de la ·real academia espaÑola

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BOLETIN DE LA ·REAL ACADEMIA ESPAÑOLA ANo IX. ToMo IX.-FEBRERO DE 1922. -CuAD. XLI , CONCEPTO Y DIFERENCIAS DE LA PR OS A Y DEL VERSO ADVERTENCIAS PREVIAS La poca fijeza en los conceptos se refleja, forzosamente, en las diversas acepciones de las palabras usadas por los tratadistas como tecn ic ismo. Todos nosotr os usamos como cuadra, tomán- dolas muchas veces unas por otras, las voce s: cesura y cadencia, cadencia y armonía, poesía y verso, pro sa y prosaísmo, estancia y estrofa. etc. Yo quiero declar ar aquí, de una vez para siempre, que las uso en cada caso en el sen:tido que da a a todo mediano en- tendedor, la hechura y corte del razonamiento; pue s no puedo ni debo limitar el mero de qcepciones consag· rad as por el uso. Y ee. cuanto a los vocab lo s poesía y v·erso, he de rechazar clara y determinaclamente la sinonimi a. aun en donde par ezca que la im- plica la est ructura material de las ra zo nes. Lo que en este pobre t rat ado se dice de poesía en el sentido ele il1ltim id ad y de emoción en el lenguaje, solamente se refi ere, como es ele suponer, a la part e formal el e la poesía, esto es, a sus manifestaciones y procedimientos fónicos, no a los de orden in- terno y afectivo. DISCURSO ConstJI,tando los diccionarios y leyendo a los trai:.o <clistas -es imposible saber lo que son la prosa y el verso, ni en qué se dife- rencian una y otro. Est o depende de que la gratica de todos los idiomas de fle xión está fundada sobre el voc3Jbl o. Base falsa, porque en nin- gún idioma hablamos por vocab lo s, sino por locucione s.

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BOLETIN DE LA

·REAL ACADEMIA ESPAÑOLA ANo IX. ToMo IX.-FEBRERO DE 1922. -CuAD. XLI

,CONCEPTO Y DIFERENCIAS DE LA PROS A Y DEL VERSO

ADVERTENCIAS PREVIAS

La poca fijeza en los conceptos se refleja, forzosamente, en las diversas acepciones de las palabras usadas por los tratadistas como tecnicismo. Todos nosotros usamos como cuadra, tomán­dolas muchas veces unas por otras, las voces: cesura y cadencia, cadencia y armonía, poesía y verso, prosa y prosaísmo, estancia y estro fa. etc.

Yo quiero declarar aquí, de una vez para siempre, que las uso en cada caso en el sen:tido que da a en~ender , a todo mediano en­tendedor, la hechura y corte del razonamiento; pues no puedo ni debo limitar el número de qcepciones consag·radas por el uso. Y ee. cuanto a los vocablos poesía y v·erso, he de rechazar clara y determinaclamente la sinonimia. aun en donde parezca que la im­plica la estructura material de las razones.

Lo que en este pobre t ratado se dice de poesía en el sentido ele il1ltimidad y de emoción en el lenguaje, solamente se refi ere, como es ele suponer , a la parte formal el e la poesía, esto es, a sus mani festaciones y procedimientos fónicos, no a los de orden in­terno y afectivo.

DISCURSO

ConstJI,tando los diccionarios y leyendo a los trai:.o<clistas -es imposible saber lo que son la prosa y el verso, ni en qué se dife­rencian una y otro.

Esto depende de que la gramática de todos los idiomas de flex ión está fundada sobre el voc3Jblo. Base falsa, porque en nin­gún idioma hablamos por vocablos, sino por locuciones.

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A pesar de esto, casi todos los diccionarios españoles y ex-­tranj,eros y casi todos los tratadistas consideran. el verso como · "conjunto de palabras suj etas a medida y cadencia". Pongo esta. definición entrecomada, por ser la que da la Real Academia Es­pañola.

Y casi !todos ellos definen la prosa ele un modo negativo, di ­ciendo que es " lenguaje no sujeto a medida y cadencia". Tam­bién esta definición es ele nuestra Real Academia.

Uno de los diccionarios que más aJfinan , el Diccionario fran­cés " national" de Bescherelle, aun sin salirse de eso de tener o no­tener medida y cadencia, dice que la prosa es reunión ele fra­ses (r) y que el verso es r~eunión el e palabras. Atisba cuál es la buena dirección. pero no da con el camino. Acierta en lo de fra­ses, pero se pierde en lo ele palabras.

Acudamos a los tra!tadistas ele sensatez y peso. Hermosilla (2) comienza por exponer las reglas comunes a

la pros-a y al verso, presintiendo qUre una y otro son variantes de· una cosa misma: el lenguaje cuidado y atendido que llamamos literario, y estableciendo que la prosa y el verso tienen ele co­mí:m :

I.0 Los pensamientos.

2 .0 Las varias ·formas bajo las cnales pueden ser éstos pre­sentados.

3.0 Las expresiones con que deben éstos enunciarse; y 4. 0 La coordina.ción ele las cláusulas en que están distribuí­

dos. {TeX'tual.) Es decir: H·ermosilla no pierde ele vista que la prosa y el ver.

so son, fundamenltalmente, una cosa misma, a saber: exposición de ideas, expresión, lenguaje. Con lo cual bien se deja ver que sus di ferencias tienen que s·er meramente de forma, de procedi­miento constructivo .

Esto le lleva a sentar con toda claridad que hay versos pro­saicos, como por ejemplo, " las chabacanas jácaras ele los ci·egos"; y que hay prosas poéticas, mecli-clas y cadenciosas.

Hablando de esto, añade: "Es necesario, sin embargo, obser­var que nunca deben ponerse seguidas (en la prosa) muchas cláu-

(r) Assemblage de phrases non assujeties a une mesure déte rm i­née. Vers, ass:emblage cl!e mots mesurés et cadencés selon eles regles dé­terminées.

(2) Arte de hablar, tomo I. Hermosilla h a sido y sigue siendo leí­do por los hombres de más t ino y origi nalicl!acl . Don Eduardo Benot leía a Hermosilla, que todavía no ha sido superado en lo fundamentaL

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sulas musicalmente medidas, y que, en general, aunque no debe desa:tenderse la armonía, no se ha eLe prodigar ,con exceso. Sobre todo, nunoa! se sacrifiquen a lo grato del sonido la claridad, la precisión y la energía, la concisión y la naturalidad en el esti­lo." (r)

Re ro también combwte (2) con certero instinto crítico " la errada opinión de ser defecto .el haber versos en la prosa" . Entre griegos y latinos hubo algo de esto, es verdad, y Hermosilla lo expone; pero reduciléndolo a justos límites de realidad.

Es decir, que ni aun leyendo a Hermosilla (que es el más au­torizado y sensato entre los ¡traJtaclis-tas que andan por las escue­las, extranjeros y españoles) sabemos a qué carta quedarnos en esto de la prosa y del verso.

Entre v.ersos prosaicos y prosas literarias y poéticas no hay límites precisos. Pasa con esto lo que ocurre en el mundo fí sico. La NaJturaleza no ha 1trazado una raya que separe los climas po­lares de los ~emplados, ni ha delineado las franjas coloreadas en el arco iris, ni ha puesto lindes precisos a los mares en las pla­yas . A veces la playa tiene encima dos brazas ele agua o tres,. y no cabe eluda ele que la playa ,es mar, y los peces y los barcos na­vegan por ella. Pero baja la marea viva, y podemos anclar por la arena o por las rocas a pie enjuto. N o cabe eluda ele que pisamos playa. ¿N os será dable trazar con nüestro bastón una línea divi­soria entre la playa y el mar ?

Si se m.e perdona la pedantería de que yo eche por delante mi opinión, diré que lo caraoterístico en el verso - único que ele­finen diccionarios y t ratadistas ele un modo positivo- no es "el conjunto ele palabras", ni su medida , ni su cadencia, sino la or­denación de los ri·tmos.

He aquí el que creo punto de partida para Uegar a algo serio· en este tratado.

Hay 'et1 t odo lenguaje humano dos cosas comprensivas y ge­neral,es : el fondo y la forma, es decir, la idea y los sonidos, la significación y el ritmo.

file aquí cómo ellas deben ser el contenido de la Gramática: el fondo o la signifi·cación -y cons,te que no empleo esta palabra en el es,trecho sentido ele los tratados de Semántica, puesto que comprendo en ella, no sólo lo que se dice, sino también lo cp.1e se

(r) H ermosi lla, Arte de hablar, t . I , pág. 382. (2) Idem, pág. 399·

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quiere decir-, y la forma o combinación sistemáltica de sonidos orales aplicados al lenguaje.

La ·significación o fondo del lenguaje es común a1 la prosa y

al verso. La diferencia entre una y otro está en la forma, es a saber: en el sistema de combinación de los sonidos orales.

Y aun en esto hay que precisar un poco más. N o en el sis­tema, sino en algunos detalles del sistema.

Porque claro es que ~anto ,en b prosa como en el verso de oacla idioma, los elementos y los conjuntos fónicos son siempre los n11ismos. Estos elementos son tres, a saber :

La letra hablada, o fonema. La sílaba rítmica, no la sílaba gramatical; y E l pie rítmico. Y los conjuntos son otros tres: La locución, expresión de una idea simple o de una circuns­

tanoia. La frase, expresión de una idea compleja, por medio ele va­

rias locuciones; y . El período, conjunto de frases que completan un ciclo de ideas

y otro ciclo de ritmos. Ta111to en la prosa más ramplona y en los versos más chaba­

canos, como en la prosa más elevada y en los más entonados ver­sos, encontraremos . siempre los citados elementos y los conj un­tos fónicos que quedan dichos. Ni uno más, ni uno menos.

La diferencia entre la prosa y el verso tampoco resulta por aquí.

Pero es que en el lenguajre hablado hay un elemento conco­nütante y que puedre ser o no ser concurrente con todos los di­chos elementos y conjuntos fónicos: el ri<tmo.

E l ritmo es el orden de los movimientos sucesivos del lengua­je hablado.

Las obras li terarias, ya sean ele eruditos, ya del caudal popu­lar, se embellecen con ritmos, tanto de significación como de so­nidos.

De los primeros no hay para qué hablar aquí. De los segun­dos - que son los ritmos de la forma- conviene precisar y pun ­tualizar conceptos.

Permítaseme, pues, decir algo del mecanismo del ritmo fóni­co, o formal, o del sonido.

E l ritmo del sonido es la ordenación de sus cambios suce­sivos.

Los sonidos en el lenguaje hablado son las letra:s habladas

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o fo nemas, no las del alfabeto ortográfico. Las l.etras son un elem ento rítmico.

Forma es·te primer elemento dos conjuntos : la sílaba rítmica y el pie r ítmico . La sílaba, que es la combinación rítmica más simple, y d pie rítmico, grupo de sílabas que se influyen mutua­m en te fo rmando un todo cabal, elemento r ítmico el más com­plejo.

Hay una gran deficiencia en los t ratadistas al definir la sí­laba y el pie rítmico. Una gran deficiencia y un no pequeño des­acuerdo .

Yo me atrevo a ar r1esgar sendas definiciones, aun cuando con la previa declaración de que no me sa!'.:isfa,::en.

Sí laba es una agrupación circunstancial de fonemas que se modifican mutuamente en sus elementos acústicos para constituír la un1clacl métrica del ri tmo .

Pie es el grupo de sílabas que se modifican mutuamente en sus dementas acústicos para com6tuír una nueva y mayor uni­dad métrica del r itmo.

Ocurre con la sílaba y con el pie rítmico algo ele lo que pasa con el mi límetro y el metro. Ambos son unidad ele medida, aun cuando para longitudes diferentes. -1- así como el milímetro sólo es uno y el metro contiene mil milímetros, cien cen.tímetros y diez decímetros, así la sílaba es el elemento r ítmico más sim­ple . y el pj.e rítmico. el mft s complejo.

Acaso la e3curricliza negligencia ele los tratadistas para con el pie rítmico haya agravado la confusión reinante en los con­ceptos respeo:ivos ele la prosa y del verso:

Porque el pie rí tmico es á la vez la más manejable y cómo­da medida del ritmo, y la determinación y la diversa orrlena­ción ele los nitmos es la única diferencia entre los dos citados géneros literarios.

:\ pesar ele eso los tratadistas han dado en la flor ele contar los ver:;os por sílabas y no por pies, diciendo que nuestra versi­ficación ha percl·ido la cantticlad latina y la ha susütuído por el acento tó nico.

Esto, amén de ser una impropiedad de expresión, es una fal­ta ele v·e rclad. porque nuestros versos, si bien tienen acento tó ­nico, esto es, cullninancias por intensidad (que también tienen los otros), no es menos ciento que también t ienen la cantidad la­t ina. Hermosilla apli ca la métrica latina a los versos ca~tella-

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nos, demostrando con esto que tienen cantidad, o cuantidad, .. o como se diga, qu-e a mí se me da poco de nombres.

Habiendo presoindido del pi'e rí-tmico como medida del len­guaje, y usando para estos menesteres solamente de la sílaba (que es medida poco propia para el caso, como lo sería el uso del centímetro para ía medición de fincas), fuese perdiendo poco a poco l:t idea del ritmo, y fué privando la de número de sUa­bas, y luego la de cadencia o de armonía; cosas vagas, porque las sílabas varían en los tiempos marcados por las cadencias de­los versos, y porque a hu armonía, para ser apreciada, le es pre­ciso un término de comparación.

De aquí el aluvión de :teorías estéticas extravagantes que , con más prer:ensciones que acierto, han querido busca-r " ritmos nuevos" y han tenido que contentarse -mal ele su grado -- con' amparar y dar por buenas tpda clase de irregularidades en el metro, verdaderas bastardías de la versificación. O bien los re­torcimientos, culteranismos y juegos malabares die palabras va­cías de sel1!tido que constJituyen todo el bagaje es1!Jético ele algu-­nas escuelas, que ta1l se llaman ellas, o se dejan llamar.

Como .en el pie rítmico puede variar, y muchas veces varía, el número de sílabas, sin que varíe el tiempo que se tarda en' pronunciar aqU'él, ciego será quien no vea que la sílaba es me­dida ele! lenguaje menos útril que el pie. El verso, o no es nada, o es traba que el poeta se impone voluntariamente para dar a su lenguaje mayor belleza, in;troducienclo en él un orden en los tiempos, en las sonoriclades, en las cadencias o pausas y en los silencios. Pues bien : .\a sílaba puede ser y es medida de todas estas cosas, pues todas se refieren al tiempo; pero es medida imperfecta. En cambio el pie rítmico es medida más exacta, y por tanto, más útil.

1Entiénclase que el pie rírtmico es medida exacta, mas no con exactitud matemártica. Tampoco tienen exactitud matemtvtica la sucesión de estaciones, ni la sístole y la diástole ele mi pro­pio corazón. A pesar ele lo cual la sucesión ele las estaciones mar­ca el ritmo de la vida del planeta, y la sístole y la diástole marcan el ritmo ele mi propia vida.

Cuanto mayor vaya siendo la exactitud en la medida de los conjuntos del lenguaj e -frase y período-, más se irá ritman­do la prosa. ·Cuando los ritmos Hegan a producirse con regula­rielad, aparece el verso. Conforme los ritmos del verso se van hacieqclo más exactos - aun sin llegar nunca: a la exactitud ma-

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DE LA PROSA Y DEL VERSO If

temárt:ica, como queda dicho- el verso se va haciendo más so-­noro, más perfeoto, más impecable.

En la prosa, por d contrario, los rÍI~mos no pasan de la si­metría en locuciones, frases y períodos; pero con diferencia cons­tante, esto es, sin orden que alcance a hacer simétricos entre sí estos conjuntos, ni el conjm}'to total que forman todos ellos.

En efecto, en la prosa verdaderamente tal, en la prosa pro­saica - permitidme que la llame así-, las ideas son expresadas como vienen a la mente, sin buscar la simetría de unas con otras, ni en la significación, ni en su enunciación. Las locuciones, cada una ele las cuales expresa una idea simple, forman frases en las cuales completan y redondean su :o ignificaclo ; pero sin buscar entre ellas relaciones ele correspondencia que no sean las nece­sarias ele significación o ele sentido.

En el lenguaje hablado hay dos clases ele ritmos: En cuanto al fondo , que es la sigtüficación, ritm os de ideas. En cuanto a la forma, que son los sonidos, ritmos de la voz. E n la prosa que yo llamo prosaica no hay ritmos ele ideas.

Cuando el escri.~or los utiliza como elemento ornamental, da a _ su prosa algo del estilo propio del verso, es decir, el estilo ele­vado, y más aún, el estilo poético.

En Ia prosa no hay más que ritmos de la voz, y su acción, . por regla g.eneral, se limita a hacer simétricas las locuciones y las frases ; fenómeno tan común como poco y mal estudiado. Pero de frase a frase cambian los ritmos, y así es que no armo­niza cada una con la que le precede.

Es el verso, por el conJt:rario, un lenguaje cuyas frases se su­jetan a ritmos previamente cleterminaclos, y se agrupan en con­juntos de forma y de fondo, esto es: de sonido y de sentido,. llamados estrofas o estancias.

En el uso corriente, las frases empleadas en la versificación se llaman versos.

Tanto re! verso como la estrofa son conjuntos r~tmicos y a la vez conjuntos significa6vos, pues los ritmos y la signi ficación se desarrollan paralelamerl!te en cada locución, en cada frase, en cada período.

No cabe en estas páginas la demostración de este aserto, pero es necesario dejar sentado el principio.

N o hay un lími·te preciso entre la prosa y el verso. La prue­ba está en que de la prosa se pasa al verso por gradaciones m u- ­chas veces insensibles.

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Ocurre es~o siempre que el que habla cuida de hablar bien, es decir, pone algún orden en los r itmos.

•Cuanto más se ordenan éstos, más pulida resulta la prosa. Lle . ga un momento en el cual aparece en las fra ses la simetría rít­mica, es decir, que alguna-s frases son versos, porque contienen una idea ·desarrollada al mismo rtiempo que un ciclo ele ritmos del son ido.

Y cuando el sistema cow'ltructivo ele -las frases se aplica con­secutivamente a varias, relacionándol-as según la forma, la pro­sa se convie11te en verso. Si los versos se reúnen en grupos or­denados previamente, la prosa deja ele serlo en absolu;to y los períodos se convierten ·en estrofas. Con lo cual se ha pasado de la prosa a la versificación, a la poesía.

A veces el paso es brusco, sobre todo cuando dos o más fra­ses tienen h misma can/:idacl pros6clica, y salen aconsonantadas o en asonante sin pretenderlo el autor; es lo que se llama "caer en copla o ca•er en verso".

También es muy frecuente el caso contrario. A veces el poe­ta pierde el s·entido estético de lo que dice, cae en la vulgaridad ele conceptos y los expresa desmafíaclamen1:re y sin brío. N o im­porta que los versos sigan teniendo el mismo número ele síla­labas; d lector o el oyente ele buen gusto se llaman a engaño y dicen desencantados : "¡Esto es prosa ! "

,Aquí se presenta otra cuestión, ele la que debiera tratar, y que -por lo menos- apmll:o : la diferencia de estilo entre la prosa y el " lenguaje poético". Acerca ele lo cual se ha escrito mucho, pero nada ele substancia: detalles, observaciones míni­mas y un amplísimo margen para "el buen gusto " o para "el prudente arbitrio " del escritor y del poeta. Es deci r , la disimu­lada inhibición ele los preceptistas.

Cuando las locuciones ele cada frase se hacen simétricas, y sobre todo cuando en cada frase un ciclo ele ideas simples y un ciclo completo de sonidos se desarrollan paralelamente, la prosa se convierte en " li teraria" , y el estilo "se eleva" , impre­sionando gra;tamente al público .

He aquí la prosa "armónica" y las "exquisitas finuras del e stilo", ele que sólo son capaoes Jos " arti stas del lenguaje". Mu­chas veces, las más, no por conocimiento indagado, sino instin­tivo, de los recursos del idioma qu·~ manejan. Castelar estudia­])a Gramática cliespués el e ser académico ele la Le11gua.

Pues bi·en, todo el secreto es éste: D isponer las ideas para

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DE LA PROSA Y DEL VERSO

darles más valor, más poder convincent•e, en ciclos que se des­arroHe.n paraleJ.amer11te con otros ciclos de ritmos del sonido.

La diferencia en:re la prosa y 6l verso está en la ordenación ele los rirttnos.

En d verso obedece a un sistema regulador de la agrupa­ción de las locuciones en frases y ele la agrupación ele las frases . en períodos.

Las locuciones son expresión ele una idea simple. Agrupan­do estas expresiones ele ideas simples en un conjunto que a la vez lo es significwtivo y rítmico, hacemos la frase, que en poe ­sía se llama verso.

La agrupación ele frases en períodos, que en la prosa es y debe ser libre, ·en poesía está sujeta a reglas precisas. Los pe­ríodos en poesía se denominan estrofas o estancias.

En la prosa, por el contrario, no hay sistema previamente adoptado para la ordenación de los ritmos. Y si bien se atiende mucho, aun •en el lenguaje popular - refranes y modismos-, a la simetría rítmica ele las locuciones y a la sitüétrka agrupación ele las locuciones en J.a fras·e, no se pasa de ahí , y las frases su­cesivas tienen ritmos diferentes.

P·ara ejemplo, r·ecogiclo en la realidad, ele cómo hace simé" tricas las locuciones el lenguaje popular, voy a poner esta frase que un tranviario {como ya los llama la gente) elijo a uno ele sus pasaj•eros, refiriéndose al coche: "Va a la Cibeles"; locución verbal. y clet·erminación circunstancial ele lugar, que en la inte­gridad ele sus elementos consta ele seis sílabas. Pero el hombre del tranvía l•as redujo a cuatro y las agrupó en estos dos miem­bros de igual es-truotura fónica:

[Ea : zi. be : les. J Este hombre hablaba con un puro ace111to castellano ele por

Toledo, y ma:tizó su frase, gmcias a las elisiones y enlaces ins­tintivos que d lector fonetista puede ap11eciar, haJCiénclola si-· mlétrica en sonidos, culminancias y cwclencias, hast.a dejarla per­fec1tament1e ritmada.

Pero volvamos a lo ele que en ia prosa no ha.y sisrtema pre­viamente a:doptaclo para la ordenación d'e .Jos r~tmos. Si lo hu­biere, todo lo que fuet:a pasar ele la simétrica colocación ele los fonemas en la locución y ele las locuciones en la frase, sería acercar la prosa al verso, esto e·s, lo que unas veces se llama: prosa poética y otras veces pro.Sa ritmada.

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Es deór, que con el conjunto rítmico y a la v·ez elemento ·significa,tivo que llamamos locución, medio común a la prosa y al verso para expresar una idea simple, podemos formar :

~n la prosa, frases. En el ver-so, versos. Con las frases y con los versos podemos cons!l:ruír después: En la prosa, períodos. En el verso, estrofas. Y ya tenemos completo el cuadro de Jas expresiones signi­

ficwtivas, a saber : Un elemento sigtüficwtivo y conjunto rítmico común a la

prosa y al verso : Ia locución. Y dos conjuntos sigtüficativos y rí,tmicos a la vez, que son: En la prosa : la frase y el período. En poesía: el ver~o y la estrofa. El ri,tmo ele ideas es el orden de colocación de las mtsmas.

referido a un propósito esf.lético o de belleza del lenguaje . N o ·es, pues, el orden lógico.

E jemplos tenemos en muchas de las que .Jos preceptistas lla­. maban figuras de pensamiento, en las gradaciones, concatenacio­nes, repeticiones, asimilaciones, sí111tesis, •etc., con que el escri­tor procura embellecer su obra intelectiva.

Las ideas forman a VJeces ciclos, otras veces paralelismos, {)tras veces secuencias, d ·c. Las combinaciones quedan a volun­. tad del escritor, lo mismo en prosa que en VJerso.

Como las ideas constit uyen el elemento significativo del len­. guaj e, claro está que ·en su ordenación prevalece la lógica sobre la estética. Además, el or•clen elocutivo tiene en todas las len­g uas mucho ele idiomático y, por tanto, ele inalterable.

1En cambio los ritmos del sonido, que no son significativos (aun cuando muchos de ellos sean icliomá;ticos e inalterables, como el acento r·egional), son los más suj etos al criterio estéti­

· co que en cada caso adopte el que habla.

La significación y la rítmica ele cada lengua pueden ser com­·paraclas a dos círculos concéntricos. El ele •la rítmica tiene radio mayor, porque no todos los elementos del lenguaje hablado son significativos, pero todos son rítmicos.

El ritmo de la voz, cosa física y ma·terial, e111tra de lleno en -los . dominios ,dJe la acústi:ca del lenguaje, y es ele tantas clases ·cuantos. s.on .los elementos que se han percibido hasta ahora •.en los sonidos del lenguaje hablado.

Es Jecir .:

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ÓE LA PROSA Y DE~ VERSO

Ritmos de intensidad, entendiendo por i111'censidaa la ampli--tud ele las vibraciones sonoras.

Ritmos de cantidad o de duración de dichas vibraciones. Ritmos de tono o de rapidez de las misma:S; y Ritmos de timbre, entendiendo por timbre la mayor o me-·

110r identidad de los sobretonos con el sonido fundamental. No cabe aquí mayor explicación en esto, porque me lleva­

ría algo lejos ele mi tema. Doy por supuesto que mis lectore!" conocen la acústica del lenguaje hablado.

Entr•e los ritmos ele timbre figura la rima, ele la que tanto ha­lJ!an los preceptistas. Bien e3:á que hablen de ella cuanto gus­ten ; pero tampoco sería malo que hablasen algo más de los otros. Sn mayor estudio acarrearía, seguramente, un progreso cientí­·fico no pequeño.

Todos •estos ritmos pueden coexistir, combinándose ele mil modos distintos en el lenguaje.

E jemplo frecuentísimo es la unión ele los ritmos ele inten­sidad con los de cantidad. E l de cantidad acompaña muchas ve­ces a todos los otrQs .

Adrede he suprimido casi por completo los ejemplos, para no hacer más larga esta •exposición ele doctrina. Pero pondré alguno más, si se me permite. Lo tomo ele la novela de Ricardo León El amor de los amores, p1,emíacla por la Academia Espa­ñola.

Está toda la novela escrita en prosa poética. Na1tt1ral es que en su texto abunden los versos. Yo elijo un párrafo entero --una plegaria por los viajeros del expreso que pasa lanzado­que su autor nos da como prosa, pero que i)or la bien ordenada relación e111tre los ri•tmos ele ideas y los ele sonidos, resulta una Dbra en verso. Hela aquí (1):

¡Guarda, Señor, las vi das de esos seres, frági les vidas al azar fiadas en las tinieblas de la noche !-¡ Imagen es ese tren que pasa, de la tierra, lanzada en las tinieblas de<! vacío ! ...

¡ Dadnos, Señor, un término dichoso tras las fatigas die! penoso viaje!

¡Que en la estación callada de la muerte nos amanezca con tu luz ___ , Dios mío!

(r) Pág. z6o, párrafo s.• (Obras completas.)

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I6 BOLETÍN DE LA R EAL AC\DEMIA ESP.-\ÑOLA

Como resumen ele la doctrina expuesta, me wtrevo a formu­lar las siguientes afirmaciones de concepto :

Prosa es el lenguaje ,en el cual la ordenación ele los ritmos es distinta en cada frase, y más aún en cada período.

Verso es el Ienguaje que ordena los ritmos ele la locuci6n. ele la frase y del período, según un sistema adoptado previa­mente para cada composición.

La diferencia entre la prm:a y el verso es la diferencia en la ordenación ele los ótmos.

Las gradaciones el]tre la prosa y el verso son muchas. En ellas el verso puede par,ecer prosa y la prosa puede parecer ver­so. Además, pueden ser muy varias, según las clases ele ritmos que se ·empleen y el modo ele combinación ele los ri tmos de va­rias clases .

AURELTO R1B\LTA .