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1 DATOS PARA LA HISTORIA DEL INSTITUTO DE LAS HERMANAS ESCLAVAS DEL CORAZÓN DE JESÚS Lo inicia Nuestra Madre Fundadora por orden de Nuestro Padre Fundador, en él se contiene la relación de la Inspiración y primeros capítulos de la historia del Instituto, están también las nóminas de las alumnas agraciadas desde 1872 a 1897 y de las alumnas pensionistas desde 1880 a 1897. MANUSCRITO DE LAS “M E M O R I A S” (Rótulo mecanografiado por la Vice Postuladora Hermana Esilda del Carmen Bustos)

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1

DATOS PARA LA HISTORIA DEL INSTITUTO DE LAS

HERMANAS ESCLAVAS DEL CORAZÓN DE JESÚS

Lo inicia Nuestra Madre Fundadora

por orden de Nuestro Padre Fundador,

en él se contiene la relación de la Inspiración y

primeros capítulos de la historia del Instituto,

están también las nóminas de las alumnas agraciadas

desde 1872 a 1897 y

de las alumnas pensionistas

desde 1880 a 1897.

MANUSCRITO DE LAS

“M E M O R I A S”

(Rótulo mecanografiado por la Vice Postuladora

Hermana Esilda del Carmen Bustos)

2

Estas Memorias han sido

transcriptas en la

“Historia del Padre José María Blanco”.

(Rótulo mecanografiado por la

Vice Postuladora Hermana

Esilda del Carmen Bustos)

3

Datos

para la Historia

de la

Congregación de las Esclavas

del Corazón de Jesús

4

1[1] Copia de la orden que recibí del Señor Director para escribir estos datos -

Córdoba Diciembre 3 de 1873 -

Señora Rectora Doña Saturnina Rodríguez2.

Tenga usted la bondad de escribir, en los tiempos disponibles, con la claridad y

detalles que le sea posible, los Datos históricos de esta fundación de las Esclavas del Corazón

de Jesús, principiando desde la primera idea que la ocupó al respecto, y continuando hasta el

presente, sin omitir acontecimiento alguno con sus fechas, las personas que firmaron el primer

convenio, los individuos de la Compañía que de alguna manera tomaron parte, ya con sus

pareceres y consejos, ya con la redacción de las Bases fundamentales, como el Padre Suárez3

y otros hasta el Reverendo Padre Bustamante4.

En fin ponga por escrito; todo, sin omitir cosa alguna favorable o desfavorable5, y con

la mayor certidumbre que le sea posible valiéndose del archivo o documentos que le sean

necesarios para las fechas o nombres u otras circunstancias; de manera que esta noticia facilite

datos para escribir la Historia de esta Institución cuando esto se quiera hacer de un modo más

formal.

Dios la ayude.

David Luque6

1 El número de página del libro se señala entre corchetes, por ejemplo: [1].

2 En el siglo Saturnina Rodríguez, en el claustro Madre Catalina de María Rodríguez. Esta nota es válida siempre

que se utilice en lo sucesivo. 3 Padre Joaquín Suárez, SJ. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo.

4 Padre José María Bustamante, SJ. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo.

5 En el Original “disfavorable” corresponde “desfavorable” para una mejor comprensión del texto.

6 Canónigo Honorario Doctor David Luque. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo.

5

[2] A no haber sido mandada, no me habría atrevido a emprender esta obra; además de

otras razones hubiese desistido convencida de mi incapacidad; pero la obediencia me asegura

la protección del cielo, con la que cuento para cumplir lo que se me ha ordenado.

En ninguna otra obra de las que ha habido y habrá, de esta clase, resplandecerá más la

bondad y poder de Dios como en ésta por la vileza de la persona elegida para instrumento de

ella; por lo que espero que las personas que leyeren esta noticia tendrán mucho que alabar y

bendecir al Señor; con lo que me doy por recompensada de la humillación que me causa el

hacer conocer por este medio mi inutilidad.

CAPÍTULO 1º

El pensamiento y su aprobación.

Aunque desde niña había tenido una grande inclinación a la vida religiosa, quiso

nuestro Señor, por medios muy raros, colocarme en estado bien diferente, en el cual no pudo

extinguirse mi primera vocación, ni mirar sin envidia a las personas que disfrutaban de ese

bien. Mas, habiendo nuestro Señor, el 30 de Marzo de 1865, roto los vínculos que me servían

de obstáculo a la realización de mis deseos, sentí que ellos se despertaban con más

vehemencia.

Daba, no obstante, en grandes inconvenientes, tanto por mi salud, como por ser viuda,

los que me hacían mirar difícil la consecución de mis deseos. Sin embargo de esto, compelida

de mi aspiración hice solicitar lugar en el convento de Catalinas de Buenos Aires,

pareciéndome más fácil conseguir allí por medio del Reverendo Padre Félix María Del Val,

religioso de la Compañía que entonces se hallaba en ésa; pues en los monasterios de esta

ciudad, según la opinión de mi confesor, que era el Doctor [David] Luque, era imposible que

me admitiesen. Me parece debo aquí advertir que, a pesar de mis deseos y de haber hecho esta

solicitud me quedaba cierta desconfianza, como si yo no tuviera espíritu [3] para esos

conventos.

El día 15 de Setiembre del mismo año, 7fiestas del Dulce Nombre de María y de la

Aparición de Santo Domingo en Soriano, que en aquel año cayeron juntas. Esta devoción del

Dulce Nombre de María la conocí en casa desde que tuve uso de razón. Teníamos una

hermosa imagen con este título; hacíamos su novena todos los años, a la que se reunía toda la

familia, y el día de la fiesta se le hacía cantar una misa con la mayor solemnidad posible. 8Aunque esta devoción, por varios acontecimientos ya no existía en casa, fue en este día

cuando, dirigiéndome a visitar al Santísimo que estaba expuesto en9 la iglesia de las Catalinas

por la festividad de Santo Domingo que allí se celebraba, me vino al pensamiento que tenía un

terreno bastante grande en el que se podía edificar una Casa de Ejercicios y formar una

comunidad de señoras que estuviesen al servicio de ella. Me parecía esto fácil contando con

que tantas personas que tenían iguales aspiraciones a las mías y daban en inconvenientes para

ser admitidas en otros monasterios, se me asociarían; que observaríamos las Reglas del

instituto de San Ignacio, enseñaríamos la doctrina los Domingos a las niñas y asilaríamos a

esas mujeres que se lleva a los Ejercicios casi por fuerza y después de concluidos estos no se

sabe qué hacer con ellas, y10

causa pena verlas volver a los mismos peligros compelidas,

7 En el Original con letra y tinta diferente agregado: “se celebraba la”.

8 Se agrega “punto seguido” para una mejor comprensión del texto.

9 En el Original “el” se cambia por “en” para una mejor comprensión del texto.

10 En el Original tachado “que”.

6

muchas veces de la necesidad; que con nuestra protección se moralizarían y aprenderían a

trabajar.

Me preocupó de tal modo este pensamiento, que absolutamente no pude hacer otra

cosa en todo el tiempo que estuve en la iglesia, por más diligencia que hice para visitar a lo

menos al Santísimo Sacramento, pues me causaba temor pasar el tiempo pensando sólo en

esto que tanto me había satisfecho. En este caso ya no sentía la falta de espíritu como para los

otros monasterios, sino todo lo contrario; pareciéndome muy fácil y realizable todo lo que me

ocurría.

Al fin de mucho tiempo tuve que retirarme de allí sin haber hecho [4] más que pensar

en aquello y con la preocupación de que todo lo vería formado y realizado.

Me fui a lo11

de mi hermana Estaurofila12

y le conté lo que me pasaba. Le causó a ella

tan buena impresión esto que me dijo: “Yo en tu lugar lo consultaría, no lo despreciaría”. A

mí me pareció desatino su consejo, pues creía se reirían de mí si iba13

con semejante cosa.

A los tres o cuatro días, como siguiese tan preocupada con esto que cada vez tomaba

más dimensiones la casa en mi imaginación y me perturbaba en mis Ejercicios Espirituales

¡tan embebida andaba en este pensamiento! tuve que consultar al Doctor [David] Luque si

sería tentación aquello que me pasaba. Él me prestó mucha atención, me hizo varias preguntas

y por toda contestación me dijo: “No me reserve usted nada de lo que le ocurra al respecto”.

Cuya respuesta fue una aprobación para mí, que me satisfizo completamente.

Desde aquel momento no pensé más que en verlo realizado: éste era mi sueño dorado.

Cuando me veía con mi hermana no hablaba de otra cosa; pero sólo con ella, porque esto se

reservó mucho hasta que se llevó la solicitud al señor Obispo14

. Era grande mi entusiasmo y

decisión a pasar por todo para conseguir lo que deseaba, en lo que no tuve jamás la más

pequeña alternativa a pesar de las más fuertes contradicciones.

CAPÍTULO 2º

De la aprobación de los Padres de la Compañía

y su cooperación para esta obra.

En el mes de Noviembre del 65, creo que fue, me mandó el Doctor [David] Luque

hablase con el Reverendo Padre Escatllar15

para ver si ellos podían tomar parte en esta clase

de obras. Él era el Superior actual de esta casa de la Compañía; pero me dijo que para

contestarme tenía necesidad de escribir al Reverendo Padre [Joaquín] Suárez, quien era el

Superior General [5] de esta misión de América; que lo haría a la mayor brevedad porque

gustaba mucho de mi pensamiento, y me hizo saber que en Santiago de Chile había una casa

igual a la que yo proyectaba que se titulaba “Hermanas del Buen Pastor”, cuya noticia me fue

tan agradable como sorprendente pues no tenía antecedente alguno de esto.

Muy luego se obtuvo respuesta favorable de dicho Padre.

A este tiempo tuve contestación del Reverendo Padre [Félix María] Del Val de la

diligencia de que lo había encargado acerca de las monjas Catalinas, a quienes ofrecía yo todo

lo que tenía para ser admitida, y dijeron ellas que no se contaba ningún ejemplar de haber

11

En el Original con tinta y letra diferente superpuesto “lo” a “casa”. 12

Estaurofila Rodríguez. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo. 13

En el Original con tinta y letra diferente sobre “iva” corregido “iba”. 14

Monseñor José Vicente Ramírez de Arellano. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo. 15

Padre Buenaventura Escatllar, SJ. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo.

7

aceptado viuda alguna, y que no podían abrir esta puerta. Me16

proponía el Padre entrase a las

Salesas que estaban en Montevideo, que el escribiría pidiendo lugar. Como yo estaba

alucinada con mi pensamiento me fue agradable la negativa a mi solicitud, y así respondí al

Padre que no aceptaba su propuesta porque tenía este proyecto que me había satisfecho

completamente y ansiaba por ver realizado.

Mas, como este proyecto mereciese toda la aprobación de dicho Padre se propuso

ayudarme desde ya, para lo cual le manifestó la idea al señor Don Mariano [Vicente]

González, que en esa situación se hallaba en Buenos Aires. Este señor tenía muchas simpatías

por los Ejercicios, era como un síndico nombrado por el señor Obispo para correr con ellos17

y cuidar de los pocos fondos que para este destino había. Él siempre me buscaba para que le

ayudase en esta ocupación, y hacía algunos años que trabajábamos en servir los Ejercicios.

En el mes de Noviembre del 65 regresó a ésta dicho señor, e inmediatamente pasó a

visitarme y me contó que tenía el proyecto de trabajar a sus expensas una Casa de Ejercicios;

(a él le era esto fácil porque poseía muchos bienes de fortuna) yo lo miré como inspirado del

cielo, pareciéndome se me facilitaba la realización del mío, el cual le referí, ignorando que lo

sabía; él me dijo que el Reverendo Padre Félix María Del Val se lo había comunicado. Con

este motivo le hice18

ver la necesidad de que se me asociase, porque, si él tenía casa,

necesitaba [6] de personas que la administrasen y sirviesen; y ningunas más a propósito que

las que se consagrasen a esta ocupación formando su espíritu y educándose para este destino,

lo que daría el mejor resultado en las personas que hiciesen los Ejercicios, pues el ejemplo de

aquéllas sería para éstas muy edificante e influyente. Él me aseguró que estaba conforme en

todo, que por esta razón me había buscado y quería que conviniésemos haciendo trabajar

nosotras nuestro departamento y él el de Ejercicios. Entonces yo le indiqué que él sería

nuestro síndico y manejaría nuestros intereses, lo que aceptó, y quedamos en todo conformes.

Inmediatamente puse esto en conocimiento del Doctor [David] Luque quien creyó

conveniente ocuparse en buscar socias, las que yo pensaba debían ser elegidas por los

confesores para proceder con más acierto; contando para esto no sólo con el Doctor Luque

sino con otros sacerdotes más a quienes había confiado mi proyecto.

CAPÍTULO 3º

De algunas socias que se presentaron.

Continúa la cooperación de los Padres Jesuitas y del Doctor [David] Luque

con la que se elevó una presentación al Señor Obispo.

Muy luego se me presentaron como socias Doña Gavina Sanmillán y Doña Genoveva

la Torre, confesadas del Doctor [David] Luque, y Doña Ramona Martínez del señor Laspiur19

:

todas contaban con alguna dote aunque poca: la primera no estoy cierta si eran dos o tres mil

pesos, la segunda una casa en que vivía, y la tercera mil y ochocientos pesos; y lo que yo tenía

estaba en hacienda y terrenos, y por más que deseaba y pretendía no podía reducir a dinero

nada de lo que tenía. Además estaban sin acabarse de arreglar los asuntos con mis entenados

para poder disponer de lo que me pertenecía, lo que demoró mucho tiempo en concluirse.

Enredadas en estos inconvenientes estuvimos estacionadas durante algunos meses a pesar

nuestro sin [7] poder dar un paso adelante.

16

En el Original con tinta y letra diferente superpuesto “Me” a “Pero me”. 17

En el Original con tinta y letra diferente superpuesto “ellos” a “estos”. 18

En el Original con tinta y letra diferente superpuesto “hice” a “hize”. 19

Presbítero Braulio Laspiur. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo.

8

En el año 66 vino a ésta el Reverendo Padre [Joaquín] Suárez, en circunstancias que

estábamos dando Ejercicios en una casa particular, como se hacía siempre, pues no había otra

hasta entonces. Se le encargó dar las pláticas de los que tuvieron lugar en el mes de

Setiembre. Con este motivo tuve la oportunidad de hablarle y él me preguntó en qué había

quedado mi proyecto, del cual le había escrito el Padre [Buenaventura] Escatllar, que él

pensaba estaría muy adelantado después de haber transcurrido tanto tiempo. Yo le conté todo

lo ocurrido hasta entonces (que es lo mismo que queda referido); pero él me hizo ver [que] no

encontraba la dificultad en la falta de recursos materiales sino en obtener el permiso del señor

Obispo [José Vicente Ramírez de Arellano] lo que le parecía muy difícil conseguir.

Comprendí cierta frialdad en el Padre, que me causó pena, como que en los días de los

Ejercicios no se volvió a acordar del asunto; sin embargo que los demás Padres de la

Compañía que con el fin de confesar concurrían a aquella casa me manifestaban interés y

entusiasmo, animándome con sus conversaciones, muy en particular uno de ellos, quien me

aseguraba con mucha certidumbre y firmeza que la obra se realizaría, lo que llamaba mucho

mi atención siempre que me lo decía, pues sus palabras enceraban misterio para mí.

Concluidos estos Ejercicios me fui a visitar a una señora anciana muy santa (ésta era la

opinión que todo este pueblo tenía de Doña Petrona Núñez, que así se llamaba) con quien

tenía yo una estrecha relación. Ella estaba enferma en cama de la enfermedad de20

que murió.

Fui acompañada de Estaurofila mi hermana y Ramona Martínez mi socia. Luego de verme

esta señora me dijo con mucho entusiasmo: “Sabes que te he visto en una casa muy grande,

muy linda, y muy desprendida de las cosas de la tierra y ocupada de las de Dios, en mucho

movimiento y contento y que me decías: «Gracias a Dios Doña Petronita que no tengo que

ocuparme sino de mis [8] asuntos»”. Luego me preguntó ¿qué me habrá querido decir, hija,

nuestro Señor en esto? yo bien lo comprendí, pero como ella estaba tan falta de oído no le dije

nada, porque se guardaba mucha reserva hasta entonces, por varias razones que para ello

había.

Al día siguiente me fui a hablar al Padre que queda indicado me aseguraba que la obra

se realizaría y le conté lo que la señora me había dicho. Él prestó grande atención a lo que le

refería y me preguntó si no me había dicho dentro de qué tiempo sería, porque él me había

visto lo mismo y con otras varias personas que no había podido distinguir quienes eran y que

había comprendido que esto se realizaría dentro de pocos años. Esta coincidencia fue de

mucho consuelo para mí pues nuestro Señor me hacía ver con claridad su voluntad por medio

de estas personas y que no me dejaría esperar mucho tiempo.

En el mes de Octubre, estando en otra data de Ejercicios, se me presentó el Reverendo

Padre [Joaquín] Suárez con un entusiasmo sorprendente acerca de la obra, el cual disimulaba

con el pretexto de visitarme para que yo le buscase acomodo a una muchacha que él había

confesado en los Ejercicios pasados; y al mismo tiempo quería ver si algo hacía para llevar a

cabo mi pensamiento; que contaba con un amigo que tenía unos 1000$ destinados para una

obra pía, la cual no se realizaría jamás; que creyéndose influyente con él solicitaría los

dedicase a ésta: que además él confesaba una señora viuda que quería ser monja Teresa y

contaba con 8000$; que él acababa de estar con dichas monjas a recabar de ellas si habría

alguna esperanza de que fuese admitida, y que le habían asegurado que jamás lo conseguiría,

con lo que quedaba en libertad para inclinarla a que se nos asociase: que tenía mucha

necesidad de hablar con el Doctor [David] Luque a quien había buscado repetidas veces, pero

inútilmente. Como este señor estuviese en esos momentos confesando en la casa puse en su

conocimiento [9] lo que ocurría y la solicitud del Padre para verse con él, a lo que contestó

que esa misma noche estaría en el Colegio de la Asunción, que era donde el Padre vivía. Cuál

fue el móvil de tan repentina actividad en el Reverendo Padre Suárez, Dios lo sabe; que yo no

pude dudar que el Padre a quien el Señor favoreció con su manifestación en conformidad con 20

En el Original con tinta y letra diferente agregado: “de”.

9

la señora Núñez puso en conocimiento de su Superior lo que le había pasado, para que se

cumpliesen los fines que nuestro Señor había tenido en dar esta noticia a la Compañía, que yo

creo fue la de obligarlos a que ellos prestasen su cooperación para esta obra.

Como el Doctor [David] Luque volviese a la Casa de Ejercicios al día siguiente, tuve

oportunidad de saber el resultado de la conferencia con el Padre, que fue el de quedar este

señor tan animado y lleno de esperanza que me dijo, que si antes le parecía difícil ahora lo

creía fácil y realizable: que en la noche de ese mismo día iría a verse con el señor Obispo,

según habían convenido con el Padre [Joaquín] Suárez.

Este paso que era en el que se miraba mayor dificultad, fue el que dio mejor resultado.

Nuestro Señor había preparado, sin duda el corazón del señor Obispo para que diese buena

acogida al pensamiento, inspirándole una idea favorable de la persona que lo había indicado,

y creyéndola capaz de realizarlo: por lo que dispuso el Doctor [David] Luque que concluidos

los Ejercicios pasase yo a verme con Su Señoría.

Pero antes de dar este paso se hacía necesario aumentar el número de socias pues no

éramos más que cuatro. La indicada por el Padre [Joaquín] Suárez quería ver las

Constituciones y Reglas que aún no era tiempo tuviésemos. Él me la había mandado para que

yo le diese explicaciones del pensamiento y ver si le era simpático; pero nunca acabó de

resolverse de un modo que ofreciese seguridad.

Mas el Doctor [David] Luque llenó la necesidad con una confesada de él y era Doña

Carolina Prado de Casas, viuda también pero de mucha virtud y méritos que la hacían muy

recomendable la que contaba con 4000$. Ella tuvo que ocultar su resolución por [10] algunos

días hasta recabar el permiso de la madre, que aún vivía.

Luego que terminaron los Ejercicios pasé a verme con el señor Obispo [José Vicente

Ramírez de Arellano] acompañada de mi hermana Estaurofila, el que nos recibió muy lleno de

bondad y deferencia, accediendo en todo a nuestra solicitud. Después de informarse del

pensamiento y mis intenciones me dijo que hiciésemos la presentación y que contase con él;

que me ayudaría no sólo con su bolsillo sino pasando a nuestra casa los fondos de la Casa de

Ejercicios que manejaba [Mariano Vicente] González. Me indicó que precisábamos un

abogado para los asuntos que surgiesen en la casa en orden a los intereses. Le propuse al

Doctor Don Rafael García, (pariente político mío y muy amigo suyo) al cual aceptó gustoso.

No pudo ser más favorable el resultado.

A todo esto el señor González, cansado sin duda de esperarnos, dio principio a su Casa

de Ejercicios; separándose de nosotras, lo que creímos aumentase la dificultad para el permiso

del señor Obispo; pero como Dios nuestro Señor quería las cosas, nada detuvo a Su Señoría.

Él nos dijo que la casa que trabajaba el señor González no le gustaba por el punto que

ocupaba, que era muy central; pero que aquélla serviría para hombres y la nuestra para

señoras.

Después de poner en conocimiento del Doctor [David] Luque y Padre [Joaquín]

Suárez lo dispuesto por el señor Obispo, acordaron tener una reunión acompañados del

Doctor García21

para deliberar sobre la presentación y bases de la fundación que debíamos

elevar ante Su Señoría, de cuya redacción quedó encargado el Reverendo Padre Suárez. Dicha

reunión tuvo lugar el 6 de Noviembre del año 1866 en el Colegio de la Asunción que estaba a

cargo de los Jesuitas.

Al Doctor Don Rafael García que, como he dicho antes era un pariente político mío, le

confié mi pensamiento muy luego de concebirlo, el que mereció toda su aprobación y me hizo

la promesa de cooperar en todo lo que le fuese posible. Este señor además de ser muy piadoso

tenía por su profesión y clase muy buena posición en la sociedad y contaba con numerosas

relaciones, entre [11] ellas tenía la del señor Obispo, con quien era muy influyente; por todo

lo que nos fue muy útil, como se verá en la continuación de esta historia. 21

Doctor Rafael García. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo.

10

El Reverendo Padre [Joaquín] Suárez para dar el lleno con más acierto a su comisión

se preparó haciendo unos Ejercicios, después de los cuales redactó las Bases e hizo la

presentación de que estaba encargado, la que sujetó al examen de la comisión y de las

interesadas, para ver si estábamos conformes con todo lo expresado en ellas. No encontrando

cosa que más nos satisficiera nuestras aspiraciones y deseos, y mereciendo la aprobación de

los de la reunión, la firmamos para que fuese elevada a Su Señoría el día 10 de Diciembre del

año 1866.

El Señor Obispo [José Vicente Ramírez de Arellano] pidió su vista al Fiscal que era el

Doctor Don Emiliano Cabanillas, cuya nota, como consta en el22

expediente fue lo más

satisfactorio y honroso para las interesadas. Su Señoría creyó preciso, como se lo indicó el

mismo señor Fiscal saber con qué recursos contábamos para nuestra empresa. Informamos no

haber más entre las cinco socias que firmábamos que 19.000$; pero que contábamos con

algunas ofertas y la cooperación de varios sacerdotes respetables, y esperábamos la

autorización del señor Obispo para dirigirnos en persona a Buenos Aires y Montevideo a

recolectar limosnas, para lo que teníamos muy buenas recomendaciones y algunas promesas

de personas influyentes y de recursos.

En vista de esto decretó el señor Obispo autorizándonos para dicha fundación,

aprobando las Bases presentadas para ella y concediendo licencia para la recolección de

limosnas; prohibiendo solamente dar principio a la construcción del edificio sin presentar

primero a Su Señoría el capital reunido y el plano de los edificios con designación del local

designado para ellos. Este decreto fue dado el día 15 de Enero del año 1867.

Estando en esas circunstancias el Doctor [David] Luque por salir al campo demoró su

partida hasta dejar despachado el asunto, pues era él Pro - Secretario de Su Señoría lo que,

terminado el 15 por la noche, arregló su viaje para el día siguiente bien temprano; pero antes

de marcharse fue [12] a la Compañía llevando lleno de entusiasmo el decreto a los Padres

quienes lo recibieron con el mayor contento y pasaron inmediatamente a casa a llevarme tan

agradable nueva y no habiéndome encontrado por estar yo en la iglesia, se tomaron la

molestia de volver más tarde para poner en mis manos el importantísimo decreto juntamente

con una cartita del Doctor Luque, en que me llenaba de bendiciones. Fui acompañada por

ellos en esos momentos de felicidad para mí, en que mi corazón se encontraba lleno de

contento del cual participaban ellos como si les perteneciera. Inmediatamente puse en

conocimiento de mis socias este resultado, las cuales se reunieron al momento, reinando en

todas una santa alegría, pues hasta aquí estábamos en la mejor parte del camino: lo escabroso

estaba reservado para después.

CAPÍTULO 4º

Aparece no tener terreno para la obra.

Dificultades para la recolección de limosnas.

Ausencia del Padre Suárez. Muerte de una socia.

Queriendo el Reverendo Padre [Joaquín] Suárez que hiciese el plano del edificio un

Hermano (arquitecto de profesión) que había en la Compañía, se fue con él al terreno indicado

al principio para la obra, con el objeto de conocerlo y tomar sus dimensiones; pero resultó ser

escaso para el edificio, lo que nos ponía en la necesidad de pensar en otro, que no era pequeño

trabajo en esas circunstancias en que habían tomado tanto valor los terrenos; y sin embargo de

esto yo no podía vender ninguno de los míos, teniendo varios en el pueblo y también en la 22

En el Original “del” se cambia por “en el” para una mejor comprensión del texto.

11

campaña, por lo que se nos hacía difícil llenar esta necesidad tan imperiosa en el caso en que

nos hallábamos: dificultad que sufrimos por algunos meses, como se verá.

Di principio por este pueblo a la recolección de limosnas, acompañada de mi hermana

Estaurofila que, como tenía [13] un genio tan despejado y resuelto, me disminuía la violencia

del lance: una que otra vez también salí con algunas de mis socias, pero fue muy mezquino el

resultado que obtuvimos, lo que me causó mucha pena. Con este motivo traté de realizar mi

viaje para Buenos Aires y Montevideo; pero fue entonces que se suscitó la guerra con el

Paraguay, y además Doña Marquesa Piñero23

que tenía una otra empresa de fundación y

principió por crearse recursos se había marchado ya a esos pueblos con este objeto, por lo que

no pareció prudente a los que me dirigían me presentase yo a un mismo tiempo con la misma

demanda; por lo que suspendí mi viaje para mejor oportunidad.

El Padre [Joaquín] Suárez que estaba para irse a Europa me prometió que al pasar por

dichos pueblos exploraría el campo, se informaría de personas de su posición24

del resultado

que esto pudiese dar y me avisaría para que procediese con más seguridad.

En el mes de Febrero del 67 tuvimos el pesar de que dicho Padre se nos ausentase para

no volverlo a ver más. 25

Su permanencia en este pueblo fue providencial, como él mismo lo

notó y me lo dijo, pues no había pensado estar sino uno o dos meses y sin saber cómo,

demoró tanto hasta dejar arreglado el asunto. Sus palabras de despedida fueron muy

misteriosas: «Mire, señora, me dijo, han de llegar momentos en que le ha de parecer que la

cosa está acabada y que no hay esperanza alguna para usted. Cuidado con ir a desistir porque

Dios la ha de castigar». ¿De dónde sacaba el Padre tanta seguridad de la voluntad de Dios

acerca de esta obra? ¿Quién se la había dado? Esto vino a confirmarme la idea de que el Padre

tenía conocimiento de la manifestación que nuestro Señor hizo al Padre del pronóstico, para

obligarlos a tomar parte en esta obra. Como él ya se nos ausentaba, le pedí que nombrase dos

Padres para que nos ayudasen en las cosas que se ofreciesen, y me dijo, que la Compañía

entera [14] quedaría encargada de hacerlo. ¡Con tanta generosidad se manejó este respetable

Padre, tan benemérito de nuestra casa! Tuve el gusto de conseguir su retrato, el que conseguí

con mucha dificultad: lo exigí con el fin de que fuese conocido algún día de esta comunidad,

y que su memoria se conservase siempre en ella. Desgraciadamente dejó de existir antes de la

fundación, tan deseada y procurada por él.

Para salvar algunas dificultades que se presentaban en la recolección de limosnas, el

Doctor [David] Luque hizo imprimir a sus expensas unas cartas circulares redactadas por él, a

las que adjuntó el decreto de autorización de Su Señoría y demás documentos para que fuese

mejor conocido el proyecto de las personas cuya piedad implorábamos; pero muy poco o nada

fue lo que se obtuvo por este medio. Parecía que toda solicitud era inútil; sin duda porque aún

no había llegado el tiempo destinado por la alta Sabiduría para la realización de esta obra.

Sólo una oferta de importancia tuvimos, pero sin efecto, como se verá después: ésta fue del

señor Don José Ignacio Peralta que prometió darnos 5000$, y además que continuaría su

protección, lo que nos halagó mucho en aquel tiempo.

En el mes de Mayo del 67, además de las dificultades en que nos hallábamos sin poder

reunir recursos, ni conseguir terreno aparente para nuestra obra, nos mandó nuestro Señor otro

trabajo de mucha consideración, que fue la pérdida de una de nuestras socias Doña Genoveva

la Torre, tan apreciable por su virtud y buenas cualidades que la adornaban, lo que nos hizo

muy sensible su pérdida. Murió el 25 de Mayo, de una enfermedad de costado, después de

pocos días de26

cama: fue asistida por el Doctor [David] Luque con mucho interés y esmero,

como confesor que tenía una alta idea de sus méritos, acompañada y servida por todas las

23

Marquesa Piñero de Garzón. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo. 24

En el Original “suposicion” se corrige “su posicion”. 25

En el Original con letra de la misma persona que escribe, superpuesto “su” a otra palabra que no se lee. 26

En el Original con tinta y letra diferente agregado: “de”.

12

socias: se le administraron los Sacramentos e hizo su testamento, nombrándome albacea, y

dejando su casita, que era todo su haber, para la obra. La pérdida de esta socia no la

indemnizamos.

[15] CAPÍTULO 5º

Compra de terreno. Un protector que nuestro Señor

nos presentó en nuestras dificultades. Muerte de dos socias.

Ejercicios dados en la nueva casa de González, y esperanza de realizar la obra.

Habían transcurrido siete meses a la licencia del señor Obispo, y en todo este tiempo

no habíamos adelantado más que soportar dificultades y contradicciones. El terreno que

buscábamos con tanto empeño, pareciéndonos que conseguido éste lo teníamos todo, aún no

podíamos comprarlo, entre algunos que se nos presentaron los que más nos acomodaban por

su localidad y extensión estaban tan grabados de pleitos y enredos que era imposible esperar

la terminación de ellos. A fines del mes de Julio estando en las Cuarenta Horas de San Ignacio

nos ofrecieron una media cuadra de terreno, que era de la señora Doña Teodora Rodríguez;

por la que nos pedían 3.800$; distaba 10 cuadras de la plaza principal. Mi socia Doña

Carolina Prado que era quien me daba el aviso, estaba muy contenta pareciéndole que el

Santo nos hacía aquel milagro en los días de su fiesta. El Doctor [David] Luque y los Padres

de la Compañía creyeron conveniente lo tomásemos pareciéndoles muy acomodado el precio

y situado en buen punto; por lo que resolvimos comprarlo.

Pero ya se hace preciso que dé noticia de un señor de mi relación con quien yo

contaba, de aquellos poco comunes [en]27

estos días, el que en momentos de mucho conflicto

para mí se constituyó a salvarme todas las dificultades que mi estado de soledad me

presentaba para la administración de mis intereses, y otros asuntos que de esto surgieron; y

muy en28

particular los relativos a esta obra. Éste era el señor Don Emilio Ferreira (cuñado del

Doctor Luque) a quien dábamos el título de síndico por la actividad y empeño con que nos

sirvió en los negocios de esta empresa.

[16] No dejó de presentar alguna dificultad la compra del terreno por que la señora no

tenía documentos de propiedad. Ella prometía darnos pruebas satisfactorias de esto, con lo

que no convenía nuestro abogado el Doctor [Rafael] García; pero a pesar de su opinión

tuvimos que convenir en que la señora probase sus derechos, lo que hizo a satisfacción

nuestra, encargándose de esto el señor Don Emilio. En allanar las dificultades e

inconvenientes se nos pasó el tiempo hasta el 2 de Setiembre, en cuyo día se firmó el

documento, entregando nosotras 1800$ y firmamos un pagaré por los otros 2000; con lo que

quedamos dueñas del terreno, pareciéndonos que teníamos vencidas todas las dificultades y

principiaríamos a trabajar muy luego.

Al día siguiente de la compra del terreno fue el Reverendo Padre Pou29

con el

Hermano arquitecto a tomar las dimensiones para hacer el plano. Cuando ellos regresaron a su

casa, después de practicar esta diligencia, encontraron la orden que acababa de llegar del

Padre Parés30

, que era el Superior actual de la Compañía, para que el Hermano marchase

inmediatamente a Buenos Aires a dirigir la obra del Colegio del Salvador que tenían

principiada. Éste fue un nuevo conflicto, pero se allanó siguiendo una indicación que el

27

En el Original con tinta y letra diferente agregado: “en”. 28

En el Original repite “en”. 29

Padre Antonio Pou, SJ. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo. 30

Padre Bernardo Parés, SJ. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo.

13

mismo Hermano me hizo de escribir al Superior suplicándole le permitiese hacer el plano en

los momentos que le quedasen desocupados. Esto, sin embargo de ser una imprudencia, me vi

en la necesidad de hacerlo. El Padre Superior se prestó con mucha generosidad. En el mes de

Octubre del mismo año 67, si no estoy olvidada, tuvimos en nuestro poder dicho plano.

El mes de Diciembre lo esperaba con zozobra porque se vencía el plazo del pagaré, y

me encontraba rodeada de dificultades; sin poder reducir a plata ni los terrenos ni la hacienda

con que contaba, hallándose en igual situación mis compañeras, excepto Doña Carolina Prado

que tenía todo su haber en dinero; pero como hubiese dado ella 1500$ de la primera cantidad

y Doña Ramona Martínez 300 [17] no creía prudente gravarlas más, y deseaba y procuraba

pagar yo sola lo restante; estaba sin embargo muy lejos de imaginar los designios de nuestro

Señor sobre nosotras y nuestro proyecto.

En esta situación me hallaba cuando por primera vez vino a este pueblo la peste

desoladora del cólera, que me llevó dos de mis compañeras a Doña Gavina Sanmillán que

murió sin dar tiempo para que le llamase a su propio confesor y por consiguiente, no hizo

disposición alguna relativa a la obra. Doña Carolina Prado, a quien pudo asistir el Doctor

[David] Luque, dispuso las cosas según la opinión de él en aquellos momentos, en que parecía

iban a quedar en nada todos los proyectos, pues estaba viendo desaparecer a las cooperadoras

y esperó sin duda que desapareciésemos todas; no se podía creer otra cosa, en vista de los

estragos que hacía este terrible azote.

No me es posible expresar31

las impresiones de pesar que recibí con estos

acontecimientos. Además murió también el señor Don José Ignacio Peralta quien nos había

ofrecido los 5000$ como queda dicho; por lo que creí llegados los momentos anunciados por

el Reverendo Padre [Joaquín] Suárez, y tenía muy presente su consejo de no desistir, en caso

que yo sobreviviese a tantas contradicciones y desgracias.

Después de todo esto llegó el día en que debía entregar los 2000$, y me hallaba sin

recursos ningunos y sin socias: además, sufriendo la amargura de ver a mi hermana

Estaurofila que acababa de perder a su esposo de la peste. Mandé suplicar a mi acreedora me

diese una prórroga en vista de las dificultades que se me presentaban. Llegó mi mensaje en

circunstancias que sacaban al cementerio el cadáver de la señora, con cuyo motivo no quedó

ni quien cobrase, ni a quien pagar, porque el único hijo de la señora hacía mucho tiempo que

estaba ausente, y el albacea andaba en la campaña por temor de la peste. De este modo vino a

aliviar nuestro Señor esta pensión que tanto me abrumaba.

[18] Habiendo terminado la peste en el mes de Enero del año 1868, hablé con el

Doctor [David] Luque, que estaba para salir al campo, quien habiéndose ocupado tanto de los

enfermos se olvidó de los sanos por lo cual no pude verme con él durante todo ese tiempo. Él

me creía en el mayor desaliento con los acontecimientos que había sufrido; pero yo de las

mismas desgracias había sacado consuelos: porque, si la pérdida de mis compañeras era un

obstáculo para mí, la muerte de otras personas me abría campo a nuevas esperanzas: con la de

la señora [Marquesa] Piñero [de Garzón] desapareció esa obra que hacía oposición a la

nuestra: con la del señor [Mariano Vicente] González que dejó concluida su Casa de

Ejercicios en vísperas de abrirse, y donada para este objeto con dependencia de la familia y en

particular del señor Presbítero Don Juan Martín Yániz, su entenado, de quien era confesor el

Doctor Luque y ejercía mucha influencia en él; por medio de la cual creí realizable que dicho

señor facilitara la casa para que pudiéramos instalarnos en ella: de este modo formando

comunidad inspiraríamos más fe al público para la recolección de limosnas, reuniríamos

nuestros fondos y daríamos principio a la construcción del edificio de nuestra casa: al mismo

tiempo nosotras serviríamos los Ejercicios, llenando con esto los fines de nuestra empresa, y

la necesidad que tenía el señor Yániz de personal para el servicio de su casa. A esto se

agregaba que la señora Doña Indalecia Paz perdía en el señor [Mariano Vicente] González el 31

En el Original con tinta y letra diferente superpuesto “expresar” a “espresar”.

14

segundo esposo, y yo esperaba que con tales desengaños la señora entrase entonces en iguales

aspiraciones a las mías por su mucha decisión a los Ejercicios. Con estas ideas me hallaba

muy entusiasmada cuando hablé con el Doctor Luque, quien no sólo no despreció mis

esperanzas, sino que me felicitó de que las contradicciones me hubieran sido motivo de nuevo

aliento, y me dijo que con esto él también se había reanimado.

En el mes de Marzo cuando volvió el Doctor [David] Luque del campo me preguntó si

quería servir los Ejercicios que el señor [Presbítero Juan Martín] Yániz pensaba dar en 32

[la]

nueva casa. Yo le dije que no sólo no tenía dificultad, sino que creía muy conveniente a mis

miras entrar por este medio en relación con [19] el señor Yániz y su familia. El Doctor Luque

quiso saber mi voluntad para hablar sobre esto a dicho señor, quien me buscó en el mes de

Abril para que me encargase de correr con los Ejercicios. Con este motivo me habló de un

proyecto que tenía con su señora madre33

muy semejante al mío del cual le di conocimiento,

mostrándole el expediente para que se informase mejor. Él me dijo tenía ya noticia de mi

proyecto, que no creía difícil pudiésemos asociarnos para llevarlo a cabo. Fue grande el

consuelo que esto me dio y la esperanza que tuve, creyendo el poseer ellos muchos bienes de

fortuna era un auxilio poderoso para la realización de nuestra empresa. Puse luego en

conocimiento del Doctor Luque lo que ocurría, quien quedó muy contento con este resultado.

Después de este halago me esperaba una grande amargura, y fue la de presentarse el

albacea de mi acreedora a cobrarme los 2000$ con los réditos de los meses vencidos. Mi

situación respecto a recursos era la misma que he dicho antes: tenía intereses pero era como si

no los tuviera pues ni para mi subsistencia me servían, teniendo que vender algunas alhajas

que me habían quedado para sostenerme: los terrenos no me producían nada ni podía

venderlos; sólo uno me daba 25$ mensuales y era toda la entrada con que contaba para

responder a la deuda que tanto pesaba sobre mí por las muchas dificultades en que daba para

cubrirla.

Consulté con Don Emilio Ferreira lo que ocurría, quien me aseguró no tenía deber de

pagar los intereses de los meses vencidos, sino solamente los que corriesen desde el momento

en que se me había cobrado; que por lo demás estuviese tranquila, que él buscaría dinero a

rédito para que pagase esta deuda, intertanto34

haría diligencia de reducir a plata algo de lo

que había. Mucho me consoló con estas promesas35

; sin embargo que me era muy duro pagar

intereses en mis circunstancias.

Indiqué al albacea que creía conveniente presentase el documento a los hermanos de

mi socia Sanmillán para que reconociesen la deuda: al mismo tiempo consulté con un

abogado [20] de mi relación sobre lo que debía hacer en este caso; él me dijo escribiese una

carta (la que él mismo dictó) al Doctor Don Agustín Sanmillán adjuntando los documentos de

la obra para que este señor valorase mejor el compromiso firmado por su hermana. El

resultado que obtuve fue, que propuso dar solamente los 500$ que le correspondían por el

pagaré de 2000$ firmado entre las cuatro socias, exigiéndome quedase conforme con esto y le

asegurase que nuestra casa no reclamaría contra ellos, en lo que tuve que convenir según la

opinión del Doctor [David] Luque y demás, para evitar un pleito, que hubiera sido

indispensable para conseguir el todo de la dote de mi socia, el cual no me convenía. Él

demoró algún tiempo en hacer la entrega de lo prometido, pero reconociendo rédito.

Yo intertanto36

pagué toda la deuda tomando dinero a rédito, con el uno por ciento,

como me lo había indicado el señor Don Emilio [Ferreira], quien me facilitó todo sin tener

más que hacer que aceptar la responsabilidad, con lo que quedé muy amargada, porque mayor

32

Se agrega [la] para una mejor comprensión del texto. 33

Doña Indalecia Paz. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo. 34

Léase: “mientras tanto”. 35

En el Original “promes” se corrige “promesas”. 36

Léase: “mientras tanto”.

15

pensión para mí que deber alguna cantidad por pequeña que fuese; pero en este caso, como en

todos los demás que me vi no tenía más consuelo que recurrir a Dios nuestro Señor, de quien

lo esperaba todo.

Como aceptase la ocupación de servir los Ejercicios me puse en relación con el señor

[Presbítero Juan Martín] Yániz, la señora su madre, a quien tuve necesidad de hablar a los

pocos días para arreglar las ocupaciones relativas a mi compromiso; con cuyo motivo me

manifestó se hallaba dispuesta a asociárseme para llevar a cabo mi proyecto luego que

acabase de cumplir con las disposiciones testamentarias de su esposo. Inmediatamente

principié a preparar las casa para que se bendijese, aseándola y disponiendo la capilla y altar

para la misa que acompañó a la ceremonia de la bendición, celebrando aquélla el Doctor Don

Uladislao Castellano y asistiendo el señor Yániz y su familia, yo con la única socia que tenía

y mi hermana Estaurofila, una que otra persona de las familias de mis socias finadas y algunas

otras de mi relación. Este acto se hizo con toda la solemnidad posible: hubo música y canto

durante la misa; [21] todo lo que sirvió a preparar los ánimos para la ratificación de los

compromisos que tuvieron lugar ese día. Se acordó que pasada la temporada de los Ejercicios

se instalaría la Congregación en dicha casa. No contábamos con socias pero esperábamos que

divulgada esta resolución se presentarían algunas que tenían simpatías por esta obra.

A fines de Mayo me trasladé a la casa para dar principio a los Ejercicios donde

permanecí todo el tiempo que estos duraron. Con este motivo quedé en estrecha relación con

[el]37

señor Yániz y familia, pues la casa habitación de ellos tenía puerta de comunicación con

la de Ejercicios. Con este motivo nos reuníamos constantemente a conversar de nuestros

planes lo que aumentaba cada día nuestra decisión y entusiasmo, en lo que se complacía

mucho el Doctor [David] Luque, sirviendo esto para aumentar el fervor de aquella familia que

tanto lo apreciaba. El señor Yániz consultó con él sobre el aumento del edificio que se

precisaba para la comunidad en dicha casa, calculando sobre los gastos que esto exigía para

dar el paso de ver al señor Obispo [José Vicente Ramírez de Arellano], lo que estaba acordado

ya.

CAPÍTULO 6º

La señora Doña Indalecia se presenta como socia al señor Obispo:

mal recibimiento de éste. Se facilita el pago de los dos mil pesos.

Ejercicios particulares para las socias después de los cuales

resultó no tener vocación la señora.

Estando todo arreglado nos presentamos al señor Obispo [José Vicente Ramírez de

Arellano] por disposición del Doctor [David] Luque pidiéndole permiso para instalarnos en la

Casa de Ejercicios y aumentar el edificio para la comunidad, o al menos permanecer allí hasta

poder trabajar con más facilidad nuestra casa, para lo que contábamos con la protección del

señor [Presbítero Juan Martín] Yániz y la señora su madre, quien se presentaba como socia

futura intertanto38

concluía el arreglo de la testamentaria de su esposo. Pero fue lo más raro y

sorprendente la terquedad con que nos recibió el señor Obispo y la mala impresión que le

causó [22] la propuesta de la comisión, que se componía de la señora Doña Indalecia,

Estaurofila y yo. Nos dijo creía que nuestra solicitud estaba en oposición con las

disposiciones testamentarias del señor [Mariano Vicente] González: dio algunas razones para

probar esto que no las recuerdo, y aumentó otras cosas más en que manifestó el descontento y

37

Se agrega [el] para una mejor comprensión del texto. 38

Léase: “mientras tanto”.

16

mala disposición en que se hallaba para con nosotras, lo que me causó tal impresión y

extrañeza que me hizo derramar lágrimas con lo que pareció haber cambiado o declinado un

tanto su rigor; y fue entonces que nos prometió consultar con algún abogado el caso para

poder deliberar, con lo que nos retiramos en bastante desconsuelo, tanto más, cuando creí que

esta contradicción enfriase a la nueva socia, como menos acostumbrada a sufrir humillaciones

y terquedades. Sin embargo de esto lo soportamos con conformidad cristiana y continuamos

en nuestras resoluciones. Cuando el Doctor [David] Luque tuvo conocimiento de esto nos

exhortó a la constancia y a esperarlo todo de Dios.

A todo esto, estaba con la grande espina de la deuda de los 2000$ que no me dejaba

descansar, por lo que resolví hacer una novena al Corazón de Jesús pidiéndole me sacase de

este apuro. Aún no la había concluido cuando se me presentó una señora del campo a

comprarme la casa de mi socia Doña Genoveva la Torre, que como he dicho antes, era yo su

albacea; y no habiendo podido venderla en esos días antes ni en 2000$ la dicha señora me

ofreció 2500, en lo que convine al momento y se la remití al señor Don Emilio Ferreira para

que practicase las diligencias de venta, quien se admiraba del prodigio, pues no podía mirar

sino como un milagro que la señora hubiese ofrecido esa cantidad. De este modo pagué la

deuda y me quedaron 1000$ a réditos, porque en esas circunstancias pagaron los 500 de la

señora [Gavina] Sanmillán.

A fines de la temporada de Ejercicios, en el intervalo que hay de una data a otra quiso

el Doctor [David] Luque darnos unos Ejercicios especiales para las que estábamos asociadas

en dicha empresa que éramos cuatro: la señora Doña Indalecia, Doña Ramona Martínez y

Doña Aurora Torres que también aspiraba, pero sin dote: admitimos algunas [23] otras que

pretendían asociársenos. Tuvieron lugar dichos Ejercicios a fines de Julio del 68 y fueron

dados por el Doctor Luque y el señor [Presbítero Juan Martín] Yániz, y en ellos fue cuando

Doña Indalecia comenzó a hacer sentir que defeccionaba, porque sin embargo de ser dados

exclusivamente para nosotras ella no asistió eximiéndose bajo pretextos muy frívolos, que

sólo servían para hacer conocer su frialdad e indiferencia: todas las demás los hicimos con

mucho gusto, porque fueron muy particulares; pero con el desagrado de lo que notábamos en

la señora. Además se enfermó el Doctor Luque en los últimos días, con lo que contrabalanceó

nuestro Señor los consuelos que por otra parte teníamos.

Habiendo terminado nuestros Ejercicios tuvieron lugar los de clérigos, durante los

cuales experimenté mayores desengaños de la señora, por lo que no me cupo duda de que

había desistido; pero como nada decía ella, yo continuaba haciéndome la inapercibida.

Después de estos se dieron unos Ejercicios a señoras, en los que, como ya eran los últimos me

dijo [el]39

señor Yániz que tenía que darme una nueva desagradable, y era que a su madre le

faltaba vocación, que parecía no tenerla. Le manifesté no causarme extrañeza alguna este

resultado, como que esperaba esas alternativas, y que tampoco me amilanaba esta

contradicción: que quedaba muy contenta sola, en poder de Dios, esperando que algún día,

cuando fuese tiempo, me abriría el camino. Esto le dije con la mayor sinceridad, como que era

el sentimiento de mi alma quedándome después muy serena y tranquila.

Concluidos los Ejercicios me retiré a mi casa a esperar en la misericordia de Dios que

algún día llenaría los deseos de mi corazón. Fui visitada por el señor [Presbítero Juan Martín]

Yániz que continuó su relación mostrándome la mejor voluntad y mucha decisión por la obra,

lo que yo no podía dudar; pero estaba convencida que él no podía más, pues no era posible

marchar en oposición a su madre: ésta fue la opinión del Doctor [David] Luque y del

Reverendo Padre Garcés40

cuando dicho señor propuso cumplir por su parte lo proyectado.

39

Se agrega [el] para una mejor comprensión del texto. 40

Padre Antonio Garcés, SJ. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo.

17

[24] CAPÍTULO 7º

Separación de la única socia que había quedado.

Se aumentan las contradicciones.

Fui llamada a un juicio ante el señor Obispo.

Nuevas esperanzas de realización.

No fue la única contradicción que sufrí en esta época, me faltaba aún mucho más. En

Diciembre del mismo año se presentó mi única socia Doña Ramona Martínez a pedir lo que le

pertenecía, pues había perdido la esperanza de que la obra se realizase. Pude darle 1000$ que

tenía, y por lo demás le firmé un pagaré con un corto plazo y rédito correspondiente, todo lo

que pagué a su vencimiento cómodamente, pues nuestro Señor permitió que redujese a plata

algo de la estancia como para salvar mis apuros. La razón de existir en mi poder el haber de

dicha socia fue, porque ella quiso por su propia conveniencia afincar éste en un terreno de mi

propiedad, comprando a una prima mía una parte que tenía en éste, especulando sobre el

mayor valor en que podría venderlo después, pues en ese tiempo los terrenos aumentaban de

día en día su valor.

Después de esto, sí, que quedé verdaderamente sola, y tan sola que no tenía más

consuelo en todos los instantes que recurrir41

a Dios de quien todo lo esperaba, cuya confianza

no me faltó jamás, ni en los casos más difíciles que se presentaron. Parecía que mi oración

estaba reducida a esta súplica, tal era la vehemencia de mi deseo que, si estaba en casa, salía a

la calle o iba a la iglesia siempre me hallaba con esta solicitud en la presencia de nuestro

Señor, tanto que el Doctor [David] Luque me prohibió que cuando fuese a la oración no me

ocupase de esto hasta el tiempo de los coloquios42

. Hubo vez que me sentí tan inclinada a

hacerlo desde que me puse en la presencia de Dios, que, llorando amargamente deposité mi

deseo en el Corazón de Jesús hasta que llegase el momento designado por la obediencia.

Tanto los Ejercicios, como la esperanza de próxima realización de la obra [25]

terminaron en el mes de Octubre del año 68. Me había quedado aún otro consuelo que era

preciso lo perdiese: era éste el de los Reverendos Padres de la Compañía que cooperaban a

esta empresa. Los Padres Escatllar43

y [Antonio] Garcés partieron de aquí en [el]44

mes de

Enero del 6945

, lo que me causó mucha pena y amargura, pues no quedó ninguno de los que

me animaban con sus consejos y con el interés que mostraban por mi proyecto para que no

desfalleciese en medio de tantas contradicciones; con lo que me hallé en una verdadera

desolación: ya no tenía con quien contar: todo parecía haberse acabado para mí.

El Doctor Luque, que en esas circunstancias se hallaba en el campo, vino a ésta el 1º

de Marzo, tan desalentado y sin esperanzas que luego de hablarlo en el confesonario me dijo:

que durante las vacaciones se había ocupado en buscar camino para mí; que por qué no me iba

a las Salesas que estaban en Montevideo. Le hice ver que absolutamente [no]46

podía fijarme

en ninguna otra cosa, ni me inclinaba a nada; que esta idea estaba como entrañada en mi alma

y no podía arrancarla; que me permitiese esperar otro tiempo más. Me preguntó sí aún tenía

alguna creencia de que esto se realizaría; y como le dijese que así lo esperaba de nuestro

Señor, con mucho desprecio me dijo: que admiraba mi fe: que su opinión era que devolviese

todo lo ajeno que tenía, y que le pidiese a Dios me hiciera conocer lo que quería de mí. Esta

41

En el Original con tinta negra y letra diferente superpuesto “recurrir” a “ocurrir”. 42

En el Original con tinta negra y letra diferente tachado “oración” y superpuesto: “de los coloquios”. 43

En el Original con tinta negra y letra diferente sobre “Escallar” corregido “Estcallar”. 44

Se agrega [el] para una mejor comprensión del texto. 45

En el Original con tinta negra y letra diferente superpuesto “69” a “68”. 46

Se agrega [no] para una mejor comprensión del texto.

18

sentencia fue como un rayo para mí, tanto que, no me animaba a retirarme sin que la revocase;

pero comprendiéndolo él, me avisó que no tenía más que decirme, con lo que me dejó en el

mayor desconsuelo. No resolviéndome a ir a casa, pues no tenía en ella con quien desahogar

mi pena, me dirigí a lo de mi hermana Estaurofila, donde pasé todo el día. Ella me instaba

fuese a la Compañía a buscar alguno que me consolase; pero por más que lo deseaba no me

animé a hacerlo, porque no tenía relación con ninguno de los Padres que entonces había. Me

entregué a nuestro Señor, y esperé de Él el remedio de mi aflicción.

[26] En esas circunstancias se presentó un hermano político de mi socia Doña Carolina

Prado, cobrándome 800$ de lo que ésta había invertido en el terreno diciendo que, según sus

disposiciones esto pertenecía al quinto que él tenía que darle la inversión que ella había

ordenado. Yo sabía por el Doctor [David] Luque que lo dispuesto era que la cantidad que

estaba en el terreno quedase para la obra, y lo demás para su madre y familia. Dicho señor se

presentó al señor Obispo [José Vicente Ramírez de Arellano] pidiéndole me mandase hacerle

la entrega. Su Señoría dispuso tuviésemos un juicio ante él para poder disponer lo que creyese

justo. Mi temor era que en vista de las dificultades que se presentaban quisiese Su Señoría

obligarme a abandonar mi empresa. Mi abogado el Doctor [Rafael] García debía acompañar a

Su Señoría en su fallo y en esos momentos no dejaba de temer que su opinión no fuese para

mí favorable. ¡Qué grandes fueron estos conflictos para mí! No tenía con quien contar para

que me ayudase en aquellas circunstancias tan críticas; pero la Providencia que velaba sobre

mí dispuso que por ocupaciones y salida al campo de Su Señoría se aplazase hasta el mes de

Junio, lo que me fue favorable47

, como se verá.

En este tiempo el Doctor Luque alivió mis conflictos dándome a entender la opinión

que él me había manifestado de que devolviese todo y me dejase de tal empresa, no había sido

más que una prueba. Mas se ratificaba en su frialdad y desaliento pues creía que habiendo ya

Casa de Ejercicios, era inútil contar con la cooperación del pueblo para formar otra nueva

casa.

En este tiempo recibí aviso de un Padre de la Compañía, con quien no tenía relación,

diciéndome que viese al Padre Guarda48

, que era Superior de esta casa, porque me interesaba

y era tiempo de aprovechar. A pesar de serme violento ir al Padre sin saber qué decirle por

cuanto no lo trataba, me resolví a buscarlo en el mismo día. Luego de verme me dijo que

había estado con el Padre Carlucci49

a visitarme en casa y no me habían encontrado, que había

ido con el fin de informarse de los inconvenientes que tenía para llevar a cabo mi proyecto,

que le hiciese el favor de informarlo de todo: pues deseaba ayudarme. [27] Le conté cuánto

pasaba y le hice notar en particular el desaliento del Doctor [David] Luque, que era lo que

más me afligía. A toda mi relación me respondió que al Doctor Luque lo dejase a su cuidado,

que hablaría con él y vería los medios de promover y activar esta obra, que creía se haría algo,

que contase con él y los demás Padres de la Compañía; con lo que me dejó llena de consuelo.

Pocos días después tuve otra entrevista con el Padre quien me dijo había hablado con

el Doctor Luque y oído razones de mucho peso que él tenía para estar desalentado; pero que él

(el Padre) no desistía de lo propuesto, que esperaba dentro de 15 días al Padre Pujol50

,

Superior de esta Provincia de la Compañía, a cuya decisión51

someteríamos el asunto en razón

de ser un Padre de mucha capacidad y experiencia y acostumbrado a ver fundaciones, que

intertanto52

él venía, pediríamos a nuestro Señor nos hiciese conocer su voluntad por medio de

la opinión de dicho Padre.

47

En el Original con tinta negra y letra diferente superpuesto “favorable” a “vavorable”. 48

Padre José Guarda, SJ. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo. 49

Padre Cayetano Carlucci, SJ. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo. 50

Padre Juan Bautista Pujol, SJ. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo. 51

En el Original con tinta negra y letra diferente sobre “desicion” corregido “decision”. 52

Léase: “mientras tanto”.

19

Luego de llegar el Padre [Juan Bautista] Pujol quiso el Padre [José] Guarda tuviese

una entrevista con él y le informase de todo lo ocurrido desde el principio de mi pensamiento.

Hícelo con toda exactitud y después de haberme escuchado atentamente me dijo que él no

miraba inconveniente alguno que obligare a abandonar la empresa, que se debía principiar en

una casa particular que era el modo de comenzar esta clase de obras, y no esperar a que se

construyese el edificio pues se presentarían más dificultades y no acabaríamos jamás; que

tampoco era de opinión de que costeásemos fundadoras lo que no conveniría por varias

razones que él dio, que creía suficiente con un Director que formase el espíritu de las

primeras.

Luego tuvieron una conferencia sobre el proyecto entre el Reverendo Padre [Juan

Bautista] Pujol y Padre [José] Guarda, el Doctor [David] Luque y Doctor [Rafael] García

nuestro abogado, y después de discutir entre ellos el caso dio el Padre la opinión que queda

expresada, con lo que volvieron a reanimarse las cosas que habían estado casi muertas.

Convino el Doctor Luque en que se buscase casa para dar [28] principio, según la

opinión del Padre Pujol, aún cuando no tenía socias; pero estas se presentaban tan luego como

había esperanzas de realización. El Doctor Luque se prestaba a ser el Director, como que

desde el principio parecía estar llamado a esto. Yo no podía pensar en otro, me parecía el

único a propósito y encontraba en él todas las cualidades que se necesitaban para ponerse al

frente de esta empresa.

El Padre [Cayetano] Carlucci aún en el púlpito recomendó la obra: recolectaba

limosnas por medio de sus confesadas. El Padre [José] Guarda estaba tan preocupado que me

aseguraba que en las horas de recreación que ellos tenían no hablaban de otra cosa sino de

buscar cómo allanar las dificultades que se presentaban, con cuyo empeño dieron mucha

animación e impulso al proyecto.

En esta ocasión se presentó como socia Doña Anselma Fernández. De las confesadas

del Doctor Luque algunas me ayudaron a recolectar limosnas.

Con esta movilidad y entusiasmo53

se disminuyeron mis temores relativos al asunto

que el señor Obispo debía fallar. Llegó el tiempo en que debía presentarme ante Su Señoría

para lo cual tuve que buscar un abogado que me acompañase, pues todo litis, por justo que sea

se pierde si no se defiende bien. Después de muchas dificultades y angustias para conseguir

éste, nuestro Señor me presentó de un modo providencial al Doctor Don Filemón Pose quien

se prestó con la mejor y más decidida voluntad. Se impuso de todos los documentos y el día

designado me acompañó ante el señor Obispo [José Vicente Ramírez de Arellano] y para dar

principio al asunto pidió nuestro abogado que se leyese el expediente para que se valorase

mejor la clase de compromiso que la socia finada había contraído mostrando su voluntad y

donando sus bienes ante el Prelado de la Iglesia; donación que había sido aprobada y

autorizada por éste. Alegó, además, otras razones con que probó que no sólo no tenían

derecho para cobrar, sino que, estaban obligados aún a entregar cuanto les había quedado

perteneciente a dicha socia. El señor Obispo y su abogado creyeron, no obstante prudente

dejar a favor de la obra sólo lo que estaba invertido en el terreno, [29] cuyo fallo irritó a mi

contrario de quien fui injuriada en aquel momento. Me decía que esta obra quedaría como una

otra que se proyectó en Santa Fe que después de morir su autora sin haberla llevado a cabo, no

se supo el fin de las limosnas recolectadas. Yo le dije que el tiempo me vindicaría de la ofensa

que me hacía. También advirtió a Su Señoría que debía llamarme a cuentas, porque hacía años

que me ocupaba en esto y no realizaba nada; a lo que contestó el Doctor [Rafael] García que

en esos días había tenido lugar una reunión en la Compañía compuesta de sujetos muy

respetables, entre ellos el Reverendo Padre [Juan Bautista] Pujol, para resolver si los

inconvenientes que se presentaban eran bastantes para abandonar la empresa; y refirió el

dictamen del Padre del cual he hablado ya. Esto satisfizo mucho al señor Obispo. 53

En el Original con tinta negra y letra diferente sobre “entuciasmo” corregido “entusiasmo”.

20

Después de esto continué buscando casa para el objeto, pero no fue posible

conseguirla, ya por estar ocupadas las que presentaban alguna comodidad ya por lo

exorbitante de los precios; de modo que no pude allanar esta dificultad. Así son las cosas

cuando aún no ha llegado el momento destinado por Dios para su realización; pero como yo

ignoraba esto seguía haciendo frente a los inconvenientes con la esperanza de conseguirlo.

La mayor parte del año54

69 estuvo el proyecto en animación con la influencia de los

Reverendos Padres [José] Guarda y [Cayetano] Carlucci que lo habían tomado con tanto

empeño; pero a fines de este llevaron al Padre Guarda a Buenos Aires con cuya ausencia,

aunque el Padre Carlucci hizo algunos esfuerzos, volvió a quedar el proyecto como olvidado.

CAPÍTULO 8º

Para conocer mejor la voluntad de Dios tomé unos Ejercicios y

otros para pedir recursos a nuestro Señor.

Muerte de Doña Indalecia Paz de González.

Nuevas esperanzas de realización convertidas en amarguras.

El Doctor [David] Luque que por todos [los]55

medios quería asegurarse más y más de

la voluntad de Dios en este asunto [30] dispuso hiciese unos Ejercicios a principios del año

1870 con el fin de pedir luz a nuestro Señor para conocer lo que quería respecto a esta obra.

Me ocupé de esto en los días de Semana Santa haciendo los Ejercicios privadamente en mi

casa, para lo cual tenía mucha comodidad pues me hallaba sola sin más que una sirviente.

Mediaron en estos Ejercicios ciertas circunstancias en vista de las cuales dispuso el Doctor

Luque continuase mi empresa hasta que nuestro Señor fuese servido que la llevase a cabo.

En el siguiente año 1871 pedí licencia al Doctor Luque para hacer otra vez los

Ejercicios en los mismos días con el objeto de pedir a nuestro Señor recursos para esta obra;

pero antes de esto hice una novena al Señor San José con la misma solicitud. En la conclusión

de ella, el día 19 de Marzo acabando de comulgar en la iglesia de sus “Cuarenta Horas” me

dieron la noticia de que la señora Doña Indalecia Paz de González estaba muy enferma, cosa

sorprendente para mí pues hacía pocos días que la había visto sana y que parecía vender salud.

La encomendé a Dios y ofrecí la comunión pidiendo por su salud. El Viernes de Dolores, día

en que comencé los Ejercicios, me dijeron estaba muy mala, que la habían sacramentado, y el

Domingo de Ramos que fue el 30 o 31 de Marzo murió. A pesar de serme muy sensible56

su

pérdida se abrió con ella una puerta a mi esperanza porque desaparecía el inconveniente del57

señor [Presbítero Juan Martín] Yániz para cumplir sus promesas. No dudé que dueño ya de su

voluntad, con la grande decisión que había tenido por esta obra, y por ser él muy desprendido

de las cosas de la tierra, invertiría sus bienes en honra y gloria de Dios favoreciendo esta

empresa. Tanto más me halagué cuando supe que la señora dejaba el quinto para que él le

diese el destino que le pareciese: con lo que acabé mis Ejercicios llena de consuelo no

dudando que mis oraciones habían sido oídas.

En los dos años que sobrevivió la señora Doña Indalecia después que desistió de su

compromiso corrió ella con los Ejercicios que se dieron; yo no tuve en todo este tiempo

intervención en ellos. Con motivo de su muerte volvió [el]58

señor Yániz a buscarme [31] con

54

En el Original “ano” se corrige “año”. 55

Se agrega [los] para una mejor comprensión del texto. 56

En el Original con tinta negra y letra diferente sobre “sencible” corregido “sensible”. 57

En el Original dice “de Señor Yaniz” se cambia por “del señor Yániz” para una mejor comprensión del texto. 58

Se agrega [el] para una mejor comprensión del texto.

21

este fin presentándose en casa el día 19 de Abril con mucho interés y entusiasmo a

proponerme si quería servir los Ejercicios que iba a darse principio a ellos en Mayo. Sin

embargo de desearlo mucho pues creía que por este medio volverían a arreglarse las cosas, le

dije que no le contestaría hasta consultar la voluntad del Doctor [David] Luque. Él me

aseguró de ésta diciéndome que la noche anterior había estado con él y que tenía mucho gusto

de que yo me ocupase en servir los Ejercicios. Con esta seguridad no tuve dificultad en

aceptar su propuesta, de lo que se mostró tan contento y satisfecho que me dijo era necesario

que inmediatamente me trasladase a la Casa de Ejercicios porque yo sería la Directora

perpetua de ellos; que no había otra para ese destino; que con su señora madre se habían

descrismado para dar Ejercicios que sirviesen y que no lo habían conseguido. Entonces le

hablé de la necesidad que él tenía, estando consagrado a esta ocupación, de formar la

comunidad religiosa que yo pensaba para el servicio de los Ejercicios, porque, le añadí, yo

moriré mañana y usted sabe cuán difícil es encontrar personas aparentes para esta ocupación.

Le hice notar cuanto influiría la idoneidad de estas religiosas para el fruto de los Ejercicios. Él

me contestó que callase: que todo estaba en manos del Doctor Luque, que sería lo que él

dispusiese; pero que quería reserva, porque creía que la vez anterior había fracasado todo por

la mucha bulla que se hizo. También me dijo que contaba con más recursos pues el quinto de

la señora había quedado a su disposición. La conferencia que tuve con él fue muy larga y en

toda ella no descubrí sino motivos de consuelo y de grandes esperanzas, con lo cual quedé

muy alegre y dando gracias a Dios.

Pero muy luego cambiaron de aspecto todas las cosas. En la tarde del mismo día recibí

una carta del señor Yániz en que me decía suspendiese mi traslado a la Casa de Ejercicios

porque se presentaban algunas dificultades, que luego hablaría conmigo. Dejaba traslucir

cierta frialdad que me abatió bastante, pues veía que él quería sirviese [32] los Ejercicios

asistiendo allí sólo los días en que éstos tuviesen lugar, lo cual creía yo muy difícil por las

razones que daré luego.

Al día siguiente avisé al Doctor Luque todo cuanto ocurría: él me dijo que sin

trasladarme del todo a la Casa de Ejercicios no podría prestarme a servirlos, porque era

imposible que atendiese a dos casas a un tiempo, pues hasta entonces vivía con mi entenada,

que era joven y soltera, con la condición de separarnos cuando realizase mis deseos. Ella

estaba conmigo más por gusto que por necesidad, pues contaba con una numerosa familia de

parientes muy acomodados; pero intertanto59

estaba a mi lado yo tenía que cuidar de ella, por

cuya razón me servía de inconveniente, y sólo trasladándome del todo a la Casa de Ejercicios

podría hacer el arranque de separarme de ella porque parecía llegado el caso indicado. El

Doctor Luque me dijo que él hablaría con [el]60

Señor Yániz. Esta promesa me reanimó, pues

sabía desde tiempos atrás que éste era tan dependiente de aquél por ser su confesor que jamás

daba paso sin su voluntad, y que tenía una fe ciega en su opinión y alta idea de sus cualidades

y virtudes, por lo cual lo apreciaba y respetaba como a un verdadero padre. Ésta61

era la

persuasión que yo tenía, y por esta manifestación se comprenderán mejor mis sufrimientos

posteriores.

Dos o tres días después hablé con el Doctor [David] Luque, quien me dijo no haber

hecho nada, que habiendo estado con el Señor [Presbítero Juan Martín] Yániz no se había

acordado de hablarle al respecto: ésta era una prueba de indiferencia muy extraña para mí que

conocía al Doctor Luque y tenía experiencia de su modo de ser: él era muy exacto en sus

promesas: todos los asuntos de que se encargaba eran como propios por el interés con que los

desempeñaba: además, el asunto de que se trataba esta vez envolvía otros de grande

importancia, por lo que me era muy sorprendente la frialdad e indiferencia con que lo miraba.

59

Léase: “mientras tanto”. 60

Se agrega [el] para una mejor comprensión del texto. 61

En el Original dice “Este” corresponde “Ésta”.

22

El mismo día me buscó una señora que estaba en casa del señor Yániz, muy amiga

mía, a quien yo había introducido [33] con la ocupación de Ecónoma en los Ejercicios que

serví, cuya ocupación continuó en los que dio Doña Indalecia, y por este servicio como por

los que prestó en la muerte de dicha señora, se había captado la voluntad del señor Yániz y

ejercía mucha influencia con él. Ella se presentó llena de gusto felicitándome porque volvía a

servir los Ejercicios, y quería nos arreglásemos en las ocupaciones que ella había de

desempeñar: me propuso desempeñar no sólo el oficio de Ecónoma sino también el de

Refectolera y Sacristana, que para esto quería llevar dos sirvientes que habían servido en

tiempo de Doña Indalecia. Yo le dije que por mi parte no había inconveniente siendo ellas

buenas, que además todo sería como [el]62

señor Yániz lo dispusiese. Como hasta entonces no

estaba cierta de que correría con los Ejercicios no quiese entrar en arreglos; pero de esta duda

no quise manifestarle nada procediendo en todo con mucha cautela, pues tenía motivos de

temer hubiese algún cuento. Dicha señora era confesada del Doctor Luque.

Tan luego como ella se retiró de casa mandó el señor [Presbítero Juan Martín] Yániz

un mensaje diciéndome que tuviese la bondad de esperarlo en casa porque precisaba hablar

conmigo. Luego que me vio comenzó por decirme que quería ponerme algunas condiciones

relativas a la ocupación de servir los Ejercicios; éstas eran: que entrarían a servir todas las que

lo habían hecho en el tiempo de su señora madre, pues habiendo complacido63

a ella debían

ser muy buenas: que yo no tendría más intervención que en la parte espiritual, que con lo

demás correría la señora de que acabo de hablar: que no podría yo reconvenir a nadie, y que si

algo había que reprobar le diere aviso. Yo le respondí que aún ignoraba si el Doctor Luque me

permitiría encargarme de tal ocupación porque se presentaban algunas dificultades, que

pondría en su conocimiento la resolución de aquel luego que la supiese. Él agregó entonces

que la señora aquella desempeñaría los oficios de Sacristana y Refectolera. [34] Creo debo

advertir que la primera vez que [el]64

señor Yániz me vio para servir los Ejercicios me dijo,

además de lo que queda referido, que eligiese sirvientes que me ayudasen, que todo lo

arreglase como a mí me pareciese: éstas fueron sus palabras de entonces, no sé cómo pudo

haber un cambio tan raro y repentino.

Al día siguiente puse en conocimiento del Doctor [David] Luque lo que ocurría, sin

omitir nada. Él me prometió de nuevo que hablaría con el señor [Presbítero Juan Martín]

Yániz. Pero ¡oh disposiciones del Altísimo! ¡Cómo habían cambiado para mí todos los

hombres! Busqué otra vez al Doctor Luque y me dijo que no había hecho nada. Entonces le

propuse que contestaría al señor Yániz que no podía encargarme de los Ejercicios porque

tenía inconvenientes para ello, lo cual aceptó diciendo que con este motivo buscaría al señor

Yániz para pedirle explicaciones. Esto era para mí lo más incomprensible: cómo procedía el

señor Yániz en este caso con tanta independencia del Doctor Luque cuando no daba jamás un

solo paso sin su dirección y consejo: ésta ha sido mi mayor confusión en esta amarga época

que he atravesado, de la que no sé como he salido con vida, tales han sido mis angustias.

Luego que el señor Yániz recibió mi contestación fue a verse con el Doctor Luque el

cual me dijo que había cuentos contra mí de la mencionada señora: le manifesté deseos de

saberlos para vindicarme; pero él me tranquilizó diciéndome que él había conseguido

convencer de lo contrario a dicho señor y que habían arreglado65

las cosas del modo siguiente:

que me trasladaría a la casa y para los Ejercicios de hombres me mudaría a una pieza del

segundo patio. Le hice la objeción que esto no sería posible porque tenía muchos muebles y

no podría reducirlos a una sola habitación, y le dije que con tantos inconvenientes no me

62

Se agrega [el] para una mejor comprensión del texto. 63

El Original con tinta negra y letra diferente sobre “compacido” corregido “complacido”. 64

Se agrega [el] para una mejor comprensión del texto. 65

En el Original termina el renglón y comienza “reglado” corresponde “arreglado”.

23

66resolvía; y como si hubiese estado ansiando por esta palabra me dijo que era mejor que no

fuese, y me despidió retirándose del confesonario, con lo que me dejó en la mayor ansiedad

[35] y sumergida en un tumulto de reflexiones las más afligentes. En el acto debió verse con

[el]67

señor Yániz pues no bien llegué a casa recibí la contestación de este señor conviniendo

en mi negativa.

Con este desenlace de las cosas volví a ver cerradas las puertas que creía haberme

abierto la Divina Providencia. La relación con [el]68

señor [Presbítero Juan Martín] Yániz

quedó cortada, me hizo una última visita para agradecerme el haber asistido a los funerales de

su señora madre que tuvieron lugar en esos días y para los cuales fui invitada: después de esto

no volví a verlo en casa y si me encontraba por la calle ni me saludaba, como si jamás me

hubiera conocido. 69

¡Qué trabajos fueron estos para mí! Luego se buscó otra persona que

corriese con los Ejercicios, la que permaneció por dos años: todo esto se hizo con la

aprobación del Doctor Luque.

No pararon en esto mis trabajos: hubo un cambio general en el Doctor [David] Luque,

como si él también hubiese participado de los cuentos: eran unos rigores conmigo que estaba

desconocido. Ya el confesonario no era para mí un lugar de consuelo sino de martirio. Como

si no hubiesen sido bastante las pruebas de indiferencia y falta de voluntad que me había dado

mostrándose tan prescindente en un asunto de tanta importancia para mí, que a esto sólo

atribuía el proceder del señor Yániz, cuando no me ocurría la idea de que todo era dispuesto

por él, por el desprecio que hacía de mí y de mis proyectos. Cuando se apoderaba de mí este

pensamiento era capaz de enloquecerme, tal era la angustia que me oprimía, pues tenía la

convicción de que el Doctor Luque era el único capaz de llevar a cabo mi proyecto, tanto por

sus cualidades y virtudes como por la aceptación que en este pueblo tenía y la influencia que

ejercía por el particular afecto que la sociedad le profesaba: me parecía que con sólo verlo al

frente de esta empresa era los bastante para que se la tuviese por buena y se le diese favorable

acogida; y por el contrario, si se sabía que él negaba su cooperación esperaba la ruina de mi

empresa. Estos y otros pensamientos [36] llenaban de amargura mi alma, los que el Doctor

Luque confirmaba más y más cada día con su proceder, no perdiendo oportunidad de

mostrarme su indiferencia.

Continuamente me mandaba fuese a otro que me dirigiese en esta empresa, pues él no

podía ni se hallaba capaz: me decía que cómo lo quería obligar: que si por haber tomado

alguna vez parte, estaba en el deber de tomarla siempre; que con franqueza me lo decía, y que

esta era la verdad. Estas y otras cosas semejantes me decía cada vez que me confesaba, con lo

que me tenía acobardada. Parecía que discurría cosas nuevas con que mortificarme cada vez

que lo hablaba. Sólo Dios sabe cuales fueron mis angustias en este tiempo. No tenía más vida

que llorar; pasaba las noches en vela, hundida en cavilaciones y lágrimas sin el más ligero

descanso.

Mis trabajos principiaron el 19 de Abril de 1871 y en Mayo del mismo año, el día del

Patrocinio de San José, estando, como queda dicho, en las mayores angustias sin imaginarme

que pudieran tener fin mis penas, me vino una especie de luz sorprendente que me trajo gran

descanso; con el conocimiento claro de que esto era prueba del Doctor [David] Luque para

darme después lo que deseaba: tenía tal seguridad de esto que, si se propusieran persuadirme

de lo contrario no lo consiguieran. No sé el tiempo que esto me duró, pero fue poco; luego

volví a caer en las mismas amarguras. Esto mismo volví a sentir una otra noche que, hablando

con mi hermana Estaurofila, me dijo ella haber estado con el Doctor Luque quien se había

ratificado con ella en todo cuanto a mí me decía, manifestándole los deseos que tenía de que

66

En el Original tachado “animaba”. 67

Se agrega [el] para una mejor comprensión del texto. 68

Se agrega [el] para una mejor comprensión del texto. 69

Se agrega el signo de puntuación: “punto seguido”, para una mejor comprensión del texto.

24

alguno de los Padres de la Compañía se encargase de dirigirme. Fue tanta la impresión que me

causó este desengaño con la idea de cuán pesada sería yo a este señor, que me separé de mi

hermana como fuera de mí. Temerosa ella de que las excesivas aflicciones me causasen

enajenación mental, se puso a pedir a nuestro Señor me hiciese ver las cosas tal cual [37] ellas

eran. Cuando llegué a la puerta de mi casa ya me sentí con el descanso y persuasión que he

expresado arriba, de tal manera que aun cuando hubiese querido afligirme no hubiese podido:

en esta calma pasé la noche y el día siguiente. Estos momentos de calma me dio nuestro

Señor.

Sin embargo de esto, quise hacerle el gusto al Doctor [David] Luque confesándome

con un Padre de la Compañía, pero por poco tiempo. Me sucedía en esto una cosa particular y

era que por bien que me tratasen los otros me quedaba un vacío y una intranquilidad, que me

parecían entonces más soportables los sufrimientos que él me ocasionaba y no me sosegaba

hasta volver a él: de este modo me sometía nuestro Señor a sufrir las más grandes

humillaciones y desprecios. Muchas veces luego que conocía era yo quien entraba al

confesonario se levantaba y me dejaba; si me encontraba por la calle no me saludaba, y si lo

hacía era con un modo que parecía querer mostrarme cuánto le fastidiaba en todas partes. Es

verdad que una que otra vez me dijo algunas palabras de consuelo, haciéndome entrever que

mis trabajos se convertirían en consuelos y se acabarían cuando menos lo pensase llegando a

ver las cosas claras; pero siempre que daba este alivio era para apretar más la mano y hacerme

sentir sus rigores, con lo que pronto me convertía el consuelo en amargura. También me dijo

que estas cosas se sometían a prueba y que podía ser que nuestro Señor me premiase más

tarde; que lo que él podía asegurarme era que desde que le había comunicado mi pensamiento

no había dejado ningún día de encomendarme a Dios en el santo sacrificio de la Misa y que

me prometía ayudarme y dirigirme; mas esto me lo dijo en una enfermedad que tuve

ocasionada de los muchos sufrimientos; mas como a estas palabras sucedían otras

enteramente contrarias acompañadas de obras, no me [38] duraba el halago sino que me

servían para mayor cavilación y confusión, pues se había hecho para mí incomprensible.

Como este proceder del Doctor [David] Luque continuase, pues llevaba cuatro meses

de estos sufrimientos las gentes llegaron a comprender su indiferencia para conmigo y su

prescindencia respecto a la obra, de lo cual comencé a experimentar los resultados. En esas

circunstancias se me presentaron dos señoras, confesadas del Doctor Luque, las cuales me

habían ayudado a recolectar limosnas, diciéndome que uno de los suscriptores cobraba lo que

había dado y que ellas se abochornaban de presentarse ante las personas que habían

contribuido para esta obra pues todas preguntaban cuando se realizaba: que no solo querían

devolver70

al que cobraba sino también a los demás. Les hice ver que esto no convenía porque

yo estaba muy lejos de abandonar mi proyecto y que el devolver las limosnas daría lugar a

que se creyese que yo me había dejado de todo, lo cual no quería que se pensase ni por un

momento: que a lo más devolvería al que cobraba, y aun de esto me cabía duda, que yo lo

consultaría.

Pregunté al Doctor [David] Luque qué hacía en este caso; pero como él tenía el

propósito de despreciarlo todo, me dijo que devolviese, que nada suponía eso. No quedé muy

tranquila con este parecer: consulté al Padre Mordeglia71

de la Compañía, quien me encargó

decir a su nombre al Doctor Luque que, en conciencia no se podía proceder en esto sin

licencia del señor Obispo [José Vicente Ramírez de Arellano] puesto que con la misma se

habían recolectado las limosnas. A esto respondió el Doctor Luque que dijese a las señoras

que, habiendo consultado con un Padre de la Compañía opinaba éste que no podía devolver

nada sin licencia de Su Señoría con lo que me obligó a manifestar al público su prescindencia

70

En el Original “volver” se corrige “devolver” para una mejor comprensión del texto. 71

En el Original dice “Mordelli” corresponde “Mordeglia”: “Jerónimo Mordeglia”. Esta nota es valida para lo

sucesivo.

25

y que no quería que su nombre figurase para nada en esta obra. Esto debió parecer muy

extraño a dichas señoras que sabían bien que él era mi confesor y director; pasé por esta [39]

humillación por obedecerle.

Luego de esto se presentó un clérigo pariente de la socia Doña Genoveva la Torre,

exigiéndome pusiese a disposición del señor Obispo los bienes de ésta para que les diese otra

inversión puesto que demoraba tanto en realizar mi proyecto. Tan empeñado estaba en esto

que había ya visto al Doctor [David] Luque y al Doctor [Rafael] García y pasaba a ver a Su

Señoría para solicitar recogiese de mi poder los bienes de la socia finada.

Esto me zozobró bastante, pues me presagiaba muy malos ratos. Felizmente quiso

nuestro Señor que no pasase a más, pues no hubo resultado ninguno.

Como el Doctor Luque insistiese en que consultase con otros, le dije haberlo hecho

con el Padre [Jerónimo] Mordeglia y otro Padre más, los que me aseguraban ver

matemáticamente la voluntad de Dios; mas yo quería la opinión de él. Me respondió que no

tenía opinión al respecto, que fuese a ser dirigida por otros, que él no se hallaba capaz. Con

este motivo le dije que confrontando las palabras de consuelo que algunas veces me había

dirigido con las otras de prescindencia me hallaba perpleja y no sabía que creer ni que pensar;

que me dijese si él me daba esperanza de ayudarme algún día que lo esperaría todo el tiempo

que quisiese y si no me dejaría del todo. Me preguntó: ¿cómo pensaba dejarlo si me decían

que era la voluntad de Dios? Le dije que si él que me conocía mejor que ningún otro y estaba

al cabo de todas mis cosas rehusaba ayudarme, claro era que conocía no ser la voluntad de

Dios, en cuyo caso yo no trepidaba en abandonar mi empresa. Se negó a contestarme por

entonces diciéndome que después lo haría. Esto fue al día siguiente en que me dijo que me

prometía ayudarme en todo lo que pudiese, y para darme idea de proximidad me dijo que él

miraba necesario el que me separase de mi entenada; me propuso el [40] medio de hacerlo

para que a ésta le fuese menos violento encargándose él mismo de dar algunos pasos para

esto, con lo que quedé muy contenta. Mas al avisarme el resultado de su diligencia me

convirtió todo mi consuelo en amargura y humillación, dejándome en mayor perplejidad.

Ya casi perdía la esperanza de alivio en mis aflicciones pues llevaba cerca de un año

de sufrimientos: esto era a fines del año72

1871 y todos los caminos los veía cerrados para mí.

Quiero advertir que la protectora que tuve en este primer año de mis trabajos fue Santa

Teresa y para el siguiente (1872) fue San Juan de la Cruz: como esto se hace por suerte me

llamó la atención que los dos años más marcados de mi vida por los singulares sufrimientos y

duras pruebas a que nuestro Señor me sujetó, tuviese por protectores a los dos santos que más

se han distinguido por el amor a los padecimientos.

Demasiado necesitaba yo de auxilios y ejemplos de esta clase para poder soportar el

cúmulo de aflicciones con que fui visitada en aquel tiempo. Las que el Doctor [David] Luque

me presentó sólo quedan indicadas, pues referirlas todas es muy difícil: además la cruz de las

enfermedades que me hacían más pesados los sufrimientos de los cuales las penas interiores

con que mi alma fue torturada fueron muchas: a esto puedo añadir el aislamiento en que

quedé de las personas de mi relación, pues de muy pocas no recibí algún desengaño hasta mi

hermana Estaurofila se había trocado: ya no podía desahogar con ella mis penas pues se

fastidiaba lo que me veía afligida y me decía que si me imaginaba que nuestro Señor me

pondría en posesión de lo que deseaba sin que pasase por ninguna prueba, que cosa semejante

no se había visto jamás; pero ella no se fijaba en que, para que yo pudiese sufrir más nuestro

Señor me ocultaba toda esperanza y sólo me hacía ver la completa destrucción de todo y el

más grande desamparo del cielo y de la tierra. Este fue mi estado habitual durante los dos [41]

años, con muy pocos intervalos en que el Señor quiso darme alivio.

El Doctor [David] Luque tuvo una grave enfermedad en ese mismo año (1871) en el

mes de Noviembre, la que puso en grande peligro su vida, accidente que puso el colmo a mis 72

En el Original “ano” se corrige “año”.

26

amarguras; pero fue tanto el empeño que hizo este pueblo por su salud que creo no ha habido

persona por quien se hayan elevado más plegarias al cielo como por la conservación del

Doctor Luque se elevaron entonces.

No había casa en donde no se hiciese ya una novena ya otras prácticas piadosas por su

importante salud. Tanto y tan unánime clamor llegó al cielo y fue escuchado por nuestro

Señor73

que quiso conservar tan interesante vida para su gloria y provecho espiritual de

centenares de almas.

El 12 de Enero de 1872 salí al campo con el objeto de restablecer mi salud que se

hallaba muy menoscabada, de donde regresé en Marzo a continuar mi tarea de sufrimientos

pues nuestro Señor parecía no querer quitarme de la cruz. Cierto día en que reclamaba al

Doctor Luque sobre sus excesivos rigores por lo mucho que agravaban mi salud me dijo que

él no podía hacer otra cosa pues no estaba en su mano el tratarme de otra manera; en lo que

comprendí que él conocía era ésta la voluntad de Dios.

CAPÍTULO 9º

Salida del Doctor Luque a una misión.

El Reverendo Padre José Bustamante de la

Compañía de Jesús se propone llevar a cabo la obra.

Nueva presentación al señor Obispo.

A principios de Mayo del año 1872 resolvió el señor Obispo salir a una misión y

nombró entre otros sacerdotes que debían acompañarlo al Doctor Don David Luque lo cual

llamó [42] mucho la atención temiendo por su mal estado de salud, que las fatigas de una

misión le acarreasen algún funesto resultado. Con motivo de su ausencia, y más diré por

altísima providencia de Dios, me confesé con el Reverendo Padre José [María] Bustamante

que había venido en Enero del mismo año a ocupar el puesto de Superior de esta casa de la

Compañía de Jesús; el mismo Doctor Luque me lo indicó para confesor durante su ausencia.

Yo supe la llegada de dicho Padre y de otros dos que vinieron en su compañía por una carta

que la Reverenda Madre Rufina Echenique, religiosa Carmelita de esta ciudad, escribió a mi

hermana74

Estaurofila, la cual luego que supo esta noticia se apresuró a comunicármela

añadiendo estas misteriosas palabras: “¿Quién sabe si alguno de estos Padres que han llegado

viene para ayudarte en tu empresa?”. 75

Después de nuestro regreso supe que el Reverendo

Padre Félix María Del Val religioso también de la Compañía había escrito a una familia que

él había dirigido cuando estuvo en esta ciudad, diciéndoles que venía el Reverendo Padre

Bustamante que era un excelente director y que la dirección de las almas era su especial

vocación. Con tan buen antecedente y el de venir para Superior y hallándome en la

perplejidad que he dicho le consulté sobre mi proyecto para que me hiciese conocer la

voluntad de Dios, pues como iban tan a lo largo mis sufrimientos me persuadía que no

tendrían fin. Le comuniqué mi pensamiento y al mismo tiempo lo impuse del tratamiento del

Doctor Luque, tal cual como lo he referido, para que me hiciese conocer si nuestro Señor

quería que insistiese en llevar a cabo mi proyecto o que por el contrario lo abandonase. Esta

consulta la hice víspera de la Ascensión por lo que el Padre aplazó la respuesta hasta después

de Pentecostés pues iba a tomar en aquellos días unos Ejercicios para pedir en ellos luz a

nuestro Señor y poder con más acierto darme su opinión. Llegado el plazo me dijo que por sus

73

En el Original con tinta negra y letra diferente agregado: “Señor”. 74

En el Original “Herman.” se corrige “hermana”. 75

Se agrega el signo de puntuación: “punto seguido”, para una mejor comprensión del texto.

27

muchas ocupaciones muy poco había hecho, pero que en los días [43] del Corpus haría sus

Ejercicios y quería llevar a ellos este asunto. Terminados los Ejercicios me dijo que él una vez

conocida la voluntad de Dios ya no encontraba cosa que lo detuviese: que quería ayudarme y

que haría cuanto pudiese: que dijese al Doctor [David] Luque que él no miraba la honra y

gloria de Dios en el aplazamiento de esta obra. Con motivo de haber dicho señor regresado de

su misión víspera del Corpus pude darle el mensaje del Padre al que me respondió, después de

hacerme apurar hasta las heces el cáliz de la amargura, que en la noche de ese mismo día se

vería con el Padre. Esta entrevista tuvo lugar en Junio del 72 y en ella acordaron se buscasen

socias para poder elevar una nueva presentación al señor Obispo pidiéndole permiso para

instalarnos en alguna casa particular. El Padre [José María Bustamante] puso en mi

conocimiento el resultado de la reunión, asegurándome de la buena voluntad del Doctor

Luque, el cual sin embargo hacía ante mí el papel de prescindencia haciéndome creer que

todo lo dejaba en poder del Padre porque él no se encontraba capaz; me decía que me

sometiese en todo al parecer del Padre lo cual para mí era una espina terrible pues tenía la

persuasión de que su prescindencia desprestigiaba la obra; no obstante continué haciéndolo

todo bajo la dirección del Padre el cual trabajaba con un fuego y entusiasmo que parecía haber

recibido comisión del cielo para llevar a cabo esta empresa.

Hasta entonces no habíamos más que dos socias, Doña Anselma Fernández que se

presentó en tiempo del Padre [José] Guarda y aún permanecía en la misma resolución, y yo.

Su dote no era más que de 600$ pero estaba dotada de buenas cualidades. Luego se presentó

Doña Josefa Luque hermana del Doctor Don Adolfo Luque, Fiscal Eclesiástico y Vicerrector

del Seminario de esta ciudad; ella se confesaba con el Padre [José María] Bustamante y tenía

una dote de 1000$. La señora [44] Fernández invitó a tomar parte en la obra a la señora Doña

Griselda Ramallo la cual se prestó gustosísima pues ya tenía inclinación. Hasta aquí éramos

cuatro las socias, pero el Padre quería que fuésemos por lo menos cinco pues temía que a

menor número no concedería el señor Obispo el permiso. Algún trabajo costó conseguir la

quinta pues todo se hacía en la mayor reserva y además no daban entero crédito a la

realización del proyecto, tanto que el Padre me decía: “No puedo hacerles creer que esto se va

a realizar, pero ellas lo van a ver”. Tampoco buscábamos sino a aquellas que habían antes

mostrado su decisión76

a favor del proyecto. El Doctor Don Adolfo Luque avisó al Padre que

la señora Doña Estaurofila Moncada, que en la actualidad se hallaba en la Villa del Rosario,

presidiendo77

una escuela de la Municipalidad, le había encargado en épocas pasadas la

presentase, es decir en tiempos en que esta empresa había tenido movilidad. Propuso que le

escribiría llamándola, lo que aceptó el Padre bajo condición de no expresarle en la carta el

objeto para que se la llamaba. En efecto, el Doctor Don Adolfo Luque le escribió llamando,

pero sin decirle para qué. Ella demoró algún tiempo para venir y cuando lo hubo efectuado y

se informó del objeto, dio con algunas dificultades y como la principal el temor de que esto

fracasase fundada en que no veía figurar al Doctor [David] Luque como otras veces; porque

aunque, el Padre [José María Bustamante] inspiraba confianza y se le creía muy capaz de

llevar a cabo el proyecto, con todo se temía por su permanencia en ésta y que se temía

viniendo una orden superior lo llevasen como había sucedido con los otros Padres que antes

tomaron parte. Esta señora tuvo que regresar a la Villa para allanar sus inconvenientes y se

fue dejándonos en dudas su vuelta, aunque encargó al Doctor Don Adolfo Luque que firmase

la presentación por ella.

En estos días tuvo lugar una grande alarma, de resultas de haber dicho el señor

[Presbítero Juan Martín] Yániz en una reunión de señores clérigos, [45] entre los que hallaba

el Doctor Don Adolfo Luque, que esta obra no subsistiría, que sería como una otra que hubo

en este pueblo la cual tuvo un fin muy ridículo, y agregó otras cosas más, con lo que el Doctor

76

En el Original con tinta negra y letra diferente sobre “desicion” corregido “decision”. 77

En el Original con tinta negra y letra diferente sobre “precidiendo” corregido “presidiendo”.

28

Don Adolfo Luque entró en temores por su hermana Doña Josefa Luque la cual luego

participó de los mismos. Ambos fueron al Padre [José María] Bustamante para manifestarle lo

que ocurría; pero este Padre con la grande serenidad de ánimo que le era característica, con la

firmeza de su fe y su admirable constancia ante la cual no había contradicción que lo turbase

ni hiciese vacilar, los reanimó y quitó el temor. Fue para mí este un gran conflicto porque

tenía algunos antecedentes para esperar que la prescindencia del Doctor [David] Luque y del

señor Yániz sólo fuese aparente y por vía de prueba78

contra mí; pero al saber la libertad con

que el señor Yániz se había expresado en contra del proyecto me hizo comprender que

ninguno de los dos tomaría parte y para mayor tormento mío, descubrí, por ciertas

coincidencias, desbarajustado un plan que ellos se habían formado favorable a la obra. Esto

era lo que me manifestaban los hechos en aquel tiempo o lo que permitió nuestro Señor que

creyese para ejercicio mío.

Al día siguiente de recibir esta noticia hablé al Doctor [David] Luque y le supliqué que

por amor de Dios y por su honra y gloria tomase parte en esta obra: le conté lo que había

pasado con el señor Yániz haciéndole ver que a esto daba lugar su prescindencia con la cual

dificultaba la realización del proyecto. Fui en esta ocasión tan mal recibida que todas las

palabras de humillación y desagrado mostrando su indiferencia por mis asuntos y aún

desprecio, todo fue transmisible a las personas que rodeaban el confesonario que eran muchas

por ser día festivo y de solemnidad. Salí del confesonario tan abochornada que me parecía

todas las personas fijaban en mí sus miradas, y hasta mucho tiempo sentí igual impresión al

presentarme ante las personas que presenciaron tan humillante escena y hasta [46] para ir al

confesonario sentía resistencia; pero tenía presente una reglita que él mismo me había dado,

esta era de hacer todo lo que más repugnase a la naturaleza, con lo cual me animé en esta vez

buscar todas las cosas en que pudiese vencer a ésta ofreciendo al mismo tiempo estos

sacrificios a nuestro Señor para obligarlo a que me concediese todo lo que yo deseaba.

El día [79

] se hizo la presentación, dando el Padre [José María] Bustamante un modelo

para ésta, solicitando el permiso para instalarnos en una casa particular. Firmamos la

presentación las cinco socias dichas aunque ausente Doña Estaurofila Moncada por quien

firmó el Doctor Don Adolfo Luque a pesar de la poca seguridad que teníamos de su

resolución. El Doctor [Rafael] García, nuestro abogado, hizo la presentación y la llevó él

mismo al señor Obispo [José Vicente Ramírez de Arellano], indicándole de palabra que si a

Su Señoría le parecía bien, nos diese por Director al Doctor Don David Luque, con cuya

voluntad contábamos. Su Señoría dijo que era uno de los dos que tenía en vista para este

objeto, él y otro que nombró. El Doctor García insistió en que diese la preferencia al primero

haciéndole presente las cualidades y eminentes virtudes que lo caracterizaban y hacían el más

a propósito para este destino. A pesar de esto yo estaba llena de zozobra por el resultado. Me

imaginaba, por los antecedentes que quedan expresados, que el Doctor Luque sólo por

deferencia había convenido con el Padre [José María] Bustamante en que se le nombrase

Director y temía, tal era mi preocupación, que reservadamente influyese con el señor Obispo

para que nombrase al otro que había indicado. Sufrí tanto con esta idea que manifesté al Padre

Bustamante mi aflicción para que me ayudase con sus oraciones. Él me mandó hacer una

novena al Señor San José que era mi protector en esta empresa y a quien ocurría80

en todos

mis apuros, experimentando siempre mucho consuelo como me lo dio en esta vez haciendo

que el señor Obispo despachase favorablemente en todo sentido nuestra solicitud, lo que tuvo

lugar el día 9 de Setiembre [47] de 1872 al cumplir 7 años que se inició el pensamiento.

Este mes de Setiembre ha sido siempre muy marcado y muy privilegiado para esta

obra como se verá en toda esta narración de los sucesos acontecidos a esta congregación.

78

En el Original “pruba” se corrige “prueba”. 79

En el Original hay un espacio en blanco. 80

Léase: “recurría”.

29

CAPÍTULO 10

El Doctor Luque nombrado Director.

Instalación de la casa. Ejercicios.

Admisión de dos niñas.

Desde el momento de recibir el decreto del señor Obispo, el Doctor [David] Luque

asumió toda la responsabilidad de esta empresa y se puso al frente de todos los asuntos de ella

preparándose para esto con unos Ejercicios, después de los cuales desplegó sus aptitudes81

y

la mayor actividad, lo que no dejaba de ser admirable pues gravitaban sobre él otras muchas

ocupaciones a más de las pesadísimas tareas que esta institución naciente le ofrecía. Era a un

tiempo Catedrático del Seminario, Capellán de las Monjas Dominicas, Director de la

Conferencia de Señoras de San Vicente de Paul y cargaba con un confesonario de religiosas

de varios monasterios y un número incalculable de personas seglares. Tal era su actividad y

celo que se creía al verlo en uno de estos destinos que estaba consagrado tan sólo a él y lo

mismo fue para nuestra obra y aún se dedicó más.

La casa que se contrató para el efecto, aunque sin verla por la mucha reserva que se

guardaba, hasta conseguir la licencia del señor Obispo, había servido en tiempos anteriores

para dar Ejercicios a mujeres: fue propiedad en ese tiempo de la señora Doña Mercedes Pinto

que a este tiempo ya había fallecido y por consiguiente la casa había pasado a otro poder: nos

faltaron con ella, pero esto fue una providencia porque la tal casa estaba casi en ruinas. Como

queríamos que la casa se instalase [48] en el mismo mes, salí con toda prisa a buscar otra:

felizmente se me presentó la del señor Don Dionisio Ramallo que con motivo de salir él al

campo nos la alquilaba por 8 meses; aunque no tenía la comodidad necesaria la aceptamos por

ser la mejor que se nos presentaba y tenía la ventaja de estar cerca de la casa del Doctor

[David] Luque de la cual distaba sólo tres cuadras y media y de la Compañía una cuadra más:

esto se miraba como ventaja por ser el Doctor Luque y el Padre [José María] Bustamante de la

Compañía los encargados de dirigir aquella nueva institución. Se contrató la casa por los 8

meses a razón de 40$ mensuales. Me trasladé a ella, el82

16 de Setiembre con el objeto de

prepararla para los Ejercicios de la instalación. Debía prepararse un pequeño oratorio en que

se celebrase la santa misa y se hiciesen las distribuciones de Ejercicios, pero no contaba con

ornamentos ni útiles de iglesia si se exceptúan dos casullas que en tiempos anteriores me

dieron las Monjas Dominicas. Pero de esto se encargaron el Doctor Luque y el Padre

Bustamante enviando este último dos Hermanos de la Compañía para que arreglasen el altar y

oratorio; todo lo cual quedó muy bien aderezado.

El 29 de Setiembre de 1872 día del glorioso Arcángel San Miguel se dio principio a

los Ejercicios y en el mismo día llegó del campo la señora [Estaurofila] Moncada; pero nos

faltó Doña Anselma Fernández83

por hallarse convaleciente de una grave enfermedad que

tuvo en esos días y que la dejó inutilizada para poder entrar en nuestra casa. Hicimos los

Ejercicios las cuatro socias y fue admitida a ellos Doña María Cáceres que tenía esperanza de

que el Doctor [David] Luque la admitiese aunque no contaba con otros recursos que unos

200$. Fueron admitidas a los Ejercicios algunas otras personas que quisieron consultar con

Dios su vocación, de las cuales más tarde vinieron algunas a nuestra casa. Los santos

Ejercicios fueron dados por el Padre [José María] Bustamante con todo el esmero posible y

según el método [49] de San Ignacio. Fueron estos Ejercicios especialísimos y nada nos dejó

81

En el Original con tinta negra y letra diferente sobre “actitudes” corregido “aptitudes”. 82

En el Original “al” se corrige “el”. 83

En el Original la secretaria que escribe “Fernández” baja el trazo de la lapicera en la “F” que se puede

interpretar como una “H”.

30

el Padre que desear con su esmero. Celebró durante los Ejercicios la santa misa el Doctor Don

Adolfo Luque y uno que otro día el Doctor [David] Luque y el Padre Bustamante.

Terminados felizmente y con gran consuelo de todas los santos Ejercicios, se retiraron

las señoras que habían entrado y quedamos las cinco socias incluyendo en éstas a Doña María

Cáceres.

Nuestro Director, el Doctor [David] Luque, a quien desde entonces comenzamos a dar

este título, vino por la tarde para hacer algunos arreglos y nombrar empleadas provisorias

hasta que la casa tomase nueva forma o las necesidades exigiesen otra cosa. Para esto contaba

con la aprobación del señor Obispo. Hizo que todas nos reuniésemos en el oratorio en donde

después de una importantísima plática nuestro Director84

nombró Rectora a la Hermana

Estaurofila Moncada; Secretaria, Procuradora y Provisora a la Hermana María Cáceres y

ayudante de ésta a la Hermana Griselda Ramallo; Portera la Hermana Josefa Luque, y yo fui

nombrada Sacristana, oficio que me supo muy bien y me parecía el mejor de todos. Desde

este momento ya no supe más de los asuntos de la casa; pero mi corazón se hallaba satisfecho

mirando en manos del Doctor Luque todos estos asuntos como tanto lo había deseado. Él

cuidaba no sólo del progreso espiritual de nuestra pequeña comunidad, sino también del

vestido y de la subsistencia, y en todo acompañado con el Padre [José María] Bustamante

cuyo consejo siempre consultó y de cuya opinión no se separó jamás. Este mismo Padre fue

quien dio el nombre a nuestro instituto: queriendo por un parte propagar más y más el culto

del Sagrado Corazón de Jesús y por otra fundarnos en la humildad dándonos un nombre que

correspondiese a nuestro estado y a los fines que nos proponíamos. Para que se cumpliesen a

la letra aquellas palabras divinas “El que se humillare será ensalzado” dio a nuestra pequeña

Congregación el título humildísimo de “Esclavas y luego nos ensalzó llamándonos del

Corazón de Jesús” y con este lema glorioso, [50] con este título el más honroso y más

adecuado y que debió ser inspirado por el mismo Sagrado Corazón, se comenzó a hacer

conocer nuestra Congregación, con él vive y espero que con él permanecerá siempre para

gloria del que quiso ser nuestro Amo.

Al día siguiente el señor Director distribuyó las habitaciones dando a las cuatro

Hermanas las del primer patio y colocando a la quinta que era yo en una del segundo que

estaba contiguo a la vivienda de las sirvientes y frente a la cocina. Poco tiempo pude

permanecer en este aposento por ser muy húmedo y en extremo caliente de lo cual mi salud

que estaba mal se resentía no poco. En los meses de más calor y lluvias tuve que dormir

algunas noches en la sala de recibo, y entre día estaba en alguna de las habitaciones de las

Hermanas; lo que me era muy mortificante tanto por el temor de ser a ellas molesta, como por

no tener un punto fijo y solo en donde estar lo cual me era más necesario por razón de mi

enfermedad; pero todas estas incomodidades me fueron muy soportables con el

convencimiento de la utilidad que traían a mi espíritu, el que el señor Director se había

propuesto formar en ese tiempo que fue para nosotras como el noviciado. Dos o tres días

después nos dio las primeras Reglas las cuales nos marcaban el tiempo que debíamos dedicar

a la oración, examen y demás distribuciones con lo que comenzamos a practicar vida

religiosa, aunque no vestíamos el hábito de tales sino que usábamos los vestidos sencillos y

modestos que habíamos usado en el siglo. En este tiempo teníamos la felicidad de oír

diariamente la santa misa sin que para esto tuviésemos necesidad de salir una sola vez de

nuestra casa.

Nuestro Director deseoso no sólo de la santificación de nuestras almas sino también de

las de los prójimos; hizo que admitiésemos dos niñas pobres y huérfanas para que se educasen

en nuestra casa a pesar de la poca comodidad que [51] en ella había. El 25 de Octubre del

mismo año 1872 entró la primera de estas niñas que se llamaba Jesús Álvarez la cual

permaneció algunos años en casa y después tuvo la dicha de ser religiosa en las Hermanas del 84

Canónigo Honorario Doctor David Luque. Esta nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo.

31

Sacramento que en la ciudad de Buenos Aires se fundó casi al mismo tiempo que nuestro

instituto; allí profesó con el nombre de Hermana María Pastora. La otra niña entró en

Noviembre del mismo año y estuvo cerca de dos años en nuestra casa, de donde salió y

habiéndose ocupado por algún tiempo de regentear una escuela de niñas pobres bajo la

protección de una piadosa señora entró en las Concepcionistas de esta ciudad fundadas por el

Doctor Don Emiliano Clara. Con la admisión de estas niñas dimos principio a ejercer la

caridad y cumplir en algo los fines de nuestra misión.

CAPÍTULO 11

Admisión de nuevas Hermanas y también niñas internas.

Cambio de casa. Nuevos arreglos en la comunidad.

Apertura de escuelas públicas y comunión de niñas externas.

Cambio de vestido.

Muy luego comenzó a progresar nuestra pequeña congregación con el aumento de

Hermanas: el 21 de Noviembre entró la Hermana Felisa Funes que salió del Colegio de

Huérfanas en donde había estado nueve años para venir a ser Esclava del Corazón de Jesús. El

28 del mismo entró la Hermana Gregoria Colazo que era una de las que habían hecho los

Ejercicios de la instalación y salió a prepararse para volver y el 24 de Diciembre vino la

Hermana Jesús Pastrana que también había tomado los Ejercicios. No hacía sino [52] tres

meses que nuestro instituto había comenzado a existir cuando ya la comunidad se componía

de ocho Hermanas; parece no podía esperarse mayor progreso en una Congregación naciente

y cuyos fines no eran aún suficientemente conocidos del público. Muy luego dio el señor

Fundador a la Hermana Felisa Funes el cargo de Maestra de niñas internas, a la Hermana

Gregoria [Colazo] el de Secretaria y a la Hermana Jesús Pastrana el de Enfermera.

Todo marchaba muy bien y vivíamos en mucha unión y paz: con frecuencia

recibíamos instrucciones sobre la vida religiosa no sólo del señor Fundador y del Padre [José

María] Bustamante sino también del Doctor Don Adolfo Luque que lo hacía aunque con

menos frecuencia por ser muy ocupado. Todos [los]85

tres cultivaban con el mayor celo este

pequeño plantel de Esclavas del Corazón de Jesús. Hubo en este tiempo un incidente86

, o

mejor diré una prueba de nuestro Señor que nos quiso hacer beber una amargura que era tanto

más amarga cuánto que nos privaba87

del mayor consuelo que teníamos que era la santa misa

y comunión cotidiana. El señor Obispo por circunstancias inesperadas nos quitó la licencia de

tener misa diaria permitiéndola sólo los Domingos y días festivos, y a instancias del Doctor

[Rafael] García nos la permitió también los Jueves. Mucho tuvimos que sufrir con esta

carencia y especialmente en los días de Cuaresma y Semana Santa.

Permanecimos en esta casa en que nos habíamos instalado 8 meses en el estado que

queda indicado. El 21 de Abril nos hizo trasladar el señor Director a una casa Quinta algo

distante del centro de la ciudad, creo que distaban 16 cuadras de la plaza principal. Era esta

casa de la hermana de señor [Presbítero Juan Martín] Yániz y nos la alquiló por 50$

mensuales. [53] Había en ella una capilla con su bonito altar. Para el número de Hermanas

que éramos entonces ofrecía la casa suficiente comodidad; tenía un cuadro de piezas rodeado

de galerías y el señor Fundador hizo algunas modificaciones en ella con lo que quedó

convertida en un verdadero monasterio. Al mismo tiempo se presentó al señor Obispo

85

Se agrega [los] para una mejor comprensión del texto. 86

En el Original con tinta negra y letra diferente superpuesto “incidente” a “insidente”. 87

En el Original con tinta negra y letra diferente superpuesto “privaba” a “pribaba”.

32

solicitando el permiso para vestirnos el hábito religioso, a lo cual se negó Su Señoría bajo el

pretexto de que aún no estaba la casa bien afianzada. Nosotras sentimos mucho esta negativa

pues deseábamos el hábito creyendo que influiría mucho en nuestro espíritu para nuestro

progreso espiritual, y que para las gentes sería de mucha edificación e infundiría mayor

respeto y daría realce a nuestro instituto; y por otra parte ni el señor Director ni alguna de

nosotras tenía ningún temor por la estabilidad de la casa, pues contábamos con la ayuda de

nuestro Señor de quien todo lo esperábamos y aún humanamente teníamos motivo de creer

que subsistiríamos en lo comenzado; esta persuasión unánime sirvió para que nos amargase

más la negativa.

Luego de trasladarnos a esta casa hizo el señor Director nuevos arreglos. En esta

ocasión fue donde de Sacristana pasé a ser Rectora, con grande humillación mía pues me creía

incapaz de desempeñar este destino. Fue nombrada Vicerrectora la Hermana Josefa Luque; la

Hermana Estaurofila Moncada fue nombrada Secretaria; la Hermana Griselda [Ramallo]

Sacristana y quedaron en sus oficios de Procuradora y Provisora la Hermana María Cáceres,

Enfermera la Hermana Jesús Pastrana, Maestra de niñas la Hermana Felisa Funes la que

recibió también88

el oficio de Portera. 89

Fueron destinadas para enseñar en las clases públicas

las Hermanas Estaurofila Moncada y Gregoria Colazo las mismas que fueron nombradas

Consultoras para los casos difíciles en [54] que no se pudiese acudir al señor Director. La niña

Jesús Álvarez fue nombrada ayudante de la escuela que se abrió el 30 de Abril, dos días

después del nombramiento de empleadas. Como el local en que se hallaba nuestra casa era

distante del centro y todas esas inmediaciones estaban muy pobladas por gentes las más

pobres y descuidadas, muy luego se llenó la escuela pasando de 100 el número de alumnas

que se educaban y todas gratuitamente. Tal ignorancia había en aquellas pobres niñas y tanto

descuido que un crecido número no había hecho su primera confesión y la mayor parte no

había hecho el cumplimiento de Iglesia. Las maestras pusieron todo el empeño posible para

instruirlas en la Doctrina Cristiana sin descuidar los otros Ramos de su educación. Los

Domingos por la tarde se llamaba [con]90

la campana y se reunían en la capilla un crecido

número de niñas a las que enseñábamos la Doctrina concurriendo91

a esto todas las Hermanas.

En las clases que estaban algo independientes de lo demás de la casa enseñaba el señor

Director a los niños y otras veces el Padre [José María] Bustamante, y cuando ni uno ni otro

podían enviaba el Padre, Hermanos de la Compañía.

En este mismo tiempo dispuso el señor Director que vistiésemos un traje uniforme de

color negro, el mismo que más tarde nos serviría de hábito, pero sin tocas ni cosa alguna que

pareciese contraria a la voluntad del Prelado; solamente traíamos al pecho el escudo con la

imagen del Corazón de Jesús y la inscripción: Esclava del Corazón de Jesús. Amor y

Desagravio, y es el mismo que llevamos ahora.

Quiero volver a recordar que el señor Director marchaba siempre de acuerdo con el

Padre [José María] Bustamante en lo concerniente a nuestra casa y que el Padre le ayudaba

con la mayor decisión92

y empeño por nuestro aprovechamiento no sólo [55] espiritual sino93

que también por el adelanto material del instituto. Cuando por ocupación forzosa o ausencia

nos faltaba nuestro Director, el Padre hacía sus veces hasta que él podía de nuevo proseguir su

tarea a favor nuestro.

Todo marchaba muy bien, y con el mayor consuelo de mi alma veía aumentarse el

espíritu religioso y crecer las virtudes con la práctica de las primeras Reglas, las que 88

En el Original “tambio” se corrige “también”. 89

Se cambia el signo de puntuación del Original: el “punto y coma” por “punto seguido”, para una mejor

comprensión del texto. 90

Se agrega [con] para una mejor comprensión del texto. 91

En el Original “concuriendo” se corrige “concurriendo”. 92

En el Original con tinta negra y letra diferente sobre “desision” corregido “decision”. 93

En el Original “si que tambien” se corrige “sino que también”.

33

sucesivamente iban perfeccionándose94

según lo exigían las necesidades, esto mientras se

hacían las Reglas y Constituciones de lo cual ya se ocupaban el Padre Bustamante y el señor

Director.

Con motivo de tener en esta nueva casa más comodidad que en la primera, se pudieron

admitir otras niñas pobres y huérfanas sumamente necesitadas de asilo y protección. Benita

Pereira entró el 30 de Abril del 73; de esta niña hablaremos en su lugar. El 10 de Agosto entró

Felisa Rueda y el 8 de Setiembre Petrona Torres, todas [las]95

tres pobrísimas, aisladas y por

tanto dignas de ser admitidas en nuestra casa. Benita Pereira se ocupó pronto de ayudante de

una de las clases públicas que ya se habían dividido en dos por el crecido número de alumnas.

El empeño que las maestras y demás Hermanas que enseñaban la Doctrina habían

puesto hizo que en el mes de Junio se hallasen aptas para hacer su primera comunión las niñas

que no la habían hecho y las otras para cumplir con la Iglesia. El señor Director [Doctor

David Luque] dispuso que el 8 de dicho mes Domingo de la Santísima Trinidad tuviese lugar

este acto para lo cual vino él con otro sacerdote la víspera para confesar a las niñas. Al día

siguiente celebró la santa misa y dio la comunión a cerca de 80 niñas. Durante la comunión

cantaban las Hermanas la letrilla “Corazón Santo”. Terminada la misa y acción de gracias les

[56] hizo una hermosa e importantísima plática. Esta función aunque tan consoladora y grata,

no dejó de costar un gran sacrificio al señor Director: una copiosa lluvia había desde la noche

anterior inundado las calles las cuales quedaban intransitables por la lluvia a causa de no estar

empedradas, pero nada fue capaz de arredrar a nuestro celoso Fundador. Este día fue de

grande regocijo para nosotras porque en él presentamos a nuestro Señor los primeros frutos de

nuestro pequeño huerto. Dios, a quien nadie excede en bondad, nos pagó pronto estos pobres

esfuerzos como se verá en adelante.

CAPÍTULO 12

El señor Yániz solicita vayan las Esclavas a servir los Ejercicios.

Contrato de las Esclavas con el señor Yániz. Nuevas Hermanas.

Muerte del señor Obispo. Toma de hábito de las Esclavas.

Un incidente de mucha importancia para nosotras sucedió96

cerca a la primera

comunión de las niñas. 97

El señor [Presbítero Juan Martín] Yániz se presentó a nuestro

Director para pedirle fuesen las Esclavas a servir los Ejercicios. Ofrecía la casa destinada a los

Ejercicios con aumento de edificio para la comunidad que quería se trasladase a vivir en ella y

que perpetuamente corriese por98

cuenta de las Esclavas el servicio de los Ejercicios; además

daba algunos miles para la subsistencia de la misma comunidad. El señor Director [Doctor

David Luque] me comunicó todo esto en mucha reserva no queriendo fuese transmisible a las

demás hasta no saber cómo recibía esto el señor Obispo [José Vicente Ramírez de Arellano].

Por entonces sólo se le pidió permiso para que sirviésemos los Ejercicios del 24 de Junio y

siguientes de mujeres en ese año, reservando para mejor oportunidad el comunicar99

el plan

por completo. El permiso nos fue otorgado. Con el mayor consuelo de mi alma volví a esa

casa de todo mi cariño después de tantos años y de tantas amarguras. Se reanudó con este [57] 94

En el Original “perfeccionando” se corrige “perfeccionándose”. 95

Se agrega [las] para una mejor comprensión del texto. 96

En el Original “de cerca” se suprime “de” para una mejor comprensión del texto. 97

Se agrega “punto seguido” para una mejor comprensión del texto. 98

En el Original “de cuenta” se corrige “por cuenta”. 99

En el Original “el comunicarlo el plan” se corrige “el comunicar el plan” para una mejor comprensión del

texto.

34

motivo la amistad con [el]100

señor Yániz que había sido interrumpida por los sucesos antes

referidos.

Fui acompañada de las Hermanas Gregoria Colazo, Jesús Pastrana y Felisa Funes, y

también Secundina Rodríguez que era una de las niñas internas, y una sirviente de las tres que

teníamos en casa, todo según disposición del señor Director.

Fuimos perfectamente recibidas y tratadas por [el]101

señor Yániz el cual manifestó

quedar satisfecho del desempeño de las Esclavas. Concluida esta data nos retiramos a la

Quinta hasta el mes de Julio en que se dieron otros Ejercicios, y los cuales servimos como los

primeros. Terminados éstos y habiendo regresado a nuestra casa vino el señor [Presbítero

Juan Martín] Yániz a visitarnos y darnos las gracias por el servicio que habíamos prestado.

Con esto quedó perfectamente restablecida nuestra antigua amistad. En Agosto volvimos a

servir otros Ejercicios que fueron los últimos para mujeres en ese año y a los cuales

sucedieron los de hombres y finalmente los de los señores clérigos.

Hasta ese tiempo nuestra comunidad se componía de ocho Hermanas; pero Dios

comenzaba a preparar los corazones de muchas otras que muy luego se nos asociaron. El 15

de Agosto fue recibida en el número de las Hermanas Rosaura Maldonado; el 8 de Diciembre

entró la Hermana Petrona Ponce y el 25 del mismo la señorita Benita Pereira vistió el traje

distintivo de Esclava habiendo estado algunos meses antes en nuestra casa como seglar. La

admisión de esta última para Hermana fue debida a un milagro del Señor San José el cual no

debe quedar oculto para gloria de este Santo a quien tenemos102

por nuestro segundo Patrón y

Síndico. El prodigio se verificó del modo siguiente: Esta niña a quien por su extremada

pobreza y orfandad habíamos asilado en nuestra casa se sintió llamada al estado religioso

después de estar en ella; más no teniendo como proporcionarse la dote103

[se ¿AGREGAR?]

le ocurrió la idea de escribir a un hermano suyo que hacía doce años [58] se hallaba en

Buenos Aires, habiéndose ido en una situación tan triste, que hizo su viaje en caballo

prestado. Ella no sabía cuál fuese su situación actual, pero poniendo su confianza en Dios se

dirigió poniendo en su conocimiento el deseo que tenía de ser religiosa al mismo tiempo que

el inconveniente de la dote: que si la divina Providencia había mejorado su situación le rogaba

la ayuda como le fuese posible para104

llevar a cabo su vocación. Al mismo tiempo que

escribía esta carta prometía a San José que si tenía buen resultado le haría la devoción de “Los

siete Domingos”.

Muy luego tuvo carta de su hermano quien sólo le prometía venir a hacerle una visita

sin darle otra esperanza. Mas, San José para hacer más visible su protección hizo que el día 19

de Octubre se presentase el hermano trayéndole la cantidad de 1570 pesos bolivianos105

, y

esto sin contar él con mayores recursos. Estuvo sólo tres días para arreglar los asuntos de la

hermana y se retiró dejándola dispuesta para ingresar en nuestra comunidad como lo hizo el

día 25 de Diciembre.

Siempre ha sido muy visible la protección de este Santo, y por esto lleva entre nosotras

el título de Síndico y es a quien acudo y he acudido en todas mis necesidades y apuros desde

el principio de esta obra y desde que tuve el primer pensamiento al respecto.

El dar a San José título de Síndico tuvo su origen de una ocurrencia de una amiga a

quien comunicando un día mi proyecto y conversando sobre las grandes dificultades que se

me oponían, como ella fuese muy devota de San José me dijo que ocurriese106

a este Santo

para que me ayudase nombrándolo por Síndico de esta obra, y que no dudase del buen 100

Se agrega [el] para una mejor comprensión del texto. 101

Ídem. 102

En el Original “tenemo” se corrige “tenemos”. 103

En el Original “tote” se corrige “dote”. 104

En el Original “a” se cambia por “para” para una mejor comprensión del texto. 105

En el Original “volivianos” se corrige “bolivianos”. 106

Léase: “acudiese.”

35

resultado. Me gustó tanto la idea que la adopté con toda mi alma encargándola de dar ella la

comisión al Santo y pedirle mucho por esto. Me aseguró que lo haría con grande empeño

diciéndole que no la hiciese [59] quedar mal pues ella le había solicitado el empleo. Me hizo

reír la ocurrencia, más no olvidé de invocarlo bajo este título. A la dicha amiga que era Doña

Nicolasa Ferreira le pasaron107

algunas cosas particulares sobre esto con el Santo.

Con motivo de enfermar gravemente el señor Obispo [José Vicente Ramírez de

Arellano] no se pudo hacer nada en el asunto propuesto por el señor [Presbítero Juan Martín]

Yániz.

Esta enfermedad que le acometió en Junio de 1873 fue de la que murió el 31 de

Agosto del mismo año. A causa de este fallecimiento fue nombrado Vicario Capitular y

Gobernador del Obispado el Licenciado Don Gaspar Martierena el cual se mostró muy

bondadoso para con las Esclavas. La primera licencia que nuestro Fundador obtuvo de él para

nosotras fue la de tener misa diaria en casa que era para nosotras grande dicha, aunque al

señor Director le costaba no poco el proporcionárnosla pues no teníamos con qué pagar

capellán y como vivíamos lejos del centro era penoso el viaje para el sacerdote que había de

hacerlo sólo por caridad y no por obligación. El señor Director buscaba entre sus relaciones

quien nos hiciese esta caridad; ni se eximía él mismo de hacerlo siempre que podía aunque

esto era raras veces porque era capellán de las Catalinas; pero, gracias a su solicitud nunca nos

faltó quien nos hiciese esta caridad hasta que pudimos proporcionarnos el primer capellán que

fue el Presbítero Don Belarmino Moyano.

Muy luego de recibirse, el señor Martierena del Gobierno del Obispado se arregló el

convenio con el señor [Presbítero Juan Martín] Yániz, el cual mereció la aprobación de este

digno Prelado. El señor Yániz se comprometió a darnos casa en qué vivir, algunos miles para

la subsistencia de las que viviesen en dicha casa y reparar la Casa de Ejercicios a su costa, en

cuya parte tendría él intervención quedando nosotras comprometidas a servir todas las datas

que él determinase se diesen en cada año.

El señor Vicario visitó nuestra casa y celebró en [60] ella la santa misa ayudándole el

señor Director: acto de humildad fue éste que nos edificó mucho. El señor [Gaspar]

Martierena manifestó haberle sido simpático el Establecimiento, y quedó contento de la

marcha que llevaba la casa, todo lo cual era debido, como el señor Vicario lo dijo, al

infatigable celo y aptitudes de nuestro digno Fundador.

En el mes de Setiembre las alumnas de la clase de externas hacían una segunda

comunión general. El señor Yániz ayudó al señor Director no sólo a confesar las niñas sino

que también celebró la misa de la comunión en el segundo día de los dos en que se habían

repartido las niñas para hacer la comunión, pues el gran número no permitía que todas lo

hiciesen en uno. El primer día dijo la misa, comulgó a las alumnas y les hizo una hermosa

plática nuestro digno108

Director.

El 23 de Diciembre se dio vacaciones a las alumnas solemnizando este acto con una

importante plática [de]109

nuestro Director, él mismo premió110

en ese día a aquellas que se

habían distinguido por su aplicación en el año escolar que entonces terminaba.

El 1º de Enero de 1874 salió al campo el señor Director en compañía del Reverendo

Padre [José María] Bustamante a un lugar de nuestra campaña que se llama “Tanti” con el

objeto de aprovechar el tiempo de vacaciones para redactar las Constituciones que más tarde

debíamos observar en su rigor y las cuales ya practicábamos en su parte más esencial.

Nuestro Señor derramaba sus bendiciones sobre el nuevo plantel y de día en día el

instituto de Esclavas tomaba más crédito y se iba granjeando las simpatías especialmente

107

En el Original “pasaros” se corrige “pasaron”. 108

En el Original con tinta negra y letra diferente superpuesto “digno” a “santo”. 109

Se agrega [de] para una mejor comprensión del texto. 110

En el Original “que premió” se corrige “premió”.

36

entre las señoritas de nuestra ciudad presentándose cada día nuevas pretendientes que

anhelaban asociarse a nuestro instituto, y a las cuales el Sagrado Corazón de Jesús hacía oír su

divina [61] voz y daba esfuerzos para romper los vínculos de la carne y sangre y dar un eterno

adiós al mundo por abrazar la cruz del retiro y abnegación.

El 19 de Marzo recibimos por Hermana a la que lo era de nuestro Capellán Don

Belarmino Moyano. Llamábase Eugenia Moyano. El 10 de Abril una prima hermana de ésta

entró también a formar parte de nuestra comunidad; ésta fue la Hermana Adelaida Cabanillas.

Nuestro infatigable Director que no cesaba de trabajar en la obra comenzada, solicitó

licencia del señor Vicario Capitular Don Gaspar Martierena para que vistiéramos el hábito

completo, porque, como ya queda dicho, hasta entonces sólo usábamos un vestido uniforme

que aunque es el mismo que vestimos, no llevábamos toca y solo un pequeño velo negro

cubría la111

cabeza por más modestia, mas no en la forma que ahora lo usamos. El señor

Vicario accedió sin dificultad a la petición, dando dicho permiso el 16 de Abril de 1874.

Comenzamos con grande alegría de nuestras almas a coser tocas y velos, y como no

estaba aún decidido el hábito que llevaríamos, nuestro Director y el Padre [José María]

Bustamante se ocupaban de esto. Era tal el entusiasmo que teníamos por vestir el hábito, que

al día siguiente de haber comenzado a preparar cada una el suyo, ya varias lo habían casi

concluido, y fue de grande regocijo en la tarde de un Domingo de este mes ver a dos

Hermanas con toca y velo que por disposición del señor Director fueron a la sala de recibo en

donde estaba él con el Padre Bustamante.

Al verlas entrar se sonrió dulcemente revelando en su semblante la alegría que le

causaba ver a sus hijas con el traje de religiosas. Trataron en este día de la forma del hábito y

se decidió que fuese tal cual lo llevamos hoy, y que el de las Coadjutoras, cuando las hubiese,

sería [62] con la sola diferencia de la túnica, toca y velo más cortos.

El deseo de asemejarnos en cuanto pudiésemos a los hijos de San Ignacio hizo que

propusiésemos a nuestro Fundador se añadiese al hábito el cinto y rosario como lo llevan

aquellos; pero él encontró razones para no acceder en esto a nuestra petición.

El 25 del mismo mes, después de dejar preparados los hábitos nos retiramos a hacer

los santos Ejercicios para prepararnos a este grandioso acto. Fueron admitidas para tomar los

Ejercicios cuatro postulantes. Llamábanse112

Catalina Fragueiro, Rosa Juárez, Filomena

Pucheta y Emilia Moyano. Las tres primeras entraron un año después y fueron religiosas de

nuestro instituto.

Nuestro Director [Doctor David Luque] y el Padre [José María] Bustamante no

perdonaron fatiga alguna para darnos los Ejercicios, ya dándonos los puntos de meditación a

viva voz, ya predicando y confesando infatigables.

El 3 de Mayo, día de la Invención de la Santa Cruz, terminaban nuestros Ejercicios y

era el día señalado para vestir el santo hábito. Todas esperábamos con ansia ver llegar tan

hermoso día y el acto en que vistiésemos el distintivo de Esclavas del Corazón de Jesús nos

parecía que no llegaba tan pronto como deseábamos.

Ese día vino nuestro Director [Doctor David Luque] muy temprano, nos dijo misa y

dio la santa comunión. Un momento después iba a tener lugar la ceremonia que si bien sería

privada y sin solemnidad para nosotras era de grande importancia. El Corazón de Jesús quiso

exigir de nosotras un pequeño sacrificio y que viésemos dilatarse por dos horas más aquel

momento mil veces suspirado.

Había la Sacristana puesto en el altar una hermosa [63] vara de yuca la cual por ser

muy grande venció el florero en que estaba colocada y el agua que este contenía empapó los

manteles del altar y las tocas que sobre él estaban puestas por orden de antigüedad y llenaban

111

En el Original con tinta negra y letra diferente superpuesto “la” a “nuestra”. 112

En el Original “Lamábanse” se corrige “Llamábanse”.

37

el altar en número de 12, y como no teníamos otras ni tampoco manteles de repuesto tuvimos

que emprender la tarea de secar todo repartiéndonos unas una cosa otras otra.

El Señor Director permanecía encerrado en la sala de recibo, ¿Qué hacía allí?

Preparaba una interesante plática para el acto, en el fondo de su alma se sucederían la

alegría,[agregar coma] la admiración y el reconocimiento por el beneficio que el cielo

dispensaba a sus hijas y bendeciría por todas las misericordias del Corazón de Jesús.

Cerca de las 11 de la mañana estando de nuevo preparado el altar y en él las tocas, dio

nuestro Director principio al acto leyéndonos113

la presentación que él había elevado ante el

señor Vicario y el decreto de este en que permitía a las Esclavas del Corazón de Jesús vestir

hábito religioso. En seguida dio el hábito a las doce Hermanas que formaban la comunidad

cuyos nombres eran Saturnina Rodríguez, Estaurofila Moncada, María Cáceres, Griselda

Ramallo, Felisa Funes, Gregoria Colazo, Jesús Pastrana, Rosaura Maldonado, Petrona

Ponce, Benita Pereira, Eugenia Moyano y Adelaida Cabanillas. La hermana del Doctor Don

Adolfo Luque tuvo que dejar nuestra compañía un mes antes con el mayor sentimiento tanto

de parte de ella como de la nuestra, pues era un alma santa cuyos ejemplos hubieran influido

mucho para el progreso espiritual de nuestra pequeña comunidad. Mas Dios que da mayor

parte de su cruz al que más ama, la había cargado con la de la falta de salud que la

imposibilitaba para seguir la vida religiosa, como le aconteció también en las Salesas de

donde con el mayor [64] dolor de su alma había tenido también que salir. Por este motivo su

digno hermano el Doctor [Adolfo] Luque la convenció que debía dejar la religión pues se veía

claramente que Dios no la quería religiosa en el claustro sino mártir de sus deseos en el

mundo.

Terminada las vestición del hábito nos hizo una importantísima plática, terminando

con ésta aquel acto. Pasó en seguida a la sala a donde concurrimos todas a saludarlo114

. No

podía, a pesar de su carácter serio disimular la alegría que le causaba aquel paso que había

dado la obra de sus desvelos. Aún estábamos reunidas en la sala cuando se nos presentó el

Padre [José María] Bustamante a felicitarnos y nos repartió para recuerdo de tan feliz día una

estampita a cada una que contenía el Árbol genealógico de la Compañía de Jesús.

En ese momento sucedió un acontecimiento que si bien pudo ser una casualidad en

otras circunstancias, en las presentes no carecía de misterio.

Fue el caso que la Hermana Rosaura [Maldonado], que era Procuradora, luego que

terminó la función se retiró a la despensa a desempeñar su oficio. Abre allí una bolsa de

pelones para dar a la cocinera y metiendo la mano dentro se le coloca en el dedo un anillo de

oro con dos corazones de plata. A todas nosotras y también a nuestro Director y al Padre

Bustamante nos llamó mucho la atención el caso por acontecer en aquel día y por la

circunstancia de los corazones que servían de adorno al anillo115

.

Esa misma tarde algunas de nosotras ofrecimos al Señor el sacrificio de cortarnos el

cabello: las demás lo hicieron según las circunstancias lo permitían cada [una]116

cuanto antes

pudo.

Dos días después del de la vestición el señor Director con el Padre Bustamante

recorrieron las celdas para quitarnos cuánto hubiese en ellas de superfluo. A este acto

llamaban las Hermanas con mucha gracia Circuncisión.

[65] CAPÍTULO 13

113

En el Original con tinta y letra diferente superpuesto “leyéndonos” a “lelléndonos”. 114

En el Original “laludarlo” se corrige “saludarlo”. 115

En el Original “añillo” se corrige “anillo”. 116

Se agrega [una] para una mejor comprensión del texto.

38

Oferta de terrenos para edificar el Colegio de las Esclavas del Corazón de Jesús.

Servicio a los Ejercicios después de la toma de hábito.

Entrada de una Hermana y conflicto que sufrió la casa por esta causa.

Una nueva circunstancia vino a hacer para nosotras memorable aquel dichoso día y fue

la de darse el primer paso para la construcción del Colegio que había de ser la Casa Madre de

nuestra Congregación. En la tarde de ese día el Reverendo Padre [José María] Bustamante y

el Señor Director se fueron al General Paz (pequeña población al otro lado del río de esta

ciudad de Córdoba) para ver un terreno de una Hectárea117

que el señor Don Augusto López

había ofrecido para que se edificase nuestro Colegio. No fue sólo esta oferta sino que hubo

varias en distintos puntos de esta ciudad y sus alrededores, pero por varias razones se aceptó

ésta y no las otras, vendiendo al mismo tiempo el terreno que teníamos comprado para este fin

por no ser bastante capaz para el objeto y por no estar situado en localidad tan conveniente

como el que se aceptó.

En Junio de 1874 se dio principio a la construcción de nuestra primera casa en el

terreno antes mencionado. El encargado para la construcción del edificio fue Don Anselmo

Quintero, vecino de esta ciudad y sujeto de singulares prendas que desde entonces se

constituyó bienhechor de nuestra Congregación. La obra comenzó por cavar el pozo que está

al centro en dicha casa [66] se edificaron118

el patio de la portería en que está la capilla con el

coro para la comunidad en el arco de la derecha y la sacristía en el de la izquierda que después

se le dio más extensión para que sirviese de coro y se edificó nueva sacristía. En el mismo

patio la sala de recibo, pieza para la portera y un costurero. En el segundo patio 10 celdas, sala

para niñas agraciadas, ropería, enfermería y sala de labor; y en el tercer patio el refectorio,

cocina, despensa, pieza de sirvientes, baño al lado del pozo y la oficina común. Todo este

edificio juntamente con dos salas para escuelas públicas costó cerca de 30 mil pesos.

El 15 de Junio fuimos a la Casa de Ejercicios seis Hermanas, dos niñas de las que

teníamos asiladas y dos sirvientes. Servimos una data de 390 ejercitantes y el 28 de Julio otra

de 430. Un número tan crecido sirvió en una y otra vez para probar el fervor de las Hermanas

que tuvieron buena ocasión para practicar en este noviciado todas las virtudes. Especialmente

en la segunda data fue el trabajo muy pesado, pues para dar la comida a 430 personas era

necesario hacerlo por partes de manera que llamando a las 12 al primer refectorio terminaba el

último a las 4 ½ o 5 de la tarde.

Siendo las Hermanas tan pocas para llevar tanto peso sin quien las aliviase, era natural

que a veces casi desfalleciesen de cansancio. Sucedía a veces que en el intervalo de uno a otro

refectorio se reclinaban fatigadas sobre los bancos; pero luego leyendo la inscripción del

Escudo “Esclava del Corazón de Jesús”, “Amor y Desagravio” se reanimaban e iban a

trabajar con mayor fervor. Llegó a tanto el peso del trabajo que de tanto caminar casi a todas

se les llagaron los pies hasta el punto de serles imposible calzarse; 119

por lo cual tuvo que

permitir [67] el señor Director se comprasen zapatillas de género y las usasen en aquella

ocasión.

Más no era esto sólo sino que hasta del alimento hubo vez que se privaron, ya por falta

de tiempo para hacerlo, ya también porque haciéndose difícil el cálculo para tanta gente hubo

vez que faltó la comida para las ejercitantes y hubo que echar mano de la de las Hermanas120

.

Con el mayor gozo de mi alma las oí felicitarse de esto, pensando, en vista de la necesidad,

117

En el Original con tinta y letra diferente tachado “100 varas cuadradas” y entrelíneas agregado “(una

Hectarea)”. 118

En el Original “edivicaron” se corrige “edificaron”. 119

En el Original hasta el final del párrafo tachado con otro color de tinta. 120

En el Original “Hermas.” se corrige “Hermanas”.

39

que eran verdaderamente pobres y gozándose en tener ocasión de cumplir de este modo tan

efectivo uno de los votos que privadamente habían hecho el día de la toma de hábito.

En la primera de estas dos datas nos llevó nuestro Director una botella de agua del

pozo que se trabajaba en la casa del General121

Paz. Todas tomamos del agua, alegrándonos

en el Señor al ver que quería darnos casa propia en qué establecernos y llenar los fines de

nuestro instituto para su mayor honra y gloria.

En Junio entró una Hermana nueva llamada Mercedes Cabanillas que era hermana de

la última que se admitió antes de la toma de hábito. Fue la primera que vistió el hábito con la

fórmula y ceremonia que sirvieron después para este acto.

La vestición tuvo lugar el día del Corazón de Jesús y el señor Director le hizo una

preciosa e importante plática explicando el significado de las inscripciones del Escudo y

dando a todas importantísima doctrina.

El 19 de Setiembre vino una señora de las más notables familias de Catamarca con el

intento de ingresar en nuestra Congregación que había conocido unos meses atrás viniendo a

acompañar a una sobrina suya que entró monja en las Carmelitas de [68] esta ciudad.

Llamábase la dicha señora Concepción Soria y era como digo de lo más notable de aquella

ciudad viuda y de bastante fortuna. Todo lo abandonó por hacerse Esclava del Corazón de

aquél a quien “servir es reinar”, y no sólo quiso ser Esclava sino que eligió en esto mismo122

la parte más humilde siendo la primera Hermana Coadjutora en nuestra Congregación.

El primer Viernes de Octubre vistió el hábito y al día siguiente sucedió lo que voy a

referir.

Hallábase esta ciudad en grande alarma por motivos políticos. El General

Arredondo123

se aproximaba a ésta pretendiendo tomar su plaza. El Gobernador124

, como era

natural trataba de defenderla, y como para esto era necesario valerse de las armas se suponía

que habría heridos y para el caso se buscaba una casa a propósito para Hospital de Sangre.

Fueron a pedir al señor [Presbítero Juan Martín] Yániz la Casa de Ejercicios para este

objeto. Él pudo muy bien salvar el compromiso diciendo que las Esclavas tenían derecho a la

casa y que si se veían en algún conflicto tendrían que ocuparla. Inmediatamente dio aviso al

señor Director quien no sólo por evitar el que a dicha casa se le diese tal ocupación, como

también por ponernos más a salvo trayéndonos al centro dispuso nos trasladásemos a ella lo

que hicimos el 2 de Octubre, no sin grandes dificultades que vencer, pues en aquellas

circunstancias no había quien nos condujese el equipaje, pues los hombres todos huían por el

peligro que corrían y ni se conseguía un caballo para tirar el carro. Dios nos salvó esta

dificultad por medio de una viejecita que tenía un jumento, el que atando a un [69] pequeño

carro y conducido por ella misma nos trasladó el equipaje.

Pasado el conflicto volvimos, después de ocho o nueve días que habíamos estado en la

Casa de Ejercicios, a nuestra casa Quinta en donde volvimos a abrir las escuelas públicas

suspendidas por aquellas circunstancias y comenzamos a preparar algunas cosas para cuando

se hiciese la traslación a la nueva casa.

En este tiempo aconteció un suceso digno de llamar la atención por lo raro del caso.

Antes de mudarnos a la Quinta la había habitado un extranjero que tenía un perro; el

cual125

, contra la natural tendencia de este animal que es, de seguir a su amo, se obstinó en

quedarse en la casa y por más diligencias que hizo el que lo había criado no pudo conseguir lo

siguiese.

121

En el Original abreviado “Gral.” se corrige “General”. 122

En el Original “misla” se corrige “mismo”. 123

En el Original con lápiz y otra letra sobre “Aredondo” corregido “Arredondo”: José Miguel Arredondo. Esta

nota es válida siempre que se utilice en lo sucesivo. 124

Gobernador Enrique Rodríguez. 125

En el Original “cuan” se corrige “cual”.

40

A nosotras nos vino bien esto porque, como la casa estaba retirada de la población, el

animal nos hacía buena compañía126

.

Mucho nos sorprendió una noche que a la hora de recogernos comenzó a ladrar y dar

acometidas como si viese alguna persona o cosa de espanto. Salieron las sirvientes y

registraron por todas partes, más en vano pues nada encontraron que pudiese ocasionar

aquella alarma en el perro. Continuó esto por casi un mes y todas las noches a la misma hora

que era de las 10 a las 12 de la noche. Todas estábamos aterradas y sin saber qué pensar de

caso tan extraño. La Hermana Estaurofila [Moncada] cuyo aposento tenía ventana a la quinta

lo mismo que la Hermana Rosaura [Maldonado] hacia cuyo lado acometía el perro, se

asomaban por ver si descubrían algo, y sólo veían que abalanzaba pero no se veía a quien

porque no había persona ni cosa alguna.

[70] Andaba este animal como desesperado; se entraba al aposento de las sirvientes

queriendo esconderse debajo de las camas y cavando como para enterrarse. Al mismo tiempo

se oían en el refectorio, que estaba en el medio de las celdas de la Hermana Estaurofila y de la

Hermana Rosaura, unas explosiones como si toda la loza se viniese al suelo; pero por más que

se registraba no se podía hallar causa que ocasionase aquello.

Una de estas noches sueña una de las sirvientes, que se llamaba Silveria, que se

levantaba a llamar al hortelano (el cual vivía enfrente de nuestra casa) para que viniese a ver

quien había entrado a la quinta, cuando se le aparece un sujeto a quien ella no conocía, y le

dice: No vayas a llamar al hortelano porque yo no pretendo hacer aquí mal alguno; sólo vengo

por arreglar unas cuentas que tengo con la Hermana Rosaura Maldonado. Al oír esto la

muchacha fue a avisar a la Hermana Rosaura a quien encontró tan dormida que con dificultad

consiguió despertarla y darle el recado del desconocido. Entonces la Hermana le dio una carta

escrita en papel verde para que entregase a aquel sujeto. Este fue el sueño de la sirviente,

quien a la mañana luego que se vio con la Hermana Rosaura (que era Procuradora) le

preguntó si tenía ella cuentas con alguna persona. Entonces la Hermana le dijo que por qué le

preguntaba aquello y ella le contó lo que había soñado. Esto llamó mucho la atención de la

Hermana y fue a darme cuenta del caso, añadiendo que ella había dado su dote de 1000 pesos

a un sujeto pariente para que trabajase con ella, y por ser persona en quien tenía confianza no

lo había asegurado con documento alguno. Que este sujeto, tuvo [71] una quiebra después de

la cual se fue a Buenos Aires y volvió poco antes de entrar ella a nuestra casa, y que al saber

su venida ella le había escrito una carta en papel verde llamándolo a cuentas, la cual carta le

había sido devuelta y la conservaba entre sus papeles.

Al oír esto me ocurrió que este sujeto hubiese fallecido y propuse a la Hermana le

perdonase la deuda. Ella me dijo que lo haría si el señor Director y yo se lo permitíamos.

Obtenido este permiso le perdonó pero la novedad del perro continuaba, por lo cual dije a las

Hermanas que aplicásemos la comunión a aquel sujeto pues tal vez tenía necesidad de

nuestras oraciones. Hecho esto, el mismo día que aplicamos la comunión, que creo fue víspera

de Navidad, cesó el perro de atormentarnos y nunca más se repitió el caso.

En toda la relación hecha hasta aquí de los sucesos acaecidos a nuestra Congregación

está de manifiesto el cuidado que nuestro Señor tiene y ha tenido siempre de mezclarnos los

consuelos con las amarguras. Una nueva prueba nos tenía reservada para prepararnos con ella

a recibir el consuelo de tomar posesión de nuestra casa cuya construcción iba a pasos

agigantados, a pesar de los inconvenientes que los trastornos políticos, antes indicados, habían

opuesto a esta obra, habiendo tenidos que proseguirla los albañiles127

medio escondidos por el

peligro que corrían.

126

En el Original con lápiz y otra letra “compaña” en lugar de “compañía”. 127

En el Original “albaniles” se corrige “albañiles”.

41

La admisión de la Hermana Elisa del Corro que tuvo lugar el 26 de Diciembre del 74 a

pesar de la oposición de su familia dio lugar a una persecución tanto a nuestra Congregación

como a [72] la Compañía de Jesús.

Esta Hermana, que tenía 40 años de edad y careciendo de ambos padres solo tenía dos

hermanas mayores que ella y las cuales de ninguna manera quedaban en situación desgraciada

por su separación pues vivían cómodamente con el trabajo de sus manos, se sintió llamada al

estado religioso y por confesarse con el Padre [José María] Bustamante le consultó su

vocación, del cual mereció la aprobación no hallando éste inconveniente alguno ni por parte

de ella ni por la de la familia para que pudiese entrar en nuestra Congregación, pues por su

edad y demás circunstancias era libre para tomar esta u otra determinación.

Como las Hermanas y otros parientes se opusiesen a su designio creyó ella prudente

ocultarles el día y momento de su realización por ahorrarles el sacrificio de la despedida y así

se valió de una prima suya, matrona muy respetable de esta ciudad, y de toda su confianza

para que la acompañase a nuestra casa.

El día acordado, después de oída misa en la iglesia de las Catalinas, tomaron un coche

y se vinieron, encargándose la misma señora de ir a dar la noticia a las hermanas de aquella.

Estas y otras personas de la familia se pusieron en grande alarma, sobre todo un pariente

político que por desgracia era periodista y de ideas algo liberales, tomó el asunto por suyo

para desahogar por medio de públicos escritos el enojo de toda la familia contra nosotras y

contra el Padre [José María] Bustamante, el cual no tenía otro delito que haberla dejado

proceder con libertad acerca de su vocación por ser mayor de edad y carecer [73] de ambos

padres; pero el periodista, para hacernos criminales, la suponía muy joven, el báculo de su

familia a la cual dejaba en la más triste orfandad y robada clandestinamente por el Padre

Bustamante para colocarla en nuestra casa contra el gusto de su familia. De este jaez fueron

las calumnias que sufrió este respetable Padre, pero él amaestrado en la escuela de Jesucristo

calumniado por nuestro amor siendo el Santo de los santos y la misma inocencia, sólo trataba

de enseñarnos a nosotras cómo nos habíamos de portar en circunstancias tales; así nos escribía

desde la campaña en donde había salido con el señor Director [Doctor David Luque] a tomar

las vacaciones y continuar la redacción de nuestras Constituciones:

“Dos cosas conviene hacer siempre en estas circunstancias: 1ª examinarnos para ver si

hay en nosotros alguna infidelidad para con Dios, o alguna soberbia oculta con que

provoquemos la ira divina; y 2ª arrepentirnos cordialmente y con toda compunción de

nuestras faltas o infidelidades y recurrir con mucha frecuencia al Sagrado Corazón de Jesús

para que deshaga esta y las demás tormentas que vengan, y convierte en bien de nuestras

almas y de toda la comunidad todas estas oposiciones y guerras, como lo ha hecho siempre y

en todos tiempos con tantas y tan santas comunidades.

El mundo nunca paga sino a sus amigos y los enemigos del mundo son los amigos de

Dios.

Además ser discípulo de Jesús y estar a su lado sin sufrir las injurias y persecuciones,

es imposible.

Por consiguiente, ánimo y confianza en Dios, por una parte; y por otra orar mucho,

porque tiempo de [74] prueba, es tiempo de oración”.

La tempestad fue muy terrible, porque las injurias y calumnias eran muchas y muy

graves y tenían por fin expulsar los Padres de la Compañía128

y en especial al Padre [José

María] Bustamante y destruir nuestra Congregación, para lo cual encontró el periodista

cooperación en algunos diarios de Buenos Aires y del Rosario con quienes congeniaba en

ideas: éstos gritaban a la par de aquél; pero felizmente esto no sirvió más que para afianzarnos

a unos y otros.

128

En el Original “Compania” se corrige “Compañía”.

42

La Hermana Elisa dirigió, con permiso de su superiora, una carta a la prensa en que

hacía constar la verdad de los hechos confundiendo con esto la injusticia de sus detractores.

Dicha carta se publicó en el “Eco” y “Pueblo Católico”, periódicos religiosos que habían

tomado voluntariamente nuestra defensa.

Después de esta pública manifestación de la verdad hecha por la misma Hermana,

como continuasen129

en la encarnizada persecución que habían emprendido, el señor Director

dio al público un escrito en que manifestaba los fines y objetos benéficos para la sociedad de

nuestro Instituto, las aprobaciones de los Prelados para su instalación, su marcha progresiva,

la protección de muchas personas respetables de esta sociedad y haciendo ver además la

conducta prudente y circunspecta que se había observado para la admisión y entrada de dicha

Hermana; cuyo escrito puso fin a la persecución de nuestros adversarios, pues no dijeron una

palabra más.

Esta prueba estuvo muy lejos de dar el resultado [75] que se pretendía, antes sirvió

para afianzarnos más en nuestro intento y el aprecio al Padre [José María] Bustamante se

aumentó más en este pueblo.

Intertanto130

el Hermano Juan Puigdellivol de la Compañía de Jesús dedicaba todos los

momentos que su oficio le dejaba para prepararnos la nueva casa proveyéndola de útiles131

de

cocina y otras cosas necesarias en las demás oficinas.

CAPÍTULO 14

Traslación a la nueva casa. Incendio del Colegio del Salvador en Buenos Aires.

Admisión de otras postulantes. Solicitud pidiendo dar al señor Director el título de

Padre y Fundador. Apertura de las Escuelas públicas. Se nombra Vicerrectora.

Bendición de la Capilla132

. 133

Nuevas Hermanas. Traslación a la Casa de Ejercicios.

Hacía como nueve meses que se había comenzado a edificar la casa del General134

Paz

y en Febrero del 75 estaba concluida y capaz de trasladarnos a ella.

El señor Director y el Padre [José María] Bustamante se ocupaban infatigables de

cuánto era necesario para proveernos de todo lo necesario en la nueva casa, siendo el

Hermano [Juan] Puigdellivol, como queda dicho, el encargado de comprar y mandar hacer los

varios objetos necesarios, tanto135

para la Iglesia, como para lo restante de la casa y para las

Escuelas.

El día último de Febrero el Padre Bustamante nos dio una plática preparándonos para

[76] la traslación a nuestra casa que debía tener lugar al día siguiente Lunes 1º de Marzo de

1875. Después de la plática nos ocupamos de preparar todas las cosas para mudarnos al día

siguiente muy temprano. Enviamos dos sirvientes para que aseasen la casa y nos esperasen

allí.

El día dicho, a las 5 de la mañana, nos trasladamos ocupando las Hermanas y niñas

internas 5 carruajes, en el último de los cuales traíamos la imagen del Corazón de Jesús. Don

Anselmo Quintero nos arregló todo el viaje yendo a esa hora con 14 carros de carga para

conducirnos el equipaje.

129

En el Original “continuanen” se corrige “continuasen”. 130

Léase: “mientras tanto”. 131

En el Original “últiles” se corrige “útiles”. 132

En el Original “Capa” está escrito entre línea, al acabarse el renglón no continúa, se corrige “Capilla”. 133

Se agrega “punto seguido” para una mejor comprensión del texto. 134

En el Original abreviado “Gral.” se corrige “General”. 135

En el Original con tinta y letra diferente superpuesto “tanto” a “ya”.

43

El señor Director nos esperaba en la nueva casa desde temprano para darnos

posesión136

y colocación a cada una. Al bajarnos de los carruajes nos recibió en la puerta

primera de la calle y nos hizo pasar de allí a la capilla, en donde después de colocada la

imagen del Corazón de Jesús que habíamos traído, rezamos el acto de consagración y después

de cantar la letrilla “Corazón Santo” pasamos a conocer la casa acompañadas137

por el señor

Director que iba delante de todas; nos hizo subir al coro alto de la capilla y al entrar tocó la

campana mayor que había y nos dijo: «Ésta es la campana del Corazón de Jesús». Luego de

esto se vistió la sobrepelliz y estola y bendijo la casa sirviéndole de acólito la Hermana

Concepción [Soria] que era la única Hermana Coadjutora que había hasta entonces. En

seguida distribuyó las habitaciones leyendo él mismo la lista siguiente que [77] tenía hecha de

antemano e incluyendo en dicha distribución dos postulantes que debían entrar en la tarde de

ese mismo día: estas eran Cenobia Niz y Benigna Moyano.

La lista era como sigue: Aposentos - 1º Hermana María Magdalena [Ramallo]. 2º

Hermana Teresa del Sacramento [Funes] y Hermana Isabel de San José [Pereira]. 3º Hermana

Margarita [Colazo] y Cenobia Niz. 4º Hermana Josefa de San Miguel [Moncada] y Benigna

Moyano. 5º Sala de labor. 6º Hermana Concepción del Niño Dios [Soria] y [Hermana] Luisa

de María [Maldonado]. 7º Hermana Carmen de la Cruz [Cabanillas]. 8º Enfermería Hermana

Clara Ignacia [Cabanillas]. 9º Hermana María de San José [Cáceres]. 10 Hermana Inés de

María [Pastrana]. 11 Hermana Ignacia de San José [Ponce de León] y Hermana Ana de la

Cruz [Moyano]. 12 Ropería. 13 Hermana Matilde de San Luis [Corro] y niñas. 14 La señora

Rectora [Catalina de María Rodríguez].

Inmediatamente comenzamos a acomodarnos en los aposentos designados. Es

imposible explicar el contento y alegría que reinaba en todas al vernos en nuestra propia casa

y que nuestra Congregación se afianzaba cada día más y progresaba bajo la visible protección

del Corazón de Jesús.

Esta alegría aunque tan justa, quiso nuestro Señor mezclárnosla con una terrible

amargura. Entre las 10 y 11 de esa mañana tuvimos la noticia del fatal acontecimiento

sucedido en el Colegio del Salvador en Buenos Aires el día anterior. Dicho Colegio había sido

reducido a escombros por los incendiarios: los Padres y Hermanos de la Compañía saqueados

y estropeados hasta dejarlos por muertos, y lo que era todavía peor saqueada la Iglesia y

profanado el Santísimo Sacramento hasta el punto de arrojar las sagradas formas a la calle y al

fuego.

[78] Tan fatal noticia obligó al señor Director a retirarse dejándonos en la mayor

amargura por las funestas nuevas de aquellos a quienes tanto debíamos y más por las ofensas

cometidas contra la Divina Majestad.

Por la tarde vinieron las postulantes que esperábamos las cuales vistieron el hábito el

19 de Abril con el nombre de Gertrudis de San José y de Benigna de la Santísima Trinidad.

Hasta ese tiempo que nuestra Congregación contaba dos años y medio de existencia y

en los cuales había progresado con tanta rapidez debido a los desvelos y asiduidad del

destinado por Dios para llevar a cabo esta empresa, no habíamos llenado un vacío que

quedaba en nosotras por no dar a aquel el título de Padre y Fundador pues en realidad lo era y

gravitaba sobre sus hombros toda la responsabilidad desde que había aceptado el título de

Director de la obra. Esto no era por falta nuestra sino porque él no nos lo permitía, por lo cual

temerosas que por su humildad perdiésemos la gloria de ser conocidas por sus hijas, nos

resolvimos a elevar, ante el señor Vicario Capitular y Gobernador del Obispado, una

presentación para obtener la autorización de dicho título y obligarlo por este medio a aceptar

lo que tanto había rehusado.

136

En el Original con tinta y letra diferente superpuesto “posecion” a “posesion”. 137

En el Original con tinta y letra diferente superpuesto “conducidas” a “acompañadas”.

44

Al hacer esta solicitud nos acompañaba el deseo de obtener para el día 8 de Marzo,

que por ser su cumpleaños era día muy especial para nosotras, el despacho de la solicitud. A

este fin nos valimos de un sacerdote de mucha confianza para nosotras para que llevase dicha

presentación y pidiese su despacho, todo con la mayor reserva del señor Director [79] que

estábamos seguras lo impediría si llegaba a saberlo.

La solicitud fue hecha en estos términos:

Señor Provisor y Gobernador del Obispado Licenciado Don Gaspar Martierena.

Animadas de la confianza que nos inspira la paternal bondad de Su Señoría y las

consideraciones que se ha dignado dispensarnos, nos resolvemos a hacer una solicitud, muy

justa en nuestro concepto.

Hace mucho tiempo que deseamos las Esclavas del Corazón de Jesús, e hijas

espirituales de Doctor Don David Luque dar a éste el título de Padre y Fundador, por haber

sido él el elegido por Dios para dar vida a esta Congregación: carga que aceptó a pesar de sus

innumerables ocupaciones y desempeña con la mayor abnegación, sacrificando su paz y

tranquilidad sin reservar ni sus pocos recursos pecuniarios y soportando con una admirable

paciencia todas las penalidades que traen consigo empresas de esta clase.

Por tanto pedimos a Su Señoría nos permita darle el título que merece de Padre

Fundador de esta Congregación, porque aun cuando de hecho lo es, creemos que dicho título

debe ser autorizado por Su Señoría.

Al hacer esta solicitud, nos acompaña el temor de excitar el desagrado de este señor,

pues en diferentes ocasiones nos ha prohibido darle este título imponiéndonos precepto de no

hacerlo; pues él tan sólo acepta las penalidades y fatigas rehusando todo aquello que pueda

redundar en su propia honra.

[80] Esperamos, no obstante que la autorización de Su Señoría le obligará a no

negarnos138

el consuelo de que sepa el mundo entero y las posteridades venideras quien fue el

elegido por el Corazón de Jesús para Fundador de sus Esclavas; del que tal vez nos veríamos

privadas por la diversidad de acontecimientos y sucesión de los tiempos que todo lo destruye

y lo borra.

Esperamos ser atendidas por Su Señoría y nos felicitamos de repetirnos como siempre

sus más fieles servidoras que pedimos su paternal bendición y rogamos por su importante

conservación.

A continuación firmamos todas las Hermanas que éramos entonces en número de

diecisiete.

El Señor Provisor no despachó inmediatamente nuestra solicitud reservándose para

consultarlo con el señor Fiscal Eclesiástico.

El 2 de Abril entró la señorita Amelia Ordóñez que se llamó después Hermana Dolores

de María y el 30 del mismo la señorita Rosa Juárez que fue después Hermana Rosa de Santa

María. Ambas vistieron el hábito el 6 de Mayo.

A este tiempo por estar ya algo numerosa la comunidad y aproximándose el tiempo de

trasladarnos a la Casa de Ejercicios, creyó el señor Director era conveniente nombrar una

Vicerrectora, pues no la había desde que salió la Hermana Josefa Luque.

Nombró para este destino a la Hermana Ignacia de San José dando a la Rectora el

título de Madre.

El 1º de Abril se abrieron las clases para niñas externas gratis. Ocupaban éstas dos

salones en uno de los cuales enseñaban las Hermanas Margarita y Ana de la Cruz y en el otro

la Hermana Josefa de San Miguel ayudada por la niña Jesús Álvarez. 138

En el Original con tinta y letra diferente superpuesto “concedernos” a “no negarnos”.

45

[81] Muy pronto estuvieron los dos salones llenos de niñas a las que se enseñaba con

el mayor esmero. Continuaron como en la Quinta asistiendo a la doctrina pública que se les

enseñaba en la capilla y por algún tiempo vinieron Novicios y Hermanos de la Compañía a

enseñar a los niños ocupando éstos los salones de escuela a los cuales entraban por puerta

independiente de lo demás del edificio que nosotras ocupábamos.

El 14 de Mayo entró la señorita Teresa Olmos, que se llamó Hermana María Teresa; al

día siguiente la señorita Delfina Loza que fue la segunda Hermana Coadjutora con el nombre

de Hermana Marta. Ambas se prepararon para la toma de hábito con los Ejercicios anuales de

la Comunidad que139

empezaron el 14 de dicho mes y terminaron el 23 día de la Santísima

Trinidad en el que tuvo lugar la solemne función de la Bendición de la Iglesia que hizo el

señor Canónigo Don José María Vélez predicando en la función el señor [Presbítero Juan

Martín] Yániz. Esta fue la primera función que tuvimos en nuestra casa. Ese día por la tarde

vistieron el hábito las dos postulantes dichas.

El 28 del mismo mes entró la señora Doña Aurora Torres y el 29 la señorita Filomena

Pucheta.

La primera era una de las que entraron por favor del140

señor Yániz con las dotes que

se le concedieron en el contrato antes expresado. Los otros dos habían sido ocupados por las

Hermanas Matilde de San Luis [Corro] y Ana de la Cruz [Moyano].

El 8 de Junio nos trasladamos a la Casa de Ejercicios doce Hermanas a tomar posesión

de ella ocupando el edificio alto que en dicha casa se había construido para nosotras.

[82] El señor Yániz nos esperaba allí para darnos posesión de la casa y entregarnos la

de los Ejercicios con los útiles que a ella pertenecían. Desde aquel día comenzamos a servir y

administrar la Casa de Ejercicios como dueñas de ella, pero bajo la dependencia y dirección

del141

señor Yániz, según142

las Bases del contrato. En los años anteriores sólo habíamos

venido a servir las datas de mujeres retirándonos inmediatamente a casa pues allí no había

comodidad para permanecer.

Los primeros Ejercicios que se dieron fueron el 14 del mismo mes. Entraron 500

mujeres por lo que precisamos143

pedir al Colegio otras Hermanas no bastando las 12 que

estábamos. En ese año se dieron 7 datas a saber: dos de mujeres, que fueron ambas

numerosísimas, dos de hombres, de señores Clérigos otras dos y una de señoras de 1ª clase,

las que terminaron en Octubre.

CAPÍTULO 15

Se edifica el Noviciado. Otras Hermanas. Vuelta de la Casa de Ejercicios al Colegio.

Aprobación de las Reglas. Se nos permite dar el título de Padre Fundador al señor

Director. Profesión de 10 Hermanas. Se instala el Noviciado y se nos dan las Reglas.

En el mes de Julio se había dado principio a la construcción del Noviciado y un salón

para las clases públicas, pues los que había ya no podían contener el número tan crecido de

niñas que solicitaban ser admitidas y era además necesario dar más extensión al salón de

internas agraciadas por [83] la misma causa. Uno de los salones que habían ocupado antes las

escuelas se unió al de las internas - y el otro se habilitó también para las mismas

139

En el Original entre líneas escrito con lápiz y letra diferente “los dió el Doctor Luque”. 140

En el Original “de” se corrige “del”. 141

Ídem. 142

En el Original “sugun” se corrige “según”. 143

En el Original con tinta y letra diferente superpuesto “precisamos” a “presisamos”.

46

En Agosto entró la señorita Sebastiana Aguirre que vistió el hábito con el nombre de

Hermana Tomasa de María el día 5 del mismo mes que era primer Viernes. En Noviembre se

admitieron otras dos que fueron la señorita Margarita Correa que entró el 21 y Catalina

Fragueiro el 25.

En los meses anteriores había pedido el señor Director al Prelado la aprobación de las

Reglas, el cual nombró una comisión de sacerdotes para que las examinasen. Nombró en

comisión para el efecto al Doctor Don Adolfo Luque que era Fiscal Eclesiástico, al

Reverendo144

Padre Félix María Del Val y al Padre [José María] Bustamante Superior de la

Compañía. Esta comisión fue nombrada el 27 de Setiembre y el 22 de Octubre, después de

atento examen aprobó las Constituciones (como consta en el145

expediente)

Por mandado de Su Señoría el señor Promotor Fiscal hizo el examen y aprobó el

dictamen de la comisión revisora, tanto en la aprobación de las Constituciones como en146

la

conveniencia que aquella indicaba de que el señor Director continuase al frente de esta

empresa como su Director. Hizo algunas reformas y añadió algunos artículos que se

trasladaron después al libro de las Constituciones. Puso su vista fiscal el 29 de Noviembre y el

30 del mismo el señor Provisor aprobó las Constituciones dando el permiso para que

hiciésemos la profesion religiosa147

cuando el señor Director lo creyese conveniente y nos

permitió darle el título de Padre Fundador.

El mismo día 30 nos trasladamos de la Casa de [84] Ejercicios al Colegio, pues había

terminado la tarea de los Ejercicios. Luego que llegamos vino el señor Director trayéndonos la

importantísima noticia de que habían sido aprobadas nuestras Constituciones y nos hizo saber

el permiso que respecto a él se nos daba pues todo estaba en el expediente. Entonces le conté

lo que habíamos hecho y le informé de la presentación. Él me dijo que no había sabido nada,

que pensaba hasta entonces había sido el Padre [José María] Bustamante quien había indicado

al señor Provisor le diese estos títulos.

Al saber que hacíamos mención en la dicha Presentación de que él no reservaba ni sus

pocos recursos pecuniarios por dedicarlos a esta obra dijo con mucha gracia: “¡Qué

adelantadas han estado! ¡Mucho han adivinado!”. 148

Salí de la sala en donde estaba con él y

fui a dar tan gratas noticias a las Hermanas que por la llegada de las que veníamos de la Casa

de Ejercicios y también de las dos postulantes que fueron allí admitidas, estaban en

recreación.

Es indecible la alegría de todas con tanta buena noticia. Desde ese momento cada una

repetía llena de alegría: “Nuestro Padre Fundador, Nuestro Padre Fundador”. Luego vino él al

punto en donde estaban las Hermanas reunidas y todas al verlo le pedían la bendición dándole

el título de Padre Fundador. Él sonriéndose les decía: “Que el Corazón de Jesús las bendiga”.

Al día siguiente nos trajeron el libro de las Constituciones y comenzamos a leerlas.

Era poco un solo ejemplar para satisfacer el ansia de todas por informarse de ellas; así que fue

preciso leerlas en el Refectorio para todas y hacer sacar copias.

[85] El Padre [José María] Bustamante principió a explicárnoslas para lo cual nos

reuníamos en la sala de recibo para poder dirigirle cada una149

las preguntas que le ocurrían

hacer sobre el sentido de las Reglas, a las cuales satisfacía y explicaba con la mayor claridad.

Se acercaba el día de la Inmaculada Concepción y quiso Nuestro Padre [Doctor David

Luque] nos preparásemos con un retiro de tres días para hacer la profesión aquellas que

144

En el Original “Po.” en lugar de “Reverendo”. 145

En el Original “des” se corrige “en el”. 146

En el Original “el” corresponde “en” para una mejor comprensión del texto. 147

En el Original superpuesto a “los votos”, “la profesion”. 148

Se agrega “punto seguido” para una mejor comprensión del texto. 149

En el Original “unas” se corrige “una”.

47

hubiésemos estado más de un año en la casa y nos hallásemos preparadas para ello, y las que

no hubiesen cumplido el año para que entrasen al Noviciado ese día.

El retiro fue en los días 5, 6 y 7 de Diciembre y en el último por la tarde llamó Nuestro

Padre a cada una de las que habíamos estado el tiempo señalado para recabar su voluntad

acerca de la profesión que debía tener lugar al día siguiente. Diez estuvimos dispuestas y

prontas a hacer los votos quedando cuatro que aún fluctuaban o no se hallaban

suficientemente preparadas y requerían más tiempo. Las que hicimos los votos fuimos:

Hermana Josefa de San Miguel Moncada, Hermana María Magdalena Ramallo, Hermana

Teresa del Sacramento Funes, Hermana Margarita Colazo, Hermana Inés Pastrana, Hermana

Ignacia de San José Ponce, Hermana Isabel de San José Pereira, Hermana Carmen de la Cruz

Cabanillas, Hermana Clara Ignacia Cabanillas y yo Catalina Rodríguez quedando las

Hermanas María de San José Cáceres, Luisa de María Maldonado, Ana de la Cruz Moyano y

Concepción del Niño Dios Soria.

El día 8 de Diciembre a las 4 ½ a.m. vino Nuestro Padre con el Padre [José María]

Bustamante para recibir los votos de unas y dar el hábito a las otras.

Después de las preces que preceden siempre a estos actos, dio [86] el Padre el hábito a

las dos postulantes, inmediatamente celebró la misa en la cual antes de la comunión estando el

celebrante con el Santísimo en las manos hicimos los votos los que pronuncié yo en voz alta y

recitaron las otras conmigo. Terminó el acto con el Tedeum Laudamus y en seguida se cantó

el “Corazón Santo”.

En la tarde del mismo día nos reunimos en la capilla para uno de los actos más

notables de los que tuvieron lugar en este día memorable. Nuestro Padre iba a entregarnos las

Santas Reglas que él mismo con el Reverendo Padre [José María] Bustamante había

redactado. Estas Reglas no eran sino las de San Ignacio apropiadas a una Congregación de

mujeres, siendo en la sustancia las mismas.

Reunidas ya en la capilla entró Nuestro Padre trayendo el libro de las Reglas y

habiéndose sentado cerca de la barandilla empezó leyendo este texto de Josué que acababa de

escribir al principio de dicho libro: “No se aparte de vuestra vista el libro de esta Ley: sino

que meditareis en él de día y de noche para enderezar vuestros caminos etc”.

Dirigióse después a mí entregándome el libro de las Reglas, encargándome las hiciese

observar fielmente y haciéndome responsable de su cumplimiento - Habló a todas

recomendando que leyésemos atentamente y practicásemos lo que en aquel libro santo se

contenía. Todo con palabras graves y llenas de unción. Declaró también que quedaba

instalado el Noviciado. Nos llamó mucho la atención sobre los acontecimientos que tenían

lugar en aquel día grande. 150

Primera Maestra de Novicias Hermana Teresa del Sacramento

Funes.

CAPÍTULO 16

Construcción de la casa del Tránsito. Segunda profesión.

Señor [Pbro. Juan Isidro] Fernández. Primero y segundo año después

de la promulgación de las Reglas. Tercera Profesión (1875 – 1877).

En el mismo año 1875 había comenzado el señor Cura Don [José] Gabriel [del

Rosario] Brochero a edificar en un departamento de su feligresía denominado “Villa del

Tránsito”, una Casa de Ejercicios que tenía antes proyectada.

150

En el Original escrita como Nota al pie de página, con lápiz, tinta y letra diferente “Primera Maestra de

Novicias Ha. Teresa del Sacramento Funes”.

48

[87] Luego que conoció nuestro instituto formó el propósito de que fuesen las

Esclavas a servir la Casa de Ejercicios y proyectó hacer colegio de niñas que fuese regenteado

por las mismas. Ambos edificios construyó a expensas de la providencia, pues él no contaba

con otros recursos. Su industria para creárselos ha sido admirable y no menos su heroica

abnegación: su persona, aunque sacerdote, no la eximió de los más penosos trabajos, como

trasportar el material que él mismo hacía quemar sin diferenciarse en esto del último de los

obreros. Su humildad era pronto imitada por los transeúntes y otras personas que salían a

tomar vacaciones en aquel lugar: ya eran señores sacerdotes, ya Diputados de la Nación y

hasta el mismo señor Vicario Capitular Doctor Don Uladislao Castellano con Nuestro Padre

[Doctor David Luque], el señor [Presbítero Juan Martín] Yániz, Padres de la Compañía y

Seminaristas y hasta las más respetables matronas todos en comitivas acarreaban el material a

ejemplo del celoso señor Brochero.

Este trabajo, obra superior no sólo a las que se pueden construir en una villa pobre,

sino a los de toda nuestra República, según se expresaba un señor (no recuerdo su nombre)

que visitó la casa en 1877; se concluyó, es decir pudo ser habitado por las religiosas en 1880.

Nuestro Padre salió aún este año (1876)151

a tomar sus vacaciones en Tanti en

compañía del Reverendo Padre [José María] Bustamante, siempre ocupados en los asuntos de

esta Congregación. A su vuelta encontró a un sobrino carnal suyo muy enfermo, al cual asistió

hasta su muerte, enfermando él mismo a causa de las malas noches pasadas con su sobrino.

Llegó el tiempo en que debían hacer los votos las Hermanas que quedaron en la

primera vez. Se eligió para esto el día del Glorioso Señor San José, y como Nuestro Padre

estaba enfermo recibió los votos el Padre Bustamante. Las que los hicieron esta vez fueron:

Hermanas María de San José (Cáceres), Matilde de San Luis (Del Corro), Gertrudis de San

José (Niz) y Concepción del Niño Dios (Soria).

Nuestro Padre había hecho trabajar a sus expensas enfrente de este colegio [88] casa

para el Capellán. En Abril del 76 vino a habitarla el señor Don Juan Isidro Fernández

canónigo de honor de la Santa Iglesia Catedral del Paraná, siendo el primer Capellán

permanente que tuvimos. Falleció el 10 de Setiembre de 1884 pocos meses después de haber

dejado la capellanía, la que no pudo atender por el mal estado de su salud.

Nota: Páginas [89] y [90] en blanco.

151

En el Original con tinta negra y letra diferente entrelíneas dice: “(1876)” y con lápiz: “agregado después”.

49

[91] Niñas internas agraciadas

Casa Madre

Año 1872

1 Jesús Alvarez entró [25–octubre “Memorias” p. 51]152

salió para ser religiosa

Sacramentaria en Marzo de 1879.

2 Secundina Rodríguez entró el 4 de Noviembre.

Año 1873

3 Benita Pereira – Esclava el 25 de Diciembre de 1874.

4 Felisa Rueda

5 Petrona Torres – Salió el 79.

Año 1874

6 Petrona Brandán

7 Manuela Cardoso

1875

8 Teodora González

9 Toribia Antunes – Entró en las Sacramentarias (1879 – Buenos Aires), después en las

Carmelitas de Salta.

10 María Ordóñez

11 Clementina Pavón – Hermana de Caridad el 5 de Octubre 1878.

12 Estaurofila Montenegro

1876

13 Engracia Ponce

14 Servanda Martínez

15 Angelina Moyano

16 Teresa Yániz

[92] Año 1877

17 Jesús Ruiz

18 Concepción Márquez – Religiosa Franciscana.

1878

19 Dolores Olmos

20 Luisa Vidarte. – [Esclava, aunque indigna por no querer contarse en ese número]153

.

21 Mercedes Moyano – Salió gravemente enferma, después de estar admitida para Esclava.

Murió como una santa.

22 Celina Colazo – Esclava en 1883.

152

Con letra de la Vice Postuladora Esilda del Carmen Bustos ecj. 153

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra. La Hermana sale del Instituto el 2 de Marzo de 1905.

50

23 Teodomira Torres – Esclava en 1885.

24 Reginalda Zavalía – Salió trastornada.

25 María Roldán

1879

26 Carolina Coronda – Salió el 81.

27 Mercedes López

28 Adela Adinet – Esclava en 1885.

29 Mercedes Sánchez – Esclava en 1885.

30 Delfina Rodríguez

31 Pura Walter – Salió el 81.

32 Visitación Meneses – Esclava en 1880.

33 Anacleta López

34 Amalia Colaizen – Religiosa Franciscana – Salió154

.

35 Carmen Colaizen – Salió el 81.

36 Crisanta Colaizen – Hija de María (Adoratriz), de donde salió por falta de salud.

Después se ocupó de dirigir una escuela infantil en Remedios.

1880

37 Ana Colaizen – Permaneció hasta el año 1891 en que salió gravemente enferma de

fiebre – Murió el 4 de Febrero de 1891.

38 Mariana Colaizen – Esclava en 1883.

39 Luisa Clapy – Franciscana – 155

Salió – Después Monja Catalina en Buenos Aires.

[93] 1880

40 Celestina Conte – Esclava en 1880.

41 Rosa Adinet – Esclava en 1885.

42 Amelia Marín

43 Aurora Palacios

44 Carlota Cáceres

1881

45 María Luisa Carpini – Salió el 81.

46 Josefa Mansilla – Salió el 83.

47 Dolores Eguiluz – Salió el 81.

48 Rosa Romero – 1882.

49 Agustina Olmos

1882

50 Teresa Luc – Fue religiosa Hija de María, Adoratriz.

51 Tránsito Maldonado

52 Amelia Novillo

53 Delicia Olmos

154

“Salió”: Posteriormente escrito con lápiz y otra letra. 155

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra.

51

54 Mariana Clapit – Salió el 86.

55 Bernarda López – 156

Adoratriz.

1884 (Véase 1883 á la vuelta)

56 Margarita Moncada

57 Eulogia Cires – Salió el 88.

58 Manuela Cabanillas – 87.

59 Mercedes Moncada – Pasó a ser religiosa del Buen Pastor; habiéndole faltado salud,

volvió al poder de sus padres.

[94] 1883

60 Urbana Pelliza

61 Rosa Gordillo

1885

62 María Ceballos – Pasó a ser Mercedaria (de las fundadas por el Reverendo Padre

Torres) en 1891; salió enferma y volvió al Colegio de las Esclavas el 95.

63 Mercedes Maidana

1886

64 Rosario Vigil – Salió el 88.

65 Teresa Romeú – Ídem.

66 Zoila Sánchez – 87.

1887

67 Carmen Otero – 88.

68 Adelaida Tolosa – 88.

69 Ana Delicia Alvarez

70 Minervina Ferreira – Entró el 14 de Abril – Esclava 1895.

71 Clorinda Ferreira

71 Dolores Cabanillas

72 Alicia Jandin

73 Carlina Sosa

1888

74 Josefa Oliva – Murió 157

joven.

75 Rita Gordillo

76 Matilde Sarsfield

77 Manuela Rosa Tissera

156

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra. 157

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra.

52

1889

Ángela Centeno 158

– Esclava en 1891. – (Santa Fe 1889. 5 de abril – Blanco - Historia

del Instituto de las Esclavas. Tomo. II. pág 151).

78 María Ignacia Ribarola

79 Rosa Ribarola

80 Cándida Eguiluz

81 Inés Eguiluz

82 María Altamirano

[95]

83 Catalina Pavón

84 Pilar Ramón

85 Juana Auje

86 Teresa Maseti

87 Emilia Borje

88 Magdalena Devotti

89 Dorila Núñez159

. Esclava 1891 – (Santa Fe 1889 - 5 de abril - Historia del Instituto

Esclavas. Tomo II – Blanco. pág 151).

1890

90 María Mercedes Ceballos

91 Adela Torres

92 Pastora Ceballos

93 M Ciriaca Armesto Hermana del Huerto.

94 Adela Palacios

95 Eufemia Centeno160

(Santa Fe 1889. 5 de abril - Blanco Tomo II Historia del Instituto

de las Eslavas. Pág. 151).

Hortensia Álvarez

1891

Victoria Conti – Esclava en 1894.

Ester Busto – Esclava en 1894, salió por falta de salud en 1895.

Guillerma Farías

Urbana Giantoni

Micaela Salas

Leomidas Ferreira

[96] 1892

Adela Sánchez

158

El 5 de Abril de 1889 acompaña a las Hermanas Fundadoras del Colegio “Sagrado Corazón” de Santa Fe,

como una de las 7 alumnas del Colegio de Córdoba. “Historia del Instituto de las Esclavas”, José María Blanco

S.J. Tomo II 1880 – 1896. Pág. 151. Buenos Aires, 1930. Imprenta de Amorrortu. 159

El 5 de Abril de 1889 acompaña a las Hermanas Fundadoras del Colegio “Sagrado Corazón” de Santa Fe,

como una de las 7 alumnas del Colegio de Córdoba. “Historia del Instituto de las Esclavas”, José María Blanco

S.J. Tomo II 1880 – 1896. Pág. 151. Buenos Aires, 1930. Imprenta de Amorrortu. 160

El 5 de Abril de 1889 acompaña a las Hermanas Fundadoras del Colegio “Sagrado Corazón” de Santa Fe,

como una de las 7 alumnas del Colegio de Córdoba. “Historia del Instituto de las Esclavas”, José María Blanco

S.J. Tomo II 1880 – 1896. Pág. 151. Buenos Aires, 1930. Imprenta de Amorrortu.

53

Rafaela Olmos

Florencia Centeno

Sara Amuchástegui

Mercedes Navarro

Esperidiona Castro

[97] 1893

Francisca González

M Adela Mayorga

Rita Caamaño

Abelarda Novillo

Concepción Ardiles

1894

Carlota Carranza

Margarita Conti

Juana Centeno

Elena Storni

Manuela Otero

Carmen Otero

1895

Celestina Conti

Avelina Cabrera

Concepción Lahoz

Consolación Lahoz

[98] 1896

Celestina Conti

Margarita González

Adela Núñez

Elena Zenaidiví

Juana Tovar

Rosario Abrego

Magdalena Vinelli

Luciana Moreno

Aurora Álvarez

1897

Serafina Almada

Clementina Gómez

Virginia Cires

Aurora Cires

Elena Comminges 137

54

Trinidad Baigorrí161

Nota: Páginas [99] a [118] en blanco.

161

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra.

55

[119] Alumnas pensionistas.

Casa Madre

Año 1880

1 María Núñez

2 Tiburcia Ríos

3 Rosa Salas – Fue Esclava.

4 Mercedes Cuestas – Pasó a ser Esclava en 1883162

.

5 Sofía Cuestas – Esclava en 1892163

.

6 Elisa Quinteros

7 Amalia Salas

8 Julia Albano

1881

9 Rita Santos

10 Encarnación Otero

11 Griselda Lencina

12 Zenaida Cabrera

13 Isolina Solís

14 María Casa – Vega

15 Justa Igarzábal – Zoila Igarzábal164

16 Rosa Centeno

17 Isabel Pérez – Entró el 3 de Abril; murió de difteria el 11 de Agosto de 1892.

Permaneció en el Colegio hasta 1883.

18 Rosa Pérez – Entró el 23 de Abril – Salió el 83.

19 Matilde Echenique.

20 Salomé Polanco

21 Josefa Gacitúa

22 Delicia Gacitúa

23 Amabria Quintero

24 Aurora Narvaja

[120] 1881

25 Ramona Salvañack

26 Rufina Echenique

27 Argea Farías

28 Rosa Molina

29 Mercedes Molina

30 Ramona Gigena

31 Victorrina Lencina – Esclava en 1882165

.

32 Rosario Pérez

33 Rosa Pérez

162

Según datos del “Registro de Hermanas Profesas” corresponde “1883” corregido el dato con lápiz. 163

Según datos del “Registro de Hermanas Profesas” corresponde “1892” se completa el dato con lápiz. 164

Zoila Igarzábal tachado. 165

Según datos del “Registro de Hermanas Profesas” corresponde “1882” se completa el dato con lápiz. Su

nombre es “VICTORINA”.

56

34 Rosalía Maders – Sobrina del Señor Yániz.

35 Ana Maders – Ídem.

36 Angelina Maders – Ídem.

37 Aurelia Narvaja

1882

38 Concepción Eguiluz

39 María Neli Roqué

40 Delia Roqué – Permaneció gratis.

41 Gláfira Álvarez

42 Elena Figueroa

43 Cándida Rosa Martínez

44 Amelia Otero

45 María Funes

46 Clara Funes

47 Teodora Bulacio

48 María Andrade

49 Elvira Martínez

50 Teresa Martínez

51 Julia Tagle

52 Genovera Argüello

53 Ermilia Argüello

[121]

54 Angela Pizarro

55 Rita Ardiles – Esclava en 1883166

.

56 Dolores Peñaloza

57 Sara Peñaloza

58 Carmen Peña

59 Dolores Rodríguez 167

y Rosario Rodríguez

60 Antonia Ceballos

61 Francisca Serna

62 Luisa Serna

63 Constancia Villada

64 Elvira Vázquez

65 María Silveira

66 Carmen Garzón

67 Delia Capdevila

68 Zoraida Vocos

69 Carmen Sánchez

70 Rosenda Luque – Entró el 2 de Mayo – Esclava en 1893.

71 Arsenia Colazo

72 Jesús Ávila – Entró el 3 de Agosto Esclava en 1886.

73 Griselda Joumas

74 Josefa Joumas

75 Mercedes Guevara – Murió muy joven168

.

76 Mercedes Funes

166

Agregado posteriormente, escrito con lápiz y otra letra. 167

Agregado posteriormente, escrito con lápiz y otra letra. 168

Agregado posteriormente, escrito con lápiz y otra letra.

57

77 Elvira Funes

78 Justiniana Maldonado

79 Mercedes Santillán

80 Pilar Vidal

81 Rosa Romero

82 Eulogia Ceballos

83 Felisa Ceballos

84 Amalia Colodro

[122]

85 Mercedes Lencina

86 Dolores Echenique

87 Cruz Ortiz

88 Angela Aliaga

89 Corina Fernández

1883

90 Mercedes Cornejo

91 Dolores Carranza 169

– Esclava en 1896.

92 Delicia Oliva

93 María Clara Ortiz

94 Teresa Páez

95 Delia Casas

96 Isabel Argüello

97 Paulina Ferreira

98 Zoila Igarzábal

99 María Aliaga

100 María Teresa Garasini

101 María Martínez

102 Carlota Fragueiro

103 Severa Sánchez

104 Laurentina Echenique

105 María Smith

106 Lucinda Smith

107 Rosa Beya

108 Adela Gerona

109 Petrona Sánchez

110 María Recabarren

111 Dolores Olmos

[123] 1884

112 Dolores Sánchez

113 Aurora Peñaloza

114 Feliciana Peñaloza

115 Encarnación Otero

116 María Luque

117 Vicenta Casas

118 Jerónima Aliaga 169

Según datos del “Registro de Hermanas Profesas” corresponde “1896” se corrige el dato con lápiz.

58

119 Manuela Araya

120 Elvira Araya

121 Laurentina Soaje

122 Mercedes Venza

123 Carmen Amuchástegui

124 Ester Sánchez 170

– Esclava en 1896.

125 Dominga Bello

126 Dolores Mabres

127 Elisa Allende

128 Isabel Aliaga

129 Hernestina Centeno

130 Julia Centeno

131 Cristina Clariá 171

– Murió pequeña.

132 Eusebia Sastre 172

*[Balmaceda – Esclava en 1893].

133 María Clariá 173

– Esclava en 1896.

134 Aurelia Pérez

135 Rosa Román

136 Bernardina Román

137 Amalia Venza

138 Josefa Tagle

139 María Luisa Breuil

140 Isabel Álvarez – Esclava en 1887.

141 Rosa Pérez

142 Rosa Escalzo

[124] 1885

140 Angela Clariá

141 Amelia Otero

142 Adelaida Carafa

143 Genoveva Martínez

144 Trinidad Guzmán

145 Serveliana Ludueña

146 María Ríos

147 Elvira Novillo

148 Ventura Ríos

149 Carmen Monguillot

150 Amalia Puentes

151 María Luisa San Millán

152 Serafina Bustamante

153 Josefa Ríos

154 Fortunata Marturet

155 Rosa Cuestas

156 María Silveira

170

Agregado posteriormente, escrito con lápiz y otra letra. 171

Agregado posteriormente, escrito con lápiz y otra letra. 172

Posteriormente se agrega “Balmaceda – Esclava en 1893” con lápiz y otra letra. Dato que no corresponde a

Eusebia Sastre; según el “Registro de Hermanas Profesas” Eusebia Balmaceda es hija de Pedro Balmaceda y

Salomé Ponce, por lo tanto son dos personas distintas. 173

Agregado posteriormente, escrito con lápiz y otra letra.

59

157 Juana Ardiles – Esclava en 1887.

158 Francisca Ardiles – Esclava en 1892174

.

159 Catalina Voglino

Rosa González175

.

1886

160 Rosario Figueroa

161 Eusebia Rosa Ferreira

162 Elvira Otero

163 Dolores Casuate

164 Trinidad Oliva

165 Ángela Oliva

166 Dalinda Álvarez

167 Adelina Álvarez

168 Paulina Lascuray

[125]

169 Luisa Coman

170 Faustina Coman

171 Eloisa Luque

172 Delicia Ávila

173 Celina Aliaga

174 Damacena Prado – Mercedaria.

175 Natalia Vocos

176 Bartolina Astrada

177 Luisa Freites

178 Mercedes Carboné

179 Mercedes Benites

180 Alcira Funes

181 Elvira Funes

182 María Quinteros

183 Ramona Ferreira

184 Wenceslaa Sosa

185 Tránsito Sosa

186 Ramona Garmendia

187 Mercedes Tejerina

188 176 Martina Mercado

189 Delia Cristini

Rosa Ferreira177

.

1887

190 Manuela Ávila

191 Enriqueta Weskamp

192 Gala Ríos

193 Ascensión Rodríguez

174

Según datos del “Registro de Hermanas Profesas” corresponde “1892” se completa el dato con lápiz. 175

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra. 176

En el Original dice: “888” en lugar de “188”. 177

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra.

60

194 Arminda Ortiz

195 María Elisa Maldonado

196 Rosa González

197 Dolores Clariá (1891).

198 Clara Coman

199 Adela Foncueva

[126]

200 Cupertina Funes

201 Isabel Luque

202 Margarita Lacasse

203 Adela Quinteros

204 Trinidad Ludueña

205 Amelia Díaz

206 Clemencia Díaz

207 Silvia Figueroa

208 Rosa Oliva

209 Rosario Álvarez

210 María Verdaguer

211 Clorinda Ferreira

212 Genoveva Ríos

213 Carmen Carranza

214 Manuela Torres

215 Parmenia Romo

216 María del Carmen Romo

217 María del Pilar Monguillot

218 María Teresa Ramallo

219 Omarini

220 Omarini

221 Pastora Ocampo

222 Rosa Benites – Murió en olor de santidad.

223 Isaura Arias

1888

224 Hermelinda Vargas

225 M. Ana Otero

226 Dolores Rodríguez

227 Rosario Rodríguez

228 Amelia Ferreira

229 M Luisa Escalante

[127]

230 Encarnación Escalante

231 Herminia Peñalba

232 Ercilia Peñalba

233 María Luisa Cisneros

234 Mónica González

235 Pascuala Machado

236 Luisa Machado

237 María Quenón

238 Elvira Quenón

61

239 Eufemia Quenón

240 Justa Roqué

241 Juana Marturet

242 Emma Vibanco

243 Guillermina Vibanco

244 María Elena Oliva

245 Dominga Ávila

246 Segunda Herrera

247 María Rosa Luna

248 Teresa Luque

249 Etelvira Tissera

250 María Argüello

251 Liduvina Gallardo

252 Ambrosia López

253 Mercedes Reni

254 Aurora Samajou

255 Isabel Luisa Colazo

256 Margarita Barrionuevo

257 Josefa Benites

258 Luisa Benites

259 Adela Benites

[128] 1889

260 Justa Fouquet

261 Damascena Prado – Pasó á ser Mercedaria.

262 María Ferreira 178

– Murió joven.

263 María Adela Rabellini

264 Nemesia Loza

265 Leopoldina Prache

266 Pabla Ponce de León

267 Clodulfa Bra

268 Laura Álvarez

269 Felisa Álvarez

270 Judit Ávila

271 Carmen Cebreiro

272 Dolores Cebreiro

273 Angela Cebreiro (1890).

274 Petrona Luque

275 Zenaida Quinteros

276 Adelina Ávila

277 Felisa Fernández

278 María Luisa Claro

279 M Adela Echenique

280 Dominga Correa 179

– Monja catalina el 95 [x Santa Fe Blanco II p. 151 y p.

147]180

.

178

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra. 179

El 5 de Abril de 1889 acompaña a las Hermanas Fundadoras del Colegio “Sagrado Corazón” de Santa Fe,

como una de las 7 alumnas del Colegio de Córdoba. “Historia del Instituto de las Esclavas”, José María Blanco

S.J. Tomo II 1880 – 1896. Pág. 151. Buenos Aires, 1930. Imprenta de Amorrortu.

62

281 Dolores Claro

282 Juana Ponce de León

283 Teresa Ávila

284 Rosa Ávila

285 María Cuestas 181

Romana? [x Santa Fe 1889 Blanco II p. 147 y 151]182

.

286 M Azucena Fragueiro

287 Gabina Fragueiro

288 Nemesia Galisín

289 Angelina Eguiluz

290 Luisa Hernández

[129]

291 Adela Carranza

292 Genara Morán

293 Petrona Vega

294 Julia Tonazzi

295 Emilia Borgues

296 Rosario Maldonado

297 Josefa Clariá

298 Carlina Olmos 183

[x Padre Blanco II Santa Fe pág 147-151]184

.

299 Leonor Núñez 185

[x " " Santa Fe " ]186

.

300 Ernestina Olmos

301 Telésfora Olmos

1890

302 Leontina Carrón 187

Esclava en 1897.

Cleotilde Carrón

Trinidad Quinteros

Isabel Ángel

Ramona Salcedo

Carlota Salcedo

Rosa Sánchez

Carolina Baush

M Teresa Pérez

M Trinidad Otero

Pastora Ocampo

M Celia Moyano

M Luisa Ávila

180

Con lápiz y letra de la Vice Postuladora Esilda del Carmen Bustos. 181

El 5 de Abril de 1889 acompaña a las Hermanas Fundadoras del Colegio “Sagrado Corazón” de Santa Fe,

como una de las 7 alumnas del Colegio de Córdoba. “Historia del Instituto de las Esclavas”, José María Blanco

S.J. Tomo II 1880 – 1896. Pág. 151. Buenos Aires, 1930. Imprenta de Amorrortu. 182

Con lápiz y letra de la Vice Postuladora Esilda del Carmen Bustos. 183

El 5 de Abril de 1889 acompaña a las Hermanas Fundadoras del Colegio “Sagrado Corazón” de Santa Fe,

como una de las 7 alumnas del Colegio de Córdoba. “Historia del Instituto de las Esclavas”, José María Blanco

S.J. Tomo II 1880 – 1896. Pág. 151. Buenos Aires, 1930. Imprenta de Amorrortu. 184

Con lápiz y letra de la Vice Postuladora Esilda del Carmen Bustos. 185

El 5 de Abril de 1889 acompaña a las Hermanas Fundadoras del Colegio “Sagrado Corazón” de Santa Fe,

como una de las 7 alumnas del Colegio de Córdoba. “Historia del Instituto de las Esclavas”, José María Blanco

S.J. Tomo II 1880 – 1896. Pág. 151. Buenos Aires, 1930. Imprenta de Amorrortu. 186

Con lápiz y letra de la Vice Postuladora Esilda del Carmen Bustos. 187

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra.

63

Rosario Ávila

316 Ana Jamberk

[130] 1890

Fany Leveau

Constancia Valori

Carmen Eguiluz

Carlota Cordero

320 M Cordero

[131] 1891

Mercedes Garzón

Higinia Funes

Desideria Cuestas 188

Esclava 1902.

Adelaida Cáceres

M Luisa Gacitúa – Murió 1893.

M Luisa Moyano – Sobrina de Nuestra Madre Fundadora. 189

Esclava en 1914.

Antonia Wescamps

M Lidia Moyano

Angélica Moyano

Angela Páez

Adela Cernuschi

Francisca Ardiles – Esclava en 1892.

Dolores Clariá

M Ana Galeano

Segunda Herrera – Murió en 1897.

337 Constancia Válori

Nota: Página [132] en blanco.

[133] 1892

Laura Vélez

María Vélez

M Felisa Vidal – Sobrina de Nuestro Padre Fundador.

Mercedes Carreras

Carmen Vocos

M Laura Otero

Etelvina Núñez

Presentación Escalante

Ramona Martínez – Esclava en 1895.

Constancia Sánchez Martínez

Josefina Maciel

Petrona Bustos

Dolores Bustos

Laura Bustos

188

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra. 189

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra.

64

Elvira Páez

Teresa Cabrera

M Rosa Ramos

Josefa Ortiz

M Rosa Abrego

Cecilia Guzmán

M Emma del Corro

Esperidiona Castro

Petrona Lucero190

.

Julia Tonazzi191

.

362 Elvira Pérez192

.

[134] 1893

M Isabel Recalde

Margarita Amuchástegui

Dominga Clariá

Clara Escalante

Marcelina Rodríguez

Jesús Martínez 193

Esclava en 1898.

Felisa Martínez

M Teresa Fernández

María Heredia

Rafaela Otero

Eloisa Rivas

Delia Ocampo

[135] 1894

Georgelina Puyulá

Alcira Vélez

Sara Oliva

Mercedes Echavarría

Mercedes Argüello

M Julia Argüello

Guillermina Argüello

Angelina Lencina

Clara Lencina

Manuela Lencina

Elina Ríos

Angelina Centeno

Celsa Centeno

Adela Rosa Funes

Dolores Funes

Beatriz Leal

Zoila Pérez

190

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra. 191

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra. 192

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra. 193

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra.

65

Desideria Verde

Elena Wiaggio

Adela Martínez

Betsabé Olmos

Carlina Eguiluz

Dolores Niño – Ayudante.

399 Elena Font

[136] 1895

Rosa Olmos

Sara Oliva

Sara Ferreira

Edelvira Ferreira

Concepción Marín

Dolores Núñez

Honoria Galeano

Dioliria Núñez

Aurora Álvarez

Morelia Ríos

Rosa Juárez

Elena Juárez

Edelmira Juárez – Falleció 1896.

M Luisa Shaw

M Luisa Olmos

Celina Olmos

416 Angela Castellano

[137] 1896

Hortensia Cáceres

Justa Maidana

Julia Maidana

Luisa Barros

Elvira Rojas

Aída Escuti

Corina Vidal

M Luisa Vidal

Josefina Vidal

M. Zaira Lascano

Emma Reina – Medio – interna.

Zenaida Reina – Medio – interna.

Rosa Fernández – Medio – interna.

M Elisa Conil – id.

Clemencia Crespo – id.

Adela Crespo – id.

Enriqueta Hotham – id.

Zulema Vredignan – id.

Rosario Martínez – Interna.

66

Ramona Taborda 194

".

Luviná Bazán 195

".

Rosa Bazán 196

".

Jesús Chacón 197

".

Dolores Torres 198

".

Cristina Redmon – Medio – interna.

445 Pilar Cabanillas – Interna.

[138] 1897

M Teresa Giacommetti

M Luisa Ortega

Mercedes Ortega

M Rosa Roca

M Santos Rodriguez

Zoila Acuña

Josefa Maidana

Julia Novillo

Carolina Argüello

Julia Chávez

Alcira Yofre

Elena Requena

Delfina Comminges

Amanda Ceballos

Rosario Núñez

Aurora Núñez

María Elena Semería

Aurora Vázquez

Antonia Martínez

462 Adela Gutiérrez199

Nota: Páginas [139] a [197] en blanco.

194

Posteriormente escrito con lápiz. 195

Posteriormente escrito con lápiz. 196

Posteriormente escrito con lápiz. 197

Posteriormente escrito con lápiz. 198

Posteriormente escrito con lápiz. 199

Posteriormente escrito con lápiz y otra letra.