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CURIOSIDADES DE MIGUELHERNÁNDEZ:TEXTOS E IMÁGENESPARA UN ANIVERSARIO

SANTIAGO YDÁÑEZ Y JOSÉ MANUEL CARCASÉS

Edita:

DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE JAÉN Instituto de Estudios Giennenses

© Ilustraciones: Santiago Ydáñez© Textos: José Manuel Carcasés© De la presente edición:

DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE JAÉN Instituto de Estudios Giennenses

Depósito Legal: J. 182 - 2018

IMPRESO EN ESPAÑA | UNIÓN EUROPEA

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CURIOSIDADES DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Ha decidido Santiago Ydáñez que tenían que ser 19 los cuadros que recogiesen las curiosidades más íntimas de Miguel Hernández. Podría haber pintado más, como podría haber pintado menos. Sin

embargo, son los que mejor reflejan el alma del poeta oriolano, las miradas de sus amistades, las pasiones de sus mujeres, la naturaleza de sus animales, la rabia de los fusiles y el asco de las ratas.

Ydáñez ha vuelto a coger sus pinceles –de todos los tamaños y variados haces de cerdas–, los ha mojado en pintura –rebosante en bidones más que en botes– y los ha esparcido por donde le ha dado la gana –lienzos, telas y papeles fabrianos–. Todo lo hace desmesuradamente, que no es sinónimo de precipitación ni mucho menos de descoordinación, sino, más bien, fruto de su genialidad intensa de pasión por cada segundo que empeña en cada acto. Pero, antes de empezar, ha exclamado a sus más cercanos: “Ya tenía ganas de pintar por Miguel Hernández”; ese otro apasionado como él, ese poeta del pueblo, ese loco que prefirió meterse de lleno en las trincheras de la muerte, ese libertario que sentía “más corazones que arenas” en el pecho.

En el fondo del pecho corazonado de Jaén es donde se nos iluminan estos cuadros de Ydáñez sobre su Hernández que tanto ha leído, donde Santiago ha nacido para continuar en su aceitunera tierra, donde Hernández ha fecundado “de amor y sementera” entre batalla y guerra, donde la esposa Manresa ha sido oriunda y tardíamente regresada, donde la Diputación de Jaén ha acogido esta exposición hasta el florido mayo. Para dar mayor sentido, si cabe, a la edición del nuevo libro (75 curiosidades de Miguel Hernández...); para continuar aportando vistosidad a los actos conmemorativos que organiza (...en el 75 aniversario de su muerte); para que esté “pintada, no vacía; / pintada” esté la giennense casa.

No quiere Ydáñez, en esta ocasión, públicos selectos en sus cuadros para un poeta del pueblo; ni lo pretendíamos con la escritura de tan sencillo libro –pero cautivadoramente editado en un esmerado volumen–; ni lo hubiese deseado aquel que, “apretados los dientes y decidida la barba”, rechazó que el “pueblo” fuese “de bueyes”. Un pintor de aquí internacional para un universal poeta de todos. Porque Ydáñez ha proseguido con pintura la tinta de los versos de Hernández y, “donde unas cuencas vacías amanezcan”, ha sabido rellenar con color mucho más que “dos piedras de futura mirada” para poblar las paredes de esta exposición del más profundo sentimiento hernandiano: la escrita Naturaleza del escritor es, para el pintor, una Cabra de entrañables ojos, un Pájaro que trina sobre las ramas, un Gallo que te mira con majestuosidad antipática y hasta una Rata que se sube a “ensuciar la azotea de los pensamientos”; el amor de Josefina se ha convertido en morena sensualidad no practicada; el sexo de Mallo es sobriedad distante por el tiempo; el mejor amigo Aleixandre es sonrisa que te acoge; el extraño elogio de Juan Ramón es sorpresa ante los críticos; el enfado de Alberti es perfil que te acoge y después te desprende; el altivo Lorca es una vez de carboncillo (I) y otra de acrílico enojado (II); el propio Hernández aparece en tres ocasiones: con alegría de esperanza (I), con seriedad de vaticinio (II) y con ojos cerrados esperando a la muerte (III); además de un bélico cuadro sin “ruiseñores que cantan / encima de los Fusiles / y en medio de las batallas”; con un Toro “nacido para el luto” junto a un torero Sánchez Mejías con su “vida de muerte” y su “muerte de raza”, y otro maestro de lidias Joselito el Gallo como burla a la falsa ideología que falsea la tauromaquia hernandiana.

Por supuesto que hay fin de muerte en el libro, en la exposición y en la vida del poeta, que se fue tan pronto como vino; pero no hay fin en su legado tras 75 años después de su muerte. “Con tres heridas” Hernández:

“la del amor,la de la muerte,la de la vida”...

...la de la pintada Pluma con el que empieza a escribirse la vida curioseada en el libro conmemorativo de ese Hernández que escribía versos que “no mueren de amores” junto, ahora, a cuadros “del color de las grandes pasiones y desgracias”. Nunca la desgracia de su muerte “ni veinte veces muerto”. Ni 75. Con los pinceles de Ydáñez, que sea “la garra suave” y nos devuelva “la esperanza”.

JOSÉ MANUEL CARCASÉS

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ESCRITOR DE ORIHUELA

Curiosidades de Miguel Hernández en el 75 aniversario de su muerte solo quiere contar la vida de este escritor de Orihuela en capítulos cortos relatados en forma de

anécdotas; para intentar llegar a cualquier tipo de público, para que Miguel Hernández se instale definitivamente, si no lo había hecho ya, en ese pueblo llano con el que tanto compartía; para que la “gente de la hierba mala” no ponga nunca más yugos a “los dueños del hambre, el sudor y el hacha”. Que llegue el poeta del pueblo al pueblo que tanto amaba. Sin pretensiones, pero con sencillas palabras que las arrastran esos vientos que “esparcen el corazón” y “aventan la garganta”.

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NACIÓ EL 30 DE OCTUBRE DE 1910. FUE EL TERCERO DE 7 HERMANOS

El escritor Miguel Hernández nació a las seis de la mañana del domingo

30 de octubre de 1910 en su casa natal de la localidad alicantina de Orihuela. Fue el tercero de siete hermanos, según el siguiente orden:

1.–Vicente (1906)2.–Elvira (1908)3.–MIGUEL (1910).4.–Concepción (1912).5.–Josefina (1914).6.–Monserrate (1915)7.–Encarnación (1917).

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SU PADRE LO SACÓ DEL COLEGIO A LOS 14 AÑOS PARA DEDICARSE PLENAMENTE AL PASTOREO

Miguel Hernández debía leer y escribir cuando pastoreaba el ganado lejos del

hogar paterno pues ya había sufrido más de una vez los golpes en la cabeza que le propinaba su padre cuando le descubría con un libro en casa.

A pesar de todo, él siguió manteniendo, durante su corta vida, la devoción no solo por los libros sino también por las cabras, tal y como recordaría la que, años más tarde, sería su mujer, Josefina Manresa: “Estando nosotros tan felices juntos, sentados en el corral, y en frente la cabra (que habíamos comprado) en su aposento, tan triste y sola, rumiando, se me ocurrió decirle a Miguel: ‘¡Qué lástima que la cabra sea cabra!’. Y él me respondió: ‘A lo mejor ella se está compadeciendo de ti porque eres persona’”.

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UN NIÑO TRAVIESO: PEQUEÑO HURTO A LOS CURAS Y ALARMA EN TODO EL PUEBLO CON LOS TOROS

Sí era “un trasto”, como dijo su amigo, y, más que buscar hacer el mal, Miguel solo pretendía

divertirse con las ingeniosidades propias de su edad. A los 16 años, por ejemplo, se le ocurrió otra de sus ocurrencias por la que estuvo riéndose durante mucho tiempo pero que, en un primer momento, alteró la tranquilidad de muchos vecinos de Ori-huela a costa de los toros que llegaron al pueblo para la fiesta taurina: “En vez de traerlos en cajones –relató el amigo–, venían sueltos por las calles (…) y dijo Miguel: ‘Esta noche vamos a dar el golpe en Orihuela’ (…). Había entonces costumbre de sacar las mesas a la Corredera. Y, allí, en plena calle se ponían las familias a cenar. Miguel fue a casa y trajo un cencerro. Y viendo que los toros no llegaban, se lo colgó al cuello y nos dijo que fuéramos delan-te diciendo: ‘¡Que vienen los toros, que vienen los toros!’. Dicho y hecho. La gente estaba en plena cena. Nosotros grita que te grita, y Miguel detrás, con el cencerro al cuello, dolón-dolón-dolón. La que se armó. Ni uno siguió cenando. Mire usted la dia-blura”.

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AFICIONADO A LOS TOROS

Mientras esperaba instalarse en Madrid, compuso otro poema de corte puramente tauromáquico: “Citación-fatal”. Se trataba de unos versos dedicados a la muerte del

torero Ignacio Sánchez Mejías y que escribió dos meses antes que los que redactó Federico García Lorca para también llorar el trágico desenlace final de este conocido matador en 1934. Miguel Hernández elogió aquí “la muerte de raza” que se da en esas plazas, así como el valor de los toreros:

“Quisiera yo, Mejías,a quien el hueso y cuerno

ha hecho estatua callado, paz, eterno,esperar y mirar, cual tú solías,

a la muerte: ¡de cara!,con un valor que era un temor interno

de que no te matara”.

Este poema, con el que pretendía abrirse un hueco definitivo en los ámbitos literarios de Madrid aprovechando la muerte del famoso torero, no tuvo, sin embargo, el mismo éxito que el que escribió un ya reconocido Federico García Lorca.

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SU SEGUNDO AMOR (QUE FUE SU MUJER) TRABAJABA CON EL PRIMERO (QUE NUNCA LE QUISO)

Josefina Manresa. Miguel encontró en ella a la mujer pura y sencilla que había idealizado para ser, primero, su novia formal, y, después, su esposa. Ella contaba la inocencia de sus

primeros meses de noviazgo: “Al principio, nos reíamos jugando a un juego que se llamaba ‘veo, veo’ y lo que decíamos que veíamos se tenía que encontrar en donde estábamos. Yo nunca acertaba a Miguel y tenía que terminar diciéndomelo”. Eran días felices para ambos con un amor de ternura casi adolescente, como lo describió uno de sus mejores amigos de Orihuela, Jesús Poveda: “Lo vimos paseando con su novia, muy ufano y muy galante, como ruiseñor que ya tenía su nido (…). Miguel estaba muy enamorado”. Solo tres meses de haber formalizado el noviazgo, él ya le hablaba de matrimonio.

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TUVO OTRAS MUJERES ADEMÁS DE SU NOVIA FORMAL, QUE ERA DEMASIADO “CASTA”

Maruja Mallo. Los reproches hacia su novia Josefina Manresa sobre su castidad y “no satisfacer el deseo” venían dados tras colmar su necesidad carnal con Maruja Mallo,

ocho años mayor que él, en unas relaciones que se iniciaron a comienzos del verano de 1935 y prosiguieron alrededor de un año. Era esta mujer lo que creía que buscaba: artista de prestigio internacional, amiga de los mejores intelectuales del mundo, activista republicana y repleta de actividad sexual según ella misma reconocía.

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IBA A LAS ENTREVISTAS DE TRABAJO CON ALPARGATAS Y SIN CALCETINES

Pablo Neruda le avisó a Hernández que no contara con la ayuda de Lorca porque este despreciaba lo que consideraba que era vulgaridad y rusticidad en Miguel. El poeta chileno

resaltó la ruralidad del escritor oriolano: “Miguel era tan campesino que llevaba un aura de tierra en torno a él (…). Me narraba cuán impresionante era poner los oídos sobre el vientre de las cabras dormidas (…). Se encaramaba a un árbol de la calle y, desde las más altas ramas, silbaba o trinaba como sus amados pájaros natales (…). Como no tenía de qué vivir le busqué un trabajo (…). Alborozado dije al poeta: ‘Al fin tienes un destino. El vizconde te coloca. Serás un alto empleado. Dime qué trabajo deseas ejecutar para que decreten tu nombramiento’ (…). Con ojos brillantes del que ha encontrado la solución de su vida, me dijo: ‘¿No podría el vizconde encontrarme un rebaño de cabras por aquí cerca de Madrid?’”.

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A LORCA LE GUSTABA LO “PALETO” QUE ERA MIGUEL HERNÁNDEZ

Mientras que el resto de conocidos intelectuales lo admitía a pesar de conocer su provincianismo, a Federico García Lorca le causaba alergia su mera presencia porque

“Miguel Hernández –como escribió Alberti– olía a oveja y calzón de pana”, y “poseía –según Octavio Paz– voz de bajo, un poco cerril, un poco de animal inocente” mientras “usaba pantalones de pana y alpargatas”.

Miguel Hernández hacía caso omiso a cualquier crítica a su forma de vestir e, incluso, fiel a sí mismo, llegó a protestar porque, en su viaje a Rusia, le obligaron a ponerse “un traje azul, corbata, zapatos, que me duelen mucho por cierto y echo de menos mis esparteñas”.

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DIBUJANTE DE ROSTROS, ANIMALES Y CORAZONES

Su creación pictórica se intensificó durante sus últimos años a través de las cartas que le dirigía a su esposa desde las diversas cárceles en las que estuvo preso. Muchas de estas obras

las pintó para dedicárselas a su hijo, como el niño y la gallina que dibujó en 1940: “Supongo que habrás recibido el dibujo que te había prometido. Enséñaselo mucho a Manolillo para que me vaya conociendo”.

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VARIAS PROFESIONES: BOTONES, OFICINISTA, SECRETARIO, CONTABLE…

Fue en la primavera de 1935, tras varios viajes anteriores en los que empezó a contactar con artistas y escritores de prestigio, cuando Miguel Hernández empezó a obtener lo

que se había propuesto: el reconocimiento literario y un trabajo digno que le aportase la remuneración suficiente para continuar escribiendo en sus ratos libres. Fue José María de Cossío quien le ofreció ser su secretario para completar la aún reconocida enciclopedia Los toros que editaría Espasa Calpe. Más que secretario, se convirtió en redactor de muchos capítulos de esta enciclopedia, además de obtener datos sobre toreros, plazas y fiestas taurinas para confeccionar las mejores biografías del panorama literario de la tauromaquia.

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SU MEJOR AMIGO FUE EL PREMIO NOBEL VICENTE ALEIXANDRE

Esa amistad “de hermanos” que mantuvieron ambos escritores la declaraba Vicente Aleixandre a lo largo de su vida: “Ha sido uno de los amigos más íntimos, como diría yo,

más entrañables que yo he tenido a lo largo de la vida. Ha sido para mí como un hermano”. En una carta del 7 de abril de 1937, el que fuera Premio Nobel de Literatura le escribiría a Miguel Hernández cómo se emocionaba cuando estaban juntos: “Eres la persona en quien yo siento la más profunda confianza; el amigo que más se acerca a la naturaleza. Qué curioso, que siendo tan distintos en cosas diferentes (probablemente accesorias) yo sienta contigo como con nadie la inspiración profunda de la verdad del pecho. De tal modo que si me preguntaran: ‘Entre todos tus amigos ¿quién es tu hermano?’, yo contestaría: ‘Miguel’”.

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RELACIÓN CON OTROS DOS PREMIOS NOBEL: JUAN RAMÓN LO ELOGIABA, Y NERUDA LO ACOGIÓ, PERO…

Juan Ramón Jiménez, admirado y temido, fue el que, a diferencia de García Lorca, se atrevió a elogiar la poesía de Miguel Hernández cuando el poeta de Orihuela solo tenía 25 años:

“En el último número de la Revista de Occidente publica Miguel Hernández, el extraordinario (sic) muchacho de Orihuela, una loca elegía a la muerte de su Ramón Sijé y seis sonetos desconcertantes. Todos los amigos de la ‘poesía pura’ deben buscar y leer estos poemas vivos. Tienen su empaque quevedesco, es verdad, su herencia castiza. Pero la áspera belleza tremenda de su corazón arraigado rompe el paquete y se desborda, como elemental naturaleza desnuda. Esto es lo excepcional (sic) poético.

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BAJABA A LAS TRINCHERAS EN PRIMERA LÍNEA DE LA GUERRA A DIFERENCIA DEL RESTO DE INTELECTUALES

Solo dos días después de haberse alistado en el Quinto Regimiento fue enviado

al pueblo madrileño de Cubas de la Sagra con una brigada de fortificaciones para cavar trincheras y abrir zanjas de defensa. Es decir, su condición de soldado raso, como él deseaba, le hizo meterse de lleno inmediatamente en la primera línea de fuego.

Un compañero suyo de la guerra, Bonifacio Méndez, dijo de él que era “un luchador” que “sabía por qué luchaba y lo hacía con toda su alma” porque siempre “daba la cara” a diferencia de otros intelectuales republicanos de su época. Unos abandonaron España al poco tiempo de iniciarse la guerra, otros se comprometieron con la causa antifascista, pero “ninguno de los poetas de la época –resaltó Bonifacio Méndez– tenía nada que ver con Miguel Hernández” pues “casi todos procedían de clase burguesa, tenían medios, estaban adulados (…). Es muy difícil que se vuelva a dar un caso así (el de Miguel Hernández) y en un momento histórico como la guerra civil”.

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SE ENFADÓ CON ALBERTI PORQUE ESTE CELEBRABA FIESTAS DE LUJO DURANTE LA GUERRA

Ese fue el motivo por el que, en febrero de 1939, reaccionase con enfado y repulsa cuando, recién llegado del frente de guerra, tras dejar dolor, alaridos y sangre, arribó a la sede

madrileña de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para conocer las últimas novedades de sus compañeros escritores defensores de la República, y se encontró con las risas, la música y el ambiente propio de otra de sus habituales fiestas. En este caso, la excusa de tal divertida algarabía era la celebración de un homenaje a la mujer antifascista que había organizado María Teresa León. Fue entonces cuando Miguel Hernández se acercó a Rafael Alberti, pareja de la anfitriona, y le espetó en la cara: “Aquí hay mucha puta y mucho hijo de puta”. Alberti le contestó que, si se atrevía, repitiese las mismas palabras en voz alta para que la oyesen todos los presentes. Hernández se dirigió entonces hacia una pizarra que había en una de las paredes y escribió los insultos que acababan de salir de su boca.

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FUE DIRECTOR DE LA COMPAÑÍA DE TEATRO LA BARRACA TRAS LA MUERTE DE LORCA

A pesar de la animadversión que Federico García Lorca tuvo hacia Miguel Hernández, los amplios conocimientos teatrales, con varias obras dramáticas concluidas, fueron condición

suficiente para que el Gobierno de la República nombrase en 1937 al escritor alicantino como sucesor del granadino, tras su muerte, en la dirección de la compañía de teatro La Barraca.

Este dato lo encontramos, como apunte inédito, en 1994 tras un arduo trabajo de investigación. La novena página del número 59 del diario La Hora, correspondiente al 13 de agosto de 1937, incluía la noticia bajo el título, en letras mayúsculas, “EL TEATRO DE LOS ESTUDIANTES ACTUARÁ EN LA EXPOSICIÓN INTERNACIONAL DE PARÍS”, y el subtítulo “La Barraca ha representado las mejores obras clásicas bajo los obuses”. El cuarto párrafo del texto revelaba que Hernández se había convertido en el director de la compañía dramática fundada por Lorca: “La expedición a París presuponía un período preparatorio bajo una dirección artística de garantía. Hoy tenemos ya nuestro nuevo director en Miguel Hernández”.

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EL GOBIERNO ESPAÑOL HA TARDADO 70 AÑOS EN RECONOCER “INJUSTA” LA CONDENA FRANQUISTA A MIGUEL HERNÁNDEZ

El Gobierno español entregó a los familiares de Miguel Hernández, ya en época democrática, la Declaración de Reparación y Reconocimiento Personal en virtud de

la Ley de Memoria Histórica. Esta declaración, entregada en marzo de 2010, supone que el Gobierno haya admitido de manera oficial que Miguel Hernández ingresó injustamente en prisión el 4 de mayo de 1939 y fue condenado a muerte en virtud de una sentencia dictada el 18 de enero de 1940 sin las debidas garantías.

Han tenido que pasar 70 años para que esta declaración oficial se produjese desde que fue condenado a muerte. Además, llegaba 33 años después de las primeras elecciones democráticas en nuestro país tras el final de la dictadura franquista.

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PADECIÓ 18 CÁRCELES Y CALABOZOS ENTRE RATAS, PIOJOS, PULGAS, PALIZAS Y ENFERMEDADES

Miguel Hernández pasó por un total de 18 cárceles y calabozos no solo durante

la Guerra Civil española sino también en otros momentos por circunstancias significadas de cierta peculiaridad, tal y como vamos a detallar en este capítulo.

Todas fueron un calvario para él. Entre unas y otras, fue torturado, padeció hambre, sintió el frío más intenso de las gélidas celdas, enfermó de gravedad y, al final, murió con agonía. Él, sin embargo, intentaba desdramatizar muchas de estas situaciones para no alarmar a su familia: “La otra noche me desperté y tenía una rata al lado de la boca. Esta mañana me he sacado otra de la manga del jersey y todos los días me quito boñigas suyas de la cabeza. Viéndome la cabeza cagada por las ratas, me digo: ‘¡Qué poco vale uno ya!’ (…). Ya tengo ratas, piojos, pulgas, chinches, sarna. Este rincón que tengo para vivir será muy pronto un parque zoológico o, mejor dicho, una casa de fieras”.

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TENÍA 31 AÑOS CUANDO MURIÓ LA MADRUGADA DEL 28 DE MARZO DE 1942

A las 5,30 horas de la mañana del 28 de marzo de 1942 fallecía “el recluso hospitalizado en esta Enfermería, Miguel Hernández Gilabert”, tal y como quedó registrado en el informe

del jefe de los Servicios Médicos de la cárcel de Alicante. Era sábado. Víspera de domingo de Ramos.

Cuando esa mañana llegó su mujer para visitarlo puso, como procedía en cada visita a la cárcel, la bolsa que ella llevaba en la taquilla. Los carceleros se la rechazaron mirando a Josefina fijamente. Ella la recogió y se marchó sin preguntar nada. “No tenía valor de que me aseguraran su muerte”.

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curiosidades de miguel hernÁndez: textos e imÁgenes … · nunca acertaba a miguel y tenía que...

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