desde pequeño desarrollé un amor por las historias Épicas de guerras

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 Desde pequeño desarrollé un amor por las historias épicas de guerras, conquistas, espadas, escudos, corceles y fechas. Esas historias ascinantes donde los guerreros muestran su valía en el campo de batalla, que con el correr de los años se vuelven leyendas a contar de generación en generación. na estrategia bélica que me asombró siempre ue la del asedio. Esta estrategia consiste en un bloqueo prolongado sobre una ortale!a "una ciudad amurallada o un castillo#, con el ob$etivo %nal de asaltar la ortale!a cuando esta se debilite, ya sea por el bloqueo de abastecimiento alimenticio, que podía llevar a la ciudad a la hambruna y la rendición, o mediante la uer!a, derribando la muralla con maquinarías de asedio, cavando t&neles, o logrando in%ltrar inantería dentro de la ortale!a para abrir las puertas desde adentro "algo así como el caballo de ' roya#. (ensar en esta t)ctica me sirve de ilustración a la manera en que act&a el pecado en la vida del creyente. El pecado que mora en nosotros a&n "*omanos +# est) en constante batalla contra el Espíritu que también mora en nosotros desde el nuevo nacimiento. sí nos dice (ablo- “Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bao la ley!, "álatas #:$%&$'. onstantemente somos tentados por ese pecado que a&n mora en nosotros. ientos de ataques diarios son los que cada creyente tiene que resistir "si e s que los resiste#. Es una oposición constante y activa. uando el Espíritu nos dice que guardemos nuestros o$os de ver lo malo, la carne nos anima a satisacer el deseo de pecado. uando el Espíritu nos llama a amar a nuestros cónyuges, el pecado nos llama a tratarlos con aspere!a y violencia. Es una batalla que no cesar) mientras vivamos, y si no estamos involucrados activamente en ella, estamos a la merced de nuestro enemigo. /a 0iblia misma nos muestra el pecado en una posición oensiva de un asedio constante, esperando derrotarnos violentamente por la uer!a, o por el desgaste. El pecado puede atacarte uertemente con una gran tentación, o puede desgastarte con cientos de tentaciones pequeñas cada día. 1i tu cedes a una, luego cedes a otra, y ya en la tercera no te es tan gravoso, y así sucesivamente el pecado va debilitando tu ortale!a espiritual para conducirte a la derrota y asaltarte sin misericordia. ¿Tentado? ¡No cedas! El escritor de 2ebreos e3horta a creyentes que estaban siendo tentados a ceder en la batalla "2ebreos 45-465#- “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despoémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los oos en (es)s, el autor y consumador de la *e, el cual por el go+o puesto delante de él su*ri la cru+, menospreciando el oprobio, y se sent a la diestra del trono de Dios!.

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Desde pequeo desarroll un amor por las historias picas de guerras, conquistas, espadas, escudos, corceles y flechas. Esas historias fascinantes donde los guerreros muestran su vala en el campo de batalla, quecon el correr de los aos se vuelven leyendas a contarde generacin en generacin.

Una estrategia blica que me asombr siempre fue la delasedio. Esta estrategia consisteen un bloqueo prolongado sobre una fortaleza (una ciudad amurallada o un castillo), conel objetivo final de asaltar la fortaleza cuando esta se debilite, ya sea por el bloqueo de abastecimiento alimenticio, que poda llevar a la ciudad a la hambruna y la rendicin, o mediante la fuerza, derribando la muralla con maquinaras de asedio, cavando tneles, o logrando infiltrar infantera dentro de la fortaleza para abrir las puertas desde adentro (algo as como el caballo de Troya).

Pensar en esta tctica me sirve deilustracin a la manera en que acta elpecado en la vida del creyente. El pecado que mora en nosotros an (Romanos 7) est en constante batalla contra el Espritu que tambin mora en nosotros desde el nuevo nacimiento. As nosdice Pablo:

Digo, pues: Andad por el Espritu, y no cumpliris el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espritu, y el del Espritu es contra la carne, pues stos se oponen el uno al otro, de manera que no podis hacer lo que deseis. Pero si sois guiados por el Espritu, no estis bajo la ley,Glatas 5:16-18.

Constantemente somos tentados por ese pecado que an mora en nosotros. Cientos de ataques diarios son los que cada creyente tiene que resistir (si es que los resiste). Es una oposicin constante y activa. Cuando el Espritu nos dice que guardemos nuestros ojos de ver lo malo, la carne nos anima a satisfacer el deseo de pecado. Cuando el Espritu nos llama a amar a nuestros cnyuges, el pecado nos llama a tratarlos con aspereza y violencia. Es una batalla que no cesar mientras vivamos, y si no estamos involucrados activamente en ella, estamos a la merced de nuestro enemigo.

La Biblia misma nos muestra el pecado en una posicin ofensiva de un asedio constante, esperando derrotarnos violentamente por la fuerza, o por el desgaste. El pecado puede atacarte fuertemente con una gran tentacin, o puede desgastarte con cientos de tentaciones pequeas cada da. Si tu cedes a una, luego cedes a otra, y ya en la tercera no te es tan gravoso, y as sucesivamente el pecado va debilitando tu fortaleza espiritual para conducirte a la derrota y asaltarte sin misericordia.

Tentado? No cedas!

El escritor de Hebreos exhorta a creyentes que estaban siendo tentados a ceder en la batalla (Hebreos 12:1-2): Por tanto, nosotros tambin, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojmonos de todo peso ydel pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,puestos los ojos en Jess, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de l sufri la cruz, menospreciando el oprobio, y se sent a la diestra del trono de Dios.

Cul es tu posturaante el pecado? Ests luchandoactiva y ofensivamente contra l? Oests cediendo terreno? No tenemos ningn pasaje en la Biblia que nos permita bajar la guardia ante el pecado; que nos diga: descansa, ya eres salvo y no debes preocuparte por ello. No! La Biblia nos llama vez tras vez a perseguir la santidad y a hacer morir el pecado. Nos llama a poneren asedio al pecado y hacerlomorir de hambre. No es una tctica ofensiva lo que nos plantea Dios en Su Palabra?Fuerzas prestadasPresta atencin! Tengo que decirte algosumamente importante: no tienes poder en absoluto para ganar esta batalla. No es que tenga nada personal contra ti. Yo tampoco tengo las fuerzas necesarias. As nos dice el Apstol Pablo: Porque si vivs conforme a la carne, moriris; mas sipor el Esprituhacis morir las obras de la carne, viviris,Romanos 8:13.

Por medio de quin podemos hacer morir las obras de la carne? Por medio del Espritu de Dios que mora en nosotros. Dios no nos ha dejado sin herramientas ante el asedio del pecado: nos ha dado su Espritu Santo para que podamos prevalecer y tener victoria en la batalla diaria que tenemos por delante hasta nuestro ltimo da de vida.

El evangelio no solo anuncia que Dios nos liberta de la pena del pecado, al justificarnos gratuitamente por su Sangre. Por medio de andar en el Espritu, siendo guiados por l, viviendo en obediencia a la Palabra de Dios, orando por fortaleza contra el pecado, Dios nos va librando del poder del pecado en nosotros al santificarnos. Y en esta lucha Dios nos ha permitido tambin participar.

Que el Seor que nos llam a la santidad nos fortalezca en nuestra batalla diaria contra el pecado, para caminar da a da en gozo, paz, y vida abundante.Tomemos la ofensiva y armemos nosotros un asedio contra el pecado.Que este MENSAJE te aliente a luchar en l, hasta que Cristo vuelva.

ENTONCES COMO HAGO MORIR EL PECADO

Porque si viviereis conforme a la carne, moriris; ms si por el espritu mortificis las obras de la carne, viviris (Romanos 8: 13)

Comenzaremos nuestro estudio examinando las cinco frases que componen nuestro texto:

Primeramente, el texto comienza con la palabra "si".Segundo, la palabra "vosotros" nos dice a quienes este deber y promesa ti ene aplicacin.Tercero, la frase" por el Espritu" se refiere a la causa principal o el medio para llevar a cabo este deber.Cuarto, la frase mortificar las obras de la carne nos habla del deber que debemos cumplirEn un sentido, la mortificacin del pecado es un evento que ya ha ocurrido. La Escritura dice que" el viejo hombre" ha sido crucificado con Cristo (Rom.6:6). "Morimos con Cristo", dice Romanos 6:8. (Vea tambin Gal. 5:24.) Esto ocurri en el momento cuando nacimos de nuevo (Rom.6:3-8). Sin embargo, cada creyente tiene todava los remanentes

Finalmente, la frase "viviris" es una promesa dada a los creyentes para animarlos a cumplir su deber

Pablo repite esta misma verdad cuando exhorta a los colosenses: "Por lo tanto, haced morir lo terrenal en vuestros miembros." (Colosenses 3:5, RVA) A quin se est dirigiendo Pablo? Se est dirigiendo a aquellos que han "resucitado con Cristo" (Col.3: 1), a aquellos que "han muerto" con Cristo (Col.3:3), y aquellos que "sern manifestados con El en gloria" (Co1.3:4).

Lector: Mortifica usted sus pecados? Su vida depende de esto. No deje de hacerlo ni siquiera por un solo da. Mate al pecado o el pecado matar su paz y su gozo. El apstol nos dice que sta era su prctica cotidiana en 1 Cor.9:27, "pongo mi cuerpo bajo disciplina y lo hago obedecer". Si sta fue la prctica cotidiana de Pablo (quien fue honrado con gracia, revelaciones, goces, privilegios, consuelos espirituales ms que otros), entonces Por qu suponemos que estaremos exentos de la necesidad de hacer lo mismo?

LA OBRA DEL ESPRITU SANTO EN LA MORTIFICACIN DEL PECADO n este captulo fijaremos nuestra atencin en la necesidad de depender de la obra del Espritu Santo para realizar la mortificacin del pecado. El principio bsico que Eeste captulo enfatiza, puede ser resumido en las siguientes palabras: Solamente el Espritu Santo es competente para hacer esta obra. Todas las formas y medios para efectuar esta obra no lograrn nada sin la ayuda del Espritu. El Espritu Santo obra en el creyente segn su beneplcito para dirigirse y capacitado en esta obra. Este punto puede ser ampliado bajo dos encabezados principales: Es en vano buscar apoyo en algn otro remedio que no sea el Espritu Santo Muchos remedios han sido sugeridos, algunos de los cuales son bien conocidos, pero no han ayudado a nadie. Los catlicos "ms religiosos" se ocupan de medios equivocados para mortificar el pecado. Pero este deseo de mortificar el pecado se manifiesta a s mismo por el vestir hbitos religiosos, hacer votos, pertenecer a rdenes religiosas, por ayunos, penitencias, etc. Supuestamente, todas estas cosas sirven para mortificar el pecado, pero en realidad no lo hacen. Desafortunadamente, tales ideas acerca de la mortificacin del pecado no estn limitadas solo a la Iglesia Catlica Romana. Hay muchos as llamados "protestantes", quienes deberan saber ms, pues tienen la ventaja de tener un entendimiento ms claro del evangelio, pero no se comportan mejor que los catlicos romanos. Estos se dedican a s mismos a guardar la letra de la ley de Dios, en una manera que los conduce solamente a enorgullecerse, pero en realidad no dependen en ninguna manera de Cristo y de su Espritu. Tales supuestos medios para la mortificacin del pecado, manifiestan una ignorancia bien arraigada del poder divino y del miste-rio del evangelio. Hay dos razones principales por las cuales estos esfuerzos por parte de los catlicos y muchos de los as llamados protestantes, fallan y no mortifican verdadera-mente ningn pecado:

1. Primero, porque muchos de los medios y formas en que ellos insisten, nunca fueron dados por Dios para ese propsito. No hay ningn medio o forma que pueda lograr una meta particular, a menos que haya sido designado por Dios con ese propsito. Respecto a la vestimenta de hbitos, los votos, las penitencias y otras cosas semejantes Dios pregunta: "Quin demand esto de vuestras manos?" (Isaas 1: 12), y tambin dice; "en vano me honran, enseando como doctrinas mandamientos de hombres." (Marcos 7:7) 2. Segundo, porque no usan los medios sealados por Dios en una forma correcta, por ejemplo: La oracin, el ayuno, la meditacin, el velar, etc. Estos medios tienen su propio papel en esta obra, pero solamente a condicin de que sean subordinados a la ayuda del Espritu y la fe verdadera. Cuando las personas esperan tener xito en la mortificacin del pecado, simplemente en virtud de haber orado o ayunado mucho, fallan al no usar los medios divinos en la forma correcta. El apstol Pablo coment respecto a algunas personas, aunque en un contexto diferente, que tales personas: "siempre aprenden, y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de la verdad." (2 Timoteo 3:7) En una forma semejante, muchas personas siempre estn tratando de mortificar el pecado, pero realmente nunca lo hacen. En otras palabras, tienen varias maneras para suprimir al hombre natural en cuanto a su vida comn, pero carecen de los medios necesarios para mortificar los deseos corruptos que hacen dao a la vina espiritual. Este es un error general cometido por las personas que desconocen el evangelio. Tambin es la causa de la mayora de las supersticiones y las religiones de invencin humana que existen en el mundo. Cunto dao y sufrimiento se han ocasionado a s mismas, pensando que podran acabar con el pecado, atacando al cuerpo fsico, en vez de atacar la corrupcin del viejo hombre! (Prctica que todava existe entre algunas personas religiosas.) El autoflagelamiento y las otras clases de tortu-ras del cuerpo no logran nada en la mortificacin del pecado. (Vea Co1.2:20-23.) Un error ms sutil y ms popular que tampoco tiene eficacia contra la mortificacin de pecado es el siguiente: Un hombre siente el remordimiento por un pecado que le ha derrotado. De inmediato se promete a s mismo y a Dios, que nunca volver a cometerlo otra vez (como si el mero hecho de hacer votos y promesas pudiera mortificar su pecado.)

Entonces, por un tiempo se guarda y se vigila a s mismo, se pone a orar mucho, etc. Pero tarde o temprano la conciencia de su culpa y el remordimiento vuelven y se apoderan de l. Si consideramos la verdadera naturaleza de la obra necesaria para mortificar el pecado, entonces ser obvio que ningn esfuerzo humano por muy grande que fuera, puede lograrlo. Esto nos conduce al segundo encabezado: La mortificacin del pecado es la obra del Espritu Santo. Por qu decimos esto? Por dos razones: 1. Dios ha prometido en su palabra dar el Espritu Santo para hacer esta obra. Quitar el corazn de piedra (es decir, el corazn rebelde, obstinado e incrdulo), es en general, esta obra de la mortificacin del pecado que estamos considerando. Es prometido que el Espritu Santo har obra. "Os dar corazn nuevo... y quitar de vuestra carne el corazn de piedra... Y pondr dentro de vosotros mi espritu..." (Ezequiel 36:26-27) 2. Toda mortificacin del pecado nos viene como un Don de Cristo, y todos los dones de Cristo nos vienen por el Espritu de Cristo. Sin Cristo, nada podemos hacer. (Juan 15:5) Cristo nos concede la mortificacin de nuestro pecado. El ha sido exaltado como prncipe y salvador para darnos el arrepentimiento (Hech.5:31), y nuestra mortificacin del pecado es una parte no pequea de ese arrepentimiento. Cmo hace esto Cristo? Habiendo recibido la promesa del Espritu, lo derrama para este propsito (Hechos 2:33). Como preparacin para lo que seguir en los captulos restantes, concluiremos este capitulo considerando dos cuestiones importantes: a. Primero Cmo mortifica el Espritu al Pecado? En temimos generales, el Espritu Santo realiza esto en tres maneras: i. El hace que nuestros corazones sobreabunden con la gracia y produce los frutos que se oponen a la naturaleza pecaminosa, no solo en su raz sino tambin en raz sino tambin en sus ramas. En Glatas 5 Pablo contrasta las obras (frutos) de la carne con "los frutos del Espritu". Si el fruto del Espritu florece en una persona, entonces la naturaleza pecaminosa no puede florecer al mismo tiempo. Por qu es as? Pablo contesta, estos se oponen entre si (Glatas 5:17) Es decir, la naturaleza pecaminosa y los frutos del Espritu se oponen entre s, de tal modo que los dos no pueden florecer al mismo tiempo en la misma persona. Esta renovacin del Espritu Santo (vea Tito 3:5) es un medio principal para la mortificacin del pecado, El Espritu causa que prosperemos y abundemos en las gracias que son contrarias y destructivas para las obras de la carne y los remanentes mismos del pecado. ii. El Espritu tiene un efecto dramtico sobre la raz y los hbitos del pecado; debilitndolos, destruyndoles, y quitndolos. Por esta razn l es llamado el Espritu de juicio y de fuego (Isa.4:4). El Espritu realmente destruye y consume nuestros deseos pecaminosos. Esto lo hace al principio, quitando el corazn de piedra con su poder omnipotente (en el milagro de la regeneracin) y lo continua (en el proceso de la santificacin) con un fuego que quema hasta la raz de los deseos pecaminosos. iii. El Espritu trae la cruz de Cristo al corazn del pecador a travs de la fe, y nos da comunin con Cristo a travs de su muerte y sus sufrimientos. Veremos este punto ms adelante. b. Segundo, si sta es solo la obra del Espritu. entonces Por qu es un deber al cual los creyentes son exhortados para que lo lleven a cabo? Hay por lo menos dos respuestas a esta pregunta: i. La mortificacin del pecado no es una obra exclusiva del Espritu Santo, ms de lo que las otras gracias y buenas obras lo son. El Espritu es el autor de toda gracia y de cada buena obra, y sin embargo, es el creyente quin ejerce estas gracias hace realmente las buenas obras. "Porque Dios es el que en vosotros obra as el querer como el hacer, por su buena voluntad." (Filipenses 2:13) "Obraste en nosotros, todas nuestras obras. "(Isa. 26:11) Vea tambin II Tes. 1:11; Rom. 8:12 13 & Zac. 12:10. ii. El Espritu Santo no mortifica el pecado sin la obediencia y cooperacin del creyente, El obra en nosotros y sobre nosotros en

Padre celestial lleno de gracia:Yo vengo a ti como un pecador necesitado y contrito,sin poder propio para hacer morir las acciones del cuerpo.Necesito de ti diariamente, que vengas en mi ayuda para hacer de mi obligacinel mortificar el poder del pecado que vive en mi vida.Que nunca intente mortificarlo en mis propias fuerzas,olvidando que sin tu Espritu mis esfuerzos sern en vano.Seor, a travs de tu Espritu aydame a hacer morirla sutil y astuta fuerza del enemigo.Al despertarme cada da, dame la fuerza para recordar mi tarea de hacer morir el pecado,y recordar que el pecado me matar a m si yo no lo hago morir a l.Protgeme de nunca claudicar en mi batalla con el pecado,sabiendo constantemente que el pecado tomar ventaja.Ayuda a mi corazn a abundar en gracia que fluya de tu Espritu,y destruye en mi corazn la incontenible lujuria por pecar.Dame una vida caracterizada por la mortificacin del pecado,y dame vida, vigor y consuelo para mi vida y para esta batalla.Seor, recurdame cada da a esforzarme por tener total obediencia,y as debilita el poder del pecado en mi vida.Aydame a conocer los mtodos y las ocasiones del xito del pecado,y a luchar y a esforzarme constantemente por la santidad.Que yo pueda constantemente estar consciente de la culpa, el peligro, y lo malo del pecado,sabiendo que sin ti, caigo en una consciencia cauterizada, en dureza de corazn, y engao mi alma.Seor permite que tu santa ley est siempre en mi mente,para que me pueda guiar y producir temor por ti.Por la gracia de tu Espritu,implanta humildad que debilite el orgullo,pureza de mente para limpiar lo sucio,mentalidad celestial para contrarrestar el amor a este mundo.Que tu Espritu produzca que mi corazn abunde en gracia,y en los frutos que son contrarios a la carne,consume y exhibe la raz de mi pecado,trae la cruz de Cristo a mi corazn a travs de la fe.Porque es solo al contemplar la gracia desplegada en la cruz de Cristoque ser capaz de experimentar su poder aniquilador del pecado.Oro esto en el poderoso nombre de Jesucristo, el que est sobre todo nombre,AMN.