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Cultural y Desarrollo Local Luis Repetto

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Cultural y Desarrollo Local Luis Repetto

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CULTURA Y DESARROLLO LOCAL El curso que comenzamos a continuación brinda una panorama amplio de cómo se ha transformado la idea de cultura y como ésta se ha relacionado al concepto de desarrollo, no solo económico sino esencialmente humano. A lo largo de las siguientes páginas, Usted irá resolviendo la asociación que se establece entre cultura, desarrollo, diversidad cultural, interculturalidad, patrimonio inmaterial, territorialidad, identidad, apropiación social, equidad y responsabilidad social. Todos estos conceptos refuerzan una sola idea: la cultura ha demostrado ser capaz de generar desarrollo integral para los ciudadanos del siglo XXI. Sigamos considerándola en nuestras discusiones y reflexiones, en nuestra vida cotidiana y en nuestras expectativas de futuro. No como un sueño, sino como una meta posible que empieza a estar señalizada y en la que ya empezamos a ver, aunque lejos aún, el horizonte.

1. Cultura y desarrollo El papel que ha asumido la cultura en estos últimos años en nuestros países tiene, al día de hoy, una incidencia distinta en el concepto de desarrollo. El término cultura es uno de los más analizados y recurrentes cuando se habla de desarrollo. Y es que es un hecho que la cultura es un factor importante para alcanzarlo. Esta evolución, que ha llevado al término cultura a pasar de estar únicamente relacionado con la educación y transmisión de valores y conocimientos, a ser, por ejemplo, el centro de atención para los gobiernos locales; nos permite entender que la cultura no es el “resultado del proceso de desarrollo, sino la causa, el motor y el elemento de consolidación y estabilización del mismo”1. Se ha superado también “el análisis del carácter instrumental inmediato de la cultura respecto al desarrollo económico o la reducción del problema de la cultura al sector productivo….Con esto no se quiere dejar en segundo plano el papel de la llamada economía de la cultura que actúa como factor de estímulo de procesos de desarrollo acelerado”2. Es decir, el aporte de la cultura al desarrollo no es únicamente económico, por el contrario, ahora analizamos su papel en relación a la calidad de vida de las poblaciones en tanto una mejor demanda y oferta cultural; como factor de cohesión social; de consolidación y difusión de un desarrollo integral en las ciudades; de creatividad e innovación; y como elemento que consolida, crea y estructura las identidades colectivas. Sin embargo, costó convencer a los especialistas en desarrollo que la cultura era un elemento que debían ser tomado en cuenta. La cultura ya no se relacionaba al pasado, en contraposición al desarrollo que se relaciona al futuro. La cultura podía afectar políticas concretas de desarrollo, ya sea facilitando o entorpeciendo. Desde el punto de vista económico, los productos 1 AMENDOLA, Giandomenico (2001). “Cultura, desarrollo y territorio”. En Cultura, Desarrollo y Territorio. Vitoria-Gasteisz: Xabide, Gestión Cultural y Comunicación. Pp. 24. 2 Idem 1. Pp. 25.

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culturales convierten a la cultura en un indicador más en los procesos de desarrollo, en una variable dependiente y subordinada a el. La cultura entonces, debía ser tomada en cuenta para que no se convierta en un impedimento3. Esta visión supone que la cultura está lejos de ser un aspecto importante en la vida de las personas. ¿Es acaso un elemento de necesidad básica como la alimentación, la vivienda o incluso la educación o claramente se sitúa en un segundo plano? La cultura no son solo ideas y al otro extremo, tampoco meros números que aportan al PBI nacional. De igual manera, la economía no es el único motor de desarrollo ni lo único que determina la calidad de vida de las poblaciones. Tal vez, resulta más acertado hablar de “desarrollo en cultura”, lo que ubica al “desarrollo en un contexto cultural determinado y no al revés”4. Es decir, como afirma la Premio Nóbel Amartya Sen, el desarrollo es una práctica cultural. Ya lo explicaba la UNESCO años atrás: “todas las formas de desarrollo, incluido el desarrollo humano, están finalmente determinadas por factores culturales”. En esa misma línea, Raúl Romero afirma que “el desarrollo, necesariamente, emerge y se proyecta dentro de un determinado contexto cultural y en tanto no se reconozca como un proceso anclado en dicho contexto, no podrá ser aplicado a otros contextos con una alta seguridad de éxito o aprobación”. Los conceptos de desarrollo humano elaborados por PNUD complementan estas ideas: el concepto de crecimiento no es sólo material, sino espiritual, del hombre y de la mujer. Esta visión humanista del desarrollo debería incorporarse en las preocupaciones de índole social de los gobiernos latinoamericanos, pero no copiando modelos diseñados por funcionarios de entidades internacionales y que suponen nociones occidentales de desarrollo, sino más bien estableciendo los propios, los que calzan con los sueños y expectativas de cada sociedad, dentro de lo que éstas entienden por bienestar. La cultura ya no es más el pasado, sino donde se diseña la visión de futuro, donde se desarrolla la capacidad de aspirar a una vida mejor. Los antropólogos por tanto, tienen la obligación de empezar a considerar el futuro, y los economistas, a las personas, sus estilos de vida y sus maneras de sentir y pensar. Otra corriente que supera la noción de desarrollo medida a través de indicadores económicos, es la que establece las relaciones entre desarrollo y libertad: la libertad de participar en discusiones públicas, de discrepar, de participar en la vida política y de recibir salud y educación de calidad. Y esa idea de democracia y libertad individual no son o no deben ser valores distintivos únicamente de occidente, a decir de Sen. La aplicación de proyectos de desarrollo en culturas poco estudiadas, trae como consecuencia la imposición de modelos que no respetan las nociones y usos de libertad de dichas comunidades, lo que muchas veces provoca el fracaso de los proyectos. Una de las consecuencias que más preocupan a las instituciones y personas que buscan superar la estrecha visión que se han tenido del desarrollo y de la cultura, es el abandono de las comunidades de sus propios estilos de vida y

3 ROMERO, Raúl (2005). ¿Cultura y Desarrollo? ¿Desarrollo y Cultura?. Propuestas para un debate abierto. En: Cuadernos PNUD – Serie de Desarrollo Humano Nro. 9. Lima: PNUD – UNESCO Perú. Pp. 22. 4 Idem 3 pp. 23.

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sus tradiciones por seguir y aplicar los conceptos de modernización, globalización y desarrollo que ha difundido con tanto éxito la cultura occidental. Esto, a decir de Sen, puede causar una depresión cultural, que conlleva la pérdida de identidad y la baja autoestima. Otros, desde la antropología, van más allá: el desarrollo es un concepto occidental, que busca pasar de lo tradicional a lo moderno, como una receta universal que si no funciona en algunas regiones o países es porque no se tienen las capacidades necesarias para aplicarla adecuadamente. Esta postura sostiene que esta idea de desarrollo a la larga genera la desaparición de sociedades y cultura enteras y lleva al olvido más absoluto a formas de vida, tradiciones, costumbres, métodos de producción, entre otros. Todo es válido con tal de acercarnos a los modelos que imponen los países industrializados. Éstos a su vez acumulan todo el conocimiento necesario, toda la tecnología que permite sacar a los países del subdesarrollo, de la extrema pobreza. Para estos críticos la noción de desarrollo “se equipara con la idea de modernización, urbanización, industrialización, usándose muchas veces como sinónimos, no solo por los expertos, sino que dicha retórica ha calado hondo en la gente común y corriente”5. Otra idea íntimamente ligada a la noción de desarrollo es la del bienestar, entendida como parte del éxito que todas las comunidades deben alcanzar. Hoy en día, incluso el Banco Mundial acepta que es un concepto relativo y que cada sociedad puede entenderla, de acuerdo a sus valores, de manera distinta, de la misma forma que se entiende la pobreza. En ese sentido, la cultura puede ayudar a determinar qué tiene valor en una sociedad y qué no. La cultura se define en lo local. En algunas culturas, ser pobre es no tener trabajo y en otras, es no tener qué comer. Este aporte de la cultura supone “una autonomía cultural que pondría límites precisos a las políticas de desarrollo…..estas políticas tendrían que adaptarse y ceñirse a cada cultura y no al revés”6. Los especialistas en planes de desarrollo deben imponerse como una de las primeras tareas la comprensión de los patrones culturales locales y autóctonos que permitirán el desarrollo sostenible, como una manera más eficiente de medir el impacto real de sus proyectos. Y si estos fracasan no deben limitarse a creer que la cultura objeto del proyecto es atrasada y opuesta al desarrollo pues generalmente el problema radica en la incapacidad de los responsables por hacer lecturas acertadas de los saberes locales.

En ese sentido, hay algunos académicos que han hecho aportes importantes al tema. Por un lado, Jesús Martín Barbero escribió que “La dimensión cultural del desarrollo se ha convertido últimamente en un tema central tanto en el ámbito político como académico. Pero ese interés disfraza en muchos casos un profundo malentendido: el que reduce la cultura a dimensión del desarrollo sin el menor cuestionamiento de la cultura del desarrollo que sigue aún legitimando un desarrollo identificado con el crecimiento sin límites de la producción, que hace del crecimiento material la dimensión prioritaria del sistema social de vida y que convierte al mundo en un mero objeto de explotación. Pensar ahí la cultura como dimensión se 5 Idem 3. Pag. 33. 6 Idem 3, Pag. 34.

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ha limitado a significar el añadido de una cierta humanización del desarrollo, un parche con el que encubrir la dinámica radicalmente invasiva (en lo económico y en lo ecológico) de los modelos aún hegemónicos de desarrollo”.

Al respecto, Germán Rey afirma: “La preocupación de Martín-Barbero hace parte de una de las miradas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo. Una mirada que mientras resalta la importancia de estas conexiones exige no olvidar la asimilación del desarrollo al crecimiento material y a la reducción de otros mundos de sentido que se ven presionados por las decisiones económicas y la planeación tecnocrática. América Latina ha vivido en los últimos años esta amarga experiencia: medidas privatizadoras que terminan reduciendo los logros de la educación pública, flexibilizaciones laborales que aumentan aún mas el empleo precario en un continente que ha experimentado la informalización del trabajo o medidas de ajuste donde se recortan aún mas los presupuestos asignados para el fomento de la cultura y el apoyo a la creatividad”.

“Gilbert Rist es también muy explícito en su crítica: “La cultura, la confianza y el capital no son, medios para el ‘desarrollo’ sino fines que no serán realizados sino a condición de modificar radicalmente el modelo de ‘desarrollo’ basado en la lógica del mercado”.

“Por el momento lo que proponen los inventores del capital social no es otracosa que una versión modernizada de Caperucita Roja: aún si consiente disfrazarse de abuela para establecer un lazo de confianza con la chiquilla el lobo sigue siendo lobo. Aún cuando acepte revestirse de una dimensión cultural y se adorne de capital social, el desarrollo sigue siendo el desarrollo”.

“Sin dejar aparte este debate, que por supuesto debe profundizarse y tenerse presente, es obvio que los vínculos entre cultura y desarrollo han cambiado, posiblemente un poco mas allá de las aventuras de Caperucita y el lobo. Si bien algunos señalarán que se trata de un simple cambio de pelaje del lobo, con el mismo apetito y las mismas garras, es claro que ya no estamos en las épocas en que la cultura era un factor accesorio y perfectamente secundario de los proyectos de desarrollo. Entre esas épocas y las actuales han sucedido modificaciones sociales que descentran el concepto de cultura, y por lo tanto, redefinen la naturaleza de sus relaciones con el desarrollo. La irrupción de la sociedad del conocimiento, la expansión de la información, el fortalecimiento de industrias culturales - globales y con una infraestructura de producción y de consumo inimaginables en el pasado-, así como la importancia de una política de reconocimiento y la aparición de importantes movimientos socioculturales le han dado otro peso y otra significación a la presencia de la cultura en el desarrollo”.

“Por lo pronto hoy se insiste con mejores argumentos y muchos mas datos en el peso que las industrias culturales tienen en la economía tanto de los países industrializados como en los de periferia. En un estudio reciente sobre el tema en los países andinos se constató la significación real de la cultura en el PIB, una comprobación que ya es ampliamente conocida y

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reconocida en los Estados Unidos y en Europa. Pero no se trata solamente de eso. El sector cultural está demostrando ser uno de los que genera mas empleos, además de estar asociado a áreas de gran dinamismo tecnológico, mercados mas globales e inversiones económicas muy atractivas”.

“Sin embargo, la reconsideración de la importancia de la cultura en el desarrollo pasa por otros registros: por su reconocimiento explícito en los planes gubernamentales pero sobre todo por las dinámicas sociales que mueven organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales, partidos políticos, etc. Muchos proyectos de participación y organización comunitaria así como innumerables procesos de gestión local y regional han asumido lo cultural como una dimensión muy destacada de sus diseños y de sus ejecuciones”.

“Las propuestas de desarrollo encuentran múltiples posibilidades de articulación con la cultura. Planteándose de fondo el problema de las identidades culturales, de los movimientos socioculturales –étnicos, raciales, regionales, de género- “que reclaman el derecho a su propia memoria y a la construcción de su propia imagen” (J. Martín-Barbero). La reconfiguración de las culturas tradicionales (campesinas, indígenas, negras) que “hacen de filtro que impide el trasplante puramente mecánico de otras culturas y en el potencial que representa su diversidad no sólo por la alteridad que ellas constituyen sino por su capacidad de aportarnos elementos de distanciamiento y crítica de la pretendida universalidad deshistorizada del progreso y de la homogenización que impone la modernización” (J. Martín-Barbero)”.

“El desarrollo recibe un aporte muy importante de las culturas urbanas y juveniles que con gran fuerza promueven formas de vida, imaginarios, sistemas de interacción social. Y también de las industrias culturales que participan en la construcción de las identidades sociales tanto como la promoción de un tejido consistente de producción simbólica y apropiación cultural. En ellas se representan imágenes del propio desarrollo, se escenifican dramaturgias de la modernización, se movilizan aspiraciones y demandas colectivas de amplios sectores de la sociedad. Son textos imprescindibles para los intérpretes y los diseñadores del desarrollo económico y social en nuestros países”.

“Al finalizar su análisis de la teorías del desarrollo como teorías de la cultura, Jerome Bruner presenta un panorama relativamente mesurado aunque sin exageraciones optimistas, frente a un mundo que se debate entre las posibilidades de destrucción y las oportunidades de creación. Concluye diciendo- “Creo que la preocupación técnica central de la teoría del desarrollo será como crear en los jóvenes una valoración del hecho de que muchos mundos son posibles, que el significado y la realidad son creados y no descubiertos, que la negociación es el arte de construir nuevos significados con los cuales los individuos puedan regular las relaciones entre sí”. Un tipo de aspiración como esa tiene que replantear las relaciones, cada vez más sugerentes, entre cultura y desarrollo”7.

7 http://www.campus-oei.org/pensariberoamerica/ric00a04.htm

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2. Indicadores culturales Sobre indicadores culturales hasta hace pocos años no existían esfuerzos sobre su estudio, sin embargo, al día de hoy podemos encontrar, además de lo trabajado por UNESCO y por el Convenio Andrés Bello, alguna bibliografía de investigadores independientes. Así, la gestora cultural chilena Mariana Pfenniger reflexionaba en un artículo publicado en el Portal Iberomericano de Gestión Cultural: “Es evidente que, dependiendo de la definición que aceptemos como punto de partida, los indicadores y estadísticas necesarios para medir los temas relacionados con la cultura serán diferentes. Y es evidente, además, que según cuál sea la definición aceptada de cultura, los datos podrán ser, o no, comparables a nivel internacional. La complejidad del término “cultura” debería hacernos suponer que no hay indicador ni estadística capaz de captarlo en su totalidad. Pero hay aspectos de ella claramente cuantificables, mesurables”. “Nos referimos, por ejemplo, a la identificación de equipamientos, como pueden ser bibliotecas, museos, etc., a la producción de industrias culturales, como la cinematográfica o el libro, entre otras. Hablamos, en general de estadísticas sobre la oferta cultural, datos sin duda más fáciles de conseguir que los correspondientes a la demanda. Estos datos muchas veces son recopilados por los institutos de estadística nacionales, y por tanto no requieren un esfuerzo extraordinario para lograr capturar datos fiables. Podemos intuir que, siendo esta información, o parte de ella, de relativamente fácil acceso, se inicie el proceso de recopilación de datos por estos aspectos, aun sin tener resuelta la pregunta inicial sobre qué es la cultura. Veremos….que aún hoy no está del todo definido qué es cultura en el tema de indicadores ni qué es lo que queremos medir. Las diferencias de realidad de los diferentes países, y los objetivos de las distintas instituciones que realizan la medición, nos mostrarán un amplio abanico de definiciones de lo que se entiende por indicador cultural. Esto, evidentemente, complica los análisis comparativos entre distintas regiones”8. En relación al inicio de la preocupación por estos temas, Pfenniger afirma “A partir de los años setenta, y en sucesivas reuniones y conferencias, el tema de los indicadores culturales se comenzó a discutir a nivel internacional. Sin embargo, no fue hasta mediados de los años ochenta, bajo la dirección de la UNESCO, que se creó el proyecto “Framework for Cultural Statistics” (FCS). A mediados de los noventa, crece la conciencia de la falta de estadísticas culturales en la comunidad europea, lo que determina finalmente la creación de un Grupo de Orientación Específico (LEG) sobre estadísticas culturales en la Unión Europea, con el fin de crear un sistema de información coherente y comparable entre los Estados miembros. Tras la publicación del Primer Informe Mundial de la Cultura de la UNESCO (1998), el debate en torno a los indicadores culturales vuelve a tomar impulso. Una de las prioridades de investigación de dicho informe fue la de la creación de indicadores culturales del desarrollo. Podemos decir que este es uno de los momentos en que a nivel internacional el tema de los indicadores culturales vuelve a tomar relevancia, tanto en la discusión política como en la investigación”. 8 PFENNIGER, Mariana (2004). “Indicadores y estadísticas culturales: un breve repaso conceptual”. En Portal Iberomaricano de Gestión Cultural (http://www.gestioncultural.org/gc/boletin/pdf/Indicadores/MPfenniger.pdf)

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En relación a los conceptos y definiciones entre indicadores culturales y estadísticas, la misma autora afirma: “Un indicador no es, o no debería ser, una estadística pura. Podemos decir que un indicador es una estadística que ha sido procesada con el fin de entregar información específica. Por ende, un indicador cultural se diseña especialmente con el fin de entregar información pertinente a las Políticas culturales. Un indicador es más que un dato: es una herramienta diseñada a partir de datos que le dan sentido y facilitan la comprensión de la información. Un indicador debe ser una información sintética que oriente sobre dónde se está respecto a cierta política y que ayude a los responsables políticas en la toma de decisiones”.

Sobre la importancia de este tema y los aportes que ha realizado la UNESCO, en la Agenda Iberoamericana de la Cultura que elaboró la Organización de Estados Iberoamericanos, se menciona: “Los informes estadísticos e indicadores cuantitativos y cualitativos de medición de impacto de la cultura en la calidad de vida y en la economía constituyen un instrumento fundamental para los profesionales que trabajan en el ámbito cultural. La elaboración de un sistema de indicadores culturales adaptado a la realidad social y cultural de cada región y país, puede convertir a la información en un elemento primordial para la evaluación de las políticas culturales, así como para su perfeccionamiento y enriquecimiento permanente”.

“Han sido escasas las oportunidades en las que en la región iberoamericana, se han intentado balances y diagnósticos sobre la situación de las estadísticas relacionadas con la cultura, tanto partiendo de iniciativas nacionales como regionales. Aunque se reconoce la variedad de las fuentes básicas: censos, encuestas de hogares, registros administrativos, consultas sectoriales, es igualmente cierto que estas fuentes no son muy numerosas. Por otra parte, se conocen importantes esfuerzos, aunque exiguos, en materia de indicadores culturales elaborados por organismos internacionales”.

“Desde 1995, momento en que la Comisión Mundial sobre Cultura y Desarrollo presentó su informe Nuestra Diversidad Creativa, ha existido una preocupación permanente sobre el impacto de la cultura dentro del entorno de la Naciones Unidas. El planteamiento de esta Comisión acerca de que "el problema principal al que se enfrentan individuos y comunidades en un mundo que se transforma rápidamente es el de la promoción y ajuste al cambio equitativo sin negar los elementos valiosos de sus tradiciones" anima a la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para que colabore con otras agencias del Sistema de las Naciones Unidas, incluyendo al Instituto de Investigaciones de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD), a fin de emprender una investigación internacional y un programa de acción sobre los vínculos entre la cultura y el desarrollo, enfocándola hacia la investigación de indicadores culturales e incluyendo, entre otros temas, la recopilación sistemática de información sobre violaciones a los Derechos culturales”.

“Así surge la publicación conjunta de una serie denominada Documentos especiales elaborada por UNESCO y el UNRISD, que incluye diversos informes, a saber:

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· Hacia un Informe Mundial sobre Cultura y Desarrollo: Elaboración de estadísticas e indicadores culturales. Primero de la serie, tuvo como objetivo comenzar la evaluación del estado en que se encontraban las estadísticas culturales en el ámbito mundial. Elaboró asimismo indicadores cuantitativos que advertían acerca de acontecimientos que afectan a la cultura y el desarrollo. El documento incluía el intercambio de puntos de vista en los temas vulnerables de ser medidos a través de los indicadores culturales, acerca del modo de elaboración de este tipo de indicadores y sobre el procedimiento para superar la escasez de datos existente, el grado deseable de agregación de datos estadísticos y de una lista preliminar de indicadores culturales.

· Indicadores culturales del bienestar: Algunos aspectos conceptuales. Constituye el segundo documento de la serie en el cual se los define como aquellos indicadores del desarrollo humano con los que se trata de medir los funcionamientos intelectuales, estéticos, sociales y políticos. Existen dos formas distintas por las que este enfoque puede ser aplicado a la evaluación del bienestar social. Una consiste en evaluar primero el bienestar de los individuos y luego derivar el bienestar social a partir de los niveles del bienestar individual. El segundo enfoque trata de evaluar el logro social para cada uno de los funcionamientos en forma separada y luego se procede a evaluar el bienestar social en su conjunto, apoyándose en el agregado de los diversos funcionamientos.

· Cultura, desarrollo humano y crecimiento económico. Tercer ensayo de esta serie que abarca un conjunto de temas muy complejos, mostrando no solamente el valor intrínseco del desarrollo humano y la diversidad cultural, sino también su valor instrumental para promover el crecimiento económico. Sostiene que la creatividad (conocimientos nuevos, nueva tecnología, nuevos arreglos institucionales) constituye la fuente del crecimiento económico y que el pluralismo (multiculturalismo) contribuye a la creatividad en todas las actividades humanas.

· Indicadores culturales de desarrollo. En este cuarto documento se examina el desarrollo humano desde una perspectiva cultural, concentrándose en la manera en que la calidad de vida de la población está determinada por el modo en que sus miembros son capaces de convivir entre sí. Se describen tres índices que podrían ser combinados en un índice cultural compuesto: el que se refiere a la libertad cultural, el de la participación creativa en la sociedad y el del diálogo cultural. Estos indicadores permitirían analizar las oportunidades y los medios de que disponen las personas de diferentes culturas para comunicarse entre sí”.9

En estos documentos, según la OEI, sirvieron para elaborar el primer informe sobre la Cultura (1998), el cual puso sobre el tapete, en líneas generales, las relaciones entre cultura y desarrollo. Según el mismo organismo, el Convenio Andrés Bello, “en el marco del Programa Políticas y Economía, ha elaborado un proyecto denominado Economía y Cultura cuyo objetivo principal es lograr avances en el proceso de integración en la región, posibilitando al mismo tiempo un desarrollo más efectivo en el sector cultural. Su objetivo específico

9 http://www.oei.es/agendacultural/politicas5.htm

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ha sido la aportación de información a través de la búsqueda de indicadores comparativos en las industrias culturales que puedan medir de forma cualitativa y cuantitativa los efectos de la actividad cultural en la economía de las naciones en todas sus dimensiones, a fin de contribuir al diseño de políticas de desarrollo del sector cultural. Su primera fase se desarrolló entre 1999 a 2001 y centró su atención en información secundaria, considerando los sectores fonográficos, editorial, audiovisual, radiodifusión, prensa escrita y publicaciones periódicas, artes escénicas, artes visuales y publicidad en los países de la región del Convenio. Posteriormente se inició a la segunda fase de la investigación que pretende profundizar en la información obtenida en la fase anterior y atender a información primaria”10. Un intento importante por medir lo inmaterial, lo realizó el proyecto World Values Survey, coordinado por la Universidad de Michigan y publicado en el año 2004. Su propósito era medir los valores de 80 naciones, evaluándose valores y creencias sobre la vida política y social (religión, vida cotidiana, trabajo, familia, educación). Es original en tanto busca medir algo mental, aunque es un hecho que sus datos provienen de encuestas y estadísticas destinadas a ser aplicadas en poblaciones urbanas y modernas. Raúl Romero se pregunta “¿qué sucede cuándo se quiere medir lo cultural en otra clase de colectividades fuera de las naciones modernos?”. En ese sentido, el autor afirma que en tanto otros grupos culturales pueden no haber masificado sus expresiones culturales y siendo éstas un componente importante del desarrollo sostenible local, se debe medir la cultura de manera más comprensiva, en los que se tenga en cuenta la identidad local, la cohesión social y las dimensiones afectivas de las colectividades. Los indicadores por tanto, son diversos y deben ser respaldados por metodologías diferentes, basados en un marco conceptual definido. Es necesario diseñar entonces, otro tipo de indicadores para medir lo cultural de las minorías culturales, que muchas veces no están representadas en el mercado mundial cultural sino que se expresan a través de representaciones artísticas y una cultural oral11. Los indicadores culturales son necesarios en tanto, dentro del concepto de desarrollo humano, se nos hace necesario vincular a la cultura con las políticas de desarrollo económico. Es decir, uno de los puentes de comunicación entre ambos conceptos es la elaboración de indicadores culturales. La mayoría de los indicadores trabajados se refieren a las industrias culturales, es decir, los productos culturales de sociedades más complejas y desarrolladas. Es necesario entonces, mirar también a los grupos étnicos minoritarios que forman parte de lo que se suele llamar “contracultura”, no considerado dentro de la cultura oficial. Existen dos dimensiones de la cultura posibles de ser cuantificadas: la primera se basa en las representaciones culturales que expresan intensamente la identidad y el sentido de pertenencia. A esto se refieren como cultura inmaterial, que a su vez son las generadoras de consenso social. La segunda dimensión se basa en la idea de cultura como ideal, como concepción intelectual de una comunidad. Ambas concepciones requieren una labor 10 http://www.oei.es/agendacultural/politicas5.htm 11 Idem 3. pag. 57.

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previa de trabajo de campo, de medición, que incluya lo etnográfico y no únicamente un sondeo de opinión. En ese sentido, es necesario priorizar aquellas expresiones culturales que presentan dificultades para su medición cuantitativa, especialmente lo que UNESCO llama la cultura inmaterial. Es un hecho que existen manifestaciones culturales que expresan con mayor fuerza el sentido de identidad local, hecho que las diferencia del resto de actividades culturales propias de la vida cotidiana. A estas representaciones culturales de gran repercusión pública, además del patrimonio cultural inmaterial, se considera a las artesanías, la medicina tradicional y la gastronomía. Los contenidos invisibles de estas manifestaciones son los que generan un mayor grado dificultad para su medición. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hay aspectos materiales medibles dentro de lo inmaterial, que generalmente se refieren a la materia prima, a los insumos del patrimonio inmaterial. El producto final si tienen un contenido cultural más espiritual, mental, interior, subjetivo, menos medible. Por ejemplo, medir la materia prima del patrimonio cultural se refiere a lo cuantificable de una fiesta religiosa: la cantidad de público, el visitante, el monto invertido en vestuario, los instrumentos y máscaras utilizadas, las ventas de la comida autóctona que suele acompañar estos rituales, entre otros. Medir el producto final, se refiere, por ejemplo, medir el grado de auto-reconocimiento que los individuos participantes mantienen en relación al grupo étnico que práctica dicha práctica cultural. Si bien es cierto entonces que lo inmaterial es difícil de medir y menos aún con métodos convencionales, es importante establecer el método de la observación como algo válido. Se pueden observar por ejemplo, los efectos secundarios que genera una fiesta en la población que la organiza y disfruta. Se mide en tanto afecta el comportamiento, la toma de decisiones y la visión de futuro de los protagonistas. Se debe apelar –en tanto no hay cifras ni estadísticas- a la explicación de carácter etnográfico. UNESCO ha desarrollado, en ese sentido, una lista de factores objetivos y subjetivos que permiten al especialista en desarrollo hacer visible lo invisible, partiendo de las dimensiones culturales que dicho organismo internacional considera como patrimonio inmaterial. Todo proyecto de desarrollo debe incorporar en primer lugar, la opinión de la comunidad a la que va favorecer y en segundo lugar, debe realizar todos los esfuerzos necesarios para conocer sus deseos y aspiraciones, de modo que el modelo de desarrollo no sea impuesto sino que responda y encaje a las expectativas de los pobladores. Esto alude a la idea de participación ciudadana. Los indicadores culturales que miden este punto deben basarse en la relación entre desarrollo y el componente humano y entre desarrollo y libertad cultural. Todo ello implica la participación y el diálogo que debe establecerse entre los que aplican proyectos y los que reciben los beneficios. De ninguna forma, los que aplican debe estar convencidos que su modo de vida y cultura es superior pues tendrán como resultado la exclusión basada en la indiferencia. Todo proyecto de desarrollo debería proponer una serie de herramientas que permitan elaborar mapas culturales de aspiraciones, como marco previo de

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intervención, que incluya bienes y tecnologías específicas, las narrativas en las que se expresan y sus normas. Las aspiraciones por lo demás, se conectan a su vez con los modos de vida, los valores, la moral, los hábitos, entre otras. Estos mapas culturales de aspiraciones se utilizarían para evaluar el estado de la cultura en un determinado grupo étnico de una nación y para conocer las nociones locales de bienestar que podrían afectar la implementación de un proyecto de desarrollo. Factores como el auto-reconocimiento étnico-cultural, el nivel de autoestima, las definiciones locales de desarrollo con identidad, y la visión de futuro, son claramente subjetivos, pero se puede considerar su medición a través de métodos cuantitativos, ya sean cantidades (cifras o porcentajes), niveles (alto/medio) y propiedades (compatible/incompatible). Existen entonces posibilidades de enfrentar el problema de cuantificar lo cultural en el marco del desarrollo humano. Esta medición no se limita a calcular cantidades, sino también, estimar o valorar el impacto de ciertas expresiones en la vida de la gente. Aunque esté en cifras, supone un ejercicio de observación por parte de los responsables. El trabajo etnográfico debe considerarse como elemento básico a la hora de hacer estas mediciones, al igual que el contacto con las poblaciones. Si se busca una verdadera participación, se debe saber qué es lo que la gente entiende por”vivir bien”. El Banco Mundial ya realiza este trabajo desde los años 90s. Esta teoría busca incluir en nuestras discusiones sobre cultura y desarrollo Las colectividades minoritarias que generalmente han sido excluidas de este tipo de proyectos. Es una tarea pendiente validar estas metodologías, integrarlas en un sistema más ambicioso que no deje de lado ningún aspecto de la cultura. Para terminar este capítulo, nos parece importante referirnos al valioso aporte que significó el Informe sobre Desarrollo Humano 2004, dedicado a “la libertad cultural en el mundo diverso de hoy”. En su prefacio, se afirma que “en una época en la que el concepto de “choque cultural” resuena con fuerza y de manera inquietante en todo el mundo, recobra particular importancia encontrar respuestas a la antigua pregunta de cómo manejar y atenuar de mejor forma los conflictos en torno al idioma, la religión, la cultura y la etnia. Para los profesionales dedicados al tema del desarrollo no se trata de una pregunta abstracta. Si el mundo desea lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio y erradicar definitivamente la pobreza, primero debe enfrentar con éxito el desafío de construir sociedades inclusivas y diversas en términos culturales; esto no sólo es necesario para que los países puedan dedicarse a otras prioridades, tales como el crecimiento económico y la prestación de servicios de salud y educación para todos los ciudadanos, sino porque permitir la expresión cultural plena de toda la gente es en sí un importante objetivo del desarrollo”. “El desarrollo humano se trata sobre todo de ampliar las opciones de la gente, es decir, permitir que las personas elijan el tipo de vida que quieren llevar, pero también de brindarle tanto las herramientas como las oportunidades para que puedan tomar tal decisión. Durante los últimos años, el Informe sobre Desarrollo Humano ha sostenido con energía que se trata de un asunto tanto político como económico, pues abarca desde la protección de los derechos humanos hasta el fortalecimiento de la democracia. En efecto, los

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pobres y marginados -quienes suelen conformar el grueso de la población inmigrante o las minorías religiosas o étnicas– tienen escasas probabilidades de conseguir acceso igualitario a empleos, escuelas, hospitales, justicia, seguridad y otros servicios básicos, a no ser que cuenten con la real capacidad de influir en la política local y nacional. El Informe…ofrece sólidos argumentos que respaldan la búsqueda de formas de “disfrutar de nuestras diferencias”, según palabras del Arzobispo Desmond Tutu, así como algunas ideas concretas sobre lo que significa en la práctica la idea de formar y administrar la política de la identidad y la cultura de una manera coherente con los principios fundamentales del desarrollo humano. De la amplia gama de alternativas que van desde la discriminación positiva hasta el papel que puedan desempeñar los medios de comunicación, no existen reglas simples ni universalmente válidas para construir sociedades multiculturales”. “Con todo, la experiencia arroja una lección general que prevalece por sobre cualquier reparo: aun cuando éstos son necesarios, no podemos basar el éxito únicamente en los cambios de políticas o de legislación. La constitución y las leyes que establecen medidas de protección y otorgan garantías para las minorías, los pueblos indígenas y otros grupos son fundamentales para ampliar la libertad. Sin embargo, de no mediar además un cambio en la cultura política -es decir, en el modo en que los ciudadanos piensan, sienten y actúan para dar genuina cabida a las necesidades y las aspiraciones de los demás- el cambio nunca será real. Los alarmantes efectos que ocasiona una cultura política que se resiste al cambio saltan a la vista. Tanto en el caso de la insatisfacción que impera entre los grupos indígenas de América Latina, como en el descontento de las minorías en África y Asia y en la llegada de nuevos inmigrantes a los países desarrollados, la incapacidad de hacerle frente al sufrimiento de los grupos marginales genera algo más que injusticia; origina problemas reales para el futuro, tales como el desempleo, una juventud desencantada, la ira en contra del status quo y exigencias de cambio, a menudo violentas. Ese es el desafío. Pero también existen verdaderas oportunidades. El mensaje principal de este Informe destaca el amplio potencial con que contamos para crear un mundo más pacífico y próspero si se incorpora el tema de la cultura a la práctica y la teoría más convencional del desarrollo; esto, sin pretender la sustitución de las prioridades tradicionales que seguirán siendo el pan de cada día, sino más bien para complementarlas y fortalecerlas. La cara menos recordada del tema del desarrollo es que los países en desarrollo suelen contar con tradiciones culturales más ricas y diversas –ya sea en el ámbito de la lengua, el arte, la música u otros– que sus contrapartes más desarrolladas del Norte. Aunque la globalización de la cultura de masas, ya sea en la literatura, el cine o la televisión, represente una clara amenaza para estas culturas tradicionales, también abre nuevas oportunidades: tanto en el caso puntual de grupos postergados como los aborígenes de Australia o los inuit del Ártico que logran acceso a mercados mundiales del arte, como en el sentido más amplio de crear sociedades más interesantes, creativas y vitales”12.

3. Diversidad cultural y desarrollo La diversidad cultural es uno de los objetivos esenciales de la UNESCO y uno de los temas que más se vienen discutiendo en los últimos años. UNESCO 12 http://hdr.undp.org/reports/global/2004/espanol/

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“confirmó su compromiso en favor de la fecunda diversidad de las culturas en un espíritu de diálogo y apertura, tomando en cuenta los riesgos de homogeneización y repliegue identitario asociados a la universalización. Como las culturas engloban las artes y las letras, así como los modos de vida, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias, la protección y la promoción de su diversidad plantea un reto: defender una capacidad creativa a través de la multiplicidad de sus formas materiales e inmateriales, y garantizar una convivencia pacífica”13. Este organismo internacional aprobó la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, el 2 de noviembre del año 2001, cuyos principales lineamientos copiamos a continuación:

1. Sobre la identidad, la diversidad y el pluralismo.

ARTÍCULO 1 La diversidad cultural, patrimonio común de la humanidad. La cultura adquiere formas diversas a través del tiempo y del espacio. Esta diversidad se manifiesta en la originalidad y la pluralidad de las identidades que caracterizan los grupos y las sociedades que componen la humanidad. Fuente de intercambios, de innovación y de creatividad, la diversidad cultural es, para el género humano, tan necesaria como la diversidad biológica para los organismos vivos. En este sentido, constituye el patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y consolidada en beneficio de las generaciones presentes y futuras. ARTÍCULO 2 De la diversidad cultural al pluralismo cultural. En nuestras sociedades cada vez más diversificadas, resulta indispensable garantizar una interacción armoniosa y una voluntad de convivir de personas y grupos con identidades culturales al mismo tiempo plurales, variadas y dinámicas. Las políticas que favorecen la inclusión y la participación de todos los ciudadanos garantizan la cohesión social, la vitalidad de la sociedad civil y la paz. Definido de esta manera, el pluralismo cultural constituye la respuesta política al hecho de la diversidad cultural. Inseparable de un contexto democrático, el pluralismo cultural es propicio a los intercambios culturales y al desarrollo de las capacidades creadoras que alimentan la vida pública. ARTÍCULO 3 La diversidad cultural, factor de desarrollo. La diversidad cultural amplía las posibilidades de elección que se brindan a todos; es una de las fuentes del desarrollo, entendido no solamente en términos de crecimiento económico, sino también como medio de acceso a una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactoria.

2. Sobre la diversidad cultural y los derechos humanos. ARTÍCULO 4 Los derechos humanos, garantes de la diversidad cultural La defensa de la diversidad cultural es un imperativo ético, inseparable del respeto de la dignidad de la persona humana. Ella supone el compromiso de respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales, en particular los derechos de las personas que pertenecen a minorías y los de los pueblos autóctonos. Nadie puede invocar la diversidad cultural para vulnerar los

13 http://portal.unesco.org/culture/es/

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derechos humanos garantizados por el derecho internacional, ni para limitar su alcance. ARTÍCULO 5 Los derechos culturales, marco propicio de la diversidad cultural Los derechos culturales son parte integrante de los derechos humanos, que son universales, indisociables e interdependientes. El desarrollo de una diversidad creativa exige la plena realización de los derechos culturales, tal como los define el Artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y los Artículos 13 y 15 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Toda persona debe, así, poder expresarse, crear y difundir sus obras en la lengua que desee y en particular en su lengua materna; toda persona tiene derecho a una educación y una formación de calidad que respete plenamente su identidad cultural; toda persona debe poder participar en la vida cultural que elija y ejercer sus propias prácticas culturales, dentro de los límites que impone el respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales. ARTÍCULO 6 Hacia una diversidad cultural accesible a todos Al tiempo que se garantiza la libre circulación de las ideas mediante la palabra y la imagen, hay que procurar que todas las culturas puedan expresarse y darse a conocer. La libertad de expresión, el pluralismo de los medios de comunicación, el multilingüismo, la igualdad de acceso a las expresiones artísticas, al saber científico y tecnológico –comprendida su forma electrónica– y la posibilidad, para todas las culturas, de estar presentes en los medios de expresión y de difusión, son los garantes de la diversidad cultural.

3. Sobre diversidad cultural, y creatividad

ARTÍCULO 7 El patrimonio cultural, fuente de la creatividad Toda creación tiene sus orígenes en las tradiciones culturales pero se desarrolla plenamente en contacto con otras. Esta es la razón por la cual el patrimonio, en todas sus formas, debe ser preservado, valorizado y transmitido a las generaciones futuras como testimonio de la experiencia y de las aspiraciones humanas, a fin de nutrir la creatividad en toda su diversidad e instaurar un verdadero diálogo entre las culturas. ARTÍCULO 8 Los bienes y servicios culturales, mercancías distintas de las demás. Frente a los cambios económicos y tecnológicos actuales, que abren vastas perspectivas para la creación y la innovación, se debe prestar una atención particular a la diversidad de la oferta creativa, a la justa consideración de los derechos de los autores y de los artistas, así como al carácter específico de los bienes y servicios culturales que, en la medida en que son portadores de identidad, de valores y sentido, no deben ser considerados como mercancías o bienes de consumo como los demás. ARTÍCULO 9 Las políticas culturales, catalizadoras de la creatividad. Las políticas culturales, en tanto que garantizan la libre circulación de las ideas y las obras, deben crear condiciones propicias para la producción y difusión de bienes y servicios culturales diversificados, gracias a industrias culturales que dispongan de medios para desarrollarse en los planos local y mundial. Cada

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Estado debe, respetando sus obligaciones internacionales, definir su política cultural y aplicarla, utilizando para ello los medios de acción que juzgue más adecuados, ya se trate de apoyos concretos o de marcos reglamentarios apropiados.

4. Sobre la diversidad cultural y la solidaridad internacional

ARTÍCULO 10 Reforzar las capacidades de creación y de difusión a escala mundial. Ante los desequilibrios que se producen actualmente en los flujos e intercambios de bienes culturales a escala mundial, es necesario reforzar la cooperación y la solidaridad internacionales destinadas a permitir que todos los países, en particular los países en desarrollo y los países en transición, establezcan industrias culturales viables y competitivas en los planos nacional e internacional. ARTÍCULO 11 Establecer relaciones de asociación entre el sector público, el sector privado y la sociedad civil. Las fuerzas del mercado por sí solas no pueden garantizar la preservación y promoción de la diversidad cultural, condición de un desarrollo humano sostenible. Desde este punto de vista, conviene fortalecer la función primordial de las políticas públicas, en asociación con el sector privado y la sociedad civil. ARTÍCULO 12 La función de la UNESCO. La UNESCO, por su mandato y sus funciones, tiene la responsabilidad de:

a- Promover la consideración de los principios enunciados en la presente Declaración en las estrategias de desarrollo elaboradas en el seno de las diversas entidades intergubernamentales;

b. Constituir un instrumento de referencia y de concertación entre los Estados, los organismos internacionales gubernamentales y no gubernamentales, la sociedad civil y el sector privado para la elaboración conjunta de conceptos, objetivos y políticas a favor de la diversidad cultural; c- Proseguir su acción normativa y su acción de sensibilización y de desarrollo de capacidades en los ámbitos relacionados con la presente Declaración que corresponden a sus esferas de competencia; d. Facilitar la aplicación del Plan de Acción cuyas orientaciones principales se adjuntan en anexo de la presente Declaración14.

La diversidad cultural entendida como parte de los derechos fundamentales del ser humano y como parte de su dignidad, supone la obligación de los Estados de defenderla y preservarla. Y esto supone redefinir las relaciones entre dicho concepto y el de desarrollo. Así, como hemos mencionado líneas arriba, muchos modelos de desarrollo han ignorado la diversidad cultural de los pueblos al no establecer diálogos sostenidos. Los planes de desarrollo no han contemplado “el capital contenido en la creatividad y el compromiso de los diversos grupos sociales. Esta creatividad y este compromiso son expresiones directas de la diversidad cultural, porque el principio de ésta

14 http://unesdoc.unesco.org/images/0012/001271/127160m.pdf

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asegura el mantenimiento de una reserva de conocimientos que corresponden a pasados pertinentes y a futuros anhelados”15. Muchos han considerado que la existencia del Estado se dificulta en sociedades cuya principal característica es la diversidad cultural. Muy por el contrario, otros afirman que la diversidad cultural puede unir a los ciudadanos pues les permite compartir, contribuir y beneficiarse de manera dinámica, de su pasado, su presente y su futuro, garantizándose el desarrollo para todos. Las diferencias por lo tanto enriquecen e iluminan puesto que entendemos lo nuestro a partir de conocer a los otros. El determinismo cultural, por tanto, que aboga que solo unas sociedades tienen la posibilidad de alcanzar el desarrollo y que el multiculturalismo impide un desarrollo conjunto, forma parte de lo que Sen llama un “gran prejuicio cultural”. En el ámbito andino, algunos académicos han llegado a afirmar que la pobreza de países como Perú, Bolivia y Ecuador responde a esa diversidad cultural que no permite integrarse ni responder de forma igualitaria a las exigencias del mercado internacional. Incluso, se culpa del “atraso” de estos países a las mayorías indígenas que los habitan. Chile y Argentina, países sin mayorías indígenas, se habrían librado en líneas generales de este retraso, precisamente debido a ser sociedades más igualitarias. Contrario a esto, el informe sobre Desarrollo Humano 2004, resalta las grandes posibilidades de Bolivia de encontrar su propio camino al desarrollo precisamente basado en su enorme multiculturalidad. La idea de relacionar la diversidad cultural con el desarrollo apela a que los países multiculturales alcancen el desarrollo sin que ninguna de sus diversas culturas sea un obstáculo para lograrlo ni que ninguna quede fuera de ese objetivo. Es posible entonces, la existencia de Estados que funcionen como una unidad en medio de la diversidad, estableciendo políticas que reconozcan dicha diversidad y que comprometan a las distintas identidades con el Estado. Es importante entonces fortalecer una mayor conciencia sobre los derechos culturales de las personas y abandonar del todo la idea que la preocupación por la cultura es algo superfluo y se debe hacer luego que todos los demás problemas de una sociedad –dígase salud, educación, alimentación- estén resueltos. Los procesos deben ser paralelos pues los índices económicos positivos no necesariamente reflejan una sociedad satisfecha en el tiempo16.

5. UNESCO, cultura y desarrollo. Agenda pendiente No cabe duda que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) viene aportando, de manera consecuente y sistemática, una visión renovada de la idea de cultura y desarrollo. En ese sentido, la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo presentó a la UNESCO en 1995, un informe con un análisis crítico sobre los proyectos de desarrollo, tanto en su práctica como en su discurso. La hipótesis central de este informe era que no es posible hablar de cultura y desarrollo de manera separada. El informe, asimismo, priorizaba la protección del medio ambiente, la biodiversidad y el patrimonio cultural. 15 Idem 3. Pp. 39. 16 Idem 3. pag. 45.

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Esta publicación se convirtió en la base de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible y posteriormente, para la elaboración de la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural. Ya en el año 2003, se trabaja la Convención para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, cuyo contenido apunta a resaltar la noción de patrimonio inmaterial en tanto instrumentaliza el concepto abstracto que se han tenido de la cultura. Por patrimonio inmaterial, la Convención define a “los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana”. A los efectos de la Convención, “se tendrá en cuenta únicamente el patrimonio cultural inmaterial que sea compatible con los instrumentos internacionales de derechos humanos existentes y con los imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible. El “patrimonio cultural inmaterial”, se manifiesta en particular en los ámbitos siguientes:

a. tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial;

b. artes del espectáculo; c. usos sociales, rituales y actos festivos; d. conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el

universo; e. técnicas artesanales tradicionales.”17

Otro aporte de la UNESCO han sido los inventarios culturales, realizados con la intención de poder proteger, pues difícilmente sobretodo en el patrimonio inmaterial, se pueden aplicar políticas de preservación de lo que no ha sido identificado como parte de las manifestaciones culturales de una comunidad. Sin embargo lo inventarios han sido cuestionados: al tener relación directa con los derechos de autor, pues podrían tener resultados funestos para los grupos indígenas, quiénes verían como una amenaza el registro como posible arma de apropiación de terceros. UNESCO, al promover la elaboración de inventarios, contribuye al debate cultural en proceso. Debe además, promover la participación de las comunidades en dicha elaboración, evitando la burocracia de las instituciones públicas que pueden pasar años elaborando un inventario gigantesco que nunca termina y que no tiene uso práctico para las propias comunidades dueñas del patrimonio. Otra importante Convención de UNESCO, en este caso sobre la Protección Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, aprobada el 20 de octubre del 2005, se plantea como objetivos: a) proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales;

17 http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001325/132540s.pdf

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b) crear las condiciones para que las culturas puedan prosperar y mantener interacciones libremente de forma mutuamente provechosa; c) fomentar el diálogo entre culturas a fin de garantizar intercambios culturales más amplios y equilibrados en el mundo en pro del respeto intercultural y una cultura de paz; d) fomentar la interculturalidad con el fin de desarrollar la interacción cultural, con el espíritu de construir puentes entre los pueblos; e) promover el respeto de la diversidad de las expresiones culturales y hacer cobrar conciencia de su valor en el plano local, nacional e internacional; f) reafirmar la importancia del vínculo existente entre la cultura y el desarrollo para todos los países, en especial los países en desarrollo, y apoyar las actividades realizadas en el plano nacional e internacional para que se reconozca el auténtico valor de ese vínculo; g) reconocer la índole específica de las actividades y los bienes y servicios culturales en su calidad de portadores de identidad, valores y significado; h) reiterar los derechos soberanos de los Estados a conservar, adoptar y aplicar las políticas y medidas que estimen necesarias para proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales en sus respectivos territorios; i) fortalecer la cooperación y solidaridad internacionales en un espíritu de colaboración, a fin de reforzar, en particular, las capacidades de los países en desarrollo con objeto de proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales. Finalmente, esta Convención, se plantea una serie de principios rectores sobre lo que basa toda su propuesta: principio de respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales; principio de soberanía; principio de igual dignidad y respeto de todas las culturas; principio de solidaridad y cooperación internacionales; principio de complementariedad de los aspectos económicos y culturales del desarrollo; principio de desarrollo sostenible; principio de acceso equitativo; y principio de apertura y equilibrio18.

6. Apropiación social del patrimonio. Casos en la región. Somos patrimonio CAB

El patrimonio cultural, como todos sabemos, está integrado por todo lo que un grupo social ha creado a lo largo del tiempo y nos identifica en relación con los demás pueblos. El patrimonio es un proceso creativo, dinámico y multidimensional, a través del cual una sociedad funde, protege, enriquece y proyecta su cultura. El patrimonio cultural incorpora la ciencia, la tecnología, el arte, tradiciones, monumentos, costumbres y prácticas sociales de diversa índole. Su conocimiento es indispensable para que los hombres puedan relacionarse unos con otros y con la naturaleza, y posibilita que continúe existiendo la sociedad caracterizada por su cultura.

El concepto de patrimonio inmaterial agrupa diversos elementos que son inherentes al hombre, tanto en las sociedades occidentales como en las tradicionales, aunque es en estas últimas donde podemos encontrarlos vivos, sirviendo de mediadores entre el ser humano y la naturaleza que lo rodea,

18 http://unesdoc.unesco.org/images/0014/001429/142919s.pdf

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como formas de entender el mundo circundante, como guías en su labor de apropiación y aprovechamiento de los recursos que la tierra le ofrece.

En la mayoría de los casos, en nuestro ámbito, estos conocimientos están en peligro. La capacidad de transmisión de lo inmaterial, los espacios donde se desarrollan algunas de estas manifestaciones, los saberes tradicionales acerca de técnicas, los mitos y las leyendas son aspectos que se ven afectados por el avance incontrolado de programas económicos y sociales para un supuesto desarrollo humano integral que se han venido realizando en nuestros países durante las pasadas décadas, sin una visión conciliadora y de reconocimiento de los otros.

El patrimonio inmaterial se manifiesta, dado su carácter intelectual y sensitivo, en diversas formas, desde tradiciones y expresiones orales –donde se incluye el idioma como vehículo de dicho patrimonio, lo cual es lógico ya que gracias a él desde siglos atrás el hombre ha podido conservar y transmitir sus conocimientos culturales– hasta las expresiones artísticas, bailes, comparsas, escenificaciones de mitos, actividades de carácter ceremonial, rituales donde la oralidad juega un papel preponderante, pues interconecta y transmite esas tradiciones a través de cantos, poemas, cuentos y leyendas, incluyendo las directrices para desarrollar un adecuado ritual o ceremonia. En la ritualidad tradicional rige un sistema de comunicación que se apoya precisamente en la voz viva, la música, la danza, diversos lenguajes plásticos, la gestualidad, la escenografía y la participación colectiva.

No existe aún un registro de la totalidad de las manifestaciones relacionadas al patrimonio inmaterial y este problema es compartido por la mayoría de los países sudamericanos. Muchas de estas manifestaciones sobreviven gracias a la resistencia y la dinámica de la oralidad para la transmisión de “saberes tradicionales”. La oralidad es un componente importante del patrimonio cultural inmaterial y dentro de las sociedades tradicionales es la forma fundamental que tiene el hombre para relacionarse en todos los aspectos de la vida con sus semejantes y con la naturaleza.

La memoria en su sentido de facultad de reproducción de los gestos aprendidos es uno de los pilares de la existencia humana, nos remite paralela o simultáneamente a la capacidad de recordar, al conjunto de los recuerdos y al lugar o los lugares donde éstos quedan asentados.

El concepto de oralidad que acabamos de precisar se asocia asimismo al concepto de memoria, como una combinación indisoluble en el campo de las expresiones de las sociedades tradicionales, que no está del todo alejada de nuestra visión, puesto que la memoria y el patrimonio se relacionan y están presentes mediante el registro y la conservación, que nos permiten guardar imágenes, documentos, audios y conocimientos que forman parte de nuestra identidad cultural.

La memoria y la importancia de la conservación son temas que deben centrar nuestras investigaciones y proyectos. Un pueblo sin memoria está condenado al “olvido”, entendido como la falta de todo, puesto que sin ella no sería factible la conservación de conocimientos para transmitir formas de

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cultura. Al no poder hacerlo no tendríamos identidad y no podríamos reconocernos como parte de un todo y, finalmente, no podríamos relacionarnos con el mundo que nos rodea. La memoria colectiva es tan decisiva para la vida social como lo es la memoria individual para cada uno de nosotros.

Es primordial entonces trabajar para la revalorización de la memoria, vista como una herramienta inherente al ser humano que le permite conservar en el tiempo y para el futuro expresiones de la identidad colectiva de duración cíclica o efímera en algunos casos. La gran mayoría de las veces, como hemos explicado, es apoyada en esta tarea por la tradición oral, tan desarrollada en los pueblos tradicionales.

El Convenio Andrés Bello viene trabajando en este campo mediante significativas propuestas como el Premio Somos Patrimonio, que cuenta ya con cinco ediciones. Con este premio se busca reconocer las iniciativas de los mismos pueblos o de sus organizaciones tanto para conservar la memoria colectiva como para un acercamiento y apropiación social y económica del patrimonio cultural, a la vez que se les conciencia acerca de la trascendencia de estas acciones para su desarrollo integral. En su página web el propio CAB lo explica: “El proyecto –Somos Patrimonio- tiene la intención de valorar y difundir el patrimonio cultural y natural de los países miembros mediante diferentes mecanismos; difusión de experiencias comunitarias de apropiación social del patrimonio, reconocimiento de espacios de expresión de las regiones y provincias de los países, construcción de lazos para el intercambio de experiencias regionales. Por otra parte busca brindar herramientas a las comunidades en la valoración de la memoria colectiva y las herencias ancestrales, registrar los orígenes de los factores comunes de las diversas festividades de los países CAB y entender la interculturalidad como un valor que favorece la inclusión del otro”19.

El Premio Somos Patrimonio es el único en su género. La información recogida asciende a más de mil experiencias que denotan como las poblaciones y comunidades de los países latinoamericanos están haciendo uso de su patrimonio y está promoviendo su rescate. El Premio ha logrado convertirse, como lo anotó Pedro Querejazu, ex coordinador del Área de Cultural del CAB, “en un valioso catálogo y registro del ingenio humano y de la capacidad de las sociedades de enfrentar los problemas que las afligen y de encontrar soluciones originales y viables desde su propia identidad y con sus propios recursos. Mediante esta información se pueden crear vínculos entre determinados tipos de experiencias y organismos de desarrollo y financiamiento para pequeñas y medianas empresas. También posibilita el desarrollo de industrias culturales de diverso rango asentadas sobre las propias experiencias”.

Querejazu afirmó además que “los concursos han proporcionado ya el material suficiente como para que, a través de su análisis e interpretación, puedan generarse propuestas destinadas a diseñar adecuadas políticas culturales desde los países, tanto políticas culturales concertadas entre ello, como aquellas que responden a la realidad de cada país y de las regiones y

19 www.cab.int.co/cab42/index

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zonas geográficas internas. Proporciona invaluable información para el trabajo de la “comunidad de intérpretes” conformada por los especialistas y expertos en cultura y en patrimonio cultural y natural y los propios actores y protagonistas, vinculados además, con las cartografías geográficas y simbólicas”20.

Una característica de los pueblos tradicionales andinos es el uso y conservación de la memoria y la oralidad, lo que les da una gran fortaleza de ánimo y vitalidad; a la vez estos conocimientos facilitan su adaptación a la cultura globalizada. Pero esta característica tiene que ser apoyada y reforzada, sobre todo entre las nuevas generaciones para que no perciban su memoria colectiva como un lastre, sino como un elemento dinámico de vital importancia para su supervivencia, puesto que el patrimonio es un ente vivo que se puede ir adaptando, y significa un “capital cultural” que puede ser “explotado” económicamente en beneficio de sus poseedores.

Ya que los seres humanos tenemos la capacidad de almacenar información de distintos tipos en nuestros cerebros para luego transmitirlas a otros hombres, es necesario propiciar que los pueblos tradicionales, que no cuentan con los soportes tecnológicos que el mundo globalizado posee, la sigan utilizando para proteger, conservar y reproducir sus saberes, sus tradiciones y costumbres desde épocas tempranas, no sólo en el caso andino sino también en los pueblos amazónicos, que pueden aportar además sus conocimientos ancestrales referentes a medicina, farmacopea y las formas de relacionarse y aprovechar el medio ambiente en el que habitan.

Los grupos hegemónicos modernos han mostrado su capacidad de provocar, sin violencia aparente, fenómenos de olvido colectivo. En consecuencia, los conocimientos tradicionales deben ser protegidos y las sociedades contemporáneas tienen que incluir entre sus tareas prioritarias la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial, que forma parte finalmente del patrimonio cultural de nuestros países21.

7. Democratización de la cultura y descentralización La democratización cultural hace referencia al derecho que tienen los ciudadanos a acceder de manera igualitaria a la cultura, como una condición inherente a su condición de seres humanos y de ciudadanos. Asegurar la democratización de la cultura es una tarea que suele asignarse al Estado. La democratización de la cultura y el libre acceso de los ciudadanos a la cultura ha sido el principal objetivo de las políticas culturales de los países occidentales en los últimos veinte años. Se entendió que no sólo el acceso a la cultura era un derecho ciudadano, sino que la difusión de las prácticas culturales, cualquiera sea su origen, contribuiría a la cohesión social y a la lucha contra la pobreza. Sin embargo, no se considera a la democratización como sinónimo de masificar y, aunque la cultura de masas sea un fenómeno

20 CONVENIO ANDRÉS BELLO (2004). 4to. Somos Patrimonio. 391 experiencias de apropiación social del patrimonio cultural y natural. Bogotá: CAB. Pag. 21. 21 REPETTO, Luis (2006). “Memoria y Patrimonio: algunos alcances”. En: Revista Pensar Iberoamérica. Nro. 8, abril-junio.

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paralelo al proceso democratizador, no se le considera como objetivo de ninguna política democrática.22 Es claro que el concepto de democratización de la cultura está íntimamente ligado con el de equidad, desarrollo y libertad. Para que la globalización cultural genere desarrollo es necesario que exista equidad. En ese sentido “algunos autores (Hopenhayn, 2001; Prieto de Pedro, en Convenio Andrés Bello 2001 y 2002; Achugar, 2003) abogan por que la globalización y sus efectos sobre la cultura no pongan en riesgo la equidad como parte fundamental del desarrollo. El concepto de equidad comporta varios matices, aunque todos apunten a lo mismo. Para Hopenhayn, la democracia cultural o equidad simbólica, es el núcleo de la democracia en su sentido más general. Esta primera es la garantía que tienen los actores sociales y culturales de constituir una voz pública, de ser interlocutores en el diálogo político y de formar parte del intercambio simbólico que define cada vez más el lugar de cada cual en la negociación política. “Y al hablar de equidad simbólica nos colocamos en el ámbito de la economía política, en la medida en que un mejor acceso a activos simbólicos hoy (información, educación, nuevas formas de consumir y procesar la información y adquirir conocimientos) significa mayores capacidades productivas para el mañana. En otras palabras, una mejor distribución de los activos de producción, circulación y consumo en la industria cultural genera una relación más justa de competencia económica, sobre todo en una economía donde el componente conocimiento-información hace la principal diferencia” (en Convenio Andrés Bello, 2001: 71-72)”. “Para Prieto de Pedro, la equidad pasa por el derecho a la cultura, que “ha de ser interpretado como un derecho a la plenitud de dimensiones de la cultura, la dimensión universal y las demás dimensiones comunitarias y societarias que circunscriben su existencia (estatal o nacional, regional, de las comunidades étnicas, de los grupos sociales…); o, dicho de otra forma, únicamente se satisface su plenitud en un contexto de pluralismo cultural (…) como un derecho a gozar de todos los ámbitos de la cultura, como a poder acceder a todos los medios a través de los que se manifiestan dichos ámbitos” (en Convenio Andrés Bello, 2001: 223-224)”. “Pero la condición de equidad no debe, según estos y otros autores (Canclini y Moneta, 1999; Hopenhayn, 2002; Kalmanovitz en Convenio Andrés Bello, 2001), otorgar carta blanca al estado para disponer de la voluntad de los cuidadanos. Así, la libertad debe ser el requisito complementario para que la globalización de la cultura se traduzca en desarrollo. En este sentido, se busca respetar la soberanía del individuo en la medida en que esta permite dos cosas: por una parte, el desarrollo de prácticas de consumo cultural como un lugar en donde se reconstruye lo público, las identidades culturales y la civilidad, y, consecuentemente, la expansión de una renovada concepción de la ciudadanía; y, por otra parte, permite el crecimiento de la industria cultural, la generación de empleos y de bienestar”. “A medida que se expande el papel del consumo individual, tanto material como simbólico, en la vida de la sociedad, el sentido de pertenencia se desplaza del eje Estado-Nación hacia una gran dispersión en la producción de

22 //www.um.es/campusdigital/Libros/textoCompleto/poliCultural/00Introduccion.pdf

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sentido y la interacción de sujetos. La idea republicana de ciudadanía reaparece, pero no en el horizonte de la participación política, sino en una gran variedad de prácticas culturales, sean asociativas o comunicativas, que no necesariamente concurren en lo público-estatal.” (Hopenhayn, 2002)”. “Según lo visto, la globalización de la cultura puede representar al tiempo una amenaza y una oportunidad para el desarrollo. De la capacidad que tenga la política cultural de guardar el difícil equilibrio entre las condiciones de equidad y libertad, depende también el que la globalización no sea solamente un factor del crecimiento económico sino también del desarrollo”23. En otras palabras, los Estados están en la capacidad de minimizar las imperfecciones del mercado y las desventajas de la globalización, en aras de preservar la democratización de la cultura. Por otro lado, el tema de la descentralización cultural ha sido muy poco abordado. Si bien los procesos de descentralización política, administrativa y fiscal en Latinoamérica se vienen desarrollando con relativo éxito desde hace unos 20 años, otro rumbo ha tenido la descentralización cultural. Alberto León Gutiérrez Tamayo, experto colombiano de la Universidad de Antioquia, reflexiona en torno al tema de la siguiente manera: “La descentralización cultural tiene una acepción ubicados en el escenario de la cultura como eje articulador del desarrollo territorial y otra ubicados en el escenarios de la cultura como parte del sector social del desarrollo territorial. En el primer caso, se descentralizaría teniendo en cuenta la cultura como eje, constructiva, constitutiva y creadora del propósito de alcanzar un auténtico desarrollo humano sostenible territorial -el escenario utópico, el deber ser-; en el segundo caso, se descentralizaría la posibilidad de desarrollo en el subsector cultural, del sector social del desarrollo territorial -el escenario posible, el de lo real”. “Desde el deber ser se descentralizaría la posibilidad de alcanzar más y mejores niveles de auténtico desarrollo territorial conforme la cultura propia del territorio considerado: sus valores, tradiciones, costumbres, mitos, creencias, derechos, deberes, artes y letras. La descentralización cultural tendría como propósito inferior, el anterior; y como superior el que, conforme la(s) cultura(s) presente(s) en el territorio sujeto de la descentralización, se conciba y oriente su desarrollo integral, lo cual implica “cultura” como noción que aglutina, abarca y cobija el desarrollo territorial, es decir, poseedora de características y elementos que abrigan la búsqueda individual y colectiva del desarrollo territorial propio, el endógeno. Ello implica que la descentralización cultural posibilitaría el mejoramiento de los niveles de desarrollo territorial acorde con la noción de cultura propia del territorio considerado y no sólo el mejoramiento en ellos desde la concepción de cultura como parte del sector social del desarrollo territorial. Toda una utopía, sin duda! Más no por ello, imposible! Al menos, deseable!”. “Ubicados en el escenario del ser, es decir, asumiendo cultura como parte del sector social del desarrollo territorial, se descentralizarían valores, costumbres, modos de vida, mitos, creencias, derechos y deberes, artes y letras para contribuir al mejoramiento de los niveles de desarrollo territorial 23 CIDI-OEA (2004). “La cultura como generadora de crecimiento económico, empleo y desarrollo”. En Washington: II Reunión Interamericana de Ministros y Altas Autoridades de Cultura, junio del 2004.

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con dependencia política, administrativa, ni fiscal del centro de poder. En este caso, la descentralización cultural tendría como propósito la identificación de la(s) cultura(s) territorial(es); su recuperación y preservación; su fortalecimiento y defensa; su promoción y transmisión; su utilización para generar bienestar individual y colectivo en el sector social del desarrollo territorial. Lo real, lo posible! Al menos aún, en algunos escenarios democráticos”. “Ambas concepciones y posibilidades sobre descentralización cultural (real y utópica) son válidas, deseables y necesarias a su escala. Sus alcances, sin duda, son diferentes. Los actores y beneficiarios, veremos, son los mismos. Hablar de descentralización cultural desde el es implica que pertenece al sector social del desarrollo y su propósito es contribuir a mejorar los niveles de desarrollo territorial. Así las cosas, se asume descentralización cultural como el proceso de transferencia, de cesión, de traslado de poder -vía descentralización política-, funciones -vía descentralización administrativa- y recursos -vía descentralización fiscal- del centro nacional del poder a la periferia, a los territorios subnacionales (Boisier, 1999a) para contribuir a incrementar o mejorar los actuales niveles de desarrollo cultural, de desarrollo social, en suma, de desarrollo territorial”. “El para qué de la descentralización cultural en escenarios democráticos tiene entonces respuesta directa: contribuir, así sea como parte del sector social, a obtener más y mejores niveles de desarrollo territorial integral; aportar al incremento de la gobernabilidad; garantizar la preservación, la transmisión y la utilidad de la(s) cultura(s); y, entre otras cosas, para sumarse a los esfuerzos por ampliar, expandir y profundizar los procesos democráticos nacionales y territoriales”24. Así, descentralización cultural tiene que ver con procesos democráticos, de desarrollo territorial y cohesión social. Los actores son, a decir, de Gutiérrez, los que dirigen el proceso y los beneficiarios, las poblaciones de los territorios implicados, pero ambos participan tanto en la acción como en el beneficio. Es decir, los actores y beneficiarios serían: “los gobernantes, las empresas privadas, los gremios y fundaciones, los centros de pensamiento, las organizaciones sociales, cívicas, ciudadanas y comunitarias, vinculadas o no con la(s) cultura(s)…..Todos ganan. Juntos podrán enfrentar el presente y el futuro. Ello asigna, de inmediato, tareas esenciales para la gestión cultural territorial a través de la descentralización cultural, con el concurso de los actores y beneficiarios de ella: 1.) incrementar la gobernabilidad democrática; 2.) ampliar el acceso a derechos civiles, políticos y sociales; 3.) formar para decidir juntos sobre lo que afecta individual y colectivamente, a todos. Actores y beneficiarios de la descentralización cultural son los mismos, a diferente escala, en la idea de “construir” juntos el territorio que habitan, conforme el sistema territorial de planeación y el sistema de presupuesto público y privado25”. En este punto, creemos importante mencionar que en el mes de mayo del 2006, se llevó a cabo en Perú un Taller para países Andinos dedicado a la 24 GUTIERREZ, Alberto (2006). “Actores y beneficiarios de la descentralización cultural”. En: Taller de Gestión Cultural para los países andinos. Lima, mayo del 2006. 25 Idem 21. Pag. 13.

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gestión y descentralización cultural, uno de los primeros que han abordado este tema. El Taller, organizado por el Instituto Nacional de Cultural del Perú, la Agencia Española de Cooperación Internacional y la Organización de Estados Iberoamericanos contó con la presencia de expertos académicos y decidores políticos de Bolivia, Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador y España. Luego de tres días de trabajó se plantearon las siguientes conclusiones y propósitos de acción futura:

1. Es necesario revisar las acciones que se viene desarrollando en favor de la descentralización cultural en cada una de las instituciones involucradas en la gestión cultural, ya sea de manera individual o colectiva.

2. Es necesario replantear el proceso de descentralización para que sea desarrollado desde las bases, donde beneficiarios-actores de la descentralización tengan una participación activa.

3. Es necesario estar preparados para el proceso de descentralización cultural, sirviendo como entes articuladores de la participación de los demás actores del proceso, siendo esta una tarea fundamental del sector público y de las instituciones de gobierno.

4. Es necesario delimitar claramente los territorios de manera que se facilite la identificación de las necesidades propias de cada proceso, involucrando a todos los actores-beneficiarios y haciéndolos entender en sus propios términos los beneficios del desarrollo cultural para sus actividades así como para sus responsabilidades.

5. Es importante que el sector cultural esté de manera ligado estrechamente con los procesos educativos, sociales y económicos de cada territorio.

El documento también plantea que la descentralización cultural en los países andinos sólo será posible si:

a) No se convierte en otro estribillo del discurso gubernamental. b) Se incrementan los esfuerzos para hacer más sólidas y fuertes las institucionalidades públicas y privadas para el cumplimiento de sus funciones, incluyendo la responsabilidad social asociada con la descentralización cultural. c) Se acuerdan y ponen en vigencia políticas públicas de Estado y no de gobierno en materia de descentralización cultural. d) Se adelantan procesos de planeación participativa del desarrollo territorial que consideren lo cultural, en lo corto, mediano y largo plazo. e) Se le asocia a la democratización del territorio, a la lucha contra la pobreza, la inequidad y la injusticia. El documento continúa afirmando que si bien, la descentralización no lo resuelve todo, debemos continuar construyéndola y fortaleciéndola. Nos queda el reto de conocernos más y mejor para actuar desde los escenarios nacionales y andinos, con el propósito de transformar positivamente nuestras propias realidades y la realidad andina en materia cultural. Lo que supone:

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a) Documentar experiencias de descentralización cultural en cada país andino, integrando equipos de sistematización de experiencias. b) Efectuar un balance sobre la descentralización cultural en cada país andino, de corte evaluativo y con apoyo de técnicas y metodologías de investigación aplicadas. Las Universidades, la institucionalidad pública, la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), juegan allí un papel clave. c) Adelantar proyectos de investigación básica y aplicada sobre descentralización cultural en los países. En este punto la Comunidad Andina de Naciones (CAN) es fundamental a fin de consolidar y ampliar el conocimiento de la materia. d) Comparar evaluativo y analíticamente las estructuras institucionales y la normatividad existente en materia de gestión y descentralización cultural, lo que se hace indispensable para ampliar fronteras y posibilidades en la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Ello es posible a través de estudios comparados e históricos. Finalmente, el documento planteó la necesidad de que los participantes del Taller de Lima, convoquen a la realización de talleres similares en cada uno de los espacios que representan, a fin de replicar los esfuerzos desarrollados y difundir las experiencias aprendidas.

8. Interculturalidad, diversidad y prácticas de la diferencia Si bien desde hace unos 20 años, la “diversidad cultural” es un término muy mentado, debatido y utilizado en foros académicos y ha iniciado su proceso de ser incluido en el diseño de políticas públicas, es un hecho que aún persisten –y algunos pesimistas podrían decir que por el contrario, se incrementan-, prácticas de exclusión social y de dominación de unas culturas sobre otras. La necesidad de preservar la diversidad cultural pasa por salvaguardar la variedad de prácticas culturales de poblaciones culturalmente distintas. Los antropólogos hacen numerosos esfuerzos por que su discurso finalmente cale hondo: los Estados deben asumir la enorme responsabilidad de proteger su diversidad cultural en tanto los procesos de globalización cultural le otorgan ventajas a culturas dominantes, en tanto tienen mayores canales de difusión de sus contenidos. La globalización cultural también debe asegurar la difusión de otros contenidos y para eso, los Estados deben resolver las imperfecciones de los mercados culturales y fortalecer sus industrias culturales, entre otras tareas. Pero el problema no solo reside en las mayores posibilidades de difusión, sino también en la demanda de esos contenidos culturales: muchas culturas dejan la suya, abandonan sus prácticas por adoptar otra que asumen como “mejor” o “superior”. La “asimilacionismo” es una forma de “occidentalizarse” es decir, de adoptar la cultura de la cultura que nos domina hoy en el mundo. La “fusión cultural” es un término muy similar y que es lo que se está dando los países latinoamericanos en relación a los Estados Unidos. En todo caso, ambos términos implican una “pérdida de cultura”. Estos dos términos se diferencian

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del “pluralismo cultural” en tanto éste último busca la unidad dentro de la diversidad y hace referencia a dos principios: la igualdad de derechos y el respeto a las diferencias. El “multiculturalismo”, concepto similar al anterior, ha tenido gran injerencia en las políticas públicas de países europeos y Norteamérica, y apuesta por difundir el respeto a las culturas, reformar las escuelas, luchar contra el racismo y la discriminación, Este concepto tiene sus críticos en tanto podría llevar a límites extremos las diferencias o terminar “culturizando” las desigualdades. 26

La interculturalidad también está cercana al pluralismo cultural. Algunos dicen que ha tomado fuerza pues ha intentado superar las imperfecciones del multiculturalismo. Además de abordar la igualdad de derechos y el respeto a la diferencia, no ha olvidado la intensa interacción que se genera entre las culturas: “La interculturalidad tiene en cuenta no sólo las diferencias entre personas y grupos sino también las convergencias entre ellos, los vínculos que unen, la aceptación de los derechos humanos cuando éste es el caso, los valores compartidos, las normas de convivencia ya legitimadas y aceptadas, las instituciones comúnmente utilizadas aunque requieran adaptación y mejora, los intereses comunes en desarrollo local, la identidad nacional en algunos casos, y otros puntos en común”27.

En el proyecto Q’anil B, desarrollado por el PNUD en Guatemala, se mencionan algunos considerandos que intentan diferenciar los términos antes mencionados y asumir la interculturalidad como aquel concepto que será asumido y guiará dicho proyecto:

“Primero, que la conceptualización de interculturalidad se enmarca dentro del pluralismo cultural, como modelo válido e internacionalmente reconocido en los países democráticos para abordar y gestionar la diversidad cultural.

Segundo, que respecto al multiculturalismo sus limitaciones son innegables. Es insuficiente para la construcción de la nueva unidad nacional que figura en los Acuerdos de Paz, debido a que tiende a llevar a límites extremos las diferencias e ignorar las convergencias. El multiculturalismo tiende en la práctica a abordar no la convivencia sino la coexistencia y puede ser fácilmente manipulado ideológica y políticamente por las elites de las culturas dominantes y dominadas. La insuficiencia del multiculturalismo queda de manifiesto al contemplar algunos de los desafíos que entraña la agenda de la paz en Guatemala. Los compromisos derivados de los Acuerdos de Paz exigen "esfuerzos de concertación y coordinación multisectorial e interinstitucional"; para la tarea de la adecuación institucional se precisan "instituciones cualitativamente diferentes"; para impulsar una "agenda común de desarrollo"; para trabajar por los derechos específicos en función del grupo, pero en el marco de la unidad nacional, una unidad no impuesta sino voluntaria y deseada.

Tercero, que la interculturalidad es necesaria en la actual coyuntura de Guatemala porque el proceso de construcción nacional que implica la Agenda de la Paz, requiere de una intensa y continuada participación activa y conjunta 26 PNUD (1999). Guía sobre interculturalidad. Fundamentos conceptuales. I parte. Guatemala: PNUD. 26 pp. 27 Idem 23. pag. 10.

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de todos los actores sociales, económicos e institucionales presentes en la sociedad guatemalteca (sociedad civil y Estado). Dichos actores tienen trayectorias históricas y conjuntos culturales muy diferenciados (identidades, idiomas, organización social, normativas, cosmovisiones), lo que presenta desafíos múltiples de cara a la obligada y compleja interacción de dichos actores en el proceso de construcción del Estado-Nación. Entre esos retos podemos destacar los siguientes: reconocimiento del Otro como interlocutor en igualdad, conocimiento de las otras culturas, valoración de la diversidad sociocultural de la nación, superación de desconfianzas, temores, prejuicios y estereotipos, realización del aprendizaje mutuo, establecimiento de comunicación efectiva en el diálogo y el debate, trabajo conjunto y efectivo en la elaboración y negociación de propuestas y políticas, etc.

Cuarto, que a pesar de las grandes dificultades para potenciar desde ya la interculturalidad (desigualdad existente, desconfianza, etc.), este planteamiento es viable hoy día en Guatemala siempre que se acierte en su definición y en su implementación, explicándose nítidamente y no como una solución general. Aunque "los pueblos indígenas han sido particularmente sometidos a niveles de discriminación de hecho, explotación e injusticia por su origen, cultural y lengua", tal y como se indica en los considerandos del Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, no hay que olvidar los aspectos también existentes de influencia mutua positiva y de convivencia entre los pueblos de Guatemala a lo largo de su historia y la presencia actual de algunos espacios de respeto y colaboración.

Quinto, que su formulación debe tener en cuenta el contexto de discriminación étnica secular, de fuerte desigualdad socioeconómica y de participación política y distribución del poder muy desigual entre ladinos e indígenas, contexto en el cual, desde la cultura dominante puede entenderse y utilizarse la interculturalidad como mero "culturalismo" o principio genérico de buena voluntad, en cuyo caso se desvirtuaría y se haría imposible de llevar a cabo. Desde las culturas dominadas puede verse como una forma más sofisticada de asimilación o integracionismo, existiendo por lo tanto un considerable recelo en determinados líderes y organizaciones.

Sexto, que la necesidad actual de la interculturalidad es muy aguda debido a que la sociedad guatemalteca está en un proceso de transición, algunas de cuyas características más sobresalientes son el predominio del pacto social y político que posibilite y conduzca a buen puerto esa transición, la existencia de una agenda política muy abierta y con numerosos e importantes puntos simultáneos, el desafío central de perfilar un proyecto válido y consensuado de reconfiguración del Estado-Nación”28.

Así, el Proyecto decide entender la interculturalidad como: un planteamiento pluralista sobre las relaciones humanas que debería haber entre actores culturalmente diferenciados en el contexto del Estado democrático y participativo y de la Nación pluricultural, multilingüe y multiétnica; la promoción sistemática y gradual, desde el Estado y desde la sociedad civil, de espacios y procesos de interacción positiva que vayan abriendo y generalizando relaciones de confianza, reconocimiento mutuo, comunicación efectiva,

28 Idem 23. pag. 13 y 14.

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diálogo y debate, aprendizaje e intercambio, regulación pacifica del conflicto, cooperación y convivencia; sobre la base de tres principios:

- El principio de ciudadanía, que implica el reconocimiento pleno y la búsqueda constante de igualdad real y efectiva de derechos, responsabilidades, oportunidades, así como la lucha permanente contra el racismo y la discriminación;

- El principio del derecho a la diferencia, que conlleva el respeto a la identidad y derechos de cada uno de los pueblos, grupos étnicos y expresiones socioculturales de Guatemala; y

- El principio de unidad en la diversidad, concretado en la unidad nacional, no impuesta sino construida por todos y asumida voluntariamente”29.

La interculturalidad juega entonces un papel importante en los proyectos de desarrollo. Debe ser considerada una meta a conseguir, pero también, proponen los autores del Proyecto Q’anil B, debe ser considerada como instrumento, “es objetivo y es plan de acción”. La interculturalidad ayuda además a consolidar las democracias y construir las naciones. Por otro lado, exige condiciones de mayor igualdad para ser efectiva, mayor equidad y reconocimiento, armonía y convivencia social. Todos estos procesos deben darse, en lo posible, de manera paralela y en sujetos culturalmente diferenciados. Es decir, para que se de la interculturalidad, debe haber: heterogeneidad al interior de las culturas y un carácter cambiante, en tanto no hablamos de culturas estáticas y menos aún, homogéneas.

Según los autores del mencionado proyecto, las relaciones de interculturalidad deben tener las siguientes características: confianza, reconocimiento mutuo, comunicación efectiva, diálogo y debate, aprendizaje mutuo, intercambio, regulación pacifica del conflicto, cooperación y convivencia. Todas ellas no son solo el reto que los antropólogos debe alcanzar y seguir estudiando y debatiendo, sino también y sobretodo, los gobiernos que deben incluirlas como prioridades dentro de las agendas públicas.

9. Hacia una política cultural orientada al desarrollo

En este tema, enorme es la influencia que ejerce la UNESCO en base a los contenidos desarrollado en la Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Culturales para el Desarrollo, realizada en Estocolmo del 30 de marzo al 2 de abril de 1998. Dicha conferencia sostiene que:

“1. Reafirmando los principios fundamentales de la Declaración Final adoptada por la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales que tuvo lugar en México el 6 de agosto de 1982 llamada la "Declaración de México sobre las Políticas Culturales", en la que se destaca que "en su sentido más amplio, la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes 29 Idem 23. Pag. 15.

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y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias",

2. Recordando que el Decenio Mundial para el Desarrollo Cultural destacó la importancia de reconocer la dimensión cultural en el desarrollo, afirmando e intensificando las identidades culturales, ampliando la participación en la vida cultural, promoviendo la cooperación cultural internacional,

3. Conscientes de los esfuerzos que se necesitan para encarar los desafíos inherentes al desarrollo cultural y la preservación de la diversidad cultural, tal como está expresado en el Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo "Nuestra Diversidad Creativa",

4. Haciendo hincapié en la necesidad de tener en cuenta simultáneamente los valores universales y el reconocimiento de las diversidades culturales, los esfuerzos nacionales destinados a armonizar las políticas culturales nacionales y la necesidad de preservar el pluralismo de las iniciativas culturales populares a fin de fomentar el entendimiento y la comprensión mutua, así como también el respeto y la consideración entre los individuos y entre las naciones ante los riesgos de discordias y conflictos,

5. Reconociendo que en un marco democrático la sociedad civil irá adquiriendo progresivamente una importancia en el campo cultural,

6. Considerando que una de las funciones de las políticas culturales es garantizar que exista espacio suficiente para que las fuerzas creadoras progresen en todas partes,

7. Teniendo en cuenta los acelerados procesos de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales y las crecientes diferencias existentes a nivel nacional e internacional así como de la importancia del respeto por el derecho de autor y de la propiedad intelectual ante los riesgos y desafíos creados por la promoción de las industrias culturales y los intercambios comerciales de productos culturales,

8. Considerando que tanto las actividades de la UNESCO como las políticas de desarrollo de los Estados Miembros debieran tener en cuenta el papel de los factores culturales,

9. Tomando nota de la declaración de la Reunión de Ministros de Cultura del Movimiento de Países No Alineados que tuvo lugar en Medellín, Colombia, del 3 al 5 de septiembre de 1997 y de las Conclusiones de la Consultación Panafricana sobre las Políticas Culturales (Lomé, TOGO) del 10 al 13 de febrero de 1998, de la reunión de la ALECSO que tuvo lugar en Túnez en febrero de 1998, del informe titulado "La cultura en el corazón" editado bajo auspicio del Consejo de Europa y asimismo de la Carta "Pro-Cultura" de Tesalónica (junio de 1997) que formula las prioridades de la sociedad moderna sobre la cultura y la cohesión social,

Se reconocen los siguientes principios:

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1. el desarrollo sostenible y el auge de la cultura dependen mutuamente entre sí;

2. uno de los fines principales del desarrollo humano es la prosperidad social y cultural del individuo;

3. dado que el acceso y la participación en la vida cultural, son un derecho inherente de las personas de toda comunidad, los Gobiernos están obligados a crear las condiciones necesarias para el pleno goce de este derecho de conformidad con el Artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos;

4. la finalidad principal de las políticas culturales es fijar los objetivos, crear las estructuras y obtener los recursos adecuados para crear un medio humano favorable;

5. el diálogo entre las culturas se presenta como uno de los principales desafíos culturales y políticos del mundo actual; constituye una condición indispensable para la coexistencia pacífica;

6. la creatividad cultural es la fuente de progreso humano y de diversidad cultural; al ser un tesoro de la humanidad resulta esencial para el desarrollo;

7. las tendencias que emergen en la actualidad, sobre todo la globalización, vincula más aún a las culturas y enriquece la interacción entre ellas pero podría igualmente ser contraproducente a nuestra diversidad creativa y pluralismo cultural; por eso convierten el respeto mutuo en un imperativo aún mayor;

8. la armonía entre la cultura y el desarrollo, el respeto por las identidades culturales, la tolerancia por las diferencias culturales en un marco de valores democráticos pluralistas, de equidad socioeconómica y de respeto por la unidad territorial y por la soberanía nacional, son algunos de los requisitos necesarios para una paz duradera y justa;

9. la aceptación de la diversidad cultural contribuye a identificar y consolidar los lazos entre las comunidades que están arraigadas en valores que pueden ser compartidos por los diferentes componentes socioeconómicos de la sociedad nacional;

10. la creatividad en las sociedades favorece la creación, que es un compromiso individual por excelencia. Este compromiso es esencial para constituir nuestro patrimonio futuro. Es importante conservar y favorecer las condiciones de esta creación y en especial la libertad del artista-creador en el seno de toda colectividad;

11. la defensa de las culturas locales y regionales amenazadas por las culturas de difusión mundial no debe transformar a las culturas afectadas en reliquias despojadas de su propio dinamismo y desarrollo;

12. por ello debemos facultar a cada individuo y a cada comunidad para aprovechar su creatividad y para que encuentren y consoliden maneras de

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convivir con otros, facilitando un desarrollo humano auténtico y la transición hacia una cultura de paz y de no-violencia.

La Conferencia afirma que, por consiguiente:

1. la política cultural, siendo uno de los principales componentes de una política de desarrollo endógena y duradera, debe ser implementada en coordinación con otras áreas de la sociedad en un enfoque integrado. Toda política para el desarrollo debe ser profundamente sensible a la cultura misma;

2. el diálogo entre las culturas debe constituir una meta fundamental de las políticas culturales y de las instituciones que las representan a nivel nacional e internacional, la libertad de expresión universal es indispensable para esta interacción y su participación efectiva en la vida cultural;

3. las políticas culturales para el próximo siglo han de ser previsoras y responder tanto a los problemas persistentes como a las nuevas necesidades;

4. el surgimiento de la sociedad de información y el dominio general de las técnicas de información y comunicación constituyen una importante dimensión de la política cultural;

5. las políticas culturales han de promover la creatividad en todas sus formas, facilitando la accesibilidad a las prácticas y experiencias culturales para todos los ciudadanos, sin distinción de nacionalidad, raza, sexo, edad, incapacidad física o mental, enriquecer el sentimiento de identidad y plena participación de cada individuo y cada comunidad, y apoyarles en su búsqueda de un futuro digno y seguro;

6. las políticas culturales han de estar destinadas a crear un concepto de la nación como comunidad con múltiples facetas en el marco de la unidad nacional, fundada en valores que pueden ser compartidos por todos los hombres y mujeres, y que da acceso, espacio y derecho a la palabra a todos sus componentes;

7. las políticas culturales también deberán estar dirigidas a mejorar la integración social y la calidad de vida de todos los miembros de la sociedad sin discriminación;

8. las políticas culturales han de respetar la igualdad entre los sexos, reconocer plenamente los derechos de la mujer en iguales términos que los de los hombres, su libertad de expresión, garantizando el acceso de mujeres a puestos de responsabilidad;

9. el gobierno y la sociedad civil deben aspirar a lograr una asociación más estrecha para la elaboración y puesta en práctica de políticas culturales que estén integradas en las estrategias del desarrollo;

10. como nos encontramos en un mundo caracterizado por una interdependencia creciente, la renovación de las políticas culturales ha de concebirse simultáneamente en los planos local, nacional, regional y mundial;

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11. los países deberán colaborar para crear un mundo de comunicación, información y comprensión intercultural, en el que la diversidad de los valores culturales, de ética y de las conductas sea un factor de una verdadera cultura de paz;

12. las políticas culturales deben buscar en forma particular la manera de fomentar y fortalecer los métodos y modos de ofrecer mayor acceso de todas las capas de la población a la cultura, de luchar contra la exclusión, la marginación y asimismo de elaborar todos los procesos que favorezcan la democratización cultural;

13. las políticas culturales deben reconocer la contribución esencial aportada por los creadores para mejorar la calidad de vida, promover la identidad y fomentar el desarrollo cultural de la sociedad;

14. las políticas culturales deben tener en cuenta el conjunto de elementos que determinan la vida cultural: la creación, la conservación y la difusión del patrimonio cultural. Se debe hallar un equilibrio entre estos factores a fin de poder implementar una política cultural eficaz, observando siempre que la promoción, la difusión y la accesibilidad a la cultura resulta imposible si no se garantiza que la dinámica de la creatividad está protegida por una eficiente protección legislativa”30.

En el marco de la Conferencia de UNESCO también se elaboran cinco objetivos políticos que fueron recomendados a los Estados y que aparecen en el Informe final:

“OBJETIVO 1: Hacer de la política cultural un componente central de la política de desarrollo: 1. Diseñar y definir políticas culturales o revisar las políticas existentes, para que sean un componente esencial de un desarrollo endógeno y sostenible. 2. Promover para este fin la integración de políticas culturales en políticas de desarrollo, en particular en lo que respecta a su interacción con políticas sociales y económicas. 3. Contribuir a la elaboración por la UNESCO de pautas para el desarrollo de una agenda de investigación con respecto a cultura y desarrollo. 4. Tener y poner en práctica una visión amplia de la política cultural nacional de acuerdo con las condiciones actuales de cada país, y tratar de animar la participación de la sociedad civil, incluso los medios de comunicación. 5. Asegurar la participación plena de los creadores y sus organizaciones profesionales en la realización de esta nueva visión. 6. Animar el desarrollo y perfeccionamiento de procesos conducentes a una coordinación intersectorial de políticas culturales. 7. Cooperar en los planos internacional y regional para facilitar la participación en actividades culturales para enfrentarse con los desafíos de la urbanización, de la mundialización y convergencia tecnológica. 8. Promover actividades diseñadas para incrementar la conciencia del pueblo y los organismos que toman decisiones de la importancia de tomar en cuenta los factores culturales en el proceso de un desarrollo duradero.

30 http://www.unesco.org/culture/laws/stockholm/html_sp/actionpl1.shtml#principios

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9. Promover el intercambio y diálogo entre individuos, la sociedad y países, sobre la base de valores compartidos. 10. Desplegar esfuerzos para lograr, donde sea necesario en cooperación con UNESCO, que se reconozca la dimensión cultural en la próxima Estrategia Internacional de Desarrollo, y promover el debate sobre dicho objetivo tanto en el Consejo Económico y Social (ECOSOC) como en la Asamblea General de las Naciones Unidas. OBJETIVO 2: Promover la creatividad y la participación en la vida cultural. 1. Continuar tratando a los distintos sectores del país con idéntico respeto y

brindarles las mismas oportunidades de realizarse plenamente; dar especial importancia a las iniciativas locales que reflejen la diversidad de los perfiles culturales.

2. Asegurar, dentro del marco de políticas culturales y políticas urbanas culturales, el desarrollo de una vida cultural local, creativa y participatoria y un manejo pluralista de distintas áreas.

3. Promover el conocimiento y la comprensión de la diversidad cultural y lingüística, fortaleciendo el contenido cultural en la educación formal y no formal, en particular incitando el aprendizaje de uno o más idiomas extranjeros.

4. Promover nuevos lazos entre la cultura y el sistema educativo, lo cual hace posible reconocer plenamente la cultura y el arte como una dimensión fundamental de la educación de cada uno, desarrollar la educación artística y estimular la creatividad en programas de educación en todos los niveles. 5. Reconocer la necesidad de poner atención especial en la ejecución de instrumentos internacionales existentes sobre los derechos humanos, tal y como la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y la Declaración y Programa de Acción de Viena y hacer un inventario de los derechos culturales avalorando instrumentos existentes relacionados con derechos culturales. 6. Nuevas políticas culturales, programas, instituciones y proyectos con el objetivo de asegurar la plena participación en términos iguales para todos los individuos de la sociedad. 7. Poner más atención al papel de la cultura en procesos de transformación social. 8. Reconocer los logros de las mujeres en el plano cultural y de desarrollo y asegurar su participación en el formulario y la ejecución de políticas culturales en todos los niveles. 9. Revisar todas sus políticas culturales, programas e instituciones con el fin de asegurar que las necesidades de grupos vulnerables, especialmente los derechos de los niños, son respetados, así como los derechos de aquéllos con necesidades especiales en cuanto a educación y cultura, tomando en cuenta las necesidades y aspiraciones de los jóvenes, cuyas nuevas manifestaciones culturales deberán ser apoyadas especialmente, así como los ancianos, los cuales con demasiada frecuencia son apartados de la vida cultural. 10. Destinar los recursos convenientes para la educación, investigación cultural e información que sean necesarios para el concepto y ejecución de las políticas culturales. OBJETIVO 3: Reestructurar las políticas y las prácticas a fin de conservar y acentuar la importancia del patrimonio tangible e intangible, mueble e inmueble y promover las industrias culturales

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1. Renovar y fortalecer el compromiso de los Estados Miembros de aplicar los convenios y recomendaciones de la UNESCO referentes a la conservación del patrimonio tangible e intangible, a la protección de la cultura tradicional y popular, a la condición del artista y otros temas conexos. 2. Fortalecer la eficiencia en el sector cultural mediante programas de formación para especialistas nacionales, administradores y directivos culturales, y garantizar la igualdad de oportunidades para la mujer en dichos ámbitos. 3. Renovar la definición tradicional de patrimonio, el cual hoy tiene que ser entendido como todos los elementos naturales y culturales, tangibles e intangibles, que son heredados o creados recientemente. Mediante estos elementos, grupos sociales reconocen su identidad y se someten a pasarla a las generaciones futuras de una manera mejor y enriquecida. 4. Reconocer la aparición de nuevas categorías en el área de patrimonio cultural, tal y como el paisaje cultural, el patrimonio industrial y el turismo cultural. 5. Fortalecer el estudio, el inventario, el registro y la catalogación del patrimonio, incluida la tradición oral, para posibilitar el diseño de instrumentos adecuados y eficaces para la ejecución de políticas de conservación tradicionales y científicas al mismo tiempo. 6. Fomentar por todos los medios jurídicos y diplomáticos la restitución y la devolución de los bienes culturales a su país de origen. 7. Incluir y asegurar la protección de edificios, sitios, conjuntos y paisajes de valor cultural en planos urbanos y regionales de desarrollo, programas y políticas. 8. Lograr una participación directa de los ciudadanos y las comunidades locales en los programas de conservación del patrimonio y establecer una lista de las mejores prácticas para las políticas de patrimonio. 9. Asegurar que el turismo guarde respeto hacia las culturas y el medio ambiente y velar por que los ingresos generados por el turismo se utilicen para conservar de modo equitativo los recursos del patrimonio y para fortalecer el desarrollo cultural. 10. Dar prioridad a la creación de una red a nivel nacional, regional e internacional, incluyendo artistas y administradores de proyectos y facilidades culturales, con el fin de mejorar el acceso a la cultura en términos tanto cuantitativos como cualitativos. 11. Apoyar artistas, diseñadores y artesanos clarificando, protegiendo y mejorando los derechos de creadores y consolidando estos derechos en relación con el mercado, tanto localmente como mundialmente, protegiendo contra abusos comerciales. 12. Difundir la idea de que los bienes y los servicios culturales han de gozar de un reconocimiento pleno y no deben ser tratados como una mercancía más. 13. Intensificar la cooperación cultural entre el gobierno, por un lado, y las empresas y las demás organizaciones de la sociedad civil, por otro, poniendo a disposición de estas últimas marcos reguladores apropiados. 14. Impedir el tráfico ilícito de bienes culturales en el plano mundial y, especialmente, la adquisición por parte de los museos y los coleccionistas privados de objetos cuyo origen está sin determinar. OBJETIVO 4: Promover la diversidad cultural y lingüística dentro de y para la sociedad de información.

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1. Crear redes de comunicación, incluso de radiodifusión, televisión y tecnologías de la información, capaces de satisfacer las necesidades culturales y educacionales del público, alentar el compromiso de la radio, televisión, prensa y otros medios de comunicación por los asuntos relacionados al desarrollo cultural tales como la promoción de las culturas y lenguas locales, regionales y nacionales, comprendidas las lenguas en peligro, la exploración y la conservación del patrimonio nacional y la promoción de la diversidad de las tradiciones culturales y de las identidades culturales nacionales e indígenas, garantizando la independencia editorial de los medios públicos de comunicación. 2. Considerar la posibilidad de proveer servicios de radio y televisión, y disponer el espacio recibido para los servicios para grupos de comunidades, lingüísticos y otros grupos minoritarios, sobre todo a nivel local y a fin de fomentar la no violencia. 3. Adoptar o fortalecer los esfuerzos nacionales que fomenten el pluralismo en los medios de comunicación y la libertad de expresión. 4. Tomar medidas encaminadas a promover la educación elemental, el aprendizaje y la educación relativa a las nuevas tecnologías de los medios de comunicación, y evitar la violencia y la intolerancia, contribuyendo, entre otras cosas a la labor de los centros o instituciones especializados en información sobre los niños y la violencia en la pantalla. 5. Promover el desarrollo y el uso de las nuevas tecnologías y de los nuevos servicios de comunicación e información, destacando la importancia de la accesibilidad a los servicios y vías de información a precios razonables, de un uso equitativo de las lenguas y alentar el uso de las nuevas tecnologías en los servicios públicos. 6. Promover asimismo la formación y la educación poniendo énfasis en el dominio y el uso creativo de las nuevas tecnologías de la información para las generaciones futuras en calidad de utilizadoras y productoras de mensajes y contenido, dándole prioridad a la educación en valores cívicos y asimismo a la formación de profesores en las nuevas tecnologías. 7. Elaborar políticas para la conservación y el desarrollo de los archivos, de los museos, de las bibliotecas y de otras informaciones generadas y/o reunidas por las instituciones gubernamentales y no gubernamentales, de ser posible a través de la numerización, estableciendo mecanismos que faciliten el acceso a este contenido, comprendida la promoción de dichas instituciones como centros de información, formación y educación a lo largo de toda la vida. 8. Fomentar el conocimiento del patrimonio cultural y natural mediante los medios virtuales que permiten las nuevas tecnologías. 9. Reconocer el significado de las nuevas tecnologías de la información para el arte y para las personas creativas al igual que el papel clave que tiene la creación artística en los esfuerzos para construir la sociedad de información. 10. Cooperar en los campos de los medios audiovisuales, especialmente en la coproducción, la práctica, el desarrollo y la distribución. 11. Alentar la cooperación cultural, sobre todo a través de proyectos conjuntos en el campo de las industrias culturales (producción, inversiones y comercialización). 12. Alentar las investigaciones en materia de relaciones entre la cultura y su difusión en los medios de radio y prensa por medio de nuevos sistemas de comunicación y apoyar los esfuerzos de coordinación, y posible armonización,

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de los métodos de medición y evaluación de la representación cultural en los medios de comunicación. OBJETIVO 5: Poner más recursos humanos y financieros a disposición del desarrollo cultural 1. Tratar de mantener o incrementar las inversiones a nivel nacional para el desarrollo cultural y destinar, cuando fuere conveniente, cierto porcentaje del presupuesto estatal a este fin, que corresponda con los objetivos, prioridades y planes generales para el desarrollo. 2. Invitar a las autoridades locales a que destinen más fondos para las actividades culturales y alentarlas a que fortalezcan su papel en el campo del desarrollo cultural. 3. Concebir y desarrollar alivios fiscales para las actividades culturales con el fin de promover el apoyo del sector empresarial al desarrollo cultural y elaborar mecanismos que generen ingresos como fondos públicos o proyectos para las instituciones culturales y el sector turístico y deportivo. 4. Considerar todas las medidas adecuadas para garantizar que las políticas del Gobierno tomen en cuenta el efecto o efecto secundario sobre el desarrollo del proceso cultural de otro país. 5. Invitar a los fondos y programas de las Naciones Unidas, sobre todo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, a las instituciones financieras especializadas y a los organismos financieros nacionales y regionales a que incrementen la asistencia financiera dada a los proyectos para el desarrollo que tengan un componente cultural de importancia”31.

10. Cultura, desarrollo y territorio

En este acápite es imprescindible que abordemos las relaciones que se establecen entre el ordenamiento territorial, la política económica y la política cultural como bases para un desarrollo local. Entendemos por ordenamiento territorial a aquella coordinación e integración de políticas sectoriales con la disponibilidad del territorio, teniendo en cuenta, condicionantes superpuestos como el medio ambiente y el patrimonio cultural. El patrimonio cultural es un elemento dinamizador e incentivador para “hacer ciudad”, por lo que se debe conservar pero también proyectar al exterior. Con este último punto no solo nos referimos a los procesos de divulgación o de dar a conocer para, junto con esto, fomentar cierto turismo cultural que en este momento está en boga. También aludimos a generar procesos de creación de riqueza, impulsar la economía y generar empleo. Existen una serie de proyectos y experiencias de regeneración urbana, económica y social, que ha logrado interiorizar procesos culturales más allá de lo que pueda ser exclusivamente la concepción de la cultura de los organismos oficiales, como contenedores de una determinada actividad cultural. Estos proyectos han incluido el cuidado y utilización de plazas públicas como espacios culturales y los preexistentes (cascos históricos). Como proyectos dignos de ser mencionados aparece el Proyecto Cities, el proyecto de la Industria Cultural en Sydney, el de Bilbao, Philadelfia, Glasgow y Barcelona (específicamente del el Barrio del Raval, entre otros. En este tipo

31 http://www.unesco.org/culture/laws/stockholm/html_sp/113935so.pdf

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de proyectos encontramos un componente ligado a la generación de una nueva economía; otro ligado a los aspectos culturales que actúan como incentivadores y como desarrollo de la zona, y un tercero, ligado al provecho de entornos naturales privilegiados para crear un nuevo espacio, más urbano, más amable, relacionado o no con la industria cultural y convertirlos en un elemento motor para la transformación y desarrollo de nuestras localidades32. La cultura es entendida hoy como generadora de desarrollo, en tanto puede hacer crecer la economía, el empleo y mejorar la calidad de vida, no solo en los países sino en determinados territorios. En este punto, el turismo cultural bien gestionado y con políticas claras, puede aportar en territorios alejados, empobrecidos y con pocas posibilidades de optar por el camino del desarrollo. Es decir, la rehabilitación del patrimonio cultural es una inversión que suele ser recuperada, además de otorgar mayor atractivo a las ciudades. La cultura ya ha superado su papel tradicional de ocupar el tiempo de ocio de los ciudadanos. En ese sentido Greffe afirma que “la cultura crea valores estéticos a través de las exposiciones de obras de arte, la edición de libros, la producción de películas….genera valores de actividad que se corresponden con empleos directos….genera efectos de desarrollo económico, más allá incluso de las actividades tradicionales…..la cultura tiene efectos de integración social…..la cultura puede mejorar las condiciones de vida, la imagen de marca y la comunicación de un territorio”33. Así como en Latinoamérica muchas comunidades centran sus esperanzas en el turismo, en Europa ha habido muchas que centraron sus esperanzas en la cultura. De todas formas, ambas esperanzas están relacionadas: el patrimonio cultural es a veces el único atractivo que puede generar turismo. Hay algunas que han sido más innovadoras: sus activos artísticos –desde colecciones de arte hasta arte callejero- son los que les puede generar desarrollo económico y social. En ese sentido, la manera cómo se han distribuido y concentrado las actividades y empleos culturales en los territorios permite hablar de “distritos culturales”, como en antaño se hizo de los “distritos industriales”. Por ejemplo, el empleo cultural, a decir de Greffe se “territorializa”. “Las actividades y los artistas tienden a agruparse alrededor de los mercados del espectáculo o del patrimonio…por el contrario, otros consideran que el empleo cultural se verá cada vez menos limitado por los datos territoriales, gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías”. Así, “la reagrupación geográfica de empresas dedicadas a una actividad de creación da lugar a una atmósfera de intercambio de ideas, de circulación de competencias, de superación de retos comunes; una atmósfera que proporciona al territorio implicado una capacidad productiva y de adaptación excepcional”. De esta manera nacen los “distritos culturales – industriales” cuyo ejemplo más ilustrativo es Hollywood, que se convierte en mercado de trabajo para

32 IZETA, Juan Ignacio (2001). “Ordenación del territorio, política económica y política cultural: bases para el desarrollo local”. En: Cultura, Desarrollo y Territorio. Vitoria-Gasteisz: Xabide, Gestión Cultural y Comunicación. Pp. 42. 33 GREFFE, Xavier (2001). “El papel de la cultura en el desarrollo territorial”. En: Cultura, Desarrollo y Territorio. Vitoria-Gasteisz: Xabide, Gestión Cultural y Comunicación. Pp. 151-152.

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numerosos artistas, técnicos y gestores, que a su vez le facilitan el trabajo y a los empresarios y productores. De igual forma, Greffe habla de los “distritos multimedia”, relacionados al mundo de la informática. Al lado opuesto de estos grandes distritos, uno se encuentra con otros barrios más pequeños que alrededor de la artesanía o de un rubro específico de la artesanía, generan crecimiento a menor escala. Un buen ejemplo de ello puede ser el Barrio San Blas en Cusco, Perú. Hay otros distritos generados más de forma artificial y no como consecuencia de la aparición gradual de variables culturales como hemos visto líneas arriba. Esto es más común en Europa, barrios del Reino Unido o de Irlanda. También existen los distritos ligados a la denominación de origen de un producto específico: Tequila en México o Pisco en Perú. Finalmente, también aparecen los distritos en los que la puesta en valor del patrimonio cultural o la construcción de museos genera desarrollo y no solo por el turismo que son capaces de atraer: los centros históricos, los museos-marca, y las ciudades del patrimonio son ejemplo de ello. En todos los casos, las ciudades son y deben ser sinónimos de creatividad. Que algunas ciudades hayan convertido a la cultura en incentivo para el desarrollo puede responder, en algunos casos, a simples reflejos como consecuencia del declive de los sectores industriales y que se han visto obligados a echar mano de sus recursos patrimoniales. Es clave en este punto, que la utilización de recursos patrimoniales para el desarrollo de las ciudades no generen más desigualdad, sino que por el contrario, se conviertan en integradores sociales, en tanto equidad y en relación a la inmigración. A decir de Greffe, la cultura contribuye a los nuevos retos urbanos en tanto “las actividades culturales refuerzan la capacidad de creatividad de la ciudad, produciendo permanentemente referencias y representaciones que amplían las percepciones existentes….las actividades culturales refuerzan la identidad de la ciudad, ayudando a los individuos a situarse unos y otros….las actividades culturales mejoran el marco de vida, rehabilitando monumentos o construyendo edificios nuevos”34. Agregamos, como punto final, que es necesario que las actividades culturales reflejen las prácticas culturales de toda la sociedad; que se establezca el diálogo para que los agentes involucrados –ejemplo, turismo y cultura- no se vean enfrentados sino caminando hacia la misma meta; y que el sector económico no termina sobreestimando ni subestimando las posibilidades que la cultura puede ofrecer en los territorios.

11. Responsabilidad social de las empresas privadas, el Estado y los gobiernos locales.

Somos concientes que la cultura es el tema que más transformaciones ha experimentado en los últimos tiempos sobre todo en lo que se refiere a su gestión pública y privada. El aporte que la cultura puede ofrecer al sector económico, su inclusión en la agenda pública, la preocupación por los aspectos sociales, son algunas de las posibles causas de que la cultura haya

34 Idem 33. Pag. 164.

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empezado a tomar mayor presencia en los espacios de discusión académica y en otros espacios más cercanos al ciudadano. Sin embargo, falta aún afianzar el papel que cumple cada uno de los agentes del sector cultural para dinamizar los procesos culturales. Esta responsabilidad no solo recae en el ente tutelar de la cultura de cada país. Si bien la instancia gubernamental debe crear las condiciones para que se siga creando e interactuando, los otros deben apuntar a mejorar las condiciones de vida de las poblaciones a través de la cultura. En ese sentido, cuando hablamos de Estado no solo nos referimos a la institución rectora de la cultura, sino también a los gobiernos locales, los cuáles también tienen una responsabilidad que muchas veces no es asumida como tal. Pero, ¿cómo exigir a los municipios de las pequeñas comunidades más alejadas de la capital que inviertan y atiendan la cultura si existen otras prioridades siempre vinculadas a la alimentación básica, la salud y educación? Y es que el tejido social que debe participar en el fomento de la cultura, hay otros actores que pueden suplir las carencias de otros. La sociedad civil, por ejemplo, también juega un rol importante y es la que, en casos como el Perú y otros países andinos, ha venido en los últimos años aportando recursos para la realización de importantes proyectos. Y es que hay muchas formas de hacer cultura y cada una de ellas responde a distintas realidades y formas de pensar y actuar. Es en este punto en que entra la participación de las empresas privadas y el concepto de responsabilidad social. En los últimos años se han venido incrementado las responsabilidades de las empresas con la sociedad con la que interactúa, de la que se beneficia y beneficia a su vez. Se han creado espacios donde confluyen con sus clientes, con las comunidades en las que ha invertido y se han involucrado de una u otra manera.

“La responsabilidad social –dice Bestráten y Pujol- no es algo novedoso en el mundo empresarial, aunque en estos últimos años está adquiriendo una nueva dimensión por el especial interés que conlleva, demandando una gestión cuidada como en cualquier ámbito de valor estratégico, que supere lo anecdótico o lo filantrópico. Cualquier empresa consolidada que analicemos desarrolla diversidad de acciones de responsabilidad social respecto a los principales grupos de interés con los que se relaciona: trabajadores, clientes, proveedores y la sociedad en general”. Muchos pensaron durante años que el apoyo social o cultural no formaba parte de los objetivos de una empresa en tanto su juego es el beneficio económico. Los mismos autores dicen, “ello es cierto solo en parte, pero lo que no conviene a estas alturas es confundir a los verdaderos empresarios que crean riqueza y bienestar en nuestra sociedad, con los negociantes o los meros especuladores que se mueven exclusivamente por el afán personal de lucro, en el plazo más inmediato posible, contribuyendo bien poco o nada a la sociedad de la que se aprovechan continuamente….En realidad, en un mismo entorno conviven organizaciones preocupadas por los valores propios de una sociedad humanizada e individuos

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o colectivos guiados exclusivamente por fines materialistas, incluso no éticos”35.

Tanto las empresas privadas como las de servicio público y en muchos casos, los mismos ministerios que son dependencias del estado, tienen un área dedicada a promover la inversión responsable de los ingresos que puedan aportar las empresas y dedicarlas, en algunos casos en coordinación con los gobiernos locales, a obras de interés general para satisfacer las necesidades de una población. Existen casos latentes. En el Perú, por ejemplo, las mineras están desarrollando un papel importante en este sentido: Yanacocha, Pluspetrol, Barrick o Antamina, son empresas mineras que se están viendo enormemente beneficiadas económicamente -por las alzas permanentes de metales preciosos en el mercado mundial- y empiezan a preocuparse por el entorno en el que interactúan, por el desarrollo social y cultural de las comunidades en las que trabajan. Y esto teniendo en cuenta que muchas veces el Estado peruano no se los ha exigido y teniendo en cuenta a demás, que las huelgas y marchas de demandas sociales no les permiten olvidarse de la pobreza que suele rodearlas. El caso de las mineras es el más conocido debido a que al margen de los cánones mineros y otros impuestos que tienen que distribuir dentro de las correspondientes instancias, también incluyen el apoyo a los proyectos culturales. Según Matilde Shwalb y Oscar Malca “la responsabilidad social está adquiriendo una presencia cada vez más importante en el sector empresarial. El hecho de que las empresas tengan una misión en la sociedad, la de crear valor y riqueza a través de los bienes o servicios que produce, las ha obligado a modificar sus prácticas habituales de hacer negocios. Paralelamente, los gobiernos locales están buscando formas de incentivar a los diferentes agentes sociales y económicos con el propósito de que en su actividad diaria desplieguen prácticas más amigables con el ambiente y propicien un desarrollo sano y equilibrado de la sociedad”. Las empresas petroleras y las explotadoras del gas también vienen desarrollando intensos programas directamente con sus comunidades donde el componente cultural esta incorporado. Por otro lado, empresas como la cervecera Backus, han desarrollado proyectos tan importantes como la Videoteca, propuesta itinerante que ha recorrido gran parte del Perú y esta dedicada fundamentalmente a despertar las vocaciones profesionales dentro de los jóvenes. La preocupación de esta empresa también está vinculada a la protección del medio ambiente a través de publicidad en la radio a horas punta y es meritorio destacar su aporte a la recuperación de una especie animal en extinción, la pava aliblanca. Otras contribuciones importantes que han realizado las empresas en el Perú son las referidas tanto a las excavaciones arqueológicas como a la conservación de metales y textiles de culturas prehispánicas, incluyendo la

35 http://www.mtas.es/insht/ntp/ntp_643.htm

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capacitación de personal especializado en estos temas. Bancos y empresas extranjeras relacionadas a la telefonía celular y fija, son algunas de las que también mantienen un activo rol en el apoyo a la cultura, a pesar de no contar con ninguna ley de exoneración de impuestos que favorezcan su participación en otros rubros que o sea el estrictamente económico36.

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