delator · 2020. 7. 3. · el banco más viejo de suiza, ... bado negro brillante, revestidas de...

292
DELATOR EDGARDO MUÑOZ

Upload: others

Post on 19-Jan-2021

3 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

DELATOR

EDGARDO MUÑOZ

Page 2: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Paperback: 292 pages

Publisher: Migala ediciones (July, 2020)

Language: Spanish

ISBN-13: 979-8636014447

Ⓒ 2020 Edgardo Muñoz / Migala ediciones

Page 3: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

A Miriam, Matías y Bruno, mis tesoros más preciados.

« A toutes ces âmes que j'ai croisées,Dans mes secrets, dans mes mirages,

A toutes ces âmes que j'ai serrées,Non je n'oublie pas nos voyages... »

Extracto de la canción Prière, de Gregoire.

Page 4: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,
Page 5: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

BBC News Mundo, 4 enero 2013

“Wegelin, el primer banco suizo que cae porevasión de impuestos

El banco más viejo de Suiza, Wegelin & Co., dejará deoperar permanentemente después de que se declarara cul‐pable de ayudar a sus clientes estadounidenses a evadir im‐puestos. Las entidades suizas han sido acusadas deconspirar con los nazis, de operar bajo leyes financieras ex‐cesivamente laxas, de manejar cuentas de gobernantescuestionados como el chileno Augusto Pinochet o el libe‐riano Charles Taylor.

Y también han sido acusadas, una y otra vez, de ser un pa‐raíso fiscal.

Pero nunca antes un banco suizo -o cualquier instituciónfinanciera de reconocimiento internacional- se había decla‐rado culpable de conspirar deliberadamente con susclientes para evadir impuestos.

[…]

No sólo Wegelin

Al menos 13 bancos suizos están siendo investigados por elIRS, entre ellas (sic) Credit Suisse y UBS, que pagó hacecuatro años US$780 millones en multas a las autoridadesestadounidenses […].”

Page 6: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,
Page 7: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

A pesar de estar enmarcada en acontecimientos históricosy espacios reconocibles, los protagonistas y la trama de estanovela son ficticios; cualquier parecido con la realidad esmera coincidencia.

Page 8: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,
Page 9: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

E

1

l cerebro de Le Palais está situado en Champel, unbarrio chic al sudeste de la ciudad, no lejos del casco

antiguo. En el número diez del Chemin des Crêts-de-Champel, se alza un inmueble moderno de seis pisos, contreinta metros de frente, calculo yo, rodeado por departa‐mentos lujosos, donde hay un portero, más parecido a unbotones del Hotel Beau-Rivage que a un agente de seguri‐dad. Dudo que el hombre en smoking, pajarita, guanteblanco y bombín en pleno verano, conozca el nombre se‐creto de la auditoría. Me anuncio como alguien del des‐pacho de abogados a quien Madame Charlotte espera.Madame Charlote es la clave que Klara me ha dado. Elhombre no responde, sólo me cede el paso con un ademáncordial que provoca la apertura automática de una puertade cristal, ligeramente polarizada y camuflada en la fachadadel edificio también de cristal. Cruzo un espacio que sirve

1

Page 10: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

de cortina de aire para mantener la climatización interior yabro una segunda puerta de vidrio enmarcada en unagruesa madera impecable. Del otro lado, un amplio vestí‐bulo, con un grueso tapete color toronja sobre un piso demármol blanco y pulido, antecede a un largo mostrador enotra madera exótica, que sostiene, en su extremo derecho,un arreglo floral compuesto de aves de paraíso y lirios y,detrás, un recepcionista vestido con traje italiano colorcrema, posiblemente de casimir, camisa azul cielo y corbataazul marina, mucho más acorde al clima exterior.

El lujo y la austeridad calvinista en plena convivencia,pienso.

—Bonjour, Monsieur —más que bienvenida es una pre‐gunta. Bonjour, replico y repito que busco a MadameCharlotte. —¿A quién anuncio? —insiste el recepcionista.Entonces, dudo se trate de una clave y no de una mujer decarne y hueso. Lucio Herrero, respondo con todas las erresfuertes de mi apellido, a propósito, sólo para hacerlo tarta‐mudear, para jugar un poco y luego consolarlo, asegurán‐dole que no hay nada de qué preocuparse, que entiendo ladificultad del castellano. Mira en una lista y para mi sor‐presa, contesta en un español perfecto: —Por aquí, señorHerrero —con la erre misma del ferrocarril.

El karma se hizo presente, pienso, y me apuro a seguir lalarga zancada de mi interlocutor hacia un elevador cercano,llamado desde un interruptor oculto en el mostrador. Laspuertas se abren sin emitir el sonido de campanilla típico,

2

Page 11: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

lo que me decepciona un poco y, antes de entrar, le pre‐gunto de dónde sacó su buen español, casi convencido deque se trata de algún gallego de segunda generación, perono me responde nada, sólo sonríe, como si esa informaciónfuera igual de secreta que las cuentas que administra elbanco. —Quinto piso, Monsieur, área de clientes —me in‐forma y mientras asciendo solo en esa caja de espejos sinbotones, sólo los orificios respiratorios de una bocina y lapequeña pantalla por donde se ven caer los dígitos de cadapiso unos sobre otros, pienso en el recepcionista quiendebió tomar clases de pronunciación en varios idiomas,justo para complacer a los cuentahabientes de los cincocontinentes.

Ingreso a un nuevo recibidor, compuesto de los mismoscolores: en toronja una isla de sillones de lino en diferentesniveles, dispuesta al centro sobre una alfombra color perla,un mostrador que replica aquel en la planta baja, aunque demenor dimensión, incluido el florero de porcelana fina conlas aves de paraíso y los lirios, y otra recepcionista, ésta másjoven, igualmente elegante y que, por la familiaridad de labienvenida, parece saber quién soy o por lo menos qué metrae por aquí. Voy tras ella a lo largo de un pasillo en cuyosmuros paralelos se intercalan obras de arte con las puertasde acceso a salas de reuniones, decoradas con la misma so‐briedad-lujosa, ese adjetivo hecho de antónimos que es ca‐racterístico de lo ginebrino.

3

Page 12: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Si el edificio tiene pocos metros de frente, no se puededecir lo mismo de su fondo, que desciende la ladera quelleva al río Arve, la frontera con el barrio de Carouge,donde un italiano vende helados exquisitos durante el ve‐rano y panettone en invierno. Lo sé, pues a medida queavanzamos se distingue más claramente, por las ventanasde los salones con la puerta abierta, la silueta de la viejaTour de Champel, a cuyo pie Amalia y yo hicimos un pi‐que-nique hace unas semanas. Amalia es mi esposa, a laiglesia, por el resto vivimos en concubinato; ya tocaráabordar esa historia más adelante.

Entramos a una habitación con una larga mesa de puntasovales, un sistema de teleconferencias, una decena de sillas,un gran monitor y una pequeña pizarra blanca apoyadasobre un bastidor. Mi guía me ofrece un café ou quelquechose d’autre, que declino con la misma amabilidad mien‐tras ella sube por completo las persianas interiores, quedejan pasar la luz de media mañana. —Sus entrevistadoresestarán con usted en unos minutos —señala la refinadajoven antes de partir.

Intento leer los periódicos mientras aguardo, pero misdatos celulares están bloqueados. Me enfada tanta segu‐ridad y me resigno a leer un folleto expuesto sobre la mesa,en el que se reseña la composición fotográfica que cubre lasparedes interiores y los materiales del inmobiliario de lasala con el nombre de Arve, del río cuyas aguas azul tur‐quesa se divisan desde la ventana. Los muebles son un di‐

4

Page 13: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

seño único y especial para Le Palais, realizados con losmejores materiales como el ébano makassar indonesio, delque está hecha la mesa, o las sillas de nogal europeo en aca‐bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de lasilla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,sólo por pasar el tiempo, porque mis conocimientos de pe‐letería son magros, aunque por su suavidad podría ser decordero, como esos zapatos españoles que me obsequióAmalia en la última navidad.

Las inmensas fotografías en los muros de la sala son de unode los finalistas del premio Le Palais de 2012. El artista fuegalardonado por su explosión “En Movimiento”, la cual in‐cluye esta composición de imágenes de las más espectacu‐lares migraciones de seres vivos en el norte de América. Lafoto muestra el vuelo emprendido por millones de mari‐posas monarcas del este de las Montañas Rocosas en losEstados Unidos hasta llegar a su lugar de hibernación enMéxico, así como el éxodo de medio millón de grullas ca‐nadienses aterrizando en marzo en el río Platte en Ne‐braska, procedentes del norte de México y el suroeste deEstados Unidos. También el artista exhibe la marcha de ca‐ribús a través de la tundra canadiense, muy cerca delCírculo Polar Ártico; la migración de mamíferos másgrande del planeta, señala el folleto explicativo. Por aguavan miles de ballenas jorobadas, cuyo viaje comienza enAlaska y termina en las costas de México, donde se repro‐ducen luego de recorrer ocho mil kilómetros durante dosmeses. Sólo falta la foto de esa otra gran migración, la de

5

Page 14: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

los mexicanos y centroamericanos saltando el muro,pienso.

Maravillado por los detalles en cada centímetro de las imá‐genes, me pregunto si es buena idea que mis entrevista‐dores entren súbitamente, mientras paso el tiempocontando las cabezas de caribús.

6

Page 15: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

¿Q

2

ué me llevó a Le Palais? Las cosas comenzarondías atrás, una tarde del mismo verano, no muylejos de Champel, en el despacho de abogados

donde laboraba desde mi llegada a Ginebra. Volvía a mioficina luego de almorzar cuando, desde el séptimo piso, através del cristal recién lustrado, miraba como un zombi lapunta del jet d’eau alzándose sobre los edificios de la riberasur del lago Lemán. Me sentía abrumado por las largas ho‐ras, seis días a la semana, con la vista puesta en el monitor.No me quejaba, a pesar de las punzadas en la sien que augu‐raban una terrible jaqueca, era afortunado de poseer unempleo que muchos compatriotas universitarios hubierandeseado. Ahí estaba yo mirando el chorro de agua a lo lejos,hipnotizado, con el sólo consuelo del aire acondicionadoque me permitía imaginar una brisa fresca ausente alláafuera.

7

Page 16: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Antes del almuerzo, había dejado a un lado el escrito de de‐fensa para unos réferis internacionales de gimnasia rítmica,acusados de hacer trampa en su último examen de certifica‐ción. El litigio era tan relevante que The New York Timeshabía publicado una nota haciendo alusión a los continuosescándalos de corrupción en el seno de la FIG (FederaciónInternacional de Gimnasia). El asunto me entusiasmaba; setrataba de un litigio ante la CAS (Court of Arbitration forSports), la corte donde se resuelven las controversias másrelevantes del mundo de los deportes. De niño había so‐ñado convertirme en jugador de futbol profesional, de ado‐lescente había seguido el gran catálogo de torneosdeportivos transmitidos por televisión y, ahora, mi oficiode “abogado litigante internacional”, sí, así de pomposo erael título, me permitía ver de cerca lo que sucedía tras bam‐balinas en deportes múltiples.

Habían transcurrido varios días estresantes. La FederaciónRusa estaba completamente volcada sobre la defensa de susréferis. Recuerdo una reunión en la que el magnate ruso ypatrocinador de nuestros honorarios había dicho ser capazde incrustar un martillo en la cara del presidente de la FIG:ojo por ojo, diente por diente. A mí me sonó a chiste, a unofuera de lugar por supuesto, ya que los suizos son intole‐rantes al lenguaje bélico. ¿Está hablando en serio?, le pre‐guntó de inmediato Jean Luc, mi jefe. ¡Claro!, respondió eldirigente exsoviético, lo que a mi juicio confirmaba que setrataba de una simple broma. Pero Jean Luc lo creía capaz,

8

Page 17: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

porque él es suizo y los de este pasís no suelen bromear conesas cosas.

Ese medio día, aunque estaba exhausto, me sentía contentocon el esfuerzo invertido en el caso de nuestros impor‐tantes clientes y orgulloso de mi título de abogado litiganteinternacional. Yo, un simple expatriado en suelo helvético,había sido capaz de montar una defensa de gran relevanciapara una potencia deportiva. Sin embargo, las cosas es‐taban por cambiar, incluido mi despampanante título.

Contemplaba la punta del chorro de agua que nace en ellago Lemán, cuando de reojo veo el ícono de un correoelectrónico haciendo erupción en la barra de tareas. JeanLuc desea verme en su oficina. Mi predicción de que setrata de algún nuevo caso me resigna; son pocas las oportu‐nidades de procrastinar que se presentan en el bufete. Dejomi sitio en dirección sudoeste en el mismo piso donde seencuentra, en la esquina, su amplia guarida. Saludo a lalinda secretaria en turno, guardiana de la agenda del chef,quien permite mi entrada con una sonrisa angelical.

Como de costumbre, hay expedientes de casos, sentencias yotros documentos desbordándose por el escritorio. JeanLuc está en el teléfono, también con la mirada perdida másallá del cristal, rumbo al monte Salève en Francia. Tomoasiento y espero, leo los títulos de los libros tirados en laalfombra, al pie del librero que cubre el muro interno de laoficina. Finalmente acaba la llamada y exclama: —¡Mi que‐

9

Page 18: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

rido Lucio, nuestros colegas del cuarto piso necesitan denosotros!

Me preocupa la frase “nuestros colegas del cuarto piso”,pues se refiere al banking and finance team, cuyos miem‐bros están distribuidos en ese nivel. Este despacho de abo‐gados es un full service, hospedado en un flamante edificiode ocho pisos, donde sus diferentes áreas de especializacióngozan de mucho trabajo y reputación. Entre ellas, destaca lade derecho bancario y financiero, que debido a la gran can‐tidad de honorarios que ingresa, mantiene un control la‐tente sobre el resto, incluida el área de litigio internacionala la que yo pertenezco. También me inquieta que al decir“necesitan de nosotros”, se refiera específicamente a mí yno a él o a ambos.

Jean Luc me pone al tanto del tema que, semanas atrás, yohabía leído en BBC News Mundo sin darle mucha impor‐tancia. Luego de la multimillonaria multa impuesta a UBSy la caída del banco Wegelin, una docena de institucionesfinancieras suizas era sometida a investigación por el DOJ(Department of Justice). ¿La acusación?, la misma: haberayudado a miles de norteamericanos en la evasión de im‐puestos por medio de la administración secreta de sus capi‐tales. Entre los investigados está el banco suizo con mayorprestigio en el manejo de fortunas privadas, que es nuestrocliente y al que decidí llamar Le Palais, por razón de confi‐dencialidad.

10

Page 19: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

—Le Palais debe suministrar al DOJ, el número total de lascuentas de “contribuyentes estadounidenses” en los últimosocho años —dice Jean Luc y al exhalar aire por la bocasuena un ligero puff que interpreto como desaliento ante elnuevo ataque norteamericano—. La multa será negociadacon base en los montos no declarados.

Admiro su empatía; poca gente debe percibir este tipo denoticias como una afrenta personal, pero en Suiza losbancos forman parte de los símbolos patrios.

—El concepto de “contribuyente estadounidense” es de di‐fícil determinación —me explica—. Podría tratarse de per‐sonas con domicilio, ciudadanía o nacionalidad de EstadosUnidos, sin importar el lugar desde dónde generen su ri‐queza. Y me cuenta, como justificando a sus connacionales,que durante años los bancos suizos han administrado el di‐nero de ciudadanos y entidades extranjeras sin verificar siéstos pagan sus impuestos.

El asunto me parece interesante, pero no acababa de expli‐carme cómo yo podría ser útil, sin ser especialista en la ma‐teria. Los del séptimo piso, o sea, los del equipo de litigiointernacional, nos considerábamos una clase única de juris‐tas; multilingües, versados en diferentes tradiciones jurídi‐cas, negados a realizar las tareas monótonas y mecánicasdel resto del edificio. Para nosotros, cada disputa es distintay el talento empleado en la argumentación oral y escrita notiene paralelo. Jean Luc me confía que Le Palais confor‐mará un comité de auditores independientes, que le ayu‐

11

Page 20: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

darán a determinar el monto total de dinero no declaradoen Estados Unidos.

—Este comité estará compuesto por abogados de nuestrodespacho, auditores provenientes de una de las firmas BigFour de contabilidad y consultaría y por un par de abo‐gados estadounidenses especializados en negociacionesante el DOJ y el IRS (Internal Revenue Service).

¡Vaya!, por qué tanta gente, pienso, eso deberá costar unafortuna.

—El banco maneja centenares de cuentas de familias lati‐noamericanas con contactos en Estados Unidos, las cualespodrían caer dentro de la categoría de contribuyente esta‐dounidense —continúa diciendo con detenimiento—. Losdocumentos de estas cuentas están en español y Enzo meha pedido nuestro apoyo para revisarlos; no te tomará másde dos semanas. Después me mira a los ojos y espera a queyo mismo me convenza y acepte lo que en realidad es unaorden y no una invitación.

¿Quién es Enzo? Claro, debo presentarlo antes pasar a laescena en la que me vi obligado a aceptar mi traslado tem‐poral a Le Palais. Enzo Dupont es el amo y señor del despa‐cho. A sus cincuenta y pico años de edad, es consideradouno de los grandes abogados europeos en temas de com‐pliance bancarios y financieros. Es muy apuesto e inteli‐gente, tal como lo muestra la foto de su perfil en la páginaweb. Toda una vedette, que tiene a las mujeres de su

12

Page 21: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

equipo enamoradas de su gracia y billetera, según sus cola‐boradores varones. Para entonces no lo conocía en per‐sona, tampoco la mayoría de los que allí pasábamosnuestros días y noches; lo que agregaba ese misterio nece‐sario para inspirar a la masa de asociados candidatos aocupar algún día el puesto de socios propietarios. Teníacontacto por correo electrónico, me había escrito algunasveces “Très bien, Lucio”. Y con tan sólo saber mi nombredebía sentirme privilegiado. No lo sé, pero Jean Luc mehabía dicho que era importante que supiera que existía. Poreso cuando preguntó a sus socios (antes del asunto este deLe Palais con el DOJ) si había algún abogado nativo delengua de Cervantes capaz de realizar traducciones delfrancés, Jean Luc sugirió mi nombre de inmediato. Desdeentonces, cada cuando me enviaba las minutas de las au‐diencias de un procedimiento instaurado por el fiscal gine‐brino contra el exdirector de un fondo de inversión, filialde un banco español muy grande, acusado de conocer deantaño la estafa montada por Bernard Madoff, el famosofinanciero neoyorkino.

A mí me gusta traducir y era un manjar poner en castellanolos chismes que se desahogan en ese procedimiento. Asícomenzó una intermitente colaboración con él: yo traducíala saga del caso Madoff en Ginebra y el departamento legaldel banco español en Madrid estaba contento con mitrabajo.

13

Page 22: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

¿Por qué era importante que Enzo supiera de mi existencia?Bueno, Jean Luc nunca me lo dijo de manera tajante, perosupongo que siendo el socio que ingresa más dinero a lafirma, tiene la última palabra, ¿o la única?, en algunas deci‐siones importantes, incluido el nombramiento de nuevossocios. Confieso que no me entusiasmaba ser promovido,estaba lejos de ambicionar un tal futuro, facturando un mí‐nimo de mil seiscientas horas anuales, en el que sólo veríael jet d’eau desde mi oficina, prefería mantenerme en elrango medio de la escala de jerarquías hasta no ver si sobre‐viviría otro invierno.

Ahora Enzo necesitaba nuevamente a un hispanohablante:esta vez, para leer y analizar una serie de documentos ban‐carios en Le Palais. Por eso mi jefe me ha llamado a su ofi‐cina y espera impaciente mi aceptación para incorporarmeal nuevo mandato.

Yo acepté, porque Jean Luc parecía darle importancia a micolaboración con el equipo del cuarto piso, por el morbo deecharles un vistazo a las fortunas de los ricos latinoameri‐canos y porque no tenía otra opción.

—¿Tan sólo un par de semanas? —pregunto y él confirmacon la cabeza que es temporal, porque, de cualquier modo,hay quehacer de nuestro lado que es mi responsabilidad ydebo regresar pronto a atender. Esto último no lo dijo conel movimiento de cabeza, yo lo asumí.

• • •

14

Page 23: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Obtenido mi sí, enciende el altavoz del teléfono y marca unnúmero de tres dígitos. Una voz de niña emerge desde elotro lado de la línea. Es la voz de Klara, una abogada aso‐ciada y la mano derecha de Enzo. Jean Luc le confirma elacuerdo de su candidato para la revisión de cuentas banca‐rias en castellano y desde mi lugar escucho a su interlocu‐tora exhalar, posiblemente aliviada por mi aceptación; a labrevedad me enviará lo necesario para comenzar el procesode admisión al banco. Sonrío al ver a Jean Luc iluminarsemientras habla con ella; a los dos nos cautiva su dulzura.

Recuerdo el día en que se presentó, en la planta baja, en lacafetería, porque Klara es una ucraniana de origen ruso,llegada a Ginebra en plena adolescencia, que tiene eseamable interés por los extranjeros y muchos prejuicioschuscos acerca de los latinoamericanos. A pesar de su can‐didez, es una workaholic que vive deseando no serlo e in‐tuye en la cultura latinoamericana algunos hábitos hacia lafelicidad que busca. Así fue nuestro primer encuentro:¿sabes bailar salsa?, ¿sabes surfear?, ¿te gusta Manu Chao? Yyo respondo que no, o que sólo un poco. Ella ignora misrespuestas, emocionada por la sorpresa reflejada en mirostro e insiste: ¿cómo bebes la tecuila? ¿verdad que connaranja y canela? Me da entonces por reír más fuerte de lopermitido por los suizos a nuestro alrededor, y la pláticacomienza apenas a ponerse buena, cuando, súbitamente,ella se pone de pie, preocupada, pregunta la hora y me pidellevar su bandeja de platos sucios a donde el cocinero,

15

Page 24: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

porque debe regresar a trabajar a su cuarto piso y ni si‐quiera para eso le queda tiempo.

Al colgar Jean Luc el teléfono pensé que, uniéndome a larevue, como Klara llamaba a la auditoría de cuentas banca‐rias que estaba por emprenderse en Le Palais, habría otrasocasiones de reír juntos y eso me entusiasmó.

16

Page 25: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

H

3

ay al menos cinco mil cabezas de caribús en estafotografía. No he contado todas, pero diseccio‐

nando doscientas testas por cada diez centímetros cuadra‐dos, estimo acercarme al total. Saciada mi curiosidad meretiro a mi silla de presunto cuero ovino en la sala Arve yreflexiono acerca de la entrevista que me espera. Klara meha confirmado que el departamento de contrataciones deLe Palais ha dado luz verde para mi ingreso. Verificaron laautenticidad de mis declaraciones, experiencia y formaciónprofesional. Tengo el perfil de tecnócrata usual en los em‐pleados de los bancos, no hay duda de mi capacidad paratrabajar en los idiomas requeridos y aprender los tecni‐cismos propios del oficio. Lo que les preocupa es tu nacio‐nalidad y tu vida antes de la universidad, profirió Klara, asíde franca. El tema de la nacionalidad era claro, cualquieraque no fuera suizo era sospechoso, o ¿acaso creían que los

17

Page 26: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

mexicanos tenemos alguna ventaja para contrabandear in‐formación? Ella me tranquiliza, porque la entrevista es pre‐cisamente en relación a eso que no está en mi CV, para queyo les cuente, de viva voz, acerca de mi vida en México. Túsabes, así en corto, te preguntarán qué te trajo a Suiza, sitienes familia en Estados Unidos, si has leído los diarios, tuopinión de los americanos y si planeas permanecer en Gi‐nebra, añadió Klara. Y por primera vez, me preparé para laentrevista de un empleo que no deseo, pero que es impor‐tante para estar bien con los patrones, con Enzo. ¿Qué ycuánto debía develar?, me preguntaba a mí mismo.

El llenado de los formatos previo a la entrevista me habíadivertido. Luego de aceptar la invitación obligada de JeanLuc a unirme al equipo de auditores, volví a mi escritorioy, al despertar el monitor, mi bandeja de entrada mostrabadiez correos no leídos. De inmediato abrí el correo electró‐nico con letras grandes donde se leía URGENTE, enviadopor Klara. El mensaje portaba tres documentos adjuntos,con el encabezado del banco y una nota que los designabacomo confidenciales. Si tenía alguna pregunta no debíadudar en contactarla y, por favor, avisarle tan pronto comotuviera lo necesario para enviarlo al cliente.

El primer documento comenzaba diciendo: “Dear Assig‐nee,” cuya formalidad me pareció más irónica que respe‐tuosa, pues la carta estaba redactada como una amenaza desanciones para el firmante, que tendría acceso a lugares res‐tringidos e información secreta del banco. Luego enlistaba

18

Page 27: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

una decena de documentos que debía remitir anexos; lousual, copia de pasaporte, de permiso de trabajo, un ex‐tracto de antecedentes penales, sonreí pensando en Madoffy en todos los criminales de cuello blanco formados en losbancos, mi curriculum vitae, etcétera.

Revisé mentalmente si tenía todo a la mano y recordé que,en su momento, la agencia inmobiliaria que me renta elapartamento, había realizado un screening tan profundocomo el que Le Palais emprendía ahora; sólo para asegu‐rarse de mis cualidades de arrendatario digno de este país.Me alegré entonces de sacar ventaja de una humillación enla que sólo faltó que se me pidiera mi contraseña deFacebook.

La carta de Le Palais continuaba advirtiéndome de la con‐tratación de los servicios de la compañía Impeccable HireLtd., basada en Londres, la cual verificaría la informaciónprovista u otra disponible en las redes sociales y sitios web;a este ritmo, sí me pedirán mi contraseña de Facebook, measusté.

Mi declaración de confidencialidad expresaba que, en elcontexto de la revue Aar… me detuve al advertir el nombresecreto de la investigación. Tecleé la palabra en el buscadorInternet e ingresé a una página del Gobierno de Suiza,donde se describía al Aar como un río puramente suizo,formado en el glaciar de Oberaar, situado en los Alpes ber‐neses orientales, pasa frente a la capital y remonta hacía elnorte para tirarse sobre el río Rin. La contradicción en el

19

Page 28: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

nombre elegido para la auditoria era muy helvética: un gla‐ciar es la fuente de una riqueza inmensa, como el dinero nodeclarado de las cuentas auditadas, pero que, en este caso,no nació en Suiza sino del otro lado del Atlántico, de dondese esfumó por canales invisibles hasta llegar a las bóvedas-subterráneas-alpestres. En fin, no debía estar mordiendo lateta que me amamantaba; ya era yo uno de esos emigradosprivilegiados, ordeñadores de la gorda vaca helvecia pas‐tora de las sabanas del planeta.

Regresé al documento redactado en la forma de una confe‐sión propia, en la que declaraba estar consciente que, en elcontexto de la revue Aar, podría tener acceso a informa‐ción cubierta por el secreto bancario suizo y, por tanto, es‐taba sujeto a varias disposiciones que estipulaban penas deprivación de la libertad de hasta tres años. También reco‐nocí las multas en caso de que un secreto bancario fueradivulgado como resultado de mi negligencia y la prohibi‐ción de utilizar información secreta con propósitos de lu‐cro. Más adelante, sobre el espacio donde debía ir mi firma,estaba la pena convencional, por cien mil francos suizos,que me comprometía a pagar a Le Palais en caso de incum‐plir mi declaración de confidencialidad.

Nunca he creído que las confesiones sirvan para purgar lasfaltas y mucho menos para disuadirlas. Hice las sumas delas penalidades y noches que podría pagar desde alguna delas equipadísimas y confortables cárceles suizas, y no hizofalta mucho para concluir que ni la ley, ni la cláusula penal,

20

Page 29: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

eran incentivos suficientes para guardar un secreto de esetipo. Recordé que apenas unos meses un whistleblower,exempleado de UBS en los Estados Unidos, recibió unpremio de ciento cuatro millones de dólares del IRS, pordivulgar los esquemas que el banco suizo había utilizadopara alentar a los ciudadanos estadounidenses a evadir susimpuestos. ¿Cómo se llamaba? Busqué en la página de TheNew York Times, donde había leído la nota: “whistle‐blower + UBS”. Su nombre era Bradley C. Birkenfeld yantes de recibir la recompensa había pasado dos meses ymedio en una cárcel de California, acusado de convencer aun acaudalado empresario de esconder sus utilidades enZúrich. Su colaboración con el IRS condujo a la investiga‐ción que obligó al banco helvético a pagar una multa decasi doscientos millones de dólares y a entregar al fiscoamericano información de cuatro mil quinientos clientesestadounidenses. Como quien planta una roca sobre la en‐trada de un hormiguero, todos esos cuentahabientes co‐rrieron hacia otros agujeros, hasta que la pesadilla se hizogeneral cuando el DOJ inició la investigación de los docebancos suizos más importantes, donde sospechaba que losantiguos clientes de UBS habían buscado refugio, incluidoLe Palais. El reportero del New York Times calculaba quepor cada hora que Birkenfeld pasó en prisión, ganó cuatromil seiscientos dólares, concluyendo que: “algunas veces, elcrimen paga”.

El tercer documento en el mensaje de Klara iniciaba con lapregunta: ¿Tiene la intención de divulgar información se‐

21

Page 30: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

creta?, negué sonriendo y seguí declarando que ni yo, ninadie en familia, que en su versión de tíos y tías es humildey numerosa, teníamos una cuenta en Le Palais; si yo la tu‐viera ya me habría convertido en ciudadano suizo y no es‐taría sentado miles de horas frente a la pantalla. ¿Algúnpariente es empleado en Le Palais?: desafortunadamenteno. Amalia, mi esposa ante Dios, trabaja en el help desk deuno de sus competidores, ese otro banco de los doce que,de un día para otro, expulsó a todos los clientes estadouni‐denses. Y así otras preguntas personales como si tenía fa‐miliares ciudadanos o residentes en los Estados Unidos quelaboraran en el sistema financiero o gobierno de ese país.Esta pregunta me hizo comenzar a repasar los nombres querecordaba, pero de ellos nada dije: uno era un estilista decabello famoso, el único ganador del sueño americano, elresto seguía dándole duro en oficios de la tabla baja.

Reuní los documentos solicitados en un fólder, salí hacia elcuarto piso donde algunas oficinas ya estaban vacías, lo queera extraño a las siete de la tarde. Saludé de paso a la señoraque comenzaba a asear los archiveros centrales; una serbiaamable que solía encontrar todos los domingos en el mer‐cado de pulgas. —Bonsoir —exclamé y le dejé, sobre el ca‐rrito de limpieza, un chocolate fino que había tomado porla mañana del octavo piso, donde el despacho alberga lassalas de reunión y ofrece a sus clientes diferentes exquisi‐teces suizas. Qué tonto soy, pensé, si no lo come ahora yalguien le ve el chocolate creerán que lo ha robado, peroella lo echó rápido al bolso de su delantal.

22

Page 31: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Toqué discretamente en la puerta de la oficina de Klara queestaba abierta. Esperé a que levantara la cabeza de los docu‐mentos que examinaba en el escritorio. Al percatarse de mipresencia sonrió y enseguida volvió su mirada a los docu‐mentos. Por la cara, supuse que estaba en su modus vi‐vendi habitual, o sea, estresada. Luego se levantó de suasiento. —¡Estoy harta de todo esto! —se quejó como unaniña, probablemente esperando mi consuelo con algunabroma, porque conmigo está permitido lamentarse, dis‐traerse y jugar un poco, puesto que soy latinoamericano yla eficacia es secundaria para los nuestros. —¡Ah!, pobresita—comencé a molestarla—, tan inteligente, aunque sin vida,ni novio o mojito para olvidar sus penas, porque Enzo nose da cuenta de que está enamorada de él. —¡Cállate! —megritó con su dulce voz, que sonó más bien como un que‐jido. Luego me confesó que no sólo ella, sino todas las delbanking and finance team estaban desesperadas por acos‐tarse con él. —Tu secreto está a salvo —le aseguré y pro‐puse añadirlo a la declaración de confidencialidad queacababa de firmar para Le Palais. Casi me tira un bolígrafode golpe sobre la cara.

Le pregunté cuándo me esperaba en Le Palais y me sugiriópresentarme pasado mañana, que había miles de cuentasbancarias por auditar; otros dos asociados del despacho ha‐bían sido ya admitidos a la revue Aar y pasarían todo el díaen las instalaciones de Le Palais.

23

Page 32: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

—¿Cuántas cuentas tendré que revisar? —insistí buscandosaber más acerca de sus expectativas.

—No lo sé, tomará tiempo. En todo caso, estoy contenta deque te unas al equipo —exclamó, con ese tono de nostalgiaprovocado por el estrés en que vivía.

Tres días más tarde recibí la llamada en la que me infor‐maba la fecha y hora de mi entrevista. Me puso al tanto desu posible contenido, me remitió la dirección de Le Palaisen correo aparte, instruyéndome preguntar por MadameCharlotte, pero nunca me advirtió acerca de la impuntua‐lidad de mis anfitriones, ni sus identidades.

Fastidiado por la espera, voy hacia la ventana y miro cuestaabajo el chantier donde albañiles, mezcladoras y excava‐doras trabajan en la construcción de un puente que cruzaráel río Arve, justo a un costado de la piscina de Carouge,donde las familias se bañan e imagino los gritos de losniños más allá del doble cristal. Después de vivir variosaños en este país, comienzo a tener las mismas quejas quelos locales: lamento pasar los días de verano en el interiorde cualquier edificio. Sonrío, eso les diré en la entrevista,que vengo de un país donde la gente rehúye al sol, dondenadie se disputa las sombrillas dispuestas en las terrazas delos restaurantes, porque a la gente no le gusta comer bajo elastro abrasador, que es eterno e luminoso. Me dirán que losaben porque han estado en Cancún, o en alguna ruina

24

Page 33: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Maya, sin admitir que ignoran lo que es vivir diez mesesdel año dentro de una masa de aire caliente y cegadora.

Me impaciento, ya esperé media hora, muy inusual en lossuizos. ¿Me pongo a dibujar algo en la pizarra?, dudo unpoco. De repente, el tenue y agudo sonido de un silbatotraspasa el doble cristal. Viene de las canchas a un costadode la piscina, parece que comienza un partido de futbol.Por el color de los uniformes, podría tratarse de Suizacontra Italia o Chile contra Finlandia o Irán contra Grecia.¿No sé si contarles de mi sueño de convertirme en jugadorprofesional de futbol? Les diré todo eso que es de esperarse:padres aún casados, nunca expulsado de la escuela, tam‐poco acusado de algún crimen. Les confesaré acerca de mifamilia que no deja de sorprender a unos y repugnar aotros: que mis padres tienen cada uno catorce hermanos, osea que tengo veintiocho tíos en primer grado, y claro está,las reuniones y las fiestas son enormes, recurrentes, porqueademás todos viven en el mismo pueblo, donde la mayoríaguarda parentesco. Y eso que algunos encuentran formida‐ble, un fenómeno familiar pocas veces repetido, a otros lesda pena la poca educación sexual de mis abuelos y su con‐tribución a la sobrepoblación del planeta. ¿Me pedirán susnombres? ¿Se pondrán a investigar a todos? Sería absurdo yencontrarían muy poco o nada, perfiles en redes socialescon los nombres que se repiten docenas de veces por todoLatinoamérica, y si dan con alguno que de verdad es pa‐riente, encontrarán fotos de marranos, chivas, vacas, plan‐tíos de caña al borde de una laguna seca, maíz o alfalfa,

25

Page 34: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

trocas destartaladas, el cuadro de una plaza encerrada poruna iglesia de dos torres y tres portales y, en todas ellas, laluminosidad intensa de ese sol penetrante del que leshablaba.

Cansado, tomo mi asiento una vez más, recuesto mi cabezasobre la grande mesa de juntas de la sala Aar, hasta que es‐cucho las voces que se acercan por el pasillo y me enderezo,como un resorte y pongo mi mejor cara.

26

Page 35: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

I

4

ntercambiados los saludos y presentaciones, misentrevistadores toman las sillas de espaldas a la ven‐

tana, mientras yo espero a que todos estén sentados parainstalarme del otro lado de la mesa. Trato de recordar losnombres y sus títulos, rápido, antes de que esto comience,porque conozco mi pésima memoria a corto plazo y es pre‐ciso reconocer los roles y jerarquías. A la izquierda Max yJohn pertenecen al despacho en Washington que asesoraal banco en temas de derecho estadounidense y lo repre‐senta en las negociaciones con el DOJ. Charlotte, al cen‐tro, es accionista de Le Palais, recién designada comoresponsable de la revue Aar, y no una clave secreta. Lesigue Arnau, de quien Klara me ha dicho actúa como lechef sur le terrain, o sea el capataz, que arrea a los audito‐res, trabaja para la Big Four de contabilidad, encargada deanalizar los resultados arrojados por la revisión y calcular

27

Page 36: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

el monto de las posibles multas que deberán pagarse alIRS. Y Klara, quien también está aquí, como portavoz deEnzo, para asegurarse que los nuestros ingresen al pro‐yecto, por el bien del despacho, que pronostica jugosos di‐videndos para este año.

Charlotte, quien debe tener la edad de mi madre, dirige laentrevista. Comienza refiriéndose a la injusticia que elbanco está obligado a soportar, da un trago a su café y pre‐cisa que todo es por los cojones de los americanos que,desde la crisis internacional originada por las hipotecassubprime y la subsecuente desconfianza crediticia, pre‐tende paliar el déficit presupuestario de su país… Tomaotro sorbo, hace una pausa para consultar su BlackBerry yretoma acusando al IRS de intentar asesinar el secreto ban‐cario al que, todo el mundo parece haber olvidado, de‐bemos la cultura del ahorro, la austeridad, la discreción, latranscendencia y filantropía de muchas familias, todas cua‐lidades humanas, reflejo de la cultura helvética, y mientrashabla no puedo dejar de apreciar su parecido físico con lapresidenta del Front National francés, Marine Le Pen, sintratarse de un prejuicio, porque más allá de sus ideales queno comparto, me parece admirable la seguridad y la cla‐ridad con la que una mujer hace pasar un mensaje en unmundo político dominado por machos, tan admirablecomo Angela Merkel, aunque la alemana no se parece aCharlotte físicamente, Marine sí: melena rubia a los hom‐bros, frente amplia, tez bronceada que resalta sus grandesojos verdes, nariz y labios finos, enmarcados por una qui‐

28

Page 37: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

jada que asciende desde un mentón cuadrado, no obstantefemenino.

Sigue quejándose del DOJ y del IRS, se termina la taza decafé, vuelve a revisar su BlackBerry y yo me pregunto quépensarán Max y John al respecto de sus instituciones, deObama, estos gringos mercenarios de un banco suizo. Oquizás todo es parte de la escena previamente preparada, enla que cada quien juega su papel y esperan que el mexicanotome partido por uno de los dos bandos. Escucho sin decirnada, ni con la boca, los ojos o los pliegues faciales, hastaque Charlotte me interpela con su acento franco-londi‐nense y respondo que, como abogado, mi opinión personalno tiene importancia, pues estoy sujeto a estrictas reglassobre el secreto profesional y obligado a velar por los inter‐eses de mi mandante en todo momento.

Se hace el silencio, y por un segundo creo que se acabó laentrevista, duró más la espera que el interrogatorio, hedado en el blanco con la respuesta que resume el propósitode la reunión. Todos sonríen, excepto Arnau, quien es elgordo en el sinodal. Él me mira fijo y presiento su despre‐cio. Con su mirada puedo adivinar que, tal vez, prefiere aun asesor junior de su firma para emprender la auditoría delas cuentas en español. Pero no es únicamente eso, tiene laactitud de un ginebrino cansado del turismo, que detesta aesos extranjeros explotadores de la ciudad, que vienen yvan sólo para hacer currículum, y mi prejuicio se convierteen juicio cuando me interroga: —¿Y si los intereses de tu

29

Page 38: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

mandante fueran claramente legales en Suiza, pero ilegalesen una jurisdicción extranjera? —sin importarle que el parde yanquis, al otro extremo de la mesa, no comprendan uncomino de su pregunta en francés.

Evado la pregunta (en inglés, para ser cordial con el resto),un poco nervioso, pero habituado a improvisar, pues segúnentiendo, la revue no es ilegal en Suiza ni en Estados Uni‐dos, que el parlamento suizo ha permitido a los bancos ne‐gociar con el DOJ, con base en números de cuentas y suscantidades, solamente, sin revelar los nombres de personaso compañias. Pero el tipo continúa mirándome, insatisfe‐cho, y yo no separo la vista de la ultra-delgada corbata, lacual desciende la colina de sus obesos pechos y vientre, cu‐briendo apenas su piel peluda que amenaza con desbor‐darse a través de los pequeños rombos de aire, intercaladosentre los botones de su entallada camisa blanca, casitraslucida.

Aparto mi mirada hacia Klara, para saber cómo voy, perono me da indicio alguno. Me mira con la mano cubrién‐dose la boca, el codo apoyado en la mesa, la pluma posadaen su libreta de notas.

—Where exactly do you come from? —interviene Max,con lo que parece ser un interés legítimo, como cuando dosextraños se encuentran codo a codo en un avión sin sis‐tema de entrenamiento por horas. Con el puro tono de lapregunta, ya me cayó bien el míster, que debe rondar lossesenta años, cabello cano, piel apiñonada, muchos lunares,

30

Page 39: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

un veterano en servicio. Y como no tengo nada que ocultarme descubro. Soy de Guadalajara, de un pueblo al sur paraser exacto. Él tiene un apartamento en Nuevo Vallarta, enun condominio de puros judíos americanos, donde pasacon su esposa, amante de la cultura mexicana, me lo ase‐gura, todos los años nuevos cristianos, hace énfasis. Mepregunta si he estado últimamente ahí. Respondo que nohe regresado mucho a México, que pocas veces fui a Va‐llarta cuando era niño, porque las playas de Colima quedanmás cerca de mi pueblo. No lo reconocerías, está cambiadí‐simo, me dice, y retoma mi última respuesta, porque es loque a todos interesa ahora, saber dónde pasé ese tiempoque no aparece en mi curriculum.

—¿Qué playas son esas de las que hablas?

Tecomán, Cuyutlán, Santiago, pero le advierto que no sonbuenos balnearios, sino poblaciones frente al mar abierto.Barra de Navidad es más tranquilo y bonito, está en Jalisco,aunque se llega antes por Colima que por la sierra deMascota.

Arnau se ve molesto por el rumbo que toma la conversa‐ción. Charlotte deja a Max hacer su trabajo, mientras ellarevisa, por quinta ocasión, su correspondencia en el Black‐Berry. John observa atento la interpelación, aprendiendode su superior y Klara me mira como soñando visitar algúndía las extensas granjas de limón y coco que describopara Max.

31

Page 40: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

El interrogatorio sigue la dirección de las preguntas perso‐nales. Max parece tener una curiosidad genuina por sabercómo, alguien que dice haber crecido en el medio rural me‐xicano tan conocido para él (se ha ido “puebleando” deGuadalajara a Vallarta y vice-versa más de una vez), os‐tenta credenciales tan internacionales. Mi pueblo está a tansólo cuarenta kilómetros de Guadalajara, le cuento, por loque mis padres nos enviaron a colegios de las afueras de laciudad a partir del bachillerato. Sí, íbamos y veníamos de laescuela, María, mi hermana menor y yo. Qué pesadilla, em‐patiza Klara, quien nos confía sus jornadas de dos horasdesde Brovary hasta Kiev para asistir a su colegio en Ucra‐nia. No, no aprendí inglés ni francés allí, sino hasta co‐menzar la universidad, cuando me interesé por pasar unaño de intercambio en el extranjero, ese es el principio delo que ustedes conocen, respondo, en resumidas cuentas.

—¿A qué se dedican tus padres? —interviene John, quehasta entonces no había dicho palabra, aunque la comuni‐cación corporal fluía con él. Un joven de mi generación,amable, atento, rondando la edad de Cristo. ¿Cuál de todaslas edades de Cristo?, ésa en la que muere. Alto, cabello ne‐gro, facciones mediterráneas, barba de candado, quizás poreso la referencia a Cristo. Mi padre es comerciante, digo amedias porque Arnau me interrumpe con otra pregunta,¿un dealeur?, con esa mala broma que más de uno me hahecho en diferentes contextos aprovechando que enfránces la traducción de dealer suena a traficante de droga.Y como algunos no saben cómo es vivir en una sociedad

32

Page 41: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

dominada por los cárteles, ni se imaginan la brutalidad dela violencia a la que se le somete, o la incomodidad decargar con ese estigma fuera del país, hacen el chiste espe‐rando aplausos. Pero otros, como éste, lo dicen más en se‐rio, ya que encuentran ahí o en la corrupción política, lacausa más razonable para que un mexicano viva holgada‐mente en el extranjero.

No respondo, no respondo aún, pues me doy cuenta que lapregunta encierra, en efecto, la preocupación más grandede Le Palais para admitirme a la revue: la posibilidad detener vínculos con el crimen organizado, los cuales me per‐mitan orquestar el robo de información para luego extor‐sionar al banco o a sus cuentahabientes. Esta vez, no setrata de una mala broma, ni del comentario de un idiota sininteligencia emocional, sino de una inquietud legítima, queme hiere y quiebra por dentro, cuyo dolor debe ya notarseen la humedad de mis ojos. Estoy a punto de levantarme dela silla y mandar todo al carajo, sin decir palabra. Me con‐tengo, preparo mentalmente una respuesta, esta vez enfrancés: mi padre es un hombre que ha construido su patri‐monio con trabajo honesto, quien envió a sus hijos a lasmejores escuelas que pudo pagar, y podría haber asistido amejores instituciones si mi padre hubiera evadido impues‐tos, como los clientes de este banco. Me reprimo y no lodigo, sino que preparo una segunda opción en inglés, puescomo consta en mi CV, fui siempre galardonado con becaspor méritos académicos, sin las cuales mi padre ni yo ha‐bríamos podido pagar los grados. También me lo callo,

33

Page 42: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

pues con tal defensa nada aclaro, sólo mi sensibilidad, mirabia se expone ante quien ni siquiera conozco, por lo quelanzo esa respuesta prefabricada para la misma pregunta.

– Efectivamente, mi verdadero apellido es Guzmán y a mipadre lo apodan El Chapo.

Max y John ríen, pero como los suizos no bromean en talescircunstancias, me apresuro a admitir que estoy jugando,que mi padre es un simple vendedor de ladrillos y otrosmateriales de construcción. Los helvéticos aún me mirancon sospecha, porque una vez que confiesas, no puedes des‐decirte. Arnau insiste en saber los detalles del negocio demi padre, lo que me divierte ahora y me doy vuelo en unmonólogo donde lo llevo por la arquitectura del occidentede México, casas construidas con vigas de acero, bloques deconcreto, ladrillos rojos o adobe en la montaña, cal y ce‐mento, puertas, ventanas y barandales forjdos de perfilescomerciales de acero: ángulos, redondos, cuadrados, sole‐ras, de diferentes pulgadas, tubulares y polines monten, te‐chos cubiertos de losetas o tejas de barro rojo, estilocatalana o rancheras, pisos también de barro o mosaico ar‐tesanal. Y como la mayor parte de los materiales los co‐nozco sólo en español, mi recuento toma la forma de laverdad, del artículo científico hecho de tecnicismos irrefu‐tables. Así sigo, hasta que Charlotte me detiene diciendoque suena bellísimo, que le han dado ganas de conocer nosólo Puerto Vallarta, del que tanto ha escuchado de Max,

34

Page 43: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

sino también esos pequeños pueblos en el camino, sólopara insinuar que ya ha escuchado suficiente.

La madame me propone darle el nombre real de mi padre;sólo para asegurarse que no se trata de alguien similar a ElChapo. No bromea, me lo dice claro, porque el banco noescatima en recursos para asegurar el secreto bancario,como si todo girara alrededor de ese concepto y todo lo jus‐tificara, como si no se atreviera decir, simplemente, que noescatimaría en recursos para mantener su negocio o la ri‐queza de sus clientes. Le pido a Klara su libreta de notas ycaigo en la cuenta de que no había escrito el nombre de mipadre, a mano, desde que era un niño, quizás desde la es‐cuela primaria.

Salgo de Le Palais rumbo al despacho, con una melancolíasin registro en mi memoria, que quizás el recuerdo del olora fierro, cal y cemento desató.

35

Page 44: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

V

5

enir a Le Palais tendrá sus ventajas, pues quedarelativamente cerca de casa, a tan sólo 1.3 kilóme‐

tros, según el podómetro en mi celular. No, no vivo en elquartier chic de Champel, sino en un barrio mucho másdiverso, en Plainpalais, aledaño a aquél, al sur de la ciudad,tampoco lejos del casco viejo. Cierto, nada está lejos en Gi‐nebra, que es más bien pequeña, a pesar de la importanciaque se le conoce.

El departamento no es nuestro, casi nadie es propietariodel lugar donde vive, es imposible comprar y quien lo hace,no liquida antes de morir. Los créditos a cincuenta años lostermina pagando la segunda generación; cuando descen‐dencia queda, pues hay más perros que niños. Si incumplessu pago regresan a los bancos, que son los tenedores de lamayoría de los inmuebles. Sí, los bancos como Le Palais

36

Page 45: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

controlan la vida y no hay mercado de la vivienda más sal‐vaje que éste. Con un flujo de más de veinticinco mil ex‐tranjeros al año y una baja oferta de espacios, loscandidatos a arrendatarios audicionan a montones. Re‐cuerdo una ocasión en que éramos veinte visitando unapartamento de diez por siete metros; transitando a coda‐zos, o aglutinados para apreciar una bañera percudida desarro, como si se tratara de una obra de arte ultra moderna.Aunados van los precios de la renta, altos de por sí y quesiguen subiendo, como la espuma de la cerveza caliente re‐cién servida, debido a los altos rangos de la ONU o losCEO de las trasnacionales, todos con sus millonarias pres‐taciones, las cuales incluyen holgadas subvenciones para lavivienda; ninguna agencia se les resiste. Y, por otro lado, elresto de los expatriados, yo incluido, dispuesto a pagarhasta tres cuartos de su salario mensual en un pequeñopiso, sólo por quedarse un tiempo aquí, mientras hace cu‐rrículum y es detestado por los pocos ginebrinos genuinosque quedan, entre ellos Arnau el gordo de la corbata híperdelgada.

¿Cómo fue que conseguí el apartamento? Bueno, fueAmalia y su audacia, el mismo día en que nos conocimos.Yo rentaba una habitación en un piso compartido con unjoven suizo, David, que lo había heredado de su abuelo,con todo y las últimas mensualidades de un crédito inso‐luto. La pasábamos muy bien. David era el estereotipo desuizo ordenado y perfeccionista; bastante parecido a mi

37

Page 46: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

madre, pero sin las discusiones en la mesa, ni los encargosdel mercado, él lo hacía todo. Como podía esperarse, undía se comprometió y me pidió partir. Comencé entonces abuscar un nuevo hogar; deseaba vivir solo, pues las proba‐bilidades de encontrar un nuevo flatmate como Davideran bajas: ordenado, diurno, respetuoso, multiusos, etcé‐tera. Hice más de quince visitas de apartamentos y enviésolicitudes a nueve agencias inmobiliarias. Mi sueldo noestaba mal, pero los agentes se disculpaban dando prefe‐rencia a las familias de dos o más integrantes.

Amalia estaba en las mismas: vivía muy cómoda en una re‐sidencia estudiantil y al término de sus estudios de maestríadebía encontrar otro sitio rápido. Era un viernes y elagente de bienes raíces había convocado a los interesadospor el apartamento a las seis de la tarde. En la calle llovíafuerte y a la cita llegamos dos, ella y yo, solamente, comoun milagro. El agente nos permitió ver el lugar, advirtién‐donos que lo usual sería organizar una nueva visita paraotros candidatos, ya que el propietario prefería a las fami‐lias suizas. Mientras inspeccionábamos la habitación prin‐cipal, Amalia me preguntó de dónde venía, en quétrabajaba y cuánto tiempo más pensaba quedarme en la ciu‐dad. También se quejó de su fracaso buscando un sitiodentro del cantón. Yo contestaba a medias, miraba por laventana a un tipo empujado una moto bajo la lluvia e in‐tuía que la atractiva joven sudamericana trataba de conven‐cerme de cederle el piso. Me pareció linda, de estaturamedia, delgada, figura proporcional, cabello oscuro, rostro

38

Page 47: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

en forma de diamante, blanca, pero sin causarme empatía;confiaba en que mi salario me posicionaría por arriba dequien parecía todavía estudiante en la tabla de candidatos.Debió también intuirlo, pues me propuso postular de ma‐nera conjunta por el apartamento; al final del día, había doshabitaciones y yo parecía un chico serio, limpio y metódico(esto último me lo confesó meses después). Le di miacuerdo, creyendo que no iba en serio, siempre y cuandopagáramos la renta en partes iguales y ella se encargara dela limpieza. Aceptó por doscientos francos semanales, sinreprocharme mi condición machista, pero exceptuandoasear mi habitación y lavar mi ropa. Okay, exclamé, persua‐dido de que el chiste no llegaría hasta la inmobiliaria. Es‐taba equivocado. Salió de la habitación, se dirigió al agenteinformándole que nos habíamos enamorado a primeravista, ahora éramos familia, y le tendió el pasaporte suizoheredado de su abuela, una migrante en Chile en los añoscuarenta. La agencia nos investigó, yo entregué mil y undocumentos y nos mudamos un mes más tarde.

Sí, parece inverosímil que una chica hubiese propuestocohabitar a un joven desconocido. Pensarán así quienesdesconocen la angustia ocasionada por la escasa y caraoferta de apartamentos en Ginebra y la seguridad con laque Amalia se desenvuelve. Y, por cierto, no fue amor aprimera vista como ella le hizo creer al agente. Pasamos unpar de meses cada uno por su cuenta, con sus propios hora‐rios y amistades hasta que, una noche, entramos en un retode cocina que comenzó a unirnos. Era jueves al medio día,

39

Page 48: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

yo salía de una audiencia en el barrio de las organizacionesinternacionales y, exhausto, decidí no volverme a la ofi‐cina. Pasé por un paquete de tortillas de maíz y una salsa deadobo a la pequeña tienda de productos exóticos cercana ala estación de trenes. De ahí me fui al supermercado dondecompré medio kilo de costilla de cerdo, aguacates, cilantro,limón verde, cebolla y una salsa picante la Costeña. Cuandoella llegó por la noche, yo ya estaba en la mitad de mis tacosde costilla adobada con salsa verde y guacamole. Le ofrecíprobarlos, cenamos ambos como pocas veces y nosechamos en el sofá a mirar el televisor por dos horas hastaque digerimos el banquete completo. Una semana mástarde, me esperaba ya con su propia propuesta culinaria:empanadas rellenas de res, acompañadas con una salsa rús‐tica con tomate, cilantro, cebolla, todo picado, y aceite deoliva. Para pasar bocado, tenía servidas dos copas de piscosour. Le pregunté si el pisco sour no provenía más bien dePerú y ella me miró de una forma tan amenazante comoirresistible. Fue entonces que comenzamos a enamorarnoslentamente.

Después vino la boda ante un cura cercano a la familia Are‐nas. Por más de un año, Amalia le había ocultado a sumadre que compartía piso con un perfecto desconocido.Durante ese tiempo, mientras nuestra relación guardó ladistancia de simples co-arrendatarios, yo era Stéphanie,una compañera canadiense de la universidad en busca deuna pasantía antes de regresar a su país. Más tarde, cuandola cocina nos empezó a atraer, ella confió a su madre haber

40

Page 49: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

conocido a un galante joven mexicano con el que planeabacompartir el apartamento aprovechando que Stéphanie semudaba definitivamente a Montreal. La señora Arenas lehizo entonces dos preguntas puntuales a su hija: ¿tiene per‐miso de trabajo? Sí, mami, es abogado. ¿Sabe cantar ran‐cheras con guitarra? Qué dices, mamá, no, no canta ni toca,pero cocina de maravilla. Voy para allá entonces, res‐pondió Doña Arenas con su cara redonda desde la pantallade una laptop.

Se quedó con nosotros la temporada de invierno, y desde lasegunda semana insistió en que viviéramos como Diosmanda. Le prometimos hacerlo a partir de su próxima vi‐sita en el verano nuestro, invierno en Chile, y estuvo deacuerdo. Se encargó de preparar todo lo necesario paranuestra pequeña ceremonia. Llegó el tiempo estival y nosdimos cita en Roma, donde un sacerdote amigo de la in‐fancia de la señora nos unió en matrimonio en el temploSan Giorgio al Velabro. Recién casados ante el todopode‐roso, viajamos luego a Cerdeña donde vacacionamos encompañía de mis padres, mi hermana María y mi viudasuegra. Ante el Estado, cualquiera que fuera, nunca noscasamos.

El día de mañana vendré a Le Palais en mi monopatín.Desde el apartamento en Rue de la Tour 4, si bordeo elHospital General y cruzo en las Urgencias Pediátricas, paradescender por el Chemin de l’Escalade, llegaría en menos

41

Page 50: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

de diez minutos. El problema será la cuesta arriba cuandotenga que regresar a casa, o ir al despacho por Av. Louis-Aubert, aunque ahí podría tomar el autobús 21 que me dejajusto frente.

La otra ventaja es que no tendré que preocuparme por elrepas de midi. El almuerzo va por cuenta de Le Palais, melo dijo Klara, justo después de anunciarme que ImpeccableHire Ltd. no había encontrado información censurableacerca de mi padre. Aun así, el banco está preocupado porel riesgo de fugas de información; no podemos acceder conmochilas, portafolios, laptops, bolsas grandes, velices, ma‐letas, etc. Nada debemos portar, absolutamente nada, a laentrada o a la salida. Por ello la revue tiene lugar en el pisode clientes, lejos de las oficinas de los empleados del banco,los archiveros, las computadoras y el servidor; en ese pisodonde, como lo confirmé desde mi primera visita, no hayseñal telefónica.

—Pero podrás conectar tu celular al internet de visitantesque funciona desde un servidor aislado —me tranquilizaKlara.

—¿Qué hacen si un cliente desea hablar por teléfono du‐rante su visita?

—Le prestan un teléfono especial.

—¿Especial cómo? —insisto.

42

Page 51: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

—Un teléfono que no puede ser fácilmente intervenido —contesta, con cara de extrañeza por mi ignorancia acerca delos sistemas de seguridad bancarios.

El chef que cocina para los clientes, también lo hace paranosotros, me confesó Klara en la misma ocasión, como sise tratara de otro gran secreto o de un pormenor inmere‐cido. Y eso me entusiasmó y al llegar a casa por la noche selo conté a Amalia, porque si el buen gusto y la sofisticaciónse replica en todo lo que el banco ofrece a sus clientes, lacomida debe ser espectacular. Amalia me miró con envidia,como si efectivamente no mereciéramos nosotros, los sim‐ples auditores externos, degustar lo que es sabido, en elmedio bancario donde ella trabaja, se trata de una exquisitacocina internacional reservada para gente, qué digogente… príncipes, mandatarios, nobles, lores, barones,quienes sólo acceden a tales expresiones culinarias tras de‐positar varios millones de francos suizos en las arcas de losexclusivos bancos.

La tercera ventaja de venir a Le Palais, según la experienciade Klara, es que a partir de poner un pie fuera del elevadoren el quinto piso, comienza a correr el tiempo de factura‐ción del despacho. Bueno, bueno, un poco después, aclarami compañera, cuando accedemos a la enorme sala deno‐minada Aar; en alusión al río antes comentado del querevue toma su nombre secreto, y que se encuentra dospuertas más allá de la sala Arve por el pasillo, donde tuveesa memorable entrevista. O sea, si uno llega a las ocho de

43

Page 52: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

la mañana y sale a las siete de la noche, digamos una jor‐nada digna, normal para un abogado de BigLaw, significafacturar por persona, al banco, once horas de honorarios aldía sin mucho esfuerzo. ¡Fenomenal!, me emociono,porque a ese ritmo uno alcanza el mínimo de mil seis‐cientas horas anuales, requerido por el despacho, en tansólo veintinueve semanas y, al mismo ritmo, es premiadocon un bono de más de veinte mil francos suizos al final delas cincuenta y dos semanas del año. Y entonces comienzoa envidiar a mis colegas del equipo bancario, quienes nopadecen las largas horas de investigación jurisprudencial,redacción y argumentación, de las cuales, sólo la mitad esusualmente facturada a nuestros clientes por los equipos delitigio internacional.

A la sala Aar, sólo se accede tras el reconocimiento del irisde personas autorizadas. Por eso, es inútil que hoy vengadesde temprano; el encargado de configurar mi autentifica‐ción biométrica llega a las diez de la mañana. El eleganteportero me reconoce y saluda con un Monsieur, una son‐risa y el mismo ademán que activa la puerta automática. Enel recibidor de la planta baja, está el mismo recepcionista demi primera visita. El políglota me recibe, esta vez, con uncordial Bonjour Maître Herrero (por lo de maître, ahorasabe que soy abogado). Dado que no serán pocas las oca‐siones en que necesitaré de su ayuda para acceder al ascen‐sor, le pregunto su nombre. Se llama Sebastiano y viene del

44

Page 53: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Cantón de Ticino, de Lugano. Nunca he estado en la parteitalohablante de Suiza, por lo que admito mi ignorancia ypido sugerencias para visitar lo que es, he escuchado, unabella región. Me recomienda Locarno, el Castello Vis‐conteo y un par de restaurantes de comida suizo-italiana.Yo le agradezco el gesto, pero como no tengo en qué tomarnota (nada portamos con nosotros), le advierto que al finaldel día deberá repetirme la recomendación, pues tengo unamuy mala memoria para los nombres. Sonríe y me informaque el elevador al quinto piso está por descender. Exclamoque esta vez voy antes al tercer piso, para mi autentifica‐ción. —Por supuesto —se lamenta, como si debiera saberlode antemano—. Lo acompañaré entonces —dice, reprogra‐mando la ruta del ascensor que abordamos juntos.

En el tercer piso hay lo que se puede esperar de cualquierlugar con personal dedicado a tareas administrativas: unlargo espacio al centro, repleto de eso que yo llamo “caba‐llerizas” o “vertederos”; conformados por escritorios de for‐mica nogal negro, unidos sin privacidad otra que losdelgados paneles forrados de tela a media altura, desdedonde se puede escuchar, oler o imaginar, lo que aconteceen el vecindario de cubículos. Esta zona debe albergar todaclase de individuos de bajo rango en la escala: talentos re‐cién llegados, viejos sin ambiciones, madres o padres atiempo parcial, los boicoteados por el sistema o los anti‐guos jefes sancionados. En el perímetro del mismo piso,están las oficinas de los managers, los capataces de las caba‐llerizas, con paredes y puertas de cristal, algunas con mejor

45

Page 54: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

vista que otras y, muy importante, la intimidad merecidade ese rango intermedio: las persianas cuasi-transparentes,las cuales les permiten aislarse a la sazón del ajetreo en elestablo.

Sebastiano me guía hasta el final del piso donde hay unapuerta, a un costado de la salida de emergencia, sin letrero,seña o indicación de lo que hay detrás de ella. Aquí es, meinforma y él mismo toca la puerta, se abre, me anuncia yantes de despedirse de mi nuevo anfitrión, le pide acompa‐ñarme a la planta baja cuando haya terminado. El tipo res‐ponde que pas de souci y el recepcionista se retiratranquilo mientras yo tomo asiento, frente a un artefactoque describiría como fotográfico.

Mi camarógrafo es un miembro del área de seguridad de LePalais, gordito con pelo y barba rubios, amable, un didác‐tico nato, quien me explica los detalles del reconocimientode iris, que es muy sencillo, dice, no te preocupes, ni si‐quiera te tocaré. Con una leve iluminación infrarroja, lacámara comienza a fotografiarme los ojos, el derecho se‐guido del izquierdo, luego toma una delgada laptop dondedice aplicar una serie de filtros que realzan las intricadasestructuras de mi iris, que son únicas en cada uno de misojos y en cada individuo.

—La complejidad de esta parte del ojo es tal que su den‐sidad de información podría ser de hasta 3.4 bits por milí‐metro cuadrado y, con este sistema, traducimos las formas

46

Page 55: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

de tu iris en unas coordenadas que son siempre las mismaspara cada ojo —me ilustra el fotógrafo.

—¿Qué hay si mi ojo cambia? —pregunto, ignorante.

—Tienes una ligera pingüécula, cerca de la pupila iz‐quierda, es muy leve, en circunstancias normales tu iris nocambiará en los próximos treinta años —responde.

Según me cuenta mi interlocutor, el iris está menos sujetoa marcas y traumatismos que las huellas dactilares. Tam‐bién es más higiénico que el reconocimiento dactilar, pero,sobre todo, más difícil de engañar. Para mi identificaciónen la sala Aar, deberé posicionar mi rostro con la barbilla anoventa grados, sin moverme y durante cinco segundos, aun metro del lector de pupilas.

—Es muy importante que estés inmóvil frente al lector —in‐siste—. Tienes párpados grandes y pestañas largas que podríaninterferir con el reconocimiento, por lo que sólo identifiquécincuenta grados a derecha e izquierda de la circunferencia detu pupila. No obstante, trata de no parpadear demasiado.

—¿Has dicho que tengo una pingüeta en el ojo? —retomosu primer comentario.

Pingüécula, me corrige y me alcanza un pequeño espejoamplificador. Tiene razón, no me había percatado, se vecomo una lenteja amarilla. Me explica que esa pequeña ca‐llosidad, es una “simple” degeneración de la conjuntiva del

47

Page 56: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

ojo, frecuente en personas expuestas a grandes cantidadesde radiación solar.

—Viniendo de México, con ese clima maravilloso que hace,es el pequeño precio a pagar —exclama y recuerda a uncompañero de origen senegalés que tiene una pingüéculaparecida a la mía.

Un flashback me hunde en el recuerdo de las tardes deabril y mayo, entrenando en el campo de futbol, bajo el solincandescente, brillante y cegador, cómplice de un calorextremo, seco, con ráfagas de viento repletas de arena, quevienen desde la laguna seca de San Marcos y, frente a lascuales, los eucaliptos gigantes que rodean la cancha sehacen pequeños y las sombras huyen. Pero esa pingüéculaes muy reciente, pienso, no tengo memoria de ella en Mé‐xico. ¿O nunca me había percatado? No, no, esto me salióaquí, estoy convencido. ¿Cómo aquí?; si en esta ciudad laneblina del lago espanta la luz del sol con su sábana gris du‐rante gran parte del año, aquí donde el sol no entra a de‐velar la verdad de los colores sino en el breve verano. Mepuse poético, admito.

—¿Es la única causa de estas cosas? —pregunto.

—Es la causa más conocida: luz y resequedad prolongadadel ojo.

Debe ser el monitor y la resequedad provocada por la cale‐facción en la oficina, pienso de inmediato. Aunque si asífuera, habríamos más con esas lunetas opacas en los ojos.

48

Page 57: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Haré mis propias investigaciones, me digo, porque des‐confío de lo que un simple IT person pueda saber de oftal‐mología. Por ahora, debo regresar a la planta baja escoltadopor él, para luego subir al quinto piso donde Klara meespera.

49

Page 58: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

B

6

arbilla a noventa grados, sin moverme ni parpadear,miro por cinco segundos el lector de reconocimiento

a un costado de la puerta de la sala Aar. El aparato emitedos breves y tenues pitidos que me indican, según confirmala recepcionista del piso de clientes, que puedo empujar.Doy las gracias, mientras detengo la pesada puerta y mi es‐colta se retira satisfecha, no sin advertirme entrar de inme‐diato y mantener la puerta cerrada, de otro modo,comenzará biper, que quiere decir “hacer bip” o pitar enfranglais.

Entro, curioso por saber, finalmente, lo que me espera.

Una cocineta repleta de gente a la mitad de la hora sagradadel café y el cigarrillo. Cosa curiosa, los ginebrinos, que sonuna versión suiza de los parisinos (muchos dicen que Gi‐nebra es un petit Paris, pero sin la banlieue pobre), toman

50

Page 59: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

café todo el día frente al monitor, pero además gozan de unmomento específico llamado la pause du café, el cual pare‐ciera formar parte de los contratos colectivos de trabajo. Yes, precisamente, a esa hora que yo accedo a la sala Aar, queposee como antesala, una cocineta bastante nice, con unagrande nevera, una enorme cafetera, un microondas, unatarja brillante, una máquina lavavajillas, estantes cromadospara guardar la loza, cajones para los utensilios y una barrade granito negro al centro, alrededor de la cual se con‐gregan los comensales, sentados en altos bancos tambiéncromados y sobre uno de ellos Klara, quien al verme entrarde frente exclama: “salut Lucio”, “bonjour à tout lemonde”, respondo yo.

Comienzan las presentaciones: je vous présente Lucio denotre étude d’avocats, il est en vrai mexican, como si hu‐biera quienes portaran nacionalidades falsas, pero lo quequiere decir, es que soy recién llegado y, a diferencia deellos arrivados en la infancia o hijos de segunda generaciónmigrante, se me nota el acento. Y me presenta a Yasel,también abogado, pero de la Big Four de consultoría,quien, por ejemplo, es afgano y, me contará más tarde, fueforzado a huir de su país siendo niño; Medhi, del equipo ITde Le Palais, de origen tunecino, habla árabe con el acentode los que no crecieron en el Magreb, sino acá. Tambiénestán Willem, un suizo estadista de la región de Friburgo;Celine, una fiscalista francesa, muy atractiva, freelance,contratada por Enzo, seguro impresionado por su regardchaud, exclusivamente para la revue Aar; John, el joven

51

Page 60: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

abogado norteamericano que me conoce de la entrevista ydos revisores que, desde el balcón aledaño separado poruna puerta con doble cristal y enmarcada en PVC, me sa‐ludan como mimos en escena con un cigarrillo en mano.Todos muy amables, y no hay razón para no serlo, pues larevue apenas comienza, me digo, poco sabemos los unos delos otros, y esa curiosidad nos alienta a ser cordiales hastaque alguien se descubra de manera voluntaria o incons‐ciente y nos hartemos de esa personalidad, esos hábitos oesas manías del compañero con el que trabajamos hombroa hombro, sí, literal, porque más allá de la cocineta quesirve de antesala, separada por un muro bajo y sobre ésteun grueso cristal que separa el espacio y aisla el sonido, estála verdadera sala de trabajo, compuesta por cuatro largasmesas, alineadas a la izquierda, una seguida de la otra, enparalelo, con tres computadoras cada una, sin divisiones, nisiquiera los ligeros paneles estilo caballerizas del tercerpiso, sólo el vacío de medio metro entre monitor ymonitor.

Terminada la pausa del café, en punto de las 11:00 a.m., losauditores regresan a sus puestos. Pero antes, debemos dejarteléfonos celulares, BlackBerrys, tablets, laptops o cual‐quier sistema de comunicación en modo avión, me anunciaKlara como azafata antes del despegue, dentro de una cestadispuesta sobre una bonita credenza al pie de la puerta,también de vidrio grueso, que separa a la cocineta de la salade trabajo. A donde fueres haz lo que vieres: deposito micelular y BlackBerry en la cesta y voy tras ellos.

52

Page 61: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Klara me indica mi lugar, me tiende un sobre cerrado conun sello de Le Palais en cera roja. Me sorprende lo rústicodel sistema de seguridad utilizado en este caso. Sonrío y ellame corresponde con otra sonrisa y alzando los hombros.Siento un placer indescriptible al quebrar el sello de ceraendurecida, inodora, en dos: suena “tla”, como partir unalámina de chocolate por la mitad. En su interior hay unahoja de papel con un primer nombre de usuario, HERRL yuna contraseña, 763.Achta. Debo ingresarlos a la compu‐tadora, en cuyo escritorio está el acceso directo a larevue Aar.

No hay nada más, ninguna otra aplicación Windows oMac, ni siquiera el bloc de notas o el paint que usualmentevienen gratis en otras computadoras nuevas. Sólo el íconode la revue, al que Klara me pide dar clic e ingresar unnuevo nombre de usuario, esta vez LHERRERO y unanueva contraseña secreta, que no declararé aquí. Me per‐mite guardar el sobre, antes de enviar el papel con misnombres de usuario y contraseñas a la trituradora de infor‐mación confidencial. Espera, le pido, soy muy malo paralos nombres y, aún más, para las contraseñas. Le preguntosi es posible seleccionar mi propia contraseña más tarde,así utilizaría aquella del despacho. No, sobretodo no la deldespacho, por cuestiones de seguridad, sólo las configu‐radas por Le Palais, es su respuesta. ¿Qué pasa si mañanano recuerdo las contraseñas? Medhi las recuperará, pero nose alegrará de hacerlo todos los días. Entonces miro elpapel y repito mentalmente la contraseña que parece ser la

53

Page 62: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

más importante, la que no revelaré ahora. Las primerastres letras de la calle donde pasé mi infancia, el año de naci‐miento de mi abuela materna, un punto, el número de mesen que llegué a Suiza. Ya está, así no podré olvidarlo. Leentrego el papel y ella se aleja hacia el triturador al fondode la sala.

Doy enter y aparece una barra de herramientas con tressecciones. La primera contiene mi perfil de usuario, la se‐gunda se llama Cuentas y la tercera Cuestionario.

Klara está de vuelta y me pide atención y paciencia porqueen el oficio de compliance el método es tan importantecomo el resultado. La pestaña de Cuentas está vacía, comoes lógico.

—En un minuto te asignarán una cuenta y entonces apare‐cerá su estado en esta sección —me indica con el dedo ín‐dice sobre la pantalla—. Darás clic en el botón izquierdosobre ella y seleccionarás start review; si se trata de unapendiente seleccionarás resume review, para continuar re‐visando, y si es una que pensabas haber terminado, podríasmodificar tus respuestas y conclusiones presionando la op‐ción change —hace una pausa, quizás para asegurarse deque entendí, yo asiento con la cabeza y ella prosigue—. Alseleccionar cualquiera de estas tareas, la cuenta elegida secargará automáticamente en la tercera pestaña, o sea, elCuestionario por medio del cual realizamos la auditoría;hagamos una prueba —sugiere, se levanta de la silla a milado y pide a Medhi realizar una asignación.

54

Page 63: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Voilà, ahora tengo un número de siete dígitos en estadoassigned. Buscamos su binder, ven conmigo, me ordenaKlara y la sigo a la parte central de la sala, donde hay doscarritos de biblioteca, triple decker, cargados con unas car‐petas de anillos ámplios, de tres pulgadas, calculo yo. En‐contramos la cuenta con pocas hojas dentro y volvemos ami lugar.

Esa mañana fue abrumante. Debía aprender una infinidadde datos a gran velocidad. Klara continuó explicándome loque Jean Luc me había adelantado: antes del escándalo deUBS, Le Palais nunca había indagado acerca del país en quesus clientes realizaban sus contribuciones fiscales, y si sehacía la pregunta, ésta quedaba en el aire de una conversa‐ción con el ejecutivo. Claro, ojos que no ven, corazón queno siente, opiné. Ella apenas reaccionó a mi comentario;comprendí que no era el mejor lugar ni el momento paraironizar al respecto, por lo que me callé y seguí escuchandosu explicación.

Muchas relaciones databan del siglo pasado, cuando paraaceptar a un cliente bastaba la reputación del individuo y elmonto. Al iniciar su investigación contra el banco, laspruebas del DOJ consistían en los números de cuentascuyos millones de dólares habían sido transferidos desdeUBS y Wegelin en 2008.

—¿Los números se los proporcionaron ellos? —pregunto.

55

Page 64: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

—UBS lo hizo —responde Klara.

—¿Y el secreto bancario? —insisto.

Fue parte de la negociación con el IRS; era eso o perder lalicencia para operar en Estados Unidos, exclama Klara ycontinúa diciendo que Le Palais, de inmediato, solicitó asus clientes, provenientes de los bancos incriminados, laprueba de declaración de impuestos en los Estados Unidoso la clausura de las cuentas; pero el veneno ya corría por lasvenas, Le Palais sabía, o sospechaba al menos, que adminis‐traba millones no declarados en los Estados Unidos sinidentificar aún; era imposible proveer información al DOJy negociar una multa sin conocer a ciencia cierta lascuentas involucradas y sus montos.

Esa misma mañana, mi compañera me explicó que la razónpor la que una cuenta podía ser parte de la “población” su‐jeta a auditoría, respondía a los criterios aplicados paraidentificar a potenciales contribuyentes en los Estados Uni‐dos. Enzo y Max, los redentores elegidos por Le Palais parallevar a cabo la heroica tarea de “saldar cuentas”, literal, conel DOJ, habían estudiado el caso y pedido al banco extraerla información de clientes, cuyos documentos incluyeranpasaportes y visas americanos, domicilios o teléfonos de losEstados Unidos, reportes de visitas del gestor, correspon‐dencia, pagos o transferencias recurrentes a ese país, tar‐jetas de crédito o débito también ahí utilizadas, la palabraIRS, evasión, american taxes y otros indicios que olieran agringo evasor de impuestos.

56

Page 65: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

—Corrieron la búsqueda electrónica aplicando esos filtros—dice Klara, con una sonrisa apretada.

Y en ese instante me pierdo imaginando millones de nú‐meros y letras recorriendo un monitor a gran velocidad deabajo hacia arriba, color verde y a veces blanco o amarillo,como en las películas de ladrones de datos, hasta que su vozme despierta diciendo que el resultado fue cerca de tres milcuentas, con un monto total en dólares que sólo Le Palaisconoce.

—Suena muy sofisticado —pienso en voz alta, pero enrealidad sonaba abrumador, la tarea de revisión no parecíaser poca.

—Tranquilo Lucio —me reconforta ella—. Todo está orga‐nizado para trabajar en equipo.

Si fuera yo llamado a declarar por el DOJ, diría que, por lasmañanas, los empleados más fieles y confiables del equipoIT y de seguridad del banco, imprimían los documentos detreinta de las cuentas arrojadas bajo los criterios sugeridospor Enzo y Max y los trasladaba al quinto piso, el lugar másseguro para evitar fugas de información. Nuestra tarea eradeterminar cuáles de esas cuentas debieron pagar impues‐tos, pues muchos números de teléfono, domicilios u otrosindicios de los Estados Unidos eran circunstanciales; se re‐lacionaban a personas o estructuras no contribuyentes enese país.

57

Page 66: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

También indicaría que no tuvimos acceso a información enformato digital. Revisábamos material impreso, seleccio‐nado y ordenado de antemano por Le Palais para los audi‐tores. Era la forma más eficaz de mitigar el riesgo de fugasde información. Si hubiésemos tenido acceso al intranet decuentas, habría sido fácil para algunos hackear el sistema deseguridad, colectar grandes cantidades de información ensegundos, hacer copias en algún dispositivo y contraban‐dearla, desaparecer de Suiza, como lo hicieron algunosexempleados de UBS en Alemania y Francia. No para mí,apenas sé cómo encender un ordenador, utilizar un proce‐sador de textos básico y algunas herramientas de Excel.Usted no lo creerá, pero no utilicé una computadora hastaque ingresé a la universidad.

¿Cómo sabíamos que teníamos acceso al material rele‐vante? Bueno, mi equipo asumía que las carpetas conteníanla información necesaria, no había razón para que fuera deotro modo. Al final del día, se trataba de una auditoría in‐terna, de un equipo contratado por el banco mismo paraconocer su posición frente a ustedes, ninguna conclusiónsería informada de manera automática a este departa‐mento. El banco podía, si lo deseaba, omitir revelar ciertascuentas, y especialmente por eso, era necesario evitar, atoda costa, cualquier fuga de datos, pues sería desastrosoque ustedes o el IRS llegaran a conocer, por otros canales,acerca de la existencia de cuentahabientes estadounidenses,que el banco había preferido guardarse.

58

Page 67: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Y la estrategia de only paper based review parecía fun‐cionar bien. Sin los teléfonos móviles a la mano, ni otrossistemas con cámaras integradas, era imposible fotografiardocumentos. Tampoco era posible copiar información amano. Cuando necesitábamos realizar algún esquema paraentender la relación entre varías cuentas, la estructura cor‐porativa de algún cliente o anotar referencias de destino almismo banco, utilizábamos una libreta de encuadernacióncosida y encolada, o sea, con las hojas y el lomo cosidos yencolado a las tapas, y una pluma. Por supuesto que la li‐breta permanecía en la sala Aar en todo momento; nohabía forma de regresar con ella a casa. Todas las noches,Medhi era el último en partir y verificaba que los armariosdispuestos al costado derecho de la sala, en los que se alma‐cenaban las carpetas ya revisadas, quedaran bajo llave, ydentro del primero de ellos, en la repisa más alta, las li‐bretas cocidas y enteras de cada uno de nosotros.

Imagino mi declaración futura; ahora continuemos conesta historia de secretos a voces que apenas comienza.

59

Page 68: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

S

7

egún avanza mi primer día en Le Palais, me doycuenta de la complejidad de la tarea y del sin nú‐

mero de detalles involucrados. La cosa me parece sospe‐chosa desde un comienzo, me digo que no merecen lapena tantos recursos invertidos en el entrenamiento dealguien cuya intervención será transitoria, sólo para echaruna mano con los documentos en castellano, pero Klarainsiste en mostrarme los pormenores del método em‐pleado en la auditoría. Con tanto rollo, quizás su objetivosea facturar algunas horas extras al banco, pienso, y la es‐cucho sin precipitarme demasiado por retener sus ins‐trucciones.

—Por cada cuenta bancaria hay una carpeta de aros, más omenos llena —exclama, señalando hacia los estantes en lazona derecha de la sala Aar—. En algunos casos, cuando larelación tiene sus años o el cliente gira instrucciones recu‐

60

Page 69: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

rrentes al banco, habrá hasta tres o cuatro carpetas de do‐cumentos para una sola cuenta.

—Es como la ruleta —interviene Yasel, quien ocupa el or‐denador a mi costado—. Medhi asigna, al azar, tres cuentasdiarias a cada uno de nosotros, sin conocer el número dedocumentos o la dificultad de cada una de ellas. Si te tocamás de una carpeta para una única relación, el responsablees Medhi y tienes permitido mandarlo al carajo.

Medhi lo escucha y ríe, explicando que él nada tiene quever con la mala suerte de cada quien.

—Aunque las apariencias engañan y todos lo saben, porqueaún las cuentas más complejas pueden ser concluidas en lasprimeras páginas si se encuentra evidencia de que cayó porerror en la “población” o ha estado siempre declarada anteel IRS —precisa Klara, atenuando el mal panorama pintadopor Yasel.

—Pero no te emociones, porque esa es la excepción —inter‐rumpe él nuevamente—. Una carpeta repleta de docu‐mentos equivale a horas de lectura, y la evidencia paraconcluir que el cliente pagó sus impuestos es escasa y se en‐cuentra al final de la trama, en la sección de transferencias,cuando te topas con la copia de un cheque a nombre deltesoro americano y, aún en tal caso, hay que confirmar elpago del cheque y cuántos años cubrió.

Klara se molesta y le pregunta si, en lugar de ocuparse desus propios asuntos, desea tomar el relevo de mi forma‐

61

Page 70: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

ción. Yasel sonríe, asegurándole que lo hace de maravilla yque él solo le ayudará donde sea necesario.

Emprendo la primera revisión, en conjunto con Klara,antes de sumergirme en las relaciones del banco con loshispanohablantes. Parece simple, se trata de una cuenta an‐tigua, abierta en los años sesenta, por una persona física.Tiene mucha plata, pero sin movimientos significativosdesde entonces, a lo sumo hay veinte páginas. Éstas son lasmás fáciles, me confiesa Klara, las de los ricos sin necesi‐dad, pues no precisan disponer de su dinero, vienen a Gi‐nebra en persona cada cinco años, sólo para tomarse uncafé, felicitar a su antiguo asesor por su último ascenso yconocer a su nuevo contacto con el banco, que les informaque desde su última visita su capital ha aumentado en un45% por ciento con un perfil conservador.

La primera sección de la carpeta es la más interesante detodas e incluye la solicitud de admisión como cliente que,en las más antiguas como ésta, se realizaba del puño y letradel solicitante. Viene dirigida a Don Planchard, el socio di‐rector de Le Palais en ese entonces y, de forma epistolar,expresa el deseo y reconoce el privilegio de ser aceptadocomo cliente del banco, el cual goza de toda la reputacióndel mundo por su profesionalismo, honestidad y transpa‐rencia, desde la perspectiva del cliente, por supuesto. Y mepregunto si la solicitud de apertura era dictada por el gestorde cuenta. Klara está de acuerdo con esa posibilidad, pero

62

Page 71: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

dice que no todas son iguales según su experiencia, lo que,en mi opinión, hace aún más sorprendente el oficio de ges‐tor, pues pareciera que dictara al candidato a cliente untexto, siempre cortés y señorial, con apariencia original yúnica para el jefe máximo del banco.

Las cualidades narrativas y dramáticas de este encargado decuenta, fueron confirmadas en el memorándum de aper‐tura que forma parte, junto con la solicitud, de la primerasección. Aquí, se explaya y utiliza múltiples recursos argu‐mentativos a su disposición, para convencer a Don Plan‐chard, de la respetable estirpe del solicitante y del potencialde los haberes depositados: Hija de nuestro cliente, Fulanode Tal (anota esa cuenta en tu librera para revisarla mástarde, porque está ligada a esta relación, me advierte Kla‐ra), juez en Egipto durante la monarquía hasta la Revolu‐ción de 1952, cuando la familia entera fue forzada aemigrar a Gran Bretaña, con todo el dinero del pueblo quepudieron sacar, esto último es de mi propia cosecha, casadacon Zutanito, hijo de Menganito, accionista mayoritario deuna cadena de joyerías muy reconocidas en Londres (pideahora mismo a Medhi tu libreta, porque trae mucha ma‐deja, me ordena mi instructora y obedezco de inmediato,regreso cinco minutos más tarde y sigo escuchando la lec‐tura del memorándum), la pareja tiene dos hijos, el mayorde once años y la menor de ocho, una residencia valuada enun millón de dólares en Mónaco, que en los años setentasera mucha lana, reconocemos ambos, y diez acres de tierraen South Beach, Florida, Estados Unidos, donde cons‐

63

Page 72: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

truyen un hotel cinco estrellas. Quizás esto último sea larazón por la que cayó en la “población”: la palabra EstadosUnidos en el memorándum de apertura. Klara está deacuerdo, posiblemente, pero siempre se debe leer hasta laúltima página antes de sacarla de la auditoría; nuestra reglaes sospechar en todo momento, me recomienda.

Seguimos hojeando y nos reímos de la cara de la cliente enel pasaporte británico, insertado en la segunda sección de lacarpeta. Parece un chameau, dice Klara y es cierto, aunquesea un cliché decir que algunos árabes tienen cara de came‐llo. Vienen todos los compañeros a ver la foto, incluidoMedhi, a quien le concierne la región y nos advierte que esincorrecto decir que los habitantes del Magreb desciendentodos de la etnia árabe por el hecho de hablar ese idioma oser musulmanes, pues árabes son aquellos de la penínsulaarábiga solamente; los egipcios, argelinos, tunecinos y ma‐rroquíes son, antes que nada, pueblos mediterráneos. —¡On s’en fout, Medhi! —le responde Celine—. Elle a unetête de llama en tout cas. Y él acepta que la Madame tienecara de camello o llama y en ese caso sí, ambos animalespertenecen a la misma gran familia de mamíferos artiodác‐tilos que porta el nombre de camelidae. Lo miramos consospecha, y nos invita a consultar Wikipedia si aún te‐nemos dudas, pero es más divertido mirar la evolución dela clienta, a través de los años, en los cuatro pasaportes,todos británicos, integrados a la segunda sección de la car‐peta: de llama joven en los años sesenta a camella ancianadespués del milenio.

64

Page 73: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

La sección de correspondencia, trae poca cosa: cartas queanuncian su próxima visita al banco, aprovechando la tem‐porada de esquí en los Alpes suizos, otras durante el ve‐rano, porque el doctor recomendó a papá alejarse del smogde la ciudad y respirar el aire puro de las montañas, ins‐trucciones de retiro de mil o dos mil francos, realizadasante el asesor en otra visita, la instrucción de transferir dosmillones de dólares a Miami para terminar el hotel, nadarelevante en la década de los ochenta ni noventa, sólo re‐portes de visitas al banco cada cinco años: la cliente quedóimpresionada por la calidad de nuestros muebles y chocola‐tes, quiere la recomendación del maître chocolatier parasus bodas de plata, pero le digo que es parte del secretobancario y la cliente y su madre ríen, reporta el gestor enuna ocasión; una solicitud de tarjeta de débito en el dos mil,y nada más.

Klara me explica que la transferencia de los dos millonesdólares a Miami podría también ser la causa de que lacuenta esté en la revue. En principio podríamos revisar lasección de movimientos para verificar que se trata de unaúnica transacción. Pero en esta parte de la carpeta, sólo seven reflejados los últimos ocho años, antes de los cualesexiste prescripción de las obligaciones fiscales. No encon‐tramos nada relevante, sólo retiros o pagos menores a tresdígitos con la nueva tarjeta de débito solicitada por lacliente desde el nuevo milenio, realizados en bancos o esta‐blecimientos suizos, o sea, durante las vacaciones de mon‐taña, seguramente, opina también Klara, dado el nombre

65

Page 74: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

de las tiendas y boutiques; por ejemplo, cuatrocientosfrancos suizos en Auer, una de las chocolateries más repu‐tadas de Ginebra, tan antigua como Le Palais, donde segu‐ramente la Madame con tête de chameau compró elpostre que se comió la familia en la semana de esquí enZermatt, donde también visitó el supermercado Coop paraaprovisionarse.

Como la relación aún está activa, no hay documentos en lasección de clausura.

A menos que encontremos algún indicio delatador en lascuentas del padre o del esposo, todo parece indicar que ladoce cincuenta y tres está out of scope, opina Klara, o seaque no se trata de un contribuyente “gringo” como tú losllamas, mon petit mexicain. Me provoca cuando mellamas así, le advierto. Lo sé, responde mi rubia compa‐ñera, que se aleja en dirección de Medhi, a quien pide laimpresión de las carpetas que aparecen en mi libreta y asig‐nármelas cuando las suban a la sala Aar.

Contesto lo poco que puedo del cuestionario, sin concluirla revisión hasta no echarle un vistazo a las cuentas ligadasque solicitó Klara.

Me siento listo para indagar en los documentos en caste‐llano. Presumo que muchas de esas relaciones estarán tam‐bién out of scope, que los indicios serán falsas alarmas,transferencias aisladas a los Estados Unidos, la dirección oel teléfono de algún apartamento de descanso en Nueva

66

Page 75: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

York para los caribeños, en Miami para los colombianos ovenezolanos y San Diego o Los Ángeles en el caso de losmexicanos.

—Klara, je suis prêt pour regarder les comptes des latinos—exclamo. Ella me pregunta si estoy seguro, e insiste enhabituarme un poco más, estudiando, por ejemplo, el ma‐nual diseñado por Arnau o realizando revisiones en con‐junto con algún compañero con más experiencia.

—Creo que aprendo bien sobre la marcha—respondo, atosi‐gado por el entrenamiento y renuente a leer algo que vengadel tal Arnau que pinta aburridísimo.

Ella acepta y vamos juntos hacia Medhi, a quien preguntasi hay algunas cuentas de clientes hispanohablantes ya im‐presas, en el carrito de biblioteca. Él nos mira a ambos, sinpronunciar palabra, y finalmente confiesa que no lo sabe.Klara le pide verficar en el sistema si alguna de las que tra‐jeron esta mañana tienen el español como preferencia deidioma del cliente. La respuesta es no, que no hay forma desaberlo. ¿Qué quieres decir con que no hay forma de sa‐berlo? No hay forma de saberlo porque la selección de la“población” de cuentas sospechadas no se realizó particula‐rizando el idioma de preferencia del cliente o alguna regióndel mundo en específico, la búsqueda se corrió aplicandolos filtros en los idiomas del banco, que son los seis ofi‐ciales en las Naciones Unidas, más el alemán y el japonés,lo que significa que hay documentos en todos esos idiomasy de cualquier región del mundo. ¿Y no hay forma de rea‐

67

Page 76: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

lizar una sub-selección en la población actual?, intervengo,al grano, porque Klara parece resignarse a la imposibilidadde que yo revise sólo las cuentas en español. No, respondeMedhi, lo que podríamos hacer, es correr la búsqueda unavez más, incluyendo el filtro del idioma de preferencia,pero eso involucraría tiempo y recursos del banco, tendríaque aprobarlo el comité del proyecto.

Klara se esfuerza tanto por parecer tan decepcionada comoyo, que finalmente comprendo: mordí el anzuelo, caí en latrampa. Si algo olía mal en la capacitación era eso: ella sabíade antemano que no me libraría pronto de la revue. Con‐firmo mi sospecha cuando sugiere que comience revisandolas cuentas del carrito de biblioteca asignadas al azar, y sialguno de los otros revisores se topa con documentos enespañol, intercambiarlos con él, así sucede cuando aparecealgo en ruso, dice cínicamente, me lo turnan a mí, ycuando hay algo en árabe, Medhi se hace cargo, y élasiente, pues es lo más lógico. Yo me callo, frustrado por laidea de permanecer para siempre en la revue, traicionadopor todos, incluido Jean Luc, que sabían que esto no eracuestión de dos semanas. Joder, joder, repito en mi mente yme quiero morir.

Tu es vraiment moche, le reprocho a Klara con coraje, yella sonríe y responde, con su voz de muñeca, que la pasa‐remos bien, por las tardes iremos a tomar algo juntos a l’IleRousseau, mientras dura el verano, y se le une Celine,quien se ha percatado de cómo el ratoncito ha caído en la

68

Page 77: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

trampa e intenta liberarse, y sin importarle que casi somosdesconocidos agrega que en el invierno comeremos fondueen los Bains des Pâquis (qué sensual es esta franchuta, ad‐mito) y en navidad celebraremos en el Four Seasons y añonuevo en el Mandarin Oriental o en el Kempinski o dondeyo elija, patrocinados por Le Palais y entonces accederé,finalmente, a ese mundo de oficial de banco u organizacióninternacional lleno de políglotas, de gente sin patria otraque la gestión de cuentas o el presupuesto de los gobiernos.

69

Page 78: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

P

8

or la tarde, mientras mi BlackBerry acumulabamensajes en la cesta dispuesta al pie de la segunda

puerta de la sala Aar, recibí un correo electrónico sobre losréferis de gimnasia enjuiciados por hacer trampa. La CASnos informaba la fecha de una audiencia a tan sólo unasemana.

La noticia me salva de pasar más tiempo aquí, pienso y,antes de volverme a casa, informo a Klara mi ausencia de larevue por los próximos días. Pero ni siquiera has comen‐zado, exclama y suena a reproche. Le explico las razones,dándole detalles acerca del caso en que sus compatriotasparecen haber traficado las respuestas de los exámenes paraobtener el brevet del próximo ciclo olímpico. No le hacegracia, por supuesto, y reflexiono que soy un idiota al en‐carnar el mismo prejuicio acerca de la sociedad rusa, delin‐cuentes, corruptos, violentos, caudillistas, populistas,

70

Page 79: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

etcétera, que compartimos en la cultura latinoamericana. —De hecho, hay una juez mexicana involucrada en el escán‐dalo —exclamo, intentando atenuar mi ofensa y agrego queyo estoy convencido de la inocencia de todos, por ello mientusiasmo por volver al despacho para preparar su de‐fensa en la audiencia. Eso ya lo veremos, responde, con esaseguridad de las mujeres que han acumulado varios chan‐tajes bajo la manga.

Estoy por dejar la sala cuando Medhi me advierte acerca dela necesidad de depositar mi libreta de notas en el armario.Hago lo necesario, un poco apenado con él, Yasel y laguapa Celine, tan agradables los tres. Espero lo tomen bien,el conflicto que me provoca la revue no es contra ellos.

Finalmente salgo hacia el ascensor que en realidad me des‐ciende hasta la recepción de la planta baja donde Sebas‐tiano ya no está. Ahora hay un guardia con aspecto de cerocero siete, atlético, trajeado en negro, camisa blanca, cor‐bata bruna delgada y tornasol, un peinado engomado ti‐rado al lado derecho, con la línea recta perfecta alizquierdo, que además me despide con un Bonne soirée,Monsieur Herrero, de miedo, porque nunca habíamos cru‐zado palabra.

Son las ocho cuando, por fin, respiro profundo a las afuerasde Le Palais. Hace una tarde esplendida –y saber que pasé eldía leyendo el tonto instructivo de Arnau para contestarpreguntas–, el cielo es una cúpula crepuscular uniforme entonos mate. Adoro esta época del año, rememoro ese

71

Page 80: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

primer encuentro con las noches de verano más allá deltrópico de cáncer: ingresando a una fiesta estudiantil a lasdiez de la noche, afuera hay los mismos colores, y al ter‐minar de madrugada la luminosidad en mate se repite y elviento suave portando la cantidad exacta de humedad. Pro‐pondré a Amalia ir a Carouge para tomar un helado con elitaliano, la llamo, quedamos de encontrarnos frente al Hos‐pital, a la altura de las maternidades.

Estoy feliz, de repente. ¿Por el simple hecho de dejar plan‐tada a Klara? ¿Porque súbitamente aprecio mis actividadesde litigante frente al monitor? Bueno, la audiencia es la ce‐reza en el pastel (se suele decir en el gremio de los litigan‐tes), no son las horas frente al monitor, sino el abogado ensu máxima expresión, realizando argumentaciones orales,interrogando testigos, etcétera. ¿Porque experimenté des‐agrado con la auditoría en Le Palais? Ni siquiera empecé,como dijo Klara. Quizá fuera el presentimiento de quenada bueno saldría de allí. Sí, es eso, una intuición, unapremonición, ¿cómo haré para no regresar? Yo soy muyintuitivo y pocas veces me equivoco, entonces algo tendréque hacer o decir a Jean Luc luego de la audiencia de losjueces olímpicos. La fase de producción de documentos enel litigio de los macarons está también a la vuelta de la es‐quina, no se me verá por la sala Aar en varias semanas;justo el tiempo necesario para que Enzo se impaciente demi intermitencia y encuentre un reemplazo. Además, sialgo en castellano no entienden, que dejen la cuenta enpending, ya me daré una vuelta para traducir lo que haga

72

Page 81: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

falta. Al final del día, ni siquiera es posible separar las rela‐ciones con los clientes latinoamericanos.

Ahí está Amalia, mirando el aparador de la tienda de ma‐ternidad, deseando poder entrar a comprar algo muypronto. Me aproximo lentamente por detrás y la tomo porlas caderas. Apenas se estremece antes de reconocerme.

—Mira ese vestido azul, no, aquél, el estampado con mo‐tivos florales, de manga larga y hombros descubiertos—ordena.

—De verdad es lindo —confirmo y pregunto—: ¿Qué tieneque ver ese vestido con la maternidad?

—El hecho de ser holgado, amplio, ¿no lo ves?

—Podría portarlo cualquiera ¿no?, de verdad es hermoso, yno hay necesidad de estar encinta para vestirlo —opino.

Amalia me mira con esa cara de “no entiendes nada”, si tesientes gorda y quieres disimular el embarazo, o estás re‐cién aliviada y quieres comodidad, o estás en confianza ydeseas relajarte. Yo replico que, si fuera mujer, gorda o no,preferiría la comodidad, aunque el vestido tuviera etiquetade embarazada, que eso de andar a la moda con pantalonesentubados, es básicamente lo mismo que vestir corbata enoficina, camisa de cuello rígido y traje, un convenciona‐lismo creado por la mercadotecnia. Ella ríe, como cada vezque hago comentarios de burgués de rancho, porque si hayalguien que sigue los convencionalismos soy yo. En mi de‐

73

Page 82: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

fensa digo que es por no llamar la atención, porque tengointeligencia emocional suficiente para saber cómo actuaren determinadas circunstancias, no iré vestido diferentesólo para dar de qué hablar. Reflexiono acerca de mi con‐tradicción y, afortunadamente, Amalia no está dispuesta aseguir con una discusión banal, que es recurrente entre no‐sotros. Vámonos con el italiano, propone, estoy segura quepedirás de stracciatella como en las últimas cuatro sema‐nas, porque además de convencional eres un conservador,me insulta. No lo soy, respondo, me gusta conocer las cosasa profundidad, que es lo contrario de lo superficial, el ve‐rano pasado comí sólo pistache y el próximo año será unnuevo sabor, gianduia, quizá.

En la plaza del mercado de Carouge comienza la feria deltomate. Nos quedamos un poco, propone mi querida es‐posa y la sigo a través de los puestos donde se exponen,según anuncia el animador desde un escenario, en el que seprepara un conjunto de canto a la tirolesa, más de cuarentavariedades de pommes dorées. Miro los jitomates con des‐dén; ninguno como los de México, exclamo. ¿Cómo losabes si no los has comido?, me cuestiona. No respondo,porque estoy seguro que está de acuerdo conmigo; la úl‐tima vez que estuvimos en casa de mis padres, confesónunca haber probado algo parecido, ni en el norte de Chile.Prueba, me extiende una muestra ensartada en un palillo.Sólo de verla reconozco el sabor, no se puede comer crudo;serán muy rojos, pequeños o enormes, tendrán la forma deun acordeón o de una campana, pero por dentro son insípi‐

74

Page 83: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

dos, con demasiada carnosidad, blanca y granulada, sin se‐millas ligeras. Es imposible preparar una buena salsa, sabemejor el puré en lata de La Costeña, ¿te imaginas una tortaahogada con esto? No soy fan de tus tortas ahogadas, res‐ponde. Nos hace falta pasar más tiempo en México, opino.

Seguimos nuestra travesía hacia otras verduras del terruñoginebrino. Les courgettes no están mal, pero tampoco secomparan con las calabacitas, tiernas y crujientes al mismotiempo, que podemos conseguir allá. No quiero sonar pe‐sado comparando todo, diciendo que los productos delcampo en mi país, por obvias razones, tienen un sabor máscompleto y natural. El sol influye en la fotosíntesis, es laúnica razón por la que la asimilación de los bioelementosnecesarios para formar materia viva ocurre mejor allá, ex‐clama Amalia, sancándo a relucir su grado en administra‐ción del medio ambiente. Me arrepiento de quejarme enpúblico del clima o las circunstancias de este país, porqueen mi caso, la migración ha sido una opción y no una nece‐sidad. Entonces cambiamos el tema, propongo.

Le cuento que dejaré la revue y contesta lo mismo queKlara, ni siquiera has comenzado. Lo sé, pero tengo quepreparar la audiencia ante la CAS. Hay otros que podríanretomar el litigio, lo podría hacer Jean Luc mismo, opina.El chef no mueve un dedo sin mí en ese expediente, no diránada en la audiencia que no haya yo preparado de ante‐mano. Nadie es indispensable, esa frase es de mi padre, mepregunto si Amalia se la pirateó o es demasiado común,

75

Page 84: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

además, continúa diciendo, no creo que el banco te deje irtan fácilmente, ¿has pensado en lo que ha invertido hastaahora, realizando esas investigaciones sobre tu padre y tú?Le Palais tiene mucho dinero, le respondo. No estoy ha‐blando de plata, replica, sino del tiempo y los recursos hu‐manos necesarios para conseguir un auditor conposibilidades de llevar a cabo un proyecto sumamente deli‐cado y confidencial. I thought that time was money, con‐trataco, sólo para provocar más argumentos de su parte. Eneste caso, el tiempo vale más que el dinero weón, me in‐sulta y le repito que me provoca cuando me llama huevón.Sonríe, con esa sonrisa irresistible de Cameron Díaz. Quizátengas razón, admito.

Cuando al día siguiente Jean Luc deja mi oficina luego deuna larga charla, confirmo que Amalia tenía razón. Enzo lollamó personalmente, apenas supo de Klara que no pla‐neaba asistir por unos días a Le Palais. No tiene queja demí, al contrario, siempre he desempeñado mi trabajo conesa profundidad y detalle que caracteriza a quienes, ademásde abogados, somos doctores en derecho, me adula, pero larevue Aar es muy importante para Enzo y para el despa‐cho; otros bancos estarán pronto en circunstancias pare‐cidas y necesitamos posicionarnos como los pioneros en eltema. Me contengo de responder que no me contrató paraeso, pero él ya intuye que lo pienso; comenta que así es elmercado y que todos debemos estar preparados para explo‐

76

Page 85: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

rar, temporalmente, diferentes áreas del ejercicio según lademanda de servicios; por ejemplo, por años realicé mu‐chas M&A cuando estaban de moda.

Le explico que Le Palais tiene en la población más de tresmil cuentas, sin identificar aún las de clientes hispanoha‐blantes. No me tomará semanas, sino meses terminar enesas condiciones. Quizás ése era el propósito en un princi‐pio, enfocarte en los documentos en castellano, pero ahorate quiere para cualquier tipo de relación, me confiesa yañade que no puede enviar a un paralegal o a un asociadojunior en mi lugar. No sólo porque sería perder tiempo conel screening de ingreso, sino porque él no estuvo deacuerdo, te quiere a ti, repite y lo dice como si tampoco en‐tendiera la razón por la cual Enzo se aferra a tenerme cerca.

Me consuela que Jean Luc haya al menos intentado libe‐rarme, ofreciendo un reemplazo. Sé que no debe ser fácilpara él que otro retome mis tareas. Tu as une belle vue dujet d'eau, exclama, al percatarse de mi mirada perdida haciael muro de vidrio, y admite no haberse percatado de que lapunta del chorro de agua pudiera apreciarse desde aquí. EnPascua aumentaron su potencia, si deseas podemos cambiarde oficina. Ton bureau est trop petit pour mon bordel,replica.

Me habla de las ventajas de quedar bien con Enzo, del pró‐ximo bono anual, de que Le Palais tiene oficinas en otrasciudades del mundo, donde habrá que revisar también al‐gunas cuentas, incluido Montevideo, a donde podrías

77

Page 86: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

viajar con tu esposa y visitar a su familia en Chile, a DoñaArenas y sus mil conocidos. Jean Luc no tiene idea de lasdistancias en Sudamérica, ni de que me deprime más saberque la cosa no acaba en Ginebra. No pongas esa cara, ni si‐quiera has comenzado, la misma frase de Klara y Amalia, ytiene razón, parezco un niño mimado, trabajo es trabajo,diría mi padre, y dale gracias a Dios que hay, porque el díaque falte lo lamentaremos, lo recuerdo insistir, el trabajo essalud, la vía para encontrar la felicidad y todas esas maravi‐llas que familias y comunidades completas, venidas deabajo o que han tocado fondo, le asignan a la faena diaria,donde procrastinar es un grande pecado.

Ya está, no pasa nada, I am going to be back at Le Palaistomorrow, respondo y se alegra, quizá de ver la sinceridady simpleza, la disponibilidad de un joven que viene deabajo.

78

Page 87: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

D

9

e vuelta en Le Palais, como el niño que amenaza asus padres con irse de casa, da vuelta a la esquina, se

mete entre los cañaverales, con una maleta que arrastra,medio kilo salchichas, una botella de cátsup y otros esen‐ciales de la infancia, se aburre, se hace de noche, sale denuevo al camino y lo encuentra uno de los parientes queacudieron al llamado de auxilio. —Pero antes de llevarte acasa, dame una de esas salchichas, tu madre te dará unabuena monda cuando entres.

Fue algo parecido.

Me han asignado una cuenta importante que quedó a mitadde la revisión porque los datos estaban en español. La co‐menzaron el día de ayer, me informa Klara, en un tono de‐masiado profesional. Perfecto, está sentida, me digo, almenos mi amenaza de fuga ha servido para que recuerden

79

Page 88: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

filtrarme lo que me trajo hasta aquí. Ingreso a mi orde‐nador y de ahí al cuestionario. Casi olvido la segunda con‐traseña de un día para otro; debo anotarla en algún sitio.Dejo mi silla en busca de mi cuaderno en el primer arma‐rio, hojeo hacia la mitad y discretamente escribo a lápiz,pegado a la costura, la contraseña en dirección horizontal.Luego me dirijo hacia el carrito de biblioteca, donde esperoencontrar la famosa primera cuenta en castellano, no haynada. Regreso a mi lugar a releer la cifra. Qué extraño, porlo que advierto a Medhi del extravío. Las carpetas sonaquellas en la parte baja del tercer armario; las guardamosahí en lo que regresabas, el carro debe permanecer vacíocuando el equipo de seguridad entrega las nuevas carpetaspor la mañana, me advierte el descendiente de tunesinos, aquien sigo hasta los armarios, con un mal augurio porquedijo “carpetas” en plural y no “carpeta”, en singular.

Cuatro carpetas para una sola cuenta. “Merde”, exclamo.Esta vez no me puedes culpar, se burla. No es tu culpa, sinomi mala suerte, admito y le pido que me ayude a traer dosde ellas. Yasel, hasta entonces concentrado en su teléfonocelular y un pain au chocolat al otro lado del cristal, nos vecon las manos llenas, se carcajea y desde la cocineta grita:C’est un trust des Bahamas d’une très riche famille me‐xicaine, amuse-toi bien, Lucio!. Chingada suerte, me la‐mento y espero que no todas las cuentas en español seandel mismo grueso.

80

Page 89: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

El trust se llama “Felicity” y, en efecto, fue creado con‐forme al derecho de las Islas Bahamas en 1993 por Don Fu‐lano, ese famoso empresario mexicano difunto. Según elmemorándum de apertura, el dinero aportado al trust esparte del pago por la venta del ochenta por ciento de lasacciones de la sociedad anónima, que operaba una de lascadenas departamentales más grande de México. Meacuerdo de esa tienda de ropa en el centro de Guadalajara,en la esquina a donde mi abuelo asistía todos los martes acomprar un cachito de lotería, y del olor a aceite quemadoque me entra por las narices, como un fantasma de la salaAar. De dónde venía ese hedor tan del Centro, me pre‐gunto ahora; de los churros o de las papas fritas en las ca‐nastas de las Marías, de los respiraderos delestacionamiento subterráneo de la Plaza de la Liberación, oquizás de las alcantarillas, con eso que un año antes de lacreación del Felicity Trust varias calles explotaron, do‐cenas de personas murieron y acusaron a la fábrica deaceites de cocina de tirar hexano por el desagüe, porquePEMEX era inculpable, por supuesto.

Se decía también que Don Fulano era un favorecido del go‐bierno, porque según mi abuelo, que ahora traigo en la ca‐beza, para convertirte en multimillonario en México habíapocas opciones: debías ser amigo del gobierno, político,futbolista o sacarte la lotería. Y mi abuelo cada semana per‐seguía, desde el pueblo a la ciudad, la tercera opción, ilusa‐mente, pues a pesar de su constante desconfianza en elgobierno, nunca sospechó que para ganarse la lotería había

81

Page 90: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

que ser también amigo del presidente. Eso salió en las noti‐cias años más tarde, cuando mi abuelo ya había fallecido.También se agregó al narcotráfico a la lista de medios paraser millonario y ahí también con la ayuda del gobierno.

Don Fulano estableció el trust con el objeto de transmitirparte de los frutos de la venta de esa tienda emblemáticaentre sus descendientes nacidos y por nacer, de manerapaulatina y hasta que el último dólar fuera distribuido.Como fiduciario nombró Ganges Trustees Ltd., otra so‐ciedad incorporada en las Bahamas (y me pregunto por quéesa fijación de Le Palais por recurrir a los nombres de ríos,pues Ganges no es otra cosa que una subsidiaria que fungecomo intermediario entre el Don y Le Palais, se ve a le‐guas). Más en lo específico, desea que con los bienes se pa‐guen los estudios de alta calidad de las próximasgeneraciones en la familia De Tal: quien decida estudiaruna licenciatura o posgrado en el extranjero, recibirá elmonto equivalente al costo de sus estudios, cualquiera queéste sea, además de un estipendio mensual de cuatro mildólares. Hay un árbol genealógico del que se desprendencinco familias en primer grado, y diez nietos, cuatro deellos casados, pero sin descendencia aún. ¿Cuál es el con‐tacto con los Estados Unidos aquí?, me pregunto, porquehasta ahora nada en los documentos de apertura indica quealguno de los involucrados sea contribuyente ahí.

El gestor de cuenta se comunica en español con Don Fu‐lano, quien directamente le gira instrucciones. Mi sospecha

82

Page 91: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

es cierta, Ganges que en teoría es el representante del trustante Le Palais, no está desempeñando su rol; es un simpletítere, pues debería ser él quien instruyera la distribuciónde los beneficios y no Don Fulano. Preguntaré a John, elexperto en el tema, si tiene alguna relevancia para la revueel incumplimiento del derecho de trusts durante el manejode los fondos. Su respuesta es que por ahora no, lo impor‐tante es determinar si alguno de los beneficiarios recibiódinero no declarado en Estados Unidos.

Continúo con la correspondencia en la que se solicita dife‐rentes pagos a universidades. Zutanito decidió estudiarartes visuales en Barcelona, Merenganita estudiará cocinaen París. Qué envidia con estos cabrones, lo que es tener lavida resuelta, los insulto, y me topo con las fotocopias delos pasaportes agregadas a la instrucción de Don Fulano. Éltiene cara de mirrey, con una trompa parada por su mandí‐bula equina, pero ella, ¡joder!, exclamo, sí que es guapa, unavión, qué digo un avión… un jet de combate, y trato deimaginarla más allá de la foto donde apenas tiene dieci‐nueve años. Yasel se percata y viene a confiarme que es‐tuvo soñando con ella todo el día de ayer. Me pregunta sihay muchas así en México, apiñonadas de ojos claros, comotú, pero en mujer. Fuck u, lo empujo aunque, fuera debroma, sí hay muchas en Guadalajara y sus alrededores,donde el mestizaje resultó en eso que llamamos ojos tapa‐tíos, piel morena aceitunada o güeritas de rancho, con pe‐quitas, pero no creas que son rubias. Iré contigo algún día,me advierte. Te presentaré a mis primas, le prometo, y él

83

Page 92: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

hace señas a Medhi que, como buen descendiente de medi‐terráneos, también cultiva ese hábito de soñar despierto.Lucio dice que tiene primas en México aussi belles quecette mademoiselle ici. C’est vrai, pregunta incrédulo yasiento con la cabeza y ya son dos mis futuros acompañan‐tes. Willem y John se nos unen, pero ellos no tienen esacapacidad de fantasear, de imaginarse desde ya en esa visitaau Mexique, donde organizamos un viaje al Pacífico, concocos y ginebra, margaritas de tamarindo, rodeados de na‐tivas, vistiendo pareos o blusones transparentes que dejanlucir sus bikinis de colores intensos, sin Amalia, por su‐puesto, ¿verdad?, y yo les sigo el cuento hasta que Arnauatraviesa la cocineta, se hace el silencio y sólo se escucha aCeline decir: “son unos verdaderos perversos, pero yovengo con ustedes”.

Arnau me mira fijo, descontento por el desorden que hetraído a la revue, pero no me dice nada aún, sólo interpelaa Medhi sobre el “promedio de tiempo por cuenta” que lepidió esta mañana, porque no le sorprendería nuestra inefi‐ciencia con tantas distracciones. Mi compañero obedece, leentrega unas hojas. El gordo regresa a la cocineta desdedonde nos vigila. Yo me enfoco en mi trabajo.

En diciembre de 2005, Don Perengano anuncia a Ganges yal gestor la muerte de su padre Don Fulano dos semanasantes, a sus ochenta y cuatro años de edad, por causas natu‐rales, pero inesperadamente: paro cardiorrespiratorio,mientras vacacionaba en Cozumel. También solicita que,

84

Page 93: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

en su calidad de protector designado en el trust, los ba‐lances le sean enviados a Miami, donde él vive. ¡Vaya!, estadirección en el gabacho hizo que la cuenta cayera en la po‐blación; mientras no se le ocurra ponerse a estudiar a sussesenta años u ordenar pagos a él mismo, no habría porqué informar al DOJ, me digo. Luego comienzo la lecturadel correo electrónico de respuesta, en el que el gestor re‐dacta un epicedio a Don Fulano, tan poético e intenso quede haberlo recibido su familia antes del entierro, segura‐mente lo hubieran inscrito como epitafio sobre la tumba, almenos ese pasaje en que se le recuerda como: “un hombreamado, no sólo por su fortuna sino también por sus buenosmodales”.

Avanzo hacia las instrucciones de pago a los nietos de DonFulano, que en paz descanse. Le Palais sugiere hacer máseficiente la distribución de los beneficios del Felicity Trustcon una AMEX. Don Perengano acepta, ignorando quizásun nuevo incumplimiento. John me confirma que el bancono debería transferir automáticamente los dineros sin ins‐trucción expresa e individual del fiduciario, pero mientrasno haya un contribuyente estadounidense, no nos interesa,aquí nomas se están jodiendo al fisco mexicano.

Doy un salto a la tercera carpeta, para verificar si lasAMEX fueron utilizadas. Sí lo fueron, está repleta de susestados de cuenta. Merenganita, nuestro amor secreto enParís, va de compras a Galeries Lafayette, desayuna en elFour Seasons de Rue George V y se regala una caja de ma‐

85

Page 94: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

carons Ladurée, mi cliente en un litigio internacional porcierto, entregados a domicilio. Mientras tanto, Zutanitocena en el Barraca de Barcelona, entre tangas y piercingsdecorando los cuerpos, se abona a una página porno japo‐nesa y compra una Go Pro en Amazon.es. Todo un talento,sin lugar a dudas, ironizo y regreso a la segunda carpetadonde algo relevante ocurre.

Don Perengano anuncia en octubre del 2007 que su hijomenor con su segunda esposa, ha decidido realizar unMBA en la Universidad de Nueva York. El gestor de cuentase congratula como si se tratara de su propio hijo y, a lavez, propone una llamada telefónica para abordar elasunto. En un reporte de teleconferencia, el gestor decuenta escribe: “Hablamos brevemente sobre las implica‐ciones fiscales, preguntamos si Perenganito habitaba tam‐bién en Estados Unidos y desde cuándo. Concluimos queGanges pagará directamente los tuition fees a la univer‐sidad y que solicitaremos una tarjeta de débito prepagadapara sus gastos. De ahora en adelante, no será necesarioenviar los estados de cuenta a Florida, prefiere que losguardemos en Ginebra, pasará a buscarlos anualmente du‐rante la temporada de esquí”.

—John, ¡mira este descaro! —me entusiasmo, agarrándoleun poco de sabor a esto de las pesquisas fiscales.

86

Page 95: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

E

1 0

l otoño se anunció desde el sábado. Planeábamospasar el domingo en la playa, pero el mal tiempo nos

disuadió. El agua debe estar helada, pronosticó Amalia, y op‐tamos por instalarnos cuesta arriba en el Parc de la Grange,donde una columna de cedros libaneses nos protegía de unpreludio de bise, ese viento frío muy recurrente que sopladesde el noreste y entra a la ciudad por el lago Lemán. Mien‐tras mirábamos las diminutas cabezas deslizarse dentro delagua, comimos nuestros baguettes a la française, con mante‐quilla y jamón york, aceitunas y pimientos rellenos de quesoy bebimos una cerveza local. Un fin de semana más, un pi‐que-nique más en Ginebra, al final de un verano sin sabor, acausa de la revue Aar, que no nos permitió vacacionar másallá de un par de días en el Ticino. Eso sí, había que visitar elCastello Visconteo y el restaurante del Hotel Collinetta, alborde del lago de Locarno, recomendados por mi nuevo

87

Page 96: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

amigo Sebastiano, el recepcionista de Le Palais, que nos con‐siguió un descuento, porque los platillos son algo caros. ¿Mirecomendación?: el ossobuco di vitello stufato al merlot eprofumato al timo. Lo sé, es increíble cómo puedo aún re‐cordar un nombre tan largo, pero lo que recuerdo no es elnombre, sino el exquisito sabor de cada uno de los ingre‐dientes guardados por mi boca: ossobuco de ternera, guisadaen aceite de olivo, vino de uva Merlot y tomillo.

Amalia lamenta quedarnos varados en Suiza durante la es‐tación estival, pero al mismo tiempo es más resistente a lamonotonía helvética. Cuando los días comienzan a confun‐dirse, a mí me da por añorar la vida en mi país, idealizo asu gente, revaloro sus paisajes, anhelo su clima e involunta‐riamente me arranco con “qué lejos estoy del cielo dondehe nacido, inmensa nostalgia invade mi pensamiento” deJosé Alfredo Jiménez, repitiendo la estrofilla como letaníahasta que se me pasa. Amalia no parece experimentar esanostalgia por volverse. Ella viene de una familia de migran‐tes, la abuela suiza, el abuelo catalán y los otros parientesjudíos errantes eventualmente convertidos de los que no sesabe a ciencia cierta su lugar de nacimiento. Le da lo mismoestar aquí que del otro lado, pienso, tratando de explicaralgo que nunca me ha confesado. En mi caso, los pocos an‐tepasados con registro, los bisabuelos y los abuelos, todosnacieron y se quedaron en un mismo perímetro de pueblosgemelos en la rivera de una gran laguna seca, tan cercanosque las campanadas de una parroquia son recicladas gracias

88

Page 97: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

al eco que rebota en el templo de la población vecina; an‐cestros sin mayor diferencia que haber nacido en veranocuando la laguna tenía agua o en invierno cuando ya estabaotra vez seca.

Nunca hablamos de nuestro futuro en otro lugar, es untema tabú. Como un accidente, caímos enamorados denuestra generosidad al compartir techo y alimentos aquí.Jamás discutimos un proyecto de vida en otro lado, ni si‐quiera más allá de nuestro apartamento en el segundo pisode Rue de la Tour 4, como si fuera ese espacio el eslabónque nos enlaza, nuestro maridaje, donde siempre seremosaliados en una empresa conjunta. ¿Pero cuál? ¿La debrindar ofrendas a la gran casualidad que nos encontró ahí?Mejor así, no hablar de planes allende. La boda religiosaera el único pendiente para Doña Arenas y acepté sorpren‐dido de mí mismo. No me arrepiento, aún si es difícil expli‐carme con exactitud qué me llevó, sin mucho esfuerzo oreflexión, a realizar un acto tan importante, y contra miusual sensatez. Probablemente me lavé el coco, dándoleuna interpretación propia al concepto de matrimonio ycontra algún canon de la iglesia. Qué más daba, convencidode que la amaba en ese momento, Dios no podría juzgarmal mis buenas intenciones con base en un futuro que sóloél, el intemporal, conocía. Quizá fue una mera intuición deque las cosas irían bien, se trataba de una simple solem‐nidad para agradar a Doña Arenas, o todo al mismotiempo. En cualquier caso, mientras permanezcamos en

89

Page 98: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

nuestro nido, hay para largo, y si críos nacen, pues amon‐tonados viviremos.

El lunes llega demasiado pronto. Salgo hacia Le Palais y labise se siente ahora volar por el Boulevard Helvetique. Esel otoño, confirmado, pronto el saco será insuficiente y de‐beremos pasar al abrigo. Bordeo el Hospital, cruzo por elestacionamiento de las Urgencias Pediátricas y subo porChemin de l’Escalade, en un trayecto convertido en rutinaque me hace sentir bien, porque las repeticiones nos traenaburrimiento, pero también confort, lo he escuchado en unprograma de radio, y es una de las razones por las que elrosario, en el que repetimos oraciones por horas, nos tran‐quiliza, nos brinda seguridad. A mí también me tranquilizala levedad de revisar las cuentas bancarias; un ejercicio quese repite lo suficiente para obtener maestría y pronto con‐fort; en nada parecido al subibaja del litigio internacional,donde cada caso provoca nuevas ansiedades y los estados deánimo son impredecibles: de la alegría a la desesperación ydel menosprecio a la sobreestima.

Salut monsieur, saludo al ballet de quien, en todo estetiempo, aún ignoro el nombre. Bonjour monsieur, replicacon su gesto que abre la puerta automática. En la recepciónalgo ha cambiado. —La alfombra maître, era color toronjay ahora es avellana, la anterior tenía un hilo tipo pelo cor‐tado y ésta tiene bucles estructurados —me ilustra Sebas‐tiano. Será por el cambio de temporada, asumo y le deseo

90

Page 99: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

un buen día desde el fondo del elevador. En el quinto pisotambién hicieron cambios: la isla de sillones de lino encolor toronja, dio paso a una nueva composición deasientos de gamuza color avellana. Sonrío a la recepcio‐nista, sin entablar diálogo (también con las secretarias pre‐fiero evitar esa imagen de latino-ligador de presas fáciles;“eres un convencional, todo un suizo ahora”, Amalia tienerazón). Sigo directo hasta la sala Aar, con toda la discreciónque requiere cruzar los salones de reunión de clientes. Bar‐billa a noventa grados, sin moverme y en apenas dos se‐gundos la puerta hace bip. ¿El sistema de reconocimientode iris mejoró o quizás ha aprendido a no parpadear?

En la cocineta, el equipo de seguridad nos ha dejado, paracomenzar bien la semana, una canasta llena de frutas exóti‐cas. Provienen de diferentes regiones y algunas ademásportan etiquetas explicativas de sus condiciones de cultivoy cosecha. Por supuesto que son productos BIO, pero con‐taminación hubo, no lo podrán negar y en la etiqueta no semenciona el combustible quemado para llegar hasta acá,reprocho al banco y me arrepiento de inmediato; quien soyyo para juzgar, para lanzar la primera piedra, para escupirhacia arriba, el que se viste con ropa y accesorios de la in‐dustria fast fashion, come plátanos costarricenses, kiwisneozelandeses, quien se excusa comprando limones y agua‐cates de México con el argumento del apoyo a la agricul‐tura nacional, toda una contradicción como bien señalaAmalia. Gracias Le Palais, por tantas enseñanzas sobre mímismo y por estos suculentos detalles que se repiten cada

91

Page 100: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

tercer día. El miércoles vendrán los chocolates, todos ellosde aquí cerca, sin mucha combustión vehicular de pormedio entre la fábrica y el consumidor final, aunque man‐chados por los granos de cacao traídos desde África o Amé‐rica, cultivados en hectáreas deforestadas, mejor no pensaren ello, ignorance is bliss, se dice en inglés.

Manos a la obra o, mejor dicho “ojos a la cuenta”; queconsta de una sola carpeta de documentos. ¡Gua!, ¿de ver‐dad?, exclamo, es el antiguo Secretario General de las Na‐ciones Unidas, el Doctor Zutano. Mis compañeros vienen amirar la copia del pasaporte. John opina que lo más pro‐bable es que haya caído en la población por un indicio ais‐lado, el domicilio de la correspondencia, por ejemplo. ElDr. no es estadounidense, y a pesar de que los UN head‐quarters estén en Nueva York, seguramente mantenía unestatuto diplomático durante su residencia ahí; los oficialesinternacionales no pagan impuestos al país sede de la orga‐nización o embajada, sólo hay que asegurarse de que su tra‐tamiento no cambió durante el periodo de la revue,recomienda John. Esto va ser interesante, me digo y co‐mienzo por el memorándum de apertura, donde el gestordel banco se congratula de conseguir la inauguración deuna cuenta que, si bien no involucra gran capital, nostreaerá prestigio y otros clientes con más caudales. Imagi‐nemos simplemente al Dr. participando en la charitydinner organizada por Bill y Melinda Gates, en la NewYork Public Library, rodeado de celebridades y millona‐rios, dispuestos a donar una parte de su fortuna y a es‐

92

Page 101: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

conder la otra. La vanidad, que es el más grave de lospecados, se encargaría de traer a colación, en medio del se‐gundo plato del menú por el que pagaron cincuenta mildólares, el nombre de ese banco ginebrino, el más discretode todos y con el que es un placer tratar. Algunos adivi‐naran enseguida: “Le Palais”, pero para otros, los ricos másrecientes, será la primera ocasión que escuchen ese nom‐bre, y la vanidad, una vez más, se encargará de sembrar enellos el deseo de poseer una cuenta ahí donde el ilustre jefede la ONU y otros invitados de la elite norteamericana in‐vierten sus fortunas.

El dinero con el que inicia no llega al mínimo requeridopor el banco, pero hay algo de especial que merece haceruna excepción en este caso. Tendremos el gran honor deconvertirnos en el depositario elegido por el Dr., para res‐guardar el casi millón de dólares que forma parte delpremio que, no hace mucho, recibió de una FundaciónSueca. Lo imagino vestido de smoking y moñito, como elde nuestro cancerbero allá abajo, ovacionado por loscientos de invitados a presenciar el discurso del galardo‐nado, con los reflectores sobre su cabello gris, aturdido porvarias rondas de aplausos, su esposa en primera fila.

No desea un perfil de alto riesgo en sus inversiones, lebasta con conservar el premio en su valor actualizado hastasu retiro de las actividades diplomáticas. Y no mentía, puesdesde la apertura a principios del milenio, hasta su retirocomo Secretario General, el Doctor Zutano no tocó un

93

Page 102: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

solo centavo. En el 2007 informó su cambio de residencia aLausana e instruyó a Le Palais para pagar diez mil dólaresen honorarios a un despacho suizo encargado de la consti‐tución y registro de la Zutano Foundation, una ONG sinfines de lucro, con un objeto social tan amplio como el depromover un mundo más justo y pacífico.

Esta cuenta debe estar out of scope, intuyo, pero sigo le‐yendo la poca correspondencia y movimientos que quedanen la carpeta. Pide al banco contratar los servicios de cate‐ring para una comida en el jardín de su nueva casa, a la queasistirán amigos íntimos y grandes personalidades delmundo político, que se encuentran de visita en Ginebrapara las negociaciones de paz en Medio Oriente. Le Palaisno hace estos servicios de concierge para clientes con tanpoca plata, pero tratándose de quien se trata y con los invi‐tados que dice asistirán a la reunión, il n’y a pas de pro‐blem monsieur le Secrétaire Général des Nations Unies,responde el gestor y ordena de inmediato al equipo de li‐festyle assistants del banco la organización del evento.Vale la pena la inversión, estimará el encargado de lacuenta al imaginar al Presidente de Estados Unidos pregun‐tar, de dónde sacaste al cocinero Zutano, me lo envió LePalais, o el reelecto Zar de Rusia con Berlusconi, quiénesson esas voluminosas camareras, me las recomendó Le Pa‐lais, o la Merkel maravillada por los arreglos florales, es unobsequio de Le Palais, dirá el cliente.

94

Page 103: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

La relación sigue activa, pero sin cambios que lo identifi‐quen como contribuyente en el gabacho. Tampoco haycambios con las guerras de Medio Oriente, por lo que LePalais tendrá pronto una nueva oportunidad de proveer suslujosos servicios de concierge a su importante usuario.Termino el cuestionario con la conclusión de que el cuen‐tahabiente no tiene cola que le pisen y la sensación de quees una buena persona; una intuición provocada por el tonode la correspondencia con el gestor, del uso amable del len‐guaje, como si este hombre llevara realmente un mensajede paz a todas partes.

Me he perdido la pausa del café. Estaba tan concentradoque no me percaté cuando el resto se movió a la cocineta yregresó a la sala. Haré mi propio receso, espero quede algode las frutas. No hay mucho, los mangos, los lichis y las ca‐rambolas se esfumaron ya. Quedan dos granadas, unmamey y una guanábana, que no consumieron más por ig‐norancia acerca de cómo comerlos que por ganas. Me co‐meré el mamey. Saco un cuchillo del cajón de utensilios, lohundo a lo largo por toda la circunferencia, justo a la mi‐tad, pero sin atravesar el hueso. Con la mano derecha, des‐atornillo una parte en dirección de las manecillas del reloj,mientras con la izquierda mantengo fija la otra parte hastaque se despegan. Clavo el cuchillo en el hueso aún incrus‐tado en una pedazo y giro en dirección opuesta para desen‐carnarlo. Desclavo el hueso del cuchillo, tomo una pequeña

95

Page 104: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

cuchara con la raspo que la carne y me llevo a la boca. Klaraaccede a la cocineta y me pregunta por qué no le quité lacascara. Así se come, le respondo. C’est drôle, admite. Elaguacate se extrae de la cascara del mismo modo, con unacuchara. ¿C’est vrai?, duda y me pregunta si sé cómo pre‐parar guacamole. El mejor, le respondo y ella se maravilla,como cuando le dije que podría algún día traer tequila deMéxico y prepararle una paloma. ¿Qué es una paloma?, mepreguntó. Es la margarita para los tapatíos, las margaritasque tú conoces son para los turistas. ¿Quiénes son los tapa‐tíos? La gente de Guadalajara, respondí en aquella ocasión.

Ahora me propone darle los ingredientes para hacer el gua‐camole el próximo viernes, y tener un apéro con tus fa‐mosas palomas. Me agrada la idea, acepto, toma tu celular ycomienza a anotar: aguacates, diez porque de esos la mitadestarán abollados, negros o duros por el viaje desde Mé‐xico, cilantro, en francés coriandre, dos tomates, una ce‐bolla blanca, sal, limón verde, varios. ¿Cuántos?, sé másespecífico, me pide Klara. Diez, respondo y prosigo condos litros de soda de toronja y tres de agua gaseosa para laspalomas. ¡Ah!, claro, las famosas palomas, recuerda ahora.Una bolsa de hielo y tortillas chips, yo traeré el tequila decasa.

Klara está tan emocionado como una adolescente organi‐zando su fiesta de quince años. Justo cuando Arnau entra ala sala Aar, ella canta Ai Se Eu Te Pego como Michel Telóy grita ¡fiesta, fiesta! en español. Yo soy el culpable, por su‐

96

Page 105: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

puesto, desde que llegué no he hecho sino distraer alequipo. Nuestro capataz señala que la pausa del café ter‐minó hace una hora. Sí, claro, responde mi compañera y seesfuma al otro lado de la sala. Yo me quedo parado, con lamitad de un mamey en una mano y una cuchara en la otra,le invitó la segunda mitad, pero me deja con la mano esti‐rada. Cojo una de las violetas que adornan la canasta y co‐mienzo mi interrogatorio decapitándola en partes: meodia, no me odia, me odia, no me odia… me odia. Pobreflor, sometida a tortura para confesar lo que era evidente,es una lástima que sea tan binaria en sus respuestas, que nodé razones.

97

Page 106: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

L

1 1

os clientes de Le Palais tienen algo en común:pertenecen al uno por ciento de la población mun‐

dial cuyo patrimonio supera los cien millones de dólares, osea, caen en la categoría de los multimillonarios. Y cuandouno tiene esa plata, me explica Yasel, no guardas tu dineroen un solo lugar, sino en varios bancos. No te equivoquesLucio, me alerta, éste podrá tener cinco millones aquí, peroguarda otro tanto en Credit Suisse, Zuercher Kantonal‐bank o Rothschild, il vaut mieux ne pas mettre tous sesœufs dans le même panier. Qué interesante, pienso, la ex‐presión es exactamente la misma en francés, español e in‐glés; prueba del gran valor del producto de gallina para lahumanidad. Mi amigo afgano continúa educándome, puespor eso Monsieur Toulemonde, que equivale a Fulano enespañol, tiene esta cuenta con seis millones de francos ges‐tionados con un perfil de alto riesgo, pero también con‐

98

Page 107: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

trola otra con diez millones a nombre de MadameToulemonde de perfil medio y una más con tres millones yun perfil muy conservador para Fils Toulemonde. Tienerazón, lo he visto con mis propios ojos, los dineros viajanregularmente de una cuenta a otra dentro de Le Palais yparten o regresan de otros bancos del mismo calado. Al‐gunas están en dólares, mientras que otras están en fran‐cos, euros o libras. El cliente se queja de no obtener elcrecimiento esperado y el gestor se justifica con el preciode la moneda elegida por el cliente frente al dólar, queperdió valor durante el año y con otras razones que los fi‐nancieros saben explicar mejor para apaciguar los ánimos.

A pesar de que la casi totalidad de los clientes porta la eti‐queta de multimillonario, el proceso para convertirse enuno de ellos no es el mismo. De ahí que lo más interesante,desde un punto de vista antropológico, es el registro delorigen de los fondos en el memorándum de apertura. Porsupuesto que el talento narrativo del autor añade interés yvalor. Hay que decir que en Le Palais, los ejecutivos decuenta poseen una capacidad especial para entretener yconvencer, por medio de la palabra escrita, al socio directordel banco, quien tiene la última palabra acerca de la admi‐sión de un cliente. Pero dejando de lado la calidad de laprosa con la que éstos se expresan, el catálogo de historiasva de las más aburridas o predecibles, como aquella en queMenganito nieto recibe el dinero de una cuenta nuestracomo herencia de su padre Mengano hijo, que a su vez re‐cibió los mismos millones de Don Mengano abuelo, y así

99

Page 108: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

tres generaciones antes, hasta aquella historia sorprendentey con mayor mérito, en la que el cliente huye de Grecia du‐rante la ocupación por las Fuerzas del Eje, hacia Gua‐temala, siendo aún niño y con veinte dólares en el bolsillo,comienza a trabajar como peón en los campos de café,compra un pequeño predio, cultiva sus propios granos,pasa al comercio y funda lo que pronto se convertiría en laexportadora de café más importante del continente, hastaque el dinero se traduce en un problema de inseguridad enel país centroamericano tan grande como el que lo hizohuir de Grecia y se ve forzado a esconder su fortuna enSuiza.

La cuenta que ahora reviso, encierra otra de esas historiasque inspiran. No es gestionada por el banco, sino por uninvestment manager externo que llamaré Best Partners;no es su nombre real, pero por temas de confidencialidadvale más no revelar su identidad aquí (y por ahora). Esteadministrador externo decide la estrategia de inversión ygira instrucciones al banco; que en esta ocasión actúa comoun simple depositario de los fondos. El cuentahabiente esuna sociedad anónima panameña y su director general yaccionista mayoritario es Mr. John Doe, el equivalente aFulano de Tal en inglés, el segundo accionista es su esposa.Con un poder otorgado por la sociedad controlada por Mr.John Doe, Best Partners solicita la apertura de ésta y otracuenta, cuyo número me apresto a anotar en mi libretilla

100

Page 109: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

para echarle un vistazo más tarde. El memorándum deapertura no goza de la misma calidad en la prosa que aque‐llos redactados directamente por un gestor de Le Palais,pero tiene detalles muy interesantes acerca de la vida deMr. John Doe y su socia en los negocios y el hogar.

En 1976, después de su regreso de la Guerra de Vietnamsin la mano derecha, manifestarse por el retiro de las tropasy añorar su inocencia perdida, Mr. John Doe toma una de‐cisión que cambiará su vida. Con los cincuenta mil dólaresde indemnización recibidos del gobierno por su valentía ysus heridas en batalla, construye, con su propia mano (ensingular, y aquellas de los mexicanos disponibles, me ima‐gino) un pequeño hostal en el Rincón, Santa Bárbara, Cali‐fornia, donde comienzan a confluir cientos de surfistas a lolargo de todo el año. El negocio es un éxito desde el primerdía, los huéspedes pagan en efectivo y no exigen lujos dehospedaje; los billetes comienzan a acumularse en cajas,maletas y fosas. Unos años más tarde, Mr. John Doe orga‐niza un campeonato nacional de surf frente al hostal. ¿Elprincipal patrocinador?, su recién lanzada marca de tablas,vendidas ahí mismo y en efectivo. Otros accesorios siguen:trajes de baño, relojes, pantalones, playeras, posiblementemarihuana al menudeo, pienso. El hostal expande su exten‐sión, la competencia es ahora internacional y su único in‐greso declarado, viene de los nuevos patrocinadores delconcurso, el resto es millones de efectivo que comienza aser un problema en los ochentas, hasta que Best Partnerstoca a su puerta.

101

Page 110: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Imagino la escena, misma que he visto ya en otras ocasio‐nes, actuar típico de la empresa: el assets manager, unsuizo vestido con una camisa hawaiana muy colorida, ber‐mudas y sandalias, entusiasmado por el benévolo clima ca‐liforniano como puede verse, discute la estrategia en laterraza del hostal. Le propone primero la creación de variascompañías panameñas con un notario de confianza y laapertura de dos o tres cuentas bancarias en Suiza. ¿Y el di‐nero, cómo lo sacamos? No se preocupe Mr. Doe, tenemosel canal perfecto, nuestro amigo el notario vendrá a vaca‐cionar en su avión privado, otras veces utilizará un yateestacionado en Baja California, México y de ahí regresaráen la misma aeronave a Panamá; aquí el Gobierno sólo estáatento a lo que entra de Centroamérica, pero no a lo quesale hacia allá, lo tranquiliza, el efectivo lo depositaremosprimero en Panamá, en la cuenta de una sociedad dedicadaa la comercialización de acero, controlada por nuestrosocio el notario. Mr. Doe alza las cejas con la desconfianzaimpresa en ellas, mientras que el asesor, sonríe con su de‐tantura perfecta, uno de los atributos por los que fue esco‐gido para ese tipo de trabajo. No hay problema por elbanco panameño que también es de fiar, simularemos unpar de contratos de compraventa de acero, en donde suempresa será la compradora, pero sin ponerles fecha de en‐trega aún, esperaremos que haya un alza importante en elprecio de las mercancías y la compañía vendedora declararásu imposibilidad de entregar y su voluntad de pagar dañoscalculados con base en la diferencia entre el precio del con‐

102

Page 111: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

trato y el precio de mercado al momento de su incumpli‐miento, la vendedora transferirá dicha indemnización albanco de su nueva sociedad en Suiza, donde existe el se‐creto bancario y nosotros administraremos su fortunacomo un intermediario, ¿qué le parece? Ahora son la son‐risa y los ojos del empresario californiano los que brillan,indicando aceptación. Cuando acumule más efectivo, po‐demos utilizar el mismo mecanismo, con esta estrategia legarantizamos no solo discreción, sino también un creci‐miento paulatino de su inversión en buenas manos.

El exitoso veterano de guerra, dedicado a la promoción deldeporte acuático, se convirtió en un steel trader interna‐cional. Best Partners conoce muy poco de inversión y fi‐nanzas, su mayor talento, quizás el único, es la creación dela red de empresas fantasmas y contactos “de confiar” parala movilización de efectivo a Panamá y de ahí hasta Suiza,lo que explica la estrategia que, hasta ahora, han desarro‐llado y que se enfoca en la compra de oro, depositado en lasbóvedas de alta seguridad de Le Palais. Pero el banco selava las manos, pues al no estar a cargo de la gestión del pa‐trimonio y sólo actuar como simple depositario, no pareceincumbirle la veracidad de las transacciones que dan origena los fondos transferidos desde Panamá.

Mientras todo mundo se hace de la vista gorda, Best Part‐ners maneja el dinero de la sociedad panameña como loque es: la cuenta nominal cuyo titular es una empresa fan‐tasma, sin un objeto social verdadero, sin oficinas o em‐

103

Page 112: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

pleados, ni siquiera Mr. Doe, sin actividad real otra que loscontratos del acero que nunca recibe, en la que sólo entradinero del mismo grupo de empresas controladas por elnotario en Panamá y el gestor externo emite instruccionesal banco para la compra de más oro.

La pericia en la ocultación de fondos sale a relucir en la sec‐ción de correspondencia, que echa a volar mi imaginaciónacerca de la asesoría recibida por Mr. Doe. Los balances losguardaremos en nuestra oficina de Ginebra, donde con‐tamos con sistemas de seguridad de vanguardia, diría elassests manager con hawaiana, así evitamos que se sepa dela existencia de la cuenta en su país, no se preocupe, noso‐tros daremos la instrucción a Le Palais, lo mejor es queusted no se comunique nunca con el banco, sólo con noso‐tros, a través de este celular, es nuestro obsequio, está pre-pagado y nosotros lo recargaremos cuando sea necesario, sidesea su balance nos llama desde este teléfono, sólo utiliceéste, ¿entiende? y nosotros se lo enviaremos por fax, desdeun número de los Estados Unidos. No, no lo remitiremosdesde Estados Unidos, sólo aparecerá ese número de allá, loenviaremos desde Suiza, es el medio más seguro porque lainformación que porta un fax es casi imposible de hackear,pero después de leerlo deberá destruirlo inmediatamente,si necesita realizar alguna compra con su dinero, por ejem‐plo, comprar una villa en las Palm Islands de Dubái, concuyos desarrolladores tenemos excelentes contactos, po‐demos hacerlo nosotros, a nombre de alguna de sus socie‐dades panameñas; así lo hacen nuestros clientes rusos,

104

Page 113: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

también si desea retirar dinero durante sus vacaciones, te‐nemos la solución: una tarjeta de débito pre-pagada.¿Cómo funciona?, parecido a su nuevo móvil, es muy senci‐llo, sólo tiene que contactarnos y nosotros solicitaremos aLe Palais una tarjeta Swiss Travel Cash o una FBMEworld card, disponibles en VISA o MasterCard, completa‐mente anónimas y recargables con sus fondos, sí, sí puedehacer compras en línea, en tiendas departamentales y res‐taurantes, como cualquier otra VISA o MasterCard, peronuestra recomendación es no utilizarla en establecimientosde los Estados Unidos. ¿Lo ve, Mr. Doe? Sus vacacionesnunca habían sido tan divertidas.

También otra de sus cuentas tiene demasiadas red flags yapesta a conclusión roja: “cuenta no declarada”. Misma es‐tructura, sociedad panameña sin actividades reales comocuentahabiente, aunque ésta dice dedicarse a la venta deazúcar, mismos accionistas, Best Partners como gestor y LePalais como simple depositario del oro y un par de mi‐llones de francos suizos, porque desde ésta ya se compróuna propiedad de cinco millones en Dubái.

Pienso en Mr. John Doe, en su renacimiento luego de su‐frir una guerra sin justificación, porque ninguna declara‐ción de guerra se justifica, en su bella historia de éxito enSanta Bárbara, en su hostal animado con surf music, en lamarca de artículos que portan su nombre y existen desdeque yo era un niño. También reflexiono acerca de su deci‐sión de ocultar sus bienes del IRS, que seguramente descu‐

105

Page 114: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

brirá, tarde o temprano, acerca de la ayuda ofrecida porBest Partners a docenas de contribuyentes norteameri‐canos para esconder sus fortunas, por medio de estrategiasbastante creativas. Imagino los dolores de cabeza que po‐dría darle el fisco, que le buscará hasta el último centavo,pues apenas hace dos meses sus agentes ordenaron venderel oro, convertirlo a dólares estadounidenses, transferirtodo a la cuenta de otra sociedad panameña en un bancohongkonés y terminar la relación de Mr. John Doe con LePalais, porque con las noticias de la solicitud de informa‐ción del DOJ a doce bancos suizos, sabe que el dinero desus asesorados, y de él mismo, están en peligro.

106

Page 115: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

E

1 2

l pronóstico inicial de seis meses para establecer elnúmero total de cuentas no declaradas, y sus montos

promedios, fue incorrecta. Avanza la decimosegunda se‐mana y ni siquiera un cuarto de la población ha sido audi‐tado. Arnau se equivocó en su cálculo, se murmura, yahora está de pesado con algunos auditores, yo incluido, aquien acusa de ineficaces. En mi opinión, no es culpa denadie, su proyección se basó en los tiempos realizados du‐rante la primera semana por Klara y Yasel, cuando el cues‐tionario estaba en vías de desarrollo, pero, desde entonces,ha sido modificado varias veces por instrucciones de Enzoo Max, quienes añaden nuevas preguntas y suprimen otrascon base en los modus operandi para la administración defondos no declarados, que descubrimos au fur et à mesure

que nuestra tarea avanza. Esto ocasiona regresar a carpetasque creíamos haber concluido, sólo para asegurarnos que

107

Page 116: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

una cuestión recién añadida al sistema no altera nuestraconclusión inicial; lo que toma tiempo, porque ya nos ha‐bíamos olvidado de la trama.

También Charlotte está muy molesta, por el error deArnau y porque Enzo y Max parecen divertirse modifi‐cando las cuestiones cada semana, lo que agrega máscuentas no declaradas y eleva la multa final que deberá pa‐garse al IRS. Así es el ambiente corporativo, el director in‐crepa al supervisor, el supervisor sermonea al gerente, elgerente regaña al colaborador, y sucesivamente, hasta quealguien gritonea al pasante que ni sueldo percibe, pero espor su bien, se suele decir.

Enzo y Max no se dejan impresionar por el enojo de larubia y proponen incrementar el número de participantesde la revue Aar para ir más rápido. Al final del día, todoesto fue causado por Le Palais y estamos aquí para ayudarloa salir del lío en el que se ha metido con el DOJ, le habráninsinuado mientras se frotaban las manos bajo la mesa porla expectativa de obtener, con el aumento de revisores, ma‐yores ingresos para sus despachos. Ella acepta, pues eltiempo apremia y es mejor arreglarse cuanto antes con elfisco americano y enfocarse en lo que sabe hacer mejor: ad‐ministrar fortunas, quizá ya no las de los norteamericanos,sino las de magnates provenientes de otros países con go‐biernos débiles o desinteresados en doblegar el secreto ban‐cario suizo.

108

Page 117: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Y con su venia, el despacho contrató cinco nuevos abo‐gados y la Big Four otro tanto, con un contrato exclusivopara el proyecto confidencial Aar. También la estructura yel método de auditoría cambió por órdenes de Arnau.Ahora hay dos tipos de auditores, por un lado, los llamadosfirst level reviewers, en su mayoría recién llegados, loscuales realizan la primera revisión de las cuentas y, por elotro, los second level reviewers que supervisan las conclu‐siones de los primeros. En este grupo de alzada están Klara,Yasel, Willem y John, que son expertos en el tema. Elosito, como ahora lo llamo, decidió que Celine y yo nosmantuviéramos como revisores del primer nivel con elresto de los recién llegados, a pesar de la experiencia quehemos ganado en las últimas semanas. Alguna razón tendrápara esa decisión poco coherente, pues los auditores del se‐gundo nivel no se dan abasto y van retrasados con la revali‐dación de conclusiones. En más de una ocasión, Klara hasugerido que Celine o yo nos pasemos al segundo nivel,pero él lo desaprueba. Tengo mi propia teoría al respecto.En el caso de mi compañera francesa, su sensualidad lo im‐presiona, al punto de que no la puede mirar a los ojos,quizá le molesta verse distraído por las faldas entalladas,que hacen destellar su trasero a contra luz, o por suspiernas perfectamente torneadas y revestidas con mediasnegras, o por los escotes que esconden sólo la mitad de me‐nudo pecho expuesto al aire acondicionado de la sala Aar, otal vez el hecho de ser madre soltera requiere, a su parecer,que no tome una posición de responsabilidad que se vea

109

Page 118: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

súbitamente vacante. Algún prejuicio debe guardar el tipocontra Celine, que es un ejemplo de amabilidad, compañe‐rismo y eficacia, y no sólo un espectáculo de anatomía. Enmi caso, no le doy importancia, yo lo que deseo es regresaral despacho cuanto antes, y si el oso mañoso me despide osegrega, lo aceptaré como un favor, pues con menos res‐ponsabilidades, mayores las probabilidades de ser liberadopor Enzo.

También creo (aunque me vale un cacahutate como yadije), que Arnau sospecha de mi padre o de mí. Seguro aúnpiensa que soy un leaker nato que utilizará la informaciónconfidencial del banco para su beneficio. Y eso no lo puedepermitir, porque tiene un espíritu de inspecteur Javert y,para minimizar el riesgo, me deja en el primer nivel, ya queen el segundo tendría de nuevo acceso al Review Com‐mittee, compuesto por Charlotte, Enzo, Max y el mismoArnau, el cual se reúne todos los jueves para escuchar laspresentaciones realizadas por los second level reviewers,acerca de las cuentas con conclusión color ámbar, o sea,aquellas en las existen aún dudas acerca la evasión de im‐puestos, y las de color rojo, en las que el delito es claro. Éstatambién ha sido su idea: que sólo los revisores del segundonivel expongan su análisis ante el Comité de Revisión, deese modo, los del primero no tendrán acceso a lasreuniones donde se ventilan comentarios e informaciónmuy delicada y cuya fuga debe evitarse a toda costa. Desdeentonces, no he presentado mis cuentas en las sesiones delos jueves.

110

Page 119: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Esto sí lo lamento un poco, pues las reuniones ante el Co‐mité son una de las partes más interesantes (la otra es lalectura de los memorandos de apertura, como ya comenté).La reunión semanal se asemeja a la audiencia de un juiciointernacional y por eso me hubiese gustado seguir partici‐pando en ella. Cargados con carpetas y la libreta encuader‐nada, los revisores se desplazan a la sala Arve, aquelladonde tuve mi entrevista antes de ingresar a la revue, a dospuertas de la salar Aar, para presentar las cuentas rojas yámbar. El revisor comienza señalando el tipo de cliente:persona física, entidad jurídica, lugar de registro, etcétera.Luego menciona si la relación está vigente aún o el tiempoen que lo estuvo antes de terminar. Enseguida, se aclara siel banco administra o sólo actúa como depositario frente aun gestor tipo Best Partners. Más adelante se expone suvinculación con otras cuentas, y quién es el contribuyenteestadounidense real o potencial en la historia: ¿el clientemismo?, ¿un accionista que utiliza la compañía como mo‐nedero electrónico?, ¿un beneficiario del trust?, etcétera. Ola razón por la que cayó accidentalmente en la población:un número de teléfono o dirección en Estados Unidos, unpasaporte americano, una visita del gestor a ese país, etcé‐tera. Y esta secuencia ha de respetarse, se debe evitar eldesorden o mezclar aspectos de un tema con otro, tardardemasiado en un punto o ir muy rápido en otro; la presen‐tación debe fluir en la secuencia y el tiempo previstos porArnau, so pena de meterse en problemas con él.

111

Page 120: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

La discusión se pone muy acalorada y Arnau detesta que lospresentadores entren en pormenores, porque su estimadoacerca de las conclusiones autorizadas por semana se vieneabajo. Sí, también sobre esto realiza sus proyecciones y po‐dría ser una de las causas por las que he sido excluido,porque yo tardaba demasiado explicando los antecedentes,la historia detrás del número, y le frustraba no sólo que“me tardara más de la cuenta” (aquí la expresión es literal yqueda al dedillo), sino que también le irritaba mi memori‐zación de tanta información personal relacionada con losclientes. Aunque no era todo de memoria, yo para los nom‐bres soy muy malo; mucho de mi presentación venía en losdibujos que realizaba en las grandes hojas cuadriculadas, deun metro por cuarenta centímetros que solicité, junto conun set de plumones, a Medhi para pintar mis esquemas, lascuales colocaba sobre la pizarra blanca en la sala Arve y,luego de mi idea, el resto de los revisores hacía lo mismo,porque, además, Charlotte adoraba ver y escuchar las histo‐rietas con las que veníamos, Max se carcajeaba cuando mi‐nimizábamos el mal comportamiento de un empleado deLe Palais para no ofender a Charlotte, y ella siempre mepreguntaba ¿cuál es el nombre del gestor?, pues le inter‐esaba saber quién en el banco había sido tan cínico o cuida‐doso con el secreto bancario, pero yo nunca lo recordaba yella, no obstante, anotaba la cuenta para hacer su propiasinvestigaciones. Enzo, a quien por primera vez conocí enpersona en una de esas reuniones, también reía, pero poco,disimulando su placer, evitando a toda costa perder esa

112

Page 121: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

pose de dios que cultiva en todo momento, especialmentefrente a Klara o Celine, que no dejan de idolatrarlo y sen‐tirse atraídas por ese sansón, apuesto políglota, galardo‐nado todos los años en la revista WHO’SWHOLEGAL,como el abogado líder del derecho bancario y financiero enSuiza.

Por eso tengo la sensación de que Arnau me odia y me haacusado, en más de una ocasión, de sabotear la eficienciasuiza con la que toda reunión debe transcurrir. Alguna vezle respondí que las cuentas no son simples números, que elpresentador debe transmitir al Review Committee lamisma impresión que él adquirió de la relación entre elbanco y el cliente durante su vigencia, para que aquél tomela decisión final. Esto lo sé por experiencia propia, porqueen el litigio, los abogados somos, en buena medida, narra‐dores de las historias que favorece a sus clientes y los juecesaprecian conocer el carácter de los personajes, las dife‐rentes razones de una misma conducta y las atenuaciones oagravantes que pueden modificar una resolución. Y aquítambién se discuten casos humanos, y extraño un poco esereto intelectual que involucra utilizar las diferentes lenguasde trabajo o traducir algún pasaje del español para Arnau yCharlotte, pues Max y Enzo entienden mucho, y contestarsus preguntas y dar mi opinión acerca de posibles ele‐mentos desconocidos que aún podrían cambiar una cuentade ámbar a rojo o viceversa, y que podrían conocerse inter‐pelando al gestor directamente. Pero todo esto disgustamucho al osito, pues eso significa poner la conclusión de

113

Page 122: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

varias cuentas en suspenso, lo que ocasiona el fallo de supronóstico de avances una vez más. Igual representa unmayor riesgo de fugas de información, y él se toma muy apecho el deber de asegurarse que los diagramas y dibujospintados en las grandes hojas cuadriculadas, no se quedenpor ahí vagando, en el piso de los clientes, se les tomen fo‐tografías o salgan de contrabando de Le Palais, sino queregresen todas al triturador de información confidencial enla sala Aar.

Así pintaba la cosa ya iniciado el cuarto mes de mi estanciaen Le Palais: el equipo de revisores se expandía, yo adquiríael nuevo título de “first level reviewer” y conjeturaba ocio‐samente acerca de las razones albergadas por Arnau paraodiarme.

114

Page 123: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

J

1 3

ueves, 8:30 a.m., los second level reviewers correndentro de la sala Aar como gallinas sin cabeza. Seacerca la hora de la presentación de cuentas ante el

Comité y aún hay detalles que afinar. Ayudo a Willem adibujar las últimas transferencias de una cuenta a otrobanco en Singapur, antes de su clausura definitiva. Él no esabogado de profesión, sino estadista, pero se ha convertidopronto en un experto. Desde hace un mes presenta la ma‐yoría de las cuentas que yo reviso en el primer nivel. Ha‐cemos buena mancuerna, creo. Es un joven metódico einteligente y yo también (como argentino porteño, ¿ver‐dad?), por lo que entiende de inmediato mi postura. Se in‐teresa mucho menos que yo en los memorandos deapertura, pero confía en mis presentimientos si algo huelemal desde el comienzo o, por el contrario, cuando intuyoque no existe reproche alguno.

115

Page 124: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Le ayudo con gusto con las cartulinas de presentación,porque además entiende mis esquemas. Y para este con‐junto de seis cuentas, todas gestionadas por Best Partners,en donde Le Palais actúa como un simple depositario deoro, hemos necesitado dos grandes hojas de un metro porcuarenta centímetros, más de ocho colores y solicitado aMedhi cinta adhesiva para pegarlas sobre la composiciónfotográfica “En Movimiento” en la sala Arve. Nuestro dic‐tamen es rojo para todas, pero habrá que explicar con de‐talle la estrategia de evasión implementada por años y elescape orquestado recientemente a bancos en Asia por elgestor externo.

A las 8:50 a.m. en punto, la sala Aar queda en silenciocuando los revisores del segundo nivel y sus rótulos salentodos hacia la sala Arve donde los espera ya el ReviewCommittee. Aprovechando que Arnau no está acá, sinoallá, y que Celine se aleja hacia la cocineta, la alcanzo ahí ycomienzo el jugueteo que ella me permite cuando no hayestrés y los otros no escuchan. Le pregunto si extraña elComité, hablar frente a su amor platónico Enzo. Pas si tues avec moi, me responde, con esa voz y mirada semioculta detrás de una taza de café que me estimula, se apro‐vecha de mi bagaje latino de sangre caliente, y le confío queme sucede lo mismo, que no me importa ser un simplefirst level reviewer mientras ella no se aparte de mi lado.Luego se retracta con un tu es trop petit pour moi, y sos‐pecho que se refiere a mi estatura y no a mi edad, pues re‐cuerdo nacimos el mismo año, y en el tema de la altura, con

116

Page 125: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

sus habituales tacones de cuatro pulgadas, le alcanzo apenasa las orejas. No me rindo y respondo con el famoso dicho“une fois au lit, on a tous la même taille”, que al parecerno es común en francés, sólo en español y acerté en labuena traducción: Celine lanza una carcajada y con ellagotas de café como un potente atomizador, impactando elcristal que separa la cocineta del resto de la sala Aar, y mepregunta de dónde saqué esa frase tan buena. Me río deverla reír y limpiar con un trapo el cristal rociado. Cuandose pone en cuclillas para frotar la mancha que dejó en la al‐fombra, miro cómo sus tobillos desnudos se separan de suszapatos de tacón; qué hermosos tobillos, ni gordos ni fla‐cos, el punto exacto, con el número y color de venas pre‐ciso, sus caderas se ensanchan al máximo y no le molestamostrar su entrepierna, hasta las bragas negras, igual quesu falda a medio muslo. Qué depilado, ¡dios mío!, parecencera, quién dijo que las francesas eran todas peludas. Ymientras Celine frota la alfombra, recorro el contorno desu soutien-gorge también negro al interior de su blusablanca y parto despierto a una fantasía hasta que, de re‐pente, la puerta se abre y del otro lado del pasillo, entre losbips del sistema de reconocimiento de iris, Willem meurge a acompañarlo a la sala Arve, donde el comité deseahablar conmigo.

—No supe explicar bien nuestra magna cartulina—exclama.

• • •

117

Page 126: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

La pregunta del Comité, en lo particular de Charlotte, espor qué las seis relaciones ligadas portan la misma conclu‐sión roja, si en dos, no hay ningún contribuyente estadou‐nidense. Explico que aún si el único indicio aislado, que lashizo caer en la población, es un balance por fax dirigido aun número en los Estados Unidos y por solicitud expresade Best Partners, ese par comparten algo en común con elresto del grupo que amerita la conclusión propuesta. Porejemplo, ambas son gestionadas por BP, tienen como cuen‐tahabientes a empresas fantasmas constituidas ante el no‐tario panameño, el mismo amigo del assests manager quegusta vestir camisas hawaianas y que organizó también laincorporación de las sociedades de Mr. John Doe, el em‐presario-surfista, recibieron transferencias de otras cuentasen el mismo grupo y enseguida fueron clausuradas por elgestor externo, no sin antes solicitar la liquidación del oroy el envío del producto de tal venta a cuentas en Singapurde otras empresas panameñas.

—Pero, ¡quién está detrás de las sociedades panameñas con‐troladoras de éstas dos! —me interrumpe Charlotte, enfu‐recida—. ¿El mismo Perengano de Tal, residente en EstadosUnidos, que aparece en las otras cuatro sociedades?

—No, no es él —respondo, tranquilo—. El director de lassociedades es el hijo del notario, sospechoso común, pre‐sumo por el apellido, y no tiene contactos evidentes conEstados Unidos.

118

Page 127: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

—Para mí, es claro que la conclusión de todas ellas es roja—me apoya Max, para quien es claro que esas dos cuentastambién se utilizaban como caja chica, para irse de vaca‐ciones o comprar propiedades en el extranjero.

—¿Pero a nombre de quién se compraban las propiedades ylas vacaciones? ¿Del hijo del notario, que no es contribu‐yente en los Estados Unidos? —insiste Charlotte.

—No lo sabemos; las instrucciones de transferir fondos a lacuenta de la Real Estate Company en Dubái las giró BestPartners, sin informar a Le Palais sobre quién era el com‐prador de las propiedades —aclaro y me propongo explicarcómo es que hacían para adquirir los boletos de avión, contodo anonimato, cuando Arnau me frena en seco, con esetono de indignación que me impacienta por su falta detacto.

—Todo eso ya lo dijo Willem, la cuestión última es si de‐bemos pagar también multas al IRS por todas las cuentasdonde el banco actúa como simple depositario, por erroresatribuibles al gestor externo.

“Debemos pagar”, desde cuando el gordo gastará un cen‐tavo, pienso, luego respiro hondo, aunque de manera dis‐creta para no parecer molesto ni nervioso, porque sí loestoy, nervioso y enfadado. Ordeno mis ideas para res‐ponder en tres partes. Seguramente el osito cree que mequedé mudo y que qué bueno, porque así puede proponermi regreso a la sala Aar y seguir con el siguiente expositor.

119

Page 128: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Se equivoca. Primera parte: no todas las relaciones dondeLe Palais es simple depositario serán no declaradas; hay queanalizarlas caso por caso, como lo hemos venido haciendo,exclamo. Segunda parte: en este caso, no se trata de “erro‐res” comme vous les appelez (me he habituado a discutiren francés con él, pues siempre me provoca en su lenguamaterna), sino de actos deliberados para esconder el patri‐monio del fisco. Tercera parte: soy de la opinión de quetodas las cuentas gestionadas por Best Partners en la pobla‐ción, independientemente de quien aparezca como clienteo beneficiario, portaron dinero por el cual se debieronpagar impuestos aux États Unis (sé que me excedí en estoúltimo, pero estoy preparado para defender mi premisa, apesar de la carcajada con la que Arnau se burla de mí frentea todos).

—How do you know that, the last thing you said? —pre‐gunta Max, con su habitual sinceridad.

Porque en cada una de ellas, tienen los mismos antece‐dentes y patrones; las mismas tácticas y técnicas para es‐conder el dinero se repiten, respondo. Además, es deconocimiento común que BP se enfoca en US clients; ésees su mercado, el de los americanos que buscan en el se‐creto bancario suizo un medio para evadir impuestos. ¿Noes así Madame Charlotte?, le pregunto, disimulándo mitemor en un semblante impávido, pues son los miembrosde Comité quienes hacen las preguntas durante estasreuniones y no al revés, pero ella calla, me ignora ahora,

120

Page 129: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

mira su Blackberry por sexta ocasión, y Enzo intervienecon una pregunta, cuya respuesta sospecho ya conoce ysólo intenta probarme. Quiere saber si algo cambia elhecho de que, en estas relaciones, el banco no tuviera ac‐ceso a documentos suficientes para saber si los cuentaha‐bientes eran empresas fantasmas, sin otro propósito que elde esconder el oro del fisco americano. Y mi respuesta esque, a estas alturas, poco importa lo que los empleados aquísabían, sino lo que, en la opinión del DOJ, la institucióndebió de haber sabido durante el tiempo de su relación conBest Partners. Y añado que, quizá, como una cuestión decompliance interna, se debería agregar al cuestionario unapregunta para registrar si existían indicios de conocimientosobre la ilegalidad de los dineros, y otra sobre cualquiermuestra de asistencia activa en la ocultación y evasión porel personal interno.

Arnau levanta las manos y las deja caer sobre la mesa enforma de protesta; considera absurda mi moción y detestacuando se añaden nuevas preguntas, porque los tiempos nole cuadran. Pero Charlotte mira a Enzo, buscando su apro‐bación. ¿Crees que sea una buena idea?, lo interpela. Él yMax asienten con la cabeza, y yo insisto que tales datos sóloservirán a futuro, para identificar los nombres de los em‐pleados del banco que se hicieron de la vista gorda ante lasactividades del gestor externo o para identificar a los ejecu‐tivos que mal aconsejaron, activamente, a clientes estadou‐nidenses.

121

Page 130: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

—Eso significa escribir nombres de personas en el cuestio‐nario —interviene Arnau.

—¿Y por qué no? —respondo tranquilo—, si ello tambiénsignifica un beneficio futuro en las actividades de Le Palais.

Enzo sugiere regresar a la cuestión principal, y me pre‐gunta por qué, en mi opinión, no existe una atenuante enel hecho de que Le Palais no tuviera acceso a todos los do‐cumentos de las relaciones gestionadas por BP. Le res‐pondo que en las carpetas revisadas por mí y miscompañeros, hay evidencia suficiente para que, ante losojos de cualquier persona razonable conocedora de las es‐trategias más simples de evasión fiscal y ante los ojos delDOJ, especialmente, se concluya que esas cuentas no es‐taban declaradas por sus beneficiarios en Estados Unidos yaquí nada se hizo al respecto.

—Pero si usted busca una atenuante, o más bien si existealgo para ayudar este caso —continúo mirando a Enzo y aMax solamente, indeciso de lo que diré ahora, porque séque mi propuesta disgutará a Arnau y a Charlotte—, esponer en rojo todas esas cuentas y comunicar al DOJ, loantes posible, la sospecha de que el susodicho gestor ex‐terno mantenía una sofisticada estrategia de evasión de im‐puestos, que Le Palais ha sido capaz de descubrir solamentea posteriori con esta revue.

—¡Eso significaría quebrantar el secreto bancario! —Char‐lotte pegó el grito en el aire—. Podríamos revelar el

122

Page 131: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

nombre de Best Partners como un intermediario finan‐ciero, pero no los nombres de los cuentahabientes, ni susbeneficiarios. Tampoco los detalles de sus transacciones oestrategias de evasión de impuestos.

—Poco queda ya de secreto bancario con la solicitud de in‐formación del DOJ —opina Max.

—Pero es diferente —insiste Charlotte—. Si le enviamosinformación a Obama es porque forzó al parlamento suizoa realizar una excepción en este caso, con números ymontos solamente, nada de nombres —vuelve a aclarar.

—Lucio podría tener razón —dice Enzo—. Si no es por LePalais, terminarán enterándose, por otros medios, de lasestrategias de evasión de impuestos utilizadas por este in‐termediario, a quien forzarán fácilmente a revelar los nom‐bres de sus clientes americanos. Aún dudo sobre lasventajas de informar al DOJ acerca de tales estrategias;sería un mea culpa al mismo tiempo. Sin embargo, coin‐cido con Lucio en poner en rojo todas las relaciones conellos; sería fatal si el fiscal encuentra una de sus cuentasaquí, cuyos montos no hayan sido incluidos en el cálculo dela multa.

Eso es precisamente lo que yo, Lucio, quería decir, y meaplaudo. Mis ojos se cruzan con la mirada fija y fría delosito. Sonrío, pero su rostro flemático mantiene esa expre‐sión de disgusto recurrente.

123

Page 132: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

A

1 4

rnau hizo un gran berrinche del que nadie sepercató, pero debe haber estallado por dentro

cuando el Review Committee aprobó integrar al cuestio‐nario tres preguntas adicionales, relacionadas con la con‐ducta pasiva o activa de los empleados de Le Palais frente ala ocultación de fondos no declarados. Enzo consideró per‐tinente tener claro si una cuenta era manejada por el bancoo un gestor externo y entonces mandó también agregarotra pregunta al respecto, la cual permitiría hacer un ba‐lance de las reacciones del banco ante gestores como BestPartners, y entonces nuestro capataz volvió a experimentarotra erupción interna, imagino.

—Por favor, espera un poco —me pidió Enzo, despuésvolteó hacía Arnau—. ¿Por qué Lucio no participa más enlas juntas como presentador?

124

Page 133: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

—Él nos apoya como first level reviewer —se apresuró aresponder.

—Muy bien, que siga revisando, entonces… —Enzo guardósilencio unos segundos—. Pero, creo que él debería pre‐sentar sus resultados ante el Comité.

Más tarde, cuando Charlotte se espantó por la proyecciónde la posible multa, salió el tema de los certificados de re‐nuncia de nacionalidad norteamericana ante el IRS, in‐cluidos en las carpetas de un par de cuentas. Compartí miintuición de que al plasmarse dos ciudadanías distintas enla solicitud de apertura (la cosa más usual eran personasisraelo-americanas), estos clientes podrían haber renun‐ciado, en algún momento, a una de ellas para evitar ladoble imposición, lo que el banco podría corroborar y, ental caso, reducir la multa. Arnau no estuvo de acuerdo,pues creía que, si algún certificado al respecto existía, éstedebería aparecer dentro de las carpetas que revisamos.Enzo preguntó a Charlotte si Le Palais tenía una políticainterna de monitoreo de este tipo información, y ella res‐pondió que no, por tanto, había la posibilidad de que al‐gunas relaciones cayeran en el supuesto del que le petitmexicain hablaba. Max respaldó la moción y confesó quedebió habérsele ocurrido antes. Opinó que no era necesarioque los gestores internos o externos buscarán o tratarán deconseguir esa información; con exclientes sería casi imposi‐ble, por lo que sugirió que lo hiciéramos los first level re‐viewers, directamente en el registro en línea del gobierno

125

Page 134: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

de los Estados Unidos. Sólo haría falta teclear el nombre ylisto, insistió Max.

Esto ocasionó que el osito contuviera un último berrinche,pues tal procedimiento significaba traer una computadoracon acceso a Internet a la sala Aar. Y como si no fuera yasuficiente, Klara propuso que tuviera acceso a los busca‐dores Google o Yahoo!, donde podríamos verificar si lascompañías y fundaciones, que actuaban como cuentaha‐bientes, tenían actividades reales de comercio o si se tra‐taba de meros fantasmas.

—Imposible —replicó Charlotte—, pues los revisores po‐drían utilizar la red para contrabandear datos secretos deLe Palais, a menos que Medhi garantice una forma deevitarlo.

—¿Traerán un ordenador acá? —pregunta Celine, a quienpongo al tanto del chisme ocurrido hace unos minutos enla sala Arve.

—No lo sé, la cosa quedó ahí, me retiré discretamentecuando Klara me pidió avisar en la recepción que trajeranya la pâtisserie para el café.

—Arnau te va matar —opina Celine.

—Seguro —admito y regreso a mi lugar para pensar.

126

Page 135: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Tengo miedo del señor Barriga (ya le cambié el apodo).Pero, ¿por qué?, si podría mañana regresar al despacho ycontar a Jean Luc que las cosas no van bien con el talArnau y no vuelvo más a Le Palais. Explicarle que me tienetirria, porque no soporta que se le descuadren las proyec‐ciones, y alberga un pavor injustificado de cualquier posibi‐lidad de fuga, cuando yo me dedico a hacer mi trabajo,simplemente. No, no, eso sería carecer de carácter para en‐frentar lo que es común en los empleos, diría mi padre: elforcejeo por el balón, la carga por detrás, la cachetadacuando el árbitro no mira. Y pensándolo bien, ¿por qué eltipo se comporta como si fuera un empleado del banco yno un auditor externo? ¿Por qué él no es como Enzo yMax, que toman un rol independiente? Quizá porque am‐biciona conseguirse un empleo definitivo aquí y quieremostrarle a Charlotte que está siempre de su lado. Ésa esmi hipótesis, porque nada pasa si la revue toma mástiempo que lo anticipado, todos nos equivocamos en nues‐tras predicciones cuando no tenemos información sufi‐ciente para hacerlas.

Es un miedo psicológico, ¿hay miedos que no lo sean? Loque quiero decir es que no es el temor a una agresión físicao verbal, porque el capataz poco levanta la voz, te chingaquedito, como decimos en México. Me ronda ese temorpsicológico del equipo que aun ganando en el minuto se‐tenta del partido, con una ventaja de un solo gol, tiene a suadversario encima, en el área grande todo el tiempo y pre‐siente que, en los veinte minutos restantes, pasará de ga‐

127

Page 136: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

nador a vencido, nadie dice nada, todo es silencio y esperarun error de la defensa o el portero, a que caiga el primergol y luego el segundo, aunque el director técnico desde labanca grite y casi se desbarate, el miedo de los jugadoreshace que no se escuche, sólo ven a un tipo en traje agitandolos brazos, haciendo concha con las manos sobre la boca.Después de esta reunión llevo la delantera, le infligí dosgoles con la modificación del cuestionario, otro con mi re‐greso como presentador a las reuniones y está por versequé pasa con el tema de la computadora. Pero él tiene lasartén por el mango y en cualquier tiro de esquina puederematarme de cabeza, a final del día él manda y su goleadainminente podría consistir en hacerme contestar las pre‐guntas agregadas para todas las cuentas que los otros revi‐sores pensaron concluir, y no sólo las mías, pues fue a mí aquien se le ocurrió la idea de que el cuestionario estaba in‐completo.

El almuerzo especial de la semana tiene lugar los jueves.Charlotte ha pedido al servicio de cocina, apenas terminela sesión del Comité, montar en la sala Arve una mesa derestaurante propiamente dicha, con mantel largo, serville‐tas, platería y copas; un bonito gesto en el que Enzo yMax, como generales que visitan sus tropas para mantenerla confianza, acompañan a los de a pie, por así decirlo, ensus alimentos. El resto de la semana comemos en la coci‐neta de la sala Aar, en dos tandas, pues desde que vinieron

128

Page 137: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

los nuevos revisores no cabemos todos en la barra de gra‐nito negro. Primero comen los second level reviewers,Klara, John, Willem, Yasel, dos abogados del despacho y,con ellos, Celine, Medhi y yo, por pura antigüedad. Des‐pués vienen los first level reviewers que son diez y lle‐garon hace poco. En punto de las 12:30 p.m., los platosindividuales para los revisores detectados antes de las10:00 a.m. por el sistema de reconocimiento de iris y elmismo número de postres en una bandeja de plata, son en‐tregados en carritos de room service por el ayudante decocineros. El de Celine y un par de vegetarianos más,portan una etiqueta con un dibujo de hojas. Arnau sóloestá en Le Palais por las mañanas, por lo que de costumbrecome en su casa o en la cafetería de su despacho Big Four.Pero hoy es jueves y entonces comeremos todos juntos, enuna sola tanda, en la sala Arve, con un menú de trestiempos.

Ya regresan los second level reviewers, agotados despuésdel combate y Willem nos anuncia que el chef sirve hoy unmenú japonés. Max adora la comida japonesa porque no leinflama la tripa, me lo ha confesado antes. Pobre hombre,las dos mil horas al año que factura lo deben estar matando,pensé en su momento. Trataré hoy de sentarme a su lado,aunque no le paré la boca, así evitaré interactuar con Ar‐nau, que seguro ya planea su revancha. Ok, estoy listo paracomer, exclamo en voz alta, me alzo de mi silla y doy unaspalmaditas a Yasel que deja caer dos carpetas y una cartu‐lina sobre su lugar, a un costado del mío. —J’en ai marre

129

Page 138: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

de tout ça —se confiesa. —¡Vamos! —lo animo—. Un pocode sake caliente nos vendrá bien.

Entramos juntos a la sala Arve que ha sido transformada enrestaurante de lujo, hasta un arreglo de flores orientalestrajeron en esta ocasión. Posiblemente recibieron ayer a unimportante cliente asiático para la cena y están aprove‐chando los ingredientes en la alhacena y el setting. Voy di‐recto a la silla desocupada a un lado de Max, a quien elresto rehúye, pues están exhaustos de hablar y en inglés.No hay sake, ni caliente ni frio, pero sí un té verde ahu‐mado que sabe delicioso. El chef dice bonjour e informaque se servirá un kaiseki el cual incluye, según alcanzo aentender del vocabulario gourmet: un aperitivo, sashimi,un plato a fuego lento, un plato a la parrilla y un plato alvapor. Enzo no se queda mucho; al menos probó el saki‐zuke que sirvieron de aperitivo antes de despedirse hasta lapróxima semana. El sashimi es exquisito, me pregunto sipodrían traer más de éste y salsa de soya, por favor, perono es posible, la cantidad y el orden es importante paravivir la experiencia culinaria concebida por el chef, por loque en su lugar se sirve un pequeño tazón con tofu y ve‐getales.

Max me platica de su esposa y su pasión por México y laliteratura latinoamericana, de sus vacaciones anuales enPuerto Vallarta. Me pregunta si estoy casado, le respondoque sólo ante Dios, con una chilena desde hace tres años. —¡Ah!, eso no venía en tu CV, la habrían investigado tam‐

130

Page 139: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

bién—. Intuyo que se burla de lo que considera son exage‐raciones de Le Palais por el secreto bancario, y agrega queen su opinión lo más complicado de defender es la red in‐terna de información, los servidores que utiliza el banco,por tal razón no quieren poner la computadora en la salaAar y todo es revisado en papel. Eso ya lo sabía, casi le res‐pondo, pero él continúa, saca el tema de Best Partners, yotrato de cambiar el tema hacia el nuevo plato con dostrozos de vacío asado, o cómo sea que le llamen los japo‐neses a ese corte que se parece al vacío argentino (se meviene a la mente ese mal chiste de Amalia, en el que un co‐mensal argentino ordena un vacío en un restaurante de ga‐llegos y el mesero regresa con un plato vacío). Max insisteen que no sería una mala idea culpar a BP ante el DOJ, y loque propone ahora podría cambiar el rumbo de esta histo‐ria: —¿Por qué no informas tú al IRS sobre su existencia yestrategias?

Sonrío, porque mi primera impresión es que está bro‐meando (igual que el magnate ruso que bromeaba con in‐crustar un martillo en la cara del presidente de la FIG). Mellevo la servilleta a la boca, miro a mi alrededor para ver sialguien se cree la absurda propuesta, pero todo mundo estáen el bistec de carne frente a ellos o en otras conversa‐ciones en francés.

—Hablo en serio —insiste Max.

Lo miro a los ojos y me digo que no puede estar hablandoen serio, si lo hiciera, no estuviera proponiéndolo ahora,

131

Page 140: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

frente a los demás. You are not serious, exclamo y regresoa un bocado de carne que trago con té verde, sin esperar suréplica.

Se olvida del asunto y retoma el tema de su esposa, que leencantaría conocernos, a Amalia y a mí. Nos hace una invi‐tación para cenar este sábado en su apartamento, aprove‐chando que ella lo visita desde Washington. Me pide minúmero de teléfono privado, porque me enviará su direc‐ción exacta por WhatsApp y, como si fuera relevante, co‐menta que la comunicación por WhatsApp es de lo másfiable que hay, es inhackeable, porque los mensajes estánencriptados end to end.

132

Page 141: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

C

1 5

aminamos rumbo al apartamento de Max ubicadoen Champel, a tan sólo unas calles de Le Palais.

Amalia me toma por el brazo y regresa su mano al bolsillodel abrigo. Le ofrezco mis guantes y ella declina con un“no, gracias”. Dice que no hace tanto frío, sólo quiere quevayamos así, caminado de brazo en brazo. Yo voy bienabrigado, con bufanda y bonete, aunque tiene razón, sóloestá frío, no congelado. Inhalo cuesta arriba mientras bor‐deamos el Parc Bertrand y me entra ese olor a agua que escaracterístico del invierno. Algunos dicen que las molé‐culas de H2O son incoloras, inodoras e insípidas, pero seequivocan. El agua, aún la más pura, tiene un olor y saborsalino cuando te entra por las narices a la fuerza. Y esto eslo que sucede en Ginebra si uno camina en sentido con‐trario a la bise noire, que ingresa a la ciudad desde el lagoLemán y porta con ella galones de humedad.

133

Page 142: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Llegamos al edificio, muy chic como el resto en el quartier,tecleamos el número 34 sobre el interfón (que según laRAE se dice y escribe interfono, pero yo siempre lo he oídocomo interfón, en francés se dice interphone, que suenamuy parecido a mi versión) y se escucha una voz femeninaque pregunta: ¿quién es?, en español. Lucio, respondeAmalia y comenta, cuando ya se abrió la gran puerta decristal, que esta tía… Se llama Susan, le aclaro. Okay, puesestá de verdad entusiasmada por pasar la noche hablandoen castellano. Mejor para nosotros, opino. Pues sí, aunquesu esposo se perderá una buena parte de lo que suceda. En‐tiende algo de mexicano, informo. ¡Ah!, muy bien.

Salimos del elevador y Max ya nos espera frente a supuerta. Lisonjea la belleza de Amalia, y nos da la opción deno quitarnos los zapatos, sólo si con ellos estamos más có‐modos. Yo me los quitaré, digo, pues la frase célebre “adonde fueres haz lo que vieres” siempre me ha ayudado y,desde que vivo en Suiza, recuerdo ponerme calcetinesgruesos y nuevos cuando soy convidado a este tipo de vela‐das. Les traeré las pantuflas para invitados, proponenuestro anfitrión, mientras nos alcanza dos copas de cham‐pagne y ambos agradecemos el gesto.

Me sorprenden dos cosas. La primera es la amplitud delpiso, al menos doscientos metros cuadrados. No sabía quefueran tan grandes los apartamentos en la zona. No ganaslo suficiente, me recuerda Amalia. La decoración y el lujome lo esperaba, mas no la extensión, toda cubierta por una

134

Page 143: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

duela de roble, que todavía huele como si estuviera reciéncortada, esplendorosa, revestida aquí y allá por diversostipos de alfombras y muebles finos. Max menciona que elpropietario es Le Palais, lo que a nadie sorprende, pues losbancos de la ciudad son prácticamente dueños de ella. Peroen esta ocasión, aclara, se trata en realidad de un aparta‐mento amueblado y utilizado para hospedar a visitantesque se quedan por algunas semanas o meses, como en micaso; tiene otros cuatro iguales en el mismo edificio, Johnvive en uno de ellos, comenta. Miro ahora con deteni‐miento el estilo decorativo de los espacios, los materialesde los muebles y, en efecto, parecen concebidos por elmismo diseñador de interiores del banco.

La segunda sorpresa es Susan, o más bien, su juventudfrente a la vejez de su esposo. Melena diagonal a la piocha,nariz respingada tipo Mi bella genio, ojos marrón, rostrotriangular, esbelta, tez bronceada mixta, o sea, de cama ynatural, visiblemente asidua al gym, porta un vestidoblanco casual, en una sola pieza, sin mangas y sobre las ro‐dillas. Debe tener nuestra edad, me susurra Amalia, encuanto nos liberamos del recibimiento eufórico que nosofrece nuestra anfitriona.

Nos niegan la oportunidad de adivinar, de hacer conjeturassobre su relación, acerca de quiénes son. Desde el co‐mienzo todo es transparencia, champaña, confidencias,champaña, confesiones, algunos canapés, indiscreciones,más champaña, por donde quiera que circulemos, por la

135

Page 144: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

sala, la cocina, el balcón, el recibidor, el guardarropa, la re‐cámara principal, la de huéspedes, en la que nos podemosquedar esta noche si queremos. Ella es su segunda esposa yél es su tercer marido (joder, las apariencias engañan, medigo). Max tiene cincuenta y cuatro años, parece diez añosmayor, doesn’t he, opina Susan, quien ronda los treinta yocho, aunque aparenta seis menos. Se conocieron pormedio del último esposo de ella, quien también es abogado,Max consiguió un excelente arreglo para el divorcio, notienen hijos juntos, pero él tiene dos con su primera es‐posa, son adorables, muy inteligentes como su padre, elmayor estudia derecho en Georgetown y el menor finan‐zas, en Florida. Susan es también muy inteligente, nos ase‐gura Max, es crítica literaria, ¿su especialidad?, literaturalatinoamericana (entonces recuerdo que alguna vez me co‐mentó que era una rulfiana), su blog bilingüe tiene miles devisitas al mes y es patrocinado por las más importantes li‐brerías y editoriales de los Estados Unidos.

Ni siquiera hemos pasado a la cena y ya me siento pedo. Lamejor evidencia de mi estado alcohólico, es que utilizo lapalabra pedo en mi cabeza y no borracho, porque cuandoutilizo la palabra vulgar mexicana de múltiples connota‐ciones y no aquella del español estándar, que es ebrio…¡Ah!, permítame una desviación, pues debo decir que yo heperdido esa habilidad de hablar como un mexicano de ver‐dad. Después de pasar varios años fuera, ahora hablo comoun mexicano a medias, dirían mis compatriotas, y no esque hable como español, argentino o chileno, porque fuera

136

Page 145: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

de México no he vivido en otro país hispanohablante,nunca, sino que hablo con palabras que tomo prestadas aveces de Amalia, a veces de algún amigo gallego, otras dealgún argentino, todos de la comunidad iberoamericana deexpatriados, que aquí no vale la pena mencionar sus nom‐bres, por cuestiones de privacidad, y lo que más tomo pres‐tado es la entonación, el acento, más que el vocabulario. Ytoda esta reflexión banal, que a nadie importa y nada tieneque ver con lo que pasa en esta historia, es la muestra deque en verdad estoy “cufifo” en Chile, “jincho” en Colom‐bia, o “jalado” en Cuba.

La segunda constatación de mi estado etílico, es que todopasa muy rápido, no sé qué hora es, no me gusta vestirreloj y desde que comenzó la revue Aar me incomoda traerel móvil en los pantalones, lo dejé dentro del abrigo estavez. No hemos siquiera comenzado a cenar lo que huelemuy bien dentro del horno y yo ya estoy con los codossobre la mesa, cuchillo y tenedor en mano, y los demás si‐guen parados, transitando libremente, también borrachos.Qué clase de reunión es ésta, me pregunto, nunca noshabía sucedido, ¿será que nunca habíamos sido recibidoscon tanto calor humano?

Susan se percata de mi estado y acepta sacar la ensalada queacompañará la lasaña de zetas con trufas, pero antes deboayudarle a destapar la botella de Chianti, rallar un poco dequeso parmesano y sacar la vinagreta del frigo. Max yAmalia se carcajean todavía en el balcón, como si el clima

137

Page 146: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

fuera estival. Estoy en mi tarea de frotar el trozo de quesoduro contra el rallador, cuando siento la presencia, muycercana, de mi anfitriona, su pecho firme contra mi es‐palda, como lo imaginé antes, mis antebrazos dirigidos porsus manos, con precisión, porque es de arriba hacia abajocomo se ralla el queso y no al revés. Respiro hondo y al‐canzo su perfume y su olor natural, ése que está detrás delaroma artificial y viene de su piel bronceada, pensandoque, si los otros regresan ahora, nos iremos a casa sin ce‐nar; estoy exagerando, me digo, como buen latino malin‐terpreto cualquier amabilidad por flirteo.

Cenamos, y la cena es un receso demasiado corto para re‐cuperar la cordura. Vienen los digestivos y éstos dan paso alas bebidas más exóticas. Lucio sabe preparar mojitos,anuncia Amalia que no deja de reír y sugiere algo de mú‐sica para bailar. Me pongo a cortar los limones en una pe‐queña barra dispuesta en la sala principal, desde dondesuperviso el baile de tres. A los nuestros les pongo pocaazúcar para reducir el impacto, mucha agua mineral y yer‐babuena, y un poco menos de ron. Me les uno a la pistaporque de la playlist sale Michel Teló con Nosa nosa, queme recuerda a Klara.

Nos tumbamos sobre los sillones de piel, agotados. Con lamirada sugiero a Amalia que es hora de partir, pero Maxnos intercepta los mensajes. I’m the old guy here Lucio, Idon’t wanna go to bed yet, come on! Me pregunto si Enzoserá igual que éste en privado y después también pregunto

138

Page 147: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

la hora y la respuesta de Susan es it doesn’t matter, ¡ma‐ñana es domingo! Cedo porque Amalia alza los hombros,resignada a amanecerse. Muy bien, si es así, conocerán alotro Lucio, a ése que estudió alrededor del mundo y semantuvo de pie hasta el final de muchas fiestas en residen‐cias estudiantiles. Me sirvo de la botella de Don Julio queMax trajo desde Washington, hielo y más agua mineral. Deregreso a mi asiento, me percato de que las mujeres llevanlos pies desnudos y lucen un lindo pedicure. También ad‐vierto el ejemplar de El llano en llamas en el altero de li‐bros dispuestos sobre la mesa baja del salón. Lo tomo y selo entrego a la güera, provocándola.

—Recientemente publiqué un análisis del primer cuento,“Nos han dado la tierra”, en mi blog —exclama.

—¿And? —pregunta su marido.

—Pues Rulfo es un gran filósofo, un humanista y un granecologista avanzado a su tiempo —responde ella, como sifuera obvio no verlo.

Lo de gran ecologista no lo había escuchado, aunque sé queRulfo gustaba de hacer fotografía durante sus expedicionesde montaña.

—Estoy segura que estás de acuerdo conmigo Lucio, tú eresmexicano —me provoca ahora ella a mí, recogiendo suspantorillas en paralelo sobre el sillón.

139

Page 148: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Me hace reír, el mismo tipo de comentario de Klara: si eresmexicano te debe encantar el picante. No lo sé, confieso, deRulfo se han escrito muchas más palabras de las que él es‐cribió. He leído su obra más de una vez, lo que admito esmuy fácil en su caso, y siempre me ha dejado un sabor deboca de inacabado, porque eso sí, de los cuentos y de PedroPáramo se podrán opinar muchas cosas, pero a mí siempreme han dejado con un sabor de inconclusión, de que algocontinua más allá del texto.

—De eso se trata quizá, de “la gran obra inconclusa” de untalento que se negó a escribir lo que era obvio —me in‐terrumpe.

Quizás… primero lo leí a los doce años, recién entraba a lasecundaria, en mi primera clase de literatura, no vi nada deinterés en los cuentos, en sus diálogos o en las travesías ahíexpuestos, eran los mismos diálogos y la misma vida de lamayoría de la gente en mi pueblo. Te habrá dicho Max quesoy de un lugar no muy lejos de donde Rulfo creció y en elque suceden la mayoría de estas historias. Pues sí, por esome parecieron aburridos esos cuentos inconclusos de lapost-Revolución. Luego lo leí nuevamente en la universi‐dad, porque de alguna manera me orgullecía venir del surdel Estado, cuna de grandes escritores, como Arreola, y en‐tonces vi a un Juan Rulfo que siembra el misterio en susrelatos, el que permite al lector componer dentro de unatrama inconclusa, y empecé entonces a valorar su obra, almismo nivel de otros escritores latinoamericanos, como

140

Page 149: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Cortázar, que comenzaba a leer y que también hace a suslectores partícipes en sus historias. Más tarde, vinieron losaños en el extranjero y leí El llano en llamas por terceravez, por pura nostalgia. Me di cuenta del silencio en suobra y que yo siento inconclusa; ese silencio del que todoslos críticos hablan. Comprendí que el lenguaje en los pue‐blos que inspiraron a Rulfo, donde está también mi puebloy muchos otros en América Latina, se componía de frasescortas y pocas, directas, inequívocas, y también de mil san‐deces y majaderías, a veces violentas, que Rulfo omite ensus textos, quizás por desprecio a lo banal o por no desviarla atención de las frases sabias de sus personajes, las queson cortas y brutas, mas no majaderas, y finalmente el si‐lencio, que es todavía más sabio y lleno de significado, queme hacía recordar a miles de kilómetros de distancia a mispropios abuelos, contemporáneos de lo que se narra en estelibro.

Susan y Amalia me miran extrañadas o ¿estarán conmovi‐das? Max rompe el silencio que todos tratábamos de escu‐char en la obra de Rulfo con un “this guy is poet”, aunqueno entendió todo lo que dije, intuye que me gané el co‐razón de las dos damas.

—Entonces, estos cuentos te parecen muy familiares —pre‐gunta Susan.

—Sí, aunque no podría decir nada inteligente o interesanteacerca de ellos. Pero, pero…, tengo mi propia teoría acercadel lugar donde se desarrolla “Nos han dado la tierra”, el

141

Page 150: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

cuento del que hablas en tu último posteo. Es un lugar en‐raizado en mis recuerdos de infancia y adolescencia.

Me levanto de mi asiento y voy en busca del iPad que tocala bossa nova que escuchamos de trasfondo y sale de lasbocinas integradas a los muros. ¿Puedo? pregunto y elladesbloquea con su password. Abro el Google Maps e in‐greso las palabras Laguna de Sayula.

—Aquí —señalo.

—Eso es agua, está azul, la tierra que les han dado es unllano seco donde no hay una sombra de un árbol, ni unasemilla de árbol, ni una raíz de nada —recita, decepcionada,mostrando que conoce el cuento de memoria.

—Espera —y cambio el mapa a vista satelital.

—¡Desapareció el agua!, ¿es arena de mar?

—Y mira —presiono en las fotos que Google Maps agregaautomáticamente del lugar.

—¡Oh my Good, I can’t believe it!

La tierra seca, cuarteada en millones de figuras hexágonas ypentágonas impresionan a cualquiera. En primer plano unpar de zapatos abandonados, gastados, sin agujetas y, ensegundo plano, una ancha y profunda grieta divide la foto‐grafía en dos, al fondo una cortina de polvo café que nodeja ver las montañas. Por aquí caminaron Melitón, Faus‐tino, Esteban y el narrador; sobre esta laguna seca de casi

142

Page 151: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

doscientos kilómetros cuadrados. Lo más seguro es que laperegrinación de los personajes ocurriera durante el mesde mayo, cuando el sol pega con mayor aplomo y la tempe‐ratura se eleva por encima de los 35° C. Debieron salir dealguno de los pueblos en la rivera de esta gran planicie dearena, yo imagino que de Sayula situada aquí, señalo con eldedo, o de Amacueca más adelante. Caminaron a lo largo,que son más de ciento treinta kilómetros.

—Pero el narrador menciona que van en medio de un ca‐mino sin orillas, por donde creen que nada habría después,y aquí en el mapa se ven las orillas y en ellas algunas par‐celas —insiste.

—Bueno, las parcelas vinieron precisamente después delcuento, y las orillas quizás no las veían por causa de algunatolvanera que ocultaba los bordes de la laguna seca; las sie‐rras de Tapalpa y Mazamitla.

—¿What are tolvaneras? —interviene Max.

Son tormentas de arena, muy comunes desde febrero hastamayo, provocadas por corrientes de aire caliente, muchasveces previo a la lluvia, por eso dice Faustino: “puede quellueva”. Mira esta otra foto con la tolvanera, parece que elllano no tuviera fin.

—¿Pero si hay agua? —se interesa Amalia, quien, mientrasmiramos el iPad, lee el cuento deprisa, para enterarse delporqué de tanto alboroto.

143

Page 152: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

—Sí, hay un poco, de junio a octubre. “La costra de tapete”que les dieron para que la sembraran, se llena con unostreinta centímetros de agua en lo más profundo y entonceshay también muchas aves. Y por eso cuando se quejan anteel gobierno de que no hay agua, el delegado contesta: ¿“Y eltemporal”? Pero Rulfo tiene razón, en ella nada podránsembrar, el suelo es salado y el agua que le cae se sala ycuando se la tragan las grietas sólo los huizaches crecen.

—¿Qué pueblo crees que sea el destino de la caravana diez‐mada? —pregunta Susan.

—No estoy seguro, hablan de un lugar bajando la barranca.Y pasando la Laguna de Sayula, en la rivera de otra lagunaque es su continuación conocida como la Laguna de SanMarcos, está este pueblo que se llama Barranca de Otates, ylo atraviesa un río. Quizá éste fue su destino, mira, cercahay algo que se llama Pueblo Nuevo, con tres calles denorte a sur y otras dos de oriente a poniente, podría seréste el asentamiento que fundaron los cuatro sobrevi‐vientes.

Nos reímos, reconocemos que es surrealista estar hablandode este paisaje y de estas gentes, tan distintas a lo que se veacá en Suiza. Son las tres de la mañana, exclama Max, todoes surrealista después de las dos. Nos quedamos callados unrato.

• • •

144

Page 153: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

—¿Por qué crees que Rulfo era un ecologista avanzado a sutiempo? —pregunto ahora yo.

—Por Esteban —responde Susan—. Durante todo el caminode la diáspora lleva consigo una gallina colorada debajo delgabán. No porque fuera bastimento para el camino, sinoporque no le gusta dejarla sola en casa, porque nadie le dade comer y, siempre que sale lejos, carga con ella. ¿Existeun personaje más humano y preocupado por la fauna queéste?

Y su pregunta me trae consigo esas frases tan humanistasde la región, que muestran una aceptación y tolerancia porlos seres vivientes y los objetos que los rodean. Pienso enespecial en ese diálogo recurrente con Alonso, el empleadode mi padre, cuando me pedía, por ejemplo, traerle una es‐coba para barrer la plataforma del cemento y la cal y yo ledecía: “vale, esta escoba está panda, además chimuela”, y élcontestaba: “mijo, si hay gente panda y chimuela en elmundo, por qué no había de haber una escoba”. Y podríaser una llanta desinflada, o un perro manco, también habíagente desinflada y manca, y si el género humano se suponíaencarnaba la perfección y no siempre lo hacía, de los demásobjetos y seres no se podía exigir más cosa. Nuestra anfi‐triona está de acuerdo, a las cuatro de la mañana, en que eldiálogo encierra una cosmovisión del mundo más que hu‐mana, porque el adjetivo no alcanza a describir esa con‐ducta de tolerancia, abnegación hacia la vida, tal y como sepresenta.

145

Page 154: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

—Debemos volver a casa ahora —propongo por terceraocasión a Amalia, que ya ayuda a preparar el desayuno.

Max me pide volver con él a la sala, desea confiarme algo.Me extiende un vaso con agua natural del que bebo sólo unsorbo. Ni el agua me entra a estas alturas de la madrugada,deseo dormir, pero él insiste en que espere un momento. Yentonces dice: “Best Partners”, y yo respondo: “¡what!”,entre sorpresa e indignación. Él insiste en que debería in‐formar a las autoridades estadounidenses acerca de su im‐portante rol en el ocultamiento de fondos no declarados enSuiza. Le pregunto por qué debo ser yo y no él, y me res‐ponde: “porque yo ya soy rico, mis padres eran ricos y yosoy todavía más. ¿O quieres pasar el resto de tu vida traba‐jando como un esclavo para un despacho suizo?”, agrega.

Me hace reír y le pregunto si no es exactamente lo que élhace: trabajar como esclavo para un despacho. Admite quetrabaja como esclavo, pero se justifica diciendo que es untema cultural, una cosa de judíos, acumular mucho dineropara cuando sea necesario comprar el libre pasaje entrepaíses en caso de una nueva expulsión u holocausto. Lecontesto que no deseo hacerme rico vendiendo informa‐ción que es confidencial. Él insiste en que no estaré ven‐diendo nada, que recibiré una recompensa que ya tieneprecio, porque el IRS ha ofrecido premios a quienes pro‐vean información relevante para identificar el destino delos dineros no declarados; el IRS tiene un programa dewhistle-blower, que ofrece recompensas de hasta un

146

Page 155: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

treinta por ciento de las multas e impuestos recuperadospor el gobierno.

Y lo harás para un greater good, explica, porque el go‐bierno necesita recuperar un estimado de cien billones dedólares en impuestos no pagados al año, que destinará a losmás afectados por la crisis financiera. Obama es un buenhombre, ganó el Premio Nobel de la Paz, y los que es‐conden su dinero aquí son los malos, añade. Y yo sonrío,otra vez, y me pregunto por qué para los gringos todo tieneque ser como La guerra de las galaxias, los buenos contralos malos, y ¿entonces, yo soy parte de la rebelión, un jedi,infiltrado en las fuerzas del imperio para obtener informa‐ción que permita derrotar al mal?

—Olvídalo, no lo haré.

—Think about it, wouldn’t you like to contribute to agood cause and have your own bank account in LePalais?

Me enderezo del sillón que estaba a punto de tragarme. Norespondo, y no espera que responda, porque sabe que nece‐sito tiempo para reflexionar acerca de esto último. Obamaes un gran personaje, y admiro lo que de él se dice, massólo eso: “lo que de él se dice”. ¿Ayudarlo a incrementar elpresupuesto cuando ni siquiera sabe que existo y posible‐mente nunca lo sabrá? Eso no. No es lo que me movería aincumplir mi deber de guardar el secreto profesional.Tener una cuenta en Le Palais, por otro lado…, pero,

147

Page 156: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

¿cómo puede asegurarme Max que, luego de quebrantar miobligación de confidencialidad, el banco sería capaz deaceptarme como cliente con el depósito de la recompensaque obtenga del IRS? La frase the business of business isbusiness debe tener sus límites, no creo que el sólo hechode hacer negocio conmigo justificaría su perdón. Pienso,más bien, que permitiría la apertura de esa cuenta, paradespués conseguir su embargo y cobrarse una buena in‐demnización.

El americano intuye el rumbo de mi reflexión y me garan‐tiza que Le Palais estaría dispuesto a aceptarme comocliente y a no tomar represalias en mi contra. You arecrazy Max, exclamo y pido permiso para acostarme un ratoen la habitación de huéspedes. Él acepta y en la habitaciónde invitados cierro las cortinas y me tumbo sobre la cama.En ese espacio entre la vigilia y el sueño, en el que Ortega yGasset decía se encontraba la felicidad, yo encuentro la des‐dicha, pues mi cerebro divaga intentando encontrar larazón de tan indecorosa propuesta. Primera hipótesis, LePalais le ha pedido tenderme una trampa, si el apartamentopertenece al banco, podría haber micrófonos para grabar elmomento en que yo acepto y el martes, a más tardar, estoydespedido de la revue y el despacho. Segunda hipótesis, tra‐baja para el IRS u alguna otra agencia de los yanquis, comoagente encubierto, y busca en mí el canal para hacer llegarla información a los United States, sin que sospechen acá,así puede continuar su labor de espía sin preocupaciones.Tercera hipótesis, Le Palais desea que el IRS conozca de la

148

Page 157: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

existencia y métodos de Best Partners, para atenuar su res‐ponsabilidad como depositario del oro, o sea, justo lo queyo propuse en la última sesión del Review Committee,pero Charlotte no se atreve hacerlo ella misma, pues signi‐ficaría incumplir el secreto bancario, por lo que propuso aMax, quien no es el banco ni es el despacho, convencer a lemexicain para que pase la información al DOJ, pero sininformarle explícitamente que ella desea que así actué. Estahipótesis podría explicar por qué Max me asegura que unfuturo como cliente de Le Palais es posible, y entonces sí, elbanco haría un negocio doble.

Mi mente empieza a convencerse de las altas probabili‐dades de que esta última teoría sea cierta, cuando, de muylejos, me llegan las carcajadas de Amalia al oído y, al abrirlos ojos, Susan está montada sobre mí, sus piernas muscu‐losas ciñendo mi cadera, brillante en la penumbra de la ha‐bitación de huéspedes, solos, ella y yo, con la puertacerrada. La miro y me miro, aliviado al ver que estamosvestidos. Me informa que el desayuno está listo, y cuandointento incorporarme, su mano derecha me detiene delpecho y luego de besarme con sus labios que saben a jugode naranja, me hace prometerle que algún día, ella y yo,iremos a Jalisco y recorremos juntos los pueblos de Elllano en llamas.

Se desmonta y sale de la habitación, mientras yo me quedotodavía unos minutos acostado, pensado cuál de las dospropuestas indecorosas debería aceptar.

149

Page 158: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Y

1 6

o nunca debí hacer escala en Estados Unidos, debíregresar en un vuelo directo desde Nassau a Londres

y de ahí a Ginebra. Mi oficio de auditor externo me llevómás allá de las fronteras suizas. Pasé varios días en Dubái,Luxemburgo y, hasta el día de ayer, en Bahamas, donderealicé mis últimas labores en una oficina a unos metros dela playa. Hice más de lo mismo: revisar las cuentas de posi‐bles evasores de impuestos estadounidenses, aunque tam‐bién me enteré de otros secretos, muy censurables, de lacomunidad bancaria. Viví otras aventuras, que contaré másadelante, pero en este momento estoy aquí, en una pe‐queña habitación del aeropuerto de Miami, a la espera deser interrogado una vez más y con la ilusión de que estahistoria tenga un buen fin.

Vaya, ahora entran nuevamente, dos de los personajes deeste capítulo.

150

Page 159: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

—¿Quién es Le Palais? —pregunta el oficial del DOJ.

—Es uno de los doce bancos sometidos a investigación porsu Departamento —respondo.

—¿Cuál de ellos?, ¿cuál es su nombre verdadero? —insiste eloficial.

—¿Puedo utilizar su teléfono? —lo corto en seco.

—¿A quién quieres llamar? —se impacienta mi segundo in‐terlocutor, un agente de aduanas, cuyo nombre es MarcosSuárez, según la plaquilla sobre el bolsillo de su camisa.

—A un abogado, quiero que un abogado esté presenteahora —digo calmado.

—Pero tú eres abogado —se burla el agente de aduanas.

—Quiero un abogado licenciado en este país —contestomuy serio.

El oficial del DOJ acepta. El agente de aduanas me pide elnúmero de la persona a la que deseo contactar. Admito notener el número conmigo, mis teléfonos celulares y laptopme fueron confiscados por ustedes mismos, podría conse‐guirlo buscando su nombre en Internet.

—Ok, give me the name —acepta el agente de aduanas.

—Charles Stewart —respondo.

• • •

151

Page 160: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Ese es el nombre de mi compañero en varías clases de lamaestría. Había otros estudiantes norteamericanos en elprograma, pero él fue mi mejor amigo de aquella época. Sumadre es salvadoreña y supongo que Charly veía en mí alhermano que no tuvo, porque es hijo único. Nunca habíaestado en Centroamérica; le daba miedo, había escuchadocosas terribles de “los maras” que le causaron pesadillas deniño. Su madre fue golpeada y violada en Los Angeles pormiembros de una pandilla, justo antes de conocer a su pa‐dre, el estudiante de medicina de origen escoces que la re‐cibió en las urgencias de la clínica a la que fue trasladada yque se enamoró de su fortaleza, cuando ella tenía tan sólodieciocho años y él veinticinco.

Luego de pasar la barra de abogados, comenzó a trabajar enla oficina de deportaciones del ICE del US Department of

Homeland Security. Me reí de él cuando me contó su plande unirse al ICE. Le reproché que no había estudiado de‐recho para andar persiguiendo a los indocumentados que,como su madre en algún momento, atravesaban la fronterahuyendo de la violencia en sus ciudades o pueblos. No, aesos no los voy a deportar, me dijo, sólo a los delincuentes;voy a enviar a todos “los maras” y narcotraficantes a suspaíses, y después, cuando haya deportado al menos mil deellos y ganado mucha experiencia, me cambiaré de bando,me convertiré en defensor de los derechos humanos de losmigrantes, con mi propio despacho. Y así sucedió, despuésde algunos años vengando la violación de su madre y com‐batiendo sus propias pesadillas, Charles se convirtió en uno

152

Page 161: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

de los abogados más célebres de California. La comunidadde hispanos en Estados Unidos lo creía un apóstol San Pa‐blo, un exsoldado del imperio que tras hostigar a los indo‐cumentados y deportar cientos de ellos, había súbitamentecaído del caballo, transformado por Dios en el más grandede los defensores de la fe en los migrantes. Pero su plan eraése desde el principio, yo lo sabía.

El agente de aduanas regresa con una hoja impresa dondeaparece la foto de Charles, su breve reseña profesional, te‐léfonos y dirección. Le confirmo que se trata de la personaa la que deseo llamar, me entrega la hoja y se aleja por laúnica puerta en la minúscula habitación, típica de interro‐gatorio: una pequeña mesa vacía, dos sillas de espaldas a lapuerta y otra frente a ellas, la mía. No estoy esposado, loque es ventaja, pienso. El oficial regresa y me extiende unteléfono inalámbrico. Marco el número en el papel, peronadie atiende la llamada, apenas darán las nueve de la ma‐ñana en California, y aquí son casi las doce del mediodía. Eloficial del DOJ me pide continuar mi relato, respondo conuna excusa de cansancio y que de ahora en adelante pre‐fiero hacerlo en presencia de mi abogado.

Veinte minutos más tarde, telefoneo nuevamente. Con‐testa una secretaria, muy amable y me informa que místerStewart está de viaje en estos momentos, que si lo deseoella podría tomar mi recado. Le anuncio que soy un amigoíntimo en situación de urgencia con las autoridades migra‐torias del país y que necesito su ayuda, le sugiero darme su

153

Page 162: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

número, pero ella se apena conmigo, porque no tiene per‐miso para compartir el teléfono privado de los socios aclientes. Le repito que yo no soy un cliente (aún), sino unamigo, pero ella is sorry, me pide mi nombre y prometeintentar localizar a míster Stewart para que él mismo meregrese la llamada. Le pido esperar un momento, do not

hang up please y, antes de pedir ayuda al agente Suárez,éste sale de la habitación sin decir palabra, reviviendo miodio hacia esa actitud déspota de algunos agentes aduanalesindiferentes a las largas filas de espera, consumidores, demanera absurda, del tiempo de los viajeros: ¿cuál es el pro‐pósito de su visita?, estoy sólo en tránsito hacia Suiza; ¿dedónde viene?, de Nassau, Bahamas; ¿pero tú eres mexi‐cano?, sí, y vivo en Ginebra; ¿Hay una Ginebra en México?,no, Ginebra está en Suiza, vivo allá; ¿cuál fue el propósitode tu visita a Bahamas?, y por dentro uno piensa, qué le im‐porta a éste si eso no está en su jurisdicción, me reprimo ycontesto que estaba ahí por trabajo; ¿tienes permiso paratrabajar en Bahamas?, no, no lo tengo, quise decir con pro‐pósitos de negocios; ¿dónde está tu VISA para visitar Baha‐mas?, este idiota piensa que los mexicanos cruzamos demojados a donde quiera, y respondo que no necesito unaVISA para entrar a Bahamas, como turista u hombre denegocios; ¿tienes una Green Card Suiza?, ya es demasiado,entonces me quedo callado y le extiendo mi permiso de re‐sidencia suizo, veamos si admite no entender nada en fran‐cés, aunque no me sorprendería que piense que está enespañol, no ha faltado el presidente de este país que ate‐

154

Page 163: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

rriza en Francia con un cordial “Hola, amigos”, finalmente,me pide acompañarlo a este miserable cuartito de los sos‐pechosos, donde he pasado toda la mañana.

Ya regresa el agente aduanal, Suárez, y sin decir palabra,me extiende otro papel que porta el número al que Charlespodrá regresar mi llamada, cuando sea localizado.

El oficial del DOJ propone detenerme en calidad de testigomaterial potencial, en el marco de la investigación que suDepartamento conduce contra los doce bancos suizos.Siento miedo por primera vez, luego me tranquiliza saberque me trasladarán a la habitación de uno de los hoteles enel aeropuerto de Miami. Mientras encontramos a su abo‐gado y podemos continuar nuestra conversación, así llamaél al interrogatorio. Mi habitación estará custodiada por unpar de agentes migratorios. Sería un error tratar de salir deella sin avisarnos su paradero, me advierte. Podré pedir ali‐mentos y medicinas del room service, si los necesito, measegura. Qué clase de comentario, ni que fuera yo aliení‐gena, por supuesto que necesito alimentarme. Y aunquetodo esto lo dijo como una sugerencia, esperando a que yoreaccionara antes de tomar una decisión, el agente Suárezya tomó nota y pronto vienen dos de sus colegas, mujeresambas, pero igual empistoladas, quienes organizaron mihospedaje, la recolección de mis maletas y su traslado, des‐pués de inspeccionarlas también, a mi habitación en unhotel cinco estrellas (claro, siendo yo un testigo potencialen favor del IRS, me consienten un poco).

155

Page 164: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Charles se reporta tres horas después. Me retransmiten sullamada cuando estoy tomando un baño de burbujas y,afortunadamente, esta categoría de hoteles tiene un telé‐fono en el baño, justo entre la bañera y el bidet, esa granaportación de los franceses a la higiene humana, que ahoraviene con secado automatizado del trasero y delantero. Lecuento rápido que no se trata de un tema migratorio, sinode un asunto…, ¿cómo te explico?, de evasión de impues‐tos, no de mi parte, pero que me atañe. No te preocupes,exclama y me asegura que esta misma noche vendrá averme, pues para mi fortuna (y para su desdicha) está vaca‐cionando en Orlando con sus hijos, a menos de cuatrohoras en coche hasta el aeropuerto de Miami.

Son las 8:00 p.m. cuando ingresa a mi habitación. Nosdamos un fuerte abrazo y no me reprocha haber olvidadocorresponder sus últimas tarjetas navideñas, ni sus men‐sajes de mejores deseos en mis últimos cumpleaños. Sabeque soy un desgraciado para esas cosas, pero creo que tam‐bién sabe que siempre está en mi mente, no sólo ahora queestoy en problemas en su país. Le pregunto las edades desus dos hijos adoptivos, el primero de Nicaragua y el se‐gundo de Honduras, cuyas madres murieron intentandocruzar el desierto de Arizona, una ahí mismo, entre cactusy matorrales, deshidratada, porque Jesús, hoy de ocho años

• • •

156

Page 165: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

y entonces de cuatro, debía tomarse el agua de ambos y so‐brevivir para conocer a Charles pocas semanas después; lamadre de su segundo hijo murió asfixiada un minuto antesde que la patrulla abriera el contendor de una troca llena demigrantes, abandonados a su suerte, pero Andrés, ahora detres años y entonces de seis meses, sobrevivió también paraencontrarse con su futuro papá adoptivo, un ángelguardián.

Charles agradece que me interese por sus hijos, quienes sequedaron con su madre, la de él porque las madres natu‐rales de esos niños ya están en el cielo, y le preguntocuándo les buscará un padre, se sonroja y me confiesa queninguna de sus últimas citas ha resistido su ritmo de tra‐bajo y su devoción por la causa migrante. Claro, a ese ritmoadoptarás a todo el continente, bromeo, insinuando mi ad‐miración por un hombre que es mi antítesis: mientras youso mi escaso talento sólo para mi comodidad, él derramatodas sus virtudes sobre los demás.

Sugiere le cuente lo que está pasando conmigo, sorpren‐dido de verme tan tranquilo. Admito no lo estaba hace unmomento, aunque ahora lo estoy, porque no he cometidoningún delito, al menos no hasta ahora, ni aquí ni en Suiza.¿De qué se trata?, se impacienta por saber. Posiblementenos estén escuchando, por lo que algo de interferencia novendría mal. Corro las cortinas traslucidas hacia las es‐quinas y abro el balcón, movemos el canapé de dos plazashacia allá y encendemos el televisor en el canal de noticias.

157

Page 166: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Le ofrezco un whisky del mini bar, que me pide en las ro‐cas, y una vez instalados al aire libre, a doce pisos del sueloy con vista a un espectacular campo de golf, bien iluminadopor luz artificial, le cuento todos los detalles de lo que co‐menzó una tarde de verano cuando, desde el séptimo pisodonde se encuentra mi oficina en ese despacho de abogadosde Ginebra del que te hablé, miraba a través del cristal re‐cién lustrado la punta del jet d’eau alzándose sobre los edi‐ficios de la ribera sur del lago Lemán.

Después del tercer whisky (me pregunto si deberé pagarlosyo o el IRS), le confío que nunca me entusiasmó ser partede la revue en Le Palais, pero que además del reto intelec‐tual del ejercicio, es divertido estar fisgoneando en las vidasde los multimillonarios, o al menos, en la parte de esasexistencias que cada cuenta bancaria refleja. También lehablo de Celine, que tiene el cuerpo y el estilo de una top

model, pero no le interesa mucho mi descripción. Me pideahondar acerca de la apariencia y el carácter de Willem, aquien Charles encuentra interesante. Pedimos de cenar ymientras comemos unas suculentas hamburguesas concarne crecida con hormonas, pasamos a Klara, quien mereatrapó en mi primer intento de huida, es adicta al trabajo,pero también amante de la cultura latina, qué contradic‐ción, Charly está de acuerdo, y sigo describiéndole la perso‐nalidad de cada uno de los involucrados, incluido Arnau, elosito, que no tengo nada contra los obesos, sólo contra éseque es un lameculos (que en México diríamos lamebotas,pues cualquier referencia al culo nos espanta). Le cuento de

158

Page 167: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Enzo, el dios del equipo de derecho bancario y financieroen el despacho, de Charlotte, que se parece a la Le Pen,pero no es fascista sino capitalista, de los otros second level

reviewers y los nuevos compañeros que vinieron comofirst level reviewers, y todo el tema de Best Partners, susestrategias de evasión de impuestos, la memorable reunióndonde propuse que Le Palais delatara al famoso interme‐diario financiero, la velada surrealista con Max y Susanhace unos meses, con todo y las propuestas indecorosasadjuntas.

—¿Esto lo contaste a quienes te interrogaron esta mañana?—pregunta Charles, al amanecer, cuando los reguiletes enel campo de golf allá abajo se encienden para hidratar elcésped.

—No, sólo hablé sobre mi rol como revisor externo en LePalais; no di nombres o números, ni mencioné a Best Part‐ners o las propuestas de Max. Me hacían una o dos pre‐guntas y después desaparecían hasta por una hora. Fue másel tiempo que esperaba ahí encerrado que el que hablaba.

—Es la técnica clásica del interrogatorio en busca de unaconfesión eventual; el tipo que te interrogó no conocía aciencia cierta qué deseaba saber de ti. La intervención deaduanas sirve sólo para ganar tiempo, mientras la solicitudde tu detención como testigo material es aceptada y el DOJobtiene tu custodia, ahí sí vendrán dos o tres oficiales a in‐terrogarte con las preguntas pertinentes. Alguien debiópasar tu nombre al Justice Department y éste al ICE para

159

Page 168: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

que asegurarán tu arresto al pisar suelo americano. ¿Sabesquién pudo haberlo hecho? —pregunta Charles.

—No lo sé, quizá Max o Le Palais, o cualquiera en la revue,podría ser el mismo Enzo o Arnau.

—¿Qué sucedió después de esa velada en la que el gringo tepropuso delatar a Best Partners? ¿Estarías dispuesto a ha‐cerlo? Si piensas quebrantar tus obligaciones de confiden‐cialidad, será mejor involucrar inmediatamente al IRS paraasegurar tu recompensa.

—Vayamos por partes, mi querido Charly —respondo.

160

Page 169: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

M

1 7

aître Maurice, mi profesor de Historia de laDiplomacia, tachado de nacionalista, suprema‐

cista, negacionista y otros atributos que lo hacían un anti‐héroe moderno, utilizaba frases célebres como leitmotiv alo largo de sus cátedras magistrales. Por ejemplo, “lesÉtats n’ont pas d’amis, ils n’ont que des intérêts”, quemuchos atribuyen a De Gaulle, era utilizada para referirseal equilibrio de las potencias en Europa; ese equilibriosostenido por débiles broches de tendedero y que fueconseguido gracias a las alianzas de la diplomacia secretadel sistema Bismarck, que a su vez respondía a los inter‐eses particulares de cada nación. O aquélla “mais, il y ades moments dans l’histoire où il faut rebattre lescartes”, la cual utilizaba como preludio para exponer laruptura del malabarismo bismarckiano, que dio paso a lasGuerras Mundiales, ya que, según el profesor, una vez

161

Page 170: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

barajadas y repartidas las cartas, la jugada recomenzabadesde cero, y la suerte y las circunstancias daban luz anuevas potencias y alianzas. Pero la frase más memorable,que ahora me mantiene despierto, es “tout et chacun ason prix”, la cual englobaba su teoría de que ciertoseventos geopolíticos de Occidente fueron el resultado deuna alianza o concesión obtenida por medio de la comprade un personaje clave, quien hacía cambiar el rumbo de lahistoria. En efecto, postulaba Maître Maurice, todos te‐nemos un precio, algunos se compran con mujeres, otroscon dinero, hay quienes se venden por la fama y el poder,mientras que pocos ambicionan la trascendenciaauténtica.

¿En cuál de todas estas monedas podría tasarse mi precio?,me pregunto yo, pues desde esa noche surrealista en elapartamento de Max y Susan, la posibilidad de informar alIRS acerca de las tácticas malévolas utilizadas por BestPartners y sus compinches, me ronda la cabeza y en todami soledad le doy vueltas a la cama. Amalia duerme a milado, pero yace inerte; no se ha enterado ni yo le he con‐fiado la propuesta de delación. Ella salió de allí de lo máscontenta, proponiendo repetir la experiencia, aquí mismoo en nuestra casa, les decía antes de alejarnos por la calleque bordea el Parc Bertrand. De la oferta indecorosa tam‐poco se enteró, y la velada prometida aún está por verse.No iba yo a contarle lo que pudo ser una malinterpreta‐ción: la gringa acariciándome la espalda con sus pechosmientras yo limaba el parmesano, o tumbada sobre mí,

162

Page 171: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

dándome un beso breve, demasiado efímero para dudar desu existencia.

La cosa no sería sencilla. Primero había que convencermede que valía de algo arriesgar el pellejo, mi empleo en eldespacho, mi reputación y tranquilidad, porque para al‐gunos sería un héroe, como para los de La Resistencia, porsupuesto, pero para los del Imperio sería un traidor, meperseguirían y arrestarían hasta cobrarse la indemnizaciónpor incumplimiento de las disposiciones del secreto banca‐rio. Ejemplos sobran: el empleado de Credit Suisse quevendió al gobierno de Merkel los nombres de más de dosmil clientes alemanes, cuya fortuna conjunta ascendía a dosbillones de francos. Eventualmente fue detenido y senten‐ciado por espionaje económico en Suiza; su error fue ven‐derlos a un intermediario y no mudarse a Alemania. Oaquella empleada de UBS en Francia, quien fungió como laorganizadora de las reuniones donde se proponía a losclientes potenciales un esquema administrativo de fondosno declarados ultra secreto, en el cual existía una contabi‐lidad paralela escrita a mano y denominada Carnet duLait, que reagrupaba las transacciones de evasión fiscal delos clientes franceses hacia sociedades fantasmas. Sobre estamujer, las opiniones estaban muy dividas, porque mientrasrecibía sus comisiones nada dijo, pero cuando se cabreócon su superior soltó la sopa.

Igual terminaría yo, seguramente. La prensa del gobiernovictorioso se encargaría de resaltar mi valentía, mientras

163

Page 172: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

que el banco haría lo posible por incluirme en la lista negrade la comunidad mundial de negocios a perpetuidad; nuncavolvería a representar compañías Fortune 100. ¿Pero siMax tenía razón? ¿Si para Le Palais constituía un favor de‐latar a Best Partners, y decidiera el banco no mover lasaguas, pasar por alto el incidente? Si así fuese, podría con‐dicionar mi colaboración de denunciante ante el IRS a laconfidencialidad de mi identidad (lo sé, así son las contra‐dicciones de la justicia, el denunciante de información se‐creta en Suiza puede solicitar el anonimato en EstadosUnidos). Aunque siempre habría el riesgo de proceder ajuicio en calidad de testigo material y ahí sí, ni cómo hacerpara pasar incognito; tendría que lidiar con el gestor defortunas suizo y si bien no tiene el poder de un banco, lasamistades de sus assests managers incluyen delincuentesen Panamá.

Por eso, la importancia de la frase célebre de Maître Mau‐rice y la pregunta de cuál sería mi precio, porque no mearriesgaría a tanto problema por puro altruismo hacia elgobierno de Obama. Algo tengo que ganar, pero qué,cuánto. “Nadie resiste un cañonazo de cincuenta mil pesos”,dijo una vez nuestro General postrevolucionario, ÁlvaroObregón, quien se jactaba de ser el Presidente más honestode México, porque sólo robaba con una mano, era manco.Me pregunto cuál sería el equivalente actual de los cin‐cuenta mil pesos irresistibles en aquella época. Supon‐gamos que hubiera paridad con el dólar americano (que síla hubo con Porfirio Díaz antes de estallar la revolución),

164

Page 173: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

serían entonces cincuenta mil dólares en 1924, antes de lagran depresión, equivalentes a medio millón de dólares deahora, más o menos. No estaba mal el precio de la corrup‐ción en México, había que desembolsar bastante para co‐ludir al gobierno, ahora es más barato, con diez mil dólarespuedes sacar a un oficial corrupto de la cárcel, según sedice.

Max no mentía al decir que el IRS ofrece recompensas deltreinta por ciento de los impuestos y multas evadidos y des‐cubiertos con la ayuda del denunciante (lo he corroboradocon mis propias investigaciones). No tengo idea de cuántodinero no declarado haya sido administrado en los últimosaños por Best Partners, he visto muchas cuentas, y variosmillones en cada una de ellas, pero sólo Arnau sería capazde decirme a cuánto asciende su promedio. Después ten‐dría que preguntar a John acerca de la tasa de impuestos ylas multas aplicables en el periodo relevante. Demasiadocomplicado, no vale la pena, además, ¿ése es mi precio?, ¿uncañonazo de varios millones de dólares? No, no creo ser deesos. Soy muy egoísta, exceptuando Amalia, jamás he com‐partido mi salario con nadie, pero tampoco es que persigael dinero fácil, ni que ambicione tener más de lo que ahoratengo. Lo mío es el reto intelectual y la vida sin muchossobresaltos, por eso se alargaron tanto mis estudios, aquí,allá y acullá, hasta doctorado obtuve, becado siempre, claroestá.

165

Page 174: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Entonces si mi precio no se paga con dinero, con qué sí.¿Con mujeres? Ésas no están en la recompensa pública delIRS, pero supongamos que lo estuvieran o que, con losmilloncitos ofrecidos como estímulo, pudiera yo acceder atodas esas mujeres hermosas, divinas, con cuerpos espec‐taculares como Celine o Susan. Tampoco, primeroporque prefiero los beneficios acarreados por la mono‐gamia a largo plazo; los intercambios de albures y las fan‐tasías eróticas despierto son puros pecados depensamiento inofensivos, jugueteos intelectuales, es‐pasmos del pícaro casanova sometido por mi carácterconservador dominante. Y, si algunas aparecieran, seríapor los regalos o los lujos comprados y no por la energíaintelectual que invertiría en la conquista, ni por mi as‐pecto o personalidad. Amalia es muy linda, con su cabe‐llera larga y oscura, su tersa piel blanca, especialmenteahora que duerme, y nada sabía de mi modesto salariocuando me propuso compartir el piso. Opción suprimida,oferta abandonada.

¿Qué hay de la fama y el poder? ¿Valdrían estos comoprecio suficiente? La fama que obtendría sería la de un in‐fame (me parece más precisa la palabra en inglés,infamous), que significa la persona conocida por sus malascualidades o actos, que en mi caso serían los de un soplón,un delator, que, aprovechándose de los delitos fiscales delos millonarios, se convertiría en uno de ellos. No sería youn Robin Hood, pues él robaba dinero de los ricos paracompartirlo con los pobres, y en mi caso no robaría nada,

166

Page 175: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

aunque sí podría dárselo a los pobres. ¿A cuáles? ¿Cómo?Me quedé pensando.

El poder, por su parte, nunca me ha interesado. Los pode‐rosos tienen muchos enemigos, el poder sólo sirve paraobligar, para hacer por la fuerza lo que no se obtiene con laautoridad ganada, y como yo soy alguien vacilante y escru‐puloso, no dormiría tan sólo de imaginar a mis subyugadosdeseando mi muerte.

Pasemos a la última categoría de precios, que el sueño seme ha espantado de verdad y debo dormir ahora. El día demañana habrá que emprender las labores de revisión decuentas con la frescura necesaria. ¿La trascendencia autén‐tica? ¿Es ése un precio digno de mí? La verdad es que noveo cómo podría yo trascender a mi muerte con un oficiode whistleblower. De mí se acordarán mis compañeros enla revue, Yasel, Willem, Arnau, Klara, Celine, etcétera, yquizás hasta sus nietos se enteren de ese mexicain que seganó la lotería, la que nunca se sacó su abuelo, con la ideade denunciar a un intermediario bancario llamado BestPartners ante la hacienda norteamericana. Pero de ahí enmás, mi nombre quedaría en el olvido aquí y en todas par‐tes, regresaría a México y la gente murmuraría que la ventade drogas o el favor del gobierno me hicieron millonario,que soy un prestanombres, porque no andaría yo expli‐cando a todo mundo que me gané una recompensa otor‐gada por el gobierno de Estados Unidos, la cosa sería aúnpeor, me pondría yo mismo en la mirilla del crimen orga‐

167

Page 176: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

nizado, por la alta posibilidad de que, a los ojos de lahampa, dicha recompensa proviniera de delatar a algúncapo mexicano.

Tu precio es la posibilidad de tener una cuenta en Le Pa‐lais, de ser un cuentahabiente, aceptado por el socio direc‐tor; no por los millones depositados, sino por la epopeyaque el gestor asignado redactaría acerca ti. ¡Ahí está, ya lotienes, no te despiertes, sigue hacia el sueño, pero no teduermas! No lo niegues, eso te encantaría: la transcen‐dencia efímera de ver tu nombre y luego tu historia per‐sonal delicadamente exaltada en una narrativa precisa delmemorándum de apertura. Sería la historia épica de aquélque vino desde abajo, hijo de un simple comerciante de la‐drillos y fierros, criado entre el futbol y la música popularde un pueblo pobre, aunque instruido en las mejores es‐cuelas de la ciudad y después en prestigiosas universidadesde aquí, allá y acullá, gracias al apoyo de sus padres y a superseverancia, porque la historia de este cliente, aquí reco‐mendado con creces, es una de persistencia más que de in‐teligencia, todo un Billy Elliot, un Toto de CinemaParadiso, un obstinado en su trabajo como representantede compañías Fortune 500 en litigios internacionales, quehicieron posible una parte del dinero que planea poner enlas sabias y discretas manos de Le Palais, la otra parte, vienede su colaboración con nosotros en el esclarecimiento de laverdad, respecto de un gestor externo, que no vale la pena

168

Page 177: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

nombrar ahora, porque, durante muchos años, ese innom‐brable se aprovechó de la buena voluntad de nuestra insti‐tución para invertir en toneladas de lingotes de oro,compradas con dinero no declarado en Estados Unidos,cuando Le Palais no lo sabía y, por tanto, no podía aceptarresponsabilidad fiscal alguna por esos haberes. Pero, gra‐cias al solicitante, el DOJ fue comprensivo con nosotros ynos bajó la multa y la pagamos, y ahora podemos recuperarun poquito de esa sanción con la administración de la re‐compensa otorgada a nuestro antiguo auditor, que hay quedecir, siempre mostró una intuición certera en su labor….

Estás divagando duro Lucio, pero mira, tú encárgate de co‐lectar primero la información suficiente para obtener unabuena recompensa del IRS y luego te preocupas por el mo‐tivo que amerite ir de chismoso a Estados Unidos. Ya queandas inspirado con tus frases de profesorcitos francesessin dinero, mujeres o fama, te daré una que viene de al‐guien de verdad célebre y digno de ser citado, que tenía di‐nero, mujeres y ha trascendido a nuestros días: PanchoVilla. Sí, lo mató Álvaro Obregón, pero no deja de ser másfamoso que él. La frase dice: “fusílenlo, después averigua‐mos”, y es precisamente lo que harás, primero róbate losdatos y después averiguamos qué hacer con ellos. Y ahoraduerme, me dicta mi subconsciente.

169

Page 178: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

E

1 8

xtraer información de las cuentas gestionadas porBest Partners no sería fácil. El asistente en Credit

Suisse, que había tomado los nombres de los potencialesevasores de impuestos alemanes, realizó el robo a mano,con simple papel y pluma, evitando así dejar huellas elec‐trónicas con las que Credit Suisse pudiera detectar sus ac‐ciones. Puso las notas manuscritas en un portafolio y lasllevó a casa, donde vació todo en un documento Excel lla‐mado Mappe1-test1, que más adelante vendió a un inter‐mediario del gobierno alemán. En el caso de la RP de UBSen Francia, la cosa había sido mucha más sencilla: su purotestimonio ante el Procurador de la República acerca delCarnet du Lait, le bastó para recibir varios premios. Tam‐poco debió ser difícil para el gestor de UBS Zúrich venderal Gobierno de la región alemana de Renania del Norte-Westfalia los datos de cientos de fundaciones y magnates

170

Page 179: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

de dicha región. En su caso, no había más que buscar elmodo de descargar las fichas de manera rápida, en un dis‐positivo de almacenamiento y luego salir huyendo sin in‐tención de volver a pisar suelo helvético.

Mi caso es más complejo: soy un auditor externo, total‐mente aislado en el quinto piso de los clientes, sin accesodirecto a ninguno de los servidores de internet de Le Pa‐lais. No puedo acceder a la red interna, como lo hicieronlos exempleados de UBS. Tampoco poseo los conoci‐mientos técnicos para eludir los múltiples muros de protec‐ción que deben interponerse con el sistema donde seencentran almacenadas las cuentas ligadas a Best Partners.Siendo honesto, ni aún con la ayuda de un cómplice, al‐guno de los empleados de bajo rango instalados en las caba‐llerizas del tercer piso, que pudiera robarse los nombres deusuario y contraseñas del sistema de clientes, sabría yocómo encontrar algo. Ese plan es demasiado largo y com‐plejo, primero involucra conseguir un compinche, lo cualsignifica repartir la recompensa, luego robar las contrase‐ñas, y en ese caso Le Palais no estará muy contento, puessuponiendo que tolerase la inculpación de BP, no sería lomismo si ello conlleva penetrar la base de datos de su clien‐tela a la mala y, por último, descargar la información enalgún dispositivo de almacenamiento de gran capacidad ydesterrarse para siempre del país.

Lo mío sería más rudimentario, pero no al punto de es‐cribir a mano como lo hizo el asistente del gestor en Credit

171

Page 180: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Suisse. No podría entrar y salir de la sala Aar con papeles.Mi libreta de notas no serviría de nada; aun escondiendolas páginas arrancadas en mi ropa interior, Medhi, quehojea a diario nuestros cuadernos antes de guardarlos bajollave en el primer armario, se percataría enseguida de losrastros de mutilación en el mío. ¿Convencerlo de auxi‐liarme? No es una buena idea. Me daría vergüenza tan sóloproponerlo; incluso si me estuvieran utilizando como untítere para exponer ante las autoridades norteamericanaslas maniobras sofisticadas de evasión de un tercero, de lasque el banco se diría víctima, se trata de que nadie seentere.

¿Y Max? No, no podría ser de ayuda. Es un mensajero en‐cubierto, puedo olerlo, pero ¿de quién?, ¿de Le Palais?, ¿delDOJ?, ¿de sí mismo? Si pudiera hacer algo por su propiopie ya lo habría hecho, o ¿quizás esté esperando a que larevue avance para obtener el botín completo? Me ha dadoalgunas pistas. Dijo que lo más complicado de defender erala red interna de información, los servidores del banco ypor eso se habían negado a traer la computadora con el ac‐ceso directo al registro de los individuos que han renun‐ciado a la nacionalidad americana. Y aún ahora que estáinstalada en la sala Aar, sólo un geek como Medhi o Arnausabría poner la pantalla en negro y todas esas fórmulas yletrillas de color verde y desde allí intentar penetrar el ser‐vidor donde está conectada (que probablemente no es elmismo que alberga las cuentas). Max también insinuó queal estar todo en documentos impresos, era imposible sacar

172

Page 181: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

información; a menos que un comando armado entrara albanco, tomara un rehén autorizado por el lector de recono‐cimiento de iris para acceder a la sala Aar y luego trajera unmontacargas y un tráiler para llevarse todos los armarioscon las carpetas impresas. Eso es imposible en Suiza, y yotampoco podría simplemente salir todas las noches con unacarpeta de documentos bajo el brazo.

Esto de la seguridad, Charlotte lo tiene bien pensado. Perosi el yanqui lo propuso, debe existir un modo de compilarla información (siendo tan discreto y disimulado como elsecreto bancario suizo), de una manera que los altos rangosen Le Palais podrían conocer a priori, si es que es ciertoque el banco toleraría la extracción de datos. Max men‐cionó que WhatsApp era de lo más fiable que hay, es in‐hackeable, porque los mensajes están encriptados end toend, así que ése será mi modo.

Entro en la tienda de un distribuidor de celulares en Ruedu Marché. Con tarjeta SIM, por favor. Necesitaré haceruna copia de su pasaporte o permiso de residencia, me ad‐vierte el vendedor. Sin problema, le tiendo el permiso deresidencia y pago por un iPhone 5s (la versión “s” coincidebien con lo “secreto” del teléfono). Dejo el local emocio‐nado, rumbo a casa, repitiendo mentalmente los pasos aseguir: descargaré la aplicación de WhatsApp y registraréel nuevo número en la lista de contactos del más antiguo demis dos teléfonos, el iPhone 5 a secas, con el nombre de

173

Page 182: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Lucio. Sí, tendré dos teléfonos y dos números, como unverdadero delincuente.

Realizado lo necesario, marco desde el viejo móvil para ve‐rificar que el nuevo número funciona, me envío un emojipor WhatsApp, ése con el diablito, y recibo la llamada per‐dida y el mensaje en el nuevo teléfono. ¡Tan rudimentariocomo el robo hormiga! Dejo el iPhone 5s en el aparta‐mento, escondido en una maleta dentro del closet. El an‐tiguo lo traigo conmigo como de costumbre, junto con elBlackBerry del despacho que casi no utilizo ahora; desdeque Enzo decretó que mis funciones como miembro de larevue eran prioritarias, Jean Luc ha encontrado ya mi sus‐tituto en el equipo de litigio internacional. ¿Qué si extrañotrabajar con Jean Luc o sus mensajes por BB? Mucho, peroahora tengo otra misión que cumplir en la sala Aar, endonde deposito todas las mañanas mi BlackBerry y mi an‐tiguo iPhone 5, dentro de la cesta dispuesta al pie de la se‐gunda puerta que separa la cocineta del área de trabajo.

Mi avance fue lento en los primeros días. Las cuentas queMedhi me asigna nada tienen que ver con Best Partners, yde las que había revisado antes, nada recordaba, soy muymalo para los nombres y más para los números. Conozcode memoria la biografía de los beneficiarios americanos,eso no se me ha olvidado, muestra de la transcendencia ase‐gurada por el memorándum de apertura, pero no iría acontarle eso al IRS o al DOJ. Que si Mr. John Doe tiene un

174

Page 183: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

hostal de surfistas en Santa Bárbara o si Zutanita ha here‐dado las acciones de la empresa fantasma de un parienteque no sobrevivió el ataque a las torres gemelas, es dema‐siado vago. Ellos querrán nombres de empresas, números,montos aproximados y formas de ocultación de bienes uti‐lizadas en cada uno de los casos, que les permitan redactaruna solicitud de orden de embargo o arresto. Y eso es loque comienzo a conseguir una semana más tarde, con laayuda de Arnau. Lo sé, el dicho “uno nunca sabe para quiéntrabaja”, no podía ser más cierto en este caso. Fue el gor‐dito quien, moviendo las fichas hacia arriba para anotargol, dejó desierta su portería. Fue él quien dio la orden deque Lucio contestara las preguntas recientemente agre‐gadas para todas las relaciones que pensábamos concluidas,por ser a mí a quien se le ocurrió que el cuestionario estabaincompleto. Y, entonces, Medhi dejó de asignarme cuentasadicionales hasta que yo no terminara de identificar si elbanco había asistido, con acciones u omisiones, en la ocul‐tación de fondos no declarados y dónde intervenía ungestor externo como intermediario.

Así es que, con mucha suerte ahora, emprendo la tarea dememorizar los números de cuenta, los nombres de los indi‐viduos y corporaciones, los montos involucrados y las es‐trategias de evasión utilizadas en las relaciones gestionadaspor BP que encuentro a mi paso. Retengo los datos porunos minutos solamente, porque cada que transito frente ala cesta donde está mi antiguo iPhone 5 (que está conec‐tado al wifi de visitantes del banco), de camino a la canasta

175

Page 184: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

de frutas, al baño (olvidé mencionar la puerta en la coci‐neta que lleva a un baño mixto con dos escusados, dos min‐gitorios y dos lavabos), en la pausa del café, durante elalmuerzo y antes de regresar a casa, me auto-envío porWhatsApp, con suma discreción, como si se tratara de losmensajes que todo mundo envía durante el trabajo a unamigo o familiar, los datos que extraigo.

En dos semanas, terminé el castigo que Arnau me impuso.No digo que fue fácil, porque había que beber mucha aguae ir al baño. A mi corta edad padezco de vejiga hiperactiva,cuyas manifestaciones son el deseo intenso de orinar, lasensación de no acabar la micción y el aumento en el nú‐mero de micciones. Eso nadie me lo creería, ni yo lo conta‐ría, debía tener cuidado de no parecer sospechoso, y con laposibilidad de ser descubierto por cualquiera allí presente,aumentaba la adrenalina y con ella las ganas de orinar. Loconfieso, a veces tomaba tanta agua y estaba tan nerviosoque deseaba simplemente evacuar y me olvidada de en‐viarme los mensajes a mi nuevo teléfono, el iPhone 5s,guardado dentro de un veliz en casa.

Una tarde, Arnau me detiene en seco a la altura de la barrade granito en la cocineta. Me advierte haber estado obser‐vando mis movimientos continuos hacia los lavabos.Quedo paralizado, pues no me había percatado de su pre‐sencia en la sala Aar; él suele asistir al banco sólo por lasmañanas. En el mismo instante, pide a Medhi inspeccionar

176

Page 185: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

los retretes en busca de algo. Así fue la instrucción:“cherche si tu trouves quelque chose aux toilettes”, comoel director de prisión que ordena a un celador la inspecciónde la celda de un recluso sospechoso, sin tener muy claro loque encontrará. La sala Aar se congela conmigo; Klara, Ce‐line, Yasel, Willem y el resto miran la escena incrédulos.Yo sonrío e intento relajarme por mi propio bien, levantolos brazos y los mantengo en alto, en broma, como si elgordo me apuntara con una pistola. Medhi regresa con lasmanos vacías. —Si buscas mi cuadernillo está debajo delteclado de mi computadora —exclamo, desviando la aten‐ción de mi celular. Él se dirige a mi lugar, destapa el te‐clado, toma la libreta por el lado de las costuras con lamano izquierda y con la yema del pulgar derecho catapultavarias veces las hojas individuales que expulsan, como unfuelle atizador, el mismo aire reciclado de la sala. Despuésde varios intentos sin encontrar muestras de mutilación nihojas sueltas, es claro que su paranoia ha llegado demasiadolejos. Su tono cambia ante el ridículo que acaba de hacer,pero aún me reprocha mis idas recurrentes a los mingito‐rios que distraen a los compañeros y entorpecen el ritmode trabajo. Me excuso culpando a las grandes cantidades decafeína que ahora ingiero para finalizar a tiempo su enco‐mienda. Celine exclama lo que es obvio, que el café es diu‐rético y le pasa lo mismo, por eso sólo bebe dos tazas al día.Medhi interviene en mi ayuda confirmando que, a ex‐pensas de mis visitas recurrentes a las toilettes, mi concen‐tración en los últimos días ha permitido un muy buen

177

Page 186: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

avance en mis labores. Lo que era cierto, mientras purgabami condena, fui capaz de terminar la encomienda del ca‐pataz y colectar al mismo tiempo información de cerca detreinta cuentas gestionadas por Best Partners.

Luego del altercado, continué mi labor con otras cuentasasignadas al azar por Medhi, en las que apareció el mismogestor externo en tan sólo un par de ocasiones. Me sirvióde descanso; mis idas al baño se redujeron, y aprovechépara explicar, sin ser interpelado al respecto, que había de‐jado de doparme con café luego de adquirir destreza en latarea encomendada.

Mi receso no duró mucho, pues durante la siguientereunión del Review Committee, Max propuso, con toda laalevosía, premeditación y ventaja, que Lucio revisara sólocuentas en las que Best Partners apareciera como gestor, envista del savoir faire adquirido ya respecto de sus estrate‐gias de evasión de impuestos. Yo me quedé pasmado, sinpronunciar palabra y me sorprendió que a nadie parecieraimportarle. Ni siquiera Arnau pronunció su típico “pero”.Tuve miedo, mucho. ¿Y si se trataba de una trampa?, ¿y sitodo el mundo estaba al tanto de mi robo hormiga y queríaque yo siguiera hasta atraparme con las manos en toda lamasa? El americano sospechaba que yo era capaz de eje‐cutar su propuesta. De no ser así, ¿por qué insistir en quecada vez que otro revisor se topara con tal gestor cediera eltrabajo a Lucio? Desde entonces, comencé a revisar sólo

178

Page 187: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

dos tipos de cuentas: las gestionadas por BP y las que con‐tuvieran documentos en español.

Terminé por resignarme, por asumir el riesgo de eso queera muy ambivalente: una trampa o un favor. Proseguí conla encomienda del Comité, enfocado en cómo hacer paracruzar discretamente, delante de mi viejo iPhone. Esta vezmis idas y vueltas al baño incrementarían las sospechas deArnau, por lo que saqué cita con un urólogo para explicarlela situación que quería evitar, o sea, que mi jefe pensaraque mis visitas reiteradas al mingitorio eran por puro pla‐cer. Luego de revisar los resultados del examen urodiná‐mico prescrito, el médico me entregó mi certificado devejiga hiperactiva. Pedí audiencia con el caporal de capora‐les, Arnau, a quien le tendí en privado dicho certificado y leexpliqué que mi defecto neurológico me obligaba a visitarlos baños con frecuencia; aguantándome la mofa que entredientes parecía hacer de mí. Me aseguró que sabría guardarmi secreto, se lo agradecí sin dudar de su promesa y con‐tinué ya más tranquilo con mi robo a cuentagotas.

Así transcurrieron varías semanas hasta que, ya avanzada laprimavera, cuando gran parte del objetivo en Ginebrahabía sido alcanzado, el Review Committee anunció quealgunos de nosotros viajarían a las oficinas de Le Palais enel extranjero, donde se encontraban los documentos deotras cuentas que debían auditarse.

179

Page 188: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

A

1 9

terrizamos muy temprano y fuimos directo al hotel.Medhi vino a buscarnos con una limosina Cadillac

color negro al aeropuerto; está aquí desde hace una se‐mana, se nos adelantó para conformar la población decuentas estadounidenses e instruir al personal en Dubáiacerca de las medidas de seguridad que deben cumplir du‐rante nuestra visita. Le reprochamos el mal gusto y nos res‐ponde que no había nada más disponible en el servicio detaxis; era esto o una limosina Hummer. Yasel y yo ratifi‐camos su atinada elección y él nos advierte que la cosa acánada tiene que ver con la sobriedad-lujosa de Ginebra, aquítodo es suntuosidad-lujosa y que hay que tener mucho cui‐dado con el precio de los productos, y de no mirar fija‐mente a los hombres ni a las mujeres de aspecto árabe paraevitar mal entendidos.

180

Page 189: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Medhi pide al chofer bajar el panel que nos separa de él. —Me pone nervioso no ver la calle de frente —nos confiesa yle pregunta algo en árabe. El chofer le responde un par depalabras y se excusa en inglés porque habla poco árabe.Llegó apenas un año, de Afganistán, sólo habla algo de in‐glés y su lengua natal, que es la misma de Yasel, quien seentusiasma y están ya los dos charlando a gritos, sonriendoy riendo en farsi darí; sí, también hay maneras diferentesde reírse en cada idioma, qué digo idioma, en cada dialecto.Yasel traduce que el rumor de suntuosidad-lujosa y altoscostos es cierto. Me pregunto qué tan altos pueden ser losprecios acá, si Ginebra es una de las ciudades más caras delmundo, pero él me hace ver que al menos la pequeña Suizaestá rodeada de países que le proveen diferentes productosy servicios; acá están en medio de la nada, ¿qué no has vistodesde el avión? La verdad es que venía dormitando, pen‐sando en que durante mi estancia en los Emiratos ÁrabesUnidos no podría colectar más información acerca de BestPartners. Admito a mis compañeros haberme despertadohasta el aterrizaje y pido permiso al chofer para bajar laventanilla de la limo. Entra un aire caliente, bastante secopara estar tan cerca del mar. Circulamos sobre calles deperfecto concreto, entre arena, sol y autos lujosos, palme‐ras, más concreto y cristales hacia el cielo que proyectan elcalor y la luminosidad del máximo astro por doquier.

• • •

181

Page 190: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Las oficinas de Le Palais en Dubái se ubican en el treintavopiso de un rascacielos del distrito financiero conocidocomo el DIFC, en donde concurren bancos, joyerías ytiendas de moda provenientes de los cuatro rincones delplaneta (esta frase debe ser tan antigua como Galileo,cuando se creía que la tierra era un cuadrado). Hace apenasun lustro que el banco ginebrino abrió esta sucursal enMedio Oriente, aunque clientes de la región ha tenidodesde su fundación, hace más de un siglo. La creciente pre‐sión ejercida por los gobiernos occidentales sobre el se‐creto bancario, materializada en el affaire UBS, mandóuna señal clara a los bancos helvéticos: el futuro estaba enla clientela originaria de las economías emergentes quevendría a paliar el déficit creado por la pérdida de clientesde Estados Unidos y Europa. Algunos dudaron del pronós‐tico; creían que su gobierno sería capaz de resistir la pre‐sión de las potencias, pero cuando más tarde, Wegelin, laentidad financiera más antigua, fue procesada por unacorte federal en Manhattan por conspirar con contribu‐yentes para esconder más de 1.2 billones de dólares y elGobierno helvético negoció el permiso para entregar lascuentas, sin nombres, y montos no declarados para la ne‐gociación de multas con Estados Unidos, no quedó duda deque el dorado había que buscarlo allende. Desde entonces,los gestores de cuentas, enviados por Le Palais como mi‐sioneros, han reclutado ya varios centenares de clientespertenecientes a la elite política de los países árabes, al‐gunos miembros de las casas reales en Arabia Saudita y en

182

Page 191: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

los Emiratos Árabes, entre ellos jeques, sultanes ypríncipes.

—Esta gente es rica y lo que le sigue —recuerdo a Amaliaopinar cuando, paseando por el Quai des Bergues, mirá‐bamos un Aston Martin o un Bentley con matrícula deArabia Saudita estacionado frente algún hotel de lujo. —¿Te imaginas cuánto cuesta esa máquina?

—No sólo es lo que vale el coche, sino el avión privado paratraerla hasta Ginebra por un fin de semana —respondíentonces.

—¿Cómo lo sabes? ¿No los envían por barco?

—No tienen pinta de economizar en eso —opinaba yo—.Seguro tienen un avión donde cabe la bagnole y toda la fa‐milia a sus anchas. Hace un par de años asistí a Jean Luc enun litigio en el que el comprador, un noble saudí, recla‐maba daños al vendedor, uno de los dos grandes construc‐tores de aeronaves en el planeta; el príncipe se quejaba delruido provocado por vibración que le impedía dormir enlas habitaciones.

—¡Míralas! Van muy tapadas con sus trajes de ninjas, peropor dentro ni te imaginas —también despotricaba Amaliacontra las musulmanas, de gafas negras, que supervisabanal botones de algún hotel que guardaba en la maletera y losasientos traseros una decena de bolsos, repletos todos demercancías de lujo provenientes de la rue du Rhône. —Nosólo son las alhajas, sino también la ropa costosa que

183

Page 192: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

portan en el interior; las he visto antes desvalijar las bouti‐ques de lencería fina, muy guapas que deben ir para elamante.

Otros de los clientes en Dubái forman parte de algún clanen el poder en los países del Magreb y de la África Subsaha‐riana, donde los negocios, la política y la corrupción sonejercidos, muy visiblemente, por las familias de sus pleni‐potenciarios. Como el resto de las filiales de ultramar, éstatrabaja en la gestión de fortunas y asesoría en inversiones,pero no de depósito. El dinero de los clientes es enviado ydepositado en las arcas de Le Palais en Suiza. La sucursal enDubái no tiene bóveda de seguridad en el edificio, aunquesí ofrece un servicio de cajas fuertes individuales para susclientes.

Nuestro hotel se encuentra en el mismo barrio, justo en eledificio vecino. Después de ducharnos y tomar el desayuno,Medhi nos propone caminar por la acera exterior, en lugarde ir por el pasadizo subterráneo climatizado que conectalos edificios. Yasel tiene razón, hay una sensación de aisla‐miento entre el desierto y las ráfagas de viento prove‐nientes del Golfo Pérsico.

La gente de la sucursal es muy agradable y multicultural.Muy distinto a Ginebra donde, a excepción de aquéllos ver‐daderos amigos en la revue, todo el mundo nos mira conmalos ojos, como si trabajáramos para el DOJ y no en be‐neficio del banco. Pero aquí es distinto. Apenas salimos delelevador, una amable recepcionista con turbante y vestido

184

Page 193: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

largo, bien entallado a su silueta (qué intrigante, pienso enlas sensuales y diminutas tangas y sostenes que Amaliaalega traen por dentro), nos escolta hasta la oficina del Di‐rector, un suizo muy entusiasta que nos hace saber que éstaes nuestra casa, que no hay necesidad de ningún reconoci‐miento de iris, ni nada por el estilo, que las treinta cuentascon indicios americanos ya estaban impresas y en sus car‐petas, que Medhi le ha advertido en relación con las me‐didas de seguridad tomadas en Ginebra, pero que no tienesentido estar enclaustrados todo el día en la pequeña habi‐tación que nos han preparado, podemos salir a comer a loscientos de restaurantes y bistrós que ofrece el Emirato, porcuenta de Le Palais Dubái por supuesto, teniendo cuidadocon no meternos en problemas con algún personaje influ‐yente, pues eso sería catastrófico para el banco. Podemosbeber alcohol también, a menos que seamos musulmanes, ycomo los tres tenemos un aire de moriscos, lo mejor serámostrar nuestros pasaportes antes de ordenar cualquier be‐bida espirituosa, para evitar confusiones, porque de verdadtienen pinta de árabes los tres, insiste el Director. Medhipor sus padres. Yo no soy de ascendencia árabe, somos me‐diterráneos, magrebinos, se queja mi compañero, pero elDirector no ve la diferencia. Tú por afgano. Yo soy de razapersa, aclara Yasel. Pero eres moreno y musulmán ¿no esasí?, insiste el Director. Mis padres lo son, yo soy ateo, res‐ponde. Bueno, mientras son peras o son manzanas que nose te ocurra decirlo, ni pedir bebidas alcohólicas, porque,aunque suizo sea tu pasaporte, éste indica tu lugar de naci‐

185

Page 194: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

miento. Y tú, también pareces árabe, me dice a mí. Tienerazón, yo podría pasar por cualquier cosa, árabe, magrebí,indio de la India o de México, judío de Israel o palestino dePalestina y cualquier otro estereotipo de tez morena, narizrecta, ojos grandes, barba y ceja abundante, pecho peludo…

Venimos sólo por una semana pues, según los cálculos deArnau, debemos revisar 2.5 cuentas por auditor al día, osea, 7.5 por jornada entre los tres. Esta vez Medhi nos ayu‐dará en la revisión, por lo que, dividido entre el total, esoquiere decir que debemos terminar en cuatro días. El señorBarriga usualmente sobreestima nuestras capacidades, ynos toma más tiempo de lo estimado, siempre sale algúnpormenor y hay que revisar a detalle o quedarse mástiempo en el memorándum de apertura que podría revelaralgún interés o en los movimientos de dinero hacia lugaressospechosos. Sin embargo, esta vez tenemos incentivospara terminar pronto, ya que podremos disponer de losdías libres.

Como en el caso de Ginebra, la población de contribu‐yentes estadounidenses potenciales fue el resultado de fil‐trar, del total de cuentas administradas por la sucursal,aquellas que contenían los indicios determinados por Enzoy Max. Medhi nos ha confiado que la mayoría de dichosindicios podría ser falsos indicadores: domicilios, correoselectrónicos o teléfonos de Estados Unidos aislados, porquesiendo tan reciente la oficina, los gestores han tenido cui‐

186

Page 195: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

dado de no aceptar clientes norteamericanos que no esténdispuestos a declarar el último centavo a su gobierno.Tenía razón, el primer día avanzamos a galope. El dinerode los americanos expatriados en el Emirato incluía formu‐larios de declaración de impuestos, cheques y transferen‐cias al IRS y, por tanto, la conclusión era verde. Otrasveces, las solicitudes de apertura incluían direcciones deapartamentos en Nueva York o villas en Miami donde laclientela de Oriente Próximo pasaba sus vacaciones, perosin existir los contactos mínimos de residencia para caer enla categoría de contribuyentes.

¿Y para qué incluir esos domicilios en la solicitud?, nos pre‐guntamos. La teoría de Medhi es que lo hacen simplementepara mostrar su riqueza, porque muchos también incluyendirecciones de inmuebles en Londres, Paris o Zurich; lu‐gares donde se podrían reunir con los gestores de Le Palais,de ser necesario.

—Claro, qué mejor pretexto para sacar a pasear al avión,con los coches dentro para ir de compras —exclamo.

Yasel y Medhi ríen, pues saben a qué me refiero, y conti‐nuamos los tres descartando de la población varios clientessin suficientes contactos en Estados Unidos, hasta que, eltercer día, me topo con la cuenta de Don Mengano, quepor cierto mengano procede del árabe man kān, que signi‐fica “quien fuese”, y fulano de fulān, que quiere decir“quien sea” y si yo tengo algo de árabe será por eso, porquelos moriscos del sur de España trajeron consigo tanto genes

187

Page 196: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

como lengua a México. Pero en este caso, no se trata deDon Fulano sino de Don Mengano, cuñado del expresi‐dente tunecino, derrocado hace poco durante la Revolu‐ción de los Jazmines. Don Mengano, quien según elmemorándum de apertura es docente de profesión, ha reci‐bido varias condecoraciones del Gobierno de Túnez comoreconocimiento por su labor, tiene una dirección en París,otra en Mallorca y una más en Atlanta. Controla treintamillones de euros en su cuenta personal con Le Palais.Todo huele a persona políticamente expuesta y a bienesproducto de la corrupción, extraídos de forma ilícita de Tú‐nez, un maestro de primaria no puede acumular tantaplata.

—Vengan a ver esto —convoco a mis colegas.

Yasel está de acuerdo, Don Mengano es un prestanombresde Ben Ali. Medhi duda, parece avergonzado, como si tu‐viera algo que ver con el dinero o el personaje; compren‐demos su vergüenza ajena, su humillación indirecta por lasacciones de uno de sus connacionales, porque aún se sientetunecino, aunque no haya nacido ahí. Nos pide esperar,quiere investigar el nombre y sale de la habitación en buscade acceso a Internet. Yasel se indigna de que Le Palais nohaya identificado antes el dinero como producto de la co‐rrupción y congelado la cuenta en ese instante. Comentaque Suiza presume de ser el país que ha restituido unamayor cantidad de dinero producto de la corrupción de go‐biernos, un billón de francos en los últimos veinte años. A

188

Page 197: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

pesar de ello, usualmente el dinero extraído de manera ilí‐cita no es reclamado por los nuevos gobiernos.

—¿De cuánto estamos hablando? —pregunto.

De un noventa por ciento, responde, los dineros se quedanen las cuentas suizas y los hijos de los dictadores, los fami‐liares o cualquier otro prestanombres disponen de él. Otrasveces se convierten en bienes mostrencos, cuando, porejemplo, el cliente termina muerto o en la cárcel y el dinerono es reclamado por nadie, y en tales casos se convierte enpropiedad del gobierno; cada año hay un promedio detreinta millones de francos en dinero mostrenco y elochenta por ciento termina en manos del Estado Suizo.

La lista de los personajes ilustres que robaron dinero de suscontribuyentes y que conoce al dedillo de su pasantía en eldespacho de Mâitre Monfrini, el célebre abogado gine‐brino de Estados afectados, es larga: Marcos en Filipinas,Montesinos en Perú, Dos Santos en Angola, Abacha en Ni‐geria, Salinas en México, Duvalier en Haití. Y, reciente‐mente, los que cayeron durante la Primavera Árabe: Gadafien Libia, Mubarak en Egipto y Ben Ali en Túnez, y de esteúltimo aún hay dinero que embargar, según parece.

Ahora la pena ajena es mía, cuando escucho el relato de laescena en la que la esposa de Salinas es arrestada en Gi‐nebra intentando retirar millones de dólares en efectivo deuna caja de seguridad. Hubiese deseado que nuestra audi‐toría fuera acerca de evasores de impuestos mexicanos. En

189

Page 198: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

lugar de preocuparme acerca de la pertinencia de delatar aBest Partners, no habría dudado ni un segundo en avisar ala prensa mundial sobre los montos escondidos por loscientos de oficiales corruptos de mi país, incluida esa otramaestra normalista, cuya madre le presta el nombre paralavar dinero en varios bancos suizos.

Gracias a Don Mengano, nuestra estancia de Dubái se pro‐longó más de lo esperado. Llegamos los tres como miem‐bros de la revue Aar, pero con el descubrimiento de lacuenta expuesta, Le Palais en Ginebra encomendó a miscompañeros constituirse en un equipo ad hoc para detectarcualquiera otra relación con clientes ligados a los gobiernosderrocados durante la Primavera Árabe. La tarea no fuefácil; era casi imposible saber qué cuentas de la filial, po‐drían estar controladas por agentes de los gobiernos hacepoco destronados por la inconformidad social, la interven‐ción de Estados Unidos o alguna otra jugada política de ungrupo disidente en el poder. A falta de una solicitud de re‐quisición específica por parte de los Estados afectados, ha‐bría que leer todos los documentos de apertura y antes deello, obtener una lista de los personajes políticos más rele‐vantes de los antiguos gobiernos. Afortunadamente, Medhiestaba autorizado para realizar búsquedas automáticas depalabras en el sistema que arrojaban algunas pistas posibles,pero, en la mayoría de los casos, se trataba de simples ho‐mónimos.

190

Page 199: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Por mi parte, continué con la revisión de los estaduniden‐ses, aburrido, meditando acerca de Best Partners y losriesgos que corrí en Ginebra extrayendo información porWhatsApp. Respecto de la posibilidad de delatar al gestorexterno, mis reflexiones intermitentes no me llevaron aningún sitio. En cuanto a las cuentas norteamericanas en lasucursal de Dubái, no encontré nada relevante que repro‐char a Le Palais. A excepción de tres casos de dobles nacio‐nales, iranís-norteamericanos, de los cuales no constabauna renuncia de nacionalidad ante el IRS en sus respec‐tivos expedientes, el resto parecía en orden y, mientras elDirector de la filial trataba de encontrar pruebas de re‐nuncia de nacionalidad de esas personas que yo habíapuesto en rojo, me uní a mis compañeros en la cacería depolíticos de Medio Oriente, lo cual me permitió olvidarmeun poco del tema BP que comenzaba a agotarme.

Medhi está preocupado por la corrupción en el país de suspadres y por las posibles multas que la FINMA (FinancialMarket Supervisory Authority) suiza podría imponer albanco al permitir la apertura de cuentas de personas políti‐camente expuestas.

—Es como quitarle un pelo a un gato —Yasel lo tranquiliza—. No cerrarán ningún puesto —y relata que, hace poco, laFINMA descubrió que HSBC gestionaba fondos de fami‐liares de Ben Ali y ninguna de las penalidades fue superiora los cien mil francos. El país también vive de eso Medhi y

191

Page 200: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

lo sabe. Escuchen esto —nos instruye —según el BancoMundial, cada año desaparece, por arte de magia, un pro‐medio de treinta billones de dólares en el mundo. Estosfondos son sustraídos por tiranos y gobiernos corruptosdel presupuesto de sus países y escondidos en paraísos fis‐cales. No se sabe a ciencia ciertas cuánto de esos billonesson ocultados en Suiza, pero no es difícil sacar el balance,pues sus bancos gestionan más de 2,300 billones de dó‐lares actualmente, lo que es igual al veintiséis por cientode los bienes transfronterizos del planeta, repito, veinti‐séis por ciento de los ahorros del mundo. Esto quieredecir que podría, potencialmente, acoger un cuarto de lostreinta billones de dólares producto de la corrupciónmundial.

Y el rol de Suiza en este mercado no se limita al dineroguardado en bancos. Según Yasel, los oficiales corruptos enel tercer mundo adquieren toda clase de activos que buscanlavar en el mercado negro helvético: obras de arte, objetosarqueológicos y colecciones. Los tesoros perdidos aparecende forma recurrente en Ginebra, Basilea o Zúrich. Haceunos meses, por ejemplo, la exempleada de un primer mi‐nistro en un país asiático intentó vender una pintura deClaude Monet, por treinta y dos millones de dólares. Perono se puede culpar del todo al país, pues los casos no sonsiempre tan evidentes. El caso de Don Mengano es una ex‐cepción, opina, los oficiales sin escrúpulos utilizan estrate‐gias y estructuras legales para disimular al beneficiarioúltimo: fundaciones, grupos complejos de compañías fan‐

192

Page 201: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

tasmas, prestanombres, cuentas abiertas con identidadesfalsas como en el caso Salinas de México.

—¡Deja ya de recordarme a ese idiota! —me quejo.

—¿Tienes algún parentesco con él? —pregunta Medhi.

—Por supuesto que no, pero es una vergüenza para la na‐ción —respondo.

—Pues te aguantas —exclama Yasel—. Cada pueblo tiene elgobierno que merece —y continúa explicando que algunosgestores son realmente engañados por personajes comoSalinas, o no tienen forma de saber el origen de los fondos,a pesar de las más recientes leyes de anti-lavado de dinero.Y una vez que el ilícito sale a flote, tampoco es fácil deter‐minar cuánto del dinero de un dictador es producto de lacorrupción, ni saber si el nuevo gobierno es realmente ho‐nesto en su petición de restitución. Regresar los más deseiscientos millones de dólares amasados por Marcos, alGobierno de Filipinas, tomó casi veinte años; los cerca desetecientos millones de dólares escondidos por Abacha aNigeria, dieciséis años; dieciocho años para que México re‐cuperara los setenta y tantos millones de dólares robadospor Raúl Salinas, mucho más tiempo de lo que éste pasó enprisión y; los seis millones del expresidente de Haití, Duva‐lier, aún están congelados en Suiza, sin fecha derestitución.

Esto no es ningún secreto bancario, la información es pú‐blica, aunque como si no lo fuera, porque poco se habla de

193

Page 202: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

la cantidad de millones auto-robados y escondidos enSuiza. No son auto-robados, Yasel se corrige, porque el di‐nero no es del mandatario en cuestión, sino de los contri‐buyentes que pagaron sus impuestos; lo quitan al pueblo.Tiene razón y, ¿quién será más ladrón, el ciudadano que nopaga la totalidad de impuestos y esconde su riqueza delfisco o el gobierno que roba los impuestos de aquellos quesí los pagaron? Los dos son delitos, son iguales, respondeMedhi. ¿Pero tú qué piensas, qué te parece más censura‐ble?, lo interpelamos. Ambos casos son igualmente repro‐chables, insiste, quizás ustedes crean que el oficial degobierno comete un mayor mal, pero también el ciudadanoque no contribuye al bienestar social con sus impuestos,despoja al resto de la población del tipo de servicios que elEstado pudo haber retribuido con mayores ingresos. Tú síque tienes una conciencia social grande, lo aplaude Yasel yyo estoy de acuerdo con él, y me alegro de que el planetatenga gente como Medhi, porque gracias a personas conesa conciencia social, el mundo se mueve, a pesar del restode los ciudadanos egoístas, indiferentes o cleptómanos quepueblan los países, entre ellos, yo.

194

Page 203: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

L

2 0

a revisión de las cuentas de personajes políticamenteexpuestos arruinó nuestros planes de turismo a los

alrededores del Emirato. Visitamos las atracciones noc‐turnas occidentales de la ciudad, aunque nada especial oque amerite ser contado aquí con detalle; los bares y antrosson iguales por doquier. Los oligopolios de bebidas alcohó‐licas, de ropa y accesorios de vestir, de música para las ma‐sas, se encargan de que la experiencia se repita como undéjà vu en Dubái, en Cancún o en Shanghái. La fisionomíaen el mundo es variada, pero en los sitios de moda, se en‐cuentran a los mismos especímenes: el tipo alto, fornido,en rubio, castaño o negro, que tiene dificultades para mo‐verse sin rozarse la piel y para hablar sin escupir o repetirla misma palabra cada dos segundos; la tía delgada, bron‐ceada, de ojos de ensueño y cabellera planchada u ondu‐lada, cautivadora, con la piel rellena de botox y un perfume

195

Page 204: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

francés de una modelo esquelética, cuya compañía no po‐dríamos pagar, y el resto de los asistentes, convencidos deparecernos a ellos, sólo porque vestimos las mismas marcasy consumimos los mismos alcoholes replicados aquí y allá.

El penúltimo día de nuestra estancia, nos tomamos un re‐ceso y fuimos a una playa no muy lejos del hotel. Tambiénen las playas turísticas se suelen repetir los mismos hábitosde bronceado y las mismas prendas de baño, pero en éstahabía una pequeña novedad para mí, aunque no para miscompañeros, más familiarizados con la cultura de esta re‐gión del planeta: mientras las mujeres occidentales, lide‐radas por rusas de cuerpos despampanantes, se bañaban yasoleaban en sus diminutos bikinis, las recatadas musul‐manas disfrutaban de la brisa del mar desde sus ampliastiendas de campaña, dentro de sus burkinis o ropas de ve‐rano que humedecían de vez en cuando con chapuzones enlas aguas cálidas del Golfo Pérsico. El contraste y la convi‐vencia de culturas no me había parecido tan visual hastaentonces. Al tratarse de una playa pública, no servían cer‐veza ni cócteles, por lo que, a eso de las cinco de la tarde,cuando el sol aun quemaba recio, decidimos regresar al ho‐tel; ahí podríamos beber algo sin problemas de ser malvistos por nuestra cara de árabes, una vez que mostráramosal mesero nuestros pasaportes, por supuesto.

Caminamos por la 2ª calle, donde nos dejó un taxi esa ma‐ñana, con la intención de encontrar el reemplazo que nosllevara de vuelta al hotel. De repente, un joven árabe nos

196

Page 205: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

aborda para ofrecernos un viaje por el desierto. ¿Qué hayque ver en el desierto?, le pregunta Yasel provocativo.Dunas de arena pura, aire también puro y las estrellas en elfirmamento que no podrían ver en ningún otro lugar. Elchico sabe vender su tour. Segunda pregunta, siempre im‐portante, pero especialmente en Dubái: qué incluye y porqué precio. Se trata de una experiencia única y al mejorprecio, nos asegura el muchacho, salimos a las nueve de lanoche de la granja de camellos ubicada en el kilómetro 20de la carretera a Al Ain; pueden llegar en taxi, exclama ynos tiende una tarjeta con la dirección. De ahí nos vamoshacia el desierto, yo y mi tío somos lo guías (me preguntosi acá poner el burro por delante no es censurado por tra‐tarse de dromedarios, animales menos asnos), llevamostodas las provisiones para ustedes, incluida mucha leche decamella, de la granja, aunque la noche será muy noble, noserá caliente, ni fría y el cielo estará despejado. El trayectoserá de una hora, hasta llegar las dunas donde se monta elcampamento, allí contaremos historias del desierto paraustedes.

Trato hecho: cincuenta dólares por persona, la mejoroferta en toda la estadía en el Emirato. Volvemos al hotelentusiasmados, tomamos una ducha, y luego de un par dehoras mirando el televisor, partimos hacia el punto dereunión en Al Ain Road, pero antes, durante el trayecto entaxi, les juego una apuesta a mis compañeros. El muchachoes ordeñador en el establo de camellos y utiliza los animalespara dar tours por las noches, sin permiso del patrón, había

197

Page 206: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

intuido yo contra la opinión de Yasel y Medhi. Meapuestan que la granja es sólo el punto de reunión ypierden cuando Amir el grande, que es el tío, y Amir elchico, el muchacho, discretamente sacan de ahí cinco dro‐medarios bien cargados. Hay miles de camellos adentro, aestos los llevamos a pasear para que no se les entuman laspezuñas, se justifica el mayor.

¿Mi primera impresión? Andar a dromedario es más có‐modo que cabalgar. Su zancada larga y mansa se deslizasobre la arena como un esquiador de fondo sobre la nieve.El vaivén es suave y arrullador, hacia delante y hacia atrás,como en una hamaca lenta que pende de unos aros invisi‐bles, o de las estrellas estáticas, como aquellas allá arriba.Ésa es la Estrella Polar que nos guía. ¿Ven esas estrellas queparecen cacerola con mango? Pues es la Osa Menor y lapunta del mango es la Estrella Polar que nos guía, porque simiran bien, la Estrella Polar está en una línea recta conDubhe y Merak, que junto con Phecda, Megred, Alioth,Mizar y Alkaid son las siete estrellas que forman la OsaMayor, que parece otra cacerola con mango más grande,pero de pies para arriba. Los nombres están en árabe,porque los Bedouin que guiaban a las tribus nómadas deldesierto, y utilizaban las estrellas como brújulas, así las lla‐maron. Alioth viene de alyat, que significa “cola gorda deuna oveja”, lo que tiene sentido por tratarse de la últimaestrella en el culo de la Osa Mayor. Y toda esta reseña quepodría ser un gran cuento, porque Yasel y yo no recono‐cemos otro astro que la luna, nos la da Medhi, y Amir el

198

Page 207: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

grande y el chico están contentos de no tener que hablar yposiblemente de aprender más datos para sus futuras ex‐cursiones nocturnas; se limitan a confirmar y a guiarnos enla vanguardia de nuestra pequeña caravana.

A este paso, el tunecino terminará por contarnos las histo‐rias del desierto cuando nos apeemos, predice Yasel, quienmonta delante de mí. Yo soy el último (donde el burro debeir) y Medhi va delante de Yasel, justo detrás de los Amir. Yasí sucedió, Medhi nos contó, no una fábula cualquiera debeduino, sino esa historia de sus antepasados que descono‐cíamos hasta entonces. Bajo un cielo que nunca antes vi‐mos, tenía razón Amir el chico, lleno de polvos cósmicos yestrellas fugaces, con las constelaciones cuyos nombres ig‐noramos y otras figuras que Yasel y yo, jugando, inventa‐mos, que modernizamos porque las líneas imaginarias queunen las estrellas arrojan otras formas a nuestros ojos: unsacacorchos, una motocicleta, un sombrero charro, que silos beduinos o los griegos vivieran en nuestros tiempos es‐tarían de acuerdo con nosotros, bajo tal firmamento,Medhi comienza su relato.

Mi abuelo no era de Túnez, sino de un pequeño pobladollamado Al Jawf, al sudeste de Libia, cerca de la fronteracon Egipto. Al Jawf era pobre al término de la SegundaGuerra Mundial; también Libia había perdido la guerra alser parte de Italia. Ahí no caen ni dos centímetros de lluviaal año, pero hay un oasis de agua subterránea llamado Ku‐

199

Page 208: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

fra. A principios de los sesenta, llegó el rumor de que la Re‐pública Federal Alemana estaba reclutando los llamadosGastarbeiters, migrantes invitados a laborar en el sectorindustrial, en puestos sin mayores cualificaciones. Lasofertas eran para habitantes de Marruecos, Túnez y Tur‐quía, con los que Alemania había firmado un acuerdo, y miabuelo pensó que no sería difícil hacerse pasar por ma‐rroquí o tunecino ante las autoridades alemanas. Trató deconvencer a dos de sus hermanos mayores para emprenderjuntos la travesía por el desierto rumbo a Túnez y de ahícruzar el Mar Mediterráneo, hasta desembarcar en Alema‐nia; él creía que Alemania tenía costa en el Mediterráneo.Sus hermanos se rehusaron, le dijeron que estaba loco, yentonces partió solo, como si huyera tras el llamado deDios, pues dos años más tarde la mitad de los habitantes deAl Jawf murió por causa de un brote de cólera en las aguasdel oasis.

Hasta la ciudad capital de Túnez, hay unos dos mil kilóme‐tros de por medio. Le tomó un año alcanzar el país vecinoy en el intervalo vivió en varias ciudades de la costa libia,incluidas Misurata y Trípoli, tuvo más de diez oficios: lim‐piador de calles, baños públicos, mesero en un hotel, etcé‐tera, sufrió varios robos y también hurtó comida parasobrevivir, cayó en cama en dos ocasiones por semanas (yde repente, el relato de Medhi desata en mí el recuerdo dela canción del caballo blanco de José Alfredo Jiménez, quesalió un domingo de Guadalajara y entre esfuerzos y peli‐gros llegó hasta Tijuana, recorriendo más o menos la

200

Page 209: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

misma distancia, pero en este caso no se trata de un animalo un auto, sino de un joven con una tenacidad sobrehu‐mana, que sacrificó su vida por conseguir un destino,porque los destinos se consiguen, no se dan).

Cruzar la frontera con Túnez, no fue un problema; en esostiempos los oficiales de aduanas cedían el paso a cualquiervendedor de chivas; que era el último oficio de mi entoncesjoven abuelo quien, apenas dos días antes, había compradoel pequeño rebaño a un pastor libio con sus magros aho‐rros de viaje. Pasaron cinco cabras y mi viejo por el puestode inspección, en el primer mercado las intercambió pordinares tunecinos y se dirigió al puerto, donde le habíaninformado reclutaban a los candidatos a Gastarbeiter quepartían para Europa. Después de observar atento el proce‐dimiento, se dio cuenta de que no sería fácil hacerse pasarpor tunecino; había que encontrar una buena excusa parano mostrar los documentos de identidad, necesitaría almenos un testigo falso que lo identificara como local. Re‐gresó al mercado y se ofreció como empleado de la carni‐cera que le había comprado los animales esa mismamañana. Esa señora era mi abuela, la carnicera, a la que sele permitía trabajar en su pequeña matanza porque eraviuda, su marido había muerto un par de años atrás intoxi‐cado con un pescado podrido. El resto lo pueden imaginar.No, no se casaron; se enamoraron, eso sí, pero él no estabadispuesto a quedarse varado ahí ¿De qué habían valido másde dos mil kilómetros de odisea en el desierto?

201

Page 210: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Le contó su proyecto a su entonces patrona y ella decidióseguirlo. Mi abuela era sólo siete años mayor; pero parecíatener más edad. La vida había sido dura para ella; a lostrece años había contraído nupcias como la tercera esposadel difunto esposo en un matrimonio polígamo, su únicohijo varón había muerto un año después de la boda y, porel resto de su vida, cargó con la culpa de una muerte decuna sin explicaciones. Su consorte la relegó, sin pronun‐ciar el triple talaq y nunca más compartieron lecho. A susveinte años, mi abuelo parecía aún un adolescente, por loque mi abuela le ofreció hacerlo pasar por su hijo muerto,que para entonces tendría ya catorce. Se fueron juntos alpuerto, él se enlistó con los documentos de un infante di‐funto años atrás y ella con su propia identificación.

Se establecieron en Duisburgo, Alemania, en un barrio deespañoles y turcos migrantes, también Gastarbeiters. Élencontró un empleo en la compañía de caminos ferrovia‐rios, instalando durmientes. Mi abuela en una fábrica detextiles, cosiendo abrigos de lana importada de Inglaterra.Ante sus amistades y vecinos, eran marido y mujer, peroante el Estado alemán, vivían en un incesto legal, pues miviejo aparecía aún como hijo de ella. Cuando nació papápoco después de su llegada, mi abuela lo registró como hijode madre soltera, lo mismo sucedió al nacer mi tía Nadia elaño siguiente. Los hijos de los Gastarbeiters recibían elderecho de residir en Alemania, aunque sin la ciudadanía.Mi papá consiguió su nacionalidad a los dieciocho años,poco antes de comenzar sus estudios en leyes en la Univer‐

202

Page 211: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

sidad de Friburgo; era un chico revelación. A mi mamá laconoció en Túnez, en un viaje que papá hizo con su madredurante las vacaciones de verano, donde ésta le mostró susraíces de carnicero y tratante de chivas. Se hospedaron enun hotel en la ciudad costeña de Susa, propiedad de misabuelos maternos. El expresidente Ben Ali también es deSusa y mi otro abuelo lo conoció en la infancia. Mis padresse casaron en Friburgo, y pronto se mudaron a Ginebra,donde papá consiguió trabajo en las Naciones Unidas. Yonací en el barrio de Carouge, con la nacionalidad alemanade mi viejo y a los dieciocho años me hice también suizo.

La efusión empleada en su relato lo decía todo, Medhi es‐taba orgullo de sus ancestros y les ofrendaba su recuerdo.Al escucharlo, me preguntaba si en eso consistía la trans‐cendencia: en las acciones futuras provocadas por el merorecuerdo y no en el suceso ocurrido. La vida y la obra delos santos y personajes más célebres había aportado a sucomunidad contemporánea, no había duda, pero esas exis‐tencias exageradas de esfuerzos y escenarios memorables,transcendieron su tiempo por el efecto benéfico para lasfuturas generaciones. Mi teoría tenía sentido, pues en elrecuento de una historia familiar, nacional o mundial, lospequeños pecados del personaje eran dejados a un lado ominimizados. El fin justificaba los medios, y el fin consistíaen eso, en el relato narrado una y otra vez para beneficio delos escuchas; los detalles censurables eran secundarios. Im‐portaba poco que el abuelo hubiera hurtado para sobrevi‐vir, suplantado la personalidad de un muerto o engañado a

203

Page 212: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

un gobierno toda su vida, porque al nieto le había heredadouna historia de lucha por un noble fin, la cual era relatadapor todo su linaje una y otra vez como un aliciente paraseguir adelante, para dar sentido a sus circunstancias.

De pronto me llené de esperanza. ¿Podría yo transcender apesar del robo de información secreta emprendido sinmucho sentido? He ahí la cuestión, había que darle primeroun buen fin para justificar los medios.

204

Page 213: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

E

2 1

n trayectos mayores a tres horas de vuelo, reservoun asiento aledaño al pasillo. Mi vejiga hiperactiva

me obliga a visitar los baños del avión cada hora y es muymolesto atravesar continuamente entre las piernas, res‐paldos y bandejas colmadas de alimentos o bebidas de otrospasajeros. De ida a Dubái, dejé mi lugar al menos cuatroveces en un trayecto de seis horas, y eso que las últimas treslas pasé dormido. En la primera parte, bebimos mucha cer‐veza, festejando nuestra primera visita al Emirato, por loque mi vejiga estaba más estimulada que nunca. Para disi‐mular, regresaba del baño con algún aperitivo del área derefrigerios y que mi compañero agradecía, como si mis es‐capes repentinos tuvieran propósitos variados y no sólovaciar la orina a medias.

También elegí un asiento contiguo al pasillo para el re‐greso. Aunque en esta ocasión pedí a Medhi cederme su

205

Page 214: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

lugar en la ventanilla durante el despegue hasta que elavión hubiera alcanzado la velocidad crucero. Quería ver eldesierto desde lo alto; tener acceso a esa visión que Yaselhabía descrito como “estar en medio de la nada”. Y efectiva‐mente, la densidad poblacional en el desierto no es lamisma que en Europa.

Despegamos y el avión se perfila enseguida sobre las aguasdel golfo. Abajo se ve la playa pública en la que pasamos elmedio día de ayer. Todavía no se instalan en la arena lasrusas despampanantes porque es temprano, el sol apenas seasoma en la ventanilla de la fila de asientos opuesta a lanuestra, aunque sobre la arena pasean ya algunos musul‐manes y cristianos de edad, menos aficionadas a los rayosultravioletas. El avión toma altura y aparecen los rasca‐cielos en el DIFC, y enseguida el enorme Mall en el centrode Dubái, con su gigantesca pecera, de un azul intenso arti‐ficial y detrás de ésta la línea negra de Al Ain Road quepasa por de lado de la granja de camellos y continúa hastaperderse en el horizonte, en el desierto que desde arribaparece una gran pieza de terciopelo arrugado color mamey,donde vagábamos hace poco guiados por los astros y escu‐chábamos el relato del abuelo de Medhi y luego la historiadel escape de Yasel de Afganistán.

Su padre era un empleado en la oficina de teléfonos. Sumadre era una presentadora de noticieros en la cadena detelevisión más importante del país; lo que se dice una fi‐gura pública asociada al gobierno del Presidente Najibullah.

206

Page 215: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Con la disolución de la URSS en 1991, el mandatarioperdió el apoyo que lo había hecho alcanzar la dirigencia deun Estado inestable y diferentes grupos fundamentalistasislámicos, armados, conocidos como muyahidines, comen‐zaron a atacar las principales ciudades. Najibullah acordósu demisión y negociar con cuatro generales rebeldes quetomaron el control de Kabul el año siguiente. Más tarde,Gulbudin Hekmatiar, un líder muyahidín, jefe de la facciónHezbi Islami que había sido dejada fuera de las negociacio‐nes, invadió Kabul, dando inicio a una sangrienta guerracivil, en la que la capital fue bombardeada y destruida pordiferentes fracciones. En este escenario, Yasel y otro mediomillón de afganos, emprendieron un escape entre los tiro‐teos, persecuciones y bombas, hasta alcanzar la fronteracon Pakistán. Mi madre paró un taxi, así nomás, como sifuésemos al supermercado, y mi padre se quedó en Kabulpara morirse sepultado en un café del centro, donde entróuna granada perdida. No era político, sino un simple opti‐mista quien creía que las cosas se pondrían mejor pronto.Recuerdo que viajamos largas horas por una carretera re‐pleta de autos, camiones y gentes a pie. En dirección a Pa‐kistán, íbamos los capitalinos huyendo de los muyahidinesfundamentalistas y, en sentido contrario, miles de familiascampesinas, que habían sido despojadas de sus tierras añosantes, durante la Guerra ruso-afgana, regresaban a los pue‐blos del este y norte del nuevo Estado Islámico de Afganis‐tán. Fue horrible ese abril de 1992: bajo el repique de loscartuchos y los estruendos de bombas, muchos partían del

207

Page 216: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

país con la mirada perdida de preocupación, mientras queotros regresaban con los ojos radiantes de esperanzapuestos en el horizonte. Mi hermana menor, Aina, teníamucha hambre y sed, pero el taxista insistía en no pararhasta Torkham. Cruzando la frontera en Pakistán, había ungran campo de refugiados, de aquellos que ya podían re‐gresar al país, donde imperaba un optimismo visible. Mimadre temió ser reconocida y pagó al chofer de un camiónlleno de telas para que nos llevará hasta Islamabad. A la ma‐ñana siguiente, gracias a su amistad con un periodista hel‐vecio, ya estábamos los tres solicitando refugio en laEmbajada Suiza. Durante nuestros primeros años en Lau‐sana mantuvimos el estatuto de refugiados. Mi madre en‐contró rápidamente un trabajo como intérprete ytraductora de farsi a inglés o farsi a ruso, y viceversa, conuna agencia en Ginebra. Después se casó, por segunda vez,con mi actual padrastro; un suizo de origen turco y desdeentonces tengo también su nacionalidad, no he vuelto aAfganistán y tengo ligirofobia, o sea, mucho miedo a losruidos fuertes, repentinos, como las detonaciones. Nuncaolvidaré las semanas que precedieron a nuestra huida, ni laimagen de mi padre, ésa que yo creé en mi cabeza, cuandolo encontraron muerto entre los escombros, nos confió Ya‐sel, la víspera frente al fuego, con las mejillas divididas porun llanto disimulado.

De regreso de mi primera visita al W.C., intercambio elpasillo por la ventana con Medhi. Yasel duerme en elasiento intermedio como un bebé. La noche en el desierto

208

Page 217: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

nos dejó exhaustos, pero con un sentimiento de agradeci‐miento a los Amir por hacernos vivir la experiencia. Lamagra y dulce leche de camella, el espectáculo de los astroscelestes y los relatos de nuestros antepasados, nos hicierondarnos cuenta de la vida privilegiada que llevamos gracias aellos.

No, mi familia no vivió guerras, ni me crié como hijo demigrante. Mi salida vino después y no fue forzada por lascircunstancias, fue una elección. Aunque mi abuelo pa‐terno migró temporalmente a Estados Unidos, como lo hi‐cieron muchos mexicanos con el Programa Bracero. Eranlos años cincuenta cuando trabajó en las granjas de na‐ranjas y frutos rojos de California. Pronto venció su per‐miso y se quedó de mojado. Después me agarró la migra yme mandó pa’ tras a culetazos y bofetadas, solía contar miabuelo y presumía de haber tenido una novia de origen ita‐liano, cuyo padre lo adoraba, pero pues acá conocí a tuabuela, descendiente de un soldado francés desertor delejército imperialista vencido a escasos kilómetros del pue‐blo, en el Cerro de La Coronilla, según él. Pero mi con‐ciencia acerca de los grandes peligros que corren losmigrantes, sin papeles, no viene del anecdotario de miviejo, sino que comenzó un día cualquiera. Tendría yo doceaños y estaba por arrancar ese entrenamiento de balompiéque nunca tuvo lugar. Peloteábamos en la cancha, tratandode imitar los tiros al arco del Chololo, esperando que

209

Page 218: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

nuestro entrenador, el Javis, apareciera. Yo de grande serécomo el Chololo, todos en el equipo lo dijimos y lo creímosalguna vez. Nos turnábamos para estar en la barrera, pegá‐bamos unos tiritos que apenas pasaban a media altura delmuro de niños, directo a las manos del portero. El Chololotrotaba por su cuenta, atravesando la cancha de norte a sury de regreso. Él tendría entonces unos cincuenta y tantosaños, y aunque ya no era ese gran mediocampista volanteextremo, jugador del equipo campeonísimo de las Chivasrayadas del Guadalajara, ganador de siete torneos de pri‐mera división, seis títulos de campeón de campeones, se‐guía entrenado todos los días y jugando los domingos en laliga de veteranos del municipio, en ese su primer club, dedonde un visor de las Chivas se lo llevó a los quince años, yen menos de una semana ya estaba debutando en la ligamayor. Bueno, Isidoro Díaz alias el Chololo, esa leyendatres veces mundialista, anotador del gol del primer triunfode México contra Brasil en el Estadio Maracaná y con Pelécomo contrario, nos miraba mal imitar sus tiros libres a lasafueras del área grande y, cuando hubo terminado supropio calentamiento, se acercó a nosotros. Pónganse seisen la barrera y tres de porteros, nos instruyó, y casi sintomar distancia, latigueó el balón por encima del muro deenanos y clavó un gol de campanita muy pegado al ángulo.El Javis no vendrá a entrenarlos, se fue pa’l norte, nos avisóy nos propuso jugar una cascarita de medio campo.

Que el Javis se hubiera ido de mojado a los United States,no era del todo extraño. Mucha gente había cruzado la

210

Page 219: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

frontera para establecerse en el norte de California, en Pit‐tsburgh, cerca de Oakland, donde se decía que vivía lamitad de los habitantes de mi pueblo y sus alrededores. Esatarde y otras subsecuentes nos pusimos a cascarear solos,sin acondicionamiento físico ni ensayos de jugadas prefa‐bricadas. Luego lamentamos no tener entrenador, puesdesde la punta de la tabla, descendimos los siguientes par‐tidos hasta casi quedar fuera de la fase de eliminación di‐recta. Cuando reapareció, después de un mes de ausencia,traía la cara morada, el pelo rapado, las orejas rotas y undiente de menos en su blanca sonrisa. Se veía contento deestar de vuelta, aunque adolorido de las costillas. Nosotrostambién estábamos felices de recuperar a nuestro entrena‐dor, y calificamos a la liguilla y obtuvimos el título de cam‐peones gracias a él. Pero nunca olvidé su rostro inmolado,ni su semblante que había cambiado. ¿Qué había pasado?Decían que lo había agarrado la migra y que lo habían tor‐turado en la cárcel; nadie sabía si fueron los policías u otrospresos los responsables. Otros contaban que ni siquierahabía cruzado la frontera, que lo habían asaltado y gol‐peado unos pandilleros en Tijuana. Lo que hubiera pasado,le cambió por varios meses la cara y el temperamento. Nosentrenó por una temporada más y volvimos a ganar; era elmejor entrenador de infantiles de la región y nosotros elmejor equipo. Desde entonces bebía mucho y fumaba mari‐guana antes de comenzar sus partidos como portero delequipo de las reservas. Unos años más tarde, lo volvió a in‐tentar, y esta vez lo consiguió. Lo vi en el video de los

211

Page 220: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

quince años de una compañera de la secundaria emigradahacía poco con toda su familia en Pittsburg. Y, en efecto,en esa videograbación que circulaba en mi pueblo acerca deuna quinceañera en California, se veía al Javis contento y amuchos conocidos.

El aeromozo nos retira las bandejas con los restos de plás‐tico del desayuno y aprovecho para pedirle un whisky enlas rocas. ¡Por supuesto, guapo!, responde y me pregunto sieso cuenta como acoso. Regresa con mi pedido y un ¡aquítienes, guapo!, Yasel se ríe y vuelve a acomodarse para dor‐mir. No le doy importancia, porque tengo algo importante,un asunto trascendental, que dilucidar. Durante todo eltiempo en Dubái no he robado, no me gusta mucho esa pa‐labra, aunque sea la más precisa, no he sustraído más infor‐mación de las cuentas gestionadas por Best Partners. En esaoficina no intervenían gestores externos, pues tal era preci‐samente el rol de la sucursal; nada de ahí sustraje. Tampocohe realizado un balance de lo que ya tengo acumulado en eliPhone 5s, que se quedó guardado en el armario. Y esteviaje me ha hecho perder el ánimo de seguir con un planque no tiene justificación. No, desde luego que no; teneruna cuenta en Le Palais, entrar en los anales de los grandescuentahabientes para los que se ha redactado un memo‐rándum de apertura ya no es razón suficiente para conti‐nuar con un plan con tan malos pronósticos; nunca lo fueen realidad. Las palabras proferidas por mi inconsciente y

212

Page 221: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

sólo escuchadas a través de un hueco de vigilia dejado porel sueño fueron una locura, un juego de mi ego que, porunos momentos, me sometió al impulso a cometer un de‐lito, mientras se le ocurría algún plan completo y digno derealización.

Lo mejor será dejar ese tema por la paz, nadie te ha descu‐bierto, llegando a casa, borras automáticamente todos losmensajes del WhatsApp y listo. Está decidido, empino elpequeño vaso con hielos de un sólo trago, enciendo laradio del sistema de entretenimiento en el canal de músicaclásica, me pongo el antifaz, las notas tenues de un pianome arrullan y mis pensamientos empiezan a rebotar en esafase donde soy yo, al borde de la vigilia, sobre el filo de unacatarata unos segundos antes de tirarme al sueño; unos se‐gundos donde las ideas inexploradas durante un estado deconciencia salen a flote, decenas de ellas en segundos. Enese instante, imagino las transferencias de miles de dólares,que no son otra cosa que mensajes SWIFT, datos transmi‐tidos por redes alámbricas e inalámbricas, que viajan a má‐xima velocidad de un país a otro, y la acumulación desolicitudes de transferencia de billones y billones en ungran sistema llamado CHIP que, una vez compensadas lassolicitudes recíprocas, provenientes de la telaraña debancos del mundo, realiza la GRAN TRASFERENCIA deun banco a otros. Todo viaja a gran velocidad y con pocasrestricciones por Estados Unidos, Latinoamérica, Europa,Medio Oriente, África y Asia. En cambio, la gente que seatreve a moverse de su país es mal vista, censurada, dete‐

213

Page 222: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

nida, apresada y torturada, a menos que su migración seapara traer cash para un sistema financiero hambriento.¿Pero qué más grande riqueza puede entrar a un país, a sufrontera política, que un humano de más allá; uno capaz ydispuesto a trabajar en cualquier cosa a cambio de lo mí‐nimo para vivir dignamente, porque en su lugar de origen,donde comenzó una gran odisea, apenas sobrevivía?

La vida humana no tiene precio, se suele decir, por lo queexiste una gran contradicción en la posibilidad de hacerpasar dinero, ilícito o lícito, de una nación a otra, y dejarloestancado ahí, a que sude, como se dice, ganando interesesy dividendos en una estrategia de trading y, por otra parte,en las altas restricciones, fronteras, muros y la brutalidadde los Estados, que impiden el libre tránsito y estableci‐miento de los humanos. Ejemplos como los abuelos deMedhi, Yasel y su familia, mi abuelo, el Javis, y todos losmigrantes en busca de mejores condiciones de vida, apa‐recen todos los días en los diarios y las redes sociales. En elcaso suizo, por ejemplo, el dinero puede viajar sin obs‐táculos desde cualquier país, industrializado, en vías dedesarrollo o subdesarrollado y quedarse ahí, de manera de‐finitiva. En cambio, las personas más necesitadas no gozande ese privilegio, no obstante que al final del día, muchodel dinero estancado, como una res en engorda, no es otracosa que el tiempo de muchos invertido en trabajo. No pre‐cisamente del trabajo de los cuentahabientes, pues losfondos que son producto de la corrupción pertenecen auna ciudanía y, por tanto, esos bienes fueron posibles por

214

Page 223: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

el tiempo invertido por un grupo de individuos en su pro‐ducción. También en el caso de las fortunas de negocios, elderecho a las utilidades de una gran compañía no quieredecir que éstas representan el tiempo de trabajo de un ac‐cionista, esas ganancias personifican el tiempo laboradopor todos los involucrados. Y si a unos les reparten menosy a otros más, es porque el sistema protege el ingenio, losestudios, el nepotismo, el capital, el derecho de la pro‐piedad privada.

No estoy haciendo acá una apología del comunismo, quesabemos no funcionó, ni funcionará, porque al final, la ma‐yoría y en el mayor de los casos, somos seres egoístas, preo‐cupados por nuestra supervivencia y comodidad familiar,no por la colectividad. Ya decía el profesor Maurice, “todomundo defiende sus intereses de clase”, otra de sus grandesfrases, sería absurdo que un obrero defendiera a capa y es‐pada los intereses de un millonario y viceversa.

Esto me divierte, antes de lanzarme al sueño, descubriendoesa contradicción de la humanidad: el dinero puede viajar yasentarse si lo desea, su rol es multiplicarse donde mejor leconvenga. Aún la mayoría de los animales pueden migrar yatravesar las fronteras artificiales de los Estados, pero a lagente no le está permitido migrar para florecer en otroscampos (excepto a los europeos dentro de la zona Schen‐gen, que es un excelente ejemplo de favoritismo, clasismo yracismo). También pueden emigrar con más facilidad lostrabajadores calificados, esa clase a la que me he unido,

215

Page 224: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

aunque tal concesión no es por solidaridad entre los Esta‐dos, sino parte de la estrategia de acaparamiento de cere‐bros del tercer mundo, para drenarlos aún más.

Creo que lo tengo… ahí está, la fotografía de la sala Arve,con las mariposas monarcas, las grullas canadienses, los ca‐ribús y las ballenas jorobadas: “En Movimiento” a través deNorte América. Si las mariposas y las grullas se desplazanpor encima de la frontera es por sus alas; las ballenasporque aprovechan la baja fricción del agua y las escasasbarreras físicas en el océano, los caribús no tienen alas, niviajan por aguas, pero tienen la potencia, la fuerza nece‐saria para recorrer miles de kilómetros. Hay que darles alas,agua y fuerza a los migrantes. Bien dijo Max, el dinerosirve para comprar el libre pasaje entre países cuando seavecina el holocausto. Quizás ése sea el fin que justifiquemis medios.

216

Page 225: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

E

2 2

n el WhatsApp del otro Lucio, aquél guardado en elarmario dentro del bolsillo de un abrigo durante mi

ausencia en Dubái, hay cuarenta mensajes, y en cada unode ellos las coordenadas de una cuenta administrada porBest Partners. Amalia no se ha percatado de que tengo unnuevo celular; no quiero involucrarla en este asunto, nidarle explicaciones falsas. Es muy inteligente y no creeríauna historia cualquiera. ¿Qué diría yo? No lo sé, la justifica‐ción más plausible para portar más de un celular es ocultarla existencia de una amante que te llama a un número se‐creto. Eso no habría necesidad de inventarlo, pues sería laprimera línea de investigación de cualquier pareja. Tendríaque admitir una falsa teoría, para protegerla, y eso signifi‐caría el fin de nuestra relación.

De ahí la dificultad de mantener el teléfono oculto cuandocarga batería. No sucedería nada si lo dejo apagado todo el

217

Page 226: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

tiempo; los mensajes llegarían, uno a uno, al encenderlo.Pero me siento más tranquilo cuando se queda encendido ybajo contraseña, por lo que, si se presenta la necesidad dellenar la pila, conecto el nuevo mobile al viejo cargador,detrás de la mesa de noche, y lo escondo debajo del col‐chón. Una vez que esté repleto de energía a mi regreso deLe Palais esta tarde, lo meteré a la maleta dentro delarmario.

En Le Palais, las cosas marchan bien. Charlotte quiere darpor terminada la revue Aar y negociar con el DOJ unamulta cuanto antes. Aún queda cerca del veinte por cientopor revisar, más las cuentas en las filiales de Hong Kong,Luxemburgo y Nassau. Según el cálculo de Arnau, los re‐sultados estarían listos entre agosto y septiembre, y aunqueusualmente mal-estima, creo que acertará esta vez, pues sehan agregado cinco nuevos revisores al primer nivel y pro‐movido tres al segundo. La sala Aar está a su capacidad má‐xima, el aire acondicionado comienza a ser insuficiente y,en la cocineta, ni la barra, ni el café, ni la canasta de frutasexóticas alcanzan para todos. Desde nuestro regreso delEmirato, Celine se queja del incremento de la población;no de la de cuentas norteamericanas, sino de la poblaciónde revisores en la sala Aar. Está contenta de vernos, perolamenta que le robemos una porción del aire que respira yde los pains au chocolat que escasean en los apretadoscoffee breaks. De ahora en adelante, tendremos que al‐morzar en tres tandas, dice. Yasel les advierte a los reciénpromovidos second level reviewers que, en la revue Aar, la

218

Page 227: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

antigüedad tiene prioridad sobre el nivel, por lo que Ce‐line, Medhi y Lucio continúan comiendo en el primerservicio.

En efecto, Celine y yo aún somos first level reviewers.Medhi regresó a sus labores de mantenimiento del cuestio‐nario y asignación de tareas. Las relacionadas con BestPartners aparecidas durante mi ausencia, diez, las apar‐taron para que las revisara a mi regreso. Los suizos creenfirmemente en la eficacia y eficiencia que viene de la espe‐cialización y, por ello, yo sigo siendo la persona designadapara lidiar con el gestor externo más famoso del banco.

Me pongo “ojos a la cuenta” y encuentro confort al leer losnombres de esos personajes, viejos conocidos: el assestsmanager de camisa hawaiana, el notario panameño con elavión privado, el yate en los Cabos y el ejecutivo de Le Pa‐lais que se hace el disimulado. Las mismas estrategias deocultamiento de fondos: tarjetas de débito y teléfonos celu‐lares pre-pagados en Suiza, compañías off-shore, testafe‐rros y en las más recientes se habla de bitcoin; BestPartners pregunta sobre la criptodivisa y el empleado delbanco opina que se trata de un fraude, de un ponzi schemey recomienda seguir con el oro, o ponerse en contacto conun verdadero hedge fund en caso de desear un cambio enla estrategia.

Mis viajes al retrete como de costumbre. Mando mensajesde WhatsApp al teléfono de Lucio en casa, cada hora. Se havuelto bastante sencillo robar información en este lugar,

219

Page 228: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

reflexiono y me pregunto si alguien más implementa unplan parecido; ahora somos veinte revisores en el proyecto,a más de uno le habrá pasado por la mente. ¿Y si Max se lopropuso a alguien distinto? Es poco probable, los suizosjamás lo harían, ni lo ofrecería a uno de ellos. Celine, quees francesa, podría ser un buen canal, pero eso implicaríadejar a sus pequeños mientras ingresa como mula a EstadosUnidos. ¿Alguno en la segunda generación de revisores?No los conozco bien. Sé que entre ellos hay un inglés,miembro del equipo de trusts en el despacho, que Enzoacaparó recientemente. Para él, sería más fácil establecercontacto con las autoridades americanas que para el resto,aunque muy difícil colectar la información, pues su llegadafue reciente y yo ya concluí la revisión de gran parte de lascuentas Best Partners; habría que buscar un modo real‐mente sofisticado para burlar a Arnau y a los medios de se‐guridad que se interponen en su camino. ¿O quizá Max hadesistido a su cometido de propiciar la denuncia ante elIRS? Es probable. Yo mismo había tirado la toalla hacepoco y vuelto al ring unos minutos después, gracias a esavisión desatada por la fotografía “En Movimiento”; graciasa esa alucinación que me asaltó entre la vigilia y el sueño,en el avión de vuelta, y que vino a dar un real y legítimomotivo a mi robo hormiga.

La mejor forma de saber sobre qué terreno piso ahora seríaentablando una conversación con Max. Hace semanas queno hablamos y no me sorprendería que retomara el temade una nueva invitación a cenar en nombre de Susan. Este

220

Page 229: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

jueves, luego de la reunión con el Review Committee, du‐rante el almuerzo en la sala Aar, propiciaré nuestro en‐cuentro.

La presentación ante el Comité de Revisión se desarrollasin imprevistos. Presento las diez cuentas Best Partnerspendientes, me felicitan por mi destreza, 3.3 por día, casiuna arriba del promedio (aunque con mi especialización enel gestor externo, era de esperarse, opina Arnau, menos‐preciando mi logro). Me retiro de la sala Arve, regreso a lasala Aar, y me pongo a chismear con Celine, quien siempreaprovecha para tomarse un receso, mientras transcurre lasesión a tan sólo dos puertas. Hoy no quiere juguetear, estátriste, melancólica, quizás en sus días. Me confiesa que nosextrañó, a nosotros y al equipo que partió a Montevideo,que se siente relegada en el primer nivel, que Klara estuvopocos días acá, porque hay otros bancos en la misma situa‐ción que han contratado los servicios del despacho y lapasó metida en uno de ellos, preparando la conformaciónde un segundo equipo. Su último comentario me deja pen‐sando. Esto de los equipos en otros bancos sí que es noticia.Me mortifico, no quisiera dejar Le Palais, ni continuar conesto de la revue en otro sitio. Ésta será la primera y la úl‐tima de las auditorias bancarias que yo ejecute; tengo lo su‐ficiente para no volver más a ellas. Pero no digo nada alrespecto, sólo la reconforto, asegurándole que eso de losniveles no significa nada a los ojos de Enzo y, si le interesa,

221

Page 230: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

seguro él renovará su contrato como revisora en esos otrosbancos, porque tiene bastante experiencia ahora y una pre‐sencia regia que queda perfecto con el banking style. Mesonríe, empieza a reconfortarse, está por lanzarme una deesas miradas acompañadas de una provocación perversa,cuando Willem aparece inesperadamente por la puerta, in‐terrumpiendo otro encuentro íntimo con Celine.

El Review Committee desea ofrecer a los revisores enDubái una felicitación por nuestra labor. Medhi y yo nosunimos con Yasel, para escuchar lo complacida que Char‐lotte está pues, en términos de relaciones estadounidenses,el banco salió ileso y, en lo que respecta a las cuentas li‐gadas a los gobiernos en el Magreb, la cosa se está endere‐zando poco a poco gracias a nuestro buen ojo. Para festejarel éxito en la región, el chef nos tiene preparado hoy unassortiment de mezzes libaneses y turcos. Enzo no podráacompañarnos porque, como lo anticipó la francesa, debepasar a otro banco, también investigado, donde una nuevarevue está por comenzar. Salimos un poco de la sala, entretanto el servicio de cocina instala el mantel, la vajilla, loscubiertos y los carritos de comida ingresan. En el pasillo,donde no debemos levantar la voz, por tratarse del piso declientes, Max me aborda para reiterar sus felicitaciones, es‐pecialmente por el descubrimiento de la cuenta política‐mente expuesta.

Ya en la mesa, sentados uno a lado del otro, frente a pe‐queños platos con humus, que Max evita, pues le inflama el

222

Page 231: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

vientre, baba ghanoush (me encanta la berenjena asada,dice), faláfel (de éste no soy fan, me parece una croquetafrita cualquiera, con más sabor a aceite que a garbanzo, estolo digo yo), labneh (el jocoque me gusta y es casi tan buenocomo el que preparaba mi abuela, él), tabulé (muy ad hocpara el verano, también Max), olivas como nunca probé(yo), de frente a esta variedad de platillos libaneses, Maxme confía que cuando era más joven, a finales de los no‐ventas, participó en las reclamaciones entabladas por elCongreso Mundial de Judíos contra los bancos suizos. Eltema saltó a la mesa cuando le pedí su opinión respecto delas dificultades que tenían los nuevos gobiernos para re‐clamar a Suiza la restitución de los fondos producto de lacorrupción de una dictadura saliente. Eso no es nadanuevo, exclamó, al término de la Segunda Guerra Mundial,millones de francos de judíos fallecidos durante el holo‐causto, se quedaron varados aquí. En algunos casos, losbancos se negaron a reconocer a sus herederos a falta decertificado oficial de defunción. ¿Lo puedes creer, cómoiban a conseguir los sobrevivientes la atestación de lasmuertes en campos de concentración, de los asesinados enbarrios judíos de resistencia o en algún camino de la diás‐pora? En otros casos, los sobrevivientes sabían que sus an‐cestros mantenían dinero en bancos suizos, pero noconocían en cuál de ellos, y sin números o montos, les ne‐garon información bajo la excusa del secreto bancario. Porcierto, ¿sabes de dónde viene tal secreto? No, le respondo.De una decisión del Gran Consejo de Ginebra que, en

223

Page 232: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

1713, prohibió a los bancos revelar información privada desus clientes. Ya veo, me intereso por el dato. Así es, tomaun sorbo del jocoque para beber, y sigue diciendo que, enlos años noventa, esos dineros estaban a punto de conver‐tirse en bienes mostrencos y pasar a manos del GobiernoSuizo, cuando los judíos de América, herederos de los se‐guros de vida y las cuentas, comenzaron una class actionen Brooklyn, a la que se le unieron otros juicios abiertos enNueva York, California y DC, en los que también se recla‐maba una indemnización por las obras de arte y el oro pro‐piedad de particulares judíos, que había sido comprado porindividuos, bancos y galerías de arte de este país a losNazis.

Así como lo oyes, continua Max emocionado, el gobiernode Hitler despojó ilegalmente a las minorías, ente ellos a losjudíos, del oro, arte y joyas que poseían en Alemania y enlos países invadidos. Y los helvecios, en contra del derechointernacional y su posición “neutral”, compraron muchosde estos bienes, haciendo posible el financiamiento Nazi.Aquí, la primera reacción fue la negación. En relación aloro y los objetos de arte o joyas saqueados, la posición fueque esa reclamación ya había sido arreglada con los go‐biernos de los Países Aliados, vencedores en la guerra, yque sin reconocer responsabilidad al respecto, pues era im‐posible para Suiza, según su perspectiva, saber qué partedel oro comprado a Hitler había sido confiscado a los paísesanexados, conforme al derecho de guerra, y qué parte sa‐queada de sus habitantes, se había pagado ya más de dos‐

224

Page 233: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

cientos millones de francos como una contribuciónvoluntaria para la reconstrucción de Europa.

Pero los herederos judíos, no se dieron por vencidos. Re‐chazaron la oferta del Gobierno Suizo de transigir por tansólo treinta y cinco millones de dólares (monto que losbancos helvéticos habían calculado como balance en lascuentas mostrencas judías después de la guerra) y consi‐guieron el apoyo de personajes claves en el Senado y el Go‐bierno de Clinton. El juicio y las negociacionescontinuaron paralelamente, y no fue sino la amenaza delContralor de Nueva York de desinvertir los fondos del Es‐tado de los bancos suizos y revocar sus permisos paraoperar en Manhattan, lo que finalmente llevó a un arreglode 1.25 billones de dólares, pagados por los bancos helve‐cios a un trust, en beneficio de los reclamantes judíos.

El Gobierno acá se rehusó a participar en dicho arreglo.Luego, como quien padece el remordimiento, incorporóun fondo especial por cientos de millones de francos paralas víctimas del holocausto. También comisionó la consti‐tución de un panel de historiadores independiente, cono‐cido como la Comisión Bergier, para el estudio de larelación de Suiza con la Alemania Nazi. Y bueno, el reportefinal arrojó lo que la comunidad judía ya conocía: las em‐presas suizas en Alemania siguieron las políticas de ariani‐zación al pie de la letra; en Ginebra y Zúrich secomercializó la mayoría del arte propiedad de judíos en es‐tado de necesidad o que les fue ilegalmente confiscado du‐

225

Page 234: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

rante la guerra; los bancos acá financiaron la producción ycompra de armamento alemán con la adquisición del orosaqueado a la comunidad hebraica o extraído ilegalmentede los Estados anexados; el Gobierno Suizo negó refugio amiles de judíos que eventualmente murieron en campos deconcentración; la conclusión fue una vergüenza bien ocultay de la que aún no se recuperan, opinó Max.

226

Page 235: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

C

2 3

ontra mis expectativas, Max no mencionó palabra ohizo alusión alguna acerca de su propuesta de de‐

nunciar a Best Partners ante el IRS. Terminamos el al‐muerzo de mezzes juntos y se despidió con un hastapronto. Presentía yo quedaban pocas cuentas gestionadaspor BP y quizás era tiempo de contactar a las autoridadesestadounidenses, pero ¿a quién?, ¿en dónde?, ¿cómo?,¿cuándo, exactamente? Esperaba que el gringo me asistieracon información valiosa para contestar mis preguntas, elnombre de una persona, un lugar, una fecha con hora, unaclave secreta o, al menos, otra de sus pistas para descifrarun plan. Fue él quien mencionó que se ofrecían recom‐pensas a los denunciantes; se suponía que debía ayudarme acontactar a la persona indicada.

Nada dijo al respecto, de forma expresa o tácita. Quizá co‐metí un error; debí decirle, de manera implícita, que ya

227

Page 236: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

tenía lo suficiente para compartir con el IRS. Pero no erauna opción, sería muy riesgoso, pues aún cabía la posibi‐lidad de que él hubiera sido instruido por Charlotte paraaveriguar si le mexicain era de confiar, y que se tratara deuna trampa preparada por Le Palais. De mí se desconfiódesde el primer encuentro; no debo, entonces, decir ni insi‐nuar nada hasta estar fuera de Suiza, me había aconsejado amí mismo.

Si Max desea ayudarme en esto, debe hacerlo sin recibiruna aceptación ni agradecimiento explícito de mi parte.Debo ser paciente, aguardar otra de sus pistas, estar atentoy no decir gracias, simplemente observarlo con esa miradade you are crazy, ¿de qué estás hablando?, ¿qué tiene quever él o ella conmigo?, ¿sigues pensando en esa locura?,sólo mirarlo así, sin emitir palabra, dejando que suelte lasopa, una señal que, de resultar cierta, funcionará en Es‐tados Unidos, y si, por el contrario, es parte de una trampa,no me incriminara el sólo escucharla.

¿Y si el loco soy yo? ¿Si nunca me dio pistas, y ésas que creípercibir en el pasado no fueron tales? ¿Y si soy yo el chi‐flado que se inventó el consejo de sacar todo por medio deWhatsApp? La posibilidad existe. Quizá la intención deMax no era sugerir eso; podría tener un plan distinto derobo de información que no seguí, pues nunca acepté, contérminos inequívocos, su propuesta de delatar a Best Part‐ners. Su desencanto al no obtener una solicitud precisa demi parte pudo desilusionarlo y, por la misma razón, no

228

Page 237: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

mencionó nada relacionado en el almuerzo. También porello la posibilidad de que su plan, cualquiera que haya sido,como espía del DOJ, proxy de Le Palais o por convicciónpropia, no tenga más sentido. Eso no lo sabré nunca, amenos que se lo pregunte, pero esa no es una opción porahora. En todo caso, a falta de otro contacto, quedo obli‐gado a concebir e implementar mi propia estrategia dedelación.

Amalia nota que algo no va bien conmigo. El ejerciciomental de buscar la mejor manera de comunicarme con elIRS, ésa que no involucre riesgos, aprehensiones en Suiza,escándalos en las noticias, ésa que asegure mi anonimato yuna recompensa en favor de los migrantes del mundo, meha hundido en el silencio. El verano ha llegado y con él,nuestras visitas a donde el italiano de los helados de Ca‐rouge por las tardes. Ella sugiere los temas de conversa‐ción, los dirige y me saca de mi mutismo abrupto, de misreflexiones de método, de una escena imaginaria más, en laque negocio con agentes americanos la entrega de lascuentas Best Partners y el estímulo correspondiente. Seburla de mi necedad de pedir por cuarta ocasión consecu‐tiva, en tan sólo una semana, dos bolas de gelato saborgianduia en cono, por favor, justo como lo pronostiqué unaño antes. Me pregunta qué pasa, por qué no refuto sus re‐criminaciones de ser un convencional, un burgués de ran‐cho. No hay nada que hacer, le digo, cada quién defiende

229

Page 238: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

sus intereses de clase, y ahora me he convertido en eso, enun pequeño burgués expatriado, en un menudo cerebro enel exilio, y es lo que me queda bien como felicidad. —Además modesto —Amalia me echa en cara. Por eso dije“menudo”, le aclaro, pues eso sí, debes reconocer mi fran‐queza. Ella reconoce mi cualidad de la autoconciencia, de laautocrítica de mis males y defectos, aunque no haga nadapara enmendarlos, pero no mi franqueza, insiste en quealgo oculto. ¿Qué te tiene tan pensativo? Tomo unos se‐gundos para responder, planeando una respuesta que ladeje satisfecha, ésa que me crea yo mismo, aunque sea unpoco, y me ayude a dejar a un lado mis visitas solitarias, re‐currentes y prolongadas al tema Best Partners. Esta ma‐ñana, Arnau anunció los nombres de quienes viajaremos aLuxemburgo el próximo lunes. ¿Y?, exclama Amalia. Mehubiese gustado que vineras conmigo, intenté pedírselo,pero Medhi me disuadió (qué mentira tan grande acabo dedecir, y con qué gesto de verdad tan verdadera, qué pleo‐nasmo), tú sabes, por temas de confidencialidad. Ella memira y su mirada no me dice nada aún; hay un lapso decinco segundos de incógnita, de ignorancia acerca del te‐rreno pisado. Finalmente, su rostro irradia un gesto deagradecimiento por mis buenas intenciones. Nunca me di‐jiste que querías te acompañara a uno de esos viajes, añadea su gesto. Claro, dudaba que fuera posible, por eso nuncalo propuse. Se conmueve de mi frustración ante las es‐trictas políticas de secrecía del banco que le impiden acom‐pañarme y de que éstas sean la causa de mis repentinas

230

Page 239: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

distracciones. No pasa nada, me asegura, el verano es largoy podremos hacer nuestros propios viajes; ¿has dicho que lafamosa revue casi termina?, pronto estarás libre, para mísola, en nuestro apartamento, las vacaciones fuera son se‐cundarias. Me besa, su beso largo y mojado dilata mi pupilay tomo conciencia de la espléndida noche que comienza acubrirnos, de los olores a pino y de la bise que acarrea aguadesde el lago (lo sé, soy un tramposo que mantiene los ojosabiertos durante un beso) y que, sin embargo, no soy capazde abrazar, de apreciar al máximo, a causa del maldito per‐sonaje de soplón que he adoptado.

No fue fácil disimular mis cavilaciones tempestivas. Mehabía convencido de la entrega de información secreta alIRS a favor de la causa migrante, pero una cuestión dis‐tinta éramos nosotros, Amalia y yo. ¿Qué pasaría si mi es‐tancia en Estados Unidos se prolongaba? ¿Y si fueraproscrito del suelo helvecio para siempre? Nada garanti‐zaba nuestra continuidad más allá de nuestro apartamentoen Rue de la Tour; ese espacio sagrado que nos unía a dia‐rio. La reproducción exacta del cotidiano me colmaba dedudas acerca de nuestra capacidad para reinventarnos enotro sitio. Encontrarnos en casa, ahí en la cocina a la queconcurríamos todas las noches como asiduos feligreses auna capilla, nos brindaba confort y, en la misma medida, elmiedo matutino de despedirnos se incrementaba. Ella solíapartir de casa dejando votos de amor escritos en notas dis‐puestas sobre la mesa a un costado de mi desayuno, a lasque yo correspondía con un “hasta esta noche, melocotón”,

231

Page 240: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

como si el refrendo matinal de nuestro idilio fuese un sorti‐legio imprescindible para reencontrarnos en el ocaso. Du‐rante mis ausencias prolongadas, Amalia no cenaba, ibadirecto a la cama sorteando la estufa y el refrigerador a todacosta: no vale la pena cocinar para una persona y apro‐vecho para hacer dieta, decía ella, y yo sospechaba una su‐perstición mayor que le impedía transgredir nuestro ritoconjunto más íntimo.

Padecemos dependencia emocional, adicción a un espacio yuna rutina, nos diagnostiqué, sólo algo radical podrá curar‐nos, echarnos de nuestro placentero reino de pareja expa‐triada DINKY: double income, no kids yet, sólo un cismanos permitirá reconocernos tal como fuimos, más allá deese rincón amueblado: un latinoamericano provincianocuya ilusión de viajar lo llevó a franquear las barreras de sucondición, una chilena capitalina educada para mudarse aEuropa algún día. Comencé entonces a convencerme deque la delación de Best Partners podría propiciar ese cata‐clismo necesario para poner a prueba nuestro amor aquímismo o, en el peor supuesto, allá, del otro lado delAtlántico.

232

Page 241: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

A

2 4

rribamos en un avión pequeño de apenas setentaplazas, repleto de financieros y economistas con sus

pequeños maletines y ultra delgados teléfonos y laptopsque, sin embargo, apenas caben en los compartimentos dela cabina. Hay dos asientos de un lado y un asiento indivi‐dual del otro. Me tocó pasillo y fui una vez al baño en elbreve trayecto de cincuenta minutos. Al aterrizar, tuvimosproblemas para sacar el bolso de Klara del compartimentosuperior. Su sombrilla se abrió dentro y quedó atascadacomo un garrote en las fauces de un cocodrilo. Gracias a laayuda de la única azafata, sí, sólo había una para todo elavión, visiblemente acostumbrada a lidiar con el tipo deeventualidad, pudimos liberarlo. Recogimos nuestro equi‐paje de las bandas y nos pusimos en ruta hacia el hotel enuna minivan conducida por Medhi, quien vino a buscarnosal aeropuerto.

233

Page 242: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Es domingo por la tarde y mi primera impresión de laciudad es apocalíptica. No hay nadie en las calles; ni un sóloauto nos acompaña en la carretera. Tampoco se ven pea‐tones por las aceras o cruzando los pasos de cebra. Medhinos explica que en Luxemburgo se invierte y deposita eldinero de muchas cuentas en Euros de Le Palais. El ducadotiene una tradición bancaria casi tan antigua como la suiza.Con escasas hectáreas, alberga miles de fondos de inversióny cientos de bancos, de los cuales la mayoría son subsidia‐rias o sucursales de firmas extranjeras. El camino hacia elhotel es un verdadero bosque de corporativos internacio‐nales y todo es tan limpio, moderno, ordenado y solitario,en pocas palabras, insípido, que de repente Ginebra me pa‐rece una metrópoli vibrante y con gracia.

Ingreso a mi habitación con esa curiosidad de descubrir loque será mi hogar de noche por los próximos días. Está im‐pecable y huele bien. La alfombra pulcra, la cama grande, elpequeño escritorio y la salita de té de maderas finas, el de‐talle del chocolate sobre la almohada. El baño con las llavescromadas y el cristal de la ducha también perfectos, sin ras‐tros de agua, el lavabo brillante, los jabones, los champús yel kit de higiene con el emblema de la cadena hotelera quesaltó a la fama mundial hace poco, cuando el antiguo pa‐trón del Fondo Monetario Internacional fue detenido en elmismo hotel en Nueva York, por la presunta violación deuna mucama, una señora afroamericana. Había rastros desemen por toda la habitación y el baño, pero especialmenteen el delantal de la camarera. Me pregunto si los banqueros

234

Page 243: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

tienen alguna preferencia por alojarse en una franquicia enespecífico, o es una coincidencia que nos hospedemos aquí;nos quedaremos en el Sofitel porque se puede ir andandodesde ahí al banco, había aclarado Klara.

Deshago la maleta que usualmente sirve de resguardo alcelular del otro Lucio y que dejé, para la ocasión, en casadentro del bolsillo de un abrigo. Voy hacia la ventana, re‐corro la cortina traslucida y veo, en diagonal, cruzando unaavenida desierta, un complejo de edificios de un color entrerosa y naranja de tres pisos, acomodados como una barri‐cada a lo largo de unos doscientos metros, que sirve de an‐tesala de otro edificio más alto y con la misma extensión delargo y que me resulta familiar. Abro la aplicación demapas en mi viejo celular y, enseguida, me viene el re‐cuerdo; había olvidado que estuve en Luxemburgo antes.Se trata del Tribunal de Justicia de la Unión Europea quevisité en un viaje de escuela hace años. Me asalta la melan‐colía de recordar el interior de su enorme sala de juicios yese primer año en Europa, con poca plata, pero mucho en‐tusiasmo por todo lo que descubría aquí. Era invierno yvestía una chaqueta pasada de moda, bombacha y decolo‐rada, muy distinta a los abrigos elegantes, ligeros y cálidosque portaban mis compañeros de clase, quienes fanta‐seaban con conseguir un empleo de asistente de algún abo‐gado general del TJUE y de ahí ocupar todos los cargos quese interpusieran hasta alcanzar la posición de juez. Yo nosoñaba con eso, no tenía la nacionalidad requerida para as‐pirar a tanto (pues la nacionalidad limita el catálogo de sue‐

235

Page 244: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

ños). Ahora me da nostalgia mirar el mismo edificio quepisé diez años antes desde otra perspectiva. Lo que se vedesde la ventana de mi habitación es el costado sur yaquella vez entré por el noroeste, donde se alzan las astasque sostienen las banderas de los países miembros. Meimagino parado allá en la entrada principal, y trato de re‐cordar si en aquel instante cruzó por mi mente la idea, o almenos un presentimiento, de que algún día regresaría enlas circunstancias actuales.

No es la primera vez que sucede, también durante eseprimer año de intercambio estudiantil en Europa visité Gi‐nebra con un colega, muy agradable y culto, ligado a unacongregación conocida por su radicalismo. Llovía y hacíaun viento espantoso. Fue mi primer encuentro con la bise,aunque entonces desconocía el nombre del fenómeno na‐tural ginebrino. Descendimos del tren y mi compañero deviaje sugirió que visitáramos primero el Parc des Bastions.Era también domingo por la tarde y la ciudad me pareciótan desolada como Luxemburgo hoy. Al acceder al parque,mi compañero se perdió entre las veredas como si buscasealgo. Lo dejé adelantarse, me tomé el tiempo de admirar labonita estructura metálica en forma de invernadero del res‐taurante próximo a las cancelas de la entrada. Cuando loalcancé, había brincado ya la fosa de agua que protege elMuro de los Reformadores y, sobre el delgado pedestal delbloque central de estatuas, agarrado con la mano izquierdadel pie derecho de Guillermo Farel, apretando con su manoderecha un paraguas, lanzaba golpes a la estatua de Juan

236

Page 245: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Calvino como si se tratase de una piñata. ¿Qué haces?, legrité asustado por la posibilidad de que la policía llegara desúbito. ¿No lo ves?, por culpa de estos paganos la iglesiaperdió fuerza en el mundo, me contestó. Qué asno eres,exclamé enfadado y me alejé hacia el lado opuesto del par‐que, donde está el antiguo edificio de la universidad. Re‐cuerdo que en esa ocasión si deseé volver, convertirmealgún día en estudiante de la Facultad de Derecho. Nuncaestudié en Ginebra, pero desde que ahí vivo, utilizo elparque de Bastions como un atajo entre mi apartamento yel centro de la ciudad. Y cada vez que paso delante delMuro de los Reformadores, recuerdo al tipo aquél, lo idiotaque era al final del día, lo peligroso de la malinterpretaciónreligiosa y pienso que, quizás, el puro deseo de regresar aese lugar, experimentado en aquella misma ocasión, mehizo convertirme en lo que soy ahora.

Las carpetas preparadas por el equipo de seguridad e ITcontenían las mismas secciones de aquellas conformadas enGinebra, Dubái y, al parecer, también en Montevideo, conla única diferencia de que, en esta ocasión, por error o indi‐caciones explícitas del director de la filial (nunca supe lacausa), se incluían en ellas los reportes de las visitas reali‐zadas por los ejecutivos a los clientes. Nosotros sabíamosque esos reportes de reuniones más allá de las fronterassuizas existían; una pregunta del cuestionario sugería queun viaje del gestor a Estados Unidos, mencionado en la co‐

237

Page 246: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

rrespondencia, era un indicio relevante. También está‐bamos al corriente de la política interna para los gestoresde realizar tales reportes a mano y de archivarlos bajo llave.Sin embargo, Charlotte había indicado que no era perti‐nente considerarlos en nuestra auditoría, pues constituíanun secreto industrial del banco, parte del know-how, sinconexión con los números de cuentas y montos analizados;así que las carpetas en Ginebra y otras filiales no los in‐cluían. Nadie externo conocía el contenido de esos reportesy si el DOJ insistía en obtenerlos, Le Palais se negaría a en‐tregar algo que no existía ni en formato físico o electró‐nico, los americanos se enterarían de la cultura oral delbanco, inspirada en la preservación del medio ambiente,que desfavorecía la utilización innecesaria de papel,muestra de ello es el Premio de fotografía que es otorgadocada año a los mejores fotógrafos del mundo salvaje. Todoera una mentira, sospechaba yo. Le Palais había propiciadola deforestación de varias hectáreas de bosque al ordenar laimpresión en papel de todas las cuentas auditadas por elequipo en la sala Aar, como parte de su política de protec‐ción del secreto bancario. También Charlotte había insi‐nuado que el día en que el DOJ solicitara los reportes devisita redactados a mano, éstos se convertirían en cenizas,mostrando la escasa preocupación del banco por limitar lasemisiones de bióxido de carbono.

Los reportes de esas reuniones en el extranjero pasaron pornuestros ojos y constatamos que la madame tenía razón enun punto: las páginas de libretas llenadas con el puño y

238

Page 247: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

letra de sus empleados reflejaban que la evasión fiscal eraun verdadero modelo de negocios del banco o, al menos, demuchos de sus autores. Un auténtico savoir faire relacio‐nado al cumplimiento de una estrategia de seducción declientes que incluía el tour de los gestores por regiones, nosólo en Estados Unidos, de incógnito, disfrazados de turis‐tas, con gafas de sol o anteojos innecesarios, dentaduras ybigotes postizos, pelucas para los calvos y, en algunas oca‐siones, hasta pasaportes falsos. En pocas palabras, si en losmemorandos de apertura se emulaban a los más celebresbiógrafos, los reportes de visitas a clientes competían conlas mejores novelas de espías jamás escritas. En la cuenta deDon Isto e Aquilo en Río de Janeiro, un gestor propone lautilización de un elevador secreto en el punto de reunión,un hotel híper lujoso en la playa de Copacabana, paraayudar al cliente a esconder dos portafolios con cinco mi‐llones de dólares. Y el empleado del banco aclara: el señorestaba preocupado de que fuésemos reconocidos pormiembros de la delincuencia organizada; hace poco fue ex‐torsionado por agentes del servicio tributario brasileño,temía que alguien supiera o sospechara acerca de la exis‐tencia de sus ahorros y nuestra visita.

Las mismas técnicas se repiten por doquier. Los gestorestienen contactos en muchos países, con mercenarios, tam‐bién empleados de otros bancos locales que conocen la co‐munidad de multimillonarios interesados en sacar susfortunas de ahí o en sofisticar sus inversiones. Organizanreuniones como las amas de casa que ofrecen la compra de

239

Page 248: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

utensilios tupperware o cualquier otro producto en unmultinivel, pero en este caso de lujo. Invitan músicos, ar‐tistas o actores reconocidos por los lugareños que fingensus fortunas, sirven caviar con champaña, el gestor da unapequeña charla, regala algunos viajes por Suiza, que in‐cluyen hoteles, trenes y teleféricos, y garantiza la más altasecrecía.

Todos nos quedamos con la boca abierta. Venimos a Lu‐xemburgo con la expectativa de una revisión fluida, enbusca de indicios que esperábamos encontrar con los ojoscerrados y nos topamos con los engranajes de una maqui‐naria secreta, utilizada en la evasión de impuestos, con unmodelo de negocios transmitido de generación en genera‐ción. En los reportes de visitas, ligados a contribuyentesestadounidenses, nos enteramos de técnicas empleadas enBrasil, Rusia, Malasia o México, debido a que los gestoreslas identifican con tales nombres: a la brasileña significautilizar un ascensor secreto en el hotel, a la rusa significa elpasaporte falso o el caviar en las reuniones, a la mexicanaes ingresar vestido de turista con la familia, etcétera. Johnse propone hablar con Max para que éste convenza a LePalais Ginebra acerca de la necesidad de proporcionarnostodos los reportes de visitas relacionados con las cuentas dela población; está convencido de que las conclusiones enGinebra hubieran sido distintas de haberlos tenido frente anosotros. Medhi le advierte que eso significaría postergarel final de la revue, pero eso es precisamente lo que John se

240

Page 249: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

propone: facturar más horas de trabajo en beneficio de sudespacho.

Mi única reflexión, es que nos hemos convertido en unajauría de perros en busca del bono anual. No nacimos así,pero el entrenamiento nos hizo. También a los gestores decuenta más jóvenes, los manipularon para hacerles ver queciertas estrategias les permitirían ampliar la cartera declientes, generar grandes ganancias y acceder a los bonosmillonarios del cierre fiscal. Sólo había que dar por sentadoque los nuevos clientes no intentaban evadir impuestos, sinpreguntar mucho al respecto, inventando nuevas razonespara la secrecía: inseguridad social, secretos de familias, he‐rencias discretas, etcétera. Se premia a los más deshonestosy se castiga al empleado honesto sin ambiciones, pienso.Del mismo modo que una secta religiosa premia a los into‐lerantes, los manipulados y dispuestos a cometer violencia,mientras que deprecia a aquellos que cultivan una fe libre yreflexiva.

No juzgo, no estoy tirando piedras a nadie; también soy unproducto de la manipulación de otros. “Todos yacemos enel fango, pero algunos miramos hacia las estrellas”, dijoOscar Wilde. Mi espectáculo estelar está por comenzar,porque voy a compartir algo de ese dinero escondido conquien de verdad lo necesita: los migrantes. Todos tenemosderecho a migrar y recibir ayuda en nuestra travesía.

241

Page 250: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

M

2 5

i corta visita a Luxemburgo detonó muchosrecuerdos de aquella primera estancia en el ex‐

tranjero. Había olvidado cuán difícil fue dejar mi hogar:papá no parecía convencido de la utilidad de estudiar de‐recho en un país donde las leyes eran otras, ni de mis capa‐cidades para formarme en un idioma distinto. Tuvimosvarias discusiones avivadas por los egos, antes de que todosnos convenciéramos de que yo no estaba hecho para conti‐nuar con el negocio familiar, ni para quedarme en nuestropequeño pueblo; sí, es nuestro, con cientos de parienteshabitándolo, no hay duda de ello. También había olvidadolas dificultades económicas que enfrenté los primerosmeses lejos de casa, los momentos de soledad, la margina‐ción involuntaria de mis nuevos compañeros de estudio yel racismo tácito de otros. Gracias a Dios, había sido criadoen un ambiente de competencia, en el futbol llanero donde

242

Page 251: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

las agresiones verbales y las riñas físicas de rutina habíanforjado algo de mi carácter; eso ayudó a soportar el camino.

Hasta ese viaje a Luxemburgo, estaba convencido de quela mía había sido una migración elegida, no forzada comopara la mayoría. Ahora creo que algunas migraciones sonmás urgentes o precipitadas que otras, pero en todas hayuna fuerza que nos empuja a dejar lo poco o lo mucho queposeemos atrás. Una fuerza provocada por la inconfor‐midad con una circunstancia, la cual desata la necesidadinterna de partir. Para algunos es la insatisfacción con lapobreza, para otros con la intolerancia de género, la vio‐lencia social o política, etcétera. Aún los llamados cere‐bros, emigran porque están descontentos con lascondiciones sociales o científicas de su país, porque suambición intelectual no es satisfecha en casa. Parece undeseo natural de muchos mudar de entorno, cambiarse así mismos, pues ya sabemos que, según Ortega y Gasset,uno es su circunstancia. Mi padre, por ejemplo, decidió ira la universidad, pues no quería pasar el resto de su vidaordeñando y pastoreando vacas como lo había hecho supadre, mi abuelo. Por eso se matriculó en los estudios decontabilidad en la ciudad más próxima. Yo también decidíestudiar aquí, allá y acullá, pues no quería pasar el resto demi vida vendiendo ladrillos, fierros y cementos como mipadre. Algunos hijos piensan que pueden superar a suspadres, y aunque no lo consiguen, creo que el mero deseo

243

Page 252: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

los convierte en entes originales: en su propia cir‐cunstancia.

Yo le robé mucho tiempo de trabajo a mi viejo y eso mepermitió cultivar el deseo de dejar mi país. Cuando mi ilu‐sión por el futbol terminó, en lugar de preparar los inven‐tarios, acarrear los costales de cal hasta el camión o atenderlas llamadas de los clientes, pasaba las horas leyendo guíasde viajes y literatura contemporánea. Alonso, el empleadode mi padre y caporal del negocio en su ausencia, elhombre de las frases más humanistas, el que no menos‐precia a la gente panda o chimuela y, por tanto, tampoco auna escoba de tales características, me solapaba, se hacía dela vista gorda cuando me ausentaba a estudiar en la bodega,entre los sacos de marmolina y cemento. Yo le decía queestaba estudiando y él me lo creía. Si mi padre me buscaba,él me encubría inventando algún quehacer, o diciendo queya me había enseñado a cortar viga con el soplete. Y graciasal tiempo que me robé soñando y aprendiendo cosas raras,me decidí a confesar a mis padres que lo mío estaba en otrolugar, más lejos y a taladrarlos con esa idea hasta que se re‐signaran. Así partí por primera vez con mis libros de de‐recho y francés bajo el brazo y una chaqueta bombacha ydescolorida.

Lo mismo sucede a otros migrantes. Aquellos que logranuna travesía exitosa por los extensos mares y desiertos,usualmente son auxiliados por almas solidarias y compa‐sivas que creen en ellos; por ángeles voluntarios quienes

244

Page 253: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

encuentran, en el esfuerzo de ayuda al prójimo, la plenitudpersonal, la felicidad en medio del padecimiento. Yo no soyuno de esos ángeles a los que pertenece Charles Stewart,uno de mis mejores amigos. No podría bajar a los desiertosy coger en mis brazos a un niño cansado, darle alivio a sucuerpo ardido, deshidratado y hacerle continuar en la cara‐vana. Tampoco podría ir por los océanos y tender mi manoa un prójimo para hacerle pasar de un viejo bote, a puntode colapsar, a un fuerte navío que lo lleve a tierra firme.

Mi ilusión de convertirme en un profesionista sobresa‐liente me despojó de los principios más elementales de soli‐daridad. Olvidé los gestos de altruismo constante de mamácon los más pobres de mi pueblo. Me tomé muy en serioeso de que me había convertido en un burgués y, por tanto,debía defender los intereses de mi nueva clase. Soy despre‐ciable. Haber olvidado los nombres de todos los niños enmi equipo infantil de futbol es despreciable. La mitad deellos vive ahora en Estados Unidos; estarán trabajando dosturnos, para poder enviarles suficientes remesas a sus vie‐jos, con las que puedan comprar un pedazo de tierra yconstruir una casita con los materiales que les vende mipropio padre.

Ahora tengo la oportunidad de reivindicarme y debo apro‐vecharla. No seré un soldado que pelea desde las trincheras,pero podría fondear la guerra con la ayuda del IRS.

• • •

245

Page 254: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

¿Qué será de mí después de esto? Es inútil pronosticarcómo podría ganarme la vida emprendiendo algo distinto ami oficio de jurista. Buscaré un empleo, haciendo lo mismoo, más bien, lo que hacía antes de la revue: recuperaré mipomposa auto denominación de litigante internacional enotro país, más allá del suelo helvético. En Estado Unidos,por ejemplo, parece improbable una sanción en mi contrapor asistir a su gobierno. Y en el peor de los casos, el de ex‐pulsión permanente del gremio jurídico internacional, con‐secuencia poco factible, en tal situación temida… eso seríaun verdadero revés. Pero sospecho no sucederá, y si acon‐tece ese escenario, saldremos adelante gracias a Amalia, asu mera compañía, a alguna novedosa idea para resarcir migran error, como en esa historia épica del filme Far andAway que vi repetidamente durante mi niñez, donde lavida de los personajes da mil vueltas, ella es rica y se vuelvepobre, él es pobre y se enriquece, se unen y fracasan, luegolos errores los separan, pero la tenacidad de ella y unanueva casualidad les ofrece un final juntos, esperanzador.

Así será, después de ese cataclismo que nos destierre delapartamento, Amalia se enamorará de mi otro yo, de éseque fue capaz de poner en juego (o mejor dicho, arruinar)su grandilocuente carrera profesional por una causa mun‐dial. Ella sacará la casta como una heroína moderna, ganán‐dose el pan de ambos en algún banco neoyorquino.

Me estremece mi imaginación, cruzo los dedos para es‐pantar ese mal augurio hollywoodense. Debo ser positivo,

246

Page 255: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

conservar la esperanza de que soy una simple pieza en elengranaje montado por Charlotte para hacer pagar a BestPartners los males atribuidos injustamente al banco. Sé po‐sitivo Lucio, Le Palais es un aliado, o al menos un neutralsin reproches: nadie te expulsará de ningún lado.

247

Page 256: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

D

2 6

espués de pensarlo por largo tiempo, llegué a laconclusión de que mi plan de entregar al IRS los

datos de las cuentas gestionadas por Best Partners no seríaposible sin la ayuda de Max. Decidí encararlo e informarleque todo estaba listo, esperar su reacción y correr el riesgode que hubiese sido una trampa. Si insistía en ver los datosque había extraído con sus propios ojos, me negaría, tra‐tando de ganar tiempo y cubrirme las espaldas. Le pediríauna garantía de reunión con el fisco americano, fuera delterritorio suizo. Si no seguía las órdenes de Le Palais, mipetición le haría dudar de que quizás era yo quien sí ac‐tuaba como espía del banco, tendiéndole una trampa. Siestaba de su lado, él aceptaría de inmediato e intentaríasaber más acerca del método utilizado para obtener la in‐formación. Entonces me replegaría y movería el celular delotro Lucio a una caja de seguridad en el Banco Cantonal. Si

248

Page 257: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Max era en realidad un espía doble, alguien instruido porLe Palais para que yo filtrara la información al DOJ en be‐neficio del banco, sospecho que me lo diría en ese mo‐mento y todo sería relativamente fácil.

Me propuse enviarle un WhatsApp apenas aterrizara enGinebra y así lo hice. Lo mejor sería organizar un primerencuentro al aire libre, por lo que sugerí hacer un pique-nique en el Parc Bertrand, acompañados de Susan y Ama‐lia, el jueves primero de agosto, día de la fiesta nacionalsuiza. Le ofrecí traer conmigo un asador y carbón y le pre‐gunté dónde podía conseguir carne Kosher y su tipo decorte predilecto. Nunca contestó mi mensaje, ni se disculpócon cualquier pretexto. Lo recibió y lo leyó, y si no lo leyópor lo menos lo abrió, porque los dos vistos, lo que se co‐noce en México como palomitas, en Colombia comochulos y en Argentina como tildes, se volvieron azules enel mensaje. Asumí que no estaría en la ciudad y que sus ex‐cusas vendrían más tarde, cuando pudiésemos hablar en elalmuerzo del jueves siguiente, al terminar la sesión del Co‐mité de Revisión.

Max no participa hoy en la Review Committee Meeting,anuncia Klara mientras nos preparamos para ingresar a lasala Aar con los brazos llenos de cartulinas y carpetas. Quémejor, opina Yasel, así la sesión irá más rápido. Las cuentasrevisadas en las últimas dos semanas se han acumulado acausa del jueves feriado anterior, por lo que nos viene bien

249

Page 258: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

dirigirnos a un panel reducido y más fluido. El gringo tieneuna fama bien ganada de parlanchín e involuntariamenteretrasa su aprobación; siempre interesado por los detallesmás pequeños y evocando sus años mozos, cuando cola‐boró en la recuperación de las cuentas mostrencas judías.

Supuse que se había vuelto a Washington por unos días oque quizás estaba de vacaciones y por eso no contestónunca mi mensaje. Agosto es un mes sagrado en Europa,en el que aún los trabajadores más compulsivos hacen unapausa para disfrutar de los últimos días de calor. Esoasumía al principio, hasta que Klara anunció que los firstlevel reviewers deberían presentar ellos mismos las cuentasaprobadas por John en el segundo nivel, pues tampoco es‐taría presente. La cosa no olía nada bien; que súbitamenteel par de abogados americanos se ausentaran de una sesióndel Comité era muy extraño. ¿Qué pasa con John? ¿Por quéno vino hoy?, pregunté a Klara. No lo sé, me contestó es‐tresada y se escapó a los baños aledaños a la cocineta, adarse los últimos retoques antes de salir al ruedo donde laesperaba su toro Enzo.

Apenas arrancada la sesión, Charlotte hizo oficial que eldespacho washingtoniano de Max y John no representaríamás a Le Palais en sus negociaciones con el DOJ. La noticianos sorprendió a todos los que la ignorábamos; Enzo,Arnau y hasta Klara la recibieron sin mostrar asombro. Ya‐sel, siempre tan seguro de sí mismo, preguntó si se podía

250

Page 259: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

conocer la causa, y lo que recibió como respuesta fue unsimple: “Consideramos que podemos encontrar mejores ne‐gociadores para este asunto”. Nadie insistió en saber más,tampoco nos creímos la explicación que recibimos. Segura‐mente habría por ahí mercenarios dispuestos a defender losintereses del banco con mayor ahínco, pero pocos con laexperiencia de Max; él había pasado los últimos treinta añosde su vida inmiscuido en los asuntos más relevantes queoponían a los bancos suizos contra el gobierno de su país.

Había otra razón detrás de ese despido abrupto. John nonos advirtió ayer, lo más seguro es que tampoco lo vio ve‐nir. Los dos vivían en apartamentos de Le Palais, por loque era fácil imaginar la escena de la víspera u hoy tem‐prano: el equipo de seguridad del banco accede al edificiocon la contraseña que traen consigo, suben al cuarto piso,tocan a la puerta, John abre y el teléfono suena en ese ins‐tante. Le piden atender el teléfono. Él se extraña porqueraramente llaman a ese aparato fijo en la sala, se había olvi‐dado de que existía, contesta que no tiene importancia, quedebe ser un banco promocionando una tarjeta de crédito oalguna encuesta relacionada al próximo referéndum acercade los migrantes en Suiza. Un empleado le insiste en res‐ponder la llamada, porque se trata precisamente de unbanco, de Le Palais. Toma el auricular confundido y es‐cucha el “Bonjour John, c’est Charlotte” y el anuncio deque no será necesario presentarse más a la sala Aar; el con‐sejo ha decidido prescindir de sus servicios. También re‐

251

Page 260: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

cibe la instrucción de mudarse del piso en las próximasveinticuatro horas.

A Max le habría ocurrido algo parecido, pero, ¿por qué ra‐zón? Es cierto que, dadas las características del proyecto, undespido sin anunciar era parte del protocolo del banco. Esusual que empleados y directivos, con acceso a informaciónconfidencial de cualquier sector, sean citados a la oficina derecursos humanos el día de su cesantía, sin previo aviso,para recibir su cheque de liquidación. De regreso a sus lu‐gares, los ordenadores ya están bloqueados, sus contraseñasdesactivadas y sus pertenencias dentro de una caja expur‐gada de antemano por el departamento de seguridad. NiMax ni John tenían posesiones dentro de la sala Aar, por loque una llamada telefónica pudo haber bastado para eje‐cutar la terminación de su mandato.

Luego del almuerzo, los rumores comenzaron a recorrer lasala Aar. Yasel y Willem apoyaban la hipótesis de Klara: eldesencanto ocurrido entre Charlotte y Max. A nuestro re‐greso de Luxemburgo, él ejerció presión para que el bancoentregara a los revisores todos los reportes de visitas aclientes en el extranjero. John le había confiado lo quevimos en el Gran Ducado, y Max compartía la opinión deque algunas de las cuentas ya revisadas en Ginebra, podíancambiar de una conclusión verde o ámbar a una roja trasrevisar los contenidos de tales reuniones. Ella se negó ro‐tundamente, argumentando que los reportes hablan de mu‐chas cuentas a la vez, algunas de ellas ni siquiera estaban

252

Page 261: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

dentro de la población y podrían malinterpretarse. Arnause alió a Charlotte como era de esperarse, y Enzo propusoque tales reportes de visitas fueran analizados en una audi‐toría aparte; una que permitiera arrojar luz sobre las estra‐tegias ilegales de algunos empleados, y al banco tomarcartas en el asunto.

—Lo más probable es que, al verse solo, Max haya decididorenunciar motu proprio —opinaba Klara.

Los revisores del primer nivel, incluida Celine, sospe‐chaban una razón más alarmante. El par de gringos habíanintentado sustraer información de las cuentas auditadasque permitiría al gobierno de Obama una posición másfuerte en las negociaciones. El DOJ podría decir que la in‐formación venía de otras instituciones bancarias o de ex‐clientes que se habían adherido al programa de revelaciónvoluntaria, y así ejercer presión para que el banco conside‐rara también las cuentas color ámbar en el cálculo de lamulta. Según la versión imaginada y apoyada por los firstlevel reviewers, la policía, acompañada del equipo de segu‐ridad de Le Palais, habría allanado los apartamentos deMax y John a altas horas de la noche y confiscado teléfonosy laptops.

Esta versión era la que más me preocupaba, por obvias ra‐zones. De ser cierta, no sabía cómo interpretarla. ¿De quécuentas estaban hablando? ¿De las ligadas a Best Partnerscuyos detalles yo poseía o de todas aquellas cuya conclusiónera ámbar? Hacía memoria para recordar si al momento del

253

Page 262: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

anuncio del despido, Charlotte o Arnau me habían miradode una forma que los delatara acerca de sus sospechas demí. Si se trataba de las cuentas BP, estaba frito; la posibi‐lidad de que Max me hubiera realizado la propuesta ennombre de Le Palais desaparecía y surgía aquella de que elbanco estuviera ya enterado de mi robo hormiga. ¿Era yo elsiguiente en la lista?

Tratándose de otros clientes, había menos de qué inquie‐tarme. Los dos yanquis se habrían metido en su propio líoy salieron mal parados. Medhi debía conocer la verdad de‐trás de su renuncia o despido y yo necesitaba cuestionarloal respecto.

Espero a que el resto de mis compañeros se retiren de lasala Aar. Ayudo a Medhi a verificar que no haya más cartu‐linas, carpetas o cuadernillos dispersos sobre los escrito‐rios. Llevamos los últimos al primer armario, donde él losencierra bajo llave. Descendemos juntos a la recepción, elguardia con aspecto de agente cero cero siete ya vela detrásdel mostrador y me guiñe un ojo. Yo le correspondo conuna sonrisa de dientes apretados, confundido por su gesto.Acompaño a mi amigo a la parada del autobús 21, hace ca‐lor, tanto como en mi primer día en Le Palais un año antes.No le sorprende mi compañía, imagina que quiero saber suversión de los hechos, pero se niega a hablar francamente.Insisto preguntándole si, ya sabes quienes, fueron echadospor tratar de extraer datos secretos, sin importarme quesuene a auto-incriminación. Contesta que se tomaron me‐

254

Page 263: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

didas pertinentes para evitarlo, que hay una investigaciónen curso que permitió a un fiscal ginebrino obtener talesmedidas, pero que ni Max ni John se encuentran presos oprófugos, sólo sus teléfonos y laptops fueron confiscados.Seguramente están de vuelta en Estados Unidos y, lo ciertoes que la posibilidad de que extrajeran elementos decuentas auditadas no fue la causa de la renuncia voluntariade uno, ni de la cesación consecuente del otro, sino eldesencanto del que Klara habla: Charlotte no sometería losreportes de visitas a estas alturas y Max no estaba dispuestoa seguir en la revue en ese caso.

Lo agradezco por su confianza y, antes de despedirnos, merevela que, por cierto, los apartamentos donde vivían losnorteamericanos estaban intervenidos con micrófonosocultos instalados por Le Palais.

—El equipo completo de seguridad se enteró de las fiestasorganizadas por Susan con Max o sin él, de sus amantes ytambién de aquella noche en que le hablaste del Llano enLlamas —exclama, visiblemente divertido.

Suelto una carcajada de nervios, siento la adrenalina correry espero a que diga algo más. Medhi trae a colación la mú‐sica de bossa nova, Michel Teló y nada más, sin tono dereproche o acusación. Le pido que me hable de los amantesde Susan, pero tampoco sabe mucho, sólo que la visitabanotros hombres y que las expresiones de placer en la habita‐ción de huéspedes se escuchaban hasta los micrófonos en lasala.

255

Page 264: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

E

2 7

staba solo con mi plan de delator. Contactar a Maxsería imposible ahora, lo que me hundió una vez más

en mis reflexiones. Lo primero que debía hacer era prote‐germe en Suiza, tomar las medidas de precaución necesa‐rias para resguardar los cuentas Best Partners en mi iPhone5s. También había extraído los datos de una veintena derelaciones ligadas a otro gestor externo al que llamaréGreat Partners; una sociedad incorporada por un antiguoassests manager de BP, que utilizaba estrategias de capta‐ción de fondos no declarados en Estados Unidos aún másagresivas. Great Partners se había convertido en su prin‐cipal competidor en los últimos años. De acuerdo con misestimaciones, en el total habría un saldo promedio de cua‐trocientos millones de dólares al momento de convertir eloro en divisas y ordenar la clausura de cuentas. Éste era elpromedio de los fondos depositados en Le Palais sola‐

256

Page 265: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

mente. Lo más seguro era que utilizaran distintos bancossuizos como depositarios. Si con mi ayuda el IRS podíapresionarlos a revelar los detalles del total de su clientelaamericana, mi expectativa de recompensa se incrementaba.

Borré el número del otro Lucio, así como todos los men‐sajes registrados en el WhatsApp de mi viejo celular. Si elbanco tenía micrófonos en la sala del apartamento del dúodinámico, el equipo de seguridad sabía acerca de la pro‐puesta de delatar a BP y que me negué aceptarla esa noche,pese a que Max había insinuado que Le Palais estaría dis‐puesto a aceptarme como cliente y a no tomar represaliasen mi contra. El fiscal de Ginebra también tenía en susmanos la laptop, el BlackBerry y el iPhone privado del ve‐terano abogado. Mi invitación a hacer un pique-nique nome preocupaba; era imposible penetrar su celular sin uncódigo, a menos que el fiscal, obtuviera una orden de unjuez para lo desbloqueara, lo que no sucedería. Además, nohabía nada de incriminador en mi mensaje de festejar el 1de agosto en un parque; al final del día, la reunión no tuvolugar. Lo que me inquietaba era la laptop en manos de lapolicía y la posibilidad de que resguardara algún docu‐mento o comunicación que mencionara mi nombre comoparte de un plan de robo de información bancaria que yomismo desconocía. Si Max planeaba algo en contra de losintereses de Charlotte, la redada de los apartamentos de suscontactos en Ginebra, incluido el mío, era inminente.Debía actuar rápido.

257

Page 266: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

La mañana siguiente me dirijo al Banco Cantonal, dondetengo una cuenta personal de asalariado del despacho, aefecto de solicitar un servicio de caja fuerte. Lleno el for‐mulario, anoto a Amalia como beneficiaria y persona auto‐rizada para ingresar o retirar objetos, confirmo que noplaneo guardar explosivos, perecederos ni otros artículosque pongan en peligro los valores almacenados en la bó‐veda de seguridad. Firmo y espero veinte minutos; unaamable empleada me pide que la siga al sótano. Ingreso auna sala con una credenza de maderas finas, que porta unlindo arreglo floral compuesto con tulipanes. Hay un tapetede pelo corto, azul cielo, que cubre el piso de mármol conbetas azul oscuro, marino y blancas, sobre el tapiz, un ele‐gante escritorio, dos sillas forradas de piel color café por unlado y otra en el opuesto. El estilo de espacios bancarios serepite en la ciudad, pienso. Tras la invitación de mi anfi‐triona, tomo asiento en la silla izquierda de frente a ella,quien me extiende una llave y un papel con la combinaciónpara abrir y cerrar el prisma rectangular de acero inoxi‐dable que yace en el escritorio. Me pregunta si cinco mi‐nutos son suficientes para guardar mis objetos en privado.Le respondo que tres minutos bastarán. Se aleja, abro lacaja de seguridad, introduzco mi mano derecha en el bol‐sillo izquierdo de mi saco, extraigo el celular del otro Luciocubierto por un calcetín negro, lo deposito dentro de lacaja fuerte, cierro y espero el regreso de la dependienta.

• • •

258

Page 267: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Llego tarde a Le Palais, Arnau está en la sala Aar y discutecon Medhi las últimas modificaciones del cuestionario. Memira censurando mi tardanza, pongo de excusa una diarreasúbita la noche anterior, pero no cede fácilmente y me in‐vita, como buen manager, a discutir más acerca de mis dis‐funciones intestinales y urinarias. Vamos juntos a lacocineta, propone, me tiende la canasta de las frutas exó‐ticas y yo rehúso con un “non, merci”, creo que no estoylisto para comer crudos. Se convence de mi excusa y pre‐gunta si, durante los viajes a Dubái y Luxemburgo, tuvealgún problema con mi vejiga hipertensa. Querrás decirhiperactiva, lo corrijo. Sí eso, contesta. Le confieso queestoy realizando unos ejercicios para fortalecer losmúsculos del suelo pélvico, que me han ayudado a reducirmis visitas al retrete. Busco el nombre exacto en los ar‐chivos de mi memoria: ejercicios de Kegel. Te acuestasboca arriba sobre el piso, pliegas un poco las rodillas reco‐rriendo las plantas de los pies hacia las nalgas, como sifueras a levantar el lomo en una abdominal, pero, en su lu‐gar, levantas la pelvis creando un túnel entre la espalda altay los tobillos, y repites: arriba, abajo, arriba, abajo. Tam‐bién sirven para la eyaculación precoz, añado, asumiendoque le podrían ser útiles. Reconoce haber notado que misvisitas al baño son menos recurrentes y que se alegra deque todo esté bien. Me pregunto si sospecha que robé in‐formación, pero me equivoco.

—Pregunto porque la semana próxima, una parte de los re‐visores partirá a Hong Kong y la otra a Nassau, en Baha‐

259

Page 268: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

mas, no me gustaría obligarte a realizar un viaje sin estarfísicamente apto —comenta.

—Estoy bien, lo de la vejiga no es problema y la diarrea pa‐sará hoy mismo, gracias por preguntar —respondo, conmo‐vido por su preocupación que parece sincera; nada que vercon aquel hombre desconfiado y estresado las veinticuatrohoras, los trescientos sesenta y cinco días del año. La rectafinal lo ha ablandado, asumo.

No pretendo regresar a Suiza de ese viaje. Participaré en larevisión de cuentas en cualquiera de las dos filiales, pero notomaré el avión de vuelta a Ginebra, sino otro con destinoa Estados Unidos. El programa de soplones del IRS proveeun número hotline gratuito para realizar denuncias de eva‐sión de impuestos superiores a los dos millones de dólares.Esto no me lo dijo Max, lo encontré yo mismo en el Inter‐net. Lo utilizaré cuando aterrice en suelo americano, habráuna entrevista con sus oficiales; quizás algunos miembrosdel DOJ estén también presentes por tratarse de informa‐ción que concierne a Le Palais. Solicitaré una garantía deanonimato, me proveerán protección y en cuestión demeses obtendré mi recompensa. Incorporaré una funda‐ción sin fines de lucro en Nueva York, su nombre será “EnMovimiento”, le donaré todo el dinero de la recompensa ydesignaré a mi querido amigo Charles Stewart como presi‐dente de su consejo. Su objeto social será la inversión deldinero del premio en productos de mediano riesgo, para

260

Page 269: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

que un porcentaje de su capital, así como de sus rendimien‐tos, se done anualmente a cualquier organización de apoyoa los migrantes del mundo. Confío en que Charles tendráun buen tino para elegir a las ONG que funjan como canalde distribución de las donaciones de la fundación. Piensoen instituciones proveedoras de alimentos, agua en el de‐sierto, hospedaje, protección legal, terapia psicológica du‐rante el tránsito de los migrantes por Mexico, Libia,Turquía y Los Balcanes, auxilio en sus travesías marítimaspor el Mediterráneo, el Caribe o el Mar de Andamán, enorganizaciones en los países de destino, como Estados Uni‐dos, Canadá, Europa o Australia, cuya labor sea proveerasesoría legal para el establecimiento permanente de las fa‐milias, clases particulares de idiomas a niños y adultos, des‐pensas de supervivencia, etcétera. Las contribuciones de miONG representaran un simple grano de arena para susenormes necesidades. Ese es mi plan: obtener un fin queme asegurará transcendencia a pesar de lo censurable demis medios.

El grupo de revisores que viajará a Bahamas, tomará unvuelo el lunes, al medio día, hacia el aeropuerto de Heath‐row, donde hará una breve escala antes de abordar otroavión con destino final a Nassau. El vuelo de British Air‐ways, con despegue en Londres, es uno de los pocos queviaja directo desde Europa. La mayoría de los vuelos a laisla caribeña provienen de Estados Unidos, pero Le Palais

261

Page 270: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

ha preferido que no hagamos escala ahí, para evitar nuestradetención e interrogatorio por las autoridades estadouni‐denses respecto de la revue Aar. Aquellos que viajen a Asia,partirán el mismo día lunes por la noche hacia Zúrich y deahí tomaran otro vuelo directo a Hong Kong. Arnau no haanunciado quiénes del equipo iremos a cada isla. Yo pre‐fiero no viajar a Bahamas, pues de otro modo requeriríarecolectar el iPhone 5s del Banco Cantonal desde el sábadoal medio día y tenerlo conmigo en el apartamento todo elfin de semana; la redada podría caer en cualquier mo‐mento. Para Hong Kong, bastaría buscarlo el mismo lunespor la mañana y si me atrapaban en el intento, al menosevitaría a Amalia la pena de ver a los agentes policiacosexaminar los cajones donde guarda su lencería.

Nuestro capataz nos convoca a la cocineta para armar loscuadros de jugadores. Designa a Yasel como capitán delequipo Caribe y a Klara como capitana del equipo Asia.Medhi ya está en Bahamas preparando las carpetas y apo‐yará al equipo ahí. En Hong Kong, hay otro miembro delequipo IT haciendo lo propio. Primero las damas, exlamaArnau. Klara elige a Willem, por supuesto, es tan metódicoe inteligente que la ucraniana busca una formación defen‐siva, una pausada, pero sin problemas. No se puede decir lomismo de la estrategia del afgano. Dada la baja de John, Ce‐line dejará la banca y entrará de cambio; hará uno de losdos viajes para suplir la merma. Está toda emocionada y lehace ojitos para que la fiche en el cuadro Caribe. Yasel nolo duda dos segundos, la imagina con su diminuto bikini,

262

Page 271: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

tomando el sol sobre la arena blanca, chapoteando dentrode las aguas azul turquesa y hasta dejándose masajear conbronceador. Vale, pienso, me queda bien su calentura, haelegido a la francesa, yo iré a China. Y cuando Klara hace laseña de pasarme a su lado, Yasel reacciona: espera, espera,le dice, Lucio se viene con nosotros. Me toca escoger, con‐testa ella, firme. Sí, pero nos dejas débiles si te lo llevas, dá‐noslo, le pide él. No te preocupes compañero, intervengo,traes buen cuadro, exclamo para alentar a Celine y evi‐tarme el embrollo de ir al Banco Cantonal desde el sábado.Sí, pero tú te vienes con nosotros, insiste. Klara, que noquiere reprocharle en público haber elegido a la franchutasólo por su hermoso trasero, acepta, en una muestra visiblede solidaridad femenina, a cambio de dos revisores delprimer nivel, pues son más las cuentas asiáticas que las ca‐ribeñas. Arnau avala la conformación de los equipos, mien‐tras yo me quedo pensando qué hacer con el iPhone 5sentre sábado y lunes.

263

Page 272: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

L

2 8

a dependienta en el Banco Cantonal parecesorprendida por mi pronto regreso. Le explico que

necesito disponer de veinte mil francos suizos e ingresarun nuevo objeto en mi cofre. Ella me ignora, como quiennada escucha o no le interesa saber las razones de uncliente para retirar o depositar valores. Me entrega el di‐nero en efectivo y me pide aguardar unos minutos. Luegobajamos juntos a la misma habitación en el sótano; sobre elescritorio yace mi caja fuerte. La empleada me ofrece algode beber, yo declino y ella regresa por las escaleras, auto‐máticamente. Abro con la combinación y la llave, colecto eliPhone 5s en su funda de calcetín, lo meto en el bolsillo in‐terior de mi chaqueta. Antes de cerrar nuevamente elprisma, echo los veinte mil francos suizos dentro y el lápizde memoria con el archivo word donde he novelando misvicisitudes en Le Palais.

264

Page 273: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

El clima se ha compuesto, sufrimos varias olas de calor enla primera mitad de agosto, pero hoy la mañana es fresca,ligeramente húmeda y los cantos de los pájaros invaden laciudad. El Banco Cantonal está sobre una pequeña isla si‐tuada en el centro de la ciudad, ahí donde termina el lagoLemán y comienza el río Ródano. El día que el IRS invadaGinebra, este banco quemará los puentes como un castillomedieval y sus miembros morirán sitiados antes de en‐tregar los nombres de los cuentahabientes. Me despido dellago y del río, de los cisnes salvajes que se disputan lasmigas de pan que los niños lanzan. Voy hacia Plainpalaispara oler la ciudad con detenimiento desde ahí. Mañanapropondré a Amalia visitar Pâquis y el barrio de las organi‐zaciones internacionales por última vez.

Amalia no sospecha nada. Le he pedido las llaves del apar‐tamento situado justo sobre el nuestro; el vecino está devacaciones y nos ha encomendado su colección de tarán‐tulas y peces beta. Entro, abro las persianas y ventanas paraorear un poco el ambiente a veterinaria, saco de la peceraque contiene la colonia de grillos uno de ellos, una pequeñacucaracha de la segunda, y lanzo ambas presas vivas algrupo de tarántulas de la tercera pecera. Tomo una granpizca del alimento para peces que, luego de molerlo con lasyemas del pulgar e índice, dejo caer como nevada sobre elagua de las jaulas individuales de cristal de los beta. Depo‐sito el calcetín que contiene el iPhone 5s dentro del cubo

• • •

265

Page 274: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

de las tarántulas, como si se tratara de una piedra más en supatio de juegos. Ahí estará seguro de cualquier redada.

Pasé el fin de semana evitando pensar que me despedía deAmalia. Ella es igualmente intuitiva que yo; es muy buenaatando cabos. Hace unas semanas, al verme tan meditativo,me dijo, entre broma y vera, que no estaría pensando endejar el despacho por causa de la revue. —Ya verás quepronto terminas y regresas a tus litigios internacionales —había dicho animándose a ella misma. Su presentimientoestaba equivocado, aunque algo había de cierto en su intui‐ción de que planeaba dejar el despacho; no para irme aotro, sino porque me ausentaría de Ginebra por algúntiempo o definitivamente. Cualquier anomalía en mi con‐ducta podía crear más sospechas o propiciar mi doblega‐miento desbocado en confesión, por lo que ese fin desemana actué como si se tratara de cualquier otro antes demi decisión de acusar a BP: fui terco, conservador en miselecciones de comida y helados, tolerante con la aparienciade los habitantes de la ciudad, pero convencional conmigomismo, en pocas palabras, me conduje como el personajeque ella creía en mí. No la complací en demasía, ni la besélargo y tendido, sino que fuimos ella y yo, los enamoradosmesurados luego del casamiento ante Dios. Hasta me es‐forcé en dormir bien, en no darle vueltas a la cama, y loconseguí gracias a unos somníferos que Doña Arenas habíaolvidado en su última visita.

266

Page 275: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

El lunes todo salió según lo previsto. Amalia partió a sutrabajo sin despedirse, quizás estaba aún noqueado por elzolpidem cuando intentó despertarme. Me dejó un “quetengas buen viaje, hasta la noche por Skype, te amo” en unapequeña nota pisada por el plato con huevos revueltos yazotó la puerta de entrada del apartamento, cuyo estruendome despertó. Me asustó creer que llegaría tarde al aero‐puerto, pero en el reloj apenas eran 7:45 a.m. Escribí “nosveremos pronto, te amo” en la misma nota. A su lado poséuna llave y, bajo ésta, otro pequeño papel con la contraseñade mi caja de seguridad en el Banco Cantonal y las palabras:“en caso de un imprevisto mayor, toma el dinero del cofre.No extraigas el pendrive hasta recibir mis indicaciones”.Hice todo lo que debía antes de partir: desayuné, cepillémis dientes, tomé una ducha, me vestí, hice la maleta, res‐pondí dos mensajes, y sólo cuando dieron las 9:00 a.m.,entré en el piso del vecino a buscar mi más reciente celulary a alimentar a las tarántulas y los peces betas por últimaocasión.

Salí hacia el aeropuerto, confundido por no haber vivido laredada de mi apartamento que tanto había pronosticado.Poco a poco mi confusión se convirtió en el presenti‐miento de estar a salvo. La posibilidad de que el banco estu‐viera detrás de lo que yo pensaba era mi propio planparecía más real. ¿Estaba siendo utilizado como un títere?Al final del día, había sido yo quien argumentó ante el Co‐

• • •

267

Page 276: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

mité que todas las cuentas gestionadas por Best Partnersportaban oro no declarado y, por tanto, debían ponerse enrojo. También fui yo quien recomendó, para aligerar lamulta, transmitir al DOJ los pormenores de un sofisticadomodelo para la evasión de impuestos, operado por una redde actores orquestados por el gestor externo, que el bancohabía sido capaz de descubrir solamente a posteriori. Char‐lotte se había negado a quebrantar el secreto bancario rele‐vando los detalles de las cuentas involucradas y el modusoperandi utilizado por Best Partners y sus compinches,pero eso no significaba que, por medio de Max u otrosmodos más esotéricos, quizás subliminales, Le Palais mehubiera empujado a colectar los datos relevantes de talesrelaciones y a entregarlos al DOJ.

Dormito con la misma reflexión en el avión que nos llevade Londres a Nassau y me prometo no fiarme de tal intui‐ción. No todas mis clarividencias han sido ciertas. La vidame ha dado sorpresas. En una ocasión, durante una au‐diencia arbitral, había intuido que un testigo interrogadosería como una dulce oveja, incapaz de mentir, y resultó sermás experimentado que el lobo feroz. No podía confiarme.Hasta no poner un pie en suelo americano, no debía su‐poner que estaba a salvo o que al banco le importa un bledoel robo de información que había cometido. Tampocodebía asumir que le hacía un favor a Le Palais; entregar lainformación al DOJ podría acarrear consecuencias nefastaspor ahora imprevistas.

268

Page 277: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Lamento haber dejado Ginebra sin hablar con Amalia alrespecto. Cuando aterrice en Estados Unidos le llamaré yexplicaré mis planes, mis motivos para no involucrarla, miintención de protegerla y mi deseo de encontrarnos nueva‐mente en unos meses, cuando todo se arregle. Le diré queel dinero en la caja de seguridad es suficiente para pagar elalquiler del apartamento hasta entonces, que mi espíritusigue habitando en la cocina y debe cenar al regresar porlas noches. Me detestará por semanas o meses. Quizá medeje o, más bien, se rehúse a seguirme a nuestro conti‐nente. ¿Me pedirá no buscarla más? Me hará ver el absurdode mi conducta, de mi plan. Me dirá que soy un sociópata oalgo parecido; pues si mi intención era ayudar a los mi‐grantes, había medios más simples; me echará los ejemplosa la cara. Repetiré que tengo empatía y remordimiento porella y que mí único propósito ha sido protegerla. En fin,quién sabe cómo vayamos a terminar o, mejor dicho, reco‐menzar, porque soy optimista, sólo un optimista excesivose habría metido en tan inútil proyecto para él mismo. Unavez pasado el rencor, la ira, la desilusión, nos reuniremos.Le haré leer mi relato acerca de esta insensata experienciaque nos obligué a vivir, me reprochará mis pecaminosospensamientos por Celine y mis alucinaciones con Susan,pero nos reiremos de mis tarugadas, de mi vejiga hiperac‐tiva y, sólo entonces, quizá se convenza, enorgullecida, deque no soy tan convencional, de su amor por todos mis yo.

También siento partir sin decir adiós a mis amigos expa‐triados iberoamericanos, a los colegas cercanos en el despa‐

269

Page 278: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

cho, al italiano de los helados y a Sebastiano elrecepcionista en Le Palais. Lamento no ver nunca más aKlara, a Willem y a John, con quienes forjé gruesos lazosde amistad en tan poco tiempo, a fuerza de compartir mo‐mentos de diversión, estrés y regocijos culinarios dentro delas salas Aar y Arve. Extrañaré a Yasel y Medhi, mis predi‐lectos y casi íntimos, quienes abrieron mis ojos frente alcaleidoscopio de peligros, esfuerzos, valores y bondadesproyectados por la migración humana, entrañables compa‐ñeros de viaje con quienes aún me resta un breve episodiode aventura. Celine, tu recuerdo indecente me perseguirácomo ningún otro.

Pienso en Arnau y en la cara que pondrá cuando se entere;él que siempre sospechó de mí, no hará sino vigorizar suego de capataz. En Charlotte, quien pedirá a Enzo garantíasde que la maniobra del mexicano sólo ayudará al banco. Yen Jean Luc, defraudado por ese talento del tercer mundopor quién había movido mar y tierra para conseguir unpermiso de trabajo en su celoso país.

Estoy a tiempo de arrepentirme, todavía no ha sucedidonada malo; el futuro está en potencia aún, me digo, en unreflejo de supervivencia. Pero el otro Lucio replica que elbien está también en potencia; la posibilidad de contribuira la causa migrante.

Qué complicado es el debate ético que ocurre cuando, ha‐ciendo un mal se puede conseguir un bien más grande. Vamás allá de “el fin justifica los medios”, pues en ese caso es

270

Page 279: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

obvio que no existe ambivalencia en el resultado y los me‐dios serán objetables. En mi caso, y en el de aquellos dela‐tores por convicción, es diferente, porque creemos que,cometiendo una infracción en un país, un mal, podemosprocurar un bien más grande para la humanidad.

Pasamos por una zona de turbulencia. De regreso a miasiento, el mareo me ayuda a dormir, con los restos delwhisky en las rocas entre las manos.

271

Page 280: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

L

2 9

a filial de Le Palais en Bahamas está a las afueras dela ciudad, próxima al aeropuerto, dentro de un com‐

plejo inmobiliario que reúne bancos, trust & family of‐fices, abogados, notarios, agencias de seguros y otrosgestores de fortunas privadas. A unos metros, está la playay un par de hoteles modestos. Las dos primeras noches noshospedamos en un all-inclusive lujoso, con una decena depiscinas, casino, campo de golf, a unos veinte kilómetros dela oficina. La ribera ahí es amplia y con mucha arena, peroel ambiente es el mismo que vemos durante el día en lascuentas auditadas: dinero y glamour hasta en la sopa.Medhi sugiere mudarnos a uno de los hoteles de menorcosto situados a unos metros de la oficina. Todos estamosde acuerdo, lo que nos permite acceder a alimentos más tí‐picos del paraíso fiscal, hacer una breve siesta al medio día

272

Page 281: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

y pasar las tardes después del trabajo en una pequeña playa,casi desierta.

No hay sorpresas durante nuestra estancia en Nassau. Celineluce su diminuto bikini blanco, toma los últimos rayos de solechada en la arena blanca y nos pide a turnos untarle el bron‐ceador a lo largo de sus increíbles curvas. Sí que es bella;nadie diría que es madre de dos. Le contamos acerca del viajeal desierto en Dubái y se contagia del deseo de encender unafogata, beber leche de camella y escuchar recitar a Medhi sushistorias o sus explicaciones acerca de las constelaciones. Aveces llueve, pero no nos importa, tampoco el calor del díanos incomoda, festejamos con pretextos todo el tiempo. Ha‐cemos pequeñas excursiones a fondas y comercios locales,donde nos aprovisionamos de lo necesario para continuarcon nuestra acampada nocturna, frente al Mar Caribe.

Voy extrañar este ron y voy a extrañarlos, confieso, tiradosobre una toalla, mirando el firmamento, durante la últimanoche en la playa. Medhi repite lo mismo, pero está con‐tento de alcanzar pronto el final de la revue. —Je suis crevé—se queja. Yasel planea dejar la Big Four y fundar un des‐pacho de litigio penal, en asociación con un colega deestudios.

—Te morirás de hambre en Suiza —opino.

—Cada país tiene su propio tipo de delitos —responde.

273

Page 282: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Tiene razón, en mi mente significan violencia familiar, trá‐fico de drogas, corrupción y asesinatos ligados a ellos. EnSuiza, los crímenes giran en torno al dinero lavado, eldesacato del secreto bancario, la evasión de impuestos y losfraudes económicos. —Espero no necesitar de tus serviciosnunca —bromeo con trasfondo de verdad insospechadopor ellos.

Celine añora conseguir un empleo permanente en Le Palaiso continuar como freelance en alguna de las revues queEnzo comienza en otros bancos. Todos la alentamos y leauguramos un indudable éxito al lado de su amado patróno Charlotte. En mi caso, sospechan que estoy ansioso porregresar al equipo de litigio internacional en el despacho.—Tu vas me manquer aussi —exclama la franchuta, ro‐dando su cuerpo candente sobre el mío. Siento todo supeso, sus muslos firmes sobre mis rodillas, su pelvis hú‐medo cubriéndome el ombligo, sus redondos pechos muycerca de mi barbilla. ¿Aún piensas que, en la cama, todosmedimos lo mismo?, me pregunta, y me regala un beso enla frente, uno de despedida. Se rueda de vuelta hacia su toa‐lla, suspira y mi respuesta es otro largo suspiro.

La mañana siguiente, tomamos juntos el taxi rumbo al ae‐ropuerto. Documentamos equipaje y accedemos a la salaVIP para viajeros frecuentes. Me bebo rápido un café yanuncio a mis compañeros que iré de compras al duty free,que no me esperen para abordar el vuelo de regreso a Lon‐

274

Page 283: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

dres, los alcanzaré en la cabina. Celine insiste en acompa‐ñarme, también desea comprar un último suvenir para losniños. Me pregunto si ésta planea igual perder el vuelo; en‐trar de mula a Estados Unidos. La sigo a una juguetería ymientras mira en el área de peluches, me escapo. Salgorumbo al Spa Bar, donde planeo pagar por un full massagetherapy, un pedicure, un corte de pelo y cualquier otro ser‐vicio necesario para hacer tiempo. Pido el masaje relajante,porque tengo los nervios de punta. Me dejo presionar sua‐vemente por la amable señora, mulata de gordos brazos,que confirma mi estrés, asustada por los nudos en las la‐deras de mi nuca, y recomienda que respire profundo laaromaterapia que emerge del humificador en una esquina.

Dormito sobre la plancha de masajes por un tiempo, hastaque la masajista regresa y enciende la luz de la pieza. Lotomo con calma, me visto, recojo mi carry on baggage.Salgo a la recepción del spa y en la pantalla de departuresobservo que el vuelo de British Airways a LHR ha sido can‐celado. Pregunto al recepcionista si sabe desde hace cuántosalió el anuncio de cancelación de mi vuelo. —Hace mediahora señor, disculpe, no quisimos molestarlo. No se preo‐cupe, le respondo, sabe dónde se encuentra la oficina de laaerolínea en el aeropuerto. —En este mismo piso, a la de‐recha hay un módulo donde podría solicitar asistencia.

Confirmo traer lo necesario en mi equipaje de mano y, lomás importante, el iPhone 5s. En mi antiguo celular hay unWhatsApp de Medhi acerca del vuelo cancelado: el avión

275

Page 284: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

presenta varios problemas técnicos y tomará tiempo solu‐cionarlos, el personal de la aerolínea ha sugerido hospe‐darnos en algún hotel cercano y quedar atentos a lainformación subsecuente, te esperamos en la zona de taxis,escribe. Marco su número, contesta y me pone en alta voz.

—¿Dónde están? —pregunto fingiendo sorpresa.

—Vamos ya en el taxi de vuelta, ¿no estás en el hotel? —pregunta Medhi.

—No.

—Pensamos que te habías enterado antes que nosotros yestabas en el hotel —se disculpa.

—Me metí a dar un masaje y me quedé dormido.

—¿Eres tonto? —interviene Celine, incrédula y divertida.

—Lo sé —admito, deseando estar ahí para ver su sonrisa.

—Coge un taxi, te esperamos acá en la playa —se escuchaYasel, claramente entusiasmado por la suerte del vuelo.

—Voy a tratar de abordar el siguiente vuelo —exclamo, for‐zando naturalidad.

Se hace un silencio en la línea, me pregunto si hubo uncorte en la comunicación, pero finalmente escucho la vozde Medhi decir: —No hay siguiente vuelo, sólo hay uno aldía a Londres, ¿qué prisa tienes por llegar a Ginebra?

276

Page 285: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

—Viajaré en cualquier otro vuelo con escalas —replico, eva‐diendo su pregunta.

—No seas estúpido, Lucio —lanza Yasel en tono molesto—.Las escalas son en Estados Unidos, te detendrán y te abu‐rrirás sentado en una sala de aduanas.

—No soy suizo, viajo con pasaporte mexicano, ¿por quétendrían que sospechar de mí? —respondo, tratando de tri‐vializar la cosa.

—No puedo creer que prefieras quedarte atrapado en algúnaeropuerto que pasar un día más en la playa; no eres esetipo de hombre Lucio —profiere la francesa y su desilusióno enojo me conmueven, estoy a punto de volver con elgrupo, sólo para mirarla tendida en la arena, escuchar lasbromas idiotas del afgano o los relatos inverosímiles deltunecino, una vez más. Finalmente respondo: —Lo sé, peroesta vez no puedo venir con ustedes.

—Lucio, esto te podría costar mucho, dinos que pretendes—prorrumpe Medhi, con esa voz de preocupación quenunca le escuche hasta ahora.

—Hasta pronto chicos —termino la llamada y apago miviejo celular.

277

Page 286: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

C

3 0

harles duerme, mi historia lo dejó exhausto. La citacon agentes del DOJ y otros empleados del IRS

tendrá lugar hasta mañana. No ha querido regresar a Or‐lando con sus hijos; sugiere que reflexionemos nuevamenteesta tarde, luego de hacer una breve siesta, pues el tema esdelicado y podría significar el fin de mi vida profesional enSuiza.

También estoy cansado, pero quiero hacer un último pro‐nóstico antes de ceder al sueño.

Si decidiera delatar a Best Partners y el IRS me recompen‐sara por ello y Le Palais perdonara mi incumplimiento deldeber de confidencialidad ¿cómo sería el Memorándum deApertura de la Fundación “En Movimiento”?

Hagamos un ensayo:

• • •

278

Page 287: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

“Don Planchard Nieto

Socio Director

Le Palais, Suiza

Ginebra, un día en el futuro próximo

Memorándum de Apertura de Cuenta

Cuentahabiente: Fundación “En Movimiento” Inc.

Monto a la apertura: 25 millones de dólares.

Representante legal: Charles Stewart.

Gestor de cuenta: Monsieur Toulemonde

Querido Monsieur Don Planchard Nieto:

Reciba un cordial saludo y la expresión de mis mejores de‐seos de buena salud, inmensa felicidad y riqueza.

La Fundación “En Movimiento” Inc. es una sociedad sinfines de lucro, constituida conforme a las leyes de NuevaYork. Su propósito es contribuir con diferentes causas so‐ciales, entre las que destaca el apoyo a los migrantes, origi‐

279

Page 288: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

narios de países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Elpresidente de su consejo de administración es el señorCharles Stewart, un reconocido activista social en EstadosUnidos. La mayor parte de los activos de esta ONG son elresultado de un donativo de varios millones de dólares rea‐lizada por un anónimo; un hombre de visible inteligencia,cuya única condición para ceder su fortuna fue que Le Pa‐lais interviniera como depositario y gestor de los dinerosdonados.

La Fundación “En Movimiento” Inc. está al corriente de susobligaciones fiscales y su representante ha firmado los do‐cumentos relevantes para que el banco reporte la cuentaante el IRS, conforme a los nuevos acuerdos y tratados conEstados Unidos. Estoy consciente de la política del bancode no admitir nuevos clientes norteamericanos, sino encasos excepcionales; éste es uno de ellos, mi querido DonPlanchard Nieto.

Por una parte, el monto a la apertura no es insignificante y,por la otra, las causas perseguidas por este cliente potencialson tan nobles como la historia de Le Palais mismo. Sólohay que recordar que sus ilustres ancestros fueron tambiénmigrantes; vinieron desde Francia y trajeron consigo la va‐liosa costumbre del ahorro practicada en tiempos deguerra.

¡Todos somos migrantes! Los africanos comenzaron la tra‐dición trayendo su sapiencia al continente neandertal, losindoeuropeos emigraron desde el norte de la India y se

280

Page 289: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

asentaron en todo Europa, los antiguos beringios mar‐charon por un estrecho boreal para poblar América, losgriegos y fenicios navegaron por el Mediterráneo y suspolis costeras provocaron un movimiento migratorio delcampo a la ciudad aún vigente, los visigodos de Gutthiudaterminaron su caravana en España, mientras los ostro‐godos más allá de río Dniéster prefirieron Italia, los mon‐goles penetraron las regiones meridionales de Rusia hastallegar a Polonia, los árabes llevaron cultura y religión alMagreb y Medio Oriente, los coreanos a Japón, los vi‐kingos se aculturizaron en Inglaterra y Normandía, los po‐bres judíos se han visto obligados a recorrer todo elplaneta, los gitanos lo hacen por convicción, los ingleses,españoles y otros europeos conquistaron el mundo y, enconsecuencia, los colonizados migran ahora a las sedes desus antiguos imperios.

Los ejemplos son innumerables, tanto como los bellísimosresultados culturales y gastronómicos de las migraciones.Sin las incursiones romanas no existirían las lenguas ro‐mances, ¡imagine usted, Don Planchard, todos hablandosuizo alemán!, los barrios judíos aseguraron el comercio enlas villas, los fideos asiáticos traídos por Marco Polo y lospomodori amerindios descubiertos por Colón revolucio‐naron la comida italiana, sin el cacao maya y las vacas hel‐véticas la población de este país estaría muerta dedepresión, gracias a los PAKIS y a sus curris Inglaterraposee una gastronomía digna, la segunda mitad de su acei‐toso fish & chips se lo deben a los incas.

281

Page 290: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

Sí, the latinos are at the gate, los africanos desembarcan ymuchos otros marchan en caravana, pero los bárbaros dehoy, serán los escandinavos del mañana.

Al aceptar fungir como depositario y gestor de la fortunadonada a la fundación En Movimiento, Le Palais contri‐buirá para que un fenómeno natural e imparable de la es‐pecie humana se lleve a cabo de forma ordenada y digna.”

O diría algo por el estilo ….

Ahora sí, duerme tu siesta, Lucio.

282

Page 291: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,

A G R A D E C I M I E N T O S

Esta novela no habría sido posible sin el apoyo y ánimo queme han brindado una serie de personas. En especial, deboagradecer Alejandra Maravales, cuyos consejos y sosténmoral han sido claves para escribir esta historia. Tambiénagradezco a mi esposa Miriam, a mis hermanos Miguel,Bere y a los dos Luises, a mis compañeras Yurixhi Ga‐llardo, Inés Morfín y Ana Andrade por sus divertidos yalentadores comentarios a los borradores que han leido.Finalmente, a mi gran amigo y editor Hugo Martinez Ma‐guey, por aceptar publicar esta primera novela que me hacetanta ilusión y me pone en paz conmigo mismo.

Page 292: DELATOR · 2020. 7. 3. · El banco más viejo de Suiza, ... bado negro brillante, revestidas de cuero. Palpo la piel de la silla y trato de adivinar la identidad del animal desollado,