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Cuento Cuentos con valores similares El viaje de la reina Cuento de Navidad, de Charles Dickens Arañas buscando casa El leopardo en su árbol Hubo una vez en la selva un leopardo muy nocturno. Apenas podía dormir por las noches, y tumbado sobre la rama de su precioso árbol, se dedicaba a mirar lo que ocurría en la selva durante la noche. Fue así como descubrió que en aquella selva había un ladrón, observándole pasar cada noche a la ida con las manos vacías, y a la vuelta con los objetos robados durante sus fechorías. Unas veces eran los plátanos del señor mono, otras la peluca del león o las manchas de la cebra, y un día hasta el colmillo postizo que el gran elefante solía llevar el secreto. Pero como aquel leopardo era un tipo muy tranquilo que vivía al margen de todo el mundo, no quiso decir nada a nadie, pues la cosa no iba con él, y a decir verdad, le hacía gracia descubrir esos secretillos.

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CuentoCuentos con valores similares El viaje de la reina Cuento de Navidad, de Charles Dickens Araas buscando casa

El leopardo en su rbol

Hubo una vez en la selva un leopardo muy nocturno. Apenas poda dormir por las noches, y tumbado sobre la rama de su precioso rbol,se dedicaba a mirar lo que ocurra en la selva durante la noche. Fue as como descubri que en aquella selva haba un ladrn, observndole pasar cada noche a la ida con las manos vacas, y a la vuelta con los objetos robados durante sus fechoras. Unas veces eran los pltanos del seor mono,otras la peluca del len o las manchas de la cebra, y un da hasta el colmillo postizo que el gran elefante sola llevar el secreto.Pero como aquel leopardo era un tipo muy tranquilo que viva al margen de todo el mundo, no quiso decir nada a nadie, pues la cosa no iba con l, y a decir verdad,le haca gracia descubrir esos secretillos.As, los animales llegaron a estar revolucionados por la presencia del sigiloso ladrn: el elefante se senta ridculo sin su colmillo, la cebra pareca un burro blanco y no digamos el len,que ya no impona ningn respeto estando calvo como una leona. As estaban la mayora de los animales, furiosos, confundidos o ridculos, pero el leopardo sigui tranquilo en su rbol,disfrutando incluso cada noche con los viajes del ladrn.Sin embargo, una noche el ladrn se tom vacaciones, y despus de esperarlo durante largo rato, el leopardo se cans y decidi dormir un rato. Cuando despert,se descubri en un lugar muy distinto del que era su hogar, flotando sobre el agua, an subido al rbol. Estaba en un pequeo lago dentro de una cueva, y a su alrededor pudo ver todos aquellos objetos que noche tras noche haba visto robar... el ladrn haba cortado el rbol y haba robado su propia casa con l dentro!. Aquello era el colmo, as que el leopardo,aprovechando que el ladrn no estaba por all, escap corriendo, y al momento fue a ver al resto de animales para contarles dnde guardaba sus cosas aquel ladrn...Todos alabaron al leopardo por haber descubierto al ladrn y su escondite, y permitirles recuperar sus cosas. Y result que al final, quien ms sali perdiendo fue el leopardo, que no pudo replantar su magnfico rbol y tuvo que conformarse con uno mucho peor y en un sitio muy aburrido...y se lamentaba al recordar su indiferencia con los problemas de los dems, viendo que a la larga, por no haber hecho nada, se haban terminado convirtiendo en sus propios problemas.Pedro Pablo Sacristn

EL LOBO QUE SE HIZO JUSTICIA

Una noche oscura y quieta, solitaria y fra, el lobo sali del bosque atrado por cierto olorcillo delicioso.

Mientras caminaba con toda cautela, se dijo:

- Diantres! Eso que percibo no puede ser sino aroma de rebao; pues no s yo nada de estas cosas?

Y sigui adelante con sigiloso cuidado para no mover ni unabriznade hierba, a fuerza de medir cada uno de suspasos. Antes de posar sus patas lo pensaba bastante, ya que el menor ruido poda despertar al perrazo que cuidaba del rebao.

A pesar de tanta precaucin izas', pis unatabla; esta se movi y ms all ladr el perro. El lobo se vio en la necesidad de alejarse. Por esta vez, se haba quedado sin banquete. Entonces, severo consigo mismo, levant una pata, la culpable del desaguisado y se mordi hasta hacerse dao.

Moraleja:El lobo del cuento nosenseaa ser severos con nosotros mismos para corregir nuestros defectos y mejorar nuestras buenas cualidades.

Leonardo Da Vinci

Fuente:ColeccinAmiguitos

La verdadera justicia

Hubo una vez un califa en Bagdad que deseaba sobre todas las cosas ser un soberano justo. Indag entre los cortesanos y sus sbditos y todos aseguraron que no exista califa ms justo que l.-Se expresarn as por temor? -se pregunt el califa.Entonces se dedic a recorrer las ciudades disfrazado de pastor y jams escuch la menor murmuracin contra l.Y sucedi que tambin el califa de Ranchipur senta los mismos temores y realiz las mismas averiguaciones, sin encontrar a nadie que criticase su jus-ticia.-Puede que me alaben por temor-se dijo-. Tendr que indagar lejos de mi reino.Quiso el destino que los lujosos carruajes de ambos califas fueran a encontrarse en un estrecho camino.-Paso al califa de Bagdad! -pidi el visir de ste.-Paso al califa de Ranchipur! .-exigi el del segundo.Como ninguno quisiera ceder, los visires de los dos soberanos trataron de encontrar una frmula para salir del paso.-Demos preferencia al de ms edad -acordaron.Pero los califas tenan los mismos aos, igual amplitud de posesiones e idnticos ejrcitos. Para zanjar la cuestin, el visir del califa de Bagdad pregunt al otro:-Cmo es de justo tu amo?-Con los buenos es bondadoso -replic el visir de Ranchipur-, justo con los que aman la justicia e inflexible con los duros de corazn.-Pues mi amo es suave con los inflexibles, bondadoso con los malos, con los injustos es justo, y con los buenos an ms bondadoso -replic el otro visir.Oyendo esto el califa de Ranchipur, orden a su cochero apartarse humilde-mente, porque el de Bagdad era ms digno de cruzar el primero, especialmente por la leccin que le haba dado de lo que era la verdadera justiciaFIN

Las dos justiciasLlvate estos cuentos

CuentoCuentos con valores similares La justicia exacta Quebrant@risas, el rompefamilias Un encigeado da de bodaCaminaba un filsofo griego pensando en sus cosas, cuando vio a lo lejos dos mujeres altsimas, del tamao de varios hombres puestos uno encima del otro. El filsofo, tan sabio como miedoso,corri a esconderse tras unos matorrales, con la intencin de escuchar su conversacin. Las enormes mujeres se sentaron all cerca, pero antes de que empezaran a hablar, apareci el ms joven de los hijos del rey. Sangraba por una oreja y gritaba suplicante hacia las mujeres:- Justicia! Quiero justicia! Ese villano me ha cortado la oreja!Y seal a otro joven, su hermano menor,que lleg empuando una espada ensangrentada.- Estaremos encantadas de proporcionarte justicia, joven prncipe- respondieron las dos mujeres-Para eso somos las diosas de la justicia. Slo tienes que elegir quin de nosotras dos prefieres que te ayude.- Y qu diferencia hay? -pregunt el ofendido- Qu harais vosotras?- Yo, -dijo una de las diosas, la que tena un aspecto ms dbil y delicado-preguntar a tu hermano cul fue la causa de su accin, y escuchar sus explicaciones. Luego le obligar a guardar con su vida tu otra oreja, a fabricarte el ms bello de los cascos para cubrir tu cicatriz y a ser tus odos cuando los necesites.- Yo, por mi parte- dijo la otra diosa-no dejar que salga indemne de su accin. Lo castigar con cien latigazos y un ao de encierro, y deber compensar tu dolor con mil monedas de oro. Y a ti te dar la espada para que elijas si puede conservar la oreja, o si por el contrario deseas que ambas orejas se unan en el suelo. Y bien, Cul es tu decisin? Quin quieres que aplique justicia por tu ofensa?El prncipe mir a ambas diosas.Luego se llev la mano a la herida, y al tocarse apareci en su cara un gesto de indudable dolor, que termin con una mirada de rabia y cario hacia su hermano. Y con voz firme respondi, dirigindose a la segunda de las diosas.-Prefiero que seas t quien me ayude. Lo quiero mucho, pero sera injusto que mi hermano no recibiera su castigo.Y as,desde su escondite entre los matorrales, el filsofo pudo ver cmo el culpable cumpla toda su pena, y cmo el hermano mayor se contentaba con hacer una pequea herida en la oreja de su hermano, sin llegar a daarla seriamente.Haca un rato que los prncipes se haban marchado,uno sin oreja y el otro ajusticiado, y estaba el filsofo an escondido cuando sucedi lo que menos esperaba. Ante sus ojos, la segunda de las diosas cambi sus vestidos para tomar su verdadera forma.No se trataba de ninguna diosa, sino del poderoso Ares, el dios de la guerra. Este se despidi de su compaera con una sonrisa burlona:- He vuelto a hacerlo, querida Temis.Tus amigos los hombres apenas saben diferenciar tu justicia de mi venganza. Ja, ja, ja. Voy a preparar mis armas; se avecina una nueva guerra entre hermanos...ja,ja,ja, ja.Cuando Ares se march de all y el filsofo trataba de desaparecer sigilosamente, la diosa habl en voz alta:-Dime, buen filsofo hubieras sabido elegir correctamente? Supiste distinguir entre el pasado y el futuro?Con aquel extrao saludo,comenzaron muchas largas y amistosas charlas. Y as fue cmo, de la mano de la misma diosa de la justicia, el filsofo aprendi que la verdadera justicia trata de mejorar el futuro alejndose del mal pasado, mientras que la falsa justicia y la venganza no pueden perdonar y olvidar el mal pasado, pues se fijan en l para decidir sobre el futuro, que acaba resultando siempre igual de malo.Pedro Pablo Sacristn