cuando vinieron a por mi
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Cuando vinieron a por mí...
Como todas las frases repetidas, el “ Cuando vinieron a por mí… ya no
quedaba nadie que pudiera hablar en mi nombre” se puede convertir en un tópico…
desactivado. La reiteración produce esos efectos en el infantilizado y vacuo mundo sindical actual.
El DESPIDO ES EL ACTO MAS VIOLENTO QUE SE PUEDE EJERCER SOBRE UN
TRABAJADOR. Responde a un hecho trágicamente real: la pasividad sindical y social que se está
produciendo en esta fábrica, reflejo de este país, está permitiendo el triunfo de la impunidad de la
empresa en sus actuaciones y de sus métodos. Curiosa la historia de su auténtico autor, Martin
Niemöller. Tras el apoyo y el silencio, reaccionó tarde y… también fueron a por él. Algo muy grave
está ocurriendo. Los despedidos del ERE, los 13 de comercial, los enfermos, los de ventas y
postventa, los de algunos trabajadores por “ajustes de cuentas”, los supuestos bajo rendimiento, los
de Altavilla….no es que se empeñen en no hablar de ello, es que se intentan justificar y acallar, en
montar auténticas campañas de descrédito hacia las víctimas.
Hubo un tiempo en que por lo menos contra ese acto había unidad sindical. No se puede
abandonar a su suerte al despedido o como mal menor buscarle la salida jurídica y económica menos
lesiva. Mal vamos. No todo vale. Tiene que haber una graduación en la actuación de la empresa.
Una comprobación de que ocurre en realidad y vías para encontrar soluciones. Y esto debe regir
para todos. La forma de manifestar denuncias en materia de trabajo, de desorganización y de salud
laboral no pueden ser causa de acoso para provocar sanciones o despidos. Si aceptamos estas
actuaciones por miedo, dejación o cualquier otra razón estaremos condenados a ser los próximos. El
código de conducta laboral se utiliza para repartir dolor, no justicia o reconducción de conductas.
Si se sigue apostando por una política represiva contra el eslabón mas desprotegido de la
cadena, el trabajador, tenemos que responder. Y lo primero que tenemos que hacer es identificar
quienes son las victimas y quienes los verdugos. Y algunos de ellos están entre nosotros cuando
actúan de testigos y colaboradores de ciertas políticas de la empresa para tapar sus carencias en el
desempeño de sus funciones. Nuestro concepto de solidaridad de clase nos debe posicionar con
nuestros compañeros y no contra ellos. Muchos callan y nos dejan solos incluso en la defensa de
sus propios intereses. Igual que la política y la economía…el sindicalismo de este país necesita una
profunda regeneración. Y ésta, como esta pasando en el resto de la sociedad española, sólo vendrá
por el impulso de los trabajadores, de las bases. En nuestras manos está. Cuando se va a por los
trabajadores y éstos “aguantan” y se dejan hacer y “no quieren saber”, la voracidad no tiene límites.
Hay aún mucho con lo que arrasar. Si no lo remediamos un día ya no habrá nadie que pueda
auxiliarnos.
CGT rechaza los despidos y nunca justificará por principio ninguno de ellos. No va a hacerse
eco de campañas insidiosas. Y los rechaza uno por injustos y otros por no intentar buscar una
solución de reconducción de conductas que es tarea esencialmente de la empresa. Si los trabajadores
empiezan a tomar conciencia en que lado deben estar todos habremos empezado a ganar la batalla.