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Juan Tejeda ~1 CUENTOS DE MI ESCRITORIO CÓOIG06f'3 .~III~ Junn TeJedn, nncldo en I9J~, SJtl!rft IMr por ... bl~ (ot!o Su gr.,n senudo del 11UIIIOr10 "trtló ~II lIoVQI(I~. CUCIHI>S. 01;'(1$·de l<\nlro > él'lSIIlc4M (publicada> eu lu prensa UOIt el 'cu~óllillltj de ~~X¡ll\O :;Bvcrol 1'tl'nibi€1I~orll>i6 .nlrolo"mj¡~ ",hrn~ p(!r. n¡ñll~. c'oni" "~!fi$' GU.¡ItO~ ~ij 'ni cscritlulu (1957) Y (>Juen(l>~do ItI ¡¡.¡"tI (>1957), .lJnU~~ ~Q,I ",urjas1\!I¡~ji)ne")' ,.t1iIli\~lilo ÓJ(IIO. Cuando UII ClIt;nlisUI ~qMIW cqli jápl'l lo pueden pa~rlr (!9~¡1,!;' n1.ll)' ~~ll'hft_lUb ~1'1l ltl goma, por O)cllwlo. H: )UIl{lHi> IIníl 11111111 IllISlIdll '1 empiece j botrur lo (1\11; I\() debe: (1 que el lá¡>i1m¡$nl~' ~e ¡lOngn 11 pelear eon 111 gomn, Y SI este escritor, ndcJ1]~S-.Se :t!tlmbf\1 con una vela. el couñicro s1: cOlllplic.l. Todo 11'1(IUetiene, sobre el escritorio adquirirrl vrdn y le compñcard., la "ido.

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Page 1: Cuentos-de-mi-Escritorio-1.pdf

Juan Tejeda

~ 1

CUENTOS DE MIESCRITORIOCÓOIG06f'3

.~III~

Junn TeJedn, nncldo en I9J~, SJtl!rft IMr por ... bl~(ot!o Su gr.,n senudo del 11UIIIOr10 "trtló ~IIlIoVQI(I~. CUCIHI>S. 01;'(1$·de l<\nlro > él'lSIIlc4M(publicada> eu lu prensa UOItel 'cu~óllillltj de~~X¡ll\O :;Bvcrol 1'tl'nibi€1I~orll>i6 .nlrolo"mj¡~",hrn~ p(!r. n¡ñll~. c'oni" "~!fi$'GU.¡ItO~ ~ij 'nicscritlulu (1957) Y (>Juen(l>~do ItI ¡¡.¡"tI (>1957),.lJnU~~~Q,I",urjas 1\!I¡~ji)ne")' ,.t1iIli\~lilo ÓJ(IIO.

Cuando UII ClIt;nlisUI ~qMIW cqli jápl'l lopueden pa~rlr (!9~¡1,!;'n1.ll)'~~ll'hft_lUb~1'1l ltlgoma, por O)cllwlo. H: )UIl{lHi> IIníl 11111111IllISlIdll'1 empiece j botrur lo (1\11;I\() debe: (1que el lá¡>i1m¡$nl~' ~e ¡lOngn 11 pelear eon 111gomn, Y SI este escritor, ndcJ1]~S-.Se :t!tlmbf\1con una vela. el couñicro s1: cOlllplic.l. Todo11'1(IUe tiene, sobre el escritorio adquirirrlvrdn y le compñcard., la "ido.

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• II ~, ., .

,· I

Moralejaspág. 91

I· ., I· I. :

Los monederos falsos pero buenospág. 9

El huevo vanidosopág. 21

El sacrificio de la velapág. 29

La gloria de la velapág. 47

La hojita viajerapág. 57

Lamaldad de la gomapág. 65

Las aventuras del lápizpág. 69

! I!,

INDICE

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"N osésimispequeños lectores creeránlo.que voy a. contarles, perola verdad-es que enmiescritorio ocurren hechos ~uycuriosos.

Ahí están siempre mis amigos: el lápiz, el.Iapícero.Ja goma y los papeles, Además hay. una.tíjera.uncortaplumas y muchos otros ob­jetosqueme ayudan a ganarme la vida. Graciasa.ellos puedo hacer dibujos que llevo a Iosdiarios, donde me p~an algunos pesos. Ytam­bién escribo cuentos, que las revistas .suelencomprarme. .;., .Pues bien: el otro día me eseabamuriendo

" ..,

..'".. :

- ..LOSMONEDEROS

FALSOS PERO BUENOS

.' .

-,

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11

río, donde aprendía muchas cosas interesantes¡ sobre la vida y sobre los hombres-. Lo que le! pasa - continuó el anteojo- es que está cansado,I Le ha ocurrido algo que, según el diccionario

Ifrancés se llama sunnenage, y que en nuestroidioma significa "cansancio mental por exceso

! de trabajo". Eso es lo que le sucede. QuiereI escribir, pero no se le viene ninguna idea a la

anteojo-, Hace varias semanas que no me mon­ta sobre su nariz y no me da nada que leer.

-Yo creo que está enfermo -opinó la tijera-.De otra manera ya me habría utilizado pararecortar sus dibujos.

-¡Sí no ha dibujado nada! -exdamó el lápíz-.Días atrás me tomó en su mano, 111zo unascuantas líneas y luego, arrugando el papel, lolanzó furioso al canasto.

-Creo saber lo que ocurre -explicó el ante­ojo, y todos se dispusieron a oírlo. El anteojotenía fama de ser el más sabio de todos losamigos de mi escritorio, y por eso lo escucha­ban con respeto. Comprendían que el anteojoera el que más sabía, pues era el que leía más.Con frecuencia mi nariz lo llevaba al dicciona-

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de hambre porque no se me ocurría ningúncuento nuevo que llevar, ni ningún dibujo quehacer, y me quedé dormido de fatiga despuésde tratar inútilmente de inventar algo. Me dor­mí sobre un sillón, iY cuál no sería mi sorpresacuando, al despertar horas después, lleno deangustia porque no tendría dinero para el pan,abrí los ojos y contemplé una escena emocio­nante!

NO.·No estaba soñando. Mis ojos no me ~engañaban.mis oídos escuchaban perfectamen- .te.

¿Qué sucedía?El lápiz estaba hablando. y hablaba de miEl lápiz hablaba asía sus compañeros.míen-

tras yo me fingía dormido para no interrumpir­lo:

-¿Se han fijado en lo que le pasa a nuestroamo?Desdehacedíaspareceestarmuypreocu­pado y muy triste ...

-¿Es cierto -contestó-la goma-. Ysobre todo,se nota muy nervioso. Tanto es así, que ayer meapretujó todo eldía entre sus dedos, ynomedíoni siquiera una linea o una letra que borrar.

-También he observado lo mismo -díjo mi

-

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cabeza. Quiere dibujar iYno le sale ni una línea!y lo más triste es que el pobre vive de estos 'trabajos. Si no se le ocurre algo en las pocashoras que van quedando de la noche, no podrállevar nada a la imprenta, no le pagarán, y semorirá de hambre con su señora esposa y sus 'diecisiete hijos.

-¡Tenemos que ayudarlo! -dijo la tijera, queera muy bondadosa.

-¡Lo ayudaremosl-contesraron los demás,pero a nadie se le ocurría qué hacer.

Entonces el lápiz tuvo una gran idea, yhabló así:

-¿Se acuerdan de ese día en que nuestroamo tenía que dibujar lit billete de diez milpesos para ilustrar un cuento?

-¡Claro que nos acordamos! -respondíerontodos:

-¡Cómo no vamos a recordarlo, si nos costótanto hacerlo! . ~

I-Pues bien -dijo el lápiz-: lo que yo les I,propongo es que hagamos un nuevo billete de ~ésos y se lo dejemos aquí encima ...

-No estaría mal-dijo mi billetera, que des­cansaba también sobre el escrttorio-, Hace va-

..

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te. De manera que, por favor, retírense, paradejarme caer.

Todos mis amigos del escritorio se hicierona un lado y el grueso volumen se lanzó de altoabajo.

-¿Qué página? -preguntó uno de mis guan­tes.

-Mil doscientos uno -respondió el anteojocon su gruesa voz.

y el guante, con toda elegancia, se abriópaso entre los demás objetos, abrió el libro ybuscó la página con sus finísimos dedos.

-Ahora necesitaremos papel-dijo el lápiz.-Aquí estoy-contestó una hoja, dirigiéndo-

se al centro de la mesa.y el lápiz empezó a copiar minuciosamente

el billete. De vez en cuando se detenía, y todoslos demás se acercaban a hacer la crítica del. dibujo. Cuando era necesario, la goma borraba'.La goma tenía bastante hambre de lineas, demodo que tendía a borrar más de Lonecesario,pero la tijera la vigilaba constantemente, ayu­dada por el cortaplumas.

Cuando terminaron el billete por un lado,tuvieron que seguir por el otro. ¡Yen seguida

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ríos días que nuestro patrón no me da de comerni un mísero billetito de cinco pesos. Y tengohambre.

-Bueno, pues, manos a la obra-dijo el Iápiz-.En primer lugar, tenemos que buscar el libro enque salía dibujado el billete de diez mil pesos.¡De otra manera, no sé cómo podríamos hacer­lo!

-Hagámoslo de memoria -dijo la goma.-jJamás! [Sí lo hiciéramos de memoria, el

billete saldría malo! y nuestro amo, impulsadopor el hambre, se vería obligado a cambiarlo, yluego lo descubrirían y se lo llevarían preso. jLoque pasa es que tú, goma, eres mala! No tecontentas con comerte las líneas que yo hago,sino que además quieres que lleven preso alpatrón.

-¡Y tú p.o haces más que molestarme!La tijera habló entonces:-¡Haya paz! ¡Si no dejan de discutir, juro

que les daré un buen pinchazo a cada cual! Loque tenemos que hacer es empezar ahora mis­mo el trabajo. ¡A ver! ¿Dónde está ese libro?

-Aquí estoy -dijo ellibro de grabados-, Perome han colocado demasiado arriba en el esta n-

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"

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bondadoso amo.Los fósforos saltaron felices sobre la cabeza

de la infeliz vela, la luz se encendió suavementeymuy pronto eldibujo pudo ser observado porla lupa y el anteojo. Ellos quedaron satisfechos,y s610 entonces la tijera procedió a recortar elbillete. Los restos del papel fueron botados alcanasto, que se los comió complacido, y cadacual se retiró a dormir a su rincón.

-Apáguerune, por favor -gímió La vela-,Apáguenme, por favor -ímploraba.

Pero nadie sabía cómo hacerlo. Y ademáscasi no Laoían, pues se estaban quedando dor­mídos.

Afortunadamente, comenzaba ya a clarearel día. Me incorporé de mi sillón, apagué cuida­dosamente la vela con un suave soplido y cogíemocionado el billete entre mis manos, [Parecíaverdadero! [Estaba salvado! ¡Con él podría ir'donde el lechero y el panadero, llevar los ali­mentos indispensables para mi familia, y que­darme, aún más, con el vuelto!

Salí corriendo a la calle.Al llegar a la casa del panadero sentí un

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hubo que esperar a que el portaplumas, con laayuda de los diversos frascos de tintas de colo-res, concluyera el dibujo en limpio! 1

-Ahora falta que el anteojo y la lupa revisen lbien el dibujo para proceder a cortarlo -dijo la IIi ,tJera. ' , "

-Con el mayor gusto -respondió la lupa-. 1,Pero la verdad es que estoy un tanto mal de lavista, de manera que necesito un poco de luz.¿De dónde la sacamos? La lámpara de veladorestá muy lejana. y además, si encendiéramosuna ampolleta, nuestro amo podría despertar yla obra quedaría inconclusa., Todos miraron a la vela.-Sí -dijeron los fósforos-. Hace tiempo que

no comemos vela. ¿Por qué no la encendemos?Su luz, que es muy suave, no despertará alpatrón.

-Me parece bien -díjo la lupa-. Todos esta­mos de acuerdo. Pero ¿qué pensará la pobrevela? ¿No creen que le va a doler?

-Yo me sacríñco -decíaró ésta-. Me va adoler, es claro. ¡Cómo no me va a doler que estospícaros me enciendan la cabeza! Pero soy capazde soportarlo todo con tal de ayudar a nuestro

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. Yo sabía que acababa de cometer un enga­ño, pero ante todo estaba la comida para mishijos. (Y también para mí, porque la verdad esque yo tenía un hambre de cien mil ogros.) Yavena, después cómo devolver los billetes alpanadero. Comimos los panes, pues, y unastortas que compré, y bebimos leche, que pasé abuscar a la lechería, y entonces me puse apensar en qué haría para devolver el cambio alpanadero. (Además, había comprado muchasprovisiones y dejé plata en la casa para pagar lasdeudas que teníamos, y que eran muchas.)

yme puse a pensar en cómo salir del paso.¿Y saben ustedes lo que hice? .Pues ...; escribí todo lo que había visto hacer

a mis amigos del escritorio. Escribí un cuentoigual a éste, lo llevé a la casa editorial quefabrica las revistas, donde me lo compraronjusto en diez mil pesos, y luego partí a la casadel panadero.

-Mire, buen hombre -le dije-. Tengo la sos­pecha de que el billete qU.ele traje en la mañanaera falsificado ... ¿Me permite que se lo cambiepor éste?

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gran temor. ¿No iba a cometer una maldad alcambiarle un billete falsificado? ¿No estabaesto prohibido por las leyes? Quizás me lleva­rían preso. y le haría un daño muy grande alpobre panadero, al dejarlo con un billete falsoque -que al pasarlo él a otro- podría conducirlopara siempre a la prisión. Pero, por otra parte,yo pensaba que tenía que hacerlo, porque si no10 hacía, mis hijos y mi esposa se morirían dehambre, ya que llevábamos varios días sin pro­bar un bocado debido aqueyonohabía ganadonada.

El sólo imaginarme a mis niños muriéndo­se de hambre me obligó a hacer el cambio sin.pensar más.

El panadero miró el billete, vacilante, y me. dijo:

-Es una. suma muy grande la que usted mepide que le cambie. Además, ahora andan mu­chos billetes falsificados ... Dicen que hay undibujante muy diestro que se dedica 11 falsifi­carlos ... Pero este billete ..., mmm. Humm ..., sí,parece bueno.

y me dio los panes y el vuelto.

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N o sé quién dejó un huevo encima demi escritorio. Quizás fue la misma gallina quelos puso, pues tengo que confesar que mi escri­torio no ha sido nunca muy ordenado. Siempreaparecieron cosas raras en él. Pero nunca, nun-ca jamás había aparecido un huevo. .

La aparición del misterioso huevo causóuna gran sorpresa entre los habitantes habitua­les de mi escritorio.

-¡Qué singular aconteclmiento! ¡Un huevoentre nosotros! ¡Qué asco! -exclamó una vozronca. Era la goma, que se sentía muy impor­tante.

,

EL HUEVOVANIDOSO

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-No hay necesidad -me contestó-. Fíjeseque yo también tuve la misma sospecha. y parasalir de dudas, lo llevé alBanco Central, que esen donde hacen los billetes verdaderos, Lorevi­saron por todos lados ... iY lo encontraron per­fecto! ¿Para qué nos preocupamos más, pues?

De esta manera, mis amigos me hicieronganar, primero, los diez mil pesos que dibuja­ron para mí; en seguida, los diez mil pesos que I

me pagaron por el cuento. Y después me hanhecho garlar mucho más. Porque los cuentosque vienen en este mismo libro -y que todos losniños compran- no los he inventado yo, pero amí me los pagan. Yosolamente me he limitadoa escribir Loque hacen mis amigos del escrito­rio, y nada más.

Léanlos, que les va a gustar conocer tantacuriosa aventura ...

----------~!IIIII---------.7

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...:.... ,:~:. Una vez, la vela...¡No!Una vez, la Señora Vela...¡Sí!Como ustedes pueden apreciar, es mejor

Señora Vela, con letras mayúsculas, debien grandes, porque la Señora Vela fue. una muy buena persona, y, como tal,

nerece que se le nombre con letras más impor­antes, Desde ahora en adelante llamaremos""1.11"L, con mayúscula, al lápiz; Coma, con.nayusctua, a la goma, y así a todos nuestros

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EL SACRIFICIODE LA VELA

El huevo estaba arriba, muy alto, entre dosramas.

.Ya una voz de orden del lápiz, todos co­menzaron a remecer el árbol.

y el huevo se cayó y se quebró.La paila se había puesto debajo y lo redbió ..

feliz y contenta. Nunca se había comido unhuevo tan exquisito.

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amigos, porque bien ganado se lo tienen, como: mucho más ronca que la de nuestra amiga layaseconvencerán cuando conozcan la espanto-] Goma), el bandido me dijo:sa aventura que les vaya contar... -¡Manos arriba!

Una vez entró un bandido a mi casa. Yoi ¡Seriatan bonito poder contarles amis ami-I

estaba sentado junto a mi escritorio haciendo I guitos lectores que di un salto formidable yun dibujo. y como trataba de que me resultara 1 maté al monstruo! Pero esas cosas sucedenmuy bueno, ponía mucha atención enmi traba- ~solamente en los cuentos de aventuras. Y estojo,por locual nome fijéen elbandido que seme l' no es un cuento. Esto me pasó a mí, Ustedesvenía acercando por la espalda ni en los gestos I saben que yo estaba muy preocupado de mique me hacía el Espejo. 1 dibujo, de modo que no me di cuenta de 10que

Frente a mi se hall" ba este Espejo. En él seI el bandido me estaba diciendo, y por eso leretrataba la figura de un monstruoso bandido,! pregunté, distraídamente:con barbas como púas y una cara horrible, que -¿Qué dice usted, señor? ¿Podría hacer else me acercaba por la espalda armado de un favor de repetirme un poco más fuerte y consiniestro puñal. El Espejo, que veía todo esto, e voz clara lo que desea?trataba de que yo viera los guíños que me hacía¡ . Creyendo quizás que yo me burlaba, elparí) avisarme el peligro que estaba corriendo, monstruo me sujetó fuertemente por el cuello,Peroyono veía nada másque midibujo, porque 1 echándose el puñal al cinto. C{Jnla otra manome hallaba muy abstraído en mi trabajo para 1 puso el revólver sobre mi espalda, Pude verhacerlo bien. Repentinamente, el bandido sacóItodas sus maniobras en el Espejo,que se deses­de su bolsilloun revólver yme lo puso sobre la peraba de mi pavería y no hallaba qué hacer,espalda, mientras con la otra mano, en la que pueslose.spejossonn1u~osyhablansóloconlomantenía el puñal, amenazaba mi cadera. Con las fotografías. ..la voz más ronca que jamás he nido (una voz -¿Qué desea? -repetí, sintiendo una cosa

!

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.ru'Pr'·:ll1n -pensaba yo- paTa ir a buscar a otros .:ón'lpañelrosy regresar tranquilamente a robarllie:ntréisme mantenía bajo llave.

Pero yo, sin saberlo, tenía un aliado y uniínil~o,:l:isealiado era el Espejo. El Espejo era el

que lo había visto todo. y el Espejo quería'los demás lo supieran. Pero el Espejo no

iablaba.no sabía.hablar. Sin embargo, todas lasmenes, mis amigos del escritorio se ponían .

al Espejo y éste les contaba bellos cuell­¿Cómo se los contaba? Reflejando, en su

irumca superficie, objetos y personas que se.. ""'L. Para mis amigos del escritorio, poner­

IHIent:eal Espejo era lo mismo que para noso-ir a ver una película.

:...·_•• A~ o menos a las doce de la noche, misPlíl~()scomenzaron a salir de su sueño y decí­

.asistir a unafuncíón de cine en el Espejo.Espejo, que me quena mucho, aprove­

la oportunidad para mostrar en su telóntiltcroulehabía pasado. Así, me exhibió díbu­

,y después exhibió al monstruo que me:V~LIJ"preso hada el dormitorio.¡¡-·'.P..rn desgraciadamente todos mis amigos

queme corría por todo el cuerpo, muy parecida:al miedo, pero que en mi caso no lo era, [créan­me!

-Deseo sencillamente -contestó el bandido­solicitarle un pequeño favor: que se sirvaladarse usted a su dormitorio.

y sin esperar a que le dijera que sí,condujo a empujones a mi habitación y ceITÓpuerta, guardándose la llave.

-iJa, ja, ja! -rió el monstruo cuando me nueoencerrado-. No sabía que los dibujantes erantan agradables de tratar ... De ahora en "....'~JALl""sólcmededicaréa matar yrobar a lcsdíbujantes]¡la, ja, ja!

y se fue, dejándome encerrado.Desde mi prisión oí cómo sus pasos

alejaban y salían a la calle, ¿Cuáles seríanplanes?

Pensando ypensando -pues no podía H<l'IXI.'.

otra cosa sino pensar mientras me encontraba'en el encierro- llegué a la conclusión de quebandido sabía que mi esposa y mis hijoshallaban en el campo, y que había aprovechado]mi soledad para asaltarme. y me había aeFidO!

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35. 34

creyeron que eso no era nada más que unati Secante-. Pero me gustaría saber qué es lo quepelícula, y se pusieron a aplaudir muy conten- va a pasar ahora.tos. Era la primera vez que yo aparecía en una -Vamosa ponemos frente al Espejo-propu­película del Espejo,y ellos encontraban que esa so la Tijera-.Así conseguiremos que principienovedad era muy digna de aplaudirse. pronto la segunda parte.

ElEspejosearrugaba y sefruncía, sin hallar Mientras tanto, yo me desesperaba dentrocómo explicarles que no era una película lo que del dormitorio. No hallaba qué hacer. Cierto esestaba contando, sino un hecho real; que era '.que se me ocurría gritar, pero el bandido habíaverdad que yo estaba en mi dormitorio, ence- tenido la precaución de dejarme con las manosrrado por un bandido que dentro de poco vol- .amarradas y la boca ceñida con un pañuelo.vería a la casa a llevarse todas lascosas,Yquizás Mis amigos se acercaron al Espejo, deseo-a todos ellos... sosde ver la segunda parte de la función. ¡Cuál

De pronto, tuvo una idea. no sería su sorpresa al ver que se repetíanSuspendió la función, y todos salieron a exactamente las mismas escenas que acababan ..

pasearse. de contemplar!-Es muy hermoso lo que acabamos de -Se debe haber equivocado de rollo -dijo el

ver -decía el Lápiz ante un grupo de sus amí-] Anteojo, que me había acompañado algunasgos-.Nunca se le había ocurrido al Espejo con- veces al cine y se las daba de sabio.tamos un cuento en el que apareciera nuestro. -Seguramente -dijeron todos, que siempreamo. . hacían caso de lo que elAnteojo decía, pues lo

-Yosiempre he sostenido que el Espejo es . tenían por muy sabio por el hecho de que leíaun tipoorlginal-dijo laGoma, únicamente para mucho.decir lo contrario de lo que decía el Lápiz. -Seamos buenos -dijo la Tíjera-. ¿Qué ím-

-El argumento es bueno -opinó el Papel porta que se haya equivocado? El Espejo es

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________ o - __ -_

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muy bueno con nosotros. Seamos también L/U'O'EI nos está contando. Ha visto que Juannos con él. Dejémosle repetir la escena, y ae 1" ........ (tales el nombre de nuestro amo) ha sidomos después viendo lo demás. tomado prisionero por un gran ban-

Todos encontraron muy razonable la ¿Por qué no vamos a ver si está en suposición de la Tijera, y cuando terminó elgundoacto, salíeronafueraa pasearse y eorlvp'r- Todosdudaron, pero almirar hacia elEspe-sar. Luego entraron a ver el tercero. vieron que éste les hacía un guiño de

Con gran sorpresa para todos, el Hst1lpio: J;OlID1vencia.volvió a dar la misma función. Sóloen ese instante comprendieron la terri-

Cuando' terminó ésta, y pasaron a la si- realidad. Inmediatamente salieron corrien-guiente, el Espejorepitió otra vez lo mismo: con sus patitas (pues todos ellos teníandibujando, el monstruo asaltándome, yo preso retráctiles, corno puede verse en losen el dormitorio... yse acercaron ami pieza. ¡Quéagrada-

-Es raro -díjo el Lápiz, que era muy obser- fue para mí ese instante! Pero los minutosvador-. ¿Se han fijado en la cara de pena que y aunque mi buen Reloj trataba depone nuestro amigo el Espejo?Todo el lo posible para no correr y detener así elestuvo arrugado y molesto. Yocreo que del tiempo, el tiempo seguía pasando. Endecimos algo. elbandido podría volver y

-¡Yame doy cuenta! -dijo el Cortaplumas, todo lo que había en la casa. O bienque siempre andaba a la caza de venir con sus cómplices y asesinarme. Ysensacionales en las cuales tuviera que matar a esposa y JIÚS hijos, encontrarme muerto.alguien-. ¡Yame doy cuenta! pues.a la puerta de mí habitación; yo

-¿De qué te das cuenta? puse a dar golpes conmis zapatos y ellos se-Esmuy sencillo:el Espejodebe haber visto cuenta de que el Cortaplumas tenía

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razón, y que lo que contó el Espejo era cierto.Entonces trataron de entrar.Pero era muy difícil abrir la puerta.

puerta estaba cerrada con llave. La puertaoía nientendía lo que ellos hablaban. Las DUler-IVtas siempre han sido un poco malas. Cü~rratnl,aparadores con mermeladas y despensas condulces. Y mis amigos no tenían medios paraechar abajo la puerta. Aunque el COlrta:ph.unasl~'trató de matarla, sólo sacó en limpio el quedarenclavado en ella, y a los demás les costó mu­chísimo sacarlo.

y los minutospasaban, mientras el m()fl$··e_;·truo -lístoya con todas sus maletas en las que sellevaría las riquezas de mi casa- volvía a pasosde gigante.

-Hay que hacer otra cosa. ¡Urge hacer pron­to algo! -díjo la Tijera-. Nada ganaremos conforcejear.

La Tijera decía casi siempre cosas muy ra­zonables. A veces las cosas razonables quedecía no servían de mucho, pero eran muyrazonables,

-Sí, hay que hacer algo -dijo la Goma.

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.-gritaron los Fósforos, saltando y bai-

-díjo ~aVela-. Quiero que me quemen y .

tonta es! -gritaron todos, riéndose.Cómo va a ser :tonta? -exclamaron los

~tol:OS,felices-. Si ella quiere que la queme:la quemamos. ¿Qué puede haber mejor

l;'J;';¡'U1U cuando se le acabaron las ideas, losunásseresígnaron a escucharla. LaVela -justo,¡el:oIlcoc,erll)-eramuy buena, era bonísima, la

pero un poco tontuela. Le faltaba caletre.lo menos, así pensaban los demás. Y comotenían nada que decir, no les quedó más

oír a la Vela, la cual habló así:Yocreoque lomejor es que los Fósforos me

cuenta de que no había quién pudiera!)Za'rlO!La Goma insistía en borrar al ladrón.Fósforos proponían incendiar la puerta, sin

que al mismo tiempo incendiarían laentera .. -,-Tengo algo que decir -seguía gimiendo la

Cuando la Goma aprobaba una idea ajena,quería decir que nadie estaba en contra.Goma siempre alegaba contra los demás, oues­to que su mayor placer era borrarlos. De mane­ra que si estaba de acuerdo con alguien,porque ese alguien tenía toda la razón del mun­do y nadie le encontrarla razón a ella. .

y todos concluyeron que había, en verdad,que hacer algo.

-¿Qué hacemos?-Yo tengo una idea -dijo la Vela.Pero laVela hablaba muy bajito, y nadie

oía.LaVelasolía sufrir enormemente, porque le

dolía mucho que le encendieran el únicoque tenía en la cabeza.

Todos los demás seguían hablando y pro­poniendo proyectos disparatados,

-Yotengo algo que decir ..., tengo una idea ...-gemía la Vela, pero nadie la escuchaba.

Y .sus compañeros seguían proponiendoideas tontas y descabelladas. El Tintero,ejemplo, quería que alguien lo lanzara sobreojos del bandido para enceguecerlo, iYno se

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43

la razón. La palabra es uslero, y es buenoustedes lo sepan. Pero como todos estamos

costumbrados a decirle luJero, lulero le seguí­diciendo.

-Bueno -dijo la Vela-, yo quiero sacrificar­yen este caso la correcta pronunciación de'palabras no tiene la menor importancia.

~ro~DOI\e.oquemis pequeños enemigos 105Fós­me incendien, y que el Lulero me amase.

seguida, me meterán entre todos en la cerra­y sacaremos un molde de la llave ....

-¿Un molde de la llave?:-¡Bravo!-¡Bravo! -gritaron todos.',y pusieron manos a la obra. Locos de felíci­. como unos verdaderos diablillos, los Fós­

incendiaron la Vela. La Vela empezó aerretírse, doblándose en medio de los másrt"ooes dolores. El Lulero la amasó. La TIjera yj:Pisa¡,a¡:lelE~Sla redondearon, entre todos la

,ª~Ut:I;UJIen la cerradura y la sacaron convertí­. en una llave de Cera.i::.~13m.oCJiol1Lad.o,yo permanecía aún en la pie­

UIE~na.Ola aventura, pero temía que de-

lando de alegría,-¡Yo me someteré al horrible sacrificio

ser quemada y derretida -explicó la Vela-,que el Pisapapeles, la Tijera y el Cortaplume amasen después. Los Guantes tambiénden ayudar, Hasta podríamos llamar al i.rsiempara que me amase ...

-¿Al qué ..,? -gritaron los Fósforos, riéndosea carcajadas de la pobre Vela.

-Al Uslero.-¿Al Uslero? -siguieron preguntando

Fósforos y haciendo burlas a la Vela, porquegustaba mucho hacerla sufrir-. ¡Síse dice LJ . . I¡ a, ¡a, ¡a.

Entonces el Anteojo, que era muy n .. ,rti..-l,,_

rio de que se-hablara bien, intervino expncaido:

-Pequeños Fósforos, ustedes estánequivocados. Nosotros, que no hablamossienpre correctamente, decimos Iulero, pero en cas­tellano la palabra es uslero. Uslero, ¿ellti(mclel1bien?

Los pequeños Fósforos se callaron,gonzados. El Anteojo, que sabía mucho,

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., .

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y laRueda partió con la Tarjeta;y el fabri­catite hizo la llave. y la Rueda volvió con la

¡Quéhermosas y relucientes, con todos sus,nrnn~ se veían laspistolas durante la espera!. Llegópor fin elbandido, que de un golpazoabajo la puerta y penetró a la casa.-¡Manos arriba! -le dije.y lo llevé donde el Juez, que lo puso de

en una parte que se llama calabozo ...SALUDOS y GRAOASLE PAGARE EL VIERNES

VENGA A MI CASA URGENTE yTnmMELA VENTANA UNA COPIA DE LA LLAVE CUYOMOI.DE LE MANDO. .

ESTOY ENCERRADO. LA VENTANA TIENEREJAS DE BERRO.

y la Tijera se montó encima del Cuchilloonsus largas piernas; elCuchillo se paró arribala Cajade Fósforos, ésta encima del Anteojo,sobre el Canasto, el Canasto encima delibros, y así dieron vuelta a la hermosade bronce, y abrieron la puerta.

Sólo entonces pude salir.Estaba libre, ¡al fin! y respiré el aire de la

lbelrtali,que siempre es muy bueno, pero queeste caso particular no resultaba demasiado

pues aún había mucho olor a Vela.Tomédos pistolas y me puse detrás de la

sEÑOR FABRICANTE DE tLA VES:

moraran demasiado y llegaran los DarlWI:l.OS

antes que alcanzasen a llevarse el moldehacer una llave de verdad,

El Lápiz, que conocía mucho mundo,puso llamar a la Rueda.

y la Rueda -un neumático viejo quetenía en el garaje- acudió a la llamada y sedispuso a partir a casa del fabricante de LJd """'.

El Lápiz escribió una tarjeta que decía

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... aLJlLCt una vez una hermosa Esquela.Esquela es una hoja de papel, de, esas

y sin líneas, que las muchachas suelenIt'para escribir sus cartas.

hojita de papel no era mía, sino de unahijas, y no conocía más mundo que el dede cartón en que nació. La hojita teníahermanas, y cada una -ella también-

un vehículo, llamado sobre, que un díallevarla volando a desconocidas regio­

(rol.ancejaldopor un piloto que conocemos

LA HOJITA VIAJERApuesta una vela. ¿Qué hacer?Los Fósforos, que siempre querían encen

der algo, hallaron la solución, una solucióntodos encontraron muy aceptable y que, portanto, aprobaron. Los Fósforos, contandocon el apoyo de los demás, encendieroncabeza de lanueva vela y también encendieronla base de la antigua.

y una vez que las dos partes eSIUV'leI'Onbien. derretidas, las juntaron.

De esta manera, la Velaes ahora mucho másalta que antes y descansa sobre un pedestal.

Es como si fuera una estatua, unmonumento a sí misma y a la unidad de loshabitantes de mi escritorio., .

Todos la respetan ahora y le rinden home­naje.

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Había observado muchas veces esta curio­ceínocencia. Cada vez que escuchó el sollo­

su juvenil dueña, sintió cómo era levan­, tapa, cómo una mano blanca y fina se

iJitoodudaen la caja y retiraba una esquela.,"Las niñas son así -se decía-. Necesitan

antes de escribir una carta-Las cartas lesdel corazón, y mientras más lloran, eón

íS faltas de ortografía y más hermosas lesSus cartas no son como las cartas de los

mbres.Una vez un hombre metió su mano eny sacó a una de mis hermanas. Protestóno había otra clase de papel y,llevándo­máquina de escribir, sometió a la infeliz

71Y'nl1':I tarde oyó sollozar a su dueña.;)....lUUIUV las niñas sollozan -se dijo la

~p.':l1\,a-,se calman escribiendo una carta de

sería abierto por un principe igual a los de:cwmt()s de hadas. El príncipe la tomaría

manos, la leería, y depositaría sobrebeso y dos lágrimas que se le quedarían

¡W¡~U'l:>para siempre como dos huellas del

con el nombre de estampilla.Nuestra Hojita soñaba.Imaginaba que un buen día escribirían

ella una linda carta, hecha con lamás .,.,.""in,letra femenina, que sería echada en su sobreque en él se iría a conocer el ancho mundo.

Muchas veces había tenido oportunidadasomarse y mirar hacia fuera por entre laentreabierta. Había oído conversaciones enque se hablaba de los países más místeríososextraños, y no les tenía miedo a las aventu

Por el contrario, ansiaba que la ('n'llI"riclll

un punto muy lejano de la TIerra, para llegarcual tuviera que viajar en barco, en tren,globo, en avión y en automóvil.

A veces, atrevíase a pensar en acontecmientos más maravillosos aún. Podíaun naufragio, hundirse el buque.. y alser salvada. O bien podía estallar una P'll~>rr:l

verse obligada a dar un largo rodeo por todomundo para llegar, por fin, aí punto de n""l-irl

Imaginaba que sería destinada a unpe. Mi hija escribiría sobre ella un lindoje, y después de recorrer el mundo entero

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....---------- -

a una terrible tortura. Grabó en ella unasgruesas y negras, que deben haberle ooucemucho a la pobre. Después, casi la destrozóponer su firma. AsÍ"son los hombres concartas. En cambio, las niñas sollozan .. ypués, con una letra siempre igual, muy <;Ullua'u.ymuy fina, casi sin tocamos, van desarrolland:una escritura graciosa que da gusto sentir.quedamos más bonitas. Ahora escuchobien cómo la niña solloza más 1entamente.. .~' .calma está volviendo a ella Siento quepasos se acercan. Debe de estar arreglandotinta y el portaplumas, y mientras tanto.corazón ha de ir preparando lo que quieredecirle al príncipe."

Así soñaba laEsquelita.Pero ¡cuán equivocada estaba! ¡Cómo

bló de emoción cuando la fina yblanca manola niña la elevó por los aires! ¡Qué píntoresccmundo desconocido abríase ante ella! ydepositada en un escritorio que no habíani imaginado nunca. Ella creía que los escrno-:rtos eran unas mesas grandes y parejas,negras, con un papel secante encima. Quizás

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risa.Luego, la niña cantó y se alejó.'¿Iría, por fin, a buscar el sobre?¿Se acercaba ya el momento en que empe­su hermoso viaje por el mundo, entre el

........y'v de los trenes.las bolsas de los carteros,las"WC.lL,'" delos barcos,las hélices de los aviones?

Los pasos de la muchacha se acercaron.Lahojita sintió cómo la tomaban y la eleva­a una altura más alta que la cabeza de la

;:lWIU..... Y la muchacha, manteniéndola 'en esafpü:sición, se estiró hacia atrás, la contempló; ..mnvió la cabeza a un lado y al otro y, fínalmen­

puso unas tachuelas sobre la Esquelíta y,~aC4e:rc,an~joJlaa la pared, la atravesó de parte a~n"rtl'por sus cuatro puntas, dejándola clavada

el muro.

no demoraban nunca tanto en escribirse-,lapareció dar por terminado su trabajo.Tomó la hoja y la puso en posición vertical.hojita, parada en esa forma, miraba cómo lase llenaba de una sana alegría, alcontem­con la' cabeza ladeada y dando unos

I',,,,.nvo hacia atrás. Ysu llanto se había trocado

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dónde había sacado esa idea. Pero ahora veíacosas muy distintas. Sobre el escritorio habíavariados pomos de maravillosos colores que seextendían por doquier. Había rojos y oros, ama­tillos y verdes, azules y naranjas, negros ygrises y blancos, y las plumas no eran como ellalas imaginaba, filudas, aceradas e hirientes,sino muy blandas, con suaves mechones depelo. La niña colocó la Esquelita sobre el escri­torio, dio aun algunos pasos y luego se sentó.

Yano se la oía sollozar.Parecía muy tranquila. La Esquelita espe­

raba ansiosa el momento en que esas descono­cidas plumas se lanzaran sobre ella, Pero algoocurría. Oyó cómo las manos echaban agua enciertos pequeños receptáculos, y vio luego cómodisolvía colores en ellos. En seguida, la mucha­cha pareció ponerse más segura, y emprendióla tarea de mojar la epidermis de la pequeñahoja con los variados colores.. ¡Qué bellas sensaciones sintió la Hojita de

Papel!Al cabo de más de una hora -Io cual le

'asombró mucho, pues le habían dicho que las

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A veces, la Goma se portaba mal. Porgusto, por el puro gusto de comer y de hacermal, borraba todo lo que el Lápiz, el Portaplu­mas de escribir y yo hacíamos. A veces tenía­mos los dibujos más lindos llalosborraba.neda .más que para comer y ciar su apetitovoraz. Este cuento de laGo esmuy boni pero.ella se ha dado el gus de borrarlo

jar muchas part en blanco para que nadiepueda leerlas y nunca ja saber lo que yoquería decir acerca de la Go

Lo mejor que podemos hacer con la Go es

LAMALDAD DELA .GOMA

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Ahí se quedó para siempre.A veces acudía gente a mirarla y tocios

ponían unos ojos muy sorprendidos al verlíneas y los colores que la niña había hechoella .

. En realidad, la Esquelita vio mucha gente,y de todas las clases, durante muchos años.Todos se paraban frente a ella, movían la cabezay decían:

-¡Qué hermoso!y así pasó muchos años en la pared.Ella, que lo que más había deseado era

conocer el mundo, parecía condenada a no salirnunca de la habitación, siempre clavada, sinconocer jamás las delicias de las soñadas aven­turas.

Pero llegó el día en que la muchacha quehabía pintado sobre ella se hizo famosa. y des-­de entonces, la Esquelita, convertida en Cua­dro, pudo darse el gusto de pasear como unareina por todos los países del mundo. La lleva­ban siempre a las mejores exposiciones, y tuvomuchos dueños, que pagaron por ella sumas dedinero cada vez mayores.

y así conoció todos los paises de la TIerra, yfue feliz.

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ElLápiz fue siempre un fielcompañeroGraciasasu ayuda hicehermosos dibujos.

también fue un buen compañero de misr-amLÍj?;(lsdel escritorio: ayudaba a los demás, y latlmkamaldad que se permitía era hacer caríca­thn:as, cal,icaltulrasiu<llfer\Shras que duraban muy::POK:O,pues la hambrienta Goma se las comía.. peores y más insultantes caricaturas lasdíbujó por causa de la Goma, que losconvencíade que debía hacerlas para tener así más quecomer.Esto le valió al pobre Lápiz varios dis-

LAS AVENTURASDEL LÁPIZ

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Pasó un mendigo y se dijo: "Me heencon­trado un pucho".

y se apresuró a reco-gerlo. Pero en cuanto 10 .levantó hacía sus labios, alcanzó a darse cuentade que no era un pucho de cigarrillo, sino un .lápiz que ya no servía, y lo tiró con repugnanciaal suelo.

¡'¡Aj! Es un Lápiz, ¡Qué asco! "~xclamó elmendigo, y prosiguió su camino-. Los lápicesno sirven para nada. Sirven únicamente a losricos para que saquen cuentas. ¡Valen menosque un pucho de cigarrillo, pues lo que yoquiero es fumar!"

Yel Lápiz, en el suelo, sufrió intensamente,porque él sabía muy bien que yo no sacabanunca cuentas con él, y que lo había utilizadopara hacer dibujos tan finos que ganaron mu­chos premios en las exposiciones, dibujos casitan buenos como los de Elena Poírier, que me haregalado las ilustraciones de este libro.

Pasó después un niñíto malo, que lo tomóen sus dedos y lo miró atentamente. .

"Este lápiz me sirve -se díjo-. Es chico ytiene la punta afilada. Con él puedo hacerle una

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gustos con:suscóDipailerosi pero ellos, a pesarde todo, comprendían esas bromas en las queno había níngün mal espíritu, y lo perdonaban.

Pero el Lápiz, desgraciadamente, ya no meservía.

Lo había usado tanto, que estaba demasia­do chico. Cuando intentaba sujetarlo, seme ibade entre el pulgar y el índice. No es que élquisiera escaparse, sino algo mucho más triste:se me caía de entre los dedos, porque yo habíadibujado tanto con él, que estaba demasiadopequeñito.

Por ese motivo, me compré otro lápiz ydecidí botar por la ventana el pedacito que mequedaba.

-¡Adiós! -le grité y lo lancé ventana abajo.El infeliz Lápiz no podía comprender mi

gesto. Me había ayudado mucho, me habíadado su vida y no esperó que al final de tantotiempo, después de haber cooperado tanto,fuera a ser tirado así, ventana abajo.

Es que nadie puede comprender nunca lasverdaderas razones de lo que uno hace.

Así, el pobre Lápiz quedó en la calle.

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y recogiéndolo, partió velozmente hacia supalacio.

-Buen Lápiz -díjo-, A ti te pasa lo mismoque a la gente pobre. Te hacen trabajar y traba­jar, y cuando estás viejo y ya no sirves, te botan.Es cierto que yo tengo riquezas, pero mi oro noalcanzaría pa:ra remediar la miseria de los po­bres. Y si de todas maneras se lo diera, lesduraría apenas un .día (pues los pobres sonmuchos), y al verme sin ore, me echarían de mípuesto de Rey.Y no se ganarme la vida en otracosa: en toda mivida no he sido sino Rey.Por elmomento, nada grande puedo hacer por lospobres, pero estoy seguro de que algo haré poreste lápiz,

Y se lo llevó a palacio, donde se encerró, yordenó que nadie lo molestara y que nadieentrara a la cámara real.

Allí estuvo encerrado, contemplando alLápiz. Luego lo colocó en una mullida cama deraso rojo, que mandó fabricar especialmente .para él, .

-¿Por qué estás tan triste? -le preguntó-laReina-. Has pasado el día encerrado en tu cáma-

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broma a mi profesor."y puso el Lápiz en la silla del profesor, de

modo que, al sentarse, se clavó.El profesor, furioso, tiró de nuevo el Lápiz

por la ventana. Lo tiró con tanta rabia y tanlejos, que fue a caer en otro país. Ahora, elLápizestaba en una calle muy pobre. Todos los niñí­tos gemían de hambre. Era una calle muy peno­sa. El pobre Lápiz sentía mucha tristeza, y nadielo quería para nada, y ahí seguía botado, hastaque ocurrió algo digno de contarse.

. Pasó un Rey.Era un Rey muy alegre y muy bueno.Era un Rey que gozaba huyendo del pala­

do para conocer los barrios pobres, para sabercómo vivía su pueblo. Y cada vez que salía aandar por los barrios de los pobres, él, que eratan divertido, sentía mucha pena.

Yel Rey, que tenia muchos rubíes y muchasjoyas ymuchas piedras preciosas de todas cla­ses, no había visto nunca un lápiz pobre, un

_.. lápiz que no fuera automático.==;',. -¡Oh, un lápiz! -exclamó- ¡Un lápiz! ¡Yestá--,,:desnudo!-_..-_ .....-_..-_.,--_.""-_oo'_..-.......- ..---- ..-_ ....-_..-..".==~~';':_.:----,_ ...

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.-¿Qué es un alargalápiz? -preguntó el Rey.-Es U1i aparato muy elegante, del porte de

un lápiz joven; pero es. hueco. En la punta, sepone el lápiz viejo, que queda tan grande comoera antes.

-Pero de todas maneras -arguyó el Rey- nopodrá escribir mucho, el desdichado. Porque .pronto se le acabará la mina.

-Mandaremos a hacer una mina especialpara él. Y usaremos la que tiene en forma tal,que no haya necesidad de sacarle punta.

-¿Cómo?-La empujaremos por la parte de atrás. Y

cuando se le acabe, le pondremos otra.El Lápiz no cabía en sí de felicidad al oír

todo eso. Pero estaba muy triste porque el Reyquería ayudar a los pobres y no tenía tantasriquezas como para que alcanzaran a todos. Escierto que el Rey ofrecía fiestas, y que invitabaa los pobres, y es cierto que todos los díasmandaba desayuno a las escuelas, pero no po~día hacer nada más.

En vista de 10cual, el Lápiz se propuso algomaravilloso.

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ra, y ahora no has querido comer nada. ¿Es queno te gustan mis manjares? ¿Qué es lo que te'sucede?

-¡Ñ¡,querida Reina! -contestóle elRey-. Hepaseado por el barrio de los pobres, he vistomucha miseria, y realmente lamento no poderayudarlos. y me encontré un lápiz, un míseroresto de lápiz, una sobra de lápiz abandonado,y lo traje acá, para acordarme siempre de lospobres. Mientras tenga ese lapíz, y por toda mivida, juro ayudar mucho a los desafortunados.Aquí lo tengo. ¿Quieres verlo?

y el Rey mostró' el Lápiz a la Reina.-¡Pobrecito! -suspiró ella-. Hay que cuidar­

lo mucho. ¡Cuánto frío ha de sentir! En primerlugar, le mandaremos a hacer una cama de rasorojo, para' que descanse tranquilo en ella ...

-Yase lamandé a hacer -respondió el Rey-.Yatiene dónde descansar.

-Además -prosiguió la Reína-, está dema­siado gastado. El hombre que lo ocupó le sacópunta muchas veces, y ahora está reducido auna colma que no mide ni media pulgada. ¿Porqué no le compras un alargalápiz? .

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· En la noche, mientras todos dormían, selevantó de su cama de raso y salió a recorrer lacasa del Rey.

¡Que hermoso y fantástico palacio era! Es­taba lleno de espejos, y de objetos dorados, y decortinas rojas y azules, y de cristales de colores.

Buscó por todas partes el escritorio del Rey,pero no lo pudo hallar, a pesar de que caminótoda la noche por los pasillos y las piezas gelpalacio. ./

Al amanecer volvió muy triste y cansado aacostarse, y durmió durante todo el día sin que-según parece- nadie se preocupara de él.

Cuando, a la noche siguiente, despertó denuevo, se encontró con que le habían puesto elalargalápiz,queeramuybonitoydeplata.Peroera pesado, y resultaba muy dificil caminar conél El Rey y la Reina dormían ..De modo que sesacó el alargalápiz para poder andar con mayorfacilidad, y siguió buscando por los pasillos ypor las cámaras del palacio.

"Los reyes -se dijo después de haber reco­rrido entera la casa real- no tienen escritorio nitienen papeles. Esto es muy triste para IlÚ."

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indignado.-Yorespondió el Lápiz.-¿Yquién eres tú? -preguntó el Serrucho,

sumamente molesto.-Soy el Lápiz del Rey. Soy un enviado del

Rey.Vengoa hacer el bien en elnombre del Rey.yme permito, señor Serrucho, solicitar su ayu­da.

En cuanto oyó nombrar al Rey,el Serru.cho·-,se paró, y a pesar de que todavía bostezaba, semantuvo en pie e inclinó su espaldaante el...-Lápiz: /... .

-¿Yqué desea elseñor enviado de SuMajes­tad?

-Sobre ese trozo de madera -contestó el ...'Lápiz- he dibujado un apetitoso pan. Es'preds¡":que lo recortes cuidadosamente y que lo dejessobre la mesa. Así, .cuando este hambrientocarpintero se levante mañana pensando que nova a tener qué comer, encontrará el pan. y comoes un pan mágico, se lo comerá con sus hijos. y.quedará un poco que volverá a crecer,y podránseguir comiendo de él para siempre.

Dicho lo cual, se fue, 'y.el Serrucho quedó

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y se le ocurrió una idea."Sien este país los reyes no necesitan escri­

bir, los pobres. seguramente han de escribirmucho-se dijo-, Demanera queme voy a ir a lascasasde los pobres y trabajaré enmi idea con lospapeles.que ellos han de tener." .. y así lo hizo.

y llegó a la casa del primer pobre. Parecíaser la casa de un carpintero. Por aquí y por alláveíanse pedazos de madera, clavos, serruchos,garlopas y martillos.

Se acercó, pues, a un trozo de madera, ydibujó en él un inmenso y sabroso pan quealcanzaría para el carpintero; para su esposa ypara sus niños. Perouna vez que hubo dibujadoel paú, pensó que el carpintero no seatrevería acomérselo, y ni siquiera creería que era un pan.¿Qué hacer? '

".¡Yasé!" -se dijo.Yatlnque el Serrucho estaba durmiendo, y

tema espinas y podía hacerlo trizas, nuestroamigo se atrevió a saltar encima de él hastadespertarlo:

-¿Quién me molesta? -gritó el Serrucho,

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recortando el pan de madera, sumamente ex­trañado de Losacontecimientos.

"Qué tonto soy -se dijo el Lápiz cuandohubo salído-. ¿De dónde se me ha podido ocu­rrir que ese pan de madera sea comestible ymágico? jLas tonteras que hace uno!. .."

y tampoco pensaba en que la punta se le ibaacabando, pues harto gasto de mina le significódibujar el pan con todos sus detalles. y si se leacabara la punta, se moriría. Pero eso no lepreocupaba, porque era muy bueno, y queríaayudar a los pobres.

"Pero soy un tonto -seguía dicíéndosemíen­tras continuaba caminando por las calles-. ¿Porqué ha de ser comestible ymágico ese pan quedibujé?". Pronto llegó a la casa de un pobre pescad0;:_JEl mar estaba enojado en esos días, y el desdf .chado pescador no había podido sacar ni unflaco pejerrey, y todos sentían hambre. Y a loshijos del pescador les gustaba mucho comerpescado.

¡Cuánta pena sintió el Lápiz!En ese momento empezó a experimentar

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pre que me encuentro en un apuro, me ayudaalguien, o se me ocurre algo.

Esta vez.al Lápiz no se le ocurrió nada, perotosió. La falta de mina le dolía mucho.(Al ruidoque hacía su tosJdespel'táronse los anzuelos.Los anzuelos vieron el pescado y se lanzaron .

...."sobre él.El Lápiz aprovechó ese momento parahablarles:

-Querídos anzuelos-les dijo-. Soy un emba­jador del ~ey Ese pez es mágico. Sáquenloustedes, coman de él sin miedo, y quedará delmismo porte, pues no se agota jamás. Y luegopodrán comer el pescador y sus pobres hijos.

y se fue feliz, sin pensar en que todo lo quehacía, aunque dictado por el buen corazón, erauna buena tontería, pues el pez no era comesti­ble y nada tenía de mágico. Además, todo esetrabajo le causaba mucho daño, pues la mina sele iba terminando.

Pero como tenía muy buenos sentimientos,cada vez que pasaba frente a la casa de unpobre, entraba y dibujaba algo de comer. Lospobres eran muchos, de modo que cuando salióde la última casa, después de hacer su último

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Lun dolor muy agudo en su interior.Le quedaba poca mina. Su vida empezaba

a terminarse, quizás no tendría fuerzas parallegar hasta el palacio del Rey, y se moriría en elcamino, ¡perO qué ganas sentía de dibujar ungran pez, un congrio grande como ballena, delque todoscomerían hasta hartarse!

Así es que se quedó en la casa del pescadorpara dibujar un gran pez.

Hizo el dibujo más hermoso de su vida. Lohizo sobre las tablas de una rústica' mesa. Eracierto que la mesa se iba a destruir, pero de ahíiba a salir un gran pez, y ese pez sería mágico.

Cuando lo hubo concluido, se sintió muycansado, porque le quedaba muy poca mina. Ylas minas de los lápices son corno los pulmonesdenosotros. Mas se hallaba feliz porque creíahacer el bien, ....... ..-

"¡Pero qué tonto soy! '-se dijo-. Cuandovean el pez dibujado en la mesa, no se les va aocurrir comérselo. ¿Qué hago?". y quizás se acordó de mí en ese momento.Pues (aunque no quiero darme ínfulas) la ver­dad es que he tenido suerte en la vida, y síem-

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carpintero, el pez que dibujó en casa del pesca­dor, la torta inmensa que dibujó en el hospitalde niños, y todos los demás dibujos·que realizódurante esa larga y trabajosa noche.

-Me haces llorar de emoción ~lé'dijo el Rey-.Eres muy bueno y has hecho todo lo posible..,Pero yo no soy un mago.

-Pero eres un Rey.-Sí, pero los reyes no somos brujos.-Pero yo he leído mucho -dijo el Lápiz- y he

dibujado numerosas ilustraciones para cuen­tos.ysé que tienes un hada madrina. Todos losreyes de cuentos tienen hada madrina.

El Rey no había oído hablar nunca de eso. .-No tengo hada madrina.y despertó a su esposa, la cual confirmó

que, efectivamente, los reyes de veras carecende tal hada.

Dicho lo cual, se durmió.Nuestro amigo el Lápiz sufría. ¿Dónde se

había visto que reyes y reinas no tuvieran hadas-madrinas? ' .

Quizás la princesa tendría hada madrina,pero no había princesa.

....•'

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dibujo, se sentía .muy, muy enfermo.A duras penas, adolorido, pudo llegar al

palado, cruzó los pasillos y entró a la cámarareal, alcanzando a acostarse en su lecho de raso.

¿Para qué le servirían el lecho y el raso ytodo el oro de las coronas que el Rey tenía, si ibaa morir ya?

.Pero algo le impedía morir, y era que teniael deseo de ayudar. .

Cuando se tiene el deseo de hacer algobueno, y ese deseo es muyfuerte, todo se puedehacer. .'

. Así es que el Lápiz no se decidió a morir, yse atrevió a despertar al Rey..

Lo despertó metíéndosele en una oreja.-¡Qué molesto! -tronó el Rey-. Tengo una pulga

en el oído.. -Si no soy pulga -contestó el Lápíz-,Soy Un

lápiz. .-¿Qué?-Soy tu Lápiz, el Lápiz Real.yle contó 10que había hecho. Yle pidió que

hiciera algo mágico para que SUS· dibujos sevolvieran comestibles' e inacabables: el pan del

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Así es que el hada madrina se acercó al.Reyy le preguntó: .. ~

-¡Oh Rey! ¿Qué me pides? . , .<.r»-Píde que los dibujos que yo hice -:dij0ó:e1.

Lápiz- se 'pongan a vivir y sean mágicos: <1.;:1 :c~:,-Oh, no -díjo el Rey-. Pido que el Lápi2,s1:g~:{¿.

viviendo eternamente, que no se le acabe nundL;~~;la punta y. que... . .:,>'f .;~

-Así sea -dijo el hada, y su varilla de Virtua.;: .:~resplandeció. . '. ;::¡. .... ';(

-Yo les doy las gracias -dijo el Lápiz-. Per~; :{~hay algo mucho más importante que mi vida'. ..~Al fin yal cabo, todos los lápices debemos morir ',:~un día. De modo que yo te ruego que pidas, ¡Oh' ',~Rey!, que los dibujos que he hecho., ',:1

Yel Rey,emocionado al recordar el caso del .;,pescador cuyos hijos no tenían ni una trucha, \~que roer, suplicó al hada: '~; .•~~

-Haz que se vuelvan mágicos todos los :~¡alimentos que el Lápiz ha dibujado. y ha.z>·;~también que, cuando mañana lo nombre Prí- Jf/·~~~rmer Ministro del Reino, los demás ministros yconsejeros no se asombren ni se extrañen, y lo, "acepten como colega de rango y de trabajo." ,

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¿Qué hacer?-¿De veras que no tienes hada madrina?-No, no tengo -díjo el Rey, muy humillado.-Pues bien -le contestó el Lápíz-. Yotedibu-

jaré una.y a pesar de que ya le costaba mucho

dibujar, pues estaba muy pequeñito, se paró, ydeslizándose y saltando sobre un inmenso veloque rapaba los ventanales del palado, dibujóun hada madrina.

-Ahora -susurró-, lJámala.-Hada Madrina -dijo el Rey, arrodíllándo-

se-. Hada Madrina, ven en mi ayuda.Yel Hada Madrina se desprendió del velo.Era la más bella hada madrina que jamás

haya salido en cuento alguno.Sus ojos resplandecían, y de sus manos

floreció una varillita de virtud.y éste sí que era el más hermoso dibujo que

hizo en toda su vida nuestro amigo. Era el máshermoso dibujo que hubiera hecho, porquesabía que iba a morir por causa del dibujo, y lascosas que se hacen cuando uno sabe que va amorir por ellas, son siempre muy bellas.

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.' .

y esa fiesta fue pedir permiso al Rey paravolver ami casa.

y le fue concedido, y volvió a mi casa, yaquí está.

No viste alargalápiz de plata ni lleva capa;está chiquito y envejecido, pero todos lo respe­tan.

Ya no dibuja.Yano escribe.Pero todo lo que sale de mi mesa -cuento o

dibujo, carta o saludo- lleva el recuerdo delLápiz, lleva su alma, yeso es bueno para él ypara todos.

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-Así sea -dijo el Hada Madrina.y en ese preciso instante, los panes, los

peces,lasbotellas de leche.los sandwiches y las.tortas y los dulces que el Lápiz había dibujadoen las casas de todos los pobres, se pusieron a

.~. vivir, Y a la mañana siguiente, todos comieron'.0 hasta hartarse, y fueron felices,y las tortas y los.. pastelesy losguisos Ytodo lo que el Lápiz había

dibujado siguió viviendo para siempre.o. Yel Lápiz quedó muy contento, y también:. quedó viviendo para siempre; pero cuando el:: Rey le repitió que lo había nombrado Primer::. Ministro,y leexplicó qu~en adelante mandarla: en su nombre, y que todas las riquezas serían:: para él, le respondió:_.. " -No.0.' .... y todo el reino lloró porque el Lápiz había~,.dicho que no.; ., Pero repitió;: ..... -No,=: .' y es que no le interesaba ser Primer Minís­E:·tro.Es cierto que le colocarían una lujosa capa~-':y;'quele- ofrecerían fastuosas fiestas¡ pero él:. quería darse una fiesta del corazón.

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Todosestoscuentostienenmó<ale)ogAlgunos tienen varias, lo cual esun poco.

incómodo.A los papás ya lasniarn.áS les gusta mucho .

que SU$ hijos lean cuentos con inoi:aiejas, aun­que ellos preñeren l~r cosas que no tienenmoraleja alguna. .: .. .

De manera que para darles gustoal papá ya lamamá; vamos a poner las moraJejas: ,

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Cuento I(El de los billetes)Moraleja:

, ¡,·MORALEJAS····

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Cuento VII(El del lápiz)Moraleja:La satisfacción de hacer el bienvale más que todos los honores. Pág. 88Segunda moraleja:El deseo de hacer el bienda fuerzas para vivir. Pág. 89

Cuento VI(Elque borró la goma)Moraleja: .No hay que hablar mal de losdemás, nihacer daño. Pág. 66

Cuento V(El de la esquelita)Moraleja:Los buenos deseos siemprese cumplen. Pág. 64

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. Cuento IV(El de la gloria de la vela)Moraleja:El he!'Qísmo es siemprerecompensado. Pág. 56

Cuento III(El del sacrificio de la vela)Moraleja:

.. El heroísmo nun~ es recompensado,a menos que se Jea el cuento siguiente,en.el que se demuestra que siemprees efectivamente recompensado. Pág. 45

CuentoIl(El del huevo)Moraleja:No hay que ser vanidoso. Pág. 28

La unión de muchos débilespuede salvar a un grande solo.Segunda moraleja:Cuando uno es bueno, encuentraayuda en quien menos puedeesperarla. Pág. 20