cuerpo, tiempo, ciudad

8
Ponente: Laura Gioeni Título: Cuerpo, tiempo, ciudad. Reflejos de la crisis de la corporalidad y de la temporalidad en el espejo de la arquitectura. Mesa: Crisis de la ciudad: habitar el espacio urbano hoy. "Tout se tient". Cuerpo, tiempo, ciudad: tres nodos estrechamente entrelazados. Crisis de la corporeidad y crisis de la temporalidad constituyen el trasfondo de la crisis de la ciudad y del habitar urbano, o sea, de la arquitectura en su más amplio sentido. "Esto matará a aquello" era el título premonitorio del capitulo mas intensamente teorético de Nuestra Señora de París, donde el novelista Victor Hugo aclara las profundas razones de la crisis de la arquitectura de su - y de nuestro - tiempo: el libro impreso mató al libro de piedra. O sea, la prensa de Gutenberg, el acontecimiento culminante del desarrollo de la escritura alfabética - con su predominante visual y su linealidad secuencial - aniquiló la polifonía de las tradiciones orales estratificadas en las piedras de la arquitectura. Este es el sentido mas profundo del pensamiento que el arcediano alquimista, dom Claude Frollo, formula al terminar una áspera disputa con Santiago Coictier, el “omnipotente médico del rey Luis XI” (Hugo, 1836, vol.II, p.11): una disputa en la cual se contraponían dos formas de cultura, la tradición hermética de un lado y la ciencia de otro, y las dos correspondientes medidas de transmisión del conocimiento, el libro de mármol de la arquitectura por una parte y el libro impreso de otra. Así, cuando Coictier pregunta al archidiácono “Pascua de Dios! que diablos de libros son los vuestros?”, él contesta: - Ese es uno (...). Y abriendo la ventana de la celda, designó con el dedo la inmensa iglesia de Nuestra Señora que, destacando sobre un cielo estrellado la negra silueta de sus dos torres, de sus costillas de piedra y de su monstruosa grupa, parecía un enorme esfinje de dos cabezas, sentado en medio de la ciudad. Consideró el arcediano en silencio por un buen rato el jigantesco edificio, y alargando luego con un suspiro su mano derecha hácia el libro impreso que estaba abierto sobre la mesa, y la izquierda hácia Nuestra Señora, y llevando una mirada triste del libro hasta la iglesia, - Ah! dijo: esto matará á aquello! (Hugo, 1836, vol.II, p.22) Hugo entonces abandona durante algún momento los acontecimientos de la novela para cumplir, por tramite de una comparación entre arte del construir y escritura, un intento genealógico y describir la formación genética de la arquitectura. La palabra más recurrente en estas páginas es “jeroglífico”. La arquitectura es jeroglífico, es “forma eterna, visible, palpable” bajo la cual se fija todo un “flotante simbolismo” (Hugo, 1836, vol.II, p.27). Frollo invita sus interlocutores a seguirlo por las calles de París para aprender a leer y descifrar los jeroglíficos de la arquitectura urbana:

Upload: zaragozapiensa

Post on 01-Oct-2015

55 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

#ZaragozaPiensa. Mesa: Crisis de la ciudad. Habitar el espacio urbano hoy.Laura Gioeni.

TRANSCRIPT

  • Ponente: Laura Gioeni

    Ttulo: Cuerpo, tiempo, ciudad. Reflejos de la crisis de la corporalidad y de la temporalidad en el espejo de la arquitectura.

    Mesa: Crisis de la ciudad: habitar el espacio urbano hoy.

    "Tout se tient". Cuerpo, tiempo, ciudad: tres nodos estrechamente entrelazados. Crisis de la corporeidad y crisis de la temporalidad constituyen el trasfondo de la crisis de la ciudad y del habitar urbano, o sea, de la arquitectura en su ms amplio sentido.

    "Esto matar a aquello" era el ttulo premonitorio del capitulo mas intensamente teortico de Nuestra Seora de Pars, donde el novelista Victor Hugo aclara las profundas razones de la crisis de la arquitectura de su - y de nuestro - tiempo: el libro impreso mat al libro de piedra. O sea, la prensa de Gutenberg, el acontecimiento culminante del desarrollo de la escritura alfabtica - con su predominante visual y su linealidad secuencial - aniquil la polifona de las tradiciones orales estratificadas en las piedras de la arquitectura.

    Este es el sentido mas profundo del pensamiento que el arcediano alquimista, dom Claude Frollo, formula al terminar una spera disputa con Santiago Coictier, el omnipotente mdico del rey Luis XI (Hugo, 1836, vol.II, p.11): una disputa en la cual se contraponan dos formas de cultura, la tradicin hermtica de un lado y la ciencia de otro, y las dos correspondientes medidas de transmisin del conocimiento, el libro de mrmol de la arquitectura por una parte y el libro impreso de otra. As, cuando Coictier pregunta al archidicono Pascua de Dios! que diablos de libros son los vuestros?, l contesta:

    - Ese es uno (...). Y abriendo la ventana de la celda, design con el dedo la inmensa iglesia de Nuestra Seora que, destacando sobre un cielo estrellado la negra silueta de sus dos torres, de sus costillas de piedra y de su monstruosa grupa, pareca un enorme esfinje de dos cabezas, sentado en medio de la ciudad.Consider el arcediano en silencio por un buen rato el jigantesco edificio, y alargando luego con un suspiro su mano derecha hcia el libro impreso que estaba abierto sobre la mesa, y la izquierda hcia Nuestra Seora, y llevando una mirada triste del libro hasta la iglesia, - Ah! dijo: esto matar aquello! (Hugo, 1836, vol.II, p.22)

    Hugo entonces abandona durante algn momento los acontecimientos de la novela para cumplir, por tramite de una comparacin entre arte del construir y escritura, un intento genealgico y describir la formacin gentica de la arquitectura. La palabra ms recurrente en estas pginas es jeroglfico. La arquitectura es jeroglfico, es forma eterna, visible, palpable bajo la cual se fija todo un flotante simbolismo (Hugo, 1836, vol.II, p.27). Frollo invita sus interlocutores a seguirlo por las calles de Pars para aprender a leer y descifrar los jeroglficos de la arquitectura urbana:

  • Ddalo es el basamento, Orfeo es la pared, Hermes es el edificio, el todo. Venid, cuando os gustis, (...) ante todas cosas, os har leer una despus de otra las letras de mrmol del alfabeto, las letras de granito del libro. Irmos desde la portada del obispo Guillermo y de Saint Jean-le-Rond la Capilla Santa, luego la casa de Nicolas Flamel, calle Marivaulx, su sepulcro, que se est en el cementerio de los Santos Inocentes y sus dos hospitales, calle Montmorency. Os har leer los jeroglficos que cubren los cuatro grandes morillos de hierro de la puerta del hospital de San Gervasio y de la calle de la Ferronnerie: tambien deletrearemos juntos las fachadas de san Cosme; de santa Genoveva-des-Ardenx, de san Martin y de Santiago-de-la-Boucherie... (Hugo, 1836, vol.II, p.21).

    El mltiple significado, simblico y emblemtico, de la arquitectura pertenece al mundo de la sinestesia de la cultura oral. En ese mundo la experiencia de la arquitectura est abierta a una multiplicidad de interpretaciones posibles, que el hombre de la era de Gutenberg, silencioso lector de una escritura transparente, no consigue mas descifrar.

    Segn Hugo, el papel de la arquitectura como escritura principal y universal se acab paralelamente a la difusin de la prctica tipogrfica: en este libro grantico, empezado por el oriente, continuado por la antigedad griega y romana, la edad media ha escrito la ultima pgina (Hugo, 1836, vol.II, p.34). Despus de Gutenberg se va desnaturalizando mas y mas la forma arquitectnica del edificio, y dejando entrever la forma geomtrica, como la caja huesosa de un enfermo enflaquecido. A las bellas lneas del arte, suceden las fras e inexorables lneas del gemetra: un edificio no es ya un edificio, sino un poliedro (Hugo,1836, vol.II, p.42).

    El arte cede el paso a la geometra. El cuento oral cede el paso a la pgina estampada, el odo al ojo. La objetividad del significado, vehiculado por la palabra escrita, se forma junto con el sujeto metafsico correspondiente: el lector desencarnado y alejado. El ojo del alma no sabe ms interpretar la "escritura de mundo" de la arquitectura, de la forma de la ciudad y de las sinestticas prcticas vivientes que la estructuran.

    El captulo Pars a vista de pjaro es un homenaje a la ciudad del siglo XV idealmente reconstruida por el ojo alado del autor. Hugo cierra estas pginas, en donde dibuja la historia de Pars a travs el recuerdo y la descripcin de sus monumentos, con una sentida exhortacin y muy valiosa sugerencia:

    si queremos recibir de la antigua ciudad una impresin que en vano buscaramos en la moderna, subamos una maana de gran festividad al salir el Sol de Pascua o de Pentecostes, subamos a algn punto elevado desde donde dominemos la capital entera, y oigamos el primer repiqueteo de las campanas (...). Cierto que es esta una opera que merece la pena de escucharse. Por lo general, el rumor que se exhala de Pars durante el da, es que la ciudad habla; de noche, es que la ciudad respira; ahora, es que la ciudad canta. Prestemos el odo a este tutti de campanarios (Hugo, 1836, vol.II, p.247,250).

  • Est justo en la predominancia y la omnipresencia del sentido de la vista que el arquitecto y terico finlands Juhani Pallasmaa identifica la raz de la crisis de la arquitectura y la ciudad contempornea, exhortando a rehabilitar una corporeidad hptica y sinesttica cual fundamento de nuestra autntica relacin con nuestro entorno.

    El dispositivo visual, inmanente en el hbito alfabtico, metafsico y cientfico, ha desencajado la original relacin corporal del hombre con su entorno. La ciudad est poblada por una arquitectura retiniana hecha para un sujeto-ojo desencarnado y su planeamiento est dominado, una vez ms, por la hegemona del sentido de la vista. Escribe Pallasmaa:

    Con igual claridad, el paradigma visual es la condicin imperante en la planificacin de la ciudades, desde las plantas de ciudades ideales del renacimiento hasta los principios funcionalistas de la zonificacin y el planeamiento que reflejan la higiene de lo ptico. En concreto, la ciudad contempornea es cada vez ms la ciudad del ojo, separada del cuerpo (...). Los procesos de planeamiento han favorecido al ojo idealizado y cartesianamente incorpreo del control y del distanciamiento; las plantas de las ciudades son visiones altamente idealizadas y esquemticas vistas (...) a travs del ojo de la mente de Platn (Pallasmaa, 2006, pp.28-29).

    Contra una comprensin meramente visual de la arquitectura, contra el ocularcentrismo arquitectnico, su investigacin es dirigida a recuperar el papel de la visin perifrica, del cuerpo y del conjunto de todos los sentidos en nuestra experiencia del mundo. Segn Pallasmaa la arquitectura articula las experiencias del ser-en-el-mundo como encuentro situacional y corporal en conexin con el lenguaje y la sabidura del cuerpo (Pallasmaa, 2006, pp.11, 29-30). Con referencia a los estudios del antroplogo Ashley Montagu, Pallasmaa recuerda que nuestro primer contacto con el mundo pasa por el sentido del tacto y que, por lo tanto, tenemos que reconocer una primaca del mundo hptico sobre lo visual. La arquitectura es la proyeccin en el espacio del movimiento del cuerpo humano y la experiencia de la arquitectura es una experiencia viviente que, transcendiendo la geometra y la medida, consiste bsicamente en acciones: actos de acercamiento al edificio, de ingresar por la puerta, mirar por una ventana, etctera. Hablando de la mmesis del cuerpo, Pallasmaa interpreta el proceso proyectual como un proceso de interiorizacin e incorporacin por parte del arquitecto del edificio imaginado:

    El movimiento, el equilibrio y la escala se sienten inconscientemente a travs del cuerpo como tensiones en el sistema muscular (...). A medida que la obra interacta con el cuerpo del observador, la experiencia refleja las sensaciones corporales del creador. En consecuencia, la arquitectura es comunicacin desde el cuerpo del arquitecto directamente al cuerpo de la persona que encuentra la obra (Pallasmaa, 2006, p.67).

    Reconstruyendo una verdadera fenomenologa de la percepcin urbana, Pallasmaa observa que, como en el caso de la arquitectura, nosotros enfrentamos la ciudad con todo

  • nuestro cuerpo:

    Mis piernas miden la longitud de los soportales y la anchura de la plaza; mi mirada proyecta inconscientemente mi cuerpo sobre la fachada de la catedral, donde deambula por la molduras y los contornos, sintiendo el tamao de los entrantes y salientes; el peso de mi cuerpo se encuentra con la masa de la puerta de la catedral y mi mano agarra el tirador de la puerta al entrar en el oscuro vaco que hay detrs. Me siento a m mismo en la ciudad y la ciudad existe a travs mi experiencia encarnada. La ciudad y mi cuerpo se complementan y se definen uno al otro. Habito en la ciudad y la ciudad habita en m (Pallasmaa, 2006, p.41-42).

    Es Merleau-Ponty el que destaca el papel de la corporeidad como base de nuestro acceso al mundo, a los dems y a nuestra propia subjetividad. En la fenomenologa de la corporeidad tiene sus races la dimensin tica y social. Estamos en una relacin pragmtica, y no puramente contemplativa, con el mundo. As, como deca Heidegger, los objetos del mundo - e incluimos la arquitectura - se configuran como ser-a-la-mano, como ser utilizables; y adems tienen un sentido emocional y una tonalidad emotiva, inducen conductas y gestos de nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo es el doble fundamento de la relacin intersubjetiva y de nuestra subjetividad, la cual se constituye justo a partir de nuestra relacin encarnada con los dems y el mundo, y de tal manera que la consciencia de nosotros mismos no es sino el reflejo y el rebote de nuestro ser en el mundo y de nuestro ser con los dems.

    Victor Hugo haba intuido que los caracteres mviles de Gutenberg haban modificado la esencia y el significado de la arquitectura. En otras palabras el dispositivo visual, contenido en la escritura alfabtica y vehiculado por el libro impreso, haba transformado el arte de construir en mera aplicacin de geometra descriptiva: la arquitectura ceda el paso a la ciencia arquitectnica, fundada sobre un concepto de espacio organizado en coordinadas tridimensionales uniformes y homogeneices. Al ojo del alma del lector alfabtico corresponde una espacialidad hecha de puntos atmicos independientes en el espacio cartesiano. Tenemos que reconocer que, al final, esta nocin est a la base de nuestra representacin de la arquitectura y, por lo tanto, tambin condiciona la visin comn del espacio y la prctica proyectual del arquitecto.

    Merleau-Ponty reclama con fuerza la centralidad de la corporeidad tambin en la necesaria superacin del concepto cartesiano de espacio como medio homogneo donde las cosas estn distribuidas segn tres dimensiones (Merleau-Ponty, 2003a, p.18), y ofrecido por completo a una inteligencia incorprea (Merleau-Ponty, 2003a, p.24). Segn el filosofo francs nuestra relacin con el mundo no es la relacin entre un sujeto puro y distanciado, una inteligencia sin cuerpo, y un objeto distante, el hecho fsico contenido en un espacio homogneo. En su lugar Merleau-Ponty habla de espacio habitado (Merleau-Ponty, 2003b, p.27), dado siempre en correlacin con el cuerpo y orgnicamente conectado con l. El espacio no existe de manera independiente de nuestra experiencia dinmica y deriva de los procesos fisiolgicos de la percepcin y de los esquemas sensoriales y del movimiento de nuestro cuerpo. La observacin

  • fenomenolgica de nuestra experiencia perceptiva nos ensea un espacio heterogneo, con direcciones privilegiadas que se encuentran en relacin con nuestras particularidades corporales y nuestra situacin de seres arrojados al mundo (Merleau-Ponty, 2003a, p.24).

    Entonces necesitamos una arquitectura que arranque desde la "mano pensante" (Pallasmaa, 2012), que se dirija y colabore en el establecimiento de un renovado sujeto encarnado, centro de la interrelacin de la dinmica tica y social.

    La prdida de la memoria del cuerpo implica tambin la prdida del significado memorial de la arquitectura y de la ciudad. El proyecto moderno se ha caracterizado por una instancia ahistrica de universalizacin de los principios de una construccin lgico-tecnolgica de la arquitectura y del planeamiento urbano. Por su misma definicin, la modernidad declara su recorte neto con el pasado y la tradicin; reclama como su tiempo el eterno presente de la forma lgica y un futuro sin races; como su espacio un espacio sin cuerpos y sin memoria histrica. El cuerpo, mera res extensa y accidente fsico del ojo cerebral, separado de su propia temporalidad y memoria, pierde su hogar en la ciudad contempornea, alienado en un tiempo que no es ms un tiempo de la vida sino el tiempo absoluto de la ciencia y del reloj.

    El concepto mismo del tiempo como sucesin lineal e irreversible de instantes presentes es un producto de la linealidad de la escritura alfabtica. A esta estructura temporal corresponde una visin de la historia como escritura de la verdad del pasado, alejado, objetivado y cristalizado en su reconstruccin historiogrfica. Despus de las advertencias de Nietzsche contra la hipertrofia de la virtud histrica (Nietzsche, 2006, p.11) y su intuicin de la circularidad del tiempo, es Heidegger a contraponer a la idea del tiempo como uniformidad homognea y medible de puntos-ahora, una autntica dimensin de la temporalidad nsita en la constitutiva historizacin del Dasein: un tiempo de la vida, en el cual pasado, presente, futuro, memoria y proyecto, constituyen un crculo. El tiempo del fsico, aclara Heidegger en El concepto del tiempo, es el tiempo del reloj, que nos muestra el ahora, pero ningn reloj muestra jams el futuro ni jams ha mostrado el pasado. Toda medicin del tiempo quiere decir: traer el tiempo al cunto (Heidegger, 1924, p.17). Esta interpretacin asimila y homogeneiza el tiempo al espacio cartesiano, a la presencia pura y simple: se lo matematiza en una secuencia de nmeros, en una secuencia de puntos ahora, que jams puede llegar a explicar nuestra experiencia y el sentido originario y autntico de la temporalidad. Ms bien, la trama de la vida entre el nacimiento y la muerte parece real slo en el ahora y el Dasein recorre el lapso de tiempo que le ha sido concedido (...) en tal forma que, siendo cada vez, atraviesa a saltos, por as decirlo, la secuencia de ahora de su tiempo (Heidegger, 2005, p.390).

    El proyecto y la vida de la ciudad contempornea estn dominados por esta temporalidad inautntica, conjugada al slo tiempo presente, producido, una vez ms, por la predominancia de lo visual y del cuantitativo, en la practica de planeamiento como en los habitus de vida. As el ser humano, forzado a vivir persiguiendo cada instante presente, es privado de su temporalidad existencial, de su memoria corporal, y al final, de su identidad. As la arquitectura y la ciudad pierden sus identidades y sus enlaces con su

  • memoria histrica, relegada, a lo ms, a la cita o al muerto recinto de los centros histricos.

    Heidegger reflexiona sobre el desafo arrojado por la Segunda consideracin intempestiva de Nietzsche. Para recuperar la utilidad de la historia para la vida, necesitamos comprender el enlace estructural entre tiempo y ser: el anlisis de la historicidad del Dasein intenta mostrar que este ente no es tempreo porque est dentro de la historia, sino que, por el contrario, slo existe y puede existir histricamente porque es tempreo en el fondo de su ser. (Heidegger, 2005, p.393). Entonces tenemos que reconocer el fundamento temporal del Dasein en la dinmica de la relacin de correlativa metamorfosis entre facticidad y devenir, pasado y futuro, procedencia y destino, memoria y previsin, historia y vida, conservacin y proyecto: lo que de esta manera tiene historia puede tambin hacer historia (...). Historia significa aqu un encadenamiento de sucesos y de efectos que se extiende a lo largo del pasado, presente y futuro (Heidegger, 2005, p.395).

    Tambin el filosofo angloamericano Alfred North Whitehead desarrolla, desde un punto de vista diferente, una critica conjunta a las ideas absolutas y cientficas de tiempo y espacio. Whitehead observa, por ejemplo, que la concepcin geomtrica del espacio representa slo una abstraccin si es separado de la existencia y de su temporalidad sustancial. En lugar de la idea de punto geomtrico, como entidad simple, aislada y sin dimensin, y de una nocin de espacio vaco, mero vehculo de interconexiones espaciales (Whitehead, 2004, p.265), Whitehead define el concepto de acontecimiento, o suceso (event) como centro de interrelacin espacio-temporal: todo el universo espacial - escribe - es un campo de fuerza - o, en otras palabras, un campo de actividad incesante (Whitehead, 2004, p.265). As que, por fin, espacio y tiempo son slo una expresin parcial de una fundamental relacin entre acontecimientos que no es ni espacial ni temporal (Whitehead, 1920, p.185).

    El filsofo italiano Enzo Paci, reflexionando sobre la arquitectura en los aos cincuenta de la reconstruccin del posguerra, interpreta su crisis como consecuencia de la ruptura de la unidad entre hombre, naturaleza, tecnologa e historia. En los aos del boom de las construcciones, la arquitectura italiana estaba aplanada sobre los paradigmas de una modernidad conformada al international style. Cotejando el racional-funcionalismo de los tericos del Movimiento Moderno a los principios ahistricos y las tendencias del formalismo lgico hacia la generalizacin y lo universal, Paci invita a injertar en la teora arquitectnica la crtica promovida por Whitehead contra los conceptos abstractos cientfico-geomtricos de espacio y tiempo. Segn Paci, el relacionismo orgnico de Whitehead puede llevar a recuperar el sentido de la relacin dinmica y situacional con el espacio y el tiempo, la carga proyectual de la relacin con la historia y la mirada fenomenolgica hacia el precategorial mundo de la vida.

    Al final, volver a pensar el espacio de la arquitectura y de la ciudad a partir del cuerpo y de su gestualidad ha sido el objetivo del mimo, actor y pedagogo teatral, Jacques Lecoq durante los veinte aos de su enseanza en la Academia Nacional de Bellas Artes en Pars, la escuela que devendr la cole Nationale Suprieure de Architecture de Paris La

  • Villette (ENSAPLV). Directamente y profundamente influenciado por las teoras del antroplogo Marcel Jousse, Lecoq considera el hbito mmico como el trasfondo universal de nuestra relacin con el mundo. Segn ambos, el estudio del movimiento del cuerpo y de la gestualidad humana representa un instrumento viviente para el anlisis del ser humano y, al mismo tiempo, un medio de comprensin y conocimiento del mundo. Lecoq pensaba que la pedagoga mimodinmica y el mimo de accin, constituyeran no slo la base de la formacin del actor, sino tambin un instrumento educativo til al desarrollo del pensamiento proyectual y creativo en todos los campos del conocimiento, arquitectura incluida. Desde un punto de vista arquitectnico - y tambin filosfico - creo que uno de los mas relevantes aspectos de la pedagoga de Lecoq sea la consideracin del cuerpo en movimiento como generador del espacio. El espacio - del teatro, de la escenografa, de la arquitectura y de la ciudad - no es una mera cuestin geomtrica, una pura entidad dimensional, un hecho a priori antes del cuerpo y de su movimiento. al contrario, el cuerpo en movimiento constituye el centro de una interrelacin espacio-temporal que proyecta un campo de fuerzas y crea el espacio. Escribe Lecoq: el movimiento no es slo un desplazamiento de lineas, sino tambin causa presiones y tensiones en el espacio. Las fuerzas juegan una contra la otra, dando una viva y vibrante consistencia al espacio (Lecoq, 2006, p.89).

    Por lo tanto, la pedagoga teatral de Lecoq se transforma as en herramienta para comprender, a travs de un ejercicio de transposicin mmica, la originaria estructura de la relacin pragmtica con nuestro entorno, para redescubrir la conexin original y precategorial entre espacio y tiempo, entre corporeidad y memoria, entre memoria y proceso imaginativo. Mimar tambin puede representar un proceso cognoscitivo que permite de acceder a la significacin dinmica de las relaciones entre el ser humano, como sujeto encarnado, y el espacio arquitectnico: relaciones, estas, que modelan nuestra misma identidad y dibujan la ciudad como teatro de la vida.

    Referencias

    HEIDEGGER, M., El concepto del tiempo, (1924), Edicin electrnica de la Escuela de Filosofa Universidad ARCIS, Santiago del Chile, https://www.academia.edu/6300674/EL_CONCEPTO_DEL_TIEMPO, ltimo acceso 24 /03/2015.

    HEIDEGGER, M., Ser y Tiempo, (1927), Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2005. HUGO, V., Nuestra Seora de Pars, (1832), Imprenta D. Tomas Jordan, Madrid, 1836.

    JOUSSE, M., L'Anthropologie du Geste, Les ditions Resma, Pars 1969.

    LECOQ, J., CARASSO J.G., LALLIAS J.C., El cuerpo potico. Una pedagoga de la creacin teatral, (1997), Alba Editorial, Barcelona, 2004.

    LECOQ J., Theatre of Movement and Gesture, Routledge, London & New York, 2006.

  • MERLEAU-PONTY, M., El mundo de la percepcin, (1948), Fondo de Cultura Econmica, Buenos Aires, 2003 (a).

    MERLEAU-PONTY, M., Nature. Course Note from the Collge de France, 1956-1960, Northwestern University Press, Evanston, 2003 (b).

    Mc LUHAN, M., La galaxia Gutenberg: gnesis del homo typographicus, Aguilar, Madrid, 1969.

    NIETZSCHE, F.W., Secunda consideracin intempestiva, (1874), Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2006

    PACI, E., Relazioni e significati, Lampugnani Nigri, Milano, 1966.

    PALLASMAA, J., Los ojos de la piel, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2006.

    PALLASMAA, J., La mano que piensa. Sabiduria existencial y corporal en la arquitectura, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2012.

    SINI, C., Filosofia e scrittura, Laterza, Bari, 1994.

    WHITEHEAD, A.N., The Concept of Nature, Cambridge University Press, Cambridge, 1920.

    WHITEHEAD, A.N., Naturaleza y vida (1933), LOGOS. Anales del Seminario de Metafsica, 37 (2004), 257-288.