deontologÍa pastoral

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No aprovecha la ayuda que ofrece como herramienta de poder.

Guarda la confidencialidad en el más absoluto secreto.

No usa indebidamente la información que obtiene de la confianza de las personas que acuden a él.

No hace acepción de personas por cuestiones de:*

Raza. Sexo. Cultura. Nacionalidad. Edad. Posición social. Religión.

Respeta a todas las personas.

Vela por la protección de los derechos humanos.

Tiene un gran sentido de la responsabilidad.

Su labor está marcada por la honestidad, la sinceridad para con las personas.

Es prudente en la aplicación de las técnicas y herramientas de su labor profesional.

Es sólido en la fundamentación objetiva

y profesional de sus intervenciones.

El pastor no realizará, ni contribuirá, a prácticas que atenten contra la libertad e integridad física y psíquica de las personas. La intervención directa, complicidad o la cooperación en la tortura y malos tratos, además de delito, constituye la más grave violación de la ética profesional. No participarán como investigadores, asesores o encubridores, en la práctica de la tortura, ni en otros procedimientos crueles, inhumanos o degradantes, cualesquiera que sean las personas víctimas de los mismos.

Tenemos la obligación de guardar el “secreto” de confidencia, pero también de denunciar cualquier violación de los derechos humanos (Ver carpeta sobre curso para prevención de la violencia familiar) malos tratos o condiciones de reclusión crueles, inhumanas o degradantes de que sea víctima cualquier  persona y de los que tuviéremos conocimiento en el ejercicio de nuestra labor.

El pastor deberá ser muy cauto, prudente y crítico, frente a conceptos que fácilmente degeneran en etiquetas devaluadoras y discriminatorias sobre las acciones de las personas que acuden en su ayuda.

Frente a intereses personales contrapuestos a la iglesia el pastor tratará a las personas implicadas con respeto y consideración.

Deberá reconocer los límites de su competencia y las limitaciones de sus técnicas.

No se dejará llevar por sus ideas personales ni por sus emociones y se ceñirá a la objetividad más profesional.

Buscará la interdisciplinaridad de técnicas de soporte y ayuda para el desarrollo de su labor como orientador.

No desacreditará a otros colegas o profesionales que trabajan con sus mismos o diferentes métodos y hablará con respeto de las escuelas y tipos de intervención que gozan de credibilidad científica y profesional.

Se evitará la manipulación de las personas y se buscará el logro de su desarrollo y autonomía.

No se prestará a situaciones confusas en los que su papel y función sean ambiguos o equívocos.

Se cuidará en no crear falsas expectativas que luego no sea capaz de satisfacer, para ello hará comprender a la persona que las decisiones y la correcta administración de las posibles soluciones están en sus manos, por mucho que le facilitemos las herramientas necesarias.