cuento vanguardista latinoamericano y venezolano

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“Cuento Vanguardista latinoamericano y venezolano” Se puede entender, con la modernidad el movimiento literario busco resurgir. En el siglo XX surgió en Europa el Vanguardismo, en donde distintas localidades desarrollaron un estilo que luego se les denomino ismos, ya que eran expresionismo, dadaísmo, ultraísmo, surrealismo, fauvismo, entre otros. A partir del año 1920, llegan hasta América Latina los ecos de las nuevas doctrinas que surgieron en la Europa de entreguerras. Argentina, Brasil, Perú, México y Chile, son los primeros países en acoger la novedad y volcarse hacia la creación artística bajo una óptica de mayor libertad, dejando a un lado las tendencias modernistas, costumbristas y romántico-realistas que se mostraban desgastadas. Sin embargo el ultraísmo, el creacionismo, el movimiento antropofágico y el estridentismo van a configurar los ismos latinoamericanos por excelencia. Vicente Huidobro, Cesar Vallejo y Jorge Luis Borges encabezan la lista de los inconformes y los revolucionarios, los partidarios de la “tradición de la ruptura”, quienes participaron activamente hacia 1920. Ahora, nuestra vanguardia venezolana se da por anexión: una vez que se conocen los manifiestos vanguardistas europeos y latinoamericanos en Venezuela los escritores comienzan a asumir actitudes frente a las nuevas tendencias. En relación a lo anterior, las primeras valoraciones son despectivas y negativas, pero a partir de 1917, con una conferencia que dio Mariano Picón Salas en defensa del arte nuevo, se observa una actitud más sincera. José Gil Fortoul, Miguel Febres Cordero, Fernando Paz Castillo, y otros más, debaten, a través de artículos de prensa, sobre la validez de la vanguardia. Luego, hubo una visita de Tablada a Caracas en 1919, quiso ofrecerles a nuestros escritores, la oportunidad de entrar en contacto seguido con las propuestas vanguardistas. La

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“Cuento Vanguardista latinoamericano y venezolano”

Se puede entender, con la modernidad el movimiento literario busco resurgir. En el siglo XX surgió en Europa el Vanguardismo, en donde distintas localidades desarrollaron un estilo que luego se les denomino ismos, ya que eran expresionismo, dadaísmo, ultraísmo, surrealismo, fauvismo, entre otros. A partir del año 1920, llegan hasta América Latina los ecos de las nuevas doctrinas que surgieron en la Europa de entreguerras. Argentina, Brasil, Perú, México y Chile, son los primeros países en acoger la novedad y volcarse hacia la creación artística bajo una óptica de mayor libertad, dejando a un lado las tendencias modernistas, costumbristas y romántico-realistas que se mostraban desgastadas.

Sin embargo el ultraísmo, el creacionismo, el movimiento antropofágico y el estridentismo van a configurar los ismos latinoamericanos por excelencia. Vicente Huidobro, Cesar Vallejo y Jorge Luis Borges encabezan la lista de los inconformes y los revolucionarios, los partidarios de la “tradición de la ruptura”, quienes participaron activamente hacia 1920.

Ahora, nuestra vanguardia venezolana se da por anexión: una vez que se conocen los manifiestos vanguardistas europeos y latinoamericanos en Venezuela los escritores comienzan a asumir actitudes frente a las nuevas tendencias.

En relación a lo anterior, las primeras valoraciones son despectivas y negativas, pero a partir de 1917, con una conferencia que dio Mariano Picón Salas en defensa del arte nuevo, se observa una actitud más sincera. José Gil Fortoul, Miguel Febres Cordero, Fernando Paz Castillo, y otros más, debaten, a través de artículos de prensa, sobre la validez de la vanguardia.

Luego, hubo una visita de Tablada a Caracas en 1919, quiso ofrecerles a nuestros escritores, la oportunidad de entrar en contacto seguido con las propuestas vanguardistas. La aparición de la revista Elite, en 1925, abrió un espacio a la nueva sensibilidad, sin embargo, las manifestaciones poéticas no adquieren dimensiones renovadoras. Para el año 1927 la intención de ruptura, más que una actitud de auténtica rebeldía o una postura ideológica, respondía a una necesidad de ponerse a la hora de los relojes del mundo.

Es oportuno mencionar que Tímidos y lentos son los pasos de la vanguardia poética venezolana, por lo que se podría hablar, más que de un movimiento vanguardista, de manifestaciones particulares en el ejercicio de la transformación poética. Si bien la intención de superar las estéticas modernistas y posmodernistas venía gestándose desde el dieciocho, los escritores del veintiocho no alcanzan un discurso vanguardista coherente y sostenido. El grupo Viernes asume los procedimientos textuales del surrealismo y el ultraísmo, entre otros, pero limitándose al ámbito de la creación, sin asumir el aspecto combativo que las vanguardias europeas y latinoamericanas despliegan a nivel de compromiso socio político. No es hasta la década del sesenta, con Sardio y El Techo de la Ballena, que se insinúa la materialización de las propuestas vanguardistas en la lírica venezolana.

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Podría decirse que en la década de los veinte la literatura venezolana se abre a los planteamientos generales de la modernidad. Personas como José Antonio Ramos Sucre, Antonio Arráiz, Julio Garmendia, Enrique Bernardo Núñez, entre otros, construyen sus propuestas desde una perspectiva moderna. Como consecuencia de búsquedas personales, mas no porque hayan participado en grupos o movimientos decididamente vanguardistas, sus obras ofrecen un carácter enemistad análogo al planteado por los ismos europeos de entreguerras. Procedimientos textuales tales como la ironía, la parodia, el cuestionamiento del sujeto, la indeterminación, la alegorización, la presencia de la conciencia crítica y las rupturas temporales y sintácticas, se ponen de manifiesto en la producción de los autores antes mencionados.

Se puede ser moderno sin ser vanguardista, ya que la vanguardia es una expresión específica de la modernidad, sin duda la más radical. Estudiar la literatura venezolana del presente siglo desde la óptica de la modernidad, permitiría estructurar una periodización que supere los encasillamientos en que hasta ahora ha incurrido la historia de nuestra literatura.

Las propuestas de Viernes, como se explicó anteriormente, nacen del deseo de sus integrantes de entrar en consonancia con el nuevo giro que el arte ha dado en el mundo.

Por otra parte, ellos se convierten en el receptáculo de los acontecimientos y buscan, a partir de las nociones recién establecidas, crear un discurso poético cónsono con las innovaciones, que a la vez irradie su rutina personal y su postura ante los acontecimientos que mueven al mundo, sin que ello los impulse hacia una actitud violenta ni extremista.

finalmente Estas reflexiones nos permiten hablar de Viernes como un grupo poético de marcadas influencias vanguardistas que incorpora y actualiza nuestra literatura con respecto a las nuevas tendencias literarias de occidente, sin que exista en sus integrantes una actitud radical de ruptura con la realidad. La vanguardia de viernes está en sus obras más que en sus acciones, su coherencia está concretada por el afán de novedad artística y su ansia de confraternidad intelectual.

Ana Veronica Rodríguez C.I 25.146.081