decálogo del médico humanista

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EPÍLOGO:

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Health & Medicine


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Muestro como epílogo del libro "Medicina Basada en el Humanismo", de pronta aparición, un Decalogo del Médico Humanista.

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Page 1: Decálogo del Médico Humanista

EPÍLOGO: DECÁLOGO DEL MÉDICO

HUMANISTA

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Ser médico humanista es una forma de estar en sociedad. No es un añadido circunstancial e interesado para el profesional. Es una opción personal y profesional de mostrarse en su trabajo diario a las personas que acuden a él. No es cosmética con color de cultura y aroma de esnobismo. Es compromiso con las personas y apuesta radical por una forma de entender al hombre y la vida. De ninguna forma el médico humanista percibe el legado que ha recibido como bisutería intelectual sino como pesada carga que debe cuidar y transmitir. Apostar por el Humanismo es apostar por una forma de vida que se construye desde los valores y con la intención de que nuestras vidas dejen poso en la Historia.

Gregorio Marañón, considerado por tantos el paradigma de médico humanista, reflexionó en diferentes ocasiones sobre el alcance de perseguir el ideal humanista desde la profesión de médico. He leído con mucha frecuencia una aproximación primera que hace al tema:

“Es innata la tendencia en los hombres inteligentes, que viven sujetos al ejercicio de una profesión, a compensar la monotonía de este ejercicio con la práctica pública o el secreto cultivo de otras actividades. Todos llevamos dentro una personalidad mucho más compleja que la que indica nuestra fachada oficial. Aun en el caso de que hayamos acertado con nuestra vocación, una tendencia oculta —y a veces más de una— nos empuja a servir en silencio preocupaciones que no son las que sirven para ganarnos el pan y para catalogarnos en los padrones profesionales. Con ello mantenemos vivo, en primer lugar, el afán necesario de la diversión en un sentido estricto; esto es, de combatir el hastío de los quehaceres rutinarios y oficiales, los cotidianos, derivando parte de nuestras atenciones por senderos diferentes. La profesión más sinceramente sentida y amada, más encajada con nuestras aptitudes, acaba por automatizarse, por perder su roce con el ambiente, convirtiéndose en un mecanismo fácil y, al fin, amanerado”.

En este conocido texto, Marañón muestra el cultivo de las humanidades y de las artes con un sentido de diversión o

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pasatiempo, útil para quienes ejercen una profesión tan exigente y dura como la medicina. Esta visión indudablemente no puedo compartirla en su totalidad, por entender que es muy limitada en sus objetivos y su alcance. Pero sin duda, hemos de reconocer que es una postura que ha tenido mucha aceptación entre generaciones de médicos que apostaban más por un barniz humanista que por una forma de vida.

Marañón, que era muy inteligente, escribió otros textos en los que matizó sus primeras afirmaciones. Entendió que esa visión reducida ayudaba poco a su transmisión del ideal humanista. Acabó considerando que el Humanismo era una actitud ante la vida, que se tiene o no, que difícilmente puede enseñarse o aprenderse, pero que debemos tratarse de introducir en la estricta formación del médico, por sus beneficios indudables para todos los protagonistas. Él, ciertamente, rebosaba humanismo y tenía una formación humanística más que sobrada. Pero sus textos han servido para que muchos, peor formados y menos inteligentes que él, redujeran las humanidades médicas a la condición de puro pasatiempo o descanso del guerrero.

Para situar el debate sobre la oportunidad o no de que el Humanismo sea una opción real para el médico actual, me serviré de las palabras de otro gran médico humanista español, Pedro Laín Entralgo. En el año 1971 publicó un artículo titulado “Técnica y humanismo en la formación del hombre actual”. Su epígrafe final rezaba “¿Agonía del humanismo?”. He aquí su comienzo: “¿Para qué todo esto? ¿Para que el médico interprete mejor sus electrocardiogramas o el químico practique más hábilmente una crioscopía o una destilación fraccionada? ¿Para que el técnico profesional gane más dinero en la práctica de su oficio? Indudablemente, no. Mas tampoco para el simple lucimiento social del graduado universitario en las tertulias a que asista o en las conferencias que pronuncie. La formación humanística del técnico y del hombre de ciencia tiene, a mi modo de ver, un doble ‘para qué’: en el caso de los hombres de ciencia y los técnicos no creadores, sirve para que unos y otros sean plenamente hombres —para que también lo sean de un modo

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intelectual y ético y no sólo de un modo biológico y operativo— desde aquello y en aquello a que aplican su particular ciencia y su particular técnica; en el caso de los hombres de ciencia y los técnicos creadores, para descubrir nuevos horizontes de su haber e incluso, en determinadas ocasiones, nuevos temas de investigación”.

Nuestra apuesta es atrevida a la vez que atractiva. Para ello, queremos explicitarla en forma de decálogo, con la intención de servir de herramienta útil para el médico. Se tiende a un ideal, y algunos de sus artículos se basan en el cuerpo doctrinal del Código de Deontología y Ética Médica español, y otros en las ideas y valores que originaron el Humanismo.Escribí una primera versión de este decálogo en el año 2000 y lo publiqué en la desaparecida Revista de arte, cultura y personas “Allegro”, de la que era editor. Me he permitido el lujo de modificar algunos de los puntos de aquel primer decálogo, con la intención de mejorarlo y actualizarlo.

Decálogo del Médico Humanista (Versión 2.0, 2011)

I.Respetar la vida humana, velar por la dignidad de la

persona y cuidar la salud del individuo y la comunidad, son sus deberes primordiales.

II.Su primera obligación moral es la de ser competente

científicamente en el arte de la Medicina.III.

La libertad, la dignidad, la justicia y la bondad serán los principios éticos que informen su labor diaria.

IV.

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Al modo humano de enfermar se le exigirá un trato también humano con los pacientes.

V.Deberá poseer ideas, valores y modos de expresión provenientes del Humanismo. Tendrá predilección

por el uso y cuidado de las palabras.VI.

Se relacionará con el paciente con respeto, con afán de empatizar con él y le mostrará un nuevo marco de encuentro de mayor igualdad, donde puedan tomarse

decisiones de forma compartida.VII.

Deberá ser consciente de sus deberes con la comunidad, y apostará por la salud pública y la

sostenibilidad de los sistemas sanitarios.VIII.

Tratará a sus colegas con la debida deferencia, respeto y lealtad, sea cual fuere la relación jerárquica

que exista entre ellos, a la vez que compartirá su saber de una forma generosa.

IX.Reconocerá en la Salud 3.0 una nueva oportunidad

de encuentro con los nuevos e-pacientes y e-profesionales, y fomentará el uso de sus

herramientas tecnológicas con la intención de crecer compartiendo.

X.Tendrá el derecho a objetar científicamente o en

conciencia a las demandas irracionales o antihumanas de sus pacientes u otros profesionales

de la salud u organismos sanitarios.