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228 Del placer de comprender y vivir la lectura Alma Silvia Díaz Escoto unam Deseo comentar un libro de Guillermo Alfaro que definitivamente cambió mi forma de leer: Comprender y vivir la lectura, editado en 2007 por la Dirección Ge- neral de Bibliotecas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Antes pensaba que había dos tipos de textos: los que se leían por motivos profesiona- les y los que se leían por placer. Ahora descubro que es posible gozar también la lectura académica y científica. El autor nos remite a diversos temas: la interacción entre el lector y el tex- to, la historia de la lectura y la escritura, la forma en que funcionan los dos he- misferios del cerebro humano, los mapas mentales, la creatividad, la intuición, el juego, lo masculino y lo femenino. Al mismo tiempo deja entrever que no hay textos inocentes. Asimismo expresa que los grandes lectores no nacen, se hacen. Expone el placer que puede proporcionarnos el llegar a un momento de iden- tificación intensa con lo que leemos, eso que Alfaro llama “el momento fugaz de la epifanía”. Nos hace saber que es posible utilizar la lectura como objeto transicional entre el yo interno y la realidad exterior. Abre la puerta a la importancia de apren- der a leer y comprender las imágenes. Contiene una crítica aguda a la Moderni- dad y al culto que la humanidad viene rindiendo desde hace quinientos años a la inteligencia racional, alojada en el hemisferio izquierdo del cerebro y a lo mucho que ha despreciado las capacidades emocionales e intuitivas del hemisferio dere- cho. Como si no fuera suficiente, enuncia a la escuela como forjadora de no lectores. Comentar todos estos temas en tan breve espacio sería imposible, por lo tanto, sólo desarrollaré los tres que me parecen más relevantes. 1. Sobre las formas de leer y escribir a través del tiempo El autor en un corto recorrido por la historia de la lectura y la escritura, señala la forma en la que durante la antigüedad la escritura logró imponerse sobre la tradición oral y los efectos de dominación de este fenómeno para la humanidad. En la Edad Media la manera en que se escribían los textos, sin puntuación ni espacio entre palabras, obligaban a la práctica de la lectura en voz alta. En aquel entonces, la convivencia de los individuos en comunidad facilitaba esta práctica, pues como expresa el Dr. Alfaro: “La palabra compartida por media- ción de un texto oral produce la resonancia que une en su dimensión comuni- taria a un individuo con otros”. 1 1. Héctor Guillermo Alfaro López, Comprender y vivir la lectura, México, DGB-UNAM, 2007, p. 39-40. En adelante todas las citas textuales se referirán a este libro y únicamente indicaré la página.

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Del placer de comprender y vivir la lecturaAlma Silvia Díaz Escotounam

Deseo comentar un libro de Guillermo Alfaro que definitivamente cambió mi forma de leer: Comprender y vivir la lectura, editado en 2007 por la Dirección Ge-neral de Bibliotecas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Antes pensaba que había dos tipos de textos: los que se leían por motivos profesiona-les y los que se leían por placer. Ahora descubro que es posible gozar también la lectura académica y científica.

El autor nos remite a diversos temas: la interacción entre el lector y el tex-to, la historia de la lectura y la escritura, la forma en que funcionan los dos he-misferios del cerebro humano, los mapas mentales, la creatividad, la intuición, el juego, lo masculino y lo femenino. Al mismo tiempo deja entrever que no hay textos inocentes. Asimismo expresa que los grandes lectores no nacen, se hacen.

Expone el placer que puede proporcionarnos el llegar a un momento de iden-tificación intensa con lo que leemos, eso que Alfaro llama “el momento fugaz de la epifanía”. Nos hace saber que es posible utilizar la lectura como objeto transicional entre el yo interno y la realidad exterior. Abre la puerta a la importancia de apren-der a leer y comprender las imágenes. Contiene una crítica aguda a la Moderni-dad y al culto que la humanidad viene rindiendo desde hace quinientos años a la inteligencia racional, alojada en el hemisferio izquierdo del cerebro y a lo mucho que ha despreciado las capacidades emocionales e intuitivas del hemisferio dere-cho. Como si no fuera suficiente, enuncia a la escuela como forjadora de no lectores.

Comentar todos estos temas en tan breve espacio sería imposible, por lo tanto, sólo desarrollaré los tres que me parecen más relevantes.

1. Sobre las formas de leer y escribir a través del tiempo El autor en un corto recorrido por la historia de la lectura y la escritura, señala la forma en la que durante la antigüedad la escritura logró imponerse sobre la tradición oral y los efectos de dominación de este fenómeno para la humanidad.

En la Edad Media la manera en que se escribían los textos, sin puntuación ni espacio entre palabras, obligaban a la práctica de la lectura en voz alta. En aquel entonces, la convivencia de los individuos en comunidad facilitaba esta práctica, pues como expresa el Dr. Alfaro: “La palabra compartida por media-ción de un texto oral produce la resonancia que une en su dimensión comuni-taria a un individuo con otros”.1

1. Héctor Guillermo Alfaro López, Comprender y vivir la lectura, México, DGB-UNAM, 2007, p. 39-40. En adelante todas las citas textuales se referirán a este libro y únicamente indicaré la página.

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revista de la facultad de filosofía y letras

R E S E Ñ A S

Las sociedades que antes estaban signadas por predominio del hemisferio derecho del cerebro, comenzaron su retroceso cuando se creó la escritura al-fabética, lo que paulatinamente dio como resultado el predominio de las fun-ciones del lado izquierdo del cerebro y, por lo tanto, de lo masculino sobre lo femenino. Así lo expuso Leonard Shlain: “Mi propuesta es que las caracterís-ticas esenciales de la actitud femenina son una visión del mundo holística, si-multánea, sintética y concreta, en tanto que el pensamiento lineal, secuencial, reduccionista y abstracto es definitorio de lo masculino” (60).

Luego, con la Modernidad, en las culturas occidentales se impuso el cul-to a la razón y al pensamiento lógico matemático y se privilegió el uso de las capacidades del hemisferio izquierdo. Se favoreció el individualismo y, por lo tanto, la lectura en silencio, con lo cual, se perdió el placer de compartir la lec-tura en voz alta.

El pensamiento moderno como agente promotor de la fragmentación del conocimiento nos enseñó, como señala Alfaro: “que comprender y vivir son ac-titudes connaturales a lo humano, que han de expresarse por separado y sin interferirse mayormente, puesto que son distintas y por lo tanto contrapues-tas” (21). Y en virtud de que, como expresa el autor: “lo propio del hombre ci-vilizado es lo racional, no lo instintivo que murmura en el vivir cotidiano. La disyuntiva es clara comprender o vivir, he ahí el dilema” (22).

Pero la verdad es que no hay dilema, ya que en el fenómeno de lectura in-terfieren tanto procesos intelectuales como emocionales. La comprensión es re-sultado de procesos racionales y el vivir está relacionado con lo sensorial, la imaginación, el placer, la fantasía. Así que, como expone el autor: “Leer es com-prender y a la vez vivir con intensidad. Porque lo comprendo sé que no es un simple acto de decodificación de signos y porque la vivo se vuelve más com-prensible” (24).

2. De la interacción lector/textoSi bien un texto está organizado a partir de ideas e información expresadas en palabras, el texto en sí mismo no dice nada en tanto que el lector no lo toma y lo integra a su esquema mental. Como expresa Guillermo Alfaro: “el esquema mental en cuanto tal es un entramado de conocimientos y experiencias vitales que han sido acumulados a lo largo de la vida y que le sirven al individuo para hacer frente a las situaciones que se le presentan día a día” (74).

Así es que, el significado de la lectura, de acuerdo con el autor, “es produc-to de una negociación entre lo que el texto aporta y lo que el lector le proyec-ta” (102). Y luego agrega: “cada texto es distinto por lo que requiere ser leído a partir de elementos específicos del esquema mental para que pueda llevarse a cabo la comprensión, esto es: hacer inferencias, formular hipótesis y verificar-las o reformularlas para obtener un significado. Así un mismo texto es leído de distinta forma por diferentes lectores; es más: un mismo texto es leído en for-ma diferente por un mismo lector en tiempos distintos” (103), toda vez que el esquema mental es dinámico y se está modificando constantemente.

Entonces, el actor principal durante el complejo proceso de la lectura es el cerebro del lector, con sus dos hemisferios. De tal suerte que el esquema de co-nocimientos, vivencias y lecturas previas interactúan con la lectura. Es decir, las experiencias del lector se proyectan en el texto. O como expresa Guillermo Alfaro: “la información del texto activa las ideas y vivencias del lector de una forma peculiar, cada nuevo conocimiento que agrega un texto, afirma o amplia

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los conocimientos y las vivencias que posee con anterioridad, creando signifi-cados adicionales” (50).

Todo lo cual, me hizo comprender lo que me ocurrió cuando por fin pude leer Cien años de soledad de García Márquez. Escuchaba tan buenos comenta-rios de este texto que intenté leerlo en varias ocasiones durante algunos años. Lo empezaba, pero nunca lograba pasar de la primera página, no me atrapaba. Un día por fin logré llegar a la página dos y no pude parar, terminé el libro y lo volví a empezar y lo leí completo otra vez. Yo atribuía el haber pospuesto la lectura tantas veces a que en la primera página no había nada interesante que me sedujera. Sin embargo, un día escuché decir a García Márquez que él desde la primera frase atrapaba a sus lectores, utilizando la curiosidad como estrate-gia. Cien años de soledad empieza diciendo “Muchos años después frente al pe-lotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. Por lo visto, la inten-ción de García Márquez era atrapar a sus lectores desde las primeras líneas del libro, pues despertaba la curiosidad, advirtiendo que Aureliano sería fusilado y que su padre lo llevaría a conocer el hielo. La realidad es que a mí no me atra-paba porque mi esquema mental de entonces no era adecuado para compren-der y vivir la lectura de ese libro.

3. De la escuela como generadora de no lectoresEn un mundo dominado por el uso de la razón, lo lógico es que la escuela se encargara de producir lectores. No obstante, como expresa Alfaro, en la escue-la “se enseña a leer para saber leer, no para ser un lector, por lo que leer en la escuela entra en el rango de una asignatura más” (88). No se enseña a leer con el hemisferio derecho, ya que en la escuela se privilegian las operaciones racio-nales y se dejan fuera las operaciones de la imaginación, es decir, en el mejor de los casos, se enseña a comprender, pero no a vivir la lectura.

Lo que es peor, según dice el autor, “el contrato didáctico legitima la opera-tividad y el predominio del hemisferio izquierdo, de hecho puede decirse que el bastión central del hemisferio izquierdo para marcar su predominio social se encuentra en el sistema escolar” (68).

Uno de los grandes culpables es sin duda Descartes, pues como bien apun-ta el autor, al ser “el gran codificador de la modernidad occidental, hizo todo lo posible para que el placer y su cauda de demonios: imaginación, fantasía, pasión, no tuvieran ninguna intervención desquiciadora en el desenvolvimien-to del método, encarnación de la racionalidad, era lo peor que pudiera ocurrir, que el método se extraviara en su búsqueda de conocimiento de la verdad” (22).

Todo lo cual me respondió una cuestión que me venía planteando hace años acerca del gusto por la lectura en los niños: he observado en muchas generaciones de alumnos de educación básica la forma en que los de primer y segundo grado gustan y disfrutan de la lectura, en cambio no entendía por qué en los siguientes grados se iban volviendo apáticos ante esta práctica y, de hecho, les empezaba a resultar tediosa. Ahora veo que el problema radica en que durante los primeros grados les eligen lecturas que despiertan su imaginación y son adecuadas para su esquema mental. En cambio en los siguientes grados los introducen en lectu-ras complejas, propias para adultos.

Hay mucho más que decir del texto, pero prefiero invitarlos a que lo lean, lo comprendan y lo vivan. Así que concluyo con estas palabras del autor: “La utopía no es concebida para realizarse en el momento y en el lugar que es for-

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revista de la facultad de filosofía y letras

E S T U D I O

mulada, sino en el futuro. ¿Por qué no creer que en el futuro se realizará la so-ciedad en que los dos hemisferios trabajarán armónicamente para consumar una sociedad más equitativa y justa entre mujeres y hombres? Y el territorio privilegiado en que se exhibirá en plenitud esa armonía, será la lectura: imagi-nación y razón, holismo y secuencia, tiempo y espacio, lenguaje y sentimiento, en suma comprender y vivir podrán conjugarse armónicamente” (68).

Alfaro López Héctor Guillermo, Comprender y vivir la lectura. México: dgb-unam, 2007.