DerechosPolíticosde las Mujeresen América

MemoriaSeminario Internacional

10 y 11 de Junio 2003

México

Primera edición: octubre de 2004, Senado de la República.ISBN: 970-727-018-7

Impreso y hecho en MéxicoPrinted and made in Mexico

Índice

Presentación .............................................................. 5

Introducción ............................................................ 11

Inauguración ........................................................... 17MENSAJE DE BIENVENIDA

Senadora Lucero Saldaña PérezPresidenta de la Comisión Especial ........................................ 21MENSAJE INAUGURAL

Senador Enrique Jackson RamírezPresidente del Senado de la República ................................... 23

Conferencias Magistrales ........................................ 27PRESENCIA POLÍTICA DE LAS MUJERES EN AMÉRICA

Rosario Green MacíasEmbajadora de México en Argentina ...................................... 29EL PROCESO DE RECONOCIMIENTO DE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LAS

MUJERES EN AMÉRICA LATINA

Natacha Molina GarcíaJefa de Estudios y Proyectos del Programa deDerechos Humanos del Ministerio del Interiorde Chile ................................................................................ 55

Panel 1El caso particular de México, a 50 años del SufragioFemenino: una evaluación

María de los Angeles Moreno UriegasCoordinadora del Grupo Parlamentario del PRI

Asamblea Legislativa del Distrito Federal ............................... 83Margarita Zavala Gómez del CampoPromoción Política de la Mujer, Comité Ejecutivo del PartidoAcción Nacional ................................................................... 95

Senadora Leticia BurgosPresidenta de la Comisión de Desarrollo Social del Senadode la República, PRD ............................................................ 100Sara Castellanos CortésSecretaria de la Mesa Directiva del Senado de la República,PVEM ................................................................................. 110Lic. Patricia Mercado CastroPresidenta del Partido México Posible .................................. 118

Panel 2La representación política de las mujeres y el sistemade cuotas

Diputada Margarita Penón GóngoraDiputada de la Asamblea Legislativa, Costa Rica ................... 129Gloria Careaga PérezInvestigadora del Programa de Estudios de Génerode la Universidad Nacional Autónoma de México ................ 140Doctora Jacqueline Peschard MariscalConsejera del Instituto Federal Electoral, México .................. 152

Panel 3Otras estrategias a favor de las mujeres:Agrupaciones Políticas y Organizaciones de laSociedad Civil

Diana Miloslavich TupacResponsable de la Línea de Descentralización yGobernabilidad del Centro “Flora Tristán” yCoordinadora del Movimiento Amplio de Mujeres, Perú ....... 165Lic. Clara Jusidman BialostozkyCoordinadora Nacional de Causa Ciudadana, México .......... 176Diana Elena MaffíaDefensora Adjunta de Género y Derechos Humanosde Buenos Aires, Argentina .................................................. 183

Panel 4Comisiones de Equidad y Género: una respuestaconcreta a los problemas de las mujeres

Senadora Aracely Escalante JassoPresidenta de la Comisión de Equidad y Género delSenado de la República ....................................................... 195

Diputada Raquel BarreiroPresidenta de la Comisión Especial de Equidad y Génerode la Cámara de Representantes, Uruguay ........................... 205Dip. Nemencia De la Cruz AbadPresidenta de la Comisión de Asuntos de la Mujer, Cámara deDiputados de la República Dominicana ............................... 215

Panel 5Leyes transformadoras de la condición de lasMujeres en América

Haydee BirginAsesora de la Secretaría Parlamentaria, Senado de la Naciónde Argentina ....................................................................... 223Senadora Addy Joaquin ColdwellVicepresidenta del Grupo Latinoamericano en el Comitéde la Democracia y Derechos Humanos de la UniónInterparlamentaria .............................................................. 231Patricia Olamendi TorresSubsecretaria de Temas Globales de la Secretaría deRelaciones Exteriores, México .............................................. 239

Panel 6Los Parlamentos: un entorno desafiante para lasmujeres

Beatriz Paredes RangelPresidenta de la Cámara de Diputados, México .................... 249Epsy CampbellDiputada de la Asamblea Legislativa, Costa Rica ................... 259Sery SlhessarenkoSenadora de la República Federativa de Brasil ...................... 269

ClausuraLic. Margarita García FloresSufragista Mexicana ............................................................. 279

Presentación

De la falta de reconocimiento del derecho al voto feme-nino, a la eliminación de la discriminación han pasadosiglos de negación legalizada de la igualdad de derechosde las mujeres. El primer país que reconoció su derechoal voto fue Nueva Zelanda en 1893 y en América, fueCanadá en 1918. En la época en que se redactó la Decla-ración Universal de los Derechos Humanos, la mayoríade las mujeres en el mundo no podían votar.

De ahí la importancia de que se garantizaran los derechospolíticos de las mujeres en nuestro continente, con el finde otorgarles una nueva voz, la del poder. Esta voz políti-ca ha puesto de manifiesto las desigualdades, pero susconsecuencias no han sido necesariamente la instituciónde reformas legales. El cambio se producirá sólo si lasmujeres, en todos los ámbitos, plenamente conscientesde sus derechos y responsabilidades, expresan colectiva-mente sus convicciones.

El poder que quieren las mujeres se orienta a la búsquedaactiva de la justicia y la resolución de los conflictos me-diante la negociación.

Construir la solidaridad entre mujeres a partir de los pro-cesos de ciudadanía y de afirmación es el siguiente paso;la meta, la paridad.

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Esta tendencia mundial hacia la paridad entre los génerosen todas las esferas ya está en proceso. Debido a que losparlamentos reflejan las actitudes sociales, resulta necesa-ria una mayor sensibilización política, para impulsar lacreación de liderazgos políticos entre las mujeres de nuestraregión.

Numerosos obstáculos dificultan que se produzca el re-conocimiento de todos los derechos para las mujeres.Algunos son consecuencia de una dualidad normativa, enla que el derecho tradicional prevalece sobre el derechoestatutario.

Las leyes son aprobadas por el parlamento y se puedenmodificar cuando cambia dicha representación social. Uncambio de la legislación tradicional implica cambiar laaceptación social de que goza la restricción de los dere-chos de las mujeres y convertirla en reivindicación para laigualdad de derechos, implica un proceso diferente y máslargo.

La igualdad de derechos por sí sola, formalmente ga-rantizada en el derecho estatutario, puede ser sólopapel, a menos que esté reforzada por una estrategiapara el cambio.

La lucha contra la discriminación en la esfera privada, lafamilia, la comunidad y la sociedad surgió como conse-cuencia de la perspectiva inicial en el tema de los derechospolíticos de las mujeres. La imagen de los derechos hu-manos como salvaguarda del individuo contra los abusosde poder del Estado tuvo como resultado un tempranosesgo contra los abusos cometidos en la esfera privada.

El desequilibrio entre hombres y mujeres en política esinnegable. El consenso ha surgido en este Seminario con

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respecto a la urgente necesidad de poner remedio a estasituación. Deseo afirmar nuestro compromiso de asumiresta responsabilidad plenamente. La democracia y eldesarrollo de nuestros países están en juego.

Senadora Lucero Saldaña PérezPresidenta de la Comisión Especial para la Conmemoración del LAniversario del Voto de las Mujeres en México

Introducción

La Comisión Especial para la Conmemoración del Quin-cuagésimo Aniversario del Voto de las Mujeres en México,del Senado de la República, celebró en el marco de unprograma de actividades que se desarrolló a lo largo detodo el 2003 con el objetivo de reconocer, valorar y po-tenciar la participación y representación política de lasmujeres en México, el Seminario Internacional “LosDerechos Políticos de las Mujeres en América”, los días10 y 11 de junio de 2003, en la Ciudad de México.

Teniendo como sede el Senado de la República, dichoSeminario contó con la participación de destacadas par-lamentarias de Argentina, Brasil, Costa Rica, Chile, Ecuador,Guatemala, Perú, Puerto Rico, República Dominicana yUruguay, así como legisladoras federales y locales, repre-sentantes de los organismos públicos de mujeres,organizaciones civiles y expertas en la materia.

A pesar de la diversidad de la temática abordada, la ma-yoría de las expositoras coincidieron en que en el siglo XXI

ha aumentado el número de mujeres que participan en lavida pública como electoras, funcionarias, integrantes departidos políticos, representantes en el Parlamento, o res-ponsables en la toma de decisiones, sin embargo, lasmujeres siguen sub-representadas debido a obstáculossocioculturales y políticos que limitan el ejercicio plenode la ciudadanía femenina.

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Asimismo, reconocieron la importancia de la creación yfortalecimiento de los organismos públicos de mujeres,así como de las acciones afirmativas que en materia polí-tica se llevan a cabo en los diferentes países del continente,coincidiendo en que las cuotas establecidas, a pesar deser un avance significativo para las mujeres, no son abso-luto garante de una representación real de las mismas,siendo necesario el fomento de una nueva cultura políti-ca con equidad, que ofrezca a mujeres y hombres igualescondiciones para ejercer sus derechos.

Se reiteró que la perspectiva de género representa unaherramienta indispensable en el diseño de leyes, progra-mas gubernamentales y políticas públicas que garanticenla aplicación equitativa de la justicia y sitúen a los hom-bres y mujeres en igualdad, no solamente jurídica, sinode acceso a las oportunidades de educación, trabajo ymejoramiento de la calidad de vida. De la misma forma,se apuntó a la necesidad de la participación de los hom-bres dentro de este proceso.

Las parlamentarias de América expusieron los diversosprocesos que han enfrentado en sus respectivos paísespor el reconocimiento y respeto de los derechos políticosde las mujeres, desde el derecho al sufragio, hasta laimplementación de mecanismos de cuotas, compartien-do cuáles han sido sus principales obstáculos, así comosus experiencias exitosas.

Por otra parte, se analizó el tema de las organizaciones nogubernamentales y las asociaciones de mujeres, recono-ciendo su importante papel en la lucha y promoción denuestros derechos en todos los países de América Latina ysubrayando que han sido la trinchera desde la cual lasmujeres han luchado por alcanzar el derecho a una ciu-dadanía plena.

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Otro tema que fue objeto de reflexión fueron las Comi-siones de Equidad y Género de los Parlamentos, las cualeshan realizado un trabajo importante en el impulso de lalegislación a favor de las mujeres y en la instrumentaciónde políticas públicas en materia de salud, educación, tra-bajo, alimentación y la representación política conperspectiva de género. En este sentido, se reconocieronlos avances que ha alcanzado el Parlamento de Mujeresen México, a lo largo de sus cinco ediciones, así como lanecesidad de fortalecer estas Comisiones en todos losniveles.

El análisis y discusión de las leyes que han transformadola condición de las mujeres en el continente americanotambién fue abordado por las legisladoras y especialistas,reconociendo la trascendencia y contribución de instrumen-tos internacionales como la Convención para la Eliminaciónde todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, la Con-vención de Belem do Pará, el Plan de Acción de la CuartaConferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing, la Cumbrede Johannesburgo, así como la recién celebrada Cumbrede Monterrey. Las legisladoras y expertas coincidieron enla necesidad de seguir impulsando el cabal cumplimientode lo estipulado en dichos instrumentos por parte de lospaíses de nuestro continente.

Finalmente, a lo largo de todos los paneles que dieronforma y sustancia a este evento, se hizo patente la necesi-dad de seguir democratizando la toma de decisiones convisión de género, adaptándola a los nuevos tiempos quevive México y América Latina, resaltando que no se pue-de concebir democracia cuando se excluye a más de lamitad de la población.

Inauguración

El acto inaugural, que fue presidido por del Senador Enri-que Jackson Ramírez, Presidente del Senado de laRepública Mexicana, contó con la destacada presen-cia de:

•Teresa Rodríguez AllendesDirectora del Fondo de Desarrollo de las NacionesUnidas para la Mujer México (UNIFEM)

•Rebeca GrynspanDirectora de la Sede Subregional México, de CEPAL

•Patricia Espinosa TorresPresidenta del Instituto Nacional de las Mujeres(México)

•Senadora Lucero Saldaña PérezPresidenta de la Comisión Especial para laConmemoración del L Aniversario del Voto delas Mujeres en México

MENSAJE DE BIENVENIDA

Senadora Lucero Saldaña PérezPresidenta de la Comisión Especial

El objetivo del Seminario es analizar e identificar las nue-vas vías de actuación para el desarrollo de formasgeneradoras de participación entre hombres y mujeres,en los ámbitos de representación y de decisión política; lasocialización de la política y la perspectiva de género enella, incluyendo la idea de democracia paritaria.

El desafío para la mayo-ría de los países deAmérica Latina es explo-rar nuevas formas en elejercicio del poder; porlo que es necesario im-pulsar la presencia de lasmujeres en los espaciospúblicos a fin de garanti-zar y potenciar la democratización y la ciudadanía.

Necesario impulsar lapresencia de mujeres en

espacios públicos paragarantizar y potenciar la

democratización yla ciudadanía

Sen. Lucero Saldaña,Presidenta de la ComisiónEspecial para laConmemoración del LAniversario del Voto de lasMujeres en México.

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Para poder responder a los desafíos de los próximos de-cenios, la lucha por los derechos de las mujeres debe serdada conjuntamente por las mujeres y los hombres entanto que los gobiernos y las instituciones deben contri-buir a una transformación de la política social y económicay financiera a través de los presupuestos con perspectivade género, siendo fundamental el papel de las mujeres enel desarrollo de los países de nuestro continente.

Presidium. De izq. a der. Rebeca Grynspan, Sen.Enrique Jackson,Teresa Rodríguez, PatriciaEspinosa y Sen. Lucero Saldaña.

MENSAJE INAUGURAL

Senador Enrique Jackson RamírezPresidente del Senado de la República

La democracia mexicana vivió en octubre de 1953 unmomento crucial al firmar don Adolfo Ruiz Cortines laIniciativa de Reforma al artículo 34 constitucional que otor-gó el derecho a las mujeres a ejercer su voto. Larga habíasido la lucha para su obtención y al final la batalla apenascomenzaba.

Las mujeres de esa épocavieron en el derecho a ejer-cer su voto un punto departida para el mejoramien-to de su situación política ysocial.

Hasta entonces, todas las le-yes habían sido hechas sinlo que hoy se conoce como“perspectiva de género”, principio básico que ha permiti-do transformaciones en la forma de abordar y resolver lasituación de la mujer en todos los ámbitos.

Cincuenta años más tarde, hombres y mujeres coincidi-mos en que es necesario continuar trabajando y aunaresfuerzos para aumentar la conciencia colectiva, mejorarlos instrumentos del Estado, el marco jurídico, la culturay, sobre todo, la actitud de cada mexicano a fin de que sereconozca que los derechos políticos de las mujeres son

El Senado Mexicanocoincide en que los

derechos políticos delas mujeres ya no es-

tán a discusión. En elCongreso Mexicanose está abriendo un

nuevo capítulo

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básicos para el perfeccionamiento de la democracia y, porlo tanto de la sociedad en su conjunto.

El Senado mexicano coincide en que los derechos políti-cos de las mujeres ya no están a discusión. En el CongresoMexicano se está abriendo un nuevo capítulo.

Tenemos hoy un Poder Legislativo renovado en el cual ladiscusión de las ideas, el respeto a las posiciones y a lasvisiones de quienes piensan distinto, la tolerancia a lasdoctrinas políticas de los adversarios, son elementos y almismo tiempo factores que propician el entendimiento yel acuerdo.

Ello ha permitido que los senadores y senadoras de la LVIII

Legislatura, hayan hecho aportes de fondo que segura-mente contribuirán a la vigencia de los derechos de lasmujeres. Enmarcados en nuestra Constitución y en unapolítica de Estado en la que coinciden partidos políticos ylegislaturas locales, se ha logrado poner en igualdad de

El senador Enrique Jackson Ramírez,Presidente del Senado Mexicano, durante elmensaje inaugural.

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circunstancias a niños y a niñas, para que la equidad surjadesde la infancia.

A principios del siglo XXI los legisladores mexicanos segui-mos pugnando por eliminar cualquier tipo dediscriminación y garantizar la plena vigencia de los dere-chos de todos, especialmente los derechos de las mujerescomo grupo vulnerable. En el Senado de la Repúblicacontinuaremos impulsando aquellos temas vinculados conel desarrollo y el ejercicio de todos los derechos humanosfundamentales que los mexicanos y mexicanas debandisfrutar, como son los derechos políticos.

Conferencias Magistrales

PRESENCIA POLÍTICADE LAS MUJERES EN AMÉRICA

Rosario Green MacíasEmbajadora de México en Argentina

1. Introducción

En un pequeño libro publicado en Argentina hace un parde años por Ana María Ramb, bajo el título: Pasión y co-raje: pioneras del futuro, la compiladora nos presenta unconjunto de semblanzas escritas por mujeres del presen-te, sobre otras mujeres, desafortunadamente yadesaparecidas y de las que nos dice fueron, y cito, “...ver-daderas pioneras de un siglo que no llegaron a vivir —elXXI— (pero que)... pusieron su fe en la palabra, no paraparapetarse detrás de ella, sino para emplearla como uninstrumento para entender el mundo...”, fin de la cita. En su prólogo, Ramb nos recuerda la extraordinaria frasede Simone de Beauvoir según la cual “una no nace mujer,se hace”, y nos explica, y vuelvo a citar: “... que esto dehacerse mujer es cosa de todos los días. En medio deavances y retrocesos, de conquistas, despojos y rescates,las mujeres del pasado siglo XX tuvimos que aprender aelaborar urgentes recapitulaciones entre lo que ocurría enel mundo exterior y lo que estaba pasando dentro de no-sotras, en nuestro íntimo mundillo. Aprender areconocernos en el entramado de relaciones personales,familiares, sociales y políticas. A comprender que fuerade nuestras cocinas se decidía qué poníamos en las cace-rolas. A contemplar el escenario histórico de nuestrotiempo, pero no desde una ventana, sino desde el mismopaisaje, en medio de inestables equilibrios de poder del

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tipo más variado. Y así, con dolores de parto, se alumbraronnuevos modos de decirse mujer a una misma”, fin de la cita.

Qué mejor manera, entonces, de iniciar el tratamiento dela presencia política de la mujer en América, que a partirde esas iluminadas palabras de Ana María Ramb en unafecha tan significativa para las mexicanas, en particularpara quienes en diversos momentos, tomamos la decisiónde internarnos en la política a fin de lograr una democra-cia más incluyente y un mejor país para nosotras y nuestrashijas.

2. Sufragio y acceso

La generalización del sufragio femenino en México, en1953, nos instauró como ciudadanas tardías en compara-ción con Estados Unidos, donde este avance se alcanzóen 1920, e incluso Francia, donde hubo que esperar has-ta 1945. Pero independientemente de que tardamos tantoen llegar a él, el logro de este derecho político fundamen-tal empezó a abrirnos paso y nos permitió ejercer lapolítica, más allá de adicionarnos a la legitimidadinstitucional democrática y a la soberanía popular. Conello, además, se empezó a resquebrajar paulatinamente,a veces incluso invisiblemente, la visión patriarcal del que-

hacer político para dar cabidaa una revolución culturalpermanente a favor de la incor-poración de la mujer a lapolítica; entendida esta últimacomo el espacio público einstitucional donde se concen-tra el poder político tradicional,pero también como la actividadpor la que se recrea y se sirve ala sociedad como un todo.

En el fortalecimientode la democracia en

nuestro Hemisferiose debe asegurar la

participaciónequitativa de la

mujer en los diferentes poderes

del Estado.

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En el caso de las naciones de nuestro Hemisferio, la historiaha sido testigo de la fortaleza femenina y de su capacidadpara hacer frente a situaciones terriblemente adversas.

Las mujeres a menudo han encabezado las denuncias de loshorrores cometidos por las dictaduras en países del ConoSur, como en el caso de “las abuelas de Plaza de Mayo” enArgentina. Las mujeres han participado también como com-batientes en las cruentas guerras civiles que conocieron variasnaciones centroamericanas. Las mujeres han sido víctimasde ambos tipos de tragedias y no por ello han sido remisas alencauzar sus pérdidas a fa-vor del cambio. Por elcontrario, difícilmente po-dríamos imaginar la marchade la democracia en nuestroContinente, sin el dolor desus mujeres.

Pero además, las mujereshan sido elementos claveen el funcionamiento de sussociedades a partir de unnúmero infinito de otrascuestiones. Una de ellasprobablemente ha tenidoque ver con su papel tradi-cional en tanto queresponsables del cuidadode sus familias y proveedo-ras de sus necesidadesbásicas.

Ahí, las mujeres han sido centrales para asegurar lasobrevivencia y continuidad de sus comunidades, inclusoen condiciones sumamente perentorias. Para hacerlo, han

Dra. Rosario Green MacíasEmbajadora de México enArgentina.

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debido desarrollar la capacidad de organizarse y tomardecisiones que repercuten sobre sus hogares y su entornomás inmediato, al margen de los marcos institucionalesmás formales. Por ello es urgente su integración plena ala solución de los problemas políticos, económicos y so-ciales. Y en ese sentido, su “empoderamiento” yparticipación en la política es, probablemente, la mejormanera de alcanzar dicho objetivo.

En América Latina, a lo largo de este cuarto de siglo hanresultado electas y/o designadas: diputadas, senadoras,gobernadoras, alcaldesas, secretarias de Estado, primerasministras y hasta presidentas, como testimonio de la cre-ciente visibilidad pública de las mujeres. Todo esto, porsupuesto, se ha logrado dentro de ciertos límites y bajocondiciones que, lamentablemente, están aún lejos de serconsideradas como ideales; reflexión que de ningunamanera pretende demeritar lo alcanzado sino que buscasimplemente contextualizarlo. En el ámbito de esos triun-fos han sido particularmente las legisladoras las que, en laúltima década, han descollado al incrementar su presen-cia en las cámaras, a menudo como resultado de laadopción de leyes de cupos.

En ese sentido, el Informe Sobre Desarrollo Humano 2002,publicado recientemente por el Programa de las Nacio-nes Unidas para el Desarrollo (PNUD), claramente señalaque, y cito: “Las cuotas se han utilizado en los 11 paísesdel mundo que han conseguido una representación delas mujeres (en los parlamentos), superior al 30%; desdeSuecia y los demás países nórdicos hasta la Argentina, pri-mer país latinoamericano que estableció una cuota en1991, y Mozambique”, fin de la cita. A mayorabundamiento, el Instituto para la Democracia y la Asis-tencia Electoral (IDEA) revela que el uso de cuotas para“empoderar” a las mujeres, esta mucho más expandido

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de lo que generalmente se piensa. De hecho, en su basede datos a nivel global IDEA registra 74 países que, en di-versos continentes, han establecido cuotas femeninas deacceso parlamentario a través de diferentes métodos: laConstitución, las leyes electorales o decisiones de los pro-pios partidos políticos. Entre esas naciones, 21 pertenecena nuestro Hemisferio.

Estoy consciente del enconado debate en torno al tema delas cuotas femeninas. Sin embargo, como el propio PNUD

señala, si bien éstas no constituyen una panacea, resultanuna forma efectiva de facilitar el acceso de la mujer a loscargos electivos y compensar, al menos parcialmente, suausencia en el mundo de la política. Se trata, primordial-mente, de una medida correctora temporal que no puedesustituir, en modo alguno, a la toma de conciencia, la edu-cación política, la movilización ciudadana, o la eliminaciónde los procedimientos que se oponen a que la mujer seapropuesta y elegida. El Informe del PNUD señala, y cito:“una vez que son elegidas, la lucha de la mujer para conse-guir una participación plena no hace sino comenzar. Quehayan sido votadas al cargo no significa que adquieran unabase política real, y la inexperiencia es un impedimentopara las nuevas legisladoras”, fin de la cita. De ahí la im-portancia de aquellas iniciativas que capacitan a las mujerestanto para ser elegidas como para desenvolverse con éxitoen las posiciones que conquistan.

Respecto a ese último punto, vale la pena destacar la labortanto de las organizaciones internacionales que velan porel logro de ese objetivo, como de aquellas asociacionesprivadas que buscan detectar de manera temprana a muje-res-líderes, las capacitan, apoyan su “empoderamiento” yse mantienen en permanente contacto con ellas, a fin deayudarlas a enraizar su presencia y estimularlas a incorpo-rar más mujeres en su entorno político.

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Una de las más conocidas es la denominada Emily’s Listpor sus siglas en inglés (Early Money is Like Yeast) referi-das a que una inversión monetaria temprana en el caudalfemenino, es la “levadura” de su proyección política. Estaorganización, que se encuentra en países como EstadosUnidos, Gran Bretaña y Australia, ha tenido un éxito im-portante en el acceso de mujeres candidatas, demócratasy laboristas, al Congreso en sus respectivos países.

3. ¿Mujeres como bengalas?

Más difícil que el acceso de las mujeres al Parlamento es,sin duda, su arribo a cargos de liderazgo en el PoderEjecutivo, trátese de alcaldesas, gobernadoras o, de ma-nera particular, jefas de Estado y/o de gobierno. Es acercade esta última cuestión que me gustaría compartir conustedes unas primeras especulaciones buscando enten-der, por un lado, por qué nos es más difícil a las mujeresalcanzar tan elevado cargo y cuando lo hacemos, estoparecería exigirnos requisitos mucho más complicados quelos que se demandan a los varones y, por el otro, por quélas mujeres que buscan la más alta magistratura, salen ycrecen con fuerza al principio del proceso para apagarsepoco después, a la manera de las bengalas.

El año pasado, en el entorno de un Foro organizado enLima por diversas organizaciones civiles, entre ellas Trans-parencia e IDEA, tuve la oportunidad de intervenir en unpanel sobre “Mujer y política”, al lado de dos ex candidatasa la presidencia de sus correspondientes naciones: LourdesFlores Nano, de Perú, y Noemí Sanín, de Colombia; éstaúltima, además, en su segundo intento. Mi participaciónestuvo apoyada en las experiencias que me ha tocadovivir en los diferentes ámbitos de actividad por los que micarrera profesional ha transitado: como académica, fun-cionaria pública, funcionaria internacional y legisladora.

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Sin embargo, a mi me pareció que la parte más importan-te de ese encuentro tuvo que ver con lo obvio: la necesidadde analizar por qué Flores Nano o Sanín, que al inicio desus campañas políticas en busca de la presidencia apare-cían en lugares muy destacados, e inclusive por momentosencabezaron las encuestas de opinión en sus países, serezagaron y perdieron.

A partir de entonces he estado cavilando en torno a esatesis que podría denominarse “candidatas bengala”. Mepregunto si eso es lo que realmente ocurre en nuestroHemisferio y si lo es, ¿a qué se debe? ¿Por qué en Hondu-ras, Nora Gunera de Melgar1 perdió en 1997 la presidenciapor 10 puntos porcentuales (42.8%) contra Carlos Rober-to Flores (52.6%)? ¿Por qué en 1998 Irene Saéz2, alcaldesade Chacao, un distrito caraqueño, surge con 22% de laintención de voto, apenas 5% abajo del actual PresidenteHugo Chávez que tenía 27% y, tras alcanzar el 45%, aca-ba con sólo 2.82% mientras que el ganador registra 56.2%?¿Por qué en Colombia, la ya citada ex Canciller NoemíSanín3 vuelve a perder en el 2002, después de que en suprimer intento en 1998 obtuvo el 27% de los votos (sepa-rándose poco de sus contrincantes: Andrés Pastrana yHoracio Serpa, cada uno de los cuales logró un 35%)?¿Por qué en Brasil, Roseana Sarney4, ex gobernadora delestado Manhao, después de comenzar con grandes bríosdebe retirarse de la elección del 2002, estando de pormedio un escándalo que fue resultado de una redadapolicial que la involucró en una inversión de poco más de500 mil dólares en la empresa que compartía con sumarido? ¿Por qué la parlamentaria peruana Lourdes Flo-res Nano5, a la que ya se hacía referencia y que al iniciode su campaña presidencial, en febrero del 2001, superóen la intención de voto al actual Presidente AlejandroToledo (31.4% contra 24.7%), no gana? ¿Por qué en Ar-gentina, en 1999 Graciela Fernández Meijide6 perdió la

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elección interna para postular al candidato presidencialde la Alianza FREPASO-UCR en beneficio de un Fernando dela Rúa que debe dejar el poder a escasos dos años de suascenso al gobierno, y luego, en el 2002, la diputada ElisaCarrió que inicia con 20% de la intención de voto se des-ploma al 12% en los últimos meses, y logra sólo el 14.04%de los votos en la elección del 27 abril del 2003, ubicán-dose en quinto lugar?7.

Aunque en Lima no se discutieron todas las razones quedificultan o facilitan el acceso de la mujer a la Presidenciaen nuestros países, algo de lo que dijimos entonces y delo que he continuado reflexionando al respecto, motivamis siguientes observaciones.

En primer término, debe señalarse que hasta ahora sóloocho mujeres han alcanzado el altísimo cargo de jefes deEstado o de gobierno8 en nuestro Hemisferio: IsabelMartínez de Perón en Argentina (1974-1976), LidiaGueiler9 en Bolivia (1979-1980), Ertha Pascal Trouillot10

en Haití (1990-1991), Kim Campbell11 en Canadá (1993),Violeta Chamorro12 en Nicaragua (1990-1996), RosalíaArteaga13 en Ecuador (1997), Pamela Gordon enBermuda14 (1997-1998), y Mireya Moscoso15 en Panamá(2000). Llama la atención que en tres de esos casos se tratede viudas de importantes líderes en sus respectivos países,incluido el de Isabel Martínez de Perón quien era ademásVicepresidenta y asumió conforme a la ley. Sin embargo,en el caso de las otras dos mujeres y, pese a que se recono-cen sus méritos, no ha faltado quien aduzca que el votoque las llevó a la presidencia constituyó la forma como elelectorado saldó con ellas la deuda de la muerte de susesposos-líderes. Además, también se aduce que el resto delas mujeres gobernantes apenas condujeron los destinosde sus respectivas naciones algunos meses.

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Al margen de la posible irritación que puedan provocarlos argumentos anteriores, que no se esgrimen por ciertocuando se trata de hijos o parientes varones de expresi-dentes, ni de aquellos mandatarios nombrados para cubrirbreves períodos o interinatos, resulta de sumo interésdescubrir que en el imaginario colectivo latinoamericanoestá creciendo la aceptación de que la mujer puede ejer-cer un liderazgo político eficiente. Así por ejemplo, unaencuesta de Gallup de finales del 2000, analizada en elencuentro “La política importa: diálogo con mujeres líde-res políticas”, organizado por el BID, revela que más de lamitad de los encuestados en Bogotá, Buenos Aires, Ciu-dad de México, Río de Janeiro, San Salvador y Sao Paulo,considera que las mujeres pueden tener una gestión másexitosa que los hombres en cargos públicos por su hones-tidad, manejo de la economía, promoción de la salud,defensa de la seguridad pública y el medio ambiente, asícomo por su combate más militante en contra de la po-breza y la corrupción. Es más, casi todos los encuestadosaseguraron que votarían por una mujer para la Presiden-cia si ella fuera más calificada para el cargo y muchos, dehecho, así habrían sufragado en el pasado.

En segundo término, me parece importante señalar otracuestión que, además de operar en contra de las muje-res, constituye un elemento francamente discriminatorioya que implica la descalificación de algunas candidatas ala Presidencia de sus países por razones que, una vez más,en el mundo de los varones no tienen el mismo peso. Porejemplo se ha dicho de alguna de ellas que si hubieraganado la justa, se habría debido fundamentalmente a suatractivo personal, como si no hubiera habido candidatosvarones triunfadores que además eran bien parecidos,resultando esto en un atributo que lejos de inhibir el votodel sexo opuesto ayudó a convocarlo, atrayendo tambiénparte del voto masculino que igualmente considera im-

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portante que un Presidente, que aparece en público todoel tiempo, sea un representante de su género que, en todocaso, convoque críticas por su desempeño y no por lodesagradable de su aspecto físico.

En tercer término, es un hecho que el escándalo y lacorrupción son siempre lamentables, estén éstos vincula-dos a los asuntos públicos o privados. Obviamente,cuando se trata de candidatos a la Presidencia adquierenuna dimensión mayor. Y si bien la falta de transparencia,especialmente en temas vinculados al dinero, es un as-pecto particularmente delicado, es mi impresión que loque en ocasiones es “tolerado” o menos sancionado en elcaso de los varones, en el de las mujeres no sólo las des-califica para un acto político determinado, sino que lohace prácticamente de por vida. La mujer que desgracia-damente cae en una conducta deshonesta, no sólo paga lasanción penal, moral y administrativa, sino que debe olvi-darse para siempre de cualquier intención de volver a lapolítica en el futuro. En el caso de los varones la historia estáplagada de instancias donde regresan con éxito a la políti-ca, a veces, inclusive después de haber estado presos.

En cuarto término, está todo el tema del discurso políticoy en esta materia probablemente lo más grave es laautocensura de las propias candidatas. A menudo unamujer se inhibe de hacer planteamientos que atraigan elvoto femenino por temor a ser acusada de sexista. En otrasocasiones, la mujer insiste en un lenguaje político propio,femenino, uno que no la obligue a entrar al “club de losvarones” para ser aceptada por el electorado. Lamenta-blemente ni una ni otra han probado ser estrategiaseficientes. Debemos aceptar que es válido buscar seg-mentos claves del voto. Que es válido conocer al auditorio.Que es válido tener un discurso que impacte a las muje-res, como válido es uno que atraiga a otros sectores a

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menudo ignorados o marginados, sean estos los jóvenes,los indígenas, los homosexuales, o algún otro, siempre ycuando esto no implique la segregación de los demás.Que es válido, igualmente, introducir en una plataformaelectoral un enfoque de género que establezca con clari-dad cómo impactaría la Presidencia de una mujer a losvarones y a las mujeres. Es más, desde mi punto de vista,todo lo anterior no sólo es válido sino que constituye,además, una verdadera exigencia.

Las mujeres no tendríamos que tener miedo de imprimir-le al discurso político nuestra propia idiosincrasia y nuestravalorativa personal. Los varones llevan siglos haciendo lopropio. La descalificación de una candidata a partir de laclásica frase: “está hablando de cosas de mujeres”, nosólo es torpe sino que transparenta justamente esa actitudsexista que la mujer busca evitar cuando se inhibe.

En quinto término, debe mencionarse la cuestión de latemática. Aparentemente hay temas “femeninos” y otrosque no lo son, o no lo son tanto. Por ejemplo, no seespera que una candidata mujer discuta a profundidad yano digamos temas financieros o económicos complica-dos, sino los más vitales referidos a la paz y a la guerra.Me llamó la atención que Noemí Sanín señalara que delanálisis de su actuación y plataforma, un connotado ex-perto le había dicho que si hubiera paz en Colombia ellaganaría la contienda sin ningún problema, pero que ensituación de conflicto como la que prevalecía no tenía lamás mínima posibilidad, por lo que debía de evitar en sudiscurso toda referencia a los temas de la paz y de la gue-rra. ¿Cómo puede reconciliarse el hecho tantas vecesconstatado en nuestra América Latina, de una mujer lu-chando hombro con hombro junto al varón enrevoluciones, movimientos de liberación nacional, guerri-llas, etc., con el de su nula participación en la negociación

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de la paz o en el ejercicio de su liderazgo para conseguir-la? ¿Por qué si la guerra no elude a las mujeres que cuandono son combatientes son víctimas, habría de eludirlas ensu solución? ¿Por qué una mujer no podría sentarse a con-versar con la guerrilla si la propia Sanin lo hizo en 1985,al ser nombrada representante del gobierno colombianoen las conversaciones con las FARC, y nuevamente en el2002, al formar parte de la Comisión Facilitadora de Pazcon el ELN?16 ¿Por qué, en suma, una mujer no podríatener un plan de paz aceptable que la llevara a la Presi-dencia y que, desde la Presidencia, aplicara? La inteligenciano tiene, por fortuna, género como tampoco lo tienen niel deseo de paz, ni el proyecto para conseguirla.

En sexto término, persisten los estereotipos: la mujer esdébil el hombre no17, pese a que en la historia de nues-tros países existen numerosos casos de valentía femeninay ¿por que no? de cobardía masculina. Cuando lamulticitada Noemí Sanín atraviesa un salón lleno de gen-te que la saluda y la abraza y finalmente llega, sofocada,al estrado para pronunciar su discurso se desvanece mo-mentáneamente y esto la descalifica. Sin embargo,recordemos cuántos varones candidatos o presidentes hanmostrado cansancio o fragilidad como consecuencia delargas horas de trabajo sin que esto haya repercutido ne-gativamente en su imagen.

4. Conclusiones

Me detengo aquí porque seguir el análisis por este cami-no no sólo nos llevaría largas horas, sino que tampoco nosconduciría a buen puerto más allá de recomendarnos re-visar actitudes, posturas y discursos. Prefiero concluirrefiriéndome a algunos de los puntos que considero vita-les para sustentar nuestra lucha por el afianzamiento de lapresencia política de la mujer en América.

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a. Permítanme, en primer lugar, poner énfasis en el he-cho de que en nuestros países, la generalización delsufragio femenino marcó un parteaguas en el“empoderamiento” de las mujeres al descubrirse su po-tencial electoral, en particular en una época detransformaciones políticas aceleradas. Así, mientras lasmujeres se incorporaban a movimientos feministas, al ur-bano popular, al campesino, al indígena, al sindical y, demanera abrumadora, a las organizaciones no gubernamen-tales (ONGS), importantes estudios realizados en los últimosaños evidenciaron que de una aparente apatía y escasointerés femenino en la toma de decisiones, la adopciónde políticas públicas y el ejercicio del poder, se pasó auna creciente presencia de la mujer en las institucionesformales (gobierno, partidos políticos, etc.) y, sobre todo,en las informales (sindicatos, movimientos sociales, orga-nizaciones profesionales y ciudadanas).

b. En segundo lugar, quisiera reiterar que cuando en losnoventa se dio la adopción de legislaciones de cuotas ycupos en América Latina y el Caribe, esto repercutió demanera fundamental en una mayor presencia femeninaen las estructuras de poder. Un estudio del BID de 1998señaló que las mujeres legisladoras de la región se habíananotado un triunfo muy importante: al pasar de una pre-sencia tradicional de menos del 10% en las cámaras dediputados a casi el 50% en dichas cámaras o en las legis-laturas unicamerales. Con ello superaron en dos puntosporcentuales el promedio mundial a ese nivel de repre-sentación (15.4% en la región contra 13.4% en el restodel mundo). Por lo que se refiere a los senados del He-misferio, la presencia femenina representó ese año el14.1%, mientras que a nivel mundial este porcentaje fuedel 10.4%; es decir, nuestro Continente volvió a superar-lo. Únicamente Centroamérica se distancia un poco deestos indicadores. Si bien en términos generales, la re-

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presentación femenina no es especialmente notable enlos países del Istmo, la participación política de la mujerha sido trascendental en la reconstrucción política y so-cial, tras los prolongados períodos de crisis y las recurrentescatástrofes naturales por lo que esa zona ha atravesado. Elpolitólogo Mark Jones, de la Universidad de Michigan,encuentra que en este incremento súbito de la presenciade la mujer en el Poder Legislativo latinoamericano, tuvoun importante “efecto imitación”, la ya mencionada adop-ción de la Ley de Cupos de 1991 en Argentina. En ella seestableció una cuota del 30% para las mujeres tanto enlos escaños de la Cámara de Diputados como en las listasde candidatos para las diversas elecciones. Para finales de1997, otros países como Bolivia, Brasil, Costa Rica, Ecua-dor, Perú, Panamá, República Dominicana y Venezuelahabían aprobado ya legislaciones similares, con cupos dehasta un 40%. En otras naciones, como Costa Rica y Méxi-co, han sido los propios partidos los que han incrementadovoluntariamente sus cuotas para candidatas. En el casode este último país, hoy el 15.6% de los asientos del Se-nado y el 16% de las curules de la Cámara de Diputados,están ocupados por mujeres. Jones señala que incluso enpaíses como Bahamas o Chile, donde no hay cupos fe-meninos, para finales de los noventa la presencia de laslegisladoras había pasado del 8% al 15% y del 7% al 10.8%,respectivamente.

c. En tercer lugar, debe reconocerse que en los alboresdel nuevo siglo parecería evidente que los varones noquieren ceder poder, al tiempo que prevalecen patronesculturales “machistas” en la estructura familiar latinoame-ricana. Desde los inicios de los noventa, la CEPAL identificóque la discriminación por género se expresa en nuestrassociedades de tres maneras: asignando a las mujeres, enforma exclusiva, la responsabilidad de los hijos y del tra-bajo doméstico; otorgando a los varones un acceso

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desigual y preferente a los recursos productivos y a susbeneficios; y limitando o excluyendo a la mujer del pro-ceso de toma de decisiones públicas y del ejercicio delpoder. Lamentablemente, a una década de distancia es-tas condiciones no parecen haber variado todo lo deseado.Si bien las crisis económicas de nuestros países propicia-ron una mayor participación femenina en el mundolaboral, ello no ha llevado a una redistribución de sus ta-reas en el hogar, por lo que muchas mujeres continúanrealizando dos y hasta tres jornadas de trabajo. Tampocola equiparación de lo privado con lo público dentro de lopolítico, que logró el pensamiento feminista contemporá-neo, ha facilitado el acceso de la mujer al poder encualquiera de estas esferas.

Sin embargo, su capacidad para ser administradora en elhogar y atender funciones profesionales de manera simul-tánea, ha llevado a sugerir que la mujer puede ser mejorfuncionario y administrador público que el varón, ade-más de que algunos estudiosos consideran que las mujerescuentan con valores más consolidados de justicia, hones-tidad y respeto de la democracia. De hecho, ya desde1995 la Plataforma de Acción de la Cuarta ConferenciaMundial sobre la Mujer señaló que, y cito: “...el accesoigualitario y la participación plena de la mujer en las es-tructuras de poder, así como su involucramiento absolutoen todos los esfuerzos de previsión y solución de conflic-tos, son esenciales para el mantenimiento y la promociónde la paz y la seguridad. Aunque las mujeres han comen-zado a desempeñar un papel importante en la soluciónde diferendos, en los mecanismos de mantenimiento dela paz, y en los temas vinculados a la defensa y las relacio-nes internacionales, están aún sub-representadas en elámbito del proceso de toma de decisiones. Si las mujereshan de participar en forma igualitaria en el aseguramientoy mantenimiento de la paz, debe dotárseles de los me-

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dios políticos y económicos para hacerlo y asegurarse deque están adecuadamente representadas en todos los ni-veles del proceso decisorio”, fin de la cita.

d. En cuarto lugar, resulta indispensable rescatar a cadapaso el principio de equidad a fin de poder enfrentar lasmúltiples dificultades que existen para implementar en lapráctica todo el tema de la igualdad de género. En estesentido, la constante presencia de la mujer detrás de loscambios y hasta como ejecutora del cambio, y sus dotesde perseverancia y auto-ayuda, deberán permitirnos ge-nerar mayores redes de apoyo entre mujeres, tanto alinterior del país como en el ámbito internacional donde,en los últimos años, se han venido afianzando y desarro-llando organizaciones públicas y privadas que tienen comoobjetivo fortalecer a las mujeres y auxiliarlas en su esfuer-zo por constituirse en una verdadera fuerza política. Noen balde la mujer ha asumido el papel de defensora delos derechos humanos, no sólo de su género sino de lasociedad en general, al tiempo que las ONGS feministas sevinculan cada vez más con las de defensa de los derechoshumanos, del medio ambiente, de la salud reproductiva,del niño, de la familia, etc., logrando con ello una mayordifusión de sus demandas y una mejor presión sobre elgobierno. En el fondo se trata también de una visión inte-gral del desarrollo de fácil concepción para las mujeres.Por ello, es importante que a medida que la mujer vaadquiriendo una creciente presencia política, profundicey amplíe este tipo de redes de tal suerte que, conformeconquiste nuevas y más altas responsabilidades públicas,apoye a otras mujeres desde la base en esta carrera as-cendente. Esto es un imperativo porque, una vez en elpoder, la mujer se enfrenta a un doble reto en el plantea-miento de políticas públicas nacionales, sean estaseconómicas, sociales, generales, sectoriales o focalizadasa un grupo específico como podrían ser los indigentes, los

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jóvenes, los indígenas, los niños de la calle, losdiscapacitados, los campesinos, etcétera. Por un lado,deberá asegurarse de que en todos los casos sean políti-cas de Estado justas, adecuadas, modernas y correctorasde problemas. Por el otro, tendrá que demostrar que es-tán además dotadas de un enfoque de género.

e. En quinto lugar, quisiera insistir en que la vía idóneapara lograr el respeto pleno de los derechos de la mujer,incluidos los civiles y políticos, es la democracia represen-tativa. Ese es el único sistema de gobierno que, por unaparte, favorece el estado de derecho reduciendo la impu-nidad ante las violaciones de los derechos de los individuos,y en particular de los sectores más vulnerables de la so-ciedad, incluidas las mujeres. Por la otra, constituye unmarco esencial para alcanzar el desarrollo económico ysocial, eliminando la desigualdad que de manera especialafecta a las minorías, dentro de las cuales comúnmente seincluye a las mujeres, independientemente de que repre-sentamos poco más de la mitad de la población mundial.Si bien en las democracias representativas los partidospolíticos juegan un papel primordial, y a ellos se han acer-cado también las organizaciones de mujeres logrando quemuchos incluyan temas de género en sus plataformas,estos institutos continúan sin brindar suficiente apoyo fi-nanciero a sus candidatas, pese a que ellas son a menudolas movilizadoras de sus bases. Por ello, en el fortaleci-miento de la democracia en nuestro Hemisferio se debeasegurar la participación equitativa de la mujer en los di-ferentes poderes del Estado.

Si la equidad es la meta, algunas organizaciones sostie-nen que las mujeres deben alcanzar la mismarepresentación que los varones; es decir, deben aspirar al50% de todos los puestos gubernamentales, de todos losasientos parlamentarios, de todos los miembros del Poder

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Judicial. Al margen de este debate, lo que si es claro esque para pasar de una democracia representativa a unaverdaderamente participativa por la vía de la política, debelograrse el “empoderamiento” de la mujer en todos losámbitos.

f. Finalmente, por lo que se refiere a México me gustaríaseñalar que nuestro país inició, en las últimas décadas, unimportante proceso de transición democrática que con laparticipación de los distintos actores, entre ellos las orga-nizaciones de mujeres así como mujeres que hansobresalido en el plano individual, generó a su vez unreclamo a favor de políticas de Estado justas. Así, no essorprendente que los avances en la democracia significa-ran también logros en la legislación a favor de la mujer,como en el importante caso de la violencia familiar de laque las mujeres y las niñas son las principales víctimas.Con la consolidación de la democracia se propició, igual-mente, una mayor participación de las mujeres en laestructura estatal. Pero si bien es cierto que en el PoderLegislativo puede verificarse una creciente presencia fe-menina, y las estadísticas del Instituto Nacional de la Mujerpara el año 2000 muestran que en el Poder Ejecutivo lasmujeres representaban el 30% de los servidores públicos,siendo inclusive la mitad de ellas Jefes de Departamento,debe reconocerse que sólo el 3.2% de las DireccionesGenerales y Secretarías de Estado se encontraban en ma-nos de mujeres. Con esto simplemente señalo que hahabido avances importantes, pero que a menudo los obs-táculos parecen mayores que lo logrado.

De nuevo me refiero al prólogo del libro de Ana MaríaRamb sobre esas mujeres a las que llama “pioneras delfuturo” y entre las que incluye a las mexicanas RosarioCastellanos y Remedios Varo, esta última nacida en Espa-ña; a las chilenas Violeta Parra y Gabriela Mistral; y a la

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estadounidense Lillian Hellman, para mencionar sólo aalgunas, y cito: “Si todas estas mujeres de pasión y corajeviesen hoy cómo llegamos al siglo XXI, bajo el imperio deuna globalización que quiere revertir las tendencias pro-gresistas de los años sesenta y setenta, cuando elfeminismo, con inéditas acciones de fuerza y manifesta-ciones masivas, se afirmó y prosperó en el caldo de cultivoliberador de aquella época, ¿qué dirían? ¿Qué hubieranhecho en los años ochenta y noventa del XX, décadas quela mayoría de ellas no llegó a vivir, ante la gran avalanchaconservadora y sus “profetas” del fin de la historia y de losconflictos sociales; práctica y discurso bajo los cuales pre-tenden diluir el movimiento femenino contemporáneo?.Estas nobles damas dignas se encresparían y llamarían aabrazar la lucha con pasión y coraje, y dirían que el movi-miento de las mujeres puede parecer en algún momentoabatido bajo sus dramas ciclónicos, pero lo mantiene vivola clara conciencia de lo que queda por hacer. Las lúcidascompañeras que honran esta antología no dudarían endenunciar que la pobreza tiene género: es mujer. Y quetiene edad: es joven. Pobre entre pobres, es a menudoúnica jefa de familia... excluida, no puede ni quiere eva-luar con claridad cual es la medida de sus propiasprivaciones. Humillada, ofendida y mutilada, tampoco seanima a reclamar el control de su propio cuerpo. Enmuchas regiones de este planeta, el mero hecho de sermujer es una desventaja social y cultural tan grande quese paga con mucho dolor e irreparables pérdidas”. Rambconcluye señalando, y cito: “Estas y otras razones mantie-nen la vitalidad de la lucha de las mujeres. Puede que nohaya movilizaciones espectaculares, pero la crítica, la pro-testa y lo que es más, la organización, crecen”. De ahíque se pregunte si hoy, que se ha globalizado todo, “...no será la hora de globalizar la lucha de las mujeres”, finde la cita.

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Estoy segura de que Ana María Ramb no ignora los avan-ces de estos poco más de veinte años transcurridos desdela Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebra-da en la ciudad de México en 1975. Estoy cierta de queconoce los progresos alcanzados por las mujeres en elcampo del desarrollo, la política, la cultura, y muchosmás, pero comparto su impaciencia y estoy de acuerdocon su percepción de la enorme brecha que aún predo-mina entre el ser y el deber ser.

Me identifico con su irritación frente a la injusticia y, demanera particular, con su postura de denuncia de la vio-lencia contra las mujeres que contrasta dolorosamente,con la que se quiere sea su contribución a la paz y a lademocracia. Por ello reivindico a la política y a la partici-pación de las mujeres en ella, como el único camino pararemediar tan soberana injusticia.

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NOTAS:

1 Nora Gunera: profesora y viuda del General Juan Alberto Melgar, dirigentedel país entre 1975 y 1978, se presentó como candidata del Partido Nacional,segunda fuerza política del país.

2 Irene Saez fue Miss Universo a los 19 años en 1981, creó un Partido políticocon su nombre: IRENE, por Integración, Renovación y Nueva Esperanza yen 1998 alcanzó el 45% en su candidatura presidencial para luegodesplomarse. En su campaña recurrió a muñecas IRENE con su mismomaquillaje y cabellera. Fanática católica, ofreció mano dura. Posteriormente,en 1999 obtuvo la gubernatura de la Provincia de Nueva Esparta con másdel 70% de los votos.

3 Noemí Sanín: obtuvo 2.9 millones de votos (27% del electorado) en lacampaña presidencial de 1998 y en las elecciones del 2002, obtuvo sólo600,000, equivalentes al 5.8% del electorado, si bien se colocó nuevamenteen el tercer lugar.

En 1998 captó gran parte de los votos de la clase media urbana, y se beneficiódel sentimiento de rechazo al sistema bipartidista liberal/conservador, a travésde su Movimiento independiente “Sí Colombia” que desde 1982 ha perdidotodas las elecciones. En esa ocasión sus temas fueron la lucha contra lacorrupción y el énfasis en el desarrollo económico del país. Sin embargo, nologró suficiente convocatoria en las zonas rurales (que representan las dosterceras partes de los votos) y donde son aún fuertes las estructuras partidistas:tanto Andrés Pastrana como Serpa obtuvieron el 35% de los votos cada uno.

En el 2002 centró su campaña en la lucha contra el desempleo, el acceso ala educación y la vivienda, y la búsqueda de la paz, en este orden. En cambio,Álvaro Uribe se enfocó en la seguridad nacional, la lucha contra la corrupcióny prometió “acciones duras contra la violencia” (fue dirigente deparamilitares) y la reforma política. Para muchos analistas los votos de Sanínde 1998 se fueron a Uribe en el 2002, como un gesto de desesperacióncontra la guerrilla. Además la abstención fue enorme en el 2002 (55% delelectorado) y la campaña de otra candidata a elecciones presidenciales –Ingrid Betancourt, quien fue secuestrada en febrero del 2002 en plenacampaña y continúa a la fecha secuestrada — le pudo haber restado votos,al tener una propuesta social de mucho peso y un prestigio reconocido comolegisladora.

Trayectoria:53 años, abogada.1976-1983 Vicepresidenta y Presidenta de la Corporación de Ahorro yVivienda.1983-1990 Ministra de Comunicaciones.1990-1991 Embajadora en Venezuela.1991-1994 Canciller.1994 Embajadora en Reino Unido, se ve obligada a renunciar por el iniciode investigaciones al Presidente Samper por financiamiento a su campaña através del lavado de dinero.

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1998-2000 Va a Harvard donde se prepara para la campaña presidencial.Tras las elecciones de 2002, el Presidente Uribe la nombró Embajadora enEspaña (agosto, 2002) y designa a su Ministra de Defensa, Marta LucíaRamírez de Rincón, por sugerencia de Sanín (también nombra a CarolinaBarco como Canciller).

4 Al inicio del 2002, Roseana Sarney encabezaba las encuestas electoralespara la presidencia de Brasil frente a Luiz Inacio “Lula” Da Silva. Sinembargo, tras resultar involucrada en un escándalo financiero en abril, cayóal cuarto lugar en la intención de voto y perdió el apoyo de su propio partido(el PFL). Si bien su marido, Jorge Murad, alegó que los fondos imputadosprovinieron de donaciones para la campaña electoral, Sarney nunca dio unaexplicación de su procedencia y alegó la existencia de un complot del entoncesprobable candidato gubernamental, José Serra, así como el hecho de que eradiscriminada por ser mujer. Estas declaraciones, junto con diversos ataquesde sus contrincantes, la llevaron a perder toda credibilidad y simpatía.Finalmente, Sarney continuó en la política y se presentó posteriormentepara el cargo de senadora federal y su marido fue electo Secretario de Cienciay Tecnología.

5 Lourdes Flores Nano: con su coalición de diversas fuerzas políticas conocidacomo “Unidad Nacional” pasó del 12% de la preferencia de votos en enerode 2001 al 31.4% un mes después en la contienda presidencial y por encimade Alejandro Toledo (24.7%). Sin embargo, en las elecciones de abril, Toledoobtuvo el 36.48% de los votos, Alan García el 26.11% y Flores, 23.69%, enuna jornada a la que acudieron 14 millones y medio de votantes, poco másde la mitad de la población. Si bien no se presentó a la segunda vuelta,mantuvo una postura activa de fiscalización de sus contrincantes.Sus temas de campaña en el 2001 fueron la lucha contra la corrupción desdeel centro del espectro político, la reunificación nacional y revalorización delo peruano, defensa de los derechos humanos, pluralidad y tolerancia, yestablecer una “horizontal accountability” (conforme al concepto deO’Donnell). Analistas consideran que su gran peso en febrero tuvo que vercon el retiro de un candidato presidencial —el defensor del pueblo— y elhecho de que otro más se sumara a ella (Luis Castañeda). Sin embargo, secriticó su vínculo con ex funcionarios y empresarios fujimoristas, en virtudde que recibió principalmente el voto de la clase media urbana (54.12% delvoto de Lima metropolitana). En cambio Toledo concentró el voto rural y dela costa.Después del triunfo de Toledo firmó un acuerdo de gobernabilidad con él yha continuado impulsando el posicionamiento del Movimiento en laselecciones de diputados y regionales. En junio de 2002 pidió la renuncia detodo el gabinete. Se considera que pudiera volver a presentarse para laselecciones presidenciales del 2006.

Trayectoria:41 años, abogada, de filiación socialcristiana desde los 18 años.1986-1990 Regidora del Municipio de Lima.1990-1992 Diputada Nacional.1993-1995 Miembro del Congreso Constituyente.

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1995 fue candidata a la Presidencia de la República pero se retira al ver quesólo cuenta con el 6% de la intención de voto y se suma a Pérez de Cuellarcomo candidato único de la oposición.1995-2000 Miembro del Congreso de la República.

6 Tras la desaparición de uno de sus hijos en 1976, en 1984 el PresidenteAlfonsín integró a Graciela Fernández Meijide en la Comisión Nacionalsobre la Desaparición de las Personas y en 1993, a los 62 años obtiene unabanca de diputada por la Ciudad de Buenos Aires con 250,000 votos. Dosaños después triplicó estos votos en su elección como senadora y en 1997,como candidata a diputada por la Provincia de Buenos Aires sumó más detres millones de votos.

7 Las candidatas no reciben suficientes recursos (casos Guadalupe GómezMaganda y Socorro Díaz). En el caso de Elisa Carrió, desde mediados deenero de 2003 cae al 12% de la intención de voto y obtiene en las eleccionesdel 27 de abril el 14.04%, ubicándose en quinto lugar después de Menem(24.45%), Kirchner (22.24%), López Murphy (16.4%), y Rodríguez Saá(14.11%).Analistas políticos encuentran diversos factores que le impidieron triunfar.En primer lugar, la insuficiencia de recursos: realizó una campaña “puerta apuerta” en su propio auto visitando organizaciones de base; tampoco pagóespacios publicitarios y si bien apareció con frecuencia en los medios, fuepor seguimiento de los mismos a su campaña; y no realizó viajes al exteriorni aceptó entrevistarse con representantes del FMI que así lo hicieron conotros candidatos en visita a Buenos Aires. En segundo lugar, fue en extremocritica de Estados Unidos y las políticas neoliberales y mostró un exageradofanatismo religioso. En tercer lugar, integró tardíamente su fórmula, tras elrechazo de Luis Zamora para acompañarla como vicepresidente y al serdetractora de la UCR —al igual que López Murphy— compitió junto conMoreau por el electorado de centro izquierda de ese partido. Finalmente, suimagen desaliñada, “excesiva”, incluso en el consumo del tabaco, no leayudó.

8 Isabel Perón asumió la presidencia de Argentina el 1 de julio de 1974, a lamuerte de su marido Juan Perón. Antes de esa fecha desempeñó por brevesocasiones ese cargo al haber sido elegida Vicepresidenta en 1973, ante lagrave salud del Presidente. Permaneció en el cargo presidencial hasta el 24de marzo de 1976, cuando fue detenida y mantenida en arresto domiciliariopor 5 años.

9 Lidia Gueiler Tejada fue Presidente de Bolivia de 1979 a 1980, pornombramiento del Congreso, al ser la titular de la Cámara de Diputados,tras un golpe militar. Como Titular de la Cámara de Diputados y Presidentedel Congreso desde 1978, Lidia Gueiler asumió la presidencia interina deBolivia en noviembre de 1979, al caer el Coronel Natusch Busch por unlevantamiento popular. Durante este lapso fue simultáneamente Jefe deGabinete. Su paso por el poder fue considerado un mérito propio y sugobierno, uno de corte democrático, durante el cual la izquierda logró el38% de los asientos en el Congreso. Sin embargo, en julio de 1980 el Gral.Luís García Meza la derroca por medio de un golpe militar, con asesoría demilitares argentinos.

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Contadora de profesión, organizó el primer congreso nacional de mujerescampesinas. Entre 1956 y 1964 fue legisladora y los 15 años posterioresestuvo en el exilio. En 1978 fue Subsecretaria de Agricultura. Entre 1979 y1994 fue Presidente del Partido Revolucionario de la Izquierda Nacional yentre 1980 y 1982 estuvo nuevamente en el exilio en Francia; de 1982 a1983 fue Embajadora en Alemania, así como en Venezuela de 1983 a 1986.

10 Como Juez de la Corte desde 1986, Ertha Pascal Trouillot asumió el cargode Presidente Provisional de Haití de marzo de 1990 a febrero de 1991, trasla dimisión del Gral. Próspero Avril. Su misión fue convocar a eleccioneslegítimas, las cuales tuvieron lugar con el triunfo de Jean-Bertrand Aristide.El Presidente electo sin embargo, la acusó de fraguar un golpe de estado ensu contra y fue arrestada en abril, para ser liberada al día siguiente porsolicitud de autoridades estadounidenses. Dejó el país por un breve lapso ydespués se dedicó a la investigación académica. Hija de un herrero y unacosturera, a pesar de ser tímida, destacó por su inteligencia y carácter. Fuela primera jueza en un tribunal civil y primera mujer en la barra de abogados.Fue miembro de la Comisión encargada de revisar el Código Civil de Haití.

11 Kim Campbell, graduada en ciencias políticas con un doctorado en EstudiosSoviéticos en la London School of Economics, trabajó desde 1980 en laUniversidad de Vacouver. En 1984 se presentó como candidata del partidogobernante Social Credit Party sin éxito y tras perder nuevamente en 1986en las elecciones como gobernadora, logró obtener un asiento en la legislatura.En 1988, ganó un asiento en el gabinete como representante del PartidoConservador y en 1989 asumió como Ministro de Estado de Asuntos Indígenasy Nórdicos. Al año siguiente fue designada Ministro de Justicia, la primeramujer en este cargo, donde destacó por la reforma a la legislación para laportación de armas. En 1993 fue nombrada Ministro de la Defensa Nacional.Tras anunciar el Primer Ministro, Brian Mulroney su retiro en 1993,Campbell se presentó como líder del partido y ganó en la convención dejunio. Con ello se convirtió en la primer mujer canadiense que asumía elcargo de Primer Ministro. Sin embargo, al concluir el mandato conservadoren octubre tuvo que llamar a elecciones y su partido tuvo una fuerte derrota.Campbell misma perdió su asiento en Vancouver. Se retiró entonces a laacademia como profesora invitada de Harvard.

12 Violeta Chamorro, hija de un terrateniente y esposa de Pedro JoaquinChamorro, dueño del Diario La Prensa e hijo de influyente político. Alenviudar en 1978 tras el asesinato de su marido, encabeza la critica alrégimen de Anastasio Somoza desde dicho diario y financia al FSLN. Con lacaída de Somoza en julio de 1979, es invitada a integrar la Junta Civil—de 5 miembros— pero renuncia al año por las tendencias marxistas delnuevo gobierno. Retoma el periódico con ataques ahora, a los sandinistas enplena guerra civil. Fue acusada de contar con el respaldo de la CIA y superiódico se cerró en diversas ocasiones. En 1987 se le permitió volver apublicar como diario de oposición y ese año una coalición de partidos anti-sandinistas (UNIÓN NACIONAL DE OPOSICIÓN-UNO) la postuló como candidatapresidencial. En su campaña criticó a los sandinistas por traicionar losprincipios democráticos y por sus excesivos gastos militares, con elconsiguiente incremento de la deuda, la inflación y el desempleo. Ganó por

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un amplio margen al candidato sandinista, Daniel Ortega, en abril de 1990.En su mandato se sostuvieron relaciones cordiales con Estados Unidos,impulsó las privatizaciones, la liberalización del mercado y de la prensa, yredujo el papel de los militares. Logró también un equilibrio entrerepresentantes gubernamentales provenientes de diversas fuerzas políticas.

13 Rosalía Arteaga, Doctora en Jurisprudencia y Abogada de los Tribunalesde la República. Periodista. Fue Ministra de Educación, Cultura y Deportesen 1992 en el gobierno conservador de Sixto Durán Ballén, donde adquiriófama de profesional centrada, enérgica y eficiente. Fue electa vicepresidentaen 1996 junto con Abdala Bucaram. Durante la campaña electoral a los 40años, con su imagen de mujer casada y madre de tres hijos, fue un elementoclave para «dulcificar» la imagen de Bucaram. Una vez en el cargo durante19 meses, se hizo cargo del frente social, educación y trabajo, sin embargose distanció al poco tiempo de Bucaram lo que le permitió, tiempo después,ocupar la presidencia cuando Bucaram fue depuesto por el Congresoecuatoriano por “incapacidad mental”, en medio de una movilización popularel 7 de febrero de 1997. Sin embargo, el día 11 Fabián Alarcón fue electopor el Congreso como Presidente interino, en funciones hasta el 10 de agostode 1998. En estas condiciones, Arteaga renunció a la Vicepresidencia el díaen que se cerraban las inscripciones y se postuló a la primera magistraturaen las elecciones, representando al Movimiento Independiente por unaRepública Auténtica, MIRA que fundó con su hermana 3 años antes. Obtuvosólo el 5.3% de los votos en primera vuelta.Presidenta Ejecutiva de la Fundación para la Integración y Desarrollo deAmérica Latina. Docente de la Universidad de Cuenca y de la Universidadde Bahía en Brasil. Autora de varias obras como La mujer y la política,Gente, La presidenta el secuestro de una protesta, Jerónimo, Los otrosJerónimos, y otros textos.

14 Pamela Gordon como líder del Partido Unido de Bermuda desde 1997, fueelecta Primer Ministro para el período 1997-1998. En 1990 se incorporó alSenado y entre 1992 y 1995 fue Ministro de la Juventud, Deporte yRecreación; en 1995 fue nombrada Ministro de Medio Ambiente, Planeacióny Recursos Naturales. Hija de un reconocido parlamentario, fundador delPartido Laborista de Bermuda y activista de derechos humanos. Fue madresoltera a los 16 años, razón por la que fue enviada a continuar sus estudiosa Canadá. Fue dueña de un restaurant de renombre y gerente de un Club detiempo compartido antes de su carrera política.

15 Mireya Moscoso obtuvo más de la mitad del voto electoral en las eleccionesde mayo de 1999 (572,717 votos con una diferencia de 84,216 votos enrelación con Martín Torrijos, el candidato que más se le acercó) como muestrade confianza a quien fuera la esposa del tres veces Presidente de Panamá,Dr. Arnulfo Arias Madrid, fallecido el 10 de agosto de 1988 (del que fuecompañera durante 25 años, 10 de éstos en el exilio). Anteriormente enmayo de 1994, Mireya Moscoso se presentó como candidata a Presidentapor el Partido Arnulfista sin tener éxito. Desde entonces se dedicó a recorrerel país para acercarse al pueblo panameño y conocer sus necesidades.

16 Incluso Sanín fue encomendada por el Presidente Betancourt en 1985 pararepresentar al gobierno en las conversaciones con las FARC, en la sede de su

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Secretariado en “Casa Verde”. Nuevamente, antes de su campaña para el2002, formó parte de la Comisión facilitadora de Paz con el ELN y viajó alCaguán para entrevistarse con la cúpula de las FARC. Lo anterior, a pesar deque en septiembre de 2000 su tío (Gerardo Sanín, 74, sacerdote) había sidosecuestrado por las FARC durante 6 días.

17 Eva Duarte de Perón crea el Partido Peronista Femenino en julio de 1949,el cual la postula junto con la CGT el 22 de agosto de 1951 comoVicepresidenta, acompañando a Perón. Sin embargo, el propio 31 de agostorenuncia por su frágil salud. Vota en noviembre internada y del 62.5% delos votos con que triunfa la fórmula Perón-Quijano, una gran parte provinodel sufragio femenino. Muere 8 meses después.

EL PROCESO DE RECONOCIMIENTO DE LOSDERECHOS POLÍTICOS DE LAS MUJERES EN

AMÉRICA LATINA1

Natacha Molina GarcíaJefa de Estudios y Proyectos del Programa

de Derechos Humanos del Ministerio del Interior deChile

Introducción

El tema del proceso de reconocimiento de los derechospolíticos de las mujeres, a mi juicio, puede ser abordadodesde por lo menos tres perspectivas o puntos de vista,relacionadas entre si:

a) desde el análisis histórico de los procesos y contextosque han ido progresivamente dando forma a la noción dederechos políticos de las mujeres.b) desde el análisis de las prácticas y luchas de las mujeresen América Latina por acceder al poder formal y aumen-tar su representación política en los cargos electivos.c) desde la reflexión acerca de los problemas teóricos bá-sicos alrededor de la representación de género. Aquí cabríamencionar los debates que esas prácticas han generadotanto al interior de las mujeres, como en la clase política yen la academia, respecto de la relación entre género ydemocracia.

Finalmente, correspondería plantear caminos de futuro ypor tanto respuestas a los dilemas que plantea la repre-sentación de mujeres y el avance en el reconocimientode sus derechos políticos.

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1. Los derechos políticos de las mujeres en la historiaCompartir y distribuir el poder político ha sido y es unode los más arduos debates de la teoría y práctica política,no sólo de las democracias modernas, sino de toda formade gobierno desde la antigua Grecia hasta nuestros días.Uno de los dilemas más recurrentes en tal debate es so-bre quién o quienes están habilitados para representar alos demás y como tales, tienen el derecho a decidir sobrelos asuntos que competen a todos, esto es, los asuntospúblicos.

Durante el siglo XVIII se produce la primera y más crucialtransición en los términos del debate, pues el fundamen-to de la representación política pasa desde el derechonatural (aquél en que la ley de Dios es la ley del Pueblo ylos derechos humanos se derivan de una divinidad ante-rior a su existencia como persona), al derecho positivo,

La Conferencista, Natacha Molina, acompañada a suizquierda por la Senadora Lucero Saldaña, Presidentade la Comisión Especial para la Conmemoración del LAniversario del Voto de la Mujer en México.

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en el cual el ser humano, investido de razón y discerni-miento, es quién tiene la capacidad de decidir sobre supropio destino, legislar y regular la vida humana. Es elperíodo en que se instala la idea republicana de gobier-no, a lo que le sigue la separación del poder de la Iglesiadel poder del Estado, y consecuentemente, la afirmaciónde los derechos políticos de las personas2.

A partir de ese momento el debate continúa, pero ahoraalejado de potestades divinas. Si es a la nobleza, a losricos, a los sabios, a los legisladores, a los trabajadores ymucho más tardíamente, a las mujeres, es un asunto queva a depender de cada época y circunstancias, las cualesvan a determinar en cada período qué significa ser ciuda-dano/a en cada caso y de lo que en cada tiempo históricose entenderá por igualdad. Es así como en cada períodohistórico y en cada etapa de la humanidad, los sectoressociales marginados o subrepresentados han denunciadosu exclusión y han encontrado fórmulas, estrategias ymecanismos para ampliar su representación, o mejor di-cho, para negociar su inclusión en la esquiva esfera delpoder político.

Una mirada retrospectiva a la historia republicana mues-tra logros sustantivos en cuanto al reconocimiento deciertos sectores o segmentos sociales como sujetos conderechos y de su legitimidad para demandar cuotas depoder y participación en las decisiones públicas. El ejem-plo clásico son las luchas de los trabajadores a lo largo delsiglo XIX, los que lograron constituirse en una fuerza polí-tica gravitante y legitimada, cuando levantaron sindicatosy partidos de clase capaces de generar propuestas y es-trategias de presión frente a las emergentes burguesíasnacionales. Siguiendo adelante en la historia, también otrossectores fueron adquiriendo igual estatus de ciudadanía,principalmente a través de su incorporación a los partidos

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políticos, principales canales de mediación entre la socie-dad y el Estado en las sociedades modernas.

Lo que sorprende en esta historia, por su extraordinariarecurrencia, es la reiterada negación a la demanda de lasmujeres por ser sujetos de derechos en el campo políticoy ciudadano, demandas que se inician con mucha ante-rioridad a las luchas sufragistas. Al respecto, es importanterecordar la lucha de las europeas por ser consideradascomo ciudadanas en la Declaración que surge de la Re-volución Francesa, en 1789. Las mujeres en Francia y entoda Europa fueron activas defensoras de la Revolución, eincluso fueron decisivas para el éxito de ésta: participaronde igual a igual en las manifestaciones políticas y en eldebate intelectual. Sin embargo, los líderes de la revolu-ción se opusieron tenazmente a considerarlas ciudadanas.Aún más, las persiguieron hasta la muerte3.

La exclusión de las mujeres en esa época fue sostenidacon argumentos procedentes de diversas corrientes delpensamiento filosófico, literario y político4. La coinciden-cia argumental demuestra la existencia de una conviccióncultural, ideológica y política muy fuerte y arraigada sobrela incapacidad política de las mujeres, un hecho que sevinculaba —y aún hoy día algunos lo vinculan—, comoun hecho inherente al papel de las mujeres comoreproductoras de la especie.

Celia Amorós, destacada filósofa española, al referirse alos sistemas políticos contemporáneos, señala que estosexpresan “un pacto interclasista entre varones”, con locual quiere dar a entender que nuestras democracias es-tán constituidas por un “sistema de relevos masculinos”en los cuales se reconocen los derechos y se le otorgalegitimidad a los varones de las clases dominadas, aún

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cuando sean opositores; pero nunca se han reconocidoderechos de este tipo a las mujeres.

Pero la historia de los siglos XIX y XX parecieron cambiareste registro. Durante el siglo XIX, en un nuevo escenarioeconómico, político y cultural, las mujeres comienzan aexperimentar algunos cambios fundamentales, principal-mente en el campo de la educación. Es el tiempo de laspioneras, mujeres que en forma individual la mayoría delas veces, sembraron un camino fértil para instalar mástarde las ideas y luchas de las mujeres por la igualdadcívica a finales del siglo y en los inicios del siglo XX. EnAmérica Latina, la lista de estas mujeres es larga; los mo-vimientos de mujeres de cada país guardan en su memorialos nombres y hazañasde estas mujeres y sehan encargado de rei-vindicar y visibilizar susaportes5. Es también eltiempo en que emergenlas primeras voces demujeres organizadasque reclaman igualdadcívica, una lucha queverá sus frutos muchosaños más tarde.

La historia del siglo XX esmás conocida. Se iniciacon la lucha de lassufragistas, las primerasmanifestaciones masi-vas y transversales a lasposiciones ideológicas de las mujeres, que ha sido llama-da la primera ola del feminismo (de ello se hablará másadelante).

A pesar de las distancias ydiferencias, y de la cre-

ciente heterogeneidad deluniverso femenino, todas

las mujeres siguen tenien-do en común la marca de

la exclusión osubrepresentación políti-

ca, lo cual se reconocecada vez más como el

principal déficit de las de-mocracias modernas. Esteparece ser el núcleo durodel reconocimiento de los

derechos de las mujeres.

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Al sufragismo le sucede un período confuso en el cual sedebilita la autonomía que las mujeres demostraron en lasluchas del primer cuarto del siglo. Muchas mujeres ingre-san a los partidos políticos como militantes de causas quecondicionaban las demandas de las mujeres a cambiosglobales considerados más importantes. Por ello J.Kirkwood le llamó a este período el tiempo del “silenciofeminista”6. Al mismo tiempo es un período de intermi-tentes incursiones femeninas en política, a veces breves yfugaces, y la mayor parte de las veces alimentados por losregimenes populistas o totalitarios, en los cuales losliderazgos femeninos adoptan el discurso de los grandeslíderes de la época y les son funcionales a éstos. Pero aúnasí la historia da testimonio de los aportes que esas muje-res hicieron a favor de otras mujeres, proponiendoreformas en temas como educación y familia.

A partir de los setenta, comienza a gestarse un profundocuestionamiento a las formas convencionales de la acciónpolítica. Algunos factores que influyen en estecuestionamiento en América Latina, son:

• Los cambios en la vida de las mujeres, entre los que sedestaca la creciente participación de las mujeres en elmercado de trabajo y la reducción de la fecundidad, die-ron otra connotación al quehacer femenino. Comienza alegitimarse socialmente la actividad de mujeres en la vidapública, al tiempo que se debilitan las resistencias para suactuación en política. Los países europeos fueron los pri-meros en dar claras muestras de ello, exhibiendo cifras deun sostenido aumento en la representación política feme-nina, en particular los países nórdicos. América Latina,más tardía, comienza a aumentar la proporción de muje-res en los espacios electorales sólo en la última décadadel siglo XX y en sólo algunos países (Argentina y CostaRica figuran entre los más adelantados).

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• Procesos de transición a la democracia a partir de los90. En América Latina estos cambios se producen en uncontexto de Revalorización de principios: pluralismo, to-lerancia, respeto de diferencias y otros valores abrenpotencialidades para debatir y confrontar la igualdad deoportunidades y ciudadanía de las mujeres como uncomponente indispensable del proceso democratizador.

•Las conferencias mundiales y la movilización internacio-nal por los derechos humanos, incluyendo elreconocimiento de éstos a las mujeres. El concepto y fun-damentos de los derechos humanos han cambiadoradicalmente. Progresivamente, desde la declaración uni-versal de los Derechos Humanos de 1945, hasta la Mundialsobre la Mujer en Beijing, pasando por la Conferencia deViena en 1993, ha ido quedando cada vez más claro unconcepto que apela a que todas las personas estáninvestidas de igual dignidad, sin distinción de raza, sexo,color, idioma, nacionalidad, condición social y creenciasreligiosas o políticas.

Al calor de estos procesos se desarrolla lo que se ha lla-mado “la segunda ola del feminismo”, cuyo eje dearticulación y movilización está dado principalmente porel cuestionamiento a la rígida separación entre espaciopúblico y espacio privado. Se plantea, tal vez por primeravez en la reflexión feminista que las relaciones entre lossexos pueden ser objeto de una acción transformadoraque trasciende la mera incorporación de las mujeres almundo público, sosteniendo y atrayendo al campo de lapolítica temas y problemas hasta ese momento conside-rados “privados”. Es el período en que comienzan agestarse las agendas políticas de las mujeres, y las pro-puestas concretas a los gobiernos, apoyadas por lasNaciones Unidas, cuyos ejes temáticos son: la afirmaciónde derechos ciudadanos, los derechos reproductivos y un

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mayor acceso de mujeres a las instancias de toma dedecisiones. En muchos países de América Latina, este pro-ceso va acompañado de grandes movilizaciones demujeres contra los totalitarismos y las políticas de ajuste,principalmente en los sectores populares.

Es un período de intensos debates, ilustrados y no tanto,al interior del movimiento de mujeres y del feminismo,en donde un tema principal de discordia es la relaciónentre clase y género, una tensión que prevalece hasta hoyen importantes segmentos femeninos. El otro tema de dis-cordia es la posición frente al Estado. Parte de las mujeresmás activas del feminismo manifiestan fuertes resistenciasa la política formal y un claro repudio a los partidos polí-ticos. De acuerdo al pensar de las líderes de la época “lostemas reales de la democracia y participación residían enotra parte” fuera de los sistemas formales de representa-ción y del Estado (Phillips: 1996).

Es así como a principios de los noventa se produce unnuevo punto de inflexión en las estrategias de las luchaspor el reconocimiento de los derechos de las mujeres: elEstado y los partidos emergen como un espacio de accióny un tema importante del debate en el feminismo. Setensionan las posiciones al interior del feminismo y pocoa poco se debilitan las resistencias a participar en el poderformal, dando origen a un interesante debate acerca delas relaciones entre género y reforma del Estado, y más alfondo, la reflexión sobre género y democracia; esto es, enel decir de Anne Phillips, el debate acerca de la democra-cia y la importancia política de la diferencia sexual enella7. Para esta autora, sería deseable que la diferenciasexual fuera irrelevante en política; pero la realidad pasa-da y presente indica que ello es una utopía.

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Mientras la ciudadanía, la democracia y la política seanconcebidas con base en la sola experiencia masculina yse le otorgue a ellas rango universal y mientras el espaciopúblico sea considerado un espacio de iguales homogé-neos, la diferencia sexual sí es relevante. Ignorarla significaomitir y excluir a las mujeres, negar el carácter político dela esfera privada y negar, además, la multipertenencia ydiversidad de hombres y mujeres8.

La globalización ha reforzado estas tendencias al poneren evidencia el carácter planetario que tiene lasubrepresentación de las mujeres en la políticainstitucionalizada. A pesar de las distancias y diferencias,y de la creciente heterogeneidad del universo femenino,todas las mujeres siguen teniendo en común la marca dela exclusión o subrepresentación política, lo cual se reco-noce cada vez más como el principal déficit de lasdemocracias modernas. Este parece ser el núcleo durodel reconocimiento de los derechos de las mujeres.

Uno de los ejes estratégicos para superar esta situación hasido poner el acento en el reconocimiento de los dere-chos políticos de las mujeres como un derecho a laigualdad, noción que supera la demanda de igualdad dederechos establecidos por ley (igualdad de salarios, deacceso a la justicia, de participación electoral, todas lascuales implica un reconocimiento de parcialidades de lasubordinación), para pasar a un nuevo estadio, en dondelo reclamado es el derecho a la igualdad9 y por lo tanto,el reconocimiento de la paridad en el derecho a repre-sentar a la ciudadanía. Esto implica reconocer la dualidaddel género humano y consecuentemente, generar meca-nismos para hacer efectivo tal derecho.

Al finalizar el siglo XX, la mayoría de los países del globo yde nuestra región han desarrollado modificaciones a las

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instituciones tendientes a dar respuesta a las demandasde equidad de las mujeres. En tales procesos, es posibleidentificar tres ámbitos o campos de acción: a) el estable-cimiento de planes de igualdad y de trato, que establecenobjetivos orientadores para la incorporación del enfoquede género en las políticas públicas en diversos ámbitos; b)la creación de espacios de mujeres en los gobiernos y c) laimplementación de acciones afirmativas tendientes a ga-rantizar igualdad de oportunidades en la representaciónpolítica.

Al iniciar el siglo XXI, la presencia de las mujeres en losespacios sociales, laborales, culturales, académicos y tam-bién políticos comienza a ser significativa, tanto en númerocomo en la valoración que se hace de ellas, lo cual esti-mula el interés de otras mujeres por participar en política.Los liderazgos femeninos se multiplican y diversifican, altiempo que encontramos a una sociedad más abierta ydispuesta a aceptar mujeres en puestos de poder y res-ponsabilidad pública. Como han dicho algunasinvestigadoras y lo demuestran las encuestas de opinión,estamos ante la configuración de un nuevo sentido co-mún respecto de los roles de las mujeres, el cual acepta yvalora la participación de mujeres en los espacios de po-der. Este sentido común permea de alguna manera a laclase política. Hoy difícilmente una autoridad política ointelectual diría lo que dijo Rosseau y muchos otros acer-ca del rol de las mujeres.

Una de las características más sobresalientes de esta épo-ca es la ruptura de las normas convencionales de lademocracia respecto a la exclusión de las mujeres. Ya nose discute, como antaño, si las mujeres tienen alma (sigloXVII), o si las mujeres tienen cerebro (siglo XVIII), o si lasmujeres tienen derechos (siglo XX). Lo que está en debate

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es cómo pasar de la igualdad ante la ley y trato a la igual-dad de resultados10.

Podemos concluir que en este nuevo siglo se evidenciancambios radicales respecto de las tradicionales formas departicipación y representación de las mujeres, detonadosprincipalmente por la creciente demanda y lucha de lasmujeres por la ampliación de sus derechos ciudadanos.Sin embargo, el extendido reconocimiento de la igualdadante la ley se instala en estructuras desiguales preexistentesque limitan el ejercicio efectivo de los derechos y no con-cuerdan con los principios republicanos de igualdaduniversal, pues pertenecer a una comunidad de igualesimplica identificar y reconocer los factores de exclusiónen cada realidad social.

En efecto, hoy en día, en la mayoría de los países delmundo no existe formalmente “ninguna disposición queimpida a una mujer acceder a cargos de representaciónpolítica, pero ello no asegura el derecho de las mujeres aser elegidas”. La viabilidad de una representación políticaigualitaria, implica superar la idea de los derechos de laspersonas como ausencia de restricciones formales y desa-rrollar acciones concretas que garanticen el efectivoejercicio de esos derechos11.

De estas reflexiones surgen al menos dos conclusiones:a) Hoy en día los principales obstáculos para el acceso delas mujeres a la vida política radica más en lainstitucionalidad política, que en la cultura. Esto no quie-re decir que los factores culturales no existan o hayan sidosuperados. Significa simplemente que ante la emergenciade un nuevo sentido común sobre la participación de lasmujeres, le corresponde a las instituciones de la demo-cracia desbloquear los mecanismos que generan lasubrepresentación en política. La mayoría de las investi-

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gaciones sobre participación política demuestran que lasacciones afirmativas aumentan efectivamente la presen-cia de mujeres en puestos de representación12,entendiendo que éste es el primer escalón, un punto departida para generar una masa crítica; esto es, suficientesmujeres en política que permitan detonar un cambio enlas estructuras y sistemas políticos vigentes.

b) A pesar del incuestionable dato de la subrepresentaciónde las mujeres en política, reconocidos mundialmente porhombres y mujeres, el tema aún no es reconocido portodos como un problema político que debilita la demo-cracia y que como tal requiere de respuestas y accionespor parte de la clase política13. Como antaño, correspon-de a las mujeres evaluar las estrategias y continuarrenovándolas en cada situación.

2. Las prácticas y estrategias de las mujeres en AméricaLatina por acceder al poder formal y aumentar surepresentación en los cargos electivos

Atendiendo a las prácticas y luchas de las latinoamericanas,es posible distinguir cuatro momentos en el proceso de re-conocimiento de los derechos políticos de las mujeres:

Las luchas sufragistasLos orígenes de la inserción de mujeres en la política for-mal ocurre en casi todos los países de América Latina enla primera mitad del siglo XX o en el transcurso de la déca-da siguiente con las luchas sufragistas. Aunque como seha dicho, lo que se logró después de un largo proceso delucha, fue sólo el derecho de las mujeres a elegir a susrepresentantes, no así el de ser elegidas, es importantedestacar que, mirado en perspectiva, el sufragismo tuvoefectos favorables tanto para la democracia, como al pa-

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recer, para una mayor presencia de mujeres en los parla-mentos antes de la implementación de las cuotas.

Uno de los efectos más trascendentes fue la ampliacióndel universo de representación de los sistemas políticoshasta ese momento compuesto exclusivamente por hom-bres. Estas luchas ampliaron objetivamente el universoelectoral de sus respectivos países, al incorporar progresi-vamente a las mujeres en el derecho a designarrepresentantes. En un primer momento ese derecho fueejercido sólo por las mujeres más educadas y de clasealta; pero ya a fines del siglo XX, puede decirse que prác-ticamente todas las mujeres —alrededor del 50% o másde la población en edad de votar—, estaba en condicio-nes de elegir a sus representantes14.

La trascendencia de este acontecimiento es poco valo-rada políticamente, puesto que la incorporación masivade mujeres al electorado no varió sustantivamente las ten-dencias electorales precedentes. Las mujeres ingresabanal mundo de las decisiones sobre los asuntos públicos, sincapacidad para discernir por ellas mismas sobre estos asun-tos. Siempre hubo un hombre: padre, hermano, esposo,amante, soldado o tutor, cuya experiencia política y sabi-duría sobre los asuntos públicos era valorada como mássabia, experimentada y por lo tanto más correcta, que lapropia opinión15. Y las cosas, entonces, cambiaron pocoen el orden de género en nuestras sociedades.

Por otra parte, el análisis comparado de Europa y Américamuestra que en aquellos países en donde el derecho alvoto se obtuvo más tempranamente, la proporción demujeres en las asambleas legislativas es más elevada queen aquellos en los cuales se introdujo más tardíamente.En los países pioneros en materia de derechos de las mu-jeres, parece haberse conformado una tradición o cultura

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igualitaria que facilitó un mayor equilibrio de poder16.Reconociendo que en las diferencias entre ambos conti-nentes median muchos otros factores, sería interesanteverificar en los datos si efectivamente esta afirmación escierta al interior de nuestra región. Lo que si se sabe esque a partir de las luchas sufragistas emergieron en Amé-rica los primeros liderazgos de mujeres, la mayoría mujeresuniversitarias que abrieron camino en sus respectivas pro-fesiones y muchas de ellas abrazaron la causa feministade la época, formaron partidos y agrupaciones preocupa-das sobre todo de introducir reformas en los códigos civilesy en promover el acceso de las mujeres a la educación17.Por cierto muy pocas de ellas llegaron a ocupar un sitio enel parlamento o en el gobierno.

El predominio de los partidosUna vez conquistado el derecho al voto, con toda la car-ga de expectativas que ello generó, fueron los partidospolíticos, en un contexto de organización mundial que enbloques hegemónicos, sustentados ideológicamente porgrandes proyectos de cambio, constituían la única mane-ra de hacer política, y las mujeres, siempre en númeroreducido respecto de los varones, ingresaron a ellos. Lospartidos, según F. Collin18, son “formas preestablecidasque hegemonizan la diversidad y reducen la pluralidadde opiniones a concepciones predeterminadas del biencomún”… son los “filtros de lo político” que procedenpor diversos medios a debilitar a las mujeres y sus intere-ses, reduciendo a la nada las conquistas del sufragismo.Como sabemos, muchos de los partidos crearon y man-tienen espacios de mujeres, pero la mayoría no tienenincidencia alguna en las decisiones relevantes. No obs-tante, los partidos continúan siendo un eje fundamentalen el comportamiento de las instituciones, lo que los con-vierte en un medio indispensable para cualquier estrategiade mujeres para acceder a puestos de responsabilidad y

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representación. Sin embargo, en este período —media-dos del siglo XX—, éstos nunca privilegiaron a las mujeres,a no ser que éstas por razones ajenas a su identidad gené-rica, ofrecieran posibilidades electorales indiscutiblementemayores que los líderes varones.

Según Jiménez Polanco, la mayoría de las mujeres que eneste período acceden al parlamento e incluso a la Presi-dencia de la República lo hacen más por “el capital políticoheredado de sus parientes varones, que por su propiapopularidad”. La única excepción, señala, es el caso deLidia Gueiler en Bolivia, activa militante del MNR (Movi-miento Nacional Revolucionario) y presidenta del Senadoen 197919.

Los movimientos sociales de mujeresLas prácticas de participación de las mujeres a partir delos ochenta comienzan a cambiar en el marco de los pro-cesos de lucha por la democratización y reforma del Estadoen gran parte de los países de la región. El rasgo que máscaracteriza esta etapa no es la incorporación de mujeres alos espacios políticos, sino su integración a los movimien-tos sociales que caracterizaron ese período.

Existen diversas interpretaciones sobre el carácter de es-tas luchas y sus aportes al reconocimiento de los derechospolíticos de las mujeres. Por una parte, se sostiene queesas experiencias contribuyeron a acercar a la vida políti-ca a muchas mujeres que de otra manera habríanpermanecido indiferentes a los asuntos públicos. De al-guna manera estos movimientos se transformaron en“escuelas políticas” alternativas a los partidos en un pe-ríodo de crisis de las formas tradicionales derepresentación. Por la otra, se señala que este tipo de ex-periencias no habilitaron a las mujeres para actuar en lasinstancias formales de representación, lo que se manifies-

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ta en la poca influencia que estas mujeres han tenido enlos procesos de transición democrática y en su limitadaparticipación en el diseño de las políticas públicas, particu-larmente de las políticas de ajuste y liberalizacióneconómica, que acompañaron a los procesos de transicióndemocrática. Se agrega además, que en el caso de la re-presentación parlamentaria, sin que mediaran mecanismosde regulación para corregir el desequilibrio entre los sexos,tales como las cuotas o la paridad, esa representación tuvocomo resultado “diluir los efectos perversos de las prácticasneoliberales de los procesos de democratización”20.

Es probable que una y otra interpretación constituyan las doscaras de un mismo proceso, con énfasis distintos en cada país.Lo cierto es que la evaluación de este período en cuanto a laescasa influencia de las mujeres en la política, representó laantesala para la formulación de nuevas estrategias para pro-mover el reconocimiento de los derechos políticos de lasmujeres y aumentar su representación política.

Las acciones de discriminación positiva: hacia labúsqueda de paridadPara el año 2000, doce países de la región habían apro-bado leyes de cuotas: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia,Costa Rica, Ecuador, Panamá, Paraguay, México, Perú,República Dominicana y Venezuela. En el resto de lospaíses es posible encontrar sistemas de cuotas en algunospartidos, como es el caso de Chile en los partidos de laConcertación: PS, PPD, DC y PRD.

A pocos años de la implementación de las cuotas en Amé-rica Latina la pregunta por sus efectos resulta relevante.Como se sabe el primer país que estableció este sistemapor ley fue Argentina (1991), país en el cual entre 1991 y2000 pasó de un 6% a un 28% de mujeres en la Cámarade Diputados, el porcentaje más alto en la región latino-

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americana. Todos los análisis conocidos muestran que laimplantación del sistema de cuotas aumenta efectivamentela proporción de mujeres en puestos de representación,pero casi nunca en la proporción establecida. En prome-dio, señala Mala Htun, las cuotas han permitido un saltode 5 puntos en la presencia femenina en el Congreso21.

A ello se agrega que el análisis comparado entre cuota par-tidista y cuota legal, indica que ésta última tiene efectosmás positivos en asegurar una representación más equili-brada en el mediano y largo plazo (Jiménez Polanco, 2000).

La evaluación de las experiencias latinoamericanas, pesea sus evidentes y contundentes aciertos, muestra proble-mas, tanto en su formulación como en suimplementación22:

•En gran parte de los casos, proviene de legislaciones con-fusas o vagas en cuanto a su reglamentación, lo cualvuelve a entregar a los líderes políticos el poder de deci-dir las ambigüedades al momento de su aplicación,habitualmente en desmedro de las mujeres.

•Si bien la cuota aumenta la proporción de mujerescandidatas, ello no se traduce necesariamente en la mis-ma proporción entre las electas. En tal sentido, las cuotascumplen el propósito de bloquear las intenciones deexcluir a las mujeres de las listas electorales.

•Dentro del universo de las mujeres electas, en la mayo-ría de los casos su presencia no resulta en un mayorcontrol político de las parlamentarias en las decisiones,pues generalmente su participación se concentra en te-mas “propios” de las mujeres, considerados privados ypoco relevantes para la agenda política: cultura, familia,menores, medio ambiente, drogas, etc., con una muybaja representación en temas tradicionalmente domi-nados por los hombres: economía, defensa, seguridad

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ciudadana, justicia, impuestos, tecnología y otros. A pe-sar de que los temas tradicionalmente privados son cadavez más que los nuevos temas de las agendas políticasactuales, el problema está en que se mantienen en unestanco, reproduciendo la separación entre privado ypúblico, lo que no redunda en ningún cambio en la con-cepción institucional acerca de la representación ydemocratización.

•De alguna manera, las cuotas compensan el desajustede poder que desfavorece a las mujeres, pero es un sis-tema que tiene un techo. La experiencia ha demostradoque es muy difícil de remontar la cuota mínima de par-ticipación establecida en la ley.

•Finalmente, la cuota no constituye una solución definitivaal problema de la subrepresentación. Es una compensa-ción parcial importante, un proceso de corrección gradualcuyo ritmo y efectos están condicionados por los sistemaselectorales de cada país y depende en gran medida de lavoluntad de los partidos y de las autoridades políticas.

Desde el feminismo, las principales preocupaciones sefocalizan en las limitaciones que el sistema de cuotas tie-ne para lograr la equidad en la representación política yen el sesgo corporativista que ella puede generar, al pro-mover de alguna manera un trabajo legislativo de lasmujeres, preocupadas sólo de los intereses de las muje-res, alimentando de esta manera una homogeneidad delos sujetos en base al género. Sin embargo, son justamen-te estas aprehensiones las que obligan a sostener el sistemade cuotas, pues ello tiene la ventaja de detonar procesosen la búsqueda de proporcionalidad en la representaciónque radicalizan la demanda de participación femenina,exigiendo a los partidos e instituciones políticas la pari-dad en la representación; un hecho que vienedebatiéndose hace algún tiempo en Europa y que comien-za a ingresar en el debate latinoamericano.

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Desde el debate parlamentario, los argumentos son mássimples, pero no por eso fáciles de rebatir. Por un lado sesostiene que la cuota contradice el principio de igualdad yno discriminación que inspira a las democracias liberales,consagrado constitucionalmente. El tratamiento diferenciala un conglomerado de personas en función de su sexo,obligaría a lo mismo en otros casos: las minorías étnicas, losjóvenes, los discapacitados, etc., características particularesde las cuales la política debería hacer abstracción. Por elotro, se argumenta que al no ser un procedimiento compe-titivo, no es posible garantizar que ingresen a la política lasmujeres más capacitadas e idóneas.

Desde la negociación política para instaurar las cuotas le-gales, se constata que el debate continúa interferido por lapermanente duda sobre la capacidad política de las muje-res para representar a la ciudadanía en paridad con loshombres. Simultáneamente a la negociación acerca de lasformas y procedimientos de implementación y articulacióncon los respectivos sistemas electorales, siempre el debatea favor de las cuotas ha debido hacerse cargo de derrotarlas imágenes estereotipadas de las mujeres y “convencer” alos demás de sus iguales capacidades y habilidades. El pro-blema es que en el caso de las mujeres la representaciónpolítica (delegación de poder que pertenece al dominio dela acción) y la representación simbólica (rasgos atribuidosque pertenecen al dominio de la cultura) se confunden enel caso de las mujeres, no así en los varones23.

3. La reflexión teórica feminista y el debate sobre géneroy democracia

Los argumentos a favor y en contra tocan temas de fondorespecto a los problemas que desde hace mucho tiempoha planteado la teoría feminista sobre la igualdad, dife-rencias y representación de intereses en relación a las

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mujeres. Si lo que se busca es aumentar la representaciónde mujeres para, finalmente, avanzar hacia una transfor-mación democrática de los sistemas políticos, deberíaquedar claro que las cuotas no garantizan la presencia demujeres con conciencia de género en los parlamentos.Por el contrario suele ocurrir que su aplicación favorece amujeres militantes de partidos muchas veces ajenas e in-cluso críticas de la discriminación positiva, al menos enun primer momento.

Las acciones afirmativas son mecanismos que aumentanla presencia de todas las mujeres en el sistema político ysu valor reside en ello, es decir, en la profundización de lademocracia mediante una distribución más equitativa delpoder. Es lo que Anne Phillips y otras han llamado “lapolítica de presencia” que permite “romper el monopolioantidemocrático de los hombres en ese espacio y con-frontar la idea dominante de la política como un asuntopara individuos abstractos y asexuados. Y eso es siempreuna ganancia democrática”24. Pero ello no dice muchoacerca de los contenidos que las mujeres llevan a las agen-das políticas, ni a quienes representarán en la arenalegislativa.

Ambos temas, el de los intereses como grupo y de su re-presentación se enmarcan en un debate teórico más ampliorelacionado con la disyuntiva clásica entre la representa-ción como espejo de la sociedad (en las democraciasactuales de corte liberal este tipo de representación semanifiesta en el criterio geográfico, de representación pordistritos; pero no en criterios de sexo, edad y otros atribu-tos), y la representación del interés general de la sociedad,haciendo abstracción de todo atributo (en las democra-cias actuales, dice Bobbio, ese interés ha terminado pordepender del lobby que unos grupos puedan realizar endesmedro de otros; en todo caso ese interes general nun-

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ca ha considerado a las mujeres, pues en él prevalece laidea republicana del bien común por encima de los inte-reses individuales).

¿Son las mujeres un grupo social que pueda ser homolo-gado a otros, como los indígenas, los jóvenes, lostrabajadores, etcétera.? ¿es posible definirlas como un gru-po que requiere de una representación específica deacuerdo al principio de representación espejo? Difícilmen-te el 50% de la población puede ser reconocido como ungrupo más de la sociedad y más difícil aún reconocerlascomo portadoras de un interés particular. Por el contrario,la heterogeneidad del universo femenino en todas las la-titudes es un hecho reconocido mundialmente; ellas estánpresentes en todos los grupos sociales y como tales, susintereses y reivindicaciones son diferentes, e incluso, comoparte de la sociedad, éstos pueden llegar a ser antagóni-cos en determinadas circunstancias. De tal modo que nosiempre las mujeres representarán los intereses de otrasmujeres.

No obstante, la experiencia histórica y la socialización degénero ponen al conjunto de mujeres ante una proble-mática común, que es la desigualdad sexual y lasubordinación en relación a los varones, a partir de locual, la mayoría se relaciona con la política desde su iden-tidad como sexo y cuerpo, marcada por el servicio a otrosy por la reproducción. Sin embargo, esa subordinación semanifiesta de maneras diferentes en cada sociedad y cul-tura. “La desigualdad sexual puede ser un fenómenouniversal, pero eso no significa que las mujeres sean uni-versalmente lo mismo”25. Si así fuera bastaría con queunas pocas representaran a las demás, negando en cadacaso su trayectoria, intereses y biografías colectivas e indi-viduales.

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De ello se concluye que si de alguna manera las mujeresactúan como grupo, ello ocurre principalmente por dos ra-zones: porque su rol en la reproducción las ha llevado adefinirse de otra manera y porque la extraordinaria negaciónde sus derechos, las une en el cuestionamiento de la segre-gación sexual en todos los ámbitos y especialmente en lademanda por tener presencia y protagonismo efectivo en lasdecisiones sobre sus vidas y las de toda la sociedad.

Es en este marco en el que se plantea y propone avanzarun paso más radical en la demanda de aumentar la repre-sentación política de las mujeres, planteando la paridadcomo una forma de garantizar proporcionalidad efectivaentre los sexos en las decisiones políticas.

Para que la libertad e igualdad —principios tan caros delas democracias modernas—, se conviertan en una prác-tica y no mera retórica o valor abstracto, ésta debe serpromovida con la explícita voluntad de superar los obstá-culos para su ejercicio real. Las concepciones de igualdadlegal que hacen abstracción del desigual reparto de poderentre los sexos, producen inevitablemente discriminación.En este sentido, si las cuotas como medida temporal, per-miten la conformación de una masa crítica de mujeres en laesfera legislativa que potenciaría cambios en las estructuraspolíticas26, la paridad, entendida como la presencia equiva-lente de ambos sexos en todas las instancias de deliberaciónde la vida pública y política, constituye una respuesta defini-tiva destinada a reconocer la dualidad del género humano y,por consiguiente, instalar el derecho de las mujeres a repre-sentar, al igual que los hombres y en las mismas condiciones,a la diversidad de intereses presentes en nuestras sociedadesy de los cuales son portadores mujeres y hombres. Es proba-ble que no todas las mujeres tengan la idoneidad necesaria;al igual que los hombres, éstas tienen tanta o tan pocacapacidad que los varones.

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NOTAS

1 Esta ponencia es parte de la introducción, preparada por la autora, a unlibro sobre representación política en América Latina y Europa en procesode publicación por la Fundación Instituto de la Mujer de Chile.

2 Los derechos políticos se relacionan principalmente con la libertad deasociación, de reunión (principalmente en partidos) y el derecho a elegirrepresentantes o ser elegidos. Según Bobbio tales derechos, están vinculadosa la formación del Estado democrático-representativo e implican una libertadactiva, una participación de los ciudadanos en la determinación de ladirección política del Estado (Bobbio, 1997).

3 Una de esas mujeres fue Olympe de Geuges, escritora, política y feminista.Ferviente partidaria de la Rev. francesa, se manifestó claramente contra larepresión jacobina y contra los filósofos revolucionarios (Robespierre) quedefendían la exclusión de las mujeres del estatus de ciudadanas. Publicó enseptiembre de 1791 un manifiesto titulado La Declaración de los Derechosde la Mujer y la Ciudadana, tomando como modelo la Declaración de 1789,y aplicándolo de manera exhaustiva a las mujeres. Gouges reclamó un tratoigualitario de la mujer con respecto al hombre en todos los aspectos de lavida, públicos y privados: derecho de voto, a ejercer cargos públicos, hablaren público sobre asuntos políticos, igualdad de honores públicos, derecho ala propiedad, a participar en el ejército y en la educación e, incluso, a tenerigual poder en la familia y en la iglesia. Acusada de ser enemiga de larevolución Robespierre la mandó a la guillotina en 1793.

4 Algunos ejemplos: Rosseau (1712-1778): “Toda la educación de las mujeresdebe ser relativa a los hombres… La mujer está hecha para ceder al hombrey soportar sus injusticias”.Balsac (1799-1850), escritor francés de la época, es uno de los personajesque con más elocuencia expresa estas sentencias: “El destino de la mujer ysu única gloria es hacer latir el corazón de los hombres. La mujer es unapropiedad que se adquiere por contrato, un bien inmueble, porque la posesiónvale un título; en fin hablando propiamente, la mujer no es más que unanexo del hombre”. Fisiología del Matrimonio.Proudhon, filósofo francés (1809-1865) y promotor del socialismo; fundadordel sistema mutualista, declara: “la mujer debe permanecer bajo ladependencia del hombre, el único que cuenta como individuo social.” Lapareja para él no es una asociación (lo que supondría igualdad de relación),sino es una unión en donde la mujere es inferior al hombre.

5 Se puede encontrar información al respecto en: Navarro, Marysa, El Legadode las Pioneras. Revista Perspectivas N°20. Isis Internacional, 2000.

6 Copiar nota Julieta7 Anne Phillips. Genero y Teoría Democrática, UNAM, México, 19968 Idem.9 Marques-Pereira, Berenguer. Cuotas o Paridad. Desafíos y Argumentaciones.

Recharches Feministes 1998. Universidad Libre de Bruselas, Bélgica, 1998.10 Marques-Pereira, Berenguer. La Representación Política de las Mujeres:

Obstáculos Político Institucionales. Centro de Sociología Política,Universidad Libre de Bruselas, 2000.

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11 Araujo, Kathya. Mujeres y Representación Política. Instituto de la Mujer,Chile, libro en preparación.

12 Htun, Mala N. Subiendo los primeros escalones. Revista Perspectivas, N°20. Isis Internacional, 2000.

13 Araujo, Katia. Op. Cit.14 Molina, Natacha. El derecho a elegir y ser elegidas. Revista Perspectivas

N°20. Isis internacional, 2000.15 Kirkwood, Julieta. Ser Política en Chile. Los nudos de la Política Feminista.

Cuarto Propio, 1986.16 Marques-Pereira, Berenguer. La Representación Política de las Mujeres:

Obstáculos Político Institucionales. Centro de Sociología Política,Universidad Libre de Bruselas, 2000.

17 Navarro, Marysa El Legado de las pioneras. Revista Perspectivas, ISIS,2000.

18 En: Roit-Sarcey, Michelle, Democratie et représentation. Ed. Kimé. París,1995.

19 Las otras cuatro Presidentas son: María Estela Martínez de Perón enArgentina (1974-1976); Violeta Barrios viuda de Chamorro en Nicaragua(1990-1995), Ertha Pascal Trouillot en Haití (1990) y Mireya Moscoso enPanamá (1999-2004). Jacqueline Jiménez-Polanco. Representación política:Un análisis comparado del caso Argentino”. Ediciones de las Mujeres nº 28,Isis Internacional, 1999.

20 Idem21 Htun, Mala N. Subiendo los primeros escalones. Op. Cit.22 Estas observaciones han sido extraidas del análisis de algunos casos,

particularmente de Bolivia y Argentina, Véase: J. Kimenez Polanco Op.Cit. ; Mujeres, Cuotas y Ciudadanía en Bolivia, UNICEF,1998.

23 Marques-Pereira, Berenguer. La Representación Política de las Mujeres:Obstáculos Político Institucionales. Op. Cit.

24 V. Vargas. Trascender lo femenino. En: Revista Perspectivas N° 20. Op.cit.25 Anne Phillips. Op. Cit.26 Como dicen las danesas “pocas mujeres en política, cambia a las mujeres;

muchas mujeres en política, cambian la política”.

Panel 1El caso particular de

México, a 50 años delSufragio Femenino: una

evaluación

María de los Angeles Moreno UriegasCoordinadora del Grupo Parlamentario del PRI

Asamblea Legislativa del Distrito Federal

Se podría hacer toda una historia y un relato sobre cómolas mujeres fuimos consiguiendo ese derecho en diferen-tes latitudes del mundo. Pero lo importante es que, a partirde ello, se da un desarrollo distinto, cualitativamente di-ferente en la participación femenina.

Es muy evidente que la participación política de las muje-res en la vida de cualquier Nación, es fundamental paraelevar su posición en la sociedad, pero también para lograrun desarrollo cualitati-vamente distinto, quederive en bienestar para to-dos. Sí hay diferencia entrela intervención sólo delhombre, o la intervenciónde la mujer, que al lado delhombre transforme la socie-dad.

Sin embargo, a estas alturasdel desenvolvimiento hu-mano, en pleno siglo XXI,aún se discute si a las mu-jeres nos importa la política,y si debemos, y podemosparticipar en la toma de de-cisiones que afectan alcolectivo del que formamos parte.

A las mujeres nos interesa la políticaporque es un tema

que tiene que ver conla organización de la

sociedad en que vivimos, de laslibertades y las

garantías individualesy sociales, de la

educación, de lasalud, de las

decisiones quemueven el mundo.

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A las mujeres nos interesa la política porque es un temaque tiene que ver con la organización de la sociedad enque vivimos, de las libertades y las garantías individualesy sociales, de la educación, de la salud, de las decisionesque mueven al mundo a través del diálogo y la paz o através de la guerra.

A las mujeres nos importa un enfoque de paz. Hemossido culturalmente las responsables de transmitir cultura yvida a los niños y a los jóvenes. ¿Por qué interesarnos enla legislación que es parte muy importante de la política,si sólo tiene que ver con la asignación de recursos, porejemplo; si le dan más recursos al pago de la deuda o másrecursos a la educación, a la salud, a la vivienda, a lainfraestructura de agua?, también tiene que ver con el fun-cionamiento de los partidos que son, finalmente, el eje através del cual la sociedad organizada se vuelve gobierno,con el debate sobre la pobreza y la distribución del ingre-so en el país y en el mundo; con las relaciones de conjunto,por ejemplo en esta llamada globalización, pero tiene quever también con la familia y con la equidad entre hom-bres y mujeres.

Queremos coadyuvar a que la estrategia económica ten-ga como eje y objetivo el desarrollo social. Estamosconvencidas de que la acción política de las mujeres esrelevante para impulsar un verdadero avance democráti-co que no sólo perfeccione el sistema jurídico y electoral,sino también propicie la creación de empleos y una distri-bución equitativa del ingreso; e igualmente sea capaz deabrir oportunidades suficientes para aumentar los recur-sos destinados a la educación, la salud y la alimentación.

Y no en vano ha sido desde el Congreso de la Unión,desde los espacios legislativos, desde donde esta demo-cracia de la que cada vez más hablamos, se ha expresado

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de una manera fundamental en sus avances, en la prácti-ca que incluye la equidad de género.

Hace algún tiempo un amigo, funcionario de alto rango,me preguntó, a propósito de mi participación en un semi-nario sobre armamentismo y desarrollo, ¿qué, y qué tienenque decir las mujeres sobre armas; que saben de cuestio-nes de guerra, que corresponden a los hombres? A lasmujeres también nos interesa la política, porque justamen-te la violencia es la antipolítica. La violencia es la expresiónde la desesperación y la imposibilidad de entendernos conargumentos, con razones y con diálogo. A las mujeres nosinteresa, para evitar la violencia y la destrucción que afectade manera radical a las mujeres, a los niños y a las familias,porque nos pronunciamos por la vida y por la paz, y por-que podemos incidir en la calidad del desarrollo.

Las panelistas, de izq. a der. Patricia Mercado,Margarita Zavala, Dulce María Sauri (Moderadora),María de los Ángeles Moreno durante su exposición,Leticia Burgos y Sara Castellanos.

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Es evidente, que queremos disfrutar no solamente de unmaravilloso y bien construido edificio social, sino partici-par en su diseño, en su dibujo, en sus cambios y,finalmente, en cómo se edifica, queremos coadyuvar aque las estrategias económicas tengan como eje y objeti-vo justamente el desarrollo social, que no sea algo paralelo.Y las mujeres nos tenemos que ocupar de que en el cora-zón mismo de la estrategia económica, se de la decisiónde bienestar social. Si no, eso no va a ser cierto nunca.

La acción política de las mujeres, es relevante para impul-sar un verdadero avance democrático, que no solamenteperfeccione el sistema electoral, las instituciones que sir-ven para respetar y promover el voto, sino para que serefleje en una realidad económica y social diferente. Sino, la democracia no tiene mucho sentido. Voy a optar yvoy a votar, si esto no se refleja en el bienestar propio demi familia y de mi sociedad, pues no sé para qué sirve lademocracia.

No solamente se trata de combatir la pobreza, se trata dedistribuir equitativamente el ingreso y la riqueza. Los me-dios de producción también, aquello en que a vecesbatallamos tanto, especialmente las mujeres, o porque nonos dan crédito, o porque no nos son proporcionadosdeterminados instrumentos para podernos mover porque,finalmente, somos las subsidiarias, somos aquellas quefuimos hechas para que nos mantuvieran, aunque cadavez haya más jefas de familia en México y en el mundo.Pero bueno, se sigue pensando que los instrumentos deproducción le corresponden también a los varones.

Algunos referentes internacionales

La presencia de mujeres en diferentes cumbres mundia-les sobre desarrollo, igual en Río de Janeiro que en Nueva

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York, que en Johannesburgo y recientemente en Monterrey,México, subrayó la defensa de los propósitos de la digni-dad humana, la equidad de género, los acuerdos derespeto a la integridad territorial, la independencia políti-ca y la solución de los conflictos bélicos por mediospacíficos, así como lograr que la globalización se signifi-que en una fuerza positiva para todos los habitantes delmundo, a través de factores de generación de empleoproductivo, redistribución del ingreso y alivio de la deudaexterna en los países más débiles con la firme determina-ción de reducir la pobreza en que vive la tercera parte de lapoblación mundial. Y en todo esto, las mujeres se significa-ron no solamente como apoyadoras, sino como propositivasde diferentes aspectos que tienen que ver con la creaciónde un mundo distinto; con la relación entre países y dentrode los países con una imagen humana.

Durante las últimas décadas, el nivel de participación delas mujeres en la fuerza de trabajo, ha sido una de las varia-bles que nos da cierta autonomía o independencia de teneruna posibilidad propia que ha ido en aumento en la mayorparte del mundo, a tal grado que la Organización Interna-cional del Trabajo, plantea la existencia de un fenómenode feminización de la fuerza laboral y el empleo.

Pero, lamentablemente, también reporta una feminizaciónde la pobreza, y que todos los hogares encabezados pormujeres normalmente son hogares más pobres que cuan-do son “biparentales” o cuando los encabeza un hombre.Eso nos dice mucho respecto de la desigualdad prevale-ciente, hay una gran distancia entre lo establecido en laley y la aplicación de esa ley en términos de realidadesque beneficien a las mujeres.

La misma Organización Internacional del Trabajo señalaque la proporción de mujeres en los puestos guberna-

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mentales de máximo nivel es relativamente baja, (6.2%de todos los puestos ministeriales). Los relacionados conla economía, (incluidos finanzas, comercio, planificación,bancos centrales), la participación de las mujeres es aúnmás baja (sólo 3.6%). En 144 países no hay ninguna mujerdirigente en esas esferas y en esos niveles.

En el mundo solamente 28 ministras manejan las carterasrelacionadas con la economía (hacienda, economía, co-mercio, desarrollo económico, industria y agricultura), ypor el contrario, las mujeres se concentran en dominiosllamados “livianos” que comprenden la educación, losasuntos sociales, los derechos humanos, la salud y los ser-vicios asistenciales.

En cuanto a los parlamentos nacionales, en todo el orbe,a excepción de los países nórdicos, las mujeres constitu-yen una real minoría. En su informe de octubre del 2002,la Unión Interparlamentaria señaló que en el mundo hayuna participación del 14.9% de las mujeres en los parla-mentos nacionales. La mayor proporción se da en losnórdicos, con 39.9%, es decir que dos de cada cinco re-presentantes son del género femenino, gracias en granmedida a las cuotas y también al nivel de educación yevolución mental más alto.

En Europa el promedio de participación, sin incluir a los nór-dicos, es del 15.2%; en Asia, 15.4%, en América 14.9%, en elárea del Pacífico 11.5%, en Africa, 13.4%, y en los Estadosárabes las mujeres sólo tienen una representación del 6.3%.

Por su parte, la región latinoamericana ha mostrado en losúltimos cinco años un cambio notable en la representa-ción femenina en los congresos, al crecer la proporciónde 10 a 16.4% cifra ligeramente superior a la de Europaen su conjunto.

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Diversos datos sobre México

En México, también la participación laboral de las muje-res se ha ido incrementando: en 1990, 20 de cada 100mujeres en edad de trabajar participaban activamente enla economía; para el año 2000, esta proporción seincrementó a 30%, y para el 2003 a 37%.

Si hacemos una proyección vamos a ver que una buenaparte de los empleos a crear en el año 2010 ó en el2020 van a ser para mujeres. Esto puede atribuirse a laconvergencia de diversos factores de naturaleza social,económica, cultural y demográfica, como son los cam-bios en las edades del matrimonio, el descenso en lafecundidad que tiene que ver con la planificación fami-liar, y la significativa elevación de los niveles educativosde las mujeres.

Si bien la inserción laboral en las actividades remunera-das de las mujeres es creciente, sus remuneraciones sonlas más pobres del mercado de trabajo asalariado. Asimis-mo, las responsabilidades en la llamada “economía delcuidado”. Esta expresión es utilizada por Naciones Uni-das, y alude al conjunto de servicios no remunerados queprestan las mujeres de todas las edades. Es el no remune-rado, por lo tanto, no contabilizado y por lo tanto, tampocoapreciado.

Así, aún cuando las mujeres significan entre 37 y 38% de lapoblación activa, sólo 22% del ingreso nacional les es atri-buido a ellas. Sin embargo, también se estima que el ingresode los países y de México, concretamente, aumentaría en-tre un 20 y un 30% si se contabilizara el trabajo domésticoo no remunerado, que realizan las mujeres.

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En México la incorporación de las mujeres a la vida polí-tica se ha incrementado paulatinamente, desde luego dioun primer paso trascendental con el otorgamiento del votoa principios de los años cincuenta, y continuó avanzandoen el transcurso, sobre todo de las tres últimas décadas,del siglo XX. Sin embargo, sigue siendo de “claroscuros”, yes un hecho que siguen existiendo trabas en la práctica aldesarrollo femenino desde el acceso y permanencia endiversos niveles de educación, la ocupación en áreas detrabajo, “tradicionalmente femeninas”, y por ello menosremuneradas, y desde luego la posibilidad de acceder alas esferas de toma de decisiones.

En el poder legislativo, durante casi 50 años, las mujeresrepresentaron no más del 10% de sus integrantes. Hacia1997 la barrera se rompió y la presencia femenina llegó al16.7% en ambas cámaras del Congreso de la Unión.

Hoy en día el Senado cuenta con 20 legisladoras, (15.6%);en la Cámara de Diputados hay 79 mujeres, (15.8%); laAsamblea Legislativa del Distrito Federal está constituidacon 19 diputadas, que representan el 28.8% del total.Como vemos, la proporción en general no se ha afianza-do, tiende a fluctuar en torno del 16% que tiende a crecercuando hay una oferta de un candidato presidencial, y adecrecer en las elecciones intermedias, como las que seaproximan.

Actualmente el PRI tiene 12 mujeres en la Cámara de Sena-dores, el PAN tiene cinco, el PRD dos, y el Partido Verde tienecuatro. En la Cámara de Diputados, el PRI tiene 31 legisla-doras, que representan el 17% del grupo parlamentario, elPAN, 23, el PRD 28, y el Partido Verde, siete.

En el ámbito nacional, de las mil 52 curules de los Con-gresos de los estados, las mujeres representan casi el 15%.

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Sin embargo, se observan disparidades muy notorias.Quintana Roo tiene 32% del total de integrantes; la Asam-blea Legislativa 29%, en tanto que San Luis Potosí sólotiene una legisladora entre 27 diputados.

En la actual Legislatura de la Cámara de Diputados, de las39 comisiones existentes, sólo cuatro están presididas pormujeres, mientras que en el Senado 11 de las 49 comisio-nes están en el mismo caso. Cabe señalar que actualmentetodos los congresos locales cuentan con comisiones deequidad y género o similares, y son las que están promo-viendo todo el tiempo eventos de capacitación, deentrenamiento, de intercambio, de muchas cosas en lu-cha por los derechos en la práctica de las mujeres.

Dentro de la Comisión Legislativa creada por el Senado yla Cámara de Diputados, y que se denominó ComisiónBicamaral Parlamento de Mujeres, integrada por legisla-doras de las diversas fuerzas políticas representadas en elCongreso de la Unión, se discute y se reflexiona sobreuna agenda nacional, para contribuir a eliminar todas lasformas de discriminación y promover políticas guberna-mentales con visión de género que garanticen el respeto alos derechos de las mujeres y la aplicación de programasque las beneficien.

Entre las medidas que se han adoptado, que han sidoimpulsadas por el Legislativo, para que haya una mayorigualdad entre los sexos, en 1993, el Congreso de la Uniónaprobó la adición al artículo 175, fracción III del CódigoFederal de Instituciones y Procedimientos Electorales, queestipula que los partidos políticos promoverán una mayorparticipación de mujeres en la vida política a través de supostulación a cargos de elección popular. El 22 de no-viembre de 1996, el Congreso de la Unión aprobó laadición del artículo 22 transitorio del mismo Código, que

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señala que los partidos políticos nacionales consideraránen sus estatutos que las candidaturas para diputaciones ysenadurías no excedan el 60% para un mismo género.

En el año 2001, se hizo otra reforma al COFIPE para asentarla obligatoriedad de incorporar mujeres en las candidatu-ras, tanto de mayoría, como de representaciónproporcional. La disposición señala que no más del 70%de postulaciones de cualquiera de los dos sexos para efectode no violentar la disposición constitucional que dice quehombres y mujeres son iguales.

Pero, si algún partido, como es hoy en día el caso de PRI,establece un porcentaje mayor en sus estatutos, el IFE loconsiderará igualmente obligatorio, es decir, hoy en día elPRI al presentar sus listas tuvo que verificar que hubiera50% de hombres y 50% de mujeres, y también en laslistas plurinominales, pero además alternando las posi-ciones. Por eso les digo que ahí vamos.

El espacio legislativo ha sido de muchas maneras vanguar-dia en la lucha por obtener una mayor equidad de género.El 12 de enero del 2001, el Congreso creó el InstitutoNacional de las Mujeres, cuyo precedente fue el Progra-ma Nacional de la Mujer, fue creado por Decreto delEjecutivo. Este instituto sacó además, con unanimidad, laaprobación de la Ley del Instituto de las Mujeres, cuyoobjetivo es promover las condiciones que posibiliten lano discriminación, la igualdad de oportunidades y de tra-to entre hombres y mujeres; el ejercicio pleno de todoslos derechos de las mujeres y su participación equitativaen la vida política. El Instituto cuenta con representaciónen cada uno de los estados de la República.

Por otra parte, derivado también del esfuerzo legislativo yde la colaboración entre varias fuerzas políticas, en el

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marco de la conferencia permanente de partidos políticosde América Latina, se creó una vicepresidencia para aten-der los asuntos de mujeres, y surgió el DiplomadoLatinoamericano para Mujeres Dirigentes y para la forma-ción de nuevos cuadros. Con la puesta en marcha de estediplomado se dio un paso más en la dirección trazada enlas reuniones del Mecanismo Permanente de Mujeres,celebradas en Oaxaca, México; Santo Domingo, Repú-blica Dominicana; San Salvador, El Salvador y Santiago,Chile.

Algunos muestran la desigualdad prevaleciente en cuantoa oportunidades de acción de las mujeres en las esferaspúblicas. En ambas Cámaras del Congreso de la Unión,ha habido sólo cuatro mujeres que han presidido el Órga-no de Dirección Permanente.

Desde 1953, del voto a las mujeres, hasta la fecha, hahabido sólo 10 mujeres secretarias de Estado o Ministras,entre 195 secretarios varones. Solamente tres mujeres hanllegado a ocupar el cargo de Gobernador en tres entida-des federativas del país y en el Distrito Federal, una mujerocupó en un interinato el cargo de Jefe de Gobierno.

La participación de las mujeres en las alcaldías es muyreducida, aunque se ha mostrado un ligero incremento.En 1991 era el 2%; en 1996 había 83 Presidentas Munici-pales (3.7%). En el Distrito Federal, de 16 delegacionespolíticas, cuatro estaban dirigidas por mujeres hasta no-viembre del 97; en la siguiente administración seisdelegaciones estaban encabezadas por mujeres.

Menos del 10% de mujeres ocupan puestos de decisióngubernamental. Cerca del 19% en las áreas de imparticiónde justicia; alrededor del 5% en puestos directivos de eje-cutivos estatales y municipales. Durante el lapso 2000 a

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2003, cinco ocuparon el cargo de Jefas Delegacionalesen el Distrito Federal.

En los tres partidos con ma-yor votación en el país, lapresencia femenina en loscomités directivos ha fluc-tuado entre 16 y 25%. Sinembargo en dos de ellos hahabido mujeres presidentas.

Habrá que seguir legislandopara garantizar los derechosde las mujeres, y avanzar encuestiones que nos estánejemplificando en otras lati-tudes del planeta: que laeducación es un factor fun-damental, y que tenemos que luchar porque las niñasentren en igualdad de oportunidades que los niños, entodos los niveles educativos.

Tenemos que adelantar también en materia de cuotas,hasta que logremos finalmente la paridad, y entoncespodemos desaparecer esa discriminación positiva. Lascuotas han sido una ventaja, y han significado la diferen-cia entre formar mazas críticas de mujeres en las decisionespúblicas o no.

Finalmente, la participación de las mujeres no sólo es cues-tión de elemental justicia, sino también una condiciónindispensable para consolidar la democracia, ya que nin-guna acción puede considerarse democrática si excluye ala mitad de su población.

La participación delas mujeres no sólo escuestión de elementaljusticia, sino también

una condición indispensable para

consolidar lademocracia, ya que

ninguna acción pue-de considerarsedemocrática si

excluye a la mitad desu población.

Margarita Zavala Gómez del CampoPromoción Política de la Mujer,

Comité Ejecutivo del Partido Acción Nacional

Recuerdo unas frases en las que el Diputado Lizardi, Consti-tuyente del XVIII decía: “Yo por mi parte les aseguro a ustedesque no necesito ninguna Constitución para mandar en micasa, en mi casa mando yo”. Otro también de ese mismoCongreso: “No cabe duda que cada mujer que se confiesaes una adúltera y cada marido que lo permite es un alcahue-te y consentidor de esas prácticas inmorales”.

Finalmente, lo que por muchos años se establecía al mo-mento de casarse: “La mujer cuyas principales dotes sonla abnegación, la belleza, la compasión, la perspicacia yla ternura, debe dar y dará al marido obediencia, agrado,asistencia, consuelo, tratándolo siempre con veneraciónque se debe a la persona que nos apoya y defiende y conla delicadeza de quien no quiere exasperar la parte brus-ca, irritable y dura de sí misma.

Ahora estamos aquí un poco al desquite de muchas muje-res mexicanas que durante siglos han recibido unadiscriminación, una segregación por cultura. Así es que enocasiones hay que recordar algunos nombres en la historiade los partidos porque estar luchando en esas épocas tienesu gracia y si no las reconocemos nosotras nadie lo hará.

Voy a referirme un poco al PAN, no sin antes reconocer lomucho que desde otras trincheras han trabajado las mujerespara los avances en todos los partidos políticos, ya que lo quehagamos cada una en nuestra organización en avance de lasmujeres, se estará reflejando en otras organizaciones.

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El PAN fue el primer partido político que presentó unacandidata al Gobierno de un estado (Aguascalientes), elprimer partido con una candidata a Presidenta Municipal(Michoacán), pero la primera candidata a Presidenta Mu-nicipal que ganó fue Norma Villarreal de Zambrano ynuestra primera diputada federal fue Florentina Villalobos,en 1964.

En el PAN se creó un sector femenino, que por un tiempose canceló, por muchísimos años no recibimos subsidio,ni financiamiento público y aún así hubo un momento enque el sector femenino tenía más dinero que el propiopartido. Después de diez años volvió a crearse el sectorde mujeres, y desde un principio quien se encargaba deese tema debía procurar, precisamente, promover a lasmujeres. Luisa Isabel Salas, en 1953 fue la primera miem-bro del Comité Ejecutivo Nacional, cuyo ingreso coincide,con el reconocimiento al voto de la mujer.

De izq. a der. Patricia Mercado, Margarita Zavala yDulce María Sauri.

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En este trabajo hay mujeres muy importantes dentro delPAN, que son referencias obligadas, como podríamos decirBlanca Magrasi, que es esposa de don Luis H. Alvarez, lapropia María Elena Alvarez de Vicencio, Gloria Muñoz,Patricia Espinosa, y muchas mujeres más.

Quiero mencionar que ahora muchas de las actuales di-putadas, lo son porque eran suplentes, pero tambiénquiere decir que tres propietarias se fueron y entraron hom-bres suplentes. Entonces, esto de las suplencias sí estáfuncionando.

Y cada vez son más: en el Comité Ejecutivo Nacional ahoratenemos el 34% de mujeres miembros; en los Estatutoshay acciones afirmativas, pero no específicamente cuo-tas. Es decir, en el Comité Ejecutivo Nacional no hay laobligación de que el 30% sean mujeres y sin embargo,somos el 34%, por lo que hay que reconocer el esfuerzode que cada vez haya más mujeres, independientementede si hay o no la obligación.

A todas las que de algún modo nos ha tocado buscar es-pacios, promoverlos y abrirlos, nos ha tocado pelear, desdeluego con la cultura, aguantando todo tipo de bromas ocomentarios malísimos y de mal gusto como: ¿para quéquieren participar? o ¿qué no atiende a su familia?

Ha costado mucho trabajo pero se ha logrado tomar eltema de mujeres como un tema serio e importante. Con eltiempo, nos hemos dado cuenta que en este país el temade mujeres es un tema de hombres y de mujeres, y es porese rumbo por el que tenemos que seguir trabajando.

En el propio Comité Ejecutivo Nacional las mujeres sonmás formales, están más presentes y por lo mismo en al-guno que otro descuido hemos ganado votaciones

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completas. Es decir, de repente voltearon y pues ahí esta-mos las mujeres y creo que es lo que va a pasar ahora enel Congreso, que va a haber más mujeres al mismo tiem-po. Y eso definitivamente cambiará a este país.

¿Cuál es la visión del PAN en este tema de política y en estetema de igualdad de oportunidades? Es que tenemos quepartir que la sociedad humana, siendo de hombres y demujeres, con los problemas que sufren hombres y muje-res, quienes tienen que tomar las decisiones parasolucionarlo son los hombres y las mujeres; ni sólo loshombres ni sólo las mujeres; sino hombres y mujeres.

Es así como los números en materia de mujeres y hom-bres son muy favorables para el PAN, ahora tenemos a másde 182 candidatas entre los dos principios, en distritosmuy buenos y ocupando las primeras 20 posiciones delas listas de cada circunscripción, el 40% de la lista decircunscripción del PAN, las mujeres encabezamos las doslistas, lo que nos da muchísimo gusto, como partido y nosda muchísimo gusto como mujeres. El PAN si cumplió so-bradamente, la cuota.

La cuota y este tipo de acciones afirmativas, no son el finde la lucha por las mujeres, pero, sí ha representado laparte palpable o medible del trabajo y del esfuerzo demuchas mujeres y de muchos hombres para integrar mása la mujer a la toma de decisiones.

En el PAN sí se logró que se perdiera el miedo a las cuotas,todas quienes conocieron a panistas, sabían que en el PAN

había y en todos los partidos políticos, me parece, habíaese miedo a las cuotas. Pues llegamos a esta elección yresulta que no era tan difícil y que al contrario, para estepaís va a significar mucho que muchas mujeres estén, almismo tiempo, en el Congreso.

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¿Qué es lo que sigue ahora en el Congreso? Yo creo quees necesario pactar sin necesidad de que sea por escrito,seguir con esta práctica que las mujeres han dado en loscongresos, que es: poner-se de acuerdo. Leyes comola del Instituto Nacional delas Mujeres, como las re-formas al Código Penal yal Código Civil, en 1996 y1997, que fueron aproba-das por unanimidad porlos partidos, se aprobaronporque antes hubo unani-midad en las mujeres.

Eso es lo que nos toca como reto en este nuevo Congreso.Ponernos de acuerdo, seguir dando ejemplo en este país,ávido de consensos, ávido de acuerdos, que le urge ver asus personajes políticos y a quienes toman las decisiones,ponerse de acuerdo y sacar adelante cosas importantes,reformas estructurales. Yo creo que las mujeres de esteCongreso, las mujeres de este país, a pesar de nuestrasdiferencias, que son muchas en temas muy variados, po-dríamos seguir siendo el ejemplo de consensos y deunanimidades no sólo en temas de género, también tene-mos que ser parte importante en los temas de reformasestructurales.

Necesario pactar, sinque sea por escrito,para seguir con esta

práctica que lasmujeres han dado en

los Congresos:unanimidad y consenso

en temas de género.

Senadora Leticia BurgosPresidenta de la Comisión de Desarrollo Social del

Senado de la República, PRD

Somos de la generación que mucho por necesidad, perotambién un tanto por amor dimos paso a las alianzas, alos pactos entre mujeres y me atrevo a decir, también en-tre hombres, desafiando al viejo siglo dimos la batalla paraenfrentar los retos del nuevo, de la misma manera en queconfrontamos diversos mitos que se agitaron por variasdécadas entre las feministas y el movimiento ampliodemocratizador en las Américas, como el de concebir quea las mujeres no nos interesa el poder; las feministas ha-cemos política de otra forma, a veces también la hacemosde la misma manera que en el caso de los hombres; laidea de que el feminismo sólo existe como una políticade mujeres hacia mujeres, está sumamente rebasada des-pués de lo que podemos asumir hoy como retos.

Los espacios de mujeres garantizan por sí solos un proce-so positivo, el consenso es democracia, en fin, mitos queaún seguimos padeciendo y operando en nuestra aprecia-ción y actuación política, configurando aún una políticadébil, insuficiente. Como dijera por ahí Marta Lamas anteun grupo de feministas históricas, a fines de los años ochenta,en una reunión sin precedentes realizada en Taxco, Gue-rrero (1987), en el Cuarto Encuentro FeministaLatinoamericano: “aún no dejamos atrás el manejo nega-dor que hacemos del poder las mujeres y la denuncia sobrela idealización de nuestra práctica como si fuera la mejor,que aunque pretendamos diferente, en la realidad, decíanentonces, la mayoría de las veces se da de manera igual dearbitraria y manipuladora como se da en la clase política”.

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Por lo que debemos reconocer que muchas de las accio-nes de esas feministas históricas de los años 80 en AméricaLatina han sido clave en el balance positivo que hoy ha-cemos, producto de aciertos y errores, la década de los90 ha sido reconocida como una de las más prolíferas enla lucha por los derechos políticos y civiles de las mujeresen nuestro hemisferio, como en nuestro país, de maneraparticular diríamos es la década de los pactos, de los gran-des acuerdos explícitos, también implícitos, de nuestraacción política como mujeres y la conjunción de esfuer-zos y de agendas.

Si bien es cierto que en este largo proceso histórico nosólo están los 50 años que hoy nos ocupan en el balancenacional, también es importante traer a colación los si-glos y años atrás, que tuvieron que transcurrir e hicieronposible que hoy las mujeres mexicanas podamos votar yser votadas, de seguro, nuestras antecesoras con sus pro-pias historias y divergencias, convergieron en un propósitocomún, luchar por la ciudadanía plena de las personas.

Sólo así podríamos entender las contribuciones invaluablesde nuestras antecesoras como lo fueron Las violetas de laAnáhuac, así la llamada primera revista de corte feministaproducida por una mexicana-alemana Lauriana WeightKleinhans, entre 1884 y 1887, en la cual, ya desde enton-ces, se plasmaba la necesidad de otorgar a las mujeres elderecho al sufragio y la igualdad de oportunidades paraambos sexos, de la misma manera que en nuestro tiem-po, continuamos en los aportes inmejorables de las revistasDebate Feminista y Cuadernos Feministas.

Es por tanto, en el balance positivo, el logro de espacioscada vez mayores de reflexión y de análisis que ahora serealizan en las universidades, incluso como programasvertebradores de la curricula educativa, y de centros de

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investigación sobre la perspectiva de género. El de cómoentender y potenciar cambios a favor del reconocimientode los derechos humanos de las personas y, sobre todo,de los excluidos y excluidas del desarrollo y la globalidad.

El auge del movimiento democrático nacional a fines delos 80 fue caldo de cultivo a un destacamento cada vezmayor pero, sobre todo, comprensivo, analítico, audaz demujeres y cada vez más hombres en la lucha por el recono-cimiento a la diversidad y a la búsqueda de equidad socialy de género. La agenda de mujeres ha dejado de concebir-se como una agenda mujeril, que son los asuntos de lasmujeres los que nos mueven y que ha hecho posible quecada vez más en los círculos del poder se coloquen en laagenda de la equidad y del poder ciudadano.

Creo que ha sido lo contrario precisamente, buscandosuperar ese mito de la agenda por la equidad y la igual-dad de género que nació para quedarse en nuestro tiempo.

De izq. a der. Dulce María Sauri, María de los ÁngelesMoreno y Leticia Burgos, durante la conferencia de éstaúltima.

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Para seguir luchando porque las causas que nos motivana las feministas, sea una realidad en el país.

De la década de los 90 a la fecha, hemos asistido a unproceso de institucionalización de las políticas que bus-can enfrentar las enormes desigualdades sociales y degénero existentes en el país, enarbolando una agenda parala equidad y la igualdad de oportunidades, una lucha porel reconocimiento pleno de los derechos políticos de laspersonas y de la visibilidad cada vez mayor de las contri-buciones indiscutibles de las mujeres, como nunca antesse había expresado, a 50 años del sufragio efectivo,enmarcado en el proceso democratizador de las dos últi-mas décadas en el que ha estado inmerso nuestro país,con mayor intensidad pero, sobre todo, el salto cualitati-vo que dimos las mujeres de los diversos sectores de lasociedad, las feministas, las dirigentes políticas y sociales,y las académicas, contrayendo pactos y estableciendoalianzas de largo aliento, y que hasta ahora se han vistocristalizar, inclusive entre los partidos políticos arribadosen lo que sería el derroca-miento de un régimen departido único en el 2000.

Los acuerdos políticos en-tre los partidos, no handado paso a los cambios deuna estructura política, so-cial y económica de talenvergadura, como los queentre mujeres han asistidoa este país.

Haciendo un alto en elcamino, es necesario dis-tinguir y reconocer que las

Hemos asistido a unproceso de

institucionalización delas políticas que

buscan enfrentar lasenormes desigualdades

sociales y de géneroexistentes en el país,

enarbolandouna agenda para la

equidad y la igualdadde oportunidades.

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voluntades políticas de las mujeres en torno a la agendade la equidad y la igualdad de género, es una causa quese ha logrado colocar en la agenda nacional paulatina-mente, superando intereses particulares y protagonismospara dar paso a un liderazgo común, a una causa comúnreflexionada y establecida como un propósito, lograndotrascender hasta nuestros días, hasta haber logrado el es-tablecimiento de un sistema de compensaciones de acciónafirmativa en la Ley Federal Electoral, de la promoción yel acceso efectivo de las mujeres a los cargos de represen-tación. Inclusive, ha sido tal la influencia y las aportacionesque las podemos encontrar en varios de los partidos. Esdecir, aún en los nuevos partidos políticos, en términos deprioridad se encuentra la agenda de equidad y género.

Esto no hubiera sido posible sin el empuje y la claridad deuna generación de políticas y de políticos que reconocién-dose en la diferencia, hemos pactado y establecido alianzasque han trascendido al interior de nuestros propios parti-dos o creando otros para avanzar en la causa de la equidad,de la igualdad de género; en la construcción de un nuevosistema político garante de libertades democráticas, de ple-nas libertades políticas y civiles de las personas.

Así, en su momento irrumpieron rompiendo esquemas ydejando atrás esos mitos un grupo de mujeres que hoydebemos reconocer: El grupo de la A a la Z, que a travésde la campaña “ganando espacios” ilustraron el caminopromoviendo la creación de diversos espacios, valga laredundancia, de alianzas, de convergencias, de platafor-mas de lucha común estando en diferentes trincheras. Aellas nuestro reconocimiento: Marta Lamas, de DebateFeminista; Patricia Mercado, de aquel entonces del grupoMAS; Cecilia Loría, del grupo GEM, actual directora del Ins-tituto Nacional de Desarrollo Social; Amalia García yRosario Robles, mis compañeras de Partido; Teresa

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Incháustegui y Laura Carrera, éstas dos últimas, en aquélentonces, del PRI.

Su enseñanza y participación en un proceso más amplio ydiverso, a la vuelta de una década y media, refleja que lospactos y alianzas entre las mujeres han sido clave en loscambios legales hasta ahora logrados en las leyes electo-rales; de la misma manera que han incidido en elestablecimiento de normas compensatorias para promo-ver y garantizar la participación de las mujeres, de losjóvenes e indígenas en la toma de decisiones políticas dela nación y de nuestro partido, de manera particular des-de su formación.

En estos procesos ubicamos nuestra experiencia partida-ria, en el PRD arribamos antes, inclusive, de lo que hemoslogrado establecer en el COFIPE a una lucha sin cuartel porel espacio pleno de los derechos políticos de las mujeres,de los jóvenes, de los indígenas, desde su formación has-ta nuestros días seguimos luchando.

En una plataforma y un programa común, mujeres diri-gentes de experiencias políticas y de extracciones socialesdiversas, desde la formación del PRD logramos crear unsistema de acciones afirmativas, en un primer momentoen el establecimiento de una mínima cuota, 80/20, uste-des recordarán, para la representación política de ambossexos (1991). En un segundo momento, avanzamos untrecho más, fijando un porcentaje de 70/30. Y muy re-cientemente aseguramos un mínimo del 20% derepresentaciones partidarias y populares para jóvenes y,al mismo tiempo, un 10% de la representación política ypopular para indígenas. Actualmente, como lo señalamos,luchamos porque estos logros se cumplan, no solamentese ganen en los estatutos.

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Esta convicción convergente y de alianzas explícitas, y enotros momentos implícitas, han dado origen a un procesoinédito en el país como han sido los diversos eventos detrascendencia histórica y como en algún momento denuestra historia simbolizó el primer Congreso Feministade 1916 en Mérida, Yucatán.

Así formamos parte del esfuerzo plural y diverso de laprimera Asamblea Nacional por la Transición Democráti-ca, en los cinco parlamentos de Mujeres de México,realizados hasta hoy, pasando por los eventos pluralesincluyentes, preparatorios de la Cuarta Asamblea Mun-dial de Mujeres, realizada en Pekín.

Todo ello, ha permitido avanzar en la institucionalidad degénero, la creación de las comisiones de Equidad y Géne-ro en el Congreso de la Unión y los Congresos locales,que hoy por hoy son una realidad en todo el territorionacional, la creación misma del Instituto Nacional de lasMujeres, cientos de iniciativas legislativas y políticas quehan sido producto del liderazgo femenino que se ha cons-tituido y se alberga desde distintas trincheras a través de lasabiduría y la acción que han representado las alianzas ylos pactos entre mujeres, no sin sus contradicciones,enfrentamientos y conflictos propios de un proceso socialcomplejo, nada lineal y sí muy controvertido como esnuestra propia configuración histórica y social.

Los pactos entre mujeres que le han antecedido a los delnuevo tiempo son parte central de nuestra historia, nues-tra experiencia parlamentaria en gran medida forma partede estos logros, es resultado de agendas comunes y deacuerdos previos que desde mediados de los 90 segestaban entre dirigentes políticas y sociales, ya para en-tonces entre todos los partidos y las mujeres delmovimiento amplio y diverso.

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Sin embargo, estos logros no han dejado de estar preñadosde acciones que aún nos empañan el camino, falta de unmayor afinamiento, como dijeran nuestras feministas his-tóricas. La solidaridad y el acompañamiento no siempreson como se esperan ni como conviene.

Pero ¿en qué momento nos encontramos? ¿cuáles son losretos del presente, después de una evaluación positiva,de una evaluación de aciertos y de errores?

Retos enormes. Aún siguen sin ser parte de las priorida-des nacionales las causas de las excluidas y de losexcluidos, la equidad plena entre los géneros, la causa delas mujeres; aún el derecho a votar y ser votado es privile-gio de las personas que se encuentran en un partidopolítico o son adoptados por los partidos políticos conregistro; aún no es una realidad para todas y cada una delas mujeres ejercer sus derechos políticos y civiles con plenalibertad, las mujeres del campo, de las colonias margina-das y de los pueblos indígenas no forman parte de laslistas de representación popular ni plurinominal, muchomenos de los espacios de toma de decisiones a nivel mu-nicipal, estatal y nacional; aún se concibe a las mujerescomo objetos, como mercancía electoral, si bien, menosque en tiempos pasados, persiste la idea de concebir a lasmujeres como piezas que se pueden comprar y disponeral antojo. Sólo veamos con detenimiento el manejo de laimagen de la mujer tanto en los anuncios de Gobierno,como para las campañas electorales, y nos daremos cuentade ello; seguimos careciendo de las posibilidades de ac-ceder en igualdad de condiciones a los beneficios, serviciospúblicos e ingresos nacionales. Hoy un dato sumamentealarmante señala que: el 90% de los casos por discrimina-ción los padecen las mujeres, nuestras abuelas, las niñas;el 60% en registros oficiales las mexicanas y los mexica-nos viven en condiciones de pobreza.

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Los derechos que nos da el estatuto de ciudadanía plena,la lucha por los derechos políticos de las mujeres, es unalucha que no termina con el derecho a votar, inclusive deser votada; aún el derecho a tomar parte en las decisionesde nuestras localidades de forma informada y libre es unatarea a medias, ya que no todas gozamos de estos dere-chos. Por eso hoy, más que nunca, aquella frase:“avancemos un trecho”, que acuñó el Grupo Diversa, A.C., al invitar a los partidos políticos a firmar un segundopacto a favor de las mujeres, fue y sigue siendo suma-mente pertinente.

Estamos convencidas que los pactos y los acuerdos, loscompromisos entre nosotras y con ellos es el camino quedebemos seguir cultivando.

Sara Castellanos CortésSecretaria de la Mesa Directiva

del Senado de la República, PVEM

Quiero señalar, que aunque formalmente en este año secumplen 50 años del voto de la mujer en nuestro país,este derecho ciudadano se adquirió desde antes en elámbito local. La obtención de la ciudadanía femenina en1953, coronó los esfuerzos de un movimiento que se ini-ció desde la época de Porfirio Díaz. De acuerdo con distintosestudios, a finales del siglo XIX las mujeres empezaron aorganizarse en clubes políticos, entre los que resalta el libe-ral Ponciano Arriaga, Señora y señoritas discípulas de Juárezy Anitiana Nava. Desde aquí se inicia una prolongada lu-cha por la obtención del voto en México.

Hechos históricos

En marzo de 1911, varios centenares de mujeres solicita-ron al Presidente Interino, Francisco León de la Barrera, suderecho a votar; aunque la petición en el ámbito federalno prosperó, si quedó como un antecedente importante.

Otro antecedente fundamental lo tenemos con SalvadorAlvarado, gobernador de Yucatán, quien organizó el Pri-mer Congreso Feminista en el estado, del 13 al 16 deenero de 1916. Ese mismo año, la secretaria de VenustianoCarranza, junto con Adelmira Trejo de Mellón, envió alCongreso una propuesta para que se otorgara el voto a lamujer, la cual fue rechazada.

No obstante, en 1922 en Yucatán, se reconoció a las mu-jeres el derecho a participar en elecciones municipales y

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estatales, como una iniciativa del Ejecutivo estatal, FelipeCarrillo Puerto. Ese mismo año la profesora Rosa TorresGonzález fue la primera mujer en obtener un cargo deelección popular en la República Mexicana, al ser electaprimera regidora en el Ayuntamiento de Mérida.

En 1923 en San Luis Potosí se aprobó una ley que permi-tió que las mujeres alfabetizadas pudieran participar enlos procesos electorales municipales y estatales. Dos añosdespués en el Estado de Chiapas se dio el voto a las muje-res en las elecciones municipales. En 1936 sucedió lomismo en Puebla.

El General Lázaro Cárdenas presentó una iniciativa parareformar el artículo 34 Constitucional; sin embargo, la ini-ciativa fue recibida con resistencia y no prosperó. Diversospolíticos de esa época señalaban que darle el voto a lasmujeres era cedérselos a sus esposos o padres, o bien a laiglesia, quien tenía una fuerte influencia sobre ellas. Di-cha actitud, negaba de entrada la voluntad y la capacidadde las mujeres por decidir.

A pesar de ello el 17 de febrero de 1947 se reconoció elderecho de las mujeres a votar y a ser votadas en los pro-cesos electorales municipales por medio de la reforma ala fracción I del artículo 115 Constitucional. Finalmente,el 17 de octubre de 1953 el gobierno promulgó este de-recho. 26 años después se elige a la primera gobernadorade la Historia de México por el estado de Colima, DoñaGriselda Álvarez.

Después de 1953, no hay una reforma jurídica trascen-dental hasta 1993, momento en que se aprueba unainiciativa que exhortaba a los partidos políticos a fomen-tar una mayor participación de las mujeres en la vidapolítica del país. En el año de 1996, en donde se reforma

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la ley electoral y por medio de un transitorio, fallidamentese pretendió hacer obligatorio el llamado porcentaje 30-70para un mismo género en los puestos de elección popular.

Antes de 1953, la lucha de las mujeres por obtener suciudadanía fue muy complicada. Lo mismo ocurre des-pués de ese año, prueba de ello, es que desde la llegadade Aurora Jiménez de Palacios, la primera mexicana en laCámara de Diputados en 1952, originaria de BajaCalifornia, hasta la LVII Legislatura, sólo habían sido elec-tas 476 diputadas de un total de 4,948 curules.

De manera permanente, la mujer ha tenido que libraruna batalla constante para abrir mayores espacios de par-ticipación política. Las restricciones para acceder a la tomade decisiones se han constituido en un problema mundialcon amplios antecedentes históricos. Por ejemplo, en Ate-nas, cuna de la democracia en el mundo, donde seconsolidó la democracia directa, las mujeres no figurabancomo ciudadanas. Se ha ido teniendo una participaciónmarginal en la política, que se ha visto asociada con lanegación para que se acepte su condición de ciudadana.En Suiza las mujeres obtuvieron su ciudadanía hasta 1969,casi dos décadas después de las mujeres mexicanas.

México fue uno de los últimos países de América Latina,que reconocieron los derechos políticos de las mujeres.No obstante, actualmente nuestro país cuenta, con unamejor proporcionalidad que el conjunto del continenteamericano, que en los países europeos y queda atrás sólode los escandinavos, que como se sabe, tiene las másaltas tazas de proporcionalidad en representación parla-mentaria femenina.

La búsqueda por la ciudadanía ha sido fundamental paranosotras, esta es concebida como un rol social, que pro-

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vee titularidades, produce el efecto de otorgar una cons-tancia de aptitud en edad y en facultades mentales ylegales, para asumir el derecho de delegar su poder dedecisión, a partir de un proceso determinado.

Esta misma ciudadanía, provee otro tipo de derechos,como el de asociación, opinión, etcétera. Al negarle a lamujer la ciudadanía o al dársela de manera tardía, loshombres injustamente la califican como falta de aptitu-des o de facultades. Por esta razón las mujeres hanexperimentado undesencanto frente alprotagonismo de lospartidos políticos, in-tegrados de manerapreferencial y mayo-ritariamente por losciudadanos en la tomade decisiones.

La ciudadanía mexica-na no se cumple totaly finalmente con elderecho al voto, sinoque para culminarse, se tiene que ejercer la acción socialque derive afectivamente en la capacidad de la mujer porinfluir y controlar parte de las decisiones públicas.

Esto marca la diferencia entre una ciudadanía “otorgada”por el control del hombre, y una ciudadanía “exigida”por la mujer, para la apertura de mayores espacios. Así,no se trata tan sólo de participar e influir en las decisionespúblicas y del Estado, sino también de construir una ca-pacidad autónoma por parte del actor social, denominado“Mujeres”, que proponga, controle, supervise y evaluélas acciones gubernamentales.

La ciudadanía no secumple total y finalmente

con el derecho al voto,sino que requiere de cons-

truir una capacidadautónoma por parte del ac-

tor social denominado“Mujeres”, que proponga,

controle, supervise yevalúe las accionesgubernamentales.

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Las mujeres tenemos 50 años de gozar con el voto, perono tenemos las mismas oportunidades de participar enpolítica al igual que los hombres. Podemos escoger quiennos gobernará, pero no podemos gobernar.

Un 75% de las mujeres de nuestro país, delegan, a la fuer-za, su capacidad de decisión, de opinión y de reflexión,porque no hay suficientes espacios de participación polí-tica real en puestos decisivos y propietarios de la accióngubernamental. El camino por la apertura de mayores es-pacios ha sido muy lento, los avances en la materia sonmínimos y en ocasiones regresivos.

Esta tendencia se sigue manifestando, a pesar de que lasmujeres representamos el 52% del electorado, y no ocupa-mos ni la quinta parte de los cargos de elección popular. Lallamada Ley de Cuotas o las acciones afirmativas, no debe-rían de tener razón de ser en un país en donde las mujeresconstituimos un poco más de la mitad de la población.

La estrategia de subordinar a la mujer en las listas de su-plentes fue altamente utilizada en las pasadas eleccionesdel 2000, lo mismo que su inscripción en lugares queestaban seguros que se iban a perder. De esta manera, lapresencia femenina disminuyó en 2% en la Cámara deDiputados y, en un 1% en la Cámara de Senadores, conrespecto a la Legislatura anterior. Por ello, el Partido Ver-de apoyó la reforma al artículo 175 del CIFIPE, aprobadoen abril de 2002, con la intención de solventar por lomenos el problema de las suplencias.

En la presente Legislatura del Senado, las mujeres repre-sentan el 15.6%, cuando en la Legislatura pasadarepresentaban el 17.2%. En la Cámara de Diputados re-presentan el 17%, cuando en la LVII Legislatura eran el18.8%.

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En legislaturas anteriores el porcentaje promedio ha sidoentre el 8 y 12%. En los Congresos estatales de la pasadalegislatura, de mil 52 legisladores, sólo había 118 muje-res, lo que representaba el 11.2%; es decir, ni siquiera sellegó al mínimo de 30%.

En los últimos 15 años solamente 3 mujeres han goberna-do una entidad federativa del país. La participación de lasmujeres en las presidencias municipales es muy reducida,aunque se ha mostrado un ligero incremento.

La última reforma al artículo 175 del COFIPE en abril del2002, ha empezado a surtir efectos en este proceso elec-toral. En el registro de candidatos para este proceso seobservó lo siguiente:

Por mayoría relativa el PAN registró como candidatas pro-pietarias el 35.42%; el PRI el 33.33%; Alianza para Todosel 30.59%; el PRD el 35.55%; el PT el 32.82%; el PartidoVerde el 31.03%; Convergencia el 32%; el Partido de laSociedad Nacionalista el 30.33%; México Posible el 51%;el Partido Liberal Mexicano el 30% y Fuerza Ciudadana el30 por ciento.

Por el principio de representación proporcional, el PAN

registró como candidatas propietarias el 51.50%; el PRI el47%; el PRD el 42.50%; el PT 57%; el Partido Verde 47.50%;Convergencia el 46%; el Partido de la Sociedad Naciona-lista el 45%; Alianza Social 38.32%; México Posible52.91%; el Partido Liberal Mexicano el 39% y Fuerza Ciu-dadana el 39.88 por ciento.

Es evidente que algunos partidos llegaron rayando al soli-citado 30% para un sólo género, sin embargo elordenamiento se cumplió. Ahora debemos checar que esteporcentaje se cumpla, cuando se realicen las elecciones,

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debido a que tenemos información de que muchas can-didaturas para mujeres se dieron en los lugares que sonseguros de perder.

La representación de las mujeres en el Congreso podráayudar a resolver los problemas que se encuentran enotros ámbitos, como el económico, social, educativo, etc.Desde la esfera de lo político se puede resolver el hechode que las mujeres tienen mayor grado de analfabetismo,abandono, pobreza, etcétera.

El reconocimiento de las desigualdades entre hombres ymujeres, no se debe a la naturaleza, sino a la cultura po-lítica de la sociedad, que le ha dado una mayor importanciaa las decisiones políticas de los hombres. La utilización dela perspectiva de género, representa una herramienta in-dispensable en el diseño de leyes, programasgubernamentales y políticas públicas que garantizan laaplicación equitativa de la justicia y sitúan a los hombres ymujeres en una situación de igualdad, no solamente jurí-dica, sino igualdad de acceso a las oportunidades deeducación, trabajo y mejoramiento de vida.

Por ello ahora tenemos el reto de hacer cumplir la últimareforma del COFIPE, de igual forma es necesario que loscongresos locales, incorporen a los códigos electorales decada estado, las nuevas disposiciones del COFIPE. Se tratade un esfuerzo colectivo, de convencimiento, porque lareforma del 2002, no fue Constitucional y en los estados,no se tiene la obligación de cumplir el 30 y el 70%.

Nuestro reto está trazado y debemos seguir luchando paraavanzar.

Lic. Patricia Mercado CastroPresidenta del Partido México Posible

Evaluar los 50 años del voto femenino es hablar de géne-ro y política. Precisamente por género hasta mediados delsiglo pasado se aceptó que las mujeres participaran enpolítica y que eligieran a sus gobernantes, a pesar de quelas feministas venían exigiendo derechos políticos para lasmujeres desde finales del siglo XIX. En el México de iniciosdel siglo XXI, recordar la obtención del voto es reconocercómo las ideas culturales sobre “lo propio” de los hom-bres y las mujeres inciden en la vida pública actual. Hoynos damos cuenta de que no fue la diferencia sexual, sinolas ideas culturales sobre ella, lo que negó la ciudadaníacompleta a las mujeres.

Es indudable que no es lo mismo tener cuerpo de mujer quede hombre, pero hay que analizar como influye el cuerposobre las tareas políticas que unas y otros deben realizar.

Una anécdota que siempre me gusta relatar por ilustrativay vigente es la de cuando Jeanne Deroin presentó su can-didatura a un escaño de la Asamblea Legislativa. Estoocurrió en 1849, en Francia, bajo la Constitución de laSegunda República, cuando las mujeres no tenían dere-cho a votar ni a presentarse como candidatas aún cuandoel sufragio universal masculino había sido consagrado. Elsocialista Pierre-Joseph Proudhon atacó la candidatura deJeanne Deroin utilizando lo que para él debía ser la lógicairrefutable del cuerpo: una mujer legisladora tenía tan pocosentido como un hombre nodriza. Jeanne Deroin le res-pondió con agudeza que aceptaría su argumento siProudhon le decía cual era el órgano necesario para ejer-

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cer las funciones de legislador. Proudhon calló unos mi-nutos y luego señaló que era el cerebro.

En pleno siglo XXI las mujeres siguen subrepresentadas enla política y sus necesidades, deseos e intereses no estánpresentes en las agendas de la mayoría de los partidospolíticos.

Festejamos con este Seminario Internacional los 50 añosde la aprobación del voto para las mujeres. Como saben,su aprobación en las cámaras, en octubre de 1953, fuepor unanimidad. Y hoy lo recordamos. No lo fue, sinembargo, la lucha de las mujeres que llevó a este desen-lace; 28 años antes, en 1925, la primera mujer mexicanaelecta diputada, Elvira Carrillo Puerto, por el V Distrito alCongreso de Yucatán, debió renunciar al cargo despuésde ejercerlo durante 2 años debido a numerosas amena-zas de muerte.

Patricia Mercado durante su exposición. Al fondo, elresto del panel.

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Y esto también debemos recordarlo. Y debemos recordarambos hechos, porque el proceso de conquista de dere-chos plenos para las mujeres está jaloneado de logros, comoel de 1953, pero también estuvo, y está, siempre precedi-do de la acción comprometida de cientos y miles de mujeresque, adelantadas a su época, se arriesgaron a levantar lavoz, a salir de las sombras, a romper el silencio.

No hace mucho tiempo, hablar en México sobre la parti-cipación política de las mujeres, significaba arriesgarse alinsulto, al ridículo, a la burla. Hay buenas razones paraalegrarnos de que ya no sea así, pero también hay buenasrazones para la indignación, porque después de años ydécadas, tenemos que seguir hablando de los problemasde las mujeres, en todos los ámbitos, tenemos que seguirexigiendo los mismos derechos. Sin duda se han logradograndes e importantes avances, pero aún falta mucho.

Hoy, todos los partidos saben que tienen que hacer unlugar a las mujeres. Exactamente así nos hacen un lugaren las listas de candidatos, por ejemplo, a veces estricta-mente el mínimo que existe en la ley, y precisamente habríaque corroborar si vamos como suplentes, si estamos endistritos ganadores, si vamos en buen lugar de la lista, yhacernos cargo de eso no para confrontarnos, sino paraafrontarlo.

Todas las mujeres que hemos querido tener una partici-pación activa en la política, hemos encontrado toda clasede obstáculos, nos hemos enfrentado a la burla, al me-nosprecio, al acoso. Nos hemos enfrentado, por ejemplo,a la incredulidad de muchos, y no sólo varones, cuandoiniciamos el proceso de inscripción de México Posible.

Un partido que fuese, básicamente, iniciativa de mujeresles parecía algo divertido, irrelevante, imposible. Y hoy

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escuchamos los mismos comentarios escépticos y burlo-nes cuando digo que este partido, que iniciamos mujeres,refrendará el registro en las próximas elecciones, siguensin creernos, pero ahí estaremos.

Hay distintas anécdotas en la historia del movimiento demujeres. Sin embargo, en pleno siglo XXI, las mujeres se-guimos subrepresentadas en la política y sus necesidades,deseos, intereses, no estánpresentes en las agendas de lamayoría de los partidos políti-cos. En la actualidad, a pesarde los espacios ganados y delas indudables excepciones, elmundo de la política sigue sien-do básicamente masculino.

El gran conflicto de géneroen las democracias, es el des-equilibrio de poder entremujeres y hombres. El poderestá mal repartido; las mu-jeres monopolizan el poderen el ámbito privado, mien-tras que los hombres lo monopolizan en lo público. Estoproduce, a su vez, problemas de distinto orden, pero paraque el concepto de ciudadanía alcance su sentido igualita-rio, o sea que las personas, con indiferencia de su sexo,participen como iguales —aunque no idénticos— en la tomade decisiones políticas sobre sus vidas, es imperativo pensarseriamente no sólo en los poderes y la autonomía, sino tam-bién en el cuerpo y en el género.

Concebir de manera neutral la ciudadanía, sin especificarla experiencia de vida sexualmente diferenciada y marca-da por las prescripciones del género, esconde la

A pesar de los espacios ganados yde las excepciones,

el mundo de lapolítica sigue

siendo masculino.Hay un desequilibriode poder: las mujereslo monopolizan enel ámbito privado y

los hombres en elpúblico.

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desigualdad de poder, desigualdad política básica, queexiste entre mujeres y hombres.

¿Cómo tomar en consideración el cuerpo, cómo hablarde diferencia sexual, cómo valorar la fuerza cultural delgénero? ¡vaya dilema!, mujeres y hombres somos igualesen tanto seres humanos y diferentes en tanto sexos. Nipodemos negar la diferencia sexual, ni podemos renun-ciar a la igualdad, al menos mientras se refiera a losprincipios y valores democráticos.

Tenemos, pues, que aprender a pensar políticamente deotra manera sobre la igualdad y la diferencia. La igualdad, enla teoría política contemporánea, significa ignorar ciertas di-ferencias entre los individuos para un propósito particular;implica establecer un acuerdo social para considerar a laspersonas, obviamente diferentes, como equivalentes, no idén-ticas para un propósito dado. Por lo tanto, la noción políticade igualdad incluye, y de hecho depende de un reconoci-miento de la existencia de la diferencia. ¿Cómo instalar unaciudadanía igualitaria, con acciones afirmativas que no sonuna forma de discriminación?

Las feministas hemos dicho hasta el cansancio, que cuer-po de mujer no garantiza pensamiento feminista. Sinembargo, también hemos luchado por las cuotas. Estaaparente contradicción, tiene su explicación en el argu-mento de la masa crítica: una minoría necesita un númerosustantivo —una masa crítica— para ser visualizada y ha-cer valer sus cuestionamientos.

Así la paradoja es que, para lograr que haya más feminis-tas en puestos políticos, tienen que entrar muchas másmujeres. Lo que determina la acción política es lo quehay en la cabeza. Pero si solamente hay cabezas masculi-nas, es casi seguro que los temas feministas no aparezcan.

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Hay quienes se interrogan: ¿de qué sirve tener algunasmujeres en altos puestos si no modifican desde esos puestosla visión política sobre lo propio de los hombres y lo propiode las mujeres?, tal vez el asunto así está mal planteado,¿puede un porcentaje de diputadas, comprometido a ha-cer una política feminista moderna, transformar lossignificados de lo masculino y lo femenino? Difícilmente.

Por eso hoy se perfila una vía distinta, más radical paraacabar con el monopolio masculino en la política: la pari-dad. La paridad entraña dos ideas en una: un nuevoconcepto de la diferencia entre los sexos y una nuevaconcepción de la democracia.

La demanda de paridad reconoce la diferencia entre los sexossin jerarquizarlos, plantea que no hay temas exclusivos deun sexo y que la responsabilidad pública atañe igualmente ahombres que a mujeres. La paridad reconoce que por cues-tiones de género, por cultura e historia las mujeres requierenuna inclusión deliberada en el ámbito de la política, peroespera reflejar la condiciónhumana de especie en elámbito político.

Alcanzar esa doble maneradel ser humano en la repre-sentación política conduciríaa una mejor y más exactarepresentatividad de la nación,pero en esta representaciónparitaria las mujeres ya novan a ser las portavoces delas demandas femeninas,pues eso l levaría a unfraccionamiento categorialabsurdo.

La paridad entrañaun nuevo concepto

de la diferencia entre los sexos y unanueva concepción de

la democracia.Plantea que no haytemas exclusivos de

un sólo sexo y que laresponsabilidad

pública atañeigualmente a

hombres y mujeres.

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Con la paridad, mujeres y hombres deberán tratar en con-junto todos los temas que afectan a la sociedad, el objetivode la paridad es garantizar una proporcionalidad entremujeres y hombres en los espacios donde verdaderamen-te son tomadas las decisiones políticas: el gobierno y elparlamento.

Somos una especie mixta, una sociedad mixta, por lo tan-to, si no se quiere que un sexo tenga poder sobre el otro,ambos deberían compartir equitativamente los distintospoderes públicos y privados.

Por esto, una tarea democrática impostergable es introdu-cir una nueva forma de entender la diferencia sexual:reconociendo que en verdad es distinto ser mujer que serhombre y, al mismo tiempo, relativizando ese hecho. Osea, es distinto ser hombre o mujer para ciertas cosas y endeterminados momentos; en otros momentos da lo mis-mo. Aceptarnos como seres humanos iguales y sexosdiferentes es imprescindible para desechar ideas atrasa-das y discriminatorias.

La aspiración democrática de igualdad política entre mu-jeres y hombres exige un número de transformaciones,que implican reinventar la convivencia democrática des-de un marco necesario para la pluralidad: el Estado laico.

La dignidad humana exige que se respete por igual la con-ciencia y la libertad de toda persona. Eso significa,llanamente, que nadie puede decidir por otra persona, niimponerle sus convicciones. Para que la libertad realmen-te se pueda ejercer se requieren tres elementos: que hayarespeto por la libertad ajena, que no haya dominio im-procedente (que ni el gobierno, ni la sociedad, ni las iglesiasse inmiscuyan arbitrariamente en la vida y las decisionesde los ciudadanos) y que la ley sea soberana.

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La separación Estado-Iglesia es sana: permite que las per-sonas crean en lo que quieran creer, y que se reúnanlibremente con otros que creen lo mismo, sin caer en con-fusiones como querer imponer a toda la sociedad dichascreencias. Una verdadera convivencia pacífica dentro delpluralismo requiere contar con un Estado laico, que ga-rantice un régimen de tolerancia, y el imperio de la ley yla razón.

Las y los ciudadanos debemos reivindicar que el contratosocial, con sus reglas y leyes, se establece entre personasterrenales.

El laicismo es el cimiento de un Estado democrático quepretende ofrecer igualdad a las personas, a partir del prin-cipio de soberanía popular y de la libre determinación delos individuos. Sin pensamiento laico no se desarrollan nila ciencia, ni la democracia moderna. El laicismo es labase de la moderna sociedad civil mexicana, imprescin-dible para articular la convivencia sobre la base de latolerancia y del respeto a la diferencia.

Panel 2La representación

política de las mujeresy el sistema de cuotas

Diputada Margarita Penón GóngoraDiputada de la Asamblea Legislativa, Costa Rica

En Costa Rica, el censo realizado en julio del 2000, indicaque Costa Rica alcanzó un total de 3 millones 818 mil179 habitantes. Las mujeres representamos un 50% deesa población. (1,907,565)

En la Constitución Política de Costa Rica de 1949, vigenteen la actualidad, las mujeres que éramos ya aproximada-mente el 50% de la población, adquirimos como resultadode una larga lucha, el derecho al voto, que se ejerció, porprimera vez, en 1950, en ocasión de un plebiscito local.

Eugenia Rodríguez, una joven historiadora costarricenseque ha releído la historia del país con enfoque de género,en un ensayo relativo a los discursos sobre mujeres y par-ticipación política en Costa Rica de 1910 a 1949, proponedistinguir dentro de este período del movimiento sufragistatres etapas:

a) 1890-1910; durante este período el proceso de luchase caracterizó por la apertura de la discusión periodísticay de la formulación ante el Congreso de los primeros plan-teamientos sobre igualdad y los derechos políticos de lasmujeres. Desde este análisis surge que el derecho al votofemenino fue planteado, por primera vez, por el Presi-dente José Joaquín Rodríguez, en un discurso legislativosobre reformas electorales.

b) 1910-1923; en esta etapa, el proceso de lucha por elsufragio adquiere mayor fuerza en el marco de la eferves-cencia socio-política y el auge del movimiento feminista

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internacional. Tanto el Partido Reformista de la época,como el movimiento obrero, incentivaron la participaciónde las mujeres en la política y la igualdad de los derechosde las mujeres.

Aún falta más investigación para determinar el papel quelas mujeres desempeñaron, aparentemente eran funcio-nes de apoyo a las campañas partidarias y no conformabanun ala independiente con una agenda propia.

También en este período se sientan las bases para la fun-dación de la Liga Feminista, que respondía al MovimientoFeminista Internacional, Angela Acuña es la primer abo-gada y una de las fundadoras de la Liga, y también una—entre otras— de las muchas mujeres que luchó e hizolos primeros intentos desde 1912 de promoción del votofemenino en artículos periodísticos.

En 1919 aparece el primer periódico feminista Fémina,en cuyas páginas se aboga por la “reforma en leyes y enlas costumbres a fin de colocar a la mujer en el lugar quele corresponde en organismos políticos y sociales”.

En el marco de la reforma electoral de 1913, el debatesobre la igualdad y los derechos políticos de las mujerestoma mucho mayor fuerza, sobresaliendo los artículos delprofesor Luis Felipe González Flores.

Es en 1917 cuando se produce el primer planteamientodel voto femenino ante la Asamblea General Constitu-yente. En esta lucha, es donde se destaca, entre otras,Carmen Lira, figura emblemática de Costa Rica.

Entre los hombres que apoyan el planteamiento de la re-forma “Pro-voto Femenino”, se destacan los esfuerzos delDiputado Alvaro Quiróz, en la Constituyente de 1917, y

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el Presidente Julio Acosta en los discursos presidencialesde 1920.

En 1923, algunas estudiantes del Colegio Superior de Se-ñoritas, precediendo a la fundación de la Liga Feminista,plantearon ante el Congreso la necesidad de implementarel voto femenino.

c) 1923-1949; esta etapa se caracteriza por una organiza-ción más sistemática del movimiento feministacostarricense, que se vio estimulado por la efervescencia,a nivel internacional, y supuso la fundación de la LigaFeminista.

La Liga tuvo un papel fundamental en la conquista delvoto femenino. Estableció, desde su fundación, estrechosvínculos con el Movimiento Feminista Latinoamericano, yno contó con el apoyo importante de bases de las muje-res costarricenses, pero sí por parte de algunos Presidentes,intelectuales y diputados liberales progresistas.

Al igual que otras organizaciones femeninas de paíseseuropeos, la Liga estaba integrada por mujeres de clasemedia y alta, intelectuales, maestras, estudiantes y gra-duadas del Colegio Superior de Señoritas.

La Liga Feminista lidereó campañas por el sufragio feme-nino en 1925, 1929, 1931, 1932, 1934 y 1939, y planteóotras propuestas a favor del voto femenino en el marcodel debate sobre los derechos civiles y democráticos en1943 y en 1947.

Este proceso de lucha sufragista culmina con el decretodel 20 de junio de 1949, con el cual se aprueba, constitu-cionalmente, el voto femenino, o sea, después de 30 añosde prolongada lucha feminista.

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En 1990, la Ley de Igualdad Real estableció un principioque marcó un derrotero de lucha hasta el logro de la re-forma del Código Electoral que se produce en 19961.

En el proceso de construcción de esta ley, se pretendióestablecer una cuota mínima de participación de las mu-jeres en los cargos de elección popular y los puestospúblicos. Sin embargo, cuando el proyecto llegó a la Asam-blea Legislativa, la resistencia a este tema originó quesimplemente se enunciaran algunos principios incapacespor sí solos de producir un cambio significativo en la par-ticipación política de las mujeres.

La Ley de Igualdad Real, la ratificación de la Convenciónsobre la Eliminación de todas las formas de Discrimina-ción contra la Mujer y la plataforma de Beijing, significaronun impulso para que en la reforma al Código Electoral,elaborada en 1996, se estipulara específicamente la apli-cación de la cuota mínima del 40% de participación paralas mujeres.

Si bien el Código Electoral estableció esta cuota mínimade mujeres en las papeletas para los puestos de elecciónpopular, no indicó claramente que ese porcentaje debe-ría de darse en los puestos elegibles.

En el proceso electoral, previo a las elecciones de 1998,una organización denominada Agenda Política de Muje-res, integrada por diversos sectores sociales y políticos,efectuó un planteamiento unitario reclamando a los parti-dos políticos el cumplimiento de las disposiciones delCódigo Electoral.

Sin embargo, en esas elecciones, los vacíos de la normadieron como resultado que la representación en la Asam-blea Legislativa alcanzara solamente el 19 por ciento.

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En 1999, por gestión de la entonces Ministra de la Condi-ción de la Mujer, el Tribunal Supremo de Eleccionesfinalmente dispuso que ese 40% debería ser en puestoselegibles. Es en este escenario pre-electoral en las elec-ciones del año 2002, que nace el 3 de diciembre, de esemismo año, el Partido Acción Ciudadana.

El Partido Acción Ciudadana planteó una nueva forma dehacer política y nuevos temas en la discusión pública, comola lucha contra la corrupción y el fortalecimiento de lossistemas de rendición de cuentas dentro del Estado; laprotección del medio ambiente, así como el apoyo a losproductores agrícolas. A la vez puso en práctica nuevosmétodos de comunicación directa con la ciudadanía.

En sus estatutos estableció, por primera vez en Costa Rica,el principio de la paridad entre mujeres y hombres, supe-rando así la cuota mínima del 40% del Código Electoral.

Artículos de los estatutos del Partido AcciónCiudadana:

Artículo 12.- La búsqueda de la igualdad de oportu-nidades para hombres y mujeres en todos los ámbitosde desarrollo humano implica, para Acción Ciuda-dana, el compromiso concreto en lo político deasegurar una integración paritaria de todos sus órga-nos internos y estructuras de dirección, así como desus papeletas a cargos de elección popular. Para cum-plir este objetivo habrá de considerarse, siempre, elnúmero par mayor que conforme la totalidad de can-didatos de cada papeleta, o de los miembros queintegren cada órgano o comité.

Artículo 21.- Todas las asambleas deberán integrar-se con arreglo a lo dispuesto en el artículo 60 del

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Código Electoral, y cada una de ellas nombrará surespectivo Comité Ejecutivo, cuya integración y fun-ciones define y regula el Código Electoral, ademásdel presente estatuto.

De acuerdo con el artículo 12 de este estatuto, y enconformidad con nuestras leyes electorales, en to-das las Asambleas y sus respectivos ComitésEjecutivos deberá existir una relación paritaria, o porpartes iguales entre hombres y mujeres, y en ningúncaso la representación de cualquiera de los dos gé-neros, podrá ser inferior al 40%. Para definir larelación paritaria, siempre se tomará como base elnúmero mayor del total de delegados, miembros ocandidatos a designar. Igual criterio se aplicará parala designación de los candidatos a puestos de elec-ción popular.

Artículo 43.- En la integración de todas las papele-tas a puestos de elección popular, deberán respetarserigurosamente los principios fijados y los artículos12 y 21 de este estatuto, que garantizan una repre-sentación paritaria, o por partes iguales, de mujeresy hombres.

La equidad no sólo deberá darse en términos por-centuales, sino también por la combinaciónalternativa de ambos géneros en la conformaciónde las papeletas.

Integración de las Asambleas paraasegurar la igualdad

Con base en los artículos anteriores, al integrar las 462Asambleas Distritales, se aplicó la norma de que en todoslos distritos impares, de cada cantón, la nómina de cinco

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delegados a la respectiva asamblea cantonal, tenía queintegrarse con tres mujeres y dos hombres. Y en los distri-tos pares, se invertía la proporción dos a tres a favor de loshombres.

Con esta norma se aseguró que todas las asambleas de can-tones, cuyo número de distrito sea par, quedara en un 50%y 50% en los cantones cuyo número de distrito es impar lasmujeres quedaban siempre con una delegada más.

La misma regla se aplicó a la hora de nombrar las dele-gaciones cantonales que integran las asambleasprovinciales. Para integrar la Asamblea Nacional, el pro-cedimiento se simplificó puesto que cada provincia elegía10 delegados a la nacional, cinco mujeres y cinco hom-bres. Así, la Asamblea Nacional del Partido AcciónCiudadana, está integrada por 35 delegadas mujeres y35 delegados hombres.

Para la elección de las candidaturas a la Asamblea Legis-lativa se siguió la misma regla de que los géneros se alternanen forma sucesiva en cada papeleta. Si el primer lugar sele asigna a una mujer, eso significa que los números impa-res de esa papeleta la ocuparán mujeres. Y si el primerlugar se le asigna a un hombre, obligatoriamente el se-gundo, y todos los números pares de la papeleta, seránocupados por mujeres.

Pero fuimos más ambiciosas en el empeño de reformularla democracia y extenderla a más personas y grupos so-ciales. Publicamos la apertura, a propuestas de la sociedadcivil, estableciendo claramente los requisitos que debe-rían cumplir las personas. Se presentaron así, ante laAsamblea Nacional del Partido, candidaturas surgidas delseno de la organización partidaria, y candidaturas prove-nientes de la sociedad civil.

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Los resultados concretos de las elecciones nacionales del2002 fueron los siguientes:

1. En la primera ronda efectuada el 3 de febrero del 2002,el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) obtuvo el 38.6%de los votos; el Partido Liberación Nacional (PLN), 31% delos votos; el Partido Acción Ciudadana, (PAC) 26.2% de losvotos, con un abstencionismo del 31.2%.

2. En la segunda ronda efectuada el 7 de abril del 2002,resultó electo el candidato del Partido Unidad Social Cris-tiana, el Doctor Abel Pacheco, con un 57.9% de los votos,contra un 42% del candidato del Partido Liberación Nacio-nal, registrándose un abstencionismo histórico del 39.8%.

Cabe hacer notar que en las pasadas elecciones nacionalestodos los partidos cumplieron con la disposición del Códi-go Electoral, salvo el Movimiento Libertario. Larepresentación total de mujeres diputadas, en la actualAsamblea Legislativa, del año 2002 al 2006 es la siguiente:en total somos 20 diputadas de 57, o sea, llegamos al 35%.

El partido de gobierno, Unidad Social Cristiana (PUSC), tie-ne seis mujeres de 19 Diputados (31.5%). El PartidoLiberación Nacional, siete mujeres de 17 Diputados, (41%).El Partido Acción Ciudadana, siete mujeres de 14 diputa-dos, (50%) de estas personas, una mujer y cuatro hombres,provenían de la sociedad civil. El Movimiento Libertario,seis diputados; el Movimiento Renovación Costarricense,un diputado.

En el mes de marzo, se separan de la fracción del PartidoAcción Ciudadana, seis diputados: dos mujeres y cuatrohombres, que conforman —hoy día— el Bloque Patrióti-co Costarricense.

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En la actualidad, la fracción está conformada por 5 dipu-tadas y 3 diputados, 62.5% de mujeres.

Es interesante mencionar que uno de los motivos de laseparación, fue el no acatamiento por parte de los disi-dentes de los principios enunciados por el Partido AcciónCiudadana en materia de derechos de las mujeres.

En Costa Rica, los avances son significativos. En las elec-ciones de 1994-1998, y el año 2002, el porcentaje dediputadas pasó del 16% al 19% y al 35% respectivamen-te. Y quiero mencionar también el porcentaje de regidorasmunicipales, donde el cambio es todavía más significati-vo, pasó del 14% al 34% y al 47%. En efecto, hay unproceso de desmasculinización desde el punto de vistacuantitativo.

La definición de una democracia paritaria es el logro de laaspiración política de las mujeres. Ha dicho, para el casode Europa, Elien Bogel Polski: “La ciudadanía ha sido unconcepto discriminatorio a lo largo de la historia de Euro-pa. Las mujeres han sido ciudadanas indirectas, o hansido conformadas como un tipo de extranjeros residen-tes”. Esto es aplicable también para América Latina.

Después de analizar la década que en materia de derechosde las mujeres comenzó en 1990 con la promulgación dela Ley de Igualdad Real, dice el séptimo informe del Estadode la Nación en Desarrollo Humano Sostenible, que CostaRica, en materia de equidad y género, se encuentra a mi-tad del río; que ha logrado grandes progresos institucionales,pero tiene significativas tareas pendientes. Una de esas ta-reas es hacer realidad la democracia paritaria.

Cuando defendemos la democracia paritaria, no sólo de-fendemos un derecho de las mujeres, sino que

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defendemos la democracia misma. No debemos olvidarque la paridad no es otra cosa que un reflejo de la reali-dad, somos la mitad de la población mundial y nuestraausencia de participación origina un déficit democrático.Nuestras sociedades no se pueden permitir ignorar la ri-queza de la capacidad que aportamos las mujeres y a laque legítimamente aspiramos.

Debemos exigir la consagración de la paridad en todos losestatutos de los partidos políticos e ir más allá hasta lograrla paridad en la Constitución Política. Debemos seguirreclamando nuestro derecho a la ciudadanía activa, nuestraparticipación paritaria en la toma de decisiones y el acce-so paritario a los cargos de gobierno nacional y local.

La paridad entre mujeres y hombres en los poderes legisla-tivos tiene como meta una nueva forma de hacer política yuna nueva forma de legislar en materia de género, comoaporte a esa nueva sociedad con la que soñamos y a la quelegítimamente aspiramos donde el poder, el empleo y lasresponsabilidades familiares finalmente se compartan.

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NOTA:

1 Artículo 5.- Los partidos políticos incluirán en sus estatutos mecanismoseficaces que promuevan y aseguren la participación efectiva de la mujer enlos procesos eleccionarios internos, en los órganos directores del partido ylas papeletas electorales.Asimismo, los estatutos a que se refiere el párrafo anterior, deberán contenermecanismos eficaces que aseguren el nombramiento de un porcentajesignificativo de mujeres en los viceministerios, oficialías mayores,direcciones generales de órganos estatales, así como en juntas directivas,presidencias ejecutivas, gerencias o subgerencias de institucionesdescentralizadas. (Ley de Promoción de la Igualdad Social de la Mujer no.7142).

Gloria Careaga PérezInvestigadora del Programa de Estudios de Génerode la Universidad Nacional Autónoma de México

Centro mi atención en la representación política, comouno de los ejes actuales para el impulso de la agendafeminista. En este sentido, me ocuparé una vez que pon-ga sobre la mesa los conceptos centrales de los partidospolíticos y el movimiento feminista, como actores princi-pales del proceso de incorporación de esta agenda, yaque de acuerdo a la estructura política prevaleciente, sonquienes ocupan el lugar central en esta empresa.

Las feministas del siglo XIX, no sólo luchaban por conse-guir el derecho al voto, sino que aspiraban también por laoportunidad para presentarse como candidatas a la re-presentación popular en los procesos electorales,convencidas de que los cambios en las condiciones de lasmujeres, solamente se darían si las propias mujeres ocu-paran puestos en los parlamentos. Sin embargo, ladiscusión en torno a la representación política de las mu-jeres, ha experimentado cambios importantes desde quelas mujeres consiguieron el derecho al sufragio.

En las sociedades que se asumen como democráticas, labúsqueda de las representaciones de los intereses de ungrupo, se ha orientado a partir de dos dimensiones: la pre-sencia de sus miembros en las áreas de decisión, y laconsideración de sus intereses en los procesos de decisión.

Es decir, la existencia de diferentes sectores y grupos so-ciales, implica que para que una sociedad sea consideradademocrática, la composición de las posiciones de poder

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deberían reflejar la composición de la sociedad represen-tada. La segunda dimensión implica que las decisionespolíticas tomen en consideración los intereses de esa grandiversidad de la población.

Respecto de las mujeres, se ha dado poco o nulo peso alanálisis de la incorporación de la agenda feminista en losdiferentes sectores y grupos de mujeres o por otros movi-mientos sociales, lo que muestra el privilegio que se da ala concepción tradicional del hacer política.

Al interior de los movimientos sociales, ha habido inten-sas discusiones teóricas y políticas con relación a cuál esla vía idónea para garantizar el impacto de la agenda po-lítica, y estos debates se han reflejado en discusiones dentrodel movimiento feminista mostrando profundos desacuer-dos sobre la naturaleza de los intereses de las mujeres ylas estrategias políticas que se requieren para presionarpor ellos.

Durante los años 60 y 70 gran parte del Movimiento Fe-minista se mostraba reacio al establecimiento de relacionescon las instituciones de Gobierno y mostraba un gran es-cepticismo a la participación en los procesos electorales,prefiriendo la autonomía política que encontraba en laorganización de los movimientos sociales. Sin embargo,para los años 80 se dio una reconsideración de la impor-tancia de la participación política en los espacios formales,a los que identificaban como la vía posible para adquirirpoder, y las feministas se convirtieron en militantes activasde partidos políticos.

Al mismo tiempo, algunas mujeres que estaban ya esta-blecidas en los partidos, comenzaron a demandar paridaden la representación política, y otras, desde sus organiza-

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ciones sociales, buscaron diferentes formas de presión einterlocución con los partidos.

No obstante, no podemos perder de vista que la conside-ración de los intereses de las mujeres en las agendaspolíticas, sufren una condición particular. La agenda delas mujeres todavía es percibida como de importanciamenor y además, puede relacionarse con el feminismo ysu valoración negativa. Así todavía sólo los más motivadosy mejor dicho, las más motivadas tienen el valor de dedi-car su atención a estos asuntos. Se trata de un fenómenoparticular en el que se establece una estrecha relaciónentre sujeto y objeto; es decir, se necesita ser mujer yfeminista para ocuparse de él, a diferencia de otras áreasen las que no se necesita ser indígena, ni pobre, ni religio-so para dar atención a sus propuestas.

Aunque el rechazo es especialmente fuerte entre los hom-bres y, en efecto también entre algunas mujeres, muchasde ellas no quieren verse relacionados con una lucha quese considera menor ni ser confundidas con las feministas.

Por otra parte, la consideración que más mujeres en el po-der impulsarán una agenda de género es aún bastanteincierta. La experiencia nos dice que sólo un puñado demujeres, aquellas que han logrado establecer vínculos es-trechos entre su actividad política feminista y su posiciónen la política formal, muestran una firme determinación enel impulso de las acciones hacia la equidad de género. Al-gunas otras apoyarán las propuestas, pero aún se sostienenlos argumentos de la mayoría, que fundamentan un interésprioritario por las necesidades económicas, sociales y polí-ticas del país, que les impiden orientarse a favor de lasmujeres, ¿De qué país son entonces sus mujeres?

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Los partidos políticos

Durante los años 80 el apoyo para conseguir más mujeresen la política creció en la mayoría de los países, hubo uncambio en las agendas, tanto de los partidos, como de lasmujeres afiliadas. Los partidos políticos constituían un cam-po importante de las actividades de las mujeres, éstasrepresentaban un claro desafío para los partidos, al exigirmayor peso en las decisiones y presionar para conseguircambios en las agendas políticas.

En ese sentido, las mujeres demandaron y consiguieronreformas políticas con diferentes grados de éxito, en algu-nos países esto supuso la aparición de nuevos temas enlos programas de los partidos, nuevos sistemas para la se-lección de candidaturas, nuevas formas de elaboraciónde políticas públicas y el establecimiento de nuevas es-tructuras de Gobierno como ministerios para las mujeres,programas hacia la igualdad y comisiones de mujeres endiferentes instancias de Gobierno.

En respuesta a la presión de las mujeres, las condicionesde género se convirtieron en un tema explícito para mu-chos partidos políticos. El grado y la forma en que lospartidos se han adaptado al género ha estado influido porvarios aspectos: la creciente competición entre partidos,la entrada de nuevos partidos y el declive de los partidosestablecidos, la erosión de coaliciones establecidas, lasestrategias de modernización ideadas para remplazar orenovar las circunscripciones electorales, las reformas cons-titucionales y la alteración de las relaciones entre partidosy Estado.

Las exigencias para la representación de las mujeres hantenido diferentes niveles de éxito: la integración de lasmujeres en la estructura de partidos existentes como una

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estrategia para conseguir poder; las preferenciasconsensadas de partido en las listas de elecciones; la re-presentación de mujeres aumentó desde porcentajesmínimos hasta cercanos a las cuotas establecidas.

Aún así, las diferencias por regiones son aún importantes,en América Latina, todavía hoy, a excepción de la recien-te elección parlamentaria en Costa Rica, la representaciónde mujeres es todavía inferior al 20%. Estos contrastes tie-nen explicaciones generales y particulares, indican que lapolítica de partido ha cambiado para adaptarse a las exi-gencias de la representación política de las mujeres, perotambién reflejan circunstancias sociales, culturales e his-tóricas diferentes.

Las exigencias de representación política de las mujeresafectan inevitablemente la política de los partidos, y lapolítica de los partidos afecta inevitablemente a las estra-tegias que las mujeres emplean para introducir susreivindicaciones. Tiene lugar un proceso continuo de ajustey acomodación en ambos sentidos, se necesita mirar porencima de las culturas específicas y particulares para con-seguir una visión general de las mujeres en la políticacontemporánea del partido.

En la práctica, las demandas que las mujeres han realiza-do para ser representadas en la política de partido reflejantanto las preocupaciones programáticas como lasorganizativas. Así, los partidos han estado presionados paraimplementar políticas que atraigan a mujeres votantes paraemprender campañas de reclutamiento de militantes delsexo femenino, para promocionar a las mujeres en pues-tos clave dentro de la organización del partido y paraproponer a mujeres candidatas.

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Los programas de los partidos se han ampliado para in-cluir políticas de igualdad de oportunidades y de derechosreproductivos, así como para revisar las tradicionales po-siciones de partido en política de familia, a fin de tomaren cuenta una nueva comprensión del género y el poder.

El desarrollo de la política de género en los partidos du-rante los últimos años, es un efecto tanto de la infiltraciónde las ideas feministas, como de la atención que han pres-tado las mujeres instruidas por esas ideas a los imperativosde la política de partido.

Un objetivo implícito de la infiltración feminista en los par-tidos consiste en el aseguramiento de los cambios de actitudcon relación al género, sobre todo a partir del aumento dela comprensión y la conciencia de las diferencias de géneroy sus implicaciones para las relaciones de poder.

No obstante, en la mayoría de las ocasiones las mujeres aúnse atienen a las reglas del juego político, las divisiones delpartido pesan más que las divisiones de género, y las alian-zas entre partidos han resultado excepcionales dentro y fuerade los parlamentos. La atención a los imperativos del partidopresentan un dilema para las feministas que pretenden trans-formarlos en entidades más cercanas a las mujeres y ven,cuando logran verlo, el riesgo en que se coloca la agenda delas mujeres al adaptarse a las reglas del juego.

En este sentido, la gran cuestión para el Movimiento Fe-minista ha sido si las mujeres cambiarían las institucionesantes de que las instituciones las cambiaran a ellas, sinembargo, cada vez con mayor frecuencia y en diferenteslatitudes, se observan coaliciones de mujeres parlamenta-rias que enfrentan a los partidos y constituyen una fuerzamultipartidista para impulsar decididamente propuestas afavor de los Derechos de las Mujeres.

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Las reivindicaciones que realizan las mujeres y las estrate-gias que emplean se ven afectadas considerablemente porel tipo de partido en el que pretenden influir. Todos lospartidos políticos tienen procedimientos de toma de de-cisiones que consisten en reglas formales y prácticas, ycostumbres informales, estas reflejan tanto el entorno delpartido, como los modelos de conflicto interno, así comola expresión de su ideología y sus objetivos. Todas las rei-vindicaciones serán cuestionadas dentro del partido, perola oposición más intensa ocurrirá ante la petición de in-crementar la presencia de las mujeres. Los escaños son elpremio político hacia el que se dirige gran parte de lapolítica del partido y de ahí que el acceso esté guardadocelosamente.

Las aptitudes que los partidos requieren para sus candi-daturas dependen de la ideología y de la organización,aunque esto puede variar, diferentes países y partidos handesarrollado aprendizajes políticos diferentes, y es evidenteque unos son más accesibles para las mujeres que otros.

Cuando las reglas de los partidos se cambian para facilitarla candidatura de las mujeres, se pueden trastornar losmodelos normales de carrera política, la adopción de cuo-tas para candidatas, ha cambiado la naturaleza en latrayectoria de la experiencia necesaria para ser conside-rada la candidatura.

El trabajo acumulado de las mujeres calificadas que am-bicionaban una carrera política, fue invalidadorápidamente después de que las principiantes se convir-tieran en candidatas. Las cuotas amplían las rutas de accesoe incrementan considerablemente el número de mujereselegibles.

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La organización del partido es otra variable que hay quetomar en cuenta, la organización débil y descentralizadadel partido ante los bajos niveles de control sobre las re-des locales y la organización de cada Distrito Electoral,significa menos capacidad para implementar políticas parafavorecer la presencia de mujeres.

Los organismos locales de casi todos los partidos tienenalgo de poder negociador en el proceso de selección delas candidaturas. Sin embargo, en la mayoría de los paí-ses, los partidos minoritarios con menos perspectivas deéxito electoral presentan más probabilidades de propo-ner mujeres candidatas. Pero esto no es un indicador fiablede que quieran más mujeres en el poder, este tipo departidos tienden, con más frecuencia, a proponer candi-datos atípicos, porque disponen de una posibilidadlimitada de candidatos.

El Movimiento Feminista

Al principio las feministas no parecían tomar demasiadoen serio las estructuras de partido con sus jerarquías yrituales, prefiriendo organizaciones autónomas que lucha-ban por lograr cambios políticos desde fuera de lasestructuras e instituciones políticas establecidas. Sin em-bargo, el costo de este separatismo fue su menorefectividad, al comprender esto, muchas feministas reco-nocieron la necesidad de la política de partido de unamanera implícita a través de su militancia y como unamanera explícita en sus publicaciones y debates.

Así las acciones feministas se han dirigido en los dos sen-tidos antes mencionados, tanto para la incorporación dela agenda feminista en las instituciones, como en impul-sar la incorporación de las mujeres en los puestos dedecisión.

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La historia contemporánea del feminismo es testigo delcontinuo crecimiento de la presencia de las mujeres en ladirección de instituciones políticas, un cambio en las agen-das políticas para incluir temas de mujeres y el desarrollode lo que se podría considerar el feminismo institucionala partir de la instalación de los organismos para la igual-dad. Estos cambios fueron el resultado de accionesdeliberadas de las propias mujeres para influir en política.

A pesar de las ambigüedades por trabajar con las institu-ciones, el Movimiento Feminista intentó cambiar la políticaformal de los partidos, impactar en las esferas de Gobier-no, e incluso, en algunas formas de participación pública.

La proliferación de organismos e instancias hacia la equi-dad, implican la existencia hoy, de burócratas que actúanen nombre de intereses de las mujeres que han puestointerrogantes a su definición: como feministasinstitucionales, actores profeministas o simplemente tra-bajadores o trabajadoras en el desempeño de una función.

La incorporación de diferentes sectores y grupos al movi-miento feminista, así como la resignificación que han hechode las propuestas feministas a partir de sus luchas particu-lares, ha inaugurado un proceso en el que la diversidadsocial y cultural hace presencia. Donde los criterios uni-versales de igualdad dan cabida a la diferencia; sinembargo, se plantea aún como un reto para su compren-sión e incorporación ante los cuestionamientos ycontradicciones que ofrecen al trabajo tradicionalmentedesarrollado y la necesidad de reconocer al feminismocon diferentes apellidos: el feminismo popular, el femi-nismo negro, el feminismo indígena, el lésbico, entre otros.

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Conclusiones

El trabajo desarrollado para alcanzar la incorporación dela agenda feminista no ha alcanzado la representatividadpolítica que se ha pretendido, la lucha contemporánea amás de 30 años de trabajo sistemático, pareciera no ha-ber sido fundada en la conciencia de la trascendencia desus ideas y la radicalidad de su intención, lo que ha impe-dido una influencia sistemática y coherente que dé lugara la posibilidad de capitalización de todos sus alcances.

La representación a través de la presencia, por lo menosen América Latina, no ha tenido los resultados que me-diante las negociaciones, las presiones y una intensaactividad se esperaban. Los partidos políticos mantienenuna abierta postura a favor de la masculinidad en la queel dominio de los hombres es evidente, con una francatendencia a privilegiar la presencia de los hombres comorepresentantes de los diferentes movimientos sociales y almantenimiento del segmento femenino en un “gueto” paralas mujeres.

A contraviento, las mujeres han dado la cara al desafío,exigiendo con su presencia cuotas e igualdad de oportu-nidades, el impulso de una agenda con un proceso desensibilización continua y construyendo pactos que hansacado adelante las propuestas a favor de las mujeres. Lasimplicaciones de esta muestra de solidaridad entre muje-res han sido temidas, al mismo tiempo que comprendidaspor los partidos e igualmente han ido dando pasos paraabrir las puertas a nuevas perspectivas.

Los logros conseguidos durante los años 70 y 90 debenser considerados con relación a una importante moviliza-ción de mujeres. Las instituciones, como los partidospolíticos adoptaron los temas de mujeres solamente cuan-

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do fueron presionados para ello, en este sentido es degran importancia la presencia de las mujeres en los pues-tos de decisión, pero también la interacción delmovimiento de mujeres con los partidos y las instanciasde Gobierno.

A través del tiempo, la agenda feminista ha logrado tenerun impacto en las políticas y presupuestos sociales, perofrente al debate en torno a las diversidades se ve limitado.Esta mirada limitada se ha orientado a mantener la miraen la participación e influencia en los espacios de la polí-tica formal de manera privilegiada, sin dar cuenta de laincorporación de la agenda feminista en los movimientospopulares, étnicos e incluso quedar en la retaguardia desus propias propuestas al mantenerla sólo como banderade lucha sin actualizar sus contenidos.

Los fuertes cuestionamientos entre las diferentes vertien-tes del feminismo, y los temores que ha levantado en tornode la representatividad de sus líderes, ha impactado demanera importante en el desarrollo de estrategias colecti-vas, en la capacidad para desarrollar estrategias amplias eincluso para sustentar los logros obtenidos.

No podemos negar los avances y el impacto de los logrosen la lucha de las mujeres; sin embargo, las perspectivasfuturas muestran todavía un camino fincado por los desa-fíos pendientes. No podemos cantar victoria mientras nologremos la articulación entre mujeres y con otros actoressociales que libere la agenda postergada y contribuya a ladefinición de nuestra sociedad plural y democrática.

Doctora Jacqueline Peschard MariscalConsejera del Instituto Federal Electoral, México

Desde la antigüedad la política ha sido una esfera de lavida pública que ha estado reservada para los hombres yello implicó no sólo que los cargos públicos, tanto ejecu-tivos, como de representación fueran ocupados porvarones, sino que la política se leyera y se comprendieraen códigos masculinos, marginando a las mujeres de losprocesos de toma de decisiones y de las deliberacionessobre los asuntos de interés para la colectividad.

No fue sino hasta el siglo XX cuando esta situación de ex-clusión e injusticia empezó a revertirse, de hecho el sigloXX ha sido identificado como el siglo de las mujeres, yaque fue testigo desde su inicio de las luchas de lassufragistas a favor del reconocimiento de las mujeres comociudadanas y durante los últimos tres decenios del siglo XX

éste evidenció la incorporación de las mujeres al espaciopúblico a través de su participación y movimientos socia-les de todo tipo y, finalmente, dio cuenta de su esfuerzopor acceder a esferas de dirección y de representaciónpolítica.

En la actualidad la política sigue siendo un campo predo-minantemente manejado por los varones, incluso en lospaíses escandinavos que son los que mayores niveles dehomogeneidad social y política han alcanzado.

En América Latina el reconocimiento de la ciudadanía paralas mujeres se estableció por primera vez en Ecuador en1929 seguido casi inmediatamente por Chile y Uruguayen 1931, sin embargo, sólo 30 años más tarde quedaría

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concluida la tarea de darle a la mujer el derecho a servotada y el derecho a votar, cuando esto sucedió hacia losprimeros años de los 60 en Paraguay y El Salvador.

El largo recorrido que siguieron los países latinoamerica-nos para la conquista del voto femenino, contrasta con larapidez con la que durante los años 90 se fueron suman-do en la definición de disposiciones legales para promoverel acceso de las mujeres a cargos políticos de responsabi-lidad. Una de éstas fórmulas fueron las cuotas.

Como mecanismos de acción afirmativa, las cuotas hanimplicado dar un tratamiento preferencial a un cierto gru-po social, como es el de las mujeres. Esta medida tiene unobjetivo equilibrador de las desigualdades que enfrentanlas mujeres para acceder a cargos públicos al forzar suingreso al Poder Público, no dejándolo a la buena fe delos partidos políticos ni a los procedimientos tradicionalesde selección que están generalmente diseñados por lascúpulas partidarias. Aunque el sistema de cuotas suponepropiciar situaciones diferenciadas y especiales para lasmujeres, no constituye una disposición anticonstitucional,ya que cumple con el principio básico de compensar laobjetiva desigualdad existente entre hombres y mujeres.

Argentina en 1991, mediante la Ley de Cupos, estableciófinalmente la cuota de 30%, sólo este es el primer caso enAmérica Latina al inicio de los años 90, y a partir de ahímás de diez países han promulgado leyes que obligan alos partidos políticos a incluir un mínimo de mujeres essus listas de candidatos, las cuales oscilan entre un por-centaje del 20 al 40% de candidaturas parlamentarias.Adicionalmente, Colombia ha incorporado este mecanis-mo de las cuotas para cargos de máximo nivel decisoriode la administración pública. Dicho de otra manera, pa-rece haberse generado un consenso importante alrededor

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de la conveniencia de ampliar la presencia de las mujeresen las esferas de la decisión pública y de la representa-ción política en un corto plazo.

La aceptación que hoy existe en América Latina en tornoa las cuotas en función de género la revelan encuestas deopinión (Diálogo Interamericano y el Banco de Desarro-llo Interamericano, 2000) que muestran que dos terceraspartes de la población consideran que las cuotas son engeneral benéficas para el país. Asimismo, en esa mismaencuesta, la mayoría de la población en la región Latinoa-mericana (57%) apoya la idea de que las mujeres ocupencargos públicos, en el entendido de que ello conduce a laformación de mejores gobiernos, porque las mujeres sonmás honestas que los hombres (66%); y además, son bue-nas para la toma de decisiones (85%).

El antecedente de las cuotas se remonta a las políticas deacción afirmativa en los países escandinavos, como todassabemos, y en Estados Unidos a finales de los años 70; enAmérica Latina, fue en el contexto de los procesos detransición y consolidación democráticas durante la déca-da de los 80, cuando al calor de los nuevos movimientossociales y de las organizaciones de mujeres que surgieronen ese contexto, así como del relanzamiento de los parti-dos políticos y de las instituciones democráticas, que eltema de la extensión de los derechos humanos y ciuda-danos, y particularmente la equidad entre hombres ymujeres pasaron a formar parte de la agenda política delos gobiernos y de los propios actores políticos de la re-gión, es decir, de los partidos.

En efecto, en estos años, las mujeres se incorporaron ma-sivamente a organizaciones vinculadas a demandas socialesparticulares, mediante acciones de tipo voluntario o deroles asociados y hasta todo tipo de prácticas de acción

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colectiva. Fue de ahí de donde saltaron las mujeres a par-ticipar en el terreno de la política formal, primero,defendiendo la efectividad del sufragio, sumándose a or-ganizaciones de observadores electorales y más tardebuscando encabezar dichos movimientos y acceder a car-gos directivos.

Pero, no sería sino hasta la Cuarta Conferencia Mundialde la Mujer, la de Beijing en 1995, cuando en la región sedesatarían las reformas legales para contemplar las cuotasde las mujeres. No es casual que la gran mayoría de lospaíses latinoamericanos que han adoptado las cuotas lohayan hecho entre 1996 y 1997.

Este proceso sigue avanzando, dado que uno de los pro-pósitos acordados en la propia Conferencia de Beijing,fue alcanzar el acceso efectivo a la toma de decisionespolíticas en un 50% para 2005. Es decir, se propuso comometa lograr la democracia paritaria.

La amplia socialización que han alcanzado estos meca-nismos compensadores de la desigualdad de las mujeres,obligan a preguntarse ¿qué tan exitosos han sido estosmecanismos para reducir la asimetría de género en la re-presentación política?

Ciertamente, el establecimiento de un porcentaje no sig-nifica que inmediatamente las candidaturas de las mujeresse encuentren en posibilidad real de traducirse en unaproporción semejante de escaños. La experiencia eviden-cia que puede cumplirse con la norma sin cumplir con elespíritu de la norma, ya que se coloca a las mujeres alfinal de las listas de candidatos propietarios o bien en losespacios de suplencias, donde tienen reducidas, si no esque nulas, posibilidades de ocupar el cargo. Esto explicapor qué en los países en donde existen las cuotas en Amé-

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rica Latina, los niveles reales de representación de muje-res en los congresos alcanzan, actualmente, apenas unpromedio general de 17% de la representación.

El criterio más inmediato para evaluar el éxito de las cuo-tas resulta ser el porcentaje de mujeres que actualmenteocupan escaños parlamentarios. Argentina, que fue el pri-mer país en introducir las cuotas y, además, conespecificaciones estrictas sobre la colocación de las can-didaturas de la mujer, alcanza actualmente un 30.7% derepresentación femenina en la Cámara de Diputados yun 34.7% de representación en el Senado. Es decir, la Leyde Cupos en Argentina es ya un éxito, en Costa Rica parael año 2000 la representación de las mujeres era apenasdel 19% y, sin embargo, en el 2002, gracias a la interpre-tación que hizo el Tribunal Electoral, fue que se pudoimpulsar hacia el 35% de representación femenina.

Cuba y Nicaragua que no tienen contempladas políticasde cuotas tienen una representación bastante significati-va, 27.6% en el caso de Cuba y 20.7% en el caso deNicaragua. Esto da cuenta de que las cuotas son uno delos factores, pero no el único para garantizar la equidadde género.

La historia política y las tradiciones culturales juegan unpapel determinante en la conquista de espacios de res-ponsabilidad política para las mujeres. El hecho de queCuba, que ni siquiera cuenta con un sistema democráti-co, ocupe uno de los primeros lugares (tercer lugar) enAmérica Latina de representación política de las mujeres,habla del peso que tiene una sociedad en la que existerealmente igualdad de oportunidades de educación y deacceso al trabajo, así como una cultura religiosa más abiertay tolerante.

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La reforma en el caso mexicano

La Reforma de 1996, que fue una reforma electoral signi-ficativa en México, se incorporó en un artículo transitorioel asunto de las cuotas, pero un artículo en el que sola-mente se señalaba que los partidos políticos en sus estatutosdeberían de contemplar el que ninguno de los dos géne-ros tuviera más del 70% de las candidaturas de género, esdecir, tomando en cuenta candidatos propietarios, suplen-tes, listas de mayoría relativa, etcétera.

¿Que fue lo que sucedió? Bueno, lo que sucedió es que,si tomamos los datos del 2002, la representación de lasmujeres en la Cámara de Diputados apenas alcanzaba el16%, muy lejos de llegar a lo que fue el sentido de aque-lla cuota.

Después de la alternancia en México, en el año 2000,una de las cuestiones que habla del nivel de socializacióncon la que cuenta el asunto de las cuotas, es el hecho deque se presentaron en el Congreso alrededor de 20 ini-ciativas diferentes de reforma en materia electoral, y laúnica reforma que obtuvo la mayoría en el Congreso fuela relativa a las cuotas de género, claramente había unconsenso entre los distintos partidos políticos, —derecha,izquierda, y distintas modalidades de centro—, de que elasunto de las cuotas era un asunto importante, entre lasdistintas fuerzas políticas.

¿Qué es lo importante de esta reforma, además de quefue la única consensuada en materia electoral? Es que esuna reforma que podemos decir, completa, es decir, queprevé muy claramente no solamente el asunto de las cuo-tas de género, que haya cuando menos un 30% de mujeres,sino que señala con mucha claridad en dónde deben deestar esas candidaturas de un género distinto.

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¿Qué es lo que contempla esta reforma legal? Que el 30%debe de ser en ambos principios de representación, nosolamente en representación proporcional en las listas,sino también en el ámbito de la mayoría relativa. Tam-bién, señala que en el caso de las listas, además de quedeben de estar las candidaturas en el ámbito de las pro-pietarias, y no en el ámbito de las suplencias, estascandidaturas de mujeres deben de estar intercaladas ensegmentos de tres candidatos, dentro de los primeros treslugares debe haber al menos uno de género distinto, enlos segundos tres, otro, y así sucesivamente.

Hay una sola salvedad que contempla la ley, y es queaquellos procesos de selección de candidatos en el ámbi-to de mayoría relativa, que se hagan por la vía de unprocedimiento de voto directo, es decir, por alguna asam-blea en donde los ciudadanos o los militantes de un partidovoten directamente por los candidatos en esos casos, laley no se aplicará, por lo tanto, no tiene que aplicarse el30%.

Es una ley completa, porque no solamente prevé la regu-lación, sino que indica con mucha claridad cuales son lassanciones en el caso del incumplimiento de la ley. Des-pués de sendos debates en las distintas comisiones,finalmente se determinó que la sanción sería que se can-celarían las listas o las candidaturas correspondientes, asídice la ley.

Esto obligó a la autoridad electoral a precisar que se can-celarán las candidaturas correspondientes que no cumplan,es decir, si se tiene un principio de mayoría relativa de300 escaños, en caso de que un partido en la presenta-ción de sus 300 candidatos no cumpla con el 70/30, se lecancelarán por sorteo tantos candidatos como necesitepara alcanzar la proporción, los que salgan sorteados son

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aquellos que se eliminan, por ejemplo: si un partido tieneque eliminar diez candidatos hombres, sortea 240 y deahí los elimina.

También la autoridad electoral se enfrentó al asunto deque en los dos principios debe de haber, cuando menos,un 30% de un género distinto, pero en el caso de las lis-tas, en México hay cinco circunscripciones plurinominales,entonces había una corriente que interpretaba que habíaque tomar todas las listas sin importar en dónde se ubica-ra el 30% y el IFE entendía que en cada una de las listasdebería de haber un 30% de mujeres, y no en el conjuntosumado de todas las listas.

Sin embargo, esto provocó que uno de los partidos políti-cos interpusiera un recurso ante el Tribunal Electoral, perola última palabra del Tribunal fue, que la interpretacióndel IFE era la adecuada, y ya quedó definitivo e inatacable,porque así dice la ley.

Entonces empezó un debate interno, en el sentido de quehabíamos interpretado inadecuadamente lo que había sidola voluntad del legislador. Es decir, una vez que habíapasado todo el recorrido y que el Tribunal ya había san-cionado la decisión a los partidos, todavía no se dabancuenta de que esto ya estaba concluido, incluso, dentroel IFE también apareció esta discusión, como que habíauna especie de desaprensión o de poco interés en un asun-to como la cuota, con lo que quedó muy claro que todolo que había pasado por la Cámara de Diputados, no ha-bía quedado claro en algunos legisladores, cuando menos,y lo que habíamos resuelto dentro del IFE tampoco habíaquedado claro dentro de mis propios colegas hombres.

¿Esto qué quiere decir? Quiere decir que sí estoy conven-cida de que en términos de justicia para las mujeres, hay

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un acuerdo, un consenso entre los legisladores, entre losdistintos miembros de partidos, pero no estoy muy seguraque haya una comprensión cabal de lo que han ido apro-bando en distintos momentos.

Registro de candidatos

Los datos que tenemos de registro de candidatos, revelancómo realmente el asunto de las cuotas sí es algo de locual se han compenetrado los partidos, ya sea obligadoso convencidos.

En el año 2000, la cifra de candidatas propietarias conposibilidad de acceder al cargo, en el caso de mayoríarelativa fue del 17.8% de candidatas mujeres. Hoy, en el2003, con todo y que tanto el PRI, el PAN y el PRD y muchosotros partidos, utilizaron cuando menos parcialmente estafórmula del voto directo para la selección de candidatos,que los dispensaba de tener que cumplir con la cuota, larepresentación de mujeres en mayoría relativa, es del29.6%, es decir, prácticamente el doble de lo que hubode candidatas en el 2000.

En las cifras de representación proporcional registradaseste año, realmente es notable la presencia de las mujeresen todas las listas, cumpliendo con los primeros tres seg-mentos; pero es más notable que el porcentaje de mujeresen las listas propietarias de representación proporcionalde los partidos sea del 44%, muy por encima de lo queseñala la norma, y además hay cuatro partidos que tienenmás del 50% de candidatas mujeres propietarias en suslistas.

¿Esto de qué habla? Y quizá vale la pena señalar que qui-zá el PAN, uno de los tres partidos más importantes enMéxico, fue el partido que mayor resistencia tuvo al asun-

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to de las cuotas, y esto es normal, digamos, los partidosque más activos son en la promulgación, en la promocióndel asunto de cuotas, son generalmente partidos de iz-quierda. En esta ocasión hubo niveles de candidaturas paralas mujeres muy significativos: el PRI tiene 50% de mujeresen sus listas de representación proporcional, candidataspropietarias, el PAN 51.5%; y el PRD 42.5%, éste último hasido el partido que por primera vez, en la historia deMéxico, tuvo cuotas de mujeres en sus propios estatutos.

Esto habla de que la aceptación de las cuotas se ha gene-ralizado como una fórmula que, efectivamente, esnecesaria para impulsar la presencia de mujeres en la re-presentación política del país.

Panel 3Otras estrategias a favor delas mujeres: AgrupacionesPolíticas y Organizaciones

de la Sociedad Civil

Diana Miloslavich TupacResponsable de la Línea de Descentralización y

Gobernabilidad del Centro “Flora Tristán” yCoordinadora del Movimiento Amplio de Mujeres, Perú

Se cumplen 50 años en México y 48 en Perú de que lasmujeres accedieron al voto y comenzaron a incidir en losespacios públicos de los cuales se encontraban excluidas,medio siglo ha transcurrido para que las mujeres y susorganizaciones encuentren múltiples estrategias para po-der ejercer sus derechos civiles y políticos.

Julia Kristeva que es una escritora búlgara, escribe que el sigloXX puso fin a la creencia de que las mujeres somos la mitad deuna especie de mamíferos destinados a dar a luz. El desarrollode la industria que necesitó de la mano de obra femenina yposteriormente de la ciencia, que poco a poco fue dominan-do el proceso de procreación, terminó por liberar a las mujeresrespecto de su ciclo vital. El nuevo siglo –dice Kristeva– seráfemenino para bien y para mal, el ingenio femenino, tal comose nos aparece, permite confiar en que no será para peor.

Antecedentes

En el Perú, la obtención del voto femenino, significó unlargo proceso político, los antecedentes los encontramosen las emancipadoras del siglo XVIII y comienzos del XIX, ylas escritoras de fines del siglo XIX, como Clorinda Matto yMercedes Cabello, que pagaron con el silencio y el exiliosus afanes a favor de las mujeres.

Ya iniciado el siglo XX comenzaron la lucha por el votofemenino las feministas como María Jesús Alvarado, fun-

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dadora del Grupo Evolución Femenina en 1914 y ZoilaAurora Cazares, fundadora de la Asociación FeminismoPeruano. Esta lucha por el derecho al sufragio, fue parale-la a la lucha por la modificación de los códigos civiles. Asíen el caso de María Jesús Alvarado, centró su atención enla situación de inferioridad de la mujer casada, la cual,incluso, podía ser detenida si abandonaba la casa. Ade-más estuvo ligada a la lucha por la educación de las mujeresy la lucha por el derecho al trabajo, Cazares fundó el pri-mer sindicato de telefonistas y de costureras del Estado.Educación, trabajo y sufragio, fueron las demandas quecaminaron juntas al comienzo del siglo pasado.

El debate de la Constitución de 1933

En Perú, el gran debate histórico se da alrededor de laConstitución peruana de 1933, donde los partidos tuvie-ron diferentes posturas, desde el Apra que sigue siendoun partido importante, el más importante quizás en elPerú, que está a favor del voto para la mujer trabajadora,pero nada más para la mujer trabajadora o el Partido Co-munista, que temía que las mujeres significaran un votoconservador, sin considerar ninguno de ellos, que éste eraun derecho legítimo para las mujeres.

En realidad las corrientes políticas como el “aprismo” elanarcosindicalismo y el socialismo, desconfiaron del votofemenino. Posteriormente ellos también explicaron suspropuestas políticas con relación a las mujeres. Los libera-les, eran quienes habían estado abiertos al voto femenino.

Este debate terminó introduciendo el voto municipal paralas mujeres en 1933, pero no pudo ser ejercido hasta 1963con la Reforma Municipal, que permitió elecciones paralos Gobiernos Municipales. Hasta entonces los GobiernosMunicipales eran elegidos por dedazo.

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Durante 20 años hubo un debate en las organizacionesde mujeres, período en el que hay que tomar en cuentaque fue el de la generación de mujeres más lúcidas, queen la década de 1930, fueron exiladas por el gobierno deLeguia y Sánchez Cerro, que fue todo un periodo militaren el Perú. Jorge Basadre, el más importante historiadorde la República escribe que fue un imperdonable errorhaber negado el voto a las mujeres en 1931.

La década de 1940

La década de 1940, encuentra a las organizaciones demujeres debilitadas, pero con una agenda que es presen-tada al Nuevo Congreso, en esta década se funda el ComitéNacional por los Derechos Civiles y Políticos de la Mujer.

En 1952, se crea la Convención de Derechos Civiles yPolíticos por Naciones Unidas, donde el tema central dela Convención es el voto, de la cual no hay suficienteinvestigación para dar a conocer cual fue el impacto deesta Convención en los diversos gobiernos de AméricaLatina, sin embargo, considero que sí tuvo un impacto enel Gobierno Peruano, porque el voto se da tres años des-pués de esta Convención.

Cuando el dictador Odría, coloca su propuesta del dere-cho al voto a las mujeres en el Congreso, ya había cuatroproyectos de ley, todos impulsados por congresistas pro-vincianos. Es así que la Ley 12-301 se aprueba en elCongreso y fue promulgada el 7 de septiembre de 1955.Esta Ley le otorgaba el derecho al sufragio a las mujeresdesde los 21 años, y a las casadas mayores de 18 quesupieran leer y escribir. En 1980 el Gobierno Militar deVelásco Alvarado otorga el voto a los analfabetos y analfa-betas, por lo tanto, el voto que celebramos desde hace48 años es un voto que se le niega a los analfabetos en

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Perú. En gran parte de América Latina, en los porcentajesde analfabetismo siempre siguen siendo mayores los delas mujeres.

Las cuotas para mujeres en la década de 1990

Desde la década de 1990 las organizaciones feministasvuelven a tomar el tema en los derechos a ser elegidas ypresentan su propuesta, para poder tener cuotas en laslistas a las elecciones parlamentarias. La primera propuestase presenta el 8 de marzo de 1991, por una organizaciónllamada “El Foro Mujer”, conformado básicamente pororganizaciones feministas.

Durante los años de la dictadura Fujimorista, esta pro-puesta se convirtió en parte de su agenda, finalmente en1998, la reforma al código electoral estableció cuotas par-lamentarias, del 25% de sus listas, y la Ley General deElecciones Municipales de 1998, también incluyó unareforma que otorgaba el 25% de mujeres en las listas a losConsejos Municipales.

Pero no todo esto fue sencillo, actualmente hay una de-manda en la Corte Interamericana de Derechos Humanos,contra el Jurado Nacional de Elecciones, porque permitióel incumplimiento en la cuota en dos regiones del país.

En marzo de 2003, con la reforma constitucional que diopaso al proceso de centralización, se constitucionalizaronlas cuotas para mujeres y los pueblos originarios. Esta re-forma no fue una iniciativa del Estado o del gobierno,sino de sectores sociales que apoyaron las propuestas delas feministas. Así el artículo 191 de la Constitución refor-mada dice que “el Estado peruano garantizará las cuotasmínimas de participación política para las mujeres y lospueblos originarios”.

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Esto que ha quedado dentro de la Constitución, colocadentro del debate el derecho a elegir de las poblacionesindígenas y las cuotas para indígenas. En el caso del Perú,a raíz de las elecciones del año pasado, se han realizadoelecciones para indígenas, se les ha reconocido un 15%de cuotas y ha habido dificultades cuando el Jurado Na-cional de Elecciones, quien define en qué departamentoshay y en cuáles no hay indígenas. Población que de he-cho tiene casi el 40% de lo que sería la población originariao indígena, no se reconoce como indígena y tampoco loreconoce el Jurado Nacional de Elecciones. Entonces enla práctica esta cuota para pueblos indígenas, benefició alo que son los pueblos amazónicos, como los“Bachiyengas”, “Achanicas”.

Actualmente en el Perú existen las cuotas para los nivelesregionales, locales y nacionales. A diferencia de algunospaíses, éstas han sido un éxito en el ámbito local y regio-nal. Las cuotas en dos procesos de elecciones municipalesy regionales, y en una regional, han mantenido una elec-ción del 25% en mujeres. Esto nos dice que, efectivamente,el número de mujeres en los espacios públicos aumenta,también sus propuestas políticas; sin embargo, con todolo avanzado no hemos terminado de modificarsustancialmente los sistemas políticos en nuestros países.Por ello, además de las medidas afirmativas, otra de lasestrategias desarrolladas han sido los planes de igualdadde oportunidades. En el actual Congreso se encuentranen debate, cuatro proyectos de Ley de Igualdad de Opor-tunidades.

Del voto a la lucha por la igualdad

Si tomamos en cuenta que uno de los principios funda-mentales de las democracias modernas es el de la igualdad,

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veremos que ésta comprende dos aspectos: la igualdadde derechos ante la ley y la igualdad de hecho.

La igualdad de hecho, que es la que reconocemos comoigualdad de oportunidades, es considerada por algunaspersonas como una ficción jurídica porque considera atodas las personas como iguales, con iguales derechos almargen de las desigualdades; este supuesto erróneo legis-la como si todas las personas fuéramos iguales de hecho,y oculta las desigualdades, con resultados discriminatoriospara las mujeres y las minorías.

En definitiva, ambas sólo serán posibles en el marco deuna ley de igualdad de oportunidades para las mujeres,en este caso, cuando se legisla sin tener en cuenta la des-igualdad, la mitad de la población queda excluida, poreso la Ley de Igualdad de Oportunidades expresa el re-chazo a la discriminación y hace posible la adopción demedidas concretas ante las distintas situaciones que pu-dieran presentarse. Una ley así puede constituirse en elmarco jurídico que posibilite este proceso exclusivo en elcontexto de los gobiernos regionales.

En el Perú, la ley de base es la de centralización que esta-bleció desde sus principios generales que el proceso hade ser promotor de la igualdad de oportunidades para elacceso a mayores niveles de desarrollo humano en cadaámbito (Ley de Bases, artículo 4, inciso d). Hoy estamosconvencidas de que es posible un proceso de centraliza-ción y de democratización con rostro humano, promotorde igualdad de oportunidades para todas las personas,particularmente para aquellos grupos de la población quetradicionalmente han estado al margen de las decisionesy de las ventajas del desarrollo: las mujeres, las niñas, losniños, las poblaciones indígenas y amazónicas, las pobla-

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ciones afroperuanas, las personas con otras capacidades,así como opciones sexuales entre otras.

Lo que han conseguido los parlamentos, lo han consegui-do las mujeres sobre la base de alianzas, pactos, acuerdoscon organizaciones de mujeres, organizaciones civiles.

Quiero señalar que en el Perú, en 50 años, la legislación afavor de las mujeres se desarrolló y tiene que ver, necesa-riamente, con la presencia femenina.

Un estudio demuestra que todas las propuestas legislati-vas a favor de las mujeres, son presentadas por mujeres.En los últimos años, se ha establecido normatividad sobrecuotas, violencia familiar, asedio sexual, trabajadoras delhogar, divorcio de hecho, y en general, toda normatividadha sido desarrollada por las mujeres.

En el Perú las experiencias de las mujeres elegidas por elvoto han sido fundamentales en la historia de nuestro si-glo XX. Sin embargo, además de la conquista de medidasafirmativas, los planes de igualdad y oportunidades, otracosa en la que nosotros insistimos es en una arquitecturade género al interior del Estado.

La propuesta de creación de una Comisión de la Mujer alinterior del Congreso fue también una propuesta de lasorganizaciones feministas, el resultado y el balance, des-pués de algunos años de creada la Comisión de la Mujer,ha sido positivo.

Por eso es que nosotras no solamente hemos impulsadola creación de una instancia al más alto nivel, como loque es hoy el Ministerio de la Mujer y el Desarrollo Hu-mano, sino que seguimos impulsando las Comisiones de

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la Mujer en los Gobiernos Regionales y en los GobiernosLocales.

Porque estamos convencidas de que desde ahí se puededar una sostenibilidad a las políticas, a los programas y alas iniciativas de las mujeres.

Sin embargo, lo cierto es que todo esto que hemos veni-do hablando, efectivamente no puede llevarse a cabo sino se cuenta, no solamente con el concurso de los parti-dos y de las mujeres en los partidos, sino también conotros puntos fundamentales en las organizaciones demujeres.

Yo creo que, aún siendo importante el papel de las orga-nizaciones de mujeres, de las mujeres sindicales, de lasorganizaciones gremiales y siendo importante el papel quehan tenido las organizaciones feministas, hay que seguirfortaleciendo y creando nuevas formas de organizaciónde mujeres.

Creo que una organización nueva como la “Marcha Mun-dial de Mujeres”, que se plantea también como plataformaa nivel global, a nivel mucho más internacional, es impor-tante en la lucha y en proceso de las mujeres.

Es importante el aporte, desde la sociedad civil y desdelas organizaciones de mujeres. También tenemos que,además de pedir una renovación de los partidos políticos,se debe pedir una renovación de las organizaciones quehemos creado en los últimos 30 años.

Otro de los factores que siguen siendo una deuda es im-pulsar a las organizaciones de jóvenes y de mujeresindígenas, y también otro tipo de organizaciones. Esto esfundamental para que en un proceso, digamos, de con-

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vergencia de las mujeres en los partidos políticos y de lasmujeres en las organizaciones de la sociedad civil y todoel desarrollo que se ha hecho de las mujeres dentro delEstado, podamos seguir apostando a seguir articulando ytrabajando la agenda a favor de los derechos civiles y po-líticos de las mujeres y de los derechos económicos,sociales, culturales, sexuales y reproductivos; en fin, detodos los derechos.

Las mujeres en la descentralización

¿Dónde estamos en las regiones?La idea de la capacidad de elegir y ser elegidas refuerzalos procesos democráticos e introduce un nuevo sentidoa la gobernabilidad, nuestra principal aliada, en el proce-so de democratización y descentralización para eldesarrollo de una agenda de género. Las mujeres que es-tán en los espacios de decisión política en los gobiernosregionales y locales son quienes podrán impulsar nuestrasdemandas y lograr planes de desarrollo local y regional ypresupuestos participativos inclusivos para las mujeres.Estas 2 mil 818 mujeres elegidas, producto de esta largalucha por el voto femenino, deben constituir el foco deatención e interés en los próximos años.

Como resultado de las elecciones regionales y locales del2002, de 24 gobiernos regionales, hay tres mujeres elegi-das, Cristala Constantinides (Moquehua), Luzmila TemploCondeso (Huanuco) y Rosa Medina Feijoo (Tumbes), comoConsejeras Regionales y representan el 21% en el ámbitonacional.

En los gobiernos locales En el período 2003-2006 las regidoras siguen siendo lasrepresentantes más numerosas y mantienen el promediode la cuota establecida para las elecciones (25%); así 400

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regidoras provinciales son las que representan el 23.5% ylas regidoras distritales 2 mil 312, que significan el 27 porciento.

En cuanto a alcaldesas en los municipios hay cinco en elámbito provincial que constituyen el 2.6% y 48 a niveldistrital que son el 3 por ciento. Tomando en cuenta elcuadro de América Latina, Panamá cuenta con 74 alcal-desas, que son el 14.8% y Costa Rica el 12.3 por ciento.

Debajo de las cifras del Perú de 2.6%, se encuentra Ecua-dor con 2.3% y Guatemala con el 2.9 por ciento. EstandoPerú en los indicadores más bajos de la región, el desafíode mejorar la calidad y cantidad de la participación polí-tica de las mujeres dentro del sistema político sigue siendoun asunto pendiente en todas las agendas descentralistas.

En estos últimos 50 años, la legislación a favor de las mu-jeres se desarrolló en Perú y sí tuvo que ver con la presenciafemenina y la creación de una arquitectura institucionalde género. La creación de la Comisión de la Mujer delCongreso Peruano fue una iniciativa del feminismo y suslogros han sido significativos en los últimos años. La reali-zación de audiencias públicas que comenzaron en laComisión de la Mujer se han convertido en una prácticapara acercar a la población con sus Congresistas. Asuntoscomo la normatividad sobre cuotas, violencia familiar,acoso sexual, trabajadoras del hogar, entre otras, fueronimpulsadas por dicha comisión.

En el Perú, las experiencias de mujeres elegidas por elvoto han sido fundamentales en la historia del siglo XX.Por ello las mujeres renovaron parte de la política. Sinembargo, además de la conquista de las acciones afirma-tivas, planes de igualdad, fortalecimiento de la arquitecturade género en el Estado y normatividad que garantice de-

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rechos a las mujeres, nosotras debemos asumir nuevosdesafíos para consolidar nuestros derechos civiles y políti-cos. Hoy tenemos por delante la lucha por nuestrosderechos económicos, sociales y culturales y la lucha pornuestros derechos sexuales y reproductivos.

Lic. Clara Jusidman BialostozkyCoordinadora Nacional de Causa Ciudadana, México

En el surgimiento y visibilización de la sociedad civil enMéxico, el movimiento y las organizaciones de y para lasmujeres han jugado un papel protagónico y pionero. Va-rios años antes de que el término sociedad civil seincorporara como parte del léxico del quehacer social ypolítico de la investigación, las organizaciones de mujereshabían alcanzado un amplio desarrollo y fueron legítima-mente consideradas como germen y parte integrante dela sociedad civil organizada.

El concepto de sociedad civil empezó a utilizarse en Méxi-co en la década de los 90, para reconocer la presencia deorganizaciones ciudadanas fuera de los esquemas corpo-rativos tradicionales y de los controles del gobierno y delpartido en el poder, y se relacionó particularmente con elamplio esfuerzo ciudadano para la promoción de la de-mocracia en el país.

La lucha por los derechos de las mujeres se observa en Méxicocomo un movimiento que ha convocado a mujeres que par-ticipan en diferentes organizaciones políticas y sociales. Peroes hasta la década de los años 70 cuando empiezan a surgircon mayor vigor organizaciones de mujeres, independientesde los partidos políticos y de las estructuras corporativas sin-dicales, campesinas y empresariales que dominaron la escenapolítica del país por varias décadas.

Es de reconocerse que los primeros avances en la equipa-ración de derechos entre hombres y mujeres se lograronen México a partir de las luchas y demandas de las muje-

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res incorporadas en los partidos políticos, especialmenteen el PRI y en los grupos gobernantes. Pero es indudableque la mayor fuerza de la agenda de las mujeres, se alcan-za cuando se inicia en el país, un movimiento realmenteamplio de académicas y activistas del feminismo.

Las organizaciones civiles de mujeres, han llevado una in-teresante trayectoria de evolución, que desde mí óptica hasido ejemplar y pionera en muchos aspectos respecto deotros movimientos civiles y sociales, que tienen agendasespecializadas por grupos de población. Aún cuando la lu-cha entre las mujeres por alcanzar puestos de poder político,es con frecuencia muy fluente y descarnada, posiblementepor la historia de exclusión vivida por siglos, existe una mayorcapacidad de las mujeres para anteponer los intereses porla equidad de género, por sobre los intereses del poderpersonal, así como para crear sinergias que han permitidograndes avances por la equidad de género.

Características de las organizaciones de mujeres enMéxico

1. La claridad en su agenda y la permanente actualiza-ción de la misma, a partir de los avances logrados, delsurgimiento de nuevos conocimientos y de los cambiosde contexto. Si bien el movimiento inicia con la demandapor derechos políticos y civiles básicos, avanza en la pro-moción de la incorporación de las mujeres al desarrollo,después incorpora la lucha por la equidad de género y elafán por la construcción de ciudadanía y empoderamiento.

Ciertos temas se mantienen como básicos y permanentesa través de la historia del movimiento y las organizacionescomo son los derechos sexuales y reproductivos, los de-rechos económicos, sociales y culturales; pero otros vanevolucionando y enriqueciéndose permanentemente.

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2. La diversidad y complejidad de la agenda de las orga-nizaciones de mujeres, que va desde los temasmacrosociales y macroeconómicos, pasa por temas regio-nales y entra a causas de grupos específicos y vulnerables.Esto significa, el desarrollo de una capacidad amplia parasostener discusiones con los tomadores de decisiones depolíticas públicas y con los poderes legislativos. Se tratade una agenda caracterizada por su transversalidad secto-rial, temática, territorial y por grupos de población.

Los temas en que se concentra un mayor número de or-ganizaciones de mujeres en México, son el de educacióny capacitación, el de salud, el de generación de ingresos,el de derechos humanos y derechos de las mujeres, el depoblación infantil y el de medio ambiente.

3. La capacidad de convocatoria amplia y diversa en tor-no a temas compartidos por todas las mujeres, lo que lesha permitido un éxito mayor en sus promociones de polí-tica pública y legislación. La fluida relación entre lasacadémicas, las activistas sociales y las mujeres políticas,es muy notable, el movimiento amplio de mujeres cuentacon un rico capital social.

4. Es realmente notable el grado de profesionalizaciónalcanzado en el trabajo de las organizaciones de mujeres,y la incorporación de nuevas tecnologías en la promociónde sus demandas. La diversidad temática de las agendas,ha permitido un interesante grado de especialización, quepermite a las organizaciones de mujeres, profundizar ensus temas, relacionarse con el mundo de la investigacióny de la academia, y utilizar técnicas informáticas y de co-municación muy actualizadas.

Desde la experiencia de la sociedad civil, han sido lasorganizaciones de mujeres, las que más han avanzado en

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el manejo y aplicación del cabildeo, del análisis del pre-supuesto, el diseño de normas técnicas, el uso de mediosde comunicación masiva y la promoción de campañas.Son también las organizaciones que más han avanzadoen la concreción de sus demandas, en proyectos legislati-vos, desarrollo de programas e intervenciones públicasconcretas, modelos de instituciones y de organizaciónadministrativa para la gestión de las políticas públicas, enmateria de género, etcétera. Es notable realmente el gra-do de profesionalización alcanzado por las organizacionesde mujeres, comparativamente con otras organizacionesde sociedad civil.

Esta situación se relaciona con un esfuerzo sostenido porlas organizaciones en la formación de cuadros, tanto deliderazgo como de gestión, planeación, diseño y opera-ción, que además ha recibido un importante apoyo defundaciones internacionales interesadas en promover losderechos de las mujeres a nivel mundial.

La profesionalización de las ONGS ha servido para desarro-llar su capacidad de gestión de recursos, aunque en losúltimos cuatro años, también han sufrido la reducción defondos internacionales para su trabajo. Sin embargo, sucapacidad para incorporar la perspectiva de género en laoperación de varias instituciones públicas llevó a la crea-ción de importantes fondos dentro del Gobierno Federaly estatales para los proyectos de mujeres, que aunque nocompensan la reducción de los recursos externos, por lomenos permiten sostener algunos proyectos fundamenta-les, aunque las están poniendo en riesgo de convertirseen organizaciones funcionales para un proyecto políticodeterminado.

5. Su presencia territorial es en todo el país, así de un totalde 420 organizaciones debidamente formalizadas y lega-

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lizadas, que trabajan con mujeres actualmente, 155, esdecir el 37% se encuentran en el Distrito Federal, 41 enOaxaca (10%), 31 en Veracruz (7.4%) y 26 en Jalisco(6.2%). Solamente en Nayarit y en Zacatecas, no se regis-traron organizaciones debidamente formalizadas demujeres, y en Baja California Norte, Guerrero, Tamaulipasy Tlaxcala, sólo se registró una.

Es de destacar la presencia de las ONGS de mujeresmexicanas en Foros y Conferencias Internacionales, a partirde su participación en redes de alcance internacional, ysu fluida participación.

En la actualidad hay 70 agrupaciones políticas, de éstas,11 son encabezadas por mujeres. Causa Ciudadana, queera una de ellas, decidimos cancelarla, decidimos disol-verla, porque consideramos que era la figura de unaagrupación política perversamente diseñada. Es una figu-ra que realmente pone una camisa de fuerza a laposibilidad real de participación y yo creo que los parti-dos que están en el Legislativo, deberían de revisar la figura.

Una de estas agrupaciones, pasó a formar parte de unode los 11 partidos políticos que están actualmente con-tendiendo en el próximo período electoral. En este caso,a pesar de ser una de las agrupaciones que peleó más porcentrarse en la agenda de género, acabó integrándose aun partido político, y lo que ha hecho es tomar como suagenda los temas de las minorías. O sea, incluye la agen-da de la población con discapacidad, la agenda de losniños, de los jóvenes, etcétera. Y actualmente es presidi-do este partido por una mujer.

Si bien el movimiento de organizaciones civiles enfrentaperiódicamente obstáculos y problemas, a veces aumen-ta y a veces se estanca, parece que estamos en un período

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de estancamiento que se vincula con muchas cosas. Es dereconocerse que los avances alcanzados por mujeresmexicanas, en el siglo pasado, no podrían haberse logra-do sin este movimiento de ciudadanas activas yorganizadas, decididas a modificar estructuras históricasde subordinación y discriminación.

Diana Elena MaffíaDefensora Adjunta de Género y Derechos Humanos de

Buenos Aires, Argentina

Hacia mediados del siglo XX, en varios países latinoameri-canos, las mujeres obtuvimos las leyes que eliminaban lasbarreras formales para el acceso al voto. En Argentina esoocurrió en el año de 1947, y se votó por primera vez en1951. Tal vez sea útil pensar que para entonces habíantranscurrido décadas de lucha de las sufragistas, que des-de el siglo XIX reclamaban transformar el discurso universalde la política y las leyes, en ejercicio equitativo de dere-chos. La Ley de Sufragio, de principios del siglo XX enArgentina, se llamaba del voto universal y obligatorio, peroese universal sólo comprendía a los varones.

En Argentina las luchadoras fueron sobre todo feministasy socialistas, no anarquistas, porque estaban a favor de losderechos de las mujeres pero contra el Estado. Y bajo unamirada superficial, puede parecer incomprensible que, enel año 1947, se opusieran al proyecto de Eva Perón delsufragio para las mujeres, una mirada superficial porqueexplícitamente se oponían a la utilización del voto feme-nino para promover la acumulación de poder de un varón.Lo cierto es que salvo en el período del peronismo, tantoen dictaduras como en democracia, de izquierda y dederecha, hasta que llegó la Ley de Cupo, sólo un 6 ó 7%de mujeres ocuparon cargos legislativos.

Cuando las mujeres votaron por primera vez, tanto enMéxico como en Argentina, Simone de Beauvoir habíaescrito el “Segundo Sexo”, y comenzaba a comprenderseen el movimiento de mujeres que las causas de la opre-sión son más profundas que la presencia o ausencia de

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leyes. Experimentarían con amargura que el derecho avotar no era por sí igual al derecho de ser votadas, ni quelos temas que las preocupaban tuvieran tratamiento legis-lativo, ni mucho menos que el Estado interviniera conpolíticas públicas específicas en aquellos dominios que lacultura dominante consideraba espacios de lo privado,donde la inequidad y el disciplinamiento se expresan aveces violentamente, donde cuesta tanto democratizar losvínculos y donde muchas mujeres acotan casi todo su pro-yecto de vida. Indudablemente se ha progresado más enel último tercio del siglo XX, que desde el nacimiento delEstado moderno en el siglo XVII hasta la fecha.

Y las mujeres no sólo fuimos activas impulsoras de nues-tros derechos, sino que abrimos un debate teóricoformidable sobre la diversidad y la alternabilidad desdeesa diversidad tan básica del género, avanzando hacianuestras propias diferencias de clase, raza, edad, elecciónsexual, etnia y otras.

Hoy sabemos, por la cruda elección del retiro del Estadoen los años noventa, que este retroceso, el del Estado,afecta especialmente a los grupos más vulnerables, paralos que la presencia de políticas públicas es imprescindi-ble. Las mujeres no sólo están en situación devulnerabilidad por su condición de mujeres, sino por supertenencia a grupos de mayor riesgo, pobres, niñas oadolescentes, discapacitadas, migrantes, encarceladas,indocumentadas, en situación de calle, en la prostitución,jefas de hogar, portadoras de VIH, pertenecientes a mino-rías sexuales, étnicas o raciales. La opresión de géneroagrava estas condiciones, dándoles una expresión especí-fica. Por lo tanto, en los últimos años hemos avanzandode la demanda de políticas para mujeres, a la demanda yal ejercicio de políticas de género que amplíen y posibili-ten la igualdad real de oportunidades y de trato.

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En esa evolución mucho tuvieron que ver las medidas deacción afirmativa, especialmente el cupo, que en Argenti-na se aplica desde principios de los noventa, se votó aprincipios de los noventa, se comenzó a aplicar en 1994con la Asamblea Constituyente, que cambió la Constitu-ción Nacional, que impone un mínimo del 30% en loscargos públicos, no impone techo, o sea, no es no más de70% de una misma, de un mismo género, sino impone unmínimo del 30%, no estábamos tan esperanzadas en quepudiéramos llegar por arriba del 70% en lugaresexpectables, es decir, que su presencia no sea sólo nomi-nal, el primer intento fue poner los lugares, las mujeres,todas al final, finalmente logramos que pusieran dos varo-nes y una mujer, y eso a veces es un error, porque es unpartido nuevo y no se sabe cuántos diputados van a en-trar, el primero y segundo lugar tienen que ser mixtos, unvarón y una mujer, o viceversa, y en casos en que se va-yan a renovar una parte de diputados, dentro de esa partetiene que estar el tercio, es decir, que todo se ha vueltoun poquito más sofisticado.

Como en ocasión del voto, la Ley de Cuotas también fuediscutida por muchas feministas, entre ellas Dora Barran-co, que la consideraban una compensación de lavergonzosa política talibana que el gobierno de Menemenviaría a Beijing y al Cairo, en relación con los derechosreproductivos, por influencia de posiciones muy conser-vadoras de la Iglesia Católica. Lo cierto es que el cupoelevó el número de mujeres a cerca del 30%, aunquesistemáticamente debemos presentar recursos jurídicospara que se cumpla, y que la estrategia compensadoradel cupo no dio el resultado esperado.

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La atención en la identidad de género y la identidadpolítica

Como filósofa considero que es necesario efectuar unacrítica a aquellas concepciones básicas del republicanismoque deberán ser cambiadas sin medidas afirmativas comoel cupo, para que sean eficaces para la equidad de resul-tados en la vida de las mujeres. Es decir, que poner mujeresen política no es agregar limón al tequila y batir, sino quetenemos que hacer cambios dentro del partido que va arecibir a esas mujeres para que realmente puedan ser pro-movidas.

Entre las muchas maneras de analizar este conflicto, unopodría ser el encuentro de dos paradigmas, uno consisteen analizar las polaridades de la filosofía política y evaluarel lugar de las mujeres en esos paradigmas; entre un mo-delo que transforma al sujeto en el resultado de las fuerzassociales que lo preceden y determinan, y otro que univer-saliza a un sujeto idéntico que deberá realizar alianzaspara salir de su individualidad y formar así una sociedad.Es decir, entre socialismo y liberalismo.

Las mujeres hemos sido atrapadas con argumentos dife-rentes por el discurso político de la modernidad y hastaen los mismos lugares sociales que el mandato premodernoindicaba. Es decir, para nosotras no ha habido ni renaci-miento, ni modernidad, sino sólo expresiones diferentesdel patriarcado.

Otra manera de iniciar esto es desde la experiencia, pre-guntándonos, cómo lo hace Michel Lonfraint, en políticadel rebelde, cómo sería, en este comienzo de milenio unafilosofía libertaria que tomara en consideración las dosguerras mundiales, el holocausto de millones de judíos,los campos del marxismo-leninismo, las metamorfosis del

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capitalismo, entre el liberalismo desenfrenado de los añossetenta y la globalización de los noventa.

En América Latina deberíamos agregar dictaduras, des-aparecidos, paramilitares, guerrillas, genocidios, hambre,desocupación, desesperanza, y las mujeres deberíamosagregar, todavía, feminización de la pobreza, violencia,abortos clandestinos, violaciones, prostitución y asesina-tos impunes como los feminicidios.

La relevancia de pensar como mujeres una filosofía políti-ca emancipadora proviene de que, históricamente, enperiodos de cambio progresistas como el Renacimiento,la Revolución Francesa y algunas revoluciones contem-poráneas, sin ir más allá las latinoamericanas, que se hanpretendido liberadores para la humanidad, han sido pro-fundamente regresivos para las mujeres. Por eso cuandolas feministas luchamos contra la explotación y la opre-sión, incluimos el fin de la opresión de género entrenuestras demandas.

Al principio del siglo XX las anarquistas argentinas teníanun slogan: Ni Dios, ni marido, ni patrón, pero no queríandecir que no querían hombres, de hecho los querían ytenían relaciones muy libres con ellos. Quizás hubiera sidomejor que exigieran: Ni venganza, ni autoritarismo, niexplotación, pero el concepto de patriarcado como unsistema de opresión de género todavía no estaba claro yparecía no haber lugar para pensar en un dios que nofuera vengativo, un marido que no fuera autoritario y unpatrón que no fuera explotador.

La filosofía crítica tardaría todavía un siglo en llegar. Ladivisión entre lo público y lo privado, característica delEstado liberal moderno, alegraba a los varones burgueses,patriarcas cabezas de familia independientes, porque así

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se separaba la esfera de la justicia de la esfera de la intimi-dad doméstica. Todo un dominio de la actividad humana,a saber: la nutrición, la reproducción, el amor y el cuida-do que en el curso del desarrollo de la sociedad burguesamoderna pasa a ser el lote de la mujer, es excluido deconsideraciones políticas y morales, y es relegado al ám-bito de la naturaleza, con lo cual, las relaciones de géneromismas quedan fuera del amparo de la justicia.

Y es que mucho antes del contrato social se ha celebrado,como dice Carol Peimant, un implícito contrato sexual,que asigna a las mujeres el trabajo emocional y domésti-co, incluso en la política. Es por eso que las feministas delos años setenta decían “lo personal es político”, porqueesa forzada espera doméstica estaba atravesada por rela-ciones de poder opresivas, encubiertas por relaciones deafecto, naturalizadas de tal modo que por un lado no ha-bía responsabilidad moral en su establecimiento, y por elotro no había esperanza alguna en su modificaciónemancipatoria.

Las mujeres éramos esa tierra indiscernible en que loshombres alcanzan su madurez plena sin ningún tipo decompromiso mutuo. Las incapaces del contrato social,como decía Rousseau, formábamos parte de la propie-dad privada del varón, junto con la hacienda, los hijos ylos criados, como nos lo recordó hoy Natasha Molina, ytodo esto en discursos universalistas que en la tradiciónoccidental suponen como estrategia la reversibilidad. Estareversibilidad, sin embargo, queda subrepticiamente trans-formada en fraternidad, comunidad de hermanos varones,y no todos los varones, como sabemos por la RevoluciónFrancesa, donde el lema: Igualdad, Libertad, Fraternidad,era para los varones propietarios. Escamoteando a lasmujeres la cualidad con la que se establecen lasinteracciones.

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Las teorías morales universalistas de la tradición occiden-tal son sustitucionalistas, ya que definen subrepticiamentelas experiencias de un grupo específico de sujeto, comoel caso paradigmático de los humanos como tales. Estossujetos invariablemente son adultos, blancos y varones,propietarios o al menos profesionales.

Quiero distinguir el universalismo sustitucionalista, deluniversalismo interactivo. El universalismo interactivo re-conoce la pluralidad de modo del ser humano, y diferenciaentre los humanos, sin inhabilitar la validez moral y polí-tica de todas estas pluralidades y diferencias. Aunque estáde acuerdo en que las disputas normativas se pueden lle-var a cabo de manera racional, y que la justicia, lareciprocidad y algún procedimiento de universalidad soncondiciones necesarias, es decir, son constituyentes delpunto de vista moral, el universalismo interactivo consi-dera que la diferencia es un punto de partida para lareflexión y para la acción.

En este sentido, la universalidad es un ideal regulativo,que no niega nuestra identidad sino que tiende a desarro-llar actitudes morales y alentar transformaciones políticas,que puedan conducir a un punto de vista aceptable paratodos. Así, la crítica feminista, liberalismo contemporá-neo, impugna las trampas que encierra el ideal abstractode ciudadanía, construido a la medida justa de quienescasualmente participaron en su definición.

El socialismo no ha recibido críticas tan duras como elliberalismo por parte de las feministas, fundamentalmen-te porque su propia identidad, la del socialismo, está puestaen duda desde 1989. Es este debilitamiento de la ideolo-gía dominante en la izquierda lo que hace hablar a NancyFraizer de la condición postsocialista.

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La condición postsocialista se define por tres elementos.El primero es la ausencia de cualquier visión que presenteuna alternativa progresista respecto del estado de cosasactual, y tenga credibilidad. La consecuencia del fracasode los socialismos reales tiene como consecuencia inme-diata lo que Habermas llamó la nueva oscuridad y elagotamiento de las energías utópicas. Y quiero decir queHabermas habló del agotamiento de las energías utópicasmucho antes de 1989. Es de notar que el diagnóstico deHabermas sobre tal agotamiento de la izquierda antece-de en varios años a la caída del Muro de Berlín.

El segundo constitutivo de la condición postsocialista, tie-ne que ver con lo que Frazier llama el cambio en lagramática de las exigencias políticas. Las exigencias deigualdad social han sido reemplazadas por exigencias dereconocimiento de las diferencias de grupo, racial, degénero, cultural, etcétera, dando lugar a políticas de laidentidad, alejadas de los debates sobre clase social.

Muchos actores parecen distanciarse del imaginario polí-tico socialista, en el cual el principal problema de la justiciaes el de la distribución, para adherir a un imaginario polí-tico postsocialista, donde el principal problema de lajusticia es el reconocimiento.

Este antagonismo oculta la correlación entre exclusióneconómica y exclusión cultural; es decir, para que hayapolíticas de reconocimiento, es necesario que haya políti-cas de redistribución, y el modo conjunto de ambasviolaciones de derechos a producir injusticia.

El tercer elemento que define la condición postsocialistaes la globalización del capitalismo que mercantiliza lasrelaciones sociales y la condición de ciudadanía. Esta agre-siva mercantilización produce un agudo crecimiento de

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las desigualdades, no sólo en términos de riqueza, sinode acceso a bienes sociales.

Frente al desaliento de la izquierda global, incapaz decompetir ideológicamente con este estado de cosas, NancyFrazier propone un esfuerzo de pensamiento programáticoque conciba alternativas provisionales al orden actual, enun sentido progresista.

La relación entre el feminismo y la izquierda dista de serfácil, debido a que las reivindicaciones feministas son vis-tas muchas veces como una afirmación de identidadparticular, que aleja la atención de las grandes causas uni-versales. Es decir, las grandes causas universales como lalucha de clase, sugieren aciertos tales como “no podemosdistraernos con cuestiones de mujeres, cuando estamostrabajando en la lucha de clases”. El feminismo tienemucho que aportar a la revitalización de estos ideales, enprimer lugar, por desenmascaramiento de la parodia deuniversalismo del sujeto egocéntrico; en segundo lugar,por las prácticas desarrolladas en el movimiento de muje-res en su búsqueda por nuevas formas de ejercicio ydistribución de poder, el protagonismo social y fundamen-talmente por la desarticulación de falsas dicotomías, quedificultan la creación de alternativas novedosas.

A la polaridad entre igualdad y diferencia, la justicia comoredistribución de los recursos sociales o como valoraciónde las identidades culturales, sexuales, raciales o de otrotipo, se opone la exigencia de tratar con equidad a indivi-duos o grupos diferentes. A la polaridad entre público yprivado, se opone la exploración de espacios contra-hegemónicos de participación política, donde lasrelaciones políticas son relaciones de poder en todas lasesferas, y se debaten tanto los límites del espacio de lo

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íntimo, como los límites de intervención y obligacionesdel Estado.

Signos de esta ruptura de límites son los sentidos profun-damente políticos que han adquirido en Argentinatérminos aparentemente tan privados y tan femeninoscomo madre, abuela, hijo y cacerola. Las mujeres invita-mos a repensar el lenguaje, a investir con nuevas energíastérminos como rebelión, resistencia, insumisión, utopía,libertad, independencia, soberanía, emancipación, y te-nemos algo más para accionar estos cambios plurales: loque llamo una intransigencia semántica. Sólo llamaremosdemocracia a un sistema capaz de desnaturalizar todaslas formas de hegemonía y subordinación. Gracias.

Panel 4Comisiones de Equidad y

Género: una respuestaconcreta a los problemas

de las mujeres

Senadora Aracely Escalante JassoPresidenta de la Comisión de Equidad y Género del

Senado de la República

“El futuro es de los que creen enla belleza de sus sueños”

Eleanor Roosevelt

El Congreso de la Unión constituyó desde octubre de 1997las Comisiones de Equidad y Género, cuyo trabajo legis-lativo a favor de las mujeres se ha venido ocupando delanálisis de las condiciones de vida de las mujeresmexicanas; de la evaluación de la legislación que se vin-cula con ellas, y el ejercicio de sus derechos en todo elterritorio, en un comparativo con el de las otras naciones;del conocimiento y comunicación con los organismos einstituciones gubernamentales para incidir en la búsque-da del establecimiento de igualdad de condiciones parahombres y mujeres en sus espacios laborales; en el con-tacto permanente con organizaciones no gubernamentalespara conocer su trabajo y sus expectativas en materia le-gislativa; en la comunicación permanente con distintosespacios académicos para conocer el trabajo que en ma-teria de mujeres y género se ha venido desarrollando; enla comunicación con organismos internacionales que seocupan del bienestar de las mujeres y de las niñas, y decoordinar la intercomunicación entre los actoresinvolucrados y preocupados por el tema, para que las ini-ciativas de ley que sean presentadas cuenten no solamentecon el apoyo solidario de quienes han trabajado a favorde los derechos de las mujeres de México.

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Desde la Comisión de Equidad y Género en el Senado dela República, en su LVIII Legislatura, se ha realizado ungran esfuerzo para analizar de qué forma se pueden en-cauzar leyes y políticas públicas que promuevan accionesa favor de las mujeres, en temas como el de la salud, laeducación, el laboral, el cultural, el étnico, la alimenta-ción y la representación política.

Senadoras y diputadas integrantes de estas comisiones enel Congreso, coincidimos que no podemos pensar en quetodo quedará resuelto a partir de la ley. Sabemos que unmarco jurídico que promueve la igualdad de géneros esfundamental; sin embargo, estamos convencidas tambiénde que si las mujeres de México somos capaces de reco-nocer que los cambios segestan desde lo más profun-do de los valores, creenciasy actitudes de la sociedad,podremos avanzar de formamás sólida en la construcciónde una sociedad más justa,equitativa y humana.

Cuando generemos respues-tas que impacten en laconciencia de la sociedad, lasComisiones de Equidad y Gé-nero habrán cumplido sumisión y podremos entoncesprescindir de ellas, ya que lasociedad sabrá conducir convoluntad propia la digni-ficación de nuestra propiarealidad; podremos encon-trar un significado másamplio de nuestra existencia

Si bien un marcojurídico que promueve

la igualdad degéneros es

fundamental, lasmujeres de México

debemos reconocerque los cambios se

gestan desde lo másprofundo de los

valores, creencias yactitudes de lasociedad para

avanzar de formamás sólida en la

construcción de unasociedad más justa y

equitativa.

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y gozar de una colectividad donde hombres y mujeresparticipen con las mismas oportunidades, ya que la igualdadserá un valor supremo.

Pero mientras ese ideal se cristaliza, las Comisiones deEquidad y Género en el Congreso de la Unión han reali-zado un trabajo comprometido durante estos últimos tresaños y lo seguirán haciendo en los años por venir paraseguir generando respuestas concretas a los problemas delas mujeres.

Uno de los principales pasos que dimos fue la ratificaciónde la Comisión Bicamaral, Parlamento de Mujeres deMéxico, por parte de todos los grupos parlamentarios aprincipios de esta Legislatura. Esta decisión fue impres-cindible para que mujeres de todo el país, legisladoras yciudadanas, nos reuniéramos a debatir, analizar y generaruna agenda legislativa prioritaria y actual que surgiera delas necesidades más concretas de las mujeres, haciendotrabajo con otras mujeres, y que incrementara la fuerzapolítica de las legisladoras, para modificar o crear leyesque respondieran a las necesidades más sentidas de lasmexicanas y de esa forma eliminar la discriminación y asícontribuir a fomentar la igualdad de oportunidades.

Han pasado cinco años desde la creación de la ComisiónBicamaral, Parlamento de Mujeres de México. Al cabo deeste lustro se han registrado importantes logros en materialegislativa a favor de las mujeres: el impulso a la iniciativade reformas a los Códigos Civil y Penal de la Federaciónen materia de violencia intrafamiliar; la instalación de lasComisiones de Equidad y Género con carácter de ordina-rias a nivel federal, así como el impulso de comisionessimilares en diversos estados del país, respetando siem-pre la autonomía de cada congreso; la creación del InstitutoNacional de las Mujeres como un organismo autónomo y

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sus similares en los estados de la República a partir deesta Ley; la elevación a rango constitucional del derechoa la no discriminación, incluyendo la de género en elartículo 1 Constitucional en su párrafo tercero.

Antes de la Reforma Constitucional, nuestra ley funda-mental señalaba que todos los mexicanos somos igualesante la ley, prohibiendo la esclavitud, pero este preceptoen la realidad no dejaba de ser una aspiración ya que losgrupos vulnerables no sólo padecen condiciones de po-breza y marginación inaceptables, sino que son sujetoscotidianos de discriminación y menosprecio. Por eso, yaprovechando la discusión y análisis en torno a las refor-mas Constitucionales en materia indígena, Senadoras ySenadores de la República, pensamos que la única vía paratransformar la realidad de estos grupos implicaba que en lamáxima norma jurídica se reconocieran sus derechos.

La reforma debía contener una prohibición expresa a cual-quier forma de discriminación quedando de la siguientemanera: “queda prohibida toda discriminación motivadapor origen étnico o nacional, el género, la edad, las capa-cidades diferentes, la condición social, las condiciones desalud, la religión, las opiniones, las preferencias, el estadocivil o cualquier otra que atente contra la dignidad huma-na y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos ylas libertades de las personas”.

El tema de la discriminación ha sido una constante enesta legislatura, justamente el lunes pasado (9 de junio)fue firmado por parte del Presidente de la República eldecreto mediante el cual se expide la Ley Federal paraPrevenir y Eliminar la Discriminación, que a partir de ahoraestablece que nadie podrá ser excluido de la vida socialpor su origen étnico, género, edad, religión, por sus opi-niones, estado de salud o por tener capacidades diferentes.

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Este tipo de esfuerzos que se han logrado desde el Con-greso con el apoyo invaluable de la sociedad civil, nosestá permitiendo construir una sociedad donde no hayamarginación, y todas y todos gocen de una equidad detrato e igualdad de oportunidades brindando al poderpúblico el marco normativo para defender el respeto a ladignidad humana.

Asimismo, y para incidir en el aspecto cultural, reforma-mos el artículo 30 Constitucional para establecer laeducación preescolar como obligatoria y gratuita amplian-do el ciclo de educación básica de 9 a 12 años. Esto obligaa los padres de familia a hacer que sus hijos e hijas reci-ban la educación preescolar, primaria y secundariamoldeando el complejo social en el proceso educativo eincluyendo la equidad de género desde temprana edad.

Uno de los grandes logros de las Comisiones de Equidady Género fueron también las modificaciones al CódigoFederal de Instituciones y Procedimientos Electorales quegarantiza una participación política de las mujeres en lascandidaturas a puestos de elección popular mayor del 30%en la lista de los partidos políticos, a tal grado que aquelpartido que no cumpla con esta disposición podría llegarinclusive a perder su registro. Cabe mencionar que es laúnica reforma política que logró tener consenso y quetendrá vigencia para las elecciones de julio próximo, yque en el Senado de la República fue aprobado por una-nimidad.

Asimismo, en el plano internacional logramos la aproba-ción de dos protocolos muy importantes para las mujeresy niñas de nuestro país. Después de 22 largos años dehaber firmado México la Convención Contra todas lasFormas de Discriminación contra las Mujeres (CEDAW) sedio paso a la aprobación de su protocolo facultativo, el

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cual establece los mecanismos para que cualquier perso-na y organización social pueda acudir ante el Comité deNaciones Unidas a interponer quejas y demandas al cum-plimiento de los acuerdos y compromisos establecidos endicho instrumento internacional.

Fue así que el 14 de diciembre de 2001, el Senado de laRepública aprobó la ratificación del Protocolo Facultativode la Convención sobre la Eliminación de todas las For-mas de Discriminación contra la Mujer. Este es uninstrumento internacional que permitirá a las mujeres con-tar con mejores garantías para el goce de sus derechosprotegidos por la Convención en todos los campos deactividad: en la salud, la educación, la participación polí-tica y en la familia.

Por su parte, con la ratificación del el Protocolo para Pre-venir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas,especialmente mujeres y niños, que complementa a laConvención de las Naciones Unidas contra la Delincuen-cia Organizada Transnacional, se lograra prevenir ycombatir la trata de personas, prestando especial aten-ción a las mujeres y a los niños. La ratificación por partedel Senado de la República a este protocolo también esun signo evidente de la inquietud del Senado de la Repú-blica y de la Comisión de Equidad y Género en especialpara luchar contra este tipo de delincuencia.

Gran parte de estos logros han sido diseñados desde unforo único en el mundo creado en 1998, que es el Parla-mento de Mujeres de México. El Parlamento de Mujeresde México es una instancia creada por la voluntad y tra-bajo de las legisladoras y de la ciudadanía a partir de 1998.Está integrado precisamente por Senadoras y Diputadasfederales, locales y mujeres de la sociedad civil interesa-das en el tema de la equidad e igualdad de oportunidades.

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La creación del Parlamento de Mujeres de México eraimprescindible, para que mujeres de todo el país, legisla-doras y ciudadanas nos reuniéramos a debatir, analizar ygenerar una agenda legislativa prioritaria y actual que sur-giera precisamente de las necesidades concretas de lasmujeres haciendo trabajo con otras mujeres, al tiempoque incrementara la fuerza política de las legisladoras paramodificar y crear leyes que respondieran a la realidad delas mexicanas y eliminaran la discriminación, y así contri-buyéramos a la igualdad de oportunidades.

Con estos mecanismos a favor de las mujeres el Congresoha logrado capitalizar los contenidos de una agenda te-mática en materia de géneroque poco a poco va ganandoterreno en la discusión públi-ca, logrando insertar temasespecíficos desde la perspecti-va de género en la elaboraciónde leyes.

Un logro para los grupos socia-les que han participado en cadauno de los parlamentos es quehan ganado visibilidad y susreclamos políticos han tenidomayor resonancia desde elCongreso de la Unión.

Aún es necesario perfeccionar estrategias que permitanaprovechar todo el potencial del Parlamento de Mujeresde México. Sin embargo, estamos avanzando, a través deun fortalecimiento de las facultades, sobre todo de noso-tras en la Comisión de Equidad y Género, en la LeyOrgánica del propio Congreso. En el Senado ya dimos el

Senadora AracelyEscalante.

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primer paso y estamos esperando la respuesta de nuestracolegisladora.

La Quinta Reunión Anual del Parlamento de Mujeres deMéxico, efectuada precisamente en marzo de este año,refrendó entre la sociedad civil y legisladoras federales elespacio que le dio origen, ya que se consensó un regla-mento que permitió unir voluntades y esfuerzos para llevaradelante una agenda hacia la equidad estableciendo paraellos compromisos para legislar corresponsablemente.

El compromiso de las Comisiones de Equidad y Géneropara seguir dando respuestas concretas a los problemasde las mujeres será el de continuar empujando con deci-sión las estrategias de transformación para millones demexicanas; es decir, a través del acceso equitativo a laeducación; promoviendo un sistema efectivo de atencióna la salud; ayudándoles a ampliar sus oportunidades la-borales; estimulando para ellas proyectos productivos;procurando que en el interior de sus familias se fortalezcala búsqueda de la igualdad de sus derechos, oportunida-des y responsabilidades entre sus miembros; defendiendosus derechos para procurar que puedan acceder cada vezen mayor número y calidad a espacios en la toma de de-cisiones, erradicando la violencia que contra ellas se ejerce;e impulsando con determinación una cultura igualitariaque elimine toda forma de discriminación en lo público ylo privado.

Sabemos que todos estos retos seguirán encontrando unacontrapartida en las resistencias culturales y sociales, perosabemos también que estas son cada vez más débiles por-que juntas hemos construido e incidido en la agendapolítica, económica y social para seguir avanzando a fa-vor de las mujeres.

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Deseamos construir y compartir experiencias con todasustedes en esta oportunidad para establecer estrategiasque garanticen una vigilancia permanente a la labor legis-lativa; mecanismos de control ciudadano que denseguimiento a las iniciativas de ley, a las políticas públi-cas, a la asignación de presupuestos suficientes, que hasido realmente también un reto de nosotras; la asigna-ción con equidad en los presupuestos y a latransparencia, sobre todo en su aplicación; crear losmedios necesarios para difundir los avances y obstácu-los de los procesos legislativos e identificar con nitidezla actuación política parlamentaria a favor de las muje-res y las niñas de México.

Diputada Raquel BarreiroPresidenta de la Comisión Especial de Equidad y

Género de la Cámara de Representantes, Uruguay

En particular, para Uruguay resulta sumamente oportunanuestra participación, ya que en pocos días se estará de-batiendo en el plenario de la Cámara de Representantesun proyecto de ley que intenta corregir el desequilibrioentre la participación de hombres y mujeres en la vidapolítica dentro de los cargos de decisión.

Parece una paradoja que estando el Uruguay entre losprimeros países de América Latina –primero en donde seaprobó el Derecho de la Mujer a ser electora y elegible enel año 1932– y que en el año 1942 contó en el Parlamen-to con brillantes mujeres de diferentes partidos políticos,hoy no llegamos al 12% de mujeres parlamentarias, nocontamos con ninguna Ministra en el Poder Ejecutivo, nicon ninguna mujer encabezando un gobierno departa-mental, contrario sensu del vuelco cada vez mayor de lasmujeres al mercado de trabajo, y a los estudios terciariosen los que las mujeres superan en porcentaje de egresos yde escolaridad a los hombres.

Precisamente, a partir del año 1990, en que vuelven aingresar mujeres al Parlamento, luego de la época dicta-torial, y el primer período postdictadura que no contócon ninguna mujer legisladora titular, es que comienza aimpulsarse en la Cámara de Representantes la instalaciónde una comisión especial, que da respuesta concreta a losproblemas de las mujeres.

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Es así que se instala por primera vez, en el período que vadel año 1990 al 1994, una Comisión para atender todo“atinente” a la condición de la mujer y se reitera en 1995hasta 1999, pasando a ser denominada: “Condición de laMujer y Problemática de la Familia”.

En el parlamento hay comisiones permanentes que durantoda la legislatura, asisten siempre y se entablan comisio-nes especiales con duración acotada a seis meses parainvestigar algún asunto, o para resolver algún o algunosproblemas puntuales. Se instalaron por seis meses y fue-ron prorrogadas reiteradamente, porque por supuesto losproblemas de las mujeres no se acaban ni se resuelven enseis meses.

Estas comisiones estuvieron integradas en su mayoría pormujeres, y también por algún hombre, y desde ellas trata-mos de impulsar diversas iniciativas legislativas paramejorar la condición de la mujer en Uruguay.

Estábamos siguiendo así una de las recomendaciones delPlan de Acción para corregir los desequilibrios en la parti-cipación de hombres y mujeres en la vida política aprobadopor el Consejo Interparlamentario Mundial, en París, el26 de marzo de 1994, que planteaba, entre las accioneslegislativas la creación de una comisión parlamentaria quetuviera por misión específica ocuparse de los asuntos re-lativos a la condición de la mujer, lo que podría contribuir,poderosamente, a que se dedicara especial atención a laaplicación del principio de igualdad en todas las legisla-ciones nacionales.

Asimismo, recomendaba qué plan de acción, que deacuerdo con el principio de igualdad y fundándose en elconcepto de colaboración, una comisión de este tipo de-bería ser formada por hombres y mujeres. La misma idea

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se recoge en la declaración resultante de la Conferenciade la Unión Interparlamentaria, realizada en Nueva Delhien 1997, que decía: “el logro de la democracia suponeuna auténtica asociación, entre hombres y mujeres, parala buena marcha de los asuntos públicos, de modo quetanto los hombres como las mujeres actúen en igualdad ycomplementariedad, obteniendo enriquecimiento mutuoa partir de sus diferencias”.

Durante los primeros diez años de funcionamiento, estascomisiones especiales, si bien lograron la aprobación dealgunos proyectos, no pudieron incorporar la perspectivade género a la agenda parlamentaria en general. Lo quesí se consiguió en esta legislatura, es que se instaló la Co-misión ahora llamada de Equidad y Género, constituidapor seis mujeres de los tres grandes partidos políticos, yun hombre de un partido más pequeño, que no cuentacon mujeres legisladoras titulares.

La diferencia entre la legislatura anterior y la actual estádada por dos componentes:

1. De 1995 a 1999 sólo dos de los cuatro partidos conta-ban con mujeres parlamentarias; sólo uno de ellos contabacon mujeres, con real conciencia de género, lo que hizodifícil permear las férreas costumbres machistasimperantes. Actualmente, en los tres grandes partidos, nosólo hay mujeres, sino que en los tres hay mujeres conconciencia y trabajo previo en materia de género.2. Además de crearse esta comisión de Equidad y Géne-ro, formalmente las mujeres de todos los partidos políticos,tanto titulares como suplentes, invitando también a lassenadoras, nos constituimos en una bancada femenina.

Esto ya estaba previsto en el Plan de Acción de la UniónInterparlamentaria que recomendaba, como medida tran-

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sitoria hasta que se lograra un mejor equilibrio entre hom-bres y mujeres en el parlamento, se crearan gruposinformales, interpartidos de mujeres para efecto de quelas opiniones de las legisladoras fueran tenidas en cuentaal definir las prioridades de las agendas parlamentarias.

Efectivamente, trabajamos en forma coordinada desde laComisión Especial de Equidad y Género, apoyándonoscuando lo creemos necesario con las otras legisladoras dela bancada femenina, así como coordinando estrategiasde acción con la red de mujeres políticas, que funcionadesde la salida de la dictadura.

La Comisión Mujeres del Movimiento Sindical, la Comi-sión Nacional de Seguimiento de los Compromisos deBeijing, de la sociedad civil, la red temática de géneroque se constituyó en la Universidad de la República, asícomo la Comisión de la Mujer, que existe en la Intenden-cia Municipal de Montevideo (Intendencia que concentrala mitad de la población del Uruguay), es que desde elaño 2000 hemos avanzado cuantitativa y cualitativamentehasta el punto de que hoy hay probabilidad de que poda-mos obtener la aprobación de la ley de cuotificaciónpolítica para las listas electorales, tanto nacionales comodepartamentales.

Pero no solamente nos hemos dedicado a corregir estosdesequilibrios en la vida política, sino que en estos tresaños ya hemos conseguido la aprobación y están aplicán-dose, entre otras, las siguientes leyes:

• Ley que declara de interés público la prevención decáncer génito-mamario, concediendo a las trabajado-ras públicas y privadas, el derecho a un día de licenciaal año para realizarse exámenes de papanicolau y/o ra-diografía mamaria.

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• Ley que dispone que toda mujer durante el trabajo departo y el nacimiento, tenga derecho a estar acompa-ñada de una persona de su confianza.

• Ley que declara de interés general las actividades orien-tadas a la prevención, detección temprana, atención yerradicación de la violencia doméstica.

• Ley que otorga el derecho al cobro de una asignaciónprenatal a toda mujer que tenga un embarazo generalmúltiple.

• Ley que ofrece a la trabajadora solicitar traslado de ta-reas cuando está en estado de gravidez, o en periodode lactancia.

• Ley que regula el trabajo sexual.• Ley que aprobó el Protocolo Facultativo de la Conven-

ción sobre la eliminación de todas las formas dediscriminación contra la mujer.

Por otra parte, cuenta con media sanción el Proyecto deDefensa de la Salud Reproductiva, aprobado por la Cá-mara de Representantes, que próximamente será tratadopor la Cámara de Senadores, proyecto que fue elogiadopor expertas en la materia, como Rebeca Cook y SoniaCorrea, que recientemente dieron conferencias en nues-tro país para contribuir a la aprobación final de tannecesaria norma.

Pero desde nuestra Comisión no solamente impulsamosla aprobación de leyes que encaran la temática de géne-ro, sino que efectuamos el seguimiento de las mismas,monitoreando su aplicación por los distintos actores de lasociedad, y los efectos que van produciendo en la con-ciencia ciudadana y en la agenda pública.

Afortunadamente hemos mantenido una relación muy flui-da con los ejecutores de políticas públicas, que nos hanescuchado y atendido en nuestras sugerencias en reitera-

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das oportunidades. Aún ministros, como el de Economíay Finanzas, cuando les solicitamos audiencia, nos la con-ceden inmediatamente y prestan mucha atención anuestros planteamientos. Por ejemplo: se logró duplicarel presupuesto del Instituto Nacional de la Mujer y la Fa-milia, que aún así continúa siendo insignificante.

Fue impactante, en este último mes, cómo acudieron enforma conjunta (lo que no es usual), todos los ministrosque integran el gabinete social, con su equipo completo(Interior, Salud Pública, Vivienda, Educación, Trabajo), asícomo el Instituto Nacional del Menor y Autoridades de laEnseñanza y de la Intendencia Municipal, ya no de laComisión formal de Equidad y Género, sino de la banca-da femenina, para que nos explicaran cómo estáncoordinando sus acciones para atender la emergencia so-cial que vive nuestro país, afectando muy especialmentea las mujeres y a sus hijos.

Fue algo nunca visto en nuestro Parlamento y creo quefue consecuencia de dos actos de la realidad:1. La percepción general del gran poder de incidencia enlas políticas públicas, que logramos al juntarnos legislado-ras de todos los partidos políticos, que a pesar de lasdiferencias ideológicas, sabemos encontrar los consensosnecesarios en temas concretos que afectan la vida coti-diana de mujeres y niños.2. La lamentable aparición, cada vez más frecuente, decasos de desnutrición infantil, que muchas veces ha teni-do trágicas consecuencias.

Otro logro, ya no producto de nuestro trabajo, pero sí deltrabajo coordinado con todas las mujeres de la sociedadcivil y de las académicas con conciencia de género, esque se ha instalado en la universidad una red temática de

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estudios de género para impulsar la docencia, investiga-ción y extensión desde esta perspectiva.

En ella participan docentes, egresadas y estudiantes detodas las facultades, a fin de generar conciencia de géneroen los futuros profesionales, fortaleciendo lainterdisciplinariedad, rea-lizando foros, seminarios,talleres y encuestas queen mucho aportan a es-tos efectos.

Fuimos recibidas por lasautoridades de la ense-ñanza que si bien sonautónomas, escucharonatentamente nuestra su-gerencia de incluir laperspectiva de géneroen todos los programas,desde la enseñanzapreescolar hasta la uni-versitaria. Si bien estoscambios en la educa-ción van a ser lentos, es importante que la primerarama en responder fuera la universitaria, ya que ahíestán formándose los futuros profesionistas que seránlos que marcarán las nuevas pautas culturales de nuestrasociedad.

Y tan importante como este cambio cualitativo en la edu-cación formal es la educación informal, a través de losgrandes medios de comunicación, a los cuales es muchomás difícil llegar con estos conceptos. Desde el año 2001,la Cámara de Representantes está entregando un premioa la publicidad libre de “sexismo”, idea que surgió en una

No solamente impulsa-mos la aprobación de

leyes que encaran la temática de

género, sinoque efectuamos elseguimiento de las

mismas, monitoreandosu aplicación por los

distintos actores de lasociedad, y los efectos

que van produciendo enla conciencia ciudadanay en la agenda pública.

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de las tantas reuniones mantenidas con mujeres de lasorganizaciones sociales en la pasada legislatura, y que plas-mamos en un proyecto de ley conjuntamente con ladiputada Daisy Tourné, que si bien fue aprobado por una-nimidad en 1997, no se había podido llevar a la prácticapor la resistencia de las agencias de publicidad a colabo-rar en esta tarea.

En 2001 y 2002 entregamos el premio con el apoyo delCírculo Uruguayo de la Publicidad, nos fue muy difícilencontrar piezas publicitarias que cumplieran con los re-quisitos, por lo cual este año, previo a la entrega delpremio, iniciamos una serie de talleres con estudiantes depublicidad, a efecto de ir permeando nuestro punto devista en los futuros creativos, con el objetivo de provocarla realización de piezas publicitarias que no presentenimágenes estereotipadas de hombres y mujeres.

Otro logro de las integrantes de esta Comisión, luego deque fuéramos recibidas por el Congreso Nacional deIntendentes, y por el Directorio de la Empresa Estatal deTelecomunicaciones, fue la extensión, a nivel nacional,de la línea telefónica para atender a las víctimas de vio-lencia doméstica, que funcionaba solamente en la capital.

En este momento estamos luchando por la concrecióndel primer Plan Nacional de Lucha contra la ViolenciaDoméstica, que deberá elaborar el Consejo NacionalConsultivo, que se instaló después de la aprobación de laLey Contra la Violencia Doméstica, así como estamos re-levando las dificultades de aplicación de las medidasprevistas en la ley, por parte de la Judicatura, dificultadesque se deben en parte a problemas procesales, pero, prin-cipalmente al problema cultural el cual requeriría uncambio de mentalidad en nuestros jueces, y en general,

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en todos los actores que intervienen en los procesos, aúntratándose de mujeres.

Por ello, la importancia de encarar toda esta temática enforma integral, y aquí resulta prioritaria la capacitación delos futuros profesionales, así como de los que hoy estánactuando, cosa que llevará mucho tiempo, pero que esta-mos tratando que se implemente en todos los ámbitos enque sea necesario.

A este respecto, también fue de suma importancia el apo-yo de nuestra Comisión al lanzamiento de la campañapublicitaria sobre violencia doméstica, que estuvo pre-sente durante varios meses en los medios de comunicaciónde todo el país.

Otra modalidad de actuación que encara la Comisión, esno solamente tratar los proyectos generados en la misma,sino detectar otros que llevan años esperando ser tratadospor otras comisiones, y que tienen alguna relación con laproblemática de género, adelantando el trabajo y brin-dando opiniones, sobre los mismos, a los efectos de surápida aprobación.

A la derecha, Raquel Barreiro. A su izquierda, SusanaStephenson (Moderadora).

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También, por supuesto, continuamente recibimos todo tipode solicitudes y denuncias, provenientes de mujeres quese enfrentan a distintas problemáticas, como maltrato la-boral, mala praxis médica, problemas acuciantes devivienda y que concurren solas o acompañadas por orga-nizaciones no gubernamentales, que trabajan en losrespectivos temas, y que tratamos de canalizarlos a lasautoridades correspondientes, o para tener en cuenta susrealidades en futuros proyectos de ley.

Asimismo, la Comisión se ha trasladado innumerablesveces a distintos lugares de la capital y del interior delpaís, visitando hospitales especialmente dedicados a lamujer y a los niños, la Cárcel de Mujeres, reuniéndosecon la Asociación de Mujeres Rurales, las Juntas Departa-mentales, las Comunas Mujer de Montevideo, y ONGS

nacionales y regionales.

Con el auspicio de la Cámara de Representantes hemosorganizado reuniones, homenajes y foros, a fin de llevar aun mayor número de personas la discusión de los temasen agenda. Destaco, entre otros, los encuentros anualescon las “edilas” de todo el país, en colaboración con laComisión de Seguimiento de los Compromisos de Beijing,que habilitan el intercambio de información sobre las pro-blemáticas en los distintos lugares del país.

Fueron decisivos para el tratamiento de las respectivas le-yes los debates sobre el proyecto de Ley de Defensa de laSalud Reproductiva, y los que se llevaron a cabo el mespasado sobre el proyecto de cuotificación política, en elque participaron destacadas personalidades de todos losámbitos.

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Dip. Nemencia De la Cruz AbadPresidenta de la Comisión de Asuntos de la Mujer,

Cámara de Diputados de República Dominicana

Quizás para las dominicanas hablar de equidad significa-ría hablar de lo que ha sido su lucha histórica en el país.Yo quiero hablar de equidad, pero también quiero hablarde cuota, y lo que ha significado para las dominicanasestar en un sistema de cuota en un país donde el machis-mo era muy duro, pero al cual hemos ablandado.

La historia ha colocado a República Dominicana en dife-rentes posiciones políticas: desde sus primeros habitantes,indígenas, colonizadores, invasores, la independencia, ti-ranía y democracia. El derecho al voto masculino estabareservado a ciertas categorías sociales, se establece al fun-darse la República en 1844, mientras que el derecho alsufragio de la mujer fue introducido como precepto cons-titucional, casi un siglo después, ya que fue en 1942cuando se reconoce nuestra condición de ciudadanas, concapacidad política para decidir mediante el voto.

Durante todas estas décadas, las mujeres han estado pre-sentes en el quehacer político, aportando de manerasistemática el establecimiento y profundización de la de-mocracia, en muchos casos, esta contribución ha sidoredistribuida de manera satisfactoria, sobre todo cuandose trata de ascender a los puestos de decisión y represen-tación. De ahí la demanda planteada por muchos años:la creación de mecanismos como los de la cuota, quepermiten superar desventajas históricas de las mujeres enla competencia política.

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Las mujeres que hacen bien la política tienen derecho derepresentación, asimismo, a todo el conjunto social al cualpertenecen, asumir responsabilidades a nivel gubernamen-tal de forma equitativa, tienen derecho a compartir elpoder con sus compañeros, a una participación equitati-va que garantice mayores posibilidades de representación.

En República Dominicana la cuota se logró con la refor-ma al artículo 68 de la ley 275-97, la cual obliga a lasorganizaciones políticas a incluir, en la composición delas denominaciones y propuestas a cargos profesionales ymunicipales una proporción no menor al 25% de mujeresen estos cargos. En las elecciones pasadas, la cuota au-mentó a un 33%.

El sistema de cuotas no es una concesión gratuita que sehace a las mujeres, es un acto de justicia, es un acto deequidad, es la concreción de los valores democráticos y laimposición de grandes responsabilidades.

La sociedad se une, se ve beneficiada, pues la sola pre-sencia de mujeres en los puestos de decisión, incorporanuevos análisis y visiones, desde una perspectiva antes noescuchada ni reconocida.

La aplicación de la cuota recae directamente sobre lospartidos políticos, la sociedad en general y, sobre todo, enlas mujeres. El sistema de cuotas no es perfecto ni se apli-ca como se concibe en ninguno de nuestros países, elmío no es la excepción. Destaco la colocación de lascandidatas porque muchas veces en la colocación de lasmujeres en la boleta, la ley dice una cosa, y se hace otra yse viola el orden establecido.

En este sentido, se debe hacer una reflexión sobre lo queha sido la cuota, para poder seguir caminando, debemos

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evaluar los resultados que permitan acercarnos más a laequidad por la que tanto hemos luchado. Las mujerespolíticas tenemos un gran desafío para enfrentar el siste-ma de cuotas, el cual representa un punto de partida, noun punto final; ya que no garantiza el acceso al poder,debemos asumir medidas al sistema de cuota.

Las cuotas deben seguir sirviendo para proyectar los inte-reses de la mujer al interior de los centros de poder. Lamujer política y los movimientos de las mujeres confor-man alianzas estratégicas y hacen campañas que suponendistinciones partidarias.

En la República Dominicana, además de un movimientode mujeres, existen múltiples ámbitos donde las mujeresse organizan en frentes multipartidarios de orientacióntemática, la restricción en la agenda acerca del movimientoa temas sectoriales, no ha permitido que trabajen mujeresprovenientes de distintos sectores políticos ideológicos.

Los partidos políticos tenemos que propiciar que másmujeres ocupen posiciones en puestos de dirección enlos organismos deliberativos y consultivos, y en todos losniveles de dirección, logrando una presencia femeninaen estas instituciones; los recursos destinados a la promo-ción de las campañas electorales y otros gastos en generaldeben ser distribuidos de manera equitativa entre hom-bres y mujeres. Los partidos políticos deben propiciarque las mujeres participen en los medios de comunica-ción, organicen jornadas de capacitación para mujeres,dejando de lado la costumbre de que seamos utilizadascomo trabajadoras al servicio de los hombres.

Actualmente tenemos 26 legisladoras: 24 diputadas, y dossenadoras; cinco alcaldesas y la primera vicepresidenta

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de la República, Milagros Ortiz Bosh, hoy precandidata ala Presidencia de la República.

Una pregunta importante, ¿qué actitud debemos tomarlas mujeres para conseguir nuestros propósitos? DecíaGertrudis Monguela, Secretaria General de la IV Confe-rencia Mundial de Mujeres, los votos de las mujeres sonlos que tienen en el poder a los políticos que nos gobier-nan, eso no lo podemos olvidar. A esto debemos añadirque durante muchos años, con paciencia y perseve-rancia, hemos trabajado para una equidad más justa eigualitaria, nos hemos en-frentado a grandesproblemas, entre ellos ladiscriminación en los cen-tros laborales y en el hogar,hemos combatido sistemaspolíticos y contribuido a lamodernización de la socie-dad. Nuestra transformación misma es evidente, está ennuestro espíritu y nuestra fuerza de lucha.

Pero nos toca ahora trabajar en un campo con un ingre-diente humano que es la esencia misma de la lucha inicialdel movimiento de las mujeres, entre mujeres, entendien-do que no es posible continuar una actitud pasiva de lasmujeres que se dedican a ampliar el liderazgo masculino,llevarlo a la cima del poder para luego olvidar las prome-sas, propiciando que sigamos siendo las más pobres delos pobres.

Tenemos que apoyar la solidaridad. Recuerden que tene-mos más cosas en común que las que nos separan. Losinstrumentos más eficaces que dan más resultados son lasalianzas suprapartidarias, orientadas a promover interesesde la mujer en áreas específicas.

Lo que necesitamos noson pocas mujeres que

hacen historia, sinomuchas mujeres que

hagan política.

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Las colegas legisladoras mexicanas han hecho un solocuerpo para luchar por los intereses de las mujeres deMéxico. En República Dominicana también existe unaComisión Permanente de Asesoras del Congreso de laRepública, que está compuesta por las ONGS, el Ejecutivoy las legisladoras. Y todas juntas hacemos las leyes quefavorecen a las mujeres.

Estamos trabajando en elCódigo del Menor, hacién-dole modificaciones, y ya lotenemos, pero, las leyes noson perfectas, y hoy estamosponiendo el Código en ma-nos de la justicia y tambiéncontribuyendo a mejorar suaplicación.

Nosotras trabajamos la ley2497. Sucede que nos qui-sieron tomar por sorpresa ysometieron una propuestade modificación al Senado,nos unimos, hicimos un gran movimiento de mujeres conla Comisión antes mencionada y paramos la modificacióndel Código, la paramos, porque en ella nos rompía total-mente, nos desvirtuaba la naturaleza de la ley 2497. Ydéjenme decirles que fue el mejor ejemplo que le dimosal país. No importaron los partidos, no importaron loscolores, no importaron los movimientos no gubernamen-tales, no importó el Estado, importó la mujer. Y este fue elmejor ejemplo que le dimos al país.

No aspiramos, y creo que en esto debo ser justa, a que enel poquito tiempo que falte lleguemos a la verdadera igual-dad que plantean los acuerdos internacionales. Pero sí

Nemencia de la Cruz.

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nos comprometemos con ustedes, con nuestro país, a lle-gar, a seguir caminando, a no desmayar y a seguir haciendotratados internacionales y acuerdos nacionales que per-mitan que nuestras mujeres y que nuestras legislacionestrabajen con la mujer.

Lo que necesitamos no son pocas mujeres que hacen his-toria sino muchas mujeres que hagan política.

Panel 5Leyes transformadorasde la condición de las

Mujeres en América

Haydee BirginAsesora de la Secretaría Parlamentaria,

Senado de la Nación de Argentina

Paradójicamente, cuando se recuperan las institucionesdemocráticas en la Argentina, en 1983, es el Senado de laNación el único espacio de confluencia y de diálogo; ésees el espacio donde las fuerzas políticas encuentran unlugar para poder consensuar y poder institucionalizar elpaís después de la dictadura; –Argentina es el único paísdel mundo que sale de una dictadura para entrar a unademocracia sin transición; la transición está a cargo delgobierno democrático. Esto fue algo terriblemente duro,en un país que venía de siete años de dictadura militar–;entonces, el Senado era el único espacio que había paradialogar, y poder consensuar la institucionalidad del país.

Esa transición se da en el contexto de la lucha por la vigen-cia de los derechos humanos; sin eso, nosotras no nospodríamos explicar la rapidez con la cual se da la demo-cratización de la legislación sobre la familia y laincorporación de los derechos entre varones y mujeres, enArgentina. En ese gobierno de la transición, también Ar-gentina es el único país en el mundo que lleva a los estradosjudiciales a las tres juntas militares para ser condenadas porlos crímenes cometidos por la dictadura; eso fue un hechosimbólico que marcó la tónica de la transición democráticay sólo en ese contexto pudimos colocar en la agenda polí-tica el tema de la igualdad entre varones y mujeres.

Ahora, este proceso del Senado, del Parlamento, como labúsqueda de consensos se fue ampliando con el correrde los años, otras instituciones sociales, empresariales, sin-

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dicales, los movimientos sociales, los movimientosambientalistas empiezan también a ser parte de esta dis-cusión y de este debate en el Parlamento, y eso ha sidomuy importante, el lugar que ocupa el movimiento socialde mujeres y el movimiento feminista.

El diálogo de paz sólo se dio en el contexto de los derechoshumanos y la lucha por los derechos humanos, en Argenti-na, podemos pensar con una democratización como la quese hizo en la Argentina, básicamente en la legislación defamilia, prácticamente se eliminan las discriminaciones,aunque, por supuesto, quedan algunos resabios.

En la transición, entre las leyes que se democratizaron esque la mujer, en el momento que tiene al niño puede de-nunciar ahí el nombre del padre; el Estado es quien se hacecargo de iniciar el juicio de filiación, o por supuesto, lo pue-de hacer la madre. Ahora bien, si una mujer casada tiene unniño de otro señor que no es su marido, ella nada puedehacer; sólo pueden impugnar la paternidad el padre biológi-co y el marido, aquí todavía existe el pacto patriarcal.

En la transición democrática hay una apertura de espaciopara las inquietudes de la sociedad, entre ellas las inquie-tudes de las mujeres, eso nos permitió avanzarrápidamente en temas fundamentales.

Las uniones no están reconocidas en la ley argentina, comodato muy importante señalo que la Legislatura de la Ciu-dad de Buenos Aires, hace muy pocos meses, acaba desancionar una ley de convivencia, independientementedel vínculo. O sea, lo que se regula es la convivencia,puede ser homosexual, puede ser heterosexual, no tieneimportancia cómo, por primera vez, en la Argentina, lavieja palabra de concubinato tiene sentido.

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El Parlamento va ampliándose y se termina convirtiendoen una especie de caja de resonancia para las mujeresque nos permite colocar nuevos temas en el debate. En elaño de 1985, el tema de violencia familiar fue colocado ydiscutido en seminarios en el seno del Parlamento; en1988 con la colaboración del Fondo de Población, ungran debate y un congreso internacional en el cual trata-mos de deslindar esta idea de la Argentina, donde elderecho sexual y reproductivo, como derecho individualestaba asociado a las leyes de población.

Después, desde las parlamentarias de mujeres que em-piezan a visualizar en el movimiento social de mujeres,alguien que podía efectivizar y dar cuenta a la sociedadde ciertos proyectos de leyes, y desde las mujeres quetraemos el feminismo del Estado como pura impugnacióny las diputadas, mujeres, en especial, se convierten en lastransmisoras de inquietudes y demandas.

Este proceso tardó, no fue instantáneo, pero hoy pode-mos decir que existe una articulación entre el movimientofeminista, el movimiento social de mujeres, y las parla-mentarias mujeres. Yo diría que tampoco todo es maravilla,aunque tengamos diputadas mujeres. También tenemosleyes paralizadas en el parlamento por el voto a las muje-res, por ejemplo, el Protocolo Facultativo salió, porunanimidad de la Comisión de Relaciones Exteriores delSenado, y por un problema burocrático —al cambio desenadores caducó el proyecto de ley que hay que volver-lo a presentar—, en la segunda vuelta, para volverlo apresentar, hay una senadora mujer que bloquea la apro-bación del protocolo que lo tenemos ahí.

Podemos decir lo mismo con la Ley de los Derechos delNiño. Hace quince años que se está discutiendo y hayhombres y mujeres que están impidiendo adecuar la le-

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gislación argentina a la Convención sobre los Derechosdel Niño. Entonces, no todo es maravilla aún teniendomujeres en el parlamento.

El problema de la equidad y género no se puede pensarde otra manera sino dentro de la profundización del siste-ma democrático, entonces, este proceso dedemocratización, de control ciudadano, de nuevas for-mas de participación popular la da una base fundamental,que es la Constitución de 1924.

Hay tres o cuatro cosas que a mí me parecen fundamentales:1. Primero nos amplían los derechos consagrados, igualde oportunidades y demás, pero se incorporan todos lostratados internacionales de derechos humanos, entre ellos,por supuesto, la Convención contra todas las formas deDiscriminación contra la Mujer, que hizo que cada unade las normas de la Convención sea de aplicación directae inmediata. O sea, todas las normas están en la constitu-ción, o sea, pueden ser exigibles.

Se garantiza el acceso a los cargos a las mujeres, directa-mente, y se dice: Igualdad real de oportunidades paracargos selectivos y partidarios, garantizados por accionespositivas, regulada tanto por los partidos, como por el sis-tema electoral.

Derecho de Iniciativa. Los ciudadanos tienen derecho deiniciativa para presentar proyectos de ley, con una firma, queno pase del 3% (dependiendo del territorio), hace que unproyecto de ley sea obligatoriamente tratado por el parlamen-to, con muy pocas excepciones: reforma constitucional,presupuesto, el tema tributario y el sistema penal.Consulta popular. El Congreso a través de la Cámara deDiputados, puede someter a una consulta popular un pro-yecto. Si este proyecto es aprobado por el pueblo, es ley.

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Consultas vinculantes. Las pueden promover, tanto la Cá-mara de Diputados, como el Presidente. Un ejemplo deesto fue, en el conflicto con los chilenos, que se sometie-ron a una consulta popular, y se vio la posibilidad de undebate en la sociedad argentina.

También, la Constitución consagra los derechos de inci-dencia colectiva, pero además de ampliar derechos ygarantías, trae herramientas de acción y pueden actuarlos ciudadanos, el Defensor del Pueblo y las asociacionesde mujeres. A veces es muy difícil para una mujer poderenfrentar la justicia; tiene miedo, hay resquemores, nohay recursos, y una asociación de mujeres se puede pre-sentar en la medida que hay intereses afectados.

Ahora bien, esta experiencia nos mostró que el derechono se agota en la ley, nosotras somos herederas del movi-miento sufragista, nos sentimos orgullosas de eso. Perotambién caímos en esa trampa, de creer que todo se re-suelve en sancionar leyes. Todos nosotros queremos tenerleyes, pero ahora tenemos leyes de sobra.

Y creo que hay otros discursos que atraviesan el discursojurídico, que es el discurso político, el discurso religioso,el discurso ético, el discurso demográfico, y que no bastacon cambiar las leyes, aunque sí es muy importante. Eldiscurso jurídico opera con una fuerza singular más alláde la pura norma; hay ficciones, hay mitos que van confi-gurando situaciones que impiden la transformación, queson resistentes a la transformación, entonces, el tema, noes solamente tener leyes, sino tener las herramientas deacción para poder ejercerlas. No se trata de tener dere-chos, sino de ejercerlos.

Si terminamos una etapa las feministas, que es la consa-gración de los derechos, nos queda ahora el tema del

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ejercicio. El ejercicio qué requiere, institucionalidad. Sinosotros no tenemos instituciones capaces de dar respuestaa las demandas sociales y a los derechos que tenemosconsagrados, hoy los derechos sociales y económicos es-tán consagrados en todas las legislaciones de AméricaLatina: derecho a la vivienda, derecho a la educación.

Nosotros no podemos pensar que el sistema democráticose agota en el Ejecutivo y en el Legislativo, hay que incluirel Poder Judicial. Y para las feministas, y yo diría: quepara los demócratas en general, el tema de la justicia nofue un tema de la democracia.

Entonces, si nosotros queremos ejercer derechos, y esta-mos en la justicia independiente, esto quiere decir quelos jueces sean elegidos en la forma más democráticaposible. En Argentina y en México tenemos el colegio demagistratura.

Si a los jueces se les elige por concurso público y abierto.¿Cuántas organizaciones nuestras están ahí vigilando, di-ría, qué tipo de jueces tenemos? Y cuando digo esto, estoypensando en el acceso a la justicia. En la América Latina

Haydee Birgin.

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que no tiene recursos, no se accede a la justicia, enton-ces, el patrocinio jurídico gratuito es una quimera ennuestros países. En la práctica, sabemos que es muy difí-cil, que es muy costoso, pero si no hay acceso a la justicia,no hay ejercicio de derechos.

Sin Estados fuertes, instituciones sólidas, capaces de darrespuestas a las demandas, nos quedamos con lo que es-cribimos en los papeles. Plantear el tema de la equidad degénero, sólo puede ser viable en Estados democráticos, conEstados fuertes y con instituciones fuertes, porque no nosconfundamos, el tema de América Latina no es la pobreza,el tema de América Latina es la exclusión.

Y si nosotros no planteamosel tema de la exclusión comoun tema central, podemosseguir inventando 80 mil pro-yectos para mitigar la pobreza,y vamos a seguir exactamen-te igual que como seguimoshace muchos años. A Améri-ca Latina no le faltan recursos,el problema es cómo pensar un proceso productivo conequidad donde el tema de la distribución sea parte tam-bién de la producción.

El tema de la Ley de Cupo, para mí, es un tema de unademanda democrática, no es una demanda feminista, nole pidamos al Cupo más allá de lo que el Cupo puede dar.Patricia Mercado dijo una frase: “Un cuerpo de mujer norepresenta un pensamiento de la diferencia sexual”, yoagregaría que lo que está en juego en lo que planteóPatricia, es el concepto de representación. Yo personal-mente creo que no hay representación de género. A míno me representa cualquier mujer.

Plantear el tema de laequidad de género,

sólo puede ser viableen Estados

democráticos con instituciones fuertes.

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Y como diría una vieja feminista italiana: “Lo que le pidoa una mujer es que se represente a sí misma, que se re-presente desde el pensamiento de la diferencia sexual”. Yahí yo voy a tener un punto de contacto con ella.

¿A quién responden las mujeres? Al partido del movimien-to. Yo personalmente, creo que responden al partido, yno me parece mal. Si soy militante de un partido, y acep-té entrar a la lista del partido, represento al partido,entonces, en esa disciplina partidaria, en la cual se pre-sentan muchísimos proyectos, que para nosotros son muyimportantes, las diputadas o las senadoras votan con supartido contra nosotras, esto es parte de la realidad.

Ya nadie discute la participación de las mujeres en los car-gos electivos o en los cargos de conducción. Eso ya no esun tema a discusión. La pregunta es, desde el movimientosocial de mujeres, ¿tenemos alguna posibilidad de ser no-sotras las que establezcamos elegir a las mujeres y crearuna deuda de esas mujeres con la sociedad?, ¿qué controlejercemos las mujeres sobre las que van a hacer electas?.Eso todavía nos falta, pero eso implica pensar otra cosacomplementaria a la Ley de Cupo. No estoy diciendo dejarla Ley de Cupo. En Argentina fue importante.

Pensemos en las defensorías del pueblo, en las sindicaturasde la nación, en las auditorías; son todos los espacios dela democracia para hacer el control de la política.

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Senadora Addy Joaquin ColdwellVicepresidenta del Grupo Latinoamericano

en el Comité de la Democracia y Derechos Humanosde la Unión Interparlamentaria

Hablemos un poco de leyes transformadoras a favor delas mujeres que han quedado registradas en la historiareciente y que cuenta las luchas que desde diversos fren-tes como son las organizaciones feministas, medios decomunicación, el campo, los sindicatos, han tenido quelibrar las mujeres para elevarse a la calidad de ciudadano,y que adquiera la plenitud de derecho con el hombre.2003, declarado Año de los Derechos Políticos de la Mu-jer para conmemorar los 50 años del más destacado logrolegislativo en México, y que es lo que estamos celebran-do, a favor de la mujer, al adquirir constitucionalmente laciudadanía plena, y con ello el derecho de votar y servotadas.

Adquirir esta ciudadanía fue el resultado de la suma detrabajo de muchas mujeres, que desde el siglo XIX levanta-ron sus voces por los derechos políticos, sociales yculturales, que justamente les correspondían. –Fue hastael siglo pasado cuando los primeros frutos legales se obtu-vieron–. La promulgación por Venustiano Carranza en1914 de la Ley del Divorcio; el gran impulso que el Ge-neral Salvador Alvarado dio a favor de las mujeresyucatecas a partir del primer Congreso Feminista a finalesde 1915; la Ley de Relaciones Familiares en 1917; —enSan Luis Potosí el Gobernador Aurelio Manrique en 1923,concede mediante un decreto que las mujeres del Estadotienen derecho a votar y ser votadas a nivel municipal—,en 1925, el Estado de Chiapas reconoce a la mujer y alvarón sus derechos ciudadanos a los 18 años, en 1928,

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un nuevo Código Civil concede a la mujer la misma auto-ridad y consideraciones legales que su marido, (PlutarcoElías Calles).

Por fin, el 17 de octubre de 1953, siendo Presidente DonAdolfo Ruiz Cortines, se modifica el artículo 34 Constitu-cional, que en parte dice: “son ciudadanos de la Repúblicalos varones y las mujeres...”, y a partir de ese momento lamujer mexicana forma parte constitucionalmente de lavida política, lo cual es básico para el desarrollo del país.

La licenciada Margarita García Flores, fue quien solicitó alPresidente Ruiz Cortines, la Reforma Constitucional al ar-tículo 34, y no sólo eso, sino que en 1974, participódecisivamente en el debate del artículo 4 constitucional,que junto con el 34 deja establecida la plena igualdad delhombre y la mujer, y deja fundamentado el término de ladiscriminación de la mujer frente al varón.

Debo hacer referencia a la actual LVIII Legislatura, quedebido a la enorme participación de la ciudadanía queen las pasadas elecciones federales determinó por mediodel voto, que era hora de la alternancia en el Poder Ejecu-

Addy Joaquín durante su exposición (derecha)acompañada a su izquierda de quien fungió comomoderadora del panel, Laura Salinas.

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tivo Federal y que en las Cámaras del Congreso no hubie-ra mayoría absoluta, consolida un parteaguas en la historiapolítica de México, parteaguas que se inició en la LVIILegislatura en la que por primera vez desde 1920 el Pre-sidente de la República perdió la mayoría en la Cámarade Diputados, obligando al fortalecimiento e independen-cia del Poder Legislativo.

Algunos de los logros y avances en materia de equidad ygénero de la LVIII Legislatura son los siguientes:

Ley que crea el Instituto Nacional de las MujeresEn este período resulta trascendente la aprobación de di-cha ley que dio origen al Instituto Nacional de las Mujerescomo un organismo público, descentralizado, con perso-nalidad jurídica y patrimonio propio, que tendrá comoobjetivos la promoción, protección y difusión de los dere-chos de las mujeres y las niñas consagrados en laConstitución y en los Tratados Internacionales ratificadospor México, en particular los derechos humanos y liberta-des fundamentales de las mujeres.

Reforma Constitucional Contra la DiscriminaciónUna de las grandes contribuciones de esta Legislatura esla Reforma Constitucional Contra la Discriminación, con-tenida en el artículo 1 Constitucional, ya que aunqueparezca paradójico, en el país todavía no había una ga-rantía constitucional que operara en materia dediscriminación de cualquier tipo, incluyendo los motivosde discriminación por origen nacional, étnico, edad, sexo,estado de salud y preferencias.

Ratificación del Protocolo Facultativo de la CEDAW

El 14 de diciembre del 2001, y después de dos décadasde promulgada la Convención sobre la eliminación detodas las formas de discriminación contra la mujer, el Se-

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nado de la República aprobó con 77 votos a favor y ceroen contra la ratificación del protocolo facultativo de laCEDAW.

Este Protocolo Facultativo de la CEDAW permitirá examinarlos recursos que actualmente están disponibles en el ám-bito nacional, así como su efectividad para prevenir yremediar las violaciones de los derechos de las mujeres.

A partir del Protocolo, las mujeres pueden ejercer en for-ma plena sin restricción alguna todos sus derechos políticosy civiles, como el derecho a participar en todas las activi-dades políticas, en la toma de decisiones a nivelcomunitario y estatal, este nuevo instrumento permite alas mujeres contar con mejores garantías para el goce desus derechos protegidos por la convención en todos loscampos de actividad.

Reformas al COFIPE para garantizar mayores espacios alas mujeres en candidaturas al Congreso de la UniónEn las elecciones del año 2000, las mujeres representaronel 51.68% de la lista nominal de electores; y 53.3% de losfuncionarios de casilla. No obstante no se obtuvo una re-presentación proporcional a su participación.

En la actual legislatura las mujeres representan en la Cá-mara de Diputados sólo un 16.4% y en la Cámara Alta lassenadoras tenemos el 18% del total de escaños que son128, esto, a pesar de las nuevas disposiciones que obligana los partidos políticos a ceder porcentualmente un ma-yor número de espacios para las mujeres en suscandidaturas.

Lo anterior, a pesar de que las mujeres en México cons-tituyen el 52% de la población ciudadana.

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Es por ello, que estas reformas al Código Federal de Insti-tuciones y Procedimientos Electorales, tienen por objetogarantizar mayores espacios a las mujeres en candidatu-ras al Congreso de la Unión, y evitar así lasubrepresentación de un género en más del 70% en laslistas de mayoría relativa y representación proporcional.

Violencia IntrafamiliarEn diciembre de 1997 se aprobaron varias reformas a losCódigos Civil y Penal, reformas que con posterioridad sehan conocido como Ley Contra la Violencia Intrafamiliar,y las reformas realizadas son de gran importancia para laprotección de la familia, en especial de la mujer y de losniños.

Reformas a la Ley Federal del TrabajoTomando en cuenta, y haciendo eco de la preocupaciónde la mujer mexicana, casi un tercio de las personas em-pleadas en México son mujeres, y más de 12 millones demexicanas las que desempeñan algún empleo, que mu-chas de ellas comienzan a trabajar al mismo tiempo enque se inicia, inclusive, su edad fértil.

El 6 de diciembre del 2001, presenté la Iniciativa parareformar la Ley Federal del Trabajo, sobre el Certificadode no gravidez, que se exige a las mujeres que solicitanempleo. Este requisito las pone en desventaja, ya que encaso de estar embarazadas no se les otorga el puesto la-boral. Esta reforma establece la prohibición de exigir osolicitar un certificado de no gravidez como condiciónpara ser contratadas, de esta forma se evita que losempleadores o patrones exijan este requisito que va enmenoscabo de su dignidad. –esta reforma abre mayoresoportunidades a las mujeres, genera condiciones de igual-dad de género, atendiendo a las demandas de la mujermexicana; y al quitar restricciones al empleo de las muje-

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res, promueve su desarrollo y bienestar, esta Iniciativa fuedictaminada y aprobada por unanimidad por todas lasfuerzas políticas, por el Senado de la República el día 12de diciembre de 2001– Estaremos pendientes, de que alinicio de la LIX Legislatura, sea aprobada por la Cámara deDiputados y publicada por el Ejecutivo para que muy pron-to entre en vigencia.

Hago un llamado a todas las organizaciones civiles feme-niles y hacer de su conocimiento esta Iniciativa, para quenos apoyen en la próxima legislatura acudiendo a la Cá-mara de Diputados, y pidiendo que la dictaminen paraque pueda ser aprobada, y la mujer mexicana goce ya deese privilegio del trabajo, y nunca una discriminación porestar embarazada, que es lo más bello que puede teneruna mujer en este mundo.

En nuestra participación en el Comité de Derecho Huma-nos, y Democracia de la Unión Interparlamentaria, hemospromovido que los congresos nacionales impulsen la in-clusión de una perspectiva de género y la promoción deldesarrollo de las mujeres en todas las negociacionesmultilaterales.

Nos hemos pronunciado contra todo tipo de violenciacontra las mujeres y, por supuesto, contra la mutilacióngenital o de cualquier tipo.

Promovemos el análisis e investigación continuos de lacondición femenil y la publicación de sus resultados. Nues-tro compromiso es continuar aprovechando todas lasinstancias para garantizar avances en las condiciones dela mujer.

No habrán países lejanos, y que todos éramos vecinos;vecindad que nos permite ver con claridad la gran diver-

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sidad y los distintos elementos de los pueblos que consti-tuyen su vida política y económica.

El pasado mes de abril tuve el honor de formar parte de lacomisión que representó a México en la CVIII Conferenciade la Unión Interparlamentaria celebrada en el Centro deConvenciones “Diego Portales” de la hermosa ciudad deSantiago de Chile, en donde, fueron 117 países represen-tados por legisladores y legisladoras. Convencidos de quees en las Cámaras y en los Parlamentarios en donde recaela responsabilidad colectiva en la defensa de la dignidadhumana, la igualdad y la equidad a nivel global, y quehay que trabajar por la democracia basada en la voluntaddel pueblo, expresada mediante elecciones libres y jus-tas, que es necesario promover la participación de todoslos sectores de la sociedad, especialmente de las mujeresen el proceso de toma de decisiones.

Participación muy destacada tuvieron los parlamentariosde América, y en especial las mujeres legisladoras, quecon verdadera vocación trataron entre otros temas la pro-moción del desarrollo de las mujeres; el impacto de ladegradación ambiental en mujeres y niños; el papel delas mujeres parlamentarias en advertir el terrorismo y eltrabajo para construir la paz; la violencia contra las muje-res, la mutilación genital femenina, las peores formas detrabajo infantil y el tráfico de menores.

En México hemos promovido el cumplimento de cadauno de los instrumentos internacionales que signa el Po-der Ejecutivo, y ratifica el Legislativo, y participamos en lamayoría de las instancias de seguimiento.

Deseo terminar este rápido recuento, haciendo una ex-hortación a todas las mujeres, principalmente a las quetenemos el honor y la enorme responsabilidad de ser re-

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presentantes populares, y a levantar con más fuerza nues-tra voz en defensa de que la globalización sirva a laspersonas, al ser humano ya su desarrollo, respetán-donos unos a otros,promoviendo las normasque hemos acordadomultilateralmente, y queforman parte del patrimo-nio del mundo.

Todas estas normas hansido hechas pensando enel ser humano, que espe-ra que con nuestro trabajo, podamos hacerlos vivir mejor,con mayor seguridad de empleo, de salud, de educacióny vivienda, para ver por los más desprotegidos y crearlesmejores condiciones de equidad y abrirles el abanico deoportunidades.

Por mi parte como legisladora mexicana, continuaré jun-to a mis compañeras la lucha por lo anteriormenteexpuesto, ya que además de ser un imperativo social, esun compromiso ético.

Para quienes estamosen espacios de toma dedecisiones, la lucha por

los derechos de las mujeres, además de

ser un imperativosocial, es un

compromiso ético.

Patricia Olamendi TorresSubsecretaria de Temas Globales de la

Secretaría de Relaciones Exteriores, México

Debo decir, en primer término, que no comparto la opi-nión de quienes confunden la condición real de las mujerescon su condición jurídica. Pero tampoco me sumo a quie-nes desprecian el valor de la ley como elemento depreservación y de transformación del orden social. Todaslas sociedades, las más elementales y las más complejas,tienen normas que rigen su vida comunitaria.

El reconocimiento de los derechos de las mujeres es rela-tivamente reciente pues incluso las grandes revolucioneslibertarias del siglo XVII, soslayaron el tema con el pretextotramposo, de que la expresión de los derechos del hom-bre comprende los derechos de la mujer. Y si bien estaidea anidaba en el ánimo de algunos legisladores, la ver-dad es que nunca sirvió de base para garantizar losderechos políticos, civiles y sociales de las mujeres.

Es importante recordar que gracias a la presión ejercidapor las mujeres de nuestro continente, en la Sexta Confe-rencia Internacional de los Estados Americanos, en 1928,se fundó la Comisión Interamericana de Mujeres, depen-diente de la Unión Panamericana que después seconvertiría en la Organización de Estados Americanos. EstaComisión es el primer organismo intergubernamental enel mundo constituido expresamente para luchar por losderechos de la mujer.

También es relevante para tener idea de los orígenes de lalegislación relacionada con los derechos de la mujer men-

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cionar que en 1933, en la Séptima Conferencia Interna-cional Americana, se adoptó la Convención Interamericanasobre la Nacionalidad de la Mujer que fue el primer ins-trumento sobre derechos de la mujer suscrito en unaconferencia internacional. En 1948 fueron adoptadas porla recién creada Organización de los Estados Americanos,las convenciones interamericanas sobre Concesión de losDerechos Civiles a la mujer.

La Carta de las Naciones Unidas, suscrita en San Francis-co el año de 1945, es el primer documento de caráctermundial, que reconoce la necesidad de igualar los dere-chos del hombre con los derechos de la mujer. Esta cartaque era una propuesta para construir el mundo del futurono podía dejar de registrar las aspiraciones y los esfuerzosque habían realizado generaciones enteras de mujeres paraalcanzar el pleno goce de sus derechos humanos. Aun-que los episodios de esta lucha se pueden encontrar entodos los rincones del mundo, es indiscutible la importan-cia que han tenido en nuestra evolución social.

Diecisiete años después de la creación de la ComisiónInteramericana de Mujeres, en 1946 se fundó la Comi-sión de la Condición Jurídica de la Mujer, que es el órganode las Naciones Unidas que tiene el mandato específicode promover los derechos y la condición de la mujer enlos ámbitos civil, político, económico, social y cultural.Dichas instituciones y otras que han surgido en la socie-dad civil han contribuido a la formación de una nuevaconciencia respecto del papel de la mujer en todos losámbitos de la vida social.

Después de la Segunda Guerra Mundial ha existido ungeneralizado interés por modernizar la legislación a favorde la mujer y muchas de las conquistas en la materia pro-vienen de esta etapa. El derecho al voto le fue reconocido

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a la mujer mexicana hasta 1953, treinta y seis años des-pués de promulgada la Constitución de 1917. Y no deja desorprender que la civilizada Suiza haya sido el último paíseuropeo en otorgarles este derecho a las mujeres (1971).

Un logro importante en este proceso es la creación deinstrumentos internacionales que comprometen a los go-biernos al cumplimiento de las normas para garantizar losderechos de las mujeres. Poco a poco se han ido removien-do obstáculos en este camino y la legislación internacionalha contribuido no sólo a mejorar el modo directo del estatu-to jurídico de la mujer, sino también, a impulsar lamodernización de los sistemas jurídicos internos.

El más importante de estos instrumentos es la Conven-ción para la Eliminación de todas las Formas de laDiscriminación Contra la Mujer (CEDAW), aprobada por lasNaciones Unidas en 1979, que constituye la culminaciónde esfuerzos de las mujeres y de negociaciones entre esta-dos. Este documento compromete a los Estados parte apromulgar leyes nacionales que prohíban la discriminacióncontra la mujer, así como eliminar leyes, tradiciones y prác-ticas sociales violatorias de los derechos de las mujeres.

De izq. a der. Laura Salinas (Moderadora), Addy Joaquín yPatricia Olamendi, durante la intervención de esta última.

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Otro documento significativo es la ConvenciónInteramericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Vio-lencia Contra la Mujer ó Convención Belém do Pará,adoptada por la Organización de los Estados Americanosen 1994. En ella los Estados parte se comprometen a laeliminación de leyes y disposiciones que acepten prácti-cas discriminatorias contra la mujer y a promulgardisposiciones penales, civiles y administrativas contra estetipo de violencia.

La mayoría de los países americanos han suscrito y ratifi-cado estas convenciones, lo que quiere decir que se hadado un paso importante en la creación de una concien-cia y de una política general favorable a desterrar leyes,costumbres y prácticas que han atentado durante sigloscontra la integridad física y moral de las mujeres. Sabe-mos que falta tiempo para que estas normas transformenla vida cotidiana pero creemos firmemente que estas con-venciones constituyen una eficaz herramienta para elprogreso de nuestras sociedades.

Es, sobre todo, a partir de 1990, cuando las legislacionesinternas de los países americanos empiezan a incluir eltema de la igualdad entre hombres y mujeres en las Cons-tituciones Nacionales, derogando sus normasdiscriminatorias. De modo consecuente, se modifican lasleyes secundarias y se crean organismos gubernamentalespara proteger los derechos de las mujeres.

Particular importancia se atribuye en estas convencionesa la lucha contra la violencia sexual en el ámbito públicoy privado. Muchos países han reformado o endurecidosus leyes para sancionar la violación, la violación conyu-gal y el acoso sexual, rechazando la tolerancia que sefundaba en la aplicación de principios relacionados con

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la religión o con las tradiciones fundadas en el honor dela familia.

Son ya 18 países que cuentan con leyes específicas sobrela violencia doméstica. La mayor parte de ellas condenala violencia física y psicológica, otras la violencia sexual ysólo tres países la violencia patrimonial. Es un signo deatraso que la violencia doméstica, violencia familiar o vio-lencia intrafamiliar esté generalmente inspirada no en laprotección de la mujer, sino en la protección del grupofamiliar.

Al lado de estos avances también debemos registrar losnumerosos vacíos y simulaciones legales que existen enlas legislaciones y en la aplicación de las leyes existentesen los Estados que han suscrito y ratificado las menciona-das Convenciones.

En la mayoría de los Códigos Civiles Americanos se prohíbea la mujer divorciada contraer matrimonio hasta pasados300 días de la fecha de la disolución del anterior, con laintención de verificar la paternidad ante un eventual em-barazo. En algunos más se obliga a la esposa a obedecera su marido o a seguirlo en el lugar en el que él se esta-blezca. En otros casos se prohíbe a la mujer casada trabajarsin el consentimiento de su marido.

Una de las fallas más frecuentes en la mayoría de los có-digos penales americanos es que aún no se tipifica comodelito la violación conyugal y, tampoco, el acoso sexual,que es una práctica corriente en el trabajo y en los centrospenitenciarios, educativos y de salud. Los delitos contrael honor sobreviven como vestigios de un sistema patriar-cal que tiene por supuesto la inferioridad de la mujer y sucondición de objeto. Es inadmisible que en el caso deestupro y rapto se siga manteniendo el matrimonio como

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una manera de reparar el daño y que en muchos casos deabuso sexual la fama de la víctima sea la base para deter-minar la impunidad o el castigo del trasgresor.

Otra notoria deficiencia de los procedimientos relaciona-dos con este tipo de delitos consiste en que las víctimasno son atendidas debidamente y aún son maltratadas du-rante los trámites necesarios para comprobar la existenciadel delito. Tales deficiencias tienen por causa principal losprejuicios y mala preparación de los funcionarios judicia-les y administrativos.

En la mayoría de los países no existen mecanismos efica-ces que responsabilicen a los funcionarios públicos porlos actos de violencia contra la mujer en los que esténinvolucrados. Es el caso de las mujeres recluidas en cárce-les que son especialmente vulnerables a la violencia.

Son pues, necesarios, profundos cambios en la legislacióny en los encargados de aplicar la justicia, pero también resultaindispensable implantar los programas educativos necesariospara incorporar a la cultura general los valores que sus-tentan la igualdad entre los hombres y las mujeres.

Resulta indispensable extender la protección de los dere-chos de la mujer a espacios en que resulta particularmentevulnerable. Tal es el caso de las mujeres migrantes queestán expuestas a la explotación conjunta de autoridadescorruptas y de redes criminales. Pocos países han tomadomedidas que protegen a los migrantes en las mismas con-diciones que les corresponde, por ley, a todos losciudadanos.

En combate contra delitos cometidos por bandastransnacionales, tales como la trata de personas y la por-nografía de menores, requiere de la aplicación de normas

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internacionales y de una colaboración estrecha entre au-toridades de países que comparten el problema. Uno delos protocolos de la Convención de Naciones Unidas con-tra la delincuencia organizada transnacional, contienenormas para prevenir, reprimir y sancionar la trata de per-sonas, especialmente de mujeres y niños. México suscribióeste protocolo en el 2002 y para dar cumplimiento a estecompromiso es necesario modificar nuestra legislación.

Particular atención merece el caso de los delitos contra lamujer que están asociados directamente a las guerras re-gionales, como ocurre con el delito de violación que espráctica corriente en los conflictos armados. Son pocaslas medidas legislativas que existen para afrontar este pro-blema y sólo en Colombia existe un proyecto de ley quetipifica como delito de lesa humanidad la violación demujeres en zonas de conflicto.

Por eso resulta cada vez más urgente la plena vigencia delestatuto de la Corte Penal Internacional, ratificada apenaspor sólo 12 países de la región, que es el primer tratadoque considera crímenes graves los actos de violencia con-tra la mujer, cometidos en el marco de conflictos armadoso de ataques masivos o sistemáticos en contra de la po-blación civil.

La ley, antes como ahora, es herramienta indispensablepara iniciar la transformación de la realidad social y poreso hemos de situarla como nuestra primera línea de com-bate. Sabemos que la modernización de las leyes enbeneficio de las mujeres no garantiza su correcta inter-pretación y aplicación, pero sabemos también, que sinesta plataforma no podremos derogar las prácticas quelimitan la libertad y los derechos de la mujer.

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Subsisten prejuicios y prácticas que detienen nuestro ac-ceso a la modernidad y una de sus manifestaciones másfrecuentes es la discrimi-nación hacia las mujeres.Existen fenómenos socia-les que afectan tanto alhombre como a la mu-jer, pero si examinamosestos fenómenos decerca siempre encontra-remos que el número demujeres afectadas por lapobreza, por el desem-pleo o por la violencia,siempre es mayor que elde los hombres.

Si pensamos en la condición que tenía la mujer en el sigloXIX y la comparamos con su situación presente, podemosadvertir cuánto hemos avanzado. Pero si la comparamoscon nuestras justas aspiraciones a la libertad y a la igual-dad, también podemos advertir cuánto nos falta paraalcanzar nuestras metas.

La modernización de lasleyes en beneficio de

las mujeres no garantizasu correcta

interpretación yaplicación, pero, sin esta

plataforma, nopodremos derogar las

prácticas que limitan lalibertad y los derechos

de la mujer.

Panel 6Los Parlamentos:

un entorno desafiantepara las mujeres

Beatriz Paredes RangelPresidenta de la Cámara de Diputados, México

Este panel para las mexicanas es muy importante porqueEpsy y Sery nos plantean una frescura en el discurso. Laspolíticas mexicanas tenemos una enorme dificultad paracomunicarnos, estamos atrapadas en un patrón de solem-nidad y en el de los elogios mutuos y el de los elogios enpúblico y la descalificación en privado. Entonces paranosotras y para nuestros distinguidos amigos que nos acom-pañan un discurso directo que se concentra en los temaso en las propuestas me parece que forma parte de unalección importante. ¿Por qué nosotras estamos atrapadasen la cortesía en los discursos? Porque el verticalismomexicano hacía que caerle bien al que dirigía o al quemandaba fuese un instrumento de ascenso. Entonces tie-ne que ver con nuestra cultura política y ese hecho denuestra cultura política resultó lesivo para el debate, y nosha resultado lesivo para tocar fondo en algunos temas queson de la mayor relevancia.

Los congresos como desafío para las mujeres, en esta eta-pa de la vida de América Latina, representan un espacioextraordinariamente cohesionado por la opinión públicay por las sociedades. Me parece que quizás con excep-ción del Parlamento brasileño, que tiene mecanismos departicipación y de vinculación con la sociedad civil mu-cho más novedosos e innovadores que el resto de losparlamentos, estamos pasando por una crisis de la ima-gen de los parlamentos en toda nuestra región, y tambiénestamos pasando por una descalificación generalizada delos parlamentarios.

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Los temas de si los parlamentos están discutiendo las cues-tiones que realmente le preocupan a la sociedad o no, esun asunto que a lo largo y a lo ancho de todo el Conti-nente Americano en nuestra subregión americana ocupalos titulares. Si los parlamentarios ganan mucho o gananpoco, si asisten o no asisten, si las comisiones trabajansuficiente o insuficientemente; hay un estudio del progra-ma de Naciones Unidas derivado de una encuestarealizada en la región de América Latina y el Caribe sobrelas instituciones democráticas en el cual los parlamentosquedaron en penúltimo lugar y después de los parlamen-tos, los partidos.

Nos estamos enfrentando a un proceso de infuncionalidadante las expectativas de una ciudadanía más informada,ante poderes fácticos con mayor peso que en la etapa delas instituciones, de la formación de las instituciones denuestros regímenes de democracia representativa y deincapacidad de innovación de las instituciones de demo-cracia representativa, así como de los actoresfundamentales en estas instituciones que son los parla-mentarios.

Entonces, hay un tema que tiene que ver con la crisis delos parlamentos, y tiene que ver con la naturaleza de latoma de decisiones en esta época en la vida del mundoderivada de la globalización, y este tema vale la pena quese reflexione como el hito de las perspectivas de la demo-cracia representativa.

Me parece que uno de los problemas que tenemos lasmujeres cuando participamos es que nos dejamos enca-minar a las cuestiones sectoriales o fragmentarias, y quemuy pocas veces participamos en las cuestiones de dise-ño global, general, y que ese juego que nos sucede a todaslas mujeres es un juego del que a veces estamos cons-

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cientes y que a veces ni siquiera tenemos una noción. Poreso cuando las mujeres parlamentarias llegan a un Parla-mento generalmente en la negociación de cuálescomisiones les corresponde, pues les corresponde las demujeres, las de Equidad y Género, que está bien, pero,¿cuáles son las comisiones de mujeres? Educación, Salud,Cultura.

Hay una incapacidad de articulación oportuna para quelas parlamentarias como equipos de mujeres, indepen-dientemente de su filiación ideológica, puedan obtenerlugares estratégicos en las comisiones que tienen que vercon las políticas generales, con las políticas de carácterestratégico y no sólo con las políticas sectoriales o com-plementarias.

Las Mujeres en los Parlamentos

Primero, me parece muyimportante que las mujeresque serán parlamentarias,que aspiran a serlo, ade-más de la legitimidad, larepresentatividad del do-minio de su materia o laespontaneidad en su re-presentación genuina,tengan determinadosconocimientos de la me-cánica parlamentaria.Creo que un esfuerzo quepodemos compartir quizássea una tarea para laspróximas legisladoras a lasque les podamos auxiliarlas legisladoras actuales, es

Hay una incapacidadde articulación oportu-

na para que las parlamentarias como

equipos de mujeres,independientemente de

su filiación ideológica,obtengan lugares

estratégicos en lascomisiones que tienen

que ver con políticasgenerales, de carácterestratégico y no sólocon las sectoriales o

complementarias.

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un proceso de inmersión elemental en la dinámica parla-mentaria.

Las legisladoras que no son abogadas o que no han sidoparlamentarias se tardan mucho, igual los legisladores, peroel peso y la complejidad que padecemos las mujeres esmucho mayor en función de que como somos menos, lacompetencia por los espacios es mucho más despiadada.Y aquí quiero recoger algo que dijo Epsy Campbell: nues-tra incomprensión sobre el fenómeno del poder, elaprendizaje que tiene que vivir una mujer para compren-der el fenómeno del poder es un aprendizaje mucho másdifícil, primero, porque no tenemos una memoria genética,y nuestra memoria genética sobre el fenómeno del poderes una memoria muy autoritaria.

Pero no tenemos una praxis en la educación cotidianafamiliar y tampoco tenemos estímulos para apreciar queel triunfo de una compañera es como si fuera nuestro triun-fo, porque a veces no es nuestro triunfo, eso tiene que vertambién con una experiencia. Entonces me parece quehay un conjunto de pactos que pueden hacer las parla-mentarias cuando ingresan al Congreso.

Pactos de convivencia pacífica y de solidaridad

1. Independientemente de las diferencias ideológicas opolíticas no descalifiquemos por razones personales a unacompañera legisladora o política. No entremos en el jue-go predilecto de los varones o del amarillismo de lesionarla integridad de una persona ni con los varones ni con lasmujeres, pero las mujeres siempre somos mucho más dé-biles a ese tipo de ataques.

2. Avisarnos e informarnos de las cosas, muchas veces lasmujeres forman parte de sus fracciones parlamentarias sin

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margen de maniobra, en fin, hay que hacer un esfuerzode compartir información. Y luego ojalá pudieran fijar unaagenda común de género. En los otros temas a lo mejorpuede haber todas las diferencias partidistas que se seña-lan, pero en el género podemos llegar a acuerdos inclusocon partidos que tienen polarización en otros asuntos.Entonces hay toda una tarea de capacitación, de informa-ción, de generar redes de comunicación, de respeto mutuoentre las mujeres parlamentarias.

Pero también hay una tarea estratégica: ¿cómo aprendenlas mujeres políticas a mirar lo estratégico? Ya no hablosolamente de las mujeres parlamentarias, ¿cómo vamosen las organizaciones de mujeres en la especialización deun grupo para que discutan el tema de los energéticos? Esestratégico y es estratégico en todo el continente. ¿Cómovamos en la especialización de un grupo para que discu-tan el tema de las cuentas públicas? En fin, al tener equiposespecializados en los temas estratégicos las mujeres po-drán participar en las discusiones estratégicas.

Hay toda una transformación del quehacer político quetiene que atravesar a los parlamentos y a las mujeres queestán en los parlamentos. Nosotros tenemos algunas ex-periencias innovadoras que podrían ser mucho mejores yque yo tengo la confianza de que la próxima Legislaturaen la Cámara y la actual Legislatura en el Senado seanmejores. Una de ellas se llama El Parlamento de Mujeres,es una experiencia verdaderamente innovadora que nohemos logrado darle toda la proyección necesaria, peroha sido por nuestra incapacidad no porque la estructura,la lógica, el diseño sea equívoco.

El Parlamento de Mujeres es un encuentro que se realizaanualmente entre las mujeres legisladoras de todos lospartidos y las mujeres legisladoras de los Congresos loca-

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les, las ONGS, las académicas, las secciones partidistas demujeres, las asociaciones civiles y todo ese mujerío, comodecía López Velarde, se reúnen y plantean un debate muyintenso en el recinto del Congreso donde la representa-ción de la Sociedad Civil vuelve a plantear la actualidadde su agenda, reclama lo que han podido hacer las legis-ladoras, se hacen mesas y surge un conjunto derecomendaciones para la agenda legislativa.

El Parlamento de Mujeres ha tenido un gran contenidosimbólico, el contenido simbólico de que el majestuosorecinto de la Cámara de Diputados de San Lázaro, el día delParlamento de Mujeres toda la mesa directiva es de mujeres,todas las asistentes son mujeres y el debate tiene un niveltambién de frescura, de falta de rigidez, lo cual ayuda y sehan logrado cuestiones importantes. Pero también esto per-mite que las Comisiones de Equidad y Género se quedencon una agenda de trabajo, ese es el segundo tema de lascuestiones a innovar. Yo creo que las Comisiones de Equi-dad y Género en nuestra región y en los congresos localespueden establecer un consejo consultivo.

Las Comisiones de Equidad y Género deberían de ser unaverdadera correa de transmisión y no quedarse atrapadasen la lucha partidaria para la definición de la agenda. En-tonces pueden salir mucho más directamente a vincularsecon la ciudadanía. Finalmente, lo más trascendente, es quelas Comisiones de Equidad y Género logren tener una so-cia o un socio en cada una de las comisiones de la Cámarapara que la visión de Equidad y Género cortetransversalmente, y eso supondría hacer un seminario paraaquel socio o apara aquella socia, diputado o diputada,senador o senadora en las otras comisiones, sobre la estra-tegia de enfoque de género en la comisión de que setrate.

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Si se logra hacer un corte transversal y armar una concurren-cia de las otras comisiones la Comisión de Equidad y Génerosí servirá como el punto de apoyo, como la palanca y no seráel sitio hacia donde envían a las mujeres conflictivas paraque no contaminen al resto de las comisiones.

Entonces nosotros hemos logrado hacer espléndidos ejer-cicios, yo diría que de los últimos años hacia acá hemoslogrado acuerdos interpartidistas, hemos tenido conquis-tas legales, hemos figurado en términos parlamentarios ytuvimos una conquista histórica que fue que por primeravez en la historia de México una mujer fuera Presidentadel órgano de Gobierno del Senado de la República, lalicenciada María de los Angeles Moreno, y también logra-mos tener una presencia importante en la conducción dela Cámara de Diputados.

Sin embargo, el gran aprendizaje de nosotras, que consti-tuimos un equipo muy solidario en el mundo legislativo,es que no necesariamente cuerpo de mujer significa pen-samiento feminista y solidario. Nos parece que es muyimportante lograr que las mujeres que triunfan y que creenque triunfan porque son individualidades brillantísimas yque piensan que ellas nunca han sido discriminadas y quecreen que las mujeres que se juntan es porque están atra-sadas, hay que tener un debate con esas mujeres. Hayque evidenciarles cuáles son los elementos donde persis-te la discriminación, y hay que lograrlo respetando su estilo,su personalidad y que no necesariamente quieran ser mi-litantes de la causa feminista, que comprendan el temapara que podamos potenciarlas y ser más solidarias conellas y también para que ellas se sumen al esfuerzo portransformar la realidad social.

Yo coincido plenamente con la exposición de EpsyCampbell sobre la necesidad de vincularnos con los pro-

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blemas reales, creo que nos hace falta una agenda de lavida cotidiana donde el Congreso desde las mujeres loque debe acentuar es su capacidad de fiscalización. Si loscongresos contemporáneos se quedan en el ámbito de lalegislación y si no le incorporan al componente de fiscali-zación, la fiscalización funcional, no sólo si se gastaron unpeso más o un peso menos, sino si los programas se estánaplicando, las mujeres que son beneficiarias concretas–sobre todo las mujeres pobres de proyectos y de progra-mas que muchas veces no se realizan, que tienen unenorme problema de afectividad– no van a encontrar nin-gún espacio, ningún espejo, ninguna interlocución quelas acompañe en concretar las políticas públicas que sevinculan con sus demandas.

En ese sentido creo que podemos construir de maneraconjunta algunos indicadores y que a través de los órga-nos de fiscalización de cada congreso, Cámara deDiputados o Senado, según del país que se trate, pode-mos plantear la exigencia de que en los proyectos depresupuesto, los presupuestos se nos entreguen señalan-do el cumplimiento de esos indicadores, y metermecanismos de evaluación en función de esos indicadores,lo que nos permitiría transformar cualitativamente el pa-pel del gasto público a favor de la equidad entre losgéneros.

El punto crucial es tener el número de legisladoras quenos permita constituirnos como masa crítica, ese es el puntocrucial. Cada parlamento tiene una masa crítica distintaporque es un asunto cuantitativo y es un asunto que tieneque ver con la organización de las comisiones. Pero si haymás del 15% en un parlamento y ese 15% de mujeresfunciona coordinadamente y puede definir una agendaestratégica ese 15% se vuelve el 100 por ciento. Si hayuna estrategia convenida, si se pueden constituir en masa

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crítica, si tienen el valor civil para pelear hacia el interiorde sus bancadas en sus comisiones y en el pleno, sin duda,esta capacidad podrá reflejarse en nuevas condiciones dela vida de los parlamentos.

Por eso fue tan importante que lográramos la reforma quenos permitió establecer el sistema de cuotas en la legisla-ción electoral. En esta legislatura logramos consolidar dospolíticas de Estado en torno a las mujeres: la creación delInstituto Nacional de las Mujeres y la exigencia de la cuo-ta de cuando menos un 30% en el acceso al Congreso dela Unión. En ese sentido creo que cumplimos un propósi-to que recoge el ejemplo de quienes fueron pioneras yhace cincuenta años consiguieron el voto.

Beatriz Paredes durante su intervención. Al fondo,Epsy Cambpell.

Epsy CampbellDiputada de la Asamblea Legislativa, Costa Rica

Yo soy realmente una activista por los derechos de lasmujeres afrodescendientes, por los derechos de los pue-blos afrodescendientes, por los derechos de las mujeres ypor los derechos de los excluidos no sólo en Costa Rica,sino en América Latina y el Caribe. Yo soy de esas mujeresque piensa que no hay límites y no hay barreras, y que lasfronteras son unas cosas inventadas, si no cómo explicarque una mujer descendiente de africanos y africanas estéhoy aquí sentada frente a ustedes en un espacio compar-tido por mujeres, por grandes mujeres que están en lapolítica.

Estando en la sociedad civil pensé que ese era el lugar dedonde debiera ser mi lucha política más importante. Siem-pre pensé que la política partidaria era un poco esosespacios donde había que luchar para luchar y no le en-contraba mucho sentido. Creía que para aportar en la

Panelistas. De izq. a der. Beatriz Paredes, EpsyCampbell, Silvia Hernández (Moderadora) y SerySlhessarenko.

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sociedad en la que vivía, y en las otras sociedades deAmérica Latina, era suficiente con trabajar en esas organi-zaciones, no inventando pretextos, sino inventandopropuestas. Y durante muchos años, desde organizacio-nes juveniles, organizaciones de mujeres, redesinternacionales, hice un aporte a ese proceso de transfor-mación de la sociedad en la que vivo, y de las sociedadesen América Latina y el Caribe.

Un día nació un partido político con cuyo discurso me iden-tifiqué; fue un partido político que llegó diciéndome quehabía equidad en la participación de mujeres y hombres,que la lucha que venía impulsando por los derechos de mipueblo, de hombres y mujeres afrodescendientes tenía cabi-da ahí. Fue un partido que me dijo que el objetivofundamental era fortalecer la democracia. Me dijo que notenía que luchar para llegar a un puesto elegible y ser unadiputada de la Asamblea Legislativa. Y así entré, les creí real-mente en ese sentido, y acepté un desafío. Entré al PartidoAcción Ciudadana, un partido moderno, un partido políticoque lanzó un grito importante y un cuestionamiento impor-tante a los partidos más tradicionales de Costa Rica. Y unaforma de demostrar que no era tan tradicional, fue darme laposibilidad de participar como diputada, como invitada dela sociedad civil, y de ahí construir esa gran lucha.

Hoy en ese partido político soy jefa de la fracción. El añopasado la prensa costarricense, al igual que los ciudada-nos y ciudadanas, reconoció el esfuerzo permanente portransformar y me nombraron la mejor diputada, y yo creoque eso fue un reconocimiento a mi trabajo y a mi esfuer-zo, y no al esfuerzo personal, sino a lo que represento enesta lucha de transformación.

Efectivamente considero que los parlamentos son un en-torno desafiante para las mujeres. Yo llegué con muchas

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más expectativas y una gran fe de que las cosas podríantransformarse bastante más rápidamente de lo que he lo-grado transformarlas en el camino. Debo decir que no quieroclaudicar en la esperanza, pero que no cabe la menor dudaque muchas veces venimos a estos espacios y compartimoslas cosas más maravillosas que pasan: lo que hemos hecho,lo que hemos transformado, y a veces queremos, tal vezpor un momento, cerrar los ojos para no cuestionar esasdemocracias tan cuestionables que tenemos.

En realidad las cosas para transformar son muchísimas, yaquí me parece que este es el elemento más importantede mi aporte.

Creo que las mujeres comprometidas con las causas de lainclusión, las mujeres comprometidas con las causas de lademocracia tenemos que iniciar en ese desafío de poneren práctica una forma diferente de hacer política, y esaforma diferente de hacer política inicia por la negociacióntransparente, por poner por encima de todo los interesesde los y las ciudadanas; los intereses de las mujeres a lasque queremos representar, y muy atrás los intereses delos partidos.

Esa forma de hacer política pasa por cuestionarnos si real-mente somos absolutas representantes de los intereses detodos y todas las personas que estamos en nuestros paí-ses, y entender que como no hay forma de representaciónperfecta, pasa por ese diálogo permanente, con las dife-rentes voces de la sociedad civil, por la gente queorganizada o no organizada nos dan nuevas ideas por te-ner ese diálogo con las personas a las cuales queremosrepresentar en los parlamentos. Esa forma diferente dehacer política pasa por las alianzas, por objetivos, y conresultados explícitos, por una forma diferente de haceralianzas.

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Es necesario saber por qué se pacta, para qué se pacta, yde qué manera vamos a transitar en ese pacto, las alian-zas entre las mujeres con otros grupos políticos, porobjetivos explícitos son fundamentales, no basta con estarcon esas falsas alianzas, con aquellas que de un discursopueden decir que están a favor de los derechos de lasmujeres, y al día siguiente las vemos haciendo cosas ab-solutamente diferentes. Eso es una forma muy tradicionalde hacer política, y yo creo que en este desafío que tene-mos las mujeres en los parlamentos, lo fundamental esdemostrar que de verdad la política puede ser un lugardonde se construyen sueños, y donde se construyen paí-ses, en donde la mayoría de la gente tenga la posibilidadde un pleno disfrute de sus derechos humanos.

Me parece que en elquehacer de la política, lasmujeres debemos de tenerobjetivos bien concretosen torno al impacto en lasagendas del desarrollo ylas agendas estructuralesde nuestros países. Esigualmente importanteque en este momento nosplanteemos cómo quere-mos redefinir los paísesdonde estamos. Y no creoque podamos pensar quees a través de la pro-mulgación de decenas deleyes que vamos a lograrjusticia y pleno disfrute delos derechos de las personas.

Las mujeres tenemosque poner en práctica

en los parlamentos unaforma diferente de hacerpolítica que inicie con la

negociaciónpermanente, que pase

por el diálogo constante,las alianzas, y con

resultados explícitos. Eldesafío fundamental es

demostrar que la políticapuede ser un lugar

donde se construyensueños.

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No creo, y podemos engañarnos y creernos entre noso-tras, y decirnos que de verdad una legislación perfectaes la que soluciona los problemas de los países, y nodiscutimos de manera estructural las democracias defi-cientes que tenemos; y en las cuales no hay leyesperfectas que valgan.

La verdad es que no creo que si nos empeñamos en hacerlas mejores leyes y no nos preocupamos de verdad porhacer una reforma estructural de los sistemas de justicia,algo vayamos avanzar.

Y entonces, por supuesto que creo en ese rol de controlpolítico, como mujeres parlamentarias, que muchas ve-ces es mucho más eficiente que las cientos de leyes quepodemos hacer por ahí, yo vengo de un país que tieneaproximadamente 4 millones de habitantes, y tiene aproxi-madamente 15 mil leyes. Realmente si por leyes fuera,creo que no tendríamos mayores problemas. Costa Ricaes un país donde se ha construido una democracia en losúltimos cincuenta años, una democracia deficiente por-que es un país que tiene el 23% de personas viviendo enla pobreza. Pero hay países en América Latina que tienenel 70%, y estamos hablando de democracias que funcio-nan, pues no están funcionando esas democracias.

Así que evidentemente yo vengo a demandar y a propo-ner que un ejercicio diferente del control político en esaforma novedosa de hacer política podría ser un aportemucho más importante, que esa necesidad imperiosa quetenemos de sacar la tarea, y de que al final nos juzguen,quizá por la cantidad de leyes que propusimos, y por lacantidad de leyes que aprobamos.

Debemos de entrar entonces a los temas de las reformasfiscales estructurales donde tenemos que dar una pers-

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pectiva desde las mujeres. Tenemos que participar en eldebate abierto sobre las reformas sociales. ¿Qué paísesqueremos?, ¿cómo estamos construyendo esos países?,¿cuál es el rol que jugamos como diputadas, como legis-ladoras para construir esos países?, ¿dónde estamos viendoa nuestro país dentro de cinco, diez, quince años, y quéestamos construyendo para llegar a allá? Tenemos queparticipar directamente en el tema de la discusión, de lostratados internacionales de libre comercio, y no solamen-te en los temas sociales, sino en darle esa perspectiva dehumanidad a esos tratados, estar presentes con las orga-nizaciones de la sociedad civil; estar haciendo esa lecturadesde la perspectiva de género, y reclamar ese derecho,al menos hacer un control pormenorizado de lo que esosnegociadores están haciendo.

Yo creo que tenemos que volver a hablar del gasto social,de la pobreza, más allá de hablar de la feminización de lapobreza, de esa gran pobreza que tiene sumidos a lospaíses de América Latina y el Caribe, y tenemos que ha-blar de los sistemas de justicia que no funcionan, hacemosleyes excelentes, y cuando las mujeres que son víctimasde violencia tocan la puerta de los sistema de justicia, nohay respuesta, entonces las mujeres legisladoras tenemosque empezar a hablar sobre qué mecanismos construi-mos para hacer valer esas leyes.

Desafíos pendientesPrimero, entender que estamos en espacios de poder ysegundo entender que entonces estamos muchas vecesen lucha de poder con otras que quieren estar en esosespacios. Las mujeres somos personas, tenemos todos losdefectos y las virtudes que tienen las personas, y el poderes uno de esos temas de los cuales nos cuesta hablar y noscuesta manejarnos.

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Hacemos alianzas para llegar a espacios de poder, perocuando estamos allí, a veces nos incomoda que una com-pañera destaque más, a veces nos incomoda que uncompañero destaque más, porque finalmente la discu-sión se basa en las razones por las que la mayoría de gentequiere llegar. Entonces, evidentemente, para hablar dedemocracia, tenemos que hablar de manera transparen-te, del poder, cómo agrandar ese pastel que no espequeñito, que si tenemos una visión diferente del poder,entendemos que no es un pequeño pastel que tenemosque repartir, sino que es un pastel que entre más constru-yamos, más grande será.

El poder es algo que se construye y que crece; que no hayque pelear con la de la par, sino por hacer más grandeesos espacios donde hay más sillas. Tenemos que conver-sar sobre las democracias sin exclusión; yo me presentédiciendo que soy una líder afrodescendiente, yo me sien-to muy orgullosa de ser una mujer negra en esta lucha, deser una de esas caras diferentes, que antes no había, deser de esas mujeres que reivindican su condición en loracial, y su condición de género.

Que en cualquier lado donde yo estoy levanto la cabezamuy contenta de ser parte de un proceso de muchas otrasmujeres negras que caminaron antes que yo, y que nolograron lo que yo logré, porque ellas hicieron el cami-no; y entonces entender que cuando hablamos de esaconstrucción democrática, estamos hablando de esasmuchas personas que no están en nuestras democracias,aunque lo digamos aquí, aunque nos engañemos y trate-mos de pensar que estamos en países donde hay inclusión,estamos en países donde hay exclusión.

Un desafío de las mujeres parlamentarias es el de cons-truir para que en esas democracias quepamos realmente

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todos. Otro desafío es reconocer los inmensos vacíos queexisten en términos de la distribución de los poderes y delos recursos en nuestros países.

Sabemos que muchas veces nosotras tenemos que discu-tir con otras iguales para tener unos espacios pequeñitosdentro de los partidos políticos, porque los grandes espa-cios los tienen otros, entonces tenemos que reconocerque hay que construir y hay que construir esa lógica don-de podamos redistribuir riqueza y redistribuir poderes;cuando tenemos miedo sobre la redistribución del poder,es cuando estamos haciendo el ejercicio del poder desdela mediocridad. Las mujeres tenemos que hacer un ejer-cicio de poder diferente.

Para hacer política de la buena tenemos que tener unproyecto político de los buenos. Hay que construir unproyecto político que sea mucho más que la suma de lademanda de los grupos excluidos. No se trata de haceruna simple sumatoria de los temas de moda. Eso en rea-lidad no llega a ningún lado; esto, tal vez, puedepermitirnos que en un momento determinado tengamosmás o menos votos, pero en realidad, allí no transforma-mos.

En los últimos tiempos han surgido alternativas políticasque se llaman “partidos”, que tocan todos los temas demoda, el tema ambiental, el tema de las mujeres, los pue-blos indígenas. Todos los temas de moda y hacen unacanasta de temas de moda, que no tienen ningún proyec-to político, que no tienen ninguna definición de Estado,que no saben cuál es el rol que van a tener las institucio-nes estratégicas, que no saben hacia dónde va el proyectoeconómico, que no saben cuál es la estrategia de alianzascomo país; que no saben absolutamente nada, pero quedicen todo lo que la gente quiere escuchar.

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Evidentemente tenemos que entrar en una construcciónverdaderamente feminista de un proyecto político, don-de podamos ver a nuestras sociedades en un lugar diferentedel lugar donde estamos en este momento.

Estoy segura que podemos encontrar cada vez más alian-zas con mujeres que estén dispuestas a tomar el desafío,no pasar en la política y hacer una historia relativa ennuestros países y ser alguna vez un nicho de prensa, sinoefectivamente ser de esas gentes que profundizan los pro-cesos democráticos, ser de esas gentes que de verdadtenemos la capacidad de ver un lugar, de ver ese horizon-te, de ver aquel sueño, pues parece que ya en la políticalas personas sueñan menos, piensan más en que hay quehacer lo posible, porque lo imposible para qué, y queefectivamente, con lo posible tenemos los niveles de po-breza que tenemos, tenemos la cantidad de mujeresexcluidas que tenemos y realmente tenemos que empe-zar a soñar con lo imposible, a hacer ese proyecto políticogrande, a tener esa capacidad de alianzas con hombres

Epsy Campbell durante su exposición. A la izquierda, lamoderadora, Silvia Hernández.

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solidarios, hombres que también tengan esa capacidadde ver bastante más allá, de entender que vamos a en-contrar muchas compañeras mujeres que no tienen esosobjetivos, tienen derecho de estar en la política, por su-puesto, todo el mundo tiene derecho, pero que las alianzasverdaderas con las mujeres comprometidas tienen queser aquellas alianzas con las cuales podemos identificarun proyecto político común, un proyecto político de in-clusión y que podamos entender a América Latina comouna América Latina conjunta.

Sery SlhessarenkoSenadora de la República Federativa de Brasil

Estoy convencida de la importancia de la participación delas mujeres, de la superación de la discriminación, de lasuperación de la violencia contra las mujeres, de la con-quista de la igualdad de derechos de la mujer. Pero paratodo eso es necesario entrar en otros temas que soncruciales para la sociedad, entre ellas el aspecto judicial.

Por ejemplo, hace tres meses fui electa Senadora de Brasilpor un mandato de ocho, ya presenté dos proyectos, por loque los hombres del Senado están muy asustados. Somosmuy valientes, y sí hacemos la diferencia.

Uno de ellos se refiere a la “tasa tobin”, que determina latasa sobre el capital especulativo internacional y que has-ta hoy nadie había tenido el valor de enfrentar; el capitalinternacional productivo es bienvenido, queremos que estépresente en nuestros países, pero al especulativo lo que-remos muy distante, el capital especulativo internacionales el que nos tiene a los pueblos de América en la pobre-za, en la miseria.

Necesitamos crear un movimiento de las Américas por lalucha de la mujer, por su independencia, no su discrimi-nación. Necesitamos impulsar otros proyectos que vengana superar, incluso, la discriminación en la que se encuen-tra la mujer, porque la mujer que es discriminada hoy esla pobre, la negra, aquella que realmente no tiene condi-ciones de vida en nuestras sociedades. Por lo tanto,necesitamos superar esa discriminación, y para eso debe-

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mos tener el valor, mucho valor, ese valor que los hom-bres no han tenido a través del tiempo.

Las mujeres deberían abandonar la lógica de la competen-cia entre ellas y apoyarse mutuamente, además de salir delaislamiento y buscar el apoyo de otros grupos de mujeres.

Si un día Brasil tiene a una Ministra de Relaciones Exterio-res, las diplomáticas tendrán más oportunidad de ocuparpuestos elevados. Fue lo que sucedió en México, cuandola Embajadora Rosario Green puso en marcha un progra-ma de mejoramiento de la mujer de la diplomacia mexicana,que cambió algunas cosas muy interesantes: nombró a va-rias mujeres embajadoras y trató de identificar las causasque impedían que las mujeres –siendo mayoría en los car-gos medios e inferiores– lograran ascender.

Existe un problema de invisibilidad para las mujeres. Ne-cesitamos juntar nuestras fuerzas para que tengamos amuchas mujeres en esos puestos, para que tengamosmujeres en los cargos ejecutivos, para que tengamos mu-jeres ministras de Estado, para que tengamos mujeresdiplomáticas, para que tengamos mujeres en los tribuna-les de justicia, en los tribunales intermedios y superiores.Necesitamos unir las fuerzas de las mujeres que partici-pan en los poderes para que tengamos realmente laparidad. Necesitamos juntar las fuerzas de las mujeres quehacen la lucha sindical todos los días, que participan enlas organizaciones, en la vida cotidiana, en el campo y enla ciudad, para que consigamos realmente juntar nuestrasfuerzas como organizaciones y tengamos una nueva so-ciedad, una sociedad justa e igualitaria.

En las sociedades más avanzadas, la mujer no logró bene-ficiarse de inmediato del cambio de los paradigmas quese prometían. La misma Revolución Francesa que declara

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la soberanía de la voluntad popular, es un ejemplo. En1791 existían los ciudadanos activos con derecho a legis-lar y votar, y los ciudadanos pasivos, cuyos derechos serestringían a la protección legal de la persona, la propie-dad y la libertad. Jamás pasó por la cabeza de esos líderesrevolucionarios conceder la ciudadanía activa a las muje-res. Es increíble, pero es la historia, que ya nos muestraque la discriminación hacia la mujer siempre ha existidopor más que fuera revolucionaria. La lección de igualdadde derechos entre hombres y mujeres es relativizada, es-pecialmente en América Latina, en función de nuestrocuadro histórico, discusión social, concentración de in-greso y autoritarismo político.

Brasil, realmente no es una excepción. La mujer brasileña,a través de los tiempos enfrentó muchas luchas y tambiénmuchas discriminaciones. Tuvimos el derecho de llegar alas instituciones de enseñanza a partir de mediados de 1800,es decir, el siglo XIX, sin embargo, no era para darnos auto-nomía, sino para perpetuar la condición sumisa ycoadyuvante de la mujer, por mucho tiempo se enseñó alas jóvenes estudiantes que su único objetivo era el de serhijas obedientes, esposas fieles y madres ejemplares.

Cuando la mujer comenzó a trabajar, las leyes laboralesbrasileñas no contaban con las mujeres, a finales del sigloXIX, la política en Brasil era única y exclusivamente mascu-lina. Y aquí comenzó la búsqueda de la abolición de laesclavitud, el gran trabajo con la participación de las mu-jeres en Brasil, fue un momento extremadamente relevantey que no podemos dejar olvidado.

El comienzo del siglo XX presenció en Brasil el fortaleci-miento del movimiento feminista. Fueron las feministaslas responsables de la inserción definitiva de la cuestióndel voto femenino en los debates políticos, ahí tuvimos

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una participación destacada de Bertha Luth, que ya en1919 era una mujer que salía a las calles, una mujer quetuvo una participación decisiva en el Consejo FemeninoInternacional, de la Organización Internacional del Tra-bajo (OIT), su incansable lucha en pro de los derechos dela mujer se tradujo –entre otras realizaciones– en la fun-dación de la Federación Brasileña por el ProgresoFemenino, en 1922.

En 1928, el gobernador de Río Grande del norte de Bra-sil, resolvió, por presión de las mujeres, decretar que ellasiban a votar en esas elecciones, para lo cual los hombresvotaron en una urna y las mujeres en otra, eran de uncolor diferente; el resultado fue que los votos de las mu-jeres modificaron el resultado de los votos de los hombresy se anularon los votos de las mujeres.

Los esfuerzos de Bertha Luth culminaron en 1932, con lainstitución del voto femenino en Brasil, mediante lapromulgación del Código Electoral. Se elegiría ahí a laprimera constituyente brasileña, habiendo electo a la pri-mera mujer parlamentaria federal del país, que fue CarlotaPereira de Queiroz, por San Pablo y Bertha Luth, como laprimera suplente de Carlota Pereira, por Río de Janeiro.

De ese período en adelante, descartando a los periodosautoritarios del Poder Ejecutivo, la participación de la mujeren el poder público ha venido aumentando sensiblemen-te, en 71 años de presencia femenina en el parlamentobrasileño, la representación saltó de 0.4% a 8.8% del totalde curules en la Cámara de Diputados. En el SenadoFederal Brasileño, solamente en 1979 tuvimos a la prime-ra mujer senadora, que fue la senadora Eunice Miquiles.A pesar del atraso en relación con la Cámara de Diputa-dos, la bancada femenina en el Senado, hoy esproporcionalmente mayor que la de la Cámara de Dipu-

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tados, 10 senadoras en un universo de 81 escaños delSenado.

Además, el Senado Federal brasileño, ha pasado por trans-formaciones inéditas en su historia, no me refiero solamentea la presencia de las mujeres en el plenario y en las comi-siones, que es algo extremadamente activo, el perfil políticodel Senado brasileño, ha sufrido profundas alteraciones,pues el Senado ha incorporado a mujeres emblemáticas enla lucha por los derechos de la ciudadanía, mujeres consólida trayectoria política de izquierda, por ejemplo:Benedicta Da Silva, ex empleada doméstica, ex senadora,ex gobernadora y hoy Ministra de Estado. Negra, nacida enun cinturón de miseria de Río de Janeiro, pero plenamenteconsciente de su capacidad innata de hacer política; Mari-na Silva, Senadora, Licenciada, Ministra de Estado yautoridad mundial en la defensa del medio ambiente. Na-cida en la amazonia, en una familia de 10 hermanos yanalfabeta hasta los 16 años de edad, Marina es hoy para-digma nacional cuando se trata de defender a los excluidosy de buscar el desarrollo autosustentado de la amazonia.

En el Poder Ejecutivo, tenemos tres ministerios y una Secre-taría de Estado, encabezados por mujeres. El actual Gobiernodel estado de Río de Janeiro está en las manos de una mujer,así como el Ayuntamiento de Sao Paulo, la mayor ciudad deAmérica del Sur y la segunda en América Latina.

Otra gran realización fue la alcanzada con el nombra-miento de la Ministra Hellen Grace para componer elSupremo Tribunal Federal. Fue la primera vez en la histo-ria de Brasil en que una mujer tomó posesión en la máselevada Corte Judicial del país. Y esto representa unapresión de las mujeres organizadas en Brasil sobre el pre-sidente Lula Da Silva, quien acaba de tomar posesión yreconoce la organización de las mujeres para la próxima

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plaza de la más Alta Corte Judicial de Brasil que será enabril del próximo año. En esa ocasión también será nom-brada una mujer más para esta Suprema Corte brasileña.

Hoy en Brasil cerca del 40% de los puestos de trabajoestán ocupados por mujeres, de las nuevas plazas quesurgen cada año, 70% acaban siendo ocupadas por muje-res, las brasileñas ya son 50% del total de los médicos,46% de abogados, jueces y fiscales y más de la mitad delos arquitectos del país. Sin embargo, todavía persistennotables, serias y profundas discrepancias en la remune-ración entre hombres y mujeres.

En Brasil, el 30% de las mujeres hoy, son jefas de familia,absolutamente solas, son las mujeres de las capas popula-res, que teniendo a sus hijas, sus hijos, sus parientesenfermos, se hacen cargo de toda la familia y, por otrolado, el porcentaje de hombres que cuidan solos de susfamilias no pasa de 8 por ciento.

Para el ejercicio de la ciudadanía, el pleno de las mujeres,es necesario que tengamos dos activos en los parlamentosde nuestros países. El parlamento, espacio de diálogo ra-cional y, sin duda, desafiante para las mujeres.

Los parlamentos compuestos en su abrumadora mayoríapor hombres ricos, blancos y conservadores, son hoy ins-tigados por la presencia de mujeres jóvenes, negras, pobresy de izquierda, en un número significativo. Si por un ladoel parlamento es un medio desafiante para las mujeres,por otro lado, las mujeres representan un gran desafíotodavía mayor para los parlamentos, las casas políticas quehoy nos reciben se ven en la obligación de replantear supropio papel como institución, se ven en la obligación dereplantear su propio concepto de representatividad popular.

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Es necesario que tengamos la conciencia de que vivimosun punto de inflexión en la trayectoria política de lasmujeres. Estoy convencida de que corregir los prejuicios ylas desigualdades de género es condición necesaria paraque podamos hablar de una real experiencia democráti-ca y ciudadana. Nuestra lucha es impostergable, esnecesaria en la construcción de un mundo más justo ymás digno.

El gran proyecto queel Presidente Lulahoy tiene para Brasil,que es el llamadoproyecto “hambrecero” seguido de po-líticas de distribucióndel ingreso, mereceser discutido por to-dos los países.

Es muy importante laparticipación de loshombres, sin dudaalguna, para que lamentalidad se modi-fique y realmentesuperemos este tema de la discriminación. Las mujeresno queremos pasar de oprimidas a opresoras, en la fami-lia, en el trabajo, en la política estamos contra cualquierforma de opresión y no queremos ser más que los hom-bres ni menos, queremos ser iguales y para eso necesitamosluchar juntos hombres y mujeres, de cabeza alzada, deconciencia, realmente juntos vamos a hacer la construc-ción de la igualdad de género.

Si por un lado el parlamentoes un medio desafiante para

las mujeres, por otro lado,las mujeres representan ungran desafío todavía mayor

para los parlamentos, las casas políticas que hoy nos

reciben se ven en laobligación de replantear su

propio papel comoinstitución, se ven en la

obligación de replantear supropio concepto de

representatividad popular.

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Las mujeres no generamos la vida solas, pero sí gestamosla vida solas, y quien gesta la vida tiene el compromiso detrazar y ejecutar políticas públicas que la lleven a la pre-servación.

Clausura

Lic. Margarita García FloresSufragista Mexicana

Para agradecer al Senador Enrique Jackson Ramírez sucolaboración y la organización de este congreso, y muyespecialmente a la Senadora Lucero Saldaña por haberpuesto toda su imaginación, su creatividad y su poder deconvocatoria al reunirlas a todas ustedes y ponernos encontacto a las mexicanas con las congresistas de otrospaíses, a las cuales quiero dar gracias por su expresión desolidaridad con las mexicanas, en estos 50 años que cum-plimos del voto.

Las mexicanas y las mujeres de todos los países, siemprehemos tenido compañeros que son muy solidarios connosotras. Nosotros tuvimos a Ruiz Cortines, que recono-ció el voto de las mujeres en el año de 1953, y con ello,

Margarita García Flores, Sufragista Mexicana

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nuestra igualdad política. Quiero decirles con esto que sumérito, fue haber traído a todas, a la otra mitad, a la ciu-dadanía mexicana. Eso fue lo más importante, y desdeentonces participamos las mujeres en México en la políti-ca mexicana.

La presencia de Aracely, me recordó, a Maria LavalleUrbina, una distinguida militante mexicana, que decía ella:si no participamos, cómo se va a conocer el matiz feme-nino en las actividades públicas de la República; esa es laidea de María Lavalle Urbina.

Ahora, quiero terminar diciendo unos versos de otra mexi-cana, muy distinguida, doña Griselda Alvarez, la primeragobernadora que tuvimos en México, que decía: “Gigan-te siempre, aunque el dolor te embista; por fuera suave;muy adentro roble, pero te hacen a golpes feminista”.

Y feministas somos cada una de nosotros, porque todosqueremos participar. Quiero decirles a todas ustedes, so-bre todo a las compañeras panelistas de los demás países,que juntas somos mucho más, ese es el lema de la re-unión, de esta reunión, pero quiero decirles que juntasnos reunamos todas en un solo ideal, alrededor del idealbolivariano, todos los países de América juntos, cuidandotodos nuestros recursos.

Juntas las mujeres lo podemos lograr. Ahora bien, es muygrato, siendo las 16 horas, 15 minutos, clausurar este Se-minario Internacional de los Derechos Políticos de lasMujeres de América, celebrados los días 10 y 11 de junio,en la capital de la República Mexicana.

Muchas gracias, por su solidaridad, compañeras de otrospaíses, compañeras feministas.

Derechos Políticos de las Mujeres en América, se ter-minó de imprimir en octubre de 2004, en los talleresde Diseño 3 y/o León W. García Dávila, Valle deSan Juan del Río No. 10, Col. Vista del Valle,Naucalpan Estado de México. Se tiraron 1,000 ejem-plares en papel cultural de 45 kilogramos. Se usótipografía Avant Garden en 10 y 14 puntos.

Cuidado de la edición: María Lucero Saldaña Pérez.Formación: María Luisa Soler Aguirre.Supervición: José Antonio Olvera Sandoval.