cuento un pedazo de papel
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Benemérita Escuela Nacional de Maestros
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UN PEDAZO DE PAPEL
Yaira Pamela Meza Martínez1
Eran sus últimos minutos de vida… y ella lo sabía; así que dejó de prestar atención a los lamentos de
sus hijos y familiares que se encontraban ahí en ese momento. Se concentró en aquella persona que
muchos años antes se había prometido recordar antes de morir.
Era el año de 1970, cuando iba en la primaria y lo único que le preocupaba era portarse bien
para que Santa Claus le trajera lo que ella quería, que su mamá no la regañara por perder sus
colores y que no se le olvidaran las tablas de multiplicar en el momento de contestar el examen.
Desde ese año conoció a quien jamás se imaginó que podría llegar a ser parte tan esencial de
su vida. Él no era solo un compañero de aula como los veintinueve más que tenía y como sucedía en
cada grado, pero no le pareció novedad, cada quien en sus cosas de niños. Al finalizar el quinto
grado los niños comenzaban a dejar de parecerle desagradables y se convertían en todo lo contrario.
En su organismo todo comenzaba a cambiar, no sabía si era por la influencia de las telenovelas que
transmitían en la televisión o porque de verdad estaba ocurriendo lo que a todas las niñas les pasa.
Un día en la escuela mientras la maestra de sexto grado les hacía un dictado, ella terminó
rápido de escribir, volteó a su izquierda y se dio cuenta de que ese niño tenía algo que no había visto
antes, y lo peor es que no sabía qué era, pero le hacía pensar que ya no era un compañero de clase
común sino que de verdad comenzaba a gustarle. Pasó el tiempo y aquel niño con el que antes
jugaba en los recreos se alejó sin decirle nada, no entendía el por qué.
Le dolió darse cuenta que ya ni siquiera la volteaba a ver, todas las noches soñaba con que él
fuera el dueño de su primer beso, su primer novio pero nunca pasó. Todos los niños de su salón se
daban cuenta de esa vibra incómoda que se llegaba a sentir entre ellos, cómo sus miradas inquietas
intentaban a toda costa no cruzarse. Ella se sentía realmente mal pero podía sobrellevarlo, por el
momento lo único que le preocupaba era salir bien de la primaria y tener un buen promedio en su
certificado.
Cuando llegó la fecha de la clausura del ciclo escolar, y siendo el sexto grado, todo el grupo
realizó un intercambio de tarjetas de despedida en donde se deseaban suerte para la secundaria, ella
1 Febrero 2014. Alumna entonces del 2º 14. Obtuvo el 2º lugar en el concurso de Cuento, organizado por el
Colegio de Español. BENM. Texto producido en el taller literario coordinado por el Profr. Cenobio Popoca.
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recibió unas cuantas, una a una las fue abriendo, la mayoría eran de sus amigas, pero entonces
encontró un pedazo de papel doblado que tenía su nombre como destinatario, lo abrió y pudo leer:
Muchas gracias por ser mi amiga durante tantos años, jamás olvidaré
los momentos tan divertidos que pasamos juntos, eres una gran chica y te deseo lo mejor
en la secundaria, nunca me olvides.
Al final firmaba con su nombre, al leerlo no pudo creerlo, releyó la carta mil y un veces tanto que la
hoja se maltrató. En su mente todo era confusión, no sabía si era verdad o sólo una broma de sus
amigos, así que prefirió quedarse con la idea de que él se había tomado el tiempo para escribirle. En
ese momento reflexionó y al darse cuenta que ella no le había escrito nada, el remordimiento la
invadió, pero ya no podía remediarlo, jamás lo volvería a ver, se quedó con las ganas de decirle lo
que en verdad sentía.
Durante toda la secundaria pensó en él, cuando tuvo su primer novio vino a su mente él, en su
fiesta de mayoría de edad se acordó de él. Conforme pasaba el tiempo los recuerdos se fueron
disipando. Constantemente se ponía a revivir todo lo ocurrido en aquella época sólo para asegurarse
que no se le había olvidado y que todo seguía ahí.
Después de unos años y varias experiencias conoció a un chico en la universidad muy
perfecto para ella, comenzaron a salir y al finalizar sus carreras decidieron casarse, pero aun así
siempre lo recordó, siempre estaba en sus pensamientos.
Cierto día cuando fue de compras con su esposo, vio pasar a ese niño que jamás olvidó
convertido en un adulto, iba de la mano con una niña pequeña que a su vez caminaba tomada de la
mano de una señora joven y guapa. Su corazón comenzó a latir tan fuertemente que creyó que se le
iba a salir, su temperatura corporal aumentó tanto que supuso que su esposo lo notaría pero no fue
así. Decidió acercarse y saludarlo pero entonces él volteó a donde estaba ella y su expresión cambió
drásticamente convirtiéndose en aquella mirada que tenían cuando iban en sexto grado de primaria,
en ese momento supo que la había reconocido, él intentó hacer una sonrisa pero en lugar de eso sólo
obtuvo una mueca algo rara, rápidamente dejó a la niña con su mamá y caminó hacia donde estaba
ella, al llegar y sin decir una palabra se abrazaron; fue el abrazo más hermoso y sincero que se
puede haber visto en este mundo, un abrazo lleno de amor infantil que en un instante regresó, en
donde demostraron todo lo que habían reprimido durante años.
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En eso, los respectivos esposos se extrañaron de tal comportamiento, así que se acercaron
para averiguar la razón de tal acto, rápidamente les revelaron que eran compañeros de la primaria,
que hacía mucho tiempo que no se veían. Mientras explicaban, ambos se llenaban de alegría y
euforia, tanto que no era muy comprensible lo que decían. Se despidieron esperando volver a
encontrarse algún día, ambos muy felices, con una gran sonrisa en la cara siguieron su camino.
Pasaron los años y el destino decidió no juntarlos de nuevo y que cada uno continuara su vida
sin que se cruzaran sus caminos. Ella mantenía con más fuerza esos recuerdos, nunca se lo dijo a su
esposo por temor a que pensara que no era feliz a su lado pero la verdad es que él era muy amable
con ella y nunca le faltaba nada, tenía dos hermosos hijos los cuales amaba demasiado y eran los
mejores que cualquier madre pudiera tener.
Irremediablemente el círculo de la vida tiene su fin y había llegado el de ella, estaba
hospitalizada ya en fase terminal de cáncer de mama. Sabía que no le quedaba mucho tiempo de
vida, así que le pidió a uno de sus hijos que le trajera el pedazo de papel que secretamente guardaba
en el fondo de su alhajero, y así lo hizo. No podía leerlo pero conocía cada palabra que estaba escrita
en ese viejo trozo de papel, pues era la misma carta que había recibido hace muchísimos años y que
aún guardaba con tanto aprecio, lo sujetó con delicadeza y lo presionó contra su pecho por última vez
mientras unas lágrimas inundaban sus ojos.
Les regaló una última sonrisa llena de amor a sus hijos y esposo que ahí se encontraban, les
agradeció su existencia y les dio una gran bendición. Una vez hecho esto, dirigió sus ojos al techo y
con una mirada perdida no podía hacer otra cosa más que recordar por última vez a aquel niño, su
primer y más puro amor.