democracia contra totalitarismo

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 Ž ž Google Friend Connect Miembros (199) Más » ¿Ya eres miembro? Iniciar sesión Escrito por Luis Roca Jusmet La originalidad política de la democracia aparece en ese doble fenómeno: un  poder llamado en lo sucesivo a permanecer en busca de su propio fundamento porque la ley y el poder ya no están incorporados en la persona de qui en o qui enes lo ej ercen; una soc ied ad que acoge el con fli cto de opiniones y el debate sobre los derechos, pues se han disuelto los referentes de la certeza que permitían a los hombres situarse en forma determinada los unos con respecto a los otros  Claude Lefort  Par a Claude Lefo rt lo democr áti co se bas a en la ince rti dumbr e, en la indeterminación, en el debate sobre su propio fundamento, en la discusión sobre la garantías. El totalitarismo se basa en la certeza de los fundamentos, que es una ilusión del imaginario. Es la identificación con el Uno. Es como una servidumbre voluntaria a nuestro propio tirano interno. Es un encantamiento, el de la sociedad y el Estado como Cuerpo Único. El auge del totalitarismo, tanto en su vertiente fascista como en su variante comunista, nos coloca, según Lefort, en la necesidad de volver a interrogar a lo político, en este caso a la democracia. Preguntar por la democracia implica explicitar los principios generadores de una forma de sociedad que muestra como es capaz de articular sus divisiones. La democracia no puede ser reducida a una forma de gobierno o de Estado, o a un mecanismo para la toma de decisiones por parte de la mayoría de los ciudadanos, sino es, ante todo, una forma de sociedad ,. Continuamos con el paralelismo con Castoriadis, que dice que la democracia es un régimen político y no un procedimiento formal.  En la democracia el lugar del poder se muestra como un lugar vacío. V acío en el sentido que no puede ser ocupado por nadie que pueda ser Gran Juez o de l Gran Mediador. El lugar del poder es puramente si mbólic o. Simultáneamente, se inaugura una lógica de clara separación de las esferas del poder, del saber y de la ley. El saber es entonces siempre cuestionable : no hay certeza, no hay garantías. Es la discusión, la argumentación, la palabra la que busca las garantías sin acabar nunca de fundamentarlas : si empr e so n cu es ti onable s y pr ovisionales. Derech o y saber son DEMOCRACI A CONTRA TOT ALIT ARISMO | Ar tiller ía In manente http: //arti lleria inmane nte.b logspo t.com. es/201 2/1 1/democraci a-contra-t... 1 de 6 27/07/2015 5:03

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Democracia Contra Totalitarismo

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    Miembros (199) Ms

    Ya eres miembro? Iniciar sesin

    Escrito por Luis Roca Jusmet

    La originalidad poltica de la democracia aparece en ese doble fenmeno: unpoder llamado en lo sucesivo a permanecer en busca de su propiofundamento porque la ley y el poder ya no estn incorporados en la personade quien o quienes lo ejercen; una sociedad que acoge el conflicto deopiniones y el debate sobre los derechos, pues se han disuelto los referentesde la certeza que permitan a los hombres situarse en forma determinada losunos con respecto a los otros

    Claude Lefort

    Para Claude Lefort lo democrtico se basa en la incertidumbre, en laindeterminacin, en el debate sobre su propio fundamento, en la discusinsobre la garantas. El totalitarismo se basa en la certeza de los fundamentos,que es una ilusin del imaginario. Es la identificacin con el Uno. Es como unaservidumbre voluntaria a nuestro propio tirano interno. Es un encantamiento,el de la sociedad y el Estado como Cuerpo nico. El auge del totalitarismo,tanto en su vertiente fascista como en su variante comunista, nos coloca,segn Lefort, en la necesidad de volver a interrogar a lo poltico, en este casoa la democracia. Preguntar por la democracia implica explicitar los principiosgeneradores de una forma de sociedad que muestra como es capaz dearticular sus divisiones. La democracia no puede ser reducida a una forma degobierno o de Estado, o a un mecanismo para la toma de decisiones por partede la mayora de los ciudadanos, sino es, ante todo, una forma de sociedad,.Continuamos con el paralelismo con Castoriadis, que dice que la democraciaes un rgimen poltico y no un procedimiento formal.

    En la democracia el lugar del poder se muestra como un lugar vaco. Vacoen el sentido que no puede ser ocupado por nadie que pueda ser Gran Juez odel Gran Mediador. El lugar del poder es puramente simblico.Simultneamente, se inaugura una lgica de clara separacin de las esferasdel poder, del saber y de la ley. El saber es entonces siempre cuestionable :no hay certeza, no hay garantas. Es la discusin, la argumentacin, lapalabra la que busca las garantas sin acabar nunca de fundamentarlas :siempre son cuestionables y provisionales. Derecho y saber son

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  • heterogneos se afirman frente al poder con una exterioridad clara. Vaco esel lugar del poder, que se presta a una dinmica de competencia y crtica quehabilita la legitimacin del conflicto en todas las dimensiones de la vida social.

    La repblica democrtica es la institucin es la que se ocupa de resolver elconflicto entre dos deseos: el de dominar y el de no ser dominado. Larepblica e superior a los otros regmenes porque se presta al movimiento, alcambio. Obtiene la estabilidad a partir de un equilibrio de la inestabilidad, no apartir de su eliminacin. La Repblica frena el deseo de dominacin de unosdando salida al deseo de no dominacin de los otros. Pero siempre haydominacin, lo que ocurre es que la Repblica le pone freno a travs de la ley.Esta es la paradoja republicana : pone freno al deseo de dominacin limitandola libertad para salvaguardarla: limita la libertad de unos para defender lalibertad de todos. Siempre hay dominio pero en una sociedad libre el hombreno est sometido al hombre sino a la ley. En la democracia no hay un poderlegtimo, lo nico que es legtimo es la discusin sobre el poder. En unademocracia no hay juez, la justicia se debate en un espacio pblico quenecesariamente ha de existir.

    El totalitarismo y la democracia son los dos modos antagnicos de articular elrgimen poltico en la modernidad. En el primero, la sociedad se organiza entorno a la negacin de la divisin y de la indeterminacin. En el segundo, lasociedad se articula en funcin del reconocimiento, aunque sea implcito, deambas. La sociedad democrtica, plantea Lefort, se propone pensar singarantas ltimas. De esta manera es capaz de sostener la indeterminacin.Esta es su alternativa, tanto terica como prctica, tanto filosfica comopoltica. Se trata de apostar por la libertad contra cualquier forma servidumbre,voluntaria o involuntaria.

    Desde la experiencia democrtica puede entenderse mejor el fenmenototalitario. El punto de partida es la afirmacin del carcter originario eirreductible de la divisin social: este es el fundamento de la sociedad poltica.La Tradicin, que era una manera de clausurar esta divisin, se disuelve en lamodernidad y se abre un horizonte de incertidumbre. El totalitarismo es ni msni menos que la negacin de esta incertidumbre. El totalitarismo slo puedeaparecer en el mundo moderno, pero no nicamente porque es un mundo queha sido transformado por la Revolucin Industrial y que dispone de tcnicasde propaganda, movilizacin y de reclutamiento de las masas extraordinarias.Tambin porque es un mundo que ha sido transformado por la revolucindemocrtica. Esta ltima arruin todas las jerarquas tradicionales y destruylas divisiones caractersticas del antiguo espacio social. El totalitarismo abreuna nueva posibilidad de establecer un rgimen capaz de conseguir laintegracin de los mltiples sectores de actividad al Estado y la unificacin delas normas que rigen las relaciones entre los hombres en toda la sociedad. Esla posibilidad de establecer un rgimen capaz de borrar en el imaginariocolectivo las huellas de la divisin entre dominantes y dominados.

    Claude Lefort se pregunta por la ceguera de los intelectuales frente alfenmeno totalitario. No se entiende un acontecimiento nuevo al que laspalabras clsicas de tirana y despotismo no pueden definir. Lefort sepregunta porqu los filsofos polticos de la izquierda no hicieron la crtica altotalitarismo. El trmino fue acuado por la derecha liberal en contra delfascismo, en un primer momento, y del comunismo, en el contexto de laGuerra fra. Ni tan solo la izquierda socialista quera ser tachada deanticomunista. nicamente el propio Lefort y Hanna Arendt elaboraron unateora crtica contra el totalitarismo. Pero Lefort no comparte totalmente lacrtica de Hanna Arendt al totalitarismo porque considera que esta filsofa asolo advierte alguno de sus aspectos, como es el de la dominacin total sobre

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  • la base del terror y de la ideologa. Se olvida lo que el totalitarismo tiene dems especfico, que es la creacin del pueblo-Uno a travs de unaidentificacin imaginaria absoluta. Los individuos se incorporan absolutamentea un colectivo que se incorpora absolutamente al pueblo-Uno, son un soloCuerpo. Es una identificacin, una captura del sujeto por la imagen. Apareceuna comunidad homognea que diluye las diferencia, las elimina. No haydivisin aceptada y por tanto cualquier disidencia es criminalizada. Es lafantasa del pueblo-Uno, la bsqueda de una unidad sustancial, de un cuerpounido a su propia cabeza. Hay una especie de paradoja en la que coexistendos representaciones contradictorias en esta imagen corporal : por una partees un cuerpo mecnico y por otra es un cuerpo vivo, orgnico. El totalitarismoha sido posible,como la democracia, por una ruptura radical con el pasado,con la Tradicin. Lefort sostiene que en el modelo Teolgico-poltico delAntiguo Rgimen se da una representacin imaginaria de lo simblico. Es laimagen del cuerpo del Rey la que opera como sustancia de la sociedad. En eltotalitarismo es el cuerpo del pueblo-Uno el que ocupa el lugar del poder. Elpueblo-Uno que es el partido y el partido que es el lder. ste obtiene lasumisin a la omnipotencia de un dirigente supremo y, al mismo tiempo, laparticipacin activa de una gran parte de la poblacin en la realizacin de susacciones. El nazismo y el comunismo, que se beneficiaron de semejantedevocin, de tal resolucin, por parte de muchos de los que se sometan aella, de darle todo, incluyendo su vida, al poder.

    La clave por la cual la izquierda no puede teorizar sobre el totalitarismo esque ste es un concepto poltico y la izquierda es incapaz de pensar en estostrminos. Un anlisis poltico implica una serie de reflexiones que la izquierdano es capaz de plantear. En primer lugar sobre la naturaleza de la divisininstituida entre sociedad civil; en segundo lugar, y relacionada con la anterior,el desarrollo de la distincin histrica entre poder poltico y poderadministrativo.

    Lefort descubre en los cimientos del totalitarismo la representacin delPueblo-Uno; describe un rgimen que pretende negar que la divisin seaconstitutiva de la sociedad. All se produce una lgica de la identificacin,dirigida por un poder absoluto entre el pueblo, el partido y el lder, mientrasque se extiende la representacin de una sociedad homognea ytransparente, sin fisuras internas. Pretendiendo apropiarse de los principios ylos fines ltimos de la vida social, destruyendo la divisin entre sociedad civil yEstado, el poder se afirma como poder puramente social, aspirando acondensar en un mismo polo las esferas del poder, del conocimiento y de laley. El desconocimiento de la divisin, la anulacin de la distancia en todas lasesferas de la vida social, da forma a una dinmica que entiende la alteridadcomo algo a eliminar.

    El totalitarismo es la negacin de los dispositivos simblicos de lademocracia. Es La inversin de la aceptacin de la divisin social, del conflictoy de la heterogeneidad social. En el fondo, lo que se aprecia en eltotalitarismo es una tentativa de apropiacin por parte del poder de lo que esla ley, el conocimiento de los principios y de los fines ltimos de la vida social.El poder es el Partido, agente de la fusin entre el Estado y el pueblo. ClaudeLefort no comparte el optimismo de aquellos que afirman que el totalitarismoya fue depositado por la democracia en el basurero de la historia. Desde sumirada, la democracia moderna no ha encontrado en el presente ni puedeencontrar en el futuro la vacuna contra el virus totalitario. Siempre que laincertidumbre que activa la sociedad democrtica deviene insoportable porrazones polticas, econmicas o sociales aparece en el horizonte. Siempreque el deseo de pensamiento es sustituido por una exigencia desmesurada de

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  • creencia, aparece el fantasma totalitario. Nada sencillo resulta vivir en unaforma de sociedad en donde no existen garantas ltimas sobre el sentido delpoder, el derecho y el saber sino todo est sujeto a una invencinpermanente. Aparece entonces un partido que rompe con todas las demsformaciones polticas, se libera del marco de la legalidad y se fija comoobjetivo la conquista del Estado y una vez conseguido, la fusin entre ambos.El totalitarismo es una forma poltica, como la democracia, de la modernidad.Ciertamente, muchas de las bases institucionales o de los rasgos empricosdel rgimen comunista han desaparecido, cambiado o perdido mucho de suidentidad original. Con la cada del Muro de Berln en 1989 y la desintegraciny posterior desaparicin de la Unin Sovitica a principios de los noventa, eltotalitarismo pareciera haber recibido un golpe mortal. Sin embargo, las cosasno son tan sencillas como aparentan a primera vista. En efecto, si nosdetenemos en este nivel de la reflexin, corremos el riesgo de confundir omezclar dos dimensiones de anlisis que Lefort se ha preocupado endiferenciar. Por una parte el dispositivo institucional y por otra el dispositivosimblico de los regmenes polticos modernos . Es la diferencia que existeentre el desarrollo de facto de las sociedades democrticas o totalitarias y losprincipios que le han dado sentido a esas sociedades. En la obra de Lefort elanlisis crtico de las representaciones simblicas (lo instituyente) tiene unestatuto propio y es tan importante como el anlisis de las basesinstitucionales (lo instituido).No desapareci definitivamente de la faz de latierra por el simple hecho de que muri el nazismo y desapareci elcomunismo sovitico. Por el contrario, el fantasma del totalitarismo continainterpelando a las sociedades contemporneas, porque las representacionessimblicas que le dieron sentido y proyeccin histrica a ese rgimen polticocontinan seduciendo el imaginario colectivo.

    En cualquier momento, como advirti magistralmente Alexis de Tocqueville,el deseo de libertad que alimenta a la democracia puede mutar en deseo deservidumbre. La democracia debe renovarse, debe inventarse a s misma demanera constante o el riesgo de retroceder al totalitarismo es inevitable. Perola democracia no puede ser vista en ningn momento, en clave lefortiana,como una estacin de paso necesaria para pasar al totalitaria. Si as fuera,estaramos dndole a una democracia degradada el papel de causa y altotalitarismo el de efecto. Para Lefort, las relaciones causa-efecto pierden todavalidez en el orden de lo simblico, donde el mundo de las significaciones esmucho ms complejo.. Esto no quita que la democracia tenga el caminoposible de caer en las redes de la servidumbre voluntaria (Etienne De laBotie). Cuando crece la inseguridad de los individuos como consecuencia,por ejemplo, de una crisis econmica o de una guerra civil-, cuando elconflicto entre los grupos, las clases, las etnias o las nacionalidades sepolariza hasta el extremo se estn dando las condiciones posibles para laaparicin del totalitarismo. Pero para que esta condicin sea suficiente hacefalta tambin que no encuentre una resolucin simblica y provisional en laesfera poltica. Esto ocurre cuando el poder democrtico pierde credibilidad yse muestra dentro de la sociedad como un instrumento al servicio de unospocos. Cuando la bsqueda dialogante y provisional de la verdad es sustituidapor la Verdad revelada por Dios, la Historia o la Naturaleza. Cuando todosestos factores convergen se dan todas las condiciones para la aparicin deltotalitarismo. El espectacular xito electoral de Amanecer dorado en laselecciones griegas de mayo del 2012 son una buena muestra de ello.

    El rgimen comunista requiere una atencin particular para Lefort por dosrazones. La primera es que el terror se ejerci, en gran medida, sobre unamasa de gente ordinaria, que obedeca las rdenes recibidas, es decir que lasvctimas no eran diferentes de los verdugos por dos razones. El modelo delPartido bolchevique resulta particularmente instructivo porque se acompaa

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  • de una ideologa mucho mejor articulada que la del nazismo. La ideologa seinserta en una organizacin que se caracteriza por la estricta disciplina que seimpone a sus miembros. Sus principios son muy conocidos: divisin deltrabajo revolucionario, profesionalizacin de la militancia, exigencia dededicacin incondicional de cada uno a la causa del Partido. La organizacintiende a encontrar en s misma su propio fin, en razn de su identificacin conel proletariado. En su interior, se opera un proceso de identificacin delmilitante con el dirigente supremo. El Partido no se reduce, como se hasupuesto, a la funcin de un instrumento al servicio de la aplicacin de unadoctrina. La doctrina se modela conforme al imperativo de una absolutaunidad del Partido. Fuera de sus fronteras no existe la verdad. Fuera de susfilas ninguna participacin en la lucha revolucionaria es posible. En elestalinismo las vctimas se sometieron a la regla de la confesin, hasta elpunto de renunciar a su inocencia: ejemplo extremo de la servidumbrevoluntaria. La segunda razn es que esta servidumbre estuvo acompaada,entre los militantes comunistas, de una movilizacin de la inteligencia, de unaextraordinaria proliferacin de argumentos sofsticos. El marxismo seencuentra depurado, liberado de cualquier elemento de incertidumbre. Suenseanza est circunscrita al seguimiento de la escolstica marxista-leninista: Marx, Engels, Lenin ( y Stalin, o Trostsky o Mao). De este modo, sevan combinando un cuerpo colectivo, el grupo de los militantes fusionadosunos con otros, y un cuerpo de ideas, un dogma. El que los militantes seancreyentes es un hecho seguro, pero slo lo son en la medida en que creentodos juntos; donde para cada uno, el Yo se pierde en el Nosotros. Una vezque el partido est en el poder, el principio de la organizacin se difunde atoda la sociedad. Por supuesto, no es posible obtener la disciplinacaracterstica del Partido en todo el conjunto de la poblacin. No obstante, encada sector de actividad, se exhorta a los individuos a ajustarse unos a otros,a considerarse como los agentes de un aparato. Este espectculo de unasociedad completamente consagrada a la organizacin es, precisamente, elque inspira a Arendt para plantear la idea de una dominacin desde el interior,es decir, una dominacin de tal naturaleza que aquellos que la padecen seprestan a integrarse en un sistema que justifica la violencia del poder. En todade la sociedad vemos surgir grupos que tienen la propiedad de representaruna especie de cuerpo cuyos miembros estn regidos por un mismo fin:sindicatos profesionales, movimientos de jvenes, agrupaciones culturales odeportivas, uniones de escritores o de artistas, academias de ciencias,asociaciones de todo tipo, que estn controladas por el Partido. Al consideraresta inmensa red de organismos en los que estn atrapados los ciudadanos,se mide la novedad y la amplitud de la empresa totalitaria. Es la fuerza queproporciona el hecho de pertenecer a una comunidad que forma un solobloque, que ofrece la imagen del Uno. Acaso no podemos aadir que, pormedio de estas mltiples incorporaciones, se impone la creencia en la grancomunidad del pueblo, la cual se refleja en el cuerpo visible del dirigentesupremo? Me inclino a pensar que, en lo ms profundo, la imagen del cuerpoes la que mantiene la fe en el Uno. Mientras que la organizacin puede serobjeto de discurso, y celebrarse su virtud, la imagen del cuerpo se ancla en elinconsciente, su eficacia simplemente es ms fuerte; persiste aun cuando laorganizacin se haya estropeado. Entonces, cmo no admitir que lanegacin a pensar se encuentra en el corazn del sistema totalitario? En estesistema, pensar consistira en aceptar el riesgo de sentirse excluido de lacomunidad. Evidentemente, este miedo a la exclusin quiere suscitar larenuncia a pensar.

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