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De inquilinos a propietarios Marta Alsina Mabel Clavijo Ana Gonzalez
Rosa Sigal Hugo Varin
Hacia fines del siglo XIX la población de Buenos Aires crecía vertiginosamente
como consecuencia de la inmigración europea especialmente de países
mediterráneos como España e Italia, que provocó la política nacional de
estímulos a la inmigración. Ésta permitió que la población aumentará diez
veces, entre 1880 y comienzos de la década del 20.
Los recién llegados, ocuparon viejas casas de los barrios del centro donde la
clase alta había vivido antes de la epidemia de la fiebre amarilla,
convirtiéndolas en conventillos que albergaron varias familias enteras en
condiciones insalubres, mancilladas y sin servicios mínimos. Nuevas
construcciones de precariedad similar fueron asentándose en el casco urbano
que en un principio se extendía hasta la actual Av. Callao, ampliándose
posteriormente hasta el arroyo Maldonado. Pero aún estas viviendas, en las
que se hacinaron los inmigrantes de bajos recursos recién llegados, tenían un
elevado precio debido a su escasez.
En 1907, provocado por el incesante aumento del alquiler y las deplorables
condiciones de sus viviendas, se produce lo que fue un hecho muy destacado
en la lucha del movimiento obrero de principio del siglo XX: la huelga de
inquilinos.
Más allá de las intenciones urbanistas de los gobiernos de turno de aquella
época, se iban sumando factores explosivos que posibilitaban la concreción de
planes de viviendas dignas para las clases trabajadoras. La instrumentación de
una política para la vivienda popular comienza recién en 1915 con la ley
Caferata, conocida también como de Casas Baratas que llegó a concretar 1905
viviendas entre 1915 y 1945. Los gobiernos radicales de aquel momento,
especialmente el de Marcelo T. de Alvear, van a realizar un aporte importante
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en ese sentido, no tanto por la cantidad sino por la calidad de las viviendas
construidas. A partir de 1919, se producen también emprendimientos de la
Iglesia Católica con fondos provenientes de la Gran Colecta Nacional por la
Paz y se construyen 260 viviendas en los barrios de Mataderos, Barracas y
Flores.
En 1925, durante la presidencia de Irigoyen se llamó a concurso para la
construcción de tres conjuntos de viviendas para empleados y obreros
municipales en los barrios de Chacarita, Flores y Palermo. Se presentaron 43
proyectos y en enero de 1926 se otorgó el primer premio al joven arquitecto
Fermín H. Bereterbide que ya había mostrado su impronta innovadora al
construir en 1921, la Mansión Obispo Bazán en el barrio de Flores, diseñada un
par de años después de graduación, como así también el Instituto Pasteur en
1922. De los tres proyectos seleccionados presentados como “Alfa”, “Beta” y
“Gama" respectivamente, sólo se construyó el de Chacarita.
En abril de 1926, según Ordenanza Municipal, se destina el predio delimitado
por las calles: Leiva, Rodney, Estados (hoy Concepción Arenal) y Guzmán,
para la construcción del proyecto “Alfa”, que posteriormente tomará el nombre
del parque que se encuentra frente a él: “Barrio Parque Los Andes”.Al año, en
febrero de 1927, se convoca a licitación para la construcción de la primera casa
colectiva municipal que es adjudicada un mes después. El 16 de marzo de ese
mismo año, simbólicamente, se coloca la piedra fundamental y en menos de un
año y medio de iniciadas las obras se finaliza su construcción. El barrio Parque
Los Andes se inaugura el 10 de octubre de 1928 durante la presidencia de
Alvear en una ceremonia a la que asistieron numerosas autoridades oficiales.
La originalidad de su arquitectura
Diferentes bibliografías nos permiten indicar que el arquitecto Bereterbide se
inspiró en los departamentos parisinos de principio del siglo XX y en los Hoff de
la Viena Roja.
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La propuesta más destacable del arquitecto es la “resolución del centro de
manzana” que concibe como el gran espacio de uso comunitario. La utilización
de un eje ordenador remite a otros ejemplos históricos, aunque en el caso de
Los Andes, su significado es exclusivamente social.
El Arq. Juan Molina y Vedia nos amplia este concepto cuando dice:
“En la Arquitectura europea este eje se hacía para poner en la punta al rey...
En el Palacio de Versalles, en todos esos lugares había escalinatas y llevaban
al punto donde estaba la autoridad.
Esto es una interpretación socialista, en que ese eje culmina en un punto que
es un vacío. Donde está el punto clave que culmina esto es esa pérgola y ese
vacío es para todos, no es de nadie, en cierto modo esto es un intento de la
arquitectura de fines del siglo XIX, para tomar el tema de la arquitectura
masiva. Ese es el tema de la arquitectura moderna.
Entonces todos los principios que se usaban para hacer palacios, acá están
como un guante dado vuelta y entonces el eje de simetría es eje de simetría
pero esta distinto... no esta el emperador... está una pérgola con rosales para
toda la gente”.
El Barrio Parque Los Andes se desarrolla en 12 cuerpos, de 10 metros de
ancho, una planta baja y tres pisos altos, con 130 departamentos de 3, 4 y 5
habitaciones, 23 negocios y un teatro o salón de uso comunitario. Los espacios
abiertos, que ocupan casi el 70% de la superficie total, contemplan calles
interiores, veredas, plazoletas, jardines, paseos arbolados, sitios de reposo,
juegos para niños y tendederos de ropa. Los ambientes de sus departamentos
son amplios, con detalles de confort insospechados en esa época para
viviendas económicas: mármoles de Carrara en las escaleras, pisos de pinotea
traídos de Canadá, puertas y ventanas de cedro macizo, baldosas y herrajes
de Francia, etc. También los departamentos disponían de cocinas económicas
a carbón, que incluían 2 hornallas a gas, previendo la futura instalación del
mismo, filtros de agua y teléfono.
Pero si bien el confort de las viviendas y sus detalles de construcción en su
arquitectura interior eran muy superiores a las viviendas de la época, el
emplazamiento de estas viviendas en el barrio de Chacarita a fines de los años
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30 y los altos valores de los alquileres que debían abonar sus ocupantes
(podían llegar a montos que absorbieran hasta la mitad de un salario promedio)
ocasionó que, en un principio, no todos los departamentos fueran ocupados e
incluso algunos de ellos tuvieran que ser habitados por más de una familia que
compartía los gastos.
Debemos recordar que en los finales del año 1930 el barrio de Chacarita,
donde estaba emplazado el Barrio Parque los Andes, se ubicaba casi los
límites poblados de la ciudad, cerca del arroyo Maldonado - depósito de
desperdicios malolientes que al llover recibía el agua de gran cantidad de
terrenos del que era desagüe natural y lo transformaban en una enorme y
temida laguna, muy próximo a las fosas comunes del que hasta hacía muy
poco había sido el cementerio de la Fiebre Amarilla ( el Parque Rancagua),
próximo al Cementerio de Chacarita, detrás de la llamada Cueva Negra –
inexpugnable territorio de ladrones y marginales - y frente a la Usina de
Incineración de Residuos de la ciudad “La Quema” a la que diariamente los
carros traían más de 300 toneladas de basura.
Finalizada su construcción en octubre de 1928, los primeros departamentos
fueron cedidos a los primeros inquilinos por sorteo que se realizó el 7 de marzo
de 1929. El precio del alquiler para un departamento de 4 ambientes, que
incluía todos los servicios de mantenimiento (reparaciones y pintura de los
interiores, mantenimiento del parque, etc), era de $m/n 70.
El porqué fuimos una experiencia única
Debemos hacer notar la existencia de dos grandes diferencias entre el
proyecto Barrio Parque los Andes con el resto de los otros emprendimientos de
viviendas sociales realizado hasta el momento:
La primera
Si bien las viviendas para los obreros eran consideradas económicas, éstas,
no se construyeron utilizando el mismo criterio ya que en las obras los
materiales utilizados para su construcción (muchos de ellos importados) y el
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confort del diseño arquitectónico que obtuvo el concurso, encarecieron sus
costos y en consecuencia el alquiler.
La segunda
Mientras los inquilinos de estas construcciones de las casas del Arq.
Bereterbide, alquilaban; en casi todos los planes anteriores de construcción de
viviendas populares se edificaban para ser adquiridas por sus nuevos
ocupantes, a quienes su compra les era financiada en condiciones muy
ventajosas (normalmente con un interés del 2%). Un ejemplo de ello son las
viviendas construidas en el Barrio Bonorino (Flores), a través de la CCM -
Compañía de Construcciones Modernas - en 18 manzanas, donde se levantan
miles de viviendas que fueron vendidas en 1926 por $ m/n 1.200 a pagar en 60
mensualidades de $ m/n 20, siendo el salario promedio en ese entonces de
aproximadamente $ 120.- Durante más de 30 años, los departamentos del Barrio Parque Los Andes
fueron ocupados en su totalidad, con contrato de alquiler y con valores que se
fueron adecuando a las diversas coyunturas económicas del país y a las
diferentes crisis políticas atravesadas. Hasta la fecha no se tiene registro de
que haya habido en esos años algún movimiento alguno para su compra.
“Cuando le contaban a los amigos que había alquilado un departamento de 5
ambientes de 4x4 por $90 me decían que debía ser un conventillo. Pero la
verdad, era que nadie quería venir a vivir a este barrio por que estaba al lado
de la Cueva Negra, barrio de malandras, y además porque de Juan B. Justo
para este lado era otro mundo” Norma
A mediados de los 60, el monto abonado por los alquileres era razonable para
sus ocupantes, pero en cambio, la ecuación de ingresos/egresos municipales
del barrio Parque Los Andes era desfavorable para la Municipalidad de Buenos
Aires.
Propietarios forzosos
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Al producirse el golpe militar del 25 de junio de 1966, no sólo puso fin al
gobierno democrático derrocando al presidente radical de ese momento el Dr.
Arturo Illía, sino que marcó definitivamente a los vecinos – inquilinos del barrio.
El General Juan Carlos Onganía asume el poder de facto, en los primeros
meses de gobierno prevalecieron indecisiones respecto a la política económica
hasta que en diciembre de 1966 es nombrado Krieger Vasena, de orientación
neoliberal, a cargo del Ministerio de Economía. Mediante la llamada “Gran
Transformación” de la economía argentina, en los meses siguientes se realizan
drásticos ajustes presentando el plan de estabilización y desarrollo, cuyo
objetivo a corto plazo era la superación de la crisis económica de aquel
momento. Congeló salarios, tarifas y combustibles, efectivizó una devaluación
del 40% y realizó una reestructuración de las empresas y actividades estatales,
junto a una racionalización de la administración pública tendientes a reducir el
déficit público.
Dentro del amplio plan de reducción del déficit público era un despropósito la
conservación de un conjunto habitacional cuyo costo de manutención era
mayor a la recaudación en concepto de alquileres y sin mayor beneficio
político. Se toma entonces la decisión mediante la Ordenanza Nº 22.360 del
18/04/1967 de ofrecer a la venta los departamentos del Barrio Parque Los
Andes a sus actuales ocupantes.
El precio de venta fue acordado a pagarse en diez años, en cuotas similares
al valor que los vecinos venían abonando en concepto de alquiler; lo que representaba una excelente oportunidad que fue bien recibida por la mayoría
de los inquilinos.
Tomamos como ejemplo:
Un departamento de 4 ambientes con un valor total de $m/n 761.300, se debía
abonar en concepto de adelanto de $ m/n 70.000 en efectivo, más 120 cuotas
de $m/n 5.760 pagadero en cuotas a 10 años con 8% de interés más las
expensas comunes $m/n 761.
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Qué nos sucedió y cómo….
Es difícil llegar a comprender el impacto que provocó en los vecinos la decisión
de las autoridades municipales de vender los departamentos que habitaban. Lo
que hemos podido recoger es cómo fueron relacionándose y cristalizando una
organización que hasta hoy subsiste y nos hace ser un consorcio diferente.
Ya en la década de los años 60, los inquilinos del Barrio Parque Los Andes
pagaban un alquiler y expensas fijas que representaba un bajo porcentaje de
sus salarios medios. Seguían recibiendo a cambio por el pago no sólo el
cuidado de los espacios externos y las tareas de mantenimiento de los
departamentos – pintura y empapelado cada cinco años, arreglos de
electricidad y plomería, pago de impuestos - Obras Sanitarias - etc. Esta
forma tan particular de funcionamiento, que en el momento de su inauguración
provocó que los alquileres fueran muy altos para los sueldos de lo trabajadores
a quienes iban dirigidos, a través de 40 años de procesos inflacionarios, la
ecuación se revierte; los alquileres comenzaron a ser mucho más accesibles,
culminando en ser similar al monto de la cuota de la compra propuesta.
Cuando la Municipalidad los intima a comparar los departamentos, los
habitantes del Barrio Parque Los Andes reciben la noticia de manera dispar,
muchos con alegría vislumbran la posibilidad de ser propietarios mientras que
algunos al no querer comprar las viviendas, ya que no querían hacerse cargo
de lo que les proveía la Municipalidad con sólo pagar un bajo alquiler,
provocaron en algún caso atrasos en la escrituración de los departamentos.
Porque todos los inquilinos debían escriturar y para ello debían saldar sus
deudas con los servicios –luz, gas, teléfono-, pero también con los alquileres y
expensas para así obtener el Libre Deuda indispensable para el acto de la
firma de la escritura, hecho que sucedió a principios de 1980.
“Mucha gente vivía pero no le importaba si tenía la escritura o no, pero tenían
que comprar, estaban obligados a hacerlo sino se tenían que ir porque la
Municipalidad se desprendió de esta casa. Pero, la realidad es que nadie se
fue.” Chiche
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A qué debieron enfrentarse los vecinos que deseaban ser propietarios.
Los relatos de quienes participaron aquellos años nos manifiestan que existió
un alto nivel de discusión y participación. Haciendo una síntesis, podríamos
coincidir en algunos de esos temas, de cómo fueron tratados y solucionados.
1- La persuasión de todos los inquilinos a realizar todos los pasos para
efectivizar la compra y obtener la escritura.
Los vecinos se encontraron con la resistencia de algunos, la imposibilidad
económica de otros – dado que había que abonar un adelanto y gastos extras
– y el descreimiento de algunos. Pero la Ordenanza Municipal era muy clara, la
venta se realizaría sobre todos los departamentos. La primera tarea de los
vecinos sería convencer a la totalidad de ellos sobre la conveniencia de
comprar y firmar la escritura de los departamentos.
2- El seguimiento de los trámites en las oficinas de la Municipalidad de Buenos
Aires.
“Nos costó entre ocho y diez años poder escriturar. Todos los miércoles con
Grillo, que siempre hacia líos adentro, Cleres, Nilia y Salce íbamos a las nueve
de la mañana y volvíamos alrededor de las tres de la tarde. A veces ni siquiera
nos atendían, sentados esperando, dando vueltas sobre lo mismo… que
faltaba un papel!...” Chiche
En cambio Rosita Sigal, setenta años, vecina de Parque Los Andes desde
1969, jubilada docente. Buenos Aires, Mayo del 2007. Administración del Barrio
Parque Los Andes que compró el Boleto de Compra Venta de un departamento
de 4 ambientes en octubre de 1969 cuenta que “cuando pasaba el tiempo y no
se escrituraba, la gente esperaba… y esperaba … porque confiaba en la
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comisión de vecinos, los alentaba mucho. Claro, que como siempre había
alguno desconforme que se quejaba, pero eran los menos”.
Cuando ya estaban todo la documentación arreglada para escriturar, surgió
otro inconveniente: los planos no coincidían por las reformas que algunos
vecinos habían hecho, sobre todo en las fachadas con el cerramiento de los
balcones. Fue entonces cuando la Municipalidad envió una inspección.
Vinieron un escribano y un arquitecto.
“Con Don Luis recorrimos todos los departamentos, después de solucionado
este inconveniente avanzamos nuevamente con las escrituras pero… después,
de mucho tiempo y prontos a escriturar se presentó un nuevo inconveniente: el
problema de los patios o espacios comunes, ya que no los querían incluir en la
escritura. Ahí empezamos con Cleres - uno de los primeros inquilinos de las
casas - a buscar un decreto o algo que él sabía que había salido publicado en
algún lugar, él afirmaba que existía. Entonces iban a la biblioteca y buscaban
libro por libro… hasta que por fin lo encontraron”. Chiche
“Eran muchos los vecinos que aportaban desinteresadamente sus
conocimientos y tiempo al barrio para obtener la escritura. En una oportunidad
cuando Obras Sanitarias nos quiso cobrar de nuevo una deuda, algunos
vecinos que por suerte tenían algunos recibos, posibilitaron que con la
intervención don Larzabal se pudiera arreglar todo a todos”.Chiche
3- El asumir como propias las tareas mínimas de funcionamiento del consorcio
al retirar la Municipalidad su personal
Los moradores se encontraron que de la noche a la mañana, las tareas básicas
como sacar la basura, limpiar los espacios comunes o reemplazar una
lamparita, eran ahora responsabilidad única y directa de ellos mismos y era
necesario organizarse para tan colosal emprendimiento.
“Primero se formaron grupos de voluntarios ya que todavía no había
comisiones. Entonces Don Luis y Muzzio eran los ejecutores: cambiaban las
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lamparitas, venían a la mañana temprano para apagar las luces y las
encendían a la tarde y sacaban la basura. Así y todo, como una formación muy
de entrecasa se fue encaminando, hasta que con el tiempo la gente entendió y
cada día había más vecinos que pagaban las expensas”. Chiche
“Los que empezaron a organizarse fueron Jorge, el esposo de Vera, Grillo, Del
Hoyo el zapatero que trabajo muchísimo y Cleres. Trabajan sin cargo – por su
propia iniciativa - era terrible nadie quería pagar las expensas, porque estaban
acostumbrados a que la municipalidad les hiciera todo”. Chiche
“Se vivía, entre los chicos que venían a jugar y la gente que cruzaba para ir a
Corrientes, era todo un abandono, se necesitaba emprender algo para poder
vivir mejor y un poco más limpio. No había puertas en los cuerpos y la gente
que pasaba orinaba en las escaleras, a la noche algunos venían a dormir,
especialmente en el cuerpo “A” que era la primera entrada desde la plaza”.
Norma
Los espacios abiertos internos, creación urbanística del arquitecto Bereterbide:
patios, fuentes, calles internas y el parque, provocaban la participación
espontánea de los vecinos, aún de aquellos que sólo estaban en el barrio por
cuestiones laborales como fue el caso de una empleada doméstica.
“La pérgola era un potrero, estaba todo muy abandonado, en el 3° piso del
cuerpo L entre la calle Concepción Arenal y Guzmán, vivían dos hermanas que
tenían una señora que se llamaba María que hacía las cosas de la casa y en
sus ratos de descanso – sin ser dueña o inquilina – por amor a las Casas
Colectivas arregló todo el parque- pérgola. Pasaba horas trabajando y lo dejó
hecho un vergel…” nos relata Norma Montini, setenta años, vecina de Parque
Los Andes desde 1951, ama de casa. Buenos Aires, Junio del 2007.
Administración del Barrio Parque Los Andes.
4- La obtención de recursos “expensas” para los gastos de mantenimiento y
gestoría.
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Cuando la Municipalidad vendió los departamentos y no se hizo cargo de las
tareas de portería y maestranza, retiró todo su personal. Entonces algunos
empezaron a organizarse y a proponer una cuota de expensas para limpieza y
otros gastos que originaba la autogestión compulsiva a la que la Municipalidad
los había enfrentado al venderles los departamentos.
Es necesario señalar que normalmente con la compra de un inmueble en
propiedad horizontal, se provee de un sistema de mantenimiento por expensas
comunes, por el que el propietario no debe preocuparse, a menos que funcione
mal. En este caso muy particular, todo debía empezarse de cero, agravado por
el hecho de poseer espacios comunes muy extensos cuyo mantenimiento era
costoso, de lo cual los inquilinos no tenían conciencia.
Por falta de conciencia, y sobre todo por costumbre y comodidad, la mayoría de
los habitantes no aceptaba las expensas y por lo tanto no pagaba, mientras
había otros que entendían era una necesidad ineludible para poder hacer
frente a los compromisos que implicaba el buen funcionamiento del barrio.
La organización de estas actividades crea una tensión entre los habitantes que
se suma a la de la recolección de documentación de todos para la escrituración
de los departamentos, que debía realizarse en un acto único.
Al poco tiempo de firmar el Boleto de Compra Venta alrededor de 1968, junto
con otros vecinos don Luis, Larzabal y el Chino Batica, empezaron a
organizarse “para llevar la contabilidad de la casa en una hoja con una raya al
medio, de un lado el debe y del otro el haber… que después se fue mejorando”
dice Chiche Batica, setenta años, vecina de Parque Los Andes desde 1970,
ama de casa. Buenos Aires, Julio del 2007. Departamento del Barrio Parque
Los Andes.
Se registra recién en 1972, en una reunión del consorcio dónde se contrata a
personal para realizar tareas específicas de mantenimiento por cuenta de los
vecinos.
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“Cuando la Municipalidad retiró a su personal, vino un señor llamado Jorge,
que se ocupaba de todo: barría los patios, lavaba las escaleras y andaba
siempre con la manguera dispuesto para todo. Cuando se fue, pasó mucho
tiempo para poder conseguir otro. Mientras, los vecinos de cada cuerpo se
ponían de acuerdo y se lavaban la escalera entre ellos”. Nos cuenta Chiche
que siempre fue delegada de su cuerpo.
Clelia Dolinsky, setenta años, vecina de Parque Los Andes desde de 1975,
ama de casa. Buenos Aires, Junio del 2007. Administración del Barrio Parque
Los Andes afirma que “como la Municipalidad al vender los departamentos
retiró todo su personal, los vecinos empezaron a organizarse y para eso
pusieron una cuota de expensas que la mayoría de la gente no aceptaba.
Costó mucho hacer entender que era para reparar y mantener la casa limpia,
principalmente los patios. Había que recoger la basura, mantener limpia la
casa; había que emprender algo como por ejemplo eliminar las hojas de los
árboles que se metían en los cuerpos y tapaban desagües y cañerías, se vivía
entre los chicos de afuera que venían a jugar y la gente que utilizaba los patios
para cruzar y acortar camino, generando una imagen de abandono”.
Chiche, vecina que compra el Boleto de Compra Venta, dice que “Cuando yo
me mudé, empezó el cambio. Entonces le hablaron a Vera que conocía a
mucha gente porque había nacido aquí y eran todos amigos – ¡Vos que
conocés a todos, yo te acompaño y vamos a hablarle a los vecinos para
comentarles que vamos hacer un consorcio y van a tener que pagar expensas!
Un domingo a la mañana nos fuimos las dos a recorrer los departamentos,
muchos nos recibieron bien hasta nos invitaban con un café, otros más o
menos; hasta hubo quienes nos esperaron con un revolver encima de la mesa,
otros nos decían se van de acá o las saco y … Verita y yo nos íbamos. Los
vecinos no entendían que tenían que pagar, ya que la Municipalidad les
pagaba todo y vivían muy bien!”.
Juan Salce, ochenta años, vecino de Parque Los Andes desde 1970, jubilado
Buenos Aires, Julio del 2007. Departamento en el Barrio Parque Los Andes nos
relató que “al poco tiempo de instalado ya había convencido a los vecinos de
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su cuerpo para formar un fondo para realizar mejoras como la colocación de
bombas centrífugas y de los primeros porteros eléctricos, Se fue creando la
necesidad de armar una comisión. De hecho, cuando llegué ya estaba a medio
armar, y participé activamente junto a Larzábal; don Emilio Milchberg, don Luis
entre otros. Cleres y yo nos encargamos de hacer el Reglamento de
Copropiedad para inscribirlo en el Registro de la Propiedad del Inmueble, que
fue muy problemático porque la Municipalidad se resistía a considerar las calles
internas como propiedad privada», agrega. Ese proceso “duró dos años e
incluyó la pelea por el Teatro –Salón que perdimos”
Mientras un grupo de vecinos comenzaba a perfilar un Boletín Informativo
bimensual, comisionado en un principio al vecino Grillo para realizarlo con la
finalidad de hacer conocer las novedades y las dificultades por las que se
atravesaba. Ya a finales del 70, los “boletines de Besada” era famosos por su
creatividad y humor.
5- La presentación ante la escribanía
La primera escritura debía ser firmada por todos los departamentos, marcar el
porcentual que cada uno poseía de los espacios comunes, en este caso el
parque, es decir conservar en lo posible el proyecto original del arquitecto
Bereterbide.
La tarea fue ardua y desgastante. Las antiguas reuniones festivas en el Salón
de Parque Los Andes se transformaron de a poco, en reuniones que debían
acordar temas comunes cotidianos de subsistencia y toma de decisiones para
comprar los departamentos.
Es muy probable, que por conocerse demasiado y desde hacía mucho tiempo,
este hecho algunas veces favorecía pero muchas otras, se pasaban antiguas
“boletas”, lo que hacía más difícil todo. Pero con el tiempo y la experiencia,
encontraron una solución para agilizar la comunicación y discusión que la
propia arquitectura ofrecía.
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Se organizaron por los cuerpos que el propio arquitecto había propuesto desde
su inauguración, los mismos tenían letras de la A a la L. Cada delegado
representaba a un cuerpo – al comienzo auto propuesto, más tarde elegido –
cobraban las expensas, comunicaba las novedades, colaboraba con el control
de los trámites particulares, escuchaba sugerencias y problemas de la
convivencia entre propietarios. Con posterioridad, se empezaron a organizar en
una comisión que se reunía una vez en cada casa para hablar de los
problemas comunes. Cuando había reuniones más numerosas, usaban el
teatro o el salón de la parroquia que el Padre Trusso les prestaba.
Otros, se ocupaban de las finanzas como el caso de Don Luis, Larzabal y el
Chino Batica que no eran autoridades elegidas en asamblea pero si
depositarios de la confianza del resto.
Finalmente se organizó la primera Comisión Provisoria en junio del 1972 que
se dedicó a estudiar el Reglamento de Copropiedad y Administración.
Fueron diez largos años para obtener la escritura, pero muchos más para llegar
a afianzar un consorcio que pudiera hacerse cargo del mantenimiento externo
de los 7.200 metros cuadrados comunes con el parque , la pérgola, la fuente,
los patios, el estacionamiento de los autos, la seguridad interna, la canchita,
etc.
Algunos vecinos ante la necesidad de vender, lo hicieron sin la escritura y
transfirieron el Boleto en el período comprendido entre los años 1969 a 1980.
En la última etapa, previa a la escrituración, se incorporan entonces nuevos
vecinos que deseaban pertenecer a Las Colectivas y se suman con entusiasmo
a participar en la construcción definitiva de este consorcio.
La firma del Boleto de Compra-venta y la llegada de los primeros vecinos
propietarios.
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Llegan al barrio comprando a los inquilinos poseedores, transfiriendo el Boleto
y rápidamente se incorporan al grupo de vecinos que tramitaba la obtención de
la escritura de todos los departamentos. Venían con esperanzas renovadas,
con la intención de acceder a una propiedad, que aunque ya muy deteriorada,
seguía ofreciendo las bondades de un diseño arquitectónico especial con
generosos espacios comunes, ambientes confortables de excelente
construcción, luminosos y con teléfono.
“Con muchos de los viejos vecinos, que todavía hoy queda alguno, fue difícil
ser aceptados. Pero los “nuevos propietarios” vinimos contentos al barrio a
trabajar y hacer cosas, eso nos permitió integrarnos. La gente mayor dice que
antes era todo una familia,…”nos comentó Chiche “
“Hace 43 años que vivo acá, antes vivía en la otra cuadra de Leiva y con mi
esposo queríamos comprar un departamento. Entonces Norma, una amiga, nos
avisó que el Sr. Pugliese vendía, conocía también a Vera y otras compañeras
del colegio Otero que era sólo de mujeres y que vivían acá. Me gustó el
departamento, lo compramos – en realidad transfirieron el Boleto de Compra
Venta - y quisimos pagarlo todo, para esa época la cuota costaba como un
viaje de subte). Después pasaron como 5 años más para poder escriturar. De
todos modos, como estábamos preocupados fuimos a consultar a mi hermano
abogado que dijo que nos quedáramos tranquilos que no íbamos a tener
problemas. En algún momento esto sale dijo. ¡Era la primera vez que
comprábamos algo!” nos relató Clelia
«Compré esta casa en 1973 y trabajé ocho meses para ponerla en condiciones
habitables porque se encontraba en estado calamitoso y en el que era el peor
cuerpo del barrio. Nos mudamos en marzo de1974”, recuerda con nostalgia
Salce. “Faltaba organización pero las casas tenían comodidades poco
frecuentes para la época, como filtros de agua, cocinas económicas que
calefaccionaban los departamentos y… un lujo de lujos: teléfono en cada casa.
Esto era el primer mundo. El resto del barrio usaba el teléfono de la panadería
y el panadero llamaba a los gritos a la persona buscada” continúa recordando
Salce.
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Chiche nos confiesa que “Vine al barrio alrededor del año 70, se había vendido
nuestra casa paterna de Corrientes y Dorrego. Vinimos por un tiempo para salir
del paso… y así pasaron 37 años; a nuestra familia no les gusto mucho porque
el barrio tenía mala fama y el departamento estaba en muy malas condiciones.
Cuando vinimos compramos un Boleto de Compraventa a una vecina, la gente
nos decía que estábamos locos,…!”
Escritura de los departamentos
Con la firma de la escritura de los departamentos, los vecinos del Barrio Parque
Los Andes afrontaron tal vez al último acto administrativo que los ubicaba en el
rol de propietarios, la necesidad de consolidar un Consorcio como mandaba la
ley.
Ese acto selló definitivamente las características de esta vecindad. Se adoptó
un sistema de administración colectiva entre vecinos “ad honorem” quienes
elegidos por asamblea anual ejercen la administración del consorcio Barrio
Parque Los Andes apoyados por el Cuerpo de Delegados que mantiene la
comunicación entre los propietarios y un Consejo Ejecutivo compuesto por tres
vecinos que administran, gestionan y representan al consorcio de acuerdo a lo
dictaminado en una Asamblea Anual.
Primeras ventas de propietarios-ex inquilinos a compradores externos.
El prólogo de este notable y tal vez único exponente de una comunidad entera
que pasa de inquilinos a propietarios, es la venta de los primeros
departamentos a quienes nunca fueron inquilinos, hecho que ocurre a
principios de los 80.
Quienes compran lo hacen privilegiando los espacios abiertos, la relación entre
vecinos, la seguridad para sus hijos, la amplitud y luminosidad de los
ambientes de los departamentos sin importarle el abandono en el que se
encontraban muchos de ellos y los propios espacios comunes.
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Esta nueva comunidad, necesitaba reglas claras de convivencia. El sentimiento
de pertenencia desarrollado a través de sesenta años de los primitivos vecinos
ex inquilinos, chocaba muchas veces con las ideas de los “nuevos propietarios”
que desde otra perspectiva habían hecho la misma elección: vivir en las Casas
Colectivas. Los tiempos habían cambiado tanto, que los nuevos propietarios
tenían autos y pedían estacionamientos para ellos. Los vecinos más antiguos
seguían privilegiando las calles internas como paseo.
Fue por esa razón, que era necesario trabajar en común para elaborar el
Reglamento Interno que hace 20 años sigue vigente. Chiche recuerda que “se
hizo el primer Reglamento de Copropiedad y más tarde el Reglamento Interno
o de Convivencia, y el tema más difícil de tratar fue el estacionamiento: unos
querían que si y otros que no; fue brava esa reunión recuerdo que se hizo en la
parroquia”.
Las familias que se incorporan al barrio tienen características diferentes a las
anteriores. En su mayoría ya tienen varios hijos en edad escolar y las mamás
trabajan. Son familias jóvenes, muchos de ellos profesionales y universitarios –
en su mayoría arquitectos- que han vivido los años de la dictadura. El Dr.
Alfonsín había asumido como presidente elegido por el voto popular y el mundo
observaba como un Tribunal juzgaba a los delitos de lesa humanidad.
Para los primeros años de 1980, ya comienzan a insinuarse las diferencias
socio-económicas entre los vecinos que habían sido inquilinos y aquellos que
compraron un inmueble a precio de mercado que en su gran mayoría debió
afrontar gastos para refaccionar los departamentos realizando reemplazo de
cañerías, baños y cocina nuevas, instalación eléctrica empotrada, entre otros.
La crisis económica que provocara una carrera inflacionaria inédita en la
argentina conocida con Plan Austral va a encontrar al los vecinos del consorcio
Barrio Parque Los Andes con las herramientas legales provista por la formación
de un Consorcio sólido y un Reglamento Interno concensuado para sobrevivirla
pero fundamentalmente una red de vínculos favorecida por el diseño
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arquitectónico y es sistema de representación vecinal por cuerpos que nos
permitió sobrevivir hasta ala actualidad.
Conclusiones
La principal --y que sobrevoló todo este trabajo investigativo-- es la influencia
de la concepción arquitectónica colectiva de Fermín Bereterbide en la posterior
relación entre vecinos cuando dejaron de ser inquilinos para convertirse, en un
proceso, en propietarios. Desde el año 1929, cuando los departamentos del
Barrio Parque Los Andes comenzaron a ser alquilados a familias de empleados
municipales y ferroviarios entre otros, hasta la actualidad, transcurrió un
proceso muy original que derivó en una forma novedosa de administración de
consorcio dentro de una vivienda colectiva diseñada por ese arquitecto de
pensamiento socialista.
El barrio Parque Los Andes, conocido en la zona como “Las Colectivas”, estuvo
signado, marcado, definido --al revés de las viviendas tradicionales-- por sus
espacios comunes mirando al centro de la manzana, lo que induce a su vez a
los vecinos a mirarse entre sí. Así es que en el momento más delicado de su
historia, o sea el proceso de venta de los departamentos a los inquilinos, es
cuando se reinstala con fuerza la concepción colectiva que supo imprimirle a su
obra el creador. Es decir emergió naturalmente, porque nunca estuvo muerta y
permanecía latente en su arquitectura.
Ese proceso de traspaso de una forma jurídica a otra (de inquilinos a
propietarios) se dio, así, entre todos. El propio diseño arquitectónico social
obligó a sus vecinos a relacionarse y organizarse para obtener las escrituras
que los habilitaban como propietarios, agrupándose por cuerpos, eligiendo
delegados por cada uno, discutiendo y defendiendo los espacios de
esparcimiento (los patios y la fuente) y luchando para conservar la esencia del
barrio; utilizando hasta como una herramienta más de interrelación y
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comunicación los teléfonos (escasos en la ciudad por entonces) que ya había
concebido Bereterbide para cada vivienda (¡en el año 1927!).
Siguiendo paso a paso los años en que los fue madurando la idea de
consorcio administrado por vecinos se advierte cómo cada uno de los más
activos fueron ocupando el espacio más propicio para ellos y sus compañeros
de viaje: así es que se fueron reconociendo, rescatando y aquilatando de cada
uno, virtudes que contribuían al éxito de los emprendimientos que el barrio
estaba demandando. Tanto el más alborotador como el más respetado,
pasando por el más reconocido y popular, el ordenado, el solidario, o el
reflexivo; en fin, los más queridos, fueron con su entrega y autoridad
convenciendo al resto que valía la pena, por ejemplo, pagar las expensas, las
que por entonces surgían como una necesidad moral y no como una obligación
jurídica o contractual (que con posterioridad sí figuró, junto a otras
necesidades, en el Reglamento de Copropiedad).
Como se vio, la organización creada en aquella época sigue aun vigente, y se
fue enriqueciendo con la llegada de nuevos vecinos, nuevas costumbres y
nuevas épocas; porque nació de la necesidad de todos y cristalizó en el
consenso de quienes eligieron una forma sana y democrática de
funcionamiento que atravesó y superó, no sin luchas y traumas, todo el devenir
histórico, político y económico, de aquéllos años de la Argentina hasta nuestros
días: un cuerpo de delegados y una asamblea anual que elige a los vecinos
que luego administran por un año los intereses de los copropietarios, cuidando
de las finanzas colectivas con expensas ajustadas a la estricta necesidad y
resguardando, al mismo tiempo, con cuidados y refacciones permanentes, el
patrimonio arquitectónico del barrio, que lo trasciende, es materia de estudio de
universidades argentinas y extranjeras, y es orgullo de la ciudad de Buenos
Aires.
Bibliografía
- Molina y Vedia Juan y Rolando Schere, F:H:Bereterbide, la construcción
de lo imposible, Ediciones Colihue, año 1997.
19
- Casella Elisa,” Calle Corrientes, Su Historia en Cinco Barrios”, Segunda
Parte, Buenos Aires nos cuenta, N° 8, Ediciones Turísticas, abril 1988, p. 80.
- De Lellis Stella Maris, “ La Colectiva…de Casa Barata a Propiedad
Horizontal” en Historias de la Ciudad – Una revista de Buenos Aires- Lulemar
Ediciones, N° 14, Marzo de 2002, p. 6.
- Del Pino, Diego A., “La Antigua Chacarita de los colegiales” Cuaderno N°
5, Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, Secretaría de Cultura,
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, diciembre de 2004.
- Del Pino, Diego A., “Historia y leyenda del arroyo Maldonado”,
fragmento, Cuadernos de Buenos Aires, septiembre 1971.
- Fara Luis, “La Primera Casa Colectiva Municipal de Buenos Aires”,
Análisis de una decisión política, Tesis presentada en la Facultad de Ciencias
Sociales, Universidad de Buenos Aires, agosto 1999.
Entrevistas Chiche Batica, alrededor de setenta años, vecina de Parque Los Andes desde
1970, ama de casa. Buenos Aires, Julio del 2007. Departamento del Barrio
Parque Los Andes.
Clelia Dolinsky, setenta años, vecina de Parque Los Andes desde de 1975,
ama de casa. Buenos Aires, Junio del 2007. Administración del Barrio Parque
Los Andes.
Juan Salce, ochenta años, vecino de Parque Los Andes desde 1970, jubilado
Buenos Aires, Julio del 2007. Departamento en el Barrio Parque Los Andes.
Norma Montini, alrededor de setenta años, vecina de Parque Los Andes desde
1951, ama de casa. Buenos Aires, Junio del 2007. Administración del Barrio
Parque Los Andes.
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Rosita Sigal, más de setenta años, vecina de Parque Los Andes desde 1969,
jubilada docente. Buenos Aires, Mayo del 2007. Administración del Barrio
Parque Los Andes.
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