dale a dios lo mejor

3
Dale a Dios lo mejor... y serás bendecido Nunca antes entendí el verdadero valor de las primicias hasta que me lo enseñó una anciana que vendía dulces en la Plaza Central de Nuevo Chimbote, el hermoso puerto del norte del Perú en el que participé en una cruzada evangelística. La mujer, de unos setenta años, vendía chocolatinas en una pequeña caja de cartón, cortada con afán y sin mayor gracia, a quienes se aprestaban a escuchar el mensaje. Apenas subí al estrado y abrí la Biblia, pude apreciarla, menudita y frágil, atenta a cada una de mis palabras. Estaba muy cerca de un enorme tigre de acrílico que adorna un costado del céntrico escenario. Terminada la enseñanza, me senté a darle gracias a Dios por las decenas de personas que pasaron al frente, para hacer decisión de fe por Jesucristo. La anciana entonces se acercó y me extendió una moneda de un Nuevo Sol, algo así como treinta céntimos de dólar. Me sentí incómodo. "No hermana, ¿cómo se le ocurre?", le dije. Mentalmente calculé y, sin duda, aquél era el producto de una venta. --Recíbalo...—me dijo--. Es el producto de mi única venta de esta noche. Si lo doy a la obra del Señor, sin duda seré bendecida—me dijo, mientras extendía la moneda. El incidente quedó profundamente grabado en mi memoria. Aquella mujer doblegada por los años y la pobreza, sin que mediaran estudios de teología en su trasegar, me enseñó de manera práctica la importancia de llevar las primicias delante del Señor. Debo confesar dos cosas: la primera, que antes había restado importancia al tema, y la segunda, que todavía conservo esa moneda. Es un recordatorio de que, aún los que tienen poco, manifiestan un corazón dispuesto para ofrendar en la extensión del reino de Dios mientras que aquellos que tienen mucho, se hacen los desentendidos cuando piden ofrendar en el templo. Un paso a la bendición Ser generosos en la obra del Señor, es un paso a la bendición. No es algo que esté construyendo para sacarle hasta el último peso del bolsillo. Lejos de mí tal cosa y además, no me identifico con el enfoque distorsionado que se le da al asunto en la teología de la prosperidad. Me amparo en una promesa que leo en la Biblia: "Honra al SEÑOR con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas, así estarán repletos tus graneros y rebosarán los depósitos de vino" (Proverbios 3:9, 10. la Biblia, la Palabra de Dios para todos).

Upload: manueladriana

Post on 11-Jan-2016

12 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Mensaje de entrega

TRANSCRIPT

Page 1: Dale a Dios Lo Mejor

Dale a Dios lo mejor... y serás bendecido

Nunca antes entendí el verdadero valor de las primicias hasta que me lo enseñó una anciana que vendía dulces en la Plaza Central de Nuevo Chimbote, el hermoso puerto del norte del Perú en el que participé en una cruzada evangelística.

La mujer, de unos setenta años, vendía chocolatinas en una pequeña caja de cartón, cortada con afán y sin mayor gracia, a quienes se aprestaban a escuchar el mensaje. Apenas subí al estrado y abrí la Biblia, pude apreciarla, menudita y frágil, atenta a cada una de mis palabras. Estaba muy cerca de un enorme tigre de acrílico que adorna un costado del céntrico escenario.

Terminada la enseñanza, me senté a darle gracias a Dios por las decenas de personas que pasaron al frente, para hacer decisión de fe por Jesucristo.

La anciana entonces se acercó y me extendió una moneda de un Nuevo Sol, algo así como treinta céntimos de dólar. Me sentí incómodo. "No hermana, ¿cómo se le ocurre?", le dije. Mentalmente calculé y, sin duda, aquél era el producto de una venta.

--Recíbalo...—me dijo--. Es el producto de mi única venta de esta noche. Si lo doy a la obra del Señor, sin duda seré bendecida—me dijo, mientras extendía la moneda.

El incidente quedó profundamente grabado en mi memoria. Aquella mujer doblegada por los años y la pobreza, sin que mediaran estudios de teología en su trasegar, me enseñó de manera práctica la importancia de llevar las primicias delante del Señor.

Debo confesar dos cosas: la primera, que antes había restado importancia al tema, y la segunda, que todavía conservo esa moneda. Es un recordatorio de que, aún los que tienen poco, manifiestan un corazón dispuesto para ofrendar en la extensión del reino de Dios mientras que aquellos que tienen mucho, se hacen los desentendidos cuando piden ofrendar en el templo.

Un paso a la bendición

Ser generosos en la obra del Señor, es un paso a la bendición. No es algo que esté construyendo para sacarle hasta el último peso del bolsillo. Lejos de mí tal cosa y además, no me identifico con el enfoque distorsionado que se le da al asunto en la teología de la prosperidad. Me amparo en una promesa que leo en la Biblia: "Honra al SEÑOR con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas, así estarán repletos tus graneros y rebosarán los depósitos de vino" (Proverbios 3:9, 10. la Biblia, la Palabra de Dios para todos).

Sin duda se formulará una pregunta: ¿De dónde provienen las primicias? ¿Es bíblica esa tradición que persiste hasta nuestros días? La respuesta la encontramos en el libro del Deuteronomio. En aquél momento, Dios se está dirigiendo a su pueblo y le imparte instrucciones sobre lo que deberán hacer cuando lleguen a la tierra prometida.

A través de Moisés les dice: "Cuando entres a la tierra que el SEÑOR tu Dios te da como tuya, tomes posesión y te establezcas en ella, entonces deberás tomar una parte de todas las primeras cosechas que saquees de la tierra que el SEÑOR tu Dios te da, la pondrás en una canasta y viajarás hasta el lugar que el SEÑOR tu Dios elegirá para establecer su nombre. Allí irás ante el sacerdote que está sirviendo en ese momento y le dirás: "Hoy declaro al SEÑOR tu Dios que he entrado a la tierra que el SEÑOR les prometió a nuestros antepasados que nos daría" (Deuteronomio 26:1-3. La Biblia, la Palabra de Dios para todos).

Observe que constituía una demostración de gratitud hacia el Creador por su provisión. Si bien es cierto, estamos en el tiempo de la gracia por la obra del Señor Jesús en la cruz, hay iglesias

Page 2: Dale a Dios Lo Mejor

que guardan este principio. Generalmente lo hacen en los primeros días del mes de enero y, en tierras donde se cultiva, se celebra cada vez que hay cosecha.

¿Por qué se daban las primicias?

En los tiempos del Antiguo Testamento, las primicias se daban como gratitud a Dios por su provisión, bien fuera de un hijo primogénito, de los animales o de los frutos de la tierra. Así lo prescribió el Señor cuando dijo: "En tiempo de cosecha me darás tu primer fruto y tu primer vino. No esperes hasta más adelante en el año. Me darás tu primer hijo. Me entregarás también la primera cría de tus vacas y de tus ovejas. Los primeros siete días se quedará con su mamá, pero al octavo día de nacida me la entregarás" (Éxodo 22:29, 30. La Biblia, la Palabra de Dios para todos).

Aquí es necesario observar otro elemento referente a las Primicias. Lo hallamos en el libro del Deuteronomio: "Debes darle los primeros granos, vino nuevo y aceite; también la primera lana que cortes de tus ovejas. El SEÑOR tu Dios ha elegido a Leví y a sus descendientes de entre todas las tribus para que le sirvan como sacerdotes en su nombre, para siempre" (Deuteronomio 18:4, 5. Cf. Números 18:81-3. La Biblia, la Palabra de Dios para todos).

Observe cuidadosamente que era perentorio que todos, sin excepción, dieran para la obra del Señor, y también, que las primicias estaban destinadas al sostenimiento de los sacerdotes y levitas.

Lo que ofrecían delante del Señor, debía ser sin defecto ni mal, es decir, que fuera lo mejor, lo más escogido (Éxodo 34:26. Cf. Números 18:12). Esta pauta persistió en todo tiempo entre los israelitas, como podemos leer en el libro del Profeta: "Las primicias de todas las cosechas, los primogénitos de los animales y todas las ofrendas por voluntad propia, pertenecen a los sacerdotes. Darás la primera harina molida a los sacerdotes para conseguir la bendición sobre tu casa. Los sacerdotes no comerán nada de carne descompuesta de animal ni ave" (Ezequiel 44:30, 31. La Biblia, la Palabra de Dios para todos).

Es evidente que, en su momento, el pueblo de Dios asumió este principio y se mantuvo fiel a él, aunque por supuesto y como lo denuncia el profeta Malaquías, hubo significativas excepciones. Eran las de quienes, producto de su avaricia, no ofrendaban para la obra del Señor.

Administradores de los bienes de Dios

Los creyentes ejercemos nuestra función como administradoras de los recursos de Dios. El apóstol escribió sobre el particular: "Así que la gente debe vernos simplemente como siervos de Cristo, como aquellos a quienes Dios ha confiado para enseñar su pan secreto. Además, una persona en la que alguien ha confiado debe demostrar que es digna de esa confianza" (1 Corintios 4:1, 2. La Biblia, la Palabra de Dios para todos).

Pero, ¿qué ocurre cuando damos las primicias? Sin duda, somos bendecidos como anota la Escritura: "Den a los demás y ustedes también recibirán. Se les dará una cantidad mayor a la que puedan contener en su regazo, aunque se haya agitado y apretado al máximo, siempre se rebosará. De la manera que ustedes den a los demás, Dios les dará a ustedes" (Lucas 6.38. La Biblia, la Palabra de Dios para todos).

Es evidente entonces, que aquél que da para la obra del señor, alejará de sí la escasez, que constituye el anhelo de todo creyente. Este principio se hizo realidad entre los primeros creyentes: "En el grupo no había ningún necesitado porque vendían sus tierras y sus casas, traían el dinero de la venta y se lo daban a los apóstoles. Después repartían a cada uno según sus necesidades" (Hechos 4:34, 35. La Biblia, la Palabra de Dios para todos).

Si en su congregación toman las Primicias ¡fabuloso! Es una pauta bíblica que todavía nos cobija en lo que respecta a las bendiciones. Si damos para la extensión del Reino, Dios nos

Page 3: Dale a Dios Lo Mejor

bendecirá. Así usted no tenga mucho para ofrendar, pero si lo hace de corazón, el Señor será exaltado con su actitud. Animo. ¡Siembre una semilla para cosechar la bendición!

© Fernando Alexis Jiménez