de la poesía y sus alcances
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EnsayoAutor: Laura Urbina.TRANSCRIPT
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De la poesía y sus alcances.
Por: Lala Urbina.
Afirmar que la poesía está al servicio de los hombres sería incorrecto. De igual
manera, enunciar que somos los hombres quienes estamos al servicio de la
poesía no se encuentra exento de error: somos recíprocos, nos encontramos en
un círculo continuo donde lo uno es inherente a lo otro.
Por lo mismo, puede establecerse que la poesía –o generalizando más,
cualquier manifestación artística-, es parte de la naturaleza, en tanto que está
sometida al ser humano y éste es parte de lo natural. Cabe aclarar, ciertamente,
que la naturaleza sólo es arte en tanto el hombre le otorgue dicha connotación.
Además de ser “natural”, el arte se vuelve social ergo político. La
consciencia del ser particular (resultado de la individualización del hombre) hizo
aflorar la noción de política. Forzosamente, se necesita un sistema de bienestar
colectivo, donde pueda respetarse un cierto orden social. Desde “Homo sum,
humani nihil a me alienum puto”1, el ser humano queda impregnado de un
insistente sentimiento de comunidad, de comunión (plenaria)2. Sí, existe la
individualidad, pero sólo dentro de una colectividad: La acción artística, sea
teatro, danza, pintura o poesía, aunque sea producto del ideal subjetivo, sólo
existe como consecuencia de una situación objetiva.
Entonces, inevitablemente, en toda sociedad bullirán los poetas.
Clandestinos o públicos, plasmarán los sentires y pensamientos de una
individualidad y/o una colectividad específica en un determinado tiempo y
espacio. Sin embargo, pese a que todo artista “es hijo de su tiempo”3, no puede
generalizarse la intención creativa debido a que no todos los creadores harán
arte buscando un mismo fin. Partiendo de esta ambigüedad de objetivos
1 Hombre soy, nada humano me es ajeno.
2 Comunión plenaria, poema de Oliverio Girondo en Persuasión de los días, 1942.
3 Wassily Kandinsky, De lo espiritual en el Arte, 1911.
2
respecto a la creación artística, es difícil determinar con exactitud alguna función
particular del arte –o bien, de la poesía- en la sociedad.
Puede afirmarse que el arte no es estático, sino que evoluciona respecto
a su utilidad. Sufre diversas transformaciones a lo largo del tiempo, y por lo
mismo, no queda satisfecho con un concepto definitivo que lo enmarque. En
palabras de Michel Butor: “Los géneros están condenados a cambiar. Siempre
han cambiado y continuarán cambiando. Porque están ligados a un estado de la
sociedad. Y la sociedad cambia. Naturalmente, la relación entre las imágenes y
las palabras cambian".
Asimismo, ocurre lo mismo con la poesía; carece de alguna definición
concreta, ya que entintarla en un significado de diccionario mutilaría
irremediablemente su esencia. Un humorista español definió la poesía como
aquello que quedaba fuera una vez que terminábamos de definir poesía; y
efectivamente, tiene tantas acepciones y enfoques, que nunca faltarán las
contradicciones y contra-argumentaciones que crean haberla descrito a la
perfección.
Más la incertidumbre no radica únicamente en el concepto de „poesía‟,
sino también en el creador mismo. No existen reglas o manuales estrictos que
distingan a un mal poeta de uno sublime; siempre que logren ser reconocidos
socialmente, su trascendencia quedará garantizada. Es entonces que para un
poeta, no existe la muerte.
Con todo, podría decirse que este es el fin de toda manifestación artística:
sobrevivir al tiempo. Después de todo, el hombre tiene la manía (in)consciente
de gritar su huella en el mundo, haciendo su existencia efímera lo más
perdurable que pueda.
Por ello, la poesía no puede ser igual a la fugacidad; por el contrario,
tendría una relación más estrecha con los conceptos de memoria y experiencia.
No en vano, Hegel afirma: “Es aquí, en la poesía, donde el genio, para producir
algo maduro, sustancial y perfecto debe haberse formado en la experiencia de la
3
vida y por la reflexión”4. Sobre esta cuestión, Rilke plantea un listado de aquello
que es necesario “para escribir un solo verso”:
“Para escribir un solo verso, es necesario haber visto muchas
ciudades, hombres y cosas; hace falta conocer a los animales,
hay que sentir cómo vuelan los pájaros y saber qué movimiento
hacen las pequeñas flores al abrirse por la mañana. […] Es
necesario tener recuerdos de muchas noches de amor, en las
que ninguna se parece a la otra, [...] Y tampoco basta tener
recuerdos. Es necesario saber olvidarlos cuando son muchos, y
hay que tener la paciencia de esperar que vuelvan. Pues, los
recuerdos mismos, no son aún esto. Hasta que no se convierten
en nosotros, sangre, mirada, gesto, cuando ya no tienen nombre
y no se les distingue de nosotros mismos, hasta entonces no
puede suceder que en una hora muy rara, del centro de ellos se
eleve la primera palabra de un verso…”
Rainer Maria Rilke, Los cuadernos de Malte Laurids Brigg (1910)
De esta manera, la experiencia se vuelve imprescindible en la formación
de cualquier poeta. Decir que “el trabajo creador tiene al poeta en su raíz, siendo
que es la voz quien habla a través de la memoria”5 no es inexacto; más no por
acumular recuerdos quedará el poema listo. Se requiere, en mayor grado, de la
imaginación. Gracias a ella, los poetas adquieren la capacidad para transformar
vivencias pasadas o sentires actuales en verso o en prosa. El detonante poético
no importa, mientras el escritor tenga la paciencia para esculpir la idea que
desee representar.
La escritura es un proceso largo, trabajoso. La idea misma no basta si no
existe la paciencia para desarrollarla; los recuerdos pasados, las vivencias
presentes, pierden toda validez si el escritor (en este caso, el poeta) no tiene la
4 Georg Hegel, De lo bello y sus formas, 1835.
5 Patricia Villegas Aguilar, Memoria y Escritura. “Los trabajos del poeta” de Octavio Paz,
dentro de Poesía y Memoria, 2007.
4
capacidad para bruñir su propio pensamiento. No se trata únicamente de
representar una u otra realidad, sino de imaginar. Después de todo, “lo que nos
place no es imitar, sino crear”6.
Cabe acotar que bajo el velo de cualquier discurso, engendrar y justificar
una idea es sencillo. Puede concebirse un poema acerca de cualquier tema y
retratarse con un lenguaje poco propio de la poesía, pero mientras tenga una
excusa válida, el público aceptará un arte realizado a medias, donde la
justificación importe más que el poema mismo.
Desgraciadamente, esto ocurre con mayor frecuencia de la esperada.
Situándome en un contexto que refiere al México actual, puedo suponer que la
poesía está desgastada, cansada y somnolienta. Y no sólo ocurre con la poesía,
sino con todas las artes. Excusándose en una maraña de conceptos
rimbombantes, los artistas contemporáneos buscan representar nociones vagas
que, bien justificadas, se vuelven arte.
“La poesía nos hace tocar lo impalpable y escuchar la marea del silencio
cubriendo un paisaje devastado por el insomnio”. Por lo tanto, mi objetivo, más
que desentrañar la utilidad poética en un entorno general, radica en esclarecer la
función social que pueda tener en un país como el México actual.
Delimitaciones y elementos:
La poesía en sí misma no es nada; luego de insertarse en un contexto histórico-
social, requiere necesariamente de un detonante, un creador y un lenguaje en el
que pueda ser plasmada.
En diversas ocasiones, el detonante de la creación poética obedece a un
instante de inspiración, o bien, a uno de racionalización. Empero, esto no
6 Georg Hegel, De lo bello y sus formas, 1835.
5
determina la calidad poética, aunque el escrito florecerá con mayor facilidad
(aparente) en un lapso de inspiración, a diferencia de uno de racionalización.
En el primer caso, sea la causa por “duende”, “ángel” o “musa”7, el
creador tendrá siempre la sensación de estar en contacto con un ser externo a
él, con un ente que, o bien se sitúa a su mismo nivel (duende), por encima de su
cabeza (ángel) o en un eco vacilante y cansado (musa), dicha criatura estará en
todos los casos, fuera de sí. Por ello, al ser el detonante un rumor exterior al
mismo poeta, éste queda obligado a entintar la idea antes de que ésta huya
burlona. Julio Cortázar describió esta impresión declarando que él se sentía
como un médium en trance, el paso entre la idea y la palabra. Otro ejemplo: “La
poesía, según la tesis platónica, se origina de un poder irracional que invade al
individuo y lo convierte por momentos en el instrumento de una voluntad
extraña”8.
Por otro lado, el instante de racionalización puede extenderse hasta
límites insospechados. Superficialmente, puede confundirse el forzar una idea a
germinar antes de tiempo con un refinamiento del escrito. Éste último será
siempre necesario, sea por inspiración o por racionalización que se empiece un
texto, ya que todo creador pulirá, retocará y condimentará su escrito hasta
sentirse medianamente satisfecho con su producto.
“Con frecuencia los estetas han especulado sobre la presunta
posibilidad de un arte ideal, nacido en la mente del artista y
maduro y logrado antes de su realización intrínseca y material.
No creo, ni me presto a creer en opiniones semejantes, pues
nadie podría aportar pruebas de su veracidad. Quien quiera que
haya tenido la menor familiaridad con la producción artística,
sabe la enorme distancia que separa al embrión formal, al
momento auroral, a la imagen plástica, musical, poética, de su
verdadera realización”.
7 Federico García Lorca, Teoría y juego del duende, 1933.
8 Samuel Ramos, Filosofía de la vida artística, 1955.
6
Gilo Dorfles, El devenir de las artes (1963)
Retomando la acción racionalizadora, puede hallarse un claro ejemplo en
la historia de las Vanguardias latinoamericanas y haciendo especial énfasis en el
México de los años 50‟s. Es en esta época donde surgió el Poeticismo. Destacan
caras y nombres tales como Enrique González Rojo, Marco Antonio Montes de
Oca o Eduardo Lizalde, todos ellos resaltados por su afición a crear poesía a
partir de la lógica (aunque más tarde sus textos tomaran otro rumbo).
“Entrevimos la lógica de la poesía, la vislumbramos, y no volvimos a trabajar
sobre ello”, en palabras de González Rojo. Sin embargo, estos incentivos son
simplemente la manera en la que el creador empezará la obra.
Con anterioridad, me refería a los elementos necesarios en un poema
ubicándolos como el contexto histórico y social, el detonante, la persona
creadora y el lenguaje. Si bien el poema puede existir con los demás
componentes, la forma expositiva en la que el autor presente su creación será
de vital importancia. No para el poeta, sino para el poema. La elección del
lenguaje va más allá del verso o la prosa, ya que la decantación de la palabra
será, en mayor o menor medida, la trascendencia del autor en la memoria
colectiva.
“Cuando se dice que un poeta busca su lenguaje, no quiere
decirse que ande por bibliotecas o mercados recogiendo giros
antiguos y nuevos, sino que, indeciso, vacila entre las palabras
que realmente le pertenecen, que están en él desde el principio
[…] Cuando un poeta encuentra su palabra, la reconoce: ya
estaba en él. Y él ya estaba en ella. La palabra del poeta se
confunde con su ser mismo. Él es su palabra”.
Octavio Paz, El arco y la lira (1923)
Como bien aclara Octavio Paz, poeta y lenguaje son uno mismo. Por ello,
no existen las traducciones, ya que alterar una sola palabra en el poema daña
toda la estructura del mismo. Para trasladar un escrito poético de un idioma a
7
otro, es necesaria una reinterpretación y una recreación total que busquen
deformar lo menos posible la esencia poética.
Por ejemplo, no es lo mismo transformar “Prefiro rosas, meu amor, à
patria”9 en “A la patria, amor mío, rosas prefiero” o en “Prefiero rosas, amor mío,
a la patria”. Con cada versión, el poema modificado adquiere una fuerza
diferente, más allá de las preferencias individuales. La reinterpretación del
traductor hacia el poema es lo que determinará el carácter del escrito cambiado.
La literatura –y sobre todo la poesía-, es peligrosa en lo que a traducciones se
refiere.
¿Función?:
Esbozar la utilidad poética lleva consigo desorden, confusión y enredo. Y es que
referirse a la función “útil” que pueda tener la poesía, antes de particularizar,
remite a explicar la utilidad que pueda tener el arte en la sociedad.
Si bien refleja una temporalidad espacial específica, “debe comunicar una
verdad, una objetividad que no es accesible al lenguaje ordinario y la experiencia
ordinaria”, en palabras de Herbert Marcuse10. Sin embargo, ante todo, debe
servir a la “protección de la sociedad”11. Retrato de lo anterior, puede observarse
en cualquier recuento histórico del arte: al principio, lleva una connotación
mágico-religiosa, que al asegurar la supervivencia colectiva, ignora el
individualismo.
Después, se pierde la magia y permanece la religión. Entonces, influye en
los buenos y malos espíritus de la comunidad. Para esto, cabe mencionar que
tampoco en este momento existe una exaltación a la subjetividad.
9 Ricardo Reis (heterónimo de Fernando Pessoa), Prefiro rosas, meu amor, à Patria, 1916.
10 Texto presente en Ensayo sobre la liberación, 1969.
11 Arnold Hauser, Introducción a la historia del arte, 1961.
8
Luego, se transforma en el medio necesario para glorificar a los
gobernantes. Entonces, una vez descubierto esto, la colectividad pasa a
segundo término, logrando una privatización, una apropiación de la cultura.
“Pero aún entonces, también el arte cumple todavía importantes funciones
sociales al convertirse en expresión del poder y del ocio ostentativo”12.
Entonces, desde un enfoque histórico, el arte es protección y cultura. Pero
en esencia ¿A qué se refiere el arte?
Picasso, a propósito de lo mismo, enuncia que:
“Todos sabemos que el arte no es verdad. Es una mentira que
nos hace ver la verdad, al menos aquella que nos es dado
comprender. El artista debe saber el modo de convencer a los
demás de la verdad de sus mentiras”. 13
Pero yo discrepo. Si la “mentira” del artista fuera su realidad, su visión
subjetiva y su percepción única del mundo, entonces toda manifestación humana
sería, igualmente, una mentira.
Y Guillaume Apollinaire manifiesta que, más que protección o
mentira:
“Los poetas y los grandes artistas tienen como función social
renovar sin cesar el aspecto que adquiere la naturaleza a ojos
de los hombres. Sin los poetas, sin los artistas, los hombres se
hastiarían pronto de la monotonía de la naturaleza. La idea
sublime del universo se desplomaría vertiginosamente”.14
Y es este renovar constante es, de alguna manera, una opinión
12 Th. Veblen, The Theory of the Leisure Class, 1899.
13 Pablo Picasso, Declaraciones hechas a Marius Zayas en 1923.
14 Guillaume Apollinaire, Les peintres cubistes, 1967.
9
compartida entre distintos literatos, sean poetas o novelistas, desde simbolistas
franceses hasta románticos ingleses.
Los escritores enaltecen al poeta, al literato. Por un lado, es engrandecido
y honrado como un ser divino, diciendo que “El poeta es un pequeño Dios”15.
Incluso, se le llega a retratar como un “Prometeo” moderno, como el “ladrón del
fuego eterno”16 que ha llegado a curarnos de la ignorancia sorda, iluminándonos
con el conocimiento necesario que faltaba en la sociedad.
“El poeta se convierte en vidente en virtud de un largo, inmenso
y razonado trastorno de todos sus sentidos. […] Inefable tortura
para la que el poeta necesita de toda la fe, de toda la fuerza
sobrehumana; de ahí que se convierta, entre todos los otros
hombres, en el gran enfermo, en el gran criminal, en el gran
maldito…, ¡pero también en el sabio supremo! Puesto que ha
cultivado su alma ya de suyo más rica que la de ninguno!”
Arthur Rimbaud, Carta a Paul Demeny (15 de mayo, 1871)
Pero el egocentrismo ciega; los literatos se olvidan de los méritos que
tienen los científicos, los filósofos, los políticos. Todos tienen un peso
fundamental en la sociedad, todos contribuyen a su avance. Pero pensar en uno
mismo es humano; proyectarse como el hombre en la cúspide que proponía
Kandinsky en De lo espiritual en el arte es perfectamente entendible. Aunque por
supuesto, hay opiniones contrapuestas.
“Si la poesía es una forma de “comunicación”, lo que se
comunica es el poema mismo y sólo incidentalmente la
experiencia y el pensamiento que se han vertido en él. El poema
tiene una existencia que está entre el poeta y el lector. […]
Aparte de la variedad de funciones que los poetas han asignado
a su arte, con más o menos éxito, con designios de instrucción o
15 Vicente Huidobro, El Espejo de Agua, 1916.
16
10
de persuasión, no hay duda de que todo poeta desea dar placer,
entretener y divertir a la gente…”
Thomas. S. Eliot. Función social de la poesía y función de la
crítica (1955)
Por lo tanto, tratándose la poesía de una forma de comunicación
“incidental”, queda limitada y prostituida como mero entretenimiento. Pero
tratando a los poetas como ladrones del fuego eterno, profetas y videntes, la
poesía queda enaltecida al grado de opacar a los demás elementos que vuelven
a una sociedad funcional.
Me parece que se trata de encontrar un equilibrio en donde la poesía no
quede al margen de la sociedad, escondida entre las palabras que no quisieron
brotar, y donde no se desprecie en primer lugar, a las demás artes; en segundo
a las otras disciplinas sociales. Y quién pudiera negar lo celoso que es el arte.
La literatura no es inútil. No debe olvidarse la época post-revolucionaria en
México, donde los intelectuales (literatos, naturalmente), influenciaron a toda una
generación. La generación del Ateneo de la Juventud se destaca especialmente
por haber ligado de manera tan íntima la literatura con la política de México.
No es secreto que José Vasconcelos, Martín Luis Huzmán o Alfonso
Reyes tuvieran una importancia decisiva. Inclusive el mismo Pedro Henríquez
Ureña no se queda atrás (por algo le decían “Sócrates”). Por ejemplo, Alfonso
Reyes escribe en 1941 Pasado inmediato y otros ensayos, en que se sustenta,
bajo el aspecto cultural, el México del siglo XX.
Es necesario recalcar que, tratándose de causas que orillen al escritor a la
pluma, hay muchas. Afortunada y/o desgraciadamente, todas están condenadas
al mismo principio de de visión subjetiva contaminada, teñida de objetividad.
Por ello, no considero que sea acertado afirmar que:
“Es un poema en el que cada parte constitutiva, y todo conjunto,
muestra un hecho nuevo, independiente del mundo externo,
11
desligado de cualquiera otra realidad que no sea la propia , pues
toma su puesto en el mundo como un feómeno singular, aparte y
distinto de los demás fenómenos”
Vicente Huidobro, El Creacionismo, (1970)
Apoyándome en Samuel Ramos, afirmo que toda manifestación de
cualquier visión individual surge como fruto de una realidad social. Es por esto
que no existe una subjetividad plena. Como entes sociales, no podemos
deslindarnos del aspecto colectivo que nos enmarca. De igual manera, tampoco
hay una objetividad pura. Al momento en el que el hombre filtra dicha realidad a
través de sus sentidos, cualquier posibilidad de acercarse a lo plenamente
objetivo queda perdida.
De esta situación se desprenden dos vertientes, siendo la primera la
derivación, totalmente directa, de un acto social, y la segunda la secuela de un
incidente personal. El primer caso se refiere a la acción de un poeta inmiscuido
en asuntos de índole social y entreviendo en sus poemas, entre líneas, cierto
malestar colectivo. Escriben desde la justicia, hasta la paz. Desde el hambre, a
la corrupción. Unos cuantos se inspiran en hechos más locales para expresarse,
metiéndose en una serie de dificultades ocasionadas por su poesía, delatora
entre líneas de alguna incomodidad, inconformidad o incompatibilidad con la
situación presente.
En tiempos difíciles
A aquel hombre le pidieron su tiempo
para que lo juntara al tiempo de la Historia.
Le pidieron las manos,
porque para una época difícil
nada hay mejor que un par de buenas manos.
Le pidieron los ojos
que alguna vez tuvieron lágrimas
para que no contemplara el lado claro (especialmente el lado
12
claro de la vida)
porque para el horror basta un ojo de asombro.
Le pidieron sus labios
resecos y cuarteados para afirmar,
para erigir, con cada afirmación, un sueño el-alto-sueño).
Le pidieron las piernas,
duras y nudosas,
(sus viejas piernas andariegas)
porque en tiempos difíciles
¿algo hay mejor que un par de piernas para la construcción o la
trinchera?
Le pidieron el bosque que lo nutrió de niño, con su árbol
obediente.
Le pidieron el pecho, el corazón, los hombros. Le dijeron
que eso era estrictamente necesario.
Le explicaron después
que toda esta donación resultaría inútil
Sin entregar la lengua,
porque en tiempos difíciles
nada es tan útil para atajar el odio o la mentira.
Y finalmente le rogaron
que, por favor, echase a andar, porque en tiempos difíciles
ésta es, sin duda, la prueba decisiva.
Herberto Padilla, Fuera del Juego (1968)
Como se resalta, el autor no se refiere a un hecho explícito, sino a una
situación de disgusto en su Cuba referida. No necesita escribir literalmente que
se respiraba un régimen totalitario, sino que, valiéndose únicamente de la pluma
13
e imaginación, logra cincelar la idea en un poema. Por supuesto, en otros
poemas resulta más obvio el hecho al que se hace alusión.
Las Espinas
(Dedicado a todas las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez y en todo México)
Las espinas mufan
que tú tienes la muerte en una lágrima,
yo pienso…
que tienes la sed del desierto del norte
atorada en una nube,
los girones, del vestido desgarrado de la noche
y estrellas incrustadas en las uñas.
Sé que tienes el coraje entre el viento rígido y disperso
que pasea por tus manos,
la cal, delinea tu ala,
la patria es amarga
y aunque llene de poemas tu ausencia
la patria es decadencia en un verso.
La arena mufa
que la muerte finca en el algodón
las flores y los funerales
yo pienso, que tú tienes
el té de Dios en un tazón de hueso
para seguir por las olas,
pienso que tus costras marcan el camino
a los tuyos,
a tus zapatos pisados por la mala memoria
de quien no conoce el desierto.
Fragmento. Óscar Molina
Alas negras, como la poesía de los cuervos, (2012)
14
Retratos de una realidad indomable, los poemas son la manifestación más
sutil de un malestar social. Son la crítica de un disfuncionamiento indiscutible.
“[…] La tendencia debe surgir de la situación y de la acción en sí
mismas, sin que esté explícitamente formulada, y el poeta no
está obligado a dar hecha al lector la solución histórica futura de
los conflictos sociales que describe.”
Engels, Carta a Minna Kautsky, 1885.
Entonces, puede decirse que Gelman tenía razón al escribir: “con estos
versos no harás la Revolución”17. Es decir, el poeta nunca propiciará un cambio
directo con sus versos. Su función radica en “demostrar las insuficiencias de
todo programa político actual”, en palabras de Michel Butor.18
El segundo caso, referido a un incidente personal, no permite entrever con
la misma claridad alguna situación que el poeta esté viviendo. Se vuelve
literatura íntima, en la cual el lector puede identificarse, sí, pero no sentir
empatía con una sociedad retratada en la palabra, en la tinta del poeta. Como
segundo ejemplo, Girondo. Sólo para no variar con el humor latinoamericano.
Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un
conglomerado, una manifestación de personalidades.
En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica
en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me
nazca una nueva personalidad.
Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las
que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una
quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en
el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C.
17 Juan Gelman, Confianzas,
18 Michel Butor, La utilidad poética, 2010.
15
¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso!
¡Imposible saber cuál es la verdadera!
Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más
absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me
pertenezcan.
Oliverio Girondo, Espantapájaros 8, fragmento (1932)
Se aprecia la distinción entre ambos tipos de poesía, donde uno busca
retratar su contexto histórico-social, y el otro desea confesarse, revelar una parte
de su propio sentir en palabras.
Pese a esta confesión discreta, el poeta no buscará siempre atacar a la
sensibilidad del lector. Todo arte busca ir más allá que sólo distraer al
espectador apelando a sus emociones. Lo que se desea verdaderamente es la
trascendencia, la inmortalidad.
Si exclusivamente se tomara en cuenta la calidad sensitiva a la que podría
llegar el poeta, la escritura se volvería muy arbitraria; carecería de un parámetro
reducido acerca de lo que puede o no causar conmoción al hombre.
“En ese sistema, las investigaciones sobre lo bello en las artes
se limitan a un análisis de las sensaciones o de las impresiones
que nos producen. Pero éstas no pueden conducir a nada fijo y
científico. La sensibilidad es la región obscura e indeterminada
del espíritu”.
Georg Hegel, De lo bello y sus formas, (1946).
Es en este punto donde pueden complementarse Samuel Ramos y Georg
Hegel. Mientras éste último afirma la inutilidad de encasillar todo el valor poético
en el sentimiento emotivo que puedan despertar en el lector, el filósofo mexicano
anuncia que efectivamente, restringir el mérito que pueda tener cierta obra
resultaría extremadamente ambiguo. Es la misma obra la que debe estar dotada
16
de valores estéticos objetivos con los que pueda identificarse el
espectador/lector.
Un posible rescate:
Como decía antes, la poesía está cansada y vieja. A pesar de que retrate una
determinada condición social, ya no tiene el mismo alcance. A nivel nacional,
refiriéndome a un México corrupto y deslavado, puedo afirmar que nadie hace
caso de la poesía. Aquí, la gente se preocupa más por el pan de cada día que
por versos (aunque hagan alusión a cierta realidad). La poesía no tiene un
alcance ideal debido a que no hay público, no hay lectores. De esta manera, los
versos y la prosa se vuelven inútiles.
No obstante, pese al olvido en el que ha caído, las calles respiran un
intento de poesía. Un fragmento, un retazo que recuerde que, aunque no sea
leída, siempre está presente: la acción poética.
Este movimiento, iniciado en 1996 por el mexicano Armando Alanis
Pulido, pretende plasmar fragmentos de poemas y canciones en los muros
olvidados de las ciudades. Esta acción se olvida de la individualidad. Así,
centrándose en una acción que no particulariza la autoría, la propuesta radica en
la inclusión a todo el público que desee formar parte del movimiento.
Además, se busca que la poesía forme parte del paisaje urbano. Debido a
esto, las frases pertenecientes a la acción poética son breves, concisas. Podría
decirse que no rebasan las ocho palabras. No sólo se trata de retratar la poesía
en su más ínfima expresión, sino que, debido al carácter de fugacidad que se
vive en las ciudades, la gente no suele tener el tiempo de leer. Entonces, la
cuestión del movimiento radica en la practicidad.
Es esta acción un rescate, un intento desesperado por parte de la
sociedad para no perder contacto con la poesía. Aunque sea en retazos de
17
pocas palabras, se desea conservar el verso y la prosa más allá de la
decoración de un paisaje urbano. Son estos recordatorios poéticos los que, de
una u otra manera, no dejan que la poesía se pierda del todo en una colectividad
rutinaria.
Conclusión:
La poesía es un concepto muy ambiguo. Vista como objeto carente de valores
estéticos, es la opinión del espectador -lector, en este caso- quien tiene más
peso. No obstante, es necesario concederle importancia; otorgarle voz y voto
para que ella, con sus mismas palabras, sea capaz de defenderse. Que la
poesía hable por sí misma.
Pese a que la poesía es social (al igual que toda manifestación artística),
no todas las creaciones van encauzadas a ese mismo fin. Mientras que un tipo
de poetas prefieren establecer una crítica social desde sus versos, hay otros que
prefieren no hacerlo. Aunque, por supuesto, existe un término medio entre uno y
otro tipo de poetas.
“Recuerdo que en los años cincuenta se desató la guerra de
Corea. Por supuesto, todos los poetas comunistas, entre ellos
los franceses, escribieron poemas denostando el imperialismo.
El único que no lo hizo fue Paul Éluard. Los compañeros le
dijeron: “¿Cómo es que no escribes un poema sobre esto, que
es tan grave?”. Y él dijo: “Yo solo escribo sobre estas cosas
cuando la circunstancia exterior coincide con la circunstancia
interior”. Eso es aplicable a todo”.19
19 Juan Gelman, Entrevista en 2011.
18
Sean o no buscadores de un cambio, señalan una realidad específica
maquillada entre líneas. Sin embargo, si el público no está capacitado para
entender ese mensaje implícito, el poema creado no tendrá el mismo valor.
Es esta una de las razones por las cuales México no puede digerir más
que fragmentos de poemas y canciones, además de estar inmerso en un
ambiente de rapidez y monotonía que no dejan tiempo para observar o leer
demasiado. Es gracias a esto que las acciones poéticas tienen éxito.
La poesía siempre será necesaria, sea parte de una crítica social o de un
retrato íntimo de la visión subjetiva del autor; de una u otra manera, es
expresión. Agregando algunos elementos más, logra tener un alcance de valor
extraordinario. Pero no debe caerse en una idea propia de recetario de cocina; la
poesía no está para eso.
Julio del 2014.