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D0CUMENTACION SOCIAL

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D0CUMENTACIONSOCIAL

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DOCUMENTACIONSOCIAL

REVISTA DE ESTUDIOS SOCIALES Y DE SOCIOLOGIA APLICADA

N.° 75 Abril-Junio 1989

Consejero Delegado:Fernando Carrasco del Río

Director:Francisco Salinas Ramos

Consejo de Redacción:Javier Alonso Enrique del Río Carlos Giner Miguel Roiz María Salas José Sánchez Jiménez Colectivo lOE

EDITA:CARITAS ESPAÑOLA

San Bernardo, 99 bis, 7° 28015 MADRID

CONDICIONES DE SUSCRIPCION Y VENTA 1988

España: Suscripción a cuatro números: 2.250 pías.Precio de este número: 700 ptas.

Extranjero: Suscripción 62 dólares.Número suelto: 20 dólares.

(IVA incluido)

DOCUMENTACION SOCIAL no se identifica necesa­riamente con los juicios expresados en los trabajos firmados.

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JUVENTUD Y TRABAJO

DOCUMENTACIONSOCIAL

REVISTA DE ESTUDIOS SOCIALES Y DE SOCIOLOGIA APLICADA

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Depósito legal: M. 4 .389-1971

Gráficas Arias Montano, S. A. - MOSTOLES (Madrid) Diseño de portada: Ponce

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SUMARIO

5 • Presentación.

11 • 1 El Modelo socio-económico que nos espera.Juan N. García-Nieto París

37 • 2 Desempleo juvenil en la periferia: Parados,pero no quietos.

Carlos Lies Lazo

47 • 3 La inserción social y laboral de los jóvenes.José Antonio Fernández

63 • 4 Asociacionismo de gestión, procesos de profesio-nalización y creación de empleo en el sector de servicios a la comunidad.

Marta Ferrés

73 • 5 Las políticas de empleo juvenil.Esperanza Molina Cubillo

87 • 6 Educación y vida activa.Santiago Sánchez Torrado

101 • 7 Una nueva oferta educativa.Jesús Kenau Manén

n ° 7 5 Abril-Junio 1989

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115 • 8 Juventud, trabajo y educación.Bienvenido Mena Merchan

121 • 9 Los Universitarios españoles: Mercado de tra­bajo y estructura social.

José Navarro

139 • 10 Importancia de los aspectos psicopedagógicosy sociales en los grupos de trabajo.

Lola Arriera Olmedo

159 • 11 Servicio de paro.M.“ Dolores Huguet y Toni Tur

167 • 12 Una apuesta por la empresa social.Comisión del Paro. Valencia

191 • 13 Los jóvenes ante el trabajo: Cobayas de unnuevo modelo social

Colectivo lOE

205 • 14 Los jóvenes y el marco jurídico laboral. Lainserción en el mercado de trabajo

Eduardo Rojo Torrecilla

221 • 15 Trabajo y empleo: opinión de los jóvenes.Varios

243 • 16 Bibliografía.

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Presentación

Comoplanteamiento general d el presente número, y con motivo de enviar infirmación a los autores del mismo, decíamos: «España tiene en la actualidad más jóvenes que en ninguna época anterior de su historia. Probablemente, en el futuro tampoco se volverá a dar tal si­tuación. A pesar del crecimiento del empleo que se viene produciendo desde 1983, hay grandes dificultades de encontrar el primer trabajo y, en consecuencia, el paro juven il es uno de los problemas más preocu­pantes en nuestro país».

«Preocupante, también, es que no hay trabajo para todos; el tra­bajo productivo clásico tiene que dar paso a una nueva concepción del trabajo. La situación actual exige un cambio cultural. Este no se pue­de hacer de la noche a la mañana, tiene que pasar necesariamente por un período de transición cuyos protagonistas deben vivir y optar no por un continuismo, sino por una ruptura cultural.

A lo dicho añadimos algunas de las alternativas y pistas de acción que se proponen en etCuaderno sobre «Paro, Trabajo, P ía- n ifica ctón d e fu tu ro» (Barcelona, 1983):* P la n ifica r e l fu tu ro ocupa ciona l: Nada puede dejarse, en este terreno, a la espontaneidad y a la improvisación. La Administración puede disponer de suficientes instrumentos de análisis prospectivo para prever con cierto rigor qué tipo de ocupaciones van a ser el eje d el em­pleo en los próximos años. Y no basta con prever. Es necesario empezar ya ahora a preparar ese futuro de forma eficaz. Creer que las nuevas ocupaciones serán sólo las relacionadas con las nuevas tecnologías (in­formática, telemática, bioindustria ...) es erróneo. Las ocupaciones

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«socia lm ente útiles» tenderán a ser e l centro de muchas actividades. Por esto dehe planificarse con tiempo, mediante una educación apro­piada, mediante la oferta de planes de adiestramiento concreto. La Administración dehe apoyar decididamente las propuestas que en es­tos momentos hace el INÉM y, sohre todo, los planes de ocupación ju ­venil que intentan ya orientarse en este sentido.* Los «nuevos empresarios»; La aparición y desarrollo de nuevas ocupaciones y de trabajo alternativos (de auto-producción, artesana­les, creativos, culturales y artísticos, etc.) a los que ya se ha hecho refe­rencia necesitan gestores. Tanto la Administración como los Sindica­tos o determinams instituciones educativas con contenido progresista dehen prestar atención a esta necesidad que ya está presente: gestión de cooperativas o de otras formas de trabajo asociado. Esta tarea de formación dehe incrementarse en relación a lo que ahora se está haciendo.* In trodu cir en la sociedad , en su con jun to , los va lores d e una cu ltu ra so lid a r ia : Ninguna de las propuestas que se están presentando podrán ser eficaces si no se supera el «mundo de intereses» que hoy atraviesa a nuestra sociedad. En realidad es necesario un nuevo modelo de sociedad como condición indispensable. Posiblemente esto no se vaya a conseguir a través de una ruptura brusca. Los cam­bios culturales difícilmente se consiguen con imposiciones autoritarias. Pero es posible y es necesario, si hay voluntad política para ello, crear las condiciones para ese cambio. Y nadie puede escaparse de este reto. Aparte de lo que diremos sobre la responsabilidad de la escuela, no menos importantes son los medios de comunicación, hoy transmisores, básicamente, de la cultura capitalista «de intereses». Instituciones culturales y religiosas de carácter progresista deben incorporar estos valores en sus tareas formativas. Los partidos políticos de izquierda o de talante progresista deben introducir en sus programas y en su prác­tica, de forma específica, esta dimensión de futuro. Lo mismo los inte­lectuales a quienes esta vertiente cultural de nuevos valores solidarios les debe estimular en su creatividad y en sus trabajos de investigación.* N ueva sen sib ilid ad s in d ica l: A los sindicatos de clase les corresponde un papel muy importante para la puesta en práctica de una política ocupacionaí alternativa. Debe superarse cierta inercia que se observa en algunos sectores sindicales de representar sólo a los trabajadores ocupaos. La disgregación y segmentación del mercado de trabajo provocadas por e l paro, la recomposición de la clase obrera debida a ta introducción de nuevas ocupaciones y la desaparición o

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disminución de otras, los trabajadores sumergidos, los jóvenes en bús­queda del primer empleo, estos fenómenos y otros similares deben pene­trar en las sensibilidades sindicales. Deben ligar las reivindicaciones inmediatas y urgentes de ahora con las perspectivas de futuro. Deben introducir en sus reivindicaciones las nuevas sensibilidades culturales. Una de las divisas fundamentales reivindicativas debe ser la reduc­ción de jom ada con una dimensión profundamente solidaria. Sólo a sí tendrán pleno sentido los planes de solidaridad que se proponen. Caso contrario, los sindicatos de clase pueden quedar marginados y trans­formarse en puras instituciones testimoniales sin ninguna incidencia en el proyecto de futuro. En el lugar de ser elementos de cambio y de transformación serían un fa ctor de conservación.* P la n ifica r la o ferta ed u ca tiva : En primer lugar, la escuela debe ser la transmisora más importante de una «cultura solidaria» y de nuevos valores que hagan posible tanto el reparto de trabajo pro­ductivo como el descubrimiento de nuevas necesidades sociales y cultu­rales, hoy marginadas, a las que apenas se les da importancia en los programas educativos. En segundo lugar, es necesario ofrecer reciclaje a ios educadores para que asuman las nuevas perspectivas ocupacio- nales y el contenido de los valores solidarios. En tercer lugar, deben empezarse a programar y ofrecer nuevas «etapas» educativas, ha ofer­ta de formación permanente debería ser una de las preocupaciones más importantes de las autoridades educativas o de la iniciativa privada: formación permanente que deberá hacerse en el tiempo «liberado» por la escasez de trabajo directamente productivo. Esta formación perma­nente debe concebirse no sólo como reciclaje, sino como ampliación de conocimientos culturales y sociales. El tiempo de formación permanen­te deberá ser retribuido de una u otra forma. Nosotros lo llamamos «salario ciudadano», no subsidio al desempleo tal como hoy se entiende.* De la Renta M ín im a a l Salario C iudadano: Es necesario romper con la implicación fundamental de la «ley del valor»: el pago a los individuos, en cuanto trabajadores, en proporción a l número de ho­ras trabajadas, y debe introducirse otra forma de remuneración, a lo que todo ciudadano tiene derecho «en función de la riqueza social pro­ducida». En la base de esta conclusión está el supuesto de que es nece­sario destinguir entre «el derecho a un trabajo productivo directo» que no puede garantizarse a todos, a l menos a tiempo completo, y «el dere­cho a una ocupación, socialmente útil o de tipo cultural, creativo, edu­cativo, etc., que debe ser remunerada».

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En todo caso, como nos recuerda, en más de una ocasión, Adam Schaff, si no se acepta este objetivo (a alcanzar a comienzos d el próxi­mo si^lo) condenamos ya, desde ahora, a millones de personas a la «inanición». Y es ahora, con una nueva voluntadpolítica y cultural, como debería empezar a planificarse una política fis ca l diferente, una oferta educativa alternativa, coherente con los nuevos valores, y una progresiva remodelación d el Estado de Bienestar.

DOCUMENTACION SOCIAL quiere, en este número, analizar la situación, plantear propuestas, exponer procesos, presentar experiencias y, sobre todo, ser espacio de reflexión y de lanzamiento de iniciativas. El tema es muy amplio. Necesariamente tiene que ser selectivo y con proyección de futuro; en este sentido, se propone dar iniciativas, suge­rencias para que los emprendedores y decididos la asuman y la pon­gan en práctica.

Lfís quince artículos que sepublican en este número, bajo el título de JUVENTUD Y TRABAJO, se agrupan en los siguientes cuatro bloques:

En elprim er grupo de artículos se plantea el marco teórico. Juan García Nieto analiza el modelo socio-económico en el cual estamos viviendo y e l que nos espera, a la vez que sugiere propuestas para ha­cer frente a ta l situación; J o s é A Fernández analiza la inserción so­cial y laboral de los jóvenes desde la perspectiva de la educación y el desarrollo. Tres autores, S. Sánchez, J . Renau y B. Mena analizan el papel de la educación en la vida activa de los jóvenes.

El segundo bloque de artículos está formado por aquellos que analizan las políticas de empleo y, en concreto, las «políticas de empleo juvenil» (E. Molina); la situación de los jóvenes en la periferia de las ga n d es ciudades, donde hay muchos que están p a rad o s p ero no quietos (C. Lies). E. Rojo analiza el marco jurtdico-laboral con el que se encuentran los jóvenes a la hora de introducirse en el mercado de trabajo. El colectivo lOE estudia las condiciones de trabajo de los jóvenes y plantea que son los «cobayas» de un nuevo modelo social.

El tercer grupo lo constituyen un conjunto de cinco artículos: J . Navarro, basado en investigaciones realizadas por EDIS en los últi­mos cinco años, analiza tanto el mercado de trcwajo como la estructu­ra social de los universitarios españoles. iVÍ. Ferrés ofrece una panorá­mica de la creación de empleo en el sector de servicios y cómo éstos se organizan asociativamente (cooperativas, sociedades laborales, funda-

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cimes, etc.). Aquí, también se recoge la experiencia de trabajo de dos Caritas Diocesanas: por un lado Barcelona, con realizaciones concretas, y, por otro. Valencia, con realizaciones y proyectos. En este bloque se in­cluye también el artículo de L. Arrieta que, a partir de largos años de experiencia, ofrece una síntesis de la importancia y necesidad de los elementos psicopedagógicos y sociales en el trabajo, con grupos de jó v e­nes tanto en los Tañeres Ocupacionales como en las Casas de Oficios o en cualquier otro ámbito que busque la inserción laboral y social.

Finalmente, en el bloque cuarto, se recoge la opinión de los jóvenes a través de los representantes de las asociaciones que forman parte del Consejo de la Juventud. Para centrar el tema se les planteó cinco cues­tiones:1. A partir de 1983 se dice que se ha creado empleo, concretamente

empleo juvenil. ¿Estás de acuerdo? Si tu opinión es positiva, ¿qué tipo de empleo se ha creado?

2. Globalmente hablando, ¿cuál es vuestra opinión sobre las medi­das que se están dando, y aplicando, para el fomento del empleo juvenil?

3. ¿Qué aspectos positivos y negativos encontráis en el Plan de Em­pleo Juven il aprobado por el Gobierno en octubre último?

4. Desde los planteamientos de vuestra entidad, ¿qué tres o cuatro medidas propondríais para crear empleo para los jóvenes?

3. ¿Qué función creéis que puede desempeñar el Salario Social en el establecimiento de una sociedad más justa?DOCUMENTACION SOCIAL agradece a todos los colaboradores

que han hecho posible este número y deja constancia que no necesaria­mente se identifica con las opiniones que se expresan en los artículos firmados por los autores.

Francisco Salinas Ram os D irector de DOCUMENTACIÓN SOCIAL

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El modelo socio-económico que nos espera (*)

Juan N. García-Nieto ParísProfesor Sociología del Traball

Presidente d’APRISE

I. INTRODUCCION

Todos somos conscientes de que una reflexión sobre lo que va a ser el futuro es un ejercicio arriesgado. Sin embargo, están de moda, en el mejor sentido de la palabra, estudios de prospectiva: «Hori­zonte 2000», «Programa 2000», «Apocalipsis 2000», etc. No faltan intentos, y de ellos, claro está, vamos a servirnos. Hace cuatro años, en este mismo lugar, y en unas jornadas similares a éstas, nuestro buen amigo Adam Schaff nos hablaba, a propósito de su libro Qué futuro nos aguarda. Su reflexiones todavía son válidas. Y no sefé yo quien le enmiende la plana. Más bien voy a seguir su pensamiento, aportando consideraciones de mayor actualidad y enmarcadas en el tema central que nos ocupa: el futuro del trabajo de los jóvenes y su inserción social y profesional.

La verdad es que algo está cambiando, y algo nuevo se está ges­tando «para bien o para mal». «Para bien» porque, sin duda, los avan­ces tecnológicos han colocado a la humanidad en el umbral de un posible salto cualitativo de creación de riqueza impensable hace sólo treinta años. Constituye una aventura apasionante, desde el punto de vista intelectual, científlco y tecnológico, al que la comunidad científica no renunciará (1). «Para mal» porque las profundas trans­formaciones que empiezan a operarse se están haciendo «bajo la ley

(*) Ponencia presentada en las Jornadas Técnicas de Estudio y Debate: «La Inserción Social y Profesional de los Jovenes», organizadas por Promocions, Barce­lona, 1988.

( 1) R i b a R o ñ e v a . Caries: Nuevas Tecnologías, Sociedad capitalista y paro. Barce­lona, 1984.

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del más fuerte, sin contemplaciones, reforzándose, al mismo tiempo, las actitudes más insolidarias del liberalismo económico» (2).

Por eso debemos preguntarnos ¿con qué costes sociales? y ¿hacia dónde vamos? ¿Qué cambios se están ya dando? Cada época de la historia tiene sus propios cambios, y, desde luego, la nuestra no es una excepción, aunque presumiblemente los cambios que contem­plamos ahora son de pidos, de forma muy específica, a la «crisis eco­nómica», a la «crisis del Estado Social», a los «cambios a que se ve sometida la misma naturaleza del trabajo y el proceso productivo», etc. Algunos hablan, incluso, de «crisis de la civilización industrial» y del advenimiento de una «sociedad de ocio post-industrial». Noso­tros vamos a prescindir de los nombres con los que pueda ser califi­cada esa hipotética sociedad del futuro. Pero, claro, ese futuro nos interesa. Es mucho lo que está en juego: el futuro de millones de hombres y mujeres, sobre todo los que hoy son niños y de los miles de jóvenes que buscan todavía su primer empleo.

Pues bien, la mejor manera de prevenir o de anticipar ese futuro, sin caer en la ciencia ficción, es comprender el presente a través de un hilo conductor o de una hipótesis de trabajo. Se trataría de esta­blecer una hipótesis que sea verificable y que, en buena medida, aun­que no de forma exclusiva, sea, al mismo tiempo, determinante del resto de los- aspectos que abarcan al cambio global. La hipótesis de trabajo que vamos a utilizar se refiere a la «crisis del trabajo», y podría formularse de la siguiente manera:

«La reciente crisis económica, junto con la presencia e intro­ducción masiva de las «Nuevas tecnologías» pone en entredicho una gran parte de nuestros valores culturales y éticos, de nues­tros modos de comportamiento, de las expectativas de trabajo para todos. Y, cosa más importante, puede poner en entredicho a instituciones sociales (educativas y poHticas), en las que, hasta ahora, se ha basado nuestra socieaad-de-trabajo. Tales cambios comportan, por su parte, unas consecuencias, algunas de las cua­les las estamos ya conociendo y «padeciendo»: me refiero a las situaciones masivas de paro, margmación y pobreza y a causa de las cuales determinados colectivos, como los jóvenes sin tra­bajo, se ven especialmente afectados.»

Esta hipótesis de trabajo sugiere, a su vez, los siguientes interro­gantes: estas situaciones masivas de paro, marginación y pobreza ¿constituyen el precio que debe pagarse para la sahda de la crisis?

(2) Obra citada.

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¿Estamos dispuestos a preguntarnos si las actuales instituciones sociales, culturales, educativas, políticas y productivas, sobre las que se ha basado la suspuesta cmlización industrial, desde hace doscientos años, pierden consistencia y, en cierta medida pierden, también, su razón de continuar igual que hasta ahora? ¿Qué política de futuro, en todos los órdenes, podemos proponer y diseñar, de cara, funda­mentalmente, a la inserción social y profesional de los jóvenes?

Intentaré, pues, responder a estos interrogantes. Tras ellos se esconden los principales desafíos del escenario socio-económico y cultural que se está configurando. Por lo menos intentaré sugerir pistas, basadas en el análisis de la realidad actual con una visión de futuro.

II. EL «MITO TECNOLOGICO» Y EL CAMBIO EN LA NATURALEZA DEL TRABAJO,UN FUTURO AMBIGUO Y CONTRADICTORIO

Existe el peligro, nos advertía Adam Schaff, de dejarse arrastrar sin más por todo aquello que nos dicen los «profetas de las nuevas tecnologías». Es decir, debemos estar al tanto para no caer en la trampa del mito tecnológico, como si la innovación tecnológica fuese la gran panacea para el futuro.

En este sentido, pues, y como pórtico a esta reflexión, quisiera hacerme eco, aunque sea de forma breve y muy esquemática ciel pen­samiento y conclusiones que propone A. Mine (El desafío delfuturo, 1984). Para Mine el mito tecnológico encuentra sus raíces en la con­vicción generalizada de que es posible el despegue económico y la salida de la crisis gracias, precisamente, al «proceso tecnológico». Es algo así como una «creencia milenarista en el progreso...» y que com­porta entre otras cosas, la actual fascinación por la electrónica, por los microprocesadores, por las pastillas de silicio...: «nuestros refle­jos intelectuales, nuestras costumbres, nuestros demonios familia­res, todo nos lleva a ver en la informática la garantía de nuestra salvación económica. Pero nada está menos asegurado». Es decir, la informática no cumple «el papel que le asigna la economía ficción: al mejorar la eficacia, sin por ello segregar una nueva demanda, corre riesgo, en un primer momento, de agravar el paro, porque suprime por su propio movimiento más puestos de trabajo que los que susci­tan las necesidades a ellas vinculadas» y, desde luego, el problema de los desequilibrios sociales no solamente no tiende a solucionarse

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sino todo lo contrario, como tendremos ocasión de comentar más adelante.

Desde esta perspectiva puede afirmarse aue las derivaciones positivas de la informática y de las Nuevas Tecnologías que ellas llevan consigo, «no solamente son improbables sino, lo que es más grave aún, lejanas. Hace ya diez años que los profetas especializados en optimismo anuncian una nueva edad tecnológica». Extrapolan sin cesar microfenómenos fuera del contexto global: utilización de los microordenadores, explosión de la burótica o informática aplicada a la oficina, invasión de la informática... «Harán falta varias décadas para que los efectos se manifiesten apagadamente y en el límite serán invisioles: Los risueños amaneceres del futuro no se fabrican con los teclados de los ordenadores.»

Tengamos presente que los pensamientos que acabo de mencio­nar pertenecen a una persona nada sospechosa de «oscurantismo económico». Alain Mine es autor del famoso informe «Nora-Minc» (1978) sobre la informatización de la sociedad: fenómeno que supone un gran avance económico, pero que no constituye, necesa­riamente, una panacea para solucionar los graves problemas sociales y culturales que la actual innovación tecnológica está va provo­cando. Problemas que, desde luego, están siendo objeto de preocu­pación en los últimos años, por parte de organismos internacionales, como la CEE (Informe FAST, 1984), y la misma Organización Inter­nacional del trabajo. Adam Schaff (£/ futuro que nos aguarda, 1985), Charles Handy El futuro del trabajo, 1986), son autores, entre otros muchos, que abordan, también, de forma lúcida, tales retos y desa­fíos. Algunas organizaciones sindicales como la Confederación Europea de Sindicatos o instituciones como el «Club de Roma» no son, tam­poco, ajenas a estos análisis v previsiones de futuro, y algo de esto se na dicho recientemente en ía Universidad de Barcelona, con motivo de las jornadas sobre Models de futur, noves tecnolo^es i tradició cultural.

Un común denominador de estas reflexiones puede resumirse así: nos enfrentamos a un proceso que parece irreversible: la innova­ción tecnológica, basada en la microelectrónica, en la biotecnología etc., constituye un reto al que no se puede renunciar y puede supo­ner para la humanidad haberse colocado en el umbral de una nueva era de progreso y de bienestar.

Pero existe, al mismo tiempo, otra cara de la moneda: la intro­ducción masiva e incontrolada de las nuevas tecnologías, en base, fundamentalmente, o casi exclusivamente, al solo criterio de la ren­tabilidad, de la productividad y del beneficio rápido está siendo la

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causa de nuevos desequilibrios sociales y ecológicos, tan serios y gra­ves como los provocados por la primera revolución industrial. Cos­tes sociales y humanos que no pueden olvidarse y a los que es preciso dar una respuesta ya desde ahora. Puede que, todavía, lleguemos a tiempo. Hay quien piensa, sin embargo, que la suerte está echada, y que de nada nos va a servir la experiencia de las épocas de la primera industrialización: la humanidad avanzará, pero muchos de sus miembros en nada se beneficiarán de tal progreso. Todo lo contra­rio: los desequilibrios sociales y culturales, tanto en el ámbito plane­tario, como en el seno de los diversos países se agravarán todavía más.

En este sentido es dramáticamente elocuente lo que nos «narran» los economistas P. Pay y M. Stewart en su crónica «adelan­tada» del período comprendido entre 1989 y el año 2000: «bajo el sis­tema de hbre mercado los que tenían éxito se enriquecían y los que no, permanecían en la pobreza. El sistema sólo podía funcionar creando esas grandes desigualdades... La riqueza traía más riqueza y la pobreza mas pobreza». Estos autores nos describen la situación en que puede encontrarse el mundo desarrollado en el año 2000 si con­tinúan en alza las actuales políticas neo-liberales. Disponemos de datos más que suficientes para mostrar cómo esta alarmante previ­sión para dentro de doce años es una realidad más que evidente al acabar 1988. ¿Será posible cambiar esa crónica «adelantada» que comienza el 20 de enero de 1989 cuando toma posesión de su cargo el nuevo presidente de los Estados Unidos?, o ¿vendrá el «Apocalipsis 2000»? (3).

¿Ha de ser necesariamente así?Conviene ser precisos y no hacer afirmaciones abstractas si real­

mente queremos comprender el futuro y buscar soluciones, sin dejarnos llevar por el fatalismo. ¿A qué costes sociales nos estamos refiriendo? ¿Qué nuevos desequilibrios culturales y económicos están emergiendo? Sin ánimo de agotar el tema, señalo a continua­ción tres grandes bloques de las carencias ya presentes entre nosotros. Constituyen un síntoma de ese futuro que nos espera, si es que todo continúa como hasta ahora. Los tres se refieren al problema del tra­bajo: el tema del paro, sobre todo juvenil, y la precariedad en las con­diciones laborales. En tales carencias intentaremos descubrir, sin embargo, los síntomas, también, de posibles alternativas más hala-

(3) Véase, PAY, P., y SXEWART, M.: Apocalipsis 2000. Editorial EDAF, 1988.

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güeñas y esperanzadoras: nuevas formas de hacer y trabajar y nuevos modelos de convivencia.

1. La innovación tecnológica y las condiciones de trabajo

En este primer bloque la «ideología tecnócrata» tiene su propia diamosis sobre un futuro imaginario, basado en grandes cambios cualitativos que afectan a los puestos de trabajo: final de la fa ti^ humana, extinción de los conflictos de clase, muerte natural de todo tipo de representación sindical, etc., etc. Es decir, «explotación y alienación serán dos términos decididamente fuera de moda y natu­ralmente ajenos a la fábrica del futuro, en donde habrá una irresistible recualificación del trabajo obrero, hasta que este último desaparezca del todo y sea técnico el que domine el escenario».

Nadie debe poner en eluda que se están dando cambios sustan­ciales. Pero, contrariamente a lo que muchos imaginan, la experien­cia y recientes investigaciones nos hablan paradójicamente de un proceso de descualificación profesional y de degradación en los mis­mos puestos de trabajo, que se ven reducidos bien sea a actividades repetitivas y monótonas de simple control o vigilancia, bien a tareas de mantenimiento y de limpieza... Son pocos, muy pocos, los que realmente necesitan una cualificación profesional especializada en las fábricas robotizadas. Y lo que es peor, el trabajador se ve aislado, el trabajo pierde sentido, y el control del proceso productivo se aleja de los trabajadores. Un nuevo «Taylorismo», más sutil, menos gro­sero pero menos alienante acompaña a la reorganización del trabajo impuesta por la innovación tecnológica.

A título de ejemplo un solo dato. Se refiere al célebre «Sillyeon Valley» de California, úparque tecnológico más grande del mundo. Un informe reciente nos habla de cómo un tanto por ciento elevadísimo de la gente que vive y trabaja allí, contrariamente a lo que se había previsto, esta empleada en trabajo de limpieza, vigilancia, prepara­ción de comida rápida, trabajos muy repetitivos que apenas exigen una cualificación. Sólo una parte relativamente reducida disfruta de puestos de trabajo con alta cualificación.

He aquí un primer campo donde las propuestas alternativas deberán «compensar» esta pérdida de realización personal en el tra­bajo, a través de otro tipo de actividades. Lo malo es que esto no es contemplado por la «ideología tecnocrática», cuyo criterio básico se encuentra en el aumento de la rentabilidad y de la productividad. Ni

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tampoco es contemplado, por simuesto, como en seguida vamos a explicar, por la lógica del «MERCADO TOTAL».

2. La Innovación Tecnológica, ante la naturaleza y la canti­dad de Trabajo: nuevas contradicciones sociales (4)

No es infrecuente que los portavoces del «sistema» nos digan, una y otra vez, que el paro junto con las situaciones de precariedad

aue lo acompañan tienen su causa en la crisis que hemos sufrido urante los últimos quince años. Pero, ahora, se nos repite insisten­temente, la crisis ha sido superada y nos encontramos en el camino

correcto de la recuperación y del bienestar para todos los ciu­dadanos (5).

En esta afirmación hay una trampa y es menester desvelarla. Dis­ponemos de indicios suficientes para poder decir que tal recupera­ción «económica» se ha hecho y se está naciendo a costa precisamente de la recuperación «social». Indicios que evidencian unos costes sociales «necesarios» para que tal recuperación sea posible. Costes sociales, además, no de carácter temporal sino de carácter institucio­nal y estructural. Es decir que están diseñados para perdurar de forma permanente, incluso agravándose tanto cuantitativa como cualitativamente, a no ser que se adopten políticas alternativas.

La explicación es sencilla. Para salir de la crisis el «sistema» nece­sitaba recuperar los niveles de beneficio y de acumulación capitalista que se habían perdido o habían disminuido durante la década de los años setenta. Ello exigía, entre otras cosas, abaratar los costes labo­rales y aumentar, hasta todo lo posible, la productividad. En térmi­nos corrientes esto quiere decir producir mucho pero con menos personas y con salarios bajos. Y esto sólo se podía conseguir teniendo las manos libres para poder despedir a los trabajadores cuando ya no fuesen necesarios, porque iban a ser sustituidos por las «nuevas» máquinas. Dos principios básicos para la salida de la crisis, de acuerdo con los principios del MERCADO TOTAL: trabajo barato y flexible y renovación de la obsoleta estructura productiva, mediante la innovación tecnológica y mediante la utilización de tas técnicas de organi­zación y gestión «a La japonesa».

(4) Véase GARCÍA NIETO, T. N .: Poyecto de Sociedad en clave de utopía. Barce­lona, 1989.

(5) Véase GARCÍA NIETO, J. N .: Los desafíos Vicencianos. Salamanca. 1988.

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Estas dos políticas (innovación tecnológica y «mercado laboral flexible») constituyen la clave de bóveda de futuro que está emer­giendo ya.

La innovación tecnológica, tal como se ha introducido y utilizado (proceso que sólo acaba de comenzar) no sólo supone un aumento espectacular de la productividad, sino que sustituye («libera») a enormes cantidades de mano de obra humana, o la desjplaza hacia otros lugares. En cualquier caso esto provoca y provocara un tipo de desempleo que poco tiene que ver con el paro de los años setenta. Es el llamado paro «tecno-estructural» sobre el que tanto se ha hablado y sobre el que más o menos todo el mundo está de acuerdo. Incluso el actual Ministro de Trabajo comentaba recientemente (julio, 1988)

3ue debíamos acostrumbrarnos a convivir con tasas elevadas de paro urante los próximos años. Voces expertas de la OIT nos advierten

que, por lo menos, hasta la década de los cincuenta del próximo siglo no se prevén cambios sustanciales en el volumen de desempleo. En lo que no todos están de acuerdo, como bien sabemos, es en el trata­miento que debe darse a la desocupación masiva, tanto la actual como la que puede avecinarse.

El mercado laboral «flexible» junto con el debilitamiento del movi­miento sindical son la condición indispensable para garantizar el tipo de innovación tecnológica que necesita el «sistema». Fuerza laboral desprotegida y nueva legislación de contratación. Es decir, vía libre a todo tipo de contratación eventual sin ninguna posible interferencia sindical y prácticamente sin ningún tipo de contrapar­tida en materia de reciclaje ocupacional o de compensación econó­mica adecuada. Basta con contemplar inmarciaímente la escena laboral en estos momentos para ver que TODO se ha conseguido. Las estadísticas oficiales nos muestran cómo hace sólo quince años (a comienzos de los setenta) el 98 por 100 de los contratos eran fijos. En estos momentos el 20 por 100 son ya eventuales. Más aún, los datos que mensualmente nos ofrece el Ministerio de Trabajo confir­man que durante los últimos 5 años los contratos fijos (indefinidos) alcanzan sólo el 5 por 100 en el conjunto de España. Se ha calculado que para final de siglo (el mítico 2000) la población ocupada y asala­riada podría encontrarse segmentada de la siguiente forma: un 25 por 100 formada por asalariados fijos (los mejor retribuidos y con una alta cualificación profesional), un 50 por 100 lo constituirían los eventuales (normalmente peor retribuidos y sometidos a una inde­fensión social notable), y el otro 25 por 100 estaría formado por los «sumergidos», éstos sí, en la más absoluta y total indefensión.

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Ante estas previsiones del futuro que nos espera tenemos pleno derecho a preguntarnos si el Plan de empleo juvenil, anunciado por el Gobierno y que va a ser puesto en marcha dentro de pocas semanas, no va a contribuir al reforzamiento de esta precariedad laboral.

El drama de esta realidad, lo hemos dicho ya, pero conviene no olvidarlo, es que la innovación tecnológica supone en sí misma un gran avance para la humanidad. Las posibilidades de creación de riqueza alimentaria, por citar algún ejemplo, mediante los especta­culares avances de la biotecnología, la sustitución del trabajo humano más pesado por las mismas máquinas, etc., abren unas expectativas insospechadas para mejorar la calidad de la vida, para compartir el trabajo y para la superación de las situaciones de ham­bre y miseria en el ámbito planetario.

Nos encontramos, pues, con un segundo capítulo donde la voluntad innovadora e imaginativa debe dar un salto cualitativo muy importante. Hasta ahora la educación, los valores culturales han estado orientados hacia el trabajo clásico. Toda la oferta educativa, para un gran sector de la sociedad, está inmersa en la «cultura del tra­bajo productivo». Y, sin embargo, están aflorando una serie de nece- siaaaes de tipo cultural queprecisan de una preparación radicalmente diferente a la que hoy se ofrece en los centros educativos o a través de los medios de comunicación. Se precisa, pues, una nueva volun­tad, llamémosla utópica (utópica porque hoy no existe: no «tiene lugar» en el conjunto de los valores culturales y educativos dominan­tes) capaz de crear y fomentar otro tipo de oferta educativa y de valores culturales para dar respuesta a los vacíos que está provo­cando ya la innovación tecnológica.

Colocados en esta óptica lo lógico sería cambiar radicalmente el mismo concepto de paro. Hoy por hoy el paro es una carencia, un hecho tremendamente negativo con consecuencias sociales, econó­micas y psicológicas de sobra conocidas. Pero si en lugar de esta misión negativa del paro se dijese que lo que hoy se entiende por paro no es mas que tiempo «liberado» por las máquinas para que la acti­vidad humana se ocupe de cosas diferentes, más creativas, de utili­dad y de servicio social, en el ámbito de la cultura... Me referiré a todo esto más adelante. Baste decir ahora que nos encontramos a años luz de esta nueva y sugerente perspectiva sobre el concepto de paro. Y, sin embargo, sería lo más lógico. Lo que ocurre es que para el sistema de valores hoy prevalente ya no es tan lógico, porque tales actividades no se sitúan en la «lógica del sistema», la rentabilidad y el excedente empresarial.

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3. Desempleo juvenil: precariedad y exclusión social, rompe la frontera entre paro y marginación

Se

Hace tan sólo diez o quince años estar parado era una excep­ción (6). En condiciones muy duras, con jornadas largas y bajos sala­rios, con nulas garantías sinaicales..., había trabajo para todos. Y, si no, siempre estaba la «solución» de emigrar a algún país europeo o a otras zonas del país. Se decía entonces que el paro no era más que la consecuencia de ciertos «ajustes fricciónales» de la división interna­cional del trabajo. Tarde o temprano se encontraba trabajo. En todo caso, la búsqueda sería de corta duración, y en la casi totalidad de los casos se podía percibir un subsidio. El parado no era un pobre o un marginado. Cierto que también existía el paro encubierto, tras el que se escondían situaciones de extrema precariedad: subocupación en el campo, emigración forzada, bajísimas tasas de actividad feme­nina, etc.. Los costes sociales de aquel aparente «pleno empleo» fue­ron, sin duda, muy elevados.

La realidad actual ha cambiado dramáticamente en los últimos años. De una tasa de paro que no superaba el 3 por 100 (eso era lo «tolerable») hemos llegado al 19,83 por 100 según los datos de la Encuesta de Población Activa (segundo trimestre de 1988). Esto quiere decir que continuamos rondando los tres millones sin trabajo, exac­tamente, según la misma fuente, dos millones ochocientos noventa y nueve mil (2.899.000). (El paro registrado es algo inferior: 2.756.438 en octubre del mismo año.)

El hecho de este desempleo masivo, junto a las consecuencias que comporta, nos retrotrae, en buena medida, a las situaciones más oscuras del siglo pasado y de los primeros treinta años del actual, cuando las sucesivas crisis del sistema dejaban periódica o cíclica­mente a miles de hombres y mujeres sin trabajo. La teoría del «ejér­cito de reserva» funcionaba de forma cronométrica. La frontera entre paro y marginación dejaba de existir. Y eso, precisamente, es lo que está ocurriendo ahora. Pero con factores agravantes: por un lado, el «ciclo» se está alargando más de lo previsto y, por otro, se nos dice que el tipo de paro actual tiene un carácter «estructural» y nos vamos a tener que acostumbrar a convivir con él.

Muchos de los parados actuales ni siquiera pertenecen ya al «ejército de reserva». Entran dentro de la categoría de los «margina-

(6) Véase G a r c ía N ie t o , J. N . : Parados de lar a duración y jóvenes sin trabajo, en «La Pobreza de España: Causas y extensión». Caritas, 1986.

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dos sin retorno»: los trabajadores adultos de larga duración, y, sobre todo, los jóvenes en búsqueda de su primer empleo, que ven pasar los años, los mejores de su vida, sin encontrar un trabjo estable. Sobre ellos se acumula el desengaño, la sensación de inutilidad, la posible desviación social, el «sin sentido» de la vida: todo acuello que facilita el deslizamiento hacia la marginación y la exlusion social.

Los datos son elocuentes, una vez más, por desgracia. Sólo a título de recordatorio:

Encuesta de Población Activa (segundo trimestre, 1988): Los jóvenes entre dieciséis y veinticuatro años en situación de paro cons­tituyen el 45,9 por 100 del total de la población parada. Es decir 1.333.400 jóvenes en paro. Con respecto a su propia población activa, el paro juvenil es del 41,1 por 100. O sea que, de cada 100 jóvenes en edad de trabajar y en búsqueda de su primer empleo, más de 40 jóvenes están expulsados del mercado de trabajo o rechazados por el mismo.

Dentro de la Comunidad Europea la tasa de paro juvenil es la siguiente:

La oficina de estadística de la Comunidad Europea acaba de informar (octubre, 1988) lo siguiente: España ostenta la tasa más alta de desempleo juvenil: el 43 por 100 de los jóvenes que tienen menos de veinticinco años y que no cursan estudios no tienen tra­bajo. Italia está ensegundo lugar (36 por 100), seguida de Irlanda (24 por 100). Alemania ocupa un lugar privilegiado en el ranking euro­peo (sólo el 7 por 100).

Desde luego, no todos los sectores juveniles que se enfrentan con el paro encuentran el camino de la marginación o de la desvia­ción social. No es lo mismo un joven sin trabajo (hablando en térmi­nos generales), después de haoer acabado sus estudios superiores, procedente, en su gran mayoría, de ambientes culturales elevados, que el joven que procede de sectores populares marginados o afecta­dos por el paro de forma endémica. Esta hipótesis, suficientemente verificada por diversos estudios y por observaciones personales, permite afirmar que los sectores juveniles en paro procedentes de las bolsas endémicas de paro y de marginación sociocultural se encuentran de salida condicionados por un medio social que les ofrece muy pocas posibilidades de encontrar alicientes o estímulos, bien sea en sus propias familias o en el medio cultural en que viven, bien en las escuelas o centros de formación profesional. Es precisamente en esos contextos donde los índices de fracaso escolar son más eleva­dos y en donde la inserción social y profesional se hace más difícil.

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Otro factor a tener en cuenta, en el caso de los jóvenes, se refiere al tipo de empleo al que los jóvenes sin trabajo pueden tener acceso con un poco de suerte. Un trabajo que en lugar de enriquecerles humana y profesionalmente, tiende a degradarlos y a marginarlos todavía mas. Nos referimos, claro está, al trabajo eventual y, sobre todo, al trabajo sumergido. Éste tipo de trabajo genera sentimientos y actitudes desvinculadas del valor trabajo tradicional. Más bien son sentimientos contrarios a él, de desánimo, de frustración, de despro- fesionalización, de desprecio o desmotivación frente a todo tipo de formación o de reciclaje.

Diversas encuestas y estudios hechos entre colectivos de jóvenes en paro confirman, también, esta hipótesis. Los datos que ha hechogúblicos el Ministerio de Economía (Condiciones de Vida y Trabajo en

spaña, 1988) confirman, una vez más, el proceso de precarización del empleo juvenil: El 43 por 100 del trabajo sumergido (unos tres

millones de españoles) son jóvenes de menos de veinticinco años. En el trabajo regular sólo el 11 por 100 está constituido por jóvenes. Un estudio llevado a cabo por la Generalitat de Catalunya en colabora­ción con el INEM provincial de Barcelona, muestra cómo los jóve­nes que habían tenido ya un trabajo (y éstos eran los menos), más del 80 por 100 habían entrado en el mercado de trabajo con contratos temporales y habían vuelto a salir, evidentemente, del mercado de trabajo. El estudio del grupo «2000 Jove» llega a una conclusión semejante: en 1987 uno de cada tres jóvenes que trabaja lo hace sin contrato.

Los datos son los datos y ellos deben tenerse muy presentes en el momento de diseñar políticas de empleo juvenil para dar respuesta a los problemas más urgentes y, sobre todo, para proponer poKticas alterna­tivas más a largo plazo que contemplen los desafíos del futuro.

Desde luego, lo que, en ningún caso, deberá perderse de vista es el hecho de los colectivos de jóvenes víctimas ya de situaciones muy cercanas al «no retorno». Tenemos serias sospechas, algunas de ellas verificadas, de que las políticas de formación ocupacional y las mis­mas políticas para el fomento del empleo dirigidas específicamente a los jovenes dejan al margen a los colectivos más desfavorecidos. Han sido muchos miles de jóvenes que durante los últimos diez años han encontrado las puertas cerradas. Sólo aquellos que por situaciones de medio ambiente han podido salir adelante y se han sentido moti­vados para el estudio, han escapado de la patología y de la desviación social. Se trata, como es bien sabido, de fenómenos sociales y psico­lógicos que tienen efectos acumulativos. Sobre el fracaso escolar se

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añade el medio ambiente familiar; sobre estos dos, el medio cultural del barrio; sobre estos tres la desmotivación añadida; sobre estos cuatro los años que van pasando, etc., etc.

Quienes más se pueden estar beneficiando, de hecho, de la actual recuperación económica son los que todavía pueden coger el tren, por su motivación, por su mejor disposición cultural. Pero los «no recuperables» continúan y continuarán en la cuneta si no se conciben medidas de choque para éstos. Ni los actuales planes de empleo, ni los antiguos, a mi juicio, dan una respuesta adecuada para recuperar a estos colectivos.

No es éste el momento de ofrecer un juicio sobre el discutido «plan de empleo juvenil». Solamente quiero hacer una indicación: Aun a pesar de que se presenta como una «medida choque», en reah- dad no lo es; no basta con decir que se ofrece la oportunidad de tener una práctica laboral. Sería menester que ésta fuese acompa­ñada por unas medidas de formación ocupacional capaces de impe­dir que los empleos ofrecidos a estos colectivos continúen siendo marginales, precarios y sin futuro. Mucho sospechamos que los que se beneficiarán del «plan», accediendo a puestos de trabajo estables y de futuro serán los que en estos momentos ya tienen una buena capacitación profesional y, por tanto, unas mejores oportunidades para entrar en el actual mercado de trabajo.

El «círculo vicioso» de la marginación puede cerrarse, una vez más, para los colectivos menos favorecidos. Esta es la razón por la que conviene insistir en el hecho de que el tratamiento del paro juvenil no puede ser homogéneo, porque el joven parado tiene una múltiple tipología. Ya sé que no digo nada nuevo. Pero el caso es que en el momento de diseñar políticas parece que esto tan evidente no se tiene en cuenta.

III. EL IMPERIO DEL «MERCADO TOTAL» Y EL PROYECTO DE UNA SOCIEDAD «DUAL»

«Mercado Total», «Sociedad dual»: dos expresiones, tras las que pueden esconderse los síntomas más inquietantes de ese futuro que se está perfilando. Es importante, pues, que nos detengamos, aun­que no sea de forma extensa, en su descripción y análisis. En con­creto me estoy refiriendo al creciente proceso de «dualización» que se está dando en los países más desarrollados tecnológicamente, junto con la aparición de nuevas formas de pobreza y de ex­clusión social.

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1. La «mano invisible» del «Mercado Total»

Se trata de un hecho relativamente nuevo, con connotaciones específicas, provocado no sólo por las formas discriminatorias en que se accede hoy al mercado de trabajo, sino, sobre todo, por las barreras económicas, sociales y culturales con que determinados colectivos (sobre todo jóvenes y trabajadores adultos expulsados ya de su trabajo) se enfrentan. Esta «duáhzación» en el mercado de tra­bajo se proyecta necesariamente al conjunto del tejido social. «Duali- zación», «segmentación institucional», «sociedad ae los dos tercios», «desigualdades y desequilibrios radicales», tales son los calificativos con que se quiere expresar un mismo fenómeno: la nueva pobreza y exclusión social que se está consolidando, al lado mismo de un gran avance tecnológico.

Claro que todo tiene su explicación. Siquiera sea como hipótesis de trabajo, tengo que aludir necesariamente al hecho del MER­CADO TOTAL, donde todo se compra y todo se vende: el trabajo, la salud, la cultura, la vida...

En realidad el MERCADO TOTAL no es más que la puesta al día de los viejos principios liberales que tanto fascinan a los «nuevos economistas» (7). Como punto de partida se recoge el pilar ideoló­gico del credo lioeral, afirmando que «la identidad entre los intere­ses particulares y el interés general está asegurada por el mercado y la libre competencia». De esto a la teoría del MERCADO TOTAL sólo hay un paso. En efecto para los nuevos economistas «el razona­miento económico no sólo se aplica a las relaciones mercantiles, sino al conjunto de las decisiones sociales de un individuo».

Dicho con otras palabra^ refiriéndonos al caso de los servicios sociales: el MERCADO TOTAL «Hace bascular en el mercado todo aquello que puede estar y está asegurado por el Estado u organismos colaboradores, bajo la forma de servicios no comerciales. Así la Seguridad Social debe ser sustituida por un seguro voluntario y libre. De igual modo la enseñanza debe ser objeto de compra y venta por parte de cada uno», según la ley de la oferta y de la demanda.

Es evidente, nos recuerda Denis Clerc, que este pensamiento neo-liberal sirve admirablemente a los intereses de la burguesía: «Para los nuevos economistas la compatibilidad de intereses es espontánea y total. El Estado no es mas que el guardián de las leyes y

(7) Véase Nuevo Liberalismo en «El País», 19-5-88; Cler, D.: «La Tiranía del Merca»; JULIEN, C.: «La moral del Inleses».

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de la propiedad. Hace que reine la ley y el orden. La sociedad no tiene conflictos...» Rosanvallon llama a esto la implantación del «capitalismo utópico» que no deja lugar a la política. Y una sociedad que «presume de no tener ningún conflicto no puede ser más que una sociedad totalitaria. Por una de esas vueltas que acostumbra a dar la historia, la utopía liberal de los nuevos economistas es la base de una dictadura implacable: la dictadura y la tiranía del mercado.

«La mano invisible, que según los liberales desde Adam Smith regirá armoniosamente los mecanismos del mercado, es una mano de hierro. El liberalismo económico, suntuoso regalo para los pue­blos emprobrecidos, constituye el fundamento principal de todos los imperios» (Claude Julien).

Que no se trata de palabras retóricas o trasnochadas lo hemos visto ya a través de algunas de las consideraciones anteriores. El hecho evidente es que la «mano invisible» de Adam Smith, utilizada por los nuevos economistas, significa la «desregularización», hasta el máximo posible de las relaciones sociales y económicas, la margina- ción o debilitamiento del movimiento sindical, con los consiguien­tes costes sociales que afectan muy seriamente a colectivos cada vez más amplios. No es exagerado afirmar (lo he dicho ya hace unos ins­tantes) que tales hechos nos retrotraen a los peores momentos del primer industrialismo.

Como se nos ha recordado hace poco «este nuevo tipo de capita­lismo representa un retorno a los ideales decimonónicos del laissez fa ire y del «darwinismo social». Su objetivo básico es reducir al máximo las conquistas sociales de las clases trabajadoras, y revalori­zar el papel elitista de los ricos. Esta política neoconservadora, sim­bolizada, sobre todo, por Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Helmut Kohl está siendo imitada, de forma creciente, por los gobiernos social-demócratas (8).

Repito que no estoy haciendo afirmaciones retóricas o demagó­gicas. El espacio de tiempo de que dispongo para esta ponencia no me permite aportar datos estadísticos del proceso de polarización y dualización al que me refiero. En otro lugar lo he hecho ya. A ellos me remito (8). Sólo menciono las fuentes más recientes: Informe CARITAS (1984), Servicio de Estudios del Banco de Bilbao (1987), Avance de la Contabilidad Nacional (1987), Condiciones de vida y trabajo en España (Ministerio de Economía y Hacienda, 1988), Encuesta de la

(8) Sañ a , H Neoconservadurismo y darwinismo social, en «El independiente», 17-6-88.

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Población Activa (INE, 1988), Programa 2000 j^PSOE, 1988), Informe del Instituto Sindical de Estudios sobre las condiciones sociales en España (UGT, 1988), Informe de las Comunidades Europeas («Programa Europeo para combatir la pobreza», 1988).

2. Un tejido social resquebrajado y «dual»

A partir de los datos que nos ofrecen los indicados informes puede afirmarse que nos encontramos ante un proceso irreversible de resquebrajamiento del tejido social en todo el mundo desarro­llado (el pro tierna del Tercer Mundo es todavía más grave, pero ahora no podemos referirnos a él), a no ser que se dé un giro impor­tante en las políticas sociales y de empleo.

Es decir, no sólo se consolida una sociedad dividida en «burgue­ses y proletariados» (si se quiere utilizar la teminología clásica del análisis de «clase») sino una sociedad en la que emerge un nuevo «sec­tor» al que podría llamarse «no-clase» (el «sub-proletariado», en frase del sociólogo alemán Ralf Dahrendorf). Se trata de los «excluidos», que forman parte de la «otra» sociedad que no cuenta, que no habla, que no está organizada. A este fenómeno se le llama hoy proceso de «dualización» o sociedad de los «tres tercios» (los «instalados», los «emergentes» y los «sumergidos» como gráficamente los describe Manuel Vázquez Montalbán):

• Por un lado, se desarrolla y se consolida una sociedad econó­micamente integrada, con una competitividad y agresividad crecien­tes, con un gran dinamismo y capaz de ofrecer bienestar y estabilidad en rápido aumento, pero que, a su vez, exige mayor sumisión a los principios y a las reglas de juego impuestos por el «sistema» (MER­CADO TOTAL, «mundo de intereses» y de «competencia». Esta parte «integrada» de la sociedad alberga a sectores sociales, aparente­mente muy diferentes —por niveles de renta, de consumo y de poder—, que van desde las élites económicas, políticas y sociales, hasta los trabajadores asalariados, con un empleo relativamente esta­ble y bien remunerado. En el conjunto de estas «clases sociales», se da una cierta homogeneidad de aspiraciones, en mentalidad, en formas de consumo (salvadas, claro está, las excepciones por parte de aque­llos que perteneciendo al sector de «clases» no están efe acuerdo con el «sistema»).

• En el otro lado, en la otra vertiente de la sociedad, aparecen, junto a los sectores históricamente marginales y «excluidos», los 11a­

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mados «nuevos pobres»: desde los parados «sin retorno», los «sumer­gidos», muchos inmigrantes extranjeros (africanos en nuestro casoh un creciente número de jubilados y pensionistas, el mundo de la droga y de la prostitución marginal... Se trata, evidentemente, de un sector en aumento.

Si se prefiere la calificación de los «tres tercios», en el primer ter­cio se encuentra la élite social, económica y política de la sociedad, relativamente píequeña, y principal beneficiarla del «sistema». En el segundo, el mas numeroso, están las clases medias profesionales, los trabajadores asalariados con puestos de trabajo más o menos estables «que consiguen participar, aunque sea de forma secundaria, de una economía TOyante y del consumo masivo que les ofrece la sociedad». En el tercero se encuentran los que han quedado descritos en la «no- clase», sector en aumento y atrapados por el «círculo vicioso de la pobreza y de la exclusión social».

En cualquier caso ese «círculo vicioso de la pobreza y de la exclu­sión social» se va acomodando a las nuevas situaciones. Por eso hablamos de «cultura dual», de «hábitat-vivienda dual», de «escuela- enseñanza dual», de «oportunidades duales», etc. Las barreras insti­tucionales que imposibilitan o hacen muy difícil escaparse del círculo se endurecen por la lógica del «sistema». Al mismo tiempo, los grupos sociales «integrados» se cierra en sí mismos y en sus privi­legios. Los corporativismos se manifiestan de forma insolidaria y agresiva. La pobreza se esconde. No está de moda ser pobre. «No hay pobreza, se dice: la gente viaja, tiene una segunda residencia, llena los estadios, acude a los restaurantes caros, a las discotecas, cambia de coche y de vivienda...» Es la excusa de siempre. Pero allí no está ese «tercer tercio»: los excluidos sociales se esconden.

«En realidad la lógica del MERCADO TOTAL, llevada hasta sus últimas consecuencias, tiene como objetivo —bien diseñado y programado— mantener satisfecho a un 75 por 100 de la población a saoiendas de que la población restante es condenada a la exclusión social» (9). No es rentable políticamente. A lo sumo se la asistirá con ayudas de infrasubsistencia, y en cualquier caso se utilizarán mecanis­mos de «control» adecuados para evitar cualquier posible desmán.

Este proceso de «dualizadón» o de «segmentación» se está haciendo evidente de forma especial en los países más avanzados tecnológica­mente: EE.UU., Japón, Centro-Europa..., y es más profundo que lo que hasta ahora se na llamado «ricos y pobres», «explotados y explo-

(9) Véase GARCÍA N ieto, J- N.: Pobreza y exclusión social, 1987.

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tadores». Más profundo porque consagra estructuralmente dos tipos de ciudadanía: los que se han beneficiado de los avances tecno­lógicos y de las posibles reactivaciones económicas y aquellos que se han visto empujados a la descualificación profesional, al trabajo pre­cario, eventuM, a la jubilación con pensiones de infra subsistenaa.

En todas estas reflexiones se h ^ la —¡cómo no!— de la consoli­dación de una «sociedad patológica», padecida, sobre todo, por los jóvenes, por la actual generación de jóvenes que, pese a los tremen­dos avances tecnológicos, contemplan cómo se les cierra el futuro profesional y el mercado de trabajo.

Al llegar a este punto de nuestra reflexión nos volvemos a pre­guntar si es éste el precio que ha de pagarse en esta segunda revolu­ción industrial. Lo mismo ocurrió en la primera industrialización. Lo hemos dicho ya. El gran progreso que comienza a finales del siglo XVIII y se desarrolla durante todo el siglo pasado hasta nuestros cBas ¿cuántos costes sociales causó?: condiciones de trabajo inhumanas, sin ninguna garantía social, sin ninguna protección al trabajo de menores, jornadas de trabajo sin límite, esperanza de vida de sólo treinta y cinco años para la inmensa mayoría de trabajadores y traba­jadoras, etc. etc. Sólo gracias a las luchas sociales y al movimiento sindical muchas cosas han cambiado radicalmente.

Nos hacíamos hace unos instantes esta pregunta: ¿Será posible cambiar la «crónica anticipada» del Apocalipsis 2000?

IV. ALGUNOS INDICADORES DEL POSIBLE «ESCENARIO SOCIO ECONOMICO» PARA LOS PROXIMOS VEINTE AÑOS

El conjunto del análisis que he tratado de exponer hasta aquí nos permite llegar ya a unas conclusiones que para algunos puede que todavía continúen siendo unas simples hipótesis de trabajo. En realidad disponemos de la suficiente evidencia para afirmar que no se trata de simples hipótesis de trabajo, sino de realidades ya presen­tes y que se encuentran en un proceso de agudización y de consolida­ción. Todas ellas, junto con otras que por brevedad no desarrollo, constituyen algunos de los indicadores más significativos del posible escenario socio-económico y cultural que se perfila para los próximos veinte años. Ir más allá de esos próximos veinte años sería exponerse a un riesgo peligroso de simple especulación o de ciencia fic­ción.

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Para no hacerme excesivamente prolijo me limitaré a sintetizar­las en forma de breves enunciados (10).

• Perspectiva de trabajo escaso, tal como el trabajo ha sido nor­malmente entendido hasta ahora: vinculado directa o indirecta­mente al proceso productivo industrial. Como he dicho anteriormente, haciéndome eco de los estudios de prospectiva elaborados por la CEE, OIT y otros organismos solventes, la introducción masiva de las Nuevas Tecnologías está teniendo, y tendrá todavía más, un impacto muy serio en la reducción de los empleos relacionados con los procesos productivos clásicos.

• Aparición de nuevos empleos, ocupaciones y profesiones vincu­ladas a las Nuevas Tecnologías y, sobre todo, al ámbito de los servi­cios de utilidad social y de la «industria» del tiempo libre. En cualquier caso las nuevas ocupaciones exigirán, están exigiendo ya, un nivel elevado de profesionalización, tanto en la dimensión téc­nica como cultural. No es evidente que la aparición de las nuevas ocupaciones sirva para compensar la pérdida de los puestos de tra­bajo clásicos y tradicionales.

• Aumento de colectivos sociales condenados a una margina- ción y exclusión social sin retorno (jóvenes sin trabajo, adultos expulsados del mercado de trabajo, jubilados con pensiones exiguas o nulas...) frente a otros bien instalados y ocupados profesional y técnicamente en empleos de alta cualifícación y elevada remunera­ción. Otros colectivos, se verán empujados a aceptar empleos margi­nales, precarios, con escasa o nula cualifícación, sin posibilidad de promoción profesional: sociedad «dual».

• Presencia de valores ético-sociales (el «mundo de los intere­ses»), que pretenden legitimar y fortalecer esta «dualización» de la sociedad. Su base ideológica se encuentra en el culto al «pragma­tismo posibilista» a plazo inmediato, propio de una «modernidad» mal entendida, o en el «fatalismo» propio de cierta «postmoderni­dad» que sólo cree en soluciones individuales o en el «sálvese quien pueda».

• Una oferta educativa pragmática, elitista, anclada en la vieja cultura del trabajo, en la competitividad absoluta, en la insolidaridad y en el triunfo individual, de la que sólo se benefícian los «dos ter-

(10) Cada uno de los elementos de este escenario posible constituyen áreas específicas de investigación, imposibles de abordar ahora. Asimismo, las políticas ocupacionales alternativas deben diseminarse a partir de escenarios como el que ahora se presenta.

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dos». En esta oferta educativa están ausentes los valores de la solida­ridad, de la cooperación, de la autonomía personal, del servicio social, de la creatividad...

• Utilización de las Nuevas Tecnologías «bajo la ley del más fuerte, sin contemplaciones», y de acuerdo con los intereses de las corporaciones transnacionales y de la «defensa militar». Por supuesto, sin tener en cuenta la limitación de los recursos del pla­neta, con la consiguiente degradación ecológica y de la calidad de vida.

• Una brecha cada vez más ancha y honda entre el Norte y el Sur, con todo lo que ello significa en estos momentos de hambre y destruc­ción total para centenares de millones de personas, junto a una inmensa riqueza acumulada en las regiones privilegiadas del planeta.

• En contraposición a todo lo anterior aparecen nuevas sensibi­lidades y exigencias socio-culturales, por una mayor calidad de vida, por la defensa del equilibrio ecológico, por la paz, contra la descri­minación sexista..., que no encuentran cauces adecuados dentro de la «cultura del sistema», todo lo contrario: más bien suelen ser mar­ginadas, silenciadas, manipuladas, cuando no perseguidas. Todo ello unido a formas alternativas en el ámbito ocupacional y de la produc­ción (auto-ocupación, auto-producción), y en la creación de grupos y de comunidades más auto-suficientes.

V. PISTAS ALTERNATIVAS PARA EL PRESENTE Y PARA EL FUTURO

No todo el mundo, evidentemente, está dispuesto a aceptar, sin más, el «escenario» que acabo de describir. No todo el mundo está dominado por el signo del pragmatismo posibilista de la «moderni­dad» mal entendida, ni por el fatalismo de que nada se puede hacer, y de que todo hay que dejarlo a lo que digan y determinen las leyes del MERCADO TOTAL.

Me toca ahora, ya para acabar, hacer algunas modificaciones, en ningún caso proponer recetas, pensando en las urgencias del presente y en ese futuro que nos espera. Una cosa debe quedar clara. Dar res­puestas a las urgencias del presente, diseñar, planificar el futuro: todo está íntimamente ligado. Cualquier propuesta de «choque» para el presente que no se haga desde una perspectiva de futuro no será más que un parche. Y toda propuesta de futuro que no se haga teniendo en cuenta las carencias del presente no será más que ciencia ficción.

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En cualquier caso debe tenerse presente que ninguna de las indi­caciones que presento a continuación tomadas separadamente tie­nen sentido. Son propuestas complementarias unas de otras.

1. La respuesta a las urgencias inmediatas

Es decir, de nada nos va a servir presentar opciones alternativas, si al mismo tiempo no luchamos por objetivos que necesitan res­puestas urgentes a cortísimo plazo. Por volver al mismo ejemplo de actualidad: nada va a servir un plan de empleo juvenil, concebido como medida choque, si no va acompañado de las cautelas necesarias para que de él puedan benefeciarse a más largo plazo los colectivos de jóvenes más desfavorecidos. Lo he dicho antes: si la posible expe­riencia laboral (en el supuesto de que no sea un simple empleo mar-tinal) no va acompañada de una oferta de formación ocupacional

iseñada para las características de esos colectivos desfavorecidos, de nada va a servir. De tal plan sólo se beneficiarán los «re­

cuperables».

2. Un trabajo diferente y la apuesta por el verdadero pleno empleo

Este es el primer ámbito donde un proyecto alternativo se hace más necesario frente a la impotencia del «sistema» para crear y garan­tizar empleo universal. Se dice (he insistido en ello hace unos instan­tes) que hoy no hay trabajo para todos a tiempo completo. Llámese crisis de la «civilización industrial», fin de la era del «pleno empleo», comienzo de otra. El caso es que todas las promesas de crear empleo chocan con el hecho de menos trabajo.

Y sin embargo, en realidad, hay trabajo en cantidad. Sabemos, y así nos lo dicen los expertos, que si en estos momentos se quisiera atender eficazmente a las carencias reales en el terreno de la cultura, de la sanidad preventiva, de la calidad de la enseñanza, de la coopera­ción con zonas de la tierra menos desarrolladas, de atención a anti­guos y nuevos colectivos no suficientemente atendidos (minusválidos, población anciana...), servicios sociales en régimen de comunidades autosuficientes y autogestionadas... serían necesarios tantos puestos de trabajo como los que se han perdido por las reconversiones o por la introducción incontrolada de las nuevas tecnologías.

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Daniel Bel, nada sospechoso de utopismos fáciles, llega a afirmar que con las nuevas tecnologías ningún país debería tener bolsas de pobreza. Dice textualmente: «Una mayor productividad genera más

ciudadano. Hoy en día, ninguna sociedad, ningún país, aunque parezca lo contrario {aunque parezca «utópico decir esto») está conde­nado a tener bolsas de paro, y mucho menos con las nuevas tecnolo­gías, que lo que hacen es solucionar problemas antes insolubles. Todos los países, incluso los más avanzados, están boy todavía muy lejos de tener cubiertas todas sus necesidades', los museos podrían abrirse de noche, por ejemplo, o por citar otro campo, las sociedades avanzadas tienen cada vez más personas ancianas, por lo que los servicios de salud que las atienden van a tener que seguir creciendo, pero esto exige más productividad, más riqueza...» más medios de finan­ciación (11).

Tengamos presente que las necesidades culturales, lo mismo que las ocupaciones, llamadas de «utilidad social», deben estimularse, planificarse, a través de unos valores que hoy no existen, salvo en personas o en grupos muy reducidos. Comunidades, familias, vecin­dad deberán ser nuevos núcleos de trabajo y de producción. El tra­bajo el ocio creativo deberán combinarse de forma libremente escogida.

Pero «no hay dinero», se dice repetidamente, para atender a esas necesidades y para promover otras ocupaciones «socialmente útiles».

3. Trabajar menos tiempo para que puedan trabajar más personas

Antigua aspiración del movimiento obrero que ahora cobra toda su relevancia. No se trata, desde luego, de la panacea universal. Pero es una medida complementaria y, en según qué casos, puede ser una solución. El objetivo, clásico ya por parte sindical, de las «35 horas» puede ser bueno en sí mismo, pero en ningún caso servirá para paliar el desempleo. La hipotética reducción de cinco horas quedaría absorbida automáticamente por el alza de productividad propia de la innovación tecnológica. Para que la reducción del

(11) Declaraciones recogidas del «Independiente», 24-6-88.

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tiempo de trabajo repercuta en el reparto de trabajo, debe ser drás­tica. Los expertos hablan de veinte horas semanales para comienzos del siglo XXL

Desde luego que no se trata de una medida fácil, ya que su implantación necesita de un consenso que va más allá de las fronte­ras de un sólo país. Pero, aún así, nos debemos preguntar ¿cuántos están dispuestos a compartir su trabajo, incluso su sueldo (en el caso de tener pluriempleo)r ¿Cuántos están preparados para ocupar el tiempo «überado» en otro tipo de ocupaciones de utilidad social, libremente escogidas y de forma voluntaria, creativas o simple­mente culturales, compensadas o no económicamente de alguna forma, para cubrir la posible reducción salarial que acompañaría a la reducción de trabajoir

Este es un reto cultural evidente. Pero, no lo olvidemos, técni­camente es posible, en la medida que emerjan nuevos valores y que el aumento de la productividad sea correctamente utilizado (12).

4. La asignación básica universal: una renta desvinculada de la cantidad de trabajo

La reducción de jornada, la financiación de las «otras ocupacio­nes de utilidad social» solamente serán viables a condición de que se reconozca el derecho a todo ciudadano a disponer de una renta básica (que no debe confundirse con el derecho a una «renta mínima garan­tizada» o con la «renta mínima de inserción» de estilo francés, en tanto que éstas son medidas de tipo simplemente asistencial). Esta renta básica (o «asignación social básica» o «salario ciudadano») ser­virá para financiar las ocupaciones de utilidad social, libremente escogidas, que en el contexto de una economía clásica de mercado no son rentables.

Otro reto para una política de futuro que choca, evidentemente, con todo lo conocido hasta ahora, ya que la renta o el salario perso­nal no dependerá de forma exclusiva, como hasta ahora, de las horas trabajadas. En una parte muy importante la renta personal de cada ciudadano provendría de la riqueza social producicfa. A corto plazo, desde luego, esta medida es imposible. Ni los criterios fiscales, ni los criterios culturales la aceptan, ni los ciudadanos están preparados

(12) Véase GoRZ, A.: El que no trabaje comerá, en «Letra Internacional», núm. 3, 1986.

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para asumir las nuevas responsabilidades sociales que, en todo caso, acompañarán a la asignación básica. Los expertos nos dicen, sin embargo, que tal política es técnicamente posiole. Y cada vez lo será más, en la medida en que la innovación tecnológica sea una realidad masiva, que repercutirá en la productividad v, por tanto, en el aumento espectacular del excedente empresarial. No olvidemos que estamos todavía en la prehistoria de la «era tecnológica». En todo caso, como nos recuerda, en más de una ocasión, Adam Schaff, si no se acepta este objetivo (a alcanzara comienzos delpróximo siglo) condenamos ya, desde ahora, a millones de personas a la «inanición», Y es ahora, con una nueva voluntad política y cultural, como debería empezar a pla­nificarse una política fiscal diferente, una oferta educativa alterna­tiva, coherente con los nuevos valores, y una progresiva remodelación del Estado de Bienestar.

5. Un nuevo tejido social, más participativo, más descentralizado

Todo proyecto alternativo de futuro y de valores solidarios supone un no rotundo al tipo de tejido social «polarizado», «duali- zado», «incomunicado» que nemos tenido ocasión de contemplar y analizar hace unos momentos. Conviene decirlo con claridad, la opción por un tejido social plenamente solidario supone, en cierta medida, una ruptura con el modelo social y político actual. Deberá irse hacia formas de participación muy de Dase, a formas de descen­tralización, de «desjerarquización», en donde las relaciones verticales dejen de existir para dar paso a relaciones plenamente horizontales.

Tal proyecto debe incluir formas de convivencia mucho más «autosuficientes» que las actuales, en el terreno cultural, de servicios sociales, incluso en algunos ámbitos de la producción.

6. Nueva oferta educativa y nuevos valores

Este capítulo constituye el punto neurálgico para todo proyecto alternativo. Nada de lo que estamos proponiendo será posible si no se da una oferta educativa capaz de fomentar las nuevas necesidades socio-culturales, capaz de conectar con las necesidades del futuro mercado de trabajo, capaz de transmitir valores que no estén basados precisamente en la competitividad y en el «mundo de intereses».

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La oferta educativa que, desde luego, debería ir MUCHO más allá de la edución «reglada», superando lo s límites de la escuela: edu­cación compensatoria, en mucnos casos de forma prioritaria en una primera etapa, en alternacia (trabajo práctico-formación), educa­ción de adultos, reciclaje constante ocupacional, sobre todo para los colectivos más marginados y en todos los ámbitos de la actividad humana. Oferta educativa que debe ir impregnada de valores de solidaridad (por tanto incompatibles con los modelos de enseñanza elitista privada).

Una oferta educativa que deberá orientarse fundamentalmente para que los niños y jóvenes sean más «autónomos», con una combi­nación adecuada de conocimientos manuales, técnicos, informáti­cos, culturales, de creatividad y, sobre todo, de relaciones interpersonales para la cooperación y para la solidaridad.

Una oferta educativa con una clara voluntad para cambiar radi­calmente los hábitos de consumo: menos consumo material y más consumo cultural, cosa que supondrá, por otra parte, un anorro social para financiar otras necesidades culturales.

Una oferta educativa que se libere del imperio del MERCADO TOTAL, y deje de estar sometida tanto a la compra y venta de cono­cimientos y de títulos, como a los intereses económicos de turno.

Desafío difícil que necesita de unas voluntades políticas y cultu­rales renovadas. Desafío para los enseñantes, para las comunidades educativas y, desde luego, para los sindicatos. Sin olvidar, claro está, una pregunta previa a la que deberá darse cumplida respuesta: ¿Quién se ocupa hoy, a corto plazo, del «tercer tercio», por el que, según están las cosas, nadie se atreve a apostará, sobre todo en el caso de los colecti­vos jóvenes más desfavorecidos.

Si hubiese de hacerse una última consideración sería ésta: nada será posible si no va acompañado de cambios culturales y sociales. O lo que es lo mismo, de cambio de valores, hoy no fomentados ni siquiera permitidos —me atrevería a decir— por el «sistema».

En mi exposición, como habrá podido observarse, ha estado siempre presente este reto y esta gran carencia de nuestro tiempo.

Es una responsabilidad de todos.

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Desempleo juvenil en la periferia: Parados, pero no quietos

Carlos Lies Lazo (*)Sociólogo

Si todos compartiesen como axioma aquello de que «compren­der es empezar a prever»\ si las políticas sociales fueran concebidas y practicadas como mecanismos coordinados tendentes a incidir sobre las causas generadoras de desigualdad y marginación; si se enten­diese por política social avanzada la que basa su actuación en plantea­mientos dé discriminación positiva redistribuyendo de forma inversamente proporcional a la capacidad económica y cultural de los destinatarios; si todo ello fuera así, en este momento y desde hace ya tiempo las políticas y programas destinados a los jóvenes enfeneral —empleo, formación, vivienda etc.— y específicamente

entro de ellos a los colectivos en situación más precaria, ocuparían, más allá de la retórica al uso, un lugar central dentro de las actuacio­

nes públicas a corto y medio plazo.Y ello porque probablemente nunca como ahora se ha reflexio­

nado tan profusa y profundamente sobre las circunstancias que les ha tocado vivir y el previsible futuro de los jóvenes de los 80. Tam­poco probablemente nunca ha habido tanta unanimidad en los som­bríos diagnósticos sobre la inserción socioprofesional de buena parte de esos jóvenes.

Efectivamente, sí, a las ciencias sociales, y dentro de ellas espe­cialmente a la sociología —dejando aparte su habitual orientación legitimadora—, le correspondería el papel de alertar anticipada­mente sobre los retos con los que se ha de enfrentar una sociedad

(*) Obtuvo el IV Premio de Inves tigación sobre Bienestar Social (1987) porla dirección del «Estudio sobre empleo juvenil en tres barrios de la periferia urbana madrileña».

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determinada, explidtando las nuevas necesidades sociales e incluso ayu­dando a «formular en el curso de su emergencia espontánea», que decía Lefebvre, en el caso de la denominada proBlemática de la juventud de los 80, no podrá achacarse al análisis sociológico el no haber asumido tal papel.

Sobre todo en el caso del mercado de trabajo, y especialmente sobre el fenómeno del desempleo juvenil, su extensión, causas y consecuencias, han sido ríos de tinta los que desde el comienzo de la presente década —y en especial coincidiendo con el Año Internacio­nal de la Juventud— han corrido y lo siguen haciendo tanto dentro como fuera de nuestro país.

Aunque pudiera pensarse que de tanto hablar de un problema, por otra parte presentado como prácticamente irresoluble a corto plazo, éste podría ser sociahzado integrándolo en la cotidianidad como una incongruencia más con la que parece inevitable convivir, acontecimientos recientes en nuestro país han puesto de relieve la extraordinaria sensibihzadón social que existe respecto al incierto futuro de los jóvenes actuales y a las medidas públicas que debe­rían arbitrarse.

CRISIS Y JOVENES

Parece obhgado, siquiera en forma de esbozo, delinear algunos de los rasgos que otorgan especificidad a la pasada (?) crisis sin los que difícilmente es posible entender las razones que están tras los procesos de bloqueo de una buena parte de la joven generación.

Como en otro lugar hemos desarrollado en detalle (1), uno de los rasgos diferenciales de esta crisis lo constituye el hecho de que en ella se ha quebrado una de las formas básicas de integración/ exclusión del sistema: la relación salarial estable, y junto a effa buena parte de la relación salarial ampliada o mecanismos de redistribución de un estado protector —incipiente en nuestro país—, asimismo en crisis. Esa ruptura de las formas tradicionales de integración, como contrapartida, ha ensanchado en forma considerable el tradicional campo de la exclusión, afectando de manera indiscriminada al trabaja­dor y a su familia. Y ello tanto en la esfera socioeconómica como en la espacial.

(1 ) D ía z , C ; Lles, C ; M a r t ín e z , M .: Anteproyecto para una investigación sobre la pobreza en España. CARITAS-FUHEM, 1988.

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En la esfera socioeconómica, a los excluidos de siemprepor el ciclo de vida (niños, ancianos) se han añadido: a) los que no consi-{juen entrar en el mercado de trabajo o lo hacen por la puerta falsa de a economía sumergida (buena parte de los jóvenes y mujeres) \b)\os prematuramente expulsados de ese mercaao (adultos con cualifíca-

ción obso leta); c) los periféricos del sistema productivo (inmi­grantes tercemundistas, soportadores de actividades tradicionales), y d) las víctimas de la tendencia desasistencializadora.

En el ámbito espacial, las rupturas se han producido tanto en el espacio productivo (relocalización y difusión de actividades, ruptura de cadenas) aislando al trabajador y dificultando su organización, como en el espacio de la reproducción y el consumo (vivienda, barrio), en donde la superposición de papeles (residencia/trabajo a domicilio) junto a la precarización de las condiciones de vida no ha hecho sino dificultar la convivencia en ámbitos cada vez más segregados (^ettización).

Pues bien, si hay un segmento poblacional al que la ruptura de la relación salarial estable y la quiebra departe de los mecanismos con­comitantes de integración (sistema eclucativo, etc.) ha afectado de manera más rotunda y extensa, éste ha sido sin duda el seg­mento juvenil.

Las elevadas y sostenidas tasas de desempleo y los procesos de marginación que afectan a un buen número de los jóvenes son sín­toma evidente de ello.

JUVENTUD Y JOVENES

Dos discursos no forzosamente excluyentes son los habituales a la hora de enfocar los problemas de inserción socioprofesional del grupo poblacional 16-29 años. El que habla juventud en términos genéricos y el que habla de distintos tipos de jóvenes.

El primero es el discurso generacional. generación de los 80, se dice, tiene la suerte históricamente echada; son los extranjeros de la sociedad. En él se menciona la «incapacidad» del mercado de trabajo para absorber la incorporación de una cantidad tal de nuevos acti­vos, que producto del «baby-boom» seguirá man tiñiéndose hasta el segundo quinquenio de los años 90, en que se producirá el denomi­nado alivio demográfico. Ese excedente, cuantitativo en primer lugar pero también cualitativo —capacitación profesional poco acorde con las nuevas necesidades del sistema productivo— afecta­ría trasversalmente a toda la generación de los 80.

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Junto a este discurso se encuentra otro más matizado —con el que nos alineamos— que pone de relieve lo inadecuado de un trata­miento homogéneo de la problemática juvenil y la necesidad más bien de analizar a este segmento poblacional a partir de las variables que explican, junto a sus rasgos comunes, sus diferencias sustancia­les. Además de las variables demográficas —sexo, estratos de edad— sería la variable entorno social procedencia la determinante a la hora de analizar las condiciones, formas de vida y expectativas diversas de los jóvenes.

JOVENES PERIFERICOS

En algunas investigaciones realizadas por nosotros sobre diver­sos aspectos de la vida de los jóvenes en la periferia urbana madrileña de la crisis (2) hemos podido constatar el diferencial panorama —por más negativo— con el que se enfrentan esos colectivos.

Son precisamente los jóvenes que hemos ácíiosmm,áoperife'ricos (y no sólo en razón de variables geográficas^ los principales ahmen- tadores —junto a otros (parados de larga duración, etc.)— de esas infraclases o subclases^ colectivos c] ue se hallan fuera de la «lógica del mercado» y que aumentan día a día. Población extrañada del trabajo —en sus vertientes de relación salarial estable— cuyo peso relativo y el hecho mismo de su supervivencia ponen seriamente en solfa los conceptos tradicionales de «normalidad» ívs. marginación), que tal y como es defim'da en su versión occidental anglosajona se resume en los signos de diferenciación siguientes: tener trabajo, no padecer minusvalía, llevar conducta heterosexual, tener la piel blanca y a ser posible ser varón (3).

Pues bien, una buena parte de esos jóvenes periféricos estarían confor­mando un nuevo subproletariado, que a diferencia del íumpemproletariado tradicional —o de su representación por la clase obrera—no es ahora un detritus o «andrajo» al que le arroja una desocupación coyuntural, una enfermedad o un vido. Tampoco es fádl inm^narlo como resul­tado coinddente de destinos individuales. Es más bien la prueba de su generadón estructural por el sistema en el umbral de los años 90.

(2) Lies C. (Equipo EUSA): Paro y emplo juvenil en la periferia urbana madri­leña, 1987. Estudio sobre elfuncionamiento del sistema educativo en tres barrios periféricos de Madrid. M. E. y C. Madrid, 1984.

(3) «Programa 2000.» Notas sobre marginación.

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Así, estos jóvenes se localizan, por voluntad ajena, en la periferia del sistema, y no sólo desde un punto de vista social y económico sino también desde un punto de vista cultural. Su propia situación vital, que condiciona comportamientos, actitudes y expectativas cla­ramente diferenciales respecto a las de sus colegas ele generación, estaría en la base de la constitución de subculturas juveniles periféri­cas propias de modos de vida en buena parte al margen de lo normativizado.

En síntesis, pues, nos estaríamos refiriendo a una amplia franja poblacional que se mueve en espacios físicos, simbólicos, económi­cos y relaciónales propios, algunos de ellos fuera de lo institucionali­zado y con un modo de vida centrado compulsivamente en el presente frente a la ausencia de expectativas de futuro.

TOABAJO Y JOVENES PERIFERICOS:RASGOS BANCOS

¿Cuál es el papel que juega el trabajo en la cotidianidad y hori­zontes vitales de los jóvenes periféricos y cuáles son sus rasgos bási­cos? En términos muy resumidos, los siguientes:

a) Papel central.—Circula una teoría según la cual la inestabili­dad laboral de los hijos de la clase obrera (4), con una sucesión de entradas y salidas en el mercado de trabajo, no sólo se debería a los cambios producidos en la estructura de la demanda por parte del sis­tema productivo, sino también y sobre todo a cambios en las actitu­des y valores respecto al trabajo mismo por parte de estos jóvenes. Así, para ellos, el trabajo no sólo no ocuparía ya un lugar central sino que se estaría produciendo incluso un rechazo al mismo. Y en cualquier caso, en la dicotomía instrumental/finalista respecto a la valoración del trabajo, sería la actitud primera la que primaría netamente.

En realidad la teoría del rechazo al trabajo no ha pasado de una hipótesis que a la hora de ser verificada sólo lo ha sido en ámbitos minoritarios y con fuertes diferencialidades según el origen de clase de los jóvenes. En este sentido, investigaciones empíricas recientes matizan el hecho, hablando más que de rechazo, de cierta desafec­ción de estos jóvenes respecto del trabajo debido a su significado en

(4) Citado por Sa n c h ÍS, Enric, en «Valores y actitudes de los jóvenes frente al trabajo». REIS, núm. 4 1 . Madrid.

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la crisis alejado de los valores tradicionales que comportaba (éxito; ascenso social, estabilidadV

El estudio de Blanch (5) sobre las consecuencias sobredepresi­vas del desempleo en los jóvenes es concluyente sobre el lugar pre­ponderante que ocupa el trabajo en su escala de valores, e incluso la oportunidad de luchar contra ello como terapia preventiva de salud mental.

Nuestra propia experiencia sobre datos recabados al respecto en colectivos juveniles de la periferia urbana madrileña ratifican el papel central, casi obsesivo, que ocupa el trabajo —su ausencia en este caso— en los discursos de los jóvenes sobre su cotidianidad, ligado sin duda a unas prácticas laborales sensiblemente dispares res­pecto de las del resto de sus colegas generacionales.

Así, en un contexto familiar afectado de pleno por la crisis que ha precarizado las condiciones de vidad del hogar, el joven abandona prematuramente (o es «expulsado») el sistema educativo, acce­diendo a una edad temprana y con escasa cualificación y/o aprendi­zaje previos, a un mercado laboral que le abre, cuando lo nace, la puerta trasera de la economía sumergida, en la mayor parte de los casos, para desarrollar un conjunto aispar de ocupaciones de baja cualificación, ocasionales y escasamente cualificadoras, al tiempo que mal o nulamente remuneradas en no pocas ocasiones. Todo ello genera unas trayectorias laborales nómadas en las que lo normal será la alternancia deljparo con este tipo de ocupaciones. Desde la pri­mera ocupación, ésta será considerada como el trabajo. La consecu­ción obligada del siguiente —el «buscarse la vida día a día»—conlleva un notable esfuerzo —sobrellevado con ayuda de las redes informales de solidaridad entre colegas— que agotará una buena parte de las energías físicas y mentales de su cotidiano quehacer.

Por tanto, no es difícil imaginar frente al panorama descrito cómo el trabajo (precario pero trabajo al fin y al cabo) en su doble vertiente de conseguirlo casi a diario y de realizarlo, es el eje alrededor del que gira la cotidianidad de aquella parte de los jóvenes periféricos (6)

(5) B l a n c h J . M: Desempleo juvenil y saludpsicosocial. Documentos de Psicolo­gía Social. UAB, 1986 (citado por E. Sanchís).

(6) Ese lugar central parece ser igualmente compartido por los hermanos pequeños de estos jóvenes —los adolescentes periféricos—, en los que hemos detec­tado una madurez precoz en sus proyecciones y expeaativas laborales. En ellas el caráaer instrumental (ocupaciones viables rentables y seguras versus ocupaciones gratifican­tes) prima netamente, algo sorprendente en individuos de 13 y 14 años. (Ver C. LlÉS: «Los jóvenes periféricos, expeaativas y aaitudes laborales. Alfoz, núm. 48-49).

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—mayoría— q ue no ha entrado en la vía del desánimo o la transgre­sión indiscriminada.

b) En este sentido, como en otro lugar hemos desarrollado en extenso (7), de hecho el desempleo es el que justificaría la actitud de transgresión en su doble vertiente condicionada o indiscriminada que cabe detectar en las conductas marginales de los jóvenes periféricos que entran en ellas. En el primer caso, el uso de drogas ilegales y las eventuales prácticas delictivas no tendrían razón de ser si existiese una oportunidad laboral; en el segundo, aquellas prácticas margina­les se justificarían por sí mismas, legitimadas en cualquier caso por el paro endémico.

c) El concepto de estabilidad laboral reviste en este segmento de jóvenes un significado diferencial acorde con sus propias prácti­cas y oportunidades dentro del mercado de trabajo. Y elfo estrecha­mente ligado al concepto de versatilidad (vs. especialización). Así loSie denominan trabajo fijo (contrato indefinido, tiempo completo)

entificado con trabajo de «oficina» de «gobierno» y al que sólo es posible acceder tras una prolongada temporada de estucho (¿quién

la financia?) para pasar las obligadas oposiciones es mínimamente contemplacío como expectativa laboral para este tipo de jóvenes. Supone un riesgo difícilmente asumible. En este sentido se valora mas la versatilidad —«aprendiz de muchas cosas, maestro de experiencias»— que permite acceder más fácilmente a los múltiples huecos que les ofrece el sistema: en su mayor parte ocupaciones manuales de escasa cualificación, irregulares y en precarias condicio­nes contractuales. Precisamente en cualquiera de esas experiencias laborales puede saltar la liebre y prolongarse la situación. Si se está «al loro», en alguna de ellas «te quedas por lo menos 4 o 5 meses al año». Gráficamente esto es lo que se considera por parte de estos jóvenes un trabajo estable. Algo que no obligue a la búsqueda diaria, más dura cuanto menos joven se va siendo.

Desde su óptica, el lado negativo de tal situación es la incerti­dumbre cara al futuro; el lado positivo es la inexistencia de horarios rígidos, la valoración de la autonomía («yo no soy un pringado de ocho horas») y la posibilidad de extraer rentabilidad lúdica a los tienmos de no trabajo.

En cualquiera de los casos estos jóvenes —pese a sus ocupacio­nes irregulares— se autodefinen como parados —«aunque no quietos»—

(7) Vid. Alfoz, núm. 48-49.

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En síntesis, pues, versatilidad versus espedalización; experienda diversa en muchos oficios; vs. educadón formal; mercado ele trabajo informal con redes de solidaridad boca a boaca ;vs. pruebas forma­les; estabilidad (relativa) vs. trabajo fijo. Esos son los parámetros que conforman la cotidianidad laboral de estos jóvenes, haciendo mención sin duda a la ausencia v deseo último de una remuneración regular aunque sea temporal.

d) Precisamente tras la existencia de esas redes informales quealivian la búsqueda individual —las denominadas urbanas— sehalla una determinada forma de apropiación del espacio público por excelencia —la calle— que parece asi asumir el papel que histórica­mente jugó en las clases populares. Entonces la vida de acera, de calle, de bar y plaza fue la forma tradicional de resolver las necesida­des primarias hasta que la implantación definitiva de la relación sala­rial estable dio al traste con aquellas redes de solidaridad espontánea. Probablemente ahora en que esa relación salarial estable se ha que­brado en buena medida, vuelven a tomar cuerpo —al menos en determinados segmentos sociales y en especial entre los jóvenes que aquí comentamos— algunas de esas redes con cara nueva, adqui­riendo significados diversos los espacios que las soportan.

e) Señalar, por último, aunque sólo sea de pasada, un ele­mento más configurador de la diferencialidad laboral de estos jóve­nes: las travectorias marcadamente dispares según sexo. Así sucede, V. gr., en la doble explotación que supone el quehacer y espacio domésticos para las mujeres: primero como amas de casa/ayuda en la casa paterna; segundo como sirvientas/asistentas por horas en casa ajena, una de las principales ocupaciones que el mercado de trabajo brinda a estas jóvenes (8).

ESCENARIOS LABORALES

Abandonando las especificidades periféricas para hablar de los jóvenes españoles de los 80 en términos generales, veamos tres esce­narios respecto al mercado laboral futuro previsibles/posibles que sin duda les afectan, extraídos de diversas fuentes recientes.

1) Hacia finales de siglo los efectivos jóvenes de dieciséis a veinticuatro años se reducirán en nuestro país casi un millón de per-

(8) En los barrios periféricos por nosotros estudiados, el servicio doméstico y de limpieza absorbe casi el 27% de las ocupaciones de las jóvenes madrileñas {yid. «Paro y empleo juvenil en la periferia urbana madrileña»).

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sonas (16,5% respecto al stock actual). Sin embargo, hasta 1996 el alivio demográfico en el mercado de trabajo será insignificante. «Sólo en la segunda mitad de los 90 alcanzará una magnitud impor­tante 'haciendo eco’ el descenso actual de natalidad». Por tanto, a siete años vista continuará pujante el proceso de incorporación de nueva población al mercado de trabajo (9).

2) Teniendo en cuenta la relación nuevos activos/nuevos puestos de trabajo necesarios, Toharia (10) hace las siguientes esti­maciones cara al año 2000 según dos nipótesis sobre las tasas de desempleo. Manteniendo en esa fecha el mismo nivel actual del 20%, la economía española «debería crear entre 1,7 y 2,2 millones de pues­tos de trabdo (equivalentes a entre 130.000 y 170.000 anuales) sólo

f)ara hacer frente al crecimiento de la población activa. Para reducir a tasa de desempleo al 5% en esa fecha, el crecimiento debería ser del orden de 2,4 a 2,7 millones, lo que equivale a un incremento medio de 370.000 personas al año, similar al registrado en los dos últimos». Frente a estos datos el autor concluye en la escasa probabi­lidad de que a corto plazo puedan alcanzarse tales crecimientos extraordinarios de empleo.

3) Fuera del ámbito español, Andre Gorz (11) vaticina para finales de siglo que una inmensa población marginacia de paracios y semiparados que «con el progreso de la informatización y de la robo- tización, no podrán encontrar más que ocupaciones ocasionales, irregulares, ingratas, mal pagadas, sin porvenir. Esta masa de trabaja­dores precarios o marginales corre el riesgo de representar, hacia el fin de este siglo, el 75 por 100 de la población activa».

PREVENIR MEJOR QUE CURAR

A la vista de tales escenarios y una vez contemplados los meca­nismos laborables de superviviencia de un buen número de jóvenes actuales, nos interesa retomar lo expresado en el primer párrafo de este artículo sobre políticas de prevención.

(9) Agüero, Isabel; Olano, Alberto: «Oferta de trabajo de jóvenes: aspec­tos aemográficos y económicos». Economía y Sociología del Trabajo, núm. 1/2. M.° de Trabajo y S. Social. Madrid, 1988.

(10) Toharia, Luis: «Los parados en España: cómo los medimos, cuántos hay y cuántos habrá». Debats num. 25. Septiembre 1988.

(11) Gorz, A.: «El que no trabaje comerá». Letra. Otoño 1986. Madrid.

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Pensamos con D. Anisi que sólo creando temor, al tiempo que interés respecto a la situación futura y certeza de que la vía indivi­dual no es salida, es posible sustraerse a la lógica dominante de la acumulación.

Sabemos que el conflicto social por parte de los excluidos se va aSroducir fuera del sistema, en la caUe, y que es distinto de los habi- os en el pasado (década de los 60), pues por los síntomas se trata ahora de ñuscarse el hueco que se les niega.

Sabemos que la sociedad dual o de los tres tercios puede subsis­tir creando cordones policiales entre unos y otros como medida pre­ventiva clave.

Ahora bien, si prevenir es preparar con anticipación las cosas necesarias para determinado fin, no es ese el fin ni la prevención que aquí interesa en relación a los jóvenes.

Se trataría más bien de abandonar el modelo remedial actual por un modelo preventivo entendido como coordinación de políticas sociales, económicas y territoriales girando en torno al ámbito de lo local (el barrio). Entre ellas y la primera pero no única, la generación de empleo—, pero también una política educativa más adecuada; una política específica de vivienda (ha tenido que estallar el boom inmobiliario para poner de manifiesto como dramático algo que era ya claro hace cinco años), etc. Actuación justamente desigual sobre determinados colectivos que como los aquí descritos forman legión y aumentan día a día.

Se trataría —siguiendo a Rodríguez Cabrera— de plantear una defensa crítica de un Estado del Bienestar adaptado y descentrali­zado no tanto para apaciguar conflictos como para dar respuesta a nuevas y urgentes necesidades sociales de unos colectivos en evi­dente trance de marginación.

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La inserción social y laboral de los jóvenes

(Una reflexión desde la perspectiva de la educación y el desarrollo)

José Antonio FernándezAsesor ejecutivo del Gabinete de la Secretaría de Estado de Educación

Hace años todo era más sencillo. Los padres mandaban a sus hijos a la escuela o a la Universidad para que fueran más que ellos o, al menos, como ellos. Al final del nivel de estudios que cada uno conseguía culminar, un pariente o conocido se encargaba de «colo­carlos». Para otros, la oposición era el mecanismo de inserción, para toda una vida, en la sociedad. Si se permite simplificar e ironizar, «antiguamente» —o sea, hace veinte años— buscaban trabajo los que no tenían una colocación automática o no preparaban una oposición.

Nadie habría tenido la ocurrencia de llamar inserción o transición a lo que entonces sucedía. El paso de la escuela al trabajo, desde los distin­tos niveles de automático como los que le eran concomitantes (matri­monio, autonomía económica y habitacional...) en el rápido camino hacia una adultez más o menos prote^da por el entorno familiar.

Los adultos de hoy, jóvenes de la época del pleno empleo, enten­demos a duras penas el tortuoso periplo, cada vez más largo v más sembrado de incertidumbres, que deben recorrer los jóvenes cíe hoy hasta conseguir la autonomía adulta. Autonomía que, en términos objetivos, no será para la mayoría de los jóvenes, una canonjía para toda la vida, aunque como tal sigue operando en el ideal social que se transmite a los jóvenes, a través de la familia y de la educación. Mien­tras se inculca a los jóvenes la necesidad de prepararse para optar a puestos seguros y definitivos, la realidad del mercado de trabajo y de las políticas de empleo limita esta posibilidad a menos jóvenes cada

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día. Mientras se prepara a la gente para, en el mejor de los casos, ser empleable, cada día más gente tiene que pensar en buscarse la vida, en nacerse su propio empleo.

La inserción es, actualmente, transición, un proceso transitorio, además, hacia una situación incierta e inestable, al menos durante un período de tiempo impredecible por el momento. Esta es la realidad con respecto al mundo del trabajo, pero lo es también, concomitan- temente, con respecto a los demás aspectos de la vida del joven, sin que sea lícito establecer, como suele nacerse, un nexo causal mecá­nico entre las dificultades de inserción laboral y las otras dificultades que tienen los jóvenes de hoy para hacerse adultos.

La nueva jerga relativa a este proceso es la expresión más cabal de la complejidad del mismo. El reduccionismo de su utilización entre nosotros indica la necesidad de seguir profundizando para que no sigamos diciendo lo mismo que hace veinte años con palabras que se han inventado para expresar lo que está pasando ahora mismo. Tal vez sea útil explicar la realidad a través de la confusión terminológica.

DELIMITACION DE CONCEPTOS

Inserción - Transición

La inserción denota la integración de los jóvenes en las diferentes formas institucionalizadas en la sociedad: familia, trabajo, tejido socio-poli tico, vida cultural... Normalmente, sin embargo, se res­tringe su significado a la mera inserción laboral y ésta a su forma convencional: un contrato de trabajo. Si la inserción de los jóvenes es hoy un problema, no lo es sólo en esta vertiente. Para un observa­dor avisacio es obvio que, si bien un segmento de la juventud se inte­gra muy fácilmente, sectores juveniles muy amplios no están socialmente bien integrados, es decir, no escuentran fácilmente su sitio en la sociedad, aun cuando no lo expresen de manera estri­dente. Pero, contrariamente a lo que sucedía hace veinte años, los jóvenes universitarios y asimilados no plantean sino reivindicaciones sectoriales esporádicas. La situación insatisfactoria de cientos de miles de jóvenes, tal vez millones —los jóvenes parados, los margi­nados y automarginados ética y socialmente y los que se sitúan al margen de la legaüdad— tampoco se expresa como protesta estruc­turada. La inserción es una preocupación de los adultos, es decir, de los poderes e instituciones que deben prevenir los estallidos sociales haciendo frente a las causas que pueden activarlos.

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Enfrentar estas causas sólo por la vía del trabajo y, además, sólo por la vía de los contratos laborales, denota cuando menos una miopía de importantes consecuencias. Equivale a pensar que a los jóvenes se les integra sólo porque se les posibilite tener unos ingresos, renun­ciando, además, a que un número importante de jóvenes puedan apor­tar sus energías, se creatividad y sus conocimientos a los distintos procesos sociales, culturales y económicos. Esto sigue siendo cosa del mundo adulto. A los jóvenes se les hace un hueco, que, por supuesto, es mejor que su condena a las «tinieblas exteriores» del paro crónico. Parece que no nos decidimos a pensar que el «problema del paro jove- nil» exigiría un replanteamiento de todas las políticas institucionales y de los comportamientos sociales en que queremos insertar a los jóve­nes. Al menos, cabría pensar en la articulación y coordinación ae las diferentes políticas juveniles.

El término transición se introdujo hace quince años en otros países europeos con el fin de dar cuenta no sólo de la prolongación del proceso de inserción, sino de su complejidad. Su aterrizaje reciente en España está marcado también por la tendencia al reduccionismo. Es la transición de la escuela a la empresa. Como si eso fuera posible, como si hubiera recetas mágicas para lograrlo. O es la transición de la formación a l trabajo, entendiendo por tal que determinados cursos oomadonales consiguen por sí solos lo que la educación o formación profesional académica no es capaz de conseguir. La transición se identifica también con las «Prácti­cas en empresa» y éstas con la «formación dual», confundiendo el tono con una de sus partes y ésta con una de sus posibles concreciones.

No sé SI conviene hacer la defensa de las palabra frente a su trivia- lización nominalista. Pero tras el nominalismo imperante se esconde la pretensión de no querer abordar los nuevos problemas con soluciones inéditas, haciendo como si bastase con llamar de otra manera a lo que siempre sucedió o a lo que sieiMre se hizo. Por el contrario, tanto el Programa de Transición a la Edad Adulta de la OCDE como los programas-TRANSICION de la Comunidad Europea apuntaban a la necesidad de transformar y coordinar las políticas educativas, las poK- ticas de formación extraescolar, las de información y orientación y las poKticas que los jóvenes europeos de hoy encuentran para hacerse adultos activos.

Formación - EducaciónSiempre ha sido necesario completar la formación recibida en el

medio escolar o académico para ejercer un oficio o profesión. La etapa

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de aprendizaje en el tajo es una venerable tradición plurisecular, que en la era industrial ha adoptado diversas formas organizativas con­cretas (Alemania o Francia), pero que en nuestro país no ha cono­cido verdaderamente ninguna concreción institucional digna de mención. Otra forma de completar la formación escolar es la forma­ción intermedia entre la escuela y el trabajo, aquí llamada ocupacio- nal desde hace pocos años. Las políticas mixtas de formación- empleo, que están conociendo un auge espectacular desde el momento en que el paro juvenil se ha convertido en objetivo priori­tario de las políticas sociales, han colaborado a que se inicie y crista­lice un «discurso teórico», más bien pseudo-teorico, en torno a las diferencias «esenciales» entre políticas educativas y políticas de for­mación y, más concretamente, entre la formación profesional reglada y no reglada.

Hace ya cuarenta años que se acuñó el concepto de educación per­manente, Nacida en el contexto de la educación de adultos, la eauca- ción permanente ha sido un concepto integrador de muchas necesidades educativas nuevas a las que difícilmente podían responder los rígi­dos sistemas educativos, identificados con las redes escolares. La educación permanente ha integrado la idea de la educación recu­rrente sobre todo a partir del momento en que se ha visto que iban a ser necesarias varias reconversiones profesionales a lo largo de la vida de cada individuo. La educación permanente ha intentado infructuosamente dejar de ser utópica, ha buscado lugares en los que concretarse como «sistema de sistemas educativos y formativos», donde los centros educativos y todos los servicios y programas for­mativos pudiesen confluir, junto con otros servicios y agentes socio- culturales, para ser el instrumento de formación de los recursos humanos, de creación del tejido social y económico, que el desarro­llo de cada territorio concreto demanda. El distrito educativo, como marco territorial-institucional de la educación permanente ligada al desarrollo, fue la concreción teórica última.

Esta bella concepción no ha encontrado sitio, tal y como sucede con los jóvenes en nuestra sociedad. Por el contrario, se ha profun­dizado el aislamiento de los sistemas educativos, que buscan afano­samente una conexión con el mundo productivo y con las políticas de empleo, en competencia, que no de forma conjunta, con los otros servicios y programas formativos.

La compartimentación se ha consolidado con respecto a otras poKticas socioculturales y económicas y a los servicios que las gestionan.

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Esta dicotomía se disfraza, a veces, llamando formación perma­nente a lo que no son sino programas formativos desestructurados, de dudosa calidad, cuya pretendida vinculación con el mundo del empleo reside exclusivamente en que su financiación procede de ese campo y cuyo nexo con el mundo productivo es a menudo menor que el de cualquier Instituto de Formación Profesional. Me estoy refiriendo claramente a muchos cursos de formación ocupacional y no a aquellos programas formativos imbricados en políticas reales de inserción profesional. Lamentablemente parecen ser más nume­rosos los cursos sueltos, programas realmente imbricados en el tejido económico y social.

Empleo - Trabajo - Desarrollo

Tal vez la utilización indiscriminada de estos términos no es sino la expresión de muchas contradicciones teóricas y, sobre todo, prác­ticas que constituyen la trama de nuestras preocupaciones y debates. Me limito a plantear algunas cuestiones de sentido común.

Los jóvenes que tienen más dificultades para encontrar un empleo son los que tienen más baja cualificación. Los empleos dispo­nibles para ellos serán, en cuaquier caso, puestos de trapajo que no exigen excesiva sofisticación formativa: camareros, repartidores, mensajeros, empaquetadores... ¿Por qué, para emplearse en tales oficios, los jóvenes necesitarían seguir algún curso después de haber pasado ocho o diez años en la escuela?

Si se trata de preparar a los jóvenes para competir en el mercado de trabajo en relación a puestos de mayor cualificación, ¿será ade­cuada la formación que puedan recibir durante pocos meses, en loca­les improvisados, con profesores que en principio están menos cualificados que los que han tenido en Bachillerato o en FP 2? Tras esta pregunta subyacen varios supuestos, que, si no se explicitan, lógicamente pueden provocar una tempestuosa polémica. La pre­gunta está referida a una situación que, con los escasos datos dispo­nibles, parece no ser excepcional: jóvenes con Bachillerato o FP 2 cursados que siguen un curso del Plan Nacional de Formación e Inserción Profesional (PNFIP) en una academia. Podría haber, con todo otros supuestos en que la pregunta no fuese impertinente, aunque sí molesta.

Las políticas mixtas de formación-empleo pueden estar te­niendo estos efectos perversos, con certeza no deseados por quienes

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las idearon. Cuando el empleo se convierte en una obsesión, explica­ble a todas luces, tiende a perderse de vista el contenido específico de los puestos de trabajo y, sobre todo, el entorno del trabajo hoy en día. Existen, inclusive dentro del PNFIP, experiencias encomiaoles de conexión estrecha con la realidad empresarial de una ciudad o de una comarca. En Cataluña abundan los ejemplos. Cuando se prepara a los jóvenes para lo que van a hacer o lo que, tal vez, se van a encon­trar en los trabajos concretos, la formación, corta o larga, tiene un sentido instrumental que es y seguirá siendo indispensable. Ninguna reticencia es legítima en ese supuesto, aun cuando la formación sea adaptativa y transmisora de destrezas puntuales no transferibles. Cuando, por el contrario, la formación supuestamente ocupacional carece de horizonte empresarial concreto, es probable que se pier­dan de vista, entre los tornos, los entornos y entre los textos, los contextos. Se actúa, a veces, como si cualquier formación por sí misma operase el milagro del empleo, como los sacramentos por sí mismos causan la gracia.

El trabajo no es lo mismo que el empleo. El empleo verdadero renace no por el aumento del número de contratos anuales, sino cuando hay trabajo por hacer o cuando inventamos algo nuevo que exige trabajo nuevo y, por tanto, nuevos empleos. Este es el quid de la cuestión. Las políticas de inserción laboral tienen que asentarse prioritariamente en políticas de desarrollo, aparte de la siempre deseable redistribución del trabajo disponible. Desarrollo por ampliación o reconversión de las empresas existentes. Desarrollo del tejido social y económico de territorios pobres o empobrecidos, porque su economía tradicional está desfasada o en decadencia, de comarcas rurales o cuencas mineras que buscan una nueva identidad económico - social...

La reforma recientemente acometida de los fondos estructura­les comunitarios y su coordinación con los demás instrumentos financieros de la Comunidad, tiene como objetivo estratégico «el desarrollo y ajuste estructural de las regiones menos desarrolladas». La formación profesional de los jóvenes y de los parados de larga duración deberían inscribirse funaamentalmente en programas ope­rativos o programas de desarrollo integral. Esta reorientación estra­tégica del Fondo Social Europeo no es seguro que produzca sus frutos ni inmediata ni espontáneamente. Mucho deberán cambiar las mentalidades, las políticas, las instituciones y los procedimientos administrativos, para que los planes de formación se constituyan en componente estructural de los programas de desarrollo económico

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territorial, dejando de ser operaciones fragmentadas e inconexas con escasa capacidad de insertar realmente a los jóvenes. Todavía suena entre nosotros a retórica la formación como inversión crucial para el desarrollo de las empresas o de los territorios.

Algunas conclusiones

Del análisis de los conceptos que sirven de vehículo a este con­fuso tema, se desprenden varias conclusiones:• La transición de los jóvenes a la vida adulta, por ser un proceso complejo y largo, necesita apoyos socializadores integrados o coor­dinados. No bastan medidas de inserción laboral ni medidas forma- tivas aisladamente sobre todo si no están vinculadas entre sí.• La formación y el empleo son, sin embargo, dos dimensiones esenciales de la transición de los jóvenes hacia su plena inserción social y laboral en la sociedad.• La inserción no se da de una vez por todas y de forma unívoca para todos los jóvenes. Debe haber formas mixtas de formación- empleo y distintas formas de emplearse laboralmente.• Las políticas educativas tienen un papel crucial que ju^ar en la transición, pero no necesariamente a través de su vinculación inme- diatista con las políticas de empleo.• Los programas de formación extraescolar deben ser comple- mantarios de la educación sistemática y preparatorios realmente de la inserción social y laboral de los jóvenes, pero no deben ocupar el lugar ni de la educación ni del empleo. En la práctica está suce­diendo, sin embargo, este fenómeno de sustitución.• La integración de las políticas de educación, formación y empleo y su conexión con otras políticas juveniles parece probable y posible a nivel territorial, donde los actores —personas e instituciones— se sienten confrontados a las necesidades de los jóvenes reales. Los territorios concretos, en que sus responsables políticos y sociales son capaces de proyectar el futuro, aunque sea a retazos, son el esce­nario normal de la imprescindible coordinación.• Esta coordinación «por abajo», si tiene éxito en muchos sitios, servirá de acicate para que llegue a ser realidad la coordinación «por arriba».

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Los Programas - Transición de la Comunidad Europea

Los dos programas europeos que han tenido la TRANSICION como lema han constituido un excelente campo de prueba de este tipo de planteamiento integrado. Hay que decir que su punto de partida y su base de operaciones han sido los centros educativos de la educación secundaria. El enfoque inteerador —partenariat, part- nership— ha sido, pues, un punto de llegada y no de partida. El resultado de diez años largos de experimentación es todavía más sorprendente si se tiene en cuenta que los alumnos-tipo del pro­grama tenían entre quince y diecisiete años. El planteamiento del nuevo programa comunitario sobre Preparación y Formación de los jóvenes para la Vida Adulta y Profesional —de forma simple lla­mado PETRA— incorpora lo sustancial de los resultados de los anteriores y tiene como base operativa proyectos locales integrados, para jóvenes de catorce a veinticinco años, que se vincularían en una compleja red europea de iniciativas locales de formación.

to n el fin de mostrar un ejemplo de lo que es posible hacer, reproduzco íntegramente fragmentos de un artículo publicado en el numero cuarenta y uno del Boletín del Círculo de Empresarios:

Ambos Programas-Transición se concretaron en treinta actuaciones territoriales denominadas proyectos piloto, situados en los diferentes países- miembro de la época. En cada lugar un equipo de personas convirtieron en proyecto concreto las orientaciones temáticas y metodológicas producidas por los responsables y técnicos comunitarios. La diversi­dad de tradiciones nacionales y los distintos enfoques de los gobier­nos en cuanto a las políticas educativas y formativas han dotado al programa de una enorme pluralidad dentro de la común búsqueda de alternativas para la socialización positiva de los jóvenes europeos de hoy.

Los proyectos-piloto han sido de muy variada dimensión geo­gráfica e institucional. Desde varios grupos-clase de unos pocos colegios, hasta la práctica totalidad de centros de educación secun­daria de un distrito escolar. A pesar de todas estas diferencias, el aná­lisis de lo sucedido en las dos series deproyectos-piloto pone de manifiesto que el trabajo concreto con los jóvenes conduce a elegir una estrategia básicamente común en las condiciones actuales de Europa. Más allá de la letra de las resoluciones del Consejo de la Comunidad, los proyectos-piloto se han ido decantando por cuatro campos de acción:• la creación de vínculos entre la escuela y el entorno;

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• la búsqueda de nuevas formas y colaboraciones para la orien­tación de los jóvenes;

• métodos de abordar los distintos tipos de fracaso escolar y desi­gualdades sociales;

• una nueva formación del profesorado para las nuevas tareas y roles que exige el desarrollo de los proyectos.No pudiendo explicar cada una de las áreas de acción, esboce­

mos algunos comentarios sobre la primera de ellas, lo que nos per­mitirá tocar someramente algunos de los otros campos de intervención de los proyectos-piloto.

Creación de vínculos entre los centros educativos y el entorno, particularmente con las empresas y el mundo de la economía

Esta ha sido una de las facetas más desarrolladas y que, de alguna manera, ha dado señales de identidad al programa TRANSICION. Todos los países han incorporado alguna forma de contacto de algu­nos centros educativos con las empresas de su entorno físico. La fó r­mula más conocida es la organización de «prácticas en empresas» para los alumnos de formación profesional.

La mayoría de los proyectos-piloto han ido mucho más lejos. La idea de que el paso por la empresa sirva para poner en práctica los conocimientos teóricos aprendidos en el aula, expresa una concep­ción mecanicista y poco realista hoy en día. E l funcionamiento global de una empresa es más importante que el funcionamiento de una máquina con­creta. Conocer los entornos empresariales es más práctico que conocer los tor­nos. De una manera empírica los proyectos piloto han ido dando diversas formas y funciones a los contactos entre los centros educa­tivos y el mundo del trabajo.

La experiencia laboral de los alumnos, por ejemplo, ha sido utilizada como complemento práctico de la formación profesional dada por la escuela. Pero muchos proyectos piloto han organizado la presen­cia de alumnos y profesores en las empresas como instrumento de orientación educativa, o de transformaciones curriculares en la edu­cación secundaria general o para la formación de los profesores.

Las vinculaciones con las empresas no se agotan en las prácticas. La introducción a l mundo del trabajo ha consistido a veces en un conjunto de clases teóricas, pero la visita a una empresa o el debate con hom­bres de empresa ha constituido una poderosa ayuda para acercarse a la cultura de la producción en términos reales.

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El estudio del territorio en su dimensión económica ha sido el enfo­que predominante en los proyectos italianos. Conocer la realidad y la potencialidad del propio territorio es una manera original de educación empresarial. El desarrollo de actitudes emprendedoras y la motivación de vocaciones empresariales de nuevo tipo, se logran con gran profundidad esta­bleciendo una vinculación de la escuela con La economía local en su conjunto. Este enfoque territorial incluye naturalmente el contacto con las empresas concretas, pero lo incorpora a una estrategia más global: la pretensión de los centros educativos de un territorio de asumir un rol central en su conocimiento y en su dinamización.

Hay formas más domésticas de educación empresarial que, por lo demás, también han sido utilizadas por los proyectos italianos: orga­nización de miniempresas, juegos de empresa, elaboración de pro­yectos para resolver pequeños problemas reales, pequeñas contratas con empresas locales...

Los vínculos entre centros educativos, instituciones y empresas de un territorio son una de las conquistas más prometodoras del programa TRANSICION. Aunque persistan enfoques tradiciona­les que para nada cuestionen el «status quo» actual —teoría en la escuela, práctica en la empresa— es probable que algunos pro­yectos-piloto hayan dado un paso cuahtativo al sentar las bases de una manera nueva de abordar la educación de jóvenes y adolescentes

nzacton ae m procesos ae aprenatzaje, La pLuraLtaaa ae situaciones y metoaos y, la intervención educativa de profesionales que no enseñan, aunque con ellos también se aprende, constituyen un enfoque globalmente innovador, aunque cada uno de los componentes resulte conocido. La educación a secas, y no sólo su vertiente más profesionalizante, empieza a ser vista como una responsabilidad que no es exclusiva de los centros escolares. Empresas, instituciones y movimientos sociales se interesan en la formación de sus recursos humanos futuros, en la misma medida en que la escuela aborda la educación desde su vinculación con un territorio específico.

Estructura de coordinación

La mejor prueba de ello son los mecanismos de vinculación de la escuela con su entorno que han surgido en torno a los proyectos- piloto y que están cristalizando como estructuras locales de coordinación con objetivos múltiples. Se trata de estructuras que facilitan la orga-

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nizadón de las experiendas laborales; la orientadón escolar y profe­sional; la elaboración de material didáctico entre profesores; la for­mación conjunta de profesores y técnicos de las empresas; el desarrollo de fórmulas de hermanamiento escuelas empresas... A estas y otras tareas conexas han tratado de responder los proyectos- piloto, poniendo en marcha estructuras que se responsabilizan de una o varias de estas funciones.

Varios organismos nuevos han aparecido, superando el ámbito de los proyectos-piloto y su carácter necesariamente temporal. Los Centros de Contacto Educación - Trabajo de Holanda son una promete­dora realidad, creada conjuntamente por los Ministerios de Trabajo y de Educación en cada una de las doce provincias holandesas. La Agencia Escuela Trabajo de Módena (Italia) sur^e como necesidad del propio desarrollo del proyecto-piloto. La C ^ a ra de Comercio, la Dirección de Educación y la Asociación Empresarial de Formación Profesional han mancomunado sus recursos humanos y materiales para crear la Agencia como estructura de coordinación. Los Centros de Contacto holandeses y la Agencia de Módena realizan actividades semejantes:• Información mutua entre escuelas y empresas sobre posibili­

dades de formación, de creación de nuevas empresas, sobre posi­bilidades de prácticas laborales, etc.;

• organización de proyectos experimentales, con grupos mixtos de alumnos, profesores y técnicos de empresa;

• organización de experiencias laborales y otras actividades for­ma ti vas para profesores;

• relacionar mini-empresas o cooperativas escolares con expertos empresariales dispuestos a colahorar;

• preparar y organizar fórmulas de experiencia laboral para todos los centros educativos locales con todas las empresas que ofrez­can puestos para prácticas.Una agencia similar ha surgido en el proyecto de St. Ghislain

(BélgicaL TRANSVIA aúna las tres redes escolares belgas (estata­les, católicas y municipales) en un consorcio dedicado a mejorar los servicios de orientación juvenil y a la educación empresarial.

Sin necesidad de crear nuevos organismos, casi todos los proyectos- piloto han puesto en marcha comité de contacto o de enlace, donde los represen­tantes det mundo empresarial, de los profesores, padres, alumnos y de la Administración local abordan de manera conjunta los problemas relativos a

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la formación e inserción délos jóvenes en el marco del desarrollo social y econó­mico local.

En algunos proyectos-piloto, un organismo existente ha asu­mido en la práctica este rol de impulso y coordinación. Una asocia­ción empresarial (Biella, Italia), un centro de información y orientación (Perpignan), una oficina de empleo en Alemania o una Dirección Local de Educación en Gran Bretaña, pueden realmente cumplir dignamente las mismas funciones que los organismos o comités antes mencionados.

La variedad de modelos indica que no existe una solución única. Lo único imprescindible es que cada proyecto local de vinculación escuela-entorno se dote de alguna estructura de coordinación. Es impensable que todas las instituciones permanezcan inertes, preten­diendo al mismo tiempo que se dé coordinación de acciones de manera espontánea. Si la función crea el órgano, las nuevas funcio­nes en el campo de la transición de los jóvenes deben dar origen a nuevos órganos o a la readaptación de los existentes.

Una nueva formación para unos nuevos profesionales

Análoga reflexión es válida para los educadores implicados en el proceso de transición. A pesar de que la enumeración de enfoque y actividades de los proyectos-piloto na sido muy incompleta, lo clicho basta para colegir que el profesor-enseñante se encuentra en estos progra­mas ante un reto radical. Él Informe Final del Programa lo resume así:

«Se les exige un cambio de actitudes y una diversificación de funciones sin paralelo en el pasado. Se espera de los profesores que se conviertan en organizadores y guías del aprendizaje, olvi­dando su antiguo papel de transmisores de conocimientos. Se les piden nuevas tareas en materia de orientación. Tienen que ser coordinadores y agentes de contacto con el mundo exterior, cada vez más atentos a los problemas sociales, de salud y otros que puedan afectar a sus alumnos. Tienen que establecer otras rela­ciones con los padres. Son combatientes de primera línea contra los estereotipos sexistas en la educación, deben ayudar a las chicas a ampliar sus horizontes. En suma, y con toda propiedad, se ve a los profesores como los primeros agentes de cambio del sistema educativo. La mayoría de las veces, sin embargo, deben trabajar bajo rígidos condicionamientos: normas sobre organización y horario de la escuela, falta de flexibilidad de los presupuestos, carencia de instalaciones de apoyo, servicios deficientes.»

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Es evidente que la reconversión del actual profesor en ese tipo de profesional no es una cuestión de cursos y cursillos. Se trata, en pri­mer lugar, de identificar las nuevas fmuras profesionales que emer­gen de este tipo de experiencias. En segundo lugar, es preciso redefinir las respuestas organizativas a las funciones y tareas viejas y nuevas. Lo mismo que es impensable un profesor orquesta, es impo­sible un aula que vale para todo. La incorporación con resultados positivos de otros profesionales en algunos momentos del proceso de transición está proniendo de manifiesto que la reforma del sistema educativo deberá descansar no sólo en sus actuales recursos humanos, en sus instalaciones y en su organización, sino también en lo que pueda compartir) recibir de otras instituciones y entidades.

La experiencia de los proyectos-piloto en la formación de los profesores implicados en los mismos es rica, imaginativa y eficaz. El trabajo conjunto de profesores de varios tipos de centros en torno a un mismo proyecto; la participación conjunta de profesores y alum­nos en actividades formativas; la elaboración de métodos alternati­vos de evaluación y certificación; la propia experiencia laboral del profesorado... Todas las formas nuevas de enfrentar el trabajo han sido una fabulosa experiencia de formación de los profesores, que se ponen a apren­der espontáneamente en eqmpo,porque se sienten motivados) responsabiliza­dos frente a un proyecto que es suyo y que debe ser realizado cada día. Este amniente de aprendizaje del profesorado está en las antípodas del que es frecuente en la situación «normal» de formación del profeso­rado a través de cursos y cursillos organizados fuera del contexto y del lugar de trabajo de cada profesor. También en este punto la experiencia del programa TRANSICION es muy valiosa. La transi­ción de muchos profesores hacia una nueva manera de hacer su tra­bajo, hacia una nueva profesionalidad, es uno de sus principales logros.

CONCLUSION

(Algunas ideas-fuerza sobre la inserción social y laboral de los jóvenes)

Aun a riesgo de ser reiterativo, concluyo con las que me parecen ser las ideas-fuerza en este tema:

— El paro juvenil es un problema asociado con otros muchos. Debe, por tanto, abordarse la transición de los jóvenes a través de

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políticas coordinadas de información, orientación formación e inserción, no sólo con respecto al empleo, sino al conjunto de nece­sidades personales y sociales de los jóvenes. Hay que superar la esquizofrenia institucional de las políticas juveniles.

— Por grave que sea, el paro juvenil es un problema coyuntu- ral. En el año 2000 pudiera ser muy otra situación del paro. El paro tecnológico o estructural podría traducirse en paro adulto, pero no juvenil. Las políticas de formación y educación tienen que mirar más el largo plazo que el corto. Por lo mismo, más que formar para esta u otra profesión, deben desarrrollar la capacidad emprendedora, la versatilidad de destrezas intelectuales y el conocimiento de proce­sos, métodos y diseños transferibles por su polivalencia.

— Los centros educativos pueden y deben reconvertirse para jugar una función clave en este proceso, pero no pueden tener el monopolio formativo de manera eficaz. Por el contrario, la alterna­tiva a una escuela academicista y anacrónica no consiste en cursos desestructurados y a la carta, sino en la conjunción de esfuerzos entre diversos agentes institucionales y sociales, para garantizar una oferta diversificada, pero integrada y certificaole, de formación profesional.

— Distintos centros, programas y servicios de un territorio deben confluir en la elaboración y ejecución de programas integra­dos de socialización de los jóvenes: educación, empleo, salud, ocio, vivienda, consumo... En este marco el contacto de cada joven con el mundo del trabajo —desde la visita a un centro productivo hasta el contrato laboral— tiene un valor estratégico enorme, sea como ele­mento educativo o como medio de autonomía personal.

— El territorio concreto donde vive cada joven es el escenario de los programas. El territorio es objeto de estudio, lugar de concer- tación, hipótesis de creación de bienes y servicios y, por tanto, el sitio donde el empleo puede dejar de ser una utopía. Tanto los progra­mas formativos como los del empleo deberían adaptarse no sólo a los requerimientos abstractos del sistema productivo, sino a las exi­gencias de proyectos de desarrollo regional y local a medio plazo.

— La coordinación de las distintas instituciones ha de plas­marse en programas y mecanismos concretos. Empresarios y sindica­tos, escuelas y Servicios municipales, oficinas de empleo y centros culturales... deben crear dispositivos simples y eficaces de coordina­ción, como la Agencia Escuela-Trabajo de Módena, los Centros de Contacto Educación-Trabajo de Holanda o la Agencia de Enlace que está a punto de crearse en Denia (Alicante).

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— Los educadores son también educandos en este proceso. Los educadores ya no son sólo enseñantes, sino el conjunto de profesio­nales que entran en uno u otro de los aspectos ae la transición. La educación de los educadores tiene un hilo conductor fundamental: el seguimiento colectivo y crítico de la experiencia educativa de los jovenes.

Convendría tal vez añadir una última consideración. E l gobierno español se ha convertido en abanderado de la reforma de los fondos estructura­les. Como se sabe, el objetivo básico de la reforma es posibilitarla confluen­cia de diversas fuentes financieras en proyectos de desarrollo integral y endógeno. ¿No podríamos intentar hacer algunos ensayos de progra­mas locales en que administraciones sectoriales y locales, empresa­rios, sindicatos y asociaciones conjuntasen sus esfuerzos y competencias para realizar proyectos que integren formación e inversiones, apo­yos financieros y formativos para proyectos locales de desarrollo? ¿Podremos hacer ensayos de operaciones integradas (I-hD-f F) para mostrar en futuros debates comunitarios que realmente es posible caminar hacia el reequilibrio territorial europeo si se utilizan bien los recursos comunitarios existentes?

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Asocíacíonísino de gestión, procesos de profesíonalízación y creación de empleo en el sector

de servicios a la comunidadM arta Ferrés

Directora del CDES

En los últimos años, especialmente desde 1984 hasta ahora, se constata el aumento de asociaciones y empresas colectivas (cooj)era- tivas y SAL) que ofertan servicios en los sectores que podríamos denominar de servicios a la comunidad y < ue pueden incluir actua­ciones tan diversas como salud, toxicomanía, ayuda a domicilio, edu­cación no formal, formación ocupacional, servicios de información juvenil, gestión de equipamientos socioculturales, educación del tiempo hbre, reinserción de sectores en la marginación, etc.

Estas experiencias se sitúan en un espacio intermedio entre el sector público y el sector privado lucrativo.

Con el sector público coinciden en su voluntad de ofrecer servi­cios de interés general, y ello les da base para establecer diferentes tipos de relación a través de convenios, subvenciones o contratación de servicios para llevar a cabo su tarea desde una línea de com- plementarieciad.

Se diferencian del mismo en el procedimiento, por el cual deter­minan sus objetivos y competencias (los fines sociales de la entidad se determinan por voluntad de sus promotores y se plasman en los estatutos, y los programas anuales se aprueban en sus organismos de gestión, junta y asamblea); así las prioridades y estilo de interven­ción se van marcando con autonomía.

También se diferencian del sector público por su capacidad de encuadrar, asociar y canalizar los recursos de sus socios hacia el fin de

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la entidad; ello puede suponer la disponibilidad de recursos huma­nos, ideas y también aportaciones económicas.

Tienen también la capacidad de atraer solidaridad, adhesiones personales y consensos. Son espacios desde los que se puede crear opinión sobre los temas de interés de la comunidad, así como sus soluciones.

En cierta medida, las asociaciones pueden llegar a ser en pequeña escala lugares de redistribución de bienes sociales a través del ejerci­cio de solidaridad, la ayuda mutua y la autodefensa.

Con el sector privado coinciden en que su oferta está basada en la libre competencia y en la «privacidad» del grupo promotor y los asociados, así como en sus ooligaciones en íz consecución de los recursos para llevar a cabo sus fines.

Pero se diferencian claramente al no situar el ánimo de lucro como motivación principal de su existencia. Su organización no se plantea la obtención de recursos para remunerar al capital (como la empresa privada). En las asociaciones los objetivos sociales son la motivación principal y los recursos humanos y económicos han de situarse al servicio de los mismos.

A veces pueden coincidir los objetivos de una asociación y los de una empresa privada, por ejemplo, en la oferta de servicios para la tercera edad o de rehabilitación de toxicómanos, se pueden encon­trar instituciones que ofrecen el mismo servicio; habrá que sopesar las diferencias que condicionan su oferta, que puede ser de calidad idéntica en los dos casos, pero que en el caso de la privada habrá de asegurar, además, un margen de rentabilidad suficiente para los que invierten en ella.

Ello no supone por sí mismo una merma en la calidad de su oferta. A veces la competencia que exige el propio mecanismo

presarial es la única garantía de la calidad de la oferta, pero sí queemiimplica una diferencia en relación a las instituciones no lucrativas que no requieren acumular ese margen de beneficio.

Valgan estas descripciones para situar ese espacio de interven­ción que es propio del sector no lucrativo, en contraste con el sector público y el privado.

Pero el hecho asociativo no es un fenómeno nuevo en nuestro tejido social. Lo que quizá es nueva es la línea de un asociacionismo gestionario, prestador de servicios.

El asociacionismo ha sido un canal de organización social para fines socioculturales, actividades de educación popular o bien se ha identificado con fines reivindicativos.

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Sin dejar de desarrollarse esas líneas, en el sector asociativo han aparecido iniciativas que tienden a fijarse como objetivo intervenir directamente en la realidad social a través de la oferta de servicios que puedan suponer alternativas en la calidad de vida.

Este tipo de iniciativas requiere una organización específica y unos medios mayores, puesto que pretenden ofrecer sus servicios de forma permanente y tener un impacto social con resultados a corto plazo.

Así, las asociaciones que ofertan servicios acostumbran a dotarse de un equipo técnico, que desarrolla una actividad continuada, con mayor o menor dedicación en función de los medios, y acostumbra a generar un proceso de profesionalización entre las personas que colaboran con las tareas de la entidad.

Se estructuran equipos que incorporan a la vez personal remu­nerado y colaboradores voluntarios.

La variedad y complejidad de modelos asociativos existentes hace difícil describir estas experiencias desde una óptica ho­mogénea.

Algunos elementos comunes que aparecen se pueden sintetizar en:

• Voluntad de ofertar servicios directos al ciudadano.• No saltar los márgenes de la actividad no lucrativa, y mante­

ner programas deficitarios si se consideran de urgencia social.

• Especializarse en servicios y usuarios bastante definidos y acotados.

• Desarrollar unos equipos de atención incorporando técni­cos y dirigentes sociales y mezclando el trabajo remunerado con la colaboración voluntaria.

• Parten de una filosofía social definida y de una base ideoló-fica que motiva a los promotores, y permite la cohesión y la efinición de unos valores asociativos que impregnan su modelo de intervención social.

• Intentar conseguir una autonomía económica, a partir de cuotas de asociados, venta de una parte de servicios, subven­ciones y convenios con la Administración pública.

A partir de estas coordenadas genéricas se dan una multiplicidad de situaciones complejas para el análisis y de las que tenemos muy pocos datos objetivos.

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No existe un censo de asociaciones que oferten servicios, y menos del volumen de los mismos ni la capacidad de atender a los usuarios ni de su facturación económica o su nivel de creación de empleo.

A pesar de que no podamos dar cifras generales de este hecho, sí que podemos hablar de casos significativos. Concreto la enumera­ción a experiencias que se han desarrollado en Cataluña, puesto que son de las que dispongo de datos por llevar a cabo mi tarea en una asociación gestionaria en Barcelona.

En un estudio sobre el tema de la oferta de servicios del sector no lucrativo en el área de empleo juvenil en la ciudad de Barcelona, realizado por el colectivo «Propostes d’Ocupació Juvenil», por encargo del Ayuntamiento en la tarea de actualización del Plan Joven de la ciudad de Barcelona, aparecen los siguientes datos:

Se ha efectuado el censo de asociaciones que incluyen en sus objetivos la lucha por el empleo juvenil y se han localizado 38 entidades.

Servicios que ofrecen:• 50 ofrecen información,• 54 ofrecen formación ocupacional,• 14 ofrecen servicios de inserción laboral.

¿Qué tipo de entidades son?• 10 corresponderían a una tipología de autoayuda. Agrupan a

jóvenes parados o disminuidos, que aseguran su búsqueda de trabajo de forma colectiva.

• 9 responden a servicios de apoyo a iniciativas ocupacionales, apoyo que se concreta en ayuda material en el caso de 4 Fun­daciones o Institución Social con recursos como Cáritas, y 4 federaciones de asociaciones o Cooperativas que ofrecen su apoyo social y técnico.

• 39 asociaciones que gestionan servicios alternativos, entre ellos:

a) Cursos de Formación Ocupacional (14 de ellas están reco­nocidas como centros colaboradores del INEM).

b) Talleres de iniciación sociolaboral.c) Asesoramiento y apoyo a procesos de autoempleo.a) Servicios de información juvenil oamacional.e) Centros de defensa sociolaboral desde los sindicatos.

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g)

h)

Movimientos juveniles que generan opinión y debate entre sus asociados en torno a la toma de empleo y favorecen ini­ciativas ocupacionales (JOBAC).Movimientos de tiempo libre que favorecen la profesiona- lización de sus socios a través de servicios permanentes. Centros de colocación y Talleres de inserción en sectores de marginación.

Año de fundación:• 6 son anteriores a 1974.• 17 son anteriores a 1980.• 38 son posteriores a 1980.

En relación a la composición de los equipos permanentes:5 no tienen equipo permanente.16 tienen equipo con menos de 5 personas.25 entre 5 y 10 personas.8 de más de 10 personas.4 no contestan.

La mayor parte de los servicios son de ámbito territorial redu­cido: en un barrio, pero algunos son de ámbito ciudadano.

Se constatan tres valores que utilizan de forma genérica como referentes:

• Favorecer la voluntad de autoocupación en el exterior y en el interior de sus iniciativas.

• Voluntad de autofinanciarse.• Voluntad de que su trabajo sea de utilidad social.Del censo se desprende, pues, que existen un número considera­

ble de asociaciones que están gestionando servicios de fomento de empleo.

La mayoría en concertación con diversos niveles de la adminis­tración, pero también con aportaciones propias e innovadoras.

Se constata también un nivel elevado de profesionalización, entre las 58 entidades se ocupan 300 personas.

De otros sectores no puedo disponer de datos tan concretos, pero sí puedo decir que existen ofertas asociativas importantes en:

• Atención a los toxicómanos, en las que hay asociaciones que ofrecen servicios de acogidas y orientación a toxicóma­nos, así como a sus familiares.

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Asociaciones que gestionan comunidades terapéuticas, centros de inserción laboral, talleres ocupacionales.

• En el campo de atención al menor:a) Asociaciones que gestionan residencias de menores.b) Talleres ocupacionales.c) Cooperativas que facilitan la incorporación a ex presos.• En el campo de la salud:Muchas asociaciones de afectados por largas enfermedades o

enfermedades graves, que requieren una información y acción coor­dinada de los afectados. En general son de autoayuaa.

• Servicios a domicilio:También se están ordenando a través del marco asociativo servi­

cios de atención a domicilio, para la tercera edad o personas con enfermedades. Estos servicios han nacido a veces por interés de un área de la administración que ha favorecido que los trabajadores de los mismos se organizaran de forma autónoma, estableciendo con ellos convenios de prestación de servicios. A menudo el marco aso­ciativo no está consolidado como tal, en su capacidad de marcarse sus propios objetivos, ni existen unos valores asociativos o filosofía que conforme la personalidad de dicha asociación. Es una agrupación mra mantener un espacio laboral que surge a partir de dicha oportuni- ^ d y puede derivar nada una empresa de servicios, o hada una verda­dera asociación, según como reaccionen sus promotores y socios.

Si adoptamos un concepto amplio de «servicios a la comunidad» en la línea de mejorar la calidad de vida, aparecen muchos otros espa­cios a los que se está adoptando la oferta asociativa:

• Alimentación de calidad, agricultura biológica.• Cuidado del cuerpo: yoga...• Turismo social.• Educación permanente.• Gestión sociocultural.Evidentemente, en dichos sectores, que son más rentables, tam­

bién se ve un desarrollo por parte de una iniciativa privada.

COMO SURGEN LOS SERVICIOS

La planificación de servicios surge de formas muy diversas.

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A veces es el desarrollo de una línea iniciada en la asociación para la consecución de sus objetivos y tiene un marco de puesta en mar­cha V ritmo de crecimiento acorde a los medios con que puede con­tar la asociación.

A veces surge la oportunidad a partir de una oferta de subven­ción por parte de la Administración y la asociación adapta su plan de trabajo y crea el servicio para aogerse a dicha ayuda, forzando su ritmo para ajustarse a la normativa que condiciona la ayuda.

Otras veces existe un grupo de promotores que quieren llevar a cabo una iniciativa y cuentan con un apoyo por parte de algún orga­nismo público y crean la asociación adaptándola a dicho servicio o programa. En estos casos acostumbra a quedar limitada la asociación al encuadre de dichos promotores, al menos en la primera fase de funcionamiento.

También se da el caso de la promoción de asociaciones desde departamentos de la administración, ya sea para canalizar recursos y servicios complementarios, por ejenmlo, la acogida y atención de familiares de usuarios al servicio de Desintoxicación de toxicóma- nos o, en otros casos, para encuadrar profesionales y organizar agen­cias de servicios que no puedan asumir como servicios propios.

En cualquiera de los casos, hay ejemplos de experiencias que se consolidan y otras que fracasan.

No es mejor garantía el que el servicio nazca por iniciativa pro­pia o favorecido por la oportunidad del recurso, pero es importante que en la medida que avance se consolide el marco organizacional que promueve la iniciativa y garantice que tiene capacidad para mar­car las directrices y objetivos que se propone, que se dote de una autonomía económica funcional y metodológica y que, si adopta la forma asociativa, asegure unos canales de participación democrática en su organización.

Algunas iniciativas que primero se enmarcan en asociaciones pueden evolucionar luego hacia fórmulas empresariales, en empre­sas colectivas o sociedades anónimas según las opciones de sus pro­motores y el carácter de los propios servicios.

FACTORES QUE FAVORECEN Y LIMITAN EL DESARROLLO DEL SECTOR ASOCIATIVO GESTIONARLO

Hay dos elementos de fondo que se pueden considerar como condicionantes de este fenómeno:

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Las posibilidades de profundizar en la democracia y de avanzar en la organización del tejido social que se expresa a través del deseo de algunos ciudadanos de ejercer el derecho a la iniciativa y a la acción alternativa. Y de unos poderes públicos que empiezan a des­centralizarse (a nivel local) y a concertar la gestión de algunas com­petencias, o facilitar líneas de subvención, para las asociaciones de interés general.

Las transformaciones sociales y la dualización de la sociedad, que evidencia nuevas necesidades y pone en crisis la concepción de que la Administración sólo tiene capacidad para asegurar el derecho de igualdad de oportunidades, planteándose retos importantes al con­junto de la sociedad.

En este proceso, algunos agentes sociales más próximos o más atentos a ciertos problemas sociales actúan como detectores de nue­vas necesidades y salen al paso con experiencias de carácter innova­dor o alternativo. Experiencias acotadas y concretas que en algunos casos podrán, sin embargo, generalizarse (por ejemplo, el debatido tema del subsidio familiar o del trabajo de utilidad social, que se plantea actualmente desde algunas experiencias, o el del captar fon­dos de capital riesgo para experiencias de autoempleo, que ha expe­rimentado Acción Solidaria contra el Paro).

En la lista de limitaciones, que sería muy larga, hay que resaltar: •

• La falta de una ley que reconozca el rol económico que pue­den jugar las asociaciones y le dé un tratamiento adecuado a nivel fis­cal y laboral, tanto en relación a la consolidación de equipos remunerados como al encuadramiento de colaboradores volun­tarios.

• Las exigencias de renovación en el propio sector asociativo, que permitan una consolidación de las experiencias, la incorpora­ción de profesionales en el sector, y animadores sociales en condicio­nes dignas, que aseguren una calidad en la oferta de servicios y un impacto social mucho más amplio que el que se consigue con la pre­cariedad de medios en que opera el sector.

• Una estrategia de relación entre la Administración Pública y el sector asociativo prestador de servicios que favorezca la comple- mentariedad y el desarrollo de transferencias de gestión de servicios.

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GENERACION DE EMPLEO Y PROCESOS DE PROFESIONALIZACION EN EL CONTEXTO DE ESTAS EXPERIENCIAS

En estas experiencias se generan nuevas ocupaciones, en tareas de administración y gestión de las mismas, en técnicas referentes a la intervención social específica que se lleva a cabo, de animadores sociales o pedagogos en actividades no formales, etc.

A menudo los profesionales formados en las asociaciones pasan luego a ocupar puestos en la Administración pública, creándose pro­blemas de falta de cuadros en las asociaciones en las que se iniciaron.

Pero además de los procesos de profesionalización que pueden darse en el interior de dichas asociaciones, los colaboradores volun­tarios y socios de las mismas llevan a cabo un aprendizaje de trabajo social que les ofrece un bagaje educativo para llevar a cabo nuevas iniciativas.

Es corriente que un grupo o personas que han p>articipado en alguna de estas asociaciones lleven a cabo la promoción de un nuevo proyecto, abriendo otros espacios de actividad.

Así podemos decir que hay un espacio de entrenamiento y de educación para la iniciativa autónoma.

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Las políticas de empleo juvenil

Esperanza M olina CubilloAntropóloga. Dra. en Filosofía y Letras

Al comenzar el siglo X X en pleno apogeo del capitalismo con la consagración de la propiedad privada y de la economía de mercado, se introduce la libre competencia como factor determinante de la dinámica social.

Un darwinismo aplicado al funcionamiento de la sociedad gene­raliza la idea de que los capacitados emergerán por sí mismos y cada sujeto ocupará de manera natural el espacio que realmente se merece según sus capacidades, relacionando de esta manera los conceptos de valor y éxito.

En los años intensos y decisivos de la contemporaneidad, los acontecimientos ponen de manifiesto que los mercados no son tan puros como se suponía, que una serie de circunstancias incidiendo en la vida de cada sujeto y la entrada en juego de fuerzas al servicio de intereses muy concretos, distorsionan las reglas del juego de la libre competencia y de la igualdad de oportunidades, por lo que apa­recen en el seno de las sociedades occidentales fuertes convulsiones de las que son los signos emergentes y más espectaculares una Revo­lución y dos Guerras Mundiales.

En ese momento, en los primeros años del siglo X X es cuando el Estado asume el papel de agente social.

En la dialéctica establecida entre capitalismo y proletariado, patronos y asalariados, pobres y ricos, revolución y orden que ame­naza con dinamitar la sociedaa, el Estado aparece como el árbitro adecuado para imponer y establecer las reglas del juego.

Hasta entonces las relaciones laborales se habían regulado en el ámbito del Derecho privado, pero el poder de las grandes industrias sostenidas por capital e intereses apátridas frente a la fuerza del

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movimiento obrero y la complejidad de las relaciones económicas promueven la necesidad de que aparezca un tercero en discordia que atenúe las consecuencias del enfrentamiento entre fuerzas tan pode­rosas e irreconciliables.

Así, el Estado interviene como elemento regulador de las rela­ciones laborales y como agente distribuidor de los beneficios socia­les que se derivan de una economía pujante y de unas sociedades fuertemente dinámicas, sirviendo como colchón que atenúa los efectos violentos y distorsionadores que las grandes desigualdades pudieran generar.

El Derecho del Trabajo en los distintos países se va elaborando a partir de las necesidades que el cuerpo social tiene de que un ele­mento externo a dos poderes implicados en la relación laboral inter­venga en esta relación y la regule.

El Estado, por su propia definición, atiende los intereses de todos los ciudadanos que lo conforman y de los cuales recibe el poder.

El momento estelar de esta situación queda reflejado en lo que conocemos como el Estado del Bienestar, que tiene su mayor apo­geo en dos momentos claves. El primero en el período de entre gue­rras y el segundo después de la II Guerra Mundial, en el que el triunfo de las democracias occidentales, la fuerte moral ciudadana, las necesidades de reconstrucción de los países contendientes y la escasez de mano de obra diezmada por la ferocidad de la contienda favorecen una extraordinaria situación de expansión y crecimiento. El pastel es grande y suculento y el Estado es el principal y más cuali­ficado encargado de repartirlo, contribuyendo de esta manera a que la seguridad y el bienestar fueran gozados por la mayor parte de los ciudadanos, así como a que se hicieran más tenues las fronteras interclasistas, alejando el fantasma de la lucha de clases y oponiendo una barrera de opulencia a la tentación comunista del Este y a la con­ciencia revolucionaria.

Los jubilados se adormecían en las playas mediterráneas ante­riormente reservadas a los potentados. Las vacaciones pagadas hanGtendado un turismo de masas hasta hacer de esta actividad, dentro de

legales, una de las que más dinero mueven en el mundo y propor­cionando, a su vez, riqueza a los países que se benefician de ello. Las

poblaciones han crecido entre dos y cinco centímetros de media en dosfeneradones gracias a la sanidad pública, mejor alimentadón, abandono e las rudas menas del campo gracias a la modernización del mismo, práctica del deporte y mejores condiciones generales de vida.

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Esta realidad, que parecía hasta hace muy poco tiempo inamovi­ble y una conquista definitiva de la Humanidad, ha empezado a des­moronarse, y una serie de cambios, algunos muy sutiles, otros más evidentes, están transformando la realidad social, y, como se des­prende de ello, la eficacia del Estado, que aparece como incapaz de afrontar con solvencia las nuevas situaciones y los múltiples proble­mas que se generan como consecuencia de las mismas, potencián­dose una vuelta a la privaticidad en nombre de una mayor capacidad de gestión y perspicacia.

Este protagonismo de la privaticidad, fuertemente potenciado entre la opinión pública desde distintos sectores y medios, está inci­diendo en las relaciones sociales (vídeos privaaos, seguridad pri­vada, casas individuales, sanidad y seguridad social privada, etc!), y está transformando la vida de los ciudadanos de manera muy consi­derable, ya que se ponen en circulación corrientes de opinión apoya­das en medios materiales muy importantes que difunden valores que consolidan los intereses privados.

Los Museos Nacionales, que protegen, custodian y difunden el patrimonio de una comunidad, por ejemplo, no pueden competir con los individuos, que adquieren una obra de arte en el «mercado libre», que servirá en el mejor de los casos para disfrute de una fami­lia o un individuo o quedará definitivamente encerrada en una caja fuerte de una empresa privada, formando parte, como un objeto más, de un patrimonio privado.

La crisis de la Universidad que tanto se soba y se manosea, acu­sándola de una «fábrica de parados» porque no se adecúa a las necesi­dades del mercado de trabajo, es una muestra, creo que bastante convincente, de la primacía de valores privados sobre el interés común, ya que el Pensamiento, el Pensamiento Teórico y Abstracto, no se puede medir con criterios de utilidad, sino de necesidad. No existe posibilidad de hacer ciencia aplicada, sino que se potencia la Ciencia a secas. Es razonable que las empresas privadas no inviertan en la formación de matemáticos teóricos, filósofos, historiadores o teólogos, pero no es razonable ni sensato, ni siquiera útil para la supervivencia de una sociedad, que por ello se liquiden instituciones que pertenecen a todos y que son la garantía de que intereses de gru­pos o de individuos no prevalecen sobre el interés general.

Esta garantía solamente puede ofrecerla el Estado, que, si es democrático, representa con toda fiabilidad el interés común.

Inflación, paro y desigualdades son los más destacados y tópicos problemas a los que se debe hacer frente desde hace más de una

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década en los países occidentales, ya que entre los llamados tercer- mundistas estos males son endémicos.

A partir de los años setenta, cuando la opulencia parecía indes­tructible, una denominada crisis energética pone de manifiesto la fragilidad y vulnerabilidad del sistema. El miedo y la inseguridad son sentimientos que se generalizan entre las poblaciones, que sienten por primera vez en mucho tiempo amenazada su estabilidad y su prosperidad.

Conquistas sociales que parecían irreversibles corren peligro de desaparecer.

1. LA ESTABIUDAD EN EL EMPLEO

La garantía de los derechos laborales (horarios, vacaciones, pen­siones, salario mínimo, etc.), consolidados después de años de lucha de los trabajadores; la participación de los beneficios generados por la plusvalía del trabajo, el derecho a una vejez digna, la salud para todos los grupos de población, el ejercicio de la libertad sindical, las

f)Osibilidades de negociar con fuerza y razón las condiciones labora- es, parecen ahora cada vez más difíciles de mantener.

Ante esta nueva situación, que sitúa al Estado en una posición incómoda y crítica, los Gobiernos tantean estrategias para retomar su rol de árbitro social, evitando ser desplazados por otras fuerzas emergentes, que impongan a la sociedad la ley del más fuerte, retro­cediendo a los tiempos del capitalismo crudo y duro, debilitando las instituciones y dejando a los individuos a merced de la fuerza y las circunstancias personales de cada cual.

Estas situaciones, muy repetidas a lo largo de la Historia, han desembocado en una duahzación de la sociedad: los que tienen cada vez más y los que tienen cada vez menos, imponiendo los primeros sus propias leyes sin dejar más opción que obedecerías a los segundos.

Es un retroceso a la Edad Media. Sin clases intermedias (valga la redundancia). Sin un poder equilibrador que garantice el cumpli­mento de las leyes iguales para todos, y evitando con la redistribu­ción de recursos por moderada que ésta sea, los desequilibrios sociales y las consecuencias traumáticas de los mismos.

En eí presente, cuando parece que la crisis energética, que sirvió de coartada, ha pasado, cuando el dinero, según se nos dice y según se puede observar, fluye por todas partes estando presente en los

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medios de comunicación en la estética, en las relaciones personales y hasta ostensiblemente en la calle, los gobiernos se encuentran des­plazados del escenario social al ser atrapados por unas cargas históri­cas cjue deben asumir y por una realidad social sobre Ya que han perdido el control.

Nuevas bolsas de pobreza, más notables por contraste con la riqueza, integradas porYos nuevos pobres, es decir, por personas que han perdido su trabajo y para las que resulta un siniestro sarcasmo hablar de igualdad de opotunidacíes.

Nuevos pobres, nuevos marginados para los que no existe opor­tunidad y a fos que cada vez con más frecuencia y de manera más o menos sutil se les considera en cierta forma culpables de su situación.

Si el éxito se establece como un valor, es casi inevitable identifi­car el fracaso como la carencia de valor.

Teniendo en cuenta que en las sociedades occidentales el mejor dotado para triunfar, es decir, el mejor, el que vale, debe ser varón, blanco, edad media, sano, inteligente e integrado, es fácil deducir quienes en mayor o menor medida van a ocupar los espacios de la marginación: los que no son varones (mujeres, homosexuales), los que no pertenezcan a la raza blanca, a ser posible en su variedad anglosajona o germánica, los que están por encima o por debajo de ese segmento de edad casi mítico que son los treinta-cuarenta años, es decir, los viejos, los niños y los jóvenes, los enfermos, los minusvá­lidos, los débiles. La salud ha pasado a ser un estado apetecible por todos los individuos de una manera natural como defensa frente a la muerte, a ser un negocio muy productivo, porque es un objeto que la gente está dispuesta a adquirir, pagando por ello el precio que sea y siguiendo las leyes del mercado; al haber mucha demanda, su pre­cio es cada vez más alto.

Las mujeres que deseen ser consideradas en su trabajo deberán demostrar que «la condición femenina» no es un obstáculo para su capacidad y rendimiento, resistiendo con su mejor cara embarazos inoportunos, dolores de cabeza y molestias periódicas, sabiendo que estará mejor considerada en el ámbito laboral tener un mal día por haber estado «hasta las tantas de copas», ausentarse del trabajo por hacer «una gestión personal», que un «recado».

En cuanto a la inteligencia, si se sobrepasa la media que te capacita para moverse confortablemente en los planes de estudios establecidos, se te marginará por hipercrítico, conflictivo o pre­suntuoso.

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Si no llegas a capacitarte para leer las solapas y el índice de los libros que la publicidad recomienda, o los titulares de los periódicos, y a moverte con soltura en el lenguaje de los medios de comunica­ción, te pueden marginar porque no das el nivel.

Así, grupos cada vez más numerosos de población se ven cada vez más alejados de acceder por sí mismos a esa hipotética igualdad de oportunidades, a conseguir por sí mismos un lugar propio en la sociedad de la cual forman parte y el Estado se encuentra a los ciuda­danos divididos en dos mitades cada vez más diferenciadas entre sí, separadas por la capacidad del poder adquisitivo, realización perso­nal, participación, fuerza social y representatividad. ¿Cómo puede el Estado desempeñar su papel de árbitro conciliador de la sociedad cuando ésta se haya desaticulada y desarticulada?

No es fácil mantener la estabilidad social en un nivel saludable e imprescindible para la convivencia civilizada, y evitar convulsiones que podrían destruir el sistema, en una situación de desigualdades salvajes.

¿Cómo puede el Estado atender a las demandas sociales que aumentan incesantemente, debido a la ya mencionada dualización de la sociedad, al mismo tiempo que disminuyen los recursos disponi­bles a causa de la Gran Economía Paralela?

Exactamente en el espacio delimitado por estas dos cuestiones se sitúa su problemático campo de acotación.

En nuestro país, al que llegó la mencionada crisis energética con retraso, las consecuencias generalizadas de la misma se unieron a la peculiar situación política de 1975, lo que hizo que problemas como el del paro adquirieran una dimensión muy considerable y sin posi­ble comparación con los problemas en otros países europeos, ya que en ellos existía por lo general un sólido tejido social que ayudó a paliar las secuelas de la crisis.

Hasta 1988 el paro es la cuestión que ocupa más espacio en la preocupación de todos los sectores de la sociedad, incluso por encima del terrorismo, puesto que sus secuelas individuales y colec­tivas invaden todos los sectores de la vida y golpean muy de cerca a los ciudadanos en su cotidianidad, en sus relaciones personales y familiares, produciendo una sensación fuerte de malestar generali­zado, perdiendo de esta manera la perspectiva de lo colectivo y desenganchándose de los otros grandes temas nacionales.

El sufrimiento directo y la preocupación inmediata apartan a los ciudadanos de la posiblidad de participar en proyectos colectivos.

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mitigándose la solidaridad e incluso la honradez, ya que la obsesión es «buscarse la vida» aquí, ahora y como sea.

Esta situación es particularmente grave porque el país está en pleno proceso de vertebración y estructuración, de rearme econó­mico y de consolidación democrática e institucional.

También es necesario señalar que el paro ha funcionado como la gran disculpa para justificar otros aspectos problemáticos de la sociedad de manera muy especial en todo lo relativo a las drogas, la inseguridad ciudadana, el fracaso escolar, la falta de afiliación sindi­cal, los conflictos familiares con sus secuelas de malos tratos, la pér­dida de prestigio social de las actitudes éticas, el desprecio por actividades que no sean especialmente rentables desde el punto de vista lucrativo, la circulación masiva de dinero incontrolado, por ejemplo.

No es este artículo el lugar más adecuado para reflexionar sobre todas estas cuestiones, aparte de que es muy difícil analizar con la suficiente perspectiva una situación social en la que nos encontramos inmersos. Quizá, como ocurrió en la América de la gran crisis, la novela negra, el tango o los espectáculos ligeros sean los géneros adecuados para dar testimonio de la realidad actual en nuestro país.

A pesar de esta falta de perspectiva voy a concretarme en un colectivo significadamente afectado por el paro y sus secuelas, como son los jóvenes, y de las estrategias de gobierno para afrontarlo.

Curiosamente, en los medios de comunicación, incluso muy especialmente en la estética, la juventud es exaltada, mimada y privi­legiada. La juventud aparece como un valor en alza y, sin embargo, van pasando los años y esos jóvenes a los que se les ofrecen precios especiales en los viajes, posioilidades de hacer el amor sin producir escándalo, realizar experiencias lúdicas en su barrio, envejecen por­que las circunstancias les obligan a permanecer como eternos «Peter Pan» sin responsabihdades, sin experiencia y sin autonomía.

Tirados en las aceras de las ciudades, enganchados a las litronas o a lo que sea, sin mañana, esos jóvenes no pueden renovar la sociedad porque no saben hacer nada. Estorban a sus familias, para las que es muy duro seguirles manteniendo y aguantando; ya no caben dentro del sistema educativo por mucho que se lo prolonguen, se acuestan cuando sus madres se levantan para ir a trabajar y el sistema produc­tivo no es capaz de aprovechar sus energías.

Sin posibilidades de establecer un proyecto de futuro, al igual que los niños, viejos infantilizados, se reducen al presente, a la inme­diatez. Lo más importante es el aquí y el ahora.

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Por eso el grupo de los jóvenes es, junto con el de las mujeres y los ancianos, carne de marginación.

Cínicamente se invierte mucho dinero público en actividades para jóvenes, en acotar espacios para ellos. Surgen en todos los pue­blos y barrios urbanos talleres de creatividad, actividades de tiempo libre, y se organizan simposios y jornadas dedicados a la juventud, y todo ello son formas de consolidar la marginación. Si la sociedad fuera capaz de integrarlos como adultos en la normalidad no existi­rían los jóvenes como grupo especial, sino como grupo de po­blación.

De sobra es conocido que el colectivo más afectado por el paro es el de las personas con edades comprendidas entre los dieciocno y los treinta años, con el agravante de que un porcentaje muy elevado de jóvenes no han trabajado nunca y, consecuentemente, carece de experiencia.

Perez Infante (ver textos orientativos) dice, con buen conoci­miento del tema: «... la falta de experiencia en el trabajo de los jóve­nes... dificulta la inserción en el empleo de este colectivo. La duración en el desempleo es mayor en los que no tuvieron un empleo anterior que en los que lo tuvieron: el 77 por 100 de los§ arados que buscan el primer empleo llevan más de un año en el esempleo, mientras que en el caso de los parados que han trabajado antes el porcentaje es del 55 por 100.»

Por todo ello, y muy especialmente a partir de mediados del año pasado, el desempleo juvenil y la discusión acerca de la política eco­nómica más adecuada para combatirlo ocupa el primer plano en el interés del gobierno, ya que el paro juvenil aumenta gravemente sin aue el importante crecimiento económico general del país sea capaz de frenarlo, teniendo que revisar forzosamente la política desarro­llada hasta el momento.

El fuerte incremento de población que afecta a nuestro país en la década de los sesent^ fenómeno conocido como «baby boom» coinci­diendo con la euforia del desarrollismo, trae como consecuencia que en estos momentos el colectivo de jóvenes parados sea el más numeroso no solamente de España, sino de toda la Comunidad Europea.

La cantidad de por sí ya sería razón suficiente como para preocupar considerablemente a la sociedad y al Estado, pero es que, además, el paro juvenil plantea una problemática social peculiarmente de­licada.

No es posible diseñar el futuro de un país cuando los individuos que van a habitarlo no pueden llevar a cabo su propio proyecto de

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vida, viéndose limitados al presente, a lo que ellos mismos llaman muy gráfica y significativamente «buscarse la vida» cada día.

La juventud en nuestro país sobrevive marcada por esta filosofía del presente. Conseguir cualquier cosa en la vida con una perspec­tiva de cinco años, por ejemplo, no despierta su interés (natural­mente haciendo las excepciones de rigor .

Así lo expresó con la maestría por el acostumbrada y con el conocimiento del tema ^ue le caracteriza el sociólogo Carlos Lies en su brillante intervencimi en las II Jornadas de Antropología de Madrid celebradas en octubre de 1988 en el Museo Nacional de Etnología.

Esto explicaría, entre otras razones, que no son propias de este lugar, el aumento de la inseguridad ciudadana, de la delincuencia con índices de edades cada vez más bajos, del trabajo de los jóvenes en la Economía Sumergida y de la Economía Paralela, realizando trabajos, por llamarlos de alguna manera, en los que no es necesario un tiempo de aprendizaje, ni cualificación, aceptando ganancias inme­diatas sin considerar cuestiones como la legalización de su situación en la «empresa», contratación, afiliación a la Seguridad Social, etc.; desconociendo valores del mundo del trabajo como son la lucha por intereses colectivos, la solidaridad con otros compañeros, la defensa de los derechos de clase, etc., sustituyendo la conciencia de trabaja­dor por la de persona que gana dinero, sin que la cantidad tenga mucho que ver con este planteamiento.

Podríamos citar aquí tanto a los jóvenes que aceptan ganar una cantidad por realizar ventas eximiendo a la empresa de realizar con­tratos, cotizaciones, etc., como los que realizan trabajos informati­vos, proyectos u oficios especializados en la construcción.

Lamentablemente no podemos detenernos a analizar, con la atención que el tema requeriría, el fenómeno de la Economía Para­lela, ya que sólo es sumergida para el fisco, pues bien emergente es y bien está a la vista de cualquiera que tenga ojos en nuestro país.

Otra característica negativa y preocupante del colectivo que centra nuestro interés de cara a las posibilidades de colocación es el desconocimiento que los jóvenes tienen de las técnicas propias de cualquier trabajo, así como de su falta de experiencia laboral e incluso de la disciplina y responsabilidad que comporta el compro­miso de un trabajo por cuenta ajena o propia.

Por ello, las estrategias de la Administración empleadas para com­batir el paro, especialmente el paro que afecta a los jovenes en nuestro país, responde principalmente a los siguientes planteamientos:

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I. Creación de empleo.II. Ayudas a las personas sin empleo.

III. Conservación del empleo existente.IV. Formación, reciclaje y cualificación de los trabajadores.En el desarrollo de estas estrategias vamos a dedicar nuestra

atención preferente a lo que afecta directamente a los jóvenes para­dos, aunque como tales parados puedan además acogerse a las medi­das de carácter general, como es lógico.

1) Creación de empleo.—Podemos decir que el Estado es el pri­mer empleador del país. Su oferta de empleo dobla literalmente la del sector privado.

La Administración Central, la Autonómica y las Entidades Loca­les han aumentado el número de trabajadores considerablemente, para atender las demandas sociales de los servicios públicos cada vez más extensos y cualificados.

Todos los años, en el primer trimestre, aparece la convocatoria de la llamada Oferta Pública de Empleo con varios miles de puestos de trabajo.

Además existen los convenios INEM-Administraciones Públi­cas, el Plan de Empleo Rural y los llamados Trabajos de Colabora­ción Social.

Asimismo, desde la Administración se fomenta la creación de empleo, legalizando formas de contratación que hagan atractivas a las empresas la adquisición de nuevos trabajadores, al suavizar la rigidez del contrato indefinido, como, por ejemplo, permitiendo la contratación temporal, las actividades determinadas y los contratos a tiempo parcial, que, aunque de carácter general, suelen, sin embargo, favorecer en mayor medida a los jóvenes.

Otra forma de estimular desde la Administración la creación de empleo son todas las medidas que benefician desde el punto de vista financiero las nuevas contrataciones, bien reduciendo los costos de las mismas, bien financiando a veces a fondo perdido dichas contrataciones.

Especialmente concebidos para estimular el empleo juvenil son los Contratos en Prácticas para jóvenes en posesión de un diploma o título de reconocimiento oficial.

Su objetivo es favorecer el empleo de jóvenes cualificados ofre­ciéndoles un trabajo que les permita perfeccionarse y poner en prác­tica los conocimientos teóricos adquiridos en su período de estudios.

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Los contratos para la formación tienen por objeto favorecer el empleo de los jóvenes y de los minusválidos, sin cualificación profe­sional, combinando el ejercicio de un trabajo remunerado y la adqui­sición de una experiencia |>rofesional. Afecta a los jóvenes comprendidos entre los dieciseis y los veinte años. Este contrato no puede tener una duración inferior a tres meses ni superior a tres años.

Contratos indefinidos para jóvenes menores de veintiséis años. Las empresas que suscriben este tipo de contrato se benefician de una reducción de las cargas de la Seguridad Social.

Una forma de contratación que nació con buenas expectativas,Eero que ha sido la menos utilizada por los empresarios privados, es L que deriva del contrato de relevo, que consiste en la sustitución de un trabajador a punto de jubilarse por un joven parado, reportando

a la empresa la ventaja de una reducción en la cotización a la Seguri­dad Social.

2) Ayudas a las personas sin empleo,—Los jóvenes inscritos como parados en las oficinas del INEM no tienen como tales jóvenes ninguna ayuda especial, por lo que no nos detendremos en este apartado, pues cíe todos es conocido que existen dos tipos de protección por desem­pleo, a saber: los de carácter contributivo y los de carácter asistencial, siendo de una manera general más favorables las medidas de tipo asis­tencial, siendo de una manera general más favorable las medidas de tipo asistencial para los parados mayores y con cargas familiares.

3) Conservación del empleo existente.—Aunque son medidas de carácter general, de algún modo favorecen a los jóvenes parados, ya que facilitan formas de contratación especialmente concebidas para ellos.

Medidas especiales para la Reconversión Industrial. Básica­mente se apoyan y se financian con los Fondos de Promoción de Empleo, que ayudan a la recolocación de los trabajadores que pier­den su puesto de trabajo por el desmantelamiento de una industria que ha quedado obsoleta. Al tener por objetivo el aprendizaje de nuevas tareas, y dado que en esta situación los trabajadores mayores suelen acogerse a la jubilación anticipada, son los trabajadores jóve­nes en paro los que más se benefician de estos fondos, bien reno­vando su curriculum laboral, bien creando su propia empresa junto con otros compañeros en iguales circunstancias.

Otras ayudas públicas para la conservación del empleo existente con mayor incidencia en el paro juvenil son las que favorecen espe­

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cialmente la creación de cooperativas de jóvenes, el trabajo autó­nomo entre los mismos y las ayudas a centros especiales de empleo.

4) Formación, reciclaje y cualificación de los trabajadores,—Por su propia naturaleza, y como ya reiteradamente hemos comentado, el mayor problema de la mano de obra joven en nuestro país es precisa­mente su falta de preparación; por ello las medidas que tienden a proporcionar esa preparación para el trabajo, aunque no excluyan a otros colectivos, atañen muy directamente a los afectados por el paro juvenil.

Dentro de esas medidas, y ocimando en primerísimo lu^r, se encuentra Fl Flan Nacional de Formación e Inserción Profecional (FIP).

Este Plan Nacional consiste principalmente en una gran cam­paña en la que los más diversos programas de formación profesional son impartidos en todo el territorio nacional, a fin de disponer de mano de obra especializada o en condiciones de especializarse, adap­tada a los nuevos sistemas de producción y posibilitando de esta manera su acceso al mercado de trabajo en mejores condiciones. De tal manera que cuando se produzca en la Comunidad Europea la libre circulación de trabajadores, los españoles, especialmente los jóvenes, no q^ueden desplazados, y lo que es más importante, que el despegue de la economía española no suponga un elemento distor- sionador del equilibrio social, sino la oportunidad de la que puedan beneficiarse el mayor número de ciudadanos. No es absurdo pensar que si en estos momentos aparecieran 200.000 ofertas de trabajo cualificado, seguramente no sería posible cubrirlas todas con los parados existentes debido a su generalizada falta de prepara­ción.

Este Plan de Formación e Inserción Profesional se realiza en los Centros propios del INEM o en los Centros homologados por el mismo organismo o dentro de empresas que son reconocidas como tales.

Todas las modalidades de formación tienen alguna forma de compensación económica. O bien considerada como beca, o bien como otros tipos de ayuda, por ejemplo, desplazamientos o manutención.

El FIP es una magna experiencia, nueva en nuestro país y toda­vía sin evaluar convenientemente por falta de perspectiva, y pienso que está actualmente en proceso de ajuste y remodelación, ya que es necesaria y urgente su implantación.

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El Plan FIP se completa con programas de recuperación escolar para jóvenes que han terminado su período escolar con deficiente preparación v que no tienen posibilidad de continuar ningún tipo de estudios reglados; es decir, los que provienen del llamado «fracaso escolar».

La formación en alternancia, en la que por medio de acuerdos con determinadas empresas la jornada laboral queda disminuida para dedicar parte del tiempo a la formación teórica.

Los jóvenes que realizan su servicio militar, también pueden acogerse a programas especiales de formación, recogiendo así el INEM una ya larga tradición en nuestro país, pues el antiguo PPO ya tenía establecidos convenios con el Ejército para impartir ciertas enseñanzas profesionales de tipo eminentemente práctico.

Las Escuelas-Taller. Es una muy interesante experiencia todavía de muy reciente implantación en nuestro país.

La idea, muy similar a la que en Francia es conocida como Com- pagnons del Tour de France, recoge, por un lado, la energía de tan­tos jóvenes en paro que quieren «hacer algo». Por otro, un patrimonio artístico y cultural que se está desmoronando víctima de la desidia, la falta de sensibilidad, la despoblación del campo y la falta de dinero, y, por otro lado, la desaparición de una tradición artesa­nal. Reuniendo todos estos elementos dispersos se ha montado esta experiencia que parece ir adquiriendo cada vez más importacia e interés.

Es de señalar, asimismo, la gran importancia que tienen en las distintas Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, incluso barriadas de las grandes ciudades, iniciativas tendentes a animar y estimular la creación del empleo autónomo, el cooperativismo juve­nil, los grupos de trabajo, por medio de jornadas orientativas, aseso- ramiento e información, concursos ae proyectos, etc. Hay tal abundancia de iniciativas, que resulta imposible ni siquiera enume­rarlas aquí, aunque sería una muy sugerente idea la de elaborar un trabajo (memoria de licenciatura, monografía, etc^ que recogiera una década de estrategias y tácticas desde el sector publico para com­batir el paro juvenil.

Desgraciadamente tan interesante objeto no es posible en la dimensión de este pequeño artículo, pero cabe la esperanza de que al menos sea tenida en cuenta la sugerencia.

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TEXTOS ORIENTATIVOS

PÉREZ Infante, José Ignacio: «La política de empleo juvenil en España: regula­ción y resultado», en Economía y Sociología del Trabajo, núms. 1 y 2, págs. 91-100. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Madrid, 1988.

Tudela Cambronero, Gregorio: «Balance y perspectivas de una modalidad de contratación temporal: el lanzamiento de una nueva actividad», en Revista de Trabajo, núm. 90, págs. 2-88. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Madrid, 1988.

— : «Empleo Juvenil», en Guía 1988 de Programas de Juventud, págs. 43-60. Instituto de la Juventud. Madrid, 1988.

González Aznar, Jorge: «Las políticas municipales en el empleo juvenil: los Ayuntamientos y el empleo juvenil», en Revista de Estudios de Juventud, págs. 9 ­18. Instituto de la Juventud. Madrid, s/f.

Casas ONTENlENTE,Joan B.: «Medidas para combatir el paro juvenil: descripción y reflexión sobre los resultados», o. cit., págs. 31-43.

Castro Vázquez, Pedro:«El papel de los ayuntamientos como promotores de empresas. Getafe», o. cit., págs. 47-51.

Ayuntamiento de Madrid: «Informe sobre el paro juvenil en Madrid», 3 vols. Madrid, octubre, 1987.

— : «Medidas de fomento de empleo». INEM. Madrid, 1987.

N OTA—Se considera imprescindible para conocer con detalle cada una de las medidas de fomento del empleo, así como la magnitud de los colectivos implica­dos, y evaluación de resultados, consultar la MEMORIA anual del INEM.

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Educación y vida activaSantiago Sánchez Torrado

A sesor Técnico del Consejero de Educación de la CAM

LA ESTRUCTURA OCUPACIONAL EN UN ENTORNO DE DESIGUALDAD

Me permito tomar como punto de arranque de este artículo algunas afirmaciones contenidas en el documento del «Programa 2000», elaborado por técnicos en educación del PSOE. Se trata, a mi juicio, de un documento claramente insatisfactorio, general, prome­tedor al comienzo, repetitivo después y que aporta pocas novedades sustantivas en el terreno del futuro educativo. A pesar de su pobreza, contiene algunas formulaciones sugerentes que son las que intento reproducir esquemáticamente.

Un principio incuestionable —que se desprende de este docu­mento y de otros muchos del mismo tenor— es que no existe igual­dad ante el trabajo si previamente no ha habido igualdad en la educación. La escuela es una institución derivada de la fuerte estrati­ficación social que nos condiciona y a la vez es —hablando en térmi­nos generales— un factor que consolida dicha estratificación. Adelantándome ya en un planteamiento de síntesis que espero sea el eje central de este artículo, se puede afirmar que la aesventaja inicial respecto al mercado de trabajo se ha agudizado con las «diferencias» y fracasos que ha producido a los individuos su paso por la escuela. Como ha dicho con acierto Daniel Jover en un trabajo sobre las transformaciones del mundo del trabajo y sus efectos sobre la educa­ción y la formación, tampoco es válida una oferta genérica de «for­mación ocupacional» que ignora los procesos previos que han vivido las personas en desempleo.

El documento del «Programa 2000» sobre educación del PSOE indica algunas condiciones prioritarias que debe ostentar la ense­ñanza en nuestro país de cara al futuro. Úna de ellas es la educación

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personalizada, adaptada en lo posible a los factores ambientales e individuales y que prevenga las tensiones y conflictos innecesarios, así como el fracaso escolar. Otra condición de absoluta prioridad es la búsqueda sistemática de la calidad de la enseñanza, tanto en su contenido pedagógico como en su carácter de respuesta a la realidad social, tratando de evitar dualismos entre la enseñanza pública y la privada y entre el mundo urbano y el rural. Dicha búsqueda de cali­dad incluye la formación permanente del profesorado como pieza fundamental e insoslayable, donde probablemente reside la clave de todo proceso serio de renovación pedagógica y de reforma institu­cional de la enseñanza. Insisto en el carácter permanente de tal for­mación, ya que no basta con reclicajes o actualizaciones puntuales, ocasionales y de tono formalista, sino que se debe implantar un atontamiento sistemático y continuado ciel trabajo de formación de los profesores. Asimismo, ía garantía de una calidad de la enseñanza pasa inexcusablemente por una adecuada financiación de la misma, desarrollando el orden social de prioridades ya señalado por la LODE. Otra exigencia de nuestra educación hacia el futuro es el abordar seria y sinceramente el grave problema de la escolarización real, saliendo con valentía al paso de los múltiples y diversos encu­brimientos de la misma que tanto distorsionan un diagnóstico veraz de la situación.

Como resumen de estas notas iniciales —que sirven para enmar­car el tema— puede afirmarse que todo intento coherente de reforma educativa, asumida globalmente, ha de ser un instrumento de nivelación social. Si no fuera así, estaría fallando en uno de sus cometidos primordiales y vaciando de sentido a la misma reforma en su conjunto. Nivelación social no significa homogeneización o unifor- mizadón, sino simplemente respuesta adecuada 3. carácter básico y de derecho fundamental para todo dudadano que la educadón posee.

LAS POSIBLES ALTERNATIVAS A UNA RESPUESTA INSATISFACTORIA

Como acabo de indicar, en las sociedades actuales más desarro­lladas la estructura social y su reproducción está crecientemente determinada por la herencia educativo-educacional y no sólo por las desigualdades derivadas de la propiedad. Conviene, pues, reafirmar la importante función de la educación para redistribuir conocimien­tos y elementos formativos de manera más justa, que abran a todos

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—y especialmente a quienes tengan más obstáculos socioeco­nómicos—mayores oportunidades ocupacionales.

Existe un consenso unánime en la apreciación de que la escuela obligatoria no desarrolla las capacidades básicas para facilitar el trán­sito de los alumnos al mundo del trabajo, de que tampoco les orienta y de que una enseñanza de corte academicista es poco permeable a cualquier experiencia formativa en el ámbito laboral. Al mismo tiempo, sin embargo, crece una voluntad común de facilitar la com­pleja transición de la escuela al trabajo, desarrollando actitudes soli­darias, procedimientos activos y una práctica laboral —simulada, incipiente o más consolidada— que no olvide un proceso de forma­ción polivalente, como más adelante veremos.

Desde hace tiempo está en crisis el modelo lineal de traspaso de competencias de la escuela al trabajo. En la mente de muchos educa­dores y no de pocos responsables ae la administración educativa está la acuciante pregunta de cómo es posible favorecer el paso a la vida activa actuando sobre la escuela. En términos generales, la cualifica- ción escolar es el punto de partida para adquirir un cierto status social. Lo que se cuestiona es el papel del título de estudios realiza­dos como credencial para el ingreso en la vida activa en situaciones mejores, también por la razón de que en nuestra sociedad hay una acusada tendencia a desvalorizar la formación escolar.

Como afirma Luisa Ribolzi en su libro Sociología educacional y esco­lar, «la creciente diferenciación social hace cada vez más difícil una gestión única del proceso forma ti vo por parte de la escuela y resulta patente la necesiciad de una presencia plural de intervenciones e ini­ciativas públicas y privadas, que se concretan integrándose de forma articulada en los diversos cauces de formación».

Este proceso formativo conlleva la atención educativa a las acti­tudes y capacidades hacia el trabajo, que entran de lleno en la forma­ción general o de base, más que en la propiamente técnica. Pero el hecho persistente —como señala Ribolzi— «es que los datos sociales inciden eficazmente sobre el éxito escolar y la enseñanza no lleva consigo un efecto compensador sino más bien una potenciación de las desventajas de partida».

Ante el hecho capital —sobre el que hay acuerdo unánime— de la insuficiente respuesta de la escuela a las demandas formativas del mundo del trabajo y de la incorporación a la vida activa por parte de los jóvenes, cabe señalar algunas pistas que tienen cierto carácter de alternativa.

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En primer lugar (como apuntan Pedro Acebillo y Ramón Flecha en un trabajo sobre «Espacios y momentos de la formación laboral», y en Cuadernos de Pedago^'a núm. 160, junio de 1988), procede apun­tar una alternativa de doble dirección: por una parte, una Opción en la que el sistema educativo formal se dedique a la formación básica glooal y humanista, y otra consciente en que las personas que salgan con una «alta» cualincación global puedan obtener posteriormente sucesivas especializaciones con una formación ligada al puesto de trabajo.

En este contexto, surgen constantemente nuevas formas de tra­bajo que requieren un remanente aprendizaje. Se impone un giro importante del concepto de oficio-profesión al de ocupación, más amplio, comprehensivo y cambiante a la vez. Ocupación es el con­junto de actividades que se desarrollan en el puesto de trabajo y que tiene un carácter más eventual y a corto plazo. Se ha comprobado una media de cinco ocupaciones diferentes a lo largo de una vida laboral.

Las nuevas demandas económico-sociales requieren mayor diversi­ficación y capacidad de respuesta en los sistemas formativos. Daniel Jover, en el trabajo ya citado anteriormente, apuesta por una sólida formación de base, cultural, científica, que capacita para enmarcar las situaciones y ubicarlas, que proporciona el instrumental teórico y expresivo necesario para aprender a pensar, investigar y decidir sobre un problema. Con ello se previene el peligro de las especializa- dones precoces. Se trata más bien de consolidar un aprendizaje poli­valente, acentuando los aspectos comunes de aplicación general.

Asistimos sin duda a la crisis de la Formación Profesional clásica. Se da una opinión generalizada de que esta rama escolar no ha obte­nido los resultados que se esperaban de ella. Para algunos, las causas de esta decepción estriban sobre todo en el modo de concretarse la formación personal reglada en este ámbito educativo. Para otros, la razón está más bien en las características propias de la escuela, inca­paz por sí misma de responder adecuadamente a las necesidades cambiantes del mercado efe trabajo. De hecho, estas demandas avan­zan siempre a un ritmo notablemente más rápido que el del sistema escolar, lo que constituye un factor determinante de todo este pro­blema. Las soluciones se perfilarían en la línea de reorientar los curricula, mejorar la previsión de materiales didácticos, adiestrar más afinadamente en la búsqueda de trabajo, reclutar y formar rigu­rosamente al profesorado, relacionarse más intensamente con las empresas, etc.

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Paralelamente a esta crisis de la Formación Profesional se pro­duce una revitalización de la Formación Ocupacional. Existe actual­mente una sensible expansión de la educación no formal de jóvenes y adultos, con una planificación realizada más a corto plazo y ajus­tada a los recursos actuales de los centros de trabajo. Una Knea de acierto sería intentar una simbiosis, integrando los recursos educati­vos formales y no formales en una alternativa de conjunto. La reforma de la Formación Profesional ha de tener en cuenta algunas de las aportaciones hechas desde una educación más ligada al propio puesto de trabajo. La búsqueda de flexibilidad y ae cercanía al mundo del trabajo real garantiza el «éxito» de una Educación Técnico-Profesional bien orientada. Esta y la Formación Ocupacio­nal pueden y deben realizar aportaciones específicas dentro de una perspectiva equilibrada de síntesis, lo que significa establecer objeti­vos diferentes para cada una de ellas, tom o señalan Acebillo y Fle­cha en el trabajo citado, la finalidad común de ambas es lograr una indispensable preparación del trabajador que sea a la vez polivalente puestos de trabajo del mismo nivel de cualificación, pero de fami- has profesionales inconexas) y plurivalente (para puestos de trabajo de niveles similares de profesiones conexas). La Educación Técnico- Profesional debería asegurar de modo prioritario la formación pre-Erofesional básica, pera posibilitar esa polivalencia y esa plurivalencia.

a Formación Ocupacional vendría luego.En el número ya aludido de Cuadernos de Pedagogía, Antón Borja

y Emilio Muñoz aportan valiosas sugerencias, sobre todo en un tono interrogativo, acerca de la reforma de la Educación-Técnico- Profesional, partiendo de la constatación de que se produce hoy día una especie de funcionalismo mecanicista entre la educación y el desarrollo, así como una creciente ola de tecnocratismo, lo que pro­duce una persistente acomodación a los hechos consumados. ¿A qué modelo tecnológico adaptamos los cambios del sistema educativo? ¿A qué modelo productivo y de desarrollo hemos de plegarnos? Estas graves preguntas incluyen unas opciones previas sobre la democratización y humanización del proceso productivo, sobre la relación entre crecimiento y desarrollo, las relaciones con la naturaleza, la calidad de vida en sus dimensiones individual y colectiva, etc.

La educación de la iniciativa¿Qué proceso de formación se debe exigir a la escuela para que

facilite la transición al mundo del trabajo? Se han hecho a este res­

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pecto afirmaciones tajantes y acaso excesivamente utópicas, pero que encierran un dinamismo interpelador. Por ejemplo, que mediante el proceso educativo y la orientación profesional se ha de conseguir que los jóvenes, al terminar su escolaridad, posean un esquema mental que les permita iniciar su actividad económica y su integración social.

Acaso sea el actual contexto socioeconómico de abundante desempleo el que hace rebajar las expectativas y considerar utópicos otros deseos razonables. Pero lo cierto es que educar a los jóvenes en la capacidad de iniciativa y de autonomía resulta cada vez más inse­parable. La opción de crear su propio lugar de trabajo debe incorpo­rarse al pensamiento y las expectativas de los jóvenes.

En torno al desarrollo juvenil de las capacidades creativas y emprendedoras tienen lugar tanto reflexiones teóricas como expe­riencias prácticas diversas. Por ejemplo: planteamiento de iniciativas empresariales en los centros con carácter de simulación, formación de cooperativas de material escolar, cultivo y explotación de un huerto, vinculación con el mundo económico ael entorno local, etc. Estas teorías y experiencias abarcan la adquisición de conocimientos de la vida socioeconómica y laboral, de las posibilidades y recursos del medio, así como de otros instrumentos de amplia aplicación pos­terior —informática, técnicas de estudio, idiomas, etc.— sin olvidar una formación de ámbito general. En el fondo de todas estas pro­puestas late un intento muy válido de responder a una necesidad de socialización, de crear hábitos cooperativos y solidarios, de familia­rizarse con los valores y actitudes que forman parte de la práctica laboral. Obviamente, estos planteamientos implican cambios en la escuela, tanto en el orden curricular como organizativo, en las relaciones externas del centro y en las funciones del profe­sorado.

En la línea apuntada, algunos centros han realizado trabajos sobre la industria local, el sector público, el sector bancario, la activi­dad comercial de su entorno, la oferta de estudios, el centro de información y documentación para jóvenes, las asociaciones de jóve­nes contra el paro, los medios de comunicaciones locales, las asocia­ciones sociales y culturales del medio, etc. Todo ello, indudablemente, prepara a los alumnos de dichos centros para un mejor futuro laboral.

Otras alternativas se apuntan en el sentido de incorporar las cua- lificaciones sociales y culturales complementarias a las técnico- profesionales, superando la dicotomía entre conocimientos tecno­

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lógicos y los de carácter más general. Los jóvenes que se aproximan al munao del trabajo deben adquirir el aprendizaje de unos esque­mas interpretativos que les permitan abordar la realidad, así como una cierta habilidad para operar con la abstracción y manejarse con soltura en la comprensión de mensajes formales, lo que implica un esfuerzo mental de estimable importancia.

Estos son, según la reflexión ya aludida de Daniel Jover, los saberes y capacidades apreciados en la mayoría de ocupaciones: la capacidad de pensar y razonar, de proyectar organizando conoci­mientos enfocados a resolver problemas de aplicación práctica, la creatividad y capacidad de diseño entendido como habilidad de lec­tura e interpretación, la capacidad de objetivar los temas de mayor complejidad o conflictividad, la integración de conocimientos tradi­cionales y modernos, el uso correcto del lenguaje técnico, etc.

A la ñora de plantear estos saberes y capacidades, hay que tener muy en cuenta que el empleo es hoy una variable entre otras dentro de un entorno socioeconómico que se reestructura permanente­mente debido al cambio tecnológico y social que lo acompaña. Por eso mismo es insuficiente la especialización tecnológica, y se debe integrar la técnica como una dimensión de la cultura básica de tipo general, así como poner de relieve los proyectos culturales y políti­cos subyacentes a las opciones tecnológicas.

El aprendizaje se debe orientar hacia una mayor comprensión global de los procesos, abarcando también el uso de instrumentos que permitan encontrar sentido a las complejidades de la vida coti­diana y situarse en el propio ámbito social y cultural. Nunca debe considerarse a la formación ocupacional como un cierto sustitutivo —el mejor, aparentemente— del empleo real, con funciones de entretenimiento durante la espera de dicho empleo, aplicando técni­cas que muchas veces ya están superadas.

La experiencia laboralLa experiencia laboral es uno de los elementos más concretos

que separa el sistema educativo del mundo del trabajo. El problema es cómo delimitar significativamente este término y plantear accio­nes con el propósito de obtener experiencias válidas en el proceso formativo. Toda formación previa al trabajo debe incluir aspectos teóricos y prácticos combinados de tal mod.o que contribuyan a no reforzar la separación drástica entre lo intelectual y lo manual, desembocando en la denominada «división social del trabajo».

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Ya hemos hablado de las prácticas forman vas equivalentes al trabajo real, donde pueden quedar diluidos algunos elementos — como la organización y estructura directiva de la empresa, las rela­ciones y condiciones de trabajo, etc.—, pero en las que se esfuerzan los aspectos pedagógicos y metodológicos y mediante los cuales se rompe el círculo vicioso de la falta de experiencia.

Éxiste siempre el riesgo de una «subcultura laboral», que sólo se contrarresta con la apuesta decidida por una formación de base sólida e integral. Ello cobrará vigencia en el marco de una política educativa que garantice autonomía y flexibilidad a los diversos cen­tros para que respondan adecuadamente a las nuevas demandas. La Comisión de las Comunidades Europeas —entre otras tantas instancias— insiste en la necesidad de combatir el fracaso escolar, reduciendo en términos económicos y sociales el número de aque­llos que ingresan en el mercado laboral sin las cualifícaciones apro­piadas. Y recomienda que se refuerze el papel de las escuelas en el proceso de orientación y elección profesional, no olvidando tam­poco la colaboración con las empresas, sobre todo en cuanto a deter­minar las posibilidades del mercado de trabajo.

LAS EXPERIENCIAS DE TRANSICION

Vamos adquiriendo, afortunadamente, un considerable nivel de reflexión y de documentación sobre el difícil tránsito de los jóvenes del mundo educativo al laboral, lo que sin duda abocará de modo progresivo a una práctica más coherente y consolidada. El marco general se configura con la elaboración e interconexión de políticas educativas de largo alcance que se planteen exigentemente la calidad de la formación, el contenido y el estilo de la enseñanza, la aplicación distributiva de los recursos, la adecuación profesional de los recur­sos impartidos, la apertura de las escuelas a sus comunidades locales y su colaboración ele todas las organizaciones económicas y sociales de la zona donde se ubica el centro educativo.

Las estructuras locales de apoyo, que funcionan a pequeña escala y con una clara finalidad práctica, asumen diversas experiencias de naturaleza teórico-práctica, como son los comités para diversas cuestiones, la ampliación de organismos ya existentes, las estructu­ras cercanas de política educativa que incluyen dimensiones más amplias (la iniciativa nacional, el marco poKtico, legal y financiero). Los proyectos-piloto que se presentan a nivel europeo muestran

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tres tipos de enfoques: la adaptación de los curricula a los intereses de los jóvenes, la relación con la vida de la comunidad local y la for­mación orientada al trabajo. Los padres de los alumnos son utiliza­dos frecuentemente como recurso, por la posible red de contactos con el mundo exterior que ofrecen, por sus conocimientos prácti­cos, profesionales y técnicos, por su inserción en el medio sociolabo- ral y por su aportación en el proceso de orientación e información.

En España se dan las prácticas en empresas, los programas de Formación Profesional en alternancia, los Servicios de Información y Orientación para jóvenes (con la colaboración de Ayuntamientos, Universidades Populares, Consejerías de Juventud de Comunidades Autónomas), la formación continua (hacia la que hay una actitud favorable no exenta de grandes dificultades por parte cíe la Adminis­tración), las iniciativas para estimular la capacidad emprendedora de los jóvenes, la formación para el autoempleo y la singular y válida andadura educativa de las aulas ocupacionales para muchachos de catorce a dieciséis años (educación compensatoria).

Una sucinta valoración de todas estas experiencias registra unafran riqueza y diversidad de iniciativas, una sensibilización creciente acia el problema, una abundante documentación escrita y un aisla­miento y falta de coordinación entre las distintas experiencias. Un

aspecto importante es el de las posibles innovaciones curriculares ante el hecho del fracaso escolar y de las desigualdades tanto en el acceso a la enseñanza como en el desarrollo de la misma. Tales inno­vaciones van en la línea de acentuar el aprendizaje activo y experi­mental, la utilización sistemática del medio exterior como recurso educativo y la introducción empresarial y de las prácticas laborales. La preparación actualizada y creciente del profesorado, el adecuado desarrollo institucional y el aprovechamiento al máximo de todas las posibilidades de innovación y de colaboración son otros requeri­mientos primordiales que señalan de modo convergente las múlti­ples experiencias realizadas.

LAS CUESTIONES DE FONDO EN EL MARCO DE UNA SOCIEDAD NUEVA

He dejado para el final lo que es, a mi juicio, más importante: cómo configurar una preparación educativa para el empleo en el marco de la sociedad que estamos alumbrando. Hay cuestiones de fondo que condicionan y orientan todo este proceso, y quiero seña-

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lar algunas de ellas. Pero es importante situarnos primero en el marco social que nos corresponde.

Sin excesivo énfasis, se puede hablar de sociedad «nueva». En su pequeño pero denso ensayo Un oyecto de sociedad en clave de utopía, nace Juan N. García-Nieto un diagnóstico atinado de lo que se está gestando y un pronóstico no menos acertado de lo que nos espera. Vivimos en un sistema —llamado el «mercado total»— que genera injusticia y que es incapaz de dar respuesta a las nuevas contradiccio­nes sociales. Son consecuencias de este sistema la innovación tecno­lógica y la precariedad laboral, un tejido social insolidario y un nuevo subproletariado. El previsible escenario socioeconómico para las próximas décadas muestra una perspectiva de trabajo escaso, la aparición de nuevos empleos, el aumento de colectivos sociales con- cienados a una mardnación y exclusión social sin retorno y la presen-

de valores (mas bien de intereses) que pretenden legitimar ycíafortalecer esta dualización de la sociedad. Además, una oferta educa­tiva pragmática y elitista, la utilización competitiva y avasalladora de las nuevas tecnologías, y una brecha cada vez más ancha y honda entre el Norte y el Sur, con todo lo que ello significa de hambre y desnutrición para centenares de millones de personas frente a la riqueza inmensa acumulada en las regiones privilegiadas del planeta.

En contrapunto al escenario del sistema aparecen nuevas sensi­bilidades v exigencias socioculturales por una mayor calidad de vida, por la defensa del equilibrio ecológico, por la paz, contra la discrimi­nación sexista... Todo ello unido a formas alternativas en el ámbito ocupacional y en la producción, las ya aludidas asociaciones de jóve­nes en lucha contra el paro, el incremento del trabajo cooperativo y asociado, las luchas sindicales en contra de las reconversiones salva­jes proponiendo alternativas de reciclaje profesional o de creación de empresas autogestionadas, etc.

Sobre tales presupuestos, los criterios orientadores de un pro­yecto de sociedad nueva y utópica pueden ser éstos: una política de «plena actividad», abarcando un trabajo diferente que se reahce en ocupaciones socialmente útiles; trabajar menos tiempo para que puedan trabajar más personas; la asignación básica universal; una renta para todos desvinculada de la cantidad de trabajo; un nuevo tejido social, más participativo y descentralizado; una nueva oferta educativa y unos nuevos valores.

En este contexto, es precisamente el posible conflicto de valores lo que nos preocupa. ¿Acaso los valores fundamentales que pro­pugna todo empeño serio de reforma educativa no se chocan fron­

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talmente con los valores imperantes en nuestra sociedad de hoy? La educación crítica, personalizada, participativa, enraizada en el medio, solidaria, etc., ¿no supone un intento demasiado fuerte de cuestionar de raíz la conmetitividad insolidaria, el consumismo alie­nante, el pragmatismo eficaz, la unidimensionalidad, la trivialidad, el poder omnipresente, las formas varias de violencia que son —todas ellas y algunas más— las pautas actuales y generalizadas de compor­tamiento social? ¿Es capaz esta sociedad de asumir seriamente el embate de una reforma educativa? ¿No estará más bien dispuesta a deglutirla para descalificarla de un modo u otro, ateniéndose a los cambios formales y recortando expectativas y recursos, poniendo trabas de muy diversa índole? Por ahí podría venir el fracaso de la reforma educativa, y ésta es sin duda una de las cuestiones de fondo pendientes y de la máxima importancia y gravedad.

La garantía de proporcionar un aprendizaje para la vida —y no sólo para la escuela— es otro problema de fondo que afecta a toda reforma educativa y también, por supuesto, a la rama técnico- profesional, para asegurar un tránsito coherente y eficaz de la escuela al mundo del trabajo. Dicho aprendizaje para la vida incluye prioritariamente la formación de hábitos mentales que vaya confi­gurando la construcción de un conocimiento autónomo. El valor de la ideología y del pensamiento en sí ha sido desplazado con excesiva frecuencia cíe los sucesivos proyectos de reforma que se han ido planteando. Esperemos que ahora no vuelva a ocurrir lo mismo.

La formación del conocimiento integral y comprehensivo no se agota en una dimensión individual, sino que se enraíza en lo social. Por eso se trata de promover nuevas ocupaciones socialmente útiles que contribuyan al desarrollo de la comunidad y al incremento de la calidad de vicia. Y se trata también de mantener la tensión creadora y la integración necesaria entre la formación, la inserción profesional y la creación de empleos a nivel local. Así se va logrando una forma­ción ocupacional enmarcada en un proceso global de educación para el desarrollo, retomando desde otro sitio el viejo principio de que «no hay igualdad ante el trabajo si no ha habido previamente igual­dad ante la educación».

La socialización es uno de los objetivos fundamentales que debe perseguir la escuela. La socialización laboral —según Luisa Ribolzi, en el libro citado— «comporta un aprendizaje de conocimientos a diversos niveles de complejidad e interioridad de normas». Esta se refiere, a su vez, tanto al trabajo en su complejidad como a las activi­dades específicas y roles laborales, que cambian con rapidez si cam­

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bian las condiciones estructurales del trabajo o si se modifica el con­texto en el que vive el trabajador. Se produce actualmente una «desva­lorización de las credenciales técnicas» —en expresión de Collins— frente a una valorización de los aspectos inherentes a la personalidad y a la socialización que garanticen el compartir el sistema de valores de la cultura industrial más que de adquirir competencia, lo que no se puede lograr en poco tiempo en el propio ambiente de trabajo. La escuela debe suministrar una visión ampha (cultural y tecnológica) y no restringida de los problemas, que luego se encontrará al situarse en el sistema productivo.

Así, se da un doble nivel o fase en el proceso de formación: la preparación para el mundo del trabajo y la preparación para una ocu-Eación concreta. Los contenidos de esta formación se orientan hacia

L mayor especificidad y complejidad de las relaciones entre sistema de trabajo y sistema educativo.

Las posibilidades de intervención de la escuela en el mundo laboral dependen prioritariamente de las condiciones estructurales. Estas condiciones —factores demográficos, económicos y de rela­ciones industriales, factores humanos cuahtativos de organización del trabajo— han reducido dichas posibilidades de intervención. El sistema escolar tiene por objeto la formación y se caracteriza por procedimientos específicos, diferenciados y con un valor preponde­ran temente apUcado. Esta duahdad dialéctica es útil para la sociedad y los estudiantes si cada sistema —escolar y productivo— desarrolla su tarea específica en un proyecto común.

Los créditos educativos son un modo váhdo de presentar a la formación permanente como apoyo a la calidad del trabajo. Se trata asimismo cíe facilitar la movilidad interprofesional, la polivalencia, poniendo mayor peso en la formación de base y menor en los conte­nidos técnicos especiahzados. La movilidad vertical y horizontal aparece como condición inevitable para mantener los niveles de ocupación. Resulta inestimable el poder disponer de una mano de obra más flexible, de personas dotadas de una acreditada y arraigada capacidad activa de aprender.

Se reclama desde todas partes un cambio profundo del modelo de formación, que en el caso específico de la educación técnico- profesional continua reviste estas características: análisis de las nece­sidades, potenciación de la información, incremento de la motivación, reorganización de contenidos y métodos. Se nota la falta de un sis­tema eficaz de programación de la formación.

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Como conclusiones provisionales de lo dicho podemos apuntar las siguientes: revisar la concepción misma del trabajo presente en la cultura escolar; reestudiar las expectativas y actitudes de los jóvenes frente al trabajo (demanda de mayor profesionalización a la escuela para un trabajo diferente, como elemento capacitador de la propia existencia personal y de la contribución a la transformación social creciente «demanda de sentido»); socialización del trabajo, con su peso ideológico: el trabajo como instrumento de crecimiento o de aculturación.

¿Se puede añadir mucho más a lo dicho hasta aquí sobre el paso de la educación reglada al ingreso de los jóvenes en la vida activa? Probablemente sí, pero pienso que más como desarrollo cualitativo y pormenorizado que como novedad estricta. Una formación para la vida laboral que no contemple y asuma las coordenadas y contradic­ciones de la sociedad que se está generando corre el riesgo de desvir­tuarse en su propia raíz. Por el contrario, una educación que no ahonde la fosa de una sociedad dual —empleados y desempleados, instalados y preconizados— que afronte las posibilidades culturales del ocio como configuración de la vida, que retome constantemente el concepto de cultura para decantarlo y enraizarlo en el contexto socioeconómico cotidiano, que no elimine la ideología como ele­mento dinamizador de la existencia del éxito, ni la autopia como referente de futuro... Una educación así encierra la garantía del éxito, del único éxito que nos importa, gracias al cual somos cada día un poco más humanos, más aptos para vivir creativamente en sociedad.

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Una nueva oferta educativa (*)Jesús Renau Manén

La referencia a la educación ha ido surgiendo continuamente como punto esencial del presente cambio de sociedad y como posi­bilidad de transformación futura. La cuestión educativa es tan amplia que, con el fin de dar claridad a nuestra exposición, nos vamos a ceñir al sistema educativo en su conjunto, como realidad global y vamos a hacerlo en forma de enunciados o tesis.

1. EL PAPEL DE LA ESCUELA SIGUE SIENDO HOY IMPRESCINDIBLE

Antiguamente la transmisión de conocimientos se ceñía básica­mente al ámbito escolar. Era sobre todo y fundamentalmente en la escuela donde se aprendía. Hoy, en cambio, la transmisión de cono­cimientos, de cultura, ha ampliado sus vehículos y ya no tiene a la escuela como medio único y central. Los medios de comunicación social están ofreciendo a diario muchísimos elementos culturales. El ambiente, las agrupaciones, las entidades religiosas, etc., aportan también muchos aspectos de cultura y del saber humano.

Aunque la escuela no tenga, pues, la exclusiva de la educación, su papel sigue siendo fundamental. Ha de realizar en los niños y adoles­centes la función integradora de todo el bagaje de conocimientos que de forma tan variada y anárquica impacta su mente y sus sentimien­tos. No es tarea fácil integrar tanta información, que se recibe gene­ralmente, al servicio de otros intereses que no son precisamente los educativos. Integrar significa ordenar, aclarar, criticar y valorar.

(*) Nota de la Redacción: G racias a C ristianism o y Ju s tic ia y a la generosidad del au to r, publicam os este artículo que es parte (capítulo 9) de la obra La Sociedad del Desempleo, AA. VV.,Barcelona, 1989.

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La segunda función de la escuela hoy es la de proporcionar el apren­dizaje básico sistemático que capacite al alumno para el desarrollo cultu­ral y laboral. Ha de comunicarle al alumno las nerramientas esenciales para esta tarea, su uso, sus procesos, ampliaciones y limitaciones.

La tercera misión de la escuela es la formación de un sistema de valo­res en orden a la convivencia, la democracia, la libertad, el respeto y las dimensiones no mensurables de la persona, aquellas que llamaría­mos espirituales, que tan necesarias le serán y le son ya ahora. Nin­guna educación es neutra. Siempre viene tamizada de valores y contra valores. Es fundamental que la escuela tenga muy claro su papel al respecto y se mueva toda ella dentro de un sistema ético humanista.

2. EL SISTEMA EDUCATIVO VIVE HOY UNA PROFUNDA CRISIS INSTITUCIONAL

Las diversas y frecuentes manifestaciones de esta situación crí­tica del sistema educativo nos indican que el mal no es únicamente el que aparece. Hay un profundo desánimo entre los profesionales de la educación, una certeza de ineficacia en los que podrían facilitar los medios y un notable desconcierto frente al cambio de sociedad. Esta crisis se viene arrastrando de años y no acaban de emerger los cami­nos concretos de dignificación de la tarea educativa y de solución operativa de no pocos problemas planteados.

Cada día aumenta el abismo entre escuela y sociedad. Esta va evolu­cionando en todos los niveles al margen de la escuela. De hecho hay muy poca relación mutua y la escuela se queda cerrada sobre s í misma y va actuando como si la sociedad fuera la de hace unos años.

La enseñanza no estatal en gran parte ha cogido los parámetros de la empresa privada para organizar su funcionamiento interno. Es posible que este hecho, quizá no pretendido en la generalidad de las entidades titulares, haya dado a la escuela privada un nivel de efica­cia; pero la configuración como empresa lucrativa (que en bastantes de ellas lo es poco^ ha supuesto a nuestro entender pagar un precio valorativo y moral muy costoso y que a la alarga puede tener funes­tas consecuencias esencialmente para la enseñanza religiosa. Del arte de educar se ha pasado al trabajo asalariado, y esto qué duda cabe que impacta la misma educación.

La enseñanza pública se ha adaptado a los procedimientos buro­cráticos propios del funcionarato. Muchos maestros han entrado en

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la escuela como medio para subsistir en una época de paro generali­zado. La dimensión vocacional y las cualidades para una labor de tanta trascendencia han pesado poco. Rápidamente se han adecuado a los ritmos, reinvidaciones y mentalidades peculiares del funciona­rio; lo cual, por inevitable que sea, no es el mejor medio de ejercer una docencia que, ante todo, es un arte. Lo peor de esta situación es que el Estado los sigue considerando como funcionarios de grado inferior, incluso en la remuneración económica, y no tiene medios eficaces de controlar su gestión. Hay que añadir a esto la indefensión en que se encuentran muchos maestros y la lentitud de una organiza­ción colectiva pesada y burocrática.

3. HA FRACASADO EL MODELO DE ESCUELA IGUALITARIA

Uno de los grandes intentos educacionales de la Europa de los años sesenta fue la concepción de la escuela como el mejor medio de igualar a los ciudadanos. La escuela gratuita, pluralista y laica iba a ofrecer a todos las mismas oportunidades, iba a ser el crisol en el que las diferencias desaparecerían; así, mediante el camino de la educa­ción, se pensaba, iba a desaparecer la distancia social, económica y cultural que ya desde la misma infancia dividía a los ciudadanos.

Esta pretensión igualitaria de la escuela ha fracasado. Aunque esta afirmación puede resultar un tanto rotunda, la realidad nos muestra que es acertada y que responde a los hechos. El sistema eco­nómico neoliberal capitalista ha condicionado de tal forma a la escuela que la ha ido convirtiendo en una gran máquina seleccionadora. Actualmente es la escuela la que va creando la división entre los niños y adolescentes. Forma en la desigualdad. Si al entrar en ella puede haber cierta homogeneidad, pronto estos alumnos van siendo clasificados y seleccionados, es decir, divididos en unos que irán ade­lante y en otros que irán quedando en la cuneta de la marginación.

Quisiera recalcar que, en gran parte, esto se debe a los imperati­vos del sistema económico, que ha tomado la escuela como el mejor medio para esta selección gradual. Se podrá objetar que no todos los niños tienen las mismas capacidades, ni todas las familias el mismo nivel cultural y la misma colaboración con los maestros; es cierto, pero precisamente era éste el reto de la escuela, que fuera capaz de apoyar a los menos dotados, que fuera capaz de que la tan cacareada igualdad de oportunidades f uera el efecto una dedicación preferente

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para los menos favorecidos, mediante aulas de apoyo, maestros espe­ciales..., etc., con el fin de que ellos no quedaran en situación nega­tiva. La igualdad de oportunidades no es únicamente que cualquier niño tenga un lugar en la escuela. Es fundamentalmente que pueda progresar porque la educación está al servicio del ciudadano real y concreto.

Las necesidades y la valoración que el sistema económico hace de la vida laboral y del funcionamiento social han ido pesando sobre la escuela, que actualmente es la que hace la primera criba y selección entre sus alumnos.

4. LA ESCUELA ACTUALMENTE PADECE EL SINDROME DE LA MERITOCRACIA

Es toda la sociedad la que sufre este síndrome de méritos, esta necesidad de diplomas, certificados, notas y currículums. Las puertas se abren o se cierran en función de estos papeles. No hay nada a hacer cuando éstos no están en regla.

Evidentemente esto ha impactado a las familias y son los padres los que preparan a sus hijos para que entren en este ordenamiento. La escuela sigue el mismo camino y evalúa, determina quién pasa o no pasa, q uien recibe el certificado o se queda sin él, etc. Aumentan sin cesar los informes, el papeleo, la burocracia.

Sin duda que esta función, hasta cierto punto, es necesaria en una sociedad organizada y que representa en sí misma una garantía de preparación y seriedad. Lo que pasa es que en la mayor parte de las escuelas ha cobrado una importada tal que ha echpsado otras dimensiones mucho más importantes, como son las formativas, que quedan supeditadas de hecho a la función meritocrática.

Desde el punto de vista social se va creando ya la división entre los alumnos. Unos van orientados hacia el éxito, que les llevará pre­visiblemente a formar parte de la élite, y otros irán a parar al resto, donde se buscará un trabajo mal pagado y desprot^ido y la vida resultará difícil, cuando no miserable. En el llamado fracaso escolar se está gestando ya el fracaso social.

5. HA FRACASADO LA TEORIA SOBRE «EL CAPITAL HUMANO»

Este fue otro de los grandes principios de la educación en los años del desarrollo. La misma ley de educación «Villar Palasí» fue un

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elemento más dentro del desarrollismo de quedos tiempos. Se decía que la mejor inversión que podía hacer una sociedad era la forma­ción cultural y técnica de los ciudadanos. Y esto es cierto, es una ver­dad evidente. Pero se decía mirando más a la economía, al mercado de trabajo, que a la misma realización de los ciudadanos. Este acento fundamentalmente economicista es el que ha hecho fracasar el intento.

Las necesidades económicas actuales, y sobre todo las del futuro, no nacen básicamente del capital humano sino de la adquisión de las nuevas tecnologías. Sin duda que éstas requieren una preparación técnica adecuada y una gran cantidad de personas con excelente nivel tecnológico y cultural. Ellos son y van a ser las élites tecnológicas y económicas que el sistema formará y gratificará de modo adecuado. Pero la gran masa ya no es un capital humano al que haya que pro- mocianar, es una masa de consumidores. Se está comprobando ya, como se ha expuesto más en otro capítulo de este libro, que la masa laboral se divide cada vez más en dos sectores bien diferenciados, el sector de élite y al mayoritario al que no se le exige una especial preparación.

La escuela ha sido impactada por este cambio de perspectiva. Si bien debe seleccionar los posibles talentos, no se le atriouye ya la misión de dar a todos las máximas capacidades posibles. ¿Qué se iba a hacer con tanta gente de valor. ¿No representarían más bien un peligro de frustración?

6. LA ESCUELA ESTA DESCALIFICANDO A UNA GRAN PARTE DE SUS ALUMNOS

Hace ya muchos años que la reorganización capitahsta del tra­bajo va siguiendo un proceso de descalificación de los trabajadores. Estos cada vez van perdiendo protagonismo en los procesos labora­les. Desde los tiempos del trabajo manufacturado hasta la automati­zación y la robotización, los productores han ido bajando en su papel mientras las máquinas han ido acaparando su lugar. La complicación de losp>rocesos y la no intelección de los parámetros directivos y de decisión, aun para los trabajadores mejor preparados, van creando una situación galopante de desinformación y no inteligencia de lo que realmente está pasando.

Las nuevas tecnologías, guiadas por un capital que siempre toma las decisiones en función del beneficio excedente, han acele­

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plo­rado este ritmo de descalificación laboral en la masa de ductores.

De forma paralela, y pensamos que enlazada con este hecho, la escuela ha ido descalificando a muchos de sus alumnos. Otra vez escuela y sociedad se corresponden. Y también otra vez para negar de hecho la misión primordial de la escuela, que es la formación de todos los ciudadanos en todas las dimensiones humanas y espiritua­les del ciudadano. La marcha económica impone sus condicones a la escuela, y en el fondo ésta está actuando en conformidad con los intereses del gran capital.

7. ES MUY URGENTE UNA REFORMA EDUCATIVA RADICAL

El sistema escolar vigente no responde a las transformaciones económicas, sociales y culturales de la sociedad de hoy, está en gran parte condicionado a una economía que carece de humanismo, que explota y divide a la sociedad, aunque la dote de bienestar consu­mista. La escuela no puede seguir siendo la correa de transmisión de este sistema, ha de descubrir una misión propia, un proyecto educa­tivo que vaya más allá del statu quo actual, que sea capaz de recuperar el «sentido» y no de acomodarse al «funcionamiento».

Por esto una reforma radical se hace cada día más urgente. La mayor parte de los estudiantes no se sienten bien en el marco esco­lar. Es para ellos fundamentalmente una carga pesada en especial en lo que tiene de más escolar. Lo mismo podemos decir de los maes­tros y profesores, cuya crítica y malestar son patentes a toda la socie­dad. De seguir así mucho tiempo va a cundir un desánimo generalizado en un sector social que, más que ninguno, necesita de paz, orden, estudio y diálogo constructivo para flevar a cabo su tarea.

8. FORMACION DE CAPACIDADES SOCIALES

Frente a un futuro tan incierto y en continua transformación de escuela reformada debe contemplar como uno de sus objetivos pri­mordiales la formación de capacidades sociales. Se trata de dar al ciu­dadano unos instrumentos sociales que le hagan capaz de buscar con constancia ánimo y resistencia.

Vamos a señalar algunas de las más fundamentales de estas capacidades:

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Relación interpersonaL—Sin duda la escuela ha de ser un ámbito privilegiado para iniciar y potenciar la capacidad de relación inter­personal en todas sus dimensiones y consecuencias: descubrimiento de los demás, interrelación con ellos, compresión, diálogo, búsqueda común, mundo de los sentimientos..., etc.

Trabajo en grupo.—Frente a la lucha individualista para sacar ade­lante el proyecto personal a costa de los demás, llegar a ser el mejor, la escuela debe enseñar y fomentar el trabajo en equipo como más eficaz, más divertido, más humano, más capaz de hacernos sentir personas, etc. Esto conlleva la superación de hábitos subjetivistas y egoístas y pide un aprendizaje difícil.

Capacidad para tomar decisiones.—El ciudadano del futuro, si no es capaz de tomar decisiones desde su propia personalidad y cosmo- visión, será un altavoz de un sistema que por su propia inercia arras­tra a la gregariedad. Será la voz de su amo. Esta capacidad de uso de la propia lioertad debe ser aprendida, supone un proceso sabio, una segundad personal, etc., que la escuela debe fomentar y enseñar.

Capacidad para organizarse.—Uno de los peores males del hom­bre occidental actual, y que más hay que preveer de cara al futuro, es que se encuentra solo frente a muchos de sus problemas, en especial los laborales. Pudiendo usar plenamente su libertad de asociación, de fa cto se ha complicado tanto el sistema asociativo que le resulta difí­cil salirse del marco subjetivo y organizarse eficazmente. Lo cual tiene consecuencias lamentables. Se cumple aquello de divide y ven­cerás. Por tanto, la escuela debe ser escuela de organización y asocia­ción. No es fácil, pero responde a uno de los deseos más fundamentales del ser humano.

Sentido crítico.—Aprender a descubrir los motivos, las razones, el por­qué de la realidad, sus contradicciones y sus posibilidades y todo ello no para llegar a una inhibición frente a las dificultades; al contrario, una crítica que arrastre a la voluntad de transformación y de cambio.

Valoración ética.—Habrá que insistir sobre esta realidad. La escuela no puede desentenderse de la formación en los valores. Ha de ayudar a sacar de dentro de los alumnos las fuerzas humanas que los sitúen en un mundo en que no todo da lo mismo o que el bien y el mal dependen de la voluntad de la mayoría. Los derechos humanos, aceptados universalmente, son las bases teóricas de una conducta que debe basarse en la conciencia que busca la verdad más allá de los convencionalismos y los intereses. Hay que acostumbrar a las jóve­nes generaciones a que lleguen al juicio ético, a que intenten ser con­secuentes con dicho juicio, a que llenen el gran vacío que produce

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nuestra sociedad con unos valores cjue pontencien su mundo inte­rior y les ha^an capaces para la solidaridad y la gratuidad.

Imaginación creativa.—Finalmente señalamos esta capacidad como uno de los resortes que les ayudará a superar las inercias del momento actual para abrir posibilidades a un futuro distinto. La imaginación creativa es el arte de crear respuestas y dar saltos hacia adelante que arrastran unas formas nuevas de ser y de comportarse. Hay que fomentarla y valorarla como el instrumento más impor­tante para sacudir el aburrimiento dominante e improductivo.

9. METODOLOGIA DE ESTUDIO Y DE TOABAJO

La escuela reformada ha de facilitar a los estudiantes los instru­mentos básicos del trabajo intelectual. Cada día la distancia entre contenidos transmisibles y conocimientos generales culturales aumenta. Hace veinte años,por ejemplo, lo que se podía explicar en las clases de bachillerato sobre materias científicas representaba un tanto por ciento bastante más alto que lo c|ue actualmente se puede hacer. Los conocimientos van en progresión incesante; mucho más que la posibilidad de los programas. La diferencia entre contenidos transnusibles y acerbo global cultural es necesariamente mayor. Por tanto, no se trata de ir ampliando sin cesar los programs, de irlos haciendo imposibles, de ir aumentando el número de horas lectivas. Se trata de facilitar los instrumentos intelectuales para que el alumno por sí mismo sepa cómo debe trabajar.

Los métodos han de cobrar una importacia esencial. Son, de hecho, mucho más importantes que los contenidos. No hay que lle­nar la mente infantil con datos y conocimientos inútiles o que pronto van a estar desfasados. Hay que agilizarla, hay que prepararla para que se mueva, para que se sepa dónde están los recursos... (etcétera).

10. EDUCACION RECURRENTE

Entendemos como educación recurrente aquella que busca sus recursos también fuera de la escuela. Recurre a La sociedad para que ésta le facilite mediaciones y ayudas educacionales. Es una educación abierta a lo que pasa fuera ae la escuela. Colabora y recibe la colabo­ración de los municipios, los sindicatos, las asociaciones culturales.

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religiosas, deportivas, etc. Con ello, a la vez que aumenta la capaci­dad de recursos prácticos al servicio de la escuela, se van creando puentes entre escuela y sociedad y se va superando el abismo que actualmente los separa.

Una de las formas más urgentes y operativas de la educación recurrente es la integración estucho-trabajo tanto en las enseñanzas pro­fesionales como en el mismo bachillerato. Se están dando pasos importantes en este sentido en no pocos países europeos. Sin duda que las empresas públicas y privadas han de jugar un importante papel en la educación recurrente, y la administración debe favore­cerle tanto creando un marco legal adecuado como mediante ayudas y subsidios. Algo se está adelantando a este respecto. Convendría, desde el principio, prever una degradación de esta línea, que es la falta real de revisión y reflexión valorativa y educativa por parte de la escuela con los alumnos que participan en programs laborales en empresas.

11. DEMOCRATIZACION INTERNA

La escuela reformada debe ser democrática y formadora en democracia. Es un gran ensayo social. Se dan internamente los ele­mentos de la sociedad: relaciones interpersonales múltiles, organiza­ción laboral, objetivos de toda clase, leyes y reglamentos, autoridad, evaluaciones, descansos, etc. Es, por tanto, en la escuela, donde el pequeño ciudadano ha de aprender las bases y los hábitos de una democracia que no debe contentarse con el derecho al voto representa­tivo sino que debe profundizar en todos los niveles de la vida.

Si una escuela no funciona democráticamente está enseñando a convivir en el autoritarismo o en la anarquía, lo cual tiene conse­cuencias futuras muy importantes. O estamos con la democracia real o en contra de ella; aquí tampoco hay términos medios.

Todo esto supone un nuevo planteamiento de régimen interior. No se trata de un tema sencillo, porque la escuela debe ser eficaz, los alum­nos han de acaparar la mayor dedicación, pues son ellos el centro fundamental, y, por tanto, los claustros no pueden ir de reunión en reunión agotando en asambleas y debates internos las energías y el humor que necesitan los niños y adolescentes. Pero, por otro lado, no es educativo caer en el direccionismo o en el control de grupos de presión. El equilibrio entre participación real y eficacia es la llave del recto funcionamiento de una escuela.

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Difícilmente se llegará a un nivel aceptable de democratización de una escuela sin pasar por un proceso de entranamiento y de no pocas dificultades.

12. LA REFORMA ESCOLAR DEBE RECIBIR EL APOYO DE TODA LA SOCIEDAD

Aunque es una cuestión que primordialmente pertenece a la escuela y a la administración, la reforma escolar va a incidir en el tejido social de forma importante, en la familia, en el mundo laboral, económico, religioso, etc. Por tanto, debe ser toda la sociedad la que participe en el debate de la reforma escolar v la que se apreste a dar un apoyo y colaboración a un proyecto funoamental para el futuro.

La colaboración legal debe desburocratizar la escuela, simplifi­cando y tecnificando su administración y su gestión, ofreciencío un marco sencillo inteligible y en el que los profesores puedan dedi­carse a su tarea fundamental. La colaboración económica debe represen­tar de modo definitivo la superación de los atrasos en este orden de cosas que en nuestro país han acumulado años y años de abandono, en especial en la escuela pública. El estado, las naciones y autono­mías, los municipios, etc., deben invertir generosamente en la ense­ñanza porque ésta es la voluntad de los ciudadanos, que dan mucha más importancia a estas cuestiones a la hora de pagar sus impuestos que a muchas otras que acaparan grandes contingentes del presu­puesto. Sugerimos que se haga una consulta popular al respecto y que sea la ciudadanía la que se defina sobre los gastos educacionales y los gastos militares, por ejemplo.

Las entidades culturales, religiosas, las empresas comerciales, industriales, las asociaciones, etc., han de ofrecer a la escuela, con el apoyo de la administración, su colaboración para que sea realidad lo que se ha dicho acerca de la educación recurrente. Que se calcule lo que significa en cifras de macroeconomía el hecho de la mayor permanencia de tantos jóvenes en el ámbito de la formación y su retraso en la inte­gración al mundo laboral. ¿Estas cantidades ingentes de miles de millones no se podrían utilizar en facilitar la educación recurrente?

13. UNA NUEVA ORGANIZACION DEL TIEMPO

Una de las consecuencias más importantes de la reforma de la escuela es la nueva organización del tiempo. Nos referimos, cierta­mente, al horario escolar, pero hay que ir mucho más lejos que la

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simple modificación del horario de clases, deportes, festividades u otras actividades formativas.

La educación recurrente, que conlleva salidas regulares del edifi­cio escolar y la posterior formación mediante la reflexión crítica sobre el trabajo o las actividades sociales, produce una modificación sustancial del horario. En algunos países, las mañanas se dedican a la tarea didáctica dentro de la escuela, y las tardes al trabajo empreas o en la administración.

Hay que ir más allá de una adaptación del horario a estas nuevas demandas. La razón radica en el cambio del valor tiempo que se está operando en la sociedad. Los estudios sobre el futuro son unánimes al afirmar que vamos hacia la socieaddel tiempo libre. La dedicación al trabajo se irá reduciendo y la jubilación adelantando. Ya estamos metidos de lleno en este proceso. Es algo irreversible. La escuela, por tanto, debe tener presente este factor en la organización de su valor tiempo. Debe enseñar un uso más racional, más Indico, libre y cultural del factor tiempo. No basta con afirmar, hay que educar desde la realidad misma del horario y de cómo se llena éste, a base de clases generalmente magistrales que acaparan casi toda la jornada, sino que hay que ir a la creación de espacios para la creatividad, la acción social, el deporte, la libre información, el arte escénico, etc.

Una realidad que se adivina ya de absoluta urgencia como es la formación permanente debe reducir su aprendizaje en la escuela. Esto supone un planteamiento en el que el alumno tenga una iniciativa cultural, guste del valor ciencia y sabiduría humanas como una de las bases del buen funcionamiento personal, de la felicidad aspirable. Crear los hábitos de formación permanente, su necesidad interior y el gusto por el saber al margen de los beneficios económicos que este saber proporciona es una de las tareas fundamentales de la reforma escolar.

Esta reivindicación de un «nuevo tiempo» no debe limitarse a la escuela, debería entrar en los programas sociales y en las propuestas sin­dicales. Hemos de cambiar mucho sobre ello, porque corremos el peli­gro de que un uso más generalizado de la libertad en los horarios y en la sujeción disciplinar al trabajo arrastrará a no pocos ciudadanos a un ocio vacío y despersonalizante, por no hablar de situaciones peores.

14. INTEGRACION DE NUEVAS TECNOLOGIASLa finalidad de esta integración fundamentalmente es la modifi­

cación del papel d el maestro o profesor, que ha de pasar de una función

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centralizada y magisterial a otra más eficaz de animador, tutor y monitor de un trabajo que hace el alumno. La integración de nuevas tecnologías a la escuela no va tanto a asegurar a los alumnos un entre­namiento sobre ellas para que el día de mañana encuentren un trabajo con una mayor facilidad —lo cual es absurdo tal como van los avance tecnológicos— sino que va a un cambio del papel del maestro. Por otro lado esta introducción tecnológica debe ir acompañada de una tarea crítica sobre las mismas tecnologías, sus posibilidades y sus lími­tes. La formación llamada humanista debería potenciarse como con­trapeso a las inercias tecnológicas e introducirse dentro de la misma tecnología, ya que todo está al servicio de la persona humana.

Queremos poner punto final a este capítulo. Estamos frente a un reto histórico como consecuencia de la crisis económico-social de la años setenta y de los cambios culturales y estructurales que se están operando en la sociedad occidental en los años ochenta. Ha habido unas transformaciones muy profunda en todo el sistema de produc­ción y en la mundialización del mercado de las transnacionales, que se van convirtiendo en el poder real del momento. Esto, en gran parte, ha dejado a la izquierda clásica, al menos, en franca desorientación y a la baja. No son eficaces las actitudes de simple resistencia o numan- tismo. La reacción debe plantearse desde las mismas contracciones que la nueva realidad presenta, porque crea miseria, marginación, lanza al paro o al trabajo desprotegido a millones de diudadanos, especialrnente jóvenes. Por otro lado, las masas que gozan del bienes­tar se encuentran con el gran vacío espiritual y cultural que crea el mismo consumo y la apretada exigencia de una vida contra reloj. La postmodernidad expresa el refugio al sujeto, la limitación de las aspi­raciones y utopías, la aceptación de unos planteamientos a ras de tie­rra a los que se les debe vestir de elegancia y discreción pero que no son capaces por sí mismos de representar ningún cambio estructural. Esta mentahdad está, sin duda, actuando como superestructura ideo­lógica de los intereses reales del sistema. Es así como la sociedad dual es ya una realidad. La minoría que está fuera de la ciudadela del bie­nestar nunca podrá en el sistema democrático representativo ganar unas elecciones para cambiarlo. Puede haber millones de miserables. Nunca representarán un peligro real mientras no alcancen al cin­cuenta por ciento del censo electoral.

Frente a todo esto no hay que actuar a la resistencia con los con­ceptos revolucionarios de siempre, que quizá en otras latitudes del globo siguen siendo una posibilidad para una transformación eficaz.

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Hay que partir de las nuevas posibilidades que, quizá sin pretenderlo el sistema, está señalando, como son una democracia real, más allá del simple voto representativo, una justicia real, una nueva lectura de los derechos humanos, en la que se incluyan todos los derechos, etc. Sin duda las nuevas tecnologías y la sociedad del «tiempo libre» pueden ayudar a este proyecto humano y social, si somos capaces de aceptarlos como posibles motores de transformación humana. Pero, sobre todo, habrá que insistir en una valoración profunda de la per­sona, de toda la persona, en una nueva ética que abra el paso a la gra- tuidad y a la solidaridad.

La escuela tiene, pues, un papel fundamental en la elaboración práctica de esta nueva mentalidaci. Hay que recuperar la utopía en el ser humano, capaz de transformar la realidad v no de someterse a ella. En el ámbito de la formación la escuela le debe ayudar a ser crí­tico, constructivo, sensible y participativo. Pienso que el sujeto his­tórico para un futuro diferente y más justo es hoy, en occidente, el mundo escolar. Es preciso que tome un nuevo camino y deje en gran parte de ser esta fabrica de marginación, fracaso y vacío en que se está convirtiendo al servicio del prepotente sistema establecido.

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Juventud, trabajo y educaciónBienvenido Mena Merchan

Profesor de Educación de Adultos Universidad Salamanca

Podemos afirmar que a lo largo de la historia del pensamiento cultural y científico se han dado diversas definiciones que, por lo general, se han enraizado en algún ángulo parcial derivado de una determinada disciplina. La juventud ha sido caracterizada desde perspectivas biológicas, sociológicas, psicobiológicas y antropolóm- cas. Pero, por encima de esos enfoques sectoriales queremos estable­cer una instancia que visualice la delimitación de un empeño más envuelto en una icfea de globalidad y que necesariamente se asocie con un acercamiento al concepto de juventud mediante el signifi­cado de la naturaleza humana. Al situarnos en este horizonte, desea­mos poner de relieve la determinación de evitar, por un lado, caer en abordajes recortados o reduccionistas y, por otro, elevarnos hacia acepciones abstractas o etéreas. El énfasis queremos ponerlo en un plazo histórico-ideológico. La razón de esa dicisión se encuentra en que el hombre, en sentido general, y la juventud, en sentido particu­lar, representan una expresión de motivación y vocación histórica. De esta forma, para llegar a la conceptualización de la juventud se hace insoslayable sacar a la superficie los contenidos de un concepto de humanización que sea apropiado para el tratamiento del tema que ahora nos ocupa. Entendemos por humanización el proceso social en donde el desarrollo científico, la función de las instituciones y la actividad productiva se cruzan y fusionan para promover positiva­mente la realización de todo el hombre y de todos los hombres. El concepto de juventud, insertado en este contexto, se nos presenta entonces no tanto como una temporal, sino como una fase existen­cia!. No es una etapa temporal, porque no es posible encerrarla en parámetros cronológicos, inflexibles y predeterminados por un pro­ceso evolutivo biopsicológico. Pienso, más bien, en una fase queÍ)uede estar presente en cualquier momento de la vida, aunque se avorezca —con mayor incidencia— en determinados espacios de la

temporalidad existencial del hombre.

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El núcleo de significación de la juventud se inscribe, desde nues­tro particular punto de vista, en una disposición de espíritu y en una sensibilidad vocacional que se administra a través de una responsabi­lidad ejercida en el presente y lanzada hacia la conquista del futuro. Entiendo que la juventud, más que una condición de ubicación evo­lutiva, es un querer llegar a ser permanente según el compromiso de una vitalidad que no se asfixia con los resultados casuísticos de lo inmediato, sino que se arroja hacia aspiraciones de trascendentalidad en lo personal-existencial y en lo social-histórico.

Sin embargo, lo genérico de la acepción anotada hace necesario advertir que existe un período en la vida del hombre en donde las convergencias de condiciones coyunturales y estructurales hacen más propicio el despliegue de las cii^osiciones que he puntualizado en torno al concepto de juventud. Esta situación produce una serie de responsabilidades para quienes ejercen la conducción de la socie­dad y, en este sentido, se deben concebir esfuerzos destinados a la consecución de dos claros y básicos objetivos: que se oriente a los jóvenes para que asuman con autenticidad el significado de la juven­tud y que se cree un clima político-social que favorezca la postura de un espíritu juvenil durante toda la vida.

El segundo de los conceptos de itinerario de estas reflexiones es el concerniente al trabajo. Efectivamente, cuando se plantea el tema de la capacitación laboral de la juventud se hace necesario determi­nar el alcance y significado del trabajo a fin de establecer el marco de su dimensión social y pedagógico.

Desde un punto de vista ontológico, el trabajo es un derecho personal y un deber social y, por tanto, debe asumirse como medio de autorrealización y de liberación colectiva. En este sentido, repre­senta algo distinto a una simple actividad y expresa, más bien, un sig­nificado de praxis, es decir, de actividaa específicamente humana. Solamente el hombre está dotado de cualidades y ap>titudes para la labor existencialmente enriquecedora, ya que es el único que puede ejercer un esfuerzo intencional consciente y deliberado. El resto de los animales sólo pueden actuar bajo limitaciones impuestas por los aspectos instintivos de la especie, mientras que el nombre puede establecer una relación de intensidad y de interioridad con los pro­ductos parciales y totales de su quehacer. Además, sólo el hombref)uede, a través de su actividad, transformar la realidad y trans- ormar su propia existencia. En síntesis, el trabajo es una posibili­dad humana que se enraiza con el concepto de praxis histó­

rica.

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Con base en esta premisa se hace necesario reivindicar la digni­dad y nobleza moral ciel trabajo y, por ello, debe divorciarse de cual­quier acepción que lo reduzca a un simple empleo. Trabajo y empleo representan vertientes diferentes: el trabajo expresa creación y el empleo rutina. El trabajo se origina en una decisión existencial y el empleo en una exigencia económica. El trabajo se apoya en una vocación y el empleo en la supervivencia; el trabajo promueve libe­ración y el empleo servilismo; el trabajo se inspira en el ser y el hacer, y el empleo en el tener y poseer; el trabajo involucra esfuerzo inte­gral y el empleo habiliaad manual o intelectual; el trabajo traduce concientización y el empleo adaptación; el trabajo reporta compen­sación espiritual y el empleo rendimiento material; el trabajo sirve a la persona y a la comunidad social y el empleo sólo resulta útil al individuo; el trabajo se proyecta en realización y el empleo en some­timiento. En síntesis, el trabajo humaniza, mientras que el empleo rutiniza.

Este significado del concepto de trabajo representa la supera­ción de cualquier jerarquía circunstancial que pretenda establecer un orden de importancia entre sus distintas manifestaciones. Lo que existe es una organización social de las actividades humanas a fin de atender las necesidades de la colectividad y a las vocaciones y aptitu­des personales. De esta manera constituye un valor esencial ya que es uno de los elementos históricos más importantes para dar respuesta a los problemas del presente y para aspirar al futuro. Dentro ue este contexto, cuando hablamos ae una capacitación laboral de la juven­tud queremos indicar la preparación para el ejercicio y la sensibiliza­ción para el trabajo más que las destrezas para un empleo o las habilidades para el desempeño de una actividad.

Debemos abordar ahora el significado de la educación dentro del escenario establecido para los conceptos de juventud y trabajo. De acuerdo con esto podemos entender que la eaucación es una rea­lidad circunscrita a tres planos complementarios: social, histórico e ideológico. Desde el punto de vista sociológico, la educación es un acontecimiento de origen, de naturaleza y de finalidad social. Es de origen social porque nace en la sociedad y no es posible al margen de la conformación de la interacción generada por los hombres en el seno de la sociedad. Es de naturaleza social porque se administra a través de las distintas instituciones que integran la realidad social, las cuales producen una compleja red de influencias sobre cada una de las personas que se organizan socialmente. Por último, es de finalidad social porque garantiza la supervivencia y progreso de la sociedad.

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Desde la perspectiva histórica, la educación se presenta como una manifestación real inscrita en un tiempo concreto y en un espa­cio determinado. De la misma manera es un fenómeno que guarda relación de correspondencia con todos los aspectos conngurativos de la realidad social, de los cuales recibe influencias, y sobre los cua­les ejerce también tensiones. De estas dos premisas se deriva una conclusión sumamente trascendente: la educación es producto de la historia y fuente de historicidad. Es producto de la historia porque conserva, consolida y transmite el patrimonio cultural acumulado por el hombre en toaa su evolución cultural. Pero también es fuente de historicidad, porque no se limita a registrar y difundir los logros del pasado y del presente sino que se proyecta hacia el futuro a través de la problematización de los contenidos del saber que se convierten en objetos de interrogación y valoración para fomentar su enrique­cimiento y para acelerar su avance hacia nuevas conquistas.

El enfoque ideológico, nos sitúa frente a la interpretación de la educación como un fenómeno comprometido con esquemas norma­tivos que están inscritos en ideas socio-políticas. La educación no es algo neutro o aséptico, sino un esfuerzo inspirado en intereses que responden a un cuerpo de naturaleza teleológica.

El campo teórico que nos aporta la convergencia entre los signi­ficados sociales, históricos e ideológicos de la educación permiten precisar, dentro del ámbito impuesto por el tema que ahora desarro­llamos, que la educación es un fenómeno a través del cual no sólo se persigue adaptar y socializar a las jóvenes generaciones, sino que también debe responder a la creación de una conciencia juvenil y una convivencia laboral según los parámetros establecidos en los acápi­tes anteriores.

Hemos afirmado, y ahora lo reiteramos para dar mayor consis­tencia a nuestra argumentación, que la educación, el trabajo produc­tivo y la capacitación laboral de la juventud no constituyen fines en sí mismos sino posibilidades y medios para alcanzar objetivos supe­riores. El horizonte teórico e histórico de esta premisa nos sitúa frente a la necesidad de concebir e instrumentar un esquema norma­tivo que contenga los lineamientos globales de un proyecto general del país.

El significado de la educación no se limita a propósitos instruc- cionales ni se agota en las dimensiones abstractas de lo formativo, sino que debe de inscribirse en un modelo de sociedad donde se garantice que la actividad productiva y la capacitación laboral se promueven y se conjuguen de acuerdo con objetivos trascendentes.

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Sostenemos que la formulación de proyecto pedagógico no puede presentarse a niveles descontextuados y etéreos sino que debe corresponder a un proyecto histórico. De la misma forma admiti­mos que ese proyecto global tiene que apoyarse en un proyecto pedagógico para encontrar la factibilidad tangible. Desde un punto de vista historico-pedagógico se impone la necesidad de definir una referencia normativa que permita la prefiguración paradigmática de un destino deseado. Al margen de esta exigencia, la acción educativa y el esfuerzo social quedarían reducidos a una casuística desorien­tada, a una dinámica sin rumbo y a una aventura sin consecuencias permanentes.

Los desajustes e injusticias de nuestra realidad nos confirman que la cuestión educacional, en el ámbito de sus relaciones con la capacitación laboral y el trabajo productivo, no pueden circunscri­birse a simples definiciones técnicas, sino que deben alcanzar enfo­ques político-pedagógicos que permitan afrontar la problemática social como una globalidad.

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Los universitarios españoles: Mercado de trabajo y estructura social (1)

José NavarroEdis

Entre las diversas funciones que pueden atribuirse al sistema universitario, en las sociedades desarrolladas y democráticas, hay dos de capital importancia. Una es la económica; la Universidad tiene que producir profesionales altamente cualificados capaces de impulsar y dirigir una economía cada vez más dinámica y compleja y en constan­tes cambios tecnológicos. Otra es la social; aunque la educación supe­rior es en sí misma un elemento de diferenciación y estratificación social, en las sociedades democráticas ha perdido, al menos en parte, su carécter cerrado y elitista y se ha convertido en un importante elemento de movilidad social, en especial de movilidad social ascen­dente para personas procedentes de las clases medias y populares.

Estas dos funciones, que en los países de nuestro entorno han alcanzado un nivel muy alto en lo económico y bastante aceptable en lo social, se encuentran en España muy poco desarrolladas. El desa­ju ste existente entre la formación universitaria y las demandas de profesiona­les por parte de las empresas, así como la escasa capacidad de penetración en la educación superior de los sectores sociales más modestos, hacen que el sis-

(1) Los datos y reflexiones que aquí se ofrecen se basan en una serie de inves­tigaciones de EDIS, dirigidas p o r el au to r del p resen te artículo, realizadas a lo largo de los últim os cinco años. Varias de ellas están resum idas y publicadas en dos libros: El mercado de trabajo de los titulados universitarios en España. Secretaría de E stado de U niversidades e Investigación, 1985, y Las situaciones y perfil del desempleo y subempleo de los titulador universitarios, Consejo de Universidades, 1988. La últim a. La situación y expectativas de los estudiantes de la universidad complutense, Consejo Social, 1989, está aún inédita.

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tema universitario español presente graves deficiencias que tendrá que corregir a un plazo no muy largo. El Acta Unica que entrará en vigor en la Comunidad Europea en 1992, con la libre circulación de trabajadores y profesionales; los altos niveles de investigación que están requiriendo ya las nuevas tecnologías; y las expectativas de mayor movilidad social que a medio plazo se van a generar, plantean un serio reto de modemtzación de nuestras Universidades.

Centrándonos en estas dos cuestiones básicas, y a partir de las investigaciones que hemos venido realizando en los últimos años, vamos a exponer a continuación los principales datos del problema en tres apartados: el mercado de trabajo, la estructura social y, en un apéndice final, una serie de conclusiones y sugerencias al efecto. Veamos.

1. EL MERCADO DE TRABAJO

El desempleo en los titulados

De todas las cuestiones y problemas subyacentes en el Mercado de Trabajo de los titulados universitarios el más extendido a nivel popular se concreta en una pregunta: ¿Es la Universidad una fábrica de parados. Esta es una pregunta que requiere una serie de respues­tas matizadas. De un modo general, y en contra de la opinión común, una primera respuesta es no, por lo menos en comparación con la tasa general de paro.

Sobre esta cuestión, a partir de dos encuestas en 1984 (una a directivos de empresa y otra a funcionarios contratados titulados en la Administración!, se pudo hacer una estimación de que los titula­dos en paro prooablemente serían alrededor de unos 200.000, situándonos en una tasa entre el 13 y el 15 por 100. Casi al mismo tiempo que nosotros Felipe Sáez, a partir de los datos de la Encuesta de Población Activa (2), estimaba que la tasa de los titulados medios en paro era del 14 por 100 y el de los superiores del 14,4; estando la tasa de paro general en el 20,1 por 100.

Un año después, en la Encuesta de Población Activa del primer trimestre de 1986 el total de titulados activos era de 1.265.200, de los que 1.060.600 eran ocupados y 204.600 estaban en paro, lo que

(2) Felipe Sáez Fernández: El mercado enero, 1985.

’ trabajo en España, Grupo GEFE,

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nos da una tasa de paro del 16,1 por 100, sobre una tasa de paro general en aquel momento del 22,1 por 100.

Finalmente, otro año y medio después, en nuestra encuesta a titulados a fines de 1987, observábamos que, con una tasa general de paro del 21 por 100, la de los titulados desempleados se situma en el 15 por 100. Es decir, en las cuatro estimaciones contempladas la tasa de paro de los titulados universitarios es unos seis puntos porcentuales menor que la tasa general del país. Sin duda la posesión ele un título universitario facilita, por lo menos a un plazo medio, la obtención de empleo en comparación con los que no lo tienen.

Entrando en los matices, la cuestión varía si contemplamos el desempleo de los titulados en función de la titulación concreta, el sexo y la edad; así como el subempleo y la inadecuación entre la titu­lación obtenida y el puesto de trabajo desempeñado.

Características del desempleo en los titulados

La variable, sin duda más relacionada con el desempleo de los titula­dos, por ser la más determinante en el juego de oferta-demanda en el mercado de trabajo, es la titulación concreta, de modo que mientras unas tienen un paro absoluto y relativo muy alto, otras lo tienen muy bajo. Sobre este particular nuestras investigaciones arrojaron los siguientes resultados:

Las titulaciones con mayor paro absoluto

Porcentaje1. Formación del Profesorado de EGB .................... 29.32. Filosofía y Letras ................................................ 16.43. Medicina ............................................................ 13.54 Derecho .............................................................. 4.65. Biología .............................................................. 4.46. Graduados Sociales, Asistentes Sociales y Turismo ... 3.57. Enfermería................................ ... ..................... 2.98. Estudios Empresariales ....................................... 2.59. Ciencias Económicas y Empresariales .................. 2.5

10. Ingeniería Técnica Industrial............................... 2.311. Química.............................................................. 2.312. Farmacia ............................................................. 1.613. Otras Escuelas Universitarias .............................. 1.514. Ciencias de la Información ................................. 1.2

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Las titulaciones con mayor paro relativo

Porcentaje1. Biología .......................................................................... 39.52. Informática * ................................................................. 32.33. Medicina ........................................................................ 32.14. Filosofía y Letras .......................................................... 23.15. Formación del Profesorado de EGB ......................... 22.26. Otras Escuelas Universitarias ...................................... 22.07. Química.......................................................................... 18.68. Ingenieros de Telecomunicaciones ............................. 16.29. Estudios Empresariales ................................................ 16.1

10. Ingeniería Técnica Industrial....................................... 14.711. Ciencias Políticas y Sociología ............................ 14.312. Graduados Sodales, Asistentess Sodales y Turismo ... 13.513. Ciencias de la Información .......................................... 12.914 Enfermería...................................................................... 12.315. Ciencias Económicas y Empresariales ......................... 11.6

(*) Esta alta tasa de paro relativa en los informáticos también podría explicarse, en parte, porque muchos que se califican como tales no son titulados en sentido escricto, aunque se hayan orientado profesionalmente a la informática a partir de cursos o cursillos de aplicación a un área determinada: contabilidad, gestión, administración, etc. Este intrusismo suele darse en titula­ciones jóvenes que aún no tienen bien definido su perfil y estatuto profesional.

En la primera tabla se recoge el porcentaje de titulados en paro que tiene cada titulación respecto al total absoluto de titulados en paro (unos 200.000), de modo que las cinco titulaciones primeras (Formación del Profesorado de EGB, Filosofía y Letras, Medicina, Derecho y Biología) suponen el 68,2 por 100 del total de titulados en paro, o cuanto menos de los inscritos en el registro del INEM, alcanzando el 88,5 por 100 del total con las catorce titulaciones incluidas en la tabla.

La segunda tabla establece de un modo relativo la tasa de paro de cada titulación respecto al total de titulados de la misma. De este modo podemos ver que un 39,5 por 100 de los titulados en Biología están en paro; el 32,3 de los informáticos (titulación cuyas expecta­tivas de futuro ha hecho que se sature, de momento, la progresiva oferta de puestos de trabajo); Medicina, con el 32,1 por 100; Filoso­fía y Letras, con el 23,1; Formación del Profesorado de EGB, con el 22,2, y así sucesivamente.

De estos datos cabe comentar lo siguiente: en primer lugar, la ausencia o menor porcentaje relativo de titulaciones técnicas, hoy

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con mayor oferta de puestos de trabajo, cuestión que veremos con más detalle más adelante. Y en lo que se refiere a las de mayor tasa de paro subyacen tres fenómenos distintos: unas son las que progresi­vamente ven reducirse su mercado, como Profesorado de EGB debido al descenso de la natalidad cuyos efectos ya empiezan a notarse, como Filosofía y Letras por su nula ubicación en las empre­sas y su saturación en la enseñanza; otro fenómeno es el de las titula­ciones con buenas perspectivas de empleo pero con excesivo número de titulados, como Derecho, Medicina o Económicas; final­mente tenemos aquellas que siendo disciplinas que han adquirido un gran desarrollo técnico, sus respectivos sectores económicos aún no están suficientemente desarrollados en nuestro país, éste sería el caso de la Biología, las Ciencias de la Información o la Sociología.

En lo que se refiere al desempleo según el sexo, veamos la siguiente y elocuente tabla:

Proporción entre hombres y mujeres titulados en general y titulados en paro

Hombres Mujeres

Titulados en general .... 63.7 36.3Titulados en paro ........ 42.3 57.6

Siendo la mujer tan sólo un tercio del total de los titulados espa­ñoles acumula más de la mitad de los que están en paro. Esta es una de las discriminaciones que sufren las mujeres tituladas, más ade­lante veremos alguna otra.

El desempleo según la edad sigue la misma pauta que el paro en la población general: su mayor parte es juvenil. Según podemos ver en la siguiente tabla y el gráfico comparativo, el 80% de los titulados en paro tienen menos de veintinueve años.

Proporción según edades de titulados en general y titulados en paro

20-24 25-29 30-44 45-54 54

Titulados en general .... Titulados en paro ....

5.622.9

21.357.1

42.813.8

17.62.7

12.61.5

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PROPORCION DE EDADES DE TITULADOS EN GENERAL Y DE TITULADOS EN PARO

Subempleo e inadecuación entre la titulación y el puesto de trabajo

Este es un importante matiz a la respuesta de la pregunta inicial sobre la Universidad y el paro. Como ya hemos visto la tasa de paro entre los titulados es sensiblemente inferior a la tasa general del país; sin embargo, esto ocurre porque muchos de los titulados acaban encon­trando un empleo no acorde a la preparación recibida: achninistrativos, agentes comerciales, policías municipales, empleados de banca, etc.

Sobre este particular existen dos tipos de inadecuaciones, una entre formación recibida o titulación y el trabajo que se realiza y otra entre la titulación y la categoría laboral formalmente reconocida. Respecto a lo primero un 19 por 100, alrededor de 198.000 titulados ocupados, reílizan trabajos inadecuados a la titulación y conoci­mientos que poseen.

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Y en lo referido a lo segundo, podemos ver que el 21,3 por 100, algo más de uno de cada cinco titulados ocupados, denuncian una situación de inadecuación. Se puede estimar que esta inadecuación, ordinariamente por ocupar un puesto de trabajo de inferior catego­ría, afecta a unos 220.600 titulados.

En lo que se refiere al subempleo un 17.3 de los titulados, unos 183.500, indican estar en esta situación, de los que las tres cuartas partes trabajan menos de veinticinco horas semanales.

En suma, podemos afirmar que una menor tasa de paro en los titulados respecto al conjunto de la población, tiene como contra­partida negativa altas tasas de paro en determinadas titulaciones, una considerable inadecuación entre la formación recibida y el tra­bajo y la categoría laboral desempeñados, así como un relativamente importante subempleo. Estos hechos evidencian una serie de defi­ciencias y desajustes entre la formación universitaria y el mercado de trabajo, como veremos a continuación.

La oferta de trabajo a titulados y el futuro próximoHasta ahora hemos ido analizando datos suministrados por una

de las partes: los propios titulados, ocupados o demandantes de trabajo. En este apartado y en el siguiente vamos a considerar la información de la otra parte: los empleadores, empresas y Administración, que constituyen la oferta de trabajo.

En el mundo de las grandes y medianas empresas observamos que el mayor número de contrataciones, en términos absolutos, se centraron en las siguientes titulaciones: ^

1.® Económicas y Empresariales ....................................... 17.1Ingeniería Industrial ..................................................... 12.7

3. ® Ingeniería Técnica Industrial...................................... 10.24. ® Derecho ..................................................................... 6.95. ® Ingeniería de Caminos ................................................. 6.56. ° Ingeniería de Telecomunicaciones ............................ 6.11, Arquitectura Técnica .................................................... 4.68. "" Profesorado Mercantil ................................................. 3.39. ° Ingeniería Aeronáutica ................................................ 2.8

10. ® Informática ...................................................................... 2.411. ® Física ................................................................................. 2.412. ® Ingeniería de Obras Públicas ..................................... 2.4

Estas doce profesiones acumulan el 77.4 por 100 del total de titulados contratados en el último año.

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En lo que se refiere a la Administración, incluyendo en ella la Educación y la Sanidad Públicas, las tres titulaciones con mayor número de funcionarios y contratados siguen siendo Profesorado de EGB, Medicina y Filosofía y Letras, pero con un índice de creci­miento menor que otras como Derecho, Económicas, ATS, Enfermería...

En lo que se refiere a las titulaciones que en su conjunto tienen una menor tasa de paro podemos ver la siguiente tabla:

Las titulaciones con menor tasa relativa de paro

Porcentaje1. Ingeniería Técnica de Comunicaciones ........... 2.02. Náutica .......................................................... 2.73. Otros Estudios de Tercer Grado o equivalentes ... 3.5i Otros Estudios de Tercer Grado no Universitarios ... 3.95. Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos ....... 4.16. Ayudantes Técnicos Sanitarios ......................... 4.57. Física ..................................................................... 4.68. Matemáticas ................................................... 4.79. Profesorado Mercantil .................................... 4.7

10. Ingenieros Industriales .................................... 6.311. Bolas Artes .................................................... 6.712. Arquitectura ................................................... 7.613. Veterinaria ................................................ ..... 8.114. Ingeniería Técnica de Minas............................ 8.115. Farmacia ........................................................ 8.6 * •

En lo que se refiere al futuro de las titulaciones, aunque esto lo completaremos con el apartado siguiente, cabe decir que tanto las empresas como la Administración apuntan las perspectiva que se resume en:

• El título universitario concreto pierde valor en el mer­cado de trabajo.

• La empresa prefiere carreras técnicas, con un amplio espacio para las de grado medio.

• La Adrninistradón seguirá empleando a titulados en Humanida­des, aunque con un serio reajuste de la demanda.

• La versatilidad de las titulaciones tendrá más probalidades de empleo.

• Las titulaciones de dclo corto ofrecen buenas perspectivas de empleo.• Hay que realizar en numerosos casos una formación es­

pecializada post-grado y un reciclaje profesional.

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Las áreas con mayor futuro serán las técnicas, las nuevas tecnologías, y el sector servicios.

incluidas

Deficiencias de la formación universitaria

Pero la mayor parte de las empresas coinciden en señalar que los titulados que salen de la Universidad y son contratados por primera vez, adolecen de unas deficiencias de formación básica. Estas defi­ciencias se concretan del modo siguiente:

1. Formación excesivamente teórica y muy poco práctica; sus conocimientos son librescos y conceptuales, y carecen además del sentido concreto de la ejecución de dichos conocimientos. Resulta urgente una metodología de formación más práctica, donde los estudiantes puedan ejecutar y experimentar los conocimientos que se les imparten.

2. Los conocimientos que reciben los universitarios en sus res­pectivas carreras, además de poco prácticos, son en muchos casos demasiados generales y no siempre incorporan los conocimientos y tecnologías punta. Es necesaria una mejor especialización y el domi­nio de los conocimientos más recientes.

3. Igualmente, dichos conocimientos carecen de una prepara­ción para la investigación y la creación, a su vez, de nuevos conoci­mientos básicos o aplicados. Debería de darse más importancia en los planes de formación a la creación de una actitud investigadora.

4. Aun en el supuesto de que los conocimientos teóricos yprácticos fueran correctos, que no lo son, se olvida que los titulados están destinados en muchas ocasiones a ocupar puestos de mando, alto o medio, y no tienen la menor idea de cómo desarrollar y dirigir los recursos humanos con que cuenta la empresa. Sería preciso incluir en la formación de los estudiantes, cuando menos, nociones de relaciones humanas y conducción de hombres. .

5. Los titulados carecen por completo de un conocimiento de lo que es la empresa como estructura y ente dinámico. Es urgente que los estudiantes adquieran unos conocimientos, siquiera elementales, de lo que es la empresa como unidad de objetivos en la producción de unos bienes o la prestación de unos servicios, cual es su estructura y organización básica, su gestión, sus relaciones con el entorno, etc.

Según todas estas sugerencias, la formación de un titulado que se adaptara a las necesidades de la empresa debería realizarse en base al siguiente esquema:

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130ESQUEMA DE LA EORMACIOn OPTIMA

DE un TITULADO

Todo esto nos conduce a plantearnos una serie de interrogantes: ¿puede el mercado de trabajo absorber el volumen de titulados que en los últimos años se está produciendo en nuestro país? ¿La Univer­sidad española es capaz de acomodarse con suficiente rapidez y efica­cia a la demanda de nuevos conocimientos que requiere la modernización, tanto en lo referido a los avances tecnológicos como a la formación de profesionales versátiles capaces de integrarse en la dinámica de empresas competitivas o en una Administración que tendría que ser más eficaz? ¿Cómo reconvertir profesionalmente, con el menor coste posible de frustración, a aquellos titulados en paro con carreras saturadas u obsoletas cuyos excendentes no puede absorber el mercado de trabajo? Y, sobre todo, ¿cómo hacer esto sin perpetuar la desigualdad social y sin frustrar las legítimas expectati­vas de educación superior a las clases humildes?...

2. LA ESTRUCTURA SOCIAL

El origen social y la titulación universitaria

Como ya apuntamos en la introducción, la función social de la Universidad, como elemento de movilidad social todos los ciuda­danos y sectores sociales, está aún muy poco desarrollada en nuestro país. El acceso a la Universidad y en especial la obtención de un título están muy condicionadas al origen social, de modo que la edu­cación superior está influyendo todavía muy poco en la transforma­ción de la estructura de clases y la desigualdad social.

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A este respecto los datos son los siguientes:

La clase social de la población española y la de origen de los titulados

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Clase Social Población española *

Familia de los titulados

A lta............................. ...... 0 .9 1 .4Media-alta................. ....... 4 .0 1 2 .7Media-media .................... 1 1 . 7 5 7 . 1Media-baja ................ ....... 6 7 .4 2 3 .6Baja ............................. ...... 1 6 .0 5 .2

Total...........................Base ............................

...... 1 0 0 .0

...... ( 1 3 0 4 )1 0 0 .0

( 1 4 7 4 )

* Fuente: «La desigualdad social», en Estructura social y desigual­dad en España. IV Informe FOESSA, vol. 2”, pág. 93.Euramérica. Madrid, 1983.

Como puede observarse, la procedencia social ha sido un factor muy influyente, si no determinante, en la consecución de un título universitario en nuestro país. Comparando los datos sobre la clase social de la población española, del citado IV Informe FOESSA, y los de la clase social de origen de los titulados obtenidos en nuestra encuesta, podemos ver cj ue el coeficiente de relación entre la clase social de origen y la obtención de un título universitario es la siguiente:

Clase social Coeficiente

Alta y media-alta .............. 2.87Media-media..................... 4.88Media-baja ................. ...... 0.35Baja ........................... ...... 0.32

Es, pues, de una evidencia meridiana que, independientemente de que en estos momentos una parte relativamente importante de los estudiantes universitarios procedan de las clases populares, el conjunto de los titulados hoy existentes en España proceden de las clases acomodadas (alta, media-alta y media-media), exactamente en un 71,2 por 100 del total de los mismos.

En lo que a los estudiantes se refiere en nuestro reciente y aún inédito estudio sobre la Universidad Complutense de Madrid, hemos observado lo siguiente:

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corresponder con las clases sociales alta y media-alta, media-media, y media-baja y baja, y estos resultados los comparamos también con la clase social objetiva del conjunto de la población española, estimado en el último Informe FOEoSA, podemos ver el siguiente cuadro:

Clase social Población Estudiantes Diferencia

Alta y media-alta ..... 4.9 24.8 + 19.9Media-media ............ 11.7 45.7 + 34.0Media-baja y baja ..... 83.4 29.5 -53 .9

Como puede observarse existe una ran desproporción en el acceso de los estudiantes según sea su procedencia social, en grave e injusto detrimento de los de origen más humilde; la relación matemática existente entre el origen social y el acceso a la Universidad Complutense viene expre­sada por los siguientes coeficientes:

Clase social: Alta y Media-alta: 5.061 Media-media: 3.906Media-baja y Baja: 0.354

Si comparamos los coeficients de los actuales estudiantes con los de los titulados observamos los tres siguientes fenómenos sig­nificativos:

1. ® Siendo los estudiantes de origen social alto y medio alto los que tienen un índice relativo mayor de ingreso en la Universidad (5.061^, no son los que en mayor medida consiguen titularse, pues su índice baja casi a la mitad (2.870). La razón de este hecho habría que buscarla quizás en su falta de estímulo, dada su mayor facilidad de vida, y en la menor necesidad de obtener el título para colocarse (negocio famihar, relaciones e influencia social...).

2. ° Lo contrario ocurre con los que proceden de la clase media- media (hijos de profesionales, directivos y funcionarios de nivel medio, pequeños empresarios...^ que si bien parten de un índice de ingreso en la Universidad alto (3.906) aún consiguen elevar más su índice relativo de obtención del título (4.880). Sin duda éste es el segmento social en que mejor se combina la facilidad de acceso y el estímulo-esfuerzo por concluir la carrera.

3. ® Los estudianes cuyo origen social es más humildes, clase media-baja y baja (hijos de trabajadores, empleados, pequeños autó­

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nomos, funcionarios de bajo nivel...) parten de un índice de acceso muy bajo (0.354) y no lo pueden mejorar respecto a la obtención del título (0.350 media-baja y 0.320 baja). En estos es en quien deberían concentrarse las ayudas necesarias para compensar las desigualdades existentes, tanto en el origen, como en la posibilidad de mantener la realización de unos estudios de larga duración.

LA CLASE SOCLAL DE LA POBLACION ESPAÑOLA Y LA DE ORIGEN DE LOS TITULADOS

Esta discriminación se produce también por una segunda vía, el tipo de carrera elegido, a tal efecto es necesario recordar que en nuestros anteriores estudios pudimos comprobar que las titulacio­nes de las que de un modo muy destacado se extraían los que desem­peñan los cargos directivos y de responsabilidad (obviamente con mayor estatus profesional y remuneraciones más altas) eran princi-

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{)almente las siguientes (págs. 63 y 65 de la citada publicación^: las ngenierías Superiores principalmente Caminos, Industriales y Telecomunicaciones), Ciencias Económicas y Empresariales y

Derecho.Pues bien, a partir de los datos de estatus socio-profesional del

padre y de la clase social de origen, podemos ver que aquellos cuyos padres eran empresarios, altos directivos, pequeños y medios pro­pietarios, cuadros medios, profesionales liberales, funcionarios y miembros de las Fuerzas Armadas, y su familia de origen de clase alta, media-alta y media-media, las titulaciones que predominan son las Ingenierías Superiores (especialmente Caminos, Industriales, Aeronáuticos, Navales y Telecomunicaciones, Arquitectura, Cien­cias Económicas y Empresariales, Derecho, Aíedicina y Farmacia. Es decir, titulaciones que tradicionalmente han surtido los cuadros directivos de las empresas y la Administración o servido para el ejer­cicio de lucrativas profesiones liberales. La presencia de titulaciones como Filosofía y Letras, Bellas Artes y Magisterio en miembros de estas clases acomodadas se explica porque en su gran mayoría son mujeres, y sabido es que hasta hace muy pocos años las mujeres de origen social acomodado realizaban estudios medios o superiores másjpor formación humanística que para ejercer realmente una pro­fesión, excepción hecha quizá de la enseñanza.

Por el contrario, los hijos de empleados y administrativos y tra­bajadores asalariados de la industria y el campo cuyo origen social es la clase baja o media-baja, obtuvieron principalmente las titulaciones siguientes: Ingenierías Técnicas o Peritajes (especialmente de Minas, Industriales y Telecomunicaciones), Filosofía y Letras, Ciencias Políticas y Sociología, Formación del Profesorado de EGB o Magis­terio, Ayudantes Técnicos Sanitarios y Estudios Empresariales; es decir, profesiones de algún modo subordinadas a las anteriores o?ue, en todo caso, permiten una carrera profesional del tipo medio.

a presencia en estas clases populares de titulaciones con teórico futuro, como Biología, Medicina, Informática y Química, en reali­dad no pasa de ser en muchos casos un intento frustrado, pues la gran saturación que en ellas se ha producido hace que tengan tasas de paro muy altas.

En conclusión, podemos afirmar que la procedencia social influye poderosamente en la estructura de titulaciones de dos for­mas: en primer lugar, condicionando el acceso a la obtención de una titulación, ya que algo más de siete de cada diez titulados procede de una clase social acomodada; y en segundo lugar, discriminando en el

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tipo de titulaciones obtenidas, reservando las de mayor prestigio y posibilidades para los procedentes de estas clases y las subordinadas o de tipo medio para aquellos cuyo origen social es más humilde.

Claro está que esto no ocurre de un modo mecánico, sino por la conjunción de una serie de factores objetivos, como la disposición de recursos económicos y tiempo para cursar una carrera larga o difícil, la tradición familiar, la ayuda que se puede recibir de la fami­lia y otros miembros de la misma clase social para colocarse y ascen­der profesionalmente, etc.; y también de ciertos factores subjetivos, como la conciencia de subordinación de los miembros de las clases populares y como consecuencia la búsqueda de espacios no atracti­vos para los de mejor origen social, como titulaciones auxiliares o de menor prestigio y posibilidades.

Condiciones en que se realizan los estudios

Toda serie de factores está muy presente. Veamos algunos ejemplos:

Los medios económicos según la clase social de origen

Total Baja Media-baja

Media-media

Media-alta Alta

Familia ........... 66.8 27.7 51.9 70.7 85.4 97.0Trabajo .......... 3.9 14.9 4.7 3.3 3.0 0.0Becas .............. 4.7 14.9 8.8 3.4 1.2 0.0Familia-Trabajo ... 6.5 10.6 8.8 6.1 1.2 0.5Familia-becas ... 13.7 19.1 19.8 12.5 7.9 1.5Trabajo-becas ... 1.4 4.3 2.5 1.1 0.0 0.0Famil.-trab.-becas.. 2.7 6.4 3.1 2.7 0.6 0.0NS/NC ......... 0.3 2.1 0.3 0.1 0.6 1.0

Total 1.471 47 318 912 164

Como puede observarse en la tabla y plásticamente en el gráfico, a medida que aumenta el nivel de la clase social es mayor la interven­ción de la familia como medio económico único para la realización de la carrera; y exactamente a la inversa ocurre con el trabajo y las becas, cuya presencia como medio único se incrementa a medida que el estatus social es más bajo.

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LA FAMILIA, EL TRABAJO Y LAS BECAS COMO MEDIOS ECONOMICOS UNICOS SEGUN LA CLASE SOCIAL DE ORIGEN

CLASC SOCIAL

Los que tienen que realizar sus estudios teniendo como único medio las becas ó el trabajo, están en clara desventaja para realizar las carreras con mayor perspectiva (Ingenierías, Económicas, Arquitec­tura...), ya que la media de años para concluirlas es muy elevada, entre 7 y 9 años, lo que les obliga a cursar carreras con menor empleo o estatus.

Lo mismo ocurre con el centro donde se estudie, pues los priva­dos y las Universidades extranjeras, así como los post-graduados o másters en centros de élite, son los que en mayor medicla facilitan la colocación, y nuestras investigaciones confirman que a éstos acce­den casi en exclusiva los que pueden pagar los altos honorarios que cuestan, es decir una vez mas los de origen social acomodado.

Finalmente, otro filtro para el empleo de los titulados lo supone el medio a través del cual áte lo obtiene, pues mientras los proce­dentes de las clases humildes buscan trabajo a través de anuncios, del INEM o sometiéndose a duras oposiciones; los de origen social aco­modado tienen dos vías muy selectivas: las empresas o negocios pro­pios y las relaciones familiares a alto nivel.

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3. CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS

Todas éstas son algunas de las grandes cuestiones con que se enfrenta el proceso de cambio y reforma de la Universidad y ante las cuales se están dando pasos importantes. Sin pretender realizar pro­puestas o sugerencias que no nos corresponaen y que, en todo caso, son competencia de quienes tengan capacidad de decisión política y técnica al respecto, lo que sí estamos en condiciones de aportar, en relación al eje Ajuste oferta-demanda, son algunas consecuencias lógicas que parecen desprenderse de los datos obtenidos, éstas serían, de forma sucinta, las siguientes:• Debería reducirse progresivamente la proporción de titulados de carreras saturadas o de difícil acomodo a las exigencias del mercado.• Parece conveniente ampliar y diversificar las titulaciones cu­briendo un abanico de conocimientos más específicos y acomodados a las necesidades del mercado, tanto en lo que se refiere a la evolu­ción tecnológica como a nuevos espacios de trabajo para titulaciones medias.• La mayoría de las titulaciones deberían acompañarse por deter­minados conocimientos que permitan cubrir de un modo más versá­til las funciones encomendadas a un titulado.• Ofertar a los titulados en paro y que están en disposición de aceptar un trabajo no relacionado con su titulación, y que son nada menos que el 60 por 100, programas de reconversión profesional hacia áreas menos saturadas o con mayor posibilidad de desarrollo.• La Universidad posiblemente no puede en solitario realizar este proceso de profundo cambio, por ello quizá debería intensificar los programas de colaboración con otras instituciones, sobre todo con las empresas y la Administración, para la realización de planes de for­mación, en especial de postgrado, de prácticas en la empresa, etcétera.• Quizá sea el momento de plantearse con realismo y valentía que el mercado de trabajo no puede absorber de manera indefinida un volumen cada vez mayor de titulados, y ofrecer otras alternativas de preparación profesional que puedan ser realmente atractivas.

Este último punto es muy delicado, pues de no hacerse adecuada­mente puede consolidar aún más la desigualdad social existente y cercenar las expectativas de una educación universitaria de las clases bajas, ya que todos estos datos nos indican que la estructura social

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progresiva, además de dar una respuesta a la necesidad objetiva y urgente de ajustar la oferta y la demanda en el mercado de trabajo de los titulados, ha de potenciar todos aquellos medios que permitan a los estudiantes y titulados de origen bajo, con capacidad, seguir adelante en sus estudios y, una vez tituEidos, encontrar ayudas que les permitan perfeccionar su preparación en unas condiciones favorables para encontrar empleo. A este respecto cabe sugerir lo siguiente:• Mejorar sustantivamente la enseñanza universitaria desde su comienzo: di versificación de titulaciones, adecuación a las exigen­cias del mercado de trabajo, orientación más práctica, etc. Como puede verse, esto coincide plenamente con las consecuencias lógicas que anteriormente hemos indicado.• Establecer un sistema de ayudas de tipo económico durante un determinado período de tiempo para los titulados en paro, incluso para los que están buscando su primer empleo cuando su situación económica o la de su familia lo requiera.• Desarrollar programas de formación postgrado para completar la preparación ele los titulados jóvenes, en especial efe tipo practico orientado al trabajo en las empresas.• Promover ayudas públicas o de entidades privadas para que todos los titulados, en e^ecial los de origen social poco favorecido, puedan completar su formación. Dichas ayudas pueden ser de diverso tipo: becas j^ara másters en España y en Universidades extranjeras, orientación sobre áreas profesionales con futuro o no cubiertas actualmente, etc.• Finalmente, mdorar el funcionamiento de los organismos de empleo como el INEM, pero también las relaciones Lmiversidad y Empresa en todo lo relativo a un mejor contacto y adecuación entre la oferta y la demanda de puestos de trabajo para titulados.

Sin duda, la reforma universitaria ya iniciada se enfrenta a una serie de problemas y cuestiones de gran trascendencia que requieren importantes medios y recursos y, sobre todo, decisiones políticas

. comprometidas, pues se trata ae conjugar dos difíciles desafíos: modernizarlos conocimientos y enseñanza en ta Universidad y adecuarlas a las exigencias del mercado de trabajo, con todo lo que esto comporte a sus vez de redimensionamiento del volumen de titulados en general y de determinadas titulaciones en particular; y al mismo tiempo no sólo no cerrar las puertas a las aspiraciones y expectativas de educa­ción superior de las clases menos favorecidas, sino promover de modo especial e l acceso a todos aquellos que, independientemente de su origen social, tengan capacidad y disposición para el estudio universitario. De modo que los objetivos esenciales son modernizar y reestructurarla educación uni­versitaria y disminuir en lo posible la desigualdad social.

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Importancia de los aspectos psicopedagógícos y sociales

en los grupos de trabajo(un enfoque clínico-situacíonal aplicado a la educación en

Talleres Ocupacionales)

Lola Arrieta OlmedoPsicóloga-Psicoterapeuta

INTRODUCCIONCada día oímos hablar mas de Talleres Oaipadonales, Casas de Ofi­

cios, de Escuelas-Taller, Grupos de prevención, ocio, reinserción...Cada día también, nos damos cuenta de que la problemática de la

infancia y juventud inadaptada y socialmente marginada sigue en pie y con más fuerza que nunca.

Los Talleres, ¿son o no son respuesta válida. La certeza que tenemos es que son un apoyo más y están llenos aún —en su organi­zación y, sobre todo en su legislación— de contradicciones, con poco tiempo de rodaje y andadura, con más dificultades que posibili­dades, sometidos con frecuencia a prisas y presiones para adecuar proyectos a exigencias administrativas e intereses políticos.

La urgencia de reflexionar y sistematizar mucho más la metodo­logía, la forma de «hacer», los principios fundantes de estas acciones educativas para que respondan —de hecho— a las necesidades de los jóvenes marginados, es una cuestión que no nos deja indiferentes a los que llevamos más de una década preocupados por esta problemática.

Es cuestión, no sólo de urgencia, sino de responsabilidad humana y social. De no hacerlo, hasta los mismos jóvenes margina­dos nos podrán acusar de nuestra improvisación y aprovecha­miento descarado.

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De no hacerlo, nuestra reivindicación ante la Administración de una política más coherente, estará vacía de fundamentos, y otros intereses posarán siempre por delante.

I. CONCEPTOS REFERENCIALES

El hombre como totalidad«Los jóvenes inadaptados y socialmente marginados son, por

encima de todo, hombres y mujeres jóvenes.»Alguno dirá al leer esta afirmación: «¡Eso es obvio!, ¡Qué tonte­

ría!» Sin embargo, creo que nos conviene recordarlo una y mil veces. La vida de los jovenes marginados aparece tan «troceada» a veces, los «síntomas» y «gritos» de su marginación son tan manifiestos que fácilmente podemos caer en la trampa de olvidar que su vida es un «puzzle desintegrado», y aproximarnos a ellos como si sólo contaran las «piezas sueltas», tomando la parte por el todo.

Si un muchacho es descarado, no tiene hábitos de trabajo, se droga, sólo piensa en el dinero, etc., no vamos a caer en la trampa de aislar conductas y prescindir de la totalidad. O logramos la compren­sión total del puzzle, de su organización y funcionamiento, o nues­tros deseos de hacer educación integral es una pura ilusión.

«Sólo una teoría antropológica que enmarque el incesante esfuerzo de construcción y reconstrucción de totahdades concretas, es condición para que toda manipulación correctiva (entiéndase «acción educativa») pueda aspirar a una inserción en el nivel humano» (1).

La identidad

«La form a de ser y expresarse de cada persona es el resultado de la tram a de relaciones sociales que establece con su me­dio» (2).

La identidad de cada uno, lo que hace, piensa, siente sobre lo que piensa, es fruto de la influencia de aquellos que le rodean. Según el sentimiento que provoca la propia identidad (de satisfacción o de

1. Fiorini, Yi.Teonas y técnicas de Psicoterapia. Nueva Visión.2. Blumer, H. Interaccionismo Simbólico. Hora.

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rechazo) el hombre tiende a posicionarse en una determinada manera en los grupos de referencia:

1) Si su experiencia es de aumento de la propia valoración, se implica.

2) Si su experiencia es de disminución de la propia valo­ración, se retira.

3) Si su experiencia es de confusión y miedo, permanece alerta, se defiende o huye.

Cuando los jóvenes lleguen al Grupo de Trabajo, su posición inicial en el aquí-ahora (adentro) va a ser el resultado de cómo expe­rimenten lo que allí se ofrece y propone en referencia a las experien­cias anteriores vividas (afuera).

Acción educativa

Desde estos presupuestos, la acción educativa vamos a enten­derla siempre como una situación relacional. (3).

Cada muchacho, con su historia y situación concreta, se encuen­tra con otros, hijos también de sus circunstancias específicas, para relacionarse juntos en este espacio nuevo (Grupo de Trabajo).

Una clave fundamental para que a los jóvenes les sirva aquello que se les propone como medio de reinserción, es que la propuesta educativa dé resp)uesta plena a su situación.

La motivacio^n e interés objetivo por acj uello que se les ofrece: el aprenzaje, el trabajo en sí mismo, llegara en la medida en que lo conecten con su interés vital.

De aquí, la urgencia de conocer con detalle su situación y com­prender el punto de partida.

II. UN ESQUEMA DE DIAGNOSTICO PARA CONOCER EL PUNTO DE PARTIDA

• De los Jóvenes• Del Grupo de Trabajo

Esta es la primera necesidad que nos surge como educadores: CONOCER EL PUNTO DE PARTIDA.

3. Ba l in t /Lu c h in a , i . Elk Grupo Balint. Hacia un Modelo Clínico-Situacional. Paiaós.

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Vamos a comenzar preguntándonos por el Grupo:

1. ¿Cómo han llegado a formarse los grupos de trabajo de los talleres?

El Grupo dominante de la sociedad en función de su poder polí­tico V económico define las finalidades y crea los mecanismos por los que los niños y jóvenes llegan a integrarse en el sistema de una forma total: Enseñanza Básica, logro de unos niveles de rendimiento, Bachillerato, Universidad, especialización, trabajo por vías diver­sas... Lo mismo se puede decir de los qu acceden por la vía de la F. P. y de la especialización en los distintos oficios.

¿Qué pasa, entonces, con los miles y miles de jóvenes (minorías marginadas que llegan a constituir mayoría de la tierra) que se han ido quedando al margen a lo largo de esta escalada, por causas diver­sas? Esta es la población de jóvenes que se agrupan en los Talleres Ocupacionales. No surgen por iniciativa personal (al menos en un primer momento), sino como consecuencia lógica de su margina- ción dentro del sistema total. «Están aquí porque no tienen otro sitio donde estar, porque no les queda más remedio.» No se reúnen, pues, desde una ilusión, un objetivo, sino como consecuencia lógica de su marginación dentro del grupo total. Les une la necesidad de ser atendidos «desde afuera». Son grupos que nacen desde el fracaso, el aislamiento, el no tener más remedio que... Son grupos que nacen en «dependencia», y muchas veces se viven en «contradependencia» y su existir y mantenerse está supeditado a...

La corrmrensión lógica de la formación de estos grupos y su vivir «a merced de las decisiones que sobre ellos se tomen» nos puede ayudar como educadores a mejorar nuestro trabajo con ellos, a relacionarnos con los jóvenes y grupos de una manera global, vinculando sus con­flictos con todos los aspectos de su vida y mundo que los rodea.

Si este es el punto de partida, y teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, la postura inicial que podemos esperar de los jóvenes es: •

• Desconfiar de lo que se dice. ¡Tantas veces les han en-

Siñado!star alerta para que «no les pillen de nuevo».

• Ir a lo práctico: dinero, trabajo... Lo demás no cuenta.• Ir deprisa y «a lo nuestro» (grupo). Los educadores son del

«otro bando» (gente con trabajo; maestros al fin y al cabo).

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• Los más deteriorados podrán mostrar más ansiedades.• Los menos deteriorados podrán mostrar más paciencia, pero

puede ser que las posturas con sus compañeros más necesita­dos sean intransigentes y competitivas.

Estas pinceladas a modo de conclusiones las he sacado, al pie de la letra, de egresiones de los mismos jóvenes en el momento de integrarse en Talleres, cuando se les plantea: ¿Qué postura tienes al comenzar este Curso?, ¿qué esperas de aquí? Creo que nos puede hacer reflexionar. Y yo me pregunto, a la hora de escribir estas líneas: ¿Es que pueden tener otra postura en un contexto social como el que se na nombrado?

2. ¿Cómo puede ser pensado cada muchado que llega a los talleres?

Todos los manuales de Pedagogía nos hablan de la importancia del Diagnóstico inicial. La técnica por excelencia es la observación sis­temática y continua.

Nosotros hemos elegido utiz ACCION EDUCATIVA entendida como SITUACION. Vamos pues, a asomarnos al conocimiento y comprensión de los jóvenes; y ello desde diversos ángulos.

2.1. Area evolutiva

ERIKSON (4) estudia las edades del hombre considerando que cada etapa tiene unas áreas específicas.

«A cada edad evolutiva corresponde un oficio».Del logro positivo de estas tareas depende un avance y creci­

miento hacia la salud, hacia adelante.¿A dónde apuntan los procesos cognitivos y creativos de esta

etapa juvenil? Según EriEson, hay tres tareas específicas para estos años:

a) Definir las relaciones con el sexo (lo que hace referencia a una intensa valoración de las relaciones interpersonales).

b) Descubrir la propia proyección y sentido en la vida (lo que hace referencia a una intensa valoración del hacer y nos pone en la dinámica de lo profesional).

4 . E R JKSO N , E. Identidad, Juventud y Crisis. Taurus.

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c) Redefinir y resolver relaciones con el grupo familiar de ori­gen (tarea que se hace tanto más fácil en la medida en que las dos anteriores se viven con satisfacción, y que se complica más en la medida en que las anteriores se presentan con mucha conflic- tividad).

Deducimos de aquí que el logro de respuestas para estas «tareas evolutivas» es un interés vital de los jóvenes (lo expresen abierta­mente o no) que van a buscar explícita o implícitamente en el Grupo de Trabajo.

Por muy rota que esté una vida, en edad juvenil nadie se resiste a poner en juego lo mejor de sí mismo si descubre a su alrededor cau­ces de posimlidad que le ofrecen satisfacción. Todo ello, por supuesto, planteado en una dinámica de proceso.

2.2. Area Crupal

El grupo de trabajo de los Talleres, es, ante todo, un Grupo de Iguales, Y nos preguntamos: ¿Qué valor conceden los jóvenes al grupo referencial de iguales?

Investipciones actuales apuntan a considerar que el grupo de iguales es la referencia decisiva —autoridad última en ocasiones, sobre todo cuando ha fallado la familia y la escuela— que ejerce pre­sión y conformidad en sus componentes. Es instancia indispensable para la maduración personal, sexual y social. El éxito y reconoci­miento en el grupo de iguales es el medio para lograr la identidad positiva y el desarrollo de la propia asertividad entendida como la capacidad de afirmarse no de forma reactiva, «en defensa de», sino de forma positiva, es decir, ligado a la confianza básica de los sujetos en sí mismos. (5).

Desde nuestra experiencia, estamos ante una clave educativa casi desconocida aún y muy poco considerada en los ambientes escolares.

La baja autoestima de los jóvenes marginados y sus tendencias de dominio/dependencia a la hora de relacionarse en el grupo, nos abre un campo de intervención fundamental para lograr —mediante el uso del mismo grupo de iguales como recurso educativo— la reo­rientación y carnlDio de los jóvenes en el modo de percibirse a sí mis­mos y de percibirse unos a otros.

5. Ayestaran, S. Adolescencia, ju v en tu d y vida de grupo, en «Psicosociología del adolescente Vasco». Publicaciones del Gobierno vasco.

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2.3. Area psicosocial

Desde la perspectiva psicosocial se trata de ver cómo influyen los sistemas de valor de la ideología dominante en la forma de posi- cionarse los jóvenes ante sí mismos y ante el grupo de trabajo con los objetivos que se plantea.

Toda la vivencia personal y emocional que provoca en ellos las categorías sociales introyectadas como dominantes, hace que vuel­quen sobre el grupo de trabajo formas de pensar, estructuras de relación y espectativas que avivan —en ocasiones— los conflictos, las ansiedades y las defensas de estos grupos.

¿Cuáles son los valores dominantes para ellos?A modo de ejemplo, vuelvo a traer aquí testimonios de los mis­

mos muchachos en una actividad del «Grupo de Vida» (ó) en la pri­mera Fase. Ante un itens que decía así:

«En este grupo, según tu opinión, lo que realmente es impor­tante...» Las respuestas eran varias:

«Las pelas, lo demás es cuento.»«Ayudarse unos a otros.»«Estar al loro para que no te pisen.»«Ir a lo práctico: el curro.»

De las cuatro respuestas que entresacamos, tres expresan la acti­tud de la mayoría en el comienzo; los valores referenciales del grupo eran: el dinero, el trabajo, defenderse de los otros, percibidos como supuestos atacadores. Sólo un tercio del grupo considera como valor la ayuda mutua; valor que en el contexto se traduce en un deseo de ser ayudado desde la experiencia de sentirse impotente.

El conocimiento de las categorías de valor que el grupo practica y por las que se rige en sus decisiones, es piedra clave para no estre­llarnos frontalmente con él en un reproche absurdo cuando en elfrupo aparezcan consecuencias —hechas conflicto— de esta forma

e pensar.Crear condiciones de posibilidad para que el grupo pueda asimi­

lar otras categorías es tarea que también nos exige Dueña dosis de creatividad.

6. Testimonios entresacados de la Memoria de los Talleres Ocupacionales y Casas de Oficio «Cauces». Asoc. Cooperativa «Alfonso VI». Salamanca.

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2.4. Area comunicacionalLos códigos de comunicación que usamos dicen mucho de noso­

tros mismos. Los jóvenes tiene su estilo propio y su jerga propia.La escucha atenta, la comprensión semántica de sus expresiones,

las vivencias contenidas, retenidas y a veces disfrazadas, las deman­das «camufladas»; la comunicación no sólo verbal sino no-verbal que los jóvenes practican, es la «primera piedra» a conocer y comprender para emprender juntos la tarea del aprendizaje y del trabajo (7).

La falta de escucha, las interferencias que impiden la compren­sión de sus mensajes, pueden colocarnos «fuera de órbita» como educadores.

Numerosos estudios actuales ponen el énfasis en presentarnos el aprendizaje como una experiencia relacional de comunicación.

Si esto es válido en toda acción educativa, tanto más en nuestra situación, donde la mayoría de los jóvenes padecen trastornos de comunicación por inadaptación.

2.5. Area de funciones libres de conflictoEl aprendizaje es un proceso que exige poner en juego lo mejor de

sí mismo.Los jóvenes marginados, tan retrasados a veces en el Ic^ro de

niveles de aprendizaje, tan faltos de cimientos, encuentran dificultad en la asimilación.

Sin embargo, muchas de estas descompensaciones no son debidas a déficits en sus capacidades intelectuales, sino a bloqueos emocionales que han interceptado los procesos de .desarrollo, y también a una falta de andamiaje para la construcción de estos mismos procesos.

De ahí la urgencia de conocer la capacidad disponible para el aprendizaje, de acertar en la tematización de intereses vitales de los muchachos, para que activen y pongan en juego todas sus funciones adaptativas y creativas.

Por muy deteriorado que esté siempre tiene capacidad de apren­der, siempre hay cosas que logra bien y puntos de referencia conoci­dos en los que puede apoyarse para el aprendizaje de lo nuevo.

Muchas de las ansiedaaes que se dan en el grupo, muchos de los rechazos que los jóvenes expresan ante la tarea, llevan este mensaje

7. Ló p e z Y a r t o , L. Claves para una comunicación auténtica, en Revista Sal Terrae. Octubre, 1988.

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implícito: «Oye, maestro, yo estoy deseando realizar con éxito este trabajo, pero proponme la tarea de tal forma que yo la logre de forma progresiva; sepa abordar las dificultades que se me presentan y saque las aplicaciones prácticas para mi vida, de tal manera que pueda usar esto que me enseñas en el momento apropiado y de manera oportuna.»

Con la enumeración de estas áreas de observación no pretendo ago­tar todas las posibilidades de conocimiento de los jóvenes y del grupo. Se trata de ejemplificar varios de los niveles cuya consideraaón conjunta nos permite una visión amplia a la vez que rigurosa de la situación.

No me he parado a nombrar la necesidad de conocer la historia familiar, escolar, laboral. La presupongo en el apartado de aproxi­mación al Grupo en su punto de partida, en todo lo que significa el Afuera de cada chico y de cada grupo.

III. FUNDAMENTOS DE LOS GRUPOS DE TRABAJO EN LOS TALLERES

¿Hacia dónde nos dirigimos con los Talleres Ocupacionales?Después de todo lo dicho anteriormente, los Talleres Ocupacio­

nales son, o tendrían que ser esa pequeña ESTRUCTURA donde los jóvenes marginados, o mejor en situación de marginación encuentren cauces positivos para ¿integrarse? (lo escribo con interrogantes) en la vida de todos (pues tienen derecho a un espacio como el resto de los ciudadanos).

Trato de desarrollar en este apartado lo que considero, desde la perspectiva psicopedagógica, los pilares de los Talleres, es decir, los

fundamentos que dan apoyo teórico al diseño de la tarea cotidiana.Tres son, a mi juicio, estos pilares:

1. Ocuparnos de la situación de los jóvenes en lo actual

Lo más importante es dar respuesta a los jóvenes en lo actual. En consecuencia, vamos a intentar una comprensión integral de la vida de los jóvenes, y en el «adentro» del grupo de trabajo vamos a ocu­parnos del «afuera». De ahí la importancia del trabajo en s í mismo.

Aprender y ejercitarse en oficios en los que pueden proyectar su energía, verificar su capacidad de aprender y de sentirse útiles... son experiencias de sentido y futuro. La edad y la mente práctica de los

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jóvenes que valoran lo que ven y lo que hacen, no deja luear a dudas sobre el hecho de reconocer el trabajo manual como el pilar y el fun­damento educativo de los Talleres.

El trabajo debe ocupar, pues, el máximo de horas en la organiza­ción del tiempo del Taller.

No me cansaría de enumerar la riqueza que supone para la inte-f ración personal y el desarrollo de la sociabihdad de este área del tra- ajo. Por ello, importa mucho.

• Cuidar la metodología.• Plantearlo en términos de progresión (según la Fase).• Hacer relación con los jóvenes a partir de ahí, del mismo

trabajo. Es referencia para ocuparse de otras cosas.Para los muchachos, supone:

Adiestrarse en el desarrollo de habilidades.Poner en juego la capacidad de control, de tanteo.Actuar mediante ens^o-error.Asumir un pequeño fallo.Superar creativamente una dificultad.Lograr comenzar y acabar un trabajo concreto...

Todo ello cumple una doble función para el muchacho: «Traba­jar como todos y encajar, poco a poco las piezas del puzzle que es mi persona...»

Todo ello habrá que nombrarlo de forma personal (Hacer memoria de palabra o por escrito de los pasos dados. Autoevaluación. Síntesis):

* En relación maestro-alumno («Yo te nombro lo que veo que has hecho y te refuerzo positivamente; tú me estimulas y te afianzas en ti. Yo te expreso de forma práctica que estoy contigo»).

* En gran Grupo. («Desarrollamos la capacidad de expresar­nos, de ponernos en la perspectiva del otro, de sabernos todos potentes y diferenciados...»).

Si el trabajo en sí mismo es importante y ocupa, además, el máximo de horas en la organización del tienmo en el Taller, debe presentarse como un trabajo con perspectivas de futuro (tarea incipiente y casi imposible aún con la política económica actual).

Se trata de empujar PROYECTOS DE TRABAJO de forma creativa, confrontando las acciones continuamente con la realidad y el orden establecido. Se trata de acertar en la creación de modelos de

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futuro para y con los jóvenes marginados como respuesta positiva que refleja nuestro inconformismo frente a una situación dada yf>erfectamente diseñada: la de dejar a tantos jóvenes al margen en avor de un desarrollo.

El mejor aval para los jóvenes es el testimonio de los mismos jóvenes algo más avanzados en el proceso e implicados en esta tarea de solidaridad y construcción de futuro. Actúan como modelos referenciales asequibles, que enganchan el eslabón entre jóvenes y adultos. «Si ellos han podido... y estaban donde yo estoy ahora, signi­fica que es posible...»

I para que realmente llegue a ser posible... equiparles de herra­mientas culturales para la comprensión de lo que ocurre, de cómo ocurre y de quién se beneficia de lo que ocurre.

Comprensión que comienza en la información, en el adiestra­miento de recursos para la asimilación de la lectura y la capacidad de expresión oral y escrita.

Comprensión que motiva en la medida en que se parte de intere­ses y situaciones vitales de su vida y de su mundo (condiciones de habitabilidad de su barrio, familia, entorno, tensiones de su grupo social: familia, amigos; su cultura particular, prejuicios, mitos, creenaas y otras formas de conciencia alienada).

Comprensión que se hace creíble y se acepta en la medida en que experimentan implicación puntual por nuestra parte en aconteci­mientos específicos que ocurren en su vida.

Comprensión que se hace estímulo y movimiento hacia adelante cuando resulta gratificadora por la verificación de logros positivos del grupo de trabajo.

2. Tener la certeza de que los jóvenes marginados son «más que sus problemas»

Cogemos aquí un slogan con el que la psicología humanista (8) anima al hombre a superarse a sí mismo y a trascenderse más allá de sus dificultades. ^

Cuando los jóvenes llegan a los Talleres, una parte de su vida está afectada por las situaciones de marginación e inadaptación que han vivido. Pero otra parte de su vida está libre de estas contamina-

8. SÁN CH EZ R i v e r a , Integración 'Psíquica y emocional y Psicología Humanista. Edil. Marova.

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dones y Ies permite mostrarse con conductas y actitudes sanas, nor- malizaaas y facilitadas de buena integración.

A lo largo del tiempo, en el grupo de trabajo, vamos a tener oca­sión de conocer ambas partes. No estamos ante «dos jóvenes distin­tos», ni ante un «esquizofrénico», ni ante chicos con «doble personalidad» como frecuentemente escuchamos. No se trata de eso; sin embargo, estas manifestaciones desconciertan con frecuen­cia a los educaoores y les escuchamos frases como: «No comprendo a este chico. Iba bien y, de repente, actúa de tal manera gue lo fastidia todo y ya no hay nada que nacer con él, porque por mas que le deci­mos, no reeacciona.» Y la realidad es que todos somos capaces de res­ponder con salud a determinados estímulos, pero en algún momento concreto se interfieren fuerzas internas y variables externas que activan en nosotros miedos y emociones difíciles de contener en nuestro interior. Es el momento en el que se pasa a la acción: «Yo me hago miedo y problema y lo actualizo de formas diversas, a fin de librarme de mis angustias.»

En los talleres es vital tener en cuenta esta clave para no caer en la trampa de dejar sólos a los jóvenes y al grupo en los momentos que nos necesitan de una forma especial. Es necesario no confundirlos ni desconocernos ante ellos, creyendo que lo que les ofrecemos en la práctica cotidiana ya no sirve porque, en ese determinado momento, aparece una conducta consecuencia de su marginación.

De ahí la importancia de:

• Comprender de forma lógica y científica sus momentos de crisis y estructurar el grupo de trabajo de tal manera que active el funciona­miento sano de los jóvenes y la reestructuración efectiva y progre­siva de sus descompensaciones.

• 'Plantear la dinámica de integración en los Talleres de forma progre­siva. Diferenciar fases, objetivos ae cada fase; situar nuestras espec- tativas de acuerdo con la realidad actual del grupo. De ahí, la importancia del PROCESO.

• El (principio de Flexibilidad» (que no el de la intermitencia, ni la inconsistencia, ni la indefinición) debe presidir siempre la estructuración y organización del grupo de trabajo. Y aplicarse en función del diagnóstico multidimensional del grupo, y de cada uno de los objetivos de integración y reinserción que nos plan­teamos.

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3. Utilizar un nuevo lenguaje (en cuanto significados) paraleer e interpretar conductas y acontecimientos de lavida cotidiana.

Se trata de reestructurar el modelo representacional de los jóve­nes y del grupo en cuanto a la forma de abordar y juzgar los acontecimientos.

Las ideas condicionan, activan emociones, miedos, ansiedades; organizan conductas, roles; estructuran relaciones, generan conflic­tos, secuestran o potencian la salud o la enfermedad, activan a los sujetos hacia el progreso o hacia la regresión o el aniquila­miento.

Enseñar a los jóvenes el «buen sentido», es decir, a pensar con sentido común, con sentido práctico, no contra ellos mismos; libe­rarles de ataduras, prejuicios y categorías mentales «al uso» que no se han construido precisamente al servicio de sus necesidades sino del grupo social dominante, es tanto como hacer posible que la palabra sea, que la verdad de sí mismo se exprese y se libere.

Es una forma de activar motivaciones sanas y congruentes, y de hacer posible que un sistema de pensamiento nuevo se active en el grupo y adquiera el carácter de dominante funcional.

Son muchos los autores de la línea cognitiva, entre ellos Hart- mann, los que han subrayado en los últimos tiempos esta capacidad adaptativa del pensamiento y su papel organizador de las conduc­tas (9).

De ahí la importancia de:* Usar la INFORMACION.Poner a disposición del grujpo informaciones amplias que les

faciliten analizar situaciones, má allá del reduccionismo.* Usar el principio DE REALIDAD.Cuestionarnos conjuntamente —grupo y animadores— lo que

ocurre desde esta referencia en la que todos estamos insertos.* Recordar nuestro modelo referencial de grimo: lo que ocurre

es siempre el resultado de la interacción entre las fuerzas que se dan en el interior del grupo y las fuerzas que actúan sobre él desde el exterior. Tenerlo en cuenta para iluminar los acontecimientos que puedan sucederse.

9. H a r t m a n n . La Psicología del yo y el problema de la adaptación. Pax México.

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* Aportar claves solidarias (no Ízales) como recurso para reac­cionar ante lo que sucede. Se trata de implicar al grupo en un pro­ceso de participación y toma de postura ante los acontecimientos.

* Plantearnos juntos qué responsabilidades correctoras pode­mos asumir en el «adentro» y en el «afuera» del grupo para no dejar­nos presionar por interpretaciones de la vida y del mundo que nos marginan aún más.

* Diseñar creativamente pasos (cortos y pequeños pero en pro­ceso) que podemos ir dando para conseguirlo.

* Explicitar y celebrar los cambios y avances.Un Grupo de Trabajo con jóvenes, mediante el esclarecimiento

desde el «sentido común» de aspectos básicos de la situación de los propios jóvenes, puede lograr un cambio sustancial en la actitud de tos mismos jóvenes ante la cultura, el aprendizaje, así como fotalecer su identidad positiva y activar una adaptación realista.

IV. ASPECTOS «PRACTICOS» A TTNER EN CUENTA PARA LA FORMACION Y BUENA MARCHA DE LOS GRUPOS DE TRABAJO

La Psicología Social se ha ocupado con intensidad del estudio de los grupos pequeños, sobre todo en las últimas décadas. Vamos a recordar aquí algunas de las claves que nos pueden servir de refle­xión a la hora de organizar nuestros grupos de trabajo.

Es verdad, y la experiencia nos enseña, que no siempre es posible «seleccionar» el grupo. Pero todos sabemos que el Grupo de Trabajo que señalamos no es un «agregado de personas» sino una serie de jovenes (chicos y chicas) en inter-acdón e independencia mutua.

Conocer las Leyes de los Grupos y garantizar unos «mínimos», es tanto como asegurar las condiciones de posibilidad para la buena marcha del grupo hacia el avance y el logro de los objetivos propuestos.

En mi trabajo profesional como animadora de grupos, he cono­cido a muchos educadores y animadores de buena voluntad, que por no tener en cuenta estos elementos que enumero a continuación, se han visto abocados a fracasos que podían evitarse, con la consi­guiente carga de «quemazón y fracaso» que, experiencias así, dejan a todos los que las viven (jóvenes y educadores).

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Algunos me dirán: Y cuando estas condiciones no son posibles, ¿qué hacer? ¡Mejor sería no conocerlas, al menos evitamos la ansie­dad! Postura también frecuente en algunos educadores llenos —y por delante— de ansiedad. Conocer la estructura del grupo y los Límites que presentan en cuanto a su formación, nos permite como animadores reflexionar sobre el «trabajo adicional» que nos espera si queremos lograr el mantenimiento y buena marcha del grupo, y bus­car recursos de intervención compensadores.

Paso a enumerar los elementos más comunes y que yo misma he aplicado y experimentado como válidos en los grupos ae trabajo:

• En cuanto al número de personas: entre 12-15. Permite la doble experiencia de comunicación y atención personal y grupal, tanto en lo que al trabajo se reflere como a los aprendizajes (este es un criterio sobradamente conocido y veriflcado).

• Lograr un cierto equilibrio entre los componentes del grupo. Que no todos los jóvenes tengan las mismas problemáticas e idénti­cos niveles de deterioro. Es de desear que el grupo mismo pueda generar actitudes y conductas de salud que neutralicen y asimilen positivamente las expresiones de ansiedad de algunos jóvenes más afectados. (No siempre es posible lograr grupos bien balanceados; lo que es más indispensable es conocer los efectos que puede tener una determinada composición del grupo.)

• Explicitar la característica común que agrupa a los jóvenes: Ser marginado. Pretender soslayarla puede jugarnos una mala pasada en lo que a expectativas y tareas del grupo se refiere. Cada una ha experi­mentado ya en momentos diversos y de varias formas, el rechazo o la frustración.

• Explicitar también la urgencia y ansiedad que les provoca un futuro incierto puede ser un elemento motivador para la propuesta de tareas con un ritmo rápido y ordenado.

• Al animador/educador le toca definir con la mayor claridad posible Apara qué de este grupo y las reglas oásicas de funcionamiento. No significará esto que, desde el primer momento, van a cumplirse; recordemos el principio de la flexibilidad. Pero va a ser fundamen­tal, como esquema de referencia que aporta seguridad a los jóvenes y les ayuda a situarse de cara a una autoevaluación y a saber a qué ate­nerse respecto a lo que se espera de ellos.

• No podemos despertar expectativas en el Grupo para las que no creamos condiciones de posibilidad.

• La propuesta de trabajo tiene que ser clara y comprensible:

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— Es distinto aprender oficios con el fin de descubrir'^ desarro­llar habilidades y afianzar en el tiempo capacidad de compromiso en una tarea (Fase cero).

— Que aprenderán oficio con el fin de practicar posteriormente como forma de subsistencia (Fase 1).

dido, esfoi ^base realista (Fase 2)."

— Que trabajar ya en ese oficio más allá del marco de referen­cia, que es el grupo de los Talleres (Fase 3).

Descuidos en la información o el planteamiento claro de derechos y deberes en cada etapa, son factores movilizadores de ansiedad que también pueden hacer fracasar a un muchacho o grupo.

Quemar etapas, proteger excesivametne a los muchachos, no crear espacios facilitadores de autoevaluación personal y grupal, o negar al grupo información que explica los problemas y aincultades por los que podemos atravesar, son otros tantos factores que indu­cen a la confusión y/o fracaso innecesario.

• Estructurar los espacios y e l tiempo de permanencia en el Taller, de tal manera que sea otro elemento de referencia que aporta seguri­dad a los jóvenes.

• Está ya muy verificada la necesidad de contar con espacios diferenciados:

Area laboralArea Cultural (o escolar)Area vital (Grupo Base, Coloquio, Asamblea, Tertulia...). Area de Calle (actividades y contactos con el «afuera»).

• Conviene también introducir experiencias de novedad en la vida del Taller, que estimulen, motiven y oxigenen a los jóvenes: salidas, intercambios, visitas, actividades interdisciplinares... Todo ello rompe la monotonía, mantiene clima abierto y distendido, e ini­cia en experiencias nuevas de relación y encuentro.

• El animador tendrá que diferenciar en los momentos críticos (sobre todo de stress), con qué situaciones «puede» el grupo y con cuales «no puede». El educador tiene que actuar entonces:

• Como contenedor del muchacho o grupo que se desborda.• Como facilitador que ayuda a expresar emociones y disolver

ansiedades. ^

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• Como objetivador que propone reglas y límites para el buen funcionamiento del Grupo y les devuelve la calma desde el principio de realidad.

• Una forma de pontenciar la buena marcha del Grupo es esta­blecer momentos de intervención específica. Señalo algunos:

— Entrevista inicial educador/muchacho antes de la integra­ción en el grupo. ¿La finalidad. : «contrato» y conocimiento mutuo.

— Tr^ajar específicamente la «Puesta en marcha del Grupo» (con dinámicas apropiadas).

— Proponer a la consideración del Grupo todos aquellos asuntos gue pueden resultar significativos. «Aprovecharlos» para la progresión: acontecimientos específicos á cu n compañero, de lív id a del grupo, del afuera del grupo...

— Practicar periódicamente la Discusión de Grupo como medio facilitador de cohesión y participación.

— Y, sobre todo, crear y alimentar un clima positivo.Que el grupo de trabajo sea un espacio alimentador que proporciona «beneficios».

V. UNA REFLEXION PENSANDO ENLOS EDUCADORES/ANIMADORES DE LOS GRUPOS DE TílABAJO

¿Qué necesidades se nos plantean desde esta orientación?• La necesidad de mayor formación se hace evidente. No basta

sólo la formación específica en el área del trabajo sino formación psi- copedagógica. Si el Taller es \m grupo de acción, enseñar es el arte de aprender a aprender, y la acción educativa el encuentro existencialy rela- ctonal entre educadores y jóvenes. El educador necesita «complementos» a su formación específica, y sobre todo comprensión profunda de las realidades que acontecen en el afuera de su Taller.

• El Trabajo en Equipo, la complementación entre compañeros y la continua práctica confrontada y supervisada.

• La coordinación con otros grupos de trabajo es apoyo indis­pensable.

• La formación permanente en nuevas metodologías hará posible?[ue, en medio de las dificultades, el trabajo sea cada vez más ructífero.

Hay que reconocer el esfuerzo solitario hecho por muchos gru­pos en estos años. La evaluación da como resultado que se han man­

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tenido los grupos de educadores que tomaron en serio la tarea de hacerse como grupo humano y trabajar en equipo más allá de las dificultades.

Si la experiencia de los Grupos de Trabajo exige acompañar y empujar los PROCESOS hacia adelante, la única forma de «apren­derlo» es sentirnos, nosotros mismos, en Grupo y en proceso. Al menos, esa es nuestra experiencia.

VI. A MODO DE CONCLUSION: UNA FORMA CONCRETA DE ORIENTAR Y ACOMPAÑAR AL GRUPO DE TRABAJO

¿A quién compararé un Grupo de Trabajo?

«Se parece a un coche que emprendió un largo viaje (seis meses o un año) con afán de aventura... Iba lleno de jóvenes.

Como la carga era pesada le obligaron a ir por caminos comarca­les para no bloquear el tráfico. ¡Había tantos coches como éste por ahí...!

El tiempo no era previsible, pues andaba revuelto, y tan pronto nevaba como había niebla...

El conductor planteó a los jóvenes:— ¡Atención. Este viaje es una aventura. No tenemos casi nada

a nuestro favor, por eso tenemos que organizamos para llegar al tér­mino...! (El grupo cuenta, desde el principio con la certeza de que habrá dificultades y conflictos.)

Disponemos de nosotros mismos. Como regla de oro propongo que cada uno ponga en común lo mejor que tiene; no vale hacer trampa. Si alguno se guarda algo, los demás ¡atentos! para descubrirlo.

Vamos a mantener el coche «a punto» para poder ir «sobre rue­das», Si la aventura nos sale bien, al final estaremos equipados para hacer frente a todas las dificultades que puedan presentársenos.

— Juan, tú y tus amigos ocupaos de vigilar las ruedas de delante (que en todo momento hicomunicación esté «a punto» entre nosotros. Nada de líos, chantajes ni malentendidos. Todo daro y clarificado).

— María, tú y tus amigos vigiláis las ruedas de atrás. ¡Que la autoestima se mantenga en equilimio! (Hay que evitar desinflarse, perder aire. Si hay pinchazos los arreglaremos inmediatamente.)

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— Jorge, vosotros atentos al motor, la dirección y las marchas. Que en cada momento, según cómo sintamos el coche y cómo esté el camino tomemos las decisiones oportunas para avanzar (nada de quemar etapas, ni acelerones innecesarios. Cuidado con las vueltas y revuel­tas; mantened el ritmo y la constancia en la marcha).

— Sonia, vosotros no descuidéis las luces y los detalles, estad atentos a los indicadores del camino. Que ninguna dificultad nos frene. Que ante las dudas y conflictos nos paremos a reflexionar para situarnos ante lo que pase, y buscar entre todos soluciones de avance.

Si alguno se marea, que lo diga, y para el resto de cuestiones generales vamos a ponernos de acuerdo.

Mientras tanto organizaremos el trabajo dentro del coche para cuando lleguemos al término.

Si aparecen controles, ¡TRANQUILOS!, que vamos de legales».¿Llegarán nuestros amigos al final de su aventura?, preguntaría a

los niños el narrador de cuentos.El «final feliz» no existe.El avance es la lucha, la confrontación, el esfuerzo creativo y

solidario.Deseo que no tengamos que decir como el poeta: «...jy sé

todos los cuentos.»

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Servicio de paroM / Dolores Huguet

Toni TurCaritas Diocesana de Barcelona

ORIGENES Y PRINCIPIOS INSPIRADORES DEL SERVICIO DE PARO

En d año 1982, conscientes del grave problema del paro, se vio la necesidad de crear, dentro del Departamento de Acción Social de Cáritas Diocesana de Barcelona, un servicio especializado para aten­der los problemas derivados del paro forzoso de personas y familias sin otros ingresos gue los de su propio trabajo.

Los principios inspiradores fueron:1. Valoración de la persona en sí misma y en su situación

concreta.2. Solidaridad con la situación de unas personas paradas, ante

la dualización creciente de nuestra sociedad.3. Importancia de la formación o reciclaje del colectivo de

personas paradas.

ORGANIZACION DEL SERVICIO

El Sevicio empezó con dos asistentes sociales a jornada laboral completa y una Comisión formada por el director de Cáritas Dioce­sana, un abogado laboralista, una persona procedente del área empresarial, un gestor, un ingeniero técnico, un administrativo, el responsable del Departamento de Acción Social.

Dada la evolución del Servicio, como explicaremos más adelante, se han incorporado paulatinamente educadores, hasta el número de 15 en la actualidad, para llevar a término las actividades de formación.

En las reuniones periódicas se van marcando los objetivos, se proponen nuevas iniciativas y se resuelven las peticiones de ayudas colectivas.

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Las funciones de la Comisión son: Sensibilización de activida­des, ayudas colectivas y asesoramiento técnico.

Con objeto de hacer un trabajo más eficaz —dentro de los lími­tes de la Institución— pareció conveniente ir más allá de la respuesta puramente económica y asistencial.

FUNCIONES DEL SERVICIO DE PARO

Ayudas asitenciales.—Se traduce en un soporte económico pun­tual, en situaciones graves de carencia económica y cuando se prevé que la ayuda solucionará algún aspecto del problema.

Ayudas de promoción,—Procurando un crecimiento profesional y de grupo de personas paradas, mediante cursos de formación básica y de formación ocupacional y también cursos de introducción al sis­tema cooperativista.

Tarea preventiva .—Evitando que se llegue a la marginación social por falta de medios económicos y de preparación profesional.

Las respuestas son a dos niveles: individual o familiar y colectivo.

PROYECTOS DE PROMOCION

Proyectos elaborados desde el propio Servicio, cursos de forma­ción y promoción de cooperativas.

Proyectos elaborados en los Servicios de atención directa y seguidos y financiados desde el Servicio de Paro.

Subvenciones a proyectos elaborados por distintas asociaciones, entidades, grupos ele barrio...

Normalmente estos proyectos se llevan a cabo en los barrios y zonas con mayor índice de paro (Nou Barris, Raval, Zona del Baix Llobregat, Vallés Oriental y Occidental) y con una incidencia grave de paro juvenil, ya que es de primordial importancia el acercar los recursos a la población más afectada.

COLECTIVO ATENDIDO POR CARITAS

De un estudio publicado por Cáritas Diocesana de Barcelona, con el título «La cara amagada de Tatur» en el año 1985, se deducen las constataciones que se describen a continuación.

Cáritas de Barcelona atiende a unas 1.525 familias al año por motivos de paro, lo cual supone 127 familias al mes.

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La mayoría de los parados que recurren a nuestros servicios son cabezas de familia. El 67 por 100 están comprendidos entre los vein­tiséis y los cincuenta años.

El paro del cabeza de familia condiciona el progreso de todos sus miembros, principalmente de los hijos, marcando su desarrollo per­sonal, social, cultural y laboral.

De este colectivo, 2.141 son jóvenes con más de dieciséis años; por tanto, están en edad laboral. De los jóvenes entre dieciséis y die­cinueve años hay un 70 por 100 que están en paro, y frecuentemente no han podido acceder a su primer empleo.

Si añadimos los hijos en edad escolar, próximos a la entrada en la edad laboral, las perspectivas de paro juvenil en este colectivo son realmente preocupantes, ya que a menudo son los hijos de padres parados los que tienen más dificultades para encontrar trabajo, y esto genera un alto grado de conflictividad social.

Un elevado porcentaje de familias «soluciona» el problema con el trabajo de la madre, pero esto no puede hacernos pensar que el problema ya está resuelto.

Siguiendo con los resultados del estudio, el trabajo de 516 madres de familias, el 86 por 100 de las que trabajan, es un «servicio doméstico», trabajo que a veces permite subsistir pero con pre­caridad.

El trabajo fijo en la madre se da sólo en 30 familias.Las madres que realizan un trabajo en el propio domicilio, 53

familias, hacen un trabajo de economía sumergida, con el cual ganan algún dinero, pero generalmente es muy explotado, como ilustran varios ejemplos del citado estudio, y, por otra parte, es de todos conocido.

PROBLEMAS DETECTADOS

Por supuesto que el problema acuciante es la falta de ingresos económicos, lo cual desencadena otra serie de problemas que, aun­que algunos de ellos estaban anteriormente, se hacen patentes de una forma aguda al faltar los ingresos necesarios de subsistencia.

Otro de los problemas que aparece con frecuencia es la falta de preparación profesional: la mayoría de los hijos de nuestros encues- tados no han superado la escolaridad básica; muchos de ellos no han terminado el período de escolaridad.

Dado el tema que nos ocupa, vamos a centrarnos en los proyec­tos de formación, tanto a nivel personal como profesional.

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De esta falta de preparación profesional se vienen ocupando últimamente los medios de comunicación, y valga como ejemplo el artículo publicado en el periódico Avui recientemente, recc^iendo los resultados de un estudio sobre el mercado de trabajo en España, presentado por el ministro de Trabajo a la Comisión de política social y ocupacional del Consejo de los Diputados, afirmaba aue el 50 por 100 de las ofertas de trabajo no se pueden cubrir por falta de técnicos cualificados.

A esto deberíamos añadir la importancia y urgencia de reorien­tar la formación profesional hacia aquellas profesiones que reclama la economía española, y esto fundamentalmente es tarea de los orga­nismos competentes ae la Administración.

Teniendo en cuenta los aspectos citados, el Servido, a lo largo de los seis años de funcionamiento, ha ido experimentando una evo­lución dada por el conocimiento más cercano de la realidad y como respuesta concreta a las personas que han solidtado nuestra ayuda.

El cambio fundamental está en posibilitar los cauces para la for­mación humana y profesional. Así pasaremos a describir algunas de las actividades formativas que actualmente están en fundonamiento.

CURSOS DE FORMACION BASICA DE MUJERES

Son cursos en los que participan entre 20 y 22 mujeres, madres de familia, entre veinte y cuarenta y cinco años —aunque la mayoría está entre veintiséis y treinta y cinco años de edad—. Todas ellas en paro y sin experiencia laboral, familias monoparentales, con un nivel socioeconómico muy bajo.

Actualmente funcionan seis cursos.

Objetivos:Dar una formación básica a las mujeres para que puedan asu­mir mejor sus responsabilidades familiares, a la vez que ten­gan más preparaaón para entrar en el mercado de trabajo. Que tomen una mayor concienciación de su dignidad humana.Ofrecerles un espacio de encuentro y relación con otras mujeres.Adquisidón de hábitos de conducta, de higiene, asistencia, participación...Adquisición de un mayor grado de autonomía personal, familiar y social.

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Actividades:Módulos de alfabetización, medicina, puericultura, historia,

costura, cocina, plancha, relaciones humanas...Celebraciones de las principales fiestas, efemérides y acon­

tecimientos.Visitas de interés cultural.

Metodología:La metodología es la propia de la formación de adultos, en la que

se estimula a la persona a tomar conciencia crítica de su situación y de su entorno, para iniciar un proceso de autoafirmación y crecimiento.

La formación entendida como búsqueda y no como mera trans­misión de conocimientos.

La cultura como superación del concepto de lectura y escritura.Se fomenta la aportación de sus propios conocimientos al

grupo, a través de diferentes dinámicas, valorando las vivencias y conocimientos de las personas, lo cual es motivo de enriquecimiento del colectivo.

Se fomentan las actitudes de escucha y atención a la persona por parte de los monitores y profesionales (médico, psicólogo...) y esto nace que adquieran más seguridad y más conciencia de su propio valor y dignidad.

También se da mucha importancia a que vayan participando progresivamente en la vida del barrio, en las organizaciones y asociaciones.

Con las dinámicas de grupo se pretende la adquisición de hábi­tos de expresión y de conocimiento mutuo.

CURSOS DE FORMACION OCUPACIONAL

A diferencia de los cursos anteriormente descritos, otros cursos como los de cocina, confección industrial, zapatería, pintura, carpin­tería, soldadura, como a continuación se especificara, están orienta­dos más específicamente a la reinserción profesional o inserción en caso de primer empleo.

En el curso de un año se realizan cinco talleres de seis a nueve meses de duración y en los que participan de diez a doce personas en cada uno. Esto talleres son:

• Carpintería.• Iniciación laboral para jóvenes (carpintería).

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• Reparación de calzado.• Pintura.• Soldadura.

Los usuarios son personas paradas, con preferencia para aquellas familias atendidas por los servicios sociales, y todos con el común denominador de la falta de cualificación profesional.

Primeramente se ha de matizar que auncjue se hable de «talleres» no se trata de una actividad productiva mas o menos protegida o tutelada, sino que se trata exclusivamente de un aprendizaje, aun­que, eso sí, eminentemente práctico.

Este aprendizaje en todos los casos parte de cero, pero en cam­bio el nivel de cualificación alcanzado varía de unos talleres a otros.

Así la carpintería (de jóvenes o de adultos) alcanza un nivel de iniciación, mientras que en la reparación de calzado se puede conse-fuir un nivel de autosuficiencia en el oficio; en el taller de pintura

emos visto que resulta un nivel intermedio, y en la soldadura lo que se pretende es preparar a los alumnos suficientemente como para trabajar en este oficio al terminar el curso.

Por otra parte, hemos observado que los alumnos presentan a menudo otras necesidades formativas además de las estrictamente técnicas: expresión oral y escrita, lectura y comprensión, acceso a la información... esto nos ha hecho añadir una hora diaria de lo que lla­mamos formación básica. En total la permanencia es de cuatro horas diarias de lunes a viernes.

El objetivo genérico es facilitar la transición al trabajo. Es decir, poner en vías de recuperar o conseguir una inserción laboral (que complemente una inserción social satisfactoria). Este objetivo gene­ral se concreta en transmitir unos conocimientos prácticos y útiles (que sirvan para trabajar), así como estimular las ganas de aprender y adquirir la seguridad y autoestima necesarias para afrontar la bús­queda eficaz de trabajo.

Dada la gran precariedad económica de los alumnos, hacen falta becas para posibilitar su disponibilidad. Estas becas son cubiertas en algunos casos por el INEM y, en su defecto, por Cáritas.

Dificultades• Captar los intereses reales de los demandantes.• Escasa o nula capacitación profesional.

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• Algunos no han accedido al primer empleo, tanto jóvenes como mujeres con cargas familiares.

• Escaso nivel de escolarización.• Falta de hábitos de asistencia, puntualidad, permanencia en

una actividad.• Pocos recursos personales, con experiencia de una vida muy

poco compensada en todos los sentidos. .Estas dificultades suplementarias se abordan con la figura de un

educador, que está siempre presente, desarrollando una labor docente y formando equipo con los maestros de oficios. También tiene por misión hacer de puente con los servicios sociales que atien­den a cada usuario, haciendo el seguimiento constante del plan de trabajo en cada persona.

Toda esta problemática nos plantea asimismo la dificultad de acercar el recurso a estos usuarios que lo necesitan, pero a los que sus mismas carencias les impiden ver la necesidad de esta formación, ya que creen poco en sus posibilidades de salida de la situación en que se encuentran.

LogrosLa permanencia en los cursos: una vez que se deciden a partici­

par, son pocos los que dejan de asitir.El cambio de motivaciones, desde el inicio del curso, que suelen

ser en bastantes casos, meramente económicas, a la toma de interésSor aprender, por comunicarse con los compañeros/as, cambios grá­

nales de hábitos de higiene, puntualidad, asistencia.El interés creciente por el entorno extrafamiliar, de barrio, ciu­

dad, país.Interés por el mundo laboral, para aprender un oficio. En

muchos casos en curso de formación básica abre las puertas para su participación en otros cursos de formación profesional, de aprendi­zaje de un oficio, de integración al mundo laboral.

ExpectativasDesde el servicio creemos que lo más importante es trabajar con

las personas, con cada persona y con los colectivos de hombres y mujeres y posibilitarles que puedan tomar conciencia de su situa­ción, cosa que a veces es lenta y no fácil, porque sólo a partir de ahí es como podrán descubrir a dónde quieren ir y qué caminos tienen que seguir para lograrlo.

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La experiencia es que muchas de las personas que participan en los cursos —especialmente los de formación ocupacional—, proce­diendo de un paro de larga duración, han podido acceder a un trabajo después del curso. Este trabajo a veces no tiene relación con el aprendi­zaje «profesional» que hacen, a veces es temporal, pero el hecho de sentirse útiles y capaces les ha abierto puertas al mundo laboral.

En cuanto a la promoción de cooperativas, actualmente tene­mos un interrogante planteado y es que la cooperativa es una empresa que requiere un grado de madurez, de interés personal y de profesionalidad mayor que el contrato por cuenta ajena. Por tanto, nos planteamos si es la modalidad de empleo adecuada para personas paradas de larga duración o sin experiencia laboral y con escasa cuaH- ficación profesional.

También constatamos la capital importancia del coordinador o gerente, ya que en numerosos casos el éxito depende de la buena guestión junto con la determinación adecuada de los roles.

Evaluación

La valoración global de los resultados es que la tarea de forma­ción es siempre positiva; en algunas ocasiones, bastantes, constata­mos los frutos traducidos en colocaciones, trabajos, cooperativas que van surgiendo; otras veces los frutos los constatamos plasmados en manifestaciones de personas que se sienten más activas ante su situación, que no se conforman con lo que les está pasando y se empeñan en dar pasos hacia un futuro distinto; en otras ocasiones en constatar que sus vidas cambian en algún sentido, a veces simple­mente manifiestan que un punto referencial en su vida es «el curso que han hecho», quizá el único espacio en que se han sentido perso­nas aceptadas, queridas, que han sido objeto de la atención de alguien que de manera desmterasada les ha echado una mano, y esto nos parece importante en la sociedad tan deshumanizada que esta­mos viviendo.

También somos conscientes de que el salir de situaciones tan aplastantes, injustas y prolongadas requiere no un curso, sino varios, atención personal, etc..., y que a veces las situaciones tan duras que están pacieciendo la mayoría de ellos les ha dejado ya tales huellas que difícilmente podrán recuperarse como personas y como ciuda­danos. Ahí está también el misterio y el reto de la tarea edu­cativa.

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Una apuesta por la empresa socialC o m isió n D io cesan a de L ucha c o n tra e l P a ro

V a lencia

I. A MODO DE INTRODUCCION.UNA BREVE HISTORIA

1. Una acción eclesial

Ante la crisis económica generalizada, iniciada en la década de los setenta, la Conferencia Episcopal Española promueve la consti­tución de Comisiones Diocesanas de Lucha Contra el Paro, encar­gando a Cáritas la tarea de impulsar y asegurar este servicio.

La XXXV Asamblea de Cáritas Española, aprueba el programa sobre «Sectores y situaciones Urgentes y Graves». Y fija como pri­mer objetivo la creación en cada Cáritas Diocesana de una Comisión de Lucha Contra el Paro. A esta tarea, se suman militantes de diver­sas organizaciones y movimientos apostólicos motivados por su experiencia de Fe y conscientes de que con su compromiso signifi­can el compromiso de Dios por la Liberación del hombre —de todos los hombres— asumen el ser rostro de la Iglesia abordando esta compleja problemática.

2. Atendiendo los efectos, luchando contra las causas

En la Navidad de 1985, con el lema LA NAVIDAD DEL PARADO ES LA VISPERA DE OTRO AÑO SIN TRABAJO, se inicia la actividad de la Comisión de Lucha Contra el Paro, en la Dió ceis de Valencia, bajo la personalidad jurídica de Cáritas, y en la que participan el ISO, JUSTICIA Y PAZ y otras organizaciones apostólicas.

Nuestros esfuerzos están orientados hacia tres claros objetivos.

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1. Intentar crear conciencia del problema en los cristianos valencianos; dar una alternativa de valores, en una economía de escasez, e intentar crear Solidaridad, con los que pasan necesidades por causa del Paro.

2. Fomentar puestos de trabajo a través de la ayuda a coopera­tivas, trabajo asociado, e instalaciones autónomas. En el marco de la economía social y comunitaria.

3. Ayudas individualizadas a personas que pasan necesidades primarias por causa del paro.

Somos conscientes que el problema del Paro no es sólo el desen­cadenante de toda esta diversa problemática. Es también, la conse­cuencia de un desorden establecido, de una crisis de valores y sentido del hombre en la sociedad contemporánea. Entendemos que el fondo de esta problemática, no es sólo de índole económico o político, sino eminentemente cultural porque se trata de una crisis de formas de vida. El Paro es un desafío cultural. Un desafío a nues­tros valores y modos de convivencia.

3. Servicios que ofrece la C.D.L.C.P. de Valencia

Desde esa doble dirección de atender los efectos y luchar contra las causas, la C.D.L.C.P. ofrece unos servicios de:

• Asesoramiento jurídico-laboral, en psicología organizacio- nal y acompañamiento en el desarrollo y constitución de cooperati­vas y puestos de trabajo autónomo. Asesoramiento ejercido en primera instancia, y de hacer falta, remitir a otras entidades más especializadas.

• Sensibilización y formación por medio de charlas, semina­rios y cursillos en torno al problema del Paro, el Trabajo y el Ocio, mediante documentación y ayuda de personas con posibilidades dedesplazamiento por toda la Diócesis.

• Ayuda financiera ipara la promoción de empleo, principal­mente en base a préstamos sin interés, hasta 250.000 pts. por puesto de trabajo.

• Ayuda social de extrema necesidad por causa del Paro, que posibilite, aunque temporalmente, una economía de subsistencia.

Con todo ello, no aspiramos a acabar con el problema del paro, ni a convertirnos en una entidad financiera que promueva empleo, pero tampoco, a quedarnos en la queja y denuncia sin salida. Quere­mos contribuir a «abrir caminos» en la tarea de aportar alguna luz a «la cara oculta del Paro».

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II. NUESTRO DISCURSO DE EMPRESA SOCIAL

1. Nuestra voluntad y su porquéDesde la Comisión Diocésena de Lucha Contra el Paro se ha

apostado, desde sus inicios, por el trabajo en la promoción de reali­dades empresariales de marcado carácter social, por cuanto supone de cambio —hacia la dignificación— en las relaciones laborales y la promoción humana de los trabajadores.

Y esta apuesta no ha surgido por generación espontánea, no es más que el resultado de una aoble decantación: de un lado los valo­res evangélicos y las aportaciones de la Doctrina Social de la Iglesia; de otro el movimiento cooperativo como cristalizador de un modelo de relación socio-laboral solidario y participativo.

Nunca está de más recordar que el cooperativismo se inició como una —de entre otras— respuesta (frente de lucha) a las conse­cuencias de un capitalismo salvaje que empezaba ya a dejar muchos seres humanos «en la cuneta» y a otros muchos convertía en simples «brazos» —prolongaciones de la máquina— y sin pretensión de «hacer sociología», constatamos que el neocapitalismo feroz actual continúa, de modo sistemático aunque más sutil, dejando fuera del camino a un colectivo cada vez más importante y desvertebrando/ vaciando a muchos seres de su condición de «humanos».

Ante esta realidad creemos que el cooperativismo continúa siendo un instrumento útil de acción y transformación social. Utili­zando palabras de don José M. Arizmendirrieta «las cooperativas no nacen para actuar de guerrilleros sociales ni para deteriorarse como reductos burgueses, sino para mantener vivos y operantes valores humanos y nacidos en un pueblo viejo y con solera de resistencia y capacidad renovadora digna de mejor suerte».

Estas autorizadas palabras sitúan adecuadamente la tensión entre el utopismo y el pragmatismo que el cooperativismo no puede ni debe eludir, si no quiere perder su identidad y coherencia.

Sólo desde la opcion por vivir la tensión que supera la responsa­bilidad en la construcción de la empresa cooperativa —social— y la solidaridad al compartir las circunstancias de otros, cabe esperar que el cooperativismo no sea irrelevante social y económicamente hablando, o termine asimilado por el modelo del neocapitalismo burgués. En una época de «crisis social» como la nuestra el cooperati­vismo debe vivir con intensidad la tensión por fortalecer ideológica­mente, vacunado del «ilusionismo» y del «economicismo».

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Con ello coloca los pilares fundamentales a desarrollar, desde la responsabilidad y el a^oyo mutuo, unas nuevas relaciones de pro­ducción y colaboraciíín entre los hombre y mujeres del trabajo.

Somos conscientes de que —remedando el dicho popular «ni son cooperativas todas las cooperativas ni las que no son cooperati­vas dejan de serlo»—. O lo que es lo mismo: los valores del movi­miento cooperativo, por los que apostamos, lamentablemente no están presentes en todas las empresas que jurídicamente son coope­rativa, y sin embargo sí lo están en otras realidades empresariales o «medio empresariales» con otras fórmulas jurídicas. Con todo ello, la C.D.L.C.P. se reafirma en la voluntad ae conseguir una realidad empresarial rentable económicamente, vivible en su cotidianeidad y socializadora de sus beneficios y resultados, que es, a corto plazo, la concreción de la tensión necesaria e inevitable que el cooperati­vismo tiene hoy que asumir como reto social; posibiitando con ello y sólo desde esa realidad mayores cotas de acción solidaria afectiva y efectiva.

2. Factores facilitadores y dificultadores. Alguna claves

Ciertamente la utilización del término «social» adjetivando o caracterizando los conceptos de empresa o economía puede supo­ner, según las distintas realidades, un empuje en distintas direc­ciones.

En algunos casos el carácter social de una empresa imprime un impulso motivador/motivacional que actúa como dinamizador e integrador de ambas dimensiones: la social y la empresarial.

Se valora lo empresarial porque se valora terriblemente «lo per­sonal» y ese «estrabismo» ayuda a dimensionar adecuadamente las tareas y las energías invertidas en ellas.

En otros casos supone mas bien un «lastre» dificultador en el funcionamiento cotidiano de la organización. Se produce un «dese­quilibrio» entre el empeño empresarial y el respeto, valoración y cre­cimiento personal de los socios.

La constatación de la existencia de ambas «direcciones» puede explicarse por los diversos matices que la expresión del carácter social en una realidad empresarial adquieren; valgan éstos como torpe ilustración:

• El plantear como objetivo la dignificación de trabajos tradi­cionalmente explotados o sumergidos.

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• La socialización laboral/reinserción social/«reconstrucción» o recuperación de personas en situaciones de marginación.

• La participación en la gestión, en la respons^ilidad de crear y mantener una empresa como medio, no sólo de vida, sino también de incidencia social como proyecto transformador.

La asumción de cualquiera de estos objetivos, creemos, debe hacerse cuestionando al menos las siguientes claves:

a) Tener como eje vertebrador del proyecto a la persona: es la organización —con su estructura, funciones— la que debe estar al ser­vicio de aquélla. Y esto implica un planteamiento formativo serio.

b) Cuestionar en profundidad la máxima de «a cada uno según lo que haga» e ir en la dirección de «a cada uno según necesite». Implica, pues, la ruptura ideológica del concepto «trabajo como intercambio de fuerza y dinero».

c) La necesidad de personas con talante «militante» en este tipo de realidades.

3. Mejor «oasis» que «islas»

La caracterización de un empresa como social la señala y significa como diferente del resto de empresas a las que podemos adj^etivar como «de capital». Ahora bien, unas y otras conviven o están inmer­sas en un mismo sistema, y por ello no pueden sentirse ajenas a él.

Admitiendo la legitimidad y más aún, la necesidad, de la existen­cia de realidades de corte totalmente autónomo y autogestionario por el valor testimonial que éstas suponen; no podemos aceptarlas como único modo de trabajar por la humanización y dignificación de la persona y esto no significa que estemos por la empresa social «light o descafeinada». Creemos que los valores cooperativos mani­fiestan una radicalidad envidiable, aunque difícilmente asumible de modo mayoritario.

Por ello valoramos como deseable el desarrollo de las empresas con marcado carácter social como «oasis» en un desierto de deshu­manización y materialismo, pero no podemos ponerlas como «islas», como «cuarteles de invierno» a los que se retiren los «buenos y puros» mientras la crisis se soluciona. Como tampoco podemos olvi­dar la dimensión solidaria que supone la implicación en el entorno: la solidaridad no termina en un círculo empresarial, ni siquiera en uno más amplio de varias empresas, con la satisfacción exclusiva de las necesidades de sus socios. De ahí que el «fomento del cooperati­

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vismo» como actividad cooperativa resulte una aleccionadora y útil plasmación de una pretensión de solidaridad con la que nos sentimos identificados.

Valgan como reflexión unas palabras de una filósofa de nuestro tiempo, A. Cortina: «Entre el absolutismo y el relativismo, entre el emotivismo y el intelectualismo, el tema ético de nuestro tiempo con­siste en dilucidar si el hombre es capaz de algo más que estrategia y visce- ralismo. Si es capaz de comunicar-se. Si es capaz de com-padecerse».

III. UN RECORRIDO DE TRES AÑOS

Si bien se podría hacer una valoración de la experiencia de pro moción de empleo de la C.D.L.C.P. de Valencia desde el punto de vista cuantitativo, véase: en número de personas atendidas, en pues­tos de trabajo generados, etc., la idea de estas líneas pretende más ofrecer una reflexión cualitativa de lo que nos encontramos en este campo de acción de la C.D.L.C.P.

En este sentido el primer factor a considerar es sobre qué con­junto de personas actúa la C.D.L.C.P. en el área de la generación de empleo. El abanico de realidades sociales que necesitan un puesto de trabajo como forma de salir de una situación de necesidad es muy amplio y, por lo tanto, el tratamiento que debe darse ha de ser dife­renciado. Nuestra intervención en esta materia va enfocada a aquellas personas que tienen iniciativas para generar empleo o autoempleo pero que por su falta de recursos o personas que respondan por ellas no pueden acceder a los cauces habituales para conseguir toda la financiación que precisan. Digamos que se sitúan un eslabón por debajo de lo que la Administración llega a financiar. Pero este con­junto de personas se debe también acotar por el otro lado: no todas las personas paradas y necesitadas están en condiciones psicológicas o culturales de utilizar un puesto de trabajo como medio de vida. Hay un amplio sector de la población que, por haber sufrido una mayor «degradación»precisa una intervención a otros niveles por lo que una ayuda económica para obtener un trabajo puede ser una forma de tirar el dinero o simplemente de no solucionar gran cosa. La sociedad recrimina muchas veces a las personas que teniendo una oportunidad para trabajar y salir de sus necesidades no la aprovechan y desperdician, sin comprender que la ayuda que precisan es muchas veces otra. Dar un lápiz a quien no sabe escribir sirve de bien poco, aunque tenga una gran necesidad de escribir.

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Durante el primer año y medio de la C.D.L.C.P. la forma de resolver las solicitudes planteadas fue de asumida a nivel personal,Sero desde hace dos años viene funcionando un Equipo de Solicitu-

es y Promoción de Empleo (^EGSPE) que resuelve las peticiones económicas para financiar acciones que conduzcan a un empleo y procura además emprender iniciativas que lleven a la creación de trabajo, preferentemente asociado. La experiencia en el segundo de estos objetivos es más bien escasa, ya que se trata de una labor mucho más lenta y que requiere un «especialización» mayor.

Centrándonos en lo que es la atención de solicitudes, el EGSPE diferencia en el tratamiento de las mismas entre trabajo en precario, autónomo y asociado.

En relación al trabajo en precario, la mayor parte de las peticio­nes vienen referidas a la venta ambulante. La idea de quienes solici­tan recursos para esta actividad se reduce a comprar algo de género para después intentar venderlo y sacarse un pequeño margen. En otros casos lo que se solicita es un vehículo para transportar lo q ue se va a vender. En general forman parte de este tipo de solicitudes las siguientes características:

— Al ser este trabajo uno de los que menos calificación exige, la persona que no encuentra trabajo por ningún sitio y carece de for­mación mínima siempre puede recurrir a la idea de vender algo que ha comprado más barato. Sólo se precisa ir a comprar al proveedor, aplicar un margen y vender. Se supone que la destreza en la venta la irá consiguiendo con el tiempo. La venta ambulante es, pues, un sumidero de personas sin formación y un último recurso para quien las puertas de otro trabajo se encuentran cerradas.

— La dimensión del negocio es otro factor importante porque es una fuente de espejismos. En efecto, pequeñas cantidades de dinero sirven para sacar una cierta rentabilidad, pero lo único que consiguen es aplazar el problema unos cuantos meses. Se estima que en términos generales sólo inversiones por encima de las 300.000 pesetas pueden retornar recursos suficientes para volver a comprar género y sacar para vivir. La ayuda para venta ambulante es tan sólo un «mientras tanto» que a menudo no hay forma de acortar.

— Por otro lado, la venta ambulante vive hoy una fuerte satu­ración que se refleja en la dificultad de obtener licencias municipa­les. En buena medida, dicha saturación está motivada por la entrada a este mercado de personas que han visto en la venta ambulante su úinica vía de supervivencia. Saturación de mercado implica una

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competencia feroz, y, en consecuencia, dificultad de unión entre los interesados (normalmente unidades familiares) para conseguir una mejor posición ante los proveedores.

— También es frecuente en familias que han de recurrir a la venta ambulante la existencia de otras muchas carencias y necesida­des que precisan unas soluciones que sobrepasan la cuestión del empleo.

En medio de estas características la intervención es difícil. Se han realizado algunos intentos de cooperativizar la compra del género que han de vender, pero la experiencia ha durado poco. Por otro lado debería darse una intervención en varios frentes, y no sólo en el del trabajo. A falta de un plan global para este problema, el cri­terio que pensamos que conviene emplear es conceder ayudas en aquellos casos particulares que lo puedan necesitar de modo espe­cial, y siempre intentando dar alguna salida a los otros problemas que el caso presente, en la medida de nuestras posibilidades. En cual­quier caso, la solicitud debe estar suficientemente informada y aocumentada, y se procura que en el seguimiento del caso interven­gan las Caritas Parroquiales.

En relación con las solicitudes de trabajo «autónomo», es decir, aquél que acude a la C.D.L.C.P. para montar una pequeña empresa o mejorar la existente ampliando la contratación, la experiencia acu­mulada nos conduce a considerar las siguientes particularidades:

— Las peticiones suelen girar en torno a algún componente de la infraestructura del negocio: maquinaria, instalaciones, vehículo, etcétera.

— Las situaciones personales o familiares que hay detrás de estas solicitudes, si bien son difíciles, no son tan deterioradas como las que se suelen dar en el trabajo en precario.

En el tratamiento de estos casos vemos importante que, además de que presenten un interés social y no tengan otras vías de financia­ción externa, se realice un mínimo análisis económico de viabilidad.

Por último, el trabajo asociado constituye la tercera fórmula económica que se aborda desde la C.D.L.C.P. Bajo esta denominación incluimos fundamentalmente las cooperativas, pero también las sociedades anónimas laborales, y en algún caso colectivos que, aun­que tengan otra fórmula jurídica, incorporen en su funcionamiento aspectos de participación económica. Es de destacar la escasez de este tipo de empresas en el entorno que trabaja la C.D.L.C.P. Por otro lado, resulta difícil que una experiencia cooperativa crezca y se desa-

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rrolle plenamente cuando surge sin suficiente profesionalidad empresarial o técnica. Si, además, el carácter social especial de dichas experiencias supone de por sí un déficit de productividad, se precisa un plus de entrega por parte de los promotores para que estas empresas puedan salir adelante. Recientemente se ha celebrado una reunión con varias de ellas para analizar su funcionamiento. Para ello se les envió una encuesta que nos puede ayudar a caracterizarlas y que continuación comentamos:

Empresas encuestadas:

Forma Jurídica Actividad Carácter Social Comienzo

Cooperativa Cooperativa S. A. L. Autónom o Sumergido

Comp. electr. y alarmas Cattering para colegios Soldadura metálica Fab. muebles Im prenta

Disminuidos fís. y psíq. Barrio marginal Expresidiarios Mujeres en sdad. rural

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ELEMENTOS QUE SE DEDUCEN DE LAS RESPUESTAS A LA ENCUESTA

1. Aspecto económico

1.1. Contabilidad— Esta actividad está muy poco profesionalizada en la empresa

y no se la suele poner en manos de una gestoría, bien porque la empresa se arregla con la forma de llevarla a cabo o bien porque una gestoría es un servicio muy caro. El parcheo es, por ello, una salida frecuente.

A la vista de la encuesta una de las empresas parece que ha resuelto mejor el tema, haciéndose cargo de la contabilidad una per­sona ayudada por un asesor.

— El conocimiento de la marcha de la empresa por los trabaja­dores de la misma es más frecuente en el caso de ser cooperativa y cuando la misma tiene una dimensión reducida.

3.2. Explotación— Se suele trabajar en base a un cierta planificación que, en el

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mejor de los casos se cumple, aunque no se revisa con frecuencia.— En casi todos los casos es conocida la estructura de costes y el

producto está encandallado.— Salvo una, el resto de empresas afirman conocer la compe­

tencia, y declaran que lo tienen montado de forma similar al resto, produciendo con costes y márgenes normales.

— Todos afirman controlar bien la producción de modo que no trabajan por encima de sus posibilidades de venta.

1.3. Financiación— La capacidad de las diferentes empresas de responder ante

préstamo bancario es prácticamente nula. En alguna de ellas hay cierta c^acidad de aval personal.

— Todas tienen una financiación ajena importante en la Admi­nistración, de la cual han obtenido importantes subvenciones.

— Salvo una de ellas, la financiación propia supera el 50 por 100.

1.4. Tesorería— Todos manifiestan haberse quedado sin liquidez más de

una vez.— No hay un problema generalizado de endeudamiento por

retraso de los cobros frente a los pagos. De todas formas, las situa­ciones no son gencralizables ni relacionables con la calidad de la ges­tión, sino más bien con lo que da de sí el tipo de actividad.

— Salvo en una de las experiencias, la previsión de flujo de caja, si bien se hace, no parece frecuente que se cumplan las previsiones. Así se puede decir que el nivel de mcertidumhre en esta materia es elevado.

1.5. Comercialización— Por lo general, la red comercial está adaptada al tipo de

actividad.— Todos afirman pretender la diferenciación de su producto.

Calidad y servicio son los aspectos más buscados. Procuran no com­prometerse a servir lo que no van a poder producir.

— Todos declaran conocer bien el mercado y sus canales.— La única técnica comercial utilizada y no en todos los casos es

la publicidad.

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1.6. Necesidades de formación

Todos parecen indicar que precisan formación empresarial en mucho campos. Los más solicitados son: Contabilidad, 4 empresas; Gerencia general (planificación, costes, financiación...), 3; Marke­ting, 2; Formación técnica específica, 2.

2. Aspecto jurídico

Las diferentes empresas consultadas conocen bien lo que signi­fica el tipo de empresa que son y lo que la diferencia de las demás. Asimismo, conocen sus obligaciones laborales y fiscales y las suelen cumplir. Una de éstas manifiesta encontrar muy rígidas las obliga­ciones para con la Seguridad Social y Hacienda.

3. Aspecto humano, motivacional y organizacional

Todas las empresas tienen un gerente que organiza el funciona­miento. En la empresa más grande la organización es por áreas, con un responsable en cada una de ellas que sigue las lineas de actuación fijadas de antemano por la dirección.

En ninguna de las empresas parece haber conflictos muy fuertes y en todas ellas el nivel de comunicación y de participación en la organización del trabajo parece aceptable.

Las empresas que son cooperativas parecen ser las que tienen un nivel motivacional mál alto entre los trabajadores, que la sienten como suya y comparten los fines que se persiguen aunque no al 100 por 100.

El nivel de autosatisfacción parece superior en las empresas que funcionan mejor.

Salvo una de las empresas encuestadas todas tienen un grupo humano que da un cierto respaldo a la experiencia.

Las empresas cooperativas piden a las personas que quisieran entrar capacidad laboral (aptitudes para el puesto) y responsabilidad cooperativa. Por su parte la SAL busca principalmente lo primero.

Tan solo la compuesta por disminuidos físicos y psíquicos valora de forma especial el contexto social en el que se na desarrollado. Para el resto dicho contexto parece ser sólo un factor más.

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IV. HACIA UN MODELO DE GENERACION DE EMPRESAS DE MARCADO CARACTER SOCIAL

Un período de funcionamiento de tres años nos ha dado una experiencia acumulada de la cual podemos extraer un conjunto de conclusiones, de ideas que nos permiten modelizar los requerimien­tos para la puesta en funcionamiento de empresas con marcado carácter social.

1. Valorar el momento de cada persona y del grupo humano

Conociendo la existencia de un amplio conjunto de población en situación marginal que no está en condiciones de acceder a un tra­bajo normalizado, nos encontramos con distintos niveles de dete­rioro personal que se deben atender de formas distintas.

Como regla general se puede decir que a mayor deterioro perso­nal mayor debe ser la dedicación de las personas promotoras de estas experiencias, y menor carácter de empresa ha cíe tener la organiza­ción que forman.

Conforme la situación de marginación es menor se pueden apli­car fórmulas más dirigidas a la formación de empresas a medio plazo. En la C.D.L.C.P. se está empezando a poner en marcha un programa destinado a jóvenes (descrito en el apartado V) se halla en ambientes/barrios marginados, y que se encuentran en un grado de deterioro muy fuerte. El «trayecto» que se piensa cubrir es el siguiente: Taller prelaboral-Centro de Integración Sociolaboral- Empresa (Cooperativa o con otra fórmula de trabajo asociado). Cuando se trata de iniciar directamente experiencias empresariales el grupo humano no debe tener, en número, un excesivo compo­nente de «desestructuración».

Después de conocer experiencias que han fracasado, y otras que van renc^ueando pensamos que en empresas que se pretenden via­bles el numero de personas con características de marginación debe ser minoritario, y que preferiblemente debe integrarse en el grupo humano una vez que este ya ha empezado a andar. Pretender en aras de la pujanza social de un proyecto empresarial que en los momentos iniciales haya más personas «marginales» que «normales» es casi con­denar la viabilidaci económica y quemar inútilmente la capacidad de entrega del militante que se pone a trabajar con ese grupo humano. Y hoy no estamos para derrochar gente así.

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En relación con el factor humano un aspecto particular que cabría comentar es el de las experiencias con carácter agrícola: las tareas cotidianas que comportan tareas de este tipo difícilmente pueden ser, no sólo desarrolladas, sino asumidas por personas pro­venientes de ambientes marcadamente urbanos. La diferencia entre la cultura rural y la urbana hace que aprendizajes no sólo de tipo «técnico», sino más bien universal sean costosísimos en tiempo y esfuerzo cuando se trabaja con personas de «ciudad» en tareas «de campo».

2. Consideramos la formación técnica y, sobre todo, empre­sarial, como elemento en la puesta en marcha de una empresa, espe­cialmente si ésta tiene un acusado carácter social. Sin embargo resulta muy complicado acudir a resolver las necesidades de forma­ción cuando los responsables de la empresa se encuentran con el día a día del cual es muy difícil separarse para dedicar un tiempo a la for­mación. De ahí que sea necesario plantear claramente su formación técnica y sobre todo empresarial antes de poner en marcha la empresa. Ello supone un costo que hay que valorar y prever y, en su caso, buscar la forma de financiar.

Con la formación hay que ser selectivo; tener una buena forma­ción para llevar una empresa no precisa saber a fondo de todo. Hay cosas que es imprescindible conocer, pero otras que lo mejor es que las contrate la empresa con una asesoría pues el empresario no puede hacer de todo. Y cuando se trata de cooperativas, todos los socios deben tener ese mínimo de formación porque de lo contrario, el poder que tienen para censurar al Consejo Rector no saben utilizarlo si no interpretan correctamente un estado de cuentas, o un balance, pongamos por caso.

3. Estudio económico y financiero

Todos somos conscientes de que una empresa social antes de comenzar su andadura debe tener un informe económico de viabili­dad favorable. En ocasiones el problema radica en que este informe esté bien hecho. En nuestra experiencia hemos sufrido dos tipos de errores. Uno de ellos es el de una mala valoración de la inversión. Este parámetro es a veces desconocido, pero es preciso siempre afi­nar mucho en su estimación. El otro error está en la valoración del circulante y su escasa financiación. Si éste no está asegurado a come­ter una inversión puede ser un suicidio desde el principio.

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Otro problema que hay que saber responder es al de la cuantía de la financiación. El dilema surge cuando la empresa social a crear no tiene un duro y pide financiación del 100 por 100 de la inversión y primeros gastos. Nuestra experiencia indica que no debe ayudarse a proyectos planteados así, pues el nivel de compromiso y credibili­dad en el proyecto del grupo humano es muy inferior a cuando hay un riesgo económico por su parte. Y si no queremos hacer asisten- cialismo tenemos que buscar que la gente se crea lo que hace.

4. Red y plan comercial

También resulta importante tener una buena red comercial ase­gurada desde el principio. Es decir, se deben destinar recursos a bus­car una buena red comercial. Esto tiene una vigencia aún mayor en el caso agrícola: posiblemente toda la producción agrícola de una empresa social tenga salida, es decir habrá quien la compre, pero el precio obtenido por el pequeño agricultor será mínimo y denigrante si su interlocutor es cíe gran tamaño. Y ello ha hundido muchas pequeñas empresas agrarias.

5. Fórmula jurídica

La fórmula jurídica que asuma una empresa social es algo impor­tante porque determina una estructura que ayuda o dificulta la par­ticipación y la igualdad de los trabajadores. Sin embargo hay que saber adecuar la fórmula jurídica a las características económicas y humanas de la empresa. Pretender hacer una cooperativa con un grupo no cohesionado es prácticamente sacrificar la experiencia. En otras ocasiones habrá que plantear que a ser cooperativa se llega tras un largo y laborioso proceso, que en algunos casos puede y debe pasar por otras formas jurídicas diferentes (autónomo, sociedad limitada, etc.). Los procesos graduales son aquellos que suelen con­seguir la meta final.

6. Grupo externo

Tal y corno se refleja en la encuesta que se ha resumido anterior­mente, muchas experiencias nacen con la bendición y ayuda de un

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grupo de personas que animan a los «emprendedores» a iniciar la marcha. Esto es algo bueno y saludable porque evidencia la inserción social de la empresa y su carácter popular. Sin embargo, ocurre a veces que ese grupo humano que tanto apoya al iniciarse la expe­riencia, una vez ésta ha comenzado a funcionar, va desentendiéndose porque «cada uno tiene su faena, que es mucha» y no puede estar continuamente animando la nueva cooperativa u otras empresas.

La vinculación de los grupos de apoyo (cuando los haya) a las empresas sociales que comienzan deben garantizarse mientras sea necesario ese apoyo. Y para ello lo mejor es buscar mecanismos estructurales que aseguren la continuidad del apoyo de ese grupo.

V. UNA CONCRECION. PROGRAMA DE ADAPTACION SOCIOLABORAL DE JOVENES

1. Introducción

El programa de adaptación sociolaboral de jóvenes es el instru­mento con el que la Comisión Diocesana de Lucha Contra el Paro quiere contribuir a la promoción humana del colectivo juvenil, socialmente marginado.

Este Programa consta de tres proyectos definidos por el ámbito de problemática que aborda y según por las etapas del colectivo general al que va dirigido el programa.

Hay dos ámbitos de problemática que queremos contemplar:— Marginación sociolaboral enraizada en carencias sociales,

económicas y culturales.— Marginación sociolaboral derivada de carencias, discapaci­

dades y minusvalías.Hay dos es tapas claramente diferenciadas;— Etapa educativa, previa a la edad laboral (hasta los die­

ciséis años).— Etapa de aprendizaje laboral y de incorporación al mundo

del trabajo (de dieciséis a veinticinco años).Para la etapa educativa, la Comisión Diocesana de Lucha Contra

el Paro, asume la iniciativa de aglutinar los esfuerzos que, desde las escuelas de la Iglesia, pretenden dar respuesta a los dos ámbitos sociales, como a niños/as y adolescentes con minusvalías y discapaci­dades personales.

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En esta etapa, el programa de adaptación sociolaboral de jóve­nes, concreta un proyecto de adaptación de las escuelas de la Iglesia.

Para la etapa laboral, el programa de adaptación sociolaboral de jóvenes, concreta dos proyectos:

• Proyecto de integración sociolaboral de jóvenes con minusvalías.

• Proyecto para la creación de talleres de aprendizaje, promo­ción e integración sociolaboral de jóvenes marginados sociales.

En lo que sigue, desarrollamos de forma pormenorizada este último proyecto de programa general de adaptación sociolaboral de jóvenes.

2. Fundamento y justificación del proyecto

2.1. Descripción y caracterización de la problemática de los/ las jóvenes, incardinándola en la dinámica de los barrios en que están ubicados

El paro como problema estructural de nuestra sociedad, supone la quiebra del factor trabajo como elemento estructurante y confí- gurador del comportamiento social (instancia fundamental ae iden­tificación social, de estratificación y prestigio socialV

El paro que afecta a toda la sociedad no se distribuye de forma proporcional, con la misma intensidad sobre todos los estratos sociales y colectivos de edad.

Afectando de modo más perverso y distorsionador a los colecti­vos tradicionalmente pobres, por y dentro de ellos, es destacable su incidencia sobre las mujeres y sobres los/as más jóvenes.

La mitad de los parados/as que existen en España tienen menos de 25 años. De entre ellos diferenciamos varios grupos:

a) «los que aún no se han estrenado» con un primer empleo. Más del 40 por 100 de los parados/as de larga duración son menores de 25 años;

b) «los que han tenido la suerte de acceder a algún trabajo»: trabajando por cuenta ajena, temporal... sufren las peores clases de trabajo precario o sumergido.

Aunque el paro afecta a los jóvenes, de manera más severa que al resto de la población, es necesario diferenciar dentro del colectivo jóvenes de dos grandes grupos:

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PROGRAMA PARA LA ADAPTACION SOCIOLABORAL DE JOVENES

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1. Sectores con cierto nivel de cualificación profesional, e incluso con buena base y disposición para seguir adquiriendo alguna formación y estudios. Son los que, a la larga, pueden ir acrecentando las posibilidades de llegar a encontrar un puesto de trabajo, o a esta­blecerse por su cuenta.

2. Los sectores juveniles en paro procedentes de las bolsas endémicas de paro y ae marginación socio-cultural. Se encuentran de partida condicionados por un medio social que les ofrece pocas posibilidades de encontrar ^cientes, estímulos en sus propias familias, en su medio cultural, escuelas y centros de formación profesional.

Entre los rasgos que nos encontramos en la biografía de estos y estas jóvenes destacaríamos:

• Jóvenes y aún adolescentes, académicamente desahuciados ya, en las escuelas de una Educación General Básica, en las que no lle­garon a conseguir, ni un nivel adecuado, ni el Graduado Escolar, ni el interés de aprender.

• Jóvenes que, intelectualmente, no son capaces de asumir los conocimientos que se imparten en la E.G.B., o en la F.P., por disca­pacidades varias y de diverso grado, y que han sido niños de educa­ción especial a lo largo de su escolaridad. Han llegado a los dieciséis años y generalmente se quedan en la calle o en casa, (a veces incluso salen de los centros de E.G.B. antes de esa edad).

• Muchos de ellos no estuvieron escolarizados regularmente, o lo estuvieron pero de manera muy deficiente, o, en última instan­cia, le sirvió de muy poco.

• Jóvenes pertenecientes a familias, a las que la sociedad les ha abierto las puertas al consumo material, pero no a la integración socio-laboral.

¿Cuál es el medio socio-económico cultural al que pertenecen estos/as jóvenes, y en cuya interacción y relaciones cotidianas van conformando sus expectativas, aspiraciones, la representación de sí mismo, y definiendo su papel en el entramado social?

1. Jóvenes que pertenecen a zonas rurales, las cuales de por sí, en muchos casos, son el hábitat de un buen número de cuidadanos de inferior categoría a los habitantes de las ciudades grandes. Viven en pequeños pueblos, lejos de medios y recursos que en otros luga­res «están a mano», y que, por tanto, les resultan inaccesibles.

2. Jóvenes que pertenecen a colectivos marginados social, eco­nómica y culturalmente; localizados por lo general en barriadas de la

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periferia de las grandes ciudades. Barrios de nueva creación, caren­tes de identidad, confiriéndoles identidad la estigmatización de mar­ginados. Poseen deficiente estructura urbanística, careciendo de recursos económico-sociales y culturales que ofrezcan posibilidades ocupacionales y relaciónales armónicas, inexistencia de redes asocia­tivas. Agrupamiento de personas y familias «excluidas de lo social».

Colectivo con expectativas en lo que respecta a sus posibilidades de promoción y las efe sus hijos/as. Esto lleva a una escolariad defi­ciente, menosprecio de lo formativo y de cualquier actividad que requiera un esfuerzo cotidiano.

Así la juventud más afectada por el paro (los barrios de las gran­des ciudaaes, medios rurales deprimidos) está doblemente castigada al no encontrar trabajo:

• no tienen salidas objetivas para encontrarlo.• carecen de mecanismos «amortiguadores» para soportar y

superar las consecuencias de la falta de trabajo: mecanismos cultura­les y psicológicos.

En suma, una realidad compleja que exige diversificar y especifi­car las acciones; convertirlas en planes concretos y viables, en pro­yectos y programas cualificados contra un mal, unas causas y unos efectos consustanciales a nuestro sistema económico.

2.2. Prospectiva y evolución de las situaciones carenciales

De esta forma hay de ello que cada vez «velan sus primeras armas», dando sus primeros «pequeños golpes», a edades más tem­pranas, siendo muy frecuente que, al llegar a la edad de dieciséis años, edad que la sociedad ha decidido cjue sea tanto edad laboral como edad penal, no trabajarán, no podran trabajar, pero sí podrán ir a la cárcel.

Algunos, pocos, saldrán de esta situación y se integrarán costo­samente, sólo si tienen la suerte de ir encontrando trabajo aunque sólo sea de forma temporal.

Otros, de uno u otro colectivo de los descritos, no se introduci­rán en el submundo de la delincuencia, que al fin y al cabo exige aún una cierta viveza y picardía. Les falta esa predisposición, o tal vez es incluso una más de sus carencias, o son discapacitados, o el ambiente rural en que viven aún no está tan preñado del sórdido «progreso» del cinturón de la gran ciudad.

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Estos son también, en cierto modo, «colectivo silencioso», en el sentido de que hacen menos ruido, se ven y se notan menos. En defi­nitiva sufren y padecen tal situación social que tantes veces se suma a la propia situación y problema físico o psíquico personal, y lo sufren y padecen en silencio; pero aunque no hagan tanto ruido y por tanto sean marginados «menos de moda», existen y sufren una situación de injusticia social, añadida a su problema personal.

Los barrios en que confluyen estas problemáticas, carecen de perspectivas claras y de escasas posibilidades de romper o anular los nichos de marginación que en él conviven, mientras no se diseñe y ponga en marcha un plan integral de promoción económico social de ese barrio o zona.

2.3. Contexto Constitucional

Según nuestra Constitución, España es un Estado Social de Derecho. Derechos constitucionalmente explicitados, como dere­chos fundamentales de cualquier ciudadano/a, entre otros, son el derecho a la educación y al trabajo.

Derechos que han de alcanzarse en los distintos sectores de la población y no únicamente en aquellos que se adecúan personal­mente, y por su entorno, a la norma estadística.

Es necesario contemplar la diferencia, las personas que tienen menos posibilidades de participar de los derechos estipulados.

Habrá que diseñar los mecanismos que intervengan en los pro­cesos que generan las necesidades y que abocan en situaciones de marginalidad y empobrecimiento.

2.4. Diagnóstico: urgente diseñar propuesta integral de intervención.

Estamos urgidos por una realidad que reclama soluciones.El análisis pormenorizado de los factores que configuran los

procesos de marginación de unos/as jóvenes; presenta como ele­mentos enlazados a modo de circulo cerrado: •

• Son jóvenes que han sufrido la falta de flexibilidad y viveza de una escuela, de un sistema educativo que los ha aburrido, o les ha colocado el título de «fracasados escolares».

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• Algunos con predisposición adecuada, se encuentran con el problema de la inadecuación, de la rigidez de planes, programas y centros que les frena a modo de barrera.

• No existen caminos diseñados como alternativas capaces de acoger y promocionar a los jóvenes diferentes.

• La edad de trabajar es de dieciséis años, sin embargo, la nece­sidad del trabajo manual urge anteriormente.

Así, hasta los dieciséis años no se puede trabajar aunque se nece­site, paralelamente se repudia la escuela o cualquier otro recurso similar. Después de los dieciséis años, éstos mismos jóvenes, debido a sus «desajustes» crecientes, tampoco podrán trabajar.

Estos hechos, impulsan a la C.D.L.C.P. a elaborar una propuesta de intervención que centre su acción en la capacitación numana y ocupacional de estos/as jóvenes.

La promoción formativa-ocupacional no reglada es el foco de una intervención que pretende huir de las «salidas provisionales» que se enquistan en el tiempo, para iniciar un proceso de promoción más globalizado.

Intervención que cobrará sentido como una pieza más de un puzzle en el que se interconectan un plan económico-social y cultu­ral de promoción integral de zona/barrio, hasta ahora dejados de lado.

Proyecto que ha de pivotar en torno a dos grandes hán- dicaps:

1. Las carencias personales del entorno de los jóvenes que van a participar en estos talleres (sus distintos ritmos, grado de destreza, de desarrollo de aptitudes y actitudes hacia el trabajo y hacia los otros...).

2. Un libre mercado galopante y ciego que tiene cerradas las puertas a estos jóvenes, exigiéndoles un plus de esfuerzo, creativi­dad y oportunismo para encontar su lugar, para adecuar su ritmo al imperado por el mercado (por ello es imprescindible vehiculizar recursos humanos y económicos a realizar estudios de mercado, inver­siones que generen riqueza/ocupación en los lugares).

Así, es necesario compaginar la acción en pro del crecimiento personal y comunitario con la acción por el desarrollo económico- laboral.

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3. Diseño del recurso idóneo a las necesidades de promoción e inserción de los/as jóvenes socialmente margmado/as.

3.1. Denominaciónbarajan ’ ‘ ve-para

nes, se ha optado porTalleres de Aprendizaje, Promoción e Inserción Social. En esta

experiencia formativo-ocupacional el TALLER es el centro de APRENDIZME, generalmente truncado, posibilitando la PRO­MOCION individual y grupal, y la INSERtiON SOCIAL de los jóvenes en su medio y en el mercado laboral normalizado.

El criterio definitorio del proyecto radica en situar la prioridad de la intervención sobre el colectivo de jóvenes que tienen más difí­cil el acceso al mercado del trabajo normalizado, en base a circuns­tancias objetivas y subjetivas de marginación.

3.2. Objetivos

Tras el análisis exhaustivo de la problemática del paro juvenil, y la necesaria contextualización de ésta en el resto de desajustes del barrio o pueblo con los que conviven generalmente el/la joven, es necesario definir y delimitar los objetivos del programa como cana- lizadores y dinamizadores de la intervención así como soporte de la posterior evaluación.

El proceso formativo-ocupacional consta de tres áreas de inter­vención (tres líneas de objetivos), cuya importancia relativa va variando en las distintas fases del taller:

1. Area educacional y formativa.2. Area de capacitación laboral.3. Area productiva.EL TAPIS tendrá dos fases:a) Taller prelaboral, en la que primarán los objetivos educa­

cionales y formativos, así como los de capacitción laboral.b) Centro de Integración Sociolaboral, en la que primarán los

del área productiva, ya que el C.I.S es una empresa, aunque estarán presentes de alguna forma los otros objetivos, pero no serán prioritarios.

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La consecución de los objetivos en el Taller prelaboral determi­nará la posibilidad de acceso del/a joven al C.LS.

La consecución de los objetivos dentro del TAPIS será evaluada por una comisión formada por:

— el/la Director/a del TAPIS.— el/la Maestro/a del taller.— el director del programa.

3.3. Acotación: barrios y segmentos de población a los que se dirige.

A) Segmento de población a l que se dirige el programa

• Jóvenes de dieciséis a veinticinco años, con carencias de marginación.

• Excepcionalmente, y de una forma lo más restrictiva posi­ble, jóvenes de catorce a dieciséis años y siempre teniendo como objetivo en estos casos, recuperar el mayor grado posible de inserción en algún tipo de escolaridad, hasta tanto cumplan los dieciséis años.

• En este sentido, la eventual y respectiva acogida en el Pro­grama a estos menores no sólo no irá contra su permanencia en los niveles ordinarios de escolarización sino que será un medio para favorecer la reinserción.

B) Ubicaciones inicialmente prioritariasZonas, poblaciones o barriadas que constituyan bolsas de

pobreza, con carácter de marginación, alta tasa de paro juvenil y pro­blemática de predelincuencia o delincuencia:

1. Barrios de Acción Preferente (específicamente así cataloga­dos administrativamente^.

2. Deben contemplar explícitamente la apertura a zonas que estén en proceso de ser declaradas como de «Acción Preferente», siempre que los colectivos atendidos participen de los rasgos socio­lógicos definidos como «colectivos de riesgo».

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Los jóvenes ante el trabajo: Cobayas de un nuevo

modelo socialColectivo lOE

Académicos, políticos, trabajadores sociales y un amplio etcétera de adultos con responsabilidades sociales cualificadas suelen preocu­parse cada tanto por la problemática de «la juventud», erigida en ente social homogéneo precisamente por contraposición a las for­mas de vida establecidas por aquéllos. Desde esta perspectiva tiende aprimarse, casi inevitablemente, un enfoque de «choque generacio­nal», es decir, a dividir a la sociedad según grupos de edad (niños, jóvenes, adultos, ancianos), diluyendo o subordinando tras esta taxonomía otras formas de identiaad social. Desde nuestra posición, en cambio, el interés en analizar las situaciones y valores juveniles (en este caso ante el trabajo y el empleo^ radica en captar las nuevas tendencias del desarrollo social que en ellos se reflejan, y que ellos reproducen, de forma privilegiada.

En otras palabras, refiriéndonos a las condiciones laborales de los jóvenes no buscamos elementos que caractericen a una etapa de la vida de los españoles actuales, más bien queremos indagar acerca del futuro laboral que se prefigura para el conjunto de la sociedad.

A la hora de referirnos al trabajo de la juven tud nos encontramos con dos dificultades iniciales: por un lado, definir qué entendemos por juventud; por otro, qué instrumentos teóricos y estadísticos uti­lizar para estudiar las situaciones laborales. En otro lugar hemos dis- cuticlo con detalle ambas cuestiones (1), aquí nos limitaremos a

(1) Ver Colectivo lOE, Condiciones de trabajo de los jóvenes Cuadernos de

Íuventud, número 6, Dirección General de Juventud/Consejo de la Juventud de íspaña, Madrid, 1989.

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dejar sentadas dos afirmaciones. En primer lugar, parece más ade­cuado adoptar un enfoque «estructural» (referido a los procesos del mercado clel trabajo) que otros de corte «culturista» o «psicologista» (referidos a características de la personalidad o de los valores «gene­racionales») para captar el sentido de la realidad laboral de los jóve­nes. Este tipo de enfoque no presupone la existencia de una problemática laboral juvenil, más o menos homogénea en sí y dife­renciada claramente del conjunto del mundo laboral de los adultos; más bien permite percibir las fragmentaciones que afectan a todos los grupos de edad, definiendo situaciones e identidades comunes a trabajadores jóvenes y adultos. De acuerdo con esto, al referirnos a «jóvenes» recurrimos a un criterio puramente descriptivo (y arbitra­rio) : la edad, sin presuponer con eUo la existencia de un sujeto social real. Convencionalmente se ha considerado jóvenes a las personas comprendidas entre dieciséis y veinticuatro años, aunque los últi­mos cambios sociales han elevado la cota hasta los veintinueve años. A ese conjunto de la población española (entre dieciséis y veinti­nueve años) nos referimos aquí.

En segundo lugar, los instrumentos estadísticos disponibles para conocer las situaciones laborales no captan adecuadamente una buena parte de las situaciones laborales actuales, en concreto los empleos y profesiones menos estables y tradicionales. Los indicado­res corrientemente utilizados son los de la Encuesta de Población Activa (EPA), a cuyas categorías escapan la mayor parte de trabajos esporádicos y marginales y el creciente mundo de la «economía irre­

falar» (2). En un trabajo realizado para el Consejo de la Juventud de spaña en 1987 sosteníamos al respecto que:

• las estadísticas oficiales excluyen de su cómputo segmentos importantes del mercado real de trabajo;

• el contenido y diseño de las mismas resulta rígido y excesiva­mente homogeneizador de la realidad plural del mercado de trabajo;

• el tratamiento estadístico de los datos, así como su desglose por categorías, es con frecuencia insuficiente para poder conocer, aunque sea aproximadamente, la situación de colectivos específicos como los definidos por las diferencias de sexo y edad (3).

(2) Dos estudios encargados por la administración central ponen en evidencia tales limitaciones; ambos coinciden en señalar que existen tó r jovenes activos, más empleo irreeul^ y algo menos de paro absoluto que los que señala la EPA. Ver A A .W ., Condiciones de vida y trabajo en España, Secretaría de Estado de Economía, Madrid, 1988 y el Informe Juventud en España 1988, Instituto de la Juventud, Madrid, 1989.

(3) Ver Colectivo lOE, Condiciones de trabajo díe los jóvenes, op. cit., p. 34.

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Por tanto, parece más indicado recurrir a fuentes estadísticas diseñadas específicamente para analizar las carectirísticas de la «eco­nomía irregular» o de la actividad de los jóvenes; en ese plano se encuentran las citadas Encuesta de Condiciones de Vida y Trabajo (ECVT) y la Encuesta de Juventud 1988 (EJ88).

1. SITUACIONES DE LOS JOVENES EN EL MERCADO DE TRABAJO

La dinámica de las sociedades capitalistas ha logrado reducir —en el plano ideológico— el concepto de trabajo al de empleo remune­rado (sea por cuenta propia o ajena), desvalorizando y ocultando, entre otros, el papel del trabajo doméstico (4) o el comunitario (volun­tariado social, auto-ayuda, etc,). De esta manera se oculta su impor­tante contribución, en forma de recursos gratuitos, a la economía monetaria, además de su incidencia en la definición de los papeles económicos de ciertos sectores (el rol familiar tiende a constituir como «ciudadanos de segunda» en el mercado de trabajo a jóvenes y mujeres, precisamente aquellos que nutren mayoritariamente las filas del voluntariado social). En lo que sigue nos limitaremos al ámbito de la economía monetaria, pero queremos destacar que sólo considerando todas las dimensiones del trabajo será posible elaborar una crítica superadora de las situaciones de exclusión, alienación y explota­ción generadas por la actual organización social de la economía.

Situándonos, pues, en el terreno del trabajo económicamente valorado, ¿con qué situaciones nos encontramos? Comparando la EJ88 (indicador de la dinámica real (5) con los datos del último tri­mestre de 1988 de la EPA (indicador «oficial») parece que hay más jóvenes económicamente activos y ocupados —y, por ende, menos desocupados— que lo que habitualmente se afirma:

(4) La subestimación de su importancia hace que parezcan asombrosas estas afirmaciones: «...más de la mitad de las horas de trabajo productivas en la nación son consumidas en el hogar o en actividades que se refieren a él. Si este trabajo hubiese de ser p^ado, equivaldría a un 40 por 100 de la economía formal». H a n d y , Ch., El jSturo del trabajo humano, Barcelona, Ariel, 1986.

(5) No se trata de valorar la calidad técnica de las estadísticas, sino la perti­nencia de las categorías utilizadas para estudiar el trabajo juvenil. Por ejemplo, la EJ88 indaga pormenorizadamente sobre el empleo del tiempo durante el día y la semana anterior a la encuesta, y clasifica como «activos» a quienes trabajan en el negocio familiar, aun sin recibir sueldo. Estas y otras cuestiones permiten reflejar mas matizadamente la realidad laboral de los jóvenes.

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EPA EJ88Ocupados ............. ........ 39,7% 50,9% (+ 11,2%'Parados ................. ........ 21,4% 17,5% ( - 3,9%'Inactivos ............... ........ 38,9% 31,6% ( - 7,3%'

Según estos datos casi un 4 por 100 de los oficialmente parados y más de un 7 por 100 de los inactivos estarían ocupados. Por tanto, parecería que el drama del paro juvenil es menos importante de lo que tendemos a creer. Sin embargo, reducir todo el problema al binomio empleo/paro puede ocultarnos la importancia de lo que está ocurriendo, esto es ¿qué clases de empleo encuentran los jóvenes?

En primer lugar, se trata de trabajos poco duraderos. Casi el 80 por 100 de los jóvenes entre dieciséis y veintinueve años tienen expe­riencia laboral, pero un 22 por 100 actualmente ya no trabaja; ade­más, antes de ios veinte años un 25 por 100-30 por 100 de los parados ha pasado por una —breve—experiencia laboral (6). El propio Instituto Nacional de Empleo detectaba en 1985 que un veinticinco por ciento de los jóvenes parados había estado ya en esa situación tres o más veces (7). Esta situación genera desánimo y falta de expectativas laborales: la mitad de quienes tienen experiencia laboral y no trabajan han desistido de buscar empleo.

En segundo lugar, hay un importante volumen de empleos poco atractivos, hecho que queda señalado al constatar que de los jóvenes que buscan trabajo la mitad cuenta actualmente con un empleo. Se trata de casi un 30 por 100 ciento de los ocupados que no está con­forme con las condiciones actuales de trabajo.

Estos apuntes tienden a dibujar una situación laboral negativa, pero no puede afirmarse que refleje la realidad laboral de todos los jóvenes. ¿Cuál es, entonces, la situación del conjunto? Limitándonos sólo a los ocupados, podemos clasificarlos según la continuidad y esta­bilidad en el empleo, de acuerdo con los datos de la EJ88:

Datos de la jy ss , capítulo «La actividad económip».(7) Ver estudio Los parados. Condiciones de Vida y actitudes políticas, C.LS.,

Madrid, 1985.

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Empleo continuo ............62%p ijo .......... 30%

|no fijo ... 32%Empleo ocasional ...........23%Empleo de temporada ... 15%

(Fuente: elaboración propia en base a la EJ88)

Las cifras tienden a dibujar, en una primera aproximación, una realidad subdividida en tres grupos bastante diferenciados. Uno conformado por quienes trabajan sin ninguna continuidad (38 por 100 de ocasionales y temporeros); otro por los que tienen empleo fijo y estable (30 por 100) y un tercero con trabajo continuo pero de tipo temporal, es decir, sin garantías de futuro para conservar su actual empleo (30 por 100).

Parece, por tanto, que estamos ante realidades diferenciadas que apuntan a una fragmentación del mercado laboral, aunque no necesa­riamente Hmitada a estos tres grandes bloques, ya que al interior de cada uno de ellos han de registrarse diferencias notables. No obs­tante, estas cifras no desvelan el significado último de los procesos que describen, ya que caben dos lecturas contrapuestas de los mis­mos: ¿estamos ante una flexibilización que implica precariedad y subempleo para los jóvenes?, ¿o nos encontramos con un «uso alter­nativo» del empleo por parte de los jóvenes, que entran y salen del mismo debido a que tienen otros intereses y preocupaciones vitales? Probablemente ambas interpretaciones dan cuenta de una parte de la realidad, la cuestión es determinar a qué segmentos de la misma se refieren y cuál es la importancia de cada uno de ellos. Veamos si la información disponible nos permite responder a tales cuestiones.

Circunscribiéndonos al grupo entre dieciséis y diecinueve años podemos detectar cuáles son los primeros empleos de la mayoría de los jóvenes: la hostelería (varones), el servicio doméstico y el comercio (mujeres) y la agricultura (ambos sexos). En general se trata de puestos no cualificados, en los que no están garantizados los dere­chos laborales ni existen expectativas de promoción. Por ello, no resulta extraño que muchos prefieran pasar al paro o a la situación de «inactivo» antes que conservar tales empleos.

Un somero vistazo por las diferentes categorías de jóvenes económicamente activos, ayuda a completar el cuadro de situación. Los ayudas fam iliares (trabajan en la empresa de algún familiar con el que conviven, sin percioir un sueldo garantizado), aparecen

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en la literatura especializada como un resto precapitalista propio de las economías campesinas. Hoy abarcan al 11 por 100 de los jovenes (casi un 25 por 100 de los activos! principalemente a los q ue viven en habitats menores de 10.000 haDitantes aunque ya no se dediquen mayoritariamente a actividades agrícolas. Es llamativo el hecho de que este sector, «no moderno» por definición, haya aumentado entre 1976y 1988, en pleno proceso de modernización y europeización de la sociedad española (8).

Algo menor es el número de quienes trabajan por cuenta propia (15 por 100 de los ocupados). Este sector es el que tratan de impul­sar las propuestas de autoempleo, cooperativas o jóvenes emprende­dores, como alternativa al desempleo. Pues bien, hay que señalar que este sector no ha crecido significativamente en los últimos años (9), lo que reduce de momento a meras campañas propagandísticas los esfuer­zos mencionados. Pero, además, bajo este rubro se agrupan formas encubiertas de trabajo discontinuo por cuenta ajena: la descentralización productiva y la subcontratadón generalizada de servicios reducen las plantillas de las empresas, hinchando artificialmente el número de cuentapropistas. Ello se ve analizando las tareas más habituales entre los jóvenes de este sector: clases particulares, cuidar niños por horas, reparto de propaganda, encuestas o mensajeros; las actividades de «enseñanza» y «otros servicios» agrupan al 34 por 100 de jóvenes «autónomos», en tanto en el conjunto de población activa sólo un 9 por 100 se dedica al área de servicios por cuenta propia. Por lo demás, casi la tercera parte de los jóvenes desempeña estas activida­des de forma ocasional o estacional. En síntesis, en buena parte de los casos estamos ante una alternativa secundaria, y obhgada, al empleo asalariado por cuenta ajena; se trata del «sucedáneo degra­dado de un empleo frustrado» (10). Los jóvenes se polarizan como «autónomos del sector servicios», precisamente en los puestos menos cualificados; se trata de un cuentapropismo eventual, con escasas posibilidades de consolidarse como actividad estable.

Los jóvenes que trabajan por cuenta ajena no parecen gozar de beneficios y derechos garantizados en mayor medida que los demás.

Los datos provienen de la citada EJ88.(9) Como indica la propia EJ88, para la EPA las cifras pasaron de un 6 por

100 (1979) a un 8,6 por 100 (1988). Aunque la EPA subestime el volumen total de trabajadores por cuenta propia, el incremento relativo parece insuficiente para compensar las cifras de desempleo.

(10) Encuesta a la Juventud española 1988, op. cit., p. 224.

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Por una parte, la inmensa mayoría ocupa puestos que no requieren ninguna cualificación (11). Por otra, un 35 por 100 trabaja como ocasional o temporero; entre el resto (trabajadores continuos) se distinguen dos bloques: los menores de veinticuatro años se desem­peñan mayoritariamente sin contrato de trabajo o con contratos temporales, mientras los del grupo entre veinticuatro y veintinueve años se caracterizan por contar mayoritariamente con contrato (sumando fijos y temporales). La aistribución del conjunto de empleos por cuenta ajena entre los jóvenes de dieciséis a veintinueve años, según el tipo de contratos, es la siguiente:

Tipo de contrato %

Fijo (indefinido) 31,8Temporal 29,9Eventual 3,7Especiales 5,1Otros tipos 2,1Sin contrato 21,0

Nuevamente encontramos tres bloques diferenciados: en un extremo los que tienen empleo fijo y garantías legales (32 por 100), en el otro los que carecen de tales garantías (27 por 100), y en situa­ción intermedia los acogidos a las modalidades «flexibilizadas» de contratación (41 por 100). Además, en todos los casos destaca la escasez de empleos de alta cualificaci6n\ los más frecuentes son mecano­grafía y dependiente de comercio (ambos sexos), camarero, peón albañil y servicios poco cualificados (varones), industria textil, ser­vicio doméstico, cuidado de niños y limpieza de oficinas (mujeres).

Ya hemos señalado que al detectarse las diversas formas de empleo irregular y precario aparece un menor número de parados. Con todo, éste sigue siendo un segmento importante entre los jóvenes (una tasa de paro del 24,9 por 100, lo que equi­vale a un 17 por 100 de la pooladón juvenil), y afecta

(11) La mencionada ECVT señalaba la cifra del 70 por 100. Ver A A .W ., naicm ’ • ’ ’ • - •Condiciones de vida y trabajo en España, op. cit.

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en mayor medida a los jóvenes urbanos, a las mujeres y a los sectores sociales menos favorecidos (12).

Por su parte, la economía sumergida abarca el 62 por 100 de los jóvenes ocupados entre dieciséis y diecinueve años, y al 38 or 100 del grupo de veinte a veinticuatro años (la absoluta mayoría de los casos son trabajadores no dados de alta en la Seguridad Social (13). A esto habría que sumar a todos los menores de edad que trabajan, ya que por definición carecen de toda protección legal; una muestra de la importancia del sector la de la ET88 al señalar que un 45 por 100 de los jovenes de quince años tiene alguna experiencia laboral (el 20 por 100 en empleos remunerados y el 25 por 100 como ayuda familiar).

2. LA FRAGMENTACION SOCIAL Y LOS JOVENES:EL «EXITO» PARA ALGUNOS,LA PRECARIEDAD PARA MUCHOS

Todo lo reseñado hasta aquí permite señalar algunas tendencias del mercado de trabajo y del modelo de desarrolfo de la sociedad española, reflejados sobre la población joven. Los datos conocidos y la evolución reciente no permiten adivinar exactamente cómo será esta sociedad a finales de siglo de mantenerse la dinámica actual, pero sí indican aquello que no promete ser: una sociedad de pleno empleo, crecientemente igualitaria y no excluyente.

El modelo de crecimiento inaugurado en los últimos años, enmarcado en la nueva institucionalidad democrática, ha partido de una «tendencia lenta pero continua hacia la erosión de la seguridad de empleo» (14), expresada en los siguientes hechos: ampliación de las posibilidades de despido justificado, flexibilización del empleo a tra­vés de los contratos temporales, deterioro general de las condicio­nes de trabajo y fuerte aumento de la economía subterránea. Un estudio encargado por el Gabinete de la Presidencia de Gobierno se

(12) Dividiendo a los jóvenes en cinco estratos, la EJ88 encuentra una tasa de paro del 30 por 100 entre el segmento inferior, que se reduce al 17 por 100 en el superior. Ver Encuesta a la Juventudo. c., p. 239.

(13) Ver A A .W ., Condiciones de vida y trabajo en España, op. cit.(14) T o h a r ia , L., «Un fordismo inacabado, entre la transición política y la

crisis económica», en Bo y e r , R. (dir.). La flexibilidad del trabajo en Europa, Ministe­rio de Trabajo, Madrid, 1987, pp. 161-184.

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refiere al período 1975-84 como década de «reajuste económico- estructural de grandes dimensiones (...en la que) la principal política de reajuste se opera sobre la variable empleo» (15). El eje conductor de las políticas económicas de los años 80 se basa en «favorecer al máximo cualquier tipo de empleo, pues es mejor, se opina, emplear temporalmente que no emplear en absoluto. Las segmentaciones que pueden desprenderse de estas medidas pueden agravar las diferencias existentes en una sociedad donde la economía sumergida (...) es ya muy importante» (16).

Por tanto, tras una primera fase de destrucción neta de empleo, se produce la salida de la «crisis» relanzando el crecimiento y el empleo, pero inaugurando una nueva realidad del mercado de trabajo. Se consolidan ahora la fragmentación de la estructura ocupacional y la polarización ocupacional: crecen simultáneamente las ocupaciones más cualificadas (profesionales y técnicos superiores) y las menos cualificadas (personal doméstico, «otros servicios no especificados», etc.), aunque con una evolución «fuertemente sesgada hacia el polo inferior» (17). Se va consolidando así la fractura del mercado de tra­bajo en grandes bloques excluyentes entre sí: el mercado de trabajo p ri­mario ofrece puestos estables, buenas condiciones laborales, posibilidades de promoción, salarios y cualificación relativamente altos, garantías jurídicas e implantación de las organizaciones sindi­cales; en su seno cabe distinguir un segmento superior (técnicos y directivos, gozan de autonomía en el trabajo y grandes posibilidades de «hacer carrera») y otro subordinado (trabajadores semicualificados, sujetos a supervisión y con reducidas expectativas de promoción y movilidad). El mercado de trabajo secundario se define por contraposi­ción a las características del mercado primario; la frontera entre ambos se construye alrededor de las posibilidades de acceder a pues­tos de trabajo estables, con buenas condiciones laborales y perspecti­vas de^romoción. Este esquema, seguramente simplificador respecto a la dinámica social real, dibuja un modelo de «apartheid laboral», en el que conviven —alejados de los sectores sociales dominantes— tra­bajadores asalariados estables (tradicionales) junto a sectores que viven en la inestabilidad laboral, alternando subempleo y paro prolongado.

(15) Castells, M. y o tros, Nuevas tecnologías, economía y sociedad en España, Alianza, Madrid, 1986, p. 531 (vol. 2).

(16) T o m a ría , L., op. dt., p. 181 (los subrayados son nuestros).(17) Gásteles, M. y o tros, op. dt., p. 563.

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Si bien los trabajadores más jóvenes, y muy especialmente las mujeres jóvenes, tienen un peso mayoritario en el mercado laboral secundario no conviene avanzar conclusiones excesivamente gene- ralizadoras. No es correcto afirmar que «la juventud» está abocada al empleo precario o al paro, ya que la fragmentación social y laboral atra­viesa a los propios jóvenes, definiendo clases y segmentos sociales diferencia­dos: hay jóvenes en la economía sumergida, con trabajos temporales, en el paro, con empleo fijo y taniDién jóvenes empresarios y profesionales.

3. INDIVIDUAUSMO Y UTILITARISMO...TAMBIEN FRAGMENTADOS

Analizando las ideologías y valores juveniles respecto al trabajo encontramos reproducida esta fragmentación, aunque podemos señalar algunas características comunes a la mayoría de los jóvenes: 1) vigencia omnipresente de una visión instrumental del trabajo, vivido como puro medio (no fin en sí mismo, forma de realización) que permite el acceso a otros fines (establecidos en el mundo del consumo); 2) generalización de modelos y actitudes individualistas, centrados en la procura de recompensas personales, al margen de iniciativas colectivas. En este marco general, los débiles atisbos de valores «nuevos» referidos al mundo oel trabajo (solidaridad, trabajo creativo, no competitividad...) no se ven favorecidos por la realidad laboral ni encuentran asidero en las ideologías «juveniles» do­minantes.

Con todo, esta caracterización general puede ocultar las diferen­cias efectivamente existentes entre los propios jóvenes. En grandes líneas podemos encontrar, analizando ideologías y valores, una frag­mentación similar a la propiciada por la estructura ocupacional. Por una parte, existe m a minoría (danzada» que expresa los valores de los sectores dominantes en la estructura social, aquéllos que si bien reclaman protección y ayudas institucionales adoptan un individua­lismo combativo, asumen la lógica de la competitividad y la exclusión social, y aspiran a formar parte de (o integran ya) las élites sociales «modemizadoras». Veamos cómo lo expresa un grupo de jóvenes empresarios y profesionales (18) :

(18) Las citas que siguen están tomadas de varios gmpos de discusión reali­zados para el estudio sobre Condiciones de trabajo de los jóvenes, op. cit.

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«Aquí el mayor problema que tienen los jóvenes es la falta de inicia­tiva (...) Cuando la gente joven tenga más iniciativa, pues, se irá mejorando la situación. Pero es el joven el que tiene que tomar conciencia de ello y no estancarse.»

«...una persona que no se sepa expresar y no se sepa vender (...) no tiene nada que hacer».

—«Mira, nosotros, pues, prácticamente podemos valernos por nues­tros medios, por nuestras empresitas y tal. Pero, ¿y aquél que no tenga estudios qué hace?

—Siempre tienen que haber, oye. el típico barrendero, el típico que tiene que estar lavando platos, y toda esa gente, ¿no?

—Pues claro, tú decías antes: «a medida que falta trabajo hay gente que se va quedando descolgada». Esto es un fenómeno que creo que ocurre en la sociedad capitalista: hay gente que no consigue seguir en ese tren —la sociedad es un tren que va en marcha—, esa gente se va cayendo y se que­dan descolgados. Me parecen sectores de la sociedad que están marginados y que, bueno, están ahí.y>

Por otra parte existe una mayoría sin perspectivas que refleja las actitudes de un individualismo resignado que no cree en el progreso, debido a que su principal nexo de unión es «saberse sin futu­ro» (19). La situación laboral, la falta de expectativas de promoción familiar y la quiebra de los proyectos de cambio social radical han convertido a estos jóvenes en una «generación sabia» (20), plena­mente consciente de vivir en un período de crisis global, sin salidas visibles; por ello, impotentes para generar alternativas propias per­manentes sumidos en la perplejidad, en el consumismo o en el coti­diano «buscarse la vida».

«—Esa es la cosa, que no hay ná pá ver ¿no?, porque hay una in­certidumbre...

—¡Es que no hay futuro!... Yo voy tirando con lo que sale..., viviendo el tiempo conforme te venga, porque no hay una expectativa de futuro, no ya el lejano sino el próximo de dos años, qué iré a hacer en estos dos años... Es que no hay ninguna perspectiva, es lo que vaya saliendo, ¿no?»

[Jóvenes en la economía sumergida]

(19) Ver Ca r r iÓN, A., Ideologías, normas y valores de la juventud, Madrid, 1984 (estudio no publicado, realizado para el Instituto de la Juventud).

(20) Ver Equipo de Estudios, Cambios en las relaciones sociales y en las formas de vida de la f oblación trabajadora madrileña durante la crisis (1973-83), Consejería de Ordenación del Territorio, Madrid, 1985.

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En este bloque mayoritario se distinguen dos subsectores. De un lado los impotentes de las capas medias^ que se mantienen dentro del sistema escolar pero sin posibilidades daras de ascenso social; sin embargo, mantienen un resto de esperanza cifrado no en sus propias potencialidades sino en la ayuda institucional, único medio para elu­dir la precariedad absoluta:

«—Yo creo que estamos completamente de acuerdo en que desde arriba algo se podría hacer.

—Falta que los de arriba estén de acuerdo en que lo pueden hacer.—Y bajen.—Sí, que bajen un poquito de las nubes y que se atrevan a mirar la

tierra (...).—Son mil cosas que no dependen de nosotros además que sabemos que noso­

tros digamos: «bien» o «mal» les va a dar lo mismo...» (21)

En cambio, los resignados de clases sumergidas no esperan real­mente nada, se dedican a «buscarse la vida» sin más horizonte que el de la supervivencia, en un medio hostil e injusto; saben que la situa­ción no es igual para todos pero no esperan nada de las instituciones (administración, partidos o sindicatos):

«—Va por clases vamos, que hay jóvenes que no están trabajando pero les están manteniendo sus padres, ¿no? (...) y otra gente que tiene que ponerse a buscar la vida en lo que sea.

—...el paro desde luego es la frustración más grande que tenemos cual­quier persona.

—En el verano ya hay trabajo y ya pillas un trabajo estable de tres o cuatro meses., ¿no?»

[Jóvenes en la economía sumergida]

«—No sé, se aprovechan, tienes que hacer horas extras sin tener que hacerlas, ¿no?, y si quieres sí y si no... te echan, y encima te las pagan cuando quieren.

—Yo a este hombre le podía haber denunciado, sí, pero hace falta mucho dinero para decir: «esto es mío» (...)

—Que no, que no. El que tiene dinero siempre gana, aunque no sea verdad.»

[Jóvenes trabajadoras no cualificadas]

(21) Grupo de discusión con jóvenes de capas medias, entre dieciocho y veintitrés años, pertenecientes a asociaciones culturales y de servicios.

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«—(El futuro lo vemos) malo.—Si sigue así,.., recogiendo cartones.—Y a la chatarra.»

[Jóvenes en paro]

«—Se tiene que buscar uno la vida. Lo que no se puede se fiar de ellos...—¡Claro!—De los altos cargos...—Sí, sí, de buscarla tienes que ser tú porque no puedes esperar que nadie te la arre­

gle, eso está muy claro {...) La sociedad se sabe que no te va a darná. Si le buscas algo es por­que tú te lo rebuscas. Pero que no te va a venir ná.»

[Jóvenes en la economía sumergida]

Este somero recorrido sobre datos y opiniones referidas a la rea­lidad laboral de los jóvenes muestra la heterogeneidad que recorre al colectivo, aunque dentro de un marco dominante caracterizado por la precariedad laboral y la inseguridad repecto al futuro. Desde una actitud optimista acerca del desenvolvimiento del modelo socioeco­nómico vigente, cabría esperar que estas situaciones estuvieran limi­tadas sólo a los primeros años de vida laboral. En otras palabras: el paro y el subempleo «juveniles» serían males que se superarían con el mero paso de los años. La única vía para confirmar o desestimar tal hipótesis sería estudiar el conjunto del mercado laboral español, dejando de lado los enfoques segmentados que parcelan inadecuada­mente la realidad social. Con m cambio de perspectiva podríamos, muy probablemente, «descubrir» cómo las desigualdades sociales tien­den a reproducirse a través del tiempo, por lo que el joven subem­pleado o desocupado de hoy se ve abocado a convertirse en un adulto que no conozca más realidad que la del paro, la economía sumergida o el empleo precario.

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Los jóvenes y el marco jurídico laboral. La inserción

en el mercado de trabajoEduardo Rojo Torrecilla

Profesor Titular de Derecho del Trabajo y Seg. Social. Universidad de Barcelona.

Miembro del Centro «Cristianisme i Justicia»

INTRODUCCION

Voy a examinar los rasgos más relevantes, en el ámbito jurídico, de la problemática del empleo y paro de los jóvenes, si bien desearía efectuar previamente una matización: bien que las normas se dirijan de manera uniforme a todo el colectivo juvenil, lo cierto es que es difícil considerar a la juventud como un bloque social indireren- ciado, y así lo reconocía la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en un informe elaborado en 1986, cuando aceptaba la franja de los quince a veinticuatro años para la definición práctica de la misma, pero no ocultaba su carácter heterogéneo. En efecto, el estrato social del que provenga el joven implica que el mismo posea diferentes sensibiíidades y muy diversas percepciones del mundo actual. La percepción de jóvenes pertenecientes a ámbitos sociales diferenciados tiende a estructurarse en función de la posición social y la experiencia laboral que posee, «más que en base a una común condición del joven» {Condiciones de trabajo de los jóvenes. Cáritas, marzo, 1988, pág. 21). Por ello, toda política de empleo juvenil para ser realmente eficaz deberá tomar en consideración la realidad diversa y plural de la juventud, según sexo, grupo de edad, nivel de formación y procedencia territorial, familiar o nivel socioeconó­mico y cultural (G. VIDAL y F. MÁRQUEZ: Política municipal de empleo e inserción profesional de los jóvenes. Plan de empleo juven il del Ayunta­miento de Barcelona. «Revista de Economía y Sociología del Trabajo», núm. 1-2, 1989, pág. 173.

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La política de empleo juvenil, bien que posea una especificidad propia, no puede a nu entender desligarse de las políticas generales que se instrumentan con relación al mercado de trabajo y a las cues­tiones educativas económicas y sociales, debiendo tender a la crea­ción de empleo estable v de calidad. Se trata de evitar un riesgo cada vez más presente y que na sido oportunamente denunciado: la intro­ducción en el mercado laboral de las formas de trabajo precario a través de las condiciones de trabajo que se imponen preferente­mente a los jóvenes de clase baja que se incorporan al mismo, lo que provocará una situación de inestabilidad permanente para éstos, y de retrueque una disminución de derechos laborales para el resto de trabajadores. (C. TOBIO: El paro juvenil^ ¿socialmente transversal? «Política y Sociedad», núm. 1., 1988, págs. 89 a 96).

Debe afirmarse con rotundidad que el desempleo juvenil y la creciente precarización de las condiciones de trabajo para un, cada vez más importante, número de jóvenes, son problemas relevantes a los que deben enfrentarse las sociedades democráticas, y a los que hay que dar respuesta, so pena de poner en tela de juicio los cimien­tos sobre los que se asientan las mismas. La aceptación de una alta tasa de paro juvenil implica que un país sacrifica su futuro, «y acepta que la car^ mayor de sus dificultades pese sobre ciertas catearías sociales, disminuyendo así su capacidad de integración» ÍA. TOU- RAINE: Introducción. Un mundo m e ha perdido su fotuto, en AA. W .: ¿Que' empleo para los jóvenes?, Madrid, París, 1988, pág. 37). Por su parte, las Comunidades Europeas han subrayado el peligro de que cada vez haya un número superior de trabajadores o jóvenes m a r i­nados que no accedan a la vida laboral, y el riesgo de la precarieoadf)ermanente para otros hasta alcanzar los treinta años de edad, de orma que empleos temporales convivirán con períodos de desem­pleo m ^ o menos prolongados y viceversa, creándose una espiral

infernal de la que tendrían grandes problemas ara salir. Por ello, deviene cada vez más necesaria, y adelanto aquí una idea que desa­rrollaré más adelante, la preparación de los programas de enseñanza y formación para insertar correctamente al joven en el mundo labo­ral. Cuando se presta atención a la realidad de los distintos países europeos, puede constatarse que los niveles de empleo y las tasas de desempleo juvenil guardan relación estrecha, no sólo con las políti­cas de empleo —legislativas y/o contractuales—, sino también con los diferentes niveles de desarrollo socio-económico, del papel del sistema educativo y de la situación de la juventud en el sistema de valores de la sociedad. (J. HARTMANN: Vivir al margen. Causas y

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consecuencias de la disminución d el desempleo ju v en il en Europa, AA. W .: ¿Qué empleo para los jóvenes?, Madrid, París, 1988, pagi­nas 43 a 75).

I. LOS JOVENES Y EL MERCADO DE TRABAJO

1. Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del ter­cer trimestre de 1988 («Co)mntura Laboral», núm. 31, enero 1989) nos indican eme la Población Activa (PA) española se sitúa en 14.701.000, la Población Ocupada (PO) en 11.850.900 v el volumen de paro en 2.850.100, con una tasa de actividad ascenaente (49, 27 por 100) y una tasa de paro en línea descendente (19,38 por 100 de la PAL Según las cifras oficiales, desde el segundo trimestre de 1985 — fecna en la ejue comienza el proceso de recuperación económica en España, si bien con muchos «claroscuros» y con una desigual distri­bución de la misma—, la ocupación se incrementa en 1.242.100 puestos de trabajo, la actividad en 1.146.500 personas y el paro des­ciende en 95.600. Destaca en especial que la PA femenina supera por primera vez los cinco millones, lo que supone la tasa de actividad más elevada en toda su historia (3 2,8 por 100). Por lo que respecta al paro registrado en las Oficinas del INEM, 1988 se cerraba con un total de 2.768.526 desempleados, con un descenso interanual de 255.120 parados y siendo la primera vez, desde el año 1973, que se produce un descenso del paro registrado en términos anuales. El porcentaje deparo juvenil (menor de veinticinco años) sigue siendo elevado (alrededor del 40 por 100), a pesar del incremento de las tasas de ocupación de los jóvenes —debido a la utilización de las empresas de las modalidades contractuales a ellos dirigidas— y golpea más duramente a las mujeres (vid. cuadros 1 y 2).

2. Durante 1988 se formalizaron más de meaio millón de con­tratos en prácticas, para la formación y para menores de veintiséis años, que supusieron más de un 26 por 100 de los contratos realiza­dos acogiéndose a las medidas de fomento del empleo —de carácter temporal las dos primeras, de duración indefinida la tercera—. Pero, frente a la magia de los números —y sin obviar mi opinión en punto a la hipotéticap)Otencialidad positiva de estas modalidades contractuales para la inserción del joven en el mercado laboral—, se constata un alto grado de incumplimiento por lo que respecta al elemento básico de las dos primeras modalidades contractuales, cual es el elemento for- mativo, no siendo ajeno a este hecho el que —según datos del

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Cuadro iEvolución del empleo por grupos de edad y sexo

Cifras absolutas (miles)

Variación sobre trimestre anterior (1)

VariaciónI i rT 8 8 /I I IT 8 7 (2 )

I I IT 88 IIT 8 8H IT 88/11T 88

Absoluta %Absoluta (miles) Relativa

Varones:16-19 años 340,5 314,7 25,8 8,2 22,3 7,020-24 años 9243 837,4 86,9 10,4 114,6 14,625-54 años 5.583,1 5.660,7 -7 7 ,6 -1 ,4 3,3 0,155 y más años 1.343,2 1.298,3 44,9 3,5 10,7 0,8TOTAL 8.191,1 a 811,l 80,0 1,0 150,8 1,9Mujeres:16 -19 años 248,4 226,8 21,6 10,0 4,220-24 años 576,7 530,9 45,8 8,6 42,3 7,925-54 años 2.333,4 2.341,1 -7 ,7 -0 ,3 78,2 3,555 y más años 501,5 498,7 2,8 0,6 16,7 3.5TOTAL 2.659,8 3.597,5 62,3 1,7 146,9 4,2

Ambos sexos: 16-19 años 588,8 541,5 47,3 8^7 32,1 5,820-24 años 1.501,0 1.368,3 132,7 9,7 156,8 11,725-54 años 7.916,4 8.001,8 -8 5 ,4 -1 ,1 81,4 1,05 5 y más años 1.844,7 1.797,0 47,7 2,7 27,3 1,5TOTAL 11.850,9 11.708,5 142,4 1,2 297.6 2,6

Q.8'

(1) Incluye Ceuta y Mclilla(2) N g incluye Ceuta y Melilia.Fuente: Ministerio de Trabajo, Seguridad Social; Coyuntura Laboral n. * 31 - Enero 1989

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C u a d r o 2Evolución del empleo por grupos de edad y sexo

Cifras absolutas (miles) (1)

H I T 88 I IT 8 8

Variación III T 88/11 T88 (1)

Absoluta

Variación III T 88/III T 87 (2)

Absoluta

Varones:16-19 años 20-24 años 25-54 años 55 y más años TOTAL

Mujeres:16-19 años 20-24 años 25-54 años 5 5 y más años TOTAL

Ambos sexos: 16-19 años 20-24 años 25-54 años 55 y más años TOTAL

214.9396.9 710,1 134,4

1.456,2

261.7 452,4644.135.7

1.393,9

476,6849.2

1.354.1 170,1

2.850.1

221,2404,3743,0132,9

1.501,5

255.7 452,1656.9

32,91.397,5

476.9 856,4

1.399,9165.8

2 .899,0

- 6,3- 7,4 -32,9

1,5-45,3

6,00,3

- 12,8 2,8

- 3,6

- 0,3- 7,2 -45,8

4,3-48,9

- 2,8- 1,8-4,4

1,1-3,0

2,30,1

-1,98.5

-0,3

- 0,1- 0,8-3,3

2.6-1,7

- 26,124,0

- 71,4- 12,2-133,8

6,53.3

53,63,8

47.5

32.6 ■ 27,4- 17,9

8.4- 86,3

-10,9- 5,7 ■ 9,6- 8,4- 8,5

■ 2,4- 0,7

9,112,03,5

- 6,5- 3,2- 1,3■ 4,7- 3,0

(1) Iñeluye Ceuta y Mclilla(2) N o incluye Ceuta y Melilla. Fuente: (I. B. D.)

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INEM correspondientes al cuarto trimestre de 1988— el 88 por 100 de los contratos para la formación y el 87 por 100 de los contratos en prácticas se realicen en empresas de menos de 25 trabajadores, y que el período de contratación no sea superior a los seis meses en el 87 y 75 por 100 de los contratos en formación y en prácticas, respectiva­mente. Por ello, más allá de la necesaria actividad controladora de la autoridad laboral, parece correcta la propuesta sindical de «exigir una participación activa de los sindicatos, y en general de los repre­sentantes de los trabajadores, sobre las contrataciones a realizar en el seno de las empresas, haciéndoles verificar la formación impartida» (UGT: 170 propuestas para aumentar y mejorar el empleo, Madrid, marzo, 1988).

3. La reforma de la EPA, operada en 1987, permite conocer el número de trabajadores contratados con arreglo a contratos de duración determinada —un elevado porcentaje de ellos, jóvenes menores de veinticinco años—, con lo que puede observarse clara­mente el importante proceso de «temporalizadón» de las relaciones contractuales.

Los trabajadores acogidos a estas modalidades pasan de 1.613.000 en el tercer trimestre de 1987, a 2.067.800 en el tercer trimestre de 1988; ello supone un incremento numérico de 458.000 contratados, que supera a los 361.000 empleos creados durante dicho período, e implica que los trabajadores con contrato tempral supongan ya el 24,6Er 100 de todos los asalariados, siendo más elevado el porcentaje entre

mujeres (28,3 por 100) que entre los varones (23 por 100). La reforma de la Ley 8/1980, de 10 de marzo, del Estatuto de los

Trabajadores (LET), operada por la Ley 32/1984, de 2 de agosto, extendió y facilitó ampliamente la contratación por tiempo deter­minado, en detrimento de la contratación por tiempo indefinido, de forma que puede afirmarse que el principio de estabilidad en el empleo sufre hoy fuertes restricciones y limitaciones, ante la extensa lista de contratos temporales que se recoge en la normativa laboral vigente, así como por las mayores facilidades jurídicas y económicas para el acceso a los mismos. Un dato objetivo ayudará a comprender su real importancia: en la «Encuesta sobre política de contratación y formación de las empresas españolas, realizada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social en 1987, en un total de 2.000 empresas se constató que prácticamente el 50 por 100 de las bajas de trabajadores lo eran por finalización de contratos de duración determinada.

El incremento generalizado de la contratación temporal, con su especial incidencia sobre los jóvenes, no puede ya calificarse de fenó­

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meno transitorio y propio de la crisis, sino que es un rasgo esencial del actual ordenamiento jurídico-laboral español. Voces autorizadas han podido afirmar en consecuencia que se asiste a un proceso de disminución de derechos de los trabajadores, a un reforzamiento del poder negocial de los empresarios, al retroceso de la legislación de derecho necesario y al queorantamiento de la uniformidad del orde­namiento laboral español, y en su seno del principio de igualdad (M. E. Casas y F. VALDÉS: Las nuevas fom a s de empleo en d Derecho del Trabajo español. Ponencia presentada al Colloque Internationale sur les formes d’emploi, París, noviembre, 1988). Deviene del todo punto necesaria la existencia de controles sindicales y de las autori­dades públicas, que actúen a modo de contrapeso del poder empre­sarial, si se quiere evitar correr el riesgo de la «balcanización» del mercado laboral.

4. La realidad laboral de los jóvenes queda sólo parcialmente reflejada en las estadísticas, en las que no tienen cabida los ocupados en la economía irregular, en donde el incumplimiento de las normas laborales es la excepción y no la regla, por lo que ha sido necesario recurrir a estudios sociológicos para conocer la real situación de la juventud en el mercado laboral. Destacan en particular dos: el reali­zado por la Secretaría General de Economía y Planificación, CIS, sobre condiciones de vida y de trabajo en España», en 1986, y la reciente «Encuesta sobre la juventud», realizada en 1988 por el Ministerio de Asuntos Sociales y el Instituto de la Juventud.

Del primero de ellos se constata que la «irregularidad ocupado- nal» era más elevada para los jóvenes que accedieron al mercado de trabajo al inicio de la edad laboral (dieciséis a diecisiete años) que para aquellos que se incorporaron varios años más tarde, y que la irregularidad más frecuente (en un 89,3 por 100) era no darles de alta en la Seguridad Social. Se daba una mayor proporción de empleo juvenil en el mercado irregular (38,2 por 100) que en el mercado regular (12,2 por 100), al tiempo que un predominio de los trabaja­dores sin responsabilidades familiares, donde se ubicaban —y la rea­lidad de 1989 es sustancialmente idéntica a la de hace tres o cuatro años— en su gran mayoría los jóvenes (38,3 frente a un 12 por 100) (E. ROJO: La economía sumer^da. Cáritas, enero, 1987, págs. 13 a 28).

Los datos aportados por la «Encuesta Juventud 1988» son mucho más elocuentes con respecto al grado de precarización de las condi­ciones laborales de los jóvenes españoles (comprendidos entre dieci­séis y veintinueve años, dado que, según los autores del estudio, «la mayor parte de los jóvenes españoles de ambos sexos continúan en

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una condición social juvenil —de adolescencia social— después de los veinticinco años..., lo que obliga a ampliar los límites de la cate­goría más allá del término de veinticuatro años, adoptado conven­cionalmente», pág. 4). La proporción de trabajos fijos significan un porcentaje inferior al 33 por 100 del total en el conjunto de los tra­bajos asalariados, y no alcanza al 10 por 100 la proporción de contra­tos celebrados al amparo de las medidas de fomento del empleo, siendo por contra muy elevada la proporción de jóvenes trabajando sin contrato (vid. cuad!ros i, 4,3, 6y 7). £l dato más relevante del estu­dio, por lo que a este artículo respecta, es que, «en el conjunto de la población activa juvenil —incluyendo todo tipo de ocupados y parados—, los que han conseguido un empleo fijo representan sólo un 17,5 por 100 del total, apenas uno de cada seis», pág. 231).

II. EL MARCO JURIDICO DE INSERCION DEL JOVEN EN EL MERCADO LABORAL

1. En un estudio previo a la relación contractual, los jóvenes estudiantes o demandantes deprimer empleo pueden incorporarse a la actividad productiva a través de la reaíización de prácticas profe­sionales en las enmresas, en estrecha interrelación éstas con el sis­tema educativo, oe asiste en la actualidad en toda Europa a una redefinición de los «roles» que deben jugar las empresas y las escuelas en los procesos formativos, existienao una línea común de opinión cual es que la Formación Profesional «sólo» en la empresa no sería suficiente, ya que quedaría en gran medida a expensas de los cambios económicos coyunturales, y que su finalidad no debe ser el formar exclusivamente para una y otra profesión, sino que «debe desarro­llarse la capacidad emprendedora, la versatilidad de destrezas indivi­duales y el conocimiento de procesos, métodos y diseños transferibles£or su polivalencia» (J. A. FERNÁNDEZ: La inserción social y laboral de

s jóvenes. Una reflexión desde la perspectiva de la educación y el desarrollo. Ponencia presentada a Jornadas Tecniques d’estudi i debat: la inser-

ció social i professional dess joves. Barcelona, noviembre, 1988). Una formación, en suma, que permita a los jóvenes insertarse en adecuadas condiciones en el mercado laboral, y que sea debidamente estructurada, y seguido su desarrollo por las autoridades educativas y laborales, en estrecha colaboración con las empresas.

En el marco jurídico actual, tanto aquellos que realicen prácticas profesionales en las empresas en cumplimiento con lo dispuesto en

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C u a d r o 3

Jóvenes que trabajan actualmente

Varones 16-29 años

Realizan actualmente trabajo cuenta propia

Total (1.706) 16,4%16-19 años (378) 4 %20-24 años (697) 18 %25-29 años (631) 22 %

Mujeres 16-29 años

Total (1.160) 15,1%16-19 años (262) 4 %20-24 años (492) 18 %25-29 años (405) 20 %

Fuente: Encuesta Juventud 1988. Mayo 1988. (Instituto de la Juventud)

C u a d r o 4

Jóvenes que trabajan actualmente

Hacen actualmentetrabajo ocasional trabajo de temporada

Varones 16-29 años

Total (1.706) 20,8% 15,1 %16-19 años (378) 34 % 18 %20-24 años (697) 20 % 17 %25-29 años (631) 10 % 11 %

Mujeres 16-29 años

Total (1.160) 24,6% 15,5%16-19 años (262) 37 % 18 %20-24 años (492) 23 % 18 %25-29 años (405) 18 % 10 %

F uente: Encuesta Juventud 1988. Mayo 1988. (Instituto de la Juventud)

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C u a d r o 5

Clases de contrato

Total Varones Mujeres

(Trabajan por cuenta ajena) (1.819) (1.071) (748)

Fijo de plantilla 31,8 35 27Temporal, a plazo fijo, de obra 29,9 33 25Eventual 3,7 4 3Contratos Especiales (1) 5,1 4 6Otros y no bien definidos 2,1 2 3Sin Contrato 27,0 21 36

(Porcentajes en vertical)

(1) Incluye contratos ”a tiempo parcial”. ”de relevo”, "en práaicas”, "para la formación”, etc.Fuente: Encuesta Juventud 1988. Mayo 1988. (Instituto de la Juventud.)

CUADRO 6

Clases de contrato

16-19 años 20-14 años 25-29 años

(Trabajan por cuenta ajena) (338) (759) (722)

Fijo de plantilla 9 26 48Temporal, a plazo fijo, de obra 31 32 27Eventual 7 3 3Contratos Especiales (1) 6 6 3Otros y no bien definidos 4 2 2Sin Contrato 43 30 16

(Porcentajes en vertical)

(1) Incluye contratos “a tiempo parcial”. "de relevo”, "en práaicas”, "para la formación”, etc.Fuente: Encuesta Juventud 1988. Mayo 1988. (Instituto de la Juventud)

kT)índice

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CUADRO 7

Clases de contrato

(Trabajan por cuenta ajena)

Trabajoocasional

(278)

Trabajo de temporada

(343)

Trabajocontinuo(1193)

Fijo de plantilla 2 2 47Temporal, a plazo fijo, de obra 17 51 27Eventual 9 7 2Contratos Especiales (1) 6 10 4Otros y no bien definidos 2 4 2Sin Contrato 64 25 19

(Porcentajes en vertical)

(1) Incluye contratos "a tiempo parcial”, "de relevo”, ’ en práaicas”, “para la formación”, etc. Fuente: Encuesta Juventud 1988. Mayo 1988. (Instituto de la Juventud.)

la normativa académica y laboral específica de ordenación de la FP reglada, como los que siguen cursos de FP ocupacional impartidos por el INEM —o centros colaboradores— carecen de vínculo labo­ral con el empleador.

A) Formación en alternancia para los alumnos de FP de segundo erado, v estudiantes universitarios del último curso de carrera ÍOrden ae 4 de abril de 1989, por la que se regula el Plan Nacional de Formación e Inserción Profesional para este año). Se trata de facilitar la realización de prácticas profesionales por estos colectivos, sin que medie relación laboral con las empresas al ser parte integrante de los estudios cursados.

Puede incluirse igualmente en este apartado la primera etapa formativa en escuelas-taller y casas de oficio; se trata de programas públicos de empleo-formación que tienen como finalidad, según el artículo 1 de su Orden reguladora, de 29 de marzo de 1988, «cualifi­car a desempleados, preferentemente jóvenes de menos de veinti­cinco años, en alternancia con el trabajo y la práctica profesional.

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favoreciendo al mismo tiempo las tareas relacionadas con la recupe­ración o promoción del patrimonio artístico, histórico, cultural o natural, así como la rehabilitación de entornos urbanos o del medio ambiente, y la mejora de las condiciones de vida de las ciudades».

B) La normativa reguladora del Plan FIP para 1989 amplía a los menores de veinticinco años (anteriormente sólo alcanzaba a los menores de dieciocho) la posibilidad de realizar prácticas profesio­nales en empresas y organismos públicos, instituciones u organiza­ciones sindicales o empresariales, siempre que estén realizando un curso de FP ocupacional, y sin que exista relación laboral alguna. Los jóvenes que participen en estos cursos recibirán una ayuda econó­mica de 572 pesetas día.

En este terreno^ la apuesta decidida por la potenciación de estas prácticas en alternancia, potenciando la interrelación mundo educativo-mundo laboral, me parece una medida acertada, siempre que se garantice la real práctica y la no ocupación de los jóvenes en puestos de trabajo que debieran estar ocupados por trabajadores contratados regularmente. Datos del Mimsterio de Educación y Ciencia para 1988 demuestran que los estudiantes de FP 2 que habían realizado las mismas encontraron trabajo en un porcentaje superior al 40 por 100, y sin duda más importante es la constatación que el 70 por 100 fueron contratados en las mismas empresas donde realizaron las prácticas. Si salimos de nuestras fronteras, encuestas realizadas en el país que se señala siempre como modelo de referen­cia en materia de FP, la República Federal de Alemania, demuestran que un 62 por 100 de los jóvenes formados en las empresas habían recibido ulteriormente una propuesta de admisión contractual por parte de las mismas, siendo ese porcentaje superior, hasta alcanzar el 73 por 100, en las empresas de 100 trabajadores (A. LAZLO: Forma­ción et emploi. AA. vV.: France-Allemagne. Debats sur Femploiy>, París, 1988).

2. La inserción contractual del joven se realiza preferente­mente —aunque no de forma exclusiva, como he explicado con anterioridad— a través de los contratos en prácticas y para la forma­ción (y recuérdese que me refiero sólo a los jóvenes que se incorpo­ran regularmente al mercado laboral), contemplacTos en el Real Decreto 1992/1984, de 31 de octubre. Por lo que al objeto de mi estudio interesa, debe apuntarse que con el contrato para la forma­ción se persigue —teóricamente— formar al trabajador, de tal manera que pueda desempeñar las funciones propias del puesto de trabajo, a partir de la combinación de períodos de enseñanza teórica

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y práctica, si bien los primeros pueden concentrarse de tal forma que los de trabajo efectivo puedan realizarse ininterrumpidamente. El período de la jornada aedicado a recibir enseñanza profesional no debe ser inferior a una cuarta parte, ni superior a la mitad de la jor­nada pactada. Dicha enseñanza podrá impartirse tanto en la propia empresa como en centros autorizados.

Por su parte, tiene como objetivo que el trabajador preste un trabajo, del que se beneficia el empresario y por consiguiente debe retribuirlo, al tiempo que la práctica debe permitir al trabajador «aplicar y perfeccionar sus conocimientos y le facilita una práctica profesional adecuada al nivel de estudios» (art. 1 del RD 1992/ 1984). A efectos conceptuales debe añadirse que el puesto de trabajo ocupado debe ser de tales características profesionales que permitan que se alcance realmente el objetivo propio del contrato, es decir, facilitar la práctica de unos estudios cursados.

Sin desconocer la importancia que pueden tener estas modalida­des contractuales respecto a los procesos formativos de los trabaja­dores, no cabe olvidar las múltiples —y razonables— críticas que se han dirigido por las organizaciones sindicales y los representantes de los trabajadores en las empresas, a los poderes púbhcos, ante el ele­vado grado de incumplimiento por parte empresarial, en lo que res­pecta a dar formación. Es ésta una asignatura pendiente, en la que la intervención de las autoridades laborales y de las fuerzas sociales debería ir dirigida a garantizar el real cumplimiento de las normas. No deja de ser significativo que en los propios documentos del par­tido en el gobierno se reconozca el fraude que se produce, y se aliente la intensificación de «la lucha contra el notorio abuso en los contratos para la formación, que se manifiesta en la exigencia de jor­nada laboral superior a la establecida y en la ausencia de la debida formación ocupacional» (PSOE, Secretaría de Movimientos Sociales y participación ciudadana: II Conferencia sobre políticas de juventud. Madrid, marzo 1989).

En consecuencia, entiendo que sería necesario garantizar un período mínimo de duración de tales contratos superior al actual, no menos de un año, que permitiera realmente formarse al joven traba­jador, y con un seguimiento real y efectivo por parte de las autorida­des laborales y las organizaciones sindicales. De otra parte, estoy convencido que las empresas de economía social (cooperativas de trabajo asociado y sociedades anónimos laborales) podrían ser la punta de lanza en la demostración de que estas modalidades contrac­tuales no son perversas o defectuosas^^r y que pueden contribuir

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eficazmente a una inserción estable del joven en el proceso productivo.

3. Diveras Comunidades Autónomas ÍCC.AA.) han dictado durante los últimos años normas en apoyo de las empresas de econo­mía social —tratando de incentivar los procesos de auto-ocupación, al margen de la naturaleza jurídica de la relación existente—, con mención expresa a los jóvenes gue deseen acceder a la vida laboral a través de esta vía. Ejemplos dignos de interés serían:

A) Subvenciones extraordinarias para Cooperativas y SAL constituidas como mínimo en un 50 por 100 por menores de veinti­cinco años, o por mayores de cuarenta y cinco años, y que lleven al menos inscritos un año como demandantes de empleo; o, constitui­das en un 50 por 100 por menores de veinticinco años que hubieran terminado los estudios de FP 2 en los dos cursos anteriores. Poten­cia este tipo de ayudas la Generalitat catalana.

B) Como complementos de las rentas de subsistencia contem­pladas en los programas estatales de apoyo a la economía social, en la C.A. valenciana se conceden subvenciones hasta 250.000 pesetas cuando se trate de jóvenes desempleados menores de veinticinco años que estuvieran inscritos desde nace más de 12 meses en las Ofi­cinas de Empleo, o bien desempleados que hubieran percibido las rentas de desempleo equivalentes como mínimo a un año y que adquieran la condición de socio-trabajador en un 100 por 100 si se trata de un programa aprobado por el Fondo Social Europeo.

C) Se conceden subvenciones a los Ayuntamientos (véase el VI Plan de Ocupación Juvenil de la Generalitat catalana) que pro­muevan programas dirigidos a jóvenes menores de veinticinco años para que puedan acceder a una ocupación, y que conste en especial de «proyectos de autoocupación que tendrían como finalidad facili­tar que los jóvenes participantes puedan crear su propio puesto de trabajo», efectuándose la selección de los mismos en razón de su interés social y viabilidad técnica.

La potenciación de estas medidas, tanto las estatales como las autonómicas, de apoyo a la economía social, deberían ir en la Knea de potenciar la cultura emprendedora de los jóvenes, en la búsqueda de modelos empresariales participativos y solidarios. Ello debería ir de la mano con la reforma del sistema educativo para que el mismo fomente los hábitos de iniciativa y cooperación. La cultura educativa debería permitir a la persona —al joven estudiante— asumir inicia­tivas empresariales, y no educarle, única y exclusivamente, para un hipotético —y cada vez más problemático— trabajo asalariado.

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4. La incentivación a la contratación de jóvenes por medio de" jovenes por jla contratación indefinida obtuvo resultados favorables con la apli­cación del RD 799/1985. Sería necesario, en consecuencia, seguir en esa línea y adoptar —en el marco de la Mesa negociadora sobre el empleo— medidas tendentes a primar la contratación indefinida de los jóvenes, a través de ayudas o subvenciones económicas, debida­mente controladas, a las empresas. Dichas medidas probablemente deberían ampliar la edad tope de acceso de los jóvenes a las mismas, ante las evidencias constatadas en el Estudio Juventud 1988 sobre las dificultades cada vez mayores de los jóvenes para insertarse estable­mente en el mercado de trabajo.

III. A MODO DE RECAPITULACION. EMPLEOS ESTABLES Y TOABAJO DE CALIDAD PARA LOS JOVENES.

1. La huelga general del 14 de diciembre de 1988 significó la retirada del llamado Plan de Empleo Juvenil. No es momento ahora para reiterar los argumentos contra el mismo que ya tuve oportuni­dad de exponer (E. ROJO: Contratación laboral y empleo juvenil, Cári- tas, enero 1989, págs. 13 a 28), pero sí me gustaría recordar que el mismo —de haberse puesto en práctica— podía haber significado lisa y llanamente la legalización de los fraudes existentes en materia de contratos en prácticas y para la formación, y, lo que es más impor­tante a mi entender, «el contrato de inserción, al igual que ocurre en la actualidad con los restantes contratos temporales, es un punto más de apoyo a la potenciación de una cultura ele las reivindicaciones de sus compañeros...; debilita extraordinariamente la acción sindical en la empresa e implica una ruptura del marco contractual actual­mente en vigor, sustentado sustancialmente en la negociación entre empresarios y organizaciones sindicales» (pág. 25).

2. Por todo lo expuesto en el artículo, y con ello termino, entiendo que debe reivindicarse por los trabajadores y sus organiza­ciones —y ponerse en práctica por las Administraciones afectadas— una gestión previsora del empleo, que genere empleos estables y trabajos de calidad. Se trataría de elAorar un itinerario formativo que permitiera a los jóvenes, en primer término, acceder al mercado laboral, a través de procesos de inserción formativa, y ulteriormente acceder al mismo con carácter de integración estable. Todo ello requerirá la firme creencia por las empresas de la necesidad de dispo­ner de una mano de obra preparada y cualificada, de una parte, una

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decidida participación de los sindicatos en los procesos formativos, y una actitud decidida y consecuente por parte de las autoridades públicas competentes para evitar la desnaturalización y el incumpli­miento de las normas que prevén la obligatoriedad de llevar a cabo procesos formativos por parte de las empresas, ya sea en su interior o fuera de las mismas.

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Trabajo y empleo: Opinión de los jóvenes

Varios

NOTA INTRODUCTORIA

Ante el tema del trabajo y del empleo, la dirección de la revista quiere hacerse eco de la opinión de los jóvenes. Con este fin se escri­bió a todas las organizaciones e instituciones con representación en el Consejo de la Juventud para que expresasen su opinión en torno a cinco cuestiones concretas.

Consideraciones previas

España tiene en la actualidad más jóvenes que en ninguna época anterior de su historia; también es el país de la CEE que más parados tiene, con un índice de paro juvenil de poco más del 50 por 100. Sin duda, que el desempleo es uno de los problemas más preocupantes de nuestro país.

En nuestro entorno, la sociedad del pleno empleo, tal como la venía­mos entendiendo, es una realidad que se va alejando cada vez más. Surgen políticas y medidas coyunturales de fomento de empleo que no van a la raíz del problema. Una de las últimas propuestas es el Plan de Empleo Juvenil, que fue ampliamente contestado por casi todas las fuerzas sociales y organizaciones juveniles.

Cuestiones planteadas1. A partir de 1985 se dice que se ha creado empleo, concreta­

mente empleo juvenil. ¿Estáis de acuerdo? Si vuestra opinión es positiva, ¿qué tipo de empleo se ha creado?

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2. Globalmente hablando, ¿cuál es vuestra opinión sobre las medidas que se están dando, y aplicando, para el fomento del empleo juvenil?

3. ¿Qué aspectos positivos y negativos encontráis en el Plan de Empleo Juvenil aprobado por el Gobierno en octubre último?

4. Desde los planteamientos de vuestra entidad, ¿qué tres o cuatro medidas propondríais para crear empleo para los jóvenes?

5. ¿Qué función creéis que puede desempeñar el Salario Social en el establecimiento de una sociedad más justa?

Respuestas obtenidas

Documentación Social publica las respuestas que se han recibido y se hacen en el mismo orden de llegada a la redacción de la revista. Este es:

Confederación Sindical de Comisiones Obreras.AFSE. Intercultura.Juventud Estudiante Católica (JEC).Juventudes Socialistas.Unión de Escuelas Familiares Agrarias.Asociación Baden-Powell de E^aña.Juventud Obrera Cristiana de E^aña.Íuventudes Agrarias de la COACÍ.

•ederadón de Escuelas de Educadores en el tiempo libre cristianas.

Se publica el texto íntegro de las respuestas. Los números del uno al cinco se refieren a las preguntas o cuestiones planteadas.

CONFEDERAaON SINDICAL DE COMISIONES OBRERAS

1. El empleo creado en los últimos años es claramente insufi­ciente, ya que paralelamente a la creación de empleo se han des­truido una cantidad importante de puestos de trabajo. El rasgo característico del empleo juvenil creado es el de la precariedad, es decir, en unas condiciones de trabajo fuertemente degradados, donde la rotatividad, inseguridad y desprofesionalizacion son la norma y la estabilidad una excepción, como datos que ilustran lo anterior, podemos citar los siguientes: desde el segundo trimestre del 87 al cuarto trimestre del 88, la contratación fija entre los jóvenes

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ha descendido el 20 por 100. En la actualidad, los contratos indefini­dos entre los jóvenes alcanza el 42,7 por 100. A estos datos hay que añadir que el 42 por 100 de los contratos de formación y en prácticas tienen una duración de tres meses (todos conocemos la utilización fraudulenta de este tipo de contratación). Sin olvidar que el propio Ministerio de Asuntos Sociales reconoce, en un estudio reciente de juventud, que el 27 por 100 de los jóvenes menores de veintinueve años están trabajando sin ningún tipo de contrato. Todo ello nos lleva a la conclusión que la mano de obra juvenil está desempeñando un papel de fuerza de trabajo secundaria y que de proseguir el des­censo en la contratación indefinida de los jóvenes en el año 92 no existirá ni un solo joven con contrato estable.

2. Las políticas de empleo desarrolladas por el Gobierno se han apoyado en dos ideas que, para nosotros, han fracasado estrepi­tosamente. Por un lado, pensar que la lucha contra la inflación es la mejor política para disminuir el desempleo, y que ello se consigue rabajando los costes sociales, y, por otro, ver el mercado de trabajo como algo autónomo o ajeno al resto de la economía, ambas ideas no sólo no han conseguido frenar el desempleo, sino que lo han hecho crecer, al tiempo que aumentan las desigualdades sociales. En con­creto, en lo que se refiere al fomento del empleo juvenil, el Gobierno, siendo fiel a lo expuesto con anterioridad, ha dirigido su actuación hacia una mayor nexibilización del mercado de trabajo, incentivando a la empresa privada como una forma de contratación de jóvenes, demostrando con estas actuaciones que se renuncia a una política activa de empleo y se coloca el colectivo juvenil en una peor situación frente al mundo del trabajo.

3. El Plan de Empleo Juvenil del Gobierno es tan sólo una forma más de contratar para los jovenes, añadida a las más de diez modalidades existentes, con la diferencia que supone mayores bene­ficios a los empresarios, así como una discriminación brutal de los jóvenes, tanto en el salario, condiciones de trabajo y derechos con­quistados por la clase trabajadora. Es decir, en la línea de lo criticado en el punto anterior.

En cualquier caso, el 14 D y las propias movilizaciones de los jóvenes han conseguido que este mal ñamado Plan de Empleo Juve­nil duerma el sueño de los justos en el cajón del presidente del Gobierno.

4. Cualquier medida de empleo juvenil ha de estar inserta en un plan general de empleo, no se puede exclusivizar sobre un deter­minado colectivo, pues se corre el riesgo de desasistir y marginar al

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resto de colectivos de desempleados, ello no quiere decir que no se priorice por los jóvenes como colectivo más afectado por la crisis. Con la filosofía anterior, nosotros hacemos las siguientes propuestas:

• El empleo como objetivo prioritario de la política eco­nómica.

• El sector público como motor en la generación de em­pleo.

• Reducción de jornada laboral.• Reducción edad de jubilación. Contrato (¿^).• Reconducir los excedentes empresariales hacia la creación

de empleo.• Plan ae Empleo Juvenil, que consta:

— Contratos estables.— Modificación de los contratos de formación y prácticas

para asegurar sus objetivos.— Cursos de formación y reciclaje con un programa especialfara el colectivo de fracaso escolar,

otenciación de la economía social.— Cobertura por desempleo a los jóvenes.

5. Nosotros pensamos que el Salario Social puede tener una función muy importante. Una sociedad que es incapaz de generar empleo para todos ha de garantizar, al menos, la plena protección de tocios los parados. El hecho de haber nacido ha de significar tener garantizaclo lo elemental y básico para vivir. En este sentido, pensa­mos que es una falacia el hablar de incompatibilidades entre empleo y subsidio como hace el Gobierno. Claro ^ue hay que crear empleo, pero mientras tanto ¿qué? Hasta el Comité Económico y Social de la CEE recomienda, a los países miembros, la instauración de un Sala­rio Social.

AFSE. INT1ERCULTURA

1. Sí se ha creado empleo, y también empleo juvenil, pero muy poco con respecto a la demanda anual existente. Por otra parte, en la mayoría de los casos es un empleo precario, bien por contrato tem­poral, bien trabajo negro, sin ningún tipo de reconocimiento de derechos (Seguridad Social, derechos sindicales, desempleo).

2. Las medidas se dirigen en dos direcciones. Por un lado son medidas para la mejora de la cualificación de los jóvenes (cursos del

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INEM, escuelas-taller, etc...) y por otra parte son medidas dirigidas a los empresarios para incentivar la contratación de jóvenes (con­trato temporal, contratos en formación, de prácticas).

Respecto a las primeras nuestra opinión es buena. Son medidas necesarias puesto cjue la causa principal del paro juvenil es la falta de experiencia y cualifícación laboral de muchos jóvenes. Haría falta una mayor coordinación entre los distintos estamentos y niveles de la Administración para un mejor aprovechamiento de todos los recursos que se dedican a ello.

Las medidas de incentivación a los empresarios también son ade­cuadas, pero haría falta un control exhaustivo para evitar los fraudes.

3. Los aspectos positivos, en nuestra opinión, del Plan de Empleo Juvenil son:

1. La misma existencia del Plan; esto supone que por fin el Gobierno reconoce la gravedad del problema del primer empleo. Todo el dinamismo, los valores de inserción social, la autoestima que suponen para el joven su primer empleo se transforman en abu­rrimiento, desinterés social, pasotismo y finalmente desesperación ante la actual situación del mercado de trabajo.

2. Otro factor positivo es que se marque como objetivo la adquisición de experiencia laboraly el aprendizaje de un oficio, ya que, como señalábamos antes, la inexperiencia y la falta de cualifica- ción son la primera causa del desempleo juvenil.

3. Es también positivo el esfuerzo presupuestario del Gobierno de dedicar 300.000 millones de pesetas para el fomento de empleo juvenil.

Los aspectos negativos del Plan son:1. La edad de aplicación del Plan se ciñe hasta los veinticinco

años. El colectivo de parados juveniles se caracteriza por tener un alto porcentaje de parados de larga duración. Por ello hay muchos jóvenes entre veinticinco y treinta años que quedan excluidos del Plan, sólo porque éste llega tarde para los que han sufrido especial­mente los peores momentos del mercado de trabajo.

2. El Plan de Empleo debería haber sido discutido por el Gobierno con todos los sectores sociales implicados (patronal, sin­dicatos, organizaciones juveniles). En el caso concreto de este último sector, el gobierno ha ignorado los llamamientos al diálogo del Consejo de lajuventud de España. Este elaboró un documento, «Bases para una Política de Empleo Juvenil», asumido plenamente

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por los sindicatos y que nos parece una aportación de gran valor como punto de partida para una elaboración más abierta de un Plan de Empleo Juvenil.

Dado que la mayor parte de las medidas del Plan van dirigidas a incentivar económicamente a los empresarios (exención del pago de la cuota empresarial, subvención de los costes de formación, sub­vención directa que puede llegar a 200.000 pesetas, etc...) creemos que el Plan de Empleo Juvenil^ tal y como lo presentó el Gobierno, puede contribuir a la creación de un contingente de mano de obra barata, lo que no soluciona el problema real del desempleo, y preca- riza aún más las ya duras condiciones del mercado de trabajo.

4. Como asociación, Intercultura no puede proponer medidas para el fomento del empleo, pues queda fuera de sus fines. Pero asu­mimos el documento ya citado del Consejo de la Juventud y las pro­puestas que en él se detallan.

5. El Salario Social serviría para una redistribución de las ren­tas mucho más justa que la actual. Sobre todo ayudaría a vivir con dignidad a todas aqueUas personas que hoy se encuentran por debajo del nivel de pobreza. Por su carácter de salario para todos, implicaría una cobertura social indispensable, y evitaría en parte las vergonzan­tes diferencias en los niveles de renta que se están alcanzando en España en los últimos años.

Es triste constatar que la recuperación económica no ha acor­tado ni un ápice las diferencias entre los grupos sociales más desfa­vorecidos. Al contrario, las diferencias van en aumento. El Salario Social, sustituyendo a las actuales prestaciones de desempleo, sería un paso importante hacia una sociedad más justa.

JUVENTUD ESTUDIANTE CATOLICA

1. Decir que desde 1985 no se han creado puestos de trabajo concretos para jóvenes no es del todo cierto; ahora bien, habría que matizar dos aspectos que nos parecen importantes que se con­sideren:

— El paro es un fenómeno que se acentúa considerablemente entre la poolación activa menor de veinticinco años. Para los jóve­nes, el gran obstáculo es su falta de experiencia (de ahí que la mayor parte de ellos busquen su primer empleo).

— El tipo de trabajo que se le ofrece al joven es clandestino, trabajo negro..., o como un mal menor empleos con contratación temporal con la consiguiente inseguridad ante el futuro.

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2. Nos parece que las medidas que actualmente se están apli­cando para el fomento del empleo juvenil no son válidas para solu­cionar el gran problema existente ya que además de no tener en cuenta a las fuerzas sociales que representan a los propios jóvenes (CJE, organizaciones, sindicatos...) constatamos que:

— son medidas pasajeras y, por tanto, no hay una planificación que dé de verdad y para siempre respuesta al problema del paro juvenil.

— Los mayores beneficiarios no son los jóvenes sino los empresarios.

— No se forma a los trabajadores jóvenes.— Legalizan la economía sumergida que existe e incluso posibi­

litan que aumente.— Fomentan la inestabilidad y la inseguridad.En el fondo, asumen que el «paro estructural» es un mal inevita­

ble, que hay que «parchear», sin abordar de frente el núcleo del pro­blema: «papel» de España en el reparto internacional del trabajo.

3. No encontramos ningún aspecto positivo en el PEJ porque condena a los jóvenes a la marginación y a la sobre-explotación. Manipula nuestro futuro y nuestro derecho contemplado en la Constitución de que «a igual trabajo, igual salario».

Nos introduce en el círculo envolvente del mercado de contra­tos temporales con lo que nos enfrenta al resto de los trabajadores. Además, ¿en qué tipo de trabajadores nos convertimos si se nos niega nuestra participación en las negociaciones colectivas y en la vida sindical?

También decir que margina claramente a los jóvenes de catorce a dieciséis años y a los mayores de veinticinco que en este tipo de con­tratación no se contemplan.

Por último, decir que no se constata la enseñanza integral en cuanto a la formación profesional y ocupacional.

4. Algunas de las medidas que propondríamos y que apoyaría­mos para crear empleo para los jóvenes serían:

— Reparto de empleo y reducción de la jornada laboral, así como la abolición de las horas extraordinarias.

— Fomento del autoempleo, de las cooperativas de trabajado­res y de las iniciativas locales de empleo.

— Promoción, mejora y reorientación de las escuelas-taller y casas de oficio.

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— Reducción de los presupuestos cjue se dedican a gastos mili­tares y otros gastos sin beneficios sociales.

5. Con la instauración del Salario Social creemos que la socie­dad será más justa porque todos los ciudadanos podrían disponer de dinero para hacer aquello que de otra forma solamente podrían rea­lizar los que pertenecen a la élite. El Salario Social evitaría el que se consolidase un cada vez más numeroso «tercio» de la sociedad, mar­ginado y excluido de todos sus beneficios: no poder llegar a una educación igualitaria y digna, no tener los mínimos medios para vivir, sufrir la opresión y el desinterés del resto de la gente que «posee».

JUVENTUDES SOCIALISTAS

1. La economía española ha registrado en 1988, por tercer año consecutivo, un vigoroso aumento del empleo. El numero de ocu­pados aumentó, en media anual, en 328.500 personas, lo que supone una tasa de crecimiento del 2,9 por 100 ^ e prácticamente triplica a la registrada en los restantes países de la ¿EE. A su vez, la población activa incrementó sus efectivos en 225.700 personas lo aue permitió un descenso de 102.800 en el número medio de desempleados y que la tasa de paro pasara del 20,1 por 100 de la población activa al 18,5 por 100 entre ios cuatro trimestres de 1987-1988, su nivel más bajo en los últimos cinco años. Enmarcando la evolución del mercaao laboral en una perspectiva más amplia puede señalarse que, entre el cuarto trimestre de 1985 y el cuarto trimestre de 1988, se han gene­rado 978.900 puestos de trabajo, el 8,9 por 100 del empleo existente a finales de 1985. En este trienio, la población activa aumentó en 681.600 personas y, como resultado, el desempleo se redujo en 297.300 personas.

Por lo que respecta a la evolución del empleo por grupos demo­gráficos, el aumento de la ocupación en 1988 beneficio especial­mente a aquellos colectivos con tasas deparo más elevadas y con más dificultades de inserción en el mercado laboral. Así, el empleo de las mujeres aumentó un 4,9 por 100 y el de los jóvenes menores de vein­ticinco años un 6 por 100 durante el año pasado.

El crecimiento del empleo juvenil ha siclo facilitado por la difu­sión de la contratación temporal a lo largo de 1988. En efecto, entre el cuarto trimestre de 1987 y el cuarto trimestre de 1988 el número de asalariados con contrato temporal aumentó en 526.800 personas, aunque cabe señalar que, mientras que en los tres primeros trimes­

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tres de 1988 el aumento de los contratados temporalmente fue acompañado de una disminución de los asalariados fijos, en el último trimestre de dicho año ambos colectivos aumentaron simultánea­mente. La evolución comentada ha permitido que los asalariados con contrato temporal ascendieran al 25,1 por 100 de la ocupación por cuenta ajena en el último trimestre de 1988.

2. Agrupando las políticas de empleo en tres capítulos nues­tro balance sería:

a) La formación profesional ocupacional: un balance modera­damente positivo por su esfuerzo cuantitativo y porque se ha conse­guido estructurar un pilar fundamental sobre el que basan en gran medida el resto de las políticas de empleo. No obstante, la FPO padece de una baja calidad por unos contenidos excesivamente teó­ricos y su alejamiento de la empresa.

Especial mención merecen las escuelas-taller donde la forma­ción teórica y práctica van unidas, como programa especialmente exitoso.

b) Políticas de inserción laboral: Es la política más polémica, ya que al lado de una patronal picara con muy poco senticlo social y con unos sindicatos aún débiles en las empresas, se producen situa­ciones de fraude y desvirtualización de las contrataciones.

Es necesario un mayor control por parte de los sindicatos en este ^ o de contrataciones, y es preciso también que éste se facilite. También es necesario simplificar el actual «bosque de contratacio­nes» eliminando las fórmulas que se han presentado menos viables en la práctica.

c) Políticas de integración laboral: En lo que respecta a la con­tratación indefinida, y a pesar de haberse producido más de 300.000 contrataciones al amparo del decreto de mcentivación de contrata­ción, podemos dar un balance moderadamente positivo ya que dada la importancia de las ayudas era de esperar mayor número de contrataciones.

En cuanto a las fórmulas de la economía social el balance en líneas generales es positivo, ya que se ha pasado de utilizar el coope­rativismo como fórmula para recuperar empresas en crisis a la cons­titución de nuevas empresas, facilitando una escuela de nuevos emprendedores, así como la incorporación de jóvenes a un trabajo asalariado estable. A pesar de ello entendemos que hay que eliminar trabas que actualmente impiden a los jóvenes el acceso a este tipo de fórmulas empresariales.

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3. En nuestro país se valora más la experiencia laboral que los conocimiemntos teóricos a la hora de encontrar un empleo. Conse­cuentemente el Plan de Empleo Juvenil tenía como objetivo el que los jóvenes adquieran la experiencia laboral suficiente para afrontar su integración definitiva en el mercado de trabajo.

Se trataba de intentar desarrollar un aprendizaje en la empresa en condiciones de trabajo dignas y generando todos los derechos del resto de los trabajadores.

La idea del Plan de Empleo Juvenil es el hacer un esfuerzo soli­dario con los más desfavorecidos, con los que seguramente son potenciales partícipes de la economía sumergida y con los abocados al paro de larga duración.

Los principales problemas del Plan residían en los problemas de gestión, dado su carácter y dimensiones por parte de la Administra­ción, y el control de que dicho Plan cumpliera los objetivos para los cuales estaba ideado.

4. Señalamos algunas que nos parecen más importantes: el aumento de la calidad de la formación profesional, tanto en el aumento de las horas de prácticas en los cursos como de la propia adecuación de todo el sistema a las demandas reales de las empresas españolas; ampliación del programa escuelas-taller; apertura de una línea de fomento de contratación de indefinidos y de conversión de otros contratos eventuales en indefinidos, que abarque hasta jóve­nes de treinta años; continuar, profundizar las políticas de fomento del autoempleo y la economía social, constitiwendo fondos de avales que apoyen los proyectos de los jóvenes en función de la viabilidad de dichos proyectos; mejora de los instrumentos y órganos de admi­nistración y gestión de las pohticas de empleo; mayor responsabih- zación de las administraciones públicas de los ámbitos autonómico y municipal...

Estas son sin duda buenas políticas y tenemos con toda certeza que mejorarlas, pero también creemos que no podrán cubrir ni en su más óptimo desarrollo «el agujero» actual de paro juvenil, y que no hacen por tanto ni necesario, ni justificable, un plan de choque, como el que propusimos los socialistas.

5. Nos gustaría que a corto plazo no se hablara tanto de subsi­dio o salario social para los jóvenes como si esto constituyera en sí una solución al problema. La solución no pasa por garantizar a los jóvenes una renta mínima (del 75 por 100 del salario mínimo inter­profesional se está hablando) que les permita lo que se llama un con­sumo inmediato de bienes perecederos a cambio de no participar en

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nada, es decir, a cambio de no aportar y de no recibir nada de la sociedad. Sino que se trata de algo más complejo, de que los jóvenes tengan la posibilidad de ser ciudadanos en el sentido más pleno de la palabra, ae que puedan ejercer sus derechos democráticos y puedan asumir las responsabilidades inherentes a tal condición.

No se trata, por tanto, de dar cierta cantidad de dinero al mes sino de permitir al joven ser protagonista de su propia vida social, desde la oportunidad de que se cualifique profesionalmente, que se realice como profesional, emanciparse del hogar paterno, tener una vivienda propia y participar en el movimiento social y ciudadano, y que pueda de la misma forma aportar al bien común pagando sus impuestos, etc...

UNION DE ESCUELAS FAMILIARES AGRARIAS

1. Sí, pero no estable.2. Que es una ficción el fomentar contratos de corta duración.

Lo que se debe potenciar es la contratación indefinida.3. Positivo: Que en gran medida se enfoca en bonificaciones a

la cuota a cargo de las empresas que son quienes van a crear ese puesto de trabajo.

Negativo: Que sólo da soluciones a corto plazo para los jóvenes que accedan al trabajo, si bien hay que reconocer que muchos de los nuevos puestos de trabajo se convertirán en estables.

4. No poner trabas burocráticas ni administrativas para la creación de una pequeña empresa, y sobre todo facilitar una forma­ción, que ésta sea accesible e inteligible.

— Crear redes de apoyo y asesoramiento para cooperativas ya en funcionamiento.

— Bajar los intereses de los créditos para nuevas empresas o cooperativas con proyectos y perspectivas viables.

— Potenciar el autoempleo, la cooperativa y la pequeña empresa, frente a las ayudas a las multinacionales extranjeras y empre­sas deficitarias del Estado.

5. Hoypor hoy no es posible. No se duda de la eficacia de ésta, sino de la forma de obtener los ingresos para su posterior distribución.

Sin embargo, el Salario Social es lo ideal en una sociedad de pleno empleo y con una economía sin crisis, y con un estado de bie­nestar alto.

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España está desgraciadamente muy lejos de esto; sin embargo, sí es posible en la Europa nórdica.

ASOCIACION SCOUTS BADEN-POWELL DE ESPAÑA

1. Es evidente, y muy cierto, que a partir de 1985 se ha creado empleo juvenil, decir otra cosa no sería justo. El problema es que el empleo creado es totalmente insuficiente y, en gran medida, preca­rio, con unas condiciones de trabajo a veces denigrantes y sin garan­tías, de forma que muchos jóvenes han tenido que acudir al empleo de la economía sumergida para subsistir.

2. Globalmente hablando es obvio que la sociedad y las insti­tuciones están tomando conciencia del problema del paro juvenil y sus consecuencias. Las medidas que se están tomando cfesde la Admi­nistración son un indicativo, siquiera testimonial, de su toma de conciencia. El problema surge a la hora de aplicar dichas medidas; pues bien, por ser sólo papel mojado o por las dificultades que encuentra el joven a la hora de acceder a las diferentes ayudas, sub­venciones o programas, el caso es que terminan por ser ineficaces o beneficiar precisamente a los sectores más favorecidos de la sociedad.

3. El hecho de la aprobación de un «Plan de Empleo Juvenil» ya supone de por sí algo importante. Es positivo en cuanto ello supone un avance en la búsqueda de soluciones al problema del paro juvenil (sin olvidarnos del autoempleo). Sin embargo, no se encuen­tran muchos más aspectos positivos, pues lejos de dar soluciones efi­caces, lo que hace es fomentar la precarización del mercado de trabajo y la contratación de mano de obra barata sin que suponga añadir FORMACION y EXPERIENCIA al proceso de aprendizaje del joven, pues tal y como estaba estructurado el «PEJ», cabe supo­ner que su aplicación efectiva no iba a ayudar a los jóvenes a salir de los sectores donde se requiere la mano de obra menos cualificada y peor pagada.

Bien articulada la reaparición de la figura del aprendiz podía haber dado mucho más de sí.

4. Nuestras propuestas y medidas están vertidas en el docu­mento «Bases para una PoKtica de Empleo Juvenil», del Consejo de la Juventud de España, y, por tanto, se identifican con el mismo, articulándose en cuatro grandes bloques:

A) Formación.

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Desarrollo de la economía social y la autoocupación.C) La inserción e integración laboral de los jóvenes.D) La ampliación de los derechos del joven en el mundo

del trapajo.Por tanto, y a modo de ejemplo, las medidas para la creación de

empleo juvenil pasan por adecuar la formación de los jóvenes para facilitar su incorporación al mundo laboral, la intensificación de las casas de oficio y las escuelas-taller, la financiación de proyectos de autoocupación, la potenciación de la contratación indefinida bonifi­cada (recuperando el R. D. 799/85), adecuar las modalidades de con­tratación en prácticas y formación para que realmente sean instrumentos de preparación para el trabajo, ejercer control sobre las subvenciones concedidas por determinados contratos y dejar los contratos a tiempo parcial para situaciones coyunturales y de­terminadas...

5. Es claro y obvio que el Salario Social desempeña una fun­ción primordial en el establecimiento de una sociedad más justa, y así parecen haberlo entendido algunas Comunidades Autónomas que recientemente lo han aprobado, aunque de forma tímida e in­suficiente.

Para mayor información de las medidas que propugnamos nos remitimos al documento de «Bases para una Política de Empleo Juvenil», del Consejo de la Juventua de España.

JUVENTUD OBRERA CRISTIANA DE ESPAÑA

1. Hablar de creación de empleo en España en los últimos años nos lleva obligatoriamente a decir qué tipo de empleo.

Desde hace unos años a estos momentos hay una tendencia con­tinua hacia la erosión de la seguridad de empleo, expresado en los siguientes hechos:

— Ampliación de las posibilidades de despido justificado.— Flexibilación del empleo, a través de los contractos tem­

porales.— Deterioro general de las condiciones de trabajo.— Fuerte aumento de la economía sumergida.El concepto más adecuado para calificar la situación es hiprecari­

dad, con ello se designa la desaparición de garantías laborales (conti­nuidad en el empleo, nivel adquisitivo en los salarios, conquistas sociales, etc.).

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Estamos viviendo una situación donde el «pleno empleo» ha dejado de estar al alcance de la mano; junto a un importanta número de jóvenes parados, aparcados (en casa o en el sistema escolar). Ade­más crece otra franja significativa de subempleados jóvenes. En la economía formal el auge de la contratación temporal y la práctica desaparición de los contratos de duración indeterminada, introdu­cen la provisionalidad como norma; en el terreno informal hay un auge de la economía sumergida, que influye a más de la mitad de los jóvenes económicamente activos. Gran parte de la población juvenil se ve abocada bien al desempleo de larga duración o bien a una ines­tabilidad laboral aue origina una movilidad importante entre breves períodos de empleo y desocupación.

Algunos datos son preocupantes. Mientras que la tasa de paro en 1982 era del 16,0 por 100, en 1988 el porcentaje de desempleados se sitúa en el 19,5 por 100, y el último trimestre de 1988 seguía habiendo 460.500 parados más que a finales del 82 (datos de la EPA).

Crecimiento de empleo:1985 - 0,51986 - 3,01987 - 5,21988 - 2,8En 1987 se crearon 571.900 empleos, en 1988 se han creado

325.700, un 43 por 100 menos que el año anterior y la mayoría son empleados temporales, lo que quiere decir ésto es que se crea un tipo de empleo temporal y se reduce el empleo fijo.

La precarización va en aumento cada día que pasa, entendiendo como tal la aplicación de un contrato temporal a un puesto de tra­bajo fijo; se na disparado en los últimos años coincidiendo con el proceso de creación de empleo. Con los datos disponibles (EPA desde el segundo trimestre de 1987), el número de trabajadores asa­lariados con contrato temporal ha pasado en un año y medio de un 15 por 100 a un 25 por 100. Esta situación es aún más grave entre los menores de 25 años, ya que en sólo 15 meses la temporabilidad pasa de un 36 por 100 a un 55 por 100; es decir, de un tercio a más de la mitad.

2. En cuanto a las medidas que la administración está llevando a cabo para el fomento de empleo, obedecen a unas razones fundamentales:

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1. Al problema social que les viene encima y que cada vez se agrava más. Sobre todo en relación a la gente joven (más de la mitad de los parados lo son) ¿cómo dar respuesta a esta realidad?

2. El gobierno es el gestor del bienestar de los ciudadanos, los jóvenes también, y debe procurarlo.

3. Los empresarios: son —dice el gobierno— los que tienen el dinero; por lo tanto hay que incentivarlos para que inviertan, dán­doles muchas facilidades de contratación, subvenciones, ..., aunque no esté claro el control de ésto.

Haremos un breve recorrido en este tipo de medidas:

En el año 1986, en los ocho meses analizados, el 38,7por 100 de jóvenes contratados se les había hecho un contrato desefe la óptica de las medidas de fomento de empleo.

Estas medidas de fomento de empleo parten del supuesto de que se aumentarán los puestos de trabajo, si se ofrece al empresario un tipo de trabajadores más barato (^reducción o exención en la coti­zación a la Seguridad Social, subsiaio de una parte del salario por parte de la Administración, etc.) y más flexible (facilidad de trasla­dos y movilidad interna del trabajador dentro de la empresa).

Analicemos algunos de estos contratos:

a) Los contratos en practicas y para la formación, ideados para los Jovenes sin experiencia laooral, son de carácter temporal (entre tres meses y tres años) y existen serios indicios de fraude en su aplicación, en el sentido de que no sirven realmente como práctica o formación, sino para la realización de trabajos ordinarios no cualifleados.

Los contratos a jóvenes menores de veintiséis años (creados en 1985) han aumentado desde los 55.785 del año de su aparición a casi el doole en 1986 (104.430), y así sucesivamente; se trata de contrata­ciones de carácter indefinido y jornada completa, pudiendo aphearse a jóvenes que ya han utilizado contratos de formación o en prácticas. Como incentivo al empresario, su parte de cuota a la Seguridad Social se reduce al 12 por 100 de la habitual durante toda la vigencia del contrato.

c) Las contrataciones surgidas de convenios entre el INEM y otros departamentos de la Administración se han incrementado de forma importante.

d) Plan de Empleo Rural.

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e) Programas especiales de apoyo a la creación de empleo:— Fomento del trabajo autónomo y fomento del autoempleo.— J ^ o y o al empleo en cooperativas y sociedades laborales.ñ Otra medida es la promoción de iniciativas locales de

empleo. Los cuales cuentan con muy pocos recursos, lo que demues­tra que hay poca voluntad de promover el empleo en vías de desa­rrollo local o vía municipal.

En síntesis, podemos decir que con estas medidas y otras más que existen se está favoreciendo la defunción de empleos fijos, por la sustitución de un jubilado por cuatro contratos de tres meses.

Por otro lado, las medidas para desarrollar el autoempleo, la economía social..., no parecen haoer favorecido a los jóvenes en tér minos globales, ya que las exigencias para acceder a dichas ayudas son difíciles de cumplir por parte de quienes no han tenido, ni tie­nen, capacidad adquisitiva para que cualquier banco les fíe; en este caso son los jóvenes. Esto, junto con la falta de puesta en marcha de planes de desarrollo local que orienten las perspectivas económicas, da una idea de la voluntad del Gobierno de fomentar un trabajo alternativo.

Cerca del 70 por 100 de los contratos temporales de 1985 han tenido una duración no superior a los seis meses, el 66 por 100 de los contratos de duración determinada se realiza por empresas que ocu-§an a menos de 26 trabajadores y que el 85 por 100 de los contratos

e formación se realiza por empresas de menos de 25 trabajadores, ¿tienen estos empleos las medidas necesarias para la formación?

Todas estas medidas tienen el inconveniente de que como no se forma para el futuro a largo plazo, España seguirá estando en el vagón de cola de los paises europeos.

A las puertas del siglo X X I, todo el mundo habla de una sociedad del futuro, en la que los jóvenes tendremos un peso importante, específico. Sin embargo, nos encontramos con una paradoja: ¿Quién nos pide opinión acerca de cómo vemos nosotros ese futuro?

Este comentario lo hago porque en este país en los últimos meses ha habido un debate fuerte sobre el empleo de los jóvenes, y en casi todas las ocasiones a los jóvenes poco se nos ha escuchado por parte de la Administración.

3. Para entrar a hablar del Plan de Empleo Juvenil (PEJ) se quiere dejar claro que es una normativa más dentro de las dieciséis modalidades que ya existen de contratos de trabajo.

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Un plan de empleo juvenil tiene que estar encuadrado dentro de un plan integral de empleo, con una política económica que favo­rezca el empleo digno y estable.

El contrato de inserción que de momento no ha salido adelante tiene una filosofía de fondo que es preocupante y es generalizar la contratación eventual, una cierta descualificación profesional y sur­tir de grandes beneficios a la patronal. Pero analicemos algunos de los puntos de este tipo de contrato:

— Se dice que este contrato debe de insertar profesionalmente, pero no se refleja en ningún sitio cómo se va a hacer esto, ni se obliga a los empresarios a realizar una formación profesional como, teóri­camente, existe en los contratos para la formación.

— El coste económico de esta nueva modalidad contractual es sensiblemente inferior al del contrato para la formación.

— Tendrán acceso a esta modalidad «todos» los jóvenes deman­dantes de primer empleo de dieciséis a veinticinco años, con inde­pendencia de su cualiricación y de su nivel de estudios. Esto nos dice que esta medida se podrá cargar la formación de los jóvenes en el futuro y puede poner en tela de juicio la reforma educativa (para qué estudiar si donde te forman es en las empresas).

— Los empresarios estarán exentos de su aportación a la Segu­ridad Social. Así como subvención del costo de la formación si ésta se realiza.

— Los empresarios tendrán opción de no recurrir a las oficinas del INEM para contratar a un joven; así como que tampoco los jóve­nes tendrían obligación de inscribirse en el INEM como demandan­tes de empleo. Con esto, por un lado, se privatizaría la contratación, maquillándose las cifras y porcentajes de desempleo.

— Los jóvenes nos quedamos fuera de la negociación colectiva, salvo acuerdo expreso en el convenio entre los trabajadores y los empresarios; esto trae como consecuencia la posibilidad de que el joven no se beneficie de las mejoras que tradicionalmente vienen reflejándose en los convenios colectivos (salario...), potenciando de una forma descarada la insolidaridad entre los propios traba­jadores.

En definitiva, con este contrato de inserción que propugna el Gobierno del PSOE se daría un retroceso en los derechos conse­guidos hasta ahora por los trabajadores, ya no se hablaría de avances en la consecución o profundización en relación a nuestros derechos.

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4. Algunas medidas que creemos importantes para la creación de empleo entre los jóvenes en años futuros:

La formación como elemento fundamental que haga frente a las necesi­dades que el mercado de trabajo demanda.

De cara a la enseñanza técnico-profesional, es fundamental poner en marcha una nueva concepción que suponga, entre otras cosas, la inclusión en sus planes y programas los avances tecnológi­cos y la actualización de los contenidos a las nuevas perspectivas en el campo científico, técnico-profesional..., la necesaria renovación de los métodos y prácticas pedagógicas; control, transparencia y evolu­ción cualitativa de toda la formación gestionada con fondos públi­cos y de los programas que incluyan formación (esto tendría que ser con la participación de los agentes sociales).

Desarrollo de la economía social y el autoempleo.Desde la potenciación de la figura del «Agente de Desarrollo

Comunitario», en el marco del Centro de Promoción de Empleo a nivel local y desde:

— La animación a la economía social desde los jóvenes.— Gestión y tramitación, para agilizarlo, de subvenciones,

créditos...— Organizar campañas informativas que incidan fundamental­

mente en el desarrollo de las PYMES, conducidas a cómo responder de una forma conjunta a las necesidades de contratación.

Puesta en marcha e intensificación de las iniciativas locales de empleo.

Subvenciones y financiación de las experiencias de autoocupa- ción —estando en función del proyecto que se pretenda desarroUar y su viabilidad económica—; teniendo en cuenta la inversión a reali­zar y el número de puestos de trabajo que se generen.

Fondos de avales que faciliten el acceso de los jóvenes a créditos; teniendo las experiencias planes de viabilidad con rigor económico y técnico.

Inserción e integración laboral de los jóvenes,— Potenciación de la contratación indefinida bonificada.— Eliminar aquellas fórmulas de contratación temporal que la

realidad ha demostrado innecesarias.— Control de las subvenciones y bonificaciones a las empresas;

cuando estén destinados de una forma prioritaria a la creación de empleo estable.

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— Control exhaustivo por parte del INEM de los contratos acogidos a fomento de empleo para que no se conviertan en norma general de uso.

Reconocimiento y ampliación de los derechos de los jóvenes en el mercado de trabajo.

— Se debería asegurar la participación sindical de los jóvenes a partir de su no discriminación en los convenios colectivos, contem­plando expresamente su participación.

— Modificación de la normativa sobre el servicio doméstico, incluyéndolo en el Régimen General de la Seguridad Social, obli­gando a formalizar el contrato por escrito.

— Creación de plazas suficientes para los jóvenes que «fracasen en la escuela» mediante diversos sistemas de educación y aprendizaje «no formal».

— Aumento de la dotación presupuestaria de la Dirección General de Acción Social para la prevención de situaciones familia­res que motiven o «justifiquen» el trabajo de menores. Penalización para las empresas que se beneficien del trabajo de menores.

— Apostamos y aspiramos a la instauración de un Salario Social para todos los ciudadanos.

Actualmente vivimos en una sociedad injusta, donde el paro se ha convertido en un hecho estructural. Pero los que creemos que es posible cambiar las situaciones y aspiramos a una sociedad más igua­litaria tenemos el deber de reflexionar y actuar para ponernos en ese camino de cambio.

Después de la situación descrita en los apartados anteriores, posiblemente la mayoría coincidimos en que caminamos a pasos agi­gantados hacia una sociedad dual, donde unas pocas personas ten­drán trabajo estable y cualificado y el resto estaremos marginados en relación a una minoría.

5. En esta perspectiva quiero hacer la reflexión sobre lo que se viene denominando Salario Social. Y partiré para ello de que toda persona desde que existe tiene derecho a vivir en unas condiciones dignas y con los medios necesarios para su supervivencia.

La filosofía de este Salario Social pasaría por:1. La introducción de la asignación económica básica debe

implicar una reducción de la jornada laboral, la financiación de otras ocupaciones de utilidad social que en el actual sistema cuesta todavía reconocer.

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Este sistema serviría para financiar esas nuevas ocupaciones, ele­gidas libremente, que en el contexto de una economía clásica no son rentables, como para compensar la disminución salarial a causa de la reducción de la jornada laboral que enunciábamos antes. Esto supondría que todo ciudadano tendría derecho a una asignación básica universal de por vida por una cantidad de trabajo distribuida durante la vida entera.

Este sueldo garantizado de por vida no es, en esta nueva concep­ción de salario, un nuevo derecho otorgado por el Estado. Es sim­plemente la remuneración normal, distribuida a lo largo de toda la vida. Por tanto, esto supone un cambio en la concepción de la socie­dad, entendida como hasta ahora: «Sólo aquel que trabaje tendría derecho a subsistir y sólo en el período de trabajo.»

2. El Salario Social no debe implicar la pérdida de la ética del trabajo, si permite que el trabajador siga realizando su actividad laboral en uno u otro sector, permitiendo al mismo tiempo el «ocio clásico».

3. El Salario Social debería ser pagado por el Estado a todo ciudadano que ha superado la edad escolar. De este modo lo recibi­rán tanto las personas que tienen un empleo como los estudiantes, los parados, las personas que trabajan en el hogar y los jubilados.

Para que todo esto se lleve adelante, es necesario planificar el futuro ocupacional y que las personas tomemos la iniciativa social.

JUVENTUDES AGRARIAS DE LA COAG (*)

1. Como sabéis, los sujetos de la agricultuta española son los titulares de la Explotación Familiar Agraria (EFA), colectivo en fase de fuerte reducción y de edad envejecida. En consecuencia, el joven que pretende incorporarse a la EFA se encuentra ante la reducción del número de explotaciones, quedando el resto marcadas por las enormes exigencias de productividad y a la par una importante dis­minución de la importancia de estas producciones con respecto a las fases de transformación y comercialización.

(*) Por lo que respecta al cuestionario quizás por las particularidades del sec­tor agrario no nos es fácil seguir el hilo problemático que plantea. Y ello básica­mente porque la política de empleo del actual Gobierno plasmada esencialmente en el Plan de Empleo Juvenil no es aplicable de forma directa a la juventud agraria.

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Así pues, las posibilidades que tiene el agricultor joven de acce­der a la EFA cada vez son más restringidas. Desde 1985 no se ha creado empleo a través de la EFA.

2. Las medidas específicas de fomento del empleo juvenil agrario se han centrado en facilitar créditos para que el joven se incorpore a la EFA. Si como decíamos nos encontramos ante el des­censo de número de explotaciones, estas medidas de fomento que­dan en agua de borrajas. Esos créditos si acaso servirán para intentar hacer frente a las exigencias de capitalización.

3. Respecto al Plan de Empleo Juvenil, reiterando que no tiene repercusión directa en la agricultura, entendemos que se trata de una medida más en la tendencia de favorecer el trabajo temporal, como demuestran las últimas estadísticas sobre pérdida de trabajo fijo.

4. La primera medida es la formación adecuada, potenciando parcelas de gestión de las EFAS. No basta con aprender a producir.

La formación la vemos también ligada a una educación asocia­tiva. Al igual que otros sectores hoy son las fórmulas asociativas las que posibilitan una mayor resistencia ante las dificultades del mer­cado de trabajo.

La asociación debe entenderse no sólo a los procesos producti vos, concentrar materia prima es insuficiente. Gestión de la EFA y también gestión en la asociación, entrando en los mercados, en defi­nitiva, defender y recuperar la plusvalía que genera el agricultor.

Si algo hay que demandar a nuestra Administración, es un esfuerzo en desarrollar políticas de estructuras. Ya sabemos lo que representa la Política Agraria Comunitaria en cuanto a reducción de producciones y pérdida de rentas. Y en todas estas medidas se hace necesaria una capacidad de representación que hoy todavía se mues­tra débil.

5. El Salario Social sólo tiene sentido como una medida más de generación de trabajo y empleo. Entenderlo como marginación presupone no tener en cuenta que el Salario Social debe ir acompa­ñando por una política formativa, asociativa y de defensa de la Explotación Familiar Agraria.

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FEDERACION DE ESCUELAS DE EDUCADORES EN EL TIEMPO LIBRE CRISTIANAS

1. Se han incorporado jóvenes al empleo, aunque no se puede decir que se haya creado empleo. Han ocupado los puestos de tra­bajo que han dejado los que se han jubilado y los que hubieran ocu­pado otras personas a causa de las reducciones que han tenido las empresas para facilitar el primer empleo a los jovenes.

El tiempo de empleo que se ha facilitado ha sido principalmente el de servicios. Lo que no supone una planificación y un desarrollo.

2. Insuficientes. Persiste el problema y no se dan medidas que resuelvan el problema. Parece un parcheo.

3. Como positivo, se ve una voluntad de abordar el problema, y que al menos hay un plan. Que es menos malo que no intervenir. Como negativo, el que en cierto modo no se tiene en cuenta los derechos fundamentales de las personas. Queda demostrado con el rechazo general de sindica,tos y de asociaciones juveniles.

4. Potenciar la inversión de los empresarios. Lo que genera empleo realmente es el desarrollo económico.

Potenciar el aprendizaje, ya que las empresas requieren expe­riencia y los jóvenes se encuentran con dificultades para tener expe­riencia para conseguir el primer empleo.

Revisar el tema de la duración de contratos y despidos, ya que muchas veces es la causa que empresas no contratan gente que nece­sitan por temor a las indemnizaciones.

5. Se debe tender cada vez más a reducir las grandes diferen­cias de salarios. Y el Salario Social podría ser una medida para acer­carse a ello.

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ULTIMOS TITULOS PUBLICADOSPRECIO

N.°" 62-63 El paro a d eb a te ............................................................ 1.000 ptas.(Enero-junio 1986)

N.° 64 Los Servicios Sociales en E spaña...................................... 500 ptas.(Julio-septiembre 1986)

N.° 65 ¿Ha cambiado España? ...................................................... 500 ptas.(Octubre-diciembre 1986)

N.° 66 Los inmigrantes en España................................................. 900 ptas.(Enero-marzo 1987)

N.° 67 Ciudad y calidad de vida ................................................... 650 ptas.(Abril-junio 1987)

N.° 68 Economía Social y Em pleo................................................. 1.000 ptas.(Julio-septiembre 1987)

N.° 69 Metodología para el trabajo Social.................................... 600 ptas.(Octubre-diciembre 1987)

N.° 70 Animación Sociocultural. Modelos de Intervención . . . . 650 ptas.(Enero-marzo 1988)

N.° 71 Bienestar social en los años 80 ........................................... 700 ptas.(Abril-junio 1988)

N.° 72 Agricultura, vida rural y asociacionismo .......................... 700 ptas.(Julio-septiembre 1988)

N.° 73 Cambio democrático y cultura política ............................ 700 ptas.(Octubre-diciembre 1988)

N.° 74 Infancia moderna y desigualdad social.............................. 1.200 ptas.(Enero-marzo 1989)

N.° 75 Juventud y trabajo................................................................ 700 ptas.(Abril-junio 1989)

PROXIMOS TITULOSPRECIO

N.° 76 Riqueza y pobreza en España .(Julio-septiembre 1989)

N.° 77 España ante la CEE ...............(Octubre-diciembre 1989)

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DOCUMENTACIONSOCIAL

PUEDE LEER EN ESTE NUMERO LOS SIGUIENTES ARTICULOS:

Presentación.

El Modelo socio-económico que nos espera.

Desempleo juvenil en la periferia: Parados, pero no quietos.La inserción social y laboral de.los jóvenes.

Asociacionismo de gestión, procesos de profesionalización y creación de empleo en el sector de servicios a la comunidad.

Las políticas de empleo juvenil.Educación y vida activa.

Una nueva oferta educativa.

Juventud, trabajo y educación.Los Universitarios españoles: Mercado de trabajo y estructura social.

Importancia de los aspectos psicopedagógicos y sociales en los gruposde trabajo.

Servicio de paro.Una apuesta por la empresa social.

Los jóvenes ante el trabajo: Cobayas de un nuevo modelo social.Los jóvenes y el marco jurídico laboral. La inserción en el mercado

de trabajo.Trabajo y empleo: opinión de los jóvenes.

Bibliografía.

DOCUMENTACION SOCIALSan Bernardo, 99 bis, 7.°28015 MADRID Teléfono 445 53 00

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