cultura popular y religiÓn en el anahuac

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Teoría Antropológica V Docente: Msc. Carlos Lara Martínez Alumno: Gabriel Alejandro Rosales Zelaya Resumen Critico en: “CULTURA POPULAR Y RELIGIÓN EN EL ANAHUAC:” CULTURA POPULAR Y RELIGIÓN EN EL ANAHUÁC: El estudio llevado a cabo por Gilberto Giménez y presentado a través de “Cultura popular y religión en el Anahuác” aborda desde una perspectiva marxista la cuestión de la religión popular en el seno de lo que denomina Comunidades pueblerinas tradicionales, estas están caracterizadas por una oposición ante las comunidades indígenas y las comunidades pueblerinas modernas. En este sentido, valdría considerar que estas se hallan en un punto intermedio de ambos tipos de comunidades, conservando y muchas veces desechando sus elementos y valores. Lo que dota a las comunidades pueblerinas tradicionales de un carácter muy particular, es que en ellas confluyen elementos propios de una sociedad inmersa en una lógica de producción de tipo capitalista y que por otra parte permite la persistencia rasgos más cercanos a modos de producción alternos, que en el marco de su carácter local se ven subordinados ante el aplastante peso del sistema dominante (capitalista). En este sentido tal cultura popular no hará sino adaptarse para responder a las necesidades de una sociedad sujeta a constante presión de carácter externo.

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Page 1: CULTURA POPULAR Y RELIGIÓN EN EL ANAHUAC

Teoría Antropológica V

Docente: Msc. Carlos Lara Martínez

Alumno: Gabriel Alejandro Rosales Zelaya

Resumen Critico en: “CULTURA POPULAR Y RELIGIÓN EN EL ANAHUAC:”

CULTURA POPULAR Y RELIGIÓN EN EL ANAHUÁC:

El estudio llevado a cabo por Gilberto Giménez y presentado a través de “Cultura popular y

religión en el Anahuác” aborda desde una perspectiva marxista la cuestión de la religión

popular en el seno de lo que denomina Comunidades pueblerinas tradicionales, estas están

caracterizadas por una oposición ante las comunidades indígenas y las comunidades

pueblerinas modernas. En este sentido, valdría considerar que estas se hallan en un punto

intermedio de ambos tipos de comunidades, conservando y muchas veces desechando sus

elementos y valores. Lo que dota a las comunidades pueblerinas tradicionales de un

carácter muy particular, es que en ellas confluyen elementos propios de una sociedad

inmersa en una lógica de producción de tipo capitalista y que por otra parte permite la

persistencia rasgos más cercanos a modos de producción alternos, que en el marco de su

carácter local se ven subordinados ante el aplastante peso del sistema dominante

(capitalista). En este sentido tal cultura popular no hará sino adaptarse para responder a las

necesidades de una sociedad sujeta a constante presión de carácter externo. Tal adaptación

vendrá dada por una compartimentación de sus expresiones culturales, incorporando

elementos propios de épocas pasadas y así, innovando sobre los cánones de la cultura

hegemónica que ha buscado y busca imponerse. De esta forma la cultura popular

obedecería a la adaptación de la cultura dominante a realidades concretas y bajo sistemas de

valores particulares a cada región, por consiguiente estas adaptaciones se transmiten a todos

los productos culturales ya sean estos materiales o inmateriales como es el caso de la

ideología y más concretamente de los sistemas religiosos. De ahí surge el elemento central

en torno al cual se desarrolla el libro y es el de la religión popular. Esto lleva al autor a

excluir las concepciones de religiosidad popular emitidas desde la perspectiva de la cultura

hegemónica y consiguientemente de la religión oficial, a estas perspectivas el autor las

denomina “pastoralistas”.

Page 2: CULTURA POPULAR Y RELIGIÓN EN EL ANAHUAC

Dentro de su crítica a estas posturas “pastoralistas” Giménez destaca el fuerte contenido

ideológico del que van cargadas, lo que no permite que puedan abarcar el fenómeno

religioso popular mas allá de lo superficial, además de su constante comparación con los

cánones de la religión oficial (de la que lo popular se vuelve una mera desviación), por

consiguiente tal análisis se vuelve etnocéntrico y parcializado.

Claro que esta problemática viene formulada casi siempre en términos ideológicos,

en la medida en que la terminología , los conceptos, las preguntas y las respuestas

reflejan invariablemente el interés de la iglesia-institución por recuperar y someter

a su control y dominio las expresiones populares de la religión.(Giménez, 1978, p.

18).

Más adelante sostiene que desde estas posturas la religiosidad popular no es sino la carencia

de valores pertenecientes a la institución formal eclesiástica, al partir de estos valores se

evidencia el etnocentrismo de tales aseveraciones.

Lo que equivale a definir la religión popular, no como expresión de una cultura “en

sí”, substantiva y diferente, sino como un estado de carencia en relación a la

cultura y a la religión de los grupos minoritarios dominantes. (Ibíd., p. 18).

Ahora bien, como contrapropuesta el autor plantea una perspectiva científica caracterizada

por el descentramiento de toda postura ideológica, lo cual lleva invariablemente a definir a

la religión popular.

El conjunto de todas las prácticas simbólicas consideradas como religiosas por los

campesinos pueblerinos tradicionales, dentro del conjunto de sus prácticas y de sus

relaciones sociales. (Giménez, 1978, p. 20).

Dentro de su justificación teórica Giménez adopta un análisis semiótico de las expresiones

religiosas populares en tanto que expresiones simbólicas y estas a través de la ritualidad,

que encuentran su sentido por medio de la representación de elementos que subyacen en la

estructura profunda del grupo social. El autor hace énfasis en la función modelante de los

sistemas semióticos en la medida que brindan visiones de mundo y ordenan el caos que

rodea a los y las individuos en su vida social diaria.

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Es asi, que si bien estos sistemas modelantes obtienen su sentido de otros en un nivel

superior (la lengua) y con el cual se articulan llegan a trascenderla en la medida que se

vuelven objetivaciones de esa estructura profunda elusiva y abstracta a primera vista. Es

por ello que los sistemas semióticos se vuelven sistemas modelantes secundarios, solo

después de los sistemas modelantes primarios que constituyen las lenguas naturales.

Un concepto importante es el de texto cultural, en palabras de Giménez este es la expresión

y realización de uno o varios sistemas semióticos.

Un sistema religioso que puede estar montado sobre un sistema mítico que a su vez

cabalga sobre una lengua natural. (Ibíd., p.31)

Un texto cultural es en realidad la articulación de varios sistemas semióticos y a distintos

niveles. La religión popular corresponde según el autor a este tipo de texto cultural por ser

un tanto rígida, estereotipada y repetitiva a gran escala aun más que la religión oficial.

Por estas y otras razones, la religión popular se acerca mucho más a la “lengua”

que el “habla” de Saussure; es mucho más un código solidificado que un apoyo

para la creatividad personal. (Ibíd., p. 31)

Lo anterior no hace sino sugerir un distanciamiento del autor respecto a las posturas

marxistas sobre el fenómeno religioso, según el cual, la función primera de la religión es

ser una fuente de conocimiento y por lo tanto, en la medida del avance de la ciencia la

religión es superada. Por el contrario, el autor sugiere que la religión en si se vuelve una

institución reguladora de la vida social cotidiana, codifica y ordena los hechos sociales

quedando la explicación de estos en segunda instancia, la religión adquiere el carácter de

estructura o una teatralización de los valores, dones y carencias que dentro de esta

estructura los sujetos enfrentan y que a través del ritual religioso narran.

Nuestra tarea consistirá en descubrir la sintaxis subyacente que da sentido a esa

micro-historia que el creyente “se narra a sí mismo” a través de su práctica y de la

percepción subjetiva que tiene del papel que en ella desempeña. (Ibíd., p.33)

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En base a este carácter teatral de la práctica religiosa popular es que para estudiárselo

puedan aplicarse técnicas más propias del análisis semiológico del relato. Parte

fundamental de su análisis de la práctica religiosa en tanto que relato teatralizado, es el

modelo actancial de Greimas. Según su interpretación, este parte de que el discurso-relato

supone un sistema semiótico que al igual que la lengua tiene su propia sintaxis y gramática,

correspondiendo estos dos elementos a una estructura profunda y una estructura superficial.

Esta última es sujeto de análisis y es donde el modelo actancial encuentra su aplicación.

Así distingue dos enfoques de este modelo.

El nivel superficial, que nos interesa más directamente, contiene el llamado

“modelo actancial” que puede presentarse sea como sistema (organización formal

de grandes categorías de actores), sea como proceso (encadenamiento de funciones

y sintagmas narrativos en la linearidad del relato). (Ibíd., p. 34)

A continuación procede demostrar las partes de dicho modelo en forma de sistema:

(Ibíd., p.34)

El autor distingue tres parejas de actantes cuya relación de actuación viene dada por

A1/A2= deseo, A3/A4 = comunicación y A5/A6 = circunstancial. Estos elementos vienen a

convertirse en el modelo de análisis de la estructura de relato/ teatro, su gramática. El

modelo actancial en cuanto a proceso puede esbozarse de la siguiente forma:

S U O S ∩ O

Variando entre el sujeto unido al objeto o en disyunción con este, asi como un operador de

transformación. Un sujeto puede realizar 4 tipos de operaciones resultado de 2 tipos de

actuaciones: refleja (la acción se refleja del objeto al sujeto) y transitivas (la acción va del

sujeto al objeto). La conjunción refleja produce cierto tipo de identidad con el objeto

(apropiación del objeto), mientras la conjunción transitiva produce un desprendimiento del

Destinador A3 Objeto A2 Destinatario A4

Ayudante A5 Sujeto A1 Oponente A6

Page 5: CULTURA POPULAR Y RELIGIÓN EN EL ANAHUAC

objeto (atribución del objeto “don”). Por el lado de las disyunciones, la disyunción refleja

produce una (renuncia voluntaria del objeto), con miras a obtener un beneficio del

desprendimiento del objeto y por otra parte esta la disyunción transitiva donde se da un

desprendimiento violento del objeto (desposesión del objeto).

Lo anterior constituye la principal herramienta a partir de la cual Giménez realiza el análisis

del acto religioso popular, en la medida en que se encuentra condicionado por premisas

básicas al interior del preconciente de los actantes, estas premisas son las que dan

verdadero sentido a toda esta transferencia de valores.

Todos los procesos de transformación que, como acabamos de ver comportan una

circulación de valores, se hallan encuadrados por un horizonte axiológico que les

confiere sentido y que semióticamente se expresa en la figura del contrato

(Mandato/Aceptación; Prohibición/ Transgresión). (Ibíd., p. 38)

De esta forma el acto en tanto que práctica de este contrato, ha de ser comparado con este y

calificado en cuanto su apego a este. Remitiendo a una estructura superior que dicta el

universo axiológico a partir del cual se manda y se evalúa la celebración del ritual.

Se hace énfasis en el abordaje sociológico de la práctica religiosa popular, dejando en claro

la función que la religión tiene que es la de guiar o dictar la forma en que se ha de actuar

siempre respecto al sistema de valores estructurales que representa, para esto Giménez se

apoya en Durkheim.

Su verdadera función no es hacernos pensar o enriquecer nuestros conocimientos,

sino impulsarnos a la acción y ayudarnos a vivir. (Durkheim citado en Giménez, p.

40)

Inmediatamente el autor sugiere que la religión entonces se vuelve en parte constitutiva del

sistema cultural de una sociedad lo que plantea el definirse lo que se entiende por cultura,

aquí el enfoque vuelve al Marxismo que en su análisis del fenómeno religioso a quedado un

tanto distante.

Page 6: CULTURA POPULAR Y RELIGIÓN EN EL ANAHUAC

Los diversos modos de concebir y de vivir el mundo imbricados o implicados en las

prácticas y en los productos (materiales o intelectuales) del hombre en sociedad.

(Ibíd., p. 40)

Asi la cultura debe entenderse en su nivel simbólico a través de sus modelos semióticos y

de su conformación material, estos dos elementos guardan una relación dialéctica entre si y

mutuamente se determinan.

Giménez distingue dos tipos de dialéctica una vertical y una horizontal, caracterizándose la

primera por responder a la situación social de los individuos en el entramado social y

condicionando a su vez el tipo de representaciones que de estos surgen en su afán de auto

narración en el ritual. Este condicionamiento (según Giménez) vertical viene dado por la

base material y la distinción entre el orden de la realidad social y el orden de su

representación.

“Cualquier tendero sabe perfectamente distinguir entre lo que alguien dice ser y lo

que realmente es”… (Marx citado en Giménez, p. 41)

Dicha dialéctica supone una retroalimentación entre realidad y representación, pues si bien

ciertas situaciones dan lugar a ciertas representaciones, asi también las representaciones

propician la permanencia de ciertas situaciones.

El imaginario social no se presenta solamente como constituido, sino también como

constituyente, como capaz de construir una realidad social. (Ibíd., p. 42)

La dialéctica horizontal viene dada por la constitución de clases sociales y la oposición

entre estas, las expresiones culturales se vuelven identitarias de los distintos estratos

sociales y a la vez suponen instrumentos de dominación y subordinación que reflejan una

realidad concreta y es la de explotación de una por la otra.

Las clases sociales por consiguiente no se definen exclusivamente por su posición

en las relaciones sociales de producción (condición necesaria, pero no suficiente),

sino también por sus respectivos sistemas de identificación cultural. (Ibíd., p. 43)

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El autor caracteriza la clase subalterna como ambigua, políticamente ambivalente e incapaz

de tener concepciones sistemáticas y políticamente centralizadas, excepto cuando se halla

en vías de convertirse en clase hegemónica, de ahí la gran cantidad de subculturas que al

interior de la cultura popular puede existir, eso mismo es lo que posibilita el que

permanezca en su condición de sometimiento.

De esta forma el autor asocia este tipo de cultura y por consiguiente religión popular con el

modo de producción campesino, caracterizado por la ausencia de lógica de acumulación de

capital (más propia del sistema capitalista englobante), esto se deduciría de una perspectiva

micro social. Más dentro de la visión macro social la existencia de campesinado tan solo es

un elemento más de generación de capital dada su lógica de producción centrada en el valor

de uso, contrario al capitalismo donde priva el valor de cambio. Esto genera un intercambio

desigual a favor del sistema dominante que ve en la falta de lógica de acumulación del

campesinado terreno fértil para extraer aun más beneficios, propiciando el que producto del

desequilibrio en las actividades de subsistencia el campesinado se vea forzado a buscar

otros medios de suplir sus necesidades, siendo así doblemente explotados.

Dada su lógica centrada en el valor de uso es razonable el que la actividad religiosa de la

clase subalterna vaya encaminada hacia el mismo fin (partiendo de la concepción

Durkheimiana de que la religión es una metáfora de la sociedad), de este modo la religión

popular se caracteriza por su pragmatismo, por su llamado a la acción y desde ella ha de ser

comparada con el universo axiológico que representa.

Page 8: CULTURA POPULAR Y RELIGIÓN EN EL ANAHUAC

Bibliografía:

Giménez, Gilberto. Cultura popular y religión en el Anáhuac. México, Centro de Estudios

Ecuménicos, 1978.