Cuando Elena supo que dentro de nueve meses sería mamá, su primer pensamiento fue hacia su esposo, ¡qué contento se pondría! La mayor ilusión que ambos tenían desde que se casaron, era la de ser padres. Esa noche, durante la cena le dijo:- Mi amor, ¿sabías que la música clásica influye positivamente en el desarrollo de un bebé dentro del vientre de la madre?

- Sí, eso he escuchado...- respondió él, despreocupadamente.- Si es así, tendremos que comprar muchos "cds" de música clásica, amor...- Daniel se quedó mirándola sin comprender, no entendía por qué ella decía eso. Entonces comprendió...- ¡¡Noooo!! ¡No me digas...! ¿¿¿De veras??? ¡Gracias Dios mío!- ¡Sí! ¡Sí, mi amor, vamos a ser papás! - Se abrazaron llenos de alegría.

Fueron nueve meses de ilusión, preparando todo para la llegada de su hijo. La noche en que a Elena la ingresaron en la clínica, Daniel se quedó en la sala de espera, junto a sus padres y a los de ella. Los minutos le Parecieron interminables, pero por fin, una enfermera le anunció que había sido niño y que todo estaba bien con su esposa.

Las dos familias se abrazaron y gozaron el momento. Daniel quiso ver a su esposa y a su hijo, pero la enfermera le dijo que el médico pediatra hablaría primero con él. Al salir del consultorio del médico, Daniel se veía deshecho. No quería responder a las preguntas de nadie. Finalmente dijo:

Nuestro bebé... nació con un síndrome... La primera reacción de todos fue de sorpresa, de incredulidad. Todos esperaban un niño completamente sano, normal... La única respuesta estaba en un cromosoma de más, eso era todo. Pero... ¿Cómo afrontarlo?, ¿qué vendría más adelante? ¡No se habían preparado para eso!... La primera en hablar fue la madre de Elena:

- Es un regalo de Dios y como tal lo debemos recibir - Todos se quedaron en silencio, reflexionando en esas sabias palabras. Pero Daniel dijo:- ¿Pero por qué Dios no pudo darnos un niño normal? ¡El sabía la ilusión que nos hacía tener un bebé... pero normal!...¡Por qué, por qué?- Exclamó mirando hacia arriba. Su padre lo abrazó, mientras sollozaba.

- No cuestiones a Dios Daniel, El sabe por qué hace las cosas- le dijo- este ángel que les envió, será un niño especial para todos, como lo es para El.Cuando por fin Daniel se calmó, se dirigió a la habitación donde se encontraba su esposa. Ella tenía en sus brazos al bebé y lo contemplaba con dulzura.

-Tenemos a nuestro ángel, mi amor- le dijo sonriendo- Daniel se acercó y trató de sonreír. Tenía temor de ver al niño, pero ella se lo acercó y le dijo: - Yo sé que no es como esperábamos, pero nadie tiene la culpa y merece todo nuestro amor- Al ver la mirada tranquila y amorosa de su esposa, Daniel se dio cuenta de que el amor de una madre es incondicional.

Ella había esperado a su hijo con amor y no le importaba la condición con la que había nacido. Se sintió avergonzado por haber sentido rechazo por ese inocente, que era su hijo. Lo tomó en sus brazos y dijo: - Hijo, eres el fruto de nuestro amor. No importa si no eres un niño como los demás, eres nuestro hijo, el que con tanta ilusión esperábamos y te amamos y te amaremos siempre.

Si Dios nos eligió a nosotros para ser tus padres, es porque sabe que te vamos a querer como nadie y te vamos a cuidar y a dar todo lo que necesites. Eres un ángel enviado por Dios para iluminar nuestras vidas... Gracias Señor por este ángel que nos has regalado y perdóname por haberte reclamado… No tenía derecho.

Los niños con síndrome de Dawn y otros, a quienes la sociedad llama "especiales", a veces son rechazados por sus padres, se avergüenzan, no los aceptan. Pero si

bien sus capacidades son diferentes, estos niños poseen una enorme capacidad de

amar y necesitan ser amados. Son personitas más valiosas que muchas que

se dicen normales. Su inocencia y pureza de corazón es lo que

realmente los hace especiales. Quien rechaza a uno de estos niños, está rechazando a un ángel de Dios.

El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me

recibe a mí sino al que me envió.Marcos 9:37