demóstenes - discursos completos

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Antigua edición de la traducción al castellano de los discursos del gran retórico griego Demóstenes

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  • ELOCUENCIA GRIEGA

    * DEMOSTENES Y ESQUINES

    DISCURSOS COMPLETOS

    'lfflmfl :l>on ~ijote , Jan

  • Agora de Atenas

    ELOCUENCIA GRIEGA

    *

    DEMOSTENES Y ESQUINES

    DISCURSOS COMPLETOS

    Traduccin del griego, prembulos y notas por FRANCISCO DE P. SAMARANCH y JULIO PALLI BONET

    Introduccin general por FRANCISCO DE P. SAMARANCH

    &] TOUE,llGf AGUILAR

    COLEGIO U:!/""r:"'T'J' ~ L ' "' J -~!'/To RErn:i.

    D.: J 6. r J Univ e n:;;:::J ~-:-~

    B / B 1ra11ada LI OTE

  • ADVERTENCIA SOBRE LA TRADUCCION

    Salvo Las Flllplcas y ei Discurso sobr e la. Corona., de D emstenes, y eL discurso Contra. Ctesl!onte, de Es-quines, traducidos por J ulio Pa.111 Bonet, todos los de-mlis discursos que f iguran en este volumen han sidO

    traduoidos por FRANCISCO DE P. SAMARANCH.

    DEPSITO LEGAL. V. 3410.-1969.

    AG1J"tc.AR, s. A . DE EDICIONES; -J ua.n Bra.vo, 38, Madrid (Espa.fta.), 1969.

    Prlnted In Spaln. Impreso en Espa.fta. por Editorial Guerrl, s. A. Avda.. de Ja.cinto Bena.vente, 10. Va.lencla..-1969.

    INTRODUCCION GENERAL

  • 11 ,,

    INTRODUCCION GENERAL A DEMOSTENES Y ESQUINES

    N o es t1cil comprender perfecta- mente a Demstenes, y en su tanto a Esquines, sin tener en cuenta la exacta circunstancia social e histrica de su actividad poltica. Tampoco es fcil mantener un equi-librio y una equidad, :al hablar en una misma introduccin de Dems-tenes y Esquines. Inevitablemente, el estudio concerniente al primero de los dos oradores se ha de llevar la mejor parte y la ms extensa. No solo la superior categora de Dems-tenes impone la desigualdad mate-rtal de las pginas consagradas a su estudio, sino tambin el mucho ma-yor nmero de obras suyas que se

    nos' ha conservado, en relacin con las de Esquines: cincuenta y nueve discursos del primero frente a tres del segundo.

    Los dos primeros temas que habre-mos de esbozar en esta Introduccin sern histrico-polticos. Estudiare-mos luego la vida de Demstenes, en sus dimensiones polticas. El origen de. estas ideas y sus primeras ma-nifestaciones, despus. A continua-cin estudiaremos el estilo demost-nico, y las caractersticas de sus Pleitos civiles. Seguir la biografa de Esquines, y al fin una breve his-toria de los textos de ambos ora-dores.

    l. CffiCUNSTANOIA HISTORICO-POLITICA

    l. Atenas consigue su apogeo cuando en el siglo v, con la libertad econmj.ca y el libre cambio, se im-pone en ella la democracia. Esta valo-racin de Jacques Pirenne debe, em-pero, ser entendida siempre a la luz del concepto griego de la Polis, que analizaremos ms adelante. La ide. de democracia,, .por su parte, nos explica Tucdjdes en la bella defini-cin quf:l de la misma atribuye Pericles: "El Estado democrtico de-be procurar servir al mayor nmer posible; debe procura r la igualda de todos ante la ley; hacer deriva

    la bertaci de los ciudadanos de la libertad pblica. Debe apoyar la de-bilidad y dar preeminencia al mrito. Ei equilibrio armnico entre el inte-rs del Estado y los intereses de los individuos que lo componen asegu-ra la marcha poltica, econ6m1ca, intelectual 'y .artistica de la Polis, protegiendo al Estado contra e egosmo individual y al individuo, graclas a la constitucin, contra la arbitrariedad del Estado" (Tuc., II, 35>. Y, a s vez, :Qemstenes concibe la democracia como "un contrato co-mn-en la ley o a travs de la ley-

    1 .,

  • 10 INTRODUCCION GENERAL A DEMOSTENES Y ESQUINES

    de la ciudad, de acuerdo con el cual deben vivir todos los ciudadanos" (Contra Aristogitn, I, 16).

    El objetivo que desde este momen-to se impone Atenas en su actividad internacional es, junto ia su propia subsistencia y esplendor, la defensa de los regmenes democrticos y li-bera1'es en todo el mundo helnico.

    Dejando ,a, un lado las cuestiones y luchas concretas en que se vio im-plicada Atenas por su servicio a la idea de la democracia, nos conviene esbozar paralelamente la formaicin de Macedonia, la nacin que ha de poner algn da fin a la idea p:r1c-.tica de la P-0lis.

    Macedonia comenz por ser un pas feudal, replegado sobl'e s mis-mo, que fue pasando lentamente de un rgimen seorial a un sistema de confederaciones locales. Pas predo-minantemente continental, ~olo con-sigue contacto con el mar en el si-glo VIII.

    Saltando la lenta evolucin de tres siglos, en el siglo v el feudalismo se rene bajo la autoridad de un rey. Al fundar Atenas, en 436, la colonia de Anfpolis, para abrirse un acce-so a las minas de oro del Pangeo, se establece un contacto entre Ate-nas y Macedonia, contacto que da lu~r a una rpida helenizacin de la monarqua macednica. La pol-tica se hace ahora antifeudal y se orienta claramente hacia Grecia y el mar.

    2. El .advenimiento de Filipo II al trono, en 359, significa. la final reduccin de los feudales. El Estado macednico. ha logrado una unin ms fuerte que nunca. Y, frente . a l, las. Poli;> griegas alcanzan tam~ bin un grado mximo de divisin.

    Las luchas seculares en,tre ellas, las. rivalidades ancestrales, y ahora 1as internas disensiones de partidos po-

    lticos, las han ido desgastando. Veinte mil exiliados griegos andan errantes por todo el Oriente. Den-tro de las Polis, el partido de los ricos y de los hombres de negocios se vuelve hacia Macedonia. La pro-gresiva liberalizacin econmica y los nuevos campos de comercio exi-gen un rgimen distinto de liberta-des y respetos polticos. El partido democrtico, por el contrario, repre-senta de ordinario la independencia nacional y las actitudes patriticas. Demstenes es, en Atenas, el caudi-llo de este ltimo partido. Pero su causa, aprisionada -entre frmulas ya arcaicas, estaba de antemano per-dida. '

    Demstenes, en efecto, no estaba capacitado para elevarse por enci-ma de la idea de la Polis. Se ne-cesitaba un verdadero cambio de mentalidad, de actitud espiritual. El estmulo tena que llegar de fuera.. No 1:1:r.~~.~_inteligencia, si-no de formacion. La concepcin pla-tnica de la ciudad o la r:epblica., con sus controles de las relaciones exteriores, para salvar la mentalidad ciudadana de las influencias exter-nas. es an un acto de servicio ia la Polis.

    3. Simultneamente a la evolu-cin de las Polis, empero, han ido tomando auge en Grecia los Estados territoriales. En Tesalia, Beocia, F-cide, ha desaparecido el rgimen se-or1al. Tebas se ha ido convirtiendo en un centro urbano, una especie de capital comercial y cultural. La di-fusin del derecho individualista en estas zonas; antes replegadas sobre s, ha extendido, con la pequea pro-piedad libre, la posibilidad de nego-ciar tambin con toda libertad. Con-cluye el :papel de las ciudades, islo-tes del derecho individualista de una minora, coacciruida por las necesi-

    II. EL CONCEPTO DE POLIS 11

    dades econmicas. Ahora, pasada la aquel gobierno de las clases medias mitad del siglo 'IV, el Estado terri- que tan buenos resultados haba

  • 12 INTRODUCCION GENERAL A DEMOSTENES Y ESQUINES

    modo circunstancial, sin nada nsitorio desde la obra de arte cia afuera, con una fuerza ms trpeta que 1centrfuga. La obra

    de tra ha cen es~ fe~ all qu

    en definitiva, un eguilibrio Rer-ta; ni y~ty gy~ Yl!~l~ m~& de La format ni una materia e anule el espiri u.

    2 tic tid

    ~ lar tam SUJ tad las all

    Tambin la Polis es un autn-o me!;11Q entre ~l es21rltu y_ el sen-o. Un punto medio entre la vali-z general de la ley y la particu-idad de la voluntad individual, y

    bin un punto medio entre la ecin a la natura leza y la Ii:bel'-

    de la decisin tica. Y en ella, leyes sustanciales del Estado son

    a la v.ez mximas de conciencia, e l~t todav,a no es libre, sino que prendida en la ley como en una umbre. cost y

    t.n.t mi tic de ae'n W - p

    i:_ ie~ig~da "~cufi~~i~~a au-ens1-imatta en .slJs fQrmas, sin autn- t!J.'.~!l!~CiQn~i ~snaciales, fuera las ~ue se puedan dar e n el or-

    acc1aental de las .onsecuencias, rica Rr :QrincI:Qfo. ensar, por otna parte, l"es

    1tr

    que estas culturas polticas" son fuerzas au-quicas en virtud de una ley y

    I~ a fuerza internas, es invertir los chos. El 1espritu griego se pens ltam ;1i:iv

    bin a si mismo en este sentido erso, precisamente como antte-

    1 SlS 1nn :mo

    a la intranquilidad e inseguridad atas ia su impulso poltico y co-

    1 d.e._ utopa. En realidad, la cerrazn

    l' verslattera Eolis solo si.u:~ del vn vai

    form i!!'l.t

    nolti.co Y. social e n crue se ' Estos factores son los que

    m:imiior (le ermJJlai:t .. esJ..e._ !!&to centracip, _ __le limitgi,1:!!ln, ' con

    acl con suc did

    .ge aramiento. La forma que resulta siuTda por este acto abarca el eso en que aquel queda compren-o y obra entonces en l como tro es ontneo de ; cen p fuerza.

    Esta fuerza, a su vez, opera, po-ente hablando, de ,cara al in-de La vida ciudadana. Solo de o sale afuera y al servicio de

    lticam terior reohaz la polt ica interior de la comunidad,

    cesidades alimenticias, como go soci,al y en medidas de cin defensiva. Con esto se e en Grecia un d esarrollo de pecie de poltica libre, de po-oncebida como un despliegue, etivo pero con s entido, de to-

    por ne des ah o preven produc llilla es liti.ca c sin obj das las virtudes y todos los vicios

    os. human

    3. que, sin

    Empleando una l'edundancia embargo, puede aclarar bas-

    as idea.s, diramos que fa Po-nstituye, en el orden social-

    una unidad de carcter co, tan mondica como el

    de la matemtica griega, uien la fraccin es un con-mexistente. La Polis es algg to sustancial, con una con-

    tante 1 lis co p Qlitii;,:o mondii numero para cepto

    q

    un tn ciencia colectiva propia, con un co-

    n to mutuo de sus mi,embros: el nmero de los Cl udad

    noc1m1e rior .eso es 11 , bien sea en diez mil, bien en cinco mil cuarenta, como en

    a platnica, bien en cualquier ifra. Siempre queda como te el hecho de esta 1imita-

    la utop otra c constan cin n umrica, y del desahogo de

    edentes en colonias: porque hombres no pueden formar olis-dice Aristteles-, pero

    co cien mil".

    los exc "diez una p tampo

    Que acten

    por encima de los hombres poteillcias de carcter obje-e .la historia .consista en des-tivo, qu

    arrollas reales y necesarios es, en ugares, una realidad indiscu-pero esto, en la historia de

    sera una explicacin err-te materialista: todo aconte-

    _all ntin.w..me11te Jigado_a_lQJ

    otros 1 tible; Grecia, ne amen i;:ei: est human a arece p

    o. En un hon;i.bre y un destino 1 t odo un estado, toda una ;

    xn. VIDA DE DEMOSTENES 13

    poca, sin que esto sea biografa es-tetizante. S obre todo es as en los siglos vr y v. Pericles, por ejemplo, dirige la poltica y manda la escua-dr.a. Con el siglo IV, cierto pro-greso tcnico impone una especiali-zacin discriminatoria: los oradores dirigen la poltica y los militares de profesin la realizan; estamos en una poca que se ha llamado de retrica-accin.

    4. Quando, siglo IV adelante, la .Polis va perdiendo. su fuern cohesi-

    v~~i~. el hombre griego deja de vivjr._en el orden concreto en que haba surgido su h]Jmanidad. el ni-co _en_ que. poda .haber surgido, La misma filosofa se dedica a buscar mediante el conocimiento y la in-vestigait!in emprica lo que la rea-lidad no dia ya por s misma, y deja as de ser simple superacin de la propia existencia en conciencia pen-sante.

    Con la hirviente voluntad de vida de la Polis, desaparecen tambin sus duros lmites, su esclero.sis y las ten-.siones de su poltica, concebida siem-pre como una necesaria def

  • 14 INTRODUCClON GENERAL A DEMOSTENES Y ESQUlNES

    docwnentos actualmente perdidoo. Aunque su sentido c.r~i

  • 16 INTRODUCCION GENERAL A DEMOSl'ENES Y ESQUINES

    ello y se vinculaba a ello, por voca-cin y por necesidad.

    En otro orden cultural, es mucho ms posible que le sedujeran los xi-tos de Iscrates. Tambin se dijo antiguamente que haba seguido sus lecciones (Vida de los diez oradores, vm, 1); pero tal afirmacin, cuyo origen desconocemos, fue formal-m m

    ente rechazada por Plutarco (De .. stenes, 5). En realidad, ni las ingenuas ilu-

    iones de Iscrates, ni su elocuencia s e d s b a d r l m d u

    scollstica, se acomodaban al senti-o Ilr!\ctico y W. temue:rament!l a.Ila-ionado de Demstenes. Lo ms pro-a:ble es, pues, que, sin someterse

    sus teoras, tuviera en cuenta lo e progresivo y til que en l haba. scrajes, en efecto, haba liberado

    e:ns;:mseia-a oratoria gl exceivo iento y_ em~ue del siglo v, haj;a

    a.do al gesarrollo del Qenim,mie.o.t!l na ligereza y una amplitud nuevas

    7 haba revelado los m.ltl~ os del ritmo y_ la armona del J;!e-t

    r odo. Demstenes debi, sin duda, eer sus escritos, y tomara de ellos Ieer'SU

    1 o que se acomodaba a. su gusto per-onal y a su t emperamento. Esta es s

    1 a influencia que seguramente reci-b i de Iscrates. N.o hemos, pues, de reer al pie de la letra lo que nos ice Cicern, cuando afitma-tjue t>e.:. c d

    m stenes sali de la es.cuela isocr-t ica.

    5. Apenas Demstenes adquiere onciencia de su talento, siente que c

    l 1 N c t e t q d

    a Polis y su arte especfico, la "po-tica", le atra-en vertiginosamente. arda ms natural en una democra-ia en que la palabra era omnipo-ente. Plutarco (Derr.., 5) dice que sta vocacin le vena de h aber ass-ido, cuando nio, a un pleito en ue Calstrato de Afidna se defenda e una acusacin capital. La. anc-

    dota es ciertamente simptica. Per o el proceso de Oa.listrato de Aftdna pas a la audiencia el ao 365, cuan-do Demstenes tena ya casi veinrte aos. Es probable que, en este mo-mento, sus i>lanes para el futuro hu-bieran ya comenzado ' tomar cuer-po en su interior.

    En todo caso, Oalstrato no fue, ni mucho menos, el nico ora dor a quien fuera a of.r Demstenes. Plu-ta:rco n os dice que frecuentaba la AsambJ.ea del pueblo y los tribuna-les, que se aplicaba asiduamente a recordar los discursos pronunciados ante l y que incluso intenta.iba re-hacerlos a su modo (Dem., 8).

    Esta debi ser. seguramellte la fase inicial de su formacin poltica. Jun-to con los primeros contactos con esa. oratoria, tuvo que. sentir la necesi-dad de familiarizarse con la historia de su p ais. Y se adentr. 12aciente-mente en la obra histrica g~ Tuc-di._des, en Ia gue encontr una eXJ;!O-si:cin muy_ exacta ae los UCesos mas imJ;!ortantes; un 2rofundQ,9n g:Iisis .. de las 9ausas g,.i~ los determinar;Qn ~ eI Eia6ifo e penetrar en los senti-rruenros, los caracwre Y.. los m2t!Y..!2 de acciJl, filQ~s_y_,los...Jllle-blos. En Tucidides, mejor que en parte alguna, debi llegar a ,Ye;r,: c111 era la :golitica, Y.. !ll ,.u:enilli a dis-cernir el juegQ de 12 inliereses y. las pasiones, Y. fil valor !le lM nillm.t -~inguna leccin necesitaba ms su espritu en aquel momento y nin-guna, sin duda, Je fue ms prove-chosa.

    Aunque la principal por su hondu-ra, no fue esta la nica fuente de su formacin histrica, sino que de-bi conocer tambin los escritos de J.enofonte. Teniendo tambin en cuenta que la historia de Atenas no se prenda tan solo en los libros, sino tambin en las inscripciones

    III. VIDA DE DEMOSTENES 17

    conmemorativas, y en los relatos vi-voo de los or.aidores y los ancianos. .Lo que Tucdides. sobre todo, J~se fue el mtodo adecuado para interpretarla y para deducir de .ella

    l-._~plicaciones prcticas.

    7. P.ero no em esto todo an. Lo que deba dar a sus discursos el mr-ximo valor era el heCho de que casi sjemnre estaban intensa y cuidado-same:nte prwa:rado;;. Esto debi ser tan acusado en l, que hbo incluso quienes se lo reproc]}].pan y decan

    6. Para tener xito en la tribuua que su elocuencia "ola a aceite de de la Pnix, hab,a que aiadir a este lmpara", insinuando con ello que cultivo intnso del espritu las cua- haba tenido que oasar largas vela-lidades exteriores de la elocuencia das para componer sus arengas y y la accin. Se nos dice que Dems- fscursos (Plut.: Dem., 8). Esta cr-tenes tuvo que conseguir estas cua- tica) con todo, solo hubie ra estado lidardes a fuerza de mnrobos ven- fJ.ijti'c'rta~ta Jaooriosa nrepa-cimientos, luchando penosamente r.a!!in previa hubiera mermado en contra .ciertos defectos naturales ~~.2..-~Lcalor oratorio de la ....fil2.ill!.-

    (~ut.: Dem., 6, 7, 11; Vida de Z.Os c~g!},,~i..JJJ:>~1~~ diez ar(J;dares,_ VII~, ~ 0-~4 ) . Muchos l!l!a .fi.ig.!)gyr.a de emnague artiftcia!. de estos testimonios, sm embargo, Por los mismos testimonios a que ya teidos de una exageracin a todas ' hemos aludido, no haba nada de luces ridcula, atestiguan en ver- esto. dad una Jey.enda que, poco a poco, l A Demstenes, hombre inteligente se habia . ido agrrandando. No obs- Y. preparado, no le gystaba b gblaL tante, c~~o en toda leyenda, hay ms que cuando ha.Q@: p_r.~~-d.o.Ja.

    ~ue ~l!litir que no to~o en ella es i ~E., a trata.r;_,Qrofu.u.~rntJt mv.enc10n y que existieron funda- cuanao na'6'ia "'reilexlon ado en cada mentos para. su ~reacin. . punto'~eseci'a( cuanooaoia s$e:-

    S~a lo que ~ea lo que en. realldad sa.do atentamente cada .argumen y; ~.ub1ero, Demos.tenes, . decidido a ~e: q~pia definido _ver~arios, dice que el vigor de loo ta.s imurovisaciones, empero, no lo argllID@tos se una en l a una ac- eran de ordinario m.s.!lWWm.la..fru::

    ~iQ!l...Omtoria, yehemente que dupli- ma y re~diaJ:)....en..realidad a . la.... ~aba el efectg g~ s palabra. abundancia_,d~ 1dea.s..g:J.1Ld1stingue_

  • 18 INTRODUCCION GENERAL A DEMOSTENES Y ESQUINES

    :a !fiuien ha refiexionado paciente- 9. Una vez entramos en el segun-me:_te en las cosas. do perodo de su vida, la fuentie casi

    Demstenes no era ciertamente un nica que nos va a guiar en su bio-hombre de ftil y trivial facilidad, grafa Sern los pleitos polticos y siempre dispuesto a hablar-a di- las arengas. vagar- ligeramente sobre un tema Hay que notar, en primer lugar, cualquiera. Solo ~eria hablar cuan- que su participa1:.:in cada \'eZ mls

  • ~o INTRODUCCION GENERAL A D'EMOSTENES Y ESQUINES

    :mientos oligrquicos. Y se han dado ! lida. y ms arr~batadora, incluso en varias razones "en favor de este aser- los dos discursos compuestos para to como, por ejemplo, la deferencia Diodoro. q~e en estos comienzos poli~~cos se Dejemos a un lado la querella per-muestra a Eubulo y, en general, a los sonal que el cliente de Demstenes . poderosos. Sin embargo, hay qu~ ~e- tena con Androcin: a pesar del lS:r-cir que esta deferencia, muy logica go espacio que esta ocupa en el d1s-por lo dems en un debutante, no curso-el loggraf-0 est, por encima imptica por s misma ninguna ad- de todo a las rdenes de quien lo hesin do::trinal. paga-, ' n mi to im l-

    T3:mpoco arguye e~ ~ontra de sus cito unas vews. otras exr,plcitQ.....fill!L sentimientos democraticos el. hecho domina el conjunt.o: hay un vnculo de que 'P.e~~onalmente . fuera neo. La . fatal entre la ol ti contrad1cc10n se ha visto ya dema- nece~no . . siadas v.eces .en la historia para que nanc~era del ~stado y su s1tuac1n el argumento resulte ser~o. En el fon- exterior. Demostenes sabe r.erfecta: do, todas estas valorac10nes no son m ~t ue. n materia fls a !as ~ni ms que el fruto del proceso de di- ciat1vas mas humanas .corren el nes-Versas tendencias en torno a un go de tener. en la vid: de la clud~d, hombre cuyas ideas, a pesar de los repercusiones tan horribles eomo m-siglos, no han dejado de ser objeto espe~adas. El exiceso d:e. toleranci.a o de las controversias de partidos. de r1 or en la erce cion de los im-

    puestos el em leo de ciertos e e-12. Si creemos lo que nos dice el d1en es mone arios, no so o subleva;n 1

    dis::urso Sobre la Corona (59), J?e- la conciencia moral. sino gue arru1-mstenes experiment 'la ms viva nan ila dudad en sus obras ms vi-aversin hacia las mez uindades de :vas. La cobarda ante los sacriflcis fa po i ica n enor. on ra n - pecuniarios no es ms que el snto-drocin, el Contra Leptino Y -el C

  • 22 INTRODUCCION GENERAL A DEMOSTBNES Y ESQUINES

    con la posibilidad o bien de arruinar a sus enemigos personales, o de des-ahogar y saciar sus instintos tir-nicos en el conjunto de sus compa-triotas.

    Androcin, a. quien al parecer ha-ba que reprochar algunas malver-saciones de fondos, no dej perder la o~in. El resulta:do ms evidente de tales prcticas no poda ser otro que la discordia interior, la huida o la ocultacin de capitales; en una palabra, en caso ide peligro exterior, la debilitacin material a la vez que moral de 1a ciudad.

    14. Otra medida, de inspiracin igualmente demaggica y tan enga-osa como la primera en sus efectos, era la supresin de las inmunidades y privHegios-caso de la ley de Lep-tino-. Tambin en este caso la ley parece dar una satisfaodn a la jus-ticia y a la equidad. Pero el orador, hablando aqu en su propio nombre, demuestra sin dificultad todo el da-o que en la realidad causa al Es-tado esta medida. La ar.gumentacin de Demstenes no solo es hbil, sino que se basa en una verdad de primer orden, indiscutible, si se tiene en cuenta el rgimen fiscal de Atenas y su concepcin ntima: los ricos, poco numerosos, por lo dems, no son ms que depositarios de la for-tuna pblica. En caso de conficto exterior, en efecto, su fortuna se de-be por entero a la ciudad (Contra Leptino, 18-23) . Es, despus de todo, una consecuencia lgica de la esen-cial concepcin de la Polis. Tendrin que llegar el helenismo y Filipo de Macedonia para que se extienda la idea de considerar la propiedad pri-vada en su autonoma y de buscar de lleno

  • 24 INTRODUCCION GENERAL A DEMOSTEN.ES Y ESQUINES

    el orador ampla de repente los ho-rizontes de una asamblea demasiado preocupada por las mezquinas luchas intestinas.

    A continuacin quedan afectadas, segn el orador, otras tres ciudades que, en los aos que van a seguir, van a ser los tres puntos neurlgicos del mundo griego. Son estas Corinto, Ta-sos y Bizancio (nms. 52 sgs., 58 sgs. y 60 sgs., respectivamente). Los 'he-chos a que aqu se hace alusin son ya muy lejanos y, si bien no ofrecen a los oyentes un inters inmediato, se hallan en eambio cargados de sig-nificado. Las miradas de Demstenes se hallan, en efecto, fijas y obstina-das en esa Tracia que Filipo ha co-menzado a despedazar . y en esos Es-trechos en que se encuentra-como bien lo demostr la guerra del Pe-loponeso: recurdese Egosptamos, en agosto del 405-404--el punto vital del Estado ateniense.

    17. Es verdad que, en estos mo-mentos, Corinto haba ya renuncia-do a inmiscuirse en los asuntos del mundo griego. Aspiraba simplemente a disfrutar sin trmino Jas ventajas de la neutraUdad, ocupada en reicu-p.erar sus mercados exteriores en la costa del Adritico y en Sicilia. En realidad no era amiga de su vecina tica, pero no lo manifestaba con acto ninguno positivo. Atenas no de-ba desinteresarse de ella; Corinto era la ciudad del Istmo, la del paso a Peloponeso por tierra: por all ha-ban pasado los atenienses y los te-banos, en diversas ocasiones; era in-cluso conveniente que se realizase cierta inspeccin y se mantuviese cierta vigilancia sobre la regin.

    Mayor atencin an requera Ta-sos. Tasos no -era solamente para De-mstenes una :excelente base naval y una escala accesible en todas las estaciones a los convoyes de trigo

    procedentes del mar Negro. La isla t~na tambin la misin poltica de eJercer un control indispensable so-bre el continente cercano. Tanto ms cuanto que FiUpo haba ya atacado a los colonos de tierra firme, haba destruido una de sus -ciudades y le-vantado en su lugar Ia de Filipos (Diodoro, XVII, 8, 6). Hablar de Ta-sas era, pues, reavivar penosos re-cuerdos.

    Y hablar, en fin, de Bizancio era insistir nuevamente en la ruta del trigo. Todas las defecciones turbu-lentas de esta ciudad haban tenido para Atenas consecuencias catastr-ficas. Igual que Corinto, donde Fil-po establecer 1el centro de su Liga o Confederacin de Estados helni-cos; igual que T.asos, que no dejar el rey por mucho tiempo en poder de 1a marina ateniense, Bizancio se-m, ms pronto o ms tarde, uno de los objetivos del rey de Maicedonia, el enemigo que Demstenes ve en-grandecerse en demasa y demasiado aprisa por el Norte.

    18. Demstenes, claro est, no po-sea ningn don profttco. Le guia-ban simplemente la lgica de las cosas y un estudio profundo de las condiciones vitales, econmies y te-rritoriales, de que dependa la super-vivencia de Atenas como Polis. Rara l, el e11emigo ms temi'ble, como sl comprendiera el cansancio que ador-meca ya a las Polis griegas, sin ad-vertir al mismo tiempo que su Ate-nas comparta (8.quella fatiga secular y aquella inadaptacin al medio, no eran ya Esparta o Tebas, sino aquel pequeo soberano del Norte, que se mezclaba ms y ms en los asuntos griegos. Filipo, nos dice -explcita-mente el Co,ntra Leptino citando su nombre, emplea una astucia demo-nfaca para corromper las ciudad.es que quiere conquistar. Demstenes

    III. VIDA DE DEMOSTENES 25

    posee muy buena informacin sobre 1 20. No eran todo ideas. Demste-sus mtodos de penetracin y de con- , nes pensaba tambin en la accin quista, ha meditado hondamente so- y en los medios de obrar. Sabe que bre ellos. Atenas lleva adems dos la fuerza de su patria se ha basado aos de guerra con l. Anfpolis, siempre en la marina. Sin embargo, Pidna y Potldea han cado en ma- poseer una marina no lo es todo; es nos del macedonio. preciso que la flota en cuestin sirva

    Demstenes se siente inquieto, y ri~almente para algo. El pasaje 12-16 lo d~::e, con moderacin, pero tam- del Cantra An.ci:roci6n es un elogio bin con toda claridad. A los que cuidadosamente preparado de la voluntariamente cierran los ojos y misma. Enumera las ocasiones en que se niegan a obrar en consecuencia, la marina ha sido la salvar.:in de la les seala las maniobras subterr- ciudad. Y tambin aquellas otras neas del monarca macedonio, lamen- ocasiones en que la falta de una flota tando .que la Polis manifieste en la o la deficiencia de la misma la ha cuestin aquena ms negligencia y puesto en las situaciones ms cr-descuido que un rey brbaro. ticas y graves. Si insiste tenazmente

    en estos errores es, sin duda, para 19. Sea cual sea la razn que mo- que la acusacin que presenta su

    tive su posterior silencio en la tribu- cliente parezca ms fundada, pero na de la Pnix, en la lectura del Con- tambin porque lo que para otros tra Leptino vemos cmo el orador seria una negligencia excusable, re-no perda de vista al futuro enemigo viste a sus ojos una graviedad cri-de la Repblica. El silencio se puede minal. in1::iuso e:imlicar como medida cir- Por lo dems, todo lo que se refie-cunstanciaimente impuesta por la re a preparativos blicos le parece enorme ceguera de la opinin. popu- sagrado. Aprueba pienamente que, en lar-verdadero tirano y dictador de lo que respecta a las trierarquas, no

    l~ democracias como Ja aten~ense-, se admita ninguna exencin. En s1 tenemos oen cuenta que Isocrates, cambio cuando se trata de los es-en su discurso Sobre la P~ (22), pectc~los dramticos. .que valor apenas establ~~e y ve diferencia al- 1 tiene un olacer de algunas hor~-. gu'!la entre. F1llJ?O y Kersobleptes, a 1 aun de algunos das, cuando va qmenes estrma igualmente poco pe- en ello la salvac1on del Esta'lo'r ligrosos para Atenas. Es un magn- ccfr. Contra Lp'Tino, 23 . fico ttu~o a favor de la clariyidencia Psicolgicamente, la indicacin es de Demstenes, el que, en medio de preciosa: en el orador del ao 355-354 un ambiente tan poco avisado, su- vemos apuntar ya el hombre ma-Piera desc~brir con tanta seguridad duro, que considerar su mayor vic-dnde se .hallaba realmente el que j toria poltica el haber consegmdo deba consumar la crisis de las Po- ue el fondo destinado a los es ec-lis. 1 taculos o "teoricon" se i Tnga.se esto en cuenta a favor

    1

    financiar la guerra, eosa que efecti-suyo, ya que no podemos suscribir vamente consigue en 339. por otra parte su ceguera, inevitable por, lo dems,. en cuanto a la necesi- 21. Demstenes no puede pactar dad del cambio que aportaba la mo- ~ con una conducta de renunia y pa-narqua helenstica. : sividad, aun en los momentos en que

  • 26 INTRODt'CCION GENEl\AL A DEMOSTENES Y ESQUINES

    su actitud en la tribuna de la Pnix resulta ms vacilante o menos de-finida : cuando la arenga Sobre las Simorias. No hay en l nada del maestro Iscrates, que acababa de componer por aquel entonces su dis-curso Sobre la paz con ideas tan dis-tintas. La actitud demostnica es ms pura, ms estricta y rgidamen-te ateniense. Iscrates, en su opscu-lo, en su panfleto casi, dedica a todos los pueblos griegos censuras sa-biamente equilibradas. Influenciado acaso por una especie de cosmopo-litismo :de su auditorio, en que los diviersos nacionalismos deban con-frontar sus argumentos, no ve otra salvacin fuera de la paz a toda cos-ta. "Todas las ciudades tienen su parte en la responsabilidad de los conflictos peridicos que desgarran a Gre:::ia." Lo que l abomina por encima de todo e dar ejemplo de pacifis -mo, renunciando en el futuro al em-pleo de la fuerza en sus relaciones con los otros pueblos griegos.

    Demstenes, como se hace eviden-t e desde sus primeras actuaciones en la poltica, llmense pleitos polticos o arengas, no comparte estas ilusio-nes cndidas, ni estas opiniones des-encantadas. Si habla de Tebas con una cierta indulgencia, es sencilla-mente porque comprende que el pe-ligro_ no est ya-en las fronteras te-rrestres del Atica; ms joven que ellos-sus contricantes polticos-, no ha sido testigo del hundimiento con que acab la guerra del P.eloponeso, y si la guerra social acaba de des-truir la segunda con:l'ederacin ma-ritima, puede considerar como un simple accidente de crecimiento lo

    que para los dems es una seal de decriepitud. Para J enofonte, como pa-ra Iscrates, salvaguardar la paz, favore cer el renacimiento econmico del pas, son las nicas metas a que Atenas es an capaz de aspirar. Esta es tambin la opinin de Eubulo y de la burguesa :::moda que detenta el poder. Demstenes, en pleno en- ' tusiasmo de juventud, no quiere po- 1 ner su mirada ms que en el mag-nfico proceso de restauracin ope-rado por la ciudad del 366 al 357. Tendencia muy comprensible en este 1 solitario que cree haber aprendido en Tucidides, hasta en la descripcin de los desastres, el secreto de los ripidos resurgimientos. '

    22. As, pues, ya antes. de a.:::er-carse a la tribuna de la Pnix, De-mstenes posee un fondo de ideas polticas claras y, sobre todo, un cmulo de -dispooiciones psicolgicas firmes que expUcan y preparan la totalidad de su accin futura. Su atenta observacin tiene en cuenta todos los puntos del mundo griego en que van a debatirse los intereses vitales de la ciudad. En especial, no pier:de de vista a Filipo, cuyos avan-ces territoriales son mls y n.s in-quietantes. Las costas de Macedonia, la Tracia, los Estrechos, el Ponto: estos son los puntos clave para la subsistencia de la Polis ateniense. A-l!IL.RYfiltlQ __ '-q~n otros inte..u..trID adormecer_ en _Jlp.encia. de que no se desviaran con ningn pretexto a gastos del ejrcito o de la flota los ' fondos destinados originariamente a las diversiones del oueblo. Esta acti-tud lo convirti e enemigo acrri-J mo de los polticos que no se resig-\ naban a que Atenas renunciara a1 toda hegemona en Greicia. 1

  • 28 INTRODUCCION GENERAL A DEMOSTENES Y ESQUINES

    Demstenes se encontraba entre estos ltimos. Para l, Atena,s, que segua siendo an, en lo ma,te.-ial al menos, la mayor potencia ~artima de Grecia, no solo deba defender enrg"icamente los intereses de su co-mercio, sino tambin oponerse a to-das las .ambicionas que amenazaban su .continuidad cQJffio Polis.

    24. Condicin indispensable para poder hacer frente a tal poltica era la posesin de un ejrcito verdade-ramente nacional, si no muy nume-roso, s al menos slido, bien equi-pado, bien pag.ado y siempr.e a pun-to; y tambin se necesitaba . una, flota bien conservada, en plena for-ma. Estos son los puntos en que par>ticularmente fallaba la poltica ateniense.

    La Repblica, en efecto, se- haba habituado, mucho ms de lo conve-nient.e, a las tropas mercenarias, soldados errantes, de d iversos y ml-tiples paises, g>entes "desarraigadas" que se alquilaban, sin ningn prin-cipio, al que mejor les pagaba. Mien-tras tanto, los ciudadanos vivan c-modos. Incluso procuraban no tener que pagar nada a estos suplentes suyos en los quehaceres militares. Se dejaba a sus jefes '81 cuidado de pro-veer a . sus pagas y cuidar de su ali-mentacin. Esto se haica entonces mediante contribuciones que se im-ponan arbitrariamente a los alia-dos-con las consecuencias de abu-sos y descontentos-, y tambin por medio de saqueos injustos y actos de verdadera piratera. Confiadas a estas autnticas hordas de foragidos, las operaciones militares escapaban con mucha frecuencta, por no dei:!ir siempre, al control y direccin del pueblo. Cuando las cosas iban mal, que era lo ordinario, con acusar a los estrategas y conden arlos todo

    quedaba . resuelto. De esta manera. los grande.s talentos militares vaga..: ban por turno fuera de su patria,. en el exilio, de un pas en .otro, in-cluso ofreciendo sus servicios a los; enemigos de Atenas. Todo aquello era. realmente absurdo, decadente, pre-cario.

    25. Es mrito de Demstnes ha-ber dirigido :primariamente sus vigo-rosos . ataques contra este vicio. La parte esendaI del discurso Sobre las Simo.rias es la exposicin de un plan de organizacin militar y fiscal. deSt.fiado a poner remedio eficaz a la situacin. El p lan que estrctura De-msten es queda encuadrado en vi-siones .de poltica general que deno-tan una inteligencia clai:a y defini~ da de la _ situacin interior de l. Repblica, de Grecia, y de las rela-ciones 1con el rey de Persla. En el discurso, una firme voluntad de ac-cin se .asocia a una notable mode-racin.

    El mismo espritu encontramos en el discurso En favor de los megalo"' politanos. D~spus de un anlisis exacto de los intereses que mueven a las potencias riv:ales del Pelopo-neso, traza Demstenes con , discer-nimiento seguro el camino que debe seguir Atenas. Esos son los pasos que, sin vacilacin, sigue la 1 Filpica.

    Tal vez no ocurra lo . mismo en la-areng;a En pro de la libertad de los r.odios: los datos del problema, en efe1:!to, no aparecen aqu estudiados con tanta libertad de espritu; cabe perfectamente hacerse aqu la pre-gunta de si Demstenes ha compla-c-do demasiado aqu a un partido concveto o a los intereses de alguna potencia extranjera. . En cambio, la arenga Sobre la oir-g.anizacin financiera nos la presen -ta en el ao 350-

  • :10 INTRODUCCION GENERAL A DEMOSTENES Y ESQUINES

    Sin embargo, inesperadamente, en 1 con los odios polticos que preten-3~9_, llega a Atenas la notic~a de que da~ ~esbaratar sus planes. ' F,ilipo aca_ba de atacar a O~mto. ~a- Midias, ateniense, rico, insolente, era. d?s a~os que esta veleidosa cm- dominador, se haba encontrado in-dad, m~meta por la.s conquistas del directamente mezclado en el proceso rey mavedonio, ~ab1a pactado nue- de Demstenes contra sus tutores. vamente una. allanza con Aten~. A cal!sa de una intervencin grosera, Llegan embaJadores de Olinto p1- Demosten es lo hizo condenar a una diendo ayud~ eficaz a. Atenas. l.~u multa (Contra Midias, 81). Midias hacer? Haib1a que deJar que _ri_hpo encontr la forma de no pagar di-se apoderar.a de toda la ~aJc1d~ca? cha multa; pero su resentimiento se Se precisaba un e~fu~rzo inmediato convirti en clera ms tarde, cuan-Y vigoroso. Las Zintiacas mue~~r~n do los asuntos polticos. del 349-348 con qu con~ccion y ardor patnot1co enfrentaron a los dos hombres en -el int~nt Demostenes vencer todas las terreno de la poltica. vacilaciones. . . . . MJ.:dias y sus amigos, en efecto,

    Esta serie de tres discursos, dm- querian que Atenas apoyara al tira-gi~os al pueblo en forma de arengas, no de Eubea, Plutarco, cosa que i~1on, y sa. Midias, empero, quiso vengarse tamb1en su actividad. prod1g10sa, su de ello. y aprovech la ocasin que valor, su fue.rza ~e vo~untad, son dio lugar al pleito de que hablaimos. puestos en evidencia. Y Junto a ello Demstenes aca:baba de hacerse se analizan crudamente los ms gra- cargo voluntariamente de una core-ves defectos de 111: en rea:lidad de- gua. Midias, despechado, hizo todo cade?te democra~ia atemense: su lo posible para que el coro de De-abulill; Y su P!ttia. Nunca l~ elo- mstenes firacasara en el concurso cl!enc1a de Demostenes se hab1a ma- dramtico: el xito, en efecto, le hu-mfestado antes de ah:or~ en todo biera valido una nueva oleada de s~ esplendor. Y las Olmtuzcas con- favor popular. Segn Demstenes tribuyeron sin duda alguna. al esfuer- (imd., 13 sgs.), la conducta de Midias zo que hizo el pueblo ateniense para fue realmente odiosa: amenazas vio-.salvar a Olinto. El esfuerzo, ~in em- Iencirus, intentos de corrupcin del bargo, fue insuficiente, y se vio frus- jurado. Tan exasperados estaban los t~ado en parte por las ci~cunstan- nimos, que Midias lleg incluso a cias .. _La ciudad sucumbio PC?r la abofetear a Demstenes en pJeno traic1on de algunos die sus nusmos teatro. El escndalo fue notable. ciudadanos. En la asamblea que regularmente

    se t ena despus de la fiesta, el pue-28. Es por este mismo tiempo blo, atendiendo a una peticin . de

    cu'

  • 32 INTRODUCCION GENERAL A DEMOSTJi:NES Y ESQUINES

    da uno y el statu quo territorial del momento de jurar la paz. Tres aos ms tarde, en el pro-ceso de la Embajada, Demstenes

    a firm que l, personalmente, haba comprendido sus intrigas, que haba loohado contra ellas tenazmente y que haba refutado ya todos sus ale-ga tos engaosos. Es posible que su clarividencia le hubiera hecho des-confiar antes que a otros, y que por ello intentara, cuando Fcide caa, abrir los ojos del pueblo acerca de los verdaderos designios de Filipo. Pero, sin duda, esta misma clarivi-dencia le hizo comprender con toda 1certeza que, por el momento, no se poda intentar nada realmente til; y es muy probable quEl, paralizado por esta conviccin, estuviera lejos de desempear , el papel activo que se atribuy un tiempo despus bajo la influencia de sentimientos nuevos, cuando vio la posibilidad de reem-prender la lucha suspendida .

    Era, pues, preciso, uDgente, que Atenas detuviera lo ms pronto po-sible los progresos y avances de Fi-lipo mediante el intercambio de ju-ramentos. Este fue el objeto de una seg~a embajada al rey de Mace-doma. Igual que e~ la primera, figu-raban en ella Esqmnes y Demstenes. Filipp, ocupado en sus operaciones blicas en Tracia, la hizo esperar mucho tiempo en Pela. En -este inter-valo, venci definitivamente a Quer-sobleptes, someti Tracia, y tom algunas plazas en. su litoral. De re-greso a Pela, presta juramento. En tonces, atados de manos los atenien-ses, obti-ene la Capitulacin de Faleco, jefe del ejrcito focidio, cruza las Termpilas, hace decretar a los an-fictiones la destruccin de las ciu-dades de Fcide y la dispersin de sus habitantes, y somete nuevamente a Tebas a los beocios disidentes, a 31. El discurso Sobre za paz pare-fin de ganarse esa ciudad a su causa. Todo esto fue para Atenas un golpe ce, , en efecto, dar testimonio de esta tan imprevisto conio sensible. En un actitud, poco despus de estos acon-abrir y cerrar de ojos, el rey mace- t ecimientos. Filipo, para sancionar donio se h allaba en el corazn de sus victorias en Grecia, quiso, antes Grecia, era dueo de la anfictiona de regresar a Macedonia, que se le dlfica, y firmaba alianza con Te- admitiera oficialmente en la Anfic.., bas, el rival ms odiado .en aquel tiona de Delfos. Lgicamente, exigi momento. La Repblica haba sido el reconocimiento. de Atenas, que era engaada, y no poda hacer nada. uno de los miembros que la forma-

    Los xitos de Filipo se haban de- ban . . Patriotas exaltadoo aconseja-bido a su innegable superioridad mi- ban al pueblo que se .-opusiera a ello. litar, a su actividad, y a las lamen- Demstenes reconoci lo intil :i:ue tables divisiones internas de los grie- era hacer oposicin un hecho con-gos, esas desconfianzas mutuas que sumado: y convenci a los atenien-el peligro comn no haba podido ses en una arenga llena de .sabi-subsanar. Las vanas ilusiones de Ate- dura y prudencia. nas haban sido alimentadas a su - Con este acto acaba el segundo pe-vez, por polticos como Filcr'ates y rodo de la vida de Demstenes y Esquines, seducidos tal vez por las Comienza el tercero, el ~e la ascen-promesas

  • 34 JNTRODUCCION GENERAL A DEMOSIENF.S Y ESQUINES

    van en bellas pa. labras el sueo ab- , de FHipo. En el 343 se .t i-ene, por fin, surdo de la reconciliacin y contri- la vista de la causa. En este z:eso-buan con ello a adormecer las des- nante proceso, pronuncia Demoste-confianzas haciendo creer en la nes su formidable discurso Sobre Zas posibilidad de un arbitraje quim- ! p1:evaric~iones de la embaja,c];a, do~rico y utpico, ejercido precisamente de se aph.c_a, ~on ~a fuerza de .. a1-por quien aspiraba a conquistarlo y gument~c1qn impresionante, a es ... la-someterlo todo a su nico cetr.o. recer -ciertos tratos oscur?s entre

    1 Esquines y Filipo por med1.o de los

    34. Entre tanta dificultad y opo- suces~ que se sig.uieron de ellos .. sicin Demstenes despleg una ac- Los Jueces atenienses. no se deJa-tivi'Clad infatigable y sorprendente. r.on entonces conv~cer en su tota-Fue en esta poca cuando ms cia ra- lidad ; y no se podr1a afirmar cate-mente se dieron a cono::er los gran- gricamente que su veredicto ~uera des rasgos de su ca11cter, los que injusto. Es posible que el fin pn:ma-ms le honran. rio que Demstenes pretendiera con-

    Un ao o dos despus de la paz, seguir con su acusacin fuera el de lo vemos de embajador en el Peilo- descargarse de toda resp~ns~bilidad poneso, en una autntica gira de pro- en un tratado en que babia mterve-paganda poltica, destinada a con- nido ms 4e lo .q:iie en aquel m?-trarrestar all la propaganda de mento quer1a a'Clm1tir, y que se ve1a Filipo entre los mesenios y los ar- obligado a repudia~ en vista de que cadios. Vuelve despus a Aten as y no b abia servido mas que para encu-pronuncia all, en 344, su JI Filpica: brlr empresas claramente hostiles en ella saca a la luz del da, aducien- por parte de Filipo. do pruebas irrefutables a su favor, las intrigas de Filipo y la ceguera 35. La situacin sigue agravndo-de los peloponesios, poniendo aJ pu:'3- se rpidamente. Despus de una ten-blo en guardia contra los que que- tativa vana contra la Acarnania, que ran h acerle creer an en sus inten- una embajada enviada a peticin de clones pacficas. ~emstenes haba conseguido frus-

    Sus amigos y compaeros de poli- trar, Filipo in terviene en 341 en el tica unan a los suyos sus esfuerzos. I Quersoneso tracio, punto que los ate-Asi, Hegesipo, en su discurso Sobre nienses queran r

  • INTRODUCCION GENERAL 11 DEMOSfDIES Y ES:
  • 38 INT!lODUCCION GENERAI. A DEMOS'IENES Y ESQUINES

    testa, sin embargo, contra lo sucedi- 1 conclusin de que Demstenes era do .en un sublime movimiento ora- evidentemente inocente del delito 1:iorio, que presenta esta misma de- que se le imputaba. rrota c-omo una victoria del honor n aicional.

    El tribunal popular hizo justicia a Demstenes, absolviendo a ctesi-fonte. Esquines, que no obtuvo ni tan siquiera una quinta parte de los votos a su fav-0r, tuvo que abando-nar Atenas, tanto para no tener que pagar una pesada multa, como para esquivar la humillacin de verse en adelante separado de los asuntos p-blicos y la poltica.

    40. Despus de este xito clamo-roso, se hace nuevamente el silencio en torno a Demstenes, oor un u-pado de seis aos. Su nombre no re-aparece hasta el 324, y de la manera ms. dolorosa por cierto, ya que las circunstancias lo hacen victima de una condena judicial. Pese a todos los esfuerzos de la crtica moderna por aclarar estos hechos, el proceso contra Demstenes queda an en~ vuelto en 1a oscuridad.

    Plutarco (Demstenes, 25), nos ha dejad de l un relato que parece tomado, en su mayor parte, a Teo-pompo, recogiendo as, sin ninguna desconfianza, las afirmaciones de un historiador malvolo. Otras informa-ciones, en las que hay que andar con mayor precaucin an, pueden encontrarse en los discursos Cantra Demstenes y C

  • 40 INTRODUCCION GENERAL A DEMOSTENF.S Y ESQUINES

    to: la esperanza de recuperar la in-dependencia renaci en pocos das en todos los espritus. '

    Atenas, fiel a la idea y al mtodo que Demstenes le haba inculcado, envi de ciudad en ciudad legacio-nes encargadas de provocar una coalicin antimacednica (Diodoro, XVIII, 10). Demstenes, aprovechan-do la ocasin, se uni espontnea-mente a ellos; su elocuencia infla-mada pudo ms que los argumentos que los oradores de Macedonia o fi-lomacednicos oponan a la llama-da de los atenienses.

    'Estos, por su parte, se dieron cuen-ta de' que tenan necesidad d l. A propuesta de su sobrino Demon, lo llamaron de nuevo y, para me~ jor sellar la reconciliacin, lo envia-ron a buscar a Egina con una tri.: rreme que lo llev al .Pireo. Desde aqu hizo su entrada triunfal en la ciudad, en medio de las aclamacio-nes del pueblo (Plutarco: Demste-nes, 27). De esta manera, quedaba evidentemente desautorizado el ve-redicto que lo haba .condenado. En cuanto a la multa pendiente, los ate-nienses, queriendo darle el medio de pagarla, le asignaron, con destino a un sacrificio en :honor de Zeus Sal-vador, los cincuenta talentos que l deba al Estado.

    dores del partido antimacednico. H:iprides fue hecho prisionero y muri torturado. Demstenes pudo esca;par. Perseguido 1por los satlites de Antipater, fue alcanzado en la pequea isla, de Calauria. En vano intent refugiarse en el templo de Poseidn. Amenazado por el jefe de la tropa, el actor Arqufa.s, &e envene-n para evitar una muerte ms cruel. Era a fines del ao 322.

    44. Este fue el fin del hombre que, con su elocuencia. y su energa mo-' ral, estuvo a punto de detener las ambicionies de la potencia niaced-hia. Sin . pretender qu.e todo, en. su vida y en su conducta, haya sido irreprochable, es justo rendir hom~naje a sus elevadas cualidades.

    Sin embargo, Grecia se mostr fa-talmente incapaz ya de toda unin y esfuerzo . sostenido, lo nico que poda salvarla. La llamada guerra Lathiaca, despus de haber comen-zado con algunos xitos, acab, en el verano de.J 322, con la disolucin del ejrcito griego y la sucesiva su-misin de los Estados coaligados. El macedonio AnPipater, vencedor, . no se cont-ent con poner una guarru-cin en Muniqula y con modificar la constitucin de Atenas, sino que exi-gi la entrega inmediata de los ora-'

    Ambicioso y apasionado por na-t uraleza, aspir muy pronto a . des-empear un papel relevante en la poltica de su pais. Una vez metido en la lucha de partidds, hizo a sus adversarios una lucha encarnizada, sfo cuartel y sin escrpulos-los es-crpulos eran una categora moral ajena a la poltica griega- . Ni en sus acusaciones y ataques, ni tam-poco en sus

  • 42 INTRODUCCION GENE'.Rl\L A DEMOSTENES Y ESQUINES

    continuidad y la tenacidad no llegan a ser nunca en l una obstinacin obtusa. una. vez ha escalad~ los es-caos superiores de la polit1ca ate-nie?LSe sab.e p}egarse a las circuns-tan~1as: mngun poltico puede . re-sistirse a los hechos; si no quie compr~meter los xitos de su carr~'.: 11 polltica, Y el ejercicio del poder impone a menudo el compromiso Y aun a veces la renuncia. '

    butante del ao 355 tiene ya una madurez poltica sorprendente. . ~sto es lo que hemos tenido oca-

    s10n de analizar en el captulo de-dicado a su biografa.

    3. T.a;mbin e~a ya completa su formac10n oratona, fruto igualmen-te de una prel?aracin prolongada y continua. Hab1a estado cuaitro aos enteros bajo la direccin y las oren-

    t~ciones de un maestro de elocuen-c1a. que era a la vez un terico muy sut~l Y un experto en la prctica ora-tona: Iseo.

    Aprendi a fondo el conjunto de las normas Y costumb.re.s deI arte forense Y retrica contemporneas ~ durante ~iB?J aos ha estado ejer..: citando a diario e~tas lecciones: pri-mero, en sus propios pleitos sobre la tutora, en qu_e tan exacta y clara-mente se manifiesta la intluencia del maestro; . Y lueg-0, en los innumera-bles pleitos que escribi como log-grafo. .

    Todo ello ha hecho que se gana-ra, al fin, una buena fama en este orden profesional. Demstenes llega con ello a jefe de escuela desde la q!-le puede influir en numrosos dis-c1pulos.

    2. Demstenes ha elaborado sus ideas polticas en el silencio y la meditacin. Su formacin se ha de-bido al cuidado que ha puesto en organizar su vida, sin prisas. A su cuidado por someterla a una espe-cie ~e desarrollo lgico y orgnico. Conuenza por rehacer su patrimo-nfo, ~orque necesita independencia maten171. Al_ servicio de esta idea, pasa d1,ez anos en .el oficio ingrato de l~gografo, oficio tambin des-acrei;utado (Plutarco: Demstenes 6 Esqumes: Contra Ct.esifornte, 173): S no habla con frecuencia en pblico ~ hace al . ~enos. un experto en l mte:pr~t~c10n Y d1sc1IBin de los tex-~os JUr1dicos, Y consigue una fuerte mform~~in Y .conocimiento de la le!fislacion ateruense. Y se preJ)ara, mientras, para entrar :ambiciosamen-te en el mundo de Ja poltica.

    Su amor propio y su ambicin le hacen trabajar apasionadamente. se absorbe en la. lectura de -los histo-ria~ores Y en especial de Tucdides: aqm enc?i:ntra, acerca de la tradi-cional mIS1n de Atenas en la gala-xia. de las ciudades griegas, la ma-yor1a _de los temas que su palabra llenara de vida Y calor. De esta ma-nera, cuando llega su . primer con-t8:cto con las realidades de la vida publica, Demstenes poSee ya un cuerpo de doctrina coherente. El de-

    Sin embargo, es curioso' compro-bar que el ms genial de todos los oradores atenienses es tal vez el que menos. huellas deja como maestro. l.A que ~e debe . este hecho, . que a ~imple vista pudiera parecer extra-no? No parece dificil responder a la pregunta. Demstenes es sencilla-mente tan individual, tan irrepeti-ble .en su maner.a, que difcilmente P?d1a marc~r una escuela con ca-:racter propio. Pero .esto tiene a su V'ez una raz ms profunda: Dems-tenes no es ~n absoluto un innova.! dor. Sus esquemas r.etncos son.sim.:. plemente los tradicionales . en Ate:..

    I V. ESTILO RETORICO Y ESTILO HUMANO DE DEMOSTENES 43

    nas. Si su figura se levanta a tal ~!tura no es por sus originalidades estilsticas, sino por la profunda es-tructura de su desbordante persona-lidad e inteligencia, que asume los esquemas tradicionales y los levanta a una altura inigualable. Esto es lo que quieren hacernos ver una serie de observaciones sueltas, ms a ma-nera de sugerencias aisladas que de sistemtico anlisis retrico, que va-mos a hacer brevemente.

    4. Tradicionalmente, el discurso griego se encabezaba con un exor-dio. El exordio tena sus normas pro-pias, en funcin de la finalidad que tena en el discurso. Analicemos los discursos de Demstenes a la luz de estas normas: no hallaremos nada nuevo. SolG la ms profunda com-prensin del recurso huma.no que en-cierra cada medio, cada norma, cada principio. . . Los exordios, en efecto, de sus

    p 1 e i tos civiles estn simplemente destinados a conseguir la docilidad, la atencin y la benevolencia del auditorio. Y lo mismo hay que de-cir de sus otras series de discursos, con las accidentales modificaciones que las diversas ocasiones podan re-querir.

    Las normas escolsticas que se daban para conseguir este triple fin eran simples. Echar sobr el adver-sario la responsabilidad del litigio. Afirmar desde el . comienzo mismo que . en la .ausa 'en cuestin est gravemente comprometido el inte-rs del Estado y de los propios jue-ces .. Afirmar incluso que nunca hubo causa tan importante. . Era tambin preciso esquivar y ahuyentar .todas las . posibles sospe-chas de sicofa.nta o chantaje, sos-pecha muy corriente en Atenas, don-~e~ a falta de un ministerio fiscal

    pblico, los procesos por delitos que-daban siempre a la iniciativa de los particulares. Este es el motivo de que, al comienzo mismo de muchos pleitos, el acusado arguya en su fa-vor que el pleito se ha incoado por motivos de venganza personal.

    Convena as mismo expiotar, para ganal1Se al oyente, el prejuicio que albergaba la muchedumbre contra los retricos de profesin: muchos pleitos califican de "retrico" o re-torizante a .su adversario, ya en los primeros prrafos. El Contra Andro-cin, por ejemplo, ataca duramente el trabajo de los loggrafos asalaria-dos, stendo as que el discurso es obra de loggrafo, cosa que, sin em-bargo, se guarda mucho de decir.

    Es imposible analizar a la luz de estos principios retricos los exor-dios de los discursos todos de De-mstenes. Imposible, por lo inacaba-ble de la tarea; y adems, intil: una ligera lectura de los mismos nos har encontrar perfectamente aten-didas, segn las necesidades de ca-da causa, estas no'rmas.

    5. Despus del ~xordio viene, en el discurso tradicio!lal y de escuela, un breve desarrollo, al que sigue la proposicin, fragmento muy breve y de contenido tradicional: peticin de atencin por parte de los jueces para lo que va a seguir, y compro-miso o propsito. de ser breve y con-vincente. Vase, por ejemplo, sobre el particular, Contra Androcin, 4, .y Contra Timcrates, 10.

    Sigue a esto la narracin. Tn-gase en cuenta que esta no se halla en algunos discursos p~ ser estos "deuterologas", es dec , discursos complementarios, de ac sacin o de-fensa, pronunciados despus que ha hablado el orador . principal. Al ha-

    t>~r este expuesto ya los hechos" los

  • 44 INTRODUCCION GENERAf. A DEMOSTRNES y ESQUINES

    dems oradores se limitan a insistir des d' en algunos argumentos 0 matices, y d . iscursos, nos encontramos to-a remachar los efectos emotivos de avia. . I?-itad . de la obra tan solo. la primera intervencin. La div!s10n tradicional en Exordio

    . Las cualidades de la narr.acio'n de.!. Narracin, Prueba Y Eplo!!;o, expli~ b. ca perfectamente la mayo d ian s~i: la "claridad, brevedad y pleitos c'v'l N na ~ los persuas1on". Tenemcs, por e em lo en 1

    1 1 es. o .ocurr.e. l~ mismo u~ , L!lodelo de ella en la del Jcotftrd polit~~osgrandes pleitos cn~males o Timocrates, alto exponente . de so- or un 'ti':1m .que se oonced~a al ora-briedad Y lucidez: en cincuenta l- para hablar P~err;:ucho .m~s amplio neas, en efecto, se nos dice todo lo largos fragmmito , aun as1, en esos que es necesario para la causa Y prueba descub . s que siguen a la ~uf ~l -Orador ~a introdu

  • INfRODUCCION GENER"L A DEMOSTENES Y ESQUINES

    dejan en oscuro su verdadero pen- to crea fatalmente una cierta indi-sar. Esto seran restos de aquella ferencia por los medios con que ob-manera laboriosa, atormentada, que, tenerlo. Demstenes no se vio libre, segn Plutarco, haba chocado a los es verdad, de este vicio profesional. oyentes de Demstenes en sus pri- En .sus primeros pleitos sobre todo, meras actuaciones en la tribuna de pero tambin a lo largo de tocta su la Pnix. Puede que tuviera alguna obra, encontramos astucias y so:fts-parte en ello el estudio tan conti- mas que honran y dicen ms en fa-nuado de Tucdides con sus exabrup- vor de su agudeza intelectual, que tos. Pero hay que admitir juntamen- de su lealtad y nobleza. En el Con-te que la facilidad, la claridad y la tra Ai.drocin, por ejemplo, una -bue-abundancia de la elocucin no son na parte de la argumentacin se en Demstenes culidades congni- apoya E-n equvocos. Oran parte, as tas: las tuvo que conquistar con el 'mismo, de la argumentacin del trabajo y la lucha. Contra Leptino se apoya en una in-

    terpretacin malvada de la ley. Est, 11. Otro rasgo muy importante en efecto, claro que, al d~cir este que que tener en cuenta al leer la obra "ningn extranjero" quedaba exen-de Demstenes es la sutileza. Hon- to de las coregua.s, haba preten-damente connatural al espritu grie- dicto referirse tan solo a los extran-go, la sutileza es el don de captar jeros residentes en Atenas. Al argir las relaciones ligeras o lejanas que con el caso del rey del Bsforo, De-escapan a la mayora de la gente. mstenes simula entender que Ja ley Cuando cumple las condiciones de se refiere a todos los extranjeros. Y la detlnicin, la sutileza es una vir- se indigna por las posibles repre-tud. Sin embargo, esta sutileza, que salias que el rey Leucn haya de es buena en la' refutacin que el tomar, represalias graves en todo acusador opone a la posible rplica caso, ya que este reyezuelo es el de Androcin, en la que se hace pa- principal proveedor de trigo de la sar por vctima de difamaciones y Repblica. acusaciones falsas-"responded a An- De igual manera, en el Contra Ti-drocin, jueces, que es l quien nos mcrates, 59-60, DemStenes reprocha difama a nosotros al negar la ver- al acusad haber violado el principio dad de sus afirmaciones"-, se aeer- fundamental de toda democracia, ca a la argucia en el Contra Tim- a saber, de mantener la igualdad crates, 52, con su fino anlisis de de todos frente a .Ja ley: exclu-idea.s, y es un sofisma en el Contra ye, en efecto, del beneficio de su Leptino, 63, sgs. mocin a los arrendatarios de los im-

    En todos estos casos se pudo. pen- puestos y de las fincas del Estado, sar que, despus de todo, se daba y tambin a sus fiadores. El orador, un cierto paralogismo, y que el autor sin embargo, juega con las palabras. era el primero en ~r engaado con El principio invocado no pretende su procedimiento. Pero, en otras par- decir que toda ley tenga que refe-tes, aparece el sofisma consciente, rirse a la totalidad de los ciudada-destinado claramente a engaar al nos, sino que ninguna: de las perso-auditorio. nas que resulte afectada por la ley Hay que reconocer que, en todo deb recibir tina exencin en el cum-orador forense, la lu~ha por el xi- plimiento de la misma.

    IV. ESTILO RETORICO y ESTILO HUMANO DE DEMOSTENES 47

    - - ' una accin vehemente. Esquines, PC?r Podrl.amos mult1phcar los eJe~r , eem 10 nos presenta a su rival mi-plos; pero basten t:stos para h~~d diendo ia tribuna a grandes pasos, Y evidente lo _que ~;~1i!_11~~a~ d~~r ora~ evoca. s~s patticas inflexiones. de voz, por lo d~mas, q t to defectos 1 sus o-ritos e inclus sus llantos (Ern_-dor exphca en par e e:; s de ba ciKza 10 85 etc. Contra Ctesi-~in embargo, n~ ea ~imp;i::; el fo~t.e, 67; '207,' 210, 'etc. Vas~ tam-Juventud: en ~ on r~ b la Ca- bin Hiprides: Contra Demostenes, Sobre la Embaada 0 ~ . 0 . re an a XL 18 ed Jansen, y Dinarco: Ccm.-rona, por ejemJ?lO, se msmuan. . la tra' Demstenes, 109). veces la excesiva concentrac10~on- Tambin en los discursos qu~ nos-sutileza y el sofisma~ Solo 3ue e~ se otros leemos hay muchos pasaJes en ces estas faltas, a.;;enua as Y. , - ue la asin llamea por debajo ?-e pierden en la fuerza total Y arrolla fu letrapmuerta , pidendo ~ma accion dora de la obra. vehemente: las interrogac1o~es yivas

    12. Al lado de estos def-i;ctos, apuntan tambin desde el comienzo las grandes cualidades que han de transmitir al futuro la elo~uenci~ de-mostnica. Estas cualidades, mas de fondo que de forma, a decir verdad, :podran resum~se en dos rasgos: la lgica y la pas1on.

    Hemos de partir de la base de q~e Demstenes es un cerebro predomi-nantemente dialctico. Razona sobre cualquier cuestin y la reduce . sus elementos lgicos. Podramos afirmar que casi ms que un don, esto es en l tila necesidad.

    Junto a esto, Demstenes ~ un temperamento ardiente y apasiona-do. se adhiere fogosamente a ~~da causa que defiende o ataca, hac1en-dola suya, si es de otro, con un des-doblamiento de personalidad mo-mentneo y consagrando a ello toda su fuerza pei:.~masiva. , .

    De esta manera, pasin y log1ca, por ms que parezcan f~cultad~s contrapuestas, forman en el un bi-nomio de fuerzas perfectamente con-juntadas, que se apoyan y exaltan mutuamente.

    que el orador se ~iri~e a s1 mismo, al adversario, al pubhco o a los tes-tigos; las discusiones dialogadas; los juramentos solemnes; las i:xclama-ciones de indignacin, de ~olera, de odio las virulentas invectivas, sar-casnios, ironas y burlas-.!...uno ~e lo~ rasgos ms originales de su est1l0-. todo ello est pidiendo una voz de infinitos timbres y entonaciones, una gesticulacin irrepetfle, unas expre-siones de rostro siempre nui;vas Y siempre ms vivas. Son sin numero, por no decir todos, los pasajes que nos dan fe de esta forma tan per-sonal; citaremos, por ejemplo, Con-tra Androci.n, 25, 58, 68, 73, y Contra Timcrates, 58, 67, 85, 87, 99, 10~, 106, 113, 211, para sol

  • 1 48

    lNl:ROD UCCI ON GENERAL A J?ElllOSTCNES y ESQUINES .

    !a "argumentacin". Otros oradores .. _en efecto, . narran, a.escriben con cue!lcias eventuales de un veredicto c~placencia; se alargan en narra- erroneo, la hipotiposis ... c10nes Y descrip ciones tendenciosas Mucha;s veces.. claro est-puesto que, en 13: misma .medida que la ar- q}IE'. la vida no tiene la rigidez de la gum~ntac1n Pr-Oi;>1am~nte tal, son un logica:-? el rasgo comn de estas for-~edi? de persuasin. Demstenes . en mas lo~icas es una simplificacin de

    .c'.1-mb10, tiene una fe primaria Y een- la reahdad. Pero- esta simplificacin c1al en la fuerza de la razn T d que tal vez salte a la vista del lec.: sus discursos llaman la aten cin g~ tor, causa impresin en el oyen te. su potencia dialctica. La cuestfn que se trata de aclarar, Y de defen- 15. P?dramos an aadir a esto der o acusar, es tomada Y retomada una .sen~ de procedimientos, en su bajo todos los puntos de vista posi- apariencia muy dispares, pero que bles, incansablemente hasta quedar tiene~ . un fin comn: despertar la agtada. "Tengo mied~ice en Eni- at~~fi!l muy pronto fati.garla de un .baJada, 329-de llegar a un resulta- :U 1 ono popular. Tales son por ~o c_ompleta.mente opuesto a mis de- e~~mpl

  • 50 INTRODUCCION GENERAL A DEMOS'.:'ENES Y ESQUINES . ste campo, muchos c1~narnos, en e bras que tenemos

    mas datos que las 0 cin de tomar parte .en la vida p-blca; finalmente, el Contra Neera es una acusacin en un proceso por usurpacin del derecho de ciudada-na. En la terminologa antigua, es-tos son, evidentemente, "pleitos pol-tioos", que tal vez se traspapelaran

    de los dems oradores.

    de serie o coleccin.

    2 se les conoce bajo el nombre de Pleitos Civiles, y .esta es la expre-sin que se les suele dar, por ms que sea impropia. La mayora de los discursos se refieren realmente a causas de derecho civil, si bien to- 3. La existencia de una clasifica-mado el trmino en sentido amplio, cin antigua es inter.esante, al me--que permite incluir en l, ocasional- nos, para una historia del texto. Es mente, causas de derecho penal pri.,. probable . que date de muy antiguo: vado-procesos por golpes, por falsos generalmente, se .admite que deriva testimonios, etc. de Calmaco, y aun, quiz, de algn

    Pero no solamente hay asuntos de predecesor de Calima;co. derecho privado: el discurso XXXIX, No hay razones para dudar de que par ejemplo, es una cuestin sobre el la coleccin as formada se nos ha-derecho del nombre; los discursos ya transmitido ntegramente. Par.ece XLII y L se refieren a diferencias realmente definitivamente determi-surgidas con ocasin de una presta- nada desde el comienzo, y desde el cin pbllca.-el adelanto del im- comienzo debi hacer sentir su au-puesto de trierarqua-. Eso s, el de- toridad. bate sigue tenindose entre particu- Harpociacin nos cita como pleito lares y los procesos en cuestin son civil un Contra Critias, y Focio de un tipo que los atenienses consi- menciona un Pr-0 Stiros: nuestros deraban ies:enciahnente privado. manuscritos no nos dicen . nada de

    El proceso Sobre la C.orana Trie- ellos y tampoco hay huellas de los rrquica, que .con ms razn an nos- mismos en otras partes. Adems, los otros consideraramos como de dere- trminos con que a ellos se refieren cho pblico y que se celebra ante el Harpocracin .y Focio hacen pensar Consejo, es siempre el mismo tipo de que acaso no pertenecieraq -a la co-proceso ya mencionado, y algunas se- leccin consagrada ya. mejanzas de situacin han hecho que Tiene para nosotros cierto inters se uniera este discurso; el LI, al L. el saber de qu manera pudo formar;. Todos estos pleitos, en efecto, podan se di::ha coleccin. . ser clasificados por los antiguos co-mo "pleitos privados".

    No es posible decir otro tanto del discurso nm. LIII, relacionado con una -confiscacin, ni tampoco de los tres ltimos de la serie, LVII a LIX, cuya agrupacin parece remontarse muy atrs. El Cantra Eubulides, en efecto, se refiere a una -causa de es-tatuto ciudadano; ef 'Conwa Teocri-nes se dirige contra un ciudadano degradado que ha violado la prohib-

    4. En la tradicin del texto de-mostnico, los Pleitos Oiviles tienen un lugar un tanto aparte. Hay que decir que, en general, no han sid9 redactados en las mismas condlcio'-nes que los otros discursos. Desde luego, no se haban escrito pensan-do -en una edicin ms o menos in-mediata, como ocurr.a con las aren-gas y con ciertos pleitos polticos que el ordor poda tener inters en 'di'-

    y, PLEITOS CIVILES 51

    fundir por su valor propagandstico: 0 bien iban destinados a los quere-llantes que tenan q1:1e sost~ner su causa o bien habian&do escntoseon un objetivo estrictamente personal, por esos mismos querellantes.

    La cuestin de saber cmo estaban redactados Y cmo se han conserva-do . no siempre est muy clara .. Pa-re~e por ejemplo, que los dos prime-ros 'discursos .Contra Atobo fueron escritos antes . del . proceso en una forma muy concreta; es, en cambi~>, posible que el tercero, cuya autenti-cidad ha sido puesta en duda, haya sido compuesto a base de fragmentos hallados entre los papeles de Dems-tenes. .

    y respecto de los discurs?s qu; el . autor destinaba a sus clientes. Guatdaba, acaso, una -copia de ellos? No lo sabemos, pero la ten-tacin de creerl as es .r;my fuerte en el caso del Pro F.ormion, _que ~?e utilizado con bastante aproximac1on en el Contra stfa:u?s, 1, del que ~dmitimos la autenticidad. Es posible que el ejemplar principal n ~ie~pre tuviera una estructura defimtiva. su-cede a veces que P9!'3~ haya en :ellos fragmentos sobreanad1dos o suscep-tibles de ser eliminados SiJ?. perjuicio para .la continuidad del disc1:1i:so.

    Sin embargo, hay que adll}itlr que en un principio no . ha hab_ido ms que un solo texto; este pod~3: haber sido comunicad.o poi: lo,s h~igantes que lo posean, si teiman algun in1!e-rs >en ello: el autor del segundo ~lScurso Contra Beatos, que no es, cter-: tamente, del mism? autor que el primero, emplea, evidentemente, al-gunos materiales de este.

    5. Otra cuestin que pla~tearnos e.s la de cundo fueron rell?-1cl:S es-tos discursos.

  • 52 INfRODUCCION m :NERAL A DEMOS'.n; N ES Y ESQUINES

    todo, leyes o decretos'. P?r. otra par-te se trata de actas Jundicas, Como on los contratos u docume_ntos de

    !x edJente, como son los testimonios. Esfos ltimos son los ms numerosos.

    se encuentran solo en un redu-cido nmero de Pleitos Civiles y siempre e'n cierto tipo de procesos:

    guraran en el arquet ipo. No demues-tran en modo alguno que no sean muy antiguos. Es arbitrario suponer que Un falseador cualquiera se haya dedicado a colocar en cada discurso tipo una serie de docum~ntos, unas veces autnticos, otras inventados. Y, en cambio, es muy comprensible que el que hablaba ante el tribunal tu-viera a su disposicin, aparte de los

    Co;ntra Lacritos, Contra Macarta-to, Contra St~fan_os, r y tr, con-tra Neera. Las indicaciones estiquio-intricas dan fe de que no se halla-ban en el original, donde se hizo el clculo de las lneas.

    documentos del expediente, reseas, al menos, de dichos documentos, que le ayudaran a recordar el trazado de su demostracin; precisamente ve-mos qu~ lo que se contiene eri algu-nos Pleitos son extractos o '.frmulas abreviadas de los verd{llderos docu-mentos.

    Si se afiade a esto que las actas de algunos discursos polticos, como en el Sobre la Corona, son evidente-mente falsas, tenemos en ello cier-tos motivos de desconfianza. Se ha presentado una argumenta-cin ms directa, preguntando en qu condiciones se haban insertado

    es~s documentos en los textos origi-nanos. Resulta difcil imaginar que el texto del loggrafo los contuviera y.a.. Se deberan, pues, a los copis-tas. Con todo rigor se puede expli-car que alguna ley suelta sea autn-tica si se ha transcrito de la estela de los archivos o, ms probablemen~ te, de algn cdice como los que han

    exi~tido en la poca helenstica. Pero esto es todo. Respecto de los dems documentos se h an hecho valer ar-gmentos de crtica interna para condenarlos. . Sin embargo, nada de todo esto tie-ne autntica fuerza demostrativa. Las indicaciones estiquiomtrlcas no podran demostrar por s so.las que 19s documentos mencionados ncr fi-

    Toda l~ cuestin estriba, pues, en saber que valor tienen estos docu-mentos, considerados en s mismos. Pues bien: excepto para algutlostes-timonios del Contra Macartato la crtica interna no aporta ningn ino-tivo plausible de sospecha; Hay que aadil', a .esto que, en muchos casos los documentos no se podan inv.en~ tar o rehac.er a partir de solas las indicaciones del mismo discurso. Ms: hay razones positivas para re-tener la mayora de dichos docu-mentos. En 100 - de ;Contrz S.tfa.:. nos I, por ejemplo, hay una serie de nombres de los que nos dan fe, con los mismos patronmi-cos . y los mis-mos demticos, las inscripciones.con.:. temporneas. El azar no puede ex-plicar esto. Hay que admitir, pues, la autenticidad de casi todos los docu-mentos de ls ' Pleifos Civiles, algunos de los cuales son realmente valiosos.

    . _ _ ,_ / . ;

    .. ~ J... .1.. -1

    . VI. VIDA l;>E ESQUINES l . Las. fuentes para la vida de annimas cuyas fuentes a su vez

    Esquines son. niuy ctiversas y de muy oscilim entre la mitad del siglo l~ variable valor: Una serie de vidas y Ia mitad del siglo ur, vieneh a .. re-

    VI. VIDA DE ESQUINES 53

    unirse- de algn modo en una bio-grafa. de la poca romana d~ Augus-to. Sin embarg, el t .estimomo de es-tos documentos es despreciable, pues los informes biogrficos que nos brin-dan proceden casi_ nica~ente de los discursos del prop10 Esqumes y de los correspondientes de Demstenes.

    Las fuentes de informacin, pues, que posean estos bigrafos eran ape-nas ms abundantes que las nues-tras y de seguro las' emplearon con mei{or s entido crtico que en la ac-tualidad.

    Por consiguiente, la base para to-da iografa ' de Esquines est, hoy por hoy, en lo que Demstenes y Es-quines dicen en sus discursos. He-mos, pues, de retener de. ellos ~o que una critica sev.era permite.

    Los disc~rsos de Demstenes . que nos aportan datos valiosos p ara la biografa de Esquines, son el 'Sobre la Embajada y el Sobre la Coro77a. Sin embargo desde el punto de vis-ta de la bfografa de su rival polti-co no tienen los dos el ,mismo valQr. El retrato que de lj"!squines nos ha-ce el Sobre ia Corona es de colores ms intensos y de rasgos ms duros qrie el que Demstenes escribi ~re.ce aos antes en el Sobre la Emba1ada. y adems, no coinciden en muchas cosas uno y otro. Ahora bien; en el ao 330, cuando l proce~o de la Co-rona, la juventud de Esquin~ e~taba ya bastante lejana y . la mayona -~e los oyentes desconoc1a sus antece-:=-dentes. Adems, Demstenes, como acusado, habiaba en ltimo lugar, COl 'lo qu(!' r esultaba impos1b~e to~a refutacin de part~ del adversano . Por :el cbntrario, eh el discurso Sobre la Embajada, Demstenes atacaba a un hombre cuyos comienzos polti::os eran conocidos por muchos c.iudada-nos, .cuya .'familia era a.si ~smo co-nocida por muchos y a un en parte

    se hallaba presente a la audi~ncia. Adems, esta vez, Esquines, el acusa-do, hablaba en ltimo lugar' y poda desmentir lo que Demstenes hubiera dicho en falso, con el consiguiente descrdito ante el tribunal, por la sos-pecha de sicofanta y calumnia. De-mstenes, pues, estaba aqui obligado a una mayor reserva y exactitud. Sin duda, debi seleccionar en la carrera de su enemigo lo ms desfavorable que pudo 'encontrar; pero aquello que no es refutado por Esquines en su respuesta, puede considerarse co-mo verdadero.

    Hechas estas salvedades crticas, la vida de Esquines puede rehacerse de la manera siguiente :

    2. Cuando el proceso de Timarco, a fines del 345, Esquines tena 45 aos (vase I , 49); debi, por tanto, de nacer hacia el 390. Perteneca al demo de Cotocides (Demstenes: Co-rona, 180) .

    su padre, Atrometo, era de bue-na casta ateniense (II, 147) . Llev, primero, una acomodada vida de ocio; pero la guerra del }>eloponeso lo arruin, igual que a otros muchos. Ms tarde, el rgimen de los Treinta le oblig a sa.lir de Atenas. Atrome-to se march a Corinto con su mu-jer, -y de all parti al -A;sia'' como mercenario. Luego, cuando la res-tauracin democrtica de Trasbulo, egres a su patria, donq mur.i a

    los 95 aos de edad, uno ms tarde del proceso por la: Embafada (II, 147; III, 191).

    La madre de Esquines, Glaucotea (Demstenes : Embajtuia, 281), era tambin ateniei:ls,e. Su :qermano Cle-bulo habia sido incluso almirante de la f!.ota (II, 78), junto con un miem-: bro de la gran familia de los Bou-zygas. Esquines subraya esta ':coin-cidencia, como tambin el que su

  • INTRODUCCION GENE!!AL A DEMOST:F. NES \' ESQUINES

    padre participara del culto de los Eteobutadas, otra casa linajuda de Atenas (ll, 147) .

    De este matrimonio haban nacido tres hijos : Filocares, Esquines y Af-beto (II, 149) . Los tres, como vere-mos, consiguieron situaici.ones bien consideradas en la poltica y la ad-ministracin pblica.

    Sin duda, los hechos que mencio-na y abulta Demst enes se refieren a una poca anterior de la historia familiar; la familia de Esquines pros-per luego, y este cambio .es lo ni-

    Esquines, por su parte, contrajo matrimonio con la hija de Filode-mo, burgus bien considerado del demo de Peania. Tuvo tres hijos (ll, 150 sgs.) . Tambin en este pasaje nos habla el orador de sus hermanos po-lticos Filn y Epicrates.

    co verdadero que dice respecto a ello el discurso Sobre la C0>rona. El pro-pio Esquines nos dice que, de regre-so a Atenas, Atrometo se encontra-ba en una situacin apurada. No es, pues, de maravillar que todos los miembros de la familia hubieran buscado alguna ocupacin lucrativa: el padre se dedicarfa entonces a la ensefanza de la gramtica; 1a ma-dre se. dedicara a iniciar a otros en los misterios; los hijos1 en .cuanto tuvieron edaict para ello, se dedica-ran a fabricar objetos artsticos o de artesana, como Filocares, o ha-can las veces de subsecretarios y escribas en puestos de la admins-tracin estatal, como Esquines y Af-beto.

    3. Segn el propio Esquines, sus padres eran dignos atenienses de .condicin media, sin peculiares ca-ractersticas que los distinguieran del comn de los ciudadanos. Demste-nes, en su discurso Sobre la Emba-jada, aaide a esto algunos rasgos menos favorables, rasgos que, sin embargo, no contradicen lo que pre-cede ni son refutados luego por Es-quines en su respuesta.

    4. Todo esto, sin embargo, cuan-

    Segn esto, el paidre de Esquines habra sido un pobre maestro de es-cuela. La madre, por su parte, habra sido sacerdotisa de un culto mstico de duosa reputacin (l. c. 199, 249, 281). IDn cuanto a los hijos, Filoca-res, el primognito, habra desem-pefado algn oficio manual-haca; .al parecer, tamborcitos para las fies-tas y alguna otr:a cosa de este esti-16-, mientras que Esquines y Afbe-to habrian sido subalternos de la ad-ministracin estatal (ibid., 200 y 237).

    Esquines no niega explcitamente estas cosas. Se limita a insistii: en otros episodios de la carrera de Jos miembros. de su familia, En este as-pecto es muy significativo la forma enque hablade sus hermanos (vase II, 149).

    do Demstenes nos lo. cuenta es ya histor:ia antigua. En 343, el nona-genario Atrometo ha cerrado ya la escuela. Glaucotea ha deiado su san-tuario; y aun es posible que haya muerto (II, 148). Filocares era estra-tego; y Afbeto haba ocpado el cargo de embajador, de prefecto de las rentas (II, 147) y de secretario electo del Consejo (Demstenes: Em-bajada. 249). Los oficios manuales y los puestos de empleado subalterno estaban ya lejos.

    Esquines, por su parte, como aque-jado por algn complejo, .prefera disimular su vida anterior. Sus her-manos y l, dice (I, 135), "fvecuen-taban los gimnasios", como gentes de posicin (vase III, 216). Dems-tenes fue a hurgar en lo. que poda resultar ms humillante par.a su ad.,. versario y ms ventajoso para su

    VI. VIDA DE ESQUINES 55

    causa. No puede ne~~r el hecho . dT! ascenso social y polltic~ d.e la f~m. lia de Esquines, Y s~ lirruta a insi-nuar que fue injustificado.

    5. La realidad -~s que E~uines debi pasar una nmez Y una Juven-tud bastante miseras o, al I?~nos, poco holgadas, y no pudo recibir la educacin de los hijos de bue~a . fa -milia. su cultura se la deb_e, s~ du-da a su padre Y a si mismo, por esto se siente tan orgulloso de ella.

    Pdemos creer a Demst~es cuan-do nos lo . presenta sucesivamente como escriba, .como actor de. teatro trgico luego, y como seer.etano ~lecto del Consejo ms tarde (?~ba31ada, 200, 237, 249), cargo este ultimo que le relacionaba con el mundo de la poltica y lo familiarizaba con las leyes y los asuntos pblicos. .

    La carrera escnca de ~umes, en la que parece desempeno solo terceros papeles a.l .decir, de algunos, y a la que le predispoma ':111 her-mosa voz y una figura agraciada, pa-rece haberse truncado bruscamente por una desgracia que dio a l traste con el prestigio del actor: desempe-fando en una tragedia el pape~ de Enomao, cay ridcula?:lente n~ientras corra en persecucion de PeloJ?e

  • 56 INTRODtiCCION GENERAL A DEMOSTENES y ESQUINES

    l'er presentada . conjuntamente por PI t - rv De~stenes y Timarco. Esquines pa- on ida de los diez oradores) raliza de momento el proceso con ~abemos muy poco de ello o me~ una contr~cusacin dirigida a Ti- JOr, nada. Lo que las fuenu;s Y do-marco a q111e '"'-- cumentos. que poseemos nos pernu-

    ' . - n :u...,"'e condenar a las ten inferir es que su personalidad penas mas graves por malas costum-bres. Demst~nes olvida por el mo- ;;r~ ~uy inferior a la de su rival ~e~to, -en espera de ocasin ms pro- .~moste!les. Y tambin su forma-plCJa, el pleito por la embajada cion po~itica Y humana. Cuandi;i, en 343, el proceso pasa L?s discursos de Esquines, en es-la .audiencia, Demstenes no consi- i:ecial el. de _la Embajada, no nos re-gue del todo su finaJidad, y aunque velan nmgu!l ~nsamiento. poltico coi: solo la pequena mayora de coherente, nmgun sistema o doctri-trem~a votos . sobre quinientos uno na. De h17berlo posedo, nunca pud Esqumes es absuelto tener ~eJor ooasin de hacer de l

    Sin. embarg;o, . su p;estigio . va mer- una brillante exposicin. mando de dia en da. Ms tarde -Tampoco alcanz, ni mucho me cuando muerto ya Filipo, Ctesif-Onte nos, la ' .eloc)lencia y profundidad propone una recompensa -especial n.ioral de Demstenes. Esq.uines fue, par~ Demstenes; Esquines lo acusa cie:tamente, un excelente y vigoro . .; de. ilegalidad. An cO'llServa y alien- so .improvisador. Su palabra era ms ta la esperanza de hacer condenar flmda; haba en l mayor ligereza en ~l~que toda la poltica antima- Y el~gancia..P~ro le faltan la accin, c~domca de Demstenes. Pero en la l~ ~da, la logica y la pasin demos-vi~ta de la causa. no consigue ni la te~ica_s,. la fuerza, la profundidad qim~ta parte de los votos, con lo que ps1cologica X la gravedad. Segura-se vio icond~nado a una multa de mil mente, sus exitos o:rato:rios se deban dracma~. Sm duda, la personalidad en una buena parte su prestancia de Demostenes era mucho ms fuer- personal Y a su sonora y b!en tim-te que la suya; era imposible luchar _brada voz, superior desde luego en con ella1 ~on su genio oratorio; con estos aspectos, a Demstenes. Pero su .. clarividencia. Esquines pr.efiri sus discursos tienden a la desigual-ex1liarse, De esta manera evitaba dad y a la vaciedad. , pagar la m~lta "! sobre todo, pasar . Es pos~ble incluso . suscribir la te-poi: la humillacin d~ .tenerse .Que sis de N~etz~che, para quien Esqui-ret~rar de la vida po!Jt1ca y seguir/ n. _es h. abna sido el orador griego me-viv1endo . en ~tenas en su papel de jor dotado de cualidades espeCfica-i{~a.sado. Asi, pues, se ri:fugi 'en i:iente oratorias en bruto, habiendo

    o as. Algunas fuentes d10en que sido . superado por Demstenes que Pr!m~ro fue a Efeso, y. pas a Rodas alcanz el grado mximo de' ia'. !elo-:as 1 ar~e, donde abno la llamada cuencia, con su destacadslma per: ~ue a ~ Rodas. F~~1:almente pas so!lalidad, su esfuerzo y su f.rma-a amos, onde muno. cion mucho ms proftinda' tanto

    l . . , en 8 S , e mismo m ve! de la oratoria como . egun algunos autores, Esqui- en el d 1a h d

    nes fU t . e on ura psicolgica y hu-e oyen e de Iscrates y de mana.

    1 VII. BREVE HISIORtA DE LOS TEXTOS. ORDEN DE LAS OBRAS 57

    VII. BREVE HISTORIA DE LOS TEXTOS. ORDEN DE LAS OBRAS

    1 La coleccin de obras que, ba-jo ~l nombre de Demstenes, ha lle-gado hasta nosotros comprende Si".-senta y tres titulas: arengas, plei-t~s poiticos, pleitos civiles, discur-sos solemnes, coleccin de exordios y oartas.

    Algunos de estos fragmentos no son ciertamente suyos. Otros son sos-pechosos. Unas dos terceras partes son indiscutiblemenw suyas. Hemos de preguntamos aqu cmQ se for-m esta coleccin tan disparatada.

    Casi todo lo que podemos hacer son meras conjeturas. Sabemos que el conjunto fue clasificado por Ca-lmaco, en el siglo nr a. de c., para la Biblioteca de los Ptolomeos en Alej an~ra, y que desde ~nton~s la coleccion se ha mantemdo mas o menos como nosotros la poseemos. Desconocemos cul fue la suerte de las obras antes de llegarse a Ja co-leccin de Calimaco. Respecto de los Pleitos Civiles, ya hemos dicho algo en el captulo V de esta introduc-cin. Cabe pensar, y aun hay casi certeza de ello, que algunas aren-gas y pleitos polticos fueron publi-cados por el propio Demstenes con fines propagandsticos. Otros fueron copiados por los admiradores y dis-cpulos que le .rdeal:>a.n; . o~ros, final-mente, quedaron momentaneamente relegados y fueron conservados por l por algn motivo .que n?s esca:>a.

    Los discursos que hab1a escnto para sus clientes perteneca::i-, ~e he-cho, a estos. Nada: les podla impe-dir que los hicieran reproducir en diversos ejemplares, bien par'a .dar-as a sus amigos, bien para ceder-

    los a los que comerciaban con ellos. Las cuestiones de propiedad inte-lectual y sus derechos subsiguientes no exist an en Atenas.

    2. Las escuelas de retrica, por su parte, estaban interesadas en po-seer los mejores modelos de. el?~uencia y la habilidad de los b1bllopolos o ~endedores de manuscritos se los procuraba. Hemos, pues, de creer que tal vez en vida del prpio De-m~tenes, y sobre todo despus de su muerte, un buen nmero de sus obras se dlfWldi entre el pblico culto de Atenas y de fuera de Ate-nas. .

    Estas primeras C?lecciones debia? comprender tambien muchos ~scritos ap~os, introducidos alll por error o ~al_, vez premeditadamen.te; Y la crtica de Oalmaco no era m de-masiado perspicaz ni demasiado me-tdica para operar 'Bn todo esto la discriminacin deseable.

    Sin embargo, no hemos de repro-charle la conservacin de .obras que, aun no siendo autnticas, poseen un inters real. En todo caso, parece que no dej perder nada de lo que Demstenes haba dejado escrito, que no -es por si mismo poco mrito. Es-to no era, en verdad, ms que una parte de todo lo que la prodigiosa actividad del orador haba produci-do. Un gran nmero de sus discur-sos tal vZ 1a mayor parte de ellos, nunca fue recogida en ninguna co-leccin. As, las arengas de sus cam-paas polticas por el Peloponeso, el elogio fnebre a los muertos de Queronea, su defensa en el proceso

  • 58 INTRODUCCION GENERAL A DEMOSTENES Y ESQUINES

    de Harpalo, para citar solamente al-gunos casos de los muchos en que nos hubiera interesado poder cono-cer su actuacin poltica y sus ideas.

    3. Pero incluso esta coleccin no se nos ha transmitido en toda su in-tegridad. Nos faltan actualmente cinco o seis discursos que se lean an en tiempo de Dionisia de Hali-carnaso y de Plutarco. Despus de Calma::o, los crticos de la poca alejandrina y de la poca imperial se dedicaron a discutir las cuestio-nes de aut

  • Nycarlsberg Glyptotck, Copcnhague.

    DEMOSTE ES

  • I DEMOSTENES

    DISCURSOS COMPLETOS

    1 . ARENGAS 2. PLEITOS PO LITICOS 3. PLEITOS CIVI LES

    Museo Nacional, Atenas.

    DEMOSTENES

  • 1. ARENGAS

  • SOBRE LAS SIMORIAS *

    NOTA PRELIMINAR

    l. Este discurso~ pronunciado el ao 354 a. de C., nos seala el oo ... mienzo de la vfrlia Pblica 1die De-mstenes. Su inters es, pues, por ello mismo, notable. En l nos en-contramos con wn ona,dor de trein-ta aos, d.ofodo ya de un juicio y itna visin 1pie.netrantes, 1de una cia,_ rivittencia notable y de un exacto conocimiento del estmdo d!e Greda en su tiempo. Frente a la situacin que tieine que an.alfaar, criticar y rehacer, deja a un lado, no sin un dejo de desdn, las proposiciorn.es in-oonsider(J)das, .aclara en pocas piala-bras el oonjunto de la .~ituacin y aporta, en lugar .de palabras .gran-docuen tes y vacuas, un plan ide Ori-gia;,nizacin cu.'Ldadosamente estudia-do. Y, a pesar de tener su punto de apoyo en simples datos positivos, se levcmta sin esfuerzo a los pu:~os de 1;ista generales, y sabe apela. vigo-rosamente al sentido del horno y a la tr,adicin gloriosa de su 1pas. Ar-guye con fu.erza y concluye con clai-ridiad.

    Las circunstancias ,eran sumaria-meint.e estas: Atenas viva momentos de angustiosa inquietud arnt.e Zos pre-parativos blicos que hacia .el rey 1de Persia, Artajerj,es 111 Ocos. Se :fona

    * Discurso XIV .

    DEM-OSTENES.-3

    notkia de qu,e estaba contratando mercenarios, como quien va a em-prender u,na gran expe,d.icin. Que.-ra simplemente someter al Egipto revuelto y 1dec.Z.arado en r,ebeldia y reid1ucir a obediencia a al.gunos s-trapas insurrectos? No sera acaso que buscaba la ocasirn de interv1e-nir en la poltic1a de Grecia, aprn-vechando las divisiones y .descl()nfian .... zas mutu,as que la paralizab.an?

    Ambas hiptesis eran pe1rf,eda-mente posibles. El pueblo est,aba tur-bado y excit(J)d.o y algunos oriaidores patriotas, ms ardorosos .que reflexi-vos, l.e aconsejaban tomaria la de>-:" Zantera, que llamara ' fod1a Greda a las armas y qu.e declarara con 1arro-jo la guerra al enemigo tria1dJicional de todos, por ms que Atenas se en-contrara ya en gu.err,a con Filipo 1de Macedonia.

    Demstenes, con unia ?)isin de au-tntico estadista, v1alor m.ejor la .si .... tuacin. Cons'Ld.er qu.e era poco pro-b.able que el rey de Persi.a p.ensar.a en ir a .atacar sin motivo a Zos grie-gos, cuya fuerza defensiva cornoica l y.a por experi,e;ncia. Por otra par-t.e, el orador com.prenidi inmediata .... ment.e que no era posible contar cion un esfuerzo comn de todos los grie-gos, sep:ar,ados ,e:ntre s por odios muy profundos, 1nLentr.as un peligro evi-:-

  • 11

    1

    tl8 DEMOSTENES Y ESQUINES.-DISCURSOS COMPLETOS

    dos; entonces, e:n cambio, el mismo peligro los unir. Exhorta, pues, a los atenienses a que se organcein tran-quilamente y a que lo preparen todo con vistas a la guerra, y iles expone de qu manm-a concibe l esta or-ganizaci;n. Por este motivo, el dis-curso se titula Acerca de Zas simo-ria3, Una simoria, en Ja, lengua ti ~ ca., es una .agrupaci!Il! de ciudada-n.os sujetos a las liturgias.

    l. Los oradores que exaltan las hazaas de vuestros antepasados, atenienses, se proponen, a.l parecer, pronunciar discursos que os adulen; pero yo no .creo que ellos presten en verdad ningn servicio a aquellos a quienes alaban 1 Cu.ando ellos se es-fuerzan por recordar acciones que ninguna palabra humana podra iguala.r, si bien se llevan de aqu una reputacin de elocuencia., no menos hacen que las virtudes de entonces pavezcan inf erim~es a la idea que sus oyentes se haban h2cho de la.s mis-mas. A mi modo de ver, lo que me-jor alaba 1estas grandes acciones es el tiempo, y.a que ningn pueblo, hasta .el momento, por muy anti-guas que ellas sean, ha podido ha-cer valer otras que las sobrepasen. 2. Por eso, mi intencin y objetivo .son otros; yo quisiera. deciros de qu manera podrais, por lo que creo, prepararos con la mxima eficacia posible. En efecto, comprended bien esto: aun cuando todos los que he-mos de tomar la palabra. parecira-mos hbiles discurse.adores, n.o por ello, creedme, vuestros asuntos iran mejor. Por el contrario, que uno solo de entre nosotros, sea quien sea, ven-ga aqu a exponeros .~on xito qu

    1 Los oradores a que se .alude aqui son los que, para enrolar a los atenienses en una guerra nacional , les recordaban su pa-sado glorioso.

    preparativos tenis que hacer, .cul debe ser la importancia de los mis-mos y de qu manera encontraris vosotros los recursos que los harn verdaderamente tiles a la repblica, y todos nuestros temores presentes quedarn disipados. Pues bien: 1esto es lo que yo voy a intentar hacer, si es que soy .capaz de ello. Antes, sin embargo, debo deciros en pocas pa.-labras lo que yo pienso de la con-ducta que hay que seguir para con el rey.

    3. Ctertamente, eil rey, a mis