del colegio a la oficina, por 3g office - el comercio de perú - enero 2014

2
Enero 2014 62 APTITUS ESPACIOS Las estancias de nuestra formación están llenas de espacios, en los que se va desarrollando nuestra educación y nuestra vida profesional posterior DEL COLEGIO A LA OFICINA SHUTTERSTOCK

Upload: 3g-office

Post on 15-Feb-2017

135 views

Category:

Design


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Del Colegio a la Oficina, por 3g office - El Comercio de Perú - Enero 2014

Enero 2014 62 APTITUS

ESPACIOS

Las estancias de nuestra formación están llenas de espacios, en los que se va desarrollando nuestra educación y nuestra vida profesional posterior

Del colegio a la oficina

Shu

ttEr

Sto

ck

Page 2: Del Colegio a la Oficina, por 3g office - El Comercio de Perú - Enero 2014

63APTITUS Enero 2014

PorJosé luis

Sánchez-conchaDirector regional

para América Latina de 3G Office

L as personas pasamos por un proceso que, de algu-na manera, define nuestro

“estilo” de trabajo. En este proce-so, evidentemente, tenemos dife-rentes lugares en los cuales reali-zamos nuestras actividades y es muy interesante analizar los espa-cios en los que se va desarrollando nuestra educación y nuestra vida profesional posterior.

En primer lugar, cuando so-mos muy pequeños, el jardín de niños o el nido. Una de las cosas que más me llama la aten-ción es que en un aula de clases existen diferentes “estaciones” para diferentes actividades. Hay una estación para lectura de cuentos, hay otra estación para trabajos manuales con plastili-na o arcilla, otra estación para rompecabezas y puzzles, y, por supuesto, las mesas en las que los pequeños se sientan en gru-po para realizar sus trabajos. En resumen, el espacio fomenta el trabajo en grupo y la colabora-ción, y existen diferentes espa-cios para el desarrollo de dife-rentes actividades.

Luego pasamos al colegio, y esto cambia radicalmente. Aunque los más pequeños si-guen trabajando en mesas gru-pales, la norma general es asig-nar a cada alumno una carpeta, donde se pasa todo el tiempo sentado –en el mismo lugar– para desarrollar las diferentes actividades del día a día –lectu-ra, estudio, participación, etcé-tera–. Aunque existirán excep-ciones, en general, podríamos decir que lo positivo de la etapa anterior, en términos de flexi-bilidad y de espacios diseñados según la actividad, se pierde.

Consideremos que es en el colegio donde vamos a pasar la etapa más larga de nuestra formación y en cómo afecta esto a nuestras costumbres. Educamos a niños del siglo XXI en escuelas que parecen del siglo XIX.

La siguiente etapa es más in-teresante: la universidad. Em-pieza la libertad e independen-cia, pero aparecen elementos nuevos, como la responsabili-dad y la madurez. Aquí nadie te va a decir si tienes o no que ir a clase, eres tú quien decides. La productividad se mide con las notas y no con el control de si estás siempre en clase, ju-gando al billar o en la cafetería más cercana.

Los estudiantes tienen li-bertad de elección de espacio y tiempo según la necesidad que tengan en cada momento. Además de las aulas en las que se imparten clases, normalmente cuentan con biblioteca, laborato-rios, salas de estudio, salas de pro-yectos, zonas abiertas de descanso para momentos de descanso y de relax, salas de proyección, zonas wi-fi, aulas en las que realizar tra-bajo en equipo, cafeterías, gim-nasio, etcétera. Esto es, tenemos una variedad de espacios que se ajustan a diferentes actividades: concentración, trabajo en equipo, colaboración, desarrollo de tareas, socialización, descanso, escoge-mos el espacio adecuado según la actividad que vamos a realizar. Además, hoy en día, los estudian-tes están permanentemente co-nectados y siempre acompañados de medios tecnológicos que les permiten aprovechar al máximo su tiempo y rendimiento, siendo

de esta forma más competitivos.Lo interesante viene después…

cuando dejamos las aulas y nos integramos al mercado laboral, ¿qué nos encontramos?

Pues, generalmente, un mo-delo parecido al “colegio”, es decir, horarios estrictos y un puesto de trabajo en el cual vamos a desarrollar casi to-das las actividades. Parece que una vez que hemos pasado por nuestra etapa preprofesional y nos incorporamos al mundo laboral, perdemos nuestra fle-xibilidad y todas aquellas op-ciones, el modelo se descarta y volvemos al puesto de trabajo asignado, al confinamiento en una tipología única de espacio, que únicamente cambia si nos

movemos a una sala de reunio-nes o si ascendemos en la or-ganización, situación que nos podría asegurar una mesa más grande o incluso un despacho privado. Es interesante porque el diseño de la oficina tradicio-nal responde no solamente a una estructura jerárquica, sino que también es el reflejo de la era postindustrial: muchos cu-bículos alineados como en una línea de ensamblaje, y el jefe o dueño de la fábrica siempre vigilando. Pero ahora, que en-samblamos ideas en lugar de aparatos, nos hemos olvidado que el espacio de trabajo tam-bién debe evolucionar.

Muchas son las empresas que han adoptado por la fór-mula de diseñar espacios de acuerdo con las actividades que se van a desarrollar, en lugar de hacerlo sobre la base de la jerarquía de las perso-nas. También han optado por

medir la productividad de sus empleados por objetivos y re-sultados, y no por horas de trabajo delante de una mesa. De esta manera, se comienza a desarrollar el trabajo flexible de forma natural. Cada indivi-duo elije dónde y cómo traba-jar. Así, los universitarios que acceden a su primer puesto de trabajo trasladan los mismos hábitos que tenían en la uni-versidad a la empresa.

… Y HACIA LAS NUEVAS TECNOLOGÍASLa tecnología, que antes nos “ataba” al puesto de trabajo (te-léfonos fijos, PC de sobremesa, enormes monitores) ahora nos libera de este, ya que podemos

tener acceso a nuestro trabajo desde cualquier lugar, podemos responder e-mails, tomar deci-siones con información actuali-zada o solucionar un problema en cualquier momento. Las em-presas que no adoptan las nue-vas tecnologías no sobrevivirán.

El trabajador de nuestro tiempo, el knowledge worker, realiza variadas tareas, en forma individual o colaborando con otros, de manera presencial o virtual, y para ello requerirá de diferentes tipologías de espacio que se adapten a sus múltiples actividades de desarrollo. No se trata de modificar nuestra forma de trabajar; al contrario, se trata de transformar nues-tras oficinas para adaptarse a la realidad del trabajo.

En lugar de confinar el ta-lento en un cubículo, hay que darle un “menú” de opciones que le permita escoger el me-jor lugar según su actividad. n

“la oficina traDicional reSponDe a la era InDustrIAL, PerO AhOrA, que ensAmbLAmOs IDeAs

en lugar De aparatoS, noS hemoS olviDaDo De que eL esPAcIO tAmbIén Debe evOLucIOnAr”