Tal vez el partido de voleibol comienza en unos minutos más tarde, y pensando aquello

me siento en la orilla del mar mientras observo las olas, cautivada por el suave vaivén de

éstas.

Alguien se acerca a mí y me cubre los ojos con sus manos de forma juguetona, yo toco

sus manos pensando en que se trata de Eric, sin embargo no es así y me aparto pues las

sentí desconocidas para mí.

Comienzo a asustarme.

—¿Quién eres? —preguntó apartándome.

El chico se coloca frente a mí y sonríe tímidamente.

—Lo siento —se disculpa él sonrojado, hablando en un atropellado español que logro

entender a la perfección—. Creo que te he confundido. Te vi de espaldas, y me pareció que

eras otra chica, tienes la ropa igual y…

—¡No te preocupes! —exclamo riendo nerviosamente.

—De todas formas, ¿qué haces aquí tan sola? —pregunta él de forma educada,

mientras observa que me encuentro alejada de las demás personas que pasean y se

divierten en un día de sol.

Yo le dedico una gran sonrisa, evitando ser tan tímida y siguiéndole la plática, aunque

se trate de un desconocido.

—Estoy esperando a unos amigos —contesto mirando hacia los lados—, el partido de

voleibol según me avisaron comenzaba…

—¡Oh! —exclama el desconocido—. Creo que te has perdido, el partido es por allá y

ya ha comenzado —señala sin dejar atrás su amabilidad conforme sonríe.

Yo le agradezco al chico por su información y me dirijo adónde él me ha indicado. Me

encuentro con Andrey jugando como lo supuse; sin embargo, Eric no está por ninguna

parte y su hermana tampoco. Yo me acerco al pequeño público y comienzo a observar

seriamente el partido, sin dejar mi preocupación a un lado por el paradero de los gemelos.

Al otro lado de la playa hay una alborotada fiesta que llama mi atención, se hallan

varios jóvenes bailando samba descontroladamente. Distraída por aquello, sonrío al ver

cómo los chicos bailan de aquí para allá como unos desquiciados.

Entonces lo veo a él.

La chica lo toma por el cuello y lo acerca hasta su rostro, ella con un pequeñísimo

bikini color rojo sangre y aunque sus senos están al aire, sinceramente noto que eso a ella

no le importa en lo absoluto.

Y por supuesto a él, a Eric, tampoco.

Nunca hubiera imaginado a Eric Sanders, hijo de uno de los hombres más poderosos

de Detroit, reconocido en la ciudad como un hijo modelo y respetado por varios, se

encontrase en esta situación. La mujer, creo que mucho más mayor que él, casi que enrolla

sus piernas a su alrededor y él gustosamente la toca y baila con ella como si yo no

estuviese presente en la misma playa que él. Están casi follando ahí mismo. Todo es

desconcertante para mí, sólo unas horas antes él y yo habíamos almorzado juntos y

también nos habíamos prometido que les diríamos a nuestros padres que estábamos

enamorados.

Pero él todo eso lo está mandando a la basura.

Quizás mi amigo no me quería como lo aseguraba, y yo podría perdonarle aquello,

pero lo que pasa a continuación, me destroza aún más.

Eric repara en mi escrutinio y sonríe con desprecio en mi dirección. Luego, se acerca

más a la mujer y la besa, la besa mientras me mira a mí de forma maliciosa, hiriendo y

humillando mis descontrolados sentimientos, hiriéndome completamente.

Dejándome sin nada.

Mis lágrimas caen por mis mejillas pero no aparto la vista de aquella escena, me doy

cuenta de tres cosas en ese momento:

La primera, que no hay ni un atisbo de culpabilidad en su mirada.

La segunda, que está hiriéndome y lo disfruta al máximo.

Y la tercera, que yo, Ciara Aldridge, soy lo suficientemente estúpida como para

permitírselo.

Corro alejándome de allí, pero no me acerco a la fiesta, cuando estoy lo

considerablemente lejos del bullicio susurro:

—Quién diría que las traiciones dolieran tanto.

—Eso es lo que te digo, cariño —escucho que alguien habla a mi espalda. Lo miro y

Eric sonríe ampliamente, aunque sus ojos están un poco adormecidos, a causa del

alcohol—. Quién lo diría…

Mis lágrimas siguen y siguen cayendo, pero él no tiene pudor, ni una pisca de pudor.

Eric no siente nada por mí.

—¿Por qué lo hiciste? —le pregunto dolorosamente.

—Porque… —Ríe un poco, burlándose de mí, entonces grita para que todos

escuchen—: No eres lo que yo creí, ¡no lo eres! con tu actitud de niña buena me has

engañado, ¡todo fue una actuación barata de tu parte!

Lo miro desconcertada, pero no soy capaz de decir algo.

—Eres una… ¡no te soporto! Siempre con tu cara engañosamente hermosa, pero a

veces eres tan… histérica. ¡El ballet es lo único que te importa! Y eres un monstruo en

realidad —me critica sin importarle nada—, siempre tan callada, tan insípida, insulsa

¡aléjate de mí! —Camina lejos de mí cayéndose en el proceso, a causa de su ebriedad.

Pero yo sé que aunque está ebrio, eso es lo que en realidad siente.

Corro por la orilla de la playa hasta alejarme de allí y refugiarme en las cobijas de mi

propio dolor, corriendo en círculos en una experiencia tan desgarradora, que mi alma

duele, donde he perdido a alguien tan importante, donde ese alguien me ha perdido a mí. Y

yo sólo quiero encontrar el lugar adecuado, en donde nadie me reprocharía mi forma de

ser.

Mi mejor amigo no haría esto; pero lo hizo y lo que más me duele es el saber que

quizás siempre pensó aquello de mí, y yo me dejé guiar por su hipócrita actuación. Jamás

se lo perdonaré. Jamás permitiré que esto ocurra de nuevo.

***

Yo fui tan dependiente de mi amistad con Eric, que al recordar el cierre de nuestra

relación amorosa fallida me arrepiento de haberlo aceptado como algo más; no obstante,

quien me hizo daño fue él y yo de lo único que debo arrepentirme es de haberlo permitido.

Andrey se queda callado unos minutos, pero luego grita:

—¡Ese maldito infeliz!

Yo sólo frunzo el ceño y sigo sollozando sin control alguno.

—¿Por qué no me lo habías dicho antes? —me pregunta, abrazándome mientras

acaricia mi largo cabello achocolatado.

Y me derrumbo, llorando la traición de un chico, desahogando todo mi sentir por medio

de lágrimas que alguna vez reprimí sólo a causa de mi orgullo.

***

—¿Qué mierda te ha pasado en ese dedo? —pregunta Trenton cuando me lo he

encontrado en el hospital, una semana después de haberlo visto por última vez.

Él se ve tan guapo y atractivo que tardo unos largos minutos en responder. Viste unos

vaqueros desgastados de cintura baja, y su camiseta negra es tan estrecha que su

musculatura me deja sin aliento; su cabello despeinado y sus ojos brillando con

preocupación mientras observa mi dedo fracturado con el ceño fruncido.

Él no sonríe hoy, y siento un vacío, extrañando aquella hermosa sonrisa mientras me

pregunto cómo es posible que me lo haya encontrado después de pensar que no lo volvería

a ver nunca más.

Y antes de que pueda abrir la boca para contestar, él dice en tono burlón:

—¡Joder, no lo digas! En mi mente aparecen tantas posibilidades ahora mismo las

cuales explican por qué te has fracturado el dedo corazón. —Suelta una carcajada tan larga

que es contagiosa—. Y créeme que todas son desagradables, ¿qué has estado haciendo

todos estos días, Ciara?

¡Él es un pervertido!

Me sonrojo tan violentamente que mi rostro arde, y lo único que él hace es reírse tanto

que al final yo también cedo y sonrío, aún apenada y tímida.

—Me tropecé y pues… la verdad es que no soy tan torpe pero… he estado enferma. —

Sorbo mi nariz para que se percate de mi resfriado—. Y me he mareado y da la casualidad

que cuando caí quien salió fracturado ha sido este dedo… —digo al tiempo que él sonríe y

yo me derrito, realmente me derrito, es tan insoportablemente hermoso que quiero tocarlo y

ver cuán real es—. Y tú… ¿qué estás haciendo aquí?

Estudio su aspecto, buscando alguna herida que explique por qué está aquí.

—Sólo diligencias —explica escogiéndose de hombros, para después señalar con la

barbilla a algo detrás de mí—, oye, creo que esta señora es tu madre y me atrevo a decirte

que me está fulminando literalmente con su mirada, y la verdad es que no quiero morirme

pronto, así que me marcho y antes de irme, cariño, debes saber lo hermosa que te ves a

pesar del resfriado. Yo podría ser un gran enfermero, ¿sabes? —guiña su ojo con picardía.

¡Demonios!

—B-bueno… —¿Qué demonios puedo decirle? Él me pone tan nerviosa y cuando abre

la boca siento que explotaré de vergüenza en cualquier instante.

Trenton derrocha sensualidad y espontaneidad a la vez, es una mezcla tan explosiva que

no sé cómo actuar o qué decir. Sonríe con picardía mientras espera que hable; sin embargo,

al saber que mi madre está tan cerca, necesito actuar rápido y despedirme aún cuando me

siento en las nubes al escuchar sus insinuaciones calientes y atrevidas.

¡Él es la tentación personificada!

Y aunque sé que aquellos piropos se los podría decir a millones de chicas al día, no

puedo evitar entusiasmarme tanto que vuelvo a sonrojarme.

—Tengo que irme y… me alegró verte —termino diciendo en un tono de voz muy bajo,

me encamino hasta mi madre, quien con el ceño fruncido me espera.

Antes de alejarme completamente de él, Trenton dice sinceramente:

—A mí también me alegró, y mucho en realidad, tanto que podría estar brincando ahora

mismo. Créeme. —Sonríe ampliamente, asintiendo con la cabeza en modo de despedida,

para después encaminarse por un pasillo estrecho del hospital.

Y yo lo observo mientras se pierde de mi vista, soltando un suspiro por alguien que

comienza a robarme la respiración.

No he dejado de pensar en un par de ojos verdes. No olvido la forma en que éstos

brillan, con una complicidad que me deja sin aliento. Cada vez que cierro mis ojos veo su

rostro, su sonrisa impecable y deslumbrante, y pienso en que debo sacarlo de mi mente,

pero no puedo, no sé cómo hacerlo, supongo que un chico tan atractivo como él, no es tan

fácil de olvidar.

En el instituto, el único tema de conversación ha sido la pelea de Andrey y Eric, y a

pesar que ya han pasado casi tres semanas del incidente entre ambos chicos, nuestros

compañeros no han abandonado el cotilleo sobre el tema; con todo esto, yo he llegado a

acostumbrarme al que me observen con interés, como si estuviesen buscando la verdad en

alguna parte de mi mente.

Saliendo finalmente de mi clase de biología, me dirijo hacia los banquillos que se hallan

en el patio del instituto. Tomo uno de mis libros —el de matemáticas— y comienzo a

hojearlo ausentemente, intentando concentrarme con todas mis fuerzas; sin embargo, mi

mente no colabora.

Andrey está castigado a causa de todo lo acontecido en la noche de la cena. Mamá no

aceptó explicaciones y mi padre las exigió; sin embargo yo fui la que se negó a ambas,

porque no quería repetir la misma historia, era lo suficientemente doloroso para deprimirme

aún más.

«Eres una… ¡no te soporto! Siempre con tu cara engañosamente hermosa, pero a veces

eres tan… histérica. ¡El ballet es lo único que te importa! Y eres un monstruo en realidad

—me critica sin importarle nada—, siempre tan callada, tan insípida, insulsa ¡aléjate de

mí!» Gruño y aprieto mis labios. ¿Cómo es una persona capaz de causarte tanto odio hacia

ti misma?

Suspiro y trago mis lágrimas, está mal sentirse así, está mal no ser aceptada y está mal

que eso te importe. Porque a veces, simplemente, lo mejor es estar sola, pues tu sombra no

te lastimará, tu sombra no va a humillarte, quizás la única que piense aquello soy yo, y

probablemente no tenga razón, pero es lo que opino.

Las carcajadas de alguien me devuelven al presente y niego con la cabeza para apartar

todo pensamiento deprimente de mi cerebro. Sólo faltan dos horas para largarme de la

escuela y dirigirme a mis clases de ballet. Nunca me he sentido más ansiosa en mi vida.

—¿Por qué tan solitaria? —pregunta una voz a mi lado, y no es necesario que lo mire

porque sé de quién se trata.

—¿Qué es lo que quieres? —le interrogo de vuelta, apenas mi voz audible—. Di-

dijiste... que me alejara de ti, y tú eres quien me busca.

En realidad, aquello lo quería decir desde hace tiempo.

Él me observa, Eric está inmaculadamente hermoso —aunque aún su ceja está partida y

su labio lastimado— su cabello rubio largo y despeinado, y sus ojos miel no transmiten

nada. Yo no me dejo quebrantar por su belleza, pues en realidad esa parte de él no es la que

me debilita, lo que me debilita es su increíble manera de manipularme, como aquel día

cuando preguntó si yo lo extrañaba, utilizando ese tono de voz, mis sentimientos se

mezclaron más que nunca, y tengo que evitar que esto se repita nuevamente.

—Pensé que querías mi compañía —dice con una agradable sonrisa, mostrando todos

sus dientes.

Yo no me lo puedo creer, sé que no está siendo sincero, sé lo mucho que le gusta

burlarse de mí. Mierda ¿por qué no puede dejarme en paz?

Me levanto inmediatamente del banco, sacudo la tierra inexistente de mi trasero, y

siento la mirada de Eric fija en cada uno de mis movimientos; no me detengo a mirarlo,

sólo necesito distancia, una considerable, en donde su ironía no me alcance más, estoy

cansada de su mierda, apesta.

Tomo mis libros y mi bolso, todavía eludiendo sus ojos cuando intento alejarme de él

sin contestarle en lo absoluto.

—Ah. ¿Te vas? —Escucho que dice a mi espalda.

Mis manos tiemblan y sudan, pero yo no detengo mi paso, me dirijo a mi próxima clase,

entrando antes que todos. Aunque haya sido capaz de alejarme de él, estaba enterada que

Eric y yo compartimos varias clases.

***

En todas mis clases me mantengo distraída con la música de mi iPod para lograr

amortiguar las conversaciones cercanas, y la verdad es que aquella es una muy efectiva

forma de ausentarte del entorno; yo, difícilmente me siento cómoda en este instituto, sobre

todo en este último año. Sencillamente soy un desastre, tímida, torpe e insegura, algo que,

desde luego, es muy extraño encontrarlo en una chica que ha estado acostumbrada a tenerlo

todo. Pero a veces yo percibo que no tengo nada.

El profesor de química entra al salón de clases luciendo ceñudo y preocupado, sé con

certeza que ha comenzado a hablar mientras Eric entra de último; sin embargo yo no estoy

escuchando, al menos no hasta que haya comenzado la clase.

Cuando pienso que Eric va a sentarse en el lugar vacío que está a mi lado, se sienta en

el que se encuentra delante. Suspiro completamente aliviada y me centro en el material que

el profesor nos entrega, disminuyendo el volumen de la canción de Avril Lavigne

posteriormente.

Una señorita interrumpe la clase.

—Buenos días. Perdone usted mi atrevimiento profesor Mason, ¿podría la señorita

Aldridge acompañarme a la oficina de dirección? —Todas las miradas se posan en mí,

claramente incrédulos.

Miro de reojo a Eric, quien frunce el ceño; algunos de mis otros compañeros me miran

con sorna.

—Por supuesto —contesta el señor Mason que me indica con una mirada que acompañe

a la señorita.

No puedo evitar mirar a ambos con expresión anonadada, pues la verdad es que yo no

había hecho nada malo, ni siquiera a mamá pareció importarle el que yo me haya fugado

del instituto hace unas semanas atrás; sin embargo, el castigo esperaba por mí, ella hablaría

conmigo cuando estuviese lo suficientemente serena para no gritarme, ya que sigue enojada

con Andrey y conmigo por la discusión de éste con Eric.

Pero pensé que el instituto no iba a castigarme o algo así.

La señorita me dedica una sonrisa tranquilizadora.

—Vamos querida, no hagamos aguardar a tan guapo muchacho, deja tus cosas, sólo

quiere hablar contigo —me dice.

¿Siquiera están permitidas las visitas en este lugar?

Todos murmuran ahora, con los ojos muy abiertos y Eric que me mira fijamente en el

mismo momento en el cual susurra:

—Oh por supuesto, debí suponerlo.

Me levanto de mi lugar y sigo a la mujer joven, saliendo de la clase. En silencio, nos

dirigimos a la dirección, donde me espera ese chico guapo que quiere hablar conmigo.

¿Quién es? ¿Y qué quiere hablar conmigo? ¿Lo conozco?

El camino por los pasillos solitarios hacia la dirección de la escuela se me hace

extremadamente largo. La señorita que se encuentra caminando a mi lado —y de la cual no

sé su nombre—, me sonríe socarronamente, como si fuera mi cómplice, cosa que no

entiendo de ninguna manera. De cualquier forma, me es imposible comprender por qué ese

chico está aquí en la escuela buscándome, y además cómo es que le han permitido entrar

aquí y sacarme a mí de clase así sin más.

Atravesamos un par de pasillos más, luego cruzamos a la derecha donde subimos una

escalera que nos deja inmediatamente al frente de las oficinas de dirección administrativa

del colegio. Me giro hacia la mujer que me ha acompañado y con una expresión neutra le

pregunto:

—¿Cómo se llama?

Ella me dedica una enorme sonrisa.

—Me llamo Amanda —contesta amablemente. Yo le sonrío aunque esa no era la

respuesta que esperaba, en realidad, preguntaba el nombre del muchacho.

—Bien, aquí es donde te explico el asunto: nadie sabe sobre la visita de éste muchacho

—explica rápidamente y en voz baja Amanda—, sólo se trata de un favor que estoy

haciendo, la directora no se encuentra. Así que, por favor, trata este asunto con discreción.

Para los demás, él es tu primo, ¿sí? —me pidió.

Yo sólo tengo ganas de echarme a reír por lo que ha dicho. ¡¿Que trate este asunto con

discreción?! Si ella es la que ha dicho delante de toda la clase del señor Mason que un chico

me espera, ¡por el amor de Dios!

Yo no le digo nada, me limitó en asentir tímidamente con la cabeza y, seguidamente,

ella comienza a murmurar lo tierna que le parezco, causando así un repentino sonrojo en

mis mejillas.

Finalmente me permite entrar a la oficina de la directora, inmediatamente mi mirada se

topa con una espalda ancha y fuerte, y unos bíceps sobresalientes. Jadeo ante la vista

imponente de este chico y siento mis piernas comenzar a temblar mientras mis ojos viajan

por su musculatura, deteniéndose en su cuello y en su cabello enmarañado y alborotado.

Lleva puesto unos vaqueros azules desgastados, junto con una camisa holgada color blanco,

y unas converse. Mierda, ¿por qué existe tanta belleza junta? Él ni siquiera está

intentándolo, pero oh por Dios, es más guapo de lo que recordaba.

—Me alegro mucho de verte, Ciara Aldridge —habla él, dándose la vuelta e

instantáneamente sus ojos encontrándose con los míos.

Estrechamos nuestras manos en forma de saludo y yo automáticamente me niego a que

contacto me afecte tanto; mas no sirve de nada, una desconocida electricidad aparece en mí

al sentir su mano contra la mía.

Amanda nos observa atentamente, sus ojos brillando y sus manos juntas; su expresión

es como si estuviera presenciando el tan esperado encuentro de dos amantes que están

destinados a estar juntos. Yo, al imaginar la escena, y con Trenton, arrugo la nariz al mismo

tiempo que siento mis mejillas sonrojarse, pues todavía no sabía si me gusta o no la idea.

¡Estoy enloqueciendo!

—Trenton me ha dicho que quería darte una sorpresa —me explica Amanda

maravillada—. ¡Pero qué romántico! ¡Qué amor más hermoso! ¡Oh, señorita Aldridge,

tiene usted tanta suerte, es un muchacho tan encantador! —exclama totalmente cautivada

por mi acompañante que aún no se ha atrevido a soltarme la mano.

Amanda y Trenton se sonríen como si fuesen amigos de toda la vida; acto seguido, me

suelto del agarre de éste en un descuido de su parte.

—Si quiere, quédeselo —murmuro enfurruñada, al parecer nadie logra escucharme.

—Muchas gracias Amanda, en nombre de Ciara también se lo agradezco, es una

muchacha que no acostumbra hablar mucho. Ya sabes, siempre en una relación hay un

tímido y un atrevido que lo corrompe. —Me guiña un ojo mientras dice con tal dulzura,

que la señora frente a él se derrite aquí mismo.

—No te preocupes, tesoro. No pude resistir ayudarte, eres un buen muchacho.

Además… ¡Qué ternura, es que son tan lindos! ¡Mejor los dejo solos! —Y tras guiñarme un

ojo juguetonamente, se va.

Vaya…

Sabía, desde que lo conocí, que Trent sería capaz de conquistar a cualquier chica sin

proponérselo, pero esto… es tan inesperado que me deja sin aliento. ¡Él ha sido encantador

con esta señora sólo para conseguir lo quiere!

Espera, ¿le he dicho Trent? ¿Desde cuándo tanta confianza? ¡Esto es tan absurdo!

—Lo siento. —Se disculpa él, sus ojos verdes con un resplandor particular—. Quería

hablar contigo, y tuve que mentirle un poco a la secretaria…

Resoplé y negué con la cabeza indignada.

Estoy segurísima que le ha dicho a Amanda que él y yo somos novios ¡¿pero quién se

cree?! Ahora cada vez que vea a la pobre secretaria me invadirá con preguntas de todo tipo,

y lo peor de todo, es que deberé seguirle la corriente. Todo es tan complicado, estoy tan

molesta con él por causar un impacto indeseado en mí. Demonios, el tipo es hermoso, pero

hay algo más… ¡por eso necesito distancia!

Doy unos pasos hacia atrás, como si eso sirviera de algo.

—Bien, quería entregarte esto —dice tendiéndome una pequeña pulsera que tiene como

colgante el rostro de un Hello Kitty. Dirás que es infantil, pues sí en realidad lo es, por eso

me sonrojo violentamente al notar la expresión burlona de Trenton.

Me quedo sorprendida, pues no me había percatado, hasta ahora, que lo había perdido.

Tomo la pulsera con una de mis manos mientras Trenton continúa hablando:

—La perdiste, cuando tu hermano te llevó a rastras fuera del GYM.

¿La perdí y no me percaté de aquello? ¡Soy tan despistada!

—¿Por qué no me la entregaste en el hospital cuando nos encontramos? —inquiero

insegura.

Él me dedica una gran sonrisa que causa un vuelco a mi corazón, cuyos latidos se han

incrementado exageradamente.

—Porque necesitaba una excusa para verte.

Infiernos.

No sé si alguna vez alguien ha experimentado lo que yo he comenzado a sentir en este

momento, todo en mi cuerpo tiembla, mi corazón late acelerado y la corriente existente

entre nosotros aumenta. Yo me sonrojo tan condenadamente que él suelta una risa entre

dientes al notarlo, causando que yo eludiera su mirada penetrante y verde, preguntándome

si esto es un juego para él, porque para mí no es divertido.

Un silencio sepulcral se presenta entre los dos, pero Trenton no se queda callado. Yo he

descubierto lo atrevido y hablador que es, y en mi mente se me ocurren las posibilidades de

cubrir su boca con un calcetín y salir corriendo para no seguir escuchando; sin embargo,

muy en el fondo sé que le escucharía todo el tiempo, porque es interesante.

Comienzo a tener miedo de esto, de lo que siento, de él, de lo que podría sentir algún

día.

—¿Te puedo preguntar algo? —Sonríe él, y aunque no estoy muy segura de querer

hacerlo, asiento en respuesta—. Después de que la pelota golpeó tu cabeza… yo… ¿dije

algo que te incomodó? —Suelta un suspiro al preguntar.

¿Por qué le importa? Yo de ninguna manera pienso responder a esa pregunta.

Yo evado nuevamente su mirada, es difícil mantenerse concentrada con esos

maravillosos ojos penetrando los míos.

Tardan unos segundos en los que ninguno de los dos habla.

—¿Ciara? Aunque parezca extraño sé que algo te afectó —reconoce en voz baja, ahora

su rostro solemne. Yo ni pretendo decir nada, por lo cual él sacude la cabeza, estaba

confundido—. Estabas a punto de llorar, ¿dije algo que te molestó? —pregunta y parece

realmente preocupado.

¿Por qué le importa?, me vuelvo a preguntar, a sabiendas que quizás jamás conozca la

respuesta. Él ni siquiera me conoce, aunque igualmente está aquí, frente a mí,

preguntándomelo.

Mi corazón está latiendo frenéticamente por los nervios, pienso por un momento en lo

que responderé.

—Me… he acordado de algo… desagradable —le contesté en voz baja—. Lo siento por

actuar de aquella forma.

Él me sigue observando atentamente por unos segundos que parecen horas. Yo miro

mis manos entrelazadas, mostrando impaciencia, pues una parte de mí quiere que él se

vaya, y la otra, quizás la más potente, desea, anhela, que se quede.

—¿Sabes? Eres la primera chica a la que no sé cómo tratar, no logro comprenderte.

Eres un enigma —confiesa, riéndose un poco mientras sacude la cabeza y pasa sus dedos a

través de su cabello castaño. Se encoge de hombros—. Bueno, supongo que ya debo irme,

si quieres algún día… puedes ir al GYM. Si no tienes nada que hacer o… o algo.

Se ve dubitativo, pero yo le sonrío ligeramente y asiento con la cabeza.

¡Claro que me gustaría ir!

Me causa gracia y pena a la vez, que Trenton esté aquí frente a mí, prácticamente

presentando un monólogo, imagino lo incómodo que debe sentirse.

—Bien, si quieres me das tu número de teléfono y…

Dudo un instante, ¿le doy mi número para qué? aunque pensándolo bien, sería

conveniente, pues no recuerdo como llegar a Lombardi GYM, ya que ni siquiera sé como

arribé hasta allá porque lo estaba persiguiendo, ¡qué vergüenza!

Le doy mi número del móvil a Trenton y él lo guarda en el suyo, deja una llamada

perdida en mi móvil, ya que se encuentra en mi bolso, en el laboratorio de química.

Trenton me mira con una ceja alzada y luego hace una mueca. Es evidente que hay algo

mal, él me mira con preocupación plasmada en sus ojos, además de cierta decepción, una

que no logro comprender.

—¿Qué ocurre? —le pregunto sobresaltada.

—Creo que ha respondido un chico. —Rasca la parte trasera de su cuello, mostrándose

apenado—. Lo siento, no sabía que…

Niego con la cabeza.

—N-no… importa, ha de ser mi… compañero de puesto —miento, la verdad estoy más

preocupada que él.

¡¿Quién demonios se ha atrevido a responder mi celular?!

—¡Genial! —exclama sonriendo de nuevo.

¿Qué ese chico no se cansa de sonreír y usar su belleza en mi contra? ¿Genial? ¿Le

parece genial que alguien haya contestado mi móvil sin permiso? Él es tan extraño…

Además… ¿Qué hace aquí a esta hora? ¿No va al instituto?

Me mira fijamente y sigue sonriendo, no sé si es porque está feliz, o porque se burla de

mí. Jugueteo con la pulsera que me ha traído intentando saber qué decirle, pero no llega

nada, mi mente como siempre, está en blanco.

Trenton camina hasta la puerta, con un andar tan masculino y sexy, pienso en que es

mucho mayor que yo, pero no puedo calcular su edad. ¿Veinte? ¿Diecinueve? No lo sé…

sólo sé que me abruma su presencia, como si cada vez que estuviese cerca un torrente de

sentimientos extraños me invadiera.

Y cuando sé que se marcha, mi corazón cae.

—Ciara Aldridge, definitivamente las revistas no dan crédito a tu belleza, eres mucho

más bonita, aunque un poco tímida, pero yo estoy aquí para corromperte un poco, ¿eh? —

Me sonríe, me guiña un ojo y se retira de la oficina, y luego yo me percato de que he dejado

de respirar.

Miro por donde ha salido y me quedo petrificada por unos largos minutos, ¿de verdad

me ha guiñado un ojo un chico como ese? ¿Me ha dicho hermosa? ¡Por supuesto, si es un

coqueto de nacimiento!

Sacudo la cabeza, negándome a entusiasmarme con algo que jamás va a suceder,

además de que no me conviene. ¡Él sólo está acostumbrado a coquetear!

Regreso al laboratorio de química luego de despedirme de Amanda, prometiendo que

no le contaría a nadie el pequeño “favorcito” que le ha hecho a mi “novio” para que me dé

su “sorpresa”.

Me detengo en la puerta de la clase del señor Mason, quien me da su permiso para

entrar. Todos me observan buscando algún signo de preocupación en mi rostro; no

obstante, no encuentran nada, estoy inexpresiva como siempre, quizás un poco sonrojada

aún pero nada más.

—Supongo que ya han descubierto que ayer te escapaste de aquí —me dice Eric en voz

baja, desde el asiento delantero, sin voltearse a mirarme siquiera.

Me tenso automáticamente, pero decido no responderle, al menos no por ahora.

—Deberías apodarte “la mudita” ¿sabes? —inquiere con ironía, puedo asegurar que está

sonriendo, por el tono de voz que ha utilizado.

Él sabe perfectamente el daño que me causan sus palabras.

Vuelvo a ignorarlo, Eric resopla enfurruñado y vuelve la atención a la clase. Estoy

completamente segura de que fue él quien respondió la llamada de Trenton, no puedo creer

lo cínico que es Eric, ¡es un estúpido!

Al sonar el timbre de salida, tomo mis cosas estrepitosamente, y sorprendiéndome a mí

misma, mi hombro golpea el de Eric al pasar, mostrando claramente mi enfado con él.

Camino tan rápido a la salida, donde seguramente ya Flavius y quizás mi hermano se

encuentren. Un momento después, siento los pasos de alguien detrás de mí, lo que causa

que mi irritación aumente. ¡Maldita sea!

—¡Espera! —exclama.

—¡¿Qué es lo que quieres?! —le pregunto a Eric, dándole la cara y alzando la voz,

sorprendiéndome a mí misma.

—Vaya, creo que estás sacando las garras. —Se ríe.

—¡No te atrevas a revisar mis cosas como una maldita marica! —exclamo enfadada,

todos los chicos que salen del instituto me observan estupefactos por mis gritos, pero yo no

me detengo—. ¡No tienes derecho a responder mi móvil! ¡Estás comportándote como un

maldito acosador! ¡Mierda! ¡Déjame en paz! —grito y mi voz se quiebra en la última frase,

salgo corriendo de allí echa una furia, con las lágrimas amenazando salir por mis ojos

oscuros.

Ni siquiera me detengo a esperar su reacción.

Flavius no ha llegado, pero Andrey está allí y se percata del estado en el que me

encuentro, aprovechando que el maniático de Eric no me ha seguido, le miento a mi

hermano diciéndole que me he sentido un poco mal al principio de las clases pues si le digo

lo que hizo Eric con mi móvil, es capaz de golpearlo en la escuela, y eso equivaldría a la

expulsión, cosa que no puedo permitir.

Diez minutos después, Flavius ha llegado y nos lleva a casa, todo el camino ha sido

silencioso.

Cuando llegamos a casa, Andrey me observa unos minutos y me pregunta en voz baja:

—¿Vas a ir a tus clases de Ballet?

—Por supuesto, sabes que nunca falto —le respondo fingiendo una sonrisa—. ¿Por

qué?

—¿Qué harás después? —me pregunta nuevamente, mostrándose ligeramente

animado—. Quizás podamos ir a algún lugar, juntos. Ahora que sé por lo que pasaste yo…

Corro a sus brazos y aprieto a mi hermano en un abrazo cálido.

—¡Por supuesto que sí, Andrey! —exclamo entusiasmada—. Tengo el lugar perfecto al

que me puedes acompañar.

—¿Ah, sí? A ver, infórmame.

Y me atrevo a contarle todo lo que vi ayer en aquel barrio tan particular, relatándole lo

asustada que estaba al principio y lo bien que me trataron Gioele y su primo Trenton,

aunque tuve que eliminar del relato la visita que me ha dado hoy Trenton, si le contara eso

los celos de mi hermano despertarían y no intentaría jamás ser amable con el pobre chico.

Andrey se muestra relativamente interesado en Lombardi GYM y me cuenta la gran

curiosidad que tiene hacia aquel sitio.

—Quizás podrías practicar boxeo —le sugiero riendo. Andrey acaricia sus nudillos con

una sonrisa malévola.

—No es mala idea, para esfumar a tus pretendientes. —Juega con mi cabello

causándome cosquillas.

¡Como si fuera tan guapa!

Una hora más tarde, me encuentro fuera con el chofer a punto de irme a clases de ballet,

mi madre al mismo tiempo llega en su auto y me indica con la mano que espere. Cuando

ella baja de su auto se acerca al nuestro y me habla a través de la ventanilla:

—En la noche tenemos que hablar tú y yo. —A pesar de ser mi madre, sé que su voz

transmite veneno—. Ahora que estoy totalmente desocupada.

Me estremezco, ella se aleja sin darme un beso o muestra de cariño.

Ella siempre ha sido así.

—Vamos, Flavius —le digo al chico que nota mi desconsuelo, aunque no dice nada.

Las clases de ballet son lo único que me alejan de tantos pensamientos malos y tristes,

pero ahora no puedo sacarme varias cosas de la cabeza, como por ejemplo la inesperada

visita de Trenton y mi reacción con Eric a la salida de clases. Estoy muy sorprendida de

cómo le he gritado a éste último, sé que lo merecía; pero, no estoy segura de estar orgullosa

por mi actitud. La verdad es que cada vez Eric me enfada más y más, he sufrido lo

suficiente como para seguir influenciada por sus actos. Recuerdo perfectamente como era

antes: el chico amable y cariñoso que siempre estuvo pendiente de mí, el que me defendía

de los demás desde primaria. Mi mejor amigo.

Esos son recuerdos que jamás se olvidan, pero se pueden ahuyentar con el paso del

tiempo.

Gracias al cielo Rebecca se dedica solamente a mí a estas horas de la tarde, cuando

llego, me atrevo a saludarla entusiasmada y comienzo con el calentamiento. Rebecca

Fitzgerald no es agradable, pero es extremadamente buena en lo hace. Aproximadamente,

hace diez años que se retiró de los escenarios, pero es una de las bailarinas más recordadas

de todo Londres, aunque ahora se encuentre aquí en Detroit, enseñándome precisamente a

mí.

—Lo que ensayamos el viernes —me indica sin más.

El viernes fue uno de los días en los que Rebecca se atrevió a hablar conmigo

insistiendo en que tratara de dejar el alma en el escenario, me había mostrado vídeos de ella

bailando cuando joven, y quedé completamente sorprendida pues su actuación me había

causado un nudo en la garganta y se me habían escapado un par de lágrimas.

Falta poco para mi siguiente recital en el Teatro Central de Detroit, donde yo haría mi

primera actuación protagónica donde interpretaría "El lago de los cisnes".

Comienzo a bailar al ritmo de la melodía, fallando las dos primeras veces. Rebecca me

reprende y me dice que me concentre en lo que hago y en lo que siento en este momento;

sin embargo, no lo logro, mi mente está en otro sitio y cuando cierro los ojos aparecen en

mi mente un par de ojos verdes y toda mi concentración se esfuma, como si nunca hubiera

estado allí.

—¡Alza más la barbilla, Ciara! —exclama Rebecca por segunda vez. Lo hago y

suspiro, ella nota mi presión—. Vamos, siente la música, tú siempre lo has hecho muy bien,

relájate —me anima comprensiva.

Entonces comienzo de nuevo y me dejo llevar, elaborando cada paso con precisión y

aunque no dejo de pensar en aquellos orbes verdes, me transporto hacia otro mundo, en

donde divagan mis más profundos sentimientos.

Nunca me había preguntado qué es lo que más me duele en el alma; no obstante, ahora,

cuando interpreto esta danza, desnudando mi alma por completo, lo sé. Sé cuál es el dolor

más grande que he guardado en lo más profundo de mí ser, y que he tratado de no

demostrar, sé que ha causado que este miedo se manifieste fuera de mí: el rechazo de las

personas. Y el rechazo hacia mí misma, y por esto, en este instante me pongo a pensar en

todos los años que hemos pasado Andrey y yo sin el caluroso cariño de nuestra madre. Si

ella volviera... todo sería mejor.

Mucho mejor. Todo sería perfecto.

Cuando la pieza termina, me percato de mi llanto, y sé que lo he logrado.

—Extraordinario —dice Rebecca con sus ojos llorosos, y luego corre hasta mí y me

abraza con fuerza, como si, de alguna forma, compartiéramos el mismo dolor—. Me has

recordado a Maya, mi hermosa hija —susurra sin poder controlar sus lágrimas.

—Imagino lo orgullosa que has de estar de ella —balbuceo, tratando de tranquilizarme,

ella sonríe tristemente.

—Siempre lo estaré, a pesar de que esté en el cielo, bailando, en estos momentos.

Se me forma un nudo en la garganta automáticamente y reprimo las ganas de llorar. Los

ojos color miel de Rebecca muestran una tristeza tan parecida a la mía que la compadezco.

Rebecca perdió a su hija, y yo estoy perdiendo a mi madre.

¿Algún día mi hermosa y cariñosa madre se atreverá a regresar junto a nosotros?

Ella no es la misma desde hace muchísimo tiempo. Cuando un acontecimiento

desagradable invadió nuestra vida de una forma trágica y dolorosa, todo se volvió diferente

para nosotros, y en este momento no dejo de preguntarme qué pasaría si yo tuviese a mi

madre de vuelta, para así desahogarme, contarle mis problemas de adolescente, compartir

mis sueños con ella, y que se atreva a apoyarlos, como lo había hecho cuando era una niña;

sin embargo, la madre que tengo ahora quiere arrebatarme una de las pocas cosas que me

hace sentir plena y segura: el ballet y Julliard. Mamá no apoya aquello, ella siempre lo

repite una y otra vez a sus amigas, en entrevistas, a mi padre y a Andrey quienes son los

que más me comprenden. Ella no lo entiende, simplemente ignora el hecho de que, en los

últimos doce años, el ballet forma parte de mí, quizás es mi vida entera, quizás lo será

siempre, y yo no puedo cambiarlo, sabiendo que la Miriam de antes, la tierna y compresiva

Miriam que se ha marchado, me impulsó a ser una persona soñadora y confiada a conseguir

lo que más anhela en su vida.

«Si mi madre volviera a ser la de antes…», una frase que Andrey y yo repetíamos

cuando éramos pequeños y no entendíamos nada. Ahora, estando mayores, lo sabemos, ella

no va a regresar, el dolor la ha convertido en una persona fría y ausente la mayoría del

tiempo. Ella perdió a una hija antes de darla a luz, y nosotros perdimos el doble: a una

hermana, y a nuestra madre.

¿Es que ella no piensa en eso?

Sacudo la cabeza alejando todo, necesito mantenerme serena, si ella no va a apoyarme,

tengo que mantenerme firme a cumplir mis sueños, en contra de su voluntad.

Cuando estoy saliendo del edificio de la Academia de la famosa bailarina Rebecca

Fitzgerald, mi móvil suena, sacándome finalmente de mis pensamientos, y aunque mi

mente no había decidido pensar en un hermoso chico de ojos verdes mientras me

encontraba ocupada anteriormente, mis pensamientos y emociones se disparan en cuanto

leo los mensajes que han enviado a mi WhatsApp:

Trenton: You are the start of something new,

And I'll throw it all away

Watched you fall into my arms again…3

Y cuando pienso que mi corazón no es capaz de latir más rápido, leo el segundo

mensaje, que comienza con un emoticono sonriente.

Trenton: veámonos de nuevo, ¿sí?

Al parecer, tengo que buscar más excusas para verte,

pero como no las encuentro ahora mismo,

Prefiero ser sincero, Ciara, por favor, ¿podemos vernos una vez más?

3 Tú eres el comienzo de algo nuevo.

Y tiro todo lejos

Viéndote caer en mis brazos otra vez...

Joder. Trenton quiere verme, a mí. ¿Qué demonios? Trenton, el chico más guapo que

he conocido en mi vida, y el que no ha salido de mi mente desde que lo conocí, me ha

enviado la letra de una canción, ¡y de Ed Sheeran! ¡Amo a Ed Sheeran! No me lo puedo

creer, ni siquiera puedo asimilarlo, es decir, ¿esa canción habla de mí? ¿Hay un mensaje

oculto? Mierda, quiere que caiga en sus brazos, oh por Dios. ¿En serio le gusto? ¿En serio

quiere verme? ¿Yo quiero verlo?

« ¡Dile que sí, estúpida!», me grita mi consciencia; y aunque mi cerebro se niega

fervientemente a la idea, por primera vez en mucho tiempo no lo pienso dos veces y tecleo

una respuesta, asegurándole que sí, que podemos vernos, ahora mismo. Y con el corazón

hinchado de ilusiones que quizás se desvanezcan en algún momento, sonrío a mi móvil al

recibir la respuesta de él, un emoticono sonriente, junto con la dirección donde nos

veremos.

Oh por Dios, voy a verme con Trenton, suspiro ante la idea, cuando Andrey estaciona

frente de mi academia, subo, y la enorme sonrisa en mi rostro no desaparece. Aunque de

todas formas voy a ir al GYM con mi hermano, lo decidimos desde hace unas horas, mi

emoción aumenta ¡es Trenton me ha pedido que nos veamos! Estoy actuando como una

estúpida.

Dios mío, en realidad le gusto a ese chico. Le gusto.

—Tu estado de ánimo ha estado muy voluble el día de hoy —dice mi hermano en

cuanto estoy dentro de su flamante Mustang deportivo azul. Por un momento pienso que

está bromeando, pero cuando sus ojos se encuentran con los míos, sé que me pide una

explicación.

Bueno, no es como si pudiera decirle todo el revoltijo de emociones que se encuentran

dentro de mí. Ni yo misma puedo creerlo, cuando salí de clases estaba tan enojada con Eric,

y ahora que subo al auto de mi hermano, después de salir de mis ensayos con Rebecca

Fitzgerald, me hallo tan condenadamente entusiasmada, que irradio energía. Oh por Dios,

Trenton en realidad quiere verme, pienso, incrédulamente.

Me encojo de hombros ante la mirada inquisitiva de mi hermano mayor, quien es tan

perceptivo, que en ocasiones resulta escalofriante, es como si leyera las mentes —en

especial la mía— aunque aquello resulte improbable.

—El ballet siempre mejora mi estado de ánimo —respondo, tratando de parecer

indiferente.

Andrey me observa ensimismado por unos segundos, los cuales comienzan a

incomodarme; sin embargo, rehuyo de su mirada y le indico por tercera vez la dirección

que Trenton y yo hemos acordado para encontrarnos. Mientras Andrey conduce, perdido en

sus pensamientos y con el ceño fruncido, yo me atrevo a preguntarle:

—¿Estás enamorado de Suzanne?

Andrey emite un resoplido al escuchar mi pregunta inesperada, y aunque probablemente

no necesite una respuesta, porque mi subconsciente me afirma que es afirmativa, espero

pacientemente a que él conteste.

—¿Tú qué crees? —Gira en una esquina y detiene el auto—. Ya estamos aquí, no veo a

nadie… ¡Oh! ¿Ese que está allá no es quien te observaba las piernas el día que te piraste del

instituto? No nos ha visto, ¿nos vamos mejor? Es asqueroso ver a los demás chicos

mirándote como si fueses un platillo de comida exótica o algo así. —Hace una mueca.

—No seas idiota. ¡Y no cambies el tema! Y sí, creo que estás enamorado de la rubia —

le respondo ceñuda, removiéndome incómodamente en mi asiento al saber que Trenton está

cerca de nosotros—. Aunque mereces más, ella es… es… —Ni siquiera me atrevo a

continuar hablando.

Andrey inspira, y yo sé que no me va a decir nada más.

—Dejemos este tema, ¿vale? —Baja del auto y mira sardónicamente a Trenton, quien

aún no nos ha vislumbrado. Andrey pone los ojos en blanco—. ¡Oye tú! Deberíamos irnos

ya, aquí está mi hermana, ¡vamos, sube!

Ambos suben al auto después de un momento, yo me quedó paralizada ante la cercanía

de Trenton y yo. Estoy en medio de mi hermano y él y puedo percibir su aroma desde mi

ubicación, ¡oh Dios mío! Yo no soy capaz de mirarlo a los ojos, sólo siento cómo él se

atreve a apretar mi mano con suma delicadeza. Es un apretón fugaz, que causa emociones

exageradamente tenaces y deleitosas.

Lo miro tímidamente y él me obsequia una de esas resplandecientes sonrisas que causan

un vuelco en mi pecho. Posteriormente, él se dirige a Andrey y le cuenta lo maravilloso que

es su auto, y que tiene malas, realmente malas, noticias. Yo, vagamente escucho lo que

ambos platican, Andrey tiene el ceño fruncido y en ocasiones mira mis manos temblorosas;

Trenton, por otra parte, está radiante, fresco y hablador como siempre. Siento una especie

de resentimiento pues él verdaderamente no se ve tan afectado como yo cuando estamos

juntos.

—No puedes llevar esta belleza al barrio, te robarían, conozco las mañas de los chicos

—dice Trenton a Andrey, cuya mirada es dubitativa—. Puedes dejarlo en el taller de mi tío.

—¿Es seguro? —pregunta Andrey, sus labios se fruncen mientras piensa—. Porque no

quiero arriesgar a Ciara, y este auto llamará la atención.

—Probablemente llamarías la atención, así que… —Trenton se encoge de hombros—,

quizás no debas llevarlo.

Vaya…

Simplemente no me lo puedo creer. A medida que pasan los segundos y ambos hablan y

hablan, me percato de que ambos dialogan con tanta familiaridad que me siento como una

entrometida. Después de discutir entre ellos, Andrey decide llevar el auto ostentoso a

nuestra casa, asegurando que ha sido un idiota al pensar en que podría llevarme a Lombardi

GYM con su deportivo. Para mi sorpresa, Andrey se atreve a contarle a Trenton que ambos

estamos saliendo a escondidas de nuestros padres, y que a hurtadillas él guardará el auto en

nuestra casa, para después irnos en un taxi.

—¿No están muy mayorcitos como para estar escapándose de casa? Por el amor de

Dios, apenas son las cinco de la tarde, ¿es que no los dejan hacer nada? ¿Qué se supone que

hacen los jóvenes ricos como ustedes? —Trenton se está burlando de nosotros, su tono

irónico me lo dice, y cuando pienso que Andrey va a reprenderlo con un puñetazo en su

mandíbula, él sólo ríe entre dientes y responde:

—Ya sabes, lo normal, ir a cocteles aburridos donde te persiguen un montón de niñitas

malcriadas. Espantar a los babosos de las faldas de tu hermana, y amenazarlos con arrancar

sus bolas si no la dejan en paz. —Andrey suspira dramáticamente y niega con la cabeza

mientras continúa conduciendo.

—Uh… entonces tengo competencia —murmura Trenton distraídamente, y la verdad es

que yo no sé a qué se refiere; sin embargo al ver cómo Andrey aprieta su mandíbula

imagino por dónde va su comentario y me sonrojo.

Oh mierda… él me quiere en sus brazos, ¡la canción dice aquello! Santo Dios, este

chico va a causarme un desmayo.

Cuando estamos frente a nuestra casa, Trenton emite un sonido de sorpresa al observar

todo ante sus ojos; no obstante, noto que la sorpresa en él no tarda mucho, pues sus ojos

luego se encuentran con los míos y ambos nos observamos el uno al otro por un precioso

momento, que parece ser eterno. En sus labios se dibuja una sonrisa, y ambos somos

alejados de nuestro mundo, cuando Andrey carraspeó.

—¡Ya basta! Mierda, esto es incómodo, la estás mirando como un idiota, ¡y ella es mi

hermanita! —resopla Andrey, quien con un ademán, nos indica a Trenton y a mí que nos

bajemos de su deportivo—. Aguarden aquí y tú no atormentes a mi hermana con tus

discursos, ella no habla mucho a veces.

Wow… al parecer mi hermano ya está conociendo muy bien a Trent.

—¿A veces? ¡Nunca habla! —exclama Trenton en respuesta, conforme Andrey se va

alejando en el auto. Trenton se vuelve a mí, me observa con curiosidad—. Es extraño que

seas tan callada, teniendo en cuenta que tu familia es... ¿famosa? No es que yo sepa mucho

de los comportamientos que adquieren las personas “importantes”, pero en mi país sé a

ciencia cierta que ustedes, es decir, las personas como ustedes, son criadas para saberse

desenvolver plácidamente en ámbitos políticos, económicos y primordialmente sociales...

Infiernos. ¿Puede hablar una persona tanto como él?

«Eso, mi querida Ciara, se llama labia, elocuencia. Los hombres lo utilizan a menudo

para meterse en los pantalones de las chicas, y ellas caen rendidas, ¿captas? ¿O te lo

explico con dibujitos?», me reprende mi subconsciente.

Trenton sigue hablando, y hablando y hablando. Un monólogo improvisado que me

deja anonadada. Habla sobre las costumbres de su país y la gran sociedad de éste, y aunque

en ocasiones se ve tan apasionado cuando habla que sus palabras son rápidas y no entiendo

cómo no se ha quedado sin aliento, yo escucho atentamente todas y cada una de sus

palabras, como si me estuviese revelando algún secreto valioso. Oh mierda, este tipo me

tiene… hechizada.

—En Italia todo es así —continúa él, sacándome de mi ensoñación—, y dado el

comportamiento de tu hermano, supongo que aquí la tímida eres tú —finaliza Trenton con

una gran sonrisa.

¡Por Dios! ¿Es que no cogió aire en todo el tiempo que estuvo hablando?

—Tú… um, así que tú… ¿eres italiano? —balbuceo y mi mente me reprende con un «

¡Por supuesto, estúpida!» que evidentemente me hace sentir más estúpida.

Trenton asiente con la cabeza, sonriéndome con dulzura.

—Así es. Nací en Milán y viví allí toda mi infancia y adolescencia hasta hace unos días

que vine a este país, ¿recuerdas el día en que comenzaste a perseguirme? —dice, echándose

a reír—, apenas tenía una hora aquí, y cuando te vi pensé que me habían enviado a un ángel

guardián o algo así —explicó solemnemente, sin dejar de mirarme a los ojos.

¡Oh, por Dios, definitivamente le gusto!

«O quizás es un coqueto», completa mi subconsciente, quien claramente no se ha

dejado influenciar por la magnífica personalidad y belleza de este italiano frente a mí.

Nunca había conocido a una persona como él, se le ve tan entusiasmado por todo, y el

brillo de sus ojos reafirma la fascinación de Trenton al hablar de su país y de sus

costumbres, incluso me atrevo a asegurar que nunca vería a este chico con la cabeza gacha

y entristecido. No hace falta comparar mi personalidad con la de él, ya que somos tan

notablemente distintos que es como conocer a la persona que jamás lograrás ser, así te lo

propongas.

Miro a Trenton, un poco afligida por la marcha que han tomado mis absurdos

pensamientos, y todo lo que consigo de parte de él es un guiño que efectúa un hormigueo

en mi estómago.

Mi hermano se acerca finalmente hasta nosotros y suspira, agitando sus llaves,

causando que el sonido de éstas nos saque abruptamente del hechizo que nos envolvía a

Trenton y a mí.

—Gracias al cielo que no hay nadie en casa, naturalmente, todos trabajan, así que en

marcha —dice y me mira con una ceja alzada—. Estás rara desde que subiste al coche,

¿todo va bien? Tú y tus cambios de humor… —Se encoge de hombros—. ¿Cómo te fue

con Rebecca?

¡Rebecca! Andrey es tan confianzudo con las personas…

—Sí, estoy bien —respondo cohibida, siento la cercanía de Trenton, la misma que me

enerva—. Una clase emotiva, en realidad. Ya sabes “Dejar el alma en el escenario” y todo

eso.

Una exclamación por parte de nuestro acompañante italiano me sobresalta.

—¡Dejar el alma en el escenario! ¿Eres cantante de ópera? —pregunta, sus ojos verdes

muy abiertos.

Tiene que estar burlándose de mí.

Andrey suelta una risotada, echando su cabeza hacia atrás mientras se soba el estómago.

Vaya… al parecer a él le resulta divertido. Frunzo el ceño sin mirar a ninguno de los dos, y

trato de ignorarlos, ¡pero la risa estridente de Andrey resuena en mis oídos!

—En realidad soy bailarina de ballet —murmuro sonrojada.

—¡Evidentemente! —exclama mi hermano entre risas—. Ciara no canta, y cuando lo

hace grita como un gato cuando le pisan el rabo, ¡imagínate cantando ópera!

Wow… estos dos se han caído de maravilla y han conseguido una diversión en común:

burlarse de mí. ¡Oh, genial! Ambos se echan a reír, obviamente mofándose de mis

deficientes cuerdas vocales y me sonrojo al pensar que mi adorable hermano sí que ha

escuchado mis conciertos secretos en la ducha.

Los miro indignada; sin embargo, una sonrisita tonta surge de mis labios al verlos reírse

a carcajadas como si no hubiera un mañana. Definitivamente, en mi perspectiva, Trenton es

capaz de animar la vida de cualquier persona, esté triste o no, simplemente este chico posee

un don extraordinariamente interesante: siempre está contagiosamente feliz. Imagino que su

infancia ha sido de la más genial, con dos padres que siempre son atentos con él y con sus

hermanos —si los tiene, claro—, una mamá que siempre está en casa, quizás un hermano

mayor que de vez en cuando le molesta, pero siempre lo obsequia con consejos y le ayuda

con sus deberes. Mi mente se transporta a un lugar de Milán en una casa sencilla, en un

sillón pequeño frente a la chimenea, dos niños juegan mientras su madre prepara la cena,

luego el esposo de la noble mujer entra por la pequeña puerta de la casa y saluda a su

esposa y posteriormente a sus hijos.

Aquella es mi visión de la familia perfecta, y hay ciertas señales que me dictan que

Trenton pertenece a una parecida, por su increíble forma de ser. Es una lástima que yo no

tuviese aquella suerte, ni mucho menos Andrey, aunque las cosas nos van mejor con papá,

que es todo cariños y apapachos; sin embargo él trabaja mucho, y normalmente debe viajar

casi todo el tiempo.

El taxi que Andrey llamó nos espera. Los vigilantes de nuestra casa observan

despectivamente a Trenton y a nosotros con una interrogante grabada en la frente; mas,

Andrey se encarga de ellos y les indica que por ningún motivo deben decir que nos han

visto con un desconocido. Ellos naturalmente asienten con la cabeza y nosotros subimos al

taxi que nos lleva s nuestro destino, probablemente sea uno de los lugares más peligrosos

de Detroit, y aunque eso por ningún motivo nos importa, de cualquier modo yo no puedo

eludir mis nervios al sopesar en la idea de que alguien descubra quiénes somos y de dónde

venimos.

—Suelta tu pelo Ciara, pareces una anciana con ese moño —brama Andrey que se

encuentra en medio de Trenton y yo en el asiento trasero del auto.

—Es un moño de bailarina —explico bruscamente, pero en voz baja—, se supone que

debo tenerlo.

Andrey parpadea, sorprendido.

—¡Pero ahora no estás bailando, por el amor de Dios! A ver acércate —ordena él, luego

comienza a deshacer el moño con sus largos y ágiles dedos de manera que mis cabellos

completamente lisos caen por mis hombros y mi espalda cuando él los suelta—. Así está

mejor, y quita esa cara que vas a divertirte, tienes olvidar a la marica de Eric. Por cierto, me

he enterado que le gritaste en la salida de clases el día de hoy. Me satisface saberlo, ¡bien

hecho, hermanita! —Me abraza, ante la mirada atenta y curiosa de Trenton y el chofer.

Maravilloso, gracias por recordármelo, Andrey.

—Una dama no grita delante de varias personas —repito lo que dice siempre mi

madre—. Yo realmente… realmente no me siento orgullosa de esto, aunque se me ha

quitado un peso de encima. —Mi voz es baja, no quiero que ni el taxista ni el italiano

ardiente me escuchen.

Andrey se percata de mi incomodidad y entra en una interesante conversación con

Trenton sobre autos.

Sonrío mientras los escucho. Los chicos ciertamente se convierten en niños cuando a

autos se refiere.

En un momento dado, hemos llegado finalmente al barrio modesto donde se encuentra

Lombardi GYM. Al bajarnos del auto, Trenton y Andrey pagan al taxista, y yo mientras los

espero me atrevo a vislumbrar el lugar, percatándome que todo se ve igual, como cuando

estuve aquí por primera vez.

Andrey se acerca a mí y yo me adueño de su brazo; mientras Trenton nos lleva hacia

adentro, ubicado delante de nosotros, reparo en los murmullos de las personas que nos

observan ceñudas.

—Mira como camina, y ese chico que anda con ella, ¿será su novio? Está muy guapo...

oh que envidia... ¿pero qué hacen aquí? mira como visten, ellos no son de aquí... ¡y mira lo

asustada que está! —Estos son algunos de los comentarios que mis oídos captan, e intento

con todas mis fuerzas ignorarlos.

Trenton abre la puerta del sitio y nos permite entrar.

—Wow, ¿cómo es que hay un lugar así aquí? No me malinterpretes, es sólo que...

parece un gimnasio extenso, ordenado y ¿ostentoso? —Mi hermano observa todo con

absoluta sorpresa, es obvio que en su primera visita no había prestado mucha atención—.

Mira esto Ciara, un salón de baile, un ring de boxeo, instrumentos para ejercitarse, ¿qué

más hay aquí, Trenton? Es algo tan multifuncional —completa maravillado.

—En la parte trasera hay una extensa cancha de fútbol—responde Trenton, quien está

dirigiéndole miradas desdeñosas a unos chicos que me están sonriendo socarronamente.

¿Qué demonios?

—Vaya... ¿quién es el dueño de este lugar? —Vuelve a preguntar Andrey, anonadado.

—Mi hermano. —Es la primera vez que Trenton está tan serio e incómodo delante de

mí. Su semblante cambia notablemente al nombrar a su hermano—. Construido hace tres o

cuatro años más o menos. No lo sé con seguridad, antes no sabía de este sitio.

¿El hermano de Trenton vive también aquí? ¿Es rico?

«Por supuesto, estúpida».

—Debió gastar mucho —observa Andrey distraídamente—, ¿quién maneja las

ganancias?

—Mi primo —le responde Trenton con el mismo tono distraído.

Desvío la mirada del rostro cohibido de Trenton y me concentro en el ambiente en el

que me encuentro, son aproximadamente las cinco de la tarde, debido a eso, supongo que el

lugar se encuentra un tanto solitario. A pesar de eso, hay tres chicas de unos quince años

tratando de montar una rutina de baile, por lo cual yo las observo un poco divertida, pero no

hago otra cosa que mirarlas, mientras tanto Andrey y Trenton se concentran solamente en el

entrenamiento de boxeo que se presenta a unos pocos metros de distancia.

Entonces me permito libremente fantasear con la idea de montar una coreografía para

estas chicas. No sería la primera vez que creara una, pues he elaborado varias aunque para

mí misma, rutinas que, nadie ha visto ni verá. Detengo mis pensamientos y mi atención

vuelve a los chicos, me acerco a ellos tímidamente.

—No creo que sea prudente que te pongas así ahora, Trent —le dice un hombre

extremadamente musculoso que se encuentra en el ring completamente sudado—. Yo no

voy a pelear contigo.

Andrey alza una ceja, mostrando su ironía, mas no dice nada. Trenton, a su lado bufa

audiblemente y puedo notarlo colérico. Demonios, él me confunde demasiado, no entiendo

por qué está enojado, si hasta hace unos segundos sonreía de oreja a oreja. ¿Cuál es su

problema?

—Lo que pasa es que tienes miedo —intenta retarlo Trenton con una sonrisa triunfal, su

acento italiano más destacado a causa del enfado.

—Has peleado lo suficiente desde que llegaste, sé que puedo acabar contigo en un abrir

y cerrar de ojos, pero, realmente, quiero que salgas de mi camino, ahora —murmura el

hombre de vuelta, la verdad es que parece encontrarse aburrido.

Trenton sacude la cabeza, se quita su camiseta bruscamente y observa expectante a los

hombres del ring. Yo sé que los está retando con la mirada y demonios, jamás imaginé que

Trenton fuese tan intimidante, pues puedo ver los rostros preocupados de los chicos,

realmente algo anda mal aquí.

¿Qué es lo que ocurre con Trent?

—¿Qué ocurre aquí? —habla una voz femenina parecida al de una niña. Todos

volteamos, percatándonos de la presencia de una pequeña chica de cabello rojizo y muy

corto, cuya ceja se halla alzada y sus brazos cruzados.

—Tu querido primo está armando uno de sus berrinches —comunica el hombre

musculoso. Sé con certeza que la conversación apenas está comenzando, pero mierda, yo

no puedo concentrarme en nada con semejante vista.

Oh Dios mío, Trenton está sin camiseta nuevamente.

Trenton evade enfadado la mirada de todos, mientras escucha lo que los dicen. Su

camiseta permanece en sus manos, y él la aprieta con fuerza. Suelta un resoplido y pasa sus

dedos por su alborotado y terso cabello, el cual intenta aplacar sin éxito. La verdad es que

mis fuerzas son algo diminutas, pues intento no observar su gran abdomen, e igualmente no

lo puedo eludir. Admirándolo, casi se me salen los ojos de mis órbitas al ver aquel cuerpo

tan fabuloso, y cuando mi ojos vislumbran semejante belleza hipnotizadora, de un momento

a otro, cuando alzo la vista, me percato de que los ojos verdes de Trenton están fijos en mí.

Infiernos, él me ha visto, oh no. Mierda.

Doy un respingo y retiro los ojos de él inmediatamente. ¡Maldita sea, me ha visto! A

parte de ser una acosadora para él, también soy una fisgona, ¡qué vergüenza! Pero supongo

que es su culpa, ¿es siquiera legal mostrar semejante físico? Pues aquello debería estar

prohibido.

Me sonrojo furiosamente ante el pensamiento.

Al lado de Trenton se sitúa la pequeña chica de cabello rojizo, quien suavemente le

susurra algo al oído y le sonríe casi angelicalmente.

¿Quién demonios es esta pelirroja?

—Bien, entonces la pelea no será hoy —dice Trenton resoplando y se vuelve a poner

encima la camiseta blanca.

Suspiro aliviada y doy gracias que nadie lo note. Y aunque la tensión anteriormente era

tan fuerte, desapareció momentáneamente ante la calma de Trenton, quien por cierto, no ha

dejado de sonreírme burlonamente.

¡Pequeño bastardo!

Andrey, quien no tiene ni una pizca de timidez, le pregunta a Trenton quien es la

“agradable” muchacha que se sitúa a su lado. Quiero rodar los ojos en su dirección, pero

obviamente mis principios no me lo permiten.

—Ella es April, hermanastra de mi primo Gioele —Lo último va dirigido a mí y me

sonríe ladinamente—. Le encanta el baile como a ti, Ciara.

Bah, como si me importara.

April alza una ceja y me mira de arriba abajo, como si yo fuese un pequeño artefacto

curioso que necesita estudiar con precisión. La chica es diminuta pero muy bonita, sus ojos

son de color gris y sus cejas acentúan su mirada felina. De acuerdo, físicamente es muy

linda, pero su actitud conmigo muestra que no soy de su agrado, así que dejo de observarla

y miro hacia otro lugar. Trenton nos presenta a su acompañante y nos invita a bailar juntas

en la pequeña pista donde están las demás chicas; pero yo me niego rotundamente y me

alejo de los tres que se atreven a platicar animadamente mientras yo camino por los

alrededores admirando más a fondo el lugar.

Definitivamente soy una antisocial. Y es que a veces siento que en ningún sitio voy a

sentirme a gusto.

“No debes dejar que te lastimen, por eso debes alejarte de lo que te hace daño” me

había dicho a mí misma aquella tarde en Brasil cuando me encontraba desolada por la

traición de Eric Adrián Sanders. Pero, ¿qué es lo que realmente me hace daño? Quizás doy

mi confianza tan fácilmente y ese se ha convertido en mi peor error, o tal vez la verdadera

amistad no existe. El amor es un tema completamente distinto para mí, yo lo veo como algo

lejano y pasajero en estos momentos. Siendo adolescentes es imposible amar de verdad,

¿cierto? Porque ni siquiera somos capaces de amarnos a nosotros mismos, al menos aquello

es lo que me ocurre a mí, lo que me lleva a pensar de nuevo en mis problemas, y es que

realmente yo no puedo confiar en nadie.

Quizás tenga miedo a todo.

—Así que te gusta la danza —dice alguien a mi espalda, su voz es despectiva.

Asiento con la cabeza respondiendo, sólo con eso, su pregunta. Andrey, Trenton y la

pequeña April esperan que añada algún comentario, algo que definitivamente no hago.

Andrey decide hablar por mí, como la mayoría del tiempo.

—Ballet, le encanta y baila como los ángeles, aunque también se interesa en otros

géneros —señala enorgullecido—. ¡Baila sensacional! Ciertamente sé que llegará muy lejos

con tanto talento. —Me guiña un ojo.

—No lo pongo en duda —dice Trenton, mostrando su maravillosa sonrisa—. Tal vez

algún día te animes a bailar aquí, las chicas estarán encantadas, tengo entendido que bailas

desde los cinco. —Sonríe.

Al parecer sabes todo sobre mí —comento mentalmente, observándolo dubitativa,

April intenta suprimir su sonrisa.

Creo que te odio.

—No creo que lo haga, es demasiado tímida, primito —le dice a Trenton dulcemente,

tras guiñarle el ojo.

¿Le estaba coqueteando? Oh, por supuesto, ¿cómo no lo noté antes? April se dirige al

salón de baile, e inicia a bailar con el resto de las chicas una canción de Rihanna que no

reconozco, y la verdad es que sus pasos son buenos, aunque tengo que admitir que sus

movimientos son exageradamente atrevidos y casi vulgares.

Y mayormente así va transcurriendo el resto de la tarde. Andrey y Trenton se limitan a

platicar entre ellos sobre las peleas de boxeo que los chicos están ejecutando, mientras que

yo por mi parte observo ensimismada a las chicas de danza, haciendo notas y críticas

mentales. Me he sentado cerca de las maquinas de entrenamiento que están solitarias, mis

auriculares como siempre en mis oídos, conforme va sonando en mi Ipod “This” de Ed

Sheeran, la cual secretamente he estado reproduciendo desde que Trenton me envió parte

de la letra por WhatsApp. Patético, lo sé, pero, ¿qué puedo hacer? Esa canción me encanta

y me recuerda que Trenton me pidió que volviera, y no estaba imaginándome aquello,

aunque ahora, ni siquiera se haya dignado a dirigirme la palabra.

—Hola, pequeña Ciara, ¿qué estás escuchando por allí?

Infiernos, esto no puede estar pasando.

Me arrebato los auriculares, pero él logra tomarlos antes de que ponga la música en

pausa. En un abrir y cerrar de ojos, él tiene mis auriculares en sus oídos, escuchando la

bendita canción que hace un par de horas me ha enviado por mensaje. ¡Mierda! ¡Estoy

destinada a pasar vergüenza con él! Trenton sonríe tan ampliamente mientras me mira que

yo comienzo lentamente, muy lentamente a derretirme ante él.

—Yo... yo... —No sé qué decirle, así que finalmente me quedo en silencio.

Él ríe y sacude la cabeza en mi dirección. Mientras sus ojos siguen mirándome,

cuidadosamente coloca cada uno de mis auriculares en mis oídos y sonríe, toma el iPod de

mis manos y de reojo puedo ver que Andrey ya se está preparando para irnos. Emito un

jadeo ante la cercanía de ambos, y porque su rostro y sus ojos atrayentes me llaman, y

también sus labios…

¡Oh no! Él tiene que alejarse, ahora.

Ante mi nerviosismo, el chico ríe nuevamente y pulsa “Play” en mi Ipod, al mismo

tiempo que comienza a retirarse de mi lado, me guiña un ojo, y luego su mirada me dice

algo que no puedo comprender.

La canción comienza a sonar y él se aleja al mismo tiempo que escucho a April

murmurar:

—¡Allí estás de nuevo dedicando canciones! —Y aunque Trenton gruñe en desacuerdo,

yo sé que aquella es la verdad.

Demi Lovato comienza a cantar “Give your heart a break” en mis oídos mientras mi

corazón se paraliza ante sus palabras, sé lo que quiere decirme, sé por qué quiere decirlo, y

aunque estoy radiante y feliz porque él, este hermoso y maravilloso chico, haya colocado

esta canción para mí, una parte de mi corazón me grita desesperadamente que corra lejos de

él, que el peligro está cerca, que no debo permitir que llegue demasiado lejos aunque él

evidentemente está pidiéndome confianza con esta canción. Claro, si es que esto es en serio

para él.

Haven't I passed the test? When will you realize, baby, I'm not like the rest?4

Oh por Dios, de verdad yo no puedo permitir que me guste.

—¿Cuándo vendrán de nuevo? —pregunta Trenton cuando comenzamos a

despedirnos—. Espero que no se lleven una mala impresión de mí, lo digo por mi arrebato.

Hace unos días me torcí el tobillo escalando y no me han dejado hacer nada esos malditos

de aquí.

¿Escalando? ¿Se torció un tobillo?

—Quizás me atreva a venir alguna vez —dice Andrey en un tono distraído—. Y si el

ring está desocupado tú y yo nos daremos unos cuantos golpes en ese entonces.

—¿Y tú, Ciara? —inquiere Trenton ahora mirándome fijamente.

—No, definitivamente yo no quiero darme golpes con nadie —respondo escuetamente.

Ellos se echan a reír.

Me quedo perdida en mis pensamientos. ¿Volveré a venir? Andrey vendrá por el boxeo,

algo que todavía estoy asimilando. Aquí cada quien hace algo, ¿y yo que haré? No bailaré

aquí, y el baile es lo único que me atrae de este lugar, así que tendré que conformarme con

al salón de baile de mi casa, donde nadie pueda verme.

Entonces comprendo todo inmediatamente. La certeza de este pensamiento me

estremece, en realidad lo que me atrajo de este lugar no es ni siquiera el baile. Mi corazón

palpita tan rápido ante la revelación, y la respuesta positiva a la pregunta de Trenton está en

la punta de mi lengua, quiero volver y verlo a él y observar sus ojos verdes que me dan

esperanzas y emociones incontrolables e inexplicables. Pero eso está mal, yo debo alejarme

de él.

Él no puede gustarme, es un coqueto que está acostumbrado a seducir chicas.

—No creo que sea posible —digo seriamente, con voz monótona—. Tengo una

presentación cercana, tengo que trabajar en mis ensayos, mi instructora quiere que

4 ¿No he pasado la prueba? ¿Cuándo vas a darte cuenta, cariño, yo no soy

como el resto?

perfeccione mi destreza. Lo siento. —Frunzo el ceño, sé que Trenton me admira abstraído y

contrariado.

Quizás él jamás lo entienda, quizás no lo vuelva a ver nuevamente y el pensamiento me

deprime, pero no me arrepiento de mi respuesta descortés y brusca. Mis sueños y

expectativas deben estar a salvo, el que me guste un chico en el cual no puedo confiar,

arruinaría mis planes. Juilliard es mi vida ahora, tal como lo dijo Eric, la universidad es lo

que más me importa en estos momentos, y por supuesto mi bienestar, por eso mi corazón

debe permanecer en el pedestal que he creado, donde nadie pueda alcanzarlo, donde nadie

pueda romperlo una vez más.

Él no puede gustarme, ni mucho menos, enamorarme, ¡de ninguna manera!

Cuando llegué a casa, el día de ayer, después de un largo discurso de parte de mi madre,

se anunció mi castigo: no salir de casa, al menos por unas semanas.

Bah, igual no tengo a donde ir. Así sea viernes en la noche.

Acostada en mi cama observo los alrededores de mi gigantesca habitación, y pienso en

el día de ayer y todos los acontecimientos. Vaya… al parecer fue un día excepcional,

manifesté la ira, felicidad y decepción, mi estado de humor se ha convertido en uno

voluble, como mi hermano asegura.

No se me ha salido de la cabeza el semblante de Trenton cuando le respondí de aquella

forma la última vez que lo vi. La sonrisa que estaba dibujada en sus labios se borró

automáticamente y la decepción invadió su rostro.

Oh, por supuesto, soy la primera en rechazar al señor seductor.

Corro hasta el salón de música de la mansión en un arrebato, no sin antes coger mi

iPod. Estoy decidida a olvidar todo lo acontecido, no necesito pensamientos deprimentes en

mi cerebro, sólo la concentración que el baile me ofrece, ya es lo único que ayuda a calmar

mis nervios. En un momento dado, comienza a sonar “Turning Page” en el salón de baile

que tengo en casa. Comienzo a bailar con un ritmo lento y tranquilo, dejando llevar mis

pasos por el piano y el violín.

Entonces mis pensamientos sobre Trenton se disipan.

—Nunca pensé que verte bailar me causara tantos recuerdos —dice mi madre, quien se

halla recargada en el umbral de la puerta.

Ella mira a su alrededor, desde el piano de cola hasta la guitarra eléctrica de mi

hermano, posteriormente, descansa su mirada azul en mí, escudriñando mi vestimenta, la

cual consiste en unas zapatillas de bailarina blancas y desgastadas, una camisa holgada de

algodón azul cielo, y por último un pantalón babucha oscuro. Ella alza una ceja de forma

despectiva y niega con la cabeza reprobatoriamente.

—¿Qué quieres decir con eso? —inquiero, incómoda.

—Que bailas sensacional —responde con un encogimiento de hombros—. Pero creí

haberte dicho que te quedaras en tu habitación por el resto del día. —Abro la boca para

responderle, mas ella no me lo concede—. Y, ¿dónde está tu hermano? En su habitación no

está, y su instructor me ha llamado para decirme que no ha asistido a sus clases de esgrima.

Quise poner los ojos en blanco, pero no lo hago.

—No lo sé.

Mamá suspira dramáticamente. Yo me siento en el suelo y jugueteo con el reproductor

de música, fingiendo buscar alguna otra canción. Mi madre permanece ante mí, observando

mis inquietantes movimientos con la mirada. Ella habla conmigo sólo cuando va a

llamarme la atención por algo que hice, o solamente para notificarme que…

—Deberías cambiarte ese… peculiar atuendo. Tenemos una reunión en el despacho de

tu padre en diez minutos —rezonga.

Estoy petrificada, ¿una reunión para qué? Me levanto de un salto del suelo y la miro

interrogante, ella sólo me sonríe y comienza a andar hasta la sala. Oh, genial, ella está

jugando conmigo.

—¿Reunión? —le pregunto siguiéndola—. ¿Qué clase de reunión? ¿Quiénes estarán?

Ella me sonríe, encogiéndose también de hombros, y yo sé que no va a contestarme, al

menos no por ahora. Mamá se marcha al despacho, su andar elegante e impecable siempre

presente.

Bien, reunión, allí vamos.

Cuando ya me he cambiado para la reunión, me dirijo lánguidamente al despacho de mi

padre, donde ya se pueden escuchar algunas voces. Llevo mis nudillos a la puerta para

tocarla pero algo que mi madre dice me detiene:

—Entonces estás diciendo que mi hija estuvo involucrada con tu hermano —dice

incrédulamente.

Abro los ojos como platos y trato de agudizar más mi oído para escuchar la respuesta.

—Y ella lo engañó. Por eso mi hermano no quiere absolutamente nada con ella —

rectifica Suzanne con voz solemne. Se produce un silencio; sin embargo mi madre no tarda

en replicar:

—¿Lo engañó? —inquiere dubitativa, es obvio que no cree nada de lo que la rubia está

diciendo—. ¿Estás segura?

Maldita mentirosa —rezongo mentalmente.

—Por supuesto, nosotros la vimos. —Ella suspira dramáticamente. ¡Qué patética!—.

Realmente no lo sé, señora Aldridge… me parece increíble que usted nos haya llamado a

mi hermano y a mí. Sus hijos…

—¡Oh sí! Sólo quiero saber por qué el alboroto del día de la cena. No me lo tomes a

mal, querida; pero, Andrey es totalmente responsable y respetuoso, jamás lo había visto así,

por eso quise que me lo explicaran ustedes dos, ya que mis hijos no quieren mencionar

nada sobre ello, y es meramente importante que nosotros los mayores tomemos cartas en el

asunto —le responde autoritariamente mi madre.

Gruño.

—En realidad, mi hermano y yo estamos un tanto anonadados, señora Aldridge —

contesta Suzanne, sonando preocupada—, él bramó tantas absurdeces, las cuales

probablemente ha dicho Ciara en su beneficio. Estoy muy apenada por todo esto, y

realmente me gustaba lo feliz que mi hermano estaba con ella, pero tuvieron que romper,

algo así es difícil de perdonar.

Infiernos, ella no puede ser capaz de decir esto.

Me quedo paralizada, ¿por qué está diciendo aquel sartal de mentiras a mi madre? ¿Por

qué insisten tanto en molestar? ¡Joder!

—Es una lástima, veía un gran futuro entre él y mi hija —contesta Miriam

pensativamente.

Me quedo un poco desorientada por lo que ha dicho mi madre, así que sólo me limito en

tocar la puerta y con un suave “adelante” que ella pronuncia, entro al despacho donde las

dos presentes me observan, una con interés, y otra con desdén.

—Andrey no está en casa —dice mamá en cuanto yo me he sentado al lado de

Suzanne—. Quería hablar con los cuatro. Pero tú, querida Suzanne, puedes encargarte de

informarle a tu hermano, mientras Ciara hará lo mismo con Andrey —indica seriamente.

Ambas asentimos sumisamente con la cabeza.

—Sabemos que la prensa está por encima de nuestras cabezas, chismorreando sobre

nuestras vidas a su antojo. En estos momentos se ha hablado demasiado sobre problemas

entre ambas familias y eso es un gran conflicto para todos. Dejando en claro esto,

trataremos de solucionar todo por los negocios entre sus padres. —Ella me mira fijamente a

mí, claramente advirtiéndome que debo estar de acuerdo; luego, juguetea con sus anillos y

suspira—. Sabemos también que ustedes en un futuro se encargaran de dichos negocios,

por eso es nuestro deber mejorar sus relaciones. Esto no puede seguir así, por eso les pido

la mayor colaboración y confío en sus sanos juicios y que me prometan que tratarán de

reparar sus diferencias, como personas adultas.

Ah genial, soy adulta cuando te conviene, genial, gracias Miriam.

Nos mira a ambas esperando alguna respuesta afirmativa. Es Suzanne la que se atreve a

hablar:

—Por mi parte, haré todo lo posible y trataré de convencer a Eric. —Echa su melena

rubia hacia atrás, mientras me mira de reojo—. Y espero que sus hijos hagan lo mismo.

Alzo una ceja incrédulamente.

Ni lo sueñes.

Y es que la charla de mamá no me ha convencido, pues ni yo me haré cargo de los

negocios de la familia, ni tampoco quiero frecuentar de nuevo a los Sanders; no obstante,

para mamá no es necesario que yo responda, porque mi criterio para ella es nulo. Ella

sonríe ampliamente, mostrando su imponente belleza, y se encarga de formular la respuesta

por mí:

—Evidentemente, mis hijos harán lo mismo.

***

Muchos aseguran que si sueñas con alguien esa persona pensaba en ti antes de dormir.

Si eso es verdad, entonces Trenton ha estado pensando en mí cuando apenas coloca su

cabeza en su almohada. Y, oh Dios, no puedo evitar entusiasmarme, luego recuerdo lo que

dijo April e intento relajarme. Es evidente que el chico no está específicamente interesado

en mí, sino en todas.

«Y le dedica canciones de amor a cualquiera», completa mi consciencia entrometida.

Mientras estoy platicando con mi padre, pienso en todo lo que mi hermano y yo

hablamos hace apenas unos minutos. Andrey se ha enterado de la conversación con

Suzanne y nuestra madre; sin embargo, se mostró muy cansado del tema cuando le conté

todo y alegó que no le importaba ni una mierda las relaciones sociales de la familia, aunque

hoy, en la celebración del aniversario de nuestros padres, debemos cuidarnos, aparentando

que adoramos a los Sanders.

Odio enormemente las fiestas y más cuando en ellas hay que aparentar una felicidad

inexistente, lo único que me ha permitido estar de ánimos es el poder compartir con mi

padre que en estos últimos días ha estado muy ausente.

—Todavía no puedo creer que tú, mi pequeño cisne, ya hayas besado a un apestoso

chico —dice papá receloso. Yo me sonrojo ante su actitud celosa—. No sé qué rayos le

pasa tu madre, para mí, ese muchacho es muy poco para ti, mi princesa.

—Mi mamá sólo está cegada, ya se le pasará —digo, y espero que así sea, pero no estoy

muy segura de eso. Ambos sabemos que cuando mamá decide algo es muy difícil que se le

salga de la mente lo que se ha planteado.

—Espero que ese muchacho no te haya hecho daño —murmura papá un poco

preocupado—. Siempre los primeros amores son los más difíciles, y a mi parecer, eso es lo

que los hace inolvidables.

—Supongo que sí papá, pero no te aseguro que Eric haya sido mi primer amor, él era

mi mejor amigo antes, y realmente… estoy confundida —contesto sonrojada—, y esto es

algo incomodo, es decir, hablar contigo sobre chicos, ¿quieres que te cuente cómo fue mi

primer beso? —Sonrío angelicalmente.

Mi papá hace una mueca.

—Mejor cuéntame sobre los puñetazos que le dio Andrey ¡Eso sí que es emocionante!

Yo me echo a reír aunque la versión de mi papá celoso no es nueva para mí, me sonroja

y me resulta demasiado graciosa y tierna.

Pronto mi madre se encarga de alejarme de la diversión, indicándome que los estilistas

ya están a mi disposición. Mamá está radiante, orgullosa por la grandiosa fiesta que ella

misma ha organizado para esta noche.

Yo rezongo pues nunca me ha gustado maquillarme, ni siquiera que otras manos

agarren mi cabello; mas, tengo que aceptar todo a regañadientes.

El estilista se encarga de maquillar mi rostro con tonos beige y blancos. Mi cabello lo

recoge ágilmente y de éste caen suaves rulos a los lados de mi rostro. Al finalizar, yo no me

reconozco y la verdad me desagrada la imagen que veo en mi reflejo porque sé que esa no

soy yo.

—Este vestido es la perfección —murmura una de las chicas que ayudan al estilista

francés que de hecho es muy gay.

Mi vestido es largo hasta más debajo de mis rodillas, es de color dorado y cae

libremente debajo del busto. Mis hombros están descubiertos y eso me incomoda, pero no

debo replicar, pues siempre tengo que permitir que me vistan como una estúpida muñeca.

Oh Dios mío, en realidad este vestido es horrible.

—¿Qué es lo que estás haciendo? —pregunta mi hermano, causándome un sobresalto al

escucharlo pues no me enteré de cuándo entró a mi habitación—. No deberías estar vestida

así, pareces una anciana y ese vestido es horrible. —Hace una mueca.

—No —niego con la cabeza solemnemente, luego imito a la chica de voz chillona—:

este vestido es la perfección.

—Este vestido es una mierda. Quítate eso de inmediato, no sé qué es lo que mamá tiene

en la cabeza —murmura enojado.

Él está impecablemente guapo, con un traje de gala de color gris que combina con sus

hermosos ojos.

Observo mi atuendo, reprimiendo un gruñido, ¡estoy tan patética! Andrey sacude la

cabeza y aleja sus ojos de mi vestimenta. Yo frunzo el ceño, y estoy desanimada pues si por

mí fuera, no saldría de esta habitación en toda la noche.

—¿Por qué no has ido de nuevo al gimnasio del hermano de Trenton? —pregunta

Andrey cuando me encuentro rebuscando en el armario—. La verdad yo me la he pasado de

maravilla. Aunque tu amiguito no deja de hablar de ti, y realmente eso es incómodo, pero

es un buen chico. —Inclina su cabeza hacia un lado—. No pienses que te estoy dando el

permiso para salir con él, sólo digo que es un buen tipo.

Y mujeriego —completo en mi mente.

—La verdad es que estoy castigada —le digo mientras observo un vestido blanco que

comparo con el que llevo puesto.

—¡Pero además has estado demasiado rara! Pareces deprimida —exclama mi hermano

escudriñándome con la mirada—. ¿Te ha hecho algo el imbécil aquel? —Alza una de sus

cejas, es obvio que se está refiriendo a Eric.

Niego con la cabeza.

—Si me permites, me gustaría cambiarme —le sonrío disculpándome.

Mi hermano asiente con la cabeza y se retira, permitiéndome así que me vista con el

corto vestido de color blanco.

Cuando bajo las escaleras, los invitados ya están comenzando a llegar, reparo en la

decoración de la casa, que sin duda se ve perfecta. Siempre me ha encantado la mansión

porque mantiene ese aire elegante y antiguo de siempre. Con sus ventanales de cristal, sus

paredes de un color crema y la enorme lámpara clásica que cuelga del techo que nos cobija

a todos con su luz.

Finjo una sonrisa cuando los señores Stewart se acercan a saludarme.

—¡Oh! ¡Aquí está la pequeña Ciara! —exclama mi madre cuando me ve, puedo ver el

desconcierto al ver mi vestido, mas lo aprueba. Ella me lleva de la mano hacia donde se

encuentran los señores Fournier que son íntimos “amigos” de la familia.

Esta noche será demasiado larga para mí, e incluso para Andrey que en estos momentos

lo veo conversando con la “adorable” Suzanne y no parece plenamente feliz, pues sus

labios están presionados en una dura línea mostrando su incomodidad. En cuanto decido

dirigirme hasta ellos una mano se apodera de la mía.

—Así que aquí estás —murmura el rubio en voz baja—. Aquí no me puedes gritar y

estoy seguro que estás enterada que debemos aparentar ser amigos, por eso estoy aquí. Y

más te vale que te comportes, porque ya no tengo paciencia, ni mucho menos contigo. —

Sus ojos destilan desprecio.

Idiota, eres un idiota y aún así extraño que seas mi amigo.

—Pues… te fueras ahorrado el disgusto —siseo bruscamente. Verdaderamente, este

juego me desagrada.

—¿Desde cuándo hablas en ese tono? —pregunta incrédulo—. ¡Ah! Se me olvidaba

que me tenías completamente engañado. —Remarca esta última palabra.

Me encojo de hombros, no necesito lidiar con esto nuevamente, ¡está siendo absurdo!

Lo mejor es ignorarlo.

—Sólo finge que me saludas… —«No quiero tener nada que ver contigo», completo en

mi mente.

Eric me dedica una mirada desdeñosa y se despide de mí en italiano, lo que provoca que

mi corazón de un vuelco al recordar a Trenton, el hermoso, enigmático y seductor Trenton.

¿Se habrá despedido Eric en italiano sólo para mofarse? ¿O fue sólo una casualidad? Da

igual, de todas formas es un idiota.

Mi madre me observa aprobatoriamente y luego presta atención a sus acompañantes.

Los acordes de “Chasing pavements” de Adele comienzan a hacerse escuchar, y una chica

se prepara para comenzar a cantar, mientras algunos de los invitados se acomodan a la pista

de baile para mecerse al ritmo de la lenta melodía. Abro los ojos como dos cuencas cuando

Andrey y Suzanne se van a la pista de baile y comienzan a balancearse claramente

incómodos. Infiernos, esto sí que es el colmo, Miriam ha montado prácticamente una obra

de teatro donde nosotros debemos fingir una gran amistad… o algo más.

¡Yo no quiero bailar con Eric! ¡Ni en sueños!

No puedo permitir que me toque, que coloque sus asquerosas manos sobre mí, como lo

hizo con esa mujerzuela en Brasil, ¡ni loca bailaría con él! Entonces veo cómo Eric se

aproxima hasta mí y me doy la vuelta y finjo estar entretenida en otra cosa, aunque me

encuentro sola en aquel rincón de la casa.

Oh Dios mío, no puedo bailar con él, ¡no!

—I've made up my mind, don't need to think it over. If I'm wrong I am right, don't need

to look no further. This ain't lust I know this is love5 —canturrea la canción una voz

realmente bonita cerca de mi oído, y me estremezco y siento mi ser derretirse, literalmente

derretirse. Oh Dios mío, otra vez con las canciones, y el realmente tiene una voz hermosa—

. Puedo salvarte de este imbécil, Ciara, sólo tienes que pedirlo. —Trenton me toma de la

mano y me lleva a la pista de baile sin ninguna intención de esperar por mi respuesta.

«Bien, dijiste que te alejarías de él y aquí estás, Ciara, ¡bien hecho vaquera!», exclama

mi subconsciente.

Yo no me lo puedo creer, todavía estoy perpleja ante su imponente imagen. Está

elegantemente vestido, con un traje oscuro que acentúa sus ojos jade, impactantes y

atrayentes. Por Dios, Trenton está llamando malditamente la atención, todas las chicas a mi

alrededor están babeando por él, incluyéndome, porque verdaderamente su hermosura

exótica me ha quitado el aliento, además de que sus manos están rodeándome y yo tengo

las mías alrededor de su cuello. Nos estamos meciendo al ritmo de la música. Oh,

realmente baila genial, ¡él es también multifuncional! Mientras bailamos, observo cómo

Eric me fulmina con la mirada y se aleja dando zumbos con sus pies. Vete al carajo,

bastardo.

Si Trenton vuelve a cantar, voy a desmayarme.

—Should I give up or should I just keep chasing pavements Even if it leads nowhere?6

—Sonríe él, su mirada salvaje y pícara. Santo Dios, debería correr de aquí antes de caer en

sus brazos, aunque… ya estoy en sus brazos y él lo disfruta completamente.

—¿Cómo es que estás aquí? —le pregunto sin timidez alguna, sólo deseando que su

hermosa y melodiosa voz deje de cantar, antes de que no pueda evitar cometer una locura.

5 Lo tengo decidido, no necesito pensarlo más. Si me equivoco estará bien, no

necesito mirar más lejos. Esto no es lujuria, lo sé, es amor.

6 ¿Debería rendirme o simplemente seguir mi camino aunque no me lleve a ninguna

parte?

Por mi reacción, Trenton alza una de sus cejas castañas y me sonríe. Bien, no estás

cantando ahora pero estás sonriendo y eso vendría siendo lo mismo para mí, ¡deja de ser

tan maravilloso!, exclamo internamente, y luego él se acerca nuevamente a mi oído y mi

cabeza está cerca de su hombro.

Cielos, su aroma es embriagador.

—Vine a cantarte la canción, pero no se lo digas a nadie.

Me río por su atrevimiento.

—Está bien, está bien. Tu hermano me trajo —dice tranquilamente, aunque no puedo

ver su rostro sé que está sonriendo (como siempre) Y Andrey me guiña un ojo en cuanto lo

veo, bailando a unos cuantos metros de distancia—. Pero he aprovechado la gran

oportunidad para cantarte, ¿te ha gustado? ¿O quieres que continúe? —Pongo los ojos en

blanco—. Ciara, eres tan indiferente conmigo que hieres mi ego, ¿es que no te gustan los

halagos? ¿O soy yo?

Las dos cosas.

—Realmente es muy incómodo hablar de esto ahora, y mi madre y los Fournier nos

están observando —le contesto

—¿Fournier? —pregunta confundido—. ¿Qué es Fournier? Diablos, sabía que estaba

fallando en el inglés, ¿hablas italiano? ¿No te importaría hablar conmigo en italiano?

¡Espera! ¿Por qué pones esa cara? ¡Ese curso de inglés valió mier…!

—¡No! Estás hablando bien —le interrumpo sin poder evitar reír.

—Ya lo sabía, sólo quería escuchar tu risa, es realmente una melodía muy hermosa —

dice, y yo agradezco que no nos estemos mirando en este momento, ¡porque me

derretiría!—, tú eres muy hermosa.

Toso, y cierro los ojos, rogando porque mi sonrojo desaparezca.

—Así que… ¿Andrey te trajo? —pregunto desviando el tema, causando que él suelte

una risa entre dientes.

Él se separa un poco de mí para ver mi rostro y sonríe, y es una sonrisa hermosamente

burlona, pues ha notado mi sonrojo. ¡Idiota, bastardo!

—Sip. Para apartarte de ese rubio teñido —señala con la barbilla hacia Eric quien nos

fulminaba con la mirada a ambos. Trenton lo mira despectivo también—. Y yo acepté, no

es como si me importara, realmente aprovecho de mi tiempo libre ayudando a los demás,

soy un alma caritativa, ¿sabes?

Asiento con la cabeza y sonrío, aunque mis sentidos estaban puestos en la canción que

se hace escuchar en el gran salón de mi casa.

Should I give up or should I just keep chasing pavements Even if it leads nowhere?

Suspiro y niego con la cabeza, disipando esos pensamientos, ¡por Dios!, él sólo estaba

en su rol seductor, nada más.

En cuanto ese pensamiento cruza mi mente, la canción finaliza y los dos nos dirigimos

hacia mi hermano. En un momento dado, un fotógrafo nos intercepta y un tanto sonrojado,

nos pide una foto de ambos. Mis ojos se abren como platos cuando Trent coloca ambas

manos alrededor de mi cintura y posa para la foto, y demonios, Trenton Lombardi

realmente parece un modelo de Armani, alto, rostro perfecto y varonil, ojos llameantes,

mandíbula cuadrada, hombros anchos, cuerpo de infarto y además de eso, siempre con su

pose seductora.

El flash es el que me indica que reaccione de mi estupor.

—Es un honor para mí posar con usted, señorita Aldridge. Seré famoso con sólo una

foto contigo, ¿eh? —Me guiña un ojo juguetonamente y es donde pienso que este chico

tiene una actitud infantil incomparable—. Todos los ojos siempre están puestos en ti,

incluso hoy, ¿y sabes? Es comprensible, te ves realmente… —Me observa con un brillo

indescifrable en sus ojos—, te ves muy bien, ese vestido es… —Sacude la cabeza.

Oh Dios mío, él estaba mirando mis piernas.

«¡Dijiste que te alejarías de él! ¡Y permites que te toque, reacciona, Ciara, él puede

enamorarte y luego hacerte daño!», me advierte a gritos mi consciencia.

—Er… si me soltaras sería… um… sería genial —balbuceo con mis mejillas ardiendo.

Trenton se separa de mí luego de hacer una mueca, supongo que también se ha sorprendido

a sí mismo.

—Lo siento —Se disculpa incómodo—. Me he dejado llevar, es costumbre. Suelo ser

muy atrevido, digo, por si no lo has notado.

Oh no, Trenton, por supuesto que no lo había notado, ¿en serio eres atrevido?

—Supongo que te dejas guiar por tus impulsos —digo, mis palabras salen de mi boca

sin pensarlas siquiera.

—A veces es mejor hacerlo, bueno, en algunas cosas, ¿no? es decir… tus impulsos se

deben a algo, quizás a tus sentimientos y… —Él se queda callado, como si hubiera

reparado en lo que estaba diciendo. Me mira de una forma extraña y niega con la cabeza,

como si estuviera contestándose a sí mismo alguna pregunta—. No me prestes atención,

Ciara. No sé lo que digo.

En una fracción de segundo me encuentro analizando lo que ha dicho. Y quizás tenga

razón, a veces dejarse llevar por los impulsos o por los sentimientos es bueno, dependiendo

de la situación, obviamente. ¿Debería guiarme por mis impulsos con él? ¿Seguir mis

sentimientos? ¿O ignorarlos? Si continúo cautivada por él, sabiendo aún que seguir ese

curso no nos llevaría a ningún lado, ¿saldría herida? Por eso hay dos opciones en esto:

seguir o rendirse y dar marcha atrás.

Como dice la canción que él me ha cantado.

Supongo que en las dos opciones se sufrirá —me advierto a mí misma y me sorprende

el lugar donde han llegado mis pensamientos.

Y es ahí donde me vuelvo a preguntar cómo es posible que una persona con sólo una

palabra sea capaz de armar un tornado en tu mente con tus propios pensamientos. De

momento, me entero de algo más importante: que debo luchar contra algo que es más fuerte

que yo: mi atracción por Trenton.

No necesito que él me guste. No puedo, esta atracción no puede avanzar, ya lo decidí, él

no es para mí.

Ambos, ensimismados, nos encaminamos a una de las mesas que rodean la pista de

baile, donde seguramente tendremos que compartir con los hermanos Sanders. De momento

estamos solos y eso me relaja un poco, aunque en el ambiente se ha presentado una nube de

incomodidad repentinamente.

—¿Pero por qué tan callados? —inquiere Andrey que se las ha arreglado para llegar sin

la rubia repugnante de Suzanne.

Trenton y yo nos miramos fugazmente, como si uno hubiera leído el pensamiento del

otro y estamos intimidamos por ello. Desvío la mirada, notablemente contrariada. Andrey

alza una ceja que nos la dedica a Trenton y a mí, pero éste se encarga de hablar y disimular

la situación profundizándose en una plática con mi hermano.

Vaya… al parecer no soy la única confundida aquí.

Trato de no pensar más en aquellas cosas tan extrañas que se me han estado cruzando

por la cabeza últimamente y considero la posibilidad de que mi madre comience a echar

chispas por la foto que me han tomado con un completo desconocido para ella; aunque,

estoy segura que si me retan a elegir con quién quisiera que me tomaran una foto, entre Eric

y Trenton, elegiría a Trenton. El hermoso, atrevido e interesante Trenton.

—Tienes que mantenerte alejada de Eric —dice Andrey sacándome de mis

pensamientos—. Suzanne ha estado con lo mismo en toda la velada, está diciendo un

montón de men…

—No quiero saber qué es lo que está diciendo aquella bruja —le digo con voz

lastimera, mientras frunzo el ceño pronunciadamente—. Ya te dije, Andrey. No necesito

escuchar esas cosas otra vez.

—Lo siento —se disculpa un poco preocupado—. Por eso traje a mi amigo aquí

presente.

¡Amigo! Ahora son amigos, ¿eh? Genial.

—No soy una niña para que me cuiden —menciono irritada; sin embargo luego me

arrepiento—. No te lo tomes a mal, Trenton, agradezco tu compañía, pero mi hermano aquí

presente me trata como una cría.

—Eres una cría —interrumpe Andrey enfurruñado.

Trenton guarda silencio y trata de esquivar mi mirada, no logro comprenderlo.

¿Qué es lo que le pasa? Por Dios, sus cambios de humor me abruman totalmente.

Diviso a lo lejos a mis padres bailando sonrientes, mi padre me guiña un ojo y señala

con la barbilla a Trenton y yo sé que con ese gesto me está preguntando: «¿Y ese quién

es?», yo me encojo de hombros en respuesta y le dedico una sonrisa sutil, la cual el

corresponde de inmediato. Él sigue bailando con mamá, la que ahora me está mirando, y al

contrario de mi padre, ella está inexpresiva, pero cuando mira a su marido sonríe y puedo

ver la felicidad plasmada en sus ojos. Ella lo ama.

Trenton se desenvuelve muy bien en la fiesta, aunque no se levanta de la mesa ni un

momento, al igual que yo. Andrey ha estado de aquí para allá, hablando con los amigos de

mi padre y madre y con los Sanders, tratando así de transmitir a los demás que ambas

familias comparten una estrecha relación.

Antes de que pueda darme cuenta, un joven se acerca hasta nosotros.

—Perdone mi atrevimiento, ¿me daría el maravilloso honor de compartir esta pieza

conmigo? —pregunta el joven con un acento británico. Él tiene el cabello rojizo y ojos

amables y grises. Miro a Trenton, pero él se encuentra ensimismado en su teléfono móvil,

ignorándome descaradamente. Vuelvo a mirar al chico y no sé qué hacer, así que sólo

asiento con la cabeza.

El muchacho me lleva hasta la pista de baile y nos encontramos cerca de mis padres, los

que se balancean y sonríen como dos adolescentes enamorados.

La canción es lenta, sólo el sonido del piano y el violín, pero no la reconozco. Trato de

mantener las distancias entre el chico y yo mientras comenzamos a bailar. Busco con la

mirada a alguien conocido, pero sé que sólo quiero mirar a Trenton, solamente a él; sin

embargo, él continúa en su rol indiferente y sin mirarme, sólo se limita a beber de su copa y

suspirar, aparentemente aburrido.

¿Cuál es tu problema, italiano estúpido?

El ritmo termina en un minuto y el chico me agradece mi compañía y se ofrece a

acompañarme a mi mesa, lo que no ocurre en ningún momento pues una mano se apodera

de la mía, y antes de que pueda clavar mi vista en quien me está tomando bruscamente, él

habla:

—Tal vez ella también me permita este baile antes del brindis, ¿eh?

Maldición.

El chico pelirrojo se despide amablemente de mí y me deja con Eric Sanders quien pone

sus manos en mi cuerpo y me estremezco, incómoda por la cercanía, la cual pensaba eludir

por el resto de la noche.

—Has estado muy solicitada. —Se atreve a decir, yo no le respondo.

Y así transcurren los casi tres minutos más molestos de mi vida, bailando con alguien

que no es quien solía ser. Afortunadamente, de los labios de Eric no salen estupideces como

en otras ocasiones, supongo que se está ajustando a los “consejos” de mi madre, los cuales

sólo se tratan de fingir, fingir y seguir fingiendo algo que ya no existe.

Cuando la melodía termina finalmente, intento alejarme de él y cuando menos me lo

espero, su mano se vuelve a apoderar de la mía.

—No debería decirte eso; pero igualmente lo voy a hacer —suspira, hay algo ilegible en

sus ojos. Él se inclina hacia mi mano, con la intención de besarla—. Si no estás conmigo,

no serás feliz con nadie.

Y después de besar mi mano, se va.

El salón rompe en aplausos y mi madre anuncia el esperado brindis. Me llama a mí y a

mi hermano con voz cantarina y ambos nos acercamos, puedo ver a Trenton en la mesa, con

su mirada penetrante puesta en el “espectáculo”. Él está muy serio, sombrío, muchísimo

para mi sorpresa.

Entonces cuando todos chocamos nuestras copas unas con otras, aparentemente felices.

Él se levanta de su lugar, acomoda su corbata y suspira. Deja algo en la mesa y me mira,

sus ojos profundos no me transmiten nada, posteriormente le dice algo a Andrey en la

distancia, cuando pongo los ojos en Andrey él está asintiendo, frunzo el ceño sin poder

comprender, ¿acaso se va? ¿Le ha pasado algo? Miro a mi hermano en busca de una

respuesta, pero él no me devuelve la mirada y, cuando vuelvo a observar el lugar donde

estaba anteriormente Trenton, me percato de que no hay nadie.

Se ha ido.

Decepción, pura y deprimente, se apodera de mi pecho, y me siento ansiosa, y

preocupada, ¿se ha enojado conmigo?

«No debería importarte, Ciara», me reprende mi subconsciente nuevamente.

¿Qué hay en la nota que Trent ha dejado en la mesa?

—¡Ciara, querida, acércate para la foto familiar! —La voz lejana de mamá me saca

abruptamente de mis pensamientos.

La estúpida sesión de fotos que mamá ha organizado en la fiesta de mierda termina

luego de unos minutos, así que prácticamente corro apresurada hasta la mesa que compartí

con Trenton y busco velozmente la nota que vi en sus manos, y me sorprendo al no

encontrar absolutamente nada.

¿Imaginé la nota? ¿O deliberadamente se la ha llevado?

Frunzo el ceño y busco con la mirada a Trenton entre la multitud, pero sólo me

encuentro con algo más impactante: Ralph Sanders observa con una mirada extraña a mi

padre, mientras platica por teléfono. Yo me quedo sin palabras, el señor Sanders ha sido tan

amable con papá, ¿por qué está observándolo amenazante y con un odio irracional en su

mirada? Realmente no lo comprendo, y lo peor de todo es que, cuando Sanders se percata

de mi escrutinio, aparece una sonrisa sardónica en sus labios y luego alza su copa hacia mi

dirección. «A tu salud, querida», se que dice en la distancia, y yo tiemblo, por alguna razón

siento que aquella fue una amenaza.

¿Qué oculta el señor Sanders?

Al levantarme el domingo por la mañana a desayunar, mi madre me muestra el

periódico, apenas me siento en la mesa frente a ella. Evito poner los ojos en blanco en su

dirección, no estoy de humor para sus discursos, la fiesta de anoche fue extremadamente

agotadora, sin contar que no he dejado de pensar en Trenton y en el señor Sanders. Estoy

tan preocupada, que he dormido sólo unas cuatro horas.

Tomo el periódico en mis manos y emito un jadeo al leer el título más relevante.

Oh, no.

¡LA NUEVA PAREJA DE LA JOVEN ALDRIGDE!

Esa noticia, parece sin duda la más resaltante e interesante de la fiesta, pues en la

portada se muestra, debajo de aquel título, una enorme imagen donde Trent y yo sonreímos

a la cámara, él con una sonrisa picara, con sus brazos al rededor de mí, y yo con una sonrisa

tímida. ¡Demonios!, exclamo en mis adentros al ver los ceños fruncidos de todos, aunque

cuando me fijo bien en mi hermano, noto que está intentando no soltar una carcajada.

Mamá por su parte, tiene la cara roja por el enfado y mi padre me mira con curiosidad. Yo

sólo me limito a llenarme la boca de comida, para no tener que responder sus preguntas

mientras pienso en una excusa.

—Ahora sí, Ciara. Espero seas lo suficientemente inteligente como para explicarme

quién es —dice clavando su mirada en la mía—, y de dónde es este muchacho. Yo elaboré

la lista de invitados, no puedes engañarme. ¡Todavía no puedo creer que su presencia haya

creado tanta polémica! Por Dios, solo tienes diecisiete años y ya todo mundo está hablando

de ti. —Suspira exageradamente, algo muy típico de ella—. Me imagino cómo ha de

sentirse el joven Eric.

Oh sí, pobrecito.

—Mamá —digo, mi voz dura y firme—, no creo que Eric deba afectarse por algo que

no es verdad. Pero si fuera cierto esto. —Señalo el periódico del día de hoy que descansa en

la gran mesa del comedor—. A él igualmente no debería importarle.

Mamá frunce el entrecejo, pero no dice nada, al menos sobre eso.

—¿Y ese muchacho? —insiste dubitativa—. No le reconocí, y no logro hacerlo aún.

Evado su mirada, pues no quiero que logre divisar mi temor. No sé qué es lo que

Andrey tenía en la cabeza al traerse a Trenton a la fiesta, como si ya no tuviésemos tantos

problemas con los gemelos Sanders que, de algún modo, ya estarán averiguando todo sobre

mi presunto novio. ¡Novio! El calificativo efectúa un escalofrío repentino en mí.

—Andrey fue quien lo trajo —digo sin pensar muy bien cuáles consecuencias trae el

decir aquello. Pero ya todo está hecho, lo dije y es la verdad.

Mamá vuelve a suspirar y parece resignada —al menos esta vez no me ha culpado de

nada—, así que me siento un poco relajada mientras termino de beber mi jugo de manzana.

—Tendré que hablar con tu hermano —dice tranquilamente, está claro que confía más

en mi hermano mayor—. Y por favor hija, no más espectáculos en la escuela, sé que te lo

he dicho, pero no pierdo nada repitiéndolo. Tenemos que apaciguar esto, si el señor Sanders

logra ganar las elecciones de la alcaldía tendremos a la presa aún más sobre nosotros,

¿entiendes? Y más sobre ustedes los jóvenes que han compartido una bonita infancia. Y al

parecer en algún tiempo, no fue sólo amistad lo que hubo; eso trae rumores, hija.

En esto último sí que le encuentro toda la razón.

Y también me hace pensar que, posiblemente el mayor error que he cometido en mi

vida, se trata precisamente de esto, de haberme involucrado sentimentalmente con Eric

Sanders.

***

Andrey finalmente consiguió irse en su flamante deportivo azul al instituto, por eso se

ha ido antes que yo, lo que da a entender que yo sí tengo que marcharme con Flavius

Bernard como la pequeña riquilla que soy. El camino a la escuela se me hace un tanto

eterno, recordando que la noche anterior papá se había ido a los Ángeles por cuestiones de

negocios, cabe resaltar que su vuelta sería dentro de tres largas semanas, en las cuales le

extrañaría extremadamente.

—Intenta ser discreta con tus cosas, mi pequeña cisne —había dicho esa noche mi papá,

cuando besaba mi frente dulcemente—. Llegaré a tiempo para tu cumpleaños, preciosa —le

prometió a mamá. Luego se dirigió hasta mi hermano y le ordenó que cuidara muy bien de

las mujeres de la casa, posteriormente besó a mamá en la mejilla (odia besarla en los labios

delante de mí, pues piensa que aquel gesto me daría curiosidad y buscaría algún novio) y

se fue, no sin antes asegurar que se cuidaría y que llevaba sus pastillas para la hipertensión.

—¡Señorita, ya hemos llegado! —exclama Flavius Bernard causando que me sobresalte

en mi asiento, le dirijo una mirada asesina, y al ver que se ha asustado le sonrío, ¡a eso se le

llama ser vengativa, señores!

Él me abre la puerta del automóvil y me bajo, todos los estudiantes, que esperan a que

suene el timbre para entrar, me observan simultáneamente. Ésta es la primera vez que tantas

personas se fijan en mí a la vez y me siento incómoda, recuerdo las palabras de Trenton

«Seré famoso con sólo una foto contigo, ¿eh?» bien pues, no es el único, porque ahora yo

me encuentro en pleno escrutinio, añadiendo también que Suzanne me fulmina con la

mirada sin siquiera tratar de disimular aquello.

¿Cuál es su problema?

Los murmullos vuelven a hacerse presentes cuando Flavius se ha ido.

Genial.

—Quien sabe cómo se llama… tal vez es un primo lejano…

—¡Lo contrató para hacerse pasa por su novio!

—¿Has visto lo desbastado que está Eric?

—Ciara es realmente cruel, abandonar al tipo más bueno de la escuela, aunque el otro

no está mal…

Suspiro al escuchar los comentarios descarados de algunas chicas y cuando el timbre

comienza a sonar, oí:

—¡No sean estúpidas chicas! Cualquiera de nosotras dejaría a un Eric para liarse con

ese desconocido, ¡sólo mírenlo! Está de un bueno…

Por Dios, hasta han recortado la foto de Trent y mía sólo para cuchichear.

¡Pero qué atrevidas!

Aunque tienen razón...

Acelero el paso para que no se percaten de que las escuché; camino directamente hasta

la primera clase, sintiendo como el calor en mis mejillas aumentan, y no sé si es de rabia, o

de vergüenza.

«Estás celosa», me hace ver mi consciencia al instante.

***

—Un cromosoma es la estructura que resulta del empaquetamiento del ADN y las

proteínas… —El celular vibra en mi bolso y me sobresalto, causando que deje de prestar

atención a la clase y observe quién me ha escrito al móvil. Inmediatamente, cuando

comienzo a leer, no puedo creerlo.

Trenton: Creo que te debo una disculpa. Realmente me siento como un imbécil,

señorita Aldridge. Me es imposible no dejar de pensar en ti, y sé que le debo una disculpa.

Suspiro sonoramente y miro a mis alrededores antes de atreverme a responder.

Infiernos, no ha dejado de pensar en mí. Oh pues estamos en la misma situación, Trent.

La verdad es que la clase me estaba resultando sumamente aburrida, pues no era nada

práctico, sólo teórico y a veces tanta teoría me resulta absurda… «¡ya deja de buscar

excusas, quieres leer el mensaje porque es Trenton!», exclama mi subconsciente, pongo los

ojos en blanco y sólo lo ignoro.

Yo: ¿Disculparte? ¿Por qué deberías hacerlo?

Espero haber logrado aparentar mi rol de chica despreocupada, pues no soy quién para

exigirle el por qué se ha ido de la fiesta sin despedirse. Él no me debe explicaciones, y está

claro que aquel ambiente lo incomodó, no es de su tipo estar rodeado de personas

orgullosas y llenas de aprensión.

Trenton: ¿Por irme sin despedirme y mostrarte mi versión de chico amargado y

gruñón?

Sí, creo que debería disculparme, porque no me siento muy orgulloso de eso. Así que

disculpa, ¿sí?

Pongo los ojos en blanco, y tardo unos cinco minutos en responder pues mientras

escucho al profesor hablar sobre “cariotipos” me percato de que varias personas están al

pendiente de cada uno de mis movimientos.

Yo: No te preocupes por eso, cualquiera en una fiesta como esa se pondría de mal

humor.

Es cierto, yo he pasado por eso infinidad de veces, pero aquella fiesta fue muy distinta

para mí, sólo porque estaba él. Dios mío, Trenton me está hechizando completamente,

aunque quizás para él fue todo lo contrario, imagino que está acostumbrado a embriagarse

en las fiestas y bailar con varias chicas guapas.

El pensamiento me asquea y espero la respuesta que tarda unos minutos más en llegar.

La ansiedad crece mientras aguardo, realmente este tipo me tiene mal.

«Y dijiste que te alejarías», habla mi subconsciente, advirtiéndome.

Trenton: ¿Mal humor? ¡La comida estaba deliciosa! Tenía una acompañante

realmente maravillosa, ¡claro que no estaba de mal humor! bien, quizás sólo un poco, pero

sólo en último momento. ¿Sí me disculpas?

—¿Pero por qué tanto afán en que le disculpe? —me pregunto en voz alta y reparo en

que toda la clase me está mirando con el ceño fruncido.

Ah, nada mejor que llamar la atención.

—Señorita Aldridge, no la he escuchado perfectamente, ¿podría usted repetir lo que ha

dicho? —me pregunta el profesor Anderson después de un momento, su tono intimidante

me hace sentir más pequeña de lo normal.

Niego tímidamente con la cabeza y me ruborizo.

—Qué idiota —murmura Eric, quién siempre está delante de mí.

¡Idiota tu madre! —exclamo en mi mente, mientras lo fulmino con la mirada.

Yo: Sí, por supuesto, lamento de verdad que te hayas ido. Ahora te dejo que estoy en

clase.

Le respondo una última vez, pues ya es suficiente, si el profesor me pilla me confiscaría

el móvil y eso sería lo peor, pues mamá daría el grito al cielo, diciendo que esto ya es el

colmo. Unos minutos después, me arrepiento de ser tan cortante con él por medio de los

textos.

Trenton: Take me so far away from this place

Where my heart can breathe

Somewhere I can believe again…7

Otra canción.

Me paralizo al leer aquello. Reconozco la letra de la canción al instante, “Reason for

love” de David Hodges. Siento estremecerme de pies a cabeza y los ojos se me llenan de

lágrimas sin previo aviso; aquella frase, sin duda, es lo que siempre he sentido en mi pecho,

lo que no he dicho en voz alta, por eso me encanta tanto aquella canción, pero nadie lo

sabe, y casualmente, a Trenton también parece gustarle.

Muerdo mi labio inferior mientras tecleo una respuesta y me pregunto mentalmente por

qué razón él me ha enviado eso tan de repente. Sólo se me ocurre preguntarle:

7 Llévame lejos de este lugar.

Donde mi corazón pueda respirar,

un lugar donde pueda volver a creer…

"Eres tan estúpida, Ciara, el tipo sólo quiere manipularte", mi subconsciente negativo

siempre al ataque.

Yo: ¿Estás bien?

Entonces la respuesta tarda una eternidad en llegar, y yo siento una gran urgencia de

salir corriendo en su busca para saber si algo le ha ocurrido. Leo el mensaje varias veces,

tratando de descifrar algo; sin embargo, no encuentro absolutamente nada.

La respuesta no llega.

Quizás sólo quiso compartir otra canción y ya.

Cuando me encamino hasta la cafetería con mi almuerzo me siento en una solitaria

mesa donde trato de repasar la corta plática entre Trenton y yo, y es que este chico puede

revolver mis pensamientos en un dos por tres y aquello es exasperante. ¡Demonios! Me

entretengo sacando mi laptop mientras bebo de mi malteada de fresa y comienzo a teclear

sin parar mi informe de literatura sobre “Ana Karenina” pero la verdad es que no logro

concentrarme en mi trabajo.

¿Estará bien Trenton?

Sencillamente, cuando escucho aquella canción ansío encontrar a alguien que me saque

del desastre que es mi vida, que me ayude a no fingir ser quien no soy, alguien que me

ayude a enfrentar a mi madre y decirle qué es lo que quiero en la vida, es decir, alguien que

me salve de mi cobardía. Pero ese alguien quizás no llegue jamás, pues ni siquiera mi

padre, ni mucho menos Andrey me dan aquellas fuerzas, entonces pienso que debo hacerlo

yo sola, y por consiguiente, sé que no servirá de nada, estoy condenada a no ser salvada ni

por mí misma.

Trenton. Quizás Trenton...

Sacudo la cabeza, estos pensamientos no me van a llevarme a ningún sitio.

—Oye tú, ¿puedo sentarme aquí? —habla alguien que no conozco. Alzo la vista y me

mira una chica de piel morena y ojos marrones. Su cabello es rizado y lo lleva recogido en

una coleta. Yo asiento con la cabeza y le doy un sorbo a mi malteada, luego guardo mi

laptop y me encargo de almorzar, mientras veo como ella se acomoda al frente de mí y

también come en silencio.

Ella no parecer ser muy habladora, sólo se dedica a comer. Ella al instante me parece un

poco intimidante. En realidad, es la primera vez que la veo, y hasta llego a pensar que es

nueva, pero me sorprende cuando un chico alto y muy atractivo de ojos azules se acerca

hasta ella.

—Te he estado buscando por todas partes —murmura él, tímidamente. De reojo

observo que está también inquieto por mi presencia.

—Bien pues, siéntate aquí —le dice escuetamente. El chico asiente y los dos comienzan

a comer y hablar sin reparar mucho en mi presencia—. ¿No te han molestado el día de hoy?

—pregunta el chico cohibido, parece muy tímido e incluso inseguro de sí mismo; me

recuerda a alguien, pero no recuerdo a quién.

Ah, sí, a mí.

—No, me he sentado con esta chica al que todo el mundo observa —dice ella con una

de sus cejas alzadas—. Hasta los profesores lo hacen, así que ninguna de las rubias va a

arruinarme el uniforme el día de hoy.

Ella habla con voz tan alta, que pienso que desea que todos la escuchen. Miro a mis

alrededores y ahora sé que es verdad, que ella tiene razón. Todo mundo mira nuestra mesa,

o quienes están sentados en ellas, incluyendo profesores, y hasta los más populares.

Vislumbro dónde está mi hermano sentado al lado de Suzanne, otro grupo de rubias, dos

chicos más del equipo de rugby, y Eric.

Vuelvo la vista sobresaltada, pues éste último me ha pillado observando y me dirigió

una mirada de qué-coño-miras.

—Tú… —murmuro ininteligible—. ¿Q-qué es… lo… lo… que has dicho? —pregunto,

aunque en realidad no sé por qué rayos pregunté eso, si ya le he entendido.

—Lo que oíste y estoy segura que te has dado cuenta —responde la chica encogiéndose

de hombros—. Podría asegurar que todos te odian por romper el corazón del buenazo de la

escuela.

¡Pero si el que me ha roto el corazón ha sido él!

Qué desfachatez.

Me encojo de hombros, indicando que no responderé a su comentario claramente

malintencionado.

—¿Ella es la chica del periódico? —interroga el muchacho de cabello rizado y ojos

claros que está a mi lado.

—Luke, ¿acaso eres ciego? Sí, por supuesto que es ella, la de las revistas, periódicos,

noticias de farándula, etcétera. —Ella me sonríe de una forma extraña—. Gracias al cielo

no estoy en tu pellejo, chica.

Gimo inaudiblemente.

Infiernos, la amiga de Luke es extremadamente sincera.

***

Todo ha ocurrido demasiado rápido. De repente, después de aquel encuentro en la hora

del almuerzo con Luke y su amiga. Estoy en el ensayo, y luego una sombra me saca de mi

concentración causando así que le siga para averiguar de dónde ha venido. Ahora, estoy

detrás de ella y me lleva hasta un acantilado, no sé dónde demonios estoy, y me percato que

de entre las sombras hay una figura, de un chico y me estremezco. Él mira fijamente a la

profundidad y yo sé extrañamente lo que está pasando por su cabeza.

Él va a saltar.

Tardo casi una eternidad en descubrir que todo ha sido un sueño. Suspiro y limpio el

sudor de mi frente que ha causado que se me adhieran en el rostro algunos de los mechones

de mi cabello. Observo a mis proximidades y siento una punzada en mi pecho. Han pasado

dos largas semanas en las que no he sabido nada de Trenton y siento que voy a enloquecer,

al menos, mi hermano me ha dicho que lo ha visto y está bien, aunque la semana pasada,

estaba con una de sus piernas lastimadas. Pienso que, probablemente, mis pesadillas

absurdas se deban a mis propios problemas pero, ¿soñar que Trenton trata de suicidarse?, es

una locura. Ni yo he pensado siquiera en esa posibilidad, que es prácticamente inexistente

para mí. Además, estoy completamente segura de que Trenton no sería capaz de hacer algo

así, por lo que me veo obligada a negar con la cabeza para alejar cualquier pensamiento

referente a un suicidio que jamás va a ocurrir.

Me levanto de mi cama percatándome que son más de las seis de la tarde, me he

quedado dormida después de haber llegado de mis rutinas de ballet. Me dirijo al baño

donde cepillo mis dientes después de haber tomado una larga ducha. Salgo del baño con mi

albornoz puesto y me encuentro con un Andrey totalmente relajado en mi cama con sus

manos detrás de su cabeza cambiando desesperadamente los canales de la televisión que se

encuentra justo a mi lado.

—Prepárate hermanita, porque esta noche bailarás en el mismísimo cielo —dice, con un

toque generalmente dramático, muy digno de él. Yo pongo los ojos en blanco ante su

absurda frase, aparentemente sacada de algún programa de TV—. Bien, bien. —Pone las

manos en alto, mientras se levanta, mi mirada expectante—. Hoy tendrás el privilegio de

irte de juerga conmigo y algunos amigos, ¡así que vamos, andando!

Lo miro por unos minutos, anonadada, incapaz de procesar lo que me ha dicho. Es la

primera vez que mi hermano quiere llevarme de fiesta, pues antes consideraba que esos

lugares a los que frecuentaba no eran dignos de una dama, y yo feliz de no ser presionada

para ir a un lugar de… esos, me quedaba en casa los viernes en la noche viendo películas o

leyendo alguno que otro libro.

—¡Ciara, despierta y anda muévete! —Me da un “empujoncito” hacia mi armario para

que me encargue de mi vestuario—. Si quieres ir vestida así, dilo. Pero de esta no te salvas.

—¡Cálmate hermano! —exclamo indignada, rodando los ojos en el proceso—. ¡Ni

siquiera me has preguntado si acepto o no! Además, ¿qué piensas de mamá? Ella jamás va

a permitir que…

—Mamá no está. No seas absurda y aburrida, ¡anda, niña! —Me lleva del codo hacia mi

armario donde me encierra sin decir más.

¡Mierda, pero qué carácter!

Andrey a veces es tan mandón que… se parece a mamá en ciertas cosas.

Vislumbro mis elegantes y pretenciosos vestidos, que por supuesto no voy a ponerme

ya que muchos de ellos son para chicas más mayores que yo, así que desisto de ellos. Es

completamente absurdo que Andrey me lleve a escondidas a una fiesta, cuando todos tienen

los ojos puestos en la familia. ¿Y si está Eric por allí? La tarea de ignorarlo se me está

dando demasiado fácil, eso está más que regalado, sin contar el hecho que la última vez que

hablamos prácticamente me amenazó con la típica frase —qué ocasionalmente he

escuchado en telenovelas o leído en libros románticos—: “Si no eres feliz conmigo no lo

serás con nadie” patético.

Después de colocarme la ropa interior, tomo de un perchero unos pantalones ajustados

de color negro, más una blusa de color rojo y manga larga que deja al descubierto mis

hombros. Me los coloco rápidamente y me percato de que no me veo tan mal, aunque el

color es excesivamente llamativo, mas las exclamaciones de mi hermano no me permiten

que busque algo mejor. Voy al estante donde están mis zapatos —que está intacto y casi

todo el calzado es nuevo, pues uso solamente un par de zapatillas y los zapatos de la

escuela, ya que no salgo mucho—, tomo un par de botines de color negro y me los coloco,

observo el tacón con recelo. Me vuelvo a observar en el espejo antes de caminar hasta mi

tocador y secarme el cabello lo más rápido que puedo, primero hago el intento de recogerlo

en una coleta, pero está tan lacio que la coleta se desliza sobre él y finalmente mis cabellos

caen sobre mis hombros. Esto es realmente exasperante. Finalmente dejo mi cabello suelto,

y me coloco un poco de brillo labial y rímel en mis pestañas.

Lista. Estoy presentable.

Cuando salgo de la habitación con mi pequeño bolso, Andrey está en los pasillos

hablando con quien sabe quién en el móvil. Cuando me ve silba por lo bajo, murmura algo

cerca del celular, se despide, y luego cuelga.

—Eres la primera chica que conozco, que tarda menos de diez minutos en vestirse, y se

ve más hermosa que las que tardan más de una hora, ¡larguémonos de aquí, hermanita! —

dice, me toma de la mano y me lleva a rastras escaleras abajo.

***

The Space es la locura hecha realidad. El cartel con el nombre del pub está en colores

azul neón, los que parpadean continuamente y causan que mi vista se canse un poco. En la

entrada hay un par chicos recargados en la pared con botellas de cerveza a un lado mientras

fuman un puro cada uno. Andrey me ha traído a un lugar que no es precisamente de

categoría, pero se ve interesante.

Hay dos hombres grandulones en la entrada, los que sólo se encargan de tomar el dinero

que Andrey les da. Me sorprende el hecho de que ninguno de los dos nos piden nuestra

identificación, y me estremezco al pensar en qué clases de personas se encuentren dentro y

miro a Andrey con los ojos desorbitados, a lo cual él sólo se limita en dedicarme una

sonrisa divertida.

Entramos al lugar, que se encuentra un tanto oscurecido por la luz azul que nos ilumina,

la misma que curiosamente parpadea al ritmo de la música que se hace escuchar, a pesar de

todo, la penumbrosa luz basta para distinguir los rostros de los chicos que ya están en la

pista de baile. En la barra, una chica de cabello rojo y rizado con dos piercing en su labio

inferior saluda a Andrey con un asentimiento de cabeza mientras nos detenemos delante de

ella.

Andrey cruza algunas palabras con ella, antes de que la misma repare en mi escuálida

presencia.

—Y esta… ¿es tu novia? —pregunta, descarada.

—Es mi hermanita —responde indiferente, luego me mira y me guiña un ojo—. Ella es

Barbie. Barbie llévanos unos Martini a la mesa de siempre —le dice.

¡De siempre!

Mi hermano me lleva del brazo hasta una de las mesas más alejadas de la pista de baile,

que está recostada en la pared y consta de un mueble en forma de L que rodea la mesa

circular de color negro y bronce, la que encima, tiene un mantel de color plateado que es

llamativo en contraste con los muebles también negros.

La mesa está completamente sola y me pregunto dónde se encontrarán los amigos de

Andrey. Estoy segura que no ha venido solo conmigo, y al pensar aquello llega el miedo de

que Eric pudiera estar aquí, pero probablemente no sea así, pues Eric es más que

egocéntrico cuando se trata de discotecas a las que visitar.

Barbie llega con nuestras bebidas cuando nos hemos sentado. Doy un sorbo a mi suave

Martini y miro a mis cercanías: numerosos jóvenes bailan alguna canción pop, mientras que

otros a una esquina del salón del pub juegan al billar despreocupadamente. Miro a mi

hermano, de forma interrogante, abro la boca para preguntarle algo, pero mi vista captura

un par de ojos verde jade que de cierta manera me dejan sin palabras.

Oh Dios mío, aquí está él, frente a mí.

Está vestido completamente de negro. Su camiseta estrecha y su chaqueta de cuero le da

un aspecto salvajemente atrayente y sexy, sus jeans de mezclilla deliciosamente cuelgan de

sus caderas, causando un involuntario sonrojo en mis mejillas. Él es hermoso, sin duda, y

me está mirando fijamente.

Trenton, April y Gioele se acercan a nuestra mesa.

—Así que… ¿ellos son tus nuevos amigos? —pregunto un poco sorprendida a

Andrey—. Parecen impactados al verme —reconozco frunciendo el ceño, cuando April

repara en mi presencia y me mira, sus cejas juntas.

Perra.

Pero Andrey está demasiado concentrado en saludar a cada uno de ellos,

agradeciéndoles que hayan venido y explicando mí presencia. Gioele se acerca a mí y me

saluda con un ruidoso beso en la mejilla y un caluroso abrazo, al contrario de los otros dos,

él si sabe cómo actuar. Los chicos se sientan a acompañarnos, luego de algunas miradas

furtivas, April se sienta entre Andrey y Trenton y a mi lado se acomoda Gioele que pasa

despreocupadamente su brazo por mis hombros atrayéndome hacia sí.

Trenton está ignorándome.

—¡Barbie! —exclama Andrey hacia la chica que está a unos pasos de nosotros—. Trae

unos tragos, ¡mis amigos han llegado!

—Bien, Cici. Me alegra verte aquí, es muy agradable —dice Gioele con sinceridad. Yo

no le había visto desde aquel día cuando me escabullí de la escuela—. Estás más guapa.

Mueve sus cejas sugestivamente. Yo me sonrojo, y él se burla de aquello.

Barbie aparece con las bebidas para los recién llegados.

—Mi hermana ha estado aterrada —exagera Andrey, ahora un tanto serio—, por las

cosas que han aparecido en los perio…

—¡Deberíamos ir a bailar! —exclama Trenton, interrumpiendo a mi hermano que ya

estaba a punto de admitir nuestra procedencia frente a los demás. Andrey mira a Trenton

como si estuviera loco y después hace una mueca, obviamente recordando que iba a decir

algo que se supone nadie debe saber aquí.

Estamos en un pub, donde la gente no ha reparado en nuestra presencia porque están

muy distraídos en beber y pasarla bien como para darse cuenta que dos chicos hijos de

millonarios imponentes están ligados con ellos esta noche.

Miro a mi hermano con un “Cierra la boca” en la punta de la lengua.

April es la primera que se levanta al oír la exclamación de Trent. Ella se abalanza sobre

él y se lo lleva a la pista de baile donde comienzan a moverse el uno contra el otro.

Asqueroso.

«Oh Dios mío, Ciara, estás celosa, pero sí, esa chica baila muy asqueroso», me hace

ver mi subconsciente, asqueado.

—Tu hermana baila muy bien —murmura Andrey, mientras observa a la chica

distraídamente.

Oh Dios, mío, está viendo su trasero.

¡Andrey!

Es de hacer notar que yo sé que aquella chica podría tener a quien quisiera. La forma en

que Andrey la observaba, la forma en que Trenton también la mira, me causa envidia, un

poco, quizás.

«Y celos», añade aquella voz molesta en mi cabeza.

—Es mi hermanastra —explica Gioele de forma seria—. No me agrada mucho traerla a

estos lugares.

Imagino que es meramente celoso, tanto o más que Andrey, que en estos momentos, si

me levanto de aquí y me largo, él no lo notaría. Dentro de mi ser comienza a crecer un odio

irracional hacia April, aquella pelirroja bonita.

Frunzo el ceño, jamás he sido envidiosa.

—¡Andrey! —le regaño sin razón alguna, él sale de su ensimismamiento al

escucharme—. ¿Qué estás mirando?

Él se sonroja.

—Eh, nada…

Gioele se ríe escandalosamente.

—¿Nada? ¡Te estabas cenando a April con la mirada! —comenta burlonamente, sin

quitar su brazo de mí—. Podría haberme llevado a tu hermana y no te habrías dado cuenta.

—Me guiña un ojo.

—Oye, no te pases —refunfuña Andrey dirigiéndole una mirada solemne—. Ella no es

para ti, ¿entendido? ¡Además que podrías sacarle ocho años!

—¡No te pases tú! —clama Gioele de vuelta, con más humor que Andrey—, ¡sólo tengo

veinticuatro!

Los miro a ambos con una sonrisita en los labios. La escena me resulta muy divertida y

adorable a la vez, pues Gioele está jugando con los celos de hermano de Andrey a su gusto,

divirtiéndose de sus muecas, se ve como un cachorrito enfurruñado, una monada.

—¡Y ella —me señala con el dedo—, tiene diecisiete!

—La edad no importa, cuando dos corazones está unidos por el… —empieza a decir

Gioele, con rostro solemne y sus ojos cerrados, mientras coloca una mano sobre su frente,

dramático. Pero la seriedad no tarda nada, cuando comienza a reírse, luego me mira a mí y

alza una ceja—. Creo que tienes algo así como un guardaespaldas personal, o peor aún, este

tipo va a hacer que te quedes solterona, alimentando gatos y viendo películas donde las

protagonistas sí que se casan con los hombres más perfectos que nunca tuviste, y llorarás

hecha un ovillo en la cama. Llorarás hasta quedarte dormida, y soñarás con gatos bailando

el “Gangnam style”. Patético.

Me echo a reír con la cabeza hacia atrás, ¡Gioele está loco!, de inmediato me agrada

este chico, y con él las cosas son fáciles, sabe exactamente cómo manejar mi timidez:

haciéndome reír. Los tres reímos por un rato más y Gioele sigue bromeando sobre mi

asqueroso futuro en el amor por culpa de mi hermano, el cual le dice a Gioele lo que le ha

hecho a mi último “pretendiente” con sus propias manos.

—¡Le di en los testículos! —exclama enorgullecido—. Claro, primeramente acabó con

su ojo morado y no dejaba de decir ridiculeces, entonces me harté y le di con mi pie, ya

sabes, le dolió como el demonio. —Se encogió de hombros—. Ciara lo hubiera hecho, pero

ella es muy buena.

—¡En los testículos! —repite Gioele dándole un trago a su Whisky—. ¡Tú amigo, no

tienes alma! Lo siento Cici, pero tu hermano me ha convencido. ¡No te tiraré los tejos8, así

me ruegues, no lo haré!

8 Cuando una persona hace o dice algo para intentar ligar con otra.

Se aleja de mí como si yo tuviera algún tipo de enfermedad contagiosa mientras yo sigo

riéndome como jamás lo había hecho en la semana. En un acto reflejo observo a Trenton y

a April quienes todavía están bailando y me fijo que la mirada de Trenton, estaba posada en

mí desde hace no sé cuánto tiempo. Su seriedad me desconcierta, habíamos hablado por

última vez en la fiesta, cuando me fui a bailar con el chico pelirrojo y, posteriormente con

Eric. Luego me pidió disculpas por WhatsApp por haberse ido, y abruptamente me había

dejado de responder y no había sabido nada de él hasta hoy. Cuando él ve que me he

percatado de su mirada, huye de la mía y yo miro a mi hermano y a Gioele que se burlan

descaradamente de una chica que se tambalea de un lado para el otro, borracha.

—Espero que a April no se le ocurra actuar como ésta —dice Gioele señalando a la

muchacha ebria que se abre paso en la pista y comienza a bailar como una loca.

—No creo que lo haga… se ve muy ¿responsable? —Trata de defenderla Andrey.

—¡Ja! ¿Responsable? —Gioele bufa y me dedica una mirada—. Ella es más loca, si se

le puede decir así. No me extraña que lo haga hoy, por eso no me agrada traerla a estos

sitios, me hace pasar el ridículo… —Él suspira.

Miro a la chica y la verdad es que no soy capaz de imaginarla así, aparentemente es de

las chicas que llaman la atención con solo presentarse, no le haría falta emborracharse para

hacerse notar.

Me encuentro con la mirada de Trenton nuevamente, y esta vez quien se retira soy yo.

—Ciara al contrario, es más responsable —menciona Gioele sonriente.

—Pensé que no le tirarías los tejos —interrumpe Trenton acercándose a nosotros, detrás

de él se acerca también April, quien suspira y se deja caer al lado de Andrey mientras da un

trago al resto de su bebida.

¿Escuchó nuestra conversación desde tan lejos?

Por supuesto que no, algo me dice que no es la primera vez que Gioele dice que no me

tirará los tejos.

April y Trenton están sudados y frenéticos, al igual que las personas que aún siguen en

el medio de la pista, balanceándose ahora con un ritmo más lento. Gioele alega que no me

está coqueteando mientras que Trent vuelve a sentarse al lado de April quien apoya su

cabeza en el hombro de él y me dedica una mirada asesina, ¿pero qué le pasa a esa chica?

Suspiro disimuladamente y observo hacia otro sitio y me doy cuenta que todos los ojos de

mis acompañantes ahora están fijos en mí.

—Cici, el chico te está pidiendo bailar —susurra Gioele de forma cómplice.

Es ahí cuando reparo en el chico de cabello castaño y rizado, ojos azules que combinan

con su camisa de lino azul cielo, los primeros botones están sueltos y se ve su pálida piel

debajo de su camisa que está acompañada con un jean negro.

Luke.

¿Pero quién diría que aquel chico tímido iba a verse así sin aquel horrible uniforme?

—Hola, Ciara —dice amable, sonriendo tímidamente—, ¿entonces, sí?

Yo sólo soy capaz de asentir con la cabeza; todavía sorprendida me levanto de mi

asiento y me voy con Luke hacia la pista de baile un poco avergonzada.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntamos ambos, a la vez. Nos reímos y

comenzamos a bailar esperando la respuesta del otro.

—Mi papá es el dueño —responde él, nervioso—. Se supone que es un secreto.

¡Vaya! Por todo este tiempo pensaba que Luke era hijo de un empresario o algo así. En

la escuela es evidente que todos deben tener dinero para entrar, el pago mensual es

demasiado elevado, además del dinero del uniforme, las actividades culturales, los paseos

al final del curso, las fiestas…, ser dueño de un bar tiene sus ganancias, pero es un gran

privilegio para Luke —aunque también un golpe de mala suerte— estudiar en la misma

escuela que aquellos niños mimados. Allí entiendo por qué ha sido molestado por casi

todos en la escuela: por su posición social.

—¿Y tú qué haces aquí? —pregunta sacándome de mis pensamientos.

—M-mi… hermano… me ha traído —explico y guardo silencio por unos instantes.

Luke y yo bailamos dos canciones más que son realmente cómodas para mí, aunque

puedo ver de reojo que todos los de mi mesa me observan atentamente, como si esperaran

que él me besara o algo así. Sonrío, creo que Luke es el chico más tímido que he conocido,

jamás haría eso, y jamás yo le atraería.

—¿Qué tal te parece el lugar? —preguntó sonriendo—. Digo, sé que no es un lugar al

que estés acostumbrada, pero…

—Es genial —le interrumpo asintiendo con la cabeza—. Además, es un lugar donde

nadie me mira con cara de “odio-que-hayas-lastimado-a-Eric” —Hago las comillas con

mis dedos, creo que el alcohol me está causando que hable de más.

—Lo sé, a mí me miran con cara de “no-me-jodas-que-eres-becado” —Ríe, pero se le

ve afectado—. Son demasiado molestos.

Yo asiento con la cabeza.

—A veces pienso que no pertenezco a ese lugar… —murmuro de forma distante,

pensativa. Luke asiente con la cabeza, en total acuerdo conmigo—. Tú no perteneces a ese

lugar, ¿por qué estás allí?

—Cuando te ofrecen una beca estarías loco si no la aceptas, es la mejor escuela de la

ciudad. Cualquier universidad me aceptaría —explica firmemente—. Mi futuro está por

encima de esos idiotas.

Eso es cierto, él tiene razón. Jamás lo habría visto de esa forma.

Es la primera vez que entablo una conversación con Luke, y me pareció de lo más

agradable. Cuando estoy a punto de agradecerle por el baile, alguien atrapa mi codo, y no

es necesario que le mire para saber de quién se trata. Trenton se disculpa en voz baja con

Luke, quien sólo se encoge de hombros al alejarse, y yo, temblorosa, me atrevo a

enfrentarme a Trenton Lombardi y sus bruscos cambios de humor.

—¿Qué quieres? —le pregunto, sin saber por qué, pero me siento realmente enfadada

con él, y cuando estamos uno frente al otro, él tiene el ceño pronunciadamente fruncido, su

mandíbula tensa mientras aprieta sus dientes con fuerza. Oh, no, él también está enojado.

“A message” de Coldplay comienza a sonar en la pista de baile. Oh, pero qué

apropiado, y Trenton aprovecha el momento para cogerme bruscamente por la cintura, y

acercarme a su cuerpo musculoso y duro. Dios mío, estamos bailando por segunda vez.

Nos miramos el uno al otro por un tiempo indescifrable.

Mi subconsciente regañón y negativo desaparece, todo a nuestro alrededor se esfuma en

ese momento. Me pierdo, quizás él también se pierde, y nos sostenemos el uno al otro

mientras la voz de Chris Martin resuena en todo el lugar.

...Your heavy heart is made of stone

And it's so hard to see you clearly

You don't have to be on your own

You don't have to be on your own...9

—Sólo quiero bailar contigo, Ciara. Ahora, quiero que escuches la canción —dice cerca

de mi oído. Yo puedo sentir su aroma embriagador, y de repente me estoy dejando llevar

9 Tu corazón triste está hecho de piedra

Y es tan difícil verte, claramente

Tú no tienes que sentirte sola

Tú no tienes que sentirte sola…

por la canción, por él, por todo, y un nudo se forma en mi garganta, siento que estallaré en

llanto en cualquier instante. Oh, Trenton, ¿qué me estás haciendo?

...And I'm on fire for you, clearly

You don't have to be alone

You don't have to be on your own...10

—Pero estabas tan molesto... —Mi voz se apaga, por Dios, de verdad tengo ganas de

llorar. La canción, el ambiente, él... ¿qué me está pasando? Siento un enorme sentimiento

de vulnerabilidad apoderándose de mi ser en un santiamén.

Trenton me mira a los ojos, y veo en ellos un rastro de confusión, que desaparece

inmediatamente.

—No estoy molesto, tú sólo me confundes. —Frunce el ceño—. Sólo escucha la

canción.

Si yo lo confundo, él me desubica, en ocasiones sus acciones son tan desconcertantes

que me dejan anonadada. Por Dios, él me ha ignorado toda la noche, y cuando finalmente

me atrevo a divertirme, me busca, ¿no es eso extraño? De cualquier forma, Trenton es un

chico claramente desconcertante, desde su belleza hasta su comportamiento. Extraño su

sonrisa burlona y sus bromas infantiles, ésta versión de chico serio e intenso causa un

sentimiento desconocido en mi interior.

«Por Dios, si sólo lo has visto un par de veces, y no han tenido una conversación

decente, ¡actúas como si le conocieras de toda la vida!», mi subconsciente está de vuelta.

—¿Qué significan las canciones? —pregunto en voz baja, y lo siento tensarse.

Infiernos, soy tan estúpida, es obvio que trata de decirme algo, y ahora se lo he preguntado

y se ha enojado. La verdad es que me gustaría un poco de sinceridad directa de parte de él,

¿si intenta decirme algo, por qué no simplemente me lo dice y ya?

«Sabe que lo vas a rechazar, Ciara, no seas idiota».

¿Realmente él lo sabe? Aquella canción... es tan perfecta, es como si él supiera lo que

hay en mi interior. Un corazón triste que no quiere encariñarse con alguien de nuevo...

¿Está diciéndome que le dé una oportunidad? Pero si sabe que lo voy a rechazar...

¿entonces por qué insiste tanto con las canciones? Me siento inmensamente confundida, él

10 Y estoy en el fuego por ti, claramente

Tú no tienes que estar sola

Tú no tienes que estar sola…

es tan cerrado a veces... y en otras ocasiones tan expresivo... ¿por qué no puedo saber lo

que verdaderamente piensa?

Ambos nos confundimos el uno al otro, existe una atracción, una que quizás se

convierta en algo que no tiene futuro, pero aún así estamos aquí, tratando de entendernos, y

sin éxito.

—¿Es que no lo has entendido? —Frunce el ceño y sacude la cabeza. La canción está

llegando a su final, y mis ganas de echarme a llorar no se han ido, y sigo preguntándome

qué es lo que ocurre conmigo—. Realmente no lo entiendes, Ciara, y eso es tan frustrante, y

yo soy tan malo para estas cosas. —Sacude la cabeza una vez más, estoy segura de que una

lucha interna se encuentra dentro de él.

Creo que debo irme.

«Vete, aléjate, él está más confundido que tú, quizás no sabe lo que está haciendo, no

necesitas esto, Ciara, puedes dejar que aclare sus sentimientos, y tú los tuyos», murmura

sabiamente mi consciencia.

—Creo que intentas decirme algo, pero te encuentras tan agobiado que no encuentras

las palabras perfectas para expresarte, escoges las canciones como un medio, ¿es eso, no?

—Él me mira intensamente—. No necesitas esto... soy una persona complicada, y tú

alguien muy diferente, yo no...

—No estoy agobiado, Ciara, por Dios, sólo no soy bueno en estas cosas... —El silencio

se adueña de la pista de baile, y luego comienza a resonar entre nosotros una canción

electrónica que hace gritar a todos por la excitación—. Nunca había sentido algo así...

«Yo tampoco», quiero decirle, sin embargo no lo hago.

—Tengo que irme —menciono firmemente, y un revoltijo de emociones están

floreciendo en mi interior cuando veo una pizca de decepción en sus ojos—. Gracias por el

baile.

Me alejo rápidamente de él, con la esperanza de encontrar a mi hermano en nuestra

mesa y pedirme que me lleve a casa; sin embargo, él no está allí, y cuando volteo hacia la

pista de baile, noto que se encuentra bailando con una chica desconocida. Trenton no se ve

por ninguna parte, ha desaparecido.

Camino hasta Gioele y April que se encuentran charlando a gritos en la mesa que

compartimos; ellos no han reparado en mi presencia.

—Esto sólo se trata de un estúpido capricho —le dice Gioele a su hermanastra, tan serio

que me comienzo a preocupar de que algo ande mal—. Trenton ya tiene demasiados

problemas y tú eres demasiado inmadura. No deberías decir…

¿Trenton?

Me congelo.

—Gioele. Estoy enamorada de él —le dice lentamente, para que entienda—. Y sé que

es un problema más; sin embargo, no me importa.

Gioele me ve y suspira, se vuelve hasta April tratando de disimular que me ha visto; no

obstante, es demasiado tarde, April se da la vuelta y me nota detrás de ella, se levanta de un

salto y me toma del codo, llevándome hacia el baño de chicas, casi a rastras.

Se asegura de que no haya nadie y cierra la puerta y me observa fijamente.

—Bien, supongo que lo has escuchado. —Suspira y se lleva la mano hacia su cabello

rojizo, aplacando un mechón.

—Sí —respondo con voz plana.

—Quiero que me prometas algo —dice, tratando con todas sus fuerzas ser amable

conmigo. Lo sé porque desde que la vi por primera vez no fui de su agrado. Yo espero que

hable—, no le digas nada a Trenton.

Yo niego con la cabeza, enérgicamente. Por supuesto que no le voy a decir nada, por

Dios, ni siquiera sé si quiera hablarme de nuevo.

—N-no… esto no es mi problema, yo no tengo por qué decirle.

Ella suspira como diciéndose a sí misma “Todo está bien, entonces” me observa de

arriba abajo, intimidantemente.

—Prométeme, por favor, que esto va a quedar entre nosotras —Me pide tomando mis

manos entre las suyas—. Prométeme que no serás un impedimento para mis planes:

enamorarlo y hacerlo feliz.

Un pinchazo de dolor se apresura a aparecer en mi pecho. Sus palabras resuenan en mi

cerebro mientras las analizo. April lo quiere, lo va a hacer feliz, seguramente él caiga en sus

redes sin darse cuenta, y es que ella es tan hermosa y decidida. Ellos van a ser felices,

frunzo el ceño al pensar aquello.

Me giro, de modo que April no pueda ver mi rostro impregnado por un dolor absurdo

que está destrozando mi interior en tan poco tiempo. Joder, ¿qué está pasando conmigo?

Me siento diferente, confundida, cohibida, triste. Ciertamente tengo que hacerlo, no puedo

seguir con esto, tengo que alejarme de Trenton, y ésta vez tiene que ser en serio, una

promesa verdadera.

—Lo prometo. —Y cuando mis labios liberan esas dos palabras, aprieto mis ojos con

fuerza, mientras una lágrima gruesa y caliente se escapa de la comisura de mi ojo izquierdo.

Las palabras de la canción que Trent y yo bailamos se reproducen en mi mente, cuando

escucho a April salir del baño.

And I'm not gonna stand and wait

Not gonna leave it until it's much too late, oh

On a platform, I'm gonna stand and then say

That I'm nothing on my own

And I love you, please come home…11

Quizás después de todo Trenton no es un mujeriego, quizás está siendo sincero. “Te

amo, por favor, vuelve a casa” aquella frase me resulta tan triste que las lágrimas no

desaparecen. Sea lo que sea que Trenton esté haciendo conmigo, no me gusta, porque sé

que quizás, mi casa, mi hogar, sea él, y no quiero, verdaderamente no quiero pensar

siquiera en esto. En él y yo, somos tan distintos, que sé que sufriremos, que nos

lastimaremos. Temo por él, por mí, por mis sueños, estoy en una encrucijada, mis miedos y

mis inseguridades desgarran cualquier sentimiento cálido que pueda manifestar por alguien,

y quizás él no merece esto.

11 Y no me quedaré aquí a esperar

No me iré hasta que sea demasiado tarde

En un escenario estaré y diré

Que no soy nada solo

Y te amo, por favor vuelve a casa…

Estoy en casa, después de llegar de The Space no he logrado dormir nada. Me siento

incómoda en mi cama, las sábanas se adhieren a mi cuerpo de una forma extraña y resoplo,

siento mucho calor y percibo algo extraño en mí. No he dejado de pensar en Trenton, April

y el señor Sanders. «Tal vez te estás volviendo loca», me dice mi consciencia, yo decido

ignorarla lo mejor que puedo.

Me apresuro a buscar mi iPod, no sin antes darme cuenta de que son las cuatro treinta

de la madrugada. Por Dios, no he dormido ni dos horas pues tuve una pesadilla que me

resultó desagradable y desperté jadeando, en ella Trent era feliz con April, y luego aparecía

el señor Sanders, burlándose de mis lágrimas con una risa siniestra. Esto último sí que era

aterrador.

Luego de tener mi iPod en mis manos, reproduzco “This” de Ed Sheeran e

inmediatamente recuerdos de Trenton llegan a mi mente. Su rostro, su sonrisa, su manera

de ver las cosas, Dios, él es tan hermoso.

¿Me gusta? ¿No me gusta?

Me siento meramente egoísta y es que desde que Trenton llegó a mi vida, algo en mí

cambió completamente. Me siento frustrada, he llegado a ser tan indecisa, prometo

alejarme de él y no lo cumplo, no he sido capaz de descifrar lo que siento por él, sólo sé que

entre nosotros hay una atracción incontrolable, pero somos tan diferentes que un futuro con

él es improbable.

Decido dejar aquellos pensamientos a un lado y me levanto ruidosamente de mi cama,

todavía con el iPod en mis manos, camino fuera de mi habitación, planeando buscar un

vaso de agua; mas mis planes se ven interrumpidos cuando paso frente al despacho de mi

padre, ya que veo que la luz de éste está encendida, así que decido investigar quién está allí

y qué está haciendo, pues mamá jamás duerme hasta tan tarde.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunto a Andrey cuando lo veo rebuscando algo en

los cajones del escritorio de papá—. Pensé que ibas a dormir, tú...

—Dios, Ciara, me asustaste, joder —murmura, más pálido de lo habitual—, cierra la

puerta, que voy a apagar la luz.

—¿Por qué?

—Porque mamá no puede vernos aquí, vamos Ciara, ¡cierra la maldita puerta! —urge,

lo noto demasiado estresado para mi gusto. Hago lo que me pide, sin dejar de observarlo

con extrañeza.

¿Quién eres y que has hecho con mi hermano?

—¿Por qué mamá no puede vernos aquí? —Quito mis auriculares de mis oídos y coloco

la música en pausa cuando me percato de que él sigue rebuscando cosas en los cajones, su

laptop está encendida—. ¿Qué estás buscando, Andrey? Me estás preocupando.

Él se dirige hasta mí, su rostro permanece en la penumbra, pero puedo ver lo cansado

que está, ¿cómo es que estaba tan feliz en una fiesta y ahora luce tan preocupado? ¿Qué ha

pasado?

—Papá me ha pedido que revise algunos reportes, y tengo sospechas de algo realmente

malo. Así que mamá no puede saberlo, ella no va a creerme, por eso no puedo decirle nada

hasta que llegue papá.

Él habla tan rápido que no comprendo nada de lo que dice, sólo puedo mirarlo con los

ojos desorbitados, me siento preocupada, Andrey jamás está tan tenso, él suele ser una

persona relajada.

—¿Estás siquiera escuchándome? —me pregunta con el ceño fruncido y luego resopla.

—Lo siento, yo…

—¡Estás en otro planeta! —exclama gesticulando, sus ojos están oscurecidos y

vidriosos prueba del cansancio. Oh Dios, él realmente no ha dormido nada—. Estás muy

extraña, últimamente te he notado diferente, no me hablas de tus cosas, siempre estás

distraída y vives encerrada en tu habitación la mayoría del tiempo, ¿Es que Eric te ha hecho

daño de nuevo? —pregunta apresuradamente.

Siempre preguntando lo mismo.

—Ambos no nos dirigimos la palabra —contesto, desconcertada, mientras jugueteo con

el dobladillo de mi camiseta del pijama—. No ha pasado nada nuevo. Ahora dime, ¿qué

decías?

Andrey me mira no muy convencido de lo que he dicho, pero decide dejarlo pasar.

—Papá vuelve esta semana —dice rascándose el cuello, parece confundido—, y la

verdad es que no sé cómo decirle. Pero hay algo en el señor Sanders que no me gusta, he

estado revisando... —Se queda callado y sacude la cabeza, negándose a continuar.

Oh Dios, él también lo ha notado.

—¿No te agrada? Pues a mí tampoco… es decir… yo… —El semblante de mi hermano

es solemne—. Escucha Andrey, confío en sus instintos. Ya sabes, has nacido para esto,

manejar las empresas... Habla con papá, él confía en ti. Cuéntale qué es lo que piensas.

Estoy segura que él va a considerar tu opinión.

¿Debo decirle lo que vi en la fiesta? ¿O quizás aquello sólo me lo había imaginado?

—No lo creo, esto es algo muy delicado. —Se pasa sus dedos por el cabello,

desordenándolo un poco—. ¡Necesito pruebas! Tengo que buscar más.

—¿Pruebas? —Lo miro perpleja, miles de posibilidades inundan mi mente, quizás el

señor Sanders no es un hombre noble después de todo—. ¿De qué pruebas, exactamente,

estás hablando? —interrogo alzando mis cejas, impresionada, manteniendo mi tono de voz

muy bajo.

—No me hagas caso, al menos por ahora —Andrey dice, acercándose nuevamente a los

cajones, pero decide no rebuscar nada, en vez de eso, teclea algo en su portátil y comienza a

leer, su ceño permanece fruncido.

Oh no, definitivamente algo anda mal aquí.

Me gustaría ayudarlo en algo, pero la verdad es que yo no sé nada de éstas cosas. Mi

hermano al contrario, ha estado aprendiendo de papá desde hace un par de años, y sospecho

que, aparte de Arquitectura, también estudiará Administración de Empresas o algo así.

—¿Crees que lo que sea que ocurre con el señor Sanders va a resolverse? —le pregunto

en voz baja, mientras me acerco a él—, hace unos días... en la fiesta del aniversario... él

señor Sanders me miró de una forma muy extraña.

De pronto, Andrey está mirándome y sé que está extremadamente cabreado, ha dejado

la laptop a un lado, se ha levantado de su asiento y sus puños están apretados con fuerza.

Oh no...

—¿Cómo te ha mirado? —gruñe.

—No sé cómo explicarlo —balbuceo, comienzo a pensar que fue una mala idea contarle

sobre esto—, estaba hablando por teléfono, mientras ustedes brindaban y él realmente

observaba con odio a papá, luego se percató de mi mirada y sonrió, pero fue una sonrisa...

siniestra. ¿Crees que hay algo que no sabemos?

Andrey está caminando de un momento a otro por todo el lugar, pasando sus manos por

su cabello, y me pregunto si hay algo aquí que yo no sé o él está exagerando; no obstante,

algo me dice que lo más seguro es que Andrey sepa más que yo. Así que no lo presiono,

sólo espero que me lo cuente y ya, lo conozco demasiado bien, en estos momentos su

cerebro está maquinando, buscando, analizando para después llegar a una conclusión y

hablarme.

Permanezco sentada, hasta que él opta por sentarse nuevamente.

—Mantente alejada lo más posible de ese señor —advierte él, está hablando en serio—,

y si esto se vuelve a repetir, me lo dirás, ¿de acuerdo?

Asiento con la cabeza.

—¿Me dirás de qué va esto o no? —Con todo, me estoy comenzando a irritar.

—No me creerás si te lo digo, pero tengo que hacerlo por tu propio bien, así que

escucha, ¿vale? —Asiento con la cabeza—. ¿Recuerdas a la hija de Nanda?

Nanda es el ama de llaves de nuestra casa, ella ha sido como una segunda madre para

nosotros. La conocemos desde siempre, por lo que he sabido, Nanda era muy amiga de

mamá desde que eran pequeñas, aunque con ésta nueva versión de Miriam Aldridge todo

quedó en el pasado.

—Si —respondo un tanto preocupada—, la que se fue hace tres meses con su padre,

¿no?

Asiente.

—Hace tres meses, exactamente en la fiesta de tu cumpleaños, decidí pasear por el

jardín con Suzanne. —Hace una mueca, como si el recuerdo todavía le doliera—. Ambos

descubrimos a su padre toqueteando a la hija de Nanda en contra de su voluntad.

Me quedo boquiabierta, esto sí que no me lo esperaba.

—¿Estaba abusando de ella? —pregunto en un susurro, con la voz entrecortada.

—No, pero estoy seguro que eso quería hacer, pero nosotros llegamos y le dije que la

dejara en paz —contesta, encogiéndose de hombros nuevamente, está claro que no quiere

preocuparme con este asunto, pero ya es demasiado tarde—, interrogué a Sophia esa noche,

me dijo que Sanders le estaba ofreciendo pagar sus estudios en Italia, le dijo que él era

dueño de un internado de allá, algo que no es cierto, así que supongo que quería engañarla,

por alguna razón la quería allí, ¿no? Pero no lo sé, lo único que tengo presente es que es un

jodido pervertido, así que cuando papá regrese, sabrá de esto y de las miradas que te está

dedicando, si es posible te sacaremos de Detroit.

¿Qué? ¡No!

Me quedo anonadada e intento procesar todo lo que me ha dicho, pero es inútil, no

puedo creerlo, esto debe ser una broma, no puede ser cierto.

***

—¡Hola! —exclama alguien detrás de mí—. Eh… pareces apresurada.

Es la voz de la amiga de Luke, la que aún desconozco su nombre. Ella me sonríe y

engancha su brazo con el mío, como si fuéramos las mejores amigas desde hace años.

Frunzo el ceño e intento no apartarme.

Ella continúa hablando.

—¿Has estudiado para el examen de hoy? —pregunta mientras atravesamos el umbral

de la puerta del aula de clases. La mitad de la clase ya está dentro, y el profesor brilla por su

ausencia—. ¡Oh! Sentémonos allí —sugiere la chica, sus ojos resplandecientes.

Hasta ahora no me había percatado que compartíamos una clase. Y en la misma está

Suzanne, ella me mira de reojo hasta que me siento al lado de la amiga de Luke en la fila

cercana a las ventanas con vista al jardín.

—Sí. Sí estudié —contesto cortante.

Mientras que el profesor nos permite comenzar con el examen me percato del por qué la

pequeña amiga de Luke está aquí conmigo, compartiendo el mesón de dos puestos. Ella no

estudió y de reojo está observando las respuestas de mi examen. Pero también, aparte de

eso, todos me están observando de una forma distinta. Nunca me habían notado, a pesar de

que todos los que estudiamos en el St. Marteen School somos de alguna forma

sobresalientes por nuestros padres. Aún así la secundaria es como las otras: unos más

populares que otros. Y yo no soy precisamente la más llamativa de esta escuela, pero

ahora…, ahora es diferente.

Por un momento mi mente se separa del examen y del hecho de que la chica que está a

mi lado se está copiando de mí. Observo sus caras, las de todos, y me percato de lo horrible

que es mi situación: estoy en boca de todos.

Y no precisamente por ser bonita, talentosa o incluso habladora. Se trata de una forma

simple, aunque jamás nos habíamos mostrado en público, saben que entre Eric y yo hubo

algo, y que solamente yo lo había arruinado. Yo le he “roto” el corazón al chico, y las

chicas me odian por ello, y por las noticias que afirman mi relación con Trent. Otro chico

guapo y misterioso.

Por eso esta chica está aquí.

Quiere aprovechar mi abrupta popularidad.

Cuando termino mi examen lo entrego y apresuradamente salgo de la clase sin

molestarme en esperar a aquella chica que estaba situada a mi lado. Observo el suelo.

Jamás he considerado tanto la ida de pedir un cambio de escuela. Aunque me viene mejor

un cambio de vida. A veces las cosas son tan difíciles ¡y sólo tengo diecisiete años! me

siento mal conmigo misma todo el tiempo, sufro por cosas que ya no deberían importarme.

Para todos soy una malvada que rompe corazones, sin saber que a mí me han roto el mío.

Y entonces vivo con el miedo que eso se repita, pues crecí en un ambiente donde la

inseguridad forma parte de mí desde el principio.

Esa es la realidad, y me pesa constantemente, como en este momento.

Tardo varios minutos que parecen los más largos de mi vida en el pasillo justo fuera de

la clase de historia. El sonido del timbre de salida me saca de mi ensimismamiento y

comienzo a caminar hacia el jardín, no quiero ver a aquella chica —su nombre es Donny, lo

acabo de recordar—, y ella me recapitula lo interesadas que pueden ser muchas chicas. No

me extraña que se haya acercado a mí sólo para conseguir algo a cambio. Tomo su

comportamiento también como una obra de caridad, pues el número de amigas que tengo es

nulo. Con Luke las cosas se tornan un poco distintas.

Hablando del rey de Roma…

—¡Oye Luke! —exclamo en cuanto lo veo saliendo de los laboratorios de química. El

gira en mi dirección y me observa un tanto sonrojado.

Cuando se acerca hasta mí me saluda con un asentimiento de cabeza.

—Te… te fuiste temprano el viernes ¿eh? —me dice, en voz baja pues muchos nos

están mirando—. Te… te busqué por todas partes y no estabas.

Asiento con la cabeza.

—N-nos fuimos temprano y… um… ya sabes, mi hermano es realmente…

—Cuidadoso —me interrumpe Luke—. Lo sé, yo también lo sería.

—¡Hola, hola! —exclama la voz de Donny cerca de nosotros, en un abrir y cerrar de

ojos está cerca de Luke a quien saluda con un sonoro beso en la mejilla.

Luke se sonroja.

¡Un chico sonrojado!

Es como conocerme en versión masculina —exceptuando el hecho de que no baila

ballet—. Donny me mira interrogante, su ceja alzada. Comienzo a intimidarme y prefiero

huir de su comportamiento interesado. Todavía muchos que caminan cerca de nosotros nos

miran atentos, y sé que es por mí, aunque esto no es nuevo, desde la noche de la fiesta de

mis padres esto ha comenzado, mas yo no me había dado cuenta, hasta ahora.

—Eh… bueno… yo… yo me voy a mi próxima clase —digo y doy media vuelta; pero

alguien me impide que me aleje.

Donny.

—¿Cuál es tu próxima clase? —pregunta, su sonrisa es gigante.

Murmuro algo que no es entendible, resoplo y lo intento otra vez.

—Matemáticas y um…

—¡Oh qué lástima! —me interrumpe Donny exclamando exageradamente—. Nosotros

entramos a biología, espero que nos veamos en el almuerzo.

Y antes que yo pueda responderles, Donny se lleva a un Luke algo sonrojado a sus

clases de biología, y yo arrastrando los pies camino hacia la clase de matemáticas que ya

está por comenzar.

Suzanne chocando conmigo “accidentalmente” me dedica una mirada petulante y

camina hacia su casillero donde le espera un chico grandulón que le sonríe casi

hipnotizado.

Suzanne ya ha superado a mi hermano, aunque nadie sabe qué fue lo que hubo entre

ellos hace semanas atrás…

Me encojo de hombros y sigo con mi camino.

—Hola Ciara —saluda una chica que es la primera vez que veo en mi vida. Le dedico

una sonrisa forzada y al fin entro a la clase, en la que casi ya está todo el mundo, incluido el

profesor.

Todos me observan.

Mi celular vibra.

El profesor comienza la clase.

Muchos mencionan mi nombre; yo quiero salir corriendo.

Cuando me siento en mi habitual lugar, leo disimuladamente el mensaje que me ha

llegado. Casi quiero gritar por tanta presión acumulada.

Al parecer este será un día demasiado largo.

Trenton: Hola Ciara. Sé que tenemos mucho tiempo sin hablar, espero que estés de

maravilla, quiero saber si podrías acompañar a tu hermano hoy, necesito enseñarte algo,

nena.

¡Nena!

No le respondo, de todas maneras estoy en clase.

***

Trenton: ¿Podemos hablar? Si quieres paso por ti en cuanto salgas.

Sólo dime la hora. De verdad quiero hablar contigo.

No le respondo. Es el cuarto mensaje que he recibido en toda la mañana, y no he

querido responderle, aunque me pese, aunque me duela, es lo mejor.

—¿Qué tanto ocultas, Ciara? —pregunta Donny.

Miro una última vez mi móvil y lo apago. Trenton va a tener que esperar, y yo en

realidad no puedo verlo hoy, es imposible y no voy a dignarme a aparecer en su barrio de

nuevo, sería un riesgo gigante, si alguien me descubre.

«Y además no quieres encontrarte con April», me dice mi subconsciente.

—Se ha descargado —explico observando mi almuerzo, del cual no he comido nada.

Luke me observa de reojo, sabe lo incómoda que me siento con Donny alrededor. Ella

es tan indiscreta y lo que descubrí hoy me ha puesto de mal humor. No puedo entender aún

por qué los chicos encuentran impresionante mi vida sentimental —que es inexistente—.

Muchos piensan que ando con un chico desconocido —Trenton—, y que he lastimado

recientemente el corazón de Eric —quien es un descarado—, y además de eso, todos

consideran que ambos chicos están colados por mí, y aquello lo encuentran tan interesante

que el resto de los chicos me observa de una manera diferente.

Antes no me notaban.

Pero claro, debo excluir a Luke.

—¡Seguramente es tu novio misterioso! —exclama Donny; sin embargo Luke le dirige

una indiscreta mirada de “cierra-la-boca-ahora-mismo”

—Hay demasiado frío acá, ¿verdad? —Trata Luke de cambiar el tema.

No presto atención lo que dicen los dos chicos. Observo mi celular encima de la mesa,

el cual ahora está apagado. Esa fue la única forma que encontré para escapar, y cumplir mi

promesa.

—Las elecciones están más que ganadas —comenta Donny, y me sorprende que hable

de aquel tema, pues no me la imaginada tan preocupada por la política, más bien diría que

se preocupa por los chismes o rumores. De cualquier forma, el tema que ha abordado me

tensa.

—¿Y eso cómo lo sabes? Es obvio que alguien va a ganar —dice Luke no muy seguro

de sí mismo.

Donny mastica cuidadosamente su hamburguesa y luego de tragar, habla:

—Por el señor Sanders, tu ex suegro querida Ciara —responde y parece maravillada por

el tema—. Es obvio que él ganará, eso todos lo saben.

Me encojo de hombros. Creo que voy a vomitar.

—Eso no lo sabemos todavía —digo en voz baja, recordando las conversaciones de

mamá y papá—. Todavía están preocupados por las elecciones, y si ya fuera ganado,

estuvieran… más tranquilos, ¿no?

—Además, no le veo el sentido de que hayan elecciones si saben quién va a ganar—

completa Luke igual de confundido que yo.

—Si lo pones de esa forma sí —responde Donny, y se acerca a nosotros, como si nos

fuera a revelar el secreto de la eternidad—, pero estoy más que segura que si el señor

Sanders gana, será por fraude. Y todos sabemos que lo va a hacer, hará trampa.

Me quedo estupefacta.

—¿Trampa? —pregunto tosiendo nerviosamente. Donny se dedica solamente a

mordisquear su hamburguesa, como si lo que acabara de decir fuese lo más insignificante

del mundo.

¿Trampa? ¿Es eso verdad? ¿Y cómo ella lo sabe?

—Sólo… sólo está repitiendo lo que dicen en las… las revistas de chismes —me dice

Luke atareadamente—. Ella está confundida.

—Sí claro —contesta Donny asintiendo con la cabeza—, sólo estoy repitiendo lo que

dicen. ¿Por qué lo dicen? No lo sé; más si lo mencionan tanto ¡es por algo! No creo que

inventen tal cosa.

Parpadeo sin poder creerlo.

—Claro que pueden haberlo inventado. La política es así —menciona Luke, su ceño

fruncido. Me dirige una mirada nerviosa y continúa—: lo que yo pienso es que esos

chismes no tienen pruebas y uh… no deberías decir eso delante de Ciara… ella es… es

decir, ella creció con Ralph Sanders alrededor.

Creí alrededor de él, pero ni siquiera sé si lo conozco realmente, por alguna razón odia

a mi padre y además es un pervertido —comento mentalmente, porque ahora no sé qué

creer, desde un determinado tiempo, veo al señor Sanders como un hombre que hace

cualquier cosa para conseguir lo que quiere, y eso me aterra.

***

—No deberías estar sola en este lugar, dado que los chicos no dejan de mirarte,

cualquiera de ellos puede intentar algo contigo —comenta Eric Sanders, cuando me

encuentro cerca de un árbol, recostada en su tronco, con los auriculares en mis oídos,

pensando de nuevo en Trent. Él ha intentado comunicarse conmigo por todos los medios.

Me siento tan culpable...

—Creo que deberías aprender a mantenerte al margen —murmuro en respuesta—, no

estoy de humor, no necesito esto ahora. Si tú ya no eres mi amigo y me odias, ¿podrías, por

favor, dejarme en paz? Tengo muchas cosas en las cuales pensar ahora.

Y teniéndote cerca me acuerdo de tu padre y tengo miedo de él y de ti —completo en mi

mente.

Él se sienta a mi lado, y por un momento saboreo el momento, pensando en que nada ha

cambiado y que estoy con mi amigo, charlando como antes lo hacíamos, luego recuerdo

que ya nada es igual, y me siento aún más incómoda.

—Estás muy a la defensiva, Ciara y tienes un aspecto... preocupante, ¿estás bien? —

Alza una de sus cejas, él está tan tenso como yo, no entiendo por qué me busca todo el

tiempo, cuando me dijo que me mantuviera alejada de él.

—Como si te importara —murmuro malhumorada y decido que es tiempo de

marcharme—, tenemos que ignorarnos el uno al otro, es mucho mejor que estar peleando

todo el tiempo, ¿no crees? ¿O quieres hacer las paces? —pregunto esto último de forma

sarcástica.

Él se echa a reír.

—¡Eres muy graciosa! Me gustaría decirte tantas cosas, Ciara, pero no puedo, tengo que

respetarte porque eres una chica, pero realmente sigo decepcionado de ti, eres igual que las

demás, aunque intentes hacernos ver lo contrario. —Pone los ojos en blanco—. Bien, me

marcho.

Alzo una de mis cejas, al mismo tiempo mi móvil comienza a sonar por enésima vez, y

sé que se trata de Trent.

—No sé quién te ha dado el derecho de pensar —digo, mi corazón latiendo fuerte al

saber que Trent está buscándome y yo lo estoy ignorándolo pero él no se da por vencido—,

que yo soy igual a las demás.

Eric me observa seriamente por unos segundos, tratando de buscar algo en mi rostro,

luego de forma inesperada su sonrisa reaparece, aunque el dolor que está en sus ojos es

notable.

¿Dolor?

—Tú me lo has dado —expone encogiéndose de hombros; y luego sus manos siguen

alrededor de mi cintura—, por todo lo que me has hecho.

Me quedo sin aliento.

Suéltame.

—De… ¿De qué hablas? —pregunto y cuando él abre la boca para responder, su

hermana nos interrumpe.

—¡Tenemos que marcharnos, ya!

Y en un abrir y cerrar de ojos, Suzanne tomada de la mano de un chico llamado Dylan

aparecen ante nosotros. Andrey también ha venido a buscarme y observa las manos de Eric

con el ceño fruncido. Me percato de que Eric me está tocando y me alejo abruptamente de

él, sintiendo sus manos extrañas en mi cuerpo, y por alguna razón me siento culpable, es

como si estuviese traicionando a Trent...

«Por Dios, ¡no seas estúpida!», exclama mi consciencia, realmente enfurecida.

Andrey me toma del codo, alejándome de los gemelos, y luego susurra:

—En el estacionamiento. Te espero.

Yo sólo asiento con la cabeza, preocupada de lo que pueda ocurrir en mi ausencia.

Eric no debió acercarse, estoy reprimiendo las ganas de gritarle, y él no coopera. Con

ese pensamiento camino hacia el estacionamiento, me abrazo a mí misma a causa del frío

que ya se presenta en la ciudad, veo que el estacionamiento está plenamente vacío, y en

silencio, los dueños de los autos no han salido de clases, miro mi reloj de muñequera y me

percato que salimos veinte minutos antes, probablemente Andrey esté en…

Alguien me hala del brazo y me atrapa entre dos camionetas negras.

Su cuerpo pegado al mío.

—¿Por qué tengo la impresión que estás huyendo de mí?

Salto al escuchar su voz, no puedo creer que esté aquí, frente a mí, él ciertamente no me

permite alejarme.

Sus ojos jade consumen los míos en una penetrante mirada que traspasa todo mi ser y se

convierte en una llama que viaja por todo mi cuerpo y se queda allí, como si ahora formara

parte de mí. Yo estoy atrapada, sus dos brazos apoyados en la camioneta y yo entre ambos,

y bajo su mirada me retuerzo. Y también me estremezco un poco aún sin poder creerlo. Su

cercanía electrizante me incomoda.

—Tú… —balbuceo sin sentido alguno. Y lo que ahora podría haber sido gracioso para

él, no lo es. Su ceño está fruncido y su rostro sombrío.

—¿Hice algo mal? —me pregunta bruscamente sin apartar sus ojos de los míos—.

Dime porque no tengo idea.

Suspira pesadamente y espera mi respuesta; pero yo estoy sin habla y asumo que será

así por un buen tiempo.

—Yo… n-no… no sé. —Suspiro y me pregunto a mí misma el paradero de mi

hermano—. ¿Qué… estás… haciendo aquí?

Trenton se ve enteramente enojado.

—Es tu culpa —dice, su voz fría—. ¡Demonios, te envié más de cinco mensajes! Y

tú… nada. Estaba preocupado, es decir, lo estoy.

Abro los ojos como platos, es absurdo.

—Pero…

—Es tu culpa —menciona y no se ha apartado de mí. Mis ojos comienzan a divagar por

su rostro y noto sus labios un tanto enrojecidos, provocadores; ellos están entreabiertos y…

—Espera, mi… ¿mi culpa? —Trenton resopla al escuchar mi pregunta y sé acerca

todavía más a mí. Su aliento en mi rostro.

Y con una voz baja, casi en un susurro, sus labios sueltan:

—Yo, de verdad no sé por qué mi importa tanto el que me ignores. Sospecho el porqué,

y eso me enloquece más, Ciara, tú me enloqueces.

¡Oh mi Dios!

Algo extraño se despierta en mí, algo raro, diferente, desconocido. Sus palabras hacen

eco y aquello se deposita en mi corazón, donde hace alguna especie de erupción, y zumba y

sigue zumbando, junto con los latidos de mi corazón que son extremadamente acelerados.

Sus ojos se oscurecen y miro luego sus labios, ellos se están acercando más y más…

—N-no… no debería… importarte —murmuro enervada, sin apartar mi rostro.

—¿Por qué entonces me importa? —inquiere con el mismo tono de voz que yo utilicé.

—Porque te agrado —contesto aunque suena como una pregunta—. Yo debería… —No

termino la frase—. Lo… lo lamento. Yo… he estado muy… muy distraída y… no fue mi

intención…

—Entonces… —susurra acercándose más. Yo trago saliva porque no sé qué rayos voy a

hacer. Sé que él va a… besarme.

Y aunque sus ojos aún me miran, veo confusión en ellos y siento que esto que puede

ocurrir no está bien. Y yo prometí… que no interferiría…

—Trenton… —Le miro y veo sorpresa en él—. Aléjate… aléjate de mí —Susurro y

tengo ganas de llorar. Aparto mi mirada y observo el suelo aunque él aún no aparta sus

manos de mis lados—. Por favor…

Entonces él lo hace. Pero no se marcha, ahora una distancia considerable nos separa; sin

embargo sigue aquí y está mirándome, algo que yo no me he dignado hacer. Por eso levanto

la vista y sin poder evitarlo suelto un resoplido, Trenton me regala una media sonrisa, no

obstante, parece forzada.

—Lo siento, lo siento mucho, Ciara, no te enojes conmigo, soy un idiota —dice

halando de sus cabellos.

Ahora reparo en su vestimenta, unos jeans azul cielo, rotos en la parte de las rodillas,

acompañados de una camiseta blanca, y encima de ésta lleva una chaqueta de cuero negra.

Parpadeo rápidamente ante él, es tan hermoso y vino aquí sólo para verme y sin embargo

yo... lo ignoro.

El viento azota nuestros cabellos y tiemblo.

—No te preocupes.

—Espero que te atrevas a acompañarme algún día a un lugar. Tengo algo que mostrarte.

—Suspira profundamente—. De verdad me importas y no quiero… apartarte. —Frunce el

ceño.

Yo asiento con la cabeza, aunque en realidad no estoy muy segura de qué decirle, me

siento confundida, desubicada, mis sentimientos por él se manifiestan con más intensidad,

ésta atracción no me permite pensar con claridad. Simplemente, cuando él está cerca,

olvido todo, hasta mi nombre.

—Entiendo. —Sólo digo, con voz queda y vuelvo a temblar.

Trenton me observa, comenzando a quitarse su chaqueta y cuando lo hace se acerca un

poco a mí y duda un momento antes de colocarme la chaqueta encima de mis hombros, la

misma que está inundada de su delicioso aroma.

—La necesitas.

«Te necesita a ti», grita mi subconsciente, siempre malhumorado.

Se despide de mí con un saludo militar que me hace sonreír y se marcha cuando el

timbre de salida suena y los primeros estudiantes pisan el área del estacionamiento en busca

de sus autos. Pero yo estoy en otro lugar. Y aunque me niegue aceptarlo una parte mínima

de mí se ha ido con el dueño de la chaqueta que me hace entrar en calor.

Andrey está a mi lado, impidiéndome que siga pensando en lo que acaba de ocurrir.

Estoy sonrojada, y temblorosa aún.

—¿Te encuentras bien? —pregunta mi hermano que se sitúa a mi lado. Asiento con la

cabeza y le sigo al auto que se encuentra a dos espacios de nuestra ubicación.

Todo lo que tengo en la cabeza, es la escena que acabo de vivir, todavía no puedo creer

cómo demonios fui capaz de resistirme, pero al verlo tan confundido, tan inseguro, supe

que él no estaba muy seguro de si quería besarme.

«O tal vez estaba preocupado de que lo rechazaras».

—Eso que acaba de pasar no puede repetirse —murmuro para mí misma y es cierto. No

puedo permitir eso, y sé que ya es lo suficientemente complicado como para ignorar a

Trenton, si voy a actuar como si nada hubiera pasado eso le indicará que lo que estaba a

punto de hacer es un error, y no se va a repetir, claro que no.

Andrey considera lo que yo he dicho por un momento y luego asiente con la cabeza.

—No. Yo no lo voy a permitir, Eric no tiene por qué acercarse a ti nuevamente. —

Enciende el motor del auto y suspira—. Voy a hablar con mamá. Esto no puede repetirse,

se supone que no debe molestarte y está haciendo todo lo contrario, escuché lo que te dijo,

es un imbécil. —Yo asiento con la cabeza, como si efectivamente estuviésemos hablando

de lo sucedido con Eric, aunque aquello ya se me había olvidado del todo. Por otro lado,

quisiera interrogar a mi hermano sobre su charla con Eric; sin embargo, cambio de opinión

momentáneamente.

—¿Suzanne está con ese chico…? —pregunto tratando de desviar el tema. Andrey

frunce el ceño todavía a más y por otro lado frunce sus labios.

—Quizás. Dylan y ella son tal para cual —asegura, y puedo notar que eso le duele, y si

bien quiere disimularlo, conmigo no lo ha logrado—, esto es una porquería.

—¿Porquería?

Andrey asiente con la cabeza.

—Suzanne es una buena chica, y me duele decir esto, pero… —Toma aire por unos

segundos—. Tus problemas con Eric nos han afectado y yo… ella me gusta… pero tú…

—¡Detente Andrey! —exclamo alzando la voz y no dudo en hacerlo porque es

necesario. Suspiro un par de veces y lo miro fijamente, tengo tantas cosas que decirle, y no

quiero ser egoísta. De hecho estaba segura antes de él habérmelo dicho: él está todavía

colado por la rubia—. Eso que ha pasado es entre Eric y yo. Y tú me apoyaste y te entiendo,

yo haría lo mismo. Pero… pero si tú quieres estar con Suzanne no dudes en buscarla. No es

justo que por nosotros tú y ella se vean forzados en dejar lo que ya tenían. Me tiene sin

cuidado eso, así su hermano me odie y posiblemente yo lo odie a él. Yo sólo quiero que mi

hermano sea feliz.

Andrey asiente con la cabeza; sin embargo su expresión no se renueva.

—Tienes razón, sí. —Asiente con la cabeza en total acuerdo conmigo—. Mas, yo no

puedo estar con alguien que hace todo lo posible por insultar a mi hermanita todo el tiempo.

Eso resulta pedante para mí, considerando que la única que ha sufrido en todo esto eres tú.

Además, el tema de Ralph Sanders… es demasiado, ¿cómo puedo estar con Suzanne

cuando pienso que en cualquier momento ese canalla saltará sobre ti?

Me quedo en silencio, la mención de Ralph Sanders causa un horrible estremecimiento,

aquel señor desde que me dedicó aquella mirada y sonrisa tan siniestra, ha causado un

horrible terror en mí que no desaparece.

Decido evadir lo último que ha dicho Andrey.

—No importa lo que ellos digan de mí o lo mucho que sufrí, quizás para sonreír tienes

que llorar primero, si he llorado mucho, probablemente mi tiempo de risas y gozo está en

algún lugar del futuro.

Andrey asiente con la cabeza otra vez y sonríe abiertamente, me entusiasma que el

Andrey sonriente esté de regreso.

—Y quizás en ese “algún lugar del futuro” te espera alguien… —Mueve sus cejas

sugestivamente y me hace reír por su tonta imitación de Gioele.

—Cuidado. Eso todavía no está en mis planes —le digo con un guiño. Andrey por unos

momentos me mira y cuando vuelve su vista hacia el camino sonríe ampliamente.

—Eso espero.

Pero lo que no sabe es que yo estoy pensando en Trent, y en que casi me besaba, y yo

iba a caer, mis fuerzas contra él se están desvaneciendo conforme pasa el tiempo, ni

siquiera una promesa puede detenerme, estoy cayendo, cayendo y cayendo, y él se está

aprovechando de eso, para acercarse.

En cuanto estoy fuera del edificio de la Academia de Rebecca Fitzgerald, me encuentro

con el Mustang azul de mi hermano Andrey. Él está sonriendo y me permito saborear el

momento pues en estos dos últimos días, desgraciadamente, su estado de ánimo no ha sido

muy cómodo para mí. Ha estado irritado la mayoría del tiempo y meditabundo, mientras

espera la llegada de papá. Y yo, realmente no me quedo atrás, en mis tiempos libres me he

dedicado solamente al baile, o a permanecer encerrada en mi habitación, con mi iPod muy

cerca, escuchando todas las canciones que me recuerdan a Trent.

—Quítate el moño —murmura Andrey colocando el auto en marcha en cuanto subo—.

Odio tu cabello recogido.

—¿Por qué? —Alzo una ceja.

Andrey me dedica una sonrisa ladina.

—Iremos a ver a tu querido Trent —dice, yo lo miro desentendida—. ¿Qué? No me

mires así. No soy idiota, esa chaqueta que llevabas esta mañana es de él, lo que quiere decir

que lo viste antes de que fuéramos a casa, ¿me equivoco?

Me sonrojo.

—Sólo estaba tratando de ser amable —le hago entender—. Cualquier chico lo haría.

—Si claro, pero ir a la escuela de una chica no. Eso lo hace un tipo que… —Se

interrumpe él mismo mientras cruza a la izquierda. Sacude la cabeza.

—¿Llevarás el auto? —pregunto tratando de desviar el tema—. Eso es peligroso.

Andrey no me contesta hasta que lleva el auto a casa, y cuando estamos bajando llama

un taxi mientras me lleva a rastras al portón donde los vigilantes se encuentran mirándonos

extrañados. Cabe resaltar el incómodo silencio que me hizo pasar en todo el camino hasta

llegar aquí.

—Nos vamos en taxi —murmura cuando éste ya está, literalmente, en nuestras narices.

Bufo ya enfadada por los celos de mi hermano.

—No me digas.

En cuanto subimos a la parte trasera del auto, mi hermano me observa de una forma

extraña y yo sé por dónde se están yendo sus pensamientos: el señor Sanders, futuro alcalde

de la ciudad, y un pervertido que intentó abusar sexualmente a la hija de nuestra ama de

llaves.

Me estremezco, últimamente la mención del nombre de ese señor, me causa arcadas.

—Ciara, ¿qué pasa si tienes que irte de la ciudad? —inquiere él, seriamente. Es obvio

que él se está planteando esa posibilidad—, Ciara, no puedo creer que no nos hayas dicho

nada de lo que viste.

—Para mí no tenía sentido, Andrey, pero ahora que sé lo que ha ocurrido con Sophia,

me siento completamente desconcertada, pero no creo que deban preocuparse por mí, ese

señor estaba observando a papá de una forma muy rara, con odio o rencor o algo así. —

Hago una mueca, la sola idea de que alguien quiera hacerle daño a mi padre me

entristece—. Si hay algo que hacer aquí, es investigarlo.

Andrey asiente con la cabeza, está de acuerdo conmigo en esto.

—De acuerdo, pero papá sabrá todo, incluido lo de Sophia, no sé por qué fui tan

estúpido, tenía que haberle dicho a todos sobre eso —rezonga, mientras teclea algo

distraídamente en su Iphone.

—¿Y por qué no dijiste nada? —Arrugo la frente, sé que mi hermano no ocultaría

semejante calamidad sin alguna razón.

—Er… bueno, es que Suzanne me lo pidió —responde sin mirarme a los ojos—. Ella

dijo que estaba borracho y que fue un desliz, pero yo no lo vi así. Aún así Suzanne me lo

rogó y no pude negarme.

Me quedo boquiabierta, y no contesto, todavía el tema me resulta tan increíble que no

sé cómo manejarlo.

El taxi nos deja frente a Lombardi GYM. Lo primero que noto al bajarme es el rostro

entusiasmado de Trenton, quien trata de ocultar la sorpresa. Rayos, comienzo a pensar que

fue una mala idea venir aquí y me sonrojo al recordar lo que ocurrió o estaba a punto de

ocurrir cuando salí de clases. Trenton está sonriente ahora, y puedo asegurar que un poco

nervioso; sin embargo, como siempre, sabe como desenvolverse y no tiene ningún

problema en buscar conmigo una conversación.

—Vaya, qué sorpresa verte aquí, Ciara.

Andrey le dedica una extraña mirada y se dirige hasta el grupo de chicos del ring.

Trenton y yo nos quedamos solos, y puedo sentir su vehemente mirada fija en mí, aunque

no es necesario que lo observe. Él tiene sus manos en sus bolsillos, luciendo casual y

atractivo, como sólo él sabe hacerlo. Yo, tímida y sonrojada, sé con certeza que se

encuentra escogiendo las palabras adecuadas para iniciar una conversación cómoda

conmigo.

¿Podrá April molestarse por el mero hecho de encontrarme esta tarde aquí? ¿Mi visita

está rompiendo esa promesa que me ha perseguido en días? ¿Trenton será el culpable que

esa promesa no sea cumplida jamás?

«Definitivamente ya estás rompiendo la estúpida promesa, mujer», me recrimina mi

subconsciente, desdeñoso.

Bien, eso es verdad. Por eso tengo que controlarme, nada irá mal. Andrey está a unos

metros de distancia y confío en que Trenton sea prudente, además existe la posibilidad que

Gioele se acerque en cualquier momento y nos acompañe, tal vez eso ayudaría a…

—Es genial que estés aquí, estábamos planeando jugar al fútbol y necesitamos otro

jugador, así que... ¿nos harías el honor? —dice Trenton ondeando su mano hacia la puerta

trasera del GYM, la misma que da a la cancha de fútbol.

—Estás bromeando. —Río por su atrevimiento. Él me regala una de esas sonrisitas

burlonas suyas, sus ojos destellantes, llenos posiblemente de alegría o probablemente algo

más, no lo sé.

—Absolutamente —dice, todavía riéndose—. Pensé que ya no volverías más, Ciara,

pensé que te había asustado y borrarías mi número o peor aún: me demandarías por abuso

de menores —Me guiña un ojo de forma exagerada—. Pero aún así estás aquí, no corriste

lejos y...

—¡Oye! —Le interrumpo, ciertamente aquel tema es difícil de abordar en estos

momentos. Dejo mi timidez a un lado—. ¡No soy una menor, tengo diecisiete!

Genial, estoy cayendo nuevamente ante él.

—Menor que yo sí —responde tranquilamente, y sin darme cuenta estoy siguiéndolo

hasta la solitaria cancha de fútbol que se encuentra, imponente y grandiosa, en la parte

trasera del GYM.

El viento ondea nuestros cabellos, al tiempo que nos encontramos finalmente al aire

libre. En un descuido, Trenton está halándome de la mano, y me lleva hasta el centro de la

cancha. El pasto verde y fresco, bajo mis tenis, se siente cómodo, y por un instante pienso

que quiero quedarme en este lugar por un tiempo indeterminado. La fuerte y callosa mano

de Trenton sostiene la mía, y vagamente soy consciente de que éste está cojeando, al

parecer no anda bien de su pierna derecha.

Frunzo el ceño.

—Oh. Pero… no debes tener menos de cuarenta —bromeo de nuevo, causando que él

se eche a reír y sacuda la cabeza—. ¿Perdón? ¿Acaso he dicho algo que sea gracioso? —

inquiero, fingiendo estar indignada, mientras su risa me resulta lo más hermoso que he

escuchado en mi vida, y de repente, me siento ligera y feliz, como si todas mis

preocupaciones se hubiesen marchado sólo con el sonido de su risa.

Quisiera quedarme aquí, y olvidar todo.

—Oh sí, y realmente me gustas despreocupada —comenta sentándose en el suelo, al

tiempo que aparece un repentino sonrojo en mis mejillas—. Sólo tengo diecinueve años,

Ciara, no tienes que intimidarte por mi edad. —Se encoge de hombros.

Me siento frente a él, mis piernas cruzadas y mis palmas sudorosas sobre mis rodillas.

Me sorprende que de momento no me esté importando nada, ni siquiera April, o el miedo

que tengo de enamorarme de este chico extraordinario.

— No me intimida tu edad. Es sólo que... en el ring... eres realmente feroz. —«Y sexy»

quisiera decirle—. Hoy no pelearás... es decir, ¿en el ring, pelearás? —interrogo, inquieta

de que posiblemente lo vea sin camisa una vez más.

Él está sonriendo, nuevamente.

—¿Me estás retando? Porque déjame decirte que no peleo con chicas, pero, ¿quieres

que te enseñe algunos movimientos? Podrías defenderte de cualquier idiota —Se encoge de

hombros—. Tengo mucho tiempo libre, no sería un problema enseñarte, soy instructor de

box aquí.

Wow…

—Oh. —Sólo soy capaz de mencionar, efecto de la sorpresa. ¿Se está ofreciendo para

enseñarme a pelear? ¿O es una broma? Decido dejar aquello a un lado—. Tú... ¿No

estudias?

«Estás mal, Ciara, quieres saber todo de él, no estás preocupada cuando estás junto a

él… estás cayendo, y en el fondo, eso es lo que quieres», me riñe aquella voz interior mía.

—Bueno… no… —Sus ojos hermosamente verdes se pierden, observando hacia la

nada, puedo notar un brillo de nostalgia en ellos y mi interés aumenta—. Estaba en una

universidad en Italia pero la tuve que dejar…

—Oh. Lo siento.

—Da igual, probablemente fue lo mejor —dice en voz baja, sin mirarme aún.

Observo mis dedos sudorosos, pensando en cuál carrera posiblemente Trenton había

estado estudiando y por qué tuvo que dejarla, de verdad deseo preguntarle, pero no quiero

que piense que estoy interesada en él…

«Y lo estás, estás interesada en él, admítelo».

Dios... no puedo creer que esté platicando con él, cuando hace un par de horas casi me

besaba... ¿qué hubiera ocurrido si no lograba resistirme a él?

—¿En qué piensas? —interroga él, su voz como el terciopelo, sacándome de mis

pensamientos.

Yo intento no mirarlo a los ojos, aunque rehuir de aquella hermosa mirada es tan

complicado…

—Tú… eres muy curioso, ¿sabes? —contesto sonriendo, aunque en realidad me

gustaría se sincera y confesarle: «Estaba pensando en lo que ocurriría si me hubieras

besado», sin embargo he logrado contenerme—. ¿Por qué has dejado Italia?

—Cosas… difíciles… de explicar —admite, con un atisbo de tristeza.

—Bien… entiendo. —Asiento con la cabeza, aún sabiendo que no es cierto, no lo

entiendo, y mi curiosidad está aumentando. Realmente, ahora que he sido capaz de tener

una plática con Trenton, puedo asegurar que no está acostumbrado a hablar de su vida, ni

de sus sentimientos.

Eres tan misterioso...

Nos observamos el uno al otro, yo tratando de descifrar el misterio de su vida, y él

averiguando lo que estoy pensando. Limpio mis manos sudorosas en mis jeans, mientras

distintas preguntas aparecer atropelladamente en mi mente, ¿cosas difíciles de explicar? ¿Es

un prófugo?

Infiernos, no.

«¿Estás loca? Trenton no tiene rostro de delincuente, parece un modelo internacional o

un príncipe o incluso un actor de cine… ¡Quizás viajó para esconderse de sus fans!», me

grita mi enloquecida conciencia.

Yo niego con la cabeza alejando todo pensamiento loco de mi mente, y noto la mirada

atenta de Trenton, quien se encuentra radiante y notablemente divertido de mi

embelesamiento.

—¿Por qué niegas con la cabeza? —Trenton ríe.

—Pues porque… un mosquito está… molestando —miento. ¡Por Dios, soy tan idiota!

Al parecer él está al pendiente de cada uno de mis movimientos.

«Porque le gustas, ¿es que todavía lo dudas? Ya estás segura que no es un mujeriego,

que no es un delincuente y que es sincero, ¿entonces porque todavía lo dudas?», dice mi

otro yo, y sacudiendo la cabeza me comienzo a preguntar lo mismo. Oh Dios mío, estoy tan

confundida.

—¿En serio? Qué raro porque aquí no hay mosquitos —dice, su sonrisa de niño grande

temblando en sus labios apetecibles y medianamente rojizos—. Me he dado cuenta de algo,

Ciara, al fin estoy descubriendo tu enigma.

—¡¿Qué?! —interrogo asustada ante el pensamiento de que él sepa lo atraída que me

siento por él, y que escucho cada una de las canciones que me ha dedicado antes de

quedarme dormida.

—No grites, Ciara. —Me reprende, jovial—. Cuanto estás en tu rol de chica curiosa,

dejas a un lado tu timidez, eso es divertido de ver, aunque habitualmente no me gusta

hablar mucho de mí, pero créeme, si hablar de mi te hace sentirte más cómoda, hablaré todo

lo que quieras.

Oh, infiernos, él realmente es dulce.

Trenton continúa hablando, y en un momento dado, sus ojos brillantes han abandonado

los míos mientras nuevamente observan la nada. Su expresión se transforma en una

solemne y yo trago ruidosamente, consciente de lo que viene a continuación:

—Pensé que no te agradaba, pensé que realmente me veías como un bastardo. Y la

primera vez que te vi, pensé que... eras un ángel, un hermoso ángel que ha sido traído a mi

vida para darme un poco de luz. Y luego, antes que tu hermano te llevara, pensé que

llorarías en cualquier momento, sé que dije algo malo, y desde ese momento no he dejado

de pensar en ti y en lo diferente que eres, Ciara, dime, ¿qué hice mal? Y eso es lo que me he

estado preguntando infinidad de veces desde que te conocí. ¿Qué hice mal?

Niego con la cabeza enérgicamente.

—No has hecho nada mal. —Mi voz es apenas un susurro, aún sin poder creer que él

haya dicho todo esto, a mí, una chica insignificante.

Has sido increíble —completo en mi mente.

—Entonces aquel día… ¿te fuiste llorando? —pregunta, es obvio que quiere saber la

razón, ¿seré capaz de decírselo? No me gusta abordar el tema, aquello ya es pasado.

Yo asiento con la cabeza, sonrojándome.

—Sí.

—¿Por qué? —Vuelve a preguntar, sus ojos abiertos con precaución.

—Cosas… difíciles de explicar —contesto de la misma forma que él hizo, lo que causa

que vuelva a sonreír y comprenda que no le diré absolutamente nada, tal como él lo

prefiere.

—Cualquier cosa que haya dicho… no fue mi intención. —Trenton se encoge de

hombros mostrándose casual—. Tiendes a huir, ¿no es así? Lo has hecho un par de veces,

te me has escapado.

Me sonrojo, él tiene razón, he estado huyendo de él, y definitivamente el ya está

describiendo el porqué.

Demonios, sí —le respondo mentalmente—. Desde que te conocí me atraes y al mismo

tiempo quiero alejarme, no sabes cuán desconcertada me haces sentir a veces.

—Sólo cuando las cosas se descontrolan —digo en voz baja; dudosa, carraspeo—, ¿y

qué hay de ti? ¿Tiendes a aparecer?

Trenton se vuelve a encoger de hombros, no va a responderme esa pregunta, lo veo en

sus ojos.

«Por Dios, Ciara, eres tan estúpida. Ha aparecido dos veces en el instituto y en la

fiesta sólo por ti, ¡quería verte, por todos los cielos!».

—Trent… ¿por qué te fuiste de la fiesta? —interrogo tratando de ver algún signo en su

rostro. Al escuchar mi pregunta Trenton resopla un par de veces y sonríe nervioso, como si

dentro de él guardara una oscura respuesta—. Tú… pensé que estabas cómodo… no sé por

qué te enojaste.

Recuerdo cómo había sucedido todo, de un momento a otro Trenton estaba tan serio

que no logré reconocerlo, y aunque parezca imposible se hallaba tan callado como nunca

antes, y cuando menos me lo esperé, alguien me invitó a bailar, y seguidamente Eric

también lo había hecho, y en un abrir y cerrar de ojos Trenton estaba de pie, y

posteriormente se había retirado, recuerdo que pensé haber visto que él dejaba algo en la

mesa; sin embargo cuando llegué hasta ella no había nada.

—De hecho, estaba muy cómodo. —Sonríe ampliamente—. Pero me sentí un poco mal,

y... —Le echa un vistazo a su pierna derecha y suspira.

—¿Estás bien? —le interrumpo

—De maravilla. —Trenton se acuesta sobre el pasto, sus brazos cruzados debajo de su

cabeza, sirviendo como almohada; él cierra los ojos y yo trago saliva ante la vista—.

Escucha… tengo que pedirte disculpas de nuevo por lo de… sé que no tengo una excusa…

¿recuerdas lo que hablamos de los impulsos? Yo a veces suelo actuar por ellos… y no quise

incomodarte… lo siento, ¿vale? Yo nunca me disculpo pero ahora es… necesario. Lo siento

muchísimo, no quise asustarte.

—Detente… —intento que guarde silencio, pero él continúa, todavía sin abrir los ojos.

—No. Permite que hable. Eres muy difícil de tratar… y yo no quiero hacer nada mal

contigo… tú eres…

—Trenton, detente —repito, mi voz queda.

—…eres lo opuesto a lo que yo soy, y siento que debo mantenerte cerca, y si tú no

quieres… algo más, lo entiendo —culmina, esta vez abriendo sus ojos y mirando a los

míos—. Entonces… ¿amigos?

Amigos.

¿Podría ser amiga de Trenton después de todo?

Nos conocemos desde semanas, las mismas que han sido inconfundiblemente

diferentes, ha cambiado gran parte de mí desde el primer día en que él apareció en mi

vida… o yo aparecí en la de él. Cuando él está cerca de mí, olvido la mayoría de mis

problemas, y de alguna forma, Trenton me hace sentir segura, cómoda, ligera… ¿podría él

sentir lo mismo? Algo me dice que la respuesta a esta interrogante es visiblemente positiva;

no obstante, mi formidable inseguridad, me grita que él sólo quiere jugar conmigo.

Asiento con la cabeza, estoy convencida de que es lo mejor, sellar un pacto silencioso

que dé por finalizados aquellos sentimientos desconocidos que arremolinan en mí cuando lo

veo o está cerca. Si aprendo a ser su amiga, todo esto se habrá ido.

—Amigos.

Entonces la sonrisa de Trenton se ensancha y se levanta de un salto del suelo, sacude

sus jeans con sus manos y me tiende una de ellas para ayudarme a levantar; yo acepto su

mano y me sacudo mis ropas también aunque estoy un poco desorientada para entender qué

hará ahora. Lo único que me relaja es su sonrisa, él siempre sonríe y aún así no deja de

sorprenderme cuando sus dientes blanquecinos y resplandecientes están visibles por medio

de aquella sonrisa infantil suya.

Trenton es una especie de caja de sorpresas, un gran misterio para muchos, para todos,

incluso para mí.

Y de pronto, mi mirada está fija en alguien detrás de Trenton, una chica que, sin duda

alguna, me ha de estar odiando con todas sus fuerzas, con la intensidad de sus celos. Es

April. Su cabello rojo es tan llamativo como sus ojos grises, los que brillan de una forma

totalmente diferente, mira a Trenton primero, luego a mí, y así lo hace repetidas veces,

como si no lo estuviese creyendo. Sus brazos están cruzados, y sus ojos sin apartarse de

nosotros.

Siento que me estremezco, estoy abrumada.

—Oye. —Trenton coloca sus manos en mis hombros al notar mi aflicción—. ¿Qué va

mal?

—No es nada. Creo que debo irme —susurro en respuesta.

Trenton resopla y sé que está frustrado por mi extraño comportamiento, en efecto, hasta

podría decir que está considerando que mis cambios de humor se deben a la bipolaridad;

mas él no sabe, no tiene ni idea de lo mal que me siento al lastimar los sentimientos de

April. Lo más significativo de todo esto, es que aquella promesa que le hice a la chica

pelirroja realmente lastimó mis sentimientos desde el principio, además, mi subconsciente

me grita que esa noche en The Space, me comporté como la más estúpida al caer en la vil

trampa de April.

—No te vayas, no aún, tengo que mostrarte algo, ¿recuerdas? —murmura Trenton

tratando de convencerme. Yo ya me he deshecho de su agarre, y él intenta no acercarse

demasiado—. Sólo unos minutos más, per favore.12

¡Santo Dios, él realmente es más caliente hablando en italiano! Es adorable, tanto que

mis mejillas se enrojecen ante el pensamiento; resulta claro, que no soy la única que piensa

lo mismo, pues soy consciente del suspiro que suelta April al escucharlo.

—De acuerdo.

Trenton reprime una sonrisa y asiente con la cabeza, mientras ondea su mano,

señalándome hacia una escalera que se encuentra cerca de la puerta de la entrada que

vincula la cancha de fútbol con el interior del establecimiento perteneciente a su hermano.

Por consiguiente, cuando pasamos delante de April él la saluda con una entusiasta

palmadita en su hombro.

12 Por favor en italiano.

—Lo siento. —Es lo único que susurro cuando paso junto a ella, por extraño que se vea,

April asiente con la cabeza como si me entendiera y me dirige una mirada de advertencia.

Oh, bueno, ella sigue siendo una perra.

Recuerda tu promesa. —Eso es lo que leo en sus ojos que se encuentran fijos en los

míos hasta que me atrevo a evadir su mirada.

Subimos los escalones lentamente, considerando que Trenton está lastimado en su

pierna derecha. Él no ha soltado mi mano, y en de ninguna manera yo me he atrevido a

alejarlo. Ahora, que nos hallamos finalmente en la azotea, él se detiene a mi lado, para

posteriormente encaminarme hacia más adelante, llegando a la verja que se encuentra al

borde de la azotea, donde puede observarse cómodamente desde las alturas, el paisaje que

se manifiesta ante nuestros ojos.

En este lugar, ambos somos capaces de contemplar las luces deslumbrantes de toda la

ciudad y me percato de lo alto en lo que estamos, en la cima, en el cielo… en lo hermoso.

El cielo de un azul profundo y misterioso acompañado de algunas estrellas refulgentes y

distantes; de igual manera, puedo advertir que una capa de niebla se interpone entre

nosotros, anunciando que la tarde ha finalizado y dando paso a una noche fría y hermosa. El

viento sopla con la más mínima ferocidad, y aún así el frío es persistente, mas no me

importa. Resaltando el hecho de la existencia de numerosos edificios, casas, autos en la

distancia, lo que más llama mi atención son las luces centellantes y formidables.

Desde este lugar podemos vislumbrar el más hermoso anochecer de Detroit y aunque se

puede percibir que son aproximadamente las siete de la noche, y la luna en estos momentos

apenas y se muestra, las luces de la gran ciudad son capaces de irradiar los techos de cada

casa, de cada árbol, de cada edificio. Por sobre todo, distingo un centro comercial a lo lejos

y es éste el que llama mi atención desde la posición en la que me encuentro, y sé que a

cualquiera le ocurriría lo mismo que a mí; éste tiene un aspecto como los establecimientos

o clubes de Las Vegas, tan despampanante y llamativo que es difícil no notar la frase que

parpadea con fuerza en colores rojo y dorado “Don't stop believin13

” siento un cosquilleo

de alegría en el estómago, aunque no es un paisaje natural, me parece una de las cosas más

maravillosas que he visto, sobre todo, por la existencia de aquella frase.

La misma que, indudablemente, es el título de una canción de Journey.

—Cuando me siento un poco… ya sabes… desanimado. Subo aquí y miro fijamente

esa frase, la miro hasta que mi mente es capaz de absorberla y de alguna manera me

13 “No dejes de creer”

repongo… sé que no es la gran cosa, pero… —Trenton despeina su cabello mientras intenta

explicarse. Él está nervioso.

—Esto es hermoso —digo, impidiendo que continúe. Lo miro a él y sonrío, y río, no sé

si es por la emoción, o por la fuerza que me da leer aquello.

Silenciosamente le agradezco por esto, ya que es un detalle que me ha alentado a seguir

y encontrar lo que quiero. Entiendo de una vez por todas que no puedes alejar a las

personas como Trenton, pues son personas inolvidables, personas con una luz propia que

encuentran, sin planearlo, la manera de hallar tu propia luz interior en medio de la

oscuridad. Comprendo que este chico junto a mí, que también observa ensimismado aquella

frase incrustada en aquel centro comercial, brilla parpadeante como las letras de la frase;

sin embargo él no lo sabe, pero yo sí y temo que algún día esa luz se apague, tal vez como

un día se apagó la mía. De igual manera, sé que Trenton no es el único chico con esa luz

especial, Andrey y Gioele son parecidos y tengo suerte de haberme encontrado con dos de

ellos, y que el otro forme parte de mí, de mi sangre, que sea mi hermano.

Yo sinceramente no soy capaz de alejarnos, ni a Trenton, porque él ya ha conseguido

formar parte de mí, con mucha potencia.

—¿Trenton?

Él me mira, su sonrisa tiembla en sus labios, y por un momento siento unas

incontrolables ganas de besarlo ante este lugar, pero no puedo, soy demasiado cobarde para

rendirme a lo que sea que él está creando en mi pecho.

—¿Si? —Está muy cerca de mí, y se me ocurre que debo agradecerle; así, sin dudarlo ni

un segundo más, corro a sus brazos y lo abrazo tan fuerte como puedo, feliz de sentir su

aroma impregnando en mis pulmones—. Oye, ¿estás bien? —Él, con manos temblorosas,

se atreve a acariciar mi cabello.

—Sí, gracias, Trent —murmuro en su pecho.

***

Mientras estamos de regreso a casa, y el taxi nos deja justo al frente de ésta, no dejo de

pensar en Trent.

Trenton es realmente impresionante, ahora puedo asegurar que no es un mujeriego y de

cierta manera hoy he aprendido un poco más de él y estoy relajada de que hayamos dejado

todo en claro. Ciertamente, es un alivio para mí el saber que no intentará nada conmigo.

«No te mientas, Ciara, estás decepcionada. ¿Le temes a April? ¿O simplemente no

quieres enamorarte?», inquiere mi subconsciente.

Por supuesto, no quiero enamorarme de este chico, es obvio que no funcionaría, sobre

todo si mis padres y Andrey deciden sacarme de Detroit por culpa del pervertido del señor

Sanders que, casualmente...

Oh, Dios, no.

Veo algo que me deja sin aliento. Y mi mundo se cae a pedazos mientras nos acercamos

a nuestra casa. No entiendo qué es lo que pasa, pero una parte de mí me susurra de qué va

todo esto. Siento inmediatamente que mi corazón se paraliza al mismo tiempo que mi

hermano a mi lado se tensa. En un momento dado, nosotros nos acercamos muy lentamente

a nuestra casa, mas, al notar qué mi padre ha llegado y que nuestra casa está rodeada de

policías, corremos a encontrarnos con ellos. Por consiguiente, mis ojos se encuentran con

los de mi madre y sé que lo que Andrey temía está ocurriendo ahora.

Estoy asustada, veo lágrimas en sus ojos, por ello mi hermano corre hacia ella y la

abraza; yo, al cambio, no puedo moverme, soy una estatua a la que le han arruinado su

vida, sólo soy consciente de que Andrey grita algo a uno de los policías, luego me doy

cuenta que dos personas están tomándome de los brazos cuando intente correr hacia mi

padre.

Eventualmente, estoy llorando y apenas puedo respirar. Los ojos negros de papá están

entristecidos, está esposado, los agentes se lo están llevando, ¿por qué? Oh no... Lloro e

intento zafarme, pero ahora no son los policías quienes me toman, es Andrey quien intenta

calmarme. Yo sigo sin poder respirar pues soy presa del pánico. Sé que se han llevado a mi

padre, lo han arrebatado de mi lado, como si fuese un delincuente.

Con todo esto, no me lo puedo creer y me niego que sea verdad, no, esto debe ser una

pesadilla horrible, creada por mi subconsciencia. Por eso grito para despertar; sin embargo,

sólo consigo que Andrey me zarandee con fuerza y cuando soy consciente de todo es real,

mi madre me está abrazando, y yo me calmo, aunque mi mundo se esté desmoronando.

Él está aquí.

No lo entiendo, todo es demasiado confuso. Papá fue arrestado por fraude, y un montón

de delitos que no logro comprender. Por Dios, todo esto es tan repentino que no me lo

puedo creer, ni siquiera mi madre logra asimilarlo y Andrey no ha hablado desde que se

llevaron a papá.

Fue hace dos horas, y desde entonces mi madre ha estado encerrada en el estudio,

mientras tanto, mi hermano no me ha dirigido la palabra, sus labios están presionados en

una dura línea y su ceño fruncido.

Quiero hablar con alguien, pero no sé con quién; quiero llorar, pero ya he hecho lo

suficiente. Necesito pensar, necesito que esto sólo se trate de una desagradable pesadilla;

sin embargo, no lo es, y tengo que ser fuerte, enfrentar esto y ayudar a demostrar que mi

padre no es culpable de nada, que todo esto se trata de un atropello.

Mamá sale del estudio, Ralph Sanders y su hijo tras ella, cada uno con sus ceños

exageradamente fruncidos. Mi madre, por otra parte, está enfurecida, jamás la he visto así,

sus mejillas se encuentran enrojecidas y la tensión en ella es más que palpable, su

mandíbula tensa.

Ralph Sanders está inexpresivo, pero cuando advierte en mi presencia, algo extraño

aparece en sus ojos marrones. Yo tiemblo involuntariamente y me acurruco aún más en el

sillón, extrañamente sintiéndome más pequeña de lo habitual mediante su amenazante

escrutinio.

Andrey, en un abrir y cerrar de ojos, se halla a mi lado y sé que me está protegiendo.

Ralph inclina su cabeza a un lado, sus despreciables labios tiemblan cuando reprime una

desagradable sonrisa que no viene al caso. Dios mío, estoy segura que este hombre no es

quien aparentaba ser, claramente está disfrutando de esto.

Detrás de Ralph, Eric carraspea, totalmente irritado por el silencio. Brevemente, sus

ojos se encuentran con los míos y sé que a pesar de todo, él no está feliz por la desgracia de

mi familia.

—Lo siento, créeme que lo siento, Miriam, pero si yo hubiera sabido que Albert... —

intenta explicar Ralph Sanders, pero a mí no puede engañarme, tengo la certeza de que es

un bastardo, y algo me dice que mamá también se halla considerando lo mismo.

Mamá alza una de sus manos, interrumpiéndolo.

—Esto es una blasfemia, y no, no necesito que repitas aquel sartal de mentiras, tú no lo

puedes ver, pero yo sí. Yo conozco a mi marido —dice férreamente, su rostro más pálido

de lo normal—, yo sé que esto va a solucionarse porque es un error. Y si usted, señor

Sanders, no quiere comprenderlo, puede irse y no volver jamás. Me parece una falta de

respeto que haya venido a esta casa, la casa de quien consideró su amigo por más de veinte

años, sólo para admitir que usted cree en dichas pruebas que claramente son falsas. —El

señor Sanders intenta replicar, pero mamá no se lo permite—. Puede hacer lo que quiera,

pero usted no va a venir a mi casa a acusar a mi marido por algo que no es verdad. Así que,

si no es mucho pedir, puede marcharse de mi casa, y nos vemos en la corte.

Oh Dios mío.

Me tenso, y Andrey lo nota, por eso se acerca a mí y toma mi mano entre las suyas.

Estoy temblando, pero quiero mantenerme serena. Noto a Eric entrecerrar los ojos a mi

madre y sé que está considerando todo lo que ella acaba de decir. Obviamente él está del

lado de su padre.

—Por supuesto, por supuesto. —Ralph alza sus manos en señal de paz, puedo ver que

está sombrío mientras intenta buscar una respuesta a mi madre—. Esto va a solucionarse, y

cuando esto ocurra, estaré aquí pidiendo mis disculpas, señora. Ahora, con mi permiso —

dice y siento su mirada puesta en mí. Andrey aprieta sus manos en puños pero opta por no

decir o hacer nada.

Eric y su padre se marchan, y para nosotros es un gran alivio. Mamá resopla y se deja

caer en el sillón mientras murmura con voz queda:

—Albert estará de vuelta dentro de poco, todo volverá a la normalidad. Para todo hay

una solución, y ésta no es una excepción, aún cuando sabemos que alguien está

incriminando a nuestro Albert.

Ella se marcha al despacho nuevamente, con su teléfono en mano y sé que ella

ciertamente esta noche no va a dormir.

—Ciara. —Andrey finalmente ha decidido hablar—. Tienes que prometerme que serás

fuerte. La manera en que reaccionaste cuando se llevaron a papá, la forma en que gritaste,

eso no puede pasar de nuevo, Ciara. Tienes que aprender a ser fuerte a pesar de las

situaciones, pues no conseguirás nada gritando o pataleando. Papá no necesita esto, necesita

a sus hijos fuertes, ¿escuchaste lo que mamá ha dicho? Tenemos que demostrar que él no

ha hecho nada.

—Pero... ¿de qué lo están acusando realmente? —Frunzo el ceño, mi voz ininteligible,

aunque de alguna manera Andrey logra entenderme correctamente.

—Ellos llegaron aquí asegurando que papá ha estado falsificando firmas de Sanders

desde hace años, y ha invertido clandestinamente de las ganancias de éste en clubes que...

son ilegales —explica Andrey, puedo asegurar que está reprimiendo las ganas de golpear a

alguien—, de esto exactamente iba a hablar con papá, noté una irregularidad en Aldridge &

Sanders Worldwide; sin embargo, esto ya no sirve de nada.

Esto es una locura. Aldridge & Sanders Worldwide ha sido el negocio que nos ha unido

con los Sanders. Papá es dueño del cincuenta y cinco por ciento de las acciones y Ralph

Sanders del resto. Y debo admitir que, para todos, es prácticamente imposible que papá

quiera robar a Ralph, por Dios, mi padre posee tantas propiedades, acciones en una

constructora y además en una empresa automotora. ¿Para qué querría tomar el dinero de

Sanders para abrir clubes ilegales? Aún sabiendo que papá no es culpable, para cualquier

persona esto no tiene ningún sentido.

—Esto no tiene sentido, Andrey, no lo entiendo.

—Para ellos sí que lo tiene, Ciara, ellos dicen que papá quería perjudicar al futuro

alcalde, esto es malo, Ciara, ellos tiene testigos, pruebas, firmas, documentos. —Hace una

mueca, él está comenzando a desesperarse.

—Andrey, nosotros podemos buscar testigos, pruebas, documentos, ¿vale? Tú puedes

resolver esto, déjame ayudarte —le digo, sintiendo cómo mis ojos se llenan de lágrimas—,

no quiero irme de la ciudad, no ahora, mamá también nos necesita.

Él asiente con la cabeza.

—Tengo que hablar de esto con mamá y con el abogado primero, papá no puede seguir

en la cárcel, quédate aquí, ¿vale? Regresaré en unos minutos. —Y tras decir aquello se

marcha, caminando decidido al despacho donde permanece mi madre haciendo sus

llamadas.

Sin saber muy bien lo que estoy haciendo, tomo mi móvil entre mis temblorosas manos

y rebusco entre mis contactos hasta dar con el número que necesito en estos instantes. Lo

llamo, y después de tres tonos, una voz ronca y masculina contesta:

—¿Diga? —Mi corazón da un vuelco.

—Trenton —respiro, escuchar su voz por alguna razón ha traído nuevamente el llanto a

mí, así que intento tragarme mis propias lágrimas.

—¿Ciara? ¿Qué es? ¿Qué va mal? ¿Estás bien? —Comienza a lanzarme preguntas que

provocan un sentimiento cálido en mi interior—. ¿Has llegado bien a casa?

—Se lo han llevado, Trent, se lo han llevado —sollozo, presiento que necesito

desahogarme con él, necesito sus fuerzas ahora, quisiera estar en sus brazos nuevamente—.

No sé qué hacer, se lo han llevado.

Escucho algo romperse al otro lado de la línea, y cuando pienso que él va a colgarme,

habla:

—¿A quién? Ciara, demonios, dime que estás bien —exige, sus palabras atropellándose

entre sí.

No, Trenton, no estoy bien, te necesito —quiero decirle, mas no soy capaz; mi corazón

está decidido a no pronunciar jamás esas palabras para él.

—Mi papá.... se... se lo han llevado —exhalo, y luego inhalo lentamente, tratando así de

calmarme a mí misma. No sé por qué necesitaba escuchar su voz, pero presiento que ahora

estoy más ligera, a pesar del llanto.

—¿Quieres que vaya a verte? Porque puedo hacerlo, sólo dime, y cálmate, princesa, por

favor no llores, todo estará bien, ¿vale? —Suelta un suspiro—. Estaré es tu casa en veinte

minutos.

—¡No! Trent es peligroso... y tu pierna... —Sacudo la cabeza, aún sabiendo que no

puede observarme—. Habla conmigo, sólo necesito escucharte, ¿sí?

Dios, es tan increíble la manera en que me siento ahora, dividida entre tristeza y alegría

al escucharlo. Por otro lado, es evidente que todavía pienso en lo que está sucediendo en mi

casa, y en que necesito calmarme, necesito que él logre calmarme.

—Puedo cantarte si quieres, vamos, ve a la cama —expresa, sé que está preocupado por

mí, así que hago lo que me pide, sabiendo que el horrible nudo en mi garganta no

desaparecerá hasta que mi padre esté de regreso.

—Estoy en cama —digo cuando ya me entrado en mi habitación, ni siquiera me he

cambiado de ropa, pero sí fue capaz de tomar la chaqueta que Trenton me prestó y

acurrucarme contra ella.

Es como si él estuviese aquí a mi lado, abrazándome.

Y Trenton lo hace, me canta suavemente mientras yo pongo los auriculares en mi

móvil. Su voz armoniosa y dulce voz susurra "A message" de Coldplay, y yo lloro de

tristeza y de felicidad. Mi padre se ha ido, pero Trenton está cerca y él me ofrece

esperanzas. Y rayos, siento que algo dentro de mí se está manifestando con más fuerza.

Trenton me gusta, me gusta demasiado, es el único chico que me ha gustado con tanta

intensidad. Aún en los peores momentos de mi vida, su voz, esa hermosa canción, me hace

sentirme a salvo, a pesar de que el peligro se encuentra tan cerca.

***

—No puedo creer que no hayas hecho los deberes.

Una voz profunda me despierta y de un salto me levanto desorientada, mirando de un

lado a otro con la respiración agitada. Delante de mi cama se encuentra mi hermano, recién

bañado y vestido con el nuevo uniforme de la escuela: unos pantalones de gabardina

oscuros al igual que la chaqueta con su respectivo escudo, una corbata color vino y una

camisa blanca perfectamente alisada. Parpadeo un par de veces, realmente mi hermano luce

de maravilla.

—¿Eres un ángel? —murmuro somnolienta—. Creo que estoy soñando.

Mi hermano suelta una carcajada.

—No seas absurda y apúrate. Tienes exactamente media hora para alistarte y creo que

te saltarás el desayuno. —Suspira profundamente—. Ya te conseguiré algo en la escuela,

¡demonios, Ciara, levántate!

—Pero…

—¡Te quedan veintiséis minutos! —me interrumpe mientras observa su reloj, causando

que yo dé un salto. Arrastro los pies hasta la ducha y en dos minutos ya estoy en frente del

lavabo cepillándome los dientes, el caso es que no me siento capaz de lidiar con otro día de

escuela, siento haber dormido menos de lo debido y además no cené anoche, ¡muero de

hambre! Y pensar que también me saltaré el desayuno…

Cuando salgo de mi cuarto de baño me espera el nuevo uniforme que resulta ser un

poco más atractivo para mí. Consiste en una falta oscura a cuadros blancos, una camisa

blanca, chaqueta oscura con el escudo de la escuela y la corbata vino que no debe faltar.

Suspiro y sin perder más tiempo me pongo encima aquel uniforme que no me sienta tan

mal, acompañado de unos zapatos cerrados negros de tacón bajo, cuando seco mi cabello

me encuentro más que lista y tomando mi bolso de mensajero y una conocida chaqueta

negra, salgo a zancadas de mi habitación.

Todavía no logro creer que no haya hecho los deberes, anoche, cuando llegué de mis

largas rutinas de baile con la señorita Fitzgerald caí inconsciente en la cama debido a tanto

cansancio acumulado. El estrés de mis ensayos, el asunto de papá y las investigaciones que

Andrey y yo hemos estado haciendo, están pasando factura.

Todavía no puedo creer que en sólo siete días me presente en uno de los Teatros más

conocidos de Michigan, junto con la señorita Fitzgerald y otras chicas que bailarían

conmigo; mientras espero tan ansiada fecha, soy un manojo de nervios. Aunque lo cierto es

que me duele que papá no vaya a estar presente, de hecho, estuve a punto de renunciar a la

presentación, pero él no me lo permitió.

Creo que ese evento definirá mi futuro como una estudiante universitaria de danza.

Mientras camino con Andrey a su auto —Flavius Bernard ahora es el chofer de

mamá— pienso en lo que ha pasado en las últimas semanas. El tiempo ha pasado

extremadamente rápido, estamos tan sólo a dos semanas de Acción de Gracias y yo me

encuentro un tanto… ¿cambiada? Desde aquella noche que Trenton y yo comenzamos a

utilizar nuestra etiqueta de “Amigos” no ha pasado nada interesante. Andrey y yo hemos

estado trabajando por nuestra cuenta, buscando algún documento que ayude a nuestro

padre. Taylor, el abogado de la familia, logró que nuestro padre obtuviese un arresto

domiciliario y, afortunadamente, éste problema no se ha hecho público, sin embargo, tarde

o temprano los demás van a enterarse. Andrey también fue capaz de tener una charla muy

seria con el señor Taylor, el cual escuchó cada una de las opiniones y sospechas de mi

hermano, asegurando que juntos encontrarían una solución; sin embargo, para Taylor las

cosas se han vuelto muy complicadas, y Andrey y yo hemos decidido comenzar a seguir a

el señor Sanders, aunque no hemos encontrado mucho.

Yo sé que papá detesta eso, no poder hacer nada, y estar encerrado, imponente en este

asunto lo ha de estar desesperando; mamá y mi hermano, sin duda se encuentran mucho

más cómodos sabiendo que papá no está lejos de nosotros, aunque los problemas persistan,

la cercanía de Albert Aldridge, nos calma a todos inmensamente.

—Necesito vacaciones ahora, ya, ahora mismo —murmura mi hermano sacándome de

mis cavilaciones, yo le miro con una ceja alzada—. ¿Qué?

—No estás en posición de quejarte, cuando fuiste tú quien madrugó —explico, el frunce

el ceño y niega con la cabeza—. No lo niegues, estabas fresco como una lechuga cuando

me levantaste.

Andrey sofoca una sonrisa mientras estaciona el auto en el colegio, me percato que todo

el camino de casa hasta aquí me la pasé pensando, ¡vaya!

—Cada vez hablas más como…

—¡Y otra vez con lo mismo! —interrumpo haciendo una mueca—. Sólo por si lo

dudas, actúo como siempre.

Andrey se baja de auto, cerrando la puerta luego. Yo hago lo mismo, acomodando mi

uniforme en el proceso, tomo mi bolso.

Cuando estamos a la vista de todos vuelvo a suspirar porque consigo ser el centro de

atención, y no sé si es por el nuevo uniforme que me sienta de maravilla, por mi hermano

Andrey, o por la “popularidad” que he conseguido a lo largo de los meses. Es algo que

todavía no creo, o sea, ¿quién consigue ser popular por formar un trío amoroso que además

es ficticio? Sé que todos no han dejado de preguntarse qué ha ocurrido estos meses, pues no

se ha sabido absolutamente nada de aquel chico misterioso —Trenton— y mucho menos de

Eric, que finalmente ha cedido a mantenerse alejado, quizás por respeto pues su padre ha

demandado al mío.

—Trágame tierra —murmuro entre dientes.

Mi hermano ríe.

—Hay vienen tus amigos —dice riendo al ver a Donny que salta cuando me ve y se

acerca; detrás de ella le sigue Luke, quien se ve un tanto más alto y su cabello está más

alborotado que de costumbre; pero luce bien, y es que el uniforme le sienta a cualquiera, la

verdad es que es fantástico—. Mejor me iré antes de…

—¡Oh Andrey, qué agradable verte, el destino nos une otra vez! —escucho el chillido

de Donny, mientras corre a saludar a mi hermano.

Realmente, ella ha estado demasiado interesada en mi hermano las últimas semanas.

Andrey está sonrojado ahora, y yo sofoco una risa mientras Luke me saluda con un

corto abrazo.

—Hola Donny… bueno, um, en realidad estudio aquí —responde Andrey causando que

Luke y yo riamos al unísono.

Donny parece estar incómoda.

—Sólo intentaba ser romántica.

Mi hermano frunce el ceño y se despide con un movimiento de mano y camina hacia

donde se encuentran sus amigos, no sin antes recordarme que esta noche tenemos trabajo

por hacer.

Luke me sonríe e intenta ignorar el puchero que está apareciendo en estos momentos en

los labios de Donny, quien está teniendo uno de esos berrinches mañaneros. A pesar de no

compartir mucho con ella la estoy conociendo como una niña indiscreta y terriblemente

sincera, ella puede decir la más cruda verdad sin titubear, es algo extraña y caprichosa, pero

no es mala. Luke por otro lado es todo lo contrario, con él sí que he compartido más que

con Donny, es más tímido y de lo más discreto, es como mi versión masculina aunque

suene tonto.

—¿Has tenido un buen fin de semana? —pregunta, con su habitual voz baja.

—Sí, de lo más entretenida, en los ensayos —le contesto en el mismo tono, recordando

los reproches de papá, Andrey y yo mientras el primero nos reñía por querer espiar a

Sanders.

Escucho de lejos cómo Donny comienza a relatar cómo le pedirá a mi hermano que

salgan el viernes por la noche. Ella ni siquiera se da cuenta que ni Luke ni yo le estamos

prestando atención.

Mi amigo vuelve a sonreír.

—Eso suena agotador.

—Lo es.

***

Trenton: ¿Estás teniendo una buena mañana?

Porque yo no, estoy jodidamente molesto.

¡Maldita sea!

Reprimo una carcajada, y siento las miradas de Donny y de Luke fijas en mí, mientras

leo el mensaje de Trenton. No lo he visto en días y siento que lo hecho de menos, aún

sabiendo que ambos hemos estado muy ocupados para frecuentarnos.

Trenton Lombardi es el único que sabe lo ocurrido con papá. Él ha sido quien más nos

ha apoyado a mi hermano y a mí; indudablemente sé que no sería lo mismo sin él, ya que

Trenton fue el único que logró convercerme para que me recompusiera, y luchara por

demostrar que mi papá es inocente.

Pasar las tardes en el GYM se volvió un habito para mí, aunque los primeros días asistía

un día a la semana a regañadientes pues había caído en depresión por lo sucedido con mi

padre; no obstante, cuando Taylor y mamá lograron traerlo a casa, los días en el GYM

fueron aumentando hasta que sin pensarlo dos veces, estaba allí todas las tardes platicando

mayormente con Gioele y con Trenton. También los planes de sábado en la noche se

volvieron una costumbre, mi hermano y yo asistíamos al pub del padre de Luke a veces

acompañados de un puñado de gente, y otras veces sólo nosotros dos, todo porque papá nos

aconsejó que debíamos distraernos.

Yo: ¿Estás recriminando el hecho de que tenga una buena mañana?

¿O me escribes sólo para maldecir? ¿Por qué no lo hiciste en italiano?

La respuesta llega inmediatamente.

Trenton: ¿Quieres estudiar mi lengua?

Deberías practicar con mi lengua más seguido.

Casi me caigo para atrás al leer eso.

Yo: Por Dios, déjalo ya. Eres increíble.

Seguido de eso, Trenton me envió un emoticono dandole un beso a otro. Suspiro, no

hay nada que me haga olvidar el casi beso entre nosotros; sin embargo eso no se ha repetido

de nuevo, y afortunadamente Trenton entendió que estaba más confundido que interesado

en mí. Por ello las cosas han surgido normales, él se ha comportado de forma natural, al

igual que yo. Y sin duda, ha sido un genial amigo.

Pero Gioele, Gioele es extremadamente distinto. Él no actúa de una forma natural,

sencillamente porque no lo es, no puede estar quieto, ni serio, ni jurarme amor eterno

delante de mi hermano para que a éste le ataquen los celos.

Esos dos chicos italianos son tan... peculiares.

—Señorita Aldridge, ¿podría usted prestar atención? —me recrimina el profesor de

física alzando una de sus pobladas y canosas cejas, su calva brillante como una bola de

bowling—. El móvil apagado.

Frunzo el ceño ante las miradas de mis compañeros mientras presiono el botón rojo de

mi celular y mi mente se pierde entre fórmulas, números y letras que menciona el profesor

mientras explica.

—Esto es una mierda —murmura alguien detrás de mí, enfurruñado.

Pero no presto tanta atención a su persona, estoy más entretenida en la clase y en los

pensamientos que divagan en mi mente, que mayormente son recuerdos que se arremolinan

en mí. Todavía no puedo creer lo que ha estado pasando en mi vida, gané amigos y puede

que también enemigos; sin embargo es notable cómo he estado actuando últimamente,

ningún amigo va a lastimarme jamás, de eso estoy segura.

Al cambio en el amor…

Nunca me he dejado de preguntar qué ha pasado con los sentimientos que se

acumulaban —o se acumulan— en mí por Eric, aquel chico glorioso que formó una gran

parte de mi infancia y adolescencia, ese que con tan sólo sonreír, me deslumbraba. Ni

siquiera tengo en claro qué sucedió con él en el pasado, y no es que haya tenido una pérdida

de memoria o algo, simplemente las cosas son complicadas para mí, después de lo que ha

pasado no sé si le echo de menos.

Y después de que nuestras familias se convirtiesen en rivales, o enemigos, como quieras

llamarlo, ninguno de los gemelos nos ha dirigido la palabra. De hecho, el señor Sanders no

ha regresado a casa después de que mamá lo echó de allí, como el perro asqueroso que es.

Andrey ha hablado con mamá y con papá —sé que eso lo debí haber hecho yo— sobre

lo ocurrido con el señor Sanders, desde Sophia hasta las miradas furtivas y asquerosas que

éste me dedicaba sin darme cuenta. Ellos al principio quisieron enviarme a Paris, a un

internado; mas, luego de sopesarlo por unos días, llegaron a la conclusión que es más

seguro el tenerme aquí cerca.

El timbre de salida me despertó de mi ensimismamiento.

Justo cuando salgo de la clase, Andrey pasa uno de sus brazos por sobre mis hombros

—El caso es esto, solicito… exijo que hagas que la amiguita tuya me deje en paz de una

muy maldita vez, ¿puedes?

Me encojo de hombros.

—No… es posible —respondo, dando un resoplido—. Ella es implacable.

Andrey me mira de soslayo y sus labios están presionados en una línea recta.

—No estás ayudando —me dice colocándose delante de mí, impidiendo que yo siga

caminando—. Ella no… me gusta. Es como a una… sanguijuela.

Alzo una de mis cejas, sin embargo unos minutos después comienzo a reír

discretamente por la comparación tan acertada que ha utilizado mi hermano.

—Mira, te lo dejaré así de fácil —le digo y tomo aire para seguir con mi consejo—,

tienes que ser sincero con ella, si no te gusta, díselo.

—Para ti es muy fácil —murmura.

Suspirando profundamente le doy una palmadita en el hombro.

—Deberías saber que eso es lo correcto.

—Cuando te ocurra dime qué pensarás. —Mi hermano me dedica una radiante

sonrisa—. Creo que no falta mucho.

¿Qué?

—¿Eh?

—Déjalo. —Sacude su mano en forma de despedida y se retira a su siguiente clase.

¡Santo cielo, no entiendo nada!

«Claro que lo entiendes, no te hagas».

Las horas siguientes son extremadamente aburridas hasta que llega el almuerzo y se

arma el desorden mientras todos salimos a comer. Después de adueñarme de mi bandeja de

ensalada y arroz maldigo mi dieta estricta. La ansiedad se adueña de mí y el hambre ataca

potente, ¡infiernos, necesito grasa! Y es por eso que pido una riquísima hamburguesa

después de meditarlo unos minutos.

Ser bailarina tiene sus sacrificios, pero por un día que coma esto, no pasará nada.

—Uh, mira que tenemos aquí, una chica a punto de romper a su dieta… —murmura

Luke en cuanto me siento a su lado.

Donny iba a decir algo, pero su boca quedó abierta, casi su mandíbula está en el suelo

mientras observa a algo o alguien a lo lejos.

—Oh mierda santa. —Es lo único que menciona.

Me estremezco sin saber por qué.

—¡Uh! El novio de alguien está aquí —dice una chica que pasa por nuestra habitual

mesa. Ella suelta una risotada y a ésta se le suman sus amigas.

Me encojo en mi asiento.

—¡Oh mierda Ciara! —Vuelve a exclamar Donny en un grito—. ¡Tienes que mirar!

La observo a ella por unos minutos, sus ojos desmesuradamente abiertos, a su lado

Luke con el ceño fruncido, y algunos que están al rededor murmuran cosas después de

mirarme.

Entonces finalmente me arriesgo a darme vuelta en mi asiento y observar a través de los

grandes ventanales del comedor de la escuela y el chico que encuentro me sonríe, sus ojos

relucientes fijos en los míos. Estoy helada, y sigo mirándolo como si no creyera que

realmente está aquí, y él me sigue mirando y en verdad no sé por qué. Trago saliva dos

veces seguidas, su sonrisa no desaparece.

Trenton lleva encima un jersey negro, unos pantalones de mezclilla y encima de su

alborotado cabello tiene una gorra de béisbol, la cual está hacia atrás. Al lado de él

permanece Gioele, con sus manos en los bolsillos y puedo ver que la delgada tela de su

camisa blanca —casi transparente— no oculta ni un poco sus músculos perfectamente

trabajados. Desde esta distancia puedo ver también el gran parecido que guardan ambos

chicos sin siquiera ser hermanos, y a pesar que uno es mayor que el otro.

Con ambos platica mi hermano Andrey; sin embargo el único que repara en mi fija

mirada es Trent.

—Es como ver el paraíso y su belleza —jadea Donny embelesada.

Luke resopla.

—Estás mojando la mesa.

—¿Qué? ¿De qué? —le pregunta Donny a Luke sobresaltada, mientras mira a todas

partes de la mesa.

Luke suspira, y sé que está pensando que Donny es medio tarada.

—De baba.

Suelto una risita que amortiguo con mi mano. Donny ni siquiera entiende lo que Luke

ha dicho y lo deja pasar, mientras observo de reojo a los tres chicos —mi hermano, Gioele

y Trent— platicando. Mordisqueo mi hamburguesa y como gran parte de mi ensalada en un

tiempo record.

—Mierda… tu novio está como para… —intenta decir Donny, pero de un codazo, Luke

la interrumpe.

—No. Es. Mi. Novio. —digo lentamente y con voz firme—. Son sólo chismes.

—¿Entonces qué hace aquí? —vuelve a preguntar la chica mientras alza una ceja en mi

dirección.

—Ese no es asunto tuyo —le dice Luke en respuesta, impidiendo que yo le responda.

Observo la seriedad del chico, sé que tiene razón, no es asunto de Donny, pero igualmente

le contesto:

—No lo sé.

En un movimiento rápido estoy de pie, con mi bolso en mano me despido con un gesto

con la mano de los dos y salgo fuera, donde Andrey, Trent y Gioele están conversando. De

soslayo noto cómo un par de ojos de color miel me siguen hasta la salida del comedor, y en

consecuencia me estremezco.

La mirada de Eric me ha perseguido por mucho tiempo.

Me limito a suspirar, y disimular que me he percatado de su mirada. Entonces camino

directamente hasta los tres guapos chicos que sonríen al verme. ¿Cómo consigue Trenton

entrar a su gusto a la escuela? Es la segunda vez que viene, y la primera de Gioele, y no

parecen preocupados para nada de que los descubran aquí.

—¡Cici! —Salta Gioele y me levanta en sus fuertes y grandes brazos. Yo chillo y él no

me baja, me carga como si él fuese mi madre y yo su bebé recién nacido—. Cuánto has

crecido —dice fingiendo melancolía.

Yo río entre dientes.

—Demente.

—Estos imbéciles están más que dementes —menciona Andrey lentamente, y mientras

lo hace, Trenton me guiña uno de sus ojos en forma de saludo, yo le sonrío—. Hay una

partido y…

—¿Una partido? —inquiero boquiabierta, aún en los brazos de mi madre… digo, de

Gioele.

—Sí. Ahora mismo, y el idiota de Steve está en la estación de policía —explica Trenton

con un encogimiento de hombros—. El muy imbécil se ha metido en ese lío y nosotros no

vamos a sacarlo sólo para que juegue, así que vinimos por tu hermano. Apostamos y

necesitamos ganar.

Mierda.

—¿Andrey? —le digo una pregunta silenciosa.

—Sí iré. ¡Estoy cansado del maldito esgrima! —exclama como si fuese lo más obvio

del mundo. Yo abro mis ojos impresionada—. No te alteres, sólo nos queda una clase,

además, cuando salgamos del partido podemos ir…

A espiar a Sanders.

—¡Y la clase de literatura! —le interrumpo bajando de los brazos de Gioele, mientras

me acomodo mi uniforme me percato de que Gioele y Trenton se encuentran ensimismados

en mis piernas, yo me sonrojo—. ¡Todos van a preguntar por ti! ¡Y mamá va a matarte! ¡Y

también a mí! —chillo.

—Entonces ven con nosotros —señala Trenton frunciendo los labios—, y caso cerrado.

Yo frunzo el ceño.

—Estás bromeando.

Andrey y Gioele se carcajean por lo bajo.

—Por supuesto que no, vamos. —Trenton me hala del brazo hasta el estacionamiento

de la escuela en donde se encuentra una moto… ¿una motocicleta? ¡Una moto! ¡Está loco!

—Es-están todos ustedes locos… si creen que yo me voy a montar en eso. —Apunto la

motocicleta con mi dedo índice como si fuese un malhechor.

—No seas ridícula, es sólo una estúpida moto, ¿qué tiene de malo? —Trenton alza una

de sus oscuras cejas mostrándome su desconcierto; yo frunzo el ceño y él suspira—. No va

a pasar nada.

—No me subiré a esa cosa, ni loca —refunfuño cabizbaja.

—Entonces estás afirmando —dice Gioele sonriendo socarronamente—, que sí te

fugarás con nosotros.

Esto es un desastre, es decir, ¿para qué tengo que ir? Yo no sé nada de fútbol, no tengo

ninguna intención de faltar a la última clase; sin embargo tengo miedo de asistir sin mi

hermano, aunque no lo demuestro, lo necesito junto a mí porque siento que en cualquier

momento Sanders vendrá por mí e intentará hacer lo mismo que quería hacerle a Sophia.

Entonces hay dos opciones: convencer a Andrey para que no vaya a jugar y que los

chicos pierdan lo que sea que pierdan porque falta uno de su equipo, o irme con los tres.

—Us-ustedes… son… malos… —susurro en un jadeo, observo la moto con una

fulminante mirada—. Y-yo… me iré con mi hermano en su auto.

Los tres chicos se miran entre sí, pero Trenton es el que niega con la cabeza.

—De ninguna manera, esta principessa14

se va conmigo. —Sus ojos no dejan de

observarme con diversión y yo le dedico una mordaz mirada que define mi total

desacuerdo. Odio las motos con todo mi ser, y aunque no me he subido jamás a una, sé que

la adrenalina es la que se adueña de ti cuando corres a altas velocidades, y la adrenalina es

algo que no va conmigo.

Niego con la cabeza lentamente.

—He dicho que no.

Los tres se miran una vez más entre sí; pero el único que veo suspirar es Trenton, y

luego lo que hace me deja prácticamente sin respiración en mi sistema.

—¡A la mierda! —exclama antes de cogerme de los brazos y echarme encima de sus

hombros como si yo fuera un costal de patatas. ¡Pero qué rayos! Gruño sin aliento mientras

me lleva a la despreciable moto soltando seguidamente una carcajada—. Niña riquilla y

malcriada, muy típico.

14 Princesa.

Jadeo cuando me coloca en la moto y busca a tientas el casco y me lo coloca encima

mientras echa a un lado mi cabello.

—Puedo hacer eso yo misma —refunfuño; sin embargo mi rabia le causa gracia.

—No puedo desechar esta oportunidad —dice, sus ojos verdes fijos en los míos—, de

tener mis manos sobre ti.

Abro los ojos como dos cuencas y sé que casi se me salen de sus órbitas, lo que causa

otra estruendosa carcajada de su parte, me percato que mi hermano y Gioele ya se han

marchado y sólo estamos Trent y yo en el estacionamiento. Aún riéndose, Trenton se sube a

horcajadas por sobre la motocicleta y yo me acomodo, aferrándome fieramente a mi bolso y

noto que mi querido Italiano no se ha dignado a encender el motor de la motoci-tortura.

—¿Qué esperas? —le pregunto tensa.

—¿Qué tienes? Tu humor me causa arcadas. —Se burla de mí—. Estoy esperando,

principessa, que te sujetes.

Y eso es lo que hago, porque en un abrir y cerrar de ojos la moto está encendida y el

abruptamente arranca, obligándome así a que rodee su cintura con mis temblorosas manos,

y precisamente cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo susurro un «Oh santo

ángel» que causa que tiemble al sentir el más duro abdomen que puede tener un chico.

Santo infierno, sus notables atributos físicos con los que nuestro Santo Creador lo ha

bendecido no dejan de sorprenderme.

Trenton es increíble, y logra confundirme tanto a veces que me siento exasperada. He

llegado a la conclusión de que me gusta, y mucho, desde aquella noche en la cual me cantó

por teléfono, pero no estoy muy segura de mis sentimientos hacia él, sólo que,

indudablemente, lo mejor es que seamos amigos.

«Por, Dios, Ciara, estás enamorada del tipo desde que lo conociste, eres tan idiota, y te

engañas a ti misma ¡Ciara ubícate!».

—Estas temblando —grita Trenton, quien maneja a toda velocidad, como si no le

importase que hubiese un mañana.

—¡Pues claro! —exclamo, mi voz sonando chillona y me maldigo por eso—. ¡Estás a

punto de matarme!

—Sabes que te quiero. —Eso es lo que escucho en respuesta a mi sarcástico

comentario.

Yo estoy sin aliento y con mis brazos a su alrededor. El viendo soplando con fuerza

contra mi rostro, el que oculto gracias al imponente cuerpo de Trent. Él es capaz de llegar a

una de las velocidades más altas, mientras esquiva autos, roba luces rojas y grita de

emoción. Me percato que me acurruco más a su lado, y todo en mi cuerpo explota, por su

cercanía y la emoción.

Siento que la sangre que corre por mis venas está más que hirviendo, y cuando abro los

ojos todo lo que veo es un borrón, que se debe a la velocidad, yo aprieto más mi agarre en

torno a Trent y suspiro y luego reprimo soltar una risotada. Mi amigo el italiano me da un

apretón en la rodilla y yo vuelvo a sonreír, ahora colocando mi cabeza sobre su hombro, y

me percato que es la segunda vez que estamos tan cerca del otro.

¡Y oh Dios mío!

¡Esto es increíble!

Las motocicletas no son tan malas, aunque no le quito lo peligrosas, pero ¡me ha

encantado este paseo! Y no sé si es por la compañía o… niego con la cabeza al pensarlo y

noto que Trent ya ha bajado la velocidad y estamos a unas cuadras de llegar a la sencilla

cancha de fútbol.

—¿Disfrutando el paseíto? —pregunta en tono burlón, yo todavía no lo he soltado, y él

no ha hecho el intento de apagar el motor y bajarse, a pesar de que ya no estamos en

marcha.

—S-si… manejas como un loco —murmuro bajándome al fin, el casco todavía en mi

cabeza.

—Pero te gustó —dice apagando el motor, su cabeza ladeada—. Pude sentir lo

emocionada que estabas.

Desde hace tiempo no me sorprende el ligero coqueteo que se hace notar en cada una de

sus palabras, simplemente es algo que a lo que ya me acostumbré, al igual que sus cambios

de humor, el puede ser un Hulk en todo su esplendor; pero de un momento a otro se

transforma en Romeo Montesco sin ningún tipo de esfuerzo.

—Nunca me había subido a una moto antes —murmuro sonrojada, la sonrisa de él se

agranda—. Siempre les he temido, mamá siempre dice…

Trenton pone los ojos en blanco.

—Vale, vale. Larguémonos de aquí antes de que digas algo como eso de nuevo. —Me

hala del brazo en dirección al umbral que da paso a la cancha—. Mamá dice esto… mamá

dice lo otro. —Comienza a imitar mi voz en un chillido agudo causando que suelte una

carcajada y él se una luego—. Ponte la chaqueta, la necesitas —indica señalando con la

barbilla la chaqueta suya (que ahora al parecer es mía) que está entre mis brazos. Trenton

me arrebata de las manos mi bolso permitiendo así que me coloque la chaqueta que por

obviedad me queda demasiado grande; pero eso ya es una costumbre, la primera vez que

me dio su chaqueta fue cuando intentó besarme, y con ella dormí cuando él me cantó por

teléfono; días después se la devolví, pero él me la da de vuelta cuando la necesito.

Él es un caballero. Y me gusta. Pero sólo hace esto porque es un caballero.

O tal vez le importas demasiado —murmura mi subconsciente; sin embargo lo ignoro

sin molestarme siquiera a considerarlo.

La cancha está abarrotada de gente para ser sólo un juego callejero, al verlos me

pregunto qué rayos están apostando. Sigo a Trenton a donde están Andrey, Gioele y el resto

del equipo. Cabe recalcar que todos me observan de pies a cabeza con sus cejas alzadas, y

de forma despectiva, claro, el uniforme.

Andrey se ha quitado el abrigo y arremanga su pulcra camisa hasta los codos. En cuanto

me ve me indica con el dedo que me acerque.

—Te quedas aquí y no te vayas a mover. Si las cosas se ponen feas toma las llaves. —

Pone las llaves del auto en mis manos mientras yo abro la boca por la conmoción.

—Pero yo no puedo manejar… mamá no… —intento replicar.

—Y dale con lo mismo. — Trenton se burla.

—De acuerdo. —Es lo único que murmuro cuando guardo las llaves en el bolsillo de la

chaqueta de Trent—. ¿Qué quieres decir con “si las cosas se ponen feas”?

Mi hermano se encoge de hombros y veo a Trenton y a su primo encaminarse a los del

otro equipo.

—Una pelea.

—Cuidado —le advierto viéndolo alejarse.

Frunzo el ceño sentándome en las gradas. ¡Me he saltado la última clase! Y no sólo eso,

todos saben con quién estoy: “mi presunto novio”. Temo que esto llegue a oídos de mi

madre, quien claramente no está de humor para sobrellevar los problemas disciplinarios de

sus hijos.

Ralph Sanders fue nombrado alcalde de Detroit el día de ayer, y hoy, es decir, ésta

noche, celebrará una fiesta en su casa, a la misma que Andrey y yo hemos sido invitados.

Mamá no lo sabe, pero Andrey, Taylor y yo planeamos ir, y aunque parezca una locura,

tenemos la certeza de que aquel señor oculta algo, ya que Suzanne le mencionó una vez a

mi hermano que su padre posee una habitación, en la cual, extrañamente, está

terminantemente prohibido entrar.

El partido comienza y tiemblo de frío, por ello meto ambas manos en los bolsillos de la

chaqueta de mi amigo el italiano. Mis dedos encuentran algo y lo saco sólo por curiosidad,

es una servilleta, no obstante aparentemente está limpia, por eso la desdoblo e intento

alisarla con mis manos.

Hay algo escrito en ella:

Mi esperanza era haberte sorprendido esta noche

Con mi presencia. Pero me he dado cuenta que no es necesario,

Cuando los sentidos de alguien están puestos en ti,

Y tú le correspondes. Estoy tan enojado, Ciara, porque quiero ser él.

—Oh Dios mío —musito con la voz entrecortada.

Es la letra de Trenton. Lo sé, además que la chaqueta es de él, puedo reconocer su letra

por las tantas ocasiones en las que me ha ayudado con biología.

Oh Dios.

Esa nota es de la noche de la fiesta de mis padres cuando llegó por sorpresa y bailamos

juntos antes de que él susurrara al oído de una forma casi seductora: «I've made up my

mind, don't need to think it over. If I'm wrong I am right, don't need to look no further. This

ain't lust I know this is love 15

» Infiernos no, Trenton estaba… o está… enamorado de mí.

15 Lo tengo decidido, no necesito pensarlo más. Si me equivoco estará bien, no

necesito mirar más lejos. Esto no es lujuria, lo sé, es amor.

Conforme ha pasado el tiempo, me he convencido de las verdaderas amistades que he

ganado hasta el día de hoy. Me he atrevido a mostrar más confianza a la hora de hablar, y

además he ganado motivaciones que me impulsan a seguir, a pesar de las circunstancias. He

pasado tanto tiempo con Trenton, y pensaba que su interés en mí, ya se había marchitado;

sin embargo lo que trata de confesar esa nota es una total sorpresa para mí, y no puedo

sacármela de la cabeza. ¿Él estaba celoso el día de la fiesta del aniversario de mis padres

que se celebró en casa? ¿Es eso posible siquiera? Todo mis sentidos estaban puestos en

alguien y ese alguien me correspondía, ¿pero quién? Suspiro, la respuesta en lo profundo de

mi ser.

Eric, él está hablando de Eric, ¡pero si yo no siento nada por Eric! Aunque lo quiero,

por supuesto que lo sigo queriendo, él fue mi amigo desde siempre, pero me lastimó.

Quizás Trenton no sabe esta parte de la historia.

El partido de fútbol comienza, Trenton es el arquero.

En un tiempo dado, un recuerdo pasa por mi mente, cuando una vez salió a relucir el

nombre de Eric en una de nuestras conversaciones, aunque en ésta estaban incluidos Gioele

y mi hermano. Nosotros nos encontrábamos en el pub de siempre cuando Andrey me había

interceptado con preguntas delante de los italianos, él ya estaba un poco pasado de tragos.

—¿El idiota ese siguió con su mierda? —inquirió y yo abrí muchísimo los ojos por la

mala palabra que había utilizado, él río por mi reacción—. Claro que no, después de

amenazarlo y que mamá le dijera que te enviaría a un internado.

—¿Qué? —preguntamos Gioele, Trenton y yo a la vez, preocupados, aunque el

penúltimo se veía más que torturado.

¿Mamá había estado hablando con Eric últimamente? Vaya...

—Así es. Mamá dijo algo como… —Mi hermano tomó aire y adhirió un semblante

sombrío antes de decir—: “si no dejas de comportarte así y en público creo que no estarás

muy contento al saber que pudiese considerar la posibilidad de enviar a Ciara Miles a un

internado en Francia”.

Los tres me miraron con los ojos muy abiertos.

—¿Ciara Miles? —preguntó Gioele, como si le fuera prestado atención solamente a mi

segundo nombre—. Pensé que ese era un nombre de chico. —Se burló.

Al cambio de él, Trenton y mi hermano parecían estar amargados.

Yo temblé.

—¿Quieres decir que mamá lo amenazó? —Andrey asintió a mi pregunta—. ¿Y a él que

le importa que yo esté en Francia si ese fuera el caso?

Trenton se levantó abruptamente de su asiento frente a mí y dijo bruscamente:

—Porque al idiota le importas. —Su ceño fruncido—. ¿Es el que te besó la mano en la

fiesta?

Asentí.

Mi hermano, con los efectos del alcohol asintió enérgicamente con la cabeza.

—Es su ex y el idiota la engañó con una barata de Brasil.

Yo le envié una asesina mirada para que se callara.

—Entonces es un puto egoísta —me dijo Gioele tendiéndome una de sus manos,

mientras sonreía de oreja a oreja—. Y que se vaya a la porra, tú bailarás conmigo. —

Entonces me haló a la pista de baile y lo último que escuché fue cómo Trenton comenzó a

preguntarle a mi hermano sobre “el asunto” mientras apretaba sus puños.

Esa noche pensé que él estaba celoso porque era mi amigo.

“Eres tan estúpida, Ciara, él está enamorado de ti desde que te conoció, pero tu

terquedad no te hizo ver que todo lo que él siente por ti es real, así que decidiste

permanecer a su lado, sólo como una amiga, y mientras tanto, el chico poco a poco se fue

enamorando más de ti, y tú de él, ¿cómo no puedes darte cuenta de lo que ocurre a tu

alrededor?, eres tan ilusa”, murmura mi enfurruñada consciencia, y por primera vez en mi

vida, acepto que tiene razón.

Miro a todos los chicos jugar, específicamente a Trenton, quien en varias oportunidades

me dedica una mirada para comprobar que yo sigo aquí, algo que literalmente me

enmudece, quizás yo he sido tan ciega… o el ciego ha sido él. ¿Por qué yo? ¿Por qué no

April? Una parte de mí está confundida... y la otra feliz, tan feliz que comienzo a sentirme

abrumada.

¿Yo le correspondo a Trenton? No lo sé.

¿Y si sólo estaba confundido en ese tiempo? Quizás, y debo estar segura de si ser la

respuesta positiva, me daría igual o me importaría.

Hay muchas sospechas sobre los sentimientos de Trent hacia mí, y ninguno de los míos

hacia él. Yo lo quiero, pero no puedo descifrar de qué forma, o con cuánta intensidad...

“Por Dios, Ciara, pensé que ya estabas segura, ¡tú estás enamorada de él! Joder”,

sacudo la cabeza, mi subconsciente no logra ayudarme en estos momentos.

Pero nunca he sido buena en descifrar mis propias emociones, siempre ha sido así,

después de lo sucedido con Eric es como si un candado estuviera en mi corazón, y nadie

tuviese acceso a él, ni siquiera para averiguar lo que siento.

Abruptamente hay un gol a favor del equipo contrario y oigo a Trenton maldecir. Lo

observo ensimismada, notando todo lo que ha cambiado, y aún así ha logrado ser el mismo:

el chico de diecinueve años, tan hablador que podría marear a cualquiera, bromista y a

veces bipolar, que se refugia en el fútbol, o en el box con su vida y maneja motocicletas

como un desquiciado e incluso admirador del arte. Ese es el chico que conocí, y que nunca

ha dejado de hacerme sonreír, y sus ojos verde jade expresan tanta vida, de la misma forma

que su sonrisa.

Quizás el merezca a alguien más, una chica que sí quiera amar, y que no esté destrozada

y humillada por dentro.

Vuelvo a observar la nota frunciendo el ceño en el proceso.

Él quizás deba saber que la leí.

Algo pasa por mi cabeza de inmediato: ¿y si él la colocó allí adrede? ¡Oh Dios mío! Eso

es cierto, es muy posible.

El asunto no sale de mi cabeza, ni siquiera cuando los chicos anotan unos cuantos goles

y Trenton hace lo posible para que no invadan el territorio de su arquería.

Está sudando y mis mejillas se enrojecen automáticamente mientras admiro su físico

hermoso y musculoso. Infiernos, la franelilla grisácea se adhiere tanto a sus músculos que

todas las chicas presentes lo observan en todo su esplendor. Hay muchos jugadores guapos,

observo a mi hermano y noto sus ojos zafiro, aún más oscurecidos, cuando se adueña del

balón en una fracción de segundo y pateándolo a una distancia considerable anota otro

tanto, el cual celebra señalándome a mí y a April que está al otro extremo de las gradas.

Ellos dos se han vuelto muy, pero muy amigos aún sabiendo que la sombra de su ex-

novia o sea Suzanne, le persigue todavía por todos lados.

A él no es el único a quien le persiguen las sombras del pasado y con ellos los recuerdos

buenos y malos. Es tan difícil alejarlos. Yo entendía a mi hermano, ambos crecimos

teniendo alrededor a los gemelos Sanders, y ahora saber que una brecha nos separa de ellos

es como empezar de nuevo, como si pretendiéramos fingir que nunca los conocimos.

Tal vez el peor error de nosotros fue convertir nuestra amistad con ellos en algo más, en

sentimientos que subieron y bajaron en un chasquido de dedos.

Observo de nuevo a Trent y sus ojos más oscuros de lo habitual se encuentran con los

míos e inmediatamente dejo de respirar por la intensidad de su mirada. Y lo sé, lo siento, sé

que hay algo entre nosotros, una atracción, una conexión que no ha desaparecido y la

misma que he intentado ignorar por las últimas semanas. Sé que me gusta, quizás hay algo

más, sé que él ha estado sembrando algo en mi pecho y yo he tratado de luchar contra eso,

pero las circunstancias, mis inseguridades, no me permiten pensar en eso, al menos por

ahora.

Ambos somos tan diferentes... ¿y si él me lastima? ¿Y si yo lo lastimo a él?

Yo no quiero romper el corazón de nadie, por eso rehuyó de sentimientos que no se

pueden controlar. Como escuché decir a mi padre una vez: “El que sufre, a veces encuentra

la forma de vengarse inconscientemente” y sabiendo lo dañada que estoy aún y desconfiada

en cuanto a amor de pareja se refiere, quitarle el hermoso resplandor que poseen los ojos de

Trenton Lombardi, me aterra, tanto como le temo a la muerte.

Es un sentimiento horrible.

Nunca he analizado el amor como tal, pero aunque todos lo nieguen el amor más

perfecto también sufre. Cuando das tu corazón, eliges a esa persona para darle amor y para

que esa persona te lo dé a ti, y de alguna manera estás firmando una sentencia en la que

destaca que esa persona pueda darte también dolor, de la misma manera que tú se lo

proporcionarás aunque sea por una tontería.

Amar es sufrir. Ninguna relación es perfecta, aunque los enamorados estén juntos para

siempre y superen las barreras para eso deben arriesgarse.

Amar es arriesgarse.

Y yo no quiero arriesgarme, no aún, necesito estar concentrada en los problemas de mi

familia, y mis expectativas con Julliard. ¿Qué voy a hacer? Si me aceptan, el próximo año

me iré... y no volveré a ver a Trenton jamás...

¡Es que es tan absurdo!

El puede tener a cualquiera, estoy segura que esto es un tonto error, él había estado

confundido, y de alguna manera la nota llegó a la chaqueta.

Sí. Eso debe ser.

Los chicos han ganado el partido y por consiguiente la dichosa apuesta, pues en cuando

en realidad estoy poniendo atención al partido, todos están celebrando, todos menos Trent.

Él está recargado en uno de los extremos de la arquería bebiendo plácidamente de un

envase de agua. Algunos le felicitan de lejos, sin embargo no hacen el esfuerzo de meterlo

en el desastre viviente que forman los jugadores restantes.

Observo cómo Trent comienza a caminar hacia las gradas, no obstante algo lo detiene, y

a partir de allí todo ocurre demasiado rápido, incluso para mí que estoy tan cerca.

Y ese algo que lo detiene es un grito profundo y claro:

—¡Qué suerte amigo! Las riquilla está buena, la pequeña zorrita Aldridge, ¿eh? Con un

polvo está lista y te aseguro que querrá más. Avísame si hay que hacer cola para tener… —

El chico del equipo contrario no logra terminar de hablar, pues un puño se estrella en su

mandíbula tan duramente que puedo escuchar un crujido.

Mierda.

¡Santo Dios, una pelea!

Mis ojos se abren desmesuradamente cuando el verdadero desastre comienza en vivo y

en directo. Trenton mira fijamente el muchacho de unos dieciocho años que yace en el

suelo, quien toma su mandíbula con ambas manos, mientras fulmina a Trent con la mirada.

Los demás chicos también se unieron a la defensa del chico que me llamo en pocas palabras

puta, por lo cual Gioele y mi hermano también se han enojado como nunca antes.

Yo no sé qué hacer.

—En tu vida… —Trenton gruñe tan audiblemente que me estremezco de pies a cabeza,

señala al chico con un dedo, su mirada amenazante—. En tu vida vuelvas a llamarla así. Te

juro, hijo de perra, que si vuelves a llamarla así, te dejo sin una de tus extremidades.

Trenton respira más rápido de lo normal a causa de la rabia.

El chico se levanta y se atreve a retar a Trent, a pesar que es más bajo y menos

corpulento que él.

—¿Por qué? si las zorras se comparten —dice el chico, y yo siento cómo mi rabia fluye.

Trenton definitivamente cae en sus provocaciones, le da un derechazo al chico al

instante, pero este no se tarda en darle en el estómago. Trenton se tambalea hacia atrás,

pero logra tomar al chico por el cuello con una de sus manos y le da numerosos golpes en el

estómago y rostro, una y otra vez, como si se tratase de una bolsa de arena.

Observo todo. Todos están dándose golpes, algo que el equipo contrario quería desde el

principio. Mi hermano lo sabía, por ello me había advertido y me ha dado las llaves de su

auto, la cosa es que ahora no sé qué hacer, no puedo irme y dejarlos.

Entonces miro a Trenton nuevamente, el chico que tiene por el cuello ahora va

perdiendo, y con un nuevo golpe en la cara cae al suelo, y siento que Trenton no tiene

suficiente, pues hace el intento de tomarle de nuevo, y sin darme cuenta estoy a unos pasos

de él, y con los ojos abiertos grito:

—¡Detente Trenton, ya es suficiente! —Pero él no me está observando a los ojos, sino

al pequeño papel que tengo en mis temblorosas manos.

—Lo leíste —murmura para sí mismo, su voz quebrándose al final.

Puños, gruñidos van y vienen, los del otro equipo comienzan a irse; pero yo sólo lo

miro a él y de pronto, me sobresalto.

El chico que yace en el suelo está de vuelta, y desde el piso le da una dura patada a

Trent, en una de sus piernas, en su rodilla derecha, el crujido de sus huesos es audible.

Trenton cae al suelo al instante, y cuando el chico hace el intento de lanzarse sobre él, mi

hermano acude hacia nosotros y a este le sigue un Gioele completamente preocupado.

Yo estoy helada.

—Es un maldito cobarde —gruñe Gioele al tiempo que ayuda a su primo, el cual gruñe

y maldice del dolor de su pierna, en ese momento reparo en algo: el chico pateo su pierna,

la que una vez estuvo lesionada.

Brinco hacia Trenton con mis ojos llenos de lágrimas. Todo es por mi culpa.

Todos los contrincantes se han ido ahora, y los que quedamos observamos a Trenton

con el ceño fruncido.

—¡Ciara te dije que te fueras en el auto si había pelea! —grita Andrey ensimismado,

uno de sus ojos está morado y su ceja partida—. Esto pudo haberte pasado a ti. —Él señalo

a Trent.

—Lo siento… —Trato de decirle a Trenton, en sollozos.

—Hay que llevarlo a un hospital —grita alguien a lo lejos. Entonces entre Gioele y otro

chico ayudan a levantarlo y se lo llevan rápidamente a uno de los autos.

Me quedo de rodillas en donde había estado Trenton.

Todo ha sido por mi culpa.

—Ciara vete a casa —dice Andrey tomándome por los hombros, reparo en su

presencia—. Vete.

—Pero yo quiero ir…

—Vete a casa —repite, y sin esperar respuesta me tira del brazo, sacándome de allí

mientras murmura palabras inteligibles. Desactiva la alarma del auto, abre la puerta y me

sube al asiento del conductor—. Yo iré al hospital, te llamaré.

Sollozo.

—Pero Trenton… no…, yo quiero… ir con él…

—Estás muy asustada. Vete a casa. —Me besa en la coronilla y cierra la puerta, luego

se sube en la furgoneta donde llevan a Trenton, sus gruñidos de dolor se escuchan desde

aquí.

El auto arranca y se van.

Pongo las manos en el volante, y luego la cabeza. Inhalo y exhalo, el aire no es

suficiente, observo la cancha y veo que sólo una persona queda allí en las gradas.

Es una chica, es sin duda April.

No pienso ir allí y escuchar cómo me culpa, porque sé que va a tener toda la razón.

Enciendo el motor del auto y sin pensarlo dos veces arranco dirigiéndome a casa, donde

seguramente la culpa continúe asechándome.

Dios, es que lo arruiné todo, y el maldito chico fue un cobarde, seguramente sabe que él

ha tenido una lesión en esa pierna, ¡es un desgraciado! Pero esto no hubiera pasado si yo

no fuera dejado que Trenton se distrajera conmigo.

En cuanto he llegado a casa, y luego de haber estacionado el auto de mi hermano en su

lugar habitual, me dirijo a pasos temblorosos hacia la puerta trasera, la de la cocina.

Encuentro a Nanda muy ensimismada mientras prepara la comida, y por extraño que sea

para mí, mi madre está sentada en uno de los banquillos del mostrador frente a su portátil.

Ella nunca trabaja fuera del despacho de papá.

Qué suerte la mía.

En cuanto cierro la puerta detrás de mí, ambas mujeres reparan en mi presencia, y al

hacerlo me doy cuenta de su semblante boquiabierto.

—Estás pálida —dice mi madre estudiándome con la mirada.

Nanda deja al lado lo que sea que está haciendo en la cocina y corre hacia mí.

—Oh niña, ¿se encuentra bien? ¿Quiere un té? ¿Agua? —Hay urgencia en su voz.

Yo niego con la cabeza.

—Estoy bien —respondo en voz baja, aunque el temblor ya ha pasado, por lo menos en

mi voz.

—¿Has estado llorando? —Ahora pregunta mi mamá desconcertada—. ¿Sanders...?

Niego con la cabeza otra vez, consiguiendo que ella alce una de sus cejas. Nanda

todavía me está observando preocupada.

—Un vaso de agua estaría bien —le contesto para que se tranquilice, aunque yo me

encuentro peor que ella.

Había decidido entrar por la puerta trasera para evitar un encuentro con mi madre.

Aunque ahora ambas no compartimos mucho, ella me conoce como a la palma de su mano

y sabe que algo mal ha estado ocurriendo. Yo tomo el vaso de agua helada que la señora

Nanda me ofrece y le doy un corto sorbo, y percibo que mi garganta estaba seca y que el

horrible nudo que está en ella no ha desaparecido.

Dejo el vaso en el mostrador y planteo irme a mi habitación.

—¿Dónde está tu hermano Andrey? —pregunta la voz de mi madre, mostrando frialdad

y a la vez advertencia—. Han llamado de la escuela.

Lo que faltaba.

—Está en el hospital —le digo con la verdad, y mi voz se rompe un poco—, con un

amigo suyo.

Miriam vuelve a alzar su ceja.

—Deduzco que sabes muy bien por qué han llamado de la escuela. Y creo que eres muy

inteligente como para comprender que sus actos tienen sus consecuencias. —Ella toma una

larga bocanada de aire, y me mira, sus ojos azules destilando frialdad—. Estás castigada, y

la próxima vez que esto se repita el castigo será quitarte algo que más te duele.

Mi mundo se detiene con esa frase.

Claro que sé a qué se refiere.

Ella me va a quitar el baile.

Mi madre se levanta y coge su portátil y sin decir más se marcha de la cocina. Mis

piernas comienzan a tambalearse aún más por lo que ha insinuado y por lo que acaba de

ocurrir apenas hace unos minutos en la cancha de fútbol.

En estos momentos lo que más necesito es a mi madre de vuelta.

—¿Está bien, niña? —pregunta Nanda una vez más.

Yo asiento con la cabeza, aunque por la comisura de mis ojos se me escapan un par de

lágrimas.

—Uno de esos días malos —sonrío tristemente. Le agradezco con la mirada, le aprieto

la mano y me dirijo a mi habitación, aunque prácticamente voy arrastrando mis pies. No

creo que hoy quiera bailar, pero con los días que faltan para el recital esto es más que una

responsabilidad para mí, y sabiendo que mamá no permitirá de ninguna manera pagar mi

carrera como bailarina, tengo que esforzarme en conseguir una beca, pero claro, papá sin

duda me está apoyando con esto, así que no debo preocuparme, ¿cierto?

Estoy destinada a bailar, y si tengo que hacer todo lo que mi madre dice sólo por

conservarlo, lo haré.

Entro como un rayo al baño y observo mi reflejo, mis ojos eyectados en sangre, y aún

no he podido controlar las lágrimas, dos preguntas nublando mi mente:

¿Está Trenton bien?

¿Qué será de mí sin el baile?

—¡Maldita sea! —exclamo, de la tristeza pasando a la ira.

—¿Ciara? —Papá entra al cuarto de baño, su ceño pronunciadamente fruncido mientras

me estudia con la mirada—. ¿Qué es lo que ocurre, cariño? —Comienza a acercarse

sigilosamente hacia mí, como si tuviese miedo que yo me quebrase en cualquier

momento—. Habla conmigo, preciosa, ¿qué va mal? ¿Has estado llorando por culpa mía?

Porque te he dicho que todo esto va a solucionarse... no...

Me abalanzo hacia él en un fuerte abrazo, sin ser capaz de contenerme más, doy paso a

las lágrimas mientras hablo con mi padre sobre lo que ha acontecido con Trenton y lo

confundida que me siento.

***

“What if?” cantada por Coldplay, suena a todo volumen en el salón de ballet, todas las

demás chicas se han ido, el ensayo ha terminado, pero la única que se ha atrevido a

quedarse he sido yo. He puesto mi lista de reproducción y mis pies en puntillas se mueven

por el suelo sin ninguna interrupción, canción por canción intento mantenerme con la

cabeza puesta en el baile, pero mis sentimientos me traicionan, mis preocupaciones

también, la culpa y el miedo, por eso algunas lágrimas se deslizan por mi rostro cuando

hago el “abaresque”16

y luego me deslizo con “jeté”17

, mis pasos guiados por mis

emociones.

En cuanto la canción acaba, unos aplausos se hacen sonar.

—Señorita Fitzgerald —digo entre jadeos, me encamino hacia el reproductor y apago la

música—. Ya estaba yéndome. —Trato de disculparme.

—Oh, puedes quedarte hasta la hora que quieras —me dice, batiendo una de sus manos,

restándole importancia al asunto—. ¿Por qué has estado llorando, pequeña? —me pregunta

después de una pausa, su voz tornándose demasiado maternal.

—Muchas cosas… las cosas se tornan difíciles a veces —murmuro dándole un largo

sorbo a mi botella de agua.

Rebecca sonríe un poco y se cruza de brazos desde el umbral de la puerta.

—Nadie dijo que las cosas eran fáciles.

—Lo sé —suspiro al decir—, es verdad.

—No esperes sentada a que pase la tormenta, aprende a bailar debajo de ella —aconseja

sabiamente, mostrándome una cariñosa sonrisa—. Mi experiencia.

Asiento con la cabeza.

—Bailar bajo las tempestades —murmuro entendiendo lo que dice.

Ella se acerca y me da un corto abrazo, y yo ruego por tener a una madre como ella.

Cuando salgo de la academia, noto que Flavius me espera fuera en la camioneta y

dentro de ella está Andrey. Salto por la impresión, y me subo rápidamente al automóvil, en

estos instantes no he llegado a saber nada acerca de Trenton.

Andrey jamás me llamó.

16Posición sobre una pierna mientras la otra, que se encuentra elevada, se

estira por detrás.

17En el ballet, significa saltar o brincar.

—¿Cómo está…? —mi pregunta queda inconclusa por el ceño fruncido de mi hermano,

ni siquiera me mira, es seguro que está enojado conmigo. Yo comienzo a sentirme

incómoda mientras espero su respuesta.

—Está bien.

Pero la verdad es que eso no me parece así, quiero decir, por su semblante. En mi mente

aparecen los gemidos de dolor de Trenton y la imagen de aquel cobarde proporcionándole

una patada en su pierna herida, todo por culpa mía.

¡Qué bien lo has hecho Ciara!

—Quiero verlo —digo instintivamente, entrando en un arrebato y a la vez una

necesidad, tengo muchas cosas que hablar con él que no pueden esperar—. ¿En qué

hospital está? Dile a Bernard que nos lleve…

—No vamos a ir, Ciara —contesta mi hermano con voz monótona.

Frunzo el ceño, preocupada y la vez desconcertada, tanto que algunas posibilidades

cruzan mi mente: Andrey está mintiendo y él no está bien, o quizás Trenton no quiere

verme ni en pintura, o tal vez nadie me quiere allá.

—¿Por qué? —Urgencia es lo que delata mi voz.

—Porque no. Estamos castigados —me dice, todavía mirando al frente, su mirada

perdida en la nada.

¿Qué rayos le está pasando a mi hermano?

Un nudo aparece en mi estómago.

—Todo esto es mi culpa, si yo no fuera… —intento decir, cuando Andrey me mira, yo

observo de inmediato su ceja lastimada, le han colocado puntos, y su mejilla está hinchada

y roja todavía—. Oh Dios, estás lastimado.

Andrey asiente.

—Mamá quiere saber donde fuimos y yo no sé qué… —Suspira tratando de no

desesperarse—. Piensa que estamos en una pandilla o algo así.

Yo frunzo el ceño.

—¿Y si le decimos la verdad…? Papá lo sabe pero...

Mi hermano mira hacia el frente, muy pensativo. El chofer gira a la izquierda, donde el

jardín de nuestra casa comienza a visualizarse.

—Sí. Eso hice.

Siento una punzada en el corazón cuando lo escucho.

—¿Y el castigo es…? —murmuro un tanto molesta.

Tengo tantas preguntas que hacerle, pero mis palabras quedan atoradas en lo más

profundo de mí, ¿si a mí puede manipularme con el baile? ¿Con qué habrá amenazado a

Andrey? Tiemblo.

—Sólo es un castigo tonto —dice tranquilizador—, no salir, y… no volver a ese lugar

aunque todos sabemos que eso no es posible, por lo menos no debemos escaparnos de clase

otra vez. Si esto se repite… quién sabe qué pasará con nosotros.

Me estremezco.

—Entiendo. —Carraspeo intrigada—. Y él… ¿está bien?

—No quiere ver a nadie. Dice que lo humillaron, pero ya se le pasará —dice

encogiéndose de hombros, aunque puedo ver que está dudando, conozco demasiado a

Andrey; sin embargo, no le pregunto más.

Estoy comenzando a inclinarme a la posibilidad de que efectivamente Trenton

Lombardi no quiere saber nada más de mí. Solamente al sospecharlo me estremezco de

temor, ¿y ahora qué? Ni siquiera sé qué le diría si lo viese, ni siquiera sé lo que él siente, ni

siquiera sé si es mejor dejar las cosas así como están, o correr y pedirle disculpas por ser

tan idiota.

—Me odia —murmuro, conteniendo las lágrimas.

—¡No seas estúpida! —exclama rápidamente, y esta vez me toma por los hombros—.

¿Cómo va a odiarte? ¿Quién se atrevería siquiera a cometer ese pecado? Lo que dices es

absurdo, nadie odiaría a una persona como tú, y mucho menos él.

Trago saliva.

—¿Tú crees que él…? —Soy incapaz de terminar la pregunta, y agradezco al cielo que

mi hermano y yo seamos tan unidos y logre entenderme la mayoría del tiempo.

—Creo que ya tendrás la oportunidad de hablar con él —me contesta, otra vez

adoptando un semblante preocupado—. Lo que importa es lo que tú sientes.

Nos quedamos en silencio por unos cortos segundos, en los cuales aprovechamos para

perdernos en nuestros pensamientos. Conforme Flavius va estacionando el auto frente a la

casa de la mansión, Andrey me dedica una mirada indescifrable, y cuando Flavius se baja

del asiento del conductor para abrir mi puerta, Andrey en voz baja, susurra:

—Taylor estará aquí en una hora, exactamente a las siete treinta. Mamá sabe que iremos

a la pequeña fiesta de los Sanders; sin embargo, ella piensa que lo hacemos para mantener

las apariencias de que ambas familias guardan una relación estrecha. —Hace una pausa, él

realmente está hablando tan rápido como puede—. Tú sólo tienes que estar cerca de mí, no

intentes acercarte a Sanders en ningún momento y todo estará bien, iremos con dos

guardaespaldas y Taylor, todo irá bien Ciara, posiblemente sea yo quien busque aquella

habitación misteriosa, pero tú debes prometerme que no te alejarás de mí o de Taylor.

Bajo del coche, mientras asiento en respuesta a mi hermano. Papá no sabe

absolutamente nada de esto, así que debo prepararme rápidamente, no podemos permitir

que descubra que iremos a aquella fiesta, al menos no por ahora, si nos arriesgamos a eso,

él impedirá que salgamos. Mamá es fácil de manipular ante este asunto, Andrey sólo tuvo

que mencionarle que los periodistas estaban comenzando a pensar que algo anda mal entre

ambas familias, y que por ello ve conveniente que por lo menos nosotros dos fuésemos a la

fiesta, pero por supuesto, con la seguridad adecuada por si se presenta alguna dificultad.

Mamá estuvo de acuerdo, pero dijo que no podemos mencionar nada a papá, a sabiendas de

que, a más tardar mañana, se enterará por medio de los mismos periodistas de lo ocurrido.

Suspiro, es evidente que mi día ha sido agotador y largo, y aunque quisiera acurrucarme

en mi casa, mientras trato de definir qué siento por Trenton, no podré hacerlo, porque papá

me necesita, y yo quiero ayudar.

***

Al salir del auto, inmediatamente varios flash de cámaras se activan, y aunque me

encuentro acostumbrada a esto, no puedo evitar entrecerrar mis ojos mientras comienzo a

caminar del brazo de mi apuesto hermano Andrey, quien está pulcramente vestido con un

traje de gala negro, camisa blanca y corbata azul zafiro. Él me dedica una sonrisa tensa y yo

observo a mi izquierda para encontrarme con la mirada de Scott Taylor, quien es el

abogado de la familia. Él es alto y delgado, aparentemente de unos treinta y cinco o treinta

y seis años, sus ojos son verdes como el olivo y su piel es morena; su cabello es corto y

marrón, y puedo decir que está sumamente nervioso.

Acompañada por los dos, entro a la elegante y sublime mansión Sanders mientras mi

corazón late con fuerza. Los fotógrafos nos interceptan en la entrada que da al salón de

bailes, observando a mis acompañantes con el ceño fruncido, quizás preguntándose dónde

se hallan mis padres. Elegantemente vestida con un largo y sencillo vestido verde mar que

deja mis hombros al descubierto, y mi cabello atado en un moño elegante y juvenil, penetro

en la fiesta, sin soltarme del brazo de Andrey. Me siento fuera de lugar, con mis joyas

brillantes y este vestido largo y cómodo. Mis zapatos de plataforma efectúan un molesto

sonido a cada paso que doy por sobre el suelo de baldosa.

Y estamos dentro.

—Señor Sanders —dice Andrey en forma de saludo, y aunque todos estamos tensos por

encontrarnos aquí, mi hermano es grácil y amable cuando estrecha su mano con el hombre

mayor que está acompañado de su esposa Ella Sanders.

La enorme mansión está impecable, aunque exageradamente suntuosa. El salón de

bailes es gigantesco e innumerables personas caminan de aquí para allá, observando los

cuadros y la decoración del sitio que predomina en colores dorado y blanco. Una orquesta

toca algún tipo de canción antigua que no reconozco, la servidumbre impecablemente

vestida de negro y blanco, y debo decir que en su mayoría se trata de muchachas jóvenes y

hermosas.

Vislumbro disimuladamente las escaleras que se sitúan a mi derecha, y reprimo las

ganas de correr hasta arriba y revisar todas las habitaciones con la esperanza de encontrar

algo que ayude a papá. Ralph Sanders y su mujer nos observan dubitativos, quizás

sorprendidos de que nos hayamos presentado. Con todo esto mencionado, es importante

decir también que Ralph Sanders está disfrutando de la vista, pues puedo notar sus ojos

despreciables y fríos fijos en cada parte de mí, y aprieto más mi agarre en el brazo de mi

hermano.

—Es un enorme placer tenerlos aquí —dice casualmente Ralph, dedicándome una

mirada extraña al decir “placer” y yo intento no vomitar en su rostro arrugado—. ¿Puedo

preguntar quién es el caballero? —Le echa un vistazo a Taylor, quien asiente con la cabeza,

mostrando una sonrisa amable y despreocupada.

—Scott Taylor, socio y amigo de la familia —dice Andrey en respuesta.

Es notable que sepa muy bien lo que va a decir.

Sanders y Taylor estrechan sus manos y puedo observar cómo Ralph entrecierra sus

ojos hacia Taylor, estudiándolo con detenimiento; sin embargo, él no sabe, no tiene ni idea,

que en realidad Scott Taylor es el abogado de papá y que nosotros estamos en su casa sólo

para entrar a hurtadillas a su habitación secreta.

—Un gusto en conocerlo, señor Taylor. —Sonríe Ella Sanders en nuestra dirección—.

Esperamos disfruten de la velada, estamos…

Pero ella no tiene la oportunidad de continuar, pues dos hombres altos y elegantes se

acercan a los señores Sanders e interrumpen nuestra plática mientras se disculpan. Andrey,

Scott y yo nos mezclamos entre la multitud, esperando que nuestra visita en la casa de los

Sanders no sea sospechosa para ninguno de los integrantes de dicha familia.

—En el brindis —anuncia Scott a Andrey, mostrando que su intuición le dice que

Sanders tiene muchas cosas que ocultar. Internamente doy gracias a Dios, que el abogado

de mi padre, sea uno de esos abogados que buscan la verdad por sobre todas las cosas.

***

Sanders está dando su patético discurso cuando Taylor, Andrey y yo decidimos que ya

es hora. Sin embargo, para mi sorpresa, me veo arrastrada por ambos hacia el segundo piso,

seguramente pensando que es imposible que alguien descubra dónde nos encontramos.

Vertiginosamente, estamos atravesando los pasillos que dan a las habitaciones del ala este

de la mansión.

—¿Suzanne te dijo dónde está dicha habitación? —le pregunto a Andrey cuando noto

que se encuentra totalmente concentrado en la búsqueda.

Él asiente con la cabeza.

—Sé cuál es.

—¿Y cómo rayos vamos a abrirla? —inquiere Scott, claramente excitado por lo que

estamos a punto de hacer.

—Bueno, eh… digamos que… he tengo amigos que me han mostrado un par de trucos,

no es tan complicado —murmura Andrey en respuesta.

Puedo ver la expresión de desconcierto en Scott Taylor justo ahora, y por consiguiente,

no puedo evitar sonreír por ello.

Andrey saca de uno de los bolsillos de su abrigo un minúsculo dispositivo plateado

parecido a un USB. Entonces, para sorpresa de Scott y mía, Andrey se detiene frente la

puerta que queda al final el pasillo, la abre tranquilamente, y caminamos a través de un

estrecho pasillo adornado por cuadros antiguos y diferentes adornos realmente

escalofriantes. Ambos hombres estudian sus cercanías con asombro, y después de un

momento, Andrey finalmente nos detiene frente a una enorme puerta de hierro, que

contiene a un lado distintos aparatos, supongo, de seguridad. Andrey se lanza prácticamente

hacia ellos, y utiliza su dispositivo USB, conectándolo a un pequeño y extraño aparato

oscuro, que emite una serie de pitidos cuando, mi astuto hermano, comienza a manejarlo.

Por Dios, mi hermano al parecer tiene amigos extraños que podrían robar al alcalde

solamente utilizando un dispositivo de esos; me quedo helada conforme observo a Andrey

trabajar, y al parecer, él realmente sabe lo que está haciendo.

—Esto… —dice Andrey, señalando el dispositivo USB—, este nene, se ha encargado

de anular el sistema de reconocimiento de huellas, y ha detectado la contraseña de nuestro

querido amigo, el señor Sanders —explica; emocionado y radiante, toma el pomo de la

puerta, y sorprendentemente, ésta se abre suavemente.

—Si nos descubren, estamos jodidos —comenta Scott, quien se atreve a entrar a la

habitación de Sanders. Me sorprende que este señor no se indigne al saber que estamos

cometiendo una serie de delitos, ¡qué suerte tenemos Andrey y yo!

Finalmente estamos dentro y cuando mi hermano enciende la luz del lugar, mis ojos se

abren como platos al comprobar lo que se sitúa frente a nosotros. Por segunda vez en el día,

mi mundo se detiene y mi corazón deja de latir, siento nauseas, siento ganas de salir

corriendo lejos de aquel hombre despreciable. Ralph Sanders está loco, tiene algún tipo de

problema, lo sé, porque lo estoy viendo, porque Ralph Sanders tiene una habitación llena,

completamente llena de fotografías de chicas morenas, con ojos oscuros, y delgadas. Fotos

de chicas hermosas cuelgan en las paredes, y algunas de éstas están tachadas con una X de

color rojo; no obstante, lo que más me impresiona, lo que me paraliza, son las fotos más

grandes y numerosas que se encuentran justo al frente de mí, sobre un escritorio

desordenado: son fotos mías, en algunas bailando, en otras sonriendo, en otras estoy

totalmente seria, pero sin duda alguna, la mayoría de las fotos que están en este lugar, son

mías, y las demás fotos de muchachas que se encuentran tachadas, son parecidas a mí,

idénticas a mí.

Oh santo Dios, Ralph Sanders está loco, completamente loco. Está obsesionado

conmigo.

Taylor y Andrey se miran el uno al otro, posteriormente, mi hermano mayor masculla

una maldición mientras sopesa todo lo que hay a nuestro alrededor. Yo, helada e incrédula,

me abrazo a mí misma, reprimiendo las ganas de huir lejos de esta pesadilla.

Evidentemente, hemos encontrado parte de lo que buscábamos: el secreto de Ralph

Sanders. Aparentemente, el señor alcalde tiene una "leve" obsesión con chicas jóvenes y

morenas que, obviamente, son parecidas a mí.

—Esto no puede estar pasando —murmuro al notar el desconcierto de Taylor en cuanto

me observa—. ¿Por qué yo? Él jamás... el jamás ha demostrado que... —Sacudo la cabeza,

negándome a continuar.

Andrey suelta un bufido; desconcertado, me observa primero a mí y posteriormente a

Taylor, cuyo rostro se encuentra más pálido de lo habitual. Yo saco mi móvil en un

movimiento rápido y comienzo a fotografiar cada uno de los rincones de la habitación,

desde las fotografías de las muchachas, hasta los documentos dispersos en el escritorio.

—¿Qué vamos a hacer con todo esto? Claramente Ciara está en peligro. Este no es un

comportamiento normal. —Andrey sacude la cabeza, con incredulidad.

—Sólo una prueba joven Andrey, sólo eso y conseguiremos que abran una

investigación. Pero obviamente de esta visita nadie puede enterarse, sólo sabemos que el

tipo está loco y que seguramente es un sádico. —Taylor hace una pausa, estudiando con la

mirada a sus alrededores—. Sin embargo, debo admitir que hay algo más, hay un trasfondo

en todo esto. Miren, esta es una fotografía de la señora Aldridge cuando era joven, son las

fotos más grandes que hay, al igual que las de Ciara, pero, al parecer el señor las prefiere

ahora jóvenes y morenas, sólo porque son parecidas a Ciara. ¿Qué hace con ellas cuando

las encuentra? Es más que obvio que las busca, pues algunas fotografías están tachadas en

rojo.

—Necesitamos hacerle una trampa —me atrevo a opinar—. Él puede hablar... si yo... si

hago que él confiese todo...

Andrey se enoja al instante.

—¡No! ¿Acaso te has vuelto loca? ¿Qué es lo que pretendes hacer, Ciara? ¿Arriesgarte

a estar en peligro, cerca de ese cochino pervertido, sólo para hacerlo hablar? —Sacude la

cabeza, está colérico—. ¿Y luego qué? ¿Quién te asegura que saldrás a salvo de eso? De

ninguna manera, tú no vas a hacer nada de eso.

—Cálmense chicos, no entren en pánico, encontraremos una manera de solucionar esto

sin que nadie corra peligro, ¿de acuerdo? Ahora, fotografíen lo que necesiten y

larguémonos de aquí, estamos corriendo peligro si no lo han notado. —Taylor alza una de

sus cejas al decir y luego se va a fotografiar todo lo que encuentra.

Abruptamente Andrey saca de sus bolsillos un pequeño pendrive y comienza a copiar

todos los archivos de la laptop del señor Sanders, al tiempo que Taylor anuncia que es hora

de irnos. Sin detenerme a pensar lo que estoy haciendo, tomo una fotografía de una extraña

lista que se encuentra por sobre el escritorio, y aunque al principio no entiendo de que se

trata, cuando estamos saliendo del lugar reparo en que se trata de una lista de chicas

pertenecientes al Detroit.

Afortunadamente, Taylor, Andrey y yo salimos de la mansión Sanders sin que nadie

advierta en nuestra huida. La fiesta del señor Sanders distrajo a todo mundo y nadie se

percató de nuestra ausencia en ningún momento. Algo que es muy distinto en nuestra casa,

pues al llegar nos encontramos con papá sumamente cabreado hasta pienso que este va a

darme una bofetada por atreverme a acercarme al pervertido de Sanders. No puedo

imaginarme que harían papá y mamá si se enteran que hemos estado espiando a Sanders las

últimas semanas y que también nos escabullimos en su habitación secreta donde

descubrimos que es un sádico pervertido que se aprovecha de niñas jóvenes parecidas a mí.

Andrey y yo nos vamos a nuestra habitación y comenzamos a estudiar todas las fotos

que tomamos. Mientras lo hacemos, descubrimos que las chicas de la lista de Sanders, las

tachadas en rojo han desaparecido inesperadamente y algunas en cambio han aparecido

muertas después de un tiempo. Las noticias en google me asquean, sin embargo, Andrey y

yo seguimos con nuestra búsqueda. Es claramente visible que detrás de la máscara del

señor Sanders se oculta algo muy oscuro, algo que tiene que ver conmigo, con mamá y con

papá.

—¿Qué vamos a hacer con todo esto? ¿Servirá para ayudar a papá? —pregunto,

desesperada por encontrar una respuesta a todo.

Una vez Trenton me dijo que a veces somos tan ciegos a causa de la desesperación que

no somos capaces de ver la respuesta que se encuentra justo en nuestras narices. Así que

intento calmarme y estudiar cada fotografía con precisión, pensando en lo que haría

Trenton si estuviese en mi lugar. Conociéndolo, se encontraría en este momento estudiando

cada fotografía, con su ceño fruncido, para luego dar su veredicto final.

—Todo servirá para ayudar a papá, Ciara. Es obvio que hay algo detrás de esto. ¿Todo

esto se trata de una venganza? ¿O quiere quedarse con el resto de las acciones de los

hoteles? ¿Odia a papá y por qué? ¿Quiere sacarlo de en medio por mamá y por ti? No lo sé,

pero la respuesta está aquí —contesta Andrey, con voz distante y ronca. Yo intento

entenderlo, pero estoy confundida—. Ellos se conocen desde la universidad, lo que quiere

decir que hay algo que no sabemos... quizás ocurrió algo y él quiere perjudicar a papá...

quizás por mamá... no lo sé, Ciara.

—¿Qué hay en sus archivos? —me atrevo a preguntar después de un prolongado

silencio. Dios, estoy tan cansada... este día ha sido tan extraño... y Trenton... oh Trent....

—No lo sé. Todas sus carpetas están bloqueadas. —Se encoge de hombros—. No

podemos hacer mucho, necesitamos un hacker, pero estamos castigados, así que nos

limitaremos a seguir a Sanders o contratar un detective... al menos por un par de semanas.

—¿No podemos llevar el pendrive a las autoridades? —inquiero, la verdad es que el

que las carpetas estén bloqueadas me da esperanzas, sin duda esa es una buena señal.

—No podemos arriesgarnos, Ciara, debemos saber de qué se trata todo eso primero.

¿Entiendes? Debemos esperar unas semanas, y luego ir al GYM, conozco a un par de

personas que son buenas en estas cosas. —Él está relajado, pero cuando observamos las

noticias de google sobre las chicas muertas que quizás sean víctimas de Sanders, se tensa

nuevamente.

—¿Por qué podemos ir perseguir a Sanders y no al GYM? —pregunto desconcertada—.

Yo necesito ver a Trenton, posiblemente mañana, no creo que mamá se percate de eso.

Además, podemos averiguar lo que hay en el pendrive...

Andrey niega con la cabeza.

—No vamos a ir, Ciara.

Pestañeo, no puedo creer que él haya dicho eso.

—¿Qué? ¿Por qué? —chillo.

—Porque mamá nos lo prohibió, y porque Trenton no está allí. Necesitamos ser

cuidadosos con mamá, no podemos arriesgarnos.

Me siento nauseabunda. Algo anda mal aquí. ¿Dónde está Trenton? ¿Por qué Andrey se

ha puesto evasivo de repente? No lo comprendo.

—¿Dónde está Trenton, Andrey? —susurro, preocupada de que él esté de vuelta a su

país.

—En el hospital, Ciara, casi parten su pierna, es obvio que no está bien —contesta

mientras teclea algo en mi portátil.

Definitivamente algo anda mal.

—¿No podemos ir al hospital? —Andrey niega con la cabeza—. ¿Por qué no?

Toma una respiración profunda y sé que está exasperado por mis preguntas.

—Porque no quiere ver a nadie, dice que quiere estar solo —contesta, su mandíbula

tensa—. Duerme Ciara, mañana hablaremos de esto. —Y mientras se apaga mi ordenador,

Andrey sale de mi habitación dedicándome por último una lánguida sonrisa.

Trenton no quiere verme.

Oh por Dios.

***

Nueve días han pasado desde la última vez que vi a Trenton y todavía no he sabido

nada de él, ni mucho menos de los demás. Mis primeros días, como castigada, fueron un

total asco, aunque pude centrarme en mis ensayos y en la presentación que ha sido todo un

éxito. Pero no hay señales de alguien interesado en mí de Julliard.

Estoy comenzando a desesperarme, aunque falta mucho para que yo entre a la

universidad, la definición de mi futuro me tiene temerosa.

Andrey está demasiado cambiado, se ha centrado muchísimo en los deberes y se ha

enfrascado en buscar información sobre Sanders, algo que causa que mamá y papá estén

impresionados y mamá me mire con cara de “Deberías comportarte como tu hermano y

dejar de bailar como una loca” estoy segura que adora mis pasos, pero no quiere que me

dedique profundamente a eso por el resto de mi vida. Y además, aunque no sé cómo

manejar esto, echo muchísimo de menos a Trenton, y quiero decirle cuánto lo siento por

haber causado que le lastimaran, pero él seguramente me odia en estos mismos momentos.

Por eso no he dejado de repetirme inconscientemente en mi mente la frase: “Si yo no le

hubiera dicho que parara él no hubiera sido lastimado por ese cobarde” de ser así, la pelea

se hubiera efectuado, pero él estaría bien, con su pierna perfectamente sana.

Él ha pasado el ridículo de su vida por mi maldita culpa.

Pongo mi rostro entre mis manos.

Necesito hablar con él.

«¿Y qué vas a decir, eh? Si ni siquiera estás segura de lo que sientes, o no… mejor

dicho, no quieres aceptar lo que sientes por él», mi subconsciente está de regreso.

Por eso apenas salgo de la academia de baile cojo mi teléfono celular y llamo un taxi

que me lleve de inmediato a la casa de Trent. Aprovechando que salí una hora antes de lo

normal. Cuando el taxi llega finalmente, me subo y le indico al conductor la dirección

exacta. Sólo me falta esperar que Trenton sea capaz de recibirme. Desde hace cierto

tiempo, mi hermano y yo habíamos tenido la oportunidad de visitar la casa donde viven

Trenton y Gioele, junto con April también. Me parece sumamente extraño que April

estando encima de Trenton las veinticuatro horas del día aproximadamente, no hubiera

conseguido lo que quiere desde hace ya algún tiempo.

Cuando me bajo del taxi después de haber pagado, inhalo y exhalo varias veces tratando

así de recoger fuerza y valentía. Camino unas dos cuadras de la estrecha calle y me detengo

en una pequeña y sencilla casa, el taller que está al lado se encuentra abierto. Escojo

rápidamente pasar por el taller y preguntar si está Trenton o si quiere verme.

Los pies del señor Cole —el padre de Gioele y padrastro de April— son lo único visible

pues se encuentra debajo de un viejo auto revisando quién sabe qué, sus características

botas industriales son las que me ayudan a reconocerlo.

Yo carraspeo para que se entere de mi presencia. Está claro que se encuentra solo en el

taller; pero estoy segura que Trenton está en su casa, pues Gioele me lo ha dicho un par de

veces mientras nos enviábamos textos durante la mañana.

—Eh, hola Ciara —me saluda el señor, cuando ya se encuentra de pie y limpiando sus

manos engrasadas, con un pañuelo—. Qué sorpresa verte aquí. Gioele no anda por aquí así

que debo imaginar que buscas a…

Yo me sonrojo un poco.

—Uh… la verdad es que si…

Intento restarle importancia encogiéndome de hombros, sin embargo aquello no retira la

sonrisita burlona del rostro del señor, quien me indica con la mano que me acerque con su

característica actitud amable. Yo le sonrío y le sigo por el pasillo que da hasta la pequeña y

sencilla cocina de la casa.

—Debe andar por aquí. Siéntate muchacha, voy a buscarlo. —El señor saca una silla de

la mesa y me indica que me siente en ella, yo acepto su petición gustosa y le sonrío

agradeciéndole.

Una vez el señor Cole se retira en busca de su sobrino, yo hago el intento de sacar mi

móvil de mi bolso de mensajero para entretenerme con él, no obstante aquello no es

necesario en cuanto en un abrir y cerrar de ojos Trenton entra por el umbral de la puerta con

una enorme interrogante en su rostro.

Y en muletas.

Diablos.

Su pierna derecha no luce tan bien como pensaba, suspiro y me estremezco a la vez que

recuerdo cómo aquel cobarde golpeó su rodilla sin pudor alguno, mientras los quejidos de

Trent se hacían presentes; ahora es que me doy cuenta que esa tarde no solamente sufrió

Trenton, también lo sufrí yo y cada vez que vea esa pierna lastimada y Trenton caminando

o tratando de caminar en muletas ese dolor se hará presente, yo simplemente lo sé.

—¿Qué haces aquí? —Su voz ronca me saca de mis pensamientos; a juzgar por su tono

de voz lo sé, él me odia.

Me odia.

—Yo… vengo…, quería… —balbuceo y mi voz está en un hilo—, quiero saber cómo

te encuentras, ¿vale? Me sentí muy mal por…

Trenton se aproxima hasta la silla que está en frente de mí e intenta sentarse, por lo que

yo automáticamente me levanto de mi asiento para ayudarle; sin embargo apenas tomo su

brazo él se zafa abruptamente de mí como si me despreciase, lo que causa que mi ceño se

frunza en menos de un segundo, y en consecuencia retrocedo dos pasos y observo cómo él

finalmente se sienta y apoya su pierna en la otra silla que está a su derecha.

Regreso a mi asiento.

—No soy un inútil, ¿ves que pude hacerlo yo solo? ¿Lo ves? —pregunta adusto, como

si odiara a todo el mundo en este preciso momento. Me estremezco en cuanto sus ojos jades

más oscuros de lo normal me observan de manera arisca.

—Yo no quise que… —Trato de hacerle ver.

Trenton me interrumpe poniendo un dedo en alto.

—Ya lo sé, y por lo que recuerdo sabes que me encuentro… bien. —Trenton me dice,

mostrándome alguien muy diferente a lo que él ha sido antes—. No tienes que sentir

lástima o algo así.

Abro los ojos como platos, Trenton jamás se había comportado de esa forma tan

imbécil, ¡sí! Está siendo un total imbécil, y me estoy conteniendo en este preciso momento

para no gritarle sus verdades, sin embargo una parte de mí intenta con todas sus fuerzas

comprenderlo.

Ignorando todo lo que ha dicho, pregunto:

—¿Cuándo te deshaces de esas… cosas? —Señalo su pierna con mi barbilla.

Trenton suspira.

—En un par de semanas, supongo.

Ahora es donde aparece el dolor de nuevo, aparte de la culpa odio extremamente el

verle de esa forma, tan amargado con todo y con todos. Aquello que le hizo ese chico fue

un acto de cobardía, pero lo que yo hice, fue algo parecido a una traición. Y allí es donde se

reproduce la misma frase que desde hace dos semanas ha estado apareciendo en mi mente:

“Si yo no le hubiera dicho que pare, nada hubiera pasado” Mierda, es verdad, en serio que

metí la pata hasta el fondo, tanto que por eso he ganado el odio de este chico, el odio de mi

amigo el italiano.

—Lo siento Trent —digo después de un largo silencio entre nosotros. Mis ojos mirando

los suyos fijamente, nunca me he disculpado con nadie en mi vida, y no se trata de una

cuestión de orgullo, ni tampoco es porque me haya equivocado, sino que en mi vida me ha

importado tanto que me disculpen—, lo siento… lo siento tanto.

Trenton ahora me mira con sus ojos desorbitados, como si no pudiese creer lo que está

oyendo en este momento.

—¿Qué demonios estás diciendo? —pregunta tratando de ocultar la hostilidad en su

voz, pero sin lograrlo—. ¿Te disculpas? ¿Es en serio? ¿Te disculpas? ¿Por qué? Si el que

debería estar disculpándose aquí soy yo…

Oh Dios ahora sí que no estoy entendiendo nada.

¿Por qué va a él disculparse?

Contengo la respiración cuando oigo sus palabras, y mi mente empieza a trabajar para

encontrar una explicación realmente lógica sobre la locura que acaba de decir Trent. Miro

su rostro y mi mirada se queda fija en el lunar que tiene en su mejilla, y luego sigo

buscando en su rostro algún signo que me diga qué rayos está diciendo, pero no hay nada

aparte de un humor del demonio en su semblante.

—¿Qué? —logro vociferar intrigada—. ¿Disculparte por qué?

El ceño de Trenton se arruga inmediatamente.

—Es exactamente lo que yo quiero saber, ¿por qué mierda te disculpas tú?

Me tiento en lanzarle una respuesta totalmente sarcástica; sin embargo al saber cómo se

encuentra su humor ahora, me contengo inmediatamente para no empeorar las cosas. Nunca

he visto a Trenton tan enojado como ahora.

Entonces decido liberar por fin esa frase que me ha atormentado por todos estos días.

Cierro los ojos y susurro:

—Fui yo quien dije que pararas. Fui yo quien me planté en medio de la pelea y te

distraje, fui yo quien causó que ese… te golpeara de esa forma. Te distraje. —Abro los ojos

encontrándome con Trenton y su mandíbula tensa—. Por eso lo siento, yo pensé que era

suficiente que le pegaras. Jamás he presenciado una pelea tan fuerte, estaba tan asustada…

Mi voz se quiebra pero me recompongo porque no vine aquí a chillar como una

estúpida, camino hasta Trenton, tratando de calmar su rabia un poco, coloco una de mis

manos en su hombro. Él intenta levantarse, y yo logro detenerlo.

—Tú no eres culpable de nada. —Es lo que dice, y esta vez su voz no está cargada de

rabia, sino de alivio, un alivio para mí que es muy irracional—. Y sí tienes razón, me

distraes, sin embargo eso no es nuevo. Así que no te disculpes por algo que no tiene sentido

para mí.

Me agacho y ahora mis manos se apoyan cuidadosamente en sus rodillas, Trenton no

despega sus ojos verdes de los míos, y yo por más que intento no logro retirarlos.

—Me alegra saber que estás bien —le respondo tratando de sonreír ante su mirada fija.

Él todavía sigue muy serio.

Y entonces lo dice:

—No estoy del todo bien, Ciara —pronuncia lentamente, acentuándose en mi nombre,

su rostro baja un poco, hasta el mío, aunque no intenta acercarse más, y una parte de mí

sabe lo que está a punto de mencionar—. Lo que leíste en la nota… yo… no sé cómo ha

llegado allí. No quería que la leyeras, pero últimamente pasa todo lo contrario a lo que

quiero.

Frunzo el ceño y al mismo tiempo mi corazón se paraliza.

—Trent, ¿estás preocupado por la nota? ¿Por eso precisamente te distrajiste? —

inquiero, aunque ya sé la respuesta. Yo lo había notado ese día, cómo su ceño se frunció

cuando me vio con ella.

—Tú no lo entiendes. —Suspira y luego se queda pensativo por un tiempo—. Escucha,

esa nota fue un error, ¿vale? Fue la noche de la fiesta, la escribí y me arrepentí y no la dejé,

por eso la escondí. Esto no es un juego Ciara, sé que soy terriblemente bromista algunas

veces, sin embargo ahora no, esto es en serio, escribí esa nota en serio, y cuando te vi con

esa nota, cuando vi tu semblante, lo supe. Te he perdido, y ya no quieres nada de mí, pensé

que te enojarías tanto que ibas a llegar a odiarme, el pánico me atacó, ¿cómo no distraerme

con eso? Por todos estos meses he intentado decírtelo, por eso todos estos meses he jugado

bromas, te he coqueteado, he intentado que veas mis sentimientos y no lo has hecho,

entonces finalmente me rindo, y me planteo ser tu amigo, me convenzo que es mejor estar

junto a ti como un amigo, me convenzo que el esfuerzo vale la pena. Pero cuando veo esa

nota en tus manos, me entero que todo el esfuerzo en mantenerte cerca no valió para nada,

y ahora cuando te veo aquí… —Trenton toma aire, sus ojos terriblemente tristes—, pienso

que todo esto se trata por lástima, estás aquí porque… ni siquiera puedo decirlo en voz alta,

pero lo diré: estás aquí porque sientes culpa, yo no soy el motivo principal de esta visita, y

joder, eso es mucho peor, ¿ahora lo entiendes?

Demonios, lo entiendo. Pero mi mente no lo procesa todavía.

Aparto la mirada de Trenton, mirando hacia el piso, aunque no retiro mis manos de sus

rodillas. Siento su mirada en mí, quizás esperando una respuesta de mi parte; si supiera las

ganas que tengo de responderle algo alentador, pero mi mente es un desastre, un terrible

desastre, ni siquiera estoy preparada para esto. Cuando vine aquí tuve la esperanza de que

ese tema no llegara, porque simplemente él había estado confundido conmigo en el pasado.

Pero con esas palabras, palabras que escuché con atención y con mis ojos clavados en los

de él, supe que está siendo completamente sincero, que está diciendo lo que siente, y

además siempre se ha comportado de una manera… especial conmigo, ahora, que yo no lo

haya notado demuestra que he estado malditamente ciega, tan ciega que con sus palabras la

venda que tenía en mis ojos desaparece.

Ahora todo tiene sentido.

La risa de Trenton raramente triste, me extrae de mi razonamiento.

—Es algo tonto tener miedo de perder algo que no tienes, ¿no? —dice sin ningún rastro

de humor en sus ojos, cuando vuelvo a mirarlo.

—Trent yo…

Él pone una mano en alto, señal de que guarde silencio.

—Lo sé Ciara. —Su rostro apacible, aunque puedo notar la tensión que hay entre

nosotros, yo nunca imaginé que llegáramos a esta conversación nuevamente—. Cuando te

conocí todo se complicó tanto en mi vida. Vine a este país con otros planes, y luego llegas

tú y los arruinas, no me malentiendas, los arruinaste de la manera buena. Fue muy difícil

para mí aceptar que tú me…

—Trenton, ya. Por favor —le interrumpo, mi voz tan aguda que me sorprendo. Él

guarda silencio entonces y me observa fijamente, como si estudiara sus posibilidades.

Yo intento levantarme pero él me toma del brazo y en un abrir y cerrar de ojos su rostro

está nuevamente a centímetros del mío, lo que causa que el nerviosismo en mi sistema

aumente notablemente. Mi mente me grita ese ya tan conocido “Alerta” para que me aleje,

porque estoy en una zona peligrosa, mas mi cuerpo no reacciona y se queda clavado en la

posición que está, entonces las manos de Trent acunan mi rostro lo que causa

inmediatamente que los latidos de mi corazón se descontrolen tanto que siento que me dará

un infarto en cualquier momento.

Ni mis ojos, ni los de él retiran la conexión entre ellos.

—Trent… no… —susurro en pánico, tratando que mi cuerpo reaccione

milagrosamente—. No puedo, Trent…

No puedo, pero siento que quiero.

—Amore…18

déjame intentarlo —susurra de vuelta, sus ojos están centellantes, su

susurro causa que yo me derrita literalmente en su acento italiano, aunque aquello no

impide que el miedo me abandone.

¿Qué estoy haciendo?

¿De verdad quiero impedirlo? ¿O quiero que lo haga? Sí quiero que lo haga, quiero que

me bese, pero lo único que sé en este momento es que el miedo que aún sigue en mí no va a

desaparecer por ahora, o quizás jamás. Y es que en este preciso instante no logro entender

de qué tengo miedo, ¿de sentir? ¿De ser lastimada? ¿Trenton sería capaz de lastimarme?

¿Yo tendría alguna razón para sufrir por él?

«Tienes miedo de ti misma», me susurra muy lentamente mi consciencia.

Entonces me alejo de Trenton.

—No puedo —digo con toda la determinación posible. Me levanto abruptamente y lo

miro desde lo alto en lo que estoy, por supuesto, Trent sigue sentado y en su rostro se

registra toda la confusión e impotencia que le proporcionan mis palabras.

Resopla y es un sonido desdeñoso pero a la vez triste y vacío, yo sé que ya he

comenzado a romper una parte de su corazón con esto, el segundo rechazo.

18Amor.

—¿Por qué? —me pregunta temeroso, sus ojos buscando los míos—. ¿Qué es Ciara?

Justo cuando pienso que sientes lo mismo, ¡tú actitud cambia! ¡Nunca puedo saber qué es lo

que quieres! ¡No sé cómo tratarte! —brama, recalcando cada una de sus palabras en mi

cara, golpea su puño contra la mesa, como si ésta tuviese la culpa de todo—. ¡Esto es una

mierda! ¡Te quiero con toda la locura posible, y no puedo hacer nada contra eso!

Me quedo helada, sus palabras taladrando en mi cerebro y haciendo una especie de eco,

que causa que me estremezca y se me forme un nudo en la garganta. Lo veo en su rostro, él

está frustrado, porque yo le he ignorado de todas las formas posibles, pero ¿por qué?

Yo también te quiero…

«¿Por qué eres tan estúpida, Ciara?»

La voz de Trenton me sobresalta.

—No quieres enamorarte, ¿es eso? —dice, su voz fría y distante, supe que él está

seguro de eso pues es una afirmación.

—No es eso —respondo con un hilo de voz nuevamente, al final de unos segundos. El

rostro de él sigue enojado y… ¿atormentado?—. No quiero sufrir.

—Conmigo no vas a sufrir, Ciara. ¡Por Dios! —exclama desesperado, tratando de

levantarse y acercase a mí. Yo pongo mi mano en alto, indicándole que se quede donde

está.

—Ya he sufrido lo suficiente —declaro mostrando serenidad—. No sólo por Eric…

sino también por mi madre, y la vida que llevo… y tengo muchas metas en este momento,

metas que me impiden acercarme a sentimientos como ese… yo sólo quiero… por un

tiempo…

—No tienes idea de lo que dices —Es lo único que responde.

El silencio se hace presente.

Yo finalmente recojo mi bolso y me lo coloco encima de mi hombro, lista para irme,

antes de echarme a llorar delante de él, quien ya tiene demasiados problemas con todo lo

que yo le he causado.

Mi visita fue un error.

—¿Te vas? —Su rostro sombrío.

Lo miro por unos instantes, esto es lo correcto Ciara, lo es, él es muy peligroso para ti.

Y tú lo eres para él. Asiento con la cabeza en respuesta y tomo aire profundamente, como si

no fuera respirado por horas.

—Es demasiado tarde, me iré a casa. —Me acerco a él y lo abrazo y sin controlar aquel

gesto deposito un beso en su mejilla, en el lugar donde está su lunar, siento cómo él suspira

y trata de girar su rostro, cuando sé lo que pretende hacer me alejo rápidamente de él—.

Espero esto no cambie las cosas.

—Claro que no —murmura casi con pesar.

Y así camino de nuevo hasta en taller donde se encuentra el señor Cole y un hombre

alto y musculoso con una chaqueta de cuero café oscuro. No reparo mucho en detalles, la

verdad es que lo que más necesito ahora es ir a casa, porque mis pensamientos son un

desastre, y estoy comenzando a pensar que el verdadero desastre soy yo. Trenton es un

buen tipo, un chico alegre, soñador, un caballero, guapo, con metas, no es egoísta, ¡y me

quiere! ¿Por qué lo estoy rechazando? ¿De verdad soy tan fría como mi madre que no soy

capaz de sentir algo por alguien? ¿Por qué todo es tan complicado? ¡Oh Dios!

No, no puedo enamorarme de él, ni de nadie. Tengo los ojos puestos en Julliard desde

que tengo memoria, y si me enamoro de alguien no voy a salir de Detroit ni de las faldas de

mamá jamás.

El problema es que también no sé cómo definir mis sentimientos, estoy tan confundida

y abrumada por las emociones que siento cuando Trent está cerca, jamás sentido algo igual,

y eso, mezclado con mis inseguridades, es abrumador para mí, una chica que tiene

problemas tan extensos y sueños tan grandes que no sabe qué camino escoger.

Clavo la mirada en el señor Cole Venturi mientras le dedico una sonrisa de disculpa por

interrumpir su plática con el hombre que se encuentra a unos pies de mí.

—Lo siento, ya me iba —le digo tímidamente.

El señor Cole pasa a estar solemne a corresponder mi sonrisa en tiempo record, el

hombre de chaqueta café se gira y me mira de pies a cabeza, con una de sus cejas alzadas y

lo juro por Dios que casi me estoy cayendo hacia atrás en este momento. Mi impacto no se

trata de que sea un tipo guapo, es decir lo es, pero es su tremendo parecido con Trenton es

el que me conmociona, ¿qué demonios? Son como dos gotas de agua, dejando a un lado

que este tipo tiene una cicatriz en la ceja izquierda y algunos tatuajes en el cuello, además

sus ojos son de un marrón oscuro, casi negros al igual que su cabello, el que lo lleva casi

que rapado. Sí, seguramente este es familiar de Trent y de Gioele, se parece muchísimo a

estos dos.

Me recompongo de mi impacto y le hago un gesto con la mano en señal de despedida al

tío de Trent.

—Cuídate pequeña Ciara —dice el señor cuando cruzo el portón del taller.

Una voz gruesa me sobresalta.

—Si quieres puedo llevarte —sugiere el tipo seriamente, su acento italiano es apenas

notable. Ni siquiera muestra amabilidad al hablar, yo diría que lo que dice sólo se trata de

demostrar educación al señor Venturi.

—Ni siquiera lo consideres, Theo —contesta la voz de Trent, mientras se acerca en

muletas al taller, con su ceño adusto y puedo ver la tensión en su frente y cuello.

—No es necesario, yo me iré. —Salgo prácticamente huyendo de allí, pues estoy

tratando de evitar un contacto visual con mi amigo o “presunto” ex amigo.

Lo último que escucho es la respuesta de Theo:

—¿Esa es la manera de recibir a tu hermano después de cuatro años sin vernos? —A

juzgar por el tono de su voz, lo menos que aparenta es tristeza o nostalgia. Yo apuesto a que

tras sus palabras hay cierto desdén y burla unidos en tan sólo una frase.

Entonces, ese es el hermano de Trent.

Camino rápidamente mientras busco en mi bolso mi teléfono celular y con la misma

velocidad pido un taxi luego de darle la dirección donde me encuentro. Mientras espero,

todo lo que ha ocurrido se me viene a la cabeza, los pensamientos y recuerdos vuelan en mi

cerebro, algo que me desespera pues el nudo en mi garganta aparece inmediatamente al

pensar sobre lo mal que debe sentirse Trenton en este momento y por mi culpa. Es un

sentimiento horrible.

No saber qué es lo que me pasa es más que horrible.

***

Al parecer el salón de la casa no está vacío esta noche, pues me sobresalto al

percatarme de la presencia de algunos invitados en cuanto el taxi me deja en la entrada de

la casa y noto los autos y algunos escoltas en la puerta de ésta. Lo que me faltaba, las

amigas de mamá no pudieron escoger un día más apropiado que este para hacer sus

estúpidas visitas.

Me convenzo a mí misma que puedo manejar esto, sólo tengo que entrar, saludar y

decir que necesito descansar por haber tenido una larga tarde en el estudio de danza. Y la

verdad es que sí, me encuentro demasiado cansada como para lidiar con esas señoras. Cada

vez que estoy cerca de las amigas de mamá me convenzo de que prefiero la compañía de

otros chicos, definitivamente no me siento cómoda con ellos.

La primera que me ve entrar es mamá, la que me sonríe aunque me observa preocupada

cuando se fija en mi rostro, algo que también hace mi padre en cuanto me ve. Papá se

levanta de su asiento el cual está situado al lado de mamá en el gran mueble blanco del

salón, frente a ellos están, para mi sorpresa, Suzanne y Eric Sanders; papá me mira

fijamente y frunce el ceño, yo les devuelvo el gesto.

—Hija, ¿estás bien? —pregunta al instante, mirándome de pies a cabeza, comprobando

que me encuentro físicamente bien. Lástima que no pueda ver a través de mí, mis

emociones están destrozadas—. Estás pálida hija, ven siéntate y toma un vaso de agua. —

Me hala hasta el sillón donde estaba anteriormente sentado con mamá y me coloca un mis

manos un vaso de agua fría y con hielo. Yo me tomo el vaso de forma rápida percatándome

de que mi garganta estaba completamente seca y que el resto de los presentes están

mirándome cohibidos.

—¿Dónde está Andrey? —pregunta una voz ronca, y cuando nadie responde y reparo

en los ceños fruncidos de todos, me fijo en que la voz ronca me pertenece a mí.

—¿Has estado llorando? —Esta vez quien pregunta es Eric sin dejar de mirarme y

mostrarme su ceño fruncido. Niego con la cabeza lentamente, parece que carezco de

fuerzas hasta para eso—. Sé que sí, ¿por qué has estado llorando?

¿De todas formas a él que le importa? —pregunto en mi mente y sé que no hay

ninguna respuesta, porque él es totalmente impredecible para mí.

Niego con la cabeza en respuesta, decidida a no hablar nuevamente y atraer la lástima

de Eric la cual no necesito ni de broma. Quisiera fulminarle con la mirada en este mismo

momento, por ser el culpable directo de mis problemas y los de Trenton, claro, Eric fue el

creador del miedo que se deposita en mí, el mismo miedo que esta lastimando a Trent. Si

tuviera fuerzas ahora, le dirigiría una mirada asesina a Eric, o le daría un bofetón que gire

su mejilla al otro lado a una velocidad sobrehumana, y también, por supuesto, le gritaría en

su cara las cosas horribles que presuntamente hace su padre.

En lugar de eso me levanto luego de beber el vaso de agua entero, beso la mejilla a mi

padre después de susurrarle que no se preocupe, y despidiéndome con un gesto con la mano

dirigido hacia los demás arrastro los pies hacia mi habitación.

Lo último que escucho cuando estoy subiendo las escaleras como un muerto viviente, es

a la voz de mi madre:

—Oh, mi pequeña está tan nerviosa últimamente. Estoy segura que ha estado

preocupada por Stanford y sus sueños de entrar a la facultad de administración o ingeniería

civil, al igual que Andrey. —Su voz destila tanto orgullo que empiezo a creérselo, hasta que

reparo que habla de una hija que no soy yo, habla de la hija que ella quiere que sea, por lo

menos en lo que se refiere a Andrey, quizás si tenga razón.

¿De todas formas, por qué ellos están hablando tan tranquilamente con Suzanne y con

Eric como si no hubiera pasado nada con el padre de éstos?

«No seas tan infantil, ellos no tienen la culpa de nada», murmura mi consciencia, y

pues la verdad es que tiene razón.

Empiezo a sollozar de nuevo a pensar en que esto es una mierda, una total y reverenda

mierda. Jamás había hablado o pensado siquiera de esta forma, pero es que estoy harta,

harta de ser lo que mamá quiere que sea, de que papá no me ayude —quizás lo hace porque

no he hablado sobre esto con él por miedo—, de esconderme de las personas, de que hablen

a mis espaldas en el colegio, y también de todas las personas egoístas que hay en este

mundo y lo que más me atormenta es que yo me convierta en una de ellas porque de algo

estoy completamente segura: a pesar de que quizás yo jamás logre saber realmente qué

siento por Trenton, no quiero que él se aleje de mí y deje de ser mi amigo. Y acepto que lo

que aspiro es reverendamente egoísta, porque lo necesito para poder contra todos y todo lo

que se interponga en mi camino a Julliard, porque aunque él no lo sepa, lo veo como el tipo

más fuerte que conozco, y quizás esté pasando por momentos tan difíciles que quiera

morirse, sin embargo él siempre sonríe, y quiero aprender cómo lo hace, quiero saber y

hacerlo, así llevan ladrillos encima de mí cada día, quiero sonreír y no dejarme vencer,

como lo hace Trent.

Y entre otras razones, es que sus ojos llenos del brillo de la vida me emocionan, tanto

como ver la salida del sol en el horizonte.

Me gustas, realmente me gustas Trent, y te quiero, ¿pero eso es suficiente para dejar

todos mis miedos a un lado? ¿Es suficiente para ti? Tú mereces más, Trent, mi más

profundo miedo no es que tú me lastimes, mi miedo es que tú resultes lastimado y que mis

sentimientos no sean los que mereces.

Ese realmente es mi más grande miedo, al fin lo he descubierto.

—Son aproximadamente las ocho treinta, ya debería estar aquí —masculla Andrey,

tomando con fuerza el volante de su BMW negro.

Andrey y Taylor contrataron a un detective privado, el cual estuvo detrás de Ralph

Sanders por unas dos semanas. Fuimos informados sobre sus inesperadas visitas a un barrio

abandonado al oeste de la ciudad, donde siempre se detiene frente a un almacén viejo y

desaliñado del que es dueño, al parecer, según nos informó el detective, Sanders siempre

está en este lugar exactamente a las ocho treinta, se reúne con varios hombres vestidos de

negros, y entran al almacén, donde permanecen dentro por dos o tres horas.

—Sólo hay que ser pacientes, no creo que hoy… —Pero antes de que yo pueda

continuar hablando, un lujoso auto se estaciona frente al almacén.

El chofer de Sanders sale del asiento del conductor para abrir la puerta de su jefe. Del

almacén aparecen tres hombres impecablemente vestidos de negro y detrás de éstos, un

hombre joven alto, elegantemente vestido y porte imponente se posiciona frente a Sanders

cuya sonrisa petulante me asquea.

Ralph Sanders platica cómodamente con el hombre vestido de negro que está de

espaldas a nosotros. Conforme observo a los otros dos hombres que tan sólo están a unos

pies de distancia, el señor Sanders comienza a gesticular, hasta que finalmente todos los

hombres presentes deciden que es hora de entrar al almacén. Entonces, soy capaz de ver el

rostro del hombre alto que conversa con Ralph Sanders. Su rostro completamente

inexpresivo, sus facciones europeas y un andar elegante. Palidezco mientras sigo

observando. Oh dios mío, no puedo creerlo, Theo viste también impecable y sé que sus

zapatos son Armani, al igual que sé que toda su ropa es de marca y me pregunto cómo

rayos puede vestir así, mientras su familia se encuentra en situaciones distintas.

Theo Lombardi, con tres grandulones escoltas, es algo que no puedo creer. Mi hermano

y yo compartimos una mirada incrédula, está claro que él lo ha reconocido a pesar de ser la

primera vez que lo ve. No puedo creerlo, esto es una sorpresa para mí; mientras todos

entran al almacén, Andrey y yo seguimos observando hacia el frente, tratando así de

procesar todo lo que acabamos de ver.

¿Qué clase de vida lleva el hermano de Trent?

¿Cómo es que trata con personas como Ralph Sanders?

Pensé que la familia de Trent, y también porque él mismo me lo ha dicho, no pueden

gastar sus recursos en lujos. Es evidente que mi mundo y el de Trenton es tan distinto; sin

embargo, al parecer, su hermano se dedica a otras cosas, cosas malas al estar acompañado

de alguien como Sanders, además, desde que le vi, algo me dice que cosas realmente

desagradables le persiguen, lo vi en sus ojos fríos y desafiantes, Theo es todo lo contrario a

su hermano, él es el malo, estoy segura.

—Es el hermano de Trent —musito con incredulidad.

¿Qué clase de relación guarda el hermano de Trent con Sanders?

Dios mío, cada vez son más las dudas.

***

—Parece que no somos los únicos a los que Sanders ha querido joder —dice Andrey,

cuando nos encontramos en el despacho de papá acompañados por el abogado Taylor, mi

madre y mi padre, cuyos ojos están entristecidos y decepcionados de quien calificó como su

buen amigo por los últimos veinte años.

Taylor se levanta de su sitio, acomoda tranquilamente su corbata, y posteriormente

inicia a sacar un montón de documentos de su portafolio.

—La familia Fournier, cuyo negocio estaba a punto de caer en quiebra, ha demandado

al señor Sanders por múltiples faltas, es decir, ellos principalmente son una de las familias

más influyentes en cuanto a clubes o discotecas de la ciudad se refiere, Sanders invirtió en

éste negocio hace ya mucho tiempo, pero poco a poco el mismo fue cayendo, Sanders

adquirió más acciones, hasta convertirse en el portador del cuarenta por ciento de las

acciones. —Hace una pausa, todos escuchamos atentamente lo que Taylor está

explicando—. Sin embargo, el señor ha cometido ciertos errores que no fueron pasados

desapercibidos, tiene una cuenta secreta a nombre de su hijo, en el cual ha estado

depositando muchas cantidades de dinero. —Taylor nos muestra un documento, supongo

que este es una prueba de lo que está diciendo—. También mi colega Sánchez, tiene en sus

manos distintas pruebas que rectifican que Ralph Sanders fue el causante de la caída de los

negocios de los Fournier, por lo cual se ha abierto una investigación al señor Sanders. —

Finaliza sonriendo, es grato para mí saber lo animado que se encuentra Taylor con esta

noticia.

Mamá está enojada, puedo verlo en su mirada, seguramente es la decepción y la

impotencia que está sintiendo en este momento, al igual que papá; no obstante, Andrey se

encuentra radiante, sé que para él es gratificante lo que está a punto de decir, por supuesto,

nosotros debemos mentir, pero a mi parecer, la mentira es astuta.

—Nos llegó también esto por correo. —Andrey coloca por sobre la mesa un pequeño

pendrive plateado. Frunce el ceño hacia Taylor, quien está sorprendido de que Andrey esté

mintiendo—. Lo he revisado, tengo amigos hackers, lograron desbloquear cada una de las

carpetas, es totalmente raro todo lo que contiene, pero supongo que es mejor que ustedes

mismos lo examinen.

Andrey me observa de reojo, y sé que ésta es mi señal.

—Y también nos enviaron esto, lo encontré hoy en la mañana y quise mostrarlo cuando

el señor Taylor estuviera —digo, y aunque mis manos se encuentran temblorosas, coloco el

sobre manila junto al pendrive de mi hermano.

El pendrive contiene todos los archivos de Ralph Sanders que se encuentran en su

ordenador. Después de que Andrey y yo viésemos a Sanders con Theodore, decidimos que

lo mejor era desbloquear de una buena vez los archivos del señor Sanders. No encontramos

mucho referente a papá, pero sí había documentos que le incriminan de acoso sexual, abuso

de menores, entre otros delitos que Taylor se encargó de explicarlos. Cabe recalcar que, una

de las mayores víctimas de acoso, soy yo, pues en cada uno de sus archivos, hay fotografías

mías, lugares que frecuento, con la hora y fecha exacta, es como si alguien monitorizara mi

vida, algo que me asquea y me asusta demasiado a la vez. Las fotos son las que tomamos de

la habitación del señor Sanders, no sabemos si en la casa hay algún vídeo de seguridad que

nos incrimine, pero esperamos que no sea así, sino tenemos que arriesgarnos a volver a esa

casa y borrarlo, no podemos permitirnos el lujo de que nos descubran. Nosotros simulamos

que todas estas fotografías y pruebas nos las han mandado alguien que quiere ayudarnos.

Papá y mamá nos creen, porque piensan que somos incapaces de escabullirnos en una casa

ajena, burlar la seguridad de la misma, y salir ilesos.

En cuanto papá y mamá ven todo lo que guarda la laptop del señor Sanders, me miran

con horror.

—¡Por el amor de Dios! —exclama mamá, claramente traumatizada—. ¿Cómo no

pudimos darnos cuenta de eso? Ciara, debemos enviarte lejos ahora mismo, Andrey, tu te

irás con ella, aunque sea hasta que las cosas se calmen, se llevarán sus escoltas, no puedo

permitir que...

Y ella se echa a llorar abruptamente, ante las miradas desconcertadas de todos nosotros.

—¿Qué vamos a hacer? —inquiere papá pacíficamente; mas, noto sus manos temblar y

sé que está alterado.

Taylor observa hacia la nada por un largo momento, antes de aspirar profundamente y

decir:

—Probablemente alejar a sus hijos de todo esto, si es posible, demandar a Sanders por

acoso de menores, tenemos las suficientes pruebas para una orden de cateo, esto es todo lo

que podemos hacer, al menos por ahora. —Aprieta el puente de su nariz y suspira—. Pero

no es solo esto, si bien pueden observar en la carpeta llamada “inventario” claramente se

puede ver que Sanders trabaja con la Trata de Blancas y Red de Prostitución. Por alguna

razón este señor ha estado despistado los últimos meses, ha cometido errores y las

autoridades ya tienen un ojo sobre él. Necesito trabajar más, usted, señor Aldridge puede

estarse tranquilo pues confío en que su situación pronto estará solucionada, si Sanders es

investigado y son encontradas las pruebas suficientes que le incriminan, usted no tendrá

ningún problema, y su libertad será devuelta lo más pronto posible.

Todos nos quedamos estupefactos ante sus palabras. Joder, esta es mucha información

para nosotros, está claro que Taylor ya tiene todo bajo control y que Andrey y yo ya

ayudamos lo suficiente, pero aún así, siento curiosidad y quisiera entender todo lo que el

abogado nos ha explicado. Sin embargo, me quedo callada pues sé que los más

sorprendidos son papá y mamá.

Andrey me aprieta la mano con fuerza, abrumado por las revelaciones de esta tarde.

Sabemos que debemos irnos pronto, que probablemente las vacaciones navideñas no las

pasaremos con papá y mamá; no obstante, de alguna manera me encuentro agradecida de

tener a Andrey, él ha sido un gran apoyo en todo esto: en la situación con papá, mis

sentimientos por Trenton, mis preocupaciones por Julliard, y mi enemistad con Eric

Sanders.

***

Durante navidad, y parte de los primeros días de año nuevo, me vi solamente distraída

en el baile, tanto que mi única meta diaria fue bailar hasta que me doliesen los pies y así

caer rendida en la cama hasta el día siguiente y, debido al cansancio, fue obvio que no tuve

ni la más mínima oportunidad de soñar nada. Además aquello me ha servido de excusa para

no estar envuelta en paseos estúpidos con el resto de mis acompañantes de viaje.

Mamá y papá no tuvieron ningún inconveniente en aceptar que Andrey y yo viajáramos

a París la gran parte del invierno y con la compañía de los gemelos Sanders y los hijos de

los Stewart.

Gracias al cielo hoy es el último día que tendré que soportarlos porque estamos a punto

de volar a Detroit en el avión privado de papá y me encuentro abordándolo en este mismo

momento. No sé cuánto tiempo tardemos en llegar a casa, pero lo único que tengo en mente

es visitar a otra persona, sabiendo que eso es completamente imposible, la verdad es que ya

no tengo dudas, echo de menos a Trent, tanto que duele.

Y lo quiero.

En cuanto estoy a bordo me quito mis guantes de lana y me siento cerca de mi hermano.

El avión es pequeño, tortuosamente pequeño que en cuestión de segundos los gemelos ya

están cerca de nosotros como dos sanguijuelas. Es tan complicado para mí esta situación,

aunque me alivia que Suzanne haya dejado atrás sus insultos hacia mí, aunque su mirada

acusadora sigue intacta aquello no evita que mi hermano Andrey comience a tratarla de

nuevo sin soltar un montón de atrocidades en mi defensa.

No miento si digo que mi hermano ha cambiado, las veces que he estado observándolo

lo he notado demasiado distraído y tan preocupado que me siento igual de cohibida que él,

pero las veces que le he preguntado no ha soltado nada aparte de decir que está como

siempre o de “maravilla” algo que no es creíble, y mucho menos para mí. La verdad es que

a veces siento que está ocultándome cosas, y por más que intento indagar sobre ellas más

tenso se pone, cosa que me desconcierta, y mucho.

¿Qué podría estarme ocultando mi propio hermano?

¿Debería preocuparme?

Jadeo.

—… por eso he pensado en organizar el baile de graduación desde ahora. —Es lo único

que escucho decir a Suzanne cuando termino el largo recorrido de mis pensamientos.

Andrey perece estar más distraído que yo mientras observa fijamente sus pies.

Nos encontramos sentados entre una pequeña mesa, donde se sitúan cuatro tazas de

chocolate caliente que, dedujo, nos ha servido la aeromoza mientras yo estaba perdida en

mi mente. Junto a mí evidentemente está mi hermano, frente a él está Suzanne y frente a mí

su hermano Eric que ha estado muy silencioso en todo el viaje, casi como yo misma.

—Me parece muy buena idea —responde Andrey desubicado—. Aunque esas fiestas no

me van… y debido a la situación...

La expresión de Suzanne cambia a una de preocupación; Eric, hace una mueca y yo me

pregunto si ellos sabrán las cosas horribles que hace su padre.

—A mí tampoco —murmuro para mí misma, pero todos logran escucharme.

Suzanne es la única que nos mira boquiabierta.

—¿Por qué? Es nuestra graduación, creo que deberían disfrutarla, ¡saben que en tan

sólo meses nos veremos una vez al año o menos quizás! —Luego se endereza en su asiento,

tomando un semblante solemne—. Han ocurrido muchas cosas entre nosotros, lo sé. Pero

hemos crecido juntos, y las cosas van a cambiar en tan sólo unos meses.

Evito resoplar o reírme, ella es muy ingenua o está queriendo serlo.

¡Las cosas entre nosotros cambiaron desde hace mucho!

—Por favor Susie, todos aquí sabemos que somos un desastre. —Se atreve a responder

su hermano, alborotando su cabello rubio con sus dedos—. Sólo sé sincera, ¿vale? Algo

como: aprovechemos el tiempo que nos queda y tratemos de recuperar los meses que

fuimos enemigos.

Suzanne le fulmina con la mirada y se vuelve hacia nosotros con una sonrisa

esperanzada.

—¿Qué dicen? A lo que sea que haya dicho Eric… ¿sí o no?

Andrey y yo nos observamos por unos instantes, sin embargo algo me dice que mi

hermano ni siquiera está considerándolo, el asunto está en mis manos, si yo acepto él

acepta, y así sucesivamente. Y a mí sinceramente aquello me da igual, estar cerca de ellos

ya no me afecta como antes, quizás porque tengo otras cosas por las cuales preocuparme,

cosas que son más grandes y más fuertes que yo misma.

—Hablan como si fuésemos a morir, joder —respondo sorprendiendo a todos por mi

comentario.

Eric me mira por unos momentos como si no fuese yo quien estuviese aquí, y me doy

cuenta que no dudé en ser… ¿grosera? Luego me percato en la “palabrota” que utilicé hace

unos segundos, aunque no me arrepiento. Lo que pasa es que ellos son tan refinados que es

como si fuese anunciado que voy a matar a alguien. Sonrío, si Trenton estuviese aquí,

estaría muriéndose de risa.

Trenton... ¿qué estará haciendo en este momento?

—Bueno, yo sólo decía… —murmura Suzanne como si la fuese regañado su madre,

intento soltar una risita en su cara. Ella ladea su cabeza—. Vamos Ciara, debes venir al

baile, la pasaremos bien los tres juntos, ustedes se van a Stanford, yo me voy a FIDM19

, y

mi hermano… mi hermano no sé dónde rayos se va a ir…

¿Los tres juntos la pasaremos bien? ¿Es que Eric no va a ir?

Alzo una de mis cejas cuando analizo lo que ha dicho Suzanne.

19Siglas de Fashion Institute of Design and Merchandising. Universidad de

moda ubicada en Orange Cuonty, New York.

¿Eric no se va a Stanford como mi hermano? ¿O quizás Dartmouth?

—¿No sabes? —Automáticamente pregunto, sin siquiera detenerme en considerarlo.

Todos en la mesa esperamos la respuesta de Eric.

—No estoy seguro —responde solamente, y se queda callado.

—¿Ciara? —Vuelve a preguntar Suzanne sin preocuparse por su hermano que al

parecer se encuentra en una lucha interna con su propia mente—. Por favor di que sí, todo

será como antes.

—¿Antes? ¿Como cuando me gritabas que era una zorra? —inquiero dejándome llevar

por mis impulsos nuevamente, y no puedo evitar recordar a Trent por mi arrebato—.

¿Antes? ¿Cuándo Eric me rompió el corazón? ¿Antes? ¿Como cuando mi mejor amigo me

traicionó? —La ira fluye en mí y creo que estoy explotando, con sólo recordar el rostro de

Trenton, mi rencor hacia estos dos chicos crece, y me pregunto qué rayos estoy haciendo

aquí, como si no fuese ocurrido nada de lo acontecido—. Me gustaría que todo fuese como

antes, claro, antes de que tuve la estúpida idea de darle una oportunidad a un estúpido

chico, sin saber que en un futuro me esperaría un estúpido chico italiano que cometería la

reverenda idiotez de enamorarse de mí sin ser correspondido como se lo merece, sólo

porque, da la casualidad, que un estúpido rubio causó que me quedara en ese agujero donde

no permito que nadie entre, ¿quieres que todo sea como antes? Pues yo también, pero eso

no se puede, tengo que resignarme a perder la amistad de un chico que fue lo

suficientemente ciego como para elegirme a mí de entre las demás…

Al terminar, todo mi discurso ya es un completo griterío, y a pesar que respiro con

dificultad a causa de la rabia, me siento a la vez tan serena. Aunque eso no es notable. Me

levanto de allí y dando zancadas me alejo de los tres con la rabia floreciendo todavía más

en mi interior. No sin antes escuchar la réplica absurda y confusa de Eric.

—No eres la única que vive aquello.

Pero esta rabia ya no es en contra de ellos, yo lo sé, lo siento en lo más profundo de mi

ser, eso es lo único que logro descifrar de mis sentimientos: la rabia que manifiesto hacia

mí misma por no confiar en mí, y en las estúpidas vueltas que da el futuro; lástima que

Trenton no pudo ayudarme a conseguir esa seguridad que tanto estoy necesitando, esa que

ya perdí hace mucho tiempo cuando se trata del amor.

Camino hasta conseguir el diminuto baño, cuando entro y hago el intento de cerrarla,

una mano me lo impide.

—¿Estás bien? —pregunta Eric al otro lado de la puerta, haciendo el intento de

empujarla para poder verme, yo hago lo mismo de vuelta, pero para no verle.

—¿Desde cuándo te preocupa? —le respondo, destilando veneno sin planearlo.

Escucho el suspiro que emite al escucharme.

—¿Por qué tanto odio?

Me permito considerarlo un par de veces antes de responderle, ¿odio? ¿De verdad está

siquiera preguntándolo? ¿Rencor y odio significan lo mismo? Porque sé que lo que estoy

sintiendo es rencor y una rabia combinados en algo que jamás había aparecido en mí:

impulso.

—Vale, te lo diré así de simple: por favor, déjame sola —le sugiero con el mismo tono

de voz y además a la defensiva, y es que de parte de este chico hay que esperarse cualquier

cosa—. Necesito estar jodidamente sola.

—La verdad es que por más que te observo y escucho, no te reconozco —dice él, y

finalmente se atreve a entrar al diminuto baño, sin importarle mi incomodidad—. ¿Qué te

ha pasado?

—Nada. —Me encojo de hombros, tratando de no darle importancia al asunto, aunque

sé que mi rostro todavía destila enojo—. La gente cambia, ¿sabes? Incluso los estúpidos.

—Y los traidores —completa con su ceja alzada y observo sus ojos mostrando

preocupación quién sabe por qué—, como tú.

Me río amargamente.

—Y otra vez con lo mismo. Déjalo, aquí no hay nadie aparte de nosotros, ¿por qué

sigues con tu absurdo juego de mostrarme como la zorra rompe corazones?

—Porque tú rompiste el mío. —Ahora es su turno de encogerse de hombros—. Y no

podía quedarme con los brazos cruzados mientras podrías hacerle eso a alguien más.

La sonrisita burlona que aguarda mi rostro desaparece al escucharlo y sin saber cómo lo

hice, la palma de mi mano se estrella en su mejilla, soltándole el bofetón de mis sueños, el

que causa que su mejilla se enrojezca de inmediato. Cuando retiro mi mano y lo miro

desafiante, él posa una de sus manos en la zona donde lo he golpeado y me doy cuenta que

él también está enojándose tanto como lo estoy yo.

Ni siquiera lo dejo que hable, porque cada que habla suelta alguna barbaridad que causa

que yo quiera matarlo con mis propias manos.

—Déjame dejarte algo claro: la próxima vez que intentes insultarme quien te golpeará

será mi rodilla y no precisamente en la mejilla. —Bajo la mirada hacia su entrepierna

indicándole una amenaza silenciosa—. Y te aseguro que va a doler y mucho.

Cuando camino para salir del baño él me toma del codo en un rápido movimiento.

—¿El italiano entonces no es tu novio? —inquiere en un tono áspero, y me doy cuenta

que me está lastimando por su agarre, por ello me zafo de él abruptamente.

—Eso no es tu problema, y si me disculpas…

Dejo las palabras inconclusas porque ya estoy alejándome, apenas cuando me acerco a

la mesa donde anteriormente compartíamos, nos indican que nos acomodemos en nuestros

asientos y nos coloquemos nuestros cinturones porque el avión va a despegar en diez

minutos, cabe destacar el inmenso alivio que siento al saber que dentro de algunas horas,

por fin volveré a casa.

Todos los Sanders son un problema, al menos para mí, empezando por el padre y

terminando por el hijo.

***

Esa semana visito inmediatamente a la señorita Fitzgerald a su academia, para

notificarle la gran suerte que tengo al recibir el apoyo de mi padre en el sueño de Julliard, y

además a bailar pues entre tanta presión por el viaje no lo había hecho debidamente, ya que

siempre andaban interrumpiéndome o nunca estaba sola.

Esa misma tarde recibo el primer mensaje que Trenton me envía en ese año, y aunque

no es lo suficientemente largo como debería, es importante para mí, ya que ese texto podría

significarse que todo lo ocurrido o no ocurrido entre nosotros ha quedado atrás.

Trenton: Roma Caffetteria en una hora.

Estaría loca si le dijese que no. Pero igualmente no puedo evitar entristecerme, está

claro que las cosas han cambiado entre nosotros.

Yo: Te veo allí.

Le respondo sabiendo que no me va a contestar luego de eso; sin embargo Trent tiene la

gran habilidad de sorprenderme cuando se lo propone.

Trenton: Espero sigas colada de los chicos sin muletas.

Sonrío de oreja a oreja mientras camino a la camioneta negra que ya me está esperando

fuera de la academia. Saludo a Flavius que sale rápidamente del auto con una expresión

totalmente solemne y me abre la puerta trasera para que yo entre. Entonces me percato que

mamá está dentro del auto, con su mirada fija en la mía, esperando que yo suba.

La sonrisa que estaba en mis labios desde que recibí aquel mensaje desaparece

automáticamente.

Cuando estoy sentada a unos centímetros de ella, es cuando se atreve a hablar:

—Ciara, espero tengamos tiempo para hablar… es que estoy preocupada por ti —dice,

sus palabras sonando lastimeras.

Me estremezco al escuchar sus palabras y por el tono que ha utilizado. Por un momento

me preocupa qué es lo que ahora va a decirme mi madre, pues siempre que quiere hablar

conmigo lo único que recibo de su lado son malas noticias. Pero por otra parte me alegra

saber que está preocupada por mí y me esperanza pensar que la madre que perdí hace

tiempo, posiblemente esté regresando.

—¿Sucede algo? —Intento que mi voz se muestre tranquila y normal. Comienzo a

pensar que Sanders planea secuestrarme en cualquier momento.

—Sí. Estoy preocupada por tu futuro —dice, me percato que Flavius no ha subido al

auto y que ha desaparecido de nuestra vista—. ¿Qué vas a hacer? Me gustaría que fueses

capaz de decidirlo tú, pero no lo es…

—Sí soy capaz —contesto tan segura de mí misma que veo a mamá sorprenderse—,

otra cosa es que mi madre no me lo permita.

Ella no se inmuta de mi acusación.

—Porque te estás yendo por el camino equivocado —replica ella a la defensiva—.

Debes pensar, quieres ser bailarina, bien. Pero espero tengas presente que esa vida no va a

llevarte al lado que estás acostumbrada. Tendrás que vivir diferente, esperar trabajar y

quizás viajar por varios países, donde no podrás establecerte en ninguno. Ni hablar de la

falta de trabajo, puede que te lleve a enseñar a otras chicas en donde no le darán

importancia a lo que haces. Y de ser lo contrario, y te conviertes en una bailarina conocida,

tu vida amorosa será un desastre, si llegas a casarte estarás ausente en tu hogar todo el

tiempo, y tus hijos te verán como una completa extraña.

—¿Como Andrey y yo te vemos a ti, mamá? —le pregunto incrédulamente, ignorando

la opresión en mi pecho por el fracaso que ha predicho de mi vida como bailarina

profesional.

—Puede ser, incluso será peor. Tú no estarás nunca —dice en respuesta, sin siquiera

demostrar enojo o irritación—. Por eso piensa en las consecuencias, en todo lo que vas a

perder o en lo que quizás nunca tendrás. Sé que tu eres una persona estable, y por eso es mi

deber decirte que la vida que quieres llevar no te va a brindar esa estabilidad que tanto

necesitas.

Parece que estuviese impidiendo que yo me convirtiese en una prostituta o algo incluso

peor. No sé qué rayos tiene mamá en la cabeza, ¿a ella que le importa eso de todas formas?

Después de cierto tiempo ella ha cambiado drásticamente y nos quiere manejar como si

fuésemos dos títeres y ella el titiritero; donde nosotros debemos hacer lo que ella cree

conveniente sin replicar o siquiera oponernos. Mamá siempre ha sido muy controladora,

incluso con papá, sin embargo antes sabía cómo manejar aquello y aceptar nuestras

opiniones sin enojarse. Por eso a veces echo de menos a la mujer que era antes, y me

molesta como está tratando de ser ahora.

—Creo que soy consciente de varias cosas. Y si tengo que arriesgarme, lo voy a hacer

—respondo en voz baja y sin dudarlo—, es mi futuro y sé que te preocupa, pero no más que

a mí.

Mamá suspira al escuchar mi respuesta y se queda callada por varios minutos, los

cuales utilizo para pensar en lo que acabo de decir, ¿arriesgarme? Yo nunca me he

arriesgado a nada, y en los últimos meses he replicado en varias ocasiones que no estoy

dispuesta a arriesgarme por amor, ¿no es acaso lo mismo?

¿Si puedo arriesgarme en el mundo de la danza, por qué no con Trenton?

La respuesta viene a mí al instante en que formulé la pregunta.

«Porque Trenton tiene sentimientos por ti, y también te vas a arriesgar a lastimarlo. Él

merece algo mejor».

—¡Eres tan testaruda en cuanto a esto! —exclama mamá, sacándome de mis

pensamientos—. Pero entonces voy a dejar que te desilusiones tú misma, de todas formas

no creo que tengas alguna oportunidad en ese mundo.

Vaya, qué apoyo el de mi madre.

—Ya he enviado mi currículum, sólo tengo que conseguir una entrevista —le digo

mostrando seguridad ante aquel tema, yo sé que voy a conseguirlo, tanto esfuerzo de mi

parte es sinónimo de éxito—. Más de diez años en ballet no serán omitidos, mamá. Y

piénsalo, desde hace muchos años estoy en este mundo, sólo que tú no te has dado cuenta.

Y antes que mamá siga con su charla, abro la ventanilla del auto y le indico con una

señal a Flavius, que ya ha aparecido ante mi vista, para que se suba al auto y comience a

manejar a casa, tengo muchas cosas que hacer esta tarde, aunque siento que hay algo más

importante, sin embargo no logro recordar de qué se trata.

El camino a casa resulta ser el más silencioso de todos.

Aunque en mi mente se forma un griterío cuando cierro los ojos y pienso en las palabras

de mi madre, las cuales aunque trato de no tenerlas en cuenta, retumban en mi mente, una y

otra vez, como si se tratase de un eco agudo. Ella no me apoya, y puede que

verdaderamente esté preocupada de que mis sueños sean un total fracaso, sin embargo, ella

debería pensar en que ninguna vida es perfecta, y si las cosas no salen como yo las espero,

aunque resulte horriblemente malo para mí, yo tengo que seguir con mi vida, y enfocarme

en otras cosas. Ella debería pensar así, yo lo sé, papá lo sabe, y mi hermano también.

Pero ella tiene a sus hijos en un alto pedestal, destinados a una vida perfecta, donde el

sufrimiento no exista, sin saber que nuestras vidas son lo suficientemente difíciles, como

para llorar por ello.

***

Lo primero que observo cuando salgo de la ducha es la hora: 5:35.

¡Oh diablos!

Hace media hora y cinco minutos que debí estar en la cafetería para encontrarme con

Trent. Pero la charla de mamá me mantuvo ocupada y retrasada y ahora voy media hora

tarde. Mientras me coloco los pantalones a toda velocidad, observo mi móvil y me percato

que tiene más de cinco llamadas perdidas y dos mensajes: uno de texto y otro de voz.

Incluso si no hubiera visto de quien se trata, lo adivinaría.

Trenton: Ya estoy aquí y no te veo por ningún lado.

Rayos.

Me coloco la primera blusa que encuentro, igualmente con el calzado, seguido de un

abrigo que me llega hasta las rodillas; es ahí donde tecleo un rápido mensaje a Trenton que

explique mi tardanza, sólo espero que no se moleste. Es de hacer notar mi estúpida suerte

con este chico.

Yo: Trent, lo siento mucho. Tuve un largo día y me retrasé. Ya estoy saliendo de casa.

Espero diez minutos mientras recojo mi cabellera en una coleta alta, pero él no me

responde. Por eso decido escuchar su mensaje de voz el cual llegó hace ya diez minutos.

—Vale, ya recibí tu mensaje subliminal dejándome plantado. Si no quieres esto, ya no

lo haré más. No pienso actuar como un completo idiota una vez más, ¿eso es lo que

quieres? Pues ya lo tienes.

Lo arruiné. —Eso es lo que grita mi mente apenas escucho su mensaje de voz, su voz

ronca, enojada, llena de frustración. Le he hecho daño una vez más, tanto que ahora sí estoy

segura que aquella amistad que hubo se acabó, y es obvio que así sería tarde o temprano.

Mi mente se niega a aceptarlo, mi lado egoísta, el lado donde no se puede comprender

qué es lo que Trenton quiere de mí, el lado que no entiende si lo que siento por él es

suficiente. ¿Y si le hago daño? ¿Qué pasará cuando tenga que irme a Nueva York? Tendré

que dejarlo, no quiero lastimarlo, no puedo permitírmelo.

Lo llamo al móvil repetidas veces y sé que no va a responder; pero no me importa,

todavía guardo la esperanza de que responda, y sin pensarlo dos veces estoy manejando uno

de los autos de papá hacia la cafetería, considerando que quizás Trenton esté allí aún, cosa

que compruebo cuando examino el lugar con mi mirada, y me percato que se ha ido,

enfurecido y dolido por culpa mía.

—¿Puedo ayudarle en algo, señorita? —pregunta el señor de la barra, mirándome

directamente a los ojos. Aquí es donde reparo en que me he quedado por lo menos diez

minutos mirando fijamente cada una de las mesas.

Niego con la cabeza y salgo del lugar sin decir nada.

Trenton debe responderme. Esto no lo hice porque quisiera, fue un accidente, y yo no

quise hacerle daño dejándolo plantado, cuando verlo era lo que más quería, lo que más

quiero. Una vez desactivada la alarma del auto me subo en el asiento del conductor con el

ceño fruncido, cierro la puerta y apoyo mi cabeza en el volante, luego en un movimiento

rápido saco del bolsillo de mi abrigo mi celular, dándome cuenta que no hay ni una sola

llamada de Trent. Por supuesto, ¿cómo va a devolverme mis llamadas, cuando piensa que

me he burlado de él? Rayos, todo con él es demasiado complicado.

—Hola. —Doy un respingo cuando escucho su voz al otro lado de la línea, procesando

que esta vez sí que me respondió.

—¿Trenton? —le llamo preocupada—. ¿Me perdonas?

—No pasa nada —responde solamente, causando que yo me preocupe aún más.

—¿En serio? —inquiero, con la cabeza apoyada de nuevo en el volante del auto—.

Mamá me interceptó con unas de sus charlas… lo siento en serio, causó que me retrasara…

podemos dejarlo para otro día, ¿no?

El silencio al otro lado de la línea me da la respuesta.

—Será mejor que hablemos después, ¿sí? —dice en voz baja, como si estuviese

conteniendo la respiración—. Buenas noches.

Ni siquiera soy capaz de despedirme, él cuelga.

***

Trenton y yo no hablamos después.

Cuando llego a casa después de mis clases de ballet, mi padre y mi hermano me

observan con sus cejas alzadas, los dos tienen una sonrisita burlona en sus labios que me

enervan.

—¿Qué pasa? —les pregunto a ambos observando sus rostros consecutivamente. Las

sonrisas se ensanchan y se miran entre ellos nuevamente, como si estuviesen guardando un

secreto—. Oigan, en serio, me están comenzando a asustar.

Andrey es quien resopla, y papá es quien me entrega dos sobres blancos en mis manos.

Infiernos.

Stanford y Julliard.

—¿Por qué hay correspondencia de Stanford? —pregunto con los ojos desorbitados. Mi

hermano sonríe un poco, y papá se vuelve serio de repente—. ¿Es tuya, Andrey?

Él niega con la cabeza.

—Tu madre se encargó de ello, por ti —me dice papá, mientras me siento frente a ellos

en la sala de estar de la casa—. No la culpes, es un poco controladora.

¿Un poco? Bah.

—¿También tienes correspondencia de Stanford, Andrey? —le pregunto, a lo que éste

asiente con la cabeza con un brillo resplandeciente en sus ojos color zafiro.

—Estoy dentro —me dice y veo un orgullo plasmado en sus ojos, el mismo brillo que

ahora se ve en la sonrisa de papá.

Es mi momento de abrir esas dos cartas, las que muestran dos caminos distintos.

Contengo la respiración mientras abro primero la de Stanford. Mi padre y mi hermano

me contemplan mientras esperan cuál es el veredicto.

No puedo evitar estar estupefacta.

—Estoy dentro —murmuro y no sé si llorar o salir corriendo.

Ninguno de los dos parece preocuparle cuál sea la notificación de Stanford. Yo dejo

aquella carta desdoblada a un lado y tomo la de Julliard con manos temblorosas y

sudorosas. Esto es lo que he estado esperando desde hace unas semanas, quizás un mes,

cuando envié mi currículum. Dios, esto es lo que he estado esperando desde hace tanto

tiempo, mi sueño depende de la noticia que se plasma en esta otra carta.

Vuelvo a contener la respiración mientras leo.

—Oh Dios —susurro conteniendo ahora las lágrimas.

—¡¿Qué?! —exclaman los dos al mismo tiempo.

—Encontré la audición —digo con lágrimas en los ojos, y sonriendo de oreja a oreja.

Aunque por dentro no me lo puedo creer—. La conseguí, ¡la conseguí! —La emoción es

palpable y el grupo de emociones que gritaban por salir de mí mientras esperaba esta

noticia, por fin se manifiestan, por medio de las lágrimas, las mismas que son de alegría.

Papá y Andrey no dejan de felicitarme y hablar de los logros que he conseguido y

conseguiré de aquí en adelante, y sé que están emocionados al igual que yo; sin embargo

dentro de mí también están los nervios más alborotados que nunca, yo no puedo fallar, mi

presentación ante los profesores y directivos de Julliard debe ser impecable.

Y todo lo que me dijo mamá el día de ayer aparece en mi mente, formando muchas

dudas.

¿Y si ella tiene razón? ¿Y si mi vida se torna un fracaso?

Yo no podré soportarlo.

Andrey trae tazas chocolate humeante mientras alardeamos sobre nuestro camino a la

universidad. Pensar en lo poco que nos queda antes de que todo cambie me causa una

aprehensión en el pecho que no desaparece por nada. Las cosas van a salirse de control, por

así decirlo, dejaré de ver a las personas que son importantes en mi vida y conoceré nuevas,

sólo espero que todo esto valga la pena, sólo espero que mamá no tenga razón. Sin

embargo, a pesar de tanta felicidad, no dejo de pensar en Trenton. ¿Qué haré cuando ya no

pueda ver su hermoso rostro nuevamente? Sé que ahora está enojado conmigo, y estoy

reprimiendo las ganas de correr y decirle que siento algo por él pero no sé si eso sea

suficiente para él. Demonios, estoy tan confundida...

—Cualquier decisión que tomes, sé que nos harás muy orgullosos —dice papá,

irrumpiendo en mis pensamientos y causando que una enorme sonrisa invada mi rostro. Yo

me acerco a ambos, a mi papá y a mi hermano, y los abrazo a ambos con fuerza.

—Los quiero tanto, tanto —digo sin dejar de sonreír, porque es imposible no hacerlo.

***

Sanders está allí, con su horrible y sádica sonrisa en sus labios, y por alguna razón yo

me encuentro corriendo en medio de una fría y desolada oscuridad, las calles contienen una

densa neblina y yo corro descalza. Sanders me persigue con una cámara en su mano

mientras grita palabras obscenas que me ponen la piel de gallina. Pronto me encuentro a

Trenton al final de la calle, y sé que él va a ayudarme; mas, cuando estoy a punto de tomar

su mano, Sanders lo quita de mi lado tan abruptamente que me sobresalto. Y pronto estoy

sola frente a él, muy, muy cerca, y Sanders sonríe, mostrando todos sus dientes, y acaricia

mi rostro y yo cierro los ojos y grito.

—¡Ciara despierta! —exclama papá, zarandeándome para que yo reaccione. Cuando

abro los ojos reparo en la presencia de mamá y mi hermano, quienes me miran

desconcertados y ensimismados. Parpadeo varias veces, y sé que todo ha sido una pesadilla.

Mis ropas están mojadas a causa del sudor y tengo lágrimas en los ojos.

—¿Estás bien? —pregunta Andrey—. Estabas gritando, mencionabas a Trenton... y a

Sanders.

Emito un jadeo.

—¿Tal vez necesitas un psicólogo o ayuda? —inquiere mamá, su voz baja y asustada.

Saboreo el momento, mi mamá preocupada por mí no es algo que se ve todos los días...

Sacudo la cabeza, respondiendo a su pregunta, sé que no puedo hablar en este

momento. Limpio mis lágrimas y suelto un largo suspiro para tranquilizarme, quisiera

llamar a Trenton, pero me abstengo de ello, es obvio que él no quiere saber nada de mí.

—¿Quieres hablar de tu pesadilla? —inquiere Andrey, por lo cual yo vuelvo a negar

con la cabeza.

¿Qué voy a decirles? ¿Qué por más que aparente que estoy bien, por dentro estoy

aterrorizada por Sanders, quien, aún está por la calle seguramente espiándome?

Sanders está siendo investigado todavía, y por más que quiera pensar que pronto

encontrarán la manera de encerrarlo, mis miedos me traicionan, y sé que quizás tarde o

temprano, Sanders buscará la forma de hacerme daño.

Todavía el invierno se encuentra sobre nosotros y aprieto más mi largo abrigo a mi

alrededor mientras meto mis manos enguantadas en los bolsillos. Lo primero que observo al

salir de clases es la sonrisa de Trenton, y prácticamente doy un respingo cuando me percato

de su presencia. Hace tanto que no lo veía, incluso llegué a pensar que jamás volvería a

sonreír en mi dirección, por ello ahora me encuentro aliviada, y sin importar cuán

resbaladizo esté el suelo, corro a su encuentro y le abrazo con fuerza sin siquiera detenerme

a pensar qué es lo que estoy haciendo. Yo río y él hace lo mismo, y es cuando noto que es

como si sólo existiésemos sólo nosotros dos.

Cuando nos separamos, ambos estamos sonriendo. Trenton acomoda mi gorro con

cuidado y suspira.

—Pensé que no te vería otra vez —dice sonriendo de oreja a oreja, mostrando su

perfecta dentadura—, creo que has abandonado mi chaqueta.

Me observa descaradamente de pies a cabeza y se detiene en mi rostro por un largo

momento, y quizá llevada por la emoción, yo hago lo mismo, observando su abrigo que va

acompañado por un par de guantes de cuero. Me detengo a mirar su pierna que se encuentra

ahora en perfectas condiciones, o aparentemente así lo veo.

—¿Cómo está tu pierna? —pregunto con preocupación.

Él se encoge de hombros en respuesta y sonríe.

—Luchando contra el frío —responde con un guiño, posteriormente, se acerca y me

toma de la mano—. Espero tengas la tarde libre, porque tengo planes.

La palabra planes en su voz me suena a gloria. Doy gracias al cielo silenciosamente por

tener la tarde libre.

Trenton me conduce hasta una vieja chevy que se encuentra al otro lado de la calle.

Abre la puerta para mí y yo subo, nuestras manos siguen unidas hasta que cierra la puerta y

segundos después se encuentra a mi lado, cerrando su puerta y encendiendo el motor de la

camioneta.

—¿Adónde vamos? —inquiero, aún sabiendo que no va a responderme.

—Ya lo verás. —Es lo que dice, causando que una sonrisa tonta se dibuje en mis labios

con tan sólo esa respuesta.

Algo ha cambiado en mí, y es algo desconocido. El miedo que he sentido todo este

tiempo cuando se trata de fracasar sigue muy dentro de mí; pero con Trenton las cosas son

más fáciles, con él mis miedos se disminuyen o salen de mi cabeza cuando lo miro a los

ojos, es algo que resulta sumamente extraño, y es como sin siquiera planearlo, Trenton me

diese fuerzas para seguir, es como si una parte de mí dependiese de él, como si sus propias

fuerzas fuesen las mías. Desde la primera vez que le vi fui testigo del destello que

desprende su ser, como si su alma fuese la más especial de todas y yo no puedo dejar de

admirar aquello.

Algo parecido a un cosquilleo se deposita en mi estómago y me hace reaccionar, lo que

causa que repare en el lugar donde nos encontramos no sé cuánto tiempo después. Me

quedo completamente perpleja mientras admiro a mi alrededor y estoy segura que ahora

mismo mis ojos están brillando de la emoción.

—Eres demasiado hermosa, Ciara —dice Trenton, por consiguiente que yo lo mire por

un instante y me percato de su penetrante mirada en la mía, y es como si me traspasara.

Creo que Trenton está tomando el control ahora. Yo he perdido el control de mis

propias palabras, pues sin intentar morderme la lengua, ellas fluyen descaradamente.

—Tú lo eres más. —Me sorprendo del segundo ligero cosquilleo dentro de mí cuando

Trenton muestra su sonrisa y yo percibo cómo dentro de mí decido ser capaz de hacer

cualquier cosa por verle sonreír todo el tiempo.

¡Oh Dios mío, estoy comenzando a perder la razón!

Trenton es quien baja primero del auto y lo rodea para luego abrir mi puerta además de

ayudarme a bajar con mucho cuidado. Observo el paisaje en todo su esplendor y se me

escapa una risita, aunque el frío aquí es pronunciado, no me importa, esto no se ve todos los

días, además del apreciable silencio y la grata compañía.

Nos encontramos en la zona silenciosa de la ciudad, y es la primera vez que visito un

lugar como éste. Observo a mi alrededor y todo lo que veo es soledad, olvido. Puedo

asegurar que este es uno de los lugares más abandonados, pero no me importa porque

parece sumamente impresionante y atrayente.

Trenton me lleva de la mano hasta que me percato que nos estamos acercando a un

edificio extrañamente solitario y extremadamente alto, miro la estructura boquiabierta, al

parecer hubo algún incendio, ya que las paredes de éste se ven manchadas de negro y gris

cuando originariamente eran blancas, o eso es lo que dedujo.

—¿Esto es siquiera legal? —le pregunto mientras entramos, y me parece que es

tenebroso y frío; tiemblo y me acerco inconscientemente al cuerpo cálido de mi apuesto

acompañante—. Tú tienes muchas formas de meterte en problemas y arrastrarme a ellos —

susurro, como si temiera que alguien me escuchase en este lugar.

Trenton suelta una carcajada que resuena entre las paredes del edificio, nuestros pasos

también son más ruidosos de lo normal mientras él me conduce hasta unas escaleras que se

encuentran a la izquierda, al lado de un ascensor que supongo está más muerto que vivo.

—Hay un ascensor en el segundo piso —notifica Trenton a lo que yo asiento con la

cabeza.

Trenton que ha decidido encaminarme de la mano, me hala para que subamos las

escaleras apresuradamente y cuando comienzo a correr, capto que Trent todavía no está en

condiciones de seguirme el paso, pues todavía cojea un poco.

—¿Te duele? —le pregunto alarmada y me detengo frente a él observando su pierna

con el ceño fruncido—. Si pudiera, te llevara en brazos —suelto sin dejar de mirar su

pierna, lo que escucho después es la risotada que suelta Trent por el disparate que he dicho.

—Estás chiflada —menciona entre risas, y así comenzamos de nuevo a subir las

escaleras y en ocasiones nos quedamos descansando en los escalones, hasta que finalmente

llegamos al tan esperado ascensor.

A pesar de la lentitud del ascensor, la espera no es aburrida, pues Trent sabe como

divertirme y entretenerme, y creo que causo el mismo efecto en él, pues en lo que tardamos

en subir hasta lo más alto, las risas y comentarios tontos nunca faltan.

En la terraza del edificio me quedo sin palabras al darme cuenta que no estamos solos

como lo imaginaba, a unos pies de distancia, dos chicas y tres chicos están discutiendo

sobre algo, aunque el fuerte viento que nos golpea no permite que se escuche lo que dicen,

sólo logro ver en el suelo un grupo de arneses negros, y uno de los chicos conecta uno a un

cable grueso y de acero y el mismo está sujetado de uno de los grandes postes del edificio,

abro los ojos como platos cuando compruebo qué es lo que pretenden hacer.

Miro de reojo a Trent, quien todavía me sostiene de la mano, él sonríe a los chicos y me

arrastra hasta ellos.

—¡Oye Trent! —exclama uno de ellos, quien es el mismo que conectó el arnés con el

cable—. Genial que llegaste, no tenemos la jodida tarde sólo para ti. Ya hay cinco abajo,

faltamos nosotros, y ustedes.

Santo Dios.

Cinco chicos ya se han deslizado desde esta altura través de un cable y solamente

sujetos a un arnés de dudosa categoría.

Me estremezco y observo al chico con pánico mientras lo preparan para caer. Aprietan

fuertemente las distintas correas del arnés, una por encima de sus hombros, otra por la parte

inferior de su espalda, y la otra alrededor de sus muslos; cuando él se encuentra listo,

suspira un par de veces, la adrenalina invadiéndole, da dos pasitos adelante, llegando al

borde del edificio, se queda un instante allí, y luego los dos chicos detrás de él lo empujan y

él cae, soltando un grito de satisfacción.

Yo esto helada, temblando, y no precisamente por el frío. Trent aprieta mi mano. —

Esto es genial, no puedes imaginarte lo que se siente.

—¿Ya lo has hecho? —le pregunto incrédula, aunque por dentro me respondo a mi

propia pregunta con un “Claro que sí, ya lo ha hecho” lo conozco demasiado, si es un

amante de la escalada, ¿cómo no serlo de esto también? Es obvio que sí lo ha hecho.

Él asiente enérgicamente con la cabeza.

Trenton insiste tanto en que lo intente hasta el cansancio, pues consigue un “No”

rotundo de mi parte, estas cosas no son para mí, si llego a lastimarme significaría perder la

audición de Julliard y no puedo permitirme aquello, y yo, aunque trato también de

convencerlo de que no haga semejante locura no logro convencerlo, él es tan testarudo

como yo.

—¿Desde cuándo haces esto? —le pregunto después de un silencio entre nosotros,

mientras observábamos a una de las chicas lanzarse.

—Desde que descubrí que la vida se trata de riesgos, y que además de eso es muy corta

—responde en voz baja y, finalmente, es su turno.

Él se acerca hasta el chico y yo lo sigo, mientras se va colocando el arnés y le ayudan a

apretar las correas, él continúa hablando:

—No hace mucho tiempo, un año o menos quizá.-Suspiro al verlo a punto de cometer

semejante locura, y siento que la persona que está a punto de saltar hacia el vacío, soy yo

misma, en vez de él.

—La vida no es corta —le digo en respuesta, con el ceño fruncido y el corazón latiendo

frenéticamente, y siento que comenzará a salirse de mi pecho en cualquier momento.

—Para algunos sí, además, ¿no te gustaría sentir todas y cada una de las sensaciones

que puedas en tu juventud? El amor, la amistad, el peligro, el odio, la adrenalina, la paz, el

rencor, el perdón, todas son muy distintas, pero te hacen ser humano y no debes temer de

ellas, ¿no te gustaría experimentar esto? —pregunta, dando dos pasos hacia adelante,

llegando al borde del precipicio.

Trenton está sonriendo ahora, como nunca antes, aunque esté loco y frenético.

—Sí, pero ahora no puedo —digo sonrojándome, lo que estoy a punto de decirle es una

sorpresa para él.

—¿No puedes? —pregunta confundido, los chicos detrás de él ya están listos para

empujarlo.

—No, cuando tengo la audición en Julliard encima, esto es arriesgarse a lastimarme uno

de mis tan poderosos pies —contesto con una gran sonrisa en los labios, y Trenton está a

punto de saltar ahora, pero moviendo su dedo índice para que me acerque, lo hago y él

deposita un gran sonoro beso en mi mejilla, y en mi otra mejilla, y en mi frente, y en mi

cuello causando que yo suelte una risita por su forma de felicitarme.

—¡Esto es genial! —exclama y cuando me alejo un poco de él en un abrir y cerrar de

ojos está cayendo, y cayendo, y cayendo… y lo que escucho es el eco de mi nombre, junto

con un grito de excitación de su parte.

Posiblemente —bueno, en realidad es más que obvio—, hay algo allá abajo que los

atrapa mientras se deslizan por el cable… pero igual siento un nudo en el estómago a causa

del pánico.

Conocer una de las pasiones secretas de Trent me entusiasma, aunque sea tan riesgoso y

peculiar. Es evidente que él vive de los riesgos, y aquello forma parte de él, lo que me

impulsa a preguntarme por qué yo no puedo arriesgarme en cosas más pequeñas y menos

mortíferas, como amarlo, por ejemplo.

Cuando Trenton sube de nuevo, sólo queda una de las chicas y él le ayuda a saltar y

finalmente nos quedamos solos con el viento frío de la ciudad. Él se acerca a mí y tiende

una manta en el suelo, a unos centímetros del borde de la azotea, donde se ve todo la ciudad

en su esplendor.

La manta es demasiado grande, Trenton me indica que me acerque y me siento sobre

ella, y él, ya sin arnés, se tumba al lado de mí y nos envuelve a ambos en la cálida tela.

—¿Qué tal ha sido? —le pregunto acurrucándome en la manta, pues el frío arriba es

más fuerte, a causa del viento.

—Sorprendente —contesta en voz baja, y sé que me está observando, puedo sentir su

mirada en mí, aunque yo admiro el cielo y los edificios en la distancia—. Ciara, realmente

te he echado de menos, tanto que mis instintos me gritaban que te buscara hasta por debajo

de las piedras, tanto que no sé cómo pude contenerme y no hacerlo, tanto que ahora que

estás aquí no quiero que te vayas.

Ahora yo lo estoy mirando, y no puedo creer que exista una mirada tan hermosa como

la de él.

—Yo tampoco quiero que te vayas —respondo sin detenerme a pensarlo antes de

decirlo. Esto causa que él sonría tiernamente, y me apriete una de mis manos bajo la manta.

—¿Seguiremos siendo amigos? —le pregunto, volviendo a decir algo sin pensarlo;

últimamente mis impulsos han estado descontrolados—. Es egoísta, lo sé…

—Estás siendo egoísta, exacto —responde, la sonrisa abandonando su rostro. Él se

encuentra muy serio y con su mandíbula tan tensa que comienzo a preocuparme que se

haya enojado—. Ciara, yo no puedo seguir siendo tu amigo, un amigo no siente lo que yo

siento por ti.

Miro mi regazo fijamente, como si éste tuviese la respuesta adecuada para Trent.

—Yo… no sé…

Trenton me interrumpe antes que vuelva a equivocarme con mis palabras.

—Yo no me he rendido contigo, Ciara. Esto es una lucha, ¿de acuerdo? No pienso

dejarte ir, y así me tome mucho tiempo conseguirte, sé que lo voy a lograr, tú me vas a

amar.

—Entonces… estás muy seguro, ¿eh? —Alzo una de mis cejas, y dentro de mí estoy

temblando, realmente temblando.

—Lo estoy. —Me sonríe nuevamente—. Lo veo en tu mirada, estoy cerca de

conseguirte.

Me sonrojo y retiro la mirada, ¡oh Dios! ¿Y si tiene razón? ¿Y si soy lo suficientemente

débil como para caer?

Nos quedamos en silencio por unos minutos, solamente observando el cielo, nuestros

cabello revueltos a causa del viento helado del invierno, pero no me importa, estar en este

lugar es tan relajante, aunque no sea tan hermoso, es perfecto, y transmite una paz inmensa.

Ya no hay miedos, al menos por ahora, sólo siento serenidad, una que no he encontrado

en días.

—¿Trenton? —Dudo si decirle o no, pero elijo rápidamente qué es lo correcto—. Hace

unos días vi a tu… hermano —susurro en voz baja, mientras sigo observando al cielo.

—¿Qué? ¿Lo has visto? —Lo que muestra ahora es asombro y detrás de ello también

cohibición.

—Sí… estaba distinto… uh, no sé si debería decirte. —Él me indica con la mano que

continúe, por lo que suspiro—. Estaba hablando con el socio de papá, y él… estaba con…

¿escoltas quizás? Estaban en un almacén muy alejado, no escuchamos de qué hablaban,

pero el señor Sanders estaba con él —frunzo el ceño al mencionar aquello.

—¿Estaba hablando con el… alcalde? —pregunta una vez más, incrédulo—. Theodore

está en problemas, Ciara. En serio, mantente alejada de ese señor Sanders, si está con Theo

es que los problemas están cerca, aunque creo que ya sabes que ese alcalde es un bastardo.

Ah, Trenton... si tan sólo supieras...

—¿Por qué? —Lo miro expectante, necesito que él me lo explique; sin embargo, no lo

hace.

—Yo sé lo que te digo. —Es lo único que dice sobre ese tema, luego su sonrisa

reaparece, más radiante que nunca—. Ahora, si me disculpas, cogeré a mi almohada

humana —dicho esto se acomoda entre la manta y recuesta su cabeza encima de mis

piernas—. Uh… está blandita.

Suelto una risita nerviosa.

—Estás loco.

—Lo sé, loco por mi almohada humana. —Me guiña un ojo para completar su rol

seductor, el cual, cabe destacar (y sé que es muy notable), le sienta de maravilla.

Yo respondo a su guiño de una forma exagerada, causando que él suelte una risotada.

***

The Space está abarrotado de gente, y aunque tan sólo son las ocho de la noche y recién

fue abierto hace una hora, la gente sigue llegando.

Por encima del hombro observo a todas las camareras ocupadas con los clientes,

algunos ya borrachos y melosos. Nos situamos en la mesa de siempre y es la chica del

piercing llamada Barbie las que nos recibe.

—¡Oh, Andrey! —exclama agitada, envolviendo sus brazos en el cuello de mi

hermano—. Tenías este lugar abandonado, ¿eh? Estás sexy… —Le da un codazo juguetón

y se acerca ahora a mí—. Y tu hermana… también.

Andrey menea sus cejas con picardía.

—Gracias Barbie, tú también estás muy sexy —halaga mi hermano sin querer pasarse

de la raya.

Ambos nos sentamos uno frente a otro y no transcurren ni dos segundos cuando dos

manos se posan en mis hombros y yo adivine de quién se trata. Mi hermano sonríe a la vez

que Barbie nos trae un par de tragos.

—¿Y cómo está la Cici más hermosa del planeta? —pregunta Gioele

proporcionándome un sonoro beso en la mejilla—. Con este frío y tú estás que ardes.

Cuando se sienta a mi lado le dedico una mirada burlona por el piropo nuevo que ha

sacado esta noche, definitivamente, Gioele es un hombre creativo con ese tipo de cosas.

—¿Ese es nuevo? —inquiero burlonamente. Barbie todavía cerca de nosotros, asiente

en dirección a Gioele.

—Es tan nuevo que lo ha repetido toda la semana a cuanta chica aparezca. —Le guiña

un ojo y se aleja de nosotros moviendo sus caderas de un lado a otro.

Miro a Gioele, quien se encoge de hombros.

—Le gusto.

La noche comienza a transcurrir rápidamente, aunque yo me esfuerzo para no parecer

impaciente, pues Trenton y yo habíamos quedado en encontrarnos esta noche, a pesar de

haber compartido algunas horas en la azotea del edificio abandonado.

Jugueteo con mi cabello, mientras apoyo mi barbilla en mi mano, mis pensamientos

vuelan, a pesar del volumen alto de la música. Algo que no se me ha salido de la cabeza es

el asunto del hermano de Trenton. Él me advirtió esta tarde que su hermano está metido en

problemas hasta las narices, lo que rectifica todas las sospechas que tenemos con él y con

Sanders. Por eso me pregunto por enésima vez qué misterio ocultan Ralph y Theo y está

claro que la respuesta viene de este punto, si al menos yo tuviese idea a qué se dedica el

hermano de Trenton y qué clase de vida lleva, tal vez podría averiguar qué…

—Muy concentrada, ¿no? —De pie frente a mí se encuentran Eric Sanders y su

hermana Suzanne, ante su visión doy un respingo de sorpresa y miro hacia los lados,

percatándome que ni Gioele ni mi hermano me acompañan, estoy sentada sola en nuestra

habitual mesa.

—Eh… p-pues… sí, s-supongo… —murmuro nerviosa, pues si ellos están aquí

significa que nos van a delatar a Andrey y a mí. Mamá y papá jamás aceptarían que

nosotros visitemos estos lugares, lo que me lleva a pensar que a Eric y a su hermana les

sucede exactamente lo mismo—. ¿Qué hacen aquí? —inquiero consiguiendo la fuerza y

determinación en mi voz.

Oh, Dios mío, ¿y si Ralph está cerca?

Ambos hermanos se encogen de hombros, causando que la similitud física entre ellos

aumente, a pesar de ser chico y chica.

—Pasando el rato —contesta Suzanne tranquilamente—. Nos ha llegado el rumor que

te la pasas aquí con tu novio…

—No es mi novio —intento replicar, pero Suzanne no deja de hablar.

—… así que hemos decidido dar una vuelta por aquí —termina de hablar, una de sus

cejas alzadas, como si esperase que yo le brinde una explicación, ¡já! ¿Qué se cree? Y eso

de que vienen sólo porque mi hermano y yo nos hemos acostumbrado a venir no termina de

convencerme, lo que yo creo es que han venido a divertirse, y tienen miedo de admitirlo

frente a mí.

—Aunque no vemos a tu novio por ninguna parte —explica Eric quien había

permanecido en silencio, hasta ahora. Sus ojos miel tan apacibles como siempre me

observan y yo rehuyo de ellos al instante, no me siento cómoda al lidiar con los recuerdos

que me invaden a mirar esos orbes suyos, que una vez admiré hasta con cierto cariño.

Ciertamente él también está esperando que yo me explique sobre la ausencia de mi “novio”.

Yo ladeo mi cabeza y sonrío.

—Ya que insisten es que es mi novio, ¡bien, pues entonces es mi novio! —exclamo,

sorprendiéndome a mí misma por mi respuesta, está claro que no me importa lo que piensen

estos dos, aunque de un momento a otro la mirada de Eric se vuelve un tanto acusadora y

siento que un par de cuchillos me traspasan.

Él abre la boca para decir algo, pero alguien le interrumpe.

—¡Mamma mía20

! ¡Soy un maldito afortunado! —exclama Trenton quien en un

movimiento rápido se encuentra sentado a mi lado y pasa un brazo por encima del espaldar

el mueble que compartimos. Me guiña un ojo juguetonamente.

Yo le sonrío.

—Te has retrasado un poco —le reprendo haciendo una mueca, y tratando de ignorar a

los dos chicos frente a mí que me observan como un bicho raro. La verdad es que me

gustaría tomar en serio lo que había dicho hace unos días Suzanne: ser amigos como antes;

sin embargo para lograrlo todos debemos poner de nuestra parte, y eso es algo que ellos no

están haciendo, al inmiscuirse en mi vida. Además, siguen siendo hijos de aquel psicópata...

20 ¡Madre mía!

—No pensé que me extrañarías, debido a que pasamos toda la tarde juntos —dice

Trenton, remarcando exageradamente que estuvimos juntos parte de la tarde.

Me percato de las perforadoras miradas que se intercambian Eric y Trenton a la vez e

intento que todas mis fuerzas ignorarlas. Suzanne se entera de la situación.

—Eh, Ciara, ¿no nos presentarás a tu… novio? —pregunta, y sé que no lo hace con

mala intención, al contrario, está buscando aligerar el ambiente aunque sea un poco.

Los presento con voz tensa y en cuento se estrechan sus manos el momento de tensión

termina ya que deciden dar una vuelta por el lugar. Lo que sirve de excusa para que yo trate

de advertir a mi hermano de quienes se encuentran aquí.

—Sabía que esos dos no eran tan perfectos como mamá pretendía hacernos ver. —Es lo

único que dice en respuesta.

En el pub se encuentran todos los amigos de Trent, entre los más destacables, por

supuesto, su primo Gioele y su hermanastra April —que no deja de dedicarme miradas

furtivas y asesinas en todo momento—, también anda por aquí cerca Luke, quien esta noche

está ayudando en la barra, mi hermano quien intercambia risitas pícaras con una April

atrevida.

Sé que actuar de esta forma con Trent está causando que yo rompa mi promesa, la que

dicté en este mismo pub hace ya mucho tiempo. Sin embargo sé que esto se ha salido de

mis manos, que por más que intente alejar a Trenton de mi vida, yo lo volveré a buscar y lo

traeré de vuelta. Es así de extraño y desconocido para mí, que ni siquiera una promesa que

se suponía jamás debía romper, no puede contra esto, con lo que está sembrando Trenton

dentro de mí, algo que no sé que es, quizás sea confianza.

Trenton al lado de mí da un sorbo a su cerveza y sonríe tristemente.

—¿Estás acostumbrada a estar sola, verdad? —pregunta tratando de sonar casual, pero

la extraña pregunta no logra causar ese efecto. Lo miro con expresión seria, esperando que

me explique a qué se debe su extraña pregunta, él no lo hace. Se queda en silencio,

esperando mi respuesta pacientemente.

Decido ser sincera.

—Sí. ¿Por qué?

Trenton se encoge de hombros.

—No lo sé. —Frunce el ceño causando verse más mayor y maduro—. Porque yo no lo

estoy… es decir, no estoy acostumbrado… y tengo cierto pánico. —Su sonrisa ladina no

me convence que se encuentre del todo bien.

—¿Pánico? —pregunto asombrada—. ¿El chico que se lanza de altos edificios? ¿El

mismo que escala altísimas montañas? ¿El que se mete en una pelea con una de sus piernas

lastimadas? ¿Estás hablando en serio? —Le aprieto la mano por sobre la mesa, ganándome

otra sonrisa ladina de su parte.

—Hay dos cosas a las que temo —explica lentamente, apretando mi mano de vuelta—.

A la soledad… lo más triste es tener una vida solitaria, yo no quiero eso para mí.

—Eso no va a pasar —le digo riendo—. Las personas como tú jamás están solas.

—¿Y qué? —Niega rotundamente con la cabeza y gira su mirada a la mía—. Y las

personas como tú tampoco, pero en la vida nada es lo que debería. Tú mereces más de lo

que tienes, incluso todo.

Frunzo el ceño ante sus palabras.

—¿Y qué es lo otro a lo que le temes? —pregunto una vez más, tratando de desviar el

tema.

—A la muerte.

Trago saliva.

El ambiente cambia drásticamente cuando suena “Locked out of heaven” de Bruno

Mars. ¡Maldita sea, amo esa canción! Mi hermano entusiasmado por la música y por los

tragos me grita desde la pista que me levante, lo que no hace falta pues en un rápido

movimiento, Trent está de pie y me hala hacia donde se encuentran los demás bailando

como unos psicópatas descontrolados. En realidad, por un momento en mi vida me da igual

lo que digan los demás de mí, ni siquiera me importa si me consideran psicópata

descontrolada por bailar con todos estos chicos, pues sé que ellos son remotamente felices,

y si su felicidad es contagiosa de esta forma, gustosamente me comporto igual o peor que

ellos. Todo alrededor es risas y grititos de emoción, además de algunos que se dignan a

corear la canción a todo pulmón, causando que yo suelte una risotada de pura felicidad y

mire al chico que se encuentra frente a mí con sus característicos ojos brillantes. Él me

sonríe y presiona su mano sobre mi cadera, y aunque yo no puedo salir de aquella burbuja,

noto en la distancia cómo un par de ojos color miel se centran exclusivamente en mí.

A cierta distancia, se encuentra April meneando sus caderas entre Luke y mi hermano,

ella me fulmina con la mirada, observa a Trenton nostálgicamente y sigue bailando, hasta

que finalmente se acerca más a mi hermano, tome el cuello de su camisa con ambas manos,

y estampa su boca con la de él en un feroz beso, el que observo boquiabierta. Suzanne grita

algo, pues también se ha percatado de aquello. La rubia se acerca hasta ellos, hecha una

furia y lo veo demasiado obvio, ella todavía siente algo por mi hermano, y por lo que veo,

él ha cometido el peor error de su vida al corresponder el beso que le ha dado la pelirroja.

De momento, estoy paralizada, con Trenton a mi lado, quien también ha dejado de bailar

para observar la escena con el ceño fruncido; sin embargo, cuando aparece Eric a la vista, el

italiano posiciona una de sus manos en mis caderas, atrayéndome hacia sí, y yo no sé

precisamente cómo interpretar aquello.

Por encima de la música, la voz de Suzanne se hace escuchar:

—¡De esto se trata todo! —exclama, con voz queda, los únicos que prestamos atención

a lo que dice somos Trent, mi hermano, April, Eric y yo—. ¡Toda la charla sobre que

necesitabas tiempo! ¡Sólo mentiras! ¡Eres un mentiroso!

April le muestra una sonrisita burlona a Suzanne.

—¿Ya terminaste tu discursito? —pregunta, irónica. Y por primera vez me atacan las

ganas de ahorcarla por su actitud—. Has interrumpido un gran beso.

Eric toma a su hermana del codo cuando ésta gruñe en respuesta al comentario de April.

Él, me dirige una rápida mirada que no sé cómo interpretar y se lleva a su hermana que está

a punto de las lágrimas. Aquello me toma totalmente desprevenida, y ahora al ver a mi

hermano desecho, o a punto de desmoronarse, lo que más ansío es juntarlo con su chica, si

él quiere a Suzanne, y ella al parecer le corresponde, ¿por qué las cosas se le dan tan

difíciles a ambos? ¿Por qué personas como April se empeñan en separarlos? Frunzo el

ceño, mi hermano me preocupa.

—¡Creo que no necesito más tiempo! —exclama Andrey tratando de alcanzar a

Suzanne que sale corriendo como un rayo, con su hermano siguiéndole—. ¡Creo que

todavía te quiero!

Nada de lo que diga es necesario, ella no le ha escuchado.

Corro hasta llegar a él y abrazarlo para que se tranquilice, aunque sé que eso no servirá

de nada.

—Las cosas se van a arreglar, Andrey. —Trato de hacerle ver. Tomo su rostro en mis

manos e intento fundirle ánimos a través de mi sonrisa.

—Creo que iré a hablar con ella —me dice decidido.

En cuanto miramos hacia la salida del pub, nos percatamos que un montón de personas

están corriendo hacia la salida, ¿y ahora qué es lo que pasa? Por primera vez en mi vida, le

dedico una mirada amenazante a April y corro hasta la salida tomándome del brazo de mi

hermano, percibo que todos los que se encontraban cerca de nosotros nos siguen. Después

de atravesar el cúmulo de personas a tropezones y codazos lo veo.

Tres tipos vestidos completamente de negro, a los cuales los lidera Theo y otros dos

hombres más, se enfrentan a Eric sin pudor alguno. Suzanne completamente horrorizada

grita en defensa de su hermano. Yo estoy paralizada.

Eric está en el suelo, sangre sale de su ceja izquierda, mientras que uno de los tipos —el

de piel oscura y cabello rizado amarrado en trenzas hacia atrás— le proporciona un par de

patadas en su costado, a lo cual Eric gime en respuesta y se queja en voz alta. Abro los ojos

de par en par y siento que estoy jadeando, no sé cómo me las arreglo para correr

rápidamente hacia él y tomar su rostro entre mis manos para cerciorarme que se encuentra

bien, sus ojos color miel se encuentran atontados, Suzanne a cierta distancia solloza, y yo

con todas mis fuerzas, trato de no hacer lo mismo y mostrarme férrea.

—Está bien, Harry, deja al chico —menciona un alto hombre, aparentemente joven, su

cabello lacio peinado hacia atrás destaca sus hebras doradas relucientes. Su sonrisa es

petulante y a la vez angelical, aunque a ninguno de los presentes nos logra engañar.

Harry obedece sin pestañear y se posiciona detrás de los tres hombres que observaban el

“espectáculo” plácidamente. Eric gime cuando apoyo su cabeza encima de mis piernas; sus

ojos se encuentran cerrados y yo siento pena por él, pues estoy segura que jamás en su vida

había recibido una paliza como ésta. Suzanne gatea hasta nosotros y observa entumecida a

su hermano, se le escapa otro audible sollozo.

—Eric, hermanito, ¿estás bien? —pregunta ella con un hilo de voz y sin recibir una

respuesta.

Alejo las fuertes ganas de gritarle a ese montón de hombres que se larguen y busquen

algo mejor que hacer que intimidar a un chico. Deberían sentir vergüenza, sobre todo

Theodore Lombardi que no aparenta el mismo asco que veo en el rostro de su hermano

Trenton al ser testigo de la escena.

Y es que son tan parecidos, físicamente, pues sus personalidades son francamente

distintas.

Theodore está recostado cómodamente en una lujosa camioneta. Observo a sus

acompañantes y sé que son los mismos que Andrey y yo vimos fuera del almacén, aunque

ahora está acompañado de dos hombres más, que aparentemente resultan ejercer la voz de

mando entre el grupo. El rubio, que no me ha quitado la mirada de encima, tiene los ojos

como dos posos azules, parecidos al gélido hielo; y otro hombre un tanto más mayor, de

cabellos negros y mirada penetrante de un gris escalofriante.

Miro en busca de ayuda, pero todos los presentes observan con cierto temor la escena.

Entonces observo a Suzanne, en busca de alguna respuesta, ella me explica en susurros, a

sabiendas que los demás igualmente la están escuchando:

—Salí corriendo y Eric me siguió. Cuando llegué hasta acá, ellos ya estaban

esperándome, dos de ellos me tomaron por los brazos y pretendieron llevarme. Eric estuvo

aquí y trató de defenderme. —Gime con la vista fija en su hermano—. Tengo mucho

miedo, Ciara.

Quiero decirle que yo también, y aunque parezca una tontería, me lo guardo, pues no

quiero admitir mi temor delante de estos desgraciados.

¿Querían llevarse a Suzanne? ¿Tendrá algo que ver Sanders con esto?

Los tres hombres nos observan atentamente, entre ellos Theodore, que también se

encuentra vigilando los movimientos de Trenton, quien a la velocidad de un rayo acorta la

distancia que nos separa y se posesiona delante de mí, ejerciendo un muro con su propio

cuerpo entre ellos y yo. Siguiendo su movimiento, se acercan mi hermano, Gioele y Luke,

aunque estos últimos no miran con tanto rencor a Theo como lo hace Trent.

Suzanne comienza a examinar a Eric de pies a cabeza y cuando le observo, me percato

que éste ya había abierto los ojos hace tiempo y me está observando.

—¿Estás bien? —Repite la pregunta Suzanne.

Con un poco de esfuerzo, Eric asiente con la cabeza.

—Creo que ya no será una, sino dos, hermano —dice el hombre de cabello cobrizo al

de cabello negro—. Quiero a la bailarina, Bruno.

Bruno, el de cabello oscuro, sacude la cabeza severamente.

—De ninguna manera, no es posible. —Me dirige una mirada penetrante, su expresión

es indiferente—. ¿Qué haremos con toda esta gente?

—Lo que sea, pero te lo he dicho, hermano, quiero a esta pequeña. —Me señala, una

sonrisa pícara cruzando su rostro—. De todas formas iba a llegar en cualquier momento a

nuestras manos.

Me quedo petrificada, su voz me inspira un profundo escalofrío.

—Oh Ciara —musita Suzanne seguido de un sollozo.

—¿Quiénes son? —pregunto en voz baja, el único que escucha mi pregunta es Luke,

percibo que se estremece.

—Personas que están acostumbradas a conseguir lo que quieren, personas que

amenazan, matan, roban, estafan. Y tú no puedes hacer nada en contra de eso. —Trago la

bilis que se ha depositado en mi garganta mientras Luke continúa—: Mafiosos.

Oh mierda.

—Entonces serán dos, Cipriano —murmura Bruno en respuesta.

Aprieto a Suzanne, tan fuerte que sé que quedará la marca de mis dedos alrededor de su

muñeca; sin embargo ella no protesta, me aprieta de regreso con la misma intensidad, igual

o más asustada que yo.

—Harry, hombre, ya sabes que hacer, sólo no te fíes de mi hermano, nos criamos juntos

y sabe dar pelea —dice Theodore, causando que mi boca se abra por la impresión que me

dan sus palabras filosas.

¿Cómo es capaz de ser tan… canalla? ¿Cómo se atreve a retar a su hermano de esta

forma?

Trenton no parece sorprendido, ni mucho menos Gioele. Los dos gruñen en respuesta al

punzante comentario de Theo y aprietan sus puños casi al mismo tiempo. Mi cabeza es un

enorme lío que ni siquiera me veo venir a Harry, aproximarse hasta Trenton y Gioele al

mismo tiempo, pues son los más altos del grupo. Siento que me aprietan la mano mientras

observo y sé que se trata de Eric, pero yo no puedo quitar la mirada de Trent mientras

lucha. Tengo miedo que lo lastimen, que hagan aquel acto cobarde otra vez, lastimando la

pierna, aunque supongo que ahora que ha pasado tiempo desde ese acontecimiento ya no

hay motivos para que le lastimen nuevamente.

Cipriano chasquea los dedos a otro de sus hombres, el cual, obedientemente se

aproxima hasta mi hermano y Luke. Está claro que estos hombres han estado duramente

entrenados y no les importa pelear uno contra dos, por eso muy dentro de mí temo que

saquen un arma, ya sea una pistola o un cuchillo, y salga otra persona lastimada, aparte de

Eric.

—No creo que sea necesario que luchen tanto —dice Cipriano, que al parecer es el más

frío y fulminante de los tres—. Una de ustedes ya está más que negociada, por las estúpidas

deudas y decisiones de su padre.

Trago saliva nuevamente, Suzanne me mira automáticamente y el temor en ella se

multiplica al escuchar lo que ha dicho Cipriano.

La risa perversa de Bruno me causa arcadas.

—¿Quién? —pregunto, aunque ya sé la respuesta—. ¿Quién es? —Repito,

sorprendiéndome a mí misma por la fuerza que transmite mi voz.

—No te preocupes cariño —me responde Cipriano, como si estuviese tranquilizando a

una niña de cinco años—. Próximamente las dos estarán en las mismas condiciones.

Es una amenaza, y estoy segura que quien está negociada no soy precisamente yo. Así

que dedujo que Ralph Sanders también está liado con estas personas, ¡pero qué

desgraciado! Mientras se metió en todos estos problemas no pensó en su familia, ahora sus

hijos están pagando o pagarán las consecuencias de sus actos. No debería sorprenderme, la

verdad es obvio que el alcalde Sanders tiene negocios con estas personas, ¿se tratará de la

red de prostitución que mencionó Taylor?

Eric murmura algo en voz baja, lo observo a él con preocupación.

—¿Es tu novio? —La voz de Cipriano vuelve a hacerse escuchar. Él observa a Eric, y

luego a mí, con una sonrisita burlona—. Al menos, por ahora, lo es ¿no?

Theo se ríe descaradamente.

—Esta se enrolla con mi hermano —contesta mientras le dirige una “miradita” a

Trenton, quien fue empujado al suelo por Harry en un descuido de Trent; Gioele se

aproxima hasta el fortachón de Harry, quien es casi de su tamaño, y le proporciona un

derechazo en el estómago causando que este se tambalee. Trenton ágilmente se levanta y le

patea en la nariz completando el golpe de Gioele. Finalmente, Harry cae al suelo y aquello

divierte aún más a Theo, Cipriano y Bruno que se ríen entre dientes.

Trenton encara a Cipriano, como si no tuviese ningún amor por su vida.

—Ella no es un maldito juguete, ¿entiendes? —gruñe, su mandíbula tensa—. Si quieres

un maldito juego con una mujer, búscala en otro lado porque aquí lo que vas a encontrar es

esto. —Trenton le muestra uno de sus puños, el cual se encuentra lleno de sangre. Cipriano

alza una de sus cejas mostrando su incredulidad—. Ninguna de las dos está sola.

Me quedo en silencio, mirando a mi alrededor, Cipriano al parecer no le importa tanto

las amenazas que Trenton le dé, a Theodore tampoco le preocupa que su hermano

posiblemente se meta en problemas con sus hipotéticos jefes. Luke es brutalmente golpeado

por uno de los matones, Andrey lo aleja de Luke con un rodillazo en el estómago, y en el

momento que el hombre alto se prepara para responderle el golpe, Bruno le chasquea los

dedos, lo que se trata de una señal para que se detenga, o sencillamente eso es lo que dedujo

al ver la reacción del hombre que a paso rápido se posesiona detrás de sus jefes.

—Tráiganme a la bailarina. —Es lo que ordena Cipriano a sus hombres. Todos los

presentes se tensan, pero no más que mi hermano y Trenton y como si lo adivinaran, dos

escoltas los toman cada uno de un brazo, en este momento me doy cuenta de la furgoneta

que se encuentra justo detrás de la camioneta donde salen cuatro hombres más, dos de ellos

se aproximan sigilosamente hasta mí y me quitan del lado de Suzanne y de Eric en un

rápido movimiento.

Pataleo, gruño, pero no lloro, porque maldita sea, yo no voy a llorar delante de estos

bastardos.

Me colocan justo al frente de los tres y evito que un sollozo se manifieste. En este

instante sé que es el fin, este hombre me llevará y me hará quien sabe qué cosas, y yo estaré

obligada a hacer lo que él diga.

—¡No te atreves a tocarla, Agnelli! —exclama Trenton nombrando a Cipriano por su

apellido, pues lo está observando solamente a él, con una mirada de advertencia y odio, sus

ojos verdes más oscurecidos que siempre, su luz ha desaparecido.

Miro a Andrey, y veo el miedo en él, y él ve mi miedo también, intenta zafarse al igual

que Trenton, pero por lo que veo se nos van las fuerzas, al poco tiempo yo he dejado de

luchar, cuando siento el agarre endurecerse de estos dos desgraciados en torno a mis brazos.

Cipriano aproxima su dedo hacia mi escote, pero no me toca, al menos no ahí. Su dedo

índice pasea por mi cuello y mi estómago se revuelve de miedo. Bruno a su lado me sonríe

y luego desvía la mirada hasta Suzanne, y yo súbitamente me pregunto: ¿pero qué es lo que

pretenden hacer? ¿Tomarnos a ambas? ¿En qué mundo viven? ¿Todas las mujeres que

toman ceden? ¿Ellos están acostumbrados a esto? Miro directamente a los ojos gélidos del

mafioso Cipriano Agnelli, y él me devuelve la mirada.

—Creo que me he encaprichado nuevamente —dice, con una sonrisa—. Ahora veo

porque el viejo Sanders está obsesionado contigo.

Trenton gruñe audiblemente, y a este le sigue Andrey quien en un ataque de ira se zafa

no sé cómo de los dos grandulones y me agarra de la cintura y me coloca detrás de él. A

este se le suma Gioele pero Trenton, quien se deja llevar por los instintos, se zafa y toma a

Cipriano por el cuello, a pesar de ello, la sonrisita del Agnelli no desaparece.

No hasta que Trenton le golpea en la mejilla.

—¡No te atrevas a tocarla otra vez! —exclama Trenton enloquecido—. ¡Una basura

como tú no merece siquiera una pizca de su atención! ¡Y además ella es mía!

Mis emociones son un desorden cuando proceso lo que acaba de decir Trent. «Suya» la

palabra no me desagrada, no en los labios de él, a pesar de la situación, un hormigueo se

deposita en mi pecho, es una sensación extraña y a la vez familiar.

Cipriano ahora está descontrolado, también. Pasa su mano por su mejilla y

posteriormente se quita su abrigo de marca, lo lanza al suelo y se prepara para pelear.

—De esto te vas a arrepentir —señala, y se funden en golpes, golpes que dejo de ver

por el enorme miedo de la escena, lo único que quisiese ahora sería despertar y darme

cuenta que sólo se trata de una pesadilla.

—¿Estás bien? —me pregunta Andrey, tomando mi rostro entre sus manos, al observar

su cara me percato de las marcas de los golpes, y sé que realmente nos hemos metido en

problemas con nuestros padres, ahora no podemos mentir, debemos explicar claramente lo

que ha sucedido—. Todo va a estar bien, Ciara. Lo siento, no debimos venir.

Miro a Suzanne quien está de pie junto a su hermano, los dos aterrorizados y

desorientados.

—Intenta tranquilizarla —le digo a mi hermano, señalando a Suzanne—, lo necesita.

Mi hermano asiente con la cabeza y se dirige a la rubia. Ahora, sin muchas ganas de ver

lo que ha pasado, miro a Trenton con horror cuando ataca como una máquina destructora a

Cipriano, a quien rápidamente defienden sus escoltas quitándole a Trenton de encima.

Trenton ha sido transformado en alguien totalmente distinto, aunque le quitan de

encima al otro italiano, sigue proporcionando golpes a todo el que se le pone en frente.

La voz de Theodore me saca de mis pensamientos.

—Ustedes dos tendrán que acompañarnos —dice, señalándonos a Suzanne y a mí, lo

que aumenta aún más la ira de Trenton quien se atreve a correr hasta su hermano como una

bestia enloquecida.

Theo se echa a reír.

—¡No vamos a ir a ninguna parte! —grito en respuesta, mis puños a cada lado de mí

apretados con rabia—. ¡¿Es que nadie puede llamar a la policía?!

—Yo lo hice —responde Suzanne, con miedo—. Ya vienen, están cerca.

Asiento con la cabeza, y la verdad es que no sé cómo no me he derrumbado con

semejante escena.

Yo no sé cuánto tiempo ha pasado, mientras que los dos hermanos se dan mutuamente

golpes, como si se odiaran desde que estaban pequeños, el sonido de la policía se hizo

presente, al mismo tiempo que la lluvia repentina; y lo que comienza a hacer cada uno de

los mafiosos me deja sin aliento.

Theo se encarga de tomar por el cuello a Trent mientras otros tres se suman y lo

estabilizan apretando con fuerza sus brazos y piernas. Mientras que Cipriano Agnelli

masculla:

—De esto te vas a arrepentir, bastardo, y créeme que estás muerto, te quieren muerto,

¿qué tal eso? Esta no es una advertencia, es un hecho, estás muerto.

Mi corazón se paraliza.

Ellos se llevan a Trenton en la furgoneta.

Todos nos quedamos paralizados, cuando Bruno nos muestra su arma, en una amenaza

silenciosa.

—No es nada personal, sólo es parte de un trato, ¿de acuerdo? Pronto nos veremos,

señoritas —se explica y cuando termina, se cierra la ventanilla de la camioneta y se ponen

en marcha.

La furgoneta también comienza a andar y el miedo es quien me controla ahora.

—¡Trenton! —grito, y ya las lágrimas están saliendo, ya no puedo reprimirlas más.

Siento que alguien atrapa mi mano, pero yo me zafo y comienzo a correr después de

haberme desecho de mis dudas y aferrarme al miedo que me invade cada segundo. Sólo sé

que ahora me encuentro corriendo detrás de esa furgoneta, donde posiblemente se

encuentre mi vida entera. Mis sentimientos comienzan a manifestarse en el que ha sido el

peor momento de mi vida hasta ahora. Mis pies siguen marchando fieramente, acompañado

de mis gritos, mis sollozos y mis plegarias. Estoy segura que después de esta noche todo va

a cambiar, ¿qué le van a hacer a Trenton? ¡Oh no, Dios no!, grito mentalmente conforme

sigo andando con todas mis fuerzas mientras repito su nombre en gritos y lamentos, el frío

no es un impedimento para mí, aunque siento que mis pies van a desfallecer en cualquier

momento, me resisto aún pensando que mis rodillas van a doblarse y caeré al suelo y todo

lo que veré de Trenton será nada. Lo voy a perder si caigo, si tropiezo, o si simplemente

dejo de correr detrás del auto, y yo no quiero perderlo, no a él.

Desde que conozco a Trenton he sentido miedo de perderlo, y siempre que ese miedo

me invadía pensaba que necesitaba sus fuerzas para continuar. Pero ahora, lo veo de una

forma totalmente diferente: lo necesito a él, de sus ojos, de su sonrisa, de su cuerpo, de su

alma. Lo necesito cerca de mí, y no es por algo meramente egoísta, lo necesito porque le

quiero, le adoro y lo que siento no es suficientemente lógico para explicarlo con palabras.

Por eso estaba tan confundida, porque simplemente lo que siento por él no tiene

nombre, sólo son un montón de sentimientos intensos dirigidos a él, que podrían definirse

como amor, o quizás algo más fuerte.

Cuando mis piernas comienzan a flaquear, caigo. Pero al mismo tiempo —y agradezco

que eso suceda— la furgoneta se detiene, abren las puertas trasera y lanzan a Trenton para

luego acelerar nuevamente y perderse en un cruce.

Dios mío, lo han liberado, pero, ¿por qué?

Abro los ojos como platos al verlo, y cogiendo fuerzas de donde no las tengo, me

levanto y corro unos pocos pasos hasta llegar a él y encontrarlo un tanto herido, su ceja

sangrando y su cara mallugada. Sollozo, sus ojos verdes está mirándome totalmente

impresionados, y yo silenciosamente agradezco al cielo que no haya pasado algo peor que

esto.

—Tú… corriste más de tres cuadras —musita incrédulo, mientras aún acostado en

plena calle solitaria, se apoya de sus codos. Su mirada en ningún momento se aparta de la

mía.

Sollozo otra vez.

Por él estoy segura que correría por el mundo entero; el apestoso nudo en mi garganta

no deja que me explique, en lugar de decirle lo que siento, respondo un torpe:

—Sí.

—Y estás empapada —dice otra vez, y ahora que lo noto, la ira descontrolada se ha

marchado de su ser. Es realmente increíble cómo Trenton entra tan fácilmente en ese estado

de ira, y a los diez minutos, está como si nada hubiera ocurrido jamás. Una de las esquinas

de sus labios está alzada.

—Tú igual —le respondo, procurando alejar las lágrimas, pero fallando.

—No llores, princesa —dice con una voz muy baja, una de sus palmas contra mi

mejilla, su pulgar atrapa una lágrima que acaba de salir de la comisura de mis ojos—. Las

princesas no lloran.

Le regalo una sonrisa nostálgica, en realidad es imposible no llorar con todo lo que ha

pasado en todo el día. Un hormigueo extraño se desplaza desde mis mejillas hasta mi

estómago a causa de su delicado toque.

—No estoy llorando —digo, con una risita histérica brotando de mí—. Es la lluvia. Y tú

estás herido.

Trenton me regala una gran sonrisa, mas no llega a sus ojos aunque en verdad lo

intente. Se levanta emitiendo algunos quejidos de dolor, aún sentado se acerca a mí y

coloca sus manos encima de mis hombros, tratando de darme fuerzas, tratando de que yo le

mire a los ojos una vez más.

Lo hago.

—Si algo me hubiera pasado, créeme que no me arrepentiría de nada —dice, su voz

tersa y sedosa me comienza a inspirar paz—, te estaba defendiendo y lo haría cada minuto

de mi vid…

No le permito que termine, lo interrumpo, dejándome guiar por mis impulsos

descontrolados, y no sé si me aprovecho de su fragilidad en este momento. Tomo su rostro

entre sus manos, y no sé si lo estoy haciendo bien, sólo acerco mi rostro al de él y presiono

mis labios en los suyos en un movimiento rápido aunque el contacto es terso y dulce.

Trenton abre sus ojos de par en par al principio, mientras que yo muevo mis manos

alrededor de su cuello y masajeo su cabello; mis ojos fundidos en los de él, observando

cómo se oscurecen de una manera deliciosa. Sus labios están entreabiertos cuando toma su

turno para continuar lo que yo he comenzado, mis ojos se cierran automáticamente, dejando

mi cuerpo llevar por las múltiples sensaciones que me invaden cuando es él quien acerca su

boca a la mía por segunda vez; un roce, sólo un roce y yo estoy en un lugar completamente

distinto, un lugar donde hay paz, donde todo es mejor, donde no hay miedos, donde esos

labios de él me rozan una y otra vez y el paraíso se muestra ante mis ojos. Trenton no deja

de besarme, sus manos ahora en mis mejillas, ahuecándolas, mientras sus labios acarician

uniformemente los míos una y otra vez, hasta que de un momento a otro su lengua arrulla

mi labio inferior y envía una sacudida que se deposita en el centro de mi corazón. Es la

primera vez en mi vida que algo así me invade.

Finalmente sé que sí existe para mí un lugar donde puedo respirar, donde puedo creer

de nuevo, y ese lugar es el corazón de Trent, y sé que yo puedo brindarle lo mismo a él.

Lo dulce de su beso llega hasta al final, incluso más allá del juego travieso y agradable

de nuestras lenguas. Trenton me besa y hace que todo se me olvide en un chasquido, causa

que todo alrededor desaparezca.

Trenton suspira cerca de mi rostro y me mira como si no pudiese creérselo.

Abre la boca para decir algo, pero yo tomo la palabra.

—Nunca había tenido tanto miedo de perder a alguien —musito, apoyando mi frente en

la suya—. No puedo dejarte ir. Trent, te he anhelado por todo este tiempo.

Trenton me mira de una manera inexplicable para mí y muestra esa sonrisa que hace

brillar a todo lo que se encuentre cerca. Se acerca más, roza mi mejilla con sus dedos, con

un cuidado que pareciera como si mi rostro se fuera a romper en cualquier instante. Sus

ojos jade ni siquiera parpadean conforme me observa, y su sola mirada es capaz de derretir

mi ser entero, y el fuego dentro de mí se alborota por segunda vez mientras estoy ante esa

mirada.

El fuego se propaga, siento mis mejillas arder.

—No sabes cuánto he necesitado escuchar eso.

Y me abraza para luego fundirnos en nuestro tercer beso, lo que me hace preguntarme si

esto está pasado de verdad o es un hermoso sueño del que despertaré más temprano que

tarde. ¿Trenton es real? ¿Lo que estoy sintiendo por él lo es? ¿En realidad merezco a

alguien como él? Una hermosa película aparece ante mi mente mientras siento sus tersos

labios moviéndose sobre los míos de una manera única e incomparable, una película donde

primeramente aparezco yo entrando a un mundo desconocido cuando huyo de mi pasado y

sin saberlo me encuentro con mi futuro, el que porta ojos jade intensos y pícaros y sostiene

mi monedero en sus manos mientras me mira con una sonrisa juguetona, esa fue la primera

vez que le vi, esa fue la vez en que mi mundo se detuvo ante él y la luz de sus ojos, a

sabiendas de que se convertiría en la persona que repararía mis inseguridades, la persona

que conseguiría liberar a la Ciara de antes.

Cuando nos separamos, siento que la película ante mis ojos aún se está reproduciendo, y

que falta muchísimo para el final.

—Vamos Ciara, estás temblando, hay mucho frío aquí fuera —musita él, entre besos.

Me percato que él también está temblando.

—¿Estás bien? —le pregunto con un deje de preocupación.

Trent me sonríe causando que mi mundo se ilumine. Ladea su cabeza, su rostro

mostrando picardía.

—Como nunca antes lo había estado —responde apretándome la mano, entrelazando

sus dedos con los míos. Y mientras observo nuestras manos juntas, sé que voy a luchar por

mantener a Trent cerca, haría lo que sea, cualquier cosa, para mantenerlo conmigo. Aquello

lo he sabido por mucho tiempo, pero a veces es necesario alguna situación donde

finalmente abres los ojos y te das cuenta que lo que siempre estuviste buscando por tanto

tiempo, siempre lo tuviste cerca, a tu alcance. Por mucho tiempo busqué la seguridad que

necesitaba y la fuerza para alejar mis miedos de entregarme a alguien, de arriesgarme

enteramente por conseguir lo que quiero, por cumplir mis sueños, esa seguridad y esa

fuerza sólo me la puede dar una persona, ese hombre que cree en mí y hace que yo también

lo haga, esa persona que está dispuesta a esperarme si es necesario, todo lo que estuve

esperando y buscando fue a él, a Trenton Lombardi.

Un auto ilumina nuestros rostros causando así que nos levantemos al mismo tiempo al

darnos cuenta que se trata de la chevy de Trent y dentro se encuentran dos personas, las

cuales no tardo en reconocer como Gioele y su hermanastra April, quien al ver nuestras

manos unidas —la de Trent y la mía, claro está— alza una de sus cejas y me observa de una

manera recelosa, la cual recalca obviamente la palabra “traidora” por todas partes. Estoy

muy enojada con ella para no responder su mirada de la misma forma, ella, sin tener

sentimientos por mi hermano, se metió entre él y Suzanne, la que claramente sí está

enamorada de él, y aunque me cueste aceptarlo, yo no tengo por qué interferir entre ellos y

April mucho menos, sin embargo ella lo echó a perder, y es más que obvio que yo no me

voy a quedar con los brazos cruzados.

—Tú y yo tenemos una conversación pendiente —digo entre dientes, los tres presentes

me miran impresionados por mi clara amenaza destacada en las palabras que acabo de

pronunciar.

Gioele trata de aligerar el ambiente.

—Vaya, un rato que estás rodeada con mafiosos y ya te crees —dice sonriendo, pero en

sus ojos se muestra la obvia preocupación que está sintiendo en este momento. Saca de su

chaqueta un pañuelo blanco y me lo entrega, pero no tarda nada en mis manos, ya que Trent

me lo arrebata de las manos y comienza a limpiar mi rostro él mismo.

April está atenta a cada uno de sus movimientos, evito con todas mis fuerzas no soltarle

algún comentario irónico.

—Sí que pasamos un buen susto esta noche —comenta April, y percibo que en realidad

quería decir otra cosa—. Yo no sabía que tu herm…, que Theo ya no estaba tras las rejas.

Veo de reojo que Gioele frunce el ceño al mismo tiempo que Trent.

—No duró nada allí dentro. Más tardamos nosotros en viajar de Italia hasta aquí, a la

noche siguiente sus jefes lo sacaron, mamá regresó feliz de la vida a Milán por eso —

refunfuña Trenton, recalcando algunas palabras con rabia. Apenas y puedo creer que su

mamá acepte la vida que su hijo lleva, y me extraña que Trenton sea quien es, con una

familia como la suya, al principio pensé que él estuvo rodeado de toda su familia y en un

ambiente adorable, pero veo que me equivoqué.

—¿Por qué no nos dijiste nada? —inquiere Gioele todavía abstraído—. Esto es un

desastre, esos tipos estarán encima de nosotros desde ahora.

Trent sacude la cabeza, está exasperado.

—Theodore estuvo en tu casa hace algún tiempo, el tío Cole y yo decidimos que era

mejor no decir nada, pero dada las circunstancias…

Frunzo el ceño ante lo que están diciendo, es verdad, dudo que esas personas —si es

que se le puede calificar como tal— no se vayan a quedar con los brazos cruzados, más aún

cuando están involucrados con Sanders.

El miedo se deposita en mí, una vez más; pero por razones completamente distintas,

¿qué voy a hacer? Los Agnelli han dicho tantas cosas, y no tengo la menor idea de cómo

analizar esto. ¿Por qué querían deshacerse de Trent? ¿Por qué dijeron que no era nada

personal sino parte de un trato? ¿Es que Sanders los ha enviado? ¿Por qué?

«Por que por alguna razón, el tipo está obsesionado contigo», musita mi

subconsciente.

—¿Estás bien? —me pregunta Trenton, sacándome súbitamente de mis pensamientos.

—¿Me preguntas que si estoy bien cuando estás herido? —Sacudo la cabeza, incrédula

por su actitud—. Necesitamos llevarte al hospital.

Trenton hace un puchero de lo más adorable, que causa que yo suelte una risita tímida.

—Necesito que me beses —declara él, sosteniendo mi mirada con una gran intensidad

que me quita el aliento—. Sólo necesito eso.

Me acerca a sus labios, fundiéndonos ambos en un suave y a la vez intenso beso que

demuestra lo real de las circunstancias. Sus manos acarician mi mejilla y mi cuello

conforme su lengua acaricia suavemente mi labio inferior, y siento cómo comienzan a

derretirse mis huesos y mi piel… todo por sus besos, jamás he experimentado algo como

esto.

—¿Quieres ir a casa? —pregunta él, cuando ya estamos separados.

Frunzo el ceño, ¿por qué no se preocupa también por él mismo? ¿Es que no le teme al

peligro?

—Vamos a sanar esas heridas, pero… —Miro hacia April, quien me fulmina allí mismo

con la mirada—. Necesito hablar con April primero.

Trent me observa desconcertado; sin embargo no dice nada y asiente con la cabeza,

posteriormente, toma mi mano y besa mis nudillos con tal dulzura que mi corazón se hincha

de felicidad.

Me alejo de él y ante la mirada sorprendida de April, suspiro, intentando coger fuerzas

y calma.

—No te metas más con mi hermano —mascullo mientras ella me observa con una ceja

alzada, a sabiendas de que esto no se trata de una discusión entre las dos y que yo tengo la

palabra, ella debe escucharme—. Él no es un juguete y tú deberías aprender a madurar,

¿qué edad tienes? ¿Diez años? ¡Por Dios, ni siquiera sabes lo que quieres! ¡Madura!

—¿Y eso a ti qué te importa? —Se atreve a preguntar, mostrando ante mí su actitud

altanera.

—La verdad es que no importa, ¿y sabes? Eres una perra —escupo cada una de mis

palabras, y sé que estoy gritando, que todos me están mirando incrédulamente. ¡Y es que

estoy desahogándome de todo lo que he estado viviendo últimamente!

Por un momento quiero gritarle a Sanders de esta misma manera, sería extraordinario.

—¡Eso no es tu maldito problema! —grita ella, caminando hacia adelante, y yo sonrío

un poco.

—Claro que no es mi problema, te he dicho que no me importa lo que hagas, sólo voy a

decirte una cosa: aléjate de mi hermano, deja de comportate como una perra con Suzanne y

conmigo, y sobre todo, ¡deja a Trenton en paz! —exclamo, doy dos pasos hacia adelante y

veo un poco de miedo en sus ojos, posiblemente porque en estos momentos estoy sonriendo

como una loca.

—Tú no deberías… —Intenta decir ella, yo coloco una mano en alto, interrumpiéndola.

—Eres una cría. Estás acostumbrada a conseguir lo que quieres, no tienes ni siquiera

una pizca de decencia y no sabes lo que es la vida. Eres una inmadura, crees que puedes

jugar con los demás porque tienes una cara bonita. —Tomo una respiración profunda y me

acerco más a ella—. Piensas que puedes pisotear a las personas, y quieres arruinar la

relación de mi hermano y Suzanne porque estás celosa de que los demás sean felices y

estén enamorados. Y quizás nadie te haya dicho esto, pero aquí estoy yo, la chica callada y

tímida que tanto criticas, ¿qué ironía, eh? Desde que te conocí supe que eres una perra, y

espero, en realidad espero con todas mis fuerzas que dejes esta actitud, pues no te va a

llevar a ninguna parte —finalizo, la miro fijamente, y ella está tan callada y presiento que

va a comenzar a llorar, por eso me doy media vuelta y me acerco a Trent nuevamente,

decidida a curar sus heridas o convencerlo de que tiene que ir al hospital.

—Wow… —Es lo único que murmura Trenton en cuanto estoy frente a él—. ¿Sabes?

Estoy pensando seriamente en hacerte enojar en este momento sólo para verte nuevamente

así, te ves fuerte, Ciara, tan fuerte y ardiente que quiero comerte a besos en este momento.

Me encojo de hombros, una sonrisa bailando en mis labios.

—Pues hazlo, no pondré resistencia. —Y él se ríe, al tiempo que acerca una vez más

sus labios a los míos y ante sus silbidos de nuestros amigos y las carcajadas, Trent y yo

volvemos a fundirnos en un apasionado y abrazador beso.

El padre de Luke cerró el negocio apenas el desastre había comenzado. Ahora, todos

nos encontramos sentados en una de las más grandes mesas. Afortunadamente, Barbie

consiguió un botiquín de primeros auxilios, así que ya los chicos que resultaron heridos

están con sus heridas vendadas y desinfectadas, o al menos Barbie y yo hicimos lo que

pudimos ya que ninguno de ellos quiso ir al hospital.

A pesar de lo que ha ocurrido, Trent ha estado muy serio desde que volvimos, y

sospecho que su ensimismamiento se debe a su hermano, lo que me hace comprender que él

no se encuentra en buenas condiciones para hablar sobre lo que hace su hermano con los

mafiosos apellidados Agnelli. Aún así, Taylor nos ha explicado sobre la Red de

Prostitución y me parece lógico pensar en que los Agnelli también están enredados en esto,

o quizás ellos son los jefes de dicho “negocio”.

—Ciara. —Escucho que alguien pronuncia mi nombre, para luego percatarme que todos

están observándome: Suzanne, Eric, Andrey, Gioele, Luke, Barbie, Trenton y hasta April.

Me pregunto de qué me he perdido y ante mi mirada desconcertada, Gioele vuelve a

hablar—: Ciara, ¿por qué uno de los Agnelli dijo que Sanders está obsesionado contigo?

Noto las reacciones de Eric y Suzanne, están tan sorprendidos como el resto de los

presentes. Yo, por mi parte, no sé exactamente qué decir, estoy en una lucha interna y me

encuentro intimidada. Observo a Andrey, quien asiente con la cabeza, dándome su permiso

para relatar la historia; más, realmente yo no soy capaz de hacerlo, por consiguiente sacudo

la cabeza, diciéndole silenciosamente que no puedo hablar de esto.

Trenton aprieta mi mano, vuelvo la cabeza hacia él, encontrándome con su mirada sé

que él quiere respuestas, pero yo no puedo dárselas pues un nudo se halla en lo más

profundo de mi garganta.

Andrey finalmente opta por contar todo; sin embargo, algunos detalles no los explica,

no sólo por la presencia de Suzanne y Eric, sino también porque el resto de la información

que tenemos es sumamente privada. Trenton está tenso a mi lado, y es el momento de que

yo apriete su mano, aunque él a su vez, aprieta los dientes tan fuerte que temo que los

rompa él mismo por la fuerza que está utilizando. Mi hermano explica que nuestra familia

posee algunos problemas con los Sanders, y que el alcalde, está siendo investigado desde

hace un par de semanas por estafa; también, para la sorpresa de todos, incluidos los hijos de

dicho alcalde, se impresionan al escuchar la potente obsesión que Sanders tiene con las

chicas parecidas a mí, además de que en las ocasiones que se ha encontrado conmigo, me

mira de una forma siniestra, cuya acción no habíamos notado hasta ahora. Andrey relata

que tenemos sospechas de una venganza, y cuando observo a Suzanne y la veo tensarse en

su asiento, sé que ella tiene más información que de alguna manera explica el por qué de

tantas cosas. Decido preguntarle en cuanto estemos solas, pero sé que es muy difícil que

ella conteste mis preguntas con la mayor sinceridad.

Quizás si Andrey le pregunta...

—¿Cómo es posible que ese maldito siga en la calle cuando aseguran que está

obsesionado con Ciara? —pregunta Trenton, totalmente enfurecido, mientras cierra sus

manos en puños y chasquea la lengua—. ¿Cuándo pensabas decirme esto? —Me fulmina

con la mirada.

Oh... él realmente está enojado.

No le respondo, no sé exactamente cómo explicarle todo. Por eso me quedo en silencio

mientras Andrey y los demás siguen platicando, y aunque Eric y Suzanne están demasiado

sorprendidos con cada cosa que mi hermano dice, se quedan en absoluto silencio, quizás

porque saben la clase de padre que tienen. Yo, por mi parte, estoy más que todo pensativa,

y mareada, todavía no puedo creer todo lo que pasó esta noche, sin contar el hecho de que

los policías aún se encuentran cerca, y que quizás dentro de poco seremos interrogados, por

ello no puedo evitar imaginarme la expresión de mis padres cuando se enteren de esto.

Trenton me abraza con fuerza, y luego me percato de que estoy temblando y que él me

observa con el ceño fruncido, mostrando preocupación. Me alivia saber que ya no está tan

enojado como antes.

—¿Puedo quedarme contigo? —le pregunto en voz baja, importándome poco lo que

digan los demás. Lo único que sé es que esta noche sólo lo necesito a él, mis pesadillas

sobre Sanders me han atormentado por mucho tiempo. Trent es el único que aliviaría mis

miedos, siempre lo ha hecho, él trae la luz.

—Puedes quedarte el tiempo que quieras —responde él, acariciando mi mejilla

suavemente.

***

El señor Cole y su esposa me recibieron con los brazos abiertos, eran tan amables que

me hicieron sentir como en casa desde que llegué. Aunque April no está muy contenta en

este momento, se las ha arreglado para ignorarme, ella sólo entró a su habitación y no ha

salido nuevamente, sospecho que se ha quedado dormida, y me siento entusiasmada

sabiendo que no la veré por el resto de la noche.

Andrey no estuvo muy contento con que yo me quedara con Trent; sin embargo, fue

capaz de aceptarlo. Él va a encargarse de decirles a nuestros padres que yo me he quedado

en casa de una amiga utilizando la excusa de que me sentía muy confundida y cansada. Eric

y su hermana se fueron con él, pues Andrey propuso que se quedaran por unos días en

nuestra casa a causa de las circunstancias.

Trenton y yo nos hemos quedado en la sala, él ensimismado en sus pensamientos

mientras observa la serie “White Collar” sin siquiera prestar mucha atención a lo que los

personajes están diciendo. Por consiguiente, yo sólo soy capaz de contemplarlo

placenteramente, y aunque su rostro está un poco golpeado, puedo decir que aún así sigue

siendo completamente hermoso; no puedo creer que sea mío, y que esos codiciosos labios

hayan tocado los míos en una caricia tan sutil y conmovedora.

¿Lo merezco?

—No puedo creer que no me hayas dicho nada, Ciara —murmura, aún sin mirarme, sus

ojos están fijos en la televisión.

—No quería preocuparte, Trent, pero sé que iba a decírtelo en cualquier momento —

respondo en voz baja, sintiéndome tímida por su cercanía—. Te lo iba a decir, de verdad,

¿no me crees?

Sacude la cabeza sin mirarme aún, y cuando siento un nudo en la garganta por saber

que él todavía está enfadado conmigo por no haberle contado nada sobre Sanders y su

obsesión por mí, abruptamente Trent se acerca, presionando su cuerpo sobre el mío, de

modo que yo estoy debajo de él. Me ruborizo inmediatamente.

—Si algo te llegara a ocurrir… si ese imbécil se atreve a hacerte daño… —Sus ojos

resplandecen en la penumbrosa y pequeña sala de la casa de los Venturi. Me siento

entumecida, pero a la vez mi corazón se encuentra frenético bajo la mirada abrazadora de

Trent—. Me muero, Ciara. Por eso quiero protegerte, porque me preocupo por ti, porque

eres lo más valioso que tengo ahora.

Lo ha dicho, ha mencionado algo que ya sabía pues sus ojos en cuanto me miran, gritan

cada uno de los sentimientos que tiene por mí; yo ya lo sabía y no quería aceptarlo porque

estaba ciega y mis inseguridades podían más que yo, eran más fuertes que el amor que

siento por Trent. Pero ya no más, este es el ahora, el presente, y sé que en sus ojos hay

sinceridad cuando me dice que me quiere. Y yo lo estoy mirando con la misma intensidad,

y mis manos acarician sus mejillas con sumo cuidado. Es tan increíble la electricidad que

invade mi pequeño cuerpo al sentir su proximidad, como si ambos estuviésemos envueltos

en una esfera magnética, y que la atracción de nuestros cuerpos es tan fuerte que lo único

en lo que podemos pensar es en estar juntos y tocarnos.

Sus labios se presionan en los míos, y mientras me besa, algo extraño sucede: comienzo

a rememorar todos los momentos que Trent y yo hemos compartido desde la primera vez

que nos vimos. Su sonrisa burlona cuando se percató de que yo lo perseguía, su sensualidad

cuando peleaba con Gioele en el ring, sus ojos preocupados cuando me preguntó si Andrey

era mi novio. También recuerdo cuando nos vimos en el hospital y mis ojos no podían

apartarse de los suyos en ningún momento. Todo pasa por mi mente, incluso cuando

apareció en el instituto y me dijo que sólo buscaba excusas para verme. Las canciones que

ha compartido conmigo, la primera vez que bailamos “A message” de Coldplay, cuando

casi me besaba fuera del instituto y, el recuerdo más hermoso que llevo atesorado en mi

alma: la noche en que Trent me cantó cuando mi mundo se desmoronaba en miles de

pedazos y pensaba que perdería a mi padre para siempre.

Trent siempre ha estado para mí, siempre, desde que le conocí, y pronto sé que le

correspondo con tanta intensidad, que sé que lo que ha nacido en nuestros corazones no

desaparecerá con tanta facilidad.

—Voy a estar bien, Trent —susurro, cuando nos separamos por falta de oxigeno; sin

embargo, seguimos estando cerca del otro—. Nada va a ir mal, ¿de acuerdo?

Asiente con la cabeza, pero en sus ojos se muestra la duda y el miedo, por eso, me alejo

un poco de él y ante la mirada de desconcierto que me dedica, rebusco en mi bolso, en

busca de mi iPod, pensando que lo que tengo en mente nos aliviará a ambos, y

permaneceremos encerrados en nuestro pequeño mundo, olvidando los miedos y las

inseguridades.

Comienzo a rebuscar en mi iPod, y cuando he encontrado la canción adecuada, coloco

con delicadeza mis auriculares en las orejas de Trenton, cuyos ojos me observan con una

mezcla de diversión y amor. Cuando se comienza a reproducir “Everything Has Changed”

de Taylor Swift y Ed Sheeran, su rostro se ilumina cuando una enorme y maravillosa

sonrisa tira de sus labios. Juro por Dios que mi corazón se ha paralizado ante semejante

belleza, y antes de que alcance admirarlo completamente, él me hala fuertemente hacia sí, y

entierra su rostro en mi cuello, inhalando el aroma de mi cabello. Posteriormente, suelta

una carcajada de pura felicidad, me estrecha con fuerza entre sus brazos, y cuando pienso

que va a quedarse así por un tiempo, toma mi rostro entre sus grandes manos y me besa,

fuerte y duro, hasta cortarme la respiración.

Santo Dios, él realmente besa... excelente. Su aliento es glorioso y su lengua...

¡Infiernos!

—Tú realmente sabes cómo animar a un chico, Ciara —murmura entre besos.

***

Por la tarde cuando estuve en casa después de pasar parte de la mañana con Trenton, mi

celular suena y me saca de mi ensimismamiento, anunciando que tengo una llamada

entrante de un número privado. Me siento angustiada cuando compruebo la pantalla de mi

móvil y me encuentro debatiéndome en si responder o no, finalmente, con manos

temblorosas, presiono el botón verde y con un ligero susurro digo:

—¿Hola?

Escucho su respiración y sé de quién se trata. Me siento asqueada al escuchar sus

frenéticas inhalaciones y exhalaciones. ¡Dios, el tipo está completamente enfermo!

—Ciara. —Es lo único que dice, y es suficiente para formar un nudo en mi garganta y

en mi estómago—. Pequeña y adorable Ciara. ¿Sabes lo que estuvo a punto de ocurrir ayer,

verdad?

Siento las lágrimas picar en mis ojos, y quiero finalizar la llamada; mas no lo hago, no

puedo moverme.

—¡Habla pequeña zorra! —grita, causando que yo de un respingo—. ¿Sabes que ese

italiano que tienes por novio estuvo a punto de morir? No voy a descansar hasta verte

alejada de él, suficiente fue verte con mi hijo, no voy a soportar algo así de nuevo.

¿Qué?

«Cuelga el maldito teléfono, Ciara, ¡sólo quiere manipularte!», exclama mi

subconsciente.

—¿Qué quieres decir con eso? —susurro, ahogándome en un sollozo.

—Eres igual de ciega que tu madre, pequeña Ciara —responde, con un toque de humor

fuera de contexto—, eres tan parecida a tu madre, Ciara, ¿cuándo será el día en el que te

tenga finalmente? —Estoy llorando, y pienso en contestarle, pero él no me lo permite—.

¡Oh! Será hoy, por supuesto, ¿recuerdas a los mafiosos? Ellos están buscando a tu maldito

amante, pequeña Ciara, y si tú no vienes ahora mismo, voy a enviarlos por el italiano y

también… ¡terminaré hundiendo a tu maldito padre! Sabes que puedo hacerlo, Ciara, así

caiga yo también, no descansaré hasta verlo hundido por robarme lo que tenía que ser mío.

—¿Qué quieres decir? —pregunto una vez más.

—Ven aquí y lo sabrás, pequeña Ciara, ¡estoy esperando verte, maldita sea! —dice, y

sus respiraciones se vuelven tan frenéticas, como si estuviese respirando después de un

largo tiempo sin hacerlo—. Mi casa. Ahora. Ven.

Mierda, este tipo está loco, malditamente loco.

Analizo mis opciones, y también la corta conversación entre ese lunático y yo. Llego a

la conclusión de que ha perdido la cordura y que ya no utiliza la cabeza para pensar cómo

actuar. Taylor nos dijo que ha tenido tantos errores últimamente que puede que se esté

hundiendo él mismo; sin embargo, de una cosa si estoy segura: él va a buscar a Trenton y,

posiblemente, terminen lo que no hicieron ayer. Quiero vomitar, pero me abstengo de eso,

pues Andrey me dijo una vez que llorar o desesperarse no me llevaría a nada, por eso

decido ser fuerte. Sanders quiere verme ahora mismo en su casa, y aparentemente ha

perdido la cabeza, si tan sólo aprovechara el momento…

Exacto.

«¡Estás malditamente loca! Por Dios, ¡él podría hacerte daño! No puedes ir sola, no

puedes, ¡no puedes!», exclama mi subconsciente, en alerta.

Oh, Dios, no puedo creer que vaya a hacer esto. —Ese es el pensamiento que llevo en

mi mente, cuando tomo las llaves de uno de los autos de mi padre, rebusco en el estudio del

mismo hasta que encuentro el objeto que tanto necesito, compruebo si llevo mi móvil en mi

bolso, y cuando sé que llevo todo lo que necesito, me marcho de mi casa sin mirar atrás,

mientras recuerdo la breve conversación que papá y yo tuvimos hace un par de horas:

—No puedes volver a salir, no hasta que todo esto se solucione, Ciara, tampoco puedes

poner a tus amigos en peligro —repone papá por enésima vez, mientras se sienta enfrente

de mí, colocando sus tobillos cruzados encima de la mesa de caoba de mi madre—. Piensa

en tus amigos, en los heridos, en tu hermano, en Eric.

—Ellos querían llevarse a Suzanne también, papá —contesto, mirando fijamente el

brazalete que tiene papá en uno de sus tobillos, el mismo que contiene un dispositivo GPS,

el cual parpadea con una luz verde, indicando su funcionamiento—, Eric sólo trató de

defenderla.

—¿Y qué pasa si te llevaban a ti también? —Vuelve a preguntar él.

—Iban a hacerlo, papá, pero los chicos estaban allí y no lo permitieron… pero querían

llevarse a… —Sacudo la cabeza, alejando el recuerdo de mi mente—. Lo que importa es

que no me llevaron.

—Y si lo fueran hecho, yo estaría como un loco ahora mismo —dice, sus ojos negros

brillando de preocupación. Él luego señala su brazalete—, pero ni siquiera esto me

impediría ir a buscarte, hija.

Asiento con la cabeza, y corro a los brazos de mi padre, pensando en que debo

alejarme totalmente del peligro, para no herirlo o hacerle cometer una locura.

Pero ahora es diferente, lo que tengo en mente resolverá todos nuestros problemas,

estoy segura, por eso manejo directamente hacia la casa de Ralph Sanders, observando

fijamente los objetos que he recabado, los mismos que me ayudarán a mantenerme con

vida, y ejecutar el improvisto plan que he formulado en mi mente.

Ser valiente consta de correr riesgos.

***

En cuanto me encuentro frente a la enorme y suntuosa mansión Sanders, estoy

convencida que mi corazón está a punto de sufrir un ataque y que se saldrá de mi pecho,

pues sus latidos son tan frenéticos que resuenan en mis oídos en un fuerte y molesto pitido.

Mierda, realmente estoy haciendo esto, y lo peor de todo es que no me arrepiento de nada,

sólo sigo caminando hacia adelante, luego de haberme bajado del BMW gris de papá.

Siento un escalofrío que se expande por mis brazos y mi estómago y vuelvo a sentir

nauseas. Sé que Ralph Sanders me observa desde el interior de su casa, y que está

pavoneándose por haber logrado lo que se propuso.

No me detengo a pensar en ningún momento si el resto de los Sanders está en casa

porque sé que no es así; los gemelos se están quedando en mi casa, y la señora Sanders

obviamente no se encuentra en casa, por eso Sanders llamó, porque quiere que estemos

solos.

Maldito hijo de...

Aprieto mi bolso de mensajero con fuerza y, después de tomar un par de respiraciones

profundas para lograr estabilizar los latidos de mi corazón, toco suavemente el timbre de la

casa; luego de unos segundos, la puerta se abre, revelando ante mí a un Ralph Sanders

completamente desaliñado, con un rastro de barba naciente, y los ojos inyectados en sangre

y con una expresión que sólo podría tener un loco demente. Metiendo mi mano

disimuladamente en el bolsillo de mi bolso, presiono el botón de mi móvil que activa el

grabador de vos.

—Adelante, señorita Aldridge, espero no hayas cometido la idiotez de llamar a tu

estúpido amante —gruñe él, al tiempo que me hace un ademán para que me atreva a entrar.

Ralph hace lo impensable: aspira el aroma de mi cabello y suelta un gemido de puro

placer—. Hueles delicioso. —Cierra la puerta suavemente.

Espero que el aroma de la cárcel te guste más, Ralph.

—Vine sola, sólo quiero saber qué es lo que quieres de mi familia —respondo,

fingiendo desesperación. Quizás, la Ciara de antes no podía permitirse mentir, pero esta

Ciara es diferente. Tengo que adherirme a este papel: fingir que soy débil, fingir ser la

víctima y luego actuar, eso tomará desprevenido a Sanders, quien se ve tan confiado que

me dan ganas de echarme a reír, pero me abstengo.

—Quiero muchas cosas de tu familia, realmente si te contara todo lo que pretendo

hacerles nos quedaríamos aquí toda la vida —explica; dedicándome una sonrisa sardónica,

comienza a caminar hasta el bar de su sala y saca una botella y dos vasos de vidrio.

Mientras sirve un par de tragos, continúa hablando—: esto último es lo que más quiero,

pequeña.

—¿Por qué yo? —inquiero mientras él me tiende un vaso de whisky; lo recibo, mas

tengo la intención de no darle ni siquiera un sorbo.

—¿Has venido sólo a hacer preguntas como estas, pequeña? —Me observa de pies a

cabeza, suelta un suspiro y posteriormente me señala uno de los sillones de su sala. ¡Por

Dios! ¿Cómo es capaz de actuar de esa manera? ¡Es un cínico!—. Siéntate Ciara, tengo un

trato que seguro te va a encantar.

Suspiro, y hago lo que me pide, asegurándome que mi móvil logre captar la

conversación que estamos teniendo.

—¿Estás muy enterada de lo que está ocurriendo con tu padre? —Yo asiento con la

cabeza—. Bien, quiero decirte una cosa, pequeña: tú padre está hundido, ¿sabes? Quizás

haya cometido errores con los Fournier, pero con Albert no, pues mis planes estaban siendo

ejecutados desde hace años, fue un plan delicadamente planteado, solamente necesité

ayuda, y todo salió a la perfección. En este caso, es muy difícil que tu querido padre salga

de los horribles problemas que tiene. Ciara, ¿qué serías capaz de hacer por sacar a tu padre

de dichos problemas?

Infiernos.

«Fue una tontería venir».

—¿Por qué nos odias tanto? —Mi voz tiembla.

—A ti no te odio, querida Ciara, eres muy importante para mí, ¿es que no me crees? —

Sus ojos taladran los míos con una mirada mordaz. Sus cabellos plateados y rubios están

despeinados, como él estuviese enredándolos en sus dedos a causa de la desesperación.

Rectifico mi teoría cuando lo veo pasar sus dedos por sus cabellos—. Tu padre. Tu padre es

el único culpable aquí. Entonces… ¿qué estarías dispuesta a hacer?

—No entiendo de lo que estás hablando —murmuro, la bilis en mi garganta

apareciendo repentinamente.

—Quiero que vengas conmigo, ¿es que no soy obvio? Tendrías todo lo que quieres

tener, sólo debes ser mía, pequeña Ciara. —Clavo mis uñas en las palmas de mis manos

hasta que duelen, el terror inunda mi organismo cuando observo sus ojos inyectados en

sangre y vidriosos que me admiran con una emoción que no reconozco, él relame sus

labios—. ¿Lo harás? ¿Lo harás? ¿Lo harás?

Ah, mierda, él realmente está loco.

—¿Por qué me quieres a mí? —Vuelvo a preguntar, moviéndome un poco lejos de

Sanders—. ¿Por qué odias a mi padre?

—Es una larga historia —murmura, frunciendo el ceño, y yo comienzo a sentir como si

estuviese platicando con un niño loco, esquizofrénico. Opto por tratarlo como tal.

—Puedes contarme todo, Ralph —contesto, queriendo sonar tranquila y amable—. Si

quieres que… si quieres que vaya contigo… debo saber cosas de ti.

—Me gusta el Jazz, el color verde, y a veces Ella es asquerosa en la cama, por eso me

gustan las jóvenes. Siento nauseas al ver la carne, odio el pescado. Nunca quise tener hijos,

pero tuve que hacerlos igualmente. —Sacude la cabeza, él habla como un demente,

apresurado y frenético—. ¿Qué más quieres saber?

—¿Por qué quieres hundir a mi padre? —Alejo la tensión que hay en mí, quiero que

esto acabe de una maldita vez, no soporto estar cerca de este hombre—. ¿Es por mí?

—Por tu madre. —Da un sorbo a su bebida—. Cuando estaba en la universidad,

realmente me sentí tan atraído hacia una mujer de ojos azules, que me enloquecí por ella.

Estuve tantos meses queriéndola, observándola de lejos, anhelándola, nunca podía dejar de

pensar en ella, coleccioné todas sus fotos y la veía todo el tiempo, pero, ¿sabes lo que hizo

ella? Se comprometió con mi mejor amigo, ¡y ella era mía! Pero no le importó, ellos se

comprometieron malditamente rápido, y yo me quedé solo, siendo ella mi vida entera. Pero

ahora no importa, ¿sabes por qué? porque ella te tuvo a ti, ahora tú eres mía.

¿Pero qué demonios?

—Yo… yo… yo no…

—¡Lo eres! ¡Eres mía! Tu madre me lo debe, ella se fue con él, ahora sólo me quedas

tú, pero no importa, eres mejor que ella, y tú si me entiendes, ¿recuerdas cuando entraste a

mi oficina el otro día? Estabas tan caliente… —Murmura, dedicándome una mirada

ardiente.

¿Acaso tiene alucinaciones conmigo? Santo Dios.

—¿Entonces armaste una trampa a mi padre para vengarte de él? —le pregunto,

ocultando mi indignación.

—Sí, pero estoy dispuesto a dejar eso atrás si haces lo que te digo, ¿vale? —Lo noto

esperanzado—. No me importa lo que acordé con Lombardi, sólo necesito hacer este trato

contigo. —Sonríe sardónicamente.

¡Mierda!

—¿Qué has dicho? —Estoy estupefacta.

—Lombardi…

—¿Lombardi? —Me levanto de un salto del sillón, Sanders me observa divertido—.

¿Lombardi qué?

Ralph Sanders se carcajea entre dientes, mientras continúa mirándome con diversión

plasmada en sus ojos, aunque su sonrisa es malvada. Evidente es que se burla abiertamente

de mí, por supuesto él sabe que me estoy temiendo lo peor. ¿Lombardi? ¿Algún familiar de

Trent? Porque sé que este no tiene nada que ver con Sanders, de ningún amanera.

—Lombardi, Trenton Lombardi, por supuesto —contesta, frunciendo el ceño. Él se

levanta y se acerca a mí, su rostro ahora es inexpresivo y me dan nauseas el que esté tan

cerca—. Te estuvo engañando todo este tiempo, Ciara, pero yo estoy aquí y cuidaré de ti,

¿de acuerdo?

Y la adrenalina se activa en mi cuerpo cuando veo lo que Sanders intenta hacer, él

sostiene una jeringa, y su sonrisa se ensancha cuando reparo en ello.

Debí suponer que algo así iba a ocurrir. Estaba subestimando profundamente al loco de

Sanders; sin embargo, él ahora está haciendo lo mismo conmigo, pensando que vendría

indefensa. ¿Quiere asesinarme? No, por supuesto que no, drogarme sí... ¿Qué pretende

hacer drogándome? Sé la respuesta, puede hacer muchas cosas, el hombre está demente,

pero yo no pretendo acobardarme con eso.

—No te creo —murmuro cautelosamente—. ¿Estás hablando de Theodore Lombardi?

Sé que hablas de él, pues estás involucrado con él y con los Agnelli. Sólo quieres hacerme

dudar de Trenton. —Él sigue avanzando unos pasos hacia mí, su sonrisa sardónica no

desaparece—. ¿Por qué quieres drogarme?

—Quiero que te relajes, estás muy tensa, pequeña Ciara —responde, fingiendo

inocencia—. ¿De verdad creíste que vendrías a mi casa y luego te dejaría ir así sin más?

Eso es improbable, te quedarás aquí, es lo mejor que puedes hacer por tu padre, ¿estás de

acuerdo?

—¿Quieres que me quede contigo?

Él suspira mostrando su frustración.

—¡Diablos, sí! ¿En qué idiomas quieres que te lo diga? —Y luego comienza a decirlo

en diferentes idiomas, gritando como un desquiciado, y mi miedo aumenta conforme voy

observando cómo va acercándose a mí, sigilosamente.

—¿Señor Sanders? —Doy dos pasitos hacia atrás, hasta que tengo mi espalda

presionada contra la pared. Él está radiante, disfrutando que por fin me ha acorralado.

—Dime, Ralph —gruñe, tenso.

—Ralph. —Carraspeo, alejando el nudo de mi garganta—. ¿Los Agnelli le ayudaron a

incriminar injustamente a mi padre?

—¿Para qué quieres saberlo? —Frunce el ceño.

Porque quiero que lo admitas y pueda guardar la grabación de tu voz admitiendo todos

tus delitos, bastardo.

No puedo decirle aquello, así que intento mostrarme tranquila y herida por la pregunta

que me ha hecho. Este tipo está loco, así que sólo debo utilizar su locura a mi favor, debo

mostrarme frágil.

—Porque es importante para mí —le digo con lágrimas en los ojos.

Fijo mis ojos en los de él y atrapo su mirada, y cuando él se percata de mis lágrimas,

sacude la cabeza, como si no pudiera creer lo que está viendo.

—Theodore y yo hicimos un trato —responde él, aún con el ceño fruncido—, si él me

ayudaba a falsificar las pruebas en contra de tu padre, le daría un porcentaje de las acciones

de Aldridge & Sanders Worldwide.

Asiento con la cabeza, sin saber muy bien qué decir a continuación.

Simplemente continúo impactada, porque sé que Sanders ahora está diciéndome la

verdad: Theo Lombardi estuvo ayudándolo todo este tiempo. Debí suponerlo, después de

todo mi hermano y yo los habíamos visto juntos y ayer en la noche finalmente conocí lo

cruel y despiadado que puede llegar a ser el hermano de Trenton.

¿Sabe Trent de esto? No, por supuesto que no, de lo contrario me hubiera dicho,

aunque… Theo es su familia, ¿podría estar junto al hermano de la persona que le ha hecho

daño directamente a mi familia? No lo sé…

«¡Esto no es culpa de Trenton! ¿Es que te has vuelto loca? Trenton vive apartado de su

hermano desde hace mucho, lo sabes, él te lo ha dicho», murmura mi malhumorada

consciencia, pero debo admitir que tiene la razón absoluta.

Trenton no es Theo, él no tiene la culpa de los errores que su hermano cometa,

independientemente de todo esto, quiero a Trent, y nada ni nadie puede cambiarlo. Con

esos pensamientos rondando mi mente, y con mi bolso de mensajero presionado

fuertemente contra mi pecho, comienzo a rebuscar en mi bolso; sin embargo, al tiempo que

tomo la pistola de electrochoque que robe de casa, Sanders tiene una de sus manos en mi

cuello, conforme con la otra sostiene aún la jeringa.

Estoy paralizada.

Oh Dios mío, él va a lograrlo, va a drogarme y yo estaré a su merced.

Pienso en Trenton y en lo mucho que me odiará cuando se entere de todo esto. Él dijo

que moriría si a Sanders logra lastimarme. Oh mierda, realmente Sanders va a lograrlo.

¡No! ¡No va a lograrlo, maldita sea! Yo no voy a permitirlo, por mí, por Trent, por mi

hermano, por mis padres… ¡No puedo permitir que Sanders gane!

—Cuando despiertes, estarás en un lugar mejor —dice él, sus ojos reflejando locura—.

Vamos... relaja...

No le permito continuar. Y a partir de allí todo ocurre demasiado rápido. En ese

instante, tan sólo en ese momento en el que Sanders inserta la aguja bajo mi piel y al mismo

tiempo yo presiono la pistola y libero una descarga de electricidad, descubro que jamás en

mi vida había sido tan valiente y tan estúpida a la vez. Al momento que Sanders grita de

dolor y me da una fuerte bofetada y yo comienzo a sentirme mareada pero aún así soy

capaz de guardar y enviar a papá la grabación de voz sin que Sanders se percate de ello, sé

que quizás con estas pruebas Sanders esté hundido, pero, ¿qué si yo muero y nadie logra

encontrar las pruebas que ahora tengo en mi poder? Simplemente no lo sé y este es el

punto, esto es lo que he aprendido: sacrificarme y arriesgarme por los seres que amo, y

aunque muchos piensen que lo que he hecho es estúpido, yo no me arrepiento, no lo hago

en lo absoluto.

Sanders está furioso, y grita algo que no logro entender. Utilizo la pistola de

electrochoque nuevamente, él se tambalea pero no cae inconsciente; yo débilmente

comienzo a correr hacia la salida, pero él me intercepta cuando he llegado a la puerta. Me

pongo el bolso encima, parpadeo un par de veces, afectada por las drogas que me ha

inyectado el desquiciado y agradezco que no me haya inyectado el resto de la gran porción

que tenía para mí.

Ralph Sanders vuelve a hablar y gruñe, yo cada vez me siento más débil. Él observa por

las ventanas y maldice. Yo aprovecho su ensimismamiento para correr a la puerta; sin

embargo, cuando tomo el pomo, mi vista se nubla y mis rodillas se tambalean. Me aferro a

la pistola, conforme veo a Sanders correr hacia mí, me estoy desmayando... mis

pensamientos son cada vez más absurdos, pues lo único que tengo en mente son un par de

ojos verdes que me quitan la respiración. Me siento desfallecer, aprieto el gatillo del arma y

apunto a Sanders sin saber muy bien en qué lugar lo estoy haciendo, sólo soy consciente de

su figura frente a mí. Llega un recuerdo de cuando era una niña muy pequeña y sé que la

mirada condescendiente de Ralph Sanders siempre ha estado allí. Él siempre ha sido

asqueroso y ante este pensamiento libero otra descarga de electricidad de mi pistola. Lo

penúltimo que veo es que él ha caído, al mismo tiempo que yo.

Y lo último que veo son un par de ojos verdes, observándome con preocupación.

Y todo se vuelve oscuro.

***

Es curioso que una persona como yo haya sido capaz de hacer tanto. La mayoría del

tiempo las personas se han atrevido a subestimarme, y en ocasiones gritan que soy débil.

Ahora no me siento así, es decir, estoy asustada, pero esto no es una señal de debilidad.

Somos humanos, todos tenemos miedos y enfrentarlos nos convierte en personas valientes,

aún sabiendo que, a pesar de haberlos enfrentado, quizás jamás los superarás. Me siento

renovada, madura, realizada; me he comprobado a mí misma que los errores nos convierten

en lo que somos en el presente. Yo he arriesgado tanto por mi familia el día de hoy, y

aunque quizás ahora esté muerta y todos griten que fue un error el haber venido, seguiré

pensando igual que ahora.

No sé cuánto tiempo ha transcurrido. No sé si papá hizo lo que creía que haría al darse

cuenta de mi ausencia y la grabación de la conversación de Sanders y mía. Lo único que sé

ahora, tiempo después, cuando vuelvo a abrir los ojos, es que estoy en una habitación

extremadamente luminosa y resplandeciente que me deslumbra y debo parpadear varias

veces para acostumbrar mis ojos a la luz del lugar.

Un fuerte dolor se instala en mi cerebro cuando mi mente comienza a hacerse

innumerables preguntas sobre lo acontecido: ¿Dónde estoy? ¿Donde está Sanders? ¿Papá

logró llegar a casa y la policía pudo perseguirlo hasta dar con Sanders y conmigo? ¿La

grabación servirá de algo? Cierro los ojos con fuerza, rogando que el dolor desaparezca.

Alguien toca mi mano y doy un respingo por el susto; mas, cuando un cosquilleo se instala

en mi cuerpo por el roce de nuestras manos, sé de quién se trata y salto hasta que estoy

acurrucada en su pecho, abrazándolo con fuerza mientras las lágrimas comienzan a

desbordarse por mis mejillas.

Oh Dios, él está bien. Trent está bien... él está bien… él está bien… —repito en mi

mente, agradeciendo silenciosamente porque él está a salvo y junto a mí, aún sabiendo que

en unos minutos, la furia de Trent se hará presente.

Sollozo, y siento cómo sus manos grandes y ágiles juguetean con las hebras de mi

cabello, causando que mi cuerpo comience a relajarse lentamente ante sus caricias.

—No voy a perdonarte esto nunca, Ciara —susurra suavemente, pero percibo la tensión

en sus palabras. Lo sabía, él está enojado porque yo le prometí que nada iría mal, y lo

traicioné, y quizás todo lo que hice no sirvió de nada, eso probablemente es lo que más le

molesta—. Estaba muriendo, Ciara, estuve a punto de perder una parte de mí mismo.

—Lo siento.

—No, Ciara, esto no se trata de sentirlo o no —responde, apartándose un poco para que

nos podamos ver a los ojos. Observo su vestimenta: unos vaqueros desgastados, una camisa

gris holgada, y una gorra de béisbol blanca de los Tigres de Detroit. Sus ojos me atrapan y

veo el dolor y la decepción en ellos y me siento desdichada—. ¿Es que no pensaste en mí?

¿O en tu familia? No puedo creerlo, estuviste frente al peligro, ¿es que no me quieres? ¿Es

eso? ¿No te importo en lo absoluto como para mantenerte a salvo?

No… no… no…

Mi garganta se cierra, y mis emociones se congelan ante la rudeza de sus palabras. Se

ha separado de mi cama, está solamente parado allí, frente a mí, en una distancia

considerable; y yo me desborono al ver su expresión dolida y frustrada. ¿Por qué dice eso?

¿Es que se ha vuelto loco? ¿O soy yo la que no sabe cómo demostrar que le quiero?

—¡No digas eso, Trent!

—¿Qué quieres que te diga? ¡Ese maldito iba a violarte y quizás matarte y a ti no te

importó irte con él cuando me dijiste que todo estaría malditamente bien!

—Trent…

—Déjalo, sólo agradezco que estés a salvo, agradezco que hayas sido astuta, pero me

duele que no me hayas tomado en cuenta, yo podría haberte ayudado, siempre me has

tenido, Ciara —murmura, aún dolido—. Quizás yo no te tenga a ti, pero…

Por Dios, él de verdad piensa que no lo quiero.

—¡Me tienes! Sé que soy tan tímida a veces y además insegura y en algunos momentos

puedo pensar que todos me odian. Un día puedo estar segura de tu amor, y al otro pensar

que todo es una fantasía. Tú eres todo lo contrario, y aún así te has adueñado de mi amor,

arrebatándolo de mi alma con sólo mirarme a los ojos, y luego lo descubro: quiero estar a tu

lado. —Sus ojos llamean de pura emoción—. Quiero desesperadamente estar contigo, y

cuando me pregunto por cuánto tiempo quiero estarlo, la respuesta viene inmediatamente a

mí: el tiempo que tú decidas.

—Ciara…

—Siempre me has tenido, no puedes dudarlo, siempre me tendrás, Trent, perdona todo

esto, él dijo que… —Sacudo la cabeza, mientras que de mis ojos siguen derramándose

gruesas y silenciosas lágrimas—. Él dijo que te mataría si no iba. Él me dijo que terminaría

de hacer lo de ayer, enviaría a los Agnelli…, yo no pude permitirlo, lo siento… lo siento…

—Al fijar mis ojos en los suyos, me percato de que Trent tiene sus cejas muy alzadas y sus

ojos desorbitados, impresionado por lo que ha dicho.

—¿Tú hiciste todo esto por mi culpa? —pregunta en un bisbiseo.

Infiernos, Trenton puede llegar a ser tan exasperante a veces.

—¡No! —exclamo, intentando levantarme de la cama; sin embargo Trenton lo

impide—. No lo hice por tu culpa, lo hice por ti, porque me preocupo por ti, y si a ti te

hacen daño, yo muero.

Él sacude la cabeza, pero sé que no va a atreverse a decir nada más. Se aproxima

nuevamente hasta mí, y me abraza con fuerza, y en un abrir y cerrar de ojos, cuando pienso

que hablara de nuevo, estampa sus labios contra los míos y me está besando, quitándome la

respiración y el aliento con sólo aquellas caricias tan excitantes.

Luego de separarnos, pasan algunos minutos hasta que me atrevo a hablar:

—¿Papá está bien?

Trenton me observa, su ceño pronunciadamente fruncido me indica que papá también

está enfurecido conmigo. Me siento preocupada pues él no está aquí, ni mi madre, ni mucho

menos mi hermano, luego recuerdo que probablemente están lidiando con Sanders. Me

pregunto también qué pensaran los demás de mí, si estaré castigada o si mamá será capaz

de quitarme Julliard. Recuerdo las veces que me ha amenazado y comienzo a sentirme

asustada por las posibilidades de que esto pase, ¿mi madre se preocupó por mí? Quizás sí.

—¿La grabación sirvió de algo? —le pregunto, después de un extenso silencio entre

nosotros—. ¿Me puedo ir ya? Quiero ir a casa. ¿Dónde está... er... Sanders? —Un

escalofrío se apodera de mi cuerpo al pronunciarlo.

—¿Qué te hizo él después de que guardaras y enviaras la grabación? —inquiere él, con

sus puños apretados pero sin quitar sus brazos de mi alrededor. Trenton lentamente se

sienta en mi cama y yo me acurruco en su pecho, inhalando su aroma y escuchando los

latidos de su corazón que son exageradamente rápidos—. ¿Pasó algo, Ciara?

—¿La grabación sirvió? —Vuelvo a interrogar, y eso causa que el temperamento de

Tren explote.

—¿Estás evadiendo mi pregunta? —Se remueve inquieto en su lugar, chasquea la

lengua y aunque no lo estoy viendo, sé que sus hermosos ojos se hallan más oscuros de lo

habitual—. Dime qué pasó. —Esto es una orden.

Le cuento todo lo que ocurrió en la mansión Sanders y él me cuenta que mi padre se

había percatado de mi ausencia antes de que yo le enviase la grabación. Papá estuvo

preocupado por mí y fue a mi habitación a buscarme; sin embargo, se percató de que no me

encontraba allí, posteriormente llamó a los vigilantes del portón de la casa y estos

anunciaron que yo había salido en el BMW sin pedir escoltas y sin decir absolutamente

nada. Trenton me cuenta que papá enloqueció y llamó a Andrey, quien se atrevió a pensar

que yo sólo había decidido salir a encontrarme con Trent, pero cuando éste les dijo que no

estábamos juntos, todos se desesperaron y llegaron a la conclusión de que yo había ido a la

casa de Sanders al darse cuenta de el arma que robé del estudio de mi padre. Como lo

pensé, papá corrió a buscarme, y a éste le siguieron Andrey y Trent y, por supuesto, la

policía.

Cuando noto que Trenton se ha quedado ensimismado, sé que algo no anda bien.

—¿Y qué ocurrió después? —Quiero mirarlo a los ojos, pero me es imposible hacerlo

en esta posición.

—Theodore nos interceptó en el camino —contesta, fríamente.

—¡¿Qué?! —Intento levantarme; sin embargo, Trent vuelve a impedírmelo.

—Así es —contesta después de soltar un largo suspiro—. Theodore nos interceptó pues

Sanders lo llamó y dijo que cambió los planes, según Theodore, Sanders perdió la cabeza y

el trato que tenían fue mandado al demonio; mi hermano y yo hablamos mientras íbamos en

tu busca y él…

Oh no, esto debe ser malo.

—¿Él qué?

No responde inmediatamente. Nos quedamos en silencio por unos segundos

larguísimos, los mismos que utilizo para sopesar lo que Trent ha dicho sobre su hermano.

¿Theo los interceptó? ¿Entonces él sólo subió al auto y los acompañó a buscarme?

¿Estamos hablando del mismo Theo? Porque el Theo que yo conocí anoche era un hombre

despiadado, él no podría…

—Theo se entregó a la policía.

Oh santo Dios.

—¿Qué? ¿Por qué? —Me levanto abruptamente para enfrentarme a su mirada, veo a

Trent preocupado por su hermano, la verdad es que él no me ha hablado mucho de él, ni

siquiera me ha contado el por qué él y su hermano no se la llevan bien—. ¿Estás seguro?

Trent asiente con la cabeza.

—Estuvimos hablando y… —Se encoje de hombros—. Decidió dejar esa vida.

Espera, ¿qué?

No logro comprenderlo, porque realmente todo me resulta demasiado absurdo e

inverosímil. ¿De un día para otro decidió dejar esa vida? Siento que hay algo que Trent no

me está diciendo; no obstante, tampoco quiero presionarlo para que me lo cuente, quizás

todavía está molesto y no quiere entrar en detalles conmigo, al menos no por ahora.

—Ciara, probablemente Sanders ya no es una amenaza para nosotros; sin embargo,

quedan los Agnelli, y ellos no se rendirán hasta conseguir lo que sea que quieren —

advierte, posicionando sus manos en mis hombros—. Por los momentos, ellos van a

alejarse de todos por lo ocurrido con Sanders, y Andrey me ha dicho que te saque de aquí, y

como tu audición en Julliard es…

—¡Me encantaría que me acompañaras! —Salto a sus brazos, emocionada con la sola

idea de tenerlo cerca en aquel momento tan importante de mi vida.

Trent toma mi rostro entre sus manos y me besa fuerte y duro en los labios y luego

sonríe ladinamente; mas, su sonrisa no llega ni siquiera a sus ojos, y yo mentalmente me

pregunto si está todavía enojado conmigo o si su tristeza se debe a algo más.

—Morí mil veces hoy, Ciara. —Vuelve a decir, mostrándose vulnerable por cierto

tiempo—. No vuelvas a hacer esto, ¿está bien? —Yo asiento con la cabeza—. Ahora

prepárate, pues tus padres también tienen muchas cosas que decirte. —Él sonríe

ampliamente, con esa sonrisa burlona suya, la misma que causa que mi corazón se salte un

latido.

Ah, me olvidé de mis padres, genial, estoy en problemas.

Andrey fue quien convenció a todo el mundo de que lo mejor para mí era viajar con

Trent. Mi hermano, decidido a convencer a mis padres, consiguió los billetes de avión para

Trent y para mí antes de que mis padres siquiera tuviesen la oportunidad de sopesar la idea

de permitirle a su hija salir de viaje con su... ¿amigo? ¿Novio?

Dos días han pasado desde lo ocurrido. Sanders está en prisión y todo este desastre se

ha hecho público. Papá salió fácilmente de sus problemas pues Theodore Lombardi confesó

todos sus delitos sin pestañear; no obstante, las cosas se han tornado complicadas con los

Agnelli, los cuales han sido investigados por años, y es prácticamente imposible que ellos

caigan, tal y como lo hizo Ralph Sanders.

No he hablado con los gemelos en días, y aunque mi amistad con ellos últimamente ha

sido inexistente, no dejo de pensar y preocuparme por ellos.

—¿En qué piensas? —pregunta Trent sacándome de mis pensamientos, mientras

conduce un mustang clásico que terminamos alquilando para llegar al conservatorio de

artes Julliard.

—Agnelli —respondo solamente, ese apellido se ha convertido en el titulo de mis

preocupaciones.

—Esto se va a arreglar, amore, lo prometo —dice él, y aprieta mi mano que está

apoyada en una de sus rodillas—. Si tu padre se va a encargar de eso, todo se va a arreglar.

—¿Cómo lo sabes? —pregunto, él sólo me sonríe—, es decir, ni siquiera sabes cómo es

papá, sólo lo has visto aquel día…

—Para criar a una princippesa como tú, sé que es un buen hombre —menciona, su

sonrisa pícara no desaparece conforme observa el camino—. ¿No estás nerviosa?

Por supuesto que estoy nerviosa, siento que me va a dar un infarto aquí mismo. Por

tantas razones, trato de no demostrar miedo, es decir, he bailado por tantos años delante de

millones de personas, y estoy segura que los directivos de la universidad saben de mí; sin

embargo el miedo de cometer el más mínimo error persiste, si fallo, todos mis sueños se

romperán en miles de pedazos, y esos sueños forman parte de mí, si no entro a Julliard, una

parte de mí va a morir.

Yo no quiero ir a Stanford, si fallo, le daré la razón a mi madre y es algo que tampoco

quiero.

—N-no… no lo… sé —bisbiseo mirando mi regazo fijamente. Sé sin siquiera mirarlo,

que está sonriendo, es tan extraño que sepa cómo va a actuar conociéndolo en tan poco

tiempo.

—Así que la Ciara tartamuda ha regresado, ¿eh? —bromea tratando de tranquilizarme,

porque él sabe que me encuentro mucho más que nerviosa y no dejo de mover mi pie

derecho, lo cual es una señal de estar totalmente inquieta.

Momentáneamente frena y el auto está estacionado en un lugar prohibido cuando

levanto la vista. Lo miro a él y veo paz en sus ojos, tomo aire profundamente; sin embargo

eso no logra tranquilizarme por más que lo intento.

Trenton toma la palabra.

—Estoy aquí contigo, Ciara —dice solemne, sus ojos penetran los míos en una

abrazadora mirada—. Y tú eres espectacular, lo sé, todo el mundo lo sabe y tú deberías

saberlo. Eres asombrosa, la más asombrosa de todas y nadie va a cambiar eso.

No puedo evitar sonreír porque sus halagos me sonrojan.

—Pero no me has visto bailar —contesto como una niña pequeña, la cual ha

descubierto que la han estado engañando. Trenton sonríe por el tono que he utilizado.

—Hoy voy a verte. Y para saber que eres asombrosa no hace falta verte, ¡todo el mundo

lo dice! ¡Todo el mundo predica tu brillante futuro! —exclama ahuecando mis mejillas,

hablando como si en estos momentos se estuviese imaginando cómo llegaré a ser en años.

Sus ojos relucen más de lo normal, como si fuesen sus propios sueños.

Eso me encanta.

—Todos, menos mamá —digo, y es que la falta de su apoyo me afecta más de lo que

reconozco.

Trenton no se ve afectado por mi comentario. Su sonrisa sigue intacta, como si supiera

que yo lo haré bien. Me mira con ternura y acaricia mis mejillas, posteriormente deposita

un beso en mi nariz. El hormigueo en mi piel se hace presente.

—Te amo, Ciara. Y creo en ti, créeme que lo hago. —Sus palabras causan una extraña

sensación en mi corazón que resulta placentera—. Pero no importa lo que los demás

piensen de ti, siempre debes confiar en ti misma.

Asiento con la cabeza, a sabiendas de que tiene razón, pero mis estúpidos miedos y los

nervios no ceden por más que intenta aplacarlos, ellos siguen allí, revoloteando en mi ser,

¿y si me caigo? ¿Y si mis nervios son tan fuertes que olvido la coreografía que he estado

practicando desde que recibí la notificación de Julliard? No, no, no. Esta es tu oportunidad,

Ciara, todo va a salir genial, naciste para esto. Suspiro, sí, nací para esto y esto es lo que

quiero.

—Lo sé, sólo mis nervios no ceden… —contesto obligándome a mirarlo. Él sonríe

pícaramente.

—¿Confías en mí? —Yo asiento con la cabeza enérgicamente—. Entonces baila para

mí, sólo para mí, no al jurado. Sólo a mí.

Creo que eso es música para mis oídos.

***

Esto resultó ser un desastre.

—¿Nunca has sentido esa necesidad de hacer algo por segunda vez porque sabes que lo

pudiste haber hecho mejor la primera vez? —le pregunto a Trenton cuando estamos

saliendo del auditorio, después de mi desastrosa audición.

Él suspira, y detiene el paso.

—No puedo creer que digas eso. —Se coloca frente a mí, está muy serio ahora—.

Estuviste perfecta, ¿qué quieres que te diga para convencerte?

Tan sólo con esa frase siento de todo a la vez dentro de mí. ¿Me diría cualquier cosa

para convencerme? Yo no sé qué decirle, sólo quiero sentir sus labios contra los míos y que

aquella sensación cause que me olvide de todo por un momento, tal y como sucede cada

vez que me besa.

Jamás me hubiese imaginado que estaría saliendo del auditorio de Julliard con Trent a

mi lado. Y apenas cuando me dijo que me acompañaría, supe que este chico me apoyaba en

lo que fuese.

Por eso le digo:

—Dime que me quieres.

Aquello hace que una sonrisa surja en sus labios y se acerque pícaramente hacia mí,

presionando su mano en mi cintura para acercarme hacia sí, mientras que con su otra mano

acaricia mi mejilla, me mira a los ojos, y sé que está a punto de decirlo, pero me doy cuenta

que yo jamás se lo he dicho directamente, por eso escojo hacerlo yo también. Lo miro

fijamente, seria, nerviosa, soy de las personas que escogen el momento adecuado para decir

aquellas dos palabras cuanto en realidad lo siento, y no por obligación o para ser amables.

Tengo que mantener siempre en mi mente que haré todo lo que esté en mis manos para

mantener a Trenton cerca de mí. Aunque no me puedo prometer a mí misma que no le haré

daño, cuando amamos sufrimos, porque nuestra felicidad ya no depende del todo de

nosotros.

Ahora hay otra persona en mi vida que puede hacerme daño o hacerme feliz, y yo

espero que ambos nos vayamos por la segunda opción.

Trenton sigue acariciando mi mejilla.

—Te…

Yo le interrumpo.

—Te amo, Trent.

Y, ¡diablos! Es imposible no enamorarse más de él cuando eres testigo de una sonrisa

como la que estoy viendo en este momento. Es como si mostrase su alma delante de mí a

través de ella, y a través de sus ojos. Amo esta sonrisa, es mi favorita, y lo amo a él, no hay

dudas. Trenton ríe y el sonido es música para mis oídos y me percato que siempre lo ha

sido, todo este tiempo junto a él, estuve sintiendo algo dentro de mí, algo que no sabía

cómo descifrar porque es una sensación incontrolable, es como si un grupo de fans de Trent

estuviesen —lo sé, es algo loco— dentro de mí y enloquecieran y revolotearan de aquí

para allá sólo con escuchar su voz, con percibir su perfume, con escuchar su risa, con sentir

su toque; esto es precisamente lo que estoy manifestando ahora, sólo con verle sonreír

despampanante; sin embargo estas sensaciones extraordinarias se multiplican por varias

cifras cuando me acerca a su cuerpo de una manera brusca y suave a la vez, y me encanta

cómo comienza a besarme apasionadamente fuera de Julliard. Jamás me había planteado

una experiencia como esta, pero sin duda es una de mis favoritas. Su mano acercándome

más a su cuerpo mientras me presiona por la parte baja de mi espalda, y yo

inconscientemente acerco más su cabeza a la mía enrollando mis brazos por su cuello

conforme él acaricia el mío. Su lengua es una explosiva mezcla de ternura, pasión y deleite

mientras juguetea pícaramente con la mía y mi cuerpo se convierte en fuego, fuego que se

expande entre los dos en tan poco tiempo que la única palabra que tengo grabada en mi

mente es “más”.

Oh Dios, si por decirle que le amo gano un beso como este no me cansaría de decirle

cuánto lo amo.

Cuando nos separamos, mis piernas ya quieren desfallecer.

—Ti amo21

, Ciara —dice él con cierta satisfacción.

Todavía enloquecida por las fans de Trent trastornadas dentro de mí, digo lo primero

que se me viene a la mente y luego me sonrojo.

—¿Qué hay entre nosotros?

Alza una de sus cejas y sé que quiere reírse, pero no lo hace.

—¿Amor? ¿Pasión? —Adapta un tono más seductor en la última opción—: ¿Deseo?

Si sigue utilizando ese tono conmigo voy a enloquecer, bueno, más.

—Sabes a lo que me refiero. Pero sin duda las tres —le respondo todavía con mis

mejillas y mi cuello sonrosados por sus mañas calientes y seductoras.

Nosotros no nos hemos soltado, permanecemos cerca, cuerpo contra cuerpo y la verdad

es que no me importa. Las personas que pasan junto a nosotros nos observan con sus cejas

alzadas, seguramente por el espectáculo de besos que acabamos de dar hace un par de

minutos. Oh, por favor, como si ellos no se fuesen enamorado alguna vez.

Trenton finge que se lo está pensando, yo le lanzo una mirada incrédula y él ríe.

—Esa está fácil. La situación es esta: yo te amo y tú me amas. —Besa mi frente

encorvándose un poco hasta llegar a mi estatura—. Tú eres mía y yo soy tuyo. Y dado lo

enloquecido que me tienes desde que te conocí, he querido que seas mi novia por mucho

tiempo. Entonces, si sumamos esto, el resultado esperado es más que evidente: Tú eres mi

novia...

—No es que necesite una etiqueta. —Gesticulo señalándonos a ambos—. Pero me gusta

como suena, eh, brilliant.22

—Le guiño un ojo, juguetona.

Trenton ríe, y yo también lo hago.

—Larguémonos de aquí, hermosa chica. —Me lleva de la mano al auto, y cuando

pienso que lo encenderá para marcharnos, impide que me coloque el cinturon atrapándome

con sus grandes manos y acercándome a él—. Pensé que podríamos seguir

besuqueandonos.

Le miro con cara de pocos amigos al principio, lo que causa que él frunza el ceño, luego

yo río y le guiño el ojo de nuevo.

21Te amo.

22Genial.

—Creo que caíste.

—¡Ja! Chistosa, ven aquí.

Entonces el beso es mucho más intenso que el anterior, pero evito desmayarme; los

besos de Trenton causan una merea de sensaciones, y la palabra “más” se multiplica

mientras le acaricio su dorso, dentro de aquel auto alquilado.

¿Qué vine hacer a Nueva York? Ah, sí, besuquearme con Trent. Soy una condenada

afortunada.

***

Para ser la primera vez que visita Nueva York, Trenton se ve demasiado relajado y no

se deja sorprender de los lugares de la ciudad, y es que sin duda al haber vivido desde su

nacimiento en Milán no debería sorprenderse por nada, Italia es un país más interesante.

Mientras comemos en McDonald’s —es una de las pocas veces que lo hago— observo

por la ventana cómo la nieve cae levemente en pequeños y livianos copos.

—Es algo loco estar aquí sentado contigo —comenta Trent, mientras mastica

desganadamente su hamburguesa de pollo. Él me sonríe cariñosamente—. Creo que estás

cerca de lograrlo, estoy seguro.

Yo le sonrío también, sin embargo necesito dejar el tema a un lado mientras espero los

resultados de mi audición. Cada vez que pienso en Julliard dentro de mí me digo que pude

haber dado más en mi presentación, pude haberlo hecho mejor, pude haberme destacado.

—¿Y tú, Trent? —cuestiono alzando una de mis cejas. Él aclara su garganta y deja su

hamburguesa a un lado cuando toma de su refresco de cola—. ¿Qué exactamente quieres

lograr tú? Eres un chico de diecinueve años, ama la adrenalina (eso ya lo tengo claro)

adoras los coches, el fútbol…

—Y a ti —me interrumpe, guiñándome un ojo.

Yo río por lo bajo.

—¡Eso lo tengo claro también! —exclamo causando que algunas personas se giren para

mirarme por mi arrebato de alzar la voz—. A ver, italiano, dime…

—¿Italiano? —pregunta interrumpiéndome nuevamente—. Digo, lo sé soy de mi bella

Italia, pero ¡vamos, soy tu novio ahora! ¿No podrías apodarme con algo cariñoso? Como…

no sé… ¿terroncito de azúcar? —Alza una de sus cejas, esperando opciones.

Casi me atraganto con mi refresco, casi. Pero logro reírme después de tragar y no causar

un accidente. Trenton me mira divertido, yo sé que mis mejillas están rojas de tanto

carcajearme.

—¡Por Dios! ¿Me dejarás hablar o no? —inquiero tratando de ponerme seria, pero es

imposible hacerlo con un chico como él en frente—. ¿Por qué dejaste la universidad, Trent?

Hace tiempo Trenton me había comentado que tuvo que dejar la universidad —el

motivo no lo ha especificado—, pero yo no creo que el pretexto de haber dejado los

estudios se deba a la falta de motivación, lo conozco, él es un chico inteligente, lo

demuestra cada vez que abre la boca, le gusta aprender, lo sé, pero entonces, ¿por qué

dejaría la universidad cuando apenas la había comenzado? No lo comprendo.

—Estuve estudiando periodismo, me gustaba, al principio, pero no es lo mío. —Se

encoge de hombros sin mostrarle mucho interés a la cuestión—. No pienso estudiar algo

que no me llena, creo que tú más que nadie puede entenderme. Por eso decidí dejar la

universidad. Fin.

Su respuesta cortante me sobresalta.

Por más que él quiera evadir el tema, no va a lograr despistarme, yo sé que hay algo

más, algo que le atormenta o le preocupa sobre ello. Sin embargo no puedo comprenderlo,

¿si no es el periodismo qué es lo que le llena? ¿Tendrá algún sueño el cual quiere cumplir?

Todos los tenemos, no creo que él sea la excepción.

—¿Algo que te guste más que el periodismo? —Estudio su rostro mientras espero

alguna respuesta—. ¿Deportista? ¿Actor? ¿Guionista? ¿Animador de televisión? —Alzo

una de mis cejas y opto por sonar juguetona para ver si logra soltar su secreto—. ¿Stripper?

Trenton se ríe entre dientes.

—Creo que ese último es tu sueño, nena —Me guiña, juguetón—. Pero no, ninguno de

esos. Aprecio el arte, con mi vida, podría decirse.

—Oh, Wow. ¡Vaya! ¿El arte? ¿Cómo cuál? —inquiero acomodándome en mi asiento,

pues la conversación se ha vuelto extremadamente interesante, jamás pensé que tuviésemos

tanto en común (mentira, sí lo sé desde que le conocí, aunque nuestras personalidades se

tornan diferentes la mayoría del tiempo, pero polos opuestas se atraen, ¿no?) Le sonrío a

Trenton ampliamente—. Te adoro, en serio, eres increíble, me sorprendes, ¡el arte! ¡Quién

lo habría imaginado!

Y es verdad, sin duda él sabe cómo sorprenderme, siempre lo he sabido, él es una cajita

de misterios que poco a poco voy descubriendo, y eso me encanta.

—Me gusta dibujar, pensé en asistir a una escuela de artes, pero cuando lo estuve

planeando, ocurrió lo de Theo y… —Su ceño se frunce, y luego adopta su habitual

habladuría—. De acuerdo, fue un día normal yo estaba como: ¿qué es lo que estoy haciendo

en esta universidad? Ya había aprobado en primer y segundo semestre, y créeme, me fue de

maravilla, pero ese día me desperté… ¿de mal humor quizás? ¿O quizás tuve algún tipo de

revelación? —Ríe sin humor y toma un sorbo de su refresco, yo escucho atenta su

historia—. Entonces en la segunda clase, estaba furioso y me salí a mitad de ella, y me

senté en el campus y lo único que logró controlarme fue sumergirme en mi dibujo, entonces

no me di cuenta que ya había llegado la hora del almuerzo.

“Fue allí cuando llegó un anciano profesor que no había visto hasta ese día y me dijo:

¿Estuviste gran parte de la mañana haciendo esto? Y yo le respondí: Sí. Entonces él sonrío

y me dio unas palmaditas en mi hombro y me preguntó: ¿Y cómo te sientes? Yo suspiré y

tuve la respuesta sin pensarlo: Lleno. Y él se marchó.

Entonces yo observé lo que estaba dibujando y me marché también, yo sabía que me

gustaba dibujar, pero nunca lo había visto como mi futuro hasta ese día. Esa fue la última

vez que asistí a esa universidad, corrí —literalmente— a casa y me senté frente a mi viejo

ordenador y comencé a investigar sobre universidades de artes, estaba muy entusiasmado,

pero ese mismo día recibí dos malas noticias. Cuando sonó el teléfono de casa, luego de

mamá contestar enloqueció y dijo: «nos largamos de aquí». Yo le pregunté por qué y sólo

frunció sus labios y se echó a llorar mencionando el nombre de Theodore. Yo no pude

decirle nada, gastó todos los ahorros en dos boletos para venir acá y así fue como llegó

aquí, cuando Theo salió de prisión, ella regresó a Milán y yo me quedé aquí, de todas

maneras no le hacía tanta falta y nunca me preguntó por qué no regresé con ella. Entonces

en Milán quedó ese sueño de un día”.

Trenton suspira profundamente, conforme yo le miro fijamente, sintiéndome un poco

desanimada, ¿por qué su mamá no se preocupó más por su hijo bueno? Infiernos, la vida es

tan injusta.

—¿Cuál fue la segunda mala noticia? —pregunto preocupada.

Trenton pasa la mano por sobre la mesa para apretarme la mía y brindarme una sonrisa

reconfortante.

—Espero pronto, poder decírtelo.

Uh, qué enigmático.

Asiento con la cabeza, y me muerdo la lengua para no preguntar, si él no quiere

contarme aquella mala noticia en este momento, alguna razón tendrá, yo confío en él, estoy

aprendiendo a ser paciente y confiada.

—Trent, ¿qué pasó en la furgoneta cuando esos tipos te llevaron? —inquiero, y la

sonrisa que estaba en sus labios desaparece instantáneamente. Aprieta su mandíbula con

fuerza, yo continúo hablando—: Agnelli dijo tantas cosas…

Asiente con la cabeza, y veo que no está muy cómodo con el tema.

—Eso no tiene importancia —contesta mostrando cansancio, me aprieta la mano una

última vez para luego soltarla, haciéndome sentir un poco vacía—. Escucharon a la policía

acercarse, igualmente no dudaron en ofrecerme que me uniera a ellos. Antes, mi hermano y

yo éramos inseparables, nos metíamos en peleas casi todo el tiempo. Cuando papá estaba

vivo nos entrenaba en el box aunque mamá lo detestaba, aquello era más como una defensa

personal, pero como te habrás dado cuenta, soy muy temperamental y utilizaba mi fuerza

para mostrarme como el bravucón —explica, mientras yo me estremezco—, los Agnelli

siempre rondaban por el barrio buscando chicos o chicas, y se toparon con nosotros, yo ni

de broma me acerqué a ellos; sin embargo Theo es más pretencioso y ambicioso y quería

salir del “apestoso barrio” cuanto antes, entonces comenzó desde abajo con aquellos

delincuentes, golpeando enemigos, amenazándolos, hasta que ganó la suficiente confianza

de los Agnelli para encargarse de los “negocios” de este país, mientras ellos mandan en

toda Italia. Aunque allá sólo son comerciantes respetados, ya que no han conseguido

pruebas que los incriminen.

Vaya, estoy comenzando a procesar lo que me ha dicho. Todo parece ser una película

de mafia, aunque yo ya tengo más que claro desde hace mucho que en toda Italia la mafia

se encuentra más que extendida, no sabía que mi novio estuviese tan cerca de ella, ¡por

Dios! Mi cuñado es un maldito mafioso y se atrevió a dejar a su madre y a su hermano

mientras él se va por esa vida de pacotilla.

—Yo… no comprendo, los Agnelli… ¿por qué ellos dijeron «una de ustedes está más

que negociada»? A mí me pareció demasiado extraño, además… —Suspiro y pretendo

seguir hablando, mas él me interrumpe poniendo una mano en alto.

—Detente, Ciara. Tu mente debe estar centrada en otras cosas —dice, seriamente—.

Tus padres se están encargando de eso. Prométeme que a partir de ahora andarás con esos

apestosos escoltas a donde vayas.

Esto en realidad es demasiado serio, por eso asiento con la cabeza, su tono de voz

resulta tan exigente, y además yo se que tiene razón, sin embargo tampoco quiero que él

esté involucrado en esos asuntos, mas sé que es imposible, ha estado involucrado desde

hace tanto tiempo, desde que su hermano decidió irse por el camino equivocado. Y aunque

no lo haya hecho con esa intención, también se llevó con él parte de Trent, porque estoy

segura que él echa de menos a su hermano, y le duele que haya sido traicionado por quien

anteriormente había sido su más cercano cómplice.

Todavía no me puedo creer que Theodore se haya entregado y esté cooperando con la

policía.

—Te lo prometo.

Y en mis adentros, espero no romper tampoco esta promesa.

***

De nuevo en Detroit, Michigan, cuando estoy saliendo de mi clase de arte —la cual

hace que me recuerde de Trent aún más—, alguien me toma del codo en un descuido y me

sobresalto al pensar que alguno de esos desgraciados ha irrumpido en la escuela para

cumplir sus amenazas al pie de la letra, aunque la mano que me está arrastrando hasta no sé

dónde la conozco muy bien, aún cuando tengo los ojos cerrados a causa del pánico. Cuando

estoy convencida que no estoy en peligro abro los ojos y veo que Eric me está llevando a

“no sé dónde”. Yo no lo había visto desde aquella noche en The Space. Se le ve molesto,

quizás preocupado o cabizbajo.

—¿Qué pasa? —le pregunto mientras él sigue llevándome hasta el patio trasero del

colegio. El viento es demasiado fuerte y agradezco no haberme deshecho de mi abrigo.

—Quiero hablar contigo. —Únicamente contesta.

Diablos, ¿qué habrá ocurrido ahora para que se comporte así? Desde un tiempo

determinado, me ha buscado demasiado, cuando fue él quien me gritó que me alejara de él

en el pasado. Su comportamiento es demasiado contradictorio, pero debido a los últimos

acontecimientos, no me sorprendo tanto.

Cuando ya no hay personas cerca, me siento en una de las bancas, que

desafortunadamente está un tanto fría para mi gusto. Eric se sienta a mi lado, aunque se

guarda una distancia entre nosotros, entonces espero a que él comience a decir lo que sea

que tiene que decir.

—Nunca hemos hablado a solas después de… —Se interrumpe él mismo, observando

sus tobillos cruzados uno encima del otro mientras analiza lo que ha dicho o lo que va a

decir.

—Sí hemos hablado a solas —contradigo pero sin sonar petulante, mi voz es

monótona—, solamente que no hemos podido entablar una conversación decente, donde

ninguno salga herido o insultado.

—Bien, entonces voy a tratar que nadie salga herido o insultado —replica

tranquilamente, y sé que está siendo sincero, por lo cual me tenso simultáneamente por su

acercamiento.

¿Qué es lo que me puede decir Eric que resulta completamente desconocido para mí?

Lo único que tenemos en común es sobre los mafiosos detestables y su padre, pero

nosotros estamos enterados de lo mismo; mis padres son muy vagos en cuanto a este tema

sobre Sanders.

—Está bien, ¿qué es lo que quieres hablar conmigo? —inquiero, y temo escuchar la

respuesta.

—He notado lo cambiada que estás, Ciara —reconoce, su voz se vuelve distante de un

momento a otro y además suspira, como si comenzara a volver al pasado, nostálgico—, y

me he dado cuenta que los dos erramos.

Oh Dios.

Santo Dios.

¿Va a hablar sobre nosotros?

¿Va a comenzar a explicar algo sobre un nosotros que ya es pasado?

—Sí, he cambiado lo suficiente —contesto con voz queda, y no entro en detalles, quiero

salir de esta conversación extraña lo antes posible antes de que suelte otra atrocidad que me

haga caerme para atrás o cumplir la amenaza de golpearle con mi rodilla en su entrepierna.

—¿No me preguntas por qué tu cambio me ha llevado a pensar aquello? —pregunta él

con una sonrisa ladina, me mira por un segundo, luego niega con la cabeza sólo para sí

mismo.

—Sí.

—Porque las personas cambian cuando están dolidas —dice, todavía sin mirarme—.

Creo que me he pasado de la raya, después de la bofetada yo… reaccioné.

Me río amargamente.

—¡Oh vaya! ¡Haberlo sabido antes! —exclamo a lo que él se ríe conmigo, aunque los

dos parecemos un tanto incómodos.

De momento, Eric está serio.

—Lo siento Ciara, lo siento muchísimo, sé que yo también te hice daño —menciona

lentamente, yo de verdad trato de no soltar un comentario malintencionado, y espero que él

siga hablando—. Las cosas no salieron como lo esperamos, es decir, antes que todo

cambiara… y de verdad espero que podamos arreglarlo. —Le miro sorprendida al escuchar

aquello, él se encoje de hombros bajo mi mirada—. Cada día más me convenzo de que tal

vez fue un error no hablarlo antes de actuar como si nos odiáramos. Yo por mi parte no

pude controlar mis pensamientos, y todavía intento hacerlo aunque me resulta difícil, pero

aquí estoy, liberando mis pensamientos y quizás mis emociones ante ti. Lo siento tanto.

—Yo también lo siento —digo, porque soy consciente de todo lo que le he dicho,

aunque sin duda él se lo ha buscado por hacerme… um, eso que hizo.

—Ciara, ¿crees que podríamos arreglarlo? —interroga él, mostrándose ansioso, y

acercándose un poco a mí, me quedo petrificada—. No importa lo que pasó antes, espero

que a ti tampoco. Yo sólo quiero… recuperarte.

Infiernos. ¿Recuperarme como amiga o como novia?

¿De verdad es capaz de decir eso con tanta tranquilidad?

Lo miro enojada, sin duda esto ha dolido como si me hubiera dado una patada en el

estómago.

—¿Acaso estás loco? —Muestro mi incredulidad, él frunce el ceño.

—Todavía te amo, Ciara —dice, y por un momento escojo creerle, pero su traición

vuelve a mí y simultáneamente, aparece el rostro de Trent en mi mente, ahora él es el dueño

de mis pensamientos, de eso no hay duda.

Sin embargo, sé que todavía amo a Eric Adrian Sanders, y quizás eso jamás cambie. No

me malinterpretes, este amor que siempre he sentido por él se trata de un sentimiento

fraternal. No hay un recuerdo en mi infancia donde él no esté y eso lo hace especial para

mí. Pero yo no olvido, un amigo no haría lo que él hizo, un amigo intentaría ser sincero,

confesar que una relación amorosa va más allá de nuestros límites, si él me lo hubiera

dicho, yo hubiera entendido, y continuaríamos siendo mejores amigos, dejando atrás una

relación amorosa fallida.

—No, no lo haces. Sólo estás encaprichado, como lo estuviste con la… la chica de

Brasil.

Él abre la boca para replicar en su defensa; sin embargo, un Andrey completamente

serio aparece ante mi vista y nos observa a ambos con el entrecejo adusto, por un momento

siento que está enojado por algo, pero luego me doy cuenta de la cercanía entre Eric y yo y

me alejo instantáneamente. Cuando mis ojos se topan con los de mi hermano, veo

confusión en ellos.

¿Habrá ocurrido algo?

Luego observo a Eric, quien sostiene mi mirada y veo tristeza en él.

—Yo no me acosté con ella, te lo juro —dice él sin importarle que mi hermano esté

cerca de nosotros—. Lo hice porque te vi…

Andrey pone una mano en alto y está en medio de nosotros. No parece molesto, pero yo

sí que lo estoy, con mis dientes y puños apretados con fuerza, esperando que Eric siga con

su disparate.

¿Me vio haciendo qué?

¿Broncearme en la arena mientras suspiraba embelesada por él?

¡Por Dios!

—Ya basta, nosotros tenemos un asunto pendiente, así que vamos a almorzar. —

Andrey me hala del brazo y percibo como Eric, completamente angustiado nos sigue hasta

el comedor del colegio.

Muchas miradas se fijan en nosotros mientras nos acercamos a una mesa donde

Suzanne, ensimismada en sus pensamientos, nos espera.

Mis compañeros no dejan de observarme con cierta curiosidad cuando me siento en el

almuerzo con mi hermano, y los gemelos Sanders, Suzanne que todavía se encuentra —

obviamente— conmocionada por lo que ocurrió hace unos días, ni siquiera me mira cuando

me siento frente a ella; Eric a su lado, sigue pensativo. Andrey nos estudia a todos con la

mirada, cada uno concentrándose en su almuerzo. Afortunadamente, mi hermano se

encargó de traerme mi bandeja con una ligera ensalada, y Suzanne al parecer hizo lo mismo

por su hermano.

Cuando regresé de Nueva York con Trent, papá y mi hermano me interceptaron con

preguntas sobre cómo me había ido en la audición de la universidad, yo traté de ser lo más

sincera posible y les dije que pude haber dado más, pero es que me encontraba tan

preocupada por los últimos acontecimientos que me distraje, lo que espero con todas mis

fuerzas es tener una segunda oportunidad, quizás los directivos al encontrarse con tanto

talento hagan una segunda audición donde se muestren los mejores, y de ser así, yo debo

lucirme y mantenerme al margen de los problemas en los que actualmente nos

encontramos.

Mi hermano, Eric, y todos lo que resultaron golpeados todavía tienen unos cuantos

moratones en el rostro y eso es lo que ha despertado la curiosidad de muchos, aunque en la

prensa se asegura que trataron de secuestrarnos a todos, antes de que se descubrieran los

actos ilícitos del señor ex alcalde.

Mi hermano es quien se aclara la garganta para comenzar:

—Está claro que debemos hablar muchas cosas aquí, y la principal es que, Suzanne

tiene algo que decir, especialmente a ustedes dos. —Mi hermano nos mira fijamente a Eric

y a mí, y me percato que Andrey está realmente tenso y parece fastidiado.

Suzanne a su lado, está un tanto nerviosa.

Oh Dios.

Comienzo a enervarme.

—Desde hace tiempo, desde el viaje a Alaska, quise decirles, pero no pude. Por lo tanto

quise intentar que los cuatro fuéramos inseparables como antes, pero desafortunadamente

no funcionó. —Nos mira a todos y frunce el ceño luego; siento como un nudo se ubica en

mi estómago por el miedo de saber lo que sea que la rubia va a contarnos —. Ciara, lo

siento mucho. Hice algo estúpido, pensé que no amabas en realidad a mi hermano, y que él

tampoco te amaba a ti. —Ella me mira a mí y luego dirige su mirada a su hermano—. Eric,

lo único que puedo decirte, y sé que no es una excusa, pues hice algo terrible, es que quería

protegerte de ti mismo, pero después de todo lo que ha ocurrido me he dado cuenta que yo

no tuve que meterme entre ustedes, que todos en realidad sufrimos, y yo no puedo proteger

a mi hermano todo el tiempo, él debe pensar y decidir por sí mismo. —Hace una pausa,

recoge fuerzas y habla fluidamente, aunque su voz tiembla en cada silaba—. Todo fue una

trampa, yo engañé a Ciara para que fuese a la playa, el chico que llegó después en realidad

no tenía ninguna relación con ella, aunque él le tapó los ojos con sus manos, él fingió que

se había confundido de persona, mientras el chico estaba contigo allí, Ciara, yo llevé a mi

hermano “casualmente” y te vimos con el muchacho y cuando le sonreíste, le hice creer que

tú estabas teniendo una aventura con él. Eric se fue de allí completamente enloquecido, y

actuó como un loco, se emborrachó y, aunque nunca pensé que sería tan vengativo, quiso

hacer lo mismo. Allí fue cuando tú le viste con otra chica, él quiso hacerte lo que

supuestamente tú le habías hecho a él. Sin embargo todo fue una fachada. Eric, Ciara jamás

te engañó, todo fue una artimaña. Lo siento.

De lo único que soy consciente es cómo Eric echa su silla para atrás, recoge su bandeja

de comida, como si todo aquello lo estuviese haciendo un robot, y se retira de la mesa sin

decir absolutamente nada.

Y yo, yo estoy en blanco. Estupefacta.

Jamás me había sentido tan desubicada en mi vida, jamás me pude imaginar la

existencia de un plan descabellado por parte de Suzanne para “proteger” a su hermano de

mí, cuando en realidad nos hizo sentir como dos adolescentes miserables y traicionados.

Pero yo me sigo sintiendo traicionada y sé que a Eric le ocurre igual, estoy convencida que

le cuesta asimilarlo, y a mí también. Por extraño que parezca, me siento un tanto liviana,

pero no menos confundida. La confesión de Suzanne taladra en mi mente cada segundo,

recordándome que lo que hubo una vez entre Eric Sanders y yo sí fue real, y que jamás

quiso hacerme daño, aunque no confió en mí no me siento dolida con él por creer que yo le

había sido infiel, pero vamos, ¿quién no lo creería cuando ves a la persona que quieres en

un lugar apartado con otra persona que le había cubierto los ojos y se sonríen?, soy muy

insegura, y lo admito, si yo fuese estado en su lugar hubiera creído lo que él creyó, aunque

definitivamente no iba a querer vengarme como él lo hizo. Pero todos manifestamos el

dolor de diferentes formas, yo lo manifesté volviéndome más introvertida e insegura y él,

vengándose de mí.

Y ahora resulta que los dos nos hicimos daño mutuamente sin razón aparente, esto es

una mierda.

Apenas salimos de clases, me encontré a Trenton esperándome en la salida y le conté

todo.

—Todas las personas hacemos cosas estúpidas —me dice Trent una vez más, recargado

en la chevy color azul. Él intenta sonreírme, pero veo preocupación en sus ojos—. Quizás

tú no harías algo así. Pero todos tenemos una parte malvada en nuestra mente, ¿sabes? Yo

por protegerte sería capaz de cualquier cosa, Ciara, estás advertida.

—¿Me engañarías? —pregunto haciendo un mohín—. Porque eso es una traición, no

puedes privar a otra persona del dolor. Además, yo no pretendía hacerle daño a Eric, quizás

ella no me conozca del todo bien.

Trenton suspira profundamente, me estudia con la mirada y suelta la preocupación que

ha tenido desde que le conté lo que sucedió en el almuerzo el día de hoy.

—¿Y si ella no hubiera hecho nada, Ciara? ¿Y si cuando te conocí tú estuvieses en una

relación con él? ¿Lo dejarías por mí? ¿O te quedarías con él? —Frunce el ceño.

Me parece una tontería preguntar algo así, pero después de analizarlo, veo que yo

también preguntaría lo mismo en su lugar, ¿Qué haría yo? ¿Qué haría Eric? ¿Qué haría

Trent? ¿Lo llegaría a conocer siquiera de ser esa la realidad?

La respuesta viene a mí inmediatamente.

—Cuando te conocí estuve huyendo de él, quizás no te habría conocido siquiera —

contesto lentamente, y sintiendo un horrible temor al imaginar un presente sin Trenton

Lombardi, probablemente le tendría que agradecer a Suzanne, pero eso sería egoísta, dado

los sentimientos de Eric, él está dolido, más que yo.

Oh Dios, perdí a mi mejor amigo por una mentira.

—Quizás, pero nadie asegura que no nos encontraríamos algún día —replica él

sonriendo, me atrae hacia sí tomándome por las caderas—. Tú eres mía —susurra cerca de

mi oído, su aliento se convierte en una suave caricia sobre mi piel—, y yo soy tuyo,

¿recuerdas?

Asiento con la cabeza con mis pensamientos revueltos, pero entiendo lo que él quiere

decir, si ambos nos pertenecemos, si debemos estar juntos, igual nos íbamos a encontrar, ya

sea aquí o en China, yo lo encontraría a él, o él me encontraría a mí.

—Lo recuerdo —le contesto, pasando mis brazos a su cuello y abrazándolo con fuerza.

No importa cuál sea la realidad ahora, él está aquí y todo es completamente diferente

para mí, todo, hasta la forma de respirar.

***

Al día siguiente, Andrey me comenta que Suzanne tiene más noticias que darnos, evito

enormemente soltar algún comentario sarcástico mientras ambos nos volvemos a sentar con

los gemelos que se observan entre ellos como si fuesen dos extraños. No dudo que Eric se

sienta más que traicionado por su propia hermana.

—Bien, ¿qué otra cosa me has ocultado? —pregunta Eric sin preocuparse de que

Andrey y yo nos encontremos presentes. Suzanne frunce el ceño y él bufa en respuesta—,

¿has arruinado alguna otra cosa de mi vida?

Sin detenerme a pesar, yo abro la boca:

—No creo que deberías decirle… eso —menciono, y luego me doy cuenta que todos

me están mirando—, es obvio que ella… se equivocó…, pero… pero creo que pensó que te

estaba protegiendo.

—¡Mierda! —exclama Eric interrumpiendo mi discurso en defensa de Suzanne (aún no

entiendo por qué lo hice) me frunce el ceño a mí y fulmina con la mirada a su hermana—.

Ella no quiso protegerme, sólo quería que yo hiciera lo que dice, ¡te pareces tanto a papá!

Tus acciones son completamente egoístas, siempre hay algo detrás, pero claro, cuando

viste que Andrey se puso del lado de su hermana te arrepentiste, ¡ahora quieres mejorarlo

todo!

Suzanne estaba a punto de las lágrimas, pero esto definitivamente ella se lo buscó.

Eric continúa destilando su rabia:

—Y tú, Ciara, pensé que me apoyarías en esto, ¿no te dolió lo que hizo? ¡Nos engañó!

¡Por eso cada que hablábamos ella corría a interrumpirnos! —En este momento, todos los

estudiantes que almuerzan en la cafetería están observando la escena con sus oídos bien

agudizados para enterarse del chisme, vi a Donny murmurarle algo a Luke y éste la fulmina

con la mirada—. Ella se metió entre los dos, y nos separó, ahora tú estás con ese… italiano.

¡Y yo estoy golpeándome mentalmente por ser tan imbécil!

Yo no sé exactamente qué responder a eso, porque en parte tiene razón. Sin embargo

me encuentro demasiado confundida ahora para procesarlo, aunque un pensamiento invade

mi cabeza, y no puedo evitarlo dejarlo salir:

—Entiendo perfectamente tu enojo, Eric. Créeme que yo también siento rabia, tristeza

de todo…, pero quizás nosotros estuvimos fallando —murmuro no muy segura de lo que

estoy diciendo.

La relación fue real y bonita, ¿pero madura? No lo sé, ahora que intento recordarlo veo

ese pasado como una película que he visto hace años y no la recuerdo con claridad. Quizás

nosotros también fallamos, ambos nos dedicamos a odiarnos y no hablamos del tema en

todo lo que quedó del viaje, yo lo evité, él me evitó y actuamos como si el otro no estuviese

allí, ¿si fuéramos hablado habrían cambiado las cosas? Por supuesto, hubiéramos

descubierto la mentira a tiempo y nada malo habría ocurrido después. Mas, no hablamos, y

ese fue el peor error que cometimos, ambos, todo no fue culpa de Suzanne solamente.

Yo continúo hablando:

—Nosotros también somos culpables, yo te ignoré, tú me ignoraste, si fuéramos

hablado sobre ello, las cosas serían distintas. Quizás los dos tuvimos que haber cedido sin

saber lo que tramó tu hermana. —Le miro fijamente, lo que estoy a punto de decir es la

absoluta verdad—. Sin embargo, no hicimos nada, si el amor fuera sido más fuerte, quizás

ni siquiera esa trampa hubiera podido contra él, pero esa mentira lo quebró y nosotros no

recogimos los pedazos.

Andrey no dice nada, Suzanne menos.

Y Eric tampoco dice nada, se queda allí, de pie, con sus ojos fijos en mí, por mi parte

observo mis zapatos, como si ellos me ayudaran a enfrentar la situación y me salvaran del

incómodo silencio en el que me encuentro.

—Lo siento, lo siento mucho —menciona Suzanne entre sollozos—, me equivoqué, y

lo siento mucho.

Antes que pueda abrir la boca para tranquilizarla, Eric me roba la palabra:

—Yo también me equivoqué. —Me mira con un atisbo de dolor en su mirada, y se

sienta nuevamente en su sitio y esa es la señal que nos indica que el tema ha quedado atrás,

al menos por ahora.

Andrey está muy serio y yo mientras lo observo me percato de la nostalgia con la que

observa a Suzanne, ella intenta calmarse a sí misma mirando su regazo y tomando

respiraciones profundas, y al lado de mi hermano está Eric, aquel chico que pensé que me

había traicionado y burlado de mí sin razón alguna, estuve tanto tiempo recriminándolo y

ahogándome en mi miedo, que nunca me había dado cuenta que él también estaba sufriendo

tanto como yo.

Andrey suspira y carraspea mientras se endereza en su asiento.

—Bien, dado que Suzanne no se siente bien yo les diré lo que ha estado ocurriendo. —

Andrey nos mira a cada uno, como si estuviera a punto de soltar una bomba—. Después de

que ella cumpla los dieciocho años, su padre pretende casarla con Bruno Agnelli, quien es

un “comerciante” italiano, pero también un delincuente, como ustedes ya lo saben. Su papá

se lo dijo hace un par de días, y no hay ninguna elección —culmina él, y soy consciente del

dolor plasmado en sus ojos zafiro brillante.

Esto es mucho más peligroso de lo que imaginamos. Ahora Suzanne debe enfrentarse a

cosas terribles por culpa de su loco padre.

Todo esto es tan complicado…

Miro a Suzanne con pena, ninguna persona merece tal cosa; en su rostro hay pánico, en

sus ojos color miel, idénticos a los de su hermano hay decepción también, sé que ella ha

estado muy entusiasmada con ir a aquella universidad de diseño indumentario, pero ahora

quizás esos sueños se desvanezcan, y yo le comprendo, de ser así en mi caso, me

desbastaría.

Eric a su lado, está rojo como un tomate y sé que se encuentra furioso.

—¡¿Pero cómo ese señor es capaz de tanto?! —brama con voz ronca. Él se levanta de la

mesa y patea con todas sus fuerzas la silla donde estaba sentado, además de soltar un par de

maldiciones y gruñidos, los cuales han sido escuchados por todos los que se encuentran a

nuestro alrededor. Él se marcha de la cafetería dando zancadas, enojado como jamás lo

habíamos visto.

Suzanne nuevamente está a punto de llorar. Y no me considero una persona estúpida

por alcanzar su mano y apretándola con fuerza, ofreciéndole así mi apoyo. Aunque no lo

diga con palabras ella lo sabe, este problema es mucho más grande que nosotros, y yo fuese

una perra si le diese la espalda, pero ella ahora lo sabe, no seré yo quien se niegue a

apoyarla.

Andrey nos mira a ambas y suelta un bufido de frustración, alcanza la otra mano de

Suzanne y la mía y dice con seguridad:

—Todo irá bien. Ninguno de nosotros vamos a permitir que lo del viernes se repita.

Nadie las va a tocar, yo las protegeré con mi vida, lo prometo.

Suzanne asiente enérgicamente con la cabeza mientras suelta un par de lágrimas que

limpia inmediatamente. Yo frunzo el ceño preguntándome desde cuándo nos encontramos

en esta situación sin saberlo. Ahora nuestra vida está cambiando, la seguridad ha sido

multiplicada, cinco escoltas están resguardándonos a toda hora, Suzanne está llena de

miedo, su hermano de rabia, y mi hermano y yo tememos por nuestros amigos, por toda

nuestra familia.

Por Dios, a pesar de que Sanders está en prisión, esta pesadilla no acaba.

Después de todo, ninguno de nosotros tiene esa vida perfecta que todos aseguran que

poseemos.

En las clases restantes me muestro extremadamente distraída, y hasta Donny se acerca a

mí a recriminarme por no sentarme con ella y con Luke en el almuerzo, aunque yo sé que

está tratando de averiguar qué es lo que ha estado ocurriendo con mi familia y los Sanders.

Eric estuvo muy alejado de nosotros el resto de las clases, igualmente, ni su hermana, ni

Andrey ni yo lo buscamos para hablar, si él está enojado, deberá deshacerse de su rabia

antes de que platiquemos, aunque definitivamente, si ha de hablar algo con alguien, prefiero

que no sea conmigo.

Trenton se ha acostumbrado a esperarme a la hora de la salida, por eso no me sorprende

encontrarlo fuera en cuanto salgo, si bien se encuentran los escoltas y Flavius a unos metros

de distancia no me importa, yo corro hacia él con cuidado de no caerme por los restos de la

nieve que se sitúan en el suelo; y cuando ya estoy cerca de él, me recibe con los brazos

abiertos y me besa en la coronilla.

Y antes de que pueda decirle algo, o saludarlo, él me echa a un lado para colocarme

detrás de él, de forma protectora. Al principio, estoy sobresaltada, pese a que nos podemos

estar enfrentando de nuevo a los Agnelli; sin embargo, reparo en que Trenton está

observando de forma desafiante a Eric, que al parecer, nos mira a lo lejos con cierta

añoranza.

Me aferro al brazo musculoso de Trent.

—¿Qué pasa, Trent? —pregunto, tratando de alejar el temblor de mi voz.

Él no me responde, ni siquiera me mira.

¿Pero qué le pasa?

Yo no pude ser capaz de contarle a Trenton sobre la declaración de amor de Eric, por

eso ruego en mis adentros que no se dé cuenta de nada.

—¿Podemos irnos ya? —cuestiono, inquieta.

Trenton asiente con la cabeza y hace el intento de abrir la puerta de su auto, los escoltas

nos miran fijamente a ambos, pero yo no pretendo irme a casa, cuando mi novio —aún me

sonrojo al nombrarlo así— no ha compartido mucho conmigo los últimos días.

Alguien carraspea detrás de nosotros.

Infiernos.

—¿No crees que es un poco peligroso llevártela en momentos como este? —Su voz no

destila repugnancia, como la mayoría de las veces, pero puedo sentir un deje de tensión.

Y puede que también siga enojado y no se haya deshecho de su rabia.

—Creo que ya te ha quedado demasiado claro que nadie le va a hacer daño estando yo

presente —responde Trenton con voz ronca y tensa, aunque puedo notar que está

privándose de mostrarle su mal genio.

Me encuentro un poco incómoda por la escena.

—Estaré bien, Eric. En serio —menciono dedicándole una mirada rápida, lo que causa

que él nos frunza el ceño a ambos—. Ve a casa, tu hermana te necesita.

Bufa, y es un bufido de frustración, como si odiase que le llevaran la contraria. Y no es

que Trenton esté muy sereno, ¡es que el ambiente está demasiado tenso! Los dos se miran,

como un par de rinocerontes listos para atacarse el uno al otro.

—Obviamente ella estará bien —agrega Trent y se percibe su tono burlón. Por mi

mente pasa lo que ocurrirá si suelta uno de esos comentarios suyos—, yo sí sé cómo

defender a una dama.

Oh mierda.

¿Por qué tiene que ser tan problemático? —Me pregunto rodando los ojos un poco

molesta por su comportamiento—. ¿Por qué tiene que burlarse de esa forma de la gente?

A veces, sus comentarios malintencionados me causan gracia, él suele ser demasiado

gracioso, sin embargo, esto cruza notablemente los límites, es como si le culpara de todo lo

ocurrido, según Trent, él no defendió a Suzanne como es debido, ¡pero vamos! Eran varios

tipos contra él, y Eric no es un chico que esté acostumbrado a esa clase de escenas, y a

pesar de eso, le encontramos en el suelo, sangrando y un poco desubicado por defender a su

hermana sin importarle el número de contrincantes que tenía. Mas Eric no lo ve así, y Trent

lo sabe, por eso soltar una barbaridad como esa, para deshabilitar aún más su confianza.

—Oh vamos, no digas eso —le reprendo a Trent, esperando con todas mis fuerzas que

cierre la boca de una buena vez.

Eric le da un empujón a Trent y este le da otro de regreso.

¡Santo Dios!

—Bien sabes que eso no es verdad —masculla Eric sin dejar de sostenerle la mirada a

Trenton.

Los miro a ambos petrificada y luego reparo en que algunas personas que se han

detenido a observar el enfrentamiento. Yo no sé qué hacer, mi hermano no está en ningún

lado y los escoltas ven la escena como si fuese una tonta pelea de críos. Pero no es así,

Trenton es “un poco” agresivo en cuanto le retan, lo conozco, por eso lo sé, y no es que

Eric sea del todo pasivo. En definitiva, alguno saldrá con un golpe, si no es que los dos se

dan mutuamente.

—Y bien sabes que todo tu enojo no es del todo por lo que he dicho —brama Trenton,

en su rostro tenso aparece esa sonrisita burlona suya—. Sé lo que te pasa por la cabeza

cuando la ves, y yo no tengo la culpa de que seas lo suficientemente idiota para perderla.

Ella ahora es mía y tú deberías estar a unos metros de distancia, ¿o es que quieres que te

vuelvan a romper la cara?

—¿Lo estás amenazando? —pregunto incrédula.

Trenton ni siquiera me mira, cosa que Eric sí hace, él sonríe con suficiencia, dejando a

un lado la amenaza que acaba de escuchar.

—¿Estás asustado? —Eric lo encara, y se acerca más a él. Jamás lo había visto

comportarse de esa manera, bueno sí… pero esta vez es distinto—. ¿Temes que ella me

elija a mí en vez de a ti?

Trenton no responde con palabras, pero sí con un puñetazo.

Maldita sea.

Yo trato de colarme entre ellos, pero mi cuerpo es muy escuálido para hacerlo, ellos son

muchísimo más altos en comparación conmigo, además son más fuertes, ¿por qué nadie

hace nada? Me pregunto mentalmente mientras chillo como una cría asustada.

—¡¿Pero qué te pasa, Trent?! —le pregunto con los ojos bien abiertos, ¿por qué le

pega? ¿Por qué Eric lo reta? —. ¡Mierda! —exclamo al tiempo que Eric le devuelve el

puñetazo a Trent con la misma intensidad que éste había utilizado.

Chillo nuevamente, pero esta vez mis maldiciones van dirigidas a los incompetentes

escoltas que al escucharme acuden a nosotros y cada uno toma a Eric y a Trenton por los

brazos para que se detengan.

Los miro a ambos frustrada, pero luego pienso que es mejor mandar todo al demonio e

irme a casa.

—Yo no tengo porqué elegir a nadie —digo entre dientes, dirigiéndome únicamente a

Eric, quien todavía está gruñendo en dirección a Trent. Luego miro a este último con enojo

y cuando él se percata de aquello frunce el ceño—. Tú no deberías amenazar a la gente de

esa forma. —Niego con la cabeza, ya molesta por todo, por lo que ha pasado, por lo que

pasa y por lo que pasará, ¿es que pretenden que yo sea un juguete de ambos por lo que

tienen que debatirse? ¿Es eso? Porque yo no planeo jugar este absurdo juego, las cosas

están demasiado complicadas para soportarlo—. Me largo.

Eso es lo único que digo, si se golpean o se insultan no me importa, mi familia me

necesita, y ellos deberían pensar en eso, ellos deberían pensar en otras cosas.

***

Trenton: No puedes ignorarme toda tu vida.

Debemos hablar.

Yo: ¿O qué? ¿Me amenazarás si no accedo?

Trenton: Olvida eso. Habla conmigo, contesta mis llamadas.

Yo: No voy a hablar con un cavernícola.

Trenton: Está bien. Entonces estaré en tu casa en diez minutos.

Yo: ¿Me estás amenazando?

No obtuve respuesta.

¡Mierda! ¿En serio va a venir?

Trenton y yo solo estamos empezando, y debo admitir el temor de la posible reacción

de mamá, ella no sabe que él es mi novio, ni siquiera papá. Mamá sabe de dónde viene

Trent, pero sé que le juzgará cuando se entere que es hermano de un mafioso, aunque no

queramos, las personas nos juzgan por nuestra familia.

No hablo con Trent desde ayer, y he hecho lo mismo con Eric, es decir, ¿por qué tienen

que ser tan idiotas? ¿Por qué restarse de esa manera? Aunque en cierta forma Eric tuvo

razón en algo: ¿De qué rayos le teme Trent? ¿Desconfía de mí? Desde que le conté lo

ocurrido con la mentira de Suzanne ha estado muy extraño, más tenso, más a la defensiva y

eso me aterra, ¿qué estará pasando por su cabeza en este momento? Mataría por leer su

mente, la verdad.

Mientras camino al comedor para cenar, me percato que sólo se encuentra sentado

cenando un poco desanimado mi hermano Andrey.

En los últimos días, papá y mamá han estado demasiado ausentes, debido a las

circunstancias. Mamá estuvo a punto de decidir invitar a quedarse unos días a los gemelos

Sanders, y yo al escuchar su sugerencia estuve a punto de escupirle mi desayuno en la cara,

preocupada de qué pensaría Trent —aunque no tiene razones para imaginarse esas cosas—

si se enterara que Eric está viviendo bajo el mismo techo que yo. Su reacción sería

plenamente compresible, ¿el ex de tu chica durmiendo bajo el mismo techo que ella? Es el

colmo, no sé cómo actuaría yo al estar en su lugar, y a todas estas…

¿Cuántas chicas han sido novias de Trent?

«No seas imbécil, Ciara. ¿Cómo puedes pensar en semejantes cosas cuando tu familia

está en crisis?», me recrimina mi consciencia, haciendo que me enfoque.

—No creo que halles un tesoro allí —le digo a mi hermano, pues se encuentra

rebuscando y jugueteando por medio del tenedor con la comida mientras suspira pensativo

y resopla en ocasiones.

Él alza la vista y veo lo abatido que se halla. Sé lo callado que ha estado los últimos

días y sé exactamente que en momentos como éste está temiendo por Suzanne. Y aunque

me duele admitirlo en frente de él yo también estoy horrorizada por Suzanne, ¿tu propio

padre casándote con un mafioso? Es eso lo más terrible que he escuchado en mi vida. Los

mafiosos están libres y quieres a Suzanne de entre todas las chicas hermosas de la ciudad.

—Esto es una mierda —refunfuña mientras tira el tenedor en su ensalada. Bufa,

maldice en voz alta y mira la mesa fijamente, su actitud me rompe el corazón y odio todo lo

que está pasando; sin duda esto le afecta y tengo miedo que le destroce—. ¿Sabes, Ciara? A

veces desearía que nuestra vida sea tan sencilla, donde ni mafiosos, ni políticos miserables

y locos nos rodeen. Si yo pudiera cambiarlo todo, lo haría, si yo pudiera simplemente

cambiarlo… o huir…

Me siento al lado de él y coloco mi mano encima de la suya, escucho su respiración

entrecortada y lo miro esperando que él haga lo mismo. Andrey no es precisamente un

chico frágil, su carácter suele ser fuerte y reacio, pero cuando la situación está fuera de su

alcance, se ve fuera de control, tal como ahora.

—Todo va a arreglarse, Andrey —le digo una vez él está mirándome—. Igual las cosas

entre tú y Suzanne se van a arreglar. Ella no es mala… sólo es…

—Complicada —me interrumpe él sonriendo de medio lado, sin embargo su sonrisa así

como llega, se marcha—. Pero, ¿y si no se arregla? ¿Y si empeora? ¿Y si ella se… casa?

Niego con la cabeza, a sabiendas de que las respuestas a esas preguntas son del todo

desconocidas para mí, mas no tengo fuerzas para admitirlo en su cara, y tampoco tengo

fuerzas para darle esperanzas, es algo difícil, y yo no soy la indicada para alentarlo.

—No lo sé, Andrey. Sólo nos queda hacer lo que esté a nuestro alcance. —Mi voz es un

suave susurro, pero él logra escucharme y asiente con la cabeza en respuesta. Se levanta de

la mesa, me dedica una ladina sonrisa y se marcha a su habitación a la vez que suena el

timbre de la casa.

Trenton está aquí.

Sólo que cuando corro a abrir la puerta de la entrada quien me espera es Suzanne

Sanders, quien me regala una media sonrisa, y sé que está un tanto nerviosa. Ella sostiene

en sus manos un pequeño sobre manila, con el que juega nerviosamente mientras yo la

observo un poco extrañada por su visita, aunque luego se me pasa por la cabeza que puede

estar esperando que le llame a mi hermano para verlo.

—Hola Suzanne, ¿has venido sola? —pregunto sin poder evitarlo, pues en unos

minutos, o quizás segundos, Trent se aparecerá por esta puerta y encontrarse a Eric por aquí

no será muy cómodo para ninguno.

Yo la hago pasar y nos sentamos en la sala una en frente de la otra, aunque no me haya

respondido mi pregunta sé que ha venido solamente con sus escoltas. Hace unos días, ella

me contó que su padre —antes de ir a prisión— se molestó con ella por el trato que recibió

Bruno Agnelli de su parte, y que también, reprendió a Eric por oponerse a que se llevase a

su hermana. Sin dudarlo ahora puedo maldecir a Ralph Sanders cuando se me dé la gana,

pues está aprobado que es un desgraciado, ni siquiera sé que pensar de su esposa, quien

claramente no hace nada para defender a sus hijos.

—Quería hablar con Andrey —comenta Suzanne un poco nerviosa—, pero no sé si

quiera verme. Aunque le traje esto, y sé que él puede revisarlos y saber qué hacer, ya

sabes… él es un genio. —Me muestra el sobre, el cual contiene algunos documentos, ella

los revisa uno a uno, muy concentrada en ellos—. Los robé hace mucho tiempo, cuando

todos dormían, en realidad son los originales, aunque tuve que suplantarlos por unas copias

para no levantar sospechas, había tratado hacerle creer a papá que estoy de acuerdo con…

lo que quiere que haga. Pero, luego de revisar todo esto, pienso que es muy importante que

ustedes los vean, y posteriormente enviarlos a la policía. —Suspira y me tiende el sobre

para que yo lo tome.

—Suzanne, creo que es mejor que se los des tú misma —aconsejo señalando la escalera

con la cabeza—. No creo que le molestes, él sabrá que hacer. —Le guiño un ojo

juguetonamente, ella suelta una risita y se encamina a la escalera, pero en un instante para

en seco, se devuelve y me abraza con fuerza, y no sé por qué siento un nudo en el

estómago.

—Lo siento, siento todo esto, siento lo que quiso hacerte papá… yo tengo muchas cosas

que decirte, pero no ahora. No puedo —dice por enésima vez, para después, finalmente

subir las escaleras hasta la habitación de mi hermano.

Yo suspiro, me dejo caer en el mueble preguntándome qué habrá de importante en esos

documentos que Suzanne protege tanto. ¿Qué cosas quiere explicarme?

Cuando menos me lo espero el timbre vuelve a sonar y ahora sí me encuentro segura

que se trata de Trent, antes de abrir me recuerdo a mí misma que estoy terriblemente

enojada con él por actuar como un tonto.

Lo primero que veo al abrir la puerta es una pequeña caja que oculta su rostro, yo

observo su chaqueta de mezclilla fijamente, el retira la caja para que pueda ver su rostro;

hay un atisbo de sonrisa en sus labios, y eso es suficiente para que se me olvide el por qué

de mi enojo y me lance a sus brazos y besarlo con vehemencia incontenible. Su mano libre

rápidamente viaja a mi espalda y me acaricia de abajo hacia arriba mientras yo pego mi

cuerpo al de él, dejándome llevar por mis impulsos y los suyos, Trenton me empuja hasta

dentro de la casa, cerrando detrás de él la puerta. En menos de un segundo él ya me está

recostando en el sillón donde anteriormente me encontraba sentada mientras lo esperaba.

Sus manos vuelan por todo mi cuerpo al tiempo que se sitúa encima de mí sin llegar a

apoyar del todo su cuerpo. Sus labios no abandonan los míos en ningún momento, mientras

acaricia con una de sus grandes manos mi muslo y yo trazo líneas con mis dedos por su

cuello y espalda, y por pura excitación retiro la chaqueta de su cuerpo y posteriormente su

camiseta negra.

Él y yo jamás habíamos llegado tan lejos, pero supongo que siempre hay una primera

vez.

Observo entumecida y con la respiración agitada sus anchos hombros desnudos y sus

proporcionados bíceps, es la primera vez que nace en mí el deseo carnal por un chico, y no

es solo por su cuerpo bien estructurado, es todo, absolutamente todo de él. Sin siquiera

besarme en este momento siento cómo un grupo de mariposas revolotea por todo mi

cuerpo, en especial más debajo de mi vientre, y cuando me deleito con el color de sus orbes

ahora oscurecidos me sobresalto al pensar que sin él las cosas que he planeado para mi

futuro no serían lo mismo de él no encontrarse a mi lado.

Me besa, y olvido todo, mi nombre, mi apellido, mi estado financiero, olvido qué es lo

que hago o lo que quiero hacer; sigo olvidando todo, mi edad, mi número y hasta mi

pasado, pero a él no, a él no le olvido, al contrario, mientras sus labios acarician los míos

conforme su lengua se introduce en mi boca y juega con la mía, su nombre se va tatuando

aún más en mi ser, y yo sé que podré olvidar todo, perder la memoria para siempre, pero

jamás lo olvidaré a él, porque ya forma parte de mí, sin ningún esfuerzo, sin planteárselo,

está dentro de mi corazón.

En medio de besos y roces conmovedores entre ambos, él suspira y se aleja un poco de

mí, visiblemente luchando contra sus impulsos; lo admiro, y él me devuelve la mirada

mientras sus manos abandonan mi cuerpo y yo siento un gran vacío.

—Esto está mal —murmura, pero sus ojos dicen lo contrario, mientras recorren mi

cuerpo de arriba a abajo.

—¿Lo dice el chico malo? —pregunto mofándome de él.

Trenton alza sus cejas, mostrando sorpresa por el comentario, aunque en sus labios no

tarda en aparecer su típica sonrisa deslumbrante en todos los aspectos. Coge su camiseta y

su chaqueta y se las coloca una a una, siento la nostalgia al no poder observar sus pectorales

cómodamente.

—No pensé que me calificaras como “el chico malo” —manifiesta una vez vestido

(para mi desgracia). Posteriormente, se sienta a mi lado, al parecer ha recuperado su aliento,

aunque por mi parte me encuentro como un pez fuera del mar, tratando de coger aire.

Trenton pasa uno de sus brazos por el respaldo del sillón, me mira expectante.

—Después que declaraste ser el “Bravucón” en cierto tiempo pues… tú me dirás… —

replico jugueteando con el dobladillo de mi blusa—. Creo que guardas dos personalidades,

el bueno y el malo, ¿con quién estoy hablando ahora?

Esperaba herirlo un poco al decir esas palabras pero al escucharme su sonrisa no se

despeja de sus labios.

—Estás hablando con el enamorado —contesta tocando las puntas de mi cabello,

suspira un poco, sin dejar de juguetear con las hebras castaño chocolate—, con el

arrepentido.

Cuando estoy a punto de mofarme de su respuesta recuerdo que ambos tenemos una

discusión pendiente. Mis labios están apretados en una dura línea después de haberle

escuchado. Aunque una parte de mí se halla completamente satisfecha al saber de su

arrepentimiento.

—Me alegra saber que estás arrepentido —comento recalcando la última palabra con

cierto desdén. Desde el día de ayer, he estado repasando en mi mente el guión que

tendríamos él y yo, sin embargo ahora mi lengua está entumecida, tanto así que las palabras

que tanto he querido decirle dudan en salir de mi boca—, yo… er… um…

Infiernos.

Él no dice nada mientras yo balbuceo como una estúpida retrasada, claramente está

siendo paciente, pero es su sonrisita la que me enerva en gran cantidad. Por eso retiro la

mirada de su rostro, por fin mi lengua cediendo:

—¿Por qué actuaste de esa manera? —inquiero con el ceño fruncido—. Es decir… tú…

estabas, ¿inseguro? ¿Temeroso? No lo sé… estabas tan enojado… Trent, a veces actúas

como si nada te importara…

Trenton me interrumpe bruscamente.

—Tú me importas.

Asiento con la cabeza.

—Lo sé. Pero… —Dudo en decir, pero tengo que ser lo más sincera posible—. Tus

impulsos no pueden controlarte todo el tiempo, tú eres como… una máquina… no lo sé…

no te importa salir lastimado o lastimar… ¿por qué siempre tratas de estar a la defensiva?

¿Por qué a veces no piensas en las consecuencias?

Escucho su resoplido.

—¿Me lo preguntas tú, Ciara? Recuerda quién eras. Recuerda los miedos que tenías, yo

guardo los míos.

Lo miro a los ojos, buscando algo que me diga lo que está oculto detrás de sus palabras;

sin embargo su rostro está tan apacible, como si estuviésemos hablando de un tema

demasiado normal.

Me doy cuenta que ha evadido mi segunda pregunta, por ello la repito:

—¿Por qué a veces no tomas en cuenta las consecuencias de tus actos?

Resopla una vez más, y es un sonido áspero, como un viento distante que sopla en los

lugares más solitarios.

—No tengo una respuesta para eso. Sólo sé que vivo corriendo. —Vuelve a suspirar, se

acerca a mí y me toma de la mano—. Lo siento, ¿vale? Si tengo miedo a algo es que me

dejes. Pero confío en ti y eso es lo que importa.

Asiento con la cabeza, sí, eso es importante.

Al poco tiempo, Trenton busca a tientas la caja que ha colocado cuidadosamente en la

mesita de té de mi madre. Me tiende la caja marrón con un lazo rojo, es la primera vez que

recibo un regalo suyo y me siento nerviosa, ¿qué podrá ser? Suspiro antes de tirar la cinta,

retirar la tapa y ver el contenido.

Lo primero que pienso es: ¡Wow!

Y luego: Oh Santo Dios.

Y después: Aw, es tan hermosa.

Se trata de una diminuta caja de música de color cobre, que al abrirla, aparece una

pequeñísima bailarina vestida con un tutú color blanco, al mismo tiempo que emite una

larga melodía que causa que se me llenen los ojos de lágrimas con tan solo escucharla. ¡Oh

es tan hermosa! No puedo dejar de observar cómo la pequeña bailarina gira de un lado a

otro al ritmo de la melodía que me recuerda a una canción que he escuchado repetidas

veces, llamada “Everybody hurts”, me estremezco un poco y suelto una risita, aunque mis

ojos están a punto de las lágrimas por la emoción de recibir algo tan hermoso y especial.

Le sonrío a Trent, y le abrazo, aún con la canción haciéndose sonar entre nosotros. Él

me besa en la mejilla, luego en el cuello, haciéndome cosquillas.

—Te amo —susurro un poco abrumada por tantas emociones juntas: El miedo de todo

lo que está pasando, la felicidad de tenerlo a él conmigo, y la nostalgia al saber que él teme

por perderme, sin saber que yo tengo el mismo miedo que él. Sin embargo sé que aquello es

un sentimiento normal, cuando se ama, también se teme.

Si me preguntan si estoy satisfecha con la vida que tengo respondería que sí. Teniendo a

Trent a mi lado todo se ha transformado en algo bonito y perfecto, a pesar de sus defectos, a

pesar de los míos, ambos nos aceptamos tal cual. Por eso me siento tan feliz cuando estoy

con él, porque puedo ser yo misma, sin miedo a que él me rechace, o reprenda mi timidez

que también he aprendido a aceptar, con el paso del tiempo.

Sin embargo, hay cosas que no me dejan andar hacia adelante: el miedo a fracasar en

Julliard, Sanders, y los Agnelli.

Me recuesto en el pecho de Trent, mientras éste acaricia mis cabellos una y otra vez. Es

una caricia distraída, como si él estuviese aún más perdido en sus pensamientos que yo; no

obstante, evito preguntarle qué es lo que está pensando, porque lo más probable es que

analice lo mismo que yo.

Después de recibir aquel bonito detalle por parte de Trent, me acurruqué junto a él en

silencio, agradeciéndole silenciosamente por su confortante presencia. Él cariñosamente

acariciaba mis manos o mi cabello, y así nos fundimos en un cómodo silencio, por algunos

minutos, hasta que los pasos de alguien bajando las escaleras nos sobresaltan.

—¡Oh aquí están! —exclama mi hermano bajando en compañía de Suzanne, quien está

tomada del brazo de mi hermano, pero en su rostro se ve una mueca de incredulidad, que va

dirigida a la nada. Andrey en cambio, está un poco entusiasmado—. Papá ya está viniendo.

—Alza el sobre ya destapado—. Tenemos las pruebas que faltaban. Hay cosas de los

Agnelli que…

Listo, Sanders finalmente está hundido. Quizás con esto, también podamos detener a los

Agnelli.

Miro a Suzanne un poco sorprendida, ella misma ha traído las pruebas en contra de su

propio padre, jamás imaginé tal cosa, ni mucho menos, jamás me he imaginado hacer algo

igual, si mi padre…, no, definitivamente no sería capaz de hacer algo como lo que ella está

haciendo, que evidentemente, es lo correcto. Ella tuvo que escoger entre vivir la vida que su

padre quiere que viva, o arriesgarse y enfrentarse a él.

Ella decidió arriesgarse y enfrentarse.

Y yo debo hacer lo mismo en cuanto a Julliard y Trenton se refiere, mamá no acepta a

ninguno.

Pero yo sí.

Papá y mamá no han conocido a Trent oficialmente, aunque en ocasiones hemos

aparecido en la prensa cogidos de la mano o dándonos besos cuando me recoge de la

escuela. Mas para la prensa, aquello no es una noticia nueva, pues desde la fiesta del

aniversario de mis padres, para los demás Trent es mi novio oficial desde aquello, y hasta lo

habían apodado como: “El chico misterioso”. Sólo que ahora todos están enterados de

dónde proviene Trenton Lombardi: “Un joven italiano que no tiene donde caerse muerto”.

Muchas veces he visto a Trent observar las noticias, y cuando pienso que va a enojarse

tanto a causa de los prejuicios que utilizan en su contra, él comienza a hacer bromas sobre

lo que dicen y no parece avergonzarse, una vez me dijo: “Tengo suerte que todos sepan que

eres mía” y siguió viendo el periódico, como si no le afectara en lo más mínimo.

Pero hoy por fin conocerá a mis padres frente a frente, y me parte el corazón cuando él,

al escuchar decir a Andrey que papá está por venir, hace el intento de levantarse y sé que

está pensando que debe marcharse.

—Quédate —le digo sosteniendo su brazo con fuerza.

Antes que Trenton replique, Andrey rápidamente nos interrumpe.

—Creo que deberías quedarte, esto también te importa. —Observa atentamente a

Suzanne, y me doy cuenta que está esperando que ella acabe su frase.

—Sí, es cierto… además, hay cosas de Theodore que deberías saber.

—Quédate —repito a Trent, quien me dedica una mirada inquisitiva pero no dice nada,

pues Suzanne vuelve a tomar la palabra:

—Esto es muy peligroso, ¿y qué pasa si esos papeles llegan a las manos de los policías?

La organización de los Agnelli es demasiado grande, si llegasen a saber que yo…

—Tranquila —susurra Andrey infundiéndole ánimos a la chica rubia que ha perdido la

serenidad en cuanto a este tema se refiere—. Mi padre no va a hacer nada que los ponga en

peligro a tu hermano y a ti, sólo los va a ayudar.

Suzanne no está muy convencida con lo que mi hermano está diciendo.

—Los Agnelli son fuertes, y ellos me quieren, yo…

—Haremos lo que sea necesario para que ellos te dejen en paz —responde mi hermano,

muy seguro de lo que está diciendo.

Trenton aprieta mi mano con fuerza; yo no puedo creer lo que acabo de escuchar.

¿Hacer lo que sea necesario para que la dejen en paz? Sé que hay un trasfondo en sus

palabras, sé que no se está refiriendo a hacer todo lo posible para que los Agnelli entren a

prisión, donde merecen estar; no logro comprenderlo… si hay pruebas de negocios sucios,

en los que están implicados los mafiosos y Sanders, no deberían dejarlos sin más,

¿pretenden seguir viviendo con esos desgraciados en la calle, amenazando a quien se le

atraviese? Eso no es vivir en paz, estaríamos asustados, aterrorizados. ¿Tanto miedo le tiene

que no son capaces de desafiarlos? Sin embargo no digo nada, me guardo mi opinión para

otro momento.

En cuanto llega mi papá me percato que viene del brazo de mi madre. Ambos se ven

terriblemente cansados.

Siento cómo Trent me aprieta la mano una vez más, cuando mis padres están a la vista,

mamá sonríe débilmente al percatarse de la presencia de Suzanne en nuestra casa, de

momento, su sonrisa se transforma en satisfacción, y de satisfacción a incredulidad cuando

repara en mi acompañante que sostiene mi mano con fuerza.

Ella todavía no sabe que él es mi novio.

Papá en cambio sonríe a todos, y es como si tuviésemos la luz y la oscuridad a la vez en

casa. Mientras que papá saluda a todos por igual y con amabilidad, mamá nos mira con

cierto desdén a todos, como si le repugnara que nadie echara a “El joven italiano que no

tiene donde caerse muerto” de su casa. Le dirijo una mirada severa por adivinar sus

pensamientos.

La conozco, tanto como ella a mí.

—¿Cómo se encuentra tu hermano, querida? —pregunta, dirigiéndose a Suzanne, y sé

que su pregunta, traducida a su idioma desdeñoso quiere decir: “Prefiero un millón de

veces a Eric Sanders que a este muchacho”.

Es tan injusta, ¿es capaz de despreciar a Trent por no ser rico y a Eric lo adora a pesar

del padre que tiene? Ella es tan absurda.

Frunzo el ceño, observo a Trent que se nota un tanto incómodo pero no deja que le

afecte la situación.

—En casa, está muy distraído por la… universidad —contesta Suzanne también un

poco afligida.

—Oh.

Nos sentamos, aunque el ambiente es intimidante e incomodo. Agradezco la enormidad

de la sala, pues no es necesario que nos apretujemos unos contra otros y hacer la reunión

más embarazosa de lo que ya está. Yo me siento en el mismo sitio que estuve con Trent

mientras nos besuqueábamos; entretanto, Suzanne y mi hermano se sientan a un lado de

nosotros, mamá y papá al frente. Papá le dedica una mirada a mamá como exclamándole

una advertencia silenciosa, pues su mandíbula se encuentra demasiado tensa, como nunca

antes.

—Es muy satisfactorio que se encuentre pensativo en cuanto a la universidad —dice

mamá, retomando la plática—, la universidad es muy importante, ¿si no qué será de su

futuro? —Mamá mira a Trenton automáticamente, su comentario punzante dirigido

solamente a él. En poco tiempo ya decido que lo mejor hubiera sido que se marchara, y

evitar comentarios malintencionados hacia su persona—. ¿Vas a la universidad, muchacho?

Yo sé la respuesta. Todos la sabemos, y yo no me avergüenzo de ninguna manera; sin

embargo sé cuál será lo que contestará mamá antes de que Trenton abra la boca, ella querrá

destrozarlo.

—No, la dejé hace unos meses —contesta Trent tranquilamente, y es el único con su

actitud fresca y serena delante de mi madre.

Miriam observa a papá como diciéndole «Te lo dije», pero este no cambia su expresión

amable para con Trent; yo diría que le preocupan otros asuntos y que la vida de mi novio le

tiene sin cuidado. A veces desearía que mamá no fuese tan necia, ni tan obsesionada con

vidas perfectas; tengo el presentimiento que de niña leía muchos cuentos de hadas, donde

las princesas se casaban con príncipes de cuna de oro y vivían felices por siempre.

—Oh, ¿la dejaste? ¿Pero por qué? —Mamá coloca su mano en su pecho, como si

estuviese consternada por la respuesta, estoy segura que ya ella estaba enterada de eso.

Por supuesto, ella lo sabe hace mucho tiempo.

Frunzo el ceño.

—Mamá, eso es lo de menos, además, no vinimos a hablar sobre su vida —respondo

tratando de que cierre la boca.

Ella ondea su mano de forma desdeñosa.

—Sólo quiero conocer al chico.

Trenton igualmente se atreve a responder sin avergonzarse de nada, y me alegra que no

le afecte —o al menos eso es lo que demuestra— la actitud de mamá.

—Problemas. Viajé después de comenzar el tercer semestre de Periodismo…

Mamá le interrumpe con una mueca de horror en su rostro blanquecino y sonrosado.

—¿Periodismo? Oh… es una carrera universitaria muy… polémica…

—… pero no me gustaba. —Termina de decir Trenton, sonriéndonos a todos, y santo

Dios, creo que me voy a derretir delante de mi familia, ¡pero es que esa sonrisa es

maravillosa! Siento las mariposas, fanáticas ya de Trenton revolotear ante su sonrisa

sorprendente, aunque la charla sea tan incómoda.

Suzanne también sonríe.

—Sería un desastre estudiar algo que no te gusta —dice apoyando notablemente a

Trenton.

Mi padre, Andrey y yo asentimos con la cabeza. Trenton en cambio me guiña un ojo.

—¿Y qué es lo que te gusta hacer? —le pregunta mamá a Trenton, causando que yo me

enerve al pensar que parece una de esas entrevistas de los padres hacia el novio de su hija y

con la típica pregunta: «¿Qué intensiones tiene usted con mi hija?». Me sonrojo

furiosamente ante la idea y Andrey se burla discretamente, lo noto de reojo—. Ciara fue

aceptada en Stanford.

Frunzo el ceño.

—Creí que querías Julliard —me dice él, fingiendo confusión, pero él sabe

perfectamente que mamá no acepta aquello—. Me gusta el arte, como a Ciara, pero prefiero

pintar, dibujar…

—¡Eso es grandioso! —exclama mi padre, quien es amante del arte.

Mamá no parece muy contenta.

—Es aceptable, pero hay más… —Ella no termina de decir lo que sea que quería

mencionar. Nadie le pregunta, nadie quiere saber cuál es el contraataque, aunque

definitivamente me preocupa qué vayan a pensar cuando se enteren de la vida que lleva el

hermano de Trenton.

En cuanto comienzan a hablar sobre aquel asunto, vuelvo a apretar el brazo de Trenton,

¿querrán dejar aquellos mafiosos en libertad por miedo? ¿Qué va a pasar con Sanders?

Mamá es alérgica a los escándalos, pero sé que aparte de esto, ella tiene muchísimo miedo.

—Te has arriesgado mucho al traer esto. —Es lo que dice mi padre cuando hojea los

documentos—. Esto no me lo puedo creer —murmura y está desolado y decepcionado.

Mientras platicamos, ordenamos todo los hechos que hemos descubierto hasta ahora, y

también lo que el propio Sanders ha admitido, aparte de las declaraciones de Theodore.

Todos ahora sabemos cuáles han sido los planes de Sanders desde el principio, y cómo

llegó a involucrarse con los Agnelli. Papá nos explica a todos lo siguiente:

Ralph Sanders fue compañero de papá en la universidad. Desde el principio estuvo

obsesionado con mamá, que en un tiempo dado se convirtió en prometida de mi padre; pero

al saber que éstos dos se habían casado, decidió vengarse de ambos, su obsesión era tan

grande que no pensaba más que en su venganza. Por años se comportó como amigo de la

familia, manteniendo una actitud serena y tranquila, cuando en realidad escondía su

verdadera personalidad: abusivo, obsesivo y agresivo. Ralph, en un determinado tiempo, se

vio hundido por una mal inversión, entonces cuando sabía que se quedaría sin nada, creó

una alianza con los Agnelli, quienes eliminaron sus deudas por medio de un préstamo; así

pues, Sanders se unió a la Trata de Blancas que ejercen los Agnelli, consiguiendo

clandestinamente a chicas hermosas menores de edad para enviarlas a Italia o a diferentes

casinos y clubes de los Estados Unidos. Theodore Lombardi, quien en ese momento ya era

uno de los hombres de confianza de sus jefes, llegó a Detroit cuando la alianza se iniciaba.

Él era el intermedio entre los Agnelli y Sanders. Sanders, aún con sus planes de venganza,

invirtió una grandísima cantidad de dinero en clubes ilegales en la ciudad para culpar a mi

padre de diferentes delitos graves. Por consiguiente, en todo esto, Theodore fue capaz de

asistirlo, falsificando pruebas en contra de papá, de manera que Sanders se hizo pasar por el

perjudicado, culpando a papá de estafa para meterlo en la cárcel y quedarse con el resto de

las acciones, asegurando que mi padre lo había robado por muchos años. Theodore

contribuyó con esto a cambio de ser socio en las empresas hoteleras; sin embargo, todo esto

no se quedó allí, pues sus hijos comenzaron a descubrir su comportamiento extraño y al

poco tiempo, se descubrió que Sanders tenía una nueva víctima: yo.

Suzanne fue testigo de todo, de sus ataques de locura y su actitud esquizofrénica debido

a su obsesión conmigo sólo porque le recordaba a mi madre cuando era joven; asegurando

que mamá le había hecho mucho daño, gritaba a todo pulmón que yo le pertenecía, pues mi

madre le debía eso. Ella Sanders se marchó enojada por aquello, y nadie ha sabido de ella

después de semanas. Suzanne era la única que sabía sobre la obsesión de Sanders; sin

embargo, no era capaz de decir nada a causa del miedo, hasta que éste le comentó

tranquilamente que debe casarse con Bruno Agnelli cuanto antes, al parecer, Sanders y

Agnelli tuvieron algunos problemas financieros y habían decidido arreglarlos negociando a

la hija de Sanders, quien no se mostró triste o desbastado al ofrecer a su hija, al contrario,

se le veía radiante, según nos explica Suzanne.

—Lo que yo pienso… —comienza a decir Trenton, atrayendo la atención de todos, su

semblante tan serio—, es que Bruno Agnelli armó todo esto, hizo caer a Sanders en una

trampa, lo sonsacó… sólo para quedarse con la hija, es lo que acostumbran hacer. Las

trampas con muy típicas en ellos, esto fue perfectamente planeado sólo para que el señor ex

Alcalde cediera a entregar a su hija.

Andrey asiente con la cabeza; sin embargo los demás están demasiado sorprendidos

para reaccionar y decir algo. Yo estoy helada, pero la verdad es que la teoría de Trenton

tiene demasiado sentido.

—Entonces… lo que tú dices es que… —Suzanne no se atreve a terminar su frase.

—Puede que sea así, sin embargo no lo sabemos, es sólo una sospecha —contesta Trent

seriamente.

—Sabes mucho de esas personas —analiza mamá, su mirada perdida en cualquier otra

cosa—. ¿Tu hermano está metido en esos… asuntos desde cuándo?

Trenton nuevamente no se ve afectado por las insinuaciones de mi madre.

—Tres o cuatro años, señora —responde descuidadamente, mientras comienza a

juguetear con mis dedos—. Se fue de casa a mi edad, o quizás más joven y eligió esa vida

—explica, sin verse incómodo por hablar de su vida privada.

—Y tú te quedaste —completa mi padre asintiendo con la cabeza, como si estuviese

aprobando las acciones de Trent.

Él asiente con la cabeza en respuesta, me mira y me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa,

aunque de reojo puedo ver que mamá no está de acuerdo, tal como lo imaginé desde el

principio. Difícilmente ella acepta alguna decisión que yo tome por mí misma, es como si

no confiara en mí, y en todo caso, ¿qué uno no tiene derecho de equivocarse?, sin embargo

yo estoy completamente segura de que no me estoy equivocando con Trent.

Cuando cambian a la conversación nuevamente me siento demasiado incómoda como

para seguir escuchando, pues la mirada penetrante de mi madre sobre la mano de Trent que

acaricia mis dedos cariñosamente, la mención del nombre de Sanders combinado con

“mafiosos” “estafa” “policía” e “intento de secuestro” me estremece y me hace recordar

mi encuentro con Ralph Sanders hace unos días, o semanas, ya no recuerdo hace cuánto

tiempo fue, pero las escenas de aquel día siguen grabadas permanentemente en mi cerebro.

Por eso desconecto mi mente de la conversación y me concentro en las noticias que no

he recibido de Julliard, me angustia pensar que después de todo no me llamarán, ni siquiera

para una segunda audición, ni siquiera para decirme que me rechazan, ¿y si me rechazan

que haré? Mi consciencia me responde rápidamente con un: «Estúpida, hay muchas

escuelas de danza a las que puedes asistir o simplemente intenta entrar a Julliard sea como

sea». ¡Y eso es la verdad! no puedo rendirme, si me rechazan fácilmente puedo aplicar para

el próximo semestre, hasta que me acepten, porque la idea de otra universidad que no sea

esa no me incomoda, pero no me agrada del todo. Entrar a Julliard es mi meta más cercana,

no puedo fallarme a mí misma.

Pienso en cómo actué en la audición, mi subconsciente me grita que pude hacerlo

mejor, pero yo misma me aseguro que lo hice de maravilla, ¿por qué me rechazarían

entonces? He estado en este mundo por años, mi padre está decidido a pagar mis estudios y

mis calificaciones son sobresalientes, no hay ninguna razón para estar fuera, aunque mi

subconsciente negativo me grite lo contrario. Estoy segura que este tipo de ansiedad se

debe a tantos acontecimientos, sin duda la notificación de Julliard me tranquilizaría, y

también que aquellos delincuentes estén a kilómetros de distancia, lejos de todos, sin

amenazas, sin abusos, que todo acabe, que nos dejen en paz. Creo que esas dos opciones me

tranquilizarían, aunque una más que otra.

Intento relajarme, y noto lo agotada que me encuentro, mas estoy segura de que un beso

del chico a mi lado me tranquilizaría enormemente. Después de unos minutos, observo a

Trent, y me deleito con su belleza mientras éste platica con mi padre y con Andrey a su

vez; sus labios se mueven deliciosamente conforme su lengua acaricia cada una de sus

palabras, su voz tersa pero masculina, sensual, precisa…, pienso en la primera vez que

escuché su voz, y sonrío ante el recuerdo.

¿Cuál fue la segunda noticia que recibió Trent cuando decidió dejar la universidad de

periodismo? —me pregunto una y otra y otra vez sin encontrar respuesta, la primera y

única vez que se lo pregunté me contestó con un «Espero pronto poder decírtelo» y con esa

respuesta me conformé, aunque por dentro estoy muriendo de la curiosidad y de la

preocupación al mismo tiempo.

Por más que intento buscar alguna teoría, no la consigo.

La voz de mi madre me saca de mis pensamientos:

—¿Qué ocurriría si esos malhechores siguen en libertad? —pregunta consternada y con

un deje de preocupación, nos mira a todos cohibida y temblorosa—. Todos obtuvieron

amenazas de su parte, si están libres, todos estamos en peligro.

—Y si no hacemos nada, también lo estamos —completa mi padre con el ceño

fruncido.

—Cualquiera puede salir herido —me atrevo a decir, me levanto y los miro a todos

esperando que apoyen mi punto de vista—. Hay que llevar esos documentos ahora mismo,

antes que pase algo peor. Están buscando pruebas en contra de ellos desde hace años,

entonces, ¿qué estamos esperando cuando sabemos que los documentos que tenemos aquí

pueden hacer que finalmente paguen lo que han hecho?

Nadie dice nada, temerosos de que los Agnelli huyan o el resto de sus secuaces quieran

venganza. Cuando pienso que nadie va a hablar, es mamá quien hace la sugerencia:

—¿Y si pagamos para que dejen a Suzanne en paz? —Ella está asustada, puedo verlo en

sus ojos azules. Pero estoy segura que de no estarlo, igualmente diría lo que acaba de

mencionar. Me estremezco de tan sólo imaginarlo.

—¡Por Dios, mamá! ¡Estás loca! —exclamo horrorizada—. ¡Esa no es una solución

lógica!

—Pero puede servir para que nos dejen en paz —murmura Suzanne un poco dudosa.

—Exactamente, con dinero, ellos se irán de aquí —conviene mamá.

Hago una mueca.

—Estás loca.

—Ella tiene razón, Ciara —murmura Suzanne, encogiéndose de hombros.

Su respuesta me sobresalta, y los rostros pensativos de todos me hieren y me enojan al

mismo tiempo. Aquello es un disparate, y yo no puedo aceptarlo, no importa si por todas

partes alguien vaya a salir lastimado, yo lo sé, lo correcto es avisar a la policía, porque

darles dinero a los Agnelli, es el más grande de los errores que pueden cometer. Por eso

tomo los documentos de la mesa que está frente a nosotros, cojo una de las llaves de los

autos de papá y salgo corriendo con las manos temblorosas, dispuesta a poner fin a el

disparate que estaban a punto de hacer.

Escucho voces y gritos, los cuales no tomo en cuenta, tengo esos papeles en mis manos,

y lo único que me importa es hacer lo correcto, sin importar las consecuencias. No basta

que Sanders ya no esté en nuestro camino, los Agnelli también tienen que pagar.

***

Entrar a la habitación de Trent me ha puesto demasiado nerviosa como para admitirlo,

mi subconsciente me reprende diciéndome que yo no debería estar aquí, pero mi otro yo me

susurra que no tengo nada que temer, pues no pasará nada del otro mundo. Sin embargo, en

realidad yo temo de mí misma, y también de mis descontroladas mariposas que enloquecen

cuando Trent me toca o simplemente me mira con esa mirada suya, la mirada hambrienta…

hambrienta y… sensual…

—¿Estás bien? —me pregunta, y esa sonrisa burlona suya está allí en sus hermosos

labios. Suspiro y trato de articular un «Sí» que no sale de mi boca, simplemente mis cuerdas

vocales se han ido de paseo—. ¿Estás nerviosa? ¿Debería estarlo yo? —Su ceja alzada.

Niego con la cabeza, y trato de controlarme.

—No, no es sólo que…

Trent me interrumpe.

—No deberías preocuparte, las cosas ya están comenzando a andar bien, ¿no? Aunque

tus escoltas estén aquí afuera, y aunque tu madre me odie.

—No te odia —bufo.

—Sólo odia cuando estoy cerca. —Se burla; aunque yo le fulmino con la mirada él

sigue riendo.

Él me toma de la mano y me lleva hasta la cama después de encender la pequeña

televisión, yo me acurruco a su lado, presionando mi cuerpo contra el suyo, aunque no con

segundas intensiones.

—Pero yo te amo así que no importa —le contesto tranquilamente, luego se me ocurre

algo y lo miro—. ¿Cuándo me dirás la segunda noticia?

Él resopla y yo sé que es un «No lo sé».

Sinceramente después de que manejé hacia la policía, donde todos me siguieron en otro

auto y papá estuvo obligado a llamar a Taylor para que se enterase de todo esto; yo me he

sentido muy cohibida en casa, pues Suzanne y Eric se han alojado allá por sugerencia de mi

mamá. La señora Sanders está en París y la verdad es que es una mala madre, y ahora,

cuando todo ha sido descubierto, la prensa está enloquecida, pues lo que se ha comprobado

son los múltiples robos que Ralph le ha hecho a mi padre. Todas esas noticias afectan a los

gemelos, y yo en mis adentros me siento un poco culpable y dolida por lo que deben estar

pasando, claramente mi arrebato armó un escándalo más grande del que ya existía.

Papá ha estado un tanto estresado y ha tenido que volver al médico dos veces, es algo

que también me ha preocupado, pero nadie me culpa, nadie a parte de mí misma.

Y tampoco, no puedo evitar tener miedo, pues, notoriamente, las que estamos más

implicadas en estos últimos sucesos somos Suzanne y yo, una por buscar las pruebas, y otra

por entregarlas.

Los Agnelli podrían querer matarnos en cualquier momento.

Aquello no es lo único que me atormenta.

—¿Trent?

—¿Uh?

—¿Crees que fracasaré en Julliard? —pregunto temerosa, mi voz temblando un poco y

él piensa que es a causa del frío, pues me abraza aún más fuerte y coloca una cobija sobre

nosotros—. Ni siquiera he recibido una llamada.

—Falta mucho para la graduación, ellos se están tomando su tiempo, ¿vale? Todo irá

bien —responde frotando su mano contra mi espalda—. Tranquila, Cici.

Yo río, recordando vagamente cómo me apodó Gioele desde la primera vez que

hablamos.

—Te amo. —Mi voz es perezosa, escucho que él susurra un «Yo más» y me acurruco

como un gato a su lado, viendo como Trent cambia de canal distraídamente hasta que se

detiene en uno…

Me sobresalto simultáneamente.

Oh no.

Cuando pienso que todo ha acabado, que al transcurrir cuatro días de que entregué todas

las pruebas a las autoridades para que éstas se hagan cargo, me siento extremamente

culpable al ver la televisión.

Ralph Sanders se ha escapado.

Y no es sólo eso.

—Oh mierda —murmura Trent con la mirada fija en el aparato, cuando capta mi

sobresalto intenta cambiar el canal, pero yo ya he escuchado lo suficiente—. Maldición.

Oh Dios, Oh Dios…

Pongo mi rostro entre sus manos, mi consciencia burlándose de mí.

¿No es lo que querías? —susurra la muy desgraciada.

Trenton se aproxima hasta mi ubicación y coloca sus manos en mis hombros, tratando

de darme fuerzas y susurrándome que le mire a los ojos, pero yo no quiero hacerlo, él me

va a odiar cuando los vea, ojos negros, oscuros, culpables…

—…se sospecha que el señor Ralph Sanders, ex alcalde de la ciudad de Detroit, y su

hija han sido secuestrados. En un momento de la mañana, se ha dado la noticia oficial de

que el señor Ralph Auguste Sanders Dupont, ha logrado fugarse; sin embargo, las

autoridades aseguran que el auto que hurtó para lograrlo ha sido encontrado abandonado y

se presume que el susodicho ha sido violentamente sacado del automóvil en contra de su

voluntad. La familia del ex alcalde, asegura que no han sabido nada de Suzanne Sanders,

por lo cual, es muy probable que lamentablemente, también haya sido secuestrada por el

poderoso Clan Agnelli, jefes en el Trata de Blancas en toda Europa —afirma un hombre

joven, mientras se encuentra frente a mi propia casa, que está atestada de personas, autos,

periodistas. Me congelo, no sé qué hacer, no sé si salir corriendo en busca de Suzanne,

aunque eso suene estúpido, o simplemente quedarme aquí y esperar que me busquen a mí,

estoy segura que yo seré la próxima.

Y todo por mi culpa.

—¡Esto es injusto! —chillo entre lágrimas, sin dejar que Trenton observe mi rostro

crispado por la culpa. Ellos debieron darle el dinero a los italianos… yo tuve que pensar en

las consecuencias… yo debí pensar en lo que pasaría.

Ahora ella… su padre…

Todos sufren por mi culpa.

—Ciara —susurra Trenton zarandeándome con cuidado, posteriormente, retira una a

una mis manos y las besa con suavidad, mientras yo aprieto mis ojos con fuerza, siento el

roce de sus labios en mi frente, para luego tomarme en su abrazo y acunándome para lograr

tranquilizarme—. Tú no tienes la culpa de nada. De nada.

Sollozo, porque sé que es mentira.

—Es mi culpa —gimoteo, pensando en lo que le puede estar ocurriendo a ella, a

Suzanne.

Trent me toma de la mano unos minutos después.

—Creo que deberías ir a tu casa —sugiere él, sus ojos observándome atentamente.

—No quiero ir sola —musito con coz queda, mis emociones alborotadas, al igual que

mis nervios—. No quiero llegar y ver sus rostros aterrorizados… mi hermano… Eric… oh

Dios.

Trent niega con la cabeza, sé que le he dejado sin palabras, la situación lo deja sin

palabras; sin embargo no está pasmado como yo. Se levanta de la cama, apagando el

televisor en el proceso, coge una chaqueta de su armario, se la coloca y me observa, sus

ojos penetrando los míos.

—No vas a estar sola. Yo voy a ir contigo. —Su voz transmite seguridad con cada una

de las palabras que menciona—. Nunca vas a estar sola.

Entonces toma mi abrigo, se acerca a mí, me toma de la mano y me levanta,

colocándome el abrigo color vino primero y después la bufanda gris, y aunque no sea el

momento para esas cosas, mi corazón late con fuerza por la manera tan tierna en la que me

toca. Jamás había sido tratada con tal delicadeza y ternura, él es sumamente adorable. Por

eso cuando está acomodando mi bufanda lo beso suavemente, permitiendo que por un

momento se me olvide todo lo que está ocurriendo, y por un instante su caricia me infunde

valor y calma.

—Gracias. —Es lo que respondo, y él me lleva hasta el garaje de su pequeña casa, casi

corriendo. Yo me dejo llevar por él hasta la camioneta azul hasta que ambos subimos y él

enciende el motor, yo vuelvo a murmurar—: gracias.

Él inclina su cabeza a un lado, pero luego me regala una pequeña sonrisa.

—Pensé que sabías que haría cualquier cosa por ti, princesa.

Suspiro, mi cuerpo invadido por las mariposas revoltosas, suspiro porque lo amo y él

me da fuerzas. Y no es un amor repentino, es un amor puro, suave como la seda, un amor

que se filtró dentro de mi corazón lentamente, con calma, con serenidad; impulsado por la

atracción entre dos personas totalmente diferentes y a la vez iguales.

Y el resto de la tarde lloro, y luego enfrento a todos, a Eric, a mis padres, a mi hermano,

a la prensa, a mis amigos, a todos.

Jamás me imaginé esto, jamás me imaginé enfrentar tantas cosas.

Trenton me transmite fuerza mientras caminamos entre periodistas enloquecidos,

además de fotógrafos y toda clase de persona que quieren saber lo que pienso de lo que

sucede, pero gracias a Trent y su protección paso ilesa hasta a casa donde todos me esperan

sentados, preocupados, cabizbajos.

—¿Cómo ocurrió? —pregunto al instante que pongo un pie dentro de casa. Eric,

sentado al pie de la escalera se toma su cabeza entre sus manos.

—Él no está secuestrado —responde mamá, ocultando sus ojos—. La prensa inventa

cada cosa… —Suspira profundamente, se acerca a mí, coloca sus manos en mis hombros,

como si temiera que me cayese en cualquier momento—. Murió, ellos…

La voz de mamá se apaga cuando detrás de ella aparece ante mi vista el rostro bañado

en lágrimas de Suzanne, ella se acerca a mí corriendo, y sé que me proporcionará un

bofetón en la cara, el cual merezco, pero cuando estoy a unos centímetros de distancia de

ella, ella se lanza a mis brazos y llora, llora como nunca antes había llorado, y me abraza

con fuerza, como si me necesitara.

Ella no me culpa.

Estoy aliviada, ¿cómo es que está aquí?, me pregunto mentalmente, sin obtener una

respuesta, ¿la presa inventó que se la habían llevado? ¿O sí lo habían hecho?

Como si mamá leyera mi mente, ella me responde:

—Ella estuvo allí, afortunadamente logró escaparse… —Su voz vuelve a apagarse al

escuchar el llanto de Eric, mi corazón se encoje, aunque el señor Sanders no fue la mejor

persona, era su padre y a ellos debe dolerle muchísimo la pérdida—. De no ser por eso, no

sabemos qué habría ocurrido. Ella logró escapar del enfrentamiento.

—¿Enfrentamiento?

Mis padres asienten con la cabeza; Suzanne todavía no se ha atrevido a alejarse de mí.

—Sí. Al parecer, otro clan, uno ruso, tenían problemas con los italianos y… —Papá es

interrumpido por Trent:

—Están muertos.

Mierda, ¿de verdad eso ha ocurrido?

Observo a Trent, el cual me dedica una sonrisa triste. Dios, ¿entonces su hermano

también ha muerto? Lo veo en los ojos de todos, sé la respuesta con certeza, el hermano de

Trenton también ha muerto y por alguna razón Trent evade mis ojos, aunque se acerca un

poco a mí, como si tuviese miedo de ser un intruso entre nosotros. Mi hermano toma a la

destrozada Suzanne y se la lleva al jardín.

Todo ha terminado —murmura mi consciencia—. Pero su hermano ha muerto.

Aunque el dolor es incontrolable, aunque la traición de aquel hombre que casi era mi

tío, un familiar que formó parte de mi infancia, aunque habían mafiosos que querían

quitarnos muchas cosas, aunque el hermano de Trent se había arrepentido, por alguna

razón, de todo lo que había hecho en el pasado, todo ha terminado, ellos están muertos.

—¿Estás bien? —pregunto a Trent, quien me mira a los ojos después de recibir la

noticia, y veo las lágrimas en sus ojos, cuando niega con la cabeza.

Trenton me abraza por detrás, me besa en la sien y suspira.

—¿Ahora qué? —le pregunto con la voz entrecortada, no quiero decirle que siento que

su hermano esté muerto, porque sé que se echará a llorar y no quiero eso.

Él vuelve a suspirar, tardando tanto tiempo en responder que comienzo a tener miedo de

su respuesta, vuelve a besarme, su compañía me conforta y espero que el sentimiento sea

mutuo.

—Tratar de luchar contra la segunda mala noticia.

Algún día me lo explicará, y cuando lo haga, yo sabré por lo que tengo que luchar

ahora. Lo cierto es que la tormenta apenas comienza.

Sus ojos resplandecientes como el jade no se apartan de los míos mientras mis pies se

mueven al ritmo de la música con el resto de las chicas, a todo volumen suena “I knew you

were trouble” de Taylor Swift. Me giro hacia la izquierda en un paso rápido, mis pies se

deslizan conforme la canción se va reproduciendo, muevo mis caderas, dejándome llevar

por la coreografía que he intentado armar toda la mañana, y al final, la rutina sale perfecta.

La canción termina, todos aplauden y yo estoy sin aliento.

Desde hace meses he asisto a la “Academia de danza Urbana Bradbury” con el apoyo

constante de papá, mi hermano, Trent y el resto de mis amigos. La verdad es que las cosas

han cambiado demasiado, mi conocimiento sobre la danza es más amplio, y mi destreza es

notable, una de mis metas está finalmente cumplida, la cual se trataba de aprender todo lo

que pueda sobre otros géneros —aparte del ballet— antes de comenzar la universidad. En

tan sólo tres meses, la coreógrafa de la academia me ha dado la oportunidad de dirigir una

rutina sin ayuda de nadie, y al ver el resultado, y observar su reacción me siento orgullosa

de mí misma. Ella está tan satisfecha como yo.

Sinceramente, a pesar de tener unos meses muy duros, entre la academia de ballet y la

academia Bradbury, me he sentido más liviana y menos preocupada y cohibida. Aunque

hay cosas que han cambiado notablemente.

Es mayo, el verano se acerca al igual que la graduación y el baile de fin de curso. Esta

vez la reina no podrá ser Suzanne pues lo fue el año pasado, ahora ella quiere apoyarme a

mí y yo replico constantemente en que no me agradan esas cosas. Lo cierto es que ella se

está comportando como algo más, ya no hay rencores…, no hay nada, sólo amistad. Me

pregunto constantemente cómo se estará sintiendo desde lo ocurrido hace ya cuatro meses,

lo cierto es que para los gemelos las cosas se han tornado remotamente difíciles, al tener

que soportar las habladurías de la prensa, y los alumnos de la escuela St. Marteen no han

dejado de señalarlos y murmurar a sus espaldas, más cuando la viuda de Sanders ha

regresado con sus hijos totalmente arrepentida —aunque esto último ha sido un alivio para

ellos—, mi familia y yo hemos tratado de darles el apoyo suficiente para seguir, aunque

definitivamente intento mantener un espacio prudente entre Eric y yo.

Y luego está Trenton Lombardi.

A pesar de la muerte de su hermano, Trent no lo ha mencionado en todo este tiempo. En

ocasiones está cabizbajo y pensativo por los acontecimientos, ya que su hermano

finalmente se había arrepentido y decidido dejar aquella vida y enmendar sus errores; sin

embargo, para Theodore fue demasiado tarde, el clan ruso enemigo acabó con todos los

Agnelli y sus cómplices, y los rusos habían decidido también acabar con Theodore, a pesar

de que éste ya se encontraba en prisión.

Trent me mira de arriba abajo.

—¡Wow! —Es lo que dice, tomándome de la cintura y acercándome a su cuerpo sin

importar el sudor impregnado en mi piel sonrosada. Él aspira mi aroma descaradamente y

sonríe pícaro—. Estás caliente… —Su mirada perversa me delata en qué sentido está

mencionando aquello.

Aunque él y yo no hemos… tenido intimidad, sus piropos pícaros nunca faltan. A pesar

de que las últimas semanas ha estado un poco decaído, al parecer —según me contó— se

ha lastimado nuevamente su pierna derecha, por lo cual ha sentido molestias y dolor en esa

parte. Frunzo el ceño al ver que, cuando se separa de mí para besarme en los labios de

forma de saludo, efectivamente está cojeando de nuevo.

—¿Estás bien? —le pregunto sin dejar de mirar su pierna—. Creo que no era necesario

que vinieras por mí, podría llamar a Andrey… o a papá.

Él niega con la cabeza por mi segundo comentario.

—Estoy de maravilla cuando estoy contigo.

Río aunque por dentro sigo un poco preocupada.

—¡Pero qué romántico! —exclama una voz detrás de nosotros, ella ríe sarcásticamente

y me dedica un guiño—. ¡No sé, pero siempre que está cierto italiano por aquí la

temperatura sube! —Shaila se posiciona cerca de Trenton, mientras se abanica con una de

sus manos, lo observa de pies a cabeza, como si él estuviese desnudo o algo…

—¡Shaila! —reprendo al observar la risita divertida de Trent—. ¡No hagas que se

sonroje!

Shaila se ríe escandalosamente, colocándose su bolso por encima de sus hombros —

cabe destacar que por uno de sus bolsillos sobresale una cajita de cigarrillos recién

abierta— y Trenton me observa atentamente a mí, como si le divirtiera mi reacción.

—¡Pero si la que se ha sonrojado has sido tú, cielo! —Se burla Trenton utilizando su

acento Italiano pronunciadamente.

Desde que llegué a Bradbury, he conocido a tantas personas que quieren aplicar a

Julliard o a otras universidades de danza o teatro, y gracias a eso he logrado sentirme tan

cómoda en este lugar, son personas con iguales inspiraciones y metas, con los mismos

propósitos y expectativas, es como si estuviese en casa. Jamás me había sentido así con mis

compañeras de mis clases de ballet, quizás sea porque no son tan sencillas y humildes como

mis compañeros de la Academia Bradbury.

Shaila es rubia con mechones rosa, de ojos marrón oscuro, alta y delgada, más delgada

que yo a causa del tabaco, pues es fiestera además de ser una de las personas más rudas,

guerreras y sarcásticas que conozco; no es mi amiga, pero tampoco mi enemiga, y aunque

en algunas ocasiones actúe como si me odiara, no me dejo influenciar por su

comportamiento, la verdad es que aquello ha dejado de importarme desde hace tiempo.

Aunque no puedo dejar de sentirme recelosa cuando observa a Trent como si se lo

estuviese saboreando con la mirada.

Pero vamos, ¡Shaila observa de esa manera hasta a las mujeres!

En cuanto Trent y yo nos encaminamos hasta su… ¿motocicleta? Me sobresalto al

observarla delate de nosotros, la miro con incredulidad y me suelto de su agarre

simultáneamente. En este momento más me preocupa el asunto de su pierna.

¿Cómo pretende montarla con su pierna de nuevo herida?

—¿Estás loco? —le pregunto encarándolo—. ¿Cómo pretendes subirte en eso con tu

pierna así?

Sólo espero que no responda con un «No importa. Pronto estaré de maravilla»

¿Eso es siquiera normal?

—No me pasará nada, amore. No te preocupes, pronto estaré de…

—…maravilla —completo con el ceño adusto.

Comienzo a sentirme completamente furiosa por su falta de consideración con él

mismo. Así que cuando él intenta subirse en la moto, yo le quito las llaves y lo miro

directamente a los ojos, para que sepa que no tendrá opción.

—Esta vez la que va a llevarte soy yo.

Él se ríe y es un sonido musical pero un tanto débil. Frunzo el ceño por aquello, aunque

igualmente el sonido de su risa me resulta todavía el más hermoso, es un sonido que recorre

mi piel y se deposita en mi corazón, como cada uno de los gestos de Trenton, como cada

una de sus palabras y caricias.

—¿Crees que no puedo manejar esa maldita moto? —Su voz no es brusca, su sonrisa

todavía está extendida en sus labios; lo dice en broma, pero también en serio.

—Te diré lo que tienes que hacer. —Con mi dedo índice le doy golpecitos en el pecho

conforme hablo—. Debes cuidarte, sólo hace cinco o seis meses (no lo recuerdo) estuviste

malo de la pierna, se supone que no puedes escalar hasta que estés bien, ni lazarte de

edificios altos, ni manejar motos, nada de esas cosas. Nada. Por ahora.

Sacude la cabeza.

—¿Entonces qué quieres que haga? —Sus ojos me miran fijamente, como si temiera mi

respuesta.

—Ir al médico. —Me encojo de hombros.

¿Es tan difícil hacerlo?

¿O está tan ocupado en otras cosas que no ha pensado en ello?

Él no replica a mi último comentario, se queda en silencio y pensativo causando que yo

misma me pierda en mis propios pensamientos y de pronto… recuerdo algo.

—Gioele me dijo que estuviste en una carrera de autos —aventuro, sabiendo que de ahí

viene el problema—. Y que el auto que utilizaste sufrió daños…

—Es verdad. —Asiente con la cabeza.

Ya sabía que eso es cierto. Sin embargo mi mente se niega a aceptarlo pues la última

vez que hablé con el papá de Gioele, éste me comentó que Trenton tenía prohibido todas

aquellas locuras peligrosas por el bien de su pierna. Yo había ocultado el hecho que hace

unos meses lo vi lazarse de un edificio, aunque cuando hizo aquello su pierna estaba de

maravilla, además —aunque suene tonto decirlo— era más seguro la actividad del edificio

que manejar un auto a toda velocidad, o escalar o lo que sea que haga Trent para sentirse

vivo.

Con su respuesta, mi enojo hacia Trent aumenta.

¿Pero cómo se atreve?

—Entonces tuviste un accidente con ese auto y te lastimaste de nuevo la pierna —digo

rápidamente, y él abre mucho los ojos al darse cuenta de mi tono de reproche. Si se siente

indignado es su problema, maldición, el sabe que aquello es una locura.

—Algo así —murmura—. Necesitaba dinero.

—¿Oh? ¿Dinero? —Niego con la cabeza incrédula, ¿dinero? ¿Es que acaso ahora Trent

es un ser ambicioso? —. ¿Pero qué es lo que te pasa?

Suspira otra vez, eso es lo que hace cuando los dos opinamos algo distinto sobre algo.

—¿Qué me pasa de qué? —Trenton deja a un lado la calma y se tensa. Una clara señal

de que no quiere explicarme nada, o que me está ocultando algo.

—Actúas como si… —Suspiro, no sé si pueda decirlo—. Como si…

Rayos, esto se está poniendo demasiado difícil ahora.

Nos encontramos en la calle, fuera de la Academia, mis compañeros todavía saliendo de

clases y deteniéndose un poco para escuchar mejor, como si mi vida fuese más interesante

que las demás. Niego con la cabeza y resoplo, ¿por qué estamos teniendo esta discusión en

la calle? No lo sé, me cruzo de brazos, tampoco pretendo detenerla.

—¿Cómo si qué? —Vuelve a preguntar y esta vez se ve completamente preocupado.

—Como si no te importara… tu vida —murmuro, la respuesta llegando a mí antes de

procesarla y analizarla.

Él se queda callado, al igual que yo. Ambos sin palabras, pues la conversación se ha

tornado un poco extraña, pero segundos después de saber lo que he dicho me convenzo de

que probablemente mi cometario es más que acertado.

Trenton me mira a los ojos una vez más.

—¿Podemos irnos ya?

Sí, ya sabía que no iba a responder nada a mi cometario. Él es un experto en cortar la

conversación cuando se torna incómoda para él.

—¿Qué has pensado de lo que te entregué? —le pregunto mientras enciendo el motor

de su motocicleta, él me había enseñado a manejar desde hace un par de meses, y ahora

agradezco enormemente ese gesto suyo—. De los folletos…

Trenton suspira profundamente.

—Todavía estoy haciendo planes.

Yo soy quien suspira ahora y me atrevo a comentar:

—Espero tus planes me incluyan.

Me besa en el cuello, causando que enloquezca por aquel pequeño roce tan delicioso y

cálido. Su cuerpo detrás del mío, apretándome hacia sí, me hace sentir igual que la primera

vez que estuve tan cerca de él, el calor y la atracción entre ambos aumenta cada día, y hoy

es una prueba de ello. Sus manos me presionan y sus labios juegan con el lóbulo de mi

oreja, yo cierro los ojos con fuerza, sintiendo como el cosquilleo familiar que él mismo me

causa reaparece; siento mis mejillas y mi cuello arder, a causa de un sonrojo, yo muerdo mi

labio inferior y sonrío y sé que es una sonrisa amplia, gigante. ¿Cómo es posible que hace

apenas unos minutos estábamos discutiendo y ahora me está besando de esa forma por mi

cuello y oreja? No lo sé, y no me importa tampoco. Yo me giro, su sonrisa traviesa es

visible ahora, al igual que sus ojos jade, delirantes y atrayentes, como dos gemas

hipnóticas, y una vez más yo me derrito literalmente antes su mirada.

—Bésame —murmura él, sin importar que nos encontremos en la calle, y un montón de

personas nos observen como si estuviésemos locos, y bueno, um, lo estamos—. Bésame y

hazme olvidar.

No comprendo a qué se refiere, sin embargo tampoco se lo pregunto, porque estoy

completamente hipnotizada. Por eso me aproximo hasta sus labios, finos pero apetecibles,

tersos pero poderosos y los beso con toda la ternura posible, los beso una y otra y otra vez,

porque ansío saborearlo siempre, porque jamás me cansaré de hacerlo. Trenton me besa de

regreso y yo me entrego a el roce de nuestras lenguas y nuestros labios olvidando hasta

nuestra ubicación, como siempre ocurre cuando nos besamos. Esa unión es una sensación

tan familiar, pero siempre que me besa siento la alegría de un primer beso. Sus manos en

mis mejillas, mientras me da un pequeño y último beso antes de separarnos.

—Te amo más que ayer, pero menos que mañana. —Es lo que musita, sus labios

acarician los míos mientras habla y yo sonrío dejando de contener la respiración.

—Yo igual, amore.

Su musical risa se hace escuchar.

***

Cuando llego a casa después de haber pasado el resto de la tarde del domingo con Trent

me encuentro a Suzanne, mi hermano y Eric sentados en la sala. En la cocina y despacho se

escuchan voces, por lo que imagino que mis padres han invitado a los gemelos a cenar.

En cuanto me acerco a ellos Andrey señala un fajo de cartas.

—¿Alguna de…? —Dejo la frase inconclusa.

Él niega con la cabeza.

Con el ceño fruncido me siento al lado de ellos, mis nervios arremolinándose aún más

dentro de mi ser, ¿por qué nadie me avisa nada? En la correspondencia de la casa no hay

nada, y en mi correo electrónico tampoco.

—Deberías esperar un poco más o… —Intenta hacerme ver Suzanne, pero yo estoy

demasiado preocupada en este momento como para escucharle.

—Me han rechazado —mascullo—. Eso es, me han rechazado.

Andrey suelta un bufido y coloca una de sus manos por sobre los hombros de Suzanne,

atrayéndola hacia sí, aunque la incomodidad entre ellos a veces es notable. Aún no me han

explicado —y yo tampoco he preguntado— qué tipo de relación hay entre ellos, aunque lo

seguro es que no haya nada más que amistad, pues después del verano las cosas cambiarán

para todos nosotros, cada uno va a seguir un camino distinto, Andrey se va a California y

Suzanne a Nueva York, y aquello no deja de preocuparme, porque a Trent y a mí nos puede

pasar lo mismo, claro, si no me rechazan en Julliard.

—No te rechazaron —replica Eric muy seguro de lo que está diciendo. Aún no

comprendo cómo puede estar tan relajado cuando se rumora que él no tiene ni idea de lo

que va a hacer después de graduarse, además, nunca comenta nada sobre él, podría asegurar

que se ha mantenido aislado de todo, sin contar con los diferentes viajes que ha realizado a

quién sabe dónde—. Se pudieron haber retrasado, pero escucha… creo que deberías aplicar

para varias universidades, hay muchas que estarían maravilladas contigo.

Sacudo la cabeza otra vez, pero cuando abro la boca para responder, quien lo hace es mi

hermano.

—Eso mismo le expliqué yo —dice, y me dirige una mirada fulminante—, pero ella

está empeñada en Julliard…

—¡Si me rechazan, aplicaré el próximo semestre y si tengo que intentarlo cien veces lo

haré, pero yo entraré a esa universidad! —exclamo a todos, causando que me observen

sorprendidos.

Ellos no lo comprenden, y yo tampoco logro entenderme a mí misma. Uno de mis

anhelos es formar parte de tan prestigiosa universidad, ¿pero y si no se puede? No puedo

quedarme esperando a que me acepten, no puedo ignorar las demás facultades, no puedo

pretender que no existen, si Julliard me rechaza, tengo que aprender a seguir adelante,

¿pero cómo? Si todo este tiempo me he estado preparando para sólo una, ni siquiera pasó

por mi mente el que me rechazaran, ¿y si lo hacen?

—Busca otras prioridades —contesta Eric, como si estuviese leyendo mis

pensamientos. Le dedico una mirada penetrante, aunque él esté de lo más relajado yo no, a

mí sí me importa mi futuro—. No me mires así, sólo estoy opinando.

Mi mirada mordaz indica que lo que viene a continuación no es un comentario muy

agradable.

—Deberías guardarte tus consejos —menciono con mis puños apretados, muy segura de

que tengo la razón—, estoy segura que no sabes qué harás con tu vida, así que no opines en

la mía que suficiente tengo con mamá. —Lo fulmino con la mirada, y por un segundo

siento en mi pecho aquel sentimiento de culpa al ver cómo Eric Sanders frunce el ceño ante

mi comentario.

Odio soltar blasfemias y luego arrepentirme, ¿se supone que es así mi carácter? Cuando

intento defenderme, hiero más de la cuenta y luego siento la culpabilidad apoderándose de

mí.

—L-lo s-siento… —murmuro, estoy segura que me encuentro roja como un tomate.

Está claro que la tensión entre Eric y yo sigue latente, no puedo olvidar las palabras que

me dijo aquel día que Suzanne confesó al fin la verdad, cuando me dijo que me quería y

que ansiaba reparar todo lo que habíamos echado a perder.

¿Esos sentimientos habrán cambiado?

No lo sé, por ello mantengo la distancia, aunque ahora me he equivocado tratándolo de

esa manera.

—De hecho, quería hablar sobre algunas cosas primero con mi madre —expone, y no

parece alterado, ni mucho menos resentido por mi estúpido comentario. Sonríe débilmente,

pues su preocupación eclipsó el intento de una sonrisa alegre—. Pero supongo que ahora

primero se los notificaré a ustedes. —Suspira.

¿Y ahora qué? —me pregunto mentalmente, sentándome de nuevo en el sillón, con la

cola entre las piernas.

Por un momento me preocupa lo que él tenga que decir a su madre, es verdad que

durante el último mes Eric ha estado demasiado extraño, mucho más alejado de todo,

encerrado en su cuarto, en la biblioteca de la escuela o en la de su casa. Su hermana trató de

preguntarnos a Andrey y a mí un par de veces si sabíamos que le ocurría en ese entonces;

sin embargo ninguno tuvo una respuesta positiva.

¿Será eso lo que nos va a revelar?

—Vaya… entonces, ¿qué es lo que tienes que notificar? —inquiere Suzanne,

temblorosa.

—Me voy a California a la Escuela de Medicina de Stanford —comunica él, y ahora sí

que aparece aquella sonrisa suya que indica la felicidad y la satisfacción que emana en él.

Escuela de medicina… vaya…

Jamás me lo imaginé.

Su papá nunca estaría de acuerdo, estoy segura. Y por eso Eric jamás mencionaba nada

acerca de la Universidad…

—Oh —musita Suzanne, la que se encuentra más estupefacta que yo misma, pero al

segundo de su reacción, salta a los brazos de su hermano felicitándolo.

—Hombre, eso es genial —concede Andrey, palmeándole el hombro a su amigo.

Sí, la verdad es que aquella noticia es genial, aunque mi parte egoísta se revuelque en el

suelo al escucharla. Me pregunto en este momento qué le llevó a Eric ocultar aquello hasta

ahora, aparte de estar intimidado por su padre y hasta por su madre. Al pensar aquello, me

imagino el rostro de mamá al recibir la noticia, ella estaba segura que Eric iba a tener

mejores elecciones —según ella— que yo. Sin embargo a mí me alegra enormemente el

saber cuál será el destino de Eric Sanders, un médico, lo imagino ya desde ahora, un

medico reconocido, un héroe del país, salvando vidas porque ha nacido para aquello.

Sí, esto es genial.

—Me alegro mucho por ti, de verdad —le digo sinceramente, aunque mi voz suena un

poco temblorosa, por la sorpresa y por un poquitín de envidia que se filtra escurridizamente

dentro de mí, y es que no puedo evitarlo, yo también quiero estar cerca de mi sueño.

Eric me mira por unos largos segundos, como si estuviese tratando de analizar mi

semblante.

—Gracias.

Asiento con la cabeza. Es tan estúpido sentirme de esta forma, como si todas las

personas se hubieran puesto de acuerdo en restregarme en la cara el brillante futuro que les

espera, y el mío… un futuro desconocido, incluso para mí.

—Creo que me iré a mi habitación —murmuro después de un momento, todos se

encuentran hablando animadamente sobre cosas de las cuales ahora no estoy muy segura—.

Estoy cansada.

Siento la mirada de todos fijas en mí, mientras me dirijo a la escalera que me conduce a

mi solitaria habitación. Trato de parecer animada, pero siento que mis energías para fingir

se han acabado desde hace muchísimo tiempo.

—Ciara…

Es Eric, aunque luego escucho un siseo bajo, lo que provoca que éste guarde silencio

por completo. En cuanto llego a mi habitación, después de esa corta plática, reúno el valor

para admitirlo:

—Creo que he fracasado —bisbiseo, peleando en contra de las lágrimas.

Me derrumbo en mi cama con una de mis almohadas encima de mi rostro, cubriéndolo

con fuerza, ¡Demonios! No sé porqué la noticia de Eric me enfadó y me afectó tanto, es

decir, pensaba que él estaba más perdido que yo, pero ahora con su confesión me siento

como la chica sin futuro del grupo. ¡Maldición! Tal vez si debería aplicar a otras

universidades, ¿pero cuáles? Julliard es mi sueño, y aunque no reciba ninguna respuesta

siento que mi sueño se está cayendo en miles de pedazos.

¿Qué voy a hacer si no me aceptan?

¿Qué voy a hacer si sí me aceptan?

Mamá tendría la respuesta de siempre, ella desde que se enteró de mis planes ha estado

negándose a aceptarlos, ella prefiere que su hija tenga una vida muchísimo más pacífica y

estable. Y también, que posea un compañero fino y delicado, uno que no sea Trenton, mi

novio desde hace meses y al que ella no se ha atrevido a aceptar tampoco.

Puedo escuchar sus propias protestas:

«Ni siquiera tiene un futuro».

«Ni siquiera puede invitarte a cenar a un lugar decente y pulcro».

«Es un mujeriego».

«Podrías tener a alguien mejor».

«Debería asistir a la Universidad».

«No creo que sea un muchacho de fiar».

***

Un día, cuando decidimos pasar la tarde en casa, a la hora de la merienda, nos

sentamos en la cocina mientras platicábamos con Nanda, quien adoraba a Trent desde que

lo vio por primera vez, ella estaba muy interesada en su vida en Italia, por ello le

preguntaba sobre la comida y las costumbres, estaba encantada. Yo también disfrutaba de

la compañía mientras nos deleitábamos con el té que había preparado Trenton y las

galletas que nos había dado Nanda, hasta que llegó mamá a la cocina y observó la escena

con el ceño profundamente fruncido.

Ella carraspeó y después le pidió a Nanda que le sirviera un poco de té.

—Tus amigos están invitados a cenar —dijo ella, como si ambas estuviésemos

planeándolo.

Yo asentí con la cabeza, aunque un poco desconcertada.

—¿Has invitado a Luke y a Donny? —le pregunté, porque a veces ellos habían venido

a estudiar, se habían convertido en mis amigos habituales en la escuela, además estaban

comenzando a formar parte de nuestras veladas (clandestinas) en The Space, junto con mi

hermano, Gioele y Barbie y, evidentemente, también Trent.

April se había separado del grupo desde nuestra discusión.

—Me refiero a Susie y… Eric. —Supe en cuanto lo dijo que se trataba de una indirecta

hacia Trenton, ella estaba enterada de los celos que aparecían en él cuando ese nombre se

colaba entre nosotros.

Ella estaba claramente provocándolo.

Miré atentamente a Trenton, quien no tardó en apretar su mandíbula y mostrarse

incómodo ante la escena. También observé a mamá esperando que se retirara de una

buena vez, pues ya tenía en sus manos el té que había pedido; no obstante, ella se quedó

plantada allí, y sus comentarios fulminantes estaban comenzando apenas.

—Él acostumbra venir casi todas las noches, siempre ha sido así, ¿sabes? Estaba

mucho más cómoda con sus habituales visitas para ver a mi hija. —Ella también estaba

tensa, todo el ambiente era tenso y Nanda se había escurrido fuera de la cocina. La ira

estaba floreciendo dentro de mí, creciendo con cada comentario de mamá.

—Mamá…

Ella ni siquiera volteó a verme.

—Ahora no dejo de preguntarme cada vez que ella sale de casa si algún italiano

delincuente intentará llevársela de nuevo.

Suspiré, mientras observaba preocupada de cuánto daño proporcionaba estos

comentarios a Trent.

—Eso no fue culpa de nadie —mascullé—, y no creo que sea correcto que trates a mi

invitado así.

Ella negó con la cabeza.

—Vas a salir lastimada de todo esto —dijo severamente, y parte de mi subconsciente

sabía que era verdad, que quizás salga lastimada, pero ese riesgo lo decidí tomar yo, no

ella—, y mi deber es evitarlo.

—Tu deber es apoyarme —repliqué.

Negó con la cabeza, ella nunca asentía cuando yo le decía algo. ¿Cuál es su problema

conmigo?

Trenton a mi lado, se empeñó en ojear fijamente la mesa, tratando de no soltar uno de

sus fantásticos comentarios irónicos, pero debo admitir que este chico no es grosero, jamás

le ha alzado la voz a una persona mayor, a pesar de ser un “bravucón” con los chicos de

su edad.

Mamá suspiró.

—En cosas sanas, hija. Pero esto no es sano, este muchacho no te conoce y tú tampoco

a él, no estás enamorada.

Siempre he sentido que ella me trata como una estúpida, pero aquella vez estuve segura

por primera vez en aquello. Siempre he odiado cuando una persona intenta darme a

entender que sabe lo que sucede dentro de mí más que yo, ella aseguraba que yo no estoy

enamorada de él, cosa que nunca he puesto en duda, jamás. ¿Y si así fuera a ella que le

importa? ¿Por qué siempre quiere tener el control de todo y de todos?

Aquella tarde me enojé demasiado con ella, incluso si le fuese gritado o incluso soltado

unas cuantas verdades, me hubiera ganado una bofetada de su parte, pero yo nunca he

sido así, por ello traté de manejarme y contestarle con la mayor calma posible.

—Lo que no es sano es que tú no me dejes vivir.

Tomé a Trent de la mano y lo arrastré fuera, sintiendo lo tenso que se encontraba

incluso fuera de la cocina.

A mamá sólo le faltaba prohibirme que no lo viese nunca más, pero ella sabe que papá

jamás se lo perdonaría.

***

Mi móvil suena, sacándome súbitamente de mis pensamientos.

—¿Ciara?

Su voz me reconforta, es como si después de estar en medio del desierto, alguien me

diese un vaso de agua fría. Sé que la comparación es completamente absurda, mas en estos

momentos mi mente está hecha un caos, llena de preocupaciones y luchas internas.

¿Qué haré si entonces sí soy aceptada a Julliard? —me pregunto una vez más.

Tengo que marcharme de la ciudad, abandonar Detroit y viajar a Nueva York sin mirar

atrás.

¿Qué pasará con Trenton?

¿Tendremos una especie de relación a distancia?

No, jamás. Es algo totalmente estúpido para mí, el se enamorará de otra chica, mucho

más hermosa y alegre que yo y entonces las cosas se tornaran turbulentas para mi débil

corazón, ¿pero entonces qué es lo que quiero? ¿Arrastrarlo conmigo a Nueva York sin

siquiera preguntarle a él qué es lo que en realidad quiere? No, tampoco puedo hacerlo.

—¿Ciara? —repite su voz causando un terrible miedo dentro de mí.

Yo no quiero perderlo, no después de tantas cosas que hemos vivido desde que le

conocí, no después de dejar tantas cosas atrás para aceptar estar enamorada de un chico

como él.

Yo no quiero perderlo.

No ahora, ni nunca.

—¿Estás bien? —Su voz se hace escuchar por tercera vez y me recrimino el hecho de

no haberme respondido de inmediato.

—Estoy bien. Te echo de menos. —Lo primero es una mentira a medias, lo segundo es

cierto—. Y he estado un poco distraída.

—Yo diría que mucho —dice, lo escucho riendo al otro lado de la línea e imagino su

hermosa sonrisa.

Intento cambiar de tema.

—¿Cómo está tu pierna?

—Prefiero hablar de ti. ¿Estás preocupada por la universidad? —inquiere con un tono

de voz extremadamente meloso—. Porque ya te he dicho que puedes buscar otras

alternativas.

No es el único que me lo ha dicho, y mis negativas hacia esa opción también dirigidas a

él.

—En dos semanas me gradúo y no sé qué rayos voy a hacer luego. —Me lamento con

voz queda, sintiendo cómo mis preocupaciones se comienza a manifestar—. Además, ¿qué

pasará con nosotros? ¿Qué pasará con nuestro futuro?

Escucho cómo él suspira pesadamente, y dedujo que estaba evitando que yo le

preguntase eso.

Él no responde, de hecho se queda en silencio completamente; por un momento pienso

que se ha caído la llamada, pero su respiración es audible, por eso recojo fuerzas.

—¿Por qué no dices nada?

—Estoy seguro que entrarás a Julliard y viajarás a Nueva York —responde con

demasiada seguridad, una seguridad que yo carezco. Aunque su respuesta alcanza

animarme por un instante, la desilusión la reemplaza nuevamente.

—¿Y tú que vas a hacer mientras yo estoy tan lejos? —Suspiro al preguntar—. Podrías

entrar a alguna universidad y…

—Voy a echarte de menos, además de luchar contra cosas que son más fuertes que yo

mismo.

Una punzada de deposita en mi estómago, y miles de miedos invaden mi mente. ¿Está

Trenton en problemas? ¿Qué es lo que ocurre? ¿Cuándo podrá contarme aquello que desde

hace tiempo me ha estado guardando? Siempre le ha rodeado aquel enigma que nunca he

podido descifrar y con frases como esas mis preguntas se multiplican, al igual que mis

miedos.

—¿Qué intentas decir con eso?

—Que todo irá bien —responde y su voz vuelve a adaptar aquel ánimo característico de

él—. Aunque te echaré de menos, estaré feliz de que estés obteniendo lo que quieres. —

Suspira, su voz tan alegre que comienza a contagiarme—. Y si las cosas salen como lo

espero… estaré contigo, hasta que te aburras de mí.

—Pero yo no voy a aburrirme nunca de ti —replico, con un atisbo de sonrisa en mis

labios.

Reparo en el tono de su voz y sé que también está sonriendo.

—Entonces estaré contigo siempre —dice juguetón, y con un toque de sinceridad y

ternura.

Yo río.

—Trato hecho.

Y esa conversación se convirtió en la última que tuvimos en cuatro días.

Al día siguiente, después de nuestra conversación, yo había ido a la escuela, y lo había

esperado a la hora de la salida, pues él acostumbra recogerme todos los días para pasar la

tarde juntos antes de irme a la Academia de Ballet.

Pero ese día no lo vi.

Yo: ¿Por qué no te veo por ninguna parte?

No hubo respuesta.

Yo: ¿Estás bien?

Nada.

Yo: Te estoy llamando y no respondes, me estás asustando.

Durante los últimos cuatro días, a partir del lunes en la tarde, he llenado su mensaje de

voz y he ido a su casa, esperando que estuviese allí; no obstante, para mi sorpresa y

desagrado, nunca hay nadie: ni su tío, ni la esposa de éste, ni April, ni Gioele y mucho

menos él.

Es como si la tierra se los hubiera tragado a todos.

Cómo si él se fuera marchado, y llevado consigo mi corazón.

Hoy finalmente es el último día de clases, los estudiantes del St. Marteen canturrean y

corren por los pasillos como niños pequeños, sobre todo los que pertenecen al último año,

cuando me dirijo a la cafetería, Donny acompañada de Suzanne —lo sé, en cuanto las vi, la

escena me produjo escalofríos— me interceptan.

—¿Por qué tienes esa cara? —pregunta Donny, está claro que quiere saber el nuevo

“chisme” sobre mí, aunque también se nota un deje de preocupación en su voz.

—Sí. Trenton ha de tener alguna emergencia, no te desanimes —me consuela Suzanne,

mientras comenzamos a caminar a una mesa apartada de los chicos.

Oh, oh, oh.

Cuando reparo en que estas dos me llevan a una mesa apartada de todos, me percato de

lo que pretenden hacer.

Un interrogatorio.

Me siento frente a ellas, y la escena se me hace parecida a las de CSI Miami, donde

Horacio Caine y Calleigh Duquesne23

se sientan delante del sospechoso y comienzan a

hacer sus intrépidas preguntas.

—¿Cómo te encuentras? —pregunta la rubia, su voz tan dulce que me empalaga.

Rebusco algo en mi bolso, para así tener una excusa para eludir sus miradas, estoy

segura que si mamá se enterase de la ausencia de Trent, comenzaría a gritar como loca y a

recriminarme por no haber escuchado sus argumentos.

—Lo echo de menos —murmuro, respondiendo la pregunta de Suzanne.

Yo no pienso en mentirles, me he convertido en una persona que expresa lo que siente

sin temor a que me juzguen.

Y este momento es una prueba de ello.

Andrey me observa desde su mesa, su ceño fruncido y su mirada un poco preocupada.

Recuerdo las veces que ha estado demasiado extraño para mi gusto, que me pregunto si él

sabe algo que yo no, si sus cambios repentinos de actitud se deben al secreto de Trent, lo

que me lleva a pensar… ¿y si Trent no está por ningún lado porque alguna cosa relacionada

con su secreto ha empeorado? ¿Es tan peligroso ese secreto?

Sus palabras se reproducen en mi mente:

—¿Cuál fue la segunda mala noticia? —le había preguntado yo.

Y él respondió:

—Espero pronto poder decírtelo.

Y también recuerdo:

«Voy a echarte de menos, además de luchar contra cosas que son más fuertes que yo

mismo.»

23 Serie de televisión estadounidense sobre el trabajo del Laboratorio de

Criminalística de la Policía de Miami Dade, ambos personajes de dicha serie.

¿Cosas más fuertes que él mismo?

Oh Dios.

—No llores Ciara, por favor. Estoy segura que todo está bien. —Donny se encuentra

cerca de mí, aunque yo reparo en su cercanía en último momento. Suzanne me mira con sus

ojos miel entristecidos, y sé que no sabe exactamente que decirme.

Todos nos preguntamos lo mismo:

¿Qué ha ocurrido con Trenton Lombardi?

Mientras Donny y Suzanne comienzan a hablar sobre otras cosas para distraerme, yo

asiento conforme escucho a medias lo que dicen y mis pensamientos vuelan hacia otra parte

donde Trenton se encuentra. En mi imaginación, está investigando sobre las universidades

de arte a las que aspira entrar, y no me ha respondido mis llamadas porque se ha quedado

sin batería y sin dinero. Además, en mi imaginación, su familia seguramente ha tenido

alguna emergencia y por eso no se encuentra ninguno en casa.

En realidad, quiero con todas mis fuerzas creer eso, no obstante mi mente sensata me

indica que algo anda mal, muy pero muy mal.

Jugueteo con mi pulsera mientras mis pensamientos le dan vueltas al asunto, ni siquiera

miro el almuerzo y cuando suena el timbre que indica que la hora ha terminado, me levanto,

más llevada por mi cuerpo que por mi mente, para entrar a la clase de matemática.

Suzanne dice algo, al igual que Donny, pero yo no las escucho, e instintivamente,

llevándome por una idea que ha cruzado mi mente, me dirijo a donde se encuentra mi

hermano acompañado de Eric y otros chicos.

—Creí haber escuchado que después del almuerzo no hay más clases —escuché decir a

alguien.

Me apresuro a interceptar a mi hermano.

—¿Tú sabes algo de… él? —le pregunto en voz baja, aunque estoy segura que muchos

igualmente han logrado escucharme.

Andrey no responde hasta después de unos segundos que parecieron horas.

—No tengo idea, Ciara. No creo que ande algo mal, sólo… espera —bisbisea él en

respuesta. Sus ojos observándome con detenimiento, tratando de convencerme.

¿Pero cómo puedo esperar?

No le digo nada, no replico ni suelto ninguna respuesta altanera. Sólo me limito en

asentir con la cabeza y alejarme de él, o mejor dicho, hacer el intento de alejarme de él,

pues tropiezo torpemente con una chica. Le digo que lo siento y me alejo de ellos

rápidamente.

¿Se supone que debo esperar?

«No puedes hacer más nada, Ciara. No sabes dónde está, no sabes qué está haciendo,

se supone que debes esperar, de no ser así, ¿te pondrías a correr de aquí para allá en su

busca, como una loca?», me grita mi subconsciente.

—Ciara —me llama la voz de mi hermano, causando que me sobresalte al instante.

Cuando me giro trae algo entre sus manos.

Un pequeño sobre blanco.

Él continúa hablando.

—Flavius ha traído esto, papá le ha indicado que te lo entregue. —Mi pulso se paraliza

por unos largos instantes—. Es de Julliard.

Miro el sobre fijamente, aún entre las manos de mi hermano, ¿qué podrá decir? Sacudo

la cabeza, como si aquello fuera a lograr que mis miedos se alejen de mí. ¿Debería leer

aquella carta aquí?, me pregunto mentalmente, ¿o quizás en casa? Mi hermano me tiende la

carta una vez más para que la tome, yo la acepto, mis manos temblorosas mientras la

toman, pero dudo en verla.

—¿Entonces ya nos iremos a casa? —pregunto, mi voz en un hilo.

Mi hermano asiente con la cabeza.

—Sí, nos esperan afuera.

Me percato que ya la cafetería se encuentra casi vacía, a excepción de nosotros dos que

estamos solos. Me acerco a una de las mesas más próxima, y me siento allí, donde leeré el

veredicto de mi futuro.

—Adelántate tú —susurro a Andrey, con la vista fija en lo que sostengo en mis

manos—. Ya te alcanzo.

Él no dice nada, sólo escucho sus pasos mientras se aleja y cierra la puerta tras de sí.

Aspiro profundamente, como si no lo hubiera hecho en días; había esperado tanto para

este momento, y ahora no sé cómo actuar ni qué hacer. Mis miedos se revuelven en mi

interior, causándome escalofríos y temblores. Finalmente, con mis dedos aún temblando,

quito el sello de la carta y después de sacar el fino papel pulcro y blanco, lo desdoblo y

comienzo a leer.

He sido rechazada.

***

Cuando estaba pequeña, siempre prefería disfrazarme de hada, o de bailarina. Tenía

cinco años entonces, cuando una de las empleadas, a escondidas de mis padres, se

escabullía en el salón de juegos y colocaba una lenta y bonita canción, yo iba a entrar e

interrumpirla para preguntarle qué hacía y si yo podía jugar también; sin embargo algo

me detuvo, algo que me dejó hechizada. La muchacha se puso en puntillas y se deslizaba

como si estuviese bailando sobre las nubes, al principio pensé que en realidad existían las

hadas, y que ella era una de ellas, pues su cabello era demasiado brillante, como el oro, y

realmente era muy bonita, mientras la observaba, quise ser como ella. Luego descubrí que

la muchacha no era un hada, sino que estaba bailando como una. Ella hizo tantos saltos, y

por más que intenté memorizarlos no pude, quise llorar en ese momento por no haber

aprendido nada de la hora que pasé observándola, en cuanto ella terminó de bailar sobre

las nubes apagó la música, y se marchó sin percatarse de mi presencia.

Esa misma tarde yo entré al salón, con pasos torpes quise imitarla, pero

definitivamente no logré hacerlo igual que ella, cuando estuve a punto de las lágrimas, vi

que alguien me cogía entre sus brazos y me daba un beso en la coronilla.

Sus ojos azules me dijeron de quién se trataba.

—Qué hermosa, mi bebé —dijo mamá, con su típica voz dulce.

Yo fruncí el ceño, recuerdo que en aquellos tiempos, tenía a mi verdadera madre junto

a mí.

—¿Qué le pasa a mi princesa? —Volvió a preguntar una vez más—. Estabas bailando y

estabas hermosa.

—Pero… yo quiero bailar como las hadas… —murmuré en respuesta, mi voz aniñada,

Mi mami me volvió a besar en la mejilla, y yo sonreí.

—Lo harás bebé, te lo prometo.

—¿Y mi hermanita también lo hará? —inquirí una vez más, esperanzada. En ese

instante mi mamá cambió su semblante, y yo pude escuchar sus sollozos mientras me

abrazaba con fuerza. Yo pensaba que estaba llorando de felicidad, pero la verdad es que

ella estaba destrozada. Sin embargo ella cumplió su promesa, a partir de ahí estuve en las

manos de la señorita Fitzgerald, y mi sueño de bailar como aquella muchacha se cumplió,

pues desde que la vi quise ser como ella, y aunque al principio aquello se trataba de un

sueño infantil, creció y se convirtió en algo más.

En algo más fuerte que yo misma.

***

Me quedo observando cómo finalizan mis sueños con la respuesta que se plasma en el

papel.

Entonces me percato que me encuentro llorando, y es como si mi yo de cinco años y mi

yo actual se juntaran y lloraran juntas por no poder cumplir lo que siempre me prometía una

y otra vez. ¿Habrá otra universidad que quiera aceptarme? ¿O simplemente soy un fracaso?

Apoyo mi frente en mis manos mientras pienso, ¿qué voy a hacer? Ni siquiera me dieron la

oportunidad de hacer una segunda audición, o colocarme en una lista de espera… entonces

pienso en mamá, y se me pasa por la cabeza que ella pudo haber sido la responsable de

esto.

Me levanto torpemente de la mesa y camino hasta la salida, no soy consciente de lo que

pasa alrededor, aunque soy capaz de escuchar algunos murmullos. La carta de Julliard sigue

en mis manos, al igual que mis lágrimas siguen rodando por mis mejillas, a causa del

fracaso y del rencor hacia mi madre.

¿De verdad esa señora es capaz de hacer algo así?

En cuanto llego a la salida, mi hermano, Suzanne y Eric me esperan y cuando se dan

cuenta de mi estado actual acuden a mí, como si fuesen a solucionar mis problemas con su

presencia.

Estás siendo muy dura, Ciara. —Vuelve a opinar mi subconsciente—. Esto no es culpa

de nadie.

Pero de mi madre sí.

—¿Qué es lo que te pasa? —pregunta Suzanne, quien no ha divisado lo que sostengo en

una de mis manos. Observo mi alrededor, sin evitar soltar un sollozo. Eric se posiciona a mi

lado e intenta agarrarme la mano, pero yo rápidamente lo impido—. ¿Trenton está bien?

Trenton.

Oh, Trenton, cuánto te necesito.

—Es mamá. Ella hizo esto —mascullo, lazando la carta en el suelo, me percato que

todos me observan—. ¡Maldición! ¡¿Es que ella no quiere que yo sea feliz?! ¿Por qué me

odia tanto? —grito.

Mi hermano niega con la cabeza.

—Ella no te odia —dice en voz baja, negando con la cabeza constantemente.

—¿Entonces por qué hizo esto? —bramo, señalando la carta que yace en el suelo. Mi

voz es aguda, mi respiración frenética y mis ojos sueltan lágrimas sin parar—. Me han

rechazado —lamento, ahora en voz baja.

Andrey vuelve a negar con la cabeza, y coloca sus manos encima de mi hombro.

—Ciara, enfócate. Mamá no hizo nada —dice, su voz calmada, aunque no me infunde

ni la más mínima—. Tienes que calmarte.

—La defiendes —replico dolida, ahora no estoy gritando; sin embargo la dureza de mi

voz es notable—. Ella lo hizo, hizo que me rechazaran.

Suzanne da unos pasos hasta nosotros.

—Debes preguntar primero…

—No es necesario —sollozo.

Eric a mi lado, carraspea antes de hablar:

—Creo que deberías preguntar, y debes también calmarte. Es verdad que tu mamá no te

apoya, y si es así, ¿por qué no buscar otras alternativas?

Niego con la cabeza repetidas veces. ¿Es que ellos no lo comprenden? Si mamá hizo lo

que creo que fue capaz de hacer, jamás se lo perdonaría, esta es la peor traición que se le

puede hacer a una hija. Suspiro, sollozo, gruño por el enojo. Tomo mi cabeza entre mis

manos y niego con la cabeza otra vez. A mi lado, Andrey intenta calmarme y me toma del

brazo, pero me zafo de él rápidamente, le digo que me deje en paz, mis lágrimas siguen

saliendo por las comisuras de mis ojos, y yo tampoco puedo controlar la rabia que me está

poseyendo y la desilusión.

¿Y si mamá no hizo nada y soy yo la que falló?

«Eres tan orgullosa que no aceptas que te hayan rechazado. Después de todo, no eres

tan buena como pensabas», vocea alguien dentro de mi cabeza.

Entonces alguien me da un tirón de brazo, y luego unos labios se posan en los míos, y

aquello es suficiente para hacerme reaccionar.

Eric me acaba de besar. Abro mucho los ojos por el asombro, él se aleja de mí,

marchándose no sé adónde. Miro a los demás, mi hermano está negando con la cabeza, y

Suzanne está tomada de su brazo, aferrándolo con fuerza.

—¿Ya se te pasó tu arrebato? —interroga Andrey con el ceño fruncido—. Mamá no

fue, Ciara. Y si ella sí hizo lo que dijiste seré el primero en recriminárselo.

Asiento con la cabeza, desganada.

Todavía aquellas palabras en mi mente:

Eres tan orgullosa que no aceptas que te hayan rechazado. Después de todo, no eres

tan buena como pensabas…

Mi mirada se pierde en los autos que se encuentran al frente de la escuela. Aunque

igualmente no reparo en detalles, sólo estoy evadiendo la mirada de mi hermano y Suzanne,

pensando en tantas cosas pasan por mi cabeza al mismo tiempo. Pensando en cómo he

actuado y cómo ha actuado mi madre, y también, aunque cueste trabajo admitirlo, pienso en

que quizás esa voz interna mía tiene razón. Soy tan orgullosa que no puedo admitir mi

fracaso y culpo a los demás para cubrir mis errores.

Una silueta aparece ante mi vista, la cual me hace retroceder unos pasos a causa del

impacto. De una camioneta Chevrolet azul se baja un señor de unos cuarenta o cuarenta y

cinco años, éste rodea el auto y ayuda a bajar a otra persona, una se trata de Gioele, y la

otra de… Trenton.

Sin pensármelo dos veces corro y cruzo la calle hasta encontrarlo a unos pies de

distancia. Gioele y su padre, después de saludarme con la mano se alejan un poco y nos

dejan a solas, y yo hago el intento de acercarme a Trenton, quien está apoyado en la

camioneta, cuidadosamente quieto y con las manos en los bolcillos de sus jeans. Su pelo

está despeinado, logro verlo a pesar de la gorra de béisbol que tiene puesta. Su camisa

blanca, holgada me permite ver sus bíceps, y su pecho, sin embargo, por primera vez en

tanto tiempo, no quiero observar su cuerpo detenidamente y maravillarme de su aspecto. Lo

que quiero ahora es observar su mirada verde jade, la misma que no me está permitiendo

ver. Sus ojos están ocultos de los míos, su mirada está fija en sus zapatos, como si fuese

venido a hablar con ellos y no conmigo.

Su actitud me comprueba que anda algo mal.

Miro una vez más a Gioele y al señor Cole en la distancia, ellos se encuentran hablando

entre ellos y de vez en cuanto nos observan a Trenton y a mí, vigilantes.

—¿Qué es lo que pasa? —le pregunto, mi voz tiembla—. ¿Te encuentras bien? ¿Todo

está bien? —Él alza la vista, su rostro ahora es el centro de mi atención.

Algo se remueve dentro de mí.

Sus ojos, siempre resplandecientes y llenos de vida, ahora se encuentran oscuros, sin

luz, sin nada. Por más que intento adivinar qué es lo que reflejan no logro hacerlo, sus ojos

no son los mismos, como si algo dentro de él se haya roto, o le hubieran arrebatado esa luz

que tanto amaba.

—Ciara, tengo que decirte algo. —Sé que jamás voy a olvidar el tono de su voz al

hablarme, era algo distinto, un sonido ronco, sin ninguna dulzura de por medio—.

Necesitamos un tiempo.

Ni siquiera tengo tiempo de imaginarme qué era lo que iba a decirme. Lo ha soltado, así

sin más, como si yo fuese un ser de piedra, que no siente, que no sufre, ¿un tiempo? ¿Es así

como me dice que ya no quiere tenerme cerca? Y además, ¿por qué su aspecto es tan

distinto?

Él me está dejando, tal y como lo hizo mi mejor amigo en el pasado.

No de nuevo —digo mentalmente, sintiendo cómo el miedo penetra en mi pequeño

cuerpo; mis ojos poco a poco inundándose en lágrimas, lágrimas de miedo, de dolor. No

quiero escuchar lo que sé que él dirá, ya he visto suficiente, e incluso, ya lo he vivido una

vez. Cierro mis con fuerza, tratando así de tomar fuerzas y sostener la fría mirada del chico

que tengo en frente; mi corazón con cada latido, se parte en miles de pedazos. Es como si el

dolor que antes he sentido se multiplicara por mil.

Aún sabiendo lo que él me está queriendo decir me atrevo a mirarlo nuevamente.

—¿Qué? —inquiero estúpidamente, porque de verdad no puedo creerlo.

Oh, es así como se siente cuando una persona te rompe el corazón por segunda vez.

—Hay problemas que… necesito resolver. Necesito estar solo yo… necesito tiempo…

necesito que tú estés… —intenta explicarme; no obstante, yo le interrumpo poniendo una

mano en alto y apresurándome a hablar.

—¿Alejada de ti? —Alzo una de mis cejas, mis sentimientos destruyéndose uno a uno.

¿Es esto a lo que él quería llegar? ¿Es que acaso no recuerda todo lo que hemos vivido

y nos falta por vivir juntos? ¿No recuerda cómo le besaba y le entregaba todo mi amor? ¿O

es que aquello no fue suficiente?

Él no dice nada, no hasta que pasan varios minutos después.

—Debemos separarnos.

El sonido de mi corazón quebrarse es casi audible.

—¿Por qué? —Mi voz tiembla, y un par de lágrimas se me escapan de mis ojos.

Él frunce el ceño, desvía su mirada y, seguidamente, suspira con pesadez; ahí está él, el

joven que amaba, el chico que amo, ¿quién dijo que las historias de amor tienen un final

feliz?, inmediatamente la respuesta viene a mí: una persona afortunada.

Esta vez no se digna a responder, lo que me lleva a responderme a mí misma.

Ya no me quiere lo suficiente.

Sacudo la cabeza, aunque no tengo fuerzas para hacerlo al principio.

—No lo digas. —Yo soy quien hablo en medio del silencio—. No lo digas, lo

comprendo. Sólo… sólo no me dañes más, puedo soportar miles de golpes que la vida me

dé, pero esto, junto con…, es el fin, puedo luchar contra cualquier cosa, pero ya es

suficiente, te has llevado todo lo que quedaba de mí —susurro sin mirarlo a los ojos,

tragándome el dolor y, sin importar su presencia, martirizándome a mí misma con los

recuerdos… lo único que me queda, lo único que me heriría cuando él ya no estuviese.

¿Cómo es que hace menos de una semana dijo que estaría conmigo siempre?

Por supuesto, me mintió y yo como una estúpida le creí.

—No pensé que mintieras tan bien —completo después de unos minutos, por supuesto

que quise decirlo, jamás he estado tan segura de algo.

Y antes de que pueda percibirlo, Trenton está cerca de mí, toma mi rostro entre sus

grandes y frías manos y me besa, duro, con vehemencia, y cuando mis lágrimas se mezclan

con las de él, se aparta, y no me mira a los ojos.

Trenton no dice nada, mira por encima de su hombro a su tío y a su primo y estos se

acercan hasta él y se suben nuevamente en la camioneta. Mientras se sube, y me mira una

última vez, supe que jamás olvidaré el tono frío y distante que revela su mirada penetrante

cuando simplemente, y con una inquebrantable determinación se aleja de mí como si yo

nunca hubiese significado nada para él. El cúmulo de aflicción presente en mi corazón,

ahora frío y vació por la ausencia de la persona que amaba y amo con todo mi ser, me causa

angustia y miedo. Todo aquello, acompañado por el odio que siento por mí misma por

haberme permitido confiar en el amor por segunda vez, me asquea, es como si un dardo

envenenado apuñalase mi corazón y lo hiciese añicos. ¡Los sueños no sirven de nada ahora!

Inconcebible es saber cómo las personas llegan a tu vida, causando un cambio notable en

ella, haciéndote pensar que se quedarán por siempre; y sin embargo, cuando más lo

necesitas, se marchan de tu lado.

¡El amor nunca fue tan fuerte como él lo había gritado una y mil veces!

Al contrario, era flácido, desleal y ficticio. Un amor que, a pesar de las dificultades, se

acaba de marchar de mi lado, dejándome desorientada, por la partida de éste y la noticia de

Julliard. Y todo sueño hermoso y maravilloso se ha convertido en algo desolado y roto.

Nada podrá ser igual que antes…

Miro al vacío.

Ha sido un error amarlo, adorarlo y entregarle todo; las promesas se están marchando,

desaparecen, se consumen en fuego, un fuego que quema mi herida alma.

Mi corazón antes había salido de un pozo, de un oscuro y profundo pozo, solo para

después, volver a caer en él, desde un lugar más alto, hasta lo más profundo, ¿acaso existía

alguien más masoquista que yo?, ¿el amor es así?

No, el amor no tiene la culpa.

La culpa la tengo yo.

—Ciara. ¿Te encuentras bien? —pregunta mi hermano, corriendo hacia mí, y me doy

cuenta que mis mejillas se encuentran húmedas, por lo cual me las limpio rápidamente y

asiento con la cabeza en respuesta.

—Trenton se ha ido al carajo —le respondo fingiendo firmeza.

—¿Te ha dicho…? —Su voz se apaga, mi hermano se acerca más a mí y analiza mi

rostro, su cabeza ladeada, como si no estuviese entendiendo absolutamente nada.

—A partir de ahora no quiero saber nada más de él. —Es lo único que le digo, me trago

el nudo que persiste en mi garganta, me doy media vuelta, tomo una respiración profunda,

mantén la calma, mantén la calma. Esta vez no vas a huir como lo hiciste de Eric, esta vez

va a ser diferente, ¿si lo superaste una vez, por qué no dos? Sí, es cierto.

Mi hermano guarda silencio.

Mientras subimos al auto que maneja Flavius, mis sentimientos y mis emociones se

juntan y amenazan con salir por medio de lágrimas a través de mis ojos. Sin embargo, de

una manera incompresible, me las arreglo para guardar mis emociones y manifestarlas

cuando me encuentre sola en mi habitación sin nadie que pueda verme.

Gioele: Lo siento.

Su mensaje me sobresalta, y puedo notar cómo mi hermano se percata de mi reacción,

por ello intento disimular e intentar parecer tranquila mientras tecleo una apresurada

respuesta.

Yo: No te disculpes, tú no tienes la culpa de nada.

Gioele: Pero debí quedarme contigo.

Yo: No es como si importara, estoy bien créeme.

Ahora tengo que pelear contra algo que es más fuerte que yo misma.

Utilizar esa última frase me causa una punzada en el pecho; mas, aquello es tan cierto

ahora. Tengo que luchar contra el fracaso, y el desamor, asimilar que mi madre me ha

traicionado y plantear qué demonios voy a hacer ahora. Hay tantas cosas que deseo cambiar

de mi vida, tantas cosas que deseo borrar de mi historial, pasar página.

No llorar.

No ser la chica frágil.

No ser la chica estúpida.

En este momento sé que, aunque Trenton y yo hubiésemos estado unos cuatro meses

como novios, se había apoderado de mí completamente desde que le conocí, hace casi ya

un año. Reí tanto con él y le conté todos mis miedos, y él los utilizó en mi contra, o sea,

Trenton también me ha traicionado apartándome de su lado y mintiéndome acerca de sus

sentimientos.

O quizás sus sentimientos hacia mí desaparecieron, se los llevó el viento de un

momento a otro.

Sus ojos brillantes ya no formarán parte de mis pensamientos.

Giro mi cabeza en dirección a mi padre, él me dedica una sonrisa ladina, aunque ésta no

llega a sus ojos. Mi madre a su lado, frunce el ceño cuando mi mirada se encuentra con la

suya, y sé que se está preguntando por qué la dureza de mi mirada, y por qué el ambiente se

encuentra tan tenso. Intento no mostrar mi disgusto con papá, quien seguramente no sabe

absolutamente nada de lo que su esposa ha hecho, y por un momento dudo en decírselo a él.

Por más de dos semanas he estado de esta manera, ignorando a mamá lo más que

puedo, y evadiendo las preguntas de papá.

Y esperando que llegue mi cumpleaños, el cual es el primero del mes de junio.

Me encamino hasta la cocina para tomar algo de beber y aprovechar de llevarme

también una rebanada de pizza a mi cuarto, sin embargo, antes que pueda dar un paso a la

cocina, mi padre me detiene.

—¿Qué es lo que te ocurre? —pregunta, y por primera vez en mucho tiempo, su voz es

férrea, y sé que esta vez no voy a poder evitarlo por más tiempo.

Resoplo y le dedico una mirada altanera a mi propia madre.

—Pregúntaselo a mamá.

Es entonces cuando mi padre mira a mi madre inquisitivamente, y estoy segura que de

esto no va a salir nada bueno, pero, ¿yo que puedo hacer? Está claro que ella misma se lo

buscó, claro que todavía no me lo ha comprobado, mas eso no es necesario.

Aquel día, cuando todo acabó entre Trenton y yo, mi hermano intentó hablar repetidas

veces conmigo sobre él, pero yo se lo prohibí una y mil veces hasta que se dio por vencido.

El mismo día, en cuanto llegamos a casa, subí a mi habitación y me deshice de todo el dolor

acumulado en mi pecho por tres decepciones —la de Julliard, la de mamá, y la de Trent—

que prácticamente desgarraron mi corazón. No obstante, aunque al principio pensé que era

mejor enfrentar a mi madre, luego caí en cuenta que lo mejor era ignorarla y que ella se

torturara a sí misma cuando yo esté muy lejos de ella.

Sí, quiero irme de casa.

Aunque de verdad no quisiera hacerlo por papá y Andrey, sin embargo estos dos pronto

se irán, lo sé.

—¿Qué sucede, Miriam? —Vuelve a preguntar papá, su voz transmite temor y dureza a

la vez.

—Albert…

Sonrío un poco, aunque sé que aquello es más parecido a una mueca.

—Me rechazaron en Julliard —digo, y papá asiente con la cabeza, está claro que ya lo

sabe desde hace tiempo, aunque la otra parte de la noticia no. Y Andrey por más que se lo

he dicho, que mamá tuvo que ver con esto, no me cree, quizás ocurra lo mismo con papá—.

Es decir, alguien hizo que me rechazaran.

El miedo invade el rostro de mamá, y es entonces cuando lo sé.

Ella lo hizo. Y una parte de mí tenía la esperanza de que aquello no fuese así.

—¿Cómo lo supiste? —inquiere esta vez mamá, y aquello causa que mi padre se

sobresalte.

Yo vuelvo a suspirar, rogando con todas mis fuerzas al cielo no demostrar lo dolida que

estoy.

—Porque te conozco. —Me encojo de hombros y sin más me dirijo a la cocina, donde

tomo una botella de agua, y una rebanada de pizza para después hacer el intento de volver a

la habitación; en la sala de la casa, papá traspasa con la mirada a mamá, claramente

esperando una explicación de ella.

No espero la explicación, pues para mí todo está dicho.

Yo no le importo en lo más mínimo a ella.

En cuanto subo a mi habitación y me acomodo en mi cama con el mando del televisor

en mi mano, escucho unos pasos que se detienen en la puerta de mi habitación, por ello me

quedo quieta por unos segundos, esperando que quien sea que esté afuera toque la puerta o

la abra. Andrey asoma su cabeza por la puerta al cabo de unos segundos, lleva su ceño

fruncido y me mira con preocupación.

—Entonces…. tenías razón —dice, y el dolor en su voz es notable.

Quise decirle un «Te lo dije», pero la verdad es que no tengo ganas de absolutamente

nada, sólo de tumbarme en mi cama y pretender que no me importe un carajo lo que ocurra

en esta casa.

—Tenía la esperanza que no fuera así —murmuro al tiempo que mi hermano mayor se

acomoda al otro lado de la cama—. Pero a veces las cosas no son como queremos.

Ahí, de nuevo. Aquella punzada en mi pecho al repetir una frase que Trenton Lombardi

musita la mayoría del tiempo. Oh, sí, es el recuerdo constante de su ausencia, aunque no lo

quiera, él va a estar siempre presente, ¡y yo sin poder hacer nada! Frunzo el ceño, ¿es que

siempre va a ser así? ¿Siempre voy a estarlo recordando a cada momento?

«Sí lo superaste una vez, ¿por qué no dos?», me repite mi consciencia.

—Mamá ha cambiado mucho —murmura de regreso mi hermano, observando su

regazo fijamente—. No es que no lo haya notado antes, pero…

Asiento con la cabeza.

—Después de perder al bebé… —musito, a pesar que tenía cinco o seis años cuando

sucedió aquello lo recuerdo muy bien, ella entró en depresión después de eso—. No es la

misma.

Mi hermano se encoge de hombros.

—No es una excusa, ella no debió lastimarte de esa forma. —Me mira a los ojos, los

cuales están inundados en tristeza y decepción, y no me extraña que a él también le afecten

los actos de mamá—. Ciara, ¿quieres irte conmigo a California? —pregunta después de un

prolongado silencio, su voz esperanzada.

¿Irme a California?

Jamás tuve la oportunidad de pensarlo antes de que mi hermano me lo preguntara; sin

embargo, es otra la interrogante que aparece en mi mente: ¿Debería huir de nuevo?

No, claro que no.

—Andrey no… tengo que… —balbuceo antes de encontrar sentido a mi explicación—.

Creo que en dos semanas comenzaré… a… es que, creo que me iré a vivir sola.

Los ojos de mi hermano se estrechan al instante.

—¿Sola?

—Bueno no… Shaila tiene un piso y… me ofreció mudarme con ella… sólo tengo

que… comenzar a trabajar. —Me encojo de hombros con naturalidad.

Andrey niega con la cabeza, su desacuerdo es más que evidente, lo sé cuando me mira

de esa manera, como si insinuara que yo estoy demasiado loca para comprenderlo.

—¿Shaila? ¿Trabajar? —inquiere irónico; se levanta de la cama apresuradamente, su

ceño adusto y por un instante pienso que está preocupado por mí—. ¿Prefieres mudarte con

una desconocida que conmigo? ¡Ciara, estás loca! ¡Incluso podrías irte a Nueva York con

Suzanne!

Niego con la cabeza.

—No quiero irme de aquí —explico sin mirarlo.

Andrey bufa.

—¿Te vas a ir a trabajar? ¿Y la universidad?

Quisiera dedicarle una risa sarcástica o algo así, pero es que el sonido de su voz

preocupada me rompió aún más el corazón, y su pregunta es una que yo también me he

hecho innumerables veces, ¿qué voy a hacer? ¿Ir a la universidad? ¿Pero cuál? Por otro

lado el trabajo no es tanto como una necesidad, lo que en realidad ocurre es que el trabajo

me encanta, en la Academia Bradbury me están ofreciendo una jugosa oportunidad de

enseñar a unas pequeñas niñas, y aquello es algo que me viene como anillo al dedo.

—No lo sé, Andrey —digo, y es la verdad.

—Por lo menos trata de no mudarte al piso de Shaila, esa… muchacha no me gusta,

¿por qué no te mudas a tu propio departamento? —Me hace ver—. Tendrías tu propio

espacio, no molestarías a nadie, y no estarías en peligro. Aprovecha el dinero que tendrás

después de cumplir los dieciocho, te aseguro que nadie en su sano juicio, se mudaría con

Shaila.

¿Qué importa?

Ella no es una asesina en serie o algo así.

—No quiero estar sola —replico.

—Entonces vente conmigo a California —insiste Andrey, volviendo a sentarse en la

cama, evito el contacto visual, no quiero que perciba lo frágil que he llegado a sentirme.

—Allí estará Eric.

Aspira profundamente.

—Entonces ve con Suzanne.

Niego con la cabeza, sé que esta discusión no llegará hasta su fin hasta que uno de los

dos ceda, y estoy segura que no seré yo.

Momentáneamente, mi hermano suspira profundamente y por un instante, sé lo que está

pasando por su mente, y es como si un martillo golpease mi corazón con tanta rigidez que

incluso llega a destruirlo totalmente.

—Trenton… él tuvo que haberte…

—… no necesito hablar más de él —digo severamente.

¿Por qué insiste tanto?

Desde aquel día que Trenton me dejó —porque así lo hizo— he tratado con todas mis

fuerzas no hablar de él, aunque en mi mente sea su nombre el que gire y gire una y otra vez,

y no me deje olvidarlo, pues los recuerdos son ahora tan dolorosos y tan vacíos que a veces

me pregunto cómo estaría ahora de no haberlo conocido o no haberle dado una

oportunidad.

A todo esto, ¿por qué después de insistir tanto deja a un lado lo nuestro?

Sin embargo no quiero conseguir la respuesta.

Todo en este mundo se acaba, incluso el amor.

***

Apenas ayer fue mi cumpleaños, y ya he tomado la iniciativa de largarme.

Aprovechando que mi padre se ha ido de viaje, y al parecer ha pasado por su cabeza la idea

de divorciarse de mi madre; sin embargo todos sabemos lo mucho que la ama.

Andrey también se ha marchado a California con Eric para terminar los preparativos

para mudarse a su departamento.

Por el resto de esta semana, la familia Aldridge ha cambiado drásticamente; mientras yo

vivo cada día metida en mi habitación después de la graduación, mi hermano pasa la

mayoría del tiempo en casa de Suzanne —de los que no se sabe nada acerca de su

relación— y papá trabajando. Los tres estamos haciendo el intento de no recriminarle en

voz alta lo que ha hecho, lo que me hizo a mí, porque la conocemos y sabemos que la peor

manera de lastimarla es estar en silencio.

Recuerdo entonces cómo mi hermano se ha comportado con mamá desde hace algún

tiempo. El día que ella organizó una cena en nuestro honor por la graduación, todos

estábamos tan incómodos que se produjo un silencio sepulcral.

Sin embargo, fue Andrey quien se atrevió a romperlo, y nos sorprendió a todos con un

comentario mordaz.

—¿La cena se debe a que nos graduamos? ¿O a que por fin has logrado que Ciara

abandone su sueño? —Su voz fue tan fría, que por un momento pensé que el comentario

iba dirigido a mí.

Y al mismo tiempo, un recuerdo fugaz pasó por mi mente: unas letras centelleantes con

la frase “Don't stop believing” y un rostro hermosamente sonriente, y ojos brillantes, como

un par de jades; el recuerdo se depositó en mi alma, y fue como si alguien hubiese dejado

una granada en mi pecho.

Evito las ganas de echarme a llorar.

Mi madre no dijo nada, y mi padre se levantó de la mesa antes de disculparse con una

excusa que había olvidado que tenía unos documentos que enviar, y se fue al despacho, su

ceño exageradamente fruncido.

Está claro que Miriam Aldridge no me ha herido sólo a mí

Cuando percibo un movimiento en mi habitación, dirijo mi mirada hasta la puerta,

donde mamá me está mirando, sus brazos cruzados.

Miriam de Aldridge sostiene mi mirada firmemente. Sus ojos azules, hermosamente

perfectos, pero a la vez tan tristes y arrepentidos me estremecen. Sin embargo me

encuentro firme y decidida, con la espalda erguida y mi mentón alzado, mostrando por

primera vez en mi corta vida que esta vez yo decido, que esta vez mi voluntad se cumplirá.

Aunque no mentiría diciendo que esto no me duele, pero a lo largo de mi corta vida he

deducido que no sirve de nada mostrar tus verdaderos sentimientos, si te muestras afectado,

las personas te querrán manipular, y Miriam es una experta en eso y yo no gran estúpida en

caer siempre y cuando a ella le convenga.

—¿Qué he hecho para que me odies tanto? —pregunta, en medio del silencio, y yo me

encuentro sin una respuesta por primera vez en toda la plática. Ella tiene la capacidad de

dejarme sin palabras, aunque hoy yo he decidido seguir su mismo patrón.

—¿Qué me has hecho para odiarme tanto? —repito en tono sarcástico, mientras miro

mi armario fijamente, jugueteando con el dobladillo de mi camiseta—, ¿y no has pensado

en mí? ¿Qué te he hecho yo para que me quieras hacer esto?

—Hija… —Ella intenta acercarse a mí, pero yo la detengo con mi mano.

—Sólo necesitamos tiempo para las dos… —Balbuceo, mirando ahora el suelo—,

ahora que las dos… estamos… solas…

Me atrevo a mirarla porque sé que ella también está sufriendo tanto o más que yo. Sus

ojos muestran un dolor tan intenso que me entran ganas de abrazarla; pero no estoy lista

para ello, y quizás nunca lo esté, pero no lo digo.

Quizás papá se divorcie de ella, y a mí Trenton me ha abandonado. Nuestro dolor es

casi el mismo, sólo que ella no lo sabe.

—Andrey también necesita tiempo, ¿lo sabes? —Ella no me responde, solloza y limpia

sus lágrimas, mientras yo me dirijo al armario he intento sacar algunas cosas indispensables

para mi persona—, ¿lo sabes, no?

—¿A dónde irás? —Evade mi pregunta—. ¿De qué vivirás?

—Eso no importa ahora.

Claro que no importa, sólo quiero alejarme de lo que me hace daño, aunque el dolor que

siento siempre me estará persiguiendo por el resto de mis días, pero eso tampoco lo digo. El

gigantesco abismo entre la chica débil y la chica de hoy, crece cada vez más, y eso me

conviene.

¡Claro que me conviene!

—¿Trenton Lombardi? —pregunta con una mueca—. ¿Estarás con ese… muchacho?

—Ella está aún asqueada por él, por supuesto que lo odia, lo detesta.

Yo también lo hago, por ello con solo escuchar su nombre mis extrañas se retuercen y

de una forma poco agradable.

—¡Tú lo sabes! —la señalo con un dedo, la ira apoderándose nuevamente de mí—. ¡Tú

sabes lo que ha ocurrido! Eres… no tengo la capacidad de decírtelo, porque eres mi madre.

Pero estoy completamente segura que lo sabes, sabes lo que hizo, ¡intentas manipularme!

Mi voz poco a poco se va alzando, y las lágrimas amenazan con salir de mis ojos, por

eso, los aprieto con fuerza, y luego la miro, esperando alguna reacción contradictoria, algún

hallazgo que me indique que no tengo razón; pero yo no encuentro nada, su rostro está

inexpresivo, como si yo no hubiera dicho nada.

—Lo bueno de todo esto —comienza, examinando la habitación, sus rostro cansado, se

nota que no había dormido y el vestido oscuro está arrugado y su cabello enmarañado—, es

que sé que ahora tú no estás con ese. Eso es un notable alivio para mí, un peso se me ha

quitado de encima la verdad. Sólo quiero lo mejor para mi hija, sólo quiero que Andrey y tú

tengan la mejor vida. Son mis únicos hijos después de todo.

Intento no oírla, porque ya me sé esta charla de memoria.

Si ella supiera el daño que nos ha causado a mi hermano y a mí… pero está ciega, y

sorda, absorta a todo.

—Lo mejor para nosotros es vivir nuestra vida, equivocarnos, tropezarnos, caer,

levantarnos, pecar, mentir, aprender, ¡Vivir con prejuicios no es vida! —exclamo negando

con la cabeza, enojada. Termino de empacar la poca ropa que me cabe en la maleta violeta

y me dirijo a la puerta.

—¿Alguna vez confiarás en mí y me contarás qué ha pasado estos últimos meses

contigo? —interroga mi madre con la guardia baja.

Sonrío porque aquella pregunta es estúpida.

—Quizás lo haga.

Tomo la manilla de la puerta, y suspiro, porque sé que aunque no cuente todo lo que ha

pasado, desde hace casi un año, en voz alta, lo recordaré. Pensaré en mi padre, en Eric, en

Suzanne, en Gioele y hasta en April y los Agnelli, en Theo Lombardi…, aquella noche en

The Space… y en lo que ocurrió aquella noche en la que le confié mi corazón a la persona

equivocada. Recordaré cada una de los momentos que viví con Andrey antes de su partida.

Lloraré todas las lágrimas que ya he llorado.

Porque simplemente el pasado no se puede borrar, no puedes arrancar las hojas tristes

del libro de tu historia y olvidarlas en una caja al fondo de tu armario y pretender que no

están allí. Si aquello fuese posible, yo pudiera ser feliz algún día…

Y sobre todo, pensaré en Trenton y en cómo mis ilusiones se desvanecieron en el mar y

mis sueños se rompieron en miles de pedazos y aún así siguen dentro de mí, esperando ser

reparados…

La motocicleta de Shaila es una porquería.

Le doy una patada a la moto, finalmente rindiéndome y decidiendo que esta vez tendré

que irme en el bus.

Han pasado cuatro largos meses desde que me fui de casa sin decírselo a papá, el cual

no ha dejado de llamarme y ofrecerme un departamento para mí sola en Nueva York, la

verdad, antes de mudarme con Shaila, pensé que sería un completo desastre, pues éramos

completamente distintas una de la otra, sin embargo, durante este tiempo, ella ha sido de

gran ayuda, y de alguna forma yo me he convertido en una persona completamente

diferente.

Y eso me gusta.

—¿Qué hay, Ciara? ¿Extrañando las limusinas y vestidos de seda? —me saluda el chico

de la carnicería que queda cerca de la parada del bus.

Si mamá estuviese aquí me preguntaría en qué pocilga me he metido, ¿pero qué puedo

hacer? En la casa irradiaba veneno por todos los rincones, al menos aquí, aparte de alcohol,

drogas y delincuentes, no hay madres malvadas que quieren dañar tu futuro.

Me encojo de hombros y saludo a Robert con un asentimiento de cabeza.

—Se hace lo que se puede.

Si mi yo pasado viera lo que estoy haciendo en el presente, caería de bruces en

cualquier momento. Siempre estuve llena de ilusiones y expectativas claramente elevadas:

ser una universitaria de dieciocho años, estudiante de Julliard, protagonista de casi todos los

recitales de la universidad, compañera de habitación de una linda y amable chica estudiante

de música o de danza como yo, salir todos los sábados al cine o al teatro, tener muchas

amigas que tengan las mismas aspiraciones que yo, y compartir mi alegría con mis padres,

mi hermano e incluso con los gemelos.

Pero las cosas se me salieron de control y ya no puedo dar vuelta atrás. Por lo menos,

Shaila ha logrado convencerme de aplicar a Julliard nuevamente e incluso a otras

universidades, aunque ella no sigue su mismo consejo pues se ha conformado con llevar la

vida que tiene por siempre: andar de fiesta todos los viernes por la noche, no llegar a casa

ni sábado ni domingo, y llegar el lunes antes del amanecer con una enorme resaca, el pelo

enmarañado y el maquillaje corrido por su cara.

Al principio pensé que Shaila era una prostituta, pero luego lo comprobé cuando me

percaté que ninguno de los chicos que traía o trae al piso cuando yo no me encuentro no le

pagan ni un centavo después de hacer… ejem, eso.

Cabe destacar que, algunos de los chicos que le frecuentan o los que he conocido a lo

largo de estos cuatro meses yendo a fiestas con ella o eventos incluso peores, han querido

meterse en mis pantalones más de una vez.

La verdad es que jamás me imaginé viviendo con una chica que es conocida como la

más perra de la ciudad.

Sin embargo, toda esta vida alocada que lleva Shaila —aquella rubia de mechones rosa

y extremadamente delgada—, causa que yo me despeje de tantos recuerdos y olvide mis

miedos y mis tormentos por una vez en la vida.

Aunque definitivamente echo de menos a papá, a mi hermano y a… mi madre.

Se me forma un nudo en el estómago al recordar la más fría de las traiciones que he

recibido a lo largo de mi vida.

Aún esperando el bus, me sobresalto al darme cuenta que mi móvil ha estado sonando

desde hace algunos segundos; en cuanto me percato de quién está llamando una enorme

sonrisa se hace presente en mi rostro.

—¡Hola!

—¡Andrey! ¿Cómo estás? ¿Qué tal la vida de universitario? ¿Recibiste mi paquete? —

chillo al escuchar la voz de mi hermano—. No pude sacar más libros de casa, mamá

llegaría en cualquier momento, lo siento…

—Cálmate. Los libros están bien. Igual que yo, ¿vendrás en fin de semana? —Su voz

suena esperanzada, lo que logra sentirme un poco culpable.

Irme a California por el fin de semana me aterra. No sólo por la idea de encontrarme a

Eric Sanders nuevamente —quien, la última vez que habló conmigo me besó para

“calmarme” por lo alterada que estaba por el rechazo de Julliard—; sino también porque

hay algo dentro de mí, y no sé exactamente qué parte, me susurra, una y otra vez, que no

me marche de la ciudad, al menos por ahora.

«Lo que sucede es que te estás volviendo loca».

Uh, sí genial. Con una compañera de piso como Shaila, cualquiera estaría loca desde

hace muchísimo tiempo.

Intento calmarme, antes de escoger las palabras adecuadas para responderle a mi

hermano.

—Uh… no lo sé Andrey, tengo muchas cosas que hacer y…

Mi hermano se apresura a interrumpirme.

—¿Cosas como cuáles? ¿Drogarte con Shaila en el suelo? ¿Emborracharse con un par

de desconocidos en un bar punk? ¿Tatuarte tu otro brazo?

Su voz es ruda. Él todavía sigue enojado por el diminuto tatuaje, en forma de una

zapatilla que me he hecho en mi muñeca derecha. Él todavía sigue molesto por el hecho de

que su hermana convive día a día con una loca.

—Yo no me drogo, Andrey —replico, tratando de sonar tranquila. Observo si viene el

bus, y me percato que se está tardando demasiado—. Y tampoco me emborracho, no todo el

tiempo.

Andrey gruñe.

—¡No todo el tiempo! —repite, como si fuese dicho una de las más grandes blasfemias.

—Genial, enójate. —Suelto con reproche—. Así iré a tu departamento a rogarte de

rodillas que me perdones por tatuarme una zapatilla en mi muñeca. —Resoplo al mismo

tiempo que él, lo cual me causa gracia y suelto una carcajada—. ¿Te parece bien si paso

Acción de Gracias contigo?

Mi hermano gime.

—Ciara. Yo iré a Detroit. Escucha, papá no tiene la culpa de esto, no podemos dejarlo

solo —dice, y sé que está siendo completamente razonable.

—De acuerdo, entonces estaré en tu departamento, en dos semanas —murmuro en

respuesta, aunque por dentro no quisiera marcharme de aquí por algún extraño motivo—.

Me llevaré a Shaila —bromeo sabiendo que eso le sacará de sus casillas.

—¡Ni en un millón de años! —exclama indignado—. Entonces en dos semanas, ¿vale?

No me hagas arrastrarte hasta acá. Te vendría bien un poco de sol, playa y arena.

Río, en realidad la idea no suena tan mal, aunque ese no-sé-qué no me deja deducir si

debería quedarme más días de lo planeado.

—La idea me está comenzando a convencer, hermano —reconozco, alegre de poder

volver a ver a mi hermano después de hace algunos meses que viajó a California para

comenzar sus estudios en Stanford.

Secretamente me siento orgullosa de él, aunque la mayoría del tiempo le grito lo

aburrido y nerd que es, y él habitualmente me responde con un: “¿En qué monstruo te has

convertido?" Y ambos reímos.

En cuanto me despido de mi hermano, al tiempo que el bus se detiene ante mí, me subo

y me apresuro a colocarme los auriculares de mi móvil y perderme, por los veinte minutos

que tardo en llegar a la Academia, escuchando la hermosa y perfecta voz de mi amado

Chris Martin. Mientras observo por la ventana, mi miente vuela unos meses atrás, cuando

Shaila enloqueció a causa de la ebriedad.

***

Me encontraba lavando los platos del desayuno para después salir a Bradbury a bailar

un rato antes de que la clase que impartía comenzara. Shaila aún no había llegado a casa

desde el viernes, y eso fue suficiente para que yo pusiera todas las cosas en orden, pues

ella prácticamente dormía en un cochinero, sólo faltaba el olor a moho.

De momento, comencé a escuchar el ruido de unas llaves, y luego una tambaleante

Shaila entró por la puerta luciendo completamente horrible y aturdida.

—¿Estás bien? —pregunté, aunque su aspecto me lo dice todo.

—Los hombres son una mierda —murmuró entre dientes y después se desplomó en el

sillón—. ¡La única que tuvo suerte con uno fuiste tú y lo dejaste, idiota!

Ella todavía seguía ebria, yo lo sabía, pero igual no pude evitar replicar:

—De hecho, tuve muy mala suerte.

—¡No jodas! No es cierto, ese tío estaba coladito por ti. —No entendí cómo una

persona pueda hablar tan duro cuando, aparentemente, le duele la cabeza.

La ira comenzó a apoderarse de mí, como cada vez que alguien habla de él.

—Cierra la boca, tú no sabes absolutamente nada —mascullé malhumorada.

Shaila se levantó del sillón, tambaleándose un poco, pero pude ver la ira mostrándose

en sus ojos, ella me miró por unos segundos, y aunque estaba muy desubicada, la

determinación que poseía era más que evidente.

—Claro que lo sé, me lo contaste tú misma —expuso ella, yo la miré un poco temerosa

de lo que sea que fuese a decirme, aunque también estaba más enojada que ella—. Pero tú

eres idiota, ¿lo escuchaste? Nunca averiguaste qué era lo que él tenía que hacer, lo que

siempre te decía. Tenía que luchar contra algo, ¿pero qué? jamás te lo dijo, ¿y si fue por

eso que se marchó? Tú le diste la espalda, y él lo aceptó porque era eso lo que él quería.

Fruncí el ceño al escuchar los gritos de Shaila.

¿Podría tener razón?

Bah.

Estaba más ebria de lo que pensaba.

***

Alejo todo pensamiento incómodo de mi mente, tratando así que mi atención sólo esté

fija en la voz de Chris, aunque aquello parece imposible, pues al dejar que aquel recuerdo

de lo que me dijo Shaila aquel día, no puedo evitar analizar sus palabras. Finalmente, antes

que cosas raras comiencen a pasar por mi mente, desecho todo pensamiento que tenga que

ver con aquella charla, no vale la pena.

Una vez estando fuera del bus, camino directamente hasta el Starbucks de la esquina; en

realidad, es una costumbre para mí que antes de entrar a Bradbury, me tome un café

espumoso y rico. Entrando, me sobresalto con el sonido de mi móvil nuevamente, por lo

cual, mientras rebusco en mi bolso de mensajero choco contra un cuerpo duro, y al

segundo, una carcajada estridente se hace escuchar.

—¡Mamma mia! —exclama divertido al verme, sus ojos marrones alegres, pero luego

confusos—. ¡No me lo puedo creer! ¿Pero qué haces por aquí? —Ahora me observa con

sus ojos abiertos como dos platos.

Gioele Venturi me mira de pies a cabeza, su habitual sonrisa extendiéndose a lo largo

de sus labios mientras espera mi respuesta.

Infiernos.

—¿Gioele? —bisbiseo como idiota, es obvio que es él, aunque realmente no puedo

creer que me lo haya encontrado aquí.

—¡Oh Cici! —exclama él lanzándome a sus brazos en un apretado y caluroso abrazo—.

¡Sigues tan desubicada como siempre!

Bien, gracias por el cumplido.

—Y tú tan sincero como siempre —mascullo, aunque en mis adentros me estoy

muriendo por darle un par de besos sonoros y decirle cuánto lo he echado de menos.

Gioele se convirtió en uno de mis mejores amigos, y a pesar de ser muchísimo más

mayor que yo —supongo que ya está llegando a los veinticinco—, tiene un espíritu que le

hace ver como un adolescente; sin embargo, siempre me ha brindado excelentes consejos,

muy sabios en realidad. Lo echaba tanto de menos, teníamos meses sin vernos, es decir,

desde aquella vez que su primo se fue. Es de resaltar que, luego de ciertos acontecimientos,

tuve que evitarlo porque su presencia me traía recuerdos. Bien, en realidad esto último no

ha cambiado.

—Ciara, ¿Cómo es que no estás en Nueva York? —pregunta halándome hacia una mesa

desocupada, al decir el nombre de la ciudad, su acento italiano me causa gracia, él

enseguida se percata de ello—. ¡Eh, no tengo la culpa de ser extranjero, mujer!

Reprimo una carcajada.

—De hecho, eres un extranjero muy adorable. —Guiño y luego intento obtener una

actitud despreocupada ante mi siguiente revelación—. Y verás, fui rechazada por Julliard,

lo siento por no contarte.

Gioele me evalúa, su ceño se frunce.

—Por supuesto que no me contaste, ya que, me evitabas —farfulla en respuesta, sin

dejar de mirarme—. Estás más delgada, Cici. ¿Qué ha sido de tu vida?

Quisiera poder mentirle, pero es Gioele Venturi. ¿Cómo podría mentirle a este chico?

—Un desastre. —Me encojo de hombros.

Él me dedica una ladina sonrisa.

—Creo que deberías tratar de ordenarla, ¿no crees?

Resoplo, aunque sé que tiene razón.

Tal vez he hecho las más desagradables elecciones de mi vida. Pero es que estoy

perdida, tan perdida que ni yo misma puedo encontrarme.

—Creo que necesito tiempo —explico, mi sonrisa inexistente comienza a delatar lo

angustiada que he llegado a sentirme—. Muchas decepciones últimamente… si sabes a lo

que me refiero.

Entonces ocurre algo sumamente extraño.

Gioele se levanta de su lugar, su rostro está crispado de dolor en este momento; él

coloca sus manos en mis hombros, me observa por un largo instante, y en cuanto estoy

segura que Gioele se pondrá a llorar en pleno Starbucks, envuelve sus brazos alrededor de

mi cuerpo y me abraza, hundiendo su rostro en mi cabello, como si él estuviese pasando por

momentos más terribles que los míos.

—La vida es injusta, Ciara —murmura en mi cabello, su voz es un susurro triste.

Yo no puedo evitar preguntar:

—¿Qué es lo que sucede?

Él se separa un poco de mí, y su rostro me da mucho en que pensar; sin embargo su

semblante me revela que no me va a contar nada, que lo que está ocurriéndole es tan intimo

que ni siquiera yo puedo saberlo.

—Te tengo una buena noticia. —Ahora su sonrisa aniñada vuelve a aparecer y mis

ánimos suben automáticamente—. Te caerás para atrás, lo sé.

Alzo mis cejas a causa de la impresión. Entonces, mi nuevo mejor amigo comienza a

reírse con picardía, y cuando creo que me va a decir alguna broma o alguno de sus piropos

extraños, suelta:

—Me casé con Barbie.

Ni siquiera, a pesar de quedarme como una estúpida con la boca abierta por uno o dos

minutos, puedo procesarlo, ¿Gioele casado? ¿Con Barbie? ¿Cómo es eso posible? ¡Esto es

increíble! Apostaba que Gioele jamás iba a sentar cabeza, pero claro, la vida da muchas

vueltas.

—¡Oh por Dios! —clamo, aún boquiabierta.

Gioele comienza a contarme cómo ocurrió todo, desde el coqueteo con Barbie, hasta

caer totalmente rendido a sus pies, y hasta llegó al punto de proponerle que se casaran

cuando tenían apenas dos semanas de novios. Ahora Gioele y Barbie son marido y mujer y

ambos viven en el departamento alquilado de la chica, donde ahora es su nido de amor. Yo

no puedo evitar la impresión al escuchar la historia que Gioele me está contando, el

romance involucrado me resulta increíble y hermoso y sin siquiera planearlo, una pequeña

punzada de celos se ubica en mi corazón… una punzada de celos y de envidia.

Al momento que Gioele comienza a contarme acerca de April y su padre, llega el tema

de su… primo.

—Ciara, Trenton en serio que te quiere. —Sus ojos marrones buscan los míos y sé que

desea observar mi reacción al escuchar el nombre de su primo.

Pero lo que no sabe es que desde hace algún tiempo, he aprendido a fingir muy bien.

—Eso ya es pasado, Gioele —replico sonando demasiado tranquila para mi suerte—.

Las cosas cambian, las personas también, incluso los estúpidos —agrego, utilizando para

mi beneficio lo mismo que le dije a Eric alguna vez.

Si lo superaste una vez, ¿por qué no dos?

Y después de mencionar aquello, Gioele desiste de su intento de convencerme del amor

de Trenton Lombardi, un amor inexistente, por supuesto. Sin embargo, en mí ha logrado

algo, quizás sea curiosidad, quizás sea algo más. En aparece una duda: ¿Trenton está

luchando contra qué?

***

—Ciara, pensé que ya te habías olvidado de tu padre. —Papá me sonríe como nunca

antes y abre la puerta aún más para que yo entre a la que una vez fue mi casa.

Al encontrarme con la mirada de mi madre, frunzo el ceño.

—Es un placer volver a verte —dice ella, y la sinceridad emana en sus palabras.

En cuanto escucho unos estridentes pasos brinco de felicidad y en menos de dos

segundos ya me encuentro en los brazos de mi hermano. ¡Pero qué guapo está! Lo había

echado tanto de menos desde que viajó hasta acá para Acción de Gracias, ahora en

diciembre nuevamente, lo tengo cerca de mí. Nunca pensé que sería tan difícil para mí estar

lejos de mi hermano.

Papá y mamá nos observan sonrientes; mas el dolor de mi madre es tan notable que nos

sobresalta a mi hermano y a mí. Lo cierto es que, desde que me fui de casa hace ya seis

meses, ella ha estado tan cambiada que definitivamente no me lo creo. Aunque esto último

es agradable, para todos nosotros, incluso para ella, pero yo todavía necesito tiempo,

tiempo para olvidar o sanar lo que ella me hizo.

Papá y mamá, después de tantos meses en dudas y discusiones —según me contó papá

en una de las llamadas—, después de todo decidieron no separarse. Lo que me parece obvio

es que seguramente papá le exigió reivindicarse con sus hijos, y ella ahora se ha convencido

de lo equivocada que estaba conmigo.

O al menos, eso es lo que quiero creer.

—¡Estás tan hermosa! —exclama mi hermano al verme de arriba abajo, una sonrisa

pícara cruza su rostro por un momento—. Sería una lástima que… alguien arruinara tu

cabello.

Yo río cuando comienza a desordenarme mi cabello sin importarle mucho cuánto he

tardado en hacerme aquellos rulos en todo el cabello achocolatado.

—Me encanta verlos en casa —expresa mamá, su voz parece abrumada por un

momento.

Nadie tiene tiempo de responder, pues dos figuras aparecen ante mi vista y

prácticamente salto ante Suzanne y corro a abrazarla. Y por más incómodo que sea, hago lo

mismo con su hermano, ¿qué puedo hacer? Somos amigos de la infancia, sería imposible no

alegrarme de verlo.

No es la primera vez que en la cena navideña nos acompañan los gemelos —los mismos

que sin duda parecen más nostálgicos de lo normal por la pérdida de su padre—, la

presencia de estos causa que el ambiente no sea tan tenso. Papá ocasionalmente le pregunta

a los gemelos cómo les está yendo en la universidad y cómo se las han arreglado con su

nueva independencia. Andrey por su parte, nos deleita con sus divertidas historias con sus

nuevos amigos que también son amantes de fútbol y el billar, igual que él. Mi hermano

evita por todas partes mencionar a chicas, aunque todos en la mesa sabemos que tiene más

de una admiradora; sin embargo, y es más que evidente, mi hermano mayor sigue coladito

por Suzanne Sanders, su único amor.

Y a ella también le ocurre lo mismo. No me sorprendería que alguno de los dos

decidiera efectuar una transferencia de la universidad para estar cerca del otro.

Eric también se encuentra muy a gusto con sus estudios; mientras nos da a entender lo

maravillado que se encuentra de cursar la carrera que definitivamente más le gusta, sus ojos

se fijan en mí con un poco de tristeza, hasta llega a mencionar los distintos programas que

ofrecen algunas universidades de California, con la esperanza de que yo desee asistir a

alguna de ellas.

Sólo que no hay ningún programa de Danza en ninguna.

Andrey se encarga de colocarme una pequeña pulsera de oro en cuanto decido que ya es

hora de marcharme, lo que causa que yo abra tanto los ojos por la sorpresa y me lance en

sus brazos nuevamente, y le susurre lo contenta que estoy de tenerlo cerca nuevamente.

Papá me entrega un pequeño sobre blanco en cuanto me separo de mi hermano.

—Ábrelo cuando estés en casa —dice, y su sonrisa es orgullosa. Estoy a punto de

preguntar de qué se trata todos aquellos regalos.

Ellos se explican con la excusa de que es navidad, y me merezco muchas cosas.

Mi papá y mi mamá comparten miradas cómplices y yo me pregunto qué es lo que me

están ocultando.

—Sí, sin duda mereces mucho, mucho más —concede mi madre al comentario de mi

padre.

Cuando me encuentro en el departamento que comparto con Shaila —la que no se

encuentra, pues viajó a Kansas la semana pasada— me impresiono de la cantidad de frío

que hay en el departamento, extrañando la comodidad de la calefacción me acurruco en uno

de los muebles y me entretengo con Jane Eyre y en cuanto me encuentro con una frase, mi

corazón se detiene momentáneamente.

“Sabía que yo lo amaba profundamente, y que buscar mi ayuda era halagar mis vivos

deseos de ser toda para él.”

Trenton jamás buscó mi ayuda, ni siquiera cuando estaba en la lucha de algo que nunca

supe.

Luego, recordando las más sublimes citas de este libro que he leído demasiadas veces

para el gusto de mi hermano, quien critica mi falta de diversidad en cuanto a escoger libros,

una cita se viene a mi mente, y es como si yo misma la fuese dicho:

“¡Dios quiera, gentil lector, que nunca sientas lo que sentí entonces! ¡Que tus ojos

nunca viertan lágrimas tan vehementes, dolorosas, torturantes como las que brotaron de

los míos!”

Oh, por supuesto que lo siento.

Y cuando desisto de seguir leyendo, me sumerjo en la tristeza que brota de mi alma,

ante los recuerdos tortuosos y lejanos que giran en torno a Trenton Lombardi, quien jamás

se ha marchado de mis pensamientos, incluso a pesar del tiempo, incluso cuando yo

demuestro todo lo contrario.

Mis lágrimas vehementes, dolorosas, punzantes y gruesas, brotan de mis ojos en medio

de un llanto silencioso.

***

Genial, me he quedado dormida en el espectacular y cómodo sillón.

Es el primer pensamiento que pasa por mi mente cuando despierto, por el sonido de mi

móvil.

—¿Hola?

Una respiración frenética se escucha al otro lado de la línea.

—¿No has visto lo que contiene el sobre verdad? —Andrey parece ansioso.

—No.

Se escucha un chillido al otro lado de la línea y sé que el teléfono está en altavoz.

—¡¿Y qué esperas?! —exclama, esta vez se trata de Suzanne.

—Vale, cálmate rubia —gruño, y con mi teléfono apoyado entre mi hombro y mi

mejilla, me dirijo hasta mi bolso y comienzo a hurgar en él hasta que doy con el dichoso

sobre, el cual es un regalo de mis padres.

Lo abro despreocupadamente, dentro de él hay dos sobres más pequeños. Abro primero

uno, sin dejar de escuchar los murmullos que intercambian mi hermano y la rubia.

—¿Crees que haga que Miriam cambie el regalo? —le pregunta ella a él—. Porque me

vendría bien una compañera de habitación.

Andrey en seguida responde:

—Creo que su decisión nos va a sorprender a ambos.

Abro excesivamente los ojos al percatarme de qué se trata el primer documento.

Y luego el segundo me sobresalta, por ello les pregunto a Andrey y a Suzanne

inmediatamente:

—¿Trenton y yo hemos sido aceptados en la Academia de Artes Scofield? —Es

totalmente increíble que nuestros nombres estén allí, cuando ninguno de los dos ha

planeado entrar a aquella universidad situada en New Haven.

O al menos eso es lo que deduzco de Trenton Lombardi.

¿Es una clase de broma?

La voz de Andrey me saca de mis pensamientos.

—Lo sé, ni yo mismo puedo creerlo. Apenas papá me lo acaba de contar, mamá decidió

hacer esto por ti, aunque esa universidad no es Julliard…

¡Por supuesto que no es Julliard!

Pero ambos sabemos lo que significa ser aceptado en Scofield, vamos, seamos sinceros,

es una de las universidades con programas de artes más amplios en el país, es igual de

reconocida que Julliard, aunque esta última es más famosa si hablamos de Danza.

¡Pero, infiernos!

¿Mi madre fue capaz de buscarme una universidad, y además de eso también buscarle

una a Trenton, del cual, ni siquiera sé su paradero?

Trenton y yo en la misma universidad.

Oh Dios.

¿Mamá de verdad piensa pagarle los estudios a Trenton?

—¡Pero Andrey! —exclamo totalmente desubicada—. ¿Acaso mamá está demente?

¿Cómo le va a buscar una universidad a Trenton sin su consentimiento? ¿Qué no sabe lo

que pasó en realidad entre él y yo? ¿Y qué con eso de que es mejor que él esté alejado de

mí? —Aunque pueda quedarme sin aliento de tantas preguntas que suelto no me importa.

Al otro lado de la línea, las carcajadas de Suzanne y Andrey se hacen escuchar.

—Pues tu mamá se ha vuelvo loca, lo sé —dice Suzanne juguetonamente—. Sin

embargo, no vayas a negar el hecho de que esta noticia te ha entusiasmado. Incluso, podrías

buscar a Trenton y avisarle, digo… no es que se vayan a reconciliar, pero el merece cumplir

sus sueños…

El consejo de Suzanne me deja demasiado pensativa.

¿Debería buscar a Trent?

¿Seré capaz de soportar volver a verlo?

¿Él aceptará esta ayuda de mi madre?

—Mamá ha estado muy pensativa, Ciara —reconoce mi hermano, después de un

prolongado silencio—. Creo que quiere devolverte lo que te ha quitado, de hecho, ella ha

dicho que si deseas Julliard, te dará Julliard. Y que con buscarle aquella oportunidad a

Trent, es una manera de aceptarlo. Ella no sabe nada de lo que ha ocurrido; sin embargo,

me parece que su actitud es la correcta. Todos merecemos segundas oportunidades, no lo

olvides.

Sí, es cierto. De lo que no estoy segura es si yo soy capaz de brindar segundas

oportunidades.

Mi yo sensible me dije que sí, sí puedo con esto.

Querido Trent:

¿Cómo has estado?

Yo he permanecido reflexiva últimamente. Te preguntarás ¿en qué se relacionan mis

últimas reflexiones y tú? Por eso te doy la respuesta: verás, hace apenas una hora que he

recibido una agradable (e increíble noticia, cabe destacar) que nos concierne a ambos, y

desde hace exactamente una hora he intentado procesarla, y en medio de mis pensamientos

opté por tomar esta hoja de papel y una pluma y escribirte cómo me siento en este

momento.

Te enviaría un correo, sí, créeme que lo haría, Trent. Pero no puedo, y no es sólo

porque Shaila (mi compañera de piso) no haya pagado el internet, sino que tampoco sé si

leerás el correo algún día. Por eso espero que esta carta se te haga llegar de inmediato, y

no creas que soy una estúpida, pues eras la única persona que no había llegado a creerlo.

Trent, no te escribo para cuestionarte, de hecho, estoy segura que te preguntarás si lo

que vivimos alguna vez, quedó en el pasado, y mi respuesta es sí, todo es pasado, y yo estoy

bien.

Ahora, sin darle más vueltas a la cuestión, esta mañana leí algo que me dejó atónita. Y

te agradecería que te pusieras en contacto conmigo, créeme Trent, si lo haces, sólo

encontrarás en mí a una Ciara distinta, una que no te recriminará lo que ha pasado hace

ya seis meses. Sin embargo, si no quieres oírme lo entenderé, y de igual manera puedes

ponerte en contacto con Andrey, quien también está enterado de la noticia que he recibido

hace una hora antes de plantearme escribirte.

Si quieres realizar tus sueños, esta noticia que te tengo te ayudará…

No te la diré por aquí, pues es tan increíble que estoy segura concluirás que es una

estúpida broma de mi parte.

Saludos, Ciara A.

Después de finalizar la llamada con mi hermano y Suzanne, esto fue lo que hice, y no

puedo negarme a mí misma que muchas mentiras se reflejan en esta carta. Claro que lo

recrimino, sólo que lo hago en silencio, donde nadie puede oírme, donde nadie puede

defenderlo.

Y también es una estúpida mentira el que me encuentre bien.

Inhalo profunda y lentamente mientras doblo la hoja y la introduzco cuidadosamente en

un sobre blanco, el cual no tardo cerrar y sellar.

¿Dónde podrá estar metido Trenton?

No quiero verlo, la verdad que no, pero tampoco puedo ser tan egoísta como para

negarle esta oportunidad; sin duda, tendré que inventarle una excusa, es obvio que él no va

a aceptar que mis padres le paguen los estudios, aunque… ¿si él les paga con trabajo?

Quizás esa sea una opción, o siempre puede haber una mentira… ¿y si le digo que le han

ofrecido una beca? Por una parte, no sería una completa mentira, pero quien sabe.

«Oh vamos Ciara, sólo cumple con que lo sepa, el resto es su problema, si lo acepta

bien por él, si no lo acepta, él se lo pierde».

En cuanto me he sobrepuesto de los últimos acontecimientos, corro hasta el minúsculo

baño a tomarme una ducha, la que espero también me ayude a despejarme del sueño y de

mis pensamientos ilógicos que siguen y siguen girando en torno a Trenton.

¿A quién debería darle la carta para que se la entregue?

¿Debería dejarla en su casa?

Oh, sí eso es lo que haré.

Pero supongo que antes debo hacer primero una visita.

***

Aunque haya vivido en esta casa desde que tengo memoria, odio con todas mis fuerzas

llegar a la hora del almuerzo y sin ser invitada. Por eso, no puedo evitar sentirme

avergonzada al entrar al comedor, siguiendo a una Nanda muy entusiasmada, donde se

encuentra el resto de mi familia y amigos.

Mamá es la primera que repara en mi presencia.

—¡Oh! Hija, has venido, ven cariño siéntate.

Para mi sorpresa, mamá está espléndida y contenta con mi presencia, ella le hace señas

a Nanda para que coloque un plato para mí al lado de Eric. A todos los presentes les dedico

un saludo tímido agitando mis dedos y sonrojándome en el proceso, y aunque no puedo

evitar parecer una cría, me acerco a mi padre y le beso en la mejilla, por lo cual mi mamá

frunce el ceño.

Le dedico una mirada que dice claramente: «Te dije que necesito tiempo», y ella al

cambio me ofrece una liviana sonrisa, al mismo tiempo que me siento al lado de Eric un

tanto incómoda por cierto.

Nanda en seguida coloca delante de mí una ligera ensalada.

—He leído lo que contenía el sobre… —balbuceo al principio, luego me reprendo a mí

misma por lo estúpido que ha sonado aquello. Obviamente eso ellos ya lo sabían—.

Todavía estoy tratando de procesarlo.

Siento la mirada de todos fijas en mí.

—¿Quiere decir que no gritarás y patalearás sólo para conseguir Julliard una vez más?

—Se atreve a preguntar mi hermano, aunque él sabe perfectamente que yo no soy capaz de

eso. Al contrario, cuando recibo un regalo, lo aprecio demasiado.

Los demás comen en silencio; sin embargo, es mi madre quien lo rompe.

—¿Entonces lo aceptas? —Se le ve esperanzada—. ¿Y Trenton?

Andrey y Eric comienzan a toser casi al mismo tiempo.

—¿Cómo que Trenton? —pregunta Eric, claramente alarmando y desubicado.

Mi mamá asiente con la cabeza, y mi padre le aprieta la mano ante nuestra vista.

—Trenton también ha tenido una oportunidad, no creo que la desperdicie —expresa,

muy segura de sí misma. Después me mira fijamente, un atisbo de sonrisa en sus labios—.

¿Ya se lo contaste?

¿Cómo se lo voy a contar si ni siquiera lo he visto en meses?

¿Es que mamá cree que nos reconciliamos o qué?

—De hecho, esperaba tener una oportunidad para poder hablar contigo —mascullo,

pues el algo ha aparecido en mi corazón, como todas las veces que ocurre cuando alguien

nombra aquel nombre.

Dios, ¿será posible que alguna vez lo pueda superar?

Por ahora, tendré que conformarme con mentir.

En cuanto hemos terminado de almorzar, mi padre se centra en una conversación con

mi hermano, Suzanne y Eric por supuesto, mientras que mamá y yo nos excusamos y

caminamos hasta el despacho de papá, ella en lugar de sentarse al otro lado del escritorio,

me indica que me acomode en el mismo mueble que ella, el cual es de un color vino, terso

y cómodo.

—No he visto a Trenton en meses, y lo sabes —murmuro una vez sentadas una al lado

de la otra. Mi mirada fija en el piso, la de ella fija en mí—. Él sólo un día se marchó y…

Jamás me hubiera imaginado estar en esta situación a punto de expresarle a mi madre,

Miriam de Aldridge, cómo la persona que amé o amo ya no está más en mi vida. Todavía

me resulta increíble que esta sea la realidad.

—Por un momento pensé que era el chico más sincero que he conocido —admite

mamá, todavía mirándome—. Y lo sigo creyendo. ¿Qué fue lo que ocurrió?

Yo evado su pregunta.

—¿De verdad crees eso?

Ella asiente con la cabeza, y por un momento creo en el sexto sentido de mi madre, una

persona que con sólo una mirada fija, descubre las segundas intenciones de una persona,

algo extraño, pero cierto.

Yo continúo hablando:

—Él se marchó, me dijo que necesitaba tiempo. Y fue como si la tierra se lo hubiese

tragado. —Frunzo el ceño ante la idea, ¿es que dónde puede encontrarse Trent? Aunque de

ninguna manera he vuelto al GYM, ni a The Space, ni mucho menos a su casa, así que eso

es lo que haría el resto de la tarde, sin duda tendría que hacerlo, aunque primero preferiría

entregarle mi carta a Gioele, pues temo mi reacción al encontrarme con Trenton Lombardi

después de tanto tiempo, después de odiarme a mí misma por amarlo a él.

—¿Tienes algún plan? ¿Quieres esto para él? —pregunta una vez más, y sé que se está

refiriendo a la oportunidad a Trent de entrar a una universidad de Arte.

Eso es lo que no sé. De él aceptar… ¿seré capaz de verlo todo el tiempo? Estar en una

universidad, la misma que él, es asegurar nuestros encuentros, ¿podré olvidarlo aún

viéndolo todo el tiempo? ¡Oh Demonios! Ni siquiera sé lo que estoy haciendo.

—No, no tengo ningún plan. ¿Por qué estás haciendo esto por él? —Esta vez pregunto

yo—. ¿Y cómo lo hiciste?

Ella se encoge de hombros, y me dedica una maternal sonrisa.

Oh, mami, cuánto te he echado de menos.

—No fue tan difícil, los directivos se quedaron pasmados ante los vídeos que les envié,

y en cuanto a Trenton… sólo fue algo imprevisto, una coincidencia fue el haber encontrado

un cuadro hecho por él en tu habitación.

Mi corazón se paraliza ante aquella mención.

El cuadro.

Intento deshacerme del recuerdo. Me lo había dado después de lo ocurrido con el señor

Sanders y su muerte, aquél cuadro con infinidad de emociones plasmados allí, muchos

dirían que era un trabajo sin sentido, pero yo logré admirarlo, era una mezcla de miedo y

felicidad en una grandiosa pintura.

El recuerdo se marcha en cuanto sacudo mi cabeza.

—Oh Dios, mamá, todavía no sé nada de él. Pero intentaré que acepte esa oportunidad,

estoy segura que no va a rechazarla.

A pesar de no haberme querido lo suficiente como para quedarse a mi lado, le conozco

y sé que él no es una persona desagradecida. Pero, ¿y si no acepta por el hecho de que yo

estudiaré danza en la misma universidad que él?

—No te preocupes querida, las cosas van a arreglarse. —Me dio una palmadita en la

mano, con el obvio miedo del rechazo; no obstante, para su sorpresa, yo le agradezco el

gesto con una sonrisa tímida, y ella se acerca un poco a mí y me abraza, con miedo

destilando por todas partes, el que calmo abrazándola de vuelta—. Gracias, Ciara.

Un deje de preocupación se filtra en mi sistema.

—¿Por qué?

—Por abrirme los ojos —reconoce y su voz se quiebra al final—. Lo siento muchísimo.

Bienvenida de regreso, mami.

En cuanto estuve fuera de la casa de mis padres, salí decidida a visitar al apartamento

de Barbie, donde actualmente vive con Gioele, su divertido y apuesto marido. Sin embargo,

antes de hacer cualquier cosa, tuve que llamar al móvil de Gioele, por si no se encuentra a

casa.

—¿Ciara?

—Eh, Hola, Gioele, necesito hablar contigo. —Aunque no puedo evitarlo mi voz suena

peligrosamente nerviosa, cosa que al instante nota Gioele.

—¿Ha ocurrido algo? Habla rápido Cici, hay mucho trabajo en el taller —indica, se le

nota cansado.

Escucho un suspiro de su parte y, segundos después, reparo en lo que ha dicho. ¿Mucho

trabajo en el taller? Tenía entendido que el único ayudante del taller de su padre era

Trenton. ¿Es que acaso Trenton ya no trabaja allí?

—¿Taller?

—Sí, Ciara, taller —responde mordazmente, ¿es que me está ocultando algo?—. ¿Qué

demonios ocurre?

Tomo una respiración profunda, pues mis nervios se multiplican al pensar dónde se

encontrará Trenton. Pero es algo que no me importa, ¿verdad? yo sólo necesito entregarle la

carta a Gioele, esa es mi única misión, al menos por ahora.

—Necesito entregarte algo —murmuro en respuesta.

Gioele bufa.

—¿Qué demonios vas a entregarme? Mierda, por un momento pensé que te iban a

secuestrar o algo.

Suelto una risita nerviosa.

—Necesito darte algo para que se lo des a… tu primo. —Suspiro después de decirlo.

Un silencio sepulcral se presenta entre ambos. Ahora lo único que soy capaz de

escuchar son los múltiples sonidos de los autos que avanzan por la calle, mientras yo

camino lentamente sin dirección alguna, esperando solamente la respuesta de Gioele para

correr a su casa y entregarle mi carta.

—De acuerdo, déjala en el buzón, no estoy en casa ahora —responde, pero su voz es

tan distante que me estremezco.

—Prométeme que si tienes una respuesta me la dirás —ruego.

Él murmura un desganado «Te lo prometo» antes de colgar, a lo que yo finalmente me

encargo de colocar la dirección de la carta y dejarla en el buzón más cercano, esperando

impacientemente que Trenton reciba la noticia pronto, y que pueda decidir qué hará. Y

también, aunque sea un poco tonto, estoy esperanzada de que él prefiera hablar con mi

hermano que conmigo.

***

Hola de nuevo, Trenton.

Estuve esperando noticias tuyas desde hace aproximadamente tres semanas. Nunca

pensé que llegaría a tanto contigo, desde la última vez que nos vimos me prometí a mí

misma no buscarte; sin embargo, esto es demasiado importante, algo que sobrepasa el

orgullo o mi alto ego. Por eso, estoy intentando por todo los medios que lo sepas, y si no sé

respuestas tuyas después de estar carta, no me quedará más remedio que plasmar la

noticia por una tercera y última carta.

Trenton, no te pido que te comuniques conmigo, hazlo con mi hermano si así lo

decides, sólo necesito que lo sepas, que sepas que una gran oportunidad se te ha ofrecido,

una que no desperdiciarás al saberla, yo lo sé.

Hace tres semanas que decidí escribirte, no obstante no obtuve alguna respuesta o

señal que me indique si estás interesado. Presiento que no quieres verme, y aunque esto

sea demasiado duro decírtelo, yo tampoco quiero verte a ti, no te lo tomes a mal, ¿vale?

Esta carta no se trata de ambos, sólo de ti y de tu futuro. Estoy un tanto preocupada, en

unos meses me marcho finalmente de la ciudad, y tú quedarás libre de mí para siempre. No

es un reproche, Trent, porque también me desharé de ti.

Sólo espero que pronto te enteres de lo que ha ocurrido.

Saludos, Ciara A.

PD: Por favor, comunícate con Andrey.

—¿Pero qué es lo que estás haciendo aquí arriba, loca? —inquiere Shaila al

encontrarme en la azotea del edificio donde vivimos ambas. Cuando ella se percata de lo

que descansa encima de mi regazo me observa curiosa—. ¿Estás escribiendo una carta? —

Ella salta—. ¿A Trenton?

Niego con la cabeza, de ninguna manera Shaila se va a enterar de esto.

Ella murmura un «Oh», desilusionada, pero luego se recompone.

—¿Quieres ir a un reventón esta noche? —Sus ojos brillan con perversión—. Te

prometo una noche de pasión, sólo tienes escoger uno o dos chicos, no más de tres por

favor.

Santo Dios.

—Con uno está bien, Shai —digo fingiendo interés, aunque la verdad el pensamiento de

otro chico besando mis labios me resulte completamente asqueroso.

Aunque, si hablamos de una aventura… no puedo hacerlo tampoco.

—¡Oh! —exclama alzando sus brazos al cielo—. ¡Al fin hablamos el mismo idioma,

carajo!

Me carcajeo por lo bajo mientras doblo la carta cuidadosamente, para luego depositarla

en un sobre. Coloco la dirección de la casa del señor Cole, donde vive o vivía Trenton, esta

vez esperanzada porque su tío se la entregue cuanto antes. Al principio había pensado en

enviársela a Gioele, pero no quiero que piense que yo estoy tratando de… buscar a su

primo para otras… ejem, cosas.

Después de platicar un rato más con Shaila, decido que es tiempo de irme a la ducha,

para después enviar la carta a la casa donde, según yo, sigue viviendo Trenton. Fuera más

fácil si me atreviese a preguntarle a Gioele si él sigue viviendo allí, no obstante mi orgullo

comienza a sobrepasar los límites, aunque tengo razones.

***

Trent, es este momento estoy en casa de tu primo Gioele. Como te lo dije en la carta

anterior, esta será la última. Mientras Barbie se encuentra en la cocina preparándome un

té, yo decidí escribirte ahora.

Cada vez que te escribo, Trent, siento repulsión hacia mí misma. Pero sé que sería una

egoísta si no insistiera a que te enteres de lo que tengo que decirte.

Trent, mi madre vio aquella pintura que me regalaste hace tanto tiempo, y aunque

todos sabemos que no debió ser tan entrometida, lo mostró a los directivos de una genial

universidad, la cual está encantaba con abrirte las puertas.

¡Esto es genial!

Como ya dije, si tienes algo que decir o preguntar, comunícate con Andrey. Mi misión

aquí está cumplida.

Ciara A.

—¿Estás bien? —pregunta Barbie cuando se presenta ante mí con dos tazas de té, al

mismo tiempo que yo doblo con sumo cuidado la hoja de papel que he escrito.

—Estoy bien. —Miento.

Barbie se sienta delante de mí una vez que me ofreció una de las tazas. Ella me sonríe,

aunque también puedo distinguir un poco de curiosidad.

Estoy esperando por Gioele, pues desde hace días no hemos platicado, y quiero también

entregarle esta última carta y explicarle minuciosamente la situación, además también para

despedirme, pues creo que en unos días me iré a New Haven, a comenzar a buscar un

departamento para establecerme.

Le cuento de mis planes a Barbie, hasta que llega Gioele y con el ceño fruncido nos

observa a ambas.

—Pensé que sería bueno despedirme —explico, incómoda por su reacción.

—¿Despedirte? —murmura todavía plantado en la entrada de su departamento.

Asiento con la cabeza.

—Dentro de unos días me marcho. Y traje la última carta.

Él me observa por un largo momento tan pensativo como nunca antes lo había visto.

Luego asiente con la cabeza y finalmente se decide a entrar y besar a su esposa en la

mejilla, y luego a mí en la frente.

—Así que la última carta —murmura al tiempo que se sienta al lado de Barbie—.

Ahora sí me vas a explicar qué es lo que dice la carta, ¿no?

Asiento una vez más con la cabeza.

—Pues eso es lo que haré. —Tomo una respiración profunda—. Trenton ha sido

aceptado en la misma universidad que yo, para estudiar arte… y la verdad es que, a pesar

de lo que ocurrió entre nosotros, siento que no puede perder esta oportunidad, hay

posibilidades que le ofrezcan una beca… eso es increíble. Sólo quiero que lo sepa.

—¡Es increíble! —Está de acuerdo Barbie—. Y tú eres extremadamente buena, Ciara.

Después de lo que te ha hecho Trent…

Gioele carraspea, obviamente incómodo. Yo en cambio me retuerzo en mi asiento.

—No es para tanto, sólo merece saberlo —explico con un encogimiento de hombros.

—¿Merece? —replica Barbie mostrando ironía, claro está que su apoyo ante la

situación va dirigido a mí.

Gioele en cambio, quién sabe…

—Oh vamos, chicas. Él sólo pidió tiempo… —Intenta replicar Gioele; sin embargo su

esposa logra interrumpirlo.

—No vas a empezar de nuevo —dice, negando con la cabeza—. No cuando no puedes

ofrecer una explicación clara y completa, bebé.

Uh, eso dolió.

Inmediatamente Gioele decide guardar silencio.

—Oh, no sabía que ya te tienen en cintura —bromeo a Gioele quien después de estar

tan serio, me saca la lengua ridículamente ante mi comentario.

Barbie inmediatamente decide cambiar de conversación y comienza a preguntarme

cuáles son o serán mis planes en cuanto llegue a New Haven. Esto me hace pensar en cómo

será mi vida en una ciudad distinta a la que estoy acostumbrada. De hecho, ahora que lo

pienso, me parece extraño que mamá no fuese hecho lo posible para que yo entrara a una

universidad europea, la respuesta inmediatamente viene a mí: ella no quiere que esté muy

lejos.

Mientras que Barbie platica entretenidamente conmigo, Gioele se disculpa un momento

alardeando sobre alguna llamada que tiene pendiente, en cuanto éste se ausenta, Barbie se

acerca a mí.

—¿Algún chico por ahí, cariño? —pregunta confidencialmente.

Yo prácticamente me sobresalto, en realidad no he llegado a pensar en eso todavía, no

he pensado en reemplazar la relación que tuve con Trent, una que fue tan real pero a la vez

tan falsa.

Al instante que ella realiza la pregunta, Gioele está de nuevo con nosotras y la prueba

que demuestra que sí escuchó es su ceño extremadamente fruncido.

—N-No… la verdad es que… no… —bisbiseo nerviosa.

Barbie frunce el ceño al escucharme.

—¿Por qué? Eres tan guapa y además sexy —alega ella sonriéndome

alentadoramente—. Eres muy joven, espero llegue el indicado muy pronto.

El indicado…

Ay.

Vaya, otra vez este dolorcito en mi pecho.

Barbie busca en Gioele algún signo de apoyo, pero su rostro inexpresivo ante el tema

nos desubica a ambas, por lo cual Barbie se apresura a hablar del pub donde trabaja y a

rogarme que vaya un día de estos con Shaila.

En cuanto tuve que despedirme, salgo del departamento dispuesta a subirme a un taxi e

ir al departamento y quedarme el resto del día hecha un ovillo en mi cama, pues el bajo

clima no es el suficientemente bueno como para estar fuera por mucho tiempo.

***

Te siento. No existe un momento en el que logre eludirlo. Y cuando cierro los ojos lo

primero que aparece es tu imagen sonriente, con un brillo de picardía, ese que tanto amo,

reflejado en tu precioso rostro parecido al de un ángel caído del cielo. Te siento junto a mí

aunque ya no lo estás, y esa fantasía se ha convertido en mi único refugio, mientras ruego

tus besos abrazadores y susurro que te quedes, aún sabiendo que te has ido. Y, lo siento,

percibo también el pánico, el terror, pensando en ti, reflexionando lo que vivimos y me

percato de lo perfecto que fue todo, desde que te vi mi corazón débil rogo en silencio que

me amaras, mi corazón miserable lloró para que te quedaras. Y tú lo hiciste, para después

irte, y el pánico y el terror fueron más grandes, y se construyó un enorme abismo dentro de

mí, en el cual caí... caí y caí... y la oscuridad me tragó, y sigo sucumbiendo mientras

persisto en medio de tu ausencia.

C. A

Esta es la única carta que no le envío a Trenton.

Suspiro profundamente una vez estoy lo suficientemente despierta como para procesar

que han pasado tres días después de enviar la última carta y no ha pasado nada. Oh, vamos,

el Trenton que yo conozco aparecería sin más al saber aquella noticia. Estuve acosando a

Andrey las veinticuatro horas del día sólo para preguntarle una y otra vez si Trenton lo ha

llamado, a lo cual él me ha respondido también una y otra vez con una negativa.

Mi mente es un caos, al principio imaginé que después de cumplir mi parte del plan

todo volvería a ser como antes —es decir, los últimos meses—; sin embargo, nada de eso

ha ocurrido, mi mente divaga una y otra vez sobre Trenton, sobre nuestra separación y

sobre su desaparición de mi vida. También he pensado en el comportamiento extraño de

Gioele y hasta el de mi hermano.

Shaila se levanta animadamente esta mañana y me invita un café, por ello las dos nos

dirigimos al Starbucks más cercano, aunque por mi parte, mis pensamientos están en otro

sitio, mientras me bañé, me vestí y salí con una habladora Shaila a la calle.

—Ciara, ¿qué es lo que pasa? —Ella me pregunta una vez estamos sentadas en uno de

los cubículos del Starbucks, mi café humeante me espera mientras mi mirada se centra

exclusivamente en la calle.

De ninguna manera puedo explicarle lo que me pasa, porque ni siquiera yo he llegado a

deducirlo completamente.

Shaila no espera por mucho tiempo mi respuesta:

—¿Es por Trenton Lombardi, cierto? —inquiere, y como pocas veces se le ve

absolutamente seria y preocupada—. ¿Lo has vuelto a ver? —Sacudo la cabeza—. Oh,

entonces eso quiere decir que si no lo has visto y estás así… es porque quieres verlo.

Frunzo el ceño, ¿quiero verlo?

¡Maldito infierno! ¡No lo sé!

—No lo sé, Shaila —contesto y odio el tono que he utilizado, como si lamentara el

hecho de no haberlo visto, sin contar que mañana me iré de la ciudad. ¿Es por eso que me

encuentro de esta forma? ¿Es que de verdad mi corazón estúpido guarda una esperanza? ¿O

es que mis lastimados sentimientos quieres despedirse finalmente de su destructor? Oh,

santo Dios.

—Oye, ¿ese no es tu hermano? —inquiere ella mirando a través del ventanal junto a

nosotras.

Yo observo y busco con la mirada frenéticamente por mi hermano y sí, efectivamente

es él, y al ser consciente de aquello me sobresalto. ¿Qué hace Andrey aquí? Si se supone

que se ha marchado ayer a California. No puedo creer que me haya mentido, ¿por qué me

mintió? ¿Es que acaso oculta algo? ¿Es eso? Mi subconsciente asiente con la cabeza

animadamente en respuesta a todas mis preguntas. Recuerdo muy bien lo que Andrey ayer

dijo, se despidió, alegó que se iría muy temprano en la mañana, y que esperaba que pronto

enviase fotos de mi futuro departamento en New Haven.

Shaila también me mira extrañada y yo le devuelvo la misma mirada, ella está pensando

lo mismo que yo, es algo extraño pues no es la primera vez que nos pasa, más esta vez es

algo profundamente distinto, la respuesta está ahí, es obvia, Andrey me mintió y está en la

ciudad por alguna razón que no quiere que yo sepa.

Por eso, cuando mi hermano se aleja finalmente de su auto aparcado a un lado de la

acera, yo me levanto rápidamente y observo a Shaila, esperando que no se tome a mal mi

marcha.

—Tengo que averiguar qué es lo que ocurre aquí —explico, y sin tiempo de ver la

respuesta de ella, corro hacia la salida y, sigilosamente, comienzo a seguir a mi hermano.

Y por alguna desconocida razón para mí, mi hermano se detiene en el hospital, donde

entra a través de las puertas sin mirar atrás y en consecuencia, algo revolotea en mi

estómago. Y algo me pregunta en un grito, muy dentro de mí, si estoy segura que quiero

seguir adelante y saber qué es lo que ocurre, o permanecer en este laberinto mental en el

cual estoy atrapada por tantas dudas arremolinadas en mi cerebro.

Acomodo mi bufanda gris al mismo tiempo que me decido entrar al hospital,

manteniendo una distancia prudente para no ser vista por Andrey, al menos no por ahora.

Con mis nervios a punto de colapsar, observo cuidadosamente cuando mi hermano se

dirige directamente al ascensor del hospital, por un momento pienso que algo ha ocurrido

con mamá o con papá, y el pensamiento me estremece; sin embargo, luego sé que aquello

es sumamente imposible, pues yo sería la primera en enterarme, de ocurrir algo

desagradable con mis padres.

Mi hermano, luego de platicar con una enfermera que sale del ascensor al mismo

tiempo que él lo sube, pulsa uno de los botones —el cual evidentemente no logro ver— y se

pierde ante mi vista. Sin embargo, yo me apresuro a seguir a la enfermera joven y hacerla

hablar.

—Eh… hola —murmuro mientras aparezco ante su vista.

Ella me mira sospechosamente, y yo hago lo mismo con ella, pero después finjo mi

mejor cara de preocupación para hacerla caer.

—Hola. ¿En qué puedo ayudarte? —inquiere, dándose cuenta de mi ceño fruncido.

Agradezco internamente por haber preguntado aquello, y jugueteo con el dobladillo de

mi blusa blanca antes de preguntar:

—¿A qué piso subió mi el chico de ojos azules? —La miro fijamente, mientras pienso

en una excusa muchísimo más potente—. Mi amiga está loca por él, y necesito con

urgencia hablar con él, si me dijeras a qué piso subió…

Observo el rostro inexpresivo de la enfermera, que poco a poco se va sonrojando

levemente y luego me muestra una grandiosa sonrisa.

—Oh, tercer piso, querida —expresa ella, sus ojos brillando cautivados—, en ese piso

hay tantos chicos guapos…

Eso es lo último que escucho de ella pues comienza a alejarse, y yo hago lo mismo

abordando el ascensor y pulsando desesperadamente el número tres. Después de un minuto

o dos, ya finalmente en el tercer piso del hospital, observo a lo lejos a mi hermano platicar

con una señora ya mayor, y posterior a eso, ambos entran a la habitación que está frente a

ellos.

Taconeos de personas visitando, algunos sollozos, otras enfermeras de aquí para allá,

me indica que lo que sea que haya en esa habitación a la que ha entrado mi hermano, no me

va a gustar para nada. Poco después de pensarlo, mis miedos comienzan a manifestarse y

mi corazón late con fuerza, mientras con pasos lentos y temblorosos me voy acercando a la

habitación que permanece con la puerta cerrada. Con cuidado, miro a un lado a otro

rogando porque nadie me pille, y colocándome en puntillas, observo por la pequeña

abertura que se encuentra en la puerta quién está internado en la habitación.

Al verlo, y no creerlo todavía y después al cerciorarme que lo que estoy mirando en

estos momentos es verdad, y que no se trata de una maldita pesadilla, mi mundo se cae en

miles de pedazos, quebrándose completamente ante la escena.

Trenton Lombardi está aquí, y no precisamente de visitante, él está internado.

Sus ojos no me observan, porque sé que no ha reparado en mi presencia, pero yo sí lo

veo a él, y mi corazón se encoge considerablemente y sufre, sufre lo que jamás pensé que

sufriría. Trenton está recostado en su cama, su pierna alzada un poco, sus ojos fijos al

frente, mientras April, y Andrey junto con la señora con la que estaba platicando hace rato,

le observan atentamente y le susurran cosas. Trenton asiente desganadamente, y puedo ver

las medias lunas que se sitúan debajo de sus ojos; también se encuentra un poco delgado,

aunque se pueden seguir observando a distancia sus bien formados músculos; sin embargo,

es su rostro el que delata un terrible dolor, que comienza a carcomerme por dentro a mí al

ser testigo de ello. Aunque no soy capaz de perderme en su mirada en estos momentos, esa

luz que alguna vez estuvo allí, ya no está, y fue reemplazada por una oscuridad

inimaginable. Su cabello ya no está largo como antes, se encuentra un poco más corto,

aunque no puedo verlo completamente por el gorro de lana gris que lleva puesto.

¿Pero… qué… es lo que le ocurrió?

Su desgana me retuerce el corazón, y siento las lágrimas acumularse en mis ojos, por

ello dejo de observar y me apoyo en la puerta pues mis piernas comienzan a fallar por

tantas emociones juntas.

Y todavía no entiendo por qué April se encuentra allí, y mucho menos no comprendo el

por qué mi hermano sabe de esto y yo no.

¿Sufrió algún accidente?

¿Cómo Andrey pudo ocultarme semejante cosa?

Le echo un último vistazo a Trenton antes de marcharme para planear lo que voy a

hacer a partir de ahora. Además, de procesar el gran cambio en el chico que una vez amé —

o amo, en realidad lo amo tanto que esto comienza a matarme por dentro—. El semblante

de Trenton me ha desubicado en gran cantidad, es otra persona, tan distinto que mi corazón

se rompe una vez más en dos al pensar lo que le pudo haber ocurrido. En mi mente sólo

rondan miedos que tienen que ver con su salud, ni siquiera pienso en el pasado, en las cosas

malas, aquellas que se han marchado apenas lo vi en esa cama sin algún brillo de vida

plasmado en su rostro pálido. Ni siquiera en estos momentos me importan las razones por

las cuales me alejó de él, sólo existe el miedo de su rechazo al aparecerme una vez más en

su vida. Estoy destrozada, es un sentimiento tan fuerte que causa que mis piernas y manos

se tambaleen descoordinadas, mi cabeza explotará en cualquier momento y mis nervios van

a colapsar, mientras intento caminar apoyándome en la pared para no caerme a causa de la

conmoción.

Yo puedo engañar a muchas personas, puedo asegurar que ahora soy mucho más fuerte

que antes, que la vida me ha demostrado que me esperan cosas mejores y que estoy genial;

no obstante, a mí no puedo engañarme de la misma forma, Trenton es mi vida y mucho

más, y aunque haya hecho cosas que me lastimaron enormemente, eso no va a cambiar en

nada. Yo le amo, y es un sentimiento puro y real, y quizás no correspondido, pero esto no

importa ahora, verlo en esa cama, con ese rostro suyo, hermoso, espléndido pero triste, me

ha demostrado que aunque quiera apartarlo así como él me apartó a mí de su corazón, para

mí es plenamente inviable.

Ni siquiera sé si lo correcto sea entrar. Sólo huyo, como siempre acostumbro hacerlo.

***

Desde el día de ayer, que descubrí el paradero de Trenton, han cambiado muchas cosas

en mí. Aplacé mi entrada a la universidad sin explicar mucho el por qué a mis padres, pues

a nadie le he contado lo de Trenton, ya que lo he mantenido en secreto, igual que mi

hermano, el cual después de llamarlo luego de unas horas de haberlo visto en el hospital,

jamás me mencionó que estuvo aquí, y alegó estar muy ocupado en California desde su

llegada.

No he podido averiguar sobre lo que padece Trenton, y tampoco he sido capaz de darle

la cara, sólo lo veo cuando está distraído o dormido y sólo de lejos; sin embargo hoy las

cosas van a cambiar, lo sé.

Aunque sólo pueda verlo de lejos mi alivio es notable, mas quedan ciertos miedos, y en

mi mente me reprendo mi actitud tan infantil; sin embargo no desisto de la idea de verlo.

¿Algo va mal conmigo que siempre tiendo a huir o esconderme?

¿Cuál será su reacción al verme?

Sin planeármelo, después que la señora que normalmente está con Trent todo el día —

supongo que es su madre— abandona la habitación, me detengo en la puerta y observo con

cuidado si Trenton se encuentra despierto, afortunadamente, por las horas en las que me

encuentro aquí, todavía está durmiendo, el conocimiento de aquello es suficiente para que

yo me escabulla en su habitación sigilosamente y, después de tantos meses, lo vea de cerca

una vez más.

Mis impulsos me llevan hasta él, y en un abrir y cerrar de ojos, una de mis manos está a

sólo unos centímetros de su rostro, pero a tiempo la detengo sin llegar a tocarlo pues

aquello puede ayudar a despertarlo y yo antes necesito saber qué es lo que él tiene y la

razón por la cual se encuentra aquí.

Sin embargo, antes que pueda llegar a coger su ficha, unos pasos se hacen sonar y yo

después de dar un brinco de asombro, corro hacia el baño y me escondo lo mejor que

puedo.

—El tratamiento lo tiene muy cansado, sólo debes estar al pendiente si necesita algo o

comienza a dolerle —dice una voz femenina, la cual reconozco como la de la madre de

Trenton.

Los pasos se hacen cada vez más ruidosos hasta que oigo el sonido de una puerta

cerrarse.

—No te preocupes, estaré al pendiente —contesta otra voz. Se trata de Gioele.

Mi corazón se vuelve a detener una vez más en la semana.

Todos sabían desde hace tiempo que él se encuentra aquí, aunque no sé desde hace

cuánto, pero algo me dice que no es desde hace poco.

Frunzo el ceño, apoyando aún más en la puerta del baño, rogando porque digan algo

más que me haga descubrir el gran misterio que se esconde en torno a Trenton. Sin

embargo no hay nada, la señora al poco tiempo se marcha después de dar unas indicaciones

adicionales a Gioele, las cuales no me revelan nada, y luego, él se queda ahí, lo sé.

Suspiro y trato que no sea ruidoso; miro el suelo, mientras pienso en lo que haré ahora

que Gioele está aquí y no hay ninguna forma de salir; no obstante, no llego a pensar mucho,

pues la voz de Gioele me saca de mis pensamientos:

—Pensé que estabas muy cansado —dice él, y puedo percibir su sonrisa perezosa en su

voz—. Y diablos, Trent. Todas las enfermeras están enloquecidas.

Una risa débil se hace escuchar, y mi corazón ya lastimado sufre otra punzada.

—Eso es lo de menos, idiota —responde, y escuchar su voz luego de tanto tiempo hace

que las mariposas dormidas en mi estómago se despierten más alocadas que nunca—.

Quiero largarme inmediatamente de aquí, cada vez estoy más seguro que todo esto no

servirá de nada. Lo sé, lo siento.

Oh mi Dios.

¿Qué no servirá de nada?

El tono de su voz causa que algo dentro de mí despierte, mi lado protector quiero decir,

deseo poder salir de este baño estúpido, en donde me encuentro escondida, y acercarme

corriendo a él y abrazarlo con fuerza, hundir mi cabeza en su pecho y aspirar su aroma,

besarlo en la frente, en sus manos, en sus labios, mientras le aseguro que todo estará bien.

Pero no puedo, él va a rechazarme en cuanto me vea, eso es lo que hizo, eso es lo que hará,

me alejará de él.

—No hables así, hombre —contesta Gioele, después de un tiempo estando en

silencio—. ¿Qué pasó con eso de que te recuperarías y luego la buscarías? ¿Qué pasó con

reponerte y recuperar tu vida?

Silencio.

¿Buscar a quien?

¿Recuperarse de qué?

Vuelvo a fruncir el ceño por la confusión acumulada en mi sistema. Espero que alguno

de los dos hable y me saque de mis dudas y temores en este mismo momento. Por un

santiamén, se adueña de mí algún tipo de esperanza, pero la realidad es otra, y a esa

realidad es a la que me adhiero.

—Me odia, entiéndelo. Ella. Me. Odia —Suspira, logro escucharlo a pesar de los

pitidos de los distintos aparatos médicos a su lado—. Me olvidó. Sus cartas son tan

explícitas en ese sentido.

Gimo audiblemente para después cubrir mi boca con una de mis manos, me congelo allí

mismo, con el pavor de haber sido escuchada por alguno de los dos, sin embargo, ellos

siguen platicando entre ellos.

—Si no hubieras hecho lo que hiciste… —Intenta replicar Gioele, aunque luego se

queda en silencio.

Trenton y Gioele están hablando de mí. Y al saberlo me causa distintas cosas que no sé

cómo explicar, lo primordial ahora dentro de mi cerebro son las preguntas: ¿Por qué se

preocupa por eso? ¿Por qué le pesa el que yo le olvide? ¿Por qué tengo tanto miedo de

saber las respuestas en mis preguntas? Mi subconsciente me grita una posibilidad en este

momento, pero yo no quiero aceptarla, porque es aún más dolorosa que la certeza de que

Trenton no me ama en lo absoluto.

—Bueno hombre, no te pongas así, yo sólo quiero ser sincero. —Escucho decir a

Gioele, y en mi mente aparece el rostro cansado de Trenton, su ceño fruncido y sus ojos sin

brillo nostálgicos.

Escucho a alguien suspirar, pero no distingo a quien le pertenece el suspiro.

—Lo hice para protegerla —dice, o eso es lo que creo haber escuchado, pero no estoy

segura.

Mientras ambos se ponen a hablar sobre el taller y otras cosas que definitivamente no

me importan, mis pensamientos se centran en algo distinto: en lo que le dije en la carta, en

la noticia de la universidad, está claro el por qué de no haberme respondido ninguna de

ellas, ni siquiera para rechazar la oportunidad de hacer realidad su sueño, quizás muy

dentro de él quiere hacerlo, quiere aceptar este regalo, mas sus condiciones actuales no se

lo permiten, y me duele en el alma pensar que esto último no cambiará, tal y como él lo ha

dicho hace apenas unos minutos, nada de lo que hagan en el hospital por él le ayudará, y

eso me lleva a preguntarme nuevamente: ¿Qué es lo que tiene? ¿Por qué está aquí?

¿Debería enfrentarlo?

Gioele, según explica antes de marcharse, se va a la cafetería, después de que alguien

entrara, una voz femenina se dirige hacia Trent alegando sobre el almuerzo, luego de unos

minutos escucho la puerta cerrarse y sé que él está almorzando.

Me quedo en el baño por mucho tiempo, aún indecisa de qué hacer.

Pierdo la cuenta en cuánto tiempo escucho abrir y cerrar la puerta en el baño, pasan

horas y horas en las cuales encuentro la certeza que Trenton finalmente se ha quedado

dormido, es así como encuentro las fuerzas necesarias para salir y enfrentarlo, aunque él no

pueda verme.

Como lo supuse, Trenton Lombardi está hermosamente dormido, sus labios están

entreabiertos mientras suspira entre sueños, sus largas y espesas pestañas cobijan sus

hermosos ojos ahora cerrados, y yo me deleito de su belleza, aunque lo he visto en mejores

condiciones.

Sobre su pecho se encuentra un grueso cuaderno de dibujo, ese que ha sostenido a lo

largo del tiempo que estuvimos juntos, jamás curioseé dentro de él, pero las enormes ganas

que tengo de saber qué ha pasado en todo el tiempo que estuvimos separados crecen cada

vez más y éstas son suficientes para tomar con cuidado el cuaderno y ojearlo mientras le

dedico miradas atentas a Trenton con miedo a que se despierte.

El primer dibujo detiene mi corazón.

Son dos orbes perfectamente dibujados, con sumo cuidado, acompañados por un par de

delineadas cejas, oscuras y se ven perfectamente cepilladas en la ilustración. El par de ojos

dibujados, negros, misteriosos pero hermosos y tan tiernos a la vez me hacen pensar que tal

vez exageró un poco y aplicó una belleza inexistente en el trabajo, luego frunzo mi

entrecejo al considerar que dibujó los ojos de otra persona, mas luego de estudiar el dibujo,

y las largas pestañas de los ojos, a un lado, en letra pequeña puedo leer: “Así es como me

mira en este momento”. Sin fuerzas y paso a la hoja siguiente, el dibujo es una copia de mí,

y aunque es una figura lejana lo sé, y reconozco la escena: una chica de estatura media en

un escenario a unos metros de distancia, está en puntillas, aplicando uno de los pasos más

reconocidos en el ballet, su cabello marrón recogido en un moño alto, sus ojos cerrados y el

resto de su rostro sereno, sus labios en una fina línea, delante de ella, puedo distinguir tres

figuras, como un jurado que la están evaluando, y sin ver más lo sé: Trenton me ha

dibujado mientras yo bailaba en mi audición para Julliard.

Al lado de mi figura puedo distinguir su letra cursiva: “Ella en realidad es increíble”.

Siento cómo una lágrima se escapa de uno de mis ojos y rápidamente la aparto con el

dorso de mi dedo para no mojar el cuaderno de Trent con ella. Emito un jadeo cuando paso

a la siguiente hoja y veo el dibujo fijamente, mis piernas tiemblan.

Una muchacha con el cabello largo y una sonrisa extremadamente grande en el rostro y

sus ojos fijos en una caja de música que sostiene en sus manos, en el dibujo, se puede

observar el brillo de sus ojos oscuros, como si las emociones en su ser fueran demasiadas.

Yo más que nadie lo sé, porque esa muchacha soy yo, y aunque intento evitarlo, lloro, en

silencio, con miedo de despertarlo.

“La amo tanto que soy capaz de cualquier cosa por verla sonreír”. Es lo que puedo

leer a un lado del dibujo.

Oh Trenton…

Entonces así paso el resto de la noche, observando los hermosos dibujos que hay en su

cuaderno, el cual contiene casi todos nuestros momentos juntos, cuando me vio por primera

vez, cuando fue a mi escuela a entregarme mi pulsera, cuando platicamos en el GYM,

también la vez que subimos a la azotea y me enseñó las luces de la ciudad, así como

también la tarde que me llevó en su motocicleta al partido de fútbol que terminó en una

pelea, dibujó también mi rostro en aquel edificio abandonado de donde él se lanzó, la

primera vez que nos besamos, mi rostro con diferentes gestos, algunos graciosos, algunos

horribles, todo, absolutamente todo está en ese cuaderno, como si todos los momentos los

tuviera guardados en su mente, con cada preciado detalle.

No sé exactamente qué hora es cuando decido dejar su habitación, no dormí nada, lo sé,

son aproximadamente las cuatro de la mañana cuando dejo el hospital, llamo un taxi y

mientras lo espero, mis pensamientos viajan al pasado, cuando Trenton me regaló aquel

cuadro pintado por él.

***

—«Mira las estrellas. Mira como brillan por ti» —Recitó él, mencionando la letra de la

canción de Coldplay “Yellow”. Yo suspiré por el detalle, y acaté lo que él me ha dicho,

observé el cielo, adornado esa noche por unas brillantes estrellas. Trenton a mi lado

sonriente, con ese brillo fenomenal en su mirada, como si en ellos también hubieran

estrellas. Volví a suspirar, por su presencia, porque él se encontraba frente a mí, en la

azotea de siempre—. Todavía te hago sonrojar.

Le sonreí un poco tímida.

—Creo que eso no va a cambiar.

El rió con ganas y se acercó más a mí, colocó sus manos en mi rostro y lo acercó a su

pecho, un gesto protector y a la vez tan dulce, lo que causó que yo aspirara su aroma dulce

y masculino. Pasé mis brazos a su pecho y él levantó mi rostro para que le mirase a los

ojos.

—¿Sabes que haría cualquier cosa para cambiar tu estado de ánimo actual, verdad? —

inquirió, a lo que yo acepté enérgicamente. Por supuesto que lo sabía; sin embargo, creía

que eso sería imposible, por los acontecimientos recientes en ese entonces: los periodistas

no nos dejaban en paz, el señor Sanders había muerto hacía un día y todo era demasiado

para mí, jamás he soportado la presión, lo injusto era que Trent también sufría por su

hermano, pero él dejaba su sufrimiento a un lado, sólo para aplacar el mío—. Entonces es

mi deber hacer cualquier cosa, y esta vez he hecho una muy simple, creo que eres una

chica hermosa y que has recibido montones de regalos por tus pretendientes, regalos

incluso más caros: sortijas, anillos, collares…

—Pero son cosas materiales —le repetí por enésima vez, siempre insistía con esto.

Él asintió con la cabeza mientras reía.

—Por eso hice algo yo mismo, y quiero que sea tuyo.

Trenton depositó un beso en mi frente, y por un momento cerré los ojos y me dejé llevar

por su aroma, y lo acerqué más a mi cuerpo, esperando sus labios en los míos; sin

embargo ellos nunca llegaron, no en esa parte de mi cuerpo, Trenton besó mi cuello con

dulzura y luego me dejó ir, al tiempo que recogía algo del suelo, lo que no había visto

hasta ese momento. Quitó el papel que lo cubría y puso el cuadro frente a mis ojos.

—Quizás no lo entiendas… a veces el arte se expresa de una manera extraña. —

Trenton evaluó mi rostro y por sus ojos apareció la decepción—. Quizás no te guste…

Le interrumpí:

—Me encanta.

El cuadro expresaba dos sentimientos distintos, lo sabía: miedo y felicidad. Algo

extraño, pero definitivamente hermoso.

***

—Creo ahora entiendo lo que quiere decir la pintura —Me digo a mí misma, frente al

espejo del baño del departamento. Apenas desperté cinco horas después de haber llegado,

me encerré en el baño para tomar una ducha y pensar minuciosamente en todo lo que está

ocurriendo.

Lo cierto es que en unos minutos estaré en el hospital nuevamente.

Hoy estoy decidida a averiguar todo lo que está pasando con Trenton, y el por qué de su

estadía en un hospital; necesito desesperadamente las respuestas a todos los “por qué” que

tengo en mi mente.

Afortunadamente, cuando llego a la habitación de Trenton, todavía se encuentra

dormido, y aprovecho el instante para acceder a sus fichas médicas que se encuentran al pie

de la cama; sin embargo no puedo evitar el impulso de observarlo por unos largos minutos

y hacer el intento de tocarle una de sus manos, aunque poco después mis dedos no dudan en

rozar sus labios con sumo cuidado y me percato de la suavidad —aunque estén un poco

resecos— de éstos y las ganas que tengo de besarlo, pero me contengo.

Niego con la cabeza, porque los pensamientos que invaden mi mente son

completamente absurdos y el hormigueo en mi estómago no me deja calmar la ansiedad que

siento en este momento.

Mis manos temblorosas, ahora a causa del miedo cuando toman las fichas de Trenton

con cuidado. Inhalo y exhalo pesadamente un par de veces para coger compostura y,

finalmente, abro una de las fichas y comienzo a leer atentamente lo que dicen cada una de

ellas. Para mi sorpresa, Trenton está internado en el hospital desde hace meses, poco

después de que él y yo hayamos… terminado, saberlo ahora me contrae el corazón y las

sospechas aumentan inmediatamente. Aunque todo pensamiento abandona mi mente

cuando, después de estudiar con detenimiento los documentos de Trenton, reparo en

diagnostico y el tratamiento.

Osteosarcoma.

Quimioterapias.

Operación.

Oh Dios mío.

Suelto las fichas como si fuesen un objeto de mierda que ha llegado desde el mismísimo

infierno. Mi corazón comienza a golpear con fuerza en mi pecho, mientras yo dirijo mi

mirada a un Trenton completamente dormido y pálido. Jadeo y luego gimo y

posteriormente sollozo, él tiene… cáncer… no… eso es… injusto… Oh Dios…, Trenton…

él no puede…

Me derrumbo en el suelo, mis piernas perdiendo las pocas fuerzas que poseían, caigo de

rodillas en inmediatamente tapo mi rostro con mis manos, tantas cosas pasan por mi mente

ahora, que no se en cuál de ellas enfocarme, sólo una frase en mi mente: Oh Dios Trenton

no…, Y luego todo lo que puedo pensar en todas las veces que él me daba a entender que

había algo mal, que su pierna no estaba bien, que estaba enfermo ya cuando lo conocí, que

él estaba luchando contra el cáncer, y que era más fuerte que él mismo…, él me lo dijo

tantas veces… tantas veces… tantas, pero yo no lo escuché, no completamente; jamás pasó

por mi cabeza algo tan horrible como esto… Oh Dios Trenton, mi Trenton, no puedes

dejarme de nuevo. Lloro, no sólo porque ahora sé finalmente lo que está ocurriendo, sino

también porque él no me lo dijo, mis sospechas se convierten ahora en una fuerte realidad:

él se fue, él me pidió un tiempo para alejarme de esto, para evitar que yo sufra junto a él.

Me privó del dolor, sabiendo que él sufriría el doble por hacer aquello.

—Todas las personas hacemos cosas estúpidas. —Había dicho Trenton una vez—.

Quizás tú no harías algo así. Pero todos tenemos una parte malvada en nuestra mente,

¿sabes? Yo por protegerte sería capaz de cualquier cosa, Ciara, estás advertida.

Y lo hizo. Sólo que no me protegió de ninguna manera. Sin embargo él pensó que sí lo

hacía, lo sigue pensando, por eso se priva de mi compañía, por eso jamás me contó su

enfermedad, aún sabiendo que yo le apoyaría.

Porque estoy segura que él sabe eso.

La pregunta es: ¿Si yo fuera él, hubiera hecho lo mismo?

No tengo ninguna respuesta. Sinceramente no la tengo ahora, sólo tengo la seguridad

que este chico que está aquí sentado me necesita, me necesita con todas sus fuerzas, yo lo

sé, él me ama, siempre me amó, siempre estuvo para mí, y siempre me dio fuerzas para

superar cosas más pequeñas comparadas con ésta, que sólo con su mirada iluminó la mía.

Sin embargo, ahora me toca hacer todo lo que él hizo en el pasado, por él, por su salud, por

su felicidad, por nuestra felicidad.

Lo observo, ahora levantada, pero sin parar de llorar, y por un momento lo veo abrir los

ojos, y se fijan en los míos por sólo unos segundos, que son lo suficientemente maravillosos

como para revivir una parte de mi corazón. Pero luego vuelve a dormirse, y yo aprovecho el

momento para besarle en la frente y salir de la habitación antes de que alguien llegue pues

todavía no he decidido que alguno de sus visitantes me vea, al menos no por ahora.

Al salir del hospital inmediatamente me encuentro frente a mí al rostro de Shaila

envuelto desde la altura de su nariz para abajo en una bufanda negra.

—¿Pero qué estás haciendo aquí? —me pregunta ella, buscando alguna herida en

cualquier parte de mi cuerpo, posteriormente, frunce el ceño—. ¿Estás embarazada?

Oh, bueno esto no me lo esperaba.

—¡Por supuesto que no! —exclamo en respuesta—. ¡Ni siquiera tengo vida sexual! —

Luego de casi llegar a los gritos, trato de tranquilizarme—. Trenton está aquí… y… tiene…

er… tiene…

Mis ojos comienzan a humedecerse, y ella se percata de aquello.

—¿Qué tiene? —Entrecierra los ojos al preguntar.

Y admitirlo en voz alta me destroza.

—Cáncer. —Y entonces comienzo a llorar, pero esta vez tengo alguien que me

consuele.

Puedo superar muchas cosas, puedo fingir cuantas veces lo desee y hacerle creer a las

personas que no afecta nada, puedo luchar contra mis defectos, mis inseguridades, pero no

contra esto, no contra el amor que siento por Trenton, y contra el miedo de perderlo

sabiendo que él también me ama.

Y lloro, lloro… y Shaila está aquí, ella llora conmigo.

Trenton me sonríe ampliamente mientras avanza lentamente hacia mí, sus ojos

brillantes de regreso me cautivan en cuanto los veo, quiero hablarle, decirle cuánto lo

necesito y cuánto lo he echado de menos en todo este tiempo. Le sonrío en cuanto él está

cerca de mí y alzo mi dedo índice para tocar su hermoso rostro, pero ni siquiera logro el

contacto con su piel, pues él desaparece momentáneamente. Sólo soy capaz de escucharle

susurrar:

—Te necesito ahora.

Me sobresalto y despierto del sueño con el corazón a punto de salirse de mi pecho.

—¡Joder, me vas a matar de un susto! —exclama Shaila al otro lado de la habitación,

igual de asustada que yo—. Diablos Ciara, tus gritos son escalofriantes.

Frunzo el ceño; en mi sueño él se había marchado…

—Lo siento —digo sinceramente, mientras comienzo a levantarme de la cama para

tomar una ducha caliente—. Tengo los nervios descontrolados.

Shaila asiente con la cabeza, para después estudiarme con la mirada. Veo curiosidad en

sus ojos.

—¿Te vas ahora? —inquiere con sus ojos entrecerrados.

Asiento con la cabeza.

—Después de desayunar.

Ella de un salto se levanta de la cama, luego de desperezarse, suspira y luego sonríe.

—Entonces me pondré a hacer el desayuno, para irnos —dice y sale de la habitación

antes que yo.

Me congelo después de comprender el sentido de sus palabras.

—¿Irás conmigo? —Le pregunto desde la habitación, puedo oír cómo ella rebusca en el

refrigerador.

Ella ríe audiblemente.

—¿Crees que te dejaré ir sola? ¡De ninguna manera! Necesitas a alguien que te apoye

en esto.

Siento un nudo en la garganta al escucharla decir eso, y una pizca de culpa se hunde en

mí, jamás pensé que Shaila fuera mi amiga, y sin embargo aquí está ella, comportándose

como tal. Silenciosamente se lo agradezco, la verdad es que sí, necesito apoyo, y alguien

que pueda comprenderme perfectamente y me escuche si Trenton me rechaza, porque hoy

estoy decidida a mostrarme ante él, y pedirle que me permita acompañarle en momentos

como éste. Momentos en los que se necesita el mayor apoyo y amor que puedan darte para

seguir adelante, hacia el futuro.

Después de desayunar con Shaila soy capaz de llamar a mi hermano; él contesta

después del segundo tono.

—Hola hermana, ¿a qué debo el honor? ¿Cómo va tu departamento? —inquiere él, su

voz no parece del todo animada, y me pregunto internamente donde se encuentra.

Suspiro.

—Aplacé mi ingreso a la universidad —le contesto desganada—. Escucha Andrey, lo sé

todo, ¿vale? Y no sé por qué me lo ocultaste, no sé por qué todo el mundo me lo ocultó,

pero yo necesito estar cerca de Trenton en estos momentos.

Andrey se queda en silencio por un largo rato.

—No pude hacer nada, Ciara —explica luego de soltar un suspiro—. Él me hizo

prometer no decirte.

Mi preocupación crece cada vez más.

—¿Desde cuándo lo sabes?

Él vuelve a suspirar.

—Desde la pelea, en la cual fue internado al hospital por primera vez.

Eso fue hace ya tanto tiempo…

—Es cáncer Andrey… ¿cómo se supone que va a recuperarse cuando no se lo contó a

nadie? —pregunto soltando un sollozo—. ¿Estaba siquiera siguiendo algún tratamiento?

Mi hermano carraspea, y temo la respuesta, yo ahora estoy sin aliento.

—Escucha, hermana. Él va a estar bien, es fuerte y se le detectó el cáncer a tiempo. Eso

es bueno, muy bueno. —Hace una pausa—. Y él va a estar genial, siempre ha querido eso,

se alejó de ti, te pidió tiempo, porque los tratamientos de su enfermedad iban a lastimarte,

sólo quería que tú cumplieras tu sueño mientras él se curaba, pero las cosas se complicaron

para ambos. Pero Ciara, tú puedes volverle las esperanzas, este chico las ha perdido y

maldita sea, eso nos destroza a todos.

Yo ya estoy llorando.

Oh Trenton, ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué decidiste por mí? Yo abría elegido

cuidarte, te habría amado con la misma intensidad, siempre.

Evito con todas mis fuerzas las ganas de echarme a llorar aún más.

—¿Crees que quiera verme? —le pregunto, temerosa.

Él ríe tristemente.

—Creo que se molestará un poco, pero probablemente desee verte como un loco. —Su

comentario me alivia, pero no lo suficiente—. Debes convencerlo, necesita un empujón

hacia ti, tú sabes.

Es verdad, probablemente al principio la idea de tenerme cerca le cause miedo y se

sienta un poco decepcionado de que su plan haya fracasado, pero no podrá hacer nada más,

yo no me alejaré de él, no de nuevo. Él ha vuelto a mi vida, y no lo dejaré marcharse tan

fácilmente.

Poco tiempo después, me despido de mi hermano cuando Shaila anuncia que está lista

para irnos; las dos al salir del edificio, nos acomodamos en su pequeño auto, yo en el

asiento de pasajero, y ella en el del conductor. Me sonríe ampliamente y sé que me está

brindando ánimos.

—Bien, pues en marcha —dice y luego enciende el motor del auto, haciéndolo rugir

para después ponerlo en marcha.

No tardamos mucho en llegar al hospital pues Shaila se encarga de evitar el tráfico a

toda costa. Después de aparcar el auto, antes de apagarlo me mira dubitativa, con una

pregunta silenciosa impregnada en sus ojos. Yo asiento con la cabeza respondiéndole la

mirada, sí, quiero que entre conmigo.

Salimos del auto y nos ponemos en marcha.

—Sabes, él podría recibir mejor trato en un hospital más… —Ella se calla antes de

terminar la frase.

Yo asiento con la cabeza en total acuerdo con lo que intenta explicar.

—Lo sé, pero estoy segura que no aceptará un traslado —mascullo, un poco molesta

por la actitud de Trenton, porque estoy segura que no aceptará, él es demasiado testarudo,

lo conozco perfectamente.

Ella me dedica una sonrisa antes de contestar:

—Entonces, cuando logres que esté en tus garras nuevamente, intenta persuadirlo —

opina, y seguidamente me guiña un ojo de forma pícara—, eso funcionará. Siempre

funciona.

Yo me río en voz baja.

—No sé por qué haces que tus comentarios suenen tan malvados. —Le dedico una

sonrisa triste, al tiempo que entramos al ascensor—. No puedo creer que tenga miedo que

Trenton me rechace, él siempre estuvo alrededor de mí, como si yo fuese su mundo. Ahora

soy yo quien debe convencerlo de que esté conmigo.

Shaila me mira con curiosidad, seguramente preguntándose qué ocurrió entre Trenton y

yo antes de conocerla a ella.

—No te preocupes, estaré esperándote aquí —dice cuando salimos del ascensor—, esto

es muy íntimo, necesitan estar solos, yo estaré aquí por si algo no funciona. Aunque…

estoy segura que ustedes… ya sabes, volverán. —Me guiña un ojo de nuevo.

Yo asiento rápidamente con la cabeza.

—Gracias.

—No es nada, Ciara. —Señala la puerta de la habitación de Trenton—. Ahora ve por tu

hombre.

Tomo una larga y profunda respiración antes de entrar, aunque antes de hacerlo, asomo

mi cabeza para cerciorarme que se encuentre solo y al darme cuenta de que su cama se

halla completamente vacía, mi corazón se paraliza.

—¡Oh Dios mío! —exclamo, el miedo apoderándose de mí inmediatamente.

¿Pero dónde está?

Muy dentro de mí me temo lo peor; mas cuando la puerta del cuarto de baño se abre

lentamente y aparece ante mi vista un par de muletas y seguidamente la silueta de un chico

alto, mi corazón comienza a latir de nuevo, pero a una velocidad extremadamente rápida.

Suspiro aliviada, para después enfrentarme en su mirada. Efectivamente él está más

asombrado que yo, afortunadamente se encuentra solo. Él me estudia con la mirada en muy

poco tiempo, observa mi rostro lleno de pánico, luego su cama vacía y mis rodillas

temblorosas y dice, en voz baja y tersa:

—«Hola. ¿Es a mí a quien estás buscando? —Suspira, sin dejar de mirarme con sus

ojos abrazadores, su rostro serio—. Lo puedo ver en tus ojos, puedo verlo en tu sonrisa: Tú

eres todo lo que siempre quise.» —recita la letra de otra canción llamada “Hello” me

congelo ahí en el mismo lugar, con mi corazón golpeando mi pecho, con mis lágrimas

amenazando con derramarse, con mis emociones enloquecidas, y las mariposas en mi

estómago revoloteando de aquí para allá por ser testigos de la hermosa mirada de Trent, por

escuchar su voz, por tenerlo cerca.

—Trenton…

Él emite un suspiro y se impulsa con sus muletas con cuidado hasta su cama,

posteriormente se sienta en su cama con suma lentitud, mientras yo miro cada uno de sus

movimientos con atención. Observo su cuerpo y su rostro, el gorro gris cubriendo casi toda

su cabeza, se le ve mal, hasta está llegando a perder el cabello de sus cejas.

—No puedo creer que estés aquí —contesta una vez sentado en su cama. Su rostro está

gacho, su ceño fruncido, lo veo derrotado, como si hubiera perdido una partida—. Esto no

es bueno para ti. Yo no soy bueno para ti.

Dos lágrimas se escapan de mis ojos al escucharlo, sus palabras son aún más dolorosas

ahora, sobre todo por el tono que ha utilizado en ellas, como si tratase de convencerse a sí

mismo de lo que está diciendo.

—Trenton… no…

Coloca una mano en alto.

—Tienes que irte. Ahora. —Jadeo audiblemente—. Creí que las cosas estaban claras

entre nosotros, Ciara. —Su voz destila petulancia—. No quiero que estés cerca.

Dios, ¿por qué tiene que ser tan duro? Yo debo ser más fuerte; pero no me lo está

poniendo fácil. Trato de recobrar fuerzas, porque ahora él es quien las necesita, y yo debo

dárselas.

Me vuelto hasta la puerta para colocar el seguro para que nadie nos moleste.

Me acerco hasta a él, noto la repentina tensión entre nuestros cuerpos. Ambos tenemos

miedo, quizás él más que yo. Por eso hago todo lo posible para alejar mis nervios y el

temblor en mis rodillas, me agacho para que él pueda mirarme a los ojos, y yo a los de él.

En cuanto nuestras miradas se encuentran, mis ojos se llenan aún más de lágrimas, porque

un atisbo del brillo de sus ojos ha vuelto, a pesar de contener lágrimas que no han sido

derramadas, resplandecen, sólo un poco, pero lo suficiente para alejar la oscuridad de ellos.

—No me voy a ir a ningún lado —aseguro, mi voz quebradiza a causa del llanto.

Trenton me mira fijamente, sus labios tensos en una línea recta, sus ojos abiertos y muy

redondos—. Yo te necesito, y sé que tú sientes lo mismo.

—No puedo…

Le interrumpo.

—Tú no puedes decidir por mí. Tu siempre has estado cuando te he necesitado, ¿por

qué yo no puedo hacer lo mismo?

Trenton niega con la cabeza, apretando el puente de su nariz con exasperación.

—Porque esto se sale de nuestras manos —explica gesticulando, para después volver a

mirarme fijamente—. No puedo arrastrarte a ti… y a los demás…

Lloro aún más.

—¿Qué puedo hacer para alejar tus miedos? —inquiero repentinamente. Él me mira de

una forma significativa, su ceño se frunce y saltan de sus ojos un par de lágrimas, las cuales

retiro instintivamente con mis dedos, el contacto con su piel me produce lo mismo de

siempre—. Dímelo, Trent. Haré cualquier cosa, lo que sea, sólo dímelo.

Distintas emociones veo en su rostro, sé lo piensa por unos largos minutos, para

después adaptar una expresión melancólica y cautelosa en su mirada.

—Bésame. Bésame y hazme olvidar.

Y yo al segundo hago lo que él me dice. Estampo mis labios contra los suyos en un

beso abrazador. Sus manos automáticamente se posan en mis mejillas, acunando mi rostro,

como si tuviese miedo que yo decida alejarme en cualquier momento. Mis manos se

posicionan en su pecho, y luego a la parte trasera de su cuello, mientras sus labios se

adaptan a los míos a la perfección y ambas lenguas inician una guerra entre ellas. Muerde

mi labio inferior para después acariciarlo con su lengua, y su acción envía estremecimientos

placenteros a todo mi cuerpo. No pensé en cuánto necesitaba esto, y ahora que lo tengo me

pregunto cómo pude soportar la distancia entre nosotros. Sus besos me llevan a otro

planeta, a otro universo, a medida que va acariciándome por todas partes, mis mejillas, mi

cuello, mi espalda, hasta que se detiene en mis pechos. Suspiro por su tacto, y el emite un

jadeo en respuesta. Ambas respiraciones erráticas, llevados por el amor y algo más. Pasión,

la pasión de un reencuentro. Mi cabeza está hecha un lío, mis pensamientos desordenados,

con ideas vagas rondando por mi cerebro, pensamientos sobre él, los cuales no consigo

ordenar, porque sus manos están sobre mí, porque sus besos me están enloqueciendo,

porque me encuentro sintiendo cosas relativamente nuevas, porque necesito todo de él, y

me da miedo admitirlo, dado el lugar donde nos encontramos.

Jadeo entre besos.

—¿Trenton?

Él me mira fijamente, me doy cuenta que ambos estamos llorando de felicidad mientras

nos fundimos en besos y caricias.

—Sé mía, ahora, en este momento. —Sus manos no abandonan mi rostro—. Te

necesito, si voy a dejar esta vida… tengo que…

Oh Trenton.

Dios mío, ¿cómo puedo explicar lo que siento al escucharlo hablar así? Simplemente no

tengo palabras.

—No hables así… —gimoteo entre lágrimas.

Él me regala una breve sonrisa, para después volverme a besar, con entusiasmo y

ferocidad.

—Por favor…

Le devuelvo los besos con la misma intensidad, permitiendo que él se acomode

cuidadosamente en su cama de hospital. Para cualquier chica esta sería una primera vez

ordinaria y simple, sin embargo para mí es todo lo contrario. Mientras me siento a

horcajadas sobre él y no cesamos de besarnos, pienso en todo lo que se siente en el

ambiente: amor, miedo, nostalgia, desesperación. Sus caricias sobre mi cuerpo son tan

lentas y cariñosas que me dejo llevar por ellas, por sus besos, por su amor. Jamás tendría

que haber dudado de él, no debí haber permitido que se alejase de mí. Pero ahora ambos

estamos aquí. Él me besa, yo lo beso, él se deshace de mis ropas, y yo de las de él con sumo

cuidado y lentitud, no sólo por su salud, sino porque ambos deseamos que este momento se

viva con calma, con serenidad, como lo es nuestro amor.

Observo su pecho. Hermoso. Aunque se le ve un poco más delgado. Conforme Trenton

besa mis hombros y mi cuello estudio sus tatuajes, notando el significado, una rosa negra,

un corazón sangrando por las espinas. Su corazón está lastimado, a causa del miedo, un

miedo que yo debo reparar, como el reparó los míos.

—Te amo, Trent.

Él me observa fijamente luego de abandonar mi cuello, nuestros cuerpos juntos, sin

ninguna tela que impida el contacto. Yo alzo mis caderas un poco, mientras él se acomoda

entre mis piernas. Yo todavía encima de él. Trenton sonríe, aquella sonrisa maravillosa que

derrite mi corazón reaparece después de tanto tiempo.

—Te amo, Ciara, te has convertido en mi universo. —Y somos uno solo, al principio es

doloroso, pero a la vez tan especial, aunque emito un pequeño grito que ahogo con un beso

de sus labios. Él se queda quieto por unos instantes, y me observa, preocupado—. ¿Te hago

daño?

Quiero decirle que no, pero no me da tiempo, pues ambos comenzamos a movernos uno

contra otro lentamente. Haciendo el amor sin prisas, convirtiendo lo nuestro en algo más

grande, en algo más sólido. Nos besamos, conforme somos piel con piel, pienso en lo que

nos espera juntos, en lo que debemos luchar para lograrlo, en el tiempo que perdimos

separados. Sin embargo esos pensamientos abandonan mi mente de forma rápida, porque

todos los sentimientos arremolinados en mi mente son abundantes, porque las emociones,

las sensaciones que estoy experimentando mientras él se mueve dentro de mí son

increíblemente hermosas, desquiciantes. Mi corazón se ensancha de felicidad, en cuanto

ambos llegamos la cima, después de tantas caricias, de tantos jadeos, fui suya por primera

vez.

Con respiraciones entrecortadas, me derrumbo sobre su pecho.

—Oh Dios…

Él acaricia mis cabellos con sumo cuidado. Pero luego se detiene.

—Ciara tú… —Su voz tiembla—. Nosotros no… no… nos hemos…

Río a pesar de estar exhausta.

—No te preocupes, estoy en control —le susurro en respuesta, después de besar su

pecho. Él no me pregunta más sobre eso, y me tranquilizo, pues es un hecho que he estado

en control de natalidad desde que comenzamos a salir me avergüenza, pues sabía que en

cualquier momento mi primera vez sería con él, lo sentía, y así fue.

—¿Ciara? —Su voz somnolienta me saca de mis pensamientos. Levanto mi cabeza de

su pecho para mirarlo.

—¿Qué?

Sus ojos brillan, su sonrisa tierna está de regreso, y yo me derrito ante su belleza.

—Te amo, te amo tanto… tanto… tanto…

Río y lo beso con ternura.

—Yo también te amo —le respondo sin titubear.

Después de unos minutos acurrucados juntos, decidimos vestirnos. La primera en

hacerlo soy yo, ante su mirada divertida y pícara. Luego me atrevo a ayudarlo, después de

todo —según él— fui yo quien vino con las intenciones de seducirlo. Me carcajeo por su

comentario, para después sonrojarme furiosamente.

Una parte del Trenton de antes ha vuelto, y aunque le cueste demasiado, estoy segura

que el resto de él volverá. Su risa produce lo mismo de siempre en mí, sus bromas son igual

de absurdas, y su despreocupación fingida sigue reluciendo a toda costa, al igual que su

sonrisa burlona, que aparece en cuanto hace avergonzarme, yo sé que le encanta hacerlo.

Yo me acurruco a su lado nuevamente por petición de él, y cuando estoy platicándole sobre

Shaila y sus amigos lo observo para percatarme que se ha quedado dormido. Su respiración

acompasada y sus mejillas ligeramente sonrojadas por lo que hicimos hace

aproximadamente veinte minutos me cautivan. Lo miro y sé cuánto lo amo, lo miro y me

doy cuenta que es mi otra mitad, que es parte de mí, que me pertenece, así como yo a él.

Beso su frente para levantarme de la cama lentamente, sé que él necesita estar cómodo.

Me preparo para ir a la cafetería y platicar con Shaila mientras Trenton descansa, pues

estoy segura que cuando vuelva a su habitación de, él no estará solo, y yo deberé enfrentar

a su familia y expresar que él ha aceptado su compañía, sólo espero regresar antes que él

despierte.

—Ciara, debo juzgar por tu cara que él te ha aceptado con los brazos abiertos —expresa

ella apenas me ve salir de la habitación, se encuentra recostada en la pared, puedo ver en su

rostro el aburrimiento.

Le sonrío ampliamente.

—Siento haberte hecho esperar tanto —me disculpo mientras comenzamos a caminar—

. Trenton está dormido ahora, podemos ir a la cafetería mientras llega la hora de visita.

Shaila asiente con la cabeza, y me dirige una mirada divertida.

—Creo que lo has agotado, chica.

Me sonrojo violentamente, lo que causa que ella suelte una escandalosa carcajada.

—Ya basta. Iremos por un café, aprovechando que estás sobria. —La halo del brazo

hasta uno de los ascensores, ella murmura un «De acuerdo» y me sigue en silencio.

En la cafetería, le platico algunas cosas sobre Trent —quitando la intimidad, claro

está—, aunque ella insiste en que hubo algo más, no puedo negarlo, la chica sabe sobre

estas cosas, pero tampoco admito nada. Shaila me pregunta sobre la salud de Trent, aunque

no tengo mucha información sobre ello, espero tenerla esta tarde, pues hablaré con Gioele,

y con la madre de Trent también. Noto a Shaila un tanto pensativa después de hablar sobre

eso, sin embargo ella no dice absolutamente nada de lo que le sucede, supongo que no

quiere añadir más preocupaciones a mi lista, aunque a mí me tiene sin cuidado eso, por eso

le pregunto qué le sucede, lo que ella responde con un: «Nada» que no le creo, es como si

me mintiese cuando tengo la verdad en frente de mí. La conozco lo suficiente para saber

que algo no anda bien.

—Es que estoy cansada. —Es lo que dice, al tiempo que nos levantamos de nuestra

mesa unas horas después.

Caminamos en silencio de vuelta a la habitación de Trenton, ella pensativa y yo ansiosa

por saber cómo procede el tratamiento de Trenton y cuál es el diagnóstico; sin embargo, no

llego a pensar mucho en eso, cuando reparo en el revuelo que se halla en su habitación,

enfermeras entran y salen, y unos gritos ahogados se hacen escuchar.

—¡Pero ella estuvo aquí! —exclama Trenton, su voz desesperada y frustrada—. ¡No!

¡No puede ser un sueño! ¡Yo la vi! ¡La vi! —Puedo percibir el miedo detrás de sus gritos,

lo sé, él no se encuentra muy seguro de sus propias palabras, está dudando el que yo haya

estado allí, en su habitación, con él.

—Hijo, por favor, cálmate —responde la voz de su madre, también desesperada.

Trenton emite un gruñido.

—¡No! ¡Ella estuvo aquí, lo sé! —Vuelve a exclamar, y en este momento cruzo el

umbral de la puerta para encontrarme inmediatamente con su mirada. Lo observo

entumecida, y él hace el intento de levantarse de su cama, pero dos enfermeras lo toman

una de cada lado, aunque sé que son demasiado delgadas como para poder contra él—.

Ciara —musita, ahora relajado, pero sin dejar de mirarme.

Él tiene miedo de que yo no esté aquí en realidad, y aquello me abruma profundamente.

—¿Ella es…? —dice la madre de Trenton, sus ojos verdes abiertos como platos. Yo

asiento con la cabeza y me apresuro a acercarme a Trenton, quien sigue cada uno de mis

movimientos. Lo miro a los ojos, hago el intento de mostrarle una sonrisa, pero la verdad es

que el miedo en su rostro controla mis emociones ahora. Suspiro, antes de prometerle:

—Estoy aquí, jamás me iré, ¿de acuerdo? —Él asiente con la cabeza, todavía está

temeroso, su rostro me recuerda al de un niño asustado y confuso—. Jamás me iré.

Le doy un casto beso en sus labios, y él me abraza, convenciéndose a sí mismo que todo

es real, que yo estoy con él, que yo no me iré, y que lo amo mucho más de lo que se atreve

a admitir.

Siempre me he preguntado cómo se sentirá el sufrir en soledad. Antes de conocer a

Trenton Lombardi yo pensaba que me encontraba completamente sola, sin amigos, con un

corazón roto, con padres distantes, y con un mundo distinto dentro de mi cabeza donde

mostraba quien era en realidad. Antes de conocer a Trenton veía el mundo de una manera

distinta y complicada, donde yo sufría y me sentía terriblemente sola, tan sola que ahogaba

mis sentimientos y me escondía cuando alguien quería acercarse. Yo no estaba sola, me

encontraba aislada del mundo pues tenía miedo a enfrentarme contra cosas peores, sin

embargo, ahora poseo un punto de vista más amplio y sensato.

Nunca debemos aislarnos ni huir de los problemas, ni mucho menos privar a las

personas que queremos de situaciones difíciles. Todos los seres humanos debemos aprender

a luchar, incluso las cosas se tornen mucho más sólidas que nosotros, incluso el muro que

debemos atravesar sea más alto de lo que pensamos, debemos intentarlo, trepar, hasta

alcanzar lo que queremos, y a pesar de tantas lágrimas, tantos sacrificios, el esfuerzo valdrá

la pena.

Y nunca estamos solos, yo nunca lo estuve, las situaciones no me lo demostraban, pero

con el tiempo lo he sabido: nunca estuve sola, siempre tuve a mi hermano mayor, siempre

estuvo mamá y papá, éstos me han protegido cada uno a su manera, siempre estuvieron los

gemelos Sanders, y aunque hubieron diferencias, quedaron olvidadas, y al pasar el tiempo,

gané amigos, conseguí el amor, Trenton llegó a mi vida para demostrarme eso y mucho

más, para demostrarme que siempre debo darles una oportunidad a personas como él,

Gioele, Luke, Donny y Shaila, todos mis amigos, los que nunca me han fallado.

Han acontecido innumerables cosas a partir de la primera vez que Trenton y yo

estuvimos juntos después de estar casi siete meses separados. Él teme y yo temo, sin

embargo ambos guardamos nuestros temores y nos enfocamos en nuestras esperanzas, las

que servirán mucho más.

He venido a ver a Trenton todos los días y sólo me he ido a casa para dormir y regresar

a la mañana siguiente. Ha transcurrido una semana, en la cual todos hemos visto a un

Trenton completamente animado y sonriente, el chico de siempre, aunque una parte de él se

ha ido, yo le amo intensamente.

Conocí a la madre de Trent el primer día, ella estaba muy melancólica y traté de

calmarla, ella se ha estado culpando constantemente por lo que ocurre, alegando que desde

siempre estuvo más al pendiente de su hijo mayor que del menor, cosa que no fue capaz de

admitir delante de Trent, pero estoy segura que él lo sabe perfectamente. La mamá de Trent

es completamente lo contrario a su hijo, teme por todo, es muy llorosa, y entra en

desesperación demasiado rápido, por lo que el señor Cole, su hermano, la ha enviado a casa

para descansar y se ha quedado aquí para hablar con los doctores sobre el avance del

tratamiento de Trent y la próxima operación para extirpar el tumor.

Gioele también se encuentra aquí, con una guitarra acústica en sus manos, con la idea

de animarnos a todos.

—¡Eh! ¡Deja eso muchacho del demonio! —exclama su padre por enésima vez, es

obvio que a Gioele le encanta sacar de sus casillas a su padre—. ¡Te van a sacar de aquí,

imbécil!

Trenton y yo reímos, mientras Gioele comienza a tocar la guitarra imitando un ritmo

español, luego toma una de las rosas que la madre de Trent trajo para su hijo e intenta

ponérsela en los labios.

—¡Estás haciendo el ridículo! —Se burla Trenton negando con la cabeza.

Gioele le dedica una mirada divertida y después coloca la rosa en su sitio.

—Estas estupideces le gustan a las chicas —dice cantando con la guitarra, aunque su

voz está fuera de tono. Veo al señor Cole sobarse los oídos con el ceño fruncido, lo que

hace que me ría abiertamente—. Apuesto a que Ciara cae rendida a mis pies ahora mismo.

Trenton ríe.

—Lo hará, sí. —Asiente con la cabeza—. Pero a causa de una conmoción por tu

horrible voz de burro con dolor de estómago.

Gioele termina de tocar y mira a Trenton con recelo.

—Idiota, recuerdo que me pediste que te acompañara a dale una serenata a… ¿cómo es

que se llamaba? ¿Selena? ¿Serena? ¿Sirena? ¿Ariel?

Abro los ojos como platos e inmediatamente miro a Trenton esperando una explicación,

aunque en mis adentros estoy evitando soltar una carcajada.

—¿Con que serenata, eh?

Trenton niega con la cabeza.

—Es una tontería, aunque si quisiera deshacerme de alguien si le pediría el favor a

Gioele. Estoy seguro que llevarlo a dar una serenata es como si dijeras “Muérete de un

dolor de oídos” en pocas palabras.

Todos nos carcajeamos, hasta el propio Gioele, él jamás está enojado, ni siquiera

cuando nos burlamos de él. Me gustan los Venturi, son una familia extremadamente alegre,

a pesar de las dificultades.

—Con que la terapia de la risa, ¿eh? —dice Barbie, entrando por la puerta con una

bandeja de café humeante para todos—. Supongo que el objeto de burla es mi marido. —

Alza una de sus cejas.

Gioele amenaza con volver a cantar, pero su esposa logra callarlo dándole un beso en

los labios.

—Esto es tan asqueroso —dice Cole con una mueca de asco, mientras su hijo y su

nuera se besuquean descaradamente.

Trenton lo mira divertido.

—Bueno, como estos se están besando… ¿Deberíamos hacer lo mismo, Ciara? —me

pregunta con un guiño.

El señor Cole pone cara de disgusto.

—¡Asqueroso! ¡Asqueroso! —exclama, pero está riendo.

Eludo las ganas de darle un beso en los labios a Trenton, ya que es un gesto que me

incomoda hacer delante de su familia. Ahora estoy sonrojada, esa clase de bromas son tan

vergonzosas, pero a Trenton se le dan tan bien, siempre tan burlón. Le aprieto la mano, aún

sentada al lado de su cama, él sentado en la cama con su pierna enferma en alto. Todavía

estoy dándole gracias a Dios porque el cáncer se detectó a tiempo y no ha tenido la

oportunidad de expandirse. La operación próxima es decisiva, ésta determinará todo.

La voz del tío de Trent irrumpe en mi ensimismamiento.

—La verdad es que Ciara ha cambiado el ambiente por completo —asegura él,

mirándome evidentemente con agradecimiento. Observo a Trenton, él me aprieta la mano

mientras me mira, claramente dándole la razón a su tío. Lo veo tan feliz, como si más le

hubiese afectado mi ausencia que su enfermedad, es algo que encoge mi corazón.

Oh Trent, cuánto te amo, pero la enfermedad es más importante que yo…

Le sonrío, pero sé que la sonrisa no llega a mis ojos, a mí me afecta su enfermedad,

tanto como si la padeciera yo misma.

Trenton abre la boca para decirme algo, sin embargo, no logra decirlo pues la voz de

Gioele lo interrumpe.

—Ciara… —dice observando hacia la puerta.

Es entonces cuando miro hacia la puerta también y abro los ojos como dos cuencas al

ver a mis padres en todo su esplendor, con una pequeña sonrisa en sus labios. Lo primero

que pienso es: ¿Qué demonios están haciendo aquí? Y es que, demonios, no me lo hubiera

esperado, pero su acción es tan tierna y considerada que mis emociones son de gratitud

hacia ellos. Mamá ha vuelto a ser la mujer tierna de antes, y mi padre el mismo de siempre.

Es obvio que están aquí por mí, por su hija, para apoyarme, para apoyar a Trent, ya que

están enterados de mi amor por él, y lo dura que es la situación.

—Hola a todos, esperamos no interrumpir nada —dice mamá, su voz tan dulce y

amable que todavía me cuesta acostumbrarme a su regreso. Puedo ver a Trenton intentando

asimilarlo, pero sin éxito.

El señor Cole se apresura a tranquilizarla.

—¡Oh, señora! No se preocupe, son ustedes bienvenidos.

Mis padres vuelven a sonreír, la belleza de ambos resplandece aún más. Trenton se

atreve a presentar a sus familiares ante mis padres, y me alegro de ver que ninguno de mis

padres lo observa con lastima o algo por el estilo, sin duda lo miran con algo más… quizás

admiración, por su actitud ante la situación, a pesar de todo.

Yo también los admiro.

—En dos días será la operación. Afortunadamente la juventud de Trenton ayuda,

siempre fue un chico muy sano, pero estas cosas pasan… —explica Cole a mis padres

cuando entablaron una conversación sobre el tratamiento de Trent y su estado actual—. Él

lo está llevando muy bien, es un chico muy fuerte.

—Siempre lo supimos. —Está de acuerdo papá—. Aunque hay hospitales mucho más

aptos… nosotros queremos ofrecer nuestra ayuda…

—… un traslado. Sólo es una propuesta —explica mamá con miedo que malinterpreten

sus intenciones—. No lo hacemos sólo por Ciara, ni tampoco porque le debemos mucho a

Trenton. —Ella carraspea—. Es porque queremos hacerlo, el hospital fue un proyecto que

hicimos hace mucho tiempo… y la verdad es que es uno de los mejores, es mucho más

cómodo, más apto, y no les costará nada. Después de todo somos casi… familia.

Siento de todo en este momento. Mamá ha dicho las palabras adecuadas para que yo ya

me sienta en deuda con ella. Ambos quieren ayudar, quieren ayudar a Trent… porque lo

consideran ya parte de la familia. Es algo tan… perfecto, ese detalle es uno de los más

lindos que hemos recibido de ellos, aparte de la universidad.

También sé que mis padres se sienten en deuda con Trent, por cómo me defendió éste

con su vida frente a los Agnelli, aquella noche de invierno, donde supe que le amaba con

todo mi ser.

Trenton no se ve muy convencido, como lo supuse no se siente muy cómodo con la

idea. Sin embargo, los demás están encantados, pero la última palabra la tiene Trenton, o

sea, ya es un hecho que no va a aceptar por nada del mundo el traslado.

—No creo que sea… —Intenta replicar Trenton, a la vez que yo frunzo el ceño y miro

mi regazo para escuchar cómo se niega. Pero él se queda en silencio, siento su mirada fija

en mí, estudiando mi aspecto como si consiguiese la respuesta de un enigma en mí. Lo miro

entonces, sus ojos indescifrables, por más que intento estudiar lo que dice su mirada no lo

comprendo, pocas veces logro hacerlo, pocas veces logro comprenderlo.

¿Qué está pasando por tu cabeza ahora, Trenton?

—¿Trenton? —Lo miro, esperando que me explique qué es lo que está pasando por su

cabeza, dado que yo no puedo adivinarlo aunque quisiera—. ¿Qué dices?

Él aprieta mi mano con fuerza una vez más, y sé que esa es una señal. Él va a aceptar,

por mí.

—Me parece bien, sí Ciara está de acuerdo. —Me mira y me sonríe, ¡Oh Dios! Su

sonrisa, tan hermosa que opaca a los demás; él es el centro de mi atención, su sonrisa, tan

perfecta, tan contagiosa, tan adorable.

Él es tan hermoso.

—Estoy de acuerdo —digo asintiendo con la cabeza, peleando con las ganas que tengo

de comerme a besos a mi apuesto novio.

Mis padres nos observan atentos, pero es mi madre quien se atreve a tomar la palabra:

—Espero que también aceptes la… uh… universidad. —Se le ve tan incómoda

hablando sobre ello, quizás con miedo que él rechace la oferta, sin embargo, todo lo que

recibe de Trenton es una sonrisa amable, lo que la ayuda a continuar hablando—: Ciara

estará muy contenta de tenerte allá.

Mierda, sí, por supuesto.

—Lo pensaré —dice él con su sonrisa en sus labios, aunque yo sé que no hay nada que

pensar, probablemente haya condiciones, quizás quiera pagar con trabajo el dinero que

costearan sus estudios, pero lo hará, yo lo sé, ambos estaremos juntos.

Le miro fijamente, y él hace lo mismo, como si ambos estuviésemos hablando sin

emitir una palabra, como si realmente nuestros ojos serían capaces de comunicarse entre

ellos, como si nuestras almas estuviesen conectadas, aunque en cierta manera, aquello es

así, ambos estamos conectados, porque nos conocemos tan bien, para saber lo que nos

estamos diciendo ahora mismo.

Un carraspeo nos saca abruptamente de nuestro pequeño momento.

—Probablemente deberíamos dejarlos solos —dice el señor Cole señalándonos, una

mueca de disgusto y burla en su rostro, lo que me hace reír—, ya he aguantado suficiente

de las escenas de besuqueo de estos dos. —Y señala a Barbie y a Gioele con una mueca de

asco.

Trenton ríe, y Gioele bufa en respuesta.

—Lo que sea, yo he vivido aguantando toda mi vida esas escenas tuyas y de mamá —

masculla Gioele, aunque tras de su fingida incomodidad se oculta una risa burlona, parecida

a la de Trent. El señor Cole se sonroja mientras todos salen, dejándonos a Trent y a mí

completamente solos, y él no deja escapar el momento y me hala a su cama, para que

estemos más cerca.

—Estaba esperando por esto —murmura besándome suavemente, oh Trent benditos

sean tus labios—. Y por esto. —Muerde mi labio inferior, arrancándome un pequeño

gemido involuntario—. Así me gusta —comenta sonriendo socarronamente.

—¿Trent?

—¿Uh?

Me alejo un poco de él para poder mirarlo a los ojos, su gorro negro tapando toda su

frente, hasta debajo de sus cejas, haciéndolo lucir como un chico ardientemente misterioso,

lo que en algún sentido es en realidad.

—¿Irás conmigo a la universidad? —le pregunto, esperando que mis pensamientos

sobre ello sean ciertos.

—Cuando todo esto termine, después de… todo esto…, si todo acaba…

—Todo va a acabar bien —le reprendo—. Después de la operación.

—Entonces no hay motivos para dudarlo, ¿no? Todo terminará pronto, pero nosotros

seguiremos juntos —me asegura acariciando mi mejilla lentamente.

—¿Entonces irás conmigo?

—Por ti haría cualquier cosa, lo sabes. Además, ¿estudiar arte y tenerte cerca? Soy un

maldito afortunado —señala riéndose maliciosamente—. Apuesto a que tendré que alejar a

cientos de lobos de tus faldas.

—Por supuesto, lo mismo digo —digo y expongo mi ceño fruncido—. Tengo que

mantenerme en calma en este hospital, por todas las enfermeras lobas que hay tras de ti.

Trenton ríe mientras toma mi rostro entre sus manos una vez más.

—Jamás te he visto celosa, Ciara Aldridge, y espero hacerlo, apuesto a que es un

espectáculo relativamente ardiente.

Jadeo, él se da cuenta y sé que le encanta mis reacciones ante su sensualidad.

—Estás apostando mucho hoy, italiano.

Él finge que se lo piensa por unos segundos.

—Apuesto a que sí.

Le doy un apretón en su abdomen deliciosamente duro y él emite un gruñido, para

después atraerme hacia él y estampar sus labios contra los míos en un profundo, rico y

sensual beso, donde nuestras lenguas se encuentran una vez más, acostumbradas ya una con

la otra.

***

—Guau, cálmate vaquera, tu chico no huirá del hospital, al menos por ahora —exclama

Shaila apareciendo ante mi vista. Se ve demasiada extraña ante mí que intento estudiarla

con la mirada para buscar la diferencia, y luego reparo en su cabello completamente rubio,

sin mechones rosa, y su rostro al natural, sin nada de maquillaje, y debo admitir que es muy

guapa—. Oh bueno, me fueras dicho que te gustaban las chicas, hubiéramos arreglado eso

hace tiempo.

¡Asqueroso!

Mi mueca de asco hace que ella suelte una carcajada.

—Deberías ver tu cara, soy muy graciosa lo sé —dice entrando a la habitación y

sentándose en mi cama. Me atrapó mientras corría de aquí para allá, cambiándome

rápidamente para ir al hospital con Trent.

Le dedico otra de mis muecas.

—La verdad es que eres asquerosa. —Ella ríe cuando me escucha.

Me coloco mis botas después de sentarme en la cama, Shaila está en un raro silencio y

eso me extraña, por eso estudio con mi mirada su rostro para saber qué es lo que pasa, ella

frunce el ceño y suelta algo parecido a un “Um… am… esto…” como si estuviese tratando

de explicarme algo, me sobresalto al pensar que puede estar ocurriendo aquí.

—¡Oh Demonios! —exclamo señalándola, me levanto de la cama y luego cubro mi

boca con una de mis manos—. ¿Tienes herpes?

La sonrisa que aparece en Shaila es tan grande que temo que su rostro se quiebre. Ella

ríe escandalosamente, captando mi pequeña broma al instante, por lo cual me uno a sus

risas después de un rato.

—Eres realmente graciosa, Aldridge —dice abanicándose con una de sus manos—,

pero no, mierda claro que no.

Adhiero una expresión seria, porque en realidad estoy muy preocupada por lo que

pueda estar ocurriéndole, posteriormente, capto en algo que no había visto al lado de su

cama, ladeo la cabeza sin entender nada, ¿por qué demonios están sus maletas hechas? ¿Se

va de viaje? Oh maldición.

—¿Adónde vas? —Frunzo el ceño.

Ella se enseria inmediatamente.

—Ahí viene la parte difícil.

Me asusto. ¿Es que se va porque ya me odia? No, no puede ser, hace unos minutos dijo

que era graciosa, y la verdad es que Shaila es muy exigente en cuanto a chistes y todo eso,

por eso estoy confundida, además, si estuviese molesta conmigo, quizás la que saliera de

este edificio soy yo, obviamente ella vive aquí antes que yo. Así que… ¿se va con uno de

esos chicos con los que se enrolla?

—¿A qué exactamente te refieres con «Ahí viene la parte difícil»? —inquiero después

de un repentino silencio—. ¿Podrías explicarme?

Su ceño fruncido me asusta, y mucho.

—Oh, la cosa es que… me iré por un tiempo, am… uh… pues esto… —balbucea,

¿balbucea? Jamás la había visto así, tiene que estar ocurriendo algo definitivamente malo y

complicado para que ella se halle en ese estado—. Iré a un lugar que… me ayude.

Le dedico una mirada de no-entiendo-qué-coño-dices.

—¿Ayude? ¿Ayudar en qué? —Estoy completamente confundida.

—Voy a rehabilitación… llamé a mis padres y uh… pedí ayuda… —Se ve le

profundamente incómoda al hablar de ello; yo espero que continúe, con mirada perpleja—.

Las drogas…

Oh infiernos.

No sé qué decirle, ¿qué puedes decirle a una persona que es drogadicta y tú jamás te

diste cuenta aunque viviste con ella por más de seis meses? Rayos, soy una estúpida. Me

golpeo mentalmente, por mi falta de atención ante esta chica, quizás hubiese recibido ayuda

desde hace tiempo, si yo me fuera dado cuenta, claro.

—Ciara, mierda, no pongas esa cara de cachorro, puedes irme a visitar cuando gustes

—dice con una sonrisa que no le llega a los ojos—. Debo admitir que Trenton tuvo mucho

que ver con esto.

Estoy perpleja otra vez.

¿Acaso Trent y ella estuvieron hablando?

—¿En serio?

Ella asiente con la cabeza.

—Sí, es decir, lo vi, vi la situación y me pregunté: ¿Cómo es que yo desperdicio mi

vida mientras otras personas luchan contra el cáncer? Me sentí como una perra,

probablemente lo soy, pero mierda, esto es difícil, debí haberme dado cuenta antes.

Le sonrío y me acerco hasta ella, definitivamente esto demuestra mucho de Shaila, ella

es muy fuerte.

—Lo bueno es que lo has aceptado a tiempo —le digo sinceramente, para después

atreverme a abrazarla—. Te voy a echar de menos, pero estaré visitándote —le guiño un

ojo cuando nos separamos.

Ella ríe y asiente con la cabeza.

—De acuerdo.

***

Despedirme de Shaila fue una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida; sin

embargo, eso demostró lo increíble que pueden ser las personas para enfrentarse en

situaciones como la de ella, sin duda ella se ha dado cuenta de su problema a tiempo, quizás

al principio de su adicción, y eso me alegra, aunque disimuló su problema muy bien o tal

vez yo soy lo suficientemente inocente para no darme cuenta.

Trenton me observa curioso mientras entro a su nueva habitación —pues se efectúo el

traslado finalmente— al día siguiente.

—Estás muy pensativa —dice él, sus ojos no dejan de verme en ningún momento—.

Eres guapa.

Me río.

—¿Y qué tiene que ver eso con que estoy pensativa? —Alzo una de mis cejas.

Él se encoge de hombros.

—Sólo digo que eres muy guapa.

Los dos nos besamos lentamente como nuestro saludo, pues no nos veíamos desde la

noche. Y al parecer ya no podemos estar horas separados, es algo tan repugnante… y es que

estar sin él hace que las horas en su ausencia se hagan tan eternas…

A lo largo de los días previos a la operación de Trenton, nos la pasamos juntos a todo

momento —como es obvio—, aunque ambos estamos más que meditabundos y cohibidos

por lo que puede o no ocurrir con nosotros en tan sólo unos días. La mayoría del día estoy

en la habitación de Trent, platicando con él, ayudándolo en cualquier cosa que necesite, a

veces sólo lo observo dibujar, o escuchamos música de mi Ipod; a veces le gusta que me

acurruque a su lado, y así lo hago, y aunque estemos en silencio, nuestras mentes están

ruidosas, con tanto miedo de que nuestros planes no se hagan realidad jamás, desecho esas

ideas de mi cabeza mientras trato de concentrarme en “Storm” de Lifehouse, la que Trenton

se encarga de cantar en voz baja, sin dejar de apartar su mirada verde jade de la mía,

automáticamente, al comprender el significado, un nudo se forma en mi garganta y la

lágrimas no tardan en aparecer.

“¿Cuánto tiempo he estado en esta tormenta?

Tan abrumado por el océano sin forma

Cada vez es más difícil mantenerme a flote

Con estas olas chocando contra mi cabeza

Si tan solo pudiera verte

Todo estaría bien

Si te pudiera ver

Esta tormenta se convertiría en luz

Y caminaré sobre el agua

Y tú me atraparás si caigo

Y me perderé en tus ojos

Sé que todo estará bien

Sé que todo estará bien

Sé que no me trajiste aquí afuera para ahogarme

¿Entonces porque estoy diez pies abajo y de cabeza?

Apenas sobrevivir se ha vuelto mi propósito

Porque estoy tan acostumbrado a vivir bajo la superficie

Si tan solo pudiera verte

Todo estaría bien

Si te pudiera ver

Esta tormenta se convertiría en luz

Y yo caminaré sobre el agua

Y tú me atraparás si caigo

Y me perderé en tus ojos

Sé que todo estará bien

Y yo caminaré sobre el agua

Y tú me atraparás si yo caigo

Y me perderé en tus ojos

Y todo estará bien

Ahora todo está bien…”

Trenton me abraza luego, mi corazón acongojado me impide decirle algo, ambos

estamos tan asustados… ¿Todo estará bien? Me pregunto una y otra vez, y por eso me

desespero, porque no sabemos si esta lucha terminará cuando se efectúe la operación, o

tendremos que sufrir aún más, él por someterse en más tratamiento y yo por verlo

desbastado, ¿acaso lo que se ha hecho ha valido la pena? Yo sólo ruego que él esté bien,

que esta tormenta termine, que ambos sigamos juntos… Dios, lo amo tanto, ¿es posible que

tengamos que sufrir tanto? Es tan injusto, tan doloroso, es un dolor grande que se encuentra

en mí en este momento, acompañado del temor, y también de esperanzas. Trenton me

abraza, y yo soy capaz de hacer lo mismo, coloco mi rostro en su cuello, aspirando su

aroma, su esencia que me reconforta, que me llena completamente.

—Todo estará bien. —Vuelvo a murmurar después de un largo silencio, soy yo la que

debía decirlo y lo musité, porque él me necesita, necesita que le anime, necesita todo de mí,

al igual que yo de él.

—Lo sé, princesa —dice, colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja—.

Ahora que tú estás aquí, lo sé.

Le beso en los labios batallando en contra de las lágrimas nuevamente.

El sonido del despertador me sobresalta.

¡Mierda!

Abro los ojos al escuchar el despertador, y sé que lleva un enorme rato sonando y

sonando y yo durmiendo y roncando. Me sobresalto, me levanto de la cama y resbalo.

Genial, así comienza el inicio de mi fin de semana. Hoy viernes, siento cómo mis

emociones se esperanzan por ese día. Oh, viernes, viernes, viernes. Siempre es mi día más

esperado, desde que llegué a la universidad lo es, nunca imaginé que la universidad sería

tan difícil, tan agotadora. Suspiro, levantándome del suelo y sobándome la rodilla, ¿cómo

pude ser capaz de caerme? ¡Por Dios! ¡Soy una bailarina! ¡Es estúpido caerme! Al mirar el

moratón que se encuentra en mi rodilla frunzo el ceño, perfecto, simplemente perfecto.

Rezongo mientras me dirijo al baño, tengo clase a las ocho treinta y son las ocho quince.

¡Infiernos, gracias que es el último día!

El frío es terrible, camino al baño dispuesta a tomar una ducha caliente extremadamente

rápida, para después salir ya vestida, completamente abrigada, y con mis guantes de lana

que no deben faltar. Cojo un gorro gris que me trae buenos recuerdos, aunque un tanto

dolorosos y me lo coloco, para después tomar mi bolso y mis llaves y salir de mi

departamento apresuradamente.

Mi celular suena mientras subo a la camioneta chevrolet azul que ya me espera fuera

del edificio.

Contesto mientras pongo una mano en alto a mi novio, una muda señal que espere

mientras hablo:

—¿Andrey?

Mi hermano suelta un bufido.

—¿Quién si no? —inquiere él, se nota que anda de mal humor—. Escucha, ¿no estarías

aquí a esta hora?

Rayos.

—Lo olvidé, An. Lo siento, las clases se extendieron hasta hoy —le digo ruborizada.

Dios, ¿por qué últimamente se me olvida hasta mi apellido? Escucho a mi hermano resoplar

y me apresuro a disculparme—: Lo siento, en serio, ¡diablos! No sé qué rayos tengo en la

cabeza.

Andrey gruñe.

—A tu estúpido novio, evidentemente —replica él, para su mala suerte mi teléfono está

en altavoz y mi “Estúpido novio” está escuchando cada palabra de lo que dice—. Vamos

Ciara, dale un respiro.

—¡Oye! —exclama Trenton—. No es ella quien quiere casarse.

Oh infiernos.

Trenton puede llegar a ser la persona más descarada del mundo, ¿pero cómo se atreve?

Le doy una mirada incrédula y él se ríe entre dientes mientras esperamos la respuesta de mi

hermano, que seguramente será un insulto o algún otro comentario que cause que Trent se

enoje y le diga cosas que yo no quiero que le diga a mi hermano, al menos no aún…

Parece mentira, ciertamente lo parece, siempre que me levanto en las mañanas, lo

primero que pienso es que la realidad me golpeará con fuerza algún día, que mi vida ahora

cerca de la perfección se desplomará ante mis ojos y perderé finalmente lo que tengo más

miedo de perder. Mas las cosas no son así, cada día es más feliz que el anterior, a pesar que

a veces Trenton y yo somos golpeados por la rutina o por alguna pelea estúpida, lo cierto es

que, nuestra relación, está llena de peleas estúpidas la mayoría del tiempo, ya que nuestras

personalidades son tan opuestas que pocas veces estamos de acuerdo en algo.

Y cuando estamos de acuerdo en algo… resulta ser una locura hecha por dos dementes

enamorados que ni siquiera piensan qué rayos están haciendo.

Sonrío ante el pensamiento.

—¡Qué va, hermano! —exclama Andrey soltando una risotada—. ¡Eso no lo sabes,

todas las chicas quieren casarse! Suzanne lo quiere, lo veo en sus ojos, he intentado jugar

con ella, en varias citas, y cuando le doy un regalo, ella piensa que es un anillo de

compromiso, para después llevarse la sorpresa que no lo es, ¡es muy divertido jugar con

ella!

Niego con la cabeza sin dejar de reír, al igual que Trenton.

—Eres un imbécil —comenta Trent entre risas—, y cuando se lo propongas de verdad,

te rechaza porque otro se te ha adelantado.

Un silencio sepulcral se produce entre nosotros.

—¡Maldición! —masculla mi hermano, y Trent y yo reímos.

Yo lo sabía desde hace muchísimo tiempo que Andrey y Suzanne iban a llegar hasta

esto. Pocos meses después que Trent y yo comenzamos la Universidad, Suzanne se

transfirió a una universidad de California para estar cerca de Andrey y luego recibimos la

noticia que eran oficialmente novios, y de ahí lo han sido hasta ahora, sólo que mi hermano

ya quiere dar el siguiente paso, comprometerse con ella para después casarse, una unión

muy esperada, porque todos supimos que ellos están destinados a estar juntos por mucho

tiempo, incluso por siempre.

Suzanne se ha convertido en la cuñada perfecta, ha cambiado para bien y ama a mi

hermano completamente. Mi relación con ella es muy cómoda, a pesar de lo sucedido hace

años con su hermano, el cual, según he escuchado, está saliendo con una de sus compañeras

de la facultad, algo que al saberlo me alegra.

—Relájate cuñado, la chica está loca por ti y todo eso —le consuela Trenton con mucha

seguridad en su voz, él me mira, el motor de su auto todavía encendido, acaricia mis

nudillos con dulzura mientras sigue hablando con mi hermano por el móvil—, lo está

esperando y cuando se lo propongas estallará en un sí.

—¡Tengo que proponérselo esta noche! —dice mi hermano exaltado, está demasiado

nervioso para mi gusto—. Ciara, ¿cuándo vendrás? Quiero hacerlo delante de la familia.

Trenton está a punto de decir algo, mas yo le interrumpo:

—No seas tonto, An. Pídele su mano en privado, algo más íntimo, y ya sabes, después

que diga que sí… hacen sus cochinadas —instruyo con una gran sonrisa, aunque él no

pueda verla.

Mi hermano ríe.

—Hablas como si tuvieses mucha experiencia en ello.

Abro los ojos como platos, escucho a Trenton burlarse abiertamente de mí.

Imbécil.

—¡Qué va! —exclamo nerviosa—. Estaremos allá mañana —aseguro; sin embargo veo

a Trenton negar con la cabeza.

—De ninguna manera —replica él, mi hermano bufa—. El domingo estaremos allá.

Escucho a Andrey refunfuñar, podría jurar que en este momento está tirando de sus

cabellos en consecuencia de su frustración.

—¡Pero si todos los están esperando, todos están aquí! —Vuelve a exclamar.

—Vale, relájate Andrey. Haz lo que te digo, estoy segura que será mejor que un show

familiar. En privado es mejor…

Trenton me mira socarronamente y sé en lo que está pensando, ruedo los ojos ante sus

pensamientos pervertidos.

—Lo que sea, lo haré, gracias hermanita —dice y percibo la ironía, estoy segura que

me quiere allá; sin embargo la intimidad ante semejante compromiso es mucho mejor que

hacerlo delante de toda la familia, es obvio que cuando ella le diga que sí querrán estar

solos y celebrar. Lo cierto es que los nervios de mi hermano también me enervan a mí, es

algo muy extraño—. Y deja de intimar tanto con Trenton, no quiero ser tío tan joven, es

humillante, si lo haces es como si me echaras una maldición encima, soy el mayor, debo

casarme primero.

Suelto una risotada.

—Por Dios, estamos en el siglo veintiuno, ya no se cree en esas cosas. Además eres un

chico.

—Lo que sea, hermanita, estás advertida.

Lo que sea, lo que sea, lo que sea… ¿Qué no puede decir otra palabra cuando está

enojado? Siempre ese es su eslogan cuando anda nervioso y molesto a la vez.

—Te quiero hermanito —le digo riendo, antes de colgar.

Trenton sigue observándome con esa mirada.

—No dejes de intimar conmigo, te lo suplico —dice él con un falso puchero. Yo bufo

mientras él se encarga de poner el auto en marcha.

Nos hemos acostumbrado a que él me busque para ir a la universidad, pues su

residencia no queda tan lejos de mi departamento. A todos nuestros amigos de la facultad

les parece extremadamente raro que nosotros no vivamos juntos aún, a pesar de estar juntos

la mayoría del tiempo. Trenton feliz se mudaría conmigo, pues su compañero de cuarto es

un completo desastre; mas yo no se lo he permitido, al menos no por ahora, quiero que las

cosas se den a su tiempo, y que ambos estemos centrados, y no tomar ninguna decisión

prematura otra vez.

—No voy a dejar de intimar contigo —replico muy seria, pues estoy perdida en mis

pensamientos.

Él sonríe sin dejar de quitar sus ojos del camino.

—Entonces deja que me mude contigo.

Yo gruño y luego sonrío por su tono de suplica.

—Sigue soñando con eso.

Mientras él se detiene en un semáforo me dedica una mirada nostálgica.

—Eres el ser más malvado que he conocido en la tierra —exagera.

Alzo una de mis cejas.

—Pensé que eso me hacía ver sexy.

Él asiente con la cabeza.

—Eres como mi pecado favorito. —Yo me río de lo que ha dicho—. ¿Qué? Es verdad,

eres como una tentación.

Ja. Allí quiero llegar, cariño.

—Espero no sea una tentación tu amiga Amber. —Lo miro por un largo momento

mientras él vuelve a poner el auto en marcha—. Sólo digo, no sé. —Me encojo de hombros.

Trenton se queda en silencio. Lo conozco demasiado, puedo oír su cerebro maquinando

para conseguir una respuesta mucho más astuta que mi comentario. Pero se queda callado,

pocas veces se queda callado, lo que hace que mis celos aumenten hacia aquella morena

amiga suya que comparte casi todas las clases con él.

Estúpida.

—Oí por ahí que es el cumple de Nixon es el próximo sábado —comenta cambiando

Obviamente de tema—. Y tu amiga Cloe está… ¿involucrada? Con él, seguramente te

invita, ¿vas a ir? Porque yo tenía planes, unos que quizás te gusten.

Si lo que quiere es distraerme, lo está logrando, mas no termino de morder el anzuelo

totalmente, aunque no puedo evitar aclararle una cosa.

—Pensé que nos quedaríamos en Detroit por mucho más tiempo —comento intrigada,

¿planes? ¿Tiene planes? Como sea, no le voy a preguntar, a él le gusta jugar conmigo.

—Así es, de ahí se conectan mis planes. —Alza sus cejas una y otra vez—. Te ves

hermosa hoy, princesa. Los lobos estarán enloquecidos, tendré que estar alrededor de ti

durante toda la mañana.

En realidad, lo hace, habiendo o no lobos, él siempre está cerca, como un imán, y eso

me encanta. A pesar de que han transcurrido ya cuatro años desde que lo conocí, lo que

siento por él ha crecido bastante, tal y como lo imaginé cuando descubrí que lo amaba con

todo mi ser. Trenton ha cambiado notablemente, sus impulsos se han disminuido, aunque

sigue siento terriblemente celoso, y el amor por su vida, ha crecido también; antes actuaba

como si nada le importaba, vivía una vida apresurado, pensando que tenía que hacer cosas

extremas la mayoría del tiempo para sentirse vivo; sin embargo, él mismo descubrió que

para sentirse vivo no tenía que saltar de un edificio, o manejar a alta velocidad, sólo tenía

que amar, amar profundamente y tener esperanzas, y sueños.

De eso se trata estar vivo.

Y también del dolor, el dolor es la plena señal de que seguimos vivos.

Nosotros hemos vivido en medio de tanto dolor, desde que estuvimos juntos por

primera vez aquella noche que le besé cuando los Agnelli casi se lo llevaban; una tormenta

se desató sobre nosotros, pero por nuestros sentimientos se suponía que debíamos ser más

fuertes y así lo fuimos. Tuvimos que superar tanto… él enfrentar a su propio hermano y el

dolor de haberlo perdido, yo aceptar que le amaba, para después enterarme que los

sentimientos de Eric hacia mí si fueron reales, que Suzanne nos había engañado, también

superar el asecho de los Agnelli, la estafa del alcalde hacia mi familia, su obsesión… y

luego… lo más difícil: superar la enfermedad de Trenton. En todos estos problemas él

estuvo junto a mí dándome fuerzas, y yo temía, temí demasiado, que yo no fuera capaz de

darle la suficiente fortaleza a Trent para vencer el cáncer. El osteosarcoma fue uno de los

muros que él y yo debíamos escalar y traspasar para demostrar que nuestro amor era y es

tan fuerte y sólido que podíamos desafiar el cáncer y quizás la muerte.

Ahora, yo con veintiún años, y Trenton veintitrés, seguimos juntos, después de cuatro

años de altos y bajos y una dolorosa separación que terminó en un reencuentro y se

convirtió en el impulso de ambos de vencer lo que sea.

***

Después de la operación, las cosas se habían complicado al principio, los nuevos

avances de la ciencia, y el doctor que mis padres habían traído desde el extranjero sólo

para que ayudase a Trenton, nos había dado tantas esperanzas que yo ya me encontraba

haciendo planes para mudarnos ambos a New Haven en tres o cuatro meses, dependiendo

de la mejora de Trent; pero el hecho de mis ánimos demasiado altos y alborotados

afectaron a Trent, quien apenas con una semana de haber sido sometido a una

intervención quirúrgica ya se quería atrever a andar solo.

Cuando quiso hacerlo, las cosas empeoraron, él estaba cansado de la situación.

Yo me había ido a la cafetería por unos minutos en busca de un té helado, pues no

necesitaba con todas mis fuerzas. Tuve la oportunidad de hablar con Shaila pues teníamos

días sin habernos comunicado la una con la otra. Ella me llamó hacía unos minutos que

salí de la habitación de Trenton; cuando regresé, ya había terminado de hablar con Shaila

cuando encontré a Trent derramado en el suelo y de su cabeza brotaba sangre por todos

lados.

Lo supe antes de preguntar, él se había querido levantar sin las muletas y sin ayuda. Él

es demasiado terco y en ese entonces no quería aceptar que tenía que esperar unas

semanas más para poder levantarse solo y andar como antes; sin embargo, después de

haberle insistido demasiado en que se quedara quieto por una vez en su vida, lo había

hecho, hasta ese momento…

Yo corrí a su lado inmediatamente, sus ojos seguían abiertos y agradecí internamente

por ello, pues es peligroso que una persona, después de haberse golpeado en la cabeza, se

quede dormido o se desmaye.

—¡Trent! —exclamé enloquecida mientras trataba de levantarlo, se había golpeado

con la mesita que estaba al lado de su cama, que era indudablemente de hierro. Dios,

debió dolerle demasiado.

Él no respondió, sus ojos pestañeando repetidas veces.

Me pregunté mentalmente si yo lo perdería en ese instante por su terquedad. Grité

varias veces llamando por ayuda hasta que dos enfermeras llegaron y, al mismo tiempo, mi

novio cerró los ojos mientras yo le gritaba y golpeaba en el pecho para que despertara.

Ese fue uno de los momentos más difíciles y duros de mi vida. Y luego de una larga

charla, cuando despertó, con su cabeza dolorida y algunas puntadas que tuvieron que

hacer para sanar la herida, él me dio la razón, tenía que aprender a cuidarse y amar su

vida, y no arriesgarse más.

Afortunadamente en ese incidente su pierna salió ilesa.

Supongo que después de todo es un tipo con suerte.

***

En cuando llegamos a la universidad, yo todavía me encuentro medio perdida en mis

pensamientos, por eso Trenton chasquea los dedos después de haber abierto mi puerta para

yo salir.

—Estás muy distraída, nena —me dice con dulzura, tomando mi rostro entre sus

manos. Yo todavía me encuentro dentro de su camioneta, la cual costeó con su sueldo

trabajando como instructor de boxeo a un montón de adolescentes que están tratando de

manejar su ira.

Mentalmente comienzo a idear a un Trenton pequeño aprendiendo a boxear con su

padre y su hermano mayor, la verdad es que debió ser adorable, tanto como ahora.

—Es tu culpa —le digo guiñándole un ojo—. Señor dueño de mis pensamientos.

Él me mira como si se fuese ganado un millón de dólares, contento de mi comentario.

Me ayuda a bajar de la camioneta y luego me apoya en la puerta ya cerrada, él delante

de mí, su cuerpo contra el mío, sus ojos fijos en los míos, su mano presionando mi espalda

baja y su otro brazo apoyado en el auto, acorralándome completamente, y no es como si lo

necesitase pues yo estoy en esta posición encantada. Observo sus ojos hermosamente

perfectos y cautivadores, su luz ha regresado después de haber sufrido tanto, su cabello está

más hermoso que nunca, despeinado y castaño con mechones dorados que le dan un toque

sensual y salvaje a la vez. Sin poder evitarlo coloco una de mis manos encima de su

hombro, y después comienzo a trazar círculos en su cuello, luego en sus labios y luego me

atrevo a dejar mi palma presionada contra su mejilla. Lo veo cerrar los ojos ante el tacto y

yo sonrío feliz de saber lo que causo en él sólo con tocarlo. Él abre los ojos, de nuevo

observándome, sonríe ampliamente y yo me derrito como acostumbro hacerlo cuando soy

testigo de la maravillosa sonrisa de la que es dueño, la sonrisa matadora, como a veces

suelo llamarla. Me atrae hacia su pecho, poco me importa que ya vaya a perder mi primera

clase, y probablemente él también la suya, a ambos nos da igual, al menos en este instante

somos él y yo y nadie más. Él se va acercando y yo estoy lista para recibirlo, para perderme

en ese mundo que me espera, pues viajo a través de sus besos a un mundo distinto, cierro

los ojos, mientras siento su aliento golpeando mi cara.

Huele a menta, y a él.

—Te ves realmente hermosa bajo mi poder —susurra tan bajo que pienso que he

imaginado que lo ha dicho; sin embargo, él sigue murmurando cerca de mis labios, lo que

ocasiona que sus labios rocen los míos mientras bisbisea—: quiero tenerte siempre así,

Ciara. Eres lo que más amo ahora, no puedo dejar de decírtelo.

Mi corazón se ensancha mientras él lo llena cuando sus labios finalmente comienzan a

acariciar los míos lentamente y él me va atrayendo a su cuerpo para tenerme aún más cerca

y yo enredo mis manos en su cabello, conforme lo abrazo y lo beso.

—Y maldición, amore, te ves adorable con mi gorro —dice cuando se aparta un poco,

luego me da un corto beso de nuevo—. Me gusta que lleves algo de mí.

Quiero explicarle que siempre lo llevo en mi corazón, mas alguien carraspea tras

nosotros causando que los dos nos apartemos un poco, aunque Trenton aún deja su brazo

alrededor de mi cintura.

Amber.

Oh genial.

—Trent —Utiliza su sobrenombre, por Dios, odio que sea tan confianzuda—. El

profesor de Procedimientos de dibujo avanzado24

me ha enviado a buscarte. —Ella dice,

pero puedo ver lo distraída que se encuentra comiéndoselo a él con la mirada.

Rayos, qué descarada.

—Me quedaré con Ciara por un rato —explica él con una sonrisa ladina—. Creo que ya

me perdí el principio de la clase, así que…

Amber se apresura a llamar su atención, sacando de su bolso su cuaderno de bocetos.

Pongo los ojos en blanco al saber lo que ella pretende hacer.

—Necesito preguntarte algo… yo uh… —murmura, Trenton cae inmediatamente en la

trampa. Él se aleja de mí y se sitúa al lado de Amber y observa el cuaderno fijamente, su

ceño un poco fruncido debido a la concentración—. ¿Qué te parece?

Trenton le sonríe.

—Creo que eres muy talentosa —le dice tranquilamente.

Yo frunzo el ceño conforme escucho la asquerosa plática entre ellos.

—No tanto como tú —alaga ella, cierra el cuaderno, y me mira desafiante, ella sabe que

me está haciendo cabrear completamente. Posteriormente, contempla a Trent

desvergonzadamente y sonríe—. Oh, Trent, realmente estás en forma.

Maldita sea.

Me apresuro a alejarme de esos dos antes que arme un show digno de presenciar donde

la protagonista obviamente será Amber y su estúpida nariz rota. Yo no soy exactamente una

chica agresiva, aunque haya vivido seis meses con Shaila nunca aprendí eso de ella; sin

embargo, Amber puede no correr con suerte el día de hoy, y ciertamente, creo que lo mejor

es alejarme antes de rebajarme a su nivel, porque está claro que yo estoy muy por encima

de ella.

Mientras me voy dando largas zancadas hasta mi clase, apretando la correa de mi bolso

con una exagerada fuerza, siento que alguien me toma de la cintura y me sube a su hombro

como si yo fuese un costal de patatas. Sé de quién se trata sin verle el rostro, porque

obviamente, ¿quién más se va a atrever a cargarme si no es Trent? Es cierto que ahora está

mucho más cambiado y mayormente se halla relajado, pero su aspecto siempre intimida a

los chicos que plantean acercarse a mí. Eso jamás va a cambiar.

24 Materia perteneciente al pensum del programa de Artes Plásticas.

—¡Bájame Trenton Lombardi! —bramo enfurecida.

Oigo su armónica risa mientras me lleva a la profundidad del pequeño bosque que rodea

el campus de Scofield. El viento sacude nuestros cabellos con potencia, aunque mi gorro

evita que la mayoría de mi melena se despeine.

Finalmente, Trenton me baja y apoya su frente contra la mía.

—Eres sexy cuando estás celosa —se mofa él—, increíblemente sexy.

Su cuerpo poco a poco me va presionando contra un roble que se encuentra a mi

espalda. Sonríe sobradamente mientras yo estoy a su merced, sus manos situados en mi

espalda, impidiéndome alejarme, aunque mi cuerpo no tiene pensado hacerlo, mi mente sí.

—Entonces pretendes causar celos en mí. —Le doy golpecitos con mi dedo índice en su

pecho—. Sólo para verme sexy, ¿no? —Frunzo el ceño.

Él automáticamente niega con la cabeza.

—Por supuesto que no, Ciara. —Acaricia mi espalda con sus manos—. Tú eres sexy y

hermosa todo el tiempo, no sabes cuán caliente me tienes ahora mismo.

Alzo una de mis cejas.

—Claro, y por eso coqueteabas con Amber —le acuso.

Probablemente mis reproches no causen nada en él, pues lo único que ahora hace es

reírse de mi acusación, como si en lugar de eso, hubiera hecho un magnifico chiste.

Siempre burlándote, idiota.

—Yo no estaba coqueteando con nadie. Ciara, por Dios, ¿cuándo vas a entender que no

necesito la atención de otra chica que no seas tú? —inquiere él, sus ojos íntegramente serios

conforme me contemplan—, ¿cuándo vas a captar la clara señal de que soy tuyo y puedes

hacer conmigo lo que desees? Estoy aquí ahora, no con ella, es aquí donde pertenezco,

contigo, ¿lo entiendes? —Suspira—. Te amo, eres todo para mí, principessa. Nadie puede

contra eso.

—No sé cómo puedes lograr que tus palabras sean tan perfectas —le digo sonriéndole,

causando que lo de Amber quede en el pasado—. Eres como que romántico.

—¿Te parece? —interroga fingiendo estar sorprendido—. Porque no me había dado

cuenta.

Yo sólo le sonrío.

—Ven aquí.

Y nos besamos profundamente, agradeciendo la intimidad que tenemos ambos ahora

que no hay nadie alrededor. Nos besamos apasionadamente, el amor floreciendo en el

bosque, y los recuerdos de cómo hemos llegado hasta aquí aparecen.

***

Hace un mes aproximadamente…

—¡Estás loco! —le acusé entre risas, mientras él me hacía cosquillas por todas partes y

yo intentaba huir. Nos hallábamos en mi pequeño departamento, él se estaba quedando

conmigo desde el viernes hasta los lunes en la mañana, aquello se había vuelto una

costumbre con el paso del tiempo—. ¡Ay, me pellizcaste! —chillé corriendo lejos de él.

Trenton me persiguió por toda la estancia hasta que llegamos a la cocina y logró

halarme de su camisa, la cual llevaba puesta y dejaba mucho a la imaginación. En cuanto

estuve en sus brazos, me subió al mostrador cercano a la cocina y se acomodó entre mis

piernas, de modo que las mías rodeaban su cintura. Ambos respirábamos con dificultad.

—Creí oír que dijiste que te había dejado agotado —le dije pícaramente, observando

su cuerpo que sólo se encontraba cubierto en sus partes intimas por unos bóxer. La excusa

del ataque de cosquillas se debía a su camisa, la cual me coloqué para preparar

panqueques de merienda, ya que ambos estábamos hambrientos. Él fingió haberse

indignado por su camisa, aunque ambos sabemos que le gusta exhibirse ante mí la mayoría

del tiempo.

—Sólo quería evitar que te vistieras —murmuró empujando su pelvis hacia mí, lo cual

me hizo gemir inmediatamente. Dios mío, ¿qué no tuvo suficiente? Apenas hacía quince

minutos habíamos hecho el amor, y este hombre estaba allí, cerca de mí, pude sentir su

excitación.

—Trent… no hagas eso —musité cuando su lengua lamía mi cuello lentamente.

Infiernos, infiernos, infiernos. Le deseaba tanto que ya estaba comenzando a dolerme.

—¿Ciara?

—¿Q-quéeeee? —Alargué mis palabras en un suspiro bajo.

Él se detuvo entonces y me miró a los ojos, el jade me derritió todavía más, lo que veía

en sus ojos era una combinación de deseo y ansiedad, e incluso una interrogante que

inmediatamente descifré. Lo vi entonces, leí en su mirada abrazadora lo que estaba a

punto de decir, y mis pensamientos giraban en torno a él como siempre, pero con más

potencia en ese instante. Lo supe antes que preguntase, lo supe antes de si quiera pensarlo.

—¿Nos casamos?

Yo asentí con la cabeza, hechizada por su hermosura y por lo que estábamos a punto

de hacer en consecuencia al gran amor que nos tenemos.

—Sí.

E hicimos el amor nuevamente, como si ambos estuviésemos cerrando el pacto con ello.

Y fue increíble, intenso, maravilloso, la pasión entre nosotros se ha extendido cada día

más, a causa de la atracción entre nuestros cuerpos que nunca están saciados.

***

Trenton y yo nos apartamos por falta de aire.

—Eres increíblemente buena besando —me dice acomodando mi gorro con

delicadeza—. Y en la cama…

Río porque estaba pensando exactamente lo mismo.

Me alejo entonces de él, corriendo como una loca, y él me sigue, tal como lo ha hecho

siempre. ¿Has leído alguna vez sobre el hilo rojo del destino? Yo creo en ello, la leyenda

trata sobre dos personas predestinadas a conocerse, la cuales están unidas por un hilo rojo

atado al dedo meñique, éste es invisible, y permanece atado a las dos almas gemelas, a

pesar del tiempo, las circunstancias, o la distancia, el hilo jamás se rompe, lo que significa

que la conexión entre aquellas dos almas gemelas es indestructible. Lo que Trenton y yo

tenemos lo es, es una conexión persistente, un amor verdadero, uno que jamás se irá. Yo lo

sé, él lo sabe, el mundo entero lo sabe.

Le lanzo una bola de nieve a Trent, aunque ésta no tiene precisamente forma redonda.

Él ríe y me lanza una de regreso causando que yo me resbale y me eche a reír en el suelo.

Él se sienta al lado de mí, aunque el suelo está un tanto frío por el invierno nos quedamos

aquí. Me acomoda encima de su regazo mientras nos damos un corto beso.

Silenciosamente agradezco al cielo por habernos brindado una segunda oportunidad

para estar juntos, a pesar de todo. Ahora somos uno, y él está sano, libre del cáncer

finalmente, y yo viviré para hacer su vida la más feliz de todas.

—Si se pudiera, me gustaría quedarme aquí contigo, por siempre —afirmo mirándolo a

los ojos.

Él me regala una de sus sonrisas más perfectas.

—Yo me quedo, sólo si te quedas tú. En el lugar que sea. —Trenton no titubea ni un

instante en decir aquello.

Infiernos, Trenton es tan adorable.

Mis brazos están alrededor de su cuello ahora, por lo cual acaricio su cabello

despeinado mientras lo admiro atentamente y él hace lo mismo conmigo. Yo estoy sentada

a horcajadas sobre él conforme nos miramos.

—¿Qué planes tienes para mañana? —interrogo momentáneamente. Trenton se ve

confundido por eso sigo hablando—: le dijiste a Andrey que no podemos irnos mañana…

Él se encoge de hombros, hay un atisbo de sonrisa en sus labios.

—Nada concreto en realidad, sólo quería que se desesperara un poco.

Su sonrisa burlona me dice que es cierto.

—Eres malvado.

Trenton me acerca más a él y su agarre se vuelve más fuerte mientras suspira y replica:

—Evidentemente la malvada eres tú, ya que no quieres hacer público nuestro

matrimonio, señora Lombardi —dice juguetonamente, a pesar de que varias veces me ha

nombrado así, igualmente me sonrojo furiosamente—. ¿Qué tengo que hacer para

convencerte?

Trenton y yo nos casamos el mismo día que me lo propuso, después de ducharnos y

vestirnos corrimos a una capilla y lo hicimos legal. Toda la cosa ha sido en secreto, al

menos por ahora, pues supongo que no quiero herir los sentimientos de nuestras familias y

amigos por no haberlos tenido en cuenta en esto. Aún lamento eso, pero es que ¡rayos!

Sentimos en nuestros corazones que teníamos que casarnos, y lo hicimos.

Finjo que me lo pienso.

Trenton comienza a besarme en su fase de tipo seductor que tanto me gusta. Su lengua

comienza a lamer el lóbulo de mi oreja y a besar mi cuello una y otra vez, sus manos viajan

por mis mejillas, luego acarician tersamente mi cuello, para después bajar hasta mis

costillas. Sus labios hacen lo suyo, lamiendo, succionando y besando mi piel expuesta y yo

tiro gentilmente de su cabello, una clara señal para que continúee.

— ¿Me estás manipulando? —le pregunto con voz queda por la intensidad de sus

caricias.

—Sólo quiero que todos sepan que eres mi esposa —contesta aúnn besando mi

clavícula.

Oh… por supuesto que con eso me está manipulando, lo está haciendo genial. Ya estoy

comenzando a caer… como siempre, a su merced. Él es mi debilidad.

—Quiero hacerte el amor todas las noches —murmura en mi cuello, yo jadeo—. Y

dormir contigo, y verte despertar, quiero ser yo quien te vea abrir tus ojos… quiero amarte

más, más y más… —musita entre besos y mordidas. Luego me mira a los ojos, el jade

deslumbrante paraliza mi corazón como si sus ojos se estuviesen fijando en los míos por

primera vez—. Te amo tanto, Ciara. Il mio amore.25

Yo le murmuro un “Te amo” de vuelta y soy yo quien lo beso, él entiende mis caricias,

nosotros diremos que nos hemos casado el domingo en la cena. Pero él finge que no lo

sabe. Y sigue besándome, como si siguiera manipulándome, a mí me encanta este juego.

Oh… uh…

—¿Debería rendirme o seguir manipulándote? —Sus ojos están brillantes, felices,

mientras me mira, juguetónn.

Oh Trent, si esta es tu forma de manipularme, yo encantada.

—Oh, no te rindas —menciono antes que sus labios se junten a los míos. A pesar del

frío, yo estoy caliente, cielos, él es tan ardiente y lo amo. Después de tantas dificultades,

después de tormentas y tempestades, lo amo, con la fuerza de un amor verdadero.

Fin.

25 Mi amor.

DEDICATORIA

Este libro está dedicado a cada una de esas personas que no se han negado a soñar y a

seguir luchando.

A las personas que dicen no creer en el amor, pero aun así, lo sienten.

AGRADECIMIENTOS

Primeramente, quiero agradecer a las personas que se han tomado el tiempo en darme

una oportunidad leyendo la historia. Fue uno de mis primeros libros, por lo cual siempre

existieron dudas, temor, y principalmente inseguridad. Estoy muy feliz por haber publicado

con la Editorial Raining Words, que están haciendo un hermoso trabajo, ayudando a los

jóvenes escritores.

Jamás hubiese publicado este libro sin el apoyo incondicional de mi mejor amiga

Melissa Rivery, quien siempre estuvo allí , en cada aventura, animándome a continuar

escribiendo, espero que un día te animes a publicar tus historias, porque eres una escritora

increíble. ¡Y gracias por haberte animado a leer aquel fanfiction de Alec Vulturi!

Rebeca C. Black M, otra persona especial que ha estado al pendiente de los avances de

esta historia. Fue una de las primeras personas que la leyó y debo darle las gracias por todos

esas críticas constructivas que me dio, sin duda no hubiese sido lo mismo sin ellas.

¡Muchas gracias Rebe!

Gracias a FF.NET y LunaNuevaMeyer, donde casi tres años atrás comencé con este

sueño, escribir historias nació como un juego y se convirtió en mucho más para mí. A las

lectoras que me apoyaron en mis inicios, les agradezco siempre sus comentarios, ya sean

positivos o negativos.

No soy una chica de muchas palabras, solamente… Gracias, ¡espero nos leamos pronto!

Sobre a la autora

Daymelis Ramos es una joven venezolana que nació

el 4 de octubre de 1994. Es estudiante de Administración

de empresas y espera también especializarse en Diseño

Gráfico o Letras. Vive con sus padres y su hermano.

Cuando no está estudiando, está diseñando fotos, leyendo

o escribiendo. Sus escritoras favoritas son Jennifer L.

Armentrout, Colleen Hoover y Stephenie Meyer. Adora la

música de Taylor Swift, OneRepublic y Ed Sheeran.

Comenzó a escribir alrededor del 2012, creando

fanfictions de Twilight, descubriendo su pasión por la

escritura. Su primera novela "Después de la Tormenta"

nació en cuanto imaginó a un chico carismático llamado

Trenton. La canción "Storm" De Lifehouse también

influenció mucho en la idea de la novela.

Actualmente está trabajando con su próxima serie de fantasía llamada "Fatum" Y un

romance contemporáneo nombrado "Sin Miedo".

http://sentimientoscristalizados.blogspot.com/

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