desarrollo territorial con inclusion

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Analisa la tematica encuadrada dentro de la economia social

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  • 1 0 6 > www.vocesenelfenix.com

    un proceso de desarroLLo territoriaL debe promover La cooperacin y La asociatividad entre todos Los actores de un territorio. para potenciar Las competencias, capacidades de desarroLLo y despLiegue creativo de Los protagonistas de Los procesos transformadores, es imprescindibLe integrar tambin Los saberes tcnicos y poLticos de Los trabaJadores deL estado, verdaderos efectores de Las poLticas pbLicas.

    poLticas de desarroLLo territoriaL con incLusin. Las deudas pendientes de una experiencia de gestin en La provincia de buenos aires

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    por ins arancibia. Licenciada en Trabajo Social. Magister en Economa Social. Ex Directora de Desarrollo Local del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires.

  • L a convocatoria a escribir este artculo me moti-va en dos sentidos: primero, para compartir los aprendizajes de dos aos de gestin en la Direc-

    cin de Desarrollo Local en la Provincia de Buenos Aires y poner en blanco sobre negro aquello que aporta una prctica vertigi-nosa sobre la que, la mayora de las veces, no podemos reflexio-nar acabadamente, dejarla decantar y recuperar los aprendizajes que nos ha dejado, tanto en las cosas de las que nos enorgulle-cemos como en aquellas en las cuales nos ha quedado alguna sensacin de frustracin o de tarea incompleta (sentir frecuente en nuestras experiencias de gestin dentro del complejo sistema estatal).Pero tambin me motiva la esperanza de llegar, a travs de estas lneas, a tantos trabajadores estatales (administrativos, tcnicos y profesionales), funcionarios provinciales y municipales, pro-motores territoriales, responsables regionales, en fin, compae-ros de intentos en los distintos niveles del Estado, con quienes nos cruzamos en las mismas intenciones de promover un desa-rrollo diferente en la provincia de Buenos Aires, encendiendo un (adeudado) intercambio imaginario entre nuestros pareceres.

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  • Qu agrega, entonces, la perspectiva de la economa social a las polticas de desarrollo territorial?Acercndonos un poco ms hacia las implicancias de la implemen-tacin de estos conceptos analticos, esta perspectiva implica para nuestras intervenciones socioeconmicas algunos criterios nuevos para nuestros mtodos de trabajo: en principio, nos da herramien-tas para reconocer la diversidad de las economas concretas, afir-mando la necesidad de estudiar las formaciones sociales particula-res de nuestro pueblo, en la Argentina y en Latinoamrica. Nos aporta adems una perspectiva material y simblica sobre la organizacin social del trabajo y las necesidades territoriales, permitiendo que nos hagamos la pregunta sobre qu es nece-sario producir para satisfacer mejor las necesidades de la po-blacin, y no solamente partiendo de cmo producir lo que la gente dice que necesita. Por eso, la economa social como pers-pectiva nos convoca a poner el ojo siempre en que el sentido de los procesos econmicos que promovemos debe estar orientado hacia la satisfaccin de las necesidades humanas, y no ya de las de necesidades a secas, sino de las necesidades sustantivas, las

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    La economa social como enfoque para la poltica pblicaEn primer lugar, prefiero hablar de la economa social como enfoque, como una perspectiva terico-prctica sobre la econo-ma, sus sujetos y acciones, sus disputas, y no como un sector de la sociedad determinado (al que hay que acompaar, atender, promover) ni como un calificativo de determinados planes y programas de poltica pblica.En trminos analticos, la economa social es una particular perspectiva de economa poltica, ya que estudia a la economa desde sus actores, las relaciones que los agrupamientos y clases establecen entre s para organizar los procesos de produccin, distribucin, circulacin y consumo en la sociedad. No entiende entonces a la poblacin en abstracto, sino como una totalidad con mltiples determinaciones y relaciones, con clases sociales y las relaciones de poder conflictivas entre ellas, particularmen-te a partir de la diferencia entre la posesin y uso de los recursos de la economa en general, adems de los medios de produccin.Desde la economa social como perspectiva, es el trabajo y los trabajadores los que le dan raz de clase al enfoque, entendien-do, desde ya, la necesaria readecuacin de lo que se llamaba, desde la perspectiva de clase, la clase trabajadora formada por todos aquellos que viven de su trabajo, o la economa de los trabajadores, es decir, de los que dependen para su reproduc-cin de la puesta en juego de las propias capacidades de trabajo ( fondo de trabajo) de los miembros de su familia, y no viven (ni desean vivir) gracias a la explotacin del trabajo ajeno (lo que llamamos economa popular).Decir que la perspectiva de economa social asumida es la del trabajo no implica arrogarse visiones del mundo y proyectos transformadores del colectivo llamado clase trabajadora ni mu-cho menos. Significa, ms modestamente, tomar una perspecti-va analtica de la economa que sita al trabajo como condicin de posibilidad de la economa y de la vida en sociedad de los sujetos que lo detentan, los trabajadores.Entonces, la economa social, como perspectiva, es necesaria-mente poltica y contiene una interpretacin valorativa de la sociedad as como de la utopa de su transformacin hacia una sociedad ms justa, igualitaria, con crecientes relaciones de asociatividad y cooperacin (en sus distintas formas) entre los actores sociales, con acciones de solidaridad no altruista; una sociedad soberana en diferentes aspectos (poltico, alimentario, financiero, energtico, etc.), donde prime una racionalidad re-productiva (no la individual e instrumental) del trabajo y de lo humano.

    Un proceso de desarrollo territorial desde la perspectiva de economa social es aquel en el que se promueven explcitamente la cooperacin y aprendizaje entre todos los actores de un territorio (trabajadores, empresarios, instituciones pblicas y privadas, Estado municipal y regional), orientado por prcticas econmicas inclusivas.

  • que son condicin de posibilidad de la vida en sociedad, resulta-do de una compleja red de significaciones (sobre quin debe re-solverlas, cmo, cundo, sobre todo, las necesidades de quines se deben satisfacer, etc.), todos ellos aspectos fundamentales que siguen siendo objeto de disputa poltica y, por lo tanto, son un problema central de la economa.Dicho esto, qu implica, en trminos de intervencin de la pol-tica pblica, hacerlo desde la perspectiva de economa social? Ensayemos una posible definicin: un proceso de desarrollo territorial desde la perspectiva de economa social es aquel en el que se promueven explcitamente la cooperacin y aprendi-zaje entre todos los actores de un territorio (trabajadores, em-presarios, instituciones pblicas y privadas, Estado municipal y regional), orientado por prcticas econmicas inclusivas. Estas prcticas debieran apuntar a potenciar los recursos exis-tentes, a partir de las necesidades y potencialidades de los acto-res protagonistas del desarrollo, haciendo eje en las necesidades de los trabajadores (la economa popular), no slo porque cons-tituyen las mayoras, sino porque son sus necesidades de repro-duccin, en sentido amplio, las que deben ser prioridad de aten-cin de la direccin poltica de la economa a travs del Estado.Esto, en el marco de una estrategia construida en espacios de creciente participacin (gestin asociada, mesas territoriales, etc.) que, por la efectividad de sus resultados y la eficiencia de sus procesos, promuevan de hecho valores (las tan mentadas asociatividad, cooperacin y solidaridad) y no al revs. Se trata entonces de un desarrollo que va desde el territorio hacia nive-les espaciales mayores (regional, nacional) cuidando los efectos que ese proceso puede generar sobre el territorio (tanto sobre la poblacin como sobre los recursos naturales), para las genera-ciones actuales y venideras.

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    Leer las necesidades territoriales implica buscar hasta describir la o las palancas a accionar segn cada particularidad regional y el perfil de los actores con quienes debemos asociarnos para actuar.

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    cin y eficiencia del Estado, en distintos aspectos de las polticas de desarrollo: el Estado no ya slo garante, ni gestor, sino empresario, productor, cientfico, promotor, articulador, en defi-nitiva, caminante activo de cada uno de los rincones sociales en donde se encuentra una potencialidad de desarrollo inclusivo.Las polticas de la ltima dcada impulsadas desde el Estado nacional demostraron no slo que la recuperacin del rol del Estado como activo promotor de un desarrollo econmico en sentido amplio (polticamente consciente de la sociedad que construye esa economa) era necesaria, sino que era un acto de justicia y garanta de eficacia. Esto, sin despreciar el desafo de las deudas pendientes (si no, qu fcil hubiera resultado rever-tir tres dcadas de neoliberalismo nacional, regional y mundial!).Sin embargo, con los grises que cualquier apreciacin de estas puede implicar, este rol del Estado no pudo verse en la provin-cia de Buenos Aires como se hubiera querido. Dejo para los analistas polticos ms avezados, y al propio lector, las conside-raciones sobre los porqus y los cmo de este grave desfasaje. Me remito mejor a algunas consideraciones de las que puedo dar cuenta desde una particular perspectiva poltica, terica y militante.

    Promocin del desarrollo territorial desde el Estado: tres concepciones necesariasAhora bien, si compartimos esta idea, hay mucho de perspectiva de economa social en muchas de las polticas socioeconmi-cas que se vienen implementando en nuestro pas en la ltima dcada, pero no desde un ministerio o programa particular, y sin necesidad de explicitar este enfoque en sus fundamentos o en el propio ttulo. Ya no es novedad, para quienes trabajamos con un impulso militante en la disputa de polticas pblicas, que la poltica y la economa van de la mano, y que no hay orientacin de un proce-so econmico posible, cualquiera sea su perspectiva (inclusiva o excluyente, regresiva o progresiva) que no est sustentado ideo-lgica y polticamente por sujetos concretos. Tampoco es novedad que un proceso econmico orientado ha-cia la inclusin positiva de las mayoras requiere de un Estado activo y propositivo en todos sus niveles de accin, descartando las (para algunos) nostlgicas ambiciones de un mercado o de una sociedad autorregulados.No nos sorprendera, tampoco, la exigencia de profesionaliza-

  • Otra estrategia de abordaje de los problemas: para problemas integrales, respuestas integralesPero a pesar de que estos intentos existen, es mucho ms grave que esto. El propio Estado provincial, en este caso, ha pensado sus instrumentos de intervencin en forma segmentada. Si re-conocemos que los problemas territoriales se nos presentan en forma integral, cmo pretender abordarlos eficazmente desde herramientas (equipos, programas, dispositivos) desconexos?La asociatividad, la concertacin y el consenso que les pedi-mos a los actores territoriales, incluso a costa de no ser mere-cedores de determinados instrumentos (apoyos, y sobre todo financiamientos) no siempre conlleva mesas concertadas de trabajo interministeriales, interprogramas, incluso entre diferen-tes equipos de una misma direccin o subsecretara.La asociatividad no es un requisito de acceso para otros, sino que es (perdn, debe ser) una condicin de posibilidad de la propia poltica pblica, es decir, debe ser necesariamente con-certada. Lejos de ser un requisito de entrada, la asociatividad debe ser una herramienta potenciadora de las competencias, capacidades de desarrollo y despliegue creativo de los actores que acompaamos, que promovemos y queremos ver protago-nistas de procesos transformadores. Y por supuesto, de nuestras propias estrategias de intervencin. Y sobre eso no hay capaci-tacin ms efectiva que el propio ejemplo que podamos trans-mitir en y desde los espacios de gestin.

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    Otra lectura poltico-tcnica del territorio: lo po-ltico vs. lo tcnicoSigue estando presente la pulseada entre lo tcnico y lo polti-co. Podemos seguir afirmando que son criterios mutuamente excluyentes? Es posible hacer una lectura de la realidad o dise-ar instrumentos de poltica puramente tcnicos? Es posible incluso lo contrario?A veces parece que esta tensin permanece a pesar de nosotros, y que slo se resuelve con buenos gestores y trabajadores con formacin y experiencia poltico-tcnica, que pueden integrar ambas miradas y no simplemente dividir el trabajo entre unos y otros, ocultando generalmente las tareas tcnicas y visibilizan-do las polticas.Un buen ejemplo de esto es cuando se trabaja en identificar las necesidades territoriales (de sus actores, de los procesos de desarrollo que encaran) de la mano de sus potencialidades, evitando hacer diagnsticos eternos (sin participacin de los actores, y destacando slo lo que le falta). Leer las necesidades territoriales implica buscar hasta describir la o las palancas a accionar segn cada particularidad regional y el perfil de los actores con quienes debemos asociarnos para actuar. Y esto, la mayora de las veces, nos obliga a olvidarnos de bajar progra-mas y propuestas enlatadas, y disear instrumentos flexibles, es decir, sensibles a distintos requerimientos.Impulsando una concepcin de desarrollo inclusivo y disputan-do otros sentidos y prcticas excluyentes con la autonoma que requiere la intervencin del Estado, esta tarea debe ser parte de una autonoma enraizada en el territorio, a partir de una nueva y compleja lectura de las necesidades desde una mirada integral, que no es slo tcnica; se asienta siempre sobre una perspectiva poltica de la realidad que es necesario explicitar, formar y orien-tar en todos los niveles del Estado, fundamentalmente recupe-rando y fortaleciendo la formacin integral de los trabajadores estatales.

    La economa social es una particular perspectiva de economa poltica, ya que estudia a la economa desde sus actores, las relaciones que los agrupamientos y clases establecen entre s para organizar los procesos de produccin, distribucin, circulacin y consumo en la sociedad.

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    Otro forma de concebir y poner en prctica el Estado provincial Queda pendiente una efectiva revalorizacin de las competen-cias del Estado provincial que, no est de ms aclararlo, no es slo un equipo de gestin que viene y se va con cada perodo de gobierno. El Estado es fundamentalmente un articulado de trabajadores, con incumbencias, competencias y responsabili-dades complejas. Sobre l pesan mltiples intentos de integra-cin y de fragmentacin sucesivos, implacables. El Estado es como un mar sobre el que flotan varias botellas con mensajes de antiguos naufragios, deca un gran dirigente sindical estatal en los aos noventa. Persisten la experiencia, la esperanza, las propuestas y, tambin, la resistencia de sus trabajadores, que no son (ni quieren ser) el problema, la traba, el estigma que les pesa de los empleados pblicos. Estn aguardando (silenciosa o activamente) ser habilitados a actuar segn sus capacidades, y tienen competencias, propuestas, saberes acumulados que no se encontraran en ninguna carrera de especializacin de posgrado.Para ello, resulta imprescindible el reconocimiento de los sa-beres tcnicos y polticos adquiridos por los Trabajadores del Estado (s, en mayscula) muchas veces desvalorizados y pos-tergados por la urgencia de intervenciones polticas de gestores sin experiencia de gestin administrativa, de intervencin, de promocin territorial. Tenemos una deuda poltica enorme con estos efectores de polticas, que son la bisagra necesaria, inelu-dible entre un proyecto de gobierno (que recupera la gestin del Estado, lo hace grande, presente) y la sociedad.