dei verbum y los estudios biblicos

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La Constitución Dogmática Dei Verbum y los estudios bíblicos en el siglo XX Vicente BALAGUER 1. Introducción Se puede afirmar sin gran temor a equivocarse que el siglo XX ha supuesto para Iglesia católica un redescubrimiento de la Sagrada Escritura. La Escritura, es- pecialmente tras el Concilio Vaticano II, ha ocupado un lugar preferente en la litur- gia, en la teología, y, en general, en todas las dimensiones de la vida cristiana: la oración, la catequesis, etc. El siglo XX ha sido el siglo de la Biblia. Pero esta idea habría que armonizarla con otra no menos verdadera y, en cierto modo, contradic- toria con ella. Y es que si hubiera que caracterizar de alguna manera el pensamien- to teológico del siglo que termina, en lo que se refiere a la Sagrada Escritura, sin duda habría que hablar de tensión entre el carácter humano y el carácter sagrado de los textos. La investigación no ha dejado de poner de manifiesto el doble carácter que tienen estos libros: su consideración de libros revelados, y por tanto verdade- ros, y su consideración como libros que expresan no sólo lo que Dios dice al hombre sino lo que los hombres han dicho sobre Dios, y, desde este punto de vista, imper- fectos y pasajeros. Este doble carácter se presenta muchas veces como incompati- ble, al menos en una primera instancia. Esta tensión ha revestido varias formas. En la primera parte del siglo —aun- que el periodo habría que prolongarlo por detrás hasta la encíclica Providentissimus Deus (1893), y por delante hasta la Dei Verbum (1965)—, la cuestión se centraba en las dificultades que planteaba la exégesis crítica a la veracidad de los contenidos de la Sagrada Escritura: lo que estaba en juego era la verdad de la revelación conte- nida en esos libros. A menudo la investigación proponía para un texto de la Sagrada Escritura un sentido distinto —y normalmente menos trascendente— del que hasta entonces se había tenido por correcto y por revelado. A la apologética cristiana, que tenía al texto por verdadero, se le ofrecían tres caminos para responder a los retos de AHIg 10 (2001) 239-251 239

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  • La Constitucin Dogmtica Dei Verbumy los estudios bblicos en el siglo XX

    Vicente BALAGUER

    1. Introduccin

    Se puede afirmar sin gran temor a equivocarse que el siglo XX ha supuestopara Iglesia catlica un redescubrimiento de la Sagrada Escritura. La Escritura, es-pecialmente tras el Concilio Vaticano II, ha ocupado un lugar preferente en la litur-gia, en la teologa, y, en general, en todas las dimensiones de la vida cristiana: laoracin, la catequesis, etc. El siglo XX ha sido el siglo de la Biblia. Pero esta ideahabra que armonizarla con otra no menos verdadera y, en cierto modo, contradic-toria con ella. Y es que si hubiera que caracterizar de alguna manera el pensamien-to teolgico del siglo que termina, en lo que se refiere a la Sagrada Escritura, sinduda habra que hablar de tensin entre el carcter humano y el carcter sagrado delos textos. La investigacin no ha dejado de poner de manifiesto el doble carcterque tienen estos libros: su consideracin de libros revelados, y por tanto verdade-ros, y su consideracin como libros que expresan no slo lo que Dios dice al hombresino lo que los hombres han dicho sobre Dios, y, desde este punto de vista, imper-fectos y pasajeros. Este doble carcter se presenta muchas veces como incompati-ble, al menos en una primera instancia.

    Esta tensin ha revestido varias formas. En la primera parte del siglo aun-que el periodo habra que prolongarlo por detrs hasta la encclica ProvidentissimusDeus (1893), y por delante hasta la Dei Verbum (1965), la cuestin se centrabaen las dificultades que planteaba la exgesis crtica a la veracidad de los contenidosde la Sagrada Escritura: lo que estaba en juego era la verdad de la revelacin conte-nida en esos libros. Amenudo la investigacin propona para un texto de la SagradaEscritura un sentido distinto y normalmente menos trascendente del que hastaentonces se haba tenido por correcto y por revelado. A la apologtica cristiana, quetena al texto por verdadero, se le ofrecan tres caminos para responder a los retos de

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  • la investigacin: en primer lugar, poda prescindir de esa investigacin que, des-pus de todo, lo nico que ofreca eran hiptesis ms o menos probadas y mante-nerse en el sentido recibido desde el pasado, rechazando lo novedoso; tena un se-gundo camino: si lo que ofreca la crtica histrica y filolgica eran conclusionesbastante probables, la apologtica poda refugiarse en el sentido espiritual de lostextos; finalmente, tena un tercer camino, ms tortuoso, pero que fue el elegido:aceptar el anlisis crtico de los textos, profundizar en las metodologas, y procurardescubrir el legado de doctrina, el contenido de la revelacin, no al margen de loque dicen los textos estudiados crticamente, sino en la misma direccin. En defini-tiva, elegir el estudio del sentido literal de los textos, el pretendido por los autoreshumanos, como el nico camino para llegar al sentido pretendido por Dios. Esta fuela solucin que adopt la teologa catlica y tambin la que promovi el Magisteriode la Iglesia1.

    Esta orientacin encuentra su plasmacin ms clara en la Constitucin Dog-mtica Dei Verbum del Concilio Vaticano II. Se puede decir que despus de DeiVerbum ya no quedan dudas de que ste es el nico itinerario que se puede seguir.Pero la segunda parte del siglo XX conoci la tensin entre los aspectos humanos ysagrados de la Biblia bajo otro aspecto. En efecto, la primera parte del siglo lleg ala conclusin de que era irrenunciable la investigacin del sentido humano de lostextos sagrados, pero en la prctica no pas de ah. Por ello, como se ha repetido enms de una ocasin, Dei Verbum se entendi de manera un tanto parcial2, como unasimple apertura al uso incondicionado del mtodo histrico-crtico, sin tener encuenta que la exgesis en la Iglesia no puede acabar en lo que dice el autor huma-no, sino que debe prolongar su estudio hasta saber lo que quiso decir Dios: el inves-tigador cristiano no puede quedarse slo en el valor de los textos como palabra hu-mana, sino que debe llegar tambin a su dimensin significativa como Palabra deDios. Esto es lo que, de una u otra manera, se propone el Documento de la Pontifi-cia Comisin Bblica de 1993, La interpretacin de la Biblia en la Iglesia. El Do-cumento tiene sus referencias en las dos grandes encclicas bblicas a las que con-memora ya que Providentissimus Deus es de 1893 y Divino Afflante Spiritu de

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    1. La afirmacin puede parecer maximalista para un lector que tenga presentes muchas respuestasde la Pontifica Comisin Bblica de comienzos de siglo, o los decretos de San Po X a propsito delmodernismo. Si embargo, un examen sereno de los documentos ms relevantes, as como un estudioprofundo del contexto en el que se promulgaron esos documentos y del carcter de las respuestas, jus-tifican la afirmacin. Cfr. R.E. BROWN-Th.A. COLLINS, Church Pronouncements, en R. BROWN-J.FITZMYER-R. MURPHY, New Jerome Biblical Commentary, Prentice Hall, Englewood Cliff 1990, 72,pp. 1166-1174.

    2. As en la relacin final del Snodo extraordinario sobre el Concilio Vaticano II, al hablar de lasfuentes de las que vive la Iglesia. Cfr. El Vaticano II, don de Dios: los documentos del Snodo extraor-dinario de 1985, Ed. PPC, Madrid 1996.

  • 1943, y en Dei Verbum, a la que desarrolla. Por eso, un repaso a los trminos enlos que se plantea la investigacin en estos cuatro documentos podr darnos unperspectiva general sobre el camino de la investigacin bblica en el siglo y de loscaminos abiertos por el Vaticano II.

    2. Hasta la Constitucin Dogmtica Dei Verbum.Las encclicas bblicas de 1893 y de 1943

    En ocasiones se afirma que Divino Afflante Spiritu de Po XII ha sido comola carta magna de la apertura de los estudios bblicos a los investigadores catlicos.La afirmacin es verdadera, pero debe completarse con otra: lo que hace esta enc-clica es desarrollar lo que ya haba iniciado Len XIII cincuenta aos antes con Pro-videntissimus Deus. Ambas encclicas son una respuesta a los ataques contra la in-terpretacin catlica de la Biblia y una respuesta no meramente defensiva, ya quelas dos acuden al fondo de los problemas planteados.

    Como recuerda Juan Pablo II, la encclica Providentissimus Deus fue publi-cada en una poca marcada por duras polmicas contra la fe de la Iglesia. La exge-sis liberal alimentaba en gran medida estas polmicas, porque utilizaba todos los re-cursos de las ciencias, desde la crtica textual hasta la geologa, pasando por lafilosofa, la crtica literaria, la historia de las religiones, la arqueologa y otra disci-plinas ms3. Es conocido que la exgesis liberal cuestionaba la inerrancia de la Sa-grada Escritura y que la respuesta de la teologa catlica el concordismo, la sepa-racin entre el elemento humano y el elemento divino de la Biblia, etc. habasido ms bien pobre. Len XIII, un papa culto de talante humanista, adopt una po-sicin muy matizada de la que, sin embargo, emergieron dos principios importantesrespecto de la inspiracin del hagigrafo y respecto de la necesidad de formarse enun mtodo definido y seguro de investigacin. La famosa definicin de inspiracinde la encclica4 se dirige, en el fondo, a evitar todo docetismo: lo dicho por el ha-gigrafo es lo dicho por Dios. De hecho el famoso pasaje de la encclica en el que

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    3. JUAN PABLO II, Discurso De tout coeur (23.4.1993) a los miembros de la Pontificia Comisin B-blica con ocasin del centenario de Providentissimus Deus y el cincuentenario de Divino Afflante Spi-ritu. En Enchiridion Biblicum. Documenti della Chiesa sulla Sacra Scrittura, Ed. Dehoniane, Bologna1993, n. 1241. En adelante EB y el nmero correspondiente.

    4. Por lo cual nada importa que el Espritu Santo se haya servido de hombres como de instrumen-tos para escribir, como si a estos escritores inspirados, ya que no el autor principal, se les pudiera haberdeslizado algn error. Porque l de tal manera los excit y movi con su influjo sobrenatural para queescribieran, de tal manera los asisti mientras escriban, que ellos concibieron rectamente todo y slolo que l quera, y lo quisieron fielmente escribir, y lo expresaron aptamente con verdad infalible; deotra manera, l no sera el autor de toda la Escritura (EB 125).

  • quedan solventadas las cuestiones de inerrancia de la Escritura en lo referente a lasciencias naturales se inspira precisamente en este principio que no separa los aspec-tos humanos y divinos del texto sagrado5.

    Junto a este rechazo de un planteamiento doceta, el pontfice invitaba a la in-vestigacin de los aspectos humanos de la Sagrada Escritura6. Esta invitacin es laque viene ms claramente recomendada en Divino Afflante Spiritu, encclica de PoXII que conmemoraba el quincuagsimo aniversario de Providentissimus Deus. Esverdad que Len XIII haba animado al estudio de los aspectos humanos de la Sa-grada Escritura, pero los resultados de esas investigaciones se presentaban no pocasveces como contrarios a la fe recibida, sobre todo si se cotejaban con las respuestasde la Pontificia Comisin Bblica. Por eso se levantaron voces de alarma ante el va-lor de tal investigacin. Frente a esa actitud, reaccion Po XII: La Divino AfflanteSpiritu se public poco tiempo despus de una polmica suscitada, sobre todo enItalia, contra el estudio cientfico de la Biblia. Un opsculo annimo muy difundi-do pona en guardia contra lo que describa como un peligro grave para la Iglesiay las almas: el sistema crtico-cientfico en el estudio y la interpretacin de la Sa-grada Escritura, sus desviaciones funestas y sus aberraciones7. Los principios ge-nerales sealados por Po XII son muy semejantes a los de Len XIII8, pero la invi-

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    5. Los escritores sagrados, o ms exactamente, el Espritu de Dios que hablaba por medio deellos, no quiso ensear a los hombres estas cosas [a saber, la constitucin ntima de los objetos visibles]que no tienen importancia alguna para la salvacin eterna [S. AGUSTN, De Gen. Ad litt, 2,9,20], por loque ellos, ms que atender a la investigacin de la naturaleza, describen a veces objetos y hablan deellos [] como lo exiga el lenguaje comn de aquella poca []. Dado que en el lenguaje comn loque se expresa propiamente y en primer lugar es lo que cae bajo los sentidos, as tambin el escritor sa-grado [tal como nos advierte el Doctor Anglico] atiende a lo que aparece ante los sentidos [S. Th., I,q. 70, a. 1, ad 3], es decir, a aquello que Dios mismo, hablando a los hombres, expres de modo huma-no para hacerse comprender por ellos (EB 121, subrayado nuestro).

    6. El Pontfice anima a seguir la versin de la Vulgata, aunque dice que no deben descuidarse otrasversiones, y que se debe atender tambin a los manuscritos ms antiguos (EB 106); por eso mismo in-vita al estudio de las lenguas orientales y de la crtica, aunque no deja por eso de advertir los peligrosque se siguen de seguir incondicionadamente lo que se denomina la alta crtica (EB 118). En cuanto ala interpretacin de la Escritura, dice que el exegeta catlico no deber interpretar el texto bblico con-tra el sentir de la Iglesia o el consentimiento unnime de los Padres (EB 108), aunque aade que los in-vestigadores catlicos para ayudar a la Iglesia en la madurez de sus juicios gozan de libertad en suestudio de los pasajes difciles. Deben guiarse, eso s, por el principio de la analoga de la fe. Desdenuestra perspectiva esta invitacin puede parecer tmida, pero en el horizonte de la investigacin debetenerse en cuenta que estas notas van unidas a otros actos del Pontfice y de sus sucesores: entre losms sobresalientes habra que anotar la creacin de la Pontificia Comisin Bblica (30.10.1902), delPontificio Istituto Biblico (7.5.1909), etc.

    7. JUAN PABLO II, Discurso De tout coeur (23.4.1993), EB 1241.8. Frente a la recomendacin anterior de la Vulgata, Po XII invita a acudir a los textos originales y

    a nuevas traducciones ms actualizadas de la Vulgata. Recuerda a este propsito que la autenticidad dela Vulgata proclamada en Trento lo es en sentido jurdico indica simplemente que esta versin est

  • tacin a buscar el sentido literal, o la sugerencia del tratamiento de los gneros lite-rarios, como solucin a los problemas de la historicidad de muchos textos sagrados,hacen de este documento una de las referencias clsicas a la hora de hablar de la in-vestigacin de la Sagrada Escritura.

    Las dos encclicas seran pues los hitos importantes antes del Concilio Vati-cano II. Como seala Juan Pablo II, las dos coinciden perfectamente en su nivelms profundo. Ambas rechazan la ruptura entre lo humano y lo divino, entre la in-vestigacin cientfica y la mirada de la fe, entre el sentido literal y el sentido espiri-tual. Aparecen, por tanto, plenamente en armona con el misterio de la Encarna-cin9. Y en la historia de la investigacin, las dos sealan el estado de los estudiosbblicos al llegar el Concilio Vaticano II. Han quedado resueltas las cuestiones queafectan a la relacin de la Escritura con los fenmenos estudiados por las ciencias,ha quedado solucionada la pertinencia de usar los gneros literarios para la investi-gacin del sentido de la Escritura, tambin queda estimulado el uso de las cienciasauxiliares, y, sobre todo, queda formulada la tesis de la necesidad de investigar, an-tes que nada, el sentido literal de la Sagrada Escritura.

    3. La Constitucin Dogmtica Dei Verbum

    Es sentir comn de los comentaristas que Dei Verbum es una constitucintan importante como poco conocida. Tambin es verdad que la belleza de sus for-mulaciones est unida a una densidad que hace difcil su lectura10. De la compleji-dad que tiene la constitucin puede dar idea su iter, que recorre casi todo el Conci-lio, desde las consultas preconciliares de 1959 hasta su aprobacin, el 18 denoviembre de 1965, apenas 20 das antes de la clausura del Concilio11; de su densi-dad da razn una simple lectura.

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    libre de error en fe y en moral, pero no crtico (EB 549). Por eso, urge a abordar los problemas no resuel-tos (EB 546) y recuerda que son muy pocos los textos cuyo sentido est establecido autoritativemente porla Iglesia o en el que sean unnimes los Padres (EB 565). En segundo lugar examina las relaciones entre elsentido literal y el sentido espiritual, tomando partido por el primero. La encclica invita a preocuparseprincipalmente por el sentido literal (EB 550); slo deber exponerse el sentido espiritual cuando ste apa-rezca claramente intentado por Dios (EB 552). Por ello, en tercer lugar, el Papa estimula el estudio de la cr-tica. Utilizando los instrumentos de la arqueologa (EB 558) de los gneros literarios (EB 560), etc., el exe-geta debe preocuparse por determinar las circunstancias en las que escribi el autor sagrado carcter,poca, fuentes, formas de expresin, etc. para descubrir qu quiso decir al componer su escrito (EB 557).

    9. EB 1244.10. Cfr R. LATOURELLE, Comment Dieu se rvle au monde. Lecture commente de la Constitution

    de Vatican II sur la Parole de Dieu, Fides, Qubec 1998.11. Para una sinopsis histrica, cfr. F. GIL HELLN, Dei Verbum: Constitutio Dogmatica de Divina

    Revelatione. Synopsis historica, Ed. Vaticana, Citt del Vaticano 1993.

  • De esta Constitucin se han dicho muchas cosas, y casi siempre en tono deadmiracin. Se ha hecho notar la consistencia por s mismos y por lo que hace aotros aspectos, como por ejemplo el ecumnico que tienen los dos primeros cap-tulos sobre la Revelacin divina y su transmisin, tambin se han apuntado lasperspectivas que abre el captulo sexto sobre la Escritura en la Iglesia, etc. Se podr-an tratar muchas de estas dimensiones, pero en el horizonte de la investigacin b-blica en la Iglesia, habra que subrayar las siguientes notas.

    Tal vez habra que decir que, junto a otras muchas, la novedad ms impor-tante de Dei Verbum es la Constitucin misma12. Dei Verbum supone, antes quenada, un cambio de paradigma en la concepcin de la Escritura. Para ello basta con-siderar que si bien el documento conciliar dice en el ttulo que va a tratar de la di-vina revelacin, los ttulos de los seis captulos que la componen13 nos indican quesobre todo habla de la Sagrada Escritura. Cualquiera que lea detenidamente laConstitucin Dogmtica sabe que en este cambio de trminos no hay ni engao, niparadoja. Dei Verbum habla de la Sagrada Escritura en el marco general de la Reve-lacin y sta no se entiende como un conjunto de decretos dados por Dios a loshombres sino como un desplegarse del amor de Dios a los hombres que se mani-fiesta en acciones y palabras y que tienen su sentido y su unidad en Jesucristo14. Porello, la Sagrada Escritura no aparece sino en el captulo II, cuando se aborda latransmisin de la Revelacin divina y, desde esa aparicin, pasa a ser el tema delresto de la constitucin. Situados en el marco general de la Revelacin, la explica-cin de las nociones relativas a la Sagrada Escritura inspiracin, interpretacin,relacin entre los dos testamentos, etc. recibe su luz de la accin de Dios en lahistoria de los hombres, y de la manifestacin en Jesucristo.

    Este hecho de situar la Escritura en el marco ms dinmico de la Revelaciny de su transmisin ofreca una salida donde las encclicas bblicas anteriores habanembarrancado: en la nocin de inspiracin entendida en un margen excesivamenteestrecho, reducido a la accin de Dios sobre los hagigrafos. Pero, adems, DeiVerbum ofreca tambin continuidad en lo que se refera a los otros aspectos trata-dos en las encclicas: la investigacin de la Sagrada Escritura con los mtodos his-tricos y filolgicos y la bsqueda del sentido literal.

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    12. Cfr R. LATOURELLE, Comment Dieu se rvle au monde. Lecture commente de la Constitutionde Vatican II sur la Parole de Dieu, p. 93.

    13. La Revelacin en s misma, Transmisin de la revelacin divina, Inspiracin divina de la Sagra-da Escritura e interpretacin, El Antiguo Testamento, El Nuevo Testamento, La Sagrada Escritura en lavida de la Iglesia.

    14. Por eso se ha dicho tambin que uno de los mayores mritos de Dei Verbum es haber conducidotodo a la unidad: unidad del Revelador y del Revelado, unidad de los dos Testamentos, unidad de la Es-critura y la Tradicin, y unidad del Verbo de Dios en las dos formas en que se nos presenta: la Escritu-ra y la Eucarista. Cfr H. DE LUBAC, La rvlation divine, Cerf, Paris 31983, p. 174.

  • El ejemplo ms claro lo podemos ver en los tres prrafos que la Constitucindedica a la interpretacin de la Sagrada Escritura (n. 12). En ese punto se deca:

    Habiendo, pues, hablado Dios en la Sagrada Escritura por medio de hom-bres y a la manera humana15, el intrprete de la Sagrada Escritura debe investigar conatencin qu pretendieron expresar realmente los hagigrafos y plugo a Dios mani-festar por sus palabras, para comprender lo que El quiso comunicarnos.

    Para descubrir la intencin de los hagigrafos, entre otras cosas hay que aten-der a los gneros literarios, porque la verdad se propone y se expresa de una mane-ra o de otra en los textos de diverso modo histricos, profticos, poticos o en otrasformas de hablar. Conviene, adems, que el intrprete investigue el sentido que in-tent expresar y expres el hagigrafo en cada circunstancia, segn la condicin desu tiempo y de su cultura, por medio de los gneros literarios usados en su poca16.Pues para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos,hay que atender cuidadosamente tanto a las acostumbradas formas nativas de pensar,de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagigrafo, como a las que en aque-lla poca solan usarse en el trato mutuo de los hombres17.

    Y como hay que leer e interpretar la Sagrada Escritura con el mismo Espritucon que se escribi18 para descubrir el sentido exacto de los textos sagrados, hay queatender con no menor diligencia al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escri-tura, teniendo en cuenta la Tradicin viva de toda la Iglesia y la analoga de la fe.Toca a los exegetas esforzarse segn estas reglas por entender y exponer ms a fon-do el sentido de la Sagrada Escritura, para que, como con un estudio previo, vayamadurando el juicio de la Iglesia. Porque todo lo que se refiere a la interpretacin dela Sagrada Escritura est sometido en ltima instancia a la Iglesia, que tiene el man-dato y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de Dios19.

    En estos prrafos se perciben con claridad los dos motivos que han presididola exgesis crtica de las dcadas anteriores. En el primer prrafo se afirma que elnico camino para descubrir el sentido de los textos sagrados buscado por Dios, au-tor principal, es el que tiene presente el sentido intentado por los autores humanos.Por otra parte, el segundo prrafo dice claramente que para entender el sentido delos textos hay que acudir a los gneros literarios y a lo que se asimila a ellos.

    Esta segunda conclusin es ms importante de lo que puede parecer a prime-ra vista, ya que, a tenor de los contenidos de Dei Verbum, se puede pensar que para

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    15. S. AGUSTN, De civ. Dei, XVII, 6, 2: PL 41, 537; CSEL., XI, 2, 228.16. S. AGUSTN, De doctrina christiana, III, 18, 26: PL 34, 75-76.17. PO XII, l. c.: Denz., 2.294 (3.829-2.830); Enchir. Biblic., 557-562.18. Cf. BENEDICTO XV, Enccl. Spiritus Paraclitus, del 15 de sept. de 1920: Enchir. Biblic., 469. S.

    JERNIMO, In Gal. 5, 19-21: PL 26, 417 A.19. Cf. CONC. VAT. I, Const. dogm. De fide catholica, c. 2 de revelatione: Denz., 1788 (3.007).

  • la investigacin del sentido literal de la Sagrada Escritura se recomienda de algunamanera el mtodo histrico-crtico. Es verdad que esto no est dicho explcitamen-te en ningn lugar, pero tambin es verdad que cuando la Constitucin explicacmo se compusieron los evangelios (cfr Dei Verbum, n. 19), y por tanto el sentidoen el que esos textos deben tenerse como histricos, utiliza en su exposicin unasconclusiones que se derivan de la aplicacin del mtodo histrico-crtico a losevangelios20. Si el n. 11 de la Constitucin haba solventado la cuestin de la vera-cidad de la Biblia, en el n. 19 nos encontramos, incluso sin quererlo, con un ejem-plo prctico de cmo se puede verificar esa veracidad en unos textos histricos21.

    Pero el texto de Dei Verbum sobre la interpretacin de la Sagrada Escrituratiene un tercer prrafo, muy importante y que en la prctica ha pasado inadvertidomuchas veces. El documento conciliar afirma explcitamente que el sentido exac-to de la Sagrada Escritura no es necesariamente el sentido literal querido por el ha-gigrafo, sino el que deriva de la intencionalidad del Espritu con que se escribie-ron los textos, y que los exegetas tienen que descubrir a partir del sentido literal,pero teniendo presente la unidad de la Sagrada Escritura, la Tradicin y la analogade la fe. De hecho en el captulo VI de la Constitucin se vuelve ms de una vez aestas ideas cuando, por ejemplo, en el n. 23 se afirma: la Iglesia, enseada por elEspritu Santo, se esfuerza en acercarse a una inteligencia cada vez ms profundade las Sagradas Escrituras, para alimentar continuamente a sus hijos con las divinasenseanzas; por lo cual fomenta tambin convenientemente el estudio de los SantosPadres, as del Oriente como del Occidente, y de las Sagradas Liturgias. Los exegetascatlicos y dems telogos deben trabajar, aunando diligentemente sus fuerzas, parainvestigar y proponer las Letras divinas con los instrumentos oportunos, bajo la vi-gilancia del sagrado Magisterio, de tal forma que el mayor nmero posible de mi-nistros de la palabra puedan repartir fructuosamente al pueblo de Dios el alimentode las Escrituras, que ilumine la mente, robustezca las voluntades y encienda loscorazones de los hombres en el amor de Dios22. El sagrado Concilio anima a los hi-jos de la Iglesia dedicados a los estudios bblicos, para que, renovando constante-mente las fuerzas, sigan realizando con todo celo, segn el sentir de la Iglesia, laobra felizmente comenzada23.

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    20. El Concilio resume, precisndola al mismo tiempo, la Instruccin de la Pontificia Comisin B-blica De historica Evangeliorum veritate del 21.4.1964 (EB 636-643).

    21. Un buen estudio de la cuestin en J. DUPONT, Storicit dei Vangeli e metodo storico dei vangelinella Costituzione Dogmatica Dei Verbum, en S. CONSORI y otros, A venti anni dal Concilio. Pros-pettive teologiche e giuridiche, Ed. OFTeS, Palermo 1984, pp. 51-73.

    22. Cf. PO XII, Enccl. Divino afflante Spiritu: Enchir. Biblic., 551, 553, 567. Pont. Com. Bblica,Instructio de S. Scriptura in Clericorum Seminariis et Religiosorum Collegiis recte docenda, del 13 demayo de 1950: AAS 42 (1950) 495-505.

    23. Cf. PO XII, ibidem, Enchir. Biblic., 569.

  • Por esto es claro que la doctrina del Concilio no deba ser slo punto de lle-gada la confirmacin de la necesidad de descubrir el sentido literal, la legitimi-dad del mtodo histrico-crtico para esta bsqueda, el modo de entender la veraci-dad de la Escritura, etc. sino tambin punto de partida. Los textos de Dei Verbumno deban entenderse slo como confirmacin de los resultados de un tipo de ex-gesis, sino como el modo de entender la Escritura en la Iglesia. Esta segunda partedel horizonte conciliar es la que se dej de lado. Por ello, en una conocida confe-rencia, pronunciada hace unos pocos aos, el Card. Ratzinger deca que estaba con-vencido de que una lectura atenta del texto entero de Dei Verbum permitira encon-trar los elementos esenciales para una sntesis entre el mtodo histrico y lahermenutica teolgica; en cambio, la recepcin post-conciliar de la citada Consti-tucin la haba entendido como una aprobacin oficial e incondicionada del mto-do histrico-crtico24. Veamos algunos puntos del proceso.

    4. Desde la Constitucin Dogmtica Dei Verbum.El Documento de la Pontifica Comisin Bblica de 1993

    Para un examen de la recepcin de Dei Verbum nada podra ser ms til queel Balance de la recepcin del Concilio que se hizo en el Snodo extraordinario de1985. En la relacin final, el espacio dedicado a Dei Verbum es escaso, pero signi-ficativo. En apartado B), Fuentes de las que vive la Iglesia, pargrafo a) La pa-labra de Dios, punto 1) Escritura, Tradicin y Magisterio, se dice de Dei Ver-bum que quiz se descuid demasiado y que para esta constitucin es necesarioevitar una lectura parcial. Principalmente la exgesis del sentido original de la Sa-grada Escritura, que est recomendada fuertemente por el Concilio (cfr DeiVerbum, n. 12) no puede ser separada de la viva tradicin de la Iglesia, ni de la in-terpretacin autntica del Magisterio de la Iglesia25.

    Lo que seala esta relacin no dista mucho de la afirmacin del CardenalRatzinger que anotbamos antes, o de lo que era sentir comn en los volmenes con-memorativos del evento conciliar26. El Vaticano II haba ofrecido un panorama op-

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    24. CARD. RATZINGER, J., Linterpretazione biblica in conflitto (problemi del fondamento e orienta-mento dellesegesi contemporanea), en L. PACOMIO (ed.), Lesegesi cristiana oggi, Casale Monferrato1992, p. 99.

    25. Cfr supra nota 2.26. Cfr por ejemplo, I. DE LA POTTERIE, Linterpretazione della Sacra Scrittura nello spirito in cui

    stata scritta (DV 12,3); y U. VANNI, Esegesi e attualizzazione alla luce della Dei Verbum, en R.LATOURELLE (ed.), Vaticano II: Bilancio e prospettive venticinque anni dopo (1962-1987), Cittadella,Assisi 1987, pp. 204-242 y 308-323 respectivamente.

  • timista a la exgesis27, que se tradujo en infinidad de publicaciones en las que laexgesis catlica no tena nada que envidiar a la que poda provenir de otros mbi-tos: el filolgico, el histrico, o el que pudiera venir de otras confesiones. Obvia-mente lo que se buscaba era el sentido literal de la Escritura segn los dictados delmtodo histrico-crtico.

    Sin embargo, la teologa era consciente de que este proceso se quedaba a mi-tad camino de lo propuesto por el Concilio y de lo que deba ser la Escritura en lavida de la Iglesia. De ah que surgieran nuevas propuestas como la de incorporara la exgesis otros mtodos de anlisis que subrayaran ms los aspectos significati-vos de los textos bblicos, o la de atender a las corrientes hermenuticas que favo-recan la actualizacin del texto con dos motivos comunes: el texto bblico nopoda quedar como un texto del pasado sino que tena que prolongarse en su signi-ficacin hasta el presente; adems, la exgesis tena que saber unir su significacinen el pasado con su significacin en la Iglesia28.

    Estos son los argumentos que estn presentes de una u otra manera en el Do-cumento de la Pontificia Comisin Bblica de 1993: La interpretacin de la Bibliaen la Iglesia. El Documento como tal es difcil de resumir. Antes hemos sealadola coincidencia de los comentaristas a la hora de afirmar la capacidad de sntesis deDei Verbum, pero cuando se trata de este Documento las opiniones van en sentidocontrario: es un texto largo, con repeticiones, y con unas opciones de organizacindiscutibles en ms de una ocasin29. Sin embargo, los comentaristas tambin coin-ciden en afirmar que el Documento proporciona pautas suficientes para hacer expl-citos los presupuestos de Dei Verbum, de modo que la interpretacin de la Biblia noacabe en el sentido que tiene como palabra humana, sino que se prolongue hasta elsentido que tiene como palabra de Dios.

    Vicente Balaguer

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    27. Cfr tambin, A.M. ARTOLA, La Dei Verbum. Aportaciones y repercusiones, en J. ESPONERA(ed.), La Palabra de Dios y la hermenutica. A los 25 aos de la Constitucin Dei Verbum del Con-cilio Vaticano II, Facultad de Teologa, Valencia 1991, pp. 15-44.

    28. Los lugares seran muchos, pero es de justicia recordar los artculos, tan polmicos como incisi-vos, de F. DREYFUS, Exgse en Sorbonne, exgse en glise, en Revue Biblique 82 (1975) 321-359;Lactualisation linterieur de la Bible, en Revue Biblique 83 (1976) 161-202; Lactualisation delcriture, I. Du texte la vie, en Revue Biblique 86 (1979) 5-58; Lactualisation de lcriture, II.Laction de lEsprit, en Revue Biblique 86 (1979) 161-193; Lactualisation de lcriture, III. La pla-ce de la tradition, en Revue Biblique 86 (1979) 321-384. Cfr. tambin J.M. CASCIARO, Exgesis b-blica, hermenutica y teologa, Eunsa, Pamplona 1983

    29. Los comentarios al Documento han sido bastante numerosos. Puede verse los distintos artculospublicados con ese motivo en diversas revistas Scripta Theologica 27/1 (1995); Studia Patavina43/1 (1996) o algunos comentarios: J.A. FITZMYER, The Biblical Commissions Document The in-terpretation of the Bible in the Church. Text and Commentary (Subsidia Biblica 18), Pontifico IstitutoBiblico, Roma 1995; G. GHIBERTI-F. MOSETTO (dirs.), Linterpretazione della Bibbia nella Chiesa. Tes-to e commento, Elle Di Ci, Leuman (Torino) 1998. En todos estos lugares se puede encontrar ms bi-bliografa sobre el Documento y sus repercusiones.

  • Son muchas las nociones del Documento que se podran precisar en una va-loracin. Para guardar cierta simetra con lo que hemos hecho a propsito de DeiVerbum, recurriremos a tres motivos: la organizacin del Documento, lo que el Do-cumento propone como tareas de los exegetas, y las conclusiones finales.

    a) Organizacin interna del Documento. Salvadas la introduccin y las conclu-siones, el Documento consta de cuatro grandes captulos: Mtodos y acercamientos enla interpretacin de la Sagrada Escritura, Cuestiones de hermenutica, Dimensionescaractersticas de la interpretacin catlica de la Escritura, y, finalmente, Interpreta-cin de la Biblia en la vida de la Iglesia. En esta sucesin de las diversas cuestiones sepercibe que el esquema del Documento sigue el esquema de Dei Verbum n. 12: la inves-tigacin del sentido literal de la Escritura a travs de la metodologa histrico-literaria,y su paso al sentido de la Biblia en la Iglesia. Pero este paso no es un paso de orden fi-lolgico histrico, sino de orden hermenutico. La colocacin de las Cuestiones dehermenutica entre la interpretacin metdica y la interpretacin catlica es el puen-te que conduce de una a otra interpretacin como dos elaboraciones de sentido no he-terogneas. El prrafo que abre la tercera parte del Documento sintetiza de maneraadecuada esta situacin: la exgesis catlica no procura distinguirse por un mtodocientfico particular (...). Lo que la caracteriza es que se sita conscientemente en latradicin viva de la Iglesia, cuya preocupacin es la fidelidad a la revelacin testimo-niada en la Biblia (...). El exegeta catlico aborda los escritos bblicos con una pre-comprensin, que une estrechamente la cultura moderna cientfica y la tradicin reli-giosa proveniente de Israel y de la comunidad cristiana primitiva. Su interpretacin seencuentra as en continuidad con el dinamismo de interpretacin que se manifiesta enel interior mismo de la Biblia, y se prolonga luego en la vida de la Iglesia.

    b) La tarea del exegeta. Una peculiar manera de concretar cmo debe proce-derse en la interpretacin de la Biblia es afrontar lo que se propone al exegeta para sutrabajo30. Se le proponen tres notas que deber preocuparse especialmente de tomaren consideracin en su trabajo de servicio a la Iglesia: el carcter histrico de la reve-lacin bblica, el alcance cristolgico de los textos bblicos, y la estrecha relacin queexiste entre la Biblia y la Iglesia. Si atendemos bien a estos contenidos nos encontra-mos de nuevo con los motivos que se han ido repitiendo en la exgesis del siglo. Lainvitacin a considerar el carcter histrico de la revelacin apunta al tpico repetidode buscar el sentido literal expresado por los autores humanos; la necesidad de inten-tar el alcance cristolgico de los textos apunta a un procedimiento hermenutico queve los mismos textos como revelacin31. Finalmente, la relacin entre Biblia e Iglesia,apunta al contexto en el que tiene sentido la interpretacin de los textos.

    La Constitucin Dogmtica Dei Verbum y los estudios bblicos en el siglo XX

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    30. Parte III (Dimensiones caractersticas de la interpretacin catlica), Apartado C (Tareas del exegeta).31. Es lo que el Documento llama sentido espiritual de la Sagrada Escritura.

  • c) Las conclusiones. El tercer lugar significativo es el que recoge las conclu-siones del Documento. Pienso que bastar con reproducir algunas frases para ver elalcance de las tesis que vamos resumiendo. De cuando se ha dicho en el curso deesta larga exposicin, (...) la primera conclusin que se sigue es que la exgesis b-blica cumple, en la Iglesia y en el mundo, una tarea indispensable. Querer prescin-dir de ella para comprender la Biblia supondra una ilusin y manifestara una faltade respeto por la Escritura inspirada. Con esta conclusin el Documento rechazacualquier planteamiento fundamentalista a la hora de interpretar la Sagrada Escritu-ra. Una segunda conclusin es que la naturaleza misma de los textos bblicos exi-ge que, para interpretarlos, se contine empleando el mtodo histrico-crtico, almenos en sus operaciones principales (...). Pero, una vez cumplida esta condicin,los acercamientos sincrnicos son susceptibles de renovar en parte la exgesis y deaportar una contribucin muy til. El mtodo histrico-crtico, en efecto, no puedepretender el monopolio. Debe tomar conciencia de sus lmites y de los peligros quelo amenazan. El reciente desarrollo de las hermenuticas filosficas, y por otra par-te, las observaciones que hemos podido hacer sobre la interpretacin en la Tradi-cin bblica y en la Tradicin de la Iglesia, han arrojado luz sobre diversos aspectosdel problema de la interpretacin, que el mtodo histrico-crtico tena tendencia aignorar. Con esta segunda conclusin el Documento puntualiza el camino de laprimera. La bsqueda del sentido literal de la Escritura tiene como herramienta msadecuada el mtodo histrico-crtico, pero no debe tenerse a este mtodo como pa-nacea. Como afirmaba un lcido investigador32, lo que est de fondo detrs de lapropuesta de la metodologa histrico-crtica no es tanto un mtodo cuanto la racio-nalidad exegtica en un horizonte de fe. Una tercera conclusin que propone el do-cumento es que la exgesis catlica debe (...) mantener su identidad de disciplinateolgica, cuya finalidad principal es la profundizacin en la fe. Esto no significaun menor compromiso en la ms rigurosa investigacin cientfica, ni la manipula-cin de los mtodos por preocupaciones apologticas, pero en la organizacin dela tarea exegtica, la orientacin hacia el fin principal debe ser siempre efectiva,evitando prdidas de energa. El texto se explica a s mismo, pero especifica demanera clara cmo se debe pasar de la exgesis a la teologa, del sentido literal alsentido de los textos en la Iglesia.

    5. Conclusiones

    El examen podra haber seguido otros caminos. El que hemos elegido sealacon cierta nitidez cmo el Documento de la Pontifica Comisin Bblica, de 1993,

    Vicente Balaguer

    250 AHIg 10 (2001)

    32. Cfr. V. FUSCO, Un secolo di metodo storico nellesegesi cattolica (1893-1993), en Studia Pata-vina 41 (1994) 340-398.

  • actualiza y pone de manifiesto la doctrina de Dei Verbum en relacin con la inves-tigacin y los problemas de la Escritura en el ltimo siglo. Por eso, en una aplica-cin de las reglas del Documento se podr encontrar un camino para hacer expl-cita la relevancia de la Sagrada Escritura en la Iglesia. Antes hemos mencionadoque la estructura del Documento reproduce en cierta manera el esquema del n. 12de Dei Verbum, pero es tambin el complemento necesario para entender el n. 23de esta constitucin en el que se habla del papel de la exgesis y de los exegetas enla Iglesia33.

    Vicente BalaguerDepartamento de Sagrada Escritura

    Facultad de TeologaUniversidad de Navarra

    E-31080 [email protected]

    La Constitucin Dogmtica Dei Verbum y los estudios bblicos en el siglo XX

    AHIg 10 (2001) 251

    33. R. LATOURELLE, Comment Dieu se rvle au monde. Lecture commente de la Constitution deVatican II sur la Parole de Dieu, pp. 78-80.