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43 no. 33-34: 43-49, abril-septiembre de 2003. Geor Geor Geor Geor Georges L ges L ges L ges L ges Labica abica abica abica abica Del imperialismo Del imperialismo Del imperialismo Del imperialismo Del imperialismo a la mundialización a la mundialización a la mundialización a la mundialización a la mundialización E l imperialismo, fase superior del capitalismo. Ensayo de vulgarización, que se publicó en 1917, se escribió en Zurich —nos dice Lenin— en la primavera de 1916, y respondía a una necesidad urgente. Había que discernir la naturaleza de la guerra mundial que se desarrollaba, para caracterizarla y poder definir la posición de los socialistas sobre ella. La guerra correspondía a la nueva fase imperialista a la que había llegado el capitalismo y sus condiciones objetivas representan «el preludio de la revolución socialista». Esa es la tesis que se defiende. Económica, puesto que afirma que el imperialismo es consecuencia del desarrollo del capitalismo y no una «política» que pudiera resultar contingente, y a la par política, puesto que denuncia el social-chauvinismo que no traiciona únicamente al socialismo, sino que se revela incapaz, al aliarse con la burguesía, de entender que la guerra puede ofrecer al proletariado una ocasión para triunfar. El análisis rechaza cualquier idea de neutralidad. Por el contrario, diagnostica una «escisión del socialismo» al oponer las corrientes reformistas simbolizadas en la eminente figura de Karl Kautsky, líder de la socialdemocracia alemana y heredero de Engels, la corriente revolucionaria, cuya intransigencia —a pesar de algunos desaciertos— representa Rosa Luxemburgo. La teoría del imperialismo forma el punto de articulación de una lucha multiforme, ideológica y estratégica que culminaría con la Revolución de Octubre. Vale decir que apoya todas las intervenciones de Lenin, ya sea sobre la especificidad de las guerras, la cuestión nacional o el derecho de las naciones a disponer de sí mismas, las condiciones de la revolución socialista y la «democracia integral», o sobre los «dos partidos» que dividen al mundo, y el internacionalismo. «Huelga decir que no se trata de brindar una apreciación histórica concreta sobre la actual guerra si no se la calza con un esclarecimiento completo de la naturaleza del imperialismo en sus aspectos a la vez económico y político». György Lukács fue el primero que, en 1924, señaló: Profesor. Universidad de París X, Nanterre. Este texto figura como «Introducción» a la reedición de El imperialismo, fase superior del capitalismo, de V. I. Lenin (Le temps des cerises, París, mayo de 2001). Fue enviado por el autor especialmente para su publicación en español en Temas.

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Del imperialismo a la mundialización

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no. 33-34: 43-49, abril-septiembre de 2003.

GeorGeorGeorGeorGeorges Lges Lges Lges Lges Labicaabicaabicaabicaabica

Del imperialismoDel imperialismoDel imperialismoDel imperialismoDel imperialismoa la mundializacióna la mundializacióna la mundializacióna la mundializacióna la mundialización

El imperialismo, fase superior del capitalismo. Ensayo devulgarización, que se publicó en 1917, se escribió en

Zurich —nos dice Lenin— en la primavera de 1916, yrespondía a una necesidad urgente. Había que discernirla naturaleza de la guerra mundial que se desarrollaba,para caracterizarla y poder definir la posición de lossocialistas sobre ella. La guerra correspondía a la nuevafase imperialista a la que había llegado el capitalismo ysus condiciones objetivas representan «el preludio dela revolución socialista». Esa es la tesis que se defiende.Económica, puesto que afirma que el imperialismo esconsecuencia del desarrollo del capitalismo y no una«política» que pudiera resultar contingente, y a la parpolítica, puesto que denuncia el social-chauvinismo queno traiciona únicamente al socialismo, sino que se revelaincapaz, al aliarse con la burguesía, de entender que laguerra puede ofrecer al proletariado una ocasión paratriunfar.

El análisis rechaza cualquier idea de neutralidad.Por el contrario, diagnostica una «escisión delsocialismo» al oponer las corrientes reformistassimbolizadas en la eminente figura de Karl Kautsky,líder de la socialdemocracia alemana y heredero deEngels, la corriente revolucionaria, cuya intransigencia—a pesar de algunos desaciertos— representa RosaLuxemburgo. La teoría del imperialismo forma elpunto de articulación de una lucha multiforme,ideológica y estratégica que culminaría con laRevolución de Octubre. Vale decir que apoya todaslas inter venciones de Lenin, ya sea sobre laespecificidad de las guerras, la cuestión nacional o elderecho de las naciones a disponer de sí mismas, lascondiciones de la revolución social ista y la«democracia integral», o sobre los «dos partidos» quedividen al mundo, y el internacionalismo. «Huelgadecir que no se trata de brindar una apreciaciónhistórica concreta sobre la actual guerra si no se lacalza con un esclarecimiento completo de lanaturaleza del imperialismo en sus aspectos a la vezeconómico y político». György Lukács fue elprimero que, en 1924, señaló:

Profesor. Universidad de París X, Nanterre.

Este texto figura como «Introducción» a la reedición de Elimperialismo, fase superior del capitalismo, de V. I. Lenin (Le temps descerises, París, mayo de 2001). Fue enviado por el autorespecialmente para su publicación en español en Temas.

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La superioridad de Lenin consiste en esto: haber sabido —lo cual constituye una hazaña teórica sin paralelo— vincularconcreta y enteramente la teoría económica del imperialismocon todos los problemas políticos de la actualidad, y hacerdel contenido de la economía, en esta nueva fase, el hiloconductor de todas las acciones concretas en el mundoorganizado de ese modo.

La modestia del subtítulo de la obra: «Ensayo dedivulgación» no debe hacernos olvidar el enormetrabajo preparatorio realizado por Lenin, consignadoen los Cuadernos del imperialismo, a los que dedicó las 900páginas del tomo 39 de las Obras, que cubren solo elperíodo 1915-1916. Esos cuadernos de notas,numerados de alfa a omega, se completan con algunoscuadernos temáticos —por ejemplo, El marxismo y elimperialismo o Datos sobre Persia y Notas varias, que incluyenextractos comentados de unas 150 obras publicadas y240 artículos aparecidos en 49 periódicos distintos, enalemán, francés, inglés y ruso, así como amplias listasbibliográficas establecidas, sobre todo a partir de losfondos de la biblioteca de Zurich, donde Lenin residíapor entonces.

En varias ocasiones trabajó allí los proyectosrespectivos de El imperialismo, fase superior... El imperialismoy el derecho de las naciones... y El imperialismo y la escisión delsocialismo. Despeja todo lo que tiene que ver con lostrusts (electricidad, petróleo, carbón, hierro, cine...), laspugnas por la hegemonía, los bancos, los diversosimperialismos, el sistema colonial. Concede particularatención a las dos obras que son sus fuentes principales:El imperialismo de J. A. Hobson, publicada en Londresen 1902, a la que en el Cuaderno kappa dedica mayorespacio. Destaca, en particular, ejemplos del«parasitismo» —el de Inglaterra, que obligaba a losnativos, en la India, a hacer la guerra. Consigna que elEstado dominante se dedica a corromper a las clasesinferiores para que se mantengan tranquilas o que las«razas blancas» se desentiendan del trabajo y se«comporten como una aristocracia mundial paraexplotar a aquellas», o señala que «el odio puededespertarse». Observa que el capital logra másrápidamente su colaboración internacional que lostrabajadores; que el imperialismo se vale de susuperioridad para impedir el desarrollo de los paísesdominados; o que logra una carta de triunfo en lasdesigualdades entre países. Pero el libro que le resultamás cercano y al que más debe es El capital financiero delmarxista Rudolph Hilferding, publicado en Moscú en1912. Se remite a él constantemente. Si bien concuerda,en especial, con sus grandes enseñanzas —como cuandoseñala que «la respuesta del proletariado a la políticaeconómica del capital financiero no puede ser la libertaddel comercio, sino solamente el socialismo—, no porello deja de subrayar sus «defectos», que rectificará ensu propio Imperialismo...; a saber, el error teórico sobre

el dinero; el desconocimiento, casi total, del reparto delmundo; el desconocimiento también de la correlaciónentre el capitalismo financiero y el parasitismo; y el deimperialismo con oportunismo. Sobre su preocupacióncentral, el imperialismo, Lenin retoma determinadosescritos de Marx y Engels sobre Europa, Rusia, elproblema nacional, el internacionalismo, la Comuna oIrlanda. Por supuesto, entre los textos de los marxistasque disecciona, reserva un lugar aparte a Kautsky, yprepara el proyecto de folleto que le piensa dedicar.Hobson —dice— le allana el camino al develar «la falaciafundamental del kautskismo» sobre la cuestión delimperialismo. Kautsky comete un doble error. Por unaparte, piensa que se puede oponer al saqueo de losmonopolios bancarios y a la opresión colonial, uncapitalismo «sano, pacífico» o, en otras palabras, «unreformismo pequeño-burgués, para un capitalismoimpoluto, bien alimentado, moderado y ordenado», queya no vería entonces en el imperialismo un estadioeconómico. Por otra, con su tesis sobre el ultra-imperialismo, alimenta la ilusión de un futuro pacífico,gracias a la unión de los capitalistas.

Limitémonos aquí a señalar la ejemplaridad delmétodo de trabajo de Lenin. No se aparta en lo másmínimo del que siguió, años atrás, cuando preparabasu folleto El Estado y la revolución. Escribía yo sobre eso:

Actividad práctica: lucha contra la guerra en las conferenciasde Zimmerwald y de Kienthal. Actividad teórica: tesis sobreel derecho de las naciones a disponer de sí mismas, sobre elsocialismo y la guerra, el fracaso de la Segunda Internacional,el imperialismo fase superior del capitalismo. Actividadpública y actividad de gabinete; ese militante, ese ratón debiblioteca, que emborrona cuaderno tras cuaderno de notasde lectura [...] Análisis concreto de la situación concreta;mientras que aquí, la práctica política leninista forja losinstrumentos científicos de una transformación del mundoen la que siempre estamos —en el sentido más estricto,aparte del ruido de otras armas—, desenmascara la violenciainherente a las relaciones capitalistas de producción, quearrastra al propio movimiento obrero y provoca la ceguerade nuestras mejores cabezas.

Esta era ya la lección de El Capital. Una precisión,para evitar un malentendido que se ha vuelto clásico: eltérmino «superior» en el título de la obra de Lenin, nodebe interpretarse como «final» o «último» en un sentido,digamos, ontológico; es decir, la fase tras la cual nocabe esperar otro desarrollo. Significa, simplemente,«contemporáneo» o «actual». El propio autor lo haprecisado en múltiples ocasiones. Cuando proponía sutítulo escribió: «El imperialismo, fase superior(contemporánea) del capitalismo» (Cuaderno beta,p. 206). Dice, por demás, «actual (contemporáneo ensu etapa contemporánea)». Retoma, de hecho, elsubtítulo de El capital financiero: «la fase más reciente deldesarrollo del capitalismo».

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Veremos que en este sentido la mundializaciónpuede considerarse tanto parte de la fase imperialistacomo representativa de una nueva expresión. Lenin,en un espíritu análogo, evocó el «nuevo imperialismo»para caracterizar el período que analiza, cuandoreproduce la frase de Hobson: «El nuevo imperialismose distingue del viejo, primero, en que remplaza lastendencias de un único imperio en expansión, la teoríay la práctica de imperios rivales guiados cada uno poridénticas aspiraciones a la expansión política y albeneficio comercial; segundo, en que marca elpredominio de intereses financieros o relativos a lasinversiones de capitales», y añade una nota que dice:«diferencia entre el nuevo imperialismo y el viejo».Ofrece su cronología, siguiendo esta vez el libro deE. Ulbricht, Potencia mundial y Estado nacional (Historiapolítica 1500-1815): el viejo imperialismo fallecería enSanta Helena con Napoleón, y el nuevo corresponderíaa la fundación por Gran Bretaña de un nuevo imperiomundial, que arrastra a las demás naciones y conduce ala competencia económica con los demás pueblos.¿Cuáles son los rasgos más sobresalientes delimperialismo según Lenin? El cuadro más explícitoaparece en El imperialismo y la escisión del socialismo, y puedeservir de pauta para la lectura de los demás textos. Arenglón seguido reproducimos lo esencial:1. El imperialismo es una fase histórica particular del

capitalismo, la fase del capital monopolista que seexpresa a través de cinco etapas principales:a) Cartels, sindicatos (patronales), trusts, que son

productos de la concentración de la producción.b) Los grandes bancos.c) El acaparamiento por los trusts y la oligarquía

financiera de las fuentes de materias primas. Nota:capital financiero = capital industrialmonopolizado + capital bancario.

d) El reparto económico del mundo por los cartelsinternacionales. Nota: la exportación de capitalesha emplazado a la de mercancías, característicadel capitalismo no monopolista.

e) El reparto territorial del mundo (colonias) haterminado. Añadamos que, históricamente, elimperialismo terminó de constituirse entre 1898y 1914 (referencias: Guerra hispano-americanade 1898, anglo-boer de 1899-1902 y 1914, ruso-japonesa de 1904-1905, crisis económica europeade 1900).

2. El imperialismo es un capitalismo parasitario o enproceso de descomposición. Nota: esos términos,diferentes de los primeros en el sentido de queparecen expresar un juicio de valor, son sin embargotambién económicos, pero ya dejan traslucir unaconsecuencia política del análisis. Tenemos:

a) Una burguesía imperialista. A pesar del desarrollomuchas veces rápido de determinadas ramas dela industria, está en proceso de descomposiciónporque se ha convertido de republicana ydemocrática (en el capitalismo de librecompetencia) en reaccionaria.

b) Formación de una amplia capa de rentistas quevive de «recortar cupones».

c) Exportación de capitales, que es «parasitismo alcuadrado».

d) La reacción política es lo característico delimperialismo, es principio de venialidad, decorrupción, y producto de «Panamás de todaespecie».

e) Explotación de las naciones oprimidas: el mundo«civilizado» vive como parásito del mundo nocivilizado. Nota: lo cual también es cierto parauna capa privilegiada del proletariado en Europa.

3. El imperialismo es un capitalismo agonizante quemarca la transición hacia el socialismo, a causa de lasocialización del trabajo, que se acentúa todavía másque bajo el capitalismo. Retengamos algunos rasgosmás:a) El imperialismo es un producto necesario

del desarrollo del capitalismo. Tenemos:capitalismo = libre competencia = democracia.Imperialismo = monopolismo = reacción.Observemos la vinculación íntima de dos planos:económico (condición de las fuerzas productivas)y político (naturaleza de las relaciones sociales)que, a ese efecto, pone de manifiesto que entre elimperialismo y la democracia existecontradicción. El propio Lenin extrae unaconsecuencia: «separar —escribe— la políticaexterior de la política interna es anticientífico,porque, en cada caso, el imperialismo consagrael triunfo de la reacción».

b) «El imperialismo es una superestructura delcapitalismo». Encontramos esta formulación queutiliza Lenin en el «Informe al programa delPartido» (19 de marzo de 1919). Este es el sentidode la demostración: retomando el juicio de Marxcuando declaraba que la manufactura era unasuperestructura de la pequeña producción masiva(El capital, t. I) enuncia tres propuestas: 1. no hayimperialismo en el viejo capitalismo; 2. con eldesmoronamiento del imperialismo «losfundamentos se quedan en uno»; 3. enconsecuencia, hay que tener en cuenta «un enormesubsuelo del viejo capitalismo». El propio Leninse dedicó a demostrarlo, en el caso de Rusia,desde su obra Desarrollo del capitalismo en Rusia, ycuando analizaba la imbricación de los diferentes

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modos de producción como rasgo de laestructura económica del país. Por su parte, eltérmino «superestructura» viene a especificar lanaturaleza del imperialismo que, como señalabaHenri Lefebvre, «es a la par que una forma delcapitalismo (elemento económico), una formade la actividad clasista de la burguesía (elementosocial), y una forma de Estado (elemento político)como un todo inseparable». No vamos a trataraquí, porque sería objeto de otra reflexión, losincontables debates que tuvieron lugar por aquellaépoca en torno a los rasgos del imperialismo ysu definición. Entre los propios marxistas, nofaltaron las divergencias, incluidas las que semanifestaron en el seno de «la izquierda»: conBujarin, a quien Lenin trata duramente, si bienaccedió a escribir el prefacio de su folleto; conRosa Luxemburgo, en su Acumulación del capital,aunque fuese de manera indirecta; o conA. Pannekoek, quien «plantea mal el problemadel reformismo».

Mejor preguntémonos sobre la actualidad de lastesis leninistas sin caer en la afectación de posponer unarespuesta que el lector debe haber presentido a estasalturas: nuestra mundialización/globalización no es sinoel «nuevo imperialismo» de Lenin, que ha llegado a unafase superior de desarrollo. Aunque no agrade a losdespreciativos posmodernos, siempre presurosos decalificar de prehistórico cualquier lenguaje que reflejesu propia sumisión al orden dominante, hay queconvenir en que hay vocablos cuya capacidad de captarlo real no ha perdido nada de su eficacia. Imperialismoes uno de ellos, y sigue gobernando una constelaciónconceptual en la que, por lo demás, capitalismo,explotación, propiedad, clases y lucha de clases,democracia social, transición revolucionaria, conservansu sentido cabal. No faltan analogías y similitudes quetraducen una misma esencia. Junto a las que ya hemosseñalado, vamos a presentar algunas nuevas. Loscandentes debates actuales en torno a la definición y laperiodización de la mundialización recuerdan losargumentos que, a principios del siglo XX, acompañabanla caracterización del imperialismo: relaciones con elcapitalismo, rasgos determinantes, papeles recíprocosde la economía y la política, formas de competencia, yla aparición en los años 60, e incluso mucho antes—hasta el punto en que algunos le niegan todaoriginalidad— de un fenómeno que sería coextensivoal capitalismo. Ahora bien, seguramente el mercadomundial se confunde con el advenimiento de lasrelaciones capitalistas de producción. Marx y Engels yalo subrayan en su Manifiesto. Marx retoma la idea en Elcapital. «La producción capitalista crea el mercadomundial» y su constitución es uno de los rasgos

específicos del capitalismo. En cuanto al predominiodel capital financiero, se sabe que ya Marx habíademostrado que «con el capital basado en el interés, larelación capitalista alcanza su forma más externa», osea D-D’, lo que llama «el fetiche autómata», valor quese valoriza, dinero que engendra dinero. «El dineroadquiere así la propiedad de crear valor y de reportarinterés de manera tan natural como el peral da peras»:«es la fetichización capitalista en su forma más brutal».Mientras que en todos los casos —¿es necesariorecordarlo?— «la ganancia, a partir del capitalproductivo, estimula los beneficios del capitalfinanciero». No obstante, la especificidad de ese nuevoimperialismo que es la mundialización no puedesubestimarse, cualesquiera fuesen los matices que seaporten a su definición o a su periodización. Sin dudas,se manifiestan nuevamente aquí los rasgos que losprimeros teóricos —Hobson, Hilferding, Lenin— yahan identificado, pero acentuados por la aceleradaconjunción de tres fenómenos recientes: el predominiodel capital financiero/especulativo, las revolucionestecnológicas, sobre todo en la esfera de la informacióny la comunicación, y el desplome de los llamadospaíses socialistas. Sin dudas, los flujos de capitalesdesempeñaron un papel desde principios del siglo XX;pero han llegado a provocar una integración sistémicaque permite a los monopolios considerar el mundocomo un campo global al servicio de sus intereses,relevados ahora por las instituciones internacionales bajosu control, que desempeñan entonces la función de ungobierno planetario (FMI, Banco Mundial, OMC, etc.).El fin de toda competencia entre «bloques» antagónicos,independientemente de su régimen y formas, deja pordemás el campo libre a una única superpotencia, losEstados Unidos de América, cuya hegemonía se ejerceen todas las esferas —económica, militar estratégica,política, jurídica, científica, tecnológica, lingüística ycultural.

Dotados de una omnipotencia jamás alcanzada antespor ninguna nación, los Estados Unidos ocupan en loadelante el lugar que antaño tuvo Gran Bretaña.Destacando el papel de esta última, Lenin anticipaba eltraslado de poderes cuando, en 1915, ya observabaque los Estados Unidos, «el país de vanguardia delcapitalismo moderno [...] en incontables relaciones,constituía el modelo y el ideal de nuestra civilizaciónburguesa». Como en el antiguo reparto del mundo, nohubo nada que no fuera sometido a la repartición, conla diferencia de que los imperialismos que compiten,los de la tríada (los Estados Unidos, Europa y Japón)no tienen una relación de igualdad, sino más biensubalterna de mayores y menores —por ejemplo, laantigua potencia dominante no ocupaba más que unafunción subrogante, de completo vasallaje. Así,

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mundialización se confunde con norteamericanizacióno, más bien —disculpen el barbarismo— conestadounidización. En este capítulo de analogíascomplementarias, cuidémonos de no olvidar losaspectos políticos e ideológicos. Algunas brevesobservaciones bastarán, pues muchas cosas se han hechoevidentes desde la caída del Muro de Berlín, cuando elliberalismo cantaba una victoria cuyos días estabancontados.

En cuanto al primero, hay que considerar treselementos:a) La «reacción» que con la justificación de constatar

un retroceso de las prerrogativas estatales, pone alEstado al servicio de las necesidades de lasmultinacionales, ya se trate de privatizar, flexibilizar,financiar por constantes aligeramientos de cargas, yde proceder a los abandonos de soberaníanecesarios a las concentraciones económicas(competitividad) y políticas (Unión Europea). Ladestrucción de los servicios públicos, eldesmantelamiento del derecho al trabajo y la supresiónde las autonomías culturales, de «la excepciónfrancesa» a la «piltrafa» en materia de cine, son elprecio consentido.

b) El alineamiento de las socialdemocracias —y enfecha más reciente, de los partidos comunistas—con la gestión del capitalismo que, con el supuestode preservar los «logros sociales», se dedican a buscarel consenso «ciudadano». Kautsky no hubierapodido dar crédito a sus ojos.

c) La derrota, seguida por la descomposición delmovimiento revolucionario (obrero, socialista), bajoel doble impacto de la mundialización y el desplomedel «campo socialista», que ya ni siquiera parecenpermitir una «escisión» ofensiva del socialismo, comoen los años 1915 y 1916, sino más bien firmar elepitafio de una esperanza.En cuanto al segundo, el ideológico, pone en primer

plano no solo la «democracia» a secas, presentada como«modelo» en los países del Este europeo, y ya se sabelo que estos hicieron con la democracia; y asimilada almercado, sino el discurso del derecho —Estado dederecho, derechos humanos, Derecho internacional,recientemente complementado con el «derecho deinjerencia», cuyo único objetivo es inculcar el reino de

la TINA (There Is No Alternative), la diosa thatcherianade la sumisión a la fatalidad del neoliberalismo.

El reverso de la medalla, de hecho, no es otra cosaque su réplica con el nombre de abstencionismo político,repliegues religiosos y nacionalistas, afirmacionesidentitarias y comunitarias, por no decir elahondamiento cotidiano de desigualdades que no dejanfuera ninguna esfera, desde los ingresos hasta laeducación y la salud.

Evidentemente, la envoltura tiene otro aspecto: elde la «feliz mundialización», como lo asegura unpsicofante patentado, garantizando al menos de maneravirtual (es la moda) el crecimiento para todos, el respetoa las diferencias, la promoción de lo social, el libre accesoa la información sin trabas en la «aldea global». A unpunto tal, que algunos —de buena o mala fe— se handedicado a pensar y hasta llegan a sostener, porque aúnno ha ocurrido nada, que podría haber una opciónentre mundialización buena y mala. Bastaría con inclinarel peso «en el sentido de lo bueno» y de «anclar a laizquierda» de los gobiernos, que después de todo,todavía no han tomado una decisión.

Entonces, ¿qué pasa en la actualidad? Tanto en elsentido del imperio, que ya era válido para Roma, comoen el de «nuevo imperialismo» de nuestro siglo—principio, fin y continuación—, la lección parece clara.A todas luces, no es un Zbigniew Brzezinski —quien«arrima la brasa a su sardina», con la arrogancia delmaestro— el que sostendrá lo contrario. Recojamosalgunas joyas suyas, expuestas públicamente: «La derrotay la caída de la Unión Soviética propiciaron el rápidoascenso de los Estados Unidos como única y, de hecho,primera real potencia mundial»; «Norteamérica encarnaen casi todas partes el futuro de una sociedad ejemplarque hay que imitar»; «en la terminología cruda de losimperios del pasado, los tres grandes imperativosgeoestratégicos se resumirían de la siguiente manera:evitar la connivencia entre vasallos y mantenerlos en unestado de dependencia que justifica su seguridad; cultivarla docilidad de los súbditos protegidos; impedir a losbárbaros que formen alianzas ofensivas»; «regir laemergencia de nuevas potencias mundiales para queno pongan en peligro la supremacía norteamericana».«La ampliación de Europa y de la OTAN servirá a losobjetivos, tanto a corto como a largo plazo, de lapolítica norteamericana». Ahora bien, «la mundialización

El término «superior» en el título de la obra de Lenin, no debeinterpretarse como «final» o «último» en un sentido ontológico;es decir, la fase tras la cual no cabe esperar otro desarrollo.Significa, simplemente, «contemporáneo» o «actual».

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[...] no es más que el vocablo encubridor delimperialismo», «la difusión no igualitaria del capitalismoa nivel planetario».

No solamente los especialistas, preocupados poranalizar lo real de nuestro tiempo, no vacilan en recurriral término imperialismo, sino que muchos hacenreferencia expresa a las tesis leninistas. S. de Brunhoff yW. Andreff subrayan la actualidad de la ley deldesarrollo desigual. D. Collin escribe:

El neoliberalismo no es la expresión de una revitalizacióndel capitalismo de libre concurrencia del siglo precedente,es en primer término la teorización y legitimación de lo quehay que llamar realmente imperialismo en el sentido deHilferding y de Lenin.

A. Catone, por su parte, señala: «todos los aspectoscaracterísticos del imperialismo que plantea Lenin hantenido un enorme desarrollo: los monopolios, los cartels,los trusts, se han vuelto megamonopólicos». ¿Nosrepugna el «parasitismo»? «En cuanto al desarrollotentacular de una oligarquía financiera ampliamenteparasitaria no hay necesidad de leer al Lenin de Elimperialismo, fase superior del capitalismo para convencersede ello. El propio Georges Soros, especulador célebre,lo explica en sus obras». ¿Nos ofuscará la«putrefacción»?

Sin embargo, es evidente en los países «ricos encapital», declara G. de Bernis, donde se compruebauna desaceleración del proceso técnico y dondeencontramos incontables rentistas que todavía estánviviendo «recortando cupones», donde los «Estadosacreedores» oprimen a los «Estados deudores»; y no espara asombrarse si las actuales manifestaciones de la«podredumbre» del capitalismo son más numerosas yprofundas que las observadas por Lenin al terminarun período de estabilidad (relativa) del capitalismo. Noquiero pasar por alto una alusión a nuestro hermosopaís, Francia, cuando Lenin reproduce la siguientefórmula de M. Sembat: «¡La historia financiera de laFrancia contemporánea, si se va a escribir con franqueza,vendría a ser la historia de toda una serie de saqueosparticulares que evocan el pillaje de una ciudadconquistada!». Desgraciadamente, conviene dar un pasomás en esta caracterización y decir que la situación queengendró nuestro «nuevo imperialismo» es peor que laprevaleciente en los años 10 del siglo XX. Acabamos deverlo. Se podía entonces evocar una relativa estabilidad,que ya no cabe en la crisis actual, y que impidió a Leninhablar de desempleo o de miseria masiva. Además, nosolamente el fenómeno de las multinacionales nopresentaba «la ubicuidad que ha adquirido ahora», sinomás bien otros rasgos que se han acentuado y agravadoconsiderablemente, ya se trate del Estado —cuyasfunciones de regulación social no han cesado dedisminuir—, del Estado-nación —que ya no es lo que

era a raíz de la Primera guerra mundial—, de lasconcentraciones y fusiones de empresas, de lacirculación de capitales o del papel de las Bolsas.

Una lectura posible de actualización del texto deLenin consistiría en sustituir los datos que ofrece porlos nuestros. El resultado sería esclarecedor, referidoa «la asfixia que ejercen los monopolios sobre todo loque no se somete a su yugo», «las relaciones dedominación y la violencia que traen consigo [losmonopolios]», las «combinaciones», los bancos, loscomplots del capital bancario con el capital industrial,las oligarquías financieras, las sociedades anónimas y lailusión de su «democratización», la contaminación porel capital monopolista de la política y de las demásesferas, las exportaciones de capitales, la deuda, la carrerapor el control de las materias primas, la dependenciade países independientes en principio, las rivalidadesinterimperialistas, el proyecto de los Estados Unidosde Europa, «el crecimiento de la inmigración hacia esospaíses [imperialistas], de obreros procedentes de losmás atrasados donde los salarios son más bajos, o ladefensa del imperialismo por “los sabios y publicistasburgueses”». A esto que habría que añadir que el cálculoen cifras de esos datos, según las estadísticas másoficiales, pondría de manifiesto desviacionespropiamente sorprendentes. Voy a poner un soloejemplo relacionado con el capital especulativo en elcentro, como se sabe, del «escenario globalizado»: trasel abandono de los acuerdos de Bretton Woods y elfinal del sistema monetario basado en el patrón oro,los 50 000 millones de euromonedas de 1969, que yase habían considerado inquietantes, se convirtieron en8 billones, o sea en «una parte pequeña de las finanzasmundiales». Si finalmente se tienen en cuenta elementosignorados del antiguo «nuevo imperialismo», porquesimplemente algunos no existían, al menos a semejanteescala —como el peso de la deuda bajo el control delas instituciones monetarias internacionales, que conducea la ruina de todo un continente (África)—, no veonada sospechoso: la amenaza de los arsenales nucleares;los peligros que corre el medio ambiente; la escasezprevisible de agua potable; la mercantilizacióngeneralizada, que se extiende a la venta de órganos y ala prostitución masiva de niños, no temeremos hablarde una verdadera «criminalización de la economíamundial».

El tráfico de drogas —otro elemento ignorado—está a la cabeza del comercio mundial. Los estupefacientesson la mercancía que genera mayores beneficios. Paraempezar, no son únicamente las redes económicas quese establecen (tipo «paraíso artificial») e institucionesbancarias dedicadas al lavado de dinero. Es el conjunto,el sistema que está carcomido por dentro. Pese a susprotestas morales y a sus presuntas represiones

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Del imperialismo a la mundialización

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(destrucción de plantaciones), los países desarrollados,ricos y poderosos, protegen los circuitos que lesproporcionan los mayores beneficios, incorporandolegalmente el botín a las actividades más oficiales. Eldinero llamado «sucio» ya no se distingue del «limpio».De marginal, la corrupción pasó a penetrar todos losengranajes rectores del cuerpo social y, sobre todo, dela política, que a aquella debe uno de los motivosprincipales de descrédito. Una última pregunta: ¿quésucede con la relación que Lenin establece entreimperialismo y transición al socialismo? ¿Acaso noreside ahí la caducidad de toda la teoría, cuando por lahistoria sabemos, a ciencia cierta, que el procesorevolucionario iniciado en 1917 no solo no cumpliósus promesas, sino que se hundió con el sistemasoviético en 1989, y cuando, por otra parte, elcapitalismo, dando pruebas de una vitalidadinsospechada, ha podido superar sus crisis y restablecer,con la globalización, un equilibrio tal que le permiteconfirmar su esencia con un dominio estratégico globalsin parangón?

Sin embargo, el argumento no parece sustentarse,por una serie de razones estrechamente vinculadasentre sí. Evoquemos, en primer lugar, la notoriacomprobación de que la mundialización es un procesoen curso, y que su carrera no solo no ha tocado a su fin,sino que resulta difícilmente previsible. En opinióngeneral, se trata de un proceso contradictorio, sujeto alos efectos de las muy conocidas «sorpresas» de losmercados que tanto desorientan a los economistas, la«mano invisible» que hace, en resumidas cuentas, lo quese le antoja (de la crisis mexicana a la asiática y al crackdel Nasdaq); y sujeta también no tanto a las rivalidadesen el seno de la tríada, sino a lo que puede suceder conlos países llamados «emergentes» —de Brasil a China.El propio Brzezinski no preconiza el reinado de la«nación indispensable», más allá de «una generación», yno descarta la posibilidad de que «esté empezandoa tomar forma una verdadera situaciónprerrevolucionaria». Si bien, por otro lado, Lenin esperamucho de la socialización que el imperialismo acelere,en relación con el viejo capitalismo de competenciaentre pequeñas y medianas entidades económicas; siespera, no sin duras luchas, la apertura de un períodorevolucionario en dirección a un conflicto mundial; sitestimonia una debilidad, rectificada rápidamente, porla consigna política de los Estados Unidos de Europa,ello no podría atribuirse únicamente a determinadapredisposición de su temperamento al optimismo, sinoa la coyuntura que le tocó vivir, a la «situación concreta»

que fue la suya. Ahí radica la diferencia. Lenin eratodavía un hombre de las Luces, más cercano a suspropios guías intelectuales de lo que estamos nosotros,testigos y herederos de un siglo de sangre, de masacrey de ruinas —cuyo preámbulo él solo pudo ver—, queapenas si nos atrevemos a llamar «modernidad», y quenos ha impuesto la renuncia a todas las formas deineluctabilidad, aunque sean revolucionarias. No esmenos cierto que ese pesimismo, si queremos llamarloasí, también se afinca en un contexto. Es el reflejo deese imperialismo de la desesperanza que es lamundialización, ya que por mucho que podamosdiscernir sus virtualidades positivas, la atención lúcidase encuentra confiscada por el extraordinario poderde lo negativo inherente al sistema. Pero precisamentepor ello, el diagnóstico leninista, por una aparenteparadoja, conserva su pertinencia, incluso en suconclusión alternativa. Porque de lo que se trata es deun sistema, y ese sistema —el capitalismo— sigue siendoel mismo en su naturaleza desde El capital hasta susavatares imperialistas, los cuales, a través y al ritmo delos cambios considerables introducidos y que, depaso, han modificado nuestra manera de ver el mundo,no han hecho sino confirmarnos su nocividad, al puntode poner bajo el signo de la urgencia, realmente vital, lanecesidad de cambiarlo. No hay que ir a buscar lanovedad en otra parte. Es radical. Por muy deterioradasy desarticuladas que estén las fuerzas contestatarias, porrazones coyunturales análogas, no por eso dejarán decumplir la misma función. Recién se multiplicansíntomas que hacen pensar que van a producirse, quese están operando convergencias cuyo programaseguramente no tenemos disponible, pero cuya finalidades indiscutible. ¿Acaso no saldría ganando con ello lapropia mundialización con la que todo internacionalistaha soñado? La sentencia de Rosa Luxemburgo, paraquien el imperialismo tampoco tuvo secretos, nos llegacomo un puño en alto: el capitalismo no está encondiciones de realizar la mundialización porqueprimero lo devorarán sus contradicciones internas.Únicamente el socialismo puede lograrlo.

Traducción: Lourdes Arencibia Rodríguez.

© , 2003.