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-- e / • . 4 , e.Z7 AÑO VIII VOL. XXXII 1.1 QULNCENA ENERO 1959 NÚMERO 90 Cuestiones del lenguaje: Español correcto y español vulgar (*) ADVERTENCIA PRELIMINAR. El origen de estas líneas se debe a una iniciativa de don Manuel Jiménez Quílez, Comisario de Extensión Cultural del Ministerio de Educación Nacional de 1950 a 1956, quien creó el Servicio de Colaboraciones Culturales, artículos de periódicos, difundidores de diversos aspectos del saber. Tuve el honor de ser solicitado para escribir dos series describiendo los errores de la lengua más frecuentes. De ahí nacie- ron estas notas, en las que he pretendido exponer las divergencias más comunes del lenguaje vulgar res- pecto a la norma correcta. El llamado español vul- gar ha recibido últimamente una atención especial en la dialectología española. Fueron los trabajos de A. M. Espinosa sobre el español hablado en Nuevo Méjico, y las nuevas ediciones de ellos con muchas ampliaciones por Amado Alonso y Angel Rosenblat, los que dieron su importancia a este problema. Des- pués, en la rica bibliografía dialectológica que ha sur- gido en América gracias a Amado Alonso, y en Es- paña a la escuela de Damas° Alonso, mi maestro, estos fenómenos reciben mucha atención. En los pri- meros capítulos intento definir qué sea el español vulgar, y diferenciarlo de las formas dialectales. He procurado tener en cuenta toda la bibliografía sobre la materia, pero en estas páginas, dirigidas funda- mentalmente a personas no especializadas, está ocul- ta. He intentado, ante todo, ser claro, utilizar ma- teriales propios o ajenos, pero verificados. En casi todos los casos he comprobado la existencia de estos fenómenos, y en bastantes ocasiones he probado los metodos más eficaces de corrección. Pero, lo mismo que en otras ocasiones, puedo afirmar que todo error de lenguaje no es sino un fenómeno lingüístico que hay que conocer en sus causas y en su historia. En cierto modo me he inspirado en el utilísimo librito de Navarro Tomás Compendio de Ortología española, pero mi material es más amplio; introduzco expli- caciones fonológicas y me extiendo a la morfología y a la sintaxis, aunque la parte dedicada a esta úl- tima sea más reducida. (•) Por su indudable interés para nuestros lectores, reproducimos a continuación los tres capitulos iniciales de la primera parte de la obra El español vulgar (des- cripción de sus fenómenos y métodos de corrección), obra del catedrático de la Universidad de Murcia don Manuel Muñoz Cortés, editada recientemente por la Sección de Publicaciones de la Secretaria General Téc- nica del Ministerio de Educación Nacional, en su colec- ción "Biblioteca de la Revista de Educación". He procurado ceñirme a lo que creo estrictamente vulgar, es decir, incompatible con un uso correcto de la lengua. Los conceptos de lengua vulgar y de lengua correcta pueden ser entendidos en lineas ge- nerales. Hay, sin embargo, algunos matices sobre los que tiene que decidir la situación idiomática. Exis- ten usos que no son estrictamente vulgares, que tam- poco son dialectales y que, sin embargo, han de re- ducirse a un ámbito familiar. El lector de mi librito tiene descritos los límites que no debe pasar. En al- gunos casos indico matices permisibles. Pero el indi- car los matices de la lengua coloquial extendería mucho mi trabajo. Por otra parte, hay descripciones suficientes en otras obras, como la Spanische Um- gangsprache (Español coloquial), de mi buen amigo y colega W. Beinhauer, cuya traducción española está en prensa, o en la Gramática Española, de Salvador Fernández, obra maestra de nuestra ciencia. También en el Curso Superior de Sintaxis Españoki, de Samuel Gili Gaya, hay atención a esos aspectos. He procurado extremar la claridad y el orden en la explicación de los fenómenos. Como parto de las explicaciones y descripciones fonéticas de cada so- nido, según la ordenación de vocales y consonantes, y de ésta, por puntos de articulación, puede haber una concurrencia con la posible ordenación por fe- nómenos fonéticos, asimilación, disimilación, true- ques, etc. He preferido la primera ordenación por creerla más clara; por otra parte, la insistencia en la referencia a las causas y la consiguiente repeti- ción tienen, creo, un valor didáctico. Es posible que no siempre haya logrado la claridad, sobre todo cuan- do recurro a explicaciones de orden fonológico, cuan- do hablo de analogía o introduzco explicaciones de sintaxis psicológica. Pero cuando, aun en nuestras Fa- cultades, mucho de esto no resulta aún claro, pién- sese lo que significa utilizarlo en una obra de ini- ciación. Todos los inconvenientes me han parecido pocos con tal de contribuir a una perfección social de nuestra lengua. En realidad, esta obra debería aparecer anónima o llevar un nombre colectivo de autor: Escuela de Menéndez Pidal. Sin los esfuerzos de mas de cin- cuenta años de filología española, creada por nues- tro maestro (que me ha animado bondadosamente a publicar mi libro), no podría sistematizarse el con- junto de faltas de lenguaje y ordenar su corrección. Citaré unos cuantos nombres: el de don Tomás Na- varro (que hace ya muchos arios me instaba a la corrección de mis propios matices regionales), cuyo Manual de pronunciación española es nuestro com- pañero inseparable en clases y trabajos; el de don Vicente García de Diego, quizá el filólogo que mayor sabiduría tiene de los hechos dialectales y vulgares; el de Rafael Lapesa para el fundamento histórico; el de nuestro llorado Amado Alonso, los de Angel Rosenblat, Luis Flores, Berta Elena Vidal, Toscano. etc., en América; y los de mis entrañables amigos y compañeros de la Escuela de Damas° Alonso, Za- mora, María Josefa Canellada, Conchas Casado, Lá- zaro, Monge; los que nacieron de la rama salmantina

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Page 1: Cuestiones del lenguaje: Español correcto y español vulgar · lenguaje, y también en su formación psicológica y es-piritual. EL LENGUAJE Y EL MEDIO SOCIAL. El niño, pues, recibe

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e.Z7

AÑO VIII

VOL. XXXII

1.1 QULNCENA ENERO 1959 NÚMERO 90

Cuestiones del lenguaje:Español correcto y español

vulgar (*)

ADVERTENCIA PRELIMINAR.

El origen de estas líneas se debe a una iniciativa dedon Manuel Jiménez Quílez, Comisario de ExtensiónCultural del Ministerio de Educación Nacional de1950 a 1956, quien creó el Servicio de ColaboracionesCulturales, artículos de periódicos, difundidores dediversos aspectos del saber. Tuve el honor de sersolicitado para escribir dos series describiendo loserrores de la lengua más frecuentes. De ahí nacie-ron estas notas, en las que he pretendido exponer lasdivergencias más comunes del lenguaje vulgar res-pecto a la norma correcta. El llamado español vul-gar ha recibido últimamente una atención especial enla dialectología española. Fueron los trabajos deA. M. Espinosa sobre el español hablado en NuevoMéjico, y las nuevas ediciones de ellos con muchasampliaciones por Amado Alonso y Angel Rosenblat,los que dieron su importancia a este problema. Des-pués, en la rica bibliografía dialectológica que ha sur-gido en América gracias a Amado Alonso, y en Es-paña a la escuela de Damas° Alonso, mi maestro,estos fenómenos reciben mucha atención. En los pri-meros capítulos intento definir qué sea el españolvulgar, y diferenciarlo de las formas dialectales. Heprocurado tener en cuenta toda la bibliografía sobrela materia, pero en estas páginas, dirigidas funda-mentalmente a personas no especializadas, está ocul-ta. He intentado, ante todo, ser claro, utilizar ma-teriales propios o ajenos, pero verificados. En casitodos los casos he comprobado la existencia de estosfenómenos, y en bastantes ocasiones he probado losmetodos más eficaces de corrección. Pero, lo mismoque en otras ocasiones, puedo afirmar que todo errorde lenguaje no es sino un fenómeno lingüístico quehay que conocer en sus causas y en su historia. Encierto modo me he inspirado en el utilísimo libritode Navarro Tomás Compendio de Ortología española,pero mi material es más amplio; introduzco expli-caciones fonológicas y me extiendo a la morfologíay a la sintaxis, aunque la parte dedicada a esta úl-tima sea más reducida.

(•) Por su indudable interés para nuestros lectores,reproducimos a continuación los tres capitulos inicialesde la primera parte de la obra El español vulgar (des-cripción de sus fenómenos y métodos de corrección),obra del catedrático de la Universidad de Murcia donManuel Muñoz Cortés, editada recientemente por laSección de Publicaciones de la Secretaria General Téc-nica del Ministerio de Educación Nacional, en su colec-ción "Biblioteca de la Revista de Educación".

He procurado ceñirme a lo que creo estrictamentevulgar, es decir, incompatible con un uso correctode la lengua. Los conceptos de lengua vulgar y delengua correcta pueden ser entendidos en lineas ge-nerales. Hay, sin embargo, algunos matices sobre losque tiene que decidir la situación idiomática. Exis-ten usos que no son estrictamente vulgares, que tam-poco son dialectales y que, sin embargo, han de re-ducirse a un ámbito familiar. El lector de mi libritotiene descritos los límites que no debe pasar. En al-gunos casos indico matices permisibles. Pero el indi-car los matices de la lengua coloquial extenderíamucho mi trabajo. Por otra parte, hay descripcionessuficientes en otras obras, como la Spanische Um-gangsprache (Español coloquial), de mi buen amigoy colega W. Beinhauer, cuya traducción española estáen prensa, o en la Gramática Española, de SalvadorFernández, obra maestra de nuestra ciencia. Tambiénen el Curso Superior de Sintaxis Españoki, de SamuelGili Gaya, hay atención a esos aspectos.

He procurado extremar la claridad y el orden enla explicación de los fenómenos. Como parto de lasexplicaciones y descripciones fonéticas de cada so-nido, según la ordenación de vocales y consonantes,y de ésta, por puntos de articulación, puede haberuna concurrencia con la posible ordenación por fe-nómenos fonéticos, asimilación, disimilación, true-ques, etc. He preferido la primera ordenación porcreerla más clara; por otra parte, la insistencia enla referencia a las causas y la consiguiente repeti-ción tienen, creo, un valor didáctico. Es posible queno siempre haya logrado la claridad, sobre todo cuan-do recurro a explicaciones de orden fonológico, cuan-do hablo de analogía o introduzco explicaciones desintaxis psicológica. Pero cuando, aun en nuestras Fa-cultades, mucho de esto no resulta aún claro, pién-sese lo que significa utilizarlo en una obra de ini-ciación. Todos los inconvenientes me han parecidopocos con tal de contribuir a una perfección socialde nuestra lengua.

En realidad, esta obra debería aparecer anónimao llevar un nombre colectivo de autor: Escuela deMenéndez Pidal. Sin los esfuerzos de mas de cin-cuenta años de filología española, creada por nues-tro maestro (que me ha animado bondadosamente apublicar mi libro), no podría sistematizarse el con-junto de faltas de lenguaje y ordenar su corrección.Citaré unos cuantos nombres: el de don Tomás Na-varro (que hace ya muchos arios me instaba a lacorrección de mis propios matices regionales), cuyoManual de pronunciación española es nuestro com-pañero inseparable en clases y trabajos; el de donVicente García de Diego, quizá el filólogo que mayorsabiduría tiene de los hechos dialectales y vulgares;el de Rafael Lapesa para el fundamento histórico;el de nuestro llorado Amado Alonso, los de AngelRosenblat, Luis Flores, Berta Elena Vidal, Toscano.etc., en América; y los de mis entrañables amigosy compañeros de la Escuela de Damas° Alonso, Za-mora, María Josefa Canellada, Conchas Casado, Lá-zaro, Monge; los que nacieron de la rama salmantina

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REVISTA DE EDUCACIÓN—ESTUDIOS VOL. XXXII—NÚM. 90

de García Blanco, como Alvar y sus discípulos, y,

finalmente, los de quienes conmigo trabajan en nues-tro joven Seminario de Filología de la Universidadde Murcia, como Ginés, García Martínez. Tambiénmerece una especial mención la importante obra de

Ch. E. Kany sobre la sintaxis del español de Amé-

rica, con referencias al de la Península. Muchos nom-bres, se dirá, para tan chica cosa, sin embargo, es-tas pocas páginas representan muchos y muy hon-dos esfuerzos. Creo, no obstante, que de todos estosnombres hay dos que representan la sistematizaciónde lo vulgar; son los de Amado Alonso y Angel Ro-

senblat; por eso a ellos está dedicado mi esfuerzo.

EL CONCEPTO DE ESPAÑOL CORRECTO

Cada hombre recibe desde su infancia un verda-dero tesoro, que es el lenguaje. Por medió de la ex-presión oral, de la palabra, podrá manifestar todassus experiencias, sus ideas, sus deseos, sus esperan-

zas y sus dolores. Hablando se entiende la gente, sedice para evitar una situación violenta, una disputaque puede llegar a la agresión personal. Todo lo quees la vida, en sus muchísimas manifestaciones, se ex-presa como por ningún otro medio por la palabra. Poreso se ha dicho que el hombre es hombre por el len-

guaje.Pero hay que decir también que ese tesoro se reci-

be, no como un regalo, sino como una verdadera con-quista; para hablar tenemos que poner de nuestraparte siempre un esfuerzo; en realidad, el hombre sehace su propio lenguaje. Y esta conquista comienzaen los primeros arios de la vida para no interrum-pirse nunca. La lengua propia es la que el niño vaconquistando desde sus primeros años; en este es-fuerzo se va formando su inteligencia. En el balbu-ceo el niño va ensayando las innumerables posibili-dades con que Dios ha dotado a nuestros órganos dela palabra. Y en ese esfuerzo va desarrollando suespíritu, hasta llegar a la madurez expresiva. Esaformación la realiza en el ambiente de su propio len-guaje, en una tradición de hogar, de pueblo, de na-ción, en un enlace de generaciones. Nuestro Una-muno dijo : "La sangre de mi espíritu es mi lengua".

El lenguaje de los niños parece que es cosa sinimportancia, un mero balbuceo gracioso, una torpezaque poco a poco se va venciendo y que en sus ensa-

yos, triunfos o fracasos causa la alegre risa de losmayores, la emoción de los padres que oyen, al serllamados por ese balbuceo infantil , una vez que leshabla de que han cumplido una de las más hondastareas del ser hombres. Pero esos balbuceos tienenmucha importancia para quienes se dedican al estu-dio de la psicología infantil, y también para los es-tudiosos del lenguaje. Ha habido mucha atención enestos últimos arios por parte de esos estudiosos, yse han realizado muchas observaciones y estudios.El niño va realizando su conquista del lenguaje, yaun antes de poder expresarse, aun antes de poderreproducir las palabras en su plenitud, en su formaperfecta, se da cuenta de ellas. Por eso el niño, enla formación de su lenguaje, tiende a reproducir elmodelo que oye en boca de las personas mayores que

le rodean, y si las oye mal pronunciadas las repro-

ducirá mal. Hay muchas incorrecciones de pronun-

ciación que no son sino errores infantiles no corregi-dos. Así, pues, hay que decir que la costumbre dehablar con los niños imitando sus formas balbucien-tes es muy perniciosa. A los niños hay que hablarleslos más claramente posible, empleando las palabrassin deformar, y pronunciadas con la máxima per-

fección.Además está comprobado que, cuando al niño se

le repiten sus propios vocablos con las deformacio-nes a que él los somete, no los entiende. Para enten-derlos tiene que hacer siempre un esfuerzo de adap-tación que pone en juego delicadas partes de su cere-bro. Si al niño le orientamos este esfuerzo en un sen-tido no de mejora y perfección, sino de mera repe-tición de sus faltas, el niño sufrirá un retraso en sulenguaje, y también en su formación psicológica y es-

piritual.

EL LENGUAJE Y EL MEDIO SOCIAL.

El niño, pues, recibe sus palabras del medio fami-liar. En la familia el hombre adquiere su educación.

se hace hombre. Ahora bien, una familia está deter-minada en muchos aspectos por el medio social aque pertenezca. El lenguaje es un hecho social yresponde a todas las diferenciaciones y formas dis-tintas que tiene la sociedad. Puede decirse, además,que la forma de hablar es un reflejo bastante fiel,

y difícilmente borrable sin un propósito de hacerlo,de la clase social a que se pertenezca. El hablante

vulgar que dice ARTOBÚS en vez de autobús, SORDAO,

ARREMPUJA, etc., aunque mejore su situación económi-

ca, y aunque consiga cierta soltura de gestos o vestirbien, siempre denunciará lo rápido de su cambio sino ha cuidado de eliminar las formas más toscas desu manera de hablar, de su dicción. En cambio, unacorrección idiomática, que puede ir unida a una situa-ción social humilde o de escaso relieve económico,puede indicar una actitud de voluntad de perfeccio-namiento espiritual y con ello una jerarquía, unaclase real superior a la de quien se ha elevado rápi-damente sólo en sus posibilidades económicas. Lasensibilidad y el ingenio populares saben distinguirestos matices, y así, por ejemplo, ha llamado HAIGAS

a coches de ostentosas formas que en épocas de gene-ral dificultad económica eran adquiridos por perso-nas súbitamente enriquecidas que querían "lo mejor

que HAIGA" y que en su tosquedad de lenguaje ofre-cían gran contraste con lo aparatoso de su presenta-

ción social.En general, puede decirse que esa conciencia de

que la incorrección lingüística y los defectos de pro-nunciación, de vocabulario, etc., es una falta que dis-minuye la valoración social de la persona, existe enla mente de todos. Aun en los pueblos más pequeñosexiste tal sentimiento: en el Pirineo aragonés, por

ejemplo, se llaman palabras "fartas", es decir, "faltas",

a las excesivamente dialectales. En Asturias se suele

hablar fino o no fino según se empleen o no formas

dialectales. Todos los que hemos recogido voces po-pulares, o canciones, cuentos, romances, etc., sabe-mos que en la mayoría de los pueblos se nos dice:

"Aquí hablamos muy mal", $M embargo, Trwehos de

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CUESTIONES DEL LENGUAJE 3—(167)—CURso 1958-59

los que me leen observarán que puede haber la acti-tud contraria, la de decir: "Quien no dice tal y taly tal no es de mi tierra"; también hay la burla parala manera de pronunciar de los pueblos vecinos. Porúltimo, si el hablante de Madrid se burla de la tos-quedad lugareña y (con gran error) cuando aparecencampesinos en emisiones de radio, por ejemplo, dedivulgación agrícola, se les hace hablar mal, tambiénhay en muchos sitios de lengua no correctamentecastellana la burla para los que hablan "como enMadrid", la zumba de los que quieren hablar concorrección, y que, en verdad, muchas veces resultanafectados. Y, ciertamente, es un problema que puedepresentarse al maestro en la escuela, si él tiene eimpone unas formas correctas, pero que choquen.Vemos, por tanto, que la estimación de un lenguajecorrecto como valoración social positiva no es ex-clusiva de las clases o instituciones rectoras. Tal es-timación está muy ahincada en las vigencias del gru-po lingüístico, y hasta ha penetrado en la sabiduríapopular. Las burlas contra los "madrileños" tienen,además, otra perspectiva. Las grandes capitales ofre-cen muchos rasgos vulgares en su mezcla intensa dehabitantes de diversa procedencia. Una copla popu-lar, quizá antigua, dice (exagerando, ya que hoy nose oyen esas faltas)

En Madrid, con ser corte,dice la genteIIESPITAL y PIRROQUIA,IIRSPICIO y JUENTE.

También en América española existe el mismoproblema. Amado Alonso ha indicado cómo "BuenosAires habla mal la lengua del país. A la vista saltael mayor señorío y decoro del hablar provinciano".

La razón ni la tienen los defensores a ultranza delas formas vulgares, ni los que creen que lo madri-leño, y ni siquiera lo castellano, ha de ser la normadel buen decir. Hay peculiaridades en el habla denuestros pueblos que pueden ser respetadas, e inclusoincorporadas a la lengua común. Y hay que decir,como veremos, que tampoco son las regiones caste-llanas las que tienen la máxima perfección en lafonética, aunque se aproximen bastante a ella.

MAS SOBRE EL CONCEPTO DE ESPAÑOLCORRECTO

En el apartado anterior advertíamos el valor socialde la buena pronunciación. Veíamos cómo la pro-nunciación tosca denuncia, o una falta de interéspor la perfección social propia, o una procedenciarústica. Pero también en las provincias cuya ma-nera de hablar difiere mucho de la de Madrid, yespecialmente en el Sur, hay la burla para los quequieren hablar como en Madrid. Ha y que decir queel verdadero concepto de español correcto no es exac-tamente el de lenguaje madrileño o lenguaje caste-llano. Por eso convienen algunas precisiones sobreel concepto de español correcto.

Durante mucho tiempo, y aun en muchos sitios,nuestra lengua ha sido llamada "lengua castellana",así es llamada en América y por los hablantes de lahermosa y rica lengua catalana. En primer lugar.querría decir que la discusión, tan frecuente en épo-

cas de pasión política, sobre si el catalán o el gallegoson lenguas o dialectos carece de toda realidad cien-tífica. El gallego y el catalán son lenguas como elespañol, o, para entender ahora mejor, el castellano.El castellano que hoy se llama español, el gallego yel catalán son formas que ha tomado la lengua pri-mitiva más o menos única que se hablaba en laPenínsula Ibérica al producirse la invasión árabe, esdecir, hacia el siglo VIII. Como muchos de los lecto-res saben, nuestra lengua es una lengua románica oromance, es decir, que procede del latín que traje-ron los romanos a España. Pues bien; en la épocavisigoda y cuando se produce la invasión de los ára-bes ya se hablaba en España una lengua que no eraexactamente la latina, una lengua que se parecía mu-cho al gallego y algo al catalán, y que siguieronhablando los cristianos que se quedaron bajo el do-minio musulmán : los mozárabes. Cuando en la Re-conquista se fraccionan los grupos de resistencia, estalengua toma tendencias distintas, se forman normasde hablar diferentes. Una variedad nace en un pe-queño rincón entre Burgos y Santander, es la lenguacastellana, y poco a poco se va imponiendo a lasformas que se hablan en León o en Navarra y Ara-gón; la modalidad gallega quedará en esa región,quedarán como dialectos intermedios entre el gallegoy el castellano las formas asturiano-leonesas, el ga-llego se hará portugués. Pero desde el siglo XIII sehará el castellano lengua oficial del reino de Castillay León. La forma navarro-aragonesa irá desapare-ciendo poco a poco. El catalán había tenido otrahistoria, pues tuvo mucha influencia literaria delprovenzal, y llegó a hacerse de tanta importancialiteraria como el castellano. En cuanto al gallego,desde el siglo XIV dejó de ser lengua literaria, hastaque en el siglo xtx ha resurgido de nuevo (1).

Esto es un esquema muy sintético de una historiade muchos siglos. El español no se ha hablado siem-pre igual, pero ha variado en su historia mucho me-nos que el francés. Con la unión de Fernando deAragón e Isabel de Castilla el castellano se hace len-gua nacional; los escritores gallegos o catalanesabandonando sus lenguas lo dominarán y en él es-cribirán. En el extranjero se pone de moda durantedos siglos el aprender el español. En la hora del me-diodía imperial de España: Carlos V, el César, enun cónclave universal, declarará al embajador fran-cés que sólo hablara en su lengua, es decir, en lalengua de España. En este momento, como ha de-mostrado Amado Alonso, empieza nuestra lengua allamarse lengua española, sobre todo en los paísesextranjeros. La Real Academia Española ha decidi-do desde hace algunos años que nuestra lengua sellame española.

Pero el que la lengua nuestra se haya llamado y,como decía, aún se llame castellana no quiere decirque el lenguaje de los castellanos viejos o nuevos,o de los que, sin serlo históricamente (como sucedecon zamoranos o salmantinos), se llaman castellanos,sea en su totalidad el ejemplo del mejor hablar espa-ñol. Cierto es que ofrece un grado superior de per-fección. Pero no hay que tomar a los castellanos, enbloque, como modelo. En Valladolid se oye VERDAZ,

(1) Véase El idioma español en sus primeros tiempos,de R. Menéndez Pida). Colección Austral, núm. 250.

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REVISTA DE EDLI ÜACIDN—EsTublOS VOL. XXXII—NeJM.

AZPECTOS; en pueblos de Segovia he oído el ARTOBÚS,

TINIENTE de la Guardia CEVn.; en Madrid se oye enbarrios populares, y en el habla de muchos, deciresas mismas imperfecciones y aun en personas decultura se extiende el decir: "son LAR dos", "LAR de

Pérez", con una conversión de s en r muy intensa.Don Ramón Menéndez Pida!, en su prólogo al Com-pendio de Ortología española del maestro NavarroTomás (librito a cuya perfección querrían acercarse

estas notas), dice: "La pronunciación • española noes la vulgar del pueblo de Castilla ni la del vulgode ninguna otra región. Los castellanos no pronun-cian todos de igual modo; los andaluces tampoco, loshispanoamericanos se diferencian bastante entre sí.

z, Quién podría imponer la norma ? Ninguno de unmodo absolutamente general. La lengua españolacomún a todos es el resultado de la multisecular co-

laboración de los hombres cultos de todas las regio-nes hispánicas que al expresarse obran constreñidospor la necesidad de usar una lengua superior a ladel vulgo y a la de la región, una lengua que lessirva para salir fuera de la intimidad descuidada ydel localismo cerrado y para alcanzar el trato huma-no más correcto y cortés, más elegante y elevado, másartístico e intelectual".

La cita ha sido muy extensa, pero constituye unabuena definición de lo que sea el español correcto.Si nos ponemos a considerar los criterios de correc-

, ción veremos que todos se pueden discutir. Un res-peto excesivo a las formas de corrección tradicionalpuede chocar con el uso; por ejemplo, se nos diceque la x equivale a una c fuerte y a una s: cs. Asíque máximo se debería pronunciar inácsinto. Pero, enrealidad, la pronunciación normal es mágsinio, y lafamiliar mäsimo, con una s un poco fuerte. La n finalde palabra ante una b o p se pronuncia como m yno como n; así que suena igual en con padre, que encompadre, según un buen ejemplo de Navarro To-más. Realmente, la Real Academia Española, urgidapor otros menesteres, no ha corregido aún la partefonética de su Gramática, pero con su celo por nues-tro idioma prepara una revisión muy próxima y enella indicará lo que pudiéramos llamar el uso máscorrecto de la lengua. Naturalmente que tambiénhay grados distintos de perfección. No es lo mismohablar en público, recitar versos o interpretar unaobra teatral que hablar con los amigos. Hay el gradode inteligibilidad, es decir, de hacerse entender bien,el grado puramente correcto y el grado elegante. Na-varro Tomás, cuyo Manual de pronunciación espa-ñola es el mejor libro escrito sobre esta materia,dice : "Señalase como norma general de buena pro-nunciación la que se usa corrientemente en Castillaen la conversación de las personas ilustradas, porser la que más se aproxima a la escritura; su uso,sin embargo, no se reduce a esta sola región, sinoque, recomendada por las personas doctas, difundidapor las escuelas y cultivada artísticamente en la es-cena, en la tribuna y en la cátedra, se extiende máso menos por las demás regiones de lengua española".Con esta consideración y de las palabras de Menén-dez Pidal podemos hacernos una idea de lo que lla-maremos español correcto. Pero aún insistiremosmás en una distinción importante entre lo vulgar ylo provincial o dialectal.

LO DIALECTAL Y LO VULGAR

Yo he tenido varias ocasiones de realizar una ob-servación de mucho interés, y es posible que muchosde mis lectores la hayan realizado también. Se tratade asistir a una reunión de hablantes de la lenguaespañola de distintas regiones o naciones hispánicas.No hay apenas dificultades de entenderse, si acasochoca algún empleo de palabras que a un español leresultan desusadas, pero en lo esencial es una mismalengua. Esta maravilla de que más de cien millonesde hombres se entiendan y recen en la misma len-gua indica que la lengua de España ha conservadosu unidad esencial a pesar de la distancia, a pesarde circunstancias políticas, a pesar de todo. Y tene-mos que decir que es precisamente en tierras deAmérica en donde la unidad de la lengua españolase siente con más entusiasmo, con más fervor. Unacosa de que hay que penetrarse bien es que no haydiferencias esenciales entre el español peninsular yel español de América entendidos como dos bloques.El español de América se ha ido formando en laépoca de la conquista y de los Virreinatos (ya quelas Indias nunca fueron colonias) por aportacionesde españoles de regiones muy distintas.

Dentro de esta unidad, sin embargo, se observanvariedades. La primera es la de la entonación, loque con impropiedad suele llamarse "acento". A estose le llama en América "tonada" o "tonillo". Des-pués hay diferencias de pronunciación más o menosacusadas. Quizá la que más se note es la que deter-mina el fenómeno que se llama "seseo". Hoy día lamayoría de los hablantes del español sesean. Seseanlos andaluces y los hispanoamericanos. En otras re-giones, como Extremadura y Murcia, hay algunaspoblaciones en donde se sesea también. Hay otrasdiferencias que se perciben inmediatamente. En ge-neral, hay bastante acierto en caracterizar a unapersona como de determinada región por su acento.Cualquier espectador de una obra de teatro cómicoreconoce en seguida al catalán, al gallego, al anda-luz en los personajes. Los gallegos y asturianos cie-rran mucho las vocales, sobre todos las finales; songallegas y asturianas; los catalanes las abren exage-radamente, un catalán dirá que es de Barsalona; losaragoneses se distinguen por su elevación de tonoal final de todas las frases; los andaluces, por suseseo especial, no es una ese corriente, sino más chi-llona, más aguda; los canarios y americanos pareceque cantan; los extremeños, murcianos, andaluces yalgunos hispanoamericanos se "comen" las eses.

Por tanto, la lengua española tiene una rica va-riedad dentro de una unidad esencial. Pero ya diji-mos en los artículos anteriores cómo el habla máscorrecta se establecía sobre la base de una lenguacastellana, o, mejor dicho, el habla de las personascultas de Madrid y otras ciudades castellanas. Unaregulación absoluta sería imposible, aunque hay quedecir que en muchos casos se consigue. Pero, dentrode la variedad de "acentos", la gente distingue concensura a los que son demasiado "cerrados". Inclusodentro de cada región, dentro de cada provincia, nohablan lo mismo las personas cultivadas por la es-cuela, o por la Universidad, que los incultos. Por eso,aun respetándose las variedades regionales, un acen-

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VOL. XXXII—NÚM. 90 MOMENTOS MADURATIVOS DE LA EXPRESIÓN ESCRITA

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to demasiado cerrado es incorrecto, indica poco cul-tivo espiritual, un trato muy cerrado también.

Hay regiones en las que se hablan dialectos queno han llegado a constituirse en lengua literaria. Enel articulo anterior velamos cómo el gallego y portu-gués, el catalán y el castellano no eran sino formasque había tomado el latín peninsular. Hay una seriede hablas regionales que han quedado como trán-sito entre el gallego-portugués y el castellano: sonlos dialectos que en conjunto se conocen con el nombrede leonés, y que se hablan en Asturias, en parte deLeón y en una parte muy pequeña de la provincia deZamora. En las provincias de Salamanca, Cáceres yBadajoz el leonés se ha desvanecido (en realidad. enCáceres y Badajoz nunca se habló), y quedan sóloalgunos rasgos y expresiones. En Asturias y Leónestos dialectos, que en Asturias llaman "hables", hantenido cultivo literario, y aun hoy hay muchos "lía-blistas". Aquí se llega, en aldeas, a un verdaderobilingüismo, y la tarea de los maestros es bastantedura, ya que tampoco hay un "bable" oficial, sinoque hay tres variedades fundamentales (la occiden-tal, la central y la oriental), y dentro de ellas, mu-chos subdialectos. Si en principio hay que corregirlas pronunciaciones excesivamente "hables", hay quetener en cuenta que el vocabulario de estas regioneses muy vario y bello, y digno muchas veces de serincorporado a la lengua general. Don Miguel deUnamuno incorporó muchos vocablos del salman-tino a sus poesías, con gran sensibilidad para subelleza.

El aragonés, resto de una lengua que tuvo mu-cha importancia en la Edad Media, está reducido, ensu forma más pura, al Pirineo, y tiene poca litera-tura. También algunos de los vocablos son muy ex-presivos y graciosos.

Se me dirá que dejo aparte una literatura repre-sentada por Gabriel y Galán, Chamizo, Medina, lagran literatura gauchesca y de ambientes llanerosen América, etc. Pero quien las lea vera que en ellashay una parte estimable, de fuerza evocadora, que escasi siempre el vocabulario; pero hay rasgos que noson "dialectales" o "regionales", sino que son senci-llamente "vulgares". En el apartado anterior decía-mos que no se puede tomar el castellano en bloque

como norma de buen hablar, porque en Castilla tam-bién los hablantes no cultivados hablan mal. Lo "vul-gar" no se localiza en una región determinada, no in-dica. por tanto, procedencia geográfica en los ha-

blantes, sino una categoría social baja. Así el vulga-Mimo trueque de / por r: SORDA°, la casa es Ntu ARTA,

se extiende por gran parte de España y de América:el caso contrario, DEciL en vez de "decir", cortEEL esmenos extendido, y menos vulgar también; el ?migao el ME SE ha caído es de toda la hispanidad. Preci-samente un ilustre filólogo argentino, el profesorTriscornia, en un estudio sobre la lengua de MartínFierro, el gran poema argentino, ha mostrado cómolos rasgos vulgares del habla de los gauchos son co-munes a todas las regiones españolas.

Por eso hay que insistir en que esa poesía "regio-nal" lo es en pequeña parte; la mayor parte de susrasgos son vulgarismos. Y ante estos vulgarismosreaccionan en cada región los hablantes más cultos,que quizá no intenten castellanizar su pronunciación,y que se burlen de los que, por afectación, muchasveces lo hacen, pero que se burlan también de los"perullos" (como dicen en Murcia), que dicen LAJ FOTA

en vez de las botas, SORDA() o DEC1L, y, naturalmente,no toleran que un actor de teatro o un locutor deradio pronuncien de manera que no sea la correcta.

Por tanto, hay que insistir en que los rasgos regio-nales tales como la entonación, ciertas pronunciacio-

nes y el vocabulario no han de ser exagerados nicerrados, que el habla en la Audiencia, en la cáte-dra, en el teatro, en conferencias, radio, etc., ha de

aproximarse con la máxima exactitud al español co-rrecto, es decir, a la norma de las personas cultas deMadrid; y que esos rasgos que quieren ver comopeculiares de una región, tales como la r por la 1, elcambiar la b por f (LAJ FOTA en vez de las botas) yotros muchos no son sino vulgarismos, expresionesque revelan un descuido y una falta de cultivo quese reflejan en todos los demás aspectos de la perso-nalidad.

MANUEL MUÑOZ CORTES.Seminario de Filologia Ro-mánica. Universidad de

Murcia.

Momentos madurativos dela expresión escrita

PREÁMBULO.

Por su enraizamiento en la mismidad humana el len-guaje nos preocupa a todos los hombres. Mas cuandonos ocupa o preocupa no nos obliga a discriminar sobresu ser signo representativo (1), noticia (2) o vida (3).Sólo nos centra sobre una realidad experiencial: el apre-ciamiento y conmoción producidos por el lenguaje nos

(1) Vendryes, J.: El lenguaje. Cervantes. Barcelona,1925, pp. 14 y ss.

(2) García de Diego, V.: Lingüística general española.C. S. I. C. Madrid, 1951, pp. 265.

(3) Bally, Ch.: El lenguaje y la vida. Losada. BuenosAires, 1941.

instala o nos arroja en el mundo, nos embadurna o noseleva. El hombre usa el lenguaje, pero no es lenguaje.Los sujetos perdemos autenticidad humana y nos deja-mos arrastrar o por el "dicho" o por el contexto verbal.Cuando el lenguaje se impone inauténtico (4) le en-vuelve y cosifica hasta convertirle en siervo instru-mental de un servidor, hasta obligarle a la falsedadidiomática.

Las funciones del lenguaje en su afloración psicoló-gica (5), que expresamos rápidamente en ascenso for-mal (vaguedad nebular, diferenciación nacional, entron-que verbal), apuntan decididamente hacia la expresivi-dad. Las funciones del lenguaje en teoría bühleriana (6)tienen una triple referencia: sintomática, emisora o ex-

(4) Waehlens, A.: La Filosofía de Martin Heidegger.C. S. I. C. Madrid, 1945, pp. 213.

(5) Psicología del lengua. (Por varios autores.) Lo-sada. Buenos Aires, 1952.

(6) Bühler, C.: Teoría del lenguaje. Revista de Occi-dente. Madrid, 1950, pp. 35 y SS.